AUTORES TEXTOS Y TEMAS
FILOSOFÍA
Charles Taylor
78
HEGEL
Traducción de Francisco Castro Merrifield,
Carlos Mendiola Mejía y Pablo Lazo Briones
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UNIVERSIDAD
IBEROAMERICANA
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35 Aniversario
1974-2009
-ANTHROPOS
Hegel 1 Charles Taylor; traducción de Francisco Castro Merrifield,
Carlos Mendiola Mejía, Pablo Lazo Briones. -Rubí (Barcelona) :
Anthropos Editorial; México : Uníversidad Iberoamericana ; México :
Universidad Autónoma Metropolitana, 2010
XXII p. 520 p. ; 24 cm.-(Autores, Textos y Temas. Filosofía ; 78)
505-508. Índices
ISBN 978-84-7658-946-5
Bibliografía p.
l. Hegel, Georg Wllhelm Friedrich, 1770-1831 - critica e interpretación 2. Filósofos Alemania L Castro Menifield, Francisco, tr. II. Mendiola Mejía, Carlos, tr. ID. Lazo
Briones, Pablo, tr. IV. Urúversidad Iberoamericana (México) V. Urúversidad Autónoma
Metropolitana (México) VI. Título VII. Colección
T ítulo original en inglés:
Hegel
Primera edición: 20 1 O
© Cambridge University Press, 1975
© Universidad Iberoamericana, 2010
© Universidad Autónoma Metropolitana, 2010
© Anthropos Editorial, 201 0
Edita: Anthropos Editorial. Rubí (Barcelona)
www.anthropos-editorial.c0m
En coedición con la Universidad Iberoamericana, México,
y con la División de Ciencias Sociales y Humanidades. Unidad Iztapalapa
y la Rectoria General de la Universidad Autónoma Metropolitana, México
ISBN: 978-84-7658-946-5
Depósito legal: B. 1 6. 1 21-201 0
Diseño, realización y coordinación: Anthropos Editorial
(Nariño, S.L.), Rubí. Tel.: 93 697 22 96 1 Fax: 93 587 26 6 1
Impresión: Novagrafik. Vivaldi, 5 . Monteada i ReLxac
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Printed in Spain
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tico, electroóptico, por fotocopia, o cualquier otro, sin el permiso previo por escrito de la editorial.
AKAREN
quien llegó al principio y
pensó que esto nunca tenninmia
NOTA DE LOS TRADUCTORES
Haber emprendido esta labor de traducción ha significado una labor tan ardua
como gratifican te. La extensión de la obra, acompañada de la complejidad propia de
un texto que tiene a Hegel como motivo de interpretación, son las principales razones
de dificultad de traducción; la profundidad y la originalidad de la interpretación de
Charles Taylor, son su parte gratificante.
Nuestra pretensión es la de hacer accesible en español este texto clave para la com
prensión critica de Hegel, pero también para la comprensión de una época decisiva en
la conformación de nuestra identidad contemporánea.
Debido principalmente a la extensión del texto, y aunque los tres traductores cola
boramos activamente en la conformación integral del resultado de la traducción, par
8
tes específicas del mismo fueron trabajadas individualmente.1 Así, los capítulos 1 al
fueron desarrollados por Francisco Castro Merrifield; los capítulos 9 a 1 3 por Carlos
Mendiola Mejía y los capítulos 14 a 20 por Pablo Lazo Briones. A esta lógica responde
el orden en el nombre de los traductores.
Por otra parte, deseamos extender un agradecimiento a la Universidad Iberoameri
cana y, en particular, al Dr. Luis Guerrero Martínez, director del Departamento de
Filosofía. Asimismo a la Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa y al Dr. Gus
tavo Leyva, y a Editorial Anthropos, por el apoyo irrestricto que nos ofrecieron para la
publicación de este libro. Quemamos mencionar también la gran ayuda que nos brin
daron Luis Adolfo Gaspar Barrios y Juan Francisco Yedra Aviña en la revisión estilísti
ca de esta traducción, en la confección de la tabla de traducción de los principales
conceptos de la filosofía hegeliana del alemán al inglés realizada por Taylor y al español
en la presente edición, así como en la elaboración del índice de materias que aparece al
final de esta obra. Finalmente, otro agradecimiento a la colaboración de Luis Manuel
Román Cárdenas y de Lucio Usobiaga Hegewisch.
l.
La versión en inglés también fue cotejada, para mayor clarificación, con la versión alemana
cuya referencia es: Charles Taylor; Hegel, trad. de Gerhard Fehn, Frankfurt, Suhrkamp, 1 978.
VII
PRÓLOGO
Perteneciente a la misma generación que Michel Foucault (1926), Jürgen Habermas
y Richard Rorty (193 1 ), Charles Taylor (Montreal, 193 1 )
creció en un medio urbano caracterizado por el encuentro y el conflicto entre dos lenguas
(1929), Jacques Derrida (1930)
y culturas: por un lado, la inglesa (la de su padre)y; por el otro, la francesa (la desu madre).1
Desde el inicio de su actividad filosófica Taylor participó en los problemas y discusiones
políticos surgidos a partir de la coexistencia de estas dos culturas. De especial significación
en su formación fue la realización de una estancia en Oxford a mediados de los años
cincuenta del siglo pasado adonde Taylor se había desplazado para proseguir sus estudios
en All Souls College ( 1956-1961) bajo la dirección, entre otros, de Isaiah Berlin. Impulsado
precisamente por este pensador, Taylor desarrolló en este período un riguroso examen de
la teoría de la acción ofrecida por el conductismo, sirviéndose para ello de una propuesta
de inspiración fenomenológico-existencial aunque realizada con medios provenientes de
la filosofía analítica. Es así que de su estancia en Oxford surgirá su libro 17w Explanation of
Behavior (1964) en el que se encontrarán los lineamientos de una antropología filosófica
que recorrerá desde entonces su pensamiento entero. En esta obra Taylor se propone en
contrar en la filosofía analítica un espacio para una comprensión de la acción humana que
no recaiga en las limitaciones empiristas del conductismo.
Paralelamente a su actividad académico-filosófica, Taylor se ha ocupado también
de problemas políticos y en este sentido debe ser mencionada su participación en la
reorganización del movimiento de izquierda en Inglaterra. Aliado de Doris Lessing,
Edward P. Thompson y Stuart Hall tomó parte en los trabajos de redacción de la revis
ta Universities and the Nevv I..eft de la que posteriormente surgiría la famosa New I..eft
Review donde se elaborarán algunas de las discusiones más importantes de la nueva
izquierda en Inglaterra. A su regreso a Canadá, donde en 1 962 asume una cátedra de
Ciencia Política y Filosofía en la McGill University en Montreal, Taylor participó en la
l. Respecto a la obra de Taylor; véanse: Axel Honneth, «Nachwort», en Charles Taylor; Negative
Freiheit. Zur Kritik des neuzeitlichen Individualismus, Frankfurt: Suhrkamp, 1992, 295-314; James Tully
y Daniel M. Weinstock (eds.), Philosoplzy in an Age of Pluralism: The Philosoplzy of Charles Taylor in
Question, Cambridge: Cambridge University Press, 1995; Hartmut Rosa, Identitiit wzd kulturelle Praxis.
Politische Philosophie nach Charles Taylor, Nueva York y Frankfurt: Campus, 1998; Ruth Abbey, Charles
Taylor, Princeton, NJ: Princeton University Press, 2000; Ingeborg Breuer; Charles Taylor, Hamburgo:
Junius, 2000; Nicholas H. Smith, Charles Taylor: Meaning, Morals and Moderrzity, Cambridge: Polity
Press, 2002; y, en castellano: Pablo Lazo, lnte1pretación y acción. El se1ztido lzemzenéutico delpmsamien
to ético-político de Charles Taylor, México: Ediciones Coyoacán, 2007.
IX
construcción del primer partido socialdemócrata en este país inspirado por las ideas
de un socialismo comprendido democráticamente.
El trabajo filosófico de Taylor se ha abrevado tanto de la tradición analitica como de la
continental. En efecto, a una sólida formación en la tradición analítica de Oxford, Taylor
añade una apropiación productiva de la filosofía continental (especialmente de la fenome
nología y la hermenéutica) al igual que una fructífera recepción de a filosofía clásica ale
mana -particularmente de Herder y Hegel. Su obra puede ser considerada por ello como
�
un puente entre la filosofía anglosajona y la continental y caracteri da por una reflexión
�
persistente sobre lo que significa ser un ser humano. En este sentido debe d tacarse la
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concepción que Taylor tiene de la persona humana. En efect , el concepto que el ofrec de
�
�
ella se despliega en una polémica contra la tentación naturalista que se afana en reducrr al
ser humano a una parte de una naturaleza comprendida en forma mecanicista que termi
na por concebir a las diversas actividades humanas como las de un ser natural que se
caracteriza a su vez por la posesión de propiedades específicas:
Mi critica a la época moderna concierne justamente a este embrujo
(Verhexung) -con
ello uso [ ... ] una palabra de Wittgenstein- mediante el modelo de las ciencias naturales.
El hombre aparece como objeto de las ciencias naturales y con ello se le olvida por com
pleto como actuante, como un interpretante de sí mismo en su acción. Este modelo de
pensamiento está ampliamente extendido y perturba en muchos planos nuestra auto
�
�
:U: con frecuencia
comprensión, p. ej. en la psicología, en las ciencias individual s del hombre, pero
bién en preguntas tecnológícas o políticas. Tenemos la tendencia a actu
según un modelo objetivante, p. ej. cuando intentamos abordar la política en un plano
tecnológico. Yo comencé con una sucesión completa de criticas regíonales a este modelo,
�
pero en último término hago el intento de explicar la fuerza de atracción de este erro [...]
�
Se tiene que investigar por así decirlo en las más profundas fuentes de la moderrudad
para comprender las fuentes de este embrujo.2
En oposición a toda suerte de tentativa naturalista, Taylor subrayará el rol constitu
tivo que le corresponde a la actividad de interpretación y autointerpretación en la cti
�
vidad humana. Precisamente en este sentido definirá al ser humano como «un ammal
que se interpreta a sí mismo (a self-interpreting animal)».3 De este modo, los deseos,
�
preferencias e intenciones subjetivos y su evaluación - esto es, lo elementos e los ue
�
�
parte toda explicación de la acción humada formulada en el medio del lenguaJe ordina
rio-pueden ser comprendidos, según Taylor, como diversas formas de la autocom
prensión personal, como interpretaciones que los sujetos tienen de sí mismos. De este
modo, el rasgo fundamental característico del modo de ser de los seres humanos, aquel
que los distingue del resto de los seres vivos, residirá justamente en est mod de
?
�
reflexión interpretativa que los sujetos realizan sobre sus deseos, preferencias y fines.
Un segundo paso en esta concepción del ser humano se realiza tan pronto Taylor seña
la que este acto hermenéutico de autointerpretación de los individuos sólo puede ser
realizado en el interior de una tradición cultural y sus valores e ideas rectoras, que se
encuentran articulados en el orden del lenguaje. Es a este horizonte de relaciones so-
ciales, normativas y valorativas articuladas lingüísticamente, en el que se encuentra
anclado por principio el ser humano, al que Taylor dedicará su reflexión entera.
Quizá los señalamientos anteriores encuentren una adecuada expresión en el modo
en que el propio Taylor ha caracterizado su propia actividad. En efecto, en la introduc
ción al segundo volumen de sus Philosophical Papers ,4 Taylor anota que los ensayos en
apariencia tan diversos ahí reunidos son en realidad «el trabajo de un monomaníaco
(the work ofa monomaniac )», pues hay un único tema que los recorre y enlaza a todos,
a saber, el de una «antropología filosófica (philosophical anthropology) >>. 5 En una direc
ción análoga caracterizará posteriormente, en su prefacio a Sources of the Self, al pro
yecto teórico desarrollado en esa obra como la tentativa por escribir y articular la
historia de la identidad moderna (history of tJw modem identity )6 -y con ello Taylor
quiere decir la totalidad de la comprensión, la mayoría de las veces inarticulada, de lo
que es el agente humano.
***
Los estudios sobre Hegel han reconfigurado el debate y los tópicos de la filosofía
actual hasta tal grado que no tememos aseverar que este pensador se ha convertido,
tras más de doscientos cincuenta años de su muerte, en un interlocutor activo e indis
pensable hoy día. La presente traducción del Hegel de Charles Taylor, en opinión de
muchos el libro mejor trabajado por éste y desde donde edifica sus ideas posteriores,
constituyó una lectura novedosa de la obra del gran filósofo alemán en el momento en
que apareció en el mundo anglosajón ( 1 975), y ahora lo será, estamos seguros de ello,
en el mundo hispanoamericano. Esta primera traducción al castellano sigue a las que
ya se habían realizado al alemán (Frankfurt: Suhrkamp, 1 978), al sueco (Estocolmo:
Symposion Bokforlag, 1 986) e incluso al chino (Yilin Press, 200 1 ), y por supuesto sigue
a las diecisiete reimpresiones del original en inglés que durante más de treinta años se
han agotado en el mundo entero. Esto nos da una idea de la dimensión de la obra que
el lector tiene en sus manos, que es ya un clásico de los estudios hegelianos.'
Si a lo anterior agregamos la peculiaridad de los puntos de vista adoptados en esta
monumental investigación, podemos anunciar que los estudiosos de la propuesta he
geliana en Hispanoamérica encontrarán en las abundantes páginas por venir una in
terpretación distinta a las acostumbradas, incluso reacia a las lecturas aceptadas como
canónicas o reafirmadas como la comprensión única del corpus hegeliano. Los pe
netrantes estudios y ex-plicaciones que lleva a cabo Charles Taylor de las obras del autor
de la Fenomenología del Espíritu, van acompañados siempre de una reflexión adicional
propia que lo pone en el centro de la discusión de problemas actuales tan acuciantes
como la posibilidad misma de un sitio para la razón en un mundo que se presenta a
primera vista como totalmente ajeno a ella y a todo orden o lógica, o como la posibili
dad de hablar de un «nosotros» o de una dimensión de Sittlichkeit en entornos sociales
ibíd.,
2. «Der Irrtum der desengagierten Vernunft. Ein Gespdich mit Charles Taylor», en Ingeborg
Welten im Kopf. Profile der Gegemvmtsphilosophie, vol. 3,
6. Cf. Charles Taylor, Sources of the Self. The Making of the Modem Jdentity, Cambridge, MA:
Harvard Univ. Press, 1 989, i:x.
7. De la extraordinaria importancia de esta obra dan testimonio reseñas como las de Stanlev
Human Agency and Language,
Rosen (en forma muy crítica con respecto a la lectura que hace Taylor de Hegel, en
vol. 12, Bonn: Bouvier, 1 977, 245-249) y Nobert Waszek (en
vol. 1 7, Bonn: Bouvier,
Breuer, Peter Leusch y Dieter Mersch,
Inglaterra/EE.UU./Hamburgo, 1996, 1 97.
3. Charles Taylor, «What is Human Agency?», en Charles Taylor,
Philosoplzical Papers 1, Cambridge: Cambridge University Press, 43.
X
Philosophy and the Human Sciences, Philosophical Papers IJ, Cambridge:
- Cam-
4. Charles Taylor,
bridge University Press, 1 985.
5. Cf.
l.
Hegel-Studien,
Hegel-Studie;;,
1 982, 227-229).
XI
ideológicamente divididos y <<atomizados» por comunitarismos extremos en nombre
de la raza, el credo religioso o la filiación política.
Antes de hablar del plan de la obra en general y de sus novedosas peculiaridades de
perspectiva, pennítasenos enfatizar su trascendencia al traducirse al castellano por
primera vez. La lectura acostumbrada de la obra de Hegel en España y Latinoamérica,
al menos hasta la segunda mitad del siglo XX, estuvo bajo la sombra de ciertas interpre
taciones del marxismo que en ocasiones desviaban la atención hacia aspectos demasia
do generales del pensador alemán, tomados sólo como trasfondo de referencia de la
propuesta marxista, y que, en el peor de los casos -por desgracia acaso el más fre
cuente en Latinoamérica- consistía en una franca denostación y malinterpretación
de Hegel por motivos meramente ideológicos, acusándolo ya fuera de pensador <<idea
lista>> enemigo de la revolución o de defensor del Estado totalitario prusiano frente a
quien había que poner en marcha, siguiendo la divisa planteada en la undécima tesis
sobre Feuerbach, una filosofía <<transformadora del mundo>>; en este caso Hegel era
presa de una suerte de propagandismo doctrinario completamente ajeno a su pensa
miento, propio de una ortodoxia socialista más o menos dogmática.
A partir de la segunda mitad del siglo pasado, Hegel empieza a ser leído desde Hegel
mismo, suelta amarras del ancla de su ideologización y se comienza a reinvettir la famosa
inversión marxista. Es el momento de dejar atrás lo que podemos llamar la <<cruzada antihe
geliana>>, de la que participaron, además del marxismo, también el existencialismo, la feno
menología en cierta medida, el positivismo y el incipiente análisis lógico del lenguaje antime
tafísico, y aún hoy ciertos epígonos de posiciones posmodernas como las de Gilles Deleuze,
Jacques Derrida o Michel Foucault. A contrapelo de esta enorme corriente antihegeliana, en
estos años se comienzan a traducir los textos centrales del filósofo directamente del alemán,
de forma verticinosa sobre todo en las décadas de 1970 y 1980 -<.:on el admirable antece
dente de dos
ducciones argentinas muy anteriores, la Poética (Espasa-Calpe, 1 947; se
trata de una parte de la Estétic;¡) y las Un� fundamentales de la Filosofía del Daeclw (Revis
ta de Occidente, 1935). También se comienzan a producir las mejores investigaciones de
comentaristas calificados entre los que destacan los muy tempranos pero portentosos Géne
se et st;ucture de la Phenomenologie de l'esprit de Hegel, de Jean Hyppolite ( 1 946) y; en lengua
inglesa, de H. Marcuse, Reason and Revolution: Hegel and tlw Rise o{Social Tlw01y ( 1941 ); en
Fl cia, Introduction a la lecture de Hegel, de A Kojeve ( 194 7); en Alemania, el importante
Subjekt-Objekt, Erliiutenmgen zu Hegel de E. Bloch (1951) y Hegels Dialektik, de Gadamer
(1971); en España, Del Yo al Nosotros. Lectura de la Fenomenología delespíritu de Hegel (1979),
de Ramón Valls Plana y, del mismo Charles Taylor, esta obra en 1 975 y su versión abreviada
titulada Hegel arzd Modem Society (1979, cuya traducción al castellano aparece en FCE,
1983). No está por demás mencionar que las traducciones de la mayor parte de estos libros
aquí como una tentativa paradigmática por <<[.. ] realizar una síntesis que la generación
romántica estaba buscando a tientas: combinar la libertad racional y autorregulada del
sujeto kantiano con la unidad expresiva ínsita en el hombre y con la naturaleza que la
.
época anhelaba>>.8 Taylor muestra el modo en que el propósito central que animaba al
proyecto hegeliano puede ser considerado así como sumamente actual. En efecto, tanto
en el siglo XIX como en el XX se plantea la pregunta por el modo en que sería posible
analizar y reconciliar la comprensión ilustrada y naturalista de la razón con la visión
romántico-expresivista defendida por el romanticismo.9 Esta oposición se coloca en el
horizonte de un plexo de tensiones cuya resolución y eventual superación constituye el
motor que anima a la propia filosofía hegeliana. Se trata de la oposición entre sujeto y
objeto, razón y entendimiento, hombre y naturaleza, individuo y sociedad, etc.:
Éstas son entonces las oposiciones que la filosofía debe superar, entre
el sujeto conocedor
y su mundo, entre la naturaleza y la libertad, entre el individuo
y la sociedad, entre el
espíritu finito y el infinito, o entre el hombre libre y su destino. Para
la filosofía, superarlas
es p r s mesto discernir cómo las oposiciones se superan ellas
mismas. Y «Superar» aquí
� _u�
.
no significa srmplemente «deshacer»; no hay interés en regresar a
la conciencia primitiva
anteror a la separación del sujeto y la naturaleza. Por el contrario
, la aspiración es retener
los frutos de la separación, la conciencia racional libre, mientras
se reconcilia ésta con la
unidad, o sea, con la naturaleza y con la sociedad, con Dios y con
el destino.10
Sin embargo, y ésta parece ser una parte del balance final que Taylor extrae de su
análisis de Hegel, este ambicioso proyecto de síntesis parece fracasado:
Pero con toda esta atención enfocada en Hegel, su verdadera síntesis está muerta del
todo. Esto es, nadie cree en realidad en su tesis ontológica central, que el universo es
depositado por el Espíritu, cuya esencia es la necesidad racional.11
tra
�
tardaron entre veinte y cuarenta años en aparecer en el mundo hispanoamericano.
Las mencionadas traducciones y estudios sobre la obra de Hegel lo rescataron de
un enviciamiento de lectura cuyo mayor peligro, como hemos dicho, era el de no leer
a Hegel desde él mismo. Cada una de estas investigaciones abre el sentido de la obra
li
hege ana desde su peculiar perspectiva y enfatizando sus propios objetivos de inter
pretación. El libro de Charles Taylor que ahora presentamos pertenece por supuesto
a esta rica coniente de nueva lectura del pensamiento de Hegel. Hablemos un poco
de los rasgos más relevantes de esta interpretación.
En esta monumental obra sobre Hegel, Taylor se propone analizarlo en el horizonte
tanto de las tensiones que han caracterizado a la modernidad como de las tentativas de
solución y reconciliación que se han propuesto ante las mismas. La de Hegel se plantea
XII
Ciertamente que ha habido críticas a la lectura que Taylor hace de Hegel. Así, p. ej., se
han subrayado especialmente los problemas que derivan del enfoque <<expresivista>> desde
el que Taylor aborda a Hegel y de la interpretación que de dicho enfoque se deriva que lo
llevan, p. ej., a una sobrestimación del influjo que pudo haber ejercido Herder sobre el
autor de la Ferwmeme;wlogía del Espíritu.12 Ello conduce a su vez a Taylor a centrar el
análisis que Hegel hace de la polis griega especialmente en la comprensión que el pensador
alemán habría hecho de ella como una unidad ante todo expresiva, diluyendo con ello las
posibles diferencias entre la expresividad antigua y la moderna (romántica) y dejando de
.
8. Cf. 471 de esta edición .
9. Dejamos aquí planteada la pregunta en torno a en qué medida
no parece ser ésta la preocupa
, que recorre
CIOn
buena parte de la reflexión del maestro de Taylor, Isaiah Berlin.
Véase p. ej. , Isaiah
.
Berlin, Vico and Herder: 1\vo Studies in tlze Hist01y ofIdeas,
Londres, Hogarth Press, 1 976; Agaii!St tlze
Cun·ent: essays in tlze Hist01y ofIdeas, Londres, Hogarth Press,
1 979; al igual que el libro, elaborado
entre 1 950 Y 1952, pero publicado póstumamente en
2006, Política! Ideas in tlze Romantic Age, Prin
ceton, NJ: University of Princeton, 2006.
10. Cf. 69 de esta edición.
1 1. Cf. 470 de esta edición.
1 2. Sobre este punto insisten tanto Stanley Rosen como
NobertWaszek en sus respectivas rese
_
n a as que ya nos hemos referido anteriorm
�
ente en la nota 7.Waszek apunta que la importancia
atnbUida a Herder en la interpretación de Taylor
proviene directamente de Isaiah Berlin quien,
como se sabe, se empeñó en estudiar la significa
ción de Herder en el pensamiento europeo. Véanse:
Rosen, 1 977: 246-247; yWaszek, 1 982:2
28.
�
XIII
lado el diferenciado tratamiento que Hegel hace del mundo griego en el marco de la lógica,
la ontología y aun la psicología de Platón y Aristóteles. Esta gran significación atribuida a
Herder lleva a Taylor, además, a comprender la intención del proyecto de Hegel como una
gran tentativa por establecer una unidad entre Rousseau, Kant y Herder -esfuerzo que se
rolongaría, según Taylor, incluso hasta el propio Marx-13 y no tanto como un intento por
superar la oposición entre la antigüedad y el mundo moderno y, de ese modo, las tensiones
v los conflictos del propio mundo moderno.
No obstante, no es posible negar que la interpretación que Taylor ofrece de Hegel es
realmente original y ambiciosa; aborda pausadamente, y estudiándolos en detalle, los
principales temas del corpus hegeliano; su pretensión especulativa general (que nunca
quiere decir, lo aclara Taylor, una pretensión abstracta o «idealista», sino precisamente
encamada en el mundo v su historia), la Fenomenología, la Lógica (en la que explora
primordialmente la dialéctica), la historia y la política (incluido por supuesto el dere
cho) y, por último, el gran proyecto de la metafísica del Espíritu Absoluto, y su desplie
gue en el arte, la religión y la filosofía absoluta. Visto desde esta perspectiva abarcan te,
�l libro puede considerarse una síntesis magníficamente hecha del pensamiento hege
liano y una interpretación desde Hegel mismo (cabe subrayar que Taylor estudia la obra
hegeliana en su versión original en alemán y, cuando la cita, hace sus propias traduc
ciones). Es ésta, digamos, una lectura vertical en profundidad. Pero paralelamente,
como ya señalábamos anteriormente, el pensador canadiense va enhebrando una lec
tura horizontal adicional en la que cobra cierta distancia respecto a Hegel mismo y
elabora los conceptos de tal modo que nos ofrece, entreverada con Hegel pero más de
una vez más allá de Hegel, su propia propuesta. Esta propuesta puede ser expuesta en
tres aspectos en donde se concentra su peculiaridad: en primer lugar, Hegel permite
interpretar nuestra época moderna, nuestro yo o identidad modernos, como un com
plejo «expresivista-ilustrado>> ; en segundo lugar, la dialéctica del filósofo alemán puede
pensarse en términos hermenéuticos sin menoscabo de su dynamis esencial, esto es,
puede extenderse a partir de su reflexión una «hermenéutica dialéctica>> ; finalmente,
en tercer lugar, quizá la consideración más polémica para algunos lectores conservado
res, puede pensarse la idea de la Sittlichkeit, la eticidad, como algo asequible en nues
tros días a condición de dejar de lado el proyecto metafísico absoluto de Hegel.14
Sólo unas líneas más sobre cada uno de estos aspectos a modo de invitación a la
lectura de este libro. Como ya lo apuntábamos más arriba, el giro cultural romántico, y
su gran crítica a la cultura ilustrada v sus abusos racionalistas, se lo apropiará Hegel de
un peculiar manera, justamente q�eriendo equilibrar las principales demandas de la
crítica romántica -la afirmación de la realización expresiva de todas las cosas, y por
tanto su sentido holista de fondo- con las demandas de su propio sistema racional, el
orden y la necesidad de todo lo existente según un devenir histórico racionalmente justi
ficado. Charles Taylor insiste en que en Hegel se han sintetizado coherentemente la de
manda romántica por la vida y su expresividad sin límites, p. ej. derivada de las principa
les corrientes artísticas y simbólicas del siglo XVII (y en esto Hegel piensa en consonancia
con Herder), 15 y la demanda ilustrada de libertad y autonomía irrestrictas, que Kant y el
p
;
13. Cf. 357 de esta edición.
1 4. Estas ideas del pensador canadiense sobre Hegel se encuentran desan·olladas en: Pablo Lazo,
bzte1pretación y acción. El sentido lzennenéutico del pensamiento ético-político de Charles Taylor, Edi
ciones Coyoacán, México, 2007, cap. Ill.
1 5 . Cf. 12-26 y 70-73 de esta edición.
XIV
neokantismo hicieran centrales. De aquí obtendrá el pensador canadiense la inspiración
no sólo para una interpretación novedosa de la obra hegeliana, sino para una de sus más
conocidas p opuestas: la identidad o yo moderno tiene sus «fuentes>> en el complejo
�
entrecruzamiento de líneas de crítica romántica, ubicadas en el ámbito privado de los
sujetos modernos, y de líneas de renovación ilustrada de aspectos públicos. Nuestro yo
moderno se configura de modo siempre complejo entre estas dos grandes corrientes
culturales, y Hegel contribuyó en gran medida a definir este estatus nuestro.1ó
En lo que concierne al segundo aspecto novedoso de explicación de Hegel que ofre
ce este libro, la posibilidad de hablar de una «dialéctica hermenéutica>> , hay que decir
que Taylor trabaja sobre el campo ya cultivado por Hans-Georg Gadamer; como éste,
insiste en que la dialéctica hegeliana no puede ni quiere ser sólo un método abstracto,
sino que atiende al principio general de la propuesta de Hegel: la encamación del Con
cepto en el mundo, en su transcurrir por oposición, crítica y renovación en los fenóme
nos culturales, o si se quiere, atendiendo a la voz Aufhebung, por superación del mo
mento anterior al tiempo que rescata lo mejor de él en una conservación, proceso que
tiene su verificación en la concreción de las cosas mismas, de la historia de los pueblos,
de la evolución de las ideas, de la aparición de los grandes personajes o héroes, incluso
en el concreto devenir de la vida y la muerte de cada uno de los hombres que, aunque
no lo adviertan claramente, sirven a los fines del Espíritu, que se vale de sus pequeños
acontecimientos cotidianos mediante la astucia de la razón para llegar a realizarse
plenamente. La propuesta tayloriana va en el sentido de afirmar que este proceso dia
léctico no es ajeno a un giro cualitativo, de corte hermenéutico, entre la no-conciencia
y la advertencia, es decir, la dialéctica se cumple sólo en el proceso interpretativo del
llevar lo implícito a lo explícito que, a su vez, sólo ocurre de forma negativa, en la
dialéctica de oposiciones y tensiones que se dan en el horizonte de la historia.17
Por último, y enlazado con los dos aspectos anteriores -y es aquí donde residiría la
otra parte del balance final que Taylor hace del proyecto hegeliano-, Taylor defiende
que nuestra recuperación cultural (y no sólo teórica) de Hegel sólo puede llevarse a
cabo de manera histórica, localizada o encamada en un espacio y un tiempo particula
res. Con ello se hace imposible seguir, como ya se señalaba anteriormente, esa suerte
de plan cósmico absoluto de Hegel, su metafísica teleológica -como Taylor los carac
teriza-, que al final saltan por encima de las condiciones históricas que Hegel mismo
colocó desde el principio como camino de reflexión. Hemos de seguir a Hegel más
bien, insiste Taylor, en su vocación de concreción histólica y en s fina des Iipción
dialéctica, pero ya no en su sobrestimación de los alcances de la razón y el anuncio de
un fin de todo el proceso en un autorreconocimiento sin límites del Espíritu Absoluto.
En lugar de ello, se propone el lugar de un reconocimiento posible en un mundo con
creto y actual, y llevado a cabo por agentes igualmente determinados por su época y
cultura, lo que llama Taylor Sittlichkeit postindustrial. 18 El «malestar>> que comparten
nuestras sociedades, caractelizado por la falta de reconocimiento e identificación con
;
;
las instituciones públicas, por su «atomismo>> o individualismo exacerbado, por sus
desviaciones en las prácticas de autenticidad, de tolerancia, de discriminación, de agu
da alienación, etc., podría ser aliviado con la reactualización de una Sittlichkeit o etici1 6. Cf. el capítulo I de esta edición. También Taylor, Sources o{ the Self The lvlaking of J'vlodem
Identity, Harvard, 1989, cap. 12.
17. Cf. e l capítulo VTII d e esta edición.
1 8. Cf. 401 de esta edición.
XV
dad apropiada a estos problemas, con un proceso de reconocimiento ético-hermenéu
tico en donde el ingrediente esencial sea el sentido de una subjetividad situada, de un
«nosotros» aún posible. 19 Es en este sentido que Taylor realiza una suerte de balance
final de la filosofía de Hegel en los siguientes términos:
PREFACIO Y AGRADECIMIENTOS
Y en la medida en que esta búsqueda de una subjetividad situada toma forma filosófica, el
pensamiento de Hegel será uno de sus puntos de referencia indispensables, ya que aunque
su visión ontológica no nos pertenece -de hecho parece negar el problema mismo como
ahora lo comprendemos- las obras de Hegel nos proveen de uno de los intentos más
profundos y de mayor alcance de idear una visión de la subjetividad encarnada, del pensa
miento y la libertad surgiendo de la corriente de la vida, encontrando expresión en las
formas de existencia social, y descubriéndose a sí mismas en relación con la naturaleza y la
historia. Si el intento filosófico de situar la libertad es el intento de ganar una concepción
del hombre en la que la acción libre es la responsable de lo que somos -o de un llama
miento que llega a nosotros, sólo de la naturaleza o de un dios que se encuentra también
más allá de la naturaleza-, entonces siempre volverá, más allá de las conclusiones de
Hegel, hacia sus vigorosas y penetrantes reflexiones sobre el espíritu encarnado.20
Tomando estas indicaciones como meras orientaciones iniciales, invitamos, pues,
al lector iberoamericano a comenzar este estudio erudito, polémico y novedoso para el
estado de la cuestión actual de los estudios hegelianos.
Finalmente, deseamos expresar nuestro agradecimiento a las autoridades de la
Universidad Iberoamericana, a las de la Universidad Autónoma Metropolitana, espe
cialmente a su ex rector general, Dr. José Lema Labadie, y al Dr. Enrique Pablo Alfonso
Fernández Fassnacht, actual rector de esta institución, al igual que al Mtro. Daniel
Toledo Beltrán y al Mtro. Raúl F. Hernández Valdés, ex coordinador y coordinador
general de Difusión, respectivamente, al Dr. Álvaro Ruiz Abreu y al Mtro. Bernardo
Ruiz, ex director y director de Publicaciones y Promoción Editorial de esta misma
institución, al Dr. Javier Velázquez Moctezuma, rector de la Unidad Iztapalapa, y a la
Editorial Anthropos, por el apoyo irrestricto y generoso que brindaron para hacer po
sible la publicación de esta obra.
PABLO LAZO BRIONES
Universidad Iberoamericana, México
GUSTAVO LEYVA
Universidad Autónoma Metropolitana, México
Éste es otro intento de exponer a Hegel. Supongo que seria superfluo y posiblemen
te inútil tratar de justificarlo desde f uera. Vale más la pena observar las dificultades
que acosan a tales intentos.
La empresa puede desviarse en uno de dos posibles caminos. Uno de ellos puede
terminar siendo terriblemente claro y sonar muy razonable pero al costo de distorsio
nar, e incluso de aligerar a Hegel. O puede uno permanecer fiel pero impenetrable, de
modo que al final los lectores volverán con alivio al texto para poder comprender el
comentario.
El lector tendrá que juzgar si he tenido éxito en evitar alguna o ambas de estas tram
pas. Pero me gustaria explicar ahora cómo lo intenté. La primera parte de este libro es un
intento de exponer las líneas centrales de la concepción de Hegel sin confinarme a rrú
mismo en sus propios términos. Reconozco que éste es un intento peligroso. Pero espero
permanecer fiel a las intenciones de Hegel planteando este panorama de su filosofía
respecto a las principales aspiraciones de su generación, a las cuales su visión filosófica
pretendía hacer frente de un modo único.
El capítulo I está dedicado a un intento por describir las aspiraciones de la genera
ción de los jóvenes románticos de la década de 1790, de la cual surgió Hegel y en contra
de la cual se definió. Después de un breve capítulo sobre el desarrollo de Hegel trataré,
en el capítulo III, de presentar un panorama de sus ideas centrales.
En el resto del libro relleno este esqueleto exponiendo las fases mayores de la obra
de Hegel. La parte II está dedicada a la Fenomenología del espíritu. En la parte III,
intento dar cuenta de la Lógica. Ésta es la parte más larga, difícil, y para aquellos que
no están interesados en el detalle de los argumentos de Hegel, la más carente de recom
pensa del libro. Un lector interesado en el alcance general del pensamiento de Hegel, o
más específicamente en la teoria política de Hegel, o en la filosofía de la historia, o en
la concepción de la cultura moderna, puede saltarse esta parte. Pero para cualquiera
que quiera comprender cómo la filosofía de Hegel se autentificaba a sus propios ojos,
y de hecho, cómo está filosofía y su autentificación eran inseparables para Hegel, la
1 9. Cf. el capítulo XX de esta edición.
20. Cf. 499 de .esta edición.
XVI
Lógica se mantiene como indispensable.
La parte IV da una exposición de las filosofías de Hegel de la historia y de la política,
así como de la comprensión que tuvo Hegel, desde mi punto de vista, de los dilemas de
las sociedades modernas. En la parte V observo brevemente las filosofías del arte y de la
religión de Hegel así como su concepción de la historia de la filosofía. Y en el capítulo de
conclusión trato de mostrar de qué manera la filosofía de Hegel es una parte esencial en
XVII
REFERENCIAS DADAS EN FORMA ABREVIADA
la recapitulación del conflicto de interpretaciones a través del cual tratarnos de compren
demos a nosotros mismos como una civilización.
Mis agradecimientos van primero a Isaiah Berlín, Stuart Hampshire y A.J. Ayer, quie
nes me condujeron a esta empresa hace muchos años, más de los que puedo o quiero
recordar. Y estoy muy agradecido a Isaiah Berlín por sus comentarios sobre parte del
manuscrito y por el beneficio de su amplio conocimiento y comprensión de la fase com
pleta del pensamiento y sensibilidad alemanas de la cual brotó Hegel.
Deseo agradecer también a Bemard Williams quien hizo algunas sugerencias de
cambio valiosas, las cuales posiblemente no tomé en cuenta lo suficiente; y a los profe
sores Hermann Boeschenstein, Harold Sarf y Geoffrey Chambers, por sus comentarios
sobre partes del manuscrito.
ABREVIATURA
sw
OBRA
COMENTARIO
Siimtliche Werke, edición Jubilee
a cargo de Hermann Gloclmer,
en XX volúmenes, Sttutgart,
1 927-1 930.
Nohl
Knox
Differenz.
H.Nohl (ed.), Hegels 17zeologisclze
Jugendschriften, Tübingen, 1 907.
T.M. Knox (ed.), EarZv 17zeological
Writings, Chicago, 1 948.
Hegel, Differenz. des Fichte'schen
tmd Schelling'schen Systems der
Philosophie, G. Lasson (ed.),
Colección no publicada de los manuscri
tos de la década de 1 790.
System der Sinliclzkeit, en G. Las
son (ed.), Schriften z.ur Politik und
Rechtsplzilosophie, Leipzig, 1 923.
Jenaer Realplzilosophie, J.
Obra n o publicada del periodo d e Jena.
Traducción de algunos de los temas
deNohl.
Primera obra de Hegel publicada, julio
de 1801.
Leipzig, 1 928.
SdS
Realphilo II
Hoffmeister (ed.), Hamburgo,
1 967.
PlzG
Phiinomenologie des Geistes, edi
ción de G. Lasson, Hamburgo,
1 952.
XVIII
WL
Wissenclzaft der Logik, edición de
G. Lasson, Hamburgo, 1 963.
EL
System der Philosophie, erster Teil.
EN
System der Philosophie,
EG
System der Philosophie, dritter Teil.
Die Logik, SW VIII .
zweiter
Teil. DieNaturphilosophie, SW IX.
Die Philosophie des Geistes, SW X.
Conferencias de Hegel en Jena de 1 8051 806, publicadas por Hoffmeister por
primera vez en la década de 1 930.
La Fenomenología del espíritu publicada
por Hegel en 1 807 al final de su periodo
de Jena.
La Ciencia de la lógica, publicada por
Hegel en 1 8 12- 1 8 1 6 durante su periodo
deNuremberg, también conocida
en ocasiones como «La gran Lógica».
Estas tres obras fueron publicados origi
nal mente por Hegel en 1 8 1 7 bajo el título
Enciclopedia de las ciencias filosóficas en
general, con una segunda y tercera edición
en 1 827 y 1 830. La primera parte es citada
en ocasiones como la «Lógica menor».
El tex'to de referencia aquí esta basado
en la tercera edición, con complementos
de notas de conferencia de los estudiantes.
Las referencias a estas obras son los nú
meros de parágrafos (§...). Los parágrafos
de Hegel se componen de un enunciado
principal, algunas veces seguido por
un comentario ex-plicativo, en ocasiones
seguido a su vez por un complemento
insertado por editores posteriores. Cuando
fue de utilidad hice la distinción en mis
XIX
referencias entre el enunciado principal
y el comentario, y cuando el comentario y
GLOSARlO DE PALABRAS ALEMANAS
UTILIZADAS EN EL TEXTO
el complemento son muy largos, doy la
página de referencia en la edición de SW.
PR
Grwzdlinien der Philosophie des
Rechts, J. Hoffmeister (ed.), Ram
burgo, 1 955, o Hegel's Philosophy
ofMind, T.M. Knox (trad.),
Oxford, 1 942.
ve
Die Vemunfin der Geschichte,
J. Hoffmeister (ed.), Hamburgo,
1 955.
GW
Die Gennanische Welt, G. Lasson
(ed.), Leipzig, 1 920.
Las referencias a este texto, publicado por
primera vez en 1 82 1 , son también número
de parágrafo (§...). Aquí también el texto
principal de un parágrafo está seguido
algunas veces por un comentario explica
tivo (algunas veces referido con una «E»
enseguida del número de parágrafo),
y también algunas veces por un comple
mento insertado por editores posteriores
sobre la base de notas de conferencia.
Usualmente he citado el texto de la edi
ción de Knox, pero las referencias al nú
mero de parágrafo hacen sencillo encon
trar los textos en la edición alemana tam
bién. Alli donde los comentarios y los
complementos son muy largos, he ofreci
do las referencias de páginas de la edición
de Knox.
La parte introductoria de las conferencias
de Hegel sobre filosofía de la historia,
reunidas de distintos ciclos de conferen
cias y notas después de su muerte.
Ésta es la parte conclusiva de las confe
rencias de Hegel sobre la filosofía de
la historia, reunidas en la forma descrita
arriba.
I&I
Die Idee wzd das Ideal, G. Lasson
Parte introductoria de las conferencias de
Hegel sobre estética, de nuevo reunidas
de conferencias después de su muerte.
BRrel
Begriffder Religion, G . Lasson (ed.),
La primera parte de las conferencias de
Hegel sobre filosofía de la religión, reuni
das post mortem de notas de conferencias.
NatRel
Die Natun-eligion, G. Lasson (ed.),
La segunda parte de las conferencias de
Hegel sobre filosofía de la religión, reuni
das post mortem de notas de conferencias.
RelGI
Die Religionen der geistigen Indivi
dualitiit, G. Lasson (ed.), Leipzig,
AbsRel
Die absolute Religion, G. Lasson
(ed.), Leipzig, 1 93 1 .
Leipzig, 1 925.
Leipzig, 1 927.
1 927.
Gphil
XX
(ed.), Leipzig, 1 929.
Geschichte der Philosophie, J.
Hoffmeister (ed.), Leipzig, 1 940.
La tercera parte de las conferencias de
Hegel sobre filosofía de la religión, reuni
das post mo11em de notas de conferencias.
La cuarta parte concluyente de las confe
rencias de Hegel sobre filosofía de la
religión, reunidas post mortem de notas
de conferencias.
La parte introductoria de las conferencias
sobre historia de la filosofía de Hegel,
reunidas post mo11em de notas de confe
rencias.
PALABRA
TRADUCCIÓN
an sich
en sí
für sich
para sí
COMENTARIO
Como términos técnicos de Hegel,
cf. la discusión en el capítulo III . 7.
an und für sich
en y para sí
Aufhebung
supresión o cancelación
Aufklarung
ilustración
Auklarer
el hombre (los hombres)
de la ilustración, ilustrado(s)
bei sich
en casa
Se traduce exactamente al francés como
«chez soi», y tiene también una connota
ción de presencia para el yo.
Dasein
existencia, existente, ser de
terminado, ser ahí
Ding-an-sich
cosa-en-sí
Utilizada por Hegel para designar
la categoría de la Lógica que emerge
de la dialéctica del Ser y la Nada. En este
sentido, es usualmente traducida como
«Ser determinado>>. Cf. capítulo X. l.
Geist
espíritu
Moralitat
moralidad, moral
En el uso especial de Hegel, el término
combina su significado ordinario con
un sentido más raro, de «poner a un lado»
o «presetvación». Sirve así para designar
la transición dialéctica en la que una etapa
más baja es tanto cancelada como preser
vada en la más alta. Cf. capítulo III . S.
Utilizada por Hegel para designar
la subjetividad en tanto retoma a sí
a partir de su encamación; por tanto
también utilizada respecto al espíritu
cósmico, o Dios.
Utilizada por Hegel en contraste a la
Sittlichkeit, para designar la moralidad
sittlich
ético
Sittlichkeit
eticidad
que nos sostiene como voluntades racio
nales universales, independientemente
de nuestra pertenencia (o no pertenen
cia) a una comunidad. Cf. capítulo XIV .
Como términos técnicos de Hegel, desig
nan la moralidad que nos mantiene en
virtud de ser miembros de una comuni
dad auto-subsistente, a la que debemos
lealtad como encamación de lo universal.
Cf. capítulo XIV.
XXI
Sein
el ser
Sollen
deber ser
Verstand
entendimiento
Vemunft
razón
Volk
pueblo
Volks-geist(er)
espíritu(s) del pueblo(s)
Volks-religion
religión de un pueblo
Vorstellung
representación
Wirklichkeit
realidad
XXII
Cf. capítulo XV. l.
Cf. capítulo II.
Como término técnico utilizado a modo
de pensamiento que recae en imágenes
en lugar de ser puramente conceptual.
Éste es el modo de pensamiento propio
de la religión. Cf. capítulo XVII .
Utilizada sobre lo real en el sentido ordi
nario en la medida en que se encuentra
en el cumplimiento de la Idea. Cf. capítu
lo XI.3.
PARTE l
LAS PRETENSIONES DE LA RAZÓN ESPECULATIVA
CAPÍTULO I
EL PROYECTO DE UNA NUEVA ÉPOCA
Hegel nació en
1770, en el momento en que la cultura alemana entraba en un des
und Drang, y cuando la generación que
plazamiento decisivo conocido como el Stunn
revolucionaria el pensamiento y la literatura alemanas a la vuelta del siglo estaba na
ciendo. Hegel pertenece a ésta, la generación <<romántica», como se le ha llamado, un
poco indirectamente. De hecho ese tipo de etiquetas son desorientadoras; había ciertas
pre-ocupaciones que capturaron a los pensadores y a los artistas de esa generación, se
calificaran éstos como románticos o no, pre-ocupaciones que fueron compartidas in
cluso por agudos críticos de los románticos, como lo era Hegel. No podemos compren
der lo que él representa hasta que veamos los problemas básicos y las aspiraciones que
le atrapaban, y que eran las mismas de su tiempo.
Era un tiempo revolucionario, por supuesto. Ésta se ha vuelto para nosotros una
frase cliché, porque la revolución en el mundo se ha vuelto casi una constante de nues
tra experiencia. Pero en la década de
1 790 la revolución tuvo un total impacto, y las
olas del golpe se esparcieron desde París hasta toda Europa; su impacto tuvo tanta
fuerza por ser bi-valente: entre las inteligencias jóvenes de Alemania había un entusias
mo seguido por horror perplejo. Mucho en los escritos de Hegel y de sus contemporá
neos puede ser explicado por la necesidad de hacerse cargo de la dolorosa, perturbado
ra y moralmente conflictiva experiencia de la Revolución Francesa. Pero también tene
mos que comprender algo del medio en que reverberaba este evento epocal, del clima
de pensamiento y sentimiento en el cual la ascendente generación de alemanes jóvenes
y educados se formó y educó.
Posiblemente el modo más económico de bosquejar este clima, o aspectos de él que
pudieran ayudarnos a comprender a Hegel, es delinear un problema central, que insis
tentemente demandaba solución en los pensadores de su tiempo. Implicaba la natura
leza de la subjetividad humana y su relación con el mundo. Era el problema de unificar
dos imágenes indispensables del hombre, que en un nivel tenían profundas afinidades
y que, no obstante, aparecían como incompatibles.
1
Ambas perspectivas surgen como reacciones, y en parte como desarrollos, de la
corriente principal del pensamiento radical de la Ilustración tal como éste se había
desarrollado entre los siglos xvn y XVIII en Inglaterra y en Francia. Con esto quiero
3
decir que la línea de pensamiento que comienza con la revolución epistemológica fue
en parte inspiradora, y en parte beneficiaria de la revolución científica del siglo XVII Se
desarrolló a través de pensadores diversos como Bacon, Hobbes, Descartes, Locke; fue
autentificada por la ciencia de Galileo y de Newion, afianzó su fuerza en el siglo xvm
no sólo como una teoría del conocimiento, sino también como una teoría del hombre
.
y de la sociedad. Sus protagonistas más radicales desarrollaron un atomismo y un
mecanicismo, que algunas veces llegaba hasta el materialismo, para dar cuenta del
hombre y de la sociedad, que se tomaba utilitarismo radical en la ética. Helvétius,
Holbach, Hume, Bentham pueden considerarse representantes de diferentes corrien
tes de este ancho espectro.
Ahora bien, hay muchos modos de leer este movimiento de ideas; la más común es
la que apenas hemos mencionado: que lo que vemos es primordialmente una revolu
ción epistemológica con consecuencias antropológicas. Pero puede ser más relevante
para nuestro propósito si nos concentramos en la noción de sujeto que subyace a esta
revolución desde el principio.
Como innovadores epistemológicos, los modernos del siglo XVII dirigieron su des
dén y sus polémicas contra la ciencia aristotélica, así como contra la visión del univer
so que venía junto con ella en el pensamiento medieval y en el del Renacimiento tem
prano. Las causas finales y su visión asociada del universo como un orden significativo
de niveles cualitativamente diferenciados dieron paso primero a una visión platónico
pitagórica de orden matemático (como en Bruno, Kepler y, en parte, en Galileo), y
finalmente a la visión «moderna» de un mundo con definitivas correlaciones contin
gentes, que deberían ser pacientemente mapeadas por la observación empírica. Desde
el punto de vista moderno, estas visiones tempranas acarreaban una deplorable debili
dad del hombre, una auto-indulgencia en donde él proyectaba sobre las cosas las for
mas que deseaba encontrar, en las cuales pudiera sentirse completo o como en casa. La
verdad científica y el descubrimiento requerían austeridad, una lucha valiente contra
lo que Bacon llamó los «Ídolos de la mente humana».
Nosotros somos suficientemente «modernos» para haber comprado bastante de
esta historia. Lo hicimos con una mezcla de condescendencia y vergüenza, como lo
notamos en un pasaje como el siguiente, una <<refutación» de principios del siglo XVII
sobre el descubrimiento por Galileo de las lunas de Júpiter.
Hay siete ventanas dadas a los animales en d domicilio de la cabeza, a través de las
cuales el aire es admitido en el tabernáculo del cuerpo, para ilustrarlo, para calentarlo y
para nutrirlo. ¿Qué son estas partes del microcosmos? Dos orificios nasales, dos ojos, dos
orejas y una boca. También en los cielos, como en un macrocosmos, hay dos estrellas
favorables, dos no propicias, dos luminarias, y Mercurio indeciso e indiferente. Desde
estas y otras similaridades en la naturaleza, tales como los siete metales, etc., que serian
tediosas de enumerar, deducimos que el número de los planetas es necesariamente siete.1
Lo que parece subrayar este razonamiento como una suposición <<antropomórfica»
es la visión de un orden significante. Puede ser llamado un orden significante porque la
noción es que diferentes elementos en la creación expresan o encarnan cierto orden de
ideas -por ello, la apertura en la cabeza, los planetas, los metales, y otros fenómenos
<<que serían tediosos de enumerar» pueden ponerse en relación unos con otros. Todos
ellos encarnan la misma idea de diversas formas así como <<hace calor>> e <<il fait chaud>>
l . Citado de S. Warhaft (ed.), Francis Bacon: A selection ofhis works, Toronto, 1965, 17.
4
expresan lo mismo en diferentes idiomas. Es por esta correspondencia que podemos
concluir la naturaleza de una cosa desde la otra, así como sé por aprendizaje que al
guien ha dicho, en francés, <<hace calor>> al decir «il fait chaud» . La idea de un orden
significante es inseparable de la de las causas finales en la que se postula cómo es el
contenido del universo y que se desarrolla como lo hace en orden a encarnar estas
ideas; el orden es la explicación última.
El hecho de comprender el mi.mdo en categorías de significado, que existen para
expresar o encarnar un orden de ideas o arquetipos, que manifiestan el ritmo de la vida
divina, o los actos fundacionales de los dioses, o la voluntad de Dios; el ver el mundo
como un texto, o el universo como un libro (una noción de la que Galileo hacía uso); es la
clase de visión interpretativa de las cosas que de una forma u otra jugaba un rol muy
importante en muchas sociedades pre-modemas y que puede parecer para nosotros pa
radigma de la proyección antropomórfica en el mundo atribuible a una época en la cual
el hombre no era completamente adulto. Y si ésta es nuestra única manera de ver esta
transición en nuestra historia intelectual y cultural, entonces interpretaremos las pre
guntas contra el mecanicismo del tardío siglo xvm la visión de Goethe, la imaginación
romántica, las filosofías de la naturaleza de un Schelling o un Hegel, simplemente como
un desánimo, o como un nostálgico retomo a ilusiones más tempranas y confortables.
Esta manera de ver las cosas no es poco común, pero falla en atinar al núcleo de estas
reacciones, además de oscurecer el camino por el que esos asuntos se conservan centra
les hasta el día de hoy. En vez de ver el asunto entre Galileo y los filósofos de Padua, entre
la ciencia moderna y la metafísica medieval, como una lucha entre dos tendencias en el
yo, una desplegando ilusiones reconfortantes, la otra encarando con severidad la reali
dad, podemos verlo como una revolución en las categorías básicas en las cuales entende
mos al yo. Esto no implica que se entendiera de esta manera en ese tiempo, sino que esta
formulación nos permite comprender los movimientos del tardío siglo xvm
La lectura que los modernos hacían de sus predecesores y oponentes como atrapa
dos en una red de ilusión que ellos mismos habían activado, proyectando sobre los
hechos significados auto-indulgentes originados en la mente, los colocaba comprensi
blemente al margen de la lucha de los innovadores que deseaban liberarse de una
venerable ortodoxia. Pero ésta persiste en parte porque toda la revolución moderna
militaba en contra de una forma de comprensión que buscaba reemplazar. La muy
moderna noción del yo, que es el lugar de esta lucha entre la indulgencia y la austeri
dad, realmente sólo comienza en el siglo XVII aunque, de algún modo, podríamos
trazarla hasta la visión epicureísta.
La diferencia esencial puede posiblemente establecerse de este modo: el sujeto
moderno se auto-define, mientras que en las visiones previas el sujeto se definía res
pecto a un orden cósmico.
Cualquier consideración del sujeto humano tiene que ocuparse de ciertas facetas
universales de experiencia: que en ocasiones podemos estar «en contacto>> con noso
tros mismos, con nuestros principales asuntos, que podemos tener claro quiénes so
mos y cuáles son nuestros propósitos; mientras que en otras ocasiones estamos con
fundidos, distraídos, poco claros, obsesionados con lo no esencial o simplemente olvi
dadizos. Podríamos utilizar muchos conceptos e imágenes para describir estas
condiciones opuestas: armonía versus conflicto, profundidad versus superficialidad,
auto-posesión versus perdida, auto-integración contra dispersión. Y por supuesto nin
guna es neutral, en el sentido de que cada una propone una interpretación de aquello
que puede ser contestado en lo que está en juego. Para diferentes nociones de sujeto se
sugieren muy diferentes interpretaciones.
,
.
,
5
Si elegimos «auto-presencia>> contra «distracción» o «dispersión» como términos
provisionales para designar las oposiciones, entonces hemos dicho que la visión del
sujeto que deriva de la tradición dominante de los antiguos fue la de que el hombre
accedía más a sí mismo cuando estaba en contacto con un orden cósmico, y en contac
to con él en el modo más adecuado para ello a partir de un orden de ideas, esto es, a
través de la razón. Ésta es llanamente la herencia de Platón; el orden en el alma huma
na es inseparable de la visión racional y del orden del ser. Para Aristóteles la contempla
ción de este orden es la más alta actividad del hombre. La misma noción básica está
presente en el neoplatonismo y por ello san Agustín se vuelve fundacional para buena
parte del pensamiento medieval.
En esta visión la noción de un sujeto viniendo a la auto-presencia y a la claridad en
la ausencia de un orden cósmico, o bien en ignorancia de ese orden cósmico, no tiene
ningún sentido: levantarse de un sueño, de una confusión, de una ilusión sirve sólo
para ver el orden de las cosas. Podemos decir que en esta visión no hay noción del Yo
en el sentido moderno, eso es, de una identidad que yo pueda definir por mí mismo sin
referencia a aquello que me rodea y al mundo en el cual estoy situado.
Más bien, yo soy esencialmente visión de . . . el orden o la ilusión.
Por tanto, el desplazamiento que ocurre en la revolución del siglo XVII es, entre
otras cosas, un desplazamiento hacia la noción moderna del Yo. Es esta noción la que
subyace al cogito de Descartes, en donde la existencia del Yo queda demostrada mien
tras que la de todo lo de afuera, incluso Dios, está en duda. De manera similar, es esta
noción la que subyace a la emancipación del significado. Si el hombre sólo viene a la
auto-presencia en una visión racional del orden cósmico que es un orden de ideas; y si
la ciencia es el modo más alto de conciencia y presupone la auto-presencia, entonces la
ciencia debe ser fundada en la visión de un orden significante. No desplegado como un
argumento, sino más bien como un límite tácito del pensamiento, esto es lo que debió
haber sido la base del argumento de los opositores a Galileo. Si ha de haber un orden
significativo, entonces el juego de correspondencias que ellas despliegan resulta ser
convincente, se garantiza frente a otras suposiciones comunes. Pero en la base debía
haber un orden porque éste era una condición de la retención racional del mundo que
llamamos ciencia, en el supuesto de que la racionalidad la visión de este orden. Por
supuesto, sería anacrónico colocar esto como un argumento en boca de los contempo
ráneos. Por ello los post-kantianos pueden presentarlo como un argumento trascen
dental desde el hecho de la ciencia. Pero no es incoherente o ilegítimo pensar en él
como un límite inarticulado del pensamiento.
Pero claramente la relación opuesta también se mantiene, y se dispensa con la
noción de que el orden significante tiene que redefinir al Yo. La situación está ahora
revertida: la completa auto-posesión requiere que nos liberemos de las proyecciones
del sentido a las cosas, que seamos capaces de retiramos del mundo y concentramos
puramente en nuestros propios procesos de observación y pensamiento sobre las
cosas. El viejo modelo ahora se ve como un sueño de auto-dispersión; la auto-presen
cia implica ahora cobrar conciencia de lo que somos y de lo que hacemos, reside en
la abstracción del mundo que observamos y juzgamos. El sujeto que se auto-define
en la epistemología moderna es ahora naturalmente la subjetividad atómica de la
psicología y de la política que crecerá del mismo movimiento. La simple noción del
sujeto adquiere un nuevo significado en el contexto moderno, como lo han mencio
nado un buen número de escritores contemporáneos. 2
=
2. P. ej., Heidegger: «Die Zeit des Weltbildes», en Holzwege, Frankfurt, 1 950, 8 1 -85.
6
Por supuesto, como se mencionó antes, esta noción moderna del Yo no existía sin
precedentes. Los epicúreos y los escépticos entre los antiguos presentaron una visión del yo
que se definía en abstracción de cualquier orden; y no es sorprendente que esta tradición
minoritaria entre los antiguos proporcionara algo del combustible para la revolución mo
derna, o que muchas figuras de la ilustración sintieran gran afinídad por Epicuro y Lucre
cia. Pero el sujeto moderno le proveyó con un nuevo giro significativo.
Los epicúreos y los escépticos alcanzaron una noción de auto-definición a partir del
retiro del mundo; su arma era el escepticismo a propósito del orden cósmico, o un
llamamiento a la irrelevancia de los dioses. En contraste, el desplazamiento moderno
hacia un sujeto que se auto-define estaba ligado a una sensación de control sobre el
mundo -al principio intelectual y después tecnológicamente. Es decir, la certeza mo
derna de que el mundo no debía ser visto como un texto o una encamación de signifi
cados no estaba fundada en un sentido de su incomprensible impenetrabilidad. Al
contrario, crecía con el mapeo de las regularidades en las cosas, por el razonamiento
matemático transparente, y con el incremento consecuente del control manipulador.
Esto es lo que establece en definitiva la imagen del mundo como el lugar de las corre
laciones neutrales y contingentes. Los escépticos antiguos aunque negaban nuestra
habilidad para saber la naturaleza de las cosas, habían establecido que los hombres
tenían suficiente capacidad para retener lo inmediatamente relevante de su situación
para hacerse cargo de las ocupaciones de su vida. Mientras que algunos tomaban la
misma fórmula, el siglo XVII cambió su contenido radicalmente. El conocimiento in
mediatamente relevante, que no debía ser comparado con el conocimiento de las cau
sas finales, había venido a encontrar cada vez mayor prestigio. Se le comprendió como
el paradigma del conocimiento.
Este control sobre las cosas que creció con la ciencia y la tecnología modernas es
pensado a veces como la principal motivación detrás de la revolución científica y el desa
rrollo de la perspectiva moderna. El multicitado eslogan de Bacon «conocimiento es
poder>> puede damos fácilmente esta impresión, y esta visión <<tecnológica>> de la revolu
ción del siglo XVII es una de las razones por las que Bacon ha desempeñado un rol más
importante del que merece, junto a Galileo y Descartes. Pero aun en el caso de Bacon,
cuando insiste en la nulidad de una filosofía de la cual no pueda <<aducirse un simple
experimento que tienda a aliviar y beneficiar las condiciones del hombre» ,3 podemos leer
su motivación de un modo diferente. Preferimos ver el control como algo valioso no
tanto en sí mismo sino como confirmación de cierta visión de las cosas: una visión del
mundo no como lugar de significados sino más bien de correlaciones contingentes, de
hecho. La manipulabilidad del mundo confirma la nueva identidad que se auto-define de
esta manera: la propia relación del hombre con un orden significante implica ponerse a
sí mismo en sintonía con él; por contraste nada cierra el sello más claramente en el
rechazo de esta visión que efectivamente tomar el mundo como objeto de control. La
manipulación tanto prueba como, por decirlo así, celebra la visión de las cosas como
<<desencantadas» (entzaunbert), para utilizar la famosa frase de Max Weber.
El progreso tecnológico ha transformado nuestras vidas y producido muchas cosas
sin las cuales difícilmente funcionaríamos, hasta el grado que fácilmente pensamos la
paga de la revolución del siglo XVII respecto a estos beneficios (como si ellos no fueran
ambiguos). Pero en el mismo siglo XVII este pago era muy escaso. Para Bacon y los
,
otros hombres de su tiempo, el control era más importante por lo que probaba. En el
3. Novum Orgammz, Libro I, LXXID.
7
mismo pasaje citado arriba donde habla de aliviar y beneficiar la condición del hom
bre, Bacon dice: «pues los frutos y las obras son como patrocinadores y garantías de las
verdades de las filosofías>> y después hace una comparación explicita sobre la impor
tancia relativa de las dos consideraciones: «las obras en sí mismas son de mayor valor
en tanto promesas de verdad que como contribuciones a las comodidades de la vida>>.4
No tenemos razón para pensar esto como una falsa piedad científica.
Bacon después define esta meta como «en sí misma más valiosa que todos los frutos
de las invenciones>> y como «la contemplación de las cosas tal cual son, sin superstición
o impostura, error o confusión>>.5 Mi opinión es que uno de los poderosos atractivos de
esta visión austera, mucho antes de que <<pagara>> con tecnología, reside en el hecho de
que un mundo desencantado es correlativo a un sujeto que se auto-define, y que la ga
nancia de una identidad que se auto-define era acompañada por un sentido de poder y
estímulo, que el sujeto no necesita definir más su perfección o su vicio, su equilibrio o
falta de armonía, en relación con un orden e:xi:erno. Con el forjado de esta subjetividad
moderna viene una nueva noción de libertad, y un nuevo rol central atribuible a la liber
tad, que parece haberse probado a sí misma como definitiva e irreversible.
En las páginas precedentes hemos hablado de una transformación en el panorama
filosófico, el cual sólo alcanzó a una minoría en la Europa del siglo XVII . Pero la noción
moderna del sujeto no ha dejado a nadie intocado o sin cambios en la sociedad euro
pea o de hecho en el mundo. En parte podemos ver esto como el resultado de cambios
políticos, económicos y sociales que se han dado bajo la influencia de minorías, prime
ro sobre la sociedad occidental en su conjunto y después sobre otras sociedades. Pero
en el caso europeo hay otra poderosa influencia actuando que parece haberse movido
en la misma dirección. Para la mavoría de los hombres no filósofos el sentido del ser
definido en relación con un orden �avor está involucrado con su conciencia religiosa,
d
y de manera más poderosa para muc hos hombres en muchas épocas por su senti o de
lo sagrado, lo cual definía la presencia de lo divino en ciertos lugares, tiempos y accio
nes privilegiados. El cristianismo católico retuvo lo sagrado en este sentido, tanto en
sus propios sacramentos como en festivales paganos que había <<bautizado>>. Pero el
protestantismo y particularmente el calvinismo libró una guerra incondicional a la
idolatría. Es probable que la lucha por desacralizar el mundo en nombre de una devo
ción indivisible hacia Dios emprendida por Calvino y sus seguidores ayudara a destruir
el sentido de que la creación era un lugar de significados respecto a los cuales el hom
bre tenía que definirse a sí mismo. Por supuesto el propósito de este ejercicio iba más
lejos de forjar al sujeto que se auto-define, pero sí hacía que el creyente dependiera sólo
de Dios. Con el declive de la piedad protestante, el mundo desacralizado ayudó a im
pulsar a su correlativa subjetividad humana, la cual se llevó los beneficios finales.
En cualquier caso, bajo el impacto de la revolución filosófica y de la reforma
religiosa, podemos discernir el desarrollo en estos países de una noción moderna de
sujeto, que he caracterizado como aquel que se auto-define, y correlativa a ésta una
visión de las cosas como desprovistas de significado intrínseco, del mundo como el
lugar de las correlaciones contingentes que han de ser rastreadas por la observación,
de acuerdo con un modelo no a priori. He hablado arriba de esta visión del mundo
como <<desencantada>> usando el término de Weber, o como <<desacralizada>> hablan
do del desarrollo religioso. Posiblemente pueda introducir aquí el término del arte
Libro I, C:xxrv.
Libro I, CXXIX.
4. Op. cit.,
5.
8
<<objetificado>>ó para abarcar su rechazo al mundo con un significado inherente, es
decir, el rechazo de que fuera visto como significado encamado. El punto de usar
este término es resaltar el hecho de que las categorías modernas de sentido y propó
sito se aplican exclusivamente al pensamiento y las acciones de los sujetos, y que no
pueden encontrar una aplicación en el mundo en el que piensan y actúan. Hacerlo
sería proyectar las categorías subjetivas en las cosas, y para poder dejar de lado estas
categorías es preciso <<objetifican;. Esto marca una nueva noción, moderna, de obje
tividad correlativa a la nueva subjetividad.
La nueva noción de objetividad rechazaba el recurso a causas finales, era mecani
cista en el sentido de que todo descansaba sólo en la causa eficiente. Conectado con
ello era atomista, en tanto que hacía residir el cambio de las cosas complejas no en una
gestalt o propiedad holística sino más bien en relaciones causales eficientes entre sus
partes constitutivas. Tiende a ver la homogeneidad en cosas cualitativamente distintas
a partir de ligar las partes constitutivas o los principios básicos. Uno de los resultados
más espectaculares de la nueva física fue el de colapsar la distinción aristotélica entre
lo supra y lo sub-lunar para dar cuenta del movimiento de los planetas y de la caída de
las manzanas en la misma fórmula. Así esta ciencia era mecanicista, atomista, homo
geneizante y, por supuesto, veía la forma de las cosas como contingente.
Pero esta noción de objetividad no podía confinarse a la naturaleza externa. El hombre
es tanto un objeto en la naturaleza, como un sujeto de conocimiento. Por tanto, la nueva
ciencia produce un modelo de comprensión del hombre mecanicista, atomista, homoge
neizante y basada en la contingencia. Hume nos da un primer ejemplo de esta visión del
hombre en donde el medio de observación era introspectivo; pero las mismas nociones
subyacen después en los intentos <<conductistas>> de las ciencias del hombre. Los intentos
de estas ciencias de la ilustración radical, los de un Helvétius, un Holbach, un Condorcet,
un Bentham, se fundaron en esta noción de objetividad, y la etapa de la ilustración fue
desarrollando una antropología que era una amalgama, no enteramente consistente, de
dos cosas: la noción de subjetividad que se auto-define correlativa a la nueva objetividad; v
la visión de hombre como parte de la naturaleza y, por tanto, completamente bajo la juri;
dicción de esta objetividad. Estos dos aspectos no siempre se llevan bienjuntos. Se refuer
zan uno al otro en apoyo del atomismo, de una ciencia atomista de la naturaleza que
empalma con una teoría política cuyo punto de partida era el individuo en un estado de
naturaleza. Pero parece entrar en conflicto en un asunto como el del determinismo, p. ej.,
en donde la libertad del hombre como sujeto se ve comprometida por la estricta necesidad
causal a la cual tiende en tanto parte de la naturaleza. Y esto se reflejó en nociones diver
gentes de la relevancia de la naturaleza para la razón práctica. Para Kant, p. ej., la incita
ción de la naturaleza nos coloca en contraste con las demandas de la libertad. Mientras
tanto, la principal corriente de la ilustración, para la cual la naturaleza es un sistema de
realidad objetiva que se interconecta totalmente, en donde todos los seres, incluido el hom
bre tienen un modo natural de existencia que está conectado con el de todos los demás,
6. Hemos traducido la palabra «objectification» como «objetificación>> (y no objetivación), v las
demás variaciones de la misma del modo semejante -«objectify» como «objetificar» (y no c�mo
«objetivar»), «objectifying» como «objetificado» (y no como «que objetiva»), etc., en referencia a lo
que desde Berger y Luckrnan, y más recientemente desde A.xel Honneth, se ha señalado como «reifi
cación», como proceso social de construcción de una realidad reificada o hipostasiada, y no sola
mente «objetificación» como proceso representacional abstracto de un objeto. Charles Ta"'vlor toma
en cuenta este peculiar sentido de estas palabras para defender una interpretación critica de los
procesos sociales de reificación con una inspiración u origen hegeliano. [N. del T.]
9
provee el modelo básico de un hombre como algo natural, como un ser natural y deseante,
el mapa de la razón para la felicidad y, por tanto, para el bien.
Pero a pesar de las tensiones en la amalgama, estas dos perspectivas, parcialmente
convergentes y parcialmente conflictivas, combinadas en diferentes maneras generan
una amplia variedad de visiones, desde el deísmo medio que ponía el énfasis en la
naturaleza espiritual y el destino del hombre, hasta el más radical materialismo; desde
el más profundo pesimismo sobre la capacidad del hombre común para alcanzar la
ilustración hasta las utopías salvajes y esperanzadoras de un mundo que se ha de reha
cer por la ciencia. Éstas eran las visiones de la era que conocemos como la ilustración.
2
Esa antropología fue el punto de ataque, o tal vez rebote sería mejor término, de
dos tendencias principales en el pensamiento alemán cuya reconciliación era el proble
ma clave de la generación de Hegel. Esto no implica decir que el mecanícismo radical
o la ilustración materialista fuera fuerte en Alemanía. Más bien al contrario, si pensa
mos en los materialistas franceses en su forma más desarrollada entonces la ilustra
ción se desarrolla en Alemanía en una versión mitigada.
En tanto la ilustración radical supone una confianza tremenda en la subjetividad y
en los poderes humanos, podemos comprender la variante alemana como un resultado
del atraso alemán, que fue el legado de la Guerra de los Treinta Años: división interna
en una revoltura de Estados absurdamente minúsculos, el lento desarrollo de una clase
media que pudiera mantenerse por su cuenta, el atraso económico relativo a Europa
Occidental, el desarrollo cultural tardío a partir de lo vernáculo. Y obviamente, buena
parte de la explicación de la forma que la ilustración tomó en Alemanía reside en su
trasfondo religioso. Las Iglesias luteranas nunca llegaron al punto de una oposición
frontal, o de una ruptura, con la ilustración, que el catolicismo francés sí alcanzó rápi
damente. En este aspecto Alemanía nos recuerda más a la protestante Inglaterra. Pero
más allá de esto, tanto la ilustración en Alemania como la reacción a ella se definieron
en parte por un importante movimiento de reactivación religiosa, generalmente cono
cido como pietismo.
El pietismo -que tiene algunas afinidades con el metodismo en el mundo de habla
inglesa- fue un movimiento de renovación en la vida espiritual. Comenzó en el siglo
XVII y alcanzo su culminación en el XVTII. Reaccionó contra el formalismo del luteranis
mo ¿ficial, puso el acento en la corrección de las creencias y en su preocupación por las
estructuras establecidas. Pero todo esto fue secundario respecto al punto principal: la
relación introspectiva, sentimental con Cristo. El pietismo estaba en este sentido
vinculado a otra tradición espiritual de la antigua Alemania, que se retraía a los místi
cos medievales Eckhart y Tauler, y que pasaba a través de Bohme -una tradición en la
cual Lutero mismo se había formado-y que veía como central el encuentro íntimo del
alma y Dios.
Volvió a una religión del corazón, de la devoción entusiasta, de la renovación (Wie
dergerbwt) en la cual los hombres estaban llenos del fuego del espíritu. El resultado fue
que se encontró a sí misma aliada con la ilustración en ciertos puntos importantes, a
pesar de la profunda diferencia de la base espiritual entre ellas. El pietismo tendía a
denigrar la preocupación por el dogma y las diferencias confesionales. También acaba
ba defendiendo al individuo, a sus sinceras convicciones y a sus comunidades libre10
mente escogidas contra las grandes estructuras oficiales del Estado y de la Iglesia que
exigían obediencia. Tendía a impulsar a los hombres a través de trabajos de mejora
miento, educación y bienestar social. Además, los pietistas, con su acento en una reli
gión del corazón, pagaron inicialmente menos tributo a las diferencias de clase y de
educación que la Aufklarer.7
Además de este acuerdo, había por supuesto un nexo espiritual entre el pietismo y
el espíritu de la Aufklarung. Esta última compartía con los oponentes del pietismo
ortodoxo el acento en la adherencia a las proposiciones correctas, en la verdad como
estado de corrección y prueba, a expensas de la respuesta espontánea del corazón. Así,
el pietismo, como veremos después, fue un factor muy importante para las reacciones
a la Aufklanmg.
Pero incluso antes iluminó y coloreó la atmósfera y el tono de la ilustración alemana.
A pesar de que muchos pietistas fueron bastante sospechosos del razonamiento -«el
que quiere comprender a Dios con su mente>>, declaro Zinzendorf, líder del Herrnhuter;
«Se vuelve un ateo>>-8 el pietismo ayudó a delinear el pensamiento de algunos de los más
grandes Aufklarer alemanes, p. ej. Lessing y Kant. El Natizan de Lessing, que influenció
mucho al joven Hegel como veremos, es una plegaria para una religión humana y racio
nal más allá de las diferencias del dogma e independiente de «la fría lectura de libroS>>9
que reunía a la razón ilustrada y a la espiritualidad pietista. Con esta clase de interrela
ción, religión e ilustración nunca fueron dos campos opuestos, como en Francia.
Pero sean las que sean las razones, la Aufklarung alemana desarrolló su propio
clima intelectual. Éste era mucho más receptivo al deísmo que al materialismo radical.
El deísmo del siglo XVIII por supuesto, reflejaba el otro sentido del Yo y de su relación
con el mundo. Y reflejaba esto con una muy clara noción de Dios, -como supremo
arquitecto de un universo construido para funcionar de acuerdo con leyes causales
objetivas. El orden cósmico no fue hecho como un orden de significados es decir
como un orden en virtud de ideas, sino más bien en virtud de sus ;lementos �ombina�
dos perfectamente en sus efectos recíprocos. He aquí la imagen del universo como un
reloj. Y ya que Dios era un super-sujeto, el hombre estaba destinado a aproximársele en
tanto captara cada vez más las leyes del universo, volviéndose cada vez más capaz de
secundar el orden de la naturaleza con su propio artificio.
Pero el deísmo europeo tenía una forma característica y diferente en Alemanía, la
del sistema de Leibniz, que interpretado por Cristian Wolff dominó el mundo filosófico
de la Alemania del siglo XVIII Esta filosofía puede ser vista desde cierto punto de vista
como una cosa a medio camino entre una filosofía del orden cósmico y la ilustración
radical, aunque desde otro y más fructífero punto de vista, es claramen"'te la semilla de
los puntos de partida más importantes de la post-ilustración que crearon el clima del
tiempo de Hegel. Leibniz nos presenta un orden cósmico, en donde la última explica
ción se produce en términos de causas finales, este mundo es «el mejor de todos los
mundos posibles>> y el orden está hecho de seres, mónadas, que se desarrollan a sí
mismas, y que son subjetividades en el sentido moderno. El orden leibniziano de cosas
,
.
7. Es decir, los hombres de la ilustración. El alemán tiene suerte de tener una sola palabra donde
el español necesita cinco. Por esta razón, tendré que utilizar el término alemán en el texto, v también
su variación, el término alemán para la ilustración, Aufkldrwzg.
8. Citado en Koppel S. Pinson, Pietism as a factor in tlze Rise of Gemzan Nationalism, Columbia
University Theses, 1 934, vol. 23, 52.
9. Ka/te Buchgelelzrsamkeit, Acto V, escena 6, las palabras son de Recha.
•
11
no está ahí para crear cierto orden de ideas, sino más bien para realizar la mayor
variedad compatible con la mayor cantidad de orden o armonía. Esto significa que
nosotros para comprender las cosas no debemos intentar interpretar el mundo como
un texto, sino más bien tratar de ver cómo los propósitos de las mónadas conectan
unos con otros, y éste es un marco de comprensión que puede empalmar bien con una
física matemática. (Otra cosa a medio camino, el orden armónico de la naturaleza de
Shaftesbmy, influenciado definitivamente por los platonistas de Cambridge, también
fue muy popular en Alemania.)
En cualquier caso, en las bases de esta variante alemana, y procediendo pari passu
con una reacción contra la presunción compartida por los franceses y muchos alemanes
de que la llush·ación francesa era el paradigma a seguir, y que la cultura francesa era el
modelo a ser copiado, se desan·olla en Alemania un clima post-ilustrado, en algunos
puntos critico de los principales temas de la revolución moderna, pero incorporando
también mucho de ella. En este esquema de trasfondo, quiero delinear dos caminos.
El primero se expresa en la década de 1770, es el periodo del llamado Stunn und
Drang, una revolución de la literatura alemana y de la critica que seria decisiva para el
futuro de la cultura alemana. Posiblemente el pensamiento en el que se percibe su
mayor influencia es en el de Herder, el principal teórico y critico de la Stunn und
Drang, y que influenció mucho a Goethe en los años cruciales de formación de su vida.
Herder reacciona contra la antropología de la ilustración, contra lo que he llamado
arriba la «objetificación» de la naturaleza humana, contra el análisis de la mente hu
mana en diferentes facultades, del hombre como cuerpo y alma, contra una noción
calculadora de la razón divorciada del sentimiento y de la voluntad. Y es uno de los
principales responsables de desarrollar una antropología alternativa, centrada en cate
gorias de expresión. 10
Quiero tratar de examinar más de cerca lo que está implicado en una teoria del
hombre basada en estas categorias porque son centrales para cualquier comprensión
de Hegel o de su periodo. La noción central es que la actividad humana y la vida huma
na son vistas como expresiones. Vimos más arriba cómo el modelo del sujeto que se
auto-define era resultado de la objetificación de las cosas, es decir, se eliminan nocio
nes como «Significado», «expresión» , «propósito» , cuyas descripciones para la reali
dad objetiva resultaban inapropiadas, por lo que queda confinada a la vida mental de
los sujetos. P. ej., las teorias del significado lingüístico que coman de Hobbes hasta
Condillac ven la totalidad de sentido como una relación externa que ciertas marcas,
sonidos, cosas o ideas (representaciones) tienen para nosotros. Es decir, esta relación
está en la mente de los sujetos y consiste en las marcas, sonidos, etc., pensados o usa
dos por nosotros para referimos a algo más. Que haya ciertas cosas en el mundo acerca
de las cuales podemos hablar en categmias de significado requiere también que haya
otras cosas en las que esas categmias no se aplican, en principio (signos, palabras,
ideas, etc.) sólo cubren estas categorias porque tienen una relación de referencia con
las segundas. Más aún, que algunas cosas puedan ser descritas como categorias de
1 0. «Expresión>> aquí es necesariamente un término del arte, pero yo estoy siguiendo aquí a
Isaiah Berlin en su «Herder y la ilustración,, en Earl Wasserman (ed. ), Aspectos del siglo dieciocho,
Baltimore, 1965, en donde identifica una de las ideas innovadoras de Herder con el término <<ex-pre
sionismo, . Pienso que estoy haciendo lo mismo pero en una forma diferente; para evitar la confusión
con el movimiento del siglo XX, he prefetido usar el tétmino <<expresi\ismo, -un término también
sugerido por Berlin (comunicación privada) .
12
significado n o es un hecho <<objetivo» acerca de ellas, esto es, uno que s e mantenga
independientemente de los contenidos particulares y de las creencias en las mentes de
los hombres; las conexiones que generan el significado son subjetivas. Esta teoria del
significado lingüístico es claramente <<objetificante» en el sentido descrito; rigurosa
�
mente segrega el significado del ser. Convierte a las nociones medievales y a las del
temprano Renacimiento respecto a la visión del mundo en un texto incapaz de enun
ciación coherente. La noción de las cosas en el mundo como expresando un orden
ideal, y esto independientemente de si podemos comprender el orden o no, no tiene
sentido. Esta temia moderna temprana es una extensión no comprometida del nomi
nalismo medieval llevado hasta su conclusión más lejana.
¿La antropología de la expresión significa un retomo, una reversa de la revolución
moderna de la subjetividad? Según lo que se mencionó antes muchos pensarian eso,
pero ésta es una mala lectura. Porque es una noción diferente de expresión la que está
en juego aquí. Hablando más arriba del modelo reinante que inspiró a los opositores
de Galileo dije que se podrian ver los términos correspondientes -aperturas en la
cabeza, planetas, metales, etc.- como correspondientes porque expresan o encarnan
el mismo o�den ideal. Aquí hablamos de expresión como de un ideal que presenta la
expresión. Este es el sentido del término, o es respecto a este sentido del término, en el
cual hablamos de expresar· nuestros pensamientos en el discurso. Pero hay otro senti
do en el cual nosotros hablamos de expresión como dándole aire, como una realiza
ción en la realidad externa de algo que sentimos o deseamos. Éste es el sentido en el
cual podemos hablar de que expreso mi ira al maldecir, o al golpear· al hombre que me
provocó. Ahora bien, en el último sentido lo que se expresa es un sujeto, o un estado de
un sujeto, o al menos alguna forma de vida que se parece a un sujeto (como cuando
hablamos de animales expresando sentimientos).
Ahora bien, al decir que la noción central en esta nueva antropología era la de la
acción humana o la de la vida como ex"J)resión, estaba usando el término de manera más
cercana a este último sentido. Aunque de hecho podemos ver algo del primero también
incorporado. En la antropología desarrollada por Herder y en aquellos que lo siguieron,
hay ciertamente una rehabilitación de algunos conceptos aristotélicos básicos; ver la
vida como una expresión es verla como realización de un propósito, y en tanto ese propó
sito no puede ser en definitiva ciego, uno puede hablar de la realización de una idea. Pero
esto se comprende también como la realización de un yo; a este respecto la noción es
moderna, va tan ah-ás como Aristóteles pero muestra una filiación hasta Leibniz.
Hablar· de la realización del Yo aquí es decir que la vida humana adecuada no es
sólo la que cumple con la Idea o con el plan que está trazado independientemente del
sujeto que lo realiza, como en la forma aristotélica del hombre. Más bien esta vida ha
de tener la dimensión agregada de que el sujeto pueda reconocerla como propia, como
desplegada desde él. Esta dimensión auto-relativa está completamente perdida en la
tradición aristotélica. En esta h·adición una vida propiamente humana es mía sólo en
el sentido de que yo soy un hombre, y ésta es la vida que me toca. Fue Herder y la
antropología ex"J)resivista desarrollada desde él la que agregó a la demanda de la ép oca
el que mi realización de la esencia humana fuera mía, y desde aquí se lanzó la idea de
que cada individuo (y en la aplicación de Herder� cada pueblo) tiene su propia manera
de ser humano, la cual no puede intercambiarse con otra a menos de pagar el costo de
la distorsión y la auto-mutilación.
¿Pero qué es lo que más precisamente se ha agregado a la noción aristotélica de la
realización de una forma cuando la vemos como el desarrollo del Yo? Hav
- dos caminos
relacionados aquí que quiero delinear un poco más.
13
Primero, realizar la forma humana implica una fuerza interna que se impone a sí
misma en la realidad externa, posiblemente contra obstáculos externos. Ahí donde la
filosofia aristotélica veía el crecimiento y el desarrollo del hombre así como la realiza
ción de la forma humana como una tendencia al orden y al equilibrio constantemente
amenazada por el desorden y la desarmonía, el expresivista veía este desarrollo más
como la manifestación de un poder intemo1 1 aspirando a realizarse y mantener su
propio diseño contra el que nos impone el mundo que nos rodea. �sí la realización
ideal es una que no sólo se conforma a la Idea sino que está generada mtemamen�e; de
hecho estos dos requerimientos son inseparables de aquel en el que la forma propia del
hombre incorpora la noción de subjetividad libre.
Es evidente que Rousseau jugó un importante rol en el desarrollo de esta teoría en
la que virtualmente reinterpretó la oposición tradicional ent;:e virtud ?' vicio con la
oposición moderna del yo contra lo otro. Pero la corr�spondient�_teona del hombre
está apenas esbozada y no es consistente en sus escntos. Se d_eJo a los pensadores
alemanes, y particularmente a Herder, desarrollar la antropologm alrededor de la noción del sujeto que se auto-despliega.
Obviamente, Leibniz también es de central importancia, pues su noción de mónada
fue seminal para aquélla del sujeto que se auto-despliega. Pero Herder y los de su genera
ción y de la que le siguió fueron también muy influencia�os por Sp��za. Pu.ede p�ecer
sorprendente ya que Spinoza fue el gran filósofo del ant:t-sujeto, el fil?sof� que mas que
cualquier otro de la tradición occidental parece habemos llevado mas alla y &:era de la
_
subjetividad. Pero la época, al recibirlo, impuso una part:tcular
lectura de Spmoza. Su
filosofia no fue vista como negadora de una comprensión de la vida humana que se auto
despliega; más bien la noción spinozista de un corz.c:tus en toda_:> las cosas para prese�ar
se a sí mismas fue leída bajo esta luz. Lo que Spmoza parecm ofre�er; 1� �ue le �JO a
Goethe, y tentó a muchos otros, fue una visión del modo en que el sujeto finito encaJaba
en la vida cotidiana del universo. En el proceso Spinoza fue empujado más allá de un
tipo de panteísmo hasta la fuerza universal de la vida. En otr� palabras, fue reinte�re
tado para incorporar la categoría de auto-despliegue, ahora VISta como el acto de VIda
universal que era más grande que cualquier sujeto, pero también la vida en tanto se auto
despliega era muy parecida al sujeto. Sobre por qué se sentía una necesidad tan fuerte de
una relación con esta vida universal, regresaré más adelante.
La segunda via importante en el expresivismo es la noción de que la realización de una
forma clarifica o determina lo que esa forma es. Si regresamos a nuestra analogía conduc
tora, la del modo en que una acción o un gesto puede expresar lo que � característi�o de
una persona, podemos ver que hay dos aspectos que pueden estar Uilldos en es� 1dea.
Algo que yo hago o digo puede expresar mis sentimientos o aspiraciones en el sent:tdo de
hacer éstas claras a otros o a mí mismo. En este sentido podemos hablar de una persona
expresándose a sí misma cuando finalmente sale fuera y determina, posiblem�nte por vez
primera, lo que siente o quiere. En otro sentido, podemos ha?lar de las �cc1ones de al
guien como ex-presión de sus sentimientos o deseos cuando el lleva hac1a fuera lo que
quiere, o cuando realiza sus aspiraciones. Estos dos aspectos pueden separarse: yo puedo
llevar mis deseos a la expresión verbal sin actuarios, y yo puedo actuar y permanecer un
enigma para mí mismo y para otros; pero normalmente van junt?s y frec':enter_nente
estamos inclinados a decir de nosotros mismos o de otros que no sab1amos que sentíamos
o queríamos hasta que actuamos. Así, la más grande y convincente expresión de un sujeto
es aquella en donde él tanto realiza como clarifica sus aspiraciones.
1 1 . Cf. Krafte de Herder.
14
Es este modelo de expresión subjetiva el que subyace a lo que he llamado
aquí la
teoría expresivista. Si pensamos en nuestra vida como realizando
una esencia o una
forma, esto significa no sólo la encamación de esta forma en la realidad
, también signi
fica definir de alguna manera lo que esa forma es. Esto muestra de otra manera
la impor
tante diferencia entre el modelo e:x-presivista y la tradición aristotélica:
para esta última,
la idea que realiza un hombre no está determinada de antemano; sólo está
completamen
te determinada cuando se cumple. De aquí la idea herderiana de que
mi humanidad es
única, no equivalente a la tuya, y que esta cualidad única sólo puede
ser revelada en mi
propia vida. «Cada hombre tiene su propia medida, como si hubiera un
acuerdo peculiar
a él de todos sus sentimientos entre sí». 12 La idea no es sólo que los hombr
es son diferen
tes; esto dificilmente es nuevo; es más bien que las diferencias definen la
forma única que
ca?a uno de nosotros está llamado a realizar. Las diferencias tienen importa
ncia moral;
as1 se plantea por primera vez la cuestión de cuándo una forma de vida
es una auténtica
expresión de ciertos individuos o personas. Ésta es la nueva dimensión
agregada por una
teoría de la auto-realización.
Así, la noción de vida humana como expresión ve ésta no sólo como
la realización
de propósitos sino como la clarificación de estos propósitos. No es sólo
el cumplimien
to de la vida sino también la clarificación de significado. En el curso
de vivir adecuada
mente yo no sólo cumplo mi humanidad sino que clarifico de qué se
trata mi humani
dad. Una clarificación como ésa de mi forma de vida no es sólo el cumpli
miento de un
propósito sino la encamación de un significado, la expresión de una
idea. La teoría de
la expresión rompe con la dicotomía ilustrada entre significado y ser,
al menos en lo
que concierne a la vida humana. La vida humana es tanto hechos
como expresión
significativa; y siendo expresión no reside en una relación subjetiva
de referencia con
algo más, sino que expresa la idea que realiza.
Esto provee una nueva interpretación de la visión tradicional del
hombre como
animal racional, como un ser cuya esencia es la conciencia racional.
Esta idea es ahora
formulada en un nuevo concepto de auto-conciencia. Como vimos,
nuestra vida es
vista como auto-expresión también en el sentido de clarificar lo que
somos. Esta clari
ficación espera reconocimiento por un sujeto, y el hombre como ser
consciente alcan
za su punto más alto cuando reconoce su propia vida como una expresi
ón adecuada,
verdadera, de lo que él potencialmente es -tal como un artista o
escritor alcanza su
meta al reconocer su obra como una expresión adecuada de lo que
quería decir. Tanto
en un caso como en el otro, el <<mensaje» no podría haberse sabido
antes de que fuera
expresado. La visión tradicional recibe una nueva formulación en
el expresivismo: el
hombre se conoce a sí mismo cuando expresa y clarifica lo que es
reconociéndose a sí
mismo en esa expresión. La propiedad específica de la vida human
a es culminar en la
auto-conciencia a través de la expresión.
La antropología expresivista rompe con la objetificación científica
moderna de la
naturaleza, al menos en lo que concierne a la naturaleza humana
(más adelante vere
�os cómo ir más allá de ésta). Viendo la vida humana como expresi
ón, se rechaza la
dicotomía de significado contra ser; juega una vez más en el tablero
aristotélico de
causas finales y conceptos holísticos. Pero en otro aspecto es
quintaesencialmente
moderno; incorpora la idea de una subjetividad que se auto-de
fine. La realización de
12. <<Jeder Mensch hat ein eignes MaE, gleichsam eine eigne Stimmung aller seiner sinnlichen
Gefühle zu einander» . Idew, V1II. l , en Bernhard Suphan, Herders Séimmtliche Werke' Berlín 1891
XIII , 291.
'
'
15
esta esencia es la auto-realización de un sujeto; así la relación con la que se define no es
la de un orden ideal más allá, sino más bien con algo que se despliega de sí mismo, es
su propia realización, y se determina primero en esa realización. Ésta es una de las
ideas clave que subyacen a la revolución del tardío siglo XVIII Pero es más que eso; es
una de las ideas fundacionales de la civilización que ha crecido desde entonces. En
diferentes formas, es una de las mavores idées-forces que ha definido el mundo con
temporáneo. Vale la pena examinar �ás lo que implica.
Es evidente que una teoría de este tipo tiene que romper con las suposiciones ilus
tradas de lenguaje y significado. Se requería una teolia del significado que no estuviera
exclusivamente ligada con el significado lingüístico y que no restringiera la falta de
significado a la sola relación de referencia para un sujeto. Parece claro para nosotros,
que somos herederos de esta revolución, que el arte nos provee los paradigmas necesa
rios, pues ya nos hemos familiarizado con una comprensión de las obras de arte como
expresiones de algo sin tener que referirse necesariamente más que a ellas mismas.
Pero en el siglo XVIII esta comprensión del arte todavía tenía que ser definida. La
visión reinante del arie era en términos del concepto aristotélico de mímesis; el arte se
comprendía p1incipalmente como una imitación o figuración de la realidad. La visión
expresivista del hombre, como todos los cambios profundos en el pensamiento, tenía
que crear sus propios paradigmas. Se necesitaba una teolia del arte como expresivo, y
una teoría del significado en la que el significado lingüístico, el significado de los sig
nos, no estuviera agudamente separado de las otras fmmas de significado, sino que
más bien fuera continuo con el significado expresivo de arte. Pero se necesitaba esta
nueva comprensión de la expresión lingüística y artística no sólo par·a tener modelos
para la comprensión de la vida humana como expresión; el punto no era sólo ver la
vida como una obra de arte, aunque éste es sin duda uno de los legados importantes de
este peliodo. Si la vida del hombre es ex-presión en estricto sentido, es decir, tanto logro
de propósitos como clarificación del significado, ello es porque el hombre es más que
sólo un ser vivo, es un ser capaz de actividad expresiva. Lo que hace al hombre capaz
de expresión es el lenguaje y el arte. Así, éstos proveían modelos no sólo para la vida
.
humana como expresión, sino que eran los medios privilegiados a través de los cuales
se realizaba esta expresión.
Hay una continuidad aquí con la tradición occidental y un nuevo giro radical
ligado a ello. La continuidad reside en el hecho de que el lenguaje es todavía central
para el hombre, como lo ha sido desde las definiciones antiguas del hombre como
«animal racional» . El nuevo giro es que el lenguaje ya no es de crucial importancia
como vehículo de las Ideas -de hecho, deja de serlo para algunos escritores de este
período, como Herder, quien en este aspecto puede ser clasificado como un nomina
lista- sino como expresión del yo. Consecuentemente, está ahora en peligro de ser
suplantado por el arie como el paradigma de la actividad humana. El centro humano
de gravedad está a punto de desplazarse del logos a la poiesis.
Estas tres transposiciones relacionadas: una nueva teoría del lenguaje, una nueva
comprensión del arie, y una nueva comprensión de su centralidad, pueden ser vistas
desarrollándose a través del trabajo de Herder, de otros escritores del Stunn und Drang,
y de la siguiente generación «romántica». Así, en el importante tratado de Herder So
bre el origen del lenguaje de 1 772, vemos una ruptura con el modo ilustrado de teorizar
sobre el lenguaje tal como se había desarTollado desde Hobbes hasta Condillac. Herder
radicalmente desplaza el problema. Cita la versión condillaquiana de cómo el lenguaje
surge entre dos niños en el desie1io, en tanto van aprendiendo gradualmente a asociar
16
ciertos signos con ciertos objetos. En un pasaje que nos recuerda a Wittgenstein cuan
do combate una teoría no muy distinta algunos siglos después, Herder apunta que esta
versión presupone el importantísimo paso que se ha dado; ¿cómo los niños tienen la
idea en primer lugar de que algunas cosas pueden tomar·se por otras, que puede haber
tal cosa como un signo? En otras palabras, ¿cómo pasan ellos de lo animal a lo lingüís
tico , y de ahí a la conciencia humana?
Ei mismo Herder no responde realmente la cuestión, lo que ha llevado a muchos a
comentar que el tratado está incorrectamente denominado. Pero el punto importante
es que Herder ha transformado nuestra comprensión del lenguaje. Par·a sus predeceso
res ilustrados la conciencia representativa, es decir; la comprensión que se tiene de algo
o que se refiere a algo más, era tomada como dada. Brotaba naturalmente en el juego
de asoci aciones en la experiencia del sujeto. La institución del lenguaje, es decir, los
signos arbitrarios, sólo servía para darnos control del flujo de la asociación, para per
mitimos introducir orden en nuestros pensamientos, para tener «empire sur notre
imagination», tal como Condillac lo establecía. 13 En esta visión las palabras eran una
subclase de signos, tienen significado en tanto se les ha dado simplemente una relación
de referencia a las cosas.
Pero para Herder la existencia de esta conciencia representacional o lingüística es
la cuestión central. ¿Qué es lo que hace posible que tengamos esta conciencia distinti
va, enfocada, de las cosas, siendo que los animales permanecen atrapados en una expe
riencia más oní1ica o de flujo melódico? Es el lenguaje lo que hace esto posible. Por
tanto el lenguaje puede ser probado desde un punto de vista enteramente diferente. No
es sólo un conjunto de signos que tienen significado en virtud de referirse a algo, es el
vehículo necesario de cieria forma de conciencia característicamente humana, de la
retención distintiva de las cosas que Herder llama <<reflexión>> (Besonnenheit). En otros
términos, las palabras no sólo refieren, ellas también precipitan una actividad en la
que la fonna humana de la conciencia viene a ser. Ellas no sólo desc1iben un mundo,
sino que también expresan un modo de conciencia, en el doble sentido delineado arri
ba, gue es que ellas lo realizan, y ellas determinan de qué modo es.
Esta es una de las grandes ideas seminales de Herde1: Si el hombre es un ser que ha de
ser comprendido bajo la categmia de ex-presión, y lo que es car·acterístico de él es cierta
forma de conciencia, Besomzenlzeit, y si ésta sólo se realiza en el discurso, entonces el
pensamiento, la reflexión, la actividad distintivamente humana no es algo que pueda
darse en un elemento descarnado. Sólo puede existir en un medio. El lenguaje es esencial
al pensamiento.14 Y si el pensamiento o la actividad caracteristicamente humana sólo
puede darse en el medio del lenguaje, entonces los diferentes lenguajes naturales ex-pre
san cada uno la car·actetistica única de cómo una persona realiza la esencia humana. El
lenguaje de una persona es el espejo privilegiado o la expresión de su humanidad. El
estudio del lenguaje es el camino central e indispensable para la comprensión de la varie
dad humana. La obra de Herder está entonces en el origen del gran crecimiento de los
estudios filológicos que comienza en este tiempo.15
Por tanto el lenguaje es comprendido en una dimensión diferente por Herder que
por sus predecesores ilustrados. No es sólo signo referencial, es también expresión. Y
�
�
1 3. Sur !'origine des comzaissances lzwnaines, Parte I, sección 2, capítulo IV, § 46.
14. Herder no siempre vio las implicaciones de esta idea, pero fueron de central importancia
pam Hegel, como veremos después.
1 5. Herder fue también quien originó un gmn interés en la canción folklórica y en la cultum
folklórica en este período.
17
en este aspecto es continuo con el arte, dado que la visión de Herder sobre el lenguaje
en su origen era inseparable de la poesía y de la canción (no original de él, cierto, pero
a la cual el Stunn und Drang le dio un nuevo giro), y que el lenguaje más adecuado une
la descripción del mundo y la expresión del sentimiento. Esta noción del lenguaje como
expresión de sentimientos en estricto sentido no tiene lugar en las teorías de la ilustra
ción sobre el hombre y el significado -aunque había empezado a aparecer en algunos
de los escritos sobre el arte, en particular en las discusiones sobre el <<genio>> de, p. ej.,
Diderot. La idea era común sobre el llanto, p. ej., el cual era «expresión>> natural del
sentimiento, entendiéndolo como aquello que daba salida al sentimiento, una salida
natural, y que después podría eventualmente ser tratado como un signo. Pero la idea
de una expresión en estricto sentido que también define lo que el sentimiento es, sólo
surge con la nueva teoría del hombre. El lenguaje describe el mundo, pero también
tiene que realizar al hombre y a través de ello clarificar lo que él es.
En este aspecto era continuo con el arte, o al menos con la nueva comprensión de
arte que se había desarrollado por la generación del Stunn und Drang. Donde la visión
cotidiana de la época veía al arte como imitativo, como didáctico o como capaz de
aportar una función placentera, los Stiirmer und Driinger desarrollaban una noción del
arte como expresivo, como expresión de los profundos sentimientos del artista, y que
en el proceso lo completaba, expandía su existencia; Goethe usa la expresión «purifica
ción>> (Liiutenmg). Como se infiere del término de Goethe, esta expresión no implica
sólo darle salida a los sentimientos, sino una transformación de ellos a una forma más
elevada. Por la misma razón esta expresión del sentimiento no es subjetiva en sentido
restrictivo, y no apela a la verdad. Por el contrario, el arte más alto lo es porque es
verdadero con la naturaleza; pero no lo es en el sentido de una imitación, sino más bien
porque es la más alta y completa expresión de sus potencialidades.
Dado que el arte fue visto como expresivo en este nuevo sentido, el artista fue visto
como un creador, y se dio un nuevo ímpetu al tema del genio en el siglo XVIII, un poder
para el cual ninguna fórmula podría haber sido dada de antemano, sino que sólo podía
ser revelada en su despliegue.
Como la más auténtica expresión del hombre, a los ojos de los Stünner und Driinger,
el arte fue también el modo principal como el hombre recobraba comunidad con otros
hombres en comunión con la naturaleza. Regresaré a esto más adelante.
Desde la década de 1 770 en Alemania se vio una nueva filosofía del lenguaje y una
nueva teoría del arte que formó parte de una nueva teoría sobre el hombre. Como
resultado de esto el arte comenzó a jugar un rol central en la realización de la naturale
za humana, en el cumplimiento del hombre. Éste es el tiempo en que el arte comienza
a tener una función análoga a la religión, y en algunos casos incluso a reemplazarla.
Por lo demás, esta función cuasi-religiosa del arte es una característica fundamental de
la civilización contemporánea, y 1770 puede ser considerado un parteaguas en el desa
rrollo del mundo moderno.
La importancia central del arte está ligada a un rol ampliado del sentimiento. La
realización de hombre, como vimos, involucra una expresión, en el sentido de una clari
ficación, de lo que él es; esto sucede porque el más alto cumplimiento se da en la activi
dad ex'Presiva. En su forma más elevada, esta expresión debe ser reconocida por él y ser
un modo de auto-conciencia como vimos arriba, dado que la subjetividad al máximo es
autoconciencia. Pero la vida de un sujeto es también sentimiento, su auto-realización o
falta de ella no es un asunto de indiferencia sino que es experimentada con gozo o con
dolor. Y el sentimiento al que nos referimos aquí no es simplemente un estado mental
18
pasivo, sino también una disposición de la voluntad. Por tanto esta auto-conciencia no
sólo es una visión del Yo, sino también un sentimiento de sí mismo, y también está
acompañada de la aspiración de permanecer o de volverse uno mismo, y todo esto es
inseparable. Así la actividad expresiva más alta es el vehículo tanto de la visión como del
sentimiento, y es por esto que el lenguaje, no sólo en sus orígenes sino en sus funciones
más altas, es continuo con el arte.
El sentimiento aquí no es lo que era para la corriente de la ilustración, un estado
pasivo o un afecto sólo obligado contingentemente con lo que lo provoca por un lado,
y con la acción que motiva por el otro. Más bien tenemos noción del sentimiento en un
sentido que es inseparable del pensamiento, justo como el pensamiento si está engra
nado c?n la realidad es inseparable del sentimiento. Dice Herder: «Todas [pasiones y
sensaciOnes] pueden y deben ser operativas, precisamente en el conocimiento más
elevado, porque éstas crecen de ellas y sólo pueden vivir en ellas».16 Sólo la especula
ción vaga puede no ir acompañada por sentimientos. Sólo «mentirosos o seres enerva
dos>> (Liigner oder Entnetvte) pueden satisfacerse con ello.
Dado que somos seres expresivos, nuestra vida es una unidad, no puede ser artifi
cialmente dividida en niveles distintos: vida contra pensamiento, sentimiento contra
racionalidad, conocimiento contra voluntad. El hombre no es un animal con razón
agregada sino una forma totalmente nueva e indivisible.17 Los sentimientos son modos
de conciencia, su contenido de pensamiento les es interno, y pueden ser cualitativa
mente diferenciados por los pensamientos o estructuras que encaman. Una jerarquía
de sentimiento está entonces inseparablemente ligada a la jerarquía de auto-concien
cia, y a una jerarquía de disposiciones de la voluntad, pues el «impulso (Reize) es la
fuerza que conduce nuestra existencia y lo sigue siendo aún en nuestro conocimiento
más noble>> . Por tanto, «el amor es la forma más noble del conocimiento y es el senti
miento más noble>> .18
Entonces un componente esencial para la más alta realización del hombre es cierta
calidad de sentimientos, un sentimiento del yo es también una visión del yo, en la cual
el sentimiento-visión se expresa en nuestras más elevadas actividades, el lenguaje y el
arte. El hombre completo no sólo se realiza como una vida sino también como un ser
capaz de actividad expresiva y desde ahí capaz de alcanzar auto-claridad y libertad.
Esto es lo que Herder expresa en su noción de «reflexión>> (Besonnenheit) como la
propiedad crucial del hombre. En esta definición del cumplimiento humano vemos
una vez más tanto la filiación como la ruptura con la tradición clásica. El hombre es un
animal racional: Humanitiit es definida por Herder como «razón y justicia>> (Vernunft
und Billigkeit).19 Pero la racionalidad no es un principio de conformidad con el orden
cósmico. Más bien es auto-claridad, Besonnenheit. Alcanzando esto, nos volvemos lo
que estaba en nosotros que fuéramos, expresamos nuestra mismidad completa, y des
de ahí somos libres.
También es esencial a nuestro cumplimiento el sentimiento-visión que tenemos de
nosotros mismos en plenitud, como seres naturales y espirituales, como sujetos de de
seos naturales y de la más alta aspiración por la auto-claridad, la libertad y la forma
ex'Presiva, y todo esto en unidad armónica. Por esto el arte, como el vehículo desde donde
este sentimiento-visión viene a ser, debe expandir nuestra existencia y purificamos.
16.
17.
18.
1 9.
V.om Erkennen wzd Empfinden der lvlenschlichen Seele, Suphan, VIII 1 99.
Uber den Ursprwzg der Sprache, Suphan, V, 28-29.
Vom Erkemzen wzd Empfinden der lvlenschlichen Seele, Suphan, VIII 1 99-200.
En Idem, XV3 (Suphan, XIv, 230).
,
,
19
1790, miremos
dera imagen de la vida humana al objetificar l a naturaleza humana; ellos dividieron al
algunas de las aspiraciones que derivaron de esta nueva teoria del hombre. La antropolo
alma del cuerpo, a la razón del sentimiento, a la razón de la imaginación, a los pensa
mientos de los sentidos, al deseo del cálculo, y así. Todas estas dicotomías distorsiona
En orden a establecer el escenruio para los problemas de la década de
gía expresivista fue una respuesta a la imagen mecanicista, atomista, utilitarista, de la
vida humana. Si podemos pensar en la antropología de la ilustración como recomendan
ron la verdadera naturaleza del hombre que debía haber sido vista como un solo flujo
do exaltadamente el sentido de la libertad, incluso el de la auto-definición, la reacción a
de vida, o bajo el modelo de una obra de arte, en donde ninguna pruie puede ser defini
ella dejaba ver esta imagen del hombre como seco, muerto y destruyendo la vida. Pues el
da abstrayéndola de las otras. Estas distinciones fueron vistas como abstracciones de
sentido de libertad para el sujeto racional que se auto-define se ganó objetivando la natu
la realidad. Pero eran más que eso, eran mutilaciones del hombre. Estas visiones falsas
raleza, incluso nuestra propia naturaleza, volviéndonos objetos para nosotros mismos.
Había ganado a costa de una escisión entre el sujeto que conoce y que desea. Y este reino
fueron más que sólo errores intelectuales. Pues el hombre es un ser auto-expresivo, y se
realiza a sí mismo en parte a través de la forma definitiva que le da a sus sentimientos
de lo dado incluve no sólo cosas ex.i:emas en el mundo, sino también lo que es dado en el
y a sus aspiraciones en expresiones de arte y del lenguaje, de tal manera que esa visión
sujeto, sus dese¿s, sus sentimientos, sus debilidades y sus afinidades.
falsa es un obstáculo para el cumplimiento humano. Un hombre que ve sus sentimien
La ilustración desarrolló una concepción de la naturaleza, incluida la naturaleza
tos como situados en una categolia distinta a la del pensamiento, como hechos acerca
humana, como un conjunto de hechos objetivados con los cuales el sujeto tenía que
de él que han de ser explicados mecanicistamente, no puede alcanzar un grado más
lidiar para adquirir conocimiento y poder actuar. Por supuesto, la naturaleza como un
alto de expresión de ellos. Por tanto, este error intelectual debe ser combatido con
todo armónico cuyas partes ensamblan perfectamente también representaba un mo
pasión moral, así como encontramos a Herder combatiendo las diversas teorias de la
delo o un mapa para el hombre tanto como le ofrecía el material en bruto para su
facultad psicológica.
Junto con el ataque a las dicotomías en el hombre, encontramos a la ilustración
realización. Pero la fisura seguía ahí entre la naturaleza, ya sea como plan o instrumen
to, y la voluntad que actuaba en ese plan.
Fue esta fisura la que los creadores de la teolia expresivista -Rousseau, Herder, y
algunas veces atrapada en otra clase de abstracción, introduciendo un mundo falso de
después los románticos- no podían tolerar. Ellos experimentaron esta visión de las
temas dominantes en Rousseau y usualmente explica su influencia. Podemos ver cómo
cosas como un destrozo de la unidad de la vida en donde la naturaleza debía ser al fin
fluye del mismo orden de ideas. La auto-expresión del hombre se distorsiona, su vida
representación que corta al hombre de las fuentes de la vida real. Éste es uno de los
la inspiración y el motivo que forzara al pensamiento y a la voluntad. No era suficiente
no lo expresa, sino más bien expresa un substituto ilusmio para sus verdaderos senti
que la naturaleza proveyera el mapa para la voluntad, la voz de la naturaleza debía
mientos y aspiraciones. En este punto podemos ver un poderoso elemento de la teoria
hablar a través de la voluntad.20
Lo que se experimentaba como afirmación del yo en la visión de unos se sentía
temente antidualista, busca eliminar la dicotomía cuerpo-alma, o la dicotomía espíri
como exilio por los otros. El mundo objetificado es la prueba para unos de la auto
tu-naturaleza, que es el legado de Descartes. Se dirige más a categorias de la vida que
expresivista que es de primera importancia para comprender la obra de Hegel: es fuer
posesión del sujeto, para los otros es una negación de la vida del sujeto, de su comu
eluden esta división, y se dirige a Aristóteles en el modo que hemos visto más arriba. El
nión con la naturaleza y de su auto-expresión en su propio ser natural.
rechazo de cualquier realidad espiritual desencarnada es, como hemos visto, uno de
Esta expetiencia de un mundo objetificado como exilio explica por qué la reacción
los principios básicos de la filosofía de Hegel.
expresivista fue en parte vista, y en parte se vio a sí misma, como una nostalgia por
En segundo lugar, la temia expresivista hace de la libertad el valor central de la vida
unos tiempos tempranos cuando el mundo era visto como un texto, cuando la natura
humana. La libertad se toma un valor importante con la noción moderna de subjetivi
leza era el lugar del significado. Pero como debe quedar claro de la discusión sostenida
dad que se auto-define, como veremos. Pero la teoria de la expresión tanto altera la
arriba, la as iración o era realmente la de un retomo. Porque adonde llevaba la visión
noción de libertad como enaltece grandemente su importancia. Altera la noción de la
expresivista, era incluso a una acentuación de la idea de subjetividad, la comunión con
visión común de la ilustración sobre la libertad, que era la de independencia y del
el mundo circundante no era deseada en la forma de una contemplación de un orden
sujeto que se auto-define respecto a un control externo, principalmente el del Estado y
p
;
cósmico de ideas, sino más bien como una comunión apropiada a subjetividades, tal
la autoridad religiosa. La nueva libertad es vista como consistente de una auténtica
como veremos más adelante.
auto-expresión. Está amenazada no sólo por la invasión externa sino por todas las
Notemos la aspiración que deriva de esta visión. Primero hablia una demanda apa
distorsiones que amenazan a la expresión. Puede fallar por una mala adecuación que
sionada por la unidad y por la completud. La visión expresivista reprochó a los pensa
es en último término de migen externo, pero puede ser anclada en el yo. Rousseau nos
dores ilustrados por haber diseccionado al hombre y por haber distorsionado la verda-
presenta una teolia de este tipo.
La libertad cobra una importancia central porque es sinónima de la auto-realiza
20. Obviamente, la visión ilustrada de la Naturaleza como el modelo para la acción humana
provee una de las transiciones a la noción expresivista de la voz de la naturaleza. Y algunos de los
pasajes que alaban la naturaleza de pensadores ilustrados radicales como Holbach parecen ser próxi
mas a los sentimientos expresivistas. Pero las personas a las que he considerado originadores del
expreshismo -Rousseau, Herder, y aquellos que se apoyaron en ellos- fueron los que desarrollaron
una teoria del hombre consonante con esa noción de la voz de la naturaleza. Por supuesto, el trasfon
do había sido en parte prO\isto por Shaftesbury y los teóricos del sentimiento moral.
20
ción que es la meta básica del hombre. Puede ser sólo, más que un valor central en este
sentido, que la libetiad es una de las vias con las que podemos caracterizar esta meta:
podemos también hablar de ella como unidad, cumplimiento máximo, armonía, y otras
cosas. No es que cada autor haga de la libertad su descripción privilegiada de la meta,
pero siempre es una de las descripciones disponibles.
En tercer lugar, la teoria de la expresión contiene una inspiración acerca de la unión
con la naturaleza que la ilustración había puesto en encrucijada. V1mos más arriba
21
cómo una naturaleza objetificada era experimentada como un exilio. Y de hecho las
exigencias de la vida concebidas como expresión y que no conseguían romper la dico
tomía entre cuerpo y alma, entre pensamiento y sentido, no podían detenerse en las
fronteras del cuerpo. Si yo no me satisfacía con una imagen de mí mismo como una
mente confrontada a la naturaleza interna y externa, sino que debía pensarme a mí
mismo como una vida en la que la naturaleza hablaba a través del pensamiento y la
voluntad, si además Yo como un sujeto era uno con mi cuerpo, entonces tenía que
darme cuenta del hecho de que mi cuerpo está en intercambio con una naturaleza más
grande afuera. La naturaleza no conoce fronteras fijadas en los límites del cuerpo, y
por lo tanto yo como un sujeto debo estar en intercambio con esta gran naturaleza.
Pero entonces, si mi vida se refleja completamente en mi actividad expresiva, si el
sentimiento-visión de mí mismo que esto expresa es adecuado a mi existencia real,
entonces este sentimiento no puede detenerse en las fronteras de mi yo; tiene que ser
abierto a la gran corriente de vida que fluye a través de él. Es esta gran corriente, y no
sólo la vida de mi propio cuerpo, la que ha de estar unida con una aspiración más alta,
con la libertad y con la expresión, si es que ha de haber unidad en el yo. Así nuestro yo
sentiente debe ser continuo con nuestros sentimientos para con esta corriente más
amplia de vida que fluye a través de nosotros y de la cual somos parte; esta corriente
nos alimentaría no sólo físicamente sino también espiritualmente. Así sería más que
un intercambio útil de materia. Sería experimentado como una comunión.
Nos dice Herder: «Ver la totalidad de la naturaleza, sostener la gran analogía de la
creación. Todo se siente y se muestra a sí mismo, la vida reverbera a la vida». 2 1 El
hombre, como la imagen de Dios, «un epítome y guardián de la creación>> (ein Auszug
«a volverse el órgano de sensación de
su Dios en todas las cosas vivas de la creación, en la medida de su relación con éh.22
und Venvalter der Schopfung), es llamado a esto,
Así, una de las aspiraciones centrales de la visión expresivista era que el hombre
estuviera unido en comunión con la naturaleza, que su sentimiento de sí mismo (Selbst
gefühl) lo uniera con una simpatía (Mitge{ühl) por todo lo vivo y por la naturaleza como
viviente. Podemos ver cómo el universo objetificado, que permitía sólo relaciones mecá
nicas consigo mismo y con el sujeto, era experimentado como muerto, como un lugar de
exilio, como una negación de esa simpatía universal que se obtiene entre las criaturas.
Podemos ver también cómo esta demanda pudo confundirse con aquella que ha
blaba de un retomo a la idea premodema de un mundo-texto, pero también cómo esta
equivalencia no se sostiene realmente. Ambas visiones se proponen contra la visión
moderna de un universo objetivado que quita significación al hombre. Pero en un caso
el mundo es visto encamando un grupo de significados ideales, nuestro modo de con
tactar con él es la contemplación de las ideas; en el otro caso, la naturaleza es vista
como un gran flujo de vida del cual somos parte, nuestro modo de contactarlo es por
inserción y simpatía dentro de este flujo. Lo que se buscaba es un intercambio con una
vida más amplia, no una visión de orden racional.
Podemos ver esto si miramos a la forma más importante de nostalgia en los premo
demos en el período, la admiración, incluso adoración por la Grecia clásica. Éste era
2 1 . «Siehe die ganze Natur, betrachte die groEe Analogie der Scopfung. Alles Fühlt sich und
seines Gleichen, Leben ballet zu Leben». Vom Erkennen und Empfinden der Menschlichen Seele, Su
phan, VIIT, 200.
22. «daE er sensorium seines Gottes in allem Lebenden der Schopfung, nach dem MaEe es ihm
verwandt ist, werde», loe. cit.
22
uno de los temas más poderosos y profundamente sentidos de las letras alemanas en el
último tercio del siglo xvm . Los estudios de Winckelmann detonaron una profunda y
duradera respuesta. Podemos arrojar alguna luz en esto si lo vemos en el contexto de la
teoría de la expresión del hombre. Los antiguos griegos representaban para los hom
bres de esta época un modo de vida en el cual lo más alto del hombre, su aspiración a
la forma, a la expresión y a la claridad era una con su naturaleza y con toda la natura
leza. Se le veía como una era de unidad y de armonía en el hombre, en la cual pensa
miento y sentimiento, moralidad y sensibilidad eran una, en donde la forma que era
estampada al hombre en su vida, ya fuera moral, política o espiritual, fluía de su propio
ser, y no era impuesta por la fuerza de otra voluntad. Y por supuesto en esa época, la
gran corriente de vida no era ajena al espíritu humano; por el contrario, era habitada
por dioses de forma humana, con los cuales el hombre sostenía comunión, y que dibu
jaban sus grandes retos.
Así, lo que muchos Stiinner und Dranger vieron en los griegos era al menos una
auténtica conciencia premodema, al hombre definido respecto a un orden que lo tras
cendía y que era en muchos modos incomparable con él, pero que tenía que ver con
aquello a lo que aspiraba, a la unidad con el yo y a la comunión con la naturaleza. Y
esta comunión era de sentimiento. En Los dioses de Grecia de Schiller, uno de los mejo
res ejemplos de esta nostalgia, encontramos:
Da der Dichtung zauberische Hülle
Sich noch lieblich um die Wahrheit wand,
Durch die Schopfung floE da Lebensfulle,
Und was nie empfinden wird, empfand,
An der Liebe Busen sie zu drücken,
Gab man hohern Adel derNatur,
Alles wies den eingeweihten Blicken,
Alles eines Gottes Spur.
[Cuando la capa mágica de la poesía
Todavía con deleite envolvió la verdad
La plenitud de la vida fluyó a través de la creación
Y ahí sintió lo que nunca más sentirá.
El hombre reconoció una nobleza más alta en laNaturaleza
Para presionarla en su seno de amor;
Todo al ojo del iniciado
Mostró la huella de un Dios.]
Pero esta comunión está ahora irremediablemente destruida en tanto el hombre se
coloca ante una «naturaleza sin Dios»:
UnbewuEt der Freuden die sie schenket,
Nie entzückt von ihrer Herrlichkeit,
Nie gewahr des Geistes, der sie lenket,
Sel' ger nie durch meine Seligkeit,
Fühllos selbst fur ihres Künstlers Ehre,
Gleich dem toten Schlag des Pendeluhr,
Dient sie knechtisch dem Gesetz der Schwere,
Die entgotterte Natur.
[Inconsciente de las alegrias que ella dispensa
Nunca embelesada por su propia magnificencia
23
Aquí también la polis griega parecía proveer el par·adigma que el hombre moderno
ha perdido para su desgracia. Muchos alemanes en este periodo --entre ellos Hegel
vieron en la polis antigua la cúspide de los logros humanos todavía no igualados Vie
Nunca consciente del espíritu que la guía
Nunca más bendecida a través de mis bendiciones
Insensible de su gloria de hacedora
Como el golpe m�erto del péndulo
Ella senilmente obedece la ley de gravedad,
Una Naturaleza separada de lo dhino.]
�
¿ Cuál se pensaba que era la fundación ontológica de esta comunión? Schiller en el
poema de arriba parece implicar que no hay ninguna, que más que el mundo de los
dioses en la naturaleza estaba la creación de la poesía (Dichtung). Schiller estaba de
hecho muy dividido en su actitud para con la teoría de la expresión, como veremos.
Pero en otro poema famoso, la Oda a la aleglia, el mismo que Beethoven utilizó para el
final de su sinfonia coral, él habla de la alegría como el gran propósito unificador de la
vida que fluye a través de todo.
Entre aquellos que se mueven más de acuerdo con la órbita de la teoría de la
expresión la fundación fue vista de forma variada. Herder, p. ej . , no parece haber ido
más lejos que una noción de simpatía universal, una idea que estaba va en circula
ción a�tes del Stw: n w zd Drang en, p. ej. , Shaftesbury. Pero otros fuero� más lejos de
_ de una vrda universal fluyendo a través de la naturaleza, basándose en una
la nocron
trasposición a la vida de las categmias de Spinoza. Goethe parece haber tenido algu
na visión de este tipo. Mas adelante se verá una suposición ontológica de ma or
a c: ance, que colocaba o relacionaba esta vida universal con la subjetividad; la solu
y
�
cwn de Hegel será una variante de ésta.
En este caso nos encontramos una vez más ante una teoría que es reminiscente de
la visión pre-moderna del mundo-texto, en la que diferentes aspectos de la naturaleza
son vistos como encarnando diferentes ideas. Así las filosofías de la naturaleza de Sche
lling Y de Hegel parecen retornos al pasado. Pero el punto crucial es que estas lecturas
del significado en la naturaleza están apoyadas en la noción de un sujeto cósmico· y los
significados mismos se derivan de la noción de subjetividad como la habían desa �lla
do estos autores. En este aspecto no se desplazar·on ni un ápice del principio de subje
tividad moderna.23
n cuarto lugar, lo que hemos dicho de la comunión con la naturaleza se aplica con
l � mrsma fuerza a la comunión con los otros hombres. Aquí también, la visión expresi
vrsta responde con consternación y horror a una visión ilustrada de sociedad confor
mada por sujetos atomizados, moralmente autosuficientes, que entran en relaciones
meramente externas con los otros, buscando o bien la ventaja o bien la defensa de sus
de�echo � indiv duales. Ellos buscaban un lazo más profundo de unidad que pudiera
urur la srmpatra entre los hombres con su más alto sentimiento del vo en el cual com
pari:ieran las más altas preocupaciones del hombre y éstas se tejie;
en la vida de la
�
f:
�
an'
comunidad más que la búsqueda de la preservación de los individuos.
23. Pod1ia pensarse que el caso de Hamann no cumple el retrato de la época, que al referirse a la
naturaleza como un lenguaje de Dios, está retrocediendo a una visión pre-moderna del mundo como
encarnación de ideas. Pero aparte del hecho de que Hamann está lejos de ser típico del movimiento
que él ayudó a inspirar pe1manece como un cristiano muy ortodoxo. v no congenia con las tenden·
cias spinozistas Y panteístas que son evidentes en Herder, y por supue;to todavfa más con no clistia
nos como Goethe; su lenguaje de Dios en la naturaleza es cualquier cosa menos un orden de ideas
encamadas, es más bien el discurso vivo de Dios al hombre; no es /a11gue sino parole de Dieu; en ese
aspecto está al iado de la Biblia.
24
�
ron en ella una sociedad cuya vida pública era el lugar· de todo lo qu era de gran
importancia para los ciudadanos. No sólo se daba la ve11u de Montesquieu en su áxi
mo grado, en la cual los hombres estaban listos para darlo todo por su ciudad; sino que
también tenían la posibilidad de definir su vida y de encontrarse a ellos mismos expre
sados en ella. La identificación con y la expresión en la ciudad eran dos lados de la
misma moneda. Así, la polis antigua unía la libertad más completa con la más profun
�
da vida comunitaria, cumpliendo así con un ideal expreshista.
Estas cuatro demandas de unidad, libertad y comunión entre el hombre y la natu
raleza, reflejan las aspiraciones de la conciencia expresivista. Estas demandas v las
quejas contra la sociedad moderna que van junto a ellas, eran vistas como inextri �ble
mente conectadas, y esto no sólo en los modos trazados aquí sino en muchos otros.
�
Así Schiller en su 6." carta sobre La educación estética del hombre traza las desvia
ciones que ha sufrido el hombre en la evolución desde la Grecia antigua hasta la socie
t
dad moderna. El hombre moderno ha dividido las facultades que es aban unidas en el
hombre de los tiempos clásicos; al hacerlo, los hombres se han vuelto especializados,
de modo que en vez de expresar· el todo, se expresa sólo un fragmento (Bruchstiick) de
la humanidad. Esta especialización, fruto de las dicotomías de la comprensión, está en
cambio ligada a una sociedad con clases, en la que cada una está confinada a una
función. Esta división en clases transforma la unidad viva de la sociedad en una inter
dependencia mecánica. Dejar con·er la compleja máquina de h sociedad moderna no
puede dejarse a la iniciativa espontánea de los miembros, sino que debe seguir formu
las burocráticas. Los hombres ya no son tratados como seres concretos sino como
meros constructos intelectuales, y ellos por su parte no sienten identificación con el
Estado, el cual finalmente pierde toda autoridad y se reduce a mero poder gobernante.
Este pasaje de Schiller nos hace caer en la cuenta de cómo las ideas básicas de la
teoría de la expresión han sido recurrentes en diferentes fmmulaciones hasta el día de
hoy. La queja contra la ilustración, y contra la sociedad que se ha desarrollado en los
tiempos modernos, se diiige hoy hacia la sociedad tecnológica que es en muchos senti
dos la heredera de la ilustración. En nuestros días, también, se le reprocha por dividir
a la razón de la emoción, al pensamiento del sentimiento, por estrechar· al hombre y
achatar su creatividad, que en el proceso lo defmma y lo divide de los demás en un�
sociedad de clases, negándole una comunidad con la que el hombre pueda identificar
se, confrontándolo con un poder desnudo que le niega liberi:ad.
Así en mayo de 1 968 en Paris, la aspiración que prendió el fuego fue la de una
sociedad décloisonnée, una en la que las barreras entre los diferentes aspectos de la
vida, el trabajo y el juego, el amor y la política, fueran denibadas, y también lo fueran
las barTeras entre las clases; mientras este décloismmement es liberador de un ton·ente
de energía creativa, de modo que la última bar-rera que se supera es la que se da entre
el arte y la vida. Es evidente que la concepción expresivista del hombre es más que un
mero interés histórico.
Hemos dibujado un retrato de la conciencia expresivista como una aspiración a
escapar de un predicamento en el cual el sujeto está contra un mundo objetivado, para
superar la brecha entre sujeto y objeto, para ver la objetividad como una expresión de
la subjetividad o un intercambio con ella. Pero este deseo imperioso de unirse con el
mu..11do, ¿no amenaza la existencia del sujeto? Ésta es la cuestión o el dilema que emer-
ge y del que no se puede escapar. Antes de que tratemos de encararlo debemos ver
cómo la noción de subjetividad también se había desarrollado en oposición a la natu
raleza en esa época.
3
Hubo otra reacción poderosa contra la objetificación radical de la ilustración, esta
vez contra la objetificación de la naturaleza humana y en nombre de la libertad moral.
Si el hombre había de ser tratado como otra pieza de la naturaleza objetificada, ya sea
en la introspección o en la observación externa, entonces su motivación debía ser expli
cada causalmente como todos los demás eventos. Los que aceptaron esta visión argu
mentaban que no era incompatible con la libertad, porque, ¿no era uno libre al ser
motivado por el propio deseo, aun siendo éste causado?
Pero desde el punto de vista de una visión más radical de la libertad, esto era in
aceptable. Libertad moral debe significar ser capaz de decidir contra toda inclinación
por el bien de lo moralmente correcto. Esta visión más radical, por supuesto, rechaza
ba al mismo tiempo una definición utilitaria de moralidad; lo moralmente correcto no
podía ser determinado por la felicidad y por lo tanto por un deseo. En lugar de estar
disperso entre diversos deseos e inclinaciones el sujeto moralmente libre debe ser ca
paz de mantenerse integrado en sí mismo por decirlo así, y hacer con su decisión un
compromiso total.
La figura principal en esta revolución de la libertad radical es sin duda Immanuel
Kant. Rousseau en muchos sentidos anticipó la idea, pero fue la fonnulación de Kant,
ese gigante entre los filósofos, la que se impuso, entonces y todavía ahora. En un traba
jo filosófico tan poderoso y rico en detalle como la filosofía crítica de Kant, el rastreo
de cualquier tema singular implica mucha simplificación, pero no es mucha distorsión
decir que la reivindicación de esta subjetividad moral radicalmente libre fue una de las
principales motivaciones de la filosofía de Kant.
La teoría crítica de Kant tiene un nuevo punto de partida, y será de inmensa in
fluencia: tratar de definir al sujeto por argumento trascendental. Se daba por sentado
por pensadores ilustrados como Hume que el sujeto sólo podía ser estudiado como
otro objeto. Cierto, esto sucedía especialmente en aquel sujeto al que se ganaba acceso
por <<reflexión>> más que por la percepción ordinaria, la cual nos daba conocimiento de
las cosas externas; pero en cualquier caso uno estaba lidiando con lo dado, con un
conjunto de fenómenos que se presentaban a sí mismos a nuestra percepción. Fue
porque Hume se ocupaba del yo como un conjunto de fenómenos que pudo decir una
cosa tan extraña como que el yo era un mero <<paquete de percepciones» sin principio
de unidad visible.
Con el argumento trascendental, por el otro lado, el propósito de Kant era definir al
sujeto no como algo dado a la atención interior, sino que hemos de concluir que sea dado
el tipo de experiencia que tenemos de los objetos. El argumento trascendental trata de
inferir desde la experiencia al sujeto de esa experiencia: ¿cómo debemos de ser dado el
tipo de experiencias que tenemos? De este modo se pueden afirmar cosas sobre la natu
raleza del sujeto que pueden no estar fundadas en los objetos de experiencia. La respues
ta kantiana a la teoría de Hume del yo como un bulto de percepción es puntualizar que el
sujeto no se agota por los fenóme�os dados a la introspección, que subyaciendo a la
observación del yo tanto como a la del mundo externo está el sujeto de esta observación,
26
quien pro tanto como observador no es lo observado. Pero esta dimensión del sujeto sólo
puede ser alcanzada por inferencia, argumentando desde lo que la experiencia es hasta
lo ql!e la estructura del sujeto debiera ser dado que esta experiencia es posible.
Este es el argumento trascendental, y al introducir esta dimensión Kant estaba
abriendo un nuevo capítulo en la historia de la filosofía que aún no ha sido cerrado.
Pero Kant no empujó su nueva línea de argumento tan lejos como lo hicieron sus
sucesores, Fichte, Schelling y Hegel. Por argumento trascendental mostró que el sujeto
de la experiencia tenía que ser una unidad, la del <<yo pienso» que tenía que acompañar
potencialmente todas mis representaciones; y que las conexiones necesarias que Hume
quería negar en el mundo de los fenómenos debían necesariamente habitarlo, pues de
ellas obtiene su indispensable estructura. Pero para Kant esta reivindicación de la ne
cesidad fenoménica sólo podía hacerse proveyendo un fenómeno claramente distinto
de las cosas en sí mismas, la pretensión de probar desde la naturaleza del sujeto la
definición de la necesidad de las cosas tal como son incluso independientes del sujeto
sería una presunción loca y sin base.
Así el mundo kantiano de la experiencia se distingue de la realidad última. Toma su
forma en parte del sujeto, de la forma de nuestras mentes, y estas estructuras pueden
ser exploradas por argumento trascendental; pero por el hecho de que esa forma fue en
parte dada a nosotros, no podemos concluir nada acerca de la forma de las cosas tal
como son en sí mismas. Las cosas son porque nosotros somos afectados como sujetos
finitos, nuestra intuición recibe su contenido de fuera de nosotros; pero la naturaleza
de esta realidad última es un libro cerrado para nosotros, y lo es de modo insuperable.
Veremos directamente cómo esta separación de la realidad última fue sentida como
intolerable por los sucesores inmediatos de Kant. Para ellos Kant se detuvo a medio
camino. Pero para Kant, esta posición no era sólo un compromiso que lo autorizaba a
cazar con los sabuesos de la ilustración y a fundamentar todas las estructuras barrocas
de la metafísica leibniziana, al tiempo que salvaba la unidad central y la libertad del
sujeto moral. Cuando Kant dijo que quería demoler los problemas de la razón especu
lativa sobre Dios para dejar espacio a la fe, no estaba sólo ofreciendo un premio de
consolación. Su interés principal estaba en la libertad moral del sujeto, y ésta en un
sen�ido radical, que el hombre debía trazar con su propia voluntad sus preceptos y no
denvarlos de una fuente externa, aun si ésta es Dios. Así, en la Crítica de la razón
práctica24 Kant establece que afortunadamente para nosotros nuestra razón especulati
va no puede llevamos más lejos. Si hubiéramos podido acceder a Dios y a la inmortali
dad de manera convincente habríamos actuado sin miedo, y nunca habríamos desa
rrollado la interna motivación del deber, que es la corona de la vida moral.
Es en esta segunda crítica donde Kant establece su noción de libertad moral. La
morali ad debe estar enteramente separada de la motivación de la felicidad o del pla
.
cer. Un Imperativo moral es categórico, nos obliga incondicionalmente. Pero los obje
tos de nuestra felicidad son todos contingentes, ninguno de ellos puede ser el funda
mento de una obligación incondicional. Ésta sólo puede encontrarse en la voluntad en
sí misma, en algo que nos obligue por lo que somos, es decir, voluntades racionales, y
no por otra razón.
De este modo argumenta Kant que la ley moral debe ser obligatoria a priori; esto
significa que no puede depender de la naturaleza particular de los objetos que desea
mos o de las acciones que proyectamos, sino que debe ser puramente formal. Una ley
�
24. Libro II, sección IX.
27
ión es auto-contradictoria, es obli
formalmente necesaria, es decir, una cuya contradicc
que �t ut�iza aqui ha sido muy
gatoria para una voluntad racional. El argumento
CI kantran_a a leyes formales
disputado, y al parecer de manera correcta: la apela ��
iOn de qu� deb.emos hacer Y
cuest
la
nunca podrá dar una respuesta determinada a
Pero el n��leo 1�teresan�e de
lo.
círcu
al
a
pareciera un poco como buscarle la cuadratur
ncia, es la nociOn radical de liber
esta filosofía moral, y que ha sido de enorme influe
al, obligándome simplemente �omo
tad. Al ser determinado por una pura ley form
así decirlo, de todas las considera
voluntad racional yo declaro mí independencia, por
lidad natural que las regula. <<Tal
ciones v los moti��s naturales, así como de la causa
estrict?, es decir, trascendental
un
en
indepe�dencia, sin embargo, es llamada libe11ad
nmo no como un ser natudeten
autome
sentido>>.2s Yo sov libre en un sentido radical,
ral' sino como u�a pura voluntad moral.
vida moral es equivalente a la
Ésta es la noción central de la ética de Kant. La
ón por la voluntad moral. Esto es
libertad en este sentido radical de auto-determinaci
uier determinación de la vo
cualq
llamad; «autonomía». Cualquier desviación de ella,
n, �ncluso de la más alegre
nació
inc
a
�
luntad por alguna consideración externa, al�
o, esta condenada �omo hete
benevolencia, alguna autoridad, incluso la de DIOs rrusm
ctamente, s�o por el motrvo correc
ronomía. El sujeto moral debe actuar no sólo corre
do con la rmsma ley moral, esa ley
to, y el motivo correcto sólo puede serlo de acuer
.
