Estudios Atacameños N° 27,
TEXTILES
pp. 117-138
TEÑIDOS
(2004) POR AMARRAS DEL NORTE GRANDE DE CHILE
Textiles teñidos por amarras del Norte Grande de Chile1
BÁRBARA CASES C.2 Y CAROLINA AGÜERO P.3
RESUMEN
Introducción
En este trabajo se dan a conocer prendas realizadas por
la técnica de tintorería de “teñido por amarra” provenientes de sitios arqueológicos del Norte Grande de Chile. Su aparición data de finales del Arcaico y comienzos
del Formativo (ca. 1500-1000 AC), y su presencia continúa hasta la primera mitad del Período Intermedio Tardío (900-1200 DC). A través de un trabajo de documentación cultural y cronológica pudimos establecer por primera vez una secuencia para esta técnica, que abarca un
lapso de 2700 años. Estos tejidos provienen de la zona de
Arica en el extremo norte de Chile, de Tarapacá, del río
Loa en su curso inferior y medio, y de los oasis de San
Pedro de Atacama. Tradicionalmente esta técnica ha sido
asignada a Nazca y Tiwanaku, no obstante, todas las prendas tejidas revisadas presentan ciertas particularidades
coherentes con su lugar de procedencia, permitiéndonos
suponer una factura local.
Desde el siglo pasado, los primeros investigadores que trabajaban en la arqueología del norte de
Chile comenzaron a encontrar en forma ocasional, pero constante, un tipo especial de textiles
arqueológicos: prendas rojas y/o azules, con decoración blanca, formando líneas, rombos o
círculos, que parecían haber sido “pintados” o
“desteñidos”, cuya decoración no se habría logrado por el mero entrelazamiento de hilados, sino
por alguna técnica más misteriosa y difícil de determinar. Se trataba de tejidos teñidos por amarras, denominadas plangi o ikat (Lindberg 1963).
Piezas con similares técnicas de decoración habían sido ya descubiertas en los Andes Centrales,
a partir de Chavín (700 AC). De hecho, existen
textiles pintados en técnica de reserva en Carhua,
en la Costa Sur del Perú fechados hacia 900-700
AC (Brugnoli y Hoces de la Guardia 1999), que
despertaron la curiosidad de estudiosos del recién
descubierto patrimonio textil andino.
Palabras claves: textiles – técnica de teñido por amarra –
Norte Grande de Chile – períodos Arcaico, Formativo,
Medio e Intermedio Tardío.
ABSTRACT
This paper presents textile pieces from archaeological sites
in Northern Chile that were made by using the tie-dying
technique. They first appear at the end of the Archaic and
beginnings of the Formative periods (ca. 1500-1000 BC),
their presence lasting until the first half of the Late Intermediate Period (900-1200 AD). We establish the first sequence for this technique (use of which spans over 2700
years) by working on its cultural and chronological documentation. These textiles come from Arica (in Chile’s
northernmost tip), Tarapacá, the Lower and Middle river
Loa, and the oases of San Pedro de Atacama. Although
this technique has been traditionally considered to be of
Nazca and Tiwananku origin, all of the woven pieces that
were revised reveal particularities that are coherent with
the places where they come from, allowing us to suppose
they are of local making.
Desde un punto de vista técnico, sabemos que se
trata de textiles, la mayor parte de ellos tejidos a
telar, en estructuras más bien sueltas, que han servido como soporte para la ejecución de esta variedad de teñido por reserva. Al hablar de teñido, y
para establecer la diferencia con la pintura, nos
referimos a la aplicación de color a una fibra por
medio de la inmersión de ésta en un baño, que junto a los colorantes que serán traspasados a la tela,
contiene una mezcla de mordientes y fijadores. Esta
alquimia de colorantes, mordientes y fijadores más
el tiempo de permanencia de la tela en el baño,
permitirá que el color se haga uno con la fibra,
fusionándose completamente, a diferencia de lo que
sucede con la pintura, en que el pigmento se aplica
Key words: textiles – tie-dying technique – Northern Chile – Archaic, Formative, Middle and Late Intermediate
Periods.
Recibido: marzo 2004. Manuscrito revisado aceptado: julio 2004.
2
1
Este trabajo es resultado de los Proyectos FONDECYT
1970073 y 1990168 y fue presentado en el Simposio Internacional de Shibori (ISS’99), realizado en Santiago de Chile,
entre el 2 y 5 de noviembre de 1999, en el Museo Nacional
de Bellas Artes de Santiago.
3
117
Universidad Internacional SEK. Av. Arrieta 10000, Peñalolén,
Santiago, CHILE. Email: barbara_cases@hotmail.com
Instituto de Investigaciones Arqueológicas y Museo R. P.
Gustavo Le Paige s. j. (IIAM), Universidad Católica del
Norte. Casilla 17, Correo San Pedro de Atacama, II Región,
CHILE. Email: maguero@ucn.cl
BARBARA CASES C., CAROLINA AGÜERO P.
sobre la fibra, pero siempre puede distinguirse claramente el medio del soporte. Sin duda, la tintorería de fibras debió haberse descubierto tempranamente en el mundo andino: de ello dan cuenta textiles policromos de Paracas, por mencionar sólo un
ejemplo, en los que encontramos la combinación
de las tonalidades naturales de la fibra, además de
muchos otros colores teñidos.
en diversas colecciones de museos, parte del cual
fue exhibido en la muestra “Amarras: El arte de
teñir en los Andes prehispánicos”, preparada por
el Museo Chileno de Arte Precolombino, en noviembre de 1999.4
Las piezas que forman la muestra que trataremos,
disponen de distintos tipos de información. En
algunos casos contamos con detalles de su procedencia, incluso del contexto depositacional en que
fue hallado; no obstante, esta situación no es extensiva al resto. Esto nos obligó a realizar un estudio bibliográfico de cada pieza, con el fin de
documentar su posible procedencia y situación
cronológica. Asimismo, nuestra aproximación a
la muestra es diferencial: en algunos casos pudimos realizar un registro detallado de los atributos
técnicos y decorativos de las piezas, mientras que
en otros casos contamos con un registro realizado
por terceros e incluso sólo con fotografías.
Una técnica específica de tintorería son las llamadas técnicas de reserva. En ellas, se preserva
el color original de la fibra por medio de la aplicación de algún material o tratamiento aislante.
En el caso de materiales aislantes, se trata de cera
(en cuyo caso la técnica se conoce como batik),
pastas y barros o hilados (en el caso de la amarra
y el ikat) o un tratamiento físico, como el pliegue
o torsión de la fibra sobre sí misma, sujeta en
muchos casos con hilados que amarran o atan para
impedir la entrada del colorante. Como proceso
de creación, todas estas técnicas requieren de una
planificación “inversa” de la obra, pues donde se
aplica una amarra se mantendrá aislado el color
original, ya que no penetrará el colorante.
Queremos señalar que el total de tejidos provenientes del norte de Chile que hemos podido recopilar corresponde aproximadamente a 20 piezas (Tabla 1). Aunque no parece un número significativo, a través de un trabajo de documentación cultural y cronológica pudimos establecer por
primera vez una secuencia para esta técnica, que
abarca un lapso de 2.700 años (1500 AC-1200
DC). Estos tejidos provienen de la zona de Arica
en el extremo norte de Chile, de Tarapacá, del río
Loa en su curso inferior y medio, y de los oasis
de San Pedro de Atacama (Figura 1).
En muchas partes del mundo se han desarrollado
técnicas de reserva: batik, en Africa, India e
Indonesia siendo en la última donde se conoce el
mayor nivel de experticia; ikat también en
Indonesia, India, Tailandia y Medio Oriente y las
amarras, denominadas shibori en Japón –sin duda
uno de los centros de producción más sofisticados
de esta técnica–, donde se ha usado de manera
tradicional en las sedas para la confección de los
kimono. La técnica de teñido de reserva por amarras está presente en todo el extremo oriente, incluidos China, Indonesia, Tailandia, Malasia e
India, además de Africa. No obstante, esta técnica fue utilizada también en textiles no sólo en los
Andes Centrales, sino también en Mesoamérica y
en el norte de Chile.
Arcaico Tardío al Formativo
(1500 AC-500 DC)
Las manifestaciones más tempranas de prendas
teñidas por amarras se concentran principalmente
en el valle de Camarones, en la I Región. La primera evidencia que hemos registrado para esta técnica corresponde a un accesorio dispuesto sobre el
turbante de un infante momificado (Figura 2),5 consistente en una especie de “cola”, realizada en hilado bouttonné de unos 15 cm de largo. Este tipo
de hilado se construye por medio de torzales entre los cuales se insertan mechones de fibra o pelos
Hasta ahora, los ejemplares chilenos habían sido
descritos sólo ocasionalmente, por lo que gran
parte del material que daremos a conocer es
inédito. Desde hace ya varias décadas existe registro de textiles teñidos por amarras en el norte
de Chile, formando parte de colecciones de museos y en algunos casos, provenientes de
excavaciones arqueológicas. Este material ha sido
esporádicamente registrado y con menos frecuencia, publicado. Recientes investigaciones arqueológicas permitieron recopilar el material existente
4
5
118
Las temáticas relativas al territorio chileno, dentro de dicha
exhibición y catálogo, están basadas en los resultados de
nuestra investigación y documentación de estas piezas.
Pieza n° 2024, depositada en el Museo Arqueológico de
Santiago.
TEXTILES TEÑIDOS POR AMARRAS DEL NORTE GRANDE DE CHILE
Sitio
Referencia
Azapa s/ref.
En exhibición
Az-6
s/ref., reg. J. Correa
?
s/ref., reg. J. Correa
1
paño
2
paños
4
módulos
vert.
4
6
módulos módulos
horizont.
8
módulos
16
hil./pza.
módulos Bouttonne
x
x
Quiani-7
s/ref.
x
S/ref.(Cam?)
