UNIVERSIDAD AUTÓNOMA METROPOLITANA
UNIDAD IZTAPALAPA
DIVISIÓN – CSH
GRADO – LICIENCIATURA
TÍTULO DEL TRABAJO:
REACCIONES, COLABORACIONES Y PROYECTOS CIENTÍFICOS
LOS INGENIEROS DE MINERÍA DURANTE LA INTERVENCIÓN
FRANCESA Y EL SEGUNDO IMPERIO EN MÉXICO (1862 – 1867)
Iván Rubén Lara Mimbrera
Asesora de investigación: Dra. Sonia Pérez Toledo
Tesis para obtener el grado de Licenciado en Historia
México, D.F., diciembre de 2006
Agradecimientos
Reproduzco, con algunas añadiduras, lo que escribí entre algunas notas personales por mayo y junio de 2006:
Este trabajo, tan falto de herramientas metodológicas, conceptuales y de fuentes que no se pudieron
consultar, no es una tesis excepcional, pero espero, sea el principio de una serie de cuestionamientos que se
tendrán que responder con el tiempo, con investigaciones mucho mejor diseñadas y elaboradas, tanto por mi como
por otros investigadores [como ya lo han empezado a hacer] en el campo de la historia de la ciencia en México…
y de todo aquellos aspectos que ayudan a comprender mejor a nuestra contradictoria sociedad.
Me di a la tarea de investigar, lleno de un afán por encontrar, por responder, por juntar indicios, por
desenterrar entre los documentos a los ingenieros de Minería, movido más por el hambre de saber que por reunir
los requisitos para una acreditación académica.
Por eso agradezco el apoyo [y la tolerancia] de aquellos quienes estuvieron cerca de mí en este afán
egoísta. Estaré en deuda con ustedes siempre, y quiero decirles que cuentan con mi ayuda también. Gracias por
animarme y permitirme, de alguna forma, el gastar mí tiempo en esto. Especialmente a mis padres a quienes
dedico esto: a Elena y a Rubén, a mi hermana Lariza, además de dos personas muy especiales que me tendieron su
apoyo y presenciaron los malabares alrededor de esta investigación: a Claudia y a Renée. Desde luego, también
agradezco a la Dra. Sonia Perez Toledo su asesoría y comentarios que siempre han sido beneficiosos en mi
formación, así como a mis lectores, la Dra. Erika Pani y el Dr. Bian Connaughton.
También quisiera dedicar este esfuerzo a dos almas que representan vividamente mi posición en el
presente: a Guillermo que ya no está y a Leonardo que ahí viene…
Ciudad de México, 7 de marzo, 2007.
I
Introducción
Esta tesis se inscribe en el proceso de formación del Estado-nación mexicano durante el siglo XIX y
centra su atención en la formación de planes destinados al desarrollo cultural y económico del país,
proyectados por elites intelectuales asociadas o no al poder político del periodo. En este caso me
referiré a los ingenieros egresados del Colegio de Minería que trabajaron básicamente durante los
años de la Intervención francesa y el Segundo Imperio; partiendo desde el avance del ejército
francés a la Ciudad de México en 1862, hasta fechas cercanas al término de dicho imperio en 1867.
El periodo escogido lo considero pieza importante para comprender el proceso de
consolidación del Estado nación mexicano y su resultado en la República liberal, ya que lejos de ser
un paréntesis ajeno a la memoria histórica mexicana, debe ser entendido como parte de un
complicado conjunto de intentos y luchas internas para organizar al país, y que en su momento fue
una alternativa más para gobernar.
Además de señalar el término de la última intervención extranjera del siglo XIX y la
instauración definitiva de la República liberal en el país, asimismo, para la historiografía, 1867 cobra
especial importancia para la historia de las ciencias y para el mismo Colegio, ya que, derivado de
varios años de ensayos y fracasos, es hasta ese año cuando los liberales cristalizaron algunas
reformas en la educación; la más notable es la creación de la Escuela Nacional Preparatoria bajo la
rigurosidad científica del positivismo adoptado por Gabino Barreda.1 En el mismo año el Colegio de
Minería fue transformado en Escuela Nacional de Ingenieros, perdiendo definitivamente su estudio
exclusivo en el ramo de la minería y experimentando así la más profunda de sus mutaciones en su
historia. Luego de este año, las asociaciones científicas se empezaron a multiplicar
1
Aunque debe entenderse que, si bien la creación de la Nacional Preparatoria fue un gran adelanto en la educación
científica en México, los resultados no fueron inmediatos e incluso el plantel inició sus actividades de manera
atropellada y con dificultades para llevar a la práctica la “Ley Orgánica de la Instrucción Pública en el Distrito
Federal” del 2 de diciembre de 1867 y el Reglamento respectivo de 24 de enero de 1868, los cuales, además,
llegaban a contradecirse en varios aspectos. Véase LEMOINE, 1995. Sin embargo, Clementina Díaz y de Ovando ha
II
significativamente, iniciando, según se ha interpretado, un desarrollo formal en la actividad
científica del país, debido al impulso que tuvo desde dicho año hasta fin del siglo “tanto cuantitativa
como cualitativamente”.2 De acuerdo con Charles A. Hale, para 1878: “La cultura de la ciencia
había ocupado ya el centro del escenario en la ciudad de México”.3
Puesto que el establecimiento de Minas estaba en la Ciudad de México y la mayoría de los
ingenieros tenían sus domicilios en la ciudad, se ha escogido a ésta como el espacio de estudio
principal, no obstante, el campo de trabajo de algunos de estos ingenieros se encontraba en los
diferentes distritos mineros ubicados en el resto del país.
El origen de este trabajo surgió de la siguiente hipótesis, a sugerir que la comunidad
científica de la Ciudad de México, o al menos una parte de ella, pudo concebir a la Intervención
francesa y al imperio de Maximiliano de Habsburgo como una oportunidad viable para impulsar
un desarrollo científico y tecnológico en México, asegurando las condiciones propicias –
económicas, sociales y políticas— para su realización. La hipótesis está formulada a partir de un
modelo de desarrollo particular, que relaciona la riqueza futura de una nación mediante el
desarrollo interno de la ciencia y la tecnología.
Tal desarrollo, implicaría la explotación efectiva de los recursos naturales, la construcción
de infraestructura y la formación intelectual y práctica de la población, así como la existencia de
un gobierno sólido que fungiera como estimulador financiero y garante de la estabilidad social
requerida para el éxito de los proyectos científicos y tecnológicos.
Para explicar el sentido de esta hipótesis, se anteceden a ella los siguientes
cuestionamientos: ¿por qué se supondría que los ingenieros del Colegio de Minas fueron parte de
aquellos intelectuales que imaginaron una oportunidad viable para el desarrollo tecnológico y
científico en México en el periodo en cuestión? y ¿por qué la Intervención francesa y el Segundo
apuntado que “el fin del Colegio de Minería, era el triunfo del positivismo y de la reforma positiva de la enseñanza
del doctor Gabino Barreda”, en DÍAZ, 1998, p. 2417 y véase CHINCHILLA, 1985, p.11.
2
Véase CHINCHILLA, 1985, p. 13 y BARBARENA, 1986.
III
Imperio pudieron ofrecerles esa idea? Para contestar lo anterior, se ha tratado de hallar una
relación entre las características de este sector intelectual con la situación política a mediados de
siglo XIX.
Entre las características de los ingenieros del Colegio de Minería,4 que de aquí en adelante
los llamaré ingenieros de Minería, la más importante fue que su profesión se enfocó al estudio de
la minería, la cual fue desde el periodo colonial y aún para los gobiernos independientes del XIX,
la actividad económica que movió la mayoría de los engranajes económicos de otros sectores
productivos.
El Seminario de Minas, llamado así cuando se creó a finales de siglo XVIII, fue la
institución que concentró en un mismo recinto los conocimientos técnicos adquiridos tras varios
años de experimentación en la minería, e introdujo por primera vez un conocimiento teórico y
sistematizado, basado –hasta donde pudo ser posible su contacto con Europa– en los principios
científicos hasta ese entonces conocidos, y que contó con apoyo oficial de la Corona española.
Transitó hacía el México independiente transformándose mediante un proceso de especialización
del conocimiento, pero conservando la intención del perfeccionamiento técnico y el estudio
científico de la minería.
Por lo anterior, los ingenieros de Minería a mediados del siglo XIX, pudieron tener
suficientes motivos para interesarse en el desarrollo de innovaciones tecnológicas y en la
adquisición y generación de nuevo conocimiento, aplicable en la industria minera y en otras
actividades económicas debido a la tradición práctica y científica forjada de varios años.
Para explicar de dónde deriva la posible aceptación y colaboración del sector social a
estudiar con la intervención y el imperio, se contempla la historiográfica reciente que ha
3
HALE, 2002, p. 243.
Durante el siglo XIX, dicho establecimiento cambió de nombre en varias ocasiones, y para el Segundo Imperio fue
cambiado por Escuela Imperial de Minas. No obstante, como después se explicará, el Colegio de Minería fue el
nombre que prevaleció durante este siglo, hasta 1867.
4
IV
estudiado la participación y las razones que tuvieron algunos mexicanos en apoyo y construcción
del Segundo Imperio en el país.
Sobre este aspecto, Érika Pani5 ha investigado a los mexicanos que protagonizaron la
política del imperio de Maximiliano, estudiando las razones de su colaboración, mediante su
biografía colectiva y a través del estudio de las ideas expresadas por la opinión pública plasmadas
en diversos diarios de la época, representantes de las distintas posturas políticas. Lo que se ha
observado es que este grupo de imperialistas,6 formado por conservadores y liberales moderados,
lejos de querer concentrarse en discutir sobre ideas abstractas acerca de la forma de gobernar al
país, se concentraron en la necesidad práctica para la obtención de una administración eficaz,
efectiva y fuerte. Pani ha observado que algunos imperialistas imaginaron un modelo de
desarrollo, entre otras cosas, basado en la administración efectiva de los recursos naturales, del
sistema fiscal y la creación de mejoras materiales7 mediante el fortalecimiento de un poder
central que pudiera apartar todo obstáculo que entorpeciera la capacidad del Ejecutivo, incluso,
sacrificando a la República y prefiriendo la eficacia y firmeza de un dictador que la torpeza de
miles de intereses opuestos. Independientemente de la preferencia partidista, los imperialistas
mostraron un sentido práctico, en razón de superar las deficiencias administrativas de gobiernos
anteriores. Demostraron una desconfianza y decepción en todos los experimentos de gobierno
que se habían ensayado en los últimos 40 años: no había funcionado ni un centralismo ni un
federalismo ni las dictaduras ni una República, todas las medidas habían sido impracticables.8
Los ingenieros tenían una formación técnica e imaginaban la sociedad en objetivos prácticos. Al
igual que varios de los imperialistas, pudieron estar conscientes de que las luchas partidistas y
5
PANI, 2001.
Érika Pani utiliza este termino de acuerdo al lenguaje de la época, el término designaba “a los adictos al imperio y
no tenía ninguna connotación de ‘imperialismo’ como fórmula de dominación política y económica de un país sobre
otro”. Véase PANI, 2001, p. 20.
7
En el lenguaje de la época esto significaba lo que ahora se puede conocer como infraestructura: construcción e
instalación de caminos de tierra, de fierro, puentes, puertos, telégrafos, y todas las obras materiales hechas en
benéfico del desarrollo económico. Véase PANI, 2001, 270.
8
PANI, 2001.
6
V
golpes de Estado a mediados de siglo XIX, no eran propicios para el alcance de sus objetivos.
Independientemente de sus posturas políticas, los ingenieros pudieron imaginar la monarquía
como vehículo para sanar las fallas administrativas pasadas y establecer un clima de paz en el
país.
Dentro de algunos aspectos más específicos estudiados por Pani, ha llamado la atención el
tema de la soberanía entregada al pueblo en las discusiones del constituyente de 1856. Principio
que los liberales radicales defenderían hasta las últimas consecuencias, donde la representación
ciudadana debía quedar en las manos del mexicano común y no en los aristócratas u hombres de
profesión, en especial los juristas, que sólo verían por sus intereses.9 En este sentido, podemos
suponer que algunos de los ingenieros –como profesionistas– sintieron amenazados sus derechos
políticos, debido a las medidas “populacheras” y revolucionarias de los liberales radicales. Sin
embargo, incluso entre liberales, hubo una tendencia a reconocer la realidad de un pueblo
analfabeta, incapaz de tomar decisiones por sí solo. ¿Pudo ser para algunos ingenieros, el hecho
de acabar con las ideas reformistas en favor de la soberanía popular, una razón más para apoyar
la monarquía en 1862? Esto es un refuerzo de la hipótesis principal, sin embargo no se alcanzará
a responder este cuestionamiento en la tesis ya que merecería una investigación más profunda.
Por otro lado, la tesis tiene el interés por abordar algunos temas que no han sido trabajados
profundamente por la historiografía mexicana, y en menor medida para el periodo de la
Intervención francesa y el Segundo Imperio en México. En este sentido, aunque no de manera
directa, este trabajo intenta incursionar en algunas propuestas historiográficas acerca de la Historia
de la Ciencia en México.
9
Después de 1867, se creó una Academia de Artes y Literatura, semejante a la que existió en 1865. El gobierno
liberal expresaba su idea del ciudadano común en la conformación de la nueva Academia, pues Ignacio Altamirano
decía: “la Academia no se convertirá en una sociedad de doctores presuntuosos, de sofistas inútiles ni de sabios
inaccesibles, sino un conjunto de hombres trabajadores, amantes del progreso, y que sabrán respetar el mérito
dondequiera que lo encuentren, aceptar la verdad aunque tengan que buscarla fuera de su seno y que propagarán los
conocimientos útiles a las clases populares, pues más que la mira de brillar en el mundo de la ciencia tienen por
objeto prestar un servicio a su patria, elevando la instrucción del pueblo al nivel de la instrucción de los pueblos más
adelantados de Europa y América”. Citado en SOBERANIS, 1999, p. 390.
VI
Entre aquellas propuestas, autores como Juan José Saldaña y Leticia Mayer han señalado la
importancia que tuvo el Estado en el siglo XIX como conductor y patrocinador del
desenvolvimiento científico, especialmente en su interés por la producción de la estadística
nacional.10 El Colegio de Minería fue controlado por el mismo cuerpo de mineros quienes se
encargaban de otorgar parte del fondo de su producción para el sostenimiento del Colegio desde
fines de siglo XVIII y parte del XIX. No obstante, esta dependencia y control fue gradualmente
trasladado hacia el Estado, en especial desde la creación del Ministerio de Fomento en 1853, el
cual empleaba como funcionarios e incluía los proyectos de los ingenieros dentro de sus planes
económicos. Para el periodo a tratar, las funciones internas y sobre todo externas del Colegio,
estaban articuladas con las necesidades del Estado. Es por ello que el estudio desvía su atención en
los proyectos individuales que los ingenieros pudieron realizar fuera de aquella articulación.
Se ha enfocado también la relación de la ciencia con las características inmanentes y
particulares de la nación, entre ellas las: sociales, culturales y productivas. La consecuencia de
esta relación, es el estudio del concepto acuñado como Cultura Científica.11 Horacio Capel ha
estudiado ese tipo de cultura inscrita en el tema de las asociaciones científicas con el enfoque
sociológico del asociacionismo. Propone el estudio los cambios sociales y su influencia en la
modificación de las funciones y objetivos del asociacionismo científico.12
Por otro lado, Capel ha propuesto el estudio de los contactos exteriores, la capacidad de
iniciativa de los dirigentes y la llegada de viajeros científicos del exterior, lo cual encuentra una
relación con la hipótesis de la tesis ya que, alejados de las ideas políticas, los ingenieros de Minas
pudieron pensar en las ventajas si se lograba consolidar el
imperio apoyado por Francia,
imaginando un posible intercambio cultural con la llegada de sabios europeos: creación de
10
Véase: SALDAÑA, 1985 y MAYER, 1999.
Véase WEINBERG, 1996, p. 366.
12
CAPEL, 1993, p. 409.
11
VII
institutos y asociaciones científicas, museos; la obtención de instrumental y aparatos científicos,
material bibliográfico, maquinaria, así como de métodos y técnicas de producción innovadoras.
Por otro lado, Gregorio Weinberg en su artículo: La ciencia y la idea de progreso en
América Latina, 1860-1930,13 realizó un análisis historiográfico acerca de la historia de la ciencia
en varios de los países de Latinoamérica, incluyendo México. En este sentido su postura se centra
en contra de las visiones eurocentristas y retoma la categoría de periferia para aquellos países que
son receptores de la ciencia europea. Sin embargo, invita a observar cómo esta cultura es
reinterpretada y aplicada por los científicos de la periferia en relación con las condiciones propias
de sus naciones. En este sentido, también invita a estudiar las cosmovisiones sobre la ciencia en
relación con las estructuras productivas, sociales y culturales y apunta la necesidad de estudios
sobre los grupos sociales interesados en incorporar innovaciones. Su enfoque es importante en
cuanto al planteamiento de cómo se transforman la constelación de valores locales en relación
con la llegada de las ideas científicas, y cómo se transforman estas ideas a través de la
constelación de valores locales.
Si bien, se contemplan estas propuestas sobre la historia de las ciencias, y sabiendo que
muchas otras han quedado de lado, el propósito fundamental de esta tesis es centrar la atención
hacia un grupo en específico en relación con su sociedad y el contexto de su época, que, por sus
características, se relacionan con otras temáticas que no son posibles de abordar en este trabajo
pero que ofrecen un considerable campo para la investigación.
De acuerdo a lo anterior y teniendo como premisa principal que, el conjunto de ingenieros
a estudiar mostraron: diferentes reacciones,14 ya sea de apoyo o rechazo; colaboraciones15 y
desarrollo de proyectos hacia la Intervención francesa y el Segundo imperio, el principal objetivo
de esta tesis es tratar de desentrañar cuáles fueron las motivaciones que guiaron cada tipo de
13
14
WEINBERG, 1996.
Entendida como la manifestación de alguna opinión en contra o a favor de la intervención y el imperio.
VIII
acción mencionada. De estas acciones se tratara de hallar qué era lo que guiaba a tales
motivaciones: a) preferencias políticas, b) motivaciones en torno a un imaginario de desarrollo
material a través de la aplicación de la ciencia y la tecnología, o bien, c) si había un punto de
encuentro entre ambas motivaciones, es decir, qué tan complementarias fueron.
Las motivaciones –ya sean políticas o científicas– se observarán en el plano de las ideas
expresadas y en los hechos u actividades desempeñados por los ingenieros, antes y después del
periodo que me interesa estudiar.
Para comprender mejor a mis sujetos de estudio, este trabajo tratara de observar en
retrospectiva cuál fue el desarrollo institucional del Colegio de Minería desde sus orígenes en
vinculación con los acontecimientos sociales, económicos y políticos que pudieron afectar su
estructura interna.
Acerca de esta relación, se intentara descubrir cuál era la importancia de la ingeniería en los
proyectos que se planteó en ese momento el Estado y en qué tareas se empleaban los
conocimientos del ingeniero de Minería.
Además, se intenta observar cuáles fueron los cambios y continuidades dentro del Colegio y
su relación con las actividades de los ingenieros a raíz de los sucesos acontecidos durante el
periodo a tratar: las alternativas ofrecidas por el nuevo régimen; el tipo de proyectos que
surgieron o se retomaron en ese periodo y tratar de caracterizarlos de acuerdo con las necesidades
sociales, las expectativas y cambios de dirección en sus objetivos, entre otras cosas. Es decir, qué
aspectos en el periodo a abordar marcaron una diferencia respecto a los periodos anteriores, en
relación con el Colegio y sus miembros.
Como último cuestionamiento, aunque no menos importante, es saber cuál fue la relación
de estos ingenieros con los científicos extranjeros que llegaron poco tiempo después de la
ocupación francesa en el espacio de estudio y tratar de averiguar si hubo algún intercambio de
15
Entendida como una participación directa de los ingenieros como funcionarios al servicio de los propósitos del
IX
conocimientos científicos. Dentro de este punto, se tratará de hallar los intereses, inclinaciones y
animadversiones de los ingenieros mexicanos por la ciencia extranjera ––en especial la
francesa— intentando responder ¿cuál era la perspectiva de los sabios e ingenieros mexicanos
frente a la ciencia mundial?
Fuentes utilizadas.
Ya que el propósito inicial fue estudiar a los ingenieros de Minería en su conjunto y no sólo
aquellos que tuvieron cargos políticos, se intentó observar a todos los ingenieros de Minería
habidos en la Ciudad de México de 1862 a 1867. Para saber quiénes eran, se partió de la base de
tres fuentes publicadas en la época: una es la lista de los ingenieros autorizados por el Ministerio
de Fomento para ejercer su profesión en 1866; el Directorio Comercial publicado en 1867 por
Eugenio Maillefert; y por otro lado, los Libros de Actas de exámenes profesionales y de títulos
expedidos encontrados en el acervo antiguo de ingenierías del Palacio de Minería de la
Universidad Nacional Autónoma de México.16 Se debe subrayar la importancia de utilizar fuentes
producidas durante el periodo, ya que nos dan una idea sobre aquellos ingenieros que vivían
durante estos años. Si tomáramos en cuenta fuentes anteriores a la Intervención francesa, referirían
a algunos que podrían estar ya muertos para los años en cuestión. Sin embargo, una de las
limitaciones de estas fuentes –sobre todo Maillefert y Robles– es que refieren a todo aquel
ingeniero titulado para el periodo, lo cual nos impide saber de aquellos que se encontraban en la
calidad de alumnos, o bien, que habían interrumpido sus estudios encontrándose en otras
actividades.
imperio.
16
Véase “Ingenieros de minas” en MAILLEFERT, 1992, p.286-287; "Lista nominal de los ingenieros titulados en la
Escuela Imperial de Minas con expresión a las fechas de sus exámenes o títulos" en ROBLES, 1866, p.359-364, e
“Índice alfabético del libro no. 1 de actas de exámenes profesionales de la Escuela Nacional de Ingenieros” en
Escuela Nacional de Ingenieros: Libro de Actas de exámenes profesionales 1859-1879, en AHPM, Fojas: 57 rev. a 60
rev. ; Escuela Nacional de Ingenieros: Libro-Registro de Títulos expedidos. 1863-1891, en AHPM, Revisión
completa.
X
Como el conjunto de ingenieros registrados en estas fuentes pertenecieron a diferentes
momentos y experiencias dentro y fuera del Colegio de Minería, se procedió al estudio de
generaciones académicas para ver si la pertenencia a una generación pudo influir en el resultado
de sus respuestas, colaboraciones y proyectos científicos en el periodo. Lo anterior permitió
establecer vínculos entre miembros de una misma generación, pues partimos del supuesto de que
cada una responde a determinada experiencia contemporánea, condicionada por los eventos
exógenos y endógenos que afectaron al Colegio en su recorrido hasta esa época. Este estudio se ha
basado en la lista de Fomento de 1866, que registró a los ingenieros de Minería mostrando sus
respectivos años de titulación.17 Para establecer esto, se tuvo que saber cuantos años dedicaban a
cada carrera, tomando en cuenta su año de titulación, y así establecer, para cada caso, un supuesto
tiempo en el Colegio como alumno. Para saber los años dedicados a cada carrera, se investigó
cómo cambiaron los planes de estudio en el Colegio de Minas hasta 1865. Una revisión para cada
caso, en el archivo del Fondo Antiguo de Ingeniería, hubiera sido muy exhaustiva, pero debido a
la naturaleza de este trabajo algunas fuentes secundarias proporcionaron esta información.18
Sin embargo, a pesar que se logró organizar en generaciones a la mayoría de los ingenieros
registrados en la Ciudad de México, con criterios que se explicarán en el capítulo I, solamente se
hizo hincapié en las vidas de aquellos encontrados en fuentes que refieren a los que participaron
en tareas relacionadas con la burocracia del Segundo imperio, en su mayoría en la Secretaria de
Fomento y en otros proyectos científicos, como resultado de las iniciativas por parte de Francia y
de Maximiliano de Habsburgo.
Respecto a la relación con el Estado, se observaron las actividades científicas y técnicas
que desempeñaron varios ingenieros de Minería a través del Ministerio de Fomento en sus
diferentes ramos. Estas actividades se han consultado en fuentes impresas de primera mano
editadas por la misma secretaría en forma de memorias, contienen informes detallados sobre
17
ROBLES, 1866, p.359-364.
XI
actividades en las que dichos ingenieros pusieron en práctica sus conocimientos técnicos y en
donde, aparentemente, la reunión de los ingenieros en determinados trabajos fue mayor. Dentro de
estos informes se pudieron encontrar los detalles técnicos de las operaciones que se les
encomendaron, así como algunos comentarios y anotaciones que permitieron ver las opiniones,
propuestas y apreciaciones de los ingenieros en torno a la Ciencia y su papel como ingenieros en
la sociedad.19
Acerca de los contactos entre ingenieros y demás sabios mexicanos con los proyectos y
sabios extranjeros que arribaron a México en este periodo, se encontraron y utilizaron algunos
trabajos recientes –a excepción de uno— especialmente producidos por mexicanos, y un facsimilar.
Hay que señalar que ninguno de ellos estudia los proyectos o actividades científicas producidas
desde la perspectiva mexicana, pues desarrollan principalmente los objetivos, propósitos y
desenvolvimiento de algunos proyectos desde la perspectiva francesa. Se han encontrado algunos
trabajos monográficos sobre las expediciones francesas a México y –aunque no se podría considerar
como un proyecto extranjero— sobre la creación de la Academia Imperial de Ciencias y Literatura
creada por Maximiliano como uno de los proyectos científicos creados por su gobierno, donde
intervinieron ingenieros y varios sabios mexicanos reconocidos.
El primer trabajo consultado sobre estos temas es un artículo de Manuel MaldonadoKoerdell publicado en 1965.20 Éste habla de la Comisión Científica de México creada en 1864 por
Napoleón III, contemplando los antecedentes, los propósitos, su planeación, el nombramiento de sus
integrantes y algunos de los estudios científicos que realizaron los sabios franceses a través de la
revisión de diversos documentos oficiales, relacionados con la comisión y publicados en Francia
durante y después de su intervención en México. El autor no construye un aparato crítico amplio
sobre dichas publicaciones, no obstante, hace comentarios hacia ellas señalando al interesado en el
18
Véase HIRISH, 1991; MOLES, 1991 y PUEBLA, 1991.
Véase JIMÉNEZ, 1866. ; MEMORIA, 1865. y ROBLES, 1866.
20
Véase MALDONADO - KOERDELL, 1965, pp.161-182.
19
XII
tema cuáles son las fuentes impresas más importantes por investigar.21 Además, como complemento
a éstas, señala el estudio de las actas resumidas de sesiones del grupo de científicos que operaba
desde París, elaboradas desde febrero de 1864 hasta abril de 1867.22
Entre las publicaciones, resalta los Archives de la Comisión Scientifique du Mexique y la
Misión Scientifique au Mexique et dans l´Ameriqué Centralle, las cuales “abarcaron varios
volúmenes con miles de páginas e ilustraciones, muchas de ellas a colores, impresas en buen papel y
presentadas con pulcritud y elegancia.”23
Por otro lado, su estudio permite saber quiénes fueron los corresponsales mexicanos en la
comisión, entre ellos algunos ingenieros y, de manera indirecta, cuáles fueron los propósitos
científicos relacionados con el perfil del ingeniero de Minería, así como algunas de las
contribuciones de los sabios mexicanos como corresponsales.
Entre los estudios recientes, el de Alberto Soberanis24 estudia también los proyectos
científicos dirigidos hacia México por parte del gobierno francés para el periodo seleccionado. Al
igual que Maldonado-Koerdell muestra sólo la parte francesa, ya que utilizó documentación inédita
sobre las comunicaciones entre el gobierno francés, los miembros de las comisiones científicas y las
autoridades en México, encontradas en los Archivos Nacionales en París y en algunos ramos del
Archivo General de la Nación de México (AGN). El mismo tema es trabajado por Magdalena
Martínez Guzmán25, enfocándose en la Comisión Científica y Literaria de México, formada por
miembros de la fuerza armada francesa y organizado por Aquiles Bazaine y en la creación de la
Academia de Medicina en México derivada de aquella comisión. Al propósito de ésta, se
21
Entre las publicaciones que menciona a lo largo de su artículo, en orden de aparición se constan: Comisión
Científica, Literaria y Artística de México. Reglamento Provisional, México, Imprenta de Andrade y Escalante, 1864
(folleto); los Archives de la Commission Scientifique du Mexique, París, 3 vols. 1865-1867; Expédition Scientifique
du Mexique et de l´Amérique Centrale , (Imprenta Imperial, con atlas y gran formato en 4º) ; Misión Scientifique au
Mexique et dans l´Amérique Centralle (varios tomos in-folio donde se publicaron trabajos monográficos años
después de la intervención; y la Expedion au Mexique , la cual es una publicación de carácter miliar pero con
anotaciones científicas y técnicas. MALDONADO - KOERDELL, 1965, pp.161-182.
22
MALDONADO - KOERDELL, 1965, p.178.
23
MALDONADO - KOERDELL, 1965, p.179.
24
Véase SOBERANIS, 1996.
XIII
consultaron algunos documentos que hablan sobre su organización, los cuales han sido
compilados y traducidos del francés y alemán en una obra donde se puede estudiar buena parte de
la documentación que se encuentra en el archivo del Mariscal Bazaine, depositado en el AGN.26
Ambos autores también consultaron los Archives de la Comisión Scientifique de Mexique, los
cuales han quedado pendientes por estudiar y merecerían una observación más detallada debido a
la importancia y extensión de éstos.27
También se ha consultado la obra de Lewis Pyenson28, quien toca el tema de la comisión
de París dentro de un estudio más amplio sobre la difusión de la ciencia y la misión cultural de
Francia en América Latina durante la segunda mitad del siglo XIX y primera del XX. Menciona
aspectos relacionados con la meteorología, apuntando la participación de algunos ingenieros
mexicanos. Al igual que Soberanis, refiere documentación contenida en los Archivos Nacionales
de París, además de citar otras obras recientes en francés y en inglés relacionadas con el tema.29
Para el tema de la Academia Imperial de Ciencias y Literatura sólo se encontró y utilizó
otro artículo de Alberto Soberanis30que proporciona algunos datos generales sobre la
organización de la Academia, establece fechas importantes y diferencias entre la academia y la
comisión de París, mencionando algunos nombres de los científicos mexicanos nombrados por
Maximiliano, lo cual permite tener un primer acercamiento en relación a la participación de
sabios mexicanos en este proyecto. Esta fuente se complementó con los registros de 32 sesiones
de la Academia encontrados en el periódico oficial del régimen: El Diario del Imperio; algunas
25
Véase MARTÍNEZ 1999.
Véase INTERVENCIÓN, 1973.
27
Estos archivos han sido encontrados en la biblioteca del Instituto de Investigaciones José Luís Mora. Ahí se
encuentran depositados dos de los tres tomos de los Archives. Véase ARCHIVES, 1865 y ARCHIVES, 1866.
28
Véase PYENSON, 1985 y PYENSON, 1993.
29
En las referencias de los Archivos Nacionales de París –ANP, en sus siglas en francés utilizadas por Soberanis o
PAN en sus siglas en inglés, utilizadas por Pyenson— ambos coinciden en varias secciones o soportes del ramo F 17.
Las obras que Pyenson menciona son: Numa, Broc “Les grandes missions scientifiques francaises au XIX siècle
(Morée, Algerié, Mexique) en Revue d´ historie des sciences, 34, 1981, pp. 319-358; y Gary S. Dunbar “The
Compass Follows the Flag”: The French Scientific Mission to Mexico, 1864-1867” en Annals of the Association of
American Geographers. 78, 1988, pp. 229-240.
30
Véase SOBERANIS, 1999.
26
XIV
noticias en el periódico conservador El Pájaro Verde y documentos inéditos hallados en el
Archivo General de la Nación en el ramo de Instrucción Pública y Cultos.
Con el fin de encontrar pistas que nos señalen las posibles raíces de las reacciones y
colaboraciones en la Intervención y Segundo imperio, se trató de reconstruir conjuntamente las
vidas de algunos ingenieros, disponiendo de algunas biografías y fuentes indirectas que nos
hablaran de sus antecedentes científicos y políticos partiendo desde 1853, año del establecimiento
del Ministerio de Fomento. En varios de los casos, estos antecedentes sirvieron para tratar de
obtener una idea más amplia sobre la intencionalidad que tuvieron determinados ingenieros para
la expresión de alguna idea, postura o acción efectuada en el periodo. En suma, las fuentes
utilizadas fueron algunos libros, considerados de primera mano, ya que se elaboraron en la
segunda mitad del siglo XIX31, así como fuentes de segunda mano y consulta general32 escritos a
manera de biografía, o que aportan en sus líneas elementos de vida sobre los sujetos de estudio.
Dentro de las fuentes primarias, las escritas por el ingeniero Santiago Ramírez abundan en datos
desde la vida familiar hasta la vida pública e institucional sobre sus biografiados. Aunque no
construyó un aparato crítico pormenorizado y está orientado a enfatizar las virtudes y cualidades
de sus personajes, puede ser confiable debido a que fue contemporáneo de la época, además de
ser compañero de ellos en el Colegio y tuvo a su alcance los archivos necesarios para
documentarlos.
En relación con Ramírez, ciertos datos biográficos y lo relacionado con la vida
institucional del Colegio de Minería fueron conocidos gracias a los Datos para la historia del
Colegio de Minería del mismo autor,33 una obra que brinda noticias a manera de efemérides
extraídas tanto de archivos gubernamentales como de la propia institución, desde su creación
31
Véase GARCÍA CUBAS, 1960. ; RAMÍREZ, 1885. ; RAMÍREZ, 1891. ; RAMÍREZ, 1900. ; SOSA, 1884 a.;
SOSA, 1884 b.
32
COLLADO, 2001. ; DICCIONARIO PORRÚA, 1995. ; ENCICLOPEDIA, 1977. ; LARA, 2000. ; PÉREZ
ROSALES, 2001. ; TRABULSE, 1985, Vol. V.
33
Véase RAMÍREZ, 1891.
XV
hasta su destrucción, según él, en 1867 ya instaurada la República. A criterio de este autor, tal
destrucción se debió a la suspensión de los cursos preparatorios para las carreras de minería que
se trasladaron al crearse la Escuela Nacional Preparatoria, y por la profunda modificación en el
programa de estudios del Colegio en ese año, ya que se integraron ahí todas las carreras de
ingenieros hasta ese entonces ejercidas.34
Esta obra se complementó con otros estudios sobre la historia del colegio de reciente
creación, elaborados por la Sociedad de ex alumnos de la facultad de ingeniería de la Universidad
Nacional Autónoma de México y por algunas perspectivas actuales dentro de la historiografía
sobre la ciencia.35
En relación al colegio y las ideas expresadas por algunos de sus miembros al momento de
la instauración de la Regencia Imperial, se han consultado los Anuarios del Colegio de Minería
de 1863, y la obra de Leticia Mayer que toca el tema, las cuales se observan con detalle en el
segundo capítulo.36
Organización del tema.
En el primer capítulo se presenta una breve exposición cronológica de las principales
transformaciones del Colegio de Minería, en relación con los planes de estudio y la modificación
de sus carreras, sin perder de vista los sucesos políticos que afectaron su estructura interna desde
1790 hasta 1865. Después, se presenta a los ingenieros de Minería que fueron registrados en las
listas encontradas en los años del Segundo imperio. Para ello se realiza un estudio cuantitativo en
referencia a la distribución de las diferentes carreras en el total de los ingenieros registrados.
Tomando en cuenta los años en los que se titularon así como las transformaciones en los planes
de estudio, se procedió a dividir a estos ingenieros en diferentes momentos en su vida académica
34
RAMÍREZ, 1891, p.491.
Véase ACEVES, 1990. ; HIRISH, 1991. ; MOLES, 1991. ; PAZ, 2000. ; PUEBLA, 1991. ; SÁNCHEZ, 1988.
36
Véase: ANUARIOS, 1994; y MAYER, 1999.
35
XVI
en grupos de generación. Esto nos permitió identificarlos en el desarrollo de los capítulos
ulteriores con base en una generación específica, con el objeto de entender cuáles fueron los
vínculos académicos, profesionales, afectivos e, incluso, políticos entre los ingenieros que
vivieron el periodo abordado. Mediante las biografías de una parte de ellos, se muestran algunos
rasgos en conjunto, tales como: los lugares donde nacieron, los espacios educativos anteriores al
Colegio de Minería y algunas consideraciones respecto a su origen socioeconómico. Sin embargo
esto fue muy limitado, ya que los datos biográficos encontrados no son completos. Se dividieron
las generaciones académicas en cinco diferentes momentos o grupos de generaciones, teniendo en
común la identificación de momentos especiales en la trayectoria del Colegio, tanto internos
como externos, que modificaron en diferente medida la vida de la institución. Por eso, se presenta
a cada grupo generacional dentro de un contexto determinado, así como algunos sucesos más
específicos y relevantes ocurridos dentro de la institución. Finalmente, limitándonos a algunos
casos, se presentan en forma colectiva algunos antecedentes científicos y políticos de los
ingenieros que se desenvolvieron en diversas tareas en el imperio, para ello se han elaborado dos
cuadros que sintetizan estos antecedentes y lo relacionado con las actividades hechas, para
mostrar los vínculos entre ellos de acuerdo con la participación en común en un tipo de tarea
científica, lo cual nos servirá de referencia para el resto de los capítulos.
En el segundo capítulo se muestran algunos sucesos que responden, en parte, al
cuestionamiento de cómo reaccionaron algunos miembros del Colegio de Minería ante la llegada
del ejército francés a la Ciudad de México. Se analizan estas respuestas con la idea de encontrar
los motivos para determinada reacción, intentando explicarlos en algunos antecedentes
biográficos. Posteriormente, se analizan algunas de las transformaciones ocurridas en el colegio
desde 1862, además de las manifestaciones de apoyo al Imperio por parte de algunos de los
representantes del Colegio en 1863, en una ceremonia oficial y pública una vez que se instauró la
Regencia Imperial.
XVII
El tercer capítulo está orientado a presentar algunas de las actividades científicas y
técnicas ligadas con el Estado en materia económica a instancias del Ministerio de Fomento, en el
transcurso de 1864 a 1866. En este capítulo se intenta observar cómo era la relación entre los
ingenieros de Minería y el Estado en cuanto a proyectos de desarrollo material y tratar de
responder qué importancia tuvieron los ingenieros dentro de los planes del imperio y cómo los
ingenieros intervinieron en estos planes. Para ello se recurrió a las memorias presentadas a
Fomento por parte de los ingenieros, con la idea de aproximarnos a su imaginario acerca de este
tipo de desarrollo, así como algunas propuestas y opiniones dirigidas al gobierno en esta materia.
Por otro lado, aquí podemos acercarnos con mayor detalle a la planeación y puesta en marcha de
proyectos elaborados por los ingenieros: a la dificultad para realizarlos, sus propósitos e
intenciones a largo plazo, y se verá, la forma cómo aplicaban sus conocimientos en el terreno
práctico.
El cuarto y último capítulo, busca mostrar la actividad científica en el periodo a raíz de la
iniciativa de Francia en provecho de su intervención, así como el intento de Maximiliano por
crear un cuerpo científico en aras de la ilustración y el progreso material de México en beneficio
de su sociedad. Los ingenieros referidos en este capítulo representan a aquéllos que tuvieron más
contacto y desempeñaron actividades importantes en la política – los ingenieros imperialistas–
apoyando en algunos casos y en diferentes medidas la Intervención y la monarquía en México. Se
verá en algunos casos cómo fueron cambiando estas tendencias, así como algunas apreciaciones
de los mismos ingenieros en torno a su imaginario de desarrollo y a los valores de la ciencia para
la sociedad.
1
I. El Colegio de Minería y sus ingenieros antes de la Intervención francesa y el Segundo
imperio
1. El Colegio de Minería
Con el objeto de explicar el origen del Colegio de Minería, se mencionaran los factores que
impulsaron su creación a finales del siglo XVIII y lograron su permanencia en el México
independiente. Éstos pueden ser explicados como el producto de una confluencia de intereses,
tanto de la Corona española como de una poderosa elite criolla de mineros novohispanos.1 Para
esta época la política de los Borbónes en España dio impulso a una serie de reformas de tipo
social, económico y político que pretendía fortalecer el poder central extendiendo su influencia
hacia sus colonias en América. Dentro de esa política general, se puso en marcha la difusión y
promoción de nuevos conocimientos que se estaban divulgando en Europa dentro de los círculos
ilustrados más reconocidos, con el propósito de aplicarlos entre la sociedad novohispana y obtener
mayor control social y productivo en la colonia.2 Sin embargo, fueron los mineros novohispanos
los que emprendieron la iniciativa para formar el Colegio. Ellos fueron el grupo en la Nueva
España que más poder económico acumuló, muchas veces a instancias propias, y junto con ello
una marcada preponderancia social y política. Hacia 1800, el gremio era numeroso y su
producción proporcionaba 66% de plata en el ámbito mundial,3 no obstante, durante la segunda
mitad del siglo XVIII se observaron algunas caídas en la producción. Por una parte, lo anterior
impulso a que tanto novohispanos como peninsulares, construyeran propuestas para mejorar la
1
ACEVES, 1990, pp. 5-35.
Como resultado de esta política general, Patricia Aceves ha mencionado la promoción de expediciones científicas y
la fundación de establecimientos donde se enseñara y explicara la “nueva ciencia”. Por un lado, se creó el Real Jardín
Botánico en 1788 que buscaba impulsar una reforma sanitaria, principalmente, entre los gremios de la medicina, la
cirugía y la farmacia y el Seminario Metálico en 1792 para acrecentar la producción y el comercio de la plata.
ACEVES, 1990, p. 8.
3
ACEVES, 1990, p. 21.
2
2
producción4 y por otro lado, se ha dicho que sabiendo de su importancia como piezas
fundamentales en la economía, tanto internamente como para España, los mineros buscaron la
creación de instituciones necesarias para su fortalecimiento y posterior desarrollo.5 Además de
esto, el gremio contaba con el caudal de conocimientos tanto teóricos como prácticos para
desarrollar esta empresa, como resultado de varios años de experiencia en el laboreo de las minas.
Puesto que nunca fue posible trasladar a Nueva España los mismos métodos y técnicas que se
utilizaban en Europa, los mineros novohispanos hicieron muchas readaptaciones e invenciones
que resultaron ser algunas veces superiores a los métodos y técnicas empleados en Europa.6 Por
otro lado, se ha mencionado que fue hasta el siglo XVIII cuando se inició una relación estrecha
entre los aspectos técnicos como teóricos de la ciencia. Nueva España ya contaba con un grupo de
sabios interesados en “introducir, difundir, e incluso institucionalizar, la ciencia moderna”
emanada de la Ilustración europea propia de la época.7
Acorde a lo anterior, la combinación de: a) experimentación e inventiva de los mineros
novohispanos, b) la readaptación de técnicas venidas de ultramar c) la adopción de teorías
científicas de la ilustración europea, d) el interés de España por institucionalizar la ciencia para
obtener beneficios económicos, y e) la iniciativa del cuerpo minero para fortalecerse mediante la
creación de instituciones sólidas, fueron las condiciones que a fines del XVIII impulsaron la
creación del Seminario de Minería. En este sentido, Ramón Sánchez Flores puntualizó que “se
habían terminado los tiempos de la barroca inventiva, libre y entusiasta. La burocracia atajaba la
4
PAZ, 2000, p. 106.
ACEVES, 1990, p. 30.
6
Véase: SÁNCHEZ, 1980 y SÁNCHEZ, 1988.
7
Dentro de los destacados se mencionan: Francisco Javier Gamboa (1717-1794), Joaquín Velásquez Cárdenas de
León (1732-1786), Antonio de León y Gama (1735-1802), José Antonio Alzate y Ramírez (1737-1799) y José
Mariano Mociño (1739-1790), entre otros. PAZ, 2000, pp.106 y 107.
5
3
libre participación, pero también el ‘ingenio’ dejaba de ser un simple arte para derivar a los
terrenos de la ciencia.”8
La primera iniciativa derivó por parte de Francisco Javier Gambóa, un jurista novohispano
quien realizó en 1761 los Comentarios a las Ordenanzas de Minería, analizando todo tipo de
problemas relacionados con la minería –jurídicos, tecnológicos y económicos– con su posible
solución. Más tarde, en 1774, mediante su Representación ante el Rey Carlos III, los
novohispanos Lucas Lassaga y Joaquín Velásquez Cárdenas de León demandaron la creación de
un Tribunal de Minería, un Banco de Avío y un Colegio Metálico, el cual serviría “para preparar a
los futuros especialistas y darle lustre, nobleza y academia al pesado oficio de minero”.9 En 1777
se creó el Tribunal pero el Colegio y otras propuestas encontraron varios obstáculos.10 En
atención a las propuestas de la Representación,11 el 22 de mayo de 1783, con la aprobación de las
Reales Ordenanzas para la Dirección, Régimen y Gobierno del Importante Cuerpo de la Minería
de Nueva España, se instauró de manera oficial el Real Seminario de Minas para preparar técnicos
minero-metalúrgicos, integrándose así al cuerpo de Minería cuya cabeza sería el Tribunal. La
corporación debía elegir al director del Tribunal, mismo que sería el director del Colegio. Para
1786, ni Velásquez Cárdenas, quien era director, ni Lassaga habían conseguido aún fondos para
fundar el colegio, además ambos murieron ese mismo año.
12
So pretexto de esto, la Corona
nombró desde España a Fausto Elhuyar como director del Tribunal, quien gozaba de prestigio
científico en Europa.13 La decisión expresaba las intenciones de la metrópoli por tener el control
8
SÁNCHEZ, 1988, p. 100.
ACEVES, 1990, p. 24.
10
PAZ, 2000, p.107.
11
ACEVES, 1990, p. 21
12
PAZ, 2000, p.107.
13
Fausto Elhuyar (1755-1883) había realizado estudios sobre minería en Alemania España, Francia, Hungría y
Suecia. Gozaba de reconocimiento por haber descubierto, junto con su hermano Juan José, el tungsteno –que en ese
tiempo era llamado wolframio– en 1783. PAZ, 2000, p. 108.
9
4
del Colegio y
establecer los criterios científicos que ahí se debían adoptar.14 Esto generó
descontento y poca colaboración con el nuevo director por parte del cuerpo novohispano,
acrecentado por el desprecio mostrado por Elhuyar por las capacidades criollas.15 El director
impuesto decidió el cuadro de profesores que integraría el Colegio, rechazando a varios
novohispanos y colocó, en un principio, sólo a catedráticos europeos.16 Pese a esas tensiones, el 2
de enero 1792 abrió de manera oficial el entonces llamado Seminario de Minería.17 Los designios
de la Corona fueron impuestos y la utilidad que obtendría del Seminario sería: “preparar a los
futuros funcionarios y técnicos que estarían al servicio de la corona”.18
Si bien, la dirección del Colegio no pudo ser autónoma, el sostenimiento del
establecimiento quedó a cargo de los empresarios mineros novohispanos quienes compraron el
terreno “Nipaltongo” en 1793 al Colegio de San Carlos donde se construyó el recinto que
albergaría después al Seminario Metálico y el Tribunal de Minería. La obra se encargó al escultor
y arquitecto Manuel Tolsá iniciando su construcción en 1797. En 1811 se empezó a ocupar el
edificio, los primeros cursos iniciaron en 1812 pero fue hasta 1813 cuando se terminó su
construcción.19 La tardanza de la construcción se debió a los fuertes gastos que sostuvo el Colegio
en otras áreas desde principios de siglo XIX. Se invirtió en la construcción de bombas para
desaguar algunas minas y en la construcción de puentes y caminos que se requerían para cubrir las
14
Lo que Patricia Aceves ha definido como “ciencia metropolitana” para designar el modelo de actividad científica
designado por España para este establecimiento y el Jardín Botánico. Esta tiene como característica un carácter
autoritario y estatal, reflejado en la designación unilateral de los parámetros que deberían seguir su organización y
funcionamiento. Estos parámetros determinan las características de las instituciones científicas, la idoneidad de las
personas para encargarse de ellas, la selección de los métodos y textos para el estudio de las diversas ciencias y su
aplicación en proyectos orientados hacia la obtención de mayores beneficios en favor de la metrópoli. ACEVES,
1990, pp. 6-7.
15
Llegó a Nueva España en 1788 junto con once técnicos alemanes para explorar algunas minas y estudiar las
posibilidades para introducir el método de amalgamación de Born, en demérito del método de patio inventado y
comúnmente utilizado entre los mineros novohispanos, véase: PAZ, 2000, p.108 y ACEVES, 1990.
16
ACEVES, 1990, p. 22. Sin embargo, no se consiguió contratar catedráticos de España, así que dejo que los
novohispanos intervinieran pero en calidad de “ayudantes de clases”. Rápidamente, ya para inicios de la siguiente
centuria, los egresados del Colegio fueron sustituyendo a los catedráticos europeos. Véase PAZ, 2000, p.109.
17
ACEVES, 1990, p. 21; PAZ, 2000, p. 108.
18
ACEVES, 1990, p. 24.
19
Véase: “Minería, Palacio” en ENCICLOPEDIA, 1977, p. 173 y PAZ, 2000, pp.112-113.
5
necesidades de la minería. Además, la guerra de Independencia agravó la situación, ya que el
Tribunal apoyó a la Corona con algunos donativos y el edificio en construcción sirvió como
fábrica de armamento para hacer cañones y artillería a cargo del mismo Tolsá.20
Según el primer plan de estudios, presentado al Tribunal de Minería por Fausto Elhuyar en
1790, el nombre de la carrera fue el de “Perito Facultativo”, cuya duración provisional era de seis
años.21 El plan dividía la enseñanza en estudios teóricos y prácticas de campo. Para los estudios
teóricos se contemplaban seis años dentro del establecimiento y para los estudios prácticos dos
años, donde los estudiantes aplicarían sus conocimientos al servicio de los distritos mineros. La
separación de las asignaturas se dividió en “principales” y “auxiliares”. Las principales
comprendían: matemáticas, geometría, geometría aplicada, química y física subterránea, cursos
que serían impartidos en forma sucesiva y en periodos anuales. Las auxiliares eran: dibujo y
lengua francesa. Además, la educación se complementaría con la “educación religiosa y política”,
cuyo objetivo era el de orientar a los alumnos sobre los “modales de la sociedad” y el
adoctrinamiento de la educación cristiana.
Dentro de una perspectiva global y pedagógica sobre la evolución de los planes de estudio
en el colegio de Minas, Margarita Puebla Cadena22 ha clasificado las carreras de la siguiente
forma:
a) materias básicas: física, matemáticas y dibujo, las cuales eran las formativas para la carrera.
b) ciencias de la ingeniería, las cuales comprendían los estudios que estaban vinculados
directamente con el tipo de carrera a estudiar.
c) materias de aplicación, donde se tenían que aplicar los conocimientos teóricos para la solución
de ciertos problemas, y
20
PAZ, 2000, pp.110-111.
Esperanza Hirish Carrillo se ha basado en los planes de estudio encontrados en el Acervo Histórico del Palacio de
Minería (en adelante AHPM) , véase HIRISH, 1991, p. 555.
22
Su enfoque es hacer un balance general sobre el porcentaje del tipo de asignaturas a través de 200 años en la
educación de la ingeniería en México. Véase PUEBLA, 1991, pp. 200-201.
21
6
d) materias humanísticas, que comprendían las áreas sociales como la economía y cultura general,
cuya finalidad era tener una educación más completa y equilibrada.23
Durante la guerra de Independencia alumnos y egresados del Colegio se dividieron entre
los que apoyaron a la Corona y los que se pronunciaron en favor del movimiento insurgente, cabe
señalar que se han estudiado mayormente a aquellos que participaron en los movimientos
populares encabezados por Miguel Hidalgo en Guanajuato.24 Debido a dicha guerra, durante la
década de 1810 se debilitaba la producción minera, agrícola y comercial. El Colegio tuvo que
enfrentar los intentos del Tribunal para cerrar el establecimiento como medida económica hasta
que la minería mostrara signos de recuperación. Sin embargo, aunque muy limitado en sus
recursos, el establecimiento siguió funcionando a pesar de que su crisis económica continuó
incluso tiempo después de haberse firmado el Acta de Independencia. Finalmente, en 1821
alumnos, catedráticos, el rector y empleados del Colegio, hicieron el juramento de la
independencia a excepción de Elhuyar quien renunció y regresó a España tras 33 años como
director, ocupando su lugar el administrador general Miguel de Septién.25
Ya en la época independiente, para enero de 1826 el establecimiento de Minas dependía del
Tribunal de Minería, ya que aún para esas fechas ambos mantenían comunicación oficial respecto
de la aprobación del plan de estudios y otras cuestiones relativas al “gobierno del
Establecimiento”. El plan de estudios fue discutido por varias juntas dentro del Colegio
expidiendo su aprobación hacia el Tribunal y exponiendo las modificaciones pertinentes. La
principal modificación fue la de haber agregado un año más a la carrera de Perito Facultativo “por
haberse ampliado el estudio de las Matemáticas y distribuido en dos clases [...] proporcionando a
la Física extender los ramos de su enseñanza, y sacar así los jóvenes una más amplia instrucción
23
PUEBLA, 1991, pp. 195-196.
PAZ, 2000, p. 112.
25
PAZ, 2000, pp. 113-114.
24
7
en estas ciencias”.26 Se agregó también la clase de delineación desde el tercer año. En ella los
ingenieros podían obtener los “principios de arquitectura relativas a las labores de las minas, y a la
fábrica de edificios necesarios para las Oficinas exteriores.”27 Dentro de las asignaturas culturales
se agregó el idioma francés desde el segundo año e inglés a partir del cuarto. También refiere que
los 25 alumnos, anualmente mantenidos por el fondo dotal, una vez recibidos, fueran a trabajar en
las Diputaciones territoriales, ya que “producto de este [provenía] de las contribuciones parciales
de todas las minas de la federación”.28 Sin embargo, en mayo de ese año el Ministerio de
Relaciones expidió el decreto para la extinción del Tribunal y la erección de la Junta Provisional
de Minería. El nombre de la institución cambió por fin al de “Colegio de Minería”, el cual se
mantendría hasta 1863 cuando fue cambiado a Escuela Imperial de Minas, y en 1867 por Escuela
Nacional de Ingenieros.29 Pese a la extinción del Tribunal: “El Colegio de Minería [continuaría]
en la misma forma que hasta [ese entonces], y con la dotación que tenía asignada, que se
[conseguía] del fondo de la Minería”.30 Las funciones que tenía el Tribunal pasarían a un director
elegido por la Junta General de Minería “con dependencia del presidente de los Estados Unidos
Mexicanos”.31
Los primeros gobiernos posteriores a la Independencia, se interesaron por introducir una
educación científica en todos los niveles de enseñanza. La Constitución de 1824 “estipuló el
regular la instrucción pública promoviendo la ilustración; esto es, creando establecimientos
científicos en todas las áreas y fomentando todo tipo de publicaciones. Dentro de este proyecto
26
MOLES, 1991, p. 234.
MOLES, 1991, p. 235.
28
MOLES, 1991, p. 235.
29
HIRISH, 1991, p. 558.
30
MOLES, 1991, p. 237.
31
MOLES, 1991, p. 237.
27
8
participaron Lucas Alamán y Andrés Manuel del Río, egresados y miembros del Colegio de
Minería.32
En 1830 el plan de instrucción superior propuso la creación de los establecimientos
educativos: ciencias eclesiásticas, derecho, política y literatura clásica; ciencias físicas y naturales;
y ciencias médicas.33 En 1833, la reforma educativa de Valentín Gómez Farías declaró libre la
educación y se suprimieron las cátedras en la Universidad de México, se estableció la Dirección
General de Instrucción Pública.34 A raíz de ésta modificación se crearon seis establecimientos:
estudios preparatorios; estudios ideológicos y de humanidades; ciencias físicas y matemáticas;
ciencias médicas; jurisprudencia; y ciencias escolásticas.35
Esta reforma trasformaría radicalmente al Colegio, quitándole su carácter exclusivo en la
enseñanza de la minería. De hecho, se instaló en éste recinto el establecimiento de ciencias físicas
y matemáticas, pretendiendo reunir un mismo espacio todos los estudios científicos, otorgando los
títulos correspondientes para cada uno, entre ellos “los estudios de ensayadores, peritos
beneficiadores y peritos ingenieros de minas”.36 Siendo así, el colegio tomo el nombre de Escuela
Nacional de Ingeniería37 y se nombró director a Ignacio Mora y Villamil.38 Eli de Gortari comenta
que se siguieron impartiendo cátedras como matemáticas, física, química, mineralogía y francés.
Además, menciona asignaturas que no estaban contempladas en los planes anteriores, tales como:
32
PAZ, 2000, pp.114-115.
PAZ, 2000, p.115.
34
Se consideró también la desaparición de los colegios: de Santa María de Todos los Santos, de San Idelfonso, San
Juan de Letrán y San Gregorio. PAZ, 2000, p. 115; SOBERANIS, 1999, p.356.
35
ROBLES, 1997, p.41. Un aspecto interesante es que para promover la creación de planteles educativos, el
gobierno de Gómez Farias proporcionaba recursos legales a agentes privados con el fin de emprender algún centro
educativo, siempre y cuando no fueran instituciones auspiciadas por el clero. Esto nos da la idea de la importancia
que el sector privado tenía en la educación, ya que, como han apuntado algunos autores, al menos en educación
básica, la mayor parte de los establecimientos corrían a cargo de particulares.
36
PAZ, 2000, p.115.
37
Véase “Ingeniería”, en ENCICLOPEDIA, 1977, p.434.
38
PAZ, 2000, p.116. Cabe señalar que el antiguo director, José Francisco Robles insistió en que el establecimiento
era propiedad del cuerpo minero, y que al menos se le entregase a los mineros el dinero que se obtenía del
arrendamiento de parte del edificio. Sin embargo, Gómez Farías negó su petición ya que la ley del 19 de octubre
estipulaba la entrega del Colegio a Instrucción Pública.
33
9
historia natural, cosmografía, astronomía, geografía y alemán. Más tarde se incorporaron también
las cátedras de botánica, agricultura práctica y química aplicada, las cuales formaban parte del
antiguo Colegio de Santo Tomas.39 Finalmente, el programa liberal de Gómez Farías fue derogado
por Antonio López de Santa Anna en 1834 restableciéndose la educación al sistema antiguo,
creándose una Junta provisional en lugar de la Dirección General.
A principios de la década de 1840 la instancia que se encargaba de otorgar el presupuesto al
Colegio fue la Junta de Fomento y Administrativa de Minería, la cual no pudo sostener al Colegio
por la inestabilidad que sufrió el país, en buena parte debido a los prestamos forzosos pedidos al
sector minero para financiar la guerra contra los Estados Unidos, motivo por el cual el gobierno
tuvo que financiar directamente al Colegio.40
No obstante, durante esos años el Colegio experimentaría varias transformaciones. Como
respuesta a las necesidades cambiantes de la sociedad decimonónica mexicana en las ramas
productivas industriales, a principios de la década de 1840 la educación técnica en la minería
agregó nuevos contenidos a sus programas de estudio, ampliando su gama de conocimientos y
sufriendo a la vez de una especialización que inevitablemente sería constante. De esta forma,
hacia 1843 la carrera original de “Perito Facultativo” encontró nuevas ramas y finalmente fue
sustituida por la creación de nuevas carreras. El plan de estudios de ese año dispuso que se
formaran en el Colegio las carreras de ensayador, apartador de oro y plata, beneficiador de metales
e ingeniero de minas. Esta fue la primera vez que se empleó la palabra ingeniero en los planes
académicos.41 La carrera de ensayador tendría una duración de cinco y medio años, la de apartador
de oro y plata se cursaría en seis años, la de beneficiador de metales en siete años, y la de
39
GORTARI, 1980, p. 286. Se ha apuntado que el establecimiento de Ciencias Físicas y Matemáticas, sustituyó al
Colegio de Minería. Esto, no quiere decir, como ya apuntamos, que el Colegio dejase de funcionar, sino que dejó de
ser exclusivo en impartir ingenierías y cursos especializados en la minería, pretendiendo albergar en un solo
establecimiento todas las ciencias físicas y matemáticas, véase, SOBERANIS 1999, p. 358 y MORENO, 1986, p.
300.
40
PAZ, 2000, pp.116 y 117.
41
Véase “Ingeniería”en ENCICLOPEDIA, p.216.
10
ingeniero de minas nueve en años (Véase Esquema 1).42 Como complemento a estas carreras y al
ramo de la minería, también se crearon las carreras de agrimensor, geógrafo y naturalista. Para la
carrera de agrimensor se dedicarían cuatro años y para la de geógrafo ocho años.43
Respectivamente, para 1865 los egresados en estas dos últimas carreras aparecerían registrados
con la palabra ingeniero topógrafo o geógrafo.
Esquema 1
Transformación de la carrera de Perito Facultativo y creación de nuevas carreras, 1790-1842.
Perito Facultativo
1790: 6 años
Perito Facultativo
1826: 7 años.
1842
Beneficiad
or de
metales: 7
años
Ensayador:
5.5 años
Apartador
de oro y
plata: 6
años
Ingeniero
de minas:
9 años
Agrimens
or: 4 años
Geógrafo
: 8 años
Fuente: A partir de los datos de HIRISH, 1991, pp. 547-558.
En adición a los cursos mencionados, se incluyeron en este año los de: ideología, lógica,
mecánica aplicada, exploración de minas –el cual pudo suplantar al de “laborío de minas” como
42
HIRISH, 1991, p. 555.
HIRISH, 1991, p. 558. A partir del trabajo de G. Herrera Sánchez, María de la Paz Ramos y Juan José Saldaña han
apuntado la apertura de estas especialidades en respuesta a las necesidades del país. Aparte de las ya mencionadas,
apuntan que las actividades del colegio se extendieron a trabajos de ingeniería civil e ingeniería militar, véase:
HERRERA, 1987 y PAZ, 2000, p. 116.
43
11
materia introductoria para las prácticas en los minerales— y la uranografía.44 Básicamente, el
Colegio de Minería, desde 1842, se ocupó de formar las ingenierías en: Topografía, Minería y
Geografía, hasta 1867. Después de 1843, se le añadió al Colegio el Museo Nacional. 45
Paralelamente, en 1843 el ministro de Justicia e Instrucción Pública, Manuel Baranda,46
organizó la educación superior en estudios preparatorios y cuatro carreras: Derecho o Foro,
Eclesiástica, Medicina y Ciencias Naturales. Los estudios preparatorios y la carrera de Ciencias
Naturales se impartían en el Colegio de Minas. De acuerdo con Abraham Talavera, la carrera
contemplaba los cursos de: matemáticas, física, astronomía, cosmografía, química, geodesia,
mineralogía, geología, botánica y zoología; los cuales, conforme a los planes anteriores, ya se
impartían en el Colegio a excepción de los últimos tres. 47 Diez años después, en 1852, de acuerdo
con la guía de forasteros de Juan Nepomuceno Almonte, se seguían mencionando casi todas las
cátedras, a excepción de exploración de minas, geología y uranografía.48
Durante el último gobierno de Santa Anna, (del 20 de abril de 1853 al 12 de agosto de
1855) se creó el Ministerio de Fomento en 1853, el cual debía de impulsar las actividades
productivas y quedó a cargo de los establecimientos de educación profesional incluyendo el
Colegio de Minería. Económicamente algunos mineros se hicieron cargo del Colegio, ya que les
fue restituido el fondo de Minería, a condición de costear al Colegio y a la escuela práctica,
suministrando $65 000 anuales, y $15 000 para amortizar la deuda, cuyo sobrante quedaría en
manos del gobierno.49
44
TALAVERA, 1973, p.23.
TALAVERA, 1973, p.18.
46
En este cargo estuvo durante las alternancias del poder entre Antonio López de Santa Anna, Valentín Canalizo y
José Joaquín de Herrera. Durante 1843 ocupó el Ministerio de Justicia e Instrucción Pública, del 17 de julio de 1843
al 6 de diciembre de 1844 , véase ENCICLOPEDIA, 1977, pp. 19 – 22.
47
TALAVERA, 1973, p.18.
48
ALMONTE, 1852.
49
RAMÍREZ, 1891, p.367.
45
12
En este mismo periodo, Teodosio Lares ministro de Relaciones Exteriores, Justicia,
Negocios Eclesiásticos e Instrucción Pública, decretó un nuevo Plan General de Estudios en 1854
que estipulaba que la Dirección de la Instrucción Pública correspondería al presidente de la
República a través del ministro de Instrucción, mientras que la dirección inmediata y económica,
quedaría a cargo de la Universidad de México.50 Según este plan, el Colegio de Minería junto con
el Colegio de San Juan, alojaría la educación secundaria la cual refería “los estudios preparatorios
para las facultades y para las carreras profesionales de agricultura y demás del ramo de las minas
que se hacen en el colegio de Minería de México”.51 La instrucción secundaria para las carreras de
minería –entiéndase las de ensayador, apartador de oro y plata, beneficiador de metales, ingeniero
de minas, agrimensor y geógrafo– comprendería 3 años donde, básicamente, se daba una
preparación en torno a los conocimientos matemáticos desde aritmética, álgebra, geometría,
trigonometría, cálculo diferencial, con sus variaciones, aplicaciones y grados; además de los
idiomas francés e inglés, dibujo natural y de paisaje, dibujo lineal y lógica.52 Comparando este
plan de preparatoria con el de la carrera de perito Facultativo de 1826, encontramos que de sus 16
diferentes asignaturas, 9 correspondían al primer año del plan de 1826, dos al segundo año y una
– inglés– al cuarto.
La educación superior quedo distribuida en diferentes facultades, las cuales quedaron
divididas en Filosofía, Jurisprudencia y Teología. La facultad de Filosofía contenía las secciones
de Literatura y la de Ciencias Fisco-Matemáticas y Naturales.53 Según lo revisado en el plan de
50
La cual sería ejercida por medio de un consejo y un inspector general. El diario El siglo XIX, criticaría el plan por
haber dejado la dirección a la Universidad debido a su “desprestigio” y “cuya competencia es bien conocida, coartar
la libertad de enseñanza, cuando la ilustración es madre de la libertad” MENESES, 1983, pp.138-140. La
Universidad fue símbolo de los antagonismos entre los gobiernos y oligarquías que se turnaban en el poder. Fue
restablecida en 1834 con el gobierno de Santa Ana en oposición a Gómez Farías pero se suprime hasta 1857 por
Comonfort. El gobierno conservador de Félix Zuluaga la restablece en 1858, y Juárez la desaparece finalmente en
1861, véase al respecto: SALDAÑA, 1985.
51
Citado en MOLES, 1999, p. 239.
52
MOLES, 1999, p. 239.
53
TALAVERA, 1973, p. 27.
13
estudios de 1854, y en el reglamento general de estudios de 1855, las carreras tenían determinados
periodos de estudio los cuales tenían una duración de dos años. En su sección III del plan “De las
ciencias naturales” –entiéndase de la carrera de Ciencias Físico-Matemáticas y Naturales– el plan
de estudios se dividía en 3 niveles de dos años cada uno, resultando un total de seis años para esta
carrera. Ya que la educación estaba dirigida por la universidad, cada nivel correspondía a un grado
académico universitario, o sea: Bachiller, Licenciado y Doctor.54 El reglamento refería que los
estudios del segundo y tercer nivel de las secciones de ciencias físico-matemáticas y naturales, se
harían en el Colegio de Minería “y demás donde se hallen establecidos”.55
Así, de acuerdo con los Planes de 1844 y 1855, las carreras superiores de mineros –
agrimensor, ensayador, ingeniero de mina y geógrafo– variaron en su duración y los alumnos
tenían que tomar tres años de cursos preparatorios en el Colegio. Por otro lado, aunque en éste se
impartieron algunas de las asignaturas universitarias de la carrera de Matemáticas y Ciencias
Naturales, las cuales eran compartidas con los alumnos de las carreras de minería, no perdió su
carácter exclusivo y prioritario como formador de cuadros técnicos especializados para tal sector
productivo, incluso, se enriqueció desde 1843 con la formación de nuevas carreras y
especialización de sus asignaturas.
En la apertura de cursos en 1854, se anunciaron otros que no se habían mencionado antes
como: topografía, religión, y gimnasia.56 En 1855, se establece una cátedra especial de “Mecánica
Racional é Industrial”57, las cuales se aprecian como cátedras distintas en planes de estudio
posteriores.58
54
A propósito, una vez que se reinstala la Universidad, fueron nombrados doctores en la sección de Ciencias Físicas
y Matemáticas: Manuel Ruiz de Tejada y Joaquín de Mier y Terán, ex alumnos del Colegio de Minería.
55
MOLES, 1991, pp. 238-242.
56
RAMÍREZ, 1891, p. 373.
57
RAMÍREZ, 1891, p. 383.
58
Según los datos que muestra Ramírez, en el plan de 1861 sólo se menciona la clase de Mecánica Racional, véase:
RAMÍREZ, 1891, p. 427; en la planta de profesores en 1863 se refiere a Manuel Rivera como profesor de “Mecánica
14
En 1861, a su regreso al poder en la Ciudad de México, el partido liberal, en su ley sobre la
Instrucción Pública de los Establecimientos que dependen del Gobierno Federal, estableció la
creación de una Escuela de Minas donde se mencionan todas las carreras formadas en 1843, a
excepción de la de Geógrafo. En cuanto a su Plan de Estudios se mencionan tres materias antes no
referidas: Geografía Astronómica, Astronomía práctica y Principios de Construcción.59 Al inicio
de cursos en 1863, entre las asignaturas no mencionadas anteriormente –una vez que se establece
la Regencia Imperial, luego la llegada del ejército francés a la Ciudad de México– se mencionan:
Principios de Anatomía, Química Orgánica y Legislación de Minas.60
Para 1865, dentro de las disposiciones de Maximiliano contenidas en el Estatuto Provisional
del Imperio del 10 de abril, se creó el Ministerio de Instrucción Pública y Cultos, el cual se
encargaría de todos los establecimientos públicos de educación. Entre las medidas destinadas a la
educación Maximiliano revalidó muchas de las medidas liberales, la más importante, fue la
supresión de la Universidad en 1865. También clausuró la Escuela de Agricultura, el Observatorio
de Chapultepec, y parte del Colegio de la Paz. En cuanto a la educación secundaria “las reformas
de Maximiliano seguían en mucho los modelos franceses, especialmente la estructura del liceo”61:
ésta duraba 7 u 8 años, con lengua castellana, latín y griego. Historia general, geografía física,
inglés, literatura general, dibujo, caligrafía, taquigrafía y tecnología.62
La ley de Instrucción Pública, en el artículo 1.° dividía la Instrucción en cuatro clases:
primaria, secundaria, superior de facultades y la de estudios especiales.63 En su artículo 141
Industrial é Industrial”, RAMÍREZ, 1891, p. 438; y, en el plan de estudios de 1865 ambas se indican por separado
para ser estudiadas en el cuarto año, ROBLES, 1866, p.313.
59
RAMÍREZ, 1891, p. 427.
60
RAMÍREZ, 1891, p. 438-439.
61
TALAVERA, 1973, p.47.
62
En este sentido, la secundaria –que abarcaba hasta los estudios preparatorios– podía encaminar al alumno a una
carrera superior (práctica o a una literaria), o en una de estudios especiales como fue la de Comercio. Debido a esto,
su composición interna debía albergar una gran gama de disciplinas. TALAVERA, 1973, p.47.
63
Las escuelas especiales fueron recomendadas en junio de 1865 por Maximiliano a Manuel Siliceo, ministro de
Instrucción Pública, con el fin de tener una educación preparatoria para los estudios superiores y profesionales No
15
dividía la superior de facultades en dos ramos: los estudios de una facultad mayor y el de
estudios profesionales. El primero conducía a una carrera literaria, y el segundo hacia una carrera
práctica. Dentro del ramo de estudios profesionales se establecía la Escuela Politécnica, la cual
albergaba todas las ingenierías y se seguía reconociendo la especialidad en minería para la
Academia Imperial de Minas.64
En el Cuadro 1 se puede apreciar la “Distribución de Estudios en la Escuela Imperial de
Minas”65 en 1865. En él se pude observar el horario de tres cátedras al día, cada cátedra tenía hora
y media de duración, repartidas de 9 am a 8 pm a lo largo de siete años. (véase Cuadro 1). Se
puede suponer que la misma distribución de estudios era compartida para todas las profesiones del
Colegio, según los años correspondientes para cada una. Así, los que más permanecían ahí eran
los Ingenieros de Minas con 9 años de estudio, ya que los siete años mostrados en el Cuadro 1
correspondían a los estudios dentro del Colegio, pues se agregaban otros dos años de prácticas en
los distritos mineros.
Se observa que durante el imperio la mayoría de las asignaturas, para ingeniero de minas,
permanecen en esencia desde sus orígenes, cuando se hacía llamar “Perito Facultativo”;
retomando varias de sus asignaturas que se fueron agregando desde el plan de 1790 hasta plan de
preparatoria de 1854, nutriéndose a la vez de los programas habidos en ciencias naturales en este
año y 1844.
De acuerdo con lo observado en los planes anteriores, de las 24 asignaturas que se aprecian
para la carrera de Ingeniero de Minas en 1865, dos de ellas aparecen intactas desde el plan de
estudios de 1790 de “Perito Facultativo”: algebra y geometría; nueve de ellas desde el plan de
1826; dos desde el plan de 1833: astronomía práctica y alemán; cuatro se observan desde el plan
era la primera vez que se establecían, ya que fueron retomadas del plan de 1855 de Teodosio Lares y retomadas
después en 1861 con el plan de estudios de Ignacio Ramírez. RAMÍREZ, 1891, p. 455.
64
RAMÍREZ, 1891, p. 464.
65
ROBLES, 1866, p. 313.
16
de Ciencias Naturales en 1844: geodesia, botánica, zoología, y geología; dos del plan de 1854,
también en Ciencias Naturales: análisis químico y paleontología; y otras dos del plan de
preparatoria del mismo año – geometría analítica de dos y tres dimensiones y calculo diferencial e
integral. Tres eran de reciente creación para 1866, ya que no son mencionadas en los planes
anteriores: delineación alternada, conchología y principios de construcción.66 De esta forma, se
puede decir que la carrera de ingeniero se enriqueció paulatinamente con cada programa de
estudio; del plan en 1790, sólo dos asignaturas habían permanecido –al menos en el nombre de la
asignatura– hasta 1865, mientras que, además de haberse creado otras más, cinco se multiplicaron
dando origen a otras más especializadas.
El Ministerio de Fomento en 1865 clasificaba al egresado de Minería como ingenieros: de
Minas, Topógrafos, Geógrafos, además de Ensayadores. Desde su creación en 1844, sólo se
nombraban ingenieros a los de minas, ya que los ingenieros topógrafos e ingenieros geógrafos
eran denominados agrimensores y geógrafos. Los ensayadores siguieron llamándose así durante el
Segundo imperio.
Ya que se retomaba el plan de secundaria de Teodosio Lares, se puede decir que, para
cursar estas ingenierías, los aspirantes tenían que tomar el curso preparatorio de tres años, mismos
que se hacían en la Academia Imperial de Minas. Observamos que el mismo plan de la
preparatoria de 1855 aportó algunas de las asignaturas que se observan para la distribución de
estudios en 7 años.
De acuerdo con todos los planes analizados, podemos concluir que para 1865, el Colegio de
Minería impartió las mismas asignaturas del plan de 1844 .Varias de las asignaturas del plan de
estudios en ciencias naturales, tanto de 1844 como de1854, fueron incluidos en el plan de estudios
de 1865.
66
Aunque, Ramírez refiere a ésta como clase “de Construcciones, á cargo del Ingeniero Civil D. Ramón Agea”
anunciada como nueva en 1864 junto con la clase de Esgrima. Véase RAMÍREZ, 1891, p. 441.
17
Finalmente, en 1867, a través de la promulgación de la Ley Orgánica de Instrucción Pública
Federal, del 2 de diciembre, preparada por Gabino Barreda y Francisco Díaz Covarrubias, se
creó, a instancias del ingeniero de minas Blass Balcárcel, la Escuela Especial de Ingenieros en el
Palacio de Minería.67
Se agregaron las carreras de Ingeniero mecánico e Ingeniero civil; a las carrera de geógrafo
se le agregó la de hidrógrafo, y a la de topógrafo la de hidromensor. La Ley Orgánica de
Instrucción Pública, en el Distrito Federal expedida en la misma fecha (artículo 12) refería que:
[…] la Escuela de Ingenieros, reúne en ésta los ramos profesionales para todas las carreras del
Ingeniero, enumerando la del Ingeniero de Minas, la del Ingeniero Mecánico, la del Ingeniero Civil, la
del Ingeniero Topográfico é Hidromensor, y la del Ingeniero Geógrafo é Hidrógrafo.68
En el cuadro 2, se presenta cronológica y cuantitativamente las materias impartidas en el
Colegio de Minería de 1859 a 1891 de acuerdo con el número de alumnos titulados. Las áreas
sombreadas comprenden los años que son abordados en este trabajo, en relación con los alumnos
que se titularon en esa época. Podemos observar que, a partir de 1868 se presenta la primera
titulación de ingeniero civil69 y para 1871 la primera de ingeniero mecánico.