.
.
moral que él se da a sí mismo como voluntad racional.
ión de hbertad, smo tambren un
Esta visión de la vida moral indujo no sólo la emoc
religioso. De .he�ho, el objeto .de
renovado sentimiento de piedad o sobrecogimiento
aba sobrecogrmrento no era DIOs
este sentimiento se trasladó. Lo numinoso que inspir
se da a sí misma. Así se pensaba
n
sino la lev moral en sí misma, la orden que la Razó
lo que se ordena incondicional
según
o,
divin
lo
que los h�mbres estaban más cerca de
en libertad moral.
mente no cuando ellos adoran sino cuando actúan
:
precio. La libertad es definida en
un
tenía
na
doctri
te
ionan
emoc
y
Pe1 o esta austera
la vida moral como una lucha
ve
contraste con la íncÜnacíón, y es claro que Kant
ser dependiente de la natura
debe
al
natur
ser
permanente. Dado que el hombre como
a que depend� de la nat�raleza, no
leza, y dado que tiene deseos e inclinaciones debido
de moral!da� �ue trenen una
puede esperarse que éstos encajen con las demandas .
la sensaciOn de que la paz
trene
fuente diferente en la razón pura.26 Pero aún más, uno
una ganancia; porque,
que
da
pérdi
una
última entre la razón y la inclinación sería más
Kant nunca resolvió realmente
·qué sería de la libertad si no hubiera más conn·aste?
de una vez por ell�. Y es un probl�T?a
�ste problema, y fue reprendido por Hegel más
re moral asprrar a la perfecciOn,
embarazoso, dado que es parte del deber de un homb
ación, buscar un estado de
inclin
la
de
es decir aspirar a convertirse en lo contrario
más la posibilidad de un
nunca
tara
levan
se
no
ya
e
santidad , como lo llama Kant, dond
siempre cumpliéramos alegredeseo que nos desviara de la ley moral, donde nosotros
mente con la ley_27
pues claramente cree �ue tal
Kant puede-evitar encarar este problema fácilmente,
nos enfrentamos mas con
ros
nosot
que
as,
lágrim
santidad es imposible en este valle de
cción. Pero en sus sucesores
la tarea interminable de luchar para acercarnos a la perfe
fuertemente marcados tanto por
esto se torna un punto de aguda tensión. Ellos fueron
sión del hombre.
expre
la libertad radical de Kant como por la temia de la
,
25. Crítica de la ra::ón práctica, Libro I, sección 5.
26. Op. cit. , Libro I, Parte ill, 149.
27. Loe. cit.
28
Reflexíonándolo, esto no es del todo sorprendente; había profundas afinidades en
tre las dos visiones. La teoría de la expresión apunta a un cumplimiento del hombre en
la libertad, la cual es precisamente una libertad de auto-determinación, y no simple
mente independencia del impacto externo. Pero la visión más alta, más pura, y más
libre de compromisos de la libertad que se auto-determina fue la de Kant. Por ello hizo
girar la cabeza de toda una generación. Fíchte claramente coloca la elección enu·e dos
fundaciones de la filosofía, una basada en la subjetividad y en la libertad, la otra en la
objetividad y la sustancia, y opta empáticamente por la primera. Sí el cumplimiento
del hombre ha de ser el de un sujeto que se auto-determina, y si la subjetividad significa
auto-claridad, auto-posesión en la razón, entonces la libertad moral a la que apelaba
Kant tenía que ser vista como la cúspide.
Pero las líneas de afinidad también conian hacía el otro lado. La libertad kantiana
de auto-determinación llamaba a ser completada, llamaba a superar las fronteras en
que estaba colocada y volverse determinante de todo. No puede estar satisfecha con las
limitaciones de una libertad interna, espiritual, sino que debe tratar de imprimir su
propósito también en la naturaleza. Debe volverse total. Es así en cualquier caso como
fue experimentada esta idea seminal en la joven generación que recibió los escritos
críticos de Kant en su juventud formativa, y que se entusiasmaron por la idea, aunque
cabezas más viejas y sabías podrían haberlo sentido.
Pero junto con esta profunda afinidad entre las dos visiones que tendían a trazar las
mismas personas en sus órbitas, también había un choque obvio. La libertad radical sólo
parecía posible al costo de una disrupcíón con la naturaleza, de una división en mí mis
mo entre la razón y la sensibilidad más radical que cualquiera que el materialismo o el
utilitarismo ilustrado hubieran soñado, y también de una división con la natirraleza
ex'terna, de cuyas leyes causales el yo libre debía ser radicalmente independiente, incluso
cuando fenoménicamente su comportamiento pareciera adecuarse. El sujeto radical
mente libre fue vuelto hacía sí mismo, hacía su yo individual, en oposición a la naturale
za y a la autoridad externa, y ésta era una decisión que otros no podrían compartir.
Para algunos jóvenes, y otros no tanto, intelectuales alemanes de la década de 1790
estas dos ideas, ex-presión y libertad radical, tomaron una tremenda fuerza. Esto nació,
sin duda, en pmte de los cambios en la sociedad alemana que tenía necesidad de una
n��va identidad. Pero la fuerza se multiplicaba varias veces por el sentido de que el
VIeJO orden se estaba rompiendo y que uno nuevo nacía del impacto de la Revolución
Francesa. El hecho de que de esta revolución surgiera el terror provocó sentimientos
ambivalentes e incluso hostilidad entre quienes antes fueran sus admiradores y esto
fue acompañado con una sensación de urgencia. Había una sensación de que una gran
transformación era tanto necesaria como posible, lo que despertó esperanzas qu� en
otras épocas pudieron parecer extravagantes. Se sintió que una ruptura era inminente,
y dada la situación de Alemania en el vuelco dado por la Revolución Francesa, esta
esperanza pronto tornó desierta la esfera política y volvió más intensa la esfera de la
cultura y de la conciencia humana. Y si Francia era el hogar de la revolución política,
¿dónde sino en Alemania podía completarse la gran revolución espilitual?
La esperanza era que los hombres se reunieran en tomo a dos ideales: libertad
radical y expresión integral. Dadas las afinidades entre ellas, mencionadas arriba, era
inevitable que sí uno de ellos era sentido profunda y poderosamente el otro también lo
seria. Miembros de la vieja generación mantendrían a distancia la una de la otra; por
eso Herder nunca se adaptó al giro crítico del pensamiento de Kant, a pesar de que los
dos estuvieron cerca durante el tiempo de estudio de Herder en Konigsberg alrededor
29
ntal de Kant sólo otra teoria que dividía
de 1780 . Herder vio en la exploración trascende
de la filosofía de la historia de Herd�r Y.
al sujeto. Kant, por su parte, era receloso
enunciaci?n de la teoria de �a expresión
parecía sentir poca atracción por su poderosa
traba signos de estar anrmada por el
Es verdad que la tercera critica de Kant mos
en del juicio es:é��o y éste es visto por
Zeitgeist. Parte de ella está dirigida a un exam
s de hechos y los JUICIOS morales puros, Y
Kant como mediando entre los juicios puroepto
teleoló�cos . �ue de alguna manera
otra parte está dirigida al estudio de conc ana.sEn
su discus10n sobre lo bello, Kant
unen materia y forma de manera más cercza fundada
en el juego de n�estras faculta
parece despla;arse de una visión de la bellen que ve la belle
za de los obJetos como una
des de intuición y comprensión a una visió
esentación de una realidad más elevada
sombria y neces;mamente fragmentaria repr
riencia. Incluso, en un pasaje remini�
que no p�ede presentarse corr';'pleta en la expe
o [...] por el cual la naturaleza a traves
cente de Hamman, habla de «el texto codificad
28
de sus formas bellas nos habla en figuras».critica fue inmensamen: importante para
Pero aunque por esta razón la tercera ide�es, �� la generaCio� n de 1790 la �ue
.
.
todos aquellos que intentaron unir los dos
dos. Para el JOVen Fnedrich
tifica
Iden
on
fuer
s
polo
.
Los
tarea
esta
a
dio
se
ente
realm
te, la poesía del primero representaba lo
Schlegel la tarea era unir a Goethe y a Fich
último era la enunciación más completa
más Jto en belleza y armonía, la filosofíaa del
dos, como por un tiempo pensó Schlegel,
de la libertad y de lo sublime del yo. Unir los
ter, traeria a lo� hombres a una nue�� altura
que los había visto unidos en Wilhelm Meishabí
an revoluciOnado el mundo político, los
de conciencia y arte. Donde los francesesalta era
cultural.
alemanes inauguraban una nueva y más lling, habl
aron de unir a Kant y a Spinoza,
Sche
v
r
Otros com� Schleiermache
a, hacia categorias de vida y hacia un
traslad�do al primero, como se �endonó arrib
demandado por la teoria de la �xp�esión.
paradigma de unidad del sujeto con el todoestab
lecer el problema era en tennmos de
Pero uno de los modos más básicos de
de
gran en la vida antigua y en. la moderna.
historia, como un problema de unir lo más
egel, el joven Hegel, Holderlin, y muchos
Encontramos esto en Schiller, Friedrich Schlesen
n un paradigma de la perfección
otros. Los griegos, como vimos arriba, reprcar eltaba
nso entus�asmo por la antigu�
expresivist;. Esto es lo que ayudaba a expliración inme
siguió a Wmckelmann. La anti
Grecia que reinaba en Alemania en la gene la unidque
perfecta con la naturaleza Y
más
ad
gua Grecia había supuestamente alcanzadose daba naturalmente, por decirlo así. Pero
la más alta fmma expresiva . El ser humano que morir, pues éste era el precio del desa
esta bella unidad murió. Y aún más, tenía de auto-claridad que es esencial a nuestra
rrollo de la razón a una etapa más elevadas. Como decía Schiller/9 <<el intelecto estaba
realización como seres radicalmente libre mismo del sentimiento y de la intuición en
. 30 «SI• l as
' abaJo,
inevitablemente oblia"'ado a disociarse a sí discursiva exacta... », y mas
sión
pren
com
una
a
ar
un intento de arrib
desarrolladas, no hay otro modo de
potencialidades humanas en el hombre han de »ser
.
hacerlo que colocándolas unas contra las otras
que morir porque el hombre tenía que
tenía
a
grieg
En otras palabras, la bella síntesis
to de la razón y por tanto la
ser dividido para poder crecer. En particular el crecimien
in ihren sch6nen Formen figürlich zu uns spricht», Críti
28. «Chiffreschift ... wodurch die Natur
ca del juicio, sección 42, 1 70.
6.", § 1 1 .
29. La educació11 estética del hombre, Carta
30. § 12 . .
30
libertad radical requeria una disrupción de lo natural y de lo sensible. El hombre moder
no tenía qu� �star en gue� consigo mismo. La sensación de que la perfección del mode
lo de ex-pres10n no era suficiente, de que tenía que estar unido con la libertad radical, fue
cl�ament.e m�cada .en e�ta fase de la historia por la aceptación de que la pérdida de una
urudad pnmana era mev1table y que el retorno era imposible. La poderosa nostalgia por
la belleza perdida de Grecia se mantuvo fuera de un provecto de retorno.
El sacri�cio ?abía sido necesario para desarrollar aihombre hasta su más comple
ta autoconcie�Cia y auto-determinación libre. Pero aunque no había esperanza de re
torno, la habna una vez que el hombre hubiera desarrollado por completo su razón y
sus faculta�es e? una síntesis más elevada, en la cual tanto la unidad armoniosa como
la aut?concien:m plena pudieran reunirse. Si la temprana síntesis griega no había sido
re�eXIva, Y tema que serlo, la reflexión necesita empezar dividiendo al hombre de sí
rrus�o, para que la nueva unidad pueda incorporar completamente la conciencia re
fleXIv� ganada, la cual debe ser recuperada por la conciencia reflexiva. En el Fragmento
Hypenon, Héilderlin nos dice:
�
Hay dos ideales de nuestra existencia: uno es una condición de la simplicidad más grande
donde nuestras necesidades estru: de acue�do una con la otra, con nuestros poderes y co�
t?do .aquello co� lo que nos relaciOnamos, ¡usto a través de la organ ización de la naturaleza,
_ de nuestra parte. El otro es una condición de la más alta cultura donde
sm mn
guna accwn
este acuerdo se da entre necesidades y poderes infinitamente diversificados v" refodados a
'
través de la organización que somos capaces de damos a nosotros mismos. 31
El hombre está llamado a trazar un camino desde la primera de estas condiciones
hasta la segunda.
Esta visió? es�iral de la his:oria, en_ donde nosotros retornamo� no a nuestro propio
punto d� ��da smo a una.vanante mas
elevada de unidad, expresaba a la vez el sentido
de ?POSI�!On entre los dos :deale� y la demanda, unida a una esperanza, de que los dos
estan urudos. .Las tareas pnmordiales del pensamiento y de la sensibilidad fueron vistas
como el despli�gue de profundas opo�iciones que tenían que darse necesariamente, pero
que ahora P���r: ser desmontadas. Estas eran las oposiciones que expresaban más cla
ram�n�� la diVIslün entr� los dos i�eales de libertad radical y expresión integral. Eran: la
opo�Ic10n e��e pensarrue�to, razon, moralidad, de un lado, y deseo y sensibilidad por el
- entre la libertad autoconsciente más completa, en un lado, y la vida en
otro, la o�oSIClün
la com�da�i, er: el otro; la oposición entre autoconciencia y comunión con la naturale
za; Y,mas alla de esta, la separación de la subjetividad finita de la vida infinita que fluye a
�aves de la naturaleza, la barrera entre el sujeto kantiano y la sustancia spinozista, Deus
szve natura, o en la frase de Lessing, el «Hen kai pan.».
4
¿Como se completaría esta gran reunificación? ¿En qué se fundaban las esperan
zas? Un fundamento para la esperanza era un idealismo cada vez de mayor alcance, un
3 � «Es gibt zwei Ideale unseres Daseins; einen Zustand der Hochsten Einfalt, wo unsre Bedürfnisse
mi.t s1ch sel?st, und rrut. unseren Kra.ften, und mit allem, womit wir in Verbindung stehen, durch die
. der Natur, ohne unser Zutun, gegenzeitig zusammenstimmen, und einen Zustand der
blo{Je Orgmz rsatzon
h?chsten Bi.ldlillg, wo dassei?e stattfinden wi.irde bei unendlich vervielfaltigten und verstarkten Bedürf
russen und Kraften, durch dte Organisation, die wir wzs selbst zu geben im Stande sind».
·
31
do al plincipio como el joven discípulo
idealismo total. Fichte lo inauguró . Reconoci
, se movió bajo el profundo influjo de la
más blillante de Kant, incluso por su maestro
ma. Lo �tole:a?le so?re �1 kantismo_era la
época para transformar la totalidad del siste
cosa en sL En últrmo terminO, no habra una
división de la cosa en sí. Fichte rechazó la
realidad que nunca �odria ser conoci�a:
subjetividad frente a un mundo extraño de
todo, el mundo de objetos fue establecrdo
más bien la subjetividad estaba en la base de
é� .
. . sea co s r. nte: ello
por el <<yo pienso» y no era independiente de
. . o ordm
ano
fimt
to
suje
el
que
� ��
lo
de
algo
es
no
Por supuesto, esto
e la subjetiVIdad que
pued
No
al».
lectu
inte
ición
«intu
una
de
és
trav
a
tiene que ganarse
tica a la subjetividad finita, es más como un
establece el mundo ser pensada como idén
tos finitos son emanaciones. Fichte desarro
sujeto que lo abarca todo y del cual los suje
de 1 800 y hasta su muerte prematura �n
lló este aspecto de su pensamiento alrededor
mpeñaba un gran rol. Pero el punto crucral
1 8 14, y Dios era el sujeto último que dese
cto a su Wissenschaftslehre cuando fue
del sistema de Fichte, que dio tremendo impa
icompetencia del sujeto .moral kantiano.
publicado en 1 794, era la declaración de omn
esto se completaba dem.bando todas las
No sólo se superaba un dualismo, sino que
ento y de la voluntad.
. . .
barreras que limitaban al sujeto del conocimi
Posiblemente el dolor de la divrswn po
.
ante
cion
La temia de Fichte era muy emo
iencia inicialmente divisiva hasta su desa
dria sobreponerse empujando-a la autoconc
obando esta oposición. Pero al final no
rTollo más completo, en donde podía verse engl asiado ka tiano, a pesar de e�pect�
dem
�
cumplió la expectativa. Fichte era realmente
dos rdeales. Es decr.r, su mteres
los
unir
r
egui
cons
para
t,
Kan
con
cias
culares discrepan
te comprendía la postulación del mundo
era exclusivamente por la libertad moral. Fich
n que puede �er sujeto ?e conoci�ento
por un sujeto como teniendo lugar en un orde
cimiento reqwere un objeto conocrdo, la
v sobre todo de voluntad. El sujeto de cono
bajar. La actividad más alta del sujeto es
�oluntad requiere un obstáculo con el cual tra
la actividad de postulación del <<yo pienso» .
la voluntad libre y ésta es la meta última de
que Kant: s i somos libres sólo en tanto
Pero entonces Fi�hte cae en e l mismo problema
la naturaleza, entonces nuestra l�cha no
capaces de luchar contra los obstáculos de
entre la naturaleza y la voluntad hbr�, y al
tiene fin; nunca podemos alcanzar la unidad
aunque Fichte nos devuelve al morusmo
final desaparece penosamente la última. Así,
retomo a la armonía. La perfección en la
ontológico, no nos da ningún prospecto de
que siempre buscamos pero que nunca
cual naturaleza y moralidad van juntas es algo
nunca podemos alc�nzarlo. Se d� siem
puede suceder; �os aproximamos a ello, pero
ca de lo que es. Frchte no ha urudo los
pre en el dominio de lo que debe ser (Sallen), nun
de expresión integral.
dos ideales; él no puede satisfacer la demanda
tomada por Schiller en sus famosas
fue
nal,
semi
Otra aproximación, e igualmente
Schiller era más viejo que la generación a
cartas sobre La educación estética del hombre.
egel. Posiblemente esto tuvo q�_e ver .e� el
la que pertenecían Hegel, Holderlin y los Schl
monista y buscara una fundacron urufica
hecho de que no cornera hacia una ontología
ción a la visión kantiana de la subjeti
da en el ser: Schiller mantiene una ruda aproxima
s que recibimos a través de los sentidos.
\'Ídad. Nosotros como sujetos formamos las cosa
ido» (sinnlicher Ttieb) que nos lleva a expe
Como hombres tenemos un «impulso al sent
a» (Fonnt1ieb) que nos lleva al orden y a la
rimentar lo sensible, y un <<impulso a la fmm
s para el conocimiento , pero se limitan
fmma de la ex-periencia. Ambos son esenciale
o como deseo y libertad.
mutuamente; en la esfera práctica se oponen tant
ón que uniera estas dos funciones
Pero Schiller ve la posibilidad de una tercera opci
ante nosotros tomara forma por sí
de modo inseparable, en donde la materia sensible
,
misma sin esfuerzo, y la fo:rna encontrara expresión en la materia, en donde el deseo
_
espontaneamente
reconocrera las exigencias de la libertad. El obJ. eto de este tercer
·
rmp
· .ulso es urn� vr·da y forma, es darle forma viviente (lebende Gestalt) y esto, dice
Sc?iller, es lo miSI�o que la _belleza. En la belleza los dos lados de nuestra n�tmaleza se
reunen en �orua . El objeto bello es una forma sensible, es decir, cada pieza del
. sensrble es relevante para la forma, la forma sólo puede tomar su conteru'do
conterudo
y e1 co�tern· do so' lo puede tomar esta forma; en contraste con la consideración de alguna realidad obser:�da bajo un concepto donde sólo algunas de sus propiedades justifi
.
can l� �onsr�eracwr::, Y el resto están relacionadas sólo contingentemente. Esta consi
_ trma es srempre arbitraria, por así decirlo, pero en el objeto bello la forma
deracwn 0
demanda JUsto su contenido, el contenido toma espontánea e irresistiblemente esta
forma en nuestra percepción de él.
�ste tercer ii?p�so nos lleva más allá de la cadena de oposiciones, donde forma y
· · �d se hmrtaban cada una a la otra e imponían recíprocamente necesidad e�
sensrbihd
.
Este tercer impulso está lejos de ser un esfuerzo serio' es un JUe,_o,
· cr •
la otra (notttgen).
. .
.
. ulso de JUego»
(Spteltneb
), puntualizando que esto lejos de
S�hiller lo ll�ma e1 <<Im
?
. . su rmportancra muestra ser la perfecla realización del hombre v de su liberdismmwr
tad. Podemos reconocer aquí el ideal de la teoría de la expresr
,
· o'n, una armorua
' expresi-·
va en la cu� los deseos r:atmales y las más altas fmmas humanas se unan sin esfuerzo
e� un sol.o elan. Esto es libertad, en el sentido de auto-expresión integral, sin divisiones,
sm c�nflrctos. Es todo esto, la creatividad libre, armoniosa, sin esfuerzo, lo que Schiller
quena expresar con la palabra «juego».
Por tan�o <<el ?ombre sólo juega cuando es humano en el sentido más pleno de la
palabra, y el es solo plenamente humano cuando juega».3z
No �ebería sorprendemos, después de la discusió;_ de aniba sObre el modelo de la
.
expreswn, que el hombre recupere su unidad en la dimensión estética. Schiller obvia
mente se �a b�ado aquí e� la tercera crítica de Kant. Pero también ha ido obviamente
mucho mas leJos. La expenencia de la belleza no es sólo la del acuerdo sin esfuerzo de
nue:tras facultades, �o es sólo una visión sombría de la realización de las ideas de la
razon en el mundo, smo que r�prese�ta la unidad recobrada de lo receptivo y espontá
�eo en nosotros, donde no solo estan de acuerdo, sino fusionadas. En el impulso al
JUego, naturaleza y espíritu hablan con una sola voz.
Por �u�uesto, la do�trina última de la obra sobre La educación estética no es clara
.
sm ambrgue?ades; S�hiller habla en algunos pasajes como si la estética fuera una eta
pa en el cammo a la hbert�d moral, un auxiliar para llegar ahí, y en otros pasajes como
aquello que embellece la bberiad moral. Pero en pasajes como el que citamos aniba,
.
paree� que la urudad alcanzada en el impulso al juego es la perfección y la realización
d�l mrsmo h?mbre. Esto no implica decir que reemplace a la libertad �oral, sino más
bren que la hbertad moral alcanza su plenitud cuando ya no está en conflicto con la
natmal�za, Y es esta s�peración del conflicto lo que provee el impulso al juego. La
.
humarudad realizada VIve enteramente en la creación y en el amor de la belleza.
En cualqw. �r caso, ésta es la visión que emerge de las Cartas para aquellos que
. .
estaban ?ambnentos de unrr hbertad
y expresión integral. Pero el mismo Schiller no
da e�pacw a esperanzas extrava�antes. Más bien termina presentando una perspectiva
.
kantrana, no de humarudad
realizada sino de progresión gradual hacia ella .
·
32. <<der Mensch s?ielt nur, wo er in voller Bedeutung des Wortes Mensch ist, und er ist nur da
gan:.._ Mensclz, wo er spzelt » (Carta 1 5, § 9).
33
32
Lo que falta en Schiller en orden a responder la demanda de unidad integral de los
dos ideales es lo que Fichte había empezado a proveer, una fundación ontológica para
esta unidad.
Si el lado espiritual más alto del hombre, su libertad moral, ha de ser más que una
armonía accidental y pasajera con su ser natural, entonces la naturaleza misma tiene
que tender a lo espiritual. En orden a poder formular esta demanda tenemos qu� ir
más allá de los términos kantianos . Tenemos que pensar la naturaleza no como lo hizo
Kant la mayor parte del tiempo, como el objeto de conciencia fenoménica, cuya funda
ción ontológica última, la cosa en sí, está encerrada en un misterio impenetrable; sino
más bien siguiendo la teoría de la expresión, como un escenario de fuerzas subyacen
tes que se manifiestan a sí mismas en los fenómenos .33
Así el requerimiento de unidad es que la naturaleza en este sentido sea vista como
teniendo la tarea de realizar metas espirituales . Por supuesto, la simple aspiración de
ser uno con la �rran corriente de la vida en la naturaleza puede ser enfrentada con una
visión naturali;ta: el hombre natural, no regenerado, es aquel cuyos deseos espontá
neos y requerimientos están de acuerdo con la naturaleza. La naturaleza es una con él
y siempre responde a su llamamiento . Otras cosas vivas están ligadas con él en la
misma cadena de simpatía que corre a través de todo .
Esta clase de visión tenía sus protagonistas en el tardío siglo XVIII y todavía tiene
sus defensores hoy. Pero no podía satisfacer a la generación romántica cuya tarea era
traer al hombre de vuelta a la naturaleza mientras mantenía sus logros espirituales
más altos, la conciencia y la libertad moral, intactos . Pero es esto lo que debe irse en la
unión propuesta por el ¡{aturalismo. Dado que el hombre depende del gran curso de la
naturaleza fuera de él, es él quien tiene que adaptarse a la naturaleza para �canzar
armonía. En esta unión desigual el ser «espiritual» es el socio minoritario . El debe
adaptarse a las fuerzas inconscientes, no reflexivas, que están más allá del dictado de la
razón; sólo puede alcanzar armonía con ellas escuchando a lo que le es más incons
ciente e irreflexivo en él, la voz del instinto .
Mientras pensemos en la naturaleza en términos de fuerzas ciegas o hechos
brutos entonces esta nunca podrá fusionarse con lo racional, con lo autónomo en el
hombre . Debemos escoger la capitulación, con el naturalismo; o contentarnos con
un acuerdo parcial y ocasional entre nosotros ganado a través de un esfuerzo ince
sante y constantemente amenazado por la presencia masiva de la naturaleza no
transformada alrededor de nosotros y- con la que estamos en constante, e inevita
ble, intercambio . Si las aspiraciones a la libertad radical y a la unidad expresiva
integral con la naturaleza han de ser cumplidas juntas, si el hombre ha de ser uno
mismo con la naturaleza y con el cosmos al tiempo que es un sujeto que se auto
determina plenamente, entonces es necesario, primero, que mi inclinación natural
básica espontáneamente sea hacia la moralidad y la libertad, y más que esto, dado
que soy dependiente de un orden más grande de naturaleza, es necesario que este
orden completo en mí y fuera de mí tienda en sí mismo hacia metas espirituales,
que tienda a realizar una forma en la cual se reúna con la libertad subjetiva . Si voy
a permanecer como un ser espiritual y no voy a ser opuesto a la naturaleza en mi
intercambio con ella, entonces este intercambio debe ser una comunión en la cual
yo entre en relación con algÚn ser espiritual o fuerza .
-
�
33. Kant mismo tiende a este tipo de discurso en ciertos momentos de la tercera crítica, p. ej.
cuando habla de la «naturaleza en el sujeto "dándole" la regla al arte». Crítica del juicio, sección, 46, 1 82.
34
Pero esto implica que la espiritualidad, tendente a realizar metas espirituales, es la
esencia de la naturaleza. Subyaciendo a la realidad natural hay un principio espiritual
aspirando a realizarse a sí mismo.
Postular ahora un principio espiritual subyacente a la naturaleza está cerca de pos
tular un sujeto cósmico. Hacia ahí es hacia donde iba Fichte, pero se detuvo crucial
mente cerca. Como Kant, el objetivo principal de Fichte estaba en la vocación moral
del hombre y en su libertad. Por tánto, aunque el mundo de la naturaleza es postulado
por el «yo �I_�nso>> en el i�ealismo radical de Fichte, esta naturaleza es todavía el objeto
de percepcwn o el matenal bruto de la voluntad. No es todavía una realidad indepen
diente, o la articulación de sus propias fuerzas subyacentes . La naturaleza está esen
cialmente relacionada con la subjetividad. Pero ésta es una relación vis-a-vis, lo otro
esencial que necesita un sujeto para realizarse a sí mismo; no es la expresión corporal
de un sujeto. Cierto, el sujeto absoluto de Fichte no es idéntico al individuo; es más
bien con lo universal con lo que el individuo busca unirse. Pero justo por esta razón ha
de ser identificado con el sujeto moral universal más que con un sujeto cósmico cuya
vida seria visible en la gran corriente de la naturaleza. La teoria de Fichte es todavía en
este aspecto el idealismo trascendental de Kant pero con el Ding-an-sich dejado fuera,
es decrr, donde el fenómeno definido por el «yo pienso>> constituye la única realidad
objetiva. El mundo objetivo no tiene fondo, por decirlo así. Simplemente provee deta
lles para el drama moral.
Esta concepción de la libertad y de la naturaleza no pennite la completa unidad de
las dos, como claramente expondrá Hegel en su primer trabajo filosófico publicado,34
pues el Yo postula un No Yo con el que lucha para superarlo. Pero la subjetividad
n�_cesita estar relacionada con algo más para poder ser. Consecuentemente, la supera
cion del No �o nunca puede ser completada, sin que el sujeto rilismo desaparezca.
Debe de ser VIsto como un progreso infinito de auto-realización hacia una meta que
bus�a ser realizada pero que nunca lo es completamente.
Este será el caso, argumenta Hegel, mientras veamos a la naturaleza, el vis-a-vis del
sujeto, simplemente postulada como contraste para el sujeto en su auto-realización.
Un� �?ad real de sujeto y objeto sólo puede darse si la naturaleza es una expresión de
subJetividad con derecho propio, por decirlo así, una realidad espiritual :independiente
que pueda vePir por sí misma a realizar su unidad con la libertad.
L� �ue se e�ha de_ me?os en Fichte, la fundamentación de la naturaleza en algún
.
_
pnnc1p10
espmtual
cosrmco, pudo encontrarse en Spinoza, quien ofrecía la unión con
�n� sust��cia cósmica. Pero este sistema sufria de la falla opuesta, que en ella la subje
tiVIdad fmlta parecía encogerse sin dejar rastro.
. Si la tarea consistía en encontrar un fundamento ontológico p�a la unidad de
libertad
y naturaleza en una unión de la subjetividad finita y el principio cósmico
espiritual o el sujeto, entonces lo que se necesitaba era una especie de síntesis entre
Fi�hte y Spinoza. Y esto, de una forma u otra (una síntesis entre Fichte y Goethe para
Fnedrich Schlegel, de Kant y Spinoza para Schleiermacher) era el tema recurrente de
esta generación de 1 790, la generación del romanticismo.
Los jóvenes románticos, los Schlegel y Novalis, p. ej . , estaban inmensamente emo
cionados con F:ichte. Ellos tomaron de él la idea de una subjetividad libre, creativa,
sublimemente desconectada incluso de sus propias creaciones (cf. la doctrina de la
«ironía>> de Friedrich Schlegel), lo que no era enteramente consonante con el propósito
34.
Differmz de 1 80 1 , cuando todavía estaba bajo la influencia de Schelling.
35
encontraron esta filosofía inadecuada.
moral de la filosofía de Fichte. Pero pronto
raleza y la unión con una vida más gran
Como también buscaban la unión con la natu
Drang, y más recientemente la intuición
de fuera del hombre, y siguiendo al Stum z und
como algo a realizarse a través del arte.
de las Cm1as de Schi.ller, vieron esta comunión
desarrollar una visión de la naturaleza
para
Ellos tomaron a Bohme, Spinoza y Goethe
itu cósmico, con el cual los hombres
como expresión, una clase de poesía del espír
poélica de la naturaleza. Y esto necesa
pueden unirse a través de su propia expresión
unir su noción radical de subjetividad
liamente los llevaba más allá de Fichte. Querían
raleza. Schelling era el filósofo que
creativa con su propia visión poética de la natu
respondía a esta necesidad.
más joven que Hegel (nació en 177 5),
Schelling era un niño prodigio. Era cinco años
oración en Jena, adonde había sido
y ya era su socio plincipal en su período de colab
icar en su temprana adolescencia, y en
llamado por Hegel en 1 800. Comenzó a publ
una década vados libros de él salieron a la luz.
le, pero la dirección general está
Es difícil seguir la evolución de Schelling en detal
ués quiso complementar a Fichte con
clara. Comenzó como un fichteano, pero desp
tividad postula el mundo y la extendió
Spinoza. Tomó la tesis fichteana de que la subje
el plincipio subyacente que se expresa
a una visión de la subjetividad entendida como
visión poética de un plincipio cósmico
en la naturaleza. Al hacer esto, dio forma a la
naturaleza.
espilitual y lo desmTolló en una filosofía de la
1 800, Schelling estableció la noción de
de
al
endem
trasc
ismo
En su Sistema del ideal
la subjetividad, pero como tal se había
que la naturaleza es el producto inconsciente de
ación explicaba la articulación de la
desviado para realizm· la vida subjetiva. Esta desvi
bajo de existencia inanimada en el
más
naturaleza en diferentes niveles, desde el nivel
nicas y químicas hasta la cúspide en la
tiempo y en el espacio a través de leyes mecá
a su intimidad en el mundo objetivo, se
naturaleza humana. Dado que la vida manifiest
a, diligida hacia sus propias metas. Así
muestra que la naturaleza es también teleológic
y libe11ad.
se realiza en un nivel la armonía entre necesidad
de Schelling, que la subjetividad
Éste es el plincipio de la filosofía de la naturaleza
tividad total. Pero de manera
subje
la
inconsciente en la naturaleza aspira a alcanzar
e ella misma a su contraparte obje
recíproca, la subjetividad consciente trata de unirs
r la naturaleza consigo misma es
tiva. Y esto es esencial. Pues lo mejor que puede hace
tad, no incorpora a conciencia. Debe
la vida. Pero ésta, aunque une necesidad y liber
d consciente alcance a incorporm· la
haber una unidad más alta, en donde la subjetivida
naturaleza, v esto sólo se consigue en el arte.
más allá de Schiller hasta la tercera
Schelling ha tomado la visió� de Schille1� y ha ido
belleza y teleología, son puestos en la
clitica de Kant, cuyos dos tópicos plincipales,
de la estética como el lugar de la unidad
cúspide del sistema. Pero a la noción de Schi.ller
una fundación ontológica. El arte es
recobrada entre libertad y necesidad se le da ahora
te se reúnen, en donde la actividad cons
el ptmto en donde lo consciente y lo inconscien
ndidades de la naturaleza inconsciente
ciente se funde con la inspiración desde las profu
armonía más allá de la oposición. Es
en nosotros, y en donde los dos alcanzan una
tividad, libertad y naturaleza son uno.
recep
entonces el punto en donde espontaneidad y
el hecho ontológico de que la naturaleza
Y este punto de reunión está predete1minado en
e, la subjetividad.
y la conciencia tienen en último término la misma fuent
el mundo inconsciente de la natu
La subjetividad entonces se abre en dos mundos,
hi.stmia. Teniendo el mismo basamen
raleza, y el consciente de la acción moral y de la
quía del ser de la naturaleza muesto, estos dos tienden a reunirse entre ellos. La jerar
tra el c�mino del plimer� ��cia e� segundo, �a historia muestra el desarrollo del segun
_
do haCI� el pnmer
� . La VISIOn esprral de la histmia mencionada mTiba ha obtem"doouna
fundacwn ontoló0ca.
� chellii �a d�do así expresión filosófica a la visión poética de los románticos a la
. .
\�swn que . elinearon Schlegel y Novalis, de la naturaleza como espíritu soñado Pare
Cia que al final resp��dí� a la necesidad por el logro conjunto de los dos ideales; liber_
Y expreswn mtegral; la autoconciencia de la libertad rad1"cal po día verse
tad radical
.
·
e�presada en la totalidad de la naturaleza, en ella y fuera de ella' y que
ah a a SI' misma
po a alcan�ar u�dad c�n esta gran comente de la naturaleza en-el arte.
te Is helling, j�rlto con los p�nsadores románticos, se ligaba no sólo a la
o o e pensamiento post-kantiano y a la temia e;.;:presivista, smo que tarnlín
.
.
bie, ? daba una nueva mterpretación a las comentes de pensamiento reli2ioso que habi'an
o
ento popular aunque sm tener mucho reconociiniento �or parte de
temdo un gran seguimi.
· , esp1ral
·
_ que los influenció Bohme. Al rmsmo
ti"empo su v1s1on
los estudiosos. Ya hemos VIsto
de 1a hi stona dio una nueva fmmulación al viejo esquema profético de la historia di r "did
¡
en tres etapas, la de �dre, la del Hijo y la del Espíritu Santo; y esta visión espiral fu en
_
rmsma
u_na trasposicion del drama c1istiano de paraíso-caída-redención. Estos nexos no
u os fueron muy conscientes
fueron solo fruto de una convergencia accidental Los roman
' ..;e
· :' y es �tológicas, y su uso de térrnillos religiosos tanto reflejaba
d
tas -a,c
-stic
�
a
P a a e sentir : la rmportante transformación que se traían entre manos.3s En
c
este aspecto, Hegel se umo a la generación romántica, como veremos.
Pero Hegel no puede ser llamado romántico. Schiller no es generalmente clasifica_ _
au�q�e comprendió su interés por la unidad; y esto en parte
do omo u romantJco,
_
P?1.q�e no IO el J?aso ontolog co, como filósofo o como esclitor hacia una naturaleza
¡
divmi da, o h��m una subjetividad absoluta. Pero éste no era l desacuerdo de Hegel
con e r oman:Icismo. Por el conti·ario, su sistema se centra en la noción de que�lo
absoluto es S�Jeto. Lo '!u� lo coloca aparte es cierto rigor y consecuencias de su ensa
mi_ � t , que e - evo al hm�te en una vía única y consistente sobre los requelimie os de
u:u a e tr 1 erta? �dical Y expresión integral. De hecho la síntesis de Schellina y
,
aun ma� e o � romant1cos, se quedaba cm1a para cumplir con estos requerimient s·
Ista ci� ?e Hegel con los románti�os, � las grandes inadecuaciones de sus inten
e so ucwn, pueden entenderse meJOr SI examinamos un poco más de cerca lo
que supo�e la deseada síntesis de subjetividad y naturaleza.
_ - quiere que p s�ulemos una subjetividad cósmica, como vimos. Pero,
sta sm es1s
��
�
.G cual es la r elacwn
· con 1 os
de este espmtu cósmico con los espílitus finitos, es decn�
.
hombres?· por un 1�do, e1 es?mtu cósmico puede pensarse como idéntico con el del
_
hombre pero al ma'{lmo;
as1 en su cumplimiento último el ego humano sería visto
c?:Uo lo
est _ n la base de toda realidad óntica. Ésta parece haber sido la concep
-n de IC t e ego absoluto, con una reserva impm1ante, que su cumplimiento
Imo nunca eg�, Y nunca puede llegar, aunque siempre aspiramos a ello.
or otr l do s la natu eza es más que el point d'appui necesmio de la conciencia
hu �a � e a vo untad, Y SI �osotros pensamos entonces el espíritu cósmico como el
P0der mt1mo que surge de articular la ex:presión en todas las vmiadas mal1ifestaciones
_
d� !� natural�za, mcluyendo
al hombre, entonces la tentación de adoptar algún tipo de
\TJSion « ��te1sta» es fuerte. Pues si el plincipio de unidad expresiva -la unidad de cuer
_
po Y espmtu- es aplicable
al espíritu cósmico también, entonces la totalidad de la natu
_ la e;.;:presión de la cual es insepm-able.
raleza es su «cuerpO>>, es decn�
J
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35. Cf. M.H. Abrams, Nawral Supematuralísm , NuevaYork, 1 97 1 , capítulos 3 y 4.
37
36
hombre
nde generalmente no prosperará. El
de la
Pero el panteísmo tal como se compre
todo
del
al de la vida divina que fluye a través
a la
se
para él es sólo una parte infinitesim
eter
som
ifica
s de la naturaleza sólo sign
esta
de
naturaleza. Una comunión con el Dio
ón
visi
la
o
tant
autonomía radical. Por
bien una
gran corriente de vida y abandonar la
era un simple panteísmo sino más
no
the,
Goe
no
generación, la de Herder y
bre es me
hombre como microcosmos. El hom
variante de la idea renacentista del
expresa a sí
se
bien refleja el todo, el espíritu que
nte en el
ramente una parte del universo ; más
scie
con
ón
naturaleza viene a su expresi
era que
mismo en la realidad externa de la
o
cipi
prin
o
cuy
g,
temprana de Schellin
Como
hombre . Ésta fue la base de la filosofía
.36
uno
eran
o
ient
sam
pen
poder creativo del
for
es
la vida creativa de la naturaleza y el
rent
dife
s básicas que vimos reaparecer en
a la
te
puntualiza Hoffmeister, las dos idea
men
real
cos y Hegel son: podemos conocer
pia
pro
mas desde Goethe hasta los románti
mos
oce
con
ma sustancia, de hecho sólo
cuando
naturaleza sólo porque somos la mis
s de entrar en comunión con ella, no
amo
trat
un en
de
mente a la naturaleza cuando
ías
gor
cate
las
a
a
tarl
la en orden a suje
que
por
tratamos de dominarla o diseccionar
za
lugar, que conocemos a la naturale
al
ritu
tendimiento analítico;37 y en segundo
espi
za
fuer
o con lo que la ha hecho, con la
estamos en cierto sentido en contact
za.
za creaque se expresa a sí misma en la naturale
como espíritus finitos con esta fuer
ción
rela
Pero entonces, ¿cuál es nuestra
con el poder
za? ¿Qué significa decir que es una
tiva que subyace a toda la naturale
la conciencia
que éste es el poder para reflejar en
creativo en nosotros? ¿Sólo significa
sentido sería
qué
naturaleza? Pero entonces, ¿en
la vida que está ya completa en la
a de normas
nom
autó
razón no sería una fuente
compatible con la libertad radical? La
esaran fiel
expr
que
s
ello
aqu
os más altos serían
para nosotros; más bien nuestros logr
ía radical
nom
auto
la
a
n
ació
aspir
cemos. Si la
mente un orden mayor al cual pertene
hasta la
allá
rocosmos ha de ser empujada más
que
ha de poder salvarse, la idea del mic
sino
eza,
ral
no sólo refleja el orden de la natu
la
en
la
noción de que la conciencia humana
rrol
desa
se
que
ón, el espíritu cósmico
nscie
la completa o perfecciona. En esta visi
con
o
ient
ocim
-con
auto
a sí mismo en el
naturaleza está empujado a completarse
mente del hombre.
la
es
cia
cien
con
te, y el lugar de esta auto
ma, más
una naturaleza ya completa en sí mis
Así el hombre hace más que reflejar
resión
-exp
auto
cósmico trae a completud una
vista
bien es el vehículo en donde el espíritu
resi
exp
ón
visi
la
en
o
naturaleza. Justo com
e
que primero residía ante nosotros en la
expr
una
bién
tam
es
que
una forma de vida
n
el hombre alcanzaba su realización en
alca
,
ritu
subyacente a la naturaleza, como espí
n reino
sión de auto-conciencia, aquí el poder
algú
en
nza
alca
se
no
esto
Pero
cia.
cien
ico
za su máxima expresión en la auto-con
cósm
ritu
espí
el
lo hubiera, esta unión con
la
tara
trascendental más allá del hombre. Si
acep
él
que
,
alto
a su voluntad a un ser más
requeriría que el hombre subordinar
bre.
hom
el
en
cia
cien
nza esta auto-con
heteronomía. Más bien el espíritu alca
ciencia,
realizar el espíritu , es decir, la autocon
a
de
tien
za
rale
Así, mientras la natu
como
ve
él
de a tomar de la naturaleza lo que
va
el hombre como un ser consciente tien
nue
una
e
. En este proceso el hombre adquier
sino
espíritu y unirlo con su propio espíritu
,
erso
univ
del
al
como un fragmento individu
concepción de sí mismo: se ve no sólo
deutsclze Idea lismus, Leip
3 6 . J . Hoffmeister, Goethe tmd der
sonnenhaft .
3 7 . Así Goethe: War nicht das Auge
cken
Die Sonne konnt' es nie erbli
Kraft,
eigne
s
Gotte
des
uns
in
Uig nicht
ücken?
Wie ki:innt' uns Gottliches entz
zig, 1 932, 1 O .
más bien como vehículo del espíritu cósmico. y asi, e1 hom�r� puede alcanzar de una
.
n el es?mtu :rue se despliega a sí
vez la mayor unidad con la naturaleza e de
.
_ concreta.
mismo en la naturaleza, y alcanzar ade�á la o� ?r�s wn autonoma mas
deben
venir
juntas
dado
que
la
identid
h
a
asica
e
ombre
se
da
en tanto
d
l
d
dos
Las
vehículo del espíritu.
.
Una concepción del espíritu cósmico de este fIpo, SI podemos hacer que tenga sentido, es la única que puede cuadrar el círculo
d po�q e puede �stablecer la base para una
unión entre el espíritu cósmico y el finit
� e cumphr !os req�e�entos para
ue su prol?�a conciencia y voluntad
que el hombre esté unido a la totalidad y s
autónoma. y era algo de este tipo lo que busca a
eracwn de los rom�ticos, lo
entre el alm� creativa de la
de ide i
que Schelling quería definir en su noción
.
,
naturaleza y lá fuerza creativa del es , tu
como: <<die Natur ist der
a formula
sichtbare Geist, der Geist die unsicht e N
, . de �egel, o
y era una noción de este tipo la que Heael
"' consiw·
"' IO, al fin.al. El espmtu
el Geist, aunque a veces es llamado «Dios»
est� clanficando
�I eg �firmaba
es un J?I�s que pueda
la .te?l �gía cristiana, no es el Dios del tei
eXIstrr Independientemente del hombre' o incl s SI� e �� re no eXIstiera, como lo
era el Dios de Abraham, Isaac y Jacob antes e a creacwn. Por el contrario, es un
espíritu que vive como es íri
'1
ave, � de l�s hombres. Ellos son los vehículos, y
.
los vehículos indispensab es e
s c�a espmtual, e� tanto conciencia, racionali
dad y voluntad. Pero al mis o tiem o
d ci��e al hombre, no es idér:tico
ié
al espíritu humano, dado que él es t
�pmtual que subyace al uruver
.
, tos y realiza fines que no pueso como un todo, y en tanto ser espiritual tiene. pro�osi
.
fi te, s o po el contrario �es a los que
den ser atribuidos a los espíritus fi t
m
a�uro, e _om re llega a SI. rmsmo al final,
los espíritus finitos sirven. Para el e
,
cuando se ve a sí mismo como el vehíeulo de un espmtu
mayor.
.
Exarmnaremos la noción de Hea"'e1 en e1 capi'tulo III. Pero ya debe estar claro que no
.
· · , coherente del espíries fácil (si de hecho es de alm;,.,
su.u modo pos1ble) consegw·r una VISion
tu cósmico en este modelo' o siqui t
laro lo que requiere. y de hecho los román
.
ticos nunca tuvieron éxito hacién o.
e wer
menos dos cosas: 1 ) que seamos
eza como «espíritu petrificado»,
a na
capaces de dar una interpretación plausible
de
.
_as d
como el precipitado de un espíritu cós
a co:npleta r�alización en la
a��oconciencia. Debemos encontrar en
za " a sto�a �el GelSt>>.38 y esto sig
.
nifica no sólo que encontremos en la naturaleza conJunto de nnagenes que nos permi
.
tan retratar esto, sacarlo a la luz. M ' bIen debe ver�� a la na�eza como uno de los
.
primeros intentos incom Jetos
o-realizacwn del espmtu proveyendo la ver
dad última Y la noción de or qu a
omo e 2) �ecíprocam�nte, debemos
el
r r e vehículo del GelSt que no sea
�esarrollar una noción de qué es p
mcompa?ble con su visión de la autonomía racion
.
.
La pnmera tarea a la que los románticos s dirig¡eron con su filosofía de la naturaleza, con la «física>> mística de un Ritter fin mente co� la filosofía de la naturaleza
de Schelling. Pero es con la se"'!m!lda don e ellos se extraVIaron más seriamente. 39 Pero,
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38. Hoffmeister, op. cit. , 1 8 .
39. Pueden ser importantes unas palabras ah?ra respecto a Goethe y su relación con los román-
·,
, .
_ de ]a generac10n romantrca Y no hav
neos . De hecho él fue uno de los inspiradores, casi el parancron
"'
'
.
J
..
duda de que ellos tomaron de e"[ [a I"dea de ¡a naturaleza com� la e�anacr�n de una vida espirirual en
l� cual el hombre podía descubrir los secretos de su pr�pra
. Vlda. :' uchet m euch, so werdet ihr alles
. l.
finden und erfreut euch, wenn da dratillen
hr es rmmer heili�n moget, .eine Natur liegt, díe ja
und Amen zu allem sagt, was ihr in euch "'
""
den habt » (Hoffmerster, op. czt., 7).
�
�
39
38
¿qué pasada si nuestra concepción de la auto-conciencia del espúitu, de la cual noso
tros somos los vehículos, de hecho nos arroja fuera de la auto-posesión consciente, nos
reduce más hacia un flujo de vida que no podemos atrapar por la razón? Entonces una
vez más caemos en la heteronomía. La cuidadosa síntesis nos dirigiría de nuevo hacia
una visión panteísta en la cual el hombre se reduce a sí mismo ante una totalidad más
amplia. Y si al final llevamos este camino lo suficientemente lejos el hombre se encuen
tra a sí mismo una vez más encarando a un Dios que está completo sin él y que está
más allá de él, más como el Dios de la fe tradicional.
Y de hecho, después de pasar por una fase «panteísta>>, la mayoría de los de la
aeneración romántica terminaron siendo teístas más o menos ortodoxos: Scheleier
�acher y Novalis p1imero, pero después Fliedlich Schlegel, se convirtieron al catoli
cismo; incluso Schelling realizó un regreso tardío como un cristiano ortodoxo.
Independientemente de si este desarrollo era evitable o no, el hecho es que la sínte
sis romántica fue inadecuada desde el principio. En p1imer lugar, ellos estaban profun
damente atraídos por una visión de esta síntesis, por conseguir ver el punto de reunión
del espíritu finito y el cósmico, verlo como un proceso o una actividad que es intuitiva
sin fin, que constantemente crea nuevas formas y nunca alcanza una encarnación defi
nitiva; preferian ésta a una que alcanzara una definición final que puede ser consegui
da en una visión de las cosas, o en una obra de arte, o en un modo de vida (o en todas
estas juntas). Esta visión de creación continua está implícita en la noción de «Ironía>>
de Fliedlich Schlegel, o en el «Idealismo mágico» de Novalis. De este modo, vieron la
vocación del hombre como vehículo del Geist cósmico plenamente consonante con la
subjetividad libre, ¿pero no era la miginalidad y el poder creativo sin límites, la esencia
de la subjetividad libre? Ésta, en cualquier caso, era la idea que tomaron de Fichte, Y
la que los emocionó del idealismo.
Pero esta noción de un poder creativo miginal sin fin contradice los reque1irnientos
de una unión completa entre autonomía y expresión, entre subjetividad y naturaleza.
Una subjetividad que está inspirada incansablemente en crear nuevas formas es tal que
por definición nunca puede alcanzar la expresión integral, nunca puede encontrar una
forma que verdaderamente la exprese. Este ideal romántico de cambio infinito es inspi-
Pero se perdió el clasicismo de Goethe en el embriagador entusiasmo de los románticos. Pues
aunque la obra de Goethe tuvo profundas raíces en la concepción e:-.:presivista del hombre, permane
ció inamO\ible ante las aspiraciones de la generación más joven -el ideal de autonomía moral
radical de Kant y Fichte. Ese lado de Kant que emocionó a Fichte y a través de él a la generación de
1 790, dejó frio a Goethe . La exaltación de la libertad radical no era para él. No es que los ideales de
liber1ad razón no significaran nada para él. Por el contrario; era sólo que no se sentía tentado a
interpretarlos en térmlnos de autonomía kantiana, como leyes que la razón humana se da a sí misma.
Consecuentemente, estaba contento con una visión de las cosas en la cual el hombre no era el
centro. Aceptó sin protestar la idea de que el hombre se relacionaba con una \ida más amplia que lo
hacía pequeño además de que nunca alcanzaria a comprenderla del todo, incluso si el hombre era en
algún sentido su más alta realización. Pudo mizorar una unidad expresiva del hombre con el todo sin
se;tirse obligado a encontrar un lugar en él para la subjethidad radical. En una ironía que se vuelve
más comprensible bajo el sereno «clasicismo» de Goethe termina encontrando un lugar más seguro
para la razón y la auto-claridad que las complejas \isiones de los románticos que trataban a toda costa
de asegurar la libertad sin restricciones del sujeto, el reconocimiento «d<ill die Wilikiir des Dichters
kein Gesetz über sich leide», como lo decía Schlegel (Haym, Die Romantisclze Schule, 256) en su des
cripción de la poesía romántica, que encontró realizada sobre todo en Vlillzelm lv!eiste1:
Sólo Hegel ganó un equilibrio comparable entre creatividad y forma, y era generalmente bien visto
por Goethe --quien, por así decirlo, apreciaba en general los intentos de una Filosofía de la Naturaleza
de los románticos y de Schelling, incluso cuando su etiqueta de idealismo no era de su agrado.
v
40
rado en definitiva por la filosofía de Fichte de la búsqueda sin fin y comparte la misma
inadecuación que Hegel castigará con el término de <<mal infinito >>. Esta noción román
tica de Ironía la argumentará Hegel en sus lecciones sobre estética,40 negando la seriedad
última de cualquiera de las expresiones externas del espíritu, que no ;on significativas
antes de �a creación sin fin del :Yo». Pero este <<Yo» es -al mismo tiempo bÓsqueda; de
.
hecho qwen propone la expreswn
externa, y así la auto-afirmación triunfante de la Iro
nía. deja espacio a un sentimiento de pérdida, de nostalgia (Sehn-sucht),41 debida al
retiro del mundo aband�nado por el espíritu, el cual muchos románticos expe1imenta
ron y que Hegel caractenzaba con el retra o ?el <<alma bella». En la visión de Hegel hay
:
un nexo prof:rnd? entre los reclamos roman
ticos del sujeto por una creatividad sin lími
tes y la expenencra del mundo como dejado por Dios, que Hegel constantemente comba
te en nombre de su propia visión de la racionalidad de lo real.
Cuando Fichte es trasladado al dominio de la fantasía, como en la noción
románti
ca de miginalid�d: o en el «id:alismo mágico>> de Novalis, la dificultad queda estableci
da. Pero esta actmd�d del sujeto . esta originalidad sin fin de la imaginación, que opera
.
en la zona desconocida entre la vida
consciente y la inconsciente, es algo que no puede
compren�er�e por completo por parte del sujeto. Esto contradice uno de los princip
a
les requenrmentos de la autonomía, la autoconciencia racional. El inextinguiblemente
fértil flujo de la fantasía nunca puede ser completamente retenido, en una �sión
lar, por la razón. ¿Pero y si la razón estuviera fuera de sus profundidades en este singu
donde se :nueve más bien con �1 instinto del sonámbulo? Entonces, ¿en qué se rei�o
torna 1�
autonorma moral, la cual reqwere que la razón le provea sus reglas?
Esto nos trae a una segunda cuestión básica que divide a Hegel de los román
ticos v
que concierne precisamente al lugar de la razón en la síntesis.
. ��� los ron:ánti�os �� unidad entre subjetividad y naturaleza se alcanzaba por
mtmcwn o por Imagmacwn. La razón era vista como una facultad divisiv
a diseccio
nante, analítica, una que sólo podía alejarnos de la unión con la natura
leza.
sión ú!tima de la razón estaba en algún sentido también implícita en la Ésta exclu
Schelhng. En tanto la síntesis más alta habría de encontrarse en el arte solución de
consciente y el inconsciente perma eceria como algo no completame la unidad del
n�e comprendi
r:
:
do, no transparente a la razon,
el objeto de una intuición que nunca puede ser ex-plici
tada por completo. El asunto sobre la creación artística, como lo estable
ció Kant, es
que no podemos dar su fórmulaY
Pero si aceptamos esto estamos sacrificando algo en nuestra síntesi
s. Pues una
comple�a cla:rida? del entendimiento racional de la esencia de la liberta
d
que
se auto
de�elmma se obtiene, después de todo, cuando la razón pura aporta
la
ley.
Alcanz
ar la
urudad con la naturaleza en la intuición pura, de la cual no podemos
dar
�uenta
racio
nal, es perderse a sí mismo en la gran comente de vida, y esto no es una
síntesis entre
autonomía Y expresión, sino una capitulación en la cual se linde la autono
mía. Es a un
retorno a la unidad miginal que fue rota por la reflexión más que
a la síntesis más
elevada a la que asciende la espiral.
-
�
40. Die Idee llll das Ideal, 95-102.
4 1 . Ibíd., 99.
42. Y
despu�s. cuando Schelling fue más allá del
del idealismo trascelldemal, fue desde
.
Frchte
hasta el final del especn·o en Spinoza. No definióSistema
más a la subjetividad como la fuente tanto de
la na.turale�a como de la mente, sino más bien a un absolut
o que n-ascendía al sujeto al objeto la
«Indrferencra": �ero es correcto decir de este absoluto que engullía
a la subjetividad Übre sin d�jar
rastro. Las obJeciOnes de Hegel a esto -la noche en que todas las vacas
son negrasfueron la raíz
�
de la ruptura con Schelling en 1 807.
y
41
En otras palabras, nuestra concepción de espíritu y de su auto-realización debe dar
un lugar a la razón si el hombre ha de ser el vehículo del espíritu cósmico y además
reten�r su autonomía. Ésta es la intuición central que sólo Hegel en su generación vio
con total claridad y que desarrolló hasta sus últimas conclusiones. Sin ello, los román
ticos caían en la tristeza del exilio en un mundo olvidado por Dios, o recobraban la
unidad con la naturaleza v con Dios sóio en la zona confusa de la intuición y la fantasía.
Pero esto no implica que los románticos fueran culpables de estrechez de miras.
De hecho, nuestras dificultades apenas comienzan cuando aceptamos el rol central
de la razón; fueron estas dificultades las que los motivaron a dar un giro que los
alejara de la fantasía, la invención y el arte.
Si abandonamos la visión del espíritu como poder creativo sin fin y vemos la sínte
sis de sujeto y naturaleza tomando una forma definitiva, ¿no estamos negando algunas
de las propiedades esenciales de la subjetividad libre? Parece que estamos postulando
una condición final, estática, mientras que la vida del sujeto es actividad continua. Y
dándole forma a la solución, parece que limitamos excesivamente al sujeto, que lo
hacemos meramente finito cuando el sujeto cósmico debe ser infinito .
Los requerimientos de nuestra síntesis parecen colocarnos en un dilema. Hegel era
consciente de ello. Pero él suponía haber establecido una solución que evitaba ambos
problemas. Tampoco era inocente acerca de las visiones románticas del poder de la
fantasía v de la creatividad sin fin. Insistió en que la síntesis final fuera una que la
razón p�diera sostener. Pero al mismo tiempo tuvo una concepción del sujeto como
esencialmente activo, y como actividad infinita. La solución recae en su concepción de
infinito que incorpora lo finito y que retorna a sí mismo como un círculo. Cómo se
desaiTolló esta noción lo examinaremos después, pero sólo una concepción de este tipo
puede resolver el dilema de confinar la actividad infinita a una forma sostenible.
Entonces, de nuevo, Hegel está de acuerdo con la principal objeción romántica a la
razón (o más bien al «entendimiento» para usar su propia terminología) de que divide,
analiza, individualiza, mata.43 En otras palabras, el entendimiento racional no es posi
ble sin una clara conciencia de la distinción entre sujeto y objeto, del yo y lo otro, de lo
racional y lo afectivo. Y justo por esto, Hegel insiste que la síntesis última debe incor
porar la división también como unidad. Una vez más, Hegel buscará combinar lo apa
rentemente incombinable. Buscará llegar a la <<identidad entre identidad y no identi
dad» (Differenz, 77), a la unidad de la corriente singular de vida y a la división de sujeto
y objeto implícita en la conciencia racional. Ésta es posiblemente la idea más centt;al y
«alucinante» del sistema hegeliano, que nosotros trataremos de retomar pronto. Esta
es la que más claramente lo particulariza respecto a la generación completa cuyas
aspiraciones compartía.
No rechaza la síntesis en el arte -Hegel no deja nada de lado- pero ésta es subor
dinada como la primera etapa del espíritu absoluto encaminado a realizaciones más
elevadas en la religión y, en la cúspide de la claridad, en la filosofía. Así la razón, como
claridad conceptual, toma el rol central en su síntesis. No puede esto pensarse como un
asunto sólo de nuestro modo de acceso, ya sea a través de la intuición o de la razón, a lo
que es sustancialmente la �sma visión. Pues de hecho sustancia y modo de expresión
no p�eden separa:se aqm, como en todas las teorías de la expresión. Es integral al
espíntu como razon llegar a una comprensión racional plena de sí misma. Pero nues
tra comprensión del espíritu no es distinta al final de su auto-comprensión. Por tanto
si s�l? pode�o� llegar a una intuición no explícita de la síntesis, y si la comprensión deÍ
espmtu de SI rmsmo fuera también no explícita e intuitiva, entonces la naturaleza de la
subjetividad cósmica sería diferente; no incorporaría racionalidad.
Así Hegel en su sistema maduro desarrolló una postura original vis-a-vis con la
generación � la cual p�rteneció en tiempo y aspiración. No menoscabó esas aspiracio
nes -combmar la mas completa autonomía moral del sujeto con la más alta unidad
expresiva en �1 ho�b:e, entre los hombres y con la naturaleza. Compartió la esperanza
de qu� esta smtesis sm precedentes y conformadora de la época pudiera ser realizada
sólo s � uno �odí� ganar una visión de la realidad espiritual que subyace a la naturaleza,
un �ujeto c�s r:uco, con el cual el hombre pudiera relacionarse él mismo y en quien
_ . encontrarse a sí mismo.
pudiera en último terrmno
Per? �1 se distanció con su intento sin compromisos por pensar a través de los
requenm1entos de esta síntesis con sorprendente rigor y con una diligencia impresio
na�te. Como re�ultado pr�dujo uno de los grandes monumentos a las aspiraciones de
su epoca -un� ep�ca se�al para la civilización moderna. De hecho, si pueden cono
cerse estas a.sp1ra�10n:s, solo �ueden serlo gracias al sistema hegeliano. La noción de
H:gel d�l SUJeto cosrmco, o Gezst, su concepto de infinito que incorpora la finitud, y su
eXIstencia en los reclamos no mitigados de la razón lo colocan como el contendiente
más serio y último.
Con esto en r_nent� podemos comenzar a ver por qué la síntesis hegeliana es de peren
ne Y recUlT:nte mteres en nuestra civilización. Las dos poderosas aspiraciones -la uni
dad expresiva y la autonomía radical- han permanecido como preocupaciones centra
les de los hombres modernos; y la esperanza de combinarlas no puede sino ser recUlTen
te e� una forma o. en otra, ya sea en el marxismo o en el anarquismo integral, en el
_
u�opl.sm? tecnolog¡co
o en el retorno a la naturaleza. La rebelión romántica continúa sin
di�mmmrse, retorna en nuevas formas --dadaísmo, SlllTealismo, el surgimiento de lo
<<hippy>>, el culto contemporáneo a la conciencia sin represión. Con todo esto rodeándo
nos �o podemos evitar referirnos a la primera gran síntesis que pretendió resolver nues
tro dilema central; que falló pero que permanece sin ser rebasada.
. He tratado en las páginas precedentes de dar una idea de los objetivos básicos que
gu1aro� el pensamiento filosófico de Hegel. Pero los he presentado en la forma general
que tuvieron �ara su generación. Antes de tratar de delinear cómo trató él de enfrentar
se a est?s �b!etivos, sería útil mirar brevemente su itinerario personal, cómo estas
metas filosoficas tomaron forma en su mente. Esto es lo que intentará el siguiente
_
cap1tulo.
�
43. En el prefacio de su PhG, Hegel liga este poder analítico del entendimiento al poder de
muerte, al poder de quitar a las cosas de la unidad de vida. Pero él insiste que el modo de reconcilia
ción con el espíritu no es huir de esta muerte como lo hace cierta «sin podern, sino «atenerse»,
«cargarla y mantenerla con unon, «vivir>> con ello. <<Este vivir con ello es el poder mágico que retoma
a su ser» (PhG, 29-30).
42
43
CAPÍTULO II
EL ITINERARIO DE HEGEL
1
prime�o en el Gymn�ium de
Siendo Hegel un hombre joven en la década de 1 780,
moVIdo por la comente ex�
nte
dame
Stuttgart, y luego en el Tübinger Stift, fue p�ofun
_
leta, mtegrada, en la que el ho.r?
presivista de su tiempo. La imagen de una VIda comp
_
d, tambien
lo tros en la s?cieda
bre era uno consigo mismo, y el hombre era uno con � � de Gr cia
.
do cl�ICO
� .,
asumía para él su forma paradigmática en el pasa
ac�on que ya eran
asprr
�
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pensa
su
en
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Pero había otros dos polos
s transform�
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él por medi
evidentes en ese tiempo y permanecían vitales para
�re debe�a
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ciones: la primera era la aspiración moral de l�_ilustr �
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pensar en Kant como el proponente paradigmá
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paciones puede pensarse que fluye normalmente del
es en el cns�arus:no fue n::u�?o
ción superior en un seminario de teología. Pero su inter
,
aprendió en Tübingen estrm, ulo su oposicion.
<Y que
mas profundo. De hecho, la teoloma
�e s� �osicion �n 1os pnmeros
Es uno de los polos negativos en contra de los cuales _d�
cnstlana sufriera pro�dos
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relig¡.
la
escritos. y el hecho de que su concepción de
básicas. durant� el sis�ema
es
vision
sus
en
cambios y todavía permaneciera central
tado de una influencia p�saJera.
maduro, muestra que esta orientación no fue el resul
en pro�do conflicto, Y el
Estos tres puntos de referencia estaban potencialmente
en sus
por reconciliarlos. Pero
·ban en 1a
pensanu·ento maduro de Hegel es un intento heroico
I
es
�
e
di
spon
corre
es
r:
primeros días de Tübingen, sintió que las tres aspiracior:
generac10n como �a
su
de
s
vano
por
y
l
Hege
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vista
era
época
La
misma dirección.
laban re�taurar�a a la plemtud
de división y represión de la espontaneidad. Ellos anhe
a: y la V:da social de l?s hom
mor
dad
de la unidad expresiva, de manera que la activi
mas que ser reg¡.das por
bien,
de
y
d
unida
de
bres brotaran de una experiencia viva
fórmulas muertas.
igual a las demandas �e la
Pero esta aspiración expresiva les parecía en sus bases
en vez de por la autondad
Aufkliirung, de que el hombre vive por su propia razón
s casos, �e un as�to de
ambo
irracional externa basada en el prestigio del pasado. En
a, algo VIVO y sentido por
extern
idad
restaurar la autonomía del hombre contra la autor
ambos casos, la revoluen
Y
nto.
dimie
enten
el yo contra algo externo y objeto de mero
•
�
44
•
·
ción afectó tanto a la vida del individuo (el cual recuperó autonomía y plenitud), como
a las relaciones entre las personas en sociedad (las relaciones de dominación dan pie a
la asociación espontánea y equitativa).
Así, Hegel y los jóvenes radicales en Tübingen no vieron su deseo de restaurar el
ideal griego como algo que estuviera en conflicto con su lealtad a la ilustración. Se
pensaba que Pericles, Sócrates, Lessing y Kant en principio sostenían los mismos idea
les, pero éstos no podían sino verse como en conflicto con la religión cristiana de sus
días, fundamentando sus afirmaciones en autoridades sobrenaturales, apoyando jerar
quías de dominación, tanto espirituales como temporales, y predicando una división
radical del hombre entre la naturaleza pecadora y el espíritu.
Debido a esto, algunos de los jóvenes radicales de la época de Hegel cambiaron su
posición a una de oposición global a la fe cristiana. Éste fue el caso, p. ej., del joven
Schelling, aunque después cambió de opinión. Pero Hegel, y también Holderlin, aun
que eran críticos, pertenecieron al cristianismo establecido y nunca se separaron de él
e incluso a veces de Cristo mismo.
Lo que les parecía a ellos no solamente compatible, sino básicamente idéntico con las
demandas de la unidad expresiva y de la Razón eran (como ellos las veían) las enseñan
zas originales de Jesús, el maestro que enseñaba que la letra mataba, mientras que el
espíritu daba vida, y quien llegó a cumplir la ley mediante la espontaneidad del agape.
El período de Hegel en Tübingen fue de 1 788 a 1 793 -un período obviamente crucial
para los jóvenes alemanes. El auge de la ilustración, la reciente recuperación de la simpa
tía con los ideales de Grecia, el fermento cultural que siguió al Stunn und Drang, estaban
ahora ensombrecidos por los eventos forjadores de una época que sucedían en París. No
es de sorprender que en las mentes jóvenes se encendiera la chispa de esperanza de que
pudieran llegar a ver; e incluso a provocar, una transformación en Alemania, una nueva
edición de la gran época de Atenas. Los jóvenes radicales de Tübingeh con quienes Hegel
se asociaba, reflejaban en su lenguaje sobre ellos mismos y sus ideales estos tres puntos
de referencia. «Hen kai pan» (<<uno y todo»), una de las grandes contraseñas de Holder
lin, expresaba la gran corriente de vida que fluía de todos los seres y con la cual los
hombres deben reunirse. La visión de hen kai pan -un término que se volvió común por
el uso de él que hacía Lessing- estaba fundada en la lectura expresivista del spinoz:ismo
a la que nos referimos en la sección anterior. <<Razón y Libertad» era un eslogan que no
necesitaba comentario en el contexto de la época. Pero este grupo de Aufkliirer helenofí
licos se referían a ellos mismos como la «<glesia invisible», y hablaban de su objetivo
como el <<Reino de Dios>>, y sólo a medias con ironía.1
Así, en la mente del joven Hegel, Alemania necesitaba una regeneración, lo que al
mismo tiempo sería un tliunfo de la razón autónoma de la ilustración, una recreación
de lo que era mejor en el espíritu griego, y una recuperación de la enseñanza pura de
Jesús. El primer escrito no publicado de Hegel puede leerse como estudios motivados
por esta tliple aspiración. Y su desarrollo a través de la década de 1 790 y hasta princi
pios de la de 1 800, cuando su sistema asume algo así como una forma final, puede
verse en parte como la respuesta a dos presiones: primero al hecho externo de la falla,
a que la regeneración esperada no llegaba; y segundo, a la tensión interna entre los tres
polos de referencia, que fuerzan una redefinición de todos ellos, y de su modo de relación.
Un manuscrito temprano de su período en Tübingen2 muestra cómo la visión de
Hegel sobre la regeneración no era la de los revolucionarios seculares que estaban
l . Cf. H.S. Harris: Hegel's Development, Oxford, 1 972, II, 4.
2. Publicado por H. Nohl como uno de los « Fragmente über Volksreligion und Christentum», cf.
su Hegel's Tlzeologische Jugendschriften, Tübingen, 1 907, 1-72.
45
transformando entonces la sociedad francesa, sino que implicaba además, en su ni:'el
, fundamental una renovación de vida religiosa. Pero la religión de Hegel está leJOS
a de la piedad tradicional. En esta etapa es mucho una religión de Aufkliirer, en
términos definidos por Kant.
,
.
.
La religión kantiana de moda era vista en la perspectiva de moralidad, mas que
viceversa. io que debo hacer lo determino no por mi fe religiosa � por las órdenes de
Dios, sino por las órdenes que me doy a mí mismo como s�r rac10nal. De hecho, los
.
centros racionales de la religión, la creencia en Dios y en la mmortali�ad, h� de fun
darse como postulados necesarios para los requerimientos de la moralidad, SI es q�e el
mayor bien ha de realizarse. Los primeros ensayos de Hegel resuenan con el sentido,
que vimos en Kant, de que el hombre se acerca más a lo santo cuando actúa como el
sujeto de una voluntad moral pura.
.
Pero la religión en el sentido pleno -y no solamente el mantener las p:evms cre�n
cias «racionales»- es indispensable para el hombre. El hombre no es solo una cna
tura racional, sino también una sensible. Aunque podamos poner como nuestro, ma
yor ideal el del hombre que actúa con respeto puro a la le� moral -:- Hegel todaVIa r;o
desafiaba este punto clave de la ética kantiana- esto esta �uy le� os de donde estan
_
los hombres. De hecho, los hombres efectivamente van hacm el bien por el cor�zon,
por un conjunto de inclinaciones entrelazadas �on la sensibil��ad, lo que constituye
las diferentes formas de benevolencia: amor, amistad, compaswn (Nohl, 1 8). En esto,
Hecrel se acerca más a Rousseau.
Ahora bien, la religión, no como creencia nominal en alguna� proposicio.nes ace.rca
de lo sobrenatural, o en tanto llevar a cabo prácticas externas, smo como piedad VIva,
es la gran fuente de motivación hacia el bien para el hombre completo. Por tanto,
Hege(empieza este fragmento con una distinción entre la religión objetiva y 1� subjeti
va. La primera es sólo la teología y las prácticas vistas externamente . La última es la
.
experiencia viva del hombre acerca del bien y �e Dios como su autor, sm embargo esto
se expresa a sí mismo en la creencia y el culto."
. .
Desde el principio, entonces, Hegel no hace suyo el punto p�cipal de la aust�ra
ilustración acerca de la religión, el de que nada se puede creer mas que lo que permita
, para
la razón. Él en efecto, condena la superstición, en donde los hombres actúan
provocar uu'a respuesta de lo sobrenatural, com� p. ej. en un s ���ficio para apacigu
al Dios enojado. Pero está lejos de sostener, p. e� ., que el sacr:�clü como tal �o tenea
.
lugar en una religión purificada, si éste se realiza en un e�pmtu de agradeCinnen:o
.
_
piadoso, 0 como expresión de dependencia agradecida a D10s, mas �ue como ���o
para evitar el castigo (como Hegel más bien vio de manera no realista el sacnfic10
griego, Nohl, 25-26).
. ., .
.
Otra distinción importante en este manuscnto es la que se da entre 1� :elig10n pnvada, que toca la vida del individuo en sus relacion:s persor:ales y f�miliares, Y �a
«religión de un pueblo>> (Volksreligion), que se entreteJe en la \: a publica de una soCie
dad. Obviamente, el modelo más importante de una Volksrelzgwn para Hegel era pro-
:a;
:
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3. Esta noción muestra el sello de la influencia omnipresente del pietism? en mucho del pensa
. es de la ilustra
miento alemán de este periodo, y de su fusión parcial con algunas de las �p�c10
�
ción. Esta unión puede verse, p. ej., en Lessing, ya que parece que Lessmg infl�yo bastante en el
pensamiento de Hegel sobre la religión cuando aun era estudiante en el Gy��mm Y en l� �. ver
sidad. Cf. arriba, 1 1 . La religión subjetiva de Hegel se define también en oposiciOn con la relig10n del
«frio aprendizaje de libros», condenada por Recha en el Natizan de Lessing, una obra frecuentemen
te citada o referida en los primeros escritos de Hegel.
46
visto por las religiones públicas de la antigua Grecia, las cuales eran una parte integral
de la vida social, inseparables de los otros aspectos de la existencia común de la ciudad,
y esencial para su identidad.
La importancia de estas distinciones para los propósitos de Hegel puede entender
se fácilmente. La regeneración que busca es una en la cual los hombres alcancen la
libertad de la autodeterminación moral, recuperando al mismo tiempo una plenitud 0
integridad en donde la razón no esté en conflicto con las pasiones, o el espíritu con la
sensibilidad, sino en donde el hombre completo se mueva de manera espontánea hacia
la bondad moral.
Esta plenitud no sólo aliviaría las divisiones en el hombre, sino entre ellos también. La
regeneración que Hegel busca es, entonces, también y de manera necesaria, política: la
recuperación de una sociedad en la que los hombres sean libres e indivisos, como lo
fueron los griegos, en la que la vida pública sea una expresión, y una expresión común, de
los ciudadanos, más que ser impuesta a los sujetos por alguna autoridad a la que no
podemos desafiar. Hegel entonces acogió profundamente con simpatía a la Revolución
Francesa en sus primeros años -y de hecho los ideales de 1 789 permanecieron como una
parte importante de su pensamiento político a lo largo de su vida.
En otras palabras, Hegel se mantiene en la aspiración de la unidad expresiva; es
esto, por supuesto, más que un cálculo simple de la falibilidad humana, lo que lo hace
incapaz de aceptar completamente la separación kantiana entre razón y sensibilidad, y
acercarse más bien a Rousseau. Es esto lo que finalmente lo vuelve en contra de Kant.
Ahora bien, una regeneración de este tipo, que involucra al hombre completo, sólo
puede alcanzarse por la religión, en los términos del problema establecidos por Hegel.
Para hacer esto, la religión debe subjetivarse completamente: es decir, debe ser más
que una ligazón externa a ciertas doctrinas y prácticas, convirtiéndose en piedad viva
en orden a unir al hombre consigo mismo; y debe ser más que la religión de algunos
individuos, debe tejerse en la vida del pueblo, y unirse a instituciones políticas-;.efor
madas, si es que ha de unificar a los hombres entre sí.4 Lo que se quiere es una religión
4. Podemos ver desde aquí cuánto riesgo corre el ataque de Lukács en Der ]unge Hegel, basado en
una interpretación estándar de los escritos tempranos de Hegel sobre religión, de distorsionar su
pensamiento en este periodo. Lukács habla de su acercamiento «teológico» con el joven Hegel, como
una «leyenda reaccionaria». Los primeros escritos de Hegel deberian más bien ser vistos c�mo uni
dos a los problemas de la revolución política y el cambio.
Por supuesto, las interpretaciones particulares de las primeras visiones religiosas de Hegel como
�as de Haering, Wahl, Kroner, están abiertas a la critica. Pero la objeción global de Lukács implica
mtroduc:ir una falsa dicotomía en el pensamiento de Hegel. No podemos oponer una preocupación
central por la religión a una por la reforma política y la libertad, cuando el pensamiento de Hegel en
la década de 1790 se caracterizaba precisamente por una visión de la religión nutrida por la teoria
expresivista e inspirada por los griegos en donde la vida religiosa y las relaciones sociales eran inse
parables . Por supuesto, el joven Hegel anhelaba ver la restauración de la autonomía moral v de la
libertad política, pero esto era para él inseparable, y de esta manera irrealizable, de una pr�funda
regeneración religiosa.
Desde un punto de vista diferente, Walter Kaufrnann también se opone a la designación de
«te?lógic_o�» aplicada � los primeros escritos de Hegel, y sugiere mejor la descripción de ensayos
antl-teolog¡cos (cf. «El JOVen Hegel y la religión», en A. Macint)Te [ed.], Hegel, Anchor, 1 972, 6 1 - 1 00).
Pero esto también es erróneo. Hegel está fuertemente en contra de la teología en el sentido de fórmu
las muertas, en cuanto a que se oponen a la religión subjetiva, que es pied;d viva. Pero estos escritos
se entienden mejor como intentos por encontrar cómo restaurar una relación con Dios, o con el
espíritu, o con la vida, o con el Infinito (las designaciones de Hegel y también su concepción cambian
a lo largo de esta década) en donde esta piedad viva pueda darse por sí misma.
47
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�es con imág�nes sensibles, el «Herz»,
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período de Frankfurt, el cual se ha ama
escrito y reescrito en�e . �798 "! � 800 : 'tucional tal como se ha convertido, particular.
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Por supuesto: la relig¡�:r: cnst:an� Instl
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mente en su van�te ca�o��· sien o una : ue surge es si incluso en su originalidad
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II. «Phantasie, Herr und
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(Nohl, 20).
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48
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Statsa -
corazón. El principio de su Evangelio era la voluntad de Dios, aunque al mismo tiempo
era (zugleich) <<el sentido vivo de rectitud y deber de su propio corazón>> (Knox, 75).6
Este Jesús logra combinar de manera maravillosa las demandas de la ética kantia
na y el ideal expresivista. Al establecer el «Sentilniento vivo de su propio corazón>> en
contra de una ley supuestamente transmitida como orden externa de Dios (o más bien
al transponer esta ley a una del corazón, siendo entonces la «Completa>>), el Jesús de
Hegel reemplaza la heteronomía con la autonomía. Pero al encontrar el deseo de Dios
en «el sentimiento vivo de su propio corazón>>, evita la oposición entre la razón y la
sensibilidad, vive la vida moral como expresión integral de su humanidad. Va más allá
de la ley, tanto como mandato, cuanto fórmula abstracta y seca. Esta combinación, la
cual hemos sugerido que los escritores y pensadores de esta generación luchaban por
concebir, la tenemos aquí de manera mucho más sencilla; Hegel no podrá sustentarla
por mucho tiempo, como veremos.
En un sentido, el principal propósito del ensayo de la «positividad>> es explicar lo
que le sucedió a la religión de Jesús, la cual degeneró en el cristianismo del presente. El
concepto clave en la respuesta es positividad. Una religión «positiva>> es la que se ci
Inienta en la autoridad, más que la que es postulada por nuestra propia razón (y suple
mentada, por supuesto, por nuestra respuesta de sentimiento a lo que la razón ha
postulado, p. ej., a las imágenes y el culto de nuestra devoción a Dios). Tenemos una
religión positiva cuando tenemos «un sistema de proposiciones religiosas, que se supo
ne tienen la fuerza de la verdad para nosotros, porque se nos ordena creer por una
autoridad a la cual no podemos rehusar someter nuestra fe>> (Nohl, 233). El origen de
este término está plenamente en la ley, en donde la «ley positiva>> es la que descansa en
la orden de la autoridad, y se opone a la ley «natural>> .7
Ahora bien, el pathos del cristianismo es precisamente que la enseñanza de Jesús
no podía entrar en una época, ni en un pueblo, que estaba tan involucrado con el
legalismo y orientado a ordenar. De esta manera se vio forzado a confiar en el mito del
Mesías, el cual no pudo ser percibido por sus seguidores más que como un gran maes
tro. Su respuesta era tratar de darle al !nito un sentido mayor. Pero el resultado fue
finalmente que los hombres eran incapaces de vivir la completa unidad de la razón, y el
Herz predicaba una religión de Cristo, la cual es otra religión positiva en la que la
creencia en Cristo, y no la recuperación de la voluntad de Dios en el propio corazón, es
el fundamento; en la que debe hacerse el bien, porque fue revelado por Cristo, y no por
el solo respeto a la ley moral (Nohl, 2 1 2; Knox, 144).
Pero esta historia, ala vez que exonera la enseñanza original de Jesús, de hecho levanta
profundos problemas para cualquiera que quiera verla como la base de una Volksreligion
regenerada, y que cumpliera los tres requerimientos. Hegel es muy consciente de ello.
Antes que nada, ¿cuál es la ganancia de predicar una religión de autonomía y plenitud al
mismo tiempo, cuando de hecho los hombres no pueden sustentar esta unidad? Lo que
uno gana en las oscilaciones, lo pierde en los rodeos. De hecho, es más que una pérdida, ya
que no solamente el ideal de integridad autónoma se desvia una vez más de los hombres y
se convierte en algo externo: un Cristo al cual los hombres le rezan, o un después de la vida
más allá de este mundo. Pero el sentido de separación e insuficiencia es de lo más cruel,
pues el ideal es mayor que sus predecesores, no sólo conforme a una ley de observancias
6. «das lebenige Gefül seines eigenen Herzens von Pflicht und Rect». Nohl, 158.
7. Pero la oposición de la religión positiva a la «natural» llega a establecer serios problemas en la
mente de Hegel, tal como lo dice en una variación revisada ( 1800) del principio de este manuscrito.
49
res deben sentir
externas, sino a una pureza de intención, y que al ir contra ella los homb
. .
suciedad del corazón, un vicio de la voluntad.
a del tema d� "la Concie�lcia
Éste es el punto de migen de la reflexión de Hegel acerc
, de ese titulo
en la sec?Ion
Infeliz,, que alcanza una de sus expresiones más poderosas
do
ema en el peno de Berna. El
en PhG. Hegel empieza a medir la profundidad del probl
, una vez que entendemos lo que
cristianism� es en cierto sentido una religión fallidaverse
más dramáticamente en el
fue la enseñanza original de Jesús. La falla puede o estuvi
� t� -'?oco prepa:ado
hecho de que Jesús tenía que morir, en que el mund vida delerc:'st1ar
, con cierta
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. fi do,usmo
para recibir su mensaje. Ya esto marca la
con�asta
que
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melancolía, la de que en el centro de
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la
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crudamente con la religión griega, en la que lo divino se entretejia
ción de la comunidad.
ndo de una profunda
Pero esta melancolía podrá entenderse después como surgie
se proponía cur�, la
nismo
cristia
el
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ale a. Esta Id�a
na_rur
la
en
vida
su
y
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. de la rofundidad e�mpo�cia
:encia
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crece en el pensamiento de Hegel con su conci
qmen en cierto
de esta ruptura, y esto no puede sino acabar en la revaluacwn de Kant,
sentido la hizo absoluta.
o durante 1 790 Y 1 800, al
Estos temas se desarrollan juntos en el manuscrito escrit
E! r;nanuscrito ab�e c�n
ino,.
des
su
y
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que se le ha llamado «El espíritu del cristianismo
al de la conciencia
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el
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Hege
un estudio de lo que se ha convertido para
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infeliz, la religión de los judíos tal como fue fundada por Abrah
rt�o para el en un
convi
se
unidad original con la naturaleza y su tribu. La naturaleza
bien tuv� �ue ser
más
que
�
asunto tan�neutral, que no pudo urillse con el espíritu, sin
fatídica del
vuelta
esta
a
design
dominado por él. Un término esencial con el que Hegel
espíritu humano es «Separación, (TI·emzung):
El primer acto que hizo de Abraham el padre de una n�ción es una separación (Tr�n
.
mmg), que rompe las relaciones de vida y amor en comurudad. La plerutud de las relacio
.
nes que aquí había vivido con los hombres y la naturaleza, estas bellas relaciOnes de su
juventud que rechazó [Knox, 1 85].
El otro término relacionado es «dominación, (<<Herrschaft, ). El espíritu que guió a
Abraham fue:
ión con todo -el p�oducto de su
El espíritu de la auto-manutención en estricta oposic
l�za que con�1deraba como
natura
la
sobre
ante
domin
unidad
la
pensamiento llegó a ser
des hostiles es la maesentida
las
entre
infinita y hostil (ya que la única relación posible
86].
1
[Knox,
tría [Herrsclzaft] de una a la otra)
Hegel interpreta el espíritu de Abraham como lo que nosotros hemos llar;nado ante
riormente <<objetificación,, el <<desencanto, de la naturaleza, en donde deja
de verse
como la encarnación de un orden sagrado o espiritual en relación con el cual el hombre
debe definirse a sí mismo, y llegó a verse como materia prima ha ser moldeada por la
voluntad humana. Hegel ve la conexión esencial en esta objetificación entre la separa
ción de la naturaleza y el interpolarla como algo a ser dominado. Hegel está proyectan
do hacia atrás uno de los puntos centrales de la conciencia moderna en el padre de la fe
judía. Históricamente esto es difícil de sustentar; pero si es�o� en lo co�ecto al soste
ner que el cristianismo -y particularmente su forma calVllllsta- tuVIeron un papel
50
importante en la formación de la conciencia moderna de la objetificación, la tesis de
Hegel aquí puede ser comprensible, incluso si está mal colocada.8
En cualquier caso, Hegel no sostenía, por supuesto, que la conciencia de la naturaleza
de Abraham fuera como la de la objetificación moderna. Esta dominación de la naturale
za no fue atribuida al hombre por Abraham (como lo fue en contra de Ninrrod, el empre
sario de la Torre de Babel, quien tuvo un final bochornoso, como se sabe), sino que fue
proyectada en el espíritu puro, en Dios. Los hombres CUlllplieron su parte para que acaba
ra esta unidad pura contra la naturaleza, separándose de Dios, y para cumplir este fin, el
pueblo elegido tenía que separarse rigurosamente de los otros y de los dioses de la natura
leza. Pero darse un Dios de Hen·shaft (dominación) es someterse uno mismo a su volun
tad, es convertirse en su esclavo. De esta manera el hombre, quien siempre es ineludible
mente parte de la naturaleza, tuvo que ser al final el receptor de una relación de domina
ción para que pudiera llegar a gobernar a la naturaleza; pues la naturaleza <<hostil,
(Feindseliges) sólo podía gobernarse a sí misma. La única elección del hombre estaba
entre dos servidumbres, con las cosas muertas o con el Dios vivo. Por tanto, lo que Dios
prometió a los hijos de Israel no era la unidad expresiva con la naturaleza que lograron los
griegos, sino más bien que ésta estaria a su disposición, que serviría a sus necesidades,
que de la tierra <<fluiría leche y miel».
Ésta fue la influencia original que creó la «conciencia infeliz,, como Hegel la llama
rá después, la conciencia de separación de la naturaleza, una conciencia en que la
unidad y la mutualidad se reemplaza por la dominación y la servidumbre, entre el
hombre y la naturaleza, la naturaleza y el espíritu, y finalmente también como conse
cuencia entre hombre y hombre. Para Hegel, como alguien que mantenía la aspiración
de unidad expresiva, esta conciencia no podría ser más que infeliz, una mitad dividida.
El mensaje de Jesús fue un llamamiento al hombre a fin de restaurar la unidad perdi
da, reemplazar la ley que ordena desde afuera y divide a los hombres de la naturaleza
y a cada uno con la voz del corazón, esa afinidad de espíritu con la naturaleza que se
transforma en amor.
Pero como vimos, el mensaje no podía ser escuchado. No podía ni siquiera ser
entendido íntegramente por los discípulos. Al relato de Hegel de esta falla le sigue una
línea significativamente diferente, en el manuscrito del <<Espíritu del cristianismo»
como lo fue también en el ensayo de la <<Positividad». Ahí, la idea central era que Jesús
se vio obligado a asmnir el mito del Mesías, y por ello obligado finalmente a establecer
el camino hacia una nueva autoridad positiva. Aquí la noción central es la del refugio,
la de encierro en uno mismo.
Este nuevo relato se establece en el contexto de una nueva valoración de Kant. Final
mente Hegel ha llegado a ver la ruptura entre el ideal kantiano de autonomía moral y la
asp�ación a la unidad expresiva. Hemos visto que el Jesús de los primeros manuscritos,
p. ej. el del manuscrito de la <<Positividad», y el que ha sido llamado <<La vida de Jesús,
unía los dos. Él fue kantiano avant la lettre, quien también predicó una plenitud de res�
puesta moral, una unidad de razón y corazón. El conflicto con Kant estaba implícito
desde el momento en que Hegel rechazó aceptar la separación entre moralidad e inclina
ción, lo que era central en la posición de Kant. Pero ahora el conflicto sale a la luz·' el
8. Hegel (Nohl, 215) habla del cristianismo como agente de desencanto: «Das Christentum hat Wal
halla entvolkert, die heliegen Haine umgehauen, und die Phantasie des Volks als schandlichen Abenrlau
ben, als ein teufliches Gif ausgerottet
(El cristianismo ha despoblado el Valhalla, labrado las crlptas
sagradas, Y sembrado la fantasía de la gente como superstición vergonzante, como veneno diabólico.)
...
»
51
Jesús del «Espíritu del cristianismo» contrasta con Kant justo en este punto central, de
que predica no «moralidad>> en el sentido kantiano, sino una unidad espontánea de incli
nación hacia el bien, que así trasciende y «completa>> la ley.9
Contra la separación kantiana de deber y deseo, Hegel concibe la visión de Jesús
como la de su unión, en la cual el espíritu de reconciliación (Versohnlichkeit, Nohl, 269)
reemplaza, va más allá, y así completa la ley con sus prescripciones calculadas y parti
culares. Esta inclinación del corazón, que ya no es más particular ni egoísta, es la vida
misma regresando a sus derechos, y como unión de opuestos que realmente se perte
necen, es «amor>> (esp. 327). El amor es el espíritu que restaura la unidad del hombre
en sí mismo, con otros hombres, y con la naturaleza.
En contraste, la moralidad kantiana permanece dividida. Aquí Hegel usa una fór
mula que se vuelve central en su crítica posterior de Kant: la moralidad kantiana, sepa
rando el concepto de lo correcto de la realidad de mis inclinaciones, expresa simple
mente un <<debería>> (Sallen). Pero la religión de Jesús que unifica las dos, se funda en
un <<eS>> (Sein), en una «modificación de vida>> (Nohl, 266; Knox, 2 12).
Pero la crítica principal de Hegel a Kant es un cruel punto ad hominem. El point
d 'honneur principal de la moralidad kantiana es que por sí sola salvaguarda la autono
mía, y se abstiene de cualquier moralidad <<positiva>> . Pero, Hegel arguye, es dividiendo
al hombre y estableciendo una parte, la razón, sobre la otra, la sensibilidad o las incli
naciones, como la moralidad kantiana resguarda un <<remanente indestructible de po
sitividad». De manera tal que la diferencia entre los creyentes de una religión positiva
y el hombre de la moral kantiana no es tan grande como Kant decía, sino más bien es
simplemente que la primera <<tiene su señor fuera de ellos mismos, mientras que la
última lleva a su señor con él mismo, en cuanto a que al mismo tiempo es su propio
esclavo>> (Knox, 2 1 1).10
La afirmación de Hegel de que el moralista es <<SU propio esclavo>> es más que sólo
un giro ad hominem inteligente del argumento. Emana de su posición sustantiva. La
noción de autonomía nos refiere a una suposición del yo a quien le es atribuida. El yo
kantiano se identifica, en definitiva, con la facultad que nos da leyes a nosotros mis
mos, la razón; el hombre es entonces libre, incluso en contra de la inclinación. Pero
Hegel se atiene fundamentalmente a la visión expresiva del hombre: el yo es la fuente
singular interna que se expresa a sí misma en el despliegue del parecido de la razón y la
inclinación. De esta manera, la imposición de una ley extraña en una de estas partes es
un tipo de esclavitud (parcial).
En una manera más directa, este ataque a Kant cuadra con la lógica de su argumen
to, en este manuscrito. Desde el principio, en su discusión acerca de Abraham estable
ció que la separación no puede más que llevar a relaciones de dominación y servidum
bre. La separación de la naturaleza nos confronta con la elección de dominar o ser
dominados por ella, y la separación del espíritu de nosotros mismos como seres natu
rales nos hace esclavos de Dios. De manera similar, la ruptura entre la razón y la incli
nación nos hace esclavos de las prescripciones de la razón, lo que al separarse del
sentido vivo de nuestra situación y relaciones, las cuales tenemos mediante sensibili
dad y sentimiento, necesariamente las vuelve abstractas y rígidas. El hombre de la
9. Nohl, 266.
Hegel habla de «dieser über Moralitiit erhabene Geist Jesu».
«Jener des Herrn atilier sich, dieser aber den Herrn in sich t:rii.gt, zugleich aber sein eigener
Knecht ist» (N()hl, 266).
10.
52
moral kantiana es el sucesor de Abraham, quien ha interiorizado a su celoso Dios
dador de ley, llamándolo «razón>> . 1 1
El esp_íritu d e la ley, desde Abraham hasta Kant, puede juzgar al hombre por sus
transgresiOnes Y establecer castigos. Y el castigo establecido por la ley es tal, ya sea
dado por el hombre o por Dios, que su principio sea el de que yo predigo el derecho
co�tra el que he transgredido. Pero la ley no puede vencer la transgresión, porque estar
baJO la ley ya es ser culpable de la transgresión esencial, la que se da en contra de la
unidad de vida.
�í, cuando sufrimos el ���go bajo la ley, nunca ponemos nuestro pecado por
detrás de nosotros, ya que el JUICIO por la ley es un juicio por concepto, que se abstrae
_ Y se establece en contra de ésta -y el cual en el nivel social humano también
de la VIda
p�esupone una �visió� institucional, entre los hombres y con el poder, para juzgar y
eJecutar sentencia a qUienes son juzgados. Por tanto, incluso haber servido a nuestro
tiempo s�pone no habernos reconciliado con lo que está en contra de lo que hemos
transgredido, la ley. O si se internaliza, está presente en nosotros como una mala con
ciencia. En cualquier caso, la división permanece.
Co�tra esta visión de la relación del hombre con Dios, con su propia conciencia y con
su sociedad, Hegel establece una alternativa en este manuscrito, cuya noción central es el
<<destino». Nutrido por un estudio del drama griego, Hegel presen� una noción de desti
no en la que lo que sucede fuera de nuestro control, lo que nos ocurre en la historia
debería verse como la reacción en nosotros de nuestra propia transgresión contra la vida:
La transgresión contra la vida es, por supuesto, separación, la división del todo vivo, en el
hombre, entre los hombres, o entre el hombre y la naturaleza. La destrucción de la vida
la c�nvierte en un enemigo, pues <<es inmortal y, en caso de que muera, aparece como un
temble tar:tasm� que [ ...] pierde sus Euménides>> (Knox, 229). Así, p. ej., el destino del
.
pueblo JUdío, qUien al separarse de la naturaleza podría permitir solamente relaciones de
dominación o servidumbre con la naturaleza y humanidad de los derredores' tendría
que sufrir repetidas esclavitudes.
Si entendemos nuestra relación con Dios (y la compañía de los hombres en la histo
ria) baj_o es�� modelo, y no con el de la ley, entonces podemos ver cómo es posible una
_
reconciliaciOn
<?u� ponga nuestras transgresiones detrás de nosotros. Debido a que el
_
castigo que recibrmos del destino es la vida lastimada, ello ofrece el camino hacia la
reconciliación; podemos tomar esto reconociendo que nuestro destino es solamente el
on:o lado de nuestro acto; y al reconocer esto, entonces podemos restaurar la unidad,
deJar de acn_:ar de la manera que divide, y así dejar de referirnos a un destino que
parece extraño e� �?sotros. Al hacer esto, restauramos la unidad de la vida, superamos
.
to�ente la diVISion causada por la transgresión, y así la transgresión y la división del
d�stino se establecen bastante detrás de nosotros. El destino es castigo, pero a diferen
Cia del �e la ley, se nos adjudica por la gran corriente de vida. Por tanto, podemos
_
reconciliarnos
con él, podemos llegar a verlo como uno con nosotros, podemos curar el
Un ti:�beo más injusto es el del fariseísmo en contra de los moralistas kantianos (Knox,
La noc1on de Hegel ��uí, acerca de la afinidad entre la filosofía moral de Kant y la religión
de Abr�ham, puede tamb1en encontrarse en la comparación de Holderlin, de Kant v Moisés.
«Kant 1st der Moses un�erer �at�on», dice en una carta a su hermano, «der sie aus d�r agypti
. die fre¡e emsame Wüste seiner Spekulation führt. .. (SW, III, 367). Kant
schen Er�chlaffung m
nos des��erta d �l letargo, pero esta separación nos lleva a un desierto. Héilderlin ve aquí que la
separacwn kantiana era necesaria, y en esto él toma la misma posición que el maduro Hegel.
1 1.
220).
»
53
incumplimiento como en la vida. «En el destino [... ] el hombre reconoce su propia
vida» (Knox, 23 1 ), y «la Vida puede curar sus heridas otra vez» (Knox, 230).
Ahora bien, esta concepción está mucho más inspirada en los griegos y no es para
nada cristiana. ¿Cómo a:yuda esto a entender la religión de Jesús? Porque el espíritu
que reconoce nuestra propia vida lastimada en nuestro destino, el espíritu que cura
heridas y supera la división, es el que Hegel llama amor, y ésta es la interpretación del
agape cristiano, en este manuscrito.
La enseñanza de Jesús fue la de este amor, y su vida fue vivida en completa reconci
liación con el todo que trae el amor. Y de esta manera, en cierto sentido, escapó del
destino. Esto significa que no transgredió la unidad de vida, y por tanto nunca se
encontró con el destino hostil. ¿Entonces Jesús provee el modelo para la religión per
fecta, una enseñanza tanto racional en cuanto a que atañe al hombre completo, y que
ahora se ve como más alta que la razón divisiva de Kant? No, porque en otro sentido,
Jesús no pudo escapar del destino. El destino puede atrapar incluso al inocente, quien
es llevado a una transgresión contra su voluntad. Supongamos que yo soy atacado, y
tengo que pelear por �s derechos o dejar que se realice la injusticia. En cualquiera de
los casos debo transgredir la unidad de vida, por lo que hago, o por lo que sufro.
La única manera de escapar de este dilema es sacrificando mis derechos de manera
amable, deseosa, retractarme de ellos, por decirlo así, estar deseoso de renunciar a
todo para no dividirme de los otros, y por tanto del amor; dar la otra mejilla al agresor,
yendo de la mano con él para permanecer <<abierto a la reconciliación» con mi malhe
chor, sin la barrera del derecho dañado entre nosotros (Knox, 236).
Éste fue el camino que Jesús tomó, el del repliegue, lo que Hegel llama <<de alma» . 1 2
Y el repliegue no fue ocasional sino general, pues de hecho el mensaje de Jesús llegó en
un clima que no podía recibirlo, en donde el espíritu del legalismo judío reinaba sobre
todo, y en donde la ley mosaica había penetrado en todos los aspectos de la vida, no
sólo en la vida pública, sino también en las relaciones familiares. La plenitud de vida
que Jesús predicaba no podria vivirse en los límites de este legalismo, y siendo incapaz
de apartar a los judíos de este espíritu, Jesús mismo estaba obligado a renunciar a la
ex-presión normal de una vida humana completa. No solamente no podía su nueva
conciencia religiosa encontrar ex-presión en la vida pública del pueblo judío, de mane
ra que Jesús tuvo que estar satisfecho con reunir a un pequeño grupo alrededor de él,
sino que incluso tuvo que privarse de las relaciones normales de matrimonio y familia,
unidas como éstas lo están con el espíritu legal que quiso trascender.
Jesús, en otras palabras, fue obligado a replegarse para retener la pureza de su
mensaje; la conclusión lógica de este repliegue fue la suprema renuncia, en donde él
entregó su vida a las hostiles autoridades.
E� el retrato de Hegel, el repliegue de Jesús es meramente estratégico, no definiti
vo. Él acepta la muerte, acepta no pelear con las armas de su mundo con la esperanza
de que la vida se preservara pura por medio del sacrificio, y que después pudiera flore
cer en una comunidad. Pero por supuesto las condiciones que lo obligaron a replegarse
no permiten este florecimiento después de su muerte. La comunidad continúa siendo
un grupo perseguido, sin lugar en la vida pública de la nación, resguardando con ansie
dad la pureza de su amor.
12. La idea aquí es básicamente la misma que la del «alma bella» en PhG. La tendencia critica de
Hegel hacia ello ya se presagía en la ambivalencia que muestra hacia ésta en este estudio de Jesús y
su Iglesia.
54
El nuevo relato de la falla del cristianismo no reemplaza, sino más bien suplementa
al primero en términos de la creación de una nueva positividad. Los apóstoles no son
sólo incapaces, como incluso lo fue Jesús, de impartir la nueva vida a su sociedad, no
pueden sustentarla por completo ellos mismos como él lo hizo. Siguen dependiendo de
él, ahora como el Cristo que partió. Jesús aceptó una muerte temprana, no sólo como
un sacrificio de amor que no podía usar las armas de la división, ni siquiera en defensa
propia, sino también porque esperaba que esta partida curara la dependencia de sus
seguidores. Pero en este aspecto tampoco se completó su esperanza.
Desde esta lectura podemos derivar algunas de las características perdurables de la
religión cristiana. Prímero, a diferencia de la de los griegos, es esencialmente una reli
gión privada que había renunciado a la expresión pública, y que en su origen marcó
una distinción entre las cosas del César y las cosas de Dios. Segundo, esta división de lo
público y lo privado es sólo una manifestación de una ruptura más profunda: brota
desde la tendencia profunda a replegarse de todos los múltiples aspectos de vida en los
cuales la plenitud de amor no puede vivirse íntegramente porque están unidos con
«este mundo>>, que incluye relaciones de familia y de propiedad.
La �gles�a temprana trató de escapar de esto por la comunidad de la propiedad, y
Hegel unplica que solamente la falta de valentía los mantuvo lejos del matrimonio
comunal también. Pero por supuesto, no podían escapar para siempre y, por tanto, el
cristiano está condenado a una conciencia incluso más profundamente infeliz que la
deljudío. El espíritu judío había convertido a la naturaleza y a las relaciones de vida en
realidades objetificadas. Pero en cuanto tales, no había nada malo en disfrutarlas como
el fruto de la obediencia a Dios. Pero la conciencia cristiana demandaba que estas
relaciones fueran expresiones de amor; y siendo incapaces aún de experímentarlas más
que objetificadas, debe o bien renunciar a ellas con mortificación, o bien disfrutarlas
con una mala conciencia perpetua. La ruptura permanece, y la conciencia cristiana
falla tanto como en los judíos a la hora de recobrar el significado griego de la belleza
(Nohl, 3 13; Knox, 266).
Esta ruptura es lo que imparte el carácter de melancolía a la adoración cristiana, y
al centrarse en un Dios crucificado, convierte al sufrimiento que vio Jesús como una
necesidad temporal en el camino hacia el Reino, y el cual sería dejado de lado, en algo
central para la comunidad.
Per� por supuesto, ya era una falla en la misión de Jesús, como vimos, que la comuni
dad tuviera que depender de Cristo, ya sea crucificado o elevado, como autoridad y conti
nua fuente. Jesús había significado para el espíritu venir a ellos de manera que pudieran
ser como él fue, capaces de vivir la vida reconciliada de manera independiente. Este regreso a la positividad es la tercera característica importante del cristianismo actual.
Hegel señala la corrupción que inevitablemente apareció cuando la Iglesia creció y
cven�almente se <<estableció» en el mundo. El lado positivo de este repliegue de la
Iglesia temprana fue que vivían una intensa vida comunitaria, y aunque de manera
ansiosa, tenían que resguardarla de la involucración con el mundo. Cuando la Iglesia
creció e inevitablemente se vio involucrada con el mundo, entonces se increme�tó la
mala conciencia con el inevitable aumento resultante de la hipocresía. Una Iglesia de
otro mundo asumiendo el poder en este mundo no podía sino devaluar e in�vitable
mente corromper a los dos. La lucha de la pureza contra la impureza, cuando la prime
ra ya está involucrada con la última, es algo <<honible» (gra[Jlich, Nohl, 329). Además,
esta lucha por la pureza, transpuesta a una religión positiva, se convierte en una batalla
por mantener la creencia sin mancha y da origen a todas las persecuciones y cacerías
de herejes que se esparcieron a lo largo de la historia de la Iglesia.
�
55
Así, el cristianismo no puede realmente escapar del destino. O más bien, hay un
destino particular que despierta a quienes tratan de estar por encima del destino, a
quienes tratan de retirarse de las divisiones del mundo. Y esto parece en muchas mane
ras peor que lo que reemplaza. El cristianismo parece una falla, y Hegel parece más
que nunca estar uniendo sus tres polos de lealtad. No solamente la religión cristiana
parece incombinable con la unidad griega, sino que la libertad moral kantiana también
está en desacuerdo con ambas.
2
Pero algunas pistas hacia una nueva solución, hacia una síntesis completamente
nueva de estos tres elementos, están ya presentes en este manuscrito, sobre el «Espíritu
del cristianismo».
La necesidad de un tipo de síntesis completamente nueva crece con la comprensión
de que esta separación del espíritu de la vida no es una falla gratuita de la norma
humana. Hay cierta necesidad, o por lo menos cierta inevitabilidad acerca de esto. Así,
ese cristianismo como religión de amor es esencialmente una religión privada, que no
se acomoda fácilmente en la red de relaciones sociales normales, ni es sólo una función
de la incapacidad de los judíos de hace dos mil años para recibir el mensaje de Jesús.
En un manuscrito de 1797 o 1 798 acerca del «Amor» (Knox, 302-328; Nohl, 378-382),
Hegel señala que las relaciones de propiedad, ya que esencialmente atribuyen dominio
exclusivo sobre las cosas, imponen un límite a la completa unión de los amantes. Es la
misma comprensión con la que interpreta la demanda por la comunidad de propiedad
en la primera Iglesia. Y aquí ve que las demandas de la Iglesia chocan con las de la
sociedad civil. En una sociedad civil con visión afín a la de una Iglesia, como fue el caso
de la Europa medieval y moderna, no puede haber sino tensiones.13
Otra vez, Hegel señala en otro manuscrito (Nohl, 2 19-230; Knox, 1 5 1-165) que el
declive de la religión pagana antes del cristianismo se debe obviamente a una debilidad
interna de la sociedad antigua; las religiones antiguas de belleza, que unían el espíritu
con la naturaleza, y a las que el espíritu de dominación les era extraño, declinaron con
la libertad antigua. Cuando la polis, con la que todos sus ciudadanos podían identifi
carse, dio paso al gobierno de unas clases sobre otras y eventualmente a los grandes
imperios, los hombres no pudieron ver más al Estado como emanación de ellos mis
mos, sino sólo sus instrumentos . Pero cuando los hombres ya no se dieron su propia
ley en el ámbito político, la visión de la autonomía desapareció también del clima
divino. Los hombres aceptaron una religión positiva y junto con ella una doctrina de su
propia corrupción (Nohl, 225-226). Esta doctrina entonces no se aceptó gratuitamente
en reemplazo de la antigua religión; ganó credibilidad debido a que en cierto sentido la
corrupción era la realidad, «estaba de acuerdo con la experiencia>>; una religión de
esclavos era naturalmente bastante aceptable por los esclavos.
¿De qué manera estas pistas hacia la inevitabilidad de la separación (Trennung)
señalan un camino más allá de la falla del cristianismo? Porque son los gérmenes de la
posterior doctrina hegeliana de que la separación del judea-cristianismo tenía que su-
1 3 . Al comentar el mandato evangélico de menospreciar a los ricos, Hegel dice:
«el destino de los
las reflexiones acerca de ello, como
bienes se ha vuelto tan poderoso para nosotros como para tolerar
para encontrar su abolición pensable» (Knox,
56
22 1 ).
ceder porque era esencial para la completa realización del hombre, porque esta reali
zación involucraba más que una recuperación de la unidad griega, más bien implicaba
una síntesis de la unidad griega y la libertad del espíritu autónomo.
No parece que Hegel haya pensado alguna vez que la tarea de la época era simple
mente recuperar la unidad perdida de la sociedad griega, o que de hecho alguna vez
hubiera considerado posible esta recuperación. Desde el principio, como lo he dicho
su pensamiento se polarizó también por el logro sin paralelo de su propia época, por l
ilustración, y por la religión cristiana. Pero con esto no queremos decir que se hubiera
dado c�enta de inmediato al principio de los cambios irreversibles que nos separan de
los antiguos o de lo profundo de la oposición entre el espíritu antiguo y el moderno.
En efecto, la visión que estoy tratando de exponer aquí es la de que esto surllió
lentamente en él, al tiempo que trataba de profundizar su visión de una sociedad r s
taurada, la cual combinaría la unidad expresiva de los griegos con la libertad de la
racionalidad ilustrada en el contexto de un cristianismo purificado. Gradualmente tomó
la medida completa de las oposiciones fundamentales entre los diferentes polos de su
declaración. Examinando cómo restaurar el cristianismo a su supuesto acuerdo origi
�
�
nal con las aspiraciones de unidad y autonomía expresiva, empezó a ver las profundas
diferencias de estas aspiraciones. Así, al final de su período de Frankfurt sintió que la
religión de Jesús, con su aspiración sin compromisos hacia una comunidad universal
�
de am r, er� de alguna manera incombinable con la religión pública confiada que
_ Sus demandas eran muy altas, y debían más bien producir
sosterna la VJda de la polis.
falta de afecto a y retiro de la ciudad. Está aquí el germen para la tesis madura de Hegel
�
de que el cristianismo, como intento de reconciliar al hombre con el espíritu univers ,
tenía que irrumpir más allá de los límites de la polis en donde la unidad de lo humano
y lo divino se aceptaba a costa de cierto provincialismo.
De manera similar, podemos ver en este manuscrito acerca de «El espíritu del cris
tianismo>> el presagio de la visión posterior de que la polis griega no puede, y no debe
·
ría, restaurarse, porque es incombinable con el espíritu moderno de la libertad indivi
dual tal como se refleja inter alia en la sociedad civil y en sus relaciones de propiedad.
El germen de esto está presente en la comprensión de que una comunidad fundada
íntegramente en el amor mutuo no puede encontrar sitio para la propiedad privada.
Y ahora, y esto es lo más importante de todo, él ve que las demandas de la morali
dad autónoma kantiana y las de la unidad expresiva se oponen.
De esta manera, al tiempo que llegó a darse cuenta de que esa separación era inevi
table, de que los hombres no podían evitar la separación de la bella unidad de los
griegos, también empezaba a ver que esta separación era esencial, que los hombres
tenían que pasar por eso en orden a cumplir su vocación como seres racionales libres.
Por lo tanto, el entendimiento de que la libertad kantiana no se puede combinar
co? la unidad expr iva �ega, no lo lleva a abandonar uno de los polos de su pensa
rmento, el de la nocwn de libertad racional de la ilustración como Kant lo había formu
lado, antes que nada. Por el contrario, Hegel se mantiene firme en sus tres puntos de
referencia originales. Más bien, esta división junto con las que mencioné anteriormen
te, le lleva a una reformulación básica de la tarea.
A finales d 1 800, Hegel dejó su trabajo como tutor en Frankfurt y marchó a Jena,
do de empezo una nueva carrera como maestro de filosofía en la universidad, bajo el
estrmulo y con la ayuda de su más joven amigo Schelling. En este último período en
Frankfurt, y en el primer año aproximadamente en Jena, su concepción del predica
mento de la época se alteró y asumió algo más cercano a su forma final.
�:
�
�
57
ación de
Originalmente, como vimos, el pensamiento de Hegel acerca de la regener
de ser al
habria
s
hombre
los
entre
y
en
unidad
de
la
la época como una recuperación
e se
oponers
de
lejos
s,
objetivo
dos
Estos
ía.
autonom
la
para
mismo tiempo un logro
empie
cuando
rian idénticos, es decir, diferentes descripciones del mismo logro. Pero
las demandas
y
razón
la
en
basada
radical
ía
autonom
la
de
as
demand
las
que
ver
za a
de realizarlas
tarea
la
de
ión
de unidad expresiva o plenitud se oponen, su concepc
la unidad y
ar
recuper
de
tarea
la
juntas se transforma. Donde originalmente asumía
que la
Puesto
iadora.
reconcil
n
oposició
de
una
superar la separación, ahora la ve como
sistema
el
en
ésta,
con
acabar
para
caída,
una
ente
primera separación es simplem
libertad. Por lo
maduro , se la asume inextricablemente unida con e1 desarrollo de la
humana y el
tanto, no existe sólo conflicto entre los requerimientos de la plenitud
mismos re
los
entre
n
predicamento histórico del hombre, sino que hay una oposició
a no
problem
el
,
manera
esta
De
querimientos diferentes de la realización humana.
r
deshace
ente
simplem
con
o
otro,
el
sobre
puede resolverse con una victoria de un lado
de
arse
relacion
deben
lados
los
bien
más
sino
la separación en un espíritu de unidad,
ente. Ésta es la
tal manera que al unificarse cada requerimiento se satisfaga íntegram
.
tarea -quizá imposible- que el sistema maduro de Hegel quiere abarcar
pro
En este sentido, Hegel emprende el cambio de siglo con una formulación del
unir
cómo
de
el
ca,
blema del cual he dicho que era central para la generación románti
itinerario
plenitud expresiva y libertad radical, unir a Spinoza y Kant. Siguió su propio
co: el
románti
o
recorrid
del
es
estacion
las
de
para llegar ahí, aunque incluyó la mayoria
la
789,
1
de
adoras
embriag
as
esperanz
las
Kant,
de
moda
la
entusiasmo por los griegos,
deci
muy
estaba
Pero
do.
restaura
smo
cristiani
un
por
anhelo
el
,
influencia de Spinoza
estudiarlo.
dido a encontrar su propio camino. Ésta es la razón por la que vale la pena
está ya
Hegel
aunque
Pero en el tiempo del manuscrito de «El espíritu del cristianismo>>,
regenera
de
ón
concepci
su
ento,
explorando las tensiones entre los tres polos de su pensami
da
recupera
unidad
esta
es
amor
El
ón.
ción todavía es la de la unidad que supera la separaci
de la
y que ya no tiene más espacio para la división. «Amar a Dios es sentirse en el "todo"
247).
(Knox,
limites>>
tiene
no
amor
el
.
[
Sólo
]
..
infinito
el
en
vida, sin restricciones,
E incluso de manera más inequívoca,
Ya que lo divino es vida pura, cualquier cosa y todo lo dicho sobre ello debe estar libre de
cualquier (implicación de) oposición [Knox, 255].14
En el primer trabajo publicado de Hegel en su nueva carrera como maestro de filosofía
en la universidad, Differenz, de 1 80 1, vemos la perspectiva transformada. Hegel postula
que la tarea formal de la filosofía es «la cancelación de la división>> (75, die Aufhebung der
Entzweiung). Pero aclara que el modo de resolver el problema no es <<abolir uno de los
opuestos y levantar el otro al infinito>>. A las dos, a la separación y a la identidad (Trennung
e Identitiit), se les deben conceder sus derechos. Y de ahí, en una famosa formulación,
Pero el Absoluto mismo es entonces la identidad de identidad y no-identidad; la oposi
ción y la unidad están ambas en élY
14. Well das G6ttliche rei11es Leben ist, so mu{J ¡zotwending, wemz van ihm wzd was van ihm gespro
clze¡¡ wird, niclzts Entgegwgesetzes in siclz enthalten.
15. Das Absolute selbst aber ist, danmz die Identitat wzd der Niclztidentitiit: Entgegemsetzen wzd Eilzssein
is zugleiclz ill ihm. Ya en el «Fragmento de sistema>>, manuscrito de 1800, Hegel hablaba de lo buscado para
la sintesis, para Ja vida, como «die Verbindung und der Nichtverbindung» (Nohl, 348).
58
En �� transformación d� la perspectiva, todos los análisis tempranos d e Hegel acerca
_
del surgmuento de l� separacion -su estudio de la segmentación de la conciencia religiosa
con Abraharn, sus pistas acerca del declive de la ciudad antigua- no son dejados de lado
sino que se entret�jen en la posición madura. Pero son vistos como algo más que sól�
desven�. Son vrstos con::o desarrollos necesarios, y eso en los dos sentidos que estableci
mo� an��normente, es decrr; que s?n inevitables, pero también que son esenciales para la
realizacion del hombre. Son �enci�es porq�e la realización del hombre como ser espiri
tual, y por tanto, co:no ser racwnal libre, reqUiere separarse de la unidad original de la tribu.
El hombre se convrerte en un sujeto racional libre entregándose sólo al pensamiento racio
nal, y rechazando todas las demás lealtades. Y esto debe sigrrificar una ruptura con otros
_
hombres, que no se dedican
de manera similar a la razón, con la tradición milenaria de la
propia sociedad, con la costumbre provinciana de la propia comunidad, la cual no puede
detenerse �te el aparador de la razón universal. Los hombres deben abandonar el pensa
_
_
rmtico, en donde las rrnágenes
de lo divino o de lo espiritual se encuentran en la
mrento
naturaleza, Y limitarse a los conceptos concretos. Y esto sigrrifica una ruptura también en el
horr:br�, en tanto los c��erios del i�onarniento se salen de la matriz de los deseos y de los
sen�entos que tambien nos motivan, y porque el razonar, para ser una actividad autóno
ma, tiene que abstraer, subsumir las realidades de la vida bajo conceptos que prescinden de
mucho de nuestra experiencia vivida.
Hegelparece hab�r sido un poco más lento para asumir este punto, que la separación
era esencial P� a li�ertad, que �tros pensadores de su generación. Esto porque posi
�
blemente no smtio el rrnpacto de Fichte y del Wzssenschaftslehre a mediados de la década
de 1790 con la fuerza con la que Schelling, o los pensadores románticos 0 incluso Hol
derlin lo hiciero1_1; tal vez porque estuvo lejos de su epicentro, trabajand� como tutor en
Berna. Pero habiendo llegado al punto, Hegel lo pensó de una manera más consistente '
rigurosa Y completa que nadie de su generación, y esto, como vimos en la última sección
es !o que lo sep�ó definitivamente de los románticos. Y es debido a esto que evolucion�
mas que Schelling y que se separa filosóficamente de él, al final de su periodo de Jena,
una ruptura que se consuma en el prefacio de su PhG, en donde describe el absoluto de
Schelling como un <<abismo>> (Abgn.md), en donde todas las diferencias desaparecen' una
noche de indistinción <<en la cual todas las vacas son negras>> (PhG, 18-19).
Hegel alcanza a ver la separación de la naturaleza como ineludible y esencial. Pero la
.
_
v1o �om� mseparable.
Er: otras palabras, desarrolló con esta nueva perspectiva una noción
d� lnstona como el despli�gue r:ecesario de cierto destino humano. Ésta es la reinterpreta
_
- hegeliana
de la Providencia. Estando en contra de la noción optimista y alegre del
c�on
siglo xvm acerca de la Providencia, como el pegamento perfecto de un universo bien unido
con los propósitos de Dios para el hombre, una visión que nunca dejó de tratar con desdén
Hegel desarro�ó una _vi�ión de la historia como el despliegue de un propósito inmanente:
desde un conflicto trágico hasta una reconciliación mayor. La separación ocurre inevita
blemente debido a que es esencial para el hombre. Pero los hombres también necesitan la
��d, con la sociedad y con la naturaleza. De esta manera son llevados a un conflicto
trágico en el que dos extremos incompatibles piden lealtad. Pero si este conflicto es ineludi
bl� Y� que es esencial, entonces debe haber una reconciliación mayor en la que estos dos
obJetivos se completen juntos. La historia se mueve para curar las heridas que hizo. I6
:
� 6. a vimos esta idea anticipada en la noción del destino, en el manuscrito de <<El espíritu del
.
cnst� anismo». Lo que nos ocurre es la venganza de la vida por nuestra transgresión contra ella, pero
_ a�re 1� posibilidad de reconciliación. Vemos otro ejemplo de la impor
prec�samente por esa razon
tancia para Hegel de la tragedia gnega en el desarrollo de su filosofía de la historia.
59
Así Hegel aborda a su propia manera una categoría de pensamiento que ya hemos
visto que era común en la generación romántica: la historia como un círculo, o más
bien como una espiral, en donde la unidad abre paso a la división, y entonces se recupera en un nivel más alto.17
Así, casi en el tiempo que se trasladó a Jena, Hegel también cambió su percepción
del predicamento de la época más en línea con el dilema definido por los pensadores
románticos. El traslado a Jena fue también uno a la órbita del joven Schelling, y luego
a la altura de su éxito. Esto trajo una transposición de los pensamientos de Hegel a los
términos de la filosofía post-kantiana, 18 y aquí llegamos a una segunda transformación
que tendría significación definitiva para el sistema final.
.
y es que esta transposición no es sólo de medio, y no sólo es ocaswnada por la
nueva carrera de Hegel; corresponde a otra transformación importante en la posición
de Hegel. En los primeros manuscritos, y aún en el manuscrito del «espíritu del cristia
nismo», Hegel cree que la unidad recuperada en el amor no puede expresarse de mane
ra adecuada en el pensamiento conceptual. En este sentido, está más allá del entendi
miento. Hegel expresa esto claramente en el poema que escribió para Holderlin en
1 796, «Eleusis»:
Dem Sohn der Welhe war der hohen Lehren Fulle
Des unaussprechlichen Gefühles Tiefe viel zu heilig.
Als dcille r trockne Zeichen ihrer würdigte.
Schon der Gedanke fcillt die Seele nicht,
Die au.Ber Zeit und Raum in Ahndung der Unendichkeit
Versunken, sich vergillt , und wieder zum Bewtilitsein nun
Erwacht. Wer gar davon zu andern sprechen wollte,
Sprach er mit Engelzungen, fühlt' der Worte Armut. *
Y otra vez, en un fragmento del período de Frankfurt, Hegel habla de la unidad de
la Religión, o del amor, como «un milagro que no podemos comprender>> (Nohl, 377).
Pero en la posición final de Hegel, la filosofía ocupa el lugar más alto, sólo porque
es la única expresión completa y adecuada de la mayor unidad, el medio en que el
espíritu llega totalmente a sí mismo, y por tanto, el desarrollo del pensamiento filosófi
co es esencial para la perfección de esta mayor síntesis.19
17. Esto también se presagia en el manuscrito de «El espíritu del cristianismo>> (Nohl, 318; Knox, 273),
en donde se trata de una cuestión de unidad perdida y restaurada, y Hegel pone las tres etapas en paralelo
a las tres personas de la 'llinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, un tema importante de su obra madura.
18. Por supuesto, los términos filosóficos son frecuentes en los escritos de Hegel en la década de
1790. En su análisis de Abraham habla de la oposición de la unidad y la multiplicidad, mientras que
su critica a Kant en «El espíritu del cristianismo>> es en parte sustentada en términos de la oposición
de lo universal y lo individual. Y mucho se mencionan la subjetividad y la objetividad, a la naturaleza
ento
y la libertad, y así por el estilo. Pero lo que es nuevo en el perio�o de Jena es un serio enfrent
con el lenguaje de la filosofía post-kantiana, con Fichte y Schelling, con el Ego, y con su relacion con
�
el No-Ego, tanto teórica como práctica.
* Para el iniciado, la plenitud de la doctrina noble y las profundidades del sentimiento inefable
eran demasiado sagradas como para honrar a los signos áridos con ellas, ya que el pensamiento no
puede comprender al alma, que olvidándose de sí misma se sumerge en espacio Y tiempo hacia un
presentimiento de lo infinito, y ahora vuelve a despertar. Quien quisiera hablar alguna vez de esto a
otros, aunque hablara con las lenguas de los ángeles, sentiria la pobreza de las palabras.
19. Haber llegado tan tarde a esta empresa filosófica, aunque lo sitúe por un momento atrás -y
bajo las alas-. del más joven aunque filosóficamente más versado Schelling, de hecho le ayudó a
60
Es verdad que hay un importante hilo de continuidad que corre a través de este
cambio. Al ha�lar en <<El espíritu del cristianismo» de los límites del intelecto, Hegel
habla de la umdad del amor que va más allá del <<entendimientO>> (Verstand), al cual
equipara con <<la división absoluta y la destrucción de la vida>> (Knox, 264),20 <<Cada
reflexión anula el amor>> (Knox, 253).
Ahora bien, estos términos continúan designando modos de pensamiento que no
pueden abarcar la unidad de opuestos directamente en el sistema maduro. De hecho
el término Verstand tiene una notable estabilidad a lo largo del desarrollo del pensa�
miento de Hegel, desde el principio. Representa siempre el tipo de entendimiento que
abstrae de la experiencia, analiza y mantiene los elementos abstractos, separados de
una manera rígida, sobre toda forma de pensamiento que establece distinciones y las
hace infranqueables, haciendo, por tanto, imposible la comprensión del todo. <<Re
flexión>� design� e� nodo de _P��samien�o que describe � hombre y al mundo bajo
.
:
cate�o�as de di";l_ swn y oposicwn o, aplicado a un domrnio de conceptos, designa el
_
domrnio de termrnos opuestos emparejados. Es por lo tanto, esencialmente, un pensa
miento de Trennung.
Pero lo q�e cambia en esta consistencia de vocabulario es que Hegel en los prime
ros manuscntos no ve una posibilidad de pensamiento conceptual más allá del enten
dimiento y la reflexión. O tal vez sería más exacto decir que con la creciente intuición
de que esa unidad expresiva y la razón kantiana no son ideales combinables, su fe en tal
modelo mayor _de pensamiento conceptual se desvanece. En la nueva posición a la que
llega en Jena, srn embargo, esa fe regresa triunfalmente; de hecho, no estaría de acuer
do en llamarla una <<fe>>, la noción hegeliana de la Vemunft (Razón) es la piedra angular
de su sistema filosófico.
Podemos entender fácilmente este cambio, por lo menos en parte, al relacionarlo con
el previamente mencionado: la creciente comprensión de Hegel acerca de que la síntesis
final debí� tener un lugar para la separación tanto como para la unidad. La separación
era esencial para la autonomía racional. Y una síntesis que incorpore la autonomía ra
cional tiene que expresarse en el lenguaje de la razón, como notamos en la sección previa.
Así Hegel le da un nuevo sentido a la Razón, oponiéndola al entendimiento, y busca la
síntesis más completa de la filosofía. Hegel vio la síntesis que reconciliaba la oposición de
la libertad y la expresión integral como contraria a una que sólo buscara regresar a la
unidad original, no diferenciada, ya que requería una enunciación filosófica. En esto, él
se separa de los románticos.
U� ��rcer cambio importante que sufrieron las visiones de Hegel en este período de
transicion es que cuando estuvo en Jena desplazó el centro de gravedad en su pensa
miento del hombre al Geist.
s�perar al propio Schelling y al resto de sus seguidores. El
hecho de que haya ponderado tanto
tiempo el desarrollo religioso y social del hombre le hizo usar
las categorias del idealismo post
k�tiano con � campo mucho más rico de referencia y con
un efecto incomparablemente mayor.
Fichte y Schelling estaban por completo en casa -demasiado en
casa- en cuanto a la jerga del Ego,
del No-Ego, de la Subjetividad y la Objetividad, etc. Schelling también
absorbió la visión poética de
la naturaleza de Goethe y los románticos, a quienes transpuso en
su filosofía de la naturaleza. Pero
co� �egel, la �sofía e sada para iluminar el campo completo
de la historia humana -política,
:�
_
religwsa, filosofica
, artística. Esto no tenía precedente. Fichte, por cuanto estuvo
completamente
_
e�?age_ co_n:o mtelectual, es �cilmente alguien a quien uno se refiriera para entender
la signifíca
.
cion histonca y relevancia filosófica de los grandes eventos en
su tiempo.
20. «die absolute Trennung, das Teiten>> (Nohl, 3 1 1 ).
�
61
Vimos en el último capítulo cómo Hegel llegó finalmente a una noción de espíritu
que no era ni el trascendente Dios del teísmo, ni un simple equivalente al espíritu del
hombre. Este espíritu es cósmico, pero el hombre es el vehículo d� su vida espiritual.
Ahora bien, esto representaba una evolución por parte de Hegel. El empezó en Tübin
gen con una posición que realmente era teísta, ya que estaba de acuerdo con la tesis
tiana de que la existencia de Dios es un postulado necesario de la razón práctica. Pero
alrededor de la mitad de la década de 1790 parecía haber abandonado, en parte bajo la
influencia de Schelling, la noción de un Dios personal trascendente, y aceptó más bien
kan
hl
alguna noción de esp tu, o por lo menos de la vida, que de ningún modo podía estable
cerse en contra del hombre y del mundo, como el Dios del teísmo lo debía hacer.
Pero aunque Hegel en ninguna parte define su concepción del absoluto en este perío
do, y aunque no quiere equipararlo simplemente con el hombre restaurado, y no obstan
te su concepción de religión, la relación del hombre con este absoluto está muy centrada
en el hombre en sus períodos de Berna y Frankfurt. Así, acepta al principio la noción
kantiana de que la ley moral puede derivarse totalmente de las demandas de la razón del
hombre (esto es, en última instancia, la del individuo) y ve la unidad restaurada con la
naturaleza v en el hombre como idéntica a esta recuperación de autonomía. Es una
unidad en que el hombre permanece como pieza central, llevando su inspiración fuera
de sí mismo, más que buscando conformarse a un orden mayor fuera de sí mismo.
Incluso con la postura crítica hacia la moralidad kantiana, que aparece en el manuscrito
de <<El espíritu del cristianismo», mantiene que el hombre que se ha vuelto a conectar
con el amor deriva su patrón de sentimiento y acción de sí mismo, más que descubrirlo
en un orden más amplio, incluso si está conectándose así con una corriente mayor de
vida. Jesús es retratado como un hombre espiritualmente autosuficiente. Los aspectos
del Evangelio que no encajan en este cuadro -Jesús hablando de un <<padre» a quien le
<<reza», hablar de <<pecado» y <<perdón»- son explicados de forma <<desmitologizante»,
como el lenguaje que tenía que usar para comunicarse con la gente de su tiempo. Y Hegel
deja muy en claro que Jesús en principio no era excepcional entre los hombres en este
aspecto, aunque (Knox, 268) se revele trágicamente que de hecho lo fue. Su idea era que
después de su muerte la comunidad que dejaba atrás se volvería completamente inde
pendiente, al tiempo que estaba en comunión con el espíritu de amor; esto fue, efectiva
mente, una de las razones por las que aceptó una muerte temprana.
El Hecrel
de los primeros manuscritos teológicos tiene, de esta manera, una visión
o
1�
'
de la regeneración humana centrada en el hombreY De hecho, a veces parecena que
ese hombre fuera el único ser espiritual, aunque debiera unirse con una vida más am
plia, para recuperar la totalidad. 22
2 1 . Después de la muerte de Hegel, estalló otra vez entre sus herederos intelectuales la disputa
entre las concepciones centradas en el hombre o en Dios, acerca de la interpretación de su sistema y su
importancia. Los «antiguos hegelianos» llevaron su filosofía al rumbo de un teísmo ort�doxo, y l�s
«jóvenes hegelianos» hacia una interpretación centrada en el ho :bre, en donde el
se volvm
n
idéntico al hombre. Esto culminó con las obras de Feuerbach y el Joven Marx. Ambos grros son por
supuesto, falsos respecto a la síntesis hegeliana, que no pretendía ser ni teísta ni atea; pero si estoy en
lo correcto, el joven Hegel tenia algunas afinidades con los jóvenes hegelian?s posteriores, de las cuales
.
el Hegel maduro se había deshecho. Esto por supuesto no se supo en ese tiempo, ya que los pnmeros
;
man scritos no se publicaron hasta mucho después . Pero no es de sorprender que los marxistas afines
al primer Marx encontraran en el joven Hegel un estudio interesante: cf. G. Lukács,
22. Como parece implicado por una descripción del objetivo de unidad, dirigido como «Encon
trar paz en una belleza viva no personal>> (Knox, 301) («in einer unpersonlichen lebendigen Schonheit Ruhe zu finden» , Nohl, 342).
Ge�t
Der ]unge Hegel.
62
El Hegel maduro ha roto con esta visión, y ha adoptado una noción del absoluto
como
t. El hombre c?mo ser espiritual se relaciona con un esquema mayor de activi
Gt:U:
dad espmtual. El formalismo kantiano, un intento de derivar el contenido de deber des
de forma necesaria de la razón, es constantemente atacado como vano y vacío, y esto
precisamente porque los hombres sólo pueden descubrir el contenido real de la vida
ética viéndose a sí mismos como parte de un esquema mayor. Esto no supone una regre
1�
1�
�
rr{
sión a het �onomía en donde el esquema mayor sea el del Geist con el que el ho bre
llega a Identificarse como su vehículo indispensable, como vimos en la última sección.
C�ánto se sustente es solución, lo debemos examinar después. El punto aquí es que
�
rmentras se llama a eVItar la heteronomía, Hegel ha roto con sus primeras formulaciones
acerca d� la utonomía cen da: en hombre e influenciadas por Kant. La libertad ya
no está_ disenando la ley o la msprmcwn del amor desde uno mismo.
Parece ser que este desplazamiento se une con los otros que hemos tratado antes. Al
llegar a ver que las demandas de la autonomía del hombre eran llevadas a una dirección
�
�
.�1
diferente que las demandas de unidad con el todo, fue forzado a una revaloración del
lugar de la autonomía centrada en el hombre en su visión total de las cosas. Recobrar la
unida s lo con una corriente mayor de vida ahora se ve como algo insuficiente para un
ser espmtual. Por el contrario, reunirse con el todo debe significar volver a tomar contac
to con un espíritu cósmico. Pero esta síntesis debe unir la separación esencial con la
a�tonomía cen da en el hombre, y la unidad expresiva con la naturaleza. No puede
srmplemente eqwvaler a cualquiera, sino que debe ser mayor que ambas. Por tanto, esta
autonomía centrada en el hombre ya no puede ser el objetivo absoluto. Debe establecerse
�?
�
en una síntesis más amplia, y esto es lo que el maduro Hegel reclama hacer.
Por supuesto, este desarrollo en el pensamiento de Hegel no puede verse activado
.
simplemente por estas conexiones lógicas entre sus objetivos intelectuales. Parece ser
que también fue influenciado por la serie de eventos de su tiempo. No podemos estar
seguros de ello de�ido a la falta e evidencia, pero es probable que el primer Hegel
_
En los primeros días en Tübingen, los jóvenes
fue::a bast t� radical en lo político.
radicales sigweron el progreso de los eventos en París con interés y entusiasmo. y
�
�
aunque no parece que quisieran simplemente reeditar la Revolución Francesa en Ale
mania, y ciertam nte �o en su fase jacobina -por ello los reaccionarios los apodaron
�
con el mote de <<Jacobmos»-, no obstante es probable que favorecieran un cambio
político de largo alcance que se dirigiera a la igualdad y a la representación popular.
