A FIRMADOS
FORTALECIDOS
y ESTABLECIDOS
Un Estudio de la Vida
y Epístolas de Pedro
Dr. Paul G. Caram
“El Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria
eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un
poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme,
fortalezca y establezca.” 1 Pedro 5:10
©March, 2000 por Dr. Paul G. Caram
Publicado en inglés con el título de:
Established, Strengthened, and Settled
Zion Christian Publications, Dept.
Ulysses, Pa. 16948 USA
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Good Will Publishers, Inc.
Gastonia, North Carolina, USA
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de los editores, para la reproducción de porciones del
libro,
excepto para citas breves en articulos de analisis crítico.
Citas bíblicas tomadas de: La Santa Biblia, Revisión 1960
Sociedades Bíblicas Unidas
Usada con permiso.
ISBN # 0-9627490-6-0
Impreso en Uñysses, PA 16948, USA
AFIRMADOS, FORTALECIDOS Y ESTABLECIDOS
Introducción
Las epístolas de Primera y Segunda de Pedro fueron escritas por el propio Pedro en
la madurez de su vida, justo antes de ser martirizado en el año 66 D.C. Las dos
epístolas están saturadas de las experiencias del apóstol, y reflejan a un Pedro pulido
y perfeccionado. Estas dos cartas inspiradas son sus amonestaciones finales a la
iglesia más joven de futuras generaciones.
En su juventud, Pedro había sido aventurero, seguro de sí, agresivo, intrépido,
precipitado, voluntarioso, impulsivo, franco, contradictorio, irritable, presumido y
discutidor. A pesar de sus defectos, Pedro tenía una inmensa avidez de Dios. Ansiaba
oir “las palabras de vida eterna”. Dios vio el deseo de su corazón y convirtió a este
rudo pescador en uno de los santos más destacados de todos los tiempos. Sin embargo, esta transformación no ocurrió de la noche a la mañana.
Sería imposible apreciar completamente las dos epístolas de Pedro sin antes conocer
sus primeros años como seguidor inmaduro de Cristo. En este estudio estamos
comparando al Pedro joven y sin refinamiento, con el apóstol Pedro de madurez
total, quien llegó a ser un hombre “afirmado, fortalecido y establecido” y una de las
principales piedras de fundamento de la iglesia.
También consideramos algunos defectos del carácter de Pedro que observamos en
nosotros mismos—defectos que necesitan un golpe mortal para que participemos de
la gloria venidera. El tema de “la gloria” aparece no menos de 16 veces en las
epístolas de Pedro—una gloria precedida de mucho sufrimiento.
Por lo tanto, en este emocionante estudio, no sólo estamos asimilando las dos epístolas
de Pedro, realmente estamos viendo la vida entera del ápostol, quien entre todos los
personajes del Nuevo Testamento, se destaca como uno de los de más colorida
trayectoria.
PALESTINA EN TIEMPOS DEL NUEVO TESTAMENTO
I
AB
Damasco
•
LÁ
Monte Hermón
I A
Tiro •
I C
• Cesarea
de Filipos
F
E
N
ITUREA
TRACONITE
Corazín •
Capernaúm • • Betsaida
MAR
Mar de
Galilea
GALI LEA
Caná •
Nazaret •
MEDITERRÁNEO
• Gadara
o
n
Naín •
r
a
S
DE
Río Jordán
CÁ
Cesarea •
PO
Enón
•
Sicar
EA
PER
Río Jordán
Jope •
S
Monte Ebal +
Monte Gerizim +•
LI
SAMAR IA
• Arimatea
• Efraín
• Lida
Jericó •
Jerusalén
•
• Azoto
• Betábara
• Betania
• Belén
J U D E A
Maqueronte
•
• Hebrón
• Gaza
Mar
Muerto
Masada •
0
Beerseba •
IDUMEA
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10
E
20
30
miles
A
Gary L. Perkins
PROCEDENCIA DE PEDRO
De Galilea
En los días de Jesús, Palestina estaba dividida en tres regiones principales. Galilea estaba al Norte,
Samaria al centro, y Judea al Sur. Jerusalén y el templo estaban en Judea. Cuando se iba de Galilea
a Judea, era necesario pasar por Samaria y muchas veces los viajeros no eran recibidos con cortesía.
Una gran hostilidad imperaba entre samaritanos y judíos debido a sus diferencias religiosas (ref.
Lucas 9:51-56, Juan 4:9).
Características Galileas
Cuando el Señor oró toda una noche para saber a cuáles discípulos debía seleccionar como sus doce
apóstoles, el Padre Celestial le indicó escogerlos a todos de Galilea. Dios no tomó en cuenta a los
nacidos y criados en Judea, posiblemente porque estaban demasiado atrincherados en la tradición.
Había que dar a luz y proclamar un nuevo mensaje, y el Señor ordenaría para ello solamente a
varones flexibles y abiertos al cambio. El necesitaba odres nuevos, recipientes que tuviesen
elasticidad. El historiador Josefo y el Talmud (las Escrituras judías) describen las características de
la región de Galilea de la siguiente manera:
Josefo: “Los galileos eran aficionados a la innovación, por naturaleza estaban dispuestos al cambio
y a la sedición, a seguir a un líder y a iniciar una insurrección; eran de temperamento vivo y dados
a la riña”.
El Talmud: “Los galileos ansiaban más la honra que el dinero. Eran precipitados, impulsivos,
emotivos, fácilmente excitables por el atractivo de una aventura, y leales hasta el fin”.
Todos los apóstoles eran galileos, o por nacimiento o por residencia (ref. Hechos 1:11, 2:7). Estas
características regionales eran muy evidentes en cada uno de ellos, especialmente en Pedro. Era
gente excitable, emprendedora, impulsiva, lista para apoyar una causa nueva e insólita, y abierta a
un cambio de orden.
Nuestro temperamento y disposición provienen de dos fuentes: 1.) La herencia—los rasgos
transmitidos por línea de sangre; y, 2.) La región donde crecimos. Nuestra personalidad es moldeada
por el espíritu del lugar donde hemos crecido. Las características galileas se marcaron fuertemente
en Pedro y mancharon su testimonio. Estos elementos contaminaron su fe. Por consiguiente, Pedro
tuvo que atravesar muchas pruebas específicas para ser purificado de su mentalidad galilea. Esto se
manifestó claramente en Jacobo y en Juan, así como en el resto de los discípulos. Por otra parte,
poseían gran apertura de espíritu, cualidad necesaria para el siguiente mover de Dios.
Pueblo Natal
Pedro era de Betsaida, un pequeño pueblo de Galilea (Juan 1:44), como también lo eran su hermano
Andrés y Felipe. Betsaida quedaba en la costa norte del Mar de Galilea (Marcos 6:45), a pocas
millas de Capernaum, ciudad que fue centro de operaciones de Jesús durante su ministerio en Galilea.
Asimismo, Pedro hizo de Capernaum su residencia (Mr.1:21, 29-31) mientras Cristo ministró en
ese lugar. Nazaret, también de Galilea, quedaba aproximadamente a veinte millas al suroeste de
Capernaum. Pedro creció en un hogar devoto; evidencia de ello es el hecho de que desde su juventud
“ninguna cosa común o inmunda” había comido jamás (ref. Hechos 10:14). En cuanto a las
ceremonias, era meticuloso, y tenía profundas convicciones espirituales. Igualmente, aguardaba la
venida del Mesías (Juan 1:40-41).
Pedro • Página 1
LA VIDA DE PEDRO EN LOS CUATRO EVANGELIOS
Dieciocho áreas en la vida de Pedro que necesitaban conversión
para que él pudiese fortalecer a sus hermanos (Lucas 22:32)
1.) Pedro era un hombre que decía jamás. (Mt.16:22; 26:31, Juan 13:8, Hechos 10:13-14).
2.) Pedro se preguntaba cuántas veces debía perdonar para no tener rencor. (Mt.18:21, 22).
3.) Pedro preguntaba: “¿Qué me van a dar? ¿Qué, pués, tendré?” (Mt.19:27, Hch.1:6).
4.) Pedro siempre tenía algo que decir, aun cuando no había nada que decir. (Marcos 9: 2-5).
5.) Pedro miró sus circunstancias y quedó privado de las palabras de unción (Mt.14:27-31).
6.) Pedro reprendió y corrigió a su maestro, al Señor. (Mt. 16:22).
7.) Pedro mismo se puso pruebas innecesarias, por hacer declaraciones atrevidas, imprudentes y
precipitadas. (Mt. 26:33).
8.) Cuando Cristo dijo que había algo en el corazón de Pedro, éste lo rebatió. (Marcos 14: 29-31).
9.) Pedro aseguró: “Señor, dispuesto estoy”, cuando Cristo dijo: “No lo estás”. (Lucas 22:33).
10.) Pedro se metía a causas que no le correspondían: “Dispuesto estoy a ir contigo no sólo a la
cárcel, sino también a la muerte”. (Lucas 22:33).
11.) La fe de Pedro estaba mezclada con sus propias ideas y suposiciones, y necesitaba purificación.
(Lucas 22:32).
12.) Cuando fallaba, Pedro luchaba con el autorrechazo y necesitaba que lo volvieran a admitir en
público. (Juan 21:15-17).
13.) Pedro se durmió en el huerto cuando Jesús más lo necesitaba. (Mt. 26:40-41).
14.) Pedro avergonzó e hizo quedar mal a Cristo, cuando en su ira, le cortó la oreja a un hombre.
(Juan 18: 10-11).
15.) Pedro pensaba que era más espiritual y dedicado que sus hermanos. (Mt. 26:33, Juan 21:15).
16.) Pedro irrumpía en escena, sin pensarlo—una característica de su naturaleza impulsiva.
(Juan 20:3-6).
17.) Pedro era independiente y desenfrenado. De joven, iba adondequiera. (Juan 21:18).
18.) Pedro cometía la falta de hacer comparaciones (“¿Quién es el mayor?”, “¿Y qué de éste?”
(Juan 21:21-22).
Página 2 • Pedro
LA NECESIDAD DE CONVERSION DE PEDRO
1. El Hombre que decía “jamás”
Pedro era firme en todo lo que creía. Diez años después de la resurrección, se le encomendó en una
visión: “Levántate, Pedro, mata y come”, a lo cual respondió: “Señor, no; porque ninguna cosa
común e inmunda he comido jamás” (Hch.10:13-14). En la visión, Dios estaba manifestando su
aceptación de los gentiles, generalmente considerados “comunes e inmundos” por los judíos. Había
todavía en Pedro y en los demás apóstoles, rastros de prejuicio y de tradición (ref. Hch.10:28,
11:2,3). La raíz de ese “jamás” estaba relacionada con la formación que había recibido, y era un
obstáculo para que muchos gentiles se añadieran a la iglesia. Pedro, acostumbrado a exclamar
“jamás”, acabó diciendo “siempre”, y cuando esta área particular de su vida fue transformada, pudo
fortalecer a muchos hermanos gentiles.
Si no dejamos que Dios nos transforme la mente, no habrá cambio alguno en nuestras vidas (Ro.
12:2). ¡Cuán seria es realmente esta reflexión! En varias ocasiones más, Pedro insistió en que
jamás (bajo ninguna circunstancia) iba a tolerar ciertas cosas. En Juan 13:8 protestó “No me lavarás
los pies jamás”. Cristo contestó: “Si no te lavare, no tendrás parte conmigo”. La reacción de Pedro
a esto fue “Bueno, entonces dame un baño completo. Lávame todo, manos y cabeza”. Ahora se iba
al otro extremo—de no lavarse del todo, a ser lavado por completo. Con Pedro la situación era
“todo o nada”. Con frecuencia actuaba y hablaba sin contemplar ni premeditar.
En Mateo 26:33 Pedro se impuso: “Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré”.
Fue sincero al hacer esta declaración. El era incondicional para el Señor, pero lo seguía en sus
propias fuerzas. (La autofortaleza es un gran tropiezo para muchos cristianos jóvenes, y al final los
hace quedar muy humillados). Pedro se dejaba llevar tanto por las emociones que no atendía en
absoluto las advertencias de su Señor Maestro. Jesús había hecho hincapié en que para que se
cumpliesen las Escrituras (Zac. 13:7) la presión aumentaría tanto que todos sus apóstoles huirían de
El. Pedro fue firme en oponerse a esta declaración del Señor, y con ello se tendió él mismo la
trampa de un terrible fracaso.
En Mateo 16:21-22, después de que Cristo le reveló a sus discípulos que debía padecer mucho y
morir, Pedro tomó al Señor y empezó a reconvenirle, diciendo: “En ninguna manera esto te acontezca”.
¡Jamás! Esto jamás será, Señor. ¿Por qué insistía tanto Pedro en que esto jamás debía suceder?
Porque ello trastornaba sus aspiraciones de grandeza. Sus cálculos eran algo parecido a esto: “Si
muere mi héroe, morirán también todos mis sueños de poder, prestigio, y dominio”. El joven Pedro
todavía no había comprendido que antes de una corona siempre viene una cruz. Estos asuntos que
aturdían a Pedro como creyente inmaduro, se convirtieron después en los temas que más enfatizó
en su vida, como lo veremos adelante en sus dos epístolas. Una y otra vez Pedro menciona los
padecimientos de Cristo, pero también la gloria que los siguió (ver 1 P. 1:11, 1:21. 4:13-14, 5:1,
5:10).
Mateo 16:23 - “Pero él, volviéndose, dijo a Pedro, ¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres
tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres”. Entonces
Cristo procedió (en versos 24-26) a decirles que el camino a la vida es por medio de la negación del
yo. Pero siendo Pedro una persona que en el fondo buscaba lo suyo (interesado en las cosas de los
hombres), le dio cabida a Satanás en él, al grado de proponerle a Cristo que desistiese de ir a la cruz.
Pedro • Página 3
2. ¿Cuántas veces debo perdonar antes de tener resentimiento?
En Mateo 18:21-22 “Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi
hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? Jesús le dijo: “No te digo hasta siete, sino aun hasta
setenta veces siete”. Setenta veces siete es otra forma de decir—no te molestes en contar. El perdón
nos beneficia tanto a nosotros como a nuestros ofensores. Cuando somos incapaces de perdonar, el
corazón se nos infecta de maldad y de amargura (Hebreos 12:15).
Con el acto de perdonar estamos desatando a los demás de las faltas que han cometido contra
nosotros. Cuando no los perdonamos, los mantenemos presos en el pensamiento, y al igual que un
carcelero permanece en la cárcel, así permanecemos también encarcelados con ellos, preocupándonos
por lo que nos deben. Bajo el nuevo pacto, Cristo ha hecho posible que el creyente perdone y desate
a los demás. El Señor Maestro enseñó a sus discípulos a orar a diario: “Perdona nuestras deudas,
como también nosotros perdonamos a nuestros deudores” (Mt. 6:12). “Porque si perdonáis a los
hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis
a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas” (Mt. 6:14-15).
En el relato de la mujer que vino a Jesús con un frasco de alabastro (Lc. 7:36-50), el Señor hizo esta
interesante declaración: “Sus muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho; mas aquel a
quien se le perdona poco, poco ama” (Lc. 7:47). Nuestro amor a Dios depende de que entendamos
cuánto nos ha sido perdonado. Por eso, entre más luz tenemos, más conscientes estamos de haber
sido librados de múltiples ofensas, y en consecuencia, le amamos más a El. Esto nos obliga a liberar a
los demás de las cuentas que tienen pendientes con nosotros. A la persona legalista o con aires de
superioridad moral, le parece que ha ofendido muy poco y que sólo le deben perdonar poco. Por eso
ama poco.
Los fracasos y defectos que Pedro tuvo en su vida, le ocasionaron mucho quebrantamiento de espíritu
y lo volvieron misericordioso para con los demás. Pedro llegó a comprender cuánto le había sido
perdonado. Llegó un momento en que él mismo no podía ni perdonarse ni aceptarse. Tal vez
pensaba que había cometido el pecado imperdonable o que había perdido para siempre el favor de
Dios. Pedro había negado al Señor maldiciendo y jurando. Sin embargo, Cristo no lo había rechazado;
había sido él mismo quien se había rechazado. La aceptación y el perdón del Señor lo rescataron de
la autodestrucción. El Salmo 130:4 declara: “Pero en ti hay perdón, para que seas reverenciado”.
La gente se desenfrena cuando piensa que no hay esperanza de perdón. El perdón hace posible que
hombres y mujeres recuperen el respeto a sí mismos y, a la vez, el respeto a Dios. Por lo tanto,
demostremos a los demás que los aceptamos, perdonándolos “setenta veces siete”.
3. ¿Qué obtengo yo de esto?
“Entonces respondiendo Pedro, le dijo: He aquí nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido;
¿qué, pues, tendremos?” (Mt. 19:27). Esta es otra manera de preguntar: “¿Y nosotros qué vamos a
conseguir con esta propuesta?” Por otro lado, la pregunta hecha por Pedro no es necesariamente
egoísta. Cuando dejamos todo atrás para seguir a Jesús, necesitamos saber cuál es el propósito y el
premio que se obtienen de tan rotundo sacrificio. Cristo no reprendió a Pedro por preguntar. Le
contestó en los versículos 28-29: “De cierto os digo que en la regeneración [ref. la resurrección]
cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros [refiriéndose a los doce
apóstoles] que me habéis seguido también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce
tribus de Israel. Y cualquiera que haya dejado casas, o hermanos o hermanas, o padre, o madre, o
mujer, hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna”.
Página 4 • Pedro
Hasta este momento, Pedro y sus compañeros apóstoles tenían sólo una escasa comprensión de su
llamado eterno. Sólo pensaban en un reino terrenal y en la demostración exterior del poder. Hasta el
mismo día de la crucifixión (y aun en la última cena), prevalecía entre ellos una gran ambición y
competencia, disputando sobre quién sería el mayor (Lucas 22:24). Y fue Pedro, en especial, quien
quizo saber - “¿Qué, pues, tendremos?” ¿Qué es lo que voy a conseguir yo para mí? Con sólo tres
años y medio de caminar con Cristo, no era posible que estos jóvenes varones entendiesen la clase de
motivaciones que guardaban en lo profundo del corazón. Por lo general pasan muchos años antes de
que descubramos quiénes somos en realidad.
Con el andar del tiempo, Pedro aprendió que el verdadero propósito de la vida no es tener un gran
ministerio o una apariencia de éxito. Su Salvador no vivió para el éxito externo sino que estuvo
dispuesto a parecer un fracasado, consumando su ministerio sobre una cruel cruz. El verdadero
propósito de la vida es recibir, “una corona incorruptible de gloria, cuando aparezca el Príncipe de los
Pastores” (1 Pedro 5:4). Esta corona solamente le es dada a los fieles. Se coloca sobre la cabeza de
la persona cuya mente está vestida de humildad. El verdadero propósito de la vida es agradar a Aquel
que nos ha llamado, y completar la obra que nos ha confiado. Nuestro objetivo final es ser
completamente suyos, amar cada parte de El y estar totalmente desposados con El. No debemos
jamás servir a Cristo motivados únicamente por las cosas que nos dará. Debemos ofrecernos del todo
a El por el gran amor que le tenemos y porque merece lo mejor de nuestras vidas. Por supuesto, hay
una corona qué ganar o perder (Apocalipsis 3:11), pero la corona en sí no es el asunto más importante.
Al perder la corona estaremos perdiendo el favor del Rey que nos corona. Al recibir la corona estaremos
recibiendo la sonrisa del Rey, y sus palabras: “Bien hecho, siervo bueno y fiel”.
4. El hombre que siempre tenía que decir algo
Marcos 9:4-6 - “Y les apareció Elías con Moisés, que hablaban con Jesús. Entonces Pedro dijo a
Jesús: Maestro, bueno es para nosotros que estemos aquí; y hagamos tres enramadas, una para ti otra
para Moisés, y otra para Elías. Porque no sabía lo que hablaba, pues estaban espantados”. Pedro
siempre se las arreglaba para tener algo que decir, aun cuando no había nada que decir. Como creyente
joven, su boca desenfrenada le puso lazo en numerosas ocasiones. Es con la lengua que cometemos
la mayor parte de los pecados. Proverbios 10:19 declara: “En las muchas palabras no falta pecado;
mas el que refrena sus labios es prudente”. La habilidad de controlar la lengua es señal de perfección
cristiana y de sabiduría (Santiago 3:2-12). Al tener una edad más avanzada, Pedro añadió templanza
(ó dominio propio) a su conocimiento (2 P. 1:6). El dominio propio tiene que ver con refrenar tanto
la lengua como las emociones. A veces la cosa más sabia que podemos demostrar es el silencio. Pedro
tuvo que aprender a ser un cordero inofensivo, como su Señor (Is. 53:7, 1 P. 1:19, 2:21-23).
5. Pedro fue privado de las “palabras” ungidas de Dios
En el relato de Mateo 14:27-31, vemos que las palabras ungidas que recibimos de parte del Señor nos
pueden ser robadas si apartamos del Señor la vista y nos concentramos en las circunstancias adversas.
Cuando Jesús le invitó a “venir”, Pedro recibió de parte del Señor una palabra vivificante y salió de
la barca por esa palabra, siendo ella su apoyo. Pero cuando apartó del Señor la vista y contempló el
mar embravecido y el viento bullicioso, al instante comenzó a hundirse. ¡Qué común es esto entre
los santos de Dios! Dios le da promesas a su pueblo, pero cuando las tormentas de la vida llegan y lo
ponen a prueba, es frecuente que su corazón desmaye. A los israelitas que salieron de Egipto se les
recordaba una y otra vez, que había una tierra prometida esperándoles. Ellos, en su mayoría, no
recibieron las promesas porque las dificultades del trayecto a Canaán les endurecieron el corazón.
Por eso, todo nuestro ser debe permanecer concentrado en Aquel que dio la promesa; de lo contrario,
la perderemos (ver Hebreos 2:1, Juan 8:31-32).
Pedro • Página 5
6. Reconvino y corrigió a su maestro y pastor
Mateo 26:22 - “Entonces Pedro, tomándolo aparte, comenzó a reconvenirle, diciendo: Señor, ten
compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca”. ¡Cuán imprudente es el alumno que reprende
y corrige a su maestro! En este caso, la falta de tacto era mayor, porque el maestro era el Señor.
¡Qué crudeza la de Pedro! Pedro era como un áspero pedazo de madera que necesitaba ser cepillado,
torneado, lijado, pulido, y barnizado. Sin duda, ninguno de nosotros ha cometido la falta de corregir
y reprender a su maestro o pastor.
Es interesante ver en Mateo 16:16-17 que fue a Pedro a quien el Padre dio la revelación de que Jesús
era verdaderamente el Mesías esperado. Sin embargo, en 16:22-23, Pedro rápidamente se volvió un
canal para el enemigo. En un momento oía la voz de Dios, y en el siguiente era portavoz del
enemigo. Así, vemos la mezcla de intereses en el corazón de Pedro y su necesidad de conversión.
“Pero [Cristo] volviéndose, dijo a Pedro: ¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo,
porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres”. He aquí en la vida de
Pedro, una muestra de la paja dentro del trigo, la cual necesitaba ser pasada por el cedazo (Lucas
22:31). Una parte del corazón de Pedro amaba mucho al Señor, pero la otra se deleitaba en las cosas
de la carne, lo cual era una invitación a Satanás para actuar a través de su vida contra los propósitos
de Dios. Recordemos que a Satanás le atrae todo aspecto de nuestras vidas que sea compatible con
su naturaleza.
7. Pedro mismo se puso pruebas innecesarias, por hacer
declaraciones atrevidas, imprudentes y precipitadas.
Mateo 26:33 - “Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré”. Aquí vemos el
problema de esfuerzo propio de Pedro. El “confiaba en la carne” como nos dice Filipenses 3:3-4. El
se estaba “gloriando en la carne” (Gálatas 6:13). Confiar en la carne y gloriarse en la carne son
expresiones que se usan para referirse a personas que confían en su propia fuerza, orgullosas de la
habilidad que tienen para resolver un asunto sin contar con la gracia de Dios. Pedro no se daba cuenta
de que en esta etapa de su desarrollo cristiano, estaba jactándose de su capacidad para soportar presiones.
El adversario oyó sus atrevidos comentarios y lo sometió a prueba, poniendo temor en su corazón e
induciéndolo a negar a Cristo. Lamentablemente, a Satanás se le permite ponernos a prueba en aquello
que declaramos con osadía. Este es otro ejemplo de la paja en la vida de Pedro que Satanás estaba
pasando por el cedazo. Esta prueba fue creada por el propio Pedro. El pudo haber evitado esta tentación
con sólo escuchar la voz de alerta de su Señor Maestro. También nosotros nos podríamos evitar
tribulaciones y pruebas innecesarias, si tan sólo aprendiéramos a refrenar la lengua, y a escuchar más
a nuestros maestros piadosos y a la tranquila y suave voz del Espíritu.
8. Pedro le rebatió a Cristo que hubiera algo en su corazón
Marcos 14:29-31 - “Entonces Pedro le dijo: “Aunque todos se escandalicen, yo no. Y le dijo Jesús:
De cierto te digo que tú, hoy, en esta noche, antes que el gallo haya cantado dos veces, me negarás
tres veces. Mas él con mayor insistencia decía: Si me fuere necesario morir contigo, no te negaré.
También todos decían lo mismo”. En estos pasajes vemos que Pedro está literalmente argumentando
con Cristo. No acepta lo que el Señor le ha dicho acerca de problemas que residen en su corazón.
Pedro está diciendo: “Yo no soy así, Señor. Yo jamás haría eso. Estás en un error, tú no me
comprendes. Tú no conoces mi verdadero carácter”. Reaccionar y estar en desacuerdo con su
maestro, el Señor mismo, era una actitud muy característica del corazón del joven Pedro.
Página 6 • Pedro
La verdad es que no sabemos qué es lo que hay dentro de nuestros corazones, ni la reacción que
tendríamos bajo la presión de ciertas situaciones. Con toda humildad debemos orar: “No nos dejes
caer en tentación, mas líbranos de todo mal”.
9. “Estoy dispuesto”
“El [Pedro] le dijo: Señor, dispuesto estoy a ir contigo no sólo a la cárcel, sino también a la muerte”.
La respuesta de Cristo a Pedro fue: “No, no lo estás” (Lc. 22:33). En primer lugar no era la voluntad
de Dios que Pedro, en ese momento de su vida, fuese a la cárcel y a la muerte. Por lo tanto, la gracia
para que Pedro intentara algo así, no estaba disponible. Dios no nos concede gracia (capacitación
divina) para llevar a cabo nuestras propias causas. Solamente nos da gracia para ejecutar su plan.
Muchos cristianos entusiastas creen que están listos para el llamado de Dios, pero no tienen ni idea
de las faltas específicas que tienen en sus propias vidas. Moisés trató sin ningún éxito de empezar
su propio ministerio; no estaba sincronizado con los propósitos de Dios. Se le había adelantado a
Dios por varios años y todavía necesitaba mucha preparación (Hch. 7:22-30).
10. Se metía a causas equivocadas
Lucas 22:33 - “El le dijo: Señor, dispuesto estoy a ir contigo no sólo a la cárcel, sino también a la
muerte”. La naturaleza impulsiva de Pedro lo inducía a meterse, por Cristo, a causas equivocadas.
Prueba de ello es Juan 18:10, cuando Pedro precipitadamente sacó la espada y le cortó la oreja al
criado del sumo sacerdote. Pedro abundaba en celo y vigor desenfrenados. Muchas veces no era el
Espíritu del Señor o la fe verdadera lo que motivaba a Pedro, sino su propio deseo de defender al
Señor, o de hacer algo para Dios. Si tratamos de servir a Dios a nuestra manera, le haremos más mal
que bien al reino de Dios. Si no recogemos la cosecha a la manera de Dios, acabaremos
desparramándola en todas direcciones (ref. Mt.12:30, Lc.11:23). Pregúntele al Señor: “¿Nació esta
obra de tu Espíritu, o es producto de mi propia necesidad emocional de hacer algo para Dios, o de
alcanzar la meta de mi vida? ¡Señor, muéstrame cuáles son mis verdaderas motivaciones!”
11. La fe de Pedro estaba mezclada con suposiciones
Lucas 22:32 - “Pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus
hermanos”. La fe de Pedro estaba mezclada con sus propias ideas y suposiciones, así como lo está
el mensaje de hiperfé que se predica hoy en día. Su fe tenía que ser purificada de elementos
naturales (ref. 1 P. 1:7). El luchaba por servir al Señor a su manera, no a la manera de Dios. Pedro
reafirmó su voluntad de morir con el Señor; pero no estaba en los planes de Dios que Pedro muriese
con Cristo, ni se le concedió gracia para ese fin. Dios todavía tenía para Pedro treinta y seis años
más sobre la tierra, en los cuales éste desarrollaría un ministerio muy importante.
La verdadera fe es totalmente sobrenatural. La fe “no es de nosotros, pues es don de Dios” (Ef. 2:8).
La fe de Pedro estaba mezclada con su mente natural y sus emociones, por eso cuando intentó
defender al Señor lo hizo en sus propias fuerzas y acabó en un vergonzoso fracaso, negando al
Señor. Esta experiencia casi lo destruye. Cristo sabía que Pedro iba a sufrir una enorme humillación
y rogó que su fe no le faltara. Más tarde, Pedro necesitó que el Señor mismo lo reivindicara en
público.
Pedro • Página 7
12. Pedro luchaba con el autorrechazo cuando fracasaba
Juan 21:15-17 - Tres veces le dijo el Señor a Pedro delante de los demás: “Apacienta mis ovejas”.
Al hacerlo, Cristo públicamente reincorporó a Pedro a su ministerio. Pedro estaba tan derribado y
humillado después de haber negado al Señor, que su fe casi le faltaba y ya no podía predicar el
evangelio. (La gente que vive de “alturas” espirituales, por lo general cae en profundos “bajones”).
Cristo no había rechazado a Pedro por su falta—era Pedro mismo el que se rechazaba y no podía
perdonarse. Nuestro Señor entendió el dolor del fracaso de Pedro y lo rescató del abismo de la
condenación y del desaliento. Debido a la gracia de Dios por Pedro, éste pudo predicar poderosamente
algunas semanas después en el día de Pentecostés y reasumir su papel de líder de los doce apóstoles.
13. Se durmió en Getsemaní cuando Jesús más lo necesitaba
Mateo 26:40-41- “Vino luego a sus discípulos, y los halló durmiendo, y dijo a Pedro: ¿Así que no
habéis podido velar conmigo una hora? Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a
la verdad está dispuesto, pero la carne es débil”. Tan sólo un par de horas antes, Pedro se había
ufanado diciendo: “Aunque todos te abandonen, yo nunca lo haré” y también: “Dispuesto estoy a ir
contigo a la cárcel y hasta la muerte”. Ahora, no podía permanecer despierto ni por unos minutos
mientras el Maestro agonizaba en su hora de mayor tentación. La fuerza de voluntad de Pedro, y su
determinación, habían decaído en cuestión de pocas horas. Pedro escribió en su primera epístola,
aproximadamente 35 años más tarde: “Porque toda carne es como hierba, y toda la gloria del hombre
como flor de la hierba. La hierba se seca, y la flor se cae; mas la palabra del Señor permanece para
siempre” (1 P. 1:24-25). Pedro había descubierto que el hombre en su mejor estado, lleno de
intenciones buenas, autofortaleza y logros propios, es semejante a la gloria de una flor que pronto se
marchita (ref. Salmo 39:5). Solamente lo que es forjado en nuestras vidas por la eterna palabra de
Dios, puede prevalecer ante la prueba del tiempo y de la presión.
14. Pedro avergonzó e hizo quedar mal al Señor
Juan 18: 10-11 - “Entonces Simón Pedro, que tenía una espada, la desenvainó, e hirió al siervo del
sumo sacerdote, y le cortó la oreja derecha. Y el siervo se llamaba Malco. Jesús entonces dijo a
Pedro: Mete tu espada en la vaina; la copa que el Padre me ha dado, ¿no la he de beber?” Durante
tres años, Cristo les había enseñado a sus apóstoles a no oponer resistencia a la maldad, sino a
presentar la otra mejilla. La reacción defensiva de Pedro contradecía totalmente el mensaje de su
Maestro, y sin duda alguna avergonzaba al Señor. Pedro no iba a cortarle la oreja a ese hombre, sino
la cabeza. Sin embargo, podemos hacer otra analogía aquí. La espada representa la palabra de
Dios, y la oreja representa el órgano de la audición. Muchas veces los cristianos jóvenes y entusiastas,
haciendo un mal uso de la espada de Dios, le cortan a la gente la facultad de oir. La espada debe ser
usada con habilidad, mansedumbre y sabiduría (Cantares 3:8).
15. Pedro se creía más dedicado que sus hermanos
Mateo 26:33 - “Respondiendo Pedro, le dijo: Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me
escandalizaré”. Pedro creía que amaba al Señor Jesucristo más que sus hermanos. El pensaba que
su nivel de entrega estaba uno o dos puntos más arriba que el de los demás. Por eso vemos que el
espíritu de competencia residia en el corazón de Pedro, así como un ego no crucificado. Después de
su vergonzoso fracaso, Jesús gentilmente le preguntó a Pedro: “¿me amas más que estos [tus
hermanos]?” (Juan 21:15).
Página 8 • Pedro
16. Pedro irrumpía en escena, sin pensarlo
Juan 20:3-6 - “Y salieron Pedro y el otro discípulo, y fueron al sepulcro. Corrían los dos juntos;
pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro, y llegó primero al sepulcro. Y bajándose a mirar,
vio los lienzos puestos allí, pero no entró. Luego llegó Simón Pedro tras él, y entró en el sepulcro,
y vio los lienzos puestos allí”. De nuevo vemos aquí una acción de Pedro que ilustra su naturaleza
del todo impulsiva. Juan, probablemente el menor de los apóstoles, llegó primero que Pedro al
sepulcro. Sin embargo, la índole contemplativa de Juan no le permitía aventurarse a entrar en la
tumba abierta. Sólo se detuvo allí para observar, en un éxtasis reverente. Pero con Pedro, éste no
fue el caso, pues entró precipitadamente en el santo sepulcro.
17. De joven, Pedro era como un potro con la rienda suelta
Juan 21:18-19 - “De cierto, de cierto te digo: Cuando eras más joven, te ceñías, e ibas a donde
querías; mas cuando ya seas viejo, extenderás tus manos, y te ceñirá otro, y te llevará a donde no
quieras. Esto dijo, dando a entender con qué muerte había de glorificar a Dios. Y dicho esto,
añadió: Sígueme”.
De joven, Pedro tenía un espíritu independiente. Iba adonde quería y hacía su voluntad, aunque
ciertamente no llevaba una vida de rotunda desobediencia. Un potrillo no tiene nada de malo, pero
su valor es escaso mientras no se le haya disciplinado, entrenado y colocado la brida. Dios estaba
refrenando el estilo de vida independiente que Pedro tenía, con el objeto de ponerle el arnés para un
ministerio muy importante. Dios ya había empezado a inmiscuirse en su rutina, poniéndolo en
apretadas circunstancias como adiestramiento. En apenas unos cuantos años más, Ananías y Safira
caerían muertos a los pies de Pedro, de acuerdo con las palabras dichas por él. Multitudes se
sanarían con sólo la sombra de Pedro al pasar. Por lo tanto, tenía que aprender a dominar su
comportamiento irregular, y sobre todo, su lengua.
Pedro aprendió a ser “prisionero del Señor”. Estuvo literalmente dentro y fuera de la cárcel en los
años siguientes. Estas fueron diversas formas de tentación con las que Pedro adquirió una gran
paciencia y dominio propio. Al final de su vida, estaba preparado para ser sacrificado como un
cordero sin mancha, así como fue ofrecido el Capitán de nuestra salvación. Cristo predijo su
martirio en Juan 21:18-19, y hasta la manera en que moriría. Pedro extendería sus manos (con
buena voluntad y en el espíritu de mansedumbre) y otros le crucificarían. La historia de la iglesia
nos dice que Pedro fue crucificado boca abajo. Solamente cuando estamos preparados para ser
ofrecidos como un corderito manso, es que Dios puede ser glorificado.
18. Pedro cometía la falta de compararse con los demás
Juan 21:20-22 - “Volviéndose Pedro, vio que les seguía el discípulo a quien amaba Jesús ... Cuando
Pedro lo vio, dijo a Jesús: Señor, ¿y qué de éste? Jesús le dijo: Si quiero que él quede hasta que yo
venga, ¿qué a ti? Sígueme tú.” Aquí vemos el problema que reside en muchos corazones jóvenes —
el problema de hacer comparaciones. La ambición y la competencia son las que originan la
comparación con los demás. Pedro ansiaba ser el más grande, y siempre estaba pendiente de lo que
sus compañeros hacían. Esta es la verdadera razón de que tantas personas luchen con los celos. La
única forma de librarnos de los celos para siempre, es tener intenciones puras y procurar únicamente
glorificar a Dios, no a nosotros mismos. Así, no nos volverá a preocupar lo que los otros hacen, ni
nos ocuparemos de medirnos con ellos. Una de las claves para vencer en esta área de la vida, es
tener nuestras propias promesas de parte de Dios.
Pedro • Página 9
Cuando Pedro preguntó: “¿Y qué de éste?” Jesús respondió: “¿Qué a ti? Sígueme tú”. Con su
natural gentileza, Jesús le estaba diciendo a Pedro: “Simplemente ocúpate de tus asuntos y pon tus
ojos en mí. Que no te inquiete lo que esté haciendo tu hermano”. Esta era un área más de la vida
de Pedro que necesitaba transformación para que él pudiese fortalecer a sus hermanos. Pedro ni
siquiera sabía qué era lo que motivaba su pregunta: “¿Y qué de éste?” Debemos pedirle al Señor
que nos muestre por qué decimos ciertas cosas. Realmente, sin revelación divina no entendemos
cuáles son los verdaderos intereses que nos mueven.
El apóstol Pablo nos previene diciendo que no somos sabios cuando nos comparamos y medimos
con los demás (2 Co.10:12). “Porque no nos atrevemos a contarnos ni a compararnos con algunos
que se alaban a sí mismos; pero ellos, midiéndose a sí mismos por sí mismos, y comparándose
consigo mismos, no son juiciosos”.
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Página 10 • Pedro
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LA CONVERSION DE PEDRO
UNA CONTINUA TRANSFORMACION
En el Libro de los Hechos
Estudio de la falla de Pedro
Después de su devastadora falla al negar al Señor, Pedro fue diferente. A veces los fracasos hacen
más por nuestro desarrollo espiritual, que el éxito. El fracaso deja una marca indeleble en nuestras
vidas. El efecto que produjo en Pedro, fue una mente que empezó a vestirse de humildad. Pedro fue
quebrantado por completo. Sus sueños de grandeza y de autoexaltación quedaron en cenizas. Su
“confianza en la carne” había recibido un golpe mortal. Sin embargo, en el proceso, la fe de Pedro
casi fue destruida también, solamente las oraciones de Cristo lo sostuvieron.
En la mente de Pedro, todo se había perdido. Estaba dispuesto a abandonar el ministerio. Había
deshonrado y negado al Señor a quien amaba. Había defraudado al Maestro en su hora de mayor
necesidad. ¡Pedro se odió a sí mismo! Estaba avergonzado y humillado casi hasta el punto de morir.
Sentía una culpa abrumadora. Había perdido su dignidad después de negar no sólo al Señor, sino su
propio mensaje. Pedro no se podía sobreponer a la agonía de su fracaso porque no era capaz de
perdonarse semejante locura. Otro aspecto de su aflicción era que todo el episodio se pudo haber
evitado con sólo haber escuchado al Maestro. Más tarde, en su primera epístola, Pedro nos aconseja
comprobar si estamos sufriendo por la causa correcta. Sólo en Primera de Pedro, enfatiza este tema
por lo menos siete veces.
Vida sacada de la muerte
Cuando Cristo resucitó de entre los muertos, pensó primeramente en Pedro. El ángel les indicó a las
mujeres que fueron al sepulcro, ir a decir “a sus discípulos, y a Pedro” que Cristo en verdad había
resucitado, y que lo encontraran en Galilea (Mc. 6:1-8). El Gran Pastor y Obispo de nuestras almas
estaba velando con todo cuidado, por el bienestar de una oveja lista ya para dejarlo todo y extraviarse
(1 P. 2:25). Jesús vino y rescató a Pedro. Pedro era incapaz de perdonarse a sí mismo después de los
acontecimientos de hacía tres días. Pero Cristo no había perdido las esperanzas con Pedro—era Pedro
quien las había perdido consigo mismo. Cuánta bondad hay en nuestro Señor que levanta a los caídos,
y a los que han errado les restituye la autoestima y la buena conciencia (Salmo 130:4).
Pedro, sin embargo, después de su caída necesitó ser confirmado en público, ante sus hermanos. Al
fin y al cabo, Pedro era el líder de los doce apóstoles y todos sabían lo que había hecho. Tres veces
el Señor le repitió la comisión de: “Apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas”. Ahora, el Señor
Jesucristo mismo, lo readmitía a su llamado y ministerio. Este acto de gracia cambió la vida de
Pedro. No todo estaba perdido. Cristo lo había perdonado y reinstalado en su posición, y él realizaría
el ministerio para el cual estaba llamado. Así, resurgió la esperanza y la fe en el corazón de Pedro.
Después de su resurrección, Jesús permaneció cuarenta días sobre la tierra. Durante ese tiempo, les
abrió las Escrituras a los discípulos, explicándoles muchos de sus propósitos y planes para la
iglesia (ref. Hch.1:3, Lc. 24:44-45). Después de cuarenta días, Cristo los comisionó para que
predicaran el evangelio a cada nación y luego ascendió de regreso al cielo. En el primer capítulo del
Libro de los Hechos se registra la ascención y los diez días que siguieron, durante los cuales los
ciento veinte discípulos esperaron el derramamiento del Espíritu Santo. Durante estos diez días,
vemos a Pedro destacándose nuevamente como líder.
Pedro • Página 11
Pedro se levanta de nuevo
Desde el principio, Pedro había sido el vocero nato entre los doce. Cuando a muchos de los seguidores
de Jesús les molestó el sermón referente al Pan de Vida, Jesús, volviéndose, les preguntó a los doce:
“¿Queréis acaso iros también vosotros?” Pedro de inmediato reafirmó la lealtad de ellos para con
El, diciendo: “¿A quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna”. (Ver Juan 6:66-69). De nuevo,
en Cesarea de Filipo, cuando Jesús les preguntó a los doce: “Y vosotros¿, quién decís que soy yo?”,
Pedro intervino proclamando: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente” (Mt.16:16).
Después de haber negado al Señor, Pedro permaneció por varios días perplejo y desconcertado por
lo sucedido. Le parecía que nunca iba a poder abrir la boca para predicar otra vez, o para defender
la causa de Cristo. Pero, habiéndolo readmitido el Señor públicamente ante los hermanos, cobró
ánimo y empezó a recuperarse de la vergüenza y el reproche de su falla.
Pedro dirige la asamblea para seleccionar a un apóstol en reemplazo de Judas
Inmediatamente después de la ascención de Cristo al cielo, los discípulos regresaron a Jerusalén a
esperar al Espíritu Santo de la promesa. Durante esos diez días, nuevamente fue Pedro quien se puso
de pie entre los hermanos, y comenzó a dirigir a los ciento veinte. Allí, en el aposento alto, condujo al
grupo en la selección del doceavo apóstol que reemplazaría al caído Judas (leer Hch. 1:15-26).
Pedro—vocero en el día de Pentecostés
En el día de Pentecostés, sólo 54 días después de haber negado al Señor, Pedro pudo ponerse de pie
y predicar a las multitudes con poder y sin componendas, añadiendo tres mil nuevos convertidos a
la iglesia. El bautismo en el Espíritu Santo y fuego, le dio a Pedro una audacia impresionante, la
cual le permitió explicar a las masas en qué consistía este nuevo mover de Dios (Hch. 2:14-40).
Pedro había experimentado una importante conversión en su alma, y ahora estaba fortaleciendo a
sus hermanos. Estaba utilizando también las llaves del reino (Mt.16:19), abriéndo así la puerta para
que sus propios hermanos judíos se incorporaran a la iglesia. Posteriormente, en los capítulos 10-11
de Hechos, le abrió la puerta a los gentiles, no sin antes pasar por más transformaciones de la mente
y del corazón.
Pedro, la figura predominante en Hechos 1-12
En los primeros doce capítulos de Hechos, Pedro es la figura predominante. A partir de Hechos
capítulos trece al veintiocho, es Pablo quien se convierte en el personaje principal cuando el evangelio
es extendido a los gentiles. En Hechos 3:1 al 4:21, Pedro sanó al cojo, el primer milagro apostólico
que causó persecución. Expuso el pecado de Ananías y de Safira en Hechos 5:1-12, y después
declaró que el juicio comienza por la casa de Dios. Habló en nombre de los doce cuando fue
llevado ante el Sanedrín (Hch. 5:27-41). Fue enviado con Juan a Samaria, en donde por medio de
la imposición de sus manos, el Espíritu Santo cayó sobre los creyentes samaritanos. Además, Pedro
reprendió a Simón por sus intereses malsanos (Hch. 8:14-24), diciéndo: “Tu dinero perezca contigo,
porque has pensado que el don de Dios se obtiene con dinero”. Pedro nunca creyó que los dones y
las bendiciones de Dios se pudiesen comprar con dinero, sin embargo, la Iglesia Católica lo considera
el primer Papa. En una gira por Judea, Pedro sanó a Eneas, levantó a Dorcas de entre los muertos,
y ciudades enteras se conviertieron al Señor (Hch. 9:32-43).
Página 12 • Pedro
Pedro le abre la puerta a los gentiles
Hechos capítulos diez y once registra cómo se abrió la puerta de la fe a los gentiles. (Leer 10:1 a
11:21). Durante diez años el evangelio se le había ofrecido únicamente al mundo judío (ref. Hch.
11:19, 8:1-4). Sin embargo Cristo le había encargado a los discípulos: “Id y enseñad a todas las
naciones” (Mt. 28:19-20). Naciones puede interpretarse según el idioma original como “todo grupo
étnico”. Marcos 16:15 lo dice de esta manera: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda
criatura”. Aun así, los discípulos no lo oyeron. Es sorprendente cómo un creyente puede oir algo
repetidamente sin computarizarlo en las tablas de su corazón. Por eso Cristo le exhorta a su pueblo:
“Haced que os penetren bien en los oídos estas palabras” (Lc. 9:44-45).
En Hechos capítulos diez y once, es obvio que Pedro y los demás apóstoles tenían todavía criterios
y prejuicios en cuanto a los gentiles (ver 10:28, 11:1-3). Esto era un estorbo para que el evangelio
llegara a una multitud de gentiles ordenados para vida eterna. Con todo y sus logros para el reino de
Dios, Pedro todavía necesitaba una conversión más profunda. En el día del juicio, Dios no sólo nos
preguntará qué es lo que logramos para su causa sino, también querrá saber qué es lo que hubiésemos
logrado de haberle puesto más atención, y obedecido a su voz en todo.
En Hechos 10:9-16, Dios le dio a Pedro una visión cuando éste tenía mucha hambre. Vio muchos
cuadrúpedos, bestias salvajes, reptiles, y aves de los cielos. Entonces se le encomendó: “Levántate,
Pedro, mata y come”. Pedro, con ímpetu, protestó en la visión, diciendo: “Señor, no; porque
ninguna cosa común o imunda he comido jamás”. Después de meditar en la visión y en el hecho de
que el Señor lo había dirigido a la casa de Cornelio, la cual no era judía, Pedro comenzó a entender
la interpretación, diciendo: “Dios me ha mostrado que no debo llamar a ningun hombre común ni
inmundo (Hch. 10:28). Es evidente que la visión se refería a los gentiles, a quienes los judíos
consideraban comunes e inmundos al grado de no comer ni juntarse siquiera con ellos.
Después de que Pedro les hubo predicado el evangelio (10:34-43), Dios confirmó el mensaje
bautizando a los gentiles en el Espíritu Santo, lo cual se manifestó con el hablar en lenguas. Pedro
y los judíos que lo acompañaron a la casa de Cornelio se quedaron atónitos de que Dios hubiese
aceptado a los gentiles, dándoles el Espíritu Santo como se los dio a los judíos en el día de Pentecostés
(Hch.10:44-48). Este acto de Dios realmente trastornaba su tradición y su teología. A estos gentiles,
que no tenían la circuncisión ni guardaban ninguna de las leyes o costumbres judías, Dios los había
aceptado tal como eran.
De regreso a casa en Jerusalén, sus compañeros le reprocharon el haberse mezclado con los gentiles
(ver Hch. 11:1-4) pero Pedro les relató todo el asunto. En Hechos 11:18, los ancianos y apóstoles
judíos que estaban en Jerusalén, entraron en razón acerca de que Dios en realidad aceptaba a los
gentiles, y al instante alabaron al Señor (leer Hch.11:18). Fue una revelación impactante y
transformadora, aun cuando diez años antes Cristo les había dicho “predicadle a toda criatura bajo
los cielos”.
Pedro afirma esta verdad en el Concilio de Jerusalén:
los gentiles son justificados por fe, no por ritos
En Hechos 15:1-6, casi once años después de la visión de Pedro, ciertos creyentes judíos se pusieron
a enfatizar la necesidad de que los gentiles se circuncidasen y guardasen todos los preceptos levíticos
de Moisés para ser salvos (ref. Hch. 21:20). Por lo tanto, en Hechos 15:6-32, todos los líderes de la
iglesia se reunieron en Jerusalén para considerar el asunto. Esto se conoce mejor como El Concilio
de Jerusalén.
Pedro • Página 13
Hechos 15:5-11 - “Pero algunos de la secta de los fariseos, que habían creído, se levantaron diciendo:
Es necesario circuncidarlos, y mandarles que guarden la ley de Moisés? Y se reunieron los apóstoles
y los ancianos para conocer de este asunto. Y después de mucha discusión, Pedro se levantó y les
dijo: Varones hermanos, vosotros sabéis cómo ya hace algún tiempo que Dios escogió que los gentiles oyesen por mi boca la palabra del evangelio y creyesen. Y Dios, que conoce los corazones, les
dio testimonio, dándoles el Espíritu Santo lo mismo que a nosotros; y ninguna diferencia hizo entre
nosotros y ellos, purificando por la fe sus corazones. Ahora, pues, ¿por qué tentáis a Dios, poniendo
sobre la cerviz de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar?
Antes creemos que por la gracia del Señor Jesús seremos salvos, de igual modo que ellos”.
Pedro fue el hombre escogido inicialmente por Dios para abrir la puerta de fe a los gentiles, aunque
primordialmente su ministerio era hacia el mundo judío (ref. Gal. 2:7-8). En el Concilio de Jerusalén
(51 D. C.), Pedro declaró que los gentiles eran justificados de sus pecados por la fe, no por observar
todas las leyes mosaicas. Dios confirmó su aceptación de ellos bautizándolos en el Espíritu Santo.
Pero pasado un corto tiempo, en Antioquía, Pedro estaría en desacuerdo con su propio mensaje.
Pedro niega su mensaje por temor
Cuando el Concilio de Jerusalén hubo finalizado, Pablo y sus compañeros regresaron a Antioquía,
la sede de la iglesia gentil (Hch. 15:30-35). Pedro subió a Antioquía, de visita.
Gálatas 2:11-14 “Pero cuando Pedro vino a Antioquía, le resistí cara a cara, porque era de condenar.
Pues antes que viniesen algunos de parte de Jacobo [el Anciano que dirigía la iglesia en Jerusalén],
comía con los gentiles; pero después que vinieron, se retraía y se apartaba, porque tenía miedo de
los de la circuncisión [v.g. sus hermanos judíos]. Y en su simulación participaban [se unían] también
los otros judíos, de tal manera que aun Bernabé fue también arrastrado por la hipocresía de ellos.
Pero cuando vi que no andaban rectamente conforme a la verdad del evangelio, dije a Pedro delante
de todos: Si tú, siendo judío, vives como los gentiles y no como judío, ¿por qué obligas a los
gentiles a judaizar?” Esto era inexcusable, especialmente porque Dios había escogido a Pedro para
abrir la puerta de fe a los gentiles y le había dado la visión de Hechos 10, declarando que Dios había
limpiado a los gentiles.
Pedro actuaba de una manera cuando estaba con los gentiles, y de otra manera cuando sus hermanos
judíos llegaban de Jerusalén. Cuando les vio venir se retrajo y se apartó de los gentiles por miedo a
lo que dijeran o pensaran sus compañeros. Esto hizo que lo imitasen todos los que giraban alrededor
de él, incluyendo a Bernabé. Pablo reprendió a Pedro, tildando de hipócrita su proceder. Todavía
veintiún años después de la cruz, a Pedro lo seguía induciendo el miedo. Había transcurrido un
lapso de casi veintiún años desde que negara al Señor. Hasta aquí vemos que Pedro todavía necesitaba
en su alma una mayor obra de conversión, antes de afianzar plenamente a sus hermanos. Este
proceder que acababa de tener lugar en Antioquía realmente debilitó a los hermanos.
La vida de Pedro nos deja muy claro que el crecimiento cristiano es una experiencia contínua.
Después de haber estado con Cristo durante tres años y medio, y desenvolverse en un poderoso
ministerio por veintiún años, Pedro todavía tenía áreas en su vida que necesitaban atención y
corrección. Después de predicar en el día de Pentecostés, de sanar a multitudes (a veces sólo con su
sombra), de levantar a los muertos, y de convertir para el Señor a ciudades enteras, Pedro todavía
tenía algo de contradictorio y de voluble. Raíz de ello era el temor a la opinión que sus hermanos se
formarían de él.
Página 14 • Pedro
CONCLUSION
Aparte de los cuatro evangelios y del Libro de los Hechos, es poco lo que las Escrituras dicen acerca
de la vida de Pedro, hasta que llegamos a sus dos epístolas. En Gálatas 2:9 Pablo nos dice que Pedro
era una de las columnas de la iglesia, y también, en los versículos 7-8, que el ministerio de Pedro
estaba dirigido primordialmente al mundo judío.
En el capítulo dos de Gálatas, Pablo testifica que fue hasta que tuvo lugar el Concilio de Jerusalén,
más o menos diecisiete años después de su conversión, que él fue presentado por primera vez a los
doce apóstoles. (Aunque había conocido a Pedro hacía catorce años, y pasado quince días con él en
Jerusalén). (Ver Gal. 1:15-19).
Esos quince días debieron ser muy especiales tanto para Pedro como para Pablo. Pablo había sido
visitado por el Cristo resucitado hacía varios años, y acababa de regresar del desierto árabe. Pedro
había estado con Cristo durante su ministerio terrenal por tres años, y ahora Pablo había estado con
el Cristo resucitado por tres años, recibiendo la revelación del evangelio. Este encuentro de los dos
fue aproximadamente en el año 37 D. C., casi siete años después del Pentecostés.
En Primera Corintios 9:5, Pablo da a entender que Pedro viajaba con su esposa, y que así también lo
hacían los otros apóstoles. Para una esposa, viajar implicaba una gran dedicación. Pedro también
era un ministro visitante en la iglesia de Corinto, y ciertos segmentos de la iglesia preferían su estilo
de ministrar, al de Pablo, o de Apolos (1 Co.1:12). Así, podemos ver que Pedro viajó extensamente
por la zona del Mediterráneo y ministró en varias iglesias, especialmente en las judías.
Pedro le abre la
puerta a los judíos
Pedro le abre la
puerta a los gentiles
Día de
Pentecostés
La Conversión
de Pablo
Pablo se reúne
quince días
Pedro
30 A.D.
33-34 A.D.
37 A.D.
Hechos 1
Hechos 9
Hechos 9:26
Pedro Niega
al Señor
El Evangelio El Concilio
llega a los de Jerusalén
gentiles
40 A.D.
Hechos 10-11
51 A.D.
I y II Pedro La Muerte
son escritas de Pedro
65-66 A.D.
Hechos 15
66 A.D.
Pedro es
crucificadeo
boca abajo
Poco después, Pedro negó
su propio mensaje
(ver Gál. 2:11-14)
Pedro • Página 15
La Epístola de Primera de Pedro
Las Epístolas de Primera y Segunda de Pedro fueron escritas en Roma por el apóstol Pedro al final
de su vida. Primera de Pedro fue escrita en el año 65 D. C. y Segunda de Pedro, en el 66 D. C., un
poco antes de su muerte (ref. 2 P. 1:14). En la primera epístola Pedro buscó fortalecer a los santos
que habían estado sometidos a la persecución del mundo, mientras que en la segunda, advirtió
sobre los peligros que existen dentro de la familia de la fe.
Ambas epístolas revelan mucho acerca de Pedro. El las escribió basándose en experiencias que el
Espíritu del Señor forjó en su corazón. Los asuntos que menciona son propiamente las áreas de la
vida en que él halló una clave para la victoria personal. Aunque los cristianos estaban siendo
afligidos desde muchos frentes, Pedro les aconsejó comprobar si su sufrimiento provenía de la
causa correcta. Esto es porque, en sus comienzos, Pedro le había dado entrada en su vida, a tentaciones
y presiones innecesarias. Muchas de las presiones que soportamos, las provocamos nosotros mismos.
Observe la cantidad de veces que Pedro menciona el asunto:
2:19 - “Porque esto merece aprobación, si alguno … sufre molestias, padeciendo injustamente”.
2:20 - “Pues ¿qué gloria es, si pecando sois abofeteados, y lo soportais? Mas si haciendo lo bueno
sufrís, y lo soportáis, esto ciertamente es aprobado delante de Dios”.
3:14 - “Mas también si alguna cosa padecéis por causa de la justicia, bienaventurados sois...”
3:17 - “Porque mejor es que padezcáis haciendo el bien, si la voluntad de Dios así lo quiere, que
haciendo el mal”.
4:15 - “Así que, ninguno de vosotros padezca como homicida, o ladrón, o malhechor, o por
entremeterse en lo ajeno...”
4:16 - “Pero si alguno padece como cristiano, no se avergüence, sino glorifique a Dios por ello”.
4:19 - “De modo que los que padecen según la voluntad de Dios...”
Fecha de Primera de Pedro: Año 65 D. C.
Lugar en qué fue escrita: Roma
A Quiénes: Primera de Pedro fue escrita a los judíos de la dispersión que residían a lo largo del
Ponto, Galacia, Capadocia, Asia, y Bitinia. El contenido de la epístola es altamente judío, saturado
con citas y menciones del Antiguo Testamento. No fue escrita para individuos particulares o para
iglesias específicas. Pertenece a las siete Epístolas Generales, las cuales son: Santiago, I Pedro, II
Pedro, I Juan, II Juan, III Juan, y Judas.
El Tema:
El tema de Primera de Pedro es el sufrimiento y la forma cristiana de reaccionar a él. El tema se
encuentra no menos de 16 veces sólo en Primera de Pedro. Sin embargo, es el sufrimiento el que
conduce a la gloria. Pedro nos dice repetidamente que la gloria venidera es precedida por el
sufrimiento. Todo cristiano deseoso de una corona, debe primero estar dispuesto a enfrentar la
adversidad. Por lo tanto vamos a contemplar el sufrimiento desde tres perspectivas:
1. El propósito y las recompensas del sufrimiento
2. Cómo tener victoria en el sufrimiento
3. Estar seguros de estar padeciendo por la causa correcta
Página 16 • Pedro
Iglesias a las cuales Pedro escribe
• Roma
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CA P O D O C IA
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• Antioquía
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M E D I T E R R Á N E O
Jerusalen •
Pedro era en primer lugar un apóstol para el mundo judío. Le está escribiendo a los
judíos alejados del suelo patrio por causa de invasiones ocurridas siglos atrás. Se
está dirigiendo en particular a los radicados en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y
Bitinia. Sin duda alguna, Pedro había visitado estos lugares y ministrado en muchas
de sus sinagogas. Llamándolos “expatriados”, indica que no sólo eran extranjeros
viviendo fuera de Palestina, sino “extraños” en este mundo (1:1, 2:11, He. 11:13).
Todo hijo de Dios, redimido, es extranjero y peregrino en este mundo.
El día de Pentecostés, numerosos judíos de estas provincias oyeron a Pedro predicar,
y se convirtieron. Hechos 2:9-10 menciona específicamente a Capadocia, Ponto, y
Asia. Galacia no quedaba lejos de éstas.
Pedro, también llamado Cefas, era ampliamente conocido en muchas de las iglesias
del mundo mediterráneo. Esto se ve con claridad en la epístola de Pablo a los
Corintios. Pedro era bien recibido en la iglesia de Corinto (1 Co.1:12). A veces,
viajaba probablemente con su esposa, como se comprueba en 1 Co. 9:5.
Pedro • Página 17
Capítulo Uno
1:1 “Pedro, apóstol de Jesucristo, a los expatriados de la dispersión en el Ponto, Galacia, Capadocia,
Asia y Bitinia”. Estas eran provincias romanas al norte y noroeste de Palestina, lo que hoy constituiría
la región de Turquía. Pedro le estaba escribiendo a los creyentes judíos de estas cinco provincias,
expatriados por la invasión asiria desde hacía ocho siglos. Aunque Pedro se dirige a los judíos
radicados en tierras extranjeras, eran muchos los prosélitos gentiles que asistían a sus sinagogas.
Por eso la primera epístola de Pedro, aunque de estilo y texto muy judíos, está también dirigida a
los gentiles.
Somos elegidos por varias razones
1:2 “Elegidos [o escogidos] según la presciencia de Dios Padre [en] santificación del Espíritu,
[para] obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo: Gracia y paz os sean multiplicadas”.
“Elegidos” sencillamente quiere decir escogidos. Dios Padre nos ha elegido (o escogido) para sí
mismo. Sin embargo, su elección es determinada por su presciencia. Dios sabía de antemano,
mucho antes de nuestro nacimiento, la clase de personas que seríamos y cómo responderíamos a El.
Cuando Dios ve un corazón que va a responderle bien, elige o escoge a esa persona. Pero aun así,
se nos exhorta a no vivir atenidos, sino a “hacer firme nuestra vocación y elección” (2 P. 1:10).
Pedro también dice que estamos santificados (consagrados y apartados) por el trabajo del Espíritu
Santo. La santificación es instantánea cuando nacemos de nuevo, pero también es una obra contínua
del Espíritu Santo. El propósito de Dios al elegirnos, apartarnos y rociarnos con su sangre, es
hacernos personas obedientes. La meta que tenemos es cumplir su plan para nuestras vidas y ser
conformados a su imagen. Nuestra constante obediencia a la verdad, nos conducirá a la plena
madurez y al amor frateral no fingido, (ver 1:22) Pedro en sus últimos años, había alcanzado esta
condición.
1:3 “Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos
hizo renacer para una esperanza [viva], por la resurrección de Jesucristo de los muertos”. “Nos
hizo renacer,” se refiere a nuestro nuevo nacimiento (ref.1:23). Antes estábamos muertos en
transgresiones y pecados (Ef. 2:1-5). Estábamos alejados de Dios y de sus promesas, sin esperanza
(Ef. 2:12). El nuevo nacimiento es un acto soberano de la misericordia de Dios hacia nosotros. Sin
embargo, tuvimos que responder a su gracia y misericordia. Otros, a quienes se les ofrece el regalo
de la vida, lo desechan y lo tratan a la ligera (ref. Hch.13:46).
“Para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos”. Los creyentes se
caracterizan por la esperanza, mientras que los incrédulos no tienen esperanza (1 Ts. 4:13). Cristo
prometió nunca dejarnos desamparados ni sujetos a la desesperación (Juan 14:18, 1 Co.10:13).
Tenemos mucho por qué esperar cada día, y finalmente, la vida eterna. Esto fue logrado cuando
Cristo pagó nuestra deuda y resucitó de entre los muertos. Jesús nos asegura: “Porque yo vivo,
vosotros tambien viviréis” (Juan 14:19). Porque El vive, podemos enfrentar el mañana.
Nuestra herencia eterna
1:4 “Para una herencia incorruptible, contaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para
vosotros”. Por haber nacido de nuevo, hemos sido colocados en otra familia, y tenemos un nuevo
padre. Por lo tanto, nos convertimos en herederos de una maravillosa herencia.
Página 18 • Pedro
Esta herencia no puede perecer, desvanecerse, o malograrse, porque está reservada en el cielo para
nosotros. El cielo es extremadamente bello y en él hay perfecto amor y gozo por doquier. Nuestra
herencia, sin embargo, es mucho más que una hermosa mansión en el paraíso, es también una
relación con el Rey de Amor. Cristo en persona es nuestra herencia (Dt.10:9, 18:2, Sal.16:5, Ez.
44:28). Además nuestra herencia eterna incluye la gente que Dios confía a nuestro cuidado.
(Ver Salmo 2:8, Fil. 4:1, 1 Tes. 2:19-20).
El nos guardará por su poder
1:5 “Que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está
preparada para ser manifestada en el tiempo postrero”. Como hijos de Dios y herederos de la
salvación, somos esmeradamente guardados y escudados por nuestro Padre celestial. Pedro descubrió
esto por experiencia propia. Cuando un hombre cruza una carretera con un niño, es el hombre el
que firmemente se aferra a la mano del niño, no es el niño el que se aferra a la mano del hombre. De
la misma manera, es el poder de Dios el que está sosteniéndonos y guardándonos del extravío. No
hemos sido dejados solos para estar firmes por nuestra propia fuerza. Además, en Judas 1:24 se nos
recuerda que El es poderoso para guardarnos sin caída.
Cristiano jóven, no hay razón para que usted se sienta acosado por el constante temor de volver a
caer. Recuerde, estamos guardados por el poder de Dios, no por el nuestro. Pedro tuvo grandes
ataques de desánimo cuando era un creyente jóven. A veces creyó no poder seguir adelante. Pero
Cristo rogaba por él, así como el día de hoy, vive para interceder por nosotros (Hebreos 7:25). Jesús
siempre cuidó bien de Pedro, animándolo y fortaleciéndolo, aun cuando le falló de la manera más
vergonzosa.
Multiforme gracia para multiformes tentaciones
1:6 “En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis
que ser afligidos en diversas [multiformes] pruebas”. Pedro se regocijaba muchísimo en su salvación.
El sabía que su nombre estaba escrito en los cielos (Lc. 10:17-20). Sin embargo, hubo algunos
períodos en que tuvo que pasar por tribulaciones específicas (así como nosotros) para ser
perfeccionado y preparado para el reino celestial. El las describe como “diversas pruebas”. Pedro
en su primera epístola, usa dos veces la palabra diversas. Aquí la usa al decir “diversas pruebas”,
pero también en Cp. 4:10 cuando habla de la “multiforme gracia de Dios”. La palabra multiforme
en el griego original significa “muchas y variadas apariencias”. Cuando las dos ideas se combinan,
quiere decir que hay una apariencia especial de gracia que combina perfectamente con cada apariencia
de tentación. Ciertamente la gracia de Dios (o sea, la capacitación divina), basta para cada tentación
que se nos presenta. Un santo de Dios no tiene por qué ser subyugado por las presiones de la vida
ni debe rendirse ante ellas (1 Co.10:13).
Nuestra fe debe ser purificada
1:7 “Para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque
perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado
Jesucristo”. Así como se purifica el oro en un horno, así nuestra fe debe ser purificada de elementos
extraños, tales como la prejuicio y el pensamiento natural. La fe de Pedro estaba mezclada con el
orgullo y la suposición atrevida, lo que provocaba actos que manchaban su testimonio y avergonzaban
al Señor. Pedro estaba presto a meterse a “causas” por Cristo.
Pedro • Página 19
Trató de defender a Jesús hiriendo con la espada al sirviente del sumo sacerdote. Estaba resuelto a
ir a prisión, y a llegar hasta la cruz con Cristo. Sin embargo, no era la voluntad de Dios que Pedro
fuese a la cruz. Por eso, no le fue impartida la gracia, y falló. Dios solamente concede la gracia
(capacitación divina) para que se cumpla su propósíto, y no el nuestro.
Además, muchas veces tenemos la fe mezcladada con ideas y emociones propias, así como lo
descubrió en su juventud el impulsivo Pedro. Por eso tuvo que pasar por muchas tribulaciones
purificadoras a lo largo de su vida. Después de esto su fe fue hallada “en alabanza, gloria y honra“.
En su vejez, todas sus acciones estuvieron motivadas por una fe genuina. Santiago 1:2-3 nos enseña
la misma lección:
“Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en [diversas pruebas], sabiendo que la
prueba de vuestra fe produce [paciencia, estabilidad]”. Cuando llegan las pruebas, llegan para
nuestro beneficio. Las pruebas tienen el objeto de refinar nuestra fe y llevarnos a un plano de mayor
altura en Dios.
Todos nuestros actos deben realizarse en fe—no en impaciencia, histeria, frustración, emoción o
ideas propias. Todas nuestras palabras y acciones deben nacer de verdadera fe. Por eso nuestra fe
debe ser purificada. Todo lo que no proviene de fe, por lo general es pecado (ref. Ro.14:23).
La fe sin purificar
• Cuando Abram le pidio a Sara decir: “Abram es hermano mío”, no lo hizo por fe, sino por temor.
• Cuando Sara le dijo a Abram que tuviera hijos con Agar, no lo hizo por fe sino por querer ayudar a Dios.
• Cuando Lot escogió la planicie del Jordán cerca de Sodoma, no lo hizo por fe sino por vista.
• Cuando Rebeca le ordenó a Jacob que fingiera ser Esaú, no lo hizo por fe sino por hipocresía.
• Cuando Raquel le exigió a Jacob: “Dadme hijos o me muero”, no lo hizo por fe sino por histeria.
• Cuando Ana se aferró a Dios para concebir hijos, fue por fe y dio a luz a Samuel.
• Cuando la esposa de Job dijo: “Maldice a Dios y muérete”, no lo hizo por fe sino por exasperación.
• Cuando el pueblo de Israel se quejó en el desierto, no lo hizo por fe sino por un corazón endurecido e
incrédulo.
• Cuando Orfa abandonó a Noemí para regresar a sus dioses, no lo hizo por fe sino porque su compromiso
con ella era superificial.
• Cuando Pedro hirió al sirviente del sumo sacerdote, no lo hizo por fe sino por sus propios impulsos.
• Cuando Pablo y Bernabé discutieron por Juan Marcos, no lo hicieron por fe sino por una voluntad inflexible.
• Cuando los discípulos le dijeron a Jesús en la tormenta: “¿No te da cuidado que perecemos?”, no lo
hicieron por fe sino por incredulidad.
• Cuando Asa se apoyó en el rey de Siria para que lo librara, no lo hizo por fe sino por confiar en el hombre.
• Cuando Josafat unió fuerzas con Acab no lo hizo por fe, sino por simpleza y por andar en componendas.
• Cuando los amigos de Job lo aconsejaron mal, no lo hicieron por fe sino por criterio humano.
• Cuando Esaú vendió su primogenitura, no lo hizo por fe sino por falta de perspicacia.
• Cuando las iglesias no sostuvieron económicamente a Pablo, no lo hicieron por fe y se privaron de
bendiciones.
• Cuando David tomó esposas sin consultarle a Dios, no lo hizo por fe sino por autocomplacencia. David
fue bendecido en todas las áreas que sometió al consejo de Dios. En materia de mujeres, no buscó la
instrucción del Señor, y por eso no fue ni bendecido ni dirigido por Dios. Consecuentemente, cayó.
• Cuando las mujeres se dedican al chisme todo el día (Fil. 4:2) no lo hacen por fe, sino por pequeñez y falta
de perdón.
Página 20 • Pedro
La meta del apóstol Pablo era “presentar perfecto en Cristo Jesús a todo hombre” (Col.1:28). La madurez
sólo es posible cuando la fe es perfeccionada. Por lo tanto, cuando Pablo visitaba sus iglesias, él deseaba
“completar lo que le faltaba a la fe de ellos” y por esto oraba de noche y de día (1 Tes. 3:10).
La fe es una batalla. Se nos ordena “pelear la buena batalla de la fe” porque a cada instante nos
atacan las dudas y los temores (1 Ti. 6:12, 2 Ti. 4:7). Jesús tuvo que orar para que la fe de Pedro no
faltara cuando negara al Señor (Lc. 22:32). Recordemos que el propósito de cada tribulación y de
cada bendición es aumentar y purificar nuestra fe.
La fe se desarrolla por lo que no se ve
1:8 “A quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con
gozo inefable y glorioso”. Aunque de momento no vemos al Señor con nuestros ojos, es a través de
la fe que sabemos que está a nuestro lado apoyando nuestra causa. Cada vez que ejercitamos
nuestra fe obedeciéndole, crecen el gozo y el amor que le tenemos, hasta volverse inefables.
Al no dejarnos ver, Dios está desarrollando su fe dentro de nosotros. “Es pues la fe … la convicción
de lo que no se ve” (He.11:1). Dios se encubre a propósito, con el fin de fomentar la fe (Is. 45:15).
Las respuestas rápidas no siempre producen una profunda fe. A veces son las largas demoras las
que verdaderamente desarrollan la fe en nuestras vidas.
El resultado final de una fe creciente
1:9 “Obteniendo el fin de vuestra fe, que es la salvación de vuestras almas”. La fe viene de tener
una relación con Jesucristo. Vivimos por la fe del Hijo de Dios. Se debe perseverar en la fe porque
es posible perderla. Jesus advirtió en el Monte de los Olivos, oyéndolo Pedro: “El que persevere
hasta el fin será salvo” (Mt. 24:13). Estas palabras sin duda causaron un gran impacto en Pedro. Se
puede perder la fe cuando el corazón se endurece por las dificultades de la vida (He.12:15), y nos
volvemos contra el Salvador. Pedro enseña que hay quienes vuelven atrás y de allí no salen
(2 Pedro 2:20-22). La salvación de nuestras almas depende de que perseveremos en nuestra relación
con Jesucristo. Sin embargo, no es con nuestro propio esfuerzo que nos mantenemos en la fe.
Nuestra responsabilidad es continuar respondiendo a la gracia de Dios.
Todos los profetas señalaron a Cristo
1:10 “Los profetas que profetizaron de la gracia destinada a vosotros, inquirieron y diligentemente
indagaron acerca de esta salvación”. Jesús les dijo a Pedro y a los once: “Pero bienaventurados
vuestros ojos, porque ven; y vuestros oídos, porque oyen. Porque de cierto os digo, que muchos
profetas y justos desearon ver lo que veis, y no lo vieron; y oir lo que oís, y no lo oyeron”. (Mt.
13:16-17). Los profetas solamente tuvieron un vislumbre de la venida de Cristo y de ciertos aspectos
de su persona. Ellos no tuvieron el privilegio de ver la plenitud del plan de redención de Dios, el
cual tomaba cuerpo en el Salvador que llegaba (Col. 1:26-27, Ef. 3:9). Esa bendición estaba reservada
para nosotros, al abrir Cristo el velo y todos los misterios de la redención.
1:11 “Escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, el
cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos”. Los
profetas del Antiguo Testamento trataron de averiguar hacia qué tiempo y circunstancias señalaba el
Espíritu de Cristo que estaba en ellos, cuando predijeron los padecimientos de Cristo y las glorias
que seguirían. Ellos no entendían el cuándo, dónde, o cómo, pero vieron de antemano un Mesías
sufriente y las infinitas bendiciones que vendrían a continuación, especialmente en el Milenio y en
la vida venidera.
Pedro • Página 21
Todos los profetas del Antiguo Testamento preconcibieron y presagiaron la venida de Cristo. Ellos
tuvieron vidas y experiencias similares, siendo cada uno de ellos perseguido y rechazado (Hch. 7:51,52).
En su primera epístola, Pedro continuamente hace mención de los sufrimientos y las glorias que
vendrían tras ellos (1:21, 4:13-14, 5:1). Este es un tema predominante en las epístolas de Pablo
también. En Hebreos 12:2 Pablo nos recuerda: “Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de
la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando [ignorando y
menoscabando] el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios”. Jesús, literalmente, tuvo en
poco la vergüenza de la cruz cuando la comparó con la gloria que seguiría (ref. Ro. 8:18). Recordemos
que estamos siendo forjados para la gloria eterna, una gloria que vamos a poseer después de haber
padecido un poco de tiempo (1 P. 5:10-11).
1:12 “A estos se les reveló que no para sí mismos, sino para nosotros, administraban las cosas que
ahora os son anunciadas por los que os han predicado el evangelio por el Espíritu Santo enviado
del cielo, cosas en las cuales anhelan mirar los ángeles”. Los profetas del Antiguo Testamento
entendieron que ellos estaban ministrando principalmente para las futuras generaciones, no para su
propia generación. David profetizó de un sacerdote venidero, según el orden de Melquisedec. Con
un cambio en el sacerdocio quedaría verdaderamente desfasado el sacerdocio levítico instituido
por Moisés durante la era de la Ley. Moisés declaró que un Profeta se levantaría más tarde y que
todo aquel que rehusara oirlo, sería cortado. Isaías vio a un Varón cuya alma era convertida en
ofrenda por el pecado, uno que cargó con nuestras aflicciones y llevó nuestros dolores. Ezequiel y
Jeremías profetizaron un nuevo y mejor pacto, que permitiría que las leyes de Dios fuesen escritas
en el corazón y en la mente de los hombres.
Toda la ley y los profetas señalaban al Cristo venidero. El era propiamente la personificación y
cumplimiento de la ley y los profetas. Por lo tanto Pedro y los once apóstoles fueron más privilegiados
que todos los profetas del Antiguo Testamento, ya que se les permitió andar, conversar y relacionarse
con el Dador de la ley—la Palabra Viva de Dios (1 Juan 1:1-4). Su íntimo compañerismo con el
Hijo de Dios los capacitó para presentar a Cristo al mundo por medio de una poderosa predicación
del Espíritu Santo y también por las escrituras sagradas que produjeron.
Pedro tenía mucha revelación y entendimiento de este Varón, Jesucristo. Por eso podía entender
también a los profetas del Antiguo Testamento. Después de todo, Pedro estaba estrechamente
familiarizado con el Varón mencionado y descrito por ellos. Había una afinidad especial entre
Pedro y los profetas de antaño. Mas él pudo palpar a Aquel de quién ellos sólo pudieron hablar.
“Cosas en las cuales anhelan mirar los ángeles”. Aun los ángeles de Dios están interesados en el
evangelio que está siendo predicado aquí en la tierra. Dios les enseña sabiduría a los principados y
potestades por medio de su obra en la iglesia y en los asuntos del hombre (ref. Ef. 3:10). Si tuviéramos
los ojos abiertos para contemplar el ámbito espiritual, veríamos la presencia de ángeles en los cultos
de la iglesia, observando y aprendiendo de la sabiduría de Dios.
Ceñid los lomos de vuestro entendimiento - Una orden de Dios
1:13 “Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en
la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado”. “Ceñid los lomos” es una expresión
oriental. Los orientales se vestían con prendas largas y sueltas. Cuando un hombre quería ir de prisa
a un sitio (ref. Ex. 12:11), se ponía estas ropas flojas y después de ajustárselas bien con el cinturón,
echaba a andar. A esto se le llamaba “ceñir los lomos”.
Página 22 • Pedro
Pedro nos dice que hagamos lo mismo con nuestros pensamientos que muchas veces andan sueltos
y por doquier. Dios nos ha creado con cierta habilidad para repudiar los pensamientos equivocados,
y para centrarnos en los correctos. Ese mandato de Dios, lo hemos recibido a través de Pedro, por
lo tanto, es posible llevarlo a cabo mediante la gracia.
En Filipenses 2:12, Pablo nos dice “ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor”. En el versículo
que sigue, declara que Dios está trabajando en nuestros corazones para que deseemos y hagamos su
buena voluntad. En cosa de un instante se nos manda a ocuparnos en nuestra propia salvación, y luego
se nos dice que es Dios quien está obrando en nuestras vidas para llevar esto a cabo. ¡Pero no hay
contradicción aquí! Dios hace su parte y el hombre tiene que hacer la suya. Ni todo es gracia, ni todo
es libre albedrío del hombre. Se trata de que Dios y el hombre fluyan juntos. Es responsabilidad del
hombre seguir respondiendo a la gracia y utilizar los recursos que Dios le pone en las manos. Abajo
aparecen ejemplos de “ocuparnos en nuestra propia salvación con temor y temblor”.
Libérese - Pr. 6:3,5 Con ese fin, hacer lo pertinente, de palabra y de hecho.
Sacúdase - Is. 52:2 No se vuelva demasiado dependiente del siervo que ministra liberación.
Suéltese - Extienda sus velas de modo que el viento de Dios lo ponga otra vez en movimiento.
Recupérese - 2 Ti. 2:25-26 ... del lazo del diablo ... reconociendo la verdad.
Manténgase en el amor de Dios - Judas 1:21 Permanezca lejos del pecado, el cual enfría el amor.
Sea salvo - Hechos 2:40, 1 Ti. 4:6 Eche mano de la vida eterna; nosotros debemos echar mano del linaje de vida.
Humíllese - 1 P. 5:6 Cuando no se tiene el hábito, cuesta mucho. Ejercítese.
Apártese - 1 Reyes 17:3 No busque notoriedad. No ambicione la atención del público o los elogios del hombre.
Tenga la Disposición - Daniel 10:12, Is. 64:7 Debemos autoimpulsarnos, por gracia.
Empéñese - Pr. 2:1-5, Sal. 90:12 Incline su oído, clame, escudriñe y busque la sabiduría.
Considérese - Gal. 6:1 Recordemos nuestra propia vulnerabilidad y no seamos ásperos con los demás.
Cuídese - 1 Ti. 4:16, Pr. 4:23 Guardemos primero nuestro corazón, y luego cuidemos a los demás.
Ejercítese para la piedad - 1 Ti. 4:7 Fórmese el hábito de hacer siempre lo correcto. Usted está sembrando.
Consérvese puro - 1 Ti. 5:22 Evite asociarse mal, hacer malos compromisos y malos acuerdos de negocios.
Sométase - 1 Pedro 2:13 Si no lo hacemos, la voluntad propia y el espíritu de independencia serán nuestra ruina.
No endurezca su corazón - He. 3:8, 3:15, 4:7 Hacerlo es rechazar la gracia y acariciar una ofensa.
No se impaciente - Sal. 37:1 Esto es algo que se escoge, pero tiene su origen en nuestras meditaciones (Fil. 4:6-9).
Anímese en el Señor - 1 Sam. 30:6, Ef. 5:19 Esto nos guarda de caer en el abismo de la autocompasión.
Condúzcase con sabiduría - Col. 4:5 David se condujo sabiamente cuando estuvo bajo un líder impío.
Siembre para el Espíritu - Gal. 6:8 Nuestras palabras, actitudes, acciones, y pensamientos, están sembrando algo.
Vístase, Despójese - Col. 3:9-14 Por medio de la gracia, debemos despojarnos de las actitudes equivocadas, y
vestirnos de las correctas.
Camine como digno de su llamado - Ef. 4:1-3 Para mantener la actitud correcta es necesario enfocar el esfuerzo.
Ordene su conversación - Salmo 50:23 Póngase a hablar en contra de la iglesia y sus hijos odiarán a la iglesia.
No contriste / apague el Espíritu - 1 Tes. 5:19, Ef. 4:30 El odio, la ira, el rencor, alejan al Espíritu.
Que nadie lo engañe - 2 Ts. 2:3, 1 Co. 6:9 Nos mantendremos libres conociendo la verdad y obedeciéndola.
Obre con prudencia - Ef. 5:15 Sea cauteloso, esté alerta contra los peligros potenciales, permanezca en guardia.
Sea siempre agradecido - Ef. 5:20 Esto mantiene sin obstrucción nuestros pozos, al igual que una fe floreciente.
No menosprecie a los demás - Sal.1:1 El insulto no es de buen gusto, ni aunque se trate de nuestros enemigos.
Aférrese al Señor su Dios - Dt. 4:4 Podemos aferrarnos a El, o andar independientes, sin El.
La Esposa se ha preparado - Ap. 19:7-8 Nos preparamos obedeciendo la palabra de Dios.
Y cientos de ejemplos más - añada los suyos propios.
Todos los puntos anteriores son elecciones. Pero aunque son actos de nuestra propia voluntad,
debemos supeditarnos a la gracia (capacitación divina) para adquirir el hábito de elegir lo correcto.
Pedro • Página 23
Es nuestra responsabilidad responder siempre a la gracia usando las herramientas que Dios ha provisto.
En Apocalipsis 3:11 se nos advierte que no perdamos nuestra corona. Sin embargo, en Ap. 4:10, los
que ganan la corona la colocan con gusto a los pies de Jesús. Esto es reconocer, con profunda
humildad, que la corona que han ganado proviene sólo de la habilidad que les dio el Dios de toda
gracia.
1:13 “...Y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado”.
Cada vez que recibimos una revelación fresca de parte del Señor Jesucristo, nueva gracia es impartida
a nuestras vidas. Esta verdad se aplica no solamente a la manifestación de su segunda venida, sino
a todas las veces que Jesús nos habla, o que satisface un área particular de nuestras vidas. Cuando
estamos bajo una enorme presión no debemos darnos por vencidos, sino disciplinar la mente a
esperar hasta el fin, porque habrá un nuevo derramamiento de gracia cuando Cristo intervenga. Casi
siempre es en los momentos de aflicción cuando recibimos gracia (He. 4:16). Es por ello que
debemos esperar hasta el fin, sin rendirnos.
El llamado a ser santos
1:14-16 “Como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra
ignorancia; sino como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra
manera de vivir [conversación, conducta]; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo”
[Lv.11:44]. Antes de ser cristianos, estabamos engañados y en la ignorancia. Vivíamos según la
corriente de este mundo (ver Tito 3:3, Ef. 2:1-3). Ahora que hemos sido iluminados, Dios quiere
que estemos meticulosamente limpios de nuestro anterior estilo de vida de lujuria y sensualidad (2
Co. 7:1, 2 P. 1:4). Tanto la mente como los intereses del corazón, deben quedar completamente
lavados y renovados. Esto requiere tiempo.
“Como hijos obedientes”. Estamos llamados a ser hombres y mujeres de obediencia. Antes de
nuestro nuevo nacimiento, Dios nos describía como “hijos de desobediencia” y también como “hijos
de ira” (Ef. 2:1-3). En la vida, la obediencia es un asunto de vital importancia. ¿Haremos nuestra
propia voluntad o la de Dios? La obediencia fue el sello del Hijo de Dios. El exclamó como
humano: “No se haga mi voluntad, sino la tuya”. Cristo sólo escogerá para esposa a aquellos que
tengan la misma actitud de corazón. Nuestro llamado fundamental es a ser moldeados a su imagen.
Por lo tanto, la obediencia a la voluntad de Dios debe ser el tema más importante en la vida. La
obediencia lleva a la santidad. Sin santidad nadie verá al Señor ni estará cerca de El.
Dios no tiene favoritos
1:17 “Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno,
conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación”. Sea cual sea nuestra nacionalidad o
rango social, Dios no hace distinción de personas. El no mostrará parcialidad o favoritismo. Este
era un concepto nuevo para la mente parcializada de los judíos, y para Pedro (ver Hch. 10:34-35,
15:7-11). Dios ama tanto a judíos como a gentiles. Una persona judía que rechaza el mensaje de
Cristo está tan perdida como otra que no es judía.
“Conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación”. Pedro paso su vida terrenal bajo el
temor de Dios. Nuestro peregrinaje aquí en la tierra es muy corto. Debemos de vivir con la eternidad
en la mira. El temor del Señor realmente es una unción. Es uno de los siete espíritus del Señor
(Is.11:2). Esta unción nos hace tomar conciencia de que Dios está vigilando.
Página 24 • Pedro
Nos da el temor de quedar descalificados para realizar los propósitos que Dios tiene para con nosotros
(He. 4:1). El temor del Señor es el principio de la sabiduría. El santo temor nos mantiene limpios
y nos guarda del extravío (Jer. 32:40, Sal.19:7).
La salvación no puede comprarse con dinero ni ganarse con penitencias
1:18-19 “Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana [manera de vivir], la cual recibisteis de
vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo,
como de un cordero sin mancha y sin contaminación”.
Los dones de Dios no pueden ser comprados con dinero
Nadie puede comprar su entrada al cielo. La redención de nuestros pecados no puede comprarse
con oro o plata, cosas temporales [perecederas, corruptibles]. Nuestra alma eterna tenía que ser
rescatada con algo eterno—la sangre preciosa del Cordero de Dios sin mancha, el Señor Jesucristo.
A Martín Lutero lo perturbó mucho la iglesia de sus días, por el asunto del dinero y las indulgencias.
De acuerdo con la teología de la iglesia Católica Romana, entre más dinero se le daba a la iglesia,
menos tiempo se pasaba en el infierno por los pecados. Los ricos podían comprarse su exoneración
del juicio, pero los pobres tenían que quedarse en el purgatorio por más tiempo. Estas contradicciones
impulsaron a Lutero a buscar la verdad. En su búsqueda de paz, redescubrió la verdad perdida de la
justificación por medio de la fe.
Justificación por medio de la fe
¡Jesucristo pagó soberanamente nuestra deuda! Esta es la sencilla historia del evangelio. Sobre la
cruel cruz, el Padre cargó sobre Cristo la iniquidad de todos nosotros (Is. 53:6). Cualquiera que cree
y obedece el mensaje del evangelio, puede recibir perdón de pecados. El perdón es instantáneo y
completo. De la misma manera que un criminal es absuelto por un juez, somos liberados y absueltos
de todas nuestras transgresiones. Se nos perdona categóricamente, así como se le prometió al ladrón
en la cruz: “Hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lucas 23:42-43). Cristo no da a entender en
absoluto que este ladrón arrepentido haya tenido que pagar alguna suma o haya padecido en el
purgatorio para ser redimido. Este nuevo creyente ni siquiera tuvo oportunidad de ser bautizado.
Lo único que lo salvó fue su fe en el Redentor.
El dinero revela nuestro corazón
Pedro tenía una gran integridad en materia de dinero. Solemnemente le advirtió a Simón el mago
que no es posible adquirir los dones de Dios con dinero (ver Hch. 8:17-24). Cuando Simón le
ofreció dinero a Pedro a cambio de poder espiritual, éste declaró: “Tu dinero perezca contigo, porque
has pensado que el don de Dios se obtiene con dinero”. Pedro no trató de vender paños de oración
ni de lucrarse con el don de sanidad que poseía.
El dinero tiene que ver con nuestra conciencia, prioridades, afectos, y el uso que le damos al tiempo.
Demuestra si tenemos o no tenemos sensatez, fe, disciplina y si somos personas de sacrificio y
obediencia. En el fondo, nuestra forma de administrar el dinero revela cuan entregados al Señor
estamos. Todos estos son asuntos espirituales. Muchos creyentes no tienen integridad monetaria.
Sin embargo, Cristo nos advierte que si somos negligentes con el dinero (Mamón), Dios nunca nos
confiará las verdaderas riquezas (Lc.16:10-11). Nuestra forma de manejar el dinero será la que
determine si Dios está presente o ausente de nuestro andar cristiano.
Pedro • Página 25
Pedro es uno de los pocos líderes de la historia que tuvieron un buen final. Muchos hombres y
mujeres que Dios ha usado a través de los siglos, han tenido fracasos serios en su trayectoria y
muchas veces su caída tuvo que ver con el factor dinero. En 1948, Dios empezó a restaurarle a la
iglesia el cargo de evangelista. Los evangelistas surgían por doquier y eran usados poderosamente
para predicar, sanar, y liberar al pueblo de Dios. Sin embargo, con el paso de los años, muchos han
ido cayendo a los lados del camino. Su falla casi siempre se ha debido a negligencia en las áreas de
moralidad, orgullo, o dinero. Yo sinceramente creo de todo corazón, que una de las razones por las
cuales el Dr. Billy Graham se ha mantenido firme en los últimos cincuenta años, es por su integridad
en materia de dinero. Su equipo de trabajo lleva un registro de todos sus ingresos, y las cifras son
anunciadas públicamente. El Dr. Graham recibe un salario conservador, comparado con otros, y le
da a la organización todas las regalías que generan sus libros. El declara: “Cuando comencé mi
ministerio hace cincuenta años, temía al Señor. Hoy en día, le temo aun más”.
Antes de la creación del mundo,
ya estaba decretado que Cristo muriese por el hombre
1:20 “Ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros
tiempos por amor de vosotros”. El Cordero de Dios estaba destinado a morir por el hombre, antes
de que el mundo fuera creado. Pedro no entendía esta verdad cuando intentó defender a Cristo con
su espada, en el huerto. Antes de crear el mundo, Dios sabía perfectamente que la humanidad iba a
caer y que necesitaría de un Redentor. Además, Dios sabía de antemano quiénes iban a decir que sí
a su generoso regalo de perdón, y quiénes lo rechazarían o lo tomarían a la ligera (ref. Ap. 13:8,
17:8, Ef. 1:4). Recordemos que Dios no priva a nadie de la vida eterna. Son los hombres y las
mujeres los que por sí mismos se privan de la vida eterna (ref. Hch. 13:46).
Solamente a través del Hijo se llega al Padre
1:21 “Y mediante el cual creéis en Dios, quien le resucitó de los muertos y le ha dado gloria, para
que vuestra fe y esperanza sean en Dios”. Esta es una declaración importante: “mediante el cual
creéis en Dios”. No podemos creer en Dios o conocer a Dios si no llegamos a El por medio del Hijo.
El Hijo nos lo revela. Jesús declaró: “Nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce
alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar” (Mt.11:27; Lc.10:22). Cristo enseñó
esto en presencia de Pedro, y éste lo tomó muy en cuenta.
Es imposible conocer a Dios si Cristo no nos lo revela. Por lo tanto, rechazar a Cristo es rechazar el
único medio de llegar a Dios o al conocimiento de Dios. Cristo es la única puerta; El es el único
camino a Dios (ref. Juan 10:1-2, 10:9). El hombre que dice que cree en Dios pero rehusa reconocer
al Hijo, ha rechazado la única verdadera Luz del mundo y de plano desconoce a Dios. Las escrituras
son muy claras: “El que tiene al Hijo tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida”
(1 Juan 5:12). Ver también Mateo 10:32-33; Lucas 12:8-9.
A una corona la precede una cruz
“[Dios] … le resucitó de los muertos y le ha dado gloria”. A la gloria siempre le antecede un
inmenso sacrificio y sufrimiento. Si deseamos una vida fácil, no tendremos su gloria. A la honra
precede la humildad (Pr.15:33; 18:12). A esto se debe que Pedro exhorte a la generación más joven
diciendo: “Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que El os exalte cuando fuere
tiempo” (1 P. 5:6). Si rechazamos el período de entrenamiento del Padre, mencionado en Hebreos
12:5-8, seremos hijos ilegítimos y no nos pareceremos a El. Dios tampoco nos concederá los
privilegios que se le conceden sólo a los hijos plenamente maduros. Dios no le confiará el trono de
autoridad a bebés espirituales que no hayan desarrollado.
Página 26 • Pedro
¿Está usted buscando una iglesia en donde no le incomode jamás la predicación de la
palabra de Dios? Porque si la palabra de Dios nunca le inquieta o desafía ¡debe tener
cuidado! El pastor está usando una espada sin filo y así usted no cambiará nunca. Hay
quienes prefieren ocupar una silla en iglesias donde los dejan seguir a gusto en ataduras
y pecados (Ez. 22:26). Pero en vez de seguir preso en la garra mortal del amor propio
y de la iniquidad, permita que la espada del Espíritu juzgue el mal que hay en su vida.
Permita que la palabra de Dios le incomode; deje que le libere de esas cárceles espirituales
para introducirlo en una nueva vida.
La obediencia conduce al amor y a la unidad
1:22 “Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para
el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro”. El amor no
fingido es el sello de perfección cristiana. Es el “vínculo perfecto” (Col. 3:14). El amor genuino
hacia los hermanos equivale a unidad. Pedro nos muestra cómo llegar a este bendito estado—llega
paulatinamente cuando “obedecemos la verdad”. Cada vez que obedecemos a la verdad (o cualquier
asunto con que Dios nos enfrenta), el alma recibe una nueva purificación. Obedecer lo que Dios le
está diciendo a nuestra vida personal, es clave para el crecimiento. Es también la clave para llegar
a la perfección y a la unidad. Cada vez que le respondemos bien a Dios (ayudados por el Espíritu
Santo) algo cambia en nuestra vida espiritual. ¡Llega el remedio para todo aquello que causa desunión!
Obedecer a la verdad es crucial para cualquier relación en desarrollo, especialmente el matrimonio.
La razón por la cual la gente permanece atascada en su vida cristiana, o más aun, retrocede a su
estilo de vida pasado, es por hacer caso omiso del trato que Dios le da a sus vidas. Desatender lo
que Dios dice, equivale a rechazar su consejo. Cuando Dios nos habla, es el momento y la ocasión
de cambiar y marchar hacia adelante.
Nuestros dos padres - Nuestros dos Nacimientos
1:23 “Siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios
que vive y permanece para siempre”. Esto se refiere a nuestro nacimiento natural y a nuestro
nacimiento espiritual. Descendemos de dos linajes—Adán, y el Ultimo Adán. Estos son padres de
dos razas—los nacidos y los nacidos de nuevo. Adán fue el padre de la raza humana. Todos somos
descendientes de Adán y, por lo tanto, miembros de una raza caída. Es por eso que todos estábamos
“en Adán” antes de renacer. Nuestro nacimiento físico es de simiente corruptible.
Nacer de una simiente incorruptible se refiere a nuestro nuevo nacimiento en el cual Cristo nos
vivifica por su palabra. Cristo mismo es llamado el Verbo de Dios (Juan 1:1; Ap. 19:13). El es un
Espíritu dador de vida. En el nuevo nacimiento somos engendrados por Cristo y El se convierte en
nuestro nuevo padre. Nuestra vida viene de El.
Cristo es “el último Adán” como lo declara Pablo en 1 Corintios 15:45. El es el padre de una raza
nueva y redimida. En el nuevo nacimiento ya no estamos en Adán; estamos en Cristo. Nos
convertimos en nuevas criaturas en Cristo (2 Co. 5:17). Al tener un nuevo padre, somos colocados
en una nueva familia. Poseemos nuevos deseos y metas, y desarrollamos una nueva mente (Ro.
12:1-2). Sin embargo, este es un proceso continuo. Es instantáneo, pero también progresivo.
Pedro • Página 27
De ello deducimos que hay una lucha entre dos naturalezas—la vieja, y la nueva que recibimos de
Cristo. Al continuar obedeciendo a la verdad, nuestra nueva naturaleza vence y domina sobre cada
aspecto de la vieja naturaleza.
La palabra de Dios permanece para siempre La gloria del hombre pronto se desvanece
1:24-25 “Porque: Toda carne es como hierba, y toda la gloria del hombre como flor de la hierba.
La hierba se seca, y la flor se cae; mas la palabra del Señor permanece para siempre [cita tomada
de Isaías 40:6-8]. Y esta es la palabra que por el evangelio os ha sido anunciada”.
La vida le había enseñado a Pedro que la gloria y el orgullo del hombre se desvanecen pronto como
una bella flor. El Salmo 39:5 establece que “es completa vanidad todo hombre que vive”. Por muy
importante o poderoso que sea, todo hombre y todo reino de hombre se derrumbará y volverá al
polvo. “Mas la palabra del Señor permanece para siempre”. Hay una cosa más que permanece
para siempre, además de la palabra del Señor. Juan declaró que “...el que hace la voluntad de Dios
permanece para siempre” (1 Juan 2:17). El hombre o la mujer que hace la voluntad de Dios,
también permanece para siempre.
Por lo tanto, debemos especializarnos en los asuntos que cuentan para la eternidad. Pedro no vívía
para esta breve vida en la tierra; su corazón no ambicionaba ni fama ni fortuna. A través de
experiencias, descubrió que todas estas cosas se marchitan rápidamente como un bello prado en
tiempo de sequía. Pedro vivió su vida con la eternidad en la mira. Y esta era la clase de evangelio
que le predicaba a sus oyentes.
El no redujo el Cristianismo a una mera comodidad, como algunos lo hacen hoy en día. Debemos
tener cuidado de no predicar un evangelio de beneficencia. El evangelio de beneficencia que hoy se
predica es muy atractivo para muchos, porque la propuesta que hace es de “algo por nada”. Ello
convierte las bendiciones de Dios en un plan de ofertas—perdón gratis, provisión gratis, medicina
(sanidad) gratis, y liberación de todos nuestros problemas. Es un mensaje que enfoca principalmente
la vida presente y enfatiza la forma más rápida para salir de todos mis problemas.
“Y esta es la palabra que por el evangelio os ha sido anunciada”. ¿Qué clase de evangelio le
predicó Pedro a la gente? Aunque Dios colma a su pueblo de muchas bendiciones, Pedro no hizo
hincapié en la prosperidad terrenal ni en la vida fácil. Sus ojos estaban sobre lo eterno. Esta es la
clase de mensaje que necesitamos hoy en día. Pedro recordaba las palabras dichas directamente por
el Salvador: “No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones
minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde
ladrones no minan ni hurtan”. (Mt. 6:19-20).
Capítulo Dos
Desechando las disposiciones infantiles y entrando en madurez
2:1-3 “Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las detracciones,
desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis
para salvación, [si es que] habéis gustado la benignidad del Señor”.
Página 28 • Pedro
La malicia, el engaño, la hipocrecía, la envidia y la siembra de discordia, son señales de inmadurez
espiritual. Si estos males siguen intactos en nuestras vidas, todavía no hemos madurado. Todo el
propósito de la redención es librarnos de estas enfermedades de la naturaleza caída. Debemos desear
la leche de la palabra, que nos quite estos rasgos diabólicos y nos lleve a la madurez espiritual. Es
rotundamente imprescindible que pasemos de ser bebés en Cristo, a ser una esposa madura para el
Señor (Ap.19:7-8, Ef. 5:26-27). Cristo no se casará con una niña inmadura. Muchos creyentes, por
no querer crecer, se han autodescalificado para ser la esposa de Cristo. Unos hasta regresan a su
antiguo estilo de vida, a una vida de tinieblas.
Nuestra seguridad está en continuar creciendo a medida que nos alimentamos de la palabra de Dios
(Juan 8:31-32). Sin embargo, el apóstol Pablo hace una distinción entre la leche y la carne (1 Co.
3:1-3, He. 5:12-14). La leche representa las verdades elementales de la palabra de Dios. La carne
significa las verdades más profundas que sólo pueden ser asimiladas por los santos de mayor madurez.
Pídale a Dios que cambie su paladar espiritual. No se sienta satisfecho con las verdades elementales
de las Escrituras. Para alcanzar el desarrollo completo se requiere de la carne de la palabra. Sea
destetado (Is. 28:9) y anhele las verdades más profundas de la palabra de Dios.
“Desead la leche espiritual no adulterada.” ¡El deseo es hambre! El hambre es señal de salud.
Cuando no hay hambre de Dios o de su palabra, ello indica enfermedad. Significa que la persona
está entregándose a los apetitos de la carne que echan a perder el anhelo de Dios. ¿Está usted
sintiéndose satisfecho con amistades, música y lugares equivocados? ¡Haga una lista de las cosas
que están echando a perder su hambre espiritual!
Cuando Pedro nos dice que desechemos toda malicia, hipocresía, envidia y calumnia, sugiere que
estamos tratando con nuestra voluntad. “Desechar” alguna cosa es un acto de la voluntad, aunque
siempre necesitamos gracia (o sea, capacitación divina) para hacerlo. Siempre tenemos la alternativa
de recibir o rechazar la gracia disponible.
“Si es que habéis gustado la benignidad del Señor”. Pedro se está refiriendo al Salmo 34:8.
Cuando saboreamos la dulzura y la benignidad del Señor, somos también capacitados para
obedecerlo. Cuando amamos a una persona, estamos dispuestos a hacer cualquier cosa para
complacerla. El propio Pedro había gustado y visto cuan bueno es el Señor. Después de haber
fallado tan vergonzosamente, el Señor le tendió la mano y, de la manera más benévola, lo reinstaló
en su posición. Tras haber negado al Señor, fue readmitido como líder de los doce apóstoles y
cabeza del siguiente mover de Dios. Verdaderamente, Pedro recibió revelación de la benignidad
y fineza de Dios.
CRISTO LA PIEDRA 2:4-9
Para el justo, piedra de fundamento para el perverso, tropezadero
Cristo es la Roca de nuestra salvación. En Mateo 16:18 Cristo dijo: “Tú eres Pedro [Petros], y sobre
esta roca [Petra] edificaré mi iglesia”. En el idioma griego original, existe un juego con las palabras
petros y petra. “Tu eres Pedro [petros, que literalmente significa piedrecilla], y sobre esta roca
[Petra] edificaré mi iglesia”. Cristo no prometió edificar su iglesia sobre Pedro, sino sobre sí
mismo, como lo reconoce Pedro (1 P. 2:4-9). Pedro y sus apóstoles fueron piedras de fundamento
de la iglesia (Ef. 2:20), pero Cristo fue la principal piedra angular a partir de la cual se tomaron
todas sus medidas.
Pedro • Página 29
¿Cuál es el fundamento de la iglesia? ¿En qué se basa nuestra fe? La iglesia está edificada sobre el
fundamento de los apóstoles y profetas, siendo Jesucristo mismo la principal piedra angular. Los
apóstoles y profetas produjeron las Escrituras, y sobre ellas es que basamos nuestra fe. Todos los
apóstoles y profetas sacaron sus dimensiones [las verdades] espirituales de Cristo mismo.
En un edificio todas las medidas se toman a partir del ángulo. Pedro en su primera epístola usa
muchos términos de albañilería. Por ejemplo, dice que todos somos piedras vivas de una casa
espiritual. Cuando manifiesta que el Señor nos va a “afirmar, fortalecer, y establecer”, habla como
constructor (ref. 5:10). “Afirmar” es asegurar sobre terreno, igual que sobre cimientos. (ref. Ef.
3:17, Col. 1:23).
2:4 “Acercándonos a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida
y preciosa”. Cristo es la principal piedra angular. El fue rechazado por los hombres, o sea por los
edificadores (Mt. 22:42-44; Salmo 118:22-23). Los líderes religiosos de su tiempo eran los
edificadores; ellos rechazaron por completo su señorío y lo crucificaron. Trataron de edificar la
obra de Dios con sus propios patrones, enseñanzas, doctrinas y tradiciones (ref. Ro. 9:31-33, 10:13). Pero Cristo mismo es el único patrón por el cual podemos medirnos a nosotros mismos y
enseñar a otros. El es el único que Dios aprueba. Pedro mismo oyó la voz del Padre diciendo desde
el cielo: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; a él oíd” (Mt.17:4-5).
2:5 “Vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo,
para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo”. Individualmente
somos como piedras. Dios está trabajando en nosotros para que encajemos perfectamente en un
sitio especial de su casa (ver Ef. 2:20-22). Para ello necesitamos que se aplique el cincel a los
numerosos bordes ásperos que tenemos, y también necesitamos mucho pulimento.
Ustedes son … “sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio
de Jesucristo”. En el Antiguo Testamento, toda la nación de Israel estaba llamada a ser un sacerdocio
santo (Ex. 19:5-6). Por su rebeldía, el sacerdocio de Israel fue confiado únicamente a la tribu de Levi,
pero la intención original que Dios tuvo, incluía a cada uno de sus redimidos (Nm. 3:12; 41, 45).
El día de hoy, todos los creyentes están incluidos en este llamado a ser sacerdotes de Dios (Ap. 5:910). Todos estamos llamados a ser sacerdotes y a entrar en la presencia de Dios de manera muy
íntima. Además, a cada cristiano se le da el privilegio de ofrecer sacrificios espirituales a Dios. Hay
diversos sacrificios espirituales—el sacrificio de alabanza, el de gozo, el de acción de gracias, el de
un espíritu quebrantado, el sacrificio de nuestro Isaac, y muchos otros. Ellos sólo se pueden ofrecer
por las misericordias de Dios, y por su capacitación (Ro.12:1-2). La obra de Jesús en nuestras
vidas, convirtiéndonos en personas aptas, es la que hace que los sacrificios que ofrecemos a Dios
sean de su aceptación y agrado.
2:6 “Por lo cual también contiene la Escritura: He aquí, pongo en Sión la principal piedra del
ángulo, escogida, preciosa; y el que creyere en él no será avergonzado” (ref. Is. 28:16). Dios ha
colocado a propósito una piedra de tropiezo en Sión, para probar los corazones de hombres y mujeres.
Sión es el lugar más santo de Israel. Es el lugar en donde Dios habita en su plenitud. Es el lugar
donde Cristo habita. Entre más nos acerquemos a Dios, más obstáculos habrá que nos molesten. Se
deben llenar muchos requisitos, no sólo para subir, sino para permanecer en su monte santo (Sal.15:15, Sal. 24:3-5).
Página 30 • Pedro
“El que creyere en él no será avergonzado”. El hecho de que muchos de los “edificadores” no
hayan podido creer en Cristo y hayan sido avergonzados, tiene una razón principal. Los motivos de
su corazón no eran correctos y esto destruyó su fe. Jesús aclaró muy bien esta verdad en Juan 5:44
cuando advirtió: “¿Cómo podéis vosotros creer, pues recibís gloria los unos de los otros, y no
buscáis la gloria que viene del Dios único?” Si las intenciones de nuestros corazones son impuras,
los celos nos obstruirán los pozos. La envidia, unida a los celos, impidió que los edificadores
creyeran en Cristo (Mt. 27:18).
2:7-8 ”Para vosotros, pues, los que creéis, él es precioso; pero para los que no creen, la piedra que
los edificadores desecharon, ha venido a ser la cabeza del ángulo; y piedra de tropiezo, y roca que
hace caer, porque tropiezan en la palabra, siendo desobedientes; a lo cual fueron también
destinados”.
Cristo es la Luz del mundo. La luz es muy ofensiva para el que practica el mal en la oscuridad. La
persona que ama la verdad, amará también a Cristo. El es la Verdad, y la Luz (ref. Juan 3:19-21).
Para los obedientes (o que desean serlo)—Cristo es precioso. Para los desobedientes—Cristo es
ofensivo, una piedra de tropiezo. Las palabras de El los reprenden y ofenden.
Si no estamos a favor de Cristo, estamos en contra de El. Si no escuchamos a Cristo, vamos a
terminar oponiéndonos a su obra de hoy. Me refiero a creyentes y a incrédulos. Si no recogemos la
cosecha a su manera, terminaremos desparramándola (Mt. 12:30; Lc. 11:23). Precisamente esto
fue lo que hicieron los edificadores de su época. ¡Algunos de los mayores opositores de Cristo
provienen de la casa de la fe! En el primer siglo, los enemigos más grandes que tenía el mensaje de
Dios eran los eruditos de la Biblia.
Los que caen sobre la Roca serán quebrantados con misericordia. Dios habita con los de corazón
contrito y humillado, que le han rendido a Cristo la voluntad y los derechos. La Roca caerá con
juicio sobre los que se oponen y desprecian a la Roca. Serán pulverizados (Mt. 21:42-44).
Los que caen sobre la Roca serán quebrantados
con misericordia. Dios Habita con los de corazón
contrito y humillado, que le han rendido a
Cristo la voluntad y los derechos. La Roca caerá
con juicio sobre los que se oponen y desprecian
a la Roca. Serán pulverizados (Mateo 22:42-44).
Pedro • Página 31
CRISTO - LA ROCA
¡Jesucristo es el Jehová del Antiguo Testamento! En su estado de pre-encarnación, Jesús se
apareció a Moisés como el Gran YO SOY. Fue Quien habló a Moisés en el Monte Sinai y le
dió la Ley. Abraham se gozó al verle (Jn. 8:56-59; Gen.18:1; 17:1; Hech. 7:2); David lo vio a
su diestra (Sal.16:8; Hech. 2:25). Israel tentó a Cristo en el desierto (1 Cor.10:9). El Apóstol
Pablo nos dice que Cristo fue la Roca que acompañó a los israelitas en la ruta de Egipto a la
tierra prometida (1 Cor.10:4). Estos son otros versículos más de Cristo como la Roca:
• Deuteronomio 32:4 “El es la Roca, cuya obra es perfecta, porque todos sus caminos son
rectitud;
Dios de verdad, y sin ninguna iniquidad en él; es justo y recto”. (Ver también Deut. 32:15, 18,
30, 31, Sal. 92:15).
• 1 Samuel 2:2 “No hay santo como Jehová; porque no hay ninguno fuera de ti, y no hay refugio
[Roca] como el Dios nuestro.
• 2 Samuel 22:2 “Jehová es mi roca y mi fortaleza, y mi libertador” (ver versos 32, 47).
• Salmo 18:2 “Jehová, roca mía y castillo mío”
• Salmo 28:1 “A ti clamaré, oh Jehová roca mía”.
• Salmo 31:2-3 “Se tú mi roca fuerte”; “...Porque tú eres mi roca y mi fortaleza” (Sal. 71:3, 94:22).
• Salmo 42:9 “Diré a Dios: Roca mía...”
• Salmo 61:2-3 “...cuando mi corazón desmayare, llévame a la roca que es más alta que yo.
Porque tú has sido mi refugio, y torre fuerte delante del enemigo”.
• Salmo 62:2,6,7 “El solamente es mi roca y mi salvación; es mi refugio, no resbalaré mucho.
En Dios está mi salvación y mi gloria; en Dios está mi roca fuerte.” (cf. Isa. 17:10).
• Salmo 78:35 “Y se acordaban de que Dios era su refugio [su roca], y el Dios Altísimo su
redentor”.
• Salmo 89:26 “ … Mi padre eres tú, mi Dios, y la roca de mi salvación”.
• Salmo 95:1 “ … cantemos con júbilo a la roca de nuestra salvación”.
• Isaías 8:14 “Entonces el será por santuario; pero a las dos casas de Israel, por piedra para
tropezar”.
• Isaías 32:2 “Y será aquel Varón como escondedero contra el viento, y como refugio contra el
turbión; como arroyos de aguas en tierras de sequedad, como sombra de gran peñasco [roca] en
tierra calurosa”. Ese Varón es Jesús.
• Sobre esta roca edificaré mi Iglesia” (Mat.16:18). La Roca es Cristo. Pedro y los apóstoles
fueron piedras de fundamento de la Iglesia (Efe. 2:20). Las palabras que recibieron de Cristo,
son el fundamento de nuestra fe. Mas Cristo es la Principal Piedra del Angulo, de Quién emana
toda la verdad. Dentro de Cristo están todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento
(Col. 2:3, 1:16-18). Por él fueron creadas todas las cosas. El es anterior a todas las cosas, y
por El todas las cosas subsisten.
Página 32 • Pedro
2:9 “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios,
para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable”.
Una raza escogida
Un “linaje escogido” significa una raza escogida. Todos los cristianos verdaderos comparten los
mismos rasgos de carácter . Todos tenemos el mismo Espíritu Santo, el mismo Padre, las mismas
metas, y vivimos todos según el mismo reglamento—la palabra de Dios. Los cristianos son hijos
separados de todo el resto, y son ciudadanos de otra patria. La iglesia está compuesta de creyentes
entresacados de toda familia, lengua, y nación. Dios ha ordenado a ciertas personas de cada país
para que sean sus reyes y sacerdotes (ref. Ap. 5:9-10).
Un real sacerdocio
Un “real sacerdocio” es un sacerdocio monárquico. El supremo llamado que tienen los creyentes
neotestamentarios, es ser hechos reyes y sacerdotes, y reinar en la tierra. El cargo sacerdotal tiene
que ver con sacrificio y sufrimiento. El cargo monárquico es de poder y autoridad. Cristo nació
sacerdote y rey. En su primera venida, puso de manifiesto el cargo sacerdotal. Se dio a sí mismo en
rescate por muchos. En su segunda venida, gobernará como rey soberano sobre toda la tierra.
También nosotros estamos llamados a reinar con El, pero antes de tener una corona, debemos tener
una cruz. Por eso Pedro nos exhorta a “”humillarnos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para
que El nos exalte cuando fuere tiempo”. (1 P. 5:6).
Una nación dedicada a Dios
“Una nación santa”. La iglesia es una nación dedicada a Dios entre todas las naciones. En Gá. 6:16,
Pablo denomina a la iglesia “el Israel de Dios”. Cristo se refiere a la iglesia como una nación al
decirle a Israel: “Por tanto os digo, que el reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado a gente
que produzca los frutos de él” (Mt. 21:43). Cuando la nación de Israel no produjo frutos espirituales,
Cristo quitó su autoridad y se la dio a una nación que produciría buenos frutos. Esta nación es la
iglesia, que es un pueblo entre las naciones. Nosotros somos ese pueblo especial.
Un pueblo atesorado y especial
“Un pueblo peculiar”. Somos para Dios un pueblo atesorado y especial. Somos sus redimidos.
Cristo “se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un
pueblo propio, celoso de buenas obras” (Tito 2:14). No somos salvos por las buenas obras, sino
para las buenas obras.
“Para que anunciéis [los hechos maravillosos, y manifesteis las virtudes y excelencias] de aquel que
os llamó de las tinieblas a su luz admirable”. Cada uno de nosotros anduvo perdido y a tientas en
la oscuridad hasta que Cristo le dio su luz. El nuevo nacimiento es en realidad un acto de Dios, un
milagro de gracia. No debemos pensar nunca que se consigue con sólo repetir una oración o fórmula.
A veces la gente repite una fórmula y absolutamente nada cambia. El nuevo nacimiento es un acto
de Dios. Pablo dijo que fuimos “librados de la potestad de las tinieblas”, y trasladados al reino del
amado Hijo de Dios. Este es el reino del amor y de la luz (Col.1:12-14), y yo me alegro de ser
ciudadano de este reino.
Pedro • Página 33
Ahora que estamos en la luz, debemos demostrar los hechos, virtudes y excelencias de Aquel a
quien representamos. No seamos nunca malos representantes de Cristo, ni de palabra ni de obra
(ref. Juan 10:41-42). Cristo le dijo al hombre que quedó libre de las cadenas de Satanás: “Vuélvete
a tu casa, y cuenta cuán grandes cosas ha hecho Dios contigo. Y él se fue, publicando por toda la
ciudad cuán grandes cosas había hecho Jesús con él.” (ver Lc. 8:38-39).
2:10 “Vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en
otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habeis alcanzado misericordia” . Pedro
ahora se está refiriendo a Oseas 1:10. Está aplicando este versículo a la iglesia que está constituida
por el remanente de judíos creyentes y de gentiles. La única forma de convertirse en pueblo de Dios
es creyendo en el Hijo de Dios. No tiene nada que ver con raza o nacionalidad. Un judío que no
cree en Cristo está tan perdido como cualquier otra persona.
La promesa original de Oseas 1:10 se hizo a la nación de Israel para que en el Milenio fuese restaurada
su autoridad y posición espiritual. La nación de Israel obtendrá misericordia cuando Cristo regrese
y haya arrepentimiento y restauración a nivel nacional (ref. Ro.11:26). Ya no tropezarán en la
piedra de tropiezo. Hasta ese momento, el reino les habrá sido quitado y habrá sido dado a una
nación (la iglesia) que da frutos.
Deseos que batallan contra nuestra alma
2:11 “Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos
carnales que batallan contra el alma.” Pedro se consideraba a sí mismo, y a todo creyente sincero,
un extranjero en este mundo. El sistema del mundo fomenta la sensualidad y la lujuria por doquier.
El mundo entero está corrupto a causa de la concupiscencia (2 P. 1:4). Esta es la razón por la cual
fracasan el hogar y el matrimonio. Estamos viviendo en una generación adúltera. En la época que
estamos viviendo se pueden sentir las presiones del deterioro de la moralidad. La fornicación, el
adulterio, la pornografía, y la homosexualidad, son espíritus que batallan contra el alma y que tratan
de destruir nuestro carácter, hogar y alma eterna.
“Abstenerse” es una palabra que comprende la voluntad. Podemos escoger andar en el camino de
la sabiduría, o podemos escoger no hacerlo, y caer en el lazo. Si sembramos para el Espíritu,
consecharemos vida. Si sembramos para la carne, cosecharemos corrupción. Cuando una persona
se deleita en lecturas indebidas o contempla pornografía, está sembrando para la carne. Oir música
sensual y ser atraído por músicos del mal, es sembrar para la carne. Ver novelas interminables, con
sus continuos amoríos extramaritales, es sembrar para la carne. Pasar constantemente pensando en
una persona que no es nuestro cónyuge, es sembrar para la carne. Estar en lugares equivocados con
amistades equivocadas—lo hará caer a usted cuando menos lo piense. No debemos jugar ni con las
emociones de otros, ni con las nuestras. Esto es sembrar para la carne (Gá. 5:16, 6:7,8).
Estos son actos de la voluntad. Y aun siendo de la voluntad, yo no hago hincapié en la fuerza de
voluntad. Siempre necesitamos la gracia (capacitación divina) para que nos ayude a tomar las
decisiones correctas y a sembrar para el Espíritu. Si andamos en el Espíritu no cederemos a los
deseos lujuriosos de la carne. Necesitamos una vida de adoración, una vida de oración, y una vida
de caminar con la gente correcta. Debemos procurar ser llenos del Espíritu, porque de lo contrario,
otra cosa nos llenará. ¡Recordemos siempre a José! Cuando hubo tentación, corrió. Sansón se
quedó, y cayó. Por la gracia, ¿qué camino escogerá usted?
Página 34 • Pedro
2:12 “Manteniendo [buena] nuestra manera de vivir entre los gentiles; para que en lo que murmuran
de vosotros como de malhechores, glorifiquen a Dios en el día de la visitación [día en que el Pastor
pase revista].” Tal como Pedro lo había ya afirmado, somos extranjeros en este mundo presente.
Somos ciudadanos de otro país. No imitamos las vanidades de los hijos de las tinieblas, ni seguimos
su estilo de vida. Por consiguiente somos la antítesis de ellos, que no pierden la oportunidad de
hablar mal de nosotros. Y en vista de que buscan la ocasión de encontrarnos falla, debemos en todo
momento conducirnos como es debido. Cuando nuestro Pastor nos pasa revista y somos hallados
irreprensibles, eso infunde respeto aun en los que nos acusan, y Dios es glorificado (ref. Pr. 16:7,
Lc. 2:52). ¡Ganamos el respeto de todos cuando somos genuinos!
2:13-15 “Por causa del Señor someteos a toda institución humana, ya sea al rey, como a superior,
ya a los gobernadores, como por él enviados para castigo de los malhechores y alabanza de los que
hacen bien. Porque ésta es la voluntad de Dios: que haciendo el bien, hagáis callar la ignorancia
de los hombres insensatos”.
Por causa del Señor y por razones de conciencia, Pedro se sometió a reyes, a gobernadores, y a
administradores de la ley. El apóstol Pablo nos enseña que los gobernantes son ministros
(servidores, instrumentos) de Dios. Aquí es oportuno leer Romanos 13:1-7. Había cierto sentido
de justicia en el imperio Romano. Habían tribunales, audiencias, y recursos de apelación. Los
administradores de la ley fueron enviados para castigo de los malhechores y para alabanza de los
que hacen el bien. El gobierno romano protegió muchas veces a Pablo de ciudadanos israelitas
que, aunque citaban las Escrituras, anhelaban asesinarlo. Esto se ve repetidas veces en el Libro
de los Hechos.
Pedro enseñó el respeto a la autoridad. El se sometió al ordenamiento jurídico de los hombres. Sin
embargo, cuando el ordenamiento jurídico de los hombres declaró ilegal el evangelio, Pedro valoró
la Ley de Dios por encima de la del hombre. En repetidas ocasiones en el Libro de los Hechos,
actuó contra las leyes del hombre para predicar el evangelio. Veremos brevemente dos ejemplos en
Hechos 4:19 y 5:29.
Hechos 4:19-20 - “Mas Pedro y Juan respondieron diciéndoles: Juzgad si es justo delante de Dios
obedecer a vosotros antes que a Dios; porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído”.
Hechos 5:29 - “Respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: Es necesario obedecer a Dios antes
que a los hombres”.
Dios nos ha dado el mandato de ir y predicar el evangelio a toda nación. Cuando una nación
declara ilegal el evangelio, Dios anula la ley de los hombres. A los ojos de Dios es correcto
introducir Biblias a un país y hablar su palabra, aunque los hombres hayan decretado lo contrario.
La Ley de Dios está por encima de la de los hombres. Sin embargo, debemos hacer uso de mucha
sabiduría y respetar las otras leyes. No vayamos a usar estos versículos de Hechos 4:19 y 5:29
para apoyar manifestaciones ni desobediencia civil. Aunque nos opongamos al aborto y a otros
proyectos avalados por el gobierno, no podemos usar eso como excusa para evadir el pago de
impuestos ni para desobedecer las leyes de la sociedad. Cristo les enseñó a sus seguidores a
mostrar respeto por el César (Mt. 22:17-21) y por otros líderes (Mt. 23:3). La religión sincera es
el mejor apoyo al gobierno civil. Se necesita sumisión, por causa del Señor, y también por razones
de conciencia.
Pedro • Página 35
“Porque esta es la voluntad de Dios: que haciendo el bien, hagáis callar la ignorancia de los
hombres insensatos”. Al conservar una actitud correcta, obedeciendo las leyes del país, haremos
callar toda acusación ignorante y toda crítica mal informada proveniente de insensatos. Por causa
del Señor y del evangelio, debemos obedecer las leyes de nuestra sociedad. Si no, estaremos
deshonrando a Aquel que queremos representar. De joven, Pedro había herido en la cabeza al
criado de un sumo sacerdote, con la espada. Cristo tuvo que reparar el daño. Pasado el tiempo,
Pedro aprendió a conducirse con discreción.
2:16 “Como libres, pero no como los que tienen la libertad como pretexto para hacer lo malo, sino
como siervos de Dios”. De Deuteronomio 17:15 los judíos dedujeron que no estaban obligados a
obedecer a ningún soberano que no fuese de su propio pueblo. Esta mentalidad fue pasada a los
judíos convertidos. Los judíos cristianos pensaron que, por su afinidad con Cristo, estaban libres
de cualquier otra autoridad terrenal. Para impedir esta idea equivocada, Pedro explica que estamos
libres de la esclavitud espiritual, pero no de las autoridades terrenales. En el versículo 17, él contínua
con este pensamiento de sujeción.
Respetando la autoridad
2:17 “Honrad a todos. Amad a los hermanos. Temed a Dios. Honrad al rey.” Pedro nos exhorta a
guardar el debido respeto hacia todas las personas, y esto incluye a los incrédulos. La cortesía siempre
es apropiada, aun con nuestros enemigos. Quizá no estemos de acuerdo con el estilo de vida mundano,
pero aun así, no debemos menospreciar a los impíos. Tenemos como ejemplo a Cristo, quien nunca
recurrió ni al insulto ni a la difamación. Pero al decirnos que amásemos a nuestros enemigos, no dijo
nunca que confiásemos en ellos, ni que caminásemos en compañía de ellos.
Amad a los hermanos. Pablo exhorta: “Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos,
y mayormente a los de la familia de la fe” (Gá. 6:10). Debemos ser corteses con todos, pero en
especial, socorrer y hacer misericordia a los hermanos de la fe. Llegará el día en que nos necesitaremos
unos a otros para sobrevivir.
Temed a Dios. Esto significa mostrar reverencia hacia Dios.
Honrad al Rey. En este caso, el rey era el emperador, Nerón. Nerón era homosexual. El apóstol
Pedro le ordena a la iglesia respetar los cargos de autoridad en el gobierno, aun tratándose de personas como Nerón. Esto no quiere decir que respetemos su carácter o estilo de vida. Es completamente
contrario a las Escrituras atacar a los que están en liderazgo. No debemos ocupar nuestro tiempo en
difamar o vituperar a los políticos impíos. Esta conducta es inapropiada para un creyente. 2 Pedro
2:10-11 nos alerta a no seguir la corriente de muchos que “desprecian el señorío” y “dicen mal de
las potestades superiores”. Hasta los ángeles de Dios rehúyen este erróneo comportamiento. Judas,
hermano del Señor, lo confirma.
Judas 1:8-9 - Hoy en día existe un espíritu de anarquía que se opone a la autoridad. Este espíritu
está infiltrándose en la iglesia en forma insidiosa, tal como sucedía en los días de Judas. En aquel
tiempo, maestros apóstatas “rechazaban la autoridad” y blasfemaban de las potestades superiores.
Para contrarrestar esta actitud rebelde contra la autoridad, Judas le recordó a la iglesia un incidente
entre el Arcángel Miguel y Satanás.
Página 36 • Pedro
Moisés murió alrededor del año 1430 A. C. y fue sepultado por Dios mismo (Dt. 34:5-6). Después,
el Señor envió al Arcángel Miguel a resucitar el cuerpo de Moisés, quien se le apareció a Cristo en
el Monte de la Transfiguración (Mt.17:1-8; Mr. 9:1-8; Lc. 9:28-39). El diablo contendió con Miguel
debido, más que nada, a que Satanás todavía tenía el poder de la muerte (ref. He. 2:14). ¿Cómo le
respondió Miguel a Satanás? ¿Lo llamó por malos nombres? ¿Lo insultó? ¡No! No se atrevió a
esgrimir una acusación ofensiva en su contra, sino que simplemente dijo: “¡El Señor te reprenda,
Satanás!”.
El razonamiento de Judas es este: “Si los ángeles no recurren a acusaciones insultantes y difamadoras
contra las potestades caídas, como Lucifer, entonces los hombres, que tienen menos poder que los
ángeles, deben evitar el vocabulario soez y los insultos a gobernantes terrenales y a ángeles”.
El creyente que habla mal o difama a los miembros del gobierno, aun si éstos son impíos, no tendrá
jamás la bendición de Dios. ¡Mucha atención, cristianos! En cuanto a Nerón, Pedro dijo “Honrad
al Rey”. Debemos ser corteses y respetuosos con toda la gente, manifestando un amor especial por
nuestros hermanos de la fe. Ser amables con los no convertidos no nos compromete. Es sencillamente
una demostración de buenos modales. Ser corteses con el prójimo no da a entender que estemos
aprobando su estilo de vida.
2:18 “Criados, estad sujetos con todo respeto a vuestros amos; no solamente a los buenos y afables,
sino también a los difíciles de soportar”. De nuevo tenemos aquí la orden divina de mostrar respeto
por aquellos que están en una posición de autoridad sobre nosotros. En términos modernos, quizá
este versículo represente la relación entre el empleado y el empleador. Puede aplicarse a nuestra
relación con un administrador de la ley. La lógica nos dice que si nos tratan con gentileza, así
debemos corresponder. Pero la palabra de Dios no es eso lo que enseña. Pedro ordena que mostremos
respeto no sólo por las autoridades amables y sensatas, sino por las severas y cargosas. Esta es la
manera cristiana, la cual es posible sólo por gracia.
Si por nosotros fuera, le diríamos unas cuantas verdades al jefe, al ministro, al maestro o al
administrador de la ley. Después de todo, es nuestro derecho. Pero, ¿qué habría pasado si Cristo
hubiera defendido sus derechos y demandado justicia? Jamás se hubiera pagado nuestra deuda de
pecado. ¡Piénselo por un instante! Cuando un inocente, sea hombre o mujer, sufre injustamente,
eso libera vida (1 P. 3:18). Claro que podemos insistir en nuestros derechos, pero, ¿estaremos
liberando vida para este mundo agonizante? La elección es nuestra.
Tal vez pensemos que no tenemos la obligación de obedecer a un administrador de la ley si es
grosero, ni de mostrar respeto por un jefe impaciente. Sin embargo, todas estas actitudes son indicio
de que tenemos áreas que todavía no están del todo crucificadas en nuestras vidas. Estos derechos
a que no hemos renunciado siempre asomarán la cabeza dentro del matrimonio y servirán para
socavarlo:—“¡Yo no tengo por qué soportar esto; yo no tengo por qué escucharte! ¡Me voy!” ¿Qué
actitud tiene usted hacia la autoridad? La actitud que tengamos se marcará más en nuestros hijos.
2:19 “Porque esto merece aprobación, si alguno a causa de la conciencia delante de Dios, sufre
molestias padeciendo injustamente”. Cuando una persona padece injustamente, merece alabanza.
Cuando un hombre o mujer sufre por la justicia y mantiene la actitud correcta, este sacrificio es
agradable a Dios, y de él fluye vida hacia los demás. La vida surge de morir a nuestros propios
métodos y derechos.
Pedro • Página 37
2:20 “Pues ¿qué gloria es, si pecando sois abofeteados, y lo soportáis? Mas si haciendo lo bueno
sufrís, y lo soportáis, esto ciertamente es aprobado [loable] delante de Dios”. Hay galardón para
el creyente que sufre por la justicia y conserva un espíritu de mansedumbre. Sufrir por nuestros
errores con espíritu paciente, es falsa mansedumbre, y para ello no hay galardón. Cerciorémonos de
estar padeciendo por la causa correcta. No pase usted toda su vida sufriendo como un guerrero de
las cruzadas, por una causa nacida de hombre, no de Dios. Pídale a Dios que le muestre su misericordia haciéndole comprender cómo usar tiempo, energía, bienes y vida. El sólo nos galardonará
por llevar a cabo su propósito, y no el nuestro.
2:21-23 “Pues para esto fuísteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos
ejemplo, para que sigáis sus pisadas; el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca; quien
cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino
encomendaba la causa al que juzga justamente”.
Cristo dijo: “El siervo no es mayor que su señor, ni el enviado es mayor que el que le envió” (Juan
13:16; 15:20). No somos más grandes que nuestro Señor. En teoría creemos esto de todo corazón.
Sin embargo, es cosa frecuente que con nuestros hechos y actitudes ¡neguemos rotundamente esta
simple verdad! Cristo padeció enormes injusticias, ¡pero nosotros muchas veces no podemos tolerar
ni pequeñas sanciones! El sufrimiento a menudo implica mansedumbre, y no debemos tomar
represalias cuando nos hieren. Cristo fue el Cordero que se menciona en Isaías 53:7. El no insultó,
ni amenazó, ni maldijo a ninguno de sus perseguidores. El Justo murió por los injustos, para
llevarnos a Dios (1 P. 3:18). Lo que libera vida es el inocente padeciendo por los culpables. Con
hacer valer nuestros derechos, no liberaremos a nadie de sus esclavitudes.
La mansedumbre - clave para la salud mental
“El cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca; quien cuando le maldecían, no respondía con
maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente”.
El apóstol Pedro había sido durante tres años y medio, compañero cercano de Cristo, y era testigo
ocular de sus padecimientos. Ni una tan sola vez vió a Jesús pecar con la lengua. (La mayoría de
los pecados se cometen con la lengua). Para Pedro, la mansedumbre y templanza del Maestro eran
motivo de asombro y desafío. Cuando la gente lo maltrataba e insultaba, El simplemente se
encomendaba a su Padre Celestial, poniendo en sus manos todas las injusticias. Cristo claramente
entendió que tarde o temprano, todo sería expuesto a la luz y a la justicia. Para tener mansedumbre
necesitamos esa revelación también nosotros.
La revancha siempre acarrea amargura y dureza al corazón. Satanás hizo todo lo posible para incitar
al Señor a que tomara represalias contra sus perseguidores con cólera, rencor, y amenazas. Entonces
el adversario hubiera tenido ocasión de decir: “Tú no eres mejor que yo”. Al contenerse de toda
venganza, Jesús derrotó a Satanás. ¡Esta es una lección importante para nosotros! Para tener autoridad
sobre el maligno (el amargado, el ofendido), no podemos actuar ni responder como él. La vida interior
tiene que experimentar una crucifixión más profunda para que no reaccionemos con vengaza.
Para tener autoridad sobre el maligno (el amargado, el ofendido), no podemos
actuar ni responder como él. La vida interior tiene que experimentar una
crucifixión más profunda para que no reaccionemos con vengaza.
Página 38 • Pedro
Por qué falla la Psicología
Cristo nunca enseñó que tuviéramos derecho a sentirnos ofendidos y resentidos. Unicamente tenemos
derecho a pedirle a El que nos conceda gracia para perdonar y liberar a nuestros ofensores. ¡A esto
se debe que la Psicología falle! La Psicología trata de apañar la vieja naturaleza, buscando mejorar
nuestra antigua manera de ser, caída y pecadora. ¡Eso nunca funciona! La verdadera espiritualidad
le da un golpe mortal a la naturaleza con que nacemos y saca a relucir una vida nueva, sostenida
solamente por el poder de Cristo.
En lo personal, ¡yo no me fío de la naturaleza humana en lo absoluto! Ella está irremediablemente
corrompida y necesita morir. La naturaleza humana cree que tiene derecho a sentirse ofendida y
rencorosa. La naturaleza humana exige derechos y reivindicación. La naturaleza divina cede sus
derechos y le permite a Dios reivindicar. Esta es la manera cristiana, pero muchas veces hasta para
los cristianos es repulsiva. Con suma frecuencia los creyentes quieren hacer las cosas en la forma
natural, pero la forma natural no funciona. En muchos sentidos, nosotros los creyentes somos
extremadamente humanistas. Subraye y ponga en práctica lo que dice Proverbios 24:29.
La mansedumbre es la santa aceptación de nuestras circunstancias
La mansedumbre es la clave para vencer a Satanás. Es también la clave para tener buena salud
mental, emocional y espiritual. Infinidad de personas caen en los abismos de la desesperación y el
tormento, porque no pueden ni quieren aceptar las injusticias que llegan a sus vidas. Su reacción
natural es llenarse de odio, rencor, y deseos de venganza, pero todo eso lleva a la depresión y a la
desesperanza, y en algunos casos, al suicidio. Job demostró mansedumbre cuando se postró en
adoración después de haberlo perdido todo. Al obrar de esa manera, le asestó un duro golpe a
Satanás. Además, se libró de resbalar a los abismos de la ruina espiritual.
Resumiendo todo lo expuesto, la clave de la victoria la encontramos poniendo los ojos en el Capitán
de nuestra salvación y siguiendo su ejemplo. ¿Cómo ganó Cristo la batalla? No insultando cuando
lo insultaban; no amenazando cuando lo maltrataban; encomendando su vida y todas las injusticias
hechas en su contra, al Padre Celestial que juzga con justicia.
Sólo hay dos hombres en las Escrituras, que son llamados mansos—Moisés y Cristo. La
mansedumbre se produce a través de mucho quebrantamiento. ¿Por qué necesitamos ser
quebrantados? Porque somos voluntariosos, tercos y radicales cuando tenemos un punto de vista.
Los problemas que tenemos tienen todos su origen en que no estamos imitando a nuestro modelo
supremo, el Señor Jesucristo. La mansedumbre es el resultado de rendir una y otra vez delante de
Dios, nuestros derechos y opiniones, lo cual solamente es posible por medio de la gracia.
2:24 “Quien llevó el mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros,
estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados”. - Antes
de la cruz, los pecados del hombre sólo eran cubiertos superficialmente por la sangre de animales,
pero no había un poder que limpiara la conciencia culpable. Todos aquellos sacrificios miraban
hacia adelante, a la cruz, cuando el Redentor en persona quitaría por completo nuestros pecados.
Cristo abolió nuestros pecados en la cruz. Además, su sangre tiene la capacidad de purificar la
conciencia, de tal manera que recuperemos la dignidad (He. 9:14, 10:22). Antes de la cruz, hombres
y mujeres vivían atormentados por la culpa (He.10:2-3), y muy conscientes de sus pecados pasados.
Pedro • Página 39
“Para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia”. Cristo pagó nuestra
deuda de pecado para que muriésemos al pecado y viviésemos a la justicia, para El. Cristo nos
compró para sí, y tiene para cada uno de nosotros, un plan divino que debe llevarse a cabo.
“Y por su llaga fuimos nosotros curados”. Esto está en tiempo pasado. Jesús llevó nuestras
enfermedades en la cruz. También cargó con nuestras aflicciones y dolores (ref. Is. 53:4-5). El ya
hizo provisión, no sólo para curarnos los males del cuerpo, sino también para que tuviéramos sanidad
de disgustos, desalientos y pérdidas. Cristo ha quitado hasta el pesar que nos produce la muerte de
un ser querido. La obra ya ha sido consumada en la cruz. El ha pagado el precio de todas estas
bendiciones, pero nosotros debemos apropiárnoslas. Aunque potencialmente estas bendiciones nos
pertenecen, debemos comenzar a aplicarlas a nuestras vidas. Debemos echar mano de estos recursos
disponibles. Necesitamos orar hasta recibirlos.
Si usted está deprimido, triste, o físicamente enfermo, empiece a buscar al Señor intensamente
hasta que estas bendiciones sean liberadas para usted. Pablo nos señala “ocuparnos en nuestra
salvación” (Fil. 2:12). Dios ha hecho su parte y nosotros debemos hacer la nuestra. Debemos
poner todo empeño, orando y caminando en obediencia para recibir el beneficio de estas gracias.
2:25 “Porque vosotros erais como ovejas descarriadas, pero ahora habéis vuelto al Pastor y Obispo
de vuestras almas”. El hombre tiene la tendencia a vagar alejándose de Dios, y a entrar en las
zonas de peligro de la vida. Todos tenemos un gran parecido con las ovejas (ref. Ro. 3:10-12).
Pedro con frecuencia oía a Jesús llamarse a sí mismo el Buen Pastor. El Señor también le encomendó
a Pedro: “Apacienta mis ovejas”. Pedro había tomado conciencia de que Dios busca al hombre más
de lo que el hombre busca a Dios.
Jesús también es llamado el Obispo (o Guardián) de nuestras almas. Cristo no solamente nos busca
cuando andamos perdidos, sino que nos cuida después de ser salvos para que no nos descarriemos.
Jesús oró para que la fe de Pedro no le faltara después de su devastadora falla cuando lo negó (Lc.
22:32). Pedro nos recuerda que somos “[guardados] por el poder de Dios” (1 P. 1:5). No es por
nuestro propio poder que nos conservamos en la fe. Es Dios el que nos guarda y conserva.
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Página 40 • Pedro
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Capítulo Tres
La relación esposa-esposo
3:1-6
3:1 “Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos; para que también los que no
creen a la palabra sean ganados sin palabra por la [conducta] de sus esposas”. Cuando Pedro
dice “asimismo” le está dando seguimiento a su tema de sujeción a la autoridad.
2:13 Somos exhortados a “someternos a toda institución humana”.
2:13 A someternos al rey, como a superior—El emperador.
2:14 A someternos a los gobernadores (magistrados, administradores de la ley)
2:17 A honrar a todos. A ser corteses y respetuosos con todos, hasta con los incrédulos.
2:17 Honrar al rey (el emperador era homosexual y demente)
2:18 Los criados deben sujetarse a sus amos, aun a los groseros y difíciles de soportar.
2:21-24 Cristo mismo se sometió a la cruz, a los crueles líderes religiosos y a los soldados romanos.
3:1 Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos.
5:3-4 Los pastores están sujetos al Príncipe de de los Pastores y no
deben señorear sobre las ovejas.
5:5 Los jóvenes deben someterse a los mayores.
5:5-6 Todos, revestidos de humildad, debemos someternos los unos a los otros.
Ya que estamos tratando sobre el matrimonio, vale mencionar antes de seguir, que el propio Pedro
era casado, al igual que los otros apóstoles (Mr.1:30-31, 1 Co. 9:5). A muchos de ellos les
acompañaban sus esposas en los viajes, lo cual requería un alto grado de consagración.
“Estad sujetas a vuestros maridos” . Pedro tuvo una razón para decir “a vuestros maridos”. A
veces la mujer encuentra más fácil sujetarse a otra persona. Esto se debe a la antigua y errónea
creencia de que otro es más amable, más considerado y más comprensivo que su propio esposo.
Claro que este es un criterio engañoso, pero muy capaz de tenderle la trampa a muchas mujeres,
especialmente en esta generación adúltera. La fantasía de “ser más feliz con otro” surge sólo porque
no comparten la vida cotidiana con él, como para ver de cerca su naturaleza humana. A decir verdad,
la pareja que Dios nos dio es la que más nos conviene.
La Versión Ampliada de la Biblia dice así: “De igual manera ustedes las casadas, sométanse a sus
propios esposos—estén supeditadas a ellos, como secundarias y dependientes de ellos, y adáptenseles.
De manera que si algunos no obedeciesen a la palabra [de Dios], puedan ser ganados no por
medio de discusiones, sino por medio de la vida [piadosa] de sus esposas”.
Hay varias verdades importantes que debemos observar en este verso. La palabra de Dios claramente
anima a las mujeres creyentes a permanecer con sus maridos incrédulos sin divorciarse. Esto es
reforzado por el apóstol Pablo también (ref. 1 Co. 7:10-14). Hay personas que enseñan que si su
cónyuge no es cristiano se deben divorciar, pero la palabra de Dios enseña claramente lo contrario.
Tanto Pedro como Pablo enseñan que si una persona tiene por pareja a un incrédulo, los dos deben
hacer lo posible por permanecer juntos. Por consiguiente, las Escrituras enfatizan la permanencia
del matrimonio. Además, no es predicándole a su esposo que la mujer lo ganará para Cristo, la
mejor manera es llevar una vida que rebose de dulzura del Señor. Los factores que alejan al esposo
todavía más del Señor son: las malas actitudes, los rencores, la independencia y no prestarle atención
cuando habla. Esto lo lleva a blasfemar del Señor y de su doctrina (ref. Tito 2:5).
Pedro • Página 41
3:2 “Considerando vuestra [conducta] casta y [respetuosa]”. Cuando una esposa respeta, atiende,
reverencia, y honra a su esposo, esto abre el corazón de él hacia ella y hacia el Dios que ella adora.
Por otro lado, si ella le predica a su esposo y más tarde lo critica, desconociéndolo como cabeza
suya, y rehuyendo las relaciones matrimoniales, él blasfemará de todas las enseñanzas del Señor.
Aborrecerá la religión que ella procura defender. La mayoría de los hombres no reaccionan bien
ante Dios cuando sus esposas no caminan en orden con ellos. Desgraciadamente muchos hogares
(cristianos y no-cristianos) no caminan en el orden que corresponde.
Aunque esto parezca parcializado, (y sin restarle responsabilidades al hombre), la clave número uno
del matrimonio es la mujer misma. Ella es la que controla el clima y el ambiente del hogar. Ella es
“el cuello que hace girar la cabeza”, como dice el dicho. Si ella está contenta, agradecida y tranquila,
la casa estará en paz. “La mujer sabia edifica su casa; mas la necia con sus manos la derriba”
(Pr.14:1). La actitud de la mujer es la clave.
Dios siempre trata primero con los que están bajo autoridad, y luego trata con la autoridad. En
asuntos de matrimonio, primero dice: “Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al
Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia” (Ef. 5:22,23;
Col. 3:18). Luego manda: “Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres” (Ef. 6:1; Col. 3:20).
Después le habla a los siervos: “Siervos, obedeced a vuestros amos” (Ef. 6:5; Col. 3:22). Dios se
dirige tanto a los que están en autoridad, como a los que están bajo autoridad, pero siempre empieza
con las actitudes de los subordinados, en primera instancia.
Quizá la reina Ester sea más conocida por la habilidad que demostró al apelar ante un esposo que
estaba a punto de tomar una decisión desastrosa. Su esposo había firmado un decreto sin conocer
todos los hechos del caso, y esa decisión iba a ocasionar la tragedia de muchos. ¿Cómo abordaría
Ester a un esposo tan desinformado y tan resuelto a proceder en contra de la voluntad de Dios?
¿Acaso perdió ella el control y se puso histérica? ¿Lo llamó por malos nombres? ¿Lo ofendió
diciéndole: “Tonto, idiota, no miras lo que vas a hacer?” Tales reacciones hieren y trancan el
corazón de un esposo.
Ester era diferente; tenía dominio propio. Tenía el alma sujeta a su espíritu y al Espíritu de Dios.
Por eso se reconoce a una mujer piadosa. Para comenzar, buscó consejo en la persona apropiada,
Mardoqueo. Luego comenzó a orar y a ayunar. Cuando fue oportuno, habló con su esposo y sin
alboroto ni histeria, lo convidó a una elaborada cena en un ambiente de comodidad. Ella tenía la
paz de Dios y la unción sobre su vida. Tras un hermoso banquete, el esposo preguntó: “¿Qué te
gustaría, cariño?” Ester no mencionó su petición, sino que le pidió venir a otra cena en la que
hablarían de ciertas inquietudes. Su actitud tranquila y piadosa volvió receptivo el corazón de su
esposo, resuelto ya a concederle todo lo que solicitase. Ester es el ejemplo clásico de una mujer
piadosa que supo hablarle a su pareja. Este es un arte que se puede aprender.
Enfasis en la belleza interior más que en la exterior v3-6
3:3-6 “Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos
lujosos, sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible,
que es de grande estima delante de Dios. Porque así también se ataviaban en otro tiempo aquellas
santas mujeres que esperaban en Dios, estando sujetas a sus maridos; como Sara obedecía a
Abraham, llamándole señor; de la cual vosotras habéis venido a ser hijas, si hacéis el bien, sin
temer ninguna amenaza”.
Página 42 • Pedro
Los versículos 3 al 6 tienen que ver con el tema del arreglo. Las mujeres le dan primordial importancia
a tres áreas del arreglo exterior que Pedro menciona aquí. El cabello, la ropa y las alhajas. Pedro no
está diciendo que una mujer deba descuidar su apariencia. Lo que está diciendo es que debe poner
más empeño en el adorno y embellecimiento de la vida interior, de la persona que tenemos oculta en
el fondo. Una mujer debe pasar más tiempo delante de Dios embelleciendo sus actitudes, que
delante del espejo arreglando su presentación exterior.
En el relato de María y Marta que aparece en Lucas 10:38-42, a Marta le importaba más la casa que
el estado de su vida interior. Era inquieta, enojadiza y acusadora. El Señor estaba más interesado en
la condición interior de Marta, que en la casa. El Señor busca un espíritu afable y apacible, y con
una mujer así es que desea morar. Así piensa un hombre con respecto a una mujer. El hombre
desea una mujer que esté en paz consigo misma. Un espíritu afable y apasible vuelve a la mujer
atractiva para Dios y para el hombre. Damas, ¿se preocupan ustedes en primer lugar por la persona
exterior? (ropa, cabello, maquillaje, joyas), ¿o se preocupan más por la interior? (un espíritu afable
y apacible que es de grande estima delante de Dios).
“Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos,
sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de
grande estima delante de Dios. Porque así también se ataviaban en otro tiempo aquellas santas
mujeres que esperaban en Dios, estando sujetas a sus maridos; como Sara obedecía a Abraham,
llamándole señor; de la cual vosotras habéis venido a ser hijas, si hacéis el bien, sin temer ninguna
amenaza”.
Las santas mujeres de antaño se adornaban de fe, estando sujetas a sus propios maridos. Se requiere
mucha fe para confiarle la vida a otro ser humano, a un hombre. Sin embargo, las Escrituras dicen
que ellas “esperaban en Dios...estando sujetas a sus maridos”. Ellas esperaban en Dios para que
tomara control sobre sus maridos. Si el esposo no es digno de confianza, la mujer piadosa puede
esperar en Dios para que El tome control y fije límites a su cónyuge y a las decisiones que éste toma.
Sara obedecía a Abraham, llamándole “señor”. Ella esperaba en Dios para que Dios controlara las
acciones de su esposo. ¿Es usted gobernada por la fe o por la ansiedad y la incredulidad?
“Como Sara obedecía a Abraham, llamándole señor; de la cual vosotras habéis venido a ser hijas, si
hacéis el bien, sin temer ninguna amenaza”. Damas, ustedes son hijas de Sara sólo si siguen sus pasos.
Si le permiten a Dios hacer su obra especial en sus vidas, de manera que puedan reaccionar ante la vida
y ante sus esposos tal como Sara, entonces sí son sus hijas espirituales. Son mujeres de fe. Esto
significa que, al igual que Sara, tienen que vencer la histeria y el alboroto. Ella era una mujer gobernada
por la fe. El temor y la histeria inducen a la crítica, a la confusión e impiden ser objetivo.
Tito 2:3-5 - El día de hoy existe en la iglesia la enorme necesidad de tener mujeres mayores, capaces
de enseñar a las más jóvenes a tener dominio propio, a amar a sus esposos, a amar a sus hijos, a ser
prudentes, castas, diligentes en el hogar, buenas, obedientes a sus propios maridos, para que la
palabra de Dios no sea blasfemada. ¿Por qué se les debe enseñar a las más jóvenes a amar a sus
maridos, a amar a sus hijos, a ser diligentes en el hogar y obedientes a sus propios maridos? Porque
no saben cómo hacerlo y necesitan un ejemplo de santidad para poder moldearse, el ejemplo de una
mujer mayor.
3:7 “Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso
más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan
estorbo”. Ahora Pedro aconseja a los esposos. El exhorta a los hombres a “vivir con ellas sabiamente”.
Pedro • Página 43
Entendiendo a una mujer
A los maridos se les ordena “vivir con ellas de acuerdo a conocimiento”. La palabra griega para
decir “conocimiento” es “gnosis”. Gnosis es un conocimiento que se adquiere con estudio, esfuerzo,
o experiencia. Requiere tiempo, esfuerzo y experiencia poseer este tipo de conocimiento y de
sensibilidad. Los hombres y las mujeres difieren en gran medida. Cada uno debería estudiar a su
cónyuge y conocer sus características. El varón y la hembra piensan y reaccionan de manera diferente
ante las situaciones de la vida. La química de sus cuerpos es diferente, como también lo son sus
emociones, criterios e índoles. Un hombre no debe esperar que su esposa reaccione varonilmente,
ni la mujer debe esperar que su marido reaccione como ella. Hombres y mujeres deben cohabitar en
pleno conocimiento de estas diferencias, y trabajar en ellas. Si no, habrá muchos malentendidos y
resentimientos que serán obstáculo para el crecimiento espiritual y las oraciones de ambos.
Reconociendo sus necesidades - ayudándola
“Dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida,
para que vuestras oraciones no tengan estorbo”. Se llama a la mujer “vaso más frágil”. Esto de
ninguna manera implica inferioridad. Lo que significa es que física y emocionalmente ella es más
delicada. Es más susceptible, y está propensa a sentirse dolida y afectada por pequeñeces. Por eso
batalla más con los malos sentimientos y las ofensas. Además, una mujer tiende más a sentirse
culpable. El marido debe comprender completamente y mostrarse favorable a estas necesidades de
su esposa, no amargándose contra ella (ref. Col. 3:19). Los hombres tienden a ensañarse contra sus
mujeres por no comprenderlas.
La mayor parte de las esposas vive con infinidad de temores y necesita de un hombre paciente y
cariñoso que busque sabiduría en Dios. Esta sabiduría lo ayudará a ahuyentar los temores de su
pareja, y a llevarla amorosamente al sometimiento. El temor, el alboroto y la histeria deben vencerse
porque inducen a la mujer a hablar precipitadamente y a criticar a su marido y a Dios. Todos los
temores quedan desplazados cuando se crece en fe, en paz, en gozo, y en el amor de Dios. Esta es
también la clave para una buena salud mental y emocional. El apóstol Juan nos dice: “El perfecto
amor echa fuera el temor” (1 Juan 4:18). Al amar un hombre a su mujer, y al crecer la mujer en una
relación de amor con Dios, todos sus temores se disipan gradualmente.
Las mujeres deben dejarse proteger por sus esposos
A la mujer, más que al hombre, la gobierna el alma (las emociones). Consecuentemente, necesita
que un hombre la ayude a ordenar sus sentimientos. Los sentimientos y las emociones pueden ser
sumamente engañosos. Sucede con frecuencia que cuando la mujer por alguna razón está perturbada
emocionalmente, su estado emocional empuja al esposo a reaccionar de inmediato—¡con reacciones
que él reconoce como malas! Las mujeres deben dejarse proteger por sus esposos.
Las esposas de muchos pastores tienen los nervios destrozados por haber querido llevar sobre sus
hombros el peso de responsabilidades y presiones que sólo le correspondían a sus esposos. La mujer
debe permanecer en el orden divino y no salirse del abrigo y protección de su esposo. No todas las
mujeres califican para soportar las presiones del liderazgo, y eso se debe a que no pueden manejar
la crítica y el rechazo que esa posición conlleva. Cuando la esposa se entromete en los problemas de
todo el mundo, habla por teléfono durante horas, y trata de inmiscuirse en cualquier asunto, va
directo a un enorme colapso nervioso que a todos les causará dolor. Dios nos concede gracia (la
capacitación divina) sólo para que ejecutemos su voluntad, y no la nuestra. Esposas, ¡permitan que
sus cónyuges lleven la carga! ¡Son ellos los que están ungidos para eso, no ustedes!
Página 44 • Pedro
3:8 “Finalmente, sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente,
misericordiosos, amigables”. Para poder tener compasión y misericordia los unos de los otros,
tenemos que estar estrechamente involucrados “los unos con los otros”, sabiendo por qué situaciones
atraviesan nuestros hermanos y hermanas. Este versículo sugiere que no podemos andar ni solitarios
ni desprendidos del cuerpo de creyentes. Nos hemos dado cuenta de que aun personas que asisten a
la iglesia con regularidad, tienen un escaso conocimiento de los otros miembros de ese cuerpo.
Quizá necesitemos que el Espíritu Santo se inmiscuya en nuestras vidas privadas. El verdadero
Cristianismo nos involucra en las vidas de los demás. No es posible alcanzar la perfección cristiana
si no nos tenemos los unos a los otros (Juan 17:23). Una señal de madurez y de perfección es nuestra
capacidad de llevarnos bien con los demás. Pensemos en la cantidad de veces que las Escrituras nos
incluyen y abarcan, diciendo “los unos a los otros”.
Marcos 9:50
Juan 4:37
Juan 13:14
Juan 13:34
Romanos 12:10
Romanos 12:10
Romanos 12:16
Romanos 14:19
Romanos 15:7
Romanos 15:14
Romanos 16:16
Gálatas 5:13
Gálatas 6:2
Efesios 4:2
Efesios 4:25
Efesios 4:32
Efesios 4:32
Efesios 5:21
Colosenses 2:2
Colosenses 3:9
1 Tesalon. 4:18
1 Timoteo 5:21
Hebreos 3:13
Hebreos 10:24
Santiago 5:9
Santiago 5:16
Santiago 5:16
1 Pedro 4:9
1 Pedro 5:5
1 Juan 1:7
-
“Tened paz los unos con los otros”
“Uno es el que siembra, y otro es el que siega”
“Lavaos los pies los unos a los otros”
“Amaos unos a otros”
“Amaos los unos a los otros con amor fraternal”
“Prefiriéndoos los unos a los otros”
“Unánimes entre vosotros”
“Edifiquémonos mútuamente”
“Recibíos [ó aceptaos] los unos a los otros”
“Amonestaos los unos a los otros”
“Saludaos los unos a los otros”
“Servíos por amor los unos a los otros”
“Sobrellevad los unos las cargas de los otros”
“Soportandoos con paciencia los unos a los otros”
“Somos miembros los unos de los otros”
“Sed benignos unos con otros, misericordiosos”
“Perdonándoos unos a otros”
“Someteos unos a otros”
“Unidos en amor”
“No mintáis los unos a los otros”
“Alentaos los unos a los otros”
“No haciendo nada con parcialidad”
“Exhortaos los unos a los otros cada día”
“Considerémonos los unos a los otros”
“No os quejéis unos contra otros”
“Confesaos vuestras ofensas unos a otros”
“Orad unos por otros”
“Hospedaos los unos a los otros”
“Sumisos unos a otros”
“Tenemos comunión unos con otros”
Me parece que Dios está tratando de decirnos algo con esto. ¿Estamos involucrados “los unos en
las vidas de los otros”? ¿Es tan estrecha la relación que tenemos con nuestros hermanos y hermanas
como para conocer sus situaciones y sentimientos? ¿O estamos cercados dentro de nuestro pequeño
mundo y lejanos del cuerpo de Cristo? ¿Qué tan bíblico es nuestro Cristianismo? Recordemos que
la perfección cristiana se mide en términos de la capacidad que tenemos de fluir con los demás.
Pedro • Página 45
De nuevo sobre la mansedumbre - especialmente de la lengua
3:9 “No devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo,
sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendición”(ref. 2:23). Cuando nos insultan y
hieren, la reacción natural que tenemos es la de pagar con la misma moneda. Prácticamente toda
película producida por Hollywood se basa en la venganza. Proverbios 24:29 nos advierte:“No digas,
como me hizo así le haré; daré el pago al hombre según su obra”. Esta es la manera natural, pero el
corazón se endurece cuando tratamos de ajustar cuentas con los que nos agreden. La venganza es
del Señor (Dt. 32:35; He.10:30).
Si tomamos el asunto en nuestras manos, Dios no podrá ocuparse de nuestro enemigo. Se nos
ordena hacer el bien a nuestros enemigos, y heredar la bendición de Dios por hacerlo. Recordemos
que la mansedumbre es la clave de la buena salud mental, emocional, y espiritual. Pedro aprendió
directamente de Cristo, que debemos perdonar a nuestros ofensores setenta veces siete.
3:10-12 “Porque el que quiere amar la vida y ver días buenos, refrene su lengua de mal, y sus
labios no hablen engaño; [apártese] del mal, y haga el bien; busque la paz, y [sígala], porque los
ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos atentos a sus oraciones; pero el rostro del Señor
está contra aquellos que hacen el mal”. Estos versículos citan el Salmo 34:12-16.
“Porque el que quiere amar la vida y ver días buenos, refrene su lengua de mal, y sus labios no
hablen engaño”. El uso que le demos a nuestra lengua, determinará el que tengamos o no una buena
vida. Pedro recordaba el engaño de un consiervo suyo llamado Judas, y cómo éste acabó suicidándose.
Los que en la eternidad están más cerca de Cristo no tienen engaño en la boca (Ap.14:1-5).
Si deseamos una buena vida, debemos apartarnos de toda especie de mal y hacer el bien. Debemos
buscar y procurar la paz en la práctica. Evitemos tomar parte en manifestaciones, marchas, protestas,
y no nos metamos en política. Yo soy un conservador más, pero sé que la sociedad nunca cambiará
si el corazón de la gente no es transformado por el poder de Dios. ¡La política no puede lograr esto!
Hay que enfrentar la causa, no el efecto. El verdadero problema es el pecado que hay en la iglesia
(ref. 2 Cr. 7:14; Is. 58:1; Jer. 2:13; 1 P. 4:17).
Dios sólo oye y defiende a los justos
“Porque los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos atentos a sus oraciones; pero el rostro
del Señor está contra aquellos que hacen el mal”. Dios únicamente honra al cristiano que vive
rectamente. El salmista hizo esta declaración: “Si en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad,
el Señor no me habría escuchado” (Salmo 66:18). El pecado acarrea culpa, y la culpa disminuye
nuestra fe. Con doblez de ánimo y con incredulidad de corazón no se puede orar y a la vez esperar
que Dios escuche (Stg.1:6-8). Procuremos presentarnos ante Dios aprobados, porque entonces El
hará resplandecer sobre nosotros su rostro y nos dará paz (Nm. 6:24-26).
3:13 “¿Y quién es aquel que os podrá hacer daño, si vosotros seguís el bien?” ¿Quién podrá
dañarnos si celosamente seguimos el bien? Cuando procedemos rectamente contamos con el favor
de Dios y El está de nuestra parte. Dios mantiene a raya a todos los que procuran nuestro mal. Los
ángeles del Señor acampan alrededor de los que temen a Dios (Sal. 34:7). Una vida de rectitud es
también la manera más segura de evitar problemas que uno se provoca a si mismo.
Página 46 • Pedro
3:14-17 “Mas también si alguna cosa padecéis por causa de la justicia, bienaventurados sois. Por
tanto no os amedrentéis por temor de ellos, ni os conturbéis, sino santificad a Dios el Señor [o sea,
poner aparte a Cristo como Señor) en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar
defensa con mansedumbre y reverencia [amabilidad y respeto] ante todo el que os demande razón
de la esperanza que hay en vosotros; teniendo buena conciencia, para que en lo que murmuran de
vosotros como de malhechores, sean avergonzados los que calumnian vuestra buena [conducta] en
Cristo. Porque mejor es que padezcáis haciendo el bien, si la voluntad de Dios así lo quiere, que
haciendo el mal”.
“Mas también si alguna cosa padecéis por causa de la justicia, bienaventurados sois”. Dios limita
la obra de nuestros enemigos contra nosotros, y aun si fuésemos llamados por El a padecer por la
justicia, El haría que cada injusticia redundara en nuestro propio bien (Ro. 8:28; 2 Co. 4:17). Cuando
Pedro y los apóstoles fueron públicamente ridiculizados y azotados por causa de Cristo, “salieron
de la presencia del concilio, gozosos de haber sido tenidos por dignos de padecer afrenta por causa
del Nombre” (Hch. 5:40-41, ref. Hch.16:23-25). El gozo del Señor fue su fortaleza. Allí no hubo ni
autocompasión ni tristeza. Estaban llenos del Espíritu Santo y de gozo. “Si alguna cosa padecéis
por causa de la justicia, bienaventurados sois”. Es un gran privilegio.
Remedio para el temor
“Por tanto no os amedrentéis por temor de ellos, ni os conturbéis, sino santificad [ó, poned aparte a
Cristo, como Señor] en vuestros corazones” . Los cristianos no tienen por qué acobardarse ante las
amenazas y rabias de ninguno de sus enemigos. Los enemigos nuestros son también los enemigos
de Dios, y su rostro está contra ellos. El poder de Dios supera al poder de ellos. La maldición de El
está sobre ellos y nada nos podrán hacer sin Su autorización. En vez de aterrorizarnos con el temor
humano, debemos darle lugar a Cristo en nuestros corazones, como Señor, (v.15) y dejar que El sea
nuestro temor y nuestro miedo (Is. 8:12-13). Cristo enseñó a sus discípulos (incluyendo a Pedro),
que no temiesen a los que solamente pueden matar el cuerpo, sino que temiesen a Aquel que puede
destruir el cuerpo y el alma (Lc.12:4-5).
No le temamos jamás al futuro, especialmente al pensar en la persecución y martirio de los últimos
días. La Biblia nos repite una y otra vez que no debemos temer. Cristo le dijo a Pedro y a los
apóstoles: “Mirad que no os turbéis” (Mt. 24:6); “no os alarméis” (Lc. 21:9; ref. 2 Tes 2:2). Si
alguna vez fuésemos llamados a sufrir persecución o a entregar hasta la misma vida, en ese preciso
momento recibiríamos una impartición de gracia. Dios no nos impartirá gracia veinte años antes de
que la necesitemos. En Mateo 6:34 Cristo nos enseñó a vivir un día a la vez. Esto es clave para
tener victoria sobre el temor. No te preocupes por el día de mañana, ni por la próxima semana, ni
por el año que viene. Basta con el suministro de gracia que Dios da para el día de hoy. Cuando el
día de mañana llegue, comienza de nuevo. El nos impartirá habilidad desde lo alto en el momento
necesario. Además, dará las palabras exactas qué se deban decir, en el preciso momento que se
requieran (Mt.10:17-20; Lc. 21:12-15).
“Y estad siempre preparados para presentar defensa con [mansedumbre y reverencia] ante todo el
que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros”. Cuando demos nuestro testimonio,
hagámoslo siempre con una actitud de mansedumbre, amabilidad y cortesía. Debemos ser corderos,
y no personas enojadas y vengativas. Si llamásemos al fuego del cielo para que cayese sobre nuestros
perseguidores, con ello invalidaríamos el propósito de Cristo (Lc. 9:54-56, Hch. 7:60).
Pedro • Página 47
“De la esperanza que hay en vosotros”. La esperanza es señal de regeneración. Un verdadero
cristiano está lleno de esperanza. Es señal de que hay vida nueva en nuestro interior. Los incrédulos
no tienen ninguna esperanza en sus corazones.
“Teniendo buena conciencia, para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, sean
avergonzados los que calumnian vuestra buena [conducta] en Cristo”. Para asegurarnos de que
nuestro testimonio es eficaz, nuestra conciencia debe ser buena. Si tenemos una buena conciencia
y si nuestra conducta es recta, ello cerrará la boca de los que nos calumnian. (Pr.16:7; 2 Co.10:6).
“Porque mejor es que padezcáis haciendo el bien, si la voluntad de Dios así lo quiere, que haciendo
el mal”. Pedro sigue sacando a luz el tema de “padecer haciendo el bien”. Un cristiano se autoprovoca
gran parte del sufrimiento que hay en su vida. Muchos tormentos y presiones son conflictos internos
sin resolver. De jóven, Pedro se ocasionó muchas pruebas a sí mismo. El sufrió por tales faltas, y
no hay recompensa en esto. Es así que Pedro continuamente nos alerta para que comprobemos si
nuestro padecer es por hacer el bien y no el mal. Debemos cerciorarnos de estar padeciendo por la
causa de Dios, no la nuestra.
3:18 “Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para
llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu”.
Cristo murió por nuestros pecados una vez y para siempre. El no tuvo que volver a morir una y otra
vez. Al golpear Moisés la roca dos veces, tipificaba que Cristo moriría más de una vez. Por esa
razón Moisés fue severamente disciplinado, al no controlar su espíritu. En la época que Pedro
escribió la presente epístola, muchos judíos creyentes todavía se aferraban a los ritos del Antiguo
Testamento. Continuaban sacrificando animales y guardando los días festivos en Jerusalén. También
Pablo le escribió a los hebreos, exhortándolos al respecto. El llegó a la conclusión de que Cristo
había hecho un sacrificio para siempre (Hebreos 9:26, 9:28, 10:12, 10:14). El seguir con el sacrificio
de animales minimizaba la sangre de Cristo. Hacerlo sería decir que su sangre no fue suficiente.
“El Justo por los injustos [el Inocente por los culpables], para llevarnos a Dios”. Tal como lo
mencionamos antes, el sacrificio grande de alguien es lo único que desata vida y poder. El hombre
más inocente de la historia sufrió los mayores maltratos, pero ello desató vida y nos condujo a Dios.
Hemos sido llamados también a seguir sus pasos. Si nuestro deseo es avivar a los demás, si nuestro
deseo es traer a los demás a Dios, tendremos que padecer injusticias y presiones (ver 2 Corintios
4:10-12; 1:5,6,8).
“Siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu”. Cristo fue muerto en el
cuerpo, pero tres días más tarde fue levantado por el poder del Espíritu Santo. Cuando su cuerpo
estuvo en el sepulcro esos tres días, su espíritu descendió a las partes más bajas de la tierra con
misiones específicas que cumplir. Todo lo hizo por el poder del Espíritu Santo.
3:19-20 “En el cual también fue y predicó a los espíritus encarcelados, los que en otro tiempo
desobedecieron, cuando una vez esperaba la paciencia de Dios en los días de Noé, mientras se
preparaba el arca, en la cual pocas personas, es decir, ocho, fueron salvadas por agua”.
¿Cómo serán las partes más bajas de la tierra? El relato acerca del rico y Lázaro arroja muchas
revelaciones significativas (Lc.16:19-31). Debemos tener presente que nos referimos a la era anterior a la cruz. Antes de la cruz los cielos no estaban abiertos. Cuando moría alguno, su espíritu
descendía a las partes más bajas de la tierra. Los espíritus de los justos estaban en un lugar de
Página 48 • Pedro
descanso, pero los malignos eran atormentados. Un gran abismo separaba estos dos lugares de ese
mundo subterráneo. Cuando Cristo se levantó de los muertos, dicen las Escrituras que “llevó cautiva
la cautividad” (Ef. 4:8-10). Cristo liberó a todos los justos de ese lugar de descanso que había
abajo, y ellos ascendieron al cielo con El. Hoy en día, cuando un creyente muere, va directamente
al cielo (2 Co. 5:1-8).
En los días de Noé, cuando se preparaba el arca, la gente fue muchas veces alertada sobre el diluvio
que venía. En realidad hubo quienes le dieran crédito al mensaje, aunque al leer Génesis 6:5 no es
esa la impresión que nos da. Muchos sí creyeron y eso los contuvo de seguir completamente el
curso de esa generación corrupta. La Biblia dice que ellos “en otro tiempo desobedecieron”, pero
de todos los demás dice que eran completamente depravados. “Los que en otro tiempo
desobedecieron” representan a muchos creyentes de hoy, que llamaríamos “cristianos carnales”.
Cuando Cristo estuvo en las partes más bajas de la tierra, El le predicó a estos creyentes que se
ahogaron en el diluvio y cuyas almas eran salvas. Solamente ocho personas fueron preservadas (en
cuerpo y alma) en el diluvio. No seamos creyentes carnales, desprotegidos hoy de la gran tribulación,
sino que oremos para que se nos considere dignos de escapar de estas cosas.
Tres tipos de creyentes
¡Siempre ha habido tres diferentes niveles de creyentes! Hay muchas series de “tres” en las Escrituras.
En Primera Juan 2:12-14 tenemos tres etapas de creyentes: “Hijitos, jóvenes, y padres”. Los hijitos,
hablando espiritualmente, saben que sus pecados son perdonados. Su comprensión del Padre es
infantil. Los jóvenes son fuertes, la palabra de Dios se ha desarrollado en ellos y han vencido al
Maligno. Los Padres son los que conocen a Dios. Este es un conocimiento íntimo y maduro de
Dios.
En los días de Noé, tres grupos diferentes de creyentes estaban representados. Enoc fue traspuesto
antes del diluvio. Noe y su familia fueron preservados durante toda la inundación. Y luego estaba
el grupo que se menciona en Primera Pedro 3:19-20, los que “en otro tiempo tiempo desobedecieron”
cuando se preparaba el arca. Aunque ahogados en el diluvio, sus almas fueron redimidas. Eran
creyentes genuinos, pero que vivían al margen de lo que Dios hacía y decía en sus días. Creían que
llegaría el juicio, pero no en esa época.
Estos tres grupos corresponden a nuestro tiempo y era. En Apocalipsis, capítulo doce, tenemos tres
grupos de creyentes que se les parecen. Está el Hijo Varón (un grupo dentro de la iglesia), el cual
nace de la Mujer y es traspuesto al cielo. Este es un grupo de personas que no pasan por la gran
tribulación. Ya han sido purificados. El propósito de la tribulación es purificar a los santos (ref. Ap.
7:14). El oro que ya ha sido refinado no necesita que lo vuelvan a meter en el horno una y otra vez.
La Mujer (la iglesia) es preservada durante toda la tribulación. Pero el Remanente de su simiente
queda expuesto a persecución e ira. Este grupo es como los creyentes carnales del tiempo de Noé
que no atendieron el mensaje del momento y quedaron expuestos a los juicios de Dios sobre la
tierra. Estos tres grupos se ven también en los días de Abraham.
TRES GRUPOS DE CREYENTES
1. Enoc
2. Isaac
3. El Hijo Varón
Noé y su familia
Sara
La Mujer
En ocaciones desobedientes
Los otros hijos de Abraham
El Remanente de la simiente de ella
Pedro • Página 49
TRES GRUPOS DE CREYENTES
EL HIJO VARÓN
LA MUJER
(La Iglesia)
Enoc
Noé y su familia
EL REMANENTE
En ocaciones
1. Antes del
Diluvio
Traspuesto
2. Epoca de
Abraham
Isaac
Sara
“heredero de todo”
Tipo de la Iglesia
Preservados
desobedientes
Ahogados pero Redimidos
1 Pedro 3:19-20
Los otros hijos de
Abraham
Recibieron dones, pero
de poca importancia
(Gen. 25:5-6)
3. Epoca Nuestra
Apoc. 12
El Hijo Varón
La Mujer
Traspuesto antes de
la Tribulación
Preservada durante
la Tribulación
El Remanente de la
Simiente de Ella
Expuesto a la
Tribulación
La importancia del bautismo en agua
3:20-21 “...Ocho, fueron salvados por agua. El bautismo que corresponde a esto ahora nos salva
(no quitando las inmundicias de la carne, sino como la aspiración de una buena conciencia hacia
Dios) por la resurrección de Jesucristo”. El diluvio de Noé es un símbolo del bautismo en agua.
El antiguo mundo de iniquidad fue sepultado y muerto por las aguas, pero Noé y su familia de ocho,
emergieron de las aguas para caminar en vida nueva. El numero ocho significa “resurrección o
nuevos comienzos”. Las mismas aguas que fueron juicio para la carne, preservaron al creyente Noé
y a su familia.
Al bautizarnos, quedamos bautizados en la muerte, sepultura y resurrección de Cristo. En el bautismo
en agua, la antigua vida y sus costumbres quedan “sepultadas”. Entonces debemos andar en novedad
de vida en Cristo. Pedro recalcó con bastante firmeza la importancia del bautismo en agua (Hch.
2:38, 10:46-48). Es un mandato del Señor (Mt. 28:19, Mar.16:15-16). El bautismo en agua, como
tal, no nos salva. Somos salvos por el nuevo nacimiento, no por un rito o ceremonia. Sin embargo,
el bautismo en agua es importante. Es tener como [objetivo] una buena conciencia. Es un acto de
obediencia.
¿Rebautizarse?
Una persona no debe bautizarse por segunda vez a menos que 1.) No haya estado convertida en su
primer bautismo; 2.) Solamente la hayan rociado. Bautismo literalmente quiere decir “inmersión”.
Página 50 • Pedro
En el griego original significa “un barco que ha sido hundido” o una vestidura que se ha empapado
completamente en tinte. Cada parte de nosotros debe ser sepultada con Cristo y levantada en novedad
de vida. Si solamente nos rocían, no es posible ser sepultados con Cristo en el bautismo.
¿Qué método se sigue?
No se debe discutir acerca de un método. Eso puede convertirse en una cantaleta permanente que
sólo llevará a “vanas palabrerías” o discusiones. Lo importante es la fe que se tiene en el Señor
Jesucristo. Nuestro Señor nos indicó bautizar en el nombre del Padre, y del Hijo (Jesucristo), y del
Espíritu Santo (Mt. 28:19).
Cristo - sentado a la diestra de Dios
3:22 “Quien habiendo subido al cielo está a la diestra de Dios; y a él están sujetos ángeles, autoridades
y potestades”. Jesús está ahora en el cielo, sentado a la diestra de Dios. El Nuevo Testamento nos
dice aproximadamente veinte veces que Jesús está sentado a la diestra de Dios, por lo cual ese
hecho debe ser de suma importancia. Todos los ángeles, potestades y autoridades están sujetos a El.
Pedro fue testigo ocular de la aparición de Cristo a los apóstoles después de la resurrección, cuando
les declaró: “Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra” (Mt. 28:18). El apóstol Pablo lo
confirma en Colosenses 1:16-19. Entre más cercanos estemos a Cristo y más alineados estemos con
su voluntad, el poder en nosotros será mayor. Toda potestad en el cielo y en la tierra le ha sido dada
al Hijo por el Padre. Al nombre de Jesús se doblará toda rodilla de los que están en los cielos, y en
la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confesará que El es el Señor (Fil. 2:9-11). Hasta los
habitantes del infierno se ven obligados a reconocer su Señorío.
Capítulo Cuatro
El propósito del sufrimiento
4:1-2 “Puesto que Cristo ha padecido por nosotros en la carne, vosotros también armaos del
mismo pensamiento; pues quien ha padecido en la carne, terminó con el pecado [o, voluntariamente
deja el pecado], para no vivir el tiempo que resta en la carne, conforme a las concupiscencias de
los hombres, sino conforme a la voluntad de Dios”.
Jesús no sólo padeció por nosotros en la cruz, sino que en sus años de juventud sufrió para
perfeccionarse (ser maduro, completamente apto). Ver Hebreos 2:10, 5:8-9. Como humano, Jesús
fue perfeccionado por lo que sufrió. Esta verdad se aplica también a nosotros, pues a través de
dolorosas lecciones y disciplinas, llegamos a ser maduros, completamente aptos para la obra, y
perfeccionados, tal como lo fue Pedro.
“Vosotros también armaos del mismo pensamiento”. “Armaos” es una expresión militar. Tomar el
sufrimiento con la mentalidad correcta es para nosotros como ir provistos de un arma letal. Estamos
armados con la mente de Cristo. Cristo sufrió para alcanzar la madurez, y así debemos sufrir
nosotros. Los cristianos a quienes se les ha dicho que como tales ya no tienen que ganar batallas,
serán mortalmente heridos cuando lleguen los problemas.
Pedro • Página 51
“Pues quien ha padecido en la carne [voluntariamente deja el pecado]”. El dolor destruye el mal
que hay en nuestra naturaleza. Una persona puede ser sumamente sincera y desear lo mejor de Dios
para su vida. Pero aun con toda esa sinceridad, puede llegar a enfrentar tendencias específicas, tales
como: soberbia, enojo, autocompasión, engaño, o pasiones desordenadas. El poder y dominio que
estas iniquidades llegan a alcanzar sobre nosotros puede ser tal, que Dios tenga que mantenernos
bajo intensa presión por mucho tiempo, a fin de destruir las tendencias al pecado que tenemos
arraigadas. Es por eso que Dios puede demorar una sanidad. Puede permitir que en nuestra vida
persista una tribulacion o un problema, hasta que algo que solía ser muy inflexible y duro, comience
a ceder y a cambiar. Recuerde que “quien ha padecido en la carne, voluntariamente deja el pecado”.
Las demoras ocurren porque El nos ama.
Utilice su tiempo con sabiduría
“Para no vivir el tiempo que resta en la carne, conforme a las concupiscencias de los hombres, sino
conforme a la voluntad de Dios”. El resultado del sufrimiento en la carne es libertad. Dios no
quiere que el tiempo que nos falta de vida en la tierra, lo pasemos como esclavos de estas malas
tendencias, sino que nuestra vida entera sea liberada de la iniquidad y entregada a la voluntad y
propósitos de Dios.
4:3-5 “Baste ya el tiempo pasado para haber hecho lo que agrada a los gentiles. andando en
lascivias, concupiscencias, embriagueces, orgías, disipación y abominables idolatrías. A éstos les
parece cosa extraña que vosotros no corráis con ellos en el mismo desenfreno de disolución, y os
ultrajan; pero ellos darán cuenta al que está preparado para juzgar a los [vivos] y a los muertos”.
Pedro está diciendo que ya en nuestra vida anterior pasamos suficiente tiempo dedicados a lo que
hoy hacen los gentiles que no son salvos. Antes de venir a Cristo anduvimos en lascivias,
concupiscencias, embriagueces, orgías, disipación y abominables idolatrías (ref. Tito 3:3). Ahora
que hemos nacido de nuevo, el mundo cree que somos peculiares porque no practicamos sus mismos
excesos. Por eso hablan mal de nosotros. Pero los hijos de las tinieblas que nos difaman y viven de
manera abominable, tendrán que dar cuenta a Dios, que está preparado para juzgar a los vivos y a
los muertos.
4:6 “Porque por esto también ha sido predicado el evangelio a los muertos, para que sean juzgados
en carne según los hombres, pero vivan en espíritu según Dios”.
Dios juzgará a los vivos y a los muertos. Por esta causa el evangelio fue predicado (en tiempo
pasado) a los que (ahora) están muertos. Los muertos serán juzgados de acuerdo con la vida que
llevaron en la carne mientras duró su existencia. Sus espíritus están vivos según Dios, aunque sus
cuerpos estén muertos. La muerte no significa el olvido. Simplemente significa “separación”. En
la muerte, el espíritu es separado del cuerpo, conforme a Santiago 2:26. El espíritu nunca cesa de
existir.
Después de la muerte no hay más oportunidad de salvación. Toda decisión ya ha sido tomada.
¡Todo es determinante! Todos seremos juzgados de acuerdo con lo que hicimos mientras vivimos
en este cuerpo de carne (2 Co. 5:10, Ec.12:14).
Página 52 • Pedro
¿Cuál es el fin de los tiempos?
4:7 “Mas el fin de todas las cosas se acerca; sed, pues, sobrios, y velad en oración”. El final de
todas las cosas está cerca. Pedro exhorta a todo creyente a tener dominio propio y una mente clara
para orar con eficacia. ¡La vida es corta! El tiempo se acaba todos vamos a dar cuenta a Dios del
uso que le dimos a nuestro tiempo y a nuestra vida. Los apóstoles del primer siglo hablaron como
si el tiempo se fuese a acabar en su época. Esta es la forma en que deberían vivir todas las generaciones
sucesivas. Cuando exhalemos nuestro último aliento, el fin de los tiempos y el fin del mundo
habrán llegado para nosotros. Por eso, el fin de los tiempos le ha llegado a cada generación.
Cuando Pedro dijo: “el fin de todas las cosas se acerca”, a él sólo le quedaba un año más de vida.
Usemos sabiamente el tiempo y hagamos que cuente para la eternidad (Salmo 90:12).
El amor - evidencia de perfección cristiana
4:8 “Y ante todo, tened entre vosotros ferviente [amor]; porque el [amor] cubrirá multitud de
pecados”. Pedro había sido reducido a lo más importante que hay en la vida—el amor a Dios, el
amor a los demás. Pablo dijo que el amor es el vínculo perfecto (Col. 3:14). Es la evidencia de la
perfección cristiana. El amor cubre una multitud de pecados. Cuando tenemos el amor de Dios en
nuestros corazones, podemos pasar por alto situaciones, perdonar, y hacer caso omiso de las ofensas
que otros nos hacen. En este versículo, Pedro está refiriéndose a Proverbios 10:12.
Proverbios 19:11 dice que es honra del hombre pasar por alto la ofensa. Es para alabanza y honra
del hombre ser capaz de no tomar en cuenta las ofensas. El amor produce esta cualidad. Pedro
tenía una naturaleza perdonadora. Había alcanzado la estatura completa en Cristo. Las personas
que no han sido perfeccionadas en el amor, necesitan desquitarse por cada ofensa o desaire que
alguien les dirige.
Hospitalidad sin murmuraciones
4:9 “Hospedaos los unos a los otros sin murmuraciones”. A muchas personas no les agrada atender
a nadie en su casa. Les resulta muy molesto y lo hacen con repugnancia. La hospitalidad debe
manifestarse con toda cortesía, con cordialidad y sin quejas. Pedro y su esposa realizaron numerosos
viajes, hospedándose en muchas casas. Ellos pudieron percibir si en el corazón de sus anfitriones
había hospitalidad o no. Pedro sabía que éste era un problema para algunos, y por eso dice: “Hospedaos
los unos a los otros sin murmuraciones”. ¿Es usted demasiado quisquilloso con su casa, su alfombra
nueva, su rutina, su privacidad? ¿Son estas cosas más importantes para usted que las personas? Si
es así, sería bueno que le pidiéramos a Dios que ensanchara nuestro corazón, y que modificáramos
nuestro orden de prioridades.
Conozca su don y úselo
4:10-11 “Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores
de la multiforme gracia de Dios. Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios; si
alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado
por Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el imperio por los siglos de los siglos”. Amén.
Dios le da a todo creyente un don o habilidad. Este don se nos da por gracia y funciona por gracia.
Sin embargo, debemos usar ese determinado don. Pedro nos instruye a usar el don que Dios nos ha
dado, cualquiera que éste sea. Cada habilidad o don que tenemos nos ha sido dado no sólo para
nosotros mismos, sino para bendecir y edificar a otros. Al usar el don (cantar, predicar, ayudar, dar,
servir, motivar), también nosotros somos bendecidos.
Pedro • Página 53
Pablo dijo que usar el don recibido es para nuestro provecho. Vea Primera Corintios 12:7. Si somos
negligentes con el don o con nuestro ministerio hacia los demás, no sólo les estamos robando una
bendición a ellos, sino a nosotros mismos. Al usar nuestro don, bendecimos a los demás y a nosotros
mismos, y Jesucristo es glorificado. Jesucristo es muy sensible a las necesidades de cada miembro
de su cuerpo. El desea que absolutamente todos reciban atención y que cada necesidad sea satisfecha.
“Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios” (o como alguien que habla las exactas
palabras de Dios). El Señor desea quitar toda mezcla ajena a El que haya en nuestras vidas, de
modo que cada palabra que digamos venga directamente de El. Cuando Dios habla por medio de
nosotros, algo sucede. Cuando Dios les habló a Ananías y a Safira por medio de Pedro, éstos
cayeron muertos (Hch. 5:3-11).
Cualquier cosa que hagamos debe realizarse con la habilidad que Dios nos da, de manera que El
reciba la gloria. Todas nuestras acciones deben nacer de Dios. Cuando es por inspiración divina,
cada esfuerzo se hace en el Espíritu y los resultados y frutos obtenidos son buenos. Persevere usted
en la vocación a la cual Dios lo ha llamado. Descubra qué dones o habilidades le ha dado El, y fluya
en ellos. No trate de iniciarse en algún ministerio diferente, para el cual no tiene llamado ni unción.
Como cristiano jóven, Pedro trató de realizar para Dios cosas que El no había planeado para su vida.
A esto se debió que la gracia y la unción estuvieran ausentes, y que Pedro fallara. Persevere en su
llamado y prosperará.
No se desespere cuando ocurra lo inesperado
4:12 “Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa
extraña os aconteciese”. No se turbe cuando una prueba difícil de entender llegue a su vida. Las
pruebas son necesarias y sirven para purificarnos. Si entendiéramos nuestra prueba, ésta no sería
prueba. No piense que sus circunstancias son extraordinarias o fuera de lo común. Pedro entendía
bien estas cosas y de nuevo nos dice en el versículo 5:9 que los mismos padecimientos se van
cumpliendo en nuestros hermanos en todo el mundo. Pablo nos dice que nuestras pruebas son
humanas (1 Co.10:13).
4:13 “Sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también
en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría”. Es un privilegio ser participante de los
padecimientos de Cristo. Si los aceptamos, también participaremos de la gloria que será revelada.
Además tendremos mucho gozo. En la medida que suframos con Cristo, en esa misma medida
tendremos su gloria (ref. 2 Ti. 2:12, Ro. 8:18). El apóstol Pedro habla ampliamente sobre el tema de
la gloria. Pedro había experimentado la gloria, pero antes de eso vivió en carne propia el vituperio
de Cristo.
4:14 “Si sois vituperados por el nombre de Cristo, sois bienaventurados, porque el glorioso Espíritu
de Dios reposa sobre vosotros. Ciertamente, de parte de ellos, él es blasfemado, pero por vosotros
es glorificado”. Pedro no le temía a las afrentas (ver Hch. 5:41). El estaba gozoso de “haber sido
tenido por digno de padecer afrenta” por el nombre de Cristo. Esta actitud es muy sana. La presencia
de Dios está con nosotros cuando sufrimos afrenta por su causa. Dios es glorificado cuando
mantenemos una actitud correcta. Pero recuerde, solamente podemos mantener una actitud correcta
apoyándonos en su gracia.
Página 54 • Pedro
No sufra por la causa equivocada
4:15-16 “Así que, ninguno de vosotros padezca como homicida, o ladrón, o malhechor, o por
entremeterse en lo ajeno; pero si alguno padece como cristiano, no se avergüence, sino glorifique
a Dios por ello”. Es un privilegio sufrir por Cristo y por su causa. Sin embargo, hay otras formas
de padecimiento que deben evitarse, tales como sufrir por desobedecer, y otras tensiones que nos
provocamos nosotros mismos.
• No padezca usted por homicida. Hay muchas maneras de matar. No se necesita pistola, puñal o
veneno. Podemos matar a los demás con nuestras palabras, miradas, actitudes, o negligencias. A
veces los padres mueren antes de tiempo debido al comportamiento de los hijos. He visto personas
que encuentran una muerte prematura como resultado de alta presión sanguínea, y de derrames
cerebrales generados por la tensión que otros les han causado. No dañe usted su propio testimonio
con un carácter violento. Un estallido de ira puede ser mortal para otros. Según lo dicho por Cristo
en Mateo 5:21-22, la ira y el odio del corazón son la fuente de los homicidios y El nos ordena tratar
con esa fuente. ¡Los homicidios se originan en el corazón!
• No padezca por ladrón. Muchos creyentes no tienen integridad en el manejo de dinero. La falta de
honradez en el pago de impuestos, en el uso de cupones de comida, y en evadir el pago de cuentas,
significa robo. Evitemos comprar cosas que no necesitamos y no abusemos de la tarjeta de crédito.
Somos atraídos por el dinero fácil de conseguir, y caemos en el lazo de las deudas.
• No padezca por malhechor. Las drogas, las apuestas, el abuso de niños, y otras actividades criminales
no deben manchar jamás el testimonio de un creyente. Si se junta con el grupo equivocado, usted
empezará a hacer lo que ellos hacen. Conozco muchísimos cristianos que hoy están guardando
prisión por haber cometido los delitos antes mencionados.
• No padezca por entrometido. No nos debemos inmiscuir en los asuntos privados de los demás.
Nos deben importar solamente los asuntos privados nuestros, a menos que sea Dios mismo quien
nos involucre. El rey Josías se ocupó de un pleito entre dos hombres. Dios le dijo que se apartara.
Josías no hizo caso de la advertencia y murió prematuramente (2 Cr. 35:20-23). Estos padecimientos
nos los provocamos nosotros mismos sin haber necesidad.
Tensión autoinducida
Gran parte de la tensión que padecemos nos la provocamos nosotros mismos. La mayor parte de
nuestros verdaderos problemas están dentro de nosotros, y no tiene nada que ver con lo que otros
hayan dicho o hecho. En el corazón guardamos conflictos sin resolver que nos agotan mental,
emocional, espiritual, y físicamente. Muchas ansiedades son producto de la incredulidad, o de
tomar asuntos en nuestras propias manos. Probablemente nos hemos fijado plazos y metas que no
son prácticos ni realistas. Cuando no podemos cumplir algo en la fecha limite, quedamos tensos,
emocionalmente exhaustos, y enojados. ¿Puede usted imaginar lo que esto le hace a una relación
matrimonial? El perfeccionista no puede ser feliz a menos que todo le salga como él quiere, pero la
vida no nos permite que las cosas sucedan de la manera que nos gusta. ¿Está usted tratando de ser
o hacer algo diferente al designio de Dios para su vida? Eso le producirá una tensión enorme.
Estos sólo son unos cuantos ejemplos. ¡Su propia lista es la más importante! Pídale a Dios que le
indique cuáles son exactamente las tensiones que usted mismo se impone.
Pedro • Página 55
El juicio debe comenzar por la casa de Dios
4:17-18 “Porque es tiempo que el juicio comience por la casa de Dios; y si primero comienza por
nosotros, ¿cuál será el fin de aquellos que no obedecen al evangelio de Dios? Y: Si el justo con
dificultad se salva, ¿en dónde aparecerá el impío y el pecador?” El juicio debe empezar en la casa
de Dios (Is. 4:3-5, Hch. 5:3-11). Dios tiene que juzgar y limpiar primeramente su propia casa.
Después otros podrán entrar a la iglesia, y El podrá juzgar al mundo. Dios está preparado para
castigar toda desobediencia, cuando la obediencia de la iglesia sea perfecta (2 Co.10:6). Hoy en día
la iglesia está llena de desobediencia.
• Hay un derrumbamiento de la moral y muchos ministros de la iglesia están comprometidos en
ello. (“Muchos” no implica la mayoría).
• El discernimiento entre lo bueno y lo malo se encuentra a un nivel muy bajo (Ez. 22:26), y lo
mundano es lo que domina.
• Las normas acerca del divorcio y nuevo matrimonio son ignorandas. El índice de divorcios en
los cristianos, es casi tan alto como en el mundo.
• Los hogares están fuera de orden. Los hijos son rebeldes. (Cuando los padres no son sinceros,
las escuelas cristianas ni la educación cristiana en casa funcionan).
• La fornicación, el adulterio y otras formas de inmoralidad se han propagado por toda la iglesia.
• Gran parte de la industria musical cristiana es mundana y sensual. (Algunas de las contraportadas
de los discos son satánicas).
• Son muchos los que están en esclavitud económica y no tienen integridad en el manejo del
dinero.
• El no respeto a la autondad se ve en todos los niveles, en general hay un espíritu de independencia.
• La iglesia imita las tácticas y tendencias del mundo—manifestaciones, protestas, causas, etc.
(Las fuerzas del mal sobre esta nación son inmensas; las marchas no tienen ningún poder para
erradicarlas).
• La sociología, la psicología, la política, y las filosofías mundanas se han ido infiltrando en
nuestras escuelas teológicas.
• La iglesia (en gran parte) no ora, es pasiva, no tiene poder, y es conformista (Ap. 3:15-19).
• En general, falta la visión de un avivamiento venidero. Por eso la gente vive desenfrenadamente
(Pr. 29:18).
• A muchas iglesias les gusta más el entretenimiento que la verdad. Muchas veces evitan dar el
mensaje de la cruz.
• En resumen, gran parte de la iglesia es igual al mundo. No es ningún ejemplo para el mundo.
Página 56 • Pedro
Es por ello que el juicio debe empezar por la casa de Dios. Dios tiene que limpiar su propia casa
primero. Si la iglesia quiere alcanzar a las naciones del mundo, debe tener un avivamiento. La
política no cambiará a la sociedad. La Psicología y la intelectualidad nunca podrán satisfacer las
verdaderas necesidades del corazón porque sólo afectan la vieja naturaleza. El espíritu de
arrepentimiento (que es unción y don de Dios) es lo único que cambia la mente y quebranta toda
resistencia del corazón. Si nuestros espíritus no son transformados por el poder de Dios, nada
cambiará jamás. No importa por cuántas clínicas, terapias, apoyo de grupos e interminables
consejerías, haya pasado un individuo, nada cambiará en él si no tiene un encuentro con Cristo. No
estoy hablando aquí del nuevo nacimiento. Me estoy refiriendo a acudir a Dios para tratar todo
asunto y problema que encaramos en el diario vivir. Hoy en día la iglesia está siguiendo los mismos
patrones del mundo en casi todas las cosas. Por eso es que la iglesia es cola y no cabeza (Dt. 28:13).
Cuando la iglesia regrese a los mandamientos del Señor, será cabeza y no cola. En la actualidad la
iglesia no es un buen ejemplo para el mundo. Con su estilo de vida, la iglesia niega que Cristo sea
verdaderamente la respuesta a los problemas del mundo y del hombre.
“Porque es tiempo que el juicio comience por la casa de Dios; y si primero comienza por nosotros,
¿cuál será el fin de aquellos que no obedecen al evangelio de Dios? Y: Si el justo con dificultad se
salva, ¿en dónde aparecerá el impío y el pecador?” Si es difícil que se salve el justo, ¿Dónde
quedarán el impío y el pecador?—¡en el juicio eterno! No basta con creer en Cristo, debemos
perseverar en nuestra fidelidad a El (Ro. 11:22). Hay que vencer presiones para poder ganar la vida
eterna. Jesús exhortó: “El que persevere hasta el fin será salvo” (Mt. 24:13).
¿Qué pasará con los que nunca oyeron?
“¿En dónde aparecerá el impío y el pecador?” Los que no hayan obedecido el evangelio de Jesucristo
se perderán por toda la eternidad. Los habitantes de las naciones paganas, que nunca han oído el
evangelio, también están perdidos. Ellos están en otro reino, bajo la potestad de Satanás (Hch.
26:18). Sus pecados no han sido perdonados y su inmundicia no ha sido purificada. Por eso debemos
predicar el evangelio a toda criatura bajo los cielos (Marcos 16:15, Ro. 10:13-15).
A muchos cristianos les cuesta trabajo creer que los que nunca han oído el evangelio estén perdidos,
y argumentan que a ellos nadie les dio una oportunidad. Estos ceyentes piensan que la gente que
nunca ha oído el evangelio es salva y que ¿por qué hemos de ir a predicarles el evangelio para que
tomen una decisión y se pierdan? Pero ese no es el caso. ¡Nadie se salva por ignorar la verdad!
Cuando las naciones rechazan a Dios y asesinan a los misioneros que les son enviados, Dios las
entrega a fuertes engaños y ataduras. Dios escoge sus engaños (ref. Is. 66:4). Sin embargo, en cada
país Dios ha escogido a ciertos individuos para que sean hechos reyes y sacerdotes (Ap. 5:9-10).
Padeciendo según la voluntad de Dios
4:19 “De modo que los que padecen según la voluntad de Dios, encomienden sus almas al fiel
Creador, y hagan el bien”. De nuevo, Pedro nos recuerda que todo padecimiento debe ser según la
voluntad de Dios. No debemos ocasionarnos el sufrimiento nosotros mismos por razones de necedad
o por no querer aprender, o por nuestra propia locura. Pero aquellos que padecemos según la voluntad
de Dios, debemos recordar que estamos en buenas manos. Estamos en las manos de Dios. Un
Creador fiel sólo nos dejará pasar por una prueba por el tiempo justo y preciso. La temperatura del
horno encendido no estará demasiado caliente. El estará con nosotros en el crisol.
Pedro • Página 57
En un determinado momento de nuestras vidas, nos veremos rodeados de circunstancias injustas.
¡Es inevitable! Pero Dios, con toda certeza, nos reivindicará ya sea en ésta vida o en la venidera.
Cuando a Cristo lo trataron injustamente, se encomendó a Aquel que juzga con justicia (ref. 2:23).
No procuró desquitarse ni se amargó. Se puso en las manos de su Padre. Y en el versículo 4:19 se
nos indica hacer lo mismo.
Un galardón - sólo si el corazón está dispuesto
¡En el Cristianismo, nuestra actitud es de suma importancia! No sólo debemos hacer la voluntad de
Dios, sino que la demos hacer con agrado (Sal. 40:8). Estoy sacando a relucir este asunto ahora,
por un episodio que quedó registrado para nosotros en el evangelio de Marcos. El evangelio de
Marcos es en realidad un registro de las palabras del apóstol Pedro. Cuando Pedro predicaba en
Roma, Juan Marcos era su intérprete. Los romanos le pidieron a Marcos que escribiera las palabras
de Pedro, y el resultado fue el evangelio de Marcos.
En Marcos 15:21 nos damos cuenta de que Simón, cireneo, fue obligado a cargar la cruz de Cristo.
Se halla también este relato en Mateo 27:32 y en Lucas 23:26. Tomaron a Simón y lo forzaron a
llevar una cruz contra su voluntad. A Simón se le dio el privilegio de ayudar a Cristo en el trayecto
al Calvario, pero el peso de la cruz le molestaba. Esta es una lección divina que nunca debemos
olvidar. No hay galardón por llevar una cruz en contra de nuestra voluntad. Pablo declaró haber
sido llamado al ministerio, pero que sólo sería recompensado si lo llevaba a cabo de buena voluntad.
Si lo hacía de mala voluntad no habría galardón (ref. 1 Co. 9:16-18).
Capítulo Cinco
Encargo a los líderes
5:1-4
5:1 “Ruego a los ancianos que están entre vosotros, yo anciano también con ellos, y testigo de los
padecimientos de Cristo, que soy también participante de la gloria que será revelada”. Los versículos
1 al 4 son un encargo a los ancianos (líderes, pastores). En la iglesia de los primeros días, el mismo
Pedro fue un anciano principal; era un instructor de líderes. El tenía más experiencia y había
caminado más lejos con Cristo, y ahora instruía a los ancianos y líderes más jóvenes.
Pedro no sólo fue testigo sino participante de los sufrimientos de Cristo. También probó la gloria.
Tendremos gloria y poder en la medida que participemos de los sufrimientos de Jesús. También hay
una gloria futura en la resurrección.
5:2 “Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino
voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto”. “Apacentad la grey de
Dios que está entre vosotros”. Este es el mismo encargo que Jesús le dio a Pedro 35 años antes
(Juan 21:15-17). Jesús le dijo a Pedro, si me amas, apacienta mis corderos (los creyentes jóvenes),
y pastorea mis ovejas (los creyentes mayores). Para poder darle sustento al rebaño, debemos pasar
en la vida por los procesos y experiencias necesarios. Jesús en realidad le estaba diciendo a Pedro:
“Entrégate por completo a mi llamado y a mi plan para tu vida. Así es como podrás probarme tu
amor. Entonces tendrás la comida para alimentar y atender a mi pueblo”. Si rechazamos los procesos,
tendremos poco o nada con qué predicar.
Página 58 • Pedro
“Cuidando de la grey” (o sirviendo de supervisores). El líder o pastor debe tomar su puesto. Debe
dirigir, no seguir. Aunque los pastores deben servir al pueblo, el pueblo no es su amo.
“No por fuerza, sino voluntariamente”. Un pastor debe asumir su responsabilidad, no por deber u
obligación, sino porque es un privilegio. El pastorado debe considerarse un gozo y un privilegio.
Recuerde que no hay galardón cuando por la fuerza cargamos nuestra cruz o cumplimos con nuestro
deber. Recuerde a Simón el cireneo.
“No por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto”. Un ministro no debe ser codicioso de
dinero, ventajas o beneficios. Debe estar dispuesto y deseoso de servir al pueblo de Dios. Pedro
tenía intereses muy puros con respecto al dinero (ref. Hch. 8:18-21).
5:3 “No como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la
grey” . Un ministro no debe ser dictatorial, impositivo o dominante con sus subalternos. La iglesia
es de Dios, no nuestra. Debemos ser tolerantes y corteses, pero también firmes. Debemos ser un
ejemplo para la gente y vivir de tal manera que otros deseen imitarnos. A las ovejas hay que dirigirlas,
no empujarlas. Pablo no quiso nunca señorear sobre el pueblo, sino que fue un colaborador para
gozo de ese pueblo (2 Co.1:24).
5:4 “Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de
gloria”. Aunque los líderes apacientan el rebaño, Jesús es el Príncipe de los pastores, y todos los
pastores están sujetos a El. Cristo se llamó a sí mismo “El Buen Pastor” en Juan 10:11. El es el
modelo perfecto que deben imitar todos los pastores. Hay una corona especial, preparada para todo
pastor fiel.
5:5 “Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos; y todos, sumisos unos a otros, revestíos de
humildad; porque: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes”. Los más jóvenes en
el Señor (que tienen un menor rango espiritual) deben tener humildad y escuchar a los ministros
mayores, guías espirituales de la iglesia. Roboam dejó el consejo de los ancianos y escuchó a los
más jovenes (1 R.12:13-14). Los ancianos eran más tolerantes que los jóvenes para juzgar, estos
últimos eran sumamente duros. Por lo general, la edad hace que nos volvamos más tolerantes y
misericordiosos con los demás. Roboam dividió la congregación porque no quiso escuchar a los
consejeros de más edad.
La sujeción es para Todos
“Y todos, sumisos unos a otros, revestíos de humildad; porque: Dios resiste a los soberbios, y da
gracia a los humildes”. Cualquiera que sea nuestro rango, debemos pensar en lo que hacemos y
decimos a los demás. Un esposo tiene que tomar en cuenta hasta qué punto sus decisiones van a
afectar a su esposa e hijos. De hecho, las decisiones deben ser tomadas entre los dos, con oración.
“Revestíos de humildad”. Tenemos la mente llena de orgullo (Romanos 12:3, Gal. 6:3) La humildad
es una cobertura espiritual. Pedro tenía esta vestidura espiritual. Había pasado por muchos fuegos
purificadores. Pero tener una experiencia que nos humilla no significa que poseamos humildad.
Tenemos que ser quebrantados muchas veces, hasta esta sea formada en nosotros. Pídale a Dios que
le revista de humildad la mente. Por naturaleza tenemos “confianza en la carne” y creemos que
podemos solucionarlo todo, pero estamos equivocados.
Pedro • Página 59
Los peligros del orgullo - Las bendiciones de la humildad
“Porque: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes”. Dios les lleva la contraria a los
soberbios y los deja frustrados, porque ellos se le resisten y le contradicen. Por otro lado, Dios da
gracia a los humildes. Recibir gracia es la clave para perseverar en nuestro andar cristiano. Es la
única clave que hay para cambiar. Nada cambia si no se recibe gracia nueva de parte de Dios. Sólo
El da gracia a los humildes (ref. Stg. 4:6). Hay una razón por la que unos reciben gracia y otros no.
Dios no tiene favoritos. El sólo da gracia a los humildes.
5:6 “Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo”.
En esto tenemos parte nosotros. Nuestra voluntad interviene aquí. Debemos cooperar con Dios. El
Señor quiere hacer una obra profunda y penetrante en nuestras vidas con el objeto de poner grandes
cosas a nuestro cuidado. El desea “exaltarnos cuando fuere tiempo”. Este es el propósito de las
dificultades: que Dios nos bendiga y use. Si no dejamos que Dios nos lleve por el desierto de las
experiencias humillantes, no seremos aptos para manejar su poder y autoridad. En el universo, el
poder es la cosa que mas corrompe. Debemos dejar que nuestros corazones alcancen una gran
humildad para que Dios nos conceda poder y autoridad a nosotros.
Entregue sus cargas a Cristo
5:7 “Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros”. Tenemos que
aprender a dejar en Jesús nuestras cargas. Hemos sido programados para solucionar nuestros asuntos
por nosotros mismos. Pero, de acuerdo con Isaías 53:4, Cristo ya llevó nuestras enfermedades y
sufrió nuestros dolores. En la cruz El dejó dispuesta la sanidad de todos nuestros pesares, heridas,
desilusiones, y hasta el dolor de perder un ser amado. Y aunque solucionó en la cruz todas nuestras
ansiedades, nosotros debemos aprender a dejarselas a El. Si no presentamos estas cosas en oración,
tendremos que cargar con ellas nosotros mismos.
Resistiendo a Satanás
5:8-9 “Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor
buscando a quien devorar; al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos
se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo”.
De jóven, Pedro no había sido una persona alerta y cautelosa. Cristo le había advertido que Satanás
andaba suelto queriendo “zarandearlo como a trigo”. Satanás había notado la paja en Pedro, e iba a
probar las atrevidas afirmaciones que hacía. Ese mismo adversario anda suelto el día de hoy, y
busca la oportunidad de caer sobre cualquiera que se mueva con fortaleza propia, orgullo y carnalidad.
Cuando nos movemos con fortaleza propia y orgullo, vamos solos. Nos hemos apartado de la
protección del Señor. Dios sólo protege a aquellos que se apoyan en El y caminan con humildad
delante de El.
“Al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en
vuestros hermanos en todo el mundo”. El versículo 9 le sigue al 8 en la práctica. Cuando estamos
viviendo con sobriedad, cautela, y humildad ante el Señor, podemos resistir al diablo. Confirmación
de ello es Santiago 4:7. Santiago nos dice que nos sometamos primero al Señor, entonces podremos
resistir al diablo, y éste huirá de nosotros.
Página 60 • Pedro
“Sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el
mundo”. Tenemos compañía. Todos nuestros hermanos cristianos alrededor del mundo están
enfrentando los mismos ataques y tentaciones de parte del adversario. Es reconfortante saberlo.
Ello quita la atención de nosotros mismos, y nos ayuda a no retraernos en nuestro pequeño mundo
de autocompasión. ¡La verdad es que todos luchamos contra las mismas frustraciones y presiones!
Sobrepóngase a los malos estados de ánimo. Estos no siguen el modelo de Cristo y ofenden y
afligen a los demás. El sentir lástima de nosotros mismos, así como los malos estados de ánimo,
son resultados de la caída.
La gracia que es suficiente para todo
5:10-11 “Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que
hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca. A él
sea la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén”.
“El Dios de toda gracia”. La gracia es un don divino. Dios es capaz de darnos gracia para enfrentar
cualquier situación que se nos presente. El es el Dios de toda gracia. Su gracia es más que suficiente.
Si usted tiene alguna necesidad específica en la vida, hay una provisión abundante de gracia en
Jesucristo para satisfacer esa necesidad. ¡No se dé por vencido! Persevere en la oración hasta que
reciba su respuesta. Muchas veces no recibimos nuestra respuesta por no haber orado lo suficiente.
En el cielo hay copas que tienen que ser llenadas primero con nuestras oraciones, para que Dios
intervenga (ref. Hch.10:4, Ap. 5:8).
El llamado a la gloria eterna
“El Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo”. Otra vez Pedro menciona
el tema de la gloria. El tema de la gloria se menciona dieciséis veces en esta epístola. Pedro había
probado lo que era la gloria de Dios en el Monte de la Transfiguración, y muchas veces después de
eso. Nosotros también somos llamados a la gloria eterna, no sólo a la gloria aquí en la tierra. El
pecado se define como estar destituidos de la gloria de Dios (Ro. 3:23). No quedemos destituidos
de ningún plan que Dios haya trazado para nuestras vidas.
“Después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y
establezca”. Estas cuatro palabras describen el trabajo que el Espíritu Santo realiza en nuestras
vidas cuando estamos sufriendo. Nos está perfeccionando, afirmando, fortaleciendo, y estableciendo.
“Afirmar, fortalecer y establecer” son términos de albañilería en el idioma griego original. El
sufrimiento cimenta y afianza nuestras vidas, y nos lleva a la perfección. Una vez que Pedro fue
fortalecido y “convertido”, pudo fortalecer a los demás.
Dios tiene todo bajo control
5:11 “A él sea la gloria y el imperio [el poder, la autoridad, el mando] por los siglos de los siglos.
Amén”. Pedro le adjudica a Dios todo poder y autoridad. Dios controla todo, aun nuestras pruebas.
Hay una razón importante para que Dios no nos libere inmediatamente de nuestra prueba o
circunstancia dolorosa. Es porque estamos siendo perfeccionados, afirmados, fortalecidos y
establecidos (o, afianzados, como sobre cimientos). Las pruebas producen estabilidad y sacan de
nuestro corazón el compromiso con el mundo. Siendo nuestras emociones inestables y desordenadas,
necesitamos ser llevados a un nivel de dominio propio.
5:12 “Por conducto de Silvano, a quien tengo por hermano fiel, os he escrito brevemente,
amonestándoos, y testificando que ésta es la verdadera gracia de Dios, en la cual estáis”.
Pedro • Página 61
Se cree que Silvano es el Silas que acompañaba a Pablo en el Libro de Hechos. Pedro está diciendo
que con la ayuda de Silas, a quien considera un hermano fiel, les ha escrito brevemente. El apóstol
Pedro dictó esta epístola, y Silas le sirvió de escribano.
La verdadera gracia - la gracia falsa
“Os he escrito brevemente, amonestándoos, y testificando que ésta es la verdadera gracia de Dios,
en la cual estáis”. Pedro testifica a la iglesia entera que lo que acaba de escribir es la verdadera
gracia de Dios en la cual estamos. Esto quiere decir que en los días de Pedro se enseñaba en el
mundo eclesiástico un tema falso sobre la gracia, semejante al que existe hoy (ver Judas 1:4, Tito
2:11-12). Sólo la verdadera gracia puede capacitarnos para perseverar. Todo lo demás es arena
movediza. Recuerde, la verdadera gracia es sustancia divina. Es impartida a la vida de los humildes.
La gracia divina es poder—poder para usarnos, cambiarnos, y guardarnos. La gracia es lo único que
verdaderamente puede cambiar nuestras vidas. Describimos esto con más detalles en otro curso
titulado “El Cristianismo Verdadero”.
Cierre
5:13 “La iglesia que está en Babilonia, elegida juntamente con vosotros, y Marcos mi hijo, os
saludan”. Babilonia es un nombre espiritual dado a Roma. Pedro escribe desde Roma. La iglesia
de Roma enviaba saludos a los que estaban en el área de Turquía. Marcos es Juan Marcos, el autor
del evangelio de Marcos. Pedro había tomado a Marcos bajo su protección y se había convertido en
padre y mentor suyo.
El evangelio de Marcos probablemente se escribió más o menos en el mismo tiempo que Primera de
Pedro, en el año 65 D. C. El apóstol Pedro había estado predicando en Roma con Marcos como
intérprete. Los que escucharon a Pedro apuraron a Marcos para que dejara por escrito la doctrina que
Pedro comunicaba verbalmente. Ante esa solicitud, Marcos tomó las palabras de Pedro y las dejó
registradas en el evangelio con una gran exactitud, especialmente diseñándolo para los oyentes romanos.
Podríamos decir entonces que el evangelio de Marcos fue escrito por él bajo la dirección de Pedro y
del Espíritu Santo. Los padres de la iglesia de los primeros días, tales como Papias, Eusebio, Clemente
y Origen, atribuyeron a Juan Marcos la paternidad literaria del evangelio de Marcos.
5:14 “Saludaos unos a otros con ósculo de amor. Paz sea con todos vosotros los que estáis en
Jesucristo. Amén.” Pedro le dice a los creyentes del Medio Oriente que se saluden con un beso de
amor. En esa parte del mundo, un beso era y sigue siendo una expresión de respeto y de cariño. En
la sociedad occidental éste no es el saludo más acostumbrado. Es más apropiado para ello darse la
mano, sonreir, y decir “hola”, especialmente entre hombres y mujeres.
En la primera epístola de Pedro se encuentran muchos temas, pero el que predomina es el sufrimiento
—cómo tener victoria en el sufrimiento, el propósito y las recompensas del sufrimiento, y estar
seguros de estar sufriendo por la causa correcta. Las palabras sufrir, sufrido, y sufrimiento se
encuentran dieciséis veces. La palabra “gloria” también aparece dieciséis veces. El sufrimiento y la
gloria están sumamente ligados el uno al otro. Pedro escribió esta epístola para alentar a los cristianos
que sufren. El emperador Nerón estaba perdiendo la cordura (si es que alguna vez la tuvo), y
comenzaba a perseguir a la iglesia. La maravilla de las Escrituras, sin embargo, es que tienen la
habilidad de hablar directamente al corazón de cada generación. Sumerjámonos en la sabiduría que
nos es ofrecida por uno de los hombres más grandes de todos los tiempos, y una de las principales
piedras de fundamento de nuestra fe, el apóstol Pedro.
Página 62 • Pedro
LA EPÍSTOLA DE
SEGUNDA PEDRO
Acerca del Autor: Pedro comienza esta segunda epístola con su nombre completo “Simón Pedro”.
Simón fue el nombre que le fue dado al nacer (Mr.1:16, Hch.10:5) y significa “el que oye”. En vista
de que Simón tenía un oído abierto para el Señor, Dios pudo transformar su vida. Los nombres
muchas veces profetizan acerca del carácter y destino de las personas. Cuando Cristo lo llamó al
ministerio, le puso por sobrenombre Pedro, o Cefas (Mr. 3:16, Juan 1:41-42). Cefas es el término
arameo, mientras que Pedro es el griego, y ambos quieren decir una piedra o roca. El cambio de
nombre indicaba lo que Dios deseaba lograr en la vida de Pedro. Dios deseaba producir la estabilidad
de una roca en Pedro, quien antes era voluble, precipitado y contradictorio. Así, se convertiría en un
ejemplo y en una piedra de fundamento para las vidas de muchas generaciones venideras.
A quién está dirigida: El capítulo 3:1 empieza así: “Amados, esta es la segunda carta que os
escribo...” Es por eso que parece razonable que la segunda epístola esté dirigida a la misma gente
que la primera. Sin embargo, al momento de escribir la segunda, Pedro quizá habrá pensado en
muchos más oyentes, ya que ésta es más apremiante y contiene sus palabras finales. El objetivo de
Pedro en la primera epístola era fortalecer a los santos que estaban siendo perseguidos por el mundo
durante el reinado de Nerón. En esta segunda epístola, él advierte contra un peligro mayor—los
falsos maestros dentro de la familia de la fe.
Dónde y de dónde: Las dos epístolas de Pedro fueron escritas desde Roma. La primera se escribió
alrededor del año 65 D.C., la segunda en el año 66, justo antes de ser martirizado (ref. 2 P. 1:13-15).
Pedro estaba pensando en el cielo; sabía que iba a morir muy pronto. Cristo le había hablado a Pedro
acerca de su muerte 36 años antes (Juan 21:18-19), y ahora había llegado el momento. La segunda
epístola de Pedro comprende las últimas palabras y “recordatorios” que le hace el apóstol a la
iglesia, antes de proseguir a la gloria eterna.
Tema: Pedro ya estaba por salir de escena. De manera profética, le advierte a sus lectores que
pronto serán pasados por el cedazo. Que se levantarían falsos maestros en la iglesia y que muchos
de los redimidos los seguirían (2:1-3). Esto vio su cumplimiento en la iglesia de los primeros días.
Desafortunadamente, también en nuestros días verá su cumplimiento, especialmente cuando aparezca
el hombre de pecado. Así, Pedro exhorta a los creyentes: “Procurad hacer firme vuestra vocación y
elección” (1:10). En el capítulo 2:20-22 deja muy en claro que algunos que ya conocen al Salvador
le darán la espalda a la verdad, convirtiéndose en apóstatas, y se perderán.
Aunque repetidas veces advierte que no seamos persuadidos por las falacias y engaños venideros
que se infiltrarán en la iglesia, también refuerza a los santos diciendo que, “sabe el Señor librar de
tentación a los piadosos” (2:9). Pedro le asegura a los creyentes que “nunca caeremos” si añadimos
siete cosas a nuestra fe y continuamos prosperando en ellas (1:5-10).
Para concluir, Pedro nos pone sobre alerta una vez más (3:17) para que nos “guardemos”. Nos previene
con anticipación acerca de la llegada de la apostasía, a fin de no ser “arrastrados por el error de los
inicuos, antes bien, creciendo en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo”
(3:18). Pedro hace todo lo que puede antes de morir, para preparar a los santos para un período de
prueba. El mayor de los peligros no es la persecución por parte del mundo, sino el engaño que hay en
el interior de la misma iglesia. Recordemos que Dios permite que maestros falsos y doctrinas erróneas
pasen por su iglesia, con el fin de probar el corazón de su pueblo (Dt.13:1-3, 2 Ts. 2:3-12).
Pedro • Página 63
1:1 “Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a los que habéis alcanzado, por la justicia de
nuestro Dios y Salvador Jesucristo, una fe igualmente preciosa que la nuestra”. Refiriéndose a su
persona, Pedro en primer lugar se llama siervo, luego apóstol. ¡Un verdadero siervo se reconoce
por la humildad! Los siervos no tienen voluntad propia, sino que se entregan a hacer la voluntad de
otro. Pedro había aprendido a ser un humilde siervo.
“A los que habéis alcanzado, por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo, una fe igualmente
preciosa que la nuestra”. Los destinatarios de esta epístola tenían la misma fe de Pedro y de los
otros apóstoles. Ellos habían alcanzado una “fe igualmente preciosa”. Esto es cierto aun hoy en
día. La fe nuestra no es una clase de fe desgastada y “de segunda” que hayamos heredado de
generaciones pasadas, sino que tenemos el mismo Espíritu y la misma fe que tenían los apóstoles
del primer siglo. Esta fe y unción divinas están tan frescas hoy como lo estaban hace dos mil años.
No tenemos que decir: “Si tan sólo viviéramos en aquellos tiempos neotestamentarios, si tan sólo
tuviéramos la misma fe que tuvo Pedro, entonces habrían milagros, etc.” No, nuestra fe es igualmente
preciosa. No sólo vamos a repetir los milagros del primer siglo, sino que haremos mayores milagros
en estos últimos días porque Dios siempre guarda su excelencia para el final (Juan 2:10).
“Por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo”. Toda bendición que tenemos ha sido atravez
de nuestro Señor Jesucristo. Como hombre mortal, Jesucristo ganó la victoria y dejó todo provisto
para satisfacer cada necesidad del hombre. La plenitud de la gracia del Padre se derramó en el Hijo,
y ahora podemos llegar al Hijo para alcanzar esta gracia (ref. 2 Tim 2:1, He. 4:14-16).
Gracia y paz - por medio de conocimiento superior
1:2 “Gracia y paz os sean multiplicadas, en el conocimiento de Dios y de nuestro Señor Jesucristo”.
Recibimos gracia y paz por medio de conocimiento. Esto no se refiere a un conocimiento común y
corriente. La palabra griega usada aquí para decir “conocimiento” es epignosis lo cual significa:
“conocimiento preciso o más amplio, conocimiento que se adquiere por estar familiarizados,
conocimiento verdadero”. Recibimos gracia y paz multiplicadas abundantemente a través de
conocimiento (total, personalizado, preciso, correcto). Pero por no tener un conocimiento del tipo
epignosis, los cristianos pueden dejar de tener gracia y paz en sus vidas.
El conocimiento común y corriente produce creyentes comunes y corrientes; el conocimiento
superior produce cristianos superiores. Por esta razón Pablo quería “la excelencia del conocimiento
de Cristo” (ref. Fil. 3:8). El rechazo del conocimiento destruye al cristiano (Os. 4:6). El conocimiento
al cual se refiere Pedro en este pasaje, es el que fortalecerá a los creyentes cuando llegue la gran
apostasía. Con este conocimiento la gracia y la paz penetrarán en los corazones, y no serán
sacudidos ni por la palabrería ni por las obras de los astutos ministros del engaño (ref. 2 Co.11:1315, 2 Ts. 2:1-3).
La manera de detectar lo falsificado es estudiar y conocer de memoria lo verdadero. A la gente que
trabaja en bancos la adiestran para conocer los billetes verdaderos, de tal modo que puedan al
instante reconocer los falsos. Esto es muy cierto en el ámbito espiritual. No debemos dedicarle
nuestro tiempo al estudio de las religiones y doctrinas falsas. Para distinguir fácilmente lo que es
falso, basta con estar íntimamente familiarizados con la Verdad.
Página 64 • Pedro
Todo lo necesario - por medio de conocimiento práctico
1:3 “Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino
poder, mediante el conocimiento [adquirido por la experiencia] de aquel que nos llamó por su
gloria y excelencia”. Aunque Dios ya nos ha provisto de todo lo que necesitamos para la vida y la
piedad, recibimos estas bendiciones en su totalidad hasta que se han vuelto parte de nosotros por
medio de la experiencia, en encuentros especiales con Dios. Por lo tanto, para poseerlas
verdaderamente, debemos avanzar en nuestro caminar cristiano.
Estas bendiciones se alcanzan a través de conocimiento, como lo dice el versículo dos. Sin embargo, esta vez la palabra griega para “conocimiento” es gnosis—”el conocimiento alcanzado por
medio de la experiencia”. No se trata sólo de información o datos aprendidos. Se trata de un
conocimiento de Dios experimentado y personalizado. Estas bendiciones nos pertenecen por
herencia, pero debemos avanzar para obtenerlas.
El llamado a la gloria
“Aquel que nos llamó por su gloria y excelencia” . Dios el Señor nos ha llamado a gloria y virtud
(o excelencia). Hemos sido llamados a anunciar las virtudes del Señor (1 P. 2:9). El tema de “la
gloria” se repite también numerosas veces en las epístolas de Pedro (1 P. 1:7, 1:8, 1:11, 1:21, 2:20,
4:13, 4:14, 5:1, 5:4, 5:10, 5:11, 2 P. 1:3, 1:17, 3:18). Entrar en la gloria tiene que ver por lo
menos con cinco cosas:
• La habilidad de glorificar el nombre de Dios en cualquier circunstancia.
(Hch.12:23, Ro. 4:20, 1 Co.10:31, 2 Co. 4:15. Ap. 4:11, 11:13, 14:7, 16:9).
• Recibir la gloria o aprobación que Dios nos concede. (Juan 5:44, 12:43.
Ro. 2:7, 2:10, He. 3:3).
• Reflejar la gloria de Dios alcanzando la madurez. (1 Co.11:7, 2 Co. 3:18).
• Participar de la gloria consumada que se le administrará a los santos en
la venida de Cristo. (Ro. 8:18, 1 Co. 15:43. 2 Co. 4:17, 2 Ts. 1:10,
1 P. 5:1, 5:4).
• Manifestar por toda la eternidad la gloria de Dios. (1 P. 5:10, Ap. 21:10-11).
Para cada cosa existe una falsificación. La falsificación de la gloria de Dios es la gloria del hombre
(1 P.1:24, 1 Tes. 2:6). ¿De quién es la gloria que andamos buscando, de Dios o de nosotros mismos?
¿Estamos tratando de impresionar a Dios o a los hombres? (ref. Juan 12:43, Gal.1:10). Cuando era
joven, Pedro buscaba su propia gloria más que la de Dios (Mt. 16:22-23), pero las motivaciones y
deseos de su corazón cambiaron gracias a diversas experiencias de aplastamiento que atravesó
durante su existencia. ¿Cuál es el propósito que tiene Dios al probar a la iglesia con falsos maestros
(en los días de Pedro y en nuestro propio tiempo)? ¡Es por la gloria! Los falsos maestros buscan su
propia gloria y la de los hombres. Aquellos a quienes engañan también andan buscando su propia
gloria, y la gloria de la carne.
Pedro • Página 65
Escapando de la corrupción del mundo
Participando de la naturaleza divina
1:4 “Por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas
llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huído de la corrupción que hay en el
mundo a causa de la concupiscencia”. En el versículo 2, Pedro nos dice que la gracia y la paz son
multiplicadas en nuestras vidas por medio de un conocimiento de la verdad que es correcto, preciso
y más amplio. En el versículo 3 Pedro desarrolla el tema. Declara que Dios, por su divino poder,
nos ha provisto de todo lo que necesitamos para la vida y la piedad. Sin embargo, estas bendiciones
únicamente se nos conceden por medio del conocimiento adquirido por la experiencia. Las podemos
obtener mediante vivencias con Dios en las que tratamos con El sobre nuestros asuntos personales.
Con todo lo que Dios ha puesto a nuestra disposición, contamos con grandísimas promesas, esperanza
y fortaleza adicional para vencer las tentaciones del mundo. Por estas promesas somos capaces de
escapar de la decadencia moral que hay en la tierra por causa de la lujuria y la codicia, y nos
hacemos participantes de su divina naturaleza.
Además de esto - debemos añadir siete cosas a nuestra fe
1:5-7 “Vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la
virtud conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia,
piedad; a la piedad, afecto fraternal; al afecto fraternal, amor”. Además de las promesas divinas,
debemos esforzarnos por añadir siete virtudes más a nuestra fe. El caminar con Dios y llevar una
vida de fe, desarrollará estas siete cosas en nuestra existencia. Es lamentable que el mensaje de fe
que se predica en la actualidad, esté incompleto. El mensaje de hoy hace hincapié en la fe que sana,
bendice, perdona, y suple todas nuestras necesidades, pero no enfatiza la fe que nos saca adelante en
las pruebas purificadoras, necesarias para producir carácter. Si las siete virtudes siguientes abundan
en nuestras vidas, Pedro asegura que “no caeremos jamás” (vers. 8-10). No olvidemos que el
objetivo de Pedro era preparar a la iglesia para un período de apostasía. Añadamos estas siete cosas
a nuestra fe:
◆ Virtud (pureza moral, excelencia moral). Es común que en la iglesia actual no se predique sobre
la pureza moral. De hecho, algunos hasta se burlan del tema. Ellos serán los primeros en caer
cuando llegue la apostasía. Debemos añadir a nuestra fe, pureza moral. Sansón tenía fe pero no le
añadió pureza moral y cayó. Debemos mantener las impurezas del cuerpo bajo vigilancia constante
(1 Tes. 4:3, 2 Co. 7:1, Dn.1:8).
◆
Conocimiento (conocimiento adquirido por la experiencia). Este conocimiento se deriva de
caminar con Dios y familiarizarse íntimamente con él. Es conocer al Señor en lo personal (Jer.
9:24). Pablo oró así: “A fin de conocerle” (Fil. 3:10). El que se presenta aquí es el tipo de
conocimiento íntimo que comparten los casados. En los últimos días, el pueblo que conoce a su
Dios se esforzará y actuará (Dn.11:32). La fuerza viene del conocimiento adquirido por la experiencia.
◆
Dominio Propio (autocontrol, moderación, frenar todos nuestros apetitos). Al conocimiento le
debemos añadir dominio propio. Es absolutamente obligatorio ser disciplinado en los pensamientos,
afectos, palabras, y hechos. Solamente los disciplinados tienen éxito en la vida. La disciplina es
uno de los componentes claves de la vida. Salomón no tuvo dominio propio y su caída fue desastrosa
(Ec. 2:10). El dominio propio puede librarnos de la ruina, y debe ser añadido a nuestra fe.
Página 66 • Pedro
◆
Paciencia (soportar en medio de las circunstancias). Esta capacidad de soportar es divina.
Cuando existe en nuestra vida una presión específica y duradera, ello produce la capacidad de
sobrellevar. Pablo declaró: “la tribulación produce paciencia”. Las tardanzas producen algo especial
en nuestros corazones. Agradézcale al Señor por todo aquello que le han negado, y también por las
demoras. Esto produce una inmensa fuerza de carácter, y gran resistencia. Cuando la hora de la
tentación llegue a la tierra para poner a prueba a todos sus habitantes, usted podrá estar firme
(Ap. 3:10). Esto es porque se ha acostumbrado a “guardar la palabra de su paciencia”. Si obedecemos
su mandato de soportar pacientemente sin tratar de salirnos de las circunstancias, se forjará en
nuestro ser una obra de profunda gracia. La paciencia debe ser añadida a nuestra fe.
◆
Piedad (celosos en el desempeño de las obligaciones religiosas). Una persona piadosa es
devota, no sólo de Dios, sino de la tarea que Dios le ha asignado. Tiene un enorme sentido de
responsabilidad y nunca dejará su puesto. Esta persona intencionalmente evita enredarse en los
asuntos de esta vida (2 Ti. 2:4) para estar libre y disponible para hacer la voluntad de Dios. El
propio Pedro recibió órdenes de Cristo de alimentar a sus ovejas y a sus corderos. Por eso Pedro no cesó
de entregarse al llamado de Dios y no eludió su deber (Hch. 6:4). Pablo le advirtio a Arquipo: “Mira que
cumplas el ministerio que recibiste en el Señor”. Este era un hombre que descuidaba su llamado.
Descuidar el llamado de Dios es algo tan serio como rechazarlo (He. 2:3). El resultado es el mismo—
no tendremos nada que mostrar al final de la vida. Por alguna razón, pensamos que es mucho más
serio cuando una persona rechaza y desafía el llamado de Dios. Sin embargo, la gravedad es igual
para el hombre y la mujer que van por la vida negándose gentilmente al llamado de Dios. Están
convencidos de que con decirle “No” a Dios con educación, quedarán disculpados, ¡pero cometen
un triste error!
Haga de la obediencia un hábito. Ella será un enorme soporte para usted en la hora del “gran desvío”
(o apostasía) que se menciona en Segunda Tesalonicenses 2:3-12. Si nos acostumbramos a obedecer
a Dios en las cosas más pequeñas de la vida, tendremos la fuerza y fibra moral para elegir lo correcto
cuando se presenten retos mayores. La gente que no tiene el hábito de escuchar o de obedecer con
facilidad, es engañada y llevada por el mal camino. Una persona no es competente en algo que no
practica nunca. Preparémonos para la apostasía venidera haciendo de la obediencia un estilo de
vida. Añadamos a nuestra fe, piedad.
◆ Afecto Fraternal (Favorecer con buenas obras al necesitado). Cristo enseñó: “De cierto os digo
que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis” (Mt. 25:40).
Significa ser sensible a las necesidades y penas de los demás. El afecto fraternal siempre va ligado
a las buenas obras en favor del menesteroso (Stg. 2:14-18). Es ser como el buen samaritano y cruzar
toda barrera y atadura denominacional con tal de ayudar a los demás. Probamos que amamos a Dios
cuando le mostramos misericordia al prójimo. El afecto fraternal es obedecer el mandamiento de
Jesús de “amar a tu prójimo como a ti mismo” (Mt. 22:39). Ser tierno y misericordioso con los
demás y mantener nuestros corazones libres de rencor, también nos ayudará cuando llegue la gran
apostasía. En esa hora muchos “se sentirán ofendidos” y se endurecerán. Muchos cristianos se
aborrecerán y se traicionarán unos a otros (Mt. 24:9-10). El amor de muchos se enfriará.
◆
Amor (Amor Divino). Este es el amor de Dios perfeccionado en nosotros. El amor es el
vínculo perfecto, como lo dice Pablo en Colosenses 3:14. ¡El amor es totalmente desinteresado!
Nuestra meta es llegar a este grado de amor. El amor divino es totalmente desinteresado y es el
cumplimiento de Primera Corintios capítulo trece. Es un amor que muere por los demás. El amor
a Dios y a los demás es la sumatoria de todos los 31,102 versículos que hay en la Biblia (Mt. 7:12).
Pedro • Página 67
Si estas cosas abundan en vosotros, no caeréis jamás
1:8-10 “Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto
en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. Pero el que no tiene estas cosas tiene la
vista muy corta; es ciego, habiendo olvidado la purificación de sus antiguos pecados. Por lo cual,
hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas
cosas, no caeréis jamás”.
En conclusión, Pedro dice que si estas siete cualidades están en nosotros y van en aumento, no nos
dejarán ser estériles (ociosos, sin eficacia) e improductivos en nuestro conocimiento del Salvador.
Además, dice que jamás caeremos si estos frutos abundan en nuestras vidas. Pero si estas siete
virtudes no están floreciendo, es porque aún hay en nuestro corazón áreas no rendidas, las cuales
nos vuelven cortos de vista. En lugar de poner la mira en la eternidad, nos estamos concentrando
solamente en esta existencia fugaz que tenemos aquí en la tierra. Hemos perdido de vista la meta,
el blanco y el premio. Nos hemos olvidado del verdadero propósito de la redención. El propósito
supremo de la redención es conformar hombres y mujeres a la imagen de Cristo y prepararlos para
un reino eterno. Por eso, Pedro aconseja a los que están viviendo lejos del blanco, que “procuren
hacer firme su vocación y elección”.
Haced firme vuestra vocación y elección
“Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque
haciendo estas cosas, no caeréis jamás”. A los cristianos se les llama “los escogidos”. Escogidos
significa elegidos. Cuando acudimos a las urnas, estamos eligiendo a alguien para un cargo. Dios
nos ha elegido o escogido para vida eterna, pero somos nosotros mismos los que tenemos que hacer
firme nuestra elección. Una persona pudo haber sido elegida para un cargo, pero no haber sido
instalada todavía en esa posición. Por ejemplo, un presidente electo o un senador electo pudieron
haber sido elegidos, pero no haber tomado todavía posesión de su cargo. El hecho de que seamos
los elegidos no significa que podamos descuidarnos y vivir de cualquier manera. Quizá no se nos
invista para la vida eterna. Jesús advirtió que el engaño sería tan fuerte en los últimos días, que
hasta los escogidos podrían ser engañados (Mt. 24:24), y algunos lo serán.
En el capítulo dos, Pedro advierte sobre una gran apostasía que se avecina (ref. 2 Ts. 2:3). Pablo dice
que habrá “una gran caída” antes de que Cristo venga. “Gran caída” se entiende mejor como apostasía.
Apostasía es dejar o abandonar la verdad e ir en otra dirección. Literalmente es rebelión. Pedro nos
dice que muchos creyentes seguirán la apostasía (2:3). Sin embargo, si las siete virtudes mencionadas
en los versículos 5-7 se manifiestan abundantemente en nuestras vidas, no caeremos jamás.
Repasémoslas:
• Virtud (pureza moral).
• Conocimiento (conocimiento alcanzado por medio de la experiencia)
• Dominio Propio (autocontrol).
• Paciencia (divina capacidad de soportar).
• Piedad.
• Afecto Fraternal (favorecer al prójimo con hechos).
• Amor
Página 68 • Pedro
1.) Virtud (pureza moral). Andar en el espíritu, no satisfaciendo los deseos de la carne. Los
deseos de la carne y el alcohol endurecen y destruyen el corazón (Oseas 4:11), y nublan nuestro
discernimiento.
2.) Conocimiento (conocimiento alcanzado por medio de la experiencia), se obtiene al andar en
una íntima relación con Dios. El conocer a Dios nos permite detectar lo que es falso y de esa manera
somos guardados.
3.) Dominio Propio (autocontrol). Disciplina, un freno para todos nuestros apetitos. El hábito de
decir no a las motivaciones y apetitos equivocados, nos librará de caer en el engaño cuando llegue
la apostasía.
4.) Paciencia (divina capacidad de soportar). Esta llega por medio de demoras y negativas, y por
perseverar en nuestro puesto. Al permanecer en el sitio en que Dios nos coloca, se producen en
nosotros el carácter y la fortaleza que nos mantendrán a salvo cuando llegue la gran prueba.
5.) Piedad. Obediencia a Dios y diligencia al hacer nuestro trabajo, ministerio, llamado. Seremos
salvos del engaño si tenemos por hábito la obediencia a Dios, haciendo lo que El dice.
6.) Afecto Fraternal (favorecer al prójimo con hechos). Muchos se sentirán ofendidos cuando
llegue la apostasía y se entregarán unos a otros. El afecto fraternal conserva la ternura que hay en el
corazón y nos salvaguarda contra estas cosas.
7.) Amor (el amor divino), es la cima de la espiritualidad. Es amor totalmente desinteresado, que
se sacrifica hasta la muerte.
1:11 “Porque de esta manera os será otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de
nuestro Señor y Salvador Jesucristo”. Si practicamos estas cosas mencionadas en los diez versículos
anteriores, se nos dará una espléndida bienvenida al reino sempiterno de nuestro Señor y Salvador
Jesucristo. Una generosa entrada al cielo se define mejor como “una espléndida bienvenida”. Pedro
mismo estaba pensando en el cielo. En menos de un año iba a morir.
Pedro predice su inminente muerte
1:12-15 “Por esto, yo no dejaré de recordaros siempre estas cosas, aunque vosotros las sepáis, y
estéis confirmados en la verdad presente. Pues tengo por justo, en tanto que estoy en este cuerpo,
el despertaros con amonestación; sabiendo que en breve debo abandonar el cuerpo, como nuestro
Señor Jesucristo me lo ha declarado. También yo procuraré con diligencia que después de mi
partida [muerte] vosotros podáis en todo momento tener memoria de estas cosas”.
Antes de su partida, Pedro deseaba recordarle una vez más a la iglesia que estuviese cimentada en
las verdades que había aprendido, porque en los días venideros soportaría una gran prueba. 36 años
antes, Cristo le había hablado a Pedro sobre su muerte (ref. Juan 21:18-19). El Señor no le había
dicho exactamente en qué fecha ocurriría, pero sí le había dicho: “... Mas cuando ya seas viejo,
extenderás tus manos, y te ceñirá otro, y te llevará a donde no quieras. Esto dijo, dando a entender
con qué muerte había de glorificar a Dios...”
Pedro • Página 69
Ahora Pedro tenía alrededor de 70 años de edad. Ya era un hombre mayor y había completado la
carrera de su vida. Cristo, de antemano, había dicho que Pedro “extendería sus manos” y que otro
lo ceñiría para llevarlo a un lugar al que Pedro no hubiera querido ir. Se refería a la cruz. La historia
de la iglesia nos cuenta que cuando a Pedro lo iban a crucificar, él no se consideró digno de ser
crucificado como su Señor y pidió que lo crucificasen boca abajo.
Su muerte “glorificó a Dios” porque él puso su vida como un cordero, no deseando venganza contra
sus verdugos. Cuando 36 años antes había querido “ir a la cárcel y hasta la muerte” con Cristo, la
gracia no le había sido concedida en esa ocasión, y falló. No era la voluntad de Dios que Pedro
muriese por Cristo en aquel momento. Recuerde, recibimos la gracia sólo para realizar los propósitos
de Dios, no los nuestros. Ahora que a Pedro ya le tocaba morir, gracia abundante seria derramada
sobre el.
Nuestro cuerpo - un tabernáculo
“Pues tengo por justo, en tanto que estoy en este cuerpo, el despertaros con amonestación; sabiendo
que en breve debo abandonar el cuerpo, como nuestro Señor Jesucristo me lo ha declarado”.
Nuestro cuerpo es la casa en que vivimos. El espíritu y el alma que tenemos, están alojados dentro
del cuerpo. En la muerte, el espíritu/alma sale del cuerpo. El cuerpo es sepultado en la tierra y
espera la resurrección. El alma y el espíritu van al cielo. En el juicio daremos cuenta de lo que
hicimos mientras vivíamos en este cuerpo (2 Co. 5:8-11).
Remembranza del Monte de la Transfiguración
1:16-18 “Porque no os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo
siguiento fábulas artificiosas, sino como habiendo visto con nuestros propios ojos su majestad.
Pues cuando él recibió de Dios Padre honra y gloria, le fue enviada desde la magífica gloria una
voz que decía: Este es mi hijo amado, en el cual tengo complacencia. Y nosotros oímos esta voz
enviada del cielo, cuando estábamos con él en el monte santo”.
Ahora Pedro relata la experiencia que tuvo junto a Jacobo y Juan, en el Monte de la Transfiguración
(ver Mt. 17:1-8, Mr. 9:2-13, Lc. 9:28-36). El describe lo que vieron en el monte santo—el poder,
gloria, y majestad del Señor Jesucristo. Además, oyeron la voz audible del Padre diciéndole a su
Hijo: “Este es mi Hijo en el cual tengo complacencia”. Ellos no andaban detrás de fábulas inventadas,
sino que eran testigos de su majestad. Pedro, Jacobo, y Juan, literalmente vieron a Cristo en toda su
gloria. Con sus propios oídos oyeron la voz de Dios Padre. No se estaban apoyando en algo que
otro les hubiese contado, ni en tradiciones—ellos fueron testigos oculares de estos sucesos y los
oyeron de la fuente original.
Además, vieron a dos profetas del pasado—Moisés y Elías. ¡Qué sorprendente! Moisés había
muerto hacía más o menos 1500 años, pero ahora había resucitado. Elías había sido traspuesto
hacía casi 1000 años. Los dos se le aparecieron a Cristo con esplendor. Habían sido enviados por
el Padre para fortalecer a Cristo, de manera que pudiese descender a Jerusalén para morir por los
pecados del mundo (Lc. 9:30-31). Por eso, estos dos grandes profetas tuvieron un papel que
desempeñar ¡en nuestra redención!
Página 70 • Pedro
Algo más confiable que la gloria de la transfiguración la autoridad de las Escrituras
1:19-21 “Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos
como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la
mañana salga en vuestros corazones; entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura
es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que
los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo”.
“Tenemos también la palabra profética”. Aunque Pedro, Jacobo, y Juan habían oído la voz del Padre
y visto la gloria de Dios en el Monte de la Transfiguración, existe una autoridad que sobrepasa cualquier
visión, sueño o experiencia espiritual extraordinaria—las sagradas Escrituras. Pedro está diciendo
que las santas Escrituras llevan todavía más peso que el oir una voz del cielo. La palabra profética de
las Escrituras, es la más alta autoridad, y haríamos bien en ponerle atención a su mensaje. Recordemos
que Dios ha engrandecido su nombre y su palabra sobre todas las cosas, según el Salmo 138:2.
“Como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la
mañana salga en vuestros corazones”. La palabra de Dios es una luz que brilla en un mundo oscuro
y tenebroso. Cristo mismo es la palabra, la luz del mundo (Juan 1:1-9). Al meditar en la palabra
(Sal.119:130), su luz echa fuera toda oscuridad y desaliento, y Cristo se levanta en nuestro interior.
El es la estrella resplandeciente de la mañana (Ap. 22:16).
“Entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada,
porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios
hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo”. Ninguna profecía de las Escrituras fue decidida,
explicada o concebida por el escritor. Este fue cubierto y controlado por el Espíritu Santo. Dios
hizo que los escritores dejaran un registro preciso de lo que El quería—nada más, nada menos. Por
lo tanto, podemos tener confianza en las Escrituras. Las profecías no llegaron por la voluntad del
hombre, sino que los santos varones hablaron al ser movidos por el Espíritu Santo.
Capítulo Dos
Advertencias contra los maestros apóstatas
2:1 “Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros,
que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató,
atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina”. Pedro empieza a profetizar. Así como hubo
falsos profetas en la época de los profetas del Antiguo Testamento, también habrá falsos maestros
entre vosotros. “Entre vosotros” significa que están dentro de la iglesia. Todos los profetas de
antaño tuvieron rivales que les contradecían y combatían su mensaje. Esto se ve con toda claridad
en la vida de Jeremías.
¿De dónde vienen los profetas y maestros falsos? Vienen básicamente de centros de enseñanza
teológica, aunque hay excepciones. Han sido adiestrados en institutos bíblicos y en seminarios de
Teología. Todos los falsos profetas que se opusieron a Jeremías fueron en un tiempo sus compañeros,
pero el ministerio auténtico que tenían degeneró en una falsa unción (Jer. 2:8, 23:11-14). Por lo
general, los maestros y profetas falsos conocen muy bien las Escrituras y son doctos en temas
espirituales. A menudo tienen un buen comienzo, pero luego van cayendo en el engaño porque no
renuncian a sus propias motivaciones, y los vence otra clase de espíritu. Muchos de ellos son
personas nacidas de nuevo y bautizadas en el Espíritu Santo (Mt. 7:21-23).
Pedro • Página 71
“Que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató,
atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina”. Pedro advierte que habrá falsos maestros que
secreta y sutilmente le presentarán herejías destructoras al pueblo de Dios. El apóstol Judas también
alertó a la iglesia diciendo que “algunos hombres han entrado encubiertamente..., que convierten en
[libertinaje, desenfreno e inmoralidad] la gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios el único soberano,
y a nuestro Señor Jesucristo” (Judas 1:4).
La enseñanza de una gracia falsa es muy sutil. Es un imán para las debilidades de la naturaleza
caída. Simpatiza con la iniquidad y consiente el pecado. Pero lleva a la destrucción. La falsa gracia
es una exageración y una distorsión del mensaje de amor ¡y se oye tan irracional! Esta enseñanza
disculpa las cosas que para Dios son abominables. Los gnósticos de la época de Pedro enseñaban
que no importaba el estilo de vida que tuviésemos en la carne, y fomentaban las prácticas más viles
e inmorales. Decían que un hombre no está completo sino hasta haber experimentado todo lo que la
vida tiene que ofrecer, de bueno y de malo. Hubo muchas personas dentro de la iglesia que abrazaron
las enseñanzas de los gnósticos (ref. Fil. 3:18-19), y sus almas eternas se perdieron.
La mayoría de los maestros de la herejía nunca denuncian o niegan a Cristo abiertamente. Pablo
dice: “Profesan conocer a Dios, pero con los hechos lo niegan, siendo abominables y rebeldes...”
(Tito 1:16). La verdadera gracia nos enseña a renunciar a la impiedad y a los deseos mundanos, y
a vivir en este siglo sobria, justa y piadosamente (Tito 2:11-12). Otro tema mortífero de la gracia
falsa es la afirmación de que Dios nos ama incondicionalmente sin importarle qué clase de vida
llevemos, siempre y cuando creamos en Cristo. Esta creencia contradice toda la voz de las Escrituras.
Muchos seguirán a los falsos maestros
2:2-3 “Y muchos seguirán sus disoluciones, por causa de los cuales el camino de la verdad será
blasfemado, y por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas. Sobre los tales ya
de largo tiempo la condenación no se tarda, y su perdición no se duerme”.
¡Muchos les seguirán! Se refiere a los que son de la iglesia. Con palabras fingidas harán mercadería
de vosotros. Pedro no se está dirigiendo aquí a los incrédulos. Muchos seguirán sus costumbres
inmorales, vergonzosas, y lascivas, porque blasfemarán de la verdad. El Anticristo venidero y sus
astutos ministros de la injusticia (2 Co.11:13-15) echarán abajo los principios morales con
razonamientos y explicaciones, y justificarán la inmundicia. Para los que no tienen un corazón
entregado ¡esto se oirá muy razonable! Los que de la iglesia estén con deseos de oir ese tipo de
mensaje, lo aceptarán de buena gana (ver Jer. 5:30-31, Ro.16:18). En realidad, el propósito de Dios
al dejar que Satanás presente su hombre al mundo, es poner a la iglesia a prueba. Esto ciertamente
depurará la iglesia porque el Anticristo atraerá hacia sí a todos los malos, dejando un remanente
puro. Recuerde, Pablo dice que es preciso que haya herejías en la iglesia, para que se manifiesten
los que son aprobados (o desaprobados) por Dios (ref. 1 Co.11:19).
“Sobre los tales ya de largo tiempo la condenación no se tarda, y su perdición no se duerme”.
Judas 1:4 reitera estas palabras de Pedro. Desde antes del principio de los tiempos Dios sabía de
estos falsos maestros; ahora su juicio llega rápidamente al haber completado su ministerio. Judas
dice que “desde antes habían sido destinados para esta condenación”. Dicho de otra forma, desde
hace mucho tiempo Dios resolvió usar a estos malignos como instrumentos para atraer a los impíos
fuera de la iglesia, y juntarlos a todos para juzgarlos. Este es un hecho contundente que todo
cristiano debe entender bien. Dios usará a cada uno de nosotros, ya sea como instrumento de
bendición, o como instrumento de juicio, dependiendo de lo que haya en el corazón.
Página 72 • Pedro
Dios no perdonó a los angeles que pecaron
2:4 “Porque si Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que arrojándolos al infierno los
entregó a prisiones de oscuridad, para ser reservados al juicio...” Cuando Lucifer se rebeló, arrastró
consigo a un tercio de los ángeles (Ap. 12:4). Era de una belleza deslumbrante, poseía una gran
sabiduría y poder. Lucifer tenía tal carisma, que pudo persuadir a la tercera parte de los ángeles para
que se revelaran contra Dios y lo siguieran a él. Dividió la congregación del cielo. Pero debido a la
luz que poseían, Dios decidió no darles recurso. Los que un día moraron en luz, ahora están reservados
para juicio eterno. Estas criaturas que una vez fueron amigos cercanos, ahora son enemigos acérrimos
del Señor. La justicia del pasado no significa nada (Ez. 33:12-13, 18:24). Es nuestro estado actual
el que a Dios le interesa.
Dios no perdonó al mundo antiguo
2:5 “Y si no perdonó al mundo antiguo, sino que guardó a Noé, pregonero de justicia, con otras
siete personas, trayendo el diluvio sobre el mundo de los impíos”. En el diluvio, solamente Noé y
su familia fueron preservados. El resto del mundo fue destruido.
Dios no perdonó a Sodoma y Gomorra
2:6-9: “Y si condenó por destrucción a las ciudades de Sodoma y Gomorra, reduciéndolas a ceniza
y poniéndolas de ejemplo a los que habían de vivir impíamente, y libró al justo Lot, abrumado por
la nefanda conducta de los malvados (porque este justo, que moraba entre ellos, afligía cada día
su alma justa, viendo y oyendo los hechos inicuos de ellos), sabe el señor librar de tentación a los
piadosos, y reservar a los injustos para ser castigados en el día del juicio”.
• Dios no perdonó a los ángeles que apostataron.
• Dios no perdonó al mundo antiguo que apostató.
• Dios no perdonó a Sodoma y Gomorra que apostataron.
• El sí libró a dos tercios de los ángeles que permanecieron fieles.
• El sí libró a Noé y a su familia que permanecieron fieles.
• El sí libró al justo Lot que permaneció fiel.
“Sabe el Señor librar de tentación a los piadosos, y reservar a los injustos para ser castigados en
el día del juicio”. El Señor protegió del diluvio a Noé porque era piadoso. Dios libró a Lot del
destino que tuvo Sodoma porque él era justo. Y Dios puede guardarnos del engaño de la apostasía
venidera, si amamos la justicia y aborrecemos la iniquidad.
“Sabe el Señor librar de tentación a los piadosos”. Dios también nos puede mantener fuera de
dilemas, si lo satisfacemos. Un dilema surge cuando todas las alternativas que tenemos son de
maldad. Ore para que Dios lo libre de situaciones en donde todas sus opciones son desfavorables.
David había pecado y tenía un dilema, pero éste era juicio de Dios (ver 2 S. 24:10-17).
“Y reservar a los injustos para ser castigados en el día del juicio”. Dios reserva la vida de los
injustos hasta que ha terminado de usarlos como instrumentos de juicio, luego los castiga en el lago
de fuego. Hitler fue usado como vara de corrección sobre Alemania y otras naciones. Los líderes y
dictadores del mal, como Hitler, no pueden ser asesinados hasta que Dios ha logrado sus propósitos.
Pedro • Página 73
Rasgos que tienen los dirigentes de la apostasía
2:10 Siguen la carne, andan en concupiscencia e inmundicia,
Desprecian el señorío (la autoridad)
Son atrevidos y contumaces, Voluntariosos y amadores de sí mismos
No temen decir mal de las potestades superiores, sino que se burlan de ellas y las insultan
2:12 Son como animales irracionales (no se les puede enseñar nada, no tienen entendimiento,
Pr.12:1, 30:2-3, Sal. 92:6)
Hablan mal de las cosas que no entienden, son dogmáticos y arrogantes
Perecerán en su propia perdición
2:13 Tienen por delicia el gozar de deleites cada día - viviendo lujosamente
Estos son inmundicias y manchas (Dios quitará las inmundicias y las
manchas de su iglesia, Ef. 5:27)
Se recrean en sus errores
Mientras comen con vosotros (éstos están dentro de la iglesia)
2:14 Tienen los ojos llenos de adulterio, no se sacian de pecar
Engañan, provocan, seducen a los inconstantes
Tienen el corazón ejercitado y bien entrenado para la codicia, la lujuria y la glotonería
Hijos de maldición (nunca resolvieron las ataduras heredadas de generaciones pasadas)
2:15 Han “dejado” el camino recto (para dejarlo, tuvieron primero que estar en él)
Se han extraviado siguiendo el camino de Balaam (un hombre que amaba la honra y el dinero)
2:17 Son “fuentes sin agua” (destituidos del Espíritu). El Espiritu los ha dejado. Habitarán para
siempre en la oscuridad.
2:18 Hablan palabras vacias y vanas
Engañan y seducen a los que dificilmente escapan de ellos (Ro.16:18, los simples son engañados)
2:19 Prometen libertad (como ciertos evangelistas) y ellos mismos son esclavos de corrupción
2:20 Habían escapado del mundo por el conocimiento liberador de Jesucristo
Ahora, otra vez, están enredados en el pecado y vencidos
Están en peor estado que antes de nacer de nuevo
2:21 Mejor les hubiera sido nunca haber oído el evangelio
2:22 Son como un perro que vuelve a su vómito (y se lo vuelve a tragar)
Y como una puerca lavada, que se revuelca nuevamente en el cieno.
El problema del “amor incondicional”
Hay una enseñanza que prevalece hoy en día, la cual insiste en que Dios no puede molestarse con
nosotros una vez que hemos aceptado a su Hijo como nuestro Salvador. Enseña que Dios nos ama
incondicionalmente, sin importar lo que hagamos o la manera en que vivamos. Hace hincapié en
que una vez que hemos experimentado genuinamente el nuevo nacimiento, es del todo imposible
perder el favor de Dios, o perder nuestras almas. ¿Puede imaginarse cuál es el estilo de vida que
esto fomenta, diciéndonos que ya no hay más batallas que ganar antes de entrar al cielo, y que
aunque no perseveremos hasta el fin, o aunque apostatemos, seguiremos siendo salvos?
¡Pedro nunca enseñó tal concepto! Tampoco Cristo, ni los otros apóstoles. Judas Iscariote fue un
apóstol compañero de Pedro, un compañero de prédicas. Judas hizo milagros, limpió leprosos tanto
como los demás. Ayudó a alimentar a cinco mil personas. El pan se multiplicó en sus manos, igual
que en las manos de los demás apóstoles. Judas ungió enfermos y echó fuera demonios. Cuando
Cristo dijo: “uno de ustedes me entregará”, nadie sospechó de Judas Iscariote. Judas anduvo con
Cristo por tres años; tenía la verdad, pero no la vivía. Participó de la unción y del ministerio de
Cristo y caminó con El. Sin embargo, se volvió apóstata y perdió su alma. Recuerde, el creyente
más grande de todos los tiempos es Satanás, y él no irá al cielo a pesar de que en el pasado fue el
amigo más cercano del Señor (ver Stg. 2:19-20).
Página 74 • Pedro
Soportando hasta el fin
El nuevo nacimiento es un milagro; es un acto soberano de Dios. No sucede simplemente repitiendo
una plegaria formulada. Es un acto divino, un despertar sobrenatural. La vida eterna es el regalo de
Dios para nosotros; no puede ser ganada. Sin embargo, después de nuestro nuevo nacimiento,
Cristo espera ver fruto en nuestras vidas. Debemos continuar caminando con Cristo y viviendo
para Cristo, a fin de alcanzar nuestra morada celestial (He. 3:6,14). Es como el relato en “El Progreso
del Peregrino”. El cristiano tiene que vencer la crítica, la tentación, el rechazo, los temores, y otras
oposiciones a lo largo del camino, para así llegar a la ciudad celestial. La vida es una batalla—
debemos perseverar hasta el fin y no ceder o darnos por vencidos. Por medio de la gracia, estamos
en capacidad de lograrlo. Un creyente no puede dejar las sendas de justicia, vivir para Satanás, y
esperar alcanzar la vida eterna. Al obrar así ha insultado al Espíritu de gracia y se ha resistido a la
gracia (He.10:26-31) v29 (He.12:15).
• La luz divina que está en él, se volverá tinieblas, y ¡cuántas no serán las mismas tinieblas!
(Mt. 6:23).
• Su pozo no tiene agua: el Espíritu se irá de él si continúa viviendo para Satanás (2 Pe. 2:17).
• Está dos veces muerto (Jud. 1:12, 2 P. 2:20-22), muerto en pecados, vivo en Cristo, muerto otra
vez en pecados.
• Es una rama marchita arrancada de la Vid, lista para el fuego (Juan 15:2,6; Ro.11:22).
• Se apartó de la fe (1 Ti. 4:1). Significa que un día sí estuvo en la fe.
• En su interior abortará la vida de Cristo, esa simiente santa, el Verbo de Dios (1 P. 1:23).
• Si no es restaurado, su nombre será borrado del Libro de la Vida (Ap. 3:5).
(El que un nombre sea borrado de un libro, indica que primero estuvo escrito en él)
• No ha hecho firme ni su llamado ni su elección. Fue elegido pero no investido (2 P. 1:10).
• Si no se arrepiente, será juzgado con los “hijos de desobediencia” (Ef. 5:3-8, 1 Co. 6:9-10).
• Ha demostrado que no ama al Señor. Los que lo aman guardan su palabra (Juan 14:21-24).
• No está haciendo la voluntad del Padre, por el contrario, practica el libertinaje (Mt. 7:21-23).
• No está perseverando hasta el fin, sino que se ha dado por vencido, ha sido desviado, engañado,
u ofendido (Mt. 24:24).
• Ha escogido la puerta ancha que lleva a la destrucción, y ha rechazado la puerta estrecha
(Mt. 7:13-14).
• Ha tratado de servir a dos amos y acabó por servir al equivocado (Mt. 6:24).
• Se ha vuelto de la justicia a la iniquidad, y nada de su justicia anterior se le recordará
(Ez. 3:20-21, 18:24-27, 33:12-20). Lo que cuenta es HOY, no el pasado.
• Es como un perro que regresa a su vómito, o como una puerca lavada, que se revuelca otra vez
en el cieno (2 P. 2:22).
Cristo nos enseñó que El es la vid y nosotros las ramas. Mientras permanecemos en El, su vida
fluye en nosotros. Toda rama que está “en El” (en Cristo) y no lleva fruto, sera arrancada. “El que
no permanece en mí, será echado fuera como rama, y se secará; y los recogen, y los echan en el
fuego, y arden” (Juan 15:2,6). Si un creyente no permanece en Cristo, será una rama seca sin fruto,
y sera echada en el fuego. Esto se refiere a las llamas del infierno.
Cristo también advirtió que se les negará la entrada al reino celestial a muchos que le llaman “Señor”
y que en su nombre han hecho grandes milagros y maravillosas obras (Mt. 7:21-23, Lc. 6:46). Esto
sólo puede referirse a creyentes nacidos de nuevo, llenos del Espíritu, especialmente ministros. No
es posible hacer milagros y echar fuera demonios en su nombre, sin haber nacido de nuevo y ser
llenos del Espíritu Santo. Estos son hombres y mujeres que tienen la verdad, pero no la viven.
Pedro • Página 75
La enseñanza del amor incondicional es peligrosa. Dios puede cerrar su corazón hacia su pueblo
cuando éste le da la espalda y vive para el adversario. Dios es muy cortés y paciente con su pueblo,
y muchos de los que se descarrían regresan verdaderamente a El. Sin embargo, no todos los
descarriados regresan y son restablecidos. Cuando Israel se alejó de Dios e hizo lo malo delante de
sus ojos, Dios le hizo varios llamados al arrepentimiento sin obtener ninguna respuesta, hasta que
por fin tuvo que destruir su propia ciudad, su templo, y su pueblo (Ez. 9:4-6, 2 Cron. 36:15-20).
Capítulo Tres
3:1-2 “Amados, esta es la segunda carta que os escribo, y en ambas despierto con exhortación
vuestro limpio entendimiento, para que tengáis memoria de las palabras que antes han sido dichas
por los santos profetas, y del mandamiento del Señor y Salvador dado por vuestros apóstoles”.
Pedro le llamó a ésta, su segunda epístola. Con esto demuestra que le está escribiendo a los mismos
lectores de la primera. Les escribe para fomentarles un pensamiento sano. Les dice que recuerden
las palabras de los profetas del Antiguo Testamento y de los apóstoles del Nuevo. La iglesia está
edificada sobre los cimientos de los apóstoles y de los profetas, siendo Jesucristo la principal piedra
angular (Ef. 2:20). Nuestra fe está basada en las Escrituras que ellos nos dieron. En los versículos
3-9 Pedro nos advierte que casi nadie creerá en la segunda venida de Cristo. Los apóstoles y los
profetas tuvieron de continuo que hacerle frente a la incredulidad. La incredulidad es uno de los
grandes problemas del hombre.
Casi nadie creerá en la segunda venida
3:3 “Sabiendo primero esto, que en los postreros días vendrán burladores, andando según sus
propias concupiscencias”. La impureza moral y el pecado causan estupor. La mente se vuelve
espiritualmente torpe cuando el individuo camina según sus propias concupiscencias en vez de
seguir a Dios. El profeta Daniel declara: “Ninguno de los impíos entenderá” (Dan.12:10). Se les
concede entendimiento únicamente a los limpios de corazón (Mt. 5:8). Los que carecen de
entendimiento se burlan de lo que no les parece sensato.
3:4 “Y diciendo: ¿Dónde está la promesa de su advenimiento? Porque desde el día en que los
padres durmieron, todas las cosas permanecen así como desde el principio de la creación”.
El hombre quiere pecar y todavía seguir en paz. Por eso endurece su corazón y su conciencia,
fijándose un criterio que justifique y disculpe su estilo de vida Los que obran iniquidad tienen que
explicarse a sí mismos y a los demás, por qué se sienten bien así como están. A esto se debe que el
hombre recurra al ateísmo, al agnosticismo, y a otros razonamientos. Anda en busca de paz mientras
peca. El corazón humano razona de esta manera:
El Ateo
Si no hay Dios, no hay juicio ni normas del bien y del mal
El Agnóstico - Si no podemos estar seguros de que hay un Dios, no somos responsables de algo que no está claro.
Otras Excusas - La Biblia está llena de contradicciones.
De ella existen demasiadas interpretaciones diferentes, ¿quién sabrá cuál es la correcta?
¡Sólo es un mito! Es demasiado misteriosa.
No es lo que dice la letra, se trata solamente de metáforas.
Y si Cristo realmente regresa, le faltan siglos.
(Yo ya me justifiqué sin peligro, y me disculpé de cualquier obligación con Dios).
Página 76 • Pedro
Ignorancia Voluntaria
3:5 “Estos ignoran voluntariamente”. Este es todo el problema del hombre. El hombre finge no
saber lo que es verdadero (o que algo no se puede saber con certeza). Con eso piensa que se ha
desligado de su responsabilidad y que está disculpado del juicio (ref. Lc.14:18-20). El hecho es que
el hombre, en general, preferiría no conocer la verdad. Mateo 13:15 dice: “...Sus oídos oyen
pesadamente, y han cerrado sus ojos”. Este es un acto de ignorancia voluntaria de la verdad.
3:5-7 “Estos ignoran voluntariamente, que en el tiempo antiguo fueron hechos por la palabra de
Dios los cielos, y también la tierra, que proviene del agua y por el agua subsiste, por lo cual el
mundo de entonces pereció anegado en agua; pero los cielos y la tierra que existen ahora, están
reservados por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio y de la perdición de
los hombres impíos”.
Hombres y mujeres voluntariamente ignoran la historia de que la creación tuvo lugar por la palabra
de Dios. Mas, la misma palabra que creó los cielos y la tierra todavía los mantiene intactos el día
de hoy, independientemente de la ignorancia voluntaria del ser humano. La misma palabra deshará
los cielos y la tierra en el tiempo señalado (3:12). Y por la misma palabra, Jesús regresará tal
como lo prometió. Cristo declaró: “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán” (Mt.
24:35), y El no retarda su promesa.
Por la palabra del Señor:
• Fueron creados los cielos y la tierra
• Los cielos y la tierra se mantienen intactos el día de hoy
• Los cielos y la tierra serán deshechos al final del Milenio (3:12)
• Habrá cielos nuevos y tierra nueva después del Milenio (3:13)
• Cristo regresará así como lo prometió. El no retarda su promesa.
3:8-9 “Mas, oh amados, no ignoréis esto: que para con el Señor un día es como mil años, y mil
años como un día. El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que
es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al
arrepentimiento”.
El calendario de Dios es diferente al nuestro. Para Dios, mil años son como un día (ref. Sal.90:4).
El Señor no retarda el cumplimiento de su promesa, como algunos consideran. El vendrá tal como
lo ha prometido, y antes de que nos demos cuenta, la vida en esta tierra pasará a la historia para cada
uno de nosotros. A cada generación desde que el hombre es hombre, le ha tocado el final de los
tiempos y “el fin del mundo” . Cuando Pedro exclamó: “El fin de todas las cosas se acerca”, sólo le
quedaba un año más de vida (1 P. 4:7).
“... Sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos
procedan al arrepentimiento”. Dios desea que todos los hombres sean salvos (1 Ti. 2:4), aunque
sabe que todos no van a aceptar su amable ofrecimiento de salvación. El hombre tiene una voluntad.
Todo el que perezca habrá elegido que así sea (ver Hch.13:46), porque Dios no desea que ninguno
se pierda.
Pedro • Página 77
El Día del Señor
3:10 “Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con
grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay
serán quemadas”. El “Día del Señor” es una frase que invariablemente se refiere a juicio. Es el día
del juicio del Señor. Esta expresión se halla en numerosos pasajes del Antiguo Testamento. También
se refiere a la segunda venida de Cristo, la que en realidad es un día de juicio.
3:11-12 “Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en
santa y piadosa manera de vivir, esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el
cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán!”
Aunque los versículos 10-12 tienen que ver con la segunda venida de Cristo, vislumbran el fin de
los tiempos, cuando el milenio se acabe y esta creación sea destruida. Ver el cuadro correspondiente,
“Los 7,000 Años del Hombre”.
“Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y
piadosa manera de vivir, esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los
cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán!”
La verdad de las cosas es que la tierra no se deshace con el calor ardiente cuando Cristo regresa. Lo
que sucede es que habrá un reino de paz por mil años, el cual inicia con juicios por fuego contra las
obras malignas de los hombres. En el sentido más fiel de la palabra, los versículos 10-12 no se
cumplen sino hasta el fin del milenio. Este es, para el hombre, ¡el fin de los tiempos! Esta creación
será destruida y habrá cielos nuevos y tierra nueva (ref. Ap. 21:1-2). Ver el Cuadro “Los 7,000 Años
del Hombre”. (página 80)
3:13-14 “Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales
mora la justicia. Por lo cual, oh amados, estando en espera de estas cosas, procurad con diligencia
ser hallados por él sin mancha e irreprensibles, en paz”. La promesa de cielos nuevos y tierra
nueva se hace muchas veces en la historia (por ejemplo, ver Ap. 21:1-2. Is. 65:17, 66:22).
“Por lo cual, oh amados, estando en espera de estas cosas, procurad con diligencia ser hallados
por él sin mancha e irreprensibles, en paz”. Nuestra vida en la tierra es corta; es sencillamente una
preparación para la vida próxima. Sabiendo cuán breve es la vida, y conociendo que todo el universo
está destinado a pasar, ¿qué clase de vida debemos llevar? Debemos hacer todo tipo de esfuerzos
para ser encontrados en paz—en paz con Dios, con nosotros mismos, y con los demás. Nuestros
corazones deben estar libres de todo enojo y contienda. Y cuando estemos de pie delante de Dios,
nuestras vestiduras deben estar sin mancha ni arruga. La enseñanza sobre el “Día del Señor” debe
fomentar en cada hijo de Dios, la santidad y el temor reverente.
3:15-16 “Y tened entendido que la paciencia de nuestro Señor es para salvación…”. La paciencia
del Señor es nuestra salvación. El es lento para la ira, lento para vengarse del mal, y lento para
juzgar al mundo. Ha sido muy paciente con nosotros, pero nosotros no debemos jamás poner a
prueba su paciencia.
Página 78 • Pedro
Pedro conocía y respetaba a Pablo y a lo escrito por éste
“... Como también nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le ha sido dada, os ha
escrito, casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas
difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras,
para su propia perdición”.
Pedro sentía un gran amor y respeto por el apóstol Pablo. Reconocía la autoridad apostólica de éste,
al igual que su sabiduría. Pedro sopesaba las epístolas de Pablo y las Escrituras, y reconocía que
algunas epístolas eran “difíciles de entender”. Por consiguiente, Pablo fue algo más profundo que
Pedro.
“Las cuales los indoctos e inconstantes [tuercen], como también las otras Escrituras, para su
propia perdición”. Cuando las personas no viven como es correcto y tienen intenciones ocultas,
tratan de torcer las Escrituras para que digan lo que a ellas les gustaría que dijesen. La gente así
tiene un final desastroso.
Ya en el año 66 D.C. cuando Pedro escribió está segunda carta, las epístolas de Pablo eran consideradas
“escrituras”, no sólo misivas que contenían buenos consejos e instrucciones. De acuerdo con
Primera Tesalonicenses 2:13, sus enseñanzas no eran consideradas palabras de hombre, sino
verdaderas palabras de Dios. Habiendo sido recopiladas todas las epístolas de Pablo, se publicaron
en Efeso aproximadamente en el año 90 D. C.
No sea usted arrastrado por el error de los inicuos
3:17-18 “Así que vosotros, oh amados, sabiéndolo de antemano, guardaos, no sea que arrastrados
por el error de los inicuos, caigáis de vuestra firmeza. Antes bien, creced en la gracia y el
conocimiento de Nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A él sea gloria ahora y hasta el día de la
eternidad. Amén”.
El versículo 17 deja muy claro que un creyente puede ser arrastrado por el error de los inicuos.
Inicuos son aquellos que tuercen las Escrituras buscando pretexto para consentir el pecado. La
amonestación final de Pedro, antes de morir, es que nos cuidemos de no caer de nuestra propia
firmeza. Recordemos, no caeremos jamás si nos mantenemos ricos y florecientes en aquellas siete
virtudes que se mencionan en el capítulo uno. Lleguemos a crecer en la gracia y en el conocimiento
(el que se adquiere con experiencia) del Señor.
La clave para el crecimiento realmente es muy sencilla. El crecimiento
llega a través de la obediencia (1 Pedro 1:22). Cada vez que obedecemos
a Dios, nueva gracia es derramada en nuestras vidas, ¡y somos
transformados! Al obedecer continuamente al Señor, nuestras raíces
penetran más en lo profundo y adquirimos mucha fuerza. Que nuestros
corazones sean siempre obedientes al Maestro Alfarero, hasta que seamos
conformados a su imagen perfecta. Así, cuando llegue la gran prueba,
podremos estar de pie, uniformes y firmes.
Pedro • Página 79
Página 80 • Pedro
Los 7000 años del hombre
LA PRIMERA
VENIDA DE CRISTO
ADÁN
4, 0 0 0 años
La primera
resurrección
La resurrección
final
LA SEGUNDA
VENIDA DE CRISTO
FIN DE LA
CREACIÓN
2, 0 0 0 años
1, 0 0 0 años
ERA DE LA IGLESIA
EL MILENIO
Jesús en la Tierra.
Un Reino de Paz.
Satanás es atado
(ver Ap. 20)
LA SEGUNDA
VENIDA DE CRISTO
ADÁN
6, 0 0 0 años
FIN DE LA
CREACIÓN
1, 0 0 0 años
( 6 Días )
TRABAJO Y ACTIVIDAD
CIELOS NUEVOS
TIERRA NUEVA
NUEVA JERUSALÉN
La antigua creación es destruida.
2 Pe.3:10-13
Ap. 21:1-22:15
Is. 65:17; 66:22
(7mo Día)
El día de hoy estamos
cerca
del fin del sexto día.
La tierra entra
en reposo
(8vo Día)
#8 significa:
nuevos comienzos
Ap. 21:5
Las Escrituras dicen que "mil años son como un día" (2 Pedro 3:8, Salmo 90:4).
Los siete días del primer capítulo de Génesis, profetizan de los 7,000 años asignados al hombre.
Hubo seis días de creación (trabajo y actividad); el séptimo día trajo reposo.
El hombre ha pasado aproximadamente por 6,000 años (6 días) de labor, sudor y tristeza. Cuando llega Cristo, termina el sexto día, y comienza el séptimo.
La tierra entrará en reposo, habrá un reinado de paz, y no habrá más guerras. Satanás será atado por 1,000 años (Ap. 20:1-3).
El Princípe de Paz entrará en la tierra. El Señor del Día de Reposo estará aquí. La tierra entrará en un reposo sabático.
Además, la Esposa (la Iglesia) y el Esposo (Cristo) serán unidos en matrimonio. Entran en reposo la Esposa y el Esposo.
Después del séptimo día (o Milenio), Satanás quedará suelto por un corto tiempo para probar a los nacidos durante el Milenio (Ap.20:7-10).
Entonces tiene lugar la resurrección final (Ap. 20:11-15). En este momento se levantará toda persona (buena o mala).
La primera resurrección es solamente para los vencedores (Ap. 20:4-6).
Esta creación de ahora será destruida y habrá cielos nuevos y tierra nueva (Ap. 21:1-22:15).
La Segunda Epístola de Pedro fue uno de los últimos libros que se admitieron como parte del Cánon
del Nuevo Testamento. (El Cánon contiene los 27 libros que conocemos hoy en día y estuvo terminado
hasta el año 397 D. C.). Hubo varias razones para ello. Primero que todo, era una carta más corta
y no tan conocida como muchas de las otras; por lo tanto su aceptación requirió más tiempo. Además,
el estilo literario y el vocabulario no se parecen a los de Primera de Pedro. Ninguno de los padres
citó explícitamente esta carta, hasta que lo hizo Origen (en el año 250 D.C.), confirmando a Pedro
como autor de su primera epístola, pero con dudas acerca de la segunda, aunque no la rechazó. Sin
embargo, la epístola contenía indicios que le dieron una abrumadora aceptación como parte integral
del Cánon del Nuevo Testamento.
• El nombre del autor era Simón Pedro (1:1).
• El autor dijo que era su segunda epístola (3:1).
• El autor fue testigo de la gloria de Dios en el Monte de la Transfiguración (1:16-18).
• El autor conocía y respetaba al apóstol Pablo y a sus epístolas (3:15-16).
• Cristo predijo la muerte del autor (1:13-14).
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Pedro • Página 81
RESEÑA DE LA VIDA DE PEDRO
Algunas fechas
son aproximadas
Ministerio de
Jesús
26 D.C.
30 D.C.
▼
3 1/2 años
Se cree que el apóstol Pedro
y nuestro Señor Jesucristo
tenían más o menos la
misma edad.
Pedro estuvo con el Señor Jesucristo
durante los 3 años y medio de su
ministerio. Era el más dominante de
los doce apóstoles, y su portavoz.
Todos los apóstoles, e
incluso Cristo, provenían
del Norte de Israel (o
Galilea). Hch. 1:11, 2:7.
Cuando comenzaba su andar cristiano,
Pedro era muy entusiasta, dedicado,
impulsivo, enérgico, seguro, agresivo
y osado, pero también era inestable,
voluble, precipitado y contradictorio.
El pueblo natal de Pedro
era Betsaida (Jn.1:44).
Quedaba cerca de Capernaum,
centro
de
operaciones de Cristo durante
su ministerio en Galilea.
Pedro creció en un hogar
devoto, no tomaba nunca
alimentos comunes
o inmundos.
(ref. Hch.10:14).
Su nombre al nacer fue
Simón, Cristo le puso el
sobrenombre de Pedro
Día de
Pentecostés
30 D.C.
El Evangelio es
dado a los
gentiles
40 D.C.
El Concilio
de Jerusalén
51 D.C.
Muerte de Pedro
66 D.C.
▼
Nacimiento /
Procedencia
de Pedro
4 A.C.
La vida de Pedro se encuentra registrada principalmente en:
a.) Los cuatro evangelios
b.) El Libro de los Hechos (capítulos 1-12, 15)
c.) Sus dos epístolas (I - II Pedro)
Pedro se jactaba de estar dispuesto a
ir a la cárcel por causa de Cristo. Pero
ese no era el plan que Dios tenía para
él en ese momento. Dios le había
asignado 36 años más de vida y de
ministerio. Realmente lo que Dios
quería era que “alimentara sus ovejas”.
Después, Pedro moriría por causa de
su Señor (Jn. 21:18,19).
Pedro trató de servir al Señor con sus
propias fuerzas, y con su propia mente.
Pero muchas pruebas y dificultades lo
quebrantaron y le enseñaron a no
confiar en la carne.
Hechos 2:1-41 - A sólo
54 días de haber negado
a Cristo, Pedro predicó
poderosamente en el día
de Pentecostés. Pudo
además explicarle a las
multitudes de qué se
trataba el nuevo mover
de Dios.
Cristo había readmitido
a Pedro frente a sus
hermanos, después de su
amargo fracaso (ref.
Juan 21:15-17).
Pedro no había podido
perdonarse a sí mismo
hasta que el Señor lo
rescató y públicamente
anunció:
“Pedro, alimenta mis
ovejas”.
Pedro se convirtió en el
líder principal del
avivamiento de Hechos
capítulo 1 al 12.
Hechos 10-11 - Pedro y los
apóstoles oyeron la Gran
Comisión diez años antes, la
cual les indicaba “predicarle a
toda criatura debajo del
cielo” (Mt. 28:19-20, Mr.
16:15).
Después de diez años sólo le
predicaban a los judíos (Hch.
8:4, 11:19).
En los capítulos 10 al 11 del
libro de los Hechos, Dios trató
con Pedro, mostrándole que los
gentiles también eran aceptados
por Dios. Los judíos y Pedro
todavía pensaban que aquellos
eran “comunes e inmundos” y
no querían asociarse con ellos
debido a sus prejuicios y a su
tradición. (Hch.10:28, 11:1-3).
Finalmente, Pedro y los
apóstoles se dieron cuenta de
que el evangelio era para todos
los hombres (ref. Hechos
11:18).
Hechos 15:1-32 - Este concilio
acordó considerar las leyes que
debían guardar los nuevos
creyentes gentiles.
Pedro relata en 15:7-11 cómo
Dios lo escogió once años
antes, para abrirle a los gentiles
la puerta de la fe (Hch.10-11),
y cómo Dios había aceptado a
los gentiles así como eran, sin
circuncisión y sin guardar las
costumbres judías.
“Dios manifestó su aceptación
de los judíos, al darles el
Espíritu Santo, tal como nos lo
dio a nosotros” (refiriéndose a
10:44-48).
Un poco después del Concilio,
Pablo reprendió a Pedro por no
practicar lo que acababa de
predicar (Gá. 2:11-14). Pedro
todavía era inestable.
En los años 65-66 D.C. ya en la
madurez de su vida y ministerio,
Pedro escribió su primera y
segunda epístolas, poco tiempo
antes de morir.
Pedro ya se había convertido en
una pulida piedra del
fundamento de la Iglesia, y en
un perfecto caballero. Todos los
temas que sus epístolas cubren,
surgieron de su propio corazón
y se volvieron sus propias
experiencias. Pedro tenía:
Un gozo inefable
Una buena conciencia
En él no había engaño ni malicia
Era amable y hospitalario
Era participante de la gloria
venidera
Daba un amor no fingido
Era santo, estable y firme
Estaba vestido de humildad
Era, Sobrio, Vigilante,
Irreprensible
Un buen ejemplo para el rebaño
Era sin mancha, y mucho más.