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III ACTIVIDADES DE URGENCIA Volumen 2 ANUARIO ARQUEOLÓGICO DE ANDALUCÍA / 2001 CONSEJERÍA DE CULTURA ANUARIO ARQUEOLÓGICO DE ANDALUCÍA 2001.III,-2 Abreviatura AAA’01.III-2 Coordinación de la edición: Dirección General de Bienes Culturales Servicio de Investigación y Difusión del Patrimonio Histórico C/ Levíes, 27 41071 Sevilla Telf. 955036900 Fax 955036943 Gestión de la producción: Empresa Pública de Gestión de Programas Culturales Área de Programas de Cooperación Cultural y de Difusión e Instituciones del Patrimonio Histórico © de la edición: Consejería de Cultura. © de los textos y fotos: sus autores Edita: Consejería de Cultura. Impresión Tecnographic, S.L. Artes Gráficas. SEVILLA ISBN de la obra completa: 84-8266-450-6 ISBN del volumen: 84-8266-454-9 (T. III, V. II) Depósito Legal: SE-3.089/2004 (T. III, V. II) EXCAVACIÓN ARQUEOLÓGICA DE URGENCIA EN EL SOLAR DE CALLE MARQUÉS DE VILLAFIEL, Nº 4 (MÁLAGA) JUAN ANTONIO MARTÍN RUIZ ALEJANDRO PÉREZ-MALUMBRES LANDA Resumen: La actuación arqueológica en el solar, de pequeñas dimensiones, ha permitido documentar un potente nivel con materiales del siglo XVI, sin que se hayan localizado restos de la muralla medieval en la cota afectada. Abstract: The archeological work conducted in a very limited site in the city of Málaga has allowed us the finding of a numerous collection of artifacts dated in the 16th century. Although, in contradiction to what we expected, the wall of the islamic city is not located in the profundity explorated. METODOLOGÍA Y OBJETIVOS. La licencia de obra concedida a la empresa Jercar, S.L. para construir un edificio de viviendas en el solar de calle Marqués de Villafiel, nº 4 estaba condicionada, según el P.G.O.U. vigente, al estudio de los restos arqueológicos del solar. En este caso concreto se preveía además que se vieran afectados restos de la muralla del recinto medieval de la ciudad, protegida por una Ordenanza Arqueológica. El solar ocupa un superficie de 211,87 m2, encontrándose las medianerías (especialmente la sur y oeste) en bastante mal estado, con grietas y asientos, con riesgo de desprendimiento de materiales, tal y como advertía el arquitecto autor del proyecto de edificación. Por ello nos ceñimos a la zona central, con un corte de 6 x 5 m. (fig. 1). El proyecto de edificación prevé una losa de cimentación. La afección al subsuelo alcanza hasta una cota de –2 m. de la rasante actual. La toma de datos se ha realizado según el sistema Harris, por unidades estratigráficas. La excavación se ha desarrollado levantando éstas de modo individualizado, profundizando cuanto ha sido posible entre las estructuras contemporáneas que ocupaban y destruían en buena parte el subsuelo del solar. La planimetría ha sido realizada por los arqueólogos directores de la intervención, con apoyo por parte del servicio de Topografía de la Gerencia de Urbanismo del Excmo. Ayuntamiento de Málaga. Todas las cotas reflejadas en el informe son expresadas en referencia a metros sobre el nivel del mar. Previamente al inicio de la excavación la dirección facultativa de la obra encargó un estudio geotécnico del terreno, realizándose tres ensayos de penetración mediante sondeos con barrena. Uno de ellos se localiza en la zona comprendida en el corte, no dando con ningún firme hasta los 7,40 m. de profundidad. Otro sondeo, realizado junto a la medianería occidental, dio con un firme duro a tan solo dos metros de profundidad, sin que podamos afirmar si se trata de la zapata de cimentación de los muros de la vivienda, o bien de la muralla de la ciudad. Al acceder al solar encontramos en superficie muestras de las extraídas por la barrena, entre las que hallamos trozos de roca de travertino. Este tipo de material nunca ha sido documentada como componente de la muralla medieval, si bien no es extraña su presencia en Málaga empleada en construcciones antiguas de época romana. Fig. 1. Situación del corte en el solar. INTRODUCCIÓN HISTÓRICA. Nos encontramos en una zona que representaba el límite de la madina islámica hacia el oeste, ceñido a un obstáculo natural, el río Guadalmedina. Los hitos urbanos cercanos más importantes son, sin duda, los referentes a la muralla de la ciudad. En este