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VICIO PERFECTO CÉSAR BLANCO, “Ruta fantástica” Técnica Mixta - plástico 2021 DICIEMBRE 2021 Nº 8 AÑO 9 Ediciones Vicio Perpetuo Vicio Perfecto Diciembre 2021 Editor: Julio César Benavides Parra Diagramación: Uchu Corrección de estilo: Ediciones Vicio Perpetuo Vicio Perfecto Para publicación de textos escribir a: extraico@yahoo.es edicionesvicioperpetuo@gmail.com Celular: 929 297 202 Tiraje: 100 ejemplares Hecho el Depósito Legal Nº 2010-13249 En la Biblioteca Nacional del Perú Hecho por computadora Jirón Constantino Cáceres 269-Urb. San Germán San Martín de Porres-Lima 31 Publicaciones del Proyecto Editorial; Vicio Literatura, Vicio Perpetuo, Vicio Perfecto y Vicio Literario El ratoncito ROSARIO ISABEL DÍAZ RAMÍREZ Una noche por la parte inferior de la pared frontal pasó un ratoncito gordito y plomito este pequeño roedor con su cola tipo fideo Spaguetti era el rey de la casa el susto de la abuela y el espanto de mi hermana que era quien por las trampas que eran unas cajitas negras de plástico llenas de pegamento donde el ratón al caminar se pegaba y empezaba el suplicio del pequeño a pesar de no tener el poder de la palabra tiene el poder de la expresión por lo sonidos emitidos pidiendo ayuda, de auxilio de la desesperación y luego el de la resignación y finalmente el de la muerte. Considerando que un pequeño ratoncito puede sufrir tanto al ser atrapado y privado de su libertad de ser libre y correr y buscar su alimento. Nos brinda la oportunidad de ser el mismo ratoncito en una sociedad donde es dominada por el más fuerte y dentro de los propios animales también. Pues por ello surge la compasión y la humanidad en el ser humano entre sus semejantes y todo lo que rodea en su mundo externo. Aquel ratoncito no gozará del festín de la navidad ni de la libertad ni del festín de la vida. Estruendo ELVIS JOEL CERRINOS PAREDES CHIMBOTE, PERÚ Sentado en el poyo, oyó una explosión. Antes un sonido fuerte y violento se acercó a él y retumbó sin cesar. Se protegió el rostro por inercia. Cuando renació el silencio, descubrió su faz, abrió lentamente los ojos y observó en el suelo restos de avellanas. Creyó que estas eran las causantes del estruendo; dos adolescentes huyeron despavoridos al ver lo que ocasionó su estallido. La humareda se disipa mientras que él tambalea e hilachos escarlatas confirman que una parte de su cuerpo lo había abandonado en noche de navidad. La Gitana LUIS ARANDA Decidí visitar a la gitana. Quería saber lo que me deparaba el destino. Ingresé a su oscuro consultorio en un viejo edificio del centro de la ciudad, no le vi el rostro solo la tenue silueta de su angulosa figura. Me invitó a tomar asiento con una dulce voz. Cogió delicadamente mi mano y con la yema de sus dedos recorrió lentamente los trazos de las líneas de la palma de mi mano derecha. Se tomó su tiempo meditó por unos interminables segundos, sin apuros y calmadamente. Luego de carraspear la garganta respiró profundo y frunció el ceño para decirme preocupada: Entre ustedes dos algo no está bien, me temo que todo va a terminar mal. Muy mal. _ ¿Qué es lo que sucederá? Pregunté con ávida curiosidad. _Algo muy malo; contestó apenada. Solo puedo decir que uno de ustedes dos es el que va a morir. Comencé a sudar frio y a temblar de cuerpo entero, algo no estaba bien. Le pagué por sus servicios y me retiré preocupado, pensando en aquella misteriosa revelación que más parecía una premonición. No quise tomar riesgos y me fui raudo a la galería del