En el cuadro 3 se pueden apreciar los totales de las titulaciones de las anteriores carreras
más las nuevas carreras e ingenierías que van apareciendo desde 1883. La carrera de ensayador
cambia a “ensayador y apartador de metales”, la de ingeniero civil se le agrega “de caminos,
puentes y canales”; se agregan las carreras de metalurgista, telegrafista,70 electricista; y las
ingenierías, industrial y de obras de los puertos. En suma, el Colegio de Minería había producido
67
Véase: “Ingeniería” en ENCICLOPEDIA, 1977, p. 217.
RAMÍREZ, 1891, p.490.
69
Sin embargo, la carrera de ingeniero civil ya se impartía en la Academia de San Carlos, además de la de topógrafo
y arquitecto. Durante el imperio se llamó Academia Imperial de Bellas Artes de San Carlos, cuyo director fue
Urbano Fonseca (director de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística). Varios de los ingenieros de Minas
fueron, ya sea profesores o alumnos en San Carlos, y viceversa. Por otro lado, Clementina Díaz y de Ovando ha
mencionado que entre los alumnos de San Carlos y los de Minería hubo cierta rivalidad y antagonismo en el siglo
XIX, véase DÍAZ, 1998.
70
En 1889, a propuesta de Mariano Villamil, se creó la carrera de ingeniero electricista; en 1898, a instancias de
Roberto Gayol, la cátedra de ingeniería sanitaria; y ese mismo año, gracias a Antonio Anza, la de procedimientos de
construcción. Véase: “Ingeniería”en ENCICLOPEDIA, 1977, p. 434.
68
18
180 ingenieros en 33 años en lo que se refiere a las tres ingenierías que predominaron en el siglo
XIX. Agregando las ingenierías fundadas a finales del XIX, el total asciende a 214 (véase cuadros
2 y 3)
Cuadro 1
Distribución de Estudios en la Escuela Imperial de Minas en 1865.
Años de estudios
Clases de nueve a
diez y media de la
mañana
Materias
Clases de tres a cuatro y media Clases de seis y media de la tarde a
de la tarde
ocho de la noche
Materias
Dibujo de paisaje
Primer año
Segundo año
Tercer año
Cuarto año
Álgebra
Geometría
Geometría analítica de
dos o tres dimensiones
Geometría analítica de
dos y tres dimensiones Delineación
y ambas trigonometrías
Cálculo diferencial e Delineación alternada con
integral
topografía
nivelación
y
Geometría descriptiva Geodesia
Mecánica racional
Mecánica industrial
Delineación
Geodesia
Astronomía practica
Quinto año
Física experimental
Botánica
Zoología
Sexto año
Química inorgánica
Docimasia
Análisis químico
Mineralogía
Conchología
Geología
Paleontología
Séptimo año
Materias
Principios de gramática francesa
Lectura, escritura y traducción
del francés
Conclusión de la gramática francesa
Perfeccionamiento en la lectura,
escritura y traducción del francés
Hablar el idioma.
Ejercicios prácticos, principios de
gramática inglesa, modelos de
traducción
Ejercicios prácticos,
conclusión de la gramática
piezas escogidas para la
versión del ingles al español
y viceversa
Escritura, gramática y traducción del
alemán
Perfeccionamiento en traducción en
la obra titulada. Literatura alemana
Principios de construcción.
Fuente: Elaborado a partir del cuadro original presentado en “Documento no.15” en Robles, 1866, p.313.
19
Cuadro 2
Índices de graduados de 1859 a 1890 en el Colegio de Minería
Añ o
1859
1860
1861
1862
1863
1864
1865
1866
1867
1868
1869
1870
1871
1872
1873
1874
1875
1876
1877
1878
1879
1880
I. d e
Min a s
I.
To p ó g ra fo
4
1
9
10
1
3
3
1
3
4
1
2
1
3
3
2
2
7
5
5
5
6
2
6
2
2
4
1
1
5
I. C ivil
To ta l d e
To ta l d e
In g e n ie ría s
in g e n ie ría s
Me cá n ico Ge ó g ra fo En s a ya d o r
a p ro b a d a s
m ás
e n e xá m e n e s e n s a ya d o re s
5
4
1
1
1
5
1
3
4
4
1
1
1
1
2
6
5
3
2
5
6
7
3
2
2
10
7
4
7
1
6
3
1
1881
1882
1
1883
1
2
1884
3
3
1885
6
5
1886
1887
2
1
2
2
2
1888
1
1
4
1889
1
2
1890
3
4
1
1
13
11
1
4
6
4
8
7
5
7
7
3
8
7
3
7
9
4
5
7
4
0
18
15
1
10
11
7
10
12
11
14
10
5
10
17
10
11
16
5
11
10
5
0
0
0
1
3
3
3
7
7
11
13
2
2
4
4
4
5
3
3
8
8
Fuente: AHPM: “Índice alfabético del libro no. 1 de actas de exámenes profesionales de la Escuela
Nacional de Ingenieros” en Escuela Nacional de Ingenieros: Libro de Actas de exámenes profesionales
1859-1879. Fojas: 57 rev a 60 rev. ; Escuela Nacional de Ingenieros: Libro-Registro de Títulos
expedidos. 1863-1891. Revisión completa.
20
Cuadro 3
1883
1884
1885
1886
1887
1888
1889
1890
1891
To ta l
des de
1859
2
1
1
6
2
3
1
3
6
1
1
3
4
2
3
3
4
2
18
19
1
95
1
1
1
1
1
1
47
101
2
7
214
316
ensayadores
ingenierías más
Total de
exámenes
aprobadas en
4
10
23
3
10
8
7
15
13
1
1
Ingenierías
1
2
4
10
21
3
10
7
7
15
13
1
24
Total de
Geógrafo
Mecánico
I. Civil
1
3
4
2
3
5
2
1
4
2
4
1
1
2
I. Topógrafo
I. de Minas
puertos
I. de Obras en los
Ingeniero Industrial
Electricista
Telegrafista
puentes y canales
I.Civil de caminos,
Metalurgista
metales
apartador de
Año
Ensayador y
Formación de nuevas carreras en el Colegio de Minería
Fuente: AHPM: Escuela Nacional de Ingenieros: Libro-Registro de Títulos expedidos. 1863-1891. Revisión
completa.
2. Los ingenieros de Minería en tiempos del Segundo Imperio: un intento de biografía colectiva
Para tener un panorama general acerca del sector social que se pretende estudiar, se ha construido
un estudio cuantitativo y cualitativo sobre los ingenieros de Minería que vivían en la Ciudad de
México durante el Segundo Imperio, partiendo de tres fuentes publicadas en la época.71
El común denominador de estas fuentes es que en ellas aparecen los nombres de cada
ingeniero con el tipo de ingeniería que tenían para esos momentos o, en el menor de los casos, las
ingenierías que algunos estaban estudiando en ese periodo.72 Ya que se ha considerado hablar
71
Véase: “Ingenieros de minas”, en MAILLEFERT, 1992, pp.286-287; "Lista nominal de los ingenieros titulados en
la Escuela Imperial de Minas con expresión a las fechas de sus exámenes o títulos" en ROBLES, 1866, p.359-364, y
“Índice alfabético del libro no. 1 de actas de exámenes profesionales de la Escuela Nacional de Ingenieros”en
Escuela Nacional de Ingenieros: Libro de Actas de exámenes profesionales 1859-1879, en AHPM, ff. 57 rev. a 60 rev.
; Escuela Nacional de Ingenieros: Libro-Registro de Títulos expedidos. 1863-1891, revisión completa.
72
Entre estos, solo hemos considerado a dos individuos que se titularon uno y dos años después de la caída del
Imperio. Respectivamente, ellos son Manuel Ramírez, quien obtendría su título de ensayador en 1866 y el de
21
únicamente de la categoría de ingeniero en estos individuos, sólo se han seleccionado aquellos que
obtuvieron algunos de los tres tipos de ingeniería que a mediados de siglo XIX expedía el Colegio
de Minería: topografía, minería y geografía. Esto quiere decir que no se han tomado en cuenta
aquellos que sólo tenían el título de ensayadores.73 Sin embargo, muchos de los ingenieros habían
obtenido su título de ensayador antes de recibir su título de ingeniería.
La característica de tener el nombre el ingeniero y el tipo de ingeniería la tiene el directorio
de Maillefert. Para saber en qué años se titularon los ingenieros, se consultó la lista del Ministerio
de Fomento de 1866, la cual se complementó con los libros de exámenes aprobados para
titulación y, las relaciones de títulos expedidos por el Colegio que van desde 1859 hasta 1879 y
algunos datos sobre las fechas de los exámenes proporcionados por Santiago Ramírez. Al cotejar
este conjunto de fuentes se obtuvo una representación más o menos amplia de los ingenieros que
vivían en ese momento en la Ciudad de México, cuyo resultado fue un total de 110 ingenieros. En
el directorio de 1867 se registraron los domicilios de la mayoría de ellos, sin embargo, algunos
aparecen con la categoría de ausentes (41 casos), lo que representa 37.3% respecto al total de la
lista.74
Desde una perspectiva muy general los 110 ingenieros son una muestra muy parcial de los
ingenieros habidos en la capital del país, ya que, para poder hablar del total, tendríamos que reunir
también a los ingenieros y arquitectos que estudiaban en la Escuela de San Carlos y a los
ingenieros militares del Colegio Militar.
topógrafo en 1868. Se distinguió posteriormente como matemático. José D. Couto obtendría su título de topógrafo en
diciembre de 1869.. Véase: “Couto José D” y “Manuel Ramírez”, en Escuela Nacional de Ingenieros: Libro de Actas
de exámenes profesionales 1859-1879. en AHPM, ff. 32,38,40-42.
73
Este título refiere a los que estaban capacitados para probar la calidad de un mineral o metal precioso través del
análisis químico.
74
De aquí en adelante, se tomará como referencia como total de la “población” de los ingenieros el número: 110. Los
porcentajes en las comparaciones de grupos específicos a analizar se harán respecto a este total. Por otro lado, las
razones por las que este 37% de ingenieros estaban fueras de las ciudad pueden ser muy diversas y no se logra
precisar en la tesis para todo este porcentaje. Sin embargo veremos que la mayoría de ellos salían por cuestiones de
trabajo, la mayoría valuando terrenos rústicos y propiedades mineras, ya sea a instancias particulares o
gubernamentales. Algunos de ellos se encontraban desempeñando funciones para el Ministerio de Fomento, y la
menor parte de ellos se encontraba trabajando como funcionarios del Imperio en diferentes grados jerárquicos.
22
Para tener una proporción de esos individuos con el resto de la población que existía en la
ciudad a mediados del siglo XIX, obtendríamos, más o menos 0.051%.75 De esta forma, se puede
apreciar a un grupo muy reducido y exclusivo de la población que tenía acceso a una educación
superior de tipo científica y técnica para esa época, teniendo en mente que la mayoría de la
población no tenía acceso a la educación básica. Es importante rescatar esto, ya que el acceso a
una educación superior era difícilmente alcanzable, peor aún en un país donde el analfabetismo
fue –y siguió siendo al menos para el siglo XIX– una constante que nunca fue atacada por los
gobiernos, debido a diversos factores estructurales que necesitarían ser analizados con
profundidad.76
Aunque lo anterior no es el tema de análisis en este trabajo, no debemos dejar de lado la
importancia de las circunstancias sociales, y aún si pudiéramos, las económicas y políticas que
incidieron en la situación general
sobre la actividad científica y tecnológica en el México
decimonónico. Factores como los índices demográficos, el número de instituciones educativas, el
tipo de los sistemas educativos dentro de una nación, el grado de analfabetísimo y la existencia de
asociaciones científicas, son algunos de los elementos que han sido abordados recientemente por
la historiografía sobre la ciencia, para analizar las características y el desarrollo de la ciencia en
75
Nos hemos basado en datos demográficos que se realizaron de 1854 a 1869 los cuales calculaban una población
entre los 200 000 y 230 000 personas en ese rango de tiempo, teniendo en cuenta que la población en la ciudad de
México había crecido muy poco en los tres primeros cuartos del siglo XIX. Coatsworth ha apuntado que de 1800 a
1860 el incremento anual fue de 0.6%. De las cifras mencionadas se ha sacado un promedio de 215 000 para sacar el
porcentaje respecto a los 110 ingenieros en la ciudad de México. Los autores de los datos demográficos son: Manuel
Orozco y Berra, Antonio García Cubas, J. Hermosa, J.M. Pérez Hernandez, M.E. Guillemin Tarayre, compilados en:
GORTARI, 1988, p. 270. Para las tasas de crecimiento anual de la población en México Véase
COATSWORTH,1990.p.115.
76
Como ejemplos, Ernesto Meneses ha apuntado que el Plan General de Estudios de 1854 “constituía un plan
completo y ambicioso, difícil de poner en práctica por la devastación del país, nefasto resultado de las recientes
guerras. Por otra parte, aquél atendería poco a la primaria, la necesidad más urgente en vista del crecido número de
analfabetos, y cuidaba pormenores intrascendentes como los estudios relativos al vestido y otros” Véase MENESES,
1983, p.140.
23
un país determinado. Temas que, al menos en los últimos quince años, han desarrollado para
Latinoamérica autores como Horacio Capel, Gregorio Weinberg y Juan José Saldaña.77
Al retomar el análisis cuantitativo, varios de los ingenieros observados habían obtenido
hasta dos diferentes tipos de ingenierías. Si tomamos en cuenta el conjunto de los 110 nombres de
ingenieros encontrados en todas las fuentes, éstos se repartieron en 127 títulos distribuidos de la
siguiente forma: 78 en topografía (70.9%), 46 en minas (41.8%), y 3 en geografía (2.7%). De los
anteriores, 17 ingenieros habían obtenido hasta dos ingenierías diferentes (15.4%).
Enfocando sólo: nombre de ingeniero – año de titulación, se observan 100 títulos
distribuidos en 91 ingenieros, en 22 años diferentes durante un periodo de 66 años (1799-1865).78
De estos 91, nueve fueron los individuos que obtuvieron hasta dos ingenierías: cuatro en un
mismo año y cinco en distintos años. (Véase cuadro 4).79
77
En este sentido Horacio Capel ha incitado a estudiar los “Índices de analfabetismo, la densidad y la calidad de las
instituciones educativas hasta la actividad económica, los contactos exteriores o la capacidad de iniciativa de los
grupos dirigentes e incluso situaciones aleatorias e imprescindibles tales como la llegada de un naturalista extranjero
o el viaje de un miembro de la élite a países europeos” WEINBERG, 1996, p. 366. Saldaña además propone el
estudio de la relación de los científicos con el poder estatal, y su papel como promotores del proyecto estatal.
SALDAÑA, 1996 a, p. 284. Weinberg propone el concepto de cultura científica como aquella que no depende de las
políticas económicas de un país, la cual se desarrolla y difunde en el mismo seno de la sociedad. En este sentido, nos
ha invitado a estudiar la cultura científica de acuerdo a las características propias de cada país, poniendo atención en
la estructura productiva y a las problemáticas sociales. WEINBERG, 1996, p. 366.
78
Sin embargo hay que aclarar que este periodo no es constante en cuanto a lo observado en los años de titulación,
en especial antes de 1845, ya que es hasta este año cuando las titulaciones empiezan a ser más frecuentes, ya que
antes se encuentran un solo caso para los siguientes años: 1799, 1824, 1834, 1835 y 1844.
79
La comparación con el total (110) es como sigue: para los 78 ingenieros topógrafos, conocemos 64 titulaciones
con sus respectivos años; para los 46 ingenieros de minas conocemos 33; y se conocen los años de titulación de los
tres ingenieros geógrafos. De todos ellos, 37 habían obtenido el título de ensayadores.
24
De acuerdo con esto, se ha considerado que los ingenieros mencionados en las listas
pertenecieron a diferentes momentos dentro de la vida institucional del Colegio de Minería, pues
en sus 86 años de historia hasta 1865, éste sufrió diversas modificaciones, como se mencionó. En
este sentido, enfocando únicamente a los 91 ingenieros referidos, se ha tratado de agruparlos en
conjuntos de generaciones académicas para poder diferenciarlos entre sí.80 Ello servirá para poder
tener una idea de las relaciones académicas y sociales entre los ingenieros dentro del mismo
recinto. En otras palabras, se tratará de complementar lo realizado por los ingenieros en el
Segundo imperio, respecto a su marco individual –su biografía, sus discursos y sus opiniones–
pero también respecto a su marco generacional; su contexto académico e institucional.81 Por otro
lado, se ha tratado de establecer si la adscripción a un determinado grupo dio como resultado la
80
Debemos advertir que, esto no quiere decir que sean todos alumnos en las ingenierías que convivieron en este
periodo en el Colegio de Minas como estudiantes. Aquí solo se hablara de aquellos que se estaban registrados en las
listas mencionadas de 1865 y 1867, lo cual nos da una idea de aquellos ingenieros que vivían durante estos años.
81
Roy Macleod ha señalado la importancia que ha tenido el estudio de las instituciones científicas a través de un
análisis historiográfico que abarca de principios de siglo XX a la década de los setentas. Si bien, contempla estudios
sobre Europa, Estados Unidos y Australia, señala que “la institución científica desarrolla el sentido de comunidad y,
más recientemente, el de prestigio”. Si bien es importante el estudio de los objetivos y las estructuras en contextos
definidos, la “virtud especial de la institución es que permite una visión del cambio social y económico, intelectual
de la ecología de la ciencia”. Entre otras cosas, subraya como problemas de estudio a los “historiadores sociales de la
ciencia”, la explicación de cambios en el objetivo intelectual, en el propósito social y en la estructura institucional
del conocimiento natural al interior de límites definidos temporales y geográficos”. Véase MACLEOD, 1989, pp.
274-275 y 297-298.
25
realización de un tipo de actividades científicas y políticas que llevaron a cabo los ingenieros
durante el periodo.
Para poder establecer las divisiones entre los grupos de generaciones, se han tomado en
cuenta algunos factores endógenos y exógenos que afectaron la estructura del Colegio y la
formación profesional de cada ingeniero. Se ha supuesto que tales alteraciones tuvieron que
diferenciar la personalidad de cada generación.
Aunque no se pueden lograr precisar estas alteraciones, en términos de fijar una generación,
dentro de los factores endógenos, se han contemplado los diferentes planes académicos revisados
de 1826 a 1865, los cuales fueron acompañados, y a veces fueron productos, de los diferentes
tipos de proyectos educativos adoptados por cada gobierno sucedido. Los planes de estudio
constantemente fueron modificando, creando y suprimiento las catedras del Colegio, variando en
su duración y en sus contenidos, como se expuso antes.
Por otro lado, lo anterior se complementa con la adopción de un parametro comparativo
entre generaciones, considerando una experiencia en común, de gran impacto no sólo para la
comunidad de ingenieros de Minería, sino en el ámbito de la conciencia colectiva. Una
experiencia común de gran impacto fue la guerra de México contra los Estados Unidos, cuya
consumación representó la pérdida de más de 55% del territorio mexicano (2 400 000 Km.²). Se
ha supuesto que tal hecho puede marcar una diferencia entre generaciones y grupos de
generaciones, ya que pudo haber representado diferentes significados para cada generación, de
acuerdo con su lejanía respecto a ese suceso.82 Trataremos de observar si la distancia respecto a
1848 tuvo algún rasgo que vincule o identifique a cada generación. Por ejemplo, como ha
apuntado Érika Pani, a raíz de esta guerra, algunos imperialistas, refiriéndose a los mexicanos que
82
En el apartado siguiente desarrollaremos más este aspecto al referir los discursos de los ingenieros. Benedict
Anderson, ha mencionado que los acontecimientos que son de gran impacto y violentos, como las guerras y
revoluciones, son, en buena medida, creadoras de mentalidades. Vease: ANDERSON, 1993.
26
sirvieron y construyeron la política del Segundo imperio, sentían un temor patológico hacia el
vecino del Norte. Algunos mexicanos prefirieron la implantación de una monarquía europea en
México, en la idea de frenar el expansionismo y dominación anglosajona sobre el territorio
mexicano.83 Más adelante se observará con detalle la tendencia que hacia esta idea tenían algunos
ingenieros.84 También, para diferenciar a cada grupo respecto de su experiencia como ingenieros,
se mencionaran cuántos años de vida profesional tenían en promedio a la llegada de las tropas
francesas y al término de la intervención.
Tomando en cuenta lo anterior, además de los registros de titulación y al observar los planes
de estudio,85 se intentará mostrar el grado de convivencia académica que tuvo cada ingeniero
respecto de los demás, a pesar de pertenecer a generaciones distintas, y así formar grupos de
generaciones. El grado de convivencia se ha inferido de acuerdo con el tiempo de permanencia en
el Colegio de cada ingeniero conforme a la observación de los planes de estudio y al tipo de
carrera, ya que cada una demandaba diferente tiempo en los estudios. De esta forma, aquí me
propongo agrupar a los ingenieros en cinco diferentes momentos, o grupos generacionales, lo
cual, advierte solamente una tendencia sujeta a los criterios e información de esta investigación.
El año de ingreso se ha obtenido a partir del dato seguro del año de titulación de los 91
ingenieros y algunos datos biográficos, restándose los años de duración de la carrera. Se ha
tomado el año de ingreso como punto de referencia para agrupar y diferenciar a cada grupo
generacional respecto de otros que conforman juntos los 91 ingenieros, teniendo en cuenta que,
los primeros años de convivencia –al ingreso de la carrera– fueron los de más arraigo en las
83
PANI, 2001, p. 192 – 193.
O´ Gorman ha apuntado que, incluso para los liberales, la guerra del 47 representó la traición de los anhelos
republicanos y la barbarie de los Estados Unidos, pues antes de la guerra , muchos liberales tenían una filiación
especial con éste país, pues lo consideraban el ejemplo a seguir de la realización de la república liberal en México.
A raíz de lo anterior, la razón teleológica del “modo de ser” –refiriéndose a la forma de cómo se debía organizar la
sociedad en México, en su proyección futura, o su destino– y los ideales republicanos, debían de conducirse en base
a la construcción de una identidad de raíz latina. Véase O´GORMAN, 2002.
85
Véase “Cronología de la creación y modificación en los planes de estudio” en HIRISH, 1991, pp. 547 - 558.
84
27
relaciones entre los alumnos, ya que todas las carreras compartían la misma distribución de
estudios, variando el tiempo de permanencia (Véase Cuadro 1).
Así por ejemplo, los ingenieros de minas que entraron en 1849, convivirían aún con los
topógrafos que ingresaron en 1854, ya que cursarían nueve años de estudio, mientras que los
topógrafos sólo cuatro. Ambos grupos estarían egresando en 1858. Sin embargo, los del primer
grupo, antes de conocer a los del segundo, convivieron previamente cinco años juntos,
afianzando sus relaciones académicas entre ellos, y con los de generaciones anteriores cercanas
(2 – 4 años), más que con los topógrafos u otras ingenierías ingresados en 1854.
Se han ubicado a los ingenieros de Minería de la forma siguiente: el primer grupo está
compuesto por 4 personas que ingresaron de 1792 a 1828; el segundo grupo lo componen 7
personas, que ingresarían de 1837 a 1839; el tercero ingresaría de 1844 a 1853 con 36 personas;
el cuarto grupo ingresaría de 1854 a 1856 con 31 individuos; y en el quinto grupo ingresarían 13
ingenieros, de 1857 a 1861. De este modo, los ingenieros registrados que predominaron en el
periodo de estudio, fueron los del tercer grupo generacional.
Observando algunas de sus biografías, tomando en cuenta 16 casos en promedio, los
ingenieros se titulaban alrededor de los 24 años. Por otro lado, a pesar de contar con pocos casos
en ésta muestra, se observa que los grupos de generaciones propuestos corresponden más o menos
con las edades que tenían, por ejemplo, en 1848. De acuerdo con algunas de sus biografías, el
promedio de edad para el primer y el más veterano de los grupos –con 3 casos– tenía alrededor de
48 años; el segundo –con 5 casos– 25 años; el tercero –con 5 casos– 19 años; y el cuarto –con 3
casos– 10 años (no hay biografías para el quinto grupo). 86
86
El único caso, biografiado, correspondiente a la quinta generación es Antonio García Cubas quien tenía 16 años
para 1848, lo cual, no corresponde con la relación entre generación-edad de los casos mostrados arriba, pues le
correspondería tener menos de diez años (cuarta generación) en tal año. Por tanto, esta correlación no puede ser
exacta, además que el caso de Cubas es extraordinario, ya que egresó a una edad por encima del promedio de sus
compañeros debido a: “su situación económica y sus ambiciones eruditas retardaron su graduación como ingeniero
hasta julio de 1865, cuando tenía 33 años”, véase: COLLADO, 2001, p.426. Lo anterior se puede constatar en:
28
Respecto a su lugar de origen, en 14 casos tenemos que: cuatro nacieron en la Ciudad de
México y uno –el caso de Velásquez de León– fue oriundo de Tacubaya; tres casos en el actual
estado de Veracruz: uno en Córdoba y dos en Jalapa; del estado de Michoacán: uno en
Pungabarato y otro en Morelia; y de otros estados tenemos los casos únicos de: Hermosillo,
Sonora; Aguascalientes, Aguascalientes; Guanajuato, Guanajuato; y Puebla, Puebla. Respecto a
sus espacios educativos antes de ingresar a sus ingenierías, podemos observar, que cinco de ellos –
desde Manuel Ruiz de Tejada (en 1792), Joaquín Velásquez de León, Joaquín de Mier y Terán,
Francisco Díaz Covarrubias (en 1849), y Manuel Rivera Cambas (en 1864), culminaron en el
mismo establecimiento de Minas sus cursos básicos, como alumnos de erección, y/o preparatorios.
Francisco Jiménez estudió previamente en el Colegio Militar (1841). En cuanto a los de provincia:
Próspero Goizueta estudió en el Seminario de Michoacán (1836) y José Joaquín Arriaga en el
Colegio Carolino en Puebla.
En relación con los últimos, coincidiendo tal vez con aquellos políticos imperialistas
señalados por Érika Pani –donde tuvieron un peso dominante los michoacanos “de tendencia
legalista, jusnaturalista, más bien conservadora y católica”87– entre los hombres de provincia, las
instituciones mencionadas (Seminario de Morelia y Colegio Carolino)
[…] no sólo formaron a los políticos mexicanos cultural e ideológicamente, sino que sobre todo, los
dotaron de una serie de alianzas, de redes sociales y políticas que permitieron su ascenso y
permanencia en las regiones del poder.88
En este trabajo no se ha investigado en forma global los orígenes socioeconómicos de los
ingenieros. Observando los casos anteriores, se podría pensar que pertenecieron a familias, más o
Escuela Nacional de Ingenieros: Libro de Actas de exámenes profesionales 1859-1879, Foja: 58 rev. La fecha de
fecha de examen es el 13 de Julio de 1865. El tipo de examen es para topógrafo, del cual tuvo una calificación
aprobatoria.
87
PANI, 2001, p.193.
88
PANI, 2001, p. 195.
29
menos acomodadas, como es el caso Joaquín Velásquez de León o Luis Robles Pezuela,89 ya que,
como ha apuntado Pani, para el caso de los políticos con estudios profesionales:
[…] pertenecían, claramente, a la elite intelectual – y por lo tanto, probablemente también a la
económica, prácticamente la única que podía costearse estudios superiores. Sin embargo, no se trataba
de lo más granado de la sociedad mexicana […] sino de profesionistas que más bien vivían de su
trabajo que de sus rentas 90
Como es el caso de Orozco y Berra, con una posición más o menos acomodada o con ciertos
privilegios,91 quien solía decir: “De continuo estoy reducido a una triste alternativa: cuando tengo
tiempo no tengo pan, y cuando tengo pan no tengo tiempo”;92 y
estratos económicamente
sencillos como es el caso de García Cubas.93
A continuación se intentará presentar a los ingenieros de Minería durante el Segundo
imperio, registrados en las fuentes consultadas, agrupados en conjuntos de generaciones,
tratando de sentar los rasgos distintivos de cada conjunto.
89
Joaquín Velásquez de León perteneció a una familia de tradición minera dentro de la elite peninsular, donde
podemos encontrar también militares y funcionarios públicos. Su abuelo paterno era “uno de los españoles más
distinguidos de su época”, pues formaba parte del Consejo Real, ya que era subsecretario del Virreinato y Oficial
Real de Veracruz. Su tío segundo paterno fue Joaquín Velásquez Cárdenas y León, formador Ordenanzas de Minería,
y dueño de varias minas en Temascaltepec; su padre Juan Felipe Velásquez de León fue dueño y administrador de
minas, (entre ellas las de su primo) director del Mineral del Monte, diputado de minería, y diputado general en el
Tribunal de Minería. RAMÍREZ, 1885, p.15-17.
90
PANI, 2001, p. 195.
91
Ya que fue hijo de un capitán que participó en el movimiento de independencia. COLLADO, 2001, p. 359.
92
Véase “Orozco y Berra, Lic. Manuel” en ENCICLOPEDIA, 1977, Vol.9, p. 616.
93
Este último nace en el seno de una familia de clase media, pero a pesar de todo, la condición de su familia para
costear su educación era mala, tuvo que recurrir al apoyo económico de su tía. De hecho tuvo que trabajar a los
veinte años, dejando de estudiar para mantenerse a él y a su madre. COLLADO, 2001, p. 426.
30
31
2.1 Grupos generacionales y datos colectivos sobre sus vidas dentro del Colegio de Minería
2.1.1 Primer Grupo: 1792- 1828
Este grupo lo conforman cuatro ingenieros, y es el que guarda la distancia generacional más
amplia respecto a los demás grupos, incluso entre ellos. Debido a las transformaciones internas del
Colegio, abrazaron dos programas de estudio de la carrera de Perito Facultativo, revalidándoles
en 1845 sus estudios obteniendo títulos de ingenieros. El cuadro 5 da cuenta de lo anterior, y en él
se puede observar la gran distancia generacional, sobre todo entre el primer par de ingenieros.
Cuadro 6
Miembros del primer grupo generacional (1792-1828)
Nota: La información se compone a partir de las biografías de los tres primeros y de la lista de Fomento de 1866. Véase
ROBLES, 1866, pp.359-364; RAMIREZ, 1885; RAMIREZ, 1891, p.480; PEREZ ROSALES, 2001; ENCICLOPEDIA,
1977.
*
Estos años han sido determinados a partir de los años de ingreso o egreso que refieren las fuentes, y de ahí de han
restado o sumado algunos años conforme a los años requeridos para cada carrera, según el plan de estudios
correspondiente.
Los dos primeros fueron parte de los ingenieros formados durante los últimos años de la
administración colonial y los subsiguientes de los primeros años de vida independiente en México.
Los compañeros que tuvieron cuando estudiaban pudieron estar ya inhabilitados de su vida
profesional, tal vez muy veteranos, o en todo caso muertos. Quizá el Ministerio de Fomento en
1865 apartaría a algunos de esos ingenieros de la “vieja guardia”, tanto de la vida profesional e
32
incluso de la política –el caso de Ruiz de Tejada era una notable excepción–. Los dos últimos,
estarían por titularse durante la reforma educativa de Gómez Farías en 1833, cuando el país se
movía entre las constantes luchas por el poder entre federalistas y centralistas. Dos de estos
ingenieros, Manuel Orozco y Berra y Joaquín Velásquez de León, fueron dos piezas principales
dentro del grupo de mexicanos que ayudaron y colaboraron con el imperio de Maximiliano.
Tomando en cuenta sus biografías y contando los años posteriores a su titulación, podemos tener
una idea aproximada de su trayectoria como profesionales, en paralelo con algunos sucesos trascendentes
en la vida del país, aunque, supongo, pudieron haber empezado a trabajar mucho antes de su titulación.
Dicha generación tenía en promedio 29 años de vida profesional cuando se firmó el Tratado de Guadalupe
– Hidalgo en 1848; 44 años en 1863 durante la intervención francesa; y 48 años al término del imperio de
Maximiliano. De acuerdo con las fuentes,94fue hasta 1867 cuando observamos que Manuel Orozco y Berra
fue registrado como profesor en la Academia Imperial de Minas, pero suponemos que pudo haber tenido
participación como docente desde años anteriores. Joaquín Velásquez de León, fue catedrático y director
del Colegio en 1863, sustituyendo al liberal Blass Balcarcel, instaurada la Regencia Imperial.
Muy probablemente, Manuel Ruiz de Tejada, fue el único ingeniero activo y representante, para
mediados de siglo XIX, de la vida institucional del Colegio pasando por varias facetas, desde la vida de los
primeros ingenieros en 1792, hasta su transformación en 1867. Dio clases a todas las generaciones a referir
ya que, durante toda la primera mitad del XIX hasta 1863 cuando se jubiló, impartió las clases de
matemáticas (obtenida en 1804) y de física (de 1810 a 1863). Murió cinco meses antes de la caída del
imperio de Maximiliano en enero de 1867.95 Fue de los primeros egresados que sustituyó a los profesores
europeos designados por Elhuyar al morir en 1803 el profesor de matemáticas Andrés José Rodríguez.96
94
MAILLEFERT ,1992 sólo refiere la planta de profesores en el colegio en 1867, en RAMÍREZ, 1891, refiere a
algunos profesores en las ceremonias de premiación donde éstos presentaban a los alumnos que habían presentado
con éxito sus exámenes en diversos grados académicos de sus carreras. Se ha revisado a partir de 1853 en esta
fuente a 1867. Para los años de 1867 en la República véase “Ingeniería” ENCICLOPEDIA, 1977, Vol. 7, p. 217.
95
Santiago Ramírez mencionó en: RAMÍREZ, 1891, p. 480, que publico una biografía sobre este ingeniero en 1889.
96
PAZ, 2000, p.109.
40
45
50
55
0
5
10
15
20
25
30
35
c a n tid a d d e in g e n ie ro s
1
1
2
2
2
2
2
2
11
0
1
0
1
4
6
3
5
5
8
12 12
1
4
14
1
6
9
1
3
7
3
10
3
7
13
1
5
18
3
20
1
2
19
4
24
1
7
29
8
37
55
1
5
11 11
49
Ingresos, egresos y total de ingenieros por cada año. 1827-1865.
1
12
44
2
11
33
4
11
26
10
16
3
6
19
2
17
5
12
4
8
ingenieros egresados
ingenieros ingresados
años
ingenieros habidos por año
10
20
30
40
50
60
0 0
8
1827
1828
1829
1830
1831
1832
1833
1834
1835
1836
1837
1838
1839
1840
1841
1842
1843
1844
1845
1846
1847
1848
1849
1850
1851
1852
1853
1854
1855
1856
1857
1858
1859
1860
1861
1862
1863
1864
1865
60
33
34
2.1.2 Segundo Grupo: 1837 – 1839
Este grupo de ingenieros se situó justo antes de suprimirse la carrera de Perito Facultativo en
1843, y de crearse las seis carreras que se siguieron manteniendo durante y después del Segundo
imperio. En este sentido, son ocho los ingenieros que son considerados en este grupo
generacional –9% del total de los 91– los cuales debieron haber dedicado 7 años de estudio en el
Colegio. Posteriormente, las generaciones variarán en la duración del periodo de estudio, como se
verá después, dependiendo del título obtenido para cada carrera.
Tomando en cuenta, desde el primer año de ingreso del primer ingeniero, hasta el año de
titulación del último de ellos, este grupo generacional estudió de 1837 a 1846. Este momento se
sitúa cuatro años después del intento de reforma educativa de Gómez Farías en 1833 y atraviesa
el plan de estudios de 1843 de Manuel Baranda, cuando se depositaron en el colegio los estudios
preparatorios y la carrera de Ciencias Naturales. En términos nacionales, ésta multigeneración
empezó a estudiar casi al mismo tiempo que empezaron a ser difíciles las relaciones con Estados
Unidos y terminarían de estudiar al inicio de la guerra empezada en 1846. En promedio, estos
ingenieros se titularon tres años después de dicha guerra, diez y ocho cuando los franceses
tomaron la Ciudad de México, y 22 cuando el Segundo imperio cayó. En este sentido se observa
una gran diferencia –25 años en promedio– respecto al tiempo de vida profesional que les
llevaban los ingenieros de la generación anterior. Por otro lado, ellos convivieron junto con otros
cuatro ingenieros que ingresaron en 1844,97 por ello es que el índice de convivencia en este año
97
Nos referimos a Juan Matute, Joaquín de Mier y Terán, Jesús Terrazas y Miguel Vasconcelos. Tres de estos cuatro
se titularían hasta 1848 y uno de ellos hasta 1851. De acuerdo con esto, es importante decir que es difícil
encasillarlos en grupos de generaciones, ya que, auque cierto grupo entrara en el mismo año, no permanecerían el
mismo tiempo en el colegio. A partir de 1843, los ingenieros de minería tenían que pasar nueve años en el colegio,
mientras que los ingenieros topógrafos sólo cuatro. Una generación “exacta” tendría que ser, por ende, del mismo
año de ingreso pero también del mismo tipo de carrera. Sin embargo, podemos ver cuáles fueron los periodos de
años en los que determinados ingenieros convivieron más con otros de diferentes generaciones. Por ejemplo, éstos
cuatro ingenieros convivirían en 1848 con 9 ingenieros más, de los cuales 7 ingresaron ese año y otros dos en 1845 y
35
se eleva a 13 ingenieros (véase Gráfica 1). Por otro lado, este grupo generacional se caracteriza
por tener varios ingenieros que se ocuparían como catedráticos del Colegio a partir de 1853 y
durante el Segundo imperio. El primero de ellos en convertirse en catedrático fue Blass Balcarcel,
profesor en el Colegio de 1855 a 1858. Antes de que los franceses ocuparan la ciudad de México
fue director y durante los años del imperio no daría clases sino hasta 1867 ya instaurada la
republica, pues, se rehusó abiertamente a colaborar con la monarquía.
Antonio del Castillo dio clases de 1853 a 1860 y luego en 1867 al terminar el Imperio.
José Salazar Ilarregui impartió clases antes y durante el imperio: en 1858,1859 y 1863. También,
este grupo generacional, como veremos después, fue el que tendría más hombres dentro de la
política en el imperio, incluso antes y después de éste.
2.1.3 Tercer Grupo: 1844-1853
El siguiente grupo de ingenieros ingresó desde 1844 hasta 1853. Los cinco que empezaron en
1844, ya iniciaron con el plan de estudios de 1843, es decir, con la creación de las 6 carreras en el
Colegio. Para estos años el director del plantel fue José María Tornel y Mendivil, quien a su
muerte, en 1853, fue sustituido por Joaquín Velásquez de León mediante orden gubernamental.98
En este año es cuando se creó el Ministerio de Fomento, cuyo primer ministro fue el mismo
1846. Juan Matute – ingeniero de minas en 1851– está justo a la mitad de este cambio ya que, si es que siguió con el
plan de estudios anterior, empezó a estudiar en 1844, pero si siguió con el plan de 1843, que agregaría dos años a su
carrera de ingeniero, entonces empezó a estudiar en 1842. No se ha tocado fondo en su caso particular, sólo
“suponemos” que siguió con el plan anterior. Sin embargo, se considera que pertenece al tercer grupo generacional,
ya que, basándonos en el dato seguro de su año de titulación (1851), cinco años antes de terminar su carrera, en
1846, conviviría “relativamente” con parte de los ingenieros del segundo grupo: Jacobo Blanco, José Salazar
Ilarregui y con Benito León Acosta, quienes en ése año se estaban titulando. Prácticamente no tuvo convivencia
académica con ellos, considerando además que los partitos facultativos, y después los ingenieros de minas – en este
caso sólo Jacobo Blanco - tenían que hacer sus prácticas fuera del colegio los dos últimos años. Sólo permanecían
juntos en esos años las generaciónes “exactas”. Sin embargo, independientemente de abrazar el plan de estudios
anterior o no, en 1846, Matute conviviría en el colegio con cinco ingenieros de la siguiente generación: cuatro
ingenieros topógrafos, tres que entraron en 1844 y se recibieron en 1848 – considerando 4 años la carrera desde 1843
– y otro que entró en el 45 y acabó en 49; además de un ingeniero de minas, Manuel Contreras.
98
RAMÍREZ, 1885, p. 84.
36
Velásquez de León. Teniendo este cargo, creó en julio la Escuela Práctica de Minas y Metalurgia
situada en Fresnillo Zacatecas, cuya dirección la otorgó a tres profesores.99 Dicha Escuela se hizo
para que los ingenieros de minas tuvieran prácticas de minería al final de su carrera, con una
duración de dos años y medio “destinándose el primero á la Explotación de minas; el segundo a
la Metalurgia y los seis meses restantes á hacer expediciones en otros Minerales”.100
A raíz de la creación de la Escuela Práctica se introdujeron, en el Colegio, nuevas
asignaturas: mecánica racional e industrial y análisis químico, se creó un preparador de
experimentos para la clase de física y química; también se adquirieron nuevos libros, aparatos,
instrumentos y colecciones para la clase de
Historia Natural “procurado sobre todo, la
conservación de la moral”101 en las instalaciones.
Son 35 ingenieros los que se consideran en este grupo generacional. La mayoría estudió
de 1849 a 1856 como promedio. La generación que predominó, fueron los siete ingenieros que
entraron en 1848, quienes a la mitad de este periodo, en 1850, convivían con 19 personas del total
de los 35. La mayoría (29) compartieron espacios y tiempo en el Colegio, ya que más de la mitad
estudiaron ingenierías largas, lo que hizo que permanecieran más tiempo juntos, incluso, pero en
menor medida, con generaciones que ingresaron después de 1853. De los 91 ingenieros que se
tiene registro académico, este grupo generacional se caracteriza por ser un espacio de tiempo
donde más ingenieros de minas estudiaron. Veinte recibieron este título, y de éstos, cinco
obtuvieron también títulos de topógrafos,102 lo que les hizo estar nueve años en el Colegio. Hubo
99
Ente ellos a su sobrino Miguel Velásquez de León. RAMÍREZ, 1891, p.367; RAMÍREZ, 1885, p.81.
RAMÍREZ, 1891, p. 366.
101
RAMÍREZ, 1885 p.94.
102
Ellos fueron: Miguel Bustamante, Manuel Urquiza, Tito Rosas, Trinidad Acuña y Jesús Manzano. En este grupo
podemos observar cómo de acuerdo a los años que estudiaban iban obtenido determinados títulos de ingeniería.
Estudiaban los primeros cuatro años para obtener su título de topógrafo, luego otros cuatro o cinco años para su título
de ingeniero de minas o ingeniero geógrafo. Manuel Urquiza obtuvo su título de topografo en 1857 y tres años
después el de ingeniero de minas. Francisco Díaz Covarrubias obtuvo su título de ingeniero topógrafo en 1853, y
cinco años más tarde el de geógrafo. Jesús Manzano obtuvo su título de topógrafo en 1859, y se tituló como
ingeniero de minas cinco años más tarde en 1864. Sin embargo queda duda de aquellos que obtuvieron dos títulos en
el mismo año. Es el caso de Miguel Bustamante y Tito Rosas en 1856 y 1858 – de hecho los únicos en el registro
100
37
trece que sólo estudiaron ingeniería en topografía, y dos se recibieron como ingenieros geógrafos.
Uno de ellos fue Francisco Díaz Covarrubias quien obtuvo su título de topógrafo en 1853 pero
siguió preparándose para ingeniero geógrafo cinco años más hasta 1861. Francisco Jiménez
también se preparó ocho años para la misma carrera, de 1848 a 1856.
A excepción del primer ingeniero de minas –Juan Matute, recibido en 1850– los demás
ingenieros de minas de este grupo generacional hicieron sus estudios prácticos durante los dos
últimos años de su carrera en la Escuela Práctica de Fresnillo. Esto ha sido cotejado según la
información que proporcionó Santiago Ramírez en su efeméride del 20 de diciembre de 1858.
Desde su creación, hasta 1858 habían sido inscritos en dicha escuela 24 alumnos, de los cuales,
“once se examinaron y recibieron de Ingenieros de Minas y Beneficiadores de metales; dos se
colocaron en el Colegio como sustitutos de cátedras; [y] uno en la Escuela Práctica”103 De acuerdo
con el periodo referido –de 1853 a 1858– la lista del Ministerio de Fomento de 1866 registró 12
ingenieros de minas que se recibieron de 1855 a 1857, lo cual representa 35% de todos los
ingenieros de minas titulados de 1827 a 1865 según la lista de 1866 y algunos datos biográficos.104
Ejemplo de estos ingenieros fueron: Juan C. Barquera, Luis Pozo, Juan B. Andonaegui, Mariano
León, Manuel Espinoza y Tito Rosas, quienes egresaron en 1858 y 1859. Estando como
practicantes en la Escuela de Fresnillo, realizaron conjuntamente nueve láminas de apuntes
mineralógicos y geológicos acerca de ese distrito, las cuáles fueron publicadas junto con otros
trabajos importantes de ingenieros de generaciones con más experiencia, en el primer número del
periódico científico “Anales Mexicanos”.105
académico de los 91 ingenieros – quienes quizá estudiaron como peritos facultativos antes de 1843 y les
reconocieron sus estudios con la transformación de la carrera titulándose como ingenieros topógrafos y de minas.
103
RAMÍREZ, 1891, p. 411.
104
1855: Agustín Barroso; 1856: Manuel Contreras y Miguel Bustamante; 1857: Juan C. Barquera, Antonio Gleine,
Mariano Geine, Próspero Giozueta y Felipe Parres; 1858: Mariano León, Tito Rosas, Luis Pozo y Trinidad Acuña.
ROBLES, 1866, p.359-364.
105
RAMÍREZ, 1891, p. 419.
38
Por otro lado, durante la guerra contra los Estados Unidos ingresa una parte de esa
generación, pues la mayoría ingresó a partir de 1848. Separando a los siete ingenieros que
ingresaron en este año, únicamente nueve vivieron la experiencia de los 2 años de guerra dentro
del Colegio como estudiantes, ellos fueron: Juán Matute, Joaquín de Mier y Terán, Jesús Terrazas,
Miguel Vasconcelos, Felipe Berrisabal, Agustín Barroso, Manuél Contreras, Miguel Bustamante y
Carlos Villada. La mayoría de los anteriores culminaron sus estudios antes de 1852; a excepción
de Barroso, Contreras y Bustamante, quienes siguieron estudiando hasta 1855 y 1856, pues
fueron ingenieros de minas.
Dentro de sus actividades como docentes, cuatro ingenieros de este grupo serían
catedráticos del Colegio antes y durante el imperio: Joaquín de Mier y Terán (1853, 1857, 1860,
1863 y 1867), Agustín Barroso (1863 y 1867), Juan C. Barquera (1859 y 1867), Próspero
Goizueta (1854, 1855, 1860,1861, 1863, 1867) y Carlos Romero (1857). En contraste, dos
ingenieros del mismo grupo fueron catedráticos sólo durante los gobiernos republicanos: Miguel
Bustamante y Francisco Díaz Covarrubias.106 En 1858, Ramírez anotó que dos de los titulados de
1855 a 1858, ya se habían colocado como sustitutos de cátedra en el Colegio, los cuales debieron
ser Miguel Bustamante y Próspero Goizueta.107
106
107
Véase: MAILLEFERT, 1992, p.286-287 y RAMÍREZ, 1891, p. 485.
RAMÍREZ, 1891, p. 411.
39
2.1.4 Cuarto grupo: 1854 – 1856
En el transcurso de tres años, de 1854 a 1856, podemos notar que ingresaron 31 –35%– del total
de los 91, lo cual, hace que sea el lapso de tiempo en que más ingenieros entraron en el Colegio en
el transcurso de los 86 años considerados.108 En promedio, estuvieron estudiando de 1855 a 1860.
En 1856 encontramos el punto más alto de convivencia de los 91 ingenieros en el Colegio,
el cual alcanza hasta 55 estudiantes, en mucho, gracias a los 31 ingenieros que ingresaron en estos
tres años –sólo 23 de los 55 no correspondían a este grupo generacional–. El nivel de convivencia
empieza a disminuir paulatinamente hasta 16 en 1860, conforme la mayoría de ellos iban
egresando. Esto quiere decir que su permanencia en el Colegio fue muy efímera, ya que, a pesar
de ser un bloque generacional muy numeroso, estuvo muy poco tiempo estudiando en el Colegio.
A diferencia del grupo anterior, donde predominaron los ingenieros de minas, en éste
predominaron los ingenieros topógrafos –24 en total– por ello es que “saldrían”109 pronto del
Colegio, ya que la carrera demandaba sólo cuatro años. En referencia a estos topógrafos, de 1857
a 1860, se observan los índices más altos de egresados en el Colegio, con 44 ingenieros (véase en
la Gráfica 1); más de la mitad de ellos fueron los 24 topógrafos ingresados de 1854 a 1856. Puesto
que, este análisis esta basado en las fuentes sobre los ingenieros titulados de 1834 a 1865, no se
puede saber de aquellos que se titularon años después de 1865, y que debieron ingresar a finales
de la décadas de 1850 y principios de 1860, considerando los nueve años de la ingeniería más
108
Se ha tomado solo a un ingeniero que ingresaría en 1853, quien fue Carlos Romero, titulado ingeniero de minas
en 1862, ya que a lo largo de su carrera convivió más tiempo con los ingenieros de generaciones 54-56. A la mitad
de su carrera convivió con todos los 31 ingenieros que pertenecieron a este grupo generacional, y, a la vez, convivía
con 12 del grupo anterior. Contando sólo a los ingenieros de minería, convivía con tres ingenieros de minas del
grupo anterior, uno de generación 1851 y otro de 1852; pero con siete del grupo del 54 a 56, uno del 54, cuatro del
55, y uno del 56.
109
Se ha puesto entre comillas ya que tales ingenieros topógrafos pudieron seguir estudiando más adelante en el
Colegio para conseguir un segundo título. Sin embargo, podría ser poco probable, ya que, según las listas de
titulación, en estos tres años corresponden 8 ingenieros de minas – incluyendo a Romero - que se titularon de 1862 a
1865.
40
larga. Para tener una idea al respecto, en 1858 Santiago Ramírez anotaba que, en una ceremonia
religiosa asistieron profesores y alumnos, éstos “en número de 68”,110lo cual contrasta con
nuestros 33 “ingenieros habidos” (véase Grafica 1) que se han calculado para ese año; esto
significaría que por estos años convivían alrededor de 35 alumnos más de recién ingreso, que se
titularían después de 1865. No obstante, el grupo que ingresó de 1854 a 1856, sería el que más
dominó en número las listas consultadas de ingenieros del Colegio durante el Segundo imperio 1865 y 1867.
De acuerdo con lo anterior, se ha tomado como grupo generacional al conjunto de estos 31
ingenieros, además que, el primer año coincide con la puesta en marcha del plan de estudios de
Teodosio Lares en 1854 y la creación del Ministerio de Fomento en 1853. Por otro lado, los tres
años de este grupo transitan el último año de Antonio López de Santa Anna en el poder y el
triunfo de la revolución de Ayutla en1855.
En 1854 se abrió una clase de religión, a cargo de Miguel Velásquez de León,111 la cual,
según lo que se ha observado, fue la primera vez que se incluía en el programa de estudios. Esta
clase se volvería a incluir en el plan de estudios de 1863. En 1855 se empezaron a impartir las
clases de mecánica racional y mecánica industrial, cuyo profesor designado fue Miguel
Bustamante,112 y, en marzo, se expidió el primer título de ingeniero geógrafo a José Salazar
Ilarregui.113 En agosto el gobierno concedió licencia para separarse de su cargo al director a
110
RAMÍREZ, 1891, p. 406.
RAMÍREZ, 1891, p. 379.
112
Quien se titulara como topógrafo el 13 de abril de 1856 y como ingeniero de minas el 29 de marzo del mismo año.
RAMÍREZ, 1891, p. 383; ROBLES, 1866, p.359-364.
113
Suponemos que Ilarregui estuvo estudiando parte de la carrera de perito facultativo, ya que su titulo de topógrafo,
al igual que Benito León Acosta, es de 1846, lo que significa que tuvo que haber estudiado en el Colegio, por lo
menos desde 1842. En este sentido, se sitúa a la midas de dos grupos generacionales, ya que tuvo contacto con los
ocho ingenieros que ingresaron a finales del decenio de 1830 y con los seis ingenieros que ingresaron de 1844 a
1846, terminando su primera carrera en este año. En 1849 fue designado jefe de la Comisión de Límites entre
México y Estados Unidos para demarcar las líneas divisorias entre ambos países, a consecuencia del tratado de paz
en 1848. A su regreso, en 1856, obtuvo el título de ingeniero geógrafo gracias a los trabajos que dirigió en esta
comisión “para darle un testimonio honroso del alto concepto que merece por su carrera científica y sus servicios”.
Véase: RAMÍREZ, 1891, pp. 389-391; DICCIONARIO PORRUA,1995.
111
41
Joaquín Velásquez de León, quien a su vez nombró a Blass Balcárcel como director interino, sin
embargo, a “consecuencia de la revolución del 15, ‘La Patria’ postula para Director al Sr. D. José
Salazar Ilarregui”.114
Cuando se logran imponer los liberales con dicha revolución, el entonces jefe del
Ejecutivo, Rómulo Díaz, nombró a Luis de la Rosa115 director del Colegio, quien hizo posesión de
su cargo el 15 de octubre.116 Sin embargo, estando en función de su cargo murió de la Rosa,
tomando, repetidamente, el cargo de interino Blass Balcárcel, a consideración del Ministerio de
Fomento.117 Finalmente, Balcárcel tomaría el cargo de director el 21 de noviembre de 1856, a
propuesta de varios catedráticos del Colegio hacia el Ministerio de Fomento, y como subdirector
José Salazar Ilarregui.118 La duración de la dirección del Colegio, según la ley en ese año, estaba
contemplada para cinco años, sin embargo en 1858, Balcárcel fue sustituido, ocupando
nuevamente la dirección Velásquez de León durante la ocupación del gobierno conservador de
Félix Zuluaga en la capital.119
En este contexto lleno de agitaciones políticas, es relevante anotar algunas de las
reacciones que ciertos alumnos del Colegio tuvieron al momento de la entrada del nuevo gobierno
liberal en 1855, la cual fue registrada, y seguramente presenciada, por el entonces alumno
Santiago Ramírez. En noviembre de 1855 se dispuso en el Colegio la tradicional y “solemne”
ceremonia de distribución de premios, en presencia del presidente de la Republica, el general
Juan Álvarez, “en cuyo acto [tuvo] un hecho escandaloso”:
Cuando el Director daba lectura á su discurso unos gritos acompañados de palmadas y silbidos, que
comenzaron en la esquina S.E,. de los corredores altos y se extendieron á los demás, sofocaron la voz
114
RAMÍREZ, 1891, p. 384.
Según la lista de Fomento en 1866, de la Rosa aún era estudiante en el colegio en ese entonces, ya que su título de
topógrafo fue expedido hasta 1857. ROBLES, 1866, p.359-364.
116
RAMÍREZ, 1891, pp. 384 y 386.
117
RAMÍREZ, 1891, p. 392.
118
RAMÍREZ, 1891, p. 396.
119
Véase RAMÍREZ, 1891, p. 404.
115
42
del orador, que suspendió su lectura; y al tratar de reanudarla, las mismas demostraciones, más
estrepitosas y descompasadas se lo impidieron, obligándolo al fín á abandonar la Tribuna. Con las
mismas manifestaciones hostiles fue recibido el Secretario cuando ocupó la Tribuna para leer el Acta de
Premios. Los Sres. Carpio y Escalante, que según el programa debían leer poesías, se abstuvieron de
hacerlo. Toda la Prensa se manifestó indignada por este acto que algún periódico calificó acertadamente
de salvajismo.
120
Por otro lado, seis ingenieros de este grupo fueron catedráticos del Colegio a escasos años de su
egreso, inclusive, en algunos casos, estando aún como estudiantes. Fueron catedráticos durante el
Segundo imperio: José María Cesar, Manuel Rivera Cambas, Francisco Villar, Miguel Ponce de
León y Santiago Ramírez. Al instaurarse la República en 1867, José María César siguió siendo
profesor así como Manuel Fernández de Leal. 121
Grafica 2
Comparación porcentual de los cinco grupos de generaciones en el Colegio de Minería de
1827 a 1865
2%
13%
11%
Primer grupo (1827-1828)
Segundo grupo (1837 - 1839)
Tercer grupo (1844-1853)
Cuarto grupo (1854 - 1856)
35%
39%
Quinto grupo (1857 - 1861)
120
121
RAMÍREZ, 1891, p. 388.
Catedráticos en 1863 y 1867. Véase: MAILLEFERT, 1992, p.286-287 y RAMÍREZ, 1891, p. 485.
43
2.1.5 Quinto grupo. 1857-1861
Finalmente observamos a doce ingenieros del último bloque generacional que ingresó de 1857 a
1861, según las fuentes utilizadas. Los ingenieros que predominan serían aquellos ingresados en
1859 y 1861, cuatro para el primer año y siete para el segundo, mismos que se titularían en 1863 y
1865, todos ellos graduados como ingenieros topógrafos.
Ellos empezaron su carrera en un lapso de tiempo muy turbulento en la vida nacional, ya que
ingresaron durante el ensayo liberal republicano en 1855 y se sujetaron al plan de estudios de
Ignacio Comonfort en 1856. En ese tiempo se vivieron las controversias en torno al constituyente
de 1857, el cual terminó suprimiendo la universidad, tratando de implementar un programa de
estudios en promoción de una educación liberal, laica y obligatoria en manos del Estado. Fueron
también los alumnos que estudiaron durante la guerra de los tres años, de 1858 a 1861, con el
gobierno de Félix Zuluaga en la capital. La mayoría de ellos estudiaron en vísperas y durante la
intervención francesa, y se titularon durante el Segundo imperio.
Entre los sucesos más relevantes durante este periodo, encontramos que, el 17 de marzo de
1857, se expidió el decreto que obligó a todos los empleados del gobierno a jurar la constitución,
“cuyo artículo 10 [prevenía] que no continúen en sus empleos los individuos que [rehusaran]
prestar este juramento” En la Capilla del Colegio se tomó el juramento a algunos profesores, pero
“muchos de los cuales se negaron a prestarlo”.122 Sin embargo, el gobierno dispuso que aquellos
continuasen al frente de sus clases. 123
Como vemos el Colegio no fue ajeno a los asuntos de la vida nacional del momento. El
artículo 10, así como otros preceptos de la Constitución, fueron percibidos como anticlericales, no
solo por la Iglesia católica, sino por varios sectores de la población, lo cual “contribuyó de manera
122
123
RAMÍREZ, 1891, p. 398.
RAMÍREZ, 1891, p. 389.
44
importante a la polarización que llevó a la nación a la guerra civil”.124 “El debate sobre la libertad
de cultos fue quizás el más escandaloso de los que animaron el Congreso del 56. Fue el único en
que participó la ‘sociedad civil’ ”.125
En 1858, estando el gobierno de Félix Zuluaga, se decretó el reestablecimiento de la
Universidad derogando el decreto del 14 de septiembre de 1857 que la suprimió. La universidad
controlaría a los demás colegios nacionales, incluyendo el de Minería, ya que se crearon
comisiones visitadoras para vigilar a los colegios.126 En contraste con las ideas “anticlericales”
durante el gobierno republicano, Ramírez registró que el 31 de mayo empezó una “tanda de
Ejercicios Espirituales en la Casa de la Profesa” para los alumnos del Colegio. Un día después,
Ramírez reportaba que fueron expulsados tres alumnos del Colegio y de la mencionada Casa por
su “conducta irreligiosa”.127
Lo anterior tuvo una respuesta negativa por parte de algunos alumnos quienes organizaron
una manifestación en julio de ese año, la cual fue apoyada después por la mayoría. Además de las
tandas espirituales, se añadía el reclamo por “la falta de democracia en la elección de los
directores del colegio”128
Ramírez refiere que este suceso ocurrió el día 17 de julio cuando cinco alumnos
promovieron “una manifestación política con marcado desorden” que fue seguida por otro alumno
más. Inmediatamente el vice-prefecto Javier Stavoli129 dispuso castigarlos según lo previsto en el
reglamento interno, sin embargo, los alumnos se negaron a someterse a la sanción que les
correspondía. Al siguiente día, su director, Velásquez de León, decidió que se detuvieran a los seis
124
PANI, 2001, p.144.
PANI, 2001, p.145.
126
RAMÍREZ, 1891, p. 405.
127
RAMÍREZ, 1891, p. 406.
128
Tal acontecimiento está documentado en AGN; Justicia e Instrucción Pública, ff. 279-283, 1855-1860, de acuerdo
con PAZ, 2000, p. 118.
129
Esta registrado en como ingeniero topógrafo en MAILLEFERT, 1992, p.286-287, pero no sabemos cual es el año
de titulación, ya que no esta registrado en las listas de Fomento de 1866.
125
45
alumnos a solas para ser amonestados después de la salida de sus compañeros, no obstante, los
alumnos se rehusaron a permanecer y salieron con los demás. Puesto que, todos los alumnos
debían regresar al Colegio en la noche de ese mismo día, Velásquez de León ordenó se les negra
la entrada a los seis alumnos, “quienes desacatando esta orden y arrollando al portero, entraron en
masa con la mayor parte de los demás alumnos, quienes habían mandado decir al Superior, que
ninguno de ellos entraría si no se le permitía la entrada á los expulsados”.130 Enterado de esto y
probablemente preocupado por las manifestaciones de apoyo, el Ministerio de Fomento ordenó la
salida de los seis alumnos, quienes resistiéndose permanecieron en el Colegio. Esto llegó a tal
extremo que el día 19, el Ministerio envió personal armado al Colegio para hacer salir a los seis
alumnos del establecimiento, ordenando “que no se hiciera uso de las armas”.131 Al interior, la
mayoría de los alumnos decidieron apoyar a sus seis compañeros saliendo “en masa”, a excepción
de 14 alumnos que permanecieron dentro. Ramírez refiere que el Colegio permaneció cerrado por
orden presidencial, según un documento enviado al director a través del Ministerio de Fomento.
Se comenta que otro documento se envió al director de la Escuela de Medicina “donde pasó un
hecho semejante”.132 Esto podría apuntar a que hubo un descontento político similar en la Escuela
de Medicina provocado por la política impuesta hacia los establecimientos de educación por parte
del gobierno conservador –lo cual queda aún por esclarecerse–.
Fue hasta el último día del mismo mes, mediante una comunicación del Ministerio de
Fomento, cuando Félix Zuluaga ordenó a Velásquez de León continuar con las clases, a partir del
siguiente lunes con los alumnos que permanecieron dentro del Colegio, o “que con su
consentimiento [habían] estado fuera desde el día 19”. Respecto a los demás, quedaría en manos
130
RAMÍREZ, 1891, p. 406 – 407.
RAMÍREZ, 1891, p. 407.
132
RAMÍREZ, 1891, p. 407.
131
46
del director determinar las condiciones para continuar sus estudios.133 El 2 de agosto, el Gobierno
y la dirección del Colegio, acordaron que los alumnos que desearan regresar a sus cursos debían
presentar al director una solicitud firmada por sus padres o tutores, “satisfaciendo al colegio y
sujetándose al castigo que éste imponga; cuya solicitud pasará á informe de la Junta de
catedráticos”.134 Ramírez no expuso más efemérides respecto al proceder de aquellos seis
alumnos, quienes, probablemente, fueron los únicos que sufrieron la expulsión.135 Tiempo
después, para el día 2 de diciembre, se celebró la distribución de premios, asistiendo el presidente
Félix Zuluaga con la mayoría de sus ministros. En tal ceremonia no se registro ningún tipo de
manifestación política.136 Es muy probable, que los expulsados hayan regresado a sus estudios año
y medio después, siendo exonerados por el gobierno liberal en 1861. El 27 de enero de ese año,
Antonio del Castillo, secretario del Colegio, avisaba públicamente el inicio de los cursos del
Colegio para el 30 de agosto, indicando que podían “volver á ellos los alumnos que se separaron
en 1858”.137
Por otro lado, se hacen notar varias dificultades financieras en el Colegio durante el gobierno
de Félix Zuluaga y Miguel Miramón, a causa de la administración del Fondo Dotal para la
minería. En septiembre de 1858, Joaquín de Mier y Terán, Miguel Velásquez de León, así como el
director Joaquín Velásquez de León reclamaron al Ministerio de Fomento la disminución a $ 23
985 del presupuesto destinado al Colegio, respecto a otro que previamente había sido formulado y
requerido por varios catedráticos hacia esa secretaría.138
En enero de 1859, Félix Zuluaga validó el decreto de agosto de 1853, el cual hacía
responsable a los mineros acreedores del Fondo Dotal para asignar $65 000 al Colegio para cubrir
133
RAMÍREZ, 1891, p. 402.
RAMÍREZ, 1891, p. 403.
135
De hecho se ha señalado que el colegio regresó a sus actividades únicamente con los estudiantes que no
participaron en la rebelión, véase PAZ, 2000, p. 118.
136
RAMÍREZ, 1891, p. 409-410.
137
RAMÍREZ, 1891, p. 426.
138
RAMÍREZ, 1891, p. 408.
134
47
sus gastos.139 Sin embargo, los administradores del fondo dotal no pudieron cumplir con lo
acordado. Ante ello, varios profesores del Colegio –entre ellos Mier y Terán, Salazar Ilarregui y
Goizueta– acordaron pedir al presidente la restitución de los adeudos acumulados desde diciembre
al Colegio, además que “se declare vigente la ley que concede al Director la facultad de intervenir
en la recaudación y administración del fondo”140 Para noviembre de ese año, Ramírez registró que
las funciones literarias de aquel año serían dedicadas a Alexander von Humboldt –quien había
muerto el pasado 6 de mayo– en la distribución de premios del 23 de noviembre, no obstante, no
se había podido hacerle un apoteosis “por las circunstancias difíciles del Colegio”.141
La situación siguió empeorando, ya que en enero de 1860 el Ministerio comunicaba al
Colegio una reducción de su presupuesto, de $65 000 al año a $4 000 mensuales142 , lo que serían
$48 000 anuales. En mayo, el Ministerio ordenó se destinasen sólo $3 000 mensuales ($36 000
anuales). De esta forma, el presupuesto anual del Colegio se había reducido casi a la mitad
(44.62%) en cinco meses. Ante eso, se creó una comisión formada por Manuel Ruiz de Tejada,
Sebastián Camacho y Salazar Ilarregui, para resolver tal situación con el ministro de Fomento. Lo
acordado consistió en que se mantuviera los $4 000 mensuales, de los cuales $3 500
proporcionaría el Fondo y los 500 restantes el Ministerio. También se logró que el director del
Colegio tuviera la facultad para conseguir fondos. No obstante, la falta de éstos fue tal, que en
mismas fechas, la Escuela Práctica, a través de un comunicado de sus profesores, reportó grandes
dificultades para sostenerse advirtiendo el riesgo de suspender sus actividades. El Ministro
respondía al director diciéndole que se dotaría a la escuela con $1 000 mensuales.143 Para
139
RAMÍREZ, 1891, p. 413. Desde que se estableció el Ministerio de Fomento en 1853, los mineros pidieron la
restitución del fondo minero con sujeción a las antiguas leyes, ya que consideraban que el real de minería no era
renta nacional. PAZ, 2000, p.117.
140
RAMÍREZ, 1891, p. 425.
141
RAMÍREZ, 1891, p. 416.
142
RAMÍREZ, 1891, p. 420. Mensualmente se redujo, de $5 417 a $ 4 000. Una diferencia de $ 1417 mensuales y
$1700 anuales.
143
RAMÍREZ, 1891, p. 422.
48
septiembre, el mayordomo del Colegio reportaba que, de diciembre de 1858 a agosto de 1860, los
acreedores del fondo habían acumulado un adeudo de $23 588 al Colegio de Minería. En octubre
el Ministerio pidió a la administración del fondo se liquidara al menos lo correspondiente a los $4
000 del fondo mensual del Colegio. Sin embargo, la situación seguiría siendo difícil, pues, en
noviembre, Velásquez de León consultó al Ministerio “sobre algunas dificultades que surgen por
la falta de fondos, proponiendo el medio de vencerlas”.144 En diciembre, en una carta al presidente
Velásquez
[..] dirige una enérgica y bien fundada carta al Presidente [...] Miguel Miramón narrándole la historia
de los fondos del Colegio; señalándole las arbitrariedades que con ellos se han cometido; haciéndole
ver el mal estado de penuria en que el Colegio y la escuela práctica se encuentran á consecuencia de
estos abusos, y excitándolo á que ponga el remedio.145
Una vez que el gobierno liberal se apodero de la capital el 11 de enero de 1861, como
medida para mejorar la situación económica, se expidió el decreto que extinguía el fondo dotal de
minería, haciéndolo ingresar al crédito público, suscitando con ello las protestas de los antiguos
acreedores para que se les devolviera dicho fondo.146 En julio de ese año volvió a tomar posesión
como director Blass Balcárcel, cuyo puesto sostuvo hasta mayo de 1863, cuando fue tomada la
Ciudad de México por el ejército francés.147
Estando Juárez en el poder, Ignacio Ramírez expidió la ley de Instrucción Pública donde
estableció la dependencia del Colegio de Minería hacia el “Gobierno general”. En esta ley se
siguieron manteniendo las mismas carreras creadas en 1843, a excepción de la carrera de
geógrafo.148 Se dispuso que el orden de los estudios se distribuyera en ocho años. Entre las nuevas
144
RAMÍREZ, 1891, p. 425
RAMÍREZ, 1891, p. 425.
146
RAMÍREZ, 1891, p. 426-427.
147
RAMÍREZ, 1891, p. 429.
148
Sin embargo no se suprime ya que se ha visto que hubo 5 egresados entre 1868 y 1890. Véase cuadro 2, p. 19.
145
49
asignaturas se mencionaba la de geografía astronómica, astronomía práctica y principios de
construcción.149
2.2 Antecedentes de las actividades políticas y proyectos científicos en algunos ingenieros de
Minería
El análisis de Érika Pani sobre la clase política mexicana que sirvió durante el Segundo imperio,
ha indicado que ésta “se trataba, al parecer, más bien de profesionales, de técnicos – ingenieros y
matemáticos, académicos – que de fieros jefes militares sin más escuela que el campo de
batalla”.150 Entre los profesionistas que agrupaban a los imperialistas había nueve ingenieros –
repartidos entre los de San Carlos y Minería. La importancia de ellos para el Estado, según el
ministro de Instrucción Pública en el Imperio Manuel Siliceo, y como veremos después, radicaba
en que los ingenieros “tenderían a descubrir y aprovechar nuestros cuantiosos elementos de
riqueza en las materias primas”,151pues, “la eficiencia y la fuerza de acción del gobierno, por
medio de la administración y las leyes científicas, se habían convertido en elementos
imprescindibles para quienes querían gobernar”.152
De aquellos que sirvieron a la burocracia durante el imperio de Maximiliano, destacaron
los ingenieros: Joaquín Velásquez de León, Manuel Orozco y Berra, José Salazar Ilarregui, Luís
Robles Pezuela, Francisco Jiménez, Joaquín de Mier y Terán, Juan Cecilio Barquera y José
Joaquín Arriaga.
Miembros del primer grupo generacional fue Orozco y Berra, quien destacaría por su labor
geográfica para el proyecto de administración territorial y ser director del Museo Nacional además
149
Entre otras cosas, trata de trasladar la escuela práctica de minas de Guanajuato a Pachuca, además de crear otra en
Fresnillo. RAMÍREZ, 1891, p. 426-427.
150
PANI, 2001, p.196.
151
Citado en PANI, 2001, p.196.
152
PANI, 2001, p.187.
50
de Consejero de Estado153; y Velásquez de León, por su labor diplomática en Roma, en
representación de los intereses del Segundo imperio. Pertenecientes al segundo grupo tenemos a
Salazar Ilarregui, quien sería Subsecretario de Fomento en 1863,154ministro interino de Estado en
1866 y Comisario imperial de Yucatán en 1867;155 Luís Robles Pezuela quien fue Ministro de
Fomento de 1864 a 1866 y comisario imperial en San Luís Potosí156. Del tercer grupo, tenemos a
Francisco Jiménez quien fue Subsecretario de Fomento Interino en 1865157 y Subsecretario en
1866;158 Joaquín de Mier y Terán fue nombrado Ministro de Fomento en 1866159y Regidor del
Ayuntamiento de la Ciudad de México; y Juan Cecilio Barquera, nombrado auditor en el Consejo
de Estado en 1865160 y Subsecretario de Instrucción Pública y Cultos en 1866.161
De la cuarta generación, podemos nombrar el caso de José Joaquín Arriaga, quien fue
gobernador de México en 1863 y tuvo a cargo el ramo de Caminos del Ministerio de Fomento, fue
director del camino entre Puebla y Perote, al cual se le agregó después el tramo de Puebla a
Jalapa; fue inspector del Consejo de Caminos y Puentes en 1865 e inspector general del centro de
Puebla.162
Como se ha apreciado, el Ministerio de Fomento sería la oficina donde tendrían más
participación los ingenieros en el Segundo Imperio, y en general en todo el tiempo en que el
Colegio dependió de esta Secretaría. De hecho, en diversa documentación se hace referencia a los
profesores como empleados del Ministerio por su dependencia a la misma Secretaría. De acuerdo
con lo que revisamos, fueron en total 27 ingenieros los que tuvieron cargos políticos o se
153
PANI, 2001, p.369.
Tomó el cargo en junio de ese año. RAMÍREZ, 1891, p.436.
155
ENCICLOPEDIA, 1977 y PANI, 2001, p. 371.
156
Después de Nicanor Herrera. Véase PANI, 2001, p.371.
157
Nombrado el 30 de noviembre. RAMÍREZ, 1891, p.462.
158
Nombrado el 28 de abril de 1866. SOSA, 1884 a, p.528.
159
Fue nombrado el 14 de septiembre. RAMÍREZ, 1891, p.475.
160
PANI, 2001, p.370.
161
Fue nombrado el 23 de septiembre. RAMÍREZ, 1891, p.475.
162
Trabajaron bajo sus órdenes los ingenieros Ángel Bezares, Juan de Francisco Martín, Ignacio Monterde y
Fernando Iñigo.,véase RAMÍREZ, 1900.pp.10-12
154
51
involucraron en los proyectos del Ministerio, de 1863 a 1867. Esto representa 24.5% de la suma
de los 110 ingenieros de Minería en la Ciudad de México, según las listas localizadas. Como ya se
mencionó, tres serían Subsecretarios y dos Secretarios; veremos que otros trece ocuparían cargos
burocráticos dentro del Ministerio; siete serían Inspectores de Caminos, y al menos seis serían
miembros de la Sección Científica del Ministerio.
Mucho antes de la Intervención y Segundo Imperio, algunos ingenieros tenían experiencia
como funcionarios públicos en diversas ramas de la burocracia, ellos son: Manuel Orozco y Berra,
Manuel Ruiz de Tejada, Velásquez de León, Blass Balcárcel, Salazar Ilarregui, Sebastián Segura y
Francisco Díaz Covarrubias. Seis de ellos, ocuparon puestos públicos en Secretarias o Consejos de
Estado; cuatro fueron diputados; dos fueron regidores; uno fue parte de la burocracia en el poder
Legislativo; otro en el poder Ejecutivo en un estado; otro en el servicio diplomático; y, un caso
averiguado fue militar por 10 años. Por último, en el esquema 2 podemos apreciar los diferentes
proyectos científicos, instituciones, y asociaciones científicas, en los que algunos de los ingenieros
arriba referidos, pertenecieron antes y durante el periodo a observar en los siguientes capítulos.
Conclusión
En las páginas anteriores se ha observado cuáles fueron las fuerzas que impulsaron la
creación del Colegio de Minería y garantizaron en buena medida su sostenimiento en los años de
vida independiente. Contó con el apoyo del sector económico más productivo de periodo colonial
y con el apoyo de la Corona, auque condicionalmente, imponiendo sus propios parámetros
institucionales. Por otro lado, también tuvo a su favor la experiencia técnica de los mineros que lo
formaron, derivada de la búsqueda de una productividad más efectiva a través del mejoramiento
de técnicas, métodos e instrumentos para la extracción minera. Además, se benefició de la
presencia de sabios novohispanos y españoles ilustrados que nutrieron de conocimiento académico
52
al Colegio, formando su perfil institucional, conciliando la técnica y las teorías científicas en un
mismo espacio.
Desde la creación de la carrera de Perito Facultativo, el objetivo siempre fue formar técnicos
especializados para la explotación efectiva de las minas y siguió manteniéndose este perfil durante el siglo
XIX, por lo menos hasta los años que corresponden a este estudio.