Momia n° 2024
x
Cam-15
s/ref, reg. J. Correa
x
Cam-15 D
s/ref.
x
Cam-8
s/ref., reg. J. Correa
Bajo Molle
BM 1292
Pica-Quisma
C-63
Pica-8
0192, SB T14
s/n° (Zlatar 1984)
0316, SD T5
s/n° (CCTC)
hilados
x
x
x
x
Tumba NE-B cf2
Tumba NE-B cf2
hilados
x
x
Tumba 5
hilados Tumba 1
x
Unidad A-1
s/ref.
s/ref. reg. J. Baeza
x
x
Quillagua
Chacance
Topater
Chiu Chiu
Ref. Lindberg 1963:198
San Pedro (¿?)
18.298
22585* (Renard 1997: 295)
150* (Renard 1997: 295)
Coyo Oriente
3945-1
3937 (Oakland 1992: 233)
5377 (Oakland 1992: 233)
Quitor-6
2788
2789 (Lindberg 1963)
2452 (Lindberg 1963)
Quitor-2
1983:15
Tastil
ref. Rolandi 1973
Doncellas
ref. Rolandi 1979; 42-668*
(Renard 1997: 296)
Susques
x
x
x
x
x
x
x
x
x
x
x?
x?
x
x
x
x
x
x
x
27-241* (Renard 1997: 296)
x
Tabla 1. Recopilación de prendas teñidas por amarra y su distribución.1 *Depositadas en Argentina.
1
cintas
Consideramos a las prendas no tejidas constituidas por hilados teñidos por amarra, con valor 1 en cada sitio, aunque
pueda haber más.
119
BARBARA CASES C., CAROLINA AGÜERO P.
Figura 2. Momia Chinchorro Tardía (n° 2024), Colección Museo Arqueológico de Santiago y detalle del hilado teñido por
amarras como accesorio del turbante.
presumiblemente de fibra de camélido.6 Entre las
fajas y cordones y el turbante y el cráneo se puede
entrever un recubrimiento de fibra vegetal, que según informes técnicos corresponden a gramíneas;
presenta palos que refuerzan o sustentan el cuerpo,
situados inmediatamente bajo la piel, en contacto
con la fibra vegetal: dos laterales, desde el cráneo
hasta los tobillos, y uno central que sustentaría el
cráneo y la columna. El cráneo aparentemente no
recibió mayor tratamiento, siendo sólo la cara la
que presenta una fina máscara de barro.
Figura 1. Mapa que muestra la distribución de las prendas teñidas por amarras: 1) Azapa-6 y 8; 2) Quiani-7; 3) Camarones-15
y 8; 4) Pisagua-D; 5) Tarapacá-40; 6) Bajo Molle; 7) Pica-8 y
Pica-Quisma; 8) Quillagua (Cementerio Oriente); 9) Chacance;
10) Topater; 11) Chiu Chiu; 12) Quitor-2, 6 y 7; 13) Coyo Oriente.
Aunque desconocemos las asociaciones contextuales, esta momia cuenta con un ajuar que hemos asumido como tal, porque ingresaron al
Museo Arqueológico de Santiago en forma conjunta y debido a la identidad de color, grosor, torsión, estado de conservación y materia prima de
los hilados de los tejidos que envuelven el cuerpo
y una manta, también de fibra animal. Esta fue
realizada en ligamento torzal, al igual que una
estera de fibra vegetal que compone el ajuar. La
de distinto largo, en forma continua, dando la
apariencia de la piel de animal (Agüero 1992 Ms).
Sobre este hilado se aplicaron amarras y luego se
pintó, dejando listas rojas y beige, este último
correspondiente al color original del hilado.
Además del turbante con este accesorio, el infante
tiene otros aspectos igualmente extraordinarios.
Presenta su tronco y brazos completamente cubiertos, a modo de vendaje, por fajas tejidas a telar y
sus piernas, por cables o cordones en la misma
modalidad. Cabe señalar que tanto el turbante, fajas y cordones, fueron realizados en hilados
6
120
Los análisis de las muestras de fibras provenientes del
turbante, cordones, fajas, estera, manta y fibra vegetal
que envuelven al infante los realizó E. Barrera, de la
Sección Botánica del Museo Nacional de Historia Natural, Santiago.
TEXTILES TEÑIDOS POR AMARRAS DEL NORTE GRANDE DE CHILE
numerosos con las momias Chinchorro, hay evidencia que sí apunta en esa dirección.11 De hecho, en Camarones-15 existen fajas tejidas a telar
y mantas confeccionadas en la misma técnica que
las esteras, incluso en hilados que mezclan pelos
y lana de camélido, usando hilados de tonalidad
rojiza (Ulloa, en Rivera et al. 1974). En relación
a las mantas mencionadas, se trataría de piezas
realizadas en fibra de camélido en ligamento torzal, con cadeneta estructural en el encabezamiento de urdimbre y luego dos corridas de tramas en
torzal, que hemos reconocido, además, en los sitios formativos de Tarapacá-40 y Pisagua-D
(Agüero 1995; Agüero y Cases 2004). La manta
que tiene nuestra momia corresponde a la variante decorada de este tipo. Por otra parte, existe un
infante similar envuelto sólo en fibra vegetal proveniente de Camarones-15, lo que nos inclina a
pensar que esta momia también provendría de
ahí.12
manta está decorada con listas verticales en hilados rojizos, del mismo color que el accesorio
(Cases y Rojas 2001).
Dentro de los distintos tipos de momias Chinchorro, este párvulo parece corresponder al tipo de
momias artificiales de preparación complicada con
vendaje (Allison et al. 1984; Arriaza 1994, 1995).
Entre los escasos registros de momias de este tipo,
la mayor parte son párvulos; en ellos, el vendaje
está constituido por tiras de piel que envuelven
todo el cuerpo, con excepción de la cabeza y sólo
ocasionalmente las piernas. En nuestro caso, se
han reemplazado las tiras de piel correspondientes a tejido humano, por estructuras textiles: fajas
en cuerpo y brazos y cordones en las piernas.
Aunque ignoramos si tiene suturas u otro tipo de
intervención, pensamos que se puede tratar de una
variedad que toma elementos de las momias con
vendaje y con pátina de barro, al menos en el tratamiento de la cara.7 Apoya este argumento el registro de otros casos de momias Chinchorro que
no se insertan en las tipologías actualmente aceptadas.8 La similitud con las momias con vendaje
la sitúa inicialmente en fechas posteriores a 2500
AC;9 no obstante, el que porte textiles –turbante,
fajas y cordones– y la manta asociada, sugieren
que su situación cronológica se hallaría hacia el
final de la tradición Chinchorro.
La ausencia de textiles asociados a momias Chinchorro podría deberse sólo a un problema de registro o a una variación local. En efecto, en Ilo,
Perú, se han detectado textiles con descripciones
similares a las fajas que presenta nuestro párvulo,
e incluso uno de ellos en ligamento torzal, realizado en algodón y fibra de camélido, asociados a
momias Chinchorro, con ajuar más numeroso, y
fechas tan tempranas como 5800 y 1800 AC relacionadas a los hallazgos (Torres et al. 1990; Wise
1995).
Aunque no existe consenso entre los investigadores con respecto a la asociación, entre otros
indicadores, de “textiles tejidos”10 y de ajuares
7
8
9
10
De este modo, la información expuesta hasta aquí
nos permite afirmar que esta momia pertenece a
la tradición Chinchorro en su fase más tardía, con
una posición cronológica entre 1500 y 1000 AC,
prácticamente traslapándose con los inicios del
Formativo.
No sabemos si puede presentar, por ejemplo, vaciado y sutura posterior de la cavidad abdominal; por lo que podemos
apreciar de las extremidades y de la piel expuesta, el cuerpo
no parece haber tenido mayor tratamiento que el secado o
ahumado del cuerpo, tal vez por medio del uso de brasas, lo
que habría dejado un color gris marengo. Esto la diferencia
de otras variedades de momificación “complicada”.
Por ejemplo, en Camarones-14, Schiappacasse y Niemeyer
(1984) registran párvulos con momificación artificial, con
un menor nivel de complejidad y elaboración en la preparación de los cuerpos, los que presentan sólo palos de refuerzo, peluca y mascarilla.
Esta fecha corresponde a una estimación hecha por Arriaza
(1994, 1995) de la situación cronológica de las momias con
vendaje, ya que este tipo de momias no ha sido fechada
por C14.
Suponemos que con esta expresión Arriaza (1994, 1995)
alude a textiles de fibra animal tejidos a telar, ya que las
esteras en ligamento torzal en fibra vegetal también corresponden a textiles tejidos, aunque no en un telar que suponga el levantamiento de lizos.
Esta apreciación se ve apoyada por el hallazgo
también en Camarones-15 de un fragmento de
faldellín de aproximadamente 1 m de largo.13 La
pieza se realizó en hilados bouttonné en fibra de
camélido; los flecos se habrían montado como
11
12
13
121
Arriaza (1994, 1995) prácticamente lo desecha de plano,
mientras que Standen (en Arriaza 1994) señala el incremento de los ajuares Chinchorro en sus momentos más tardíos.
Depositado en el Museo Arqueológico San Miguel de Azapa
(MASMA) de la Universidad de Tarapacá (M. Santos, com.
pers. 1997).
Depositado en el MASMA y registrado con el n° 9.
BARBARA CASES C., CAROLINA AGÜERO P.
fueron amarradas antes de sumergir la pieza en
un baño rojo intenso (Figura 3).
urdimbre, siendo sujetos por dos cables que funcionan como pasadas de trama, dejando que los
hilados una vez sueltos se retuerzan. Los hilados
que se usaron fueron teñidos en esta técnica de
reserva, dejando, al igual que el accesorio de la
momia Chinchorro, listas rojas sobre fondo beige
natural.