Incluso en 1798 Hegel escribió un panfleto como contribución al debate acerca del
�
futuro cons itucional de su Württemberg natal (nunca fue publicado) que parece pedir
- del Landtag se diera, en cualquier caso, mediante una amplia votación.
que la elecc10n
El Hegel maduro, por otro lado, no era para nada un político radical. Es fácil, sin
e�bargo, interpretar erróneamente el cambio. Es demasiado simple y engañoso verlo
srm lemente or:no un cambio de izquierda a derecha. Primero, es probable que las
noc10nes <<orgarucas» del Estado, derivadas de los griegos, la desconfianza hacia la <<tur
ba» a:tuando fuera de todo marco institucional, la tensión de la función diferenciada,
estas Ideas que eran tan importantes para su posterior teoría política estuvieran ahí
�
�
!
d�sde el princip o. Y recíprocamente, el Hegel maduro incorpora mucho de los princi
pios de 1 789, mas de lo que fueron incorporados en el Estado prusiano de su tiempo, del
cual tan frecuentemente se le acusa de ser apologista, y más que varios escritores burgue
ses co?te�poráneos s uno piensa en su desconfianza profética la economía capi
sta.
M s bie�, el cambio yace en su concepción del papel de la acción voluntaria para el
.
cambiO político. La regeneración que buscaba en la década de 1 790 es una que parece
�
�
tall
63
que tendria que hacerse por la transformación religiosa y polític�; En �1 último siste
ma, el logro del destino del hombre es algo que está en preparacw� ; le ��umbe a los
hombres el reconocer y vivir de acuerdo con eso. Por supuesto, aqm tambien podemos
juzgar mal la diferencia. Reconocer la propia conexión con el Geist es ipso facto c�
biar uno mismo, y la manera en que uno actúa, y en impo�tes as?ectos. D_n cambio
de conciencia no sólo puede oponerse a un cambio en la r�dad; estos se �culan, Y
esta ligazón entre los dos fue importante desde los connenzos del pensanne�to �e
.
Hegel, para quien la transformación religiosa era central. �ero h�y una �erenc1a, SID
.
embargo, entre una visión que ve la extensa transformac10n soci� y política d��eable
.
como algo a ser realizado por aquellos que lograrían la regen�racwn: y una ':swn �ue
ve las transformaciones sociales y políticas relevantes como SI necesitaran dzscemtrse,
y de esta manera ser aceptadas y vividas en e� espúitu r��to.
.
Éste es el cuarto cambio mayor que afecto a la posicion de Hegel, y que alcanzo, la
madurez algo después que los otros. Pero aunque maduró a diferente paso, está c�en
te vinculado con el tercero. La concepción centrada en el hombre, de la regeneracwn, va de
la mano naturalmente con el proyecto de una transformación de las instituciones, �ara
realizar el fin deseado. Pero con el desarrollo de una noción del Geist como un sujeto
mayor que el hombre, Hegel desarrolló una noció� de p�eso �t�rico que no pu��
explicarse en términos de propósitos humanos co�cie:lt�, SIDO roa:' bien po� los pro��I
.
tos mayores del Geist. Las transformaciones en las msutuc10nes polítlcas, sociales, religio
sas, que deben surgir si el hombre va a completar su destino, ya no �e ven como tareas que
los hombres deban cumplir conscientemente, sino por el contrario, a�que s� lleven a
cabo por los hombres, éstos n? entienden completamente el papel que J�egan SIDO hasta
.
después de que han surgido. Esta es la doctrina hegelia11a madura del «IDgemo de la ra
zón», y de la comprensión retrospectiva de la historia que He�el expresó en esa �osa
frase del Prefacio a la Filosofía del Derecho, de que «el búllo de Minerva solamente extiende
sus alas al anochecer>>.23
En otras palabras, la noción de que el hombre se relacw�a co� un SUJeto cos:rnco
mayor se daba junto a la del desplazamiento del sujet? de la histona en el pensann�n��
de Hegel, de que ya no es simplemente el hombre -si en efect�, alguna ve� lo conciblO
como tal-, sino el Geist. Lo que se necesita hacer en el sentid? de. realizarse_ por la
acción intencional no es la transformación institucional de la histona, ya que esta no
puede abarcarse intencionalmente en este senti�o, sin� más bien el reconocimiento de
que el Geist está en proceso y conectarse uno �smo a el. Esto �s, por supues�o, �o�tra
lo que el joven Marx protestaba cuando se queJaba de que los «fil�_ sofos» h�bian umca
mente interpretado el mundo, mientras que la tarea era cambiarlo. El JOVen Hegel
habria estado más cerca de estar de acuerdo con él que el filósofo maduro.
Así se relacionan estas cuatro transposiciones en la posición de Hegel, que tiene
lugar aproximadamente cuando va a Jena y trabaja ahí durante su posición �adura: la
aceptación de la separación como parte de la unidad última, el desplazannento a la
filosofía como el medio crucial, el desplazamiento de una teoria centrada en el hombre
a una centrada en el Geist, y la noción de que la realización del hombre no está planea
da por él, y que sólo puede reconocerse post hoc. Las pri�eras dos están ligadas me
_ y la autononna,
_ entre la
diante el sentido de Hegel de la conexión entre la separac10n
autonomía y la racionalidad; la oposición entre la autonomía y l� unidad expresiva lo
.
llevan a una noción del Geist como mayor que el hombre, y el Gezst, como el SUJeto de
•
•
,
•
la historia, transforma su visión de la historia. La tarea del hombre
lo, y recor:ocer�o clarame?te, no por una intuición borrosa que es ahora reconocer
negaria su vocación de
autononn� ra��onal; y �I se da la c�pide de la realización hum
ana, la que regresa a
ser la realizac10n del Gezst, y que reside en la conciencia filos
ófica
.
Desde este pr?montorio aventajado, podemos ver
más claramente que este com
. desp
pleJ�
lazanuento en el pensamiento de Hegel prob
motivado por los eventos políticos del tiempo. A prin ablemente estuvo también
cipios de la década de 1 790
varios jóvenes radicales alemanes tenían esperanzas
en los desarrollos revoluciona�
ri_o� de su patria. A_ finales de la década, éstas se habí
an desvanecido: el antiguo
reg¡men en Alemama estaba plenamente a prueba
de cualquier transformación La
�rincipal es�eranza de cambio permanecía en
la Ann
líder Napoleon. Hegel parece haber sido uno de esos ée francesa, y después e� su
blemente los resultados de la hegemonía napoleón alemanes que juzgaban favora
cambios que se produjeron de este modo no fuer ica en los años de 1 800. Pero los
on tan radicales como los soñados a
prin�ipios �e la década de 1 790, ni esta revo
lución indujo un sentido de actividad
propia. A finales d� la década de 1 790 y principio
s de 1 800, Alemania parecía inca
paz de hacer surgrr el desafío de la disolución
imperial bajo la intervención de la
ar:nada revolucionaria francesa y de encontra
r
nurador desde el cual fuera fácil creer que los una forma rejuvenecida. No era un
hombres consciente y deliberadamen
te hacían su propia historia.
Por supuesto, ésta no es toda la historia en cuan
to a Hegel concierne. Había otro
momento de esperanza, después de que Nap
oleón destrozara a Prusia en la batalla de
Jena, Y un espúitu de renovación parecía estar
próximo a apoderarse de Alemania,
encabe�do �or las reformas del barón Von
Stein. Hegel parece haber sido relativa
mente rmpasible ante esto. Tal vez ya se habí
a aparentado en cierto molde; en este
.
m�do las pnm
eras experiencias son más importantes que
las posteriores. En cual
qmer cas?, el movimiento de renovación fue
aplastado después de la Restauración.
Exannnemos ahora la posición madura de Heg
el.
23. PR, 1 3 ,
64
6:,
CAPÍTULO lii
ESPÍRITU AUTOPOSTULANTE
1
es una idea de los problemas y las
Traté de presentar en los capi'tulos e�edent
,
a de Hegel. y he sugerido que
aspiraciones fundamentales a los que se mgia ,1a filosofí
encontrar una forma de vida
or
a
epoc
u
podemos verlos mejor a la luz del anhelo_ de �
que estaban conectadas
erosas
o
c
y de pensamiento capaz de unir d
aturalez , con los otros hombres y
aunque fueran opuestas. Una es a a
ser expresivo· la otra es a la autoconsigo mismo, lo que el hombre demanda en .tanto
,
mática �n Kant y Fichte .
aradig
nornía moral radical, la cual alc�z? :u e pr I
1
800, había llegado a darse
de
da
e
He sugerido que Hegel, a pnnCiplüs . .
n entre sí En particular,
cuenta de lo profundo que. estas dos asp:ra o es se oponía
unidad xpresiva, de la
la
de
ruptura
había llegado a ve: que la libertad. :e ena
nión con otros hom
_
comu
la
de
y
re
ruptura de la totalidad mtegr� ongin e� e1 homb
atribuyeron a una
eos
porán
contem
sus
de
bres y con la natura:ez�, que el co
de fragmentación
sentido
El
recia.
G
a
ti
a
�
primera etapa -pnnCipalme�te
os, que. tantos
.
muert
icos v
mtema, y de exilio' en un umverso. y una saciedad mecán
dida mexplipér
una
era
,
no
,
hablan e�enmentado testificado,
escritores de la epoca
un desarro
de
do
resulta
el
era
bien
cable ni inmitigable de un parmso tempran? · ��
hombre como aa-ente racional y
del
o
leta
e
llo ineludible, �sen�ial pa:a la comr:
visión necesaria iba a ser curada en
libre. Pero la histona no I�a a termmar .
.,
en curso, era fruto de un
una reconciliación supenor. Esta :e�onciliacw� ya .estaba
, el cual requería discer
exhibe
a
s
desdoblarniento racion� del proposlto q e
que esta reconciliación,
-ya
arse
nirse y captarse por la fil?sofía p
:.
a se ad cuadamente sólo en el lenguaje de la
que incorpora_ba a la razon,_ po a f
que su época era el peno
vanos de sus contemporáneos creía
razón. Hegel, Junto con
.,
, e1 naclffile to de esta reconcili.'acwn
TY>ente no es difío U'-''-'-"
.
« se�•....,
do cúspide, el que vena
�
hacia un nuevo
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y
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cil ver que nuestro tiempo es un n�n:;po
de «un salto
acerca
pasaje
este
en
o
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ha
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período » (PhG, 15).1 Y Hegel contmu
cualitativo» (ein qualitativer �pnm�).
que es la de superar la
Así, la mayor tarea de la filosofía segun Hegel uede decirse
la unidad expresiva
de
a
ruptur
1
a
oposición.z Las oposiciones son las que surgen e
r¡.
f\:r:a� ����: d
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1 . Citado de la traducciO. n
chor books, 1966, 20.
ereiF
2. «die Aufhebung der Entzweiung», como lo expone en Diff
de Walter Kaufmann Heael: texts alld commentary,
•
"'
�·
66
75
.
Nueva York, An-
original. Por tanto, primero, el hombre como sujeto cognoscente se separa de la natu
raleza, a la que ahora ve como un hecho bruto, que no expresa ninguna idea o propósi
to. La naturaleza es así distinta a la mente, pues no exhibe ninguna necesidad racional
ni forma expresiva. Y cuando forzamos esta distinción hasta su conclusión más extre
ma tenemos que estar de acuerdo con Kant al atribuir cualquier grado de forma nece
saria que encontremos en la experiencia a nuestro propio entendimiento más que a la
realidad que afecta a este entendimiento. Ya que algún grado de forma necesaria es
esencial a la experiencia, tenemos que admitir que la realidad tal como es en sí misma,
o sea, inalterada por alguna estructura que le impongamos, está para siempre más allá
de nuestro conocimiento. El extrañamiento del hombre de la naturaleza hace del mun
do en última instancia, una ten·a incognita para él.
Esta separación que surge con el desarrollo de la autoconciencia del hombre acerca
de su propio pensamiento, se convierte en oposición en el sentido de que nada puede
mediar o salvar la brecha entre la mente y el mundo, y que todo está ya sea en un lado
o en el otro.3 Pero es también una oposición en el estricto sentido de que esta separa
ción entre la mente y el mundo va en sentido contrario a la naturaleza y al propósito de
la mente conocedora. De esta manera, Hegel alegará frecuentemente que la idea kan
tiana de una cosa en sí misma es incoherente, que el filósofo al usar este ténnino está
postulando algo fuera del alcance de su mente, pero que al mismo tiempo no puede
estar fuera del alcance en tanto él lo está postulando. (Por supuesto, un kantiano alega
rá que esto ignora la distinción entre lo que se puede experimentar y lo que solamente
se puede pensar, pero el punto de Hegel implica desafiar justamente esta distinción.)
De esta manera se agudiza la oposición aquí. Se da entre dos requerimientos situados
en el sujeto cognoscente, que él llega a distinguirse a sí mismo de su objeto en completa
autoconciencia de lo que está haciendo, y que también lo conoce por completo, hasta
su núcleo, por decirlo así.
Una oposición similar surge en los hombres entre su voluntad racional y su propia
naturaleza, sus deseos, inclinaciones y afinidades. Una vez más los hombres llegan
a
distinguir los determinantes racionale s de su voluntad en el proceso de crecimiento de
la autoconciencia, y esto parece esencial para el crecimiento de la racionalidad misma
y de la libertad. Y esta separación se vuelve una oposición en donde la razón y
la
naturaleza no sólo se consideran categorías herméticas sin ninguna intersección, sino
que también están en conflicto al tiempo que compiten por el control de nuestra volun
tad. Pero este conflicto es el reflejo de una oposición entre dos requerimientos que nos
mantienen como agentes. Por un lado somos llamados como agentes racionales a ser
libres y, por lo tanto, a seguir a la razón. Por el otro lado, la libertad significa actuar
a
partir de motivos que fluyen del yo más que ser impuestos externamente o inducido
s.
Pero ya que también soy un ser natural, una concepción de libertad que excluya e
incluso se oponga a la inclinación natural debe estar equivocada.
Esta oposición entre naturaleza y libertad puede también presentarse de modo
teórico, corno una que se da entre dos tipos de explicación de lo que los hombres
hacen, por necesidad natural y por metas libremente elegidas, en donde ambas pare
cen ineludibles y en conflicto.
3. Por supuesto, Kant hizo algunos pasos tentativos hacia la mediación en su tercera
critica. Pero
Kant tenía cuidado de no involucrarse nunca más allá de las fronteras del dualismo. Así, el entendi
miento teleológico de las cosas vivientes es una forma que tenemos de ordenar los fenómenos «como
si» sirvieran a causas finales. Los sucesores de Kant, incluyendo a Hegel. fueron más allá de esto.
67
En tercer lugar, el crecimiento de la autoconciencia lleva al individuo a distinguirse
a sí mismo de su tribu o su comunidad. Y este sentido creciente de individualidad lleva
nuevamente a una oposición práctica, a un conflicto de interés, entre el hombre y la
sociedad, que se basa ahora en requerimientos de la libertad en conflicto. Para que el
hombre sea libre debe ser su propio amo, y por tanto no subordinarse a ningún otro.
Pero al mismo tiempo el hombre por sí mismo es débil y depende necesariamente de la
ayuda exterior. La libertad del individuo expuesto es así una cosa muy restringida y
sombría. Pero lo que es más, el hombre en tanto ser cultural solamente desarrolla una
mente y propósitos por sí mismo a partir del intercambio con otros; la aspiración a la
libertad individual se nutre de este intercambio, y puede opacarse y pervertirse por él.
Así, esa libertad integral no puede lograrse por parte de ningún individuo solo. Debe
compartirse en una sociedad que sustente una cultura que la nutra y en instituciones
que la lleven a efecto. La libertad parece requerir tanto independencia individual como
integración a una vida más grande.
El hombre individual forma parte no sólo de un todo social mayor, sino que él y su
sociedad se establecen en un marco más amplio, la humanidad, y el todo de la naturale
za, con la que están en intercambio y de la cual dependen. El desarrollo de la autocon
ciencia ha significado una separación de estos esquemas mayores, anteriormente vistos
como órdenes significativos, y ahora vistos como un grupo de límites y condiciones de
{acto de nuestra acción. VImos anteriormente cómo esta separación da lugar a una opo
sición para el sujeto cognoscente. Pero crea también una para el sujeto como ser expresi
vo libre. Mi libertad está limitada por mi dependencia del mayor esquema de la natura
leza. Pero justo como en la relación de mi razón con mis propios deseos, o de mi libertad
con mi sociedad, esta dependencia crea un dilema. O más bien, lo hace en la suposición
de una teoría expresiva del hombre, según la cual los hombres buscan comunión con el
orden mayor de la naturaleza. Para acceder a lo verdadero de nosotros mismos, parece
que tendremos tanto que separarnos como integrarnos a este esquema mayor.
VImos en el último capítulo cómo este doble requerimiento de integrarnos en la
naturaleza mientras permanecemos como seres espirituales les parecía a muchos que
se conseguía con la concepción de un espíritu cósmico, subyacente a la naturaleza.
Pero también vimos que esto meramente desplaza el dilema, que ahora se centra en la
relación del hombre con este espíritu cósmico. La oposición reside ahora entre la auto
dependencia y la autonomía de los espíritus finitos, la que parece imponerse en ellos
como agentes racionales y por lo tanto libres, y la demanda de unión con el espíritu
cósmico, sin la cual permanecerían meramente como seres fragmentarios en oposi
ción a su propia vocación hacia la expresión integral.
La cuarta oposición puede entonces describirse como una que se da entre el espíri
tu finito y el infinito, entre las demandas de la autonomía humana y las de la participa
ción en la corriente de la vida infinita. Hegel vio la solución a esto en su noción del
Geist, como vimos en el último capítulo y examinaremos dentro de poco. Pero esta
oposición puede también expresarse en términos del concepto de destino. Desde el
punto de vista del sujeto finito autónomo, el curso mayor de los eventos que le afectan
se distingue de lo que él hace y de lo que le sucede : es su destino. Este destino es
bastante distinto de él mismo, en el sentido que no es para nada una expresión de él,
algo que uno pueda encontrar en lo que hace. Desde este punto de vista, el de la separa
ción, el mandato de un primer momento por reconciliarse uno mismo con el destino,
por ver su necesidacl y por lo tanto aceptarlo, puede solamente entenderse como un
llamamiento a rendirse, no como una invitación a una comprensión más profunda.
=
�
:
Pero el curso de las cosas es en al ,
.
entido una e�preswn
, del espíritu cósmico,
y por lo tanto verlo como otro es d
e ����I�mo _ en oposición al
cósmico. Por el otro lado, estar unido al
espíritu
e
l ruto, mclu_so más, verse a uno
mismo como su vehículo, sería reconocer
.
e el destmo de uno mismo la exp
una realidad de la que uno no se puede
resión de
diSOCl.ar.
.
.
,
La opoSICion entre el espíritu finito
.
el infinito p��de enton�es tambie
, n describirse
como la oposición entre la necesidad
el h�mbre re por afirmarse a sí
contra del destino, como se expresa en
mismo en
1 p
en esa buena noche 1 Enfurécete enfura; abras de Dylan Thomas: <<no vayas gentil
ecete ante l a muerte de la luz ,, y
los requerimientos para reconciliarse uno ,.:.,
uu
;smo con el desti.no de manera qu
.
e,
en
p
alabras de
NIetzsche, nosotros podemos <<cambiar cad
a asi, fu e,: por un "así será", . 4
Éstas son entonces las oposici
ones
conocedor y su mundo, entre la natura ue la fil�sofí debe supe� _entre el sujeto
l a Y la li erta ent;:e el md
_ iVIduo
dad, entre el espíritu finito y el infini.
y la socie' to, o entre e1 hombre libr
' o. para la
e y su destin
filoso
fí
a,
.
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, o las oposICIO
· · nes se superan ellas
mismas. Y <<Superar» aquí no signifi scer
. mr com
a
s�
plem
ent
e '�deshace:;»; no hay interés en
gresar a la conciencia primitiva ant
re
.
e r
se aracwn del _s_uJeto y la natural
el contrario, la aspiración es retener
eza.
Por
lo
o� e la separacwn, la conciencia
libre, mientras se reconcilia ésta con
racional
1
a
um' da ' o sea, con la nat
uraleza y con la saciedad, con Dios y con el destino.
Pero ¿cómo pueden reconciliarse
. .
estas op�si�IO
�es cuando cada término solamen
te esiste en oposición con el otro
?. É ste _es e ec o nuestro problem
solamente logra su autonouu
a.
El
hom
bre
.,.,..,
'
a
autoconsc1ente raci
.
, dose de 1a naturaleza'
de la socied
ad' de Dios y del destí'no. y Hege onal' separan
l ve esto mu'! e1aramente, por lo
repudia cualquier intento de deshac .
que
er srmp1emente 1 as oposici.Ones Y
regresar a la unidad primitiva.
La respuesta de Hegel es que
.
.
cad , u
: no en es� dico
tomías básicas, cuando se
entiende completamente se muestr a t_en:
a a SI mismo no so amente opuesto
sino idéntico a su
opuesto. y cuando ex�amos e
las
porque en su base las relaciones de osas de manera más profund�vemos que esto es así
oposición e identidad es�
, uru- as de manera inseparabie entre sí. No pueden distincr
c.n�
i""'�e totalmente porque nmguna pue
.
.
de eXIs
misma, es decir, mantenerse a sí mis
· tir por sí
.
ma como l� sola relacwn
,
entre un par de térm
dados. Más bien están en un ti o
.
, c�ul� Una oposi�ión surge a partirinos
una i�entidad ar:terior; y esto c
de
n
ma smo que tiene que engendrar
. . . �1 entí�d n? podría sostenerse a sí mis
,
ciOn
simplemente oposición, que la relac
d � aq� se Sigue que la oposición no es
e
ca
_ a termiUo con su opuesto es peculiarmen
te íntima. No se relaciona sólo con
un otro smo con su otro, y esta iden
necesariamente se reafirmara' a SI .
tidad escondida
, misma en una recupera�wn
· , de 1·� uru'dad.
Por eso Hegel sostiene que el
.
punto de vista ordinano de la Iden .
abandonarse en la filosofía a fa
tidad tiene que
vor de una manera de pensar, que
.
puede llamarse
dialect
, 1ca, que nos presenta alg0 ��e
no puede c�mprenderse con una
aislada o con una serie de ro
proposición
siciones que no VIOlen el principio
gru
f
uz!�
:
de no contradicción - (p. -p). El
om r
�
de tres proposiciones que A es A � � ��en�. �uede hacer justicia a la realidad es
'
es am Ien -A, Y que -A muestra en
ser después de todo A.
sí misma
Comprender esta verdad especu
. . .
lativa es ver co�
, o la subjetiV
Idad libre supera su
oposición con la naturaleza con
'
la socIe
· dad' con DlOS y con el Destino, afirm
a Hege1.
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4. Así hablaba Zaratustra, Eve
ryman Edition, 126.
68
69
Ésta es una tesis bastante asombrosa. Demasiado de momento para el hombre que
parece dejarse llevar por lo que parece prestidigitación verbal. ¿Qué implica jugar rápi
do y con soltura con la «identidad» y la «Oposición», con la <<identidad» y la «diferen
cia»? ¿Qué afirma exactamente la tesis, y cómo la respalda uno? ¿O lo único que pode
mos hacer es aceptar la palabra de Hegel respecto a ello?
2
del
Para ver de qué está hablando Hegel aquí, tenemos que entender su noción
de
hablamos
cuando
,
abstracto
lo
en
bizarro
parece
que
Geist, o espíritu cósmico. Lo
al
s
aplicamo
lo
cuando
menos
parezca
lo
que
puede
court,
tout
a
identidad y diferenci
medio
por
maduro
Hegel
el
provee
lo
infinito
espíritu
el
para
básico
modelo
Geist. El
la
del sujeto. Vimos antes que él trataba de dar cuenta de la realidad que superaba
cru
término
el
madura,
separación en términos del Amor o la Vida. Pero en su visión
cial para entender al Absoluto es «sujeto» .5
la
Antes de ver cómo aplica este término al Geist vale la pena examinar lo que era
mente
filosófica
es
noción
su
que
dado
ivo
significat
es
esto
noción de sujeto de Hegel. Y
que
importante por derecho propio, es decir, como una concepción del sujeto humano
Descartes
desde
filosofía
la
en
te
dominan
vuelto
había
se
que
dualismo
el
con
rompe
tanto entre los racionalistas como entre los empiristas. Hegel es de hecho un nexo
importante en una cadena de pensamiento de la antropología filosófica moderna, una
que se opone tanto al dualismo como al mecanicismo, y que vemos que continúa de
diferentes maneras en el marxismo y en la fenomenología moderna.
La concepción de Hegel se construye sobre la teoría expresivista, que fue desarro
llada por Herder y otros. Como vimos, ésta trajo de regreso las categorías aristotélicas
les
con las que vemos al sujeto, al hombre, como realizando cierta forma; pero también
sentido
el
en
,
expresión
la
afíade otra dimensión en tanto ve esta forma realizada como
de clarificación, de lo que el sujeto es, algo que no podía haberse conocido con antici
pación. Es el matrimonio de estos dos modelos, de la forma aristotélica y de la expre
sión moderna, lo que nos permite hablar aquí de auto-realización.
La teoría de Hegel del sujeto era una teoría de auto-realización. Y como tal, era radi
calmente anti-dualista, pues esta teoría expresivista se opone al dualismo de la filosofía
post-cartesiana (incluyendo al empirismo), y en los dos lados de su abolengo. Este dua
lismo vio al sujeto como un centro de conciencia, percibiendo al mundo exterior y a sí
misma; su centro era inmaterial, es decir, heterogéneo al mundo del cuerpo, incluyendo
al propio cuerpo del sujeto. Las funciones «espirituales» del pensamiento, de la percep
ción, del entendimiento, etc., se atribuyen a este ser no material. Y esta «mente» es pen
sada a veces como perfectamente auto-transparente, es decir, capaz de ver claramente
sus propios contenidos o «ideas» (ésta parece haber sido la visión de Descartes).
Ahora bien, primero, esta visión no deja lugar para la vida como se entendía en la
tradición aristotélica, que es vida como forma auto-organizativa, auto-sustentable, que
sólo puede funcionar en y por lo tanto es inseparable de su encarnación material. Este
tipo de vida desaparece en el dualismo, ya que su naturaleza completa se monta sobre
la brecha que abre el dualismo. Es material, y en el mantenimiento de la forma exhibe
el tipo de propósitos e incluso algunas veces la inteligencia que asociamos con la men5. Cf. el prefacio a PhG, 1 9.
70
te. Nos sentimos tentados a pensar las cosas vivientes como «tomando en cuenta» lo
que les rodea precisamente por la adaptación inteligente que pueden hacer de las situa
ciones novedosas.
El dualismo, por otro lado, atribuye todas estas funciones de inteligencia a una
mente que es heterogénea del cuerpo, de manera que la materia se asume como algo
que se entiende de manera puramente mecanicista. De esta manera, el dualismo carte
siano-empirista tiene un nexo importante con el mecanicismo. Descartes tendió a dar
explicaciones mecanicistas de la fisiología, y la psicología mecanicista moderna está
muy afiliada históricamente con el empirismo; es dualismo con un término suprimido.
Pero la tentación moderna por el dualismo surge en un clima filosófico muy dife
rente del de Aristóteles. Se alimenta en parte de una noción de voluntad que llega a
nosotros desde raíces judea-cristianas y que es extraña al pensamiento griego; crece
con la idea moderna de un sujeto que se auto-define, la cual comentamos en el primer
capítulo. Pronto se relaciona con las pre-ocupaciones modernas, con la racionalidad
pura y la libertad radical. Y como vimos, Hegel no tenía deseos de evadir esto y re!rre"'
sar a una fase anterior.
Y es de hecho cuando nos enfocamos en el pensamiento puro, en la actividad reflexi
va de la mente, cuando se pondera algún problema en ciencias o en matemáticas, cuando
se delibera sobre algún principio de la moral, que la mente parece estar más libre del
control externo --de un modo que no parece estarlo, p. ej., en nuestra vida emocional. Es
en esta esfera que la tesis del dualismo parece ser más plausible. Mientras que yo puedo
dudar en ubicar mi rabia por el enemigo, la cual yo puedo «Sentir» en mi cuerpo, en
algún refugio incorpóreo, ¿dónde más puedo yo ubicar mis reflexiones puramente inte
rior�s sobre un problema de lógica, o en un asunto de conducta moral?
Este es el otro aspecto donde la teoría expresiva se vuelve relevante. Vimos en el
primer capítulo cómo Herder desarrolló una teoría de la expresión del lenguaje, de
hecho, como parte esencial de la teoría de la expresión del hombre. En esta teoría las
palabras tienen significado no simplemente porque lleguen a ser usadas para puntua
lizar o referir ciertas cosas en el mundo o en la mente, sino de manera más fundamen
tal, porque expresan o encarnan cierto tipo de conciencia de nosotros mismos y de las
cosas, una que es peculiar al hombre como usuario del lenguaje, para lo cual Herder
usó la palabraBesmmenlzeit. El lenguaje es visto no sólo como un grupo de signos, sino
como el medio de expresión de cierta manera de ver y experimentar que, como tal, es
continua con el arte. Por tanto, no puede haber pensamiento sin lenguaje, y de hecho,
los lenguajes de diferentes pueblos reflejan su diferente visión de las cosas.
Por tanto, esta teoría de la expresión es también anti-dualista. No hay pensamiento
sin lenguaje, arte, gesto, o algún medio externo. Y el pensamiento es inseparable de su
medio, no sólo en el sentido de que el primero no podría ser sin el último, sino también
en que el pensamiento es formado por su medio. O sea que, desde un punto de vista,
podría describirse cómo los mismos pensamientos se alteran al darles un nuevo giro, al
expresarse en un nuevo medio, p. ej., al traducirlos de un lenguaje a otro. Para exponer
la c�estión de otra manera, no podemos distinguir claramente el contenido de un pen
samiento de lo que le «añade» el medio.
Así, donde la concepción aristotélica de la relación de materia y forma, o el hilemor
fismo, como se ha llamado, da una noción de los seres vivos en la que el alma es insepa
rable del cuerpo, así esta teoría de la e>..'Presión nos da una visión de seres pensantes en
la cual el pensamiento es inseparable de su medio. Y por tanto toma justo esas funcio
nes, las de pensamiento puro, reflexión, deliberación, que uno estaría más tentado a
71
de una existencia
ada, y las reclama corno propias
atribuir a una mente desencarn
_
rno.
ext
dio
te dispuestas en un rn�
�
encarnada en tanto necesariamen
n
io del hilernorfisrno y a nueva VlSio
imon
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Así la teoría
del
el
Heg
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· , es radicalmente anti-dualista· Y así fue tam
de la expres10n,
· o, y todas sus
que e SUJet
era
el
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pens
sujeto Un principio básico en el
·
emente encarnadas ; y esto, en
· ·
s estaban inevitabl
.
func10nes, aunque eran « �spm" tuale •
.
corn? un serviviente
" o « aniiDal rac10nal " • 0 sea,
corn
.
las dos dimensiones relaciOnadas:
amiento siempre y
pens
cuyo
ser
o
corn
sea,
o
,
esivo
expr
�
que piensa; y corno ser
o en un medio.
necesariamente se expresa a sí mism
ce :tral a a
r
saria, corno lo podernos llamar, es
Este principio de encarnación nece
nuemos
conti
itu cósmico. Pero antes de que ·
espír
0
t
Geis
del
l
Hege
de
·
n
,
·
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nos da
•
ya
0
t
SUJe
d
e
os cómo esta eorí� expresiVl· s .
viendo esta noción del Geist, veam
,
.
1c10n
ad entre 1dent1dad y opos
.
as bases para hablar de una unid
al
la �da la
ato en
ibe e
perc
no
el
Heg
de
esiva
expr
a
demos ver que la teorí
. Deb� o a este, as
el dualismo cartesiano-ernl?msta
conciencia que sí encontrarnos en
enti� d n rneca
se
y
nal,
rnate
y
nso
do del ser exte
funciones vitales se relegan al mun
e ti a se�ar�
iones de la mente pertenecen a una
nicistamente mientras que las func
e�das rna�mp
pudo ver a los animales co�o co�
da e inrnate al. Por ello Descartes
msostemble,
es
a
torm
.
· segm" dor de Aristóteles este tipo de dico
nas · Pero para cualqmer
, n de partes.
ac10
aten
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ionante y no sólo una conc
.
.
pues una cosa Vlva es una um" dad func
stra � tipo
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Más aún al mantener ciert
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�
�
clase de proto-inteligencia al adap
de proto propósito, e incluso una
a explícita en su
autoconscientes muestran de form
tancias novedosas lo que los seres
ededores al hacere tornar en cuenta.al yo y sus. alr
.
.
lucha por metas y en su capac1dad d
,
smo tambIen
, no sólo una umda funclünante,
lo. La cosa viva es, en otras palabras
alcan
que
o
rroll
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y esto la ubica en una línea de
algo en la naturaleza de un agente;
.
za su cúspide en el sujeto humano.
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sino también en nosotros mismos entre
a os
no pueden separarse m ser atn w
éstas
conciencia . En una visión expresivista
que
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t
�
en
er;
Hegel está de acuerdo con Her
artes, 0 facultades, en el hombre.
- ida, or l
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corno un animal con rac10
unca odernos entender al hombre
, en la qu� el hecho e conciencia
idad
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basta
o, él es un tipo
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el
; los sentimientos, deseos, e mcluso m:'
reflexiva no deja nada sin alteración
es, o
ru:urn
otros
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los
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reservación de un ser reflexivo debe
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soporte, de los males a los que se suJe :
de
oral,
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VlVle
r las cosas para quien ve a los seres
estilo. No hay otra manera de mira
en rela
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totalidades es decii corno entidades
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la
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el hilernorfisrno arist
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c1on con otras y con e todo. y tanto
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.
.
expresión nos hacen mirarlos corno totali
, a
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una continuidad de �osas Vlvas, smo
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Esta visió
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6 Esta noción de jerarquía de formas es la negaccon
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considerar las funciones superiores de los organ
72
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ca
Así, junto con la idea de continuidad tenernos la de una jerarquía de niveles del ser. Podernos
hablar de una jerarquía aquí y no sólo de diferentes tipos, pues los «SUperiores» pueden verse
realizando a un grado superior lo que los inferiores encarnan imperfectamente.
Hegel sostiene que tal jerarquía del ser que alcanza su cúspide es la subjetividad
consciente. Los tipos inferiores de vida exhiben proto-formas corno las de la subjetivi
dad, pues muestrari un propósito de grado ascendente, su auto-mantenimiento corno
formas de vida y un conocimiento de lo que los rodea. Se convierten en poco tiempo,
cada vez más en agentes, y en los animales superiores solamente falta el poder de la
expresión para ser «YOS». Hegel extiende esta jerarquía, corno veremos después, más allá
de los seres vivos, hacia toda la creación. Podemos ver una jerarquía entre los fenómenos
inanimados que apunta a una etapa superior de la vida, justo como los animales apuntan
más allá de sí mismos hacia la subjetividad humana. Así, justo corno lo viviente es una
proto-forma de la conciencia, así la unidad de, digamos, el sistema solar puede verse
corno una proto-forma de lo viviente.
Hasta ahora, la teoría de Hegel no es muy diferente de la de otros pensadores expre
sivistas, como p. ej. Herder. Pero él también construye su contribución desde el idealis
mo kantiano. La conciencia no es sólo continua/discontinua con la vida en la manera
descrita; también en cierto sentido «niega>> la vida, ya que el hombre corno ser conscien
te, cognoscente y racional, se dirige corno vimos hacia una claridad y autosuficiencia del
pensamiento racional que sólo consigue separándose a sí mismo de la naturaleza, no
sólo externa, sino también interna. Por tanto es inducido a separar el pensamiento racio
nal, a aislarlo, por decirlo así, de sus deseos, inclinaciones, afinidades; a tratar de liberar
lo tanto corno sea posible del rumbo inconsciente de la inclinación. La conciencia racio
nal tiene una vocación de dividir al hombre, de oponerlo a la vida, y es esto, por supuesto,
lo que encuentra expresión, inter alia, en la teoría del dualismo cartesiano.
El hombre está, de manera inevitable, en probabilidad consigo mismo. Es un ani
mal racional, lo que quiere decir un ser vivo pensante; y puede solamente ser un ser
pensante porque está v'ivo. Y las exigencias del pensar lo llevan a la oposición con la
vida, con lo espontáneo y natural en él; así, es llevado a dividirse a sí mismo, a crear
una distinción y una discordia consigo mismo en donde originalmente había unidad.
Al desarrollo de la racionalidad y por lo tanto a la discordia no es algo con lo que el
hombre empiece, sino algo a lo que llega. Y esto significa dos cosas: primero, que más
allá de la jerarquía de las formas de vida hay una jerarquía de modos de pensamiento.
Al tiempo que crece la conciencia racional del hombre sobre sí mismo, su modo de
expresión de esta autoconciencia debe alterarse. Su lenguaje, arte, religión y filosofía
deben cambiar; pues el pensamiento no puede alterarse sin una transformación de su
medio. Así debe haber una jerarquía de modos de expresión en la que lo superior haga
posible un pensamiento más exacto, lúcido y coherente que lo inferior.
El concepto de una jerarquía de este tipo juega un papel importante en el pensa
miento de Hegel. Es mejor conocida en conexión con la distinción entre arte, religión y
filosofía. Éstos son vehículos para entender el espíritu, pero son de rango desigual. En
con los que uno considera los inferiores, e incluso, extenderla esta homogeneidad de explicación hacia
abajo a lo inanimado.
En todo caso, una teoria como la de Hegel es el inverso exacto de una teoria reductivista. Pues un
nivel ilumina a los otros, es el superior el que proyecta luz al inferior; siendo una realización más
completa que aquella a donde lo inferior se dirige. Pero no podemos considerar esto demasiado, ya que
lo inferior no puede considerarse en cuanto a los principios de los superiores que son más ricos y más
complejos. Ellos se relacionan con lo superior vía el empobrecimiento. Por tanto, son diferentes tipos
de entidad, y no sólo aplicaciones de los Inismos principios básicos, como en la hipótesis reductiva.
73
cierto sentido expresamos las mismas verdades en estos tres modos, sólo que a diferen
tes niveles de adecuación; es como el otro tipo de jerarquía en donde los niveles inferio
res incluyen proto-formas de los superiores, o sea, exhiben una versión empobrecida
del mismo tipo de unidad.
En segundo lugar; esa racionalidad es algo que el hombre logra y no algo de lo que
dispone de antemano, y significa que el hombre tiene una historia. P
llegar a l� clari
dad el hombre tiene que recorrer su camino con esfuerzo y lucha a traves de las diferen
tes etapas de la conciencia inferior y más distorsionada. Empieza como un ser primitivo
y tiene que adquirir cultura y comprensión de manera dolorosa y lenta. Esto no es un
infortunio accidental, pues el pensamiento o la razón sólo pueden existir encarnados en
un ser vivo, como lo hemos visto. Pero los procesos de la vida en sí mismos son incons
cientes y están dominados por impulsos no reflexivos. Para realizar el potencial de vida
conscie�:lte se requiere de esfuerzo, de división interna y de transformación en el tiempo.
Podemos entonces ver que esta transformación en el tiempo involucra más que el ascen
so hacia una jerarquía de modos de conciencia. Requiere también que el hombre luche
con el impulso y le dé una forma a su vida, que moldee el impulso en una cultura que
pueda expresar las demandas de la racionalidad y de la libertad. La historia humana es
así también el ascenso por una escala de formas culturales.
Tal vez podamos ahora proyectar alguna luz sobre las complejas afirmaciones he
chas al final de la última sección, de que la identidad y la oposición se unen, de que se
pueden mantener en el mismo par de términos. La noción de Hegel del sujeto empieza
a tener sentido con esto.
El sujeto racional pensante sólo puede existir encarnado. En este sentido podemo�
decir con verdad que el sujeto es su encarnación, que, p. ej. , yo como ser pensante soy rm
cuerpo vivo. Y al mismo tiempo, esta encarnación en la vida tiene una tendencia a llevar
nos por la corriente de la inclinación, del impulso hacia la unidad no reflexiv� de noso
�
tros mismos y de la naturaleza. La razón tiene que luchar contra esto para realizarse a s1
misma. y en este sentido su encarnación no es distinta a la del sujeto racional pensante,
sino que en cierto sentido es su oposición, su límite, su oponente.
.
Así podemos decir que el sujeto es tanto idéntico como opuesto a su corporeidad.
Esto puede ser porque el sujeto no es definido por Hegel en una dimensión como, diga
mos, un ser con ciertas propiedades, sino en dos. Tiene ciertas condiciones de existencia,
las de la encarnación; pero al mismo tiempo, el sujeto se caracteriza teleológicamente
como tendiente a cierta perfección, la de la razón y la libertad, esto en línea tanto con la
teoría de Aristóteles como con la expresivista. Y las demandas de esta perfección van en
sentido opuesto, por lo menos al principio, de sus condiciones de existencia.
Es esta complejidad interior lo que hace posible su doble relación con su yo/otro.
Para ser del todo un ser consciente, el sujeto debe encarnarse en la vida; pero para reali
zar la perfección de la conciencia debe pelear y superar la inclinación natural de la vida
como límite. Las condiciones de su existencia están en conflicto con las demandas de su
perfección; e incluso para existir busca la perfección. El sujeto es así necesariamente la
esfera del conflicto interno, ¿podríamos decir, de la contradicción? Hegel no lo dudó.
Así, ambas relaciones, la identidad y la oposición, puede decirse que se mantienen
juntas. Pero ya que una se funda en las condiciones inmutables de la existencia, mien
tras que la otra surge de los requerimientos de la realización del sujeto que logra con el
paso del tiempo, podemos pensar en las dos relaciones como unidas por un patrón
temporal. La identidad primitiva debe abrir paso a la división que inevitablemente
surge, ya que el sujeto no puede sino contener la semilla de la división en sí mismo.
an:
74
Pero, ¿qué hay de la tercera etapa en este patrón temporal, la de la reconciliación?
Dije al final de la última sección que Hegel mantenía que la oposición plenamente enten
dida muestra la recuperación de la unidad. Y esto también puede verse en la teoría del
suj eto de Hegel. El hombre no permanece para siempre en la etapa de la oposición entre
el pensamiento y la vida, entre la razón y la naturaleza. Por el contrario, ambos términos
se rehacen para llegar a una unidad superior. La naturaleza cruda, la vida del impulso, se
rehace, se cultiva, de manera tal que refleje las aspiraciones superiores del hombre, para
que sea una expresión de la razón. Y la razón, por su parte, deja de identificarse estrecha
mente con un supuesto yo superior peleando para mantener a la naturaleza acorralada.
Por el contrario, ve que la naturaleza misma es parte de un plan racional, que la división
tenía que darse para preparar y cultivar al hombre para una unión superior. El sujeto
racional se identifica él mismo con esta razón mayor, con el plan racional que subyace a
todo, y como tal ya no se ve a sí mismo tan opuesto a la naturaleza, pues ésta ha vuelto a
crearse para ser una expresión apta de la racionalidad.
La historia humana de esta manera no termina con la división. Se mueve más allá
de ella hacia una forma cultural aún superior, en la que nuestra naturaleza, o sea,
nuestra vida individual y colectiva en intercambio con nuestro alrededor, exprese un
plan racional mayor que el del individuo autónomo; y se mueve a un modo incluso
superior de conciencia con el que llegamos a ver este plan mayor y nos identificamos
con él. Hegel reserva el término «razón>> (Vemunft) para este modo superior, y llama a
la visión de cosas divididas u opuestas «entendimiento» (Verstand).
Esta unidad es muy diferente de la indiferenciada del principio. Está <<mediada» ;
preserva l a conciencia d e división que era una etapa necesaria e n e l cultivo d e l a natu
raleza y del desarrollo de la razón. Es completamente consciente , y (supuestamente)
quintaesencialmente racional.
Así, el sujeto humano modela la tesis de Hegel acerca de la relación entre identidad
y oposición. No solamente es él tanto idéntico como opuesto a su encarnación esencial,
sino que esta relación dual puede expresarse en un patrón temporal: fuera de la identi
dad original, la oposición necesariamente crece; y esta misma oposición lleva a una
unidad superior, que está fundada en un reconocimiento de la inevitabilidad
y de la
necesidad racional de esta oposición.
3
Pero ¿cómo justifica esta teoría del hombre tales fórmulas asombrosas como la de
«identidad de identidad y no identidad» ? Incluso si concedemos que la teoría del sujeto
de Hegel nos permite comprender un conflicto ineludible en el hombre, que podría
mos estar tentados a llamar «contradicción» , ¿cómo justifica esto hablar de una unión
entre identidad y oposición tout cowt?
La respuesta es que esta teoría del sujeto no se aplica sólo al hombre, sino también
al espíritu cósmico, o al Geist. Y efectivamente, ya vimos al final de la última sección
que la resolución de la oposición en el hombre requería que nos refiriéramos más allá
de él a un plan racional mayor, que es el del Geist.
Vimos que para Hegel el absoluto es sujeto. Eso que subyace y se manifiesta a sí
mismo en toda la realidad, lo que para Spinoza era «sustancia», y vino a ser visto por
los inspirados por el Stunn und Drang como vida divina fluyendo a través de todo,
Hegel lo entendió como espíritu. Pero el espíritu o la subjetividad están necesariamen-
75
te encarnados. De aquí que el Geist o Dios no pueda existir separado del universo que él
sustenta v en el cual se manifiesta a sí mismo. Por el contrario, este universo es su
encarnación, sin la cual él no selia, del mismo modo que yo no selia sin la mía. Pode
mos ver ya por qué Hegel tenía que sufrir acusaciones de spinozismo o panteísmo. Y
en esto él coincidía junto con muchos otros pensadores del peliodo que habían sido
influidos por el Stumz zmd Drang o por el pensamiento romántico. Para apreciar su
respuesta tenemos que examinar más de cerca su concepción del Geist, que es efectiva
mente caractelistica de él.
Vimos que hay dos modelos de encarnación que vienen juntos en la teolia expresi
vista del sujeto en la que Hegel se basó. Una era la noción derivada de Aristóteles de
una forma de vida que sólo puede darse en un cuerpo vivo. La otra es la de la expresión
del pensamiento que requiere un medio. Éstas vienen juntas en la noción de un modo
de vida que propiamente expresa lo que yo soy como hombre, o de manera más apro
piada a un punto de vista expresivista, como este hombre, miembro de esta comuni
dad. El modo de vivir es tanto una manera de desempeñar las funciones necesarias de
la vida, la nutrición, la reproducción, y otras por el estilo, como también una expresión
cultural que revela y determina lo que somos, nuestra <<identidad» . La relación marital
de una pareja, el modo de producción económica de una sociedad, pueden -y desde
un punto de vista expresivista, deben- verse en estas dos dimensiones. Son modos de
intercambio que sustentan la vida y la reproducción. Pero también incorporan defini
ciones de rol, de valor, de aspiración, de éxito y falla, de justicia, y otras. Y no podlia
haber nada que reconociéramos como matrimonio humano, o modo de producción,
que no incorporara tales definiciones. O poniéndolo de otra manera, estas relaciones
selian imposibles sin el lenguaje.
Pero aunque estas dos dimensiones de encarnación son necesarias para entender al
hombre, no se solapan totalmente. Hay aspectos del hombre que debemos entender
simplemente como funciones de vida, y no como expresiones culturales, su digestión
p. ej .; y podemos discutir, en todo caso, que hay expresiones culturales que pueden
entenderse sin relacionarlas con las funciones de vida (aunque los marxistas y los freu
dianos no estalian de acuerdo). Y éstas tienen que establecerse junto a las costumbres
del matrimonio o a los modos de producción que deben entenderse como ambos.
Con el Geist, sin embargo, las dos coinciden perfectamente. El universo es la encal._
nación de la totalidad de las «funciones de vida>> de Dios, o sea, de las condiciones de su
existencia. Y esto también mediante una expresión de Dios, o sea, mediante algo postu
lado por Dios para manifestar lo que él es. El universo debe entonces comprenderse
tanto como algo análogo a una forma de vida, cuanto como por la categolia derivada
aristotélica de «teleología interna» ; y ser leído como algo análogo a un texto en el que
Dios dice lo que él es.
Esta perfecta coincidencia en Dios de la vida y la ex-presión es lo que lo distingue
como espfiitu infinito de nosotros como espllitus finitos. Debemos ver al universo como
las condiciones de existencia de Dios, y también como postuladas en cuanto tales. Dios
puede pensarse como postulando las ¿ondiciones de su propia existencia. En este senti
do el universo puede mirarse como si hubiera sido diseñado, en tanto nos cuidemos de
no establecer la imagen de un diseñador que pudiera existir de manera separada de su
creación. El universo tiene, podliamos decir, una estructura necesaria. Antes de que
continuemos mirando esta difícil noción de un universo diseñado sin un diseñador inde
pendiente, veamos la forma de esta estructura necesaria.
Si el universo es postulado como las condiciones de existencia de Dios o del Geist,
entonces podemos deducir su estructura general de la naturaleza del Geist. Ahora el
76
Geist, o la subjetividad, como vimos, va a entenderse teleológicamente como tendiente
a realizar la razón, la libertad y la autoconciencia, o la auto-conciencia racional en
libertad. Podemos ver cómo estos tres peliodos se unen en una teolia expresivista del
sujeto. La auto-conciencia racional es un darse cuenta racionalmente de un yo que se
ha expresado en la vida y que de esta manera se hizo determinado. La plenitud de la
auto-conciencia se alcanza cuando esta expresión se reconoce como adecuada al yo. Si
no lo es, si es vista como truncada o distorsionada y requiriendo de más cambio, enton
ces la auto-conciencia no es completa, aunque sea lúcida la percepción de inadecua
ción, ya que en la visión expresivista lo que realmente somos no se sabe antes de su
expresión. El ser trunco sólo puede dirigirse a una expresión más completa en orden a
reconocer lo que realmente es.
Pero la libertad, en la visión expresivista, es la condición en la que el yo se expresa
adecuadamente. Así, la completa auto-conciencia es imposible sin la libertad. Si añadi
mos a esto la noción de que la auto-conciencia lo es de la esencia del sujeto, entonces la
proposición inversa es también verdadera: la libertad (o sea, la completa auto-ex-presión)
es imposible sin la auto-conciencia. Ahora bien, Hegel añadilia a esta base común de
teolia ex-presivista la tesis de que la esencia de la subjetividad es la auto-conciencia racio
nal, que la autoconciencia debe estar en el medio claro del pensainiento conceptual y no
en la intuición nublada o en la visión inefable. Por tanto, la racionalidad es para él una
condición de ex-presión integral o de libertad, y también de manera recíproca.
Ahora hagamos una transferencia de esto del hombre al Geist, y veamos lo que nos
muestra acerca de las estlucturas necesarias del mundo. Si el Geist como sujeto va a
llegar a la auto-conciencia racional en libertad, entonces el universo debe contener, pri
mero, espfiitus finitos. El Geist debe encarnarse. Pero la realidad corporal es la realidad
externa; es partes extra partes, exiendida en el espacio y el tiempo. Así, para que la con
ciencia sea, debe ubicarse, debe estar en alguna palie, en algún tiempo. Pero si una
conciencia está en alguna palie y en algún tiempo, no está en ninguna otra palie, ni en
ningún otro tiempo. Tiene un límite entre sí mismo y lo que no es sí mismo. Es finita.
Podemos entonces mostrar la necesidad del espllitu finito desde el requerimiento de
que el Geist se encarne, y de la naturaleza de la encarnación en una realidad externa
espacio-temporal. Pero también hay otro argumento, el cual emplea Hegel frecuente
mente, el de los requerimientos de la conciencia misma. Hegel consideró la noción de
Kant y de Fichte de que la conciencia es necesariamente bipolar, es decir, que requiere la
distinción de sujeto y objeto. Esto juega un papel importante en la deducción trascen
dental de Kant, la que en cierta forma se abre hacia los requerimientos de objetividad, es
decir, que hay una distinción entre los fenómenos que se unen meramente en mi expe
riencia y aquellos que se unen universal y necesariamente. El exiraordinalio logro de la
primera Crítica de Kant es rehabilitar esta distinción entre lo subjetivo y lo objetivo en la
experiencia considerada como distinta de las cosas en sí mismas. Esta necesidad de un
polo objetivo a la ex-periencia también subyace a la refutación de Kant del idealismo.
Fichte aprovechó el mismo principio. El Ego postula al no-Ego porque éste es la
condición de la conciencia. Hegel hace este principio suyo, y forma parte de su adhesión
general a la visión de que el reconocimiento racional requiere separación. La conciencia
solamente es posible cuando el sujeto se establece en contra de un objeto. Pero estable
cerse en contra de un objeto es estal· limitado por algo otro, y así ser finito. Se sigue que
si el espmtu cósmico va a lograr el completo reconocimiento, lo puede hacer solamente
mediante vehículos que son espllitus finitos. Por tanto, los sujetos finitos limitados son
necesarios. La noción de un espfiitu cósmico que se diera cuenta de sí mismo directa-
77
mente, sin la oposición a un objeto que fuera el predicamento de los sujetos finitos, es
incoherente. La vida de tal espíritu seria, si acaso, una de un opaco sentimiento de sí
mismo, no habria nada en él que mereciese el nombre de «Conciencia>>, mucho menos el
de «Conciencia racional». Tendriamos una visión panteísta que funcionaria para los en
tusiastas románticos de la intuición, pero que nada tiene que ver con el Geist de Hegel.
El Geist está entonces necesariamente encarnado en espíritus finitos. Esto es lo mis
mo en el contexto de este argumento que la tesis de que el Geist regresa a sí mismo a
partir de la oposición y de la división; o de que su autoconciencia �corpora co.ncien�ia.
_
y Hegel usa frecuentemente la palabra «Conciencia» para refenrse a esta dimens:on
bipolar en la vida del Geist.7 Y rechazará cualquier teona de! hombre que m:te �e eVI�ar
esta bipolaridad, cualquier teoria de la conciencia que culmme �n la auto-comc1denc1a.8
Así, el Geist debe tener un vehículo en el espíritu finito. Este es el único tipo de
vehículo que puede tener. Además de esto, no puede haber solamente uno como tal, ya
que el Geist no puede confinarse al lugar y tiempo particulares de �gún espíritu
finito. Tiene que compensar su ubicación necesaria, es decir, tiene que pasando por
varios espíritus finitos.
El Geist debe entonces encarnarse a sí mismo en seres finitos, en algunas parcelas
del universo. Y éstas deben ser tales que puedan encarnar al espíritu. Deben ser seres
vivos, ya que sólo los seres vivos son capaces de actividad expresiva, �e ��cer uso de un
medio externo, de sonido, gestos, marcas, o de lo que sea, en cuyo s1gmficado pueden
expresarse; y solamente los seres capaces de actividad expresiva pueden encarnar al
espíritu. Por lo tanto, podemos ver que si el Geist va a ser, el universo debe contener
animales racionales, nosotros mismos.
Hay espíritus finitos, que deben ser seres vivos y, por lo tanto, seres vivientes finitos. Los
seres vivos finitos están en intercambio con un mundo fuera de ellos. Así, el universo debe
también contener una pluralidad de tipos de cosas vivas, y también naturaleza inanimada.
Otras especies y la naturaleza inanimada son necesarias como trasfondo y fundamento en
el que la vida finita puede existir. Pero uno pued� tal vez discernir otro.�ento de Hegel
a favor de la existencia necesaria de varias especies y de la naturaleza manimada. Para que
el Geist se encarne requiere, como vimos, extemalidad, o sea, extensión en el espacio y el
tiempo; vida; y vida consciente. Todo esto, por supuesto, existen en el hombre. Pero un
universo en el cual sólo los espíritus finitos conscientes existieran, y vivieran puramente en
intercambio entre sí, no seria para nada tan rico y variado como uno en donde la vida
también existiera por sí misma sin conciencia, y la exi:emalidad estuviera ahí en sí misma
en la forma de la naturaleza inanimada. El universo más rico es uno en el que todos estos
niveles (y otros, que Hegel distingue en la naturaleza inanimada en su filosofía de la natu
raleza) existen por sí mismos.
Puede parecer extraño ver cómo este principio leibniziano, de que el mundo verda
dero sea el más rico posible, resurge en Hegel. Pero de hecho puede fundamentarse en
su propia posición. El universo, como vimos, es a la vez la encarnación, es decir, la
realización de las condiciones de existencia del Geist, y su expresión, una enunciación
de lo que el Geist es. En este último aspecto, no hay duda acerca de la superioridad de
un mundo en el que las diferencias se despliegan al máximo. Es más completo, más
claro como enunciado.9
rr
7. Como, p . ej., en las divisiones de PhG.
8. O como lo establece, la noción de Yo ; Yo, una formulación que muestra el entorno fichteano
de sus reflexiones acerca de este tema.
9. Cf. la afirmación de Hegel acerca de la articulación externa del universo en el final de la
Lógica, el punto de transición a la filosofía de la naturaleza. La Idea, como libertad, también deja su
78
La estructura general del universo (acerca del que se han dado aquí únicamente las
indicaciones más escuetas, el detalle se trabajará en las filosofías de la naturaleza y del
espíritu) se determina así en virtud de ser la encarnación y expresión del Geist. Incluye
una jerarquía de seres desde las formas inanimadas inferiores a través de diferentes tipos
de especies vivientes hasta el hombre. Y entonces, por supuesto, para la realización del
Geist, el hombre tiene que desarrollarse, como vimos en la última sección. De esta manera
hay también una jerarquía de formas culturales y de modos de conciencia que se suceden
la una a la otra en el tiempo y hacen la historia humana. La articulación del universo en el
espacio y el tiempo puede deducirse de los requerimientos de un espíritu cósmico que ha
de encarnarse y expresarse en él. Incluso las diferentes etapas de la historia humana
pueden derivarse como necesarias, desde el comienzo de la naturaleza humana en bruto,
desde la existencia no cultivada hasta la consumación que va a afrontar. 10
¿Qué es entonces para el Geist llegar a la auto-conciencia racional en libertad? Si la
estructura del universo es como es en orden a ser la encarnación/ex-presión del Geist,
entonces el Geist llega a la auto-conciencia cuando esto se reconoce. Por supuesto, esto
sólo se puede reconocer por nosotros mismos, espíritus finitos, ya que somos los úni
cos vehículos de la conciencia. Pero al reconocer que ésta es la estructura de las cosas,
cambiamos al mismo tiempo el centro de gravedad de nuestra propia identidad. Ve
mos que lo que es más fundamental acerca de nosotros es que somos vehículos del
Geist. Por tanto, al lograr la completa comprensión nuestra ciencia del universo se
rransforma; de ser conocimiento que nosotros como espíritus finitos tenemos acerca
de un mundo diferente al nuestro se convierte en el auto-conocimiento del espíritu
universal del cual somos los vehículos.
Y al llegar a la completa auto-conciencia, el Geist también ha llegado a su más
completa auto-expresión y, por tanto, a la libertad. Ha dado forma a su vehículo para
una perfecta expresión de sí mismo. Y dado que la esencia de ese vehículo, el hombre,
va a ser el vehículo del Geist, también él es y se conoce a sí mismo como plenamente
auto-expresado, es decir, libre.
Pero la auto-expresión y la auto-conciencia del Geist es infinitamente superior a la
nuestra. Cuando el hombre llega a la completa conciencia de su perfecta auto-expre
sión, reconoce en ésta algo que en última instancia le es dado. La naturaleza humana,
lo que es común a todos los hombres, está ahí como base o determinante que circuns
cribe el campo para la creación original de cada hombre. E incluso mis creaciones
originales, las cosas en mi vida que parecen expresarme a diferencia del hombre en
encarnación «libre» . No se encarna en una realidad externa que controla rigidamente, sino que se
deja desarrollar hasta el completo límite de la e;,:ternalidad, directo a «la exterioridad del espacio y el
tiempo, existiendo absolutamente para sí misma sin la subjetividad» (WL, TI, 505).
1 0. Hegel olvidó un paso al no e:'l:poner una teoria de la evolución medio siglo antes que Darwin.
En vez de esto, mantiene que mientras la cultura humana tiene un desarrollo secuencial, el orden
completo de las cosas en la naturaleza, incluyendo las especies animales, no lo tiene. El orden ascen
dente unido de las cosas en la naturaleza va a entenderse no temporalmente como en las formas
históricas, sino como atemporal. La razón de Hegel para hacer esta distinción de que sólo el espíritu
puede tener una historia, suena bastante «hegeliana» . Pero de hecho podria haber encontrado ci
mientos para aceptar una teoria de la evolución si la hubiera creído verdadera en otros terrenos. De
hecho, esto lo aplica, en todo caso, en que todas las transiciones de la filosofía de la naturaleza
podrian haber sido temporales también. Éste es otro ejemplo de cómo la filosofía de la naturaleza de
Hegel dependía de (su comprensión de) la ciencia de su tiempo al igual que otros escritores del
mismo campo, como Schelling; mientras, sus filosofías del hombre y de la historia arremetieron más
allá de todos sus contemporáneos.
79
general, incluso ellas parecen llegarme como una inspiración que no puedo completa
mente entender, ni mucho menos controlar. Es por eso que, como vimos, no toda la
vida humana puede verse como expresión, sino que mucho de lo que hacemos y de lo
que nos pasa debe entenderse puramente en términos de nuestra forma viva, justo
como lo hacemos con los animales, que no tienen poder de expresión; incluso nuestra
actividad expresiva se condiciona por esta forma viva.
Con el Geist parece ser diferente. Su completa encarnación supone ser una expre
sión de él también. El universo, como esta encarnación, se piensa que está postulado
por el Geist. El Geist postula su propia encarnación. Por tanto, no puede haber nada
meramente dado. Yo como ser humano tengo la vocación de realizar una naturaleza
que me es dada: e incluso, aunque pretenda ser original, realizarme a mí mismo de un
modo que únicamente se adecue a mí mismo, nunca esta búsqueda de originalidad es
dada como parte integral de la naturaleza humana, como sí lo son aquellas caracterís
ticas mías únicas en las cuales se construye mi originalidad. La libertad para el hombre
de esta manera significa la libre realizaclón de una vocación totalmente dada. Pero el
Geist debe ser libre en un sentido radical. Lo que realiza y reconoce como realizado no
le es dado, sino determinado por él mismo.
El Geist de Hegel parece entonces ser el existencialista original, eligiendo su propia
naturaleza en la libertad radical respecto a cualquier cosa meramente dada. Y de he
cho, Hegel estableció el marco conceptual para todas las visiones modernas llamadas
«existencialistas>>, de Kierkegaard a Sartre. Pero Hegel mismo no era existencialista.
Por el contrario, es difícil ver cómo el Geist de Hegel pudo alguna vez haber comenza
do, cómo alguna vez pudo haber elegido un mundo más que otro, si fuéramos a enten
der su libertad radical en el sentido existencialista, ya que él no empezaría con una
situación como lo hace el agente humano.
Pero para Hegel la libertad radical del Geist no es incompatible con una estructura
necesaria de las cosas; por el contrario, las dos nociones están intrínsecamente ligadas. El
Geist al postular el mundo se une con la necesidad racional, se une con la estructura necesa
ria de las cosas para ser. Pero esto no es un límite para su libertad, ya que el Geist como
subjetividad es quintaesencialmente razón. Y la razón se realiza por completo cuando uno
sigue, en el pensamiento y en la acción, la línea de lo racional, es decir, la necesidad concep
tual. Si uno tuviera una línea de acción establecida enteramente en la necesidad conceptual
racional, que no reposara en ninguna premisa meramente dada, entonces tendríamos una
expresión pura de la subjetividad como razón, una en la que el espíritu se reconocería a sí
mismo como expresado, y por lo tanto libre, de manera total y no adulterada; algo incon
mensurablemente mayor que la libertad de los espíritus finitos. Ésta es la libertad del Geist,
la que postula un mundo como su propia encamación esencial según la necesidad racional.
Pero parece haber algo que no concuerda aquí. ¿Puede haber una línea de acción
que se funde enteramente en la necesidad racional? Seguramente debe haber alguna
meta establecida desde el punto de partida, incluso si todo lo hecho se determina por
estricto razonamiento desde este objetivo básico. Pues, de otra manera, ¿cómo puede
el razonamiento por sí mismo llegar a cualquier conclusión como la de qué acción
tomar? Pero entonces, ¿es esta meta básica no simplemente dada?
La respuesta es, en cierto sentido, sí. Pero no en un sentido que necesite negar la
libertad radical del Geist, ya que del Geist puede pensarse que tiene su objetivo básico
simplemente en que ese espíritu, o que la subjetividad racional, sea; y el resto puede
pensarse que se sigue con necesidad. Si el principio de encarnación, que hasta ahora
sólo se ha establecido aquí sin argumento, pudiera mostrarse como necesariamente
80
verdadero; si se mantienen los argumentos que esbocé antes brevemente que van desde
el principio de encarnación hasta la existencia de los espíritus finitos, de las cosas
vivas, de la naturaleza inanimada, etc.; entonces el diseño del universo podría mostrar
se como un fluir de la necesidad desde la meta básica común: que la subjetividad
racional sea. Podríamos mostrar, en otras palabras, que si una subjetividad que se
conoce a sí misma racionalmente, p. ej., en la conciencia conceptual, ha de ser, enton
ces, todo esto es necesario.
Pero entonces el único aporte en esta madeja de la necesidad racional sería la meta,
permitir que la subjetividad racional sea. Una vez que esta «decisión>> se toma, el resto
fluye de sí mismo. Pero no puede pensarse como limitación a la libertad del Geist que
esta «decisión>> sea previa. El que la subjetividad deba ser no es un límite en su libertad
sino la base de ella; y que deba ser racional, es decir, expresarse en la conciencia con
ceptual, piensa Hegel que le pertenece a la exacta esencia de la subjetividad. ¿Qué
queremos decir con subjetividad si no incluimos en ella a la conciencia, la autoconcien
cia y el poder de actuar con conocimiento? Pues la conciencia, el conocimiento, sola
mente puede alcanzar su completud en el pensamiento conceptual.
Así, una vez que empezamos con la meta básica, el que la subjetividad racional sea,
no es límite para la libertad del Geist, el hecho de que desde entonces en adelante
que
lo
la «actividad>> del Geist al postular el mundo siga completamente la línea de la necesi
dad racional no es una restricción a su libertad. Por el contrario, es justo lo que lo hace
radicalmente libre, en una forma ilimitada, es decir, infinita, ya que como subjetividad
racional no está haciendo nada más que seguir a su propia esencia al seguir a la nece
sidad racional. No hay elemento externo, o dado, que lo determine. Si la estructura
básica del mundo se mostrara como contingente, u entonces algo más que la necesidad
racional, es decir, la esencia de la subjetividad racional, estaría determinada a ser A
más que B. Pero entonces no sería íntegramente una expresión de la esencia de esta
subjetividad, y no sería infinitamente libre.
Pero dado que todo lo que es fluye por necesidad racional a partir de la primera <<deci
sión>>, no podemos realmente decir que el Geist se enfrente con nada dado. Podemos ver
esto al contrastar su posición una vez más con la nuestra. El hombre tiene una naturaleza
que le es dada; esto es un hecho acerca del mundo, junto con varios otros, que tenemos
deseo sexual todo el tiempo y no periódicamente como los animales, que podemos vivir
solamente en ciertos rangos de temperatura, etc. La libertad para nosotros involucra el
asumir esta naturaleza e innovar en el rango de originalidad que ello permite. Pero para el
Geist nada es dado en este sentido, es decir, como un hecho bruto. El único punto de
partida es el requerimimto de que la subjetividad sea; y el único contenido «positivo>>
adherido a esta subjetividad es el de la racionalidad, y ésta pertenece a su esencia.
Para el resto, la estructura total del mundo como existe de hecho es generada desde
este requerimiento por la necesidad racional.
Debemos evitar un malentendido que puede fácilmente surgir aquí. Hegel no está
diciendo que todo lo que existe y sucede pase por necesidad. Lo que él pretende es
argumentar que la estructura básica de las cosas, que la cadena de niveles de seres, que
la forma general de la historia mundial, son manifestaciones de la necesidad. Pero en
esta estructura, no hay solamente espacio para la contingencia, sino que la contingen1 1 . Debernos enfatizar aquí que es un asunto de la estructura básica; Hegel no sostiene que el
mundo no tenga contingencia en detalle. Por el contrario, ¡hay contingencia, y también debe haberla
necesariamente, de acuerdo con la estructura de las cosas! Veremos esto a continuación.
81
cia, por así decirlo, existe necesariamente. Ya hemos visto que todos los niveles del ser
existen de manera independiente, pero una de las marcas distintivas de los niveles
inferiores es que éstos solamente manifiestan de manera imperfecta la necesidad que
subyace a las cosas, la muestran solamente en una manera externa bruta; hay mucho
en ellos que es puramente contingente. De modo que muchas de las propiedades de la
materia, p. ej. el número exacto de las especies de periquitos, no se pueden deducir
desde el concepto del mundo (WL, II, 462).12 Sólo en las realizaciones superiores de la
cultura humana se manifiesta completamente la necesidad y todas sus manifestacio
nes son un reflejo necesario.
Pero este juego de contingencia intersticial, por así decirlo, no introduce un ele
mento de lo simplemente dado, pues el Geist no ha derivado de sí mismo. Por el contra
rio, la contingencia y su lugar en el universo son ellos mismos derivados necesariamen
te de los requerimientos de la subjetividad absoluta.
4
¿Cuál es la naturaleza de esta necesidad racional? Antes, usé la expresión «Concep
tual» como equivalente a «racional» al hablar de «la conciencia conceptual>> o «necesa
ria». Esta equivalencia es importante en Hegel, pero podría fácilmente llevar a malen
tendidos en el contexto de la filosofía anglosajona contemporánea. Hemos desarrolla
do una noción de necesidad conceptual con raíces empiristas y positivistas, que de
ningún modo es la única concepción actual en la filosofía inglesa hoy -puede incluso
estar retrocediendo-- pero que es lo suficientemente bien conocida como para inducir
al error. Ésta es la noción de necesidad conceptual opuesta a lo contingente, necesidad
causal, y que reposa en los significados de las palabras. Ciertos enunciados son necesa
rios y otros son contradictorios debido a que combinan palabras de tal manera que no
pueden ser sino verdaderos o bien no podían ser sino falsos, en virtud de su significa
do. Los enunciados analíticos se pensaban como enunciados verdaderos de este tipo,
pero para los que tienen dudas acerca de la analiticidad, las verdades lógicas (p. ej. «los
caballos son caballos») podrían ponerse como ejemplos.
La idea era que estas verdades necesarias se sostienen en virtud de los significados
de las palabras y no en los hechos acerca del mundo. El significado de una palabra era
la fuerza semántica y sintáctica atribuida a un signo. Esto podía por supuesto cambiar
se, y con ciertos cambios, algunas verdades anteriormente necesarias dejarían de sos
tenerse. «Los solteros no están casados» se sostiene ahora, pero no si decidimos usar la
palabra «soltero» para designar a la gente que no se casó por la Iglesia, incluso aunque
estuviera civilmente casada. En todo esto, nada necesita haber cambiado en el mundo.
Ésta, por supuesto, no fue la idea de Hegel sobre la necesidad conceptual. Podemos
verlo si tomamos como ejemplo el argumento descrito anteriormente, donde el objeti
vo era mostrar que tal o cual condición estructural era necesaria para el Geist encarna
do, y ver qué paralelos ilumina. Como varios argumentos pueden por supuesto estable
cerse en forma deductiva, pero esto no revela su verdadera estructura. Es más bien
similar a la deducción trascendental de Kant. Como en Kant, empezamos con algo
dado --en el caso de Kant, la experiencia; aquí, la existencia del Geist- y argumenta
mos hasta sus condiciones necesarias. Pero como en los argumentos trascendentales
12. Cf.
82
también PhG,
1 93-1 95.
de Kant las condiciones necesarias no se derivan por simple deducción de los términos
usados en el punto de partida; tampoco, por supuesto, examinando relaciones causales.
Así J?nt empieza desd el echo de la experiencia, se mueve después al punto en el que
�
o
� ��driamos tener exper:e�cm del mundo a menos que tuviéramos un lugar para la dis
tmCI?n entre lo que es obJetivamente y lo que es solamente así para nosotros; y entonces
contmu, _a mostrando cómo no podemos tener esta distinción a menos que se sostengan las
categonas. Pero los pasos de este argumento no son ni simplemente deductivos ni están
basados en el razonamiento causal. El que la experiencia requiera de la distinción <<objeti
va ente 1 para nosotros» no es algo que derivemos del concepto de experiencia, como
n:
denvamos «no casado» de «soltero». La derivación no es analítica en el sentido de Kant.
Por su�u�t? podríamos decidir que tomaremos «experiencia», como incorporando esto
en su Significado, Y devolver este argumento a una derivación analítica. Pero esto sería
perder el punto importante acerca de ello: que la necesidad no reposa en la relación analí
tica, sino en algo más: q�e nosotros estamos aquí en un límite conceprual, que no podría
mos formamos una noción coherente de la experiencia que no incorporara esta distinción.
Toda la estrucrura de la experiencia de algo por parte de un sujeto se colapsaría. Esto es
damentalmente diferente al caso de «soltero, luego no casado», en el que podríamos
rntenm:- _forzar n�estro concepto de soltero, como vimos anteriormente, de manera que la
ana. Pero el argumento trascendental afirma que nadie puede interferir con
deducc10?
la «expenencia» de modo relevante, y continuar diciendo algo coherente.
El argumento de Hegel de la clase que describimos anteriormente, es decir, el de
que el Geist ?o puede ser sin los espíritus finitos, es de este tipo. Un paso crucial aquí
es qC:e �l Gezst encarnado debe ser ubicado en alguna parte y es, por lo tanto, limita
do, firuto. Pero esto no se deriva analíticamente de « encarnado». Por el contrario
apela a otra clase e límite conceptual por el cual «encarnado, pero en ningún siti
_
no tiene un sentido coherente.
en particular»
Y toda a en ambos casos, no está fuera de lugar hablar de <<necesidad conceptual»,
ya que esta claro que no estamos tratando aquí con imposibilidades causales' sino con
un límite conceptual. Hablar de necesidad «conceptual» lo enfatiza.
Ahora bien, un límite conceptual de esta clase nos dice más que los sümificados de
os; t�bién nos dice acerca de la estructura de las cosas, aunqu justo lo que
l�s té
dice esta muy abierto a la polémica. Es posible discutir, como Kant, que nos dice algo
acerca de los límite� de nuestras mentes. Pero Hegel, quien sostiene que el mundo �s
postulado por el Gezst según la necesidad racional, es decir, según la necesidad dictada
por tales límites conceptuales, ve éstos más bien como trazando los lineamientos del
universo. Un mundo construido según la necesidad conceptual se revela adecuada
mente sólo en enunciados de necesidad conceprual. En términos de Hegel ' la estructura de las cosas ha de deducirse del Concepto. 13
Si el mundo se postula a partir de la necesidad conceptual, y si se entiende de
manera adecuada sólo en el pensamiento conceptualmente necesario, entonces la auto
comprensión total del Geist, que es la misma que nuestra comprensión completa y
adecuada del mundo, debe ser una visión de la necesidad conceptual, un tipo de vesti
menta de la racionalidad.
ora bien, esto podría haberse pensado imposible, incluso por quienes nos han
segrndo hasta aquí. Nuestra visión del mundo no puede ser sólo una de necesidad
�
�
W:
;í
�
�
·
�
�
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A?
13. Los argumentos dialécticos de Hegel, como veremos a continuación, son por supuesto más
:o�pleJ_ ?S que el argumento de tipo trascendental en el ejemplo anterior, aunque incorporan este
último tipo. Pero éstos confían en el mismo tipo de necesidad conceptual.
83
racional, pues ya vimos que tendria que haber un punto de partida en la meta, el que la
subjetividad racional sea; y dado que esto no puede involucrar ninguna mitigación de
la libertad infinita del Geist, puede seguramente verse como una premisa básica, no
establecida en sí misma por razonamiento, en nuestra visión final de las cosas.
Pero no es así como lo ve Hegel. En la visión que el Geist tiene de sí mismo no hay
punto de partida absoluto; más bien, hay un círculo. De esta manera no sólo asumimos
:
como punto de partida que el Geist sea y derivamos la estructura del mundo a partir
de ello. También tenemos que probar esta proposición. Y si reflexionamos un minuto,
podemos ver que esto es necesario desde más de un punto de vista. No es sólo un
asunto de lograr una vestimenta de necesidad, sino de ser capaz de probar que nuestra
tesis es válida.
Ya que no es suficiente mostrar que el Geist ha de ser, el mundo debe tener el diseño
que de hecho tiene, si es que queremos concluir que este mundo es postulado por el
Geist como su encarnación. El hecho de que las cosas se dispongan como diseñadas
nunca es suficiente para probar a un diseñador y por lo tanto un diseño. A lo más que
podriamos llegar aquí sería a una alta probabilidad, y lo que nos interesa es la necesi
dad. Lo que más se necesita es que seamos capaces de examinar este mundo para
mostrar que de hecho se postula por el Geist.
Esto es lo que Hegel afirma hacer; de hecho, éste es el hilo central de sus principales
obras. Él afirma mostrar que cuando examinamos el contenido del mundo, debemos ver
que no puede ser excepto como una emanación del Geist. Y mostramos esto por argumen
to dialéctico. llegamos a ver que las cosas en el mtmdo no pueden existir por sí mismas
porque son contradictorias. De aquí que podamos entenderlas sólo como partes de una
realidad más grande o más profunda en la que descansan, o de la que son partes o aspec
tos. La dialéctica pasa por varias etapas mientras escalamos sucesivamente más allá de las
nociones insatisfactorias de lo que esta realidad auto-subsistente o absoluta pudiera ser;
hasta que llegamos a la única concepción satisfactoria de ella como el Geist, una realidad
espiritual que perpetuamente postula al mundo como su encarnación necesaria, y perpe
tuamente lo niega también para poder regresar a sí misma.
Examinaremos el argumento dialéctico a continuación. Por el momento podria ser
útil decir esto, que el argumento de la contradicción se mantiene debido a alguna
complejidad interna en la realidad de la que se ocupa, por lo que ha de haber un con
flicto entre lo que es y lo que quiere ser. Parte de la gran ingenuidad del argumento de
Hegel será tratar de encontrar esta clase de complejidad en todos y cada uno de los
puntos de partida, sin importar lo aparentemente simples y empobrecidos que sean.
Veremos algunos ejemplos después, pero ya hemos visto esta clase de conflicto en la
visión hegeliana del sujeto, que está en oposición o «contradicción» consigo mismo
porque las condiciones de su existencia chocan con su telas.
Así, partiendo de la realidad finita, Hegel afirma ser capaz de demostrar la exis
tencia de un espíritu cósmico que postula al mundo según la necesidad racional.
Esto, si se sostuviera, ciertamente superaría el obstáculo hallado en su prueba de
que no confiaríamos más en un « argumento de diseño» probabilístico. ¿ Pero nos
acercaría a una visión de las cosas basada totalmente en la necesidad racional?
Seguramente, sólo hemos cambiado de lugar nuestro punto de partida no deriva
do. Desde la existencia del Geist, que postula el mundo para ser, nos hemos movido
de regreso a la existencia de alguna cosa finita desde la que podemos llegar al Geist
por argumento dialéctico. Pero aún tenemos que tomar esta cosa finita como dada,
para hacer que las cosas comiencen.
84
Pero en la visión de Hegel este punto de partida no es definitivo, ya que como
vimos, la existencia de esta realidad finita puede en sí misma demostrarse. ¿Esto signi
fica que para comprobar estamos forzados a una regresión interminable? Esto cierta
mente no cumpliría nuestra meta de una visión totalmente racional, porque aunque no
hubiera ninguna parte donde tuviéramos que detenernos, tendriamos que detenernos
en alguna parte con una premisa no derivada.
Pero de hecho evitamos la regresión interminable por un círculo. Mostramos en
nuestra dialéctica ascendente que la realidad finita sólo puede ser en tanto emanación
del Geist, por lo que la realidad finita dada, el Geist auto-postulante, debe ser. Pero
entonces podemos también demostrar, como se subrayó anteriormente, que un Geist
auto-postulante, o sea, un espíritu cósmico que descansa en las condiciones de su pro
pia existencia, debe postular la estructura de las cosas finitas que conocemos. En estos
dos movimientos, ascendente y descendente (que de hecho se entrelazan en la exposi
ción de Hegel), nuestro argumento regresa a su punto de partida. La existencia de la
realidad finita que originalmente tan sólo tomamos como dada ahora se muestra como
necesaria. Originalmente sólo era un dato, ahora es enviado al círculo de la necesidad.
¿Pero es ésta cualquier solución?, podriamos preguntar. ¿No es un círculo el para
digma del argumento inválido? Esta reacción está fuera de lugar. El círculo hegeliano
de necesidad no tiene nada que ver con un argumento circular. Hablamos de argumen
tar en círculo cuando las conclusiones aparecen en las premisas que son esenciales
para derivarlas. El círculo es vicioso porque la finalidad del argumento es establecer
una conclusión mostrando que se sigue de algo que es más fácil establecer directamen
te, o que ya se conoce. De esta manera, cuando encontramos que la conclusión sola
mente se sigue si suplementamos la premisa con la conclusión misma, vemos que toda
la empresa se ha perdido, ya que no estamos más cerca de establecer esta conclusión
vía sus uniones con otra verdad más accesible.
Ahora bien, los argumentos de Hegel no son circulares de esta manera; o si lo son,
no lo son del todo, debido al círculo hegeliano de argumento. La necesidad del Geist
auto-postulante parte de la existencia de las cosas finitas en la dialéctica sin que noso
tros tengamos que asumir al Geist, o al menos pretende hacerlo así. Y la necesidad de
las cosas finitas fluye de los requerimientos del Geist sin que nosotros asumamos la
finitud. Lo que podriamos más bien haber visto son dos series no circulares de argu
mentos que establecen cada una el punto de partida de la otra, o bien que se van
refractando la una a la otra.
Pero de hecho, incluso esto no es del todo correcto, ya que las dos series de argu
mentos no son realmente similares, y el círculo no regresa precisamente a su punto de
partida. Empezamos la dialéctica ascendente desde una realidad finita. Cerramos el
círculo mostrando que esta realidad finita necesariamente existe. La «necesidad>> tiene
diferente significado en las dos fases.
En la dialéctica ascendente estamos tratando con una necesidad de inferencia. Si
las cosas finitas existen, entonces son dependientes y postuladas por el Geist. Ésta es
una proposición hipotética. Simétrica a ésta podriamos plantear otra proposición hi
potética al efecto de que si la subjetividad cósmica va a ser, entonces el contenido del
mundo debe ser de cierto tipo. Pero el círculo hegeliano implica algo más que solamen
te poner estas dos juntas.
Pues lo que Hegel afirma mostrar en el movimiento ascendente no es sólo esa exis
tencia finita concedida, sino que debe haber Geist. Él mostrará que esta existencia
finita no puede ser, excepto en tanto postulada por el espíritu cósmico -un espíritu
85
cósmico cuya naturaleza es postular su propia encarnación esencial. Por tanto, el mo
vimiento ascendente nos muestra que la realidad finita es postulada por un sujeto
según un plan necesario. Lo que he llamado el movimiento descendente habla de este
plan, de las condiciones completas del espúitu cósmico, que se instaura así en el mun
do. El surgimiento del círculo total consiste en que la realidad finita muestra no estar
sólo contingentcmente dada, sino estar ahí en cumplimiento de un plan cuyas articula
ciones se determinan por la necesidad racional.
Pero ahora la noción de la necesidad ha cambiado. No sólo estamos tratando con
una necesidad de inferencia: si A, entonces B. Al decir que lo que existe, existe en virtud
de un plan racionalmente necesario, estamos atribuyéndole existencia necesaria a ello.
La necesidad con la que el argumento de Hegel concluye concierne al terreno de la
existencia de las cosas. Es necesidad ontológica.
El concepto de la necesidad ontológica puede ser atacado por incoherente, como lo
hizo Kant en la Dialéctica Trascendental. Un juicio final acerca de esto tendrá que
esperar nuestro estudio del argumento detallado de Hegel, particularmente en la Lógi
ca. Pero no hay duda de que este concepto es central para la conclusión de Hegel. Por
tanto, el final del círculo hegeliano contiene más de un punto de partida. No sólo esta
mos tratando con dos argumentos hipotéticos simétricamente unidos. Más bien regre
samos y recogemos un punto de partida que inicialmente sólo estaba dado y lo recupe
ramos para la necesidad (ontológica).
Nuestro movimiento ascendente empieza así con un postulado, y procede por infe
rencia necesaria. Pero lo que infiere es la necesidad ontológica, la proposición de que
todo lo que existe se postula por el Geist según una fórmula de necesidad racional. El
círculo, de esta manera, no es una simple corriente de inferencias. Más bien, involucra
un reverso del punto de partida. Empezamos con el movimiento ascendente, que es un
movimiento de descubrimiento. Nuestro punto de partida es la existencia finita, la cual
está primera en el orden del descubrimiento. Pero lo que revelan1os es una necesidad
ontológica dominante, y ésta muestra que nuestro punto de partida original es verda
deramente secundario. La realidad finita es la misma postulada por el Geist, Dios, o el
Absoluto. Éste es el verdadero punto de partida en el orden del ser.
Así, vamos más allá del problema de un punto de partida contingente o meramente
dado elevándonos por encima de él a una visión de necesidad ontológica que lo englobe.
Nos elevamos a una visión de necesidad perfectamente consistente, y desde esta perspec
tiva vemos que nuestro punto de partida original, junto con todo lo que es, forma parte
de la misma red. De esta manera nada se deja fuera, nada es meramente dado, y el Geist
en tanto completamente auto-postulante es verdaderamente libre, verdaderamente infi
nito, en un sentido absoluto que no tiene paralelo en los espúitus finitos.
5
¿Qué clase de noción es ésta, esta idea hegeliana de un Dios auto-postulante? Vimos
que surge ineludiblemente de nuestra aplicación de la idea hegeliana (y en última ins
tancia expresivista) del sujeto a Dios: el sujeto se encarna necesariamente y su encarna
ción es tanto la condición de su existencia como la expresión de lo que es. Con Dios,
como vimos, la expresión es coextensiva con las condiciones de la existencia, a diferen
cia del hombre, y lo que se expresa es algo totalmente detem1inado a partir de Dios
como sujeto, ninguna parte de ello es tan sólo dada.
86
Esta idea de Dios es muy dificil de comprender y declarar de manera coherente -,-si
es que, de hecho, es en última instancia coherente- porque no puede encajar en cier
tas categorías fácilmente disponibles con las cuales pensamos a Dios y al mundo. Así
tenemos dos visiones claramente definidas y relativamente comprensibles que se le
podrían atribuir erróneamente a Hegel.
La primera, que podríamos llamar teísmo, ve el mundo como creado por un Dios
que es separado e independiente del universo. Esto conduce a la idea fácilmente enten
dible de que el mundo ha de ser visto como algo diseñado, como teniendo una estruc
tura dictada por un propósito. Pero esto no puede ser aceptado por Hegel, ya que viola
el principio de encarnación. Un Dios que pudiera existir sin el mundo, sin ninguna
encarnación externa, es una imposibilidad.
Así, aunque Hegel considere la noción de la creación, así como considera todos los
dogmas cristianos, la reinterpreta, y habla de la creación como necesaria. Decir que el
mundo fue creado por Dios es decir que existe necesariamente para que el Geist pueda
ser. Esto es lo mismo que decir que el Geist postula un mundo, y lo que significa trata
remos de hacerlo un poco menos oscuro a continuación. Pero lo que no puede signifi
car es lo que significa para el teísmo ortodoxo, que Dios creó el mundo libremente, no
teniendo necesidad de hacerlo. O como lo establece en sus notas para las conferencias
acerca de la filosofía de la religión: <<Sin el mundo Dios no es Dios» (BRel, 148).14
El otro esquema por el que podríamos tratar de entender lo que Hegel está diciendo
es uno que podemos llamar naturalista. Aquí abandonamos todo discurso de la crea
ción, aunque ésta se haya interpretado. Pensamos en el mundo como existente en rea
lidad, pero teniendo tales propiedades que los seres evolucionan en él y son vehículos
de la vida racional, y más que esto, que llegan a verse a sí mismos como vehículos de
una vida racional más grande que ellos mismos, como parte del todo. Esto evitaría
todo peligro de pensar en esta vida racional, o en el espúitu del todo, como un Dios
separado del mundo. Pero aquí también tenemos un esquema inaceptable para Hegel,
ya que la existencia de tal universo sería en última instancia un hecho bruto. Ciert0,
habría de secretar una conciencia racional que en cierto sentido podría llamarse la del
todo (como, p. ej. , si los trabajos de la mente humana reflejaran no sólo lo que es
peculiar al hombre sino también lo que tiene en común con toda otra vida, o incluso
con todos los otros seres -una idea con la que Freud, p. ej., parece haber cortejado
hasta cierto punto--). Pero ésta sería buena fortuna contingente. El universo no esta
ría ahí en orden para encarnar esta conciencia racional. Al reconocer la estructura de
las cosas, esta mente global no estaría reconociendo su propio hacer, algo que habría
estado ahí para conformar la necesidad racional, y por lo tanto su propia naturaleza
como sujeto racional; más bien estaría reconociendo algo dado, incluso como hacen
nuestras mentes finitas al contemplar nuestra propia naturaleza. De esta manera, no
sería radicalmente libre ni incondicionado. No podríamos hablar de él como el Absoluto.
Hegel no puede aceptar ninguna de estas visiones. Lo que él necesita es alguna
combinación de las características de ambas. De la misma manera que en la visión
teísta, quiere ver al mundo como diseñado, como existiendo para completar cierto
proyecto, los requerimientos de encarnación del Geist. Pero como los naturalistas, no
puede permitir un Dios que pudiera diseñar este mundo desde el exterior, que pudiera
existir antes e independiente del mundo. Su idea es entonces la de un Dios que eterna
mente pone las condiciones de su propia existencia. Esto es lo que he estado tratando
de expresar, siguiendo su uso frecuente por parte de Hegel, con el término <<postular»
14.
«ohne Welt ist Gott nicht Gott,.
87
(setzen).
Este uso del término procede, de hecho, de Fichte, quien le atribuyó algo
parecido a la auto-creación de las condiciones necesarias al ego.
De hecho, siguiendo este paralelo con Fichte, podria ser mejor expresar la idea de
Hegel de esta manera. Ambos esquemas que hemos comparado con la visión de Hegel
reposan en última instancia en proposiciones existenciales: alguna realidad básica existe,
y desde ella todo lo demás se puede explicar. En un caso es Dios, en el otro, un mundo
con ciertas características. Pero lo que es fundamental en la concepción de Hegel no es
la existencia de alguna realidad, sino más bien un requerimiento de que el
Geist sea. En
consecuencia, mientras que las otras dos visiones en última instancia alcanzan a fun
damentarse en la contingencia, la de la existencia del mundo, o la de la existencia de
Dios, o la de su decisión para crear el mundo, Hegel la considera fundamentada en una
necesidad. El
Geist no solamente es,
sino que tiene que ser, y las condiciones de su
o «emana
La teoría d e Hegel también h a sido llamada por algunos <<panenteísta»
de Plotino. Ciertamente hay afinidades.
la
con
aspecto
este
por
comparada
y
a»,
nist
cio
y Hegel, como los griegos, parece tener la intención de algo así como un universo
n del dogma de la creación.
eterno, una vez que tomamos seriamente su reinterpretació
emanacionista, las cosas
visión
una
En
exacto.
paralelo
un
hay
tampoco
Pero aquí
de manera ineludible,
vez
tal
él,
de
emanan
Ellas
Uno.
del
caída
una
de
surgen
finitas
no juegan sucesivamente un
Pero
sol.
del
rayos
los
hacen
lo
imagen
famosa
la
en
o
com
él lo es a ellas. Para Hegel,
papel esencial en su vida -no son esenciales al Uno como
vida infinita. La relación
la
de
existencia
la
sin embargo, la finitud es una condición de
la teoría expresivista.
de
desmTollo
del
antes
pensado
no es una que podria haberse
nte moderna.
completame
idea
una
es
pero
antiguas,
muy
doctrinas
con
Tiene afinidades
existencia se dictan por esta necesidad.
6
Hay algo en la filosofía de Hegel que es iiTesistiblemente reminiscente del ba
rón Münchausen. El barón, se recordará, después de caer de su caballo en un
pantano, logró sacarse a sí mismo agaiTándose de su propio cabello y empujándo
se de vuelta a su caballo. El Dios de Hegel es un Dios de Münchausen; pero es duro
¿ Cómo nos ayuda esto a entender los reclamos generales acerca de la identidad de
identidad y diferencia que hace Hegel? Empezamos examinando la noción del sujeto
decir en este difícil dominio si su hazaña ha de ser tratada con el mismo escepti
de Hegel para clarificar esto. Y obtuvimos alguna indicación de lo que significaba
cismo que la del barón.
cuando vimos que el sujeto humano era presa de un conflicto interno, en el que las
En cualquier caso, es claro que Hegel no es ni un teísta en el sentido ordinario, ni un
condiciones de su existencia estaban en desacuerdo con su meta esencial. Y vimos
ateo. Cualquiera que sea la sinceridad de sus afirmaciones de ser un luterano ortodoxo,
brevemente cómo esto podria resolverse mediante un cambio hacia una perspectiva
queda claro que Hegel solamente aceptaba un cristianismo que había sido sistemática
superior en la cual el hombre se ve a sí mismo como vehículo del
mente reinterpretado para ser un vehículo de su propia filosofía. Trazaremos esto en
Geist y no simplemen-
un siguiente capítulo. Es una perla, no obstante, que él era muy mal entendido (o tal
te como espíritu finito.
,
Ahora bien, el mismo conflicto básico afecta al sujeto absoluto. El también tiene
vez demasiado bien entendido) en su época, y que fue acusado frecuentemente de
condiciones de existencia que están en desacuerdo con su
visiones heterodoxas; o que algunos de sus seguidores pudieran reinterpretarlo en la
en realidades externas finitas, en espíritus finitos viviendo en un mundo de cosas fini
dirección del teísmo ortodoxo. La posición de Hegel era en cierto sentido la de una
cresta estrecha entre el teísmo y alguna forma de naturalismo o panteísmo. La atmós
fera estaba tan rarificada en la cima que era fácil desviarse y permanece así.
¿Pero qué hay de las acusaciones de panteísmo? Ésta no es ni una posición teísta ni
telas, pues debe encarnarse
tas materiales. Y, sin embargo, su vida es infinita e ilimitada. Su vehículo es un espíritu
J
finito, que primero tiene s amente una conciencia oscura de sí mismo y afronta un
mundo que es cualquier cosa menos inmediatamente transparente, cuya estructura
racional está profundamente escondida. Y además su
telas es conocimiento racional
una atea, y parece a primera vista quedar·le bastante bien. Por supuesto, Hegel negaba
claro de lo racionalmente necesario. Es la unidad del espíritu y la materia, del pensa
resueltamente el cargo; los cínicos podrian atribuir esto a los malos efectos que habría
miento y la extensión; y también en el mundo los seres pensantes afrontan la realidad
externa como algo otro.
tenido en sus demandas de empleo si se adhería a ello, incluso los cínicos han explica
do que sus declaraciones de adhesión al luteranismo pueden deberse a la imposibili
Como el sujeto finito, el sujeto absoluto debe pasar por un ciclo, por un drama, en
dad de mantener la silla en Berlín de otra manera. Pero en ambos casos, fallan a la hora
de hacerle justicia. Hegel sí usó el término «panteísta» para definir una posición que
el que sufra división para poder regresar· a la unidad. Ha de sufrir oposición interna,
para poder superarla, y elevarse mediante sus vehículos a una conciencia de sí mismo
atribuía indiscriminadamente la divinidad a las cosas finitas. En este sentido Hegel no
como necesidad racional. Y este drama no es una historia pm·alela al dr·ama de oposi
era panteísta. El mundo no es divino para él, ni lo es ninguna parte de éste. Dios es más
ción y reconciliación en el hombre. Es el mismo, visto desde una perspectiva diferente
bien el sujeto de la necesidad racional que se manifiesta a sí mismo en el mundo.
y más amplia, pues el hombre es el vehículo de la vida espiritual del
Lo que distinguía a la posición de Hegel del panteísmo en su propia mente era la
Geist.
Los dos se relacionan de esta manera, en la que la mayor oposición en el sujeto
necesidad racional, la cual, es verdad, no podria existir sin el mundo como el conjunto
cósmico es el punto de partida desde el que la oposición crece en el hombre. Y esta
de cosas finitas, y era en este sentido superior al mundo, lo que determinaba su estruc
oposición crece en el hombre al tiempo que se esfuerza, aunque sin claro conocimiento
tura, según sus propias exigencias. El
Geist de Hegel no es así sino un alma del mundo,
de lo que está haciendo, para superar esta oposición primaria del sujeto y el mundo. La
Geist, es su ser encalllado en
cuya naturaleza le podria ser dada como lo es la nuestra, sin importar lo grande e
oposición primaria, el punto de mayor oposición para el
impresionante que fuera. Y es esta misma insistencia acerca de la necesidad racional lo
un mundo en desacuerdo consigo mismo, en donde nada se ha hecho todavía para
que distingue su visión de la de algunos románticos, cuya noción de un espíritu cósmi
cancelar esta oposición. Éste es el punto que está al principio por lo que concierne a los
co inconmensurable, o de un proceso interminable de creación, semeja la de un alma
hombres, en donde todavía están sumidos en la naturaleza, inconscientes de su voca
del mundo racionalmente impenetrable.
ción, muy lejos de una comprensión verdadera del espíritu. Es el punto de unidad
88
89
primitiva para el hombre. Pero para poder jugar su papel de superar la oposición del
mundo al Geist, los hombres tienen que instruirse a ellos mismos, convertirse en seres
capaces de razón, romper con una vida sumida en la naturaleza y dominada por el
impulso, ir más allá de sus perspectivas cotidianas inmediatas hasta las de la razón. Y
al hacer esto, se dividen en sí mismos, oponen el espíritu a la naturaleza en sus propias
vidas. La reconciliación llega para ambos cuando los hombres surgen más allá de este
punto de vista de oposición, y ven la necesidad racional mayor y el papel que desempe
ñan en ella. En ese punto ellos están más allá de la oposición del espíritu y la naturaleza
porque ven cómo cada uno es necesario para el otro, cómo ambos surgen de la misma
necesidad racional, lo que determina tanto su oposición como luego su reconciliación
en el reconocimiento de esta necesidad subyacente.
Pero ahora hemos visto que el absoluto, que está en el fundamento de todo, es el
Geist, o el sujeto, y esto no es sólo de hecho, como p. ej. que el mundo hubiera sido
hecho de modo que haya una corriente simple de vida en él, la cual podemos llamar un
alma del mundo. Más bien, lo es en virtud de la necesidad racional. De esta manera, la
dialéctica de la identidad y la oposición en la subjetividad, no es de interés local. En el
esquema de Hegel debe ser de importancia ontológica. Si el absoluto es sujeto, y todo
lo que es puede solamente ser al relacionarse con este sujeto, entonces todo queda
atrapado en la interacción de la identidad y la oposición que hacen la vida de este
sujeto. Pero entonces, en este caso, no estaríamos torciendo las palabras ni comprome
tiéndonos en una hipérbole, si habláramos de una relación necesaria de identidad y
oposición tout cow1.
Veamos cómo este y otros términos hegelianos encuentran aplicación general en el
contexto de esta visión del mundo.
El Absoluto, que en última instancia es lo real, o lo que está en la fundación de todo,
es sujeto. Y el sujeto cósmico es tal que es tanto idéntico como no idéntico al mundo.
Hay identidad en que el Geist no pueda existir sin el mundo; y también hay oposición,
ya que el mundo como externalidad representa una dispersión, una inconsciencia que
el Geist tiene que superar para ser él mismo, para completar su meta en tanto razón
autoconsciente.
La vida del sujeto absoluto es esencialmente un proceso, un movimiento, en el
cual postula sus propias condiciones de existencia, y entonces supera la oposición de
estas mismas condiciones para realizar su meta de auto-conocimiento. O como He
gel lo establece en el prefacio a PhG: <<la sustancia viviente es [... ] Sujeto [... ] solamen
te en tanto es el movimiento de postularse a sí misma [Bewegung des Sichselbstset
zens], o a la mediación entre un yo y su desarrollo en algo diferente [Vemzittlung des
Sichanderswerdens mit sich selbst] (PhG, 20). 1 5
De esta manera el Geist no puede simplemente existir, Hegel diría <<inmediatamente».
Puede existir solamente superando a su opuesto. Puede existir sólo negando su propia
negación. Éste es el punto que Hegel establece en el pasaje del prefacio a PhG, inmedia
�ente después del que acabamos de citar; en donde dice que el Absoluto es esencial
mente Resultado, <<que es solamente en el fin que es en verdad» . 16 El Geist es algo que
esencialmente llega a ser a partir de un proceso de pérdida de sí mismo y de retorno.
Pero el Geist está en la raíz de todo, y por tanto la mediación se convierte en un
principio cósmico. Lo que podemos afirmar que existe inmediatamente es solamente
15. Walter Kaufmann,
1 6. Walter Kaufmann,
90
traducción, 28.
traducción, 32.
la materia, es decir, la pura externalidad. Pero ésta, sometida a examen, muestra ser
incapaz de existencia separada; tomada en sí misma, es contradictoria y puede así
solamente existir como parte del todo que es la encarnación del Geist.
En el uso de Hegel, podemos hablar de algo como <<inmediato» (unmittelbar) cuan
do existe por sí mismo, sin relacionarse necesariamente con algo más. De otra manera
se llama <<mediado» (vermittelt). Si en el nivel del discurso ordinario y no en el de la
filosofía especulativa, digo de alguien que es un hombre, estoy hablando de él como
algo «inmediato», pues (en este nivel de discurso todavía) un hombre puede existir por
sí mismo. Pero si hablo de él como un padre, o un hermano, o un hijo, entonces se ve
como <<mediado», ya que para ser uno de éstos requiere una relación con alguien más.
El inciso de Hegel es que todas las descripciones de las cosas en cuanto inmediatas
se revelan en un examen más cercano, inadecuadas, que todas las cosas muestran su
relación necesaria con algo más, y en última instancia con el todo. El todo mismo
puede caracterizarse como inmediato, algo que Hegel algunas veces hace; pero de in
mediato agrega que esta inmediatez contiene mediación en ella, y esto por la obvia
razón de que el todo no puede ni siquiera declararse sin declarar el dualismo del cual es
superación. Para declarar el todo, tenemos que traer dos términos en oposición y tam
bién en relación necesaria (y por tanto mediada), y caracterizar al todo como la supe
ración de esta oposición (y por tanto también mediada).
Todo es entonces mediado, ya que no puede existir por sí mismo. Pero su imposibili
dad de existir por sí mismo se supone que brota de la contradicción interna. Por tanto,
para Hegel la contradicción debe ser también una categoría universalmente aplicable.
Hegel dice en un famoso pasaje (WL, II, 58) que la contradicción es tan esencial a la
realidad como la identidad. Efectivamente, si tuviera que elegir cuál es la más impor
tante, elegiría la contradicción, pues ésta es la fuente de toda la vida y del movimiento.
Pero esto puede sonar en sí mismo contradictorio. Hegel piensa en la contradicción
como la fuente del movimiento porque cualquier cosa que esté en contradicción debe
superarse en algo más, siendo este paso ontológico, entre los niveles del ser que conti
núan existiendo de igual manera, o histórico, entre las diferentes etapas de la civiliza
ción humana. Pero parecería imposible de las dos maneras. Si la contradicción es la
fuente de tránsito de un nivel a otro, lo es porque es fatal para la existencia continuada,
o al menos así lo pensaría uno desde el principio de sentido común de que nada contra
dictorio puede existir. Hegel parece estar usando este principio de sentido común cuando
explica los pasajes dialécticos de esta manera. Y también, por otro lado, las cosas sí
continúan existiendo (en la cadena del ser, si no en la historia), incluso después de ser
condenadas por contradicción, y de hecho se dice que la contradicción está en todas
partes. ¿Cómo podemos reconciliar estas afirmaciones?
La respuesta es que la contradicción, como Hegel usa el término, no es completa
mente incompatible con la existencia, y como tal posiblemente no merezca realmente
el nombre. Cuando decimos que el todo está en contradicción, lo que queremos decir
es que une la identidad y la oposición, que se opone a sí mismo. Tal vez uno podría
querer corregir esta manera de establecerlo para terminar con la aparente paradoja.
Pochíamos querer decir, p. ej., que la <<identidad» y la «oposición» no deben ser consi
deradas como incompatibles. Pero al establecer esto así se perdería parte de la cues
tión, ya que, de cierta manera, Hegel quiere retener algo de la fuerza del choque entre
<<identidad» y <<oposición», pues el Geist está en conflicto consigo mismo, con su encar
nación necesaria, y solamente llega a la realización fuera de este conflicto, de tal mane
ra que tendríamos que decir que <<oposición» es tanto compatible como incompatible
con <<identidad» .
91
La fuerza de usar «contradicción>> aquí es que lo que es necesario para que el Geist sea
del todo es a la vez un obstáculo para su realización como racionalidad completamente
autoconsciente, como lo vimos antes. Tal vez podríamos usar el término «conflicto o to
lógico» para esto. Entonces podríamos estar de acue-:do con Hegel e que este conflicto
ontológico es la fuente del movimiento y del cambio; pues es por el que nada puede
existir xcepto en conflicto, excepto desarrollándose a sí mismo a partir de su opuesto.
Ahora bien, a nivel del todo este conflicto ontológico no es fatal porque es ello lo que
mantiene al todo como el Geist. Pero a nivel de cualquier parte, tomada por sí misma, lo
es, pues esta parte no puede existir por sí misma. Podríamos de�ir que hay una con�
.
dicción en un sentido más estricto, que involucra a cualqwer mtento de caractenzar
cualquier parte del todo -el espíritu finito o la cosa- como auto��ciente, ya qu� o
parcial se relaciona esencialmente con el todo. Puede solamente eXIstir como expres10n
del todo y por lo tanto de su opuesto. De esta m�era, al mantene:se solam��te en la
auto-identidad de lo finito confirma que está esencialmente en conflicto ontolog¡co aun
que pensara haber escapado; y esto es una contra�c�ión en un sentido más entendible.
. .
En términos hegelianos, cualquier intento de la log¡ca del <<entendimiento» de ver las
cosas como idénticas a sí mismas y, por tanto, no en oposición con ellas mismas, implica
una contradicción (fatal). Ya que todo está en contradicción (en el sentido del conflicto
ontológico), tratar de ver las cosas como simplemente idénticas a sí mismas nos involu
cra en contradicciones (en un sentido más ordinario). En otras palabras, aceptar la con
tradicción completamente no es fatal, pero sí lo es cuando todavía queremos adherirla a
nuestras viejas ideas acerca de la <<identidad» y la «oposición».
Pero lo anterior todavía no es adecuado para la visión de Hegel, ya que todavía
implica que toda esa contradicción es fatal para sus teorí�s, es decir, para las �ormas
parciales de mirar las cosas, mientras que enco�tramos vanas vec�� en Hegel la_1dea de
.
que las existencias verdaderas desaparecen debido a la �o;ntra��c10n. Esto es �Ierto de
las formas históricas, pero también es cierto de los espmtus firutos, de los arumales y
de las cosas. Pero, podría uno protestar, estos últimos continúan existiendo, mientras
que las formas históricas desaparecen. Sí, responde Hegel, ellos continúan existiendo
como tipos, pero los especímenes individuales desa�arecen; t�d?s ellos son mortales, y
esta mortalidad es necesaria, es un reflejo del conflicto ontolog¡co.
Vimos anteriormente que cualquier intento de afirmar una existencia indepen
diente, libre de la relación con el todo, y por tanto con su otro, respecto a una cosa
finita, involucraba contradicción en el sentido estricto y entonces fatal. Pero Hegel
está suairiendo que vemos la existencia meramente externa de una cosa finita, de un
objeto �aterial, animal, o de un espíritu finito, como u� tipo de co�firmación de la
existencia independiente. Es la propiedad de la matena la que eXIsta partes extra
partes, y que las cosas que existen materialmen�e ten�an una �lase de e�stencia inde
.
pendiente. De esta manera, no es sólo �ue la �XI:'tencm m atenal nos s�gier� �nd�pen
.
dencia; es en sí misma una forma de eXIstencia mdependiente, una afirmac10n VIgen
te de ser en sí misma. Es esencial que esta afirmación se haga, como hemos visto,
pues el Geist requiere existencia material extern� p a poder ser. Pero es igualmente
esencial que este reclamo se abrogue, pues el Gezst solo puede ser en un mundo en �l
cual las partes se relacionen esencialmente de esta m �nera . Y esto es lo <?-ue de�ermi
.
na el destino de las cosas finitas. Deben llegar a la eXIstenCia, pero al mismo tiempo
son víctimas de una contradicción interna que asegura que ellas también morirán.
Son mortales necesariamente. Al mismo tiempo, al desaparecer, tienen que ser reemplazadas por otras similares.
r:
�
�
}
a::
92
Podemos ver ahora más claramente el principio que subya
ce a esas dialécticas as
ce;ndentes en l�s que Hegel mostrará que las cosas finitas no pueden
.
existir por sí
m1smas, smo solo como parte de un todo mayor. El motor de
estas dialécticas es la
contradicción; y la contradicción consiste en esto, en que los seres
finitos en virtud de
que existen externamente en el espacio y en el tiempo reclam
an su independencia,
mie�tras que la b�se de s� e��tencia consiste en expresar un
espíritu que no otorga
esta mdependencm. La dialectica ascendente revela la contradicc
ión en las cosas y
muestr:a desde la naturaleza d� la contradicción cómo solam
ente puede entenderse y
.
.
reconciliarse si las cosas son VIstas como parte del auto-movim
iento del Absoluto.
Así, la contradicción, en el estricto sentido que impli
ca combinar el conflicto onto
lógico con su negación, es mortal. Pero ya que esta «nega
ción» no es sólo un error
intelectual de nosotros que lo observamos, sino que es
esencial al todo que está en
conflicto ontológico en sí mismo, podemos ver que la contr
adicción en el sentido es
tricto es lo que hace que las cosas se muevan y camb
ien. Es su mutabilidad inherente
(Veriinderlichkeit), mientras que la contradicción en el sentido del conflicto
ontoló!ri.co
e
es el recurso de esta mutabilidad.
La contradicción es por tanto fatal para las realid
ades parciales, pero no para el
todo. Pero esto no porque el todo escape de la contr
adicción. Más bien el todo como
Hegel l? entiende vive en contradicción. Sobrevive
porque realmente la incorp�ra y la
:
.
.
r�co�c�a con la Identidad. Esto es lo que la realidad parci
al -objeto material 0 espí
ntu finit?- no pued� abarcar. Se adhiere a su propi
a existencia independiente, y ya
que �sta mdepen encm choca con la base de su existe
ncia, cae en contradicción, y debe
rnonr. Debe monr porque se identifica con un solo
término, la afirmación, y no puede
abarcar la negación.
No así el todo. El absoluto continúa viviendo a
través tanto de la afirmación como
d: la �egación de l�s � sas finitas. Vive p r este
proceso de afirmación y negación, y
?
.
VIve vza la contradicc10n en las cosas firuta
s. Así, el absoluto es esencialmente vida
movimiento y cambio. Pero al mismo tiempo
permanece en sí mismo, como el misrn�
sujeto, el mismo pensamiento esencial que se
expresa a través de todo este movimien
to. �econcilia la �dentidad y la contradicción mant
eniéndose a sí mismo en un proceso
de VIda que se alimenta del conflicto ontológico
. Esta combinación de incesante cam
bio e inmovilidad la describe Hegel con una imag
en impactante en el prefacio de PhG:
<<La verdad es corno el furor báquico, en el cual
ningún miembro está sobrio; y porque
cada uno, tan pronto como se separa, se disue
lve inmediatamente; y el torbellino es
transparente y simple reposo» (PhG, 39). 1
7
En lo anterior hemos encontrado útil
ar un punto básico en la ontología de
�:gel -la � rtalidad de lo finito- usandexplic
o primero el lenguaje de afirmación y nega
Cion, Y mov:tendonos luego a las analogías
ontológicas de éstas. En esto estamos si
guiendo a Hegel mismo, quien usa términos
lógicos corno <<contradicción» para expre
_ Pero despu
sar su ontolog¡a.
és de la discusión de la sección previa, somo
s más capaces
de entender lo que se ha llamado el <<pan
-logisrno» de Hegel.
El absoluto es sujeto, sujeto que postula su
propia encamación, y la postula se!ZÚn
la necesidad racional. Y esto significa,
como vimos, que el universo debería vers no
sólo como la encamación de una vida
cósmica, sino también bajo la categoría de
ex-
?
?
?
;
1 7 : «Das Wahre ist so der bacchantische Taumel. an dem kein Glied nich trunken ist, und weil
.
Jedes, mdem es sich absondert, ebenso unmittelbar (sich) auflost -ist er ebenso die durchsichtige
.
und emfache Ruhe». Walter Kaufman, traducción, 70.
93
presión. Sus estructuras expresan o manifiestan los lineamientos de la necesidad ra
cional, ya que se postulan no sólo para encarnar al espíritu, sino también para ser
comprendidos por el espíritu en su propia auto-conciencia.18 Por tanto el universo
refleja necesidad racional de dos maneras; se conforma a él, y lo expresa. Puede ser
visto en un sentido análogo a un enunciado.
Por supuesto, la analogía es muy incompleta. Pensamos normalmente en un enun
ciado como respaldado en un medio, en un lenguaje, que en su mayor parte pre-existe;
y como soportando alguna realidad extra-lingüística a la cual se refiere. Aquí el «me
dio» consiste en los diferentes órdenes de realidad externa, y es semejante al <<enuncia
do» de la necesidad conceptual hecha en él. Y lo que se dice no lo es acerca de alguna
realidad externa al medio, sino que llega a ser solamente en su encarnación.
Analogías más cercanas pueden encontrarse en la actividad expresiva o en una obra
de arte. Una obra original puede en parte forjar su propio medio, o al menos transfor
mar profundamente los lenguajes de expresión pre-existentes. Y la actividad expresiva
de un sujeto, la manera en que da entrada al coraje, a la alegria, o a lo que sea, no es en
un sentido importante «acerca» de algo externo. La expresión no solamente manifiesta
la emoción, sino ayuda a determinar lo que es.
Éste es un modo único consigo mismo, aunque si podemos iluminarlo con otros
análogos, el universo puede verse como expresión de necesidad racional. Y ésta es la
base del uso de Hegel de la terminología lógica en un contexto ontológico.
Por supuesto, no es del todo antinatural extender el uso de una palabra como «con
tradicción» fuera de la esfera puramente lógica de enunciado y negación hasta la del
comportamiento con un propósito. Si alguien hace cierto gesto que se dirige a cierto
resultado y que a la vez lo niega; si quiere persistir en esto, entonces decimos que se
está comportando de manera contradictoria. Y esto es lo que el Geist se puede decir
que hace, lo que no puede evitar más que postulando la realidad finita externa, e inclu
so esto lo niega, y tiene que ser negado.
Pero la relación se vuelve todavía más cercana cuando el propósito mismo es visto
como uno de auto-conocimiento, ya que en este caso el propósito es uno que no puede
declararse adecuadamente sin el uso de lenguaje «lógico» de afirmación y negación. Si
el espíritu está luchando por ex-presarse a sí mismo, entonces todas las formas parcia
les que existen como etapas en su crecimiento pueden verse relacionadas con él como
afirmaciones. Una forma dada de civilización está ligada a determinada visión de Dios
y del Absoluto; y por tanto con cierta forma de auto-conocimiento del Geist. Pero en
una manera análoga, la existencia externa de la realidad finita puede verse como algo
parecido a una afirmación. Pues está postulada por el Geist cuya meta básica es llegar,
por decirlo así, a una enunciación definitiva acerca de sí mismo. Al postular el mundo,
el Geist está mostrando lo que él es. Considerar a la materia finita como verdaderamen
te independiente sería entonces, en efecto, decir algo falso. El Geist es entonces forzado
a negarla, a «traerla de vuelta». Tanto la existencia como la mortalidad de lo finito, son
necesarias, ambas pueden verse en este contexto bastante naturalmente como afirma
ción y negación, por ello el uso de la palabra «contradicción>>.
La noción de que el mundo es postulado le permitirá a Hegel usar un lenguaje en el
cual hable no sólo de las cosas que son idénticas con sus otras, sino de las cosas conv:ir1 8. Dios entonces postula el mundo para pensarse a sí mismo en él. Esta noción de Dios como
pensamiento pensándose a sí mismo muestra la deuda de Hegel con Aristóteles, que de hecho es
suficientemente evidente en todo su trabajo. El Dios de Hegel es el descendiente lineal del Dios de la
Metafísica, pero extendido ahora para incorporarlo todo.
94
es claramente verdadero respecto a la enearnac10n externa
tiéndase en sus otras. Esto
'
. . .
que llega a la autoconCiencia mterna en el Geist Pero ya que el mundo es VIsto
· como
·
, no de hecho del Geist -este mundo está reservado para 1a sub'�epostulado, Hege1 d:ira,
.
·
· ·dad regresando a SI, rmsma
tiVI
a partir
de su encarnación-sino de 1a Idea, que va hacm
·
· 1a extenond
· · ad. La idea como veremos enla sim
su otro, hacJa
'iente parte, es 1a 10nn
5'-'-'
e - ula
de1 todo como una cadena de conexiones necesarias . Muestra al todo como necesan· amente encamado, y es esta necesidad la base para la expres1·o'n de Hege,1 de «postular>>
·
· e en su otro, y entonces regresa a la autoconciencia en el Geist
La Idea se comTJert
.
· ,
'
·
7
Es�o es lo que Hegel quiere decir con idealismo absoluto. Éste es paradójicamente
muy diferente de todas las otras formas de idealismo ' las euales ti.enden a 1a negaci· On
de 1a realidad externa, o de la realidad material. En su forma extrema está la filosofía
de Berkeley, donde tenemos una negación de la maten·a a favor de una dependeneJa
·
radieal de 1a mente -por supuesto de la de Dios, no de la nuestra. El idealismo de
.
Hegel, lejos de ser una negación de la realidad material externa es la afirmaciOn
· , mas
,
fuerte de ella; no solamente existe, sino que existe necesariame�te
�l «<de�smo>> aquí no nos refiere a las <<ideas>> de los cartesi�os y empiristas, es
decn; a las I�eas co�? contem.�os de la mente, sino más bien a las Ideas de Platón.
.
�nt ya habm rehabilitado el termmo
en un sentido relacionado con Platón' con sus
_ y Hegel continúa este uso.
1deas de la razon;
El idealismo absol�to signi?ca que nada existe sin ser una manifestación de la
Idea, o sea, de la necesidad raciOnal. Todo existe por un propósito el de llegar
'
a ser
· �ac10nal , Y esto requiere que todo lo que existe sea manifest�ción
·
autoconciencia
de
.
eces:d�d raciOnal A_sí, el idealismo absoluto se relaciona con la noción platóni
ca
�
e pn�ndad ontologica del orden racional, que subyace a la existencia externa
y
.
que a eXIstencia externa aspira a realizar' más que a la moderna noc10n
· , post-carte.
·
siana
de depend eneJa de la mente que conoce.
La «negativi;fad>> es otr té�no hegeliano fundamental, cuyo uso está estrecha
?
�ente conectado con la discus10n anterior sobre la contradicción. Los opuestos se
e�an uno al otro, Y dado e en todo lo que existe hay oposición, podemos también
��
ecrr que en todo hay negatiVIdad. En particular Hegel une la necratividad con el
sujeto
cuya na�eza �s r�gresar a sí mismo (autoconciencia) medi�te su opuesto
y en eÍ
·
caso de� Getst cosrmco, ostular a su opuesto. Por eso dice Hegel (PhG,
20
)
que la
�
sustancia es «como un sujeto puro [. .. ], simple negatividad>> .
Podemos pensru: en el mo�miento que postula y mantiene a otro ser o a la realidad
exte a como algo mdependiente, como negatividad, como «el tremend
n;.
o poder de lo
tiVO>> (PhG, 29). 1.9 Y podemos también pensar en el movimiento por el cual
las
� . externas part1culare� �esaparecen pasando a ser otras como el trabajo de la
e atlVI ad. �a que la neg t1 dad es oposición, y ya que la oposición es
esencial para
� :�
0 to ? es:a en con�dicciOn
, contiene negatividad y así está en movimiento.
s e termmo le penmte a Hegel unir dos tesis: que todo lo que existe es contrad
ictorio
Y por tant
? �ortal (porque contiene negación), y que todo lo que existe puede sola
mente escnbirse en conceptos que, siendo determinados, implican
negación. (Hegel
�
:�
·
�
;f
�:
�
J�
:
:
�
1 9. «die ungeheure Macht des Negativen>>. Walter Kaufman
n, traducció n, 50.
95
dos
. o . sta om .s de e . atio est negatio.) El uso de determinaente
spm
solam
tesis
Zi
;mm
m � 0n
asume aquí la
que estos conceptos
negac1 de. otros' ya
.
· s · nplica la
· tivo
.
conceptos descnp
os con los que se contrastan
otr
u
los
de
sentido diferene��
do
una
ina
es
)
erm
det
sein
er
(Da
ten
do
den
ina
pue
determ
zo
entre a "?egaci? y un ser
Hegel afirmará que esta unión
es constitutiva del Dasein.
en
y
ente
nc
ese
idad que es�
, .
manifestación de la negativ
legitima por el idealismo
sentid ont og¡co� que se
en
lógico
uaje
(Begriff) . Ya
leng
del
o
El us
o d l término «concepto»
e en el ':so ege
ent
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ext
tam
es
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que ve al mundo como necesid
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deros de e no son sólo
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principal de acue .
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sino que proveen el plan
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com
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con
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a nos mo\'emos
e que se
fue postulado. De esta maner
1 omo la necesidad subyacent
po
cado
apli
del
ente
pto
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vo c�rrectam
n e to y, después , del con�:
e
He
VI
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dad , pues la necesidad raCion .
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, smo» (der sich beg
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Éste es «el con
están conect
elianos e «co cepto» que
Pero hay otros dos usos heg
_Implica a realidad en desarrollo, como hemos
de Hegel
proce
círculo de ideas. La visión
su forma total es el final del
ltado,_
resu
un
e
ent
nci
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guaje
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to
visto. El Absolu
lria de la planta, y usa el
o
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H
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o.
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frecuenteme t usad En
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un término hegeliano muy
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el
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o
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al.
alid
ion
<<re
rac
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_,
ducirse .com
_
ollada de la necesidad .
la marufestaciOn desarr
, anstote'licas,
sino úmcamente a 1 a que es ,
o nas
so a las catecro
cur
re
l
e
y
alog¡a de la. planta'
ar potenc1"alires
Pero este uso de la an
exp
er
.,
Witrkz·te¡1ket·t' para pod
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l
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requiere una m
.
se actualice por completo.
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que
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o a su obra, Hegel habla
a
e
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,
eJ.
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acente � to o esarrollado
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con 1a actualidad. y esto
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n de la Lógica.
20. Cf. Parte ill en la discusió
96
��
;
•
A las etapas de desarrollo también les subyace otro grupo de términos hegelianos que
han logrado notoriedad. La etapa implícita de un proceso, en donde la realidad que nos
ocupa está todavía en germen, se caracteriza frecuentemente con el término an sich.21
Hegel dice (PhG, 22) que el embrión es an sich Mensch. En contraste, la forma plenamen
te desarrollada se caracteriza como fiir sich.22 Pero alg¡mas veces hay una tercera etapa,
ya que hemos visto que la base de las cosas se va a entender como una Idea, la cual
postula la realidad externa necesaria para su realización, y así desarrolla su realización
completa en la realidad externa. En este proceso, la primera etapa se caracteriza como
an sich, la segunda como für sich, y la tercera como anundfiirsich.
La idea detrás de este lenguaje parece ser ésta: el an sich es lo implícito, lo todavía no
desarrollado, lo idéntico a sí mismo; mientras que el fiir sich es lo completamente desple
gado, lo exteriorizado, lo que por tanto permanece, por así decirlo, «ante sí mismo». En
el caso más simple de la planta, esto se representa solamente con dos etapas; está en
germen, y después se despliega completamente (entfaltet). Pero en el caso de la teoria
hegeliana completa de la realidad como manifestación postulada de la necesidad racio
nal, hay tres. Esta necesidad en germen, por decirlo así, como idéntica a sí misma, es la
Idea. Debe exteriorizarse, desdoblarse, y así ser fiirsich. Pero esto significa que pierde
primero su identidad de sí misma; el Geist se pierde en la realidad externa. Pero al regre
sar a un auto-conocimiento adecuado, el Geist realiza cierta combinación de las prime
ras dos etapas, regresa a la identidad de sí mismo en la oposición de la realidad externa
completamente desarrollada, y así puede considerarse como anundfürsich.
Hay otros usos de an sich en Hegel. Frecuentemente lleva el sentido de auto-conte
nido, de que no depende de ninguna cosa exterior. Por supuesto, solamente el todo es
verdaderamente an sich en este sentido, aunque las realidades parciales puede que
aparezcan así en las diferentes etapas de la dialéctica. En este uso a an sich usualmente
se le contrasta con {ür anderes -«por otro», es decir, dependiente de algo más. O tam
bién an sich puede emplearse en un sentido relativamente cercano, cuando considera
mos una cosa «en sí misma» en contraste con lo que es para la conciencia (p. ej., el
contraste de an sich y {ür das Bewu[Jtsein, en la introducción de PhG). 23
Este mismo círculo de ideas subyace a los usos hegelianos del término «universal». La
realidad subyacente es la necesidad racional que liga todas las formas del ser con la subje
tividad auto-cognoscente. O como lo expresa Hegel frecuentemente, subyaciendo al «Sen>
hay «pensamiento» (Denken); ser y pensamiento (Sein tmd Denken) son uno. Este pensa
miento es por supuesto el Concepto, y el «concepto» nos lleva naturalmente al «universal».
Pero como el concepto, el universal puede tomar un aspecto diferente respecto a las
diferentes etapas de su desarrollo. En tanto concepto subyace a la realidad externa,
2 1 . Literalmente «en sí mismo», pero como figura en el alemán ordinario, frecuentemente se
traduciría mejor como «por sí mismo» o « como tal» .
22. Literalmente, «para sí mismo». Estos términos suenan tan raros en inglés que propongo
continuar usando las expresiones alemanas del texto.
23. Con este último uso nos acercamos al sentido de Kant del término. Kant aplicó el término an
siclz para las cosas fuera de su relación con nuestro conocimiento de ellas. La traducción inglesa «cosa
en sí misma>> parece correcta para el kantiano Ding-mz-siclz. An sich se opone aquí a für um (para
nosotros). Algunos de los usos hegelianos obviamente se relacionan, y para ellos también «en sí mis
mo» no sería una mala traducción. Pero es obvio que en el primer sentido de Hegel, el término es muy
diferente, ya que aquí el punto de contraste es con für sich; an sich no significa nada fuera de su
relación con algo otro (nuestra facultad de conocer), sino por el contrario, más bien «implícito» (como
algunas veces se ha traducido en inglés). En otras palabras, para Kant una traducción válida de an sich
al inglés podría haber sido «por sí mismo», pero esto perdería el punto esencial del término hegeliano.
97
pero tomado por sí mismo fuera de, 0 <<antes>> de esta realidad, el univen:al es «abstr�c
to» Más bien es como la idea tradicional de lo universal en tanto una formula comun
de � tipo dado de cosa, a la que se llega por abstracción de las propiedade� ?articula
res de sus objetos. Pero por supuesto, como sabemos ahora, una abstraccwn de esta
clase no puede ser; el concepto debe postular una realidad externa. y de esta manera
.
podemos obtener el universal concreto, el conc�pto �ncamado en la realidad externa,
el cual está ahí para realizarla, para expresar la Idea m�olucrada.
.
,
Pero en tanto concreto, el universal no puede considerarse algo d_i. stmto
de, o solo
relacionado ex-ternamente con, el particular (das Besondere). No es solo que com? ob
jetos deban ocurrir juntos en un lugar o tiempo particular, con algunas otras propie?a
_
des, etc., pues todavía podríamos pensar al universal c�mo ca:ente de alguna relacwn
interna con las características particulares de sus marufestacwnes. Per? no pode:nos
, �el uruver
mirar el universal concreto de Hegel de esta manera, y� que la e�camacwn
sal concreto es la manifestación de la necesidad conteruda en la Idea concerrue_nte y es
además una manifestación necesaria, o sea, puede verse como po�tulada por esta,: por
estas dos razones Hegel nos hace observar la relación entre el. uruversal Y la e��ama
ción bajo el modelo que aplica a la relación entre el pensannento y la expreswn. El
.
universal concreto es el universal expresado o pensado. No deb� ':erse com� urudo
indiferentemente a alguna característica particular, sino que esta última deben.a verse
como desplegada para realizarla.
.
. .
El universal muestra estar aquí en una relacwn mterna con el particula: (das Besondere). Algunas veces, sin embargo, se le relaciona con lo indi�dual (das Emzelne); y
algunas veces con ambos, ya que Hegel usa este análisis del uruversal en una .gru:_na de
c;ntextos; como varios términos hegelianos, expresa un tema con muchas vru:acwn�s.
Una de las variaciones tiene que ver con la relación cercana entre las dos din;-ensw
nes de encamación, la que relaciona pensamiento y exp�·esión, y la q';le relaciOna la
vida y el organismo. Acabamos de ver lo universal y lo par:Icular en la pnmera; no es de
sorprender que aparezcan en la segunda. Así como el uruversal abstracto puede verse
como lo que permanece en común en una multiplicidad de .cosas cuando sus caracte
rísticas particulares se dividen, así también el «yo» del su]�to puede verse como un
universal relativo a todos los contenidos particulares cambiantes de su mente y a las
propiedades de su carácter.
.
y puede decirse que este universal abstracto corre�ponde � cierta etapa del �es�o.
llo humano, una en la que el hombre dio un paso atras y trato d� hberarse a SI nnsmo
de todas las ataduras contingentes particulares, de los he�ho.s sim�lemente dados de
su naturaleza y de su tradición, para poder decidir con cntenos uruversales. Pero por
supuesto este proyecto no es viable como tal, y el hombre solamente puede llegar a la
libertad encamando la racionalidad libre en un modo externo de ser y en � modo de
vida que se diseña para tal propósito. Esta última etapa corre�ponde al ;rruversal co�
creto, y podemos decir que el individuo no puede lograr lo uruversal mas que a traves
de lo particular.
.
En otra variante, incluso más restringida, el uruversal se establece .e� contra de1
individuo como realidad del espíritu colectivo. Las dos tienen que rec?nciliarse. L? que
corresponde a la etapa «abstracta» aquí, es ser una e� la. qu� el uruversal es_ mas an
que efectúan esta
sich que no ha desarrollado todavía el conjunto de mstltucwnes
rec�nciliación con los ciudadanos. Hay, por supuesto, una evolución paralela de parte
del individuo, la cual se esbozó brevemente en el párrafo anterior.
.
La idea de que la actualidad se desarrolla en una �ealida? externa que ya eXIste d�
,
antemano, y que tiene que formarse para ser una marufestacwn adecuada de la necesi,
98
dad interna, es la base de una reflexión paradójica acerca de lo interior y lo exterior de
la cual Hegel es adepto, y que reaparece frecuentemente en su obra.
En cuanto la realidad se desarrolla hacia la actualidad, p. ej. cuando las institucio
nes políticas se desarrollan hacia el Estado de derecho, o cuando pasamos de la mate
ria inanimada a la vida, podemos pensar en ello como progresivamente «interioriza
do», ya que sus diferentes características están relacionadas cada vez más de cerca con
un plan central y muestran una unidad cada vez más grande, la cual eventualmente
deberá alcanzar una «interioridad» en estricto sentido, una conciencia. Pero al mismo
tiempo podemos ver esto como una exteriorización, pues la necesidad que primero
estaba escondida en la realidad externa informe ahora está «exteriorizada» en el senti
do de manifestada.
De igual modo podemos considerar la etapa inicial como una en la que todo es
«interior», en el sentido de no manifiesto, pero también como una etapa de «exteriori
dad», en el sentido de que la realidad es más pat1es extra partes, o sea, que sus partes
son externas las unas a las otras al no unirse todavía de manera manifiesta por ninguna
necesidad interna. De aquí la declaración frecuentemente repetida de Hegel respecto a
que una realidad que es toda interna es también necesariamente toda externa.
Uno de los conceptos más importantes al que Hegel le dio un giro especial es el del
:infinito. Una de las motivaciones básicas en la filosofía de Hegel era, como vimos,
reconciliar lo finito con lo infinito; y la tesis de Hegel es, de hecho, que el infinito
verdadero no es simplemente algo opuesto a lo finito, sino que es en realidad uno con
él: justo como uno podría decir que el Geist verdadero no se opone simplemente al ser
externo, sino que es uno con él.
Esto requiere obviamente de una concepción particular y bastante poco convencio
nal del infinito. El punto de partida de Hegel es que lo infinito es lo que no está limita
do, uno que es bastante común, pero por limitado quiere decir limitado por algo fuera
de él. Lo finito para Hegel, como hemos visto, es lo que tiene algo más allá que lo
«niega» y por lo tanto le da su naturaleza determinada.
De esta manera no podemos ver lo infinito como algo separado o «más allá» de lo
finito como lo hacemos, p. ej., cuando pensamos en Dios como vida infinita existiendo
más allá y de manera independiente de nosotros como seres finitos, pues esto implica
ría que lo infinito sería otro, y por consiguiente limitado por lo finito. Lo infinito ten
dría algo fuera de él -lo finito-, y por tanto no sería verdaderamente infinito.
El verdadero infinito debe entonces incluir a lo finito. ¿Podemos pensar entonces en lo
infinito como lo ilimitado, como p. ej. el espacio interminable que incluye a todos los
objetos en él, o la serie de números naturales que incluye cada serie finita mientras conti
núa para siempre? Definitivamente no. Hegel rechaza esta progresión interminable, como
un «mal infinito». Más que ser éste un modelo válido del infinito, es más bien una prolon
gación pesadillesca de lo finito. Pues significa que donde sea que se elija detener; siempre
hay algo más allá; es decir; uno tiene un todo que está limitado por algo más, a saber; por el
siguiente paso en el desarrollo interminable. Uno siempre está así en la finitud.
Lo que se necesita, por lo tanto, es algo que no esté limitado, en el sentido de limita
do desde el exterior, e incluso no simplemente ilimitado en el sentido de ser intermina
blemente expansible sin alcanzar una frontera; un infinito que es todavía un todo que
uno pueda abarcar, o un infinito que es uno con lo finito.
Parece un orden absurdo, pero Hegel ha producido justo éste. Pues el universo
según Hegel es sólo un todo que no está limitado desde el exterior, e incluso que no es
simplemente ilimitado. Por el contrarío, el todo de la realidad tiene una estructura y
99
una extensión definida en la cual cada parte tiene su lugar necesario, y en ese sentido
podemos decir que tiene límites. Pero al mismo tiempo no está limitado desde el ex'te
rior, ya que no hay exterior, y el universo regresa a sí mismo como un círculo. Es decir,
las fronteras de todas las cosas existentes son fronteras con otros constituyentes del
universo: cada nivel de ser se limita, y por lo tanto se determina, y al mismo tiempo se
niega, pasando por lo tanto a un nivel superior. Y en la culminación está el
que
sucesivamente pasa a ser, o sea, que se postula como realidad externa. Los objetos
finitos están limitados por otros, pero forman parte de una cadena de niveles de ser
que es circular. El universo entonces no tiene fronteras externas, solamente internas, y
Hegel establece en este nivel metafísico una idea que sostiene una extraña analogía con
ciertas popularizaciones de la física de Einstein.
La imagen propia del infinito para Hegel no es así la de una línea recta indefinida
mente prolongada, sino la de un círculo. Y podemos ver que en esta concepción lo finito
no es algo separado de lo infinito; lo infinito es un todo ordenado. Además, lo finito se
vuelve ello mismo en lo infinito, ya que hemos visto que si empezamos con cualquier
realidad parcial ella nos refiere en última instancia más allá de ella, hasta todo el sistema.
Lo finito como un todo es de esta manera uno con lo infinito; y lo infinito encuentra su
Una vez más podemos reconocer una distinción kantiana que se ha transformado.
La razón para Kant era la facultad que trataba de pensar el todo, a diferencia del
entendimiento, que operaba en el contexto inmediato; pero Hegel ha enriquecido in
mensamente esta distinción con su propia teoría.