sector, según los datos documentales recabados, se constata la existencia de una antigua puerta del recinto defensivo islámico. Nos referimos a la denominada Puerta del Río o, como también se la designa en los Repartimientos de la ciudad, Puerta de la Puente. Citada en autores árabes como alHimyari o Ihsan Abbas, era conocida, antes de la conquista cristiana, como Bab al-Wadi (Puerta del Río), si bien también aparece recogida como Bab al-Qantara (Puerta del Puente), por lo que vemos que los cristianos continuaron usando denominaciones anteriores1. En un documento de 1625 se la denominada como Puerta de Santo Domingo, en relación con el puente cercano que comunica con el convento situado en la otra orilla del río y que da nombre a toda la zona2. 617 Aunque no tenemos datos concretos sobre sus características edilicias o representaciones gráficas de la misma, sí sabemos que debía presentar un aspecto de saliente o espolón con respecto al resto de la muralla, y que sufrió varias reparaciones a lo largo de su historia, como fueron las realizadas en 1493, 1540 y 15053, lo que no impide que en 1557 continuase en mal estado, según reza en un informe enviado por el corregidor malagueño al rey Felipe II4. Según Hernando de Pulgar era de aspecto “grande e fuerte”, estando abovedada en opinión de Guillén Robles5, según el cual estaba dotada de un rastrillo para dificultar el acceso, lo que le prestaría otro nombre. Esta puerta se unía con otra ubicada al otro lado del Guadalmedina, mediante uno de los pocos puentes existentes en la Málaga musulmana, en este caso con cuatro arcadas. Todo ello hace, en palabras de Mª D. Aguilar6, que sea ésta una de las puertas más interesantes de la ciudad, por cuanto confluyen en ella varios elementos arquitectónicos ya señalados (torre-puerta, puente y torre albarrana). Debemos señalar, igualmente, su cercanía a las Atarazanas, lo que hizo que esta zona fuese un punto de especial interés para los conquistadores cristianos durante su asedio a Málaga, cuando sufrió un ataque al mando de Francisco Ramírez de Madrid. Tenemos constancia de la inexistencia de dicha puerta ya a finales del siglo XVII, ya que fue destruida por una inundación del Guadalmedina que tuvo lugar el día 22 de septiembre de 1661, si bien su estado de conservación era ya entonces lamentable. En el plano urbano de Joseph Carrión de Mula, de 1791, no aparece por tanto la puerta. En esta parte de la ciudad próxima a su entrada por el Guadalmedina y al puente que recurrentemente se ha levantado allí, se situaban los mesones o posadas donde se hospedaban los viajeros y comerciantes. De estos edificios se conserva todavía, afortunadamente, algún ejemplo, como el Mesón de la Victoria, actual Museo de Artes Populares. La zona del solar era en esta época un dédalo de callejuelas, con varios adarves y callejones sin salida. Uno de ellos pudo ser, en origen, la actual calle en la que se sitúa el solar, según se desprende de unos datos de 1756 recogidos por Francisco Bejarano, quien cita además que el Convento de Nuestra Señora de la Paz era propietaria de un edificio en dicha calle7. Sólo sobre el año 1900 fue abierta la calle, entonces denominada “Prolongación de Olózaga”, cuando la calle fue abierta la comunicación de la calle al derribarse el inmueble que la cerraba8. Toda la zona inmediata sufrió a finales del siglo XIX una gran remodelación, con el derribo de las Atarazanas y la creación de un nuevo urbanismo de corte higienista, con calles más anchas9. Sin embargo, en la parte cercana al solar se conservaron algunas calles con un trazado curvo y de quiebros, como la misma callejuela y la calle Camas. Este trazado es ya inexistente, al haber sido derribadas todas las manzanas de casas colindantes para construir una gran plaza y un aparcamiento, por lo que este tramo de calle Marqués de Villafiel quedará abierto. El nombre de la calle, un personaje que fue gobernador de la ciudad en el siglo XVII, le fue impuesto en tiempos recientes (1939) y no obedece a ningún hecho histórico localizado en la zona. Fig. 2. Planta Nivel I. dientes a la cimentación del edificio, que han afectado en gran medida los niveles subyacentes, con amplias zanjas de cimentación a veces hasta una cota muy baja. También se conservan una serie de tubos de cementos y una arqueta, correspondientes al sistema de traída y evacuación de aguas. La presencia de éstos elementos ha mediatizado en gran medida la excavación de los restos subyacentes, ya que se intentó con escaso éxito su eliminación mediante martillos neumáticos y posteriormente con una retroexcavadora, no pudiéndose dejar expedita más que la mitad occidental de corte. -Nivel II (fig. 3). A esta fase, correspondiente al edificio anterior al derribado, pertenecen los restos de una serie de muro de ladrillos, que aparecen casi desde la superficie y con una cimentación poco profunda. El mejor documentado de ellos se encuentra en el perfil oeste (U.E.M. 19). En el perfil sur se observa el paramento de otro muro (U.E.M. 18), que apoya sobre uno correspondiente a la fase más antigua. Conserva un enfoscado de cal pintado a la almagra. A esta vivienda corresponde un pozo negro, formado por piedras, ladrillos rotos y algunos ladrillos de traída de aguas, con sección en U, reutilizados (U.E.M. 16). El más potente de los muros de hormigón de la fase I apoyó en su fábrica, rompiéndolo en parte pero también tomando su forma. El relleno del pozo (U.E. 17), un cieno negro todavía maloliente, con escasos materiales, indica que debía tratarse de uno de los pozos negros en uso en la casa anterior a la derribada. RESULTADOS DE LA EXCAVACIÓN. -Nivel I (fig. 2). Corresponde a los restos del inmueble derribado, que fue construido en el año 1943. De él han quedado, arrasadas hasta el nivel de la calle (unos 4.90 m.s.n.m.) una serie de muros, cubos y planchas de hormigón, correspon- 618 Fig. 3. Planta Nivel II. Fig. 4. Planta Nivel III. -Nivel III (fig. 4). Sin ninguna transición, desde una cota de 4,21 m., muy cercana a la superficie, localizamos en el perfil sur un muro realizado con ladrillos, en sentido este-oeste. Su zapata, de piedra, aparece más alta al este que al oeste, formando un alzado escalonado que es delimitado por un tabique de ladrillos (U.E.M. 32) transversal al muro 21. Junto a su paramento aparecen cerámica y vidrio, datables desde el momento de la conquista cristiana en 1487 a inicios del siglo XVI, junto con huesos de animal a veces quemados, entre los que distinguimos un colmillo de jabalí, conchas de moluscos y cenizas. En la cota de base, más alta como se ha dicho hacia el este, aparecen escombros de ladrillo, piedra, trozos de mortero de cal, tejas de hasta 30 cm. de largo, pero con un material sin embargo muy homogéneo con el que conforma la colmatación del espacio junto al muro, sin que se pueda establecer ninguna diferenciación cronológica. En la base del muro en su parte más profunda, a una cota de 2.84 m., aparecen restos de un pavimento de ladrillos de 20 x 5 cm. colocados en espiga. Otros ladrillos del mismo tipo aparecen removidos junto a él, así como los restos arrasados hasta la cota de 2.73 m. de la cimentación, en piedra, ladrillo y mortero de cal, de dos muros que hacían esquina (U.E.M. 27 y 28), aunque separados por un espacio en el que sólo aparece arcilla (U.E.M. 29). Al este del muro 27 y a la cota de su base aparece una fina capa grisácea, por la presencia de ceniza (U.E. 26). Las filtraciones del pozo negro de la fase anterior dificultan los trabajos, tiñendo de negro todos los estratos. ESTUDIO DE LOS ARTEFACTOS. Como se ha visto, la mayor parte de los niveles excavados corresponden a la primera mitad del siglo XVI, siendo por tanto la mayoría de los artefactos recuperados de la misma época, conformando un lote bastante numeroso, aunque limitado en sus formas, aunque dentro de ellas se dan variantes. Destacan por su gran número las piezas de servicio de mesa, principalmente las escudillas, siempre de fondo cóncavo y, en su mayoría, con una marcada carena a media altura, gruesas paredes y borde vertical redondeado (fig. 5, 2 y 3). Aparecen vidriadas por ambas caras, salvo a veces la base, en tonos melado, verde, marrón, a veces moteado. La pasta oscila en tonos de gris a marrón y son compactas. Los ejemplares de menor tamaño, que no llegan a los diez centímetros de diámetro, sólo se vidrian al interior y en el borde. En todas ellas son muy visibles, tanto al exterior como al interior, las marcas de los trípodes usados para separar las piezas en el horno. Fig. 5. Escudillas. Existe algún ejemplar de escudilla con decoración más cuidada, blanca al exterior y azul sobre blanco al interior, con asa horizontal como las producciones valencianas de la Baja Edad Media. Su pasta es naranja-rosácea. Los platos tienen un fondo cóncavo similar a las escudillas, con un pocito interior, pared ancha con suave inclinación y borde ligeramente vuelto hacia abajo (Fig. 8, 2). Hay dos tamaños predominantes, uno grande en torno a 23 cms. de diámetro, y otro pequeño que oscila alrededor de los 14,5 cms. El acabado vidriado presenta la misma variedad que las escudillas, estando en todos los casos vidriados tan sólo en el anverso y los bordes. Hay que destacar que algunas piezas con vidriado marrón muestran en su anverso trazos decorativos en forma de arco secantes de color negro, de clara tradición islámica. Existe una serie diferente, tanto de escudillas como de platos, con la misma forma que lo anteriores pero cubiertos por un vidriado verde oliva, que se asocia a una pasta de color pajizo poco compacta, distinta a las otras. Algunas escudillas tienen además dos pequeños asideros en el borde (fig. 5, 1), que nunca se dan en las de diferente pasta y vidriado. Entre la vajilla de mesa encontramos también tanto platos como escudillas realizadas en la misma pasta amarilla que se decoran con la técnica llamada en América “Isabella Polícroma”10, que emplea los colores azul y morado, en bandas concéntricas de distinto grosor (más anchas las moradas) sobre fondo blanco. Tiene su origen sobre mediados del siglo XV, prolongándose hasta el XVI11 (fig. 6, 1). Estas producciones aparecen representadas en otras excavaciones urbanas de Málaga, como la de calle Salinas nº 6, pero siempre en escaso número. Creemos que tanto la serie verde como la azul y morada, con pastas similares, son producciones de origen 619 Fig. 7. Graffita y maiolica. Fig. 8. Platos maiolica y loza común. Fig. 6. Producciones españolas. 620 sevillano, donde se dan con anterioridad, y que serán el prototipo de las producciones malagueñas, más bastas. Otras piezas de importación, en este caso del Reino de Aragón, son escudillas de loza dorada catalana de la que se conserva una base, decorada con asteriscos y puntos, con pasta color amarillo pálido (fig. 6, 3). Contamos con otra pieza de la misma técnica, ésta de pasta anaranjada: un fragmento de pared y borde, con una retícula con puntos dentro de cada rombo (fig. 6, 2). Aparecen también cerámicas importadas de los distintos estados italianos, como una escudilla con decoración incisa al interior, realizada en un pasta naranja claro muy depurada, que se trata de un tipo de graffita del área pisana (fig. 11). Se documentan además varios fragmentos de maiolica italiana, sin que por ahora podamos atribuirlas a un taller en concreto. Se caracteriza por la pasta muy compacta y depurada, de color amarillo pálido-crema. el vidriado, sin embargo, salta fácilmente. Contamos con fragmentos de al menos cuatro platos distintos (fig. 7). El más completo se representa en la fig. 8, 1, y pertenece a la serie de óvalos y rombos de Montelupo, datada entre 1510 y 152012. Hay así mismo dos fragmentos de pared de boccale o jarro del mismo tipo, uno con decoración en damero, habitual en este tipo de piezas. Los colores utilizados son azul cobalto, naranja claro-amarillo intenso, marrón, granate y verde claro, todos sobre fondo blanco, mientras el reverso de los platos a veces se decora, aunque de modo más sencillo, y otras presenta únicamente cubierta de vedrío blanco pálido. También hay algún fragmento amorfo decorado con la técnica azul sobre azul, originaria de la Liguria y posteriormente imitada en España. Por su parte, la cerámica de cocina, de probable producción local, está representada por cazuelas y marmitas, siempre vidriadas y con borde vertical. Existen anafres de pasta amarillenta y decoración a peine ondulado en el exterior. Los bacines documentados son de pequeño tamaño, con borde plano y casi horizontal, estando vidriados sólo al interior y el borde. Los lebrillos comunes están vidriados en melado al interior, existiendo alguna pieza con decoración azul sobre blanco. Se han localizado dos atifles o trípodes de alfar, así como otros dos fragmentos de morillo, sin que su sola presencia, sin conexión a otros elementos como pueden ser restos cerámicos con defectos de cocción, nos permitan presumir la presencia cercana de un horno. Fig. 9. Perfil estratigráfico. Fig. 10. Perfil estratigráfico. Como en otros contextos de esta misma época, encontramos numerosos fragmentos de vidrio soplado, especialmente copas, algunas con bases muy desarrolladas, vasos y jarritos. Las asas de estos jarritos suelen ser geminadas, y presentan por lo general profusa decoración, con crestas realizadas a pinza, aunque a veces se limita a un pedúnculo en la parte superior, para apoyar el dedo pulgar. Otras asas presentan forma trenzada. Se conserva un pico vertedor de una pieza igual a los pitcher de cerámica levantina de siglos anteriores. En su mayoría se trata de vidrio traslúcido de color azulado producido por las irisaciones de la desvitrificación, azul, morado y un sólo fragmento verde. En cuanto a las piezas tratadas con distintas técnicas decorativas de estilo u origen italiano, encontramos una pieza de vidrio azul oscuro que presenta hilos de vidrio blanco aplicado. También podemos citar un asa de una pieza decorada con la técnica millefiori, con incrustaciones blancas, azules y granate. Los tipos cerámicos importados, así como las piezas de vidrio, no son ajenos a otros contextos domésticos urbanos documentados con anterioridad, que deben considerarse como relacionados con un sector de población de cierto poder adquisitivo13. En la parte más profunda del sondeo se han localizado algún fragmento de cronología nazarí, como un ataifor de perfil quebrado o jarras de base saliente, con pasta amarilla pajiza, o un fragmento de tinaja con decoración estampillada bajo vidriado verde, pero su presencia es escasa y aparece junto con el material cristiano en la base del vertedero. Fig. 11. Perfil estratigráfico. Fig. 12. Perfil estratigráfico. CONCLUSIONES. Hasta cierto punto nos ha sorprendido la potencia que alcanzan los restos del siglo XVI, dado que nuestra experiencia en un solar cercano a éste y también al río (Plaza de Arriola, 9)14 nos daba cuenta de una profundidad muy escasa antes de los niveles de arroyada estériles, y sobre éstos se documentaba la presencia de material y estructuras islámicas, especialmente nazarí. No hemos localizado restos de la muralla, que en vista a los antecedentes citados de excavaciones cercanas, parece situarse más hacia el río, sin que las estructuras que conformaban la puerta, según las fuentes bastante compleja, llegaran hasta la zona excavada. Las únicas estructuras murarias recuperadas parecen indicarnos que nos hallamos ya en una zona intramuros, probablemente ocupada por viviendas, dado el tipo de ajuar doméstico recuperado. La sustitución en siglos posteriores de unas estructuras por otras parece haber sido acompañada de una retirada de elementos anteriores, ya que no se documentan niveles arqueológicos entre el siglo XVI y la Edad Contemporánea. La cota de la calle habría permanecido por tanto estable desde el abandono del edificio del siglo XVI, similar a la actual. Dado que la muralla no ha aparecido, planteamos como necesaria una vigilancia del movimiento de tierras en la totalidad del solar. El fin de esta intervención complementaria sería documentar la posible presencia de muralla en el subsuelo cuando se vacíe la zona cercana a la medianería occidental, más próxima al río. 621 NOTAS (1) (2) (3) (4) (5) (6) (7) (8) (9) (10) (11) (12) (13) (14) 622 CALERO SECALL, Mª I.; MARTÍNEZ ENAMORADO, V., Málaga, ciudad de Al-Andalus, ed. Ágora, Málaga, 1995, pp. 267-268. OLMEDO CHECA, M., Málaga a finales del siglo XVII, ed. Arguval, Málaga, 1988, p. 169. PERAL BEJARANO, C., “Intervención durante las obras de remodelación del río Guadalmedina, Málaga”, Anuario Arqueológico de Andalucía/1992, vol. III, Puerto Real, 1995, pp. 494-500. OLMEDO CHECA, M., Miscelánea de documentos históricos urbanísticos malacitanos, Ayuntamiento de Málaga, Málaga, 1989, p. 9. GUILLÉN ROBLES, F., Málaga musulmana, vol. II, ed. Arguval, Málaga, 1994, p. 478. AGUILAR GARCÍA, Mª D., Málaga: (1487-1550). Arquitectura y ciudad, Diputación Provincial, Málaga, 1998, p. 26. 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