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EL ARTE DE INVESTIGAR Y SUS IMPLICACIONES Verónica Gil Montes Angélica Rosas Huerta* A lo largo de la historia de la humanidad la visión del mundo ha sufrido diversos cambios: los descubrimientos de nuevos territorios y la construcción de diversas formas de conocimiento han permitido a las sociedades transformarse continuamente; en este conocer del mundo, los grupos sociales se apropiaron de un saber práctico que se transformó desde la cotidianidad en un saber científico, dando como resultado la construcción de la ciencia y, así, un ordenamiento del conocimiento. En el desarrollo de las ciencias en general la sistematización del conocimiento se ha logrado a partir del desarrollo de distintas formas de conocer, es decir, de métodos y formas de tratar los problemas o de explicar los fenómenos naturales. Los métodos y metodologías desarrollados en el devenir de la ciencia son diversos y susceptibles de perfeccionamiento. De esta manera, encontramos metodologías distintas para las ciencia sociales y naturales. En las ciencias sociales existen diversas corrientes teóricas para acceder al conocimiento, como por ejemplo el positivismo, el materialismo, el historicismo, el estructuralismo, la fenomenología, el interaccionismo simbólico, etcétera; sin embargo, alrededor de dos perspectivas teóricas, el positivismo y la fenomenología, se han construido aportes importantes para comprender a la sociedad. Respecto al positivismo, diremos que es una perspectiva teórica basada en el método de la ciencia natural, en el cual se pretende indagar sobre los fenómenos sociales sin tomar en cuenta los procesos y el contexto histórico-social de los sujetos que protagonizan aquello que se quiere estudiar. Comte, a quien se le considera el padre de la sociología moderna, propuso establecer el método científico de las ciencias na* Profesoras-investigadoras del Departamento de Política y Cultura, Xochimilco. [141] UAM- 142 VERÓNICA GIL MONTES Y ANGÉLICA ROSAS HUERTA turales a las ciencias sociales, lo cual ha marcado una forma de hacer ciencia —construyó dicho método para poder dar un carácter de ciencia a lo social—. Los positivistas buscan los hechos o causas de los fenómenos sociales con independencia de los estados subjetivos de los individuos.1 Este método científico positivista propone igual que en las ciencias naturales una serie de pasos controlados, que el investigador pueda manipular, por lo que solamente se toman en cuenta aquellos hechos que aportan evidencia sobre el fenómeno a estudiar; así que para realizar investigación de corte positivista, se han elaborado a lo largo del tiempo distintas técnicas, utilizando la que conocemos como metodología cualitativa, ya que a través de diversos instrumentos como cuestionarios, estudios demográficos y encuestas, se produce una serie de datos que apuntan a describir aquello que se investiga. Por lo general, en este tipo de estudios las variables se tratan de controlar al máximo y los datos obtenidos se codifican a modo que se puedan analizar por medio de un programa estadístico. Cabe señalar que la investigación de corte cuantitativo es una forma de tener acceso al conocimiento, pues permite conocer la situación de un problema particular. Otra tradición teórica clásica en las ciencias sociales es la fenomenología, la cual tiene una fuerte presencia en ciencias como la sociología y la filosofía;2 el fenomenólogo pretende entender los fenómenos sociales desde la perspectiva del actor.3 De esta manera se permitió pensar al sujeto desde sí mismo, no como parte de un experimento controlado, sino como parte de lo que lo rodeaba, de su contexto. Esta mirada teórica supone visualizar el 1 Cfr. Taylor y Bogdan, Introducción a los métodos cualitativos de investigación, Barcelona, Paidós, p. 15. 2 La fenomenología de Husserl es la vivencia que define lo real y no hay algo detrás de las apariencias; la cosa es lo que aparece, los hechos no son realidades sino objetos ideales definidos por conceptos. Esto es importante ya que una vez que aparece la fenomenología, las interpretaciones del mundo del espíritu y la naturaleza (Dilthey y Rickert) se desplazan de una interpretación interna al significado del afuera. Schütz propone la interpretación de los fenómenos sociales como la comprensión del significado de la acción, y se basa en las teorías de Husserl y Weber. (cfr. Enrique de la Garza Toledo, “Subjetividad, cultura y estructura”, Revista Iztapalapa, núm. 50, México, UAM-Iztapalapa, enero-junio de 2001, pp. 86-87). 3 Ibid., pp. 15-16. EL ARTE DE INVESTIGAR Y SUS IMPLICACIONES 143 problema de investigación como un campo dinámico en el cual se interrelacionan un sinfín de actores y situaciones. Se indaga sobre las formas de percibir el mundo que presenta cada sujeto, el cual participa o forma parte del proceso social que se investiga; no se pretende generalizar, sino entender un fenómeno en un contexto social histórico. A la luz de dicha perspectiva teórica se han desarrollado otras, como el interaccionismo simbólico o la etnometodología, que han permitido construir lo que se ha denominado metodologías cualitativas; bajo esta propuesta metodológica se privilegia la información de primera mano de los sujetos que son investigados, la cual debe dar cuenta de sus creencias, rituales y formas de percibir el mundo. Algunas técnicas utilizadas por la metodología cualitativa son las entrevistas a profundidad, entrevistas grupales, historias de vida, la observación participante, el análisis de documentos personales, de archivos fotográficos, etcétera. La forma de acceder al conocimiento, ya sea bajo una perspectiva cuantitativa o una cualitativa, supone una mirada teórica e ideológica del que investiga. Si bien para las investigaciones de corte cuantitativo, el referente ideológico del investigador no es importante y en la medida de lo posible no se toma en cuenta, ya que se trata de mantener distancia con lo que se investiga para así mantener la objetividad de lo que se estudia, en las metodologías cualitativas el papel que desempeña el investigador y sus referentes ideológicos se ha convertido en un dato más para analizar. LA IMPLICACIÓN SOBRE INVESTIGAR: ¿DESDE DÓNDE SE INVESTIGA? El proceso de investigación supone varios momentos en los cuales está inmerso el investigador; se investiga desde una idea, un relato, o incluso desde un condición de vida, así que durante el proceso de investigación se entrelazan constantemente el hacer cotidiano y el hacer científico; es decir, existe una implicación del investigador sobre aquello que va a indagar. Ahora bien, cuando hablamos de implicación se hace alusión a un conjunto de compromisos teóricos y prácticos conscientes o inconscientes que el profesional sostiene con diversos elementos y VERÓNICA GIL MONTES Y ANGÉLICA ROSAS HUERTA 144 estructuras de una sociedad [….]Estar implicado significa estar atrapado en una red de compromisos, que van más allá de la voluntad o la intención del practicante, que sobreimprimen el sentido de la acción o el proyecto que éste intenta instrumentar.4 Por ejemplo, la elección del tema a tratar conlleva en sí una implicación sobre lo que se va a investigar; es decir, no se escoge un tema de investigación al azar, se trabaja en aquello que nos interesa, que en cierta forma pretendemos responder, lo cual no significa que esto sea un impedimento para poder llevar a cabo con éxito dicho trabajo. El investigador tiene que trabajar en todo momento su implicación, aquello que sucede en el terreno de su trabajo y fuera de éste, que le permite seguir avanzando o que lo limita en sus pesquisas; sin embargo, para poder llevar a cabo un análisis de las implicaciones es necesario tomar en cuenta ciertos elementos que pueden ayudar. Primero, tendríamos que centrarnos en un punto clave que es este caso es sin lugar a dudas el de la circularidad de la ciencia. Piaget menciona que aquel sujeto que observa o experimenta en sí mismo o en otro puede, por una parte, ser modificado por los fenómenos observados y, por otra, dar lugar a modificaciones en cuanto al desarrollo y a la naturaleza misma de estos fenómenos;5 es decir, nos encontramos frente a un problema epistemológico: el hombre es a la vez sujeto y objeto, pues aquel que investiga es un sujeto dotado de significaciones, cultura y simbolismos propios; en esta medida toda investigación presupone un grado consciente e inconsciente de implicación. El proceso de circularidad enriquece la investigación, el ser sujeto-objeto nos hace referir, resignificar, simbolizar y apropiarnos de formas distintas de percibir la realidad; de esta manera investigar se vuelve un proceso inacabado, pues no llegamos a interpretaciones únicas sino contextuadas en diferentes niveles de percepción e interpretación de la realidad según el ámbito cultural, económico o ideológico de aquellos sujetos o materiales con los que se trabaja. Otro elemento importante es la cultura. Todos los seres humanos estamos inmersos en una cultura, es decir, en una serie de significaRoberto Manero, “Los psicólogos y su implicación”, Las profesiones en México, núm. 6, UAM-Xochimilco, p. 43. 5 Jean Piaget et al., Tendencias de la investigación en ciencias sociales, Madrid, Alianza Universidad, p. 66. 4 EL ARTE DE INVESTIGAR Y SUS IMPLICACIONES 145 ciones dadas por el contexto en el que nos desarrollamos, y son estas significaciones las que nos constituyen y nos hacen tener una identidad propia [la cultura] entendida como sistemas de interacción de signos interpretables [que ignorando las acepciones provinciales, yo llamaría símbolos], la cultura no es una entidad, algo a lo que puedan atribuirse de manera causal acontecimientos sociales, modos de conducta, instituciones o procesos sociales; la cultura es un contexto dentro del cual pueden describirse todos esos fenómenos de manera inteligible, es decir, densa.6 En cada cultura se encuentran un sinfín de símbolos y significaciones y los seres humanos vivimos y nos desarrollamos en ella, esto provee a cada comunidad o grupo social de significaciones propias; se establece así un proceso de construcción por ambas partes: del individuo al grupo y del grupo al individuo. A decir de Geertz, el análisis de la cultura no debe ser un análisis en busca de leyes sino más bien un análisis que tienda a una interpretación en busca de significaciones. Para entender cualquier proceso social indiscutiblemente se deben conocer las costumbres, la ideología, los referentes simbólicos y el uso propio del lenguaje, no sólo de aquellos que son investigados sino del propio investigador. La red simbólica de la cultura permite la transmisión de saberes en la comunidad: los mitos, los rituales, lo que se cree, lo que se nombra y habla; en este sentido, el investigador, si forma parte de dicha cultura, se verá atravesado e identificado por este saber, generando así un nivel de implicación. Un tercer elemento a considerar es el lenguaje, pues es otro elemento que participa en el trabajo sobre la implicación; en otras palabras, es importante conocer la construcción sobre aquello que el investigador nombra y la manera en cómo lo hace. El uso del lenguaje permite hacer referencia a cualquier objeto, es decir, en su sentido más laxo, a través del lenguaje se nombra, se designa. Es importante dar un nombre a todo lo que nos rodea, ya que esto coloca a los sujetos y objetos en términos reales y accesibles; nombrar el cuerpo, al sujeto, el acontecer cotidiano, refiere a todo un discurso que poco a poco traspasa al individuo: el nombrar significa, “ya que la palabra remite 6 Clifford Geertz, La interpretación de las culturas, España, Gedisa, 1996, p. 27. VERÓNICA GIL MONTES Y ANGÉLICA ROSAS HUERTA 146 también a su referente, el cual no es nunca una singularidad absoluta o separada […] El nombre de un ser vivo, persona, lugar, cosa o lo que fuere, remite al océano interminable de lo que este individuo es: no es su nombre sino en la medida en que se refiere virtualmente a la totalidad de las manifestaciones reales-posibles”.7 Signamos o damos nombres a los objetos desde nuestros propios referentes, el nombrar posibilita el campo de relaciones con los objetos y los otros. La posibilidad de nombrar está dada por las redes simbólicas y representaciones que los individuos tienen y que se construyen a partir del contexto con el medio en el que se inscriben y desarrollan. Todo lo que se presenta a nosotros en el mundo social-histórico, está indisolublemente tejido a lo simbólico. No es que se agote en ello. Los actos reales, individuales o colectivos –el trabajo, el consumo, la guerra, el amor, el parto–, los innumerables productos materiales sin los cuales ninguna sociedad podría vivir un instante, no son (ni siempre ni directamente) símbolos. Pero unos y otros son imposibles de una red simbólica.8 Esa red simbólica que se conforma de símbolos (significantes) y significados (representaciones, órdenes, conminaciones o incitaciones a hacer o a no hacer: significaciones en el sentido lato del término).9 Las representaciones o símbolos que damos a cada uno de los objetos o sujetos que nos rodean adquieren sentido a través de nuestra percepción, la cual está inscrita a todo aquello que puede verse, nombrarse, describirse, pero al parecer es un problema mucho más complejo, pues percibir al otro implica mirar. El sujeto, al igual que otros objetos (digo ‘objeto’ porque la intención de la mirada convierte aquello en objeto o en no objeto) que nos rodean, se transforma a través de nuestra mirada: yo existo en tanto el otro me mira y yo miro al otro. Las representaciones culturales que se construyen por medio de la mirada dotan a los sujetos de toda una significación y simbolismos Cornelius Castoriadis, La institución imaginaria de la sociedad, vol. 2, Barcelona, Tusquets, 1989, p. 291. 8 Cornelius Castoriadis, La institución imaginaria de la sociedad, vol. 1, Barcelona, Tusquets, 1983, p. 201. 9 Idem. 7 EL ARTE DE INVESTIGAR Y SUS IMPLICACIONES 147 propios del entorno. Estas representaciones se forman de la percepción que se tiene del mundo, se mira el cuerpo, al sujeto, se mira lo que lo rodea y lo que lo contiene. Al mirar abstraemos las imágenes, la cuales, a decir de Castoriadis, tienen una función simbólica ya que no siempre representan lo que son; se convierten en símbolos que remiten a un imaginario, el cual elaboramos y convertimos en una representación: mirar constituye una red simbólica, un imaginario en sí mismo. Los referentes histórico-políticos de la mirada no se pueden desvincular de lo imaginario, sobre todo si se dice que las relaciones sociales son siempre instituidas; se transmiten pautas culturales, tejiéndose toda una red simbólica que constituye lo simbólico como tal, de esta manera los símbolos y las representaciones se filtran en la mirada. El nombrar y la mirada encuentran un punto de unión en el discurso. El discurso entendido como cualquier textualidad, tanto el lenguaje que se emite como aquel que se escribe: “en toda sociedad la producción del discurso está a la vez controlada, seleccionada y redistribuida por un cierto número de procedimientos que tiene por función conjuntar los poderes y peligros, dominar el acontecimiento aleatorio y esquivar su pesada y temible materialidad”.10 En el discurso se materializan la historia y la cultura, lo permitido y no permitido; el poder que se ejerce desde distintos ámbitos del contexto se materializa también en el discurso; éste es pues una de las formas en que se pueden llegar a analizar los aconteceres de una sociedad, pues en el discurso se nombra y se percibe, se materializan distintas formas de mirar, se entrelazan los deseos y las prohibiciones. El discurso no es simplemente aquello que traduce las luchas o los sistemas de dominación, sino aquello por lo que, y por medio de lo cual, se lucha, aquel poder del que quiere uno adueñarse.11 LA IMPLICACIÓN Y LA INTERPRETACIÓN El acto de investigar supone una forma de interpretación. En su acepción más simple la palabra interpretar12 significa explicar lo oscuro, Michel Foucault, El orden del discurso, Barcelona, Tusquets, 1970, p. 11. Ibid., p. 12. 12 Hablar de interpretación nos remite inmediatamente a la hermenéutica (interpretación de textos). En la antigua Grecia Hermes era el enviado divino que 10 11 148 VERÓNICA GIL MONTES Y ANGÉLICA ROSAS HUERTA aquello oculto; a lo cual se puede acceder por medio de la escucha y la mirada. Los elementos antes mencionados, el lenguaje, la mirada, el discurso, nos permiten realizar en la investigación la interpretación de lo que observamos. Al realizar la interpretación se debe tomar en cuenta que todo lo que un individuo siente, piensa y valora es producto de sus relaciones sociales y se encuentra contextualizado en una época, un lugar geográfico y un tiempo, haciéndolo portador de un saber, el cual se resignifica constantemente; de esta manera, las creaciones literarias, las imágenes, etc. se deben interpretar en el contexto en el que se hayan producido. Para poder interpretar es necesario conocer los códigos y los símbolos; se deben tomar en cuenta, como en un caleidoscopio, todos los espejos en los que se refleja el objeto de interpretación, de esta manera, el acto de interpretar no es lineal, se concibe a través de un proceso dialéctico; es preguntarse constantemente sobre lo dicho y no dicho, sobre el lenguaje oral, corporal y escrito, sin dejar de lado la posibilidad de ser aquel que interpreta a su vez interpretado, de esta manera se involucran diversos procesos subjetivos; cuando entendemos estas sutiles redes de interacción llegamos finalmente al acto de la interpretación. “Toda mirada (como toda escucha) esta trastocada por un conjunto de elementos personales manifiestos o latentes, reconocidos o ignorados”.13 Así pues, para interpretar necesitamos construir una mirada que nos permita ver más allá de lo manifiesto, tomando en cuenta toda mirada y escucha, lo cual supone una postura ideológica. llevaba los mensajes de los dioses a los hombres. Durante la última parte del siglo XIX y comienzos del XX, el filósofo Alemán Wilhem Dilthey adoptó la hermenéutica como base metodológica. A decir de este autor, toda actividad humana se exterioriza o se objetiva en obras de cultura, por lo que la hermenéutica no tenía por qué limitarse al análisis de textos, ya que los seres humanos, como productos y productores de cultura, también somos sujetos de interpretación; es decir, todo acto humano es susceptible de ser interpretado. El planteamiento de Dilthey abre entonces las posibilidades de crear un texto posible de interpretar a partir de producciones humanas como la pintura, la literatura, la poesía, la escultura, las imágenes, entre muchas otras. 13 Ángel Díaz Barriga, “La entrevista a profundidad”, Tramas. Subjetividad y Procesos Sociales, núm. 3, México, UAM-Xochimilco, 1991, p. 168. EL ARTE DE INVESTIGAR Y SUS IMPLICACIONES 14 La investigación supone, por sí sola, un arte, una forma de realizar una tarea; el diccionario dice que arte “es una manifestación de la actividad humana mediante la cual se expresa una visión personal y desinteresada que interpreta lo real o imaginado con recursos plásticos, lingüísticos o sonoros, imaginados para aquel que la realiza; una forma de mirar al mundo, misma que se va ampliando, o cambiando según los intereses del investigador; en este sentido, el arte de investigar, el quehacer cotidiano del científico social, que interviene en problemas concretos en su realidad, supone una interpretación no lejana. Sus referentes culturales, los discursos que se construyen alrededor del proceso de investigación, la forma en que se nombran los hechos o sucesos que se observan, permiten al investigador construir una realidad de lo que ve a través del otro; es decir, que nos construimos a través de la percepción de los otros, lo cual permite que se constituyan nuestras representaciones simbólicas que son la forma en la que abordamos el mundo. De esta forma, al mirar interpretamos todo aquello que nos toca; lo percibido se entrelaza con nuestra ideología, nuestros símbolos, nuestras pautas culturales, codificando y descodificando para llegar así a la interpretación, misma que conlleva cierto grado consciente o inconsciente de implicación. Lo que dice el terreno de la investigación en el cual trabajamos se interpreta a través de nuestro diario acontecer, de lo que puede resultar interesante o no, o incluso de aquello que puede conmover al investigador; la forma en que nos implicamos y trabajamos nuestra implicación en un proceso de investigación permite el avance o no del mismo, ya que el investigador no sólo interviene en el terreno de estudio, sino que el terreno en sí interroga de forma constante al investigador (en su sentir, en su pensar, en su papel como investigador), mismo que se ve reflejado en el curso de la investigación —cuántas veces no ha pasado que se plantea una pregunta de investigación y el sentido de la misma se desdibuja ante esta serie de cuestionamientos ya mencionados. La interpretación, al estar marcada por nuestros propios códigos, es única; no se puede de ninguna manera interpretar un mismo momento dos veces, ya que si se hace, no llegaría a ser la misma interpretación: se tendrían dos momentos diferentes de una misma situación, siempre y cuando ésta se pueda repetir. El mismo fenómeno sucede con la implicación es única y obedece a procesos tanto académicos como de la vida cotidiana. Ni siquiera en las ciencias duras el sujeto 150 VERÓNICA GIL MONTES Y ANGÉLICA ROSAS HUERTA puede decir que no tiene una implicación, directa o no, con el fenómeno que estudia. En este sentido, es importante entender que el análisis de las implicaciones supone una mejor colocación frente al terreno de estudio y un proceso mucho más “sano” u “objetivo” sobre aquello que se investiga, lo que permite la construcción de saberes reales y concretos. BIBLIOGRAFÍA Beuchot, Mauricio, Perfiles esenciales de la hermenéutica, México, UNAM, 2002. Castoriadis, C., La institución imaginaria de la sociedad, vol. 1, Barcelona, Tusquets, 1983. _____, La institución imaginaria de la sociedad, vol. 2, Barcelona, Tusquets, 1989. De la Garza Toledo, Enrique, “Subjetividad, cultura y estructura”, Revista Iztapalapa, núm. 50, enero-junio de 2001, México, UAM, pp. 83-104. Díaz Barriga, Ángel, “La entrevista a profundidad”, Tramas. Subjetividad y Procesos Sociales, núm. 3, México, UAM-Xochimilco, 1991. Foucault, Michel, El orden del discurso, Barcelona, Tusquets, 1970. Geertz, Clifford, La interpretación de las culturas, España, Gedisa, 1996. Lourau, René, El análisis institucional, Argentina Amorrortu, 1975. Manero, Roberto, “Los psicólogos y su implicación”, Las profesiones en México, núm. 6, México UAM-Xochimilco, 1993. Piaget, Jean et al., Tendencias de la investigación en ciencias sociales, Madrid. Alianza Universidad, 1979. Taylor y Bogdan, Introducción a los métodos cualitativos de investigación, Barcelona, Paidós, 1987.