Geist,
única expresión en el todo ordenado de lo finito.
Ya que la realidad es un círculo, que sólo puede presentarse a sí misma en su verda
dera forma como resultado de un proceso de desarrollo, cuyo proceso es en sí mismo
visto como postulado por lo que resulta de él, podemos solamente presentar la verdad
acerca del absoluto en un sistema. La ciencia misma debe ser un círculo que refleje y dé
cuenta adecuada de los niveles relacionados del ser, los que son esenciales al todo.
Como Hegel lo establece, <<es solamente como ciencia o como sistema que el conoci
miento es actual
y puede ser expuesto>>
23).24
Tratar de ex-presar esta filosofía en un sólo principio o proposición va inherente
mente en contra de su naturaleza. Pues la naturaleza de la realidad, en tanto fundada
(¡,virklich)
(PhG,
en la contradicción, se asegura de que la negación de esta proposición sea también
verdadera: el
está esencialmente encamado, y también se opone a esta encama
ción. La realidad externa en tanto externa está en partes mutuamente independientes;
pero esta independencia también contradice su naturaleza, de manera que es inheren
temente perecedera. Y así por el estilo. Solamente podemos acercamos a la verdad
viendo cómo las dos, la afirmación y la negación, encajan juntas y son necesarias la
una para la otra. La ciencia solamente puede ser un sistema.
Al tipo de pensamiento que subyace a esta forma de ciencia lo llama Hegel «razón>>
éste es el pensamiento que sigue a la realidad en sus contradicciones y que
puede ver, por tanto, cómo cada nivel se vuelve el siguiente. La razón en este sentido
contrasta con el entendimiento
en lo que es el hábito, común a la mayoría,
de atenerse rápido al principio de identidad. La famosa línea de Butler, la que G.E.
Moore inscribió al principio del
«Todo es lo que es y no otra cosa>> , es
la quintaesencia del
Es obvio que el
no puede realmente llegar a
aceptar la filosofía como Hegel la ve, como filosofía «especulativa>>, sino que ve la
verdad como incomprensible y sin sentido. Hegel habla constantemente de la rigidez
establecida del
Ésta es una etapa inevitable del pensamiento, en la que logra
darse a sí mismo claridad y rigor contra la vaga fluidez de la «representación>>
Geist
(Vemunft);
(Verstand),
Verstand.
Principia Ethica,
Verstand
Verstand.
llung), pero tiene que ir más allá hacia una nueva fluidez.
24. Walter Kaufrnan, traducción,
1 00
36.
(Vorste
8
Podemos ver ahora cómo este sistema de pensamiento ofrecía la esperanza de su
perar las oposiciones mencionadas en la primera sección, sin pagar el precio que los
románticos querían pagar abandonando la racionalidad libre. La noción de Hegel del
Absoluto sí da sentido a su tesis de la <<identidad de identidad y diferencia». Y esto le
permite conseguirlo de las dos maneras, por así decirlo; mantener los dos términos de
la oposición en su fuerza completa y verlos además como uno, verlos llegando a la
unidad a partir de la oposición.
Las mayores oposiciones que bosquejamos en la primera sección eran las que se
dan entre el hombre y la naturaleza, en las que el hombre se dividía entre sujeto cog
noscente y agente, entre individuo y comunidad y entre espíritu finito e infinito. Esta
última oposición también se refleja en la relación del hombre con el destino.
La brecha epistemológica entre el hombre y la naturaleza se expresa en su forma
más conocida con la distinción kantiana entre fenómenos y «cosas en sí mismas>>. Las
últimas eran para siempre y por principio incognoscibles. Hegel dirige una poderosa
polémica contra la «cosa en sí misma>> kantiana. Y el argumento final es éste: ¿cómo
puede haber alguna cosa más allá del conocimiento, algo que esté más allá de la mente
si el
o del
es en última instancia idéntico con toda la realidad?
De manera más específica, la oposición se supera en el hecho de que nuestro cono
cimiento del mundo se vuelve en última instancia auto-conocimiento del
Llega
mos a descubrir que el mundo que supuestamente está más allá del pensamiento real
mente se postula por el pensamiento, que es una manifestación de la necesidad racio
nal. Y al mismo tiempo el pensamiento que supuestamente estaba en contra del mundo,
o sea, nuestro pensamiento como sujetos finitos, vuelve a ser el del cosmos mismo, o el
del sujeto cósmico, el de Dios, cuyo vehículo somos nosotros. En la visión superior de
la filosofía especulativa, el mundo pierde su alteridad respecto al pensamiento, la sub
jetividad va más allá de la finitud, y de esta manera las dos se encuentran. Superamos
el dualismo entre el sujeto y el mundo, entre el hombre cognoscente y la naturaleza, al
ver al mundo como la expresión necesaria del pensamiento, o de la necesidad racional,
Y viéndonos a nosotros mismos como los vehículos necesarios de este pensamiento,
como el punto en donde éste se vuelve consciente. (Y debe volverse consciente, ya que
el orden de cosas racionalmente necesario incluye la necesidad de que este orden ra
cionalmente necesario aparezca ante sí mismo.)
Esto significa que llegamos a vemos a nosotros mismos no sólo como sujetos fini
Geist,
Geist
Geist.
tos, con nuestros propios pensamientos, por así decirlo, sino como vehículos de un
pensamiento que es más que sólo nuestro, que es en cierto sentido el pensamiento del
universo como un todo, o en términos de Hegel, de Dios.
La respuesta de Hegel a la doctrina kantiana del
es, por tanto, derribar
la barrera entre el hombre y el mundo a partir del conocimiento de los sujetos finitos
Ding-an-sich
que culmina en el auto-conocimiento del sujeto infinito. Pero no rompe la barrera con
un abandono romántico, en el cual el sujeto y el objeto han de coincidir en algún modo
de intuición inefable de la unidad.
101
Más bien, Hegel resuelve el problema de unir el espíritu finito con el infinito sin
perder la libertad, mediante su noción de la razón. Como vimos al final del capítulo I,
ninguno de los románticos contemporáneos de Hegel resolvió este dilema. Ellos, o se
sujetaron a la visión de un sujeto creativo ilimitadamente libre, pero al costo del exilio en
un mundo olvidado por Dios; o bien, buscaron la unidad con lo divino más allá de la
razón, pero al costo de abandonar su autonomía a un orden mayor, más allá de su com
prensión. Para Hegel también el sujeto finito debe formar parte de un orden mayor: Pero
dado que éste es un orden desplegado por una necesidad racional incondicional, no es en
ningún punto extraño a nosotros mismos como sujetos racionales. Nada en ello debe
aceptarse sólo como un hecho <<positivo» bruto. El agente racional no pierde nada de su
libertad al llegar a aceptar su vocación como vehículo de la necesidad cósmica.
Tampoco esta unión con el espíritu cósmico nos acomoda solamente como sujetos
de pensamiento racional, a expensas de nuestra naturaleza inferior, empírica y desean
te; ya que también ésta forma parte del orden necesario de las cosas. El sujeto infinito
es tal que, para ser, debe tener una encarnación externa; y quien dice encarnación
externa dice encarnación en el espacio y en el tiempo, una encarnación que está en
alguna parte y en algún tiempo, en un ser viviente particular, con todo lo que esto
implica. El sujeto infinito puede existir solamente a través de uno finito.
De esta manera, nada de nosotros tiene que ser abandonado al asumir nuestro
papel completo como vehículos del
Ya que el orden del cual formamos parte es
utilizado por un espíritu cuya naturaleza es la necesidad racional no adulterada, y ya
que este espíritu necesariamente nos postula como sujetos finitos, podemos identifi
carnos con él sin conflicto. Con esta visión de razón absoluta, no cimentada en lo
meramente dado, cree Hegel haber resuelto el dilema de la generación romántica.
Dos características esenciales relacionadas de la solución hegeliana se siguen de
esto. La primera es la de que la unidad de hombre y mundo, del sujeto finito y del
infinito, no revoca la diferencia. No solamente la unidad es ganada con esfuerzo a
partir de la diferencia, cuando el hombre lucha por elevarse al nivel desde donde la
unidad puede comprenderse, sino que la última unidad retiene la diferencia en ella.
Permanecemos sujetos finitos en contra del mundo y de Dios, hombres con todas las
particularidades de nuestro tiempo, lugar y circunstancias, incluso llegando a ver esta
existencia particular como parte de un plan mayor, llegando a ser vehículos de una
autoconciencia mayor, la del
El regreso del espúitu a la unidad necesariamente
incorpora dualidad.
En segundo lugar, el Absoluto debe entenderse en conceptos
como Hegel
insiste en el Prefacio a
( 1 3 , y no en sentimiento o intuición
wul
El hombre no puede abandonar el entendimiento --el «poder aterrador>>
29)- por el que los hombres analizan su mundo, se dividen de la naturale
za, y preparan las distinciones entre las cosas. Éste es en cierto sentido como el poder de
la muerte, que aparta las cosas de la corriente de la vida. Pero no podemos superarlo
huyendo de él, solamente podemos presionar este poder de pensamiento claro hasta el
límite, en donde la división se supera por el pensamiento dialéctico de la razón. El gran
poder del entendimiento es «mantenerse en lo que está muerto>> (das
La vida del espíritu es una que «Soporta y se preserva a sí misma más allá de la muerte>>.
Se encuentra a sí misma solamente en la «auto-división absoluta>>
29-30).25 Una «Sin poder>>
no puede hacer esto, y de esta manera no
Geist.
Geist.
PhG
)
Macht, PhG,
(Begriffen ),
(Gefühl Amchawmg).
(ungeheure
Tate festzuhalten).
(kraftlose Schonheit)
25.
1 02
Walter Kaufmann, traducción, 50.
(absolute Zenissenheit,
puede llegar a una visión auténtica de la unidad, ya que no puede nunca incorporar <<la
seriedad , el dolor, la paciencia y el trabajo de lo negativo>> (20).
Hegel no abandonará las distinciones claras del pensamiento. Pero afirma cumplir
su cometido mediante su nuevo concepto de razón. Éste se funda en la tesis ontológica
de que las oposiciones mismas proceden de la identidad y regresan a ella, de tal m�e
ra que el pensamiento, que es también quien marca la más clara distinción, es también
el que une. La oposición misma, forzada hasta el límite, continúa hasta la identidad. El
hombre se separa de la naturaleza con el propósito de realizar su vocación como ser
racional. Pero es sólo esta vocación completamente realizada, sólo el completo desa
rrollo de la racionalidad lo que lo muestra a sí mismo como el vehículo del
reconciliando así la oposición.
Geist,
Esta idea d.: dualidad que se supera sin ser abolida encuentra expresión en dos
términos hegelianos clave. El primero es
Éste es el término de Hegel para
la transición dialéctica, en la que una etapa inferior es tanto anulada como preservada
en una superior. La palabra alemana
puede de hecho soportar cualquiera de
estos significados. Hegel los combinó para construir su término de arte.
En segundo lugar, ya que la unidad no sólo revoca la distinción, Hegel frecuente
mente habla de la resolución como «reconciliación>>
esta palabra impli
ca que los dos términos permanecen, pero que su oposición es superada.
El término «reconciliación>> entra frecuentemente a escena, en conexión con la opo
sición entre el hombre y Dios, entre el espíritu finito y el infinito, como se puede ima
ginar. En cuanto concierne a la oposición teórica, su resolución ya está implícita en la
discusión anterior de la dualidad hombre-mundo, ya que esta última fue superada al
mostrar nosotros la última identidad del auto-conocimiento de Dios con el conoci
miento del hombre acerca del universo. Esto es en última instancia arte, religión y
filosofía, lo que Hegel llama « espíritu absoluto>>, y lo que nos da el auto-conocimiento
del
La idea de Dios como necesariamente oculto e incognoscible, es de esta ma
nera superada, aunque como la idea del
pertenece a una etapa necesaria
del desarrollo humano.
Pero, ¿qué hay de las oposiciones prácticas entre el hombre como agente y la natu
raleza, entre el hombre y el Estado, entre el hombre y su destino?
El hombre tenía que tornarse contra la naturaleza, de la suya y de la externa, para
poder frenar el instinto en sí mismo, y para poder tratar a las cosas que le rodean como
instrumentos inclinados a su albedrío. Tenía que romper con una unidad y comunión
temprana con la naturaleza.26 Tenía que «desacralizar>>
el mundo. Éste era
un paso esencial hacia la libertad.
Pero aquí también la oposición, empujada a su límite, lleva a la reconciliación. El
agente moral que aspira a actuar en los dictados de la pura razón práctica indepen
diente de la inclinación, es finalmente forzado por la razón misma hacia una concep
ción de sí mismo como vehículo del
y de esta manera hacia una reconciliación
con la naturaleza de las cosas comprendida especulativamente, lo que también es una
e�presión del
Esta reconciliación no significa un retorno a la unidad original,
smo que preserva la libertad racional.
Aufhebung.
aufheben
(Versohnung);
Geist.
Ding-an-sich,
(entgattern)
Geist
Geist.
26 . Había d� hecho más que una ruptura en la visión hegeliana de la historia, ya que el período
.
de «urudad
ongmaln por excelencia, el que era objeto de la mayor nostalgia a finales del sio-lo xvm
-la Grecia clásica-, era en la visión de Hegel el producto de la formación del hombre de �í mismo
Y de la naturaleza, que culminaba en la creación de un arte centrado en la forma humana. Estaba
precedido por etapas más primitivas, y era ya un logro.
1 03
Al mismo tiempo, el hombre, al actuar en la naturaleza externa para servir a s�s
propósitos, al trabajar, ayuda a transformarla y a sí �smo, Y. a traer los d?s lados hacia
la eventual reconciliación. Esta idea de la importancia crucial del trabaJo, que es cen
tral en la temia de Marx, se origina con Hegel. Él trata de ello específicamente, p. ej., en
la discusión del amo y el escla-;o en la segunda parte de PhG. Pero hay una diferencia
importante entre las dos visiones. Resulta claro �ara los �os esc�tores que el h�mbre
se forma a sí mismo, que llega a realizar su propia esencia en el mtento de dommar Y
transformar la naturaleza. Pero la mayor diferencia consiste en que para Marx los
actuales cambios causados en la naturaleza y el consiguiente medio ambiente hecho
por el hombre son de significación mayor, mientras que para Hegel el papel del rr:aba�o
y sus productos se da principalmente en orden a crear y a sustentar una conciencia
�versal en el hombre. Esto, por supuesto, refleja el hecho de que para Marx la revolu
ción industrial fue el mayor logro de la historia humana, mientras que el pensamiento
de Hegel todavía está oc�pado con el que fue un mundo pre-industrial. Pero eso t�
bién refleja, por supuesto, la mayor diferencia (relativa) entre lo que cada escntor
consideraba como la esencia humana.
En cuanto a la oposición entre el hombre y el Estado, podemos ya ver cómo ésta se
superará en el sistema de Hegel. El Estado juega un P�?el impor:t�te en tanto e�car
nación de lo universal en la vida humana. En la formacwn del mdividuo como vehículo
de la razón universal, el Estado tiene un papel indispensable. Al pertenecer a él, el
individuo ya está viviendo más allá de sí mismo en una vida mayor; y en tanto el E�tado
llega a su <<verdad>> como expresión de razón universal en forma de ley, encamma al
individuo hacia su última vocación.
De esta manera, en sus formas más primitivas, el Estado puede ser, y es, en oposición con
el hombre, quien aspira a ser un individuo autoconsciente libre. Pero esta oposic_ión. está
destinada a superarse, ya que el individuo libre debe finalmente llegar a verse a SI ffilsmo
como el vehículo de la razón universal; cuando el Estado llega a su completo desarrollo en
tanto encamación de esta razón, entonces los dos se reconcilian. Efectivamente, el individuo
libre no puede realizarse a sí mismo como libre fuera del Estado. De ahí se sigue el principio
de Hegel de que no puede haber vida espiritual desencarnada, que no pu�: a�ep� una
definición de la libertad como la de los estoicos, los cuales la ven como condicwn mtenor del
hombre y como no afectable por su destino externo. Una libertad puramente interior es
solamente un deseo, una sombra. Es una etapa importante en el desarrollo humano haber
llegado a tener este deseo, esta idea, pero ello no debe confundirs� con la cosa auténtica. La
libertad sólo es real (wirklich) cuando se expresa en una forma de VIda; y ya que el hombre no
puede vivir por sí mismo, ésta debe ser una forma colectiva de vida; pero el. Estado � el
modo colectivo de vida que se respalda con el poder completo de la comumdad; Y asi la
libertad debe encarnarse en el Estado.
La última oposición práctica es la que se da entre la vida finita Y la infinita, Y surge
forzosamente por una consideración del destino. Podemos dotar a la vida humana con
tanto significado como deseemos, al considerar al hombre, al animal racional, como el
vehículo de la razón universal. Esto por lo que respecta al hombre en la completa
extensión de sus poderes. Pero, ¿qué hay de lo absurdo de lo que sólo sucede, incluyen
do el mayor absurdo de todos, la muerte? ¿Cómo incorporamos ésta en un todo signi
.
ficativo? O puesto de otra manera, ¿cómo justificamos los modos de Dios (estando en
él la responsabilidad del destino) para con el hom?re?
.
,
. .
Hegel está listo para considerar esto también. El habla de su filosofía de la histona
como una «teodicea>>, y podemos ver por qué. Al destino del hombre se le puede dar un
1 04
lugar en la madeja de la necesidad, de la misma manera que a sus logros.27 La muerte
misma, la muerte de hombres particulares, es necesaria en el esquema de las cosas, así
co�o lo es la muerte de cualquier animal y la desaparición definitiva de cualquier
realidad externa; ya que en tanto externas, todas estas cosas están en contradicción
consigo mismas y deben desaparecer.
Pero más que de la muerte de los hombres, Hegel en su filosofía de la historia
da
cuenta de la muerte de las civilizaciones. Lo que parece sin sentido v en última instan
c�a i_nju�tifica o, la destrucción y decadencia de algunas de las prlmeras y mejores
.
civilizaciOnes,- se muestra como una etapa necesaria en el camino a la realización del
Geist en el Estado de derecho y en la razón. O sea, no solamente la muerte misma s:ino
l� p�ct:Jar incidencia del destino en la historia, se muestran como parte del' plan
sigrnficat�v�, con el que el hombre como razón puede reconciliarse completamente.
.
Uno difícilmente se convence de la teodicea de Hegel. Efectivamente es difícil
ver
cómo el hombre puede reconciliarse con el destino, cómo puede fracasar al verlo
como
«negación>>. Incluso si aceptamos el plan general de la historia, y nos reconci
liamos
con la muerte de la civilización, ¿cómo entender como si!mificativa la muerte de tantos
individuos de la historia, de niños, p. ej. ? Uno no tiene q�e alcanzar las alturas de
Ivan
Karamazov y hacer que pese más la historia mundial que las lágrimas de un niño
inocente, para sentir que Hegel no ha reconocido la dificultad.
Pero en la visi�n de _Hegel tales objetos del destino individual están bajo
el movi
.
m�ento �e la necesidad; estas recaen en el dom:inio de esa contingencia intersticial
cuya
eXIstencia es necesmia, como hemos visto. Podemos reconciliamos con esto
al i �al
que con la historia mundial, si nos identificamos con lo que esencialment
� so�os
razón universal. Si realmente llegamos a vernos a nosotros mismos como vehículo
s d�
la razón universal, �ntonces !a m erte ya no es un «OtrO>>, ya que es parte del
plan.
�
Estam?s en ese sentido ya mas alla de la muerte; ésta ya no es un límite. Se incorpo
ra
en la VIda de la razón, que continúa más allá de ella.
Esto, por supuesto, es para Hegel el verdadero significado de lo que se ex-presa,
en
�l modo de la «representación>> (Vorstellung), en la doctrina tradicional de la
:inmorta
lidad del alma. Aunque Hegel frecuentemente dice que esta doctrina es una
de las
marcas ·de la religión verdadera, y que podría solamente surgir en una etapa
superior
.
.
de desarrollo relig¡oso humano, realmente no cree en la supendvencia indi\ddu
al des
pués de la muerte; si lo que sobrevive se piensa como desencarnado, entonce
s esto
sería una imposibilidad en cualquier caso desde el principio de Hegel. Pero la
idea de la
eternidad de la personalidad expresa una profunda verdad, no obstante; no
sólo es la
b�al idea de que aun ue yo muera la \dda racional continúa, sino la idea especul
�
ativa
mas profu_n�a de que mcluso la muerte es parte de la encamación necesaria
postulada
.
por la subjetlVldad; que la muerte no es negación externa de la subjetividad,
sino parte
de lo que se postula como subjethddad por el Geist, para poder ser.
�
�
.
27. La «teodi �ea, madu:a de Hegel, se desarrolla a partir de la concepción del destino que expu
so en el manuscnto de la decada de 1 790, llamado «El espíritu del cristianismo» el cual discutimos
en el capítulo anterior. Pero ahora abarca mucho más. El destino con el que los hombres se reconci
lian consigo mismos ahora incorpora división al igual que unidad.
28. Hegel habla en �us con erencias de la filosofía de la historia acerca de la melancolía y la pena
que no po em�s remediar sentir cuando miramos las ruinas de las civilizaciones antiguas, y reflexio
n� : «da.E die reichste Gestaltung, das schonste Leben in der Gerschichte den Untergang finden, da.E
wrr da unter Trummern des Vortrefflichen wandelnn (VG, 34-35).
�
�
105
9
He dado aquí solamente un boceto muy breve de la manera en que Hegel cree haber
resuelto los dualismos que surgieron con la más profunda importancia en su tiempo, y
los que proveían la motivación más poderosa de su propio esfuerzo filosófico; de cómo
en poco tiempo él pensaba resolver la aspiración de la época uniendo la mayor autono
mía racional con la más completa unidad expresiva con la naturaleza. La discusión de
estas soluciones al detalle provee algunos de los más ricos pasajes en la obra de Hegel.
En la siguiente parte, me gustaría examinar algunos de ellos.
Hasta ahora sólo he estado tratando de presentar las líneas generales del sistema
de Hegel. Pero se sigue de su propia naturaleza, como aquí se presentó, que un siste
ma que afirma reconciliar las mayores oposiciones por la razón misma, no puede
sólo presentarse, sino que tiene que demostrarse. Más bien, podríamos decir que su
única presentación adecuada es la de una demostración.
¿Qué podemos considerar como demostración? Una demostración debe ser capaz
de llevarnos desde nuestra comprensión ordinaria de las cosas y mostrar que es insos
tenible, que debe dejar el camino a la visión de Hegel de las cosas. Comenzará, por
tanto, en el final, desconectándose de lo que vemos como el mundo, y forzándonos a
movemos a la visión de un sistema necesario cuya cúspide es el Geist.
Una trayectoria obvia para una demostración empezará entonces desde la jerar
quía del ser que observamos y mostramos conectada sistemáticamente en la forma
bosquejada anteriormente. Mostraremos cómo esta jerarquía de seres es la encarna
ción y la manifestación de una fórmula de necesidad racional en la que cada nivel tiene
su lugar necesario. Empezaremos con el nivel inferior y el más externo, la materia
extendida en el tiempo y el espacio; dejaremos al descubierto sus conceptos subyacen
tes y sus relaciones necesarias con los niveles superiores. De esta ma.J.1era pasaremos
por las diferentes etapas del ser inanimado, mediante los diferentes niveles de vida
hasta el espíritu, que sucesivamente mostrarán un desarrollo en la historia humana.
Ésta es la demostración que ocupa la filosofía de la naturaleza y la filosofía del
espíritu: la que así se establece en las últimas dos secciones de la Enciclopedia, y en los
diferentes trabajos que expanden partes de ésta, tales como la Filosofía del Derecho, las
filosofías de la historia y de la religión, la historia de la filosofía, la estética, etc.
Pero podemos pensar en otra demostración que es en cierto sentido anterior a ésta.
La cadena completa del ser que repasamos en la demostración anterior es una mani
festación de una cadena de necesidad racional, la fórmula de lo que se expresa en la
Idea, como hemos dicho. ¿Por qué no obtenemos entonces esto más directamente
mediante un estudio no de las varias clases de realidad como en la anterior demostra
ción, sino simplemente de las categorías con las que pensamos el mundo? Al examinar
cada una de éstas encontraremos que por sí mismas son contradictorias, que nos refie
ren más allá de sí mismas, y que en última instancia la única categoría que puede
mantenerse a sí misma será la de la Idea. Podemos entonces concebir una demostra
ción que empieza con la categoría más pobre y vacía, con el «ser», el cual, al mostrar su
contradicción interna, pasa a las otras categorías que sucesivamente muestran ser con
tradictorias, moviéndose siempre hacia niveles de complejidad cada vez superiores,
hasta que llegamos a la Idea. Ésta es la demostración que encontramos en la Lógica, y
por lo tanto, en la primera parte de la Enciclopedia.
¿Hay espacio para otra demostración? En cierto sentido no, o sea, no en el mismo
nivel, ya que las dos previas forman un círculo perfecto. La lógica desarrolla nuestro
106
entendimiento de las cateaorías hasta que llegamos a la
Idea, la que nos muestra que
estas categorías están nec:san
·am
e
n
t
e
enc
arn
a
d
as
en
la
real
1·dad ,externa; entonces pasamos a examinar esta realidad ext
.
,
ema
,
pnm
ero
en
su
form
demos a la escala de la ofía de 1a atural a, y 1ueg a mas «externa», y aseeno a la del espíritu. En la culmi
��
nación de esto alcanzafilos
mos la visió �el es�m
abs
olu
t�, de la vida de Dios como el
t;-r
perfecto auto-�onocimien
to
del
tod
p
�
.
ro,
cqu
e
con
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ce
Dw
Obviamente la cadena de necesi"dad racIonal que esta? en s al conocerse a sí mismo?
la Lóg¡ca
· y 1a que eu1m·ma en
,
1a Idea. De esta .manera hemos llea"'ado al erre
ul
o
com
p
1
eto
.
pero cualqmera que sea el valor de este razonaffile.
nto, el hecho es que Hegel sí nos
dio una tercera demostració
e�contramos �n la Fenom
enología. Podemos pensar en ella como una clase nd'elapqroue1ego
una mtr0duccwn
. ema principal.
· , al Sist
Hegel escribió el trabajo en 1806_ 1807,menoso' cua
nto
s
ano
s antes de que publicara la
forma definitiva de su sistema· uno pue�e preg
unt
arse
ento
nces papel le daba
retrospectivam
'
' y esto arti·cularm
. arente
que, .el título " Eenomequé
1ogía» reaparece para design
una secciónP de la fil osoenfíatedpor
e1 espmtu, y esta secciónno
sí abarca algo del
terreno cubierto en la primera obra.
o la respuesta a esto mente uede s r especulatiV.
. ordinario
. Per
(en el sentido
lige
ramente pevorativo' y nosola
PIIano
. ) ;.1enemos de heca ho
en
el
hea
"'e
�n p¡z G e1 ma, s poderoso y emociOnante de los traba·os de Heael. u pnn. . .
Cip
lo
con
�
sist
:;
desde las formas del ser
pezar no
o desde laJ t n s, smo_ desde las formasedeenlaem
Es en ese sentido la de�ostr
con
cia.
n ��=c;�pfe a meJor �a �e las principales mecien
Hegel, que es llevamos desdeació
tas
de
de estam �asta una VlSI-On del �istema.
La idea es entonces comenzdon
_
con la noc��n mas elemental y mas pobre de lo que es
la conciencia, para mostrar uearésta
de sostenerse, es decir, que se rompe con la
contradicción interna y qu� deb n�erpueante
muestra contradictori� y así nos r:f��mos a ma_os,trahassuperior; ésta,. sucesivamente, se
sión de la conciencia c�mo el G t t cogno cente ta llegar a la verdadera ComprenHegel en la Introducción a P�z� :�t� vez ma� s daroo el conocimiento absoluto.
nos por argumentos desde donde nosotros estamos acerca de su objetivo de llev
arh
asta
d
o
d
e
'1 esta, , no partici.pane
do en mn. guna considerac
�
.
rna' � �.e�tand? nuestra VlSi_on
_ del exterior, por de
cirio así, sino aceptando puriónamexte
ent
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og¡c
1
a
t
nor
de
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stro propio punto de partí
��
da. La PhG es entonces una clase �e�ltinerano
nue
stra
�
s
concepciones de nosotros
mismos,. o, tal vez de ma
ner
a
má
s
e
xac
t
a,
un
co
n
1cto
de
fl
Hea
"'
e1 por arrancar su propia.
concepcwn del Geist a parti·r de las de sus contempo
ran
'
eos
,
· · ones que habían surgiVISi
do necesariamente en el curso del ·r . . _
ntual
d
I
tienen que dejarse de lado y ser com����:��:��rza � �ombre, pero que ahora
effilca. La PhG es sobre todo
un trabajo de auto-clarifi
ión y esta, lle�a de una podpol
ero
.
lo que le da su extraordincac
con' tundenc1a y fascinación. sa tensión interna, Y es esto
. ien
. te tareaana
Nuestra Sigu
debe ser entonc
, es,la de pasar por estas tres demostraciones
mayores en la filosofía de Heg
el
y sena mas sensato entrar en
.
priorida
d que se mantiene entre ellas, en el orden al revés, ellas en el orden de
.
o sea, en e1 que se han
mencwnado aquí Deb
con la Fenomenol�gía. eríamos empezar, por lo tanto, con el prolegómeno al sistema,
�
_
.
·
·
.
�
.
·
1 07
PARTE Il
FENOMENOLOGÍA
CAPÍTULO IV
LA DIALÉCTICA DE LA CONCIENCIA
1
PhG,
( 1 806-1 807),
La
esClita al final del periodo de Jena
puede considerarse una
introducción al sistema de Hegel, cuya función seria la de llevar al lector desde donde
está, enterrado en los prejuicios de la conciencia ordinaria, hasta el umbral de la verda
dera ciencia. Pero ésta no puede ser toda la historia. La natm·aleza del sistema de
pensamiento de Hegel muestra que toda realidad parcial es dependiente de un absolu
to que a su vez ha generado necesariamente esta realidad parcial. Desde este punto de
vista, no hay realidad, por humilde y fragmentaria que sea, que pueda pensarse fuera
del sistema, y no hay transición entre niveles de realidad cuya explicitación pueda
hors d'oeuvre.
a {011i01i.
·
considerarse como cierta
esto se aplica
a los modos de conciencia, en un sistema donde el absoluto es
espíritu. El espíritu viene a conocerse a sí mismo, y los vehículos de este auto-conocimiento
son los espíritus finitos. El curso del desarrollo del Geist hacia el auto-conocimiento se da a
través de confusiones iniciales, malas concepciones y visiones nuncas de los hombres.
Éstas tampoco pueden quedar fuera del sistema. Más bien esta oscuridad inicial refleja
algo esencial sobre el absoluto, esto es, que debe crecer a través de una lucha hasta el auto
conocimiento. Por tanto, no puede haber fácilmente una introducción a la ciencia del
absoluto que no forme parte de esa ciencia, no puede haber clarificación del fundamento
que no sea construcción parcial del edificio.
Esto nos lleva a ex-plicar por qué ha habido tanto debate e insegmidad sobre el estatus
Y
de la
PhG. Hegel parece haber pensado en ella como conduciendo a la Lógica, y en este
sentido como pieza introductmia. Pero al mismo tiempo él describió la obra en la página
del título como la «primera parie» de un «sistema de la ciencia>> . Esto era para incluir la
Lógica y lo que después se desaiTollaria en las filosofías de la naturaleza y del espíritu,
primeras variaciones de lo que él había trabajado en Jena. Cuando le dio su forma final,
PhG
algunas de las cosas tratadas en
serían retomadas en la filosofía del espíritu; e inevi
tablemente además, dado que una revisión del desarrollo del espüitu no puede evitar·
tratar con formas de conciencia. Y para incrementar la confusión, hay una sección de la
parte de la
dedicada al espíritu subjetivo que es llamada «Fenomenología>> .
Pero esta necesidad nos confunde sólo si pensamos en el sistema hegeliano como
Enciclopedia
uno perfectamente unido a un orden necesario en donde todo ocupa su lugar. Hegel
estimuló esto por su presentación de la Lógica y de las filosofías de la naturaleza y del
espíritu en una gran triada como una Enciclopedia de la ciencia. Es posible de hecho
111
te con su posición
presentarlo como una triada, pero éste no es el único orden consisten
·
·
tulo, �u� uno sea
capi
úl
1
timo
e
en
os
descnbim
lo
como
también,
filosófica. Es posible
.
on�al. Hay
partida
d
unto
el
�
recuperar
y
lugar,
�
cualquier
en
empezar
de
capaz
ndo de
dependie
diferentes modos de establecer las conexiones necesanas del sistema
dónde comienza uno.
La PhG pretende comenzar con nuestra conciencia ordinaria de las cos� (das natu!._
fiches Bevvu[Jtsein), y llevarnos desde ahí a la perspectiva verdadera del Gezst. El trabaJO
es llamado una «fenomenología» porque trata del modo como las cosas aparecen a la
conciencia 0 de las formas de la conciencia. Pero «aparición» aquí no debe ser �on�ta
da con <<realidad >>; lo que es más real, lo absoluto, es esencialmente �uto-apru:;en�Ia. La
fenomenología no es una ciencia de cosas menores, que pudieran deJarse atráS, smo un
modo de acceder al conocimiento absoluto, de hacer lo absoluto «aparente ».
Nuestra conciencia ordinaria nos lleva a ser individuos, sujetos finitos _colocados ante �1
mundo. La perspectiva del Geist, por el otro lado, nos muestra como v��culos de un espi
ritu que está ex:presado en el mundo, por l� que �ste .mund? no es distrnto ?e noso�os.
Pero, ¿cómo podemos inducir a la conciencia ordinan� �-salir de s� perspectiva y lle\ arla
a una más elevada? Afirmar (versiclzem) nuestra posicion no sena bueno, pues no �ay
razón para que el hombre común nos crea. De hecho ningún �e�to qt_te e�tuVIer:
basado en un conocimiento de lo absolutamente negado a la conciencia ?r�ana hana
ningún bien, pues seria ipso {acto inaccesible como argumento a esta con�Iencia.
El tipo de argumento que Hegel propone usar a9-uí �s un ? oc� dif�rente. Es una
forma implícita en su sistema: mostrar cómo la conciencia ordinana cwdadosamen:e
examinada cae en contradicción y busca ir más allá de sí misma �asta m:a forma mas
adecuada. y por supuesto, sólo un argumento de esta forma sena cons�stente con l�
conclusión de Hegel. Si la conciencia ordinaria tiene q�e mostr� el cammo al con��I
miento absoluto desde fuera, tiene que hacerlo dando mformacwn cuya comprensi?n
no habria adquirido por sí mismo, por lo que no formarian parte de lo� modo: o �enes
ascendentes de comprensión que constituyen el conocimiento del Gezst de SI rmsmo;
estalia fuera del absoluto.
Con esta tónica arranca Hegel la introducción a PhG atacando a aquellos que comienzan con una clitica de nu;stra facultad de conocer entendiéndola como una he
rramienta que usamos para llegar a la realidad o como un medio a través �el �ual nos
aparece la realidad. No es sólo que esto convierte el p�oblema del cono�ur�1ento �n
irresoluble, pues ex hipotesi no podemos llegar a la realidad como �s en SI rms�a, sm
ser tocada por nuestra herramienta o sin reflejarse en nuestro medio. Es t�b1en que
esta aproximación asume que el absoluto, que es lo que ha de ser conocido, es algo
distinto de nuestro conocimiento de él, que «lo absoluto se coloca en otro lado y que �1
conocimiento, aunque está en el otro lado, por sí mismo Y_ separado del �?soluto, es SI?
embargo algo real>> (PhG, 65).1 Esto, precisa Hegel, es preJuzgar la cuest10n; algo que el
no tien� de;eo de hacer en este caso dado que quiere llegar a una conclusión diametralmente opuesta a esta suposición común.
.
. .
El método entonces es comenzar en la conciencia ordinana, no Importando nada
de afuera, y hacerle una «clitica inmanente>>, tal como este procedimiento ha llegado a
ser conocido en la tradición hegeliana y marxista. Esto significa que nosotros debemos
se!Wir
"' el movimiento dialéctico en la conciencia.
·
'
1 . La traducción de Kenley Royce Dove en Martin Heidegger, El concepto de experiencia de Hegel,
Nueva York, 1 970, 1 0-.
1 12
�� imp�rt�t.e ace�tuar aquí que Hegel no propone el uso de un «método>> o «aprox
i
macwn>> dialectica.
SI queremos caracterizar su método debemos hablar de él como
«des�ri?tivo>> siguie�do a Kenley Dove.2 Tiene como propósito
simplemente seguir el
moVIrn:ento de s_u obJeto de estudi. O. La tarea del filósofo es «sume
rgir su libertad en [el
cont��do], Y �eJ �s� mover por s_u propia naturaleza,, (48). Si el
argum
mov1m1ento dialectico entonces este puede estar en las cosas misma ento sigue un
s, no sólo en el
modo como razonamos sobre ellas.
Vim�s en el último capítulo que hay un movimiento dialéctico en
ellas estan cargadas de contradicción. Cada realidad parcial es postul las cosas porque
ada por el todo 0
por el abso�uto como una condición necesaria de esta existencia del
absoluto, pues este
abs?�uto s_ol? puede :er encam�ndose en un mundo de cosas extern
espmtus firutos. Y asi, estas realidades parciales, justo porque existenas, físicas, y de
apelan cada una respecto a las otras a la independencia que le otorcra externamente,
"' su estatus como
vehículos postulados del todo.
�ablan:�s de «contradicción>> en este contexto porque le damos sentid
o al lenguaje
de afirmacwn Y negación cuando hablamos de las cosas. Pero podem
os dar un sentido
a este lenguaje porque no vemos las cosas simplemente ahí, sino que
.
las
cidas en orden a encarnar y expresar el Geist. En otras palabras, vemos estable
éste es el último
estatus ont�lógico de la categolia de propósito, y de propósito expres
ivo, que da senti
do a la teona de la contradicción ontológica. Todo el contenido del mundo
está ahí en
orden a encarnar el Geist y para manifestar lo que éste esencialmente
es, espíritu auto
cognoscente, pensamiento auto-pensante, necesidad racional pura.
Pero el medio inelud
, no puede soport ible de expresión de este pensamiento es la realidad externa, y
esta
ar el mensaje íntegro . Necesita distorsionarlo , justo porque est�
.
reali?a
d es externa, sus partes son independientes de las otras, y están
sujetas a la
.
c?ntmge�cm.
Es por esto que la realidad externa no expresa el pensamiento de la nece
Sidad raciOnal a través de alguna concatenación estable de cosas durade
bien a través del proceso en el cual las cosas vienen al ser y se van. Debenras sino más
ir�e, porque
.
ell�s contradicen
la base de su existencia, que es expresar la necesidad racional; pero
a�I cancelan lo que había establecido el espíritu que venía después.
Lo que no puede
.
ex?resarse �n la eXI. stencia
externa es expresado en el movimiento por el cual estos
eXIste�tes VIene? al ser y se van. La «distinción>> que la realidad extern
a impone al
.
.
mensaJe del espmt
u se comge
por su necesaria desaparición. El espíritu nunca viene a
una expresión sin cambio que lo diga todo, pero manifiesta lo que
es en el juecro
"' de
afirmación y negación.
En defi�tiva, p�rque vemos la realidad en la teolia de Hegel como
postulada en
orden a decrr o marufestar algo, podemos decir con certeza de sus inelud
ibles caracte
listicas -tales como la existencia de partes extra partes- que son «distor
.
siones>>, que
.
dicen algo diferen
te de lo que quieren decir y, por tanto, que son «contradictorias>>.
Pero esta comprensión no nos ayuda en una dialéctica ascendente como
�a que nos vamos a embarcar ahora. Acordamos que la conciencia ordinaaquella en
ria no era
.
mstrwda desde fuera, sino que más bien había que empezar con la conciencia ordina
ria Y seguir su propio movimiento. En vez de mostramos cómo todas
las
P�eden ser contradictorias una vez que aceptamos el mundo como encarn realidades
.
aciónlexpre
.
s�o� del Gezst,
tenemos que comenzar puntualizando la contradicción en los existentes
firutos Y movemos desde ahí para mostrar cómo esta contradicción puede
tener senti2 . «El método fenomenológico de Hegel», en Review o(lvletap
lzysics, junio de 1 970, V. xxm, n.0 4.
1 13
do si vemos estas cosas finitas como parte de la encarnación del Geist: Y como �n:�s
en el capítulo ante1ior, una dialéctica ascendente de este _tipo es esencial a la pos1c10n
de Hegel, no sólo porque quiere convencer a la gente, sr_no porque se supone que la
\isión racional del Geist tendrá forma de argumento racwnal. No basta con mostrar
que el Geist requiere existentes finitos; tenemos también que mostrar que es e�o lo que
requiere el Geist . Examinado de cerca, se tiene que mo�_trar su de¡:>e�dencra con el
_
todo. De otro modo, la concepción de Hegel, que es tambren el conoCimiento del Gezst
de él mismo, selia sólo otra visión basada en la fe, o en la plausibilidad sobre todo; Y
esto es inaceptable si el Geist es razón.
Pero , ·cómo podemos descubrir la contradicción en las cosas finitas? Tomados
sólo pm· e os mismos, como la conciencia ordinaria los ve, los objetos materiales o l?s
espíritus finitos están dados. Nosotros sólo \irnos que par� verlos a ellos en contradi�
ción teníamos que mirarlos como postulados. Pero esto es JUSto lo que no se nos permr
te hacer al principio sin distorsionar la cuestión y \iolar nuestro método. Parecemos
atrapados en un círculo vicioso. ¿Cómo comenzar?
.
.
La solución de Hegel seria que sea cual sea la realidad que consrderemos, no 1mporta
cuán circunscrita y aparentemente independiente sea, manifestará la �iculació� ir:ter
na necesaria par-a la contradicción. Esta articulación interna, como VImOS en el tii_rl?
capítulo, es una en donde podemos distinguir lo que le impor1a a la cosa o lo que signifi
ca la cosa por un lado, y lo que efectivamente es, por el otro. U�a vez que suc�de esto
habrá un choque entre la existencia efectiva y la meta o el estandar al que trende, y
entonces la cosa será susceptible de contradicción. Así, la meta que discernimos nosotros
no tiene que ser la de expresar· el Geist en primera instancia. Podemos em�ezar co� �
objetivo más bajo y al mostrar cómo la existencia efectiva no puede cumphr este obJeti
vo, se manifiesta una contradicción.
Así es como Hegel da cuenta de la contradicción dialéctica en PhG. Comenzamos
con algo que está in'trínsecamente car·acterizado por el propósit� de realizar el ob} etivo
que conoce. Después mostramos de esta cosa que no puede efectrvam�nte cumphr este
propósito o alcanzar su objetivo (y el «no puede» aquí es de tma necesrdad conceptual).
Estamos frente a la contradicción.
Ésta puede tomar dos formas. Puede ser que el propósito no esté de hecho realiza
do en la cosa como es; en este caso, la realidad existente tendelia necesariamente a ser
transformada hasta que el propósito que busca cancele su movimiento inadec��do. O
_
puede ser que el objetivo ya se hubiera conseguido, y entonces la co��adiccwn
nos
forzalia a cambiar o bien nuestra concepción del objetivo o del proposrto, o nuestra
concepción de la realidad en que se cumple, en orden a dar una re\isión coherente de
este cumplimiento.
.
y nosotros, de hecho, encontramos dialécticas de estas dos clases en Hegel. Sus dia
lécticas históricas son de la primera forma: ciertas formas históricas de vida son suscep
tibles de contradicción interna, ya sea porque ellas están condenadas a frustrar el propó
sito por el cual existen (p. ej., la relación amo-esclavo), o porque �llas están obliga�as a
generar· un conflicto interno entre diferentes condiciones que son Igualmente esencrales
par-a el logro del propósito (como en la polis griega, cuyo destino Hegel discute en el
capítulo VI). Estas formas están destinadas a irse y a ser reemplazadas por otras.
,
Pero Hegel también presenta dialécticas de otro tipo, que podemos llamar <<Ontolo
gicas». Ten;mos un ejemplo en la sección de apertura de PhG y también en la Lógica.
Aquí no estamos tratando con cambio histórico, o al men?s _no primariamente. _Más
bien estamos profundizando nuestra concepción de un obJetivo dado y de la realidad
ll
�
1 14
�on la _que se e�enta. Y es esencial al argumento dialéctico la noción de que el objetivo
}a
e�t� cumphdo. �s porque sabe:nos esto, que sabemos también que cualquier con
_
_
cepcwn -�el pr�posrto
o del ob]etrvo
que se muestra como irrealizable debe ser una
concepcwn falhda; y esto es lo que nos lleva de etapa en etapa en la dialéctica
s� distinc!ón sólo concierne a las bases desde las cuales comienza un ar lillento
. �
dialectrco; �o tiene nada que ver con el tipo de contr-adicciones de las que se ocupa. Por
tanto, sena u:correct? v�rl� como distinción entre dialécticas que lidian con conti-adiccio
nes en_la realidad, y di�ectrcas que lidian con conti-adicciones en nuestras concepciones de
la realidad. En la más rmportante dialéctica ontológica de Hegel, en la Lógica, debemos ver
qu� las concepciones contl-adictorias, cuyo movimiento dialéctico seguimos, realmente se
apliquen. �llas corresponden a realidades contr-adictorias, que como tales muestran su
dependencra de � �odo más amplio que describe categmias más elevadas. En otras pala
bras, las conn:a�cc�ones en nuestras concepciones de la realidad no se super-an resolvién
d?las_ en una vrsron �bre de conti-adicciones, sino más bien viendo que ellas reflejan contr-a
diccwnes en la realidad que son reconciliadas en una síntesis mavor.
De ?:odo similar, la dialéctica de la conciencia en PhG no� conducirá a través de
una cntrca � l�s concepciones �nadecuadas de conocimiento. Pero al mismo tiempo,
.
todas las defirncwnes que exammamos, incluso las más inadecuadas, han sido sosteni
_
das como crertas por los hombres en un tiempo o en otro (incluyendo el presente en el
c�so_ �e algunos hombres). Ellos han delineado así necesariamente la práctica. y esto
s �gru�ca que la perfección del conocimiento, en donde el conocimiento del mundo
vr �ne JUnto al auto-conocimiento, no siempre ha sido realizada. La práctica de conoci
miento no es como la de jugar· a hockey, por así decirlo, no puede divorciarse de nues
_ de ella. El conocimiento es imperfecto ipso {acto si tiene un error sobre
tra concepción
su propia naturaleza. Por lo tanto el conocimiento perfecto sólo puede conseguirse
cuando los hombres alcanzan una concepción adecuada de éJ.3
Así la dialéctica de las teolias del conocimiento está conectada a la dialéctica de las
formas históricas de la conciencia.
Recíprocamente, mientras las dialécticas históricas lidian con la contradicción en
tr·e :i�11as formas históricas y los propósitos básicos que subyacen a ellas, esto también
esta hgado con una contradicción en las ideas de los hombres. De hecho, el modo como
los hombres conciben los propósitos básicos de la humanidad es esencial a la caracte
rización de cualquier forma histórica dada y a su inadecuación. Que los hombres al
principio de la historia fueran incapaces de realizar· su potencial está ligado a su inca
pacidad para concebir las metas del hombre (y del Geist) adecuadame;te.
Y es porque es inadecuada la concepción de los propósitos básicos de los hombres
qu� se da con una f�rma de vida histórica dada, que los hombres en esta etapa están
obligados a combatrr esos propósitos. Esta concepción inadecuada es no obstante.
e�encial a la conti·adicción; pues la contradicción no \iene del hecho de ue los propó�
srtos de los hombres estmieran torcidos, sino de que los hombres los frustraron al
tratar de cumplirlos. La contradicción en cualquier sociedad histórica o civilización
puede decirse que consiste en esto, que los propósitos básicos de los hombres, concebí-
�
�
3. Esto no �ignifica que no haya algunas
fom1a
s históiicas de conocimiento que estén con
mell!e c�actenzadas como la certeza sensib
·ecta
le, la percepción, etc . Pero la propiedad básica
de
estas
concepci_ones ten;pr�nas e inadecuadas
es q:Ie caen en el error acerca de sí misma
s . Es este choque
entre su Idea de SI mismas y su realid
_ ad efectiv
a lo que es el motor de la dialéctica. Pero en
tanto caen
en el error, s?n distor� iones del conoc
imiento que no pueden ser tomadas por adecu
adas ni por su
propi_ a auto-Imagen m por la concepción
de conocimiento perfecto .
1 15
dos en los términos de esta sociedad, están condenados a frustrarse a sí mismos. Así el
juego de concepciones cambiantes es tan esencial a la dialéctica histórica como el
cambio de la realidad histórica y, de hecho, la una está ligada a la otra.
Podemos ver ahora cuán cerca están relacionadas las dos clases de dialéctica en la
obra de Hegel. Cada una figura en la explicación de la otra. La filosofía de la historia de
Hegel nos refiere a su ontología, y su ontología requiere desarrollo histórico.
He hablado arriba del movimiento dialéctico como generado por un choque entre
un propósito u objetivo y su intento de realización. Pero como podemos ver en lo
anterior, lo comprenderíamos mejor como una relación que envuelve no sólo dos tér
:iempre trabajan con tres términos, el verdadero propósito u objetivo, una concepción
madecuada de ellos, y la realidad en donde se confrontan y separan.
�
Po e�os ver así cómo una dialéctica hegeliana puede aceptarse sin tener que acep
tar la V:Isron entera de Hegel. Sólo necesitamos encontrar un punto de partida en donde
alguna realidad finita sea vista como la (pretendida) realización de una meta o el cum
plimiento de un objetivo. No es necesario que esta meta u objetivo que identificamos
desde el principio sea el del espíritu retomando a sí mismo. Es suficiente con que el
propósito histórico vaya más allá de la comprensión subjetiva de los hombres respecto
minos sino tres: el propósito básico objetivo, la realidad inadecuada, y una concepción
equivocada y auto-frustrante de la última, o que nosotros tenemos un estándar que
las dialécticas históricas. Hay un propósito que se frustra por la concepción inadecua
da de ella, la cual se erige, ineludiblemente, fuera de cierta forma histórica de vida.
Entonces (provistos nuestros argumentos), una dialéctica se pone en marcha, en
inadecuada del propósito que está ligado con esa realidad. Esto es claro en el caso de
Pero las dialécticas ontológicas también envuelven tres términos. Empezamos con
una noción inadecuada del estándar involucrado. Pero también tenemos desde el prin
cipio algunas nociones muy básicas y correctas de cuál es el objetivo o el propósito,
algunas propiedades y criterios que debe afrontar. Son estos criterios de propiedades
los que de hecho nos penniten mostrar que una concepción dada del objetivo es inade
cuada. Mostramos que esta concepción no puede ser realizada de tal modo que afronte
las propiedades críticas, y por tanto esta definición es inaceptable como una definición
del objetivo o del propósito involucrado. Pero mostramos la inadecuación de la fórmu
la equivocada tratando de «realizarla» , es decir, tratando de construir una realidad de
acuerdo con ella. Esto es lo que genera el conflicto con el objetivo. Así, la realidad es
nuestro tercer término.
Podemos ilustrar este punto, y al mismo tiempo mostrar por qué Hegel llama a este
tipo de argumento «dialéctico» , mirando a Platón. El argumento de Platón puede algu
nas veces comprenderse bajo este modelo, es decir, como el descubrimiento de la con
tradicción en las fórmulas que son puestas como definiciones de cierta idea u objetivo,
cuyas fórmulas son entonces dejadas de lado por otras más adecuadas.
Así en La
I, cuando Céfalo establece una definición de justicia basada en decir
República
la verdad y devolver lo que uno debe, Sócrates la refuta con un ejemplo, el de un hombre del
cual guardamos sus rumas, y que nos pide que se las devolvamos en un estado de locura.
Este ejemplo es suficiente para dejar de lado la definición de Céfalo. Esto es porque la
fórmula <<decir la verdad y pagar tus deudas>> es expuesta como una definición de
justicia.
Ahora bien, todavía no sabemos la verdadera definición de justicia en esta etapa del diálogo.
Pero sabemos algunas de sus propiedades críticas. Sabemos, p. ej., que un acto justo es un
acto bueno, uno que debe hacerse. Cuando hemos mostrado entonces un acto que se confor
ma a la fórmula anterior; pero que no debe ser hecho, como manifiestamente uno no debe
devolver sus armas a un hombre loco, se hace insostenible esa definición de justicia. Mante
nerla implicaría una contradicción al decir que el acto fue tanto justo como incorrecto.
Lo que ha hecho Sócrates es mostrar qué implicaría cumplir el objetivo definido en
la fórmula de Céfalo, es decir; que implicaría actuario.
Y él muestra con este ejemplo
que el principio de Céfalo no puede cumplirse de modo compatible con las propieda
des del criterio de justicia. Así no puede ser una definición de justicia.
una definición de
Esta dialéctica entonces engloba tres términos: comienza con
justicia, y
1)
2) ciertas propiedad:S críticas de justicia, y éstas muestran conflicto cuando
tratamos de 3) realizar la definición en una práctica general. Debemos ver un paralelo
con la dialéctica de los argumentos hegelianos, tanto históricos como ontológicos, que
1 16
a sus propias metas, de manera que lo primero pueda mostrarse como una concepción
comparte algunas propiedades críticas con el
Geist realizado.
la cual nuestra primera concepción (o la primera forma histórica) mostrada como
inadecuada es reemplazada por otra. Hegel insiste en que una vez que un argumento
�
dialéctico se pone en marcha no hay juego arbitrario en él, sino que cada etapa es
determinada por la anterior. Dado que la contradicción que afecta a la primera etapa
o concepción tiene una forma determinada, está claro que tiene que haber cambios
para superarla.
Y esto establece la naturaleza de la siguiente etapa. Pero esta segunda
etapa en sí misma puede mostrarse como preñada de una contradicción, pues su
realización no puede combinarse con las propiedades críticas de otro modo, o caería
en contradicción al intentar encarnarlas; o bien frustraría el propósito histórico. y
entonces la dialéctica se mueve a una nueva etapa. Por tanto, seguir un movimiento
dialéctico no es como rechazar un argumento escéptico, afirma Hegel, en donde la
prueba de que una forma está en contradicción nos deja en la nad(l. Cada contradic
ción tiene un determinado resultado; nos lleva a un resultado positivo
(PhG, 68).
Una vez establecido el punto de partida en una realidad que es un objetivo o propó
sito realizado, y garantizando que todos los argumentos funcionan, escalaremos de
etapa en etapa hasta una concepción de la totalidad como
ra exitosamente la contradicción.
Geist que por sí sola incorpo
Pero esta situación no nos hace mucho más optimistas sobre la prospectiva de la
dialéctica ascendente de Hegel. No es suficiente con que
seamos capaces de ver algo
podliamos
como la realización de una meta intrínseca, con que éste sea un modo como
mirar las cosas. Tal punto de partida problemático puede abrir paso por argumento
dialéctico a una visión de las cosas que puede convencemos por su plausibilidad, pero
que no sería un argumento obligatorio, no obligaría a nuestro asentimiento en todo
rigor. Para hacer el trabajo que quiere Hegel, este punto de partida ha de ser innegable.
Y esto parece que es mucho pedir.
Pero Hegel piensa cumplirlo. Veremos más adelante que es justo la dificultad de
sostener esta afirmación lo que mina el sistema completo. Cuando sus argumentos no
t
Y notaremos más adelante una
funcionan es usualmente porque se sustentan en un propósito putativo in rínseco o en
un objetivo que no es establecido de modo irrefutable.
importante distinción a establecerse entre diferentes dialécticas en Hegel que apelan a
la naturaleza del punto de partida.
Pero por lo que concierne a la
PlzG Hegel puede reivindicar, y de hecho lo hace, su
punto de partida, pues estamos lidiando con la conciencia.
Y nuestro punto de partida va
a ser el sujeto que conoce. Pero éste no es como una piedra o un río, sino que es algo que
va a ser definido en términos de propósito realizado, en ténninos de logro -incluso a los
ojos de la conciencia <<natural>>. <<Conocer>>, por así decirlo, es un verbo de logro. Pero
1 17
entonces nuestras burdas concepciones ordimuias de esta conciencia pueden ser los
puntos de partida de una dialéctica. Esto suponiendo que podamos mostrar que el cono
cimiento, tal como se le interpreta, es de hecho irrealizable (por necesidad), y que lo que
cumple sus fórmulas no puede ser llamado conocimiento por su propio criterio. Debe
mos en este caso descubrir una contradicción profunda o una incoherencia en la acción
ordinmia que requiere su conección.
Es así, de hecho, como Hegel presenta las cosas en la introducción de
Para probar la validez de las afirmaciones del conocimiento, necesitamos un criterio
. Pero se violaria el principio de nuestro procedimiento si éste vinie
estándm·
PhG (70-73 ).
(j\!la(Jsrab )
ra de afuera, de alguien que afinnara un mayor conocimiento sobre cómo son las
cosas. Pero esto, argumenta Hegel, no es necesario en este caso. La conciencia cognos
en sí misma nuestro conocimiento del objeto conocido.
cente distingue
(untersclzeidet)
algo y esto significa que sus contenidos no
La conciencia es bi-polar: es conciencia
son inertes, sino que residen en algo afuera. Como sujeto cognoscente mis pensamien
de
de conocimiento.
tos, percepciones, etc., son también
No podemos compm·ar el mundo como yo lo veo, o el mundo como yo afirmo
conocerlo, con el mundo en sí mismo como c1iterio. Pero lo que puede servir como
criterio es la concepción que nos hemos fmmado de lo que es una afirmación exitosa,
es decü� de lo que es conocimiento veridico. Y esto no implica un estándar exterior a la
conciencia. Más bien apela a su propia concepción de la verdad. «Por lo tanto, en lo
afimzaciones
o la verdad, nosotros encon
que la conciencia para sí misma designa como el
tramos el estándar por el cual la conciencia en sí misma se propone medir su conoci
Lo que nosotros comprobamos con esto es lo que es conocimiento
miento,
efectivo. Si podemos mostrar que no puede cumplir su propio estándar, si podemos
mostrar que al tratm· de cumplir su estándar, no podemos sino producir algo incompa
tible con él, entonces hemos descubierto una contradicción que no puede dejar nuestra
An siclz
(PhG, 7 1).4
concepción de conocimiento sin cambios.
Al demostrar que nuestro conocimiento intuitivo no puede cumplir con el estándar
establecido, parece que hemos mostrado la inadecuación de este conocimiento. Pero
de hecho la critica más fundamental es del estándar. Porque si ilustramos que no pue
de cumplirse, entonces tal vez lo tengamos equivocado, o nunca podría ser conocido.
La segunda alternativa es una que no podemos seguir. Nosotros refutamos esta tesis al
formularla. Hav conocimiento, v éste es un logro, es la realización de un estándar. Si el
estándar que �osotros concebÚnos es inealizable, entonces tenemos que concebirlo
otra vez. Así, como dice Hegel, «la prueba no es sólo una prueba del conocimiento, sino
también de su estándm·,
Así es como Hegel ha conseguido aferrarse a un punto de pmtida que pueda ser
(73).
visto como un estándar realizado, y así es capaz de comenzar una dialéctica ascenden
te desde la más natural e insofisticada concepción del sujeto cognoscente, que él llama
«cerieza sensible, . Puede cumplir su promesa al menos en las partes de apertura del
trabajo, al no impmim· ningún conocimiento o comprensión de afuera, sino seguir sólo
el movimiento de la conciencia ordinaria misma. Este movimiento se erigirá desde las
contradicciones en la conciencia ordinmia, las cuales saldrán a la luz en tanto sus
estándares sean confrontados con su ser efectivo.
Pero podemos todavia guiarnos por esta afirmación para hacerle una crítica inma
nente. Los filósofos que escribieron y leyeron la
4. Traducción de K.R. Dove (corregida),
118
20.
PhG están seguramente viendo cosas
que muchos hombres comunes no. Algo los diferencia de la conciencia ordinaria. ¿Qué
sino una comprensión o conocimiento? La respuesta de Hegel es que los filósofos sólo
son distintos del hombre común en tanto mantienen claro lo que de hecho está implí
cito en lo que la conciencia ordinaria reconoce. Ellos no hacen una contribución pro
es sólo mantener y poner
O si se quiere, su contribución (Zutat,
pia (Zutat,
junto lo que la conciencia ordinaria experimenta sin conectar.
Esta dialéctica es vivida y experimentada por la conciencia ordinaria. De hecho, es
La contradicción lleva a la
así como Hegel define el término <<experiencia, en
ruptura de un modo de conciencia y a su reemplazo por otro. Pero lo que se extraña en
esta experiencia ordinaria y que está presente en la revisión filosófica es la conexión,
74)
72).
PhG.
una comprensión de por qué la primera forma irrumpió y cómo viene a ser reemplaza
da por su sucesora. La conciencia ordinaria experimenta cambio; nosotros los filóso
fos lo vemos como un movimiento dialéctico.
Comenzando desde la concepción ordinaria del conocimiento que un sujeto finito no
sofisticado tiene de sí mismo, espera Hegel ascender a través de numerosas etapas hasta
una forma de conciencia que ya no implique contradicción, pero que sea capaz de man
tenerse y reconciliarse consigo misma. Éste será el real o absoluto conocimiento.
El itinerario será la fenomenología del espíritu, en la cual la conciencia luchará
con, y eventualmente superará, un punto de vista desde el cual parece involucrarse con
y consigue verse a sí misma
lo que es ajeno a ella (<<mit Fremdartigem behaftet»,
75),
El camino a través y más allá de esta apariencia
como el auto-conocimiento del
de la existencia aislada y dependiente, es la fenomenología, y sus etapas se nos
presentan con una serie de formas de conciencia
Ya debe quedar claro que este trabajo tiene un enfoque considerable. Pero en reali
(Schein)
Geist.
(Gestalten des Bewu(Jtseins).
dad se estira todavía más que lo que implica la discusión anterior. El propósito de
Hegel no es sólo llevarnos a través de las formas variadas de conciencia cognoscente
en el sentido amplio); él también traza las formas en que se desanolla la
conciencia como sujeto de acción y deseo, el sujeto tal como se ve a sí mismo o a lo que
Y esto es esen
aspira volverse (lo que Hegel llama <<Autoconciencia>>,
cial a su propósito, pues nos lleva de una visión del sujeto como conciencia aislada a
y que tiene mucho
una que lo ve como un vehículo del auto-conocimiento del
más que hacer que sólo alterar nuestra concepción del conocimiento, también nos
lleva a cambiar nuestra visión del yo. Pero algunas de las transiciones cruciales que
acarrea esta transformación no son posibilitadas por contradicciones en nuestro modo
(Bewuf3tsein
Selbstbewuf3tsein).
Geist,
de conocer, sino más bien por las que surgen de las afinnaciones que otros, y nosotros
mismos en tanto agentes, hacemos del mundo.
Así, junto a la dialéctica del conocimiento, ésa de la «conciencia>>, vemos una dialéc
tica del deseo y del cumplimiento, de la <<autoconciencia>>. La raíz de esta última es lo que
un rico concepto que desig
Hegel llama nuestra <<certeza de sí mismo>>
(Selbstgewif3heit),
na a la vez nuestra noción de nosotros mismos y el estado al que aspiramos. Este concep
to puede comprenderse a partir del trasfondo expresivista en el pensamiento de Hegel. El
hombre aspira a una encarnación externa que lo exprese, y ve frustrado este propósito
cuando las realidades de las que depende reflejan algo ajeno a él. La certeza de sí mismo
es la confimrza de que todo aquello de lo que dependo no me es ajeno, que nosotros
en ello. Sólo se puede pensar en ello como la defini
estamos como <<en casa>>
ción de nuestra integridad en el sentido más amplio. Pero dado que somos seres que
vivimos en continua relación con la realidad externa, y dependemos de ella para ser
(aunque sea tan sólo porque necesitamos resp� comer, pararnos en algo), cualquier
(bei sich)
1 19
noción de auto-certeza hace ciertas afirmaciones sobre esta realidad; algunas cosas re
quieren del mundo circundante para poder cumplir con esta auto-certeza. Esto es lo que
los hombres luchan por conseguir.
Pero ·qué pasaría si una noción dada de auto-certeza no sólo es incompleta sino que
no pued� �er debido a la naturaleza de las cosas; si la r��dad circundant� no puede ra�
car esta noción de nosotros mismos? Entonces la accwn respecto a esta Idea es �n algun
sentido contradictoria; frustra lo que pretende cumplir. Nuestra «verdad>> (Wahrhezt), como
llama Hegel a nuestro predicamento, no está hecha para en�jar con nues� ce:reza. Tene
mos entonces una dialéctica en la cual nuestra auto-certeza JUega el rol de entena y nuestra
«verdad» se enlaza en contra. Si son en principio incongruentes, entonces, como en el
conocimiento mencionado antes, el criterio debe cambiar.
El ejemplo más famoso de una dialéctica de este tipo es la del am� y el esclavo, _a
la que iremos más adelante. Habiendo mostrado q�e el hombre necesita el reconoCI
miento de otros para ratificar su auto-certeza (habiend� mostrado la _na�uraleza con
tradictoria de las formas de auto-certeza que no implican reconocimiento), Hegel
muestra cómo el intento de alcanzarla unilateralmente está condenado a f�ar, pues
la lucha victoriosa obtenida por este medio conduce a la muerte o a la esclaVItud, Y en
cualquier caso se frustra la meta del reconocimiento.
La dialéctica conduce a un desarrollo de nuestra noción de identidad. Y esto, en la
Fenomenología, está ligado a la dialéctica del conocimiento. Lo anterior ocupa �a p�
mera sección sobre la «Conciencia» (Bewuj)tsein); lo primero, la de la Autoconciencia
(Selbstbewuj)tsein). Las dos están además combinadas �n �ie:to sentido e� el c_apítulo
V sobre la Razón. Así comenzamos de nuevo con una dialectica de la conciencia, pero
una que está fundada en la certeza de que la razón humru:a s� reconocerá a sí r:usrr:a
en el mundo. Y después de otra dialéctica de la autocon�Iencia, vamos a una SII�.te�Is
más elevada en la noción de individualidad, que en cambiO nos conduce a otra dialec
tica mucho más rica, la del Espíritu.
En PhG esto implica lo que más adelante es llamado <<espíritu objetivo», y tenemos
aquí una no�ión del yo que ya no es la de los individuos aislados, sino más �i�n una concer
niente a la comunidad humana. Esto en cambio:hace posible el paso al espmtu absoluto en
la forma de la religión (capítulo VII), en el cual nosotros preparamos la trans�ci�n _a una
noción de conciencia como la autoconciencia del Geist. En ambos casos, la dialectica no
puede ser vista n;ás como simplemente de conocimie_nto o de c�rte� o de verdad, sino que
integra las dos. Esta es la dialéctica que ·.ternos trabaJar en la histona.
.
La extraordinaria extensión de PhG puede verse en esto, ya que cormenza con una
teoría del conocimiento inmediato y cutmina en una breve filosofía de la historia y del
desarrollo de la reli!lión. Pero lo último está implícito en la meta que se introdujo al
principio, es decir, p:Sar a través :le las diferentes figuras de l_a concien�ia ��ana hasta
arribar a un concepto que se pueda mantener a sí mismo sm c�ntradiccwn. Nos_otro�,
por lo tanto, no objetaríamos si en route descubrimos que esas �guras de la conciencia
humana que lo asumieron como un individuo son radicalm�nte madecuad�, que te��
mos que verlo como el vehiculo de una conciencia más amplia, la de una soci�.dad políti
ca, y finalmente la del Geist, si hemos de descubrir una forma de comprenswn de� Y? y
del 'mundo que no se colapse por su propio peso. Esto porque Hegel afirma que la umc�
visión consistente de la conciencia humana y del conocimiento es la del auto-conoci
miento del Geist. No hay esperanza de un resultado defensivo en tanto que permanece
mos con el hombre solo encarando un mundo que es otra cosa. Pero una vez que vemos
al hombre como el vehículo de un sujeto supra-individual como el Estado, entonces
1 20
al�as de !as transic�ones cruciales serán entre formas de organización estatal, y desde
a.h_í, � s_egurrlas, podríamos atravesarlas hasta el terreno de la filosofía de la historia. En
pnnc�pio esto no debería sorprendemos, dado que hemos visto que en Hegel no hay
_ a la PhG como una propedéutica del cuerpo principal de su filosofía.
esp�c�o para mslar
Lo umco que puede sorprender es el enfoque, que hace de la PhG una versión abreviada
de algunas de las partes principales del sistema de Hegel.
esto no es todo. Hegel extiende su red mucho más de lo que pensamos necesa
. Pero
Muchos lectores han sido atrapados por la tendencia en éste, como en todos los
no.
r:abajos sistemáticos de Hegel, p_or empezar como si pudiera aparecer todo de nuevo al
final con cada nueva sección. Esta es una de las cosas que hace difíciles de seguir
muc�as de las transiciones hegelianas y más cuestionables de lo que necesitan serlo.
Habiendo mostrado la necesidad de pasar a un nuevo modo de dar cuenta de la cues
tión, Hegel no permanece en el nivel de la sofisticación conceptual que ha alcanzado
sino que comienza presentando esta nueva forma de aproximación en su forma má�
primitiva, contentándose con escalar despacio y generar una vez más, en este nuevo
dominio, el lenguaje sofisticado que había alcanzado previamente derecho de uso.
Así concluye Hegel su primera sección, la Conciencia, con un abanico en el cual
muestra que la conciencia se toma necesariamente autoconciencia. En el proceso él ha
desplegado algunos de los lenguajes de su categoría especulativa avanzada, tales como
«infinito», la división de lo idéntico a sí mismo, y otros. Así comienza la sección de la
autoconciencia sin usar nada de su parafernalia avanzada, al principio, por así decirlo,
con un _estudio de la vida y del deseo. La universalidad, que mostró ser una parte
necesana del equipaje de la conciencia, debe mostrarse de nuevo en conexión con la
autoconciencia.
Hege! te_rmina el capítulo sobre la razón con el concepto del individuo que se ha
dado a SI rmsmo la ley, y pasa al espíritu (objetivo), o a la vida del hombre en la comu
nidad política. Podría pensarse que esto justifica nuestras resenras a un nivel muy
avanzado. Pero Hegel escoge comenzar con los griegos. En el capítulo sobre la religió�
comienza mas atrás, con los persas.
�s �e acto -y pueden encontrarse muchos ejemplos en todos los otros trabajos sis
terr:aticos de Hegel- puede parecer que se debe a cierto enciclopedismo compulsivo.
Y Ciertamente hace menos rigurosas las transiciones de Hegel de lo que pretenden.
Pero hay método en estos aparentes vagabundeos. No sería perder de vista el propósito
de estos aparentes ejercicios demostrar desde nuestra conciencia ordinaria, 0 desde
nuestras categorías cotidianas, o desde la existencia de las cosas finitas (dependiendo
del trabajo en cuestión), que nosotros terminamos con la noción hegeliana del Geist
auto-cognoscente por puros argumentos inmanentes, es decir, siguiendo una dialécti
ca sin presuposiciones.
Pero de hecho el punto de partida de tal demostración es una cosa arbitraria. Even
tualmente todo mostrará que emana de lo absoluto, pero al comenzar el argumento
uno sólo ha de tomar algo como dado y proceder desde ahí. Hegel escoge com'; puntos
de partida realidades, categorías o ideas tan distantes de su punto final como sea posi
ble para poder así fortalecer su caso. Pero este juicio de <<distancia» es tanto aproxima
do como intuitivo, al menos antes de que el sistema sea derivado.
En orden a hacer convincentes sus demostraciones, Hegel tiene que cubrir todos
los ámbitos; más que proceder por la vía más corta a la meta, él está inclinado a tratar
de mostrar que desde cualquier punto dado de partida uno puede llegar ahí. Esto es lo
más importante, pues la demostración no sirve sólo al propósito de establecer la no121
ción hegeliana básica, sino también al de demostrar cómo todo es una parte de ello
:
Hav
, así una inclinación hacia la inclusión total en las obras mayores de Hegel. De ahí
las desviaciones a veces sorprendentes hacia alguna idea o fenómeno, y de ahí la tendencia, en cuanto entra en un nuevo dominio, a comenzar desde aba�o.
.
.
La imacren
"' que representa el sistema de Hegel no tiene un solo fluJO, srno mas bien
un sistema de irrigación; comenzando en la fuente ,,iaja al primer afluente, entonces e�
vez de continuar por el flujo principal insiste en explorar un conjunto de arroyos, Y asi
en adelante; hasta que puede mostrar que todas las aguas del vasto sistema fluyen en el
estuario del espíritu absoluto.
,
. .
Pero por supuesto, ningún trabajo puede incluirlo todo. Siempre hay algun pnnci
pio de selección. Y muchos lectores han encontrado la colecci�'m. de tem� ��tad?s en
PhG desconcertantes, incluyendo aquellas teorías del conocimiento y civihza.ci.o?-es
históricas, visiones del hombre de gran importancia formativa �ara nuestra civiliza
Cion como el estoicismo, y alrunos fraudes absurdos contemporaneos como la freno
logí�. Algunos han sugerido �ue el principio de selección es autobio�áfi�o: que estas
etapas representan las teorías, actitudes, aspiraciones o modos de la histona que Hegel
adoptó 0 reflejó y que le sugirieron su visión madura. Hay algo �e esto, por su�uest? .
.
Pero la interpretación autobiográfica puede ser empuJada muy leJOS. No hay ev1de1_1cia
de que Hegel fuera alguna vez un creyente de la frenología. Y por el otro l�do, los neos
estudios sobre el judaísmo y la vida de Cristo están ausentes de la PhG, deJando huellas
sólo en el tema de la conciencia infeliz.
.
.
Una interpretación mucho más plausible sería la de que Hegel estaba influencia�o
por las aspiraciones y creencias de la época. Esto tendría sentido respecto a un trabaJo
designado para llevar a las personas desde do1_1�e esta�an hasta l� perspec�va de la
.
.
ciencia absoluta. Y esto explicaría su preocupacwn por ciertas posiciones romanticas Y
con el asunto de la teoría moral kantiana.
De hecho la PhG es mucho más rica para nosotros yendo sistemáticamente, inclu
so si dejamo� de lado los detalles. Adicionalmente, muchas secciones toe� asun�os
que Hegel retomará después. Lo que quiero hacer es exan�nar. �gunas secciOnes solo
para arrojar luz sobre su posición, y simplemente dar la direccwn gene:al de los ar�
mentos en orden a mostrar el movimiento de la obra completa. En capitulas posteno
res, tendré ocasión de referirme hacia atrás sobre algunas de las secciones que serán
pasadas muy rápido ahora.
,
2
Los arglllllentos de apertura de PhG son una buena ilustración de la críti�a inn:a
.
nente de Hegel. La noción de conciencia co� la cual He��l cormenza su dial�_ cti�a
crítica es una que él llama <<certeza sensible». Esta es una VISion de nuestra conciencia
del mundo se!lÚn la cual es completo y rico cuando simplemente abrimos nueslros
sentidos, por decirlo así, al mundo, recibiendo cualesquiera impr:e�iones a nuestro
.
paso, previas a cualquier actividad de la mente, en particular a la a�tn'ldad conc�ptual.
<<Nosotros tenemos entonces que partir de una postura no mediada o receptiva, es
decir no alterar nada en [esta conciencia] tal como se presenta a sí misma Y tomar las
cosa� libres de conceptualización» (van dem Auffassen das Begreiffen a�zuhalten, PhG,
.
7 9). Ahora bien, según la visión llamada certeza sensible, esta receptiVIdad
pura supo
ne dan1os el conocimiento más rico, tanto como el más verdadero, y ambos por la
1 22
misma razón, que <<no ha dejado nada
fuera sino que tiene el objeto ante sí
en su
plenitud, (loe. cit.).
Esta vis�ó� tiene evidentemente cierta reme
mbranza con el empirismo. No es idén
.
tica � err:pmsmo, dado que no está de
ningún modo especificado. Pero la idea
de la
conCiencia como receptividad primordia
l, previa a cualquier actividad intelectua
l (con
ceptual), es un tema reconociblemente
empirista, como también la visión de un
grado
mayor de certeza unido a las deliberac
iones de esta receptividad más que a los
j �icios
que pudiéramos hacer sobre la base de
ello.
Ahora bien, el mod� de Hegel para enti·a
r al movimiento dialéctico es preguntar
.
al
SUJeto de la certeza sensible que nos diga
qué experimenta. Podemos ver aquí func
ionan
do la misma idea básica que expuso Herd
er; que el humano, en tanto conciencia refle
xi
va, es tam�ién necesmiamente concienci
a lingüística, que tiene que expresarse
en sig
nos. Pero SI vamos a usar una tesis de este
tipo, ¿no estamos violentando nuestro méto
do
e inventando ideas, información y teorí
as desde fuera de la conciencia ordinaria?
Claramente Hegel no piensa eso aquí.
Más bien él trata con la habilidad de decir
como una de las propiedades críticas del
conocimiento. Y es difícil no estar de acue
rdo
con �l, pues cierta conciencia de lo que
es conocido está claramente implícita
en un
sentido relevante aquí. Estamos lidiando,
después de todo, no con un saber hacer alero
o con alg� incons ciente, ? algo de ese tipo,
sino con el conocimiento que tenemos e
.
.
;l�
exp�nenCia despierta. SI sabemos algo
en este sentido, entonces seremos capa
ces de
decir lo que sabemos, incluso si no tenem
os las palabras (adecuadas) para ello inclu
so
si lo decimos balbuceando y mal, y somo
s forzados a usar palabras como «inef�ble».
El
tema es que lo que es conocido suficiente
mente de un objeto de conciencia nos abre
a
l� tarea de tratar de describirlo. Una expe
riencia acerca de la cual nada pueda ser
_ porque
dicho, no solo
�ea �uy difícil ? incluso imposible de describir; estaría deba
jo
del �mbral de la conciencia que considera
mos esencial para el conocimiento (en
el
sentido relevante aquí, es decir, como cono
cimiento de lo actualmente experimenta
do) �e?'dría que haber sido o bien vivid
o de manera inconsciente, o habría sido
:
tan
penfenco que no podríamos recuperarlo
o retenerlo.
Así �1 pedirle al sujet o de la certeza sens
ible que nos dijera lo que sabe, le esta
:
mos pidiendo que produzca un poco de
conocimiento efectivo alcanzado en este
modo de conciencia. Y aquí es donde surg
e la contradicción. La certeza sensible se
supone inconrr:ensurabl�mente rica comp
arada con la conciencia conceptual por
que nada ha Sido selecciOnado, o abstr
aído
, o puesto en una categoría con otros
feno_ menos no presentes ahora. La escen
a completa está ahí en su riqueza v parti
cu
lari�ad. Pero ahora vemos que en orde
n a saber algo tenemos que ser c�pace
s
de
deCir algo sobre ello; y para decir algo sobr
e ello tenemos que centramos en algun
a
dimensión de la realidad ante nosotros.
La gran riqueza de esta forma de conci;
ncia
se mues �ra puramente aparente: en tanto
<<tomamo s» la escena ante nosotros, pode
mos erroneamente creer que estamos toma
ndo una riqueza inextinguible de deta
lles, porque de hecho un número inext
inguible de cosas detalladas pueden decir
se
sobre esta escena. Pero el requerimiento
de decir lo que sabemos muestra que de
lo
que realmente somos c?nscientes es de
una selección de este fondo inextinguible,
pues �l retener cosas baJo algunas descr
ipciones, excluimos (para el presente) el
ser
conscien�es de ellas b�jo �tras descripcio
nes . Al ver a los objetos en mi estudio bajo
.
las descnpcwnes ordrnanas como objet
os de uso (máquina de escribir escritorio
sillas, etc.), no puedo verlas como puros
contornos, no puedo verlas co�o la vuxta
�
posición de diferentes materiales, y
así.
123
En otras palabras, las exigencias de la conciencia implican que nos centremos en
ciertas dimensiones de los objetos ante nosotros, que hagamos predominantes ciertos
modos de verlos. La conciencia que es consciente es selectiva. Por ello no nos puede
ayudar cuando se nos pide que digamos qué es lo que sabemos.
Así, dice Hegel, la certeza sensible, lejos de ser la forma más rica de conciencia, puede
de hecho ser la más pobre, pues su falta de selectividad se condena al vacío. Ir más allá de
la selección en un intento de «tomarlo todo» sólo puede llevar a la inconsciencia, a un
tipo de trance. (Las referencias al «Ser puro» evocan argumentos paralelos en la Lógica.)
Así, el intento de realizar el conocimiento efectivo de la certeza sensible choca con sus
condiciones básicas. Si hay tal estado de conciencia no selectiva, inmediata, entonces
tenemos que salirnos de ella en orden a conseguir conocimiento. Por tanto, la certeza
sensible como una concepción o criterio del conocimiento es un llamamiento a la contra
dicción. Tan pronto como intentamos realizarla nos damos cuenta de que choca con
ciertas propiedades del conocimiento. Es en principio in·ealizable.
La certeza sensible no sólo se toma irrealizable en su intento de un conocimiento sin
selección, sino también en su intento de tener contacto inmediato con lo particular sen
sible, sin la mediación de términos generales. Si ser consciente de algo es ser capaz de
decir algo sobre ello, entonces implica tomar los objetos ante nosotros a través de aspec
tos que tienen en común o pueden tener en común con otras cosas, más que en su propia
particularidad. Es esta imposibilidad de un conocimiento desnudo particular, más que la
necesidad de selección, a lo que Hegel le presta más atención en este primer capítulo.
El argumento de Hegel para la necesaria mediación del conocimiento a través de
un concepto universal tiene básicamente dos etapas: en la primera él imagina al prota
gonista de la certeza sensible respondiendo al requerimiento de decir con puros de
mostrativos (<<esto» o <<aquí» o <<ahOra»). Hegel podría argumentar en este punto que
éstas serían expresiones inadecuadas de lo que me ha sido consciente, que un término
tal como <<esto» o <<ahora», aplicándose de manera indiferente a muchos contenidos
diferentes, funciona en sí mismo como un universal, y así nos muestra que no puede
haber conocimiento inmediato del conocimiento -particular-, del que no es media
do por términos generales. De hecho, en el uso particular del término por Hegel, esta
apariencia de función es suficiente para clasificar estos demostrativos como universa
les (como él también clasifica al <<YO>>). <<Un simple término referencial, que surge a
través de la negación, que no es ni esto ni eso, un no-esto, y que puede ser de manera
indiferente esto o aquello, es lo que llamamos un universal>> (PhG, 82).
Esta etapa continúa con una consideración de la posible respuesta de acuerdo con
la certeza sensible: que nosotros podemos identificar el tiempo particular y el lugar
mentado por <<aquí>> y <<ahora>> agregando que ellos son el aquí y el ahora que yo estoy
contemplando. Pero <<YO>> en este contexto, como Hegel lo establece, es tan universal
como <<esto>>. Yo digo, por supuesto, una persona particular, pero yo tengo tan poco
éxito diciendo cuál es la persona particular diciendo «YO>>, como lo tengo indicando la
cosa particular diciendo <<esto>>.
Pero por supuesto esto no satisface al protagonista de la certeza sensible. Y la asimi
lación de Hegel del <<yO>> a los términos demostrativos discutidos antes sólo crea dolor de
cabeza. Yo no puedo decir quién es mentado por <<yO>> o por <<esto>> o por <<ahora>> de un
modo que sea disponible a cualquiera independientemente del contexto; y, por la misma
razón, los enunciados que contienen tales palabras no pueden ser trasplantados de su
contexto reteniendo el mismo valor de verdad. Pero cuando digo <<yo>> o <<estO>>, yo sé lo
que dije, y yo puedo mostrártelo, si tú ocupas tu lugar en el mismo contexto.
Aquí llegamos a la ver
.,
Como un puro contacto dadera idea que sub ace a la nocIOn
�e certeza sensible.
con lo particular, está, p r s
,
upuest
to, y como un conocimiento
no mediado or c ceptos, �, solo disponible en contex
esta segunda etapa de su arg
so
ede ser mostrado. En
e umento' Hege
PI está� egando allovepu
rdadero asunto:
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es el núcleo d�l argume�to. a Dorma, al tema familiar de la definición osten
siva. Éste
La respuesta de Hegel no es
.
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Itt,enstem en las Investia
Sigue la línea trazada arriba
acio
puede decr· r que es <<esto>> o· Yo no pued0 saber. 1o que diecro en est_e contexto"" si tones y
<<aq
do yo
.
uÍ»
.
Tomemos <<ahora>>: ¿significa
. Porque' (que, es 1o que mdican estos términos ?.
est
ns
t
�
te puntual, es:a hora, este
esta época? Puede signiflcar
día, esta década
todo s
as c a en If
que signifique algo para mí
y no sea l nfna p a ra vacr�rentes contextos . Pero, par�
pueda decir para darle una
a, debe haber
form
u , a este <<ahora>>; digam algo más que
término para un período de
os que sea un
tie
o
� , u "_hora''· � alguna desc
eve?-to, o el proceso o la acc mp
ripción del
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qu
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est
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_ ndo las dim
o llli atenciO
defime
de el cual estoy
ensiones de mI. presente.
,
y
asi, concluye Hegel, no hay con . .
.
o I nto no media
do
sensible termina diciendo lo
opuesto ��� que quen_a 88) de lo particular. La certeza
naturaleza contradictoria C
.
.
(
, y ésta es. la prueba de su
· eDectiva de
er conCie
1ar so'1 o puede tener éxito· ualqmer mtento de ten
·
ncra
.
lo partic
.
ha
generales. Lo puramente pa ciendo us? de descnpciones, de términos descriptivosurticula
Y
escripción es lo «inexpresable... r e �< �al�an�able>> . Lo que permanece más allá de 1�
�Sim
no
ad
ma
s
q
e
plemente indicado,, (das
� lo no verdadero, lo irracional lo
mo modo, lo particular es sujUmvahre U¡�vem:mft. �ge, bloss Gemeinte, 88 ). y del rr
rls
cualquier punto, las descripci eto de u�,a �scnpcion potencialmente sin fin· pues en
on
es
en
t
dad: y así no hay nada que
�mos generales no capturan su pa�iculari
realizar m�s descripciones pueda hacer en orden a expresar esta particularidad sino
en térm
cr
Las tesis aqm presentadas no inos eenerales.
.
les
,
parecen e:xi:ranas, o U:�
1uso eqm.voc
filosofos contemporáneos. Per
o
el
arg
me
u nto y su c?nclusiOn son prese adas, a muchos
de un modo que refleja cierto
ntados por Hecrel
"" .
lidad de lo particular desnu s temas m- yores propiOs d� su filosofía. Así la indisponibi
do no s so ouna verdad episte
ontológica de que lo particu
mológica; refleja también la
lar
que es en pn.nci.pio mortal. Lo est condenado por su propia naturaleza a desaparecer.
es el conce�t�. Así, la indecibili
lo particular es simplemente que
dad
=�t sta
tus ontologrco, que como no pu d�
permanecer, entonces ha de la e e�i��
,
ede
y
des
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iprocamente, la existencia par
tema no es permanente porqu
ticu
lar
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Por eso es sorprendente' diceno pue�e �:x-presarse en con
,
.
o algeunos filosofos pueden con
SIderando a la realidad sensib Hege1' com
.
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como el fundamento último del con-cimiento. Incluso las bestias s
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adas ante cosas sensibl
szclz, sino que, desespera
es que piensan que exis
tan an
das de esta real1'dad
y en la com
de cara a ella y la con
sumen [Piz G, 87]
.
pleta certeza de su nul
idad, van
1 24
125
Pero, si bien es cierto que en la ontología de Hegel lo particular es mortal, también
es verdad que existe por necesidad, que el concepto, la Idea, no puede estar fuer� �e su
encarnación en (una serie de) particulares. El concepto se revela en la proceswn de
particulares, que vienen y se van. Lo particular sólo puede comprenderse como un
vehículo de paso para el concepto.
.
. ..
Con este trasfondo de teoria Hegel presenta el argumento de la mdecibilidad de lo
particular en un estilo peculiar a él. El argument� refleja :10 sólo l� �mposibi�da� del
conocimiento desnudo y no mediado de lo particular, smo tambien el moVIrmento
subyacente a la experiencia misma. Como seres particulares sensibles, encontramos
cos;s particulares, nos topamos con ellas, por decirlo así, con nues.t_ros sentidos. P�ro
tan pronto como tratamos de retenerlas, desaparecen; podemos fiJarnos a ellas solo
subsumiéndolas bajo un concepto. En lenguaje hegeliano, nuestro intento de retener
las cosas en el conocimiento primero las niega como particulares; entonces, negando
esta negación, las recuperamos al retenerlas a través de una conciencia conceptual
mediada. Lo inmediato es negado, pero es retenido en forma mediada.
El término con el que Hegel presenta este argumento en conexión es <<ahora> Y
aunque hay unos ejemplos en los cuales este aspecto particular no es represen�ativo,
se aplica en lo general. El <<ahora» de la certeza sensible puede ser con:;prendido en
su sentido más inmediato como desümando el presente puntual. Pero este no es de
signado antes que su pasado, ya ido,�<megado» ; cuando caemos en una descripción
q¡;e da el enfoque de nuestro presente, digamos <<hoy» o <<esta hora>>, el presente
.
inmediatamente huidizo es recuperado y reintegrado en este «ahora>> extenso; la pnmera negación es negada.
.
.
Este ejemplo es menos iluminador de lo que deberla ser, porque la particular flm
dez del tiempo, cuyos instantes puntuales se desvanecen al verse sobrepasados, no
puede ser conectado fácilmente en la discusión de <<aquÍ». o <<esto>>. Pero el aspecto
general parece ser éste: en la experiencia conocemos particulares; podemos retener
�stas cosas particulares sólo al <<puntuarlas>> en cierto sentido, ya sea literalmente o
enfocándonos en una cosa, de modo que sólo podemos llegar a ella con el uso de algu
na palabra demostrativa o relativa. Pero la experiencia de p�ntuar en sí misma �Aufze�
aen) es tal, que al tratar de retener la cosa, mostramos la flmdez, la natur�eza lllffiedi
ble de lo particulm� y que podemos recuperar subsumiéndola b�jo un �versal.
.
En otras palabras, «puntualizar algo es experimentar que ahora es un urnve�
sal>> (das Aufzeigen ist das E1[ahren, da(J Jetzt Allgemeines ist, PhG, 86). Y con el térmi
no «ist>> Hegel quiere indicar hasta qué punto esta experiencia nos lleva a la verdad
ontológica del asunto, que lo particular sólo es en tanto vehículo para el concepto.
Pero lo crucial desde nuestro punto de vista aquí es que Hegel no sólo ha argumenta
do la imposibilidad del conocimiento no mediado de los particulares y el necesario
rol de los conceptos, sino que quiere presentar la idea de que el argumento, como un
intento de retener los particulares que falla, refleja nuestra experiencia en sí misma,
en tanto encontramos y alcanzamos a los particulares y descubrimos que podemos
retenerlos realmente sÓlo a través de los instrumentos mediadores de los conceptos
universales.
He tratado de presentar el argun1ento de Hegel en este primer capítulo con algún
detalle en parte porque combina muy bien su propia descripción de una dialéctica
ascendente, y en parte porque los puntos tratados aquí -la necesidad de selección, la
naturaleza e�curridiza de lo particular- son temas hegelianos básicos. No hay des
afortunadamente espacio para ir con detalle al argun1ento de los otros dos capítulos
1 26
que contorman esta parte de la PhG llamada «Conciencia>>. Sólo daré su dirección
general."
La nueva forma que H egel ve surgir de la certeza sensible es una visión del objeto
.
co�o una cosa con ��opiedades: Esta concepción del objeto de conocimiento, que
He::,el �ama <<per��pcwn>>, combma nuestra comprensión de ello como un particular
con la mtrospeccwn que apenas hemos ganado, es decir, que sólo puede ser retenida a
trav�s de descripciones generales.
Este es el punto de partida para una nueva dialéctica en la cual Hegel trata de
mostrm· que la experiencia definida en términos de ese objeto se revela a sí�misma una
vez más como contradictoria, pues el objeto en sí mismo sufre una contradicción inter
na . .En orden a te��r ur:a visión coherente del objeto de experiencia tenemos que ir
_ . una que vea el objeto como el lugar de fuerza causal.
hacm una concepcwn dinamica,
Hegel entonces comienza el tercer capítulo con esta nueva concepción del objeto
co�o el lugar �e fuerza. �l capítulo considera varios modos de comprensión de un
o?:eto de este ti�o. Con la mtroducción de la noción de fuerza, tenemos una concep
c:on dual del objeto, una en la cual sus propiedades externas, manifiestas, pueden ser
VIstas como productos de una fuerza o fuerzas internas. Hecrel ve muchos modos de
. esta relación interior-exterior: p. ej., caracterizando 1� fuente interna del fenó
concebir
m�no como lo <<hipersensible>> o comprendiendo esta fuerza en términos de ley, Él
qu�ere mosn:ar que todas estas rupturas nos llevan ineludiblemente a una nació� del
obJe:o asunndo c:omo la manifest�ción externa de una necesidad interna que ha de
_
marnfestarse a SI m1sm�.
Estas diferentes caracteristicas o propiedades, que están
.
n:er�mente hgadas contmgentemente por leyes naturales, se muestran como diferen
ciaciOnes de una identidad interna que necesariamente se diferencia a sí misma.
Llegamos a la noción de Hegel del concepto, la idea necesaria que necesariamente
postula su propia manifestación externa. Y dado que esta concepción muestra tener la
estructur� de la subjetividad, hemos hecho una transición de la conciencia a la auto
.
concien.Cia. Al hablar de lo idéntico que se divide a sí mismo, o de la idea que está
necesanamente encarnada, estamos usando fórmulas que pertenecen al sujeto.
. Lo que hemos �escubierto entonces es que la estructura del objeto conocido y la del
SUJeto es �a Y �a nnsma. Nues� conciencia no es de una realidad extraña, sino más bien
.
«�oncien�I� de <O otro, de un objeto en general, es de hecho necesariamente autoconcien
cza, reflexn:dad en el yo, conciencia de uno mismo en lo otro de uno>> (PhG, 128).6
La cortma que escondía lo transfenomenal ha sido retirada, descubrimos que lo que
había detrás es idéntico que aquello ante lo que se levantaba (la conciencia). <<Se vuelve
claro que detrás de lo que llamábamos cortina, la cual se supone velaba lo interno, no hay
nad� que ver a menos �ue no:otr?s nos pongamos detrás, no sólo en orden a que haya
al!Sll;len que pu�da ver, smo mas bien para tener algo que pueda ser vistO>> (PhG, 12 9).i
�sta es obviamente una transición impmiante para Hegel. Pero yo no propongo ir
hacia este argumento aquí, por dos razones. Primero, porque esta transición está he5. Para una discusión del argumento del segundo capítulo, y la relación de esta sección de PlzG
con a gunos argumentos contemporáneos, ver mi texto «Los argumentos de apertura de la fe1wme
nologw» , en Alasdair Maclntyre (ed.), Hegel, Nueva York, 1 972, 1 5 1 - 1 87.
6 . «das BewuBtsein eines Andern, eines Gegenstandes überhaupt, ist zwar selbst notwendicr""
Selbstbewuf3t�em Reflek-ti �rtsein in sich, Be\VusBtsein seiner selbst in seinem Anderssein» ( 1 28).
:
7 · «Es ze¡gt s1ch d
ter dem sogenannten Vorhange, welcher des Innre verdecken soll, nichts
.
zu sehen IS�, wenn wzr rncht selbst dahintergehen, ebensosehr damit gesehen verde, als daB etwas
.
dahinter se1, das gesehen werden kann'' ·
�
� �m
127
e entre los dos conceptos
cha mejor v más consistentemente en la Lógica que se muev
argumento� sea cual sea su
que van d� la esencia al concepto. y segundo, porque el
tado aqru de un modo no
validez última en la obra de Hegel como un todo, es presen
H�e de la� leyes natu
por
iada
convincente, pues nuestra visión ordinaria (influen�
.
na y esto �uega un rol
sfacto
msat1
da
rales como correlaciones contingentes es juzga
que reqruere un� �?
ley»
de
epto
«Conc
el
importante en el argumento. Contradice
de Hegel para esta.�sion
nexión interna entre los términos unidos. Los fundamento� .
terrmnos, debe tambien ser
son que la lev expresada en una relación entre diferentes
s byacente. Pero e�to
vista como l; emanación de una fuerza o una necesidad singul� �
ment
sent1r
el
� de que aqru el
no es convincentemente demostrado y el lector tiene
un re
asum_
es
a
intern
idad
1da como
argumento es circular, que sólo porque la neces
.
obJeto
del
aleza
natur
la
sobre
.
quisito, surge en las conclusiones de Hegel
e res1den en.los argumentos
Hegel parece haber caído aquí en uno de los peligros q�
en tudio que de he�h?
dialécticos, el de imponer un criterio o un estándar al objeto �� a restar� credib
i
concluswn
�
está abierto a cuestionarniento, y que nos lleva en nuestra
ley
de
pcwn
conce
tra
nue
qu
�
lidad al punto de partida. En este caso el requisito de �
mterna parece ser una
idad
neces
de
n
noció
la
para
lugar
un
trar
encon
deba
natural
imposición.
Vayamos ahora a la segunda sección de PhG.
!
128
CAPÍTULO V
AUTOCONCIENCIA
1
En la dialéctica de la conciencia, la tensión se da entre cierta norma de conocimien
to y lo que nosotros de hecho somos capaces de saber en nuestro intento de cumplirla.
Con la autoconciencia, la dialéctica se da entre nuestra idea de nosotros mismos, lo
que nosotros afirmamos ser, y lo que nosotros de hecho somos. Éstos son los dos mo
mentos que Hegel llama auto-certeza y verdad. En la primera dialéctica la noción clave
era la de conocimiento; aquí el centro de interés se desplaza al deseo y su realización.
En nuestra noción de nosotros mismos, el objeto de nuestra auto-certeza no es algo
sobre lo cual seamos neutrales; por el contrario, estamos apasionadamente vinculados
a ello. Cuando nuestra verdad comprende esto y nos fuerza hacia otro modelo de auto
certeza, la transición nunca se hace sin dolor.
Y esta transición por sí misma es de una clase diferente. No puede ser vista en
términos intelectuales, dado que cierta noción del yo se torna insostenible y tiene que
ser abandonada. Más bien el intento de actualizar cierta idea de nosotros mismos
genera consecuencias, en las cuales la idea original está ciertamente minada porque la
meta no es alcanzada, pero hace surgir la siguiente etapa no tanto al refutar la previa
sino por la creación de una nueva situación para el hombre.
La dialéctica de la autoconciencia es entonces una dialéctica de la aspiración hu
mana, y de sus vicisitudes. ¿Qué subyace a ellas? ¿Cuál es la forma de aspiración, de
auto-certeza, que en último término puede ser cumplida?, y ¿ cuál llevará a la dialéctica
hasta su cierre?
Lo que está en juego es la expresión integral, una consumación en donde la realidad
externa que nos encarna y de la cual dependemos sea completamente expresión nues
tra y no contenga nada ajeno. Esta meta, que podemos denominar un estado de inte
gridad total, es identificada por Hegel con su concepción de infinito, una condición en
la cual el sujeto no está limitado por nada externo. Es ese deseo de integridad total el
que, según Hegel, subyace al objetivo de la autoconciencia, al principio debido a ver
siones crudas e irrealizables de la meta, después cuando el hombre ha sido educado y
llevado por el conflicto a la contradicción, debido a la cosa real.
La cosa real sólo puede conseguirse cuando los hombres se ven a sí mismos como
emanación del Geist universal, pues es entonces cuando ellos no sólo ven el universo
circundante como un límite, como alteridad. Dado que el hombre depende de este
universo circundante, nunca puede sentir integridad salvo cuando es visto como alteri-
129
dad. Porque el hombre comienza con una noción de sí mismo como ser finito, y con
una forma bruta y no desarrollada de vida que refleja esto, su aspiración de integ:tidad
está condenada a la ilustración hasta que él pueda dirigirse a las transformaciones que
lo elevarán a alcanzar lo universal.
La noción hegeliana de Geist es esencial aquí. El espíritu está necesariainente encar
nado. La integridad entonces no puede ser alcanzada a través de un retiro interno, en el
cual la autoconciencia se separara de su cuerpo. Pero una vez que uno admite que yo no
soy nada aparte de mi cuerpo, tenemos también que contar con el hecho de que mi
cuerpo es dependiente del mundo circundante, que mi \Jjda depende de una serie de
intercainbios con este entorno. Ahora bien, la integridad que Hegel postula como la meta
es la negación de la dependencia de algo más, es el reconocimiento del yo en todo lo que
me es esencial. Se sigue de ahí que no hay estrategia de retiro que pueda damos integri
dad; que no hay definición circunscrita de nosotros mismos, ya sea como raza humana,
o como seres humanos indh¡jduales, y sobre todo no como mentes purainente espiritua
les, en la cual pudiéramos sentirnos en posesión completa de nosotros mismos. O más
bien, si tenemos este sentimiento es necesariainente una ilusión. Pues de hecho nos
definimos ontológica o fácticainente dependiendo de algo otro; nosotros estainos a mer
ced de la realidad ex'tema. Todas las soluciones históricas que implican un retiro de este
tipo son consideradas por Hegel como ilusorias; veremos esto mas adelante, con el ejem
plo del estoicismo.
Subvaciendo a esta noción de integridad de largo alcance está la preocupación
�
hegelia;a por el destino. La oposición que aparent mente es la mas irresoluble de
todas, es aquélla entre acción y destino, entre lo que, por un lado, los hombres hacen de
sí mismos y que tiene cierto significado para ellos y, por el otro, las cosas aparentemen
te sin sentido que les pasan, de las cuales la muerte es la culminación última. Hegel no
estará satisfecho hasta que este dualismo se supere, y es esta aspiración la que refleja la
búsqueda de integridad.
Con esta meta y con la noción hegeliana de Geist en mente podemos ya ver el tipo de
inadecuaciones que pueden sufrir las etapas tempranas de auto-certeza. En primer lu
gar, está el predicainento en donde nosotros dependemos de una realidad externa que no
refleja al Geist. En segundo lugar, está la situación en la cual nosotros somos temporal
mente felices en esta dependencia de lo otro porque somos inconscientes de ello; tene
mos una \Jjsión bruta y no desarrollada de nosotros mismos como para poder ver la
diferencia. Tal es el predicamento del aino en la relación aino-esclavo, que tiene su mun
do hecho para reflejar·lo a él por el trabajo del esclavo, pero que permanece limitado en
su auto-certeza. De otro modo, la etapa feliz de la ciudad-Estado griega es una en la cual
los hombres se sienten como en casa porque no se han \Jjsto todavía a sí mismos como
universales. Tarde o temprano estas etapas tendrán que superar-se debido a la contradic
ción interna que siente el hombre de estar en casa donde no lo está.
El tercer predicamento se erige en respuesta a los dos primeros; es uno basado en la
retirada. El hombre alcanza la ilusión de auto-identidad definiéndose a sí mismo como
un ser espiritual interno, engañándose al creer que coincide consigo mismo en tanto
mente o espíritu. Hegel se refiere frecuentemente a esto aprovechando la formula fich
teana Yo Yo; el error expresado aquí es precisainente el de la creencia en una auto
coincidencia simple. Ya hemos \Jjsto que un sujeto es necesariamente un ser que incor
pora a su otro (su encamación) y «retoma a sí mismo>> a través de este otro, es decir,
viene a la autoconciencia en su otro. Alcanzar auto-coincidencia como seres espiritua
les es entonces ontológicamente imposible; o por ponerlo de otra manera, este desairo-
�
=
1 30
llo sólo puede darse con la abolición del sujeto. O todavía en otros términos, el sujeto
no es sólo «autoconciencia»; él necesariamente tiene también la estructura de la <<con
ciencia» con su ineludible bipolaridad entre sujeto y objeto independiente.
Pero de cualquier manera los hombres están siempre tentados, en el curso de su
largo desaiTollo histórico, a recunir a esta ilusión, y esto por el dolor del p1imer predi
.
cainento, es decir, por la dependencia de una realidad ajena. Pero también deviene un
segundo predicainento, la complácencia en una expresión externa que es inadecuada a
nosotros como sujetos. La primera toma de conciencia de que cie1ia forma de vida en
la que nos hemos sentido como en casa se revela como inadecuada toma la forma de
una alienación de ciertos hombres respecto a esa forma. Pero dado que sus vidas exter
nas están ligadas todavía a esa forma social, ellos pueden comprensiblemente definir
su naturaleza universal recién descubie1ia de un modo interno y puramente espiritual.
Parece que ambos desaiTollos subyacen, p. ej. , en el estoicismo.
Hegel comienza la dialéctica de la autoconciencia con una discusión de su rela
ción con la vida. Vimos en la primera parte por qué la autoconciencia sólo se despier
ta en un ser vivo. Hegel ahora parece recuperar este tema de otra manera. El <<objeto»
(Gegenstand) de la autoconciencia es una cosa viva.. dice.
Esta noción de <<objeto» , sin embargo, puede ser interpretada de dos modos. En la
primera secc ó � de PlzG, la �utoconciencia se desprende de una realidad interna que
<<Se repele a SI misma de SI_ m1sma»; el resultado era una manifestación externa u objeto
que en cambio podía ser visto como idéntico con la idea interna. Siguiendo esto uno
podría pensar del objeto externo que la autoconciencia vendría a s propia encama
.
ción. Es en conexión con una referencia a esta noción temprana de auto-repulsión
(125) qu� Heg l habla del concepto que <<Se divide a sí mismo en la oposición de auto.
conciencia y VIda» (PhG, 135).
Pero esta n?�ión de un objeto que ha de superarse por la autoconciencia puede
.
aplicarse tambien a algo más, al objeto de deseo. Y aquí es donde el famoso análisis
hegeliano del deseo (Begierde) comienza. Par·a Hegel, la búsqueda de integridad es
evidente incluso en las formas más bajas de vida por el hecho de que ellas uscan lo
que necesitan del mundo externo y lo devoran, es decil� lo incorporan en ellas mismas.
Al hacer o, ella: <<Cancelan su otredad» . Este proceso es esencial (causalmente) para su
.
e::crstencia contmua. Pero Hegel asimila esta necesidad causal al predicamento ontoló
g:tco de todos los objetos, los cuales han de cancelar la otredad de una encamación
externa. Y una vez que aceptamos la integridad total como meta, entonces esta asimi
lación es correcta, porque yo no puedo decir que estoy realmente en casa en mi existen
cia corpórea si ésta es dependiente de la realidad externa. Así, el deseo refleja no sólo la
necesidad fáctica por un objeto, sino también la búsqueda fundamental de integridad.
La autoconciencia tiene así dos objetos, su encamación y el objeto de deseo. u exis
tencia continua implica su superarse o <<retomar a sí misma desde» ainbos. Pero estas
dos fo
as de retomo están relacionadas en tanto el retomo del p1imero implica la
superaciOn del segundo. Esto es lo que Hegel parece estar· diciendo en el siguiente pasaje:
!
�
;
·
b
�
S
�
De�de ahora, la conciencia tiene una autoconciencia de objetos dobles; uno inmediato, el
objeto de la certeza sensible y de la percepción, el cual, sin embargo, lleva a la conciencia
el carácter de negatividad. Y el segundo, que es la verdadera esencia y que al principio
_ es presente en oposición al primer
solo
objeto. La autoconciencia se presenta a sí misma
aquí como el mo\imiento en donde esta oposición se lleva a cabo v su igualdad consiao
misma se \Uelve real por ello [PhG, 1 35].
·
�
"'
131
Que la autoconciencia se dé sólo en los seres vivos refleja el hecho de que la vida en
sí misma es una etapa en el camino a la clase de unidad que es revelada en su f��a
más perfecta en el sujeto. El pasaje que sigue sobre la vida es resonant� sobre !a VIsiOn
temprana de Hegel en el período de Frankfurt, según �l cual era la vida, mas que el
.
.
,
sujeto, la que proveía el paradigma de identidad de lo diferente. La VIda solo eXIste en
una articulación (Gliedenmg) con las formas individuales existentes (�estehende ?es
taltei!). Ellas parecen ser independientes, y sólo existen en el proceso nnsmo de la VIda.
Eventualmente desaparecen, y así pierden su existencia independiente, pero este pa�ar
está ligado a la creación de nuevos individuos. (Este pasaje proviene de la idea hegeliana de que la muerte y la reproducción están íntimamente ligad�s.) .
, .
La vida es entonces un proceso que sólo puede mantenerse a SI nnsmo c<;m la perdida
de los seres individuales vivos, lo cual implica más que su existencia externa. Esta nunca es
realmente coincidente con estos seres, y por tanto debe irse necesariamente. Pero dado qu�
la vida sólo puede ser en las cosas vivas, ellas deben al mismo tiempo ser reemplazadas. Asi,
la manifestación más completa de la vida está en el ciclo continuo de muerte y reproduc
ción. Como una realidad interna que sólo puede existir encamada, y también debe cance
lar su encamación en orden a ser, la vida es una prefiguración del espíritu.
Pero sólo una prefiguración; la vida va a través de este proceso sin reflejarse, la n�ga
ción de la encamación ex-tema se sufre por las criaturas vivas en su muerte. La concien
cia humana, por el otro lado, puede ir más allá de la vida de los individuos y expresarse
en una forma de vida consciente ligándose con lo universal. En otras palabras, la nega
ción de la encamación externa, el retomo a lo universal de lo particular, se efectúa de un
nuevo modo por los hombres, no sólo al morir sino al vivir consciente�ente en lo univer
sal. y esto engendra una clase de negación peculiar, una que no .supnme lo que es n�ga
do como lo hace la muerte. Al vivir en lo universal, se puede decrr que los hombres VIVen
más allá de la muerte (éste es el significado que Hegel da a la inmortalidad, la cual no
acepta en el sentido ordinario, como vimos en la primera parte).
.
.
La autoconciencia, cuya dialéctica ahora examinamos, es la de un suJeto, destmado
para esa vida consciente en lo universal, y también una cosa viva. Esta na�aleza du� es
esencial a la dialéctica. El pasaje hegeliano aparentemente confuso mencwnado arnba,
que el «objeto» de la autoconciencia es una cosa viva, puede ser interpre�ado aplicándose
a ambos objetos. Dado que la autoconciencia está encamada en la v1da, Y que es un
organismo vivo, su objeto de deseo es un ser vivo; se nutre de la vida.
.
. , .
El hombre no puede permanecer como un simple «yo»� simplemente 1dentico con
sigo, pues necesita cosas externas, vida externa, para vi�. El es un ser de deseo . Pero �
.
consumir lo que desea, parece sobreponerse a esta realidad ex-tema y recobrar mte�
dad, excepto porque esta integridad no es adecuada a lo que él es (el se�do predica
mento de arriba), pues la negación de la otredad implicada aquí es una srmple nega
ción; incluso si fuera completa simplemente retomaría al hombre a la muerte que es la
muerte de la subjetividad; el fin del deseo sería el fin del hombre. Pero de hech? esto
nunca se completa, nuevos deseos se levantan sin fin; así la vida humana � este �vel es
.
una alteración entre el ser frente a otro que es totalmente externo, y, habiendolo mcorporado, un ser ante nada en definitiva.
,
El hombre, como un ser que depende de la realidad externa, solo J?�ede acceder a la
intemdad si descubre una realidad que pueda padecer una negacwn, cuya otredad
pueda ser negada sin ser abolida. Pero la negación de 1� otreda� sin auto-a�o�ción es
una prerrogativa de lo humano, no de la conciencia anrmal: Asi: el deseo basic� d� �a
autoconciencia sólo puede ser cumplido por otra auto-conciencia: «la autoconciencia
obtiene su satisfacción sólo en otra autoconciencia» (PhG, 1 39).
1 32
Aquí llegamos a la idea básica, la cual será explorada en la siguiente sección en la
dialéctica del amo y del esclavo, de que los hombres buscan y necesitan el reconoci
miento de su prójimo. El sujeto depende de la realidad externa. Para que pueda sentir
se como en casa en la realidad externa ésta ha de reflejarle lo que él es. En la dialéctica
del deseo, encaramos objetos externos que nosotros destruimos e incorporamos; lo
que se necesita es una realidad que permanezca, y que anule así su propia extrañeza,
en la cual el sujeto pueda sin embá.rgo encontrarse a sí mismo. Y así él se encuentra en
otro� hombres en tanto se reconoce a sí mismo como ser humano (A11erkennen).
Este es el logro real de la autoconciencia, porque ésta es la verdadera «unidad de
uno mismo en el otro ser de uno» (Einheit seiner selbst in seinem Anderssein, 140). Es
por esto que el camino hacia el reconocimiento humano de que el universo no es otro
pasa a través del drama del reconocimiento mutuo, el primer y más básico modelo del
reconocimiento de uno mismo en otros. Y el camino al reconocimiento mutuo pasa a
través, como lo veremos en el siguiente análisis del amo y del esclavo, del reconoci
miento de lo universal. Y es por esto que este reconocimiento mutuo nos trae a la
realidad del Geist. Pues el Geist es esta...
[ . . . ] sustancia absoluta que e n l a libertad perfecta y la independencia d e s u oposición, es
decir, en la oposición de diferentes autoconciencias cada una existiendo fiir sich, es su
unidad: un «YO>> que es un «nosotros» y un «nosotros>> que es un «YO». En la autoconcien
cia como el concepto del Geist, la conciencia viene a su punto crucial, ante el cual da un
paso atrás del espectáculo multicolor de la inmanencia sensible v de la noche vacía de la
trascendencia suprasensible hacia la luz diurna de la presencia � spiritual [PhG, 1 40].
Hegel comienza la dialéctica de la autoconciencia con la famosa dialéctica del amo
y del esclavo. La contradicción subyacente aquí es la siguiente: los hombres aspiran al
reconocimiento, pues sólo de esta manera pueden alcanzar la integridad. Pero el reco
nocimiento ha de ser mutuo. El ser cuyo reconocimiento de mí ha de contar para mí ha
de ser uno que yo pueda reconocer como humano. La operación de reconocimiento
recíproco es entonces una que cumplimos juntos. Cada uno, dice Hegel, cumple para sí
mismo lo que el otro trata de alcanzar en relación con él. Mi interlocutor ve en mí a
otro, pero a uno que no es extraño, que es uno consigo mismo; pero esta cancelación de
mi otredad es algo que yo puedo ayudar también a completar.
La contradicción surge cuando los hombres, en una etapa incipiente y no desarrolla
da de la historia, tratan de obtener reconocimiento de otro sin reciprocidad. Ésta es en
una etapa en la que los hombres no se han reconocido a sí mismos como universales
pues de haberlo hecho sabrían que ese reconocimiento para mí, por lo que yo soy, es �
reconocimiento del hombre como tal y por tanto algo que en principio ha de ser extendi
do a todos. Pero aquí tenemos a un hombre como individuo particular (Einzelnes) que
aspira a imponerse él mismo, para alcanzar confirmación externa.
Esto lleva a la lucha armada. Y necesariamente, dice Hegel. No es sólo que los
hombres se opongan dado que cada uno busca el reconocimiento del otro lado; es
también que arriesgar la vida individual forma parte de la lucha por el reconocimiento.
Hemos visto antes que la autoconciencia es tanto un ser vivo como algo más; algo más
porque no sólo se dirige al proceso de la vida de modo inconsciente, sino que está ya en
él con el pensamiento. En el intento de ganar reconocimiento de ellos mísmos como
hombres autoconscientes se prueba que están más allá de la mera vida al mostrar que
no están sujetos a esta cosa viva particular que son ellos mismos, que su reconocimien-
133
to como «Seres para ellos mismos» (Fürsichsein) es más importante, tanto que arries
garian sus vidas por ello.
� Esta lucha fácilmente llevará a la muerte de uno o de ambos combatientes. Y así
obviamente perdelia su objetivo. Incluso si yo permanezco vivo ante mi adversario
muerto no he ganado reconocimiento. Mi <<negación de él» ha sido una natural, como
lo dice Hegel cl45), una simple negación como vimos antes, cuando lo que es necesario
es una negación mayor, una en la cual la otredad de mi oponente sobrevenga, mientras
él permanece siendo. El problema es tal que mientras cada uno es empujado a poner su
vida en riesgo, para mostrar que él está por encima de la simple ligazón a la vida, ésta
permanece como algo esencial. La única salida a la lucha que puede verse como una
solución es una que tenga esto en cuenta.
Éste es el caso con el surgimiento clásico de la esclavitud. Antes de que llegue a la
muerte, un lado se rinde, rec-;noce su ligazón a la vida, y se vuelve sujeto del otro. El
ganador acepta esto en orden a convertirlo a él en esclavo. Ambos protagonistas entonces
preservan la vida, pero de un modo muy diferente. El ven�edor �a ganado su disputa. E�to
es lo que es esencial para él en su Fiirsichsein, en su propio sentido del Y?· Y al que �a VIda
está subordinada. Para el esclavo, sin embargo, es la vida lo que es esencial, su sentido del
vo está ahora subordinado a una existencia exiema que está más allá de su control.
Toda la relación del amo v del esclavo ha de ser comprendida con la ayuda de un
tercer término, la realidad m�terial (Dingheit). El amo se relaciona con el esclavo me
diatamente a través de esta realidad: el amo hace sujeto al esclavo a través de su domi
nio sobre las cosas, al límite a través del uso de una cadena. Pero al mismo tiempo, el
amo está relacionado con la realidad material a través del esclavo. La relación del amo
con lo que lo rodea es la de un puro consumidor; transformar las cosas y prepararlas
para el consumo es la dura tarea del esclavo. La experiencia del amo es la de �a falta de
realidad sólida (Unselbstiindigkeit) de las cosas; el esclavo es el que expenmenta la
independencia y la resistencia en tanto la trabaja.
., . .
,
Pero esta solución, aunque es mejor que una lucha a muerte, esta tamb1en VICiada
como solución. El reconocimiento se produce de un solo lado; el esclavo es obligado a
reconocer al amo pero no viceversa. Por esta simple razón el resultado no tiene valor
para el amo. Su vis-a-vis no es visto como un otro yo real, sino ;rue ha sido re�u�i�o a
la subordinación a las cosas. El reconocimiento por parte de el es entonces mutil; el
amo no puede realmente verse a sí mismo en el otro. Más bien es reducido a una
condición ridícula de estar rodeado de cosas que para él no pueden ser autoconscien
tes; así el mundo circundante del cual continúa dependiendo no puede reflejarle una
apariencia humana. Su integridad está entonces radicalmente minada justo cuando
parecía asegurada.
Pero si esta solución es una falla en definitiva para el amo, para el esclavo le prepara
el camino para el éxito último, y lentamente tiene lugar una relación inversa. El esclavo al
menos tiene ante él, en el amo, a un ser que existe para él mismo, incluso si este amo no
lo reconoce. Su entorno no se reduce a uno sub-humano, como sí le sucede al amo.
Pero las fuentes importantes para la transformación del esclavo son el miedo a la
muerte y el trabajo disciplinado. El corto pasaje, de tres páginas ( 1 48-1 50), en el cual
Hegel s� ocupa de esto es uno de los más importantes en la PhG, pues los temas no son
sól; esenciales en la filosofía de Hegel sino que tienen un recorrido más largo, de
forma modificada, en el marxismo. La idea subyacente, la de que la servicialidad pre
para la última liberación del esclavo y, de hecho, la liberación general, es preservada de
manera reconocible en el marxismo. Y la versión marxista del rol del trabajo está tam
bién anunciada aquí.
•
1 34
Pero el tema hegeliano que no se ha retomado en la filosofía posterior es el rol que
cumple el miedo a la muerte. La relación viciada del amo y del esclavo surcre de una
lucha entre hombres de horizontes limitados y que están ab�jo en la escala d; desarro
llo. Ellos no tienen nexo con lo universal, pues toda su voluntad arriesga su existencia
externa en orden a imponer su sentido del yo, este yo de ellos es aún el de tm individuo
particular; uno limitado. Pero en orden a acceder a una solución real de esta lucha por
el reconocimiento, los hombres tienen que verse a sí mismos como universales.
Para Hegel, un factor cmcial en la educación de los hombres , y en la transforma
ción que los lleva a lo universal, es el miedo a la muerte. La perspectiva de la muerte los
induce a sacudirse, por decirlo así, las particularidades de su vida. Hegel usa aquí la
imagen de una vida que está ligada a cie11a forma. La amenaza de muerte hace que la
conciencia «Se vaya disolviendo, tiemble en sus profundidades, y que todo lo que se le
une también tiemble» (PhG, 148).
La misma idea es recurrente en un pasaje de la Filosofía del Derecho, en donde
Hegel habla de la necesidad de la guerra de vez en cuando para traer a los hombres de
regreso a lo universal. En la vida ordinaria están muy involucrados en sus preocupa
ciones particulares del día a día, pierden contacto con la idea universal representada
por el Estado. La guen·a y el riesgo de muerte los mueve a olvidarse de esas preocupa
ciones y los trae de regreso a lo universal. No es necesario decir que el pasaje no ha
hecho nada para enaltecer la reputación de Hegel entre los liberales contemporáneos.
Pero el rol del temor a la muerte no debe ser sorprendente a la luz de lo que hemos
visto en la filosofía de Hegel. El retomo al Geist universal supone un sobrepasar la exis
tencia externa particular en la cual está encamado. Esto es por lo que, como hemos visto,
la muerte llega necesariamente a las cosas vivas. Por supuesto, la más alta negación de su
existencia externa es alcanzada por el hombre en el pensamiento, es decir, mientras está
vivo. Pero es auxiliado en esta negación interna llegando a estar cara a cara con la muer
te, con la negación final, pues esta muestra el verdadero estatus de todas las particulari
dades externas en su vida, las muestra como necesariamente pasajeras, como destinadas
a ser negadas, y así invita a la negación en el pensamiento que es el retomo a lo universal.
No es sólo que la perspectiva de dejar de ser, como lo dice el doctor Johnson, concentre la
mente maravillosamente. Es también que la enfoca en lo universal.
Ahora bien, el principio de la inversión comienza aquí. Es el esclavo quien realmen
te sufre el temor de la muerte dado que ha estado, y todavía está, a merced de otro. Por
lo tanto es él quien es llevado a perder su particular sentido del yo, mientras que el amo
victorioso está ligado a ello. Pero este temor no es suficiente, no tendría más que un
efecto pasajero, si el esclavo no se transforma a sí mismo por el trabajo que es forzado
a hacer en su servicio al amo.
Y esto nos encamina al tema que, posteriormente, será una de las ideas centrales en
el marxismo. El amo, como vimos arriba, tiene la ventaja de que su relación con las
cosas es la de un simple disfrute (Genu/J); es el esclavo el que experimenta su resisten
cia e independencia. Pero con el tiempo las ventajas se invierten. El amo queda enca
rando un mundo que no le ofrece resistencia efectiva y que tiende a encogerlo hasta el
estupor de la auto-coincidencia. Él se aproxima al polo donde Yo Yo. Es simplemente
=
un consumidor.
El esclavo, sin embargo, tiene que luchar con las cosas para transformarlas y tarde
o temprano alcanza el dominio sobre ellas. Y al hacerlo imprime sus propias ideas en
ellas. El medio ambiente transformado por el hombre viene a reflejarlo. Está hecho de
sus creaciones.
135
El trabajo entonces juega un rol cmcial en la lucha del hombre por la integridad.
Vimos antes que el problema principal es que el sujeto está siempre «fuera de sí mis
mo», que él siempre depende de un universo circundante; que él tiene entonces que
reconocerse a sí mismo en esto que le circunda. Es por ello que el camino principal a la
integridad reside en el reconocimiento por otro; en el ambiente humano un hombre
puede reconocerse a sí mismo en otros. Pero ahora vemos otro camino importante, el
hombre puede llegar a verse a sí mismo en el ambiente natural una vez que lo transfor
ma de conformidad con sus propios proyectos. Al hacer esto se alcanza otra negación
nueva, un reflejo de nosotros mismos que perdura.
Alcanzar la integridad supone atravesar ambos caminos. En definitiva es el recono
cimiento mutuo el que es más esencial. Pero en orden a alcanzarlo debemos transfor
marnos a nosotros mismos de individuos limitados a encamaciones autoconscientes
de lo universal. Y esto nos lleva a una segunda función importante del trabajo: al trans
formar las cosas nos cambiamos a nosotros mismos. Al crear un reflejo nuevo de noso
tros mismos como seres universales nos volvemos tales seres.
Esta idea tiene raíces profundas en todo el trabajo de Hegel y en su noción de sujeto
la cual, como vimos, es fundamental a su filosofía. Un sujeto está necesariamente en
carnado; así cualquier cambio en el sujeto, tal como el ascenso de una individualidad
limitada a la conciencia universal, puede ser mediado por un cambio en su encama
ción. Es por esto que, como hemos visto, en los términos históricos reales el crecimien
to del pensamiento humano va siempre aparejado con un desarrollo de sus formas de
vida, de lo que llamamos civilizaciones. Pero estas formas de vida suponen diferentes
ambientes creados por el hombre. Como lo ve Hegel en la descripción de la relación
amo-esclavo, cada uno se relaciona con el otro a través de su relación con las cosas. Por
tanto, las formas más altas de co-existencia humana, las que nos llevan más cerca de la
intemdad, están ligadas a un modo caractelistico de relacionarnos con las cosas, es
deci�, a cierta form; de medio ambiente generado por el hombre. Así, ambos caminos
son complementarios y ambos están envueltos en el crecimiento de formas más eleva
das de vida que encaman los más altos estados espirituales del hombre.
Por tanto, la noción de Hegel es que el esclavo se vuelve una conciencia universal a
través de su trabajo. Tanto el miedo a la muerte como la disciplina de servicio eran
necesarias. El miedo a la muerte por sí mismo lo hablia movido durante un momento
de lo particular, pero no hablia construido la encamación de la conciencia universal.
Pero el trabajo por sí mismo, acompañado del miedo a la muerte, ha producido habi
lidades particulares (Geschicklichkeit), no una conciencia wtiversal del yo.
Lo que el esclavo alcanza a través de su trabajo, como será evidente en la siguiente
sección, es la comprensión de sí mismo como pensamiento libre. Él se reconoce con la
capacidad para transfonnar las cosas con el poder del pensamiento, con el poder para
rehacer las cosas de acuerdo con conceptos y según modelos universales. Será posible
desarrollar habilidades particulares y competencias sin despertar su conciencia. Pero el
esclavo, que ha sido traído a lo universal por el miedo a la muerte, ve en su habilidad
transformadora el poder de una conciencia que piensa y ejecuta, que puede crear mode
los, arquetipos, y entonces cambiar las cosas para confonnarlas a ellos. Ve entonces en el
mundo de los objetos hechos por él, el reflejo de sí mismo como universal, como un ser
pensante. Este pasaje muestra cuánto anticipa el materialismo histórico la filosofía de la
historia de Hegel. La retención intelectual de las cosas en los conceptos (una palabra
etimológjcame�te relacionada a «retención>> tanto en inclés como en alemán) es vista
aquí a p� de la definición de las cosas en el u·abajo. El pensamiento conceptual surge
136
de l a habilidad aprendida de transformar cosas. Aprendemos a conocer el mundo de la
realidad material y en definitiva de nuestras propias mentes, al tratar de conducir la
materia a nuestro diseño. El pensamiento conceptual surge de este intercambio.
La relación amo-esclavo ha sido traída de vuelta. La prerrogativa del amo de ser
sólo un conswnidor lo condujo a una ridícula auto-coincidencia.Mientras que el escla
vo, que está sujeto a la existencia refractaria de la materia, gradualmente voltea la
mesa, voltea su resistencia al conseguir un reflejo de él mismo como conciencia univer
s �. Est� reve:s� e� el más completo porque le debe la transformación de su sujeción;
solo bajo la disciplina del servicio pudo asumir el trabajo que lo ha llevado más allá de
sus límites originales.
2
La dialéctica del amo y el esclavo sucede en una etapa superior, que Hegel identifica
con la filosofía del estoicismo. A través del trabajo, la disciplina y el miedo�a la muerte,
lo� esclavos han obtenido un reconocimiento de lo universal, del poder del conoci
miento conceptual. Y esto implica haber ganado cierta libertad. En primer lugar, el
hon:?re c�mo ser espiritual adquiere una mayor auto-realización al ser capaz de re
fleXIon uruversal. Y en segundo lugar, dado que el pensamiento es la base de todo, el
hombr� se acerca a superar la naturaleza ajena de las cosas cuando piensa con catego
_
��s uru:rer;ales. El pensamiento conceptual, en tanto está en contra de su representa
cwn en Imagenes (Vorstellung), es un medio en el cual nos movemos libremente porque
nosotros realmente lo dominamos («un concepto es para mí inmediatamente mi con
ceptO>>, PhG, 152). Al mismo tiempo, está verdaderamente en la raíz de las cosas. Así
«en el pensamiento yo soy libre, porque yo no soy en otro, sino que permanezco en mi
propio ámbito [schlechtin bei mir selbst], y el objeto que es esencial a mí es en unidad
indivisa mi ser para mí mismo [mein Fümzichsein]>> (PhG, 152).
Pero la libertad estoica es radicalmente incompleta, pues nosotros seguimos lidian
�o con �na ��sofía de esclavos. A través del comercio con la materia ellos han adqui
ndo la mtwc�on de que el pensamiento es la base de todo. Pero en tanto no pueden
c��ar su propio entorno, y particularmente su sociedad, en orden a expresar esta intui
CI�n -p�es una estru�tura política racional y leyes sólo podrán surgir en una etapa
_
�as tardía en la histona-, entonces son todavia incapaces de trabajar a través de sus
Ideas para mostrar las detenninaciones particulares de su mundo como manifestación
de la necesidad conceptual (en el sentido hegeliano) y universal.
Estas dos incapacidades, práctica y teórica, van juntas en la filosofía de la historia
de Hegel. Los hombres sólo pueden ver el mundo como Geist o necesidad racional
manifiesta en la realidad, cuando son capaces de diseñar su propia realidad humana
de acuerdo con esta necesidad, es decir, según la razón práctica. La experiencia prácti
ca de alcanzar el reflejo del yo en otro es esencial a la introspección teorética. Una vez
más vemos como la tesis de que el Geist está necesariamente encarnado lleva a una
convergencia parcial con el materialismo histórico.
�egel identifica �sí al estoicismo como una etapa de impotencia política que se
refleja en la abstracción del pensamiento. Su clitica de ello incide en que se da como
una estrategia de retiro, por usar una expresión temprana. Está fundada en la intui
ción de que la conciencia es una esencia pensante. Pero es todavía incapaz de derivar la
forma detenninada del mundo desde este principio. No puede discernir la racionali-
137
dad de las cosas. Su noción de pensamiento todavía es abstracta; todavía no tiene (y
obviamente no podrá tener) la noción de que el pensamiento «Va hacia» su encarna
ción desde la cual nosotros podemos derivar (como lo hará Hegel en las filosofías de la
naturaleza y del espÍlitu) mucho de la estructura del mundo.
Esto nos lleva a cierto tipo de formalismo. El pensamiento subyace a la realidad,
pero uno no puede decir en detalle cómo, y por ello el contenido particular del ��do
es visto necesariamente como contingente, como simplemente dado. El estorcrsmo
sólo puede sostenerse en categmias universales, como las de verdad y de bien, sabidu
ria y virtud, pero no puede derivar un contenido determinado para ellas.
Ahora bien, aunque esté aplicado al estoicismo, el análisis es reminiscente de otros
tipos de fonnalismos criticados por Hegel, y en particular recordamos la critica de Hegel
a Kant, al dualismo kantiano en donde las formas de experiencia eran derivadas del
entendimiento, pero la materia está dada, y desde una fuente que es para siempre incog
noscible. Hegel está claramente combatiendo este dualismo en su critica al estoicismo.
En cualquier caso la réplica del estoicismo, por su incapacidad para derivar el con
tenido de la realidad desde el pensamiento, es una estrategia de huida; lo es considerar
ese contenido como inesencial. El pensamiento es libre, el sujeto pensante es libre.
Pero libertad para Hegel significa estar uno mismo
(en casa) en lo otro de uno,
bei sich
bei sich
o en el objeto. El sujeto del estoicismo no puede estar
respecto a la realidad
determinada del mundo, pues ésta es algo extraño, algo que no puede derivarse del
pensamiento. La estrategia será retirarse de esta realidad y redefinir el objeto simple
mente como objeto de pensamiento.
El estoico es entonces libre como un sujeto pensante en abstracción de las circuns
tancias externas de su vida, <<ya esté en el trono o con cadenas» . <<La libertad de la auto
conciencia es
ante la existencia natural»
en itálicas en el original).
Pero esto obviamente no basta. La huida hacia la auto-identidad propia no puede
indiferellte
(158,
traer libertad para un sujeto encarnado cuya verdadera libertad debe estar expresada
externamente en un modo de vida. El estoicismo por tanto se contradice a sí mismo, es
una realización putativa de la libertad, es de hecho su negación. Como tal debemos ir
más allá. La intuición básica, la de que el pensamiento conceptual está en la raíz de las
cosas, es una ganancia permanente, pero el llamamiento a la libertad interna se colapsa.
Al tomar en cuenta este colapso y la derivación de la siguiente etapa, Hegel nos trae
hacia otra filosofía de la historia, el escepticismo antiguo. A éste lo retrata como el
cumplimiento de la idea básica del estoicismo; donde esta última considera el conteni
do determinado de las cosas como irrelevante o inesencial, el escepticismo va al ataque
-y lo pone en cuestión. Es la consecuencia polémica del estoicismo.
Pero esto sólo sirve para puntualizar más agudamente la contradicción subyacente,
pues en tanto sujetos encamados vivimos en la realidad ext:ema. Bien podemos declarar
su no ser� pero retoma incesante e ineludiblemente. Así, dado el hecho de que lo que
nosotros tenemos es una oscilación entre un sentido de nuestra propia auto-identidad, y
un igualmente agudo sentido de nuestra dependencia del cambio, la realidad externa
cambia. Tan pronto como ponemos esta realidad cambiante en cuestión, en orden a expe
rimentamos como inmutables y auto-idénticos, nuestras propias fuerzas vacías internas
nos llevan a aceptar que nosotros estamos encamados en lo mutable y auto-externo.
Pero esta oscilación ocmTe en una conciencia singular, y poniendo estos dos mo
mentos juntos derivamos una nueva fase dialéctica, en la cual el sujeto tiene que acep
tar el hecho de una división interna
en la cual el yo interno mismo se
divide dolorosamente entre un ideal inmutable y ser auto-idéntico, por un lado, y un
(Entzweiung),
138
mundo de confusión y cambio por el otro. Ésta es l a etapa d e la conciencia infeliz en la
cual la relación de amo y esclavo, de la que el estoicismo afirmaba haber esca ado,
reaparece, pero ahora en el sujeto, en la relación entre estos dos lados mutuamente
�
incompatibles.
Las páginas sobre la conciencia infeliz nos introducen algunas ideas fundamenta
les de la filosofía de la religión de Hegel. Reconocemos los temas de los escritos hege
lianos sobre religión de la década de
en particular el tema de la separación, n
�
1790,
donde el hombre proyecta su unidad perdida en un espíritu trascendente al cual se
somete absolutamente, como en la religión de Abraham.
En la
Hegel presenta la conciencia infeliz como una que está profundamente
dividida porque es tanto el sujeto inmutable y auto-idéntico del pensamiento como el
individuo que está sujeto al mundo cambiante. Pero esta situación, en tanto es vivida
PhG
por el sujeto, es una en la cual él se identifica a sí mismo como particular con lo inesen
cial inmutable. Lo inmutable se proyecta más allá. Su unidad con ello se siente sólo
como pérdida, como el sentido de que debe de algún modo ir más allá de su estado
pres�nte Y alc�zar unidad con esto inmutable. Pero dado que en la etapa presente lo
partrcular Y lo Inmutable son definidos como incompatibles, este intento está perpe
tuamente condenado al fracaso. Dado que yo no puedo dejar de ser un individuo parti
cular, nunca puedo alcanzar unidad con lo inmutable.
Como relación con una realidad trascendente, a la cual yo no puedo ser indiferente,
pero a la cual debo �nirme, la conciencia infeliz puede ser vista como religiosa.! y
_
subyacrendo
al estudio de Hegel están las reflexiones sobre el judaísmo y el cristianis
mo, así como las relaciones entre religión y filosofía. Veremos algunas de éstas cuando
examinemos el capítulo VII de
y retomaremos a una discusión de este asunto en
.
el capítulo xvm.
PhG,
Pero en el pasaje bajo estudio aquí, el desarrollo dialéctico de Hegel sólo se refiere
(implícitamente) a ciertas etapas del cristianismo medieval. No podemos entrar en esos
detalles ahora. Incluyen una interpretación de las cruzadas como un vano intento de recu
perar contacto con el Jesús histórico, quien como particular nos desaparece en el tiempo.