Sin embargo, el Colegio, después de terminar el periodo colonial, tuvo que enfrentar muchos
obstáculos debido a la situación generalizada por la que pasaba el país, política y económicamente. En este
sentido, observamos que el Colegio tuvo que lidiar muchas veces con la intervención del Estado en los
planes internos de la institución, provocando conflictos con el gobierno por la forma de organizar y dirigir
el Colegio, ya que cada administración en el poder arribaba con un plan diferente de Estado promoviendo
distintos programas de educación superior en los que modificaban los planes internos del Colegio. Por otro
lado, el enfrentamiento radicó también en la destinación de fondos para el sostenimiento del Colegio, tanto
con el gobierno y con los acreedores del fondo minero cuando obtenían la concesión, debido a las
circunstancias económicas y políticas –en un contexto de luchas por el poder político donde se destinaban
fondos para la guerra, en un clima de endeudamiento, un aparato fiscal débil dependiente de prestamos,
entre otras cosas, y por otro lado, la baja en la producción de la minería–. Por eso, el Colegio tuvo que
lidiar con la dependencia –del Estado y de los mineros– en cuanto a la administración de los recursos,
principalmente, y la programación de los planes de estudio, ocasionando reclamos en donde se hicieron
presentes tanto profesores como estudiantes en distintos momentos. Estos conflictos muchas veces
pudieron combinarse con posturas políticas –como los reclamos a la falta de democracia en la institución o
de la imposición de prácticas religiosas– y, aparentemente, con algunas divisiones internas que trataban de
imponer o estaban a favor de alguna ideología o postura de gobierno. Aunque las divisiones internas
merecerían una investigación a fondo, tal parece que a veces hubo acuerdos y favoritismos entre ciertos
miembros del Colegio con el gobierno en turno, de acuerdo a la fidelidad hacia cierto régimen. No
obstante, en los casos expuestos y en las efemérides que reporta Santiago Ramírez, profesores y los
directores unían esfuerzos para enfrentar los retos que se presentaban y mantenían su prioridad para el
mejoramiento académico de la institución. Esto se reflejó en la toma de decisiones conjunta para el reclamo
53
y negociación de los recursos económicos al Estado. También se unieron esfuerzos en la transformación de
los programas de estudio y de las carreras para la explotación de minas que, si bien faltaría por investigar
qué peso tuvo la demanda industrial minera, sufrió de una especialización e introducción de nuevas
materias y por tanto de nuevos conocimientos.163
En cuanto al estudio de generaciones y casos de vida en algunos ingenieros, lo que se ha expuesto
atrás, es un intento para construir una biografía colectiva a nivel cuantitativo y –en menor medida–
cualitativo de aquellos registrados durante el Segundo imperio. Ya que las biografías consultadas refieren a
aquellos que fueron altamente reconocidos socialmente y participaron en cargos políticos, no se puede
decir que los ingenieros de Minas se caracterizaron por participar en la política, como pudiera ocurrir con
los jurisconsultos. Sin embargo, intentando caracterizarlos, tendremos en cuenta que los que más se
desempeñaron en estas labores fueron los ingenieros del primer y segundo grupo generacional; el tercer
grupo se encuentra la mayoría de los ingenieros que fueron catedráticos en el Colegio; en el cuarto y quinto
grupo se caracterizan los ingenieros que habían egresado recientemente y que aún estudiaban en el Colegio
durante el periodo de estudio (1858-1865). En éstos últimos, encontramos expresiones y signos de
manifestación política, como reflejo de las pugnas políticas por el poder desde 1853 en el país y
manifestaciones de solidaridad estudiantil frente a la autoridad de la institución y del Gobierno. En cuanto
a sus antecedentes científicos relacionados con el Estado –que en los siguientes capítulos se detallan
algunos– antes de 1862 se han identificado 5 proyectos, desde 1833 a 1861, en los que participaron 13
ingenieros en casi todas los grupos generacionales, en los que, por orden de antigüedad, destacaron las
labores de: Joaquín Velásquez de León, Manuel Orozco y Berra, José Salazar Ilarregui, Francisco Díaz
Covarrubias y Francisco Jiménez. En este tipo de antecedentes, las actividades se concentraron más en el
tercer grupo generacional, ya que destaca la Comisión Científica del Valle de México que empezó desde
1856 y continuó en 1861 con los trabajos de la Carta Hidrográfica y Geológica del Valle, reclutando –bajo
ciertas jerarquías– un ingeniero de la primera generación, otro para la segunda, cuatro ingenieros de la
tercera generación y tres de la cuarta (véase Esquema 2).
163
Lo que pone en cuestionamiento la supuesta naturaleza cerrada y retrógrada que al Colegio se le ha adjudicado,
creo que injustamente, tal vez, en comparación con los programas modernos a raíz de la Reforma de 1867.
54
55
II. Las primeras respuestas, 1862 y 1863
1 Reacciones del Colegio frente al avance de la intervención en 1862 y llegada de las tropas
francesas en 1863 a la Ciudad de México
En este capítulo se intentará mostrar cuáles fueron algunos de los acontecimientos ocurridos
dentro del Colegio de Minería por parte de algunos de sus ingenieros y exalumnos, rastreando
síntomas de reacción política, ya sea a favor o en contra de la intervención, y tratar de
observar de qué forma se dieron estas manifestaciones. Por ultimo, se pondrá atención en
algunos discursos de bienvenida por parte de algunos representantes del Colegio hacia el
nuevo gobierno establecido.
Para situarnos en el contexto de la época, el 18 de marzo de 1862 los franceses estaban
decididos a penetrar en el interior de México, llegando los refuerzos con el conde de
Lorencez, Carlos Fernando de Trille. El conde avanzó de Córdoba a Orizaba violando los
Tratados de la Soledad, disparándose las primeras balas el 19 de abril.1 Casi un año tardó el
gobierno francés para lograr tomar la Ciudad de México. Según José María Iglesias, para
mayo de 1863 el cuerpo expedicionario disponía cerca de 30 000 hombres a cargo del general
Forey. Un informe del Ministro de Hacienda francés revelaba que los gastos de guerra para la
expedición francesa en 1862, habían ascendido a 83 millones de francos, existiendo un déficit
de 35 millones, teniendo en cuenta los ingresos. Sin embargo, para 1863 el gobierno francés
se empeñaba en tomar la ciudad de Puebla y México suministrando un ingreso no menor de
110 millones de francos. Una vez tomadas aquellas ciudades, los gastos de la expedición de
México serían menores y se compensarían al encontrarse “en una región en que sus
provisiones serán más fáciles y menos onerosas”.2
1
2
DIAZ, 1981, p.866.
IGLESIAS, p.1987, p.162.
56
Frente a la expedición francesa que avanzaba hacia la Ciudad de México, dentro del
Colegio de Minería se mostraron las primeras reacciones al respecto. En abril de 1862, cinco
alumnos ofrecieron al gobierno republicano, por conducto del Ministerio de Guerra, sus
servicios en la guerra iniciada con Francia.3 Tres de ellos, son parte de los 110 ingenieros
conocidos a través de las fuentes ya mencionadas en el capítulo anterior: Manuel Rivera
Cambas,4 Javier Lavista y Felipe Zavalza. El 1º de mayo, 35 alumnos más se añadieron a
estos servicios, pidiendo además que se les proporcionara artillería e instrucciones para la
defensa del recinto. Además, el Ministro de Guerra, Pedro Hinojosa remitió al director del
Colegio Blass Balcárcel5 un oficio informándole que se enviaría al recinto una pieza de
artillería y un oficial instructor. De estos 30 alumnos, se tiene información de cuatro
pertenecientes a la cuarta generación6: Jacobo Mucharraz, Jacobo Blanco, Fernando Iñigo y
Mariano Reyes, quienes se titularían en 1865 y fueran practicantes de la Comisión Científica
de Pachuca para 1864.7
En los meses de septiembre y octubre, llegaban a México los generales franceses Elías
Federico Forey y Aquiles Bazaine con más refuerzos militares, cinco meses antes de tomar la
Ciudad de México. El Colegio de Minería continuaba sus actividades manteniendo relación
con el gobierno a través de Jesús Terán, ministro de Justicia, Fomento é Instrucción Pública
desde diciembre de 1861. Para el 26 de marzo de 1862, el Ministro mandó una circular a
todos los establecimientos para que dejen de exigir a los alumnos, el ejercicio de prácticas y
enseñanza religiosa. Es de suponer que para algunos de sus miembros y exalumnos de
3
RAMÍREZ, 1891, p.433.
Quien obtuviera su titulo de ensayador en 1862, y de minas hasta 1864. Este ingeniero es famoso por su obra:
México pintoresco artístico y monumental, 1880-1883, ya que entre sus ocupaciones científicas, se dedicaba
también a la historia. Otras de sus obras son: Los gobernantes de México…de 1873, y la historia de su estado
natal, Historia antigua y moderna de Jalapa.Mex.,1869-71. Véase, DICCIONARIO PORRUA,1995.
5
Ingeniero de minas y ensayador titulado en 1845.Ver datos biográficos en: LARA, 2000.p.56.
6
De aquí en adelante, nos referiremos al grupo de generaciones que se ha propuesto para los ingenieros, con la
categoría de “generación”.
7
Como vemos, todos ellos titulados en los años de la intervención, los cuales entran el conjunto de la última
generación de ingenieros que estudiamos. Es por eso que los encontramos registrados en las fuentes que
consultamos, las cuales fueron hechas durante, y después del periodo. Mientras tanto, tendremos en cuenta que
estos dos últimos, a pesar de tener una idea en contra de la intervención, no rechazaron después el llamado del
Ministerio de Fomento para participar en dicha comisión en 1864. Incluso Jacobo Blanco, a nombre del Colegio
de Minería, fue designado a participar en los actos públicos de llamada “Junta Patriótica” el 15 de septiembre de
1863, a nombre del Colegio de Minería. RAMÍREZ, 1891, p.434.
4
57
entonces, tales como Santiago Ramírez, José Salazar Ilarregui, José Joaquín Arriaga y
Joaquín Velásquez de León, no verían con buenos ojos esta disposición, como se vera más
adelante tanto en sus expresiones emotivas como en sus rasgos biográficos.8 Entre tanto,
Balcárcel, sólo contestó de enterado.9
No obstante, Ramírez reseñó que en el mes de marzo, el director Blas Balcárcel, los
profesores y empleados del Colegio, firmaron un acta de protesta contra la intervención, la
cual fue remitida al Ministerio de Fomento. Al acusar de recibo el 31 de marzo, Terán
además dispuso que fueran destituidos los catedráticos cuyas firmas no aparezcan en ella, sin
embargo no hay noticia acerca de si procedió alguna exoneración ni se conoce dicha lista.
Luego de un año de que las tropas francesas libraron su camino a través de México,
finalmente entraron a la capital en junio de 1863. Varios años después, uno de los alumnos,
Antonio García Cubas, recordaba cuales sus impresiones al respecto:
Yo vagaba por las calles observándolo todo, sin participar como otros muchos, del contento
general, por que conservaba en mi espíritu ese vago presentimiento que de él se apoderó desde el
momento en que se inició la intervención extranjera, a la que consideré como fuente de
calamidades y desgracias para el país.10
Sin embargo, este alumno, que es recordado como una celebridad en el ambiente intelectual
decimonónico, en los siguientes años del periodo que me ocupa, despuntó en su profesión
participando en tres comisiones científicas, una extranjera y dos siendo integrante del
Ministerio de Fomento.
Una vez que se tomó la ciudad de México, en junio de 1863, por parte del ejército
francés se organizó un nuevo poder Ejecutivo. Se formó una Junta Superior de Gobierno,
compuesta por 35 personas, donde tres ciudadanos mexicanos ejercieran el poder Ejecutivo.
Además, se instaló – 8 de julio – una Asamblea de Notables compuesta por 215 individuos,
8
RAMÍREZ, 1891, p.434.
RAMÍREZ, 1891, p.435.
10
GARCÍA CUBAS, 1960, p.650.
9
58
la cual votaría por la monárquica moderada como forma de gobierno definitiva.11 Uno de los
miembros de aquella Junta fue Joaquín Velásquez de León; mientras que en la Asamblea de
Notables se distinguieron los nombres de Joaquín de Mier y Terán, Manuel Orozco y Berra,
José Salazar Ilarregui y Sebastián Segura. Ingenieros maduros, que fluctuaban entre los 34 y
los 60 años de edad, en promedio alrededor de los 45 años, y pertenecientes a las tres
primeras generaciones.12 Con excepción de Mier y Terán, los que más experiencia tenían en la
política eran los del primer grupo: Velásquez de León y Orozco y Berra, en especial el
primero de éstos. De acuerdo con sus rasgos biográficos, al menos Joaquín Velásquez de
León y Sebastián Segura, eran de convicción conservadora y defensores acérrimos de la
religión católica, como se verá adelante. Acerca de Velásquez de León, García Cubas lo
describía, haciendo la siguiente comparación con Miguel Lerdo de Tejada:
Don Joaquín Velásquez de León, hombre de edad madura y de carácter adusto por temperamento,
formaba contraste con Don Miguel Lerdo, hombre de menos edad, jovial y comunicativo, y sólo
tenían ambos como punto de contacto la buena educación, la inteligencia y la honradez.
Conservador aquél y reformista este, probable era que germinaran en el corazón de uno
sentimientos repulsivos respecto del otro, mas si tal antipatía existió, jamás la revelaron.13
La Asamblea ofreció la corona a Maximiliano de Habsburgo y dio el título de Regencia
al poder Ejecutivo. En él se instalaron los trabajos de los diferentes ministerios, entre ellos el
de Fomento, cuyo subsecretario designado fue José Salazar Ilarregui, quien expidió un
decreto para el presupuesto del Colegio, el cual fue de $ 26,730 pesos, repartidos en éste y su
Escuela Practica.14
11
Dicha Asamblea presentó un dictamen en el que la nación adoptaba la monarquía moderada, hereditaria, con
un príncipe católico, el cual debía ser Maximiliano de Habsburgo. DIAZ, 1981, p.869.
12
ENCICLOPEDIA, 1977, pp. 603 y 604. También figuraban los nombres de los ingenieros civiles: Ramón
Agea y Manuel Álvarez, de la Academia de Bellas Artes de San Carlos.
13
Refiere cuando ambos trabajaban en la secretaría de Fomento a principios de la década de 1850.GARCÍA
CUBAS, 1986, p.591.
14
RAMÍREZ, 1891, p.436. Recibió su titulo de ingeniero topógrafo en 1846, y el de geógrafo en 1856,
perteneciendo así a generaciones muy distantes, fue uno de los únicos tres ingenieros geógrafos registrados en
las fuentes consultadas. Como veremos después, fue parte de dos cuerpos científicos en este periodo de estudio,
tales como la Academia Imperial de Ciencias y Literatura y la Sociedad de Geografía y Estadística. También se
destaco como uno de los miembros más cercanos e importantes en la burocracia de Estado.
59
Cabrá preguntarnos ahora, ¿cuáles fueron los cambios ocurridos al interior del Colegio,
tanto en su plan de estudios como personal académico que lo integraba? Dentro de los
segundos, el más importante fue, de nuevo, la sustitución del director Balcárcel, por Joaquín
Velásquez de León,15 quien junto con Juan Nepomuceno Almonte, fue una de las personas
comisionadas para ofrecer la corona a Maximiliano en Trieste el 2 de octubre de 1863.16
Teniendo como propósito reanudar los trabajos interrumpidos en el Colegio, a raíz de
los acontecimientos suscitados el 1º de agosto, se formó una Junta Facultativa, integrada por
los profesores: Joaquín de Mier y Terán, Patricio Murphy y Agustín Barroso.17 En noviembre
se publicó por parte de José Salazar Ilarregui, una relación de los individuos que integraban la
organización jerárquica del plantel, en donde se nombraba subprefecto de estudios a Santiago
Ramírez y como subprefecto a Carlos Romero.18 Entre los que figuran como nuevos
profesores se encontraba el catedrático de religión, Gil Alamán;19 Francisco Hermosa en
aritmética, álgebra y geometría;20 el recién titulado Miguel María Ponce de León,21 en la clase
de aplicación, geometría analítica y ambas trigonometrías;
Manuel Rivera Cambas, en
mecánica racional e industrial;22 Juan Terán, como preparador de física;23 el alumno Francisco
15
Joaquín Velásquez de León ya había sido director dos veces. En septiembre de 1853 sustituyó al director José
María Tornel y Mendivil por causa de muerte, ocupando este puesto hasta el 8 de agosto de 1855. Pide licencia
por dos años y regresó al mismo puesto el 1º de Marzo de 1858. Ocupa este puesto hasta 1861, cuando lo
sustituye Blas Balcarcel, quien fuera nombrado por el gobierno constitucionalista inmediatamente después de
tomar la ciudad de México. RAMÍREZ,1891,p.404-425; RAMÍREZ, 1900,p.84. Por su parte Blas Balcárcel,
había sido director interino en 1847 , repitiendo en 1856. Según Ma. Eugenia Lara, había subido de jerarquía en
el Colegio de Minería por escalafón. Dentro del gobierno de Juárez, había sido representante del Distrito Federal.
Ver: LARA,2000,p.56.
16
ENCICLOPEDIA, 1977, p. 610.
17
RAMÍREZ,1891,p.438
18
Ingeniero de minas y ensayador en 1862. Ver: ROBLES, 1866, p.359-364 y MAILLEFERT, 1992, p.286-287.
19
En las palabras de Salazar Ilarregui “…un sacerdote popular entre nosotros” quienes todo mundo se inclina a él
por ganas del “profundo respeto que inspiran la verdadera virtud, el sólido saber y el claro talento…” ver:
ANUARIOS,1994, p.7. En el imperio de Maximiliano fue consejero de Estado. PANI, 2007, 2001, p. 370.
20
Según las listas de profesores en los actos públicos “presentados y sustentados por los catedraticos”, revisadas
en RAMÍREZ,1891, no vemos que existiera esta asignatura, pues vemos sólo la clase de “matematicas”, ya que,
al menos de los años de 1854 a 1860, la ejercía casi en todos, Joaquín de Mier y Teran y Blass Balcárcel.
21
Quien se graduara de topógrafo en 1859 fuera también arquitecto por la Academia de San Carlos, según "Lista
nominal de los ingenieros titulados en la Escuela Imperial de Minas con expresión a las fechas de sus exámenes
de sus exámenes o títulos" en ROBLES,1866.
22
Ver pie de pagina 5.
23
Aparece como arquitecto en 1866 por la Academia de Bellas Artes de San Carlos y aún profesor en Minería
hasta 1867. Vease: MAILLEFERT ,1992. y ROBLES,1866.
60
Villar, en la clase de preparador de química;24 y Agustín Barroso, como profesor de botánica,
zoología y principios de anatomía.25
Respecto a los cambios en el Plan de Estudios, Salazar Ilarregui comentaba que: “Sin
aumentar ni disminuir de los estudios subsistirán en las clases las mismas materias, modificando
simplemente su estudio de unas á otras” En contemplación con los planes anteriores, surgen a la
vista nuevos cursos que bien pudieron ser complemento de los ya existidos: principios de
anatomía, química inorgánica y legislación de minas. Al parecer, cambian de nombres las
asignaturas: principios de constricción, por principios de arquitectura y, dibujo de paisaje y
lineal (1861), por ornato y paisaje.26 El cambio que llama más la atención es la introducción
de la clase de religión, cuyo profesor designado fue Gil Alamán, al parecer, en respuesta a las
políticas liberales consideradas “antirreligiosas”.27 Para nuestro conocimiento, dicha clase
sólo se había abierto una vez, en 1854, cuyo profesor designado fue Miguel Velásquez de
León. Al instaurarse el gobierno liberal al siguiente año, la clase quedó borrada de los planes
de estudio por casi diez años.
En la nueva planta de profesores, observamos que cuatro de ellos no habían sido
catedráticos del Colegio, sino hasta 1863.28 Uno de ellos, Agustín Barroso, perteneciente a la
tercera generación, y tres de ellos corresponden a la cuarta: Manuel Rivera Cambas, Miguel
Ponce de León y Francisco Villar. Ponce de León se había graduado también en la Academia
de Bellas Artes de San Carlos,29probablemente en este cambio de organización, pudo haber
una sustitución de personal, puesto que no encontramos a algunos profesores que, si bien, no
de manera continua, venían dando cátedra al menos desde 1853, tales como: Antonio del
Castillo, –segunda generación– Xavier Stavoli, Miguel Bustamante y Juan Barquera,
24
Quien se titulara como ensayador en 1863 y como ingeniero de minas al siguiente año. Ver: ROBLES, 1866,
p.359-364 y MAILLEFERT, 1992, p.286-287.
25
Titulado como ensayador en 1852, y como ingeniero de minas en 1855. Al parecer, muy especializado en la
zoología. TRABULSE, 1985,vol.5.
26
RAMÍREZ, 1891, p.439.
27
RAMÍREZ, 1891, p.438.
28
Según lo que se ha observado en los Actos públicos de 1853 a 1863. Debe hacerse la aclaración que estos
actos no reflejan el total de las clases. Ver: RAMÍREZ, 1891, pp.364-439.
29
ROBLES, 1866, p.359-364.
61
pertenecientes a la tercera generación. Se puede suponer que algunos de estos ingenieros de
la tercera y cuarta generación, pudieron haber sustituido a aquellos de la segunda y tercera
generación. Rivera Cambas pudo haber sustituido a Juan Barquera o Miguel Bustamante,30
quienes en años anteriores daban la clase de mecánica y Agustín Barroso pudo haber
sustituido a Xavier Stavoli en la clase de zoología.
Se podría suponer lo anterior, ya que, como se mencionó, antes de la ocupación
francesa, se hizo una lista de profesores que estaban en contra de la intervención. Por eso,
podemos pensar que entre los ausentes, hubo quienes fueron destituidos, o que decidieron
separarse del plantel para no cooperar con el nuevo régimen en la capital del país.
Al menos se ha sabido que, antes de la ocupación francesa en la ciudad de México,
Antonio del Castillo había estado ausente desde marzo de 1862, encontrándose en Taxco
Guerrero realizando “algunos trabajos de minas, en obsequio á su decadente minería”.31
Escribía en marzo de 1863, que aún no había regresado a la ciudad por “las difíciles
circunstancias que guarda el país con la intervención extranjera”,32 así que pedía prorroga al
entonces Ministro Jesús Terán para permanecer en Taxco cuatro meses más, escribiendo:
“entretanto cesan las referidas circunstancias, ó antes si me fuere posible en lo que recibiré
gracia”.33 En otra carta, en abril del mismo año, Blass Balcárcel, director del Colegio,
contestaba al entonces Ministro Jesús Terán que no había inconveniente por parte del Colegio
para que tal prorroga se concediera. Ahí mencionaba que Castillo era profesor de mineralogía
y geología34. Para 1863 la primera no estaba mencionada en la planta de profesores y la
segunda estaba asignada para Próspero Goizueta.35 No se ha sabido cuanto tiempo más estuvo
30
Sin embargo, no se limitaban sólo a esas asignaturas.
Carta de Antonio del Castillo al Ministerio de Justicia e Instrucción Pública, Taxco, 14.V.1863, en AGN,
Justicia Imperio, Vol. 8, f. 442.
32
Carta de Antonio del Castillo al Ministerio de Justicia e Instrucción Pública, Taxco, 14.V.1863, en AGN,
Justicia Imperio, Vol. 8, f. 442.
33
Carta de Antonio del Castillo al Ministerio de Justicia e Instrucción Pública, Taxco, 14.V.1863, en AGN,
Justicia Imperio, Vol. 8, f. 442.
34
Carta de Blass Balcárcel a Jesús Terán, ministro de Justicia e Instrucción Pública, 9.IV.1863, en AGN, Justicia
Imperio, Vol. 8, f. 443.
35
RAMÍREZ, 1891, p.438. Aunque se ha referido que Goizueta había sustituido a Castillo desde 1854 en ambas
clases. Véase: DICCIONARIO PORRUA, 1995.
31
62
Castillo en Taxco. En los años siguientes no se ha encontrado información acerca de su
actividad dentro del Colegio, sin embargo, fuera de el, como se vera después, tuvo una
participación científica importante durante los años del Segundo imperio.
Dentro de las respuestas en contra del régimen, encontramos a dos figuras importantes,
tanto por su participación dentro del Colegio, como su actividad política, ellos son: Blas
Balcárcel y Francisco Díaz Covarrubias, miembros de la segunda y tercera generación,
respectivamente.
El exdirector Balcárcel, pudo haber tenido alguna diferencia política con el nuevo
gobierno, e incluso con algunos de sus colegas ingenieros, ya que, se ha escrito que Balcárcel
fue una “figura prominente entre los liberales”36, además de ser un “sabio en ingeniería,
aunque su ingenua y humilde modestia le hicieron pasar por una medianía entre sus enemigos
políticos”.37 Fue diputado en el Congreso por el Distrito Federal en 1856, participando en los
debates en torno al constituyente.38 Se podría pensar que fue un liberal moderado, o al menos,
un liberal pragmático gracias a su formación profesional ya que, en tal Congreso, discutió
sobre las consecuencias de la desamortización de bienes rústicos, pues sostenía que “‘el
pensamiento era bueno pero el desarrollo defectuoso’, pues la ley no beneficiaría sino al clero
y a los especuladores”.39
Balcárcel, al igual que otros como Francisco Díaz Covarrubias, abandonó la Ciudad de
México de 1862 a 1867. Acompañó a Juárez en estos años, ocupando la “cartera de ministro
de Fomento […] y posteriormente volvió a ocupar el mismo cargo bajo las órdenes de Lerdo
de Tejada”. 40 En 1867, participó en la transformación del Colegio de Minería en Escuela
Especial de Ingeniería y fue su director hasta 1876. No era la primera vez que Balcárcel
abandonaba su puesto de director en el Colegio, al menos de 1855 a 1867, Balcárcel y
Velásquez de León se sucedieron la dirección del Colegio –1855, 1858, 1860, 1863–
36
LARA,2000,p.56
LARA,2000,p.56
38
LARA,2000,p.56
39
PANI, 2001, p. 141.
40
LARA,2000,p.56
37
63
precisamente en los años donde transitaban los gobiernos liberal y conservador en la Ciudad
de México. Cada facción nombraba a su ingeniero favorito para la dirección del Colegio,41
contemplando, al parecer, su alineación al poder que transitaba y conforme a los principios
políticos que, como ya lo vimos, ambos representaban.42 No se puede sostener, si había, en
efecto, un antagonismo declarado entre los dos ingenieros, ya que para los asuntos internos
del establecimiento, en varias ocasiones tuvieron que actuar de manera conjunta. De hecho en
la sucesión de 1855, Velásquez pidió licencia para separarse de su cargo por dos años,
entregando la dirección interina a Balcárcel “en virtud de la facultad que le concedió el
presidente”.43En 1858, Balcárcel, al ser sustituido de su puesto, permaneció en su clase de
matemáticas, y fue parte de una comisión de profesores para tratar el asunto del presupuesto
en 1860.44 Si bien, no podemos asegurar que hubo un antagonismo declarado entre ambos
ingenieros, cabe el hecho que ambos representaban posturas políticas y sociales muy distintas.
Velásquez era de ideología conservadora y Blass Balcárcel era un reformista, tal como Lerdo
de Tejada en la comparación que hizo García Cubas.
Velásquez de León tenía ascendente español de 2ª generación patrilineal y matrilineal.45
Perteneció a una familia de tradición minera dentro de la elite peninsular, donde podemos
encontrar también militares y funcionarios públicos. Su abuelo paterno era “uno de los
españoles más distinguidos de su época”, pues formaba parte del Consejo Real, ya que era
subsecretario del Virreinato y Oficial Real de Veracruz. Su tío segundo paterno, fue Joaquín
Velásquez Cárdenas y León, formador de las Ordenanzas de Minería y dueño de varias minas
en Temascaltepec; su padre Juan Felipe Velásquez de León fue dueño y administrador de
minas (entre ellas las de su primo), director del Mineral del Monte, diputado de minería, y
41
Para los nombramientos de 1861 y 1863, véase: RAMÍREZ, 1891, pp. 384 y 437.
Según Marco Antonio Moreno, a partir de 1863 “los centros educativos superiores fueron modificados,
cerrados y vueltos a abrir en varias ocasiones. En cada una de ellas, la estructura que se daba a la educación
dependía del partido en el poder. Este proceso sólo terminó al triunfo definitivo del partido liberal en 1867”.
Véase: MORENO, 1986, p. 301.
43
RAMÍREZ, 1891, p. 384.
44
Aunque después fue sustituido por Salazar Ilarregui “por excusa del Sr. D. Blas Balcárcel, nombrado
primitivamente”. RAMÍREZ, 1891, p. 422.
45
Se tiene que mencionar que de este ingeniero, es del que más tenemos datos, ya que de los demás no se han
encontrado biografías tan extensas. Ver: RAMÍREZ, 1885.
42
64
diputado general del Tribunal de Minería.46 Como miembro de la primera generación,
Velásquez de León tenía gran experiencia como ingeniero, ya que su conocimiento lo aplicó
desde muy joven en el servicio de las armas, dentro de la insurgencia en la guerra de
Independencia.
Con el objetivo de estar prevenido de una reconquista española, el gobierno recién
independizado lo nombró, en 1825, jefe de una comisión científica que estudió la costa del
Seno Mexicano y de la sierra Alta de la Huasteca, presentando, entre otras cosas: “noticias,
estados, itinerarios, cartas y planos topográficos é hidrográficos de las barras de Tampico y
Tuxpan”.47 Participó como ingeniero geógrafo en la Comisión de Estadística del Estado de
México, organizada en 1828 por el ingeniero Tomás Ramón del Moral. Ahí ayudó en la
realización de trabajos astronómicos, geológicos y mineralógicos, a lado de Ignacio Alcocer,
miembro de su generación.48 Una vez retirado del ejército, en 1833 se le hizo Socio
Numerario del Instituto Nacional de Geografía y Estadística,49 creado ese mismo año, donde
realizó diversos estudios geológicos.50
En 1835, Velásquez, a sus 32 años, fue pensionado para viajar a Roma en calidad de
estudiante de arquitectura dentro de una legación que representó a México en la Corte
Pontificia. Se le comisionó además para “que en los países por donde pasara la Legación,
estudiara los sistemas adoptados para la construcción de cárceles, caminos, obras hidráulicas,
establecimientos científicos, y en una palabra, todos los detalles susceptibles de aplicación en
un país que comenzaba su existencia”.51 Debo mencionar que, la acepción de arquitectura era
muy amplia, ya que comprendía, según José Justo Gómez conde de la Cortina: “la
conservación, la seguridad, y la comodidad, y que contribuye no menos al placer que á la
46
RAMÍREZ, 1885, p.15-17.
RAMÍREZ, 1885, pp.30-31.
48
RAMÍREZ, 1885, pp.33.
49
En principio, se su objetivo fue la formación de la Estadística Militar. Esta fue, según Ramírez, “la piedra
angular de la primera de nuestras Sociedades Científicas, formaron parte las figuras más prominentes en el
Ejército y en las Ciencias…”RAMÍREZ, 1885, p.45.
50
RAMÍREZ, 1885, p.39.
51
Esta Legación se apegaba a la ley del 22 de octubre de 1824 que decretaba la remisión a Roma á los jóvenes
más destacados en diversos ramos de estudios con el carácter de pensionados para perfeccionar sus
conocimientos. RAMÍREZ, 1885, pp.39-40.
47
65
dignidad del hombre”,52 pues no sólo se le podía atribuir todo tipo de construcción de
inmuebles civiles y militares, sino también, se le designaban construcciones de barcos,
muelles, puertos y canales; y todo lo concerniente a obras hidráulicas.53 En este sentido, se
ocupaba de las tareas que luego se acomodaron en la creación de diversas carreras de
ingenierías. Recordemos que para el caso del Colegio esto fue hasta 1843. Luego de pasar por
Italia, la Casa de Moneda en México, encomendó a Velásquez la tarea de examinar las Casas
de Moneda en Filadelfia y Londres en lo que respecta a su maquinaria.54 En estos países
Velásquez se relacionó con Sociedades dedicadas a las Bellas Artes, ya que, dentro de ellas se
inscribía, y se inscribe aún, a la Arquitectura.55 En Roma:
[…] sus relaciones lo mantenían en contacto con la parte más florida de la sociedad, donde era
generalmente estimado, y su Santidad lo recibió en audiencia particular dándole señales y pruebas
de aprecio, cuando estuvo á recibir su bendición y sus órdenes antes de salir para la
República[Mexicana]56
A su regreso a México, fue nombrado director de la parte científica del Diario de
Gobierno. Según Santiago Ramírez, en este, y en varios puestos que estuvo:
52
Véase: “Arquitectura” en CORTINA, 1845.
“El arte ya al mismo tiempo la ciencia de construir edificios que á la convergencia de su destino reúnen la
solidez, la comididad y la belleza. Según el objeto á que se la destina, se divide la arquitectura en civil, militar,
naval, é hidráulica. Llámase civil , cuando su objeto es crear y construir edificios públicos y privados, destinados
al ornato de las ciudades y de los campos, y a todos los usos de la vida domestica: se llama militar cuando
enseña el modo de construir fortalezas, murallas, defensas y reparos para la seguridad de los estados, y
construcciónes para el alojamiento, abastecimiento y armamento de tropas: se le llama naval cuando enseña á
construir embarcaciónes, puertos, muelles, canales y otras fábricas maritimas: y finalmente la llamamos
hidráulica cuando tiene por objeto construcciónes en el mar, o en los rios, y en general, todas las que se dirigen a
condicir, elevar ó distribuir las aguas, y contener sus desbordamientos e irrupciones. […] Según su acepción
ordinaria y usual, se entiende por arquitectura, la que enseña á construir habitaciones para los hombres reunidos
en sociedad, y edificios de uso y utilidad públicos, erigidos á espensas de asociaciones, de compañias ó del
Estado. Véase: CORTINA, 1845.
54
Según Ramírez, la casa de moneda buscaba con esto obtener “la mayor economía en sus gastos y la mayor
velocidad y perfección de labores…” Velásquez debía formar una cotización de las mejores máquinas y sacar
modelos de las piezas grandes que pudieran ser construidas en México para pedir la autorización del Gobierno, y
enviarle los fondos necesarios para que efectuase las compras. RAMÍREZ, 1885, p.40-41.
55
Según el conde de la Cortina, el concepto de Bellas Artes era la: “Denominación particular y muy propia que
se dá á las cuatro principales Artes liberales , que son la Pintura, la Escultura, la Arquitectura , y la Música, y
que basta para indicar que la esencia de ellas consiste en la reunion de trabajos útiles y agradables, y que su fin
es ofrecer al hombre goces nobles y puros, presentando á su alma ó sus sentidos la perfección de las formas,
unida á la alteza de la idea, esto es, al vuelo por cuyo medio se eleva el pensamiento á una naturaleza ideal, que
es el tipo de la nuestra. Las Bellas-Artes no son mas que la ciencia de manifestar y realizar el pensamiento sin
necesidad de la palabra, traduciendo sobre el lienzo, dándole vida en el mármol, encumbrándolo ácia el cielo en
cúpulas y pirámides, y haciendo suspirar en sonidos armoniosos que responden á todos los sentimientos del
corazón del hombre”. CORTINA, 1845, p.37.
56
RAMÍREZ, 1885, p. 42.
53
66
[…] se ocupó de examinar las circunstancias en que se encontraba el país, considerando bajo el
aspecto científico; de someter á una crítica razonada el atraso de sus establecimientos de
Instrucción; de la propagación y aplicaciones de los conocimientos útiles; de la necesidad de
introducir los que faltaban, así como de reformar los existentes; de combatir la rutina en los
sistemas establecidos; y en una palabra, de plantear cuestiones de interés general, indicando las
más acertadas soluciones.57
Gracias a su pertenencia y acceso que tuvo al Instituto de Geografía y Estadística, al
archivo del Cuerpo de Ingenieros, y al de varios establecimientos científicos y de individuos
particulares, logró hacer un catálogo de mapas para la elaboración de una Carta General.58 En
1850, la Sociedad de Geografía lo comisionó para redactar la memoria que acompañó a la
Carta General de la República, la cual terminó en 1851 con el nombre de: Carta General,
Atlas y Portulano de la República. Sin embargo, su publicación no pudo ser posible debido a
la falta de fondos.
Volvió a viajar en 1840, esta vez a los Estados Unidos, nombrado encargado de
negocios mexicanos con los Estados Unidos. Ahí se relacionó y se hizo socio del Instituto
Nacional de Washington.59 A su regreso a México en 1843, fue nombrado Socio de Número
en el Ateneo Mexicano y ocupó cargos académicos dentro de la Academia de San Carlos y el
Colegio de Minería. Como ya se hizo mención, en 1853 fue ministro de Fomento y la
dirección del Colegio de Minería. En ese año también fue elegido para la comisión en la
organización de pesos y medidas.
Aparte de las ya mencionadas, Velásquez fue conocido y miembro distinguido de varias
sociedades científicas, no sólo en México sino en el extranjero. En enero de 1854 fue
nombrado Vicepresidente Honorario del Instituto de África, establecido en París para la
abolición de la esclavitud. En junio fue designado presidente honorario en la Sociedad
Universal para el estimulo de las Artes y la Industria en Londres. Es importante mencionar
57
RAMÍREZ, 1885, p. 44.
RAMÍREZ, 1885, p. 45.
59
RAMÍREZ, 1885, p. 54.
58
67
que, este puesto se otorgaba a aquellos que hubieran adquirido una justa celebridad por sus
trabajos y sus descubrimientos en las artes, las ciencias y la industria, y a los socios que
hubieran prestado servicios de importancia a la Sociedad, según su artículo séptimo.60 El 5 de
mayo de 1855, fue nombrado en París socio de la Sociedad Geológica de Francia, gracias a
sus trabajos en las áreas de la Historia Natural y la Geología.61 Tres meses después a
Velásquez se le concedió licencia para separarse de la dirección del Colegio.62
Por otro lado, tenemos a Francisco Díaz Covarrubias, un ingeniero más joven, de 30
años; Velásquez le duplicaba su edad y tenía 8 años menos que Balcárcel. Siempre fue uno de
los alumnos más destacado en el Colegio desde su ingreso.63 A la mitad de la carrera de
geógrafo, fue sustituto de cátedra en mineralogía, perteneciendo a la Junta Directiva de la
Escuela.64 Tenía relación académica y afectiva con Salazar Ilarregui, un bloque generacional
anterior a él, pues éste, quiso “llevar consigo al Sr. Díaz Covarrubias, á quien mucho
estimaba” para trabajar en la Comisión de Límites entre México y los Estados Unidos, como
consecuencia del Tratado de la Mesilla, sin embargo, el director por aquellos años, el general
Tornel, se opuso a su participación en la Comisión para que diera continuidad a sus
estudios.65
A sus 30 años, Covarrubias ya era una figura importante entre la comunidad científica.
En 1856 fue encargado de levantar la Carta Geográfica del Valle de México, donde puso en
práctica procedimientos muy exactos de geodesia y astronomía aplicada a la geografía.
Estableció la base en la que se apoyó la triangulación del Valle de México, la que a después
serviría en las expediciones realizadas en el distrito minero de Pachuca en 1864.66 También
construyó los aparatos de precisión para elaborar la Carta del Valle de México y corrigió los
60
RAMÍREZ, 1885, p. 85.
RAMÍREZ, 1885, p. 88.
62
En México perteneció a la Academia de la Historia, fue miembro de la Junta Permanente de la Industria
Nacional y concibió la publicación de los Anales Mexicanos “dando acceso a sus inteligencias y reuniendo los
datos y noticias susceptibles de influir en las mejoras materiales y morales.” La primera publicación fue en enero
de 1860 y sólo se imprimieron cuatro entregas. RAMÍREZ, 1891, pp.418-419.
63
SOSA, 1884 b, p.71.
64
LARA,, 2000, p.82.
65
SOSA, 1884 b, p.72.
66
SOSA, 1884 b, p.73.
61
68
cálculos geográficos que había hecho Humboldt, anteriormente, sobre la Nueva España.67 Al
golpe de Ignacio Comonfort en 1857, la comisión del Valle interrumpió sus labores,
continuándolas luego en menor proporción. A finales de 1857 calculó el eclipse de sol
ocurrido el 25 de marzo.68 En este año publicó: Determinación de la posición geográfica de
México, Sistema Métrico Decimal y Tratado de Topografía, Geodesia y Astronomía. 69 En
1861, formó la Sociedad Humboldt con aquellos que habían formado la carta del Valle de
México. Fue hasta 1862 cuando terminó la Carta hidrográfica del Valle, publicada en 1864
por Orozco y Berra.70
Poco antes de la ocupación francesa, había persuadido al gobierno federal para construir
un observatorio astronómico en Chapultepec, el cual funcionaría a través de un círculo
meridiano Ertel, comprado 20 años atrás por el Colegio Militar.71 Posteriormente fue
nombrado director del observatorio, el cual se creó por el Ministerio de Justicia y Fomento. No
obstante, el mal estado de la Hacienda Pública en aquellos momentos, no le permitió
emprender grandes gastos, obteniendo sólo $2,000 pesos para las construcciones más
indispensables, y sin gozar de sueldo alguno para él y su ayudante, el ingeniero de minas, de
su misma generación, Agustín Barroso.72 El observatorio siguió funcionando hasta el 31 de
mayo de 1863, a raíz de la salida del gobierno de Benito Juárez de la capital, cuando los
franceses tomaron Puebla.73 Después que los franceses tomaron la Ciudad de México,
Covarrubias salió de la ciudad rumbo a Tampico, en compañía de su amigo, de la cuarta
generación, el ingeniero de minas Manuel Fernández Leal.74 A pesar de ello, la Regencia
Imperial lo invitó para trabajar como astrónomo en la preparación de mapas, pero Covarrubias
67
SOSA, 1884 b, p. 73.
De hecho Sosa comenta que su pronóstico no obtuvo la confianza esperada dentro de la comunidad
científica. Incluso, hubo una pugna con otros astrónomos como Luis Varela. Para comprobar sus
cálculos, invito a varias personas a presenciarlo en su campo astronómico, cerca de de la garita de San
Lazaro, donde efectivamente fue atinada en su predicción. Entre las personas ahí reunidas estaban el
astrónomo Varela y el ministro de Fomento Manuel Siliceo. SOSA,1884 b ,pp.75-76.
69
LARA,, 2000, p.82
70
SOSA, 1884 b, p. 74.
71
PYENSON, 1993, p. 274.
72
SOSA, 1884 b, p. 77.
73
SOSA, 1884 b, p. 78.
74
LARA, 2000, p.8.
68
69
rechazó la invitación por declararse en contra de la intervención desde 1862. Mas tarde, la
Regencia Imperial escogió a Francisco Jiménez y a José María Margui, quienes instalaron un
telescopio inglés en la capital. Maximiliano, después designaría a Mattehew Fontaine Maury
para ocupar el puesto ofrecido a Díaz Covarrubias.75 Hallado en San Luis Potosí, Covarrubias
aprendió la fotografía dedicándose a esto en Tula, Tamaulipas.76 Ahí, también se dedicó a
hacer mediciones de terrenos particulares hasta el triunfo la república.77
Covarrubias también ocupó cargos burocráticos en el gobierno desde el triunfo del Plan
de Ayutla. Fue subsecretario de Fomento y jefe de la Sección Científica del Ministerio en
1862. Es aquí donde encontramos una correlación con Blass Balcárcel, ya que ambos
trabajaron como funcionarios en la misma Secretaría durante el mismo tiempo. Por estos años,
también se le comisionó para comprar instrumentos científicos en los Estados Unidos.
En 1867, al triunfo de la república sobre el imperio, fue nombrado oficial mayor de
Fomento, puesto que ocupó hasta 1876. Colaboró en el establecimiento de la Escuela
Nacional Preparatoria78 y en 1884 se trasladó a Europa como representante de México en
París.79 Además de científico, fue escritor, donde plasmo sus ideas simpatizantes al
liberalismo. Fueron conocidos también sus hermanos José y Juan; quienes al igual que él
fueron liberales. El primero fue un médico reconocido, y el segundo poeta y pasante de
medicina, quien fue fusilado a los 22 años, cuando Miguel Miramón tomó la Ciudad de
México en 1859 obligando a los republicanos a retirarse. Junto con Juan, también fueron
fusilados otros jóvenes, quienes como él fueron aprehendidos cuando auxiliaban a los heridos
75
PYENSON, 1993, p. 274.
SOSA, 1884 b, p. 78.
77
SOSA, 1884 b, p. 79.
78
El tres de febrero de 1869 fue nombrado subdirector de aquella escuela. El 14 de enero de 1871 obtuvo
licencia sin sueldo de la clase 2a de matemáticas en virtud de “encargarse de dirigir los ejercicios matemáticos
que deben hacer los alumnos que siguen la carrera de ingenieros durante los últimos años de sus estudios”.
Después es sustituido por Mariano Villamil, véase LEMOINE, 1995, 138. En este aspecto , se podría identificar
fuera de este estudio a aquellos ingenieros que no solo se mantuvieron trabajando cerca de la política y los planes
de Estado, sino que fueron sus protagonistas y supieron entablar una “comunicación y entendimiento” con el
poder para promover sus intereses científicos, a través de ciertas negociaciones y ajustes. Véase: AZUELA,
2005, p. 35. Sobre este tema, un texto que no se logró consultar es el de: Azuela, L.F. y R. Guevara (1988), “Las
relaciones entre la comunidad científica y el poder político en México en el siglo XIX, a través del estudio de los
farmacéuticos” en Aceves, P. (coord.), Construyendo las ciencias químicas y biológicas, Col. Estudios de
historia social de las ciencias químicas y biológicas, núm. 4, UAM –X. México, pp. 239-258.
79
LARA, 2000, p.82.
76
70
en batalla. Después fueron conocidos como los “mártires de Tacubaya” en la literatura
mexicana.80
Así como Blas Balcárcel, es evidente que Díaz Covarrubias tuviera suficientes razones
para no servir ni a la intervención francesa ni al imperio cuando se requirieron de sus
servicios; ya que, por una parte, había participado en diferentes proyectos y comisiones
científicas apoyadas por el gobierno republicano, así como de haber formado parte de la
burocracia del Ministerio de Fomento. La muerte de su hermano, por parte de los
conservadores, al mando de Miramón, pudo ser otro factor para reforzar su postura
“anticonservadora y anti-imperial”, por así decirlo.
Sin embargo, tal como observamos con Blass Balcárcel, la relación científica que tuvo
Díaz Covarrubias con otros ingenieros pudo ser cosa aparte de las convicciones políticas que
cada uno perseguía. Ejemplo de ello, es la creación de la Sociedad Humboldt, cuya
conformación la integraban los miembros de la Comisión del Valle de México, formada en
1856. Entre los ingenieros que pertenecieron a ésta, se hallaban algunos que, para 1863,
apoyaron al régimen monárquico y otros más, que siguieron trabajando para el imperio, a
excepción de su amigo Fernández Leal, que, rindiendo honor a su apellido, dio también la
espalda al imperio, acompañando a Covarrubias en su autoexilio. Entre los primeros
figuraban: Manuel Orozco y Berra y José Salazar Ilarregui, a quien guardaba estima.
Con la información conocida, se ha observado que, en efecto, hubo en pocos de los
casos, una división por parte de algunos ingenieros que no quisieron colaborar con el imperio.
Los antecedentes revisados hablan de una cooperación y relación científica, incluso amistosa
y siempre respetuosa, dentro y fuera del Colegio, entre los ingenieros, independientemente de
sus convicciones políticas. Como ya vimos, todos habían buscado esparcir y aplicar el
conocimiento científico para mejorar las condiciones materiales del país, cada uno en su
campo científico o político específico. Esta división pudo ser puramente circunstancial, en
80
Ver: LARA, 2000, p.84; y MARTINEZ, 1981, p.844.
71
respuesta de la misma presión que el poder político ejercía sobre cada ingeniero, no obstante
no hay que dejar de lado que, cada ingeniero tomó su propia decisión en la coyuntura de
1863, en relación con las influencias y las relaciones sociales que a cada uno rodearon y en
razón de una preferencia a una forma de gobierno determinada, al menos para los casos en los
que me he detenido un poco más.
La mayoría de los ingenieros de Minas, que permanecieron en la Ciudad de México o en
otras localidades, continuaron con sus labores profesionales, adaptándose, como lo venían
haciendo desde varios años atrás, a las circunstancias políticas que se seguían imponiendo; en
esta ocasión la reciente intervención francesa. ¿Cómo fue este proceso de adaptación en esta
última imposición?, ¿cuáles fueron las actividades en las que se desempeñaron? y, por tanto
¿qué papel le correspondió al ingeniero del Colegio en los proyectos de nación de la
administración imperial?
Una vez instalada la Regencia en la capital del país, trataremos de ver cuáles fueron los
argumentos usados para justificar al Segundo imperio por parte de aquellos ingenieros que lo
aceptaron, ya sea por convicción personal o por adaptarse a las circunstancias. Para tal efecto
se han revisado los discursos que se pronunciaron en el acto público de premiación a los
alumnos más destacados de su clase el 14 de diciembre de 1863. Más que observar el
propósito tradicional de tal ceremonia debemos, específicamente, tomarla en cuenta como el
primer contacto entre los miembros representantes del Colegio con los miembros
representantes del gobierno imperial, en este caso la Regencia Imperial.
2. La distribución de premios de 1863. Los ingenieros como sacerdotes de la ciencia
Antes de presentar este suceso explicaré, brevemente, en qué consistían los actos públicos de
premiación, así como la distribución de premios. Estos tenían, básicamente, la función de
72
mostrar las tareas de los profesores, los resultados logrados en la enseñanza, la difusión de los
descubrimientos realizados por los catedráticos, el planteamiento y resolución de los problemas,
y lo más relevante para todos: la presentación de los alumnos examinados por sus profesores
como una comprobación de los logros alcanzados en un año de trabajo.81
Resumiendo el sentido o significado de las palabras, que usualmente se escuchaban en
estas ceremonias, destacaban los:
Discursos y poesías, [que] se apegaban a un riguroso esquema que año por año se repetía, alabanzas al
Creador por su obra: la naturaleza; se impetraba y agradecía su protección; se ponderaban las
excelencias y bondades del Colegio, su papel protagónico como promotor y difusor de las ciencias
exactas y naturales, sus aportaciones a la industria minera en la que se fincaba la economía mexicana,
venero de felicidad y prosperidad de la nación. Se agradecía también el apoyo otorgado por los
gobernantes.82
Esta ceremonia se remontaba desde los primeros años de vida del Real Seminario de
Minería. El primer acto público se registra en 1796, con la presentación de los trabajos
científicos de Manuel del Río, quien el fuera primer catedrático del recinto. Personalidades tales
como Humboldt asistieron a los actos, como el presenciado en 1803. Desde ese entonces, y en
los años ulteriores de vida independiente, se repitieron los mismos patrones en los contenidos de
los discursos. Tales como elogios al gobierno por su protección a las ciencias y al mismo
Colegio, así como recomendaciones para su mejor mantenimiento. Se hacían apologías al
dogma católico, así como señas de orgullo nacional.83 En cuanto a su contenido comunicativo,
Leticia Mayer, quien se ha acercado a esta temática, ha caracterizado los actos públicos de la
siguiente forma:
El espacio de la cátedra se convirtió en un ritual compuesto por dos campos: por un una parte las
creencias religiosas, las políticas y los valores científicos, por otra las interrelaciones sociales y el peso
que cada uno de los catedráticos tenía en la vida académica y política del país. Esta práctica creó un
81
ANUARIOS,1994,p.XLV
ANUARIOS,1994,p. p.XLVI
83
ANUARIOS,1994,p.XXVIII
82
73
círculo basado en el prestigio: por una parte se le confirió al exponente, por otra el peso moral del
catedrático dio legitimidad a sus palabras. Es importante subrayar los dos ámbitos del contexto ritual:
uno, el del espacio simbólico en el cual desempeñan un papel importante los diversos objetos que se
utilizan como símbolos, y la interrelación que se da entre ellos. Todo este mensaje se desarrolló
además dentro del segundo ámbito del contexto basado en las relaciones sociales y los significados
culturales de la época.84
No fue sino hasta 1848, cuando esos actos públicos quedaron registrados en un documento
que sirvió como memoria de ellos el: “Anuario del Colegio Nacional de Minería”. Como se ha
dicho se proponía, divulgar y recomendar las aplicaciones de la ciencia en el país, promoviendo
a los científicos del establecimiento, buscándoles un reconocimiento nacional.85
A propósito del Anuario publicado en 1848, merece importancia, ya que, fue hecho
después de la guerra de Intervención estadounidense, plasmándose en ellos el sentimiento dejado
por la guerra. Entre los que pronunciaron discursos, estuvieron el ingeniero José Salazar
Ilarregui; 86 el presidente de la república, José Joaquín Herrera, y el ingeniero de minas José
Sebastián Segura. Estos, y otros científicos más, reflexionaron acerca del estado de la ciencia en
ese momento, ya que, no se había desarrollado aún una estadística nacional que permitiera
conocer al país, en cuanto a su geografía, población y recursos naturales. El territorio perdido
por los mexicanos, no tuvo oportunidad de ser conocido por la ciencia mexicana. Sin embargo,
se expresaron deseos por reparar esta pena y escalar en el descubrimiento científico del país. Un
discurso en 1849 de Sebastián Camacho87 en el Colegio de Minería expresaba:
[…] cuando los más dolorosos desengaños y las lecciones durísimas de la experiencia, han venido a
mostrarle [a México] toda la impotencia de los medios a que confiara su suerte y en los cuales había
88
creído fundar su prosperidad.
Después de este año, los Anuarios se publicaron hasta 1860. Para este momento, no sólo
se pronunciaron elogios y agradecimientos al gobierno, ya que en los discursos se trató de
84
MAYER, 1999.
ANUARIOS,1994,p.XXXIII
86
Quien sería comisionado para dirigir las operaciones para fijar los límites entre Estados Unidos y México
según el tratado de Guadalupe – Hidalgo.
87
Ensayador titulado en 1845 y arquitecto en San Carlos. ROBLES, 1866.
88
MAYER, 1999, p.177.
85
74
reclamar al gobierno conservador el apoyo para servir como intermediario entre los
propietarios mineros y el Colegio y exigirles la parte constitutiva e integra del fondo minero,
el cual era manejado por estos y destinado para el Colegio. 89 Se argüía la importancia en la
inversión en el Colegio ya que:
[…] los ingenieros formados en la teoría y en el laboreo y explotación de las minas y en el
beneficio de los diferentes métodos, [gracias a ellos] que era notorio el avance de la Minería, por
lo tanto, el Gobierno podía exigir su cumplimiento.90
Además, se demandaba a los propietarios que ocupasen a los ingenieros de minas y
beneficiadores de metales, para la dirección y el peritaje de las minas.91
Con lo anterior, nos podemos dar una idea, como comenta Mayer, de la función social
que conscientemente desempeñan los ingenieros del Colegio. Ellos pedían reconocimientos,
asumiéndose como autoridades en la materia, ya que pertenecían a la institución educativa
con más tradición científica y técnica tenía en México. Por lo tanto, instaban a la autoridad
política para que se les confiriera una utilidad consejera en los problemas referentes a la
industria minera, económicamente la más importante para el país, la cual era manejada por
manos experimentadas, pero que escapaban del conocimiento teórico y de los métodos y
técnicas avalados por los centros de acopio científico.92
Estando en el gobierno Juárez, los actos públicos en 1861, rompieron con la tradición de
exclusividad que caracterizaba al Colegio, ya que en la ceremonia de premios, se incluyó a las
escuelas de Medicina y Agricultura. Entre las manifestaciones en los discursos, destaca la
intervención que hizo el exalumno Luis Gonzaga Ortiz93 ante la inminente agresión extranjera
en puerta.
Y dime juventud ¿será que veas?
89
Véase pp.47-48.
ANUARIOS,1994,p.XXXVIII
91
RAMÍREZ, 1891, p.425.
92
Me refiero a la acumulación de conocimientos en un espacio creado por sabios que bien pueden ser
instituciones o sociedades científicas que validan ciertos conocimientos, formando un patrimonio científico que
se materializa en hechos científicos, como la creación de cartas geográficas o la publicación de artículos, véase:
AZUELA, 2005, p. 36.
93
No registrado en las listas de ingenieros que tenemos, hechas en Segundo imperio. Suponemos que, si bien fue
ex alumno, no fue titulado como ingeniero.
90
75
con faz serena y corazón ingrato,
hundirse en la vergüenza y el olvido
la cara y dulce patria;
… con mejor fortuna
de tus mayores se meció la cuna?
¿Verás indiferente que de extrañas
naciones, los guerreros
destrocen las entrañas
de la madre infeliz y que en el polvo
llorando esconda la abatida frente?94
Después de esta ceremonia no se registraron Actos Públicos, sino hasta 1863. Las Actas
se publicaron en el: Anuario de la Escuela Imperial de minas. Año de 1863, México, Imprenta
de J.M. Andrade y Escalante, 1864.
Para
analizar
sus
contenidos,
ha llamado la atención el aspecto de las
mentalidades.95Antonie Prost, relaciona las mentalidades con los contenidos culturales, que
determinan la identidad de cada individuo. Estos contenidos, construyen una conciencia de
diferenciación social, que se asume respecto a los demás. Esto lo podemos encontrar, en lo
que los ingenieros pensaban de sí mismos, y como organización institucional respecto al
papel social que ocupaban. Estas identificaciones, en muchos de los casos, rebasan la
objetividad, para elevarlas al nivel de lo “imaginario”.96 En este sentido, Carlo Ginzburg
invita a estudiar las mentalidades en un acercamiento de lo racional con lo irracional. Ideas
que pueden encontrar su origen en “las supervivencias, los arcaísmos, la afectividad, lo
94
ANUARIOS,1994,p.XXXIX
Este concepto, en primera instancia, puede tender a ser muy ambiguo, ya que diferentes autores relacionados
con la historia social y cultural, lo han utilizado en distintos enfoques. Sin embargo, se ha tomado algunos
aportes de autores que trabajan bajo estos tipos de historia.
96
Para tal efecto Prost, menciona el riesgo de “…caer en la trampa de las intenciones poco inocentes de sus
autores y salir de lo real para construir, con todas sus piezas, un objeto histórico imaginario.” Ver:
PROST,1999,p.141. Érika Pani, ha preferido el termino “imaginario” al hablar de los imperialistas y su
“imaginario político” ya que, de acuerdo con Quentin Skinner, el término es muy dinámico, pues contempla “el
complicado enramado de visiones del mundo; de símbolos y representaciones; de principios, aspiraciones y
prejuicios: de experiencias e influencias; de filias y fobias –las reprimidas y las que no lo están tanto– que
componen el horizonte intelectual y cultural que comparte un grupo de hombres. El imaginario es también la
“arquitectura ideal” mediante la cual ordenan “su” realidad. Al referirnos al imaginario, rescatamos tanto un
conjunto de ideas, como la matriz social e intelectual que las produjo”. Véase: PANI, 2001, p. 24.
95
76
irracional”.97 Revelan la “cosmovisión” de un individuo, donde se pueden apreciar sistemas
religiosos, aun en el terreno de la ciencia.98
Estas “formas de conciencia” ,99 o bien, el “imaginario” de los ingenieros nos pueden llevar
a formar una idea de cómo se asumían como ingenieros, lo que representa para ellos su
institución, y ésta como portadora de valores y creencias.100 La institución como algo que
podríamos llamar ideología, según Max Weber,101 las cuales se reproducen en las instituciones y
que se pueden originar a través de la permanencia de valores que identifican al grupo.102 Los
“instrumentos” o medios para que esto permanezca son este tipo de acontecimientos, donde
resplandecen los valores de la ciencia y la responsabilidad que obliga al científico a utilizarla
para las mejoras de su país. Como veremos, estos valores tienden, a través de figuras de
autoridad política o epistémicas, en convertirse en una guía para los miembros de menor
jerarquía de la institución y que de alguna manera se distinguen del conglomerado social,
dispuestos a convertirse en una autoridad intelectual.
En los discursos, encontramos diferentes tipos de apelaciones como las que acuden a la
emoción, utilizando elementos externos para apoyar sus argumentaciones. Es decir, pueden
apelar a la simpatía o popularidad de una idea, tendiendo hacia una generalización –como las
ideas religiosas–. Se observan las apelaciones a la piedad cuando se reluce la bondad de alguien,
97
Aunque Ginzburg lo sitúa en el campo de la cultura “subalterna”. Aquella que reinterpreta y enfrenta la
“cultura dominante”, de las elites sociales, en un sistema de “circularidad”. Véase: GINZBURG, 1976, p.28.
98
Benedict Anderson, también toca el terreno de lo imaginario. Las cosmovisiones como formas de explicar el
mundo de acuerdo a sistemas religiosos, ubicados desde edades antiguas y persistentes en un tiempo de larga
duración. En su estudio de Comunidades imaginadas. Reflexiones sobre el origen y difusión del nacionalismo,
estudia el cómo estas cosmovisiones, que llegaron a formar comunidades religiosas, se transformaron en
comunidades nacionales a través del tiempo largo- recordando a Braudel, quien nos dice, que dentro de la
historia, las estructuras que más permanecen en el tiempo son las mentales. ANDERSON,1993.
99
Un concepto muy extenso, que según Saurabh Dubé se refiere a los sistemas de creencia, practicas, ritos,
universo simbólico, producidos por las relaciones sociales y a las experiencias de trabajo. Ver: DUBE,2000,p.68
100
En este sentido Dubé, invita al estudio del papel del lenguaje, en cuanto a la percepción y transmisión de la
cultura. DUBE,2000,p.68.
101
Tomo la idea de “ideología oficial” de Max Weber, las cuales son desprendidas de un grupo humano en
específico, con una intencionalidad propia. La cual se manifiesta en una representación de fines prácticos hacia
algún sector social determinado, o hacia la sociedad en general. Estas se generan y reproducen dentro de una
institución, refiriéndose a una asociación de individuos en expresión de ciertos objetivos. ARON, 1970, pp. 76 y
84.
102
Muy acorde con lo anterior, para Alfredo Echegoyen, el imaginario “es una categoría analítica en la cual
englobar las representaciones simbólicas colectivas (concientes o no) detentadas, transmitidas, preservadas y
elaboradas continuamente por diversos grupos sociales, y que orientan los comportamientos y elecciones
colectivas de los mismos”. Citado en PANI, 2001, p. 24.
77
o para generar compasión; apelaciones a la autoridad cuando las palabras son pronunciadas o
hacen referencia a figuras de alto respeto, casi irrefutables.
Ejemplo de estas apelaciones, es el discurso del ingeniero y subsecretario de Fomento José
Salazar Ilarregui. En él, se advierten evidentemente muestras de simpatía hacia la Regencia del
Imperio y su confianza al nuevo director Velásquez de León por el hecho de ser uno de los
participes en “ofrecer la corona de nuestro hermoso país al joven soberano que el Eterno nos tiene
elegido.” 103 Como era costumbre en las ceremonias, Salazar agradeció la protección del gobierno
al establecimiento y a las ciencias. Acreditaba a la Regencia por su interés mostrado en el Colegio
en los cinco meses transcurridos; por dar orden inmediata de su apertura, comenzado los cursos
en julio; por el apoyo dado a la reparación de muchos instrumentos y aparatos; por el encargo de
numerosos libros y por la reedificación del observatorio y la construcción de otro. Mencionaba
[…] que están en obra varias mejoras materiales é indispensables, y que dentro de poco tiempo estará
montado el establecimiento bajo un pié bastante digno, para que aun en Europa llegue á adquirir la
reputación que sabrá merecer.104
Entre otras ideas, Salazar aludía a la providencia, ya que gracias a ella, se traería esperanza
al país, después de las experiencias amargas por las que había pasado. Desde una perspectiva de
regeneración, México tenía la ventaja de ser un país joven, en comparación con los países
europeos, capaz de tomar las experiencias de Europa para nutrirse, al mismo tiempo que borrara
y olvidara todas las calamidades pasadas.
A pesar de dar la bienvenida al imperio y reconocer las ventajas de Europa sobre México,
Ilarregui criticaba la perspectiva minimizada que se tenía acerca de México, pues decía
refiriéndose a los europeos: “Que no se olvide el anciano que fue joven, que el pobre enriquecido
se acuerde de su pasada miseria: mal hace el moribundo que se levanta en burlarse del
enfermo”.105
103
ANUARIO, 1864, p.6.
ANUARIO, 1864,p.8
105
ANUARIO, 1864, p.9.
104
78
Ilarregui expresaba su parecer contrario a la facción liberal, aunque no de manera directa,
ya que consideraba que aquellos revolucionarios, esforzados en ir en contra del orden,
desaparecerían en el tiempo y en el olvido: “Los hijos que nacen con gérmenes de un mal
heredado serán dignos de compasión, más no culpables”.106 Esto podría interpretarse como una
alusión a un vicio cultural del mexicano común, por su predilección a la guerra como producto
de su ignorancia. Evidenciaba su clara oposición al republicanismo, y puede ser que por
extensión a la influencia estadounidense en la política, pues, refería, las revoluciones habían
tenido “funestos modelos que imitar”.107 En contraste, declaraba su filiación por el gobierno
francés que:
[…] sin humillarnos nos favorece, que nos ayuda á reconstruirnos, sin avergonzarnos, y que tiene fe en
que seamos un pueblo grande, digno de estrecharle la mano en señal de vínculo perpetuo de amistad y
de digna gratitud.108
No obstante, desde su perspectiva, como funcionario del nuevo orden, Salazar prefería ser
conciliador, pues no declaraba abiertamente su preferencia política ni enemigos políticos, incluso
invitaba a la unión entre los mexicanos, olvidando las diferencias entre partidos. Prefería
mostrarse solamente interesado por el mejoramiento material y espiritual del país, aunque con las
preferencias que ya mencionamos. Y, deja marcado en su discurso que el daño a las ciencias lo
habían ocasionado las guerras intestinas que hasta ese momento se habían vivido. Se mostraba
conciliador y optimista, pero sólo con el porvenir que aseguraba el nuevo régimen.
Pero aun permitiéndoles que tienen justicia en censurarnos, concédanos al menos el mérito del anhelo
ardiente que existe entre nosotros, y hoy mas en nuestra juventud, por instruirse, por adelantar para
servir á la patria y compensarle en utilidad, honor y gloria cuanto ha carecido de hombres aptos, y
abundado en humillación por los extravíos de un gran número de hijos. No nos depreciemos nosotros
mismos, no nos odiemos, unámonos y pronto nos daremos á conocer, porque entre los mexicanos hay
sobrados genios para todos los ramos, sino que han sido arrastrados por el oleaje de las revoluciones á
orillas abrasadoras y estériles que darán, sin embargo, abundante fruto á la sombra vivificadora de la
106
ANUARIO, 1864,p.8-9.
ANUARIO, 1864,p.9
108
ANUARIO, 1864,p.9
107
79
paz, regadas con el rocío que produce el amor de hermanos, que se estrechan para ayudarse en su
felicidad.109
De acuerdo con su discurso, Salazar Ilarregui veía en la intervención y el imperio una
oportunidad única para el florecimiento de las ciencias a través de la imposición del orden, la
seguridad y la unión y trabajo que resultara de la ansiada paz entre los mexicanos.
Otro de los discursos pronunciados ese día, fue el de Manuel Rivera Cambas, alumno del
Colegio y profesor de mecánica racional e industrial. Cambas, de tan solo 23 años de edad en
ese año,110 demostraba su capacidad para la oratoria. Años después, destacaría también en el
terreno de las letras y la historia, al igual que otros como Sebastián Segura, Orozco y Berra y
García Cubas.
En su discurso, utilizaba reflexiones históricas para nutrir sus ideas en torno de la ciencia y
sus científicos. Su conocimiento sobre las culturas occidentales le dio un parámetro para utilizar
criterios de civilización, hacia todas las culturas del mundo. El principal criterio, fue el grado de
adelanto técnico y científico, como una meta en común para todas las culturas en todo espacio y
en todo tiempo. Su discurso también se apoyó en argumentos teológicos, filosóficos y morales. En
este caso, se concebía a la ciencia como instrumento de unión entre las naciones:
Cómo podré reproducir en mis débiles acentos las ideas que se agolan en mi frente, los vehementes
sentimientos…al tratar de describir la utilidad y grandeza de las ciencias, la necesidad que han tenido
y tienen todas las naciones de cultivarlas, la manera de aclimatar entre nosotros esos inventos
prodigiosos, que, haciendo desaparecer las distancias, estrechan los lazos que unen á los pueblos
formando una familia de todo el género humano. 111
Rivera utilizó sus conocimientos en historia universal para explicar la génesis de las
disciplinas científicas, terminando por deducir dos cosas, una acerca de la condición humana, y
otra sobre la misma ciencia. Pues creía que la naturaleza humana tiene una condición innata por
la curiosidad, la cual había sido la propulsora de los grandes adelantos y beneficios para el
hombre. Y, si el científico estaba dotado de curiosidad e inventiva, entonces el científico era
109
ANUARIO, 1864, p.9
No se han encontrado detalles biográficos pormenorizados.
111
ANUARIO, 1864,p.11
110
80
dador de bien –como los mismos dioses–. Reconoce que la ciencia tiene al bien como particular
esencia: “He aquí la cuna de las ciencias: el deseo innato en el hombre de penetrar en lo
desconocido, el bien particular sin egoísmo, el bien general sin límites”.112 Fortalecía esta idea
con más ejemplos históricos sobre el beneficio de las ciencias en la vida cotidiana de la
humanidad con base en lo que inventaba o descubría. Citaba diversos ejemplos de las vías de
comunicación y su beneficio en los medios de transporte y en la difusión de ideas.
113
Finalmente acercaba a la ciencia con la religión. Deducía que, si la ciencia estaba omnipresente
en la vida humana y Dios estaba omnipresente en la vida humana, entonces la ciencia estaba en
contacto con Dios. Dentro de esta lógica, relacionaba a Dios con un valor benéfico para la
humanidad, asi mismo, la ciencia cumplía con esa misma función y el mismo valor.
Un elemento que parece fuera de conexión, es que Rivera confiere también a la ciencia un
valor moral así como el que predica la religión a sus feligreses. Según Rivera Cambas, si Dios
enseña con su ejemplo, moraliza a los pueblos para la persecución de su propio bien. Dada esta
premisa, establece que la ciencia también brinda moral y religión a los pueblos. Ser científico
era un acercamiento al bien, a la religión y a la moral: “Todo esta sujeto a las ciencias; moralizan
a las naciones, afirman sus sentimientos religiosos y atraen sobre ellas las bendiciones del
Todopoderoso”.114
Después de exaltar el valor de la ciencias, Rivera Cambas conectaba estas ideas para
establecer una comunicación con los representantes del gobierno ahí presentes, entre ellos Juan
Nepomuceno Almonte.115 Elevaba recomendaciones hacia ellos en el sentido de proteger al
112
ANUARIO, 1864,p.12
Incluso para la misma guerra, argüía, la ciencia ayudaba a que las muertes fueran menos numerosas. Al igual que
varios científicos, Rivera se maravillaba de las máquinas utilizadas en el siglo XIX, como el tren y el barco a vapor,
así como del telégrafo, ya que gracias a estos, podían estar al tanto de la actividad científica en Europa, la cual
identificaban como el centro donde se irradiaba el conocimiento científico.
114
ANUARIO, 1864,p.13
115
Almonte dedicó a la política y estadística en su vida. Nació en la antigua provincia de Valladolid, hoy
Michoacán. Fue hijo natural de José María Morelos y Pavón. En 1815, empezó sus estudios en Estados Unidos.
Organizó en 1839 la Comisión de Estadística Militar basada en el Instituto Nacional de Geografia y Estadística.
Publicó las estadísticas de Texas, después impresas en francés en el Bulletín de la Sociedad Geográfica de París.
Publicó artículos para la Sociedad Mexicana Promovedora de Mejoras. Tuvo una actividad política intensa, ya
que llega a ser candidato a presidente en 1850. Año en que pasó a formar parte de las filas conservadoras, de las
cuales fue embajador en distintas ciudades europeas. En 1852 se interesó por promover la colonización de los
europeos en México, estimuló las inversiones del gobierno en empresas como telégrafos y fundó la Sociedad
113
81
Colegio, haciéndoles ver la responsabilidad y la conveniencia que debe tener un Estado para el
desarrollo de las ciencias y sus aplicaciones en las actividades económicas del país. Para
ejemplificar esto, Rivera exponía experiencias históricas de sucesos exitosos que abrieron el
conocimiento hacia nuevas tierras, dieron inteligencia a sus habitantes, y con esto, la riqueza y el
poderío de las grandes naciones. Para Rivera, la salud de un Estado se medía teniendo en cuenta
del desarrollo científico existido en él. La existencia de la ciencia, denotaba que sus habitantes
gozaran de buena salud, tanto física, como mental. Por deducción, bienestar material se traducía
en bienestar espiritual: “ellas son el termómetro del estado que guarda en una nación, y los
gobiernos tienen fija su atención en ese termómetro, y por él deducen lo que es capaz un
pueblo”.116
Entre las recomendaciones, el orador exhortaba al desarrollo de las ciencias aplicadas, ya
que las mismas retribuirían el esfuerzo y sacrificio que el gobierno hiciera. Las retribuciones las
darían los recursos extraídos, la generación de industrias, empleos y comercio, mediante la
construcción de buques, ferrocarriles, entre otros. Todo esto, mediante la organización de
sociedades científicas protegidas por el Supremo Gobierno. La aspiración del orador, y el fin
mismo que tendrían estos sacrificios, era el de alcanzar las mejoras materiales equivalentes en
los países “que van a la vanguardia de la civilización”. Entre las sugerencias mencionadas, al
parecer urgentes, estaba el desagüe del Valle de México y la construcción del ferrocarril;
proyectos que ya se habían empezado y se habían quedado inconclusos, y que se pusieron en
práctica en los siguientes años, durante y después del Imperio.
[…] à vosotros, Exmos. Sres., corresponde hacer pasar por las calles de México todas las mercancías
de Europa y Asia, terminar las obras del desagüe del valle, trabajos de utilidad y consecuencias
inmensas para la capital y sus alrededores; construir buques que transporten nuestras mercancías á las
playas trasatlánticas, organizar y fomentar compañías de ferrocarriles: conozco que la ejecución de
Mexicana Promovedora de Mejoras. Firmo el tratado Mon-Almonte, en París en 1856; por consiguiente fue
llamado traidor por Benito Juárez y estuvo muy ligado al gobierno de Maximiliano. Perteneció al Instituto
Nacional de Geografía y Estadística, y publicó en la Sociedad Geográfica de París. MAYER, 1999, p.130 ;
DIAZ, 1981, p.823.
116
ANUARIO, 1864,p.13.
82
todas estas mejoras es una tarea difícil, pero hay un medio de aliviarla: formar sociedades científicas
que propongan proyectos y la manera mas fácil de realizarlos […] vosotros tenéis que apoyarla117
El último mensaje fue para los alumnos. Las palabras de Rivera cubrieron a los alumnos de
recomendaciones utilizando signos de espiritualidad y moral enfocados a la ciencia y al país,
expresadas en frases como: “jamás neguéis la instrucción a quien creas que lo necesita [y] nunca
mezcles con la inmoralidad, la vanidad y el orgullo.” Incluso recomendaba: “sed firmes en
vuestras creencias religiosas”. Menciona figuras retóricas como ser los “sacerdotes de la
ciencia”. Les recordaba que la tarea del científico tenía el valor de ser muy noble y muy
importante, ya que obtendrían “un lugar distinguido en la sociedad”, a la vez, los exhortaba a
“sacrificaros por vuestros semejantes”. Lo más importante era el lugar trascendental que
ocuparían para la posteridad; tanto en la historia de los mexicanos que agradecerán sus esfuerzos,
como el lugar reservado que “el Altísimo [les tendría] preferente allá en el cielo”.118
El siguiente caso en esta ceremonia, fue la poesía recitada por el ingeniero de minas
Sebastián Segura. Hay que tomar en cuenta que, en este caso, se presentó un ingeniero maduro,
perteneciente a la misma generación que Ilarregui, y con una trayectoria profesional de 17 años
(véase cuadro 5). Probablemente representaba una autoridad en el Colegio, aunque no se ha
encontrado información acerca de si fue catedrático en él, sin embargo, no era la primera vez que
participaba como orador en esa clase de eventos. Más como ingeniero, Segura destacó por su
actividad literaria. Sus primeros textos “constan en La Aurora, El año nuevo y El presidente
amistoso”.119 Fue cuñado y discípulo del poeta José Joaquín Pesado, ambos se educaron en
Veracruz; Segura en Córdoba y Pesado en Orizaba. Participó en el grupo literario de Pesado,
donde tradujo algunos Salmos y fragmentos de los profetas, los cuales publicó en los periódicos
La Cruz y La Sociedad Católica. Valga decir que, en aquel grupo literario “concurrían los
literatos, poetas, historiadores y periodistas más connotados del partido conservador ”.120 Vertió
117
ANUARIO, 1864,p.16-17.
