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Vajilla Andina Ancestral en Cerámica

Referencias a la ceramica sub-actual y actual en el area andina de Argentina y Bolivia.

Vajilla Andina Ancestral en Cerámica Por Alicia Ana Fernández Distel Doctora en Arqueología y Licenciada en Ciencias Antropológicas ( UBA), Centro de Estudios Indígenas y Coloniales, Universidad nacional e Jujuy, Otero 257, 4600 S.S. de Jujuy, Argentina, aliciana04@hotmail.com Resumen Se explica cómo se fabricó en épocas prehispánicas la cerámica y cómo perduran hasta hoy las técnicas en el NO de Argentina. También a nivel lingüístico hay palabras , para la vajilla, que aluden a ese pasado quichua y aimara. El artículo se concentra en la decoración de los cuencos de la cultura omaguaca. Palabras Claves: cerámica, vajilla, región andina, lenguas autóctonas, bols. Abstract This article explain how ceramic was done before the entry of the Spaniards in NW Argentine following ancestral Andean rules. These techniques are today used. At a linguistic level one can say that there are words ,for table set ,that come from quichua and aimara languages. Here we concentrated in the decoration of bowls in the Omaguaca Culture. Key words: Ceramics, dish, Andean region, autochthones languages, bowls. La cerámica Una pieza de cerámica es el artefacto más complejo que un arqueólogo o un antropólogo pueda concebir. Cuando y cómo se introdujo la cerámica en nuestra región andina , es un punto poco claro, aunque cada vez haya más datos señalando que los cazadores- recolectores se vieron, en un preciso momento del holoceno, constreñidos a obtener más rendimiento de sus alimentos, practicando la cocción. Por ende debieron recurrir a los recipientes. Tradicionalmente se ha estudiado la cerámica de los pueblos , bajo su faz descriptiva externa , prevaleciendo los ítems relativos a forma y a decoración. Se produjo una superación en estos conocimientos al incorporarse encuestas con alfareros actuales, al difundirse “ recetas” que habían permanecido en la oscuridad de los tiempos, al buscarse el trasfondo lingüístico, al intentar revitalizar con fines turísticos y de desarrollo de comunidades ,técnicas desde antes conocidas y ajenas a la química científica occidental. Porque en cerámica todo es química: desde la arcilla que es un silicato de alúmina o sea una roca compuesta por sílice, alúmina ( óxido de aluminio) y agua. Este silicato proviene de la descomposición geológica del feldespato del granito desarrollada durante millones de años. La arcilla más típica está formada por cristales que se llaman caolinita que al tener forma de escama de pez se deslizan permitiendo gran plasticidad. El porcentaje de alúmina en la arcilla es sin embargo lo que da el índice de su calidad: debe tener entre 24 y 35 %. Otro 30% lo lleva el material agregado que se llama “ antiplástico” que es o bien un agregado natural que ya estaba en la arcilla o que es introducido en la mezcla por el hombre. La arcilla en estado puro es intrabajable por ser demasiado plástica; al quemarse las piezas se quebrarían o rajarían. Por eso en todas las épocas, desde que se institucionaliza la vajilla cerámica, el hombre de todas las regiones del globo sabe: Localizar yacimientos de arcillas, sean rojas, blancas, grises, etc.… Ubicar depósitos de mica, esquistos, materias orgánicas para antiplástico. En la producción de cerámica cuentan: la búsqueda de los materiales, la preparación de la masa de arcilla, el modelado, el secado, la cocción. Eventuales tratamientos impermeabilizantes o decorativos se realizan a posteriori a veces volviendo a someter a la pieza a una segunda cocción. El artesano, prescindiendo de la química y la geología, sabe empíricamente encontrar en su entorno las caolinitas, hillitas, montmorillonitas ( que así se llaman los distintos silicatos). También los minerales no arcillosos y las materias orgánicas que pueden servir de antiplástico y a veces dar color y textura a las piezas. Sabe asimismo de las aguas ( lo más exentas posible de sales ) , sabe de los pigmentos expresamente agregados a la arcilla para determinar colores en la cerámica, sabe de las “atmósferas” ( entradas de aire) al horno durante la cocción. Sin tener un pirómetro, aparato de precisión cuyo uso hoy en el ambiente de ceramistas es ineludible, mide intuitivamente las temperaturas Un alfarero eximio también sabe de la preparación de slips o engobes que son suspensiones fluidas de arcilla que gracias a la presencia de distintos óxidos tienen variadas tonalidades. La preparación de la masa la realiza cada alfarero para su uso, en su casa, contando con piedras de moler, recipientes para contener la arcilla con agua y dejarla putrefaccionar ( “ madurar”) y tamices. El amasado es fundamental para eliminar el aire de la masa. Respecto al modelado de la vasija los métodos más clásicos son: el ahuecamiento , los rollos superpuestos, el uso de una base de sustentación ( canasto, calabaza, cuenco en desuso, etc.…), el torno. En general los métodos se combinan. Se emplean instrumentos que ayudan al levantado de las paredes. Se procede en etapas dejando secar la forma base antes de agregar más rollos y se humedecen continuamente los bordes expuestos. Lo que se llama “ acabado” sirve para eliminar irregularidades. Para esto, se trata la superficie, cuando la pieza está semiseca , dura como un cuero. Se usa un cuchillo o se “acaba” directamente con la mano. Cuando la pieza está totalmente seca se pule con guijarro, hueso, madera, cuero. A esto también se lo llama “bruñido”. La decoración se agrupa en tres formas básicas: por corte ( excavamiento ,incisión, peinado, perforación, engrafitado), por desplazamiento ( impresiones varias, por ejemplo de un marlo de maíz sobre la pasta fresca), por agregado ( aplicación, modelado). Todas estas técnicas se hacen en la pieza aun blanda. A la “ aplicación” también se la llama “ pastillaje”, porque el artesano va haciendo bolillas de masa, las aplasta y finalmente las pega a la forma principal, como si fueran pequeñas pastillas. El secado debe hacerse a la sombra y dura de uno a varios días según el tamaño de la pieza. La sequedad va aclarando a la arcilla y el tamaño se reduce. El quemado hace que con el calor creciente se destruyan los cristales de los minerales arcillosos y que la pasta se ligue por fusión iónica, o sea que la pieza esté cocida, terminada. Los pasos son: Deshidratación hasta los 100 grados Celsius Descomposición de lo orgánico y deshidratación del agua intersticial, hasta los 350ª Descomposición de los cristales de los minerales arcillosos y ligazón, hasta los 850ª. Combustión completa hasta los 900ª en condiciones oxidantes apropiadas. Otros procesos: vitrificación, recristalización. Enfriamiento, puede ser con atmosfera oxidante o reductora. Con la última la pieza toma color negro. Se llama “ tratamiento post-cocción” a la aplicación de resinas, alimentos ( grasa, leche, harina, almidón, etc.) o ceras , para dar brillos o para impermeabilizar mejor. No todas las vasijas resisten el paso del agua que contienen. Y muchas no sirven para cocinar a la llama, pues el shock térmico del fuego de cocina es para ellas demasiado fuerte. De modo que mucha pericia debe tener el alfarero que se dedica a fabricar vajilla. Una cerámica mal cocida es la que estuvo sólo a 700 grados. Una cerámica fallada, quebrada dentro del horno, puede servir para ser a su vez antiplástico, si se la muele convenientemente. Las grandes ollas fallidas , también pueden servir para alojar pequeñas vasijas en un proceso de cocción en horno tipo pozo: hay poco desperdicio en la tarea de alfarería. Golpear una olla con un metal o una piedra , sirve para verificar su estado : una buena sonoridad indica que es absolutamente consistente, perfecta para el uso diario. La cerámica a nivel lingüístico ( área norandina de Argentina) Hay muchas palabras relativas a la vajilla andina que en Jujuy y Salta, las provincias más septentrionales de Argentina, aun se usan. Es de escuchar los términos puco, yuro, chúa , virque y tantos otros. Empezaron a usarse con la penetración aimara y quichua en estas regiones hacia el año 1350 aproximadamente. Primero llegan las influencias aimara y después las quechuas traídas por los incas. Las comunidades ceramistas actuales de la frontera entre Jujuy y Bolivia ( Casira , Calahoyo, Piscuno) utilizan estas palabras quichuas para sus productos . Los mismos se reparten por toda la región , sobre todo los grandes virques que de ninguna manera podían ser fabricados en casa. Porque hasta bien entrado el siglo XX las ollas chicas eran efectivamente elaboradas por madres y abuelas en las mismas casas de Quebrada de Humahuaca o Puna. En cambio un recipiente para “ chicha” de hasta 1 metro de diámetro ( el virque) era imposible de modelar y cocinar de un modo precario. Un americanismo para designar a la arcilla que deja un río luego de su bajada violenta es la de lama , palabra muy usada en Jujuy . Otros regionalismos son los tiesto y mechero. Si bien parecen ser del español, cambian de sentido al interpretarse que un tiesto es la olla entera de barro o un fragmento de ella que se acerca al fogón para el tostado del maíz y un mechero es lo mismo pero usado como candelero apoyando allí la vela o cebo y mecha ( Castro Tolay, 2008). El antiplástico molido es el de chamote, palabra de indudable origen francés. En Jujuy y Salta se habla de pirca. J.V. Solá menciona que la piedra blanda, molida, en cuestión se llamaría coripirca.. Tal vez resulta novedoso esta acepción , ya que la palabra quichua pirca, es más conocida en su acepción de muro o muralla. También hay palabras locales para designar el impermeabilizado o el arir de una olla. Dice al respecto J.V. Solá: “Arir es cocer una olla o tinaja de barro nueva con el objeto de darle mayor resistencia. Se hace hervir en el recipiente que se desea arir , agua de afrecho u otra substancia . Cuando está bien caliente, se le agrega leche hasta que esta última se queme . Otro procedimiento consiste en calentar la vasija al fuego ; luego se la enseba por entro y por fuera, y, finalmente, se le echa agua hirviendo. La voz arir es quichua ; viene del verbo ariri, untar la olla para que dure más; estrenar cosas nuevas”. La palabra quichua manka, por olla, no es tan escuchada, pero sí tiene importante presencia porque en Jujuy se realiza una Manka Fiesta o sea “Fiesta de las ollas” de barro. Voces menos usadas son las de kallána, para designar la olla para tostar maíz, shapukúcha para designar a un tazón, pujrumíka para designar al plato hondo. Este último utensilio tiene sutilísimas variantes en quichua, que no las llega a tener el castellano: además del plato hondo o para sopa mencionado, está la escudilla o puco y el plato hilandero o chúa ( Paleari 1994). Al último utensilio nombrado , un arqueólogo de renombre le dedicó toda una monografía, pues poco se sabía de su presencia actual, apareciendo en el registro arqueológico muchísimas escudillas que estaban desgastadas en el centro de la máxima concavidad. También aparecían otras que tenían una manija o asa precisamente en ese punto, por dentro. Me refiero a Norberto Pelissero ( 1979) con su trabajo “ Chúas y Mochilas prehistóricas en la Puna y en la Quebrada de Humahuaca”. Como se ve , en ese estudio menciona un segundo utensilio que no es precisamente de cocina: son las “ mochilas” de cerámica para trasportar el agua. Absolutamente extinguido su uso ,no se sabe qué designación tenían. Pero si de nombrar objetos “ curiosos” se trata, siempre de cerámica y de uso cotidiano (hecho cuestionable pues pertenece a un pasado ignoto) hay las “ palas con manija” de la Cultura Candelaria, una entidad de arqueológica, también del Noroeste Argentino. La ilustración de mochilas y palas la tomo de Pelissero ( 1979). Su designación no se mantuvo en el recuerdo. Tampoco perduró un nombre para los “ silos” y las “urnas fúnebres” de cerámica, grandes ollas , que se hundían en los pisos de las habitaciones en el marco de los poblados o pucaras. Las primeras eran piezas de confección rústica y paredes muy gruesas, a veces exentas de base pues eran para clavar en lo hondo de un pozo. Las segundas más refinadas, recibían un acabado de superficie importante y una buena decoración. Se hicieron “ famosas” las urnas para los bebés de la Cultura Santamaría, de Salta y Catamarca. Una urna , por lo general tenía una “ tapa” que era precisamente un bols o puco, los mismos que se usaban para comer. En apéndice a este artículo incluyo una poesía del Salteño Dávalos referida a la magia de la urna arqueológica calchaquí. Otro elemento que aplicaba la cerámica ( y en cierta manera aun se usa) es el tortero o arandela –peso para el huso de hilar o puishca. Al tortero se lo llama muyuna . las tres palabras: el verbo hilar o phushkay , el objeto completo o puishca y el volante o muyuna están aun vigentes ( Solá, 2004). Se han encontrado a nivel arqueológico muyunas que eran de tipo religioso- ceremonial, como parte de un acompañamiento fúnebre ( ajuar) de una mujer en su tumba ( Fernández Distel, 2007). No hay palabra , ni quichua ni aimara , para una maceta pues tal elemento, en el ideario ancestral, no existía. Tampoco se sabe como se designaba una pipa de cerámica, objeto arqueológico bastante conocido, aunque más bien selvático que andino. Mucho menos subsiste la palabra para designar al colador , cedazo o pieza cribada para colar. Hecha en cerámica es común de hallar en los yacimientos de culturas andinas. Respecto a los instrumentos musicales uno absolutamente andino, muy conocido ,es el siku cuya forma más difundida hoy ,es de cañas. Pero a nivel arqueológico tales flautas de pan aparecen hechas indiferentemente de cerámica o piedra. Lo mismo las ocarinas. Las vasijas silbadoras, exclusivas del Perú ( Gudemos 1998) son una verdadera rareza. Que se haya hecho un sonajero ( cascabel) en cerámica, también asombra- porque una calabaza o una nuez parecen más aptos para ello-. Hoy, en los mercados artesanales de los pueblos andinos, son de verse “ campanitas” de muy buena resonancia y que capitalizan siglos de experiencia en esto de los instrumentos musicales de golpe indirecto (o idiófonos) hechos en cerámica. También ,pueden encontrarse en los ámbitos de las viejas minas , como las de Cobres, en la Provincia de Salta, los “sopladores” ( Mapa Arqueológico de Salta, 1977). Eran largos tubos de cerámica que servían para avivar el fuego en la fundición. Si los objetos en cuestión son históricos, desde los jesuitas en adelante o de los calchaquíes, es un tema sujeto a discusión. Lo mismo sucede con los pequeños crisoles, que ya no son de una cerámica común , sino de una lograda a altísimas temperaturas que los técnicos ceramistas designan con la palabra francesa gres ( Fernández Distel 1994). Secretos y mitos La trasmisión de los conocimientos alfareros se realiza hoy, y por lo tanto se supone que así fue en el pasado, de madre a hija, aunque el género femenino no puede prescindir del hombre en relación a algunos roles más rudos relacionados con el aprovisionamiento de las arcillas y antiplásticos, el armado del fogón, el embalaje, la comercialización en caravana o en feria (Rodríguez 2002). Como toda actividad familiar, el clan relacionado por lazos de sangre mantiene sus secretos respecto a los lugares de búsqueda de las materias primas. Es regla casi general, que se proscriba momentáneamente a la mujer que se halla en periodo de menstruación. Pasado éste no hay impedimentos para el modelado. El viento es visto como el gran enemigo del alfarero. Así, terminada la cocción, al comenzar el enfriamiento, se coloca un cuero de oveja en la boca de cada olla: no debe entrar el viento en su interior. Los niños desde muy pequeños, al arrimo de su madre, comienzan a hacer ínfimas esculturas zoo o antropomorfas que muchas veces no llegan al horno: son pruebas, juegos o intentos . Son los llamados “ barritos” ( Forgione 1975 ). No conozco ninguna figura del santoral que apadrine la actividad y en general , dentro de las festividades católicas, es la Navidad con el imperativo de modelar las figuras del pesebre , la que concita más actividad de niños y jóvenes ( Forgione, op.cit). Las ollas arqueológicas siempre han sido vistas como habitáculo de enfermedades para los lugareños. Una alumna le cuenta textualmente a la docente M.Cazón: “Cierto día un señor amigo de mi tío fue a los cerros a buscar ollas: en esos tiempos aun se podía encontrarlas. En el camino apareció un hombre que le dijo: -Allá arriba, casi en la punta de aquel cerro dicen que hay ollas. Fueron a ver ese lugar, cavaron un pozo profundo y vieron una olla muy grande. El señor trató de agarrarla pero sorpresivamente de la misma olla salió un aire tan frío del que él intentó protegerse, pero cuando se dio cuenta el brazo se le iba encogiendo más y más. El otro hombre quiso ayudarlo, no pudo, el brazo se le había achicado nomás”. La asociación entre cerámicas arqueológicas-pucara, siempre es nefasta para el curioso. Un modo de neutralizar el daño es chayar o sea dar de comer a la tierra Pachamama. La deidad . como dueña de la tierra, exige también al que busca tesoros enterrados en vasijas ( los conocidos “tapados”) ,que la “convide” con coca, vino, cigarrillos y alcohol ( Sturzenegger 1981). Lo mismo cuando se quiere comenzar a extraer la arcilla. M.B. Cremonte ,quien acompañó a una alfarera de Tilcara en todo el proceso de fabricar sus ollas, notó que la señora pronunciaba una plegaría antes de extraer pirca y barro. Luego la involucrada le contó que ex profeso Pachamama ha hecho muy pesada a la pirca para que el artesano no extraiga más de lo necesario (Cremonte 1995). Decoración pintada Se explicó que la decoración puede ser hecha sobre la pasta fresca, modelando a arrastrando la arcilla superficial. Aquí hay que detenerse en ese otro tipo de decoración, la pintada. En este campo hay técnicas que también son ancestrales y que muestran refinamiento y abstracción en cuanto al pensamiento. Uno es la pintura negativa. Explico en una de mis obras ( Fernández Distel 2007) que lo habitual es que el dibujo que se sobre impone a la superficie sea más fuerte u oscuro que la base de la vasija: esa seria la pintura positiva. Y aclaro: “En la pintura negativa se invierten los términos , el fondo que recibirá las aplicaciones será más oscuro que los diseños. De allí que en la pintura negativa las figuras aparezcan claras sobre un generalizado fondo oscuro. Hay tres modos de realizar este tipo de decoración. Una consiste en pintar el fondo negro alrededor de las figuras que quedan en tono natural o en color blanco o muy claro. Una segunda consiste en aplicar un material protector con la representación del diseño decorativo , despues todo se cubrirá con la pintura más oscura; luego durante la cocción esa capa protectora desaparece quedando de manifiesto las figuras con el color base de la vasija. Por último , la tercera forma más sencilla consiste en pintar figuras claras sobre un fondo oscuro”. En la misma obra explico que esto de la técnica negativa, que tiene un trasfondo en la psicología de la Gestalt, también se usó en relación al arte rupestre. Otro sistema decorativo es el fileteado, para lo cual el color blanco es el preferido. Aunque también puede ser el negro o el rojo. También aparece en el arte rupestre del NW argentino. Quemado de la alfarería Ya se mencionaron las temperaturas tan altas ( siempre más de 850 grados) que debe alcanzar la cerámica. Resulta paradojal que ello se logre en hornos tipo pozo, tan primitivos . Para colmo el fundente es el guano o estiércol, preferentemente de burro. Al horno se lo llama “ fundidor”: es un pozo cuadrangular de de 1 a 2 m de lado y 50 cm de profundidad. Se recubren base y paredes con “ tiestos” descartados, a veces con adobes. Este pozo se hace alejado de la vivienda en un lugar aireado. Una vez excavado se lo seca con una quemazón previa, luego viene el recubrimiento descripto y la colocación de una capa de guano de 10 cm. Recién entonces se acomodan las piezas crudas en su interior. Por encima se vuelve a echar guano . Los intersticios también se obturan con piezas rotas de una cocción anterior y más guano. Por encima se ponen adobes que cierren el ámbito del horno. Recién entonces se enciende. Cuando el hogar del alfarero, como en Calahoyo, frontera entre Jujuy y Bolivia, está en un lugar con acantilados, se aprovecha como pared de fondo del horno, el murallón natural y se cierra por los restantes costados como se ha anotado. Se prende con brasas de un arbusto resinoso ( y muy aromático) del altiplano, las que se desparraman por adentro en los costados . El horno encendido dura 6 horas. Cuando el fuego se mantiene bien avivado dentro del horno con un tiraje ( corriente de aire) que no permite que el fuego se ahogue , las vasijas adquieren color rojizo, anaranjado o amarillento. Cuando se restringe la circulación de aire de manera que el fuego se ahoga y los gases que llegan a la cerámica , por contener poco oxígeno, no permiten una oxidación completa de los minerales y materiales contenidos en la pasta, la cerámica resulta blanca, gris o negra. Antes de descargar las ollas , los “ olleros” esperan 24 horas. Donde una pieza estuvo apoyada contra el guano directo, queda una mancha negra metálica. Reciclando de la cerámica La conciencia ecológica en los andinos no es explicitada pero sí está en total vigencia: ya se mencionó todo lo relativo a los “ tiestos”, que son reutilizados para tostar, para candelabro, para servir como útiles del alfarero. Pero su función principal ( que también se mencionó) es la ser base para futuras “ ollas”: sobre la forma de una vasija cuya boca se ha quebrado, se comienza a apoyar la pasta fresca en el proceso de modelado de un nuevo recipiente. Otros ” reciclados” serían el redondear tiestos pequeños y transformarlos en rodelas para husos de hilar o en cuentas de collar o en piezas para juegos como la rayuela ,tejo o tuncuna. A la pieza arrojadiza en sí misma también se la llama tejo ( Solá, 2004). Metas en el reciclado y que hacen absolutamente a la labor de alfarero son el fabricar pirca con las ollas desmigajadas o el abrigar el fogón con los grandes fragmentos de vasijas inconclusas o rotas. Longevidad de la vajilla en cerámica, restauración. El restaurado de vasijas escasamente agrietadas también entra dentro de los usos andinos: sobre todo las ollas enormes que fueron costosas y que hay que tratar de “ salvar”. “ Las ollas que se parten por el uso diario pueden ser restauradas uniendo las partes con una mezcla de tiesto e hígado crudo, molido, pero en estos casos no pueden volver a ser expuestas al fuego directo” dice M.B. Cremonte . Las ollas para cocción de alimentos duran de 1 a 2 años. Calendario y escala en la producción de cerámica Abril y mayo, luego septiembre y octubre son los meses en que se hace cerámica en la Quebrada de Humahuaca. “ La época de manufactura está en función del calendario agrícola y de las condiciones climáticas”, dice M.E. Cremonte. Explica la autora que la plantación de maíz insume mucha dedicación al artesano, lo mismo que la de habas, arvejas, papas. “ En la estación de lluvias no se fabrican ollas porque el guano ( estiércol) que se utiliza como combustible está mojado. Además el día debe estar templado y sin viento, de lo contrario las vasijas se parten” ( Cremonte 1995). Una alfarera que es a la vez ama de casa, no puede producir mucho. Fabrica piezas para su consumo doméstico y algunas para mercantilizar en su entorno: hay familias de los alrededores que las requieren. Una olla grande ( virque) tarda un día en estar terminada, dos ollas pequeñas le llevan una tarde. Cuando sale a comercializar la alfarera no lleva más de cinco ollas chicas o medianas. El virque es buscado a domicilio. En el empaquetado ( embalado) de las ollas para viajes más largos se extiende el autor J.C. Rodríguez.. Explica que utilizan un pasto puneño especial, seco. Pero al momento de enfardar, por lo general de a dos ollas o de a cuatro, lo mojan. La cerámica en el currículo de las escuelas elementales y escuelas específicas A partir del año 1965 con el egreso de profesores de cerámica de la Escuela Provincial de Cerámica de S.S. de Jujuy, surgió la doble necesidad de dar trabajo a los egresados y a la vez de ampliar el espectro de lo que se hacía en la re manida materia “Actividades Prácticas”. Así, fueron enviados a las principales escuelas de Quebrada de Humahuaca y Puna , profesores especiales de cerámica, se construyeron hornos a leña , se buscó una excelencia en lo que ya sería la cerámica artística y la escultura en arcilla. La Escuela de Cerámica de Jujuy, fue creada con mucha más anterioridad con el perfil de escuela Industrial de Cerámica. Fue una iniciativa desde Buenos Aires, específicamente del ceramista español Fernando Arranz López (1898-1967) quien también propiciara la creación de estas escuelas en Chilecito (Catamarca) y Tucumán, para sólo mencionar las de la zona andina de Argentina. La Escuela de Cerámica de Jujuy, en una gestión renovada a cargo del escultor Nicasio Fernández Mar (1916-1979), a partir de 1967 ,innovó en todo a lo atinente al uso de materias autóctonas, elaborando su arcilla ( que antes era acarreada desde el sur argentino), sus engobes, sus chamotes, “andinizando” la producción, incorporando lógicamente la mecanización del torno y el perfeccionamiento del colado en moldes para la elaboración de piezas en serie, como así el horneado en dispositivos eléctricos o a gas. El comienzo del siglo XXI muestra un panorama alentador en lo que se relaciona con la incorporación de la cerámica más o menos artesanal a la idiosincrasia de los habitantes de pueblos y ciudades. Una alfarería realizada más o menos en serie y para el turismo, es lo que hoy se ve en todas las provincias andinas de Argentina. Palabras finales Lo más complejo para un ser humano como lo es la cerámica , resultó superar lo de imperativo vital para la subsistencia, para pasar a ser un placer estético y una salida productiva para la familia completa. Ello de mantenerse la repartición de roles en la producción. También demostró continuidad el cariz social- lúdico de la actividad, realizada con gusto por la familia entera . La cerámica llevada luego a vender o intercambiar , crea una oportunidad de intercambio social regional. Ello en las ferias, mercados artesanales o en las venta al menudeo casa por casa de las ollas. Sería de saludarse con beneplácito que la vajilla andina ,con sus nombres, se amalgame con la refinada gastronomía de Los Andes, la que está eclosionando hacia el comienzo del nuevo siglo , y que en restaurantes y bares se presenten los platillos de tierra cocida, y en los menuces figuren nombres tales como puco, virque, yuro, etc. ------------- Jujuy, 2012 Anexo La Urna Funeraria ( Juan Carlos Dávalos 1887-1959) Bajo la blanda tierra del pucara desierto, Como un embrión parasito de la materna entraña, Sentado en sus talones aguarda el indio muerto Quizás el milagro de una palingenesia entraña. Como un sagrado huevo la urna que lo encierra Protegerá su momia por siglos, hasta el día En que los buenos dioses antiguos de la tierra Lo mezclen con el polvo fecundo en que dormía Y ha de cumplirse entonces el gran alumbramiento, La hora del retorno milenario que espera: Sorbido por las venas de algún cardón sediento Que abra sus blancas flores a un sol de primavera, Como un aroma errante se expandirá en el viento Su espíritu ya libre del ánfora grosera. BIBLIOGRAFIA ARRIEGUEZ, JOSE A. ( 2010). Manka Fiesta…En: Carnavales, Fiestas y Ferias, E.N. Cruz Editor, Salta, Mundo Gráfico. CASTRO TOLAY, ABDON ( 2008) Vocablos, indumentarias y costumbres del puneño de la Provincia de Jujuy. En: Temas de Barrancas , un pueblo de la Puna, M. Rabey y colab. Editores, Salta, Víctor Hanne editorial. CAZON, MARIELA ( sin año) Viaje a la memoria humahuaqueña. Compilación escolar, sin lugar especificado , sin editorial. CREMONTE, MARIA B. 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Alfarería recién salida de una quema al aire libre, en Calahoyo, Jujuy, Foto Fernando Valdez Tiestos de alfarería arqueológica ( aprox del 0 de la Era Cristiana) de la Puna salteña, son tipos incisos ( Foto Javier Patané Araoz) Una “ cantera” de arcilla en la frontera argentino-boliviana ( Berque, Bolivia), Foto Alicia A.F.Distel 15