_
ffi?a de est?s mtent
�s fuerza a los hombres a encarar el destino real del cristianismo que
rmplica la umdad de Dws y del hombre real en una comunidad (
Hegel continúa entonces con lo que es obviamente un tratamiento de la Icrlesia
med eval, aunque algunas de las cosas que dice obviamente se aplican a cual uier
Iglesra que no haya realizado la completa unidad de Dios y el hombre. La misma vida
de la Iglesia sustentada en la conciencia de división es una en donde todavía los hom
bres ven lo universal fuera de ellos, como algo a lo que han de estar sujetos. La natura
leza jerárquica de la Iglesia medieval refleja este sentido de subordinación. Pero tal
como sucedía antes con el esclavo, esta servilidad bajo tma disciplina externa forma al
hombre Y lo hace de tal manera que pueda reconocer lo universal en él mismo. Repeti
mos aquí, en un modo más intemalizado, el pasaje de la subyugación externa hasta
�
Gemeinde ).
�
�
una identificación con la razón.
l. Podemos ver aquí el origen de las concepciones de Feuerbach y de Marx sobre la conciencia
alienada. No es que Feuerbach y Marx tmieran la misma noción de religión que Hegel, por supuesto.
Estos sucesores «antropologizaron» el espíritu de Hegel. Lo que reemplazó al Geist de Hegel fue el hom
bre, el hombre genérico. Para Hegel, por otro lado, el hombre debe verse a sí mismo como un vehículo del
espíritu que es de una realidad más amplia, cuya encarnación total es el universo. Así, incluso en la
cumbre de su desarrollo el hombre permanece en presencia de algo más grande que él mismo.
139
z hasta una etapa más �Ita,
Esta transición nos lleva más allá de la conciencia infeli
la PhG- llega a su final.
e
ia
en la que esta transición -la sección de la autoconcienc � . nto, e una en la cual
cnrue
Rena
el
�
La parte más alta, que Hegel parece identificar con
a toda la realidad. Ell�s han
ce
subya
razón
la
que
ver
a
zado
alcan
han
res
homb
los
encia estoica, el s�ntido de
alcanzado la introspección que estaba perdida en la conci
ue as cosas exte�as, smo '!ue el
que el pensamiento no es sólo una realidad más alt� �
de l as cosas. Tienen co:IDanza
pensamiento racional detemzi11a el curso y el proposlto
.
realidad, en que cu qmer cosa
en que ellos, como seres racionales, se reconozcan en la
racionales del uruverso. Una
que ellos piensen 0 hagan estará de acuerdo c�n las bases .
aremos ahora.
trabaJ
la
y
o,
.
nueva y más alta noción de integridad ha nacid
Justo como l� pnmera
cia.
oncien
autoc
la
sobre
Llegamos aquí al final del capítulo
y su mundo, asi esta sec
sección nos llevó hacia la oposición entre el sujeto cognoscente
a colocan:e contra el.�undo
ción lleva al sujeto de acción y de deseo, que al principio parecí
a. En l� pnmera sec�IO� esto
del que depende, y nos muestra cómo esta oposición se super
del ob]e o d� conocnmento,
requería que revisáramos y desarrolláramos nuestra noció�
le. Aqm tuvnnos que tomar
sensi
za
empezando con la visión más primitiva, la de la ce�i:�
ar opuesto a otros �n la
partic
duo
indivi
al agente desde su más piimitiva etapa como
o que el pensarmento
rmsm
lo
es
cual
lo
sal,
univer
realización de su naturaleza humana
e rr undo, s� supera. Per:o
universal subyacente al mundo. La extrañeza mutua del agente � : de uruda
d. Todavm
prmcipiO
como en la piimera, esta sección apenas ha establecido el
falta trazar su desarrollo en las secciones que siguen.
�
a!
�
�
�
�
3
�
tercera sección so re l�
Sólo daré unas breves indicaciones del desanollo de esta
mbres canzan la m
razón. Su punto de partida surge, como vimos, cuando los
miento, determma
pensa
o
ción de que la racionalidad, es decir, el principio de su propi
en el rr:un o. O
casa"
en
«como
toda la realidad, y en consecuencia ellos se sienten
n�l de
la
d
a
certez
la
es
razón
� conCie .�
como Hegel lo di�e en una frase lapidada, «la
at zu
Realzt
alle
tsems,
Bewu{J
des
heit
Gewifi
die
ist
que es toda la realidad>> (Die Vennmfi
. . .
sein, PlzG, 176).
. . del mdiVI
duo se rr:uesEl capítulo termina con una transición en la cual la conciencia
despla
un
ece
y esto establ
�e�t?
tra como un vehículo inadecuado para el espíritu,
subJetiVI
la
de
s
ivid�
ra-ind
�
básico en la PlzG, que seguirá hacia las encarnaciones sup_
, o �).
apitul
(
n
relig10
la
en
s
sp
d
�
dad, primero en la sociedad política (capítulo VI), � ��
muestra la madecuacion
Así un examen de la conciencia que comience en lo mdiv:tdual
espíritu mayor.
de todas aquellas concepciones y nos obliga a desplazarnos a un
�10
a:
�
�
a!
I
�
r:u
El capítulo consta de tres secciones. La primera de ellas es análoga a l� p e de ape
ra sobre la «conciencia>> en donde se ocupa de diferentes teorías de la c:tencm. Su motivo
básico es el intento de cumplir la promesa de la razón, esa de que nosotros podemos
alcanzar una visión de las cosas determinada por completo racionalmente. La búsqueda de
una ciencia racionalmente necesmia conduce a la «razón observante>> a tra:és de diferen
tes modos de pensamiento científico, desde la simple observación de regulandades hasta la
140
búsqueda de leyes naturales. Esto lleva a la razón a cambiar su atención sobre lo inanima
do y enfocarse en la naturaleza animada donde su instinto le dice -correctamente, piensa
Hegel-que estará más cerca de ver una forma auto-sustentable. Pero incluso aquí falla en
encontrar cabalmente la necesidad racional.
Hegel deja claro que esto no es debido a ninguna inadecuación en las ciencias de la
naturaleza animada o inanimada. La contingencia es una característica necesaiia de
ellas, como lo deja muy claro ( 193-195). Estas ciencias son formas perfectamente váli
das de conocimiento a su nivel, detectan regulaiidades y leyes sin tratar en definitiva
de justificarlas por la razón. El objetivo de la razón observante sólo puede, de hecho,
ser llenado por la filosofía especulativa, la cual nos muestra por qué el mundo debe
tener la estructura que tiene, incluyendo el grado de contingencia que contiene.
Finalmente la razón observante es canalizada hasta el hombre que examina, como
el lugar más propicio para que la necesidad racional pueda ser vista actuando. Pero
esto falla por la naturaleza de la razón obsenrante en sí misma, la cual trata de com
prender al hombre viéndolo como un objeto, y no puede retener su naturaleza como un
ser que también se hace él mismo. La razón obsenrante no puede realmente sobrellevar
el entretejido de lo dado y lo que el hombre hace de sí mismo, lo «Einheit des vorhan
denen und des gemachten Seins>> (227), pero trata de separar estos dos aspectos el uno
del otro. Trata al hombre como una cosa, por lo que Hegel considera apropiado condu
cir la discusión de esta sección hacia la cabeza, en un examen de la frenología, la cual
estuvo en boga durante un tiempo a finales del siglo XVIII. En la frenología, las cualida
des típicamente humanas del hombre son relacionadas con la materia inerte, con los
surcos y los relieves de su cráneo.2
Hegel ve, por supuesto, un punto especulativo en esto. Es verdad que el espí:titu
iguala a la materia, por eso ha de estar encarnado. Pero esta relación ha de ser expresa
da en el «juicio infinito>> (253), el cual afirma tanto la identidad del Geist v de su encar
nación, como su diferencia; sobre todo lo que implica esta encarnación e;tablecida por
el Geist. La razón obsenrante carece de una comprensión del hombre como agente, y
dado que vmnos hacia una fase de la razón que juzga paralela la autoconciencia, hemos
de seguir al agente racional.
JI
La comprensión de la soberanía universal de la razón ha transformado la auto
ceti:eza del hombre. Justo como la razón obsenrante estaba confiada de encontrm· la
necesidad racional en la naturaleza, la autoconciencia racional estaba confiada en al
canzar satisfacción en el mundo.
La dialéctica de la autoconciencia se abre aquí con la figura de la búsqueda indivi
dual del placer. Pero esto no cuadra. Este individuo, a diferencia del sujeto de deseo en
el capítulo precedente, tiene tras él al desarrollo que nos trajo a la razón, y en tanto
tiene certeza de la razón se encontrará a sí mismo en la realidad que lo rodea. El
hombre y el mundo están diseñados para la felicidad, el hombre sólo tiene que alcan
zarla, y disfrutar de esa felicidad. En vez de consumir la realidad externa como en la
anteiior dialéctica del deseo, el sujeto, seguro de su unidad an sich con ello, la separa
2. Para una relación de la discusión de Hegel con temas de e:plicación contemporánea, cf. Alasdair
Macintyre, «Hegel on Faces and Skulls» , en MacintyTe (ed.), Hegel, Nueva York, 1972, 2 19-236.
141
de «la forma de otro ser» (263): el objeto de placer permanece como un ser indepen
diente. Si el paradigma de la dialéctica del deseo parece ser el consumo, la de esta
dialéctica parece ser el placer sexual.
.
La sección está llena de referencias (aunque nunca Citadas) al Fausto de G��the,
incluyendo una cita incorrecta. Pero Hegel, por supuesto, tiene en �ente tambi�n la
doctrina ilustrada de la bondad natural del hombre. Y ésta es obVIamente una Idea
avanzada en el sentido de que sólo puede darse después de un largo desarrollo de la
cultura humana. La doctrina ilustrada del hombre como naturalmente bueno y por lo
tanto buscando el criterio de la cmTección de sus propios deseos naturale:' «cuyo cum
plimiento es el placer>> se sostiene en la visión de una naturaleza �surmda como un
todo armónico racional que subyace a la empresa científica (a la razon observante). En
este aspecto, la derivación de Hegel tiene sentido.
.
.
Pero en un nivel incomparablemente más alto, esta figura mocer:te de la aut�con
ciencia obviamente no resolverá el problema, pues el hombre todaVIa _busca satisfac
ción como individuo, incluso ahora que se ha definido en categorías uruve�sales, y ve a
todos los hombres como él. y como un puro individuo debe ver l� re�dad que lo
rodea, tanto la social como la natural, como ajena a él. Su auto-realizac10n no es común con la de los otros hombres, sino que es particular.
.
Pero todos los particulares deben desaparecer. De hecho hay, c?mo hemos VISto,
una conexión interna enti·e la completa afirmación de una cosa_ ¡;articula: Y su nec�sa. ,
na per
elida, pues lo particular externo' aunque sea una expres10n esencial del Gezst o
de lo universal, lo contradice y debe desaparecer; el momento de su florec1rmento mas
completo ocurre cuando la contradicción es más aguda. . .
. . .
Heael ve así una contradicción interna entre el cumphrmento del mdiVIdu� como
un p�icular en el placer y en su muerte. El hom re, que define s� cu�plirm�nt? a
partir del placer experimentado por él como un particular, encara su mevitable p�rdida
y su total aniquilación. No es que el placer nos lleve a la muerte, o que por eVItar lo
primero pueda evitar lo segundo. La cuestió_n pa:a Hegel no �s q�e el placer haya de ser
_ de
evitado, y la muerte sea, después de todo, mev:ltable. Es mas bien qu� al defirnrlo
modo que su plenitud sea exclusivamente la del placer el hombre expenmenta la muerte como un final abrupto y total.
. .
En contraste, un hombre que se define a sí mismo a part� d� � �umphrme�to ��s
amplio de una meta más universal no ve la muerte como aruqW:�c10n, pues �e Identrfi
ca con algo que lo rebasa y lo sobrevive. Pero el contraste tambien resulta �as pro�
do, pues en la figura que estamos estudiando aquí la muerte no es total, smo tambien
un destino ciego, una necesidad externa.
.
, menciOna
El destino de la muerte está necesariamente ligado a la vida por la razon
da arriba. Pero es ciega porque, definido como un puro particular, el hombre no puede
ver su necesidad interna. Siendo puramente interna, es puramente «externa», eso es lo
que le parece ciego y sin razón. Dondequiera que el hombre se vea a sí ��mo como el
_
vehículo de lo universal no sólo no ve la muerte como total, smo
'!-ue t�II_lbien compren
de por qué debe ser en virtud del Geist universal con el cual se Identifica. Está_ doblemente reconciliado con él.
.
.
La meta subyacente, la reconciliación del hombre y del destmo, se descnbe brev�
mente aquí como una condición en la cual «la conciencia... ha e reconocer... su pr�pia
meta y hacerlo como destino, y al hacer del destino su propia meta, :econocera s�
propia esencia en esta necesidad» (PhG, 265). Para el hombre que define su c;nn�li
_ el terrrnno
miento como placer de lo particular, hay sin embargo sólo «un salto hacia
opuesto» (ein reiner Sprung in das Entgegengesetzte, loe. cit.).
·
·
'
�
,
�
142
Esta figura está entonces en contradicción. Tratando de alcanzar el cumplimiento
del placer el hombre encuentra el más absoluto incumplimiento. La certeza de encon
trarse a uno mismo en la realidad conduce a la aniquilación. La autoconciencia es
entonces forzada, y el siguiente paso es obviamente incorporar esta necesidad externa
en sí misma. Dado que esta necesidad implica ligar a lo particular con lo universal,
significa incorporar a lo universal en su propia noción de cumplimiento, así en vez de
desear simplemente el placer de uno, el deseo espontáneo de uno se ve ahora vinculado
a lo general. Así tenemos un retrato del hombre como espontáneamente deseando el
bien, como teniendo la ley de la moralidad en su corazón.
Como quiera que pensemos el rigor de esta transición, obviamente tenemos aquí
otra corriente muy importante del pensamiento ilustrado (la cual, como todas, ha sido
re-editada en diferentes formas desde entonces). Pues al lado de, y después reempla
zando a, la idea utilitarista del hombre como naturalmente bueno en su egoísmo inge
nuo, inserto en una armonía natural de intereses alcanzables, viene la idea del hombre
como naturalmente bueno al ser espontáneamente altruista. Ciertamente esto es lo
que muchas personas leyeron en los escritos de Rousseau, y doctrinas de este tipo
tienen una amplia difusión a finales del siglo XVTII, aunque el impacto de la Revolución
Francesa de alguna manera las minimizó. Es obviamente este amplio movimiento el
que Hegel tiene en mente, aunque hay alú un importante número de referencias (toda
vía implícitas) al Robbers de Schiller.
En esta figura el hombre cree en la bondad de sus sentimientos espontáneos. Se
coloca ante un mundo que está lleno de sufrimiento v de mal. Éste ha de ser atribuido
a las restricciones falsas e injustificadas puestas al hombre por la sociedad o por la
civilización, dado que el hombre es naturalmente bueno. La solución es liberar a los
hombres de estas restricciones, traerlos de vuelta a lo que realmente son y así hacer
real en el mundo la ley del corazón.
Pero esto tampoco va a funcionar. El hombre ha de ser llevado a lo universal de tal
manera que sus aspiraciones correspondan al bien universal; esto requiere una larga
formación y disciplina, requiere una transformación arduamente ganada. Es tonto
pensar que nuestros sentimientos espontáneos y no reconstruidos sean uno con lo
universal. La unidad aquí como lo establece Hegel no está todavía mediada.
La contradicción resultante aparece de dos modos. P1imero, el mundo que res�ta de
la imposición de los asuntos de la ley que yo siento en mi corazón no es genuinamente
universal. Está lleno de ideas y de aspiraciones que son simplemente mías y que yo
acríticamente proyecto a lo universal. Se sigue de alú que otros no pueden reconocer. la
ley de sus corazones en este mundo. El intento de reconstruir el mundo de este modo nos
lleva no a la unidad y a la reconciliación sino a la lucha fanática entre los hombres.
Pero, en segundo lugar, incluso donde el curso de las cosas refleja lo universal,
donde, p. ej., la estructura de la sociedad y su ley refleja normas racionales, esta con
ciencia no puede reconocerlas, pues el universal genuino es tal que el hombre sólo
puede alcanzarlo con disciplina, como vimos. Así las leyes racionales aparecerán siem
pre como restricciones externas a aquellos convencidos de su propia bondad espontá
nea. La ley del corazón mmca puede, en principio, tener éxito reformando el mundo,
pues aunque consiga cierta mejora en las cosas, su obra le parece ajena, como el enemi
go, justo como otra forma de restricción externa que está atacando.
Esta creencia, dice Hegel, lleva de hecho a una presunción fantástica, en la cual
cada uno cree que el mundo debe ser reformado según sus instintos. Pero la lucha
resultante, el sufrimiento y la frustración es lo exactamente opuesto a la reconciliación
1 43
que se suponía que se iba a conseguir. Esta forma de conciencia está así en aguda
contradicción consigo misma, su lucha para mantenerse en esta contradicción es des
crita por Hegel como un tipo de locura. Desesperadamente trata de culpar del mal en el
mundo a sacerdotes y déspotas, y así conciliar el mal uníversal con un supuesto buen
corazón. Pero la inocencia de esta explicación sólo muestra una contradicción subya
cente. De hecho tendría que reconocer en el orden del mundo «la ley de todos los
corazones>>, como el resultado de las luchas de todos por realizar sus aspiraciones.
Pero esto prepara el campo para un nuevo revés dialéctico. Si el orden del mundo
es la ley de todos los corazones, entonces puede ser considerado como potencialmente
capaz de expresar lo uníversal. Lo que se requiere para cumplir con esta misión impli
ca simplemente purgarla de la búsqueda individual. La mesa se ha volteado. En vez de
querer salvar el mundo imponiendo nuestra propia individualidad en él, nuestra idea
ahora es la de purificarlo removiendo todas las huellas de la aspiración individual de
nuestras acciones.
A este estadio de la conciencia Hegel lo denomina los intentos por realizar la «vir
tud>>. Pero deja claro que ésta no es la virtud de los antiguos, que implicaba, por el
_
contrario, vivir de acuerdo con las costumbres del propio pueblo. Esta
es una virtud
individualista, fundada en la auto-negación; y ahora debe ser evidente que Hegel la
encuentra inaceptable.
De hecho es otra de esas estrategias de retiro de las cuales hablé antes, al principio
de la discusión de la autoconciencia, y que es reminiscente del estoicismo. Mientras
que la forma temprana definía al yo como libertad interna al abandonar nuestra reali
dad corporal externa, esta forma presente trata de neutralizarlo moralmente. La expre
sión particular de lo individual ha de ser suprimida, ha de volverse nada más que la
expresión de lo universal.
La característica peculiar de este tipo de fase es la sensación en el hombre de su
propia falta de valor, su disculparse por la existencia, y su intento de suprimir su parti
culmidad, volviéndose nada más que voluntad universal. Esto tiene cierta importancia
en la PhG, porque es recuperado tres veces, primero en la conciencia infeliz, la segunda
vez aquí, y la tercera al final del capítulo VI en la sección sobre el mal y su perdón. Esta
última es una etapa importante de la dialéctica porque es invocada de nuevo en la
transición al conocimiento absoluto.
Pero el intento de suprimir la particularidad de uno está condenado al fracaso; y
esto por la simple razón de que lo universal no puede ser hecho real al menos no en las
acciones de los hombres particulm·es, y los hombres al actuar no pueden abstraerse de
lo que son en tanto hombres con necesidades y deseos particulares. En otras palabras,
el hombre no puede suprimir su particularidad, y actuar sólo como un vehículo de lo
universal; él no puede actuar según el ingenuo motivo de conformar su acción a las
máximas universales, dejando de lado todos los otros motivos. Rechazar todas las otras
formas de acción es no hacer nada. Y es por esto por lo que podemos ver esta insisten
cia en la supresión de la particularidad como una forma de evasión, un rechazo de las
condiciones de la existencia externa y particular.
Frente a la filosofía de la virtud auto-abnegada, la de Hegel es una filosofía de la
auto-realización; volverse el vehículo de lo universal es también para el hombre un
logro --o al menos lo será cuando se lleve a cabo. Pero obviamente en el ca.Inino hacia
esta formación completa, su naturaleza «baja>> estará en conflicto con su vocación
universal. Las filosofías dualistas reflejan esto. Aún más, ellas justifican la disciplina y
el entrenamiento necesario para alcanzar una integración mayor. Vimos esto con la
piedad de la conciencia infeliz, p. ej.
144
�n la escen� co��emporánea, sin embargo, una filosofía de la virtud que se nieoa a
SI, mi�ma no se JUStifica, y Hegel es irónico cuando trata con
ello. Su argumento es "' ue
l� uruvers� no puede en�o?trar expresión real (Wirklichke
it) excepto a través de as
.
vidas _Y acciOnes de los mdiv
iduos particulares. Pero esto se nos muestra con una elabo
rada Imagen en la cual la conciencia de la virtud es retrat
ada como un caballero, una
.
esP ec
, Ie de Do? QWJOte
. . , que no puede efectivamente combatir
e�?Istas, pre�Isamente porque esté mundo le provee las única el mundo de los actores
s condiciones de realiza
cion e lo uruversal en nombre de las cuales él lucha. Su
principal preocupación que
�ege llama absurda, es mantener su espada inmaculada. Pronto el caballero de la
vtrtu? es condenado or �u noción de virtud a la inactividad
. Él no puede intervenir
p
.
efec:I;·amen
te en la histona para realizar el bien, porque éste es insep
arable de la afir
maCion de su particularidad.
A consecue�cia de esta contradicción, se da una nuev
a fase, la tercera fase ma
yor de este capitulo sobr� la razón. En la figura previ
a aprendimos a ver el curso de
las �osas como el desphegue de las acciones auto-realiz
ativas de los individuos ·
.
aquI hemos aprendido
que lo universal sólo puede venir al ser a través de
.
tale�
acciOnes auto-realizativas . Ahora damos un paso a
un nivel superior en el
1
e os a las auto-rea!iz�ci nes individuales como expre
sión de lo universal. L
� �
?
"'�Ie?te etapa de la �Ialectica ser� así una figura de la autoconciencia que se sabe a
SI misma como realizando lo uruve
rsal en sus acciones.
'l
t
��:
III
. �� la última se�ci�n sobre �a razón llegamos a formas de conciencia en las cuales lo
mdiv1dual se ve a SI �smo urudo con lo universal. Hemo
s ido más allá de la oposición
. .
entre las �etas mdiv
iduales y la realidad frente a ellas. Lo individual está ahora
unido
en su acCio� con la realidad externa, la cual por tanto reflej
a a la razón.
Esta urudad realmente se da en el espíritu objetivo, que
.
es el Geist reflejado en la
VIda de un pueblo, lo que Hegel llama sustancia ética.
Pero en esta última sección
tenemos qu: ver otras fo as de conciencia individual
que le dan a Hegel la oportuni
dad de c?nsid�rar otras I:rn
eas conte�poráneas y creencias morales. Pero este r�corr
?
i
_ deJa clara la Importancia de
do tambien
la transición. En cierto sentido la PhG puede
pensarse como consistente de dos partes, cuya frontera
está aquí. En la primera esta
os �atando con formas de conciencia individual, inclus
o si
res Interactuando, como en la dialéctica del amo y del esclav lidiamos con los homo.
Pe:� en los capítul s que siguen, sobre el espíritu y la religi
ón, estamos tomando
�
al espi�tu como un SUJeto �upr -person , rimero como
�
el
espíri
tu de un pueblo, y
?
�
despues com� la a�toconCienCia del espmtu-mundo
en
la
.
religi
ón.
Este desplaz�
_ tica es, or
ento en la dialec
su?uesto, necesario si hemos de llegar al conocimiento
p
a soluto e� el cu� el Gezst esta unido con su mund
o, pues sólo el sujeto-mundo
puede ser VIsto urudo así, lo individual en tanto indiv
idual
nunca puede serlo.
.
Asi,_ en �Iert� p�to tenemos que desplazar nuestro centr
o de gravedad: no debe
os ver mas al m�\'Iduo como el centro con relaciones
sociales periféricas, sino más
Ien ;'e� el todo social como central, y lo individual como
una maiiÍfestación de ello. En
e�te último balanc� Hegel quiere utilizar frecuentem
ente el término sustancia. El espí
tu de toda la sociedad es la realidad subyacente , de la cual
uales. Pero esto no implica que ellos sean subordinados, emanan los actos indivi
más bien que se reconocen
�
rr;;
�
�
145
en ellos (3 1 O). Más aún, este espíritu no es algo separado de ellos, no existe sin ellos. La
«sustancia ética>> (sittliche Substwn) puede pensarse como «la esencia de la autocon
ciencia; pero esto en cambio es la realidad (Wirklichkeit) y la existencia determinada
(Dasein) de la sustancia, su identidad y su voluntad» (PhG, 3 1 2).
Así el Geist de un pueblo sólo puede tener realidad e n las subjetividades individua
les. Y se sigue de ahí que todavía no está en su desarrollo más pleno, que es todavia
inconsciente y parcialmente deformado cuando no se ha reflejado en los individuos.
Pero esto, por supuesto, es la realidad de todo el período entre el surgimiento de la
ciudad-Estado griega y el florecimiento del Estado de derecho moderno. Este último
requiere un doble desarrollo: tanto el individuo como la institución pública del Geist en
leyes e instituciones han de cambiar y crecer de tal manera que el primero pueda
reconocerse a sí mismo en la última.
Hegel parece haber pensado que esta última transición estaba pasando en sus días.
Las figuras que él estudia aquí son todas reconocibles como ideas contemporáneas,
que están reflejando una transición. Pero, por supuesto, su interés aquí en PhG no es el
de derivar la forma final del Estado, sino sólo mostrar que no podemos comprender la
conciencia sin este desplazamiento de lo individual a la <<sustancia», cuyo desarrollo
seguiremos en el siguiente capítulo comenzando con los griegos.
Las figuras de esta sección reflejan todas una conciencia que es cierta respecto al
significado universal de su acción. Como en otras partes, en este capítulo, y en la obra
completa, la discusión refleja cómo Hegel ajusta cuentas con los eventos de su época.
No hay aquí espacio para seguir el argumento, pero debemos revisar brevemente su
tratamiento de Kant, quien es tomado en cuenta (sin mencionarlo) en la discusión de
la última figura de esta sección, <<la razón que prueba la ley».
En esta figura, la razón es llamada a probar aquellas leyes que pudieran apelar a ser
moralmente vinculantes aplicándoles un criterio de auto-consistencia: ¿hay una contradicción en seguir una máxima dada o no?
,
La referencia a Kant es obvia, y la reacción de Hegel no es difícil de adivinar. El
hace la objeción, ya muy familiar, de que cualquier máxima puede mostrarse consis
tente, pero agrega su propio giro, el de que de algún modo podemos mostrar algunas,
p. ej . la comunidad de bienes, que son contradictorias, pero también lo mismo puede
decirse del régimen de la propiedad privada. Esta contradicción no le causa problemas
a Hegel. Él está de acuerdo con Kant y con toda la época burguesa en que la propiedad
privada es el régimen correcto, pero esto no puede mostrarse desde la supuesta consis
tencia de actuar bajo este principio.
Finalmente yendo hasta el Geist, tomamos de esta última figura la siguiente
idea, que cuando los individuos libres se colocan contra la sociedad no pueden
encontrar ningún contenido real por su razón moral; ellos no pueden razonar con
secuentemente hasta conclusiones morales definitivas. Cierto, las bases de la mo
ralidad suponen que uno actúe según máximas universales, en otras palabras de
acuerdo con el Geist que es nuestra naturaleza real, la cual es universal (y así pone
mos juntos a Kant y a Aristóteles) . Pero si comprendemos esto de modo abstracto,
entonces tenemos un criterio vacío. En lo abstracto, en donde la razón es vista
residiendo en la forma, en cierto modo de pensar, cualquier cosa puede ser justifi
cada, cualquier máxima puede ser universalizada. Sólo cuando vemos a la razón
como teniendo ciertos requisitos ontológicos, como llamada a una realidad exter
na, y a una realidad social humana de cierto tipo -en particular una que expresara
en las instituciones políticas los requerimientos de las leyes universales-, pode-
146
mos proveer un contenido para la realidad práctica. La forma de nuestro deber
moral se �rige de la naturaleza de la realidad social que ha de venir a ser cumplida
por el Gezst; y el ser completo del Geist es para nosotros un deber moral, pues
nuestra naturaleza es precisamente ésta, el Geist, o por usar una expresión más
vieja, la vida racional.
Al final, ento�ces, el hombre verdaderamente moral es uno que no espera darse a sí
.
n:Ismo sus propi.as leyes desde su propia conciencia, sino por el contrario, uno que
sient� el llamarmento del deber de su sociedad. Tratar a la razón sólo a partir de la
propia es razonar sin criterio, arbitrariamente. <<Esta ley inmediatamente dada es así
tiránica, pues troca arbitrariamente la voluntad en ley» (PhG, 309) . Así Hegel parece
revertir totalmente el veredicto de Kant que hace de la autonomía la piedra de toque de
toda la moralidad.
Pero en realidad la verdad es más complicada. Hay un primer sentido no reflexivo
del deber al que se ha de acceder mediante el universal razonamiento individual para sí
.
mi�m?; Y en la lucha subsiguiente entre la autoridad externa y la autonomía, Hegel no
esta sm reservas en alguno de los dos bandos. La autonomía es correcta porque es una
etapa necesaria en la formación del hombre. Al final, sin embargo, los dos vienen jun
tos, pues el hombre plenamente racional verá su propio cumplimiento reflejado en la
ley del Estado a cuyas instituciones él ha concedido su obediencia. Pero él entonces
verá la visión kantiana como en uno solo de los lados; la verá como uno de los antece
dentes de su propia visión; pero sólo como uno de los desarrollos que prepararon su
logro presente. La otra condición necesaria de este logro reside en el lento desarrollo
de la� in�tituciones a las cuales un vasto número de hombres nunca aceptan darles
obediencia absoluta, a pesar de los filósofos ilustrados, sean estas instituciones religiosas o políticas.
La ruptura con Kant es profunda incluso cuando Hegel pretende «completarlo». y
j W:t? a la difere?cia entre la p�a autonomía y una moralidad social hay otra: dado que
la etica plena solo se puede VIVIr en una sociedad, que no es sino el deber de uno con
un� �ociedad, la ética más alta es también una que es curnplible. No es sólo una <<aspi
racion», o algo que debe ser: las normas que seguimos son aquellas que son vividas en
las instituciones que existen en nuestra sociedad, las cuales mantenemos con nuestra
obedien�ia. Una ética que nos presenta un modelo que sólo puede ser es lo que Hegel
busca. Este es el punto básico de su rechazo tanto a las filosofías morales de Kant
como a las de Fichte: ellos nos presentan la ética del puro Sallen.
Más bien, dice Hegel, el espíritu vivo de un pueblo nos muestra leyes que son al
mismo tiempo Sein, existencia real. No tenemos espacio aquí para la fe; la autocon
ciencia vive en la realidad espiritual del Geist, que los hombres perdieron con la caída
de la ciudad-Estado griega y la cual buscan recuperar. Vamos ahora a recuperarla en
una forma consonante con la razón universal, pero primero debemos retomar a verla
en su belleza originalmente inconsciente.
·
�
147
LA
PlzG,
el Estado de derecho de los tiempos modernos. En
sin embargo, nosotros pasa
mos por la nueva conciencia moral de la filosofía alemana contemporánea, como un
CAPÍTULO VI
FORMACIÓN DEL ESPÍRITU
preludio a una nueva conciencia religiosa filosóficamente interpretada. La razón de
esto2 puede encontrarse posiblemente en el hecho de que la
tiene diferentes pro
pósitos que la filosofía de la historia, incluso cuando hay obviamente un solapamiento
PhG
en este capítulo; nuestro propósito aquí es llevar a la conciencia a definirse a sí misma
como definitivamente congruente con el espíritu del mundo, así que no hay motivo
para demorarse demasiado en la filosofía del espíritu objetivo; lo haremos en lo que es
«del espíritu absoluto» .
después llamado la
Enciclopedia
1
La primera parte del capítulo se ocupa de la unidad original de la ciudad-Estado
Geist,
al que Hegel llamará después «Espíritu obje
Entrando ahora al dominio del
tivo>>, estamos tratando por vez primera con formas históricas reales. Previamente
habíamos tratado solamente con aspectos abstractos de esas formas: vimos el estoicis
mo, p. ej ., en el desarrollo de la autoconciencia; ahora nosotros volvemos a la forma
histórica completa de la cual éste es sólo un aspecto. En este capítulo nosotros tenemos
fases completas en la vida de una civilización entera, como etapas, y no sólo ideas
dadas, panorámicas o ideales (las cuales pueden, en definitiva, ser comprendidas sólo
a la luz del
siendo una dialéctica no histórica, da cierto tipo de efecto espiral. Retorna
La
mos a un nivel más elevado (o más profundo, si se prefiere esta metáfora) para el
mismo fenómeno. Si desde la dialéctica del amo y del esclavo hasta el final de la razón
PhG,
Geist).
las referencias implícitas habían tenido un claro orden histórico, ahora nosotros retor
principio. Y al final de este capítulo, lo haremos nuevamente, en el
namos hasta
capítulo sobre la religión.
el
El capítulo sobre el espíritu nos lleva a través de algunos pasajes cruciales de la
filosofía de la historia. Comenzamos con los griegos, con esa sociedad de
Beisichselbst
sein perfecto que Hegel, como muchos de sus contemporáneos, no podían recordar sin
nostalgia. Esta sociedad, como la recordamos, se caracterizaba por una perfecta uni
dad entre ciudadano y sociedad. Las aspiraciones morales y espirituales plenas de los
ciudadanos encontraban respuesta en la vida común de la sociedad. Esta vida común
era, entonces, como una sustancia común; siendo parte de ella el individuo encontraba
un significado y un propósito para su vida; arrojado fuera de ella, se perdía; pero esta
dependencia de la sustancia común no le permite otra cosa que subordinarse, pues la
vida común fue también «el hacer de cada uno y de todos»
fue la obra de los ciudadanos. Si la sustancia mantuvo al individuo, enton
ces la actividad del individuo también mantuvo a la sustancia.
Pero esta temprana unidad tenía que romperse, 1 y este capítulo sigue esta dialécti
ca. El individuo pleno universal ha de venir a ser, y sólo puede hacerlo echando abajo
los muros provincianos de la ciudad-Estado. Sigue un largo período de alienación, en
el cual el individuo se coloca frente a una sociedad que no lo expresa. Este período de
conflicto es, sin embargo, como lo es siempre en Hegel, un período de formación. De él
emergerá una etapa más alta. En la filosofía de la historia, esta etapa es definída como
PhG, 3 14),
(Das Tun Aller und Ieder,
l. Como lo indica Hegel antes en la PhG, «Die Vemunft mtill aus diesem Glücke heraustreten» (258).
148
PhG,
en el cual la podero
griega y de su ruptura. Éste es uno de los pasajes más bellos de
sa visión poética que reside en la base de la filosofía de Hegel sale a la luz. El poder de sus
imágenes alcanza tal nivel que explicita la tensión íntima y el conflicto de la sociedad
griega por medio de la tragedia de Sófocles.
En términos más generales el conflicto subyacente a la unidad original es éste: el
individuo está perfectamente unido con su comunidad, el hombre es uno con un sujeto
más amplio, con un universal del cual se siente él mismo una emanación. Y es así como
debe ser. Pero este universal no lo es íntegramente. Es el espíritu de un pueblo, uno
entre muchos. Es provinciano, estrecho de miras. La intuición de la universalidad ge
nuina en el hombre lo separa progresivamente de su comunidad. Lleva a una lucha
entre los hombres y la comunidad en tanto esta expresión pública de lo universal entra
en conflicto con la vocación hacia lo universal que le subyacía.
La feliz unidad del ciudadano con la ciudad, entonces, depende del ser del hombre
en una etapa temprana de desarrollo, <<hundido en la naturaleza» . Pero esto es algo que
debe desaparecer. Por decirlo de otro modo, como una existencia particular, la ciudad
Estado debe irse: si fuera la expresión de una conciencia verdaderamente universal,
esta última sobreviviría, iría más allá, permanecería a pesar de la destrucción de esta
expresión de ella. Pero como una conciencia provinciana la vida de la ciudad:Estado
desaparece con ella, «encuentra ... su pérdida a través de otra»
an einer andem, PhG, 342).
(findet... ihre Auflzebwzg
Pero Hegel, a lo largo de este capítulo, lee la dialéctica de la vida ética de la socie
como la llama, en otro nivel, más detallado; su vocabulario es
dad, o el
extraído de las tragedias griegas. El conflicto entre los dos universales es visto ahora
como uno entre la ley humana y la ley divina. La ley humana es la ética consciente del
Estado, en la cual los ciudadanos se encuentran ellos mismos reflejados. La ley divina
refleja lo verdaderamente universal, y en esta etapa aparece como no reflexiva, como
Sittlichkeit,
2. También se ha dado la explicación (cf. Fr. Rosenzweig, Hegel tmd der Staat, Munich y Berlín,
1 920, I, 2 1 7-220, II, 1 -5) de que Hegel bajo el impacto de la conquista napoleónica abandonó por un
tiempo la creencia de que el Geist pudiera retomar a la reconciliación completa consigo mismo en
un Estado moderno, la cual habría sido una de sus aspiraciones más tempranas y que fue, cierta
mente, parte de su sistema maduro después de 1 8 1 5 . A partir de esta interpretación, la historia para
Hegel en este período alcanzaría su culminación y espíritu únicamente en la religión y en la filosofía.
Pero esto no puede establecerse convincentemente.
149
una ley no escrita, no hecha por el hombre y que ha existido siempre.3 La ley divina, en
tanto verdaderamente universal, está vinculada con el individuo en cuanto tal, no sola
mente en su relación con el Estado. La institución que surge como guardián de esta ley
Pero no lo están. En la base hay conflicto, pues la ley humana no es verdaderamente
universal. Y este conflicto se ve en la acción histórica. Aquí llegamos a otro tema hegelia
no básico. Actuar, en el sentido de efectuar algún cambio importante en el mundo exte
es la familia, la cual es también la esfera de la unidad inmediata. Las dos leyes tienen su
expresión paradigmática en estas dos instituciones, y desde ellas traza Hegel las con
clusiones posteriores concernientes a los roles de los sexos: a los hombres les concierne
principalmente lo humano y lo político, a las mujeres lo divino y lo de la familia.
A la ley divina le concierne lo individual como tal, no alguna de las particularidades
rior, implica necesariamente incurrir en culpa, pues cuando nuestra acción se vuelve
real, le da expresión efectiva a nuestra particularidad. Pero esto constituye un reto a lo
universal, y por tanto produce culpa. La interpretación de Hegel de la doctrina del peca
do original deriva de esto. El pecado es «original>> en la versión filosóficamente reinter
de su existencia. Pero dado que en esta etapa el monopolio de su vida externa efectiva
es atrapado por su rol en el Estado, su existencia verdaderamente universal sólo puede
ser avizorada como más allá de esta vida, encuentra expresión en su sombra, donde él
ha dejado la contingencia de la vida por «el reposo de la simple universalidad>> (32 1).
Hegel d a entonces una agresiva interpretación d e los ritos d e muerte d e l a antigua
Grecia. La muerte es una negación natural, algo que le pasa al hombre, un golpe de la
naturaleza. Pero también hemos visto que la muerte comprendida especulativamente
es una necesidad, una expresión de la verdadera universalidad del espíritu humano
que no puede dejar en pie ninguna expresión externa. El propósito de los ritos es llevar
a la muerte desde esta primera hasta la segunda realidad, reinterpretarla como si fuera
algo que le pasa al hombre. Los ritos preservan el cuerpo que de otro modo quedaría a
expensas de todas las fuerzas ciegas de la naturaleza, sería devorado por la tierra, por
buitres y chacales, y al entregarlo a la tierra convierte en un acto significativo su parti
da. Así incluso la muerte es recuperada por la autoconciencia.
Por supuesto, sucediendo esto en una etapa primitiva, la recuperación de la auto
conciencia no es la misma que aquella que fue negada. En esta etapa el ser de un
individuo más allá de su muerte depende de las acciones de su familia al enterrarlo. En
una etapa más elevada, donde lo universal verdadero se expresa en la vida pública de la
sociedad, estamos más allá de nuestra muerte en tanto conciencias universales incluso
antes de estar ahí. Pero el entierro es la expresión que debe tener, en esta etapa, la
verdadera universalidad del hombre, y es así santo. La etapa es el escenario de la trage
dia de Antígona.
El Estado y la familia, la ley divina y la humana, han de entrar en conflicto. Pero
antes de exhibir esto, Hegel nos muestra cómo están ligadas y se requieren la una a la
otra. El Estado preserva a la sociedad y así defiende a la familia; pero la familia forma
ciudadanos para el Estado. Así las fuerzas divinas que subyacen a la familia han de ser
alimentadas por el bien del Estado, y al mismo tiempo es el Estado el que ve por este
culto, y así por el alimento de los dioses. Los hombres llegan a la luz del día político
desde la familia y nutridos por fuerzas tónicas; son llamados a arriesgar sus vidas por
la defensa del Estado y por estas familias, y al caer, a retornar a la tierra, a la pura
individualidad de la sombra, a reposar en el submundo, del cual la familia continúa
obteniendo su fuerza. Y recíprocamente, la familia, particularmente las mujeres, al
seguir los ritos traen la ley tónica a la luz del día, le dan expresión pública, y al preser
var la familia juegan su papel en la preservación del Estado. Las dos leyes deben estar
en perfecta armonía.
3.
150
Las palabras de Hegel (deliberadamente) nos recuerdan las de Antígona:
Las leyes inmutables y no escritas del cielo
No nacieron hoy o ayer
No mueren; y nadie sabe cuándo brotaron.
pretada sólo en el sentido de ser necesario en principio para el hombre; y es necesario
porque el hombre es un espíritu finito encarnado en algún punto en el espacio y en el
tiempo, y por tanto no puede sino actuar como un particular; esto, en cambio, es necesa
rio para que el espíritu sea, como hemos visto. Pero nosotros nunca podríamos ver esta
auto-afirmación de lo particular como libre de pecado porque aunque es esencial para la
existencia del espíritu se coloca en el camino de su completa realización. Ha de ser supe
rado, y hemos visto que la muerte es un modo con el cual esto se sobrepone, pues el logro
de una conciencia universal completa es el llamamiento del
Así, el pecado es necesario para la salvación en la visión de Hegel. Éste es otro modo
de establecer la tesis básica de que el espíritu sólo puede existir retornando a sí mismo
Geist.
desde fuera de su encarnación, que la exterioridad o la alienación es un escenario
esencial en su realización. Se sigue de ahí que cualquier intento de alcanzar la santidad
o la unidad con el espíritu se auto-derrota, pues conlleva una reducción de la acción en
el mundo y de la afirmación acompañante de la particularidad. Estamos condenados a
la existencia particular como espíritus finitos. Todo lo que podemos hacer es trabajar a
través de nuestra existencia particular en orden a realizar una forma de vida capaz de
conllevar conciencia universal. Tenemos que trabajar desde el pecado hacia la expia
ción; el pecado en sí mismo es inevitable.
Debemos rechazar todo abandono de la acción. Ésta es otra de esas estrategias de
repliegue de las que hemos hablado. Y este punto ya ha sido revisado en el capítulo
previo, en donde el alma virtuosa trataba de obviar su propia acción egoísta del curso
de las cosas. Lo veremos nuevamente al final de este capítulo, en la sección sobre mal
y su perdón. La
recurre a este tema varias veces. Aquí Hegel repite: «Sólo la inac
ción es inocente, el modo de ser de una piedra, pero no el de un niño»
334).
Pero aquí no hemos llegado todavía a esta reconciliación total; la acción en el mun
do por parte de la comunidad está todavía fuera de lugar respecto de lo verdaderamen
te universal. Al hacer efectivo lo particular, la acción abre una lucha dentro de lo ético
el
PhG
(PhG,
mismo. Esta lucha es trágica. Nosotros, que nos situamos afuera, podemos ver el con
flicto; vemos
de Sófocles, y podemos comprender tanto los argumentos de
Antígona como los de Creonte. Si hemos estado ahí también hemos dudado sobre qué
lado debemos apoyar.
Antígona
el
Pero para nosotros lo que se da es un conflicto de valores. Estamos en definitiva en
reino de la comedia, porque no estamos atrapados en el conflicto. Nosotros mismos sufri
mos ese tipo de conflicto, en el que dos dioses chocan; pero no estamos atrapados ahí
tampoco, pues tenemos una conciencia universal que podría abrazar a ambos, que podría
apreciar peso y las afirmaciones de ambos protagonistas. Sin embargo escogemos arbi
el
trar la disputa, retener esta conciencia universal y darle expresión en nuestras acciones.
Muy diferente es el caso del protagonista trágico. Él se identifica con un lado en la
lucha, con la ley humana o con la divina, hasta el punto de no ver la otra, o de verla sólo
como una «realidad sin justificación»
332). Y esto sucede
porque en la etapa primitiva en la que estamos ahora, los hombres no pueden alcanzar
(rechtlose Wirklichkeit, PhG,
151
este tipo de conciencia, ellos tienen una identidad inmediata y acritica con la ley; y
dado que la ley aqui es doble, tenemos dos clases de «Carácter»; las dos leyes tienen
expresión en diferentes tipos de personas (en, digamos, los hombres y las mujeres)
cada uno de los cuales está total y acriticamente identificado con la parte de él o de ella.
Así en la batalla de Antígona y Creonte sobre el asunto del entierro de Polinices, cada
uno está seguro de estar completamente en lo cierto.
El carácter trágico que corresponde a esta etapa de
no reflexiva es el de
alguien que actúa sólo siendo medio consciente de lo que está en juego; que ve una ley,
pero no ve la otra a la cual está vinculado, y cuya violación consiste en la realización de
Sittlichkeit
la primera. Está ciego aun en posesión de la visión, como Edipo que falla en ver a su
padre en el extraño con el que lucha o a su madre en la reina con la que se casa
Sin embargo, la condición está ahí. El protagonista habiendo confundido a los
dioses no puede desentenderse de su acción. Es realmente suya y acarrea todas sus
consecuencias. Él es plenamente responsable de su acción porque la hizo con la deter
minación completa incluso cuando no podia ver su significado completo. Pero dado
que estas consecuencias no eran sospechadas por él experimenta el
como
destino. Vemos una vez más la idea de Hegel del destino como una necesidad no com
prendida, como se refleja en la discusión sobre el placer en el último capítulo.
juega un gran rol en el pensamiento griego precisamente porque los hombres no han
alcanzado la conciencia universal y no está en su ámbito todo el espectro de la necesi
(335).
dénouement
Moira
dad, la cual aparece ahora como algo que viene de fuera.
En la filosofía de la religión Hegel establece el mismo argumento de otro modo. El
dios griego es un matrimonio perfecto de la forma divina con la forma humana, justo
como la ciudad-Estado gtiega casa lo virtual y lo político. Pero el precio es el mismo en
ambos casos; el hombre no está listo para la reconciliación con lo verdaderamente
universal, por lo que los dioses son humanos al precio de ser múltiples y particulares,
así como las ciudades son verdaderas sustancias éticas al mismo costo. A la inversa, en
la misma época, el pueblo que realmente alcanzó la universalidad plena del espíritu, el
Geist
judío, es aquel que sintió una gran alienación de lo divino. Pero el
universal debe
encontrar alguna expresión; dado que los dioses son particulares, lo universal reapare
ce como un destino necesario al cual incluso los dioses están sujetos.
Es precisamente esta experiencia de necesidad la que le sucede en definitiva al
protagonista que está acriticamente identificado con una de las leyes. Él sucumbe,
destruido por sus propias contradicciones, y los hombres alcanzan desde esta dolorosa
experiencia una conciencia que puede acoger todo el conflicto. Pero ésta es una con
ciencia universal, es decir, una que no se identifica acríticamente con una sociedad
particular y con su ética, sino que se piensa en términos universales. En otras palabras,
la experiencia de contradicción hace que los hombres sean arrancados de su acepta
ción espontánea y sin cuestionamientos de su sociedad particular. Pero esto lleva al
declive de la ciudad en sí misma, pues su fuerza reposaba en la unidad perfecta del
ciudadano y la sustancia ética. Al contrario, ahora los individuos se ven a sí mismos
como universales, pero por la misma cuestión se sienten alienados de su sociedad. La
ciudad que no es respaldada cae ante el imperio universal, lo que constituye esta nueva
fase. Pero ésta es una fase de alienación: el nuevo imperio no puede expresarse en sus
instituciones y traiciona los valores más profundos y las aspiraciones de su pueblo; es
muy vasto y diverso. Simplemente une a los hombres externamente, sujetándolos al
mismo poder. La declinación de la ciudad-Estado no deja nada comparable en su lu
gar; una vez desierta queda bajo el ataque del imperio universal; pero esto sucede en
152
una época de alienación en l a cual e l individuo de l a conciencia universal s e ha coloca
do contra un Estado que no lo reflejaba, el cual ahora es ex-perimentado simplemente
como poder externo y obligaciones.
Cómo toma forma histórica concreta esta ruptura es algo que queda muy vago en
este capítulo. En otros lugares, en la filosofía de la histmia y en la historia de la filoso
fía, Hegel comentará el ascenso de la conciencia universal con los sofistas v con Sócra
�
tes. En el siguiente capítulo de
iremos a través de la evolución con�ctada de las
formas religiosas.4
Aquí Hegel parece estar poco preocupado por dar un panorama completo. No le
importa mucho mostrar cómo el conflicto trágico lleva a la ruptura histórica. El único
tratamiento de esto se da en un pasaje de poderosa fuerza poética en el cual reafirma
que «el espíritu manifiesto tiene la raíz de su poder en el mundo más bajo>>
y que al deshonrar la muerte mina su propio poder. Entonces Hegel nos presenta la
imagen de los perros y los pájaros que adornan los altares de los pueblos circundantes
con los restos de aquellos que no han sido enterrados, y a sus vecinos tomando vengan
za contra la ciudad. Pero nuestra admiración por la belleza de este pasaje nos impide
ver la naturaleza elemental de la explicación subyacente.
Hegel agrega entonces otra derivación, la cual comienza con la batalla entre la
familia y el Estado, entre hombres y mujeres, protagonistas institucionales e indivi
duales de las dos leyes. Reprimida por el Estado, la familia y particularmente sus mu
jeres toman venganza en formas sutiles de corrupción. Las mujeres inducen a los hom
bres a ejercitar poder para la dinastía más que para el bien público, vuelven las cabezas
de los jóvenes lejos de la sabiduría de los ancianos, y dado que esta juventud en cambio
había de exaltar y defender al Estado, su corrupción tiene efectos desastrosos.
En cualquier caso, y por cualesquiera que sean los pasos exactos, el espíritu ético
sucumbe y abre paso a una etapa de alienación. La ley divina, previamente representa
da por el individuo como una sombra, ahora viene a la luz del día como el «Yo>> univer
sal de la autoconciencia. Pero este individuo universal existe ahora en una sociedad
que de ningún modo lo refleja, que es puro poder externo. Su afirmación de sí mismo
como autoconciencia universal es por lo tanto abstracta; la realidad externa de su vida�
está fuera de su control, a merced del puro poder externo. Cierto, el poder para poder
ejercerse ha de concentrarse en algún lado. En la cúspide del Estado hay un empera
dor. Pero este nuevo Estado universal ha roto con la sustancia ética, con el sentido
subyacente del límite con el cual los hombres se identificaban totalmente. No ha pues
to nada en su lugar excepto el puro poder. El reino del emperador es, por tanto, uno de
voluntad caprichosa e incontrolada.
El gobernante es también una conciencia universal, pero en esta etapa esto signifi
ca sólo que él ha roto con cualquier sentido de obediencia incuestionada a un modo
común de vida. La universalidad se ha logrado a expensas de la ética política; ésta ha
desaparecido y una nueva ha de surgir dolorosamente. Estamos, pues, en el reino del
puro poder; la auto-definición de los sujetos como puros individuos contra el Estado
empata con el poder desnudo del Estado que los mantiene a raya por la fuerza y fre
cuentemente los destruye en el proceso.
La autoconciencia sólo puede mantener su sentido de integridad por un repliegue
estratégico; ésta es la época del estoicismo, la cual veremos ahora como una fonna
PliG
(PhG, 339),
4 . En uno de sus manuscritos no publicados de la década de 1 790, Hegel hace una revisión a lo
Montesquieu de la ruptura de la polis en términos de una polarización creciente entre ricos y pobres.
Nohl, 2 1 4-23 1 .
1 53
histórica completa. Es decir, la autoconciencia sólo puede verse a sí misma como uni
versal y libre definiéndose a sí misma como una realidad espiritual puramente interna;
la libertad del estoicismo es la del pensamiento que se abstrae de las condiciones exter
nas. Pero justo como lo mencionamos antes en el capítulo sobre la autoconciencia, esta
posición de repliegue es insostenible y ha de dar paso a una correspondiente evolución,
a través del equivalente del escepticismo, para arribar a la conciencia infeliz.
La época romana vio el desarrollo de los derechos de propiedad individual: legal
mente, tenemos los comienzos del reconocimiento de los derechos como inherentes a
la persona. Pero esta persona, como un sujeto, estaba a merced del Estado. Así el
contenido externo que daba a su vida, su propiedad, se hallaba enteramente a merced
de la voluntad arbitraria. Por tanto la persona experimenta, como lo hacia la concien
cia escéptica, su total dependencia de lo contingente y mutable, así como una falta de
inte!ITidad.
el resultado es, como vimos a través de la dialéctica, que el sujeto encuentra lugar
Y
para su integridad en algo fuera de él mismo, a lo cual se siente subordinado y a lo cual
aspira. En otras palabras él «aliena» su integridad. Bajo la disciplina de esta alienación
él se dirige a una formación
que establecerá el fundamento
para la recuperación de la libertad a un nivel más elevado.
(Entfremdung)
(Bildung)
bei sich
nebuloso y oscuro. El sentido de ser
en lo Absoluto, está presente sólo en una forma
velada, en una conciencia religiosa, y está desplazado hacia otro mundo fuera de éste.
La fase con la que estamos lidiando es la misma que describimos antes como período
de la conciencia infeliz. Tiene el sentido de una reconciliación con lo que se siente ausen
te, en otro mundo de hace mucho y lejano, una reconciliación alcanzada en otro lucrar del
cual nosotros dependemos esencialmente. Ésta es parte de la conciencia de la alie ación.
Podemos pensar esta conciencia como falsa al fallar en ver nuestra unidad con lo
absoluto. Pero al mismo tiempo es correcto negarlo, pues en esta etapa los hombres
aún no _estaban listos; ellos no habían alcanzado la conciencia universal que plenamen
_
La conciencia de unidad en tanto proyectada en otro
te reflejara su urndad con el
mundo es entonces una imagen distorsionada de un hecho verdadero, que los hombres
tienen aún que transformarse a sí mismos en orden a realizar plenamente esta unidad.
Y la función de la alienación es proveer el motivo para esta transformación; es una
clase de tutelaje durante el cual los hombres son formados para superarse.
En la actitud básica de la alienación los hombres sienten que su sustancia reside en
algo fuera de ellos, y así sólo pueden realizarse a sí mismos superando su particularidad
Y conformándose a esta realidad. Esta necesidad es sentida tanto por aquellos que la
acept� voluntariamente y tratan de actuar de acuerdo con ella, como por aquellos que
la resienten y luchan contra ella, lo que Hegel llama la conciencia «noble>>
y
«básica>>
respectivamente. Entre las realidades externas con las cuales el
hombre puede estar así relacionado Hegel menciona el poder del Estado y las «rique
zas>>, lo cual se e�ande hasta incluir la operación de la economía como un todo; pero
esto es comprensible como secuela de otras estructuras que pueden jugar este rol, p. ej. la
comunidad religiosa.
Ahora bien, a esencia del desarrollo bajo la alienación es la de los hombres forma
dos para superarla. Y el resultado es que fuera de esta alienación eventualmente se
le�anta una conciencia que ha <<·visto a travéS>> de estas realidades externas (estoy aquí
dejando de lado bastantes detalles interesantes en la dialéctica). Los hombres se desa
rrollan hasta el punto en donde pueden tomar estas realidades como son, donde pue
den ver el poder del Estado y las riquezas como fenómenos en un mundo entre otros,
destinados a desaparecer como cualquier otro, guiados por las mismas condiciones
legales, y su&iendo los mismos reveses, donde lo aparentemente bueno y santo se des
cubre ligado a lo malo, lo básico y lo profano. Esta «Comprensión>>
se mani
fiesta a sí misma al principio como un montón de reclamos pretenciosos, y alcanza su
culminación en la Ilustración.
La Ilustración representa el principio del fin de la alienación respecto de aquello a
lo que se dirige la conciencia piadosa y alienada, y aquello a lo que trata de conformar
se es traído como medida. Toda la realidad externa es subjetivada, privada de significa
ción espiritual y vista como un mundo de cosas materiales sensibles lanzadas a te una
conciencia científica universal. El Estado y las estructuras religiosas no inspiran más
algo a lo que los hombres hayan de conformarse, sino que simplemente piensan el
�und� :�mo cosas �eutr es, �biertas al escrutinio de la conciencia científica, y a su
_
disposicwn. La realidad sigrnficante se vuelve una vez más el hombre, más aún la
conciencia científica universal que ha venido a dominar el mundo intelectualmente. s
El yo es una vez más el centro de las cosas, y así tenemos una etapa muy diferente
a la del estoicismo, que también se enfocaba en el yo como conciencia universal. Pero
;
Geist.
(edelmütig)
(niede11rachtig)
2
alienación y formación que
La siguiente sección del capítulo se ocupa de esta era de
dado que Hegel no está tratando
va del imperio romano al período contemporáneo. Pero
historia, sus intereses se enfocan
de presentar un estudio detallado sobre la filosofía de la
xvm, en la Ilustración y en la
siglo
el
más bien en la culminación de este período, en
una interpretación compleja
sada
conden
Revolución Francesa. Tenemos aquí en forma
y en éstos se enfocará
época,
hacen
que
nos
fenóme
v rica hecha por Hegel de estos dos
nuestra revisión.
más de definirse a sí
La alienación consiste en esto, en que los hombres no tratarán
con una realidad
cación
identifi
mismos como pensamiento puro, que ellos aceptan su
ciudad-Estado;
la
de
nos
ciudada
social externa, y por esto son una vez más como los
otra, ellos no
como
social
realidad
esta
pero a diferencia de en ésta, ellos experimentan
cación feliz
identifi
la
de
cia
diferen
a
a,
alienad
cación
en ello. Esta identifi
sienten
con la
unidad
de
a
explícit
cia
concien
una
en
misma
sí
a
de los griegos, no se expresa
entre
brecha
a cerrar la
sociedad; más bien se da en el sentido de que hay que aspirar
acer
y
lar
particu
alidad
ellos mismos y esta realidad social, que han de dejar su individu
Esta
del
la
como
mayor,
causa
carse a la sustancia esencial de sus vidas sinri.endo a una
allá de ellos es la esencia de
do. Este sentido de que la sustancia de sus \ri.das reside más
que inspira es lo que forma
ación
nsform
auto-tra
la alienación, y el servicio, disciplina y
bei sich
a los hombres para la siguiente etapa.
ión final del espíri
Esta alienación es una etapa necesaria en el camino hacia la realizac
s
los hombre dependen de algo
tu · como tal es una mezcla de lo real y lo ilusorio. De hecho,
cual los hombres han de
grand , de un espíritu que no � sólo el del hombre, y al
m
hombre ha de reconocer
el
cual
el
en
es uno
conformarse. Pero al rnjsmo tiempo este
en casa, una vez que se
como
nte
totalme
sentirse
se a sí mismo plenamente, en el cual debe
En la fase de
del
o
vehícul
y
ión
emanac
como
ve a sí mismo como espíritu finito,
onocimie:p.to es
auto-rec
el
que
s
mientra
clara,
es
ncia
depende
de
alienación la relación
ás
:
Geist
Geist.
1 54
l
(Einsicht)
�
�
5. Hegel está caracterizando así lo que llamé en el primer capítulo el sujeto moderno «que se
auto-define».
155
ésta era una fase de repliegue, el yo se descubria fuera de la realidad externa y sin
tomarla en cuenta; aquí, por el contrario, la conciencia científica considera haberse
visto a través de esta realidad, haberla dominado intelectualmente -y muy pronto
como veremos en la Revolución Francesa reclamará dominarla en un acto de transfor
mación de la realidad acorde a la voluntad universaL Entre el estoicismo y la ilustra
ción ha habido un periodo completo de alienación v de formación en el cual los hom
bres han aprendido a comprender y a ganar algún control sobre el mundo, natural y
político. La conciencia científica de la edad moderna subyace a la ilustración.
Con esta noción de la ilustración, que comprende la realidad como un mundo de
cosas materiales sensibles, podemos entender dos caracteristicas básicas de su ideolo
gía que Hegel particulariza. Primero, lo absoluto o Dios es reducido a la noción vacía
de un ser supremo (Hegel usa la expresión francesa «etre supreme>>) al cual ninguna
descripción se puede aplicar. Esto porque toda realidad particular es ahora vista como
meramente material y sensible, y todas las descripciones particulares sólo pueden dar
significados que se interpreten a la luz de esta realidad. Por ello cualquier intento de
cubrir la noción de Dios al describirlo como padre, creador, adscribirle actos en la
historia, etc., está sujeto a mostrarse como totalmente incongruente, pues depende de
que nosotros veamos la relación, o los actos en cuestión, como encarnando alguna
significación espiritual. Tenemos que ver la paternidad natural como implicada (ideal
mente) con una relación de amor y cuidado espiritual en orden a aplicar esta imagen a
Dios; tenemos que ver los actos de Dios en la historia también como signos, co o un
lenguaje y no sólo como un grupo de cambios materiales. Pero la conciencia ilustrada
ve el mundo como un ensamblaje de cosas puramente materiales y sensibles; no puede
por tanto encontrar un lenguaje para hablar de Dios o para concebir a Dios intervinien
do en la historia. Si piensa en Dios de algún modo, es forzada a algún tipo de deísmo,
�
a un culto del ser supremo.
Aufkliirer
no creían de hecho en Dios, pero para Hegel no hay
Por supuesto, muchos
muc o que separe a esos materialistas de aquellos que creían en una realidad supra
sensible, pues pensaban que alguna abstracción como la naturaleza o la materia era
subyacente a la realidad cambiante del mundo sensible. Pero una abstracción como
materia, que no se aplica a ninguna de las cosas particulares en el mundo, es indistin
guible de un sustrato espiritual, y un sustrato espiritual sin distinción particular es
indistinguible del ser puro. Tenemos aquí un eco de la famosa dialéctica de apertura de
Hegel para la lógica, la del ser y la nada; el mensaje es el mismo: al final todas las
abstracciones se parecen. La espiritualidad real es también material.
La segunda noción de ideología de la ilustración, que Hegel vuelve uno de los temas
centrales de este capítulo, es la de lo útil, el concepto subyacente al utilitarismo. Pensar en
alg� co�o útil es p�nsar en él como carente de significado intrínseco, incluso pensar que
?
su Significado consiste en servir a los fines de algo más. Esta noción de lo útil fluye natu
ralmente en la panorámica ilustrada, pues ésta ve el mundo como hecho de cosas mate
riales sin significación ulterior. Este mundo neutral ya no tiene significado para el hombre
como expresión de algo más alto, o como encarnación de una forma a la cual ha de
conformarse para realizarse a sí mismo. En tanto neutrales, las cosas en el mundo sólo
pueden obtener significado al servir a los propósitos humanos. La única categoria en la
que pueden llegar a encontrar significado para el hombre tiene que ver con su utilidad.
El utilitarismo es entonces la ética de la ilustración. El utilitarismo es una ética en
la cual los actos se juzgan según sus consecuencias, esto es, de acuerdo con su relevan
cia respecto de algún fin externo, de ahí su utilidad. Esto se opone a una ética que juzga
1 56
un acto por alguna cualidad intrínseca, tal como encarnar una virtud dada, o confor
marse a alguna ley moral. Tales propiedades intrínsecas son dejadas de lado por la
ilustración y consideradas como tonterias, pues acepta sólo la realidad material y sus
conexiones de tipo legal, no tiene lugar para propiedades normativas, es decir, para
virtudes, o para un orden normativo que implique ley natural.
Pero la contradicción oculta en esto, para Hegel, es que la categoria de lo útil no
tiene punto de retención, es universal en su aplicación. Algunas cosas han sido juzga
das como útiles para mis propósitos, pero yo también soy una realidad particular en el
mundo, no hay razón por la que mis propósitos deban ser considerados fines últimos.
Yo y mis propósitos, en cambio, podemos ser vistos como sirviendo o no sirviendo a los
fines de otros, posiblemente a los de la sociedad en general; y estos otros, o la sociedad
en general, pueden ser vistos como sirviendo o no a los propósitos de otros, digamos a
los miembros de esta sociedad, y así. Tenemos un mal infinito.
Hegel expresa esto diciendo que cada cosa puede ser vista como en sí, pero también
como para otro, es decir, como teniendo un significado meramente instrumental. No
hay estructura de la realidad significante que nos fuerce a detenernos en algún lado,
que exprese el propósito final; o como dice Hegel, esta cadena de justificaciones extrín
secas no retornan a un yo, es decir, a una subjetividad que pudiera abarcar el desarrollo
completo. Cada entidad sirve a otra, y así ad
nosotros sabemos ahora que
infinitum;
para Hegel esta situación es profundamente insatisfactoria. Debe haber un orden final
de cosas al cual sirvan todas las metas parciales, que las abarque a todas ellas, y con el
bei uns
en el univer
cual nos podamos identificar, pues sólo así podemos nosotros ser
so. En la cadena sin fin de propósitos parciales del utilitarismo, cada uno de nosotros
juega su papel, pero terminamos sirviendo a un propósito extraño con el cual no pode
mos identificarnos --como sí podemos hacerlo con un orden espiritual del universo
del cual somos emanaciones- y permanecemos, por tanto, ante un universo extraño.
El error básico de la ilustración es haber alcanzado sólo la mitad de la verdad. Es
correcto haber derrumbado las pretensiones de reyes e Iglesias, haber visto que la
conciencia científica universal puede penetrar la completa realidad externa, y ello ha
de ser considerado de gran significación. Es correcto percibir que la subjetividad ra
cional es en definitiva dominante. Pero es incorrecto pensar que esta subjetividad es
cósmico excepto el sitio vacío de
simplemente humana, y no dejar lugar para un
un ser supremo, pues de hecho la subjetividad humana sólo alcanza preponderancia
como vehículo de este sujeto más grande. Los hombres tienen que aceptar que hay
realidad significante fuera de ellos, y en cambio ellos pueden sentirse completamente
en tanto dejen de identificarse a sí mismos sólo como hombres, y empiecen a
verse a sí mismos como vehículos de un sujeto absoluto. El error básico de la ilustra
Geist
bei sich
ción es rechazar esta trascendencia y tratar de alcanzar esta consllinación sólo respec
to al hombre; trata de hacer dominante la subjetividad sólo del hombre en vez de
participar en los dominios del sujeto absoluto.
La ilustración es emparentada con otra panorámica simétrica a ella, la cual Hegel
llama fe (
). Ésta es una forma de conciencia religiosa que proyecta la reconciliación
verdadera del espíritu y la realidad, pero en otro mundo. Ha alcanzado el hecho de que el
espíritu y el pensamiento subyacen a toda la realidad (Hegel está por supuesto hablando
aquí de la fe cristiana), pero es inconsciente de su objeto como pensamiento. Más bien, la
Glaube
fe comprende lo absoluto a través de metáforas e imágenes, un modo de conciencia que
y así ve otro mundo de realidad contingentemen
Hegel llama representación
te relacionada que ha de ser vista como la estructura necesaiia de esto.
(Vorstellung),
1 57
La fe es simétrica con la ilustración porque anhela el reconocimiento del espíritu
absoluto y de nuestra dependencia de él, donde la ilustración es deficiente; pero no ve
el rol esencial de la subjetividad humana que es la idea central de la ilustración. Su
mundo trascendente es impenetrable para activar la razón humana. La razón no puede
correr fácilmente a través de sus articulaciones como lo hacen las reivindicaciones
ilustradas con el mundo natural. Estas dos visiones entonces se complementan mutua
mente. Ser ciego a esto, sin embargo, las lleva a un conflicto.
Que Hegel establezca el escenario de este conflicto que representa la fe, lo lleva a ver
el surgimiento de un periodo de alienación. Esto puede parecer extraño dado que esta
conciencia religiosa forma parte de la fase de alienación en sí misma. ¿Es esta <<deriva
ción», entonces, sólo un proceso espiritual que le permite a Hegel discutir la lucha
entre ilustración y
- fe como una lucha entre dos formas de la misma etapa, más que
como una batalla del futuro con el pasado? Dos puntos tienen que elaborarse antes de
que alcancemos esta conclusión. El primero es que la fe religiosa desde el principio
contiene cierto elemento de desmontaje de la estructura de este mundo que vimos
referida a la ilustración. Sólo que le quita su significación no en beneficio de la con
ciencia humana ilustrada sino más bien en favor de otra realidad más alta en otro
mundo. El segundo punto es que Hegel no está aquí hablando de la fe cristiana en
general sino de la forma más espiritualizada de fe protestante que conocía en su Ale
mania contemporánea y que estaba muy influenciada por la ilustración en algún gra
do. En un pasaje (387-388) describe cómo el espíritu de la ilustración llega hasta la
teología contemporánea de manera inconsciente, cómo los pensadores teológicos co
mienzan a enmarcar su pensamiento y a responder preguntas con categorias estableci
das por la ilustración.
Esta descripción de ósmosis y de diálogo entre dos visiones contemporáneas nos
parece descabalada sólo porque somos mucho más conscientes de la escena francesa
en donde realmente hubo una lucha muy dura por parte de la ilustración hacia la
Iglesia católica, la cual pretendía defender ideas de viejo cuño (si esta teología realmen
te era tan vieja es otro asunto). La situación fue muy diferente en Alemania, y sin
embargo, al introducirla aquí, Hegel no pudo evitar una discusión de este diálogo.
El diálogo es condicionado por Hegel por el hecho de que ambos lados han sostenido
la misma verdad, pero la ven diferente y sólo desde un lado. El hecho de que tengan la
misma raíz facilita la penetración de la fe por la ilustración; aún más, en tanto no sólo
penetra pacíficamente sino que combate la fe, su identidad básica dispara hacia la pro
pia casa. Pero al mismo tiempo abre a la ilustración a una réplica
Al no reconocerse a sí misma en su adversario, la ilustración tanto atrapa como
malinterpreta a la fe. Su efecto básico es romper con aquello de la fe con lo que está
esencialmente unida. El símbolo religioso, la estatua, el altar, o lo que sea, visto por la
tu quoque.
fe, tanto como un objeto material cuanto como portador de algo más alto, es reducido
por la ilustración a su dimensión material sensible. Acusa a la fe de adorar sólo piedras
o panes. Por supuesto, esto es absurdo, y aquí esta el asunto; cuando la fe trata de
examinar la naturaleza de esta unidad entre lo divino y lo externo, se da cuenta de que
no puede comprenderlo, y particularmente que no puede comprenderlo con las estruc
turas intelectuales de la ilustración las cuales ha venido aceptando gradualmente. Es
forzada a una religión <<más espiritual» en la cual las cosas de Dios están más clara
mente separadas de este mundo.
De modo similar, la ilustración reduce el testimonio de las Escrituras al rango de
documento histórico; muestra que como tales tienen el mismo valor de prueba. Pero
1 58
no ve que su valor reside en el hecho de que eran reconocidas por la conciencia religio
sa espontáneamente como válidas, más que por residir su fuerza en una evidencia
histórica. Pero este testimonio del espíritu mismo se vuelve problemático, y por tanto
incierto, bajo el reclamo de las categorías ilustradas. Del mismo modo la ilustración
malinterpreta y transforma la idea de la fe sobre el sacrificio y la mortificación.
La fuerza de la ilustración en su lucha con la fe se da por tratar de poner juntas
ideas que la fe mantiene separadas en su conciencia. Cuando acusa a la fe de inventar
su objeto, establece un argumento, dice Hegel, en el que el hombre se reconoce a sí
mismo en lo absoluto, y se siente como en casa por ello, y así se puede decir que
adquiere un sentido de su propia subjetividad. Este hecho hace más dificil para la fe
evitar rechazar a la ilustración
Pero por supuesto ,es también cierto que lo
absoluto está más allá del hombre; éste es el complemento esencial sin el cual sólo
tenemos media verdad. De manera extraña la ilustración habla de esto cuando se refie
re a la fe como algo endilgado al pueblo por un sacerdocio intrigante. Pero esta media
verdad por sí misma es incluso más absurda, dice Hegel. De hecho un pueblo no puede
estar engañado en un asunto tan fundamental (392). Es absurdo pensar en la religión
como una pura invención que los pueblos han de creer; a menos que encuentre algún
eco en ellos, nunca la acepta.Iian. La religión, en la visión de Hegel, ha de ser vista como
una representación velada, no clara, de la verdad.
Pero ahora es la ilustración la que falla al poner juntas sus ideas sobre la religión. Al
denunciar que sólo se ve un lado de la religión falla en ver su propia miopía.
El resultado para la religión es una teología <<ilustrada>>, donde Dios se ha vuelto un
dios supremo y sombrio, pero distinto al de la ilustración incrédula, sufre una nostal
gia por descubrirse y unirse con Dios. Hegel se refiere obviamente a la teología de
pensadores contemporáneos como Jacobi y Schleiermacher; quienes han sentido el
peso de la crítica ilustrada, y tratan de encontrar otro camino hacia Dios a través del
sentimiento y la intuición.
Hegel también pa1·ece apelar a algún tipo de síntesis entre las dos en la forma de una
ilustración madura que está lista para entrar en acción en la Revolución Francesa. Pero
esta supuesta forma madura es dificil de distinguir de la anterior. Tiene ante sí al mundo
como comprendido en la categoria de lo útil, y esto, dice Hegel, provee la realidad exter
na independiente que se había perdido antes (412-4 13); pero dado que la ilustración
la caracterizaba en términos de lo útil, es dificil ver lo que ha cambiado.
El tema del pasaje puede clarificarse si ignoramos este supuesto paso hacia delante,
Y nos enfocamos en la transición de la ilustración hacia la acción revolucionaria. Pues
ésta es fácilmente comprensible: esta conciencia ve el mundo como neutral, como ca
paz de ser formado para encajar en los propósitos humanos. No hay nada en él que
tenga significación intrinseca, que demande ser tratado con respeto y preservado; todo
puede ser modificado y reformado según las necesidades del hombre y sus metas.
Más aún, esta conciencia no es la de los individuos particulares, es una conciencia
racional universal que se ha ganado esta introspección; entonces su propósito de refor
mar el mundo será una noción racional singular y universal; no hay razón por la que el
mundo haya de ser el campo de batalla de diferentes propósitos, la razón y la universa
lidad han de prevalecer.
simpliciter.
premiere maniere
De aquí emana la idea de crear una sociedad definitiva y perfecta por un acto de
voluntad común, de traer el cielo a la tierra (413) y establecer lo absoluto aquí y ahora.
Piensa Hegel que este intento está basado en el mismo error mencionado antes, que la
ilustración no reconoce la realidad significante fuera del hombre, y la secuela mostra
rá qué desastrosa se revela esta contradicción en sí misma.
1 59
Heael está aquí en uno de los pasajes más interesantes de PhG. El sujeto cognoscen
te unh�rsal que ve todo el mundo como objetos neutrales cuyos procesos comprende,
no puede ser medido más que por la ambición de transformar este. mundo de acuerdo
con la razón universal. Ésta es la idea de la libertad absoluta, de la libertad no atravesa
da por ningún obstáculo, ni siquiera el de las otras voluntades, pues la voluntad en
cuestión es una voluntad universal, propia de todos los hombres en tanto que son
libres. <<El mundo es [para esta conciencia] simplemente su voluntad, y esta voluntad
es universal» (41 5).
.
Más aún, esta voluntad universal no debe ser un consenso Impuesto,
al que hayan
lleaado otros por mí. En este mundo de libertad absoluta no ha de h�ber repre�enta
ciÓn, sino voluntad conjunta. Hegel se está refiriendo claramente aqw a la doctrina de
Rousseau de la voluntad general.
. que la razon
Ahora bien, este sueño de libertad absoluta es imposible; hemos ':sto
básica es que no reconoce un significado independiente . �e la realidad fuera de su
propia voluntad, y así esta condenada a la autode�t;uccwn. El modo en el cual se
elabora esta dialéctica en el pasaje sobre la Revolucwn Francesa es _extre�ad�ente
interesante, pues muestra la unión entre la ontología de Hegel y su filoso_fia po�tic�;
El sueño de la libertad absoluta no puede tolerar ninguna estructura o diferencmcwn
en la sociedad, por la que los pueblos hayan de tener diferentes funciones respecto al
Estado 0 por lo que el Estado haya de ser dividido en estados. Y de hecho vemos en el
Contra;o social de Rousseau la demanda de que no haya distinción �ntre ciudadanos por
lo que respecta al proceso legislativo, que todos participenjunto_s e Iguales. No ha�, en :1
Estado de Rousseau, estructuras legislativas (aunque se permiten e�tructuras eJecuti
vas). Pero, argumenta Hegel, esto lleva a que ningún Esta_do operativo pueda c�earse;
porque un Estado operativo requiere que la gente ocupe diferentes funciOnes, Y el cree
más adelante que para que esas diferentes funciones puedan ser llena�as, debe �aber
incluso una diferenciación en estados (Stiinde), es decir, clases con funcwne� p�cula
res y roles en el todo. En otras palabras, para que exista realmente en la histona una
comunidad humana política, incluso emanada de una v?lun�d gene:ai'. �a de :ncarnar
se en algunas instituciones; pero las instituciones implic� dife�enCiacwn, la mterrela
ción de los hombres que están relacionados de manera diferenciada con el poder.
y esto en cambio significa que cada hombre ha de aceptar �sta estructura Y entregar
le su lealtad, aunque exista independientemente de él a cambio de que o_tros hombres,
otras voluntades sobre las cuales no tiene control, cumplan _otras funciOnes qu: son
igualmente esenciales para el todo y que también afectan a su VIda. No todo lo que VIve se
deriva de su voluntad, algunas cosas han de ser aceptadas como da?as, Y ac�ptadas con
la misma lealtad e identificación que él habría otorgado a sus propias creacwnes.
Pero esto nieaa la idea de libertad absoluta, pues según esto cada hombre daría su
voluntad a lo qu;el Estado hizo, crearía por su voluntad �a totalidad de las condiciones
_ de estructura
políticas y sociales en las cuales vive; y esto es incompatible con un tlp
?,
diferenciadora continua que le diera a cada hombre su lugar y su funcwn.
Es obvio que estamos aquí en un debate vital de los tiempos modernos que anda leJ.�S
de terminar. El ideal rousseauniano regresa en nuestros días en la demanda de democracia
participativa radical, de <<discusión no estructurada>>, por la a�c�ón masiva_espontán�a. El
lado heaeliano
del ar!llil
particula
"'
"' ell nto no tiene que ser vinculado con VISIOnes hegelianas
.
"ble hoy.6
res, tales como la creencia en la necesidad de estados, que es elaramente msostern
,
6. y no debemos identificarla con las construcciones barrocas del seguidor británico de Hegel
Bradley con su noción de «mi condición social y sus deberes».
1 60
Discutiremos esto más ampliamente en la parte IV Lo que debe puntua
aquí, sin
embargo, es que la visión de Hegel tiene hondas raíces en su ontología. Lalizarse
necesid
ad de la
comunidad política humana como una voluntad general a ser encamada en una estructura
de Estado diferenciado, es una necesidad ontológica fundamental para el hombre como
un vehículo del Geist.
Como resultado de esta noción fundamental ve Hegel una necesidad por la cual la
aspiración a la libertad absoluta engendra el terror. Dado que no puede tener
ción positiva, su única acción puede ser destruir: destruir las constituciones y realiza
los bie
nes existentes primero, y después, cuando no quede nada más de lo antiguo por
des
truir, queda sólo la oposición entre la voluntad universal y la de los individuos particu
lares que no están alineados con ella. Dado que su acción sólo puede ser destructiva es
empujada a suprimir esas voluntades. Pero así no queda ya ninguna estructu ya no
hay mediación entre esas voluntades errantes y la del Estado, sólo una oposicira,
ón abso
luta; y la negación del Estado de esas voluntades sólo puede ser, simple y no mediad
a,
una de liquidación. Y más aún, esta liquidación es privada incluso de su dramático
poder de impactar, pues lo que es suprimido no es (supuestamente) nada más que la
voluntad particular no esencial. <<Es así la muerte más fría, burda, sin más signific
ado
que cortar un repollo o arrojar un cubo de agua» (PhG, 4 1 8-4 1 9).7
Más aún, la existencia de material a ser liquidado es virtualmente una necesidad.
Para lo absolutamente universal la voluntad es una abstracción; de hecho
gobierno
es conducido por algún grupo, alguna facción, que forma parte del todo, el
y
que
tiene
una visión particular que se opone a las otras. Mientras esta facción reina todas
otras son declaradas como vehículos de voluntades particulares. Incluso cuando las
no
hay abierta oposición, la teoría de la voluntad general requiere que toda voluntad sea
la de las acciones del Estado. Es un crimen estar alienado de la república incluso en
el propio corazón. Pero esta alienación puede ocultarse, así pues el régimen
es lleva
do a proceder contra el pueblo incluso sin oposición abierta, sólo con sospech
a. (Así
Hegel deriva la famosa loi des suspects.)
El estudio de Hegel sobre el terror también toca una cuestión que tiene relevancia
más allá de su época. El terror estalinista tuvo algunas de las mismas propied
ades que
Hegel particularizó en el jacobino: la liquidación se vuelve banal, se aceleran las
inten
ciones y otras desviaciones subjetivas, la destructividad se auto-alimenta.
En cualquier caso, para Hegel el impulso hacia la libertad absoluta concluy
la
contradicción del terror, en un tipo de furia destructiva que destruye lo individuealenque
viene a liberar. El resultado es un nivel en que el Estado estructurado y organizado se
reconstituye a sí mismo (bajo Napoleón), aunque diferente porque los ciudadanos
han
tenido la experiencia de estar cerca de la muerte, lo cual, como vimos más arriba en
la
dialéctica del amo y del esclavo, los lleva más cerca de lo universal. De aquí pudo Hegel
haber derivado el desarrollo de formas más elevadas de Estado.
Pero éste no es su interés en PhG; aquí su principal interés es ir a través de
s
formas de conciencia, particularmente aquellas que tenían cierta vigencia en sudiferente
tiempo,
y
mostrar cómo desarrollaron esta visión de las cosas. Él no da un paso adelante del terror;
no va a otra forma política, sino a un nuevo tipo de repliegue de la política que surge
de ello.
El terror puede ser visto como la culminación final de la alienación y de la formación
(Bildung), pues implica un sacrificio final y una negación del yo que va mucho más allá
7. «Er ist also der kalteste, platteste Tod, ohne mehr Bedeutung als das Durchhauen eines
Kohlhaupts oder ein Schluck Wassers».
161
que las anteriores en las que se daba una negación del yo como una realidad simpliciter;
no se trata sólo de una transformación del yo, de lo particular a ser siervo del poder del
Estado, p. ej., sino de la supresión del individuo mismo. Más aún, esta supresión no
surge de una necesidad externa sino de la voluntad universal que aspira a ser.
l paso más allá de esta contradicción que nos ofrece ahora Hegel es la interioriza
ción de este drama. La nueva forma de conciencia acepta que lo universal sólo puede
darse por la supresión de la voluntad individual puntual, y procede a interiorizarlo,
decidiendo vivir de acuerdo con la razón universal y por tanto renunciando a su parti
cularidad individual.
Ha tenido lugar una inversión. En vez de aspirar a asegurarse de que su voluntad
individual sea efectivamente considerada en lo universal, la nueva forma de conciencia
llama a una renuncia de la propia voluntad individual, a su mortificación en orden a
darse plenamente a lo universal. De la moralidad política del Contrat social, vamos a la
moralidad de la pura voluntad de la Oitica de la razón práctica.
Tenemos aquí una transformación como la de la lucha a muerte en la relación de
amo y esclavo, en donde la inmediata negación de la muerte es sustituida por una
nueva negación; o posiblemente una analogía más cercana sea el paso de la relación
amo-esclavo a la interiorización de esta relación en el estoicismo.
Así la libertad absoluta deja «SU realidad autodestructiva>>, y se dirige a una nueva
conciencia moral. Pero esta partida es también geográfica. La libertad absoluta «Se va
hacia otra tierra de espíritu autoconsciente>> (in ein anderes Land des selbstbewufJten
Geistes, PhG, 422), y claramente Hegel dice esto tanto en un sentido literal como en
uno figurativo. En la última sección del capítulo sobre el espíritu iremos de la Francia
revolucionaria al despertar del espíritu moral de la filosofía alemana.
E
3
La tercera parte del capítulo sobre el Geist nos lleva a Alemania y al movimiento de
pensamiento que comenzó en Kant y se desarrolló a través de Fichte conocido como
Romanticismo alemán. Parece que estamos retomando aquí a figuras familiares en los
capítulos previos, en particular en el de la razón.
Pero Hegel se aproxima a éstas ahora como figuras de una etapa más elevada. Ya no
estamos tratando con el sujeto sólo como un individuo. A través del capítulo sobre el
espíritu hemos estado tratando con un sujeto más grande, el de un pueblo o una socie
dad, y con el individuo respecto a éste. Vamos ahora a pasar al último capítulo, sobre la
religión, en donde examinaremos lo que es realmente la auto-comprensión del Geist
cósmico, aunque en una forma velada y a veces imperfecta. El individuo en su concien
cia religiosa es visto como el vehículo del sujeto absoluto. Y ahí alcanza su identidad
fundamental, más fundamental que su identidad como miembro de una sociedad o un
pueblo, pues así como el ciudadano es el vehículo de una vida más grande del espíritu
de su pueblo o de su sociedad, así los diferentes espúitus de los pueblos (Volksgeister)
en la historia pueden ser vistos como vehículos de la vida del espíritu absoluto, que
viene a la autoconciencia en la religión (también en el arte y en la filosofía, como
examinaremos más abajo).
En esta sección sobre la moralidad, estamos haciendo esta transición del espíritu
de un pueblo o de una sociedad expresada en sus leyes e instituciones (lo que Hegel
llama después «espíritu objetivo>>) al espíritu absoluto. Estamos frente a visiones del
1 62
mundo en las cuales lo individual es -posiblemente sin darse cuenta- el vehículo de
una autoconciencia mayor. Estamos en el umbral de la religión.
Cuando comienza la sección con una discusión de la filosofía moral de Kant y de Fich
te, las cuales han sido ya muy tratadas en capítulos previos, el tema central es la moral de
una visión del mundo (die moralische Weltm1Schauwzg). Este término resulta peculiarmen
te apropiado para las visiones de Kant y de Fichte, pues ambas parten de la primacía de la
razón práctica. Para Kant la razón en su uso práctico, es decir moral, era soberana. No
tiene para ella ningún sentido confiar sus máximas a las deliberaciones de la razón especu
lativa. Por el contrario, la razón práctica era capaz de mostrar la necesidad, como postula
dos, de importantes verdades -concernientes a Dios, la libertad, la inmortalidad-que la
razón especulativa trataba en vano de establecer. Fichte, más radicalmente, derivó la es
tructura completa de las cosas de las demandas de la razón práctica.
Así, la perspectiva del mundo de Kant y de Fichte puede llamarse moral. Está funda
da en la moralidad y fluye de sus visiones morales. Pero recíprocamente, su moralidad
requiere completarse en una perspectiva de mundo. Kant sostuvo que los postulados de
la razón práctica concernientes a la existencia de Dios y a la inmortalidad del alma eran
ineludibles, ellos eran requeridos por las demandas de la moralidad.
Esta necesidad de completar un razonamiento moral que fuera plenamente autó
nomo, que no descansará en hechos del mundo o de la voluntad de Dios, a partir del
recurso de ir unos escalones atrás hasta un ser supremo y una inmortalidad personal,
muestra, para Hegel, la inadecuación fundamental de la noción de Kant sobre el suje
to. Lo que se juzga en estas páginas es la aspiración kantiana-fichteana de autonomía
moral radical en su forma extrema, en donde no se hacen concesiones a la aspiración
de unidad con la naturaleza.
La ruptura de Hegel con esta visión viene de atrás, de 1790. En cierto sentido esta visión
nunca fue la suya, aunque como vimos se acompañó de Kant en sus escritos tempranos
sobre el cristianismo sin comprender totalmente lo que implicaba. Pero muy pronto, mien
tras todavía aceptaba el ideal de Kant de la moralidad autónoma, Hegel se sintió insatisfe
cho con el argumento kantiano de los postulados de la razón práctica,8 pues de hecho estos
argumentos reflejan el profundo dualismo de la filosofía moral de Kant.
Tenemos que postular la existencia de Dios porque esto es necesario para la realiza
ción del Bien supremo. Kant define al supremo bien como una condición en donde la
felicidad o el cumplimiento (Gliickseligkeit) está coordinado con la virtud, es decir, distri
buido entre los sujetos de acuerdo su virtud. Esto falla notoriamente ahora cuando los
malvados frecuentemente prosperan y los buenos sufren. No hay ningún fundamento en
la naturaleza que nos dé esperanza de felicidad y de virtud en el futuro, pues la naturale
za y la voluntad moral son independientes la una de la otra. Pero tenemos que creer que
el bien supremo es posible si hemos de estar obligados a buscarlo. Dado que sólo Dios,
como el poder más alto, puede traer esta armonía a la postre como recompensa, la creen
cia en Dios es un requisito de la moralidad.
Ahora bien, este argumento no está fundado sólo en una separación radical de
voluntad moral y naturaleza, sino también entre la virtud y la felicidad. Es esta dicoto
mía no muy
ega la que ofendía al joven Hegel en el asaje a que nos referíamos
arriba. El guerrero antiguo se entregó a sí mismo por la vida y la defensa de su polis.
Ésta era su verdadera virtud, pero era al mismo tiempo su realización. Vivir más allá de
él mismo en la vida de la polis, vivir más allá de su muerte a través de su fama entre su
gri
p
8. Cf. Nohl, 70-7 1 .
1 63
pueblo, tal era la felicidad. No requería pago por una virtud que no tenía recompensa
en sí misma, no requería alguna consolación (Il·ost) o compensación (Entschiidigung).
La necesidad de esta compensación surge de la degeneración (Verdorbenheit) de los
tiempos modernos. El hombre que ha perdido la virtud política y se define a sí mismo
como un individuo ve la muerte como una pérdida total. Mientras que el guerrero
antiguo estaba feliz por morir por su ciudad y vivir en su memoria, el moderno sólo
puede ver el morir por causa del bien como una terrible pérdida que ha de compensar
se con la recompensa en una vida posterior.
Incluso antes de que miráramos la afinnación de Kant de que el bien supremo
requiere a Dios, la noción del bien supremo, de felicidad y de virtud co-ordinada, supo
ne una profunda división, en la cual el bien y el cumplimiento humano son distintos y
sólo están relacionados contingentemente. Y esta división es inaceptable para una vi
sión expresivista del hombre, la cual encontraba sus modelos en los antiguos.
Hegel, en esta parte de PhG, ataca los postulados de Kant, aunque la posición de
Kant-Fichte es presentada sin atribución y en una forma reconstruida, en la cual los
postulados de hecho identificados no corresponden exactamente con los de Kant. Y
los ataca mostrando básicamente cómo derivan de un profundo dualismo del cual la
filosofía moral de Kant no puede escapar o aceptar. Empezamos con una moral que
es distinta de la naturaleza, pues si no lo fuera, no sería plenamente autónoma, obte
niendo realmente sus máximas de sí misma. Pero al mismo tiempo, la armonía de la
moralidad y de la naturaleza, de la virtud y de la felicidad, es vista como necesaria, y
así tiene que ser postulada como la obra de Dios.
Pero la división no se da sólo entre la moralidad y la naturaleza fuera de mí, sino con
el propósito de las cosas en el mundo. Mi voluntad moral está también en oposición a la
naturaleza en mí, a mis deseos, inclinaciones, etc. Y esto también es una oposición que
ha de ser superada, dado que yo estoy llamado a cumplir mi deber; actuario, hacerlo real.
Y esto nunca estará completo hasta que mi propia naturaleza haya sido hecha para
conformarse con las demandas del deber; y yo tenga una verdadera voluntad santa. Por
.
tanto, es el postulado de inmortalidad el qtie abre perspectiva de progreso sin fin hacia
una santidad que yo no puedo conseguir ahora en el mundo sensible.
Aquí es donde se muestra la contradicción, piensa Hegel. El postulado de inmortali
dad es necesario porque tenemos que superar nuestro predicamento inicial en donde la
voluntad moral se opone a la naturaleza. Pero éste no es sólo un predicamento inicial, sino
uno necesario para la moralidad como la define Kant, pues la voluntad moral se define en
oposición a la inclinación; debe fundirse con el deseo natural, debe desaparecer.
1;
[ ...] pues si realmente [la completa armonía de voluntad moral y deseo] sucediera, la
conciencia moral seria anulada. Dado que la moralidad es sólo una conciencia moral
como esencia negativa, para aquellos cuya sensibilidad del puro deber tiene sólo una
signíficación negativa, la signíficación de lo que es no se conforma a ello [PhG, 428].
Por tanto, la idea de progreso sin fin hasta la perfección refleja una profunda con
tradicción, una división de propósito. Esta unidad de voluntad moral y deseo en una
voluntad santa parece llamada, en caso de producirse, a poner fin a la moralidad. El
compromiso es referirlo a un futuro indefinido hacia el cual nosotros siempre estamos
marchando sin haber llegado allí. En la <<Oscura distancia del infinitO>> (dunklen Feme
der Unendlichkeit), esta contradicción no es muy claramente discernible.
Ésta es la contradicción de una concepción dualista del hombre. Nosotros decidi
mos lo que es esencial al hombre, la voluntad moral, en oposición a la naturaleza.
1 64
Estamos en el punto más lejano de división. Pero esto no puede sostenerse. El sujeto es
esencialmente encarnado, y así la voluntad moral tiene que ser reconciliada con su
encarnación, tiene que ser realizada externamente. Kant tiene un presentimiento de
esto, de ahí su doctrina del bien supremo y sus postulados de la razón práctica. Pero él
se prohibió a sí mismo llevarlo más allá, pues había definido la moralidad en términos
de división, y así la aspiración a la realización de la moralidad tenía que ser contradic
toria. Lo que habría de cumplir la voluntad moral habría también de abolirla.
Esta visión es el fruto del rígido pensamiento del «entendimiento» (Verstand) que
llega rápido a la división y a la distinción, y no puede ver que los términos divididos
también recuperan su unidad. El entendimiento es un modo de pensamiento que man
tiene las cosas juntas, las ve ya como distintas y sin cambio o como idénticas. Es la razón
(Vemunft) la que ve cómo surgió la separación de la identidad y regresa a ella de nuevo.
El pensamiento de Kant representa el entendimiento de un modo más carente de
compromiso. Es por ello que permanece con división y no puede superarla. Por eso su
pensamiento cae en contradicción cuando trata de pensar la realización de la morali
dad. Pero la contradicción surge también en otro punto, cuando tratamos de darle un
contenido a la obligación moral. En orden a resguardar la autonomía, Kant insiste que
la voluntad moral ha de ser determinada sólo por sí misma, que diseñó sus máximas
no desde algún hecho o autoridad externa sino desde sí misma. Así argumenta Kant
que lo que hace a una máxima de acción moralmente obligatoria no tiene nada que ver
con su contenido sustantivo, sino sólo con su forma. Cuando tiene la forma de la uni
versalidad, y por tanto refleja la voluntad racional, es obligatoria.
Hegel argumenta en muchos lugares que el criterio formal kantiano falla a la hora
de producir cualquier resultado determinado. Coloca este tema en el capítulo sobre la
razón, y también en otros lugares.9 Muchos filósofos han argumentado, por supuesto,
que el criterio de Kant es vacío. Pero para Hegel este defecto surge de la misma causa
básica de la contradicción anterior, el dualismo entre autonomía moral y naturaleza.
Kant insiste en que el criterio sea formal en orden a salvaguardar la autonomía de la
voluntad. La voluntad sólo puede dirigirse a la razón como su guía. Pero la idea de
Kant de razón no es la de una verdad a la que se le opone la idea de naturaleza y que
encuentra una encarnación que la manifiesta, pues la noción de Kant de razón es abs
tracta, puramente formal. Y justo por esta adhesión a la razón no puede decirnos nada
sobre cómo actuar. Para Hegel, la razón está ligada a la estructura ontológica de las
cosas, y ésta ha de proveer la guía que necesitamos para definir nuestra acción moral.
Pero para Kant, la razón es distinta de la naturaleza de las cosas, justo como la volun
tad moral lo es de la naturaleza. Es así puramente formal, y justo por esta razón no
puede proveer ninguna guía sustantiva.
Caemos en una segunda contradicción, la del deber moral, que Hegel ahora delimi
ta. El hombre está obligado por el puro principio del deber a actuar de acuerdo con la
regla universal. Pero en orden a actuar, yo tengo que ver este principio general del
deber instaurado en deberes particulares, en actos particulares que yo he de hacer.
Éste es el paso que no puede ser dado. Ningún acto particular puede mostrarse como
obligatorio, porque el principio de universalización de hecho puede satisfacerse por
cualquier cosa. Hegel ve a los protagonistas de la perspectiva del mundo moral como
9. P. ej. en un papel del temprano periodo de Jena, "Über die wissenschaftlichen Behandlungsar
ten des Naturrechts», en Lasson (ed.), Schriftell zur Politik wzd Rechtsphilosophie, 349 y ss., también
PR, § 258, y SW, XIX, 588-596.
165
obligados a introducir otro postulado para saltar el abismo, recurrir a Dios de nuevo,
esta vez para conferirle a nuestros deberes particulares la cualidad de santidad que
pertenece al puro deber.
Este último postulado es difícilmente atribuible a Kant. Pero Hegel no está estricta
mente interpretando a Kant aquí (cuyo nombre nunca aparece) sino más bien a lo que
él ve como la lógica interna de la perspectiva de mundo moral a la cual Kant y después
Fichte dieron expresión. Y su argumento aquí, como en otras partes, es que esta visión
tiene contradicción, está fundada en una división que nunca puede aceptarse o supe
rarse. Y esta contradicción siempre aparece en dos lugares: cuando consideramos la
realización de la moralidad, y cuando tratamos de darle un contenido determinado a la
obligación moral.
El resultado de esta contradicción es que esta moralidad, que comenzó con el prin
cipio de autonomía como su idea central, es forzada a recurrir a un
Su cumplimiento es colocado en un futuro distante en otro mundo. Su experiencia
presente es una de división. Es otra forma de conciencia infeliz. Como lo dice Hegel,
comenzamos con la afirmación de que hay conciencia moral. Pero cuando vemos que
esta conciencia moral es en principio irreconciliable con la naturaleza, e incapaz de
afirmarse de ningún acto particular que sea realmente un deber, entonces tenemos que
admitir que entre los hombres, seres sensibles que han de realizarse a sí mismos en
deus ex machina.
actos particulares, no hay conciencia moral. O la hay pero sólo en representación;
representación, sin embargo, que no puede volverse pensamiento conceptual claro sin
mostrar sus contradicciones.
Éste es el destino de cualquier visión moral que divida a la moralidad de la natura
leza, que esté preocupada meramente con lo que debe ser, y no fundada en lo que es.
Examinaremos más adelante, en la parte rv; cómo propone Hegel ir más allá de esto.
Después de un devastador pasaje de 1 O páginas (434-444) en el cual navega sistemá
ticamente a través de las contradicciones de la perspectiva de mundo moral, y de los
desplazamientos
que se sufren para evitar verlas, Hegel se dirige a una
teoría romántica de la conciencia que creció en parte fuera de Kant. Esta figura puede
ser puesta aquí porque surge al menos parcialmente de un sentido que Hegel encontra
ba objetable en la teoría moral de Kant. Los románticos abandonaron la austera divi
sión kantiana entre inclinación y moralidad, y llegaron a la visión de una intuición
moral espontánea en la cual la ley del corazón y la ley ética son una.
Pero éste no es sólo un retomo a la fase previa de certeza moral subjetiva descrita
en el capítulo sobre la razón, pues aquí el sujeto está seguro de sus intuiciones no sólo
como individuo, sino como alguien que está a tono con lo universal, con Dios. La
conciencia romántica es religiosa. Disfruta de haber superado la brecha no sólo entre
inclinación y moralidad sin también entre Dios y el hombre. La comunidad de estas
conciencias es
de la vida de Dios ( 460). Tenemos así una visión que es cercana
a la de Hegel.
VImos en el primer capítulo cuán agudamente difería Hegel de los románticos a pe
sar de la similaridad de sus aspiraciones. Él no podía aceptar la noción romántica de una
unidad inmediata con lo universal, o la creencia en la intuición que aspiraba a cierto tipo
de encuentro inefable con Dios. Esta unidad sólo podía conseguirse por la razón, la cual
conlleva negación y separación en la unidad, y así mantiene claridad de visión.
La crítica de Hegel de esta teoría comienza desde su carácter individual inspiracio
(Verstellungen)
el locus
l
;
nal, que permitía a a conciencia tener algún contenido sólo cuando se había tenido su
correspondiente inspiración. Pero esto es incompatible con la supuesta naturaleza de
1 66
esta conciencia como la portavoz de lo universal, cuyas inspiraciones son universal
mente reconocibles, y así se obtiene el reconocimiento universal del yo que se identifi
ca con ellas. Por el contrario, las acciones que fluyen de estas inspiraciones chocan.
El resultado es un desplazamiento dialéctico. Ya no vemos la expresión de la pura
conciencia en la acción extema, lo cual puede ser una fuente de conflicto, y en tanto
realidad externa puede siempre ser vista desde muchos puntos de vista y juzgada desde
muchas perspectivas. P. ej. , puede ser vista por algunos como acción moral desde algún
aspecto, y por otros puede ser vista como un gran egoísmo. En cambio, el paradigma
sobre la expresión de la conciencia se centra en el discurso, que Hegel repite aquí, de
que nunca permanece transparente, que no
�a forma de existencia externa del
tiene la naturaleza penetrante de la realidad externa que nos permite ver algo y otra
cosa después. f.s la expresión transparente del yo, la pura identidad con el yo, pero
Geist
puesta en la objetividad (458).
Así, la conciencia pura espontáneamente se dirige de la acción al habla, a la expresión
en la literatura de sus propias convicciones internas, pero que nunca pueden actuarse
por miedo a perder ese sentido de pureza y universalidad. Ésta es la figura del alma bella.
Representa por supuesto sólo otra estrategia de repliegue, y Hegel la analiza un poco.
Conlleva su propia aniquilación, y desaparece «como un vapor sin forma, que se disuelve
a sí mismo en el aire»
463).
Pero la actitud de Hegel hacia el alma bella -cuyas características parecen toma
das aquí especialmente de Novalis- son mucho más ambiguas de lo que podría supo
nerse. Esta figura nos recuerda al Jesús de los manuscritos sobre el «espíritu del cris
tianismo» , y nos recuerda que Hegel no siempre juzgó al alma bella tan duramente.
Más bien, Hegel muestra la importancia que esta fase de pensamiento tuvo para él, al
(als ein gestaltloser Dunst, der sich in Luft auflost, PhG,
hacer la transición del conocimiento absoluto a través de una reflexión sobre el dilema
de la pureza contra la eficacia. Esto ocupa el resto del capítulo, y prepara el pasaje del
conocimiento absoluto, aunque nosotros tenemos primero que trazar esta visión religio
sa más elevada, desde su inicio.
El dilema de la pureza surge inevitablemente de nuestra relación como existentes
particulares con lo universal. El hombre actúa como un individuo, y su individualidad
está inevitablemente mezclada con su acción. Incluso el acto más altruista y con la
mayor significación universal es uno en el cual el agente encuentra algún tipo de satis
facción, y que está teñido de algún modo con su subjetividad particular. Ésta, ya lo
hemos visto, es una de las ideas hegelianas fundamentales, que toda la realidad e�piri
tual para ser ha de estar encamada, y que la encamación ocurrirá en algún tiempo y
lugar, es por tanto particular. El
Geist sólo puede ser encarnándose en espíritus finitos
que son particulares. El precio de la existencia es la particularización.
Al intentar mantener lo universal libre de lo particular en orden a mantener su pure
za, como lo hace el alma bella, está condenándolo a la inexistencia. Los valores universa
les tienen que aceptarse aunque ello implique el sacrificio de las vidas particulares. El
particular es mortal, lo hemos visto; todas las cosas particulares mueren o desaparecen.
Pero el hombre particular puede morir en orden a alcanzar lo universal; él reconocerá
Geist
que lo que es esencial en su acción es la encamación del
universal, y reconocerá que
las caractetisticas particular:es de su encamación en su vida no son esenciales y están
condenadas a desaparecer. El debe reconciliarse con esta desaparición, no ha de poner
su interés esencial o su identificación en estas características particulares.
Esta necesidad recíproca de sacrificio entre lo universal y lo particular es presenta
da por Hegel en las últimas páginas sobre el
en la forma de un diálogo entre dos
Geist
167
de las etapas que acabamos de ver, la conciencia pura que está segura de sí misma y
actúa, y el alma bella que quiere sobre todo mantener la pureza del universal. El pasaj�
se llama el mal y su perdón. ¿Por qué el mal? Porque lo particular y su afirmación es la
esencia del mal, pues es lo que separa a los hombres de lo universal. Pero este mal es
inevitable, pues el
ha de estar encarnado, y ello implica particularización. Esta
noción de la necesidad del mal subyace a la interpretación de Hegel de la doctrina del
pecado origjnal. El pecado es original no en algún sentido cuasi-histórico, sino porque
CAPÍTULO VII
EL CAMINO A LA RELIGIÓN MANIFIESTA
Geist
la existencia particular es fundamental al espíritu finito, y los espíritus finitos han de
ser para que el espíritu sea, y así su finitud es lo que crea la división que ha de ser
superada; ésta es la esencia del pecado que divide al hombre de Dios. La unidad de
Dios con el hombre sólo puede ser alcanzada por una reconciliación que se dé fuera de
un estado de pecado; ha de haber mal, existencia particular, pero éste puede ser supe
rable a través de la negación del hombre de ello, viviendo más allá de ello o, en térmi
nos teológicos, pidiendo perdón por ello; al hacerlo, se reúne con la vida universal del
y es así perdonado.
Esta necesidad recíproca es presentada en el diálogo de dos conciencias: la que
1
Geist,
representa lo universal comienza interpelando a la conciencia particular activa por su
traición de lo universal. La acusa de someter lo universal a sus propios propósitos
porque siempre puede encontrar algún interés individual en cualquier acto hecho por
la conciencia activa. Acusa entonces a su interlocutor de hipocresía, de ser moral sólo
de palabra. Esta perspectiva es, por supuesto, muy desagradable para Hegel y por lo
tanto presenta rápido una réplica: dado que el alma bella no puede darse a sí misma
para encarnar la ley universal en acto, lo que por su naturaleza se le demanda hacer, se
puede decir que esta conciencia da un servicio a la moralidad puramente verbal, y que
es hipócrita. Hegel deja claro su desaprobación de esta posición aJTojándole algunos
insultos extra -citando el
napoleónico: «il n'y a pas de heros pour son valet de
chambre>> ; y añadiendo después, no porque el primero no sea un héroe, sino porque el
dictwn
(467-468).
otro no es más que un
La solución es que ambos lados admitan su eJTor y su necesidad respecto del otro.
valet de chambre
El agente particular ha de pedir perdón, esto es no apelar más a su particularidad. Pero
al mismo tiempo lo universal ha de otorgar su perdón, esto es, aceptar que no puede
hacer excepción con este agente particular y por lo tanto que está obligado a perdonar.
El resultado es una nueva conciencia, la unidad más elevada en la oposición de lo
particular y lo universal. Estamos en el límite de pasar hacia el conocimiento absoluto,
pues tenemos un sujeto particular listo para rendirse y para vivir más allá de su parti
cularidad, y un universal que no es visto ahora como totalmente trascendental sino
requerido por lo particular.
Lo que queda por hacer es establecer esta visión ontológica del
que debe estar
encarnado y volver a sí mismo. Esto nos lo dará la filosofía especulativa. Pero esta
Geist,
visión está también contenida en una forma menos transparente en la religión. El auto
conocimiento del absoluto se ha desarrollado en la evolución religiosa de la hwnani
dad. Así, el último capítulo antes de la conclusión será sobre la religjón; manteniendo
la práctica de toda la obra comenzaremos desde abajo, desde el principio, con la reli
gjón de la naturaleza.
Con la religión entramos a un nuevo punto de vista desde el cual puede ser leído el
des cu:roll? del
junto con aquellos que hemos visto antes: la conciencia, la auto
conciencia, la razón y el espíritu (objetivo). Pero este punto de vista no está simplemen
te a la par con los otros. Por el contrario, la religjón es el punto de vista del
0 la
conciencia del absoluto de sí mismo.
Hemos visto que para Hegel la realidad última que ha de realizarse en su completa
Geist,
Geist
:
Geist
au o-revelación a través de la historia es Dios o el
cósmico cuya encarnación es el
uruverso, con el cual él es idéntico y también no idéntico. La plenitud de esta auto
revelación se dará en la filosofía especulativa. Pero como otros aspectos de la definitiva
realización del
esta autoconciencia de lo absoluto existe -y se encuentra a través
de la historia, en una forma más oscura y rudimentaria.
Esta forma es la religión. La autoconciencia de lo absoluto debe, como su definitivo
cumplimiento en la filosofía especulativa, encarnarse en la conciencia humana. Pero
Hegel sugiere que debemos ver la evolución de la religjón en la sociedad humana como
algo más que sólo la e�olución de la conciencia humana. También lo es, por supuesto,
Y hemos �no ado vanas etapas de esta conciencia religiosa en nuestro repaso de la
.
autoconc1� c1a y del
-p. ej., la conciencia infeliz, o el mundo supra-sensible.
Pero tamb1en hemos de ver esta evolución como el desarrollo de una conciencia más
que-hwnana. La justificación para esto viene, por supuesto, con la validación de la
Geist,
�
�
'
Gezst
Geist.
realidad ontológica de la noción hegeliana de
La autoconciencia del
es inevitablemente una conciencia de lo absoluto que
_
subyace a toda la realidad.
Pero en sus formas tempranas e imperfectas este absoluto
Geist
:
no es vis o como siendo uno con la realidad. Y en cierto sentido esto es correcto, pues
esta realidad no se ha formado a sí misma como lo hará a través del desarrollo del
hombre en la historia para ser una reflexión adecuada del absoluto. Por tanto, la con
ciencia religjosa mantiene una distinción entre lo sagrado y lo secular, v una tensión
entre ellos. Y por la misma cuestión esta autoconciencia n¿ está al tant¿ de sí misma
co�o tal, pues la conciencia humana, su vehículo, es vista como algo separado del
obJeto de la religión e infinitamente más baja.
Pero cuanto mayor se siente a brecha entre lo sagrado y lo secular, menos adecuada
es la concepción del absoluto. El es en realidad sujeto cósmico infinito cuya vida está
encarnada en la del sujeto finito. Por tanto, la religión de la encarnación es la única
)
1 68
1 69
realmente adecuada, e incluso el cristianismo necesita una evolución y una traducción
hacia la filosofía especulativa en orden a superar la alienación que permanece cuando se
ve a Cristo como el punto de reunión del espíritu finito y el infinito, más que a la comu
nidad (Gemei11de) como un todo. Pero precediendo a esta religión tenemos unas menos
adecuadas en la historia, que incluían concepciones de Dios como espíritu pero como
algo otro y separado del espíritu finito (judaísmo, islam), o de dioses con forma humana
atmque carentes de universalidad (la religión griega), y extendiéndose hasta concepcio
nes en donde lo absoluto no es visto como espíritu. Así, comenzaremos la dialéctica del
desarrollo religioso con lo que Hegel llama «religiones naturales», aquellas que ven a lo
absoluto simbolizado en alguna forma natural más que en la subjetividad libre.
Estas religiones inferiores se distinguen también de las superiores en que ellas tie
nen que recurrir a la simbolización. En definitiva, Dios se ha de presentar en la comu
nidad de espíritus finitos, y no hay simbolización aquí, Dios es presente y evidente.
Éste es el sello distintivo de lo que Hegel llama «religión revelada» (offenbare Religion,
acentuado las connotaciones de la palabra alemana que también significa <<manifies
ta» o «evidente»). Pero cuando Dios no es así evidente, entonces ha de ser indicado
simbólicamente. Cuanto más inferior es la etapa de la conciencia religiosa, más inade
cuada es la simbolización. Antes de que Dios se haya alcanzado como espíritu, los
hombres utilizarán los fenómenos naturales como sus símbolos.
Vemos aquí de nuevo que el nivel de la conciencia religiosa está ligado con el nivel
del desarrollo humano. En las etapas tempranas, el hombre (espíritu finito) es una
reflexión muy inadecuada del Geist (espíritu infinito). En la etapa correspondiente, p.
ej ., a lo que vimos como certeza sensible, o en la dialéctica del amo y del esclavo, en
otros niveles de descripción, la conciencia humana se ha vuelto un vehículo del pensa
miento universal; Dios es visto como completamente otro. En esta etapa, el espíritu o la
subjetividad no es siquiera visto como superior a las fuerzas ciegas de la naturaleza,
pues no es concebido como universal. Por tanto, es natural suponer lo absoluto desde
algún símbolo tomado de la naturaleza.
Podemos ver así cómo el desarrollo de la religión recapitula los desarrollos que
hemos visto en otros niveles pero desde un punto de vista más inclusivo. Las etapas de
la conciencia, autoconciencia y espíritu corresponden a etapas de la religión. La PhG
retorna constantemente al mismo fundamento, pero sucesivamente desde un punto de
vista más central. Ya el espíritu representaba un desplazamiento de punto de vista en el
que no podíamos contentarnos con seguir la evolución de las formas de conciencia en
el sentido ordinario sino que las veíamos incrustadas en formas de vida colectivas; así
las etapas que revisamos antes podían ser vistas como aspectos de las etapas del espíri
tu. Aquí de nuevo desplazamos el punto de vista en orden a enfocarnos en el desarrollo
más fundamental de todos, el crecimiento del Geist en la autoconciencia. Parece que
para Hegel los otros niveles de descripción conducen a aspectos de este desarrollo,
pues es en este nivel donde se revela el motor básico de desarrollo, que podemos ver en
otras palabras como la definitiva racionalidad detrás de las etapas de la historia -la
conducción del Geist hacia la auto-revelación racional. Esto es posiblemente lo que
Hegel quiere decir cuando sostiene que las prescripciones a otros niveles eran a la
descripción de la conciencia religiosa como predicados al sujeto (479).
Esta relación de <<sujeto» con «predicado» nos debe permitir comprender la distin
ción de Hegel referida en el último capítulo entre religión y fe. La última es tma forma
de conciencia humana que experimenta una realidad más allá con la cual está de algún
modo relacionada. La religión por el otro lado engloba esas facetas de nuestra concien-
170
cia que pueden ser comprendidas (posiblemente también confundidas) como l a auto
comprensión del Geist. Se sigue de aquí que la misma forma de conciencia puede en
ocasiones ser vista desde ambos puntos de vista, como la fe del individuo que se ve a sí
mismo como muy por debajo de lo absoluto y añorando una realidad distante invisi
ble, y al mismo tiempo como cierta etapa de conciencia religiosa todavía caracterizada
por la fisura entre lo sagrado y lo secular.
Pero las dos no son usualmente congruentes. La religión es para Hegel una cosa
más incluyente. Lo que refleja una etapa dada de la autoconciencia del Geist es toda la
realidad religiosa, es decir, no sólo la idea de lo absoluto sino también la vida religiosa
de las sociedades tal como se viven en su culto. Todo esto, y no sólo la teología, refleja
cierta comprensión de lo absoluto.1 La fe, como un estado mental del individuo, es sólo
un elemento en la vida religiosa de una comunidad en cierta etapa de civilización. Es
simplemente un aspecto abstracto, un <<predicado» . Dado que el único reflejo adecua
do del Geist será dado por la vida en común de una pluralidad de espíritus finitos, la
vida religiosa es siempre la vida de una comunidad; aunque la fe como un estado del
alma es una condición del individuo, no obstante muchos pueden compartirla.
Puede adivinarse desde aquí que Hegel no está terriblemente preocupado por el
drama de la fe. De hecho, la fe en tanto forma de conciencia del individuo que se ve a sí
mismo separado de lo absoluto (y por tanto también de la comunidad [Gemeinde] en la
que vive el absoluto), es el reflejo de una vida religiosa todavía incompleta. En la reli
gión definitiva, la de la total auto-revelación del Geist, no hay espacio para la fe. Ideal
mente la religión ha de trascender la fe.
2
Comenzamos con la religión natural, es decir, una religión para la que lo absoluto
es un simple ser. Como ser absoluto, está separado de todas las cosas particulares; es el
gobernante de todo y permanece intocado por la particularidad de las cosas. Esto lo ve
Hegel representado p. ej . en el zoroastrismo temprano, la religión de luz y fuego: la luz
es el puro ser abstraído de toda particularidad, y el fuego es lo que consume toda
particularidad.
Lo que se echa de menos aquí, obviamente desde un punto de vista hegeliano, es el
nexo entre absoluto y mundo, el necesario desarrollo de las cosas desde un primer
principio; sin esto el mundo no tiene estructura necesaria, sólo se da <<como juego
inesencial en esta sustancia» (ein desenloses Beiherspielen an dieser Substanz, 484 ). Esto
es lo mismo que decir que esta sustancia no es todavía sujeto, pues hemos visto que la
subjetividad tiene esta estructura necesaria en la cual su realidad externa expresa su
naturaleza interna.
Sin embargo, como poder negativo (Macht) que destruye toda particularidad, esta
sustancia es ya en esencia un yo, y nosotros desarrollamos normalmente una religión
de Fürsichsein. Pero todavía no tenemos la idea de un yo universal; estamos en una
etapa de muchos seres divinos, y éstos además son sujetos muy imperfectos: los hom
bres toman como sus dioses imágenes de plantas y animales.
l. Esta distinción entre la religión como una forma total de vida y la teologia juega un importante
rol en el pensamiento de Hegel desde el principio, como vimos en el capítulo II en la discusión de los
fragmentos manuscritos de su periodo de Tübingen.
171
Pero la lucha resultante entre pueblos que siguen a estos diferentes dioses no deja
nada al final; subjetivamente, como poder negativo, sólo puede destruir. Debemos
movernos a una etapa más elevada en donde el poder transformador de la subjetividad
alcance expresión duradera a través de sus creaciones. Tenemos entonces una religión
de artesanos. Esta transición es reminiscente de aquella en la cual el esclavo sufre en su
trabajo disciplinado. En efecto, bajo el ímpetu externo, el esclavo se embarca en un
propósito que lo lleva a su propia transformación.
Y así también aquí, con la religión del artesano, Hegel está pensando preeminente
mente en el antiguo Egipto.
En lugar de sólo encontrar la imagen de su dios en la naturaleza, el artesano es
obligado a formarlo en piedra, en la arquitectura y en la escultura. De este modo él está
ya en el camino hacia una más elevada concepción de Dios, pues una realidad transfor
mada abre paso a una imagen más cercana a aquélla del espíritu que la de algún simple
ser natural. Pero luchando con su material el artesano no es consciente al principio de
que la única imagen adecuada que puede satisfacer su búsqueda es la de la subjetivi
dad libre. Él lucha a través de vruias etapas intermedias en las cuales representa extra
ños monstruos, mitad hombre y mitad bestia (la esfinge), antes de obtener finalmente
una representación clru·a del espúitu que busca, es decir, con forma humana. Al luchar
el artesano con su medio bajo un ímpetu que no comprende, es como el esclavo, y
como este último su transformación de la materia es trunbién una transformación de sí
mismo de modo que termina ganando una religión más elevada, la religión del arte, en
donde los hombres en clruidad abordan una imagen plenamente adecuada de espiri
tualidad. En otras palabras, al transformar su material, tanto el esclavo como el artesa
no alcanzan una conciencia más elevada que les permite comprender retrospectiva
mente el significado de lo que están haciendo, y trabajar en conciencia clara donde
antes actuaban sólo por instinto o bajo compulsión externa.
Esta nueva religión es la de los griegos, y es la religión del rui:e. Volvemos aquí a una
de las más apreciadas interpretaciones de Hegel. El período de los griegos es único y
feliz, pues en él los hombres se reconcilian con lo absoluto, con la naturaleza y con la
sociedad. Estos tres niveles están obvirunente ligados. Los hombres ven lo absoluto
bajo el aspecto de un ser antropomórfico, representable eminentemente por una esta
tua con forma humana. Esto refleja el hecho de que ellos experimentan lo divino no
como algo otro y fundamentalmente misterioso o incomprensible. Más bien, esta expe
riencia de lo extraño y de lo inconmensurable se refleja en las formas semi-animales
dadas a los dioses en otras culturas tempranas. Con los griegos, dice Hegel, estas for
mas animales son dejadas de lado o son claramente transformadas en simples signos
(493-494). Pero esto refleja al mismo tiempo una ex-periencia de sentirse como en casa
en el mundo natural, que lo divino en la forma humana ha amenazado las tempranas
imágenes de lo numinoso que obtuvo de otras formas naturales para expresar su alte
ridad. Todo esto se refleja en la victoria sobre los Titanes:
La esencia desordenada y la lucha confusa de la existencia libre de elementos, el reino
no-ético (das wzsittliche Reich) de los Titanes, es superado y desten·ado a los límites de
una realidad que se ha vuelto clara para sí misma, a las fronteras problemáticas de un
mundo que reposa y encuentra paz en el espüitu [PhG, 494].
Pero esta experiencia de estar «en casa» está ligada de cerca con la experiencia de
unidad con la propia sociedad que discutimos en la apertura del capítulo sobre el
1 72
espíritu. De hecho el individuo se siente a sí mismo plenamente reflejado en su socie
dad, siente su actividad simplemente como una encarnación de su
y este
es
la sustancia de la que depende. En esta experiencia de unidad con su sociedad media la
sensación de afinidad con lo divino, pues Dios ahora es el Dios de un determinado
etlzos,
ethos
pueblo o ciudad, además de expresar alguna realidad cósmica. La afinidad con la ciu
dad y con Dios van juntas y se refuerzan la una a la otra. Ambas reflejan cierta forma de
vida, la del ciudadano libre en el Estado. Vamos ahora a ver la conciencia religiosa que
se da con el <<verdadero espíritu» del último capítulo.
Ambas formas de afinidad reposan en la misma condición, lo que al final es una
falla fatal. Justo como el hombre que sólo se identifica con la ciudad circunscribiéndo
la a un Estado particular y siendo así estrecho de miras, se siente uno con una divini
dad que no es sujeto absoluto, sino una subjetividad divina entre muchas. La reconci
liación de la historia griega no es la reconciliación final, sino sólo una ilusión de ella;
está destinada a desaparecer sometida por el crecimiento de la conciencia universal
que es la siguiente e inevitable etapa superior en el camino a la total reconciliación del
consigo mismo.
Es este crecimiento del individuo universal cuya derivación muestra Hegel en esta
sección del capítulo sobre la religión. Como hemos visto en otra parte, la noción de un
universal provinciano está ligada de cerca con la idea del destino. En los dioses, el
absoluto singular que sólo se sospecha a medias en esta religión aparece como una
fuerza incluso más grande que ellos; pero necesarirunente en tanto fuerza impersonal
es doblegada por el destino. Esto jugru·á un papel impmi:ante en las derivaciones de
Geist
esta sección, como también en la tragedia griega.
La idea básica detrás de estas derivaciones es ésta: lo universal ha de estar encarnado
en alguna forma particular, como hemos visto, pero esta forma es siempre mortal, de tal
modo que lo universal la niega tanto como la postula. La única reconciliación posible
será cuando la forma particular comprenda plenrunente y se identifique con este proce
so; cuando el individuo pa!i:icular reconozca como su mortalidad es en sí misma una
parte inseparable del orden que aspira a encarnar. En este caso, la muerte no viene de
fuera, no es algo fundrunentalmente otro incomprensible lo que desciende sobre él, sino
más bien es en cierto sentido el cumplimiento voluntario de esta misma encarnación.
Pero en el caso de un universal provinciano, tenemos una identidad que también ha
de ser encarnada para ser, y de la cual debe desaparecer su encarnación. Siendo pro
vinciano, este universal no puede comprender en sí la racionalidad de su propia des
aparición. Es destruido entonces por algo otro incomprensible; exhibe esta desapari
ción como un destino inescrutable.
Los dioses provincianos de Grecia son identificados con ciertas realidades efuneras,
como las de una ciudad dada; no son completamente idénticos al espíritu universal. Si lo
fueran, no serían alcanzados por la desaparición de las ciudades dadas, de hecho com
prenderian esta desaparición como necesaria para el despliegue del espíritu universal.
Pero un universal provinciano va junto a la realidad a la cual está ligado; a diferencia del
universal real no le sobrevive. Por tanto los dioses son vistos como sujetos a un
destino ciego, tal como los hombres; después, en la teología cristiana, esto será visto como
una divina Providencia; es decir, el <<destino» no es ciego y Dios está por encima suyo.
De modo similar los personajes de la tragedia son provincianos como vimos en el
Geist
capítulo previo; cada uno expresa sólo una parte de lo universal, por tanto ellos tam
bién se ven encarando una necesidad que no pueden comprender. Este provincianismo
de los personajes y la ética familiar y estatal con la que están ligados refleja el provin-
1 73
cianismo de la ciudad, pues sólo en una ciudad basada en la ley universal estas dos
fuentes del derecho pueden dejar de ser conflictivas y de hecho reconciliarse.
La reconciliación de la civilización griega está condenada a partirse en dos: por ello
tiene una especial belleza y fascinación para Hegel, pues a diferencia de la solución
más elevada que le seguirá, no es dependiente del pensamiento explícito racional ple
no. Las normas universales de la razón sólo pueden llevarse a término en la vida de los
hombres a través de la ardua conquista de la conciencia racional. Cierto, la reconcilia
ción también existe en la representación en la religión cristiana que continúa a la gJ.ie
ga, pero no puede llegar a su expresión plena en la historia, o incluso a la conciencia sin
los recursos del pensamiento racional explícito.
En contraste la reconciliación temporal de la antigua Grecia pudo encarnarse completamente en un sentimiento espontáneo, y así fue. A difer�n�! a de nues� ci�za
ción más elevada, cuyas ideas básicas se expresaron en la relig10n y en la filosofía, las
bases de la civilización griega fueron expresadas en el arte. El arte es la idea en forma
sensible; y ésta es la forma que más se acomodaba � l� civilización �ega, una_ r��onci
liación del Geist consigo mismo basada en un sentumento no refleXJvo. Su relig10n era
entonces la religión del arte. Previamente, la religión todavía contenía un profundo
misterio no plenamente expresable en sus formas de arte, y después la religión más
elevada se expresa mucho más adecuadamente en la teología y en la filosofía. Sólo los
rnecros tuvieron una religión cuya expresión paradigmática estaba en el arte. Por ello
;1 er':canto inmortal de la época de la <<religión-arte>> (Kunstreligion).
Los análisis de Hegel siguen las etapas por las cuales esta religión de arte cede Y s�s
imágenes de lo divino pierden su sustancia, y son absorbidas por un lado en el Ge�t
universal y en la autoconciencia universal por el otro. Ambos son desarrollos relaciO
nados, pero Hegel aquí los separa: el desarrollo de la religión griega es vi�to como el
_
crecimiento de una autoconciencia que ha pasado por todos los requenrmentos
de lo
divino y por los requisitos éticos relacionados de la vida pública (Sittlichkeit), y se ha
percatado de que la conciencia humana reside detrás de todos estos supuestos grandes
poderes. Alcanza una introspección como la de la ilustración �obre el _origen h�ano
_
de los dioses. Esta conciencia, piensa Hegel, es la de la comedia de la epoca de Aristo
fanes, la cual trata con ironía las afirmaciones de los dioses y de los demos que antes
eran tomadas como definitivas.
El Geist universal, por otro lado, es exaltado en la religión judía. Y aquí tam�ién
demanda una reconciliación con la subjetividad, la cual se da con la Encarnación. Este
es el segundo paso necesaJ.io después del primero representado en el desarrollo ante
rior sobre la religión griega. No basta con desacreditar a los falsos dioses provincianos
en nombre de u�a autoconciencia libre; esta última por sí sola es vacía a menos que
pueda encontrar una realidad externa que refleje plenamente aquello en lo que se ha
convertido y en la cual pueda reconocerse a sí misma. Abandonada a sí misma sólo
puede hundirse en la infinita sensación de pérdida que es propia de un �undo d_e�a
cralizado. La única realidad externa que puede aceptar es una que refleJe al espmtu
universal y, lo que es más, al espíritu universal en unidad con la autoconciencia. Esto lo
encuentra en la Encarnación.
Pero este paso está reservado para la siguiente sección, sobre la religión revelada.
Sigamos primero las etapas de la religión del arte. La primera realidad postulada �s la
expresión de lo divino, esta vez en forma humana, digamos, p. ej., en un� estatu� . _Esta
es la imagen de lo divino como subjetividad libre ante la cual el hombre srente afinidad.
Pero esto no es sufi�iente, pues es simplemente un objeto el que es Dios para los hom1 74
bres. Los hombres aspiran a volverse uno con Dios a través de la oración
Hegel una vez más acentúa que el discurso es el medio de la existencia -y aquí
externa del
alma; no en el sentido de trasladar alguna realidad ya existente internamente,
sino más
bien en el de encarnar una realidad inter-subjetiva que no podlia darse de
otro modo.
La unidad de la forma divina y los himnos de sus adoradores hacen una
nueva reali
dad, una <<obra animada de arte» (beseeltes Kunstwerk, 496), que es cercana a
represen
tar a Dios como subjetividad autoconsciente. Podemos ver aquí, como insistim
os an
tes, cómo para Hegel la religión tiene que ver con algo más que las concepc
iones de
Dios en la teología; aquí estamos tratando con Dios vivo en la comunidad, con el
dios al
que se dirigen sus adoradores, más que sólo con una imagen estática.
Que la religión es más que la teología es todavía más evidente cuando nos refe!imos
al
culto, el cual es una dimensión esencial de la religión a los ojos de HegeU El culto
es la
dimensión en donde los hombres aspiran a volverse uno con Dios, pues toda religión
tiene
el presentimiento de que es la autoconciencia del Geisl universal, y de que la concienc
ia
finita está tanto separada como unida con lo infinito a lo que adora.
Por ello la necesidad de
superar la separación y retomar a la unidad subyacente. Éste es el rol del culto.
Hegel usa como ejemplo de culto los sacrificios de la religión griega. El sacrifici
o
exhibe la convergencia de dos vías de todo culto: el espüitu fi�ito deja�de lado su fini
tud para volverse uno con lo infinito; pero lo infinito también da un paso atrás de
su
existencia universal e in·eal y acepta su encamación en el Geist finito. Ambos movi
mientos son necesaJ.ios, pues el espüitu finito sólo puede volverse la encamación ade
cuada del Geist infinito superando su particularidad. El sacrificio de nosotros a
los
dioses es nuestro acto de conceder nuestra particularidad; pero el descenso de los dio
ses a la víctima, y el retorno de la victima a nosotros para nuestro consumo, es el paso
de la encamación infinita a la finita.
La religión por tanto va más allá de las concepciones de lo divino hasta formas por
las que experimentamos nuestra unidad con lo divino, con las que disfrutamos nuestra
afinidad con el espíritu infinito (GenujJ, 504). Pero no es suficiente simplemente dis
frutar los sacrificios, pues una vez consumido el sacrificio desaparece. Una vez más
buscamos algo que dure, y esto lo encontramos en el culto de todo el pueblo. Llegamos
aquí a lo que Hegel llama la obra viviente de arie, p. ej., en los festivales de todo
el
pueblo, o en el frenesí de las ménades poseídas, o en el atleta.
Pero esto cede rápidamente espacio a la tercera etapa, pues la obra viviente de arie
todavía carece de conciencia plena, de conciencia interna; o al menos es inconsciente,
es la profundidad salvaje y misteriosa de las rebeldías de las bacanales. Así procedemos
a una tercera etapa, a la <<obra espiritual de arie», representada por la literatura.
Aquí finalmente obtenemos el resultado que estábamos buscando, pues las tres
etapas de la literatura, épica, tragedia, comedia, hacen que llegue inevitablemente la
visión y la dialéctica de lo que hemos llamado antes los universales provincianos.
En la épica homérica tenemos dioses cuva individualidad es muv in·eal ellos no
pueden realmente vulnerar a los otros, pues ;on inmortales. La idea s�byace�te es que
su universalidad sólo puede volverse real cuando surge encamada en la acción huma
na en el entretejido de la acción humana y divina en la épica, de modo que muchos
resultados parecen surgir de ambos de tal modo que el uno o el otro resultan super
fluos. Los dioses son aquí universales provincianos, ellos carecen de la realidad concre
ta de las identidades individuales; y así también los héroes que son retratados de forma
2 . Como veremos más abajo en el capítulo VIII. Cf. BRel.
1 75
desproporcionada. Pero al mismo tiempo no son idénticos c�n el yo :erdaderamente
universal· ellos están así dominados por el destino, por la razon que \'lmos antes.
Al mi�mo tiempo el individuo realmente concreto, el rapsoda que canta la épica,
está fuera de la historia. La siguiente etapa es por tanto una en la cual estos dos extre
mos, necesidad e individuo concreto, se reúnen. Esto sucede en la tragedia e� donde
los personajes individuales encuentran al destino no c?:Uo alg� externo Y contmgent�,
sino como algo que fluye necesariamente desde su accwn. Aqm Hegel recup�ra el ana
lisis de la tragedia que vimos en el capítulo sobre el espíritu. Cada personaJe encama
un valor bási�o, de la ciudad o de la familia, que no puede sino entrar en conflicto con
el otro una vez que es llevado a cabo. Una vez más, el principio subyac�nte g��eral es
que estar encamado y activo en la historia implica s�frir la eventual disol��wn; pero
_
cuando se actúa bajo principios verdaderamente uruversales, esta disoluc10n
es algo
que fluye de la acción, y no la niega. Aquí, sin embargo, no es el caso: la acción no sólo
lleva a la eventual destrucción, sino a una destrucción que no es consonante con los
principios de la acción, que no está reconciliada con la acciór:. Más bien, la acción lleva
al Climen en el cual se ofende otra ley que aquella a la que srrve.
Dicho en otras palabras, uno puede decir que toda acción es en algún sentido crea
dora de culpa y que es afirmación de lo particular, y así lo extrae de lo univers� . Per?
en el caso de la acción que sigue algún principio universal este elemento de particul�
dad se cancela, la falta se atenúa, en parte por el hecho de que nosotros hemos segmdo
el principio, y en parte a través de la inevitable y ya aceptada desaparición del agente Y
su acción. Donde tenemos algún principio provinciano, sin embargo, hay realmente
un crimen, cuando la acción viola el derecho no sólo en el modo general de afirmar la
voluntad de un ser particular, sino de un modo específico. La única expiación posible
aquí es la de deshacer o renunciar al acto; pero dado q�e ?os ��os a él por prin�i�io,
el agente está ante una obligación imposible de cumplir. El se dirige a una desapancwn
con�la cual no ha podido reconciliarse, pues ello significa la negación de lo que él
representaba, no su cumplimiento.
. .
.
Ahora esta negación externa está implícita en el acto provmcmno, JUSto como lo
estaba en los universales provincianos que eran los dioses del panteón. La necesidad
interna está allí todo el tiempo, sólo que en la tragedia se toma en cuenta, todavía no
explícitamente, sino en el sentido de necesidad expresada en 1� fo�a del art� . No
_
�ilidad d�l cnme�.
podemos ex-plicárnoslo a nosotros mismos, pero sentimos la mevlta
_
Esto también se refleja en la dialéctica de lo conoCido y lo no conocido. El heroe actúa
por lo que sabe o por lo que se le ha dicho; pero ya en lo qu� :e le ha dicho hay �a
ambigüedad que debió haber detectado. El otro lado de su accwn, el derecho ofendido
por éL no le es enteramente desconocido; en algún nivel es sentido por él, justo como
nosotros sentimos la conexión; por tanto, él no está totalmente libre de culpa.
Cuando esta necesidad se alcanza plenamente, llegamos a una subjetividad univer
sal. Pero para esta subjetividad, los viejos dioses han perdido su numinosidad. Ya la
tragedia había empezado el proceso; ahora ellos son considerados irrelevantes. La na
tur;¡eza es reducida a lo que es consumido por la autoconciencia real que la disfruta.
Incluso las apelaciones de la ciudad y de la familia a la obediencia son relativizadas
cuando la conciencia universal ve a través de la piedad cívica pública, Y no observa
nada más que la ambición de varios líderes y bandos. Lo que se observa no es, por
supuesto, el fruto de un cambio de conciencia, sino de una transformación que guarda
también en sí mism� la vida cívica.