ANUARIO, 1864, p.17-18.
119
Véase “Segura, José Sebastián”, en ENCICLOPEDIA, 1977, Vol.11, p. 529.
120
Entre ellos: Manuel Carpio, Alejandro Arango y Escandón, Lucas Alamán, José Justo del la Cortina y
Bernardo Coto. Véase: “Pesado ENCICLOPEDIA, 1977, pp. 529. Acerca del ultimo que se menciona, podría ser el
118
83
al castellano los primeros cantos de la Divina Comedia, algunas odas de Horacio, églogas de
Virgilio, himnos guerreros de Trirteo y la Invocación de El paraíso perdido de Milton. Anteriór
a esto, a sus escasos 27 años de edad, Segura había sido diputado al Congreso General en
1849.121 Estos elementos, pueden explicar, en parte, su posición conservadora, su adhesión al
imperio, su integración en la Asamblea de Notables, y por ende, su inclusión en este suceso,
como personalidad socialmente distinguida y en función de ser un vocero del nuevo régimen.
Al comienzo de su poema, hacía alusión al dolor y la amargura que representaba el pasado,
representados en una musa.
¡Oh Musa del dolor! En este día
Abandona tu negra vestidura;
Reprime la letal melancolía,
Y de ti aparta el cáliz de amargura.
122
Esto se puede interpretar como el dolor que habían dejado los pasados conflictos bélicos: la
guerra de intervención estadounidense en 1848, luego la guerra civil de 1858 a 1861, y la
guerra de intervención francesa. Sin embargo, a pesar de tal amargura, Segura traía a su mente la
cosmovisión, tomada del Génesis de la Biblia. Construía varios versos en halago a la naturaleza,
donde situaba entre la mejor de las creaciones al ser humano: “Y hagamos, dices con acento
blando Al hombre á nuestra imagen y semejanza”123 Encontraba la referencia para explicar que
la humanidad poseía el don natural para descubrir todo aquello que también fue creado por Dios:
la naturaleza en todo su esplendor, desde los rincones más íntimos de la tierra hasta los más
infinitos fuera de ella, a través del conocimiento elevado que evolucionaba en Ciencia.
Básicamente, su discurso tenía la intención de dar las gracias al creador del Universo, a
quien le dedicaban los esfuerzos de sus trabajos premiados en este festejo. En este sentido, se
mismo José Couto, ingeniero topógrafo de Minería, titulado el 31 de diciembre de 1869. Véase: “Índice alfabético
del libro no. 1 de actas de exámenes profesionales de la Escuela Nacional de Ingenieros” en Escuela Nacional de
Ingenieros: Libro de Actas de exámenes profesionales 1859-1879. f. 40.
121
Publicó en El Renacimiento, en 1869, poemas de Séller y parábolas de Krummacher Ver: “Segura, José
Sebastián” en ENCICLOPEDIA, 1977, Vol. 10, p. 529 y “Pérez Pesado José Joaquín”, en ENCICLOPEDIA, 1977,
vol. 11, p. y 731.
122
ANUARIO, 1864, p.19.
123
ANUARIO, 1864,p.22
84
vuelve a encontrar la unión entre la religión y la ciencia dentro de un mismo marco explicativo.
La religión como base fundamental de toda explicación, y la ciencia como complementaria de la
primera, donde el hombre es el principal protagonista, confiriéndose así mismo el control del
mundo, gracias a la investidura otorgada por la divinidad.
Y en el pones tu amor y complacencia,
Y tú le entregas cuanto el mundo abarca,
Penetra los misterios de la ciencia,
Y del mundo le eriges en monarca.124
En los últimos versos, Segura conectaba esta cosmovisión hacia la identidad que debían
guardar los estudiantes del Colegio como ingenieros. Se asumían un lugar importante en la
sociedad, a nuestra propia consideración, ya que, así como Rivera Cambas, Segura hacía
referencia a la búsqueda de los laureles de la ciencia, a través del trabajo y propagación
científica hacia la sociedad.
Y vosotros ¡oh jóvenes mineros!
Que buscáis los laureles de la gloria,
De la ciencia á los vivos reverberos,
Cual yo en un tiempo grato á mi memoria…125
Así como Rivera Cambas, Segura se mostraba optimista, reconociendo una nueva etapa
para trabajar, instando a los estudiantes a convertirse en lo más destacado de su patria.
Alcemos al Señor un nuevo canto
Hoy que á premiaros va vuestras vigilias:
Sed lustre de la patria, y el encanto
Seréis de vuestras plácidas familias.126
Como último acto, se escuchó la poesía del escritor, filólogo, lingüista y de mente
conservadora José María Roa Bárcena. Aunque no pertenecía al Colegio de Minería, su
asistencia al evento, representa también aquello que se quería transmitir tanto a los alumnos del
124
ANUARIO, 1864,p.22
ANUARIO, 1864,p.22.
126
ANUARIO, 1864,p.22
125
85
Colegio como a nivel general. Los primeros, considerados como futuras piezas importantes en la
nueva sociedad por construir, buscando también su lealtad hacia el Régimen. 127
Roa Barcena, tenía 36 años para 1863, afiliado al partido conservador, era administrador de
los bienes de una casa millonaria y, así como Pesado, estableció por más de 20 años, una tertulia
en su oficina con otros literatos, entre los que se encontraba Joaquín García Icazbalceta –
probablemente también con Sebastián Segura–. Al igual que Ilarregui y Segura –quienes
guardaban más o menos una correspondencia con Bárcena en la edad– participó en la Junta de
Notables que votó por la monarquía en México. Más tarde sería miembro de la Academia
Imperial de Ciencias y Literatura, creada después por Maximiliano en abril de 1865.128
En su poesía, así como Segura y Rivera, reiteraba los valores morales y religiosos que
debían portar los científicos en general, así como su responsabilidad como ingenieros en la
sociedad. De igual forma se lamentaba de las pesadillas bélicas del pasado, haciendo contraste
con un futuro halagador, coincidiendo con los oradores anteriores.
Entre los valores que mencionaba a la juventud presente, estaba el de preferir el trabajo en
vez de los placeres. Dio ánimos a los presentes, a semejanza de Segura, mostrando la
importancia de la responsabilidad del ingeniero en la sociedad, como muestra de una identidad a
moldear:
Nuncio de la victoria que te espera
En más distantes zonas
De edad y ciencia un día, considera
Las que hoy ciñes aquí, verdes coronas…
Mira que bajo el ancho firmamento
No hay gloria igual á la que alcanza el sabio.129
Similar a Segura, señalaba las ventajas de nacer en un país privilegiado en recursos
haciendo una loa a toda la naturaleza animal, vegetal y mineral de México. Sin embargo, es
127
ANUARIOS,1994,p.XL
ENCICLOPEDIA, 1977, p.153-154. Cabe señalar que en esta Academia serian sus compañeros los ingenieros
del Colegio de Minería: Sebastián Segura, José Salazar Ilarregui, Antonio del Castillo, y el profesor de topografía,
geodesia y astronomía Joaquín de Mier y Terán.
129
ANUARIO, 1864,p.24.
128
86
interesante ver, que esto lo contrastaba con la frase ¡todo es hermoso allí, menos el hombre!” ya
que, como muchos sabios de su tiempo, lamentaba que el mexicano no aprovechara lo que la
naturaleza le había regalado y, así como Ilarregui, se condolía de las guerras intestinas de
México, expresando lastima por los habitantes que las habían provocado. Bárcena veía este
problema como lo más dañoso para las ciencias y los buenos espíritus. Para expresar esto,
Bárcena hacía una comparación con los pasajes bíblicos del Génesis, pues, en este caso no hay
un árbol de la sabiduría ni una serpiente, sino peleas intestinas y facciones políticas. Así como
Ilarregui, se puede ver que el poeta mostraba una preocupación por la visión que en el extranjero
se tenía de México, al contrastar la parte bella de la naturaleza en su poema, con una visión
salvaje de los habitantes de México. Probablemente Roa Bárcena pretendía justificar la
necesidad de una intervención extranjera para garantizar la esperada paz y orden en la nación
Mas ¡ay! que de tan bello paraíso
La raza habitadora
Los ricos dones de disfrutar no quiso,
Como en el otro edén que el mundo llora.
Ciega apartóse en uno y otro bando,
Y en combates impíos
Se destrozó feroz, sus cuerpos dando
Abono a su heredad, sangre á sus ríos.
¡Qué mucho que al mirar la estraña gente
Escena tal se asombre,
Y de México diga displiciente:
“Todo es hermoso allí, menos el hombre!”
130
Así mismo, Roa proponía como solución el trabajo y el sacrificio del tiempo ocioso, para
alcanzar la paz en el país. Se les instaba a los futuros ingenieros a sacrificar las distracciones y a
concentrarse en los libros. Se les recomendaba, según interpretamos, el guiar a las empresas y al
trabajador para el buen uso de las explotaciones mineras, a no dejarse corromper por “causas
130
Las cursivas son mías. ANUARIO, 1864, p.25. Esto nos puede hablar, que estos declamadores, Salazar,
Rivera y Roa, tenían marcos explicativos referentes a las visiones, que de Europa se formaban acerca de México.
87
ilegítimas y odiosas” que buscaban comprar la inteligencia del sabio. Dichas causas no las
especificaba,131 pero es de suponerse que existía la corrupción de los ingenieros que se
involucraban en “causas ilegítimas”, pues se preguntaba: “¿No tuerce la Justicia, y con amaños
rastreros y prolijos?” Recomendaba romper con esto y encontrar otra fuente de satisfacción. La
solución era el trabajo a través de las fuentes el comercio y la industria, lo que recompensaría a
todos los sectores sociales, produciendo poder estatal, paz social, instituciones científicas e,
incluso: “Templos a Dios y al infortunio asilos”. De nuevo se reafirma una base religiosa y la
alusión a una nueva era de reivindicación moral: si bien, sentía lástima por el mexicano común,
al igual que Ilarregui, expresa su confianza por regenerarlo, pues había una bondad natural en él
Romped, romped, que si la raza humana
Pervierte el dón del cielo,
Encaminarlo al bien de donde emana
Será, de hoy más, nuestro constante anhelo.132
Así, como Segura, la explicación volvía a tener referentes religiosos, ya que Dios daba al
hombre el mando para gobernar en la tierra, tanto superficialmente como en sus profundidades:
“De los senos profundos de la tierra natal en la riqueza”.133 Para ello mencionaba la palabra
“cetro” para referir el poder sobre las tierras y subsuelos, así como su estudio y explotación.
Por último, volvía a mencionar el elemento moral del orgullo que corrompe a los sabios,
pues, la sabiduría tiende a castigar, como el caso de Adán y Eva. Añadía valores morales, como
el que brindan la familia y los padres, haciendo que el consejo sea una persuasión emocional.
Finalmente, volvió a subrayar la Gloria de los sabios, como la mayor recompensa derivada de
sus trabajos.
131
Dichas causas podrían interpretarse como el participar en proyectos que contribuyan a la especulación de
capitales sobre las propiedades mineras.
132
ANUARIO, 1864, p.27.
133
ANUARIO, 1864, p.27.
88
Conclusión
Similar a experiencias anteriores, los acontecimientos registrados por Santiago Ramírez desde
1862 hasta la instauración de la Regencia Imperial, conmocionaron la vida institucional del
Colegio de Minería, presentándose una vez más la toma de decisiones antagónicas en algunas de
sus figuras clave, ya sea a favor o en contra de la intervención y el llamado al imperio, aunque no
precisamente bajo un enfrentamiento directo entre sus miembros. Ya sea, bajo presión o
amenazas del gobierno liberal o por convicción propia, fue un hecho que algunos alumnos y
profesores se mostraron en contra de la intervención, antes y poco después de la llegada del
ejército francés. Parece ser que no hubo represalias sobre aquellos alumnos y profesores que
firmaron en contra de la intervención, pues permanecieron dentro del Colegio, sin embargo, se
identificó a un pequeño grupo de adictos al partido liberal, se autoexiliaron, más no huyeron, de
la capital y que obviamente destacarían en el escenario político y científico de la futura
Republica liberal. Por otro lado, durante los años acotados en este estudio, pareciera, y no por
mayoría, que en el Colegio recayó el dominio de figuras reconocidas de tendencia conservadora
–integrantes y exalumnos– que apoyaron la intervención y la idea monárquica. Entre ellos,
algunos ya ocupaban cargos burocráticos dentro de la Institución, se adhirieron a la Asamblea de
Notables y a la Junta Superior de Gobierno; algunos lograron entrar en la burocracia imperial,
mostrando a nombre del Colegio el apoyo de los ingenieros de Minas hacia Maximiliano de
Habsburgo, y justificando la intervención europea en la ceremonia de 1863. Ahí permaneció la
práctica ritualista y emotiva de los discursos y los poemas, que transmitieron los significados
institucionales que usualmente servían para reforzar la cohesión de los integrantes del Colegio,
esta vez fundidos en una constelación de valores éticos y morales, que pretendían llegar a la
conciencia del ingeniero incipiente.
Los contenidos de estos discursos se transmitieron a través de ingenieros y figuras
importantes para el Colegio ya sea por su prestigio social, académico o moral. Salta a la vista que
los contenidos éticos del ingeniero, apuntan a la construcción de una sociedad avanzada, en
89
referencia a las sociedades industrializadas en Europa. Para ellos, el bienestar y la “salud” de una
nación, se podía alcanzar a través del impulso de las actividades industriales a través de la
construcción de mejoras o avances materiales, asumiendo celosamente ser ellos el cuerpo
capacitado para hacerlo. Para cumplir con esta funcionalidad de beneficio material y social, se
responsabilizaba a los ingenieros a trabajar bajo preceptos morales y recompensas sociales. Los
ingenieros estarían comprometidos con su sociedad, su institución, su familia, pero por encima
de todo con Dios, recompensados a través del honor y del prestigio social, rendidos a cambio de
sus esfuerzos. A pesar de ser el Colegio un espacio de cambio y renovación en el campo
científico, en este contexto, su perspectiva no puede ser secular, ya que encontramos que no se
podían disociar los preceptos tradicionales, identificados específicamente con la religión, y que,
en momentos coyunturales se reforzaban al verse amenazados –en especial tras la política
anticlerical, justo antes de la intervención francesa–.134 En los discursos y poemas encontramos
“arcaísmos” o ideas que se remontan a la antigüedad, provenientes de un pensamiento
judeocristiano135, insertados en el imaginario colectivo, que intentaban reconciliar la religión
con la ciencia. Así como una religión, la percepción de la ciencia presentada en los discursos
es totalitaria ya que aplica a toda la humanidad porque sus valores se asumen como
universales; se hace abstracción del bien relacionándolo a veces con el progreso material de
los pueblos: de lo que producen y construyen para sí. Las muestras de aceptación hacia el
nuevo régimen estuvieron caracterizadas por el contraste de un pasado negativo y violento,
con un presente de regeneración social, reconciliación y abstención en las pugnas políticoideológicas, en reconocimiento de una transición a una etapa de construcción material, basada en
el anhelo de paz, orden y trabajo –evitando hacer mención explícita de las posturas políticas–.
134
Recordemos los debates de 1857 en torno a la secularización y la reacción de la sociedad civil al respecto
Véase en esta tesis p. 39; y PANI, 2001, p. 145.
135
Por ejemplo, encontramos que las ideas de estos ingenieros se pueden remontar a filósofos judíos de la Edad
Media. Por ejemplo: Sa`adia Gaon, quien es considerado como “el padre de la filosofía judía”, consideraba que
entre la razón y la revelación no había conflicto alguno, ya que “Dios dotó al hombre de un alma- sustancial
espiritual, indestructible, inmortal- que forma en el cuerpo una unidad natural”135 Maimónides, quien vivió en el
siglo XII, muy similar a Aristóteles, veía la procuración intelectual como un acercamiento constante a Dios.
Ésta, debía complementarse con el conocimiento moral del creador, y de su bondad, que lleva al deseo de
imitarle. Todo, en base al ideal del judaísmo, el cual hace del hombre el colaborador de Dios en el
perfeccionamiento de la creación. Véase, PUECH, 1981, pp.19.
90
Dicho mensaje, especialmente se dirigía a la nueva generación de jóvenes ingenieros, cuya
mayoría habían empezado a estudiar durante las luchas entre liberales y conservadores a
mediados de 1850. Por ultimo, hay que tener en cuenta que uno de los funcionarios de la
Regencia Imperial ahí reunidos era también un ex alumno del Colegio de Minería: José
Salazar Ilarregui, quien, además de querer persuadir a la audiencia sobre las ventajas de la
intervención y el imperio, buscaba el apoyo del gobierno para la protección y promoción del
Colegio, ya que se encontraban presentes miembros del gobierno y del partido conservador,
como Juan Nepomuceno Almonte, quien estaba interesado en la incorporación de mejoras
materiales al país, en la promoción de la colonización extranjera y el desarrollo del telégrafo.
91
III El desempeño de algunos ingenieros de Minería en los proyectos económicos de
Fomento: 1864 - 1866
En el capítulo 1 se trató averiguar cómo se transformó internamente el Colegio de Minería en
su marco institucional y académico, y cómo las políticas del Estado afectaron este ámbito.
Este capítulo se enfocará en responder ¿cuál era la relación entre los ingenieros de Minería
con el Estado en términos de utilidades prácticas? Observando las finalidades del Ministerio
de Fomento se ha supuesto que era la instancia más importante donde se establecía dicha
relación. En este sentido, se deberá responder ¿cuál era esencialmente la función del
Ministerio de Fomento desde 1853? Posteriormente, se observarán algunas de las actividades
prácticas de los ingenieros de Minería entre 1864 y 1866, y el lugar estratégico que tuvieron
en el programa político del imperio de Maximiliano, dentro de los proyectos del Ministerio de
Fomento. Se seguirán las pistas de algunos ingenieros que ya hemos reseñado, así como la
participación de otros más, dirigiendo la atención en sus aplicaciones técnicas y sus ideas
sobre la necesidad de instaurar mejoras materiales.
1. El Ministerio de Fomento
Desde 1853, su objetivo fue impulsar las actividades económicas a cargo del Estado.1 El
principal promotor de la política de Fomento fue Lucas Alamán, egresado del Colegio y
conductor del desarrollo económico en las primeras décadas de vida independiente.2 Las
funciones del Ministerio fueron:
1
VELASCO, 1988, p. 135.
Para 1853 Alamán ya había muerto pero algunos de sus contemporáneos se dieron a la tarea de continuar con
su tarea. Basado en el éxito que tuvieron las Reformas Borbónicas, su política denotaba un proyecto de Estado
unificado y fuerte, capaz de sostener una recaudación fiscal para el fomento de la producción y circulación de
mercancías, y de obligar a los particulares que no se opusieran. Por ello el estado debía regir y conducir la
economía del país, similar a las experiencias vistas en los gobiernos coloniales paternalistas. Gracias a su
2
92
1) compilar datos para formar la estadística general de la República;
2) fomentar las industrias agrícolas, mineras y fabriles, con el desarrollo científico, mediante
escuelas;
3) promocionar la colonización y utilización de terrenos baldíos;
4) promover el comercio interior y exterior;
5) encargarse de las obras públicas de la Ciudad de México, como; el desagüe, la construcción
de caminos y canales, y
6) desarrollar el ferrocarril. 3
Sin embargo, el proyecto fracasó en su momento esperando su efectividad hasta finales
del siglo XIX.4 Matías Romero apuntó:
El Ministerio de fomento, establecido en 22 de Abril de 1853, empezó a decretar por su parte,
impuestos para atender a los ramos que se le encomendaron, con total independencia del de
5
hacienda, resultado de aquí que un mismo ramo era á veces gravado de dos maneras diferentes.
No obstante, en lo que respecta a la actividad científica, el ingeniero de minas Santiago
Ramírez explicaba la importancia sobre la creación de esta Secretaría:
[…] los trabajos científicos [...] dependían, de una manera que podemos llamar anormal, de los
Ministerios de Relaciones, Guerra y Justicia; pero el desarrollo que habían ya adquirido los
diversos ramos de la Administración, los adelantos que habían alcanzado las ciencias, la nueva faz
que presentaban los estudios, el sendero por el que los trabajos públicos se iban encarrilando, los
amplios horizontes que comenzaban á abrirse al talento, demandaban la creación en el Despacho
de una Secretaria especial, que tuviera á su exclusivo cargo estos interesantísimos ramos; y esta
necesidad, reconocida por la ilustración de un Gobierno sensato.6
experiencia en Europa, en 1830 el proyecto de Alamán se centraba en retener la circulación interna de plata
producida mediante el incremento del mercado interno a través de la industria manufacturera, en particular la
textil, la cual, hemos visto, tenía desventaja interna frente a las textiles británicos. Para ello el Estado tendría a
dirigir los esfuerzos de esta industria, además de la minera, en similitud con la política borbónica colonial.
Véase: VELASCO, 1988, pp.113-116.
3
VELASCO, 1998. p. 133.
4
Se ha comentado que Santa Anna había desvirtuado este proyecto derrochando sus recursos y provocando, para
1854, el descontento de todas las clases de la sociedad DÍAZ, 1981, p.829.
5
ROMERO p.411.
6
RAMÍREZ, 1900, p.68.
93
Independiente que halla funcionado o no en su momento, la función del Ministerio de
Fomento, como lo ha apuntado Érika Pani, apuntaba a la necesidad del Estado por organizar y
dinamizar una economía claramente desarticulada, atrasada e inerte, mediante un modelo
económico en particular, que fue en la praxis avalado tanto por gobiernos conservadores como
liberales, con sus diferentes matices: un Estado centralizado, fuerte, que funcionara a la vez
como conductor, interventor y regulador de la economía.7 En relación con los ingenieros de
Minería y este modelo, se ha comentado que “El estado, liberado del ‘pleitismo de los
particulares y de la beligerancia del poder judicial’, podría administrar dirigir y fomentar la
riqueza pública, y dispondría de los agrimensores, ingenieros geógrafos para hacerlo”.8
2. La Comisión Científica de Pachuca.
Lo que a continuación se observará es un proyecto científico creado a instancias del Ministerio de
Fomento y a iniciativa de ingenieros mexicanos, lejos de la ayuda de un gobierno francés e
iniciado cuatro meses antes de arribar a México Maximiliano de Habsburgo. De lo anterior radica
un especial interés, ya que fue una continuación de un proyecto originado desde 1856 y que
continuó insertándose en las políticas de fomento durante el imperio, mostrando con ello un
desarrollo propio de la ingeniería mexicana, que se fue ajustando y transformando de acuerdo con
las características particulares de cada régimen.
En enero de 1864 las tropas francesas entraron en Guadalajara y en los meses siguientes
ocuparon Aguascalientes y Zacatecas. Al tener estas ciudades, las fuerzas intervencionistas tenían
en su poder algunos de los elementos de riqueza más importantes del país. Según Lilia Díaz, el
total de lo recabado en adhesiones forzosas, entre las poblaciones ocupadas por el imperio, fue de
7
8
Véase: PANI, 2001, pp. 279-280.
PANI, 2001, pp. 279.
94
seis millones y medio de personas. Mientras, en Viena, Maximiliano de Habsburgo había
aceptado ya la corona de México y se preparaban las disposiciones para su arribo al país.9
Desde el 27 de junio de 1863, el ingeniero José Salazar Ilarregui ocupó el puesto de
subsecretario en el Ministerio de Fomento. Para el 16 de enero de 1864, resolvió con el Prefecto
Político, José del Villar y Bocanegra, cuáles ingenieros de la Escuela Imperial de Minas, estaban
autorizados para medir y valorizar predios rústicos y urbanos, según una lista enviada por el
ministro.10 Por otro lado, Salazar Ilarregui proyectó y organizó la Comisión Científica de
Pachuca, con el propósito de retomar y complementar los trabajos de la Comisión Científica del
Valle de México, creada en 1856.11 Inicialmente, el proyecto tuvo la intención de formar una
comisión que integrara la estadística de los distritos mineros de Pachuca, Real del Monte,
Atotonilco el Chico, Santa Rosa, así como la de Guanajuato. En principio, el presupuesto
contemplado a inicios de 1864 fue de $25 000 pesos, mismos que se destinarían para formar
dos Comisiones, la de Pachuca y la de Guanajuato, cada una con $12 000. Sin embargo, los
recursos del erario, destinados a Fomento no fueron suficientes para incluir Guanajuato,
aprobándose sólo la Comisión de Pachuca el 5 de enero. A ésta se aumentaron $6 250
resultando un presupuesto de $18 750. Finalmente, el 16 de enero, la Comisión salió para el
Mineral de Pachuca.
9
DIAZ, 1981, p. 872.
RAMÍREZ, 1891, p.441.
11
Según Soberanis, en 1853 inician los trabajos de la Comisión Científica del Valle de México, bajo la dirección
de Francisco Díaz Covarrubias, al mismo tiempo que se lleva a cabo la comisión mexicana para establecer los
límites de México y los Estados Unidos. SOBERANIS, 1999, p.355. Sin embargo Robles Pezuela y otros
autores, como Francisco Sosa, comentan que ésta se formó en 1856, la cual tendría como fruto la carta
hidrológica y la determinación astronómica de la ciudad de México con algunos puntos cercanos a ella, cual
Covarrubias publicó en 1859.MEMORIA, 1865,p.9.En las memorias de Santiago Ramírez se constata que dicha
determinación fue ordenada por el Ministro de Fomento Manuel Siliceo en julio de 1856, las cuales no se
pudieron obtener oportunamente por las malas condiciones del observatorio, constatándose el interés de
Ilarregui por “…hacer sin interrupción durante un año las observaciones para calcular estas coordenadas
geográficas.”; en octubre, Miguel Bustamante (ingeniero de minas y topógrafo, ambos títulos obtenidos en 1856)
entrega el programa para el estudio geológico del Valle que le había encargado el Ministerio anteriormente ; en
noviembre, se establece una Dirección General para la formación del Mapa Geográfico del Valle de México
cuyo director fue Salazar Ilarregui, y Francisco Díaz Covarrubias como primer ingeniero en la sección de
astronomía y geodesia, coincidiendo con Soberanis quien ha apuntado que la comisión “comprendería la historia
y la geografía antiguas, la arqueología, la zoología, la botánica, la estadística y las cartas geológicas y geodésicatopográfica del Valle de México”; es hasta abril de 1861, cuando Próspero Goyzueta es nombrado jefe de una
Comisión “…encargada de formar las Cartas Hidrográfica y Geológica del Valle de México…”.Al parecer,
todos fueron una serie de proyectos intermitentes y eslabonados, que empezaron en 1856, ya que no hemos
encontrado más sobre los trabajos de Covarrubias en 1853, referidos por Soberanis. Véase: RAMÍREZ, 1891,
pp.392, 394,396 y 428.
10
95
El ingeniero designado para dirigir las operaciones fue Ramón Almaráz. Según sus
palabras, el propósito de tal empresa sería el “formar la estadística de estos distritos; estudiar
en ellos los tres reinos, y determinar la riqueza agrícola, mineral y manufacturera”.12 Como
continuadora de los proyectos iniciados en 1856, la nueva Comisión tendría como objetivos:
rectificar los trabajos hechos por la del Valle de México y calcular, por medio de la
triangulación, las coordenadas geográficas de los vértices y de los puntos más notables del
terreno. Asimismo, los resultados obtenidos servirían como punto de referencia para trabajos
posteriores, pues, “unidos así los trabajos de épocas distintas, presentarían mayor estudio e
interés”.13 Lo anterior, fue la finalidad máxima de los sabios mexicanos del siglo XIX: el de
completar la estadística de todo el país. En este caso, el Valle de México sería el objetivo a
corto plazo.14 Hay que entender que la estadística era concebida como un gran campo que
abrigaría muchas disciplinas al servicio del Estado. Al respecto el ingeniero y ministro de
Fomento Luis Robles Pezuela, escribía en 1866:
La estadística se divide en diversas partes, que se relacionan íntimamente, para formar un todo
que da por resultado el conocimiento profundo de la sociedad, considerada en su naturaleza, sus
elementos, su economía, su situación y sus movimientos.
La extensión territorial; la población con sus subdivisiones en razas, sexos y edades; la agricultura,
la industria, el comercio, la navegación etc., son elementos cuyo conocimiento es indispensable á
la estadística, y á que no puede llegarse sin una infinidad de pormenores que demandan tiempo,
paciencia e inteligencia.15
El conocimiento de esta extensión territorial, considerada en todos sus elementos de riqueza,
debía hacer uso de disciplinas como las que acompañaban las secciones de las comisiones
científicas. Para el caso de la Comisión del Valle de México, sus secciones fueron:
topografía, astronomía, geografía, geología, botánica, geografía, historia, arqueología,
12
MEMORIA ,1865,p.8
MEMORIA, 1865, p.12.
14
MEMORIA, 1865, p.8.
15
ROBLES, 1866, p.14.
13
96
zoología y toda recopilación de datos cuantificables del medio natural y humano. La
Comisión Científica de Pachuca (CCP) se limitaría a trabajar en tres secciones solamente:
Se determinó que la Comisión se dividiría en tres secciones; la primera de Topografía, la segunda
de Minas y la tercera de Historia Natural, destinada al estudio de los reinos animal vegetal. En
consecuencia la planta de la Comisión se determinó así: Un Gefe, un Ingeniero topógrafo, dos
Ayudantes de topografía, un ingeniero de minas, un Naturalista y dos practicantes de topografía,
sin sueldo, y á quienes solo se les pagarían sus gastos16.
En cuanto a su personal, como ya mencioné, la comisión tuvo como jefe al ingeniero
topógrafo Ramón Almaráz.17 A lo largo del año de 1864 la CCP sufrió algunas variaciones
en el personal, pues hubo sustitución de algunos de sus individuos y el número de ellos
aumentó, al igual que el presupuesto.18 El cuadro del personal que permaneció más tiempo
fue el siguiente: jefe de sección en topografía el ingeniero Juan de F. Martín; los ingenieros
que la integraban eran: Javier Yañez, José María Romero, José Serrano, Rafael Barberi y
Antonio García Cubas.19 En la sección de minas, sólo la conformaba Manuel Espinosa, y en
la referente a Historia Natural, Manuel Villada.
Aquellos que habían participado desde un principio y fueron removidos fueron: José
Galán como ayudante y
Francisco Paredes como practicante, ambos en la sección de
topografía, además de Ignacio Trejo en la sección de historia natural. Hubo otros que se
incorporaron ya empezados los trabajos como practicantes del Colegio de Minería, entre ellos
se encontraban: Carlos Moya, Enrique Staines, Julián Nava, Fernando Iñigo y Manuel Garay;
éstos últimos fueron reemplazados por Manuel Castilla y Mariano Reyes. A finales de año,
parte de la Comisión colaboró con otros proyectos, en los que participaron miembros de la
Sección Científica del Ministerio de Fomento, el ingeniero geógrafo Francisco Jiménez y el
16
MEMORIA, 1865, p.13.Como vemos, la comisión no contemplaba secciones de historia ni arqueología. Sin
embargo, como veremos después, estas cuestiones no fueron en absoluto descuidadas en este periodo, ya que se
desarrollaron en otro tipo de proyectos organizados por el Ministerio de Fomento.
17
Almaráz había obtenido los títulos de ingeniero topógrafo y ensayador en 1856. Véase: "Lista nominal de los
ingenieros titulados…"en ROBLES, 1866, p.359-364.
18
MEMORIA, 1865, p.15.
19
Martín y Barberi, a finales de este año abandonaron su cargo por ser nombrados en otras comisiones. El
primero director de un camino, y el segundo, ingeniero de un ferrocarril de Guanajuato. García Cubas había sido
nombrado ingeniero del Ministerio en octubre, tres meses antes, en julio 13 de 1865, Cubas es titulado ingeniero
topógrafo por la Academia Imperial de Minas. MEMORIA, 1865, pp.15 y 21.
97
ingeniero topógrafo Miguel Iglesias. De todos los que se han mencionado, dos habían
trabajado en la sección de topografía en los trabajos de la Comisión del Valle de México en
1856: Ramón Almaráz y Miguel Iglesias.20 quienes permanecieron, aún en 1861, en la
comisión encargada de formar las cartas hidrográficas del Valle de México, sin embargo,
Iglesias no fue miembro designado en la CCP, ya que participó sólo como inspector asignado
por el Ministerio de Fomento21 (véase Esquema 2).
Una vez que se supo cuáles fueron los objetivos de la Comisión, nos interesa rescatar lo
expresado en torno a la supuesta utilidad social y gubernamental de la CCP, y saber cuáles
fueron las condiciones existentes para llevar a cabo los trabajos, con el propósito de tener una
idea de la diferencia entre lo que el Ministerio pretendía hacer y las condiciones reales para
su realización. Por otra parte, fijamos nuestra atención en los rasgos biográficos y los
testimonios de los autores de estos esfuerzos, para buscar en ellos sus propias motivaciones,
y sus intenciones expresadas hacia el trabajo científico, tratando de encontrar los valores y
significados al respecto.
En términos generales, los trabajos y resultados obtenidos de febrero a diciembre de
1864, fueron los siguientes: se elaboraron planos generales, de población y mineros de los
distritos de Pachuca, Mineral del Monte y Mineral de El Chico; se hicieron las mediciones
topográficas –o triangulaciones–22 de primero y segundo orden en Pachuca, el Chico, Mineral
del Monte y Huascazaloya; así como el
estudio de los reinos animal y vegetal,
comprendiendo la recolección y clasificación de ejemplares hallados. Parte de los integrantes
de la CCP se unieron a otros proyectos organizados por el Ministerio de Fomento. En
20
RAMÍREZ, 1891, p.396.
RAMÍREZ, 1891, p.428.
22
Es el conjunto de operaciones geodésicas que permiten hallar con precisión las coordenadas de puntos
característicos del terreno, merced al cálculo de los triángulos formados por cada tres de ellos. La herramienta en
la que se funda la triangulación es la trigonometría, ya que esta puede calcular tres elementos desconocidos de
un triangulo cuando se conocen los otros tres. A partir del conocimiento de los dos lados del primer triangulo,
sirven para calcular otros triángulos, y así sucesivamente. Se obtiene finalmente una red de triangulación que
cubre la región o el país y sirve de base para levantar los mapas y planos por las técnicas de la topografía. Se
elabora una red de triangulación principal o de primer grado,(vértices de 30 a 40 km.) apoyada inicialmente sus
medidas en puntos cuyas coordenadas son rigurosamente determinadas por los métodos de la astronomía. Cada
malla de esta red puede ser subdividida en triángulos mas pequeños (de 15 a 20 km.) que constituyen la red
secundaria, subdivisible en otras mas pequeñas de 3º y 4º grado. GALEANA, 1976, p.1017.
21
98
octubre de ese año, Almaraz propuso al Ministerio su proyecto para el desagüe general del
Valle de México por el arroyo de Tequisquiac. Para ello es que dispuso a varios de sus
subalternos para levantar las triangulaciones y nivelaciones del terreno, desde Tizayuca hasta
Tequisquiac. Casi al mismo tiempo, otros dos miembros de la Comisión, prestaron sus
servicios para la determinación astronómica de San Juan Teotihuacan, con los levantamientos
de planos de las pirámides del recinto arqueológico, a cargo de Francisco Jiménez. Por
ultimo, a finales de 1864, empezaron los trabajos escritos para la publicación del documento
que reuniría los resultados obtenidos de un año, esta se publicó con el nombre de: Memoria
de los trabajos ejecutados por la Comisión Científica de Pachuca en el año de 1864.
Contiene las determinaciones y planos mencionados por los ingenieros topógrafos y de
minas; la descripción de los procedimientos con el itinerario que se siguió; los trabajos de la
Sección Natural, y la determinación astronómica de San Juan Teotihuacan. Para la
elaboración de los dibujos de esta memoria, se contó con la colaboración del entonces
subsecretario de fomento Manuel Orozco y Berra, además de otros ingenieros integrantes de
la Sección Científica de Fomento.
2.1 Dificultades en las operaciones.
Con el propósito de saber, cuáles fueron las condiciones reales de aquello que se pretendía
emprender, se mostrará cuáles fueron algunas de las dificultades de las operaciones.
El 16 de enero, la Comisión se encontraba en Pachuca esperando los instrumentos de
precisión con los que se proponían trabajar. Sin embargo, estos no pudieron llegar a tiempo
por la casi inexistencia de fletes de la Ciudad de México a Pachuca, debido a la inseguridad
de la zona. La demora duro hasta finales de ese mes y algunos de los instrumentos
entregados, provenientes de la Escuela de Minas, se encontraban en malas condiciones y por
99
consiguiente, inútiles para trabajar, teniendo que ser devueltos.23 Jiménez, al igual que el
resto de sus colegas, sufrió de la carencia y buena calidad de instrumentación para obtener
sus resultados astronómicos en Teotihuacan, lo que demandó una cantidad de esfuerzo
mayor. Entre los instrumentos provenientes de la Escuela Imperial de Minas, se encontraban
algunos anteojos de tránsitos portátiles, un altazimut24, mismo que utilizó en la comisión de
límites, algunos círculos verticales repetidores, tres cronómetros, un telescopio zenital y un
gran altazimut. De ellos, sólo un altazimut, un círculo vertical y los tres cronómetros estaban
en buenas condiciones. Jiménez mostraba a pequeña escala, cómo en situaciones de
emergencia política, se obstaculizaban los proyectos que los científicos pretendían llevar a
cabo en el país:
[…] los otros [cronómetros] que al retirarse de la capital el gobierno liberal fueron transportados á
diversos lugares y entregados á diversas personas, están en un estado tal de maltrato y tan faltos de
piezas, que por el pronto eran inútiles; así que me decidí por los primeros. 25
Sin embargo resalta el hecho de que uno de los cronómetros fuera mexicano. Ya que
orgullosamente comentaba que:
[…] el tercero, de Vázquez, era nuevo, no se había usado, y era menester ponerlo á prueba,
resultando, por último que es el mejor; su marcha fue siempre regular, de dos á tres segundos
diarios, y su construcción de lo mas perfecto, hace verdadero honor á su autor, que para su
satisfacción nuestra es mexicano, discípulo del célebre Lozada de Londres26
También demandaba la falta del telégrafo para medir las longitudes entre Teotihuacan y
la Escuela de Minas, pues estas “han sido determinadas por señales de fuego hechas en un
punto intermedio, durante cinco noches, en que se pudieron observar veinticuatro”27
En las tareas de triangulación también se hallaron dificultades. Los factores que jugaron
fueron de orden humano y natural. En el primer caso, volvió a jugar un papel importante la
23
Estos eran dos teodolitos. El teodolito es un instrumento óptico empleado en topografía y geodesia para medir
ángulos verticales y horizontales. Véase más en GALIANA, 1976, p.992.
24
El altacimut es astronomía y topografía es un instrumento que permite medir a la vez la altura y el acimut de
un punto, o sea ángulos horizontales y verticales: el altacimut es una variable del teodolíto. Véase más en
GALIANA, 1976, p.57.
25
MEMORIA,1865,p.39 y 40
26
MEMORIA, 1865, p.40.
27
MEMORIA, 1865, p.37.
100
inseguridad en algunas zonas contempladas, provocadas por el clima de agitación social y
política. El ingeniero de sección, Juan de F. Martín no pudo medir el ángulo correspondiente
en el pueblo de Atotonilco el grande “por la inseguridad en que se hallaba la población, no
permitiendo al Ingeniero ir á ella sin peligro; por consiguiente las visuales se le dirigieron á la
torre de su parroquia”.28 En el mismo sentido, con el fin de unir las nuevas triangulaciones
con las ya realizadas por la Comisión de Valle de México, Rafael Barberi debía extender la
triangulación de Pachuca hacia el sur, sin embargo, tal zona era insegura por lo que dicha
operación hubiera resultado peligrosa.
Dejando atrás el clima bélico de la zona, también hubo problemas con los lugareños de
las zonas de trabajo. Manuel Espinosa, a cargo de la sección de minas, debía de recabar
información para formar los planos mineros de cada distrito. Sin embargo, el personal
encontrado en las propiedades mineras: “por lo general [eran] tan ignorantes, que no
solamente no saben dar razón de las estacas que marcan las pertenencias, pero ni aun a veces
el nombre de la mina”29 Para ello se tuvo que recurrir a los dueños de minería o a la
Diputación correspondiente. No obstante, la diputación del Mineral del Monte no pudo
proporcionar datos, pues se argumentaba que era una diputación nueva, y que al establecerse
la de Pachuca “no le entregó los expedientes que le correspondían, y que aun en ésta no
existían”.30
Dentro de los factores de tipo natural, los inconvenientes fueron las lluvias en la región
y la espesa neblina, en especial en el Mineral del Monte. Éstas, impedían distinguir los
objetos a distancia de 20 a 30 metros, además del frío intenso que se sentía, según
reportaron.31 Espinosa, a quien se le había encomendado hacer el plano del mineral de El
Chico, tuvo que desistir de su labor y aprovecharse en otra en Tizayuca, debido a las
28
MEMORIA, 1865, p.25.
MEMORIA ,1865,p.31
30
MEMORIA ,1865,p.31
31
MEMORIA, 1865, p.21.
29
101
incesantes lluvias.32 Otro obstáculo fue la excesiva vegetación, ya que algunos de los puntos
trigonométricos se hallaban en los cerros dentro de áreas muy boscosas que impedían, en
alguno de los casos, obtener la precisión adecuada.33
Un problema más fue la escasez de material bibliográfico. En lo que atañe a la sección
natural, se comenta que Villada, al hacer la memoria de los trabajos realizados, no tuvo el
material bibliográfico suficiente para apoyarse, puesto que en México se carecía
[…] de trabajos suficientes en esta materia, y que facilitan extraordinariamente el estudio, pues los
que se han hecho son debidos á esfuerzos aislados, que no han tenido por consiguiente la
suficiente publicidad […][Hace referencia a la obra: Flora Mexicana de Mociño y Sessé]
Esperamos que el Gobierno de S.M., amante del progreso nacional, solicite del Gobierno Español
una copia de dicho manuscrito; por último, las dificultades que rodean el estudio de la
clasificación botánica y zoológica, hacen que éste sea lento y difícil.34
2.2 Apreciaciones de algunos miembros de la CCP: intenciones e imaginarios sobre el
desarrollo material
Ramón Almaráz, quien redactó la presentación e introducción de las Memorias, señalaba la
importancia de la Comisión, presentado un resumen acerca de los trabajos que se habían
hecho para formar la estadística general, o “carta general” del territorio mexicano, poco
antes de la Independencia. En aquellas líneas, Almaráz reflexionaba sobre el paso de la
ciencia en México dejándonos ver su particular punto de vista, para él, la Colonia había sido
una etapa de oscurantismo en las ciencias, sólo daba crédito a las investigaciones de la naval
española, como la única que se dedicó seriamente a la tarea de recopilar información sobre el
territorio, a pesar de responder sólo a los intereses peninsulares.
Las ciencias exactas cuya aplicación ha cambado la faz del mundo y hecho llamar à nuestro siglo,
el siglo de oro; las ciencias exactas, cuyo desarrollo tan violento como admirable, ha dado gran
preponderancia à la Europa y à los Estados Unidos de América, fueron desconocidas en el
32
MEMORIA, 1865, p.21.
MEMORIA, 1865, p.25.
34
MEMORIA ,1865,p.32
33
102
Gobierno colonial. En trescientos años que duró en nuestra patria la dominación española, la
ignorancia, que fue legada a todas las clases sociales, impidió que se tuviera aun la mas pequeña
idea de las Matemáticas, hasta que a fines del silgo pasado se empezó a tener gusto por ellas.35
Para los años de época independiente, Almaráz argüía que la ciencia había tenido un gran
desinterés por los gobiernos, y que las guerras habían sido el mayor obstáculo. Sin embargo,
desataca sólo a un puñado de personas sabias, que a iniciativa individual, habían contribuido
a forjar la ciencia en el país.36 Por tanto, Almaráz deja entendido que la Comisión de Pachuca
es relevo de los esfuerzos que la ciencia del México independiente había hecho hasta ese
entonces. No obstante, no dejaba de mencionar los trabajos de Alexander von Humboldt,
como pieza fundamental para entender la ciencia de este periodo.
Ya que no podemos forzar la información disponible, hay que advertir que no siempre
los científicos dejaron escrito en sus trabajos sus ideas en cuanto a preferencias políticas,
religiosas y filosóficas, su cosmovisión, o bien su visión de cómo se debía conducir la
sociedad. Francisco Jiménez, se concentró únicamente en comprobar de forma científica los
resultados sobre sus determinaciones astronómicas en San Juan Teotihuacan. Para dar
confianza en la precisión de los cálculos, el ingeniero geógrafo advertía: “he procurado no
omitir circunstancia alguna que pudiera servir de dato para esa apreciación”.37
Si bien, Jiménez trata de ser lo más objetivo, en su reseña no dejó de mostrar señas de
aprecio y expresiones de simpatía, un tanto a nivel profesional pero también de forma
afectiva respecto a algunas personas involucradas en la comisión. Jiménez dedicaba esta
reseña al ministro de Fomento en 1865, Luis Robles Pezuela, quien, parece ser, fue su
profesor en el Colegio Militar.
35
MEMORIA, 1865, p.6.
Menciona las siguientes personas y sus iniciativas: En 1822, se forma el cuerpo de ingenieros bajo la dirección
de Pedro García Conde, quien junto con Tomas Ramón del Moral comenzó a formar la carta de la Republica.
Este último levantó datos de los diferentes distritos para formar el plano del Estado de México, litografiados en
1850. En 1833 es comisionado el Gral. Ignacio Mora y Villamil, director de ingenieros para la formación de la
carta de la Republica. Otra comisión se hizo en 1839 por el Gral. Almonte, a propuesta de Joaquín Velásquez de
León, teniendo como jefe a Pedro García Conde. También menciona la comisión que ya comentamos, sobre los
límites con Estados Unidos, dónde fue director Ilarregui, así como la antecesora de la de Pachuca, la del Valle de
México, bajo la dirección de Díaz Covarrubias. Finalmente, refiere la Memoria para servir a la carta de la
Republica Mexicana, publicada por Antonio García Cubas en 1861. MEMORIA, 1865, p.9.
37
MEMORIA, 1865, p.41.
36
103
Me es verdaderamente satisfactorio presentar á V.E. un trabajo sobre una ciencia de la que recibí
sus primeras lecciones veinte años ha, y que me permitirá dedicarle, no como una obra digna de
V.E., sino como un sincero tributo de gratitud de uno de sus discípulos.38
También mostró señas de simpatía y reconocimiento personal sobre las aptitudes de
algunos de los ingenieros miembros del Colegio y de la Comisión, que prestaron sus
servicios para la determinación astronómica de Jiménez. Respecto a Almaráz, comentaba:
“que posee buenos conocimientos en astronomía y bastante práctica ”, pues ayudó a Jiménez
a observar las señales de fuego y determinar el valor absoluto del tiempo. Javier Yañez:
“joven muy aplicado, que había estudiado con provecho los cursos de astronomía y geodesia
en la Escuela de Minas ” ayudaba muy bien con el cronómetro. Manuel Espinosa, quien era
2º jefe de la sección científica del Ministerio, también reunía todas estas circunstancias. Un
corto personal suficiente, para no distraer a los demás de la Comisión, según escribió.39
Dentro de estas apreciaciones refirió también con agrado la colaboración y apoyo del
Colegio de Minería, ya que Jiménez se agradecía el apoyo material, además de la atención
por parte de los alumnos y su director:
[…] el gusto que reina generalmente entre las personas de saber en el país por la astronomía, se manifestó en
las pocas noches que duró la determinación de que estuve encargado: la mayor parte de los profesores, y aun el
mismo director, asistían al observatorio á examinar la buena construcción y precisión del nuevo altazimut de
Troughton […] los alumnos de la clase fueron llevados varias veces por su profesor, para que formaran idea
del modo de practicar todos los detalles que son necesarios al buen éxito de una operación en que la misma
falta en la ejecución de un plan combinado, lo hace fracasar enteramente.40
En este sentido, Jiménez mostraba cierta satisfacción por los resultados obtenidos y por
los ingenieros de Minería que lo habían apoyado. A diferencia de Jiménez, el ingeniero José
María Romero anotó algunas dificultades para la realización de su reporte estadístico, además
de algunas reflexiones sobre la estadística en México. Mencionaba en las Memorias que el
38
MEMORIA,1865,p.37. Suponemos que Robles Pezuela dio clases de geografía en el Colegio Militar en 1844,
ya que Jiménez se encontraba como alumno en dicha institución según las biografías encontradas sobre él.
Jiménez presentaría su examen profesional de geógrafo hasta 1856 en el Colegio de Minería, a la edad de treinta
y dos años. Véase: DICCIONARIO PORRUA, 1995.
39
MEMORIA, 1865, p.41.
40
MEMORIA, 1865, p.70.
104
informe estadístico carecía de información y precisión, debido a la carga de trabajo de
Romero, pues también se concentraba en las tareas topográficas. Por tanto: “ la formación de
una perfecta estadística del Distrito, no fue el objeto especial de la Comisión científica […]
La parte de estadística fue encomendada de una manera accidental.41 No obstante, puntualiza
que se trató de agotar toda la información existente en las oficinas del Distrito, además de la
utilización de la información estadística elaborada con anterioridad por “personas veraz, de
sano juicio, y que han adquirido el conocimiento de los lugares que por su larga permanencia
en ellos, o por trabajos especiales que ahí han ejecutado”.42 Lo interesante en su apreciación,
es su recomendación al gobierno en torno a la urgencia de formar la estadística general del
territorio mexicano. Para ello, recomendaba al gobierno ampliar la Comisión del Valle de
México a todos los municipios contenidos en este. Recomendaba, la aplicación de las
ciencias para lograr resultados benéficos para el país, en este caso, las ciencias que se
instruían en la Escuela de Minas: la topografía, la mineralogía y la astronomía, se aplicarían
para la extracción y explotación racional de los recursos naturales en México. Además, había
que fomentar la transformación o la búsqueda de procedimientos que sustituyesen a los
recursos no encontrados en México –lo cual, sugiere que se refería a la no dependencia de
materias primas al exterior, como el carbón o el mercurio, indispensables para algunas
industrias como la minería–. Luego de esto, Romero apuntaba el deseo de ampliar las
investigaciones en estudios de medicina, dando importancia a los problemas de la población.
Proponía desarrollar más investigaciones acerca de las enfermedades y sus soluciones, ya
que, en esa época, el país sufría de un crecimiento demográfico negativo, debido en gran
parte a las defunciones causadas por epidemias tales como el Colera Morbus. En este sentido,
suponemos, pensaba proponer la inclusión de una sección médica en esta Comisión.
Formar el censo de cada Municipio; estudiar su posición topográfica y el especto de su suelo, para
venir en conocimiento de los elementos naturales que posee para su engrandecimiento, o bien
41
42
MEMORIA, 1865, p.189.
MEMORIA, 1865, p.190.
105
encontrase así los medios para suplir lo que la naturaleza le negó; hacer numerosas sus
observaciones meteorológicas y examinar todas la montañas, para saber las ventajas que podría
obtener la agricultura, y cual es la riqueza aun oculta de estos Distrito mineros; estudiar el clima y
las enfermedades reinantes para señalar sus causas y el modo de medir su desarrollo; o en pocas
palabras; fijar el grado de prosperidad a que cada pueblo puede llega por su riqueza agrícola o
mineral, por el comercio, la industria, y determinar también los medios por los cuales cada uno
puede alcanzarlo, seria una obra altamente importante y benéfica. Esta obra reclama para su
realización, la protección decidida del gobierno. Cuando se ensanche la Comisión Científica del
Valle; cuando se piense seriamente en formar el catastro y la geografía del país, entonces podrá
iniciarse esa obra, y aun llevarla a cabo. Entonces también se habrá dado el primer paso hacia el
progreso, y comenzará la nueva era que tanto anhelan los buenos hijos de México.43
Entre las apreciaciones anteriores, podemos notar el deseo de Almaráz, Jiménez y
Romero por ser parte de la formación de la estadística general de México. Cabe señalar que
en la medida que se alcanzaría esta tarea, también se alcanzaría el progreso de la nación,
según comentaba Romero. En este caso particular, la motivación del científico estaba
fundamentada en una idea de mejoramiento material a nivel nacional. No obstante, el
principal objetivo se mostraba aún difícil de hacer, ya que se necesitaba más y mejor
instrumentación científica, además de que todavía faltaban por pacificar muchas zonas
dentro del Valle de México. Pese a las buenas intenciones de los ingenieros, reconocían
que, al igual que años atrás, el clima bélico seguía obstaculizando la debida libertad y
tranquilidad para realizar investigaciones científicas. Demuestran el hecho de perdidas,
tanto económicas como de esfuerzo e interrupción de proyectos, cuando las agitaciones
políticas, u otras causas, provocaban la pérdida de instrumentación científica, de libros, de
materiales de “gabinete” o de laboratorio; ya que, muchos de estos no podían conseguirse,
menos aún hacerse, en México, pues tenían que ser traídos de Europa o los Estados Unidos.
Ejemplo de ello es el telescopio zenital y un gran altazimut proveniente de Londres.44
43
44
MEMORIA, 1865, p.190.
MEMORIA,1865,p.39 y 40
106
También se reconocen signos positivos, pues Jiménez describe el buen desempeño y
cooperación por parte del personal del Colegio de Minería, rasgos que ayudan a pensar que
existía un ambiente solidario a pesar de las complicaciones a las que ya estaban
acostumbrados.
Por último trataremos de responder, cómo estaba integrado el personal de la
Comisión, con base en los antecedentes y relaciones entre algunos de sus miembros;
además de saber cuáles fueron, específicamente, las tareas realizadas en cuanto a la
aplicación de sus conocimientos técnicos, sin abundar en ello.
2.3 El cuerpo científico de la Comisión
Un total de 20 ingenieros integraron la Comisión. El grueso de los participantes casi no tenía
experiencia práctica en trabajos científicos, pues muchos de ellos acababan de titularse en el
Colegio de Minería. A pesar de ello y las dificultades mostradas atrás, Almaráz subrayó su
buen desempeño y capacidades en los trabajos.
Llenos de esa pasión, propia de las almas nobles que desean distinguirse por sus meritos y de fe en
lo que iban á emprender, me infundían la seguridad de que llevaríamos á cabo la misión que se nos
había confiado, aunque fuese superior á nuestras fuerzas.45
De hecho, la mayoría de los participantes eran estudiantes, ya que uno de los objetivos
de esta Comisión era brindar conocimiento práctico acerca de los distritos mineros a los
alumnos del Colegio.46 En este sentido, el quinto grupo generacional fue el más numeroso
de la Comisión con nueve ingenieros –más otros cinco titulados después de 1865–. Siete de
ellos fueron parte de la generación 1861-1865 de ingenieros topógrafos: Rafael Barberi,
Manuel Garay, Manuel García Cubas, Fernando Iñigo, Mariano Reyes, José Maria Romero y
Javier Yañez (véanse Cuadro 6, Apéndice 1, y Esquema 2). Casi todos ellos, en diferente
tiempo y medida, contribuyeron en las triangulaciones de primero y segundo orden en los
45
46
MEMORIA ,1865,p.16
ROBLES, 1866, p.25.
107
minerales del distrito. De estos, algunos participaron elaborando planos. García Cubas, en
gran medida, dibujo todos los planos presentados en la Memoria; Iñigo, en la elaboración del
plano de población de el Chico; y Yañez en la elaboración de los planos de Pachuca, el Chico
y Real del Monte. Por otro lado, García Cubas y Yañez trabajaron en el proyecto de desagüe
de Almaráz; José María Romero se encargó de la investigación estadística de los distritos
mineros, redactó gran parte de la memoria y se le encargó ayudar en las determinaciones de
Francisco Jiménez en Teotihuacan. De los anteriores, García Cubas, de 32 años en este
momento, es de quien tenemos de más información, respecto a su producción como
científico.
Comenzó haciendo estudios de grabado en lámina con Luís G. Campa y a principios de
1853, a los 21 años, hizo la copia de la Carta Geográfica, con el apoyo de Miguel Lerdo de
Tejada.47 En 1861 fue nombrado, junto con el ingeniero Francisco Jiménez, para hacer la
carta Geográfica de la República, la cual fue interrumpida en 1863 por la guerra de
intervención,48 durante la cual estuvo a cargo del telégrafo que transmitiera a Juárez la
victoria mexicana en Puebla en 1862, y levantó el plano topográfico de la batalla del 5 de
Mayo.49
Continuando en relación con la quinta generación, los dos ingenieros restantes fueron:
José Serrano y Juan de F. Martín (véase Apéndice 1), quienes se aplicaron en las
triangulaciones de primero y de segundo orden. Serrano ayudó en los planos y estadística
de Pachuca, así como en las determinaciones en Teotihuacan. Cinco ingenieros más, se
examinaron o titularon después de 1865, ya que no se ubican en las listas de Fomento de
1866: Francisco Paredes, Carlos Moya, Manuel Castilla, Enrique Staines y Julián Nava,
estos dos últimos, aprobaron su examen profesional como topógrafos en 1865 y 1867
47
Cuya autoría atribuyó a la Sociedad de Geografía, pero que en realidad fue hecha por el general Pedro García
Conde en 1839.
48
DICCIONARIO PORRUA, 1995.
49
COLLADO, 2001, p.427.428.
108
respectivamente.50 Participaron en el proyecto de desagüe de Almaráz ,trabajando en el
levantamiento de los detalles en el terreno. 51
Acercándonos a las generaciones más antiguas, pertenecieron: José Galán, Manuel
Espinosa, Ramón Almaráz y Francisco Jiménez. A excepción de Galán, catalogado en la
tercera generación, los restantes se han de agregar a la cuarta (véase Esquema 2). José
Galán, participó en su respectiva sección como ayudante en las primeras triangulaciones de
primer orden, sufriendo los inconvenientes de lo accidentado del terreno, y de la
imprecisión de los instrumentos. Por tal motivo, Almaráz comentaba que él mismo tuvo
que conseguir un teodolito de Troughton para Galán.52 Tuvo que abandonar la comisión
debido a que cayó enfermo, teniendo que ser sustituido por Rafael Barberi. Manuel
Espinosa fue el único ingeniero en la sección de minas de la Comisión; logro hacer los
planos de población y mineros de Pachuca y Real del Monte; además de participar en la
nivelación y detalles topográficos del plan del desagüe, desde Tizayuca hasta Zumpango.
Ramón Almaráz, el director del proyecto, también se encargó de la verificación de los
detalles topográficos y las triangulaciones, propuso al Ministerio su proyecto de desagüe e
hizo el cálculo de los datos para la publicación de la Memoria. Se ha escrito que su
comisión “logró una precisión científica que fue verdadera maravilla”.53
Francisco Jiménez, de 30 años en 1864, fue participe de la Comisión de Límites entre
México y los Estados Unidos, de la que fue secretario en 1857.54 Ingresó en 1861 al
Ministerio de Fomento como oficial ingeniero de la sección primera, y oficial segundo el 1
de octubre. Ese mismo año se le encargó, junto con García Cubas, hacer la Carta Geográfica
50
Manuel Castilla también fue examinado como topógrafo en 1867. Véase: AHCM: “Índice alfabético del libro
no. 1 de actas de exámenes profesionales de la Escuela Nacional de Ingenieros” en Escuela Nacional de
Ingenieros: Libro de Actas de exámenes profesionales 1859-1879. Fojas: 57 rev a 60 rev.
51
Entendemos que estos detalles, son aquellos que representan los vértices que se toman de referencia para
dividir el terreno en redes poligonales. Estos pueden ser naturales, como accidentes en el terreno, o artificiales,
como las torres de una iglesia. Estos son medidos y se representan en planos y mapas. En ocasiones se solía
medir su proximidad mediante su iluminación, utilizando señales con fuego. Véase: Topografía en GALEANA,
1976.p.1006.
52
MEMORIA, 1865, p.19.
53
DICCIONARIO PORRUA, 1995.
54
Francisco Soza refiere que Jiménez entró en sustitución de José Salazar Ilarregui el 1º de agosto de 1857.
SOSA, 1884 a, p.528.
109
de la República.55 Por estos años, Jiménez relevaría a Díaz Covarrubias en la instalación de
un observatorio en la Ciudad de México, el cual fue puesto, junto con José María Margui, en
el Colegio de Minas.56 Ahí se instaló un telescopio inglés en 1864 cuando Ilarregui fue
director del plantel.57 Luis Robles Pezuela, coincidía con esto al referir que, en dicho
Colegio se pago “el costo de muchos instrumentos encargados de antemano a Europa, entre
los que se cuenta un gran Altazimut de Trauhton y un telescopio Zenital del mismo autor”.58
Jiménez mencionaba el Zenital y del gran Altazimut, provenidos de Londres, los cuales
fueron prestados por el Colegio de Minería y utilizados en la determinación de Teotihuacan.
Mencionaba que fueron traidos de Europa por Salazar Ilarregui, cuando era subsecretario de
Fomento.59 Recordemos que Ilarregui, en su discurso de diciembre de 1863, refería que la
Regencia Imperial estaba reedificando el observatorio
que ya existía (tal vez el de
Chapultepec, a cargo de Díaz Covarrubias), y que se preparaba para la construcción de otro;
el que suponemos, se le encargó a Jiménez y Margui.
Respecto a los cálculos astronómicos en San Juan Teotihuacan, Almaráz elogiaba a
Jiménez: “siendo tan conocida la instrucción de este señor, quien tiene justamente ganada su
reputación científica y su buen nombre de ingeniero geógrafo, y además los resultados que
obtuvo constituyen su principal elogio”.60
En definitiva, la mayor parte de los conocimientos aplicados en esta comisión fueron los
topográficos, comprendiendo las tareas de triangulación de primer y segundo orden, así como
las nivelaciones del terreno, usando la trigonometría y la geometría analítica. También se
hicieron planos mineros y de población en los diferentes distritos, haciendo uso de
conocimientos geológicos, de dibujo de paisaje, astronomía práctica, mineralogía y física
experimental.
55
SOSA, 1884 a, p.528
PYENSON, 1993, p.274.
57
MEMORIA, 1865, p.71. Esto sucedería cuando el director Joaquín Velásquez de León se embarcó para
Europa en cargos diplomáticos, quedando Salazar como director, ya que se le había nombrado interino desde
julio de 1863. RAMÍREZ, 1891, p.437.
58
También menciona un telescopio Clark de 2m. 50 cm. ROBLES, 1866, p.19.
59
MEMORIA, 1865, p.39.
60
MEMORIA, 1865, p.29.
56
110
A excepción de García Cubas, quien desde muy joven participó en proyectos
científicos, la mayoría del personal de la CCP aún eran estudiantes en el Colegio, con poca o
nula experiencia en trabajos de campo.61 Es importante observar que, dos de ellos figuraban
entre los nombres de estudiantes que firmaron protesta en contra de la intervención en 1862:
Fernando Iñigo y Mariano Reyes. Incluso García Cubas trabajó para la República, antes y
durante la intervención francesa. Pese a esto, el Ministerio de Fomento no tuvo reparo para
no incluirlos. Como se anotó en el capítulo anterior, el gobierno de la Regencia, y en especial
Salazar Ilarregui, el encargado de Fomento a principios de 1864, mantenía una política
conciliadora.
Algunos de los jefes de las secciones y los considerados de generaciones más viejas,
habían tenido experiencia en anteriores proyectos científicos. Tal es el caso de Francisco
Jiménez, Manuel Espinosa y Ramón Almaráz. Los últimos, ya eran parte de la Comisión del
Valle de México junto con Salazar Ilarregui, quien fuera el organizador de la CCP. No
obstante, los jefes de la sección de topografía y estadística, eran ingenieros de las últimas
generaciones; José María Romero era aún era estudiante de topografía (véase Esquema 2).
De estos, no se tiene información de trabajos anteriores.
De esta manera, podemos ver que de 1856 a 1864 el personal que participó en la
Comisión del Valle fue removido constantemente, pues la mayoría, fue prácticamente nuevo.
No fue representativo de hombres con mucha experiencia ni con prestigio académico
reconocido.62 No obstante, tres de ellos estarían registrados en la Sociedad Mexicana de
Geografía y Estadística (SMGE), la cual gozaba de prestigio científico y social. Como se
verá, la pertenencia en sociedades científicas, literarias y filarmónicas fueron determinantes
para la carrera del sabio mexicano en el siglo XIX, pues a través de estas se podía obtener un
impulso profesional debido al alto valor de sociabilidad y los contactos científicos y
61
Pues hemos de suponer que se ganaron por sus propios méritos, y por las relaciones sociales en el ambiente
político e intelectual. Suponemos, no todos los estudiantes en ese momento habían sido seleccionados para
practicar en la CCP. Cuestión, que ha quedará pendiente para su posterior investigación.
62
Tal vez estaban en busca de ello, a la vez que la intención por contratarlos pudo responder a la promoción de
nuevos elementos.
111
políticos. Entre los miembros de la SMGE en 1865, estaban Francisco Jiménez, Antonio
García Cubas y José Salazar Ilarregui, quien era el miembro más reciente.63 La pertenencia a
la Sociedad no se aseguraba solamente por los contactos con personas distinguidas. García
Cubas, venía de un origen modesto, y desde 1856 inició la publicación de diversos trabajos
cartográficos, sin embargo ingresó en dicha Sociedad propuesto por el conde de la Cortina.64
Una vez que se terminaron las investigaciones de la CCP, se empezó a redactar su
Memoria desde finales de 1864. Para ocho de los ingenieros, sus esfuerzos serían promovidos
a través del ministro de Fomento en 1865 Luis Robles Pezuela. El 1º de junio de ese año, el
jefe de la CCP presentó al Ministerio de Fomento la Memoria, luego de ello, Robles la
mostró al emperador el 27 de este mes:
[…] calificándola entre las labores de primer orden; y recomendando á la Comisión, formada por
el Sr. Almaraz, su Jefe; el Ingeniero de Minas D. Manuel Espinosa; los Topógrafos D. Juan F.
Martín, D. Javier Yañez y D. Rafael Barberi, alumnos del Colegio; D. Antonio García Cubas, D.
José M. Romero y D. José Serrano; y el Dr. Manuel Villada.65
No se incluye en las recomendaciones a los alumnos que se examinaron después de
1865. Tampoco incluyó a Manuel Garay, Fernando Iñigo y Mariano Reyes, ya que el tiempo
que trabajaron en la CCP fue más corto que los recomendados y entraron una vez
empezados los trabajos, además, Garay e Iñigo – no se sabe por qué– fueron reemplazados a
finales de 1864. Por otro lado, hay que tener en cuenta que Reyes e Iñigo firmaron antes la
declaratoria en contra de la Intervención. ¿Podría haber influido esto para que Robles
Pezuela no los recomendase al emperador?
El 3 de julio de 1865, el emperador autorizó al ministro erogar los gastos que
demandaba el Ministerio para la impresión de la Memoria,66 su publicación y circulación
fue hasta siete meses después.67
63
El 28 de julio de 1864 la Sociedad acordó inscribir en el Salón de sus sesiones el nombre de Salazar Ilarregui.
“En dicha asociación se reunía la élite intelectual del país, preocupada por el conocimiento de lo nacional
desde las perspectivas arqueológicas, históricas, etnológicas, lingüísticas y geográficas”.COLLADO, 2001,
p.427.
65
RAMÍREZ, 1891, pp. 454 – 455.
66
RAMÍREZ, 1891, p. 456.
64
112
Parte de los trabajos de la CCP fueron continuados por Antonio del Castillo, enfocando
solamente la parte geológica pero ampliando las investigaciones hacia más distritos del
imperio. Como mencionamos en el capítulo anterior, Castillo se encontraba en Taxco en
abril de 1863, antes de la llegada de los franceses a la ciudad de México, sin estar en la
planta de profesores del Colegio. Veinte meses después, cuando la CCP trabajaba en el
proyecto de desagüe de Almaráz, Castillo propuso al Ministerio de Fomento, el 28 de
diciembre de 1864, formar la Carta Geológica de varios distritos mineros. Además de los de
Pachuca, Real del Monte y El Chico, se haría la Carta de los distritos de Capula, Santa Ana,
Santa Rosa, y Tepenené; la de varios distritos mineros de Guanajuato; la de de Zacatecas y
Veta Grande; la de los distritos mineros de Fresnillo y Plateros; y la del Valle de México,
para enlazarla con la Serranía del Real del Monte,68 pretendiendo lograr una obra casi
general sobre la geología en México. Específicamente se recopilaría información geológica
acerca de cada distrito, su riqueza minera, y la variedad de especies metálicas: sales,
combustibles y demás minerales que serían útiles para la industria.69Acompañando las cartas
geológicas, se formaría una Memoria explicativa de los detalles y la mineralogía de cada
distrito. Dicha Memoria, se complementaría con trabajos geológicos anteriores y las
colecciones geológicas estudiadas por Castillo con anterioridad, contenidas en el Colegio de
Minería. Al menos, se sabe que el proyecto fue apoyado y recomendado al emperador por
Manuel Orozco y Berra.70
De este modo, la finalidad de los estudios de Castillo pretendía ser muy ambiciosa y
encaminada hacia objetivos útiles para la industria. No puedo decir que lo realizado en 1864
no tuvieran esta característica, pero su resultado se limitó –por tiempo y recursos–
básicamente, al reconocimiento del terreno: determinar su ubicación geográfica, mediante
procedimientos astronómicos, así como la interpretación del terreno, trasladado a planos y
67
RAMÍREZ, 1891, p. 466.
RAMÍREZ, 1891, pp. 450.
69
ROBLES, 1866, p.26.
70
RAMÍREZ, 1891, pp. 450 – 451.
68
113
mapas, a través de los procedimientos topográficos. Sin embargo, este esfuerzo fue parte del
gran plan por obtener la estadística general de México; determinar la utilidad productiva de
los distritos y evaluar su posible colonización, pues, retomó y amplió los estudios científicos
anteriores sobre el valle de México, y sin duda, sirvió como base para posteriores estudios.
Más sobre este tipo de esfuerzos, se verán en los siguientes subcapítulos.
3. El Ministerio de Fomento a partir de la llegada de Maximiliano de Habsburgo a México
Una vez que empezó el gobierno de Maximiliano, ¿qué importancia tuvieron los ingenieros
dentro de los planes del imperio? y ¿cómo los ingenieros intervinieron en esos planes?
Sabiendo que los planes del imperio no sólo fueron construidos y manejados por el
emperador, sino que en ellos influyeron e intervinieron muchos intereses particulares, tanto
nacionales como extranjeros, se ha tomado como premisa el análisis de Érika Pani para
comprender los factores que se presentaron para la proyección, desarrollo y límites de estos
planes. Dentro de éstos, se ha enfocado a los llamados “intereses materiales”, particularmente
los que tenían que ver con fomento por su vinculación con la ingeniería. 71
De acuerdo con esto, los planes de fomento estaban sustentados bajo el modelo de
desarrollo económico llevado por el Ministerio desde 1853, de hecho, el gobierno imperial
mantuvo una continuidad de las políticas fiscales y de fomento de gobiernos liberales y
conservadores, tanto en las ideas como en la práctica.72 En un principio, los imperialistas
creyeron que el imperio podría brindar la posibilidad de vivir un momento de tregua política y
de oportunidad económica, durante el cual, el Estado podía ocuparse de impulsar las mejoras
materiales, pues a través de ellas se obtendría la paz y la prosperidad para el país.73 Los
imperialistas coincidían en anhelar el orden, la eficiencia administrativa y el imperio de la ley.
71
PANI, 2001, p. 243.
PANI, 2001, p. 309.
73
PANI, 2001, p. 270.
72
114
El elemento coyuntural que dio la confianza para creer en esta posibilidad, fue la idea de una
monarquía apoyada por una potencia extranjera exportadora de capitales.74 De hecho,
Maximiliano pretendía gastar sus préstamos en la inversión de mejoras materiales que, si bien
no se lograron concretar, fueron planeadas por él y varios de sus hombres75, dentro de los
cuales, hubo ingenieros que se involucraron en diferente medida. Algunos de los planes se
observarán en las páginas siguientes. Sin embargo se debe de comprender ¿cuáles fueron las
principales limitantes de estos proyectos?
Se ha apuntado que durante los primeros años del imperio se logró mantener entre la
opinión pública y algunos sectores económicos altos una imagen de dinamismo económico y
modernización, las cuales se derrumbaron al imponerse las condiciones reales, evidenciándose
sólo las ilusiones y proyecciones del sector imperialista.76 Pani ha concluido que las limitantes
de los proyectos vinieron desde dentro del mismo grupo de imperialistas. El régimen se rodeó
de inversionistas nacionales y extranjeros en la necesidad de fomentar buenas relaciones con
aquellos que podían proveerlo de recursos dentro y fuera del país, sin embargo éstos
terminaron imponiendo sus propios intereses.77 En este sentido, se observan algunas
características de los gobiernos del siglo XIX mexicano, que precedieron al imperio y
siguieron manteniéndose en los años subsecuentes, siendo las principales limitantes internas
para los proyectos de Estado. La primera de esas fue la continuidad del régimen de agiotistas
mexicanos decimonónicos que siguió financiando al poder central78; así, varios de los
inversionistas imperialistas condicionaron su lealtad hacia el régimen. La segunda, derivada
de la anterior, radicó en la imposibilidad de una fiscalización eficiente y la falta de recursos e
instrumentos para desarrollar el impulso modernizador y librarse de la dependencia total de
74
PANI, 2001, p. 271.
Para el detalle de estos proyectos véase PANI, 2001, pp. 272-277.
76
PANI, 2001, p. 277.
77
Dentro de los intereses nacionales estaban los representantes de los poderes económicos y regionales:
hacendados y mineros, pero sobre todo los comerciantes financieros de la ciudad de México. Por una parte
estaban los intereses de Francia como patrocinadora del proyecto imperial. Sus intereses fueron proyectados a
corto plazo enfocándose a asegurar los reclamos de los acreedores franceses hacia México y propiciar la
inversión francesa en la banca nacional, los ferrocarriles y las minas. Véase: PANI, 2001, pp. 306-307.
78
Véase: SAN JUAN, 1988, p. 87.
75
115
los inversionistas.79 Independientemente de las limitantes se tratará de observar ¿cuáles fueron
las proyecciones e ilusiones de los ingenieros de Minería dentro de las tareas de Fomento?
Poco después de la llegada del emperador, el 12 de junio de 1864, el Ministerio de
Fomento, corrió a cargo de José María Ruiz. Posteriormente, se nombró a Luís Robles
Pezuela el 22 de septiembre, un ingeniero de minas, probablemente, titulado entre 1846 y
1851.80 Tal cargo lo ocupó hasta marzo de 1866, manejó los asuntos de la Escuela Imperial de
Minas, la Academia Imperial de San Carlos, la Especial de Comercio, y el Colegio de la
Purísima en Guanajuato hasta abril de 1865. En este momento dichos establecimientos de
educación pasaron a la administración del Ministerio de Instrucción Pública, con sede en el
edificio de Minería. El detalle de su gestión se detalla en el informe que Robles redactó para el
emperador en 1866, publicado con el nombre de: Memoria presentada á S.M. El Emperador
por el Ministro de Fomento Luis Robles Pezuela de los Trabajos ejecutados en su ramo el año
de 1865. Ahí se presentaron “en el lugar respectivo, noticias de interés en cuanto á la
industria, la agricultura y el comercio en lo particular”.81
Con base en esta fuente, principalmente, se ha averiguado qué tipos de tareas técnicas
se les confirieron a los ingenieros de Minería, sin dejar de lado los aspectos acerca de sus
ideas relacionadas con sus investigaciones, así como sus motivaciones, propósitos e ideas en
torno a su papel como ingenieros en su época.
Antes me detendré en Robles Pezuela, ya que toma importancia, no sólo por ser el
ministro e ingeniero que duro más tiempo en la cartera de Fomento durante el periodo, sino
por sus propuestas e ideas hacia el emperador, en el sentido de aconsejar o influir al
79
Véase: PANI, 2001, pp. 309-310. De acuerdo con Carlos Marichal, el mercado de valores en México era
informal, concentrado, personalizado y poco competitivo. No era propiciado por el gobierno ya que lo controlaba
un círculo muy cerrado de prestamistas financieros, quienes eran los que se imponían, primero ante la lucha
económica, y luego ante la política. No existían los instrumentos institucionales, como bancos, mercado de
bonos, y valores formales, ya que los instrumentos de deuda pública se definían mediante acuerdos personales
entre el gobierno y el prestamista.Véase MARICHAL, 1995.
80
No sabemos exactamente en que año se tituló, ya que ninguna de las fuentes consultadas presentó este dato.
Sin embargo, paradójicamente, en ROBLES, 1866, p.359-364, se anota su nombre entre los ingenieros de minas:
Antonio Blanco y Juan Matute, que se titularon en 1846 y 1851 respectivamente. Véase también:
MAILLEFERT, 1992, pp.286-287.
81
ROBLES,1866,p.16
116
monarca en aspectos como la instrucción pública, la economía de los recursos naturales, la
industria, la agricultura y el comercio del país.
3.1 Luis Robles Pezuela, ministro de Fomento: 1864-1866
Aunque no disponemos de rasgos biográficos, podemos inferir que fue originario de una
familia con un nivel social distinguido, pues, comentaba él mismo, que su padre tuvo un papel
importante en la industria minera del país –probablemente dueño y administrador de algunas
propiedades– pues pertenecía a la Junta de Fomento y Administrativa de Minería establecida
en 1842.
Esta junta, que el señor mi padre tuvo el honor de presidir algunos años, prestó grandes servicios:
organizó la recaudación del impuesto, amortizó mucha parte de la antigua deuda, reedificó el
hermoso edificio de la Escuela de Minas que se hallaba en ruinas, y restableció en él la enseñanza,
formando este establecimiento el verdadero plantel de las ciencias en México.82
Esta Junta sustituyó al Establecimiento de Minería de 1826, la cual administró la
industria minera pero sin facultades jurisdiccionales y careciendo de poder político. El fin de
la nueva junta consistía en restituir el poder judicial a los cuerpos mineros, pero bajo tutela del
Estado. Uno de sus objetivos esenciales era el impulso del desarrollo de la minería, mediante
un plan de distribución y adquisición del azogue muy semejante al colonial. Además, en 1848
la Junta se orientaba en una política de reestructuración del Colegio de Minería.
La idea de formar hombres capaces de dirigir la explotación de las minas y beneficiar de una
manera adecuada los minerales llevó a la Junta a incrementar el presupuesto del Colegio y a
replantear su plan de estudios.83
Por otro lado, parece que fue pariente de Manuel Robles Pezuela –quizá su hermano–
quien era militar y perteneció al partido conservador en la guerra civil de 1858 a 1861.84 Esto
82
ROBLES, 1866, p.28-29.
VELASCO, 1988, p.125.
84
Fue ministro de Guerra y Marina en el periodo del presidente Mariano Arista y se adhirió al Plan de Navidad
en 1858, formado por Miguel María Echegaray, quien había sido adicto a Félix Zuluaga (gob. Conserv.). Sin
83
117
puede ser reforzado, ya que mencionaba que sirvió al ejército durante 14 años. Francisco
Jiménez también mencionó que había sido su alumno cuando tomaba clases en el Colegio
Militar a mediados de la década de 1840.
Robles reconocía que las mejoras materiales, que se estaban realizando en ese momento,
se habían emprendido desde mucho tiempo atrás, pese a las convulsiones políticas del país.
Estaba plenamente consciente de este problema y creía que estas mejoras sólo se podrían
conseguir con ensayos y errores. Sin embargo, vislumbraba el camino hacia el alcance de un
estado de civilización, tomando como referencia modelos europeos a seguir.
Por otra parte, la perfección no se logra en ninguna cosa de una vez y de un solo golpe; se alcanza
por ensayos sucesivos, por mejoras lentas, á trueque de años muchos, de considerable dinero, de
tesón y de inteligencia. Nueva nuestra patria en el camino de la civilización, más nueva aún bajo
el paternal y acertado Gobierno de V.M., no se le puede pedir suba en un corto periodo y en medio
de las convulsiones, no completamente extintas de la guerra civil, al grado de adelantos de que
hacen alarde naciones envejecidas en desechar ensayos infructuosos y teorías inútiles.85
En estas palabras Pezuela pensaba en las ventajas y desventajas para México en ese
momento. Las primeras consistían en ser una nación nueva respecto a las europeas, donde el
campo de experimentación se mostraba amplio, aprovechando el camino recorrido en la teoría
y técnica europea. Sin embargo, había que lidiar con males profundos como las guerras
civiles. Tenemos un discurso regenerador y con base en los mismos criterios Salazar Ilarregui.
Robles colaboraría con el gobierno de Maximiliano dejando de lado cualquier
preferencia política, para contribuir al mejoramiento material del país y al alcance de los
embargo este Plan terminó siendo un tercer bando político en la guerra de tres años, ya que no simpatizaba ni
con Juárez, ni con Zuluaga, pues Robles lo destituye apoderándose de la Ciudad de México hasta 1859. Luego lo
sustituiría Miguel Miramón hasta 1861, cuando los liberales toman de nuevo la capital. En caso de que Manuel
Robles fuera hermano de de Luís Robles, podríamos tener argumentos para decir, hipotéticamente, que Luis
Robles no tenía reparos en aceptar el gobierno imperial de Maximiliano, siempre que fuera secundado por gente
del partido liberal, ya que su supuesto hermano, Robles Pezuela, al combatir a la República en los inicios de la
intervención francesa, fue aprendido, y después fusilado por las tropas de Ignacio Zaragoza en San Andrés
Chalchicomula Puebla. Irónicamente veríamos que dos ingenieros: Francisco Díaz Covarrubias y Manuel Robles
Pezuela, tendrían el rasgo común de haber tenido un hermano, asesinado en las guerras anteriores: la civil y la de
intervención francesa, aunque en diferentes bandos, pero pudiendo estar relacionados íntimamente. Recordemos
que Juan Díaz Covarrubias fue fusilado cuando, coincidentemente, los hombres de Manuel Robes Pezuela
tomaron la Ciudad de México.
85
Las cursivas son del autor. ROBLES, 1866, p.1.
118
países civilizados. Prueba de ello fue la obra que publicaría en 1869 en París, llamada:
Apuntes sobre las mejoras materiales aplicables a la América – Latina. 86 Como se entiende en
el mismo título, su causa, se extendía hacia toda Iberoamérica, ya que entre “nuestras
hermanas, que en muchos puntos son análogas y tienen las mismas necesidades”.87 Tal causa
tenía el propósito de: “formar, de nuestra patria, uno de los países mas prósperos del universo
[…] a través de la necesidad de incorporar […] algunos elementos y mejoras materiales para
desarrollarse”.88 Podríamos hallar en la mente de este ingeniero una comunidad imaginada,
compuesta de varias nacionalidades, identificadas por las mismas problemáticas, en referencia
al atraso tecnológico, científico y económico.
Robles elogiaba la riqueza natural de su país, reconociendo esto como una ventaja para
realizar su causa. Por otro lado, se muestra neutral hacia las opciones políticas, dejando en
claro que no se identificaba con ninguna en especial, justificando con ello su participación con
el imperio, y mostrando a la vez una actitud patriótica, al explicar que sus acciones se
pronunciaron en favor de la introducción de mejoras materiales en México.
Con tales convicciones, he considerado siempre como un acto de patriotismo, todo lo que ha
tendido a difundirlas y ponerlas en práctica. A ello se han encaminado mis esfuerzos
constantemente; por esta convicción no he tomado parte en las cuestiones políticas, que
desgraciadamente nos han dividido; ni en los catorce años, que serví como ingeniero militar, me
mezclé en pronunciamientos; y por ultimo, fue la esperanza de contribuir al desarrollo de estos
principios, la que hizo aceptar la cartera de Fomento, abandonando mis propios intereses por los
de la nación.89
Dichas introducciones de mejoras materiales, eran referentes a las técnicas y maquinarias
que en Europa y Estados Unidos se aplicaban. Robles tuvo la oportunidad de asistir a la
Exposición Universal de 1867, donde fue testigo ver “las grandes obras de los Estados Unidos
y Europa”. Entonces Robles pensaba: “Si un solo americano, saca provecho de mis trabajos,
86
Véase: ROBLES, 1869.
ROBLES, 1869, p. 3.
88
ROBLES,1869,p.1.
89
ROBLES, 1869, p.1-2.
87
119
me consideraré bien recompensado”.90 Robles se lamentaba de que prácticamente en México
no existía la aplicación de técnicas y maquinaria en la producción, y lo que se encontraba eran
algunas excepciones, además de encontrarse muy rezagadas de los adelantos a nivel mundial.
Ejemplo de esto era la maquinaria utilizada para la minería en Guanajuato. Describía que casi
todas las minas utilizaban bestias de carga; a excepción de un molino hidráulico que había en
la hacienda de San Jerónimo y una maquina de vapor que él mismo compró y reparo cuando
era director de la Hacienda de Rayas. Esta máquina era de mediados de 1820, y se utilizaba
para el desagüe. Decía que “últimamente [había] funcionado para dar movimiento à una
hacienda de beneficio”.91
Actualmente en su trabajo regular, da 30 golpes por minuto, comunicando á un árbol horizontal la
misma velocidad que es transmitida por poleas á otros tres árboles, el primero de los cuales da
movimiento á un mortero de doce mazos que dan 30 golpes por minuto. Los otros árboles
gobiernan cada uno un sistema de cuatro piedras del peso de 40 arrobas con una velocidad de 3
varas por minuto. El efecto útil es de moler en los seis días de la semana de 60 á 70 montones de á
32 quintales, según la calidad del mineral. Las piezas para reponer la máquina, fueron construidas
en la fundicion de la calle Ancha de México; la maquinaria de los arrastres en la de Zacualtipan, y
la del mortero y algunas otras en una fundicion últimamente establecida en Guanajuato: todo bajo
la direccion del ingeniero D. Luis Robles Pezuela.92
Estas ideas también fueron mostradas y aterrizadas en sus Memorias de Fomento, dónde
se presentan varias propuestas para el mejoramiento de la minería, una industria donde él y su
padre habían sido protagonistas. Como buen ingeniero recomendaba la necesidad de explotar
metales útiles para la construcción, en mayor proporción que los metales preciosos. Pero sabía
que para esto, se tenía que solucionar una serie de problemas que habían afectado, y seguirían
afectando, a la minería en el siglo XIX, uno de ellos, quizá el principal de todos, era la
especulación que afectaba a las propiedades mineras. Sus recomendaciones giraban en torno a
90
ROBLES, 1869, p.2. Debemos considerar esta obra para formar un estudio más detenido sobre las soluciones
y demás propuestas que, gente como Robles, levantaban hacia los países latinoamericanos, en una aspiración a
sembrar las semillas de un desarrollo económico con base en la incorporación y enseñanza de la ciencia y la
tecnología, aplicadas en la economía de estos países.
91
ROBLES, 1866, p. 375.
92
ROBLES, 1866, p. 376.
120
la urgente decisión que debía tomar el Estado para intervenir directamente en la minería “no
solo como el administrador político, sino como aun tomando á su cargo la administración
privada.”93 Detallaba catorce puntos, como soluciones a varios problemas. Entre algunas ideas
esenciales, se encuentran propuestas con base en: la explotación científica razonada de los
recursos y el impedimento de las prácticas monopolistas y la especulación. El establecer
correctamente los derechos de explotación; el crear un ambiente que garantizara el beneficio
de la propiedad, mediante estímulos igualitarios en la producción, esto es, sin preferencias
personales, y en un compromiso bien estipulado entre el Estado y el productor; así como
vigilar la seguridad de la clase trabajadora y extender el conocimiento técnico y científico
aplicado a las minas.94
Cada punto merecería un análisis muy especial, sin embargo, han llamado la atención
dos aspectos. En primer lugar, la exhortación estatal hacia la intervención directa con los
productores mineros y el apoyo a la producción en cuanto a ceder recursos e incentivos; así
como el manejo estricto y vigilancia de las leyes, reconociendo los derechos, obligaciones,
limitaciones y, a la vez, libertades para los productores. En el punto núm. 8 señalaba que:
“Mantener el equilibrio entre el interés de los particulares, que debe ser el de una ganancia
pronta, y el interes del Estado que debe ser el de la conservación de las fuentes de ganancias,
es decir, su empleo razonado”.95
El segundo aspecto, fue el expresado en la aplicación de la ciencia y la técnica en la
producción minera, expresado en dos puntos:
11ª. Apresurar el perfeccionamiento de los procedimientos, y extender á todos los establecimientos
metalúrgicos, las nuevas luces que los progresos de las ciencias derramen en las artes y en las
93
ROBLES, 1866, p.22. Este aspecto es una continuación de un proyecto económico iniciado desde tiempo atrás
y diseñado por Lucas Alamán, en consonancia con la consolidación de una nación unificada, fuerte e
independiente, donde el Estado es rector y conductor de los sectores productivos, mediante la recaudación fiscal
y el fomento a la producción y a la circulación de mercancías. VELASCO, 1988, p.116.
94
ROBLES, 1866, pp. 20 – 21.
95
ROBLES, 1866, p.21.
121
ciencias.; 12ª. Formar directores de trabajos y operarios para el arte de la explotación y beneficio,
que es uno de los que piden más estudio, experiencia y economía política96
Las Ordenanzas de Minería borbónicas, continuaron vigentes durante las primeras seis
décadas del México independiente. Ni conservadores ni liberales fueron capaces de adecuar la
legislación minera a las nuevas necesidades, en cambio sólo se desataron numerosas críticas
en torno “al régimen de propiedad de las minas; los impuestos, las formas de instancias
gubernativas, etcétera”.97 Robles Pezuela reconoció esta necesidad. Su postura frente a las
Ordenanzas fue conservadora, pero a la vez flexible. Trataría de no modificarlas en aquellos
aspectos que dieron resultados positivos a finales de la época colonial, los cuales debían de ser
aplicados estrictamente. De hecho quiso uniformar las Ordenanzas de Minería para todo el
imperio, pero reconoció que existían particularidades que se lo impedían. Por ello es que se
vio en la necesidad de flexibilizarlas, decidiendo hacer algunas modificaciones, las cuales
serían expresadas por decretos provisionales.98
Para tal flexibilidad, el 20 de abril de 1865, se convocó a varias personas conocedoras
del ramo, formando una Junta, en la cual incluiría a varios empresarios mineros de Guanajuato
y Real de Catorce, al presidente de Zacatecas, junto con algunos abogados y mineros, para
deliberar cuáles debían ser las Ordenanzas a modificar y cuáles permanecerían igual.99 Para
llevar a cabo tales modificaciones, cada propiedad debía presentar el estado en que se
encontraban las minas. Se tenía que evaluar la riqueza mineral de cada una, conforme la
extensión de cada propiedad y su posible utilidad en el futuro. En este sentido, se ordenó en
una circular del 20 de abril, a las Juntas mineras locales, que los ingenieros “a quienes
legalmente competía la ejecución de tales medidas”, orientaran las pertenencias y planos de
minas al meridiano astronómico, y que el metro fuese la unidad a que habían de sujetar las
medidas. Sin embargo, las Juntas locales prefirieron ignorar esta orden. Ante tal situación, el
Ministerio reclutaría para tales tareas a personas “que su experiencia y luces de la materia les
96
ROBLES, 1866, p.21.
VELASCO, 1988, p.122.
98
Lo cual fue un gesto que predominó jurídicamente durante los pocos años que duró el imperio.
99
ROBLES, 1866, p.107.
97
122
hayan sugerido” para que se hicieran las observaciones científicas. ¿Quiénes, mejores que los
ingenieros de minas?100
Se invitó a Antonio del Castillo, Próspero Goizueta y Manuel
Contreras, ingenieros pertenecientes a la segunda y tercera generación (véase Apéndice 1).
Con fecha del 11 de diciembre, se remitirían las observaciones a otra junta con el fin de hacer
“variaciones que demandan las ilustraciones y circunstancias del presente siglo”. Los que
compondrían esta junta, serían el anterior ministro de Fomento Teodosio Lares y, el próximo,
Manuel Siliceo, así como el ingeniero Manuel Orozco y Berra.
Podemos suponer, que Goizueta y Contreras fueran escogidos, gracias a que ambos
trabajaron en zonas mineras después titularse en el Colegio de Minería, consiguiendo un buen
conocimiento de las minas de los lugares donde trabajaban –Guanajuato e Hidalgo– uno
como profesor y otro desempeñando cargos dentro de la administración minera. Goizueta
obtuvo por oposición la clase de física en el Colegio de la Purísima, Guanajuato en 1852, y al
año siguiente la de mineralogía y geología, sustituyendo a Antonio del Castillo.101 Por su
parte, Contreras fue interventor, inspector y diputado de minería en Hidalgo y Guanajuato
hasta 1868. Además, sin fecha precisa, fue ensayador de la casa de Moneda, consultor de
varias obras en el Valle de México, regidor y presidente municipal de la capital de la
República, además de diputado y senador.102
Por otro lado, Robles recomendó reinstaurar la administración jurídica de las
diputaciones territoriales, similar a la política de los Borbónes, y tal como se hizo en 1854 con
Santa Anna. En ese entonces la administración de la Justicia correspondíó a las diputaciones
territoriales, a las diputaciones superiores y al Tribunal general de Minería. Ellas podían
hacerse cargo de la representación de los mineros y del cobro de contribuciones para el Fondo
100
Velasco Ávila ha mencionado que “Robles Pezuela era graduado del Colegio de Minería y se rodeó de
muchos de sus antiguos compañeros. Refiriéndose a que, ellos pudieron ayudarlo a plantear sus ideas dirigidas al
Emperador. Entre sus amigos, sospechamos, podría estar Francisco Jiménez, quien le dedicó su estudio sobre la
determinación astronómica de 1866.
101
DICCIONARIO PORRUA, 1995.
102
Su actividad más perdurable fue la de enseñar matemáticas desde 1868 y física experimental desde 1874 en
la Escuela Nacional Preparatoria. Enseñó mecánica en la Escuela Nacional de Ingenieros desde 1877. Después
dirigió la Escuela Normal y escribió los siguientes libros: Aritmética, Álgebra, Geometría y Trigonometría.
ENCICLOPEDIA, 1977, p.263.
123
Dotal. El gobierno republicano, un año y medio después, estipuló que los jueces del fuero
común, se hicieran cargo de los negocios de minería, y que los gobernadores y jefes políticos
se hicieran cargo de las facultades económicas y gubernamentales que tenían las diputaciones,
como parte de la política liberal, consistente en la destrucción de las corporaciones. Sin
embargo, Comonfort flexibilizó este intento, regresándose a la legislación de 1842, donde las
diputaciones mineras gozaban de la aplicación de justicia en primera instancia.103 No obstante,
en los hechos, el fuero de las diputaciones era muy reducido, ya que sólo podían recibir las
denuncias de minas, con obligación de recibir a los jueces del fuero común, todo expediente
que se presentase en controversia. Entre otras cosas, los gobernadores ejercerían la
administración respectiva de las diputaciones si estas no existieran en algún sitio. De este
modo las diputaciones quedarían sujetas a informar directamente al Ministerio de Fomento.104
Inconforme con estas medidas, aún vigentes en tiempo de su cargo como ministro, Robles
argumentaba que, si bien se reestablecieron las diputaciones en 1856, los diputados
[…] carecen de iniciativa; son simples ejecutores; y casi puede decirse, que solo existen para llevar
los registros del movimiento de minas y legalizar los actos correspondientes. Tampoco ejercen la
vigilancia que debieran, pues carecen de fondos que ésta demanda.105
Argumentaba también sobre la poca planeación a largo plazo, ya que se acostumbraba a
explotar superficialmente las minas para dejarlas después al abandono. En este sentido
criticaba la falta de trabajos en investigación, la falta de obras de desagüe, el sistema de
partidos en los obreros, entre otras cosas. Por ello instaba al gobierno a reformular el sistema
administrativo, tomando la supervisión de las minas, pues era una propiedad condicional
“deducida de su naturaleza y del papel que desempeña en los intereses de los pueblos”.106 De
acuerdo con esto, recomendaba para la supervisión de las diputaciones, nada mejor que un
103
La única restricción consistía en consultar a los jueces comunes en los asuntos contenciosos. En cada centro
minero se nombraría, basado en la costumbre, a tres diputados que se constituirían en juzgados de primera
instancia, procurando resolver los asuntos en forma sumaria y breve. Los tribunales superiores de justicia del
fuero común de cada departamento funcionarían como juzgados de apelación en segunda y tercera instancias.
VELASCO, 1988, p.123.
104
VELASCO, 1988, p.126.
105
ROBLES, 1866, p.30.
106
ROBLES, 1866, p.31.
124
cuerpo de ingenieros de Estado, que “aprovechase los conocimientos de la ciencia y
derramase sus luces en las clases trabajadoras”.107
Cuando Pezuela presentó a Maximiliano al cuerpo de ingenieros que debía servir al
Estado, anexó una lista de ingenieros titulados por la Escuela Imperial de Minas, indicando
sus fechas de titulación o presentación de exámenes para titulación –misma que ocupé para
formar la lista de los 91 ingenieros que coincidieron con el Directorio de 1867–.108 También
se presenta otra lista que muestra a los ingenieros civiles y arquitectos titulados en la
Academia de Bellas Artes de San Carlos. Cabe señalar que, en dicho documento nos
encontramos con un total de 125 individuos graduados en el Colegio de Minería en sus
diferentes carreras. Entre ellos hay registrados 34 ingenieros de minas, 62 topógrafos, 65
ensayadores, y 3 geógrafos. De todos ellos se registran, cronológicamente, las fechas de
titulación o en las que fueron examinados en sus respectivas ingenierías.
Otras recomendaciones giraron en torno a la baja de impuestos a la industria minera, y en
la necesidad del desarrollo de una infraestructura de caminos que beneficiara a la minería y
otras industrias, facilitando así la existencia y circulación monetaria y la integración comercial
en el país. En cuanto a la baja de impuestos, se puede notar de nuevo su tendencia hacia un
modelo económico derivado de la experiencia colonial.
[…] estos [ impuestos gravan] la materia bruta ó producto en vez de utilidad, estorba y hace
disminuir la producción: así Señor, como la experiencia lo probó durante los tres siglos de
dominación española, á cada rebaja de derechos correspondió un considerable aumento del
producto; si a este se agrega la finalidad de comunicaciones para que las materias de un nuevo
consumo en las minas disminuyan de precio y permitan beneficiar con provecho frutos de baja ley,
la minería legará á tan alto punto como nunca se ha visto ni imaginado.109
Finalmente, confiaba al emperador la protección de la minería y la industria en general:
107
ROBLES, 1866, p.31.
“Lista nominal de los ingenieros titulados en la Escuela Imperial de Minas, con expresión de las fechas de sus
exámenes o títulos.” en ROBLES, 1866, p.359-364, véase también MAILLEFERT, 1992, pp.286-287.
109
ROBLES, 1866, p.33.
108
125
Tengo la patriótica esperanza de que V.M. realizará esas mejoras, y disfrutará la satisfacción
mayor de los Soberanos, ver la prosperidad de su pueblo.110
De acuerdo con lo anterior, podemos interpretar que Robles trataba de reparar algunos
de los errores cometidos por el Ministerio de Fomento desde su creación en 1853. En cuanto
a la participación directa del Estado, Velasco Ávila, ha comentado que, “dicha participación
equivalía a garantizar que fueran los propietarios prominentes quienes controlarían los
órganos locales, estatales y centrales”, debido a que el tipo de intervención estatal fue
subjetiva y personalizada.111 Los liberales habían reconocido, al igual que los conservadores,
que se necesitaba la intervención directa del Estado a través de funcionarios estatales que
vigilarían el buen manejo de la administración en las diputaciones mineras. Sin embargo, los
funcionarios estatales logran ser controlados y corrompidos por los grandes productores,
logrando con ello el monopolio de la producción, las prácticas agiotistas, y lo más grave, una
manera de producir infructuosa, sin la incorporación de mejoras en ella, ni de tecnología – la
que tanto ansiaba incorporar Robles Pezuela.112 En este sentido, Robles pensaba que las
formas de participación estatal debían cambiar. Pretendía establecer la política de
concesiones individuales pero en plena determinación y aplicación de las Ordenanzas de
minería, en determinación de la ciencia, aplicada en las propiedades. El devolver las
corporaciones, pero con autonomías reales, sin una burocracia intermedia, y tratando de
evitar el control de los poderes locales. Para evitarlo, debía advertir al Estado de las
consecuencias para la producción si se seguía favoreciendo al poder real, que eran los
propietarios, que muchos de ellos eran aquellos comerciantes y agiotistas que exprimían al
gobierno.
Asimismo, los ingenieros tendrían un papel muy importante ya que determinarían con
sus conocimientos, la riqueza minera en cada diputación, ayudando a que el Estado
formalizara la relación con el productor, imponiendo las condiciones necesarias para lograr
110
ROBLES, 1866, p.35.
VELASCO, 1988, p. 135.
112
VELASCO, 1988, p. 136 – 137.
111
126
un beneficio recíproco. De esta manera, los ingenieros se convertirían también en los nuevos
emisarios políticos del Estado en las diputaciones mineras, con la idea de actuar bajo un
determinismo científico, y no como funcionarios locales del Estado, como había sucedido en
la década de 1850. No obstante, no podemos negar del todo que Robles no pretendiera
privilegiar a sus colegas dándoles un estatus social y económico más alto.
Como complemento a eso, se puede observar que el papel desempeñado por Robles
Pezuela en el Ministerio de Fomento también fue importante en la construcción de caminos
de fierro, lo cual cobraba sentido por su interés por vincular la producción minera y otras
producciones hacia el comercio Nacional e Internacional. Basándonos en la obra de John
Chapman,113 podemos ver que al momento que Maximiliano instaura su poder en México,
previas pláticas con la Compañía constructora, se puso inmediatamente en relación con
Robles Pezuela en su interés por construir el ferrocarril mexicano, en su reanudación en el
tramo México – Puebla. Una empresa que se había creado desde 1861 por parte de la familia
Escandón.114 En este sentido, Robles Pezuela llega a tener un papel de mediador entre la
empresa constructora del ferrocarril y las autoridades imperiales.
Es importante mencionar que, por la naturaleza de la obra de Chapman, no se refiere
ninguna información acerca de la participación de ingenieros mexicanos, al menos en lo que
concierne a las obras que conectarían a la Ciudad de México con el Golfo de México. No
obstante, no se descarta la posible participación en éste y otros contratos de construcción del
ferrocarril. Sabemos que algunos ingenieros tenían conocimientos prácticos en este asunto.
Pascual Almazán, un ingeniero civil que formaba parte del Consejo de Estado del
Emperador, publicó un Tratado lleno de ilustraciones sobre ferrocarriles por encargo del
113
CHAPMAN, 1975. En la revisión de los capítulos V y VI de este libro, Chapman hace una composición sobre
la construcción del ferrocarril, siguiendo el desenvolvimiento para su creación por parte de la principal compañía
contratista y creadora, la familia Escandón, a través de las correspondencias con autoridades francesas, la
regencia del imperio, así como otras más que encontradas en el Archivo General de la Nación de México y en
otros archivos. Como es obvio, resalta el hecho de que muchas de estas informaciones tienen correspondencia
con el Ministerio de Fomento y su ministro, el ingeniero Luis Robles Pezuela. Estas fuentes contenidas en los
archivos nacionales, para este tema y para este periodo, son documentos que se deben de explotar mucho más.
114
Casi al mismo tiempo que la de Veracruz-Orizaba. CHAPMAN, 1975, p.98.
127
Ministerio de Fomento.115 También sabemos que el ingeniero topógrafo Rafael Barbieri
abandonó su puesto en la Comisión Científica de Pachuca, ya que fue nombrado a finales de
1864 ingeniero para la construcción de un ferrocarril en Guanajuato.116 Lo que se ha
afirmado, es que los ingenieros que trabajaron en las obras de la Concesionaria de Escandón,
eran extranjeros, especialmente ingleses, dada la naturaleza de la Empresa,
pues el
empresario fue cediendo sus derechos a compañías de capital británico. Justo antes de que
arribara Maximiliano al país, Escandón trató de convencerlo para quitar del camino de fierro
a los franceses, quienes tácticamente habían hecho algunos tramos desde 1862. El encargado
para emprender las negociaciones con Escandón para la reanudación del tramo México –
Puebla, fue Luis Robles Pezuela. En 1855 “Antonio [Escandón] o alguno de sus asociados
que actuaba en su nombre, [fueron] quienes manejaron los tratos con el Ministerio de
Fomento”, según la correspondencia revisada por Chapman.117
Una vez empezadas las obras, Robles Pezuela intervino para ser mediador entre los
asuntos suscitados entre la Empresa y los propietarios que se quejaban por las construcciones.
Por ejemplo, intervino en un problema entre el Ayuntamiento de Veracruz y la Compañía, ya
que la primera no estaba de acuerdo con el lugar que había elegido la Empresa para construir
una estación. Una de las razones de mayor peso, fue la influencia en el Ayuntamiento de
Ramón Zarangioz, futuro concesionario del ferrocarril a Jalapa y que en aquellos días era
empresario del ferrocarril urbano de la Ciudad de Veracruz. La nueva estación le quitaría
115
El Ministerio encargó redactar una obra sobre ferrocarriles a Pascual Almazán, quien fuera en Oficial Mayor
de la Sección de Fomento en 1858, y en el imperio sirviera como consejero de Estado de Maximiliano. Esta obra
se publicó en 1865 con el nombre de: Tratado sobre caminos comunes, ferrocarriles y canales construccion de
puentes ordinarios, oblicuos, de madera, de fierro y suspendidos: teoría del vapor y su aplicación a las
locomotrices y navegación, obra redactada por orden del Ministerio de Fomento por P. Almanzan. México,
Literaria, 1865. Véase. ALMAZÁN, 1865. Sin embargo, Almazán no era ingeniero, sino abogado, político y
escritor. Estudió en el Colegio Carolino de Puebla, y obtuvo su título de abogado en 1835.Después se consagró
al estudio de las ciencias naturales y al ejercicio de la judicatura. La obra mencionada sirvió de texto en la
Escuela Nacional de Ingenieros por varios años. DICCIONARIO PORRUA, 1995. Aquí sólo se ha visto un
ejemplar en el Centro de Estudios Históricos CONDUMEX, el cual sólo contiene muchas láminas de diferentes
modelos de máquinas locomotoras, no contiene texto ya que parece fue sustraído. Otro ejemplar se halla en el
acervo histórico de la facultad de ingeniería ubicada en el recinto Palacio de Minería, en México, D.F.
116
MEMORIA, 1865, p.15.
117
CHAPMAN, 1975, p.100.
128
influencia económica en este lugar.118 Robles Pezuela decidió en agosto que “el problema era
demasiado espinoso para que él lo resolviera, por lo que turnó a la Junta de Consejeros de
Maximiliano”119 dónde se encontraba, Pascual Almazán. De aquí en adelante hubo muchos
asuntos en los que Robles trataría directamente para dar solución a los problemas que la
constructora encontrase en los lugares donde se conducía, ya que Fomento representaba la
instancia de gobierno correspondiente. Se menciona que para 1865, “el gobierno se colocaba
siempre del lado de la firma en todos los problemas relativos a la propiedad de la tierra”.120
El ministerio dio solución a quejas de la Compañía inglesa, tales como ofrecer fondos para
limpiar las vías en Villa de Guadalupe en mayo de 1865.121 Se presentaron muchos incidentes
respecto a la ocupación ilegal de tierras en propiedad privada, sin embargo, Chapman asegura
que “el gobierno tenía más interés en que la construcción avanzara a toda costa lo más rápido
posible, que en defender los derechos de los propietarios”.122 Se informa que el Ministerio de
Fomento también intervino para que se abandonara un proyecto provisional que tiraba
carruajes de tracción animal sobre rieles, en el tramo de Paso del Macho a Puebla, pues,
alegaba la Compañía, este proyecto podría representar una competencia.123 A pesar de todo
este apoyo, las relaciones del gobierno con la Concesionaria nunca tuvieron entera confianza.
El ministro Robles solicitó informes secretos a las autoridades de Veracruz, Orizaba, Puebla
y Apam, para informarle sobre “el ritmo de actividad observado y el número de trabajadores
empleados en las obras”.124 En ellas los de Apam y Veracruz registraron malas noticias
como maltrato a los trabajadores por parte del ingeniero Enrique Hirichz en Apam y proceso
lento de las obras por la falta de peones.125 Los demás informes fueron favorables.
118
CHAPMAN, 1975, p.109.
CHAPMAN, 1975,p.110
120
CHAPMAN, 1975, pp.113-114
121
CHAPMAN, 1975,p.114
122
CHAPMAN, 1975,p.114
123
CHAPMAN, 1975,p.115
124
CHAPMAN, 1975,p.117
125
CHAPMAN, 1975, p.117.
119
129
Por ultimo, a un año de las operaciones de la compañía, un informe a finales de 1865,
decía que el total de empleados era de 9 535, de los cuales 2 302, no eran obreros.126 La
longitud de las líneas construidas fue de 82.07 Km; en construcción 262.64 Km y sin iniciar
130.24 Km. Existían 11 locomotoras operando y 109 vagones. Los ingresos del tramo que
salía a Veracruz ascendían mensualmente a 15 000 pesos en 1864, y a más del doble al
siguiente año. La combinación de los tramos México-Villa de Guadalupe y Veracruz-Paso
del Macho había producido más de 400 000 pesos. “William Lloyd atribuyó estos progresos
al ‘vigoroso apoyo de las autoridades del imperio’”127
Era claro que, tanto para el gobierno como para la Compañía, era conveniente tener una
buena colaboración mutua, y dar una buena imagen a los inversionistas europeos, ya que una
buena cantidad de acciones en Europa se tenía que vender para solventar los gastos.128
4 Algunos trabajos realizados por el Ministerio de Fomento en 1865 y 1866
Una vez que hemos visto parte de las características biográficas, así como las propuestas, por
parte de Robles Pezuela, se observará lo llevado a la práctica por parte del mismo Robles y el
Ministerio a su cargo, para ser exactos, del 18 de octubre de 1864 al 3 de marzo de 1866,
periodo de gestión de Robles. Trataré de responder, cuál fue el papel que desempeñaron los
ingenieros en la planeación y realización de estos planes, y qué alcance tuvieron los proyectos
en los que participaron. Cuáles fueron los objetivos y las motivaciones, tanto de los proyectos
como de los mismos ingenieros en sus trabajos.
126
Entre ellos podemos imaginar un considerable manejo de ingenieros, tal vez entre ellos algún mexicano.
CHAPMAN, 1975, p.118.
127
CHAPMAN, 1975, p.119.
128
Véase: “(Quedaban así unas 60 000 acciones para su venta en Europa. Por su parte, Escandón había afirmado
en sus cartas de agosto de 1864 a Maximiliano, que la mayor parte de esas acciones ya se encontraban vendidas,
y en 1866 el representante de la compañía declaró que se habían reunido en Inglaterra “sumas considerables” )”
véase Las inversiones en la Compañía Imperial en CHAPMAN, 1975, p. 97 – 98.
130
Dentro de las labores estadísticas, se mandó hacer un catalogo de posiciones
astronómicas de varios puntos del imperio, además de otro con mediciones altimétricas.129
Por otro lado, haciendo uso de su conocimiento en el ramo de la minería, Robles presentó a
Maximiliano noticias estadísticas de minería acerca de muchos de los distritos mineros del
imperio y sobre la acuñación de moneda. Estas noticias son muy extensas ya que contienen
las estadísticas de todos los distritos conocidos, empezando de Norte hasta el Sur.130 También
se organizó el levantamiento del plano de la Ciudad de México, bajo un diseño de rigurosidad
científica y no sólo artística como se venía haciendo años atrás. Ahí, se puso en práctica los
conocimientos topográficos, astronómicos, y geográficos de los ingenieros.
En lo que atañe a la colonización, se debe advertir que esto hacia referencia a la
formación de una “población industriosa y activa” y a la utilización de terrenos baldíos.131
Además de la ya reseñada Comisión Científica de Pachuca, se emprendió otra comisión
científica en los terrenos de Huachinango y Metlatoyuca, en la parte norte del estado actual
de Puebla, el 15 de julio de 1865, cuyo objetivo, fue la evaluación de todas las constantes del
terreno para un posible rendimiento productivo. Sin embargo, este proyecto, desarrollado más
adelante, nació de la idea de reconocer algunos vestigios arqueológicos en Metlatoyuca,
correspondientes al periodo ahora comprendido como posclásico.
Respecto a las
tareas de obras públicas, se retomó uno de los proyectos que
demandaban mucha urgencia: el desagüe general del Valle de México, el cual se había
abandonado desde 1856. Aparte de la atención que Robles le dio a la construcción de
ferrocarriles, el Ministerio se encargó de las carreteras a través del ramo de Caminos, dirigido
por el ingeniero topógrafo José Joaquín Arriaga, encargado también del camino entre Puebla
y Perote. Entre las obras más destacadas hechas por Arriaga, destacan: las calzadas del
Tepachero, San Diego, Álamos, Amalucan, las dos de Chachapa y las de Ánimas; la calzada
en el Monte del Pinal, la construcción de los postes de mampostería en el tramo de las garitas
129
ROBLES, 1866, p.13.
ROBLES, 1866, pp.365-425.
131
VELASCO, 1988, p. 133.
130
131
de Puebla, un nuevo camino de Chachapa, la bajada de la barranca de Tememetla y la calzada
de Noche Buena.132 Se repararon y construyeron diferentes puentes en estos caminos, como
el de Chachapa, formado por arcos semicirculares y el cual fue visitado por el emperador y el
ministro Robles, así como varios ingenieros “de merecida reputación”.133 Robles Pezuela
apuntó la efectividad de las obras consumadas por Arriaga, a quien se le designaron
posteriormente las obras correspondientes al tramo de Puebla a Jalapa.134 El 12 de octubre de
1865, Arriaga fue designado en el puesto de Inspector General de Caminos del Centro de
Puebla. Su trabajo consistió en la inspección de los caminos de Puebla hacia varios puntos
del imperio: México, Perote, Matamoros e Izúcar; así como los caminos de Tehuacán a
Oaxaca. En estos caminos trabajaron bajo sus órdenes los ingenieros de minas: Ángel
Bezares –misma generación que Arriaga– y los recientes titulados Juan de Francisco Martín
y Fernando Iñigo – de la quinta generación.135
De acuerdo con las Memorias de 1866, y otras fuentes de apoyo, se desarrollaran tres
proyectos impulsados en el periodo de Robles, donde participaron activamente algunos
ingenieros del Ministerio de Fomento que eran, a su vez, ingenieros de Minería. Estos son: el
proyecto de desagüe general del Valle, el levantamiento del plano de la Ciudad de México, y
la Comisión Científica de Metlatoyuca. Cronológicamente, el proyecto de desagüe de México
se empiezó a planear desde noviembre de 1864, cuando la emperatriz Carlota de Bélgica
convocó a una junta a varios ingenieros para que se plantease el problema y se comenzaran a
realizar las propuestas de ingeniería para el desagüe general. Una vez que se seleccionó el
proyecto, los ingenieros empezaron a trabajar hasta el 27 de abril de 1866, cuando se decretó
el inicio de los trabajos de Desagüe General. Sólo se desarrollarán los primeros proyectos que
dieron lugar a la necesidad de retomar el proyecto, ya que el posterior seguimiento de las
132
RAMÍREZ, 1900, p. 11.
Gracias a estos trabajos, ya por su “solidez, belleza, perfección, prontitud y economía con que construyó” se
ganó elogios y se le condecoró con la insigne de Caballero de la Orden de Guadalupe, decretado en julio de
1865, y el día 21 se le da un diploma y una Comunicación correspondiente del ministro de fomento expresando
señales de aprecio. RAMÍREZ, 1900, p. 11.
134
RAMÍREZ, 1900, p. 11.
135
RAMÍREZ, 1900, p. 12.
133
132
obras es escaso en dicha fuente, así como en otras que se tuvieron al alcance. No obstante, se
puede observar su organización inicial y la intervención técnica de algunos ingenieros de
Minas. También desarrollaré el tema del levantamiento del plano de México empezado el 5
de diciembre de 1864, cuya proporción es más reducida. Finalmente, se expone lo referente a
la expedición de Metlatoyuca, o también llamada Comisión Científica de la Sierra de
Huachinango, la cual se emprendió a partir desde el 15 de julio de 1865 hasta el 30 de agosto,
cuando se presentó al Ministerio las memorias de los trabajos respectivos.136
4.1 El desagüe del Valle de México 1865
Desde 1630 datan las propuestas para emprender las obras del desagüe general. En marzo de
este año, Simón Méndez propuso abrir un canal para sacar el agua del Lago de Texcoco al río
de Tequisquiac. Este proyecto fue analizado y aprobado por diferentes ingenieros y expertos
en la materia, pero nunca se logró poner en marcha, hasta antes de 1866, debido a la falta de
recursos, la inestabilidad política, o la unión de ambos factores. Entre los que analizaron este
proyecto destacaron: Joaquín Velásquez Cárdenas y León en 1774 (el tío de Joaquín
Velásquez de León), Alexander von Humboldt en 1803, el teniente estadounidense M.L.
Smith en 1848, y Francisco de Garay en 1856,137 quien, de acuerdo con Priscilla Connolly, fue
en sus rasgos esenciales el autor del proyecto definitivo del gran canal que se empezó hasta
el porfiriato en 1888.138
El proyecto de 1856 fue motivado, por una parte, por las fuertes lluvias e inundaciones
registradas un año anterior. Por otro lado, como se recordará, el desagüe del Valle de México
136
RAMÍREZ, 1891, p. 457.
Véase: “Ingeniería” en ENCICLOPEDIA, 1977, p. 435.
138
Nació en 1823, estudió ingeniería en París y luego en Londres. A su regreso a México estudió el problema
hidráulico en el Valle de México y en 1848 presentó una propuesta para desviar las aguas del rió Churubusco
hacia el lago de Xochimilco y para controlar los flujos entre éste y el lago de Texcoco. Véase CONNOLLY,
1997, p. 207.
137
133
fue una de las tareas que el Ministerio de Fomento se impuso como prioridad el desde 1853.139
Por tales motivos, Manuel Siliceo, titular de esta secretaría, nombro una Junta para encargarse
de las obras, la cual se acordó la publicación de una convocatoria para presentar proyectos
destinados a resolver el problema hidráulico de la cuenca del Valle de México.140 Aunque en
su momento no se pudo llevar a cabo, el proyecto ganador fue el de De Garay, el cual no sólo
consideraba “la protección de la ciudad, sino también proponía el ‘rescate ecológico’ de la
cuenca” 141 y la navegación a través de los canales. Connolly apunta que el proyecto consistió
básicamente en lo siguiente:
a) Un canal a cielo abierto que, partiendo de la garita de San Lázaro, siguiera el pliegue inferior de
la cuenca por una longitud de 50 380 km hacia el norte; es decir, que atravesara los lagos de Texcoco, San
Cristóbal y Zumpango y recogiera las aguas de todos los ríos a su paso.
b) Un túnel de 8.97 km de largo, que desembocaría por la barranca de Ametlac, para que allí las
aguas se unieran con el río Tequixcquiac.
c) Tres sistemas de canales secundarios para desaguar, en caso necesario, los lagos de Chalco y
Xoxhimilco, y para comunicar Chalco con Zumpango. El propósito de estos canales, más otros 200
menores en los lechos de los canales desecados, era facilitar el riego, el transporte y el drenaje.
d) Un concepto general de aprovechamiento del agua para el riego, para la navegación y para la
fuerza motriz, que evitara la acumulación de agua estancada.142
Luego que se instauró la Regencia Imperial en 1863, la propuesta para retomar la
cuestión del desagüe no se hizo esperar, como ya vimos, Manuel Rivera Cambas lo
recomendaba públicamente en 1863 en la Escuela Imperial de Minas.143 El Ministro Robles
también sabía la importancia en esta cuestión, pues pensaba en las graves repercusiones para
todos los habitantes de la ciudad y de los pueblos colindantes a ella, expresaba que: “Ninguno
de los ramos que tiene el Ministerio á su cargo [es] de más trabajo con menos provecho”.144
139
Véase CONNOLLY, 1997, p. 207 y p. 93 de este trabajo.
CONNOLLY, 1997, p. 207.
141
CONNOLLY, 1997, p. 208.
142
CONNOLLY, 1997, pp. 207-208.
143
Véase p.22 de esta tesis.
144
ROBLES, 1866, p.6.
140
134
De acuerdo con Robles, a pocos meses de establecido el imperio, Carlota de Bélgica
nombró una Junta de Desagüe presidida por el coronel Doutrelaine, asociado con “ingenieros
distinguidos”, para poner manos a la obra. En primer lugar, se deliberó qué medios a utilizar
contra las inundaciones, y segundo, examinar cada uno de los proyectos existentes de desagüe
general y seleccionar el mejor.145
Según Luís Espinosa, futuro encargado de las obras definitivas, el gobierno había
tomado por primera vez “medidas para resolver el desagüe, sin que se hubieran presentado
amenazas de inundaciones”.146 Dentro de las medidas para prevenirlas, el 10 de noviembre de
1864, el Ministerio de Fomento ordenó a los pueblos y propietarios del Valle que limpiasen
los ríos, sin embargo, luego de unos meses, hubo inconvenientes, pues “hubo resistencia en
algunos, [y] morosidad en casi todos”.147 Por este motivo, para marzo de 1865, se tuvieron
que imponer algunas medidas forzosas, como el cobro de multas para los pueblos que no se
aplicasen en dicha tarea.
Por otro lado, desde octubre de 1864 Ramón Almaráz, quien en ése entonces dirigía las
operaciones de la CCP, había recomendado a Francisco Jiménez, inspector de caminos del
Ministerio de Fomento, un proyecto de desagüe a través del arroyo de Tequisquiac –tal como
se venía contemplando en proyectos anteriores–.148 Almaráz justificaba su autoridad
profesional en la cuestión, pues comentaba que “había trabajado como ingeniero en la carta
hidrográfica del mismo [Valle de México]”.149 Al parecer, derivado de su iniciativa, el
Ministerio le encargó que por medio de su comisión “se hiciese una nivelación del terreno por
donde debía pasar el canal del desagüe, y que remitiera al Ministerio el resultado de las
operaciones”.150 De este modo, logró obtener la topografía de Tizayuca a Zumpango hasta el
145
ROBLES, 1866, p.5. De hecho, Priscilla Connolly ha apuntado que “en el periodo de la ocupación francesa
están los antecedentes más tupidos de la obra de desagüe ejecutado en el porfiriato”. Véase CONNOLLY, 1997,
p. 208.
146
CONNOLLY, 1997, p. 208. Las cursivas son de la autora.
147
ROBLES, 1866, p.6.
148
MEMORIA, 1865, p.21.
149
MEMORIA, 1865, p.21.
150
MEMORIA, 1865, p.22. Sin precisar la fecha, Santiago Ramírez refirió que el Ministerio de Fomento había
nombrado a Almaráz para estudiar la cuestión del desagüe, véase RAMÍREZ, 1891p.450.
135
arroyo de Tequisquiac, con la ayuda de los ingenieros y practicantes que estaban a su cargo:
Antonio García Cubas, Javier Yañez, Manuel Espinosa, Enrique Staines y Julián Nava (véase
Esquema 2). La triangulación la ejecutó Yañez y la nivelación y los detalles los cuatro
restantes. El 8 de diciembre terminaron los trabajos de nivelación en Zumpango, y por esas
fechas Almaráz se dirigió a México con un borrador de los resultados de todas las
nivelaciones de la CCP. 151
Luego de esto, en la ciudad de México Almaráz pidió al Ministerio de Fomento dos
ingenieros para inspeccionar el terreno de Tequisquiac, pues consideraba que el conducir las
aguas de los lagos por el arroyo de esa zona era la forma más económica para las labores del
Desagüe General. Atendida su petición, fueron nombrados los inspectores de caminos
Francisco Jiménez y Miguel Iglesias, saliendo de la capital el 19 de diciembre.152 Resulta
interesante que, aunque no se aprobaba todavía ningún proyecto en ese momento, los
miembros del Ministerio aprovecharon el proyecto paralelo de la CCP, para contemplar las
condiciones del terreno por donde podían desembocar las aguas del Valle.
En 1865 la necesidad por iniciar el desagüe se hizo más urgente, ya que una serie de
intensas lluvias cayeron sobre el Valle de México, acarreando grandes inundaciones en los
meses de abril a octubre de 1865, esto ocasionó las quejas de varios pueblos y la exigencia de
indemnizaciones al Ministerio de Fomento. Fue entonces, cuando se planteó con más
urgencia realizar el Desagüe General, designándole una partida adicional en el presupuesto de
dicha secretaría.153
Para tener una idea de la precipitación de la lluvia en aquellos meses, la Escuela
Imperial de Minas, colaboró en la tarea de calcular la precipitación de la lluvia en el Valle de
México entre abril a agosto: el cálculo fue de 1.11m. Las lagunas del valle habían subido sus
aguas de esta manera: Laguna de Texcoco: 1.68 m; Laguna de San Cristóbal: 1.95 m; y
Laguna de Zumpango: 1.86 m.
151
MEMORIA, 1865, p.22.
MEMORIA, 1865, p.22. Véase también 152 RAMIREZ, 1891, p.450.
153
CONNOLLY, 1997, p.208.
152
136
En medio de las lluvias, se ratificó el proyecto de De Garay y en agosto se le nombró
director exclusivo y responsable de las aguas del valle, 154 también por que Robles se hallaba
en Matamoros.155 Robles comentaba que las lluvias e inundaciones se seguían intensificando,
y los trabajos de los ingenieros –suponemos que se refiere a los de la Sección Científica del
Ministerio de Fomento– eran insuficientes.
Para dar solución a esto, en 1866 se formó una Junta de Desagüe formada con los
inspectores de caminos y el jefe de la Sección Científica –que tal vez era Manuel Orozco y
Berra–.156 Entre los ingenieros que integraron la junta estaban los ingenieros topógrafos:
Ángel Bezares,157 a quien la Dirección General de Caminos y Puentes lo había nombrado
inspector de caminos;158 Miguel Iglesias, también inspector de caminos;159 Benito León
Acosta y Ramón Almaráz. Se acordó en esta junta dividir los terrenos en cuatro secciones, en
las que se emplearía un inspector por cada sección, auxiliado por uno o más ingenieros y por
gente de cada población, con órdenes de trabajar para que las aguas no se desviasen de su
curso natural. Pidieron apoyo de las autoridades aprobándose un gasto de cinco mil pesos.160
Según Robles, las quejas de los afectados por las lluvias disminuyeron y considerando
las mediciones que la Escuela Imperial de Minas les dió, reforzaron los diques de Zumpango
y San Cristóbal, mandándose tapar las rompimientos del rió Cuautitilán que aumentaban las
aguas de San Cristóbal. Al respecto, el ingeniero topógrafo Carlos Villada, sin pertenecer a la
Sección Científica, se encargó de tapar la brecha provisionalmente, hasta que el Ministerio de
Fomento lo auxiliase para solucionar definitivamente este problema. Se ha mencionado
154
De acuerdo con la versión de su nieto, recogida por Connolly, Garay nunca quiso reconocer al imperio y
estableció como condición que serviría en dicho asunto sin tener el carácter de empleado público y sin recibir
sueldo alguno. Sólo lo haría “por servirle a la patria” CONNOLLY, 1997, p.208. Se ha escrito también que había
sido el primer mexicano en recibir la Legión de Honor por parte del gobierno francés. Fue catedrático y varias
veces regidor de la Ciudad de México, además de ser presidente fundador de la Asociación de Ingenieros Civiles
y Arquitectos de México. Escribió El Valle de México en 1888. ENCICLOPEDIA, 1977, p.331.
155
ROBLES, 1866, p.7.
156
Quien acababa de ser nombrado subsecretario de Fomento el 14 de noviembre de este año.
157
Ingeniero topógrafo el 25 de septiembre de 1857. "Lista nominal de los ingenieros titulados en la Escuela
Imperial de Minas con expresión a las fechas de sus exámenes de sus exámenes o títulos" ROBLES, 1866,
p.359-364.
158
LA NACIÓN, 1º de septiembre de 1865.
159
Ingeniero topógrafo desde en 1858, ROBLES, 1866, p.359-364; Miembro de la Sección Científica.
MEMORIA, 1865, p.24.
160
ROBLES, 1866, p.7.
137
también, que otra de las soluciones adoptadas fue la construcción de los diques de Culhuacán
y Circunvalación.161
Hasta ese momento, ningún proyecto de Desagüe General se había desarrollado por la
falta de recursos, ya que se buscaba la garantía de una compañía o empresa que invirtiera en
la obra, sin necesidad de gravamen “del público ni del pueblo”.162 Para este propósito se
formaron juntas presididas por Maximiliano “á las que concurrieron los Ingenieros más
capaces é instruidos en la hidrografía del Valle”.163 En estas se presentaron todos los
proyectos de desagüe.
Entre los proyectos que se presentaron, resalta el del ingeniero Ramón Almaráz,
presentado desde diciembre de 1864. A pesar de que su proyecto fue apoyado por el
Ministerio y por los ingenieros de la Sección Científica,
Francisco Jiménez y Miguel
Iglesias, no fue apoyado por el Gobierno. Almaráz reconoció que:
[…] si el Gobierno no ha llevado á cabo éste ú otro de los muchos proyectos que se le han
presentado, creo que depende de que hay varias opiniones de hombres inteligentes, que sostienen
que el desagüe por el Sur del Valle es mas ventajoso. El Exmo. Sr. Ministerio de Fomento quiere,
y con justicia, se haga un reconocimiento por esa parte, que se estudie el terreno, pues en una obra
de tanto costo como ésta, es necesario antes de emprenderla, el estudio para comparar los
resultados y ver los mas económicos y de fácil ejecución.164
Robles admitía que el gobierno no había aprobado ningún proyecto de desagüe por la
falta de recursos. Incluso, se pensaba en buscar una empresa privada para desempeñar las
obras, sin recurrir al “gravamen del gobierno ni del pueblo”. Respecto al proyecto de
Almaráz, el mismo nos dice que consistía en
[…] desaguar las lagunas de Zumpango y San Cristóbal por el canal de Vertideros y el de
Nochistongo, elevando el agua del Lago de Texcoco con maquinas de vapor [sin embargo] este
proyecto no fue aprobado por la junta.165
161
CONNOLLY, 1997, p.208.
ROBLES, 1866, p.8.
163
ROBLES, 1866, p.8.
164
MEMORIA, 1865, p.23.
165
ROBLES, 1866, p.8.
162
138
Otro proyecto lo presentó el ingeniero civil Manuel Gargollo, no obstante el que se
aceptó fue el del ingeniero civil Francisco Garay, a quien ya se le habían encargado las obras
de desagüe del Valle de México desde 1850.
Suponemos que el proyecto de Almaráz hubiera demandado gastos elevados en
comparación con el aprobado Garay, quien no utilizaría máquinas, y desecaría la ciudad a
corto plazo; garantizando que para el año de 1866 no habría más inundaciones, siempre que
se le autorizara para invertir en sus obras cantidades que no pasaran de 25 a 30 mil pesos
[mensuales].166 Robles aseguraba que se le suministrarían todos los recursos y medios de
acción que el Ministerio disponía a De Garay, además de ser intermediario entre el ingeniero
civil y el Gobierno.
Con el fin de atraer la inversión privada para tal proyecto, se efectuó el 25 de noviembre
de 1865, en el palacio de Gobierno, una junta de ingenieros precedida por el Emperador para
examinar el proyecto del ingeniero, quedando nombrados Robles y el Subsecretario de
Hacienda, Esteban Villalva, para estudiarlo y presentar un plan de ejecución, teniendo como
fundamento que la obra no fuese gravosa para el público.167 Una vez analizado el proyecto,
Robles y Villalva convocaron a una junta de propietarios.168 En ella se nombró una comisión
que formularía las bases relativas a la formación de la compañía del desagüe y canalización
del Valle, las cuales fueron publicadas el 20 de enero de 1866.169
Terminada la gestión de Robles el 3 de marzo de 1866, el nuevo ministro de Fomento,
Manuel Siliceo,170 dispuso de un nuevo presupuesto que iba de 40 000 a 50 000 pesos
mensuales para las obras hidráulicas del valle.171 Connolly menciona que, a pesar de haberse
reconocido la superioridad del proyecto de De Garay en 1855, se nombró una nueva
comisión para analizar los proyectos alternativos. De hecho, según la autora, el proyecto
166
ROBLES, 1866, p.9.
RAMÍREZ, 1891, p. 461.
168
ROBLES, 1866, p.9.
169
RAMÍREZ, 1891, p. 465.
170
Nombrado ministro de Fomento el 3 de marzo de 1866.
171
CONNOLLY, 1997, p. 208.
167
139
original de Garay finalmente fue rechazado y se optó por el del teniente-ingeniero
estadounidense M.L. Smith, miembro del ejército invasor en la guerra de 1847.172 Durante la
ocupación de su ejército, Smith había estudiado la cuestión hidráulica del Valle a causa de las
inundaciones causadas deliberadamente por los mexicanos para obstaculizar la entrada del
enemigo. Propuso al gobierno del Distrito Federal un proyecto que consistió en “procurar la
desecación total y gradual del valle mediante el desagüe del lago de Texcoco por diversos
canales y un túnel que desembocara en el arroyo de Tequisquiac”.173 En su momento, tal
proyecto fue rechazado por lo ambicioso y el alto costo que representaba.174
Quedan aún las preguntas abiertas: ¿por qué no se aprobó el proyecto de Garay, si
previamente fue estudiado por Robles y Villalba? Robles refirió que había apoyado en las
juntas con los propietarios el proyecto de Garay, aún que había apoyado en un principio el
proyecto de su colega Almaráz. Tal vez, sabía muy bien como ingeniero, que el proyecto de
Garay podía ser mejor por su funcionalidad, ecología y economía. Entonces, ¿pudo haber
influido la opinión de los propietarios para rechazar a Garay y escoger el de Smith después?,
¿por qué se dio este cambio de opinión, justo poco después de que Robles terminara su
gestión como secretario de Fomento y entrara Manuel Siliceo para ocupar este cargo?
Siendo lo anterior definitivo –el presupuesto, el proyecto y la administración– se
decretó el 27 de abril el inicio de las obras de desagüe. Respecto al detalle de las obras,
Connolly menciona que Maximiliano envió a Europa a Miguel Iglesias con el fin de comprar
el equipo necesario. De esta manera, por primera vez se planteó la necesidad de emplear
maquinaria y equipo para las obras del desagüe, entre lo que destacaba: “una excavadora para
los tajos, ‘una máquina fija para el desagüe’ y unas dragas para la excavación de los
canales”.175 Para supervisar y controlar la obra, se nombraron a algunos ingenieros y un
172
CONNOLLY, 1997, p. 209.
CONNOLLY, 1997, p. 206.
174
Connolly también subraya que el proyecto revivía los proyectos coloniales de Simón Méndez y Joaquín
Velásquez Cárdenas de León, y que es significativo por su similitud con el proyecto que finalmente se realizó.
Véase CONNOLLY, 1997, p. 206.
175
CONNOLLY, 1997, p. 209.
173
140
personal directivo: sobrestante mayor, rayador y guardalmacén. Posteriormente, se nombró
un director general de obras, puestos que ocuparon De Garay y Luís Espinosa, quien
finalmente quedaría al mando durante el porfiriato. De esta forma, se empezó a trabajar en las
obras a la altura de Zumpango. 176
Sabemos que el 3 de julio, Miguel Iglesias, presentó al Ministerio de Fomento una
Memoria sobre el Desagüe de México,177 y que posteriormente las obras se le confiaron a él
“quien poco pudo hacer en la situación de guerra en que se hallaba el país”.178 Hay que
recordar que Iglesias también era un conocedor de la situación hidrográfica del Valle, como
consecuencia de su participación en la Comisión del Valle en 1856 y 1861. 179
Los trabajos siguieron durante 1866 hasta el término del Imperio, a pesar de la situación
difícil por la que atravesaba. El penúltimo ministro de Fomento del periodo, el ingeniero de
Minería Joaquín de Mier y Terán, organizó en diciembre de aquel año los trabajos
hidrográficos en el Valle, con motivo de la extinción de la Dirección de Aguas.180
Finalmente al derrumbarse el Imperio, Connolly refiere que varias versiones apuntan a
decir que, cuando el Ejército de Oriente se acercó a la ciudad de México en 1867, el general
Porfirio Díaz mostró serio interés por las obras de desagüe que se venían elaborando en
Zumpango y no permitió que se detuvieran en ese momento, pues “conocía personalmente las
obras de desagüe y apreciaba su importancia, no sólo para la ciudad de México, sino también
–y en sus propias palabras– para su ‘gloria’ personal”.181
176
CONNOLLY, 1997, p. 209.
Las cuales empezaron a publicarse en el diario El Mexicano. Periódico bisemanal que fue fundado por
Manuel Orozco y Berra el 7 de enero de ese mismo año. RAMÍREZ, 1891, pp., 465, 473, 474.
178
ENCICLOPEDIA, 1977, p. 435.
179
Iglesias y Almaráz fueron parte en 1861 de la Comisión del Valle de México RAMÍREZ, 1891, p.428. A
petición de Almaráz, fue designado el 19 de diciembre de 1864 por el Ministerio para inspeccionar el terreno de
Tequisquiac, junto con Francisco Jiménez y Luís Espinosa. MEMORIA, 1865, p. 23.
180
RAMÍREZ, 1891, p.472.
181
Refiere que, “según Creelman, ‘el espíritu constructivo’ del futuro presidente fue tan fuerte que mando
averiguar por qué se habían interrumpido los trabajos en el desagüe; al enterarse de la falta de recursos, ordenó
que se reasumiera la obra, y se comprometió a conseguir fondos necesarios del presupuesto militar.” Según Luís
Espinosa, “fueron los ingenieros, angustiados por la falta de provisiones y por la ruptura de su línea de contacto
con la capital, y preocupados por la seguridad de las obras en proceso, quienes se dirigieron al general, para
pedir protección a las obras y una mínima ayuda económica para su conservación. La respuesta de Díaz, al llegar
a la Villa de Guadalupe, fue ordenar la disposición de 1500 pesos mensuales, no de los fondos del ejército, sino
177
141
Durante la República restaurada liberal, el nuevo gobierno replanteó el problema
poniendo los planos sobre la mesa. Blas Balcárcel se convirtió en Ministro de Fomento y
Francisco Díaz Covarrubias Oficial Mayor de ese ministerio. El primero pidió un informe
general de los trabajos de desagüe nombrándose al ingeniero Ignacio de la Peña y Ramírez
para su estudio. Después, el ingeniero de minas Jesús P. Manzano presentó al Ministerio una
noticia general de los trabajos de desagüe, realizados desde su inicio hasta el 31 de julio de
ese año.182 Finalmente, la República Restaurada logró construir dos kilómetros del corte de
salida y parte de la galería.
Posteriormente, el continuador de este proyecto fue Luis Espinosa: ingeniero de minas,
ingeniero de la Sección Científica del Ministerio, inspector de caminos, y quien fuera uno de
los iniciadores del proyecto del levantamiento del plano de la Ciudad de México en los años
del imperio. Espinosa, en diciembre de 1864, junto con Francisco Jiménez, ya había
estudiado el proyecto del desagüe por el arroyo de Tequisquiac, cuando éste se le había
encargado a Ramón Almaráz. El proyecto se retomó hasta 1879 por encargo del ministro
Manuel Fernández Leal. Espinosa determinó que la obra debía cubrir un gasto en
consideración de una capacidad de 17.5 metros cúbicos por segundo, con tres objetivos:
impedir inundaciones, expulsar las aguas negras y controlar los excedentes del Valle. La
realización de su proyecto empezó a caminar hasta 1885, cuando Porfirio Díaz formó la
Junta Descriptiva para el proyecto. Entonces se emprendería una obra que culminó hasta el
17 de marzo de 1900, día de su inauguración. Se construyó un canal de 47.5 km, un túnel de
10 km, 21 metros, y un tajo de desemboque de 2,500 metros. “Este tajo conduce finalmente
los caudales al río Tequisquiac, los cuales se aprovechan en generación de energía eléctrica y
de la Hacienda del Distrito Federal, ‘para la conservación de las obras de desagüe, mientras el Supremo
Gobierno determina que se prosigan y lleven a cabo con el debido empeño’. CONNOLLY, 1997, p. 209-210.
182
RAMÍREZ, 1891, pp. 484 – 485.
142
en irrigación, incorporándose después al Tula, tributario del Pánuco, que desemboca en el
Golfo de México”.183
4.2 Levantamiento del plano de la Ciudad de México.
Los iniciadores de este proyecto fueron algunos de los ingenieros que formaban parte de la
Sección Científica del Ministerio de Fomento: Luis Espinosa, Ignacio Pérez Gallardo y
Manuel F. Álvarez, sólo el primero de ellos era ingeniero de Minería –cuarta generación–.
Ellos pidieron al Ministerio levantar el plano de la Ciudad de México trabajando en su
construcción y dibujos en las instalaciones del Ministerio. Estos trabajos se harían en
tiempos que no interfirieran en las funciones que les demandaba el gabinete, por ello es que
sólo pidieron una cantidad mensual módica, sólo para pagar al personal que les ayudara y
otros gastos requeridos durante el levantamiento. Pese a estas limitaciones, Robles daba
mérito a los ingenieros, pues refería:
El hecho que acabo de referir manifiesta claramente que los mexicanos tenemos grande empeño
por el adelanto de las ciencias, y que, contra lo que vulgarmente se dice de nosotros, cada uno
quiere poner su empeño contingente en el fondo común de los conocimientos de nuestro país.
Como se ve, los ingenieros no pidieron adelanto de sueldos, gratificación, ni recompensa alguna
por el molesto trabajo que iban á emprender; sus aspiraciones eran á la conclusión del plano, y
encontrar sus nombres escritos como autores de aquella obra.184
183
Véase: “Ingeniería” en ENCICLOPEDIA, 1977, pp. 435 -436. En referencia al detalle de la contratación para
la construcción del gran canal durante el porfiriato, así como el costo de la obra y las relaciones laborales, véase
“El gran canal de desagüe” en CONNOLLY, 1997, pp. 193-304.
184
ROBLES, 1866, p. 206.
143
Lo anterior, pudo haber servido para promover a los ingenieros en actividades
importantes para el imperio, mostrando una imagen de la ingeniería mexicana comprometida
con el desarrollo del país y con recompensas puramente intelectuales. El objetivo de tal
proyecto consistió en: “levantar un plano exacto de su capital, que á la vez que contuviera
todas las modificaciones que ha sufrido la ciudad con el transcurso del tiempo, reuniera la de
la exactitud para que pudiera llamarse oficial”.185
Ya que estos ingenieros no tuvieron ni el tiempo ni los recursos necesarios para trabajar
en el plano, además que se reportaban dificultades para la transportación de los instrumentos
a las áreas de investigación,186 se delegó el proyecto a Ramón Almaráz. Para estos momentos
Almaráz acababa de dirigir los trabajos de campo de la CCP, preparándose los planos, la
escritura y los cálculos finales de la Comisión.187 Además, aún estaba ocupado en su
proyecto de desagüe en Tequisquiac, donde trabajaban dos de los miembros de la CCP. Pese
a sus ocupaciones, Almaráz inició estos trabajos el 5 de diciembre “con los Ingenieros que
estaban en Ecatepec”: José Serrano y Rafael Barberi.188
Para dar inicio al proyecto, Almaráz quiso conocer todos los planos hechos hasta ese
entonces sobre la Ciudad de México, además de evaluar el valor científico de cada uno. El
indicado para proporcionar esta información fue Manuel Orozco y Berra quien conocía los
diferentes planos que se habían hecho, desde la época de la Conquista hasta principios del
decenio de 1860. Orozco hizo un análisis histórico y científico sobre todos ellos. Entre sus
observaciones, precisó que los realizados en la década de 1850 y lo que corría de 1860
habían sido reproducciones del realizado en 1793 por Diego García Conde, el se cual
consideraba como el primer plano de la Ciudad de México hecho con la rigurosidad científica
185
ROBLES, 1866, p. 206.
ROBLES, 1866, p. 206.
187
De hecho en diciembre la CCP pedía al Subsecretario Orozco y Berra, subsecretario de Fomento, la ayuda de
la Sección Científica para dibujar los planos de la CCP. Sin embargo la Sección (Luis Espinosa, Pérez Gallardo,
y Manuel Álvarez) puso más interés en el levantamiento del plano de la ciudad. Por tal motivo la comisión tuvo
que trasladarse a la ciudad de México para realizar los trabajos de gabinete. MEMORIA, 1865, p. 24.
188
RAMÍREZ, 1891, p. 449.
186
144
de su época. No obstante merecían reconocimiento los hechos en 1852 y 1854. 189 Resulta
interesante mostrar la opinión que Almaráz obtuvo acerca de la mayoría de los mapas hechos
hasta ese entonces, pues en ella muestra su justificación respecto al significado científico del
proyecto.
De aquí es que si aquellos tienen la mayor parte de los detalles actuales de la ciudad, estos han
sido hechos á ojo por algún dibujante, sin estar sujetos á escala ni á la orientación que deben tener
las líneas, pudiendo por lo mismo solo tener un mérito artístico, pero no científico, por que ni es
posible calcular una superficie ni formar proyectos de algunas obras, sin que éstas queden sujetas
á los mismos errores que tienen los planos; en una palabra son mas bien croquis aproximativos,
pues les faltan muchas cosas esenciales, teniendo en contraposición varas de mas, que si antes
existieron, al presente no hay ni vestigios: era necesario corregirlos en su totalidad, lo que quiere
decir, hacer un nuevo levantamiento….es preciso que sea así en cosas que están
sujetas a
variaciones, por que si no las ciencias y descubrimientos permanecerían siempre en su cuna .190
De este modo, Almaráz se proponía a superar los trabajos anteriores, confiando en los
instrumentos, la precisión de los cálculos y métodos que disponía para su época. Hay que
recordar que Almaráz admiraba el grado que la ciencia había alcanzado durante el siglo XIX,
el cual calificaba como “el siglo de oro [en referencia a] las ciencias exactas, cuyo desarrollo
tan violento como admirable, ha dado gran preponderancia à la Europa y á los Estados
Unidos de América”.191
Después de aquella evaluación, procedió a los detalles técnicos. El proyecto tenía a su
disposición toda la instrumentación científica que ocupó la CCP. Los ingenieros formaron una
red trigonométrica de 11 triángulos, la cual apoyaron sobre uno de los lados de la triangulación
189
El de 1854, se había hecho por ingenieros mexicanos, pero se hallaba extraviado. Entre otros planos
mencionados esta el de 1856, hecho por Juan Nepomuceno Almonte, publicado para la guía de forasteros; en
1858 se publicó en París otro para la Guía del viajero en México; en 1860 se litografía otro por Juan N. del
Valle; y por ultimo los publicados en los años de 1858, 1861-1865, por Decaen. ROBLES, 1866, p.208.
190
ROBLES, 1866, p. 209.
191
MEMORIA, 1865, p.6.
145
de la Carta Hidrográfica del Valle de México,192 cuyas mediciones fueron rectificadas por la
Comisión Científica de Pachuca. Luis Espinosa calculó la base del plano para determinar el
nivel de la ciudad, resultando una longitud de 2,080 m.193 Para realizar la triangulación, se
situaron 60 vértices por intersecciones, utilizándose para ello algunas torres, cúpulas de
iglesias y algunas astas bandera. La triangulación se efectuó el 5 de diciembre, a cargo del
ministro Robles. Como ya se dijo, la Comisión contaba con tres ingenieros que participaron en
la CCP: Manuel Espinosa, Rafael Barberi y José Serrano, además del ingeniero de minas Jesús
Manzano. Entre ellos se observa una diferencia generacional más o menos amplia, ya que
pertenecen a la tercera y quinta generación. Manzano y Espinosa, de la misma generación,
tenían seis años de haberse titulado, mientras que Serrano dos y Barberi estaba por titularse en
1865. A cada uno se le dieron órdenes para levantar diferentes porciones de terreno, siguiendo
los mismos métodos de los ingenieros de la Sección Científica de Fomento. Al juicio de
Robles, las triangulaciones resultaron óptimas, a pesar de que se expresó la limitación de
contar con sólo tres brújulas.194 Finalmente, el plano se construyó en una escala de 1/3000,
más una reducción de 1/8000.
Almaráz complementó su trabajo anotando diversos datos científicos sobre la Ciudad de
México proporcionados por la Escuela de Minas195 – temperatura, lluvia, presión barométrica,
192
La cual, inicialmente había sido apoyada por una triangulación que iba de San Francisco a San Lázaro, cuya
base geodésica fue medida por Francisco Díaz Covarrubias, referida en la Carta Hidrográfica del Valle de
México y empezada desde 1856. ROBLES, 1866, p.209.
193
Para ver la demostración de este procedimiento, véase ROBLES, 1866, p.210.
194
ROBLES, 1866, p.211.
195
En el Diario del Imperio, el Colegio de Minería publicó este tipo información desde el 25 de noviembre de
1865, los cuales se siguieron publicando en fechas posteriores (por mi parte sólo he visto hasta el 28 de
diciembre de 1866). Véase: “Observaciones meteorológicas hechas en la Escuela Imperial de Minas en el mes
de Julio de 1865, y presentadas al Ministerio de Instrucción Pública y Cultos” El diario del Imperio, México.,
274. II. 1865, p.548-549. Se presenta un cuadro donde se muestra las observaciones de cada día del mes, en
concepto de sus horas, y sus correspondientes mediciones por barómetro (Term. libre, Term. fijo y Altura),
termómetro (Patrón, Máxima, Mínima) e higrómetro (Temp.ambient.,Punto de rocio, Ten. del vapor); una breve
mención del estado del cielo, las mediciones por el Pirheliómetro, Pluviómetro, Actinómetro (Temp.ambient.,T.
del actinom, Ten. Zenital), Brújula (Inclinación, Declinación), y Anemómetro. Las observaciones están firmadas
por Ignacio Cornejo, en referencia al valor de la presión atmosférica, temperatura media en grados c., la altura
del agua caída en mil/cm. cuadrado; y Murphy en lo que se observa a las abreviaturas del estado del cielo. (no
siempre aparecieron estos nombres en dichas observaciones).
146
humedad del aire, etcétera– así como de otros levantados por la Comisión del Valle iniciada
en 1856, a la cual él perteneció.196
Por último, de acuerdo con sus conocimientos, y analizando una de las problemáticas de
la ciudad, Almaráz recomendaba al gobierno imperial trasladar los muladares de la ciudad a
los potreros de la parte sur donde casi no soplaba el viento a la ciudad, ya que los aires del
norte y noroeste, donde se encontraban los muladares, arrastraban los miasmas. En adición, la
zona norte se consideraba peligrosa, debido a la insalubridad de la zona. Orozco y Berra
anotaba en 1855 que había una triste tendencia al despoblamiento en esa zona, “ya por la falta
de agua, ya por que el terreno es árido y triste, ya por otras circunstancias que tal vez pudieran
evitarse”197
196
Los datos científicos que Almaráz da para la ciudad son los siguientes: La Posición geográfica, según Díaz
Covarrubias es, latitud norte: 19º26’ 12” 3; longitud de tiempo al Oeste de Greenwich: 6 n 36 m 28º 57, y en
arco respectivo al mismo meridiano: 99º 7’ 8” 55; la altura al nivel del mar es de 2, 277 m. Además de otros
datos respectivos a la altura del piso de México, respecto al lago de Texcoco, sobre las garitas de México, etc.
ROBLES, 1866, p.212. Incluso se puede observar poca diferencia entre las referencias de Covarrubias con
referencias más actúales. Por ejemplo La Enciclopedia de México sitúa la latitud norte a los 19º, 26’, 05”, y a los
99º, 26’, 05” de longitud oeste del meridiano de Greenwich. La altura sobre el nivel del mar es de 2, 240 metros.
Véase: “México, ciudad de” en ENCICLOPEDIA, 1977, p. 505. Las posiciones geográficas de Covarrubias
fueron reducidas al meridiano de Greenwich, ya que antes cada geógrafo elegía el meridiano base. Covarrubias
se basaba en el meridiano de Chapultepec; Francisco Jiménez, Manuel Orozco y Berra se basaban del meridiano
del Palacio Nacional. Véase: “Comisión” en ENCICLOPEDIA, 1977, p. 91. A propósito se puede visitar, al
costado izquierdo de la catedral metropolitana de la ciudad de México y viendo hacia la calle de 5 de mayo, un
monumento realizado en 1878 por el Ministerio de Fomento, obra de Francisco Jiménez Arias, dedicado a
Enrico Martínez, donde se aprecian una serie de posiciones geográficas de la ciudad de México, respecto a los
diferentes lagos que rodean a la ciudad de México: San Cristóbal, de Zumpango, Texcoco, y Tlatocan. Todas las
posiciones están basadas en el “nivel medio determinado en 1862” por la Comisión del Valle. Véase también:
“Jiménez y Arias, Arq. Francisco,” en ENCICLOPEDIA, 1977, p. 982.
197
OROZCO Y BERRA, 1973, p.93.
147
Mapa 1
Plano de la ciudad de México, 1867
Fuente: Tomado de ROBLES, 1866, p. 214.
148
4.3 La Comisión Científica a Metlatoyuca
Con el objetivo de saber si algunos terrenos podían ser objeto de colonizarse, además de
registrar los vestigios de una zona arqueológica, se ordenó una expedición a Huachinango y a
Metlatoyuca (ambas situadas actualmente al norte del estado de Puebla198) por parte del
subsecretario de Fomento Manuel Orozco y Berra. Esta expedición fue muy breve, pues
duraría tan solo un mes; desde el 15 de julio de 1865 hasta finales de agosto, cuando se
presentó la memoria de los trabajos respectivos.
El origen de esta expedición, fue a partir de una comunicación remitida por el
subprefecto del distrito de Huachinango Juan Bautista Ocampo, al Ministerio de Fomento el
27 de junio. Ésta refería el reporte de unos terrenos baldíos en este distrito, además unas
ruinas arqueológicas en Metlatoyuca, “que en aquel tiempo habían adquirido gran celebridad
por las asombrosas descripciones que de ellas hiciera el Prefecto”199 que tal parece, no se
habían investigado antes. De acuerdo con ello, el subsecretario ordenó a los científicos
reconocer el camino entre Tulancingo y Huachinango 200 para examinar los terrenos baldíos
y hacer un croquis de ellos para saber de su situación y superficie. Esto comprendía la
descripción topográfica, la situación del clima, los tipos de producciones, la actividad minera;
levantar un plano de las ruinas descritas y sacar algunas “vistas” de ellas, así como de los
objetos más interesantes que se hallasen.201
Los comisionados nombrados para formar esta expedición fueron: los ingenieros
Ramón Almaráz y Antonio García Cubas, además de Guillermo Hay, quien se encargaría de
obtener imágenes de los terrenos en la expedición, a través de la fotografía. Al igual que el
levantamiento del plano de la Ciudad de México, en esta comisión se podían disponer de los
198
Metlatoyuca se encuentra al norte de Puebla, en el declive de la sierra. Actualmente, la cabecera de
Metlatoyuca se encuentra a una altura de 700 metros, y su posición es: 20 º, 44’, 07” de latitud, y 97º, 51’, 15” de
longitud. Véase: ENCICLOPEDIA, 1977, pp. 915 y 974.
199
GARCÍA CUBAS, 1960, p.749.
200
RAMÍREZ, 1891, p. 457.
201
ROBLES, 1866, p. 214.
149
instrumentos de precisión, que usaron estos mismos ingenieros en la Comisión Científica de
Pachuca.
De acuerdo con los objetivos, García Cubas y Ramón Almaráz se ocuparon en la
realización de tareas muy variadas, dentro de diferentes disciplinas. Además de, haber
proyectado en los mapas y planos la representación de los accidentes del terreno y de los
detalles naturales y artificiales –actividades propias de la topografía– García Cubas y
Almaráz, también describieron con detalle aspectos económicos, culturales y sociales. En el
caso de García Cubas, hay que decir que, poseía conocimientos artísticos y de ciencias
naturales, ya que antes de estudiar ingeniería en topografía, realizó estudios en la Academia
de Bellas Artes de San Carlos,202 y después ciencias naturales en la Escuela de Medicina.203
En la Memoria referente a esta expedición, contenida en la de Fomento de 1865, se
puede ver la estructuración de estos temas, desarrollados en diferentes apartados tales como:
la geografía, la historia natural, la geología, la población;204 el clima, las enfermedades
reinantes,205 la agricultura,206 los caminos,207 y al final de la memoria se desarrolló un
apartado para los terrenos baldíos y la colonización.208 Llama la atención que el último de
estos temas sea dedicado a la colonización, ya que, es presentado a manera de conclusión,
denotando ser el de más importancia y el objetivo mismo del proyecto.
A continuación se nombrarán algunas localidades en el trayecto, mismas que se pueden
apreciar en el plano que sacaron de Tula a la mesa de Coroneles. Cronológicamente los
expedicionarios salieron el 18 de julio de la Ciudad de México para llegar a Apam en la
madrugada del día 22.209 Posteriormente se dirigieron hacia Tulancingo, llegando en la tarde
de este día, hospedándose en la casa de Gabriel Mancera. Al otro día se dirigieron a
Huauchinango, la cual se halla “rodeada de ásperas y elevadas montañas, a las que domina
202
DICCIONARIO PORRUA, 1995.
COLLADO, 2001, p. 426.
204
ROBLES, 1866, p. 225.
205
ROBLES, 1866, p. 228.
206
ROBLES, 1866, p. 229.
207
ROBLES, 1866, p. 230.
208
ROBLES, 1866, p. 232.
209
ROBLES, 1866, p. 214.
203
150
por la parte S.E., la cumbre de Zempoala”,210 pasando por el pueblo de Acaxochitlán. En esta
parte del camino los expedicionarios subían por la sierra, haciéndose difícil el camino. García
Cubas refirió:
El camino que seguíamos era en extremo penoso para las cabalgaduras, por hallarse practicado en
una cuesta pendiente, cubierta de barro ferruginoso, que impedía a aquellos afirmar sus herraduras,
por lo que era preciso caminar despacio y en la mejor precaución.211
Pasaron por Venta de Totolapan subiendo toda la tarde hasta llegar al pueblo de
Huachinango a las once de la noche. Una vez que se establecieron ahí, García Cubas
retrocedió 4 Km al sur para reconocer el camino recorrido la noche anterior y a “proseguir a
la configuración del agreste terreno”.212 Una vez que los expedicionarios se dieron cuenta de
la dificultad de transportar el equipo fotográfico, debido a lo accidentado de la sierra, además
de existir pocas condiciones para la fotografía a causa de la existencia de poca luz, se tuvo
que necesitar de la ayuda de dos artistas de la Academia de San Carlos, quienes debían
dibujar el terreno donde no se pudiera emplear la fotografía; ellos fueron: José María
Velasco213 y otro artista de apellido Coto.214
Una vez que se juntaron con los paisajistas en Huachinango, la expedición partió
rumbo a Metlatoyuca el día 26, junto con el subprefecto Campo. Descendieron vadeando el
río Necaxa rumbo a Dos Caminos, decenciendo por un desfiladero de la Sierra, hasta llegar a
Xico. Siguieron descendiendo por peligrosas pendientes, llegando a Venta de Jalapilla a la
orilla del río San Marcos, volviendo a encumbrarse hasta el pueblo de San Pedro Patlacotla
donde descansaron. Al otro día, bajaron varios kilómetros por la cuesta de Pimentilla, y
subiendo otro poco hasta el poblado de Pentepec. Al otro día descendieron y vadearon el
arroyo de Colutla, terminando la Sierra Madre para encumbrar la Mesa de Coroneles.
210
GARCÍA CUBAS, 1960, p.753.
GARCÍA CUBAS, 1960, p.751.
212
GARCÍA CUBAS, 1960, p.753.
213
ROBLES, 1866, p. 214. Tal vez José Maria Velasco fue invitado o recomendado por García Cubas, ya que, se
ha escrito que era amigo del artista pues Cubas también estudió en la Academia de Bellas Artes de San Carlos.
Véase COLLADO, 2001, p. 426 – 429.
214
Supongo que es Luis Coto, quien pintó: La Colegiata de Nuestra Señora de Guadalupe en 1859. Este cuadro
muestra la imagen más famosa del primer ferrocarril en el Valle de México, el de la línea que unía a la Ciudad de
México con la Villa de Guadalupe inaugurada en 1857. Véase AGUAYO, 2003, pp.71-72.
211
Fuente: Tomado de ROBLES, 1866, p. 219.
HUAUCHINANGO
ACAXUCHILTÁN
V. TULANCINGO
XICO
LA PILA
S. LORENZO
VENTA DE TOTOLAPA
DOS CAMINOS
RIO. S. MARCOS
CUMBRE DE
ZEMPOALA
m
Leguas
mexicanas
Km.
1
2
1/300 000
MESA DE AMISTLÁN
JALAPILLA
RIO COLUTLA
10
3
4
1/ 20 000
Croquis del Camino de Tulancingo a la
Mesa de Coroneles
RIO NECAXA
RIO JALAPILLA
S. PEDRO
PETLACOTLA
CUESTA DE LA
PIMENTILLA
POZO REAL
PANTEPEC
PASO DE LOS
NARANJOS
A. SALSIPUEDES
RANCHO JACOME
MESA DE CORONELES
151
Mapa 2
152
Finalmente, subieron a la Mesa hasta encontrarse en el rancho de Jácome, hallado en la
selva donde se encontraron las ruinas de Metlatoyuca.215
El mapa anterior es una reducción del “Croquis del camino de Tulancingo a la mesa de
Coroneles, levantado por los ingenieros Ramón Almaráz y Antonio García Cubas” (véase
Mapa 2). En él se puede observar tanto la distancia del recorrido, con los detalles orográficos
e hidrográficos, así como los puntos de las localidades mencionados, la altimetría del lugar y
las constantes pendientes con las que los ingenieros tuvieron que lidiar.
Luego de visitar las ruinas de Metlatoyuca, la comisión regresó de nuevo a
Huauchinango el 7 de agosto, regresando a la Ciudad de México al día siguiente. Finalmente,
el 30 de agosto Almaráz presentó la Memoria de los trabajos hechos por la comisión al
Ministerio de Fomento.216
Cabe señalar las limitaciones que tuvo la comisión para llevar a bien este proyecto,
entre ellas resaltó los factores de orden natural, y el clima de inseguridad en algunas zonas
comprendidas en el itinerario de la expedición. Para García Cubas, el primer factor fue el más
difícil de enfrentar, en sus Memorias relataba que: “Nunca había emprendido excursión más
penosa como la que voy a referir, y tan llena de contratiempos y peligros, a causa de la
estación en que la llevaba a cabo”.217 Lo accidentado del terreno, descendiendo montados en
mulas o caballos más bien enclenques, entre pendientes agudas y resbaladizas a causa del
lodo provocado por la época de lluvias, fue con lo que más lidiaron aquellos ingenieros y
artistas, y, en ocasiones, lo que casi les hizo perder sus vidas. Rumbo a Dos Caminos,
avanzaban por un desfiladero por la sierra, y entre más avanzaban “más y más se hundía el
camino bajo [sus] pies, hasta quedar convertido en una hondonada, tan profunda, que el
fondo desaparecía a las miradas, y en la cual se precipitaba el río después de rodear la
eminencia del Necaxa”.218 Descendiendo en la cuesta de San Lorenzo (véase Mapa 2), la
215
GARCÍA CUBAS, 1960, p.753-760.
RAMÍREZ, 1891, p.457.
217
GARCÍA CUBAS, 1960, p.749.
218
GARCÍA CUBAS, 1960, p.754.
216
153
mula de García Cubas se atascó en una sarteneja,219 tropezando después y cayendo con él al
mismo tiempo:
[...] vime repentinamente precipitado en un voladero, ya caído, sentí gravitar sobre mi cuerpo el
de la mula, que me había seguido rodando por la pendiente; mas quiso la fortuna que mi cabeza, al
recibir de lleno el choque del animal, quedase sumergida en el barro de otra sarteneja. Sin
embargo, el golpe fue duro y estuve por el momento privado del sentido220
Fuente: Tomado de GARCÍA CUBAS, 1960.
El accidente pudo interrumpir la expedición, ya que Almaráz quiso regresar a la Ciudad
de México para atender a Cubas, sin embargo, éste se rehusó pues, según dijo: “una retirada
de la Comisión sería una vergüenza”, pues en México esperaban con ansia los resultados.221
En otra ocasión, descendiendo en una vereda abrupta, la mula de Guillermo Hay sacudió
tanto su carga que “abrió la caja de su tapa y empezó a dar salida y regar por el camino
aparatos, frascos y cristales”.222
También la fuerza de las crecidas en los ríos afecto a los expedicionarios cundo trataban
de vadearlos. En ocasiones fue difícil lidiar contra las corrientes y remolinos, en el arroyo de
Colutla:
219
Porción de la sabana arcillosa que se resquebraja con la sequía.
GARCÍA CUBAS, 1960, p.755.
221
GARCÍA CUBAS, 1960, p.755.
222
GARCÍA CUBAS, 1960, p.757.
220
154
La fuerza de la corriente aumentaba sucesivamente y hacia cada vez más difíciles y peligrosas
los vados, tanto que, en una de las vueltas del arroyo, Almaráz fue arrastrado por las aguas con
mula y todo, debiendo tan sólo su salvación a un banco de arena donde aquella se detuvo.223
Al empezar los trabajos en la mesa de Metlatoyuca los expedicionarios se encontraron
con “mala estación”, poco tiempo, y falta de herramientas. Sin embargo, anotaron, a manera
de compensación, que encontraron poca “resistencia de los indios para trabajar en esas
ruinas”.224
Por otro lado, la expedición tenía delimitada su frontera en aquellas zonas ocupadas por
las fuerzas insurgentes. De hecho, se puede ver en el croquis esta delimitación. Por ejemplo,
en la Mesa de Amistlán, que había sido programada en el viaje, no pudo ser visitada debido a
que se encontraba muy cerca del Distrito de Zacatlán, donde se habían producido algunas
escaramuzas por parte de las fuerzas rebeldes225 (véase Mapa 2).
En materia técnica, entre las descripciones topográficas, se describieron los accidentes
del terreno en el camino de Tulancingo a la mesa de coroneles. Se realizaron algunos dibujos
del lugar, hechos por Coto - un puente formado de bejucos en el río y la cascada de Necaxa
(véase Mapa 2) y el dibujo del croquis correspondiente a este tramo del camino que fue
levantado por Ramón Almaráz y Antonio García Cubas. En ese dibujo se puede apreciar el
corte geológico teórico, donde se muestran los sedimentos: terciario, cretácico, basáltico,
volcánico y moderno, con referencia a la conformación mineral de cada capa geológica. El
camino se dibujó a una escala de 1/300 000, marcando los kilómetros y las leguas mexicanas,
así como sus alturas en escala de 1/20 000. Se dibujó también el plano de las ruinas de
Metlaltoyuca, el cual esta litografiado por Manuel F. Álvarez, ingeniero y litógrafo del
Ministerio de Fomento. 226
223
GARCÍA CUBAS, 1960, p.759.
ROBLES, 1866, p. 236.
225
ROBLES, 1866, p. 233.
226
Quien fuera ingeniero civil e ingeniero topógrafo de la Escuela de San Carlos.
224
155
En cuanto al estudio geológico, se recogió una cantidad importante de rocas, de acuerdo
con las observaciones hechas a la superposición e inclinación de las capas.227 Estos datos
fueron analizados en conjunto con otros que ya se habían levantado en 1861 en el mismo
camino por el ingeniero de minas Agustín Barroso. La reunión de todo este conjunto fue
presentada al profesor de la Escuela de Minas Próspero Goizueta, un experimentado geólogo
que ya había participado en varios proyectos anteriores.228 El realizó la interpretación y
composición geológica del suelo en cuanto a la localización y clasificación de las rocas, lo
cual, se presento en la Memoria en forma de datos y sirvió para formar el corte geológico
que se encuentra litografiado en la Memoria. 229
A pesar de que no eran especialistas ni en Historia ni en Arte, no obstante se dieron
tiempo para deliberar y sacar algunos juicios, de acuerdo con lo observado en las ruinas, y
conforme al bagaje cultural propio de Almaráz y de García Cubas. Sobre todo de éste
último, quien probablemente obtuvo buen conocimiento de la Arquitectura en la Academia
de San Carlos. En este caso, nos acercamos a una faceta en donde los ingenieros dan luz al
mundo de sus propios valores culturales y estéticos. Después de hacer las respectivas
observaciones en las ruinas, se puede resumir lo siguiente en relación a sus propios informes:
[…] que estas se componen de pirámides construidas con losas labradas de arenisca, cubiertas en
parte de una buena mezcla hidráulica, como se verá por el análisis químico que mas adelante
indicaremos, de algunos túmulos y restos de algunos edificios de poca altura. Para estos trabajos se
necesito la ayuda etimológica del licenciado Galicia Chimalpopoca: “lugar fortificado con piedras
macizas”.230
227
ROBLES, 1866, p. 223.
Próspero Goizueta consiguió ser ingeniero de minas en 1857. Prestó servicios en contra de la invasión
norteamericana. Fue profesor desde 1852 en la clase de física en el Colegio de la Purísima en Guanajuato, y en
1854 obtuvo la clase de mineralogía y geología, sustituyendo a Antonio del Castillo. También fue arquitecto por
la Academia de Artes de San Carlos, y pertenecía a la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística en 1865.
Fue parte de los ingenieros que Robles promovió para forma el cuerpo de ingenieros del Estado. En 1861,
cuando el gobierno republicano triunfa sobre el gobierno de Miramón en la capital, fue ingeniero de la Sección
Facultativa del Ministerio de Fomento a cargo de Ignacio Ramírez y fue nombrado Jefe de la Comisión del Valle
de México, encargada del levantar las Cartas Hidrográfica y Geológica del Valle de México. Véase: ROBLES,
1866, p.359-364; DICCIONARIO PORRUA, 1995; BOLETIN, 1865, p.9-10; RAMÍREZ, 1891, pp. 382 y 428.
229
ROBLES, 1866, p. 223.
230
ROBLES, 1866, p. 234.
228
156
En este sentido, llegaron a la conclusión que el lugar estaba destinado para la defensa
del pueblo que habitaba ahí.231 Las observaciones giraron mucho en torno de la arquitectura
del lugar, cuyo elemento fue tomado como parámetro de comparación con otras culturas
antiguas y así atribuir un grado de civilización. Se reprodujo el análisis químico que
determinó la mezcla que se asentaba entre las rocas232 y, se reprodujeron dibujos de pinturas
murales sobre un túmulo y de monolitos labrados, en representación de algunos “ídolos”.
Lo que más llamó la atención, tal vez por asociarlo con la arquitectura europea, fue el
reconocimiento de la construcción de una bóveda en un túmulo.233 Al ver algunas de las
figuras antropomorfas labradas en piedra, la asociación que obtuvieron fue una similitud con
las momias de Egipto.234
[…] no son las figuras gruesas, toscas, de piernas sumamente cortas, que se encuentran
generalmente en los ídolos ó figuras mexicanas que conocemos: el tipo de la cara de la momia es
diferente también…la nariz derecha indica otra raza que la de los aztecas: en fin, la buena
construcción de las pirámides, los escalones grandes que componen éstas, ¿no son vestigios de una
civilización primitiva, que cuya hermana deberíamos mas bien ir á buscar en Egipto? Las momias
mas bien parecen haber sido hechas á imitación de las momias egipcias: los grandes escalones de
las pirámides asemejan mas estas construcciones á las egipcias que á las de San Juan Teotihuacan.
¿Son éstas, pues, anteriores á las de Métlaltoyuca? ¿La aproximación al mar de estos terrenos,
habrá tal vez impulsado a las tribus matlatuyecas á abandonar un suelo donde quizá no gozaban de
paz, para buscar en África tierras mas hospitalarias? ¿Pueden estas costumbres y el modo de
construir á semejanza de los egipcios, dar luz á la nueva teoría de la emigración?...no nos toca mas
que indicar lo que hemos encontrado en nuestra exploración, y los sabios sabrán aprovechar
nuestras indicaciones si son ó no útiles para la etnografía.235
231
Investigaciones hechas en el siglo XX, sitúan este lugar en el periodo posclásico, en un área de influencia
totonaca. Se ha tratado de ubicar a Metlatoyuca como la capital de una provincia mexica que ha sido llamada
Atlán o Hiutzilpopocatla. Véase: ENCICLOPEDIA, 1977, pp. 915 y 918.
232
ROBLES, 1866, p. 235.
233
ROBLES, 1866, p. 236.
234
Recordaremos que en 1799 una expedición francesa, al mando Napoleón I, invadió Egipto en busca de
nuevos mercados y fuentes de materias primas. Ahí organizó una Comisión Científica, la cual, como ya hemos
mencionado, abrió el interés para que los sabios se empezaran a interesar por las culturas no occidentales.
235
ROBLES, 1866, p. 237.
157
Litografías de Luís Coto y Manuel F. Álvarez acerca de los objetos hallados en las ruinas
de Metlatotyuca
Fuente: Litografías tomadas de ROBLES, 1866, pp. 239-241.
158
Respecto a, la sección referente a las observaciones hechas de los detalles en los
caminos y la colonización, vemos que más allá de la descripción de los trabajos, los
ingenieros refierieron la exposición de cuáles son los problemas para estos temas, seguido
de una exposición de las posibles soluciones. En cuanto al clima, concluyeron que las
condiciones eran inapropiadas para el cultivo de productos como el café, la caña, el arroz,
tabaco, algodón, así como otros más, ya que:
[…] “en un terreno de baja temperatura y enteramente sano, como muchas veces lo han solicitado
los que pretenden colonizar; preciso es que sea calido y que esté expuesto à las enfermedades que
son comunes en estos temperamentos.”236
En el caso de la parte de los Caminos,237 Ramón Almaráz introduce su trabajo
mostrando la importancia que había tenido este elemento para la prosperidad de los países
que consideraba civilizados. Sin embargo, comenta, esto no era una realidad en México. Tal
como algunos de sus colegas lo habían hecho, como Rivera Cambas, José María Romero y
Robles Pezuela, enfatizó la importancia de poseer en el territorio una diversidad de materias
primas de diferente especie, a pesar de que hacía una crítica al mal aprovechamiento de
estas, derivado de la mala conservación y la poca construcción de caminos.
[…] en el estado actual de nada sirven las ricas maderas que allí existen, y de las que para
conocimiento del Gobierno remitió una colección el Sr. Subprefecto Campo al Ministerio de
Fomento: deben de considerarse como nulas todas las otras riquezas que ahí existen ó que
pudieran explotarse, pues el mas atrevido emprendedor se estrella contra los fletes tan crecidos,
debidos al mal estado de los caminos.
Almaráz refirió en este sentido, que la falta de iniciativa no era la culpable para llevar a
cabo proyectos, pues lo que hacía falta eran recursos para realizarse, tanto del gobierno,
como de los particulares.
Existen varios proyectos para abrir caminos, que atravesando la sierra y a Huasteca, terminasen en
Túxpan ó en Tampico; pero ninguno ha sido llevado á cabo, nulificándose así los buenos deseos de
236
237
ROBLES, 1866, p.233-234.
ROBLES, 1866, p. 230.
159
algunos hombres patriotas que, convencidos de esa necesidad, concebían sus proyectos, pero no
han tenido elementos para realizarlos.238
Vemos que estas ideas encontrarían una posibilidad de realizarse hasta el gobierno de
Porfirio Díaz, pero nos damos cuenta que para estos años, incluso en años anteriores, el
conocimiento de los problemas para el desarrollo económico era muy evidente, y que incluso,
hubo varios proyectos que se quedaron sin realizar por parte de personas, no extranjeras sino
mexicanos, que fueron llamados “patriotas” por Almaráz.239 Almaráz consideraba patriotismo
este tipo de acciones, y se basaba de nuevo en los ejemplos de Europa y los Estados Unidos.
Esta importante mejora material, de la cual depende en gran parte ó casi en su totalidad la felicidad
de los pueblos, por las ventajas que ofrece y son tan conocidas, no se ha visto hasta hoy con la
atención que merece. La civilización y preponderancia de la Europa y de los Estados Unidos del
Norte, se debe particularmente á sus buenos caminos; la suerte de México cambiará también con
esta importante mejora de que se ocupa actualmente el Gobierno, según sus últimas
disposiciones.240
En este tenor, Ramón Almaráz y García Cubas convienen que el gobierno debía mandar
cinco mil pesos, que anteriormente se habían pedido para la mejora de este camino, aunque
consideraban insuficiente el monto. Insuficiente, ya que, los ingenieros estimaban que para
esta empresa se necesitarían más fondos, debido al poco material habido en la región y la
naturaleza y extensión del terreno. Sin embargo, sus conclusiones serían útiles para la
formación de futuros proyectos:
[…] es de nuestro deber manifestar lo que en nuestro concepto es menos costoso y más fácil de
ejecutar en vista del reconocimiento que hicimos, y esto servirá de guía para cuando se trate de
abrir el camino en cuestión.241
238
ROBLES, 1866, p. 230.
Aspecto que se puede trabajar posteriormente en investigaciones posteriores en materia de ingeniería
mexicana, y de los obstáculos para su desarrollo.
240
ROBLES, 1866, p. 230.
241
ROBLES, 1866, p. 231.
239
160
Se recomendaba dónde serían adecuados colocar los puntos para los puentes,
considerando las observaciones de los ríos y de la sierra; un sistema similar a los puentes
llamado de maroma (apoyado por un sistema de poleas), por ser un sistema que abarataría los
costos de construcción al gobierno.
Fuente: Tomado de GARCÍA CUBAS, 1960.
De este modo, vemos que los ingenieros de la Sección Científica como un cuerpo
consultivo que, haciendo uso de sus conocimientos científicos, recomendaban al gobierno, a
través del Ministerio de Fomento, la mejor solución práctica para los futuros planes en
infraestructura económica, pues anotaban: “Este es el juicio que formamos sobre el camino
en la vista de ojos que hicimos”,242 lo demás estaría en manos del Supremo Gobierno para
llevarlo a la practica.
Además de proporcionar información basada en el método científico, al emitir
recomendaciones y soluciones a diversos problemas, también sus observaciones giraban
entorno de las condiciones económicas, sociales, incluso antropológicas y arqueológicas.
Consideraban el terreno como un todo, donde se complementaban las características físicas,
químicas, biológicas y sociales.
242
ROBLES, 1866, p. 232.
161
Conclusión
Dentro de toda la muestra de proyectos mostrados aquí, hay que señalar que éstos no se
modificaron respecto a la misión que el Ministerio de Fomento tenía encargada desde su
formación en 1853. Sobre todo, vemos en su representante Robles Pezuela un intento por dar
seguimiento y mejorar el modelo de desarrollo económico de intervención del Estado,
fortaleciendo aún más el poder central, bajo una burocracia especializada e inteligente, donde
–al menos en materia de minería– los ingenieros serían piezas importantes.
El proyecto de Robles retomaba las experiencias que habían favorecido a la economía
novohispana durante el tiempo de los Borbones y examinaba cuáles habían sido los aciertos y
fracasos durante las décadas de vida independiente.
Sus críticas y propuestas no tienen marco ideológico o preferencia a un tipo de gobierno
sino un examen que intenta ser muy empírico y razonable. Así como Orozco y Berra,
Almaráz y Robles, que son los ingenieros con más presencia en los casos que hemos visto,
debido a las facultades que adquirieron y quienes se mantienen distanciados de expresar una
preferencia política, tendieron a amoldarse y a amoldar el sistema monárquico a través de las
propuestas dirigidas al Régimen. A pesar de parecer mostrarse en un esquema práctico,
justificaban sus proyectos dentro de una causa patriótica, como ellos mismos expresaron en
sus reportes de trabajo. Dicha causa se definía en el sentido de mejorar las condiciones
materiales del país antes de proceder a solucionar otro tipo de problemas, que podemos
pensar, eran referentes a la forma de gobierno que debiese adoptar el país. Sus miradas
apuntaban en dirección hacia los ejemplos de prosperidad alcanzada por los países altamente
industrializados en el siglo XIX, tomando como posibilidad la existencia de recursos naturales
en México, al menos en lo que se pudo observar en sus opiniones.
162
El Ministerio se ocupó, y dio continuidad a proyectos de grandes magnitudes como la
construcción de ferrocarril y el desagüe de la ciudad de México –aunque con ciertas
condiciones y limitaciones impuestas por los inversionistas– donde intervino directamente
entre el Gobierno, las compañías, los propietarios y los ingenieros cuyas propuestas apoyó,
promovió y condujo, aunque no siempre con éxito.
En cuanto a los objetivos e impulsos de tales proyectos, tanto Robles como Almaráz se
vieron en una etapa continuadora de los proyectos anteriores, y en una oportunidad más para
tratar de influir y aconsejar al Gobierno en la introducción de mejoras materiales: invertir en
maquinaria, caminos de carretera, de fierro; trasladaban topográficamente el terreno en
mapas y planos, hacían estadísticas y observaciones meteorológicas señalando dónde se
podía colonizar, extraer minerales preciosos, materiales para construcción, mano de obra
disponible, entre otras cosas. Su formación y temperamento de ingeniero, supongo, les daba
para pensar a futuro por el tamaño de empresas que pretendían realizar, así que esta visión
era una continuación que, presumo, no tenía por que ser propia de este momento, aunque las
condiciones para materializarlas eran, ilusamente, diferentes por lo que se prometía en el
Imperio. Estaban seguros que la inestabilidad política, provocadas por la constante lucha de
poder entre facciones políticas, regionales y económicas, habían impedido la avanzada de
estas mejoras en México. No podemos saber hasta qué grado confiarían en el imperio, pues
en un principio pudo ser visto como un gobierno emprendedor por el mismo interés que tuvo
el Emperador por la ciencia y el fomento a la industria y colonización. No obstante, también
vemos que nunca se respiró, incluso en las tareas de colonización y en las de ferrocarriles, un
ambiente de paz, pues, aunque el país estaba custodiado por el ejército más grande del
mundo en ese momento, el país seguía en guerra.
Por ultimo, la mayoría de estos proyectos fueron continuación de otros ya empezados en
años anteriores, donde otros ingenieros habían dejado sus huellas – tales como la base de la
triangulación y la determinación astronómica de la ciudad de México. En este sentido, no
163
podemos descartar que, a pesar de todas las dificultades mencionadas, el conocimiento
generado en estos proyectos fuera acumulativo, en consonancia con proyectos anteriores, los
cuales sirvieron de base para otros en el futuro. Algunos de los ingenieros trabajaron en
proyectos científicos posteriores fueron Luis Espinosa y Jesús Manzano, para el caso del
desagüe del Valle de México.
164
IV. Las comisiones científicas francesas y la Academia Imperial de Ciencias y
Literatura. Los ingenieros imperialistas
1 Proyectos científicos desde París: La Comisión Científica de México
Poco después de que en México se iniciaran los trabajos de la Comisión Científica de
Pachuca, en París se decretó el 27 de febrero de 18641 una comisión científica de
proporciones gigantescas en comparación de la anterior, ya que abarcó el estudio de todo el
territorio mexicano a través de una composición más multidisciplinaria, la llamada: Comisión
Científica de México.
Antes de febrero, el ministro de Instrucción Pública en Francia, Víctor Duruy, reunió a
varios científicos, muchos de ellos allegados al gobierno, para acompañar a la expedición
militar en México. Ellos, a su vez, debían proponer a otras personalidades científicas
familiarizadas con los temas de México y toda América.2 El principal objeto de la comisión
fue de orden enciclopédico, ya que uno de los propósitos fue el de superar todo conocimiento
obtenido sobre México con anterioridad.
La expedición se cimentó en la experiencia científica adquirida por los franceses
alrededor del Mediterráneo entre 1798 y 1840.3 En este sentido, la comisión de México fue
creada a similitud de la Expedición de Egipto, hecha por Napoleón I, quien formó el Instituto
del Cairo a principios del siglo XIX, donde se habían hecho investigaciones y publicaciones
con el fin de redescubrir aquel país. Duruy apuntaba que lo mismo debería suceder en
México: “un país lleno de contrastes, problemas y productos”. Sin perder de vista lo que
Humboldt había legado, el ministro justificaba la necesidad de ampliar el conocimiento de
México, atacando diversos “problemas a resolver” relacionados con disciplinas como la
1
MALDONADO - KOERDELL, 1965, p.169.
SOBERANIS, 1996, p.190.
3
SOBERANIS, 1996, p.189.
2
165
cartografía, la geología, paleontología, vulcanología, climatología, la botánica, la zoología, la
antropología, entre otros.4
El ministro asignó 200 000 francos en razón de hacer una expedición minuciosa en la
nueva esfera de influencia adquirida.5 El decreto del 27 de febrero contenía dos artículos, los
cuales, por un lado explicaban el proyecto y, por otro, se mencionaban los nombres de los
miembros que la formarían.6 En otro decreto del 2 de marzo, se especificaban las finalidades,
las áreas de estudio, el personal (jerarquías, retribuciones, responsabilidades), las
orientaciones y el destino de los trabajos y materiales recolectados en México. Por último, se
especificaba que la dirección de los trabajos y su desenvolvimiento se controlarían desde
Paris.7
En relación con el segundo aspecto, podríamos decir que la Comisión se dividió
básicamente en tres niveles jerárquicos: a) científicos franceses que trabajaron desde París, b)
científicos expedicionarios en México, ya sea franceses o de nacionalidad distinta
(particularmente europeos) y c) científicos corresponsales mexicanos o latinoamericanos – o
bien, europeos con residencia en Latinoamérica–.
Los del primer nivel eventualmente emitirían instrucciones hacia los enviados a
México, trabajarían con los datos obtenidos aquí, y prepararían las publicaciones de las
investigaciones. Muchos de los miembros de la Comisión en Francia eran personas con alto
nivel jerárquico en la política. Entre ellos participaron varios ministros correspondientes al
Estado Mayor y Bellas Artes: el ministro plenipotenciario de México (Barón de Gros);
senadores como Michel Chevalier, quien tenía gran conocimiento sobre México;8 algunos
militares como Jurién de la Graviere, antiguo comandante en jefe de las fuerzas armadas en
4
MALDONADO - KOERDELL, 1965, p.168-169.
5
PYENSON, 1993, p.272
6
MALDONADO - KOERDELL, 1965, p.169.
MALDONADO - KOERDELL, 1965, p.170.
8
Uno de los principales interesados en emprender la exploración científica en México y en recavar datos
estadísticos. Trabajo en experiencias similares en países del Mediterráneo, donde la intervención militar iba
acompañada de un contingente científico. SOBERANIS,1999,p.359
7
166
México y varias personalidades importantes dentro del Instituto de Francia; así como el Barón
Larrey, miembro de la academia Imperial de Medicina y del Consejo de Salud y Guerra.9
En el segundo nivel, los científicos viajeros, gozarían de un salario, bajo las órdenes de
los científicos en Francia, ellos empezaron a viajar después de 1864.10 Los expedicionarios
estuvieron provistos de instrumentos modernos para el examen de plantas y animales, además
de instrucciones encomendadas en diferentes ramos de la ciencia. Estos expedicionarios
podían ser de diferente nacionalidad a la francesa.11
En tercer lugar se situaban los corresponsales, quienes debían ser residentes en México
o en países vecinos. A ellos se les encargarían modestos trabajos, como la recolección de
datos.
Casi todos los científicos viajeros, así como los corresponsales, eran jóvenes y hombres
desconocidos, que buscaron usar la expedición para promoverse y obtener reconocimiento
científico y social en París. Los más brillantes vieron la expedición como una oportunidad
importante para obtener datos que en un futuro podrían ser usados en sus programas de
investigación. 12
La Comisión contaría con el apoyo de varios ministerios en Francia (Finanzas,
Agricultura, Trabajos Públicos, Marina y Asuntos Exteriores) y su presidente sería el Ministro
de Instrucción Pública.13
La delegación de la Comisión Científica estuvo centralizada, el delegado fue Louis
Toussaint Simon Doutelaine, quien actuó como intermediario entre la Comisión y las
autoridades locales en México, así como de las sociedades científicas existentes aquí.
Igualmente, mediaría entre la Comisión y los viajeros; y entre estos y las autoridades locales.
9
Entre otros encontramos a Boussin, Gault, Combet, Decasine, Faye, De Lonperrier, Maury, Milne Edwars, de
Quatrefages. Charles Sant Deville y de Cessain. También participarían Angrand, antiguo cónsul de Guatemala,
el coronel Riburt, jefe del Gabinete del emperador. Los arquitectos Viollet Leduc y César Daly; el astrónomo del
Observatorio Imperial, Mario Duvy; los señores Vivien de Saint-Martin; el abate Brasseuir de Borbourg, el señor
Aubin, Bellaguert, jefe de la División del Ministerio de la Instrucción Pública y Anatole Duruy, secretario del
mismo Ministerio. SOBERANIS,1996,p.192
10
PYENSON, 1993, p.273.
11
SOBERANIS, 1996, p.191.
12
PYENSON, 1993, p.273.
13
SOBERANIS, 1996, p.192.
167
Sus actividades no saldrían del ámbito científico, y se encargaría de recibir y mandar
comunicaciones a la Comisión Central, en el Ministerio de Instrucción Pública.14
Por decreto del 10 de marzo, la Comisión se dividía en cuatro Comités, nombrando a los
integrantes de cada uno, además de nombrar como presidente de toda la comisión al ministro
de Instrucción Pública, Víctor Duruy y como vicepresidente De Quatrefages. Se dieron
instrucciones, y se propuso un reglamento que debían cumplir los viajeros. La dirección del
Comité de Ciencias Físicas fue conferida al mariscal Jean Baptiste Philibert, conde de
Vaillant, uno de los ministros favoritos de Napoleón III.15 Los miembros del Instituto, Vice
Almirante, Jurién de la Graviere; Boussingalt, Combes, el astrónomo Tesan, Flaye y Vivien
de Saint-Martin.16
El Comité de Historia, Lingüística y Arqueología estaba presidido por Barón Gros; los
miembros del Instituto de Francia, De Longperier, Maury, Angrand, Viollet- Leduc, Daly,
Brasseur de Bourbourg y Aubin. Por otro lado estaba el Comité de Economía Política,
Estadística, Trabajos Públicos y Cuestiones Administrativas, cuyos trabajos estarían dirigidos
por Chevalier, el coronel Ribourt, y Bellaguet. Finalmente, el Comité de Ciencias Naturales y
Médicas estaba presidido por Edwards, sus miembros, Decaine, De Quatrefeges, Saint Claire
Deville, quienes pertenecían al Instituto de Francia; además del Barón Larrey.17 La mayoría
de los directores asignados no eran solo científicos, sino políticos y/o militares.
Según Pyensson, la Comisión tenía más interés por las cuestiones de historia natural,
salud pública, política económica, y etnología.18 Coincidiendo con él, Soberanis apunta que el
comité más importante era el de Ciencias Médicas y Naturales, por ser el más numeroso y por
contar con miembros destacados en la comunidad científica francesa.19
14
SOBERANIS, 1996, p.192
PYENSON, 1993 p.273.
16
SOBERANIS, 1996, p.193.
17
Solo se han puesto los apellidos, ya que no se refrieren los nombres completos. Véase: MALDONADO KOERDELL, 1965, p.170 y SOBERANIS, 1996, p. 193.
18
PYENSON, 1993, p.273.
19
SOBERANIS, 1996, pp.193-194.
15
168
Dentro de los alcances realizados por la Comisión, Maldonado – Koerdell, quien revisó
los Archives de la Commission Scientifique du Mexique, las disciplinas que aportaron los
mejores y más amplios trabajos fueron las correspondientes a: zoología, mineralogía,
geología, arqueología y etnología “pues el resto de las diversas especialidades científicas
poco o nada contaron en la realización de programas de trabajo”.20 La historia natural pudo
ser la que más importancia inicial y resultado tuvo, por que, como punto de partida, fue la
rama con más conocimiento respecto a México.21
Entre los corresponsales en México, nombrados por esta Comisión, vemos que muchos
de ellos fueron mexicanos, cinco de ellos eran ingenieros de Minería. El primer
nombramiento fue el 10 de marzo, donde se contempló sólo a un mexicano: el entonces
director de la Escuela Imperial de Minas, Joaquín Velásquez de León. Más tarde, en el mes de
julio, serían nombrados otros ingenieros titulados en el Colegio: Antonio del Castillo,
Antonio García Cubas, Francisco Jiménez y Manuel Orozco y Berra. El criterio para
contemplarlos radicaba en tener una reputación científica o literaria.22 Este punto lo abordaré
más adelante.
Por otro lado, dentro de los planes de trabajo, estaba la formación de una colección de
las principales obras científicas e históricas publicadas sobre México, asimismo, ponerse en
contacto con la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística (SMGE) para la solicitud de
sus publicaciones.23 El 15 de marzo de 1864, el presidente de la comisión, Victor Duruy,
escribió al presidente de la SMGE Urbano Fonseca, acerca de la finalidad de la Comisión,
pidiendo que se brindase a ésta la debida hospitalidad y ayuda a los viajeros enviados, lo
mismo que “una afiliación general de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística”.24
20
MALDONADO - KOERDELL, 1965, p.172.
Según lo contenido en las Instrucciones Sumarias de la Comisión Científica de México. MALDONADO KOERDELL, 1965, p.173.
22
Entre los mencionados, hubo quienes habrían gozado más bien de reputación social, política o económica que
reputación científica o literaria. Tal es el caso de Patricio Murphy, clasificado como hombre de negocios y
consejero de Estado, véase MALDONADO - KOERDELL, 1965, p.172-173.
23
SOBERANIS, 1996, p.190-191.
24
Si bien todos los ingenieros anteriores pertenecían a la SMGE, algunos otros ingenieros de Minería
registrados como miembros de esta sociedad en 1865 eran: Luís Robles Pezuela, Joaquín de Mier y Terán,
21
169
Por su parte la SMGE contestaría hasta mayo a la Comisión, apuntando sólo tener en cuenta
esta petición. En la publicación de su Boletín de 1865, se reseñaban los trabajos realizados en
1864, se anotaba que se habían mantenido relaciones con esa comisión y con otra creada en
México por Bazaine: la Comisión Científica Artística y Literaria de México (CCALM),
también decían haber mantenido más relación con ésta ultima.
Una investigación pertinente podría girar en torno a la comunicación mantenida entre
esta Sociedad y la Comisión, ya que sabemos, la SMGE estaba al tanto de las actividades de la
Comisión, así como de estar interesada en lo que se publicaba acerca de México y la SMGE.
Esto se podría rastrear en la prensa, ya que era frecuente la publicación de las sesiones
oficiales de la SMGE,25sin embargo, no es el aspecto a desarrollar en este trabajo.
A propósito, una de las publicaciones que editó la CCM llevó por nombre: Expédition
Scientifique du Mexique et de l` Amérique Centrale, cuya publicación se ordenó por decreto
en el mes de abril. Esta imitaría la correspondiente a la expedición a Egipto a principios de
siglo XIX.26 El 30 de julio se aprobó la publicación de los Archives de la Comision
Próspero Goizueta y Miguel Iglesias. Si todos los miembros de la SMGE eran corresponsales de la CCM quizá
los cuatro anteriores pudieron haber participado con la CCM, véase BOLETIN, 1865, p.9-10. Al parecer fue el
caso de Luís Robles Pezuela, ya que en los Archives publicados por la CCM, se menciona que fue nombrado
Luis Robles, como miembro corresponsal, véase ARCHIVES, 1865. MALDONADO - KOERDELL, 1965,
p.171.
25
En su acta número 15, del 5 de mayo de 1866, una comisión examinadora de publicaciones de la SMGE, hacía
mención de los artículos que la Comisión Científica de México había publicado en sus Archivos, concerniente a
las opiniones que daban en sus actas de reunión sobre los científicos mexicanos. Por ejemplo:
"Aparece en segundo lugar otro dictamen de Mr. Saint - Claire Deville, sobre una excursión al Popocatépetl
hecha por M.M. Montserrat, Dollfus, y Pavia el 23 de abril del año proximo pasado." Comenta que la comisión
hizo buenas apreciaciones sobre los trabajos hechos por mexicanos sobre el volcán. Así mismo los franceses
hicieron buenos comentarios respecto a la Gaceta Médica de México: el Baron Larrey. En otro caso apuntaban:
"Bajo el encabezamiento de Comisión de Ciencias físico - químicas, se halla en sexto lugar una teoría de Mr.
Feguex, corresponsal de la Comisión, sobre la formación del granizo. M.el Mariscal Vaellaut destruye la teoría
con fundamentos científicos irrecusables, y con la citación de hechos importantes y curiosos… Creo debe notar,
que según consta á esta Sociedad, de todas las primitivas clases ó comisiones, solamente ha quedado la de
medicina, y aun ésta modificada hasta tal punto, que la mayoria de sus socios son nuevos y nombrados por la
misma Academia” Entre otras cosas también resaltaban que en estos Archivos:
"La duodécima y última parte es la lista de las obras que en donación han sido remitidas á la Comisión
Científica, entre las que figuran" "La descripción y uso del Troqueámetro, por el Sr. Jimenez D. Francisco..."Las
tablas del Sr. Sebastian Camacho, para determinar los valores de la plata y del oro." y "Varios números del
Boletin de esta Sociedad" Este informe fue firmado por Leopoldo .Rio de la Loza. Véase: “Acta no.15”: El
diario del Imperio, México., 430. III. 1866, p. 554.
26
MALDONADO - KOERDELL, 1965, p.172.
170
Scientifique du Mexique, para dar a conocer todo lo que se considerase útil de difundir sobre
la exploración antes de la aparición de la Expédition .27
Hasta julio de 1864 se nombraron los viajeros que debían trasladarse a México, así
como los corresponsales mexicanos ya mencionados. A los primeros se les dieron
las
Instrucciones Sumarias impresas en el primer tomo de los Archives. Estas instrucciones
fueron hechas por cada uno de los comités, procurando precisar los objetivos de los trabajos y
formar una guía de actividades, de acuerdo con las necesidades de cada disciplina de
estudio.28
Como se dijo uno de los comités más importantes fue el de Ciencias Naturales y
Ciencias Médicas. Resulta atractivo que entre los aspectos más interesantes y de los que más
fruto se obtuvo, fue respecto a la geología y la mineralogía.29 Asimismo, la Comisión estaba
interesada en la meteorología y la física del globo aplicado a la orografía, hidrografía y
geografía mexicana, donde pudieron tener gran aportación los ingenieros de Minería, en
especial los ingenieros de minas y geógrafos corresponsales: Joaquín Velásquez de León,
Antonio del Castillo y Francisco Jiménez. En las Instrucciones Sumarias los científicos
enviados tenían que recoger muestras de minerales, rocas y fósiles en diversas áreas de gran
interés. En las áreas volcánicas, se observaron los gases, líquidos y otros materiales apenas
estudiados en México.30
Como ya hemos visto en la CCP, en México existían hombres especializados en la
geografía, la astronomía y la topografía, quienes habían sentado las bases de estas disciplinas,
gracias a las diferentes experiencias, iniciativas y la organización científica en el país, casi
desde principios de su vida independiente. Para esta época, los ingenieros geógrafos, de minas
y topógrafos, difícilmente habrían podido pasar desapercibidos por la Comisión. Pyensson,
27
MALDONADO - KOERDELL, 1965, p.172.
MALDONADO - KOERDELL, 1965, p.173.
29
“A pesar de la relativa cortedad de los capítulos zoológicos y botánicos, la Geología y Mineralogía eran
también objeto de minuciosas indicaciones teóricas y prácticas para un país en que igualmente ese aspecto de
gran interés”. MALDONADO - KOERDELL, 1965, p.173.
30
MALDONADO - KOERDELL, 1965, p.175.
28
171
quién ha investigado el tema de las exploraciones científicas francesas en relación con las
tareas astronómicas y meteorológicas, menciona que algunos de los sabios mexicanos
llevaron a cabo muchas mediciones y reunión de datos importantes.31
De lado de las investigaciones geográficas, se pretendían hacer croquis topográficos, así
como una triangulación geodésica para la medida de una base, mediante una nivelación en las
cercanías de la Ciudad de México, cuyas técnicas y procedimientos pretendían los franceses
enseñar a los científicos mexicanos –seguramente en desconocimiento de sus capacidades–.32
Para realizar las observaciones meteorológicas el Comité de Ciencias Físicas se
encargaría de instalar una amplia red de estaciones meteorológicas en el territorio mexicano,
cuyo conjunto de datos serían enviados a una oficina central.33 Sin embargo, Aquiles Bazaine
recomendaba al presidente de este comité lo siguiente, expresando también el significado que
tendría para los mexicanos esta empresa:
Permanent stations that can be set up by the commission will necessary be few, and it is for the
future Mexican government to see its way to developing the seeds sown by the generous initiative
of France. We are carrying out an exploration; we cannot and we must not think of creating
meteorological observatories in a country so far away – especially since France herself has such a
small number of them.
34
Si bien, el objetivo de la comisión
expresado por
Duruy fue esencialmente
enciclopédico, se expresaron también intenciones por emprender una tarea cultural y
civilizadora, en el sentido de estimular la ciencia en países donde, se creía, había desventaja
científica, como México. Al menos para el comité de ciencias físicas tal argumento fue
expresado y mostraba una misión científica y cultural francesa con buenas intenciones para
los mexicanos, tal vez en un intento por persuadirlos y justificar, en parte, la ocupación
31
32
PYENSON, 1993, p.274.
MALDONADO - KOERDELL, 1965, p.176.
MALDONADO - KOERDELL, 1965, p.176.
34
PYENSON, 1993, p.273-274.
33
172
francesa: “the French initiative was in the nature of a stimulus to further research on the part
of Mexican counterparts.”35
2. El proyecto científico de Bazaine: La Comisión Científica Literaria y Artística de México
Casi simultáneamente a los trabajos de la Comisión Científica de Pachuca –empezados en
enero de 1864— , y después de un mes del decreto de la Comisión creada en París, Aquiles
Bazaine, mariscal en jefe de las fuerzas armadas francesas en México, estableció la Comisión
Científica, Artística y Literaria de México el 27 de marzo de 1864.36 Respecto a los planes
de esta comisión, podemos ver que Bazaine en su correspondencia con el Gral. Almonte del
20 de marzo de 1864, informaba sobre su proyecto, pidiendo la colaboración del general37 y
especificaba, cuales eran los objetivos de la comisión:
El objeto de esta comisión es desarrollar en México el gusto por el cultivo de las
ciencias, de las letras y de las artes; favorecer aquí, por medio de la publicación de
buenos métodos, los progresos de la agricultura y de la industria; dar a conocer lo
que este país, tan libremente dotado por la Providencia, posee en riquezas de toda
especie, y preparar así, las vías de la imaginación; establecer, en fin, entre México
y Francia, un comercio de cambio científico y como una corriente intelectual
igualmente provechosa a los intereses de los dos pueblos.38
Mencionaba que este proyecto ya había sido comunicado al coronel Doutrelaine,
miembro del cuerpo de ingenieros francés, y a Salazar Ilarregui, quien se había manifestado
muy apacible a colaborar. Entre sus miembros, pensaba reclutar tanto a mexicanos, franceses
y residentes extranjeros en México. Se informaba que Salazar y Doutrelaine habían
35
PYENSON, 1985, p.397.
RAMÍREZ, 1891, p.442.
37
Minuta de Comunicación del Gral. Bazaine al Gral. Almonte, en que le participó su proyecto de una Comisión
Científica, Artística y Literaria, y le pidió su concurso.(traducción).México, 20 de marzo de 1864. Véase:
INTERVENCIÓN, 1973, p. 335-336.
38
INTERVENCIÓN, 1973, p. 335-336.
36
173
contemplado ya una lista de personas que pudieran ser aptas para formar la comisión. Dicha
lista no se encuentra publicada.
El propósito real de esta comunicación fue pedir a Almonte todas las “facilidades que
puedan desear en el curso de sus investigaciones y trabajos” a los miembros y corresponsales
de tal comisión. Dichas facilidades consistían en que los funcionarios y jefes de todos los
departamentos, debían facilitar a la Comisión el acceso en lo que atañe a:
los documentos, los manuscritos, los libros, los objetos científicos de diversa
naturaleza, todos los recursos, en fin, que encierren los establecimientos públicos
del Imperio, puedan utilizarse para los estudios de la comisión, bajo la reserva
expresa, por su puesto, de las medidas necesarias para la conservación de estos
objetos preciosos.39
Incluso sugería a Almonte hacer circular a todos los jefes de los departamentos este
asunto, dándoles conocimiento de quienes serían los miembros de la Comisión. En esta carta,
Bazaine expresaba a Almonte que tenía confianza en que éste le ayudase, gracias a su
experiencia en la organización y en los resultados de la Sociedad Mexicana de Geografía y
Estadística. Por último, le informó que la sesión de apertura “podría verificarse, en todo caso,
antes de la fiesta de Pascua” en el Colegio de Minería.40
Otra carta es dirigida a los jefes militares en los puntos dominados en México, donde se
les informó el deseo de encontrar corresponsales en sus filas.41 En este documento se mostró
cual debía de ser la composición disciplinaria de la comisión. En ella se muestran diez
secciones:
39
INTERVENCIÓN, 1973, pp.335-336.
INTERVENCIÓN, 1973, pp.335-336. De hecho es celebrada, como veremos, el 19 de abril. Según el Concilio
de Nicea de 325, la fiesta de Pascua se celebra el domingo después de la luna llena que sigue al primer
equinoccio del año, y que cae siempre entre el 21 de marzo y el 26 de abril. PEQUEÑO LAROUSSE, 1975,
p.773. Notamos una audacia persuasiva en Bazaine para conseguir la pronta aprobación de Almonte, ya que se
le elogia a este en referencia a su actividad estadística, además de comunicarse haciendo referencias católicas,
como se supondría, debía tener Almonte; tal vez, como un elemento que quisieron destacar los franceses, como
símbolo de identidad común entre ambos países.
41
Minuta de circular del Gral. Bazaine a los jefes militares, en que solicitó su cooperación para los trabajos de
la Comisión Científica, Literaria y Artística creada en México. (traducción).México, 21 de marzo de 1864 en
INTERVENCIÓN, 1973, p.336.
40
174
1. Zoología y Botánica
2. Geología y Mineralogía
3. Física y Química
4. Matemáticas y Mecánica
5. Astronomía, Física de la Tierra, Geografía, Hidrología y Meteorología
6. Medicina, Cirugía, Higiene, Medicina Veterinaria, Estadística médica, materias
médicas y Antropología
7. Estadística general, Agricultura, Industria y Comercio
8. Historia y Literatura
9. Etnología, Lingüística y Arqueología
10. Bellas Artes, Pintura, Escultura, Arquitectura, Grabado, Fotografía y Música
A diferencia de la CCM, la estructura de la CCALM fue menos acotada y se añadían
disciplinas artísticas. Llama la atención que ya desde esos tiempos se incluía a la fotografía
dentro de las ramas del Arte. Cada sección, debía recabar y coordinar su información, así
como de los “objetos interesantes” provenidos de los distintos puntos del país. Lo recabado,
bien podría conservarse en exposiciones permanentes o enviarse a Francia. En este sentido, se
invitaba a cada oficial, empleado y tropas, “según sus gustos, sus conocimientos adquiridos y
las ocasiones que le presenten las circunstancias”, a buscar estos objetos.
Por otro lado, la comisión se encargaría de “recibir, examinar, clasificar y publicar, si
había lugar, los distintos trabajos científicos, literarios y artísticos que le sean dirigidos por lo
corresponsales del interior”, además de ponerse en relación con los establecimientos
científicos de Francia. A cada sección, Bazaine había redactado instrucciones detalladas que
comprenderían:
175
[…] la lista de los objetos de toda especie que interesa recoger; el programa de las búsquedas y
observaciones que se deben proseguir; y la indicación de los trabajos científicos, literarios y
42
artísticos, cuya redacción les parezca más deseable.
Para el envío de los trabajos a la Ciudad de México, Bazaine aseguraba la protección
militar necesaria, y la contratación del servicio del correo francés.43
Una vez establecida la comisión el 27 de marzo, para el día 30, Bazaine comunicaba una
correspondencia al comisario extraordinario de Hacienda Budin, pidiéndole que proveyera los
gastos de la comisión. Para cubrir los gastos, Bazaine consideraba un crédito anticipado de mil
pesos a cargo de los fondos del tesoro mexicano, correspondientes al ejercicio de 1864. Estos
gastos debían de sustentar:
La instalación material de esta comisión, la organización de su biblioteca y de sus colecciones, el
funcionamiento de sus oficinas, las exploraciones a que se tendrán que entregarse sus miembros y
sus corresponsales, las compras, los cuidados de conservación, embalajes y expediciones de
objetos de distinta especie, etc., ocasionaran gastos que exigen que se ponga a disposición del
44
Presidente una parte del presupuesto.
El presidente de la operación debía ser el coronel Doutrelaine quien debía administrar
esta parte del presupuesto desde su instancia, el Cuerpo de Ingenieros.45 Cabe señalar que días
antes, el 2 de marzo, Doutrelaine fue considerado para ser intermediario entre la Comisión
Científica de México y las autoridades mexicanas. Al día siguiente de esta petición, Bazaine
nombró a Salazar Ilarregui presidente honorario de la comisión (marzo 31), y a la vez
presidente de la Sección quinta de Astronomía, Física del Globo, Geografía, Hidrología y
Meteorología.46
Fue hasta el 19 de abril, que se instauró oficialmente la CCALM en una ceremonia en el
salón de Actos de la Escuela Imperial de Minas. Ramírez anotó que la ceremonia fue
42
INTERVENCIÓN, 1973, p. 336.
INTERVENCIÓN, 1973, p. 336.
44
Minuta de comunicación del Gral. Bazaine al Comisario Extraordinario de Hacienda, en que le pidió que
proveyera a los gastos de la Comisión Científica, Artística y Literaria. (traducción).México, 30 de marzo de
1864. en INTERVENCIÓN, 1973, p.361.
45
INTERVENCIÓN, 1973, p.361.
46
RAMÍREZ, 1891, p.442.
43
176
presidida por Aquiles Bazaine, “quien pronunció un discurso en español”, contestado por José
Salazar Ilarregui. Luego el coronel Doutrelaine leyó un discurso en francés en el cual, así
como Bazaine, se pronunció en la creación de las condiciones necesarias para el cultivo de
las ciencias y de las artes en México47. Asimismo, José Sebastián Segura, tal y como en la
distribución de premios de 1863, volvió a participar con una poesía.48
Es en esta ceremonia, cuando se sabe que ambas comisiones –la CCM y la CCALM—
ya habían entablado contacto y definido sus tareas, pues Doutrelaine anunciaba esto entre los
puntos abarcados en su discurso. Sin embargo, no sabemos en realidad cuál fue la relación
que ambas comisiones mantendrían a lo largo de sus operaciones en México. Al parecer
trabajaron coordinadamente tomando más importancia la dirigida desde París, ya que en una
comunicación de Bazaine al Ministerio de Guerra en Francia, en marzo de 1864, Pyensson
refiere que: “a joint committee of French officers and Mexican scientists was formed in order
to facilitate the tasks of the new scientific commission”.49 La SMGE anotó en 1865 que: “la
comisión científica, literaria y artística de México, como la central de París creada en armonía
con aquella, se han relacionado con nuestra Sociedad”.50
De acuerdo con Santiago Ramírez, esta comisión celebró algunas juntas generales en el
salón de Actos de la Escuela Imperial de Minas.51
Respecto a los miembros de la CCALM, no se ha sabido cual era el cuadro general del
personal mexicano que la integraba. Magdalena Martínez Guzmán ha investigado sobre la
sexta sección médica, ésta cobra importancia cuando se convierte en la Sociedad Médica de
México en 1865, y su derivación en la Academia de Medicina de México para 1877, la cual
aún existe. Entre los miembros de la sección sexta se encontraban los médicos mexicanos:
47
SOBERANIS, 1999, p.362. Soberanis se basa en los discursos pronunciados en la Escuela de Minas y algunos
otros publicados en París, por la CCM. Discours de M. Doutrelaine, Archives de la Commisión Scientifique du
Mexique, (ACSM), 1864.
48
RAMÍREZ, 1891, p.442.
49
Tomado y citado en: PYENSON, 1985, p. 397. (Archivos Nacionales de Francia), AN,F17 2909. Marshall
Achille François Bazaine to Marshall Vaillant, 24 Mar 1864.
50
BOLETIN, 1865, p. 7. Las cursivas son mías.
51
Una de ellas fue el cuatro de junio, donde se discutió el proyecto de reglamento y su resolución sobre
postulaciones de nuevos socios. Otra reunión fue registrada el dieciocho de junio de 1864. RAMÍREZ, 1891,
p.443.
177
Miguel Francisco Jiménez, Agustín Andrade, Rafael Lucio, Ignacio Durán, Ángel Iglesias y
Aniceto Ortega.52 Sin embargo, no tenemos noticia de los miembros que componían las demás
secciones. Mediante fuentes indirectas, sabemos que fueron miembros los ingenieros:
Francisco Jiménez y José Salazar Ilarregui.
Hasta este punto, no se puede precisar si la CCALM surgió fundamentalmente como
apoyo a la CCM que se creó bajo el respaldo de Napoleón III. Tal parece que,
independientemente a la creación de la CCM, Bazaine quiso crear una comisión bajo su propio
diseño y propósitos distintos. Ambas se mostraron ambiciosas, no obstante el apoyo y los
recursos económicos, técnicos y prestigio científico, debieron ser favorables para los
integrantes de la CCM por ser creada desde París, a diferencia de la CALMM que contaba con
el apoyo la expedición militar en México y algunas personas importantes en la política y la
actividad científica local. No obstante ésta era menos exclusiva en su personal, ya que Bazaine
expresaba que cualquier miembro de la expedición militar podía contribuir de alguna manera
en la recopilación de conocimiento. Se sabe que tuvo mas contacto con la SMGE, pues, ésta en
1865 declaraba que se habían “facilitado todos los datos, noticias y documentos que ha
pedido.”53
Ambas mostraron tener un afán enciclopédico de conocimiento sobre México y llegaron
a afirmar su idea de que las expediciones servían para depositar los conocimientos científicos y
sus aplicaciones en beneficio de este país; justificando esto como una misión cultural para
civilizar a otros pueblos de acuerdo con sus propios parámetros.54 Tuvieron en su organización
características similares como: una composición multidisciplinaría, la publicación de sus
trabajos, y tener una serie de instrucciones detalladas.
52
MARTÍNEZ GUZMÁN, 1999, pp.207-222. También tenemos noticia de que existe la publicación de un
folleto bajo el título de Comisión Cientifica, Literaria y Artística de México, Reglamento Provisional, México:
Imprenta de Andrade y Escalante, 1864.
53
BOLETIN, 1865, p. 7.
54
Véase PYENSON, 1993.
178
3 Los ingenieros mexicanos que participaron en las Comisiones Científicas francesas
Como ya se mencionó, la Comisión Científica de México nombró a cinco ingenieros de
Minería como corresponsales. El primero fue Joaquín Velásquez de León; más tarde nombró
a: Antonio del Castillo, Antonio García Cubas, Francisco Jiménez y Manuel Orozco y Berra.
El criterio para contemplarlos fue el haber tenido una reputación científica o literaria.55 Por su
parte, sabemos que la CCLAM, nombró a José Salazar Ilarregui, Manuel Orozco y Berra y
Francisco Jiménez. Hay que tener en cuenta que, el pertenecer a estas comisiones, muy en
especial la creada por el mismo Napoleón III, debió haber significado para los mexicanos, una
retribución importante a nivel de prestigio científico mundial, dadas las razones que se ya se
mencionaron.
El primer nombramiento, y presumiblemente el más importante, fue el de Joaquín
Velásquez de León. De acuerdo con sus antecedentes como científico ya mencionados, era
conocido en Europa y en los Estados Unidos, ya que fue miembro de varias sociedades
científicas. Al menos, en París era bien conocido desde 1854 por su inclusión en dos
sociedades francesas: el Instituto de África y la Sociedad Geológica de Francia. Antes de su
nombramiento como corresponsal en la CCM, el 10 de marzo, fue nombrado presidente del
Instituto de África el 22 de febrero de 1865. En este sentido, es fácil imaginar por qué fue
Velásquez el primer corresponsal nombrado y el más conocido, quizá, entre los ingenieros y
sabios mexicanos.
No obstante, se ha sabido muy poco acerca de la participación y tareas que desarrollaron
estos ingenieros mexicanos dentro de las comisiones. Sobre estos cuestionamientos, sólo
disponemos de información referente a Francisco Jiménez y Manuel Orozco y Berra, quienes
pertenecieron a ambas. Sobre las razones expresadas del por qué colaboraron, se sabe sólo lo
expresado por Orozco y Berra en un testimonio. Ya que no se dispone de testimonios de los
restantes, en cuanto a ideas y voluntades explicitas para colaborar con los franceses, así como
55
MALDONADO - KOERDELL, 1965, p.172-173.
179
el detalle de las tareas que realizaron, podemos buscar pistas acerca del por qué los franceses
escogerían a estos ingenieros, dada la condición que se consideró para incluirlos: gozar de
reputación como científicos en su sociedad. En este sentido, revisamos algunos de sus rasgos
biográficos conjuntamente,56 para imaginar no sólo el por qué fueron incluidos sino él por qué
aceptaron incluirse. Empezaré con Manuel Orozco y Berra y Francisco Jiménez, en razón de
que se tiene más información sobre ellos respecto a su participación en las comisiones
francesas.
Orozco y Berra nació en 1818 en la Ciudad de México. Para 1864 contaba con 46 años
de edad. Se tituló en el Colegio de Minería como ingeniero topógrafo en 1834, y más tarde
como abogado en 1847, tras haber llevado cursos en el Seminario Palafoxiano de Puebla,57
donde posteriormente, fue nombrado ministro de obras (véase Cuadro 6). En 1848 fue
nombrado Miembro de la Comisión Estadística Militar, comisión que en 1851 se
transformaría en la SMGE.58 En 1856 fue comisionado por esta organización para la
elaboración de un diccionario geográfico, así como para la rectificación de la Carta General
de la República. En 1861 fue responsabilizado para escribir una Memoria sobre los idiomas
del país y, durante la Intervención francesa en 1862, fue designado como uno de los
ingenieros que debían prestar sus servicios en la construcción de las fortificaciones de la
capital (véase Esquema 2).59
Orozco también tuvo participación en la vida política ocupando cargos burocráticos en
distintos gobiernos. Durante los años de la República, fue director del Archivo General de la
Nación, secretario de gobierno en Puebla, y dos veces oficial mayor encargado del Ministerio
de Fomento (1857 – 1858), en el gabinete del presidente Ignacio Comonfort. En 1862 se le
56
Respecto a sus rasgos biográficos, en la mayoría de ellos nos hemos basado en los datos contenidos en
diferentes obras generales de consulta. Véase: DICCIONARIO PORRUA, 1995; ENCICLOPEDIA, 1977;
además de obras biográficas especificas, escritas contemporáneamente como antiguamente, véase: TRABULSE,
1985, vol.5, RAMÍREZ, 1885; SOSA, 1884 a; SOSA, 1884 b; COLLADO, 2001; LARA, 2000.
57
DICCIONARIO PORRUA, 1995.
58
PEREZ ROSALES, 2001, p.359.
59
PEREZ ROSALES, 2001, p.360. Además de formar la Carta Hidrográfica del Valle de México, hizo la
paleografía de los primitivos libros de Actas de Cabildo de la Ciudad de México, e intervino en la entrega de
bibliotecas de las comunidades religiosas suprimidas. Entre otras ocupaciónes fue catedrático de historia y de
geografía. ENCICLOPEDIA, 1977.
180
nombró ministro de la suprema Corte de Justicia, y con ese carácter firmó la protesta,
presentada por la Corte, contra la Intervención francesa.
Se ha dicho que, una vez que las tropas francesas tomaron la Ciudad de México, Orozco
y Berra rehusó ser miembro de la Junta de Notables durante la Regencia Imperial; no obstante
termino aceptando, pues “urgido por la pobreza, aceptó servir al Imperio de Maximiliano”,
donde también ocupo diferentes cargos burocráticos.60
Orozco y Berra fue miembro de la Sección Científica en el Ministerio de Fomento, y
después fue nombrado subsecretario de este ministerio el 16 de noviembre de 1864.61
Fue miembro de ambas comisiones francesas. En la Comisión Científica de México fue
nombrado miembro corresponsal, y sabemos que ahí presentó un proyecto de división
territorial en 1864.62 Además fue vicepresidente y corresponsal de la Comisión Científica
Artística y Literaria de México.63
A pesar de que, obtuvo cargos públicos durante la República, y que luego firmó en
contra de la Intervención francesa, rehusándose también a ser miembro de la Junta de
Notables en 1862, Pyenson señala que Orozco y Berra dio la bienvenida a la Intervención
francesa, al menos, en el aspecto cultural. En un reporte enviado a los científicos de la CCM
en París, vemos cómo Orozco expresaba su disposición para trabajar con dicha comisión, y
así mismo podemos ver algunas de las razones, que sospecho, influyeron para trabajar con los
franceses. La Comisión de México, decía:
[…] will be an element that may show abroad what we can do, something that shows our strength
in the sciences; it will diminish somewhat the venom of the barbarians who slander us so unjustly
albeit without contradiction; it will be for us to occupy ourselves with something serious when we
64
waste so much time in useless charlatanry.
60
ENCICLOPEDIA, 1977.
RAMÍREZ, 1891, p. 448.
62
Ángel Bassols, « Manuel Orozco y Berra y su mapa de división político-económico-administrativa (territorial)
de México” en Boletín de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, núm. 123, 1976, p.95-104p.100.
Citado en PEREZ ROSALES, 2001, p.360.
63
PYENSON, 1993, p.275.
64
PYENSON, 1993, p.275. Probablemente traducido al inglés por el autor.
61
181
En este fragmento se puede apreciar cierta seguridad o certeza –al menos en la forma en
como se escribe— en el pensamiento de Orozco, en relación con lo que tendría que pasar a
raíz del contacto con los científicos franceses, además hablando en cuarta persona,
refiriéndose a él y otros científicos mexicanos. Por otro lado, da por hecho que las
consecuencias u el objetivos de éste contacto traería como resultado dos cosas positivas: 1)
que el mundo, es decir Europa como centro del conocimiento científico a través de Francia,
supiera de la existencia de México y de la existencia de ciencia en México, hablando Orozco
a título personal; y 2) que la ocupación europea, en su aspecto cultural, ayudaría a México a
orientar y a organizar el conocimiento científico. Así como Ilarregui, mostraba irritación por
las malas críticas y la desconfianza de algunos por la ciencia mexicana, reconociendo, al
mismo tiempo, que, si bien, aún se estaba lejos de existir las condiciones para un ambiente
estrictamente científico, había algunos interesados como él que reivindicarían la ciencia en
México y se vengarían de las críticas de aquellos “bárbaros”.
En el mismo reporte añade que la comisión francesa no tendría problemas con los
ingenieros mexicanos, quiénes estaban acostumbrados al manejo de instrumentos de precisión
muy delicados, y a la resolución de los problemas más difíciles concernientes a la topografía,
geodesia y astronomía. Pyenson refiere que estas palabras tuvieron un eco tranquilizador y
confianza en la dirección de la Comisión Científica de México en París.65
Por otro lado, tenemos a Francisco Jiménez quien fue miembro corresponsal de la
CCM66 y participó en la CCALM, ya que Pyenson ha señalado que fue presidente de la
CCALM donde trabajó en las determinaciones longitudinales de los principales
observatorios.67
65
PYENSON, 1993, p.275.
SOSA, 1884 a, p.530-531.
67
PYENSON, 1985, p. 398 y PYENSON, 1993, p.274.
66
182
De hecho, así lo mencionaba Jiménez en 1866, cuando propuso a la Comisión las
determinaciones astronómicas en el imperio por medio del telégrafo. La comisión levantó la
propuesta después, al parecer en 1865.68 Al respecto Jiménez escribió que dicho:
[…] plan fue acogido y aprobado por la comisión, y en lo particular visto con entusiasmo por su
digno presidente el Sr. Coronel Doutreline, que lo elevó al Gobierno pidiéndole los recursos
necesarios para el objeto, único obstáculo con que este proyecto ha tropezado, como lo manifestó
el Sr. D. Manuel Orozco y Berra, antiguo é inteligente Subsecretario de Fomento, á S.E. el
69
Ministro de Instrucción Pública de Francia en nota de 11 de Enero del año próximo pasado.
Nótese que menciona a Orozco y Berra en relación con el mismo asunto, lo que
confirma la pertenencia de ambos en la CCALM. Por otro lado, se menciona la limitación de
los recursos por parte del gobierno de Maximiliano a un proyecto de la Comisión. Además,
refiere que Berra comunicó esta situación al Ministro Duruy, lo que demuestra la
comunicación de Berra con las autoridades francesas y con la CCM; en este caso, jugando un
papel de intermediario entre la CCALM y el gobierno francés, y en la posibilidad de pedir
recursos monetarios a París debido a la falta de apoyo por parte del gobierno de
Maximiliano.
Respecto a sus características conjuntas: vemos en el Cuadro 7 que dos de ellos
pertenecieron a la primera generación, dos a la segunda, uno a la tercera y otro a la cuarta
(Véase Esquema 2). Es por esto que se observa también mucha diferencia de edad entre los de
la primera generación, con el único caso de la quinta generación: García Cubas, quien era 29
más joven que Velásquez de León en 1864.70 No obstante, la mayoría, de Orozco a Jiménez,
se encontraba alrededor de los 43 años. La mitad de ellos nacieron en la Ciudad de México;
68
Véase: JIMENEZ, 1866. No sabemos con certeza cuando fue elevada la propuesta. Sólo sabemos que los
trabajos se hicieron después de la inauguración del telégrafo de México a Cuernavaca, cual fue en febrero de
1866.
69
JIMENEZ, 1866, p.6.
70
Velásquez de León era el único de todos los ingenieros que tenemos en las listas de la época, que fue
miembro de la primera brigada de ingenieros del Ejército del México independiente, el cual data del 9 febrero de
1821. Aquí fue nombrado subteniente de este cuerpo. Véase: “Ingeniería” en ENCICLOPEDIA, 1977, p. 431; y
RAMÍREZ, 1885. p. 29.
183
Velásquez de León nació en Tacubaya, Antonio del Castillo en Pungabarato, Michoacán, y
Salazar Ilarregui, en Hermosillo, Sonora (véase Cuadro 5).
Cuadro 7
Ingenieros que colaboraron con la CCM y la CCALM
Generación Nombre
1a
Joaquín Velásquez
Generación de León
Manuel Orozco y
Berra
2a
Antonio de
Generación Castillo
José Salazar
Ilarregui
3a
Francisco Jiménez
Generación
5a
Antonio García
Generación Cubas
Nacimiento Año de titulación
y Edad en
en ingenierías: M:
1864
de minas; T:
topografía; G:
geografía.
1803: 61
1845:M
Años en los que
fueron profesores
en el Colegio de
Minería
1863
1816: 48
1834:T
X
1820: 44
1845:M
1853, 1858,1860
1823: 41
1858, 1859,1863.
1824: 40
1846:T
1856:G
1856:G
X
1832: 32
1865:T
X
Elaborado a partir de las fuentes biográficas: COLLADO, 2001; DICCIONARIO PORRUA, 1995;
ENCICLOPEDIA, 1977; GARCÍA CUBAS, 1960; JIMENEZ, 1866; RAMÍREZ, 1885; SOSA, 1884 a;
SOSA, 1884 b; y TRABULSE, 1985.
Respecto a sus condiciones económicas de origen, podemos inferir la mitad de ellos y
no se puede caracterizar un solo estrato económico. Encontramos estratos altos como el de
Joaquín Velásquez de León;71 posiciones relativamente acomodadas, o con ciertos privilegios,
como Orozco y Berra;72 así como estratos económicamente sencillos como es el caso de
García Cubas.73
En cuanto a su trayectoria y relaciones como científicos, tenemos que dos de ellos:
Antonio García Cubas y Francisco Jiménez
participaron en la Carta Geográfica de la
República en 1861, y, casi al mismo tiempo que serían nombrados colaboradores por
comisiones francesas, trabajaron en la Comisión Científica de Pachuca en 1864.
71
Véase p.8 del segundo capítulo de esta tesis.
Ya que fue hijo de un capitán que participó en el movimiento de independencia. COLLADO, 2001, p. 359.
73
Este último nace en el seno de una familia de clase media, pero a pesar de todo, la condición de su familia para
costear su educación era mala, tuvo que recurrir al apoyo económico de su tía. De hecho tuvo que trabajar a los
veinte años, dejando de estudiar para mantenerse a el y a su madre. COLLADO, 2001, p. 426.
72
184
Por su parte, hemos dicho que en la CCP García Cubas fue la excepción en su
generación, por ser quien más experiencia profesional tenía, derivado de su notable incursión
en la geografía desde muy joven. Esto mismo podría explicar el criterio para ser considerado
miembro de la comisión francesa. García Cubas fue relativamente joven al lado de los demás
miembros de las comisiones francesas, pero mayor entre los miembros de su generación,
debido a que su titulación en el Colegio fue tardía. En este sentido, el hecho de que
perteneciera a la comisión francesa, puede explicarse por la relación que desde 1853 tuvo con
Joaquín Velásquez de León, entonces ministro de Fomento, pues, Cubas trabajó en esa
secretaría cuando tenía 21 años. Desde aquél año, Velásquez se dio cuenta de la capacidad de
García Cubas por la copia que hizo de la Carta de los Estados Unidos Mexicanos. Al respecto
García recordaba:
…para el tratado de límites entre México y los Estados Unidos echóse mano en
1848 de la incorrecta carta de los Estados Unidos Mexicanos, publicada en
Londres […] así es que aquella deficiencia enalteció mis trabajos hasta el grado
de que el Ministro Don Joaquín Velásquez de León me llevase a la presencia del
Presidente Santa-Anna.74
En este mismo sentido, los franceses pudieron haber preguntado a Velásquez de León
sobre las capacidades intelectuales en México, y entre ellas, Velásquez pudo haber
recomendado a García para ser uno de los corresponsales de París. Otro motivo, relacionado
con el mismo antecedente, podría estar en relación directa al mismo plano o “Carta de la
República”. García Cubas refería que dicha Carta fue corregida por él mediante la utilización
de varios datos recopilados por la SMGE y por el Ministerio de Fomento; además de haber
recabado datos de los estados, pedidos a varios gobernadores. Para su proyección exacta,
obtuvo ayuda de su “apreciable amigo” Francisco Díaz Covarrubias. Luego de esto, dijo:
“dicha carta fue la publicada en 1863, y sirvió de base a los franceses para la que se formó en
74
GARCÍA CUBAS, 1960, p.593.
185
el deposito de la Guerra según refirió [a su vez] Mr. Nox, en su Relación Política y Militar, de
la Expedición francesa a México, 1861 a 1867”.75
¿Pudiera haber sido también esto una razón importante para que la CCM lo incluyera
como corresponsal? Maldonado – Koerdell, ha mencionado que los exploradores de la CCM
reconocieron que las cartas geográficas y geológicas, así como colecciones y muchos datos
recabados por mexicanos, habían contribuido en buena medida a su conocimiento sobre
México.76 Por otro lado, el interés por esta Carta, en este caso, pareciera ser militar solamente,
lo que apuntaría a pensar que podría haber tenido más interés para Bazaine, o Doutrlelaine,
quien trabajaba para las dos Comisiones francesas. Estas cuestiones deberán permanecer al
aire por el momento.
Entre otros antecedentes, también Salazar Ilarregui y Manuel Orozco y Berra
participaron en la CCP y en su antecedente: la Comisión del Valle de 1855. Anteriormente
Salazar Ilarregui había participado dirigiendo la Comisión de Límites entre Estados los
Unidos y México, como resultado del Tratado de Guadalupe-Hidalgo en 1848. Francisco
Jiménez también participó, por un tiempo, sustituyendo a Ilarregui en aquella comisión en
1857. Ambos ingenieros seguirían participando conjuntamente en varios proyectos científicos
(véase Esquema 2).
Una muestra de ser considerados como personas con reconocimiento científico y social,
fue el hecho de pertenecer a la sociedad científica con más trayectoria en ese tiempo en
México: la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística. Todos ellos pertenecían a esta,
según el Boletín de la Sociedad en 186577 (véase Esquema 2). Por ejemplo, en marzo de 1864
García Cubas fue nombrado junto con Francisco Pimentel, en una comisión encargada de
“recibir las obras impresas ó manuscritos en idiomas del país, de que hubiese mas de un
75
GARCÍA CUBAS, 1960, p.594.
MALDONADO - KOERDELL, 1965, p.174.
77
BOLETIN, 1865, p.9-10.
76
186
ejemplar en la Biblioteca Nacional”78, no obstante, parece ser que este propósito no se
cumplió, pues la secretaría correspondiente, el Ministerio de Gobernación, no pudo autorizar
la entrega de estas obras, además se informaba “que lo se [había] llamado Biblioteca Nacional
no [había] sido mas que la reunión de los libros de los conventos […] en esta ciudad”.79
En noviembre del mismo año, Antonio del Castillo, antes de presentar al Ministerio de
Fomento su propuesta para realizar las cartas geológicas, remitió un trabajo a la SMGE
llamado “Cuadro de la Mineralogía Mexicana”, que contenía las variedades minerales
dispuestas por el orden de su composición química y cristalización, el cual se publicó en el
Boletín de la Sociedad.80
Velásquez de León fue socio fundador de la Sociedad cuando inició bajo el nombre de
Instituto Nacional de Geografía y Estadística, en 1833. En 1839 se creó la Comisión de
Estadística Militar, la cual sería el antecedente más próximo de la Sociedad. Miembros de esta
comisión fueron Velásquez de León y Orozco y Berra.
Terminado el imperio y restaurada la República, la SMGE quedó desmantelada por un
tiempo en castigo por la colaboración de muchos de sus miembros con la monarquía.81 Esto
supone que las comisiones francesas, o bien el imperio, recibieron buen apoyo de algunos de
estos ingenieros. Aunque no se puede asegurar en qué medida fue esto, lo cierto es que ambas
comisiones tuvieron como primera referencia a la SMGE para establecer contacto con los
científicos mexicanos y, a la vez para buscar su colaboración. Ser miembro de la SMGE, tuvo
que ser buen indicio para ser considerado colaborador en las comisiones, ya por la
concentración de personas distinguidas en diferentes disciplinas y gracias a un prestigio que
78
Minuta de Urbano Fonseca sobre la formación de una comisión para recibir las obras impresas o manuscritos
habidos en la Biblioteca Nacional, 7. III. 1864, en AGN, Justicia Imperio: vol. 40; exp.19, f. 164.Esta información
se mandó el 11 de marzo a la “Secretaría de Justicia” para solicitar autorización para la entrega de dichos libros y
manuscritos, justificando este derecho previo acuerdo de la SMGE con dicha secretaría en noviembre de 1861.
79
El subsecretario de Gobernación informaba que el acuerdo de 1861 no se había encontrado en el archivo de
Justicia debido a que “la administración pasada no dejó en esta Sria nada de lo que formó el archivo durante la
época toda que permaneció en esta Capital”.Minuta de comunicación del Subsecretario de Gobernación al
Secretario de Gobernación José María Gonzáles de la Vega, 15. III. 1864, en AGN, Justicia Imperio: vol. 40;
exp.19, f.165.
80
RAMÍREZ, 1891, p. 449.
81
COLLADO, 2001, p.429.
187
rebasaba las fronteras mexicanas, ya que la Sociedad mantenía relaciones con muchas
sociedades científicas; tanto en los Estados Unidos, Sudamérica y el Caribe, así como varias
en Europa.82 Una de las fuentes del prestigio de la SMGE, radicó en el hecho de haber sido la
primera Sociedad científica de su tipo en América, creada desde 1833.83
En otro aspecto, según las biografías consultadas, la mayoría de ellos habían participado
burocráticamente en algún orden de gobierno en algún momento de sus vidas. Jiménez,
Orozco y Berra, Salazar Ilarregui y Velásquez de León participaron en los años en que Santa
Anna alternó en el poder. Ellos, a excepción de Velásquez de León y Salazar Ilarregui,
siguieron participando en la República juarista. En los años de la Intervención y Segundo
Imperio todos los mencionados aquí, ocuparían cargos burocráticos dentro del gobierno. Sin
embargo, no necesariamente tuvieron que expresar de manera abierta algún credo político.
Ejemplo de ello es el mismo García Cubas, de quien se dice que se identificó con los
moderados. Sin embargo:
[…] nunca participó abiertamente en ninguno de los grupos políticos que se
disputaban el poder. Era enemigo del radicalismo y se pronunció en contra del
enconamiento que caracterizó la vida política nacional de 1833 en adelante. Su
permanencia en la burocracia, bajo administraciones de todos los tintes políticos,
denotan su pragmatismo y su capacidad para capear las tormentas políticas de su
época, acomodándose a diversos regímenes opuestos entre sí.84
82
Tan solo en Francia se mencionaban las siguientes: Sociedad imperial zoológica de aclimatación, en París ;
Academia de Historia de Francia, en París; Sociedad de Geografía de Francia, en París; y la Comisión central
científica de México en París. Sociedades de otros lugares como el Instituto Smithsoniano de Washington, las
sociedades de geografía y estadística de Londres, Berlín, Viena y Bélgica. En el caribe se mencionaba el
Observatorio magnético meteorológico del Real Colegio de Belén, de la Habana, además de la Comisión
científica, literaria y artística de México. Véase: BOLETIN, 1865, p. 24.
83
Entre las primeras sociedades destacan las de París (1821), Berlín (1827), Frankfurt (1836), Brasil (1838), la
Sociedad Geográfica Imperial Rusa (1845) y la Sociedad Geográfica Finlandesa (1888). La Real Sociedad
Geográfica (1830) de Gran Bretaña y la Sociedad Geográfica Americana (1851) de los Estados Unidos se
encuentran entre las sociedades que han editado algunas de las más valiosas publicaciones científicas. La
Sociedad Nacional Geográfica (National Geographic, 1888) se ha hecho merecedora de una fama mundial
gracias a sus publicaciones, grabaciones y mapas.
84
COLLADO, 2001, p.427.
188
Conservó su puesto en el Ministerio de Fomento, en la Sección de Colonización durante
la República Retaurada. En este sentido Carmen Collado anota que:
“La contemplación aislada de ambos hechos ha dado pié a que algunos biógrafos
minimicen su colaboración durante el imperio de Maximiliano. En todo caso,
García Cubas supo y pudo acomodarse oportunamente a los incesantes vaivenes
políticos del país durante la cuarta y la sexta décadas.85
Si bien, hemos visto, Joaquín Velásquez de León, Manuel Orozco y Berra y José
Salazar Ilarregui, fueron los ingenieros corresponsales que tenían una postura abierta en favor
de la Intervención y el imperio, así como a las Comisiones francesas, después se vera que no
siempre tales manifestaciones estuvieron comprometidas en la práctica con los proyectos de
las autoridades francesas o con los proyectos de Maximiliano; ya que hubo choques entre los
anteriores y en respuesta, estos ingenieros tuvieron que moldearse a la naturaleza de la
impredecible situación política del periodo.
Por otro lado, veremos que los ingenieros en estas comisiones tuvieron alternadamente
participación en otros proyectos de diferente tipo, durante este año y los que siguieron. Por
tanto, no pudieron haber tenido una participación intensa en tales comisiones.
Tal es el caso de Joaquín Velásquez de León, quien no pudo haber colaborado en la
Comisión Científica de México, al menos como corresponsal en este país, ya que, casi durante
todo el periodo, permaneció en Europa en comisiones de tipo político y
diplomático.
Santiago Ramírez hizo una biografía profusa de él, con pinceladas de admiración, anotando
sus rasgos tanto políticos como científicos. No obstante, disminuyen cuando nos habla del
periodo de Intervención francesa y Segundo Imperio, donde se recalca más una participación
en las cuestiones relacionadas con la política y la diplomacia, que las científicas.86 Decía: “el
85
Antonio García Cubas, “Alocución del ingeniero don Antonio García Cubas leída por el sr. socio ingeniero
don Alejandro Prieto”, en Boletín de la Sociedad de Geografía y Estadística de la Republica Mexicana, quinta
época, T.III, 1988. citado en COLLADO, 2001, p.429. Más sobre la biografía de García Cubas, véase: GARCÍA
CUBAS, 1986, y AVILÉS, 1976, p.13.
86
Podríamos pensar que la falta de detalle en este periodo, se debe en parte, a que Ramírez escribiera dentro del
periodo de gobierno de Porfirio Díaz, en 1885, quien combatiera la intervención, pudiendo ser Ramírez, en caso
189
Sr. Velásquez siguió prestando al país sus servicios en los puestos más elevados y difíciles,
con un acierto siempre confirmado y con una lealtad nunca desmentida.”87
4 El emperador y su relación con las comisiones francesas y con algunos ingenieros de
Minería
Dentro de las relaciones del Maximiliano de Habsburgo con los ingenieros mexicanos, se
puede decir que la primera, y de las más importantes, fue con Joaquín Velásquez de León.
El 10 de abril de 1864, Velásquez de León fue nombrado, en Miramar, Ministro sin
cartera por Maximiliano.88 Casi un mes antes, en Viena, Velásquez alertaba a Maximiliano
sobre el gran empréstito que había obtenido por parte de Francia, Bélgica e Inglaterra, ya que
afirmaba, representaría una gran carga para el gobierno y para el manejo de la Hacienda
pública, debido al interés tan alto.89 Poco después, fue investido de facultades amplísimas y
plenos poderes para celebrar un convenio relativo a la desocupación del país por las tropas
extranjeras el 13 de abril de 1864, con el fin de alejar del nuevo gobierno todo lo que pudiera
quitarle su carácter nacional.90 Al siguiente día se embarcó en Trieste para despachar todos los
negocios de Estado hasta la formación del Gabinete,91 cargo que sostuvo hasta enero de
1866.92 Un día antes de pisar tierras mexicanas, el Emperador, a bordo de “La Novarra”,
firmó el 28 de mayo de 1864 sus instrucciones sobre el arreglo general de Estudios y
Colegios, las cuales entregó al ministro Velásquez de León, pidiéndole dictamen sobre ellas.
extremo, censurado, tanto por el gobierno por la sociedad, pues Ramírez acostumbraba a elogiar a sus
biografiados, ya que se percibe al leer emociones de aprecio debido en el mejor de los casos, a los contactos
personales con ellos, y por ser miembros del mismo recinto cultural y científico que él, donde al mismo tiempo,
podríamos estar hablando de un orgullo institucional.
87
RAMÍREZ, 1885, p.90.
88
RAMÍREZ, 1891, p.442.
89
PANI, 2001, p. 278.
90
RAMÍREZ, 1885, p.94.
91
RAMÍREZ, 1891, p.442.
92
PANI, 2001, p. 367.
190
Por su parte, una vez estando en la Ciudad de México, a finales de mayo de 1864, el Ministro
volvió a ocupar la dirección del Colegio de Minería hasta noviembre del mismo año.93
El 20 de julio del mismo año, el Emperador realizó una visita al Colegio de Minería
acompañado del director Velásquez de León. Ramírez comentó que el emperador entró a la
clase de Mineralogía ocupando un asiento entre los alumnos, a la vez que pedía al profesor
que continuase su clase, al terminar, pasó al salón de Actos donde estaban siendo examinados
algunos alumnos junto con la presencia de sus profesores, después de ello, haría un recorrido
general por todo el establecimiento.94
Luego de esta visita, Maximiliano envió una carta a Velásquez, el 10 de agosto,
comunicándole la idea de transformar este establecimiento en Escuela Politécnica, junto con
otras modificaciones.95 La respuesta del director del Colegio, hasta el 25 de noviembre, fue
negativa, pues, al parecer, demostró su inconformidad renunciando a la Dirección del
Colegio.96 Tres meses después Velásquez salió de la ciudad de México para embarcarse a
Europa.
¿Para Velásquez de León, qué tan profunda pudo haber sido su inconformidad con
Maximiliano, a quien irónicamente había escogido como soberano siete meses antes, como
para renunciar a la dirección del Colegio? Aparentemente su descontento radicó en un asunto
de orgullo institucional, ya que la idea de Maximiliano implicaba quitar al Colegio su atributo
exclusivo en el estudio de la minería, cuya idea original fue trabajada por su propio tío en
segundo grado: Joaquín Velásquez Cárdenas de León en 1777. De hecho, tal reforma, también
irónicamente, fue llevada a cabo ya instaurada la República en 1867, por el ingeniero de
minas, liberal y ministro de Fomento de Juárez, Blass Balcárcel, el mismo que alternara –o
compitiera– con Velásquez de León en la dirección del Colegio en los cambios de gobierno
conservador y liberal. Una pista de lo que pudo haber significado esta reforma, es la opinión de
93
RAMÍREZ, 1891, pp.443 y 449.
RAMÍREZ, 1891, p445.
95
RAMÍREZ, 1891, p.445.
96
RAMÍREZ, 1891, p.449.
94
191
Santiago Ramírez –quien se identificaba con Velásquez, hizo su biografía y expresaba ser
también muy católico– acerca de la ley liberal que transformó al Colegio en 1867, pues decía:
[…] al quitar, pasándolos á la Escuela Preparatoria, los cursos preparatorios para
la carrera de Minero, que eran parte esencial del Colegio de Minería, modificaron
tan profundamente su organización, que quedó esta destruida; y al acumular en su
programa de Estudios los profesionales para todas las carreras del Ingeniero,
perdió su carácter de Colegio de Minería, perdiendo con este carácter hasta su
nombre, como se hizo observar al principio.97
Tal reforma, tanto a Velásquez de León como a Santiago Ramírez, pudo haber
significado lo mismo en cuanto a un sentimiento de orgullo institucional y exclusivo que
muchos ingenieros expresaban sobre el establecimiento de Minas, como los ya revisados en
los discursos de ceremonia de premiación de 1863. De hecho, un primer intento de reformas
de este tipo fue el de Gómez Farías en 1833, no obstante, y a pesar de la intervención del
Estado en los programas de estudio, el Colegio había luchado mantenido su perfil
institucional hasta 1867. Dentro de sus defensores debieron haber estado Velásquez de León y
Santiago Ramírez, y, dentro de los posibles antagonismos internos del Colegio, a lo largo de
su historia, pudo haber recaído sobre este aspecto.
Con ejemplos como el anterior, a un año de la aceptación de la corona, Maximiliano
había desilusionado a muchos de los miembros del partido conservador, ya que había
nombrado en algunos ministerios a miembros del partido liberal moderado y se le criticaba su
falta de mano dura en las decisiones de Estado por la creación de varias comisiones
consultivas. Entre otros problemas, Maximiliano tuvo algunas tensiones con la iglesia
católica y terminaría rompiendo con el Nuncio en México a partir de varias disposiciones,
entre las cuales: se decretó la limitación a las bulas y breves papales ya que debían ser
aprobadas primero por el Imperio, el decreto a la libertad de cultos, y la disposición del
97
RAMÍREZ, 1891, p.491.
192
imperio para la revisión de las ventas de los bienes del clero. Antes de romper relaciones, en
febrero de 1865, salió del país una comisión diplomática hacia Roma, integrada –a propósito–
por Joaquín Velásquez de León, Francisco Ramírez, Joaquín Degollado y José Noriega
Malo.98 “Algunos asuntos pendientes con la Santa Sede, para cuyos arreglos el Nuncio de
S.S. manifestó no tener ni instrucciones ni facultades, determinaron el envío á la Corte de
Roma, de una Misión Diplomática Extraordinaria”.99
Por tal motivo fue que Velásquez de León salió de nuevo a Europa, después de su
inconformidad con Maximiliano, no obstante aún como ministro de Estado y como
diplomático. Además, parece ser que su estancia en Roma le produjo buenos beneficios
económicos. De acuerdo con Pani, el Ministro –junto con Ignacio Aguilar y Marocho– estaba
implicado dentro de las redes clientelares de Antonio Escandón, el concesionario de la
construcción del ferrocarril México-Veracruz, pues, al parecer ambos promovieron a la
compañía desde Roma. Al menos, se sabe que “el empresario realizó una transferencia de
acciones a favor de Joaquín Velásquez de León […] advirtiendo a ambos que nadie debía
saber de estas transacciones”.100
Sin embargo, Ramírez, como acostumbraba en sus biografías, exaltaba las cualidades
morales de su biografiado justificando sus actividades durante el Segundo Imperio, ya que
consideraba sus actos llenos de intenciones patrióticas, pues “la naturaleza de las cuestiones
que debían tratarse, hacia indispensable que la elección recayera en personas verdaderamente
católicas [y] reclamaba en aquellas un acreditado patriotismo”101 Por ello fue que se nombró
Jefe “a la primera persona del gobierno, el distinguido y tan católico Ministro Velásquez de
León”, según palabras de la carta dirigida el Papa Pio IX.102
98
RAMÍREZ, 1891, p.452.
RAMÍREZ, 1885, p.94. El 28 de diciembre de 1864 se concede a Velásquez de León la licencia para usar la
Gran Cruz de la Orden de San Gregorio Magno que le había concedido el papa Pío IX. RAMÍREZ, 1891, p.450.
100
PANI, 2001, p. 287. Las cursivas son del texto original.
101
RAMÍREZ, 1885, p.94-95. Las cursivas son mías.
102
El 9 de junio de 1866, sería recibido por Pío IX en solemne audiencia de felicitaciones, celebrada con motivo
de la coronación del pontífice. RAMÍREZ, 1891, p.472. Permaneció en Europa hasta enero de 1871, cuando
regreso a México “consagrándose a la lectura, al estudio, á las bellas artes, á las afecciones de la familia y á la
sociedad de sus amigos en el retiro de la vida privada.” RAMÍREZ, 1885, p.95.
99
193
En relación con las comisiones científicas, Alberto Soberanis ha mencionado que
Maximiliano no tuvo mayor interés en colaborar con ninguna de ellas.103 De hecho, de alguna
manera les trataría de quitar peso, como después veremos, al crear su propia academia
científica, y atraer a algunos miembros corresponsales de las comisiones francesas, así como a
otras distinciones hacia él. Parte de esto puede ser explicado, en el sentido de querer apartarse
del dominio francés en los asuntos del gobierno de Maximiliano, debido a que se empezaron
a sentir fricciones, en especial, con el ejército francés a cargo de Bazaine. Asimismo, las
órdenes emanadas desde Francia para la Comisión Científica de México, chocaron con
algunas de las disposiciones del gobierno del Habsburgo. 104
Entre los científicos mexicanos reclutados por Maximiliano estuvo José Salazar
Ilarregui, quien ya mencionamos, fue designado en 1864 Comisario Imperial de Yucatán.
Teniendo este cargo, en diciembre de 1864, se enfrentó con Brasseur, quién era miembro del
Comité de Historia, Lingüística y Arqueología de la Comisión francesa. Brasseur, en su
estancia en Yucatán buscaba recabar información sobre este departamento en cuanto a su
arquitectura y arte, implicando la excavación, y la probable sustracción y envío a Europa de
piezas arqueológicas. Ilarregui retomó un viejo decreto que prohibía la exportación de
antigüedades del país. Siendo así se decretó, el 24 de noviembre, la orden de cuidar “con
escrúpulo los monumentos antiguos de la Península y que no se permitiesen ni que los
tocasen, y mucho menos que se tomaran partes por pequeñas que fuesen”.105 Incluso Brasseur,
argumentaba que Salazar tenía “aversión por los extranjeros, sobre todo por los franceses”.106
Recordemos que, uno de los argumentos para instalar las bases de observación
meteorológicas en México, en el caso particular del Comité de ciencias físicas, se
fundamentaba en la realización de una tarea civilizadora y cultural en México, asumiendo en
principio, que en este país no se practicaba la actividad científica, o se hacía en menor escala.
103
SOBERANIS, 1999p.366.
Incluso, entre sus mejores consejeros estaba un ingeniero de minas: Felix Eloin. Quien habían sido puesto a
su lado por el rey Leopoldo I. Véase: SOBERANIS,1999,p.365.
105
RAMÍREZ, 1891, p. 449.
106
SOBERANIS,1999 , p.370.
104
194
Del mismo modo, Bazaine había expresado la idea de: “desarrollar en México el gusto por el
cultivo de las ciencias… y preparar así, las vías de la imaginación”, en referencia a los
propósitos de la CCLAM, de la cual Ilarregui fue presidente honorario. Tales actitudes
pudieron haber irritado a Ilarregui, quien sabía que la ciencia se enseñaba y practicaba
durante muchos años en México, pues él mismo había sido partícipe de eso. Recordemos que
uno de los elementos que en 1863 mencionaba Ilarregui, en su discurso analizado antes, fue la
crítica hacía los europeos por su soberbia y su crítica para los países jóvenes como México.107
No obstante, Ilarregui se mostró entusiasmado por la ocupación francesa en diciembre de
1863 y en diciembre de 1864 se enfrentaba a Brasseur. ¿Qué había pasado con Ilarregui
durante este año?
Ya hemos visto atrás cuáles fueron sus actividades como subsecretario de Fomento.
Cuando Maximiliano arribó a México, Ilarregui fue nombrado Comisario Imperial de Yucatán
para “levantar el estado lamentable en que se ha encontrado […] y para desarrollar los ramos
de su riqueza natural, asegurando el bienestar de sus habitantes”; al mismo tiempo, fue
condecorado con la Cruz de Gran Oficial de la Orden de Guadalupe.108 Dicho cago lo ocupó
hasta el 3 de marzo de 1866 cuando se le nombró Ministro de Gobernación, por renuncia de
Fernando Ramírez.109 En 1865 creó una comisión científica en Yucatán –la cual no se
desarrolla en esta tesis– que estuvo a cargo del joven ingeniero: Manuel Rivera Cambas. Para
julio de 1865 Ilarregui inauguraba en Mérida la perforación de un pozo artesiano y un
telégrafo electro – magnético, cuyas obras recaían en la responsabilidad de Rivera.110
Acaso, la situación con Ilarregui fue la de conseguir estar, de alguna manera, cerca del
emperador, y, una vez estando dentro de sus puestos burocráticos, poder influenciar a
Maximiliano para poner en marcha determinados proyectos, quizá convencido de que lo
107
ANUARIO, 1864, p. 9.
RAMÍREZ, 1891, p. 445.
109
RAMÍREZ, 1891, p. 467.
110
RAMÍREZ, 1891, p. 457.
108
195
mejor era alejarse de la influencia francesa en México. Tal razonamiento no podía ser
exclusivo de Ilarregui.
Ya que, en efecto, otra de las personas reclutadas en el despacho del emperador, fue el
jurista José Fernando Ramírez, designado Ministro de Relaciones Interiores y Exteriores en el
Gabinete del Imperio. Fernando Ramírez tuvo fricciones con León Mehedín111 otro
arqueólogo quien, al igual que Brasseur, buscaba el mismo propósito en Yucatán. Al querer
entrevistarse con el emperador para convencerlo, se interpuso Ramírez quien “le aclaró que
los asuntos de la Comisión se trataban exclusivamente con el representante de esta: el Coronel
Doutrelaine”.112 Para Soberanis, probablemente “el motivo de la suspicacia de RAMÍREZ al
entablar relaciones con los miembros de la Comisión Científica fuera el temor de que detrás
de ésta se escondiera una dominación militar”.113
Mehedín escribió acerca de estas dificultades: “era necesario hacer más política que
ciencia y desarrollar más prudencia que valor”.114 Tiempo después, este científico fue invitado
por Maximiliano para dirigir la expedición a Yucatán programada en noviembre de 1865, una
vez que el emperador había formado su propio cuerpo científico. Sin embargo, se le comunicó
el 24 de octubre que había un cambio en la dirección, la cual será tomada por un austriaco: el
Comandante Vergainer115, lo que significó casi un insulto para el científico francés.116 En
perspectiva, Magdalena Martínez Guzmán, quien ha investigado sobre el tema, escribe:
El gobierno del Emperador Maximiliano tuvo desavenencias con los miembros
del ejército francés, lo que propició que las actividades de los viajeros de la
Comisión con sede en París disminuyeran por falta de apoyo. El claro rechazo del
Emperador a la intromisión de los franceses en sus asuntos internos de gobierno,
111
Datos biográficos en SOBERANIS, 1999, p.370.
SOBERANIS, 1999, p.374.
113
SOBERANIS, 1999, p.373
114
SOBERANIS, 1999, p.375
115
Se podría pensar que también había cierta competencia entre orgullos europeos. Pyenson menciona que uno
de los rivales más grandes para Francia en las ciencias era Alemania, al igual que Estados Unidos. Parece obvio
que Austria pudiera haber tenido más rivalidad con Francia que con Alemania.
116
“Un viejo director de expedición científica tiene otras aspiraciones que la de ser dirigido […] Mi resolución
no significa más que una cosa, que en una expedición no tiene que haber más que un jefe: todo se explica
entonces y yo estrecho cordialmente su mano.” Citado en: SOBERANIS,1999, p.377
112
196
incluyendo las actividades de la Comisión, favoreció que ésta se desmembrara.
Por otra parte, los viajeros vieron obstaculizadas sus tareas al no contar con el
apoyo de Maximiliano teniendo que regresar a su país.117
Otros científicos como Dollfus, Montserrat, Pavie, Borgueau, y Hahn, enfrentaron la
falta de apoyo. Mehedin, escribió que ellos no conseguían: “ni caballo, ni un hombre que les
ayude con un libro […] es fácil figurarse qué pobres son aquí los soldados de la ciencia frente
a todas estas hombreras y pecheras cubiertas de condecoraciones”.118 También dijo que, a
pesar de las dificultades de estos savants extranjeros, lo más grave “consistía en
desenvolverse en medio de hombres hostiles o indiferentes, y de las “tendencias más
imprevistas”.119
Mehedín pensaba que Maximiliano tenía reticencias contra la Comisión Científica de
México, por el temor de saquear los tesoros arqueológicos del país. Soberanis, también
enfatiza la tensión entre el emperador y Bazaine, al negarse a poner bajo tutela de Bazaine
parte de su gabinete.120
En este sentido podemos decir, que Maximiliano buscaba tener un contrapeso en los
asuntos internos que los franceses habían puesto en marcha, uno de ellos era el tema de la
ciencia y de las artes. Esto se vio después, en abril de 1865, cuando creó su propio cuerpo
científico, reclutando a algunos miembros de las comisiones francesas.121
5 La Academia Imperial de Ciencias y Literatura
El 10 de abril de 1865, Maximiliano promulgó el Estatuto provisional del Imperio, creando
entre otras cosas: un tribunal de cuentas; la división del Imperio en cincuenta departamentos,
con el nombramiento de comisarios especiales para cada uno de ellos; se decretaba el
117
MARTINEZ GUZMAN, 1999, p.216.
SOBERANIS,1999 , p.374
119
SOBERANIS,1999 , p.375
120
SOBERANIS,1999 , p.375
121
Como se recordará la Regencia Imperial en 1863 buscó reclutar a Díaz Covarrubias para ser encargado en la
preparación de mapas del Imperio. Maximiliano designó a Maury, pero podemos suponer que hubiera tenido a
Covarrubias como favorito para ocupar este puesto, y agregarlo en su nuevo cuerpo de científicos.
118
197
establecimiento del peso y la ley de la moneda mexicana; y una comisión para mejorar las
condiciones de vida del indio en México.122 De los ramos no mencionados a cargo del
Ministerio de Fomento fue el de Instrucción Pública, cuyo objetivo radicaba en fomentar el
conocimiento técnico para beneficio de todas las industrias. Robles apuntó en sus Memorias,
que:
Durante el tiempo en que el Ministerio los tuvo á su cuidado, les impartí una
protección especial, convencido como estoy de que la base de la instrucción de las
sociedades depende del buen arreglo de la instrucción pública. 123
Creado dentro de las nuevas disposiciones contenidas en el Estatuto Provisional, el
Ministerio de Fomento delegó aquellas responsabilidades al Ministerio de Instrucción Pública
y Cultos, el cual se encargaría de todos los establecimientos públicos de educación.
Derivado también de estas disposiciones, se decretó en el Estatuto la creación de la
Academia Imperial de Ciencias y Literaturas. Dicha Academia,124 cobra importancia en esta
tesis fundamentalmente por tres cosas: por su interés en desarrollar el conocimiento científico;
por que trató de servir como contrapeso a las Comisiones francesas y; por que dentro el
personal académico reclutado participaron algunos ingenieros de Minería que desempeñaron
actividades muy diferentes a las referidas dentro del Ministerio de Fomento. La fuente
utilizada para las actividades de la AICL, son las
Actas de sesiones generales o
administrativas, que fueron publicadas por el periódico oficial de este periodo: El Diario del
Imperio. Debemos advertir que las actividades carecen de actividad meramente científica, ya
que la mayor parte consiste en la organización interior de aquella. Sin embargo, se puede
observar a los ingenieros en una faceta de tipo político y al servicio, no de algún ministerio,
aunque la Academia dependía de Instrucción Pública y Cultos, sino del mismo emperador en
cuanto a su interés por fomentar la cultura, en su forma de ciencia y literatura. Veremos en
122
DIAZ, 1981, p.880.
ROBLES, 1866, p. 17.
124
Desde aquí, nos referiremos a ella también como la: AICL.
123
198
detalle cómo se produjo esta relación entre ingenieros y Maximiliano, y la relación entre
ingenieros con otras figuras importantes que rodearon al emperador en su gobierno, tanto
intelectuales como figuras de poder político y económico. En este sentido, veremos los rasgos
políticos y los vínculos sociales de los ingenieros en 1865 y 1866 en la Academia.
Antes de esto, se analizará cuáles fueron las ideas por parte de Maximiliano y otros
representantes del régimen, en relación con la Academia, a través de los discursos inaugurales
de la AICL publicados en el periódico oficial y en El Pájaro Verde. Se tratara de responder:
cuáles fueron los objetivos, las intenciones, o bien las motivaciones o justificaciones para
crear una academia de artes y literatura, desde la perspectiva del gobierno. Acerca de su
organización interna, se presentará brevemente lo dispuesto en el decreto del 10 de abril de
1865, y aquello que correspondió, en la práctica, de acuerdo con lo observado en las 32
sesiones revisadas en el Diario del Imperio.
Como veremos, en la AICL Maximiliano pretendió reunir a lo más distinguido de la
ciencia mexicana, ya que las bases esenciales que guiarían a la Academia fueron:
1ª El intento y objeto de la Academia son impulsar el progreso y adelanto de las
ciencias y Literatura, dando un centro al movimiento científico y literario del
Imperio, y creando un punto de reunión para las personas que se hallan
distinguido por sus trabajos científicos y literarios.125
En este sentido, encontraremos a ingenieros con una trayectoria profesional amplia,
tanto en tareas científicas como literarias, en alguno de los casos e incluso en la política. Por
otro lado, como menciona Soberanis, Maximiliano reclutó a algunos sabios que participaron
en las comisiones francesas, para disminuir la influencia francesa sobre ellos. Entre estos, se
nombraron miembros a: Orozco y Berra, del Castillo, Salazar Ilarregui y Jiménez.
Únicamente pertenecieron, del Castillo a la CCM y Salazar Ilarregui a la CCALM.126
125
El diario del Imperio., 83. I. 1865, p.340.
De los no incluidos, ya se menciono el caso de Velásquez de León y su comisión a Roma. Se pude suponer
que García Cubas no fue considerado por su corta experiencia, ya que en 1865 se tituló como topógrafo, o bien,
por que esta vez no contaba con la recomendación de Velásquez.
126
199
Además, se nombró a Sebastián Segura –segunda generación– y Joaquín de Mier y Terán –
tercera generación–. La edad promedio de los seis anteriores fue de 42 años; y, con excepción
de Jiménez con 9 años de trayectoria profesional como geógrafo, los demás oscilaban entre
20 años después de su titulación. Representaron 5.5% de los 110 ingenieros de Minas,
registrados en la Ciudad de México.127 Según las biografías que se han consultado, todos
ocuparon algún cargo público en su vida, al menos después de 1853: cinco de ellos durante la
dictadura de Santa Anna; dos casos en la República liberal y gobierno conservador; y cuatro
de ellos durante el Imperio. En este periodo cuatro de ellos fueron parte de la Asamblea de
Notables y tres ocuparían puestos en
la Secretaría de Fomento: un secretario y dos
subsecretarios. Como seguiremos detallando en este capítulo, tenían un círculo de relaciones
sociales desde profesionales, académicas y de amistad inmersas en una esfera social
distinguida; dentro y fuera del Colegio de Minería. A excepción de Segura, todos estaban
registrados en la SMGE en 1865. En definitiva, antes y durante el Imperio, fueron personas
reconocidas en el ambiente político e intelectual de la época (véase los Cuadro 6, y Esquema
2).
En cuanto a la intención de la Academia, Magdalena Martínez Guzmán nos dice que, a
diferencia de la Comisión Científica de México y la Comisión por Bazaine, la Academia se
proponía a
[…] servir a los intereses propios de los mexicanos para lograr una mejora importante en cuanto a
lo que se refería a una mejor explotación de sus bienes en cualquier ramo que provocara mejores
condiciones de vida de los mexicanos y no con la finalidad de elaborar un trabajo enciclopédico a
disposición de los inversionistas extranjeros, en particular para la propia Francia como lo
128
demuestran los documentos de los Archivos de la Comisión analizados.
127
Véase: MAILLEFERT, 1992, p.286-287; "Lista nominal de los ingenieros titulados en la Escuela Imperial de
Minas con expresión a las fechas de sus exámenes de sus exámenes o títulos" en ROBLES, 1866, p.359-364.
128
MARTÍNEZ GUZMÁN, 1999, p.217. Sobre algunos testimonios sobre las razones que motivaron al príncipe de
Hasburgo a la creación de la Academia, véase: SOBERANIS, 1999p.387-388.
200
5.1 Objetivos y organización de la Academia expresados en el Decreto del 10 de abril y en
los discursos de inauguración
En un ambiente lleno de solemnidad y elegancia, el 6 de julio de 1865 se inauguró la
Academia Imperial de Ciencias y Literatura, en una breve ceremonia que duraría
aproximadamente hora y media. Estuvieron presentes las personalidades que integraban el
cuerpo científico y literario de la academia, así como dignatarios políticos; entre ellos los
Ministros de Justicia, Fomento, e Instrucción Pública. Ahí, el emperador leyó un discurso al
que le prosiguieron el presidente de la academia, Fernando Ramírez y José María Lacunza,
presidente del Consejo de Estado129 y miembro de la Academia.130 Los discursos fueron
hechos con gran delicadeza literaria y cargados de emotividad y de pasión. En el fondo de
ellos, se expresaron una serie de argumentos que tratarían de persuadir a los concurrentes
acerca de la importancia y los beneficios que el imperio se proponía a efectuar en favor de la
prosperidad de la nación; así como la importancia coyuntural para hacerlo a través del
fomento a la ciencia en el imperio. Las ideas a veces son coincidentes en todo el conjunto de
los discursos.
El emperador expresaba que las funciones de la AICL serían las siguientes: por un lado,
transmitir el conocimiento científico a la sociedad en general; y por otro ser un órgano
consultivo del gobierno en materia científica. Refería que los planes para crear una academia
de este tipo, ya habían sido consultados con anterioridad con varias de las personas en su
gobierno:
[…] nuestro mas vivo deseo era reunir las primeras capacidades de nuestra patria en una sociedad
permanente y duradera, la cual estimulase á todos nuestros compatriotas á lucir en la cartera
129
El consejo de Estado fue formado a principios de diciembre de 1864,con el objeto de expedir de manera mas
eficaz los negocios públicos, además de tener un cuerpo que funcionara como órgano consultivo al lado de la
administración activa. DIAZ, 1981,p.876
130
El Pájaro verde , México, 158, III, 7 de julio de1865.
201
científica, y pudiese por otra parte, iluminar al gobierno con sus sabios consejos y sus
131
proposiciones de mejoras en el vasto campo intelectual.
Así mismo, resaltaba la riqueza de los recursos naturales en México como fuente de
prosperidad económica. Aunque escondida aún, subrayaba también otro tipo de riqueza: la
capacidad intelectual de los mexicanos, la cual se debía desenterrar en un pasado glorioso: en
las grandes civilizaciones mesoamericanas, las cuales consideraba como culturas con alto
grado de conocimiento científico, al igual que las culturas del antiguo Egipto y Mesopotamia,
a las que hacía también referencia. Así mismo, se basaba en algunos ejemplos de los
progresos científicos y de aplicación de la tecnología moderna en países industrializados,
tomando a Europa y los Estados Unidos como puntos de referencia. Por ello, asociaba a la
ciencia un valor benéfico para la humanidad, gracias a las ventajas repartidas a nivel social.
Esta propiedad la relacionaba con la misión fundamental del científico, y, en este sentido,
apuntaba que el requisito indispensable para lograr aquellos adelantos, era la existencia de paz
y tranquilidad en el imperio por medio de un gobierno sólido. En este sentido, Maximiliano,
se comprometió a brindar su total protección hacía los científicos:
A vosotros, señores, corresponde desde hoy una gran parte de esta tarea; vosotros debéis vigilar
sobre el desarrollo de las ciencias patrias; la inteligencia no falta en estas comarcas, y yo por mi
132
parte os prometo todo el apoyo que este en mi poder.
Apuntaba que había llegado el tiempo para realizar una labor científica de grandes
dimensiones, tal y como se hacía en el pasado prehispánico, y obrando en beneficio de la
humanidad. Finalmente, Maximiliano motivaba a la comunidad científica presente diciéndole:
Reunís además, entre vosotros mismos, todas las fuerzas necesarias: dejad á un lado la infundada
humildad que hasta ahora desgraciadamente ha caracterizado este país; obrad con celo y valor, por
133
que hoy en adelante el mundo será vuestro juez.
131
El Pájaro verde, México, 153, III, 13 de julio de1865.
El Pájaro verde, México, 153, III.
133
El Pájaro verde, México, 153, III, 13 de julio de1865.
132
202
El discurso de Fernando Ramírez también hizo alusión a la grandeza de las culturas antiguas
mesoamericanas. Sin embargo, no en el mismo sentido que el emperador. Señalaba a los
científicos que era justo el momento para que a los científicos les correspondiera reinterpretar, de
manera objetiva, las culturas precolombinas, dejando de lado sistemas de creencias prejuiciosos.
Desde su visión, se refería al menosprecio que caracterizaban los europeos, y en especial los
sistemas de creencia heredados de la colonia, que tendían a menospreciar dichas culturas: “A
vosotros, señores académicos, estáis particularmente encomendada la tarea de desvanecerlos
[aquellos misterios de las culturas prehispánicas]. Tenéis á vuestra disposición todos los
medios”.134 A grandes rasgos, era algo parecido al renacimiento cultural planteado por
Maximiliano, aunque Ramírez lo hacía desde el punto de vista académico y no en la idea de
Maximiliano, que trataba de “inspirar, construir, restaurar el Tercer Imperio [mexica y] volver a
la época de oro de México”.135
Ramírez argumentaba sacar provecho de las ventajas de la presencia europea en México.
Aseguraba que la protección e ilustración de Europa aseguraría el impulso de las mentes sabias
mexicanas, a través de los soberanos ilustrados como Napoleón III de Francia, y Maximiliano de
Habsburgo. Acerca de ellos dijo:
[Napoleón III] siguiendo los pasos de glorioso antecesor, ha instituido ya en París una academia
especial para su estudio [de las culturas americanas] y dispensando su protección á la que en México
dirige su representante, tan estimable por su ciencia como por las prendas personales que lo
136
distinguen.
De esta forma, Ramírez, invitaba a la comunidad científica a aceptar la mano civilizadora
de Europa para el bien del propio país:
Aceptemos también reconocidos la generosa ayuda con que nos brinda la sabia Europa; mas una vez
puestos á la obra, coloquémonos en el lugar que nos pertenece; en el que nos señalan el amor á nuestro
134
El diario del Imperio, México, 8 de julio de 1865, Tomo II, no. 156, p.27.
SOBERANIS, 1999, p.387. Idea tomada de CONTE CORTI, Egon Caesar (1976): Maximiliano y Carlota,
México, FCE, pp. 217-218.
136
El diario del Imperio, México, 8 de julio de 1865, Tomo II, no. 156, p.27.
135
203
país y á la ciencia, en el que nos indica la voz de nuestro ilustre Soberano, de acuerdo con el que nos
137
prescribe el honor nacional.
El discurso de José María Lacunza, complementa el discurso de Maximiliano en cuanto a
la misión benéfica y humanista de la ciencia, ejemplificados con los resultados en la vida
material y cotidiana. Al igual que Orozco y Berra, demandaba que México debía tomar un
lugar como protagonista en el escenario mundial de la ciencia. Añadía que los metas a seguir
debían abarcar a la humanidad entera, por esto desprendía la idea de separación entre la ciencia
y la política; por tanto, las tareas de los científicos debía superar las luchas políticas internas.
Ajeno este acontecimiento á las aspiraciones de los partidos, estraño aún a los esfuerzos de propia
conservación que puede hacer un gobierno, contiene la demostración mas clara de los conatos para
el progreso de la nación, y aún para el progreso de otra cosa más grande que la nación, de la
ciencia, que aprovecha á todos los pueblos, y que desde estos focos de luz radia sobre todo el
138
Universo.
Lacunza insistía en la superioridad de la ciencia, por encima de problemas triviales y
transitorios. Para él, la ciencia tenía un valor omnipresente y eterno en la vida humana, pues
decía tenía el valor de “estar presente en todas partes y de no morir jamás”.139También
asociaba la ciencia con Dios, pues ambos conceptos hacían contacto en su valor benéfico para
las sociedades. Por tanto, esta idea se elevaba al científico en una responsabilidad moral, al
servicio de Dios, descubriendo,
interpretando –e imitando quizá, al proponerse levantar
construcciones y repartir bienestar a la humanidad– con el privilegio de sus capacidades
intelectuales la creación del mundo:
[…] es un beneficio otorgado, no a un partido, no á una nación, sino á la raza humana toda entera.
Supone una alta idea, la de aproximar la Imagen del Creador que este imprimió en el hombre, mas y
mas á su Divino Autor: supone un deseo de bien universal, que dá esplendente brillo al carácter moral
del que la pone en ejecución.
137
140
El diario del Imperio, México, 8 de julio de 1865, Tomo II, no. 156, p.27.
El Pájaro verde, México, 153, III, 13 de julio de1865.
139
El Pájaro verde, México, 153, III, 13 de julio de1865.
140
El Pájaro verde, México, 153, III, 13 de julio de1865.
138
204
Por último, su conclusión conducía al mismo discurso de Maximiliano y Ramírez, en
cuanto a la esperanza de estar en una nueva era de ilustración para México con la protección
del soberano de Habsburgo.
Ahora que el Imperio tiene delante de sí mas extenso porvenir, hoy es el día de las esperanzas, existe
la agradable expectativa de que este instituto á cuyo nacimiento asistimos, vivirá y crecerá también, y
141
dará a su tiempo los frutos que han dado en todas partes sus hermanos.
Finalmente, los tres coincidían en asistir a una nueva etapa para labrar el campo
científico, tratando de infundar esperanzas en la audiencia presente. Coincidieron en que la
llegada de un gobierno fuerte e ilustrado, apoyado con la protección de Francia, garantizaría la
paz en el imperio, y con ello la posibilidad de realizar cada una de las misiones mencionadas
para los científicos. Por una parte, se deseaba desarrollar mejoras materiales en vías del
progreso en México, así como desarrollar nuevo conocimiento, en comprensión del pasado y
de actualizarse al mismo tiempo con las herramientas del presente. Todo ello, en un afán por
situar a México al nivel de las naciones industrializadas de Europa y los Estados Unidos. Lo
interesante es que volvemos a encontrar en estos discursos una visión ecuménica, apolítica y
humanitaria de la ciencia, no obstante, sin oposición a la religión y al concepto de Dios.
5.2. Organización de la Academia y lo ejecutado en 32 sesiones.
Respecto a su organización, el decreto del 10 de abril disponía que la organización de la
Academia consistiera en la división de tres clases:
I.
De ciencias matemáticas, físicas y naturales, con la denominación de materia
matemático-física.
II.
De filosofía, historia y ciencias anexas, con la denominación de filosóficahistórica.
141
El Pájaro verde, México, 153, III, 13 de julio de1865.
205
III.
De filología, lingüística y bellas letras, con la denominación de filológicoliteraria.142
En relación con la ingeniería, debería cobrar importancia la primera clase en esta tesis,
no obstante, algunos de esos ingenieros también participaron en la 2ª y 3ª clase. Asimismo, se
decretaba que cada una tendría la facultad de distribuirse en comisiones y secciones; siempre
y cuando, se juzgara conveniente al desempeño de sus trabajos.143 Para enero de 1866 la
primera clase se dividió en tres asociaciones: 1) matemáticas, 2) física, y 3) biología. A su
vez, se subdividieron en:
1)
a) matemáticas puras, b) mecánica, bellas artes y toda clase de construcciones, y
c) geografía e hidrografía, física del globo, astronomía y meteorología.
2)
a) la física y la química, y b) la mineralogía y la geología.
3)
a) medicina y farmacia, b) botánica y zoología, y c) veterinaria.144
En cuanto a su organización general, se delegaba a la Academia formar su propio
reglamento en contemplación de las bases dictadas en el decreto del 10 de abril: “Procederán
inmediatamente á la elección de los demás
socios del número y á la formación del
reglamento, según lo dispuesto en el art.17”. 145 Este punto fue lo que ocupó más espacio en
las reseñas de las sesiones publicadas. Desde su inicio, a lo largo de seis meses fue lo que más
predominó, ocupando 21 sesiones para debatir las propuestas elevadas por la comisión
nombrada para la formación del reglamento.
“Una vez aprobado el reglamento y elegidos los socios del número, se [haría] la
elección de los socios corresponsales y extranjeros”.146 La Academia se debía componer de
30 socios de número, distribuidos en número igual entre todas las clases; todos tendrían que
residir en el país, y la mitad de ellos, por lo menos, en la capital. También, se tendrían 30
corresponsales residentes en el país y 60 socios en el extranjero. Celebraría elecciones cada
142
El diario del Imperio., 83. I. 1865, p.340. Las cursivas son mías.
El diario del Imperio., 83. I. 1865, p.340.
144
SOBERANIS, 1999, p.386.
145
Decreto de la Academia Imperial de Ciencias y Literatura. El diario del Imperio, México. 83. 1865, p.340.
146
Decreto de la Academia Imperial de Ciencias y Literatura. El diario del Imperio, México. 83. 1865, p.340.
143
206
dos años para elegir un presidente, y cada año a un vicepresidente y dos secretarios
generales. Se gozaría de una secretaría particular para el desempeño de las labores
académicas. El gobierno sufragaría todos los gastos, asignando una dotación anual de 25 mil
pesos concedida a través del Ministerio de Hacienda. A los socios de número se les
remunerarían con cinco pesos, y a los presidentes con diez pesos por cada asistencia a las
sesiones.
La Academia podía gratificar y publicar trabajos literarios y científicos de autores que
mandasen sus obras. Éstas, se sujetaron a previo examen y dictamen de la clase
correspondiente, según la temática abordada. A lo lago de las sesiones se leyeron solicitudes
de autores y se organizaron comisiones en cada clase para analizar las obras y dictaminar su
publicación conforme a las condiciones del presupuesto, y obligaciones del autor hacia la
Academia, ya que el derecho de propiedad sería exclusivo de ésta.
Se dispondría de un edificio público con todas las instalaciones necesarias para la
Academia, así como el derecho de usar: bibliotecas, museos, laboratorios, instrumentación,
aparatos científicos, y acceso a la información disponible en los establecimientos públicos.
En este sentido, el Colegio de Minería debía hacer suministro a la Academia. De hecho,
las sesiones fueron celebradas en el establecimiento de Minas, ya que ahí también residían los
ministerios de Justicia, Instrucción Pública y Cultos, y la oficina de Contribuciones.147 Un
salón fue asignado para la Academia “donde se verificaba la sesión, y dos piezas para la
secretaría [de Instrucción Pública]”.148 Sin embargo, una vez que empezaron las sesiones, los
miembros de la AICL, a iniciativa de Leopoldo Río de la Loza, se manifestaron inconformes
con el lugar asignado, pues deseaban que sus actividades se desenvolviesen de forma
independiente. En una correspondencia con Juan Nepomuceno Almonte, alegaban la
responsabilidad del “Ministro de la Casa Imperial [que era el mismo Almonte, ya que] de
acuerdo con el presidente [de la AICL], proporcionara las localidades para los trabajos de la
147
148
Véase: “Minería, Palacio de”, en ENCICLOPEDIA, 1977, p. 174.
“Acta no.12”: El diario del Imperio, México., 324. III. 1866, p.129.
207
Academia”,149 según lo decretado en el Estatuto Provisional. Según las sesiones publicadas,
Almonte nunca contestó a la Academia pero consultó con el mismo Maximiliano la demanda
de ésta.150 A su vez, el Emperador delegó esta responsabilidad al Ministro de Instrucción,
Francisco Artigas, para que resolviese el problema demandado por Rio de la Loza.151 Artigas
tampoco quiso atribuirse la responsabilidad, pues el referido decreto no lo facultaba para
dicha cuestión. Además refería que:
[…] como la escases de edificios adaptados á ese objeto en extremo, y el único que pudiera
aplicarse, el de la Universidad, está lleno de libros ensimados en todas las piezas, mientras este
local se capacita de acuerdo al correspondiente arreglo de la Biblioteca, he creído que por ahora
puede la Academia seguir en sus trabajos en el local que le he proporcionado en este Ministerio y
que cuenta de un salón para sus sesiones y dos piezas más para la Secretaría, todo en el mayor
152
grado de [decencia] posible.
Parece ser que la evasiva de tal responsabilidad radicaba en la contrariedad entre el
decreto del 10 de abril, con el reglamento del recién creado Ministerio de Instrucción Pública,
con fecha de junio de 1865, el cual, asignaba a la segunda sección del mismo Ministerio para
ocuparse de todos los asuntos de la Academia.153 En su sección 2ª el artículo 15 estipulaba
que:
Esta sección tendrá á su cargo todos los establecimientos de enseñanza profesional y superior, en
los términos que designe el Código de instrucción pública, las Universidades, la Academia de
Ciencias y la de Bellas Artes de San Carlos, los Museos, las Bibliotecas públicas, el Observatorio
Astronómico, los Conservatorios industriales y lo relativo á los establecimientos destinados á la
149
Comunicación de Leopoldo Río de la Loza a Juan Nepomuceno Almonte, 18 de noviembre de 1865, en AGN,
Instrucción Pública y Cultos, Caja: 360, exp.55, f.3.
150
Comunicación de Juan Nepomuceno Almonte a Maximiliano (sin fecha), en AGN, Instrucción Pública y
Cultos, Caja 360, exp.55, f.2. El presidente Ramírez estuvo ausente desde la sesión 12 hasta la 25. Esto fue, del
14 de noviembre al 30 de enero, cuando volvió a asistir. Probablemente en ese viaje fue cuando escribiera Viaje
a Yucatán, en donde hizo una descripción de los monumentos mayas.
151
Comunicación de Maximiliano al ministro de Instrucción Pública y cultos, Francisco Artigas, 22 de
noviembre de 1865, en AGN, Instrucción Pública y Cultos, Caja 360, exp.55, f.3.
152
Véase: “Acta no.15” El diario del Imperio, México., 325. III. 1866, p.132 y Comunicación del ministro de
Instrucción Pública y cultos, Francisco Artigas a Maximiliano, 24 de noviembre de 1865, en AGN, Instrucción
Pública y Cultos, Caja 360, exp.55, f.4.
153
Reglamento del Ministerio de Educación Pública y Cultos, en AGN, Justicia e Instrucción Pública, vol. 8, foja
425-426 y 426 anv.
208
enseñanza de las antiguas lenguas indígenas y de las clásicas y orientales, lo relativo á premios y
recompensas que se designen para sabios distinguidos y profesores ameritados.
154
Dadas estas circunstancias, los miembros de la Academia optaron por no seguir con este
asunto hasta que la Academia terminase de constituirse en su organización interna.155
Por otro lado, el decreto del 10 de abril manifestaba, en su sección “H”, que: “La
Academia se pondrá libremente en relaciones y correspondencia con las corporaciones
científicas y literarias.”156 Sin embargo, este punto casi no se abordó en las sesiones, sólo fue
tocado pocas veces y de manera tardía, teniendo en cuenta la inauguración de la AICL en julio
de 1865, pues fue hasta noviembre cuando se propuso la necesidad “inmediata” de entablar
dichas relaciones.157 De las sesiones consultadas, desde julio de 1865 hasta junio de 1866,
únicamente se tuvo comunicación con dos Sociedades: la Sociedad de Mejoras de Apam, en
octubre de 1865, quien remitió un escrito ofreciendo sus servicios a la Academia; y en
diciembre de 1865, la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística envió una carta donde
avisaba estar enterada de la instalación de la AICL, la que había ocurrido cinco meses antes.158
Dentro de su plan de trabajo, la Academia debía crear un certamen anual con la
promoción de dos premios. En las sesiones, cada una de las clases presentó una lista con las
temáticas que les parecían más relevantes para el certamen. En la sesión del día 22 de
diciembre de 1865, se presentaron los puntos que convenía sujetar el certamen literario. Los
temas propuestos respondieron a dos de las problemáticas más importantes para la Ciudad de
México en ese preciso momento: “1º. El mejor sistema de desecación por tubos, aplicable á
todos los terrenos del Valle. [y] “2º. Historia practica de la fiebre amarilla ó vómito negro, su
origen, propagación, causas, descripción, medios preventivos y curativos”. Sólo el segundo
154
“Reglamento del Ministerio de Educación Pública y Cultos” México. VI. 1865, en AGN, Justicia e Instrucción
Pública, Vol. 82, ff.425-426. Las cursivas son mías.
155
“Acta no.13” El diario del Imperio, México., 325. III. 1866, p.132.
156
El Diario del Imperio, México, 83. I. 1865. p.340.
157
Hasta el 21 de noviembre, Francisco Pimentel propuso a la Academia el ponerse en contacto, “de inmediato”
con otras academias científicas y literarias, tanto de Europa como de América. “Acta no.13”: El diario del
Imperio, México, 324. III. 1866.
158
La reacción de la SMGE ante la Academia y ante el Imperio es una interrogante que no da cabida en esta
tesis, sin embargo sería interesante su investigación futura.
209
punto sería aprobado,159 junto con otra propuesta de Leopoldo Río de la Loza, relativa a “una
descripción botánica de las plantas del Valle de México, con su aplicación á la industria y
medicina”, en lugar del primer tema. El primer punto pudo haber sido desechado, en tanto que
las obras de desagüe se estaban organizando por parte del Ministerio de Fomento.
El decreto señalaba también que se publicarían los trabajos científicos y literarios de sus
miembros bajo el titulo de: “Memorias de la Academia Imperial de Ciencias y Literatura de
México…”. Una vez creado el reglamento interno, se acordó que cada clase escribiría una
memoria cada tres meses, sobre un tema libre a escoger,160 los cuales serían elaborados y
leídos en cada clase. Suponemos que para su posterior publicación se tenían que aprobar en
sesión académica.161 En la última sesión registrada, el presidente de la Academia recordaba
que se debían preparar los artículos trabajados en cada clase para la elaboración de la
Memoria, la cual debía presentarse en una “sesión solemne que debe tener lugar el día 6 del
próximo mes de Julio, á cuyo efecto debían ministrar los datos necesarios los Secretarios de
159
Una de las epidemias que caracterizaron las causas de muerte en la ciudad de México en el siglo XIX, debajo
del llamado “colera morbus”, fue la fiebre amarilla. Esta fiebre había atacado a la ciudad de México en 1858. Al
respecto véase MALDONADO, 1978. Según lo reportado por la Gaceta Médica en 1865, el cómputo de los
fallecimientos para los años 1861 a 1864, calculaba una mortalidad anual de 6,949 ¾ ; representando la
infancia, hasta la edad de diez años, un 43 %. En otras edades, el primer lugar fue calculado para la edad adulta,
2º para la vejez, 3º para la juventud y 4º para la decrepitud. Como vemos, estos cálculos dan una alta mortalidad
a los niños y a los adultos. Tenemos por tanto, una población con una tasa aún negativa, pues mueren muchos
niños y adultos. Por otro lado, también se informaba que en relación con las enfermedades tenemos que: en 1º
lugar lo ocupaba la pleuresía y pulmonía; 2º diarrea; 3º disentería; 4º eclampsia; 5º fiebre tifoidea; 6º tisis
pulmonar, 7º apoplejía; 8º hepatitis;y 9º enfermedades del corazón. Esta estadística está basada en los estados de
las parroquias, remitidos al gobierno del Distrito y al consejo superior de salubridad. Al compararla con la de
Orozco y Berra, quien también nos da un cuadro sobre las enfermedades de 1850 a 1852, podemos decir que la
causa de muerte más común, halla o no guerras o epidemias, sigue siendo: la pulmonía, diarrea, disentería, tisis
pulmonar, entre otras. Lo anterior también nos arroja, aunque de amanera muy parcial que algunas de las
muertes causadas por estas enfermedades se llevaban sobre todo a los niños. Lo que coincide con la estadística
publicada el 1º de enero de 1865, donde el 43% de las defunciones lo representan niños hasta los 10 años. Al
respecto véase: GORTARI, 1988, p.302. Gaceta Médica de México, México, 1º de enero de 1865, p.136; y
OROZCO Y BERRA, 1973, p.99-101. Recordemos que también José María Romero recomendaba a la
Comisión Científica de Pachuca, la inclusión de investigaciones sobre las enfermedades en el Valle de México.
Véase p. 49 de esta tesis.
160
“Acta no.14”: El diario del Imperio, México., 325. III. 1866, p.132. Si bien se había acordado que cada una
de las clases elaboraría un trabajo trimestral, no sabemos si después los trabajos también tendrían que elaborarse
por cada uno de los miembros de la Academia. Arango y Escandón, quien fuera miembro de la clase de filosofía
e historia, pedía que se le eximiese de escribir la memoria que le correspondía, ya que estaba ocupado en un
escrito muy importante sobre México. “Acta no.32”: El diario del Imperio, México., 454. IV. 1866, p.31. Cuarto
Suplemento.
161
En una ocasión el doctor Miguel Jiménez, leyó dos artículos sobre aneurismas y reumatismos en sesión
académica, acordándose que se conservaran los artículos en la Secretaria mientras llegase el tiempo de su
impresión. “Acta no.26”: El diario del Imperio, México., 355. III. 1866, p.252-253.
210
las clases.”162 Sin embargo, no se encontró publicada alguna reseña al respecto en El Diario
del Imperio correspondiente a estos días.
5.3 La conformación del personal de la AICL
Hay que señalar que entre las principales decisiones que Maximiliano tomo a su arribo a
México, fue la de promover la idea de unidad y reconciliación nacional, y borrar el odio entre
los partidos, en este sentido nombró en algunos ministerios a miembros del partido liberal
moderado. José Fernando Ramírez fue el primero de esos nombramientos, tomando el
ministerio de Relaciones Exteriores inmediatamente después del arribo de Maximiliano a la
capital.163
En abril de 1865 Ramírez fue nombrado presidente en la AICL.164 Como socios de
número de la clase matemático–física la integrarían, Leopoldo Río de la Loza,165 Miguel
162
“Acta no.32”: El diario del Imperio, México., 454. IV. 1866, p.31. Cuarto Suplemento.
DIAZ, 1981, p.874.
164
Una de sus tareas importantes fue ser propagador de la educación. Funda la sociedad de preceptores: “Escuela
Festiva”. Se distinguió, además de abogado, como historiador, recolector de “todo tipo de material de nuestro
pasado” , así como por su participación activa en las sociedades científicas de la época. Participó en la
reorganización del Ateneo Mexicano, y fue nombrado socio de número en las secciones de legislación e historia.
Se le hizo socio de número en el Instituto Nacional de Geografía y Estadística, ya que esta institución contaba
con un boletín en el que se publicaron varios de sus trabajos. Fue un bibliólogo muy esforzado ya que copió
muchos documentos contenidos en diferentes bibliotecas de la Republica mexicana, aprovechando sus puestos
en la política. Llego a obtener ocho mil volúmenes para 1851, gracias en parte a la amistad de otro bibliófilo,
José María Andrade. Organizó el Museo Nacional en 1853. Colaboró en el Diccionario universal de historia y
geografía (1853-1856) en donde escribió 29 artículos de historia. Copió códices, pinturas jerolíficas de varias
bibliotecas de Europa. Algunas de las pinturas litografiadas son las que pertenecieron a José Aubin. Se
incluyeron sus trabajos sobre descripción de antigüedades del Museo Nacional de Antigüedades en el Atlas
geográfico, estadístico e historico de la Republica Mexicana (1858) de Antonio Garcia Cubas. Publico un
trabajo sobre Moctezuma II, en el Boletín de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística. Escribió Viaje a
Yucatán, en donde hace una descripción de los monumentos mayas. También perteneció a corporaciones
extranjeras como académico honorario de la Real Academia de la Historia de Madrid, corresponsal de la
Pontificia de Arqueología de Roma y miembro de la de Historia y Etnología de Madrid.. En 1863 se rehusó a
participar en la Junta de Notables del Segundo Imperio. Termina aceptando el ministerio de Relaciónes y la
presidencia del Consejo, función que desarrolló de julio de 1864 a marzo de 1866. Siguió con sus
investigaciones históricas en Europa tras la caída del Segundo Imperio. Muere en Bonn, Alemania en 1871
Véase: ORTEGA, 2001, vol.IV. pp.313-338.
165
Se distinguió como químico, al hacer varios experimentos en una farmacia que administraba. Fue designado
inspector de boticas y medicinas por parte de la facultad médica, y en 1838 logró ser profesor en el
establecimiento de Ciencias Médicas. En 1845 fue nombrado profesor de química en la Escuela de Medicina. En
1845 a instancias suyas se constituye la Segunda Academia de Medicina en México, de la cual fue su único
presidente. Formó parte del Consejo Superior de Salubridad. Desempeño en los años subsiguientes las cátedras
de química en el Colegio de San Gregorio, en la Escuela de Agricultura y en la de Bellas Artes. Ocupo el mismo
puesto en la Preparatoria Nacional y en 1868 consiguió la cátedra de análisis químico en la Escuela de Medicina,
163
211
Jiménez,166 y los catedráticos del Colegio de Minería: Joaquín Mier y Terán y Antonio del
Castillo, de quienes ya hablaremos con más detalle. La segunda clase la conformaría el
ingeniero civil y abogado Pascual Almazán;167 Joaquín García Icazbalceta; y el ingeniero
topógrafo, Manuel Orozco y Berra. Para la tercera clase quedaron nombrados: Luis G.
Cuevas,168 José María Roa Bárcena, Francisco Pimentel y José María Lacunza.169
Aparte de los ingenieros de Minería mencionados, algunos de los miembros que
integraron la Academia, habían sido parte de la Asamblea de Notables de 1863: Luís G.
Cuevas, Joaquín García Icazbalceta, Alejandro Arango y Escandón, Manuel Larrainzar,170
Roa Bárcena,
Leopoldo Río de la Loza, y su presidente José Fernando Ramírez. En
de la que fue director en 1873. Se le debe la introducción de un gran número de aparatos y técnicas que eran
desconocidos en México. Así mismo se le debe la fundación de la primera fábrica de ácido en México. Dejó un
elevado número de escritos sobre temas químicos, la mayoría en relación con la medicina, muchos de ellos
recogidos en la Gaceta Médica de México .Véase: TRABULSE, 1985, p.56-57, Vol.5.
166
Médico. Fue profesor de clínica interna del Establecimiento de Ciencias Médicas. Fue director del Hospital
de San Andres, donde hizo notables mejoras materiales y científicas, y formó parte del grupo de médicos que
fundó la Academia Nacional de Medicina en 1864 (derivada de la sección médica de la Comisión científica de
Bazaine). Fue el primer presidente mexicano de la academia, pues sustituyo al Dr. Ehrmann, su fundador y
primer presidente. Su contribución más importante a la medicina consiste en haber indicado el procedimiento
operatorio más eficaz para la evacuación del absceso amebiano de hígado con una técnica que ha llegado a
nuestros días, y que disminuyó la mortalidad por esa causa en un 60%. Tuvo profudos conocimientos sobre la
patología hepática y fué autor de un grupo numeroso de trabajos dedicados al absceso hepático y su tratamiento,
aparecidos en la Gaceta Médica de México. También escribió un libro titulado Clínica Médica, Méx., 1856.
Véase: DICCIONARIO PORRUA,1995.
167
Mencionado por la publicación de su obra sobre los ferrocarriles Caminos, ferrocarriles y canales… quien
fuera también consejero de Estado de Maximiliano. También abogado, político y escritor. Sirvió en 1847 como
diputado; en 1858 como Oficial Mayor de la Secretaría de Fomento. A causa de los cambios de gobierno, sufrió
persecuciones y destierro. Caído el imperio, Almazán fue confinado a Puebla, a donde se le envió como jefe de
la estación de ferrocarril. Murió. en Puebla, Pue. Almazán usó el seudónimo de “Natal de Pomar”. En 1847
publicó en Puebla su poema en verso que tituló Estifelio (por Miguel Stifel, matemático que legó a la posteridad
el signo de multiplicar). Fue autor de una sola novela: Un hereje y un musulmán (1870). Véase: DICCIONARIO
PORRUA,1995.
168
Abogado, pero destacado aún más como político y diplomático. Ocupó la Secretaria de Relaciónes Exteriores
en varias ocasiones. Nombrado Encargado de Negocios en Prusia, y después en Inglaterra.. Deja el ministerio
investido de plenipotenciario para negociar con los franceses, sin llegar a un arreglo, y que culminó con la
llamada Guerra de los Pasteles. La Memoria que como ministro presentó en 1838, revela su capacidad y visión,
denunciando las tendencias de los EUA, preparatorias de la invasión de 1847. En la Memoria correspondiente a
1845, Cuevas insiste en señalar los peligros se ciernen sobre México. Fue partidario de firmar la paz con el
Estados Unidos para evitar males peores, y figura entre los tres plenipotenciarios que trataron con Trist. Luego
redacta una Memoria donde se fijan las causas que provocaron la derrota de 47, y es un llamado a la concordia
entre los mexicanos. Escribe también Porvenir de México. Juicio sobre su estado político en 1821 y 1851, en
donde se tratan los problemas fundamentales de México, vistos a través de la ideología conservadora del autor.
Al triunfo del Plan de Tacubaya, Cuevas colabora con el Gral. Felix Zuluaga, electo presidente interino, y
desempeña por ultima vez la Secretaria de Relaciones. Cuando vio que era imposible conciliar los partidos en
disputa, renuncia, y al triunfo del partido liberal es procesado. En el Imperio fue nombrado primero, miembro de
la Junta de Notables; rehusó al cargo, y se abstiene de participar después en el Consejo Imperial cuya
designación debió al mismo Maximiliano. Véase: DICCIONARIO PORRUA, 1995.
169
El diario del Imperio., 83. I. 1865, p.340.
170 Escandón y Larrainzar fueron nombrados para la clase filosófica – literaria el 12 de septiembre de 1865. Véase:
El diario del Imperio, México., 321. III. 1866, p.114.
212
diciembre de 1864, Maximiliano creó su Consejo de Estado y posteriormente un Gabinete
personal. Fueron consejeros dos de los miembros de la Academia: Fernando Ramírez y
Pascual Almazán. También Luis G. Cuevas fue invitado pero se rehusó a participar en este
Consejo. Acerca del primero se ha dicho que:
[…] es probable que se haya sentido indispensable para mantener un equilibrio político, influir en
el emperador que manifestaba desplantes liberales, y así seguir sirviendo a México, además de
que, probablemente, había perdido la confianza en el sistema republicano representativo”.
171
Una vez que empezó a sesionar la Academia, se elegiría para la primera clase a Francisco
Jiménez y a José Salazar Ilarregui; en la clase filológico–literaria se eligió a José Sebastián
Segura. Es de suponer que los ingenieros tuvieran que ser nombrados para la primera clase,
sin embargo observaremos que dos de ellos poseían capacidades en el terreno de las letras:
Orozco y Berra en la historia, y Sebastián Segura en la poesía y filología. Similar a estos
casos fue también el ingeniero civil Pascual Almazán, quien fue nombrado para la clase
filosófico – literaria.
5.3.1 Actividades registradas de los ingenieros en las sesiones publicadas de la AICL
En este apartado trataremos de responder cuál fue la participación de los ingenieros de
Minería en las sesiones de la AICL, según lo registrado en las actas correspondientes, y cuáles
fueron las ocupaciones – burocráticas o científicas – que tuvieron, simultáneamente durante
el periodo de sesiones – de julio de 1865 a julio de 1866 – y poco después de este periodo,
conforme a lo que las fuentes consultadas permitieron avizorar. Tomando en cuenta el
número de ausencias reportadas en las sesiones, se ha verificado que el nivel de asistencia
entre los ingenieros fue desigual. De acuerdo con esto, se intentará responder por qué la
participación en la Academia fue tan heterogénea, fijándonos en cada caso particular –a
171
ORTEGA, 2001, p. 318.
213
excepción de Salazar Ilarregui , a quien no se le registró asistencia en ninguna de las
sesiones, a pesar de que fue miembro de la AICL–.
Respecto a las sesiones a celebrar,
el Decreto del 10 de abril estipulaba que la
Academia:
Tendrá sesiones de clases para sus trabajos científicos y literarios, juntas generales para el arreglo
de los asuntos administrativos; y el día 1º de cada año académico, una sesión general pública y
solemne, en que se dará cuenta de los trabajos del año anterior y noticia de lo más importante
172
ocurrido en él.
Lo que al respecto se ha encontrado, son las Actas de las “juntas generales para el
arreglo de los asuntos administrativos”, que se publicaron en El Diario del Imperio. Podemos
encontrar 32 actas de sesiones, en las que se reúnen todas las clases con sus respectivos
miembros, variando mucho, entre cuantos asistían y quienes asistían. Dichas sesiones tuvieron
ocasión, entre el 6 de julio de 1865 (instalación de la Academia) y el 12 de junio de 1866,
registrándose así casi un año de actividades.
Cabe mencionar que lo registrado en su totalidad, es tan solo una síntesis de lo
acontecido en cada junta donde se observa, en su mayoría, asuntos de tipo administrativo; lo
cual no nos permite apreciar los asuntos de carácter científico que se esperaban, en especial,
por parte de la clase físico – matemático, ya que no sabemos si las sesiones de cada una de las
clases fueron registradas. Sin embargo, podemos observar en las sesiones generales
publicadas, a los ingenieros y a otros sabios mexicanos, debatiendo y proponiendo, no sólo
como científicos sino, como políticos en construcción de una institución que se orientaba a
objetivos muy ambiciosos; a pesar de que, en apariencia, hubiera diferencias en la formación
intelectual de cada uno. Sin embargo, en las sesiones administrativas se rebasaron las
aparentes –a nuestros ojos– fronteras disciplinarias, ya que, los dedicados a las ciencias
podían entrar en el mundo de las Artes y viceversa.
172
El diario del Imperio., 83. I. 1865, p.340.
214
La frecuencia de estas reuniones fue también relativa, de mediados de 1865 a finales de
este año, celebrándose generalmente una vez por semana. Para los meses registrados de 1866,
la regularidad de las sesiones fue menor. Por lo regular se celebraban cada martes, así se hizo
constantemente de la sesión 3 a la sesión 13. En la sesión 4, se acordó que “las sesiones de la
Academia [continuaran] teniendo lugar los martes á la una de la tarde”.173 Después el orden
cambiaría, ya que en la sesión 13 se acordó “que se celebrara una sesión extraordinaria todas
las semanas, con el objeto exclusivo de terminar el Reglamento”.174 Estas sesiones serían cada
viernes a las cinco de la tarde. Como se puede observar en el Cuadro 8, se celebraron algunas
sesiones en viernes y en sábado. Después de esto, las sesiones no volvieron a tener la
costumbre de celebrarse una vez por semana en martes; desde que se acordó celebrar sesión
en viernes, las sesiones fueron muy frecuentes, pero empezando 1866 fueron muy
esporádicas.
En general, las reuniones disminuyeron paulatinamente hasta que, por alguna razón
desconocida, se dejaron de publicar en el diario en julio de 1866. En cuatro meses, del 2 de
septiembre al 26 de diciembre de 1865, se celebraron 22 sesiones; mientras que en poco más
de cinco meses del siguiente año –del 2 de enero al 12 de junio de 1866– sólo se celebraron
nueve. Si bien, se dejaron de publicar hasta la sesión número 32, no sabemos si se siguieron
realizando más sesiones administrativas.
173
174
El diario del Imperio, México, 24.I.1866
El diario del Imperio, México, 29.I.1866
215
Cuadro 8
Frecuencia de celebración y publicación de sesiones generales de la Academia Imperial
de Ciencias y Literatura. Del 6 de julio de 1865 al 12 de junio de 1866.
Número
Fecha en que se
de Acta y
realizó la sesión
Sesión
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
14
15
16
17
18
19
20
21
22
23
24
25
26
27
28
29
30
31
32
6 de Julio
INSTALACIÓN
Septiembre 2
1865
sep-12
sep-19
sep-26
oct-03
oct-10
oct-17
oct-24
oct-31
nov-07
nov-14
nov-21
nov-24
nov-25
dic-01
dic-10
dic-11
dic-13
dic-14
dic-18
dic-22
dic-26
Enero 2 de 1866
ene-30
feb-03
mar-02
mar-21
abr-02
may-01
jun-05
jun-12
Fecha de
publicación en el
Diario del Imperio
en 1866
24 de enero
24 de enero
24 de enero
24 de enero
26 de enero
26 de enero
26 de enero
26 de enero
27 de enero
27 de enero
27 de enero
27 de enero
29 de enero
29 de enero
29 de enero
29 de enero
30 de enero
30 de enero
30 de enero
30 de enero
31 de enero
31 de enero
31 de enero
1 de febrero
7 de febrero
6 de marzo
26 de marzo
7 de abril
3 de mayo
7 de junio
15 de junio
6 de julio
Regularidad de las
sesiones
Día de la semana
De una a Espacio
otra
entre
sesión
sesiones
un mes
1a2
aprox.
2a3
10
3a4
7
4a5
7
5a6
7
6a7
7
7a8
7
8a9
7
9 a 10
7
10 a 11
7
11 a 12
7
12 a 13
7
13 a 14
3
14 a 15
1
15 a 16
6
16 a 17
9
17 a 18
1
18 a 19
2
19 a 20
1
20 a 21
4
21 a 22
4
22 a 23
4
23 a 24
7
24 a 25
28
25 a 26
4
26 a 27
27
27 a 28
19
28 a 29
13
29 a 30
29
30 a 31
35
31 a 32
7
jueves
sábado
martes
martes
martes
martes
martes
martes
martes
martes
martes
martes
martes
viernes
sábado
viernes
domingo
lunes
miércoles
jueves
lunes
viernes
martes
martes
martes
sábado
viernes
miércoles
lunes
martes
martes
martes
Elaborado a partir de las sesiones registradas en El diario del Imperio, México, del 24.I.1866 al 6.VII.1866.
216
A pesar de que las sesiones empezaron a celebrarse desde septiembre de 1865, la
publicación de las Actas de las sesiones tardaría hasta el 24 de enero de 1866. En noviembre,
Francisco Pimentel advertía que “la Academia había acordado, por indicación del Sr.
Ramírez, que sus actas se publicasen en el “Diario Oficial;” pero que no habiéndose hecho
así, era preciso verificarlo”175 Poco después, el ministro de Instrucción Pública comunicaba a
Maximiliano que ya había girado ordenes a la petición de la AICL para publicar sus Actas y
algunos documentos importantes en el Diario del Imperio.176
Fue hasta la sesión del 22 de diciembre, cuando el subsecretario de Estado manifestaba
que por disposición de Maximiliano, se remitiera cada semana un artículo científico o literario
al diario oficial. En la siguiente sesión, del día 26, se discutió ese punto, cuya resolución, a
proposición de Rio de la Loza, fue que se remitieran a partir del 1º de enero “las actas
correspondientes á las sesiones científicas académicas y de las clases, así como los artículos ó
trabajos que estas juzgaren adecuados á las inteligencias comunes”.177 A pesar de esta
resolución, aproximadamente medio año después de la instalación de la Academia, empezaron
las publicaciones de las actas correspondientes a las sesiones académicas; mas no se observan
publicadas las “sesiones científicas académicas y de las clases”, ni algún artículo o trabajo de
tipo científico.
Entre las cuestiones de carácter científico, únicamente se encuentra la proposición del
sabio francés Matthew Fontaine Maury, para hacer observaciones meteorológicas.178 Fue
nombrado a lado de Salazar Ilarregui y Francisco Jiménez, miembro de la primera clase en
sesión del 12 de septiembre de 1865. Maximiliano, quien buscaba instalar un Observatorio en
175
“Acta no. 11” en El diario del Imperio, México, 27. I. 1866, p.129.
Véase: Comunicación del ministro de Instrucción Pública y cultos, Francisco Artigas a Maximiliano, 24 de
noviembre de 1865. AGN, Instrucción Pública y Cultos, Caja: 360; exp.55, f.4; y “Acta no.16”: El diario del
Imperio, México, 29. I. 1866, p.132.
177
“Acta no.26” en El diario del Imperio, México, 6. III. 1866, p.252-253.
178
“Acta no.27”: El diario del Imperio, México, 26. III. 1866, p.323. En estas sesiones, registradas en el Diario
del Imperio fue anotado como “Mateo Maury.”
176
217
la Ciudad de México, lo nombró, el 25 de ese mes, director del Observatorio Astronómico de
México.179
Por otro lado, Pyenson refiere que por estas fechas, Mattehew Fontaine Maury, fue
organizador del observatorio naval en los Estados Unidos del lado de la Confederación
durante la guerra civil estadounidense. Propuso a Maximiliano su plan de colonizar la parte
norte de México estableciendo familias secesionistas del estado de Virginia180 que habían
quedado empobrecidos a causa de la guerra civil en favor de los estados del Norte algunos
meses atrás.
Entre otras cosas, Maximiliano lo designó para encargarse en la preparación de mapas en
el imperio.181 Pyenson y Moreno comentan que a principios de marzo de 1866 se marchó de
México rumbo a Londres con 72 000 libras que le había suministrado el imperio para comprar
equipo astronómico para la Ciudad de México. La verdadera razón de eso, según los autores,
fue porque Maximiliano nunca apoyó sus planes de colonización, además de darse cuenta que
ese gobierno no tenía la solidez para sostenerse. Entonces decidió nunca volver al país.182 En
las sesiones académicas se puede confirmar su partida a Londres, ya que su última asistencia
fue el 30 de enero de 1866. En la sesión del 2 marzo, donde fue leída su proposición, se reporta
ausente por estar ocupado; y vemos que desde la sesión 27, del 2 de enero, se reporta su
inasistencia, por estar fuera de la ciudad.
Marco Antonio Moreno refirió que los instrumentos no fueron comprados, perdiéndose
las 72 000 libras esterlinas que para ello le habían entregado.183 Sin embargo, hay documentos
que refieren que ese dinero sí pudo ser ocupado para comprar instrumentación científica, tal
179
MORENO, 1986, p.304. No se debe de confundir con el francés Alfred Maury que fue miembro del Instituto
de Francia y miembro de la CCM en el comité de historia, lingüística y arqueología, véase SOBERANIS, 1996,
p.190.
180
PYENSON, 1993, p.274.
181
PYENSON, 1993, p.274.
182
Una vez estando en Londres, recibió correspondencia de Maximiliano, quien aún con esperanza, le informaba
que los planes de colonización no se realizaría por el momento, dadas las condiciones políticas, pero que no se
impacientara, pues mientras, se concentrarían en el observatorio. Maury le confirmaba después que no volvería a
México. Véase: MORENO, 1986, pp.304 y 305; y PYENSON, 1993, p.274.
183
MORENO, 1986, p.305. Moreno refiere a su vez: “Observatorio Astronómico” en LEMOINE, Ernesto
(1970): La Escuela NacionalPreparatoria en el periodo de Gabino Barreda 1867-1878, México, Universidad
Nacional Autónoma de México, 1970.
218
vez no para el observatorio de Maximiliano, sino destinados para la AICL del emperador. Fue
hasta junio de 1866, cuando se da noticia que Maury envió equipo científico destinado a la
Academia desde Inglaterra. En la última sesión, registrada el 5 de junio, se dio cuenta de una
carta de Maury donde notificaba que había enviado a Veracruz seis cajas de instrumentos
científicos, sin embargo, la aduana las había retenido hasta que se pagara el impuesto
correspondiente. La Academia acordó que se enviara una comunicación al ministro de
Instrucción Pública para solicitar que giraran órdenes a la aduana para que dejara pasar las
cajas libres de derechos.184 En este sentido, José Fernando Ramírez escribía al ministro
Francisco Artigas lo siguiente:
En sesión de 5 del corriente acordó esta Academia se soliciten de V.E. las ordenes respectivas para
que se permita por la Aduana de Veracruz la introducción á esta Capital, libres de derechos, de seis
cajas que remite de Inglaterra el Sr. Maury, consignadas á la casa de Oropesa y Prauron, las que
contienen instrumentos científicos para el uso de esta Academia. Igualmente sería conveniente dar
orden para que no se abriesen dichas cajas en aquella Aduana por ser fácil que de esto resultara la
185
descompostura de alguno de los expresados instrumentos.
Enterado de esto, Francisco Artigas pidió al Ministerio de Hacienda, se giraran dichas
órdenes a la aduana de Veracruz. Se apuntaba que aquellas cajas contenían instrumentos
meteorológicos y planos, pidiendo además que no se abrieran.186 En otra correspondencia, 8 de
julio, Artigas vuelve a solicitar lo mismo al Ministerio de Hacienda, justificando la exención
del impuesto, en razón de que las cajas pertenecían a un establecimiento público. Se
especificaba que las cajas estaban marcadas como: “Y.P. Oropeza escepto una que trae de
marca Orozco”. 187 Tal vez esta caja estaba destinada a Manuel Orozco y Berra, pues era el
hombre que más conocimientos sobre geografía y cartografía en la AICL (véase p. de esta
tesis). El 13 de junio, el subsecretario de Hacienda respondió a Artigas informando que ya se
184
“Acta no. 31”: El diario del Imperio, México, 15. VI. 1866, p.578.
Comunicación de José Fernando Ramírez al ministro de Instrucción Pública y cultos Francisco Artigas.
México, 8. VI. 1866, en AGN, Instrucción Pública y Bellas Artes, Caja 376, exp. 42, f. 28.
186
Comunicación de José Fernando Ramírez al Ministerio de Instrucción Pública y Cultos, en AGN, Instrucción
Pública y Bellas Artes, Caja 376, exp. 42, f. 3.
187
AGN, Instrucción Pública y Bellas Artes, Caja 376, exp. 42, f. 4.
185
219
habían girado las órdenes correspondientes a la aduana de Veracruz.188 Al día siguiente Artigas
contestaba a Ramírez sobre esa comunicación del Ministerio de Hacienda.189 No se puede
afirmar que Maury se quedo el dinero y compró equipo científico, ya que, al menos envió
instrumentación científica a un establecimiento público de México, aunque no sabemos si fue
comprado con las 72 000 libras.
Siguiendo con las sesiones académicas o administrativas, al principio se publicaron
hasta cuatro en un mismo número, siendo así en los días 24, 26, y 27 de enero; y, se
publicaron diariamente, del día 29 de enero al 1º de febrero. Después, las publicaciones serían
más prolongadas, de tal manera que se empezó a publicar un acta por periodos cada vez más
largos, hasta que en los últimos números se publicara un acta mensual de la sesión del mes
anterior.
Podemos notar también que el grado de participación de los ingenieros fue variable, y
esto se puede ver individualmente en la frecuencia de su asistencia a las sesiones, así como en
las justificaciones de las ausencias que fueron registradas en la mayoría de las sesiones, donde
podríamos estar observando una diferencia en el interés, o bien, de disponibilidad individual
para participar en los trabajos de la Academia, pues muchos, estaban concentrados en otras
ocupaciones. De este modo, vemos que el ingeniero que tuvo más asistencias fue Manuel
Orozco y Berra, elegido desde el 10 de abril de 1865 para la clase filosófico-histórica. Por el
contrario, vemos que Salazar Ilarregui no asistió a ninguna de las sesiones.
188
189
AGN, Instrucción Pública y Bellas Artes, Caja 376, exp. 42, f. 5.
AGN, Instrucción Pública y Bellas Artes, Caja 376, exp. 42, f. 6.
220
Cuadro 10
Asistencia de los ingenieros de Minería en la Academia Imperial
de Ciencias y Literatura. Del 2 de septiembre de 1865 al 6 de julio de 1866.
Elaborado a partir de las sesiones registradas en El diario del Imperio, México, del 24.I.1866 al 6.VII.1866.
5.3.1.1 Manuel Orozco y Berra
Ya he anotado lo referente a su participación en las comisiones francesas y sus cargos
burocráticos antes de 1865 (véase Cuadro 6 y Esquema 2). Fue uno de los ingenieros que
estuvo al lado de Maximiliano en sus proyectos de Estado. Al respecto, realizó el mapa
contenido en el Estatuto Provisional del Imperio, el cual se publicó en 1865.190 También fue
director del Museo Nacional y consejero de Estado.191 Como representante del régimen,
expresaba cuales debían ser los objetivos científicos en la división geográfica del Imperio:
[…] dividir el territorio en un mayor número de fracciones políticas; dar, en la medida de lo
posible, a las divisiones políticas colindantes, límites naturales entre sí, y asegurar que cada
fracción política pudiera, en el porvenir, alimentar en un mismo número de habitantes. Entre más
subdividido estuviera el territorio la intervención central se podría sentir de igual fuerza en todos
lados, otorgando recursos más o menos equiparables a cada fracción, evitando que las mejor
dotadas obtuvieran ventajas sobre las demás, debilitando así los poderes regionales y agilizando la
190
Ángel Bassols, « Manuel Orozco y Berra y su mapa de división político-económico-administrativa
(territorial) de México” en Boletín de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, núm 123, 1976, pp.95104. Citado en PEREZ ROSALES, 2001, p.360. Fuente que en este espacio ha quedado pendiente por revisar.
En el mismo sentido, revisar también: TEIXIDOR, 1937.
191
ENCICLOPEDIA, 1977.
221
administración y centralizando el poder político “para producir los beneficios de administración,
192
de orden y de adelantos.
A diferencia de su labor como geógrafo del imperio, en la Academia Imperial, Orozco
tuvo más participación como historiador en la clase filológica – literaria. Desde la segunda
sesión, Maximiliano se encargó la fabricación de monumentos dedicados a José María
Morelos y a Vicente Guerrero. La clase filosófica – histórica, se encargó de elaborar las
inscripciones en latín y en español para estas efigies.193 En este mismo sentido, se encomendó
a la Academia la tarea de hacer una lista de hombres ilustres en la historia de México: se
debía incluir políticos y militares “sin distinción de color político”, así como hombres en el
mundo de las artes y de las ciencias “á fin de adornar el Palacio Imperial con sus retratos”.194
En este aspecto, Orozco participó en lo referente a las inscripciones para la estatua de
Morelos, ya que el emperador le había pedido que apurase a la Academia en la elaboración de
las inscripciones encomendadas, y que hiciera por cuenta propia dos de ellas.195 También
presentó la lista de los gobernantes que Maximiliano había ordenado, así como una lista de
cuestiones para el certamen correspondiente a su clase. 196 En sesión del 2 de marzo de 1866,
Orozco manifestó que tenía unos planos antiguos “de mucho mérito”, cuyos textos estaban en
alemán. Así que pedía a la Academia que encargase su traducción al Sr. Hassey, aprobándose
su propuesta.197 Dentro de las cuestiones administrativas, participó en varios debates referentes
a los gastos de la Academia: calculó el presupuesto para su clase y discutió lo concerniente a
las retribuciones correspondientes a los socios colaboradores; así como algunas propuestas
192
El Mexicano, junio 14, 1866.Citado en PANI, 2001, pp.324 – 325.
De hecho, una de las primeras disposiciones que Maximiliano hace, inmediatamente después de su llegada a
México, es comisionar a Joaquín Velásquez de León para fabricar un monumento a la independencia. Los
mármoles que se habían destinado para la construcción de un arco en honor a la Emperatriz se destinaron
después para este monumento. Se pedía que se convocaran a ingenieros y artistas para la presentación de los
proyectos respectivos. El 16 de septiembre de 1864, se colocó la primera piedra en la plaza de armas, donde
Velásquez de León pronunció un discurso que fue contestado por la Emperatriz. Es hasta noviembre del
siguiente año, cuando se autoriza el gasto de 550 pesos para su construcción, de acuerdo con el proyecto
presentado por el ingeniero Ramón Rodríguez Arangotti. RAMÍREZ, 1891, pp.443 y 461.
194
El diario del Imperio, México., 323. III. 1865, p.340.
195
El diario del Imperio, México., 321. III. 1866, p.114.
196
El diario del Imperio, México., 325. III. 1866, p.132.
197
El diario del Imperio, México., 371. III. 1866, p.323.
193
222
para la formación del reglamento. Por último, en la última sesión registrada (12 de junio de
1866) Orozco y Berra fue nombrado bibliotecario de la Academia.198
Paralelamente a las sesiones, entre la 24 y 25 (véase Cuadro 8), el 7 de enero de 1866,
salió a la luz el primer número del periódico bisemanal El Mexicano, el cual fue fundado por
Orozco y Berra199, José Napoleón Saborio y José Linares. Parece ser que ese periódico se
dedicó en su mayoría a la ilustración y a la difusión de las cuestiones de la ciencia “mediante
eruditas disquisiciones sobre la temperatura o la formación de las nubes”.200 Erika Pani ha
observado que, políticamente El Mexicano no dejó de ser imparcial, ya que también se
concentró en discutir sobre problemas concretos que afectaban al “pueblo” buscando para éste
“sus progresos [...] y su mejora moral” ,201 en oposición a las discusiones políticas, más bien
frágiles e impracticables, sobre la soberanía nacional y el espíritu público. Declaraba que: la
política “no había traído más que desgracias al país”, y la democracia había engendrado
“nuestras perpetuas dictaduras”, además de ser la manzana de la discordia, creando “escuelas
de controversistas, en vez de gremios de agricultores, de artesanos, de industriales y de
mineros”.202 El periódico prefería que
la sociedad se diera cuenta de la solución a los
problemas económicos, a razón de fomentar la prosperidad de la nación y en contra de la
distracción política considerada como improductiva y destructiva. Esto tiende a ser el mismo
mensaje que hemos visto en el tipo de discursos y opiniones de Salazar Ilarregui, Sebastián
Segura, Ramón Almaráz, Robles Pezuela, Orozco y Berra, y los propósitos de la Academia
de Ciencias, con José María Lacunza. El mismo Orozco apuntaba en El Mexicano la necesidad
de tener una administración eficiente a través de la organización efectiva del territorio
nacional, y conseguir el control de las diferentes regiones administrativas. Para ello, Berra, al
igual que Almaráz y Robles Pezuela, volvía a apuntar sobre la necesidad de determinar
científicamente el territorio, aplicando principios geológicos, hidrográficos, demográficos y
198
El diario del Imperio, México., 454. IV. 1866, p.31.
RAMÍREZ, 1891, p. 465.
200
PANI, 2001, p.315.
201
PANI, 2001, p.320.
202
PANI, 2001, p.321.
199
223
etnográficos. Explicaba, que las divisiones territoriales habían sido “formadas al acaso, sin
conocimiento especial, sin un plan fijo [cual reflejo de] el encono de los odios políticos y la
manía pueril de desbaratar cuanto los [contrarios] hubieran hecho”.203
Por mencionar algunos de los temas publicados, con motivo del establecimiento del
sistema métrico decimal, decretado el 27 de octubre de 1865, El Mexicano publicó desde el 8
de febrero un opúsculo sobre este sistema, escrito por Francisco Díaz Covarrubias el 28 de
agosto de 1862.204 El 19 de julio Orozco y Berra empezó a publicar un trabajo sobre la
acuñación de moneda en México.205 Entre otros trabajos, se publicó un estudio acerca de los
combustibles naturales, por el ingeniero Santiago Ramírez; y un estudio sobre los cables
aplicados a las minas, por el subprefecto del Colegio de Minería, Carlos Romero.206 También
se publicó la Memoria en torno al desagüe de México, que Miguel Iglesias había presentado a
petición del Ministerio de Fomento el 3 de julio. El 5 de agosto publicaba el primer número del
segundo tomo, donde invitaba a “los amantes de la Ciencia á que lo [auxiliasen] con sus
escritos”.207
Posterior a todo esto, el 10 de noviembre de 1866, la Sociedad Filarmónica lo nombró
profesor de “Historia Patria”;208 el 1º de enero de 1867, fue nombrado director del Museo
Nacional;209 el 14 de ese mismo mes participó junto con Joaquín de Mier y Terán y Luis
Robles Pezuela, en una Junta precedida por Teodosio Lares, presidente del Consejo de
Ministros, para estudiar la posibilidad y la conveniencia para emprender la pacificación del
país.210
Orozco y Berra conservaba buena amistad con dos de los miembros de la AICL: José
Fernando Ramírez, de quien fue discípulo y con Joaquín García Icazbalceta. Al igual que Mier
y Terán, Orozco y Berra sufrió los castigos de la República al caer el imperio, ya que estuvo en
203
El Mexicano, junio 14, 1866. Citado en PANI, 2001, p.324.
RAMÍREZ, 1891, p. 466.
205
RAMÍREZ, 1891, p. 473.
206
El primero publicado el 21 de julio y el segundo el 5 de agosto de 1866. RAMÍREZ, 1891, pp. 472 y 474.
207
RAMÍREZ, 1891, p. 474.
208
RAMÍREZ, 1891, p. 477.
209
RAMÍREZ, 1891, p. 479.
210
RAMÍREZ, 1891, p. 480.
204
224
prisión en el exconvento de la Enseñanza durante dos meses, y cumplida su sentencia, fue
empleado de la Casa de Moneda.211
5.3.1.2 Antonio del Castillo
Como ya hemos visto, Antonio del Castillo, fue profesor del Colegio de Minería, al menos
desde el decenio de 1850. Para principios de 1865 fue apoyado por el Ministerio de Fomento
para continuar las Cartas Geológicas de varios distritos mineros. Dicha misión culminaría en
agosto de 1866.212 Es posible que por ello, no se viera una mucha participación de Castillo en
las sesiones de la Academia.
Fue nombrado desde el decreto imperial para la primera clase. De las 31 sesiones
académicas que le correspondieron, sólo asistió a 9 de ellas. A simple vista, se podría
interpretar que estuvo poco interesado por la Academia, ya que en 14 ocasiones se reporto
ausente “sin aviso”; en 4 ocasiones se justificó su falta por hallarse fuera de la ciudad; 1 vez
por estar enfermo, y 3 veces por estar ocupado en otras funciones.213 Participó en muy pocos
asuntos. El 10 de diciembre de 1865, fue nombrado miembro de la comisión que formaría la
lista de las personas célebres en la milicia y en la política, la cual había ordenado Maximiliano.
211
ENCICLOPEDIA, 1977. Dentro de sus obras más importantes son: Noticia Histórica de la conjuración del
Marqués del Valle , 1853; Materiales para una cartografía mexicana,1871,donde registra 3,400 cartas; Estudio
de cronología mexicana, 1871; el Diccionario universal de Historia y Geografía en diez volúmenes, publicado
en 1885; Apuntes para la historia de la geografía en México, 1881; Memoria para el plano de la Ciudad de
México, 1867; Geografía de las lenguas y carta etnográfica de México, 1864, y la Historia de la Conquista de
México, 1881. En 1870 Orozco y Berra es llamado de nueva cuenta a la Sociedad de Geografía y Estadística, y
electo presidente en 1870, cargo ocupado hasta 1880; miembro de la Academia Mexicana de la Lengua;
individuo correspondiente de las Reales Academias Española y de Historia de Madrid; miembro de la Sociedad
Arqueológica de París; del Congreso Internacional de Americanistas; de la Sociedad de Historia Natural y de la
Sociedad Minera Humboldt. Solía decir: “De continuo estoy reducido a una triste alternativa: cuando tengo
tiempo no tengo pan, y cuando tengo pan no tengo tiempo”.TRABULSE, 1985, p. 54, PEREZ ROSALES, 2001,
p. 361.
212
ROBLES, 1866, p.11. Soberanis, quien también ha apuntado este dato, ha dicho que el periodo de trabajo
propuesto por Castillo sería de dieciocho meses. Véase: SOBERANIS, 1999, p. 366.
213
Sin embargo no podemos saber si su ausencia se podría justificar por estar trabajando en los distritos mineros,
ya que sólo se le reporta ausente de la ciudad en cuatro ocasiones. Sin embargo podemos pensar que en las
catorce ausencias injustificadas y en las tres por ocupación, pudo estar trabajando en gabinete en el Colegio de
Minería revisando las colecciones mineras.
225
Castillo insistió en que la comisión correspondiente presentara un nuevo dictamen para
aprobar la publicación de la obra de Andrew Jackson Grayson, sobre ornitología mexicana, ya
que solicitaba más datos sobre esta obra.214 Tal vez su poca participación en los temas, se
debió a que éstos eran extraños en el terreno de la ingeniería de minas y de las ciencias
exactas. Castillo se especializaba en el terreno de la geología, así como también en las
matemáticas, la física y demás ciencias naturales.215 Tal vez por este último aspecto, se detuvo
al análisis de la publicación de la obra de Grayson.216
5.3.1.3 Joaquín de Mier y Terán
Joaquín de Mier y Terán, fue catedrático en el Colegio de Minas de geografía, geometría
descriptiva, topografía, geodesia y astronomía, y miembro de la Junta Facultativa. Fue
catedrático de matemáticas en la Academia de San Carlos y en la Escuela de Agricultura de
San Gregorio. En esta misma impartió las clases de mecánica y topografía y fue director. En
1854 se graduó de doctor en la Universidad, ingresando á la Sección de Ciencias Físico –
Matemáticas, al igual que Joaquín Velásquez de León y Blas Balcárcel. Perteneció a la
Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, y a otras sociedades científicas nacionales y
extranjeras. Escribió junto con Francisco Chavero, una obra de texto para la enseñanza de la
aritmética, álgebra, geometría elemental y analítica, la cual se adoptó y sirvió como obra de
texto en los colegios nacionales y particulares del país.217
214
El diario del Imperio, México., 371. III. 1866, p.323.
TRABULSE, 1985, Vol.5.
216
Posterior al Imperio de Maximiliano, sus investigaciones minerales lo llevaron a descubrir varios elementos,
entre ellos la “guanajuatita”, en 1873; la “livingstonita”, en 1847; la “guadalcazarita” y la “medinita”. Durante
casi medio siglo fue profesor de diversas asignaturas en la Escuela Nacional de Ingeniería. Diputado al Congreso
de la Unión en varias ocasiones; luchó por la fundación del Inst. Geológico de México; inició trabajos de
petrografía y trazó una Carta Geológica de México. Asistió a varios congresos científicos en Europa y en el
continente americano, representando a México. En el Congreso de geología en París, en 1891, presidió las
sesiones. Se le otorgó la legión de honor en Francia. Fue fundador de la Escuela Práctica de Minas en Fresnillo,
Zac. Director de la Casa de Moneda. Murió en la ciudad de México. Fue autor de 26 estudios de su especialidad
y de un Cuadro de la minería mexicana publicado en México en 1863. DICCIONARIO PORRUA,1995.
217
RAMÍREZ, 1891, pp.486-487. Sin embargo en el título se escribe que es una traducción del francés, hecha
por Mier y Terán y Chavero. Véase: MIER y TERÁN, 1862.
215
226
En la AICL, Mier y Terán fue miembro de la clase matemático - física. Según lo
registrado, de las 31 sesiones acudió a 25, 2 ocasiones faltó por atender otras ocupaciones, una
vez no asistió por enfermedad, y 3 ocasiones no se justificó su inasistencia. Mier y Terán
también participó, en los debates sobre el reglamento interno, y en otras discusiones y
propuestas de tipo administrativo. Propuso que se organizara una comisión para formar un
presupuesto minucioso de todos los gastos de la Academia, ya que la misma tenía necesidad de
proveerse de algunos materiales.218 En la sesión 17, del 10 de diciembre de 1865, se le incluyó
en una comisión para dictaminar las cuestiones que deben seguirse para la organización del
certamen mencionado en el decreto de la Academia.219 Después, en la sesión 20, del 14 del
mismo mes, se le nombró en comisión para formar el reglamento referente al mismo asunto.220
Después, daría lectura a la primera parte del dictamen acerca de los temas que debían
proponerse para el certamen. Por último, vemos que en la sesión 28 del 21 de marzo de 1866,
Mier y Terán es quien pide se considere la propuesta de Mathew Maury para que se hicieren
las observaciones meteorológicas en los diversos puntos del imperio, cuya proposición fue
aprobada.221
El 14 de septiembre de ese año, fue nombrado Ministro de Fomento, restableciendo así
este gabinete, después de que el Ministerio de Gobernación había absorbido todos sus asuntos
desde el 26 de julio.222 Siendo ministro, expidió el reglamento de la Compañía Imperial
Mexicana de Ferrocarriles del Interior, la cual fue formada por Luís Robles Pezuela.223 Como
continuación a los trabajos de desagüe, Mier y Terán empezó a organizar el 1º de diciembre los
trabajos hidrográficos en el Valle de México, con motivo de la extinción de la Dirección de
Aguas.224 Mier y Terán, junto con algunos otros profesores y exalumnos del Colegio de
Minería, y de otros establecimientos, se asocian para crear una institución educativa para la
218
“Acta 12”; 14 de noviembre de 1865:El diario del Imperio, México., 324. III. 1866, p.129.
El diario del Imperio, México., 326. III. 1866, p.136.
220
El diario del Imperio, México., 326. III. 1866, p.136.
221
El diario del Imperio, México., 380. III. 1866, p.359.
222
RAMÍREZ, 1891, p. 475.
223
RAMÍREZ, 1891, p. 477.
224
RAMÍREZ, 1891, p. 478.
219
227
preparación de las carreras profesionales y la de Comercio, cuyo programa de estudios se
publicó el 15 de diciembre de 1866, anunciando su apertura para el día 2 de enero de 1867.225
El 22 de enero de 1867, Napoleón III había anunciado que la Intervención francesa había
terminado, proponiéndose retirar el apoyo militar de México.226 Entonces envió al barón de
Sillard para convenir con Maximiliano la garantía de los intereses franceses y las fechas de
evacuación. Algunos franceses en México, al igual que los secesionistas de Maury, se habían
quedado sin recursos para regresar a Francia, sin embargo, la Legación francesa los había
invitado a regresar a su país. Para evitar la retirada del apoyo militar y económico de Francia,
una de las estrategias pensadas por Maximiliano fue retener a estos franceses para quedarse en
México, ofreciéndoles terrenos para ser colonizados. En este aspecto, el 26 de enero
Maximiliano consultó a su ministro Mier y Terán para que le informara bajo qué
circunstancias se podía proporcionar terrenos para este fin.
227
Dentro de otras cuestiones,
presentó al emperador, el 10 de febrero, algunas ampliaciones al reglamento del 1º de
noviembre de 1865 sobre los telégrafos.228
Cuando el imperio de Maximiliano cayó, el 19 de junio de 1867, Mier y Terán fue uno de
los casos que sufrieron los castigos de la República en contra de los funcionarios que sirvieron
al imperio, según la ley del 25 de enero de 1862. Mier y Terán, como algunos de sus colegas,
fue desterrado de México para refugiarse en La Habana, donde murió el 28 de enero de
1868.229
225
RAMÍREZ, 1891, p. 478.
ENCICLOPEDIA, 1977, p. 622.
227
RAMÍREZ, 1891, p. 480. Pudo ser que los terrenos al norte de México pudieran estar reservados para los
franceses desde antes, y por esto no considerara la propuesta de Maury para establecer ahí a los secesionistas
norteamericanos.
228
RAMÍREZ, 1891, p. 481.
229
RAMÍREZ, 1891, p. 486.
226
228
5.3.1.4 Francisco Jiménez
A diferencia de lo que hizo en otros proyectos, en la Academia su participación fue casi nula,
a pesar de que acudió a 17 sesiones de la misma. Su primera sesión fue la número 4, del 19 de
septiembre de 1865. Falto a 12 sesiones: 10 por hallarse ocupado en otras cuestiones, y en 2
ocasiones no se le nombra. Se le registra únicamente en la sesión 17, cuando participó en una
discusión respecto a una fracción del reglamento interno con otros académicos, entre ellos
Sebastián Segura.
Cabe recordar que, para estos momentos, era miembro colaborador tanto de la CCM,
como de la CCALM. En 1865 fue nombrado subsecretario de Fomento Interino el 30 de
noviembre,230 consolidando este cargo hasta el 28 de abril de 1866231 –puesto ocupado
anteriormente por Orozco y Berra–.
En 1866, Jiménez realizó la determinación astronómica de la ciudad de Cuernavaca por
medio del telégrafo electromagnético, la cual pudo ser una de los trabajos que lo mantuvieron
ocupado y lejos de la Academia.232 Dicho proyecto comenzó a partir de la inauguración del
primer telégrafo que comunicó a las ciudades de México y Cuernavaca el 9 de febrero de 1866.
Fue acabado hasta el 15 de junio del mismo año, fecha en que Jiménez terminó la Memoria
correspondiente a esta determinación. En este sentido fue un proyecto de corta duración, pero
que logró conseguir sus objetivos. Jiménez apuntó que la idea de hacer mediciones
astronómicas por medio del telégrafo fue una propuesta hecha por él ante la Comisión
Científica y Literaria de México, donde fue apoyada. El propósito de hacer las respectivas
mediciones, radicaba en la importancia de no sólo hacer la determinación del punto geográfico
por medio de observaciones directas, sino también la determinación de la longitud entre el
meridiano de la capital y la ciudad de Cuernavaca, empleando el telégrafo electromagnético
por primera vez. No sabemos cuando fue hecha esta proposición, sin embargo, desde 1864, en
230
RAMÍREZ, 1891, p. 462.
SOSA, 1884 a, p. 528.
232
Para más detalles véase la memoria escrita por Francisco Jiménez en JIMENEZ, 1866, pp., 4 – 6, 30.
231
229
la Memoria sobre la determinación astronómica de Teotihuacan, Jiménez ya recomendaba al
Ministro de Fomento hacer las determinaciones de las longitudes del imperio, con la ayuda de
un telégrafo electromagnético: “que contribuirá tanto al desarrollo de la geografía del país”.233
En efecto, el Ministerio de Fomento, aún a cargo de Robles, tomó cartas en el asunto para que
finalmente se llevase a cabo la determinación en Cuernavaca brindando su apoyo.234 No
sabemos que tanto habría influido la Comisión dirigida por Bazaine para la realización de este
proyecto.
A pesar de que el Colegio de Minería ya no dependía del Ministerio de Fomento, apoyo
en buena medida esta determinación. Una vez aprobado el proyecto por el Ministerio, se puso
al servicio del proyecto los aparatos que ahí se albergaban, así como del conocimiento de
algunos ingenieros del establecimiento. Ellos fueron: Rafael Barberi, Ramón Almaráz, Miguel
Ponce de León y Luis Espinosa. Como hemos visto, algunos de estos ingenieros eran
miembros de la Sección Científica del Ministerio, y participaron en la Comisión Científica de
Pachuca, el levantamiento del plano de la Ciudad de México, y habían trabajado con Jiménez
previamente en la realización de la determinación astronómica de la ciudad de Teotihuacan, en
1864 (Véase Esquema 2).235
En principio, Jiménez organizó sus operaciones enviando a Ramón Almaráz a
Cuernavaca con los instrumentos e instrucciones necesarias, llevando a sus órdenes a Rafael
Barberi. Jiménez, por otro lado trabajó, en unión con “los ingenieros D. Luís Espinosa,
seguido del jefe de sección científica del Ministerio y D. Miguel Ponce de León, profesor de
la Escuela de Minas, la práctica de las observaciones correspondientes en el observatorio de la
misma Escuela”.236 Ramón Almaráz consiguió un altazimut de Troughton, calificándolo de
estado regular y mismo que se utilizó en la determinación astronómica de San Juan
Teotihuacán un año anterior. También llevaba un cronómetro marino Parkinson núm.741, que
233
MEMORIA, 1865, p.71.
Recordemos también que Jiménez expresaba en la Memoria de Pachuca, señas de aprecio hacia Robles, quien
había sido su profesor en el Colegio Militar.
235
JIMENEZ, 1866, pp. 4 y 6.
236
JIMENEZ, 1866, p. 6.
234
230
marcaba directamente medios segundos de tiempo medio. Los usados en el observatorio de la
Escuela de Minas fueron el gran altazimut de Troughton, que también refiere en la Memoria
de Teotihuacan, y el cronómetro Vázquez, del cual se enorgullecía en la misma Memoria.237
Informaba que los cálculos relativos a la latitud de Cuernavaca y su altura sobre el nivel del
mar, fueron hechos por Almaráz, y los correspondientes a la diferencia de longitud, hechos
por Espinosa y Jiménez “ en las pocas horas que nuestras ocupaciones nos han dejado
disponibles, motivo por el cual la presentación de este trabajo se ha demorado hasta la
fecha”.238
Respecto a las determinaciones de altura al nivel del mar y longitud, Jiménez comparó
las mediciones obtenidas en este proyecto con las hechas por Ramón del Moral en 1828. A
pesar de que admite que eran muy pocas las diferencias en los resultados, subraya mucho la
diferencia tecnológica en cuanto al uso del telégrafo, sobre todo en las mediciones de
longitud, ya que obtuvo una diferencia de 2´19” entre las dos mediciones. Por ello es que, de
manera indirecta –así como lo hizo Robles Pezuela en su tiempo– hacía la siguiente
recomendación al gobierno para proveer materialmente al país de líneas telegráficas, en este
caso, para obtener una geografía exacta sobre el mismo:
Así es que la diferencia…en los resultados de la longitud de Cuernavaca, nos conducirán a deducir
la conclusión de que es muy probable que si las observaciones de longitud por el telégrafo electromagnético se extiendan las líneas establecidas, deben encontrarse diferencias notables con las
determinaciones que actualmente tenemos de los diferentes puntos por donde pasan.
239
Para lograr este fin se cuenta con algunos elementos y con personal
suficiente. Para hacerlo con el grado de perfección apetecible, solo se necesita un
corto sacrificio pecuniario que bien merece el objeto, cuyos resultados lo
237
JIMENEZ, 1866, p. 29.
JIMENEZ, 1866, p. 30.
239
JIMENEZ, 1866, p. 30.
238
231
compensarían ampliamente, proporcionando datos ciertos para la rectificación de
nuestras cartas geográficas que tienen grandes inexactitudes.240
Podemos constatar que Jiménez realmente estuvo ocupado en esta determinación –y en
sus ocupaciones como subsecretario de Fomento– ya que el periodo ocupado para la
determinación, del 9 de febrero al 15 de julio de 1866, siempre se registró ausente en las
sesiones de la AICL, en concepto de ocupación. En las sesiones, Jiménez había asistido casi
consecutivamente, desde el 19 de septiembre de 1865 hasta el 13 de diciembre de 1866, sin
embargo, a partir del 14 de diciembre, sus ausencias por ocupación fueron muy frecuentes,
asistiendo sólo los días 3 de febrero y 5 de junio de 1866.
También como subsecretario de Fomento Jiménez ocupó mucho de su tiempo. El 28 de
marzo de 1865 publicó una aclaración relativa a la legislación minera, aludiendo al artículo 18
del título VI de las Ordenanzas de Minería.241 Robles Pezuela, quien acababa su gestión como
Ministro de Fomento, había comenzado su
labor para adecuar las Ordenanzas a las
condiciones mineras existentes. Era razonable que Jiménez continuara con este propósito, ya
que él mismo había expresado aprecio por Robles quien había sido su profesor en el Colegio
Militar.
Podríamos imaginar, que su labor en esta determinación, así como sus trabajos
anteriores y su relación con Robles, le pudieron valer para que obtuviera el cargo de
subsecretario de Fomento el día 28 de abril de 1866.242
240
JIMENEZ, 1866, p. 30.
RAMÍREZ, 1891, p. 469.
242
Dentro de otros datos biográficos, valga decir que fue también catedrático de geodesia y astronomía en el
Colegio Militar. Formó parte de la comisión que observó en el Japón el paso de Venus por el disco del Sol. Fue
director del Observatorio Astronómico Central en 1877, y siempre escribió sobre temas geográficos y
astronómicos. En este mismo año hizo la determinación de la fecha en que se verifica la Pascua de Resurrección
como problema astronómico. En mayo de 1878, hizo los cálculos relativos al paso de Mercurio por el disco del
sol. De los meses de septiembre de este año a septiembre de 1879, hizo la curva meridiana de tiempo medio,
trazada por observaciones directas del Observatorio Astronómico Central. En este año publicó la carta celeste
proyectada por el Horizonte de México en cuatro planisferios que indican la posición de las estrellas en los
equinoccios y los solsticios, también determinó la longitud de péndulos de segundos y de la gravedad en México
a 2,283 metros sobre el nivel del mar. Perteneció a sociedades como la de Geografía y Estadística, de la que fue
vicepresidente, la sociedad Humboldt, y la Asociación de Ingenieros civiles y Arquitectos. Véase: JIMENEZ,
1866, p. II, SOSA, 1884 a, pp.528-531, DICCIONARIO PORRUA, 1995.
241
232
5.3.1.5 Sebastián Segura.
Tuvo una participación relevante en la AICL, no en materias relacionadas con la ingeniería,
sino dentro de la clase filológica – literaria. Esto no era extraño para él, ya que sabemos que
fue amante de la escritura.243 El 12 de septiembre de 1865, fue nombrado para la clase
filológica – literaria a lado de José G. Arriola y Urbano Fonseca, quien fuera presidente de la
SMGE y director de la Academia Imperial de Bellas Artes de San Carlos. Sebastián Segura
asistió casi consecutivamente a las sesiones desde su nombramiento a excepción de las
últimas cinco registradas, ya que tuvo que salir rumbo a Europa a finales de abril de 1866,
permaneciendo ahí casi seis meses. Sólo una vez faltó por estar enfermo, y en otra ocasión no
se le registró. La importancia de su participación recae en la elaboración de las inscripciones
para las efigies de Morelos y Vicente Guerrero.244 De hecho, es a quien se le acepta la
inscripción definitiva para la estatua del segundo.
Así como la mayoría de los académicos participó en las discusiones hacia el Reglamento.
Fue nombrado en dos comisiones: una de ellas – la misma de Mier y Terán – para dictaminar
las cuestiones que debían presentarse para el certamen anual, y en otra para la corrección de
estilo del Reglamento.245 También ocupó el cargo de secretario interino en la Academia por
ausencia de Francisco Pimentel. En otra ocasión, se manifestó a través de su clase para
solicitar la posibilidad de imprimir una obra sobre gramática y un diccionario de la lengua
hebrea por parte de la Academia perteneciente a un autor llamado Caraventes.246 Hizo dos
donaciones de libros, cuyos títulos fueron: 1.- “Código de la restauración” (tres tomos)247 y 2.“El Padre nuestro explicado por un sacerdote de la congregación de la Casa de México”.248
Aquí se refuerza su inclinación por los temas religiosos expresados en sus discursos.
243
Véase p. 26 del segundo capítulo de esta tesis.
El diario del Imperio, México., 323. III. 1866, p.125.
245
“Acta núm. 19”: El diario del Imperio, México., 326. III. 1866,
246
“Acta núm. 15”: El diario del Imperio, México., 325. III. 1866,
247
“Acta núm. 21”: El diario del Imperio, México., 326. III. 1866,
248
“Acta núm. 26”: El diario del Imperio, México., 355. III. 1866,
244
p.136.
p.132.
p.136.
p.253.
233
Desde el 21 de noviembre, por indicación del ministro de Instrucción Pública, se
comunicó a la Academia una orden de Maximiliano para formar una inscripción dedicada a
Vicente Guerrero. Durante casi un mes, Segura trabajó en dicha inscripción para presentarla
en sesión del 13 de diciembre de 1865. El día 22, Segura, con algunos miembros de su clase,
hicieron algunas modificaciones a la inscripción, y para la siguiente sesión del día 26, fue
aprobada por todos los miembros de la Academia, la cual fue leída, y quedó como sigue:249
VICENTIO GVERRERO
STRENVO. VIRO
E. PRIMIS. PATRIAE, LIBERTATIS. VINDICIBVS
POST. ACCEPTAS. CLADES
VNI. SVPERSTITI
QVI. MAGNO. ANIMO
DIVITIAS. SPREVIT. ET. HONORES
MAXIMILIANVS. AVG.
AD. EIVS. MEMORIAM. POSTERIS. CONSIGNADAM
A.D. MDCCCLXV
________
A
VICENTE GUERRERO
INDOMABLE EN LA GUERRA
ÚNICO QUE SE SOBREPUSO A LOS INFORTUNIOS
DE LOS PRIMEROS DEFENSORES
DE LA INDEPENDENCIA NACIONAL
Y CON GRANDEZA DE ALMA
DESPRECIÓ RIOQUEZAS Y HONORES
PARA ENTERNIZAR SU MEMORIA
ERIGE ESTE MONUMENTO
EL EMPERADOR MAXIMILIANO
AÑO DEL SEÑOR MDCCCLXV
________
A su regreso de Europa, el 21 de noviembre de 1866, Santiago Ramírez escribió que en
este continente “mereció honoríficas distinciones como científico y como literato”250 Mucho
249
250
“Acta núm. 23”: El diario del Imperio, México., 327. III. 1866, p.140-141.
RAMÍREZ, 1891, p. 477.
234
después, a la edad de 66 años, tras la muerte de su esposa, se ordenó como sacerdote el 25 de
febrero de 1888.251
En julio de 1865 Maximiliano en la inauguración de la Academia de Ciencias y
Literatura, expresaba su idea por convertir a México en una de las naciones más prósperas e
iluminadas del mundo, pero a la vez, sabía en su mente que sus palabras contrastaban mucho
con la realidad que su gobierno vivía para esas fechas. El estado de las finanzas y la cuestión
de la pacificación en México se hacían cada vez más difíciles. Culpaba al jefe de la expedición
militar francesa Bazaine, por la falta de control del ejército francés y el estado de guerra del
país. Maximiliano sabía que la posibilidad de hacer de México una de las principales potencias
en el mundo se le iba de las manos. En una de sus correspondencias a Bazaine le escribía así
en un fragmento: “Se ha perdido un tiempo precioso; se ha arruinado el tesoro, la confianza
pública disminuye, y todo esto porque se ha hecho creer en París que la guerra está terminada
gloriosamente”.
Conclusión
Sobre los proyectos científicos –al menos en intenciónes– que se han expuestos atrás, se
pueden caracterizar respecto a la instancia de gobierno en que fueron desarrollados. En este
sentido, fueron planeados a iniciativa del Ejecutivo, controlados desde un poder central ya sea
desde el gobierno de Napoleón III o del de Maximiliano de Habsburgo; dentro de éste se
incluye la representación de Francia en México en su extensión miliar, a cargo del Mariscal
Achilles Bazaine. Éstos, proyectaron comisiones y una academia para obtener un
conocimiento científico y enciclopédico sobre México, además de explorarlo y sacar con ello
provecho de la infinidad de recursos existidos en su territorio; al menos, se puede decir que en
eso coincidían un poco, mostrando sus diferentes matices y potencialidades. Al final y al
251
ENCICLOPEDIA, 1977, p. 731.
235
cabo, ninguno de esos proyectos se pudo completar debido a los factores a los que exigían
más atención, como fue el tema de la seguridad y la solvencia económica.
Los ingenieros participaron en estos proyectos como colaboradores y, en pocos casos,
con cargos representativamente importantes (CCALM). En lo poco que se ha analizado, no
fueron proyectos donde se pueda observar a los ingenieros explotando potencialmente sus
habilidades, o que sirvieran como vehículos propulsores de sus proyectos, salvo algunas
excepciones –como Francisco Jiménez y Orozco y Berra– quienes, tal parece, encontraron
algunas trabas. Sin embargo esto ha sido sólo un acercamiento, ya que la participación de
todos los ingenieros no se logró investigar. No obstante, es notorio que las aspiraciones y los
propósitos fueron más grandes en contraste con lo que se realizó –sin dejar de pensar que la
CCM desarrolló mucho conocimiento en algunas áreas y que a raíz de la CCALM se creó la
Academia de Medicina de México–. Tanto en las comisiones francesas como en la AICL, la
mayoría de los ingenieros participaron en proyectos científicos alternos –tal vez más
atractivos para ellos– y por tanto, no pudieron haber tenido una participación intensa en tales
proyectos. En las sesiones de la Academia, la mayoría de los ingenieros de Minería tuvieron
una escasa participación en comparación con los otros miembros no ingenieros, salvo la
participación de Sebastián Segura y Orozco y Berra pero no en actividades científicas, ya que
predominaron temas de corte literario y administrativo, lo cual parece apuntar que la AICL no
pareció haber tenido gran interés para los ingenieros de Minería.
Hasta donde se logró ver, la relación que hubo con los científicos extranjeros, al parecer
fue un tipo de colaboración que redujo a los ingenieros en calidad de ayudantes en la
recopilación de “datos importantes” que les facilitaban las tareas a los savants franceses.
También sirvieron como intermediarios entre los científicos y las autoridades mexicanas. Sin
embargo, es un punto que apenas se ha esbozado en esta tesis. No se logró observar un
intercambio científico, al menos en igual proporción, mas bien, se habla de que en algunos
casos –como García Cubas– el conocimiento mexicano fue más útil a los franceses, que el
236
conocimiento francés a los mexicanos, aunque los galos consideraran un intercambio
recíproco en el futuro, y encima de considerar poco científicos los trabajos mexicanos.
No obstante, los casos revisados que participaron en la CCM mostraron disponibilidad
para trabajar con los franceses. Evidentemente, los ingenieros de Minería envidiaban y
admiraban lo desarrollado en Europa y –en menor proporción– los Estados Unidos, en cuanto a
ciencia y tecnología. Se expresó un deseo por formalizar la ciencia en México, quitarse los
estigmas de nación atrasada, nutrirse de la ciencia europea, adaptando lo mejor e incluso
deseando superarla, analizando sus errores y aciertos, pues, a pesar de considerar que México
se encontraba en una condición científica precaria y en desventaja frente a Europa, también era
tierra muy fértil para llevar a la práctica tales aspiraciones.
Dentro de las alternativas que brindó el Imperio, se ha observado el caso de la AICL en
cuanto a proyectos de Estado relacionados en desarrollar la ciencia y cultura –limitándonos a
las intenciones–. La AICL pretendía reunir a lo más destacado de los sabios mexicanos, con el
propósito de extender el conocimiento a toda la sociedad y servir como uno más de los órganos
consultivos del Segundo imperio. En otros términos, parece ser que también se creó dentro de
los planes para apartar la influencia francesa en todos los asuntos del imperio, en este caso los
científicos, ya que el mismo Maximiliano mostraba interés en ellos; así como en la intención
por difundir una imagen ilustrada y progresista de su gobierno. De hecho, su programa
modernizador alcanzó al Colegio de Minería, con la intención de convertirlo en Escuela
Politécnica. Tal imagen, también se utilizó para fomentar un clima de concordia, de
conciliación y pacificación en la nación, y así obtener fidelidad y apoyo hacia el régimen, tanto
para el ciudadano desinteresado como para el liberal más radical. Esto se demostró en sus
tareas que tuvo la AICL para reivindicar a los mexicanos ilustres en la historia del país y rendir
culto a los héroes de la vida independiente.252
252
Se ha dicho, que desde agosto de 1864, al hacer su primer viaje al interior, Maximiliano quiso demostrar tanto al exterior como al
interior, que el Imperio no era inseguro. Además empezó a homenajear a los héroes iniciales de la independencia en Dolores. Este y una serie
de hechos, pudieron hacer que impresionaran a los generales republicanos José Lopez Uraga, Tomás O’ Haran y Juan B Caamaño se pasaban
al bando del Imperio. ENCICLOPEDIA, 1977, p. 614.
237
¿Qué pretendía brindar a la sociedad Maximiliano y su grupo de sabios con un proyecto
como la AICL? Según sus creadores, era un proyecto alternativo a su programa de educación
para difundir la cultura, pues por medio de éste no sólo el gobierno sino la sociedad en general
podría consultar al grupo de sabios reunidos en la Academia. Como órgano consultivo, ésta
ayudaría a la buena administración de los bastos recursos naturales en el territorio del país con
la aplicación de la ciencia. Daría impulso al desarrollo intelectual y material en el país, pues se
ofrecía una nueva oportunidad de estabilidad con el imperio, en contraste con la inseguridad y
torpeza de los gobiernos anteriores. Además, aseguraban que con el perfeccionamiento del de
la ciencia y el desarrollo material, se aseguraría la felicidad de México y de todos los pueblos.
Encontramos en estas últimas ideas, una similitud de ideas respecto de los discursos de 1863 y
de algunos expresados por los ingenieros de Fomento, donde se asocia el imaginario ético,
moral y religioso de la ciencia como benefactora de la humanidad, con el imaginario práctico
del desarrollo material, en base a los ejemplos concretos de países europeos y de los Estados
Unidos. Tal repetición de esquemas de pensamiento pudo haber estado en el fondo de las ideas
que perneaban el ambiente intelectual de la época, los cuales salían a la luz en momentos
específicos como ése. A semejanza de los propósitos de las comisiones francesas y los deseos
de algunos ingenieros, la AICL expresaba la confianza de hacer prosperar a México por la
ventaja de poseer gran cantidad de materia prima a lo largo del imperio para su explotación,
pero además –así como Orozco y Berra– hacían notar la existencia de mentes capaces para
llevar a cabo dicha empresa. La diferencia de la AICL fue que se pronunciaba a favor de una
renovación cultural a través del referente histórico, más bien mitológico, de la grandeza de las
antiguas civilizaciones mesoamericanas.
No se puede decir cómo cambió la organización y los objetivos de la AICL, ya que se
mantuvieron, o nunca se movieron, debido a que no avanzó el proyecto completo del Segundo
imperio. En cuanto a su organización, observada en la publicación de sus sesiones, fue
perdiendo fuerza paulatinamente.
238
Si bien, en el caso de Orozco y Berra, se ha visto que había un disposición por colaborar
con la CCM en el deseo de desarrollar la ciencia en México, para el caso de la AICL no se
pudo observar alguna idea en torno al imaginario de la ciencia y el desarrollo material vista por
los ingenieros de Minería que la integraban, ya que sólo se analizó la perspectiva de sus
creadores y funcionarios del Régimen, la cual, sospecho, pudo ser compartida por los mismos
ingenieros. No obstante, a pesar de que una de sus finalidades era avanzar en actividades
científicas –difusión e impulso a la investigación científica por medio de publicaciones y
concursos, entre otras cosas– los ingenieros y demás integrantes, se dedicaron al apoyo de la
imagen de gobierno que Maximiliano intentaba mostrar a los mexicanos y extranjeros.
Predominaron más los temas de corte literario y administrativo que los científicos, salvo
escasas propuestas que se registraron. En conclusión, hasta donde se observó, en cuanto a la
AICL, los objetivos científicos
nunca avanzaron. No obstante, los ingenieros de Minas
participaron en actividades científicas alternas, ayudados y dirigidos por el Régimen –la mayor
parte dentro del Ministerio de Fomento– o bien a nivel individual.
Dentro de sus motivaciones para colaborar con estos proyectos, y de acuerdo con todas
las opiniones analizadas en los capítulos anteriores, es indudable que los ingenieros de Minería
compartían más o menos los mismos deseos en cuanto al imaginario de desarrollo material:
aplicar sus conocimientos en proyectos importantes y, destacar científicamente a nivel
mundial, ya sea individualmente o colectivamente en la idea del avance de una ciencia
nacional, ya sea en la idea de servir a su patria –como se expresó en los proyectos de
Fomento– o en la búsqueda de prestigio científico –como pudo haber sido para colaborar con
la CCM–.
Además de este imaginario, estos ingenieros pudieron haber encontrado una motivación
o conveniencia estimulada por los beneficios sociales y económicos que implicaba participar
en proyectos con reconocimiento científico, y ligados al poder político. Se ha visto que
algunos estuvieron convencidos en servir a la monarquía desde un principio pero realmente no
239
se puede decir que fueran fieles al régimen, ya que su apoyo estuvo condicionado, de acuerdo
a los situaciones que se presentaron y cuando vieron amenazados ciertos intereses. Además, en
algunos de los casos, estuvieron balanceándose dentro del marco de tensiones entre Bazaine y
el Emperador. Para el caso de la CCM, parece ser, que los ingenieros mexicanos
corresponsales no dieron la bienvenida a la Intervención en su carácter político sino en su
carácter cultural, al menos en un principio.
Este grupo de ingenieros imperialistas, trató de estar alejado de los manifiestos políticos
característicos de la época, pero tampoco eran indiferentes en los problemas nacionales,
mostrándose pragmáticos en la solución de éstos. Sin embargo, este grupo no despreció los
cargos políticos en el Gobierno: tal vez para alcanzar desde ahí sus propósitos y desarrollar su
imaginario de desarrollo, como en algunos casos observados, actuando desde el Ministerio de
Fomento; o tal vez se dejaron seducir por las ventajas de encontrarse dentro de la burocracia de
Estado, ya que ésta se asociaba con los grupos económicos poderosos, en una telaraña de redes
clientelares, de compadrazgo –como el caso de Velásquez de León– e incluso relacionadas
con círculos culturales: tales como la misma SMGE y la AICL, además de algunos círculos
literarios, como muestran algunas biografías. ¿Qué tan marcada era esta relación? Es una
cuestión que demanda una respuesta tal vez con la revisión de más investigaciones que hablen
al respecto y con la revisión de material inédito que nos permita saber más sobre esto.
La mayoría de este pequeño grupo de ingenieros presentados en este capítulo fueron
imperialistas por que participaron en diferentes cargos de gobierno en el periodo de 1862 a
1867 y contaban con experiencia política y –por dependencia a ésta– científica en años
anteriores. A excepción de Joaquín de Mier y Terán y Sebastián Segura, todos fueron
miembros de las comisiones científicas francesas, lo que implicó, tal vez, apartarlos de la
influencia francesa. En este sentido, para el caso de la AICL, el Emperador integró en su
proyecto a gente que, aparte de su potencial intelectual, podía confiar en ellos, pues ya
formaban parte de su burocracia y eran tenían experiencia en los asuntos públicos. Además de
240
esto, sabía que podían serle fieles ya que algunos habían sido parte de la Asamblea de Notables
de 1863. Todos ellos tomaron algún cargo público en su vida: cinco de ellos durante la
dictadura de Santa Anna; dos casos para la época de la República; y cuatro de ellos en el
Imperio. En este periodo tres de ellos ocuparían puestos en la Secretaria de Fomento, uno
secretario y dos subsecretarios. Cuatro de ellos fueron parte de la Asamblea de Notables, a
pesar de que Orozco y Berra no aceptara en un principio la invitación para ser parte de esta
Junta. Como se ha visto en el conjunto del trabajo, tenían un círculo de relaciones; desde
profesionales, académicas, y afectivas, dentro de una comunidad científica muy exclusiva,
como lo era el Colegio de Minería, dentro y fuera de la institución. A excepción de Segura,
todos ellos estaban registrados en la Sociedad de Geografía y Estadística.
241
Conclusiones y reflexiones finales
En el desarrollo de los capítulos anteriores, se ha intentado observar a poco menos de la
mitad de los ingenieros registrados en las listas mencionadas en el primer capítulo. En sólo
tres casos, pudimos constatar de manera directa que estuvieron dispuestos a trabajar con el
Imperio, demostrando diferentes grados de convencimiento. Los llamados ingenieros
imperialistas son una representación de los ingenieros que estuvieron cerca del Régimen, o
bien, que fueron parte de éste. Ellos, junto con otros involucrados en las labores del
Ministerio de Fomento, responden al principal problema planteado en la tesis, pues, bajo
ciertos matices, concibieron la Intervención como una oportunidad para desarrollar la
ciencia en México e implantar avances tecnológicos aplicados en la economía del país, es
decir, en la construcción de infraestructura o mejoras materiales.
Los
ingenieros
que
responden
al
principal
cuestionamiento
del
trabajo,
presumiblemente representaron, en diferente medida y en comparación con otros
ingenieros, un grupo que poseía un capital social y político considerable, lo que les
permitió desempeñarse en actividades ligadas al gobierno y ser registrados en la
documentación oficial, en especial, la concerniente al Ministerio de Fomento. Este tipo de
capital, de contactos y relaciones sociales, fue determinante para acceder al capital político
y económico. En el desarrollo de los capítulos y en los rasgos biográficos particulares, se
observó que los ingenieros estuvieron inmersos en una red de relaciones amistosas y
sociales entre ellos y con otros individuos destacados en otras profesiones: entre colegas de
la misma o distinta generación, la pertenencia al mismo proyecto científico, mismo espacio
de trabajo, y la pertenencia a sociedades científicas, literarias y filarmónicas como espacios
de sociabilidad. Se puede suponer que esto fue muchas veces, como en la política, la causa
del éxito en el ascenso hacia el reconocimiento científico, determinado por el
reconocimiento social. No se debe dejar de considerar que todos los ingenieros
242
mencionados, se ganaron el respeto a pulso de sus propios méritos, no obstante, para ser
exitoso en México en la ciencia y cultura, un individuo tenía que codearse también con un
concentrado de sabios reconocidos – ingenieros, literatos, juristas, músicos, escritores, etc.
– o comunidad intelectual que por lo general, mas no necesariamente, era elitista y
ostentosa.
En los casos observados, bajo diferentes matices, percepciones, sistemas de creencias y
valores, e incluso preferencias políticas, los ingenieros de Minería se adecuaban muy bien
a la idea de hacer progresar a México utilizando sus conocimientos científicos en los
campos de la topografía, geología, astronomía y la geografía. Estos matices corresponden
con aquello que Érika Pani ha mencionado en relación con los imaginarios del desarrollo
material, enriquecidos, en este caso, con el estilo de cada ingeniero, es decir, con la
percepción individual sobre la vida material, el contacto con el mundo físico, aquello que
se podía transformar, y sobre los significados de la ciencia en su época.
Estos imaginarios, encontrados en los discursos y en otras fuentes indirectas,
posiblemente se escribieron o se pronunciaron bajo cierto humor persuasivo, exagerado y
poco realista, no obstante son en buena medida reflejo de las aspiraciones y de los
proyectos particulares y muestran los tabúes, restricciones y prejuicios que nos ayudan a
formar una idea sobre sus imaginarios.1
En este sentido, lo que ansiaban era la construcción de una sociedad productiva,
industrializada, según los modelos de las naciones europeas y –en menor proporción– de
los Estados Unidos, las cuales envidiaban.
A partir de esta aspiración, se puede suponer, ya que no se observó explícitamente, que
los ingenieros pensaron aprovechar la coyuntura de la llegada de los científicos europeos y
la instauración de una monarquía, respaldada por una potencia extranjera, para alcanzar sus
deseos, lo cual, implicaba que la forma de gobierno y la soberanía nacional se
1
PANI, 2001, p.25.
243
sacrificarían, ya que, al menos las nuevas condiciones garantizarían lo que para algunos de
ellos consideraban más importante: la transición a la modernidad en términos materiales.
Toda empresa que se esforzara en este objetivo era considerada benéfica para la sociedad y
se justificaba bajo el adjetivo de patriótica. En relación a esto, Robles calificaba sus
virtudes de ingeniero como un “acto de patriotismo” y tenía la “patriótica esperanza” en el
Emperador. En sus recomendaciones a éste, Almaráz refería a los ingenieros de Minería
como “hombres patriotas” y Santiago Ramírez calificaba la vida profesional de Velásquez
de León con “acreditado patriotismo”. Aunque no dilucidaban el concepto, lo tomaban
como un valor que coincidía con las obligaciones que el ingeniero realizaba para el bien de
la sociedad en demérito de trabajar por el bien personal. Estas intenciones de patriotismo
pudieron ser un instrumento para impresionar a la comunidad científica y sociedad en
general, o bien una arma para persuadir a las autoridades francesas o Maximiliano, o bien
como síntoma2 de lo que realmente creían.
Dentro de los elementos que enriquecieron sus aspiraciones del progreso material, o de
cómo las justificaban, éstos se hallaron en los contenidos expresados en torno a su
imaginario de la ciencia. En lo observado, algunos ingenieros refirieron una imagen
pragmática de la ciencia, concebida como una aspiración constante, un fin escatológico
donde las vidas de los seres humanos y las naciones podían pasar sin que muriese su
legado científico y tecnológico, de acuerdo con lo que juzgaban y veían positivo en las
naciones desarrolladas, en contraste con la realidad mexicana. En este sentido, daban a la
ciencia y por tanto a la tarea del científico un valor universal, por los beneficios que
otorgaba a la especie humana.
De lo anterior, coincidieron en varios momentos que la ciencia estaba separada de la
política, de las discusiones y pugnas entre partidos, pues estas actividades eran efímeras y
poco constructivas, lo cual fue utilizado también por algunos funcionarios del Estado, tal
2
Vocablos utilizados por Albert O. Hirischman en: PANI, 2001, p.25.
244
vez como herramienta para buscar la conciliación y concordia en un contexto de ganar
adictos al imperio. Para los ingenieros convencidos de estos principios, no pudo ser
escandaloso el aceptar a un monarca europeo y una forma de gobierno monárquico, sí a
cambio de ello obtenían apoyo para las tareas estadísticas y de Fomento.
Dentro de su noción práctica de la ciencia, brotó luego otro elemento, que no era la
primera vez que se pronunciaba en los discursos: la relación entre la ciencia y la religión, o
mejor dicho entre Ciencia y Dios. Esto, también podría pasar como una estrategia para
convencer a la sociedad y comunidad científica de los verdaderos valores del catolicismo,
y borrar de la memoria los intentos por de instaurar un Estado laico por los reformistas del
1857. Es muy probable que la mayoría de los ingenieros y demás sabios pudieran estar
muy identificados con los valores del catolicismo. Podemos decir al respecto, que esto
pudo ser a la vez herramienta y síntoma en el discurso; lo interesante es que fue frecuente
hallar explicaciones en torno a la relación armoniosa y natural, que pensaban, había entre
ambos conceptos. En último de los casos, no era una explicación, sino una afirmación y un
vínculo moral e incuestionable que realmente identificaba a los miembros del Colegio de
Minería. En algunos casos se prefería mantenerse alejado de los debates políticos, no
obstante, dentro del Colegio se reportaron algunos pronunciamientos políticos,
independientemente de esto, dentro de la institución se mantenían y se reafirmaban valores
éticos, morales y religiosos. En este sentido, se podría decir que los ingenieros de Minería,
cuya institución era de orígenes coloniales aunque con cierto orgullo criollo, tenía la
mirada hacia la modernidad del siglo XIX y mantenían una identidad del hombre de la
Colonia, la cual, de acuerdo con Edmundo O’ Gorman, sustentó la convicción “de
pertenecer a un mundo histórico privilegiado como depositario y defensor de la verdadera
fe religiosa, o si prefiere, como el único que actualizaba con plenitud los valores de la
auténtica civilización”.3
3
O’GORMAN, 2002, p.27.
245
En la práctica varios de los ingenieros funcionarios del régimen pudieron utilizar
aquellos valores patrióticos como un arma para convencer al político en la asignación de
recursos, ajustándose a las atribuciones del imperio para proponer, discutir y organizarlo
de acuerdo a sus intereses materiales pues ya habían tenido experiencia con gobiernos
anteriores. Difícilmente se puede pensar en el científico o el sabio, divorciado totalmente
de la política, y menos aún siendo ingeniero, pues, como lo ha constatado el trabajo de
Pani, el preocuparse más por las tareas prácticas no era propio de los ingenieros, ya que
fue una tendencia de pensamiento compartida con todo el grupo de los llamados
imperialistas. Sin embargo, los ingenieros debieron considerarse piezas importantes en la
política de Fomento para darle sentido práctico a su imaginario del desarrollo. En este
sentido, tenían que estar en el poder para que desde ahí pudieran, al igual que los políticos,
proteger y promover los intereses con los que se identificaban.
Por otro lado, “el divorcio entre la elite económica y el poder político es imposible”4,
particularmente en un contexto de considerable dependencia de los grupos en la política
con la elite económica mexicana del XIX. Más aún, los ingenieros de Minería, que en este
caso quisieron ser los organizadores de la sociedad, antes de establecer contacto con la
política, dependían y se relacionaban con la elite económica por ser ellos los que
perfeccionarían la industria minera.
Casi en todos los testimonios que se revisaron, se encontró el común denominador de
su admiración y confianza por contar con abundantes recursos naturales en México,
incluso aún sin descubrir. Para ellos, esta ventaja pudo representar la llave del éxito, pues
sólo había que administrar bien los recursos del país, y para tal fin los ingenieros darían la
solución. De hecho, se puede decir que la dieron posteriormente, pues, en relación con la
Hacienda pública, Marcello Carmagnani ha apuntado que la cuestión del cálculo de la
riqueza empieza a ser de vital importancia a partir de la segunda mitad del siglo XIX, pues
4
PANI, 2001, p.243.
246
la “… estimación del producto nacional no es ya una cuestión técnica sino también
política, pues de su conocimiento dependen las decisiones que asume la entera clase
política”5
Al menos, al inicio del Segundo imperio los ingenieros de Minas pudieron intuir una
oportunidad de desarrollo, por una parte, ya que fue la intención de Maximiliano y sus
imperialistas y fue la impresión que dieron en los primeros años de gobierno; y por otro
lado, el respaldo económico que en apariencia tuvo el imperio para exportar capitales.6 Los
ingenieros de Minería continuaron en su misión por emprender proyectos de desarrollo, de
los cuales algunos no se pudieron consolidar, y otros si encontraron apoyo y se realizaron
como los expuestos en el capítulo IV. Lo que es importante en perspectiva, es que se
inscribieron dentro de “un proceso de construcción del Estado-nación mexicano según un
modelo particular”7 en sintonía con algunos trabajos proyectados con anterioridad y
algunos continuados posteriormente.
En este sentido, lo que se concluye es que la idea de la llegada de un soberano
ilustrado, o tal sistema político, no significaban en el fondo la principal causa del éxito en
sus propósitos, aunque algunos mostraron abiertamente su aceptación o rechazo a la
monarquía. A final y al cabo, los que sirvieron al imperio, no debieron quedar totalmente
decepcionados de perder su apuesta en el Régimen –aunque los ingenieros cercanos al
imperio fueran castigados después por su colaboración– pues seguramente se dieron cuenta
de la fragilidad del régimen desde un principio. Lo que se propone es que los ingenieros
5
García Cubas poseía un inmenso caudal de conocimiento sobre el valle de México, el cual fue registrado en sus
Memorias, además escritas con mucha poesía y admiración por la naturaleza. Llegaría a ser tal su determinación
que logró determinar el primer presupuesto moderno mexicano, dos años antes de la discusión del presupuesto de
1861, logrando cuantificar tan sólo la población presente y la que potencialmente podría contener el país, el
número de husos y telares de las manufacturas textiles y el comercio de importación y exportación. Lerdo de
Tejada, quien impulsó a Cubas en la geografía como él mismo comentó, hizo una estimación de la riqueza
nacional antes del Congreso del 57. Véase: CARMAGNANI, 1994, p.27.
6
Que de hecho fue la primera vez en casi cuarenta años que se disponía de crédito en el exterior, debido también
a la relación de Maximiliano con diversas casas financieras en Austria. Sin embargo, la mayoría de los
empréstitos llegados del exterior fueron utilizados en gastos de guerra. PANI, 2001, pp. 271 y 278.
7
PANI, 2001, pp. 271 y 279.
247
que participaron y colaboraron en este periodo tenían más confianza en ellos mismos que
en la llegada de una solución política.
Se sostiene lo anterior, pues lo que se ha observado es que en varias ocasiones, antes y
durante el Imperio, los ingenieros tenían confianza en la existencia de sus capacidades y de
la comunidad de sabios mexicanos como las semillas del progreso en México. Aunque,
como vimos, casi todos los examinados se lamentaban del clima de intranquilidad y
pugnas por el poder, vividos en el periodo y en varias décadas atrás, seguramente, la
misma desesperación fue lo que llevó a algunos a confiar en el imperio, desesperados por
un respiro de orden y estabilidad. Sin embargo, sabían que nada, excepto ellos, los iba a
sacar del atolladero. Salazar Ilarregui, Orozco y Berra, Robles Pezuela, y Jiménez,
exaltaron en los discursos y en la aplicación de sus trabajos, el esmero y el valor de sus
colegas como científicos. Lo sabían ya que, desde tiempo atrás venían trabajando juntos y
se conocían bien sus capacidades. Incluso, tal vez egocéntricamente creían estar a la altura
de su época y pensaban esparcir “sus luces en las clases trabajadoras”8 Su idea
trascendental de la ciencia, que se presume estaban completamente convencidos, además
de su constante experiencia común en contra de las adversidades políticas y económicas
del siglo XIX, les hizo vivir en una etapa de transición y espera perpetua. Robles incluso
pensaba que las “mejoras materiales” eran aún más importantes que la pacificación del
país. Las guerras, los partidos políticos, las transiciones de gobierno, eran menos
importantes que la base material: “la perfección no se logra en ninguna cosa de una vez y
de un solo golpe; se alcanza por ensayos sucesivos, por mejoras lentas, á trueque de años
muchos, de considerable dinero, de tesón y de inteligencia” 9
Si bien los ingenieros pudieron tener alguna esperanza en la monarquía, lo que más
poseían era una confianza en sus propias capacidades creadoras y en el conocimiento
acumulativo, pero también, sus fuentes de estímulo radicaban en saber que tenían la
8
9
ROBLES, 1866, p.31.
Las cursivas son mías. ROBLES, 1866, p.1.
248
capacidad para explotar las inmensas riquezas naturales del territorio donde vivían. El
imperio pudo ser atractivo en un principio por la inversión de capitales, pues sabían que
era una necesitad como primer paso para la realización de sus propósitos y aprovecharían
esto mientras durara, pero a final de cuentas, independientemente de la situación
financiera, esto tuvo que enfrentar varios obstáculos: las presunciones de Maximiliano,
quien tal vez sólo quería dar una impresión de progreso; los planes momentáneos de
Francia y; los inversionistas extranjeros y mexicanos que imponían sus intereses –así como
de sus ingenieros extranjeros asociados a ellos–.
Sin embargo, quizá el imperio fue un periodo donde –al igual que otros– se mostraron
los deseos de lo que se quería llegar a ser, lo que se quería cambiar y de las proyecciones a
futuro. Es aquí, donde se puede apreciar un tipo de historia acerca de las intenciones y
motivaciones y no de lo que la realidad impone. Es una historia de lo imaginario, que a
veces altera el escenario histórico de manera súbita, a veces actuando lentamente bajo
formas desconocidas pero presentes hasta que alguna fuerza mayor –intereses opuestos, la
muerte, o la falta de estímulo– o la falta de interés –tan frágil como distraerse y desvanecer
las ideas en el olvido– las apaga.
Para algunos de los ingenieros, probablemente les pudo no importar si no vivían para
desarrollar sus proyectos. En un intento por caracterizarlos como sujetos históricos,
supongo, varios de ellos eran hombres con mente ocupada en el futuro, sabían que el
conocimiento era regenerativo, que no moría sino que se mutaba y mejoraba de generación
en generación, pues era universal; a pesar de las adversidades, su tarea era agotar su
ingenio hasta que sus ideas fueran tarde o temprano retomadas para su realización. Por otro
lado, se puede concebir a éstos dentro de lo que caracterizaba a los hombres sabios de su
época, pues alrededor de su formación como ingenieros, abarcaban todo tipo de
conocimientos que igualmente podía tener un naturalista, un médico, un farmacéutico, un
escritor, así como un sacerdote.
249
Valdrá la pena preguntarse, ¿cuántas de sus ideas visionarias, hoy en día se pueden
observar o palpar materialmente?, ¿en qué medida fueron sus ideas realizadas, retomadas
por otros, y vividos o disfrutados por generaciones futuras? Por ello es que, supongo,
varios de los ingenieros que colaboraron con el imperio serían reutilizados por gobiernos
posteriores –como el caso del Desagüe General del Valle de México.
De la conclusión y reflexión anterior, vienen a la mente algunas preguntas, posibles
direcciones en investigación, nuevos problemas y enfoques que pueden enriquecerse con
la aplicación de metodologías practicadas por la historia sociocultural y la historia de la
ciencia y la tecnología.
Es así que, considero útil el estudio de los proyectos científicos, aspiraciones,
imaginarios sobre el desarrollo material y sus referentes, pero también la historia de los
obstáculos para el desenvolvimiento de éstos. Profundizar en el estudio del papel de los
ingenieros en la sociedad, y el papel que guardaba en los planes de Estado, observando las
continuidades y discontinuidades.
Por otro lado, nos preguntaríamos ¿cómo se relacionaba la lógica de los grupos
económicos con el imaginario de desarrollo de los ingenieros? o de ¿cómo aquella lógica
obstaculizaba aquellos imaginarios o intereses singulares de los ingenieros? O en todo
caso, estudiar las conexiones entre empresarios e ingenieros, de cómo lograban conciliar
sus intereses o de cuáles eran los intereses económicos de los ingenieros, ¿en que medida
era esto y qué tanto se mostraban apegados o fieles a sus propósitos éticos mostrados en el
plano del discurso?, y por otro lado, ¿bajo qué condiciones se buscaba implantar el
progreso material en México? y ¿a quiénes se buscaba beneficiar con éste?
En este sentido, más líneas de investigación podrían girar entorno a la vinculación de
los ingenieros con el poder económico, con los empresarios, y saber, ya que sus proyectos
estaban enfocados a nivel social, las consecuencias sociales de esta relación.
250
Para lo anterior, sería útil tratar de realizar un estudio prosopográfico más ambicioso,
en el mismo objetivo de desentrañar las relaciones existentes entre los ingenieros con su
sociedad. Entre otras cosas, la relación científica, cultural y política en las sociedades
científicas, clubes literarios, sociedades filarmónicas, entre otras. Relacionado con esto,
estudiar las biografías de ingenieros famosos y multifacéticos que se distinguieron en otras
áreas, pero desde su perspectiva cómo ingenieros antes del porfiriato, ya que –sospecho– a
veces esta faceta queda opacada por otras actividades en el terreno de las letras y la
política, y las más de las veces, a partir de la consolidación del liberalismo en 1867.
Por último, profundizar en el estudio de las instituciones, ya que sí es que existieron
instituciones muy antiguas y proyectos novedosos –a pesar de tantos obstáculos– ¿por que
en el proceso de construcción del Estado-nación, el Gobierno y los grupos de poder
económico pusieron poca atención en el desarrollo interno de la ciencia y la técnica en
México? y, juzgando a priori ¿por qué han dominado más los proyectos de ingeniería,
económicamente más rentables en demérito de proyectos mejor planeados en sus
consecuencias a largo plazo? ; ¿cuál sería el balance de los factores endógenos y exógenos
en las instituciones científicas para explicar la falta de interés por impulsar la ciencia
interna por parte del Estado y los grupos de poder? Inevitablemente, y como ultima
reflexión ¿cuál es el valor que la historia tiene para los proyectos científicos hechos por los
sabios del siglo XIX?
251
252
253
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AGN
Archivo General de la Nación, México.
AHPM
Archivo Histórico del Palacio de Minería.
AHDF
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