centro. Necesitaba comprar un arma. La Lluvia LUDWING HURTADO ARENAS Cusco 2021 La lluvia caía sobre el rostro de Mario, que tras el resplandor, miró hacia el cielo y contó: «uno, dos, tres, cuatro… ocho, nueve», enseguida, un estruendo fue escuchado y por un instante todos detuvieron su faena, «tres kilómetros», murmuró; de espaldas hacía él, a unos veinte metros vio a su abuelo, llevaba su acostumbrado sombrero de paja de palma, no paró de dar picotazos sobre la tierra mojada, parecía no intimidarle la tormenta. En otras direcciones, otros hombres con los pantalones arremangados y camisas empapadas recogían raudamente las hortalizas. Las constantes precipitaciones, habían amenazado con perjudicar los cultivos y parecía que las tormentas estaban lejos de terminar. Mario apuraba las manos en recoger y colocar en los cestos todas las hortalizas que podía, pero de pronto, un estremecedor ruido hizo temblar la tierra. Mario despertó, unas manos sacudían con fuerza sus hombros, «¡Mario!, ¡Mario!, ¡despierta hijo!, ¡Mario!», reconoció a su abuelo, aún desorientado y con zumbido en los oídos, fue llevado por dos hombres quienes lo cargaron hacia un refugio. Recuperada su conciencia, se levantó de los cálidos cueros de oveja y decidió salir, la lluvia había menguado y solo se escuchaba el impacto de las gotas en los charcos del suelo que escurrían del techo de calamina. Al salir, vio un grupo de hombres que rodeaba lo que parecía ser un cuerpo tirado sobre hortalizas y barro, se acercó apurando el paso aún con las piernas entumecidas, el sombrero de paja de palma, cubría una negra llaga sobre el pecho de su abuelo. La punta al hilo CÉSAR BLANCO A LA MEMORIA DE MI HIJO, ANDRÉ † − ¡La vida no es amable! – exclamaba con ira, desde que llegó a este mundo había sido trastocado por diferentes circunstancias, marcándolo de tal manera que a pesar de haber alcanzado la adultez; seguía haciéndose preguntas, sin concebir, por qué razón a él la adversidad le hostigaba, enfrentándolo a la experiencia sin nombre, dolorosa de perder un hijo en la flor de su vida; literalmente… lo mató en vida. Comenzó al razonar y tratar de buscarle “la punta al hilo”. Estaba consciente, era inevitable no lidiar con esa realidad, que tarde o temprano tocaría también a su puerta. Pero lo que aún no comprende, ni comprenderá, es porqué, el destino o los designios del creador actúan de esta manera. En innumerables ocasiones llegó a creer que no estaba en los planes de dios. Entender que la vida no es fácil, entró en un grado de conciencia, supuso que la vida es una especie de relato corto, donde cada personaje es independiente, es un sueño que culmina cuando despertamos. Tener la sabiduría para entender que solo somos pasajeros hacia un largo viaje, sin regreso, tocará llegar a viejo con los recuerdos intactos, esperanzados para no perder el camino hasta sus anhelos. Máncora y el Sr. N. MANUEL ARBOCCÓ DE LOS HEROS Entonces yo no tengo problemas con el alcohol, yo tengo problemas con la pena, le dijo el paciente en un arranque de lucidez a su psicoanalista. Tras casi seis meses hablando de sus padres, sueños, rivalidades, defensas, frustraciones, deseos y miedos, el Sr. N. había concluido que lo que más lo inhabilitaba para vivir mejor era la inmensa pena por el niño que fue, a su juicio un niño involuntariamente solitario y triste que sobrevivió entonces aprendiendo a apartarse de todo y de todos y a ponerse a buen recaudo. Aunque esos tiempos ha habían transcurrido hace un par de décadas y aunque esa maniobra ya no era hoy lo suficientemente útil y placentera, no sabía cómo diablos hacer para acercarse a los demás y confiar un poco más en ellos. Y su psicoanalista, la verdad, tampoco lo sabía bien y se lo dijo así: debes confiar más en tu intuición. Vaya problema. Pero al menos el tema iba quedando al descubierto y el Sr. N. había leído alguna vez que lo primero en terapia, es ir siendo consciente de lo que nos trae mal. Cansado ya de la fluoxetina y del alprazolam de los médicos y animado por su analista, decidió un par de meses después aceptar un viaje a Máncora, aprovechando las vacaciones de diciembre, rumbo a la casa de unos generosos amigos del trabajo que hacía años lo venían invitando a pasar una semana con ellos. Luego de casi dos semanas de vacaciones, que finalmente se extendieron un poquito más, donde tomó el sol, nadó, conversó, bailó, pescó, jugó, se carcajeó, durmió hasta tarde, cantó, se embriagó y almorzó riquísimo, algo ocurrió en el mundo privado del Sr. N. En su jodido inconsciente, como le dijo una vez su simpático terapeuta. Ahora bien, ese fue el inicio de otros paseos, otras salidas, un ascenso laboral, más reuniones, una mascota amorosa y divertida que decidió adoptar, una mudanza de su antiguo y pobretón departamento por uno nuevo y más vital y de una bella relación de pareja con una guapa mujer que valió absolutamente cada momento durante los diecinueve felices años que vivieron juntos antes del fatal e irremediable accidente. Pánico nocturno DAVID MISARI TORPOCO Ludwing despertó con un sudor frío de su cama, miró su reloj y eran las tres y treinta de la mañana. Rápidamente, salió de la cama y se fue a tomar un vaso con agua. Al igual que varias noches, no podía conciliar el sueño desde que le dijeron que un desquiciado asesino andaba suelto por la calle y que este tipo era capaz de matar a cualquier persona que deambulaba tranquilamente. Una vez que terminó de tomar el agua, se dirigió al baño y se paró frente al espejo. Al ver su rostro, se dio cuenta que su cara reflejaba el miedo, el pánico y un gran temor de ser la próxima víctima de ese sanguinario asesino. No obstante, mientras seguía mirando su rostro frente al espejo, recordó que hace solo dos días, él estaba caminando por un pasaje y presenció como el asesino estranguló a un anciano y luego de matar al pobre hombre, se fue caminando entre risas. Ludwing presenció este horrendo crimen y mientras seguía contemplando su rostro, empezó a sonreír y luego a reírse con grandes carcajadas. Una vez que paró de reír, dijo: «Pero ¿de qué me asusto? Si yo soy el que estranguló a esa escoria humana». Ajuste de cuentas ELIANA SOZA MARTÍNEZ BOLIVIA Pequeñas patas peludas recorriendo la pared inmaculada de mi habitación, cuerpos babosos resbalando por la cabecera, caparazones multicolores pintando la lámpara, zumbidos de alas rozando mi oreja y millones de ojos mirándome. ¿Cómo entraron? ¿Qué quieren de mí? Son preguntas que me hago aterrada debajo de mis sábanas, sacando de vez en cuando la cabeza, para ver si solo es mi imaginación o una pesadilla, pero un batallón de soldados de seis patas trae sobre sus cuerpos a sus compañeras muertas y las deja sobre mí, con un reproche sordo. Entonces, recuerdo la tarde en la que usé todo el insecticida, en lo que creí que era un hormiguero. Reclamo URSULA AGÜERO Juan estaba abrumado por su desempleo y todas las necesidades de su familia que debía cubrir. Mientras fumaba un cigarrillo y veía el humo que éste despedía hasta el cielo, desafió al creador con cierta soberbia: ¿no que tú nos has puesto en este mundo para ser felices? De pronto volvió su rostro hacia las noticias que daban en la tele. ¡La guerra había empezado! las imágenes no cesaban: casas destruidas, miles de soldados heridos, pueblos desolados, niños descuartizados por las bombas. En ese instante sus ojos se volvieron a su pequeño de cuatro años quien le sonreía mientras jugaba con su madre. Esta vez, el hombre levantó la mirada hacia el cielo y agregó – está bien… no era en serio. Sin nadie JHONN CÉSAR VILLAFANA HUERTAS El cura: Acá, en presencia de pocos, despedimos a este gran hombre y le pedimos al señor que lo tenga en su gloria. El administrador de la residencia: Aquí, en esta tarde lluviosa, despedimos a su compañero, el señor Mario. Su muerte dejará un gran vacío en la residencia, pero no en los corazones de sus compañeros y de los trabajadores que lo conocimos. Un anciano: Acá yace un buen hombre, un buen padre, un buen esposo y un buen compañero, y que por ser bueno y sacrificado… hoy yace un fracasado. Hoy se despiden de él un hombre que fue contratado para leer una biblia, un hombre con risa en el rostro que se alista para ingresar a un nuevo cliente a la habitación que dejó don Mario en la residencia… y yo. Hoy, don Mario, se reúne nuevamente con su esposa, pero nunca más, ni siquiera hoy… con sus hijos. Pretendió reunir por última vez a sus hijos, de quienes no sabía nada desde hace varios años y nunca lo visitaron. Los extrañó mucho que decidió beber un veneno para que, así pensó él, vinieran a despedirse… pero fracasó. Adiós, amigo. Un león en la piscina EVA VELÁSQUEZ LECCA Tres amigas disfrutaban una tarde de verano en la piscina privada de una casa en La Molina. De pronto, apareció un león mitológico. Lo abrazaron, acariciaron su pelaje y jugaron con él. Siete de la noche, las chicas bailaban mambo five con un león mojado y beodo en la piscina. Los vecinos se quejaron por el bullicio. El león alzó sus patitas y sus garras enviaron escarcha que hizo dormir a toda la ciudad. La juerga continuó por varios meses con nuevos invitados del león que llegaron de Marruecos, muy elegantes, con abundante bebida y joyas finísimas. NUESTROS LIBROS LOS PUEDES ENCONTRAR Virrey de Miraflores: Bolognesi 510 –Miraflores Librería Sur: Av. Pardo y Aliaga 683-San Isidro Librería Pontificia Universidad Católica del Perú: Av. Universitaria 1801-San Miguel Communitas: Calle Dos de mayo 1690-San Isidro Inestable: Calle Porta 185-Miraflores Librería Iturriaga: Calle Borgoño 251-Miraflores Librerías Ibero: De Larco y Espinar Librerías La Familia: Miraflores Libros Peruanos de Virginia Vílchez Librería Escena Libre en el Centro Cultural de la Universidad Católica avenida Camino Real 1075-San Isidro Librería Vallejo & Co; Camino Real 1119-San Isidro Librería Book & Co; Av. El Polo 670 local C-102-Surco Librería Book Vivant; Miguel Dasso 111-San Isidro EVENTO Sábado 8 de enero a las 8pm Presentación: Arquitectura del tiempo Autor: Olger Huamani Presentan: Héctor Ñaupari y Luciano Ácleman/ Modera. Julio Benavides Sábado 15 de enero a las 8pm Presentación: Sensaciones I Autor: Nelson Cardoza Presentan: Héctor Ñaupari y Luciano Ácleman/ Modera. Julio Benavides Vía zoom fan page de la editora ÚLTIMOS TÍTULOS PUBLICADOS Para adquirirlos comuníquese con: JULIO BENAVIDES (editor) CELULAR: 929 297 202 Para publicación escríbanos a: extraico@yahoo.es edicionesvicioperpetuo@gmail.com Sígannos En Facebook: Ediciones Vicio Perpetuo Vicio Perfecto Julio César Benavides Parra