176
La religión del arte termina así en el triunfo de lo autoconsciente cuya certeza de sí
lo lleva al dominio de todo lo que examina; toda la universalidad retoma a ello, "v no
reconoce esencia fuera de sí mismo.
3
Ahora bien, esta conciencia cósmica es al principio feliz, pero en realidad se revela
rá a sí misma como una conciencia infeliz. Tenemos aquí la conciencia religiosa que se
da junto a la disolución de la ciudad en e1Rechtszustand, el Estado universal que gober
nó sobre individuos atomizados cuya situación se definía por sus derechos. Esto tam
bién corresponde a la ideología del estoicismo que fue examinada en el capítulo de la
autoconciencia.
El problema básico en esta fase, ya descrito, es que ha alcanzado auto-certeza pero
sólo al costo de retirarse hacia sí mismo. Pero dado que el hombre en tanto Geist ha de
tener una encamación externa para ser, una auto-certeza que no se exprese en formas
políticas y sociales externas no vale nada. El individuo universal libre es de hecho el
juguete de la fortuna y de las fuerzas desbocadas del salvajismo político. Su auto-certe
za es un repliegue a una ciudadela interna, la del Yo = Yo, que no puede en definitiva
ser defendida, y que lleva a la conciencia infeliz.
En la esfera religiosa, este predicamento básico puede ser descrito del siguiente
modo: habiendo desacralizado al mundo fuera de él, la autoconciencia libre está en
una condición frágil, porque permanece dependiente de su mundo externo, y es este el
que determina su modo de vida y lo que efectivamente es. Reducir lo divi�o a la au
toconciencia, como lo hace la desacreditada intuición de la ilustración y la conciencia
cósmica de los antiguos, es simplemente una acción que se derrota a sí misma. La
autoconciencia no puede sostener la prerrogativa de lo divino, del Geist, que es ser un
yo pleno en su otro, ser la necesidad que subyace a un orden racional de mundo. Por el
contrario, la autoconciencia sólo puede sentirse abandonada y a merced de un mundo
extraño, y ve la salvación como algo distante, como una conciencia infeliz.
Hemos de retomar entonces a un renovado sentido de lo divino entendido como
algo más que sólo nuestra autoconciencia. Tenemos que redescubrir un espíritu cósmi
co con el cual podamos estar en relación. Pero no estaríamos simplemente retomando
a nuestro punto de partida en la religión natm·al; algo se ha ganado, y éste es el elemen
to de verdad detrás de la conciencia cósmica, que es que este espíritu cósmico no tiene
otro lugar de autoconciencia, ningún otro vehículo, más que nosotros mismos como
, vive en y a través de nosotros. Nosotros somos su encamación.
espíritus finitos. El
Cierto, como individuos particulares estamos también en oposición a Dios o al espíritu
cósmico, somos una encamación que es también una negación. Pero esta oposición se
supera en el hecho de que somos mortales, que cada uno de nosotros juega su papel y
después muere, mientras que el Geist continúa. Dios repara la imperfección de su en
camación que reside en el hecho de que esta encamación se da en seres particulares
finitos dejando de lado a estos seres en su camino y viviendo así su vida eterna más allá
de uno o muchos de ellos. La vida de Dios es algo universal que trasciende lo indivi
dual, dado que sólo se encama una vez en una sociedad, en una pluralidad de hombres,
y se encama más en el tiempo y en una pluralidad de esas comunidades.
La definitiva auto-comprensión del Geist se dará en una comunidad que se com
prenda plenamente a sí misma como su vehículo. Para esta comunidad Dios estará
177
alcance; y seria capaz de
tanto separado y por encima como también no separado y al
especulativa. Esta
razón
la
de
través
a
ras
tomar ambas proposiciones como verdade
Dios no podria
porque
así:
ser
de
hablia
esto
qué
por
lia
comunidad también entende
los espíritus
decir,
es
Dios,
a
necesita
hombre
el
como
justo
Así,
existir de otro modo.
cósmica
vida
su
s en
finitos sólo pueden alcanzar la integridad a través de ser tomado
más
nada
es
no
infinito
más grande, así necesita Dios al hombre, es decir, el esphitu
.
humana
dad
comuni
una
de
vida
la
que �1a abstracción a menos que esté encarnada en
_
total
clandad
la
en
basada
,
humana
ad
No es claro si Hegel creía que tal comunid
esto que usé tanto el
del pensamiento especulativo, llegaria algún día a ser -y es por
término final de un
el
provee
Pero
.
anterior
pasaje
el
en
nal
futuro como el condicio
comprendió lo que �o
proceso de crecimiento que ha de tenerse en mente si uno
.
do, pues la religron
antes. Y esto particularmente en la etapa que hemos ahora alcanza
s básicas en una for
absoluta o revelada, es decir, el c1istianismo, refleja estas verdade
Iglesia cristiana que
la
es
dad
comuni
ma oscura, al modo de la «representación>> . La
cristiana es así al
Iglesia
la
de
iento
florecim
El
vive la vida de Dios a través de la gr·acia.
nunca podemos
s
nosotro
si
incluso
Geist,
del
llo
desan·o
menos la penúltima etapa del
ella.
tener éxito vendo hacia
ahora. La autoconcien
Esto no; abre el trasfondo para la transición que haremos
siente la necesidad de
cia universal que surge de la desaparición de la religión del arte
a la visión primitiva
ente
simplem
redescubrir al Geist c smico, pero no puede retornar
esté separado del
que
uno
como
aún
de este Geist como un ser pre-subj etivo, y menos
menciona en la
apenas
Hegel
que
,
religiosa
forma
hombre. Al mismo tiempo hay otra
de la religión,
filosofía
la
sobre
lecturas
sus
en
nte
importa
PhG pero que tiene un lugar
de unive:sales pr�vin
y que es el judaísmo. Éste también representa una trascendencia
y Dws. En c1erto
cianos, pero al costo de un abismo infranqueable entre el hombre
la afinidad
alcanza
una
:
sentido, el judaísmo y la religión griega son complementarias
verdadera
la
alcanza
otra
la
alizarse;
del hombre y de Dios, pero al costo de prminci
universalidad pero al costo de negar toda afinidad.
ser el lugar final en
Pero este dios como un esphitu separado del hombre no puede
de la conciencia
11a
paradig1
el
es
separado
como
Dios
a
Ver
divino.
donde descanse lo
os); de hecho Dios
infeliz (v Hegel vio así al judaísmo en sus escritos teológicos tempran
hombre, posterior a la
ha de vivir s� vida a través de los hombres. Así la necesidad del
la autoconcien
destruya
no
que
religión del arte, de recuperar lo absoluto de un modo
Testamento de
Antiguo
del
l
universa
cia, por un lado, y la necesidad del puro espíritu
Encarnación.
la
en
cumple
se
otro,
el
por
,
humana
encontrar un vehículo en la historia
de Dios y del
lados,
ambos
de
des
necesida
las
concilia
Esto, porque la Encarnación
y la humani
Dios
de
ción
colabora
la
de
nto
surgimie
el
como
vista
ser
hombre, y puede
Malia).
de
través
(a
dad
, y la distin
Hegel insiste en la realidad de la encarnación como un evento histórico
a del
presenci
la
on
imaginar
nte
gue de�las variadas relaciones mistéricas que merame
real
Dios
a
tenemos
cristiana
ción
Encarna
la
spíritu en el mundo. En contraste, en
a la
dado
real,
al
individu
hombre
«un
es
él
r,
particula
mente presente en un sujeto
d.3
divinida
la
a
oín>
y
sentir
y
«ver
pueden
s
creyente
Los
528).
(PhG,
intuición sensible»
este
de
n
Uno puede preguntarse al principio cómo Hegel puede hacer una distinció
encarnado desde el
tipo en los términos de su propia teoria, pues an sich Dios está
�
Ó
:
3. Cf. A.bsRel, 133, 141, en donde Hegel también insiste que Dios ha de tomar la forma de la «intui
ción inmediata, sensible» para los hombres, que él ha de ser «visto y e:-.:perimentado en el mundo».
1 78
principio en todos los hombres, en el sentido de que el hombre es el vehículo de la
autoconciencia de Dios. Lo que cambia en la historia entre las religiones de la natura
leza tempranas y la comprensión final en la filosofía es que los hombres cobran con
ciencia de esto, o bien que Dios cobra conciencia de esto a través del hombre. Pero
entonces ¿cómo puede uno distinguir una encarnación que es meramente imaginada
;¡
(en las religiones mistéricas) de una que realmente aconteció? De hecho, an clz, la
Encarnación no sucedió, esto es siempre cierto, y no especialmente cierto de un hom
bre, Cristo. Como la realización fiir siclz, de que es así, la Encamación es de hecho un
evento en la historia humana. ¿Cómo entonces podemos distinguir imaginarla de como
realmente ha sido?
Pero Hegel insiste, lo que es peculiar sobre la Encarnación es que los hombres no la
vieron de tal modo, sino que la sustancia misma «por su pm1e se externalizó a sí misma
(sich ihrer selbst entau{Jette) y se volvió autoconciencia» (PhG, 526).
De este modo la Encarnación es única: mientras que para las religiones tempranas
lo divino era visto a menudo como presente en algún sentido en el mundo, habitando
de un modo misterioso diferentes avatares, para el cristianismo Jesús es Dios, hav una
identidad entre este hombre y Dios ret1ejada en la proposición teológica de qu� esta
persona tiene dos naturalezas. Por tanto lo que las religiones misté1icas imaginaron no
es lo mismo que lo que los discípulos vieron. Estas religiones tempranas nunca llega
ron a la intuición crucial de que Dios como espÍlitu es hombre; ellas nunca llegru·on a
ver lo divino como apareciendo en varias epifanías -y esto ocurrió en animales, luga
res, etc., tanto como en hombres. Así, para el c1istianismo, Dios está realiTiente ahí,
como un hombre real en un sentido sin precedente (527).
Este punto sólo pudo hacerse a través de la aparición de un único Dios-hombre. En
la totalidad del pensamiento especulativo, podemos ahora retener la verdad de que
Dios es idéntico con cada hombre, y también no-idéntico con él, pues su pm1icularidad
falla al igualarse con la naturaleza universal de Dios. Pero en la etapa en la que los
hombres estaban, la unidad de Dios y el hombre tenía que hacerse presente en la intui
ción sensible inmediata. Y este punto de la identidad de Dios y el hombre sólo podía
hacerse para la intuición sensible por medio de un único Dios-hombre, en donde la
singularidad de la subjetividad divina sea representada en la unicidad del hijo de Dios.
Ver al único Dios en muchas encarnaciones en esta etapa seria reducirlo a «máscm·as
cuya sustancia se da y cambia en moda contingente», como vemos en el «panteísmo de
la India» (AbsRel, 137-1 38).
Sin embargo este punto concernía a la Encarnación sólo como pedagogía divina,
en el modo en que apareció a los hombres. No se extrae de la afirmación de Hegel que
algo realmente haya pasado, que la sustancia misma se volviera autoconciencia. Pm·a
comprender esto tenemos que recordar· que el desarrollo de la religión en la historia
requiere más que al hombre volviéndose consciente de su identidad con el espíritu. O
más aún, este crecimiento en conciencia requiere que los hombres se desarrollen más
allá de su estado original en bruto, que se cultiven ellos mismos y adquieran una forma
de vida que exprese lo universal. Por tanto, para que los hombres sean capaces de ver la
verdad de la Encarnación tienen que alcanzar cierta etapa de madurez. Éste es el ver
dadero acontecimiento, el correlato objetivo de la percepción por la fe de que Dios se
ha vuelto hombre. Y esto, como todo lo demás en la historia, es hasta tal punto la obra
del Geist, la sustancia de las cosas, que podemos hablar de esta sustancia en sí misma
volviéndose realmente autoconciencia.
Pero no es suficiente, porque no estarnos sólo hablando de la realización de la ver
dad general de que Dios y el hombre son uno, sino de la percepción de que este hom-
1 79
bre, Jesús, era Dios. ¿Puede Hegel hablar de esto como de un evento objetivo? Parece
difícil, especialmente dado que, si estoy en lo correcto, él ni siquiera creía en la Encar
nación en el sentido ordinario, por lo que en definitiva Jesús no es Dios en algún senti
do en el cual no lo sean los demás hombres.
Aquí debemos recordar los escritos tempranos de Hegel sobre Jesús. Es muy difícil
decirlo con certeza, pero es posible que Hegel viera la figura de Jesús como excepcional
y paradigmática. En los escritos tempranos, Jesús es retratado como alguien que sabe
unir lo divino y lo humano, lo subjetivo y lo ex-terno, en un modo que está lejos de su
tiempo. Es esto lo que lo lleva a la cruz. ¿Puede ser, entonces, que una parte importante
del crecimiento objetivo en la humanidad, que Hegel ve como una condición esencial
de su nueva conciencia religiosa, consistiera en el nacimiento de este individuo excep
cional, que realmente viviÓ en unidad con lo universal de un modo que ningún otro
pudo en su tiempo? El cristianismo entonces requiere no sólo de cierta madurez entre
sus seguidores, sino también de la existencia de un hombre que realmente fuera uno
con Dios de un modo que no lo fue ninguno de sus contemporáneos.
Es muy posible que una visión de este tipo subyaciera al tratamiento de Hegel sobre
la Encarnación en PhG y probablemente sobreviviera hasta su sistema maduro, inclu
so cuando las luces no estuvieran más sobre la figura de Jesús. Y si esto es así, podemos
ver la importante transformación desde la obra temprana, que explica este cambio de
atención, pues no tenemos más una visión centrada en el hombre, sino una en donde el
agente último de la historia es el Geist. El drama no gira en torno a las decisiones del
h-;mbre Jesús, sino en el hecho de que la sustancia se vuelve autoconciencia.
La Encarnación en este sentido es un evento real, y también uña etapa crucial en
nuestra histmia religiosa. Pero tenemos que ir más allá de ella, pues, aunque es cierto
que Dios es idéntico al hombre, como espíritu infinito, es también cierto que no es
idéntico a él. Y, aún más, Dios es idéntico 1 no-idéntico a todos los hombres, y no sólo a
este individuo.
Esta necesidad de trascender la Encarnación se refleja en la misma doctrina cristia
na, pues Cristo muere, resucita, asciende al cielo y envía al espíritu Santo. Para Hegel
todos estos eventos van juntos. Lo que reflejan es que la unidad de Dios y del hombre
no puede consumarse en un individuo, pues ha de haber siempre una oposición entre
el espíritu universal y cualquier encarnación particular. Esta oposición se resuelve,
como vimos, cuando la encarnación particular desaparece. Por tanto, el individuo ha
de morir. Pero en este caso, la muerte de Cristo también significa la transformación de
esta unidad entre Dios v el hombre desde un hecho particular hasta uno universal. Es
por ello que la mue1"te y la resurrección están indisolublemente ligadas a la Ascensión
y a Pentecostés, pues todo el significado de la muerte reside en la llegada del espíritu
con el cual el lugar de la Encarnación se desplaza hacia la comunidad, al «cuerpo de
Cristo» . Todo el movimiento que va desde la Encarnación hasta Pentecostés puede
tomarse hasta cierto nivel como reflejando la atención necesaria en la unidad de Dios y
del hombre entre su encamación en seres particulares y su vida continuada más allá de
estos seres. Pero a otro nivel, la muerte de Cristo implica algo especial. Refleja la supe
ración de la última separación, la última alienación del espíritu de sí mismo. Dios
como una pura abstracción ha dado un paso gigantesco hacia el hombre al encarnarse;
pero ahora, en orden a realizarse plenamente en el hombre, tiene que dar el siguiente
paso, el de morir como un Dios encarnado cancelando, por lo tanto, su pertenencia a
un tiempo y lugar particulares, de modo que la encarnación de Dios pueda volverse la
de la comunidad de los hombres en general.
1 80
La lectura de Hegel de la religión y la teología cristiana sólo
puede comprenderse a
la luz de esta etapa final de la comunidad, la cual es el vehículo
auto-consc·1ente del
.
· co�uru·dad que es e1 verdadero Dios-hombre. Pero el
Gezst,
c1istianismo no ha realizado todav1a esto plen mente. Más bien, vive esta unidad implícitamen
�
te, pero no total
mente, pues la plerutud de la unidad del Geist consigo mismo supone
un claro auto
conocimiento, ya que el Geist es razón. Pero el cristianismo vive esta
unidad todavía de
U:: modo os�uro y confuso , en � �odo de conciencia que Hegel llama «representa
Clan», es decrr, un modo de conc1enc1a que trabaja con imágenes y símbolos
y no en la
total claridad del pensamiento conceptual. En otras palabras , la Iglesia
cristiana vive
esta unidad sin conocerla realmente, y así necesariamente no de modo
pleno, y es por
ello que todavía vive parcialmente en la conciencia infeliz. Por ello, la
unidad es vista
en un tiempo distante, en el futuro de la paro usía, y en el pasado de la vida
de Cristo.
En tanto es la religión que ha ex-presado finalmente la verdadera naturaleza
de Dios
Y su verdadera relación con el hombre, aunque de forma no clara, el cristianismo
pue
de llamarse <<religión revelada» , pues es la religión en la cual el Geist se revela
verdade
ramente a sí mismo, y más aún, se revela a sí mismo como un ser cuya
naturaleza
esencial es la auto-revelación} Por tanto, Hegel ve en la teología cristi�a la
verdad
completa de la filosofía especulativa reflejada en imágenes.
En esta sección del capítulo, Hegel da una de sus inte1-pretaciones de la
teoloda
cristiana en este sentido. Las nociones básicas de la filosofía especulativa son,
co�o
hemos visto, que la idea necesariamente se encarna a sí misma, y después regresa
a sí
_
misma de su extrañamiento reconociéndose en su encarnación externa. Pero esto es lo
que expresa la teología c1istiana, y lo ex-presa a tres niveles, correspondientes a las
tres
etapas de este movimiento de la filosofía especulativa.
Ahora bien, resulta doblemente afortunado que Hegel mismo haga residir su siste
ma en estas tres etapas: primera, una que tt·ata con la Idea como una relación de puras
categorías en abstracción de su encarnación (la Lógica), segunda, un estudio de la
necesidad interna visible en la realidad externa (filosofía de la naturaleza), y tercera,
el
trazado del retomo de la naturaleza a la plena autoconciencia a través del espúitu
(filosofía del espíritu). Cmrespondiendo con éstos, Hegel discierne tres niveles de teo
logía, que identifica con el lenguaje mesiánico joaquinita, tomado después por Bóhme,
de los reinos del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
En el primer nivel tenemos la doctrina de la Trinidad que representa, por decirlo
así, la relación de Dios consigo mismo; esto refleja el movimiento especulativo tliparti
to: Dios Padre, que toma a su Hijo como su otro, y que está unido a él en amor por el
Espíritu Santo.
Pero este nivel lleva a otro, pues la exteriolización representada por el engendramien
to del hijo llama a una verdadera contrapmie, a la creación de la exteliorid;d real, y ésta
se da en la creación del mundo. Esto incluye la creación del espíritu infinito. Pero el
espíritu finito, en orden a convertirse en verdadero espúitu, ha de venir a la autoconcien
cia (insichgehen, 537). Y al hacerlo se vuelve consciente de sí ante el resto del mundo y del
espíritu infinito. Esta afirmación del yo es el pecado oliginal, es el nacimiento del �al.
Pero al mismo tiempo es inevitable, pues de otro modo no habría espúitu finito. Y es, por
tanto, parte del plan de Dios, pues sin espúitu finito no habría espílitu infinito. Es nece4. Aquí es de nuevo relevante la distinción entre religión y fe. Como una forma de vida total, la
religión cristiana vivida en la Iglesia es aquí unidad de Dios y el hombre. Pero la conciencia de la fe
todavia ve a Dios como algo separado.
181
sario par·a el espíritu finito, dado que el espíritu es necesariamente consciente de sí mis
mo, y como está encarnado en la particularidad, su autoconciencia estará inevitable
mente encaminada a separar la conciencia de la par·ticularidad. El único modo de evitar
esto selia que el hombre permaneciera sumido en la naturaleza, inconsciente de sí mis
mo como un animal, y por tanto por debajo tanto del bien como del mal (inocente, dice
Hegel, pero no bueno, 537). Es por esto que la caída es el momento en donde los hombres adquieren conocimiento del bien y del mal.
Hasta tal punto está la caída en el plan del Geist, que el único antídoto para la maldad
de la concentración en sí mismo es más de lo mismo, una autoconciencia cada vez más
profunda hasta que los hombres alcancen lo universal en ellos mismos. Pero llegamos
aquí al tercer estrato de la teología, el que se ocupa de la redención. Y aquí, como hemos
visto, la reconciliación procede desde ambos fines: Dios aspira a ser uno con los hom
bres, y los hombres aspiran a superar su particularidad para ser uno con Dios. El reflejo
de este proceso llega en la teología de la Encarnación, Pasión, Resurrección y Ascensión
de Cristo, en la venida del Espíritu Santo y la vida continua de la Iglesia, como vimos.
Dios viene al hombre a través de la Encarnación y la Pasión, el hombre a Dios a través de
la auto-transfmmación en su vida en la comunid�d. Pero nosotros no hemos consumado
todavia completamente este movimiento, pues todavía se siente la separación, y se refleja
en el hecho de que la unidad sólo se alcanza por representación, y es enviada hacia el
futuro v el pasado, en vez de reconocerse en el presente.
Per� debajo de esta representación podemos reconocer la verdadera doctrina espe
culativa. Las relaciones especulativas de necesidad son deformadas al ser representa
das en tales imágenes como <<engendradas» o <<creadas»; sin embargo, estas relaciones
se reconocen. Y en el acercamiento mutuo de Dios y el hombre, lo universal puro, que
debe aceptar la unidad con lo particular en orden a ser efectivamente, y lo particular,
que debe elevarse sobre su particularidad hasta lo universal, reconocen la relación de
las dos conciencias que era la culminación del capítulo previo, la relación entre el mal
y su perdón, la conciencia actuante y la que juzga. La conciencia activa incurre en el
mal inevitablemente, ésta es la esencia de la doctrina del pecado original, pero lo uni
versal hacia lo cual se peca no puede existir más que a este precio; por lo tanto debe
aceptar· la realización a manos del individuo, y <<perdonar» a este individuo su particu
laridad, de la cual este último por su parte se arrepiente. De este modo los dos extremos llegan a la unidad.
Se ;e ahora que estos dos extremos son, después del desarrollo de este capítulo,
Dios y el hombre, y vemos que la dialéctica del mal y su perdón es cósmica y que su
resolución nos da la última clave de la realidad. Esta realidad última es un Geist cósmi
co auto-co!moscente v hemos alcanzado así la fmma más alta de conciencia --o más
bien, el u�bral de e�ta forma más alta, pues lo que está representado en la religión
revelada a través de la representación, debe todavía expresarse en la plena claridad del
pensamiento especulativo; alcanzar· éste es alcanzar el conocimiento absoluto.
1 82
CAPÍTULO Vlli
LA
FENOMENOLOGÍA COMO DIALÉCTICA INTERPRETATIVA
1
El conocimiento absoluto puede ser visto como la combinación de nuestras dos
etapas más elevadas. Es la unidad final de sujeto y mundo, o desde otro punto de vista
del sujeto finito y el sujeto infinito, o bien, de la sustancia absoluta y la subjetividad:
Pero es:a �ón está ahí implícitamente (an sich) como religión; en donde sea que esté
la concrencta moral, la cual era la etapa más elevada del capítulo sobre el espíritu
contenida explícitamente (fiir sich) está también la noción de que la voluntad del sujet�
es una con lo universal.
El resultado es una unidad del yo y de la esencia o la sustancia de las cosas· esta
unidad puede siempre ser vista como una convergencia desde cada dirección; el �'O es
elevado a la esencia viéndose a sí mismo como el vehículo del Geist, pero la esenci� o la
sustancia <<desciende» al yo en cierto sentido al comprenderse a sí misma como sujeto (y
por lo tanto necesitada de un sujeto finito como su vehículo).
Cuando esto llega a la conciencia plena conduce a una forma de conocimiento, que
�:gel llama.conocimiento absoluto. ¿Qué es esto? No puede expresarse en una proposi
cron, pues slillplemente es un alcanzar la verdadera naturaleza de las cosas, y esto sólo
puede expresar;;e dialécticamente. El conocimiento absoluto es la comprensión total de
que la sustancia ha de volverse sujeto, que el sujeto a de ir más allá de sí mismo, dividirse'
ir contra sí mismo en tanto objeto, en orden a retomar a la unidad consigo mismo.
El conocimiento absoluto, podlia uno estar tentado a decir, es simplemente el con
tenido total de la PhG; el último capítulo ha significado sólo una recapitulación del
resto. Esto es en parte cierto, y veremos más de ello en un momento; pero lo es sólo en
parte. De hecho la comprensión del conocimiento absoluto sólo puede establecerse en
� modo dife:ente al '!-ue hemos seguido en la PhG. Aquí el drama ha sido la separa
cwn entr;e su]et� y obJeto, entre conciencia y autoconciencia, entre certeza del yo y
verdad. Esta es finalmente superada al final de la obra.
Pero podemos presentar también nuestro ascenso a la unidad final en la diferencia
no como una lucha de diferentes formas de conciencia sino como una derivación en
términos de aquellos conceptos categoriales básicos con los cuales intentamos expre
sar está unidad última en oposición: ser, sustancia, sujeto, pensamiento, y otros. Si
estamos en lo correcto, y si cada uno de éstos sólo puede comprenderse en definitiva en
relación con los otros, entonces ello ha de ser verificable por un examen de estos mis
mos conceptos.
1 83
y
es esto, por supuesto, lo que intentará la Lógica. En est� sentido la PhG puede
verse como una introducción a la Lógica. Comenzaremos exammando estos conceptos
categoriales, comenzando con <<ser», y veremos que cada uno refiere más �á de sí
mis�o a otros, hasta que finalmente forman un sistema que expresa la um� ad en
oposición del Geist con su mundo. Este sistema se llama «la Idea». Heg�� anuncia est?
(562) con estos términos: no estudiaremos más el drama de la separac� o� Y de la um
dad del sujeto y el mundo; más bien tomaremos nuestros concep:�s subjetivos, �ue son
_
va unidades de ser y del yo; y justo porque contienen al yo y tambien � la negatiVIdad en
�llos, cada concepto particular sufre de un «cansa�cio �ue lo empu� a a la aut?-anula
ción>> (seine Unruhe, sich selbst aufzuheben). Esta ciencia pura se�rra- despu�s el_ mo
\IÍmiento interno de estos conceptos hasta llegar a la Idea. Como siempre, la ciencia no
será expresable en una sola proposición, sino solamente �n � sistema que se desarro
lla a sí mismo; pero éste será aquí presentado en un medio diferent� de aquel en el q�e
nos hemos mo\JÍdo en PhG. El Geist se moverá «en este éter de su VIda>> (562), es decrr,
entre conceptos los cuales son su propio medi? .
.
. . . basica
. supone
Pero esta lógica no puede ser toda la ciencia. La mtmcwn
del GelSt
que debe exteri;rizarse en la natm·aleza, que ha de ser realida� exte�a, física, extensa.
y también este Geist ha de retornar a sí mismo desde su alienacwn; Y este �etorno
presupone otra exteiiorización, la del tiempo. Más aún, este retorno al yo en el tiempo,
lo que quiere decir a través de un conjunto de etapas que son exte:nas a ca�a u�a
\JÍniendo una después de la otra y que son formas reales d� vi� a colectiva en_la �stona,
es en sí mismo una precondición para que se alcance la ciencia pura; esta ciencia pura
es la prise de conscience del Geist de su retorno a sí mismo.
. .
Pero entonces esta autoconciencia del Geist ha de ser más que una pura ciencia de
conceptos. El Geist retorna de la alienación en la naturaleza a través de �a : erie de
etapas históricas. En orden a completar este retorno, él ha de retenerse a_si rmsmo en
_
la naturaleza y en la historia. y esto significa que ha de ver la necesidad
mterna � e l�
naturaleza v de la historia, ha de ver la necesidad subyacente a las formas de extenon
dad y, por 1; tanto, la contingencia recíproca que son el espacio y el tiempo.
,
,
�
Tiempo es el concepto mismo que tiene determinada existencia [der da ist], y se prese ta
a sí mismo a la conciencia como intuición vacía; así el espíritu ha de aparecer necesana
mente en el tiempo, y continuará apareciendo en el tiempo en tanto no alcance su con
cepto, es decir, en tanto no acabe con el tiempo [PhG, 558].
El auto-conocimiento del Geist ha de incluir, por lo tanto, esta comprensión de la
necesidad interna de la naturaleza y la historia. Como siempre, su auto-conocimiento
final no puede separarse del modo que ha seguido ahí; pero ahora las etapas de la
_
historia son interiorizadas en remembranza.1 Así interiorizadas, la naturaleza Y la his
toria han sido liberadas de la forma de la contingencia externa, de la extensión Y del
tiempo. y el resultado, la historia capturada en concepto (die begri:ffen: Geschichte,
564), es la realidad interna del esphitu absoluto. Con esta nota con una cita (alterada)
de Schiller termina la PhG.
que es muy significativo
1 . La palabra alemana Erimzenmg permite a Hegel un juego de palabras
para él.
1 84
2
¿Cómo se mantiene junta la PlzG como una dialéctica ascendente? Viendo hacia
atrás la extraordinaria vmiedad y Iiqueza de las figuras estudiadas, es difícil ver el hilo
unificador del argumento. Y de hecho la PlzG es más impresionante y persuasiva como
interpretación de ciertos pasajes de la histmia política religiosa que como argumento.
En orden a ver por qué sucede esto a pesar de las intenciones de Hegel, debemos ver
de nuevo la naturaleza de sus argumentos dialécticos. Desde el principio del capítulo,
distinguimos dos tipos de dialéctica, la ontológica y la histórica.
La primera, parte de la base de que cierto estándm� que identificamos sólo por
ciertas propiedades cliticas, se cumple, y que este estándar se mueve a través de dife
rentes concepciones hasta formas cada vez más adecuadas. Vimos un ejemplo de esto
en la primera parte de PlzG, sobre la conciencia. Comenzamos con la base de que hay
conocimiento, y que el conocimiento es un logro. Lo que no sabemos, si podemos
decirlo de este modo, es lo que implica cumplir el estándar. O más bien, todo lo que
sabemos sobre ello son ciertas propiedades cliticas muy esquemáticas. Así, comenza
mos por la idea simple, pero intuitivamente persuasiva, de que el conocimiento es un
recibir datos, y que el estándar a cumplirse es el de la máxima apertura y receptividad.
Ésta es la idea detrás de la certeza sensible. Cuando esto nos implica una contradic
ción, alteramos nuestra concepción de lo que es el conocimiento. Comienza así una
segunda fase de la dialéctica, y de ahí en adelante. La clave para el movimiento dialéc
tico es que una vez que sabemos que se ha cumplido el estándar, podemos concluir que
cualquier concepción de él que se demuestre ilTealizable ha de estar equivocada.
La dialéctica histórica, por otro lado, parte de la tesis de que se busca cierto propó
sito, incluso cuando éste no se ha realizado todavía. El choque entre el propósito y la
realidad efectiva no nos lleva a redefinir nuestro propósito, sino al quiebre de la reali
dad implicada y a su reemplazo por una más adecuada (aunque por supuesto ello
requiere una redefinición del propósito por parte de los agentes efectivos en la historia).
Éste es el tipo de desarrollo que vimos en la sección de la autoconciencia, p. ej. en la
dialéctica del amo y del esclavo, que predominó en el capítulo sobre la razón, y que
produjo todo el movimiento de los capítulos sobre el espíritu y la religión. Ciertas
formas históricas de vida mostraron ser susceptibles de contradicción interna, pues
fracasaron en cumplir el propósito por el cual existían. La relación amo-esclavo frus
traba el propósito de reconocimiento por el cual había comenzado. La ciudad-Estado
falla como una realización del universal, porque su naturaleza provinciana contradice
la verdadera universalidad. El Estado revolucionario destruye la libertad porque trata
de realizarla de forma absoluta, disolviendo todas las articulaciones de la sociedad, sin
las cuales la libertad no puede existir.
Esta distinción va más allá de lo taxonómico, pues hay una importante diferencia
en la fundamentación de los argumentos dialécticos de Hegel y que está entretejida con
ellos. Vimos en la primera sección que el punto de partida de un argumento dialéctico
ha de imponerse por sí mismo, por decirlo de algún modo, que la concepción de la cosa
implicada, en tanto la realización de un propósito, ha de ser ineludible. De otro modo
las conclusiones del argumento son válidas de modo meramente hipotético.
Ahora vemos cómo consiguió Hegel en la dialéctica ontológica de la conciencia
obtener tal punto de partida incuestionable, dado que es difícil resistirse a la visión de
que el conocimiento es un logro y que implica el cumplimiento de un estándar. Vere
mos en el siguiente capítulo cómo espera encontrar un punto de partida similarmente
1 85
de categorias. Pero la dialéctica histó
incuestionable para la Lógica como una ciencia
ca nuestra imposición de cierto
rica plantea un problema mucho más difícil. Impli
al Geist a través de los hombres
o
ia,
propósito o propósitos a los hombres en la histor
able?
inneg
ser
en la historia, ¿y cómo puede tal imposición
nzó con la imposición de la
Vimos como la dialéctica del amo v del esclavo come
cía la lucha a muerte, Y es.to es lo que
búsqueda de reconocimiento. Esto es 1¿ que produ
ria que ambos protagorustas sobre
hacía a esta etapa insatisfactoria y por lo que reque
ón en cambio se muestra inadecuada
vivieran en la relación de amo-esclavo . Esta relaci
que hayamos impuesto este propósito
a la luz del mismo propósito. Pero, ¿qué justifica
.
, .
en primer lugar?
Hegel, las que son mas ilumma
Si vemos las dialécticas históricas más exitosas de
del mismo modo que lo hace cual
doras y convincentes, encontramos que convencen
bien como interpre1B:ción.2
quier buena revisión histórica, porque se <<ajusta>>
puede tener sentido, puede ser
Es decir, lo que sabemos sobre un periodo dado
inverosímil que otras explicaciones
coherente y verosímil, o bien puede ser menos
es interpretativas es que no tienen
rivales. Pero la cuestión acerca de estas explicacion
ición original de cierto propósito a
impos
un punto de partida absolutamente cierto. La
lógica de la situación, no está
cierta
de
o
os,
event
los actores, o de cierta dirección a los
s seguido y conectado con todas las
fundamentada en sí misma. Sólo cuando la hemo
visto que éstas se acomodan a los
otras imputaciones que van con ella, y cuando se ha
o completo, nos sentimos confiados
hechos con verosimilitud para conseguir un sentid
para aceptarla.
do griega nos conduce al pro
Así la revisión de Hegel de la caída de la ciudad-Esta
de vida que sea universal. La
modo
un
y
ncia
pósito subyacente de realizar una concie
fru:tra d�b��o a su natu_r�
lo
o
tiemp
o
mism
al
polis cumple tanto este propósito como
aceptar esta Imposicion del proposi
leza provinciana. Pero, ¿qué nos convencerá para
de los eventos? Sólo el sentido que
to al hombre (o al Geist) como el motivo principal
en que relata la moda de los
podemos extraer de los eventos del periodo, del modo
declive de la ciudad-Estado,
el
a,
sofistas, el desarrollo de la literatura griega y la cultur
sentido a lo que ha pasado.
otorga
como
le
y otros, dentro de un todo que es tanto posib
icas de Hegel reside en
histór
ones
retaci
interp
las
El interés que perdura en muchas de
s lo suficiente como para inducir
el hecho de que iluminan la interconexión de evento
onerlas (como notoriamente
nos a tomarlas seriamente, incluso si tenemos que transp
puede autentificarse a sí misma
lo hizo Marx). Pero la imposición de propósito nunca
como un punto de partida.
ica de Hegel. Las ontológicas
Este problema aqueja en general a la dialéctica histór
l es mostrar que el objeto
inicia
tarea
La
ado.
comienzan con una meta o estándar realiz
de la meta. Una vez que
ación
realiz
de
os
términ
en
en cuestión ha de ser comprendido
la meta. Dado que sabemos
ésta es asegurada, la dialéctica puede proceder a definir
de lado cualquier concepción de . la
que se ha cumplido el estándar, podemos dejar
Podemos comenzar con cualqwer
meta que se muestre a sí misma como irrealizable.
con su propio cumplimiento, modefinición, y, mostrando cómo se vuelve conflictiva
2. Estoy aquí por supuesto tomado postura en el debate sobre la e�-plicación en la historia, por una
visión interpretativa y contra el modelo de la «ley cubierta». Por cuestiones de brevedad, yo no puedo
argumentar aquí mi posición aunque he tratado de argumentarla en mi «<nterpretation � d the Sci��
ces of Man», Review of Metaphysics, XXXV 3-51 , # 1, septiembre de 1 971. Pero la rmsma reflex10n
acerca de la revisión hi�tórica en Hegel puede probablemente hacerse también de la otra perspectiva.
1 86
vemos hasta concepciones más adecuadas hasta que alcancemos la que es plenamente
adecuada. O por ponerlo de otro modo, sabemos ciertas propiedades criticas de la
naturaleza del objeto en estudio. Tenemos que aprender solamente qué especificación
más exacta del propósito exhibirán de hecho estas propiedades.
Pero éste no puede ser el caso con nuestras dialécticas históricas. Previamente al
despliegue total de la historia tenemos un propósito no realizado ex hypothesi ante
nosotros Por tanto, �o podemos tratar ninguna pieza de la historia como un logro
;
cuyo estandar operativo tenemos que descubrir. No podemos leer con certeza en nin
guna pieza de la historia ni siquiera una descripción general de lo que el hombre se
propone definitivamente con ello. No podemos estar seguros de haber obtenido de ella
siquiera algunas propiedades criticas del cumplimiento definitivo del hombre.
Así parece que justo como distinguimos entre dialécticas históricas y ontológicas
como dos clases de desarrollo dialéctico, así tenemos que distinguir dos modos en los
cuales una exposición dialéctica puede obtener nuestro asentimiento. Tenemos dialéc
ticas estrictas, cuyo punto de partida es o puede afirmar razonablemente ser innega
ble. Y �ay dialécticas interpretativas o hermenéuticas, las cuales nos convencen por la
. .
�osibilidad abarca?te de la interpretación que nos dan. Pareceria que mientras Hegel
tiene algunos candidatos para la primera categoria -notablemente como veremos la
Lógica- sus dialécticas históricas caen en la segunda categoria. Ellas no conven�en
por argumento estricto, sino por la posibilidad de su interpretación.
¿Qué diria Hegel a esto? ¿AdmitiDa una distinción de este tipo? Ciertamente no en
la form� presentada aquí. Y Hegel nunca habria estado de acuerdo en que alguna parte
de su sistema reposara en interpretaciones plausibles en lugar de en argumentos es
trictos, pues esto seria abandonar la concepción del Geist como racio�alidad total.
Pero en otra forma, yo pienso que la distinción encuentra un lugar en el sistema de
Hegel. Dejando de lado por el momento a la PhG, el sistema fincJ de la Enciclopedia
�omienza. con �a dialéctica estricta, la Lógica. Ésta establece que no hay ser finito
mdependiente, smo que todo se mantiene junto en la idea, en la fórmula de necesidad
racional q�e �r�a su propia manifestación externa. Esta conclusión está así disponible
para las dialecticas que se suceden en las filosofías de la naturaleza y del espíritu. y
Hegel de hecho las basó en estas dialécticas.
Por tanto podemos decir que para Hegel, la certeza sobre los propósitos de la histo
ria, �ue no P?día obtenerse de ninguna forma en sus periodos tempranos, y la cual sólo
podía deducrrse con mayor o menor plausibilidad del drama entero, no puede ganarse
por nuestro examen de sus comienzos, porque esos propósitos fueron establecidos
pre\�amente por una dialéctica estricta. Ellos están disponibles como ciertos puntos de
partida para nuestra comprensión de la historia, y se puede decir que la consiguiente
dialéctica fluye con absoluta certeza.
A í, en sus conferencias introductorias a la filosofía del historia, Hegel habla de los
. � .
prmcipws <<con los que la razón gobierna el mundo» ( VG, 28) y que el propósito final
del mundo es la actualización de la libertad (ibíd., 63), como se presupone en el estudio
de la histo�a, per:o ha sido «probado en la filosofía, (VG, 28). Es claro que Hegel se
.
.
refiere aqw a la Logrca, dado que las tesis que se supone han sido probadas conciernen
a la idea, el concepto culminante de su obra. Sus resultados son así una «entrada» a la
filosofía de la historia. Son las presuposiciones que le permiten comenzar.
:ero inme?iat�mente después de este pasaje, Hegel habla de la creencia de que hay
razon en la histona, y que «no es simplemente una presuposición de estudio; es un
resultado que puedo conocer yo mismo porque ya conozco el todo. Por tanto, sólo el
187
estudio de la historia mundial en sí mismo puede mostrar que ésta ha procedido racio
nalmente, que representa el curso racionalmente necesario del espíritu del mundo»
(VG, 30).3 Y sigue, pues «la historia misma ha de ser tomada como es; tenemos que
proceder históricamente, empíricamente>>.
Este pasaje implica que hay otro modo de mostrar que la razón está actuando en
la historia que la estricta prueba conceptual de la Lógica. Y es por examinar el todo
de la historia, «como es ... empíricamente». ¿Es éste posiblemente un reconocimiento
parcial de que hay dos diferentes clases de prueba de una tesis, una prueba estricta
que se erige desde un punto de partida innegable, y la otra una «empírica» que parte
de un examen del todo como la única conclusión que daria sentido a este todo?4
La prueba estrictamente filosófica sería entonces una presuposición para el estudio
de la historia en este sentido, que nos hace ver a la historia bajo el prisma de la razón.
Y esto es necesario, porque en orden a saber lo que es sustancial en la historia...
[ . .. ] uno ha d e traerlo a la conciencia d e la razón, no a l ojo meramente físico o a la
comprensión finita, sino al ojo del concepto, de la razón, el cual va más allá de la super
ficie y lucha por ir más allá de los eventos múltiples y variados [die Mmmigfaltigkeit des
buntw Gewiihls der Begebenheitw , VG, 32].
Pero una vez que uno la ve de este modo, tenemos una coherencia, una explicación
convincente del curso de la historia, que nos provee de una prueba independiente de la
tesis de que la razón gobierna el mundo.
Si estoy en lo cierto respecto a que Hegel traza en las conclusiones de la Lógica las
dialécticas que vienen «después» en el sistema, entonces todavía tenemos que distinguir
en su obra entre argumentos dialécticos que se autentifican a sí mismos y que se man
tienen por sí mismos, porque comienzan en un principio innegable, y aquellos que son
dependientes de otros, que tienen que hacer uso de las conclusiones de otros para au
tentificar sus lecturas. Lo que hemos llamado dialécticas <<estrictas» serían las que se
autentifican a sí mismas en este sentido, y las que hemos llamado <<interpretativas»
serían dependientes. Y las que hemos llamado dialécticas <<históricas>> (también la filo
sofía de la naturaleza) caerían en la categoría de dependientes.
¿Qué nos dice esto sobre el argumento de la PhG? La mayor parte del libro se ocupa de
dialécticas históricas, cuyos argumentos no se autentifican a sí mismos. Pero, de hecho,
éstos sólo comienzan después de la dialéctica estricta con la que abre la obra, la de la
conciencia. La dialéctica de la autoconciencia, que subyace a las nociones de vida, autocon
ciencia humana y el deseo de reconocimiento, supuestamente se erige sobre los resultados
de la primera parte. En este aspecto la PhG recuerda al sistema trazado en la Enciclopedia.
Pero cuando vemos éstos a la luz, podemos ver que los tres primeros capítulos son
muy débiles y esquemáticos como para soportar la rica superestructura de interpreta
ción histórica y antropológica que Hegel ha levantado. Son estas interpretaciones, por
supuesto, las que persuaden las que d�
la visión de Hegel. Pero co�o arru n a 1a ob_ ra su P?�er y fascinación como parte de
de la solidez d� la primera cad;n�� o estricto, su exlto ha de partir en primer lugar
ar
autoconciencia, es decir' en donde nu:str gumento� � en donde la conciencia se toma
.
. , al pnn
CipiO otro, se toma conocimiento del yo. a percepcwn del mundo, que parecia
O como dice Hegel:
·
La conciencia de lo otro, de un obje
.
to en creneral , es de hecho nec
esanamente autoconciencia, reflexión en sí misma
.
_ mo en
' condenCla
e uno mis
el
ser
de
algo otro [PhG , 1 28,
en itálicas en el original]
.
d
Com o indiqué en la segunda sección
�
es que, de hecho, puede d�la alffiu ar el ar�ento aqm, no da realmente la talla, si
de algún modo establecer la prei';lÍsa cen�� oH :�� �: es so:-rrendente. Si es pos:i�le
_
que e mundo de las cosas solo
eXIs
te como una emanación del Ge�. t� que e e�
por
1
o
tan
�
o
el espíritu se sabe a sí mismo
al saberlo, entonces seguramente
o
q
e
aga
esto sería largo y difícil,
incluiría un conjunto e';ciclopédico de��:� �
I e:aCI?nes. El Hegel maduro probab e
mente pensó eso. Es por ello ue la obr
le
na! estricta del sistema final e� de hec a (u: se ll�s�Ituye como la dialéctica fundacioho ar"'a y difíeil .
. es, de hecho, una
La Lógtca
vez que de"a
, . ca dialéctica estricta y
auto-legitimante del sistema de Hea�el� J m�s 1a PIz G. ' 1a uru
�
E
p
�
r e ; que tiene que ser presupuesta en
filosofías de la naturaleza y del espm.
las
.
o
re
e a es en donde la afirmación de Hegel
de haber fundado su visión en
men�o es�c:o �e sostiene o se cae. Es :inter
te que él le haya dedicado la at::;o;;que
e dedi co. ,vamos ahora a examinarla. esan-
3. Razón e11 la historia, traducido por Robert Hartmann, Nueva York, 1 953, 30. He corregido un
poco la traducción.
4. Esto es posiblemente lo que se queria decir en el enunciado de la introducción de la filosofía de
la historia (VG, 29) , el cual dice que la presencia de la razón en la historia del mundo es una verdad que
tiene su «propia prueba [eigemlicher Beweis] en el conocimiento de la razón misma», de modo que «la
historia del mundo sólo da una e:\-posición convincente de ella» (in der Weltgesclzichte enveist sie siclz
mtr). Pero no podemos analizar mucho con base en este pasaje. Está tomado no de las propias notas de
Hegel, sino de aquéllas tomadas por oyentes de sus conferencias.
1 88
1 89
PARTE IIl
LÓGICA
CAPÍTULO IX
UNA DIALÉCTICA DE LAS CATEGORÍAS
De la Lógica existen dos versiones, la Ciencia de la lógica publicada por Hegel pri
mero en 1 8 12-1 8 1 6 y revisada parcialmente justo antes de morir para una segunda
edición; y la primera parte del Sistema de la Ciencia -llamada comúnmente Enciclope
dia- publicada primero en 1 8 1 7 y también revisada más tarde. En lo que sigue me
referiré a las dos (WL y EL).
La Lógica es la segunda gran parte de la concepción de Hegel, y como hemos visto
una parte decisiva, puesto que es la única candidata real para el papel de la estricta
prueba dialéctica. Si lo real existe y tiene la estructura que tiene por necesidad concep
tual, entonces la tarea de la Lógica es mostrar esta estructura con un argumento con
ceptual puro.
Lo anterior puede sonar disparatado para la conciencia común y ciertamente para
la mayoria de los filósofos, puesto que consideramos a nuestros conceptos como herra
mientas de nuestro pensamiento, los cuales pueden o no pueden aplicarse adecuada
mente a la realidad. Por consiguiente, empezamos con una noción de pensamiento que
es contrapuesta al mundo, aunque el mundo sea aquello de lo que pensamos. Este
dualismo está unido a otro dualismo. Ya que un concepto o una categoria se conside
ran como un universal aplicable a una diversidad de contenidos, estamos tentados de
considerarlos como una forma abstracta y contrapuesta al contenido sensible, aunque
el contenido sensible sólo pueda encontrarse aplicándolos .
Este doble dualismo naturalmente nos conduce a pensar que un estudio de concep
tos es muy distinto de un estudio de la realidad. Más en este caso, en donde la necesaria
relación entre conceptos, la cual podemos descubrir de un estudio semejante, de nin
guna manera nos permitirla concluir las relaciones necesarias entre las cosas para las
cuales son aplicados. La Lógica, como un estudio de estas relaciones, es necesariamen
te formal, tratando nuestro modo de pensar y no el contenido de aquello sobre lo que
nosotros pensamos.
Hegel no acepta esta noción del concepto ni los dos dualismos supuestos . El pensa
miento y las determinaciones a través de las cuales funciona (la Denkbestimmungen, o
categorias) no son propias de un sujeto frente al mundo, sino que yacen en la raíz
misma de las cosas. La realidad que nosotros percibimos como sujetos finitos es la
incorporación del Geist o sujeto infinito. Pero la vida del Geist es pensamiento racional,
una vida que está implicada en nuestro propio pensamiento, es decir, de los sujetos
finitos, y es adecuadamente expresada en la medida en que nosotros pensamos rQdo
nalmente. El pensamiento racional y verdaderamente universal que está expresado e!!
1 93
tiene de sí mismo.
iento que el espírituicad
por tanto, el conocim
as, no es única
nuestras categorias es,
apl
l estas categorias son
externa, para la cuaque
o su incorpora
Puesto que la realidaracd ión
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Gei
el
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categorias del pensamuctu
a el mundo en s congue
ra esencial que form
cep
fundamental o la estr
que opone nuestrodel mundotosdeylasel
primer dualismo, elxim
Eso por lo que respec. taEnalopo
prensión
sición a él, la má do ena com
mundo al que se aplican
la representación
tien relación con. Per
ndo lo vemos, como exis
cosas se alcanza, cuaion
o esto también
rias
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esta
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exp
es
l
cua
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al,
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por el Geist,
de la estr
ndo como asentadopen
mu
el
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Una
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lism
dua
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el
la
anu
del samiento
es vemos las categorias
pensamiento, entonc
su
un espíritu cuya videnta eesinco
ándose », por así dectanir,toenque
radas, como <<transform
en
,
como necesariam tal marpo
tos
ner los concep ser profundaa que la idea de opocon
personificación. Dea las quener
tenidos, resulta
que
to
tan
en
,
se aplican
formas, a las cosas
mente equivocada. noción hegeliana de concepto no es sólo una noción descriptiva
Por lo tanto, la
cuales es aplica
pone las cosas a las un
icada a cosas, sino que
-como hemos visto--toapl
sujeto, ser espiritespualiilado por Hegel alsola
es finalmente asimhec
da. Así que el concep
el concepto mente es sujeto
ificación. De ho,
que pone en su propiasuperaspsonecto
de necesidad racional.
conceptos
ritual, si lo vemos enla introducció
ica que no está tratando a los
Lóg
la
a
n
en
ra
acla
sideran
Hegel
do propio, como concon
mo
un
de
n
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sino
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nte
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o
com
to. Él sidera
entre sujeto y objeser
tes de la oposiciónesta
superada. En
do en el concepto lasyadossuspar
oposición debe cien
tada por PhG que «oposic
tre
como una conclusiónstramoten
ión de la con cia» (en
la
s que es superada«co
ida
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la
esta última obra mo , I, 30, 32)
en
o
ntiene pensamientan sich selbst], yenes
. El saber puro
sujeto y mundo) (WL
piensa [die Sache puro» (WL, I, 30) .
a misma sobre la queenseque
que él mismo es la materi
es pensamiento
a
piensa en la medidfür
tanto
la materia sobre la quee lose que
sich es el Concepto conocido, en
an und
te
exis
<<qu
eña
ens
1).
nos
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3
Est
an und fiir sich» (WL , 1, 30aquello que existeeng
la lógi
que el Concepto com»oestalpores con
so, si estamos esperaíndo
y
siguiente mu añoHeg
lo en
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el
El título <<Lógica mos familiar
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izados. De hecho o deel laestálógiusaca <<general>> (es dec
ir
ca formal con que estaca trascendental»
Kant. Al lad
n
razó
la
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el sentido de la <<lógi ta de la forma deldepen
tica
(Cri
l"
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gen
en
to
ien
sam
<<tra
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cua
s
la
las leye
formal),
tal que <<se ocupa detale
una lógica trascenden
s leyes se
pur a, ASS , B79 ), Kant elaboró
que
en
a
did
me
la
en
ente
la razón, si bien únicam
esid
entendimiento y deprio
tas nec ades de
P, A57, B82 ). Esta lógica revela cier
refieren a objetos a o queri>>no(CRsólo
sistencia formal, sinodetam
en que ver con su contras
nuestro pensamientones de su valitien
dental define estae
írica. La lógica cen
necesarias
bién con las condici t llama las catedezgoremp
cep
estructuras con tuales
os de tener
manera lo que Kane exhibir el mundoias:de las
hem
que
es
si
,
ncia
erie
exp
la
deb
que
s
ible
inelud
luto.
ología. Al
alguna experiencia en abso
muy cercana a una ont
trascendental llega a ser
ca
lógi
sin
Pero entonces una ucturas
se
,
ndo
aplicarse al mu , al distdice
conceptuales deben
estr
ing
afirmar que ciertas nat
sión
clu
t evita esta con son en sí mismauirs,
leza de las cosas. Kanncia
duda algo sobre la oura
las cosas como n el mundo,
tos de la experie úniycam
entre fenómenos, comexploserieobje
ente nos refiere
ncia. Las categorias
más allá de nuestra
1
94
����s�::�:�.e ser para nosotros, pero no justifican concluir nada sobre el mundo de
. iOn
. , kantiana entre fenóPero como sabemos Hegel rechaza enfáticam:te la d"I�:mc
menos y noúmenos. En la Introducción a WL co o t bien e� la de EL, ataca a Kant
ble. Es cierto que
Kant merece
por proponer la idea de .un Ding-an-sich in�on-nosci�
. trasce
' ere'di to por haber Ido más allá de la lócica
ica
Eo al c n l� log
,
algun
ndental.
Pero lo estropeó todo, al restringir sus conclusiones a7:un�o-t -c?n:o-lo-conocemos
en contraste con el mundo como es en sí: He�el nostropone una log¡ca trascendental
que también será una ontología
Él el" mmara comp etamente la epistemología, yendo
más allá, donde habita el Dil;g_;n-sicl�
.
Al mismo tiempo que se descubre� las relaciones n��esanas entre los conceptos
.
, descu emos la estructura necesa
categoriales de una lógica trascendental tamb1Ien
ria de la realidad. Per; podria re licars� ue ; problema�solo se de_splaza; concedien
ria; en re conceptos categonales es conocer la
do que conocer las relaciones n�cesa
.
lecer est�s r�laciones necesa
,
estructura necesaria de las cosa c
�u�tab
es
son
los entenos para determirias? ¿Dónde encontramos el pu�t� ����:=�
·
nar una categoría?
Pero de hecho Hegel contestarla que esto últim� n? es un problema. Uno puede
podemos tomar cualquiera
comenzar por cualquier parte. En cuanto a/as ca:"'onas
de estos términos totalmente generales , con os cu �s tratamos de designar un aspecto
<<canfdI ad' ' etc. Hegel comiendominante de la realidad-' s�er>>, <<causa>>,
. dia<<sustancia>>
. 1e" '(WL
, parece la
, 54) , porque esta
za con el <<Ser>>' la categoria de la <<mme
tez simp
categona, más vacía y la� más pobre· n�f������: nad� �al;ro �ue hay pensamiento de
Jan e termmq que pretende alean
la realidad. y por esta razón también
zar: la noción del espíritu·, por tanto, acabara, pasan�o por todas las demás categorias
en el camino.
De modo que comenzando con el <<Ser>> debemos descubnr. en los conceptos catego, ':-'
· dialectico
riales la relación necesaria ·Co'mo procedemos.? Mostrando el mo:TJ.·rruento
e? estos conceptos. El movimiento dialéctico esta, basado, como \'lffiOS, en contradico rar. es �u�nuestros con�eptos catego
cwnes. De manera que lo que tenemo
a os por necesidad racional,
riales como ordinariamente los ente���:s, �1 es_vmc
son de algún modo contradictorios� no e;t,:�:r� a��o�ad�s c�n la nece�i�ad racional; y
qu� esta contradicción sólo pued ser e a ' e ec o, reconciliada) al verlos
umdos
en una estructura racional
Así comenzamos con un único �oncepto' p. eJ.. <<ser>>, Y- nuestra1 tarea es mostrar que
· ' Desde uego esto supone. un
tomado en su part"Iculan·dad oenera una cont�adiccwn.
·
gun
,
wn
especi
ca
requerirá
, carob"IO o ennqueavance;
tratándose
de
una
con"'
t
radicc
fi
. . específico del conc y asi, ll� en:os a una nuevaalcategoria.
y ésta puede
cirruento
ser el punto de partida para :�·n�ev� ���ctlca. Est�m?� y� familiruizados con este
' on e ca a contradiccwn tiene un resultado definiaspecto de la dialéctica hegeliana
�
do (WL, I, 36-37).
. único? ¿Cómo
¿Cómo mostramos una contradicción. en un concepto categonal
mostramos que son contradictoriOS, p. er: el «Ser>> o la <<Cualidad>> o la <<Causa>>? Está
claro que no hablamos de conflict��;��mc�s ';� los ��ehos. Como tampoco estamos
hablando de una contradicción s � r:t, � _senti o de una expresión, tal como
contenemos, p. ej., con <<cuadrados redon o:,�. as Ien estamos ocupados con una
, es decu;. como
tradicción que aparece cuando usamos e1 concepto como una categona,
un concepto aplicado a la realidad en general.
e;u
é
. é
1
95
os definir. En las
Una vez más, vemos en Kant un precedente de lo que intentam
originan cuando
se
que
icciones
contrad
amos
encontr
antinomias kantianas nosotros
a toda la exten
decir,
es
o,
extensiv
modo
un
en
s
concepto
ciertos
intentamos aplicar
permitir dos
parece
s
concepto
estos
de
lógica
La
.
posibles
nes
aplicacio
sus
sión de
y tiempo
espacio
de
afirmaciones contradictorias. Así, al aplicar la noción de sucesión
nocio
las
usar
al
o
todo,
del
límite
de un modo sistemático, o al remitir a la noción del
q�e
ece
p
n,
extensió
legítima
su
toda
en
�
nes emparentadas de causalidad y libertad
O
afirmaci
dos
hacer
a
s
concepto
estos
de
sión
nos encaminamos por nuestra compren
s.
fundada
bien
te
igualmen
parecen
ambas
y
iliables
nes absolutamente irreconc
descubierto
Hegel reconoce que Kant merece nuestro agradecimiento por haber
compar
Aún
das.
estas a�tinomias, aunque obtuvo conclusiones totalmente equivoca
o de
partiend
y
,
realidad
la
tía el error de considerar el pensamiento como opuesto a
estas
de
nto
fundame
el
buscó
lugar,
una «ternura hacia las cosas» (EL, § 48) fuera de
za real de las
antinomias en los límites de nuestro entendimiento y no en la naturale
antin?mias
cuatro
do
designan
ie,
superfic
la
araña
sólo
cosas. Hegel agrega que Kant
.
l esta atra
categona
ento
pensami
nuestro
hecho
De
84).
83-1
1
I,
WL,
(loe. cit. , también
an
conceptos po
otros
los
todos
y
etc.,
ado,
determin
ser
,
<<Devenir
ellas.
por
vesado
antmotantas
erse
cada uno proporcionar su antinomia particular, y podrian establec
�
mias como conceptos se propongan» (WL, I, 1 84).
.
lo atraviesa
Las antinomias kantianas son para Hegel sólo ejemplos de algo que
decisiva cuando los
todo. Nuestros conceptos categoriales muestran una insuficiencia
aspecto dominan
un
de
o
todo
un
como
realidad
de
iones
consideramos como descripc
conceptos catego
estos
Pues
cción.
contradi
una
a
lleva
nos
esto
Y
.
te de esta realidad
sables de la reali
indispen
aspectos
designar
para
hechos
están
es;
ineludibl
son
riales
manera que si
De
.
absoluto
dad, si es que ha de haber una realidad para nosotros en
e o incohe
imposibl
sentido
algún
estos conceptos representan una realidad que es en
mente
aparente
iones
descripc
las
cción:
rente, entonces hemos caído en una contradi
se
uede
p
no
qu
realidad
una
tan
represen
:�
indispensables de la realidad
_
.
s, Y consi
Heael piensa que éste es el proceso operativo en las antmormas kantiana
a egeliana e las
dera q e tiene una aplicación más amplia. Para exponer la dialéctic la pnr_n�ra
tac10n:
categorías parece requerirse dos líneas separadas de argumen
la log¡ca
en
hace
lo
Kant
(como
mostrando que una categoría dada es indispensable
de la
zación
caracteri
una
a
lleva
nos
esto
trascendental), la segunda mostrando que
Hegel
hecho
de
Pero
nte.
incohere
o
e
imposibl
realidad, la cual es de alguna manera
comenzar con el
fusiona éstas en un todo. Aquí vemos desde otro ángulo la ventaja de
puede ser una
que
lo
todo
a
aplicarse
debe
concepto
este
que
negar
puede
«Ser>> . No se
un contra
�
realidad para nosotros. Entonces nuestro argumento dialéctico al mostrar
ado>>).
deterrnm
<<ser
caso,
dicción en el «Ser>> deduce la categoría siguiente (en este
el
como
ida
introduc
es
que
ya
sable,
Esta nueva categoría se revela como indispen
su
a
cual
la
<<ser>>,
anterior,
categoría
la
de
único modo para resolver la contradicción
, enton
vez fue tomada cómo indispensable. En otras palabras , si <<Ser>> debe aplicarse
de que
modo
único
el
es
éste
que
ya
,
aplicarse
también
debe
ado>>
ces <<ser determin
como una
desdobla
se
dialéctico
to
argumen
el
tanto,
lo
Por
.
<<Ser>>
el
sentido
tenga
cción: mos
ló ca trascendental, al deducir un resultado definido para cada contradi
.
siguiente
del
sable
indispen
lo
trando la contradicción de un concepto, demuestra
¿Qué
e?
imposibl
realidad
una
ta
represen
dado
· Cómo mostramos que un concepto
(.
la dialéctica?
nos da la complejidad interna, la cual hemos visto que es esencial para
es que
respuesta
La
?
concepto
el
r
compara
podemos
que
el
con
>
· Cuál es el <<Criterio>
(.
�
�
gi
�
conocemos ciertas propiedades fundamentales, que cualquier concepción d e la reali
dad como un todo debe cumplir, p. ej., que seamos capaces de distinguir la realidad del
no-ser, que la realidad resista contra lo que la niega y así sea capaz de continuar exis
tiendo, que la realidad como un todo sea auto-subsistente, etc. Así tenemos aquí la
misma relación de tres términos, la cual vimos en el último capítulo que era esencial
para la dialéctica hegeliana: un concepto de realidad entra en conflicto con sus propie
dades fundamentales, cuando tratamos de <<realizarlo>>, es decir; aplicarlo sistemática
mente al mundo. En tanto que concepto de la realidad, entra en conflicto con sus
propias propiedades fundamentales y, por consiguiente, toda realidad, a la cual corres
ponde este concepto, debe estar en conflicto consigo misma.
La contradicción en la Lógica de Hegel viene del hecho de que ciertos conceptos son
indispensables e incoherentes: como conceptos de la realidad están en conflicto con sus
propias pro�iedades fundamentales. Y aunque son indispensables están sujetos a esta
restricción. Esta es la clave para la empresa de Hegel y merece verlo con más detalle.
Si un concepto fuera sólo incoherente, entonces podria dejarse de lado a favor de
uno más adecuado. O si fuera indispensable y sólo inadecuado como opuesto a incohe
rente, entonces no habría conflicto en complementarlo con uno más pleno. Algunas de
las transiciones de Hegel parecen estar basadas en la simple inadecuación, p. ej. , la que
ocupa el primer capítulo de la Lógica, que va del Ser al Ser Determinado. La contradic
ción está entre la justificación de adecuación del concepto y su inadecuación de hecho
(esto es lo que puede plausiblemente argumentarse; Hegel ve en ello más que eso). No
_
�e afirma que el c?ncepto deba ser aplicado precisamente en la relación en que es
madecuado, es decrr, que deba haber una realidad que entre en conflicto con las condi
ciones adecuadas para su existencia, esto es, una realidad contradictoria.
Pero esta afirmación más fuerte se sostiene en otras transiciones, p. ej., la que hay
entre Ser Determinado e Infinito -en el capítulo II de la Lógica, que juega un papel clave
en la argumentación de toda la obra. Aquí no es sólo que el Ser determinado como
limitado sea inadecuado como un concepto de la realidad y requiera ser complementado
por una noción del todo. Hegel tratará también de mostrar que esta inadecuación es un
conflicto interno, en el cual la realidad determinada no acepta su inadecuación, los lími
tes que la definen, y al luchar contra ellos, combate contra sí misma. Podriamos decir
que en este caso las propiedades fundamentales de la realidad están en conflicto entre sí.
La realidad está en contradicción.
¿Cómo puede la realidad estar en contradicción? En otras palabras, ¿cómo pueden
los conceptos ser tanto incoherentes como necesarios?
Para Hegel esto, como ahora sabemos, no es problema. La realidad es incoherente,
es victima de la contradicción. Lo que corresponde a las categorías inadecuadas es la
inadecuada realidad parcial y ambas existen necesariamente (por lo tanto las cateao
rí_as son indispensables), aunque siendo contradictorias necesariamente se vay
a
pique (por lo tanto las categorías son incoherentes). No estamos tratando con una
dialéctica d � la ilusión, donde distingamos concepciones falsas, las cuales sean consig
nadas al olVIdo una vez que se ha llegado a la verdad, sino más bien tratamos con una
dialéctica de la realidad. De lo que se desprende que nuestra definitiva categoría ade
cuada, la cual Hegel llama Idea, no estaría más allá de las categorías anteriores, sin
hacer referencia a ellas, sino que las incorporará. Esta categoría exhibirá la conexión
necesaria de la cadena ascendente completa de categorías, r'cientras que las inferiores
como indispensables e incoherentes sólo pueden tener aplicación en relación con las
superiores, porque la realidad que ellas designan sólo puede existir como una personi
ficación necesaria pero auto-supresora de la Idea.
a:;_
.
196
197
De este modo es como exhibimos una necesaria estructura conceptual de las cosas.
Mostramos que nuestros conceptos categoriales indispensables son contradictorios. Pero
en tanto que contradictorios, cada uno de ellos debe relacionarse necesariamente con
otro que resuelva la contradicción en su nivel. Por lo tanto, tenemos una relación necesa
ria fundada en una contradicción. Y esto favorece la ontología de Hegel. Un concepto
categorial dado es indispensable aunque incoherente. Esto significa que la realidad par
cial, la cual ella designa, tanto debe existir como autodestruirse. Pero esto sólo puede ser
porque la realidad superior es designada por la categoria superior que resuelve la contra
dicción que en su nivel también existe, y esta realidad parcial mantiene su existencia en
virtud de su pertenencia a la realidad superior. Una realidad parcial que se destruye
continuamente sólo puede seguir existiendo si es puesta continuamente en un orden más
grande del cual ésta sea una parte. Así, el hecho de que nos movamos por conn·adiccio
nes y sus soluciones, a través de la cadena de la necesidad conceptual, significa que los
términos inferiores están relacionados con los superiores, como puestos por ellos (por
que su existencia es dependiente de ellos) de modo necesario (porque estos términos son
indispensables) y desapareciendo con la misma necesidad (porque ellos son contradicto
rios). Pero esto refleja exactamente la ontología de Hegel, donde el todo más grande, o
absoluto, necesariamente nace de la realidad externa y parcial, la cual como expresión de
lo absoluto es contradictoria y debe hundirse.
¿Hegel argumenta bien para demostrar que la realidad es contradictoria? El lector
tendrá que juzgarlo al estudiar la Lógica. Yo creo que no. Pero esto no significa que el
argumento de la Lógica fracase totalmente. Al contrario, el trabajo es un tejido de argu
mentos convincentes, los cuales muestran la debilidad de otras posiciones filosóficas.
Pero Hegel trata en momentos cruciales de obligarlos a ir más lejos -para hacerlos
coincidir con su visión ontológica. Y ahí fracasan los argumentos. Lo que Hegel consigue
es presentar la estructura de las cosas, ofreciendo <<pistas y sugerencias>> de su concep
ción del espíritu encamado. La sugerencia es algunas veces convincente, pero en los
puntos cruciales fracasa al presentar la prueba conceptual.
La Lógica presenta la cadena de conceptos conectados necesariamente, la cual da la
estructura conceptual de la realidad. Esto nos permite responder más satisfactoriamente
la pregunta planteada arriba sobre qué considera Hegel un concepto categorial. Si del
<<sen> --el concepto más pobre y más irrecusablemente general- parte la cadena de
conceptos, la cual es generada en el movimiento dialéctico, entonces constituirá la lista
de categorias, es decir, aquellos conceptos generales indispensables para una descripción
de la realidad. Ésa parece ser la Idea. De hecho la práctica es diferente. Como en otras
dialécticas, Hegel está ansioso de incorporar todos los términos que posiblemente po
drian considerarse como categoriales y otros que son esenciales para su ontología. De
esta manera, el movimiento dialéctico integra esto en su cadena conceptual, lo cual signi
fica que la transición no es siempre convincente. Hay muchos desvíos del asunto esen
cial, donde podria haberse esperado un brinco inmediato a una categoria superior.
La Lógica muestra una estructura conceptual necesaria de la realidad basada en la
contradicción. Revela que la contradicción corresponde a la naturaleza misma de nues
tras categorias (Denkbestimmungen, WL, I, 38). Se mueven por sí mismas, y así eviden
cian que en el fondo son un concepto (Begriff) en el pleno sentido hegeliano, es decir,
sujetos que se auto-personifican. Por lo tanto, la Lógica nos da la formulación básica de
la necesaria racionalidad, la cual se encama a sí misma y así se manifiesta en el universo.
La fórmula presentada en la Lógica es, en un sentido, la semilla interna del auto
conocimiento del Geist, la interna vida intelectual de Dios, o como Hegel lo dice de una
mane:a un tanto desconcertante (WL, I, 3
1 ) «la presentación de D .o ··· como ,
esencia eterna antes de la creación de la
el es en su
,. � �
naturaleza y e1 espmt
.
.
u
·
fin
it
O».
s
1
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.
Igno
.
1a rnte
ramos
rpretacw
, n de este <<antes» como temporal que choca
'
na
, con las que hemos VIS
· to
que son las noci.Ones esenciales de la onto
logí d H, l d m er est
expresión de la idea que la Lógica nos prop
? como otra
or io a
m g
e a ormula con
ceptual de 1� necesidad racional, la cual es
.
la esenci del Geist o Dios s un
muestra a Dws en su naturaleza int a
agen nos
,
.
,
d
e
ma
,
s
que
c��o noso�os podria
mos verlo reflejado en la naturalez
s a. na concepcwn esencial, per
suficiente por sí misma.
o no
� � ���;� : �: � � �
�
:rr;, Í::: :�� c;
'
·
l . «Die Darstelluncr Gottes .
.
· er m
· seme
.. , \VIe
· m e\VIg
en Wesen vor Erschaffung der Natu
eines endlichen Geiste� ist»
r und
.
198
1 99
CAPÍTULO X
SER
l.
DASEIN
, . d� Hege1 si se puede usar esta expresión musiEl primer movimiento de la logiCapn
la primera parte del Ser:
dos , mero! cafaítulos de dete
rminación del pensa
cal- transcurre a través de los cap
o, H�"'el ma otra
primeros capítulos
Cualidad. Después, en el tercer conitul
dos
este pnmer estudio . Los
rla
miento, la Cantidad, para uninada
! desarr� o�oción de ser determinado. Con esto
forman una unidad incuestio
_de
mie
� e_s a básica del ser finito como el necesario y
El hilo conductor de este m?� ontnt
iC
olog
cion
Hegel logra expresar su concep lo tanto evanescente, vehículo del ser finito. Establece
por
y
sin embargo- - inadecuado,
sobre el Ser.
argumensu concepcwn en un argumentoe to
nto está contenido en el famoso
de ser y
ple
El embrión del desarrollo d _d? el. asu
sim
ión
noc
os con la
em
enc
Com
tca
Lóg
la
de
as
líne
s
er. plemente, si·n tener al!m
to de las primera.
"' na cualidad det
.
sim
es
da
Na
a.
d
a
ecu
1'
d
ma
ma
es
veremos que .
SI·mple ' es decir' que no fuese amde 1a
vo
l
sa
a
d
na
se
fue
o
n
que
e
1
p
sim
ser
l
oso
minada. E .
, e es e1 pn" mer ar!m
e mento fam
da . y est
a que es
nad
esta
vegetal o mmeral , etc., no seria na
nte
me
,
oca
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nada, v rec
o,
pur
w
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se
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pur
ser puro
ser
el
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�
lógica
ser puro.�Por lo tanto, la noción
al
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. .Estaació
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sólo
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realidad con
.
, i·to. No po. ,demos caracten·zaroladet
endo
tem
o
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frustra su propio propos
erminado,
mo alg
� de se�co
do.
ina
mos forzados a pasar a una nociosolo
erm
ar�e como det
pue e pens
, �. dos. Del único modo en que se
al!mna cualidad y no otra. El Sery el o-s r estan
� Pero esto significa que el ser en ter
� � os de al ;:,u.'".o.'<a propiedad v los términos de
mm
s
�
o
d
a
·
mm
eter
d
ser
el
. . es ?Poniéndose contrastándose cada uno con
caracteriza
ligib
. spin;ziano de que toda determina
propiedad sólo pueden hacerse mteme e pnnCI. lü
asu
el
Heg
,
�
tido
la
sen
este
En
o.
el otr
nmera dialéctica del ser y no-ser es
esta
de
o
ltad
resu
El
n.
_P
ació
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una
es
n
ció .
.
Determmado.
Das em . La
al
nte
síntesis de los dos en e1 Dase�·n. 0, Ser
me
ata
edi
inm
os
am
llecr
n
l
He"'cre � "'
Sin embargo, en la ex-posiCion de
también puede decirse que une
el
es
a
Nad
la
y
Ser
J?eve�, 1 a eual
del
ser al
primera síntesis
d:: está moviéndose desde el notmgu
o
e
er
a
s
do
x
llega
está
su
ara
que
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?
p
lo
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a los dos
t . l devenir porque es centralación es
a
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esp
el
Heg
que
esta
ro
Cla
sa.
ver
ific
vice
.
ser o
toda person
persom cado y m mbarcro as.
ontología: el Geist sólo puede serdes
El ser del Geist es
';�
a
�
crar
"'
l
;
apare: p
inadecuada, y por consiguiente a ser
y e lile::én':ose perpetuamente.
movimiento perpetuo, llegando
�
¡
<
un
200
Pero aquí la deducción del Devenir no es tan sólida como la del Dasein. Éste es el
primer lugar en la Lógica, aunque no el último, en que Hegel irá más allá de lo que es
estrictamente sustentado por su argumento, porque ve en la relación de conceptos un
indicio de su ontología: la universalidad del movimiento y el devenir en la relación entre
el Ser y el No-Ser. Pero evidentemente, como argiliDentos probatorios, estos pasajes no
son convincentes. Fracasan como prueba conceptual estricta, por muy persuasivos que
sean como Inte1pretaciones para los adeptos a la concepción de las cosas de Hegel en
otros terrenos. Así, en este caso, la noción de devenir se impone supuestamente a causa
del paso del Ser a la Nada y al revés; pero se trata de un paso al que nuestro pensamiento
está forzado cuando contempla a cualquiera de los dos. Como sabemos esta distinción
entre pensamiento y realidad es finalmente insostenible, pero no podemos emplear este
principio en este nivel.1 Nosotros estamos tratando con categorias del tipo de las kantia
nas, con las cuales pensamos sobre las cosas. No tenemos que mostrar que al pensar
sobre las cosas nos movemos de una categoria a otra, sino que las cosas no pueden ser
pensadas con ciertas categorias a menos que otras también sean aplicadas. Y esto es lo
que mostramos cuando establecemos que Sein (Ser) sólo puede ser aplicado como Da
sein (Ser Determinado), aunque todavía no mostramos la necesidad objetiva del Devenir.
Esto llegará cuando examinemos el Dasein y veamos que es víctima de la contradicción y
por consiguiente del movimiento.
Dasein
Ésta es la tesis básica que el segundo capítulo tratará de sustentar y aquí está lo
crucial del argumento. La contradicción es atribuida al Dasein o al Ser Determinado
vía la noción de negación. Ya vimos que el Dasein es una unión de ser y nada; Hegel
dirá aquí: de realidad y negación. Podemos examinarlo con más detalle. En lo que
sigue, Hegel teje un complejo argumento, uniendo diversos hilos separados sin distin
guirlos claramente.
Nosotros podemos pensar el ser determinado como una unión de realidad y nega
ción, en primer lugar por el principio spinozista ya mencionado, según el cual toda deter
minación requiere negación. Es esencial al significado de nuestros conceptos descripti
vos que sean contrastados con otros. No podemos tener el concepto de la figiira <<cuadra
do» sin tener otros conceptos de figura, como <<redondo», el cual a su vez puede ser
contrastado con aquél. No podemos tener <<rojo>> sin <<amarillo>>, <<Verde>> o <<azul>> o algo
semejante. Para enriquecer nuestro vocabulario de color hay que agregar distinciones de
colores a los conceptos de que disponemos. Puesto que todo término de propiedad, por
el cual podemos caracterizar al ser determinado, es esencialmente contrastado con otros,
l. Evidentemente, si nos permitimos usar la conclusión de la PhG, de que un conocimiento está
unido con su objeto, entonces no hay problema con esta deducción. Pero esto convertiria a la Lógica
completa en una mera exposición de un principio ya sustentado y no en su prueba estricta. La pondría
al mismo nivel que la dialéctica dependiente que la sigue. Seria fatal para el sistema de Hegel conside
rar los huecos de la Lógica sostenidos en la PlzG como una dialéctica estricta.
A pesar de ciertas referencias a la conclusión de la PlzG como el punto de partida de la Lógica (p.
ej. WL, I, 30, 53 ) es dudoso que Hegel realmente esperara introducir esta conclusión, a diferencia de
verla como definición de la tarea de la Lógica. Pero es posible que no tuviera totalmente claro su
pensamiento en este punto, lo que podlia explicar por qué hizo pasar estos pasajes de interpretación
sugestiva como argumento.
201
y puesto que sólo podemos comprender el ser como determinado, es decir, como tenien
do alguna propiedad u otra, porque de lo contrario caeríamos en el vacío del ser puro, la
caracterización del
que posee una cualidad es al mismo tiempo su caracteriza
ción negativa a partir de otras que no posee. El objeto rojo también es esencialmente no
azul; sólo puede comprenderse rojo si se comprende como no-azul.
Hegel parece ir de este punto irrecusable de que toda realidad debe caracterizarse
mediante el contraste, de que en este sentido los seres determinados niegan a otros, a la
noción de seres determinados inmersos en una especie de lucha para preservarse fren
te a otros, y por lo tanto «negándose» mutuan1ente de manera activa. Y como veremos
esta conexión es esencial para su argumento. Pero el razonamiento de Hegel no es
totalmente claro. Y el argumento es sostenido de manera diferente en WL, teniendo
más pasos aquí que en EL. Pero pienso que podemos intentar una interpretación del
argumento subyacente.
Aunque la cualidad por la cual caracterizamos un
dado podía ser definida en
contraste con propiedades imaginarias, es decir, propiedades que no son existentes, algo
del contraste en el que nosotros basamos nuestra descripción debe ser existente. En estos
casos, el contraste entre
como cualidad es un contraste entre cosas distintas: Hegel
usa aquí la palabra «algo»
), en lugar de
que es reservada para un paso poste
rior. Pero cuando nosotros hablamos de <<algo>> y no sólo de cualidades, podemos ver que
no sólo se relacionan mediante el contraste en la caracterización que hacemos de ellas, sino
que también participan de una multiplicidad de relaciones causales entre sí, las cuales
forman la base causal para su mantenimiento, su alteración, o su eventual desaparición.
En tanto que ser en interacción causal con otras cosas, algunas de las cuales son potencial
mente destructivas, un «algo>> puede ser pensado figurativamente manteniéndose contra la
presión de su entorno, del mismo modo que un cuerpo rígido, p. ej., mantiene su forma
contra (algún grado de) presión e impacto de los cuerpos cercanos.
Podría pensarse, sin embargo, que aquí el argumento se está debilitando, pues pa
rece que estamos presentando hechos que bien podría atestiguar el sentido común,
pero que no se revelan como características necesarias del ser. Todos sabemos que las
cosas en el mundo están en interacción causal, pero no podemos afirmar que esto se ha
derivado del paso actual. Lo que es peor, es explícito que no podríamos afirmar haberlo
hecho, pues Hegel reserva las categorías conectadas con la causa para un punto poste
liar de la Lógica, en la parte acerca de la Esencia. De hecho, parece haber aquí una
serie de consideraciones implícitas, las cuales al ser implícitas son muy poco claras.
Quizás pueden explicarse como sigue:
Las propiedades por las que nosotros caracterizamos las cosas no sólo se definen
mediante el contraste. Una parte esencial de su significado está en que ellas caracteri
zan aquello a lo que se aplican, en parte, en términos de su potencial interacción causal
con otras cosas. Al caracterizar algo como duro, se dice algo sobre su penetrabilidad,
maleabilidad, etc., en contacto con otras cosas. Al caracterizar esto como cuadrado, se
dice algo sobre lo que puede ajustarse bien a los lados, y así sucesivamente. Esta no
ción de nuestro lenguaje de propiedades empíricas contradice la tradición empirista
cartesiana, la cual desde una imagen básicamente contemplativa de la percepción deri
va el modelo de propiedades fenoménicas puras. El paradigma que pareció encajar
mejor a este modelo fue el de propiedades disponibles sólo a un sentido, del cual el
ejemplo más citado fue nuestra serie de términos de color.
Es muy dudoso que podamos abstraer los términos de color fenoménicos puros de
la red de propiedades por las cuales nosotros describimos lo que percibimos. P. ej., uno
Dasein
Dasein
Dasein
(Etwas
Ding
��l��ed':=���';::�;:u;���=:��t� q�e el rojo parece diferente �uando es visto como el
r ro, ya qu en el espaciO real de
perce
�
visual no puede distinguirse de lo t� � ;
t :ro �un s este argumento es deja pción lo
es claro que no podem�s tomar nuestro
�
� t rmmo� a stractos de color comodomodedeloladdeo,
términos de propiedades en creneral
y �';e por � men s la mayor par
te de éstos se
?
entienden en parte por el tipo de in .
te;accwn que e os atribuyen a lo que
son aplicados
Partiendo de este ar
e os v
determinado implica l�::��:��:� � otr� sen�o .en el que la cualidad del se;
s. o so o se efine por contraste, sino
también lo hace en parte por el ti
od . �
:. �e� c�usale� de las q�� participanque
s ��es de este tipo; interacciones e
�
��
� las q , e . nmuento, a alteracwn o la destruclos
Clon de la cosa en cuestión l.
e a
hablar de su cualidad com� ��c � er ]Ue�o. Con una licencia poética, podemos
:
en o e mo o en que una cosa se man
tiene en sí
misma o en última
instancia se hunde en su entorno del
. ga>>
.,
modo en e1 que «me
'
«negacion
1a
>> potencial de otros.
Yo creo que Hegel tiene ambos arg
umentos en rr: te, tanto el contras
te como la
«negación» interactiva quizás de man
.
e mdisfmgm e, cuando habla de
Algo como
«la primera negación e la neo-ació
n ( L, r' 1 02). D este modo bosque
ja ya con el
simple
el principio de 1;vuel
.
que
a la realización
complet� del sujeto. Evidentemente
� e es
a
amental que la
forma mas modesta de ser deba ser
comprendida� como una protoforma
imperfecta de
lo más alto, lo cual es el sujeto (loe
.
).
Ambos arrumentos parecen estar en
1a base de1 tratamiento de
.
.
en la WL (I,
1 03- 1 1 6) Hegel sostiene
pnmero el arr
um
ción con otro Algo, en otras palabr o e to de que Algo es necesariamente en relaque de e haber algmlOs contrastes real
es. Efecti
vamente, nosotros podemos decir
e d algo es el otro de otro algo
.
De
esto
a considerar el Algo en interacción
él pasa
.
dos aspectos : lo que es en sí
y su ser en relación con o�os
argumento de Hegel es que
los dos son inseparables v hace una
pausa
darl
e
un
golp
e a la noción kantiana de
un
(WL 1 OS) es d .
t a que no c:staría en relación con
otros, y
especialmente, con ues o co
n
e
e el parece ax: oyarse en el
argumento de la interacción, como lo
hizo ante
l
G. go caractenzado abstra
yendo toda interacción con otros
d be e�anecer p ara nosotros totalme
nte en blan
co, indeterminado ' una nada. P a
e ac enzar Algo debe hablarse
de su estilo de interacción con otro s.
¿Cómo sustenta Hegel que
.
está en contradiccw
, n.? Al basarse en esta noción
de neo-ación Un Al 0 'l
.
.
d
d
do
por
refe
ncia
a otro con el cual está en
�C:
contr dicci n. Est 0
n
ió
esta neg�cwn no �ebe entenderse sim
mente en el sentido de contrasta�i
ple
.
ón' s o en el d� mteraccwn;
el
otro
es
el
con
causal' contra el cual Algo debe man
text
o
tenerse a s1_ mismo . De alú que aqu llo
.
que meg
Algo en el sentido más fuerte tiende
a
�
a suprimir! p o ent nces esto s¡gm
. fica
. que
?
está en relación esencial con o que
Algo
en este se d o
de
sí mismo, su
propia negación; está, por lo anto ,
en contradicción c
esaparecer.
Este argumento despierta nuestra sos
,
echa' y con �on,
porque encontranlos una
serie de confusiones. En .
uoaar est pn los d�s sentidos de negación, el
á
contrastar y
la interacción, los cuale
anecen con el tenm.no «frontera>>
Algo sólo
Dasein
�r
�,
U: �:�: ��=�:t��: /
� �
�
d
cit.
·
�
·
�
Etwas
�
� �(s�f�:��=:: n��
(Ansich)
�
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Ding-an-sich
� � ����= �� �
��� ��� t; �
ar' � �
·
�
Ó
Etwas
; �� �;: :::� ��
�
�
�ti :
� ����������
•
:�:�
(Grenze).
2. Capítulo II. No pude discutir
este pasaje adecuadamen(t en l
capi'tulo IV. Pero véase mi «The
opening argument of Phenomenolo
gy» en Alasdair Mclntvre e . ) negel
'
' Nueva York, 1 972, 1 5 1 - 1 87 .
•
� �
202
203
tiene un ser determinado a través de su frontera contrastada con otras. Su frontera es, e_n
«Algo (Etwas) sólo es lo que es en su fronte� Y a trav�s
este sentido, constitutiva de Algo.
.
en un sentido cuantlde su frontera» (EL, § 92 , Adiclo'n) La frontera no debe entenderse
,
.
que <<Va JUsto a traves
cualitatlva
frontera
como
bien
'
Mas
·ea
'
ar
tativo como 1a orilla de un
.
· )
. ¡ zoc. clt.
.
de su entera existencia>> (gelzt vielmehr durch das ganze Dasem hmdwc
1�
T�b1en
s.
Pero esta frontera es común con las demás propiedades contrastada
asi
ruega,
la
que
lo
una
cada
contiene
tanto,
lo
define v es constitutiva de ellas. Por
esencialmente.
constituye
la
que
como �quello
.
.
.
Si ahora pasamos al otro sentido de frontera, el de mtera�c1on; �e la rmsma forma
podemos dar· a esta «negación» una concreción como un sentl?_ü log¡co cont:astante, Y
par·ece como si cada entidad contuviera esencialmente el embnon de �u propia de�truc
ción. Desde luego, por mucho que nos tiente hablar de algo 9-ue contlene su propia ne
aación en el sentido contrastante, cuando nos movemos hacia la frontera en la 9-ue las
�osas se «niegan» entre sí por interacción, la afirmación de que ca�a una co?tie.ne su
propia negación resulta llanamente falsa. Por el contrario, se mantlene_n a SI rmsmas
exactame;te en la misma medida en que consiguen repeler a sus <<negaciOnes ». �or su
�uesto, si fracasan en ese intento se h�den, pero no es� esencialmente determmadas
a conseguirlo en virtud de la fonna rmsma en que se definen.
.
semk el ejemplo de Hegel (en EL, § 92), el campo se define por contraste, �gamos,
con u� bosque v un estanque. También puede ti·ansformarse en bo�que o c1en�ga, a
través del espar�imiento de semillas o del escurrimi�nt? del agua, Y, solo se mantiene a
sí mismo en virtud de su inhospitalidad para el crec1rmento de los arboles y sus �arac
telisticas hidráulicas. Pero el sentido en el que el bosque o el estanque se r�lac10nan
esencialmente con la definición del prado no tiene nada que ver con que consigan o no
apropiarse de él.
.
.
Ciertamente, el principio de que las cosas están n�c�san. �mente en mterac
��on causal entre sí está ligado a que siempre estén, en principio, abiertas a la �terac10n Y a_la
destlucción. En este sentido mínimo todo es mortal. Pero_ Hegel qwere tener �as.
Quiere mostrar· a partir de la necesidad conceptual lo que so�o sa�emos por medio de
_ todas las cosas no
la expe1iencia v de una intuición profunda, a saber, que en pnnciplO
sólo pueden f<illecei� sino que en efecto lo hacen. Espera demostrar: est?, porque es
_ que sear1
esencial a su ontología que todas las cosas finitas estén en contra�cc10n,
personificaciones finitas de lo infinito, y por.lo �<_mto, que �eban hundirse. Y el, en�uen
_
tra como conclusión esta noción de contradicciOn y falleCirmento
necesano partiendo
de la relación esencial del Ser Determinado con su otro.
. .
y como preparación de la conclusión ontológica d� e� t� m��rmento completo,
Hegel caracteriza esta condición de mortal auto-contradicc10n <<firntud».
·
.
·
·
·
z,
·.
,
,
,
Cuando nosotros decimos que las cosas son finitas, entendemos q�e n?_ sólo .ti�nen una
determinabilidad, que la cualidad no sólo es la realida� y de�ermmac1o� eXIstiendo an
siclz, que ellas no están meramente limitadas -y de ahi que tienen todav1a u� ser de�er. do mas
rmna
' allá de sus fronteras v su ser. Las cosas finitas son, pero su relacwn consigo
. , se envmn
· mas
- alla- d� SI rms
, mas
mismas consiste en ser necrativo y en esta auto-re1aciOn
y su ser. Ellas son, pero la �erdad de su ser es su fin. Lo finito no sólo :ambla, tal como
Algo [Etwas] en general, sino perece; y su perecer no es mer�mente contingente, �e modo
q;e pudiera ser sin perecer. El ser de las cosas fi�tas �ons1ste en que ellas _co?tlenen el
embrión del perecer como su propio ser-en-sí [Inszchsem]: la hora de su nacmuento es la
hora de su muerte [WL, I. 1 1 6-1 1 7) .3
o
-
· · de W. H. Johnston
3 . TradUCC!On
Logic, Londres 1 929, vol. I. 1 42.
,
204
\'
�
LG
·
·
Struthers (Jicreramente corregida) en Hegel's Science of
'=
�
Tenemos aquí un segundo caso, y mucho más importante, en el que Hegel fuerza su
argumento a ir más allá de lo que puede esmctamente probar, y acaba con lo que es
realmente una interpretación de las cosas poderosamente evocadora de su ontología,
más que con una demostración esmcta. El hecho de que todo fallezca puede ser visto
como la manifestación de una auto-negación interna. Podemos rastrear esto v otros
hechos sobre el mundo para sugerir la ;oncepción de Hegel de las cosas.
Pero Hegel pretende y debe pretender mucho más. La contradicción no sólo tiene
que ser considerada objeto de una prueba esmcta, como todos los pasos de la dialécti
ca. También debe considerarse como una contradicción en el concepto mismo de Ser
Detenninado, puesto que muestra que la desaparición de las cosas, así como su depen
dencia de un todo integrador, implican necesidad conceptual. Tanto el fallecer como la
dependencia ontológíca de lo finito existen para resolver una contradicción concep
tual, y de alú su necesidad racional.
La necesidad en el sistema de Hegel está sustentada en la contradicción, como vimos
en el último capítulo. Por eso esta discusi<?n del Dasein como finitud juega un papel
crucial en el argumento global de la Lógica. Este es el estatuto de la relación interna de las
cosas. Nosotros podemos pensar la estructura del mundo como necesaria porque, al ser
contradictorias, las cosas finitas están unidas con el todo de la necesidad.
La contradicción en lo finito debe estar basada en esto: el ser debe estar detennina
do, como vimos en la introducción de la dialéctica. Existir es existir con una naturaleza
detenninada, como opuesta a otras posibles. La detenninación es una propiedad fun
damental de la realidad. Y puesto que no hay duda de que hay realidad (de algún modo
u otro) debe haber ser detenninado. O puesto de otro modo, ya que <<sen> debe tener
aplicación, y sólo puede aplicarse como detenninación, entonces <<Ser
. detenninado»
debe tener aplicación.
Pero entonces descubrimos que el ser determinado contiene en sí su propia nega
ción. Y todo lo que contiene su propia negación no puede sobrevivir. Así, la determi
nación misma que la realidad debe tener para existir tiende a anularla. Esto es una
contradicción y esta contradicción afecta a su propio concepto. No estamos hablan
do de algún conflicto accidental de requerimientos en que, p. ej., alguna medicina
que yo tenga que tomar para una enfermedad tienda a agravar otra. Éste es un con
flicto de requerimientos que surge de hechos contingentes acerca de mí.
Pero aquí estamos hablando de un conflicto de propiedades fundamentales de la
«realidad» o del «ser», un concepto que debe aplicárseles. El ser debe ser determinado
y al mismo tiempo debe evitar la anulación. De modo que el conflicto es conceptual y
necesario, es decir, una contradicción en el sentido pleno que también está en las cosas.
El movimiento que impulsa en las cosas finitas es conceptualmente necesario, como
también lo es su relación con un todo más grande.
Un concepto indispensable tiene una aplicación incoherente. Ahora podemos ver
por qué Hegel consideraba a las antinomias kantianas ejemplos de un conflicto gene
ralizado que su Lógica dejada al descubierto. Pero él no sigue el presupuesto de
Kant, de que la incoherencia está en nuestro modo de representar la realidad y no en
las cosas mismas. Efectivamente, aquí no emplea el método de Kant. Pues no esta
mos tratando solamente con conceptos como «divisibilidad» o «límite» de los que
plausiblemente podliamos argumentar que pertenecen a una representación de las
cosas en el tiempo y en el espacio, la única a la que podemos aspirar los mortales. Por
el contrario, la contradicción descubierta corresponde al <<Sen>, es decir, al concepto
de realidad en general.
o
205
Aquí, el argumento de Hegel es importante ontológicamer::e. Si fuera v�d� ten
dria inmensas consecuencias. Pero desafortunadamente la uruon de determmac10nes
con auto-anulación construye, como vimos, una equívocación en el concepto de nega
ción, y esto es fatal para el argumento. Lo que Hegel al final nos ofrec� es �a represen
tación de la mutabilidad de toda la realidad que surge de un conflicto mterno, una
negación de sí misma. Pero por muy poderosamente sugestivo que sea, el lenguaje de
la ;uto-contradicción no está sustentado en una prueba estricta. El único resultado
sustentado exitosamente es una alosa más o menos persuasiva del hecho de la finitud.
Heael trata la contradicción ;n las cosas como «finitud>>. Y al asumir esta noción,
expon: otro significado de su fallecimiento necesario q':-e constituye el anverso del
anterior. Al luchar las cosas por mantenerse a sí mismas, luchan por superar su nega
ción. Ahora su frontera, como hemos visto, es la negación de una cosa finita Y po� �o
tanto se trata de una lucha por ir más allá de su frontera. Pero la frontera es tambien
definida y por lo tanto constituida; su rebasar la frontera es su disolución: o su trans
formación en algo enteramente diferente. Desde luego, esta manera de decrrlo se apro
vecha de la misma confusión que la de arriba: el sentido en el que podria pens� e que
una cosa se desarrolla o se mantiene a sí misma al defender una frontera de mterac
ción no tiene ninguna conexión intrínseca con la abolición de una fro�:era cualit_a�va.
Pero esta exposición de las cosas muestra el impulso hacia la destrucc10n como :muen
do de las cosas mismas, y desde su lucha por realizarse plenamente. Y esto, eVIdente
mente ' es un modo de describir que conviene a la conclusión ontológica esencial hacia
la que Hegel se está acercando: las cosas finitas desaparecen precisamente _por�ue
están tratando de personificar lo infinito, de tal manera que la muerte es su realizac10n.
Hegel expresa esta última exposición de la contradicción con otro l�nguaje. �quí la
frontera ( Grenze) es llamada un <<límite>> o una <<barrera>> (Schranke), y el rmpulso mterno
al cumplimiento es llamado <<deber>> (S�llen). Estos t�rminos p�cular�s son introduci
_
_
dos para señalar los errores de Kant y Flchte, cuya etica
y metafísica están urudas
con la
noción de un fin, el cual estamos obligados a buscar aunque nunca podamos alcanzarlo.
En particular, la crítica de Hegel a la ética de Kant es que -como hemos visto- Kant
propone una oposición entre la naturaleza y la obligación, de tal manera_ que el hombre
debe tratar de hacer corresponder lo primero con lo último, para confecciOnar el mundo
v su propia sensibilidad conforme a la ley moral y los dictados de la conciencia. Pero �l
hombre no puede lograrlo sin que se colapse la distinción entre los dos, y por lo tanto, sm
abolir la ley moral y el deber.4 El dilema de la moralidad kantiana es muy comentado por
Hegel y obviamente ofrece aquí el modelo de la representación de la contradicción entre
Sallen y Schranke, un <<deber>> que debe destruir la distinción en la cual está fundado para
realizarse a sí mismo.
Infinito
El uso de la palabra Sallen es suficiente para preve�os, en cas? de qu� �o lo supiése:
mos, de que no hemos alcanzado el final de este momento. Del tipo de finitud que está
unido al <<deber>> surae como término correspondiente el infinito <<deficiente>>, que para
Hegel significa una f�rma de infinito que no es abarcable ni se �antie�e unido en una
.
estructura coherente y que es, por lo tanto, ilimitado en un sentldo distlnto. Nosotros
4. Cf. la discusión del capítulo VI, 3.
206
P?demos re_co�dar que la noción hegeliana de infinito es la de un todo, el cual no es condi
ciOnado o limitado p?r al�� otra cosa, pero est� no significa que el infinito no tenga
�s�_ctura o forma, solo significa que no hay relación con nada fuera de él. Un universo
�to no es n�cesariamente ilimitado, puede ser una totalidad ordenada cuyos elemen
tos solo se relaciOnan entre sí. Para Hegel ésta es la noción verdadera del infinito: la noción
ontológica fundada en la naturaleza del espíritu infinito. Esto se opone a lo infinito como lo
meramente ilimitado: la extensión mdefinida que no tiene unidad interna.
Para Hegel el infinito verdadero une lo finito y lo infinito, y lo hace de dos formas.
.
Primero, se niega a ver lo finito y lo infinito como separados y en oposición, puesto que al
�o P?der carecer de relación en este caso, el infinito estaría relacionado con algo que no es
el rmsmo, Y por lo tanto no sería infinito. El infinito debe englobar
lo finito. En su nivel más
�
b�ico, :Sto :efl�ja la opci�n de Hegel por un absoluto que no esté separado del mundo 0
mas alla de el, smo que lo mcluye como su personificación.
Pero en_segundo lugar, el infinito no puede incluir lo finito como el progreso infini
to qu� �onti�ne los términos individuales correspondientes. En el sentido de Hegel esto
tambien se�a un fracaso para la unidad de lo finito y lo infinito, ya que la unidad
�unca podría ser consumada. Por muy amplio que consideremos un progreso infinito,
siempre hay algo más que falta. En este modelo, el infinito nunca puede ser un todo
ordenado en el que los diversos elementos finitos tengan un lugar necesario.
La noción hegeliana del infinito es de una vida infinita personificada en un círculo
de seres finitos, �a�a uno de los cuales es inadecuado para ella y por lo tanto desapare
��' I?ero e� sustitwdo en un orden necesario por otro, no siendo la serie completa
ilimlt�da smo c�r:ada en sí misma en un círculo. Tal es el círculo de las categorías que
constituyen la log¡ca; el círculo de niveles que constituyen las filosofías de la naturaleza
Y el espíritu; el círculo de roles que constituyen el Estado. Estas toúuidades ordenadas
no están :elacionadas con nada fuera de sí mismas. Los elementos son finitos y perece
deros, rmentras que el todo es infinito y eterno. Pero no hay separación entre los dos '
porgue el infinito sólo existe en el orden necesario de lo finito.
Esta es la concepción de lo infinito a la que ahora nos llevará Hegel: el Dasein como
ser determinado que necesariamente desaparece es finitud. La cosa determinada está
relacionada con otras que son externas, tanto estáticamente, en contraste e interacción
con otras cosas finitas, como dinámicamente, en el sentido de que desaparece y es
reemplazada por otras. Pero esto exige de otra categoría. Lo finito así definido no
puede subsistir independientemente, por ser finito siempre nos refiere más allá de sí
mismo. Necesitamos otra categoría para abarcar el todo de la realidad, o la realidad
como auto-subsistente.
A esta nueva categoría la podemos llamar <<infinito>>. Estaremos de acuerdo en que no
puede_ pensarse como algo que existe más allá de lo finito. En primer lugru� porque he
mos v:'st� �ue lo no-�to, el ser no-determinado, es equivalente a nada y por consiguien
_ En segundo lugar; porque este infinito vacío tendria algo
te un �t� tal estana vac10.
fuera de SI rmsmo, como ya hemos argumentado, y por tanto no sería el infinito verdade
ro ni un concepto del todo. Este infinito sería finito. Pero tampoco podemos pensarlo
como lo meramente ilimitado, pues esto también fracasaría en damos un concepto de
un todo auto-s�bsistente. Lo finito es dependiente de otras cosas, tanto en cualquier
momento del tiempo como en que surge de otras cosas finitas. Pero las relaciones de
dependencia no pueden exi:enderse perpetuamente, pues de lo contrario nada llegaría a
ser. Al rastrear las relaciones de dependencia debemos llegar eventualmente a un todo
auto-subsistente, el cual no sea dependiente de nada externo.
207
El concepto de infinito debe ser; por lo tanto, el del sistema completo de las cosas finitas
y sus relaciones sin que él mismo dependa o esté limitado por algo más. Este infinito
incluye lo finito, es en cierto sentido idéntico con lo finito, pero también un todo abarcable.
Considero que éste es el meollo del argumento de Hegel, aunque no es propuesto en
estos términos y no está totalmente claro lo que él quiere decir. El argumento contra el
infinito vacío es suficientemente claro, pero la transición decisiva en ambas versiones de
la lógica va del infinito deficiente que progresa interminablemente al infinito verdadero.
El infinito deficiente nos presenta una serie interminable de cosas finitas, cada una de las
cuales desaparece como debe y es reemplazada por otra. El paso al infinito verdadero
llega cuando vemos que cada algo, al desaparecer, es reemplazado por otro algo finito.
Hay identidad en el cambio: «Se deduce que Algo [Etwas] en su paso a otro sólo se une
consigo mismo>>5 (so geht hiennit Etwas in seinem Übergehen in Anderes nur mit sich
selbst zusammen, EL, § 95). Éste es el «infinito verdadero» (die 1.varhafte Unendlichkeit).
Yo entiendo esta transición como sigue: si contemplamos la sucesión de cosas fini
tas, donde cada una pasa y es reemplazada por otra, eventualmente estamos forzados
a cambiar nuestro punto principal de referencia desde las cosas finitas particulares y
efímeras al proceso continuo que va a través de su llegar a ser y perecer. Ésta es la
identidad en la diferencia. Pero el enfoque de este proceso no es ninguna cosa particu
lar, sino el sistema completo de cosas limitadas y efímeras.
Este tránsito desde una noción de una realidad dependiente y limitada hacia la
noción complementaria de un todo auto-subsistente es un paso que Hegel trata repeti
das veces en el transcurso de la Lógica. Constituye un arma fundamental en su arsenal,
y la usa aquí con un buen resultado. Pero la categoría de infinito que Hegel deduce aquí
es considerablemente más valiosa de lo que podríamos estar dispuestos a conceder
sobre la base de su argumento. Que las nociones de infinito y dependencia requieren
una noción complementaria del todo puede aceptarse de inmediato. Pero el «infinito»
de Hegel no es sólo la noción de un todo, sino de un todo cuya articulación interna y
proceso interno se despliegan por necesidad.
Hegel habla de esta concepción de la unidad de finito e infinito como el descubri
miento de la «<dealidad» (EL, § 95). Nosotros llegamos a la comprensión más completa
de las cosas cuando las relacionamos con una necesidad, cuya fórmula es expresada en
Idea, en algo cercano al sentido platónico. Por lo consiguiente, «la verdad del infinito
es ... su idealidad», y <<la verdadera filosofía por eso siempre es idealismo» (jede wahr
hafte Philosophie ist deswegen Idealismus, loe. cit.).
Esta conclusión más sólida está justificada en el argumento que examinamos antes,
el cual mostró lo finito como el foco de la contradicción. Si lo infinito es el sistema
completo de cambios al que lo finito se somete, y si estos cambios son generados por la
contradicción, entonces el proceso interno de lo infinito es regido por la necesidad.
Podemos examinar esto con mayor detenimiento. Una cosa finita desaparece necesa
riamente. Pero al desaparecer no se desvanece simplemente. La negación que sufre es en sí
misma una negación determinada, y por tanto al desvanecerse es reemplazada por otra cosa
determinada -p. ej., la madera quemada se convierte en humo y ceniza. En todo caso, no
podemos pensar las cosas determinadas sólo como desvanecidas, porque el ser; como vimos,
debe ser determinado, y ya que el Ser es un concepto indispensable, también lo es e1Dasein.6
5. Traducción de William Wallace, en The Logic of Hegel, Oxford, 1 874.
6. Con otras palabras: si pensamos las cosas finitas sólo como desapareciendo, entonces vol
vemos a la categoria de la Nada. Pero la Nada en el contexto de la Lógica, donde tratamos con las
208
El fallecimiento de una cosa finita es el nacimiento de otra. Este lugar es donde el
pensamiento no especulativo ordinario intenta evadir el problema. Cuan o alcanza una
intuición de la ineludible mortalidad de las cosas finitas (aunque no vea la contradic
ción), na�ente piensa lo finito como sostenido por un ser infinito, quien está más
alla- de la finitud. Este ser reemplazaría las cosas finitas cuando perecieran. Pero en el
argumento de Hegel este tipo de ser infinito es imposible. En primer lucrar; el infinito no
podría ser sin el ser finito, es decir, determinado. Y en segundo lugar; e infinito en reali
dad se define subrepticiamente como determinado ya que es contrastado con lo finito. La
noción de semejante ser infinito es una contradicción.
Por tanto el infinito --el todo auto-subsistente que estamos forzados a suponer una
vez que c?mprendemos la �ortalidad de lo finito- sólo puede ser el sistema completo
del cambw de seres determmados. Por lo tanto, no hay una fuente fuera del sistema de
1? nito de la que podamos extraer una explicación para el devenir de nuevas cosas
fimtas. No hay fundamento de las cosas finitas fuera del sistema de lo finito. Su llegar
a ser es sólo el fallecer de sus predecesoras.
Pero la predecesora fallece por necesidad conceptual. Su fallecimiento es la conse
cuencia de una contt·adicción. Por eso, la sucesora surge por necesidad conceptual.
d
t'
�
Pero tod�s las cosas finitas son las sucesoras de algunas otras. De modo que no sólo el
fallecer smo el surgir de las cosas finitas ocurre por necesidad.
El infinito c?mo el sistema completo de las cosas finitas cambiantes es el desplie
e
� de la neces�dad conceptual, puesto que estas cosas cambian y se despliegan ellas
mismas en un mtento perpetuo de resolver la contradicción. La contradicción es el
motor de las cosas. Y esto lo abarca todo, de tal modo que todo avanza en un devenir
perpetuo (WL, I, 1 38). El infinito sólo puede ser el todo, y lo que permanece idéntico es
la fórmula de la necesidad, la cual pasa a través del círculo completo de cambios.
Por esta necesidad interna, el infinito no es sólo el todo en el sentido de una colec
ción de cosas finitas, de las cuales nada ha quedado fuera, o un grupo de cosas finitas,
las cuales están en interacción causal contingente. El infinito es una totalidad, un todo
cuyas partes están relacionadas intrínsecamente una con otra, es decir, donde cada
e sólo puede ser entendida por su relación con las otras. Pues estas partes o cosas
�
fimtas surgen y son sustituidas cada una por otra, de acuerdo con la necesidad concep
tu . La conce ción de contradicción de la finitud de Hegel, la cual vimos que iba más
�
alla lo que podm sostenerse con su argumento, está teniendo ya consecuencias impor
t�r:tes. Es totalmente diferente considerar el todo como un grupo contingente de cosas
fi:Utas que, en cambio, considerarlo como una totalidad que merece ser llamada <<Ínfi
mto» en el sentido del término de Hegel, en el cual lo finito es considerado como te
niendo su verdad en la Idea.
Por eso esta noción de infinito de Hegel ya contiene el carácter esencial de su con
cepción ontológica y de la categoría final de la Lógica: la Idea. Es un sistema auto
subsist��te cuya estructura está determinada por la necesidad conceptual y que está
persomficado en las cosas finitas.
Pero el infi to es todavía una concepción pobre y abstracta de la Idea, ya que sólo
sabemos que tiene una estructura necesaria desplegada en espacio y tiempo. No somos
m:
�
�
categorias -es decir, conceptos que se refieren a alguna realidad-, no puede ser no-ser absoluto,
sea eso lo q�e sea. Seria mejor pensarla como una realidad que no es ésta ni es aquélla, en definitiva,
que no es mnguna c?sa determinada. Es, por lo tanto, equivalente al Ser; nuestro punto de partida, y
como tal una vez mas genera el Ser Determinado. Así el Dasein no puede desaparecer. Cf. WL, I, 1 1 81 1 9, donde Hegel alude al paralelo entre la dialéctica de la Nada y la de lo finito.
209
todavía capaces de definir las articulaciones de esta estructura. Esto vendrá en la Lógi
ca con categorías más ricas.
En el movimiento del Dasein hacia el Infinito, hemos cambiado el centro de gravedad
de la realidad. En lugar de considerarla como una mera cosa particular, la vemos más
bien como el núcleo en un proceso, el cual pasa a través de la transformación, el devenir
y perecer de muchas cosas. Y esto está en concordancia con el desarrollo completo de la
lógica, a través de la cual cada etapa nos acerca a la interioridad, es decir, hacia una
noción del ser como centrado en sí mismo, como articulado interiormente y desplegan
do su actividad autónoma. En resumen, como cada vez más cerca del modelo del sujeto.
La primera noción de Etwas como una negación de la negación, como un ser que se
mantiene a sí mismo, nos pone ya en esta dirección. Ahora damos un paso más allá,
descubriendo un centro más profundo cuya actividad no es desplegada únicamente en el
mantenerse de esta cosa, sino en la serie ordenada de transformaciones, devenires y
pereceres. Tenemos una negación de la negación en un nivel más profundo, una unidad
más abarcante-del-todo, y por tanto un grado más alto de interioridad; o dicho de otro
modo, un nivel más profundo de conexión entre las cosas, que ahora no sólo subyace al
mantenerse de las cosas dispares sino a las transformaciones de una cosa en otra.
Por tanto, el primer movimiento de la lógica se cierra con Hegel sustentando (a su
propia satisfacción) su concepción ontológica básica del ser finito como el vehículo de una
vida infinita, la cual no es separada de éste, y esto desde el punto de partida básico de que
el ser debe estar determinado a ser. La dialéctica del Ser engendra al Dasein, y el Dasein
como una mezcla de realidad y negación, ser y no-ser, es interpretado como inherentemen
te contradictorio, y por tanto como conteniendo su propia destrucción. Esta contradicto
ria naturaleza autodestructiva es la finitud, pero el impulso hacia la disolución se interpre
ta como una superación de la barrera y por lo tanto como un impulso hacia el infinito, que
entonces es considerado como la vida inherente en el devenir y perecer de lo finito. Por
consiguiente, Ser y No-ser no sólo se unen en el Dasein, sino también en el Devenir, como
tal vez fue indicado prematuramente en la primera dialéctica.
U.
CANTIDAD
En el último capítulo de la <<Cualidad>> , titulado Fiirsichsein, Hegel lleva a cabo la
transición hacia la cantidad. Esta transición puede parecer un poco forzada, y de he
cho lo es. Ofrece otro ejemplo de un giro que a menudo hemos notado en la dialéctica
de Hegel: aquel en el que Hegel regresa desde el punto alcanzado para reanudar y
<<alimentar» su dialéctica alguna otra serie importante de conceptos o transiciones.
Éste parece ser el caso aquí, pues como vimos del Dasein surgió una noción de la
vida infinita que continúa en el devenir y perecer del Dasein, una noción de la realidad
que la relaciona con la <<idealidad>> . Por tanto tenemos la idea de un ser que sobrevive al
fallecer de esta cualidad. Para expresarlo con un lenguaje más hegeliano, tenemos un
ser que niega sus determinaciones particulares, o que regresa a sí mismo a partir del
otro que lo ha determinado (<<unendliche Rückkehr in sich>>, WL, I, 1 47), o que es
<<sin:ple relación consigo mismo>> (einfache Bezielnmg aufsich, WL, I, 1 47).
Esta es la noción hegeliana de Fiirsichsein, Ser-para-sí, que constituye el nivel al
canzado ahora y del que Hegel, de manera poco sorprendente, cita el <<Yo>> de la subje
tividad como ejemplo paradigmático. El sujeto como conciencia tiene cierto objeto
frente a él y como autoconciencia tiene cierta serie de características, pero él <<vuelve a
210
sí mismo>> desde éstas, en el sentido
de que no puede identificars co
sen�i o e que los objetos y caracterí
� n ellas, en el
sticas cambian a lo larcro
de
la
o
VI
da de esta perso.
na Identica. Naturalmente el prop
io SUJeto humano desaparece even
.
tualme te e1
,
eJe�p1o mas alto de Fürsichsein es el
sujeto absoluto cuya vida continúa a
r: e la
traves
sene completa de cambios en la real
idad externa.
Todo esto podrá ser suficientemente
claro en los té m
rm · os de Hegel: del Fürsichsein
se deduce la noción de sujeto como vi
da' la cual es mediada por el ever
d ur Y el perecer de
su pers nific cwn
· , externa. Pero éste no es el prop
ósito de este nivel de la Lógica sino del
tercer bro. o qu esperamos dedu
cir en este nivel es simplemente la Cant
�
idad
En consecuencia Hegel da el paso par
·
a dirigrr
· e1 tra' fico. Nos recuerda que toda
,
vía
estamos en el nivel el Ser Y que aun
.
cara
cten
.
zamos la realidad como un ser Simp
.
·
1e,
n?-dimensw
nal, y ?o como una emanación o man
ifestación de alcro
o . Esto sólo aparecera en el segundo libro, el que trata
sobre la Esencia. Por lo t
o u,
odei s
ntretenernos planteando la noción del
??
sujeto. Pero si traslad
e
o
b d
ducimos una nueva forma que pued
p
a
Esta nueva forma es el ser simp1e, p
��o 1o que permanece del sujeto, lo que justifica
su ser llamado F . . . J
s
a on de
de rminac ón específica. Este ser es
señalado como t
a
I- a espeCI ca. ero segun Hegel esto
no es regresar a la indeterminación d�
el Ser puro, del cual la lógica partió, ya
.,
que esta indetermina
cwn
se postula por la auto-relación
del Fürsichsein, que ha surgido de la dial ,
ti p
e
está en misa y repicando, co se_rvando
�
aq ll pr
g
para su argument y permaneciend
o
en la esfera del
Ser. Pero esta obie
puede postergarse para segu�rr su argu
J ció
mento ,
A st er lo llama egel <<el un
o>>. y nosotros podemos reconocer 1� lógic
I!
a subyacente' a q la deducc1. on de Hegel pare
ce mucho mas
' extravao
aante. un ser de este tipo
sólo puede señalarse, es decrr· ., disti·n
sLUJ.
m , ;�
�e de otros por algún procedimi t d
1 · d
n
ració . n ot:"as p abras, sólo pode
mos identificar un ser p
c
st
, o e algun numero
p
uyen
de una serie o alguna osició rdinal
e to ue
todos los ser s de e te tipo son idén
�
ticos porque no tiene cuali
�
�
dete
a a, solo
pueden ser disti_ngwdos numéricamen
te.
r supue_st , en este argumento estoy
presuponiendo que identificar <<el uno>
�
> es lo
mis o qu dis gurr
_ o de otros, que un
ser de este tipo sólo es concebible com
�
o uno
entre mue os. c. e que otro modo pued
e identificarse un ser sin diferenciació
n intern
sea c ntr stando c m o s? El espíri
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tu absoluto en su total manifestación
:
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s
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idenffi
I ca o por o que contiene o mcluye:
sólo puede señalarse por lo que .
É
so con el Dasein que al identificarse con
una cualidad simple pe
,
in
n i o, y por 1o tanto t_ema que ser cont
rastado con otros para ser determina.
do . pero el uno no es solo
, mdiferenciado sin
·
alid d
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contrastado cualitativamente con
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otros, ólo
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como uno entre muchos.
Este argument nos lleva a la Cantidad
. y aunque podría pensarse ue sub ace
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cción de la Cantidad adquiere o a fo
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7. Cf. la insatisfacción con este an
peru ento e resada por Jean Wahl,
Commentaires de la Logique
I_D
:p
de Heoe
" l' «Les Cours de Sorbonne », ans,
s .f., 9::>.
211
bien pasa por las de repulsión y atracción que Hegel, siguiendo a �t, piensa q�� son
esenciales para la física (y por lo tanto es valioso deducirlas como ruveles de la Lóg�ca).
Éste es otro ejemplo de un desvío que ha de tomarse hacia lo que Hegel considera
nociones esenciales. La deducción de repulsión -en la que no podemos entrar aquí
pone en marcha la idea de que el uno tiene una <<relación de negación consig_o misrr:o>� ,
al negar su propia determinación cualitativa. Por lo tanto, el uno debe deve� mulupli
cidad. Pero al mismo tiempo la multiplicidad que surge del uno es despues de todo
idéntica y homogénea. La relación de cada uno con los otros es también una auto
relación.'Por esotambién hay atracción.
Antes de deducir la repul;ión (en la WL) Hegel conecta la idea del uno con la filosofía del atomismo , tal como Demócrito la desarrolló. Los átomos, en efecto, son <<unos»
en este sentido, pues carecen de diferenciación interna y de cualidades ya que no ofre
cen absolutamente ningún contraste cualitativo entre sí. Hegel intenta explicar la idea
de que los átomos se encuentran en un vacío en términos de su concepto de uno: el uno
es sin-cualidad vacío y en ese sentido es en sí mismo vacío. Sólo permanece para
separar ambos �ome¡{tos del uno: su ser afirmativo y su vaciedad, en aras de colocar
a los átomos en un vacío circundante.
Pero el atomismo nos ofrece una noción inadecuada de los unos, porque concibe
como puramente contingente su relación y combinación. Como un hecho c�ntingente,
algunos átomos «viran bruscamente» y por lo tanto tropiezan.con otros, rmentras que
e;realidad los unos sólo pueden existir en su relación entre sí Esta relación necesaria
es la que trata Hegel de explicitar con las nociones de repulsión Y atracción.
Pero mi opinión es que la principal transición hacia la Cantidad es mejor exponerla en
términos más crenerales -los cuales introduje arriba- de distinción y homogeneidad. Y
Hegel mismo h;.troduce términos generales no muy distantes de éstos en su propio trata
mi;nto de la cantidad, a saber; continuo y discontinuo. Pues es lo mismo ver las cosas
como compuestas de lo distinto y lo homogéneo que como mensurables, cuantificables.
Para Hegel la Cantidad es definida como <<ser puro, en el que la determinabilidad ya
no se postula como en coiTespondencia con el ser mismo, sino más bien como anulado
o indiferente» (EL, § 99). La palabra decisiva aquí es <<indiferente>> (gleichgültig): desde
el punto de vista cualitativo , la determinabilidad o el límite de una cosa no es cuestión
de indiferencia. Si modificamos el límite, modificamos la naturaleza de la cosa. Pero
desde el punto de vista puramente cuantitativo, los límites de una cosa pueden modifi
carse sin cambiar su naturaleza; le resultan «indiferentes». Según Hegel, es en vírtud
de un marco cualitativo como tratamos con dichos límites indiferentes, como las cosas
puedan aumentar o disminuir en extensión sin cambio de su naturaleza.
Esto presupone que podemos considerar a la realidad así presentada como homo
génea, es decir, no dividida en diferencias cualitativas. Y además debe ser divisible en
�nidades, es decir, en distintos <<Unos». Por lo tanto, al deducir la diferencia y la homo
geneidad de los unos, hemos deducido la categoría de Cantidad.
� Esta doble estructura de la realidad considerada cuantitativamente -a la que he
llamado homogeneidad y distinción- es discutida por Hegel en conexión con atrac
ción y repulsión al final del último capítulo. Aquí en el primer capítulo introduce la
Cantidad como continuidad y diferencia. Ambos son «momentos» de la Cantidad, ya
que la realidad cuantitativamente considerada debe ser homogénea (es decir continua)
medirla hasta
y sin embargo se debe poder trazar una línea desde cualquier punto para
de medi
entos
procedimi
nuestros
(en
dividirse
de
e
susceptibl
ser
�quí. Esto es, debe
diferentes.
unidades
en
práctica)
la
en
no
ción si
212
El problema es que la realidad considerada sólo cuantitativamente puede ser dividi
da en una diversidad de modos. En términos puramente cuantitativos, no hay razón
alguna para dividirla por un punto en lugar de por otro. Hegel explica que los términos
me�e�t� cuantitativos, matemáticos, son inadecuados para expresar cualquier ver
dad filosofica. Y podemos comprender por qué: considerar a las cosas en términos cuan
titativos es conside:arlas como homogéneas y particulares, mientras que para Hegel las
verdades especulativas corresponden a totalidades articuladas; su reserva básica consis
te en una oposición conceptual. De ahí que la creencia de que podemos comprender el
mund? en términos cuantitativos esté vinculada con el materialismo, puesto que sólo la
matena �s comprendida apropiadamente en términos de cantidad (igual que el tiempo y
el espaciO, desde luego). Pero el materialismo está condenado a no reconocer las co
nexiones importantes que expresan la estructura necesaria del mundo.
. P?� consiguiente, I;J:gel tiene una mala opinión de las matemáticas como lenguaje
filoso�co. Las matematicas nos llevan más allá de la observación meramente sensible,
pero sol � nos ofrecen las relaciones más externas, es decir, las no-conceptuales.
. , Pero mcluso aceptando la pobreza de las matemáticas, ¿cómo es que la caracteriza
cion de las cosas en ténninos cuantitativos nos conduce a una contradicción, y de ahí a
categmias superiores? Hegel trata esta pregunta en la tercera parte del segund� capítulo
acerca de la Cantidad. Aquí retoma el asunto que mencionamos anteriormente, es decir
el de que, consideradas cuantitativamente, a las cosas les resultan indiferentes sus lími�
tes Y no hay razón para dividirlas por un punto en lugar de por ou·o. En la sección
considerada aquí, Hegel argumenta de un modo semejante a la discusión de la Cualidad:
una cantidad no puede más que alterar sus límites, inevitablemente devendrá más gran
de o más pequeña, y por consiguiente otra cantidad. Pero este proceso no tiene un�final
natural, y P?_r lo tanto la auto-alteración de la cantidad es un progreso interminable,
como tamb1en lo fue la auto-otredad del Dasein. Al igual que en ese último proceso,
Hegel parece considerar que éste es contradictorio, como requiriendo una solución.
Pero podría considerarse a Hegel un poco pretencioso en estas transiciones. Conce
dido que la Cantidad es el ámbito donde las cosas son indiferentes a sus límites, ¿cómo
rr:os�amos que los quanta deben ir más allá de sí mismos y cambiar (lo que sea que
s1grufi�u: �sto)? �c�uso si lo hacen sin cesar y aun aceptando el desagrado de Hegel
por el infinito <<deficiente» del progreso interminable, ¿demuestra esto una contradic
ción que requiere una solución a través de una categoría superior?
Quizás todo esto puede aclararse cuando se piensa que el tema tratado corresponde
a las categorías de la lógica trascendental, es decir; las categorías por las que podemos
comprender la realidad. Y nosotros las ponemos a prueba para constatar si ellas nos
pueden ofrec�r u:r modo coherente de comprender la realidad. Se recordará que fue
contra este cnteno que el ser puro fracasó y se reveló como sinónimo de la nada. y
estos mismos requerimientos, podríamos argüir, mostraron que las caracterizaciones
puramente cuantitativas son radicalmente inadecuadas.
El argumento parece algo así: caracterizar las cosas de modo puramente cuantitativo
consistiría en que sea posible describir todo en términos de combinaciones de unidades
homogéneas, es decir; cualitativamente indistinguibles. Éste es el sueño de los atomistas,
ya sean físicos o lógicos. Pero incluso este sueño en cualquier forma concebiblemente
realizable tendría que reintroducir la cualidad. Pues debe haber algunas bases para seña
lar una serie de combinaciones de unidades en lugar de otras. Digamos que señalo un
_ A que contiene, p. ej . , 100 unidades y un objeto B que contiene SO. Ahora bien,
obJeto
¿qué razón pude haber tenido para trazar los límites aquí, para delinear un objeto que
213
los
digamos, más bien 1 0 1 o 99? E�tas razones,
agrupa estas 100 unidades juntas y no,
se
que
ya
,
ades
umd
de
términos de número
criterios de A v B , no pueden establecerse en
o
0
1
ej.
p.
o
com
do,
?
�
de un número dete
�
_
trata de de a�par unidades en agregados
osito
prop
el
con
vos
npti
desc
s
rango de concepto
50. Tenemos que introducir algún otro
grupo de 1 00 está unido frente al resto, o que
este
que
mos
diga
rios:
de expresar los crite
.
50 conforma una figura determinada.
ación de que podriamos caractenz:rr al
ider
cons
la
por
tado
afec
está
no
to
pun
Este
diferentes, y por tanto, en nuestra situa
mundo en un número indefinido de modos
ero indefinido de mo�os: nuestro A, p.
ción imaginaria, agrupar unidades en un núm agrupando respectivamente 88 y 12
y un N
ej., podria también ser descrito como un M
alguna razón para conformar el mund? e�
hay
si
,
caso
r
quie
cual
en
unidades , etc. Pues
duciendo rangos del concepto descnpt�
un modo determinado, sólo puede darse intro
de unidades. Más bien, este punto de parti
vo distintos de los de unidades y agregados
las cosas refuerza el argumento, pues la
da de la pluralidad de modos de caracterizar
cterizar las cosas sólo puede ser dada en
distinción entre dos modos diferentes de cara
apropiados a cada uno.
términos de los diferentes rangos del concepto
cabal -para darle un nombre a _la con
De ahí que cualquier atomismo conceptual
mir la pregunte: de cómo caractenza�o.s
cepción que consideramos aquí- deba supri
ades . Debe imagmar un mundo fenomern
las cosas, es decir, de cómo agrupamos unid
luto, o lo que es lo _misi?o, en el qu�
co en el cual no haya agrupamientos en abso
completarr;en_te.arb1tranas en el �enti
cualesquiera agrupaciones que formemos sean
respecto al pnnc1p10 de t� agru�armento
do de que nada en absoluto pueda ser dicho
Pero esto �s �anamente �mposible. Pues
-una especie de doctrina super-nominalista.
do fenomernco del atormst� conceptual,
a no ser que, en este extraño e imaginario mun
constituidas de unidades úrncas, en cuyo
las únicas cosas que aceptemos sean aquéllas
eptos cualitativos en absoluto (porq�e
caso sólo habría un tipo de cosa, no habría conc
no habría tipo alguno de cosa (es decu;
no habría qué contrastar), y en consecuencia
os que aceptar entidades que fueran agre
volveríamos al vacío del Ser puro), tendriam
tener algunos criterios para la discrimi
aados de unidades . Pero entonces habría que
o
o un tipo dado de cosa, distintos de su mer
�ación de agregados de n unidades com
a
unid
nocer, digamos, una cosa de 1 00
tener n unidades. Pues no tendria sentido reco
an otras propiedades distinU:S de la de
teng
A
des, y decir «hay una A», a menos que las
ej., que las A agr:upen estas urudad�s de
contener como agregados 1 00 unidades, p.
quiera en cualqmer momento dado mdu
cierto modo o en cierta fi2Ura. Pues para cual
unidades en cualquier interpretación
dablemente habría cient�s, si no miles de dichas
l, y por lo tanto si A sólo significara 1 00
plausible de un elemento atómico universa
unidades, nunca podria no darse.
ico es muy extraño, tan alejado como
Desde luego , este imaginario mundo fenomén
de diversidad cualitativa, de manera que
está del que en realidad tenemos, que está lleno
de todas las cosas a un único tipo de ele
nos resulta muy difícil imaginar tal reducción
las ciencias más exitosas, como p. ej. el
mento. Incluso las reducciones llevadas a cabo por atomismo de agregación de unida
con un
atomismo real de la física, carecen de relación
os aparentemente diversos a una base
men
fenó
cir
redu
en
pued
ue
aunq
des homogéneas,
arrib� sólo fue m_os� cómo la_car:acte
de explicación única. El propósito del excurso de
titativos, es decrr, sm mtroducrr nmgu
rización de las cosas en términos puramente cuan
eptos descriptivos, es imposible.
na distinción cualitativa o una pluralidad de conc
rosímil es que creo que algo de esto
El motivo de esta extensa demostración tan inve
to, como hemos visto, Hegel se muesubyace en el argumento de Hegel. En el argumen
.
ve de la tesis de que la realidad considerada cuantitativamente (en resumen• el quan
·
arb"Itrarlamente, a la tesis de que esto debe hacerlo· ,
tun1) PUede alterar sus lírmtes
ve en esto �a c?ntradicción. <<Según su cualidad, por lo tanto, una cantidad es p�
lada en continwdad absoluta con su exterioridad y otredad. Por ende no sólo puede Ir
· d determinada, no sólo puede ser alterada, sino que se postula
' alla' de toda magrntu
mas
que debe alterarse» (WL, I, 2 2 1 ; itálicas en el original). Hegel habla un poco más arriba
de «Contradicción>> (VViderspruch).
Ahora, este paso del «poder>> al <<deber>> es comprensible, si entendemos que aque
llo que estamos buscando es una serie de categorías, las cuales nos permitirán com
prender las �os� coherentemente, y si como hemos visto una caracterización pura
rr;en�e cuantitativa no nos puede dar una especificación adecuada de una cosa. En
termmos puramente cuantitativos no hay razón para poner un límite en ninguna par
te. Los qua�ta pueden ver alterada su <<determinación de tamaño>>, en el sentido de que
no hay razon para detener ��to. Pero también podriamos decir que no hay ninguna
base para hablar de quanta fiJOS e? ab� oluto; cualquier tamaño dado que atribuyamos
a un �uantum es totalme�te arbitrano. Igualmente podriamos elegir cualquier otro
�am�no. Por lo tanto decrr que los quanta pueden cambiar es engañoso, pues esto
Implica que hay �uanta que también pueden quizás permanecer iguales, cuando de
he�ho no hay razon en absoluto para señalar cualquier quantum fijo. No tiene sentido
la zdea de que una cantidad permanece la misma. Y este punto de partida puede ser
exp�esado (es verdad que engañosamente, pero no más que en la fórmula <<puede>>), al
decrr que el quantwn debe cambiar, que <<lo que ahora se postula en sí mismo' refiere
más allá de sí mismo y deviene otro>> (WL, I, 222).s
La co�tradicción también puede entenderse si ponemos esta discusión en el con
text? básico de la Lógica que recordamos arriba: nuestro propósito es comprender una
r�alidad, ofrecer una especificación adecuada de una cosa, aquí en términos cuantita
tivo�; la especificación que damos, el quantum, resulta no ser una, sino una indetel111i
nació� �e sus lí�tes. Si se presenta como especificación, el quantum nunca puede
tener eXItO, _Y �stá por lo �anto condenado a socavar su propio propósito. Igual que el
<<Ser>> (y en última mstancra por las mismas razones) los conceptos cuantitativos tienen
que s�r complementados por otras categorías, si es que han de ser aplicados a la realidad.
.
�I mterpretación
podría parecer fuera de foco. Hegel usa un vocabulario bastante
.
distmto para hablar de esta transición. Habla de que el quantum es llevado más allá de
�us u:rutes a otro qu�ntwn, ?' este quantum a su vez sufre el mismo destino, así que esto
�plica un proceso mtermmable. Pero yo pienso que esta imagen (a Hegel le habría
disgust�do esta palabra, pero ninguna otra parece apropiada) puede en sí misma ser
entendida a la luz de la interpretación: lo que mueve al quantum en su cambio intermi
:r:able es la búsqueda de una especificación adecuada en términos puramente cuantita
tivos, una búsqueda cuyo objeto siempre la elude y por esta razón es interminable.
El hecho de que ponga la contradicción en la forma de un proceso interminable,
_ a Hegel presentar su solución en un molde conocido. Después de atacar a
perrmte
aquellos que ven algo sublime en lo cuantitativamente interminable, p. ej. los astróno
rr;os que cont�I?plan el cielo (y por supuesto Kant es criticado por un pasaje sobre el
Cielo en 1� Crztzc� de la raz?n práctica y todavía más por su aplicación de la idea del
progr�so m:ermm�ble hacia la esfera de la moral), y después de una crítica a la prime
ra antinorma kantiana, Hegel llega a una solución similar a la encontrada con respecto
·
'
��=
·
8. Traducción de Johnston y Struthers I, 240.
215
214
al proceso interminable del Dasein: puesto que el quantum está siempre moviéndose
hacia otro, debe por lo tanto encontrar un modo de volver a sí mismo en ese otro, y esto
puede hacerse si lo concebimos como el término de una relación entre dos quanta.
Hegel llega a la solución que desarrolla a través del tercer capítulo de esta sección,
cuyo desarrollo completo es el objeto de la tercera parte del Ser, la Medida. La Medida
es el regreso
de la cantidad a la cualidad en un nivel superior, un nivel que implica la
�
síntesis de las dos. La idea es que aunque una cosa no puede especificarse en términos
de un quantum singular� puede hacerse en términos de una relación entre quanta.
Hegel está pensando -como es evidente en la posterior discusión sobre la medida
en las leves funcionales de la ciencia natural, que vinculan a dos o más variables. Pode
mos vol�er a una especificación de la cualidad o naturaleza de una cosa en una forma
más completa y más tica, cuando podemos caracterizarla en términos de alguna ley
funcional o relación funcional. De este modo obtenemos la síntesis de la cualidad y la
cantidad: la cualidad definida cuantitativamente.
Pero el punto que debe alcanzarse en la interpretación señalada arriba es que al introdu
cir la relación entre quanta hemos superado el universo homogéneo del atomismo concep
tual. Los dos o más quanta relacionados son la medida de dos o más cosas diferentes,
propiedades o din1ensiones. Esto significa que se distinguen por algo más que sólo por tener
un número diferente de unidades (si es que en efecto tienen un número diferente de unida
des -la longitud y la profundidad de un cuadrado son iguales en extensión, pero distintos
entre sí-). Es este escape de la unidimensionalidad lo que permite al quantum fijarse en un
tamaño determinado. Para volver a nuestro ejemplo de arriba: señalamos estas 100 unida
des como una A, porque las unidades están a una distar1cia d una de otra. Por lo tar1to,
tenemos una razón para agrupar estas 1 00 unidades como una A, porque 1 00 es el número
de unidades que se agrupan de forma tal que queda una distar1cia d entre una y otra. Las A
son entonces definidas por una relación entre quanta, como agregados de unidades, las
cuales están todas a cierta distar1cia una de la otra. Y el quantwn 1 00 se fija aquí porque es
un término de una relación de la cual el otro término es d. La introducción de una segunda
dimensión (aquí también es cuantificada, pero eso no es esencial) nos permite la agrupa
ción de unidades en nuestra dimensión original. Creo que es esta importar1te propiedad de
la dimensionalidad-plural -que funciona con más de una dimensión- lo que aquí da
cuenta de la solución de Hegel para el progreso infinito: «El quantum se postula como auto
repelido; hay dos quanta, que no obstar1te se cancelan [aufgelwben] y existen sólo como
momentos de una unidad, y esta unidad es la determinabilidad del quantwm (WL, I, 239).