El solo hecho de que se trate de un poncho y no
de una túnica (para lo cual serían necesarias costuras laterales que cerraran la pieza) sugiere el
carácter intrusivo de esta prenda, ya que no es
una forma habitual dentro del registro arqueológico del norte de Chile, concentrándose hasta el
momento únicamente tres de ellas en el sitio Az6, a diferencia de lo que sucede en Perú, donde
Paul (1983) afirma que dentro del atuendo Paracas
habría existido un poncho corto. Por otra parte, la
presencia de una trama continua indica que, efectivamente, se trata de una prenda de la tradición
textil de Valles Occidentales, tal como lo hemos
planteado en trabajos anteriores (Agüero 2000).
Finalmente, y en relación a la pieza en sí, hemos
observado la flecadura estructural –también con
teñido por amarras– en túnicas de dos a cuatro
paños realizadas en esta técnica, correspondientes al Período Medio. Es por esto que hemos estimado su situación temporal en 800-1000 DC.
Aunque no contamos con información contextual,
un fechado de 890 AC para el sitio (Muñoz et al.
1991), nos permite asignarlo al Formativo Temprano. También se han detectado hilados bouttonné
teñidos por amarras en Quiani-7 (Dauelsberg
1974) y Camarones 15-D (Agüero 1994). A su
vez, el tipo de hilado en que se confeccionó la
pieza ha sido bien documentado para este período (Agüero y Cases 2004) y sabemos que al menos un hilado teñido por amarras se ha registrado
también en el cementerio Topater-1, en el Loa
Medio,14 sitio que es considerado un enclave de
tradiciones foráneas y que cuenta con una media
de fechados de 200-300 DC, que lo sitúan en el
Formativo Tardío (Thomas et al. 1995). Por otra
parte, la forma de construcción del faldellín es
idéntica a la que hemos observado en ejemplares
fragmentados del mismo sitio (Agüero y Cases
2004).
Aunque sabemos que esta pieza procede del cementerio Az-6 en el valle de Azapa, no disponemos de información sobre el número de tumba ni
sobre las asociaciones contextuales. En cuanto a
su situación cronológica, Az-6 es un sitio de contextos asignados principalmente a Cabuza (411681 DC), habiendo también contextos Maytas
Chiribaya, que están fechados entre 900-1260 DC
(Espoueys et al. 1995). Estas últimas fechas
Período Medio (500-1000 DC)
A pesar de la relativa abundancia de datos existentes para momentos más tempranos, en el extremo norte de Chile encontramos en este período una total ausencia de piezas teñidas por amarras, las que sólo aparecen hacia el final. De hecho, la única pieza que hemos registrado proveniente de esta zona corresponde a un poncho tejido en un solo paño en faz de urdimbre, con
flecadura estructural, en hilados de camélido,
usando una trama continua.15 No presenta terminación en la abertura del cuello, excepto en el
vértice mismo, donde lleva un festón anillado sencillo; tampoco tiene terminaciones en las orillas
de trama. La decoración lograda por teñido de
amarras consistió en una única lista horizontal
blanca en la sección media del poncho y en otra
de iguales características situada en la flecadura.
Para lograr esta decoración, estas listas blancas
14
15
Registrado por J. Baeza en 1999.
Depositado en el MASMA y registrado por J. Correa en
1999, con el n° 21.
Figura 3. Poncho s/n°, Az-6, Colección Museo Arqueológico
San Miguel de Azapa. (*) Ver agradecimientos.
122
TEXTILES TEÑIDOS POR AMARRAS DEL NORTE GRANDE DE CHILE
coinciden con el rango temporal estimado por nosotras para el mencionado poncho. Cabe destacar
que Maytas Chiribaya marca el inicio de la Tradición de Valles Occidentales en Azapa, la que evidencia fuertes nexos iconográficos y estilísticos
con la costa sur del Perú, reforzando nuestra impresión inicial respecto a que se trataría de una
pieza de carácter intrusivo.
Más al sur, en Atacama, encontramos una pieza
única. Se trata de una túnica proveniente del cementerio Quitor-2.16 Es de forma rectangular, de
71 cm de alto por 58 cm de ancho, compuesta de
cuatro paños tejidos en faz de urdimbre con urdimbres discontinuas en hilados de camélido,
empleando tramas múltiples. Dos de estos paños
son de forma cuadrada y dos rectangulares, que
se disponen en la parte inferior de la pieza. La
decoración se logró por medio de distintas técnicas de reserva: amarra, costura, probablemente
alguna pasta o barro aislante e incluso con tramas
y urdimbres discontinuas para lograr una clara
definición del diseño. Luego, cada paño fue teñido en colores rojo o azul, para luego ensamblarlos de forma tal que ambas caras de la túnica alternan una parte superior de un color y la inferior
del opuesto. Con estos recursos se logró crear figuras de felino en los paños cuadrados y serpiente bicéfala con fauces dentadas, en los paños rectangulares; ambas figuras tienen rombos dentro de sus cuerpos (Figura 4). La abertura del
cuello no tiene terminaciones; la de los brazos está
terminada en un festón anillado sencillo azul y
blanco sobre la parte azul, y rojo y blanco sobre
la roja. Como terminación de urdimbre lleva festón anillado sencillo. Cabe señalar que cuando
estudiamos la pieza pudimos constatar que se encuentra dada vuelta: es decir, la cara que se ve
actualmente corresponde a lo que habría sido el
reverso de la pieza en vida.
Figura 4. Túnica Aguada, Quitor-2, nº 1983: 15, Colección
Museo Arqueológico R. P. Gustavo Le Paige, s. j. (*) Ver agradecimientos.
lizar su asignación cultural: la utilización de tramas múltiples y la técnica de urdimbres
discontinuas la insertan dentro de la Tradición
Textil de Atacama durante el Período Medio
(Agüero et al. 1997; Uribe y Agüero 2002). Por
otro lado, las semejanzas de las imágenes de la
túnica con aquellas de la cerámica Aguada del
Noroeste Argentino, situada cronológicamente en
el 660 DC, sugieren que esta prenda tuvo su origen por esos años en el área trasandina (Llagostera
1995; Torres y Conklin 1995). Este vínculo
estilístico resulta de sumo interés, ya que sería el
único textil Aguada registrado en San Pedro de
Atacama.
En este caso, contamos con información fragmentaria sobre sus asociaciones contextuales: sabemos que estaba dispuesta sobre la cabeza de un
individuo adulto y se ha supuesto que se trata de
la túnica de un niño, debido al tamaño. No obstante, algunos atributos técnicos nos ayudan a rea-
16
La mayor parte de las prendas tejidas y teñidas
por amarra del Período Medio se concentra en
territorio atacameño. Estas piezas corresponden a
túnicas y mantas construidas por la unión de módulos rojo/azul u ocre/azul, a través de la técnica
de urdimbres discontinuas. Existen túnicas con
ocho cuadros de colores rojo/azul alternados (cuatro adelante y cuatro atrás); cuatro sectores de
colores ocre/azul alternados horizontalmente, todas ellas con urdimbres discontinuas y una manta
con 16 módulos azul/rojo y un sector central con
Túnica nº 1983:15, depositada en el Instituto de Investigaciones Arqueológicas y Museo (IIAM) de la Universidad
Católica del Norte. Ha sido descrita por Torres y Conklin
(1995: 88, figs. 9 y 105-107).
123
BARBARA CASES C., CAROLINA AGÜERO P.
motivos de cruces y escalerados, supuestamente
logrados por urdimbres discontinuas. Los ejemplares provenientes de San Pedro se distribuyen
en los sitios del Período Medio: Coyo Oriente,
Quitor-6 y Quitor-7.
Son dos las túnicas provenientes de Coyo Oriente. Una de ellas está fragmentada y en muy mal
estado, por lo que no podemos afirmar el número
de módulos o paños tejidos que habría tenido, ni
otros detalles relativos a sus terminaciones.17 No
obstante, sabemos que presentaba una cadeneta
de montaje (o estructural) y que fue tejida con
tramas múltiples. La segunda está prácticamente
completa, aunque frágil (Figura 5).18 Mide 71 cm
de largo por 64 cm de ancho y tiene un total de
ocho módulos: en cada cara tiene dos rojos y dos
azules dispuestos alternadamente en relación al
color en cada cara y entre las caras. Sobre cada
uno de estos módulos se dispusieron nudos aproximadamente romboidales. El diseño que conforman los nudos es irregular, es decir, no existiría
la misma cantidad ni disposición de nudos sobre
cada uno de los módulos ni, por lo tanto, entre
las caras. La flecadura, también teñida por amarra, está dispuesta en la orilla inferior y consiste
en las urdimbres retorcidas, sobre las que se dispuso una cadeneta. En la abertura del cuello lleva
un festón anillado sencillo en tramos blanco, azul,
rojo, verde y amarillo ocre. Como unión lateral
presenta puntada zigzag envuelta azul y blanco
(que podría tratarse de un rojo desteñido), mientras que como unión central tiene también esta
puntada, pero sólo en blanco. La abertura de los
brazos presenta un festón anillado simple en tramos blanco, azul, rojo, verde y amarillo ocre. El
tipo de nudo que se empleó para reservar en esta
túnica no tiene precedentes ni contraparte en la
muestra que hemos recopilado.
Figura 5. Túnica n° 3937, Coyo Oriente, Colección Museo Arqueológico R. P. Gustavo Le Paige, s. j.
mento de cuerda roja de lana y otra de fibra vegetal); túnica 3945-2; túnica 3945-3 y dos fajas
3945-4. Oakland (1992: 328 y 1994: 110) afirma
que la tumba pertenece a un individuo femenino
que sólo tiene una tableta y un arco. De la pieza
siguiente Oakland (1994: 328) dice que la túnica
posiblemente pertenece a un individuo masculino, que también lleva puesta una túnica de su Tipo
IV, un gorro anudado y un arco.
Estas túnicas muestran ciertos atributos técnicos
como una cadeneta estructural en un encabezamiento de urdimbre que toma tres hilos de urdimbre y usan tramas múltiples (dos y cuatro, respectivamente), lo que las conecta con rasgos
formativos y con la Tradición Textil de Atacama,
respectivamente (Agüero 1998; Agüero et al.
1997). Cabe destacar que la unión efectuada en
puntada zigzag envuelta en la segunda túnica la
hemos observado en otras prendas del Período
Medio en Azapa (asignados a Cabuza), San Pedro, y Cochabamba en Bolivia.
La primera de estas piezas formaba parte de la
tumba 3945 y se encontraba asociada a los siguientes materiales: bolsa (contiene caracol de agua
dulce; calabaza; fragmento de cerámica negra);
bolsa (contiene arco de madera quebrado); bolsa
(contiene fragmento de cobre, fragmento de
obsidiana y cinco cuentas de malaquita); bolsa
(contiene fragmentos de canastos, piel de camélido, huesos y semillas, espinas de cactus, frag-
17
18
De este modo, no sólo por los atributos anteriores
no adherimos a la idea de Oakland (1992; 1994)
de asignar a esta túnica a su estilo B (Tiwanaku),
sino porque además esta autora no da razones de
por qué su Tipo VI (en el cual inserta a las túnicas teñidas por amarra) sería Tiwanaku (no tiene
refuerzo del vértice de la abertura para el cuello
ajedrezado, ni tampoco el tipo de gorro que para
Túnica n° 3945-1, depositada en el IIAM.
Túnica n° 3937, depositada en el IIAM.
124
TEXTILES TEÑIDOS POR AMARRAS DEL NORTE GRANDE DE CHILE
Presenta las siguientes asociaciones contextuales:
diademas con cuentas; capuchón sobre la cabeza;
collar de malaquita o liparita; brazaletes; túnica
tosca; túnica fina; túnica afelpada; costal; bolsas
chicas; bolsa para equipo de rapé y brochas.
ella sería indicador). Otra de las túnicas de su Tipo
VI (nº 3937) se asocia a una túnica asimétrica
que asigna a su Tipo IV, el que presenta decoración por urdimbres transpuestas, técnica
atacameña (Agüero et al. 1997), pero que en otro
contexto se encuentra asociada a elementos
Tiwanaku y a un fechado de 640 DC. Sin embargo, pensamos que esa única asociación para esa
técnica (frecuente en Atacama) no es suficiente
para causar el “efecto en cadena” que utiliza la
autora para asignar culturalmente a Tiwanaku a
una túnica teñida por amarra asociada a otra túnica decorada con urdimbres transpuestas, ni a un
Tiwanaku Provincial, en virtud de la misma asociación.
El fragmento de manta muestra como atributo técnico el uso de tramas múltiples (n=5), que de inmediato la inserta dentro de la Tradición Textil
de Atacama. En ésta también es frecuente encontrar las uniones laterales de las túnicas cosidas
por medio de un festón simple, costura que está
presente en esta pieza pero no sabemos a qué lugar podría corresponder. Según Lindberg (1963:
198) esta prenda tiene un sector central tejido en
tapicería, no obstante, hemos visto diseños similares de cruces y escalerados, en bolsas de Quitor2 (s/nº y nº 65-2) y Quitor-6 (nº 2467), todos sitios del Período Medio, pero la técnica no es tapicería, sino urdimbres discontinuas.
En Quitor-6 encontramos una manta descrita y
dibujada por Lindberg:
“Los grandes paños o túnicas encontrados con las
momias 2789, 2788 y 2452 sólo se han podido
conservar parcialmente, ya que se desintegraron
casi totalmente al abrir los fardos funerarios. Son
ejecutados en técnicas combinadas de “parches”
o “piezas” de colores alternados [patch-work], de
gobelino enlazado [interlocked tapestry] y teñido
por atados en técnica de ikat. Los parches que
componen las partes laterales de la tela III de
Momia 2788, Quitor-6 (Lám.II), son rectángulos
de 30 x 50 cm, alternándose siempre una pieza de
rojo venecia con una de color azul oscuro. La parte central de la tela forma una franja ancha con
dibujos de escaleras que encierran cruces latinas
en los colores rojo, azul oscuro, verde oscuro, beige. Tanto la técnica del gobelino enlazado como
los motivos geométricos del diseño se han considerado, hasta ahora, típicos para la época
Tiwanaku Epigonal y del área sur de la costa peruana, y ha sido una gran sorpresa de encontrarlos en tan extraordinarios ejemplares en plena zona
atacameña. En dos telas grandes se produce, en
los campos o “parches” rectangulares, un efecto
muy interesante por las ataduras de la técnica ikat,
y que son pequeños rombos o círculos que atraviesan la tela diagonalmente. Estos dibujos aparecen
en el color beige natural de la tela, la que se ha
sumergido en tintes azules o rojos, respectivamente, después de haberse efectuado las pequeñas ataduras” (1963: 198, lám. II).19
19
Respecto a la asignación cultural, la prenda es, a
nuestro juicio, de factura local tanto por el uso de
tramas múltiples como por los motivos de cruces
y escalerados, registrados únicamente en San Pedro de Atacama. Asimismo, el contexto muestra
prendas atacameñas como los implementos del
complejo alucinógeno y la túnica afelpada que
apoyan la procedencia local de esta pieza.
Finalmente, en Quitor-7 hallamos otro fragmento, que por la disposición de los rombos teñidos
por amarra y el uso de festón anillado sencillo en
las orillas de trama, suponemos que corresponde
a una manta similar a la anterior.20 Desconocemos sus asociaciones contextuales, pero la asignamos tentativamente a este conjunto, en virtud
del argumento anterior.
Período Intermedio Tardío, primera mitad
(900-1200 DC)
Para este período contamos con tres conjuntos de
piezas. El primero consta de dos túnicas con
flecadura estructural, construidas por dos paños
tejidos en faz de urdimbre en hilados de camélido,
Manta n° 2788 depositada en el IIAM. Registramos dos
“piezas” o conjuntos de fragmentos con este número. Su-
20
125
ponemos que uno de ellos debe corresponder al n° 2789, al
que hace referencia la autora y que citamos más adelante;
sin embargo, ese número actualmente está asignado a una
bolsa con urdimbres transpuestas.
Manta n° 3137 depositada en el IIAM.
BARBARA CASES C., CAROLINA AGÜERO P.
excepción, que veremos más adelante, en que el
cuerpo y la flecadura son de color rojo, y como
decoración presenta sólo un rombo generado por
esta técnica de reserva.
con una trama continua, unidos longitudinalmente
por el centro de la pieza después de teñirlos separadamente en rojo y azul, de modo que el lado
izquierdo y derecho de la pieza son de distinto
color (Figura 6). Cada paño se amarró previo al
teñido, dejando cinco filas de tres círculos con un
rombo en el centro, en cada cara.
El tercero se compone de piezas compuestas por
tres a cuatro hilados –generalmente cables– de
título más bien grueso, en fibra de camélido, dispuestos en forma paralela y que se encuentran
unidos mediante hilados finos a modo de costura.
Renard (1997: 295) denomina “cinta plana” a este
tipo de estructuras. Luego, estas cintas fueron teñidas por amarras en tramos, en uno o más colores,
usualmente rojo, azul o amarillo ocre (Figura 8).
El segundo está compuesto por siete piezas completas y algunos fragmentos que corresponden al
Tipo 21 de túnicas definidas por Agüero (1998:
122, fig. 20 y 125, fig. 37) para la primera mitad
del Período Intermedio Tardío y, sin dudas, es el
grupo más coherente. Se trata de túnicas constituidas por dos partes: cuerpo y flecadura. Ambas
fueron realizadas en forma independiente y corresponden a tejido plano en faz de urdimbre en
hilados de camélido, utilizando una trama continua. La flecadura consiste en 1 a 3 cm de tejido
en faz de urdimbre, para luego dejar sueltas las
urdimbres restantes, las que por retorsión forman
los flecos. Ambas partes se decoraron por la reserva de amarra, generando en el cuerpo tres filas
de cuatro rombos blancos con un círculo central
sobre fondo azul y en la flecadura una lista blanca sobre el fondo rojo (Figura 7). Una vez teñidas, ambas piezas se unieron por medio de un
encandelillado. Dentro del conjunto existe una
Figura 7. Túnica s/n°, Pica-8, Colección Instituto de Investigaciones Antropológicas, Universidad de Antofagasta. (*) Ver agradecimientos.
Figura 6. Túnica BM 1292, Bajo Molle, Colección Nielsen, Museo Regional de Iquique. (*) Ver agradecimientos.
Figura 8. “Cinta” n° 18.298, Colección Museo Arqueológico
R. P. Gustavo Le Paige, s. j. (*) Ver agradecimientos.
126
TEXTILES TEÑIDOS POR AMARRAS DEL NORTE GRANDE DE CHILE
Tradición Textil de Valles Occidentales. Además
de una fecha de 1258 DC (Moragas 1995: 72), el
contexto de la túnica muestra únicamente elementos asignables al Período Intermedio Tardío que,
según Moragas (1995: 71), corresponderían a “un
personaje de alta jerarquía”. Entre éstos tenemos
el casco de cuero de lobo marino con adorno de
lana y penacho de plumas de parina. Registros de
cascos de este tipo existen en el sitio Los Verdes,
en contextos correspondientes al Intermedio Tardío (Sanhueza 1985) y en la tumba 5 de Chacance-2, en el Loa Medio. Por otra parte, el motivo
de ganchos y escalerados naranja y blanco sobre
fondo negro de la bolsa confeccionada en técnica
de anudado y afelpado, lo encontramos en una
inkuña del sitio Az-8 en el valle de Azapa, y en
una túnica de Pica-8, ambos sitios del Período
Intermedio Tardío. La cerámica asociada, es del
tipo Chiza Modelado (Moragas 1995: lám. 3,
fig. 3), para la cual se cuenta con una fecha TL
de 1230±40 DC, de un gollete con modelado antropomorfo proveniente de una tumba disturbada
del sitio “ex asentamiento Manuel Rodríguez”,
ubicado en el faldeo sur de la localidad de Cuya,
en el valle de Camarones (Schiappacasse et al.
1991: 47-48, Lám. II d); coherentemente, con frecuencia se asocia al tipo cerámico Pica-Charcollo
que cuenta con fechas de 1055 DC y 1110 DC
(Agüero et al. 1997).
Del primer conjunto, uno proviene del extremo
norte de Chile, que también en este período tiene
pocas referencias para el uso de esta técnica. Se
trata de una túnica trapezoidal, compuesta por dos
paños tejidos en faz de urdimbre, usando una trama continua y con flecadura estructural, unidos
en el centro por un encandelillado.21 Se desconocen sus asociaciones contextuales. Su forma
trapezoidal y el uso de una trama continua indica
que pertenece a la Tradición Textil de Valles Occidentales, que se inicia en Azapa por el 800 DC,
marcando los inicios del Período Intermedio Tardío (Agüero 2000).
Otra prenda es una túnica procedente de la región
de Tarapacá, del sitio costero Bajo Molle, al sur
de Iquique, y forma parte de la exhibición permanente del Museo Regional de Iquique, donde se
encontraba dada vuelta, al igual que la túnica con
iconografía Aguada.22 La túnica de Bajo Molle
mide 81 cm de ancho por 97 cm de largo, y está
compuesta de dos paños, con flecadura estructural, unidos por el centro de la pieza. Tanto la unión
central como las laterales fueron realizadas con
puntada “espina de pescado”. La abertura de los
brazos tiene un festón sencillo, mientras que la
abertura del cuello no tiene terminaciones.
Según el inventario del museo, de la tumba se
obtuvo un cráneo con casco de cuero, un adorno
de plumas y un paño sobre el rostro, junto a: fragmento de túnica café-rojo; fragmento de túnica
café; faja con decoración bordada formando rombos policromos; bolsa policroma listada; bolsa
policroma decorada; bolsa decorada con pelo humano; costal listado en tonos café naturales; paño
café listado con cordelillos; puco de calabaza;
puco de cerámica; cerámica modelada antropomorfa; cerámica pequeña, sin asa; plato de cestería decorado; carcaj de cuero de zorro con adorno
rojo con nueve flechas; adorno metálico; adorno
de cuero con lana; tres cueros con lana e hilos;
atado de lana y plumas.
Referencias a otros contextos de Bajo Molle recuperados por Anker Nielsen, también los aporta
Moragas (1995: 71), quien afirma que los cementerios corresponderían en su mayoría al Período
Intermedio Tardío. Respecto a la textilería, señala
que ésta presenta “rasgos Tiwanaku que Ulloa
(1982 a y b) ha descrito para la fase Cabuza, junto
a otras evidencias del Desarrollo Regional.” Entre
los primeros estarían: un gorro de cuatro puntas de
colores naturales con diseños escalerados; bolsasfaja listadas; túnicas con listados laterales policromos y uniones cosidas con puntada “espina de pescado” o bordados en puntada satín creando
ajedrezados. Cabe destacar que el gorro, aunque
con colores y motivos distintos, se inscribe por su
forma y motivos geométricos dentro del Tipo I. 1
Policromo Geométrico de Sinclaire (1998: 174) el
que cronológicamente se situaría en el 850±90 DC.
Por su parte, la puntada “espina de pescado” la
encontramos en un gran número de túnicas (sobre
todo monocromas) desde el Período Medio en adelante, y la puntada satín ocurre en varios tipos de
túnicas de Pica-8 (Agüero 1998).
Por una parte, sus dimensiones (larga y holgada)
y el uso de una trama continua la emparentan con
aquella del MASMA y la insertan dentro de la
21
22
S/nº, MASMA. Fue registrada por J. Correa durante 1999.
BM 1292. Museo Regional de Iquique (Colección Nielsen).
Una descripción y un dibujo de la pieza fueron publicados
por Moragas (1995: 71 y lam. 3, fig. 2).
127
BARBARA CASES C., CAROLINA AGÜERO P.
Moragas (1995: 71) también afirma que en los
textiles de Bajo Molle dominan los tonos de verdes, azules y rojos, habiendo también morado y
amarillo, que destacan diseños de ganchos. Estos
ganchos son motivos frecuentes en los bordados
laterales de las túnicas de Pica-8, Pisagua (Cementerio C) y Cementerio Oriente (Qui-01) de
Quillagua, todos los cuales corresponden a la primera mitad del Período Intermedio Tardío. Finalmente, entre los elementos de influencia
Tiwanaku, la autora describe la técnica de teñido
por amarra, aunque luego acota que, entre los elementos propios del Intermedio Tardío, se contarían unos pocos flecos en bolsas y túnicas, entre
las que se cuenta la túnica que aquí nos interesa.
Figura 9. Túnica C-63, Pica-Quisma, Colección Museo Regional de Iquique. (*) Ver agradecimiento.
En síntesis, la fecha del contexto nos resulta un
poco tardía si consideramos el resto de los datos
tales como la cerámica y las similitudes con el
cementerio Pica-8, así como también aquellos provenientes del resto de los cementerios de Bajo
Molle, todos los cuales están en un rango que se
ubica entre el 800 y el 1100 DC, sugiriendo una
asignación cronológica para la pieza dentro de la
primera mitad del Período Intermedio Tardío.
ta una túnica café con decoración a los lados. Al
parecer, la tumba era de las pocas que estaban
marcadas con piedras blancas, lo que para Moragas significa que pertenecía a un personaje de
alta jerarquía “equivalente al registrado en Bajo
Molle” (1995: 72).
El cementerio Pica-Quisma se ubica en la quebrada de Quisma, 5 km más arriba que Pica-8, y
tiene dos sectores, uno formativo y otro correspondiente al llamado Complejo Pica-Tarapacá del
Intermedio Tardío, pero según Moragas (1995: 72)
muestra influencias Tiwanaku que se reflejarían
principalmente en la textilería, no habiendo –al
menos dentro de lo que se pudo observar en un
momento posterior a la profanación del cementerio– un sector Tiwanaku delimitado. La autora
acota que algunos elementos de Pica-Quisma también se registran en Bajo Molle, tales como: túnicas rectangulares de colores naturales con uniones laterales cosidas con festón sencillo, “espina
de pescado” o bordadas con puntada satín con
colores azul, verde, rojo y café oscuro; túnicas
con listas laterales policromas rojo, negro, amarillo y verde; motivos ajedrezados en amarillo y
café. La cerámica característica es la llamada PicaCharcollo (1055 DC y 1110 DC) que se distribuye en todo el territorio de Tarapacá hasta el Loa
por el sur (Ayala y Uribe 1996).
Una tercera túnica proviene de Pica-Quisma, en
la zona de quebradas intermedias ubicadas en la
región de Tarapacá.23 Es de forma rectangular y
mide 1 m de ancho por 64 cm de alto. Se confeccionó con seis paños de tejido plano en faz
de urdimbre con urdimbres discontinuas, con flecadura estructural, usando cuatro tramas. Cada
paño se amarró dejando dos filas de tres rombos
con círculo central y luego se tiñó: tres en azul,
dos en rojo y uno en naranja (quizás se trate de
fotodegradación). Cuatro de estos paños se sitúan en el anverso y reverso de la pieza (dos a
cada lado), mientras que los dos restantes pasan
sobre los hombros y son utilizados como parte
superior en ambas caras de la túnica (Figura 9).
Los paños fueron unidos en el centro por medio
de un encandelillado, al igual que las uniones
laterales. La abertura del cuello tiene restos de
un festón anillado sencillo, terminación presente
también en la abertura para los brazos. Esta prenda fue hallada en superficie, cerca de un cuerpo
procedente de una tumba alterada que tenía pues-
23
La túnica difiere en dimensiones y factura de aquella de Bajo Molle y Azapa, y el uso de tramas
múltiples la acercan a aquellas de San Pedro de
Atacama; no obstante, esta túnica tiene la particularidad de estar compuesta por seis módulos.
Además, las urdimbres de los módulos no están
unidos con enlace dovetailed 1:1, como la mayor
Túnica C-63 / Museo Regional de Iquique. Una descripción y un dibujo de la pieza fueron publicados por Moragas
(1995: lám. 3, fig. 2).
128
TEXTILES TEÑIDOS POR AMARRAS DEL NORTE GRANDE DE CHILE
parte de las túnicas teñidas por amarra de San
Pedro de Atacama, sino que cada enlace toma un
número mayor de urdimbres.
ofrendas presenta varias bolsas: dos wayuñas y
cuatro talegas decoradas con bandas de colores y
listas ajedrezadas, además de dos chuspas que
presentan decoración sólo con bandas de colores.
Finalmente, cerca de la extremidad superior izquierda, se encontró una placa ancha de metal que
podría corresponder a un brazalete (Correa 1998).
Al lado del individuo adulto se encontró el esqueleto de un infante de 18±6 meses asociado a
tres túnicas, siendo la exterior de similares características a la del adulto. Frente al cráneo del niño
se identificó una placa de metal muy delgada y al
lado izquierdo del mismo una botella de cuerpo
globular de color café rojizo. También como parte de la ofrenda se encontró una talega con decoración en bandas de color café, rojo y verde. Contamos con un fechado de 1055 DC de una botella
del tipo Pica-Charcollo asociada al infante, que,
sumado a las fechas de los contextos funerarios 1
y 3, correspondientes a 980 y 1005 DC, y 1110
DC, respectivamente, y a los tipos de túnicas,
bolsas y alfarería asociados (Agüero 1998; Cases
1997; Ayala y Uribe 1996, respectivamente), sitúan claramente a estas piezas hacia la primera
mitad del Período Intermedio Tardío y dentro del
Complejo Pica-Tarapacá.
Los datos anteriores nos llevan a pensar que la
túnica –sin duda de origen atacameño–, podría
haber sido reutilizada o adaptada por gente de
Tarapacá, lo que explicaría su extraña forma (muy
corta) así como también el contexto supuestamente
más tardío en que se encontró, en relación a las
piezas teñidas por amarra de San Pedro de
Atacama.
El segundo conjunto de piezas que mencionamos
para este período es uno de los más consistentes
y mejor documentados de la muestra. Se han hallado ejemplares tanto en Pica-8 (Tarapacá) como
en Chacance y Quillagua (Loa Medio e Inferior,
respectivamente). Por la forma trapezoidal, el uso
de una trama continua y distribución, estas túnicas han sido asignadas al Complejo Pica-Tarapacá,
dentro de la Tradición de Valles Occidentales, y
su situación cronológica estaría entre 900-1200
DC, en virtud de los fechados y asociaciones disponibles
Los dos primeros ejemplares registrados provienen del Contexto Funerario 2 (NE-B) del Cementerio Oriente (Qui-01) de Quillagua.24 Se hallaron
formando parte de un entierro colectivo en el cual
se depositaron tres individuos adultos y un infante, cada uno de los cuales presentó su propio ajuar
funerario. Los cuerpos se encontraban en posición
sentada y decúbito lateral con las piernas flectadas
(Figura 10). El Contexto Funerario 2 se halló a
una profundidad de 1.17 m en el sector sureste de
la sepultura. En este entierro se depositaron dos
individuos: el primero, adulto de sexo masculino
en posición sentada y enterrado sin cabeza. Se
encontraba vestido con una túnica rectangular
monocroma sobre la cual se puso otra túnica, también monocroma, pero de forma semitrapezoidal.
La túnica exterior, de color azul piedra y de forma semitrapezoidal, estaba decorada con cuatro
hileras de cuatro rombos de color blanco, logrados por teñido por amarras. Como parte de la
vestimenta del exhumado se encontró un taparrabo de color café y bandas laterales verdes. Como
24
En Chacance-2 encontramos otro ejemplar, similar al anterior, que forma parte de la exhibición
permanente del Museo Municipal de María Elena.25 Esta túnica se encontró en la Tumba 5, un
entierro doble en una tumba ampollar, en cuyo
interior estaban los cuerpos superpuestos: un niño
de cuatro a cinco años sobre un adulto senil, que
a juzgar por la disposición de los cuerpos mismos
y del ajuar habrían sido enterrados en la misma
ocasión, no siendo posible determinar a qué cuerpo corresponden las piezas como ajuar (Castellón
1979-1981 Ms). Ambos se encuentran al interior
de redes de lana. Sobre este hallazgo se encontraron tres estatuillas antropomorfas grandes, una de
ellas bicéfala. El resto del ajuar estaba constituido por dos platos de cestería; aljaba de cuero; fragmentos de una huincha café claro; portaobjetos
(cabezales de flecha); sonajera compuesta; cestería
reutilizada con penacho y orejas de felino; gorro
policromo con penacho de plumas tropicales; dos
cestos decorados; dos platos de cestería; aljaba
de cuero que conserva su asa de lana; faja monocroma; sandalias de cuero; bolsas-faja; casco de
Túnicas n° 250 (01) y n° 256 (01), según inventario del
Proyecto FONDECYT Nº 1950071, actualmente depositadas en el IIAM.
25
129
Túnica s/nº. Museo Municipal de María Elena.
BARBARA CASES C., CAROLINA AGÜERO P.
Figura 10. Túnicas 250 (01) y 256 (01) del Contexto Funerario 2 del Cementerio Oriente de Quillagua, Colección Museo Arqueológico
R. P. Gustavo Le Paige, s. j.
cuero con bandas verticales rojas y verdes; dos
ganchos de atalaje; 13 flechas completas y 13 fragmentadas; cuatro talegas; chuspa decorada; manta; pulseras de cuero; cerámica Dupont; mitad de
un puco; cencerros; túnica bicroma; dos tobilleras
rojas; manta verde; charqui al interior de talega;
mazorcas contenidas por talega; fragmentos de
cactus; par de sandalias de cuero; restos de pescado; tres trozos de pulpo seco; fragmentos de
madera de algarrobo; fragmentos de madera trabajada; cuero de pescado con carne adherida;
huincha policroma; gorro policromo con orejas de
felino; pluma de guacamayo; cuchara con tallado
escalerado; pulsera de metal; aljaba de piel de
jaguar; tobillera roja desarmada; tiesto globular
de base plana con asas horizontales del tipo Rojo
Violáceo; costal; fragmento textil café; siete flechas completas amarradas juntas; restos de
camélido; fragmentos de cordelería; algarrobo y
madera; faja policroma y faldellín; fragmento de
textil bicromo con costura gruesa y faja de piel.
Contamos con un fechado por termoluminiscencia
de 625 DC, correspondiente a la vasija globular
Rojo Violáceo (Agüero et al. 1997). Además, existe un fechado radiocarbónico de 930±50 AP
(aprox. 1170 DC) tomado por Mario Rivera sobre
el cuerpo del adulto (Castellón com. pers. 1998).
No hemos considerado definitorio el fechado TL
en la asignación cronológica debido a que éste
fue realizado con una dosimetría correspondiente
130
TEXTILES TEÑIDOS POR AMARRAS DEL NORTE GRANDE DE CHILE
a una media de sitios de Quillagua, otorgándole
mayor importancia a la asignación al Período Intermedio Tardío temprano basada en los mismos
argumentos y asociaciones que las túnicas de
Quillagua (tipo de túnica, túnicas, bolsas y cerámica asociadas). Finalmente, el cementerio en sí, en
cuanto emplazamiento y tipo de tumbas coincide
con el registro existente para el período en el Loa
(Agüero et al. 1997). Todo esto se confirma, con
el fechado radiocarbónico obtenido por Rivera y
por la forma semitrapezoidal de la túnica –que
fue posible de observar luego del desenfardamiento del cuerpo del niño realizado en 1998 por
W. Conklin– que la inserta en el Complejo PicaTarapacá de la Tradición Textil de Valles Occidentales (Figura 11).
Figura 11. Túnica s/n°, Tumba 5, Chacance 2, Colección Museo Municipal de María Elena. (*) Ver agradecimientos.
En Tarapacá también hemos registrado túnicas y
fragmentos de túnicas de este tipo provenientes
del sitio Pica-8.26 Una de ellas, correspondiente a
la flecadura, procede de la tumba 14, sector B y
se encuentra asociada a una talega en colores naturales, con varias reparaciones (Zlatar 1984). Otro
ejemplar completo, proviene del mismo sitio y no
tiene registro de asociaciones (Zlatar 1984). Esta
última integra el mismo conjunto aunque, como
señaláramos más arriba, representa una variación.27 Mantiene la estructura de “composición”
más o menos constante, es decir, una pieza completa y una flecadura tejidas por separado y luego
unidas por un encandelillado. Además, la técnica
decorativa es la misma, con las salvedades de presentar sólo un rombo poco más abajo de la abertura para los brazos y una pequeña variación en
la cantidad de tejido en faz de urdimbre de la
flecadura y en el anudado que presentan los flecos (Figura 12). No obstante, las similitudes formales y técnicas estructurales la relacionan al
Complejo Pica-Tarapacá. Procede de la tumba 5,
sector D de Pica-8, donde se encuentra asociada
a una chuspa, una espátula de hueso y una bolsa
(Zlatar 1984: 47).
La asignación cronológica y cultural de estas tres
piezas se ha basado en su pertenencia al Tipo 21
26
27
Figura 12. Túnica n° 0316, Tumba 5, Sector D, Pica-8, Colección Instituto de Investigaciones Antropológicas, Universidad de
Antofagasta.
Túnica s/nº y flecadura n° 0192 (podría ser parte de túnica
s/n°), del inventario de Pica-8 realizado por Zlatar (1984).
Depositado en el Instituto de Investigaciones Antropológicas
de la Universidad de Antofagasta.
Túnica n° 0316 del inventario de Pica-8 (Zlatar 1984).
Depositado en el Instituto de Investigaciones Antropológicas
de la Universidad de Antofagasta.
de túnicas definidas para el Complejo PicaTarapacá, por sus características formales y técnicas (Agüero 1998). Apoyan su asignación cronológica fechados radicarbónicos para el sitio Pica-8
que arrojan una media de 1000 DC (Zlatar 1984).
131
BARBARA CASES C., CAROLINA AGÜERO P.
Completa este conjunto un fragmento correspondiente a la parte inferior y a la flecadura de un
ejemplar de este tipo de túnica.28 No obstante estar depositada en la Corporación Cultural y Turismo de Calama, suponemos que procede del sitio
Pica-8, porque en el depósito se halló junto a otras
piezas –tocados, faja y fragmentos de tapicería–
marcados como procedentes de ese cementerio.
También hemos considerado como perteneciente
a este período a un taparrabo procedente de
Topater-1, en Calama.29 Fue recuperado de la unidad A-1, pero salvo algunas bolsas pertenecientes
a la misma unidad, no tenemos mayor información de sus asociaciones contextuales. Antes de
describirlo, queremos aclarar que consideramos
que se trata de un taparrabo y no de una inkuña,
por las siguientes razones: a) porque presenta un
cable como terminación en el vértice, además de
un segundo cable a unos 10 ó 15 cm de éste, siendo ambos atributos característicos de este tipo de
prendas; b) el patrón de descomposición de la
pieza corresponde a aquella de los taparrabos, es
decir, desintegrados al centro debido a los fluidos
corporales; c) en Pica-8 hemos registrado taparrabos que presentan los mismos atributos decorativos que las inkuñas.
Figura 13. Taparrabo s/n°, A-1, Topater-1, Colección Corporación Cultural y Turismo de Calama. (*) Ver agradecimientos.
Como ya señaláramos, la pieza está fragmentada,
pero sus dimensiones actuales son 81 cm de largo
por 50 cm de ancho. Corresponde a tejido plano
en faz de urdimbre, elaborado con trama continua
en hilados de camélido. En la orilla de urdimbre
presenta un festón anillado sencillo, que termina
en cordones. Para disponerlo como taparrabo, se
usaron hilados blancos (Figura 13). En cuanto a su
asignación cronológica, pensamos que posiblemente
corresponda al Período Intermedio Tardío. Aunque
Topater tiene fechados que lo insertan en el Formativo (Thomas et al. 1995; A. Benavente com.
pers. 2000), hemos registrado otros textiles, principalmente bolsas correspondientes al Período Intermedio Tardío, algunas de las cuales provienen
incluso de la misma unidad de recuperación (Cases 1997). A su vez, visualmente nos parece que
este taparrabo tiene mayor relación con las túnicas de la primera mitad del Período Intermedio
Tardío, que con los hilados teñidos por amarras
28
29
registrados en Topater que hemos mencionado en
relación al Formativo. Por otra parte, el uso de
una trama continua sugiere una vinculación con
la Tradición Valles Occidentales (Agüero 2000).
Finalmente, para el tercer grupo de piezas, de
acuerdo a la disposición de estas cintas en una
momia proveniente de Chacance-2, hemos asumido que son adornos para el cabello (Figura 14).
Esta momia se encontró en la Tumba 1, correspondiente a un enterratorio de forma ampollar con
peldaño, señalizada por tres piedras. Se identificó
un sello de piedra y un textil que habría cumplido
la misma función. El individuo se encontró en
posición sentada a 50 cm de profundidad, cuyo
material de relleno estaba mezclado con palomitas de maíz hasta los hombros. El ajuar se compone por restos de pescado; chuspa policroma con
palomitas de maíz; chuspa policroma conteniendo harina de maíz; talega policroma con harina
de maíz; talega policroma con palomitas de maíz;
vichuña de hueso y fragmentos de otra vichuña;
Fragmento de túnica s/nº. Corporación Cultural y Turismo
de Calama.
Taparrabo s/nº. Corporación Cultural y Turismo de Calama.
132
TEXTILES TEÑIDOS POR AMARRAS DEL NORTE GRANDE DE CHILE
Otra pieza de este grupo procede de la tumba 4758
del Cementerio de San Pedro de Atacama, según
notas de Le Paige.30 No contamos con información
de asociaciones contextuales; no obstante, Renard
(1997: 295-296) describe dos piezas más, también
de San Pedro de Atacama, un conjunto procedente
de Doncellas y otro de Susques (Jujuy), del Noroeste Argentino.31 De la misma zona, Rolandi de
Perrot (1973 y 1979) describe ejemplares de este
tipo provenientes de Tastil y Doncellas.
Por otra parte, hemos registrado este tipo de estructuras, todas teñidas por amarras, en Pica-8,
en el Cementerio Oriente de Quillagua, en la Colección Latcham del Museo Nacional de Historia
Natural, también procedente de dicha localidad,
todos correspondientes a los inicios del Período
Intermedio Tardío. Sabemos también que están
presentes en Camarones-8 (J. Correa com. pers.,
1999), posiblemente del sector basural, correspondiente al Arcaico (Muñoz et al. 1993), aunque no debe descartarse la posibilidad de que corresponda a los materiales recuperados del sector
del Intermedio Tardío. No obstante lo anterior,
está también en piezas que formaban parte de
turbantes durante el Formativo, al menos en el
cementerio de Pisagua-D (Agüero 1995), lo que
ampliaría su expansión en el tiempo al menos a
unos 1000 años AC.
Figura 14. Detalle momia de la Tumba 1, Chacance 2, portando
“cintas”. Colección Museo Municipal de María Elena.
sandalia de cuero; seis fragmentos de madera;
fragmento de asa pequeña color negro; fragmentos de cerámica Ayquina y Dupont; cordel de lana;
cordel policromo (pasador de cuero); algarrobo;
bolsa de anillada conteniendo fibra de camélido;
bolsita anillada monocroma; taparrabo policromo;
fragmento textil policromo; fragmento cordelería
blanca; cordelería policroma; bolsa (con calabaza
pirograbada al interior); fragmentos de pala; restos de pulpo; cántaro globular Rojo Violáceo; calabaza pirograbada reparada con hilados; tiesto de
cestería con motivos zoo y antropomorfo; collar
compuesto de semillas y turquesa y collar de hilos rojos.
Con todo, la asignación cultural y cronológica nos
merece dudas, ya que encontramos este tipo de
estructuras teñidas por amarras en sitios correspondientes al Arcaico, Formativo, inicios del Período Intermedio Tardío y Tardío (Doncellas), con
una dispersión temporal y espacial muy amplia,
siendo su asignación al Período Intermedio Tardío la más clara.
Comentarios Finales
De acuerdo a los materiales disponibles es evidente que la técnica del teñido por amarra está
presente en el Norte Grande desde finales del
Arcaico hasta la primera mitad del Período Intermedio Tardío.
Para esta tumba se cuenta con un fechado de 825
DC tomado sobre cerámica Ayquina. La fecha es
ligeramente más temprana que las existentes para
el Período Intermedio Tardío (la dosimetría no fue
realizada específicamente para este sitio, sino que
corresponde a una media de sitios de Quillagua),
pero tanto las bolsas registradas (Cases 1997),
como el material cerámico corresponden a un
momento temprano del período (Ayala y Uribe
1996; Uribe 2002).
30
31
133
Cinta n° 18298, depositada en el IIAM.
Cintas n° 22584 (procedente de San Pedro de Atacama), n°
42-668 (procedente de Doncellas) y n° 27-241 (Susques),
depositadas en el Museo Etnográfico Juan B. Ambrosetti
de la Universidad de Buenos Aires; n° 150 (procedente de
San Pedro de Atacama), depositada en el Museo de Tilcara.
BARBARA CASES C., CAROLINA AGÜERO P.
Ya en el Arcaico Tardío (1500-1000 AC) encontramos el primer antecedente de esta técnica de
tintorería, en sitios como Quiani-7 y Camarones15D, donde se recuperaron cuerpos con turbantes
con hilados teñidos por amarra. En este primer
momento, la técnica se empleó sólo en hilados,
principalmente bouttonnés, que se usaron como
accesorios y no en la realización de piezas. De
ello da cuenta una momia Chinchorro tardía, cuyo
turbante posee un elemento de este tipo, realizado en hilado bouttonné y sus materiales asociados –una manta en técnica de torzal en hilados de
camélido, listada, con cadeneta estructural y tramas en torzal en el encabezamiento de urdimbre–
corresponden a tipos textiles bien documentados
para el Formativo Temprano costero. Aunque también es un hallazgo aislado, hay que destacar la
presencia de un hilado teñido por amarra en el
sitio Topater, cuyos fechados lo sitúan más bien
en el Formativo Tardío; sin embargo, ciertos textiles de dicho cementerio lo relacionan con la quebrada de Camarones e incluso con el valle de
Azapa (Agüero y Cases 2004).
técnica está escasamente representada en relación
a desarrollos de otros territorios, donde la reserva
por amarra presenta un mayor nivel de expertismo.
Sin duda, el gran conjunto de prendas tejidas y
teñidas por amarra del Período Medio se concentra en el territorio atacameño, específicamente en
San Pedro (n=9), y uno en Chiu Chiu (Lindberg
1963). Se trata de túnicas y mantas construidas
por la unión de módulos rojo/azul u ocre/azul a
través de la técnica de urdimbres discontinuas. La
distribución de estas prendas se restringe al territorio de Atacama (con la excepción de la prenda
encontrada en Pica-Quisma, pero de procedencia
atacameña), y como era de esperar, todas ellas
utilizan tramas múltiples. Los contextos y una
fecha de 640 DC asignaría a estas piezas a la segunda mitad del Período Medio en Atacama. La
distribución de las piezas coincide con la información que se maneja para los inicios del Período Intermedio Tardío Inicial, cuando la frontera
de las poblaciones atacameñas, desde el Loa Medio e Inferior, se circunscribe hacia el margen sur
de este río (Agüero et al. 1997).
Posteriormente, en el Formativo (1000 AC-500 DC)
el mismo tipo de hilados se emplea en la confección de piezas, tales como faldellines, presentes al
menos en Camarones-15 AB. Nuevamente, hallamos vinculaciones con el Loa Medio, a través del
hallazgo en Topater de faldellines que tienen el
mismo patrón de construcción, en hilados
bouttonné, pero sin decoración por esta técnica.
No podemos dejar de hacer notar que, si atendemos muchas de las asignaciones culturales que se
han publicado, vemos que existe una tendencia a
identificar como “Tiwanaku” a casi todos los textiles que presentan motivos “escalerados” y a tomar al pie de la letra lo dicho por Ulloa en 1982.
No obstante, nuevas investigaciones han arrojado
resultados algo diferentes. Los textiles Tiwanaku
registrados en Chile corresponden a Tiwanaku III
y IV, es decir, a aquellos que muestran una iconografía claramente vinculada a la representada en
la escultura lítica del sitio tipo en las cercanías
del lago Titicaca. El resto de los tejidos asignados a Tiwanaku se relaciona más bien a expresiones locales del Período Medio en Azapa y en
Atacama, y no puede asignarse a creaciones de
esa población altiplánica (Agüero 2000).
Durante el Período Medio (500-1000 DC), parece existir un hiato, al menos en un momento inicial, porque hacia finales del período e inicios del
Intermedio Tardío, volvemos a registrar en los
Valles Occidentales una pieza decorada en esta
técnica. Esta corresponde a un poncho de Az-6,
para el que proponemos un carácter intrusivo, teniendo su origen probablemente en la Costa Sur
del Perú. El poncho, sin duda, es totalmente atípico: está construido a partir de una sola pieza, y
tanto el cuerpo en sí como los flecos, que forman
parte del mismo paño, tienen como decoración una
lista blanca sobre el fondo rojo intenso. Encontramos aquí no sólo un único color, como en aquella de Pica-8, sino también una sola pieza o paño
tejido, que desde el punto de vista de la estructura textil es bastante más simple. La única relación técnica con las otras piezas del período la
constituye la flecadura estructural. Vemos, entonces, que en este período, en Arica y Tarapacá la
También queremos mencionar que no existen datos concretos para asignar a Tiwanaku la técnica
del teñido por amarra, ya que, en primer lugar,
cuenta con antecedentes en contextos costeros arcaicos y formativos del norte de Chile. En segundo
lugar, el argumento utilizado por Oakland (1986)
y por Torres y Conklin (1995) respecto a que los
círculos observados en la vestimenta de un monolito del sitio tipo podrían ser una representación de
esta técnica, no nos parece acertado, ya que no
134
TEXTILES TEÑIDOS POR AMARRAS DEL NORTE GRANDE DE CHILE
existe ningún tejido teñido por amarra ni en el altiplano circumtiticaca ni en Cochabamba, ambos
centros de producción de ese Estado altiplánico, y
donde sí se han conservado otros tejidos. Cabe señalar el hallazgo del “Tesoro de San Sebastián” en
Cochabamba (que incluía una túnica y falda tejida
con aplicaciones de círculos de oro) nos parece una
comparación más acertada (Money 1991). Más aún,
ni en el gran enclave Tiwanaku en Moquegua, ni
en Ilo (valle del Osmore, sur del Perú), hemos registrado textiles de este tipo, y de donde sería lo
más probable que provinieran los tejidos teñidos
por amarra de Azapa y Tarapacá, si fueran
Tiwanaku (Uribe y Agüero 2002).
uno rojo, en una prenda semitrapezoidal en Azapa,
una rectangular en Bajo Molle (costa de Tarapacá),
ambas con utilización de una trama continua y
(probablemente) una de San Pedro de Atacama
(nº 3945-1) con utilización de tramas múltiples.
Los fechados y contextos sitúan a las primeras en
la primera mitad del Período Intermedio Tardío.
El segundo, sin duda, es el grupo más coherente.
Se trata de túnicas constituidas por dos partes: cuerpo y flecadura, ambas realizadas en forma independiente y unidas por un encandelillado. No presentan dudas en cuanto a su asignación cronológica
a la primera mitad del Período Intermedio Tardío.
Están bien documentadas a través de los contextos
y fechados disponibles. Se distribuyen en forma
pareja, aunque escasa –uno a dos ejemplares por
sitio– en Arica y Tarapacá hasta el Loa, estando
ausentes en San Pedro de Atacama. Esta distribución se relaciona con una expansión del Complejo
Pica-Tarapacá hacia el sur (Loa), situación bien
documentada, tanto a través de material textil como
cerámico en Quillagua, durante esta parte del Período Intermedio Tardío (Agüero et al. 1997). En
efecto, vemos estas túnicas tanto en Arica, Pica,
Quillagua y Chacance, no registrándose ningún
ejemplar de este tipo más allá de dicho sitio, lo
que coincide con que el hecho de que el río Loa
haya constituido una frontera entre los territorios
de Tarapacá y Atacama (Agüero et al. 1997).
Como muestra el registro arqueológico durante el
Período Medio e Intermedio Tardío, San Pedro de
Atacama se comporta de manera excepcional. Así,
las túnicas que proceden de esos oasis muestran
mayor complejidad técnica en su estructura y en
sus terminaciones. Por ejemplo, tenemos piezas
con ocho a 16 módulos de colores alternados, esta
última correspondiente a una manta, además con
un sector central con motivos de cruces y
escalerados logrados por urdimbres discontinuas.
Entre las terminaciones tenemos las costuras con
encandelillado, puntada en ‘8’ y puntada zigzag
envuelta. Las aberturas están reforzadas con un
festón simple y la túnica 3937 presenta un refuerzo de la flecadura a través de una cadeneta. La
túnica 3945-1 muestra una cadeneta estructural en
el encabezamiento urdimbre (lo que hasta el momento sólo habíamos registrado en textiles del
Formativo). Además, esta túnica tiene un rectángulo de 4 cm de ancho y 1 cm de largo hecho en
puntada corrida doble lineal, como refuerzo en el
vértice de la abertura para el cuello. Aparte de
esto, en San Pedro se encuentra la única túnica
que presenta motivos figurativos Aguada, y los
únicos registros de mantas de la muestra. Como
sucede en Atacama, todas las prendas que registramos utilizan tramas múltiples, insertándose de
inmediato en la Tradición Textil de Atacama.
El tercer grupo consiste en cables unidos por un
hilado (costura) y luego teñidos por amarras. Nuevamente encontramos homogeneidad en cuanto a
la técnica de manufactura y decoración. Este grupo correspondería claramente al Período Intermedio Tardío por las mismas razones que las otras
piezas de este período: contextos y fechados consistentes. Sin embargo, existe registro de este tipo
de estructuras, también teñidas por amarras, en
sitios correspondientes al Arcaico (Camarones-8
basural) y Formativo (Pisagua-D), lo que ampliaría su expansión temporal. Por otra parte, es este
el tipo de piezas que goza de la mayor distribución espacial: de Camarones al Loa Inferior, y
desde la costa de Chile hasta el Noroeste Argentino, lo que dificulta su asignación cultural.
Finalmente, durante el Período Intermedio Tardío,
encontramos la mayor concentración de tejidos
decorados por esta técnica, correspondientes al
Complejo Pica-Tarapacá, dentro de la Tradición
Textil de Valles Occidentales. Identificamos tres
conjuntos de piezas teñidos por amarras.
La última pieza es un taparrabo que hemos asignado a este período –por los materiales presentes
en la misma unidad de recolección y por el uso
de una sola trama–, sugiriendo relaciones con la
Tradición Textil de Valles Occidentales.
El primero corresponde a túnicas construidas por
la unión longitudinal de dos paños, uno azul y
135
BARBARA CASES C., CAROLINA AGÜERO P.
los hallazgos en territorio chileno tienen una cierta
correspondencia con aquellos del Area Central
Andina. De hecho, resulta notable que si aceptamos que la técnica de teñido por amarra fue usada
por poblaciones Chinchorro tardías, en la costa de
Arica, en fechas cercanas al 1000 AC, las primeras
manifestaciones de esta técnica en nuestro territorio se sitúa en forma casi paralela a aquellas registradas para la misma técnica en Chavín, y más sorprendente aún, a textiles pintados en técnica de
reserva en Carhua, en la Costa Sur del Perú, fechados hacia 900-700 AC. Contemporáneos al Período Medio, e incluso traslapándose con el Formativo, encontramos textiles Nasca (300-700 DC) y
Nasca-Wari (600-1000 DC) teñidos por amarra, en
la Costa Sur del Perú. Dentro de estos textiles,
existen atributos presentes en nuestro registro, como
el uso de camélido, la flecadura estructural también con reserva y la presencia de tejidos en módulos (urdimbres discontinuas). En períodos posteriores la técnica también está presente en las culturas Chancay (1100-1400 DC) y Chimú (11001532 DC), en la Costa Central y Norte del Perú,
respectivamente, lo que cronológicamente sitúa a
dichos hallazgos en forma relativamente contemporánea a los conjuntos que hemos reconocido para
la primera mitad del Período Intermedio Tardío en
el Norte Grande de Chile.
Por otra parte, todas las prendas tejidas revisadas
presentan ciertas particularidades coherentes con
su lugar de procedencia, permitiéndonos suponer
una factura local. Así, en Azapa hay una túnica
de forma semitrapezoidal, y tanto en Arica como
en Tarapacá utilizan una trama continua, como es
lo habitual en la Tradición de Valles Occidentales. Tarapacá por su parte se comporta de la manera esperada, esto es, compartiendo elementos
tanto de las subáreas de Valles Occidentales
(Azapa) como de la Circumpuneña (Atacama). Lo
último se observa en la túnica de Pica-Quisma.
Tanto en la muestra que tenemos para Azapa como
para Tarapacá, es notoria la ausencia de la técnica
de urdimbres discontinuas (salvo la túnica PicaQuisma). Por su parte, San Pedro de Atacama
entrega cuatro túnicas, todas de dimensiones más
pequeñas que las anteriores, rectangulares, y con
utilización de tramas múltiples y de la técnica de
urdimbres discontinuas.
Al menos, en las piezas que hemos documentado,
las técnicas con que están confeccionadas o terminadas parecen ser menos complejas en la
Subárea de Valles Occidentales que en la
Circumpuneña. La mayoría de las túnicas de Arica,
Tarapacá y el Loa están confeccionadas con un
solo paño tejido, o bien, con dos paños tejidos
cosidos a los lados y al centro dejando aberturas
para introducir brazos y cuello. Las uniones laterales y centrales son simples encandelillados o
“espina de pescado” sin refuerzos de las aberturas para brazos y cuellos ni en sus vértices. Salvo
en la túnica de Pica-Quisma –similar a las de San
Pedro– no está presente la técnica de urdimbres
discontinuas.
Agradecimientos Queremos expresar nuestra gratitud a Soledad Hoces de la Guardia y Paulina
Brugnoli por habernos invitado a participar en la
documentación de las piezas que dieron origen a esta
publicación, y a Pilar Alliende, del Museo Chileno
de Arte Precolombino, por permitirnos utilizar fotografías de la publicación “Amarras: El arte de
teñir en los Andes Prehispánicos”, catálogo de la
exposición homónima realizada por dicha institución en noviembre de 1999, las que se encuentran
individualizadas por (*) en este artículo. Las fotografías fueron tomadas por Claudia del Fierro,
quien también realizó la diagramación de las figuras. Asimismo queremos agradecer a las instituciones depositarias de las piezas referidas por
autorizar su estudio y publicación.
Para terminar, un último punto, que nos parece interesante de resaltar, es que los lugares en que se
ha registrado el teñido por amarra corresponden a
zonas que tienen una gran interacción con otras:
Azapa con los desarrollos de la costa sur peruana
y Atacama con los del Noroeste Argentino, habiendo en ambos un alto nivel de expertismo en cuanto
al uso de esta técnica. A su vez, cronológicamente,
136
TEXTILES TEÑIDOS POR AMARRAS DEL NORTE GRANDE DE CHILE
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