Pero desde luego, difícilmente necesito repetir que éste no es su argumento como aparece
en el texto: él llega a esto por el conocido argumento de que el quantwn vuelve a sí mismo,
y por consiguiente encuentra su propio momento en su ir más allá, es decir, los otros quanta
en los cuales se está convirtiendo constar1temente: y esta auto-identidad en otros quanta es
rápidamente reinterpretada como la unidad de do;quanta relacionados mencionada ante
tiormente, que constituye la base del tercer capítulo y de la síntesis completa entre cantidad
y cualidad que encontraremos en la sección sobre Medida.
III. MEDIDA
Comprender la realidad bajo la categoría de Medida es comprender cualidades, las
cuales están fundadas en ciertas cantidades o en relaciones entre quanta. Un ejemplo
muy simple: el agua debe tener una temperatura entre O y 100° C, pues de otra manera se
216
convierte en hielo o vapor. Tenemos aquí la unidad simple entre la cualidad y la cantidad
que define la medida. Los quanta O y 1 000 C se señalan como significativos a causa de los
cambios cualitativos que ocurren en estos lín1ites y estos cambios cualitativos son regis
trados por los cambios en la temperatura. Así tenemos la relación entre dos dimensiones
de propiedades, el estado de la sustancia y su temperatura, las cuales, como vimos en la
discusión de arriba, son esenciales para la caracterización cuantitativa.
En cierto sentido hemos regresado a la cualidad en esta tercera sección de la Lógica
del Ser, pero en un nivel más alto en donde se une con la cantidad, pues ahora vemos a
las propiedades sosteniéndose en valores cuantitativos. La categmia de Medida tiene
también una aplicación universal: «Todo lo que existe tiene una medida» (Alles was da
ist, lzat MafJ, WL, I, 343 ). Esto nos recuerda la preocupación griega por la medida, pero
también de la física moderna y de la química, que descubrieron en muchos campos los
límites dentro de los cuales deben permanecer las cosas para conservar el mismo ca
rácter cualitativo.
Pero a pesar de ser universal, esta categoría también es radicalmente inadecuada
Hegel no puede aceptar que la caracterizaci n cuantitativa de las cosas, por más que est
unida con la Medida, toque algo más que la superficie de las cosas. No puede penetrar en
el núcleo de la realidad. Penetrar en el núcleo es entrar en la relación dialéctica de lo
interno y lo externo, idénticos entre sí y sin embargo opuestos entre sí, lo que es funda
mental para la ontología de Hegel. Haremos la transición a este tipo de caracterización
en la sección presente, introduciéndonos en la Lógica de la Esencia donde ya no tratare
Ó
é
�
mos el primer nivel de categorías que correspond al Ser, sino el segundo civel.
El argumento en WL es muy complejo y está fuertemente vinculado con las ciencias
de la época de Hegel y su posición sobre ellas. Los temas tratados reaparecerán en la
Filosofía de la naturaleza. Pero el argumento en EL es sucinto. Es simplemente una
continuación de las consideraciones acerca de la transición desde la Cantidad. La Me
dida es la unidad inmediata de la Cualidad y la Cantidad (§ 108), como tal también un
simple quantum, y por consiguiente susceptible de incrementar· o decrecer. Pero más
allá de ciertos límites este incrementar o decrecer abolirá la cualidad, empujándonos
más allá hasta lo <<desmedido>> (das MajJlose). Este nuevo estado es él mismo, sin em
bargo, una nueva cualidad. De este modo volvemos a la Medida. Pero esta nueva medi
da puede a su vez excederse y así sucesivamente en un retroceso (potencialmente)
interminable (§ 1 09) (p. ej. el hielo convirtiéndose en agua y el agua en vapor). Pero
puesto que siempre volvemos a la cualidad y la medida, aunque se trate de uno distin
to, este cambio no tendría que considerarse como un progreso interminable de nuevos
tém1inos, sino más bien como una identidad en la diferencia. «Pero la Medida se muestra
a ella misma . . . permaneciendo tan unida consigo misma en su transición>> (Das MafJ
zeigt sich aber: .. eben so sehr nur mit sich selbst zusammenzugehen, § 1 1 0).
Aquí reconocemos el mismo tipo de argumento que servia de base a la transición de
todas las tres secciones de la Lógica del Ser. En primer lugar, la finitud de la entidad
considerada (Etwas en la primera sección, quantum en la segunda), es decir, el hecho de
que al perecer se rebase cierto límite, es presentado como una necesidad interna; pero su
muerte es el nacimiento de algo más (lo otro en la primera sección, un nuevo qumztum en
la segunda). Por esto surge la posibilidad de un progreso intem1inable de tém1inos. Este
resultado es inaceptable (para Hegel) y es evitado mediante el reconocimiento de una
unidad en la diferencia entre las fases diferentes de este cambio necesario.
Esta concepción de las cosas engendra una noción de segundo grado de la realidad,
de un substrato que subyace a los estados cambiantes. Las variantes de esta concep-
217
manera ya estábamos ahí,
ción será lo que exploraremos en el segundo libro. En cierta
, pero aplazamos la entra
sección
a
primer
la
en
ro
verdade
con la deducción del infinito
la Cantidad en nuestra síntesis,
da a la tierra prometida porque teníamos que integrar
os vía la Fürsichsein para
por las razones enciclopédicas ya discutidas. Nos desviam
llegar a la Cantidad.
con la de la Cantidad, es su
La dialéctica de la Medida, por contraste, es continua
ine�tabilidad de quant� m,
s
racione
conside
prolongación a través de las mismas
ad en la diferencia
1dent1d
la
de
n
solució
la
y
nable
el resultante progreso intermi
o nivel de la realidad.
hacia la resoluci n última en una concepción de segund
como cierta cualidad, la
Con la Medida tenemos una caracterización de las cosas
cuantitativos. La
límites
cual está fundada en su pertenencia a un ámbito de ciertos
quanta particu
los
fijar
para
razón
la
introducción de este concepto de cualidad señala
la cosa tenga
que
de
cuenta
dan
quanta
esos
que
lares que definen los límites, mientras
dos con las
vincula
así
quanta
los
que
decir
parece
la cualidad que tiene. Pero Hegel
, del mismo
mismos
sí
de
allá
más
mismos
sí
a
mueven
se
cualidades en la Medida
modo que los meros quanta. ¿Cómo entendemos esto?
en términos de Medida
Más o menos del mismo modo, yo sugeriría: la caracterización
modo que arriba,
mismo
del
ente
es también en cierto sentido inadecuada, pero no exactam
un � en ge?e
�
un
tener
para
da
requeri
que caía por debajo de la complejidad minima
zac10n en termi
caracten
la
modo:
este
de
bien
más
del cual podamos ser conscientes; sino
profunda, que
más
zación,
caracteri
otra
de
ñada
acompa
es
nas de Medida necesariamente
tienen cierta cualidad mien
va más allá de la Medida. Pues estamos hablando de cosas que
esto significa que no estamos
tras permanecen dentro de ciertos límites cuantitativos; pero
ad, de tal modo que si esta
va hablando sólo de entidades identificadas por cierta propied
hablando de entidad�s de
os
est
n
ropiedad se viene abajo dejan de existir. Tambié
pensado como propieda
os
hab1am
ahora
hasta
que
las que podemos decir que pierden las
es la que lleva a cab? a
Medida
de
a
categori
La
otras.
des que las definían y han ganado
_ ad capaz de definir
propied
una
era
to
momen
el
hasta
que
lo
que
vemos
transición: en ella
oua (HzO
P. ej., vemos el a,
fundada en que la entidad se referia al ser dentro de ciertos límites.
vez que
una
Pero
C
ooo
1
y
O
.
en su estado líquido) fundada en que la temperatura esté entre
s
entonce
límites,
ciertos
de
dentro
cer
consideramos la entidad como teniendo que permane
cual
la
de
entidad
una
de
la
saber,
a
entidad,
la
hemos introducido una nueva noción de
también p�ede
to de la
puede predicarse que está dentro de ciertos límites, y por lo
de una entida
on
��
n
una
ido
introduc
Hemos
límites.
estos
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allá
predicarse que está más
que han apareci
definir
de
capaces
ades
propied
las
de
ra
cualquie
que
a
que es más profund
en diversos estados (Zus
do hasta el momento, un substrato subyacente que puede estar
con nuestro ejemplo
seguir
para
tiind), los cuales son definidos por estas propiedades. Así,
debe permanecer
que
a
ordinari
ión
percepc
de arriba, una vez que decimos del agua de la
introducien
estamos
vapor;
o
hielo
en
e
conviert
se
o
dentro de O y 100° C, pues de lo contrari
dentro de
ece
perman
s
mientra
cual
la
H20,
sla
llamémo
ental,
do una entidad más fundam
estos límites está
de
allá
más
va
cuando
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ua
o
a,
os
amam
ll
que
estado
un
en
estos límites está
en los estados que llamamos hielo o vapor.
más allá hacia una
La caracterización de cosas en términos de Medida nos refiere
pueden estar en
que
o
substrat
es
entidad
caracterización de la realidad en términos de
sólo tiene
medida
la
de
través
a
ización
caracter
una diversidad de estados, es decir, la
tar el
interpre
o
propong
como
es
Así
tiene.
lo
también
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sentido si esta otra más profund
los límites, en el
rebasar
de
te
inheren
ad
necesid
la
de
tesis
la
de
o
nto heaelian
anmme
e
e
como tal el acto de
que la caracterización cuantitativa en la medida «es ella misma
Ó
�
-1�
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p
�
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218
�
�
�
�
pasar más allá de sí misma>> (das Hinausschreiten über sich selbst, EL, § 1 09, Adición).
Y si esta interpretación es correcta, entonces podemos comprender al mismo tiempo
por que_ este rebasar los límites es también una identidad en la diferencia, una «unión
consigo mima>> (zusammengehen mit sich selbst), pues la entidad substrato más pro
funda sólo es aquello que permanece idéntico a través del cambio de los estados.
Con la obtención del término de la entidad substrato que puede entrar y salir de
.
diversos estados, hemos consumado el principal paso que va del Ser a la Esencia. Todas
las categorías que Hegel agrupa en el primer libro sobre el Ser; caracterizan las cosas de
manera simple, en conceptos del primer nivel. Etwas es identificado con su cualidad
d�
toria, el �uantum con su grado. En cambio en la Esencia tendremos desde el prin
cipio hasta el fin conceptos del segundo nivel correspondientes a una realidad subyacen
te y sus manifestaciones. Al considerar a la realidad como un substrato que puede entrar
en diversos estados, hemos dejado ya el dominio del primer nivel.
Evidentemente es esencial haber dejado el dominio del primer nivel, si estamos
buscando alcanzar el fin último de Hegel, puesto que los conceptos del Ser al sufrir la
transformación sólo pueden perecer y dar paso a otros -Etwas desaparece y es
reemplazado por otro, el quantum cambia incesantemente a otro . Sólo con los con
ceptos del segundo nivel de la Esencia podemos acceder a la conservación de la iden
tidad a través del cambio, lo que es fundamental para la ontología de Hegel. Las
categorías de la Esencia no son conceptos individuales, sino pares esencialmente
relacionados (EL, § 1 1 1 , Adición) apariencia y realidad, cosa y propiedades, etc. Y a
pesar de que un término podría ser definido como el más «esencial>>, ambos son
necesarios para caracterizar la realidad y uno no puede ser propuesto sin el otro. Por
tanto, al proponer uno estamos necesariamente obligados a proponer el otro, pero
sm que el primero sea suprimido, como ocurre en las categorías del Ser.
Pero el segundo nivel no es la única característica de la noción de Hegel sobre las
categorías de la Esencia. Hay también esta estructura de la relación esencial que acaba
mos de mencionar. La sustancia debe encontrarse de manera necesaria en la manifesta
ción externa y ésta a su vez nos vuelve a referir necesariamente al substrato. Ahora bien,
no podemos establecer este elemento de necesidad a partir del argumento que nos lleva
al substrato desde la Medida tal como lo hemos expuesto. Pero la necesidad está ya
sustentada en la categoría de Infinito. A medida que superamos el progreso interminable
de la Medida, regresamos a la categoría que nos llevó más allá del progreso infinito del
Ser determinado. En este punto, como vimos, estábamos listos para dar el paso más allá
f!ni
1�
del Ser. El centro de gravedad cambió de las cosas determinadas al sistema completo del
que son partes transitorias o fases. Así estábamos listos para dar el paso a las categorías
de la Esencia, es decir; a los conceptos del segundo nivel que relacionan el todo subyacen
te y su fase transitoria. Postergamos el paso para abordar la Cantidad, pero ahora que
estamos listos para pasar a la Esencia, tenemos un concepto mucho más rico de este
todo. Al mostrar que todas las cualidades están fundadas en las relaciones de cantidad la
Medida nos ha proporcionado un lenguaje para hablar de los límites de las cualida es
diferentes y del proceso subyacente que nos lleva de lo uno a lo otro.
Pero todavía al superar la Medida estamos tratando con el Infinito, esto es, con un
sistema auto-subsistente de cosas finitas mutables, en donde los cambios ordenados y
sucesivos ocurren por la necesidad impulsada por su contradicción interna. Al ir más
allá de la Medida no estamos sólo mostrando que las cosas deben ser inherentes a un
substrato, sino también que están relacionadas en este substrato por negación, es de
cir, por exclusión mutua (porque cada una está definida por su otro), y además que esta
d
219
negación por el otro es interna para cada una, así que cada una debe necesariamente
perecer y ser sucedida por otra.
El substrato o el todo al que las cosas son inherentes es un todo cuyo despliegue
necesario es impulsado por la contradicción. Su estructura y despliegue a través del
tiempo son determinados por la negación o la auto-exclusión. Hegel habla de esto
como una «totalidad negativa, (WL, I, 397). Es una totalidad porque no es sólo una
colección de partes que sean indiferentes mutuamente, sino que cada una es lo que es
sólo en virtud de su relación necesaria con el todo. Es negativa porque . . .
[...] es una auto-relación negativa, simple e infinita, la incompatibilidad de sí misma
consigo misma, repulsión de sí misma desde sí misma [loe. cit.];9
porque esta relación necesaria, en otras palabras, surge de la contradicción.
En EL Hegel simplemente establece la identidad de la categoría de Medida con
ayuda de la categoría de Infinito que surgió del Dasein (§ 1 1 1 ). En WL, en el último
capítulo de la Medida, emprende la deducción de la Esencia. Comienza con la noción
de un mero substrato, el cual es «indiferente, a los estados diferentes en los que se
encuentra a sí mismo, es decir, cuyo cambio de un estado a otro debe ser explicado por
factores externos.
La palabra que Hegel usa aquí, Indifferenz, sólo puede referirnos al Schelling de los
primeros años del siglo XIX, del que Hegel se distanció. La Indifferenz de Schelling fue
el punto supuesto de la unidad entre sujeto y objeto. Hegel consideró que este punto
era insostenible porque absorbía la diferencia en la unidad. Y hay una referencia en la
Nota a Spinoza (WL, I, 396), cuyo absoluto es como un abismo en donde desaparecen
las diferencias.
Todas estas soluciones adolecen de la misma incapacidad, no pueden explicar cómo
surge la diferencia. Si los cambios en sus estados no pueden explicarse por el substrato,
sino sólo por factores externos, entonces todavía no hemos llegado a un sistema auto
subsistente. Si llegarnos a un sistema auto-subsistente, entonces sus cambios deben ex
plicarse a partir de sí mismo, y sus diferentes estados no pueden pensarse como meras
afectaciones externas. La idea misma de un substrato indiferente es una contradicción.
Por tanto, nos movemos de las categorías del Ser a las de la Esencia. Vemos los
seres determinados como necesariamente inherentes a un todo o substrato que perdu
ra a través de su devenir y perecer. Pero gracias a la categoría de Infinito no vemos este
substrato como una realidad autosuficiente que va más allá de lo finito, sino como una
realidad que necesariamente constituye seres finitos, que despliega seres finitos de
acuerdo con la necesidad que a su vez está fundada en la contradicción de lo finito. Lo
que hasta el momento vimos como mero ser ahí (Dasein), debemos verlo ahora como
«postulado, (gesetzt), como despliegue de un proceso de necesidad.
Las determinaciones [ ... ] ahora ya no pertenecen a sí mismas, no surgen independiente o
externamente, sino que pertenecen como momentos, primero de la unidad existente an
sich; no son liberadas por esta unidad sino que son acarreadas por ella como un substra
to y reciben su contenido sólo de él [.. .] En vez de seres propios de la esfera completa del
Ser, ahora son simplemente realidad postulada, con precisamente esta determinación y
significado, de que están relacionados con su unidad y por consiguiente cada uno con su
otro y con la negación... [WL, I, 398].
En el capítulo III vimos qué importante es para Hegel este concepto de la realidad
postulada.
Entramos. al dominio del segundo nivel de categorías, las de la Esencia, que Hegel
también llamará las determinaciones de reflexiones (Refle.xio11Sbestimmungen ). Hay una
rica serie de referencias en este término. En primer lugar, como recordarnos, Hegel usó
«reflexión, desde muy pronto para designar los conceptos de división, separación o dua
lidad, los conceptos del entendinüento que son predominantes en la relación entre la
primera unidad originaria y la unidad última superior. Las determinaciones de reflexión
entran en la Lógica entre la inmediatez del Ser y la unidad superior del Concepto.
Pero el término también nos refiere al entendimiento reflexivo que trata de ir más
allá de un mero captar las cosas en su inmediatez para entenderlas como mediación.
Esto nos lleva a una característica importante de la Esencia, que todas sus categorías
implican la referencia a un sujeto de conocimiento. En toda la Lógica, desde luego,
tratamos con las categorías a través de las cuales el mundo puede ser conocido. Duran
te todo el trayecto estamos bajo el dominio de la lógica trascendental. Pero en el Ser,
tenemos categorías que no remiten al sujeto del conocimiento, sino que caracterizan la
realidad simplemente. En la Esencia, en cambio, las distinciones hechas entre los dos
términos, p. ej., en un par de categorías relacionadas tales como Apariencia y Realidad,
nos refieren implícitamente a un sujeto de conocimiento. Están hechas, por así decir,
desde el punto de vista de tal sujeto.
Las categorías de la Esencia son, por tanto, determinaciones de reflexión porque
son categorías de relación y mediación, y también son categorías del entendimiento
reflexivo. Pero en tercer lugar, y fundamentalmente, merecen este nombre porque son
las dos simultáneamente, ya que al estar fundadas en la necesidad conceptual, las es
tructuras internas que median la realidad externa son finalmente comprensibles como
estructuras del pensamiento (y por lo tanto idénticas a nuestro pensamiento reflexivo).
Lo que seguiremos en la dialéctica de la Esencia no es la reflexión externa del sujeto
tratando de comprender, sino las articulaciones internas de la Esencia misma, la cual
será expresada en los conceptos del entendimiento reflexivo.
mejor, estaremos si
guiendo a ambas simultáneamente, pues a medida que nos movamos hacia concepcio
nes cada vez más adecuadas de la articulación interna de la esencia al mismo tiempo
nos estaremos alejando de nociones inadecuadas de la relación de la Esencia con el
sujeto de conocimiento como meramente externa. El movimiento en estos dos frentes
es inseparable, ya que como vimos arriba todas las categorías de la Esencia refieren
implícitamente al sujeto de conocimiento y por lo tanto postulan cierta relación con
este sujeto.
O
En otras palabras, la reflexión del Ser que vuelve a la realidad subyacente de la
Esencia, sólo puede hacerse por el sujeto reflexionante, quien está distinguiendo apa
riencia y realidad, esencia y manifestación externa. Seguir las contradicciones y las
transformaciones de la Esencia es lo mismo que seguir las contradicciones y las trans
formaciones en la relación del sujeto con la realidad conocida. Las dos reflexiones son
en primer lugar simétricas, cada una siguiendo su propio camino. Pero al final se
convierten en una cuando vemos que la estructura última de la realidad es una estruc
tura del pensamiento, y por consiguiente que el espíritu cognoscente está perfectamen
te en casa en, y no está separado ya de, el núcleo interno de las cosas.
9. Traducción corregida de Johnston y Struthen I, 403.
220
22 1
CAPÍTULO XI
ESENCIA
fenómeno, hasta que sea vista l a tesis final como l a adecuación manifiesta del pensa
miento o necesidad interna y hayamos llegado al concepto. En este libro dejará de
enfocar la aplicación de las categorías en la cosa particular (sin que Hegel lo haya
anunciado), como fue en el Ser y todavía pudo verse en las primeras partes de la Esen
cia, en cambio ahora se concentra en el sistema de las cosas interconectadas para
concluir en el sistema completo de la realidad como una totalidad, de la cual ya tuvi
mos una muestra con el Infinito. Finalmente esto sólo es el todo, del cual se revela la
necesidad autosuficiente.
La Esencia para Hegel no sólo es lo que se obtiene de lo observable externamente,
ya que lo que se muestra no es auto-subsistente. También es la necesidad subyacente la
que hace observar esto. Por consiguiente debe ser entendido no sólo dentro de un
movimiento de reflexión de lo externo, lo cual es visto como dado, y presupuesto como
un substrato puesto, sino también en un movimiento desde la necesidad subyacente, la
I. DE LA REFLEXIÓN AL FUNDAMENTO
La Esencia es el dominio en el que vemos cosas no sólo por ellas mismas, «inmediata
mente», sino como fundadas en una base subyacente. Éste es el ámbito de la mediación.
Para la noción de esencia es ineludible la mediación, es decir, que sólo podemos alcanzarla
a través de otro concepto: llegamos a la esencia por la reflexión en el Ser; viendo que él
mismo no es suficiente y por consiguiente nos refiere detrás a lo que subyace a éste. La
Esencia siempre nos refiere a un punto de partida, al Ser que es negado (como auto
subsistente). Hegel dice que esto es expresado en la extraña etimología de la palabra alema
na para Esencia, wesen, la cual es reminiscencia del participio pasado del verbo <<ser»,
gewesen: <<la Esencia es el Ser que tiene un pasado, pero un pasado intemporal» (Das Wesen
ist das vergangene, aber zeitlos vergangene Sein, WL, II, 3) . 1
En este movimiento hacia atrás s e fundamenta parte de l a imagen de l a reflexión que
ocupa un importante lugar en este libro. Pero Hegel espera explicar primero la naturale
za de la Esencia. Esto no puede comprenderse simplemente por el modo de movimiento
mencionado en el párrafo anterior; donde partimos del ser y percatándonos de su inade
cuación nos movimos hacia el substrato subyacente. Esto es un movimiento de <<re
flexión» unilateral, la reflexión externa del sujeto de conocimiento, quien postula alguna
realidad interna que da sentido a lo que ve. Así también debemos entender esta observa
ble realidad externa como emanación de la Esencia. La unilateralidad, que asumimos al
explicar el movimiento desde el objeto externo hacia la Esencia, es una explicación que
asume como dadas simplemente las propiedades observadas de la realidad externa. La
reflexión es externa y subjetiva porque trabaja con un dato que sólo debe ser aceptado,
dicho dato no puede ser considerado de ningún modo como determinado por el pensa
miento. Por lo tanto, esta reflexión no descubre ninguna necesidad en lo que observa,
sólo debe postular una realidad subyacente que se pueda observar.
Pero como ya sabemos, ésta no es la noción de Hegel de realidad. Por el contrario,
lo que existe no es visto como simple ahí, como meramente contingente, sino más bien
como la manifestación de una red sistemáticamente exhaustiva del Ser Determinado
en su otro, su auto-trascendencia necesaria y por consiguiente su desaparición, la cual
fue siempre mostrada al volver finalmente a sí mismo. Así el tema básico de la Esencia
es la revelación progresivamente más clara y articulada de la conexión necesaria en el
l . Traducción de Johnston y Struthers II, 1 5 .
222
cual puede así ser pensada como <<puesta>> para la observación externa. La necesidad
subyacente <<pone>> (setzt) esto observable como algo externo, por eso con un juego de
palabras en alemán podemos ver este poner corno voraussetzen, que es la palabra ale
mana para <<presuponer>> : la presuposición de la realidad externa en el primer movi
miento es el poner que comprendimos en el segundo movimiento. Esto expresa la
unidad de los dos movimientos, ya que la realidad interna funda la realidad externa, no
es más que la necesidad la que pone esto. Como intelectualmente se entiende, la depen
dencia de la realidad externa del esencial substrato subyacente consiste en que la reali
dad externa es puesta por el substrato. En tanto que lo real <<VUelve>> de la realidad
externa, tras su desaparecer; cuya necesidad se concibe en nuestro entendimiento con
ceptual como idéntica con el poner del siguiente término en la secuencia necesaria.
A la luz del doble movimiento, la <<reflexión>> no sólo debe concebirse como reflexión
externa, la cual se sigue del primer movimiento, sino también como una reflexión inter
na, objetiva, un auto-despliegue dentro de la realidad externa. Esta realidad externa, sin
embargo, permanece idéntica con la Esencia. En otras palabras, nuestra refleXión exter
na no sólo trata con algo dado, ni con algo puesto tras ella, más bien, sigue la necesidad
real subyacente y por consiguiente ya no es una reflexión simple externa.
Ahora Hegel se considera justificado para comenzar el libro sobre la Esencia con esta
concepción de la Esencia definida por estos dos movimientos relacionados. Hace esto por
que, como vimos, la deducción de la Esencia viene de la desaparición del Ser. Una desapari
ción que implica el necesario poner otro ser particular. Por lo tanto, las nociones de necesi
dad y poner están aquí desde el comienzo. Ellas nos acompañaron desde que apareció la
categoría de infinito. Esta categoría mostró al ser determinado unido en un proceso en el
que devenía y perecía por necesidad. Así el libro de la Esencia no trata sobre la deducción de
esta necesidad interna, sino sobre el desarrollo de conceptos cada vez más ricos hasta que
lleguemos a la adecuación total de la manifestación externa de la necesidad interna que nos
permitirá examinar el Concepto.
En EL comienza Hegel justo con la Esencia como Fundamento y constituye la pri
mera tríada del libro. En la versión de WL, que es anterior, Hegel trata más la dualidad
del movimiento, sin deducirla realmente, puesto que ya la demostró. Estos prelimina
res constituyen el primer capítulo de la tríada, el Mostrar (Schein).
En este primer capítulo de la WL Hegel expone de dos modos el punto básico de la
doble direccionalidad de la Esencia. Primero en la discusión de la idea de la realidad
externa como simple Mostrar, es decir; como algo inesencial simple, como un velo de lo
irreal que debe apartarse detrás para alcanzar la verdadera realidad auto-subsistente
223
(independientemente de que crearnos que esta realidad pueda ser observada o alcanza· cmmoscible-).
Esta concep"'
da -podríamos creer como Kant que la cosa en SI, es m
ción no puede mantenerse, una vez qu vemo que esto observable externo no es dado,
sino que emana de la Esencia. No es so o una arrera un velo frente a la realidad, sino
.
que debe ser puesto necesan· amente por la realIdad, p'or consigw·ente no está separado
de la Esencia sino integrado en ella. Esto mu�s. a e la realidad externa no es mero
h
le permite mantener el mismo
Mostrar, si bien la palabra que Hegel us� q ,
�
m
de
;eflexión.
Puede hablar de Esentérmino, puesto que esta palabra es remm�s-cenci , .
·
· z·¡un selbst (refleXIon en si rmsma) ·
cia como un Se7Iemen
m
El segundo modo e� �l que expone la doble direccionalidad se encuentra en una
discusión sobre la refleXIon, donde su argumento corresponde al. tipo de reflexión cen.
,
· externa y «puesta>> por la refleXI. on' En esta discusión
tral a la Esencia: una smtesis
. . · efleXI'onante y J'uicio determi.
· · , de Kant entre JUlClO
r
existen referencias a 1a distmcwn
. al d la reflexión Hegel llama <<reflexión
nante Para caracterizar la naturaleza esenC1 . e .
,
, que surge de esta dialectlca.
determinante» a 1a categona
.
.
, tica de la Esencm
1� dialec
-en EL I·nmediatamente y desCon esta base cormenza
pués del capítulo introductono en WL- para desarrollar la concepción de la necesaria
conexión sistemática de las cosas.
;
�
� ��
.�
·
·
Identidad y Diferencia
. , m , l entalmente inadecuada de entendíComenzarnos primero con la �ocio
r:
ensada con la categoría de Identimiento reflexivo, en la que la pers�stenC1� d:� e
dad Y con su conexión con la de Diferencia y no-c?n . adicción Hegel está aquí yendo a
ue �o uede aceptar que la
la s�rie aislada de :a reificación fals� del enten
:�a�<tende�cia acostmnbrada a
contradicción sea mherente a la reali�ad y asi_
. , ellas sino más bien al entendia
las cosas» (WL , ll ' 40) ' no ansía atriburr contradiccion
. .
,
info�ado por este espíritu, aparece la verdad mas
miento. Para el entendimiento,
, tieo consigo mismo y diferente de todo lo
elemental de la lógica de que todo es Iden
.
otro: el <<To do es lo que es y no otra cosa» del ob.Ispo Butler.
ples Es verdad que todo es idéntico
Pero para Hegel las cos�s- no puede
sí rrrlsmo. El sujeto de la identidad,
consigo mismo, pero tarnbien �u s :;e
que permanece idéntico a traves �e� carnb' ahora ya no es la cualidad simple sino la
esencia subyacente. Pero hemos compren o la Esencia como la necesidad interna, la
.
, caneela e'sta a favor de otra' después todacual pnmero pone una propiedad, despues
, .
h g llanos la identidad subyacente es 1a
vía otra y así sucesi:rarnen�e . �n terrmnos
.
.
diferencia, la auto-diferenC1acwn que desp e,a as diferentes propiedades en su rela
ción necesaria de una con la otra La atur�eza de la Esencia se manifiesta a sí misma
:
_ mente Esto es la <<repulsión» (Abs
en estas propiedades como rel�cwn �as e
o tie�po es la reflexión vuelta a sí
toj)en) de sí mismo desde SI_ rmsmo, �o e�� .
tanto que no estamos hablan
misma. Por la identidad de una cosa consigo rmsma-en
.
d d única sino más bien de algo
do de una entidad definida en �érrninos �e a
��e :ntende�os que tiene el subs
que puede tener muchas propiedades- P pi
.
trato subyacente que no sólo puede expenmentar cambio ' sino que es la fuente necesa
: ;:
�
==�
ria del cambio mismo. Esta identidad
diferencia como reflexión vuelta a sí mistiene diferencia como un momento esencial v
ma (a través de la relación necesaria de
términos) que es también uno con la iden
los do�
tidad.
Con estas bases Hegel se mueve en
Diferencia, a través de la categoría de esta sección desde la categoría de Identidad y
Diversidad, hasta la categoría de Opo
sici
hay espacio aquí para tratar con deta
lle la deducción, la cual en ningún caso ón. No
del argumento desarrollado en la lógi
depende
ca
tra que una caracterización de las cosa del Ser. El resultado de esta dialéctica mues
s
caracterización en la que las cosas son como meramente diversas pasa por alto una
esenciales, u oposiciones polares de cad
la otra. En oposiciones polares, cada
término es tal que su interacción con a una a
otra iden
tidad opuesta es constitutiva de su pro
pia realidad. Éste es el caso, p. ej., con
cidad positiva y negativa, o los polos
la electri
nor
plos, Hegel también menciona: la luz te y sur de un imán. En adición a estos ejem
y
error (WL , Nota 1 a la sección Contrad la oscuridad, la virtud y el vicio, la verdad y el
icci
gánica, y la naturaleza y el espíritu (EL ón, ll, 55-5 6); la naturaleza orgánica e inor
, Adi
Pero no es la intención de Hegel afirm ción 1 de § 1 1 9).
ar que la noción de diversidad
aplicación. Obviamente hay una dive
rsidad de cosas en el mundo. Él considecarece de
superficial afirmar que las cosas vistas
ra que es
una relación meramente contingente en el mundo como simple diversidad implican
. Entendido en un nivel más fundamenta
cosa es lo que es sólo en una relación
de oposición contrastante e interactiva l, cada
con lo que llama <<su otro» (EL, § 1 1
con otra,
9).
Después de que Hegel ha obtenido la
ahora extraerá la Contradicción conteni oposición polar del concepto de diversidad,
da
sición se funda en su negación y así está en el mismo concepto. Lo que está en opo
aparecer. Esto depende de lo excluido en contradicción consigo mismo y debe des
que constituye una parte esencial de sí
su opuesto. Esto no puede sostenerse;
mis
ambos lados <<caen en el fundan1ento» mo,
hiennit zu Grunde, EL, § 1 20).
(gehen
.
;;J �� ��
��
=�
���
� ��
�
2. Esto sólo ofrece las bases de prop�sicione informativas idénticas, como Hegel lo pone en la
segunda Nota de la sección A de este capttulo (U L, n. 30).
Fundamento
Con este juego de palabras entrarnos
sión de la identidad y la contradicción a un nuevo movimiento dialéctico. La discu
nos
sidad subyacente que determina el desp llevó a considerar la Esencia como la nece
lieg
bién es considerada como el fundamento ue de la realidad externa. La Esencia tam
de esta realidad. La Esencia de esta
dad interna se manifiesta a sí misma
en lo que se despliega, así que la divisiónnecesi
Esencia y realidad externa será superad
a otra vez. Pero por el momento la divisiónentre
alú y nuestra atención ha cambiad
está
o hacia el
Después de una larga introducción lleg fundamento interno.
aproximación de la Esencia, a través del amos a la dialéctica de la Esencia. Tras la
Ser y de considerar la esencia como pos
do, finalmente hemos completado el cam
tula
tanto como realidad primaria y externa bio a través del cual pensarnos la Esencia
Esencia es el tema del Fundamento y aho cuanto como simple emanación de ésta.3 La
este libro, el cual consiste en mostrar ra podemos centramos en el propósito real de
que
pensamiento que se auto-manifiesta com la realidad subyacente no es otra cosa que
o necesidad.
3. Éste es el tipo de cambio que
veremos finalmente en la prueba
de la existencia de Dios, donde
lo que es secundario en la ratio essen
di es lo primario en la ratio cognosce
ndi.
224
225
La deducción de la categoría de contradicción da la oportunidad de hacer algunas
Notas. Una arremete contra el principio del tercero excluido y otra vez parece total
mente improcedente, pero tiene sentido al lado de la concepción ontológica desarrolla
da en el centro del texto. La otra Nota (n.0 3, WL, II, 58-59) expresa una idea central de
la filosofía de Hegel: la necesidad de la contradicción como la fuente de toda vida y
movimiento. Un prejuicio básico de la lógica y del sentido común es ...
[ . .. ] la contradicción no es tanto una determinación esencial e inherente como la identi
dad; pero aun si fuera una cuestión de grado y las dos determinaciones fueran llevadas a
cabo por separado, tendriamos que tomar la contradicción como la más esencial y pro
funda. Pues la identidad opuesta a ella sólo es la determinación de lo inmediato simple,
del Ser muerto; mientras la contradicción es la raíz de todo movimiento y vida; sólo en la
medida en que ésta tiene una contradicción en sí misma, nada se mueve, o tiene impulso
y actividad [WL , TI, 58].
Por lo tanto, todo está en contradicción y esto incluye a la fundamentación de todas
las cosas. El juego de palabras que está contenido en la definición del fundamento le
hace posible a Hegel caracterizar, con ayuda de estos conceptos, tanto el desaparecer
de todas las cosas finitas, como su relación necesaria con un fundamento subyacente.
Una necesidad indispensable al despliegue de las cosas. La contradicción no sólo signi
fica desaparecer sino despliegue necesario. La contradicción y la necesidad están ínti
mamente unidas. El análisis de esta sección debe verse como por encima de la contin
gencia hasta el punto donde la búsqueda de la relación necesaria puede comenzar con
la dialéctica del Fundamento. Éste es el propósito de la tarea filosófica: «El fin de la
filosofía es. . . desterrar la indiferencia y aprehender la necesidad de las cosas, de modo
que el otro aparecerá como su otro adversario» (EL, § 1 19, Adición 1 ) .
Con la categoría de fundamento conseguiremos considerar la realidad no sólo como
ser ahí, sino como fundamento. Hegel cita aquí el principio de razón suficiente de
Leibniz: todo lo que existe tiene una razón y es el principio que está debajo de los
conceptos de estas categorías. Al aceptar este principio consideramos que todo lo que
es «no debe ser considerado como una existencia inmediata sino como algo puesto»
(WL, II, 65). Así, con esta categoría hemos rebasado la esfera del Ser, ahora vemos todo
como emanando de su fundamento. Hegel agrega aquí, al mencionar el nombre de
Leibniz, que este filósofo no fue totalmente justo al considerar la razón suficiente como
meras causas mecánicas, eficientes, sino más bien como causas finales.
Y esto, evidentemente, expresa también los fines de Hegel, como vimos en los
parágrafos anteriores: exponemos una concepción de la realidad como la manifes
tación de la necesidad. La unión necesaria entre opuestos nos llevó a la categoría de
Fundamento, y de ella emergerían las mismas uniones interconectadas necesaria
mente entre los elementos de un sistema. Una vez más, Hegel está aquí absorto en
cierto rango de conceptos, aceptados generalmente, con el propósito de mostrar
cómo forman parte de su propia concepción ontológica, y que además en el proceso
enriquecen nuestra idea de esta concepción. Podria mostrarse que, sólo a la luz de la
ontología de Hegel, seria propiamente entendido otro rango de conceptos, agregado
en la discusión sobre el fundamento de los conceptos aceptados generalmente sobre
la concepción de la realidad como interconexión necesaria. Pero en otro sentido,
esta concepción es desarrollada en esta sección, llegando a ser más claro que trata
mos con un sistema de seres relacionados, una totalidad del ser externo que está
relacionado sistemática y necesariamente.
226
Esto se expondrá en el argumento.4 Partiendo del concepto de fundamento o razón
suficiente, exploraremos la contradicción implícita en su aplicación. La contradicción con
siste en esto: para tener una real razón suficiente de algo, tenemos que plantear condicio
�es �ue sean idénti �as con el �vento o la �osa que tiene q�e ser explicado o tiene que
unplicarse. Una razon que eqwvale a la rmsma cosa que tiene que ser explicada no es
satisfac�oria como explicación: fracasa al no ser informativa. Hegel trata aquí en sus co
men�os las exp caciones vacías, igual que aquellas que atribuyen los efectos del opio a
una vutus donnztzva, aunque algunos de los ejemplos que selecciona apenas parecen ade
cuados a esta critica particular. Para ser informativa una explicación nos debe dar un
fundamento que no sea idéntico a lo que está explicando. Pero al hacer eso perdemos la
suficiencia de la razón, pues fundamento y fundado ya no son lo mismo, sólo están contin
gent�mente unidos. No puede ser suficiente como fundamento afirmar que A es la causa
contingente de B, pues A por sí misma no es suficiente para B, sino sólo A en combina
ción con la conexión causal por la que se da lugar a B.
El dilema o la contradicción en la que nos encontramos con la noción de funda
mento es ésta: en la medida en que un fundamento es informativo, será distinto de la
e�tidad que debe ser explicada (Hegel llama esto «fundamento real>>), pero será insufi
ciente. Por otro lado, si es suficiente no será ya distinto del e:x;plicandum, entonces será
vacío y sin información (lo que Hegel llama «fundamento formal»).
Este dilema no parece difícil de resolver para los pensadores contemporáneos, en
tanto que puede ser reconocido en general. Parece haber puntos en común con la
act� no c ón de explicaci n de la filosofía contemporánea de la ciencia: en una expli
,
caci�n válida
de e deducirse el explicandum del explicans. Al mismo tiempo, debe
considerarse el dzctum de Hume de la contingencia de la relación entre causa y efecto.
Pero estos dos requerimientos pueden ser satisfechos, según muchos escritores de filo
sofía de la ciencia, por la forma estándar de explicación, donde explicamos B con la
combinación de dos premisas: que A ocurrió y que A es seguida por B. Ésta satisface
tanto la condición de suficiencia, que es interpretada aquí como requiriendo una rela
ción deductiva entre explicans y explicandum, como la condición de la incertidumbre,
en el sentido de la teoría de la probabilidad, en donde la causa y el efecto están relacio
nado� contingentemente. La última condición es satisfecha en la medida en que la
premisa mayor; la ley general, es contingente.
Pero no existe en Hegel esta moderna interpretación del requerimiento de suficien
cia :V de la incertidumbre de la teoría de la probabilidad. Si esto todavía no fuera evi
dente, llegará a serlo en la discusión sobre la relación de la condición con el fundamen
to. Esta relación es similar a la relación entre condiciones particulares y correlación
general en la explicación canónica, la cual posibilita la transición desde el fundamento.
La explicación canónica de la filosofía de la ciencia actual seria para Hegel todavía
radicalmente incompleta por contingente. Porque el que sea contingente qu� «A lleve a
B» requeriría explicar por qué llevó A a B. Y una explicación canónica requeriría más
explicación ad infinitwn , de tal manera que un regreso al infinito surgiría tras la condi
ción A, preguntando una vez más por qué ocurrió (cf. WL, II, 96). �
Hegel busca una explicación completa en el sentido en que la filosofía contemporá
nea de la ciencia la considera imposible, una deducción de la necesidad que no esté
fundada en última instancia en premisas contingentes, sino que sea necesaria a carta
?
�
�
?
?
4. Estoy siguiendo aquí el desarrollo del pensamiento en WL, ya que EL es algo diferente pero
_
supone las m1smas
contradicciones básicas.
227
el
cabal. Esta idea es la de un círculo de conexiones necesarias, en
cual el punto de
partida es sólo puesto al comienzo y por consiguiente sin sustento para acabar deducién
dolo. Ésta es, obviamente, la concepción de la realidad como necesidad acabada que
Hegel desarrolla desde la transición dialéctica de la Lógica y le da su criterio de suficien
cia. Seguramente para el lector contemporáneo esto debilita su argumento, ya que asu
me un aspecto decisivo de lo que Hegel espera probar, pero parece dificil negar que esté
procediendo con este criterio, como lo hizo en otros pasajes.5
Pero mientras podría parecer gratuito asumir un criterio de este tipo, si formulamos la
pregunta de la explicación científica como salida de la nada, en cambio, habria una justifi
cación en el contexto del argumento de la Lógica de Hegel. Puesto que hemos supuesto
como ya sustentado que la realidad conforma un sistema de cambios, el cual es impulsado
por necesidad. Pero si los cambios ocurren por necesidad, una total adecuación de sus
fundamentos debe mostrar la conexión necesaria. Esto es lo que.nos justifica exigir algo
más que la deducción de la ley general desde la teoria canónica de la explicación.
Y una vez que reconocemos la legitimidad de esta demanda podemos apreciar el
dilema. Si una explicación debe ser completa en el sentido de que ya no pueda pregun
tarse por qué y si esto, como es evidente, es incompatible con nuestra dependencia de
una inexplicable premisa contingente, entonces parece que están directamente en con
flicto los dos criterios, de suficiencia y de posibilidad de informar.
Y de hecho, el único modo de resolver este dilema, si es que puede ser resuelto, es
por alguna solución en la línea propuesta por Hegel: las relaciones contingentes pue
den ser observadas al afirmarlas entre las cosas particulares y los eventos, ya que a
través ellas algo puede ser identificado como fundamento de otros, pero el sistema
completo del que éstos forman parte es estructurado por relaciones necesarias.
La contingencia puede pensarse al existir en la interacción de la necesidad uno de los
dos modos: o pensamos la contingencia como sólo observable, siendo el resultado de
nuestra observación sólo, cosas o eventos; o, cuando la consideramos el todo, podemos
ver por qué ellos deben estar relacionados de esta forma -análogamente la correlación
de las dos caracteristicas en un organismo podría ser un mero hecho bruto siempre que
nos concentremos exclusivamente en estas dos caracteristicas, pero podría recibir una
ex:plicación completa (aunque, evidentemente, todavía no una ex:plicación de necesidad
cabal) si los consideráramos en el context:o del organismo completo. Así, afirmariamos
que el hecho de que un ser vivo sea mortal, podría aparecer como una pura correlación
contingente, si simplemente nos centráramos en este ser, pero una vez que comprende
mos la concepción ontológica correcta, puede ser considerado como surgiendo de la
necesidad desde la naturaleza de las cosas.
Además, la contingencia podría pensarse como real, pero circunscrita: la disposi
ción "'
creneral del mundo en donde hay materia, cuerpo, gravedad y diferentes tipos de
seres animados, el hom re existe, la historia humana sigue los rasgos esenciales deter
minados, así todo esto es necesario. Pero los hechos particulares: que hay islas en
medio del Atlántico o que el valor de G es 32 pies por segundo, estos pormenores
b
podrían ser diferentes.
Hegel parece haber sostenido la existencia de ambos modos de contingencia. Al ser
necesarios pueden agruparse bajo la fórmula general que consideraria la estructura bási
ca del universo, la cual es descrita por conceptos categoriales y sus conexiones; mientras
que las descripciones formuladas en otros términos menos generales relacionan caracte-
5. P. ej. la discusió11 en el capítulo III de PhG.
228
risticas de esta estructura en un modo que oscurece su necesidad, o aplicados a aspectos
particulares de la realidad pueden modificar la estructura correspondiente.
Si parece difícil conciliar este segundo tipo de contingencia con la tesis de la nece
sidad cabal, la respuesta es que la estructura de las cosas es tal que todas las categorias
de la Lógica tienen aplicación. Las cosas pueden describirse como Ser Determinado,
Cantidad, etc. El paso dialéctico sobre estas categorias no muestra que estén vacías,
sino que son inadecuadas. Requieren complementarse por otras y así pueden ser apli
cadas. La realidad también está constituida por seres determinados, cantidad, etc. Y
semejante realidad también tiene aspectos contingentes. Esto puede reconciliarse con
la sistemática necesidad cabal, por la tesis de que tales hechos contingentes y la rela
ción mantenida dentro de cierto marco son necesarios. Y esto debe reconciliarse· una
vez que vemos que deben mantenerse todas las categorias. La contingencia, insepara
ble del ser determinado, la cantidad, etc., existe por necesidad.
En relación con la solución del dilema de la razón suficiente, estas dos nociones de
contingencia interna implicarian, ora la concepción de que la relación contingente del
fundamento particular con lo fundamentado particularmente puede transponerse bajo
una relación necesaria complementada con una comprensión del sistema, del cual ésta
es una parte, o si no, la concepción de que los fundamentos de los pormenores particu
lares deben permanecer relacionados contingentemente con ellos, pero que las realida
des caracterizadas correspondientemente en sus propiedades esenciales están funda
mentadas en la necesidad. En cada caso, moviéndonos de una contingencia superficial
a una necesidad subyacente, como moviéndonos del pormenor al sistema.
Ésta es la solución de Hegel al dilema del Fundamento. Hay relaciones particulares
entre el fundamento y lo fundamentado que son tomadas contingentemente en sí mis
mas, pero subyaciendo bajo ellas está la sistemática necesidad del.todo. Mientras per
manecemos en el nivel de los pormenores particulares, necesariamente estamos tra
tando con fundamentos insuficientes. El principio de razón suficiente es satisfecho por
el hecho de que los fundamentos tomen su lugar en el todo por necesidad. Por consi
guiente, la única explicación suficiente basada en la necesidad cabal es aquella en la
que nos referimos al sistema completo. Y en este caso el explicandum y el explicarzs ya
no son identificados en sí mismos con elementos particulares, sino que son relaciona
dos con
el todo. La explicación de estos elementos es por el todo del que ellos forman
parte. El explicandum ya no es distinto del explicarzs, sino que es incorporado a éste.
La mortalidad del hombre podria parecernos en un primer momento contingente.
Pero cuando la consideramos como enraizada en la contradicción del espíritu, que
debe estar personificada en la finitud y aun así ir más allá, entonces vemos su necesi
dad. Pero al mismo tiempo, el proces¿ necesario del espíritu con el que explicamos la
mortalidad no es distinto de éste. La mortalidad, como también el nacimiento, es una
de sus fases.6
6. En la vida cotidiana dice Hegel en EL (§ 1 2 1 , Adición) que usamos a menudo explicaciones que
no distinguen el explicandwn y el explicans, como p. ej. cuando e:.:plicamos algún fenómeno eléctrico
haciendo referencia a la electricidad. En el contexto de la \ida cotidiana nada está mal en estas
explicaciones. Pero este tipo de razón es insatisfactoria para la filosofía, porque el fundamento no
está todavia articulado con un todo cuya estructura sea necesaria. El fundamento no tiene todavia
«an und für sich bestimmen Inhalt>>. Todavía no tenemos que ir a lo que es activo (téitig) y productivo
(hervorbringend, cf. § 1 22). Por consiguiente en este nivel cotidiano todo vale. Una razón puede estar
fundada en nada.
229
Pero sin embargo, esta explicación nada tiene de los vicios de las explicaciones por
vil1us domzitiva; por el contrario, para comprender esta necesidad global hay que com
prender un sistema de elementos diferentes que estén relacionados recíprocamente.
Esto es así ricamente informativo e incluye una cantidad de relaciones particulares, las
cuales se asumen en su propio aparecer como contingentes. De este modo, el requerir
necesariamente del principio de razón suficiente está combinado con la diferenciación
de términos en la relación del fundamento con lo fundamentado sin que las explicacio
nes sean uniformes.
La noción de realidad en un sistema total de elementos relacionados necesariamen
te da otro aspecto a la antes mencionada dialéctica de identidad y diferencia. Como un
todo (ein Ganzes) el sistema de elementos relacionados es uno, refleja la identidad, y la
explicación del todo por el todo es una, en la que fundamento y fundado son idénticos.
Pero el sistema tiene otredad, diferencia, como un sistema de elementos diferentes y
además elementos que son objetos existentes separados, fundamento y fundamentado
son entidades diferentes que son relacionadas de este modo. La realidad es ambas
necesariamente. Sin la unión necesaria, la cual es idéntica, lo que existe no tendría
fundamento, sería sin cimientos, por consiguiente no existiría. Pero sin diferencia, la
diferenciación real de elementos, no podría haber tampoco existencia, porque como
vimos el ser puro es equivalente a nada pura. Y la diferencia requiere reales objetos
existentes separados, realidad externa, objetos que existan aparte el uno del otro, por lo
tanto que existan en el tiempo y el espacio. Sin diferencia no habría existencia real
independiente (Bestehen).
Este todo puede considerarse también a través de los conceptos de mediación e
inmediatez. A diferencia de la esfera del Ser, los elementos de este sistema son todos
mediados. Cada uno es puesto por el otro, producido por el otro, fundado por el otro.
La mediación es así universal. Pero el sistema como un todo no es mediado, es el lugar
donde todo es mediado, aunque de nada depende fuera de sí mismo. Así esto es inme
_
diato. Pero su inmediatez no es igual que la de las primeras categorías del Ser. Esta es
una inmediatez fundada en la mediación, que ha superado la mediación en el sentido
de que cierra el círculo de una serie de mediaciones detrás de sí misma. Ésta es una
inmediatez de un sistema auto-subsistente, el cual se basta a sí mismo. Así Hegel habla
de esto como grundlos (WL, II, 99-1 00), esto es, «el restablecimiento de la inmediatez o
el Ser, pero del Ser a medida que es mediado a través de la supresión [Aufhebung] de la
mediación» (EL, § 122).
Dice Hegel que ésta es la categoría de Existencia. El uso de esta palabra derivada
del latín responde a su referencia etimológica de exteriorizar. Hegel quiere enfatizar en
esta solución al dilema del Fundamento que esta categoría no es considerada como
algo designado internamente y oculto que esté detrás de la realidad. Cuando pensamos
la realidad como fundada, la pensamos como reposando en otra cosa. Esto podría
conducimos, y a menudo ha conducido al hombre, a pensar que lo fundamenta alguna
base oculta interna. Esto es lo más habitual, cuando se considera que los eventos parti
culares externos y las cosas que son candidatas a fundamento son insuficientes. Según
Hegel lo que falta en las condiciones particulares de un evento para cumplir la razón
suficiente no es algo detrás del evento y oculto, sino la necesidad del sistema completo
El argumento es diferente en EL que en WL y la transición de una obra a la otra vuelve más a la
insatisfactorio de las razones dadas en la cotidianidad, en la cual los fundamentos buenos pueden
estar fundados en nada y contra nada dependiendo de qué descripción de esto se seleccione .
de que forma parte. En otras palabras, la base interna de las cosas no es alruna enti"dad
' ·
detras, smo
una neces1·dad en 1a que se encuentra su expresi" o'n comp1eta v única en 1 a
.
,
.
realidad externa, precisamente en la conexión necesaria de esta re al"d
I ad como Siste'
ma. Esta comprenswn total de1 Fundamento nos muestra que nada hay detrás de 1a
.
r�alI· ¿ad externa. Pero esto no significa que estemos en el punto de
da d�nde
.
hicimos frente � ser particular. De hecho, ahora, al haber comprendido
spo:U bih··
dad de la necesidad, vemos que lo que está ahí fuera como puesto como producid
o' lo
es por esta necesi·¿ad. Por consigwente,
vemos las cosas no sólo com realidad externa
· ·
· como surg¡en
· do de 1 a realidad
·
smo
externa, como desplegándose llegando a ser en su
· ·¿ad, en confOrmi·¿ad con la fórmula interna de la necesidad. y esto es 1o que
extenon
da fuerza a la noción de Existencia.
.
Por lo tanto, Hegel ha dado el paso decisivo en la tarea de este libro con 1a trans·ICion
, a
·
· 1o que nos ha?e ver la esencia como aquello que subyace a la realidad externa
1a eXIstencia,
'
esta. En 1a
�o �omo algo. oculto detrás de la realidad, sino como total necesidad manifi
'
"
Siguiente sección de este libro enriquecerá esta noción de necesidad SI.st�ti�' � aq�
ha SI·¿o expuesto el problema. En este sentido la dialécti� del Fundamento representa un
.
.
avance. CIertamente esta nocwn
, de la relación necesaria de elementos fue presentada an.
.
tes, Y fue esenci·al para argumentos antenores del libro, especialmente para la ded 1· ,
�
del Fundament?. Pero e� esta s�cción ha s�do más claramente la idea de un t
_
elementos relaciOnados s1stemati�ente
y la Idea adJ"unta de una base m
·
t
ema
cuya
natu..
ra1eza es totalmente m�:sta exter;namente. Estos decisivos temas necesitan y obtienen
un desarrollo mayor, aqw solo han sido bosquejados. La Existencia. . .
�
·
·
�
'
0
�=��
��� �
[... ] es la multitud indeterminada de existentes en tanto refleJ·ados
. .hac1·a SI- que a a vez e
·
.
Igua1mente aparecen h ac1� otro -los cuales, en definitiva, son relativos v forman un
.
mundo _?e dependencia reciproca y de una conexión infinita entre fundame�tos Y conse_
cuentes' [EL, § 123].
1
Pero esta masa de existentes, a través de la relación del uno con el otro en un todo
no es todavía la manifestación completa de la necesidad, la cual sólo es un fundainent�
adecuado de cosas. Esto es lo que ahora debe ser deducido .
E_n este variado juego del mundo, si pudiéramos llamar así a la suma de lo que existe, en
n��a parte se encuen�� un apoyo firme; todo lleva un aspecto de la relatividad, con
dicwna a otro Y es condiciOnado por otro. El entendimiento reflexivo hace de esto su
empresa para averiguar y comprobar estas conexiones corriendo en todas direcciones
pero la pregunta mantiene un propósito último sin contestar a través de todo esto. Así
demanda de la razón comprensiva avanza más allá de esta posición de mera relatividad
con una evolución mayor de la Idea Lógíca [loe. cit.].s
1�
En la sección sobre el Fundamento en WL Hegel trata la discusión de la distinción
ntre
for:na Y esencia, forma y materia, forma y contenido. Las dos últimas son discu
�
tidas al final de EL. Pero ésta no es una revisión sustancial, como es costumbre mos
trar la tarea de Hegel aq�, pues muestra cómo su idea básica surge de estas distincio
nes � en el proceso desarticula la fija oposición de lo comprendido . No hay un punto
particular que tenga que tratarse con estas distinciones.
7. Traducción de William Wallace.
8. Traducción de William Wallace (corregido).
23 1
230
Hegel desarrollará la idea de necesidad manifiesta a través d� la categoría de Apa
, q e omo
riencia, entendida, igual que Existencia, como un verbo sustantivado mas
� �
un sustantivo simple. La apariencia es lo que aparece, lo que pasa en la extenondad.
Esto no se contrastaría con una realidad que es más esencial y que es oculta.
La Cosa
Pero antes de pasar a esta discusión hay una categolia más importante del sentid�
común v la filosofía tradicional que Hegel tiene que aclarar y ésta es la Cosa. Aqm
estarna; hablando de la cosa que posee propiedades, la cual es la portadora d_e las
propiedades. No se trató este tema en la esfera del Ser, ya qu� ahí te�amos la Cu�dad,
la cual es una con el Ser: el algo deja de ser si cambia la cualidad. �I que la relaciOI_J- del
«tener» no podría adscribirse ahí.9 Pero aquí hemos llega�o a la Idea_ de una totalidad
de elementos interconectados, una multiplicidad de propiedades umdas, por lo tanto
una unidad que tiene propiedades, pero puede sobrevivir a las alteraciones por la rela
ción del tener.
La noción de la cosa que tiene «propiedades» (esta palabra también alud� a la rela
ción con el tener; tanto en inglés, properties, como en alemán con la palabra Ezgensclw:ft)
es una concepción de totalidad a la cual Hegel debe oponerse � e�to por dos _razones.
El primer fundamento puede exponerse de tres modo� distmtos: el pnme�o es la
idea de totalidad de Hegel que corresponde, como hemos VIsto, a los elementos msepa
rablemente relacionados y también en oposición, mientras la noción común de cosa
con propiedades es más bien la coexistencia apacible de las prop�e��des e� �a cosa. En
el segundo Hegel ve la contradicción, la cual consiste en la oposicion deVllllendo den
tro de lo insep�arable, tan necesaria como la fuente del movimiento, mientras que la
noción de la cosa con propiedades corresponde más bien a la �o-existencia es�able. El
, relac10na os
tercero es el hecho de que los diferentes elementos de una totalidad es�an
por contradicción, la cual es nuevamente el fundamento de las relaciOnes necesanas
.
que garantizan nuestro ver el mundo de las cosas real�s ��stentes como fundadas en el
pensamiento, como emanando finalmente de la subJetiVIdad, en tanto que_ el modelo
de la cosa con propiedades nos ofrece una concepción de lo externo, la realidad mate
rial como finalmente reposando en sí misma, como no requiriendo apelar a otra cosa
que a sí misma, al ser consistente y auto-subsistente.
El modelo de la cosa con propiedades es, por lo tanto, un modelo de Hegel alterno,
dependiendo de si es aplicado a las cosas particulares o al universo c?mplet� ; _en este
_
caso puede verse como una cosa simple con aspectos diferen:es.
Para el es suficiente la
existencia material externa por sí misma, ya que todos s�s diferentes asp_ectos pued�n
ser vistos juntos coherentemente en una unidad que es simplement� realidad matenal
externa. Para Hegel la realidad externa material emana del pensamiento y por lo tanto
del espíritu, no puede ser entendida como autónoma sino como re�ente fundad� �n
_ bien es una relac10n
el pensamiento, en el cual aparece y sin ser auto-consistente, mas
de aspectos que en seguida se requieren y se oponen el �o al otro. Esto e� lo que lo
hace contradictorio, por lo tanto destinado a perecer y baJo perpetuo cambio, porque
�
9. EL, § 125. Hegel no puede resistir comentar aquí que en muchas lenguas europeas «t�ner» es
usado para formar el tiempo pasado, por consiguiente está co�e�t�do con aufgehoben Sem Y con
Wese11, el cual como vimos está también relacionado con el participiO pasado de ser.
1� realidad sólo puede omprenderse coherentemente
�
como una cadena necesaria 0 un
crrculo de seres a traves
del cual esta contradicción puede hall
ar resolución. En
palabras , el problema pla_nteado por la
contradicción de la realidad externa sólo otras
re�olverse al ver esta r alid � como no
puede
auto-dependiente, sino dependiente del
� �
pensa
rn:e�to, el ;u� Hegel Identifica con esta necesidad interna y con lo
que al final de la
LogiCa sera VIsto como espíritu.
P?r tanto, la pregunta acerca de la coh
erencia de nuestra concepción de la cosa
propiedades es la pregunta acerca del
con
idealismo, pero sólo en un muy especial
sentido
p::esto q e �ay muchos no materialista
s, como Kant, que son criticados en esta
. �
disolu�
Cion dial
ectica de 1� co�a. El marxismo, por el
contrario, es una doctrina que afirma
estar en con�a ��l ide�smo, aunque
está construida sobre esta concepción
hegeliana
de la contradicci?n umversal y er: consecu
encia sobre el movimiento. La concepc
ión de
la cosa con pr?piedades es la qumtaes
encia del pensamiento estable e idéntico
que no
puede concebrr a las cosas en su mov
imiento esencial, lo que para los marx
istas es la
cumbr� de la époc burguesa, es decir,
la época de la «reificación>>. Quizás desp
�
ués de
to o eXIste algo mas q � un argumen
to eq vocado en el hecho de que esta
':
cate
�
goría
�la"'a.tal uso de la_ relac10
de
tener � la noci_on de <<propiedad» .IO Pero
está claro que el
Idealismo defendido aqm?no es dualism
o, ru uno que solucione el dualismo afin
nando
sól? el e�píritu, sino más bien el idealism
o absoluto de Hegel. Claro está que esta
forma
de Idealismo o puede estar de acuerdo
con la concepción de totalidad implícit
r:
a en la
cosa con propiedades, como un estable
conjunto auto-subsistente.
La �egmida razón por la que Hegel debe
estar en contra de esta noción es que tien
de
a solu�wnar el pro�lema de la unidad del
objeto por encima de sus múltiples prop
ieda
des, viendo esta umdad co o un substrat
o, además un substrato _incog
parece un argumento_plaus�
ible para_Ia filosofía tradicional afirmand noscible. Esto
o que todo lo que
obser:vamo� son propiedades. La umdad
que vincula a todas ellas es un subyacen
te je
ne-sazs-�uot que no es observable él mismo.
Esta noción de un substrato incognoscib
_ -an-sich en la
le
se conVIerte n el Dmg
filosofía de Kant y esta forma es la que Heg
. � Todas las otra
el
trat
en esta secc10n.
a
s formas del concepto substrato son com
partidas con el
concepto de Kan:, y el que objeta Hegel
es el aspecto de lo incognoscible, que pon
.
e algo
de r�alid
a� efectivamente más allá del alcance
del espíritu y por lo tanto acepta un
.
dualismo mobservado. EVId
entemente, esto está contra la motivación
más básica del
e�fuerzo filosófico entero de Hegel. De ahí
(como podría pensarse) la actitud tan exce
SIV� contra Kant (WL, II, 1 1 - 1 2) ya que
esta noción de la distinción entre cosa en
sí y
fenomeno contradice la conciencia de
libertad
Pero H� el parece pensar que este recu .
�
rso del substrato incognoscible resulta
de
la concepc10n de cosa, como un intento
de
solucionar el problema de su unidad
cohere�lte. Hegel considera este probl
�ma como insoluble en la discusión del segun
d? c �pitulo de la PhG. Como hemos visto
, en la concepción de Hegel tal contradi
,
c
c10n
msoluble precisamente se sostiene entr
e los elementos, los cuales están unidos
en un� totalidad. La afirmación de Heg
el de que hay una contradicción insolubl
_ de una cosa con
e en
1� r:oc10n
propiedades no es más fuerte que su tesis
de que las cosas
fírutas en general son contradictorias. Aqu
í no podemos seguir su argumento, el cual
c?mo el se�ndo capítulo de la PhG trata
algo del fundamento y depende en parte
de
Ciertas nociOnes contemporáneas, p. ej.
una física fundada en la noción de vari
os
tipos de «materia » .
�
1 0. Cf. Eugene Fleischman, La science t111iverselle, París, Plon. 1 968, 1 66.
232
233
Ahí Hegel descubre que la contradicción existe en los diversos modos en los que la
unidad de la cosa ha sido concebida en la tradición epistemológica moderna, comen
zando con Descartes y continuando a través de los empiristas, de los cuales Kant sólo
en parte se libra. El sujeto, en esta tradición demasiado contemplativa, no fue visto
como el ser adherido al mundo, sino como el ser afectado por el mundo. La unidad de
la cosa estaba siempre en peligro de ir reintegrándose en una diversidad de datos sepa
rados de los sentidos. La unidad fue concebida como substrato incognoscible o como
construida, pero nunca como realidad experimentada.
El démarche básico de Hegel en WL como en EL (como ocurrió en PhG) es para
cambiar la incoherencia de las nociones de la cosa derivada de esta epistemología mo
derna. El Ding-an-sich es considerado en primer lugar: la unidad que es reflejada en la
multiplicidad de propiedades por su relación con otras cosas, principalmente en relación
con la mente cognoscitiva. Pero sus propiedades no pueden estar separadas de la cosa en
sí, puesto que sin propiedades es indistinguible de todas las otras cosas. Por lo tanto,
podríamos decir que sólo hay una cosa en sí, pero entonces no tiene nada con que inter
actuar y ella consiste en esta interacción con otras cosas, las cuales aparecieron por la
multiplicidad de propiedades. Si sólo hay una cosa en sí, debe por sí misma adquirir
la multiplicidad de propiedades externas. Si conservamos la noción de multiplicidad,
llegaremos al mismo resultado, porque la multiplicidad sólo puede ser distinguida por
alguna diferencia de propiedades, por lo tanto las propiedades de cada una no pueden
estar separadas de ésta, puesto que no puede ser vista como identidad simple.
No puede sostenerse la noción de un Ding-an-sich como simple substrato incognosci
ble, separado de las propiedades visibles que sólo surgen en su interacción con otros. Las
propiedades son esenciales a la cosa, ya sea que la veamos como una o como muchas.
Así, Hegel deja de considerar la concepción que hace de la cosa tan sólo estas propieda
des, ya que la ve como la simple coexistencia de las propiedades. Aquellas teorías soste
nían que la realidad era la «materia» y naturalmente a Hegel le parecían discutibles.
La cosa particular no puede ser reducida a una mera coexistencia de propiedades,
puesto que cada una de estas propiedades existe en muchas cosas. Para destacar un
momento particular de una propiedad debemos apelar a otra dimensión de propieda
des. Si queremos distinguir este azul de otros, lo identificamos por su figura, o su
posición en el tiempo y el espacio, o por su relación con otras cosas. Pero hacer esto es
introducir la noción del particular con múltiples propiedades, pues ahora tenemos
algo que es azul y redondo, o azul y a la izquierda del gris, o azul y ocurrido hoy, etc.
Lo particular es necesariamente con múltiples propiedades y esto particular con
múltiples propiedades es esencial para nuestra ex1Jeriencia. De otra manera, las únicas
entidades que podrían distinguirse serían las propiedades mismas, éstas devendrían
en efecto las cosas de nuestro universo. Pero las propiedades no pueden distinguirse
sin aparecer en contraposición a otras y esto significa que para que aparezca la contra
posición, aparecen las particularidades, o aparecen como azul y verde en diferentes
partes, o podrían distinguirse como forma y color porque son dimensiones contra
puestas de las particularidades. Un mundo de cualidades sin particularidades es incon
cebible porque no habría comunicación entre estas cualidades, ellas no existirían en el
mismo mundo, por lo que no podrían contrastarse y por consiguiente no serían cuali
dades, ya que requieren determinación a través de la negación de otros.
Hegel usa esta necesidad de contrastar para volver al argumento inicial y lo piensa
un problema insoluble, como no pueden pensarse juntas las cosas y sus propiedades
sin incoherencia. El <<esto» no puede eliminarse, pero tampoco la multiplicidad de las
propiedades. La cosa está en contradicción consigo misma.
<<La cosa no es nada más que esta contradic . , . m
rienda>> (VVL, II, 121 ) . Heg
ésta es la Apaha reivindicado su �����ca�e�atona�que
eza
de una, real,idad que es unaeltota
con
d de e1ementos, 1os cuales req�·eren e1 unotradeldicotrtorio a
ademas están en oposición: aquílida
y
. .r Juntas (pue
pro iedades qu� d. eben XIsti
puede eliminarlas) y no pueden las
s
la
cos
a
no
cili�e. Ha rei";illdicaJo esto contra la concepción
estática, reificada de la cosa comocon
con
.
"iunto auto-subSIStente. Y por lo tant� e'1 h� mostrado
que l� cosa matena. l es esencialmente disu
(sich auflost) y pasa a la apanencia. Por
conside
ra que
. nte pues no
est
la cosa no es una enti'dad auelta
.
t
o-su
.
es so'1o mortal' srn. o queo'
su eXIstencia es el despliegue de una totalidad quebs1ste
'
,
.
.
so1o puede.eXIstir como la manifestación
de la necesidad interna Y no como conJun
. to de elem
entos rndependientes. Esto significa
que los elementos sólo �stán junto� rque n
mentos desplegados una totali�d�ue es:re��atos y contradictorios, como los mo
� �orla necesidad. La disolución de
la cosa no ocurre sólodepor
que
su
desa
�e
le, también refleja su falta de
uto
sufi
ciencia, el hecho de que sea 1�%::;e:� o ,�tab
�
rnterna. y esto significa que no sólo está presente �' sr: e o� c�sa, desde la necesidad
dose aparecer, lo que sub-yace a la tranSicio
�o d. esp egandose. Esto es, hacién. . , n de 1a Apanen
cia.
11
II. APARIENCIA
En la Apariencia se halla el desarrollo pn.nCi. pal de 1 .
la. <<ap
ariencia» es que aquí vemos las cosas como apaarecIdea de relación. La fuerza de
.
iendo ' eomo puestas,
v1mendo a manifestarse a ti·avés de la necesidad y no
, <<Inm
. edi.atame como
com
o
solo
Al ver las cosas como aparien
nte» ahí.
cia
sich selbst beruhend), sino como �� 'lo las �emos como reposando en sí mismas (Auf
gran todo (EL, § 1 3 1 ' Adición) y, por
consiguiente, son vistas como en nec:::e�:rito:re�au:r:
_ con
Cion
s. .
La realidad VISt
· a com
. a 1osotra
riencia es alao supenor
sere
atos e independientes. Esto sorprende aolaapa
, n'�orq e entien
. �es laInmapaedirien
conciencia comu
"'
velo
�
del
ant
o un
e
de
. c1a. queremosla realidad. De hecho, nada hay detrás· Al decrr que 1a Esenciac1a. com
nen
es
apa
dec que debe
e;��1�� 1� e��c . a1�� P ��ece detrás o másallá de la apariencia»,irsino
Jo���
( � ' ��ICIOn).
n
El uso que hace Hegel depasa
.enccia»
. a exp'resa
la
pala
bra
<<a
pan
lo exactamente opuesto del
uso que hace Kant E; vez de . di 1 c ntraste e
tre
la
ocu
a esencia de lo real
trascendente, más bien
expresa � m�
es� esencia_ �. e toda realtad
lida
La .realidad vista
comoApariencia paraHea
.
elsibiill
�'e:lca VISta com
o aparectendo de la neces1d..dad
desplegada respecto a ma"'nife
mterna, como
.
star una
As ' n esidad que es d
etenni
nad
a
por
la
llegar a ser totalmente manifiesta
naturaleza al
a o en esta categoría es dec
Hegel: lo real no es <<sólo aquí» s�o qw:e��esema trat
isivo para
fórmula racional. Lo que está e� pie aq e��sto, �esplegado en cumplimiento de una
ollo de una noción de Esencia como
una necesidad que debe lleaa
fies�e to:ent
a
r
m
ani
la realidad externa. Esto llega
rá a aclararse triunfalme
. ,n de lae enEse
1
n�e
en
ecci
Realidad (lVtrklichkeit). Aquí pon�::��7a �ase �e �to �cia, a la cual Hegel ll�a
La relación discutida está entre dos t . d terme� la Idea de relación necesaria.
entre los elementos erentes de la tot�f;:d � ::;os: el prir:r:ero es la relación
mostrar necesidad, ydef
el segundo es la relación �n�: f�re�i�:�es::;::
�: ��l�����
l,
1 1 . Esto ya está en WL, donde
el Dino es la prim
'aler:a parie de la segunda
parte de la primera triada -o
triada y en EL la última
tro signo le la esenci mexactit
_ ud en
las conexiones de la Lógica.
-
234
23 5
dad externa de elementos. Estas dos formas de relación se despliegan juntas y esto
significa que, cuanta menos necesidad aparece en la totalidad de la realidad externa,
tanto más debemos distinguir esta realidad externa de la esencia subyacente, en la cual
todas las cosas están en unidad. En otras palabras , ya que estamos finalmente tratando
con una totalidad relacionada necesariamente, la no manifestación de esta necesidad
en la realidad externa debe ir acompañada de una distinción entre esta realidad ex-ter
na y la esencia subyacente. En cambio, la mayor manifestación de la necesidad ira
acompañada de una identificación total de la realidad y la esencia. Estos dos desarro
llos ocurrirán juntos en esta sección.
Con la Apaliencia, otra vez comenzamos desde una distL'lción putativa entre esencia,
manifestación y la superación de ellas. Pero a diferencia de la fase anterior, ahora esta
mos tr--atando con la realidad como totalidad, como totalidad relacionada y como una
totalidad que no es simple coexistencia estable de elementos, sino que tiene oposición
interna, cambiando y desanollándose. La esencia interna ya no es realidad que pal·ezca
cosa, como la cosa en sí. Ésta es más bien una fórmula de relación. Pero como interna
y
está todavia sepaJ.ada de la realidad ex-tema y, por consiguiente, es una fórmula interna
comen
será
cual
la
realidad,
la
de
sistema
el
en
esencia
la
de
ación
manifest
la
todavía no
tada en la sección de la "\<Virklichkeit. Esta oposición entre lo interno y lo ex-temo tenemos
que superarla, lo que de hecho será la última oposición de la sección, pero en todo lo
demás será moldeada.
Pal·a la consideración de la relación necesalia Hegel nos guía a través de una dialéc
tica precedente que es diferente en WL y EL. En el último nos conduce a través de una
discusión sobre el contenido y la forma de la sustancia de lo que viene antes en WL. En
este trabajo anterior, el período de preparación se produce a través de una discusión de
las leyes.
En ambos casos, la relevancia del período preparatorio es la misma: la apariencia
para la filosofía tradicional es contrastada con algo más fundamental. Pero en este
nivel, como hemos visto, esto más fundamental no puede pal·ecerse a una cosa, sino
que debe ser la relación subyacente. Lo que hemos estado tratando en este nivel es un
par de modos alternativos de concebir esta relación como más allá de la realidad exter
na o subyacente a la realidad externa. En uno de estos modos es contrastado lo múlti
ple de la heterogénea realidad externa con la relación interna de las leyes que le subya
cen. El dominio de las leyes lo vimos como «la imagen tranquila de lo existente o el
mundo aparente>> (WL, II, 127). En el otro modo es contrastado el contenido de la
intuición con la forma en la que es vista la multiplicidad heterogénea de la intuición
como relación. La forma es el modo de la WL, mientras que la última es la de EL.
En ambos casos, la tarea es mostrar que esta distinción no puede sostenerse: que la
forma y el contenido son insepal--ables, que cada uno se convierte en el otro, o que la iden
tidad interna o la relación de la ley no puede estar sepal--ada de la multiplicidad real ex-terna.
En el p1imer caso, la lechlra hegeliana del término «forma>> y «Contenido>> es suficiente
paJ.a asegurar la transición. En WL se refiere a otr·o tema hegeliano, la inadecuación de las
leyes contingentes.
Las leyes consideradas como una «reflexión tranquila>> del mundo del fenómeno,
no tienen contenido. Los eventos reales, que ocurren en conformidad con la ley, tienen
una gran cantidad de otras características particulal·es, las cuales la ley no explica. Así
hay un vacío entre las dos. Además, en la ley misma, sólo hay una relación contingente
entre los dos términos: p. ej., en la ley de la caída libre, no hay conexión necesaria de las
distancias para el cuadrado de los instantes. Pero en la concepción de Hegel, como
236
vimos, lo importante de la ley es la explicación Y la explicació
pre que no haya contingencia. Así, hablando d� la ley de la ca
.
o e , comple sie
ta md li :
� : �::
·
·
La lev
.
.
" que ricre
"' esto es e1 conocimiento empüico v en tanto q e es ie
S mpre Inmediata;
una prueba es requerida toda\ia , es decir una
medl ación para e conocimie
nto, de que la
ley n sólo funciona sino que es necesaii . La lev
como tal no contiene esta
�
prueba ni su
necesidad objetivatz [WL, II, 1 29]
.
�
�
"
En am�os casos, la ley es insatisfactmia como un candidato
pal·a la re al"d
1 ad subya
cente detras de la Apariencia pues esto no sub ·ace .eal
mente
t
a
do,
ni
alcanza la
?
�
supuesta relación interna. Est� es interno or u n tiene
el contemdo completo de lo
externo) y externo (porque no nace de la ce dad)
omo en PlzG (capítulo ill) podemos notal· que este ti o de
.�
"d
o
n
t as Y ue no la consiga o es u
je
ó
a
�
e
e
cosa, P� s �o que en capítulos ante1io
a,
res hemos de uc do la relación nece
1
d
co?tra de esta base,
como un modo de concebir la subvaccn e rel c
es a
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�!��pi�::¿����,:=E��=�:1:��;��::;:0 E����.:��
· cente, expre
De esta dialect1ca en WL surcre 1a · d d d� 1a 1 e1 C1. , n subya
sada en la
�
ley y en la realidad externa, par la
l
nos da la ide� de una
totalidad de elementos, los cuales son rela i
s n i
e n u� es��n sepa
rados. La distinción entre esencia y externalidad deviene más
bie u
Istmcion entre
,
.
los el ementos de esta realidad erna y su relacwn. La
aléctica de la Relación (Ver'·
c:ll
.
lziiltnis) permite a Hegel invest r una sene de concep
ciOnes de esta relación Y mo
tral· su i d c a . n
Ism t1:empo subrayar la unidad entre elementos y r�lació
� a en e 1 nterno y ext
que tam é e
erno.
h
.,
Esta seccwn
va y viene entre el dualismo que contrasta interno y'
.
externo y el d�ahs
mo que contrasta los elementos y la necesidad vinculante de l
o: el ementos. En pnmer
lugm� tenemos un dualismo entre el mundo externo de la divers1d
ad .y la ley m
· terna que
�s una conexwn entre los elementos de la diversidad. Ah
.
l
a,
Easis cambia
e
en
m
al dua.
,
hsmo: elementos/necesidad' so'lo acaba una vez
'
·
mas con una posic
·
1on pura de m
·
terno
y externo que no puede sino colapsarse.
� e� t
��
� ��=��:: : � �:��
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� � � ��: �� � �
,
.
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.
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.
·
.
,
0
.
.
·
Todo y parte
""
r p�� d� la oposición elementos/cone>o.ión es la relación de todo Y palie.
Hecrel
a dialechca con esto al mostr--ar que cada un eq ere al o o,
Pre
en
el
sentido
de
w
_ tr
que el todo sólo es todo si está en relación con las palies y� as palies
solo
son
partes
si
están
.
en relación con un todo. S1. las palies son VIstas
.
por sí mismas ellas va no son partes, SIDO
.
deVIenen todos. Eso, dice Hegel (WL' II 143-144) es un modo de
consid
'
erar la antinomia
..
kantiana de la divisibilidad LIWlllta
.
, :: ¡::: _ , .. tomamos las palies v al consid�rarlas por S1, rmsmas
.
.
.
dev1enen todos, los cuales a la inversa deben ser diVId1dos,. y asi, sucesiv
a ente sin fin. Pero
debemos damos cuenta de que las parte" sólo son palies en relación m
con el todo.
{
·
·
'
e
•
•
12. Traducción de Johnston y Struthers II, 1 34.
237
r---
Mas, por otro lado, las partes y el todo no son idénticos, cada uno sólo existe en
oposición al otro y cada uno, para existir por sí mismo, debe reducir al otro al estado
satélite, el cual es dependiente en sí mismo: el todo debe contener las partes como
elementos subordinados para ser auto-subsistente, las partes tienen que liberase para
ser auto-subsistentes. Pero entonces, con cada éxito logrado se negaría a sí mismo, el
todo fundiría las partes en el uno y así no sería un todo (lo cual sólo es en contraste), las
partes se liberarían y por lo tanto no serían partes.
El todo y las partes son cada uno como términos relacionados esencial y recíproca
mente. Cada uno nos refiere al otro. Esta relación interna de los dos nos lleva más allá
de una concepción simple de la relación parte-todo, donde pensamos el todo y el en
samblaje de las partes coexistiendo tranquilamente como dos modos de ver la misma
cosa. Según Hegel tenemos una contradicción en la que ambos términos están involu
crados. La idea de que hay dos maneras opcionales de mirar a la misma realidad supo
ne que esta realidad es estable y simplemente admite las dos descripciones. La contra
dicción en lo que miramos en parte y todo, muestra que esto está en movimiento, que
está constantemente regresando de la unidad a la multiplicidad. Pero esta relación de
exteriorización es una relación de fuerzas y su manifestación. El todo es visto dinámi
camente como fuerza interna que produce realidad externa como su manifestación.
Esta transición a la fuerza nos recuerda que en la PhG también llegamos a ella
desde el intento de unificar dos opuestos en una concepción estable del objeto. El
argumento de Hegel es que si el todo está compuesto realmente de partes subsistentes,
entonces el todo sólo es nuestra lectura del ensamblaje de las partes. Asimismo, si
pensamos el todo como real, entonces las partes son sólo nuestra abstracción y no
existe el todo real. Dado que existe el todo real, de ahí que sin embargo tiene partes, por
lo que tiene que haber elementos unidos por interacción. La interacción misma llegará
más tarde en la siguiente sección, pero lo que está en juego aquí es la idea de una
realidad dinámica, en la cual diferentes elementos externos están realmente vincula
dos en tma unidad fuera de nuestra propia agrupación subjetiva.
Esto nos trae a la fuerza y su manifestación, a través de la cual podemos ver lo
múltiple externo como saliendo de alguna fuerza subyacente; de modo que no es sólo
una multiplicidad incuestionable, sino también incuestionable en una totalidad unida
conjuntamente.
Pero la noción de fuerza es inadecuada para dirigirse a la visión de la totalidad que
estamos buscando. Como Hegel nos recuerda la fuerza es inapropiada como modo de
representar Geist (esto está dirigido, entre otras cosas, contra Herder). Ella avanza a
ciegas y moviéndose sin un propósito dirigido hacia un fin racional. Y esto está unido
con el hecho de que las fuerzas están limitadas, teniendo contenidos particulares y con
diciones particulares. Así, podemos pensar una fuerza dada, como el magnetismo, pero
éste presupone tipos específicos de sustrato, como el hierro (EL, § 136, Adición I). Y el
hierro tiene una gran cantidad de otras propiedades que no están esencialmente relacio
nadas con el magnetismo. De modo parecido, las fuerzas para manifestarse requieren
ciertas condiciones. Hegel llama a este requerimiento de otras fuerzas: lo que «Solicita»
el primero. Y tenemos una dialéctica que recuerda otra vez el capítulo m de PhG.
Al ver el mundo como manifestación de fuerzas, es visto como el producto conjunto
de muchas fuerzas, las cuales están relacionadas complejamente como «solicitadas» o
desencadenando unas a otras. Hegel, como en PhG, lleva a cabo una danza complicada
con las fuerzas solicitadas y al mismo tiempo solicitantes. El trasfondo de esta dialéc
tica es una terminología que tiene al mismo tiempo algo familiar. Pero la base de la
238
es �n�a:nentalmente que hemos pasado a un nivel donde no podemos er::i:ón
a � d
s
di�ernapun�o
sidad de c�a�� ����� c������ �:r:!�e��:f�is���:rr�:!���: antes u�
donde estamos tratando con una totalidad esencialment� relacionada�����
a
e
r
=
�e�; o�fa �::��:�I��t���=��= ��� e;�:��!�!�i�� e�:��� !�l:J:ci
esen� me_r:te para Hegel en la fuerza misma como una verdad que impul�a a1gunae
..
m�;estacwn externa, la cual puede ser vista como determinando
�;�:�as¡a,o�die�iones �esencadenadas. En vez de sólo ser el impulso ;����:::��::t��
� ser VIsta como lo que lleva a esta manifestación fuera de las condiciones �ue de�ermman es�o, la conexión interna entre condiciones v manifestac
·
St esta Idea de totalidad se une con la noción recién desplegada de fue a ión
una nueva m��e�a de mirar a la totalidad, a saber, como la macifestación � �;xtenen:?s
de una c�nexwn mte:na. Esta noción desplegada hacia fuera de la realid�d 1 prea��n
a en la EXIsten�ia y 1� Apariencia, ahora tiene una expresión
m�=
��. esen
ecu��a en una ca�egona que mcorpora la noción de fuerza. La realidad�uc��
externa
.
es
, , una mamfestación de la conexión esencial.
expreswn
J
:l��1
Interno y externo
nte pone fin a la dualidad planteada en términos de elementos v su
e E��?n,efectivame
pue
s
�ra
el�mer:tos sólo existen como expresión de la conexión. Pero
��:��
. l��timalos�p�
f
mar
;
��Cla de dualidad entre la necesidad interna v su manifestación
sta
Í
sena
una
distmcwn
pura entre lo interno v lo externo en la q�e a diE .e
. d s e la l�y antes mencionad
a, ahora no h�y absoluta:Uente dif�renc�� ��
���te��� �n�re �o mterno Y !o externo, pues éste sólo es una expresión
de la forma·
Ellos ti.enen el mismo contemdo.
Pero este tipo de dualidad es insostenible según Heael ahora
donde él de.muestra esto. Como vimos
el c:pítulo m:· fa conce������ �����=�
ee unaenconeXIon
como neces1
d
a
d
manifiest
a
estable
· - de eqwvalencia entre el estado donde
la reall·d�d est:..a;ente m. terna, en el sentido de oculta, y la realidad pw·amente
na .en, e sen I ? e externa para SI_ y no relacionada interiormente or nin exter'. de necesida�. Cuanto más es oculta (interna) la esencia, tanto rJás la re��=dco
neXIon
amen:e relacwnada (exte�a). Esto es lo que Hegel llama la unidad inmediata J:
�����o
Y 0 externo. En cambw, cuanto más es exteriorizada la realidad esencial en
�1e�;�Id?m�e :xp.r;s�d<;, tanto más es desarrollada la relación de la realidad v tanto más
enon �- . �st� es la �nidad mediada. Hegel da otros ejemplos de la unidad
media;a E. n un runo
� umamdad es meramente interna, sin desarrollar v por eso
e
deb
:b
rec�
r
su
h�mam�ad
de una capacitación desde el exterior: Esta rel�¿ión de lo
. Y o extenor esta basada
·e
1r:. t, enor
. d, relacionada. en la idea hegeliana de la realidad coroo mamtestacwn de necesida
Por lo tant , nin� intento logra separar la interioridad de la extetiorida sino
h��e� externo fo xtenor, no en el sentido de reflexión interior V de esta maner�d abre
u, " sura entr� �as dos. Una vez más, existe una fisura entre las dos estamos "'n el
aro
· 1emente pasa impotentemente al otro
b1t0. de la umdad inmediata en que uno stmp
p
ll
al ent l� �i:mo, si ellos tienen el mismo contenido, entonces n�
p�:�:�:b�� :���m�na d:istmcton entre ellos.
'
.
�
s u.
239
.
En este ámbito donde lo mterno es realmente uno con lo externo, lo interno debe
.
para
expresarse a sí mism . Su naturaleza es ell a rrus ma revelada
?
_
. .
· · fi ca que
hacerse evidente. Decrr que la mtenon d la exterioridad son lo mism� , sigrn
la realidad es esencialmente auto-mam es a. y esto es lo que Hegel entiende por Rea.
.
.
· - de la Esencia y la Apariencia' la cual es externa y
lidad
Es u�a umon
.
_ de l o esenLI
� al . La Realidad es ahora tal que . . .
también total manifestaciOn
��
(Wirklzchkezt).
(sich offenbaren),
�
, �n
[.. . ] va que su contenido y su forma son c m letamente idénticos, e �to es, nada mas
.
ización [siclz iiu/]em]. Esta es la revel�c on
wzi{iir sich pero de hech o de su_ au�o-e
��:�
de su esencia, así que esta esencia Slmp
sí mismo [WL, II, 1 55].
{
ente consiste en es to, que es lo que se reve a a
WL,
III. REALIDAD
�
�
�;;�
Con la
llegamos a una
tegon, importante de la filosofía de Hegel.
ón de la esencia, y la realidad externa
Ésta es la realidad externa, la cual es tot e
manifestación de lo que es la esencia.
nada tiene oculto detrás de ella, po ue s
:9Ésta es la unidad del Ser y la reflexiOn, e Ser Y la Esencia. La Existencia ya fue en un
_
pues
sentido ésta, como apariencia, pero ege di ce. ue sólo fue su unidad inmediata;
nosotros todavía tenemos que exponer
to que ésta fue mediada desde el Fun a en_t
?· interna La Existencia <<viene del funda
la dialéctica de la realidad externa y la re ciOn
, § 142)_13
G
mento y cae al fundamento»
1
el er y la Esencia, es la relación qu h�
Pero la
es la umdad -?u�s a
�
<<Ella esta asi
desarrollado la identidad
v su exterioridad es su energía
exenta de la transición
existencia determinada
es
En tanto que a ener2ia
'=; es refleJa a en SI,
. ) 14
.
' l o la manifestación d e S I misma y no de otra cosa»
so
. _
atacando la forma de hablar del senti' do
contmua
La Adición al mismo § del
.
'
Al contrario,
es
común acerca de la . z· ¡ k
como separada de la 1dea
1
la um'dad de lo interno Y lo externo, por lo tanto es la realidad racional.�>
. .
La sección sobre la· . kl' ¡1 k ·r desarrolla esta I'd ea de necesidad mamfiesta, la
dialécticas que son comunes a amb as
esencia manifiesta, a través de dos im
_
inos modales de necesidad, realida
versiones. La primera es un es�dio s?
.
_
\' posibilidad. Está destinada a JUStificm- la realidad del estatus de la necesidad m�.
.
Resta Y también, al rrusmo fIempo , explIcar la relación de la necesidad con la contm.
"
genci�. Finalmente nos enfrenta os aqm, a l noción de necesidad ' la cual Slempre ha
�ido la Esencia subyacente. Ahor a tenemos
e acoger esta categoría modal dentro de
;
nt las
u ellas o pueden ser vistas como
nuestro sistema. Tenemos _que emos�
d relación con la facultad del con� cm:uento.
vio sin tocar la realidad, smo solo _te
.
palabra como lo consideró Leibmz p�a
Ta poco la posibilidad pue e decrr a ti
'
sibles y, por lo tanto, seria, en un sentido
quien este mundo era el meJor de todos l os
Wirklichkeit
�
� �1
i
�
�mde �ndgeht zu Grunde, EL
_(kommt aus
} �; �
Wirklichkeit
(das mzt szc z z�entischgewordene Verhaltnis).
[Ener'
[dem
übergehe_n entnonz_�����
1
[Dasein]
d
gie].
(loe. czt.
EL
Wirklichkeit
Wzrk zc -ezt'
Wzr , zc ·ez
b��:���
�
•
•
-
�
�
�
�
�:
;
�
ru�
importante, contingente.
�� =� �
_Ka:
rr;,�
do aqw, la palabra de Hegel: «gehen zu
· terpreta
.
d cción de William Wallace. Wallace ha m
·
.
Pero en términos hegelianos e1 falleci· Gru e qu comúnmente �
fica cola so o Ir
d a la vida de la totalidad que sustenta
ul
miento de una cosa es tamb1en su vuelta e la p
esto, es decir a su fundamento.
.
. , de w·n·
1 4. Traduccwn
1 1am Wallace (correg¡da
).
. · al )• lo real.
1 5 . 32 1 , cf. la cita famosa sobre lo racwn
•
�gni
�
;¿� �;�
La segunda dialéctica
finalmente analiza las
tres relacion es su
destacó con un pap el espe
bstantivas que
cial en las anal ogías de
Kant
la expeiiencia -s
causa-efecto e interacción
ustancia-accide
-, para deducirlas
nte,
com
o
tenie
n
cual ha demostrado
do su lugar en la
que es una totalidad
re
alid
ad,
la
regida por la necesidad
allá de la subjetivida
, y que sólo señala
d, y por lo tanto al Co
má
s
nc
epto. La principal
marcha en toda esta
transición, puest
sección, es la que va
a
en
a
tra
vés
de la necesidad abs
y por consiguiente a la
oluta a la libert
actividad del sujeto
ad,
. La necesidad real,
de de sí misma, es ella
en tanto que sólo
misma como libert
depen
ad
,
com
o
au
to-desarrollo, pensad
tros como un atributo
a por noso
del sujeto. La neces
idad totalmente des
libertad, y ya que en
arrollada es por tan
terminología de He
to la
gel el desarroll o tot
decir que la verdad
al es la verdad, po
de la necesidad es la
demos
libertad, como verem
Pero antes tenemos
os más tarde.
ambas dialécticas en
una piimera fase ace
la cual es de hecho
rca del absoluto,
una critica a Spinoza,
y una confrontació
frente al monismo de
n de la posición de
Spinoza. 16 Aunque
Hegel
esta discusión con Sp
dialéctica, tampoco
inoza no es esenci
es una desviación del
al
a la
tema central. Spino
tante para Hegel y no
za es un filósofo im
sólo en el sentido de
po
r
que todo filósofo del
te para quien fue el
pasado seria impo
piimer gran pensad
rta
n
or
en expresar su posic
una
ión como esencialm
de todos los pensad
ente
ores anteriores. Dentr
o de esta importanci
de todos los filósof
os anteiiores, algun
a general
os
filó
sof
os sobresalen: Aiistót
mente, y Kant com
eles, evi dente
o punto de partida
indispensable para
tratando de superar.
el dualismo que He
gel está
Pero Spinoza es im
portante por la razón
él creyó en la unida
opuesta a Kant, porqu
d de todo en el absol
e
uto, el cual era tanto
está unido en la tot
Dios como el todo.
alidad, la cu al es dep
To
do
endiente del Absoluto
de este modo, está
que es Dio s. Spinoza,
muy cerca de la posic
ión hegeliana. Y aho
al nivel de la realida
ra que tenemos que
d considerada como
pasar
la totalidad expresiva
mento para tratar la
de la esencia es el mo
posición de Hegel fre
nte a Spinoza.
Aunque Spinoza es
muy cercano a Hegel
, existen importante
ellos. La expresión
s diferencias entre
de estas diferencias
es
la
me
jor
manera que Hegel con
su posición, ya que
oce de aclarar
Spinoza es muy afín
a él. Hegel recurre a
La diferencia puede res
ello frecuentemente
.
umirse en las catego
rías que quieren aclma
sección, para Spino
rse al final de esta
za el absoluto sólo es
sus
tancia y no sujeto. El
está detrás de las cos
absoluto es lo que
as y no puede identi
ficarse con ninguna
do. El principio de Sp
cosa particular en el
inoza del que Hegel
mun
se apropia afirma que
negación, pero des
toda determinación
de este principio Spino
es
za sostiene que el abs
determinación y má
oluto está más allá de
s allá de la negación
la
. Pero en este Absol
particulares sin rastro
uto se hunden las cos
. El Absoluto es simple
as
auto-identidad. Y po
ce una realidad pura
r esta razón, permane
interna oculta sin mo
vimiento interno. La
na no puede deduci
cosa determinada ex.
rse de esto, o fluye de
1er'
ésta en virtud de su
El absoluto hegeliano,
propia naturaleza.
por otro lado, contien
e negación, es determ
sí mismo, al entrar en
inado a ir más allá de
su otro, ser determina
do.
Par
a Hegel, pero no para
dad ex.1erna del mund
Spinoza, la reali
o no sólo está ahí, no
es algo simplemente
orden que manifiest
enc
ontr
ad
o, sino que es un
a una necesidad intern
a. El Dios de Spinoza
de determinación, y
es pura interioridad y
por consiguiente la rea
falta
lidad del mundo es pura
tido hegeliano. Hegel
ex.1erioiidad en el sen
compara esta noción
de
la
em
anación de particular
to, con aquello que enc
es desde el absolu
ontrmnos en algunas reli
gio
nes
orientales, en las cuales
la luz emanante, per
el Absoluto es
diendo gradualmente
su naturaleza en menos
y menos ser. Hegel par
-e16. La referencia a Spinoz
a está relegada a la Adi
ción de § 1 5 1 en EL.
�
Aufhebung
240
24 1
ón de la antigua Persia, aunque algo de
ce pensar que una idea semejante subyace a la religi
ampliándolo, llama a esto una expresión
la misma noción está en el neoplatonismo. Hegel,
ción de Spinoza de esto por sus origenes
oriental del pensamiento y lo relaciona con la adop
ver las cosas, de acuerdo con el cual la
de
judíos, por eso es «en general el modo 01iental
, encontrando su expresión intelectual
naturaleza del mundo finito parece frágil y transitoria
en su sistema» (EL, § 151, Adición).17
o si estuviera desapareciendo, pero
Recíprocamente, el particular es pensado com
con el absoluto, como lo piensa Hegel,
no como si estuviera relacionado internamente
renderse a través de las contradicciones
donde la naturaleza del absoluto puede comp
radicción, comprendida como la uni
en el particulm: En Spinoza falta la idea de cont
afecta al absoluto, a Dios mismo.
cual
la
dad de los opuestos y fuente del movimiento,
de un absoluto que es origen y fuente
En la filosofía de Spinoza falta la contradicción
en él; aunque está por encima de y
de todo particular, y que sólo halla particularidad
iene. Por consiguiente, el mundo, que
contra la particularidad, sin embargo la cont
e de necesidad. Hay todo tipo de parti
vemos como emanación de este absoluto, carec
inada de atributos. Aunque Spinoza
culares . El absoluto tiene una cantidad indeterm
no considera que éstos sean los dos
nto,
sólo nombra dos, a saber, extensión y pensamie
sidad de ser los dos lados contradicto
únicos y que ellos estén relacionados por la nece
te del movimiento. Están unidos, pero
Iios del absoluto, cuya contradicción es la fuen
y sin conexión necesaria.
sin considerarlos opuestos, por eso son inmóviles
mismo, tenemos que pensar sus
El absoluto de Bmuch Spinoza es inmóvil en sí
dimiento que no tiene realmente un
modos como surgiendo de su contacto con un enten
es
via un sistema donde una interioridad
lugar en el sistema. El sistema de Spinoza toda
la distinción entre interno y externo
pura está equilibrada por una ex1:e1ioridad . Pero
en el sistema. Si los modos existen,
remite a un observador que está todavía integrado
l en el que el observador está integra
son dependientes de él. El sistema de Hegel es aque
observador y realidad es superada.
do, y finalmente, como veremos, la dualidad entre
den al defecto de su método que
Los defectos del sistema de Spinoza con-espon
r ciertas definiciones como punto
procede del more geometrico. Pues éste implica toma
a como punto de partida. El
intern
de pm-tida, pero no es considerada su necesidad
lidad y al mismo tiempo necesidad.
sistema hegeliano, por contraste, reclama caba
te sobre Spinoza en WL, considera
Hegel al final de las Observaciones, donde discu
niz tiene en la mónada la noción de una
que Leibniz es culpable del en·or opuesto. Leib
sus propiedades. Ésta necesariamente
subjetividad tal que se manifiesta a sí misma en
Pero eslo es compensado por la idea
entra en sus propiedades y es consciente de ello.
mónadas que ven el mundo desde dife
de Leibniz de una multiplicidad de semejantes
derivada, así que no puede considerar
es
rentes puntos de vista. Esta multiplicidad no
, Leibniz ha recumdo débilmente a
se como la manifestación de la necesidad. Más bien
ma de armonía preestablecida. Pero
Dios, quien es pensado como creador de un siste
es inmanente que estén en armonía.
ellas fuera de sí mismas no están en armonía. No
lo tanto es también algo interno, oculto
Esta mmonía es algo puramente externo, y por
en el designio de Dios.
te de contradicción y sin moviLa noción de Spinoza del absoluto es, como caren
y no sujeto. El sujeto se mueve a sí
miento, lo que hace de su absoluto sólo sustancia
para Hegel es necesariamente otro
mismo y es consciente de sí mismo, por lo tanto
como él mismo.
1 7 . Traducción de William Wallace.
242
H�sta aquí Spino�a. Hegel, de esta manera, objeta la noción de un Absoluto indeter
. na o . pero esto evidentemente ya fue objetado con la distinción entre lo externo v lo
�
�
m erno, pues � absol.:rto indeterminado es pura inte1ioridad. Regresamos. 1
dad como marnfestacwn y trataremos la dialéctica de la continge�cia y la n:c:s�:��
·
"
La posibilidad, la realidad y la necesidad
�:J kc:: ��
e
e
sta �scu�ión de estos conceptos modales con el concepto de posibili
a mas baJa, a menudo, es considerada como mera posibilidad
·.
mo SIU P1e no contradicción. (Hegel añade, rápidamente, que aquí hay una contra�
:
. , ya
ccwn,
que to?o lo que e� real -y por consiguiente también posible- está real_ _ consigo mismo.) Pero la pura posibilidad co
mente e� co�tradiccwn
1 u
ontradictono, puede decirse de todo. Las cosas parecen no con¡rad o a c
oma�os un� consideración p�cial de ellas, como vimos antes en la discusión de la
. en d d. Asi, todo puede considerarse bajo algún marco de abstracción como posi�
e. eJ., hoy por 1 a tarde la Luna podria caer sobre la Tien·a o e1 sultan
' turco puede
con�ertirse en papa (EL, § 143, Adición, 324). 18
Esta
noció? de posibilidad absolutamente insignificante. Podemos pensarla
_ amplio que lo real, pero sólo de un modo es ecífícacomo cu nen o un ambito mas
.
mente co�strmdo. Por consiguiente, pasamos a un sentido más estricto más
d o
de lo «posible »'de lo que es realmente posible. Pero lo realmente posibÍe está rela .
nado con lo real . Albcro sólo puede Juzg�arse como realmente posible frente a alguna base
de real' dad supu�sta; e�to es �o que hace posible o imposible una consecuer':cia dada
Que al""o sea pos�?le o Imp?s��le «depende del contenido» (loe. cit.):
st
cwn de posIbilidad solo es aplicada en relación con un sistema de rea.
lida .
oncepto Simple, como en el caso previo que fue supuesto reposando
so'1 0 e� 1a natur eza no-contradictoria del contenido considerado. Ahora un contenido
es osible porque puede es�ar fundado en lo que es real. La relación del fundamento
vue ve, aunque no en los mismos términos. La posibilidad, en este sentido, no es sim
.
pl men� puesta a lo real, smo relacionada con él. Incluso podemos decir que lo real
Y 0 osi e :�n uno, pues lo que hace posible el contenido A es un estado de cosas B B
u e pen-rntrr que esto OCUlTa Y �o�a fundar A, ya que B tiene latente la potencia de
e t odo' He�el con la posibilidad real se acerca a la noción de potencia aristo
télic .
�
s a pote��Ia de A, SI de hecho se realiza en A. Por consiguiente
' la <<posibilidad de A » es tambIen una realidad, a saber, B.
i
cia es la categoria que primero surge de la relación de la realidad con
.
la p i . � o contmgente
es algo real, pero considerado en contraste con un cam
.
po de posib�Idad�s, de las cuales otras podían haberse realizado. Si ésta fue la únic�
consec�encia posible, entonces no es contingente. A la luz de la mera posibilidad t d
escontmge�te. Pero cuando empezamos a considerar la posibilidad real' enton�e n
to do es contmgente. Al contrario' algun
"" as consecuencias son descartadas, Y otras son
. .
.
·
En otras palabras ' al�n
"" as conseinev1t�bl es, dadas 1as condiciOnes circunstanciales.
cuencias son necesarias.
Po o siguien:e, la noción de posibilidad real nos conduce a la noción de necesidad re
a necesidad real no es todavía una necesidad absoluta -la cual ya no des-
�
�
�
�� � � :��:�
�
'
·
� �n�
ku
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t �t
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� : rr¡
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�: ��� J�
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·
·
·
:�
�f
·
tod
�ecue�da la discusión .sobre el Fundamento, donde Hegel señala que para
; ��;��o;:::�:anos
razon, mientras sea considerado bajo algún aspecto abstracto.
243
uencia dada es
cansa en ninguna contingencia-, pues está circunscrita. Una consec
estas condicio
que
Pero
iones.
condic
ciertas
sólo necesaria, es dech� inevitable, dadas
idea de reali
la
con
que
vernos
o,
embarg
Sin
ente.
nes sean dadas es un hecho conting
os ne
entrarn
realidad
posibil
la
con
ducida
-intro
otra
a
dades condicionadas una
posibi
de
ación
cesaJ.iarnente en la necesidad real. Ésta también surge de una combin
lidad y realidad, la cual se adhiere a un estado de cosas real, visto en contraste con la
base de posibilidades, corno la única consecuencia posible (EL, § 147).se en la base de
Los conceptos de necesidad real y contingencia sólo pueden aplicarun sentido vacío
alguna aplicación de lo «posible» y lo «real». Si no querernos tratar con
ente
de contingencia unido a la mera posibilidad, tenernos que considerar lo conting
ona
condici
corno lo real que podria haber sido de otro modo, esto es, donde la realidadhaber sido de
da hubiera dado otra consecuencia. Y la necesidad real es lo que no pochiante relaciona
otro modo. En ambos casos tratarnos con la realidad corno sistemáticame inseparable
da, corno condicionada y condicionante . Esta necesidad real está todavía
desde otro
mente unida a la contingencia. Lo que es realmente necesario, también es
ocurri
haber
podria
o
tampoc
A
pero
A,
de
encia
punto de vista contingente. B es consecu
ad
necesid
vista
de
punto
otro
desde
n
tambié
es
encia
conting
do. Y recíprocamente, la
encia
consecu
'
A también podria haber sido
real. Decirnos que A es contingente, cuando
'
un factor diferencial F, y A es una necesidad
es
A
no
y
A
a
ocurr
hace
que
que
lo
Pero
de B.
real dado B y F. Así, Hegel llama «relativa» a esta necesidad natural o real (WL, TI, 179) o
«ex'"terna» (EL, § 148), puesto que depende de alguna otra cosa.
ao
Pero también sabernos que las cosas están unidas a un tipo de necesidad absolut
tiene
no
es,
eso
porque
ente
únicam
es
io
necesar
incondicional. «Lo absolutamente
causa sui,
más allá ni contingencia ni fundamento» (WL, TI, 1 82). Esta necesidadenesnada
sa
puesto que el sistema de cambios necesaJ.ios corno un todo no descan necesario.exter
no de sí mismo, ni en un fundamento que fuera externo a la red de lo absurdo negar
¿Cuál es entonces la relación entre estos dos tipos de necesidad? Es
a»
la contingencia en cualquier lugar y sólo consideraJ.·la una «representación subjetiv
la
en
suprim
que
s
filósofo
los
a
Hegel
critica
fo
(EL, § 145, Adición). En este pa1·ágra
ente
simplem
es
así,
procede
que
ciencia
La
todo.
deducen
lo
y
contingencia totalmente
Pedantis
«malabarismos vanos y pedantismo acartonado» (eine Spielerei y ein steifer
por
Hegel
a
o
atribuid
es
mus, loe. cit.). ¡Precisamente un procedimiento que a menudo
sus críticos!
Al contrario de lo que hemos visto antes.. la contingencia tiene su lugar necesario. Su
corno
relación con la necesidad es lo que describirnos antes, al discutir el fundamento,
el
por
Pero
ad.
necesid
por
es
mundo
del
básica
ial
categor
ra
«intersticial>>.19 La estructu
exte
y
hecho mismo de que esto debe personificarse (las categorías de personificaciónes decir,
rioridad también deben tener aplicación), debe existir de una forma «externa>>, d. La
no todos sus aspectos muestran perfectamente la conexión interna de la necesidaentes.
superficie o los aspectos detallados de las cosas deben ser por consiguiente conting
Las cosas muestran conexiones que son simplemente por necesidad real cuando
auto está
nosotros seleccionarnos éstas de la superficie o los aspectos detallados. Mi
aconteci
un
es
Éste
hielo.
de
cubierta
calle
una
sobre
a
conducí
destrozado porque lo
n
hubiera
se
no
si
miento contingente. Este acontecimiento podria haber sido otro,
enconting
esta
Pero
día).
dado los factores diferenciales (p. ej. mi decisión de salir este
libremente «en la
19. Hegel mismo usa esta imagen cuando habla de la contingencia que juega
superficie de la· naturaleza» (loe. cit. ).
244
cia es evidente porque selecciono
la entidad correspondiente corno «un auto» aun
,
.
'
· ular, corno «IDI auto>>. Si lo considero corno una cosa finita entonces enti
, part1c
mas
· endo que debe desaparecer, aunque el día y la manera en que pasa sean conti aent
�egel lo expresa de la manera siguiente: nosotros vernos condiciones v realida�.,c�r:��l
ClOnada corno existencias separadas e independientes (selbstandio)
,
"' ' e� contraposicton
unas de otras, po:que cons1"deramos de .1a cosa el «Contenido limitado» (EL, § 148).
_ mas profundo, las condiciOnes
_
Pero a un rnvel
y lo condicionado están unidos int�rna
mente, de tal manera que son tanto idénticos corno diferentes. La forma que es ev1den, profundo es la de la condición necesaJ.ia: el auto corno cosa fi "t
te en e1 rnve1 mas
debe descomponerse algún día. Pero el c?ntenido en el nivel superficial 0 detallad��
muestra la forma. Por lo tanto, hay contmgencia: este accidente tiene lugar hoy.
•
•
_
·
De hecho la necesidad real es
�
an siclz también contingente . Esto se \uelve e\ident e, p
·
mero, del modo siguiente: la necesidad real es efectivamente necesaria en su forma, pero
.
· · da y tiene su contingencia por este contenido [WL, II, 1 80].
en su conteru" do esta
· 1Imita
Ya que el contenido es externo a la forma, es «externo» a sí mismo' es decir conr
gente (EL, § 148).
En esta sección Hegel no deriva la necesidad absoluta de la necesidad real· Mas
· b"Ien,
·
la neces1· dad mco
· ndic10na
da ha sido ya establecida, puesto que sabernos que estarnos
_
_
trat�do con un sistema
a�to-subsistente
de relaciones necesaJ.ias. Se pochia decir que lo
_
que �l muestra es 1� :elac10n entre las dos: su manera de coexistk Y aqui hav un punto
cruCial en 1� trans�_ c10n de lo real a la necesidad absoluta. La necesidad real e;taba unida
con la_ contmge�cia, pero sólo de modo inmediato. En esta etapa, «la necesidad no está
todavia deterrnmada desde si misma para la contingencia» (WL, TI, 179) .
es �e:ado a cabo por la necesidad absoluta. Ésta muestra cómo la continaen
. Esto
Cia
debe eXIs�rr, po: asi decir, producida desde sí misma. Pero entonces no sólo co:xis
ten. La r:eces1dad tier:e el lugar :nás alto. La necesidad real nos muestra consecuencias
_
nece�anas de condiciOnes
contmgentes. La necesidad es una isla en un mar de contin
g�ncia. �ero en la categmia de necesidad absoluta la posición es al revés. La contingen
cia es mas bien el ornamento que corre por la estructura necesaria de las cosas. �
_ se presenta corno auto-condicionada, corno dependiendo sólo de sí mis
La necesidad
ma.. Pero esto significa que la necesidad es finalmente lo mismo que la liber1ad. Nos
_
queJarnos habitualmente
de que la necesidad es lo opuesto a las acciones decididas libre
mente. La necesidad es ciega, mientras que las acciones decididas libremente ven su fin
(�L, § 147, Adición). 20 Pero la necesidad es sólo ciega cuando está unida con la contingen
cia, de �anera que no podernos ver la conexión entre los términos unidos. Sin ernb�·go,
hemos VIsto que esta contingencia es una mera superficie en la necesidad. Si esta neet;si
dad subya?en�e es entendida correctamente, se considerará totalmente transpaJ.·ente es
_
tando en SI rm�rna y, a decrrverdad,
no sólo la considerarnos transparente pa1·a nosotros
_
o al�a conciencia observadora, sino corno la emanación de la razón que produce la
t�talidad de lo real. Esto será transparente pa1-a una razón subyacente. Pero ésta es la
formula de la autoconciencia para acciones intencionales: lo qt;e existe es transpaJ.·ente
Pa:a ��uello que posee esto. Por consiguiente, la verdad de la necesidad, lo que es por
prmcipiO, es aquello que Hegel llama el concepto (EL, § 14 7, Adición, 332) . Y la estructura
del mundo Y la historia deben ser consideradas corno el resultado de propósitos.
m-
20. Cf. también «die absolute Notwendigkeit is daher blind» (WL, II, 1 83).
245
proY1dencia divina. Algunos filóso�os Y
Esto es lo que da sentido a la noción de
cia divina no hay lug� para l� nece:adad.
hombres comunes creen que en la providen
capricho ciego e i:racwn� » (e_mer blm�en,
Pero esto es reducir la prü\idencia a «un
el sujeto
Dws es Gezst. El es
eel
·· ., EL, § 147 , Adicr"o'n, 332) · Para Hea
.
n 1 1<UI
t osen "�"ll'
venn tll¡.r,z
d es su
srda
nece
la
eso,
Por
.
todo
nal del
que simultáneamente es la estructura racio
.
.
marca caracteristica, no una limitación en él.
comparaciór: con la antr�a rde� de
una
r
hace
para
ión
ocas
la
a
vech
apro
el
Heg
externa que parecm contra�ecrr a la .h?er
destino. Ésta era realmente una necesidad
rse con el destino, y� que no trene partrcrpa
tad. Pero la prmidencia no puede compara
a
ta
er;
c
en
to�
no
mo
dest
� está en que el
�_
ción de la necesidad. Más bien, la diferencia
q�e en la relig10n cnstrana
as
�
mien
esdios
o
acas
--o
os
sujet
o
_
los hombres com
que va mas alla de la muerte, as� que �oda
existe la idea de que el absoluto es el sujeto, y
d tiene
rsrda
o absoluto. Por eso, toda adve
nuestra vida está unida con la \ida del sujet
nos
que
vez
una
os uno con no�otros,
_ t es la
esta consolación, ya que, en un sentido, som
E
to.
l
abso
o
y vehículo del sujet .
�
��
vemos a nosotros mismos como emanación
cra se distmgu�
'ld
prm
l
ión
olac
cons
o
�
com
y
,
�
iana
�
crist
«consolación>> de la religión
d. Nuestro desti?o partlcrpa de l� necesi
del destino, y no por la ausencia de necesida
_ bren de una necesidad que
rutable, mas
dad, pero no de una necesidad extraña e inesc
amos parte y por eso nunca estamos en
expresa la subjetividad racional de la que form
el exilio, sino siempre bei sich.
la r�li�i?n c�stiana está en que Dios mism?
Con mayor precisión, el poder de consuelo de
tmdad mclu�e el momento de la p�
subje
la
y
se conoce como la subjetividad absoluta,
ocrda como algo ��� no solo
tra particularidad es recon
cularidad, por lo que también 11ues
presenra [EL, § 1 47, Adicwn, 334] .
es negado abstractamente, sino que al mismo tiempo se
Sustancia
a y más importante tri�da del libro
De la necesidad absoluta pasa Hegel a la últim
la relación entre necesrdad absolu
En
sobre la Esencia, la cual llama relación absoluta.
de la categoria de Concepto. Pe�o Heg�l
ta v libertad vimos que pasábamos por encima
idad co� su� elem�ntos, y asr deduCI
primero queria profundizar la relación de la total
s de la expenencm kantranas, con los conria e incorporarla en su sistema las analogía
.
ceptos de sustancia, causalidad e interacción.
n de un sistema auto-sub�rstente de
El libro de la Esencia comenzó con la concepció
te con el Infinito. En todo este li?ro Hegel
cambios necesarios que se estableció básicamen
n. Primero mostró que un sistem� de
ha estado eludiendo las implicaciones de esta noció
:, do?_de cada elemento debe ser explica
este tipo es una totalidad de conexiones necesaria
cacion adecuada �ebe expon�r su �ece
do desde la cadena completa, puesto que una expli
completo de co��xron nec�arra. De este
sidad, pero su necesidad sólo fluye del sistema
to que la �erivacion necesana de las cosas
modo aprendimos en la dialéctica del Fundamen
al relacionarlas con el todo del que ellas
desde la razón suficiente sólo podria ser satisfecha
de la Esencia es relacionar este todo con la
son una fase. Desde aquí hasta el final, la tarea
multiplicidad de elementos.
iedades, de la ley, de la f�rma Y el
A través de la dialéctica de las cosas y las prop
lo interno y lo externo, descubnmos que
contenido, del todo y la parte , y finalmente de
e ser visto como una fuerza separada de y/o
el todo de la conexión necesaria no pued
246
detrás de la diversidad externa puesto que la contradicción, que es el motor del m0\'1-·
.
· afecta a toda la realidad. Así, la conexión interna de las cosas 1
miento necesano,
·
totalidad, no puede estar detrás sino que debe ser inmanente a la realidad externa. st
es lo que se expresa en la categoria de la Wirklichkeit. La necesidad fluye de las cosas
mismas, y así se manifiesta en ellas.
Pero al mismo tiempo, ella puede pensarse como omnímoda y omnipotente, sólo
porque la unidad interna no está separada de los elementos externos. Para la extensión
en la que estuviera separada, la potencia unificadora que ejercerla no seria total por
que escaparia algún aspecto de los elementos externos. Si ella conformara la realidad
externa desde el exterior, entonces la existencia original de esta realidad seria presu
puesta, no derivada de la necesidad. Pero si la potencia unificadora está totalmente
i�anente en las cosas, entonces ellas están completamente bajo su influjo. Su influjo
es simplemente la manifestación de su potencia.
Además, una necesidad omnímoda es absoluta e incondicionada en el sentido de
que no cuenta tan sólo con premisas dadas. Del hecho de que la necesidad sea absoluta
se sigue que tratemos con un sistema auto-subsistente de los cambios, moviéndose por
la contradicción y, por consiguíente, surgiendo de la necesidad.
La realidad es desplegada por una necesidad omnímoda e incondicionada. Esta ne
cesidad puede considerarse como una sustancia subyacente a los «accidenteS>> de la rea
lidad externa, más, una sustancia que despliega estos accidentes. Esto es la potencia
sustancial (Macht). De este modo llegamos a la concepción de Spinoza, la cual es lo que
realmente Hegel desarrolla aquí al escribir el final de la Esencia. La sustancia es la tota
lidad de sus accidentes y esta totalidad es desplegada en cierto orden o estructura, ya que
la sustancia es la potencia que subyace a este despliegue. La totalidad que está presente
en nuestra dialéctica desde el final del capítulo del Fundamento, ahora llega a tener la
cualidad de la actividad y llega a ser vista como lo que pone activamente la realidad
externa, un rasgo que siempre estuvo implícito.
Esta susbtancia ya remitía al Absoluto que abre esta última división de la Esencia
en WL. En ambas lógicas aparece claramente en el primer término de la última macla.
Una vez que ha llegado al concepto de Actualidad, Hegel tiene que aclarar qué impli
ca esta unidad entre la cohesión interna de la totalidad y su multiplicidad externa. En
primer lugar; estableció la relación de contingencia y necesidad, mostrando que la con
tingencia misma emana de la estructura necesaria de las cosas y no de alao externo a esta
estructura. Pero esta relación fue puntualizada en la abstracciÓn de la �odalidad, como
estaba en la fase discutida aniba. Aún queda por justificar en la forma concreta, lo que
deberia ser evidente en nuestros términos más concretos de relación, la causalidad.
La última fase está dedicada en su mayoria a la causalidad. Pero la causalidad es
vista en el contexto de la concepción de la unidad de todas las cosas en la sustancia.
Hegel trata el concepto de la interacción y de ahí establece la última macla como un
tipo de reminiscencia/comentario de las analogías kantianas. Pero esto es enaañoso v
desafortunado. Como Hegel se ve forzado a de;ir en EL (§ 1 56, Adición), la int:racció�
termina siendo un término inexacto.
El punto de partida del capítulo de la Sustancia no es artificial. Tenemos la concep
ción derivada de Spinoza de que todo está puesto por la potencia sustancial. La necesi
dad absoluta es relación absoluta (WL, II, 1 85). Es el ser que es porque esto es, lo cual
es la mediación absoluta de sí mismo consigo mismo. Los «accidentes>> son realidades
independientes, las cuales, aunque están relacionadas internamente, son la potenciali
dad para la actualidad de uno al otro, por lo tanto tienen la determinación que pasa de
;�
247
re ellas,
da, sino una potenciatrusob
ara
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ida
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una
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uno a otr
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siguiente, la potenciason vistas com
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La
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les
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les externas, las cua
ga y por tanto suprime las entidades sustancia
sus <<accidentes» . es la necesidad, la potencia que es totalmente manifiesta. Éstosa
Pero la sustancia nte en la creación y la destrucción de los accidentes. Y est
es desplegada totalmeidades subsistentes. Esta misma potencia debe también ser conla
<<accidentes» son ent
e entre las entidades, pero ésta es
con
que
ad
esid
nec
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o
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el
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com
da
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relación de causa a efecto.
Causalidad
entender,
básica que tratamosos de
n
ció
rela
la
n,
ció
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esta
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mo
era
sid
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narse. ¿Cómo juntam
cio
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amos esta relació cesal. Pero inm
cia subsistente? Si tom
pro
interna con la real dife-acren
ntuamos la unidady por lo tanto que dee
cidentes, entonces ace
relación de sustancia
;
s son auto-sostenidos
os que los accidentesal
diatamente recordam
de este modo regresa
Y
o.
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ent
s
nte
ide
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, ser lo que es porque esto es. erlo logrado. La naturaleza
es definida como cauysanosui
hab
claro cómo Hegel pielansa
salidad
Esto no es fácil, unestá
ción. De hecho, la cau
nsi
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que
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o menos
ente de
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de la relación es quizásestas poc
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es vista com
la exterioridad. Estaencauuna
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nife
ma
relauna
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las cos
sí misma a su inclusión
de
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com
a
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es
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d.
s esencial de la totadelidaque
s que son sólo
ción más profunda, má
está entre los término
a en el sentido aprend
hay relación
no
La causalidad es extern
,
me
Hu
desde
emente. Como hemospara la conidocien
es el fin de
esto
ca
relacionados contingent
púi
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Per
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es sólo el reflejo de una
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Heg
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fun ento de
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para las cosas. Su seren
o
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dam
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las cosas sigue un ord esidnec
que la propia estructuranecdeesid
uiere
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nec
las cosas es el hechoasdeestá
ad -pero esta transpareq
ectadas por
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ent
despliegue. Las cos de estan con
am
no es pur
exión sea aflojada-osy en
.
una e:xi:erioridad donen las coscon
dad
sali
cau
as. Esto es lo que vemaspectlaos de la causalidad que pare
totalmente reflejada bas lógica
tando dos
un lado, la
Hegel empieza am como slapreseñsen
más profunda. Por ent
dad
uni
una
de
al
leza
ura
nat
e térmi
su
ejar
tam
cen refl
en la necesidad, y ellososcier
pensados como unidos
tenido
con
un
ver
causa y el efecto sonhay
ta podem
efecto y viceversa. Has. Cua
lluvia
la
que
s
imo
nos conelativos: no el cuacaul essaelsinpun
dec
de su encuentro inondo
dad
uni
la
eja
refl
simple que los une, la humedad aprtou·ec
o
Est
s.
e en ambos térm
hu
í
aqu
o,
ntic
idé
humedeció el pasto, o evidentemente esto
ino
térm
El
o.
tod
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Per
.
uno
dos
a
los
cad
interna de
rentes, de los cualesmutuamen
bos lados en términomes dife
medad, es incrustadoes,ennoamrela
con la humedad o de agua, la
nte
rna
inte
s
ada
cion
dad
pie
pro
s
otra
e
tien
la humedad, en la forma
te. Que la lluvia humedezca el pasto nos dice que
248
�ual cae �el cielo, es la responsable de este estado de humedad _del ��, sped. Esto es lo
mfon_nati;o y no la referencia tautológica a la humedad. L exphcaciOn por una causa
debe Ir mas allá de esta tautología, y esto es su exteriorida� .
. d interP?r lo tanto, tenemos en causa/efecto. una relación que I:efleJa una Identida
na, sm embargo se provecta en la extenon'dad mutua. Esta. lectwa- de ¡a causalidad es
ademas, reflejada en el tratamiento de Hea�e1 ��� e1 Ao�encml regreso al infinito de las
c�usas y el progreso de los efectos. Que ] c a Ciente ���ca sea completa exige
siempre más términos, tanto para la ex�licación d: 1a 1ra;sic;on entre causa y efecto,
como para explicar la ocurrencia de la ausa misma. o o e ecto es también en otro
aspecto una causa, y toda causa un efecto Heae] c�rr¡enta es�o, mostrando la identidad
de la causa y el efecto. Como esta identid�d es""aqw a ectada esde la exterioridad, llega
en la, forma de una serie interminable· Cada causa es efecto' pero so'l o de otra cosa' no
de SI misma
. e igualmente cada ectecto es causa
Al haber alcanzado un progreso infinito ;odemos ver que es el momento para
que Hegel se ocupe de transitar a un nuev. , ; P1�no y procede a hacerlo a través del
término bastante inadecuado de interaccwn .. E argumento es que cada efecto tam, avu
· ¡a causa, de tal
bién ayuda a determinar a él mi'smo,C:v tambp1en
. da a determmar
ón
i
e
d
o
mo o qu no hay sólo acc ón sin re cci ��o la acciO. , � y 1� reacción de Newton
no es realmente lo que Hegel tiene en mente�q como la smtesis. y esto lo deja claro
n ordmana
· · a menudo ha recuen EL (Adición a § 1 56) donde destaca que 1 a reflexió
. . explicar
un tipo de causalidad de
mdo a esta categoría de interacción' cuando qwere
o
n
a.
fu
d
una totalidad
q�e
es
mucho
más
pr
.
revelan ampliamente que, es esta �ausalidad de una totalidad: la relaSus eJemplos
ción entre los óraanos v sus funci_ones en un oraamsmo .v 1a re1aciOn por un lado entre .
1as leyes de un pueblo v las costumbres , y por el �t;o su constitución. Los comentarios
en esta Adición son cl�amente:�e:����� r��aciO�con el pa�aje en WL (II, 1 93-1 94)
donde Hegel dice que las relacio e
s p e s�; aphca�as globalmente a las
menciOnada, hablando de
relaciones en el ámbito orgánico o espiritual
n ya A�
. ICIOn
. , con su. Econstituc'ó
H
I
n,
ege1 apunta que ellos no
las leves de los espartanos en relacwn
pueden ser tratados sólo como térm·������. d �end'Ientes de una rela_ción causal, sino
o= e un tercero, una entidad más alta, su
que cada uno debe ser visto como m
<<Concepto» (Begriff) .
. desde la totalidad La
Hegel se refiere a lo que vo he llamado 1a causal'Idad vista
encontramos en el ámbito do�dr e ap1'Icamos la e�plicación teleológica (en el, sentid� de
teleología interna)' o donde I·n, ocamos las relaCiones de sentid. o. ASI, podríamos explida en una pmtura por su papel en la
car una nota dada en un étude o una incelada
. da
al. que ayudaron a constituil: O -más
estructura completa del retablo musfcal o VISU
controversialmente- podrí �; tr��a: de e�phcar �na práctica dada o una institu
ción de un pueblo (la consti�� n e rtana por su ugar en su manera completa de
viv:ir, de la_cual la parte es expresión.
. fuerte, es decir� una
Es obvio que aquí estamos tratando la totalidad e� un_ sentido
totalidad cuya especificación no podría ser dada en termi�os de la descripción de los
elementos particulares, sino por el contrario d nde esclru ecemos la naturaleza de estos elemento: al revelar su relación con el todo�
Era este tipo de explicación el q� pr�porcwno, 1a razón suficiente por la cual resolvimos el dilema del Fundament o. po em_os_ ver que no puedep ser entendida como
part'Iculares. ore1 contrario, expliuna relación causal urúlateral entre caractenst1cas
ca una característica particular por 1a referenc.m a 1a totalidad, una totalidad de la cual
.
·
·
�
•
o
.
•
.
o
.
'
· '
.
·
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.
24 9
esta caracteristica es una parte esencial, a fin de que el explicandum en este modo de
explicación no sea distinto del explicm1S. Pero incluso no es adecuada una explicación
en términos de causalidad recíproca, acción y reacción entre elementos de un sistema,
ya que pierde el factor crucial, recurriendo a la totalidad.
Según Hegel éste es el tipo de explicación apropiado para la vida orgánica y espiri
tual. Pero es también el tipo de causalidad implícita en la concepción derivada de
Spinoza del universo como sustancia. La sustancia es la potencia desplegando las enti
dades particulares en el mundo. Ésta es una totalidad que puede ser pensada como
causa sui porque ella se desarrolla según una necesidad interna. La existencia de los
elementos particulares es explicada desde la necesidad global. Podemos ver esto más
claro remitiendo a la anterior concepción de Hegel. La estructura del mundo, la cual
contiene la materia, el tiempo y el espacio, la vida en todos los niveles, el espíritu finito,
todo esto puede ser visto como necesariamente existiendo por seguir el requisito de
que sea el Geist. Pero entonces la existencia de todas estas caracteristicas debe ser
explicada por la fórmula completa de la necesidad de la que ésta es una parte esencial.
La parte que resulta ser necesaria, no obstante, es precisamente la realidad que está
constituida de partes extra partes, la cual es externa a sí misma. Donde la conexión de
toda realidad con toda realidad ya no es totalmente transparente, o reflejada transpa
rentemente. Pero si es que hay exterioridad real, no es suficiente con que esta conexión
no sea visiblemente necesaria, es decir, que ella seria totalmente necesaria de hecho,
aunque sólo no transparente. Ella debe ser conexión real que es menos que totalmente
necesaria conceptualmente. Éstas son conexiones reales y, por consiguiente, necesa
rias en un sentido, pero esta necesidad es «real>>, no absoluta. Su necesidad es depen
diente y por consiguiente unida a la contingencia. En otras palabras, como vimos an
tes, debe haber contingencia. Y esta conexión contingente se mantendrá entre las enti
dades (p. ej. la calle resbaladiza y el parachoques aplastado), que mutuamente son
independientes realmente, en el sentido de que su participación en esta relación no
forma parte de su concepto.
Éstas son relaciones causales. Corresponden a cierto modo de considerar las cosas,
pero también de considerar cierto nivel de realidad. En algunos aspectos, las cosas sólo
son entendidas como conectadas por relaciones causales. Pero una vez que nos move
mos a otro nivel, tenemos que ir más allá de esta relación entre términos independien
tes y entenderlas desde la totalidad. Tenemos que ir más allá de la causalidad. Esto es lo
que para el entendimiento ordinario tiene grandes dificultades, y cuando está realmen
te pegado a un sistema, tiene que recurrir a la interacción, la cual es simplemente la
relación recíproca de términos particulares.
Ahora llegamos a la representación más concreta de totalidad, la cual sin embargo está
formada de realidades independientes. En cierto sentido, como avanzamos en la Esencia,
las realidades externas adquieren más independencia, más realidad (más Selbstiindigkeit).
En el Fundamento, todavía eran sólo propiedades opuestas, las cuales serian fundamenta
das. Lo que surgió del Fundamento, eran o podrian ser entidades pero en la Cosa todavía
estábamos tratando con las propiedades. Desde la Apariencia ha quedado claro que trata
mos con las entidades separadas, y por lo tanto se ha considerado el aspecto de su exterio
ridad. Y como pasamos a la Wirklichkeit, enfatizamos esta independencia y, en consecuen
cia, esta realidad externa no es ninguna sombra detrás de alguna realidad verdadera, sino
que realmente tiene la solidez que parece tener. Aquí alcanzamos la solidez más completa
del ser externo. Y esto es necesario para el sistema, ya que hemos visto que es un sistema en
el que lo interno, el Geist, sólo puede existir en la realidad externa. Por consiguiente, la
realidad de lo interno depende de la solidez de lo ex-temo.
250
Por esta razón no puede ser reconciliada la necesidad interna y la realidad externa
·
La realidad de la exterioridad debe mantenerse Asr', por esta
a cos ta de la últrma.
'
razon, a total'd
1 ad de1 Fundamento podria encontrar la razón suficiente de to do, trene
.
que estar acompana
- da con a die1erencra real de fundamentos particulares y fundamen
.
.
to. El srs:ema de la �e:esrdad abs luta no sólo tiene que estar acompañado de contin�
.
"'encra,
smo producrr esta necesanamente desde sí mismo ' Esta relacr'o'n de opoSlClün
cr
· ·,
. .
· de presuposrcron
, .de lo que vuelve en la subordinación, es expresada 0
Y dependencra,
lucha por ser expresada en la dialéctica de la modalidad.
Pero ella llega a su plena expresión, la más concreta, en la dialéctica de la causali
dad. Aqu:_ podemos ver una exterioridad real de causas y efectos particulares, una
_
_
�ultrplicrdad mnumerable de semejantes relaciones, pero lo que forma parie de un
srste�a sólo puede ser explicado en su estructura desde la totalidad. Además, esta
.
tot�rdad, siendo
regulada por la necesidad y requiriendo que haya exterioridad, nece
sanamer;-te pone a la causalidad como un tipo externo de necesidad que une necesidad
_
con contmgencia.
Por lo tanto, tenemos la relación ascendente y descendente: la causalidad externa
no puede explicar suficientemente la totalidad, yendo simplemente a un regreso infini
to y remitiéndonos más allá de sí misma par·a explicaciones de la totalid;d. Una vez
_
mas, esta �otalrdad
nos demuestra la necesidad de esta causalidad externa. Así tenemos
_ concreta del tipo de relación total que hemos estado evocando para relle
la expreswn
nar la anterior discusión tan abstracta de la modalidad.
L tr sición desde la causalidad muestra el movimiento ascendente. Como men
. � �
cwn� arrrba �o es clar·o si esto es considerado como un argumento con validez inde
�endie�te o srmplemente aplicado a la conclusión del argumento anterior de la causa
lidad. Crer:amente la transición tanto en WL (II, 1 98-202) como en EL (§ 1 54) sugiere
mucho mas una lectura de la relación causal de su concepción ontológica.
Hegel no invoca el regreso infinito como un argumento. Más bien presenta como
un resultado de la exterioridad de lo finito (EL, § 1 53, Adición). La causa y el efecto son
realmente uno <<en su concepto>> , pero una causa dada en la realidad finita es sólo un
efecto en otra relación. Así la calle resbaladiza es la causa de mi abolladura en el para
choques qu � un efecto, pero de alguna otra cosa, p. ej. el granizo.
��
La tran�JCión en WL recurre a lo que hemos aprendido en las categorias anteriores
de la Esen�Ia. La causa parece operar en el efecto como en otra, sustancia pasiva. Pero
la sustancia pasiva qu sufr la fuerza externa es tal que su naturaleza es puesta por
�
�
otra cosa. <<La sustancra pasrva, por la operación de la fuerza, sólo es puesta como lo
que es en verdad>> (200). Los efectos resultan ser algo que funciona por sí mismo. Pero
entonces est reacciona en la primera sustancia, la cual ya no puede ser vista como
�
_ actrva, como causa única. Así llegamos a la acción y la reacción, y precisa
sustancia
_
�e.nte Hegel pasa a la totalrdad. De este modo, el progreso infinito de la causalidad
finita es el <<retroceso>> en sí misma en una «interacción infinita>> (202).21
' 1
1
·
1;
2 1 . La c�mpleja discusión de este pasaje (WL, II, 1 98-205 ) es mucho más fácil si lo leemos con
uno
los eJemplos paradigmáticos d� He�el acerca de la causalidad desde la totalidad, p. ej., la
.
relac1?n en_t�e la costumbre y la constitucwn de un pueblo, y también si lo leemos junto con la
recap1tulacwn del comienzo del Libro m (WL, II, 2 1 4-2 16).
La sust�cia se vide en dos, en articulación. Así, el espíritu de un pueblo tiene que personificarse
en una _totalidad articulada de la constitución, las costumbres, el modo de vida, etc. Por eso, los espar
tanos tienen leyes y costumbres, y una constitución. Nosotros tomamos el ejemplo de la causalidad
entre la costumbre Y la constitución. Aquí tenemos dos términos y tiene que haber esta dualidad.
��
�
25 1
esta transiciones subyacentes a
algo de las considera
a
de
alu
gen
ima
un corte en
ma
Esta últi
sal sl·mplemente forma
.
eficiente cadena cau
una
en
sas
s amp1io
cau
de
má
e
n
sen
rge
,an también tomar un ma
ción. La
resupues os po
�
es
cul
juntos,
parti
B
.
y
A
Los
d.
por
do
la realida
smo el sistema forma
mmo A pro uce
ter
el
ar a
o
pas
sól
a
r
do
era
iga
sid
obl
con
á
v no
est
_
o ace esto ' entonces
� A v B v otros términos juntos. Pero Sl un
as.
interacción de las cos
um co cepción de la
ru;
�
;nh
; ;;_
.
t, frente a la flaqueza y
eces1dad de cierto Geis
· para e:·1:presar 1a. n .
obligatona
rna
en la costumbre, esta
exte
'""
sado
lev
la
-nre
e;..
tir
·tu
exis
'
Debe
rto espm
.
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Esto está sin duda bien fundado. Si uno muestra que la presión de un gas estaria en
función de su temperatura, esto es un corte en un sistema de elementos interactuando
respecto a la presión, la temperatura y otras propiedades. Alcanzamos una explicación
más completa pasando a este nivel sistemático mayor.
Pero, evidentemente, pasar al punto donde uno considera el sistema en la interac
ción, no implica que uno llegue al punto donde expliquemos las caracteristicas del
sistema desde la totalidad. Podliamos permanecer dentro de los límites de la buena v
vieja causalidad eficiente, como en la teoria de los gases ejemplificada antes. La necesi
dad de pasar a la causalidad desde la totalidad es algo que debe ser establecido inde
pendientemente de la necesidad de pasar a la perspectiva de la interacción sistemática.
Hegel admite claramente esto en la Adición al § 1 56 de EL.
Parece que una vez más tenemos un caso donde Hegel está seguro de una transi
ción ascendente, porque ya es dueño de ella. Lo que nos da es sólo un indicio y señales
de la realidad superior, la cual deberia ser una emanación de la inferior. Y habria que
tomar esto como una prueba. La necesidad de avanzar a la interacción o a la perspec
tiva sistemática podlia verse como una señal del Concepto, pero esto no ha sido esta
blecido. Esta convicción descansa en otro lugar. La transición de la interacción hacia la
causalidad, desde la totalidad, está ya ahí y está fundada en el anterior argumento
completo de la Lógica, en la concepción de la Esencia como la totalidad, cuyas partes
siguen una a la otra.
De todos modos, con esta expresión más concreta de la concepción de necesidad
puesta en la contingencia, llegamos a la expresión más detallada de la lógica objetiva.
La Esencia es ahora una con el Ser, pues ésta es manifestada totalmente en el Ser. Lo
que no necesariamente se manifiesta directamente, a saber, las relaciones contingentes
son todavía su manifestación, ya que esta contingencia misma es necesaria. Por lo
tanto, tenemos una serie de relaciones entre las cosas, las cuales están relacionadas
con lo mismo. Tenemos que explicar al ser inmediato, aquél del sistema completo.
Nosotros tenemos realidades subsistentes que están, no obstante, implicadas en una
auto-relación infinita, una identidad (EL, § 1 57).
La sustancia es como la necesidad interna, la cual pone la realidad externa en la reali
dad del Concepto. El Concepto es una necesidad conceptual interna que produce o emite
una realidad externa que la ex-presa. El desarrollo final de la Sustancia -o como lo llama
Hegel la verdad- es sucesivamente la verdad del Ser y la Esencia -es el Concepto.
La verdad de la Sustancia es el Concepto -la independencia que es un impulso de sí
mismo saliendo de sí mismo hacia unidades distintas e independientes, en tanto este
repelerse es idéntico consigo y este movimiento recíproco permanece auto-presente
siclz selbst bleibend].
solamente es interacción consigo
[bei
[EL, § 1 58].
Por lo tanto, tenemos acción y reacción. Pero este paso a su tUI11o debe ser superado rápidamente,
pues nos dimos cuenta de que no tratamos con acciones y reacciones mecánicas de té1TI1inos separados.
La verdad es que los té1TI1inos IZO están separados, cada uno es interno al otro. Cada uno se mete en el otro
<<tmiéndose con él mismo» (gelu nzir sich selbst ztzsammen), o <<la causa [... ] está relacionada con el efecto
por él mismo como causa» (WL, II, 203). O cada uno permanece idéntico con su otro (216).
En otras palabras, lo que hemos visto e s que e n cierto sentido cada término está e n el interior del
otro. No podemos conseguir una concepción propia de cada término sin considerar su relación con
los otros, sin considerar cómo los otros entran en lo que esto es. Lo que tenemos realmente es un
todo, un espíritu del pueblo, el cual existe a través de todos estos variados aspectos y su relación.
Esto es lo que reaparece en la definición de cada uno de estos aspectos, y por lo tanto lo que hace tal
cual que cada uno esté en el interior de los otros. Ésta es la sustancia.
253
252
Pero el Concepto como una fórmula conceptual interna que produce un mundo de
acuerdo con su propia necesidad interna, nos tiene que conducir más allá del ámbito
de la necesidad ciega hacia el ámbito de la subjetividad, de la libertad. Nosotros tene
mos una necesidad que es omnímoda y absoluta, la cual descansa sólo en sí misma y es
totalmente transparente. Ella produce un orden de sí misma desde una necesidad que
es su propia naturaleza. ¿Qué puede ser esto, sino libertad? De ahí que <<La verdad de la
necesidad es... libertad» (loe. cit.).
En la Adición a este parágrafo Hegel vuelve a la relación de necesidad y libertad. La
conciencia común contrapone uno frente al otro. La necesidad parece muy dura por
que decreta que lo que yo soy, inmediatamente debe perecer. Pero la libertad real no es
rep1imida en esto, sólo la voluntad arbitraria (Willkür, <<la libertad que es aún sin con
tenido y meramente potencial>>, § 158, Adición). Pero la libertad verdadera es alcanza
da penetrando bajo las transformaciones impuestas por necesidad. La libertad de un
hombre civilizado no es encontrada en el desafío de las leyes que necesitan obligarlo a
ser otro del que es, sino más bien encontrando su propia identidad en este cambio, en
esta transformación de sí mismo. Entonces, él entiende y vive la necesidad racional
que corresponde a su propia naturaleza, la cual llega primero a guisa de necesidad
externa, pero esto significa que es libre siendo racional y su propia necesidad. La liber
tad tiene su vida en la racionalidad, es decir, en la propia necesidad del hombre. Pero
esto exige la transfmmación de lo que uno es inmediatamente. Esto podria parecer el
hombre primitivo como una imposición externa, una restricción de la libertad. Seme
jante hombre está viviendo en el nivel de la contingencia, de la pura exterioridad, como
si fuera una cosa. Pero la naturaleza del hombre como el Geist es vivir la negación de su
naturaleza inmediata, la cual sólo las cosas toleran; por lo tanto, niega esta inmediatez
y hace de sí mismo otro, y encuentra su libertad en la necesidad.
La necesidad es la forma externa de la libertad. Y ya que vivimos el exterior frente al
interior, ella es presupuesta. <<La libertad tiene la necesidad como su presupuesto, y
contiene ésta como suspendida [aufgehoben] dentro de sí misma>> (loe. cit.). Quienes
no han captado esta interioridad no podrán entender. El criminal ve su castigo como
restricción de su libertad: pero su castigo no es una fuerza externa, sino la manifesta
ción de su propia acción. Una vez que reconoce esto, se comporta consigo mismo
como un hombre libre (loe. cit.). Esto es lo que Spinoza llama el amor intellectualis Dei.
Al haber llegado a esta libertad nos dirige ahora al sujeto, así que el siguiente libro
de la Lógica, tratando el Concepto, será la lógica subjetiva. Esta libertad que es una con
la realidad, como existente es el <<Yo>>, <<como desarrollándose hacia su totalidad que es
el espíritu libre, como sintiendo, amor, como goce, dicha [Seeligkeit]>> (EL, § 1 59).
254
CAPÍTULO XIT
EL CONCEPTO
Al haber llegado al suje
. . , n de explicar
el está ahor
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lo que
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sólo apareció impücito ento,elHeg
libro ant o� ;;_Im�� �ue las ca:egoríasendedetalalleEsencia
como opuestas a las del Ser hacen
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Ahora esta referencia se hace expürefe
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esta
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Esta es la pnmera justificación ara llamar a esta seccwn
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to de partida en la Lógica,es
la cual es una dialéctica de c�tegorí� ero
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cual dice que <<pertenece a laianamásbásicafund
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encontrada en la crítica de la razó�>�CWL �y2�� e�ace �aa con
un giro que Kant hubiera
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recibido con horror. Esta unidad on�
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esentaciones diferentes
y les da objetividad es decir las relacwna con un ob�etoai Las tui
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· e� �omo conteni
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do de nuestra experiencia no tienen objetividad' pe�? canzan lacw�
obje
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Todo esto es kantiano. Pero Hegel le da un significado totalmente .
diferente. Don
Kant se equivocó, dice, fue en cons
� del _
r la. unidad
objeto en el pensamiento de dela
apercepción trascendental como fenóidera
esto � la cosa en sí, incognoscible.
y conforme a esta idea básica la . ,m�s�p¡e, oput�go
fue onsdiderada una forma
simple, la cual sin contenido ;erí�:��� Es:::::: :rua na
�ena a con la intuición
ue
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externa a fin de generar conocimiento real o?OClillle
. . nto ¿e objetos
(f�?oménicos).
Para Kant la operación del Conce to ��m� qu e_sperar la recepcw
de la intuición
complementaria. El Concept
o actúa �obre �: �tu�icwn, por 1? qt�e presnupo
ne la intui
ción sensible, la cual tiene que
dad, a � � �ente. �n t�rmmos hegelianos,
tenemos un ascenso que no se invser
re on � que lo mfenor es producido desdaquí
e lo
superior, ya que no es autosuficienierte
El tema de la disputa entre Kantte.HY 1 � ����
, �egtl ce�
� U: _la idea_de Kant de que
la realidad o la objetividad sólo está Jon;::l a
e
a
U:�
c�on sensible es estructu
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válido sólo para
nuestro conocimiento del. mun
do, esdecu;_P para los fenomenos y noera
para las cosas en sí,
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·
255
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la necesidad raciOnal. Lo
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siguen desde el pensamient o, siendo estructuradas
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q�e para Kant pasaría por la verdad de nuestr
ad de conoCirmento.
facult
a
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las
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.
. .,
por lo tanto concepto.
a saber, su mtmciOn
Pero entonces el otro lado del conocimiento junto al concepto,
cida por el Conce�to: �ues
complementaria, no es dada separadamente. Ésta es pr�d�
ace ca de la obJe:I�dad,
ta por él. Aquí es donde Kant se equivocó. Todo lo que el dice _ �
solo tiene el proposito de
su dependencia del pensamiento y de la unidad del «Yo»,
como es. .
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o muy diferente al de la
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un
Obviamente estamos tratando el Concepto en
o común es un instru
sentid
el
para
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compr
para
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Nuestro uso del concepto ocUire sin prejuicio de la natura
subyacente a la realidad, el
Por otro lado, el Concepto para Hegel es un principio activo
.
,
cual hace de ésta lo que es.
el sentido comun es
La segunda diferencia relacionada es ésta: el concepto para
a ésta. Encontrarnos una
una absu'='acción. Su universalidad está estrechamente unida
concepto hace esto por
el
y
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simila
casos
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palabra que aplicar a una gran cantidad de
Hegel, el Concepto es
de
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conce
la
en
Pero
ades.
abstracción de sus particularid
o, puesto que no .es �ólo
quien produce la realidad que corresponde a éste desde sí mism
ce a lo real. Por consigmen
un contenido en nuestra mente, sino el principio que subya
de él. Como Hegel lo dice:
te es un universal, pero uno que tiene la diferencia dentro
s! �sm�, «el Co�c��
esde
?
es
p;oduce las particularidades que son sus manifestacio�
Y la multiplicifinitas
nes
unacw
deterrr
las
to (es) el fundamento y la fuente de todas
. .,
.
dad» (WL, II, 227).
en la disposiCion del
Por lo tanto para Heael la mejor representación del Concepto
"Yo" es el Concepto
mundo es el «Yo». Yo p�dría tener conceptos particulares, «pero
n, WL, II, 220). El
(Dasei
puro mismo, el cual como Concepto ha llegado a la existencia»
abstraerse de
puede
y
misma
sí
a
como Hegel explica es una unidad que es idéntica
e �í :�
De�en
ad.
dentid
auto-i
su
en
e
toda deterrnin;ción particular para concentrars
es mdivi
alidad
person
otras
de
te
diferen
,
laridad
versal. Pero al mismo tiempo, es particu
e�te
meram
�
s
no
«YO»
del
lares
particu
as
eiistic
caract
?
duales. Lo importante es que las
qUien
,
carlas
ellas y modifi
dadas, sino que corresponden a un ser capaz de abstraerse de
más allá de todas ellas.
está
que
ad
identid
una
tener
de
o
sentid
el
en
es también libre
auto-identidad uni;e:
esta
por
Estas características pueden ser vistas como afirmadas
de estas �aractensh
alguna
desde
da
se
sal. Al mismo tiempo, mientras que la libertad
ser sm alguna u
puede
no
que
ya
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caract
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particular.
lo
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estable
debe
sal
univer
lo
e�o
oh� característica afirmada, por
l
es � r:nás . c�ara Y
El espíritu finito es así la manifestación del Concepto, la .cual
espmtu fimto �o
lar
fácilmente asequible. Pero no es el más alto, puesto que un particu
En la propia
ente.
totalm
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puede retirarse él mismo de sus características y cambi
debe ser el
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Conce
del
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embargo,
Sin
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de
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compl
a
espíritu finit;, como representado en el sistem
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"y0,
256
entre entidades finitas, el espíritu finito es obviamente el mejor, seguido después por
los seres vivientes.
El Concepto es así el universal que desarrolla la particularidad desde él mismo.
Este desarrollo es contrastado con la transición simple (übergehen) del Ser, o la re
flexión (Sclzeinen) de la Esencia. En el primero, el primer término desaparece al hacer
se el modo para el segundo. En la Esencia, el primero nos refiere a un segundo que no
es él mismo, pero en el Concepto, los nuevos términos desarrollados desde éste perma
necen totalmente idénticos con él. La imagen que Hegel usa en EL (§ 1 6 1 , Adición) es la
del plan cada vez mayor. Éste se desarrolla y articula por él mismo. Para comenzar es
ella la fuente indiferente del último despliegue. Éste es el Concepto en el otro sentido
hegeliano del germen o forma no desarrollada. Esta fuente indiferente es por consi
guiente como el universal que es abstracto e indiferenciado. Pero contiene la potencia,
ciertamente la necesidad, para crecer y producir el particular desde él.
La pregunta surge naturalmente y Hegel la acepta en EL (§ 1 60, Adición). ¿Por qué
usarnos la misma palabra aquí para lo que nosotros comúnmente llamarnos concepto
y para el Concepto de Hegel? ¿No provoca simplemente malentendido y confusión? La
breve respuesta consiste en que las dos nociones, una del lenguaje común y otra del
especialista hegeliano, no están tan apartadas como podríamos pensar. Pero la res
puesta más profunda llega a continuación: el Concepto hegeliano será mostrado al
desarrollarlo desde el lenguaje común siguiéndolo en el curso de la dialéctica.
Puesto que en el libro estamos comenzando esta parte, nuestra tarea será pasar en
la dirección opuesta a la de la lógica objetiva. Allá comenzamos con la noción com
pletamente más pobre, más pequeña de la realidad externa y llegamos a través de la
Esencia a una concepción de la realidad externa como manifestación del Concepto.
Pero si esto es así, si todo realmente surge del Concepto, como la planta de la semilla,
entonces deberíamos ser capaces de mostrar esto examinando el Concepto mismo. El
Concepto, que es la fuente de todo, es el Concepto desarrollado totalmente, la Idea, a la
cual llegaríamos al final de nuestra :investigación. Pero si esto es realmente la fuente de
todo, tendríamos que ser capaces de conseguir comenzar el concepto en algo como el
sentido común, el concepto subjetivo que es la materia del pensamiento.
Nuestra concepción ontológica es que el Concepto subyace a todo como la necesidad
interna que despliega el mundo, y que nuestro conocimiento conceptual es derivado de
éste. Nosotros somos los vehículos a través de los cuales esta necesidad subyacente llega
a su autoconciencia igualmente necesaria. Por lo tanto, el concepto en nuestra concien
cia subjetiva es el instrumento de la auto-conciencia del Concepto como la fuente y la
base de todo, como necesidad cósmica. Pero si esto es así, entonces del concepto en
nuestras mentes debe resultar, en un examen más detallado, funcionar como el concepto
en la raíz de la realidad. Este último produce la realidad desde sí mismo. Él es el univer
sal que pasa al particular. Él es la fórmula interna de la necesidad, la cual genera una
realidad externa que, como ex-terioridad, tanto niega como manifiesta esta n:Cesidad. Él
pone su propio opuesto, con el cual permanece unido inseparablemente. Es la totalidad
que se mueve por contradicción. A menos que el concepto en nuestras mentes no active
un examen profundo para funcionar como ésta, a menos que tampoco pase a la oposi
ción y a una identidad mediada por su otro, a menos que no resulte finalmente unida con
el pensamiento que subyace a la realidad, entonces Kant y los dualistas están en lo co
rrecto: tendría que haber de hecho un abismo insuperable entre nuestro pensamiento y
los fundamentos de lo real. La necesidad conceptual subyace a lo que es, no sería com
prendida dentro del pensamiento subjetivo sino, a lo mejor, sólo a través de una intuición
Geist como razón
nunca llegaria a la autoconciencia.
En cierto sentido, en esta investigación de nuestros conceptos categoriales hemos
estado mostrando que generan contradicción y están unidos con sus opuestos. Pero ten
dríamos que ser capaces de mostrar esto en el propio concepto de un concepto mismo.
más allá del pensamiento, en una imagen, insinuación, símbolo. El
Esto es lo que vamos hacer en la primera parte de este tercer libro de la Lógica. Esto
es lo que vamos a examinar en nuestro pensamiento, en los conceptos y lo que hace
mos con ellos, a saber, juicios y silogismos. Éste es el punto donde la Lógica de Hegel
(la cual debemos recordar que es principalmente una lógica trascendental) es con
gruente con lo que falta en el título. Y hemos visto por qué en este tema se ha tratado la
estrategia de aquella lógica trascendental.
Que Hegel no pueda aceptar la idea de una lógica formal también es consecuencia de
lo precedente: un estudio que pretendiera tratar la fmma del pensamiento abstrayendo el
contenido. El mensaje hegeliano completo es que la «forma» , o la naturaleza del pensa
miento mismo, ha sido superada por su opuesto. Los conceptos revelan en el examen
contradicciones internas. Como universales muestran la misma relación necesaria con
particulares, los cuales sin embargo los niegan. Y ellos, al mostrar estas relaciones contra
dictorias intemas, realmente están revelando la naturaleza de las cosas, puesto que nues
tros conceptos actúan como éstas, porque son el vehículo de la autoconciencia de la nece
sidad interna del cosmos. Por lo tanto, un estudio de los conceptos como formas puras
genera la estructura básica de las cosas, o el contenido. Recíprocamente, un estudio del
contenido, de las cosas, revela la necesidad conceptual interna, o la forma.
Una lógica meramente formal es una quimera. En un pasaje decisivo (WL, JI, 229-234;
también EL, § 162) Hegel expresa este punto por medio de una discusión de su noción de
verdad. La usual idea (kantiana) de lógica formal es que trata los conceptos y las proposi
ciones abstrayendo su (sustancial) verdad. Esto es, que podrían tener verdad lógica, pero
no verdad en el sentido ordinario de adecuación con los hechos. La verdad requiere dos
términos. Pero si nuestro estudio de las formas las muestra como fluyendo en un desarro
llo interno que refleja la estructura de las cosas, entonces la pregunta sobre la verdad
substantiva surge dentro de la así llamada lógica formal misma. En otras palabras, no hay
dominios separados de formas que sean sólo susceptibles de ser juzgadas como coherentes
o incoherentes, como nosotros juzgamos una proposición como teniendo sentido o no,
abstrayéndonos de toda pregunta sobre la verdad como corresponde bajo el acuerdo de
esta forma con un contenido empúico independiente completo. Dado que las formas mis
mas participan del desarrollo interno de sus contradicciones internas hasta que ellas llegan
a reflejar propiamente la estructura de las cosas, surge necesariamente la pregunta por su
verdad. Ellas están en la verdad sólo en su forma desarrollada completamente. En cual
quier forma anterior son inadecuadas, no verdad.
La verdad sustantiva, de este modo, no puede ser excluida del dominio de la lógica
formal, lo cual es otro modo de decir que la lógica formal tiene su lugar en la lógica trascen
dental, ya que ella misma es ontología. La verdad de algo está dentro de la cosa, o dentro del
concepto de la cosa. Puesto que todo es una emanación del Concepto, por consiguiente,
está de acuerdo o en desacuerdo con él, por eso es verdadera o falsa. La verdad en el sentido
del Idealismo absoluto de Hegel es la forma de algo, cuando es totalmente desarrollado,
pues entonces está en total acuerdo con su concepto.
Esta sección completa e:x-presa una vez más la diferencia profunda con Kant. Kant
aceptó la dualidad de la mente cognoscente y la realidad última. La verdad última
permanece más all� de nuestro alcance, la verdad en el sentido de una adecuación del
258
pensamiento con l a realidad última. Mientras que para Hegel, l a verdad está dentro de
nuestra comprensión, porque la realidad no es extraña al pensamiento, más bien se
desarro a desde el pensamiento mismo. Para Kant las categorías son finitas porque
.
son subjetivas. Para Hegel las categorías son finitas porque son parciales, tienen su
�
lugar en el proceso completo y desaparecen cada una en su vuelta.
Finalmente, lo que Hegel reprocha a Kant es que haya dejado la noción de una
intuici?n intelectual, la cual él mismo inventó. Esto permitiría tener una comprensión
.
de lo distmto como propio, no teniendo que hacerla depender de una recepción exter
n�, al ser afectad o desde el exterior, para sus contenidos, sino creándolo con su pensa
.
miento. Kant atnbuye este intelecto arquetípico a Dios y estaba totalmente más allá de
nosotros. Pero según Hegel el intelecto de Dios nos es finalmente revelado, sólo vive en
nuesti·o pensamiento. Por lo tanto, podemos participar en una intuición intelectual. El
pensamiento de Dios es nuestro.
I. SUBJETIVIDAD
�
�
L� primera di sión de la lógica su jetiva es llamada <<Subjetividad» y su propósito
es gwamos a traves del concepto considerado como comprensión subjetiva de las co
sas hacia la noción del mundo que se auto-articula . Más bien, ya estamos ahí, puesto
que hemos obtenido esta noción a través del desarrollo de la Esencia. Pero vamos a
mostrar que conseguimo s el mismo lugar yendo en otra dirección, y comenzamos con
el concepto por el cual conocernos las cosas, ya que comenzarnos ¿on el ser conocido.
"'
''
En el transcurso, afrontaremos algunas de las nociones de la ló!?ica formal v en el
proceso transponemos la serie completa de ideas conectadas con esta discipli�a. Tornaremos las distinciones fijas y las pondremos en movimiento . Hegel presenta en la
introducción general a este libro las partes en las que lo divide, aclarando lo que pre
tende con esta división (Einteilung) (WL, II, 236).
Al comenzar con el Concepto an sich, lo vernos como algo puramente interno y por lo
tanto corno exterioridad simple. Comenzamos pensando el concepto únicamente como
la propiedad del pensamiento subjetivo (interno) y por esta razón este pens ar es sólo
aparentemente relacionado con lo que es un pensamiento . Y los elementos diversos de
este pensamiento (los conceptos particulares) son sólo aparentemente relacionados el
uno con el otro. Pero la identidad del Concepto los pondrá en movimiento dialéctico v
superará su fragmentación y la división del Concepto desde la realidad (Sache).
•
Este primer segmento de la Lógica del Concepto sigue a través de tres partes, el
Concepto corno tal, el juicio y el silogismo. Éstos son los pasos en el camino que lleva a
la objetividad, esto es, nos llevará más allá del Concepto subjetivo una vez más a la
totalidad auto-articulada de lo real.
!
E mejor modo de exponer lo que aparecerá en este capítulo sobre el Concepto
consiste en presentar la articulación de la noción hegeliana y ver cómo concuerda
c ? n el Concepto de la subjetividad común. Esto es cercano al procedimiento del pro
J:I
piO
egel, por lo menos en la exposición completa de WL (excepto que en largos
pasajes Hegel frecuentemente considera a las dos unidas sin distinguirlas, los cuales
difícilmente ofrecen claridad).
V
La exposición de este capítulo sigue el desarrollo de la distinción conocida entre lo
universal (Allgemeines), lo específico (Besonderes) y lo particular (Einzelnes), que ob
viamente da un giro en manos de Hegel.
259
El Concepto
Primero, comenzamos con el Concepto hegeliano. Éste es un universal, un auto
idéntico principio interno, de la totalidad diversificada. Pero está también separado en
muchos, puesto que debe haber diferenciación para que haya totalidad. Esta separa
ción es lo específico que cae bajo lo universal.1
Pero entonces, en tercer lugar, esta totalidad tiene que poseer existencia externa,
real y, como tal, ser una real cosa particular, Einzelnes (algunas veces mejor traducido
como « individual»).
Distinto de las esferas anteriores, el desaJTollo aquí es puramente intrínseco. Hegel
dice que cada uno de estos tres momentos es, él mismo, la totalidad completa. Uno no
puede explicarlo sin mencionar también a los otros. Así, al comenzar con el universal,
tuvimos que mencionar que éste era el principio interno de una totalidad diversificada
y, por consiguiente, referir a las otras dos <<determinaciones» (Bestimmungen). Las tres
están inseparablemente unidas.2
Pero ahora, como hemos visto antes, el escenario ideal no es personificado como tal
en todas partes. Está en el todo que es la personificación del espíritu infinito. Y está en
estas entidades particulares que son las más cercanas en naturaleza al Geist infinito, a
saber, la Vida, el <<YO>>, los espíritus finitos (WL, II, 244). Pero hasta en estas entidades
particulares, éste no es realizado como es en la totalidad, puesto que aquí su auto
especificación fluye de su <<poder creativo>> (schopferische Macht, 244-245) y así no es
condicionado por nada.
Otra imagen del Concepto es el género, el cual se especifica a sí mismo en sus
especies. Pero ya aquí, llegamos a un ejemplo de menor realización perfecta. El género
común agrupa una serie diversa de especies, las cuales no siguen ninguna articulación
necesaria que pueda deducirse de su Concepto. El género de los pájaros incluye una
serie completa de especies, de las cuales no presenta ninguna necesidad ni su número
ni su diferencia.
Como hemos visto, esta contingencia encuentra un lugar en el sistema de Hegel,
puesto que en su concepción las realizaciones inferiores de la Idea contienen este tipo
de imperfección, de incoherencia, la cual es desde otro punto de vista la contingencia.
Hegel dice hablando de la contingencia de las especies:
É sta es la impotencia de la naturaleza, no seria capaz de pegarse y presentar el rigor del
Concepto, sino más bien dispersarse [verlaufw] en falta de concepto y multiplicidad
ciega
[WL, II, 247].
Esta simple diversidad desvencijada de la naturaleza es igual que una producción
de la diversidad en la representación (Vorstellung) del espíritu finito. Tanto el género
diversidad natural, las especies como las ideas arbitrarias (Ein{iille) de la mente ...
[ . . . ] muestran en todas partes señales y pistas [Spuren und Almwzgw] del Concepto, pero
ellas no presentan esto en su imagen verdadera, porque ellos están del lado de la auto
exterioridad libre . . .
[WL , II, 248].
l. La palabra alemana Besonderes corresponde a nuestra palabra «Separación» , conllevando este
sentido de auto-escisión así como el significado lógico ordinario, dado que Hegel disfruta jugando
especulativamente con b:; palabras.
2. Cf., p. ej. , EL, § 1 64.
260
Pero esta contingencia está en sí misma contenida en el Concepto,
[. . ] él es el poder absoluto precisamente porque puede salir de la diferencia libre para
.
tomar la forma de la diversidad independiente, la necesidad externa, la contingencia, el
capricho, la opinión; todo lo cual, sin embargo, no debe tomarse más que por el lado
abstracto de la nulidad
[Nichtigkeit, loe. cit. ].
La imperfección toma esta forma, que lo universal -lo cual es aquí el género- no
es necesariamente ausente en su especificación, que esta especificación tiene mucho
de arbitrariedad, de la simple contingencia alrededor de la básica estructura de necesi
dad. Y este carecer de necesidad puede ser visto también de otro modo, como que no
son relacionadas internamente como opuestas mutuamente las diferentes especies, las
diferentes partes de su especificación. Como vimos arriba, no muestran articulación
necesaria. La articulación necesaria para Hegel sólo puede ser la relación esencial de
los opuestos, a través de la cual cada uno reposa en su otro, así que cada uno no puede
ser sin el otro, en este sentido es su otro. Como contradictorios llegan a ser un todo en
movimiento, cuya articulación necesmia son estas partes. Éstos son para Hegel el Gé
nero verdadero, el cual tendría sólo dos especies que serían opuestos relacionados
esencialmente. Así es el absoluto que necesariamente se divide a sí mismo en espíritu y
naturaleza, los cuales aunque opuestos sólo pueden concebirse en la relación mutua.
La imperfección de la personificación puede ser vista como una contingencia deri
vada de la especificación de lo universal, o como una contingencia, una falta de oposi
ción, en las relaciones mutuas de los elementos especificados. Pero esto también puede
ser visto desde el punto de vista de la particularidad: el género como un todo no produ
ce un particulm· ordenado, más bien un número contingente de particularidades cayendo bajo éste.
Comparando, otra vez, el absoluto con el género de los pájaros, si éste no se divide
sería ridículo. Lo primero es una división articulada en una totalidad que es también
un existente real, externamente móvil o individual. El espíritu finito acerca esto, pero
no es suficiente para ellos mismos, más bien el espíritu que les subyace es personifica
do también en una sociedad ordenada de semejantes espíritus. Pero aquí entra un
elemento de contingencia en aquel número de seres humanos que no está fijo (para
cualquier estado dado). Los particulares contingentemente numerados se fijan en un
particular más grande y necesariamente articulado.
Pero con las especies distintas de pájaros no es éste el caso. Hay una <<multitud
indeterminada>> (unbestimmte Menge) de ellos, es decir, que tanto especies y especíme
nes como tampoco el todo que el género constituye, produce una totalidad articulada.
Como un particular, el género de los pájaros es una burda entidad completa. Así que la
unitaria existencia articulada no cumple la relación interna con el universal bajo el que
cae: la extensión completa de lo universal ya no califica y lo que no califica existe en
una cantidad indeterminada, y con mucha articulación contingente.
Como vimos antes, Hegel pone la personificación imperfecta del Concepto en la
naturaleza paralela con las representaciones contingentes de la mente. Y como ahora
veremos, el mero concepto subjetivo sufre de la misma incapacidad que el imperfecto
Concepto personificado. En este sentido tiene cierta justificación, la cual pierde cuan
do afirma ser la verdad completa del Concepto, lo que ocurre con el sentido común y
·
los filósofos del entendimiento.
Ahora veamos esto atendiendo al concepto subjetivo en relación con los tres términos
anteriores. El concepto subjetivo es un universal, en un sentido no problemático: es cierta-
261
mente aquel para el cual el «universal» fue por primera vez acuñado. Pero esto también
tiene una especificación, esto es, hay criterios por los cuales es aplicado, tiene algún conte
nido en este sentido. Hegel rechaza sin más explicaciones la idea de un concepto simple,
uno sin ningún criterio posterior. Esto es confundir la representación con el concebir:
Puede haber representaciones simples que sean vagas en nuestras mentes. Incluso las rea
lidades más ricas, el Espúitu, la naturaleza, el mundo, hasta Dios, pueden representarse en
la mente como totalmente simples; esto es, podemos evitar examinar su articulación (WL,
II, 255; también EL, § 64). Pero si hablamos seriamente sobre concebir, entonces segura
mente no podemos aceptar éstos como conceptos. Hay representaciones simples en donde
la universalidad es pensada en abstracción desde la especificidad y la particularidad.
Si Hegel fuera traducido desde su propio lenguaje, entonces llegariamos a una tesis
que seria aceptada hoy:3 un concepto está necesariamente unido con otros conceptos;
ningún concepto puede ser introducido por él mismo. No podemos decir que tenga
mos un concepto de una cosa, si nada podemos decir sobre esta cosa, excepto aplicar
este concepto a ella. Este punto está detrás del argumento de Wittgenstein contra un
lenguaje privado:4 la sensación E tendria que ser tal que al menos pudiéramos decir
que ésta fue una sensación, y por consiguiente unirla al resto de nuestro lenguaje.
Ningún concepto que podamos utilizar podria carecer de conexión con otros concep
tos y por eso no puede de algún modo ser explicado por otros.
La creencia en el concepto simple pertenece a otra teoria del significado, aquella en
la que a las palabras se les dio significado simplemente al unirlas a los sentidos conte
nidos. Entonces la palabra que estaba vinculada a un contenido de sentido simple
completo selia ella misma incapaz de más articulación. Pero Hegel señala que este tipo
de distinción confunde la psicología con la lógica. Quizás puede haber presentaciones
sensuales simples, incluso representaciones en la mente: como una cuestión de un
hecho autobiográfico, podria ver que antes no había notado la articulación de la esce
na dada, o hasta de una idea dada. Pero cuando uno llega a los conceptos, esta noción
de simplicidad es totalmente inapropiada.
Así el universal (concepto) debe tener una especificación (su explicación del crite
rio). Pero como antes con las personificaciones imperfectas, el concepto meramente
subjetivo será tal que no hay vinculo necesario entre los dos. Evidentemente habrá un
vínculo puramente analítico, en el que este significado del concepto es lo que es dado
en la ex-plicación del criterio. Pero nada necesario habrá para la articulación de esta
explicación, sus elementos están vinculados de forma totalmente contingente. Dando
la explicación del «loro», hablariamos de un pájaro que tiene ciertos colores, cierto tipo
de pico, que puede «hablar», etc. Pero todas estas características están vinculadas jun
tas de forma totalmente contingente. No hay necesidad en su ser la articulación de una
cosa simple; ellas conforman una totalidad.
En tercer lugar, el concepto universal con su especificación es usado para designar
particulares. Como en la exposición del Concepto ontológico, el momento de la parti
culmidad es el momento donde llegamos a la existencia externa, real. Pero en el caso
del concepto subjetivo, el paso a la ;ealidad es un concepto que va más allá de la subje
tividad, ésta es la referencia de cosas en el mundo.
Así lo universal, lo específico, lo pa_rticular están presentes en el concepto subjetivo,
su especificación, y las cosas para las que puede ser usado al referirlas.
3. Este punto fue anticipado por Herder en su E11sayo
sobre el origell del lenguaje. Una conciencia
(Merkmal).
por una marca de discernimiento
lingüística de algo consiste en identificar
y ss.
258
§§
I,
as,
filosófic
aciones
4. Investig
262
� como en �l caso de la explicación anterior; el concepto puramente subjetivo m tra
la m1sma contingencia o exterioridad de las relaciones entre la particularidad y e on
cepto, como entre el concepto y la explicación. Esta continaencia
es análoaa
a· las pero
o
som· ficacwnes
1mpe
·
·
rfectas de la Idea en la Naturaleza que discutimos antes La persa· ' perfecta es la que tiene una totalidad necesariamente articulada como su
m"ficacwn
.
- es as1, �ecesmmmente
espeCI· fi �ac1·?, n y esta
un particular que propiamente entendido
_
regresa el mismo haCia el uruversal como articulado. El Concepto personificado 1·mper.
f�ctamente no t1ene
·
, necesaria. Su extensión no es un particular y los para:tl�· ulacwn
ticulares q�� caen baJO el son de un número contingente y variado. Recíprocamente'
esta extenswn completa no muestra ella misma el universal al cual pertenece y tampo· ulares constituidos.
co los part1c
As�mismo, el s�mp�� concepto subjetivo es sólo contingentemente, analíticamen
te, u�do a su exphc�cwn y es sólo contingente que tenga particulares que caigan en él
o cuantos sean. Re�1procamente, estos particulares no son aquellos que esencialmente
deban se� caractenzados por este universal, ellos pueden ser subsumidos bajo una
.
_
gran cantidad de conceptos diferentes
· - tm ob�eto
' no relacionados El loro es tamb1en
·
azul , un ob"Jeto que hac� mido, etc. Por el otro lado, la entidad espiritual despliega
.
todas sus �rop1edades diferentes para que todas sean manifestaciones de la mis�a
.
ne�es1dad mterna. Cualquier ténnino que uno escoja para empezar' está referido más
alla de la totalidad.
En t�nnino� de Hegel, el concepto subjetivo es tal que su forma y contenido no
_ n unidos �:1 L, �· ?61), o podemos decú· que están sólo inmediatam�nte unidos. La
st
� �
_ mejor la relación entre concepto y especificación. Puesto
últm;a expres;on q�za descnba
que estos estan umdos analíticamente, por consiguiente no representan ninguna uni
�ad conceptual en el sentido fuerte. Ésta no es una mediación en esta unión sino
s1mplemen�e :ma explicación con �etalle de lo que está involucrado en el conce to.
_ convenga mejor a la relación entre concepto y
�ero �mza la pnmera expreswn
part1cul�r. El concepto es la forma, la cosa particular es el contenido; están relaciona
d�s contmgent� o externamente en la medida en que el concepto no detennina por sí
rmsrpo sus particulares, y no prescribe a ellas mismas su caracterización.
Este es el conc�pt? puramente subjetivo, como es visto por el sentido común y la
.
filoso�_a del entend1rmento. E� una mera forma que está separada de su contenido, )• es
obtemd� al abstraer el contemdo, esto es, surge de la diferencia que particulares dife
r�ntes tienen acerca de lo que cae bajo él. El concepto es visto así como conteniendo
simplemente los elementos comunes de entre las cosas que caen en él.
.f:� p�e est� �oción del elemento. común (das blofJ Gemeinschaftliche, EL, § 1 63,
Ad1cwn 1 , tamb1en ��· II, 263) proviene de una noción falsa del concepto como el
pr�duc�o de abstraccwn, fruto de la misma teoria psicológica del significado que pro
duJo la Idea del concepto simple. Pero en parte esto corresponde a �a distinción real
puesto �ue la caracterización inesencial de las cosas o las caracterizaciones de cosa�
1�esenc1ales pr�ducen el común simple. Esto es común pm·a todo hombre que tiene
l�b�uo e? la oreJa, pero esto no es dado por cm·acterización esencial. Necesitariamos
dist1�gw_r el Concepto �niversal, el cual produce realmente lo que cae en él, desde el
comun s�mple, que no t1ene relación intlinseca con las cosas que relaciona, no lo pro
duce, Y Simplemente es notado por comparación externa.
E � l� P��era Adición a EL, § 1 63, Hegel presenta dos momentos importantes de
_
que los griegos no tuvieron realmente un concepto del tmiversal
esta ?ist1�cwn. Afirma
de Dws m del hombre. Por eso, creyeron que los helenos eran radicalmente diferentes
Y�
·
0
�
263
de los bárbaros y que algún hombre era por naturaleza esclavo. La cristiandad trajo el
principio de lo universal para su reconocimiento pleno y por eso no hay esclavitud en
la Europa moderna.
En segundo lugar, esto puede también aclararse con la distinción de Rousseau en
tre la volonté genera/e y la volonté de tous: el último es el común simple y sería la mejor
forma de decir el concepto de voluntad.
Como Hegel explica en la Adición 2, lo importante en todo esto es que el Concepto
viene primero, como nosotros entendimos en la versión ontológica y como siempre es
pasado por alto en la versión subjetiva. Ésta es la verdad detrás de la idea de que Dios
crea el mundo ex nihilo.
Desde antes estaba claro que el concepto subjetivo entendido como sentido común
no es sólo un enor. En su falta de esencialidad, su mera relación contingente con lo que
esto cubre bien podría no haber existido o fácilmente habría sido subsumido en otros
conceptos, esto le conesponde más en tanto que es contingente e inesencial al mundo:
lo contingente en el Concepto (ontológico) personificado imperfectamente. Donde esta
concepción subjetiva es un enor total, es cuando no reconoce que esta inesencialidad
misma es puesta por el Concepto esencialmente creativo. Por eso se cree que todos los
conceptos son subjetivos, ya que todos ellos son formas separadas del contenido.
Nosotros esperamos mostrar ahora que esta versión subjetiva del Concepto se trascien
de a ella misma por la fuerza de su contradicción interna. Pero como a menudo ocune en
las transiciones cruciales, Hegel parece estar asumiendo que lo considera probado, puesto
que aquí la contradicción básica es la «inconmensurabilidad» (Unangemessmheit) de lo
universal y su especificación (WL, TI, 252). Pero esta inadecuación sólo tiene cabida si �u
mimos que la falta de conexión interna constituye inadecuación.5 El entendimiento, dice
Hegel, conlleva adjudicar la fijeza del universal fuera del flujo del cambio sensible. Esto es
un gran logro y es demasiada exigencia esperar que el entendimiento vaya más allá de aquí
al ver que sus conceptos universales poseen su propia fijeza estando ellos mismos en el flujo
dialéctico. Pero estas nociones fijas, estos conceptos particularmente dete1minados, los cua
les eran considerados separados unos de otros, entrarán ellos luismos en el movimiento
dialéctico de la fuerza de su propia contradicción interna. Pero esta contradicción depende
de la inconmensurabilidad de la determinación frente al universal, siendo él mismo un
requerilniento del sistema de determinación universal. El entendimiento ordinario está
totalmente satisfecho con los conceptos determinados, donde no hay relación esencial en la
articulación o para los pari:iculares que caen en él, y no puede sentir la contradicción.
Pero la derivación de Hegel de objetividad no está sólo basada en el hecho simple de
la inconmensurabilidad (Unangemessenheit). Ésta sale del concepto para pasar a tra
vés de un gran desanollo por medio de otras nociones lógicas. La primera es el juicio.
La transición surge de la conclusión de que en el Concepto Subjetivo, lo particular que
cae en él, es externo a él. Y sin embargo, éste no existe sin relación. Nosotros ahora
regresamos a la esfera del Ser, donde habíamos tratado las entidades simples indepen
dientes y lo que simplemente se convertía en otro. No estamos en la Esencia donde
tratamos la realidad aparente. Estamos en el Concepto donde el particular ha sido
deducido como surgiendo del concepto, como aquel que es refe1ido por el Concepto.
Por consiguiente, aquí estamos pensando el particular como el objeto de la referencia.
Y como tal, aunque separado del Concepto, también está conectado inseparablemente
de él. Así, la particularidad «excluye al universal de sí misma, pero ya que éste es un
5. Por qué Hegel se siente autorizado para hacer este supuesto, lo discutiremos después.
momento de sí lnisma' este un
.,
i\'ersal tarobIen
esta, relacionado esencialment
(WL , II. 264 ). 6
e con ella»
El Juicio
El concepto subjetivo al referii
a particulares que no son produc
esencialmente al juicio. Ún con
to de él, nos remite
ce t o
ser usad� excepto n la elabor
un juicio. Ésta es la manera
ación de
�
bre
conclusión prescmde del arg
completo de esta sección, except
umento
o evide temen e que est r
mento es esencial para
el propósito hegeliano que con
siste en ver al conce to su ��et�
ivo frente a una base de
requerimiento que fue puesta
por el Concep to ontolopgic
_ o. Desde
este punto de vista' no
sólo es importante que no pud ,
ieramos tener conceptos sin ]m
· · cw
·
s, que 1os conceptos
son esencialmente lo que usa
. . .
mos al hacer Ju
cw� ' que n_o son entidades com
�
que
ten
gan
o piedras
una realidad fuera de su uso. M
. .
as bIen' lo Importante consist
. surge de una
. e en que el
JUICIO
división' una esci. swn
. , , donde los dos
lados �� �sta, n de acuerdo
totalmente, puesto que esto es
lo que impulsara, el desarrollo
del JUlCIO como veremos
en la siguiente sección.
El juicio, según Hegel, está uni
do a la idea de diVIs
· wn
· , , la I· � ea de
ténninos que están unidos. y éste
dividir los dos
es incitado alent d por ro JUe
go �e palabras que
el idioma alemán le ofrece par
�
�
a ilustrarlo
�oVImi�nto e la particulari
separación original de sí misma
dad es la
(«die mspilin.,l
_ er») Y esto
a ich Teilung sem
(Urteil) . El movimiento de escisió
es
el juicio
_
n o En tz � enmg, e cual subyac
e a todo y que es final
mente acompañado por el re�r
er so la . �d, es lo que subyac
e al juicio, donde cosas
diferentes son declaradas lo <�
mism " eguiremos con detalle
esto en la dialéctica que
·
ahora comienza.
La discusión del Juicio avuda
a aclarar· lo
p�a Heg�l es la relación de la lóg
formal con este tipo . La ide� usu
ica
al del sentid
m
un c_on�Iste en ver los juicios com
actividades de nuestras mente
o
s (finit ) en las cuales atrtbmmo
s alguna propiedad a un
objeto. Nosotros unimos dos
conce
en
nue
stras U ntes y el juicio es con
cosas sobre las que hablamos con
ecto si las
es os once t�s esta: n e hecho rea
i;>
lmente unidas . Pero
para Hegel, el juicio es en rim
�
a
er 1
s p r nte, a realidad o1_1t
EL, § 166 , Adición, cita el emplo
ológica. En
�
�
�
t
� p an a. esta VIen
e de la semilla y desplie
ga una raíz, las ramas las hojas
etc Est
spliegue ext r o en realidad dife
lo equivalente a lo que'vimos an
� -r:
renciada es
�
es del
r�al q:re se d_istmgue en sus especifi
Pero este distinguir es el · · c · U .
caciones.
( ezl = w.sprw z lzche Tezlwzg), como
otra vez. Por 1; tanto' s
�
Hegel nos recuerda
es
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egue es consi derado como «das U
.
(3 66) El Jmc. ro
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rteil der Pflanze,
es asr,, en pnm
.
er lucrar 1a realidad ontolo, grca
·
dentro del Concepto él
mismo distinguido v emitido en
realldades pa.rti. culares.
Esto es 1o que subyace al juic
.
io en nuestra
e t s; . d scurso . Nosotros pod
mos pensar el juicio como un
ría
�
ensa�blado
r m UtZb e o� conceptos sep
pero esto es totalmente equivo
arados,
cado E t f � � tratar de xph
a?
car el hecho de que el
juicio sea en el fondo separa
ción' c�m a dIVIswn de la mu�dad
.
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Evrdentemente, hay otra con
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. de mcr c mo
cepcw
la separación de la unidad, la
r:
cual es también famili� al sen
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tido comun. uan o juz
gamos que la rosa es roja , sepa-
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. .
6. Este pítulo sobre el Con
cepto tiene mucho en co
. con la EsencJa, ya
mun
mos la relacwn de dos
que nosotros tene
momentos que no son pres
entados como idénticos,
parte al Silogismo.
hasta que pasemos de esta
2 64
265
lo que en realidad es la realidad indivisible
ramos en nuestras mentes por abstracción
ctos que unimos al juzgar. Pero esta con
rosa-roja y la pensamos en dos partes o aspe
dad. No es totalmente incorrecto, pero
cepción también se equivoca por su subj etivi este acto de separación como la re
de
falla en una dimensión crucial, que hacemos
(ursprünglich ).
inal
orig
es
que
o
lógic
onto
flexión interna del acto
co. Por eso existen diferentes tipos
Pero no todos los juicios son este acto ontológi son sólo varias formas de juicio
que no
de juicio. Pero es importante darse cuenta
lógicos. Como hemos visto, también
onto
ios
subjetivo los que no son verdaderos juic
uada de la división ontológica básica
la realidad es más o menos una reflexión adecaproximado, inexacto, lo más mezcla
del concepto. Lo más externo a ésta es lo más
á imperfección, juicios <<llO verdaderos» ,
do con contingencia. Por consiguiente, habr
aderas.
los cuales con·esponden a realidades no verd to que hemos visto que verdad en Hegel
pues
,
aquí
usa
que
bra
pala
la
es
o»
«No verdader
sección nos ocuparemos de algo totalmen
se corresponde con la idea. Por eso, en toda esta verdad del juicio, a saber; su correspon
la
te diferente de lo que es llamado comúnmente
hechos. Hegel llama a esta corresponden
nte)
inge
cont
dencia a los (a menudo totalmente
e ser con·ecto, pero a lo que es aplicado
cia Richtigkeit, lo justo, lo correcto. Un juicio pued , o alguien ha robado algo (EL, § 172,
rmo
resulta no verdadero: p. ej., que alguien está enfe en ambos casos la realidad falla al con
ue
porq
o,
ader
verd
no
es
o
Adición). Este contenid
no es.
formar su concepto: esto es, que como se muestra
cterizado como no verdadero, así
cara
ser
e
Pero al igual que algo contenido pued
ellos como verdaderos o no verdaderos, no
podemos caracterizar los juicios referidos a
su tipo de objeto. Y podemos ir más allá y
en virtud de su cmTección, sino en virtud de
cidad para expresar la verdad, esto es,
distinguir tipos diferentes de juicio, por su capa dio formal, en el que trataremos las
estu
para referir objetos verdaderos. Esto será un
o determinado. Más enfáticamente,
enid
cont
su
de
os
ndon
rayé
abst
clases de juicios,
o abstrayéndolo del tipo de contenido,
esto no será formal en el sentido usual com riminados precisamente con base en
n disc
puesto que los tipos diferentes de juicio será
do.
lo que ellos pueden decir sobre el mun
juicios en una escala que represente
Así, podemos pensar una categorización de
an objetos verdaderos, esto es, objetos
una aproximación sucesiva a juicios que teng que afirmen esta conformidad. Para
sy
que estén en conformidad con sus concepto aderos porque, sin importar su correc
verd
no
os
arad
decl
n
será
os
juici
comenzar, los
puesto que la realidad correspondiente
ción, ellos no pueden afirmar esta adecuación,
no los admitirá.
que es tanto uno de los juicios en el
Por consiguiente, tenemos una categorización de la realidad.
nivel
sentido usual como uno de los juicios desde el or de la dialéctica en esta división. Un
mot
el
der
pren
com
fácil
más
Quizás esto hará
el ciertamente especifica como conec
juicio tiene la forma básica «S es P>>, la cual Heg ersal, por consiguiente, diciendo «el
tando un término individual a un término univ
ctica es la falta de conmensurabilidad
(particular) es (universal)>>. El motor de la dialé
de estos dos términos.
l es lo universal. Algo contradictorio
Es claramente no verdadero que lo individua
Este movimiento dialéctico, el cual fue
hay en el juicio y debe ser transformado.
o imprescindible, ha sido a menudo
considerado por los hegelianos británicos com en un error: la confusión de los tipos
do
ridiculizado, ya que se pensó que estaba basa
ión, el «es» de la existencia y el «eS» de
icac
diferentes de «eS» ; entre el «eS>> de la pred
la identidad.
Para ver c�mo puede surgir la acusación de confusión trivial v para res ond 1a
de?emos segwr l desarrollo del argumento en esta sección. Empezamos n e1 Ipo,
�
.
mas mod�to y Simple
de juicio, el cual atribuye un universal a un particular' p . eJ.,
la
rosa es roJa. Podemos pensar esto haciendo hincapié en ambos lados•· por un lado· o
conSI· deramos a 1 a rosa como algo abundante en contenidos muy determinados, de i s
cuales el color rojo es uno, o consideramos el rojo como una propiedad dete . a a
extrema, la cual existe constantemente en el tiempo y de él la rosa es sólo un �
m l
En otro caso, �ay una inconmensurabilidad entre los dos. No son equivalen s o
_
dos realidad
s m onmensurables que se tocan sólo en este punto: la rosa es ro·a ·
� �
.,
El lector mcredulo
está disculpado de creerse él mismo el testigo de una e
.
SI�ple entre el «eS» �e predicación y el «eS» de identidad. Cuand� decimos 1 ros �
.
r � a, nada estamos diciendo sobre qué identidades hacen idéntica a la rosaÓ L rm
·
re
?
swn de la confusión es incrementada por el énfasis que Hegel pone en la c p
s
lleva la carga de exp�esar el U�teil ntológico, que subyace a la existencia de la r d
? al mismo tiempo al «eS» de la existencia As'
externa, por eso la copula esta urnda
estoparece t�bién confundido en la confusión general. Pero lo que parece c�n s
aqm no es r_ �s que una reflexión de la ontología de Hegel. Si estamos examinando las
n . en su verdad, esto es, la adecuación para expresar la verdad básica de
ormas de� JUICIO
a ontolog¡a, entonces tenemos que considerar los términos que los unen desde el
to de v:_ sta de su conmensurabilidad. En la raíz de todo está una idea que se sep
la r al: ad externa, la cual n obstante mantiene a la realidad idéntica a la idea. La
?_
�
sub]etnr¡dad
debe ser persornficada,
así que ella es tanto su personificación externa
como no lo es. Los juicios realmente verdaderos son estos que pueden capturar esta
verdad. Pe�o entonces � be �er �ales que los términos que ellos unen sean candidatos
�
� Ide
para este tipo de relacwn
n_ti�a. En otras palabras, en cuanto a que en el juicio
pu_ede capturarse la bas ontol g¡ca �e l�s cosas (y un juicio simple no puede hacerlo
� un JUICIO
_ de identidad, un juicio en el que los térmi
asi real�ente), d b s r�mter alza
�
�
�
��s . urndos se�n Identicos en un sentido importante. Claro que no tenemos esto en
JUIC
�os de �u��ad como «la rosa es roja». Por lo tanto, son inconmensurables.
cEsto Sigrnfica que Hegel en este capítulo está presuponiendo su ontología para
s la e� �l argumentar; porque piensa que ya la ha justificado en los libros anteriores
: a_ Lóglca? Parece que en la discusión sobre el concepto subjetivo Hegel emplea
terrrunos
q�e ha desarrollado en libros anteriores. Uno no puede estar completamente
_ tentó tomar prestado el argumento que precede a este libro. Pero
seguro ?e SI Hegel m
_ respalde la conclusión con su argumento anterior en la
P��ce Improbable que solo
_
dialectica del Concepto.
L? que par ce más probable es que lo que sirve de base al motor de la dialéctica
consiste e el �mtento de alcanzar una norma del pensamiento realmente adecuado
n_
sobre l obJeto.
El �ensa�ento realmente adecuado no sólo relaciona algún aspecto
�
_
supe�ci� de su objeto, smo que descubriría su estructura esencial. En virtud de este
requenrmento, podemos reprochar que para el sentido común los juicios de cualidad
completos Y correctos, aunque caracteiizados como no verdaderos por la imposi_
Idad de relaciOnar
sus términos en una identidad («Una cualidad simple semejante
no es con�ente co� la naturaleza concreta del sujeto,, EL, § 1 72).'
_ I a del pensamiento realmente adecuada para Hegel es la necesidad
a propiedad b�
�
cab Este requenrmento representará la base real de la inconmensurabilidad como
e; ��
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i: E �
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� :
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_
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·
7. Traducción de William Wallace.
267
266
veremos más claro después. Evidentemente, esta exigencia también está vinculada a la
ontología de Hegel y es inverosímil que sea aceptada por quien no participe de la concep
ción ontológica de Hegel. Pero Hegel probablemente no vio esto como una consecuencia
lógica para ser deducida de su concepción de las cosas, tanto como una exigencia inacep
table del pensamiento en toda teoría. Después volveremos a esto.
Hegel comienza la sección del juicio cualitativo con la proposición «la rosa es roja», a
la cual llama positiva. Pero lo inconmensurable nos obliga a reconocer que lo particular
no está realmente relacionado con lo universal. Cada uno es realmente independiente,
idéntico sólo a sí mismo; lo particular es lo particular, lo universal es lo universal. Y esta
evocación de identidad nos conduce a la siguiente categoría, los juicios reflexivos.
Aquí no podemos seguir con detalle la exposición de Hegel, lo que nos llevaría por
una cantidad de formas diferentes de juicio -juicios de reflexión, de necesidad, del
concepto. El tema que continúa es la inconmensurabilidad de los dos términos. Los
últimos pasos de esta dialéctica hacen la conexión todavía más clara entre esta noción de
inconmensurabilidad y la ontología de Hegel. P. ej., son los juicios de <<necesidad» -tal
como «el hombre es un animal>> o «el oro es un metal>>-, necesarios en que ellos unifor
man una especie por su género. Pero ellos todavía son inconmensurables porque no
reflejan el movimiento en otra dirección a través de la cual el género se determine por su
especie. El oro es necesariamente un metal, pero no hay necesidad de que aquel metal
tenga que ser oro como una de sus especies, es decir, que el oro tenga que existir.
La inconmensurabilidad básica de los términos en el Juicio podría también ser
desclita como la incapacidad de la cópula «eS>> para unir dos términos conmensura
bles realmente . La solución de esta contradicción sólo viene cuando reemplazamos la
cópula simple con una inferencia, entonces nosotros ya no tenemos sólo «S es p,, , sino
«S, qua X, es P>>. Sólo un juicio de esta complejidad, al cual Hegel llama apodíctico,
puede realmente mostrar la unión entre S y P.
En otras palabras, en el Juicio no ha expresado el «eS>> la realidad completa de la
relación ontológica. Ésta es la conexión entre dos términos, pero no ha expresado la
completa liqueza y concreción de esta conexión. Ahora esto sale en el juicio apodíctico,
pero llega por una transformación de esta conexión de un simple «eS>> a una especifica
ción mediata. P. ej., en vez de sólo decir «la casa está bien>>, nosotros ahora decimos «la
casa, construida de tal y tal modo, está bien>>. Pero esto completa la cópula haciendo
una inferencia. Así trascendemos la esfera del Juicio y entramos en el dominio de la
inferencia, o como Hegel lo llama Silogismo.
El silogismo
El silogismo une al Concepto y al Juicio. Y esto también debe ser visto plimero
como fundado ontológicamente. Como Hegel dice en la nota de EL, § 1 8 1, «Todo es un
silogismo>>. El Juicio es ontológico porque el concepto siempre adquiere la personifica
ción externa. Pero llegamos a una imagen verdadera y acabada de la realidad con la
versión ontológica del Silogismo.
El universal está unido a la realidad total de lo particular por su separación de la
existencia externa total. Por eso necesitamos realmente tres términos para compren
der la realidad. Hay 1) la unidad interna de las cosas, la cual debe ser tomada como el
universal; hay 2) la separación, pero ésta está siempre en dos términos opuestos, cuya
relación constitutiva 3) es una totalidad que constituye la exteliolización del plimer
268
universal indiferenciado.
Cada uno de estos térm .
nue
e o
c o t está relacio
o como
o
v
e
,,
el
ro.
ton
a
como
ejemplo la Idea, la Na
Espíritu. La Idea es la
:
fórmula d.
tural
s
e
uby cente a toda re
exteriorizarse en la natur
aleza
�lidad: esto b
.
ar
tu. Ahora, estos tres son tal y ta b
autoco
nocrmrento
?
nado a uno de 1os otr en el espíritercero. La naturaleza es lo que cada uno es relacw
os a
que por exterioli a . , d
por a ual es interiolizad
la I ea hace posib tra\·és del
a la exterimidad o l
le al e
es e o o : puesto y manifi
o �n tercer lugar; spítitu
esto en la totalidad separa
la Ide
de ezst y la naturaleza
E sentI o en que todo qu
.
a racional es Sil
m ' es un sentido tot
puesto. Hegel toma aquí Sil
almente transogismo en el senti
e ? q: e une dos tér
un tercero. Lo real es el
minos media
r
Sil;cismo
sr mrsmo div rsifica
e emen�os de esta diversid
do,
�
d
ernamente, asr que ell y sólo
e os mrsmos. Pero lo qu ad �on rel i
e es más, la división pue
,
en a
de ser_ expresada en tr os se un
traves de cada uno es con
es térm .
ectad
n ercero. La reali
que puede ser ;ista en prim
er
i e I· a ' pero en segu dad es
como dos realidades sistem l g
.
ndo
áticament l c o
as y opuestas; realida lucrar exi
cada u�a sólo pueden ser
des Í:.s cu
a través de s
r
.
o
tanto, cada una de es
es relacwnada con el todo
tas realidades
a través del otro
l
los tres térm:i os pueden
a travé� del todo. Así
ser pen
�
que todos
.
e
como termm
La analogra del Silogismo sados en s
os
m
edi
os.
es
1
)
la
uni
dad d� cada uno con los
tercero, 2) el hecho de qu
otros a través
e esto pueda se consr
neces�a, racional, y 3) la
:I�rado como una unidad conc de un
tlip
licidad de a re¡acwn.
eptual'
Lo distinto del s·¡
r ogr. smo corresponde a qu
.,
l
a
l
e
acwn es srm
ta. Cada uno de los término
.
etricamente comples puede ser el
o. a �a�raleza de esta
que va más allá de lo que pu
u
ede ser ca tur
en un srlogrsmo simple. E nidad es una
ser capt :ado en tres y en
sto
sólo puede
tonces po am s
u
_ ?;= l� u
er todavra
formulacrones. De hecho,
nidad de estas tres
como se aclara
ca muestra una unidad qu
. . e esta seccron, .s la realidad ontológ:¡·
e sólo puede ser ms
.
muada en el sr·¡ogrsmo,
falto, mencwn
arlo desde el princi io E
pero a Hecrel
.
n c:msec r�ncra,
más bien arbitrada al atrib
est� simetiia puede p; le
;
ecer
uir po o
gr os l urnversalidad, la
�ad, la particularidad a los término té
espe
cific
i
s
de
l
o
,ra ege
na, urndad conceptual de
cada uno a a do s otr rana. Hay triplicidad necesa
�
paso siguiente hacia el len
os a t�a:és del tercero, pe
�
ro el
guaje de
. mpre
nn ers 1 ad-especr.
Sie
ficrdad-pariicularidad no
es admisible.
Hegel en ambas lógicas es
duro con el sentido comun
,
cu P?dría aceptar el silo
gismo como el alma del raz de. su época (y el nuestro), el
on�ento, como
subjetiva, pero no lo conside
ra
ro . ad ontologrc de esto una actividad
de razonamiento (EL, § 181 como una
P
·
s grande objetos
�
, w , 308
nota'· tambren
-309): Dros, la libertad' elsinfi
etc. Todo es Silomsmo porq
'
ni"t
ue
comprendida como una tlip finalmente la. realidad subyacente es tal que sólo puede o'
,
licidad de ternun
ser
os uno de ello
tras q:re 1os otros dos repres
entan la realidad de' este tod s es 1a urn·dad del todo, míeno como
tos, solo componen el tod
o térnun
· os mutuamente dependient separ·ado en dos opues1a totalidad conforman el
es, 1os cuales juntos como
todo De hech
que decrr
· que todo es
tres s ilogrsm
· os --o todo lo que es wir o es verdad
un sistema de
.
klicÍ1- propra
mente lo refleja el concepto.
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EL, § 1 92.
9 · De esto veremos eJem
· p1os en la
·
· · , p . e · .,
sü:uiente di ·sion
(partJcular) está con
ectado por el sistem
� la nota de EL, § 1 98: lo individual
ae de neces¡ acles, soci
edad ci\il (específico)
, con el Estado
�
269
Así la verdad del Silogismo es que cada término constituye realmente el todo y la co
nexión interna de los otros dos, no sólo externamente en nuestra reflexión, sino en sí misma.
Las diferentes formas del silogismo son situadas por Hegel con la doble pretensión de
deducir la tabla usual de la distinción y pasar a través de ellas a formas cada vez más
verdaderas hacia la transición final de la subjetividad. Una vez más, no podemos seguir
con detalle el desarrollo a través de las diferentes formas de Silogismo. El motor del
desarrollo aquí es la ausencia de la necesidad, la carencia en cada forma sucesiva que nos
impulsa a una forma superior: Un silogismo o inferencia pretende mostrar una conexión
entre dos términos extremos y la inferencia es por tanto imperfecta, si esta conexión es
meramente afirmada, si la premisa es contingente, o cuenta con razonamientos mejores
o peores, si ellos presuponen la conclusión.
Lo demandado del silogismo es algo que usualmente no pedimos de nuestras infe
rencias: no sólo que la conclusión se siga de las premisas, sino que ésta también esté
fundada en la necesidad. Lo buscado -y que Hegel pretende encontrar (más bien
imposible) en el silogismo «disyuntivo»- es una forma de necesidad auto-subsistente,
una necesidad del razonamiento que no requiere postularse, donde cualquiera que sea
dada al comienzo debe ser demostración del sistema. Para este criterio hasta los juicios
del tipo <<el hombre es mamífero» requieren premisas probadas adecuadamente, pues
to que --como vimos antes- mientras que no se pregunte si el hombre es mamífero,
no tendríamos este juicio a menos que el hombre exista.
Pero conseguir una necesidad auto-subsistente en nuestro pensamiento es lo mismo
que lograruna concepción de la necesidad en las cosas. En la medida en que las conexiones
necesarias de las que somos conscientes ocurran sólo entre los conceptos en oposición con
la realidad, podemos generar verdaderas conclusiones basadas en hechos sólo si empeza
mos con un postulado contingente sobre la realidad. Si queremos usar como ejemplo la
verdad necesaria los ángulos de un triangulo = 1 80°, tenemos que dar la premisa que X es
un triángulo para poder ser capaces de derivar ángulos de X = 1 80°. En cambio, un razona
miento necesario sobre la realidad que fuera auto-subsistente, es decir, que no necesitaría
una premisa contingente, tendría que haber sido fundado en verdades sobre la realidad
que no podrían ser de otro modo, esto es, una necesidad en las cosas. Pero evidentemente
ésta es la concepción de necesidad a la que nos dirigimos. Esto es porque nos sería inútil la
mera necesidad conceptual sin implicaciones en la existencia.
Ya hemos visto esta necesidad ontológica, manifiesta en el desarrollo de nuestras
categorías indispensables del Ser y la Esencia. Lo que hemos estado haciendo en este
p1imer segmento de la Lógica del Concepto es mostrar cómo la misma concepción
surge de un examen de las categorías en las cuales describimos el pensar. Así como las
categorías de la realidad en el examen pasan a una manifestación de la necesidad ínter
na, de la misma manera las categorías del pensar en el examen luchan por la culmina
ción correspondiente de la necesidad autosuficiente.
Desde el paso donde el Concepto se separó en Juicio, remitiendo a los particulares
en el mundo, nosotros hemos estado siguiendo el desarrollo del pensar sobre la reali
dad. Y este desarrollo fue sostenido por el propósito de alcanzar la necesidad autosufi
ciente. Ésta entonces ha sido la base real de aquella inconmensurabilidad que fue el
(universal). Pero al mismo tiempo lo individual será lo que relacione realmente a los dos, lo cual
satisface necesidades en la sociedad, y da el Derecho de esta realidad social. Pero en tercer lugar el
Estado es el término medio sustancial que mantiene tanto a los individuos como a su sociedad civil
en un todo coherente.
270
�?�or de la dialéctica. Esto es así
.
.
.
JUICIO simple de cualidad lo hac por ue la no-Id�ntJdad del SUJ eto y el predicado en
e
el
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dad pensada por Hegel está involu
�!'_ que en �gún sentido la identicra
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rra) Esto e� 1o que no
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juicio: :�, s alla, de este
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arr·ollo puede ser considerado o .
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.
Cio, n. SI pensamos que el propósito
�n:pulsado por l_a contradic
ta, entonces todos los juicios cor o la norma adonde .se dirige es la necesidad absolu
iti
dudablemente, así es como Heael 7;aentes y razonami�ntos son autodestructivos. In
nsa esto . La esencia del pensar es
y la racionalidad lleaa a la exp
"'res:¡;>IOn
la
,
,
completa en la neces¡· d�d. Una vezracionalidad
"' del
aceptado, la dialéctica
que esto es
.
Concep
de erigirse como una dialéctica rimto el Juicio y e1 Silogrsmo tiene alguna posibilidad
scuO
•;
La p�egunta es si uno puede aceptaSa.
r esta norma coroo la norma dis. tm
. .
sar: ¿Cuál es la solidez de aquello
tiva del penque
en
t
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a
que
.
ser
..
do?. En e1 caso de 1a Lógzc. a
podría estarJUStifi
cada como contínuación del libro acepta
.
antenor. Esto podría haber sido
justificación de Heael Pero yo
la
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reo
que
·
H
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pregunta, sino que con
. iera una r�spuesta clara a esta
raba que la necesida¿"'�aclün
al autosuficiente era una de las
propiedades fundamentales del
.
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ar:
.
y
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e
c�
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d�nt�mente, la dialéctica del
concepto subjetivo sería una pr;
�
piedad que se leg:¡tim
.
.
a a SI ffilsma con total m
dencia de lo precedente en la Lóg
zca.
· Hege
. depen� l, estaría alentado en esta creencia
, de
reflex. wn
que nuestro pensamiento no esta .
por la
satis�echo fácilmente con meras cor
ciones contingentes buscando sob
relare to do una razon
Pero mdependient
·.
' e del fundamento de su princi. pio
.
.
, l� dialec
, hca de este segmento
pasa hacia una culminación en el
.
.
p
ens
ar
rac
wn
al
nec
esa
rro
.
y
ya
que la eulminaclü
mseparable de una concep ción de
.
. , n es
.
e osas, este es e1 punto en
el cual podemos decir que la sub la necesidad racwnal.en. las
.
IVI'dad pasa a 1a subjetivid
Jiet·
.
" · vid
ad .
La <<su bjeti
ad, tiene dos aplicaciones en Hea,e
l. �l absolu�o es un SUJ. eto, qm. en
pone su propia personificación.
En este sentido la realidad es
ésta es una cateao
"' ría primordial· En este senti"do tod0 el lI"b finalmente subjeti
.
.
. va "v
tambien llamado <<Lógica subjeti
, rca
�o tercero de la Log
es
va» . Pero la pal�bra tambie
n pue
algo como su sentido común en
el eual contr s nos lo que es <<me de ser usada para
ramente» subjet
� ta: _
frente a. la realidad. Éste es eÍ sent¡" do que el term
mo tiene en este pnmer segmento ivo
tercer lIbr
o, cuyo título es <<Subjetividad ».
del
El s�gundo sentido, en el cual la
.
a ella, tiene un uso perfectament subjetividad es menos que lo r�al y es ma
decuad
e
leg
ítim
o.
D
ura
nte
to
?o. este pnmer segmento heo
mos estado tomando los modos
"'
del
pensar que son subjetivos en este
cuado. A este pensar imperc1'ecto
sentido inade.
eorresponde como tambIen
.
· , hemos VIs
Imperfecta, la cual también fall
to, la realidad
.
a al exhibir la'necesidad cabal. Per
a la necesidad perfecta y or con
o si el pensar sube
.
.
ontológica de las cosas, e�tonces s��:�nte a una concep�ión de la fundamentación
Llega a ser uno con la subjetividad cJ ��ef o:u�sto �rulateralmente a la realidad.
smi
a
esta hasta el momento desprovista de ser y es menos que lo real·
ella pro duce
.
'
actu
a
l
El pensar subjetivo pasa a su erf . ,
. me
. .nte el mundo de SI, misma.
e
ccio
n
en
la
P
obJ
e�lV
lda
d,
no
sólo en aquel dejar de
ser distinto de la realidad por ser .
Ina decuado a ell
.
· , en e1 sentJ"do fuerte,
de que al rem
tegrarse a la subjetividad absoluta a smo tambIen
> sentido de la real
_ _ <<pa�' a> al
Este argum;nto suena mucho a una
reffilslll cencm del argumento onto ida. d puesta.
.
gel es el pnm
1 ogrc
. o. y Heero en reconocerlo
Evidentemente el argumento ont y. aceptar _este reproche, que él formula en el texto.
o
.
lo's"co
rri
esta realmente fundado SI· 1e damos
e
JUS
ta. Nosotros 'tenemos aquí la forma
J·usta. El absoluto, como Concepto -n una !Orma
o sólo en la
�
.
�
·
·
•
271
mente de alguien, aquí Anselmo es todavía inadecuado- debe pasar a la existencia,
puesto que el Concepto, propiamente entendido, es una necesidad conceptual auto-sub
sistente y requiere manifestaciones en la realidad. Y al entender el Concepto se sobreen
tiende que sólo puede ser este tipo de necesidad conceptual. Pero evidentemente esto
sólo se aphca al Concepto, al absoluto, al concepto del todo, o a la idea de Dios en el
lenguaje tradicional. Esta necesidad de existencia no cancela la contingencia como vi
mos, y por lo tanto muchas cosas son totalmente contingentes y su existencia no está
contenida en su concepto, como los cien dólares en mi cartera, los cuales son evidentes
sin conexión necesaria con los cien dólares en mi mente.
Y esto vale hasta para las cosas cuya existencia es necesaria -características del univer
so como el hombre-: su sola necesidad surge del todo, no sólo de su concepto, si conside
ramos éste como el concepto particular en el sistema completo que lo designa. Nosotros
podemos probar la necesidad del espíritu finito (hombre), pero éste surge del sistema
completo, no sólo del concepto del hombre tomado en sí mismo, como, p. ej., la vida
racional. Por lo tanto, la objeción kantiana pesa por tales elementos particulares y especial
mente por esto que es contingente. Esto pesa por los elementos particulares a medida que
ellos son tomados en abstracto y por lo contingente, puesto que esto es lo que tomado en sí
como una abstracción, dentro del concepto está separado de la existencia. Pero la objeción
equivoca totalmente el punto aphcado al argumento ontológico, la prueba del todo.
Por otro lado, Hegel no puede aceptar tan fácilmente la formulación de Anselmo,
Descartes, Leibniz, entre otros. Antes que todo, ellos estarían horrorizados al ver el tipo
de <<Dios» cuya existencia es probada aquí, puesto que esta existencia es inseparable de
aquélla del mundo como un todo ordenado y éste no es el Dios adorado por el cristianis
mo. Pero Hegel específicamente señala que el centro de la prueba completa del argumen
to es dejado de lado y la conclusión sólo es dada en las premisas anselrnianas de que la
existencia debe pertenecer a lo más perfecto. O si se argumenta a favor, entonces en el
fundamento de la existencia está el ser en general, una perfección, lo que invita a la
respuesta kantiana. Lo que se necesita es el concepto del infinito a través del cual debe
necesmiamente existir de un modo lo que no se aphca a lo finito. Esto se conecta con el
otro defecto de la prueba tradicional, que es comenzar con un concepto en nuestras
mentes. La prueba realmente sigue el despliegue de la existencia del concepto ontológi
co. Por consiguiente, en la ratio cognoscendi se presuponen las otras pruebas de la exis
tencia de Dios, mientras que ésta es realmente primaria en la ratio essendi.
Esta última reflexión nos permite ver todavía más claro cómo Hegel tiene objetivos
diferentes con la lógica formal de como ésta es entendida usualmente. Las <<formas» de
pensar son clasificadas en términos de sus funciones en el razonamiento por ambos
tipos de estudio. Pero para Hegel el razonamiento busca su culminación en la necesi
dad autosuficiente, la cual es la misma que la concepción de una necesidad en las
cosas. Por lo tanto, la démarche básica de la lógica formal no es abstraerse del conteni
do. Al contrmio, ésta es la marca distintiva de las formas imperfectas donde no están
unidas la forma y el contenido, ya que ellas son <<sólo formales>>. Como ascendemos por
la escala a formas cada vez más adecuadas, alejándonos de lo que la lógica formal
común aceptaría como criterio formal de distinción, nosotros ya no estamos tratando
con funciones proposicionales que podrían tomar casi cualquíer cosa como sus argu
mentos. Más bien la búsqueda de una <<forma>> adecuada en el sentido de Hegel (nece
sidad racional) requíere que pongamos restricciones a los conceptos que puedan servir
para esto. Así el juício de reflexión o el silogismo de necesidad son en parte definidos
por sus objetos. Y la forma final perfectamente adecuada sólo es realizada en la misma
concepción ontológica de Hegel.
272
La parte <<formal,, de su ló2
.
. .
ica
d cwnal de la lógica form
n�s totalmente diferentes. ; tv la cien
i
al son cami
Pe o es o no si
.
que ellos pueden tranq
eXJstrr como dos empresas
uilamente ca
totalmente inlepend . ente
s.
erado. Primero, la empre
sa de He?'ael s o' 1o es V �able Hay un tema filosófico involuy razonable por su con
ontológica; porque la for
I
cepci ,
ma .va ���nmanente al cont
e
cosas), tiene sentido tratar
de pro gar el contern. do nido (la necesidad. está en 1
a la forma (por e1 cnterio
se desarrolla un pensamien
fonnal
to adecuad a 1
alI. dad) . recíprocame
ue
nieg
ue
la
nte, Hegel, aun
v
q
y
alidez de la lógica form c
puede devaluar su importa
Esta no es la ciencia del raz
ncia
onamiento en lo m ,
Hegel de hecho habría esta .
encantado con el desarrollo
,
moderno en el que
do
'
1
nuo con el pensamiento ma
. oorca ha demostrado ser un conti
temático a que el siem
pre co�sideró a las matem
como la forma más extern
.
áticas
a de p ens ' mcap
az de concebir realme
conceptual de las cosas.
nte la estructura
Así en la dialéctica del Co
ncepto sub ·etivo h�mos
que surgió de la dialéctic
llegado a la misma concl
a del Ser Y la E�senci. 'I: a
usión
real que es manifiesta de la
t concepción·de una totalidad de
.
necesid�d raC
lo
I
pensar subjetivo. Porque si
� n�mos qu� probar también esto del
fue correcto
_eahdad
tual, entonces nuestro pen
sar conceptu d bena ap exhibe la necesidad concep
untar hacia una finalizac
el razonamiento incondic
ión
ional necesan. · ?ra es�
o ha sido realizado y volvem en
?
una totalidad auto-subs
os a
istente' una real dad mmed1
ata,
I
=��
��
� ���' �
�= :�·
;
��� /
af�
� t�
[ ... ] la cual ha emercido a tra
vés de la e ce1 . ,
IOn [Auflzebw zg] de la me
que es también idént
diación, un ser
ico a la mediación
s e once to que se
de y en su otredad.
·
ha construido a sí mis
p
Este Ser es por lo t
mo
n to un a realidad [Sa
Objethidad [WL, II,
che] qu e es an wzd
�
352].
(iir sich :
II. OBJETMDAD
El Concepto pasa a la obj
etividad La bú
. s��eda de la
s?lo alcanza su fin en una
concepció� d� I al ad com necesidad auto-subsistente
o una totalidad necesar
crerto sentido hemos vuelto
ia. En
a la concepcion � as co:as
qu
e tuvimos al final del capítu
lo de la Sustancia. Pero ah
ora estamos en drsposi. Ción
de trazm· una representac
más rica y completa de ést
ión
a.
Lo que aprendimos a través
del Ser Y la Esencia_fue que
.
.
totalid
la r�alid
ad regulada por la necesida
ad constituyó una
·
d
Y �e marutesto �st
a necesrdad. Pero aprendim
muy poco sobre la articulac
os
ión conc�e ade est� totalrdad
. Ahora con
la dialéctica de lo interno y
. ocemos sólo por
lo externo, y la necesrdad vla
conrmgencra, que el todo
desp1egar contingencia en
.
debe
su superfiere
, como OCUITi:o,, ya que ésta
exterioridad.
es inseparable de la
Lo que dedujimos de esto fue
ue la realidad con o absolu
nada es estructurada por con
to o necesidad incondiciocep
os· Est0 nos llevo; a examinm·
.
sub ·etrvo y encontramos qu
e1 pensar conceptual
.
e éste
�
, fue con ducr.do por una no
.
es ahora auto-conscientement tambren
nna m
tema a lo que
.
e una eoncepcw, n de una LOtal
.
id
te. pero ahora que conoce
a
d
nec
esa
na
autosufi
.
mos que el pens
b . llega a la misma culmi ciencomo_ r�alidad, que el concep
nación
to en la mente
ntal�ente uno con el concep
ontologrco, somos capaces
to
de recurrir a lo que he�os apr_
endido sobre la aliiculación
concepto subjetivo, al deriva
del
r ala
o o de 1a artJ.culacron necesaria
de lo real.
�:
�
'
'
�
��:�
•
�
273
er. Lo que previamente conocimos sólo
Esto es lo que Hegel ahora procede a hac visto como una estructura con niveles.
es ahora
como totalidad regulada por necesidad
de la
diferentes niveles de ser. La dialéctica
La realidad necesariamente manifiesta
te.
Objetividad deriva esto en orden ascenden ados por Hegel «Mecánica» , «Químic a»,
llam
son
Los pasos por los cuales pasamos
exa
estos títulos que nos ocuparemos de un
ra
«Teologí a». Pero no debemos asumir de
natu
la
de
ofía
filos
la
en
adas
Éstas son trat
men de las teorías mecánicas y químicas .
obje
la
r
tos modos muy generales de concebi
la
y
leza. Más bien estamos tratando con cier
a
ánic
mec
ectivamente en las esferas de la
de
tividad, los cuales tienen aplicación resp
a también se aplica a ciertas funciones
ánic
es
química, pero también fuera. Así la mec
ido
sent
este
en
a»
mem01ia, y la «químic
la mente, como cuando aprendemos de
al
visible en la atracción entre los sexo s.10
va desde la exterioridad de la conexión
El movimiento completo de esta división
s
emo
con la vida. En esta sección terminar
tipo de necesidad intrínseca que tenemos la cual entendemos la vida, y la siguiente
a por
de
con la Teología Interna que es la categorí
abarcar en el camino diferentes modos s
ra
espe
el
Heg
Pero
.
vida
la
parte abre con
ente
pres
on
vier
estu
tienen su lugar obvio y
concebir la objetividad, los cuales también
os nos parecen un poco extraños porque
mod
s
esto
en la ciencia de sus días. Algunos de
pero
escuela de especulación dentro de ella,
pertenecen a la ciencia de sus días, o a una
no en la nuestra.
icción absoluta» (EL, § 1 94), la cual con
El motor de este desarrollo es la «contrad
así
n
está
es
ente una totalidad, cuyas part
siste en el hecho de que lo real es inmediatam a de partes que son integradas e inde
hech
relacionadas por dentro y ahora también
tiene mediación y relación, pero también
pendientes (selbstiindig y vollstiindig). Ella
satisfacer totalmente ambas esta realidad
objetividad, inmediatez, exterioridad. Para ella misma en niveles diferentes.
rse
a
descrita opuestamente tiene que articula
o meramente externas e independientes. Cad
com
s
cosa
las
con
os
Nosotros comenzam
sí
en
gado
esto significa que es un mero agre
cosa es externa e indiferente a las otras. Pero límites de una cosa o un objeto en todos los
los
ar
misma, puesto que no hay razón para traz
xión
él mismo un agregado de objetos sin cone
es
to
obje
cada
,
ente
igui
cons
niveles. Por
intrínseca.
Mecanismo
en
indiferente a sus propias características
Éste es el nivel del mecanismo. La cosa es
n
está
as
ístic
cter
cara
o de otra manera, sus
este nivel de inmediatez y ex.i:erioridad; dich
se
icar
expl
n
debe
s
stica
rna. Estas caracterí
conectadas en ésta sin ninguna necesidad inte ica qué es eso, siendo externo y ex.i:raño
expl
que
ad
alid
caus
por otra cosa; la relación de
noce sólo causalidad eficiente, la cual es,
(WL, II, 360 ). Por lo tanto, el mecanismo reco ad entre términos que son vinculados e
alid
como Hume demostró, siempre una caus
ser
causalidad «dentrO>> de un objeto resulta
la
uso
Incl
.
ente
ntem
inge
cont
identificados
to.
es separable de este obje
el examen de una relación causal entre part o, en la cual las características de un obje
nism
rmi
dete
Esto genera la concepción del
te por otro, y así hasta el infinito deficiente.
to son explicadas por otro, y éste sucesivamen
ria del
cierto papel en la vida litera
sponde aquí a lo que jugó
10. La noción de afinidad corre
.
vas
Las afinidades electi
periodo. Cf. la novela de Goethe,
274
Pero este nivel de meras relaciones exteriores contin e
�o p�ed: consti�ir el
relato completo, puesto que sabemos que las co� as est t
i:n re �cwn_adas mter
.
na�ente, por necesidad. Por lo tanto, este nivel no p uede subs:tstrr solo, smo que re
.
qmere otros en los que la relación sea interiorizad� o es:tvan:e�te. El objeto debe
a
devenir en más de un centro. Esto debe desplecrar
y demanda
con�ordtncia con su n�turalez<i, estar relacio;ad e c rt�
os.
.
n e curso de esta mteriorización Hegel nos conduce a través de un� cant:tdad
de
.
pasos, cada uno de los cuales corres onde a un;���cto obv:to de la reali�ad según la
.
ciencia que aceptó como válida. Así p amos del �. o q�e es merame?te I�diferente
a
.
fr
t
sus características, las cuales no o ecen nin
comu
c
cw
n
seme
de
m �
�
jantes propiedades imponderables como m
�. ca, u hacia
' "' . ' �arga elec
fr
el objeto como poseyendo cierto car
1 ácter definitivo y por consigmente o eciendo resistencia a las influencias de fuera, as cuales aparecen como fuerzas ext:m� . 12 y desde
aqm, pasamos a una interiorización más profunda' donde un ob'�eto es �trtnsecamente
· tema so1ar, el cual no es solo un �po de
relacionado con otros, como p. ei.J en un sIS
.
ob'�etos mdiferentes, sino de objetos que están ordenados en papeles definidos ca a uno
con el otro, el Sol, los planetas y los satélites. u
1
.
Pero en este paso la relación intrínseca con otros1 no está todmr¡a
, en o propiO del
.
e
to d'epend: de que esté en
objeto: es verdad que la Tierra está en la órbita del S
esta relacwnado con este
ende
eria
ella
de
mis
no
este lugar, su propia
dep
mat
v
1
centro . Así �� �I· � lle;�o � a �es�o espacio ya no estaría relacionado. Por lo tanto
pasamos al e d la n a, n e emos sustancias diferentes como relacionada�
intrínseca
1 mente una. co - ' «t nsa as» una a otra con la tendencia a combinar' a
suPerar a miil
La dialéctica de la Qmm:t
, ·
1 ate_ralidad y llega a ser una sustancia. neutral.
.,
,
nr¡s:ton,
está
muy
endeudada
con
las
ca, que es e capitulo
medio de, esta serunda
d"
.
"'
, ·
· es qmm:teas
de �a epoca, las cuales fueron tomadas. de los filósofos de la
especulacion
.
naturaleza. por eso, este capitulo es difícil de segmr y poco convmcente. Termina con
una transición a la Teleología.
� �:�
:: �
:c;, �: :��� ����:
�
=���� :-�::�
�� ��f�
� ::�� � ;
Teleología
. .
e ��brr. En la
Llegamos aquí al nivel más alto de la realidad ue el m d
teleología tenemos la personificación completa de l necesid i e
te estamos pensando en la noción de teleología interna, deducida p r
;
, � l.
���:::,
36
�: � ��
�
�:::;�����
. .
al entre las personas, como en un
In�uencias análogas son comunicadas en la esfera es
medmm sm resistencia, p. ej. las ideas los estilos WL ' II'
.
II,
donde Hegel señala que
cf WL,
•
12. En el ámbito humano esto tom la forma e1 destmo.. ::>:
·
_
v contmcrente
• porque 1 a extenondad
y la
·
el objeto material desaparece de una manera externa
"'
.
.
·
.
contmgencm es su propia naturaleza inmediata . Pero l os hombres tlenen un destino porque actúan
por su naturaleza universal sin emb g peca co n:a esta aturaleza. El destino es la retribución del
Sl pa
t
género del hombre actuan o indivi
�s homb es lo que les ocurre, lo que lo
�
d
370,
�
�
::
{
':f � �¡
o que as co� as no tienen.
rebasa, tiene significado para éL en ta� to��:
s
1 3 . Hegel habla de las relaciones ent· re éstos c��oU::l Je;��. c�_do tres silog¡smos, y denl tro de cada
uno en su momento el ténnino medio siendo �sto ��á ogo mdiv¡duo en la sociedad civi y el Estado.
1 en � Kant, puesto que Kant tuvo la idea en su
14. Hegel da crédito a Aristótel �s pe o a
.
.,
tercera Critica de una unidad entre el c-�nc:p to �:la mtu!Clon, en la cual no estaban separados los dos
¡
.
d
�
concepto general, así que
·
sino fusionados. El contenido no es so o un eJempl ar sub sumido b�JO
1os dos permanecen separados' pero la forma es de alguna manera mtrtnseca al contenido. Esto no
275
.
, .
Ésta es la noción de un sentido o proposlto
�ue es. ,inherente al objeto mismo. El propóLa Teleolo!lia Interna es la categosito es su esencia, su más profunda c�acte
� de la nec:sidad absoluta, el cual
ria que necesitábamos para caractenzar e .
desde el final d� la Esencia no h�bíamos tem o
·
.
v desde la Teleología, las cosas
e
e
a
u
\�V
e a
r c i p sib
s
a
s
mejor �jemplo de ca go a ara
t impuesta por el riesgo de las causas
que es Inherente en e as. s o es, �
eficientes externa�, sino que es una fo a u ll mismas realizan como crecimien.
to. Esta forma es mseparable de su ma en ' l o a inherente al organismo físico.
dar a tratar de
Su forma es también una necesidad, en tanto que ellas pueden
conformarlo. Pero al mismo tiempo es su propia necesida . Esto es o que l as define y
no es algo exterior. Al conformarlo es libre de ellas.
.
El re�quisito de la forma \�va completa· puede expbcar los actos parciales.o, procesos
en el organismo, como lo que es necesano para el todo . Pero esta explicac10n no so'lo
.
e licaciones en términos
da cuenta de un hecho por relaciOnarlo con otro, como
,
de causa eficiente. Relaciona este hecho con un propo o ' ando una razón. Da el
sentido detrás ?� las cos�s:
. , de la totalidad. El proceso parcial es
�a explicacwn tele log¡ e
r
o, tampoco el explicandum y el expliexphcado por su pape en e o .
cans son distir:tos rea}mente, ya_que el pi.oc so explicado es arte de lo que explica.
dar cuent del tipo de totalidad que
La teleolog¡a es a I la categona q
=
eal
idades independientes, externas,
h
tiene en mente Hege ' puesto q�e e a e
.
cuyo despliegue sin e�bargo sigue una �ecesidad, pero. esta necesidad no es impuesta
.
desde el exterior smo Inherente a la realidad externa rmsma. Esta necesidad es, podria
.
, la forma más alta de relación
decirse, la forma viva del todo. La teleologí� I_Titerna e
no culminante de este desa
interna que la realidad externa puede .exhibir. Es el t
.
· smo . El espectro de
n-olio que comenzo, con la mdiferencia externa pura de1 mecam
·
f rmal a la teleolo!lia.
niveles del ser ��e el univel_"o debe co�te er a e
.
e ás del hecho de que
t
La realizacwn necesana de este mve m
, es también creada por el todo mismo.
hava seres vivos en el mundo. Pero esta categona
.
.
Sólo el todo o el absoluto no tiene -a diferencia de todo ser VlVü-- una form da que
.
a forma que se desarrolla totalmen esde sí
ú�camente sea dada: sino ma, b ·
a vida es la razón y el corazón que palpita es
rmsma, como la Razon . Su s a"'
con
do sobre la vida, estamos marchando por delante de Hegel, quien trata
· ·
del Concepto. y Hegel ,
y úlfImo segmento
esta categoria al comienzo del siguiente
.,
.
, b1en
, M�
d , � asa ·usto de la Química a la propia concepcwn de la teleolog¡a.
a
nsic ón más, en la cual co�e�za con la concepción que es familiar al
sent · d común v a los filósofos del entendimiento.
.
s a noción-inadecuada es la Teleología Externa -qu� por supuest es t�b ,
·
.
· factona como un nivel subordinado de la realidad. Esta es una ca egona e
msatls
,
d fin s ue les son externos. La teleolog¡a
cual con�ideramos las cosas
. e
os ac vi ades del hombre. Nosotros cons
externa t1ene su lugar, p. eJ.,
������
� =�::
� ����:��: ���:��� �� �� ; �� � ���:�,�:ti����
: :;��
� � t ra� ���e;�� �
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r ¿ �: ::���:�: �� �
:.�����
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��=�::
� ����;� {
��
�
':��;���� � � �
���
· partlc
· u1ar Pero Kant' por supuesto es reprendido por sostener su
sería lo mismo sin este conterudo
:
crar a la teleología
-y además,
juicio reflexionante aparte del juicio determmante Y por negar1 e un l "'
�
el lugar de honor- en relación con las cosas.
276
�
truimos casas para \�Vir, producimos comida
para comer, etc. La «teleología» de una
casa, un auto, un plantío de maíz (su Zwec
kmiissigkeit), es externa a ella; debe ser
referida a otro agente.
Ahora Hegel cree como siempre que los prin
cipios básicos de su ontología han
estado ahí en una forma confusa en las mentes
de la gente desde hace mucho tiempo.
Y una de las concepciones confusas, la cual prod
uce tanto el sentido de que la teleolo
gía es una categoria importante con la cual ente
ndemos el todo, como la concepción
del sentido común compartida por la filosofía
del entendimiento de que forma y conte
nido deben estar separados, es la concepció
n del mundo como el producto de una
teleología externa, que es Dios.
Hegel critica esta noción de la providencia, parti
cularmente las variantes familiares
a cie1io deísmo superficial, optimista, del siglo
XVIII , y prefiere aceptar el lado
opuesto
del mecanismo. De hecho, él explica que esto
lleva a la atribución de toda clase de
propósitos totalmente particulares ridículos a
Dios en el intento de dar cuenta detalla
da del mundo. Esto termina con una serie com
pleta o un paquete de fines incondicio
nados atribuidos a la deidad, mientras que las
demandas de la razón son de un todo
conectado. Al menos, el mecanismo trata de
darnos este todo conectado (WL, II, 385386). Además, esto no lleva realmente a una explicaci
ón totalmente necesaria por razo
nes, porque las razones de Dios permanecen desc
onocidas. Por lo tanto, la contingen
cia tiene la última palabra. En esto, el mecanism
o no es mejor, sino que no pretende
explicaciones reales para la razón. De ahí que
la Teleología Externa sea peor porque
toma el lugar de la razón sin ser capaz de comp
rometerse con lo bueno y hacer lo
mejor, o incluso lo que está bien, como el meca
nismo. <<La teleología externa es el paso
il1111ediato antes de la Idea, pero lo que de este
modo está en el umbral es a menudo
precisamente lo mínimo suficiente» (EL, § 205
, Adición).
Hegel espera de este modo trascender la Teleología
Externa hacia la Interna. La Teleo
logía externa todavía mantiene la separación del
contenido y la forma (EL, § 205). Todo el
interés de la Teleología Interna fue que funcionas
e realmente unida la necesidad de que la
forma sea inherente a la materia, como vimos con
el análisis de la cosa viva. Pero esta
caracteristica que le da un lugar en la ex-plicación
de Hegel de lo absoluto se pierde en la
Teleología Externa. En esta concepción, yo estoy
en oposición al mundo externo. Yo tengo
en primer lugar un mero fin subjetivo y pienso reali
zarlo. Así la Teleología Externa presu
pone al comienzo una separación entre la materia
y la forma que tiene que ser superada.
Y esta separación no es realmente superada, ya que
la fonna es sólo algo que yo impongo
a una materia preexistente, ésta no viene de la mate
ria misma. De este modo podemos
decil� p. ej., que yo construyo una casa. Los mate
riales que van a producir la casa son
conformados por mí, pero esta forma permanec
e externa a estos materiales; no es una
auto-formación, como el crecilniento de un organ
ismo vivo. Mi interacción con estos
materiales es meramente externa, pertenece al domi
nio del mecanismo y la química. Son
formados desde el exterior y permanecen <<indiferen
tes» a esta forma.
Esto no es sólo verdad acerca de nuestra teleo
logía externa, la de nuestros fines
finitos, sino también acerca de la explicación teleo
lógica de las cosas por intenciones
de Dios. Para los objetos que Dios crea sirve man
tener cierto propósito en este sentido
«indiferente» a este propósito. Él no viene de
ellos. Esto es así porque el propósito
permanece oculto a menos que lleguemos a comp
render el ser de quien los creó. Y
desde esta concepción no podemos comprender
a Dios, el propósito permanece para
siempre oculto; algo que Hegel no puede aceptar.
277
la finitud en otro sentido. E� un
En nuestro propósito particular, el fin es también
que se justifique en sí mismo. Este
fin particular, no el fin del todo, y por eso no es algo
un propósito que emana de ellos
no
es un propósito que impongo a las cosas, pero
está diciendo donde afirma
Hegel
que
lo
es
esto
mismos. Es arbitrario. Yo pienso que
y que es la raíz del regreso al
que el producto de un fin finito es él mismo un medio
tratando con fines impuestos exter
infinito CWL, II, 397). Siempre y cuando estemos
endiente para ser trabajado, el fin
namente, con fines que presuponen un objeto indep
o del agente que esté actuando.
diend
depen
y los medios son algo arbitrario y subjetivo,
para vivir. ¿Y vivir para qué?
pan
comer
y
pan
hacer
de
Sembramos granos con el fin
es el medio para ésta, o es parte de
¿La vida es el fin, quizás, y entonces el comer sólo
fin que decidamos, puede pregun
ésta? O lo expresamos de otro modo, con cualquier
llegamos a un fin último que surja
No
tarse por su fin mismo. ¿Por qué buscamos esto?
ogía interna.
teleol
la
con
como
de la propia naturaleza de las cosas,
vida diaria está una teleología
la
de
a
extern
gía
teleolo
la
a
Pero al lado o subyaciendo
la cual entendemos en términos de
interna del todo; una que engloba nuestra actividad,
por la exigencia de alcanzar en
sada
fines finitos. Esta transición es evidentemente impul
os finalmente encontrar en la
podem
sólo
cual
la objetividad una necesidad inherente, la
del uso del concepto de medio.
teleología interna. Hegel hace la transición a través
fines finitos. Esto es, que ellos
Los agentes finitos usan el medio para conseguir sus
para cumplir sus propósi
partes
llevan una parte del mundo externo y aprovechan otras
del mundo llega a ser
parte
a
algun
,
modo
tos. Ellos usan, p. ej. , herramientas. De este
de un fin finito es
logro
El
it).
(Tatigke
acción
la
en
do
incorporado en su actividad, recogi
del medio.
través
con el objeto a
como un silogismo en el que el agente es relacionado
ica, pero
mecán
y
externa
sólo
La relación del agente con el medio es, en primer lugar,
lo que
de
parte
Forma
a.
intern
más
n
ésta eventualmente debe apuntar hacia una relació
exter
como
medio
de
idea
la
en
rencia
incohe
cierta
Hegel parece estar indicando aquí: hay
como medio
todo
s
eramo
consid
y
fin
propio
el
hacia
ar
empuj
no al agente, si esperamos
que usa el medio mecánico en el
que sirve para el fin. Consecuente seria que el agente
os entender este cuerpo sólo como
mundo, deba él mismo tener un cuerpo. Pero no podem
, puesto que entonces no queda
medio
simple
un
una herramienta y todo lo que hace como
vas que no pueden desglos�e en
ría nada del agente. P. ej., existen ciertas acciones primiti
realización de otras accio�es. Estas
partes, no puede entenderse como realizadas por la
separado del agente. El no está
pueden considerarse como medio, pero no como el medio
acciones. Esto y los puntos
estas
es
sólo
cosas
de
manipulando esta acción; su manipulación
Ex-ternamente conmovi
ea.
porán
contem
a
filosofí
la
por
relacionados han sido explorados
incluye nuestra manipulación dies
dos podemos ver que algo de estas acciones primitivas
interacción con el objeto-me
tra de ciertas herramientas; así que, en este sentido, nuestra
ente mecánico.
únicam
como
e
dio, que estamos empleando, no puede pensars
puede considerarse como
mo
silogis
o
nuestr
de
De este modo, la primera «premisa»
trabajo con una hacha en
yo
o
Cuand
a.
extern
a
todavi
e
mediada. Pero la segunda parec
erse en términos de una ejecu
un árbol, la relación entre el hacha y yo tiene que entend
diestra. Pero la relación entre el
ción diestra; el hacha está integrada en mi ejecución
, este proceso mecánico «vuel
hacha y el árbol es totalmente mecánica. Así, dice Hegel
II, 397). En otras palabras, el
(WL,
fin»
ve a sí mismo, como ha sido mostrado por el
n del fenómeno particular
exame
algún
que
más
movimiento completo de este capítulo,
de vista superior. Podría
punto
un
a
os
vayam
que
re
del fin-actividad subjetivo, requie
examinar la producción intencio
mos ver alguna unidad entre el agente y el medio al
de vista total, a través del cual
nal externa. Pero lo necesario es un cambio de punto
veamos el todo como intención.
278
El cambio de perspectiva al todo nos devuelve a la Teleolo!tia
"' Interna. Debemos
1 .
ahora consi·d erar a actiVI"dad del hombre y el curso del mundo, el cual es el telón de
fo?-do de esto y lo que lo afecta, como un gran curso de la vida, como formándose a sí
mi�mo. Pero en esta concepción, todas las oposiciones caen. Lo que es trabajado ya no
esta separado del agente. El agente formado es interno a lo formado.
Por lo tanto, en la Teología Interna vienen juntos todos los términos que son distin
.
grud?s en la Teol?gía Externa. En el organismo, otra vez presenta este ejemplo, todo es
n:-:dio �ara su VIda, pero su buen funcionamiento, del hígado, corazón, etc., es taro
bien el fi�, pues éste es parte del organismo. El organismo otra vez, en su estado adulto
_
sano, es fin realizado,
pero no impide que esté siempre en proceso de realización. Por
eso, �e un_a intención fija o nisus hacia su propia realización. Por lo tanto, d nisus, el
medio, el fin realizado, todos vienen juntos. Pero todos estos aspectos no están colap
sado� . Permanecen como aspectos r�ale� del objeto. Para entenderlo, tenemos que
_
considerar esto como realizado
y realizativo, ver la relación fin-medio en él.
En e�ta dialéctica ascendente, por consiguiente, el mecanismo y la búsqueda de
.
_
fines firutos
por el espíritu finito, apuntan hacia una teleología completa, omnímoda
del _cu:so del mund�; una que es siempre tanto realizada como siendo realizada, la cual
esta siempre �n el fin y el comienzo; en la que todo es medio y todavía parte del fin.
Pero las relac10nes mecánicas y la finita actividad propositiva no son canceladas 0
anuladas. Permanecen reales, sólo su acción es de algún modo continuada -y es alimento para el propósito infinito.
La conce�ción subyacente aquí es uno de los diferentes niveles del ser, la articula
.,
clün
n�ces�a de un universo que debe exhibir tanto exterioridad independiente como
conex10ne� mt�;nas. Porque hay niveles diferentes del ser, también hay niveles diferen
t�s de exphc�c10n. El mecanismo puede así proporcionar explicaciones adecuadas a su
ruvel (y los �ferentes pasos del mecanismo, cada uno en su propio sub-nivel), mientras
que los fenomenos que él explica son incorporados en más seres complejos que deben
dar cuenta en las categorías superiores y finalmente en un todo que sólo puede enten
derse teleológicamente.
VImos en l� �senci� cóm� la necesidad de la estructura de las cosas las acompañaba,
de hecho requmo ��ntmgencia �n su aparecer. Ahora la relación entre los dos es comple
tada en !a concepc10n de un uruverso que exhibe niveles diferentes de ser. La estructura
n�cesana de las cosas manifiesta ella misma una concepción del universo como el des
�lie�_e de un prol?ósito interno. Pero el despliegue de este propósito requiere su personi
ficaclün en l� reali��d externa, material, y esto está sujeto a fuerzas mecánicas, químicas
Y leyes. Los mtersticios o las contingencias superficiales de las cosas, las cuales siempre
pe�an��en dentro de los límites de la estructura racional y representan su papel en la
realizac10n perpetua de esta estructura, pueden ser estudiados y localizarlos mediante
leyes de estos niveles inferiores del Mecanismo y la Química.
Hegel en ningún lugar aclara el modo en que estos diferentes niveles están relacio
n_ados con ot:o. Pero él invoca aquí, como en otro lugar, su famosa imagen de la «astu
�Ia d� la razon», por la cual el propósito superior hace uso de los principios del nivel
m�enor agradándose a su fin. Más que trabajar directamente en el objeto, el propósito
mas alto resbala a otro objeto entre él mismo y lo que espera transformar. Si éste
.
hubiera entrado directamente en la interacción de las cosas, sería sólo una cosa parti
cular Y desaparecería como todas las cosas semejantes. Pero astutamente se salva de
este destino al haber hecho su trabajo por la interacción mecánica de las cosas en el
mundo (WL, II, 398).
279
Esta imagen no podria ser totalmente clarificada. Pero repite la idea hegeliana de que
la vida infinita del mundo va a través y más allá de la desaparición de las cosas finitas.
Sólo vive en las cosas finitas y por eso a través de ellas, pero sobrevive perpetuamente su
fin necesario. Además, el juego de la contingencia misma sirve para realizar el plan nece
sario de las cosas. Éste es el significado completo de la imagen de Hegel. Si preguntamos
cómo las cosas funcionan de este modo, la respuesta es que la contingencia misma es
parte del plan necesario. Dentro del juego de la contingencia yo podria morir hoy o en
cuarenta años. Pero en otro caso, mi fallecimiento como mi vida ex-presan la estructura
necesaria de las cosas por las cuales el
Geist debe ser personificado en el espíritu finito
que como finitud contradice su infinitud y por eso debe morir, p. ej. mi corazón falla
como una bomba. Pero entonces, está en la naturaleza del sujeto finito, como un ser
materialmente personificado, estar sujeto al juego de las fuerzas mecánicas y por lo tanto
ción, ya dijimos que el ciclo de cambios en el mundo ocurre en un intento p
e
resolver la contradicción. En otras palabras, explicamos estos cambios por
por
�:�rma
que ellos se afanan por encontrar.
Pero la concepción de la finalidad de las cosas toma un poder superior
cu
llegamos a considerar la necesidad como absoluta. Para considerar los eventos
dirigidos por una nmma o un fin, los vemos como presentando una respuesta
e�d
��
0
pregunta de por qué ocwren. Pero normalmente emprendemos la búsqueda por
la
razón, como llegando a un fin cualquiera, en un fin que sólo tiene que ser tomado
como dado. Si hemos descrito la forma vida de una cosa finita viva, en términos de que
explicamos aspectos de su estructura y actividad, no hay más respuesta a la pregunta
«por qué>>. La forma vida sólo es como ella es.
Pero la necesidad absoluta no descansa en alguna premisa dada que estuviera más
ex-puesto a tales fracasos. Si no hubiera sido éste, uno tendria que haber sido otro.
allá de la explicación. La necesidad es absoluta porque todo puede ser derivado de la
Pero la imagen de Hegel de la astucia de la Razón también, y especialmente, es rela
cionada con la historia (e f. referencia en
Adición). En este sentido la providen
Razón. Por eso, la pregunta «por qué>> nunca alcanza una barrera en lo meramente dado.
EL, § 209,
cia de Dios es la astucia absoluta, porque él deja a los hombres seguir sus propias pasio
O si uno prefiere esta formulación, el fin último es sólo el
Geist o la Razón, es decir, que
hay una estructura racional de todos los aspectos que da una respuesta a la pregunta
nes e intereses, pero lo que ocurre sin embargo es el logro de sus intenciones. Podriamos
«por qué>>, en la cual nada es dado como un mero hecho «positivo». Este propósito del
encontrar esta relación más difícil de entender y de creer que entre el Mecanismo y la
mundo es supremo o absoluto, explicación propositiva finalmente en un sentido radical.
Teleología Interna. Volveremos a esto en la siguiente parte.
Por consiguiente, el universo es considerado como el despliegue de un propósito.
Así el universo tiene muchos niveles porque es el despliegue de una necesidad inter
Además, el propósito debe ser interno, puesto que una necesidad incondicional, como
na en la realidad externa. El fin infinito es realizado a través de los fines finitos. Es
porque podemos considerar el fin de la Razón tanto como siempre realizado cuanto
vimos al final de la Subjetividad, debe estar en las cosas. Si estuviéramos tratando la
teleología externa, un propósito impuesto por un Dios trascendente, entonces la ne
siempre teniendo que ser realizado. 15 La experiencia de los sujetos finitos es que el
to divino.
lugar de la Razón tiene todavía que ser cumplido. Ellos se esfuerzan por esto. Pero si
cesidad no sería absoluta. La forma de las cosas descansaría finalmente en el manda
salimos de esta concepción del todo, podemos ver que este esfuerzo es parte del plan y
El todo debe ser considerado en la categoría de la Teleología Interna. El propósito
(EL, § 212, Adición). La apariencia de lo no realiza
omnímodo es inherente al universo mismo. Esto es lo que subyace a la Sustancia, la
do es un error, una decepción, y esta decepción misma da lugar a la Idea, como la
que como un todo está ya realizado
Causa, la Interacción de las últimas fases de la Esencia. La explicación por el propósito
Así la necesidad que seguimos a través del libro de la Esencia surge aquí como
interno del todo es lo que llamamos ahí ex-plicación desde la totalidad. El universo que
propósito. Como vimos, la necesidad inherente en la realidad es un fin incondicionado.
pero ya no una externa. El propósito permanece en su resultado («esto no es transito
Esto significa que el curso de las cosas no está determinado por meros antecedentes
rio en su organismo sino que se conserva en él mismo» ,
superación de este error en nosotros mismos.
se despliega de acuerdo con su propio propósito es causa sui. El propósito es una causa
EL, § 204).
dados, no presenta la ineludible consecuencia de ciertas premisas dadas. Por el contra
Por lo tanto, al final de la Objetividad llegamos a una concepción del universo como
rio, nada es meramente dado en el sistema de necesidad incondicional. Todo lo que
ocurre surge de la necesidad. Por lo tanto, lo que se sigue de la concepción del universo
despliegue del cumplimiento de un propósito intrínseco. Pero no estamos tratando
como el enfoque de la necesidad incondicionada es w1a concepción de las cosas en las
cepto, por el pensar buscando la necesidad, buscando la racionalidad completa. Así,
que el propósito es primordial.
sólo con una cosa viva. Ahora sabemos que esta objetividad ha sido puesta por el Con
esto pasa a una nueva categoría ontológica, de una realidad que sólo existe par·a cum
Nosotros podemos hablar de un propósito, cuando por alguna razón un fin puede
plir una fórmula de la Razón, cuya única existencia es cumplir la Idea. Esto es, una
ser pensado como el fruto de eventos antes de su realización, dando este fin lugar a
unidad de la objetividad y la subjetividad. Pero no es una simple identidad. Más bien
estos eventos para que ocurran, como decimos, «por su propio bien». Pero esto signifi
deben también existir en un sentido distinto ya que una pone a la otra y la determina
ca que la noción de propósito estaba ya implícita en la idea de que los cambios en el
para ser lo que es. Son uno, pero también están en relación. Como en un sujeto, su
mundo que ocurren por necesidad conceptual. De este modo, cuando explicamos los
cambios en cosas finitas, como ya hicimos en el Infinito, como impulso por contradic-
cumple la fórmula ideal del pensar, sino que está hecha así por esta fórmula. Por con
unidad no es sólo
an sich
sino también
für sich (EL, § 212).
La objetividad no sólo
siguiente, las dos están unidas mutuamente y para siempre en una oposición (como el
Esta noción de un fin que es siempre terminado y todavía es realizado constituye la base del
concepto fundamental de la filosofía política de Hegel, como veremos en la siguiente parte. Es la
noción de eticidad (Sittliclzkeit). Ésta es la que consideramos más allá de una mera moralidad de lo
que debe ser, un esforzarse tras lo cual nunca es alcanzada porque no está fundada en la naturaleza
de las cosas, la cual es el fin particular de la Teleología Externa.
1 5.
280
propósito en la teleología interna está siempre cumpliéndose y está cumplido). Por
esta relación, el término que irresistiblemente viene a la mente es la Idea de Platón.
Kant en primer lugar se apropia el término. Ahora Hegel lo adopta.
281
III .
LA IDEA
Así nosotros comenzamos la Idea. La Idea es entendida en el sentido platónico.
Ésta es la razón interna que hace a la realidad externa lo que es. Por eso, es entendida
en conexión con la idea hegeliana de verdad, la wudad del concepto y la objetividad.
«La idea es la verdad que es an sich y für sich» (EL, § 213), puesto que la verdad, como
vimos, consiste en que la realidad esté de acuerdo con su concepto, con el concepto que
la produce. Pero la Idea es el concepto produciendo una realidad y trayéndola al acuer
do con ella.
Kant estuvo en lo correcto al pensar la Idea como algo incondicionado, trascenden
te, de lo cual no podríamos hacer una aplicación empúica adecuada (WL, II, 407). Pero
como de costwnbre , sacó la conclusión equivocada. En vez de concluir que la Idea no
tiene estatus ontológico, tan sólo es reguladora de nuestro pensar, debió haber visto
que esta inadecuación de la realidad empúica no es una carencia de la Idea sino de las
cosas empúicas. Esto es así porque ellas son finitas. «Lo individual en sí mismo no
corresponde a su concepto; esta limitación de su existencia es lo que constituye su
finitud y su desaparición» (EL, § 2 13).
Sin embargo, aunque imperfecta, la cosa particular sólo existe en general porque
algo alcanza a expresar la Idea. Incluso estados no verdaderos, los hombres, etc., sólo
existen porque ellos no son enteramente así. Todo lo que existe surge de la Idea. La
totalidad no verdadera, una realidad que de ningún modo correspondería a la Idea, no
sería nada (WL, II, 309).
En esta tercera parte, estamos llegando con esta conclusión al desarrollo completo
de toda la Lógica. Nosotros comenzamos en la categoría de Infinito, que fue nuestra
primera categoría que presentó el todo como totalidad, con la idea de un sistema auto
subsistente de cambios necesarios. A través de la Esencia desarrollamos esto profun
damente y vimos que esta necesidad era inherente a la realidad externa n1isma, pero
que su realidad como externa también exhibió contingencia. Pero esta contingencia no
era independiente, más bien fue puesta por necesidad. La necesidad en las cosas fue de
este modo absoluta, esto es, no condicionada por nada meramente dado.
La necesidad absoluta nos trajo al Concepto. Con lo que nos beneficiamos de esto,
volviendo a examinar la totalidad de lo real, y desarrollamos sus articulaciones más
profundas. Así que ahora vemos esto como distribuido en una jerarquía de niveles de la
realidad, de la cual la inferior, empezando con lo mecánico, es incorporada en otras
más grandes, en Unidades más intensivas hacia lo superior. El nivel más alto es el del
propósito y es creado por el todo. Así qué no sólo vemos el todo como regulado por la
necesidad, sino como exhibiendo propósitos.
Esta primacía del propósito ha sido explicitada ex-tensamente en la Objetividad. Y
esto nos ha dejado la categoría superior de la Idea, puesto que si la necesidad absoluta
significa que la explicación propositiva es lo máximo, entonces debemos ver el mundo
completo como ahí para un propósito, como al1i para manifestar esta necesidad. Así
que ya no imaginamos esto como un todo que es dado y de hecho es regulado por la
necesidad, así como tenemos especies animales que son dadas y de hecho son confor
madas por una forma-viva. Este todo que manifiesta necesidad existe por un propósi
to, así que podemos decir que existe para manifestar necesidad. La fórmula de esta
necesidad conceptual es la Idea, por consiguiente el mundo existe para realizar la Idea.
Ahora podemos ver el todo como el enfoque de un doble movimiento. Hay el movi
miento de las cosas finitas que desaparecen y suceden cada una a la otra en un esfuerzo por
282
=;��� J
superar la inconsistencia de la finitud
al
o o�erencía de la racionalidad.
Pero también hay el movimiento de l;
de
a misma, la cual sale y pone
mun�o de cosas finitas. La dualidad del mundo
o la d�.dad en lo real que constantem un
'
te tuvunos en la Esencia, nunca pudo sostene
en
,
rse en SI misma, puesto que la realidad es una
Pero la dualidad de los movuru
· ·entos que ahora
nos han llecr
· nte con la uni-·
' .,ado es consiste
dad de lo real' puesto que estos movuru
. .entos etorman un err ul No hemo
.
·
smo que e�quecimos nuestra comprensión
� �gregado algo,
de la única t0
ad autosufiCiente.
Pero SI la Idea n1isma sale v one
mundo, el cual es ext rno y de este mod
o sólo
�
exhibe imperfectamente su c�n xión terna
, en tonces �bién contiene diferencia
v
división dentro de ella. Debe poner sus opues
tos, lo que ruega
n.r; ésta, ?ara que sea. Por lo
tanto, se corresponde con la contradicción en
la finitud·,
dando esta es como devino
una contradicción en el infinito' la cual esta,
en el hech0 de que el infini
, . amente
.
. ·to uruc
alcanza su Identidad por contradicciones reco
, neiliadas, por encontrarse él n1ismo en
su
otro. La posición central de la contrad . .
.
s e m:a vez a eptamos la necesidad
absoluta. Sí en el mundo de lo contra
�
finit. as eXIsten por necesidad, sí
aquello que es externo e indiferente no uede
perso car totalmente la fórmula de la
necesidad aunque exista según aquella orm
ula, entonces esta Idea n1isma contiene su
propia oposición.
La idea es asi un proceso de poner a su otro y
, recobrar su unid
despues
ad consigo
misma en su otro (EL' § 2 1 5 '· WTlJ, II, 412) Este
, · ca. Esto es,
proceso es una dialecti
una
.
lucha, y toda concepción de la Idea que Omit
e esto es radi. calmente defectuosa.
fc¡:
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� .esta verdad. de la realidad como
�
descansando muerta o una mera
a
m vida, s Im ulso o movimiento . . . ,
la idea,
�
�
por virtud de la libertad que el C
once
esta, ti ne también la oposición
�
más
pertinaz dentro de sí misma; su repos cons
i
segundad y certeza con la cual
ésta
. �eternamente crea v eternamente
.
supera esta oposicwn, v llecra cons
igo
· rmsma en ésta [in
J
z·¡un mzt· szc
· ¡l selbst zusammengeht] [WL,
"
t:::
����
� :��:7
"'
II, 4 1 2].
.
. El sistema completo está unido por contradicción y lu�ha. La Idea
presenta la realidad para que sea. Pero esta realidad no fu
. .
e contradictona Jv por eso transit
.
ona y en
·
movimiento, no mostrará más realidad y por
. .
con�I�ente la Idea no será. Así que la
Idea tiene que poner un mundo que este, en
_ consigo n1ismo, igua
contradiccwn
l que ser
su propio otro.
El proceso sólo puede ser concebido o la
razo, n, el pensar que concibe la oposi
ci?n en su movin1iento, a través del cual ll
s
llega
n a ser son superados. El entendí
.
.
miento que trata de fijar la oposICion
_Y
· , es Impo
tente aqw y fatalmente distorsiona la
realidad (EL, § 2 1 4).
De esto se sigue que la categoría final' la Idea,
,
�o es solo el res.ulta�o del paso previo
de la Lógica. En un sentido la inclu e en su
totalidad . La Idea Implica las realidades
particulares que están capturadas
l
a: c�tegorías. al mismo tiempo, ésta las
conecta todas juntas, así que ellas
SI mismas. De este modo, engloba todo lo
"' e
que presentó antes.
�:
�
:e; ���
y
�1
absoluto es el universal y una Idea
.
, la cual separa en SI
.· mism
a el acto de juzgar en el
Sistema de las ideas determinada
.
s, que al mar
por su propia naturaleza vuelve a la
única
I·dea que es su verdad [EL, § 2 1
5].
�
283
- --- --- -- --------�
Esta división articulará lo que ésta es al ver la realidad como puesta por la Idea, por
un propósito. Primero, evidentemente, como vimos en la última división, esto consiste
en ver el todo como análogo a un gran proceso de la vida. La primera categoría consi
derada será la vida.
Pero si pensamos el todo como emanando de la necesidad conceptual, entonces
esta necesidad tiene que ser para un sujeto. Hegel ahora añade una dimensión crucial
para la imagen de la realidad que está trazando. La existencia del sujeto ha estado
implícita desde el primer momento que hemos estado tratando los conceptos catego
riales, conceptos con los cuales el sujeto piensa su mundo. Pero esto fue sólo parte de
nuestro punto de partida. Ahora Hegel muestra que es una característica necesaria del
universo que el mundo aparezca a un sujeto.
El razonamiento subyacente parece ser éste: la necesidad conceptual significa una
necesidad del pensar y su presupuesto un pensador. Al decir que el mundo está puesto
por necesidad conceptual, se dice que el pensar es su fundamento. Y el pensar necesaria
mente aparece a sí mismo. Así que un universo puesto por necesidad conceptual debe ser
consciente de sí mismo. Pero esta conciencia no podría pern1anecer meramente implíci
ta y semi-consciente, puesto que el pensar en la base de todo es necesidad conceptual y
ésta sólo puede ser exhibida en la claridad explícita del pensamiento conceptual. La
necesidad verdadera sólo puede ser propiamente consciente de sí misma en conceptos.
Así que si el proceso del pensar en la base de las cosas fue mantenido meramente implí
cito, paradójicamente permanecerá fuera del sistema de necesidad cabal que pone esto.
Esto violaría su propio requerimiento esencial.
Por consiguiente, si la necesidad es omnímoda, si no omite algo como meramente
dado, debe aparecer a ella misma. Hegel considera estos dos requisitos como vinculados
inseparablemente, la omnipotencia de la Idea y su autoconciencia. El vínculo ya fue pre
sentado en la noción de la realidad como la Apariencia, o de la necesidad como manifiesta,
el cual vimos en la Esencia. En primer lugar, afirma que la necesidad como manifiesta está
realmente en las cosas, no impuesta desde alguna otra fuente oculta y por eso es total, es
decir; no presupone una realidad en la cual funcione y cuya existencia original esté fuera de
su ámbito. Pero, como vimos, Hegel afirmó al mismo tiempo que una necesidad que es
intrinseca a la realidad manifiesta, e:xt:ernamente, debe ella misma hacerse manifiesta, esto
es, debe aparecer a un sujeto. Una necesidad que no podría hacerse manifiesta, una que
estuviera oculta e incognoscible, y en aquel sentido meramente interna, también sería
<<externa» a aquello que es, no abarcaría totalmente la realidad. Así para que la necesidad
conceptual sea absoluta, para penetrar la realidad sin que quede nada fuera, debe llegar a
ser manifiesta en el pensar.
Por eso, ganar claridad en filosofía consiste en ser parte de la realización de la Idea
en el mundo. Y por eso este tercer libro de la Lógica ha imaginado explícitamente la
realidad como para un sujeto.
De este modo, la unidad de la Idea y la realidad no pueden ser simplemente an sich;
como ocurre en la Vida, deben también serfür sich. Así que el Conocimiento es una catego
ría fundamental de la Lógica. Nosotros debemos aceptar que «la verdad absoluta es el
objeto de la lógica y la verdad como tal es esencialmente conocimiento» (WL, II, 413-414).
Pero entonces el conocimiento requiere conciencia, la estructura en la que un suje
to está frente a un objeto. En otras palabras, debe haber sujetos finitos, tanto porque
como conscientes ellos deben estar frente al mundo de los objetos cuanto porque como
sujetos reales �xistentes, deben estar determinados. Y esto introduce otra división en el
mundo, o más bien nos muestra la división básica de la Idea y la realidad desde otro
284
ángulo. La Ide e salir a su
o la reali.?ad externa, para vo
regreso es sóloa deb
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lmente comprendida por el s �o, el regreso es
Jeti�p
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. esy totaahí
derada com la lucha por 1a sup �� que Ia lucha por el re,gy-esoU]peto. Pero la sub-.
eraciOn de esta finitud y lleaar a
uede ser consito, el todo, elo abs
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Más allá de la ViIda, por tanto, la
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el todo, que es la Id���bsoleuta.
, el co oCimiento del todo pdel
or
Éste sera, e1 P1an de este úlrIrno s
e�ento. Nos llevará de la Vida
cual de nuevo Será dividido e
. to, lo
n una discusión del conocimien al efnocin. uen
Idea Absoluta.
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Nosotros menzamos con la
Vi
Id
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tant
y la realidad, co
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mo tamb�· , o que el conoci orque es la unidad i di. ta d la Idea
unidad entre lacoIde
miento pre ne la�:. ;or e; .
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la cual la realidad eas-Ydelahrechoa que presupone el conocisupo
de
mien. to ésta es una uru_tipo
da
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pued. e surgrr. en los seres vivos. conforme con. la Id_ea. La con
ciencia, corno vimos sólon
sí :Uisma, desde la categoría Esta unidad, Inmediata es derivad
a en la Lógica tau't de
miento, que es la siguiente catdee la Teleol�;:a,n_cuanto como un presu
goría ne a amente (W n, 4 puesto del con�ci·-
�
L,
1 4) .
La Vida
Hegel entie Ia vida de mo
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do,muy. parecido
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lo hizo Ari , 1es. El ser vivo
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continúe la vida. Ellos conuenz
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muerte'· «las fuerz
su
significado tan pronto corno y cuando
ocurre la
ti
dispuestas a saltaras[ elefmd entaSles de la obie
VI"d
a
de.. . son com
J
d� co�ti�u�rnen
te
cuerpo orgánico Y laa�dae�n prung�J.. �ar� poner su procesoo esta
�
o� en el
Pero la objeti;idad tien: :unap po_SICIO� fija frente a e11a» (EL,des§ 2 1 9 1x�n�:p
Aquí Hegel plantea otra vez ertmencia, _puesto que Ia muerte es e�enciciOn . .
Idea y la objethidad la "da d�a de sus tesis básicas (EL § 21 6) e rno � a la VIda.
e ser personificada, por lo �anto � � uruda? _de la
en algún lugar, de aJti nf,
�: debea ser
q
cular nunca pued o ormar una cosa \'Íva Particular. p d be ercopsersoruficada
realmente la idea universal, és�:���� � viv� partímortal, debe pere�e�.
radictona y así
285
Pero corno cosa viva particular, está frente a la naturaleza orgánica (EL, § 219). Esto
es el U11eil del concepto; significa que el concepto de la vida necesariamente se distin
gue en la cosa viva y el mundo frente a esto. Ha mantenido su vida frente a esta reali
dad. Por ello, la vida es una actividad permanente, una lucha (bestandiger Kampf) con
tra su opuesto. La vida es un proceso que debe siempre estar creándose a sí misma
desde su opuesto, puesto que la vida es cosas particulares vivas. Éstas son distinguidas
y de ahí opuestas al mundo externo. Tiene que mantenerse a sí misma por asimilación
de este mundo externo. Ésta es la derivación dialéctica del intercambio asimilado de
animales con el medio ambiente.
Esta lucha es un reflejo de la lucha inherente a la Idea que debe realizar ella misma
contra su propio ser externo. Esta lucha es contradicción y así es en el mundo animal.
El animal necesita algo; sabe que este algo externo debería ser parte de él y no lo es. Él
siente esto en impulso o algunas veces con dolor. El dolor es así el <<privilegio>> de las
cosas vivas, les pertenece sólo corno el concepto existente (WL, ll, 424). Ésta es la
contradicción viva, la cual es la respuesta a todos estos que afirman que la contradic
ción es inconcebible (loe. cit.).
La contradicción es resuelta por el animal incorporándose lo que necesita. Él puede
hacerlo porque la realidad externa es ya an sich la idea. Así llega a ser incorporado a lo
orgánico. Lo orgánico puede actuar en lo mecánicamente inorgánico, pero no vicever
sa. Lo inorgánico sólo puede estimular (en-egen) lo vivo (WL, ll, 425).
Así el individuo vivo llega a producirse a él mismo, al cancelar la <<presuposición»
de un inorgánico opuesto a él e incorporando ésta en él mismo. Al hacer esto él llega a
ser el universal sustancial, que Hegel llama Gattung (género). Esto significa que sufre
otro tipo de separación, ahora en dos individuos. Esto es la derivación dialéctica de la
diferencia sexual. La cosa viva es una personificación de la Idea que debe separarse ella
misma en elementos particulares, y entonces mantienen su unidad a través de ella. De
este modo, los individuos separados luchan por la unidad. Pero ellos no pueden lograr
lo, o más bien no tienen éxito, sino sólo en un tercer individuo, su hijo. Éste entonces
da un paso adelante corno un nuevo individuo, mientras ellos mueren, corno todas las
contradicciones particulares del individuo universal personificado.
La
cosa viva muere porque ella es la contradicción del ser an sich lo urúversal o el género
aunque es todavia lo inmediatamente existente como sólo un particular [EL, § 221 , Adición].
Hegel considera las cosas vivas corno una realización imperfecta de la Idea. Ellas
están vivas, son el propósito intrínseco de la materia. Pero no tienen éxito en mantener
la unidad o la eternidad que buscan. La unidad y la eternidad aquí están conectadas, ya
que la eternidad está unida por encima del tiempo. Consiguen esto sólo en una repeti
ción, un regreso infinito de generaciones sucesivas. Nosotros hemos deducido primero
la cosa viva del Concepto, después vimos ésta produciéndose a sí misma de lo inorgáni
co. Así, vimos que la Idea que la produce está realmente en ella, ella es el Concepto, el
Género. Corno tal se separa a sí misma y da ella misma existencia diferenciada en el
mundo. Pero no puede volver de esto y mantenerse en su unidad; o ella puede hacer
esto sólo en la repetición de la reproducción de su tipo, y después, sufriendo la muerte,
ser seguido por otro.
Pero esta unidad es repetida porque sólo es an sich. Esto apunta más allá de sí
misma a la necesidad de una unidad {ür sich. Debe haber un modo en el que podamos
escapar de la separación en seres particulares, del ser esparcido en la exterioridad, a la
286
interioridad y la unidad E te paso
más �á de lo finito, el cual es re
la muerte de los
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artic
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s,
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por la autoconciencia por � �c.eiación de su exterioridad, esaliz
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ea
cia está relacionado �on I= �::���mento. Por co�si�ente, el ascensolid�alaocour �tch
f�rm� �alect�ca superior desde
muerte s lo rior. 16 Ésta es Ia inm'
la
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lo
ctabiernente apuntado por 1a consu . VIvo en el Geist. y es el sigu·lenmación de la vida en el Ge,nero.
La Idea de la vida tiene [. ..
. no sól� de
] así libe
��, misma
' esto ,, sino de
algún Particular inmediato
esta primera inme�!:;
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mo u� todo; esta así vie
ver
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ésta
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la
existencia como aé ro bre en
.
del Inmediato
u. propia existencia. Lama,
ser vivo indi,idualmente
"'
u U: h
�
muerte
es e,ar a ser espmtu [EL, §
22
2].
Conocimiento
La Vida corno unidad inmedi t p
Heg�lllarna �1 �onocirniento. Éste
al
�
�ormn;;¡anterac]� subjetividad de Ia I�e:, aa:;a�!� due
e
rn
ional interna de todo, sino como �sti arse a Si rmsrna no sólo como es
el cual conoce su propia realila
�eacd .�onxtenomatrat; y que puede así ser pensado p��::áeto,
corn? un sujeto. Por eso esta
�n resume ará sólo el conocimiento en sentido eso�cto,
. e una apl n, hemos mostrado cómo 1� categona, de la consmo también la voluntad
tien
ica necesaria or u i� a
ciencia o autoconcienci�
n.�esariamenteción
da
a
la
idea
.
y
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finit
a, hemos ��ob�d� e ���a otra cara porque la conciencia es
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nto
en 1as categorías. de partida: el mundo del er es para sujeríst
tos finitos es alcanzado
En el pasaje introductorio en WL
.trr ref
erirse una vez más a Kant y co(��429-439) Hegel naturalmente no puede resis
de costumbre con una mezcla de
condena. Kant estuvo ciertamen
.
aplauso
te
en
lo
usto ala:onerse a la antigua metafí
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�oralelqueconría entender la autoconciencia c;mo
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trario, vemos que la concienci �n . a �ue era necesariamente sim
escmdida, que la objetividad la p�le
fre�e a sí misma y está rel acionada
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nte con 1a objetividad.
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.
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c?mo básico. Él saca de esto la c�n ��:�� ;uJeto y el obje�o: Esto lo vio Kant y lo plan
c
e que la subJetivJdad nunca podría ser teó
dida, lo que suponía
mente la unidad pre
sente �n todo l�gar de la apercepcióenten
cual nun�a podría sermera
.
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del «yo pienso» que siempre es suje noc=nto. �� <<�co�vemente» (Unbequemlichkei
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pa:a nos?t:os mismos sólo como n Y �a o �eto, asi que nosotros somos objetot)
SU]et? or:gmal. Esto Kant lo tomó osotros . smo� somos empúicamente, no como s
el
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�I�ncia. Pero p� Hegel esta poscom
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a e. Dado que para su co
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1 6. La muerte es
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la negacwn mmediata de lo
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Nosotros necesitamos una
conciencia. Cf. la dialec
. ,n
, t.Ica de¡Pamocular.
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1 45 .
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287
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288
Mientras continuamos con los agentes finitos de lo bueno, entonces lo bueno que
logramos es abierto a todos los accidentes de la fortuna. Esto es un contenido finito' el
cual puede destruirse por contingencia externa o por el mal. Y sus condiciones de
realización pueden entrar en conflicto unas con las otras (WL, TI, 479-480).
Per� e�to no es todavía contradicción. Ésta llega a iluminarse cuando vemos que lo
bueno fimto no podrá alcanzar un éxito total, puesto que si el mundo fuera totalmente
transformado, conformándose con lo bueno, entonces no habría que esforzarse. No
existiría la voluntad buena, ya que por su propia definición, como voluntad finita,
actúa en oposición al mundo (EL, § 234, Adición).
Aquí Hegel una vez más está criticando a Kant y Fichte, como lo hizo explícito en la
Adición al parágrafo citado. La noción de la moralidad como simple Sallen, como no
siendo capaz de cumplimiento, entonces dejaría de existir como moralidad, porque es
una de las oposiciones básicas que Hegel quiere superar. Pero él ahora considera esta
contradicción del progreso infinito de un «deber» que nunca alcanzaría satisfacción
como intrínseco a la noción de una voluntad buena finita como tal, ya que la idea de
una voluntad buena finita que otorgue una voluntad frente a una realidad externa debe
ser ejercida en ella. ¿Qué devendría la moralidad, si todo lo bueno fuera realizado
íntegra y definitivamente?
La respuesta sólo puede ser una concepción del fin realizado de la moralidad que
.
mcorpora como un elemento esencial nuestra actividad moral. Esto significa un curso
del mundo que realiza la bondad, pero la cual existe sin abstraer nuestr� actividad, sino
incluyéndola, y es predicada en esta actividad. Pero esto significa una concepción de lo
bueno en que la acción moral no es necesariamente la lucha contra la realidad inmoral o
moral que espera ser transform�da, aunque puede ser la respuesta que completa un
contexto de la bondad realizada. Esta es evidentemente una concepción de la moralidad
que debe romper con la oposición kantiana entre la buena voluntad y la inclinación.
Pero esta concepción ha sido vista como la síntesis dialéctica entre la postura de la
cognición y la postura de la voluntad. Como vimos antes, la primera es la concepción de
que el mundo ext:erno es lo esencial, en tanto que tenemos que conformar nuestras men
tes a éste en el conocimiento; la última es la concepción de que nuestro proyecto es
esencial, para lo cual debe conformarse el mundo como lo inesencial, lo <mulo» (nichtig).
La verdadera solución que encuentra la contradicción es una que une las dos, conservan
do la esencialidad de nuestro proyecto y no retrocediendo al e1ror del conocimiento, que
era sentir que estamos fuera de la verdad, mientras que añade la verdad del conocimien
to que el objeto o el mundo también es esencialmente personificación de la Idea.
Entonces tenemos la noción de un curso del mundo que es lo bueno totalmente
realizado --esto lo obtuvimos del conocimiento- pero no nos pensamos a nosotros
mismos como separados de esto, así que sólo tenemos que tratar de conformarnos a
nosotros mismos en el conocimiento. Una parte integral de la bondad del mundo, de su
ser lo bueno realizado, es que éste incorpora nuestra acción a lo bueno, nuestro esfuer
zo. La idea de lo bueno como voluntad finita conservó la inadecuación básica de la
cognición finita que mantiene separados al sujeto y al mundo. Por lo tanto, el sujeto
sólo podría ser la voluntad buena por oposición a sí mismo, funcionando en un mundo
_
renovado. Este es el sujeto definido por oposición irreconciliable, diferenciado del ob
jeto --el pecado permanente de la filosofía kantiana. Esto debe ser superado.
Y sabemos que esto debe ser superado porque hemos entendido que la realidad
debe fluir de una necesidad conceptual que es un sujeto, que por lo tanto todo debe
estar en su verdad, es decir, conformado por la Idea, y de ahí que una separación sea
289
una tonteria, una ciega y obstinada tonteria. Esto es lo que media la transición aquí.
Para Hegel la voluntad finita sólo tiene que llegar a ver que está actuando en un mundo
en el cual lo bueno está realizado. En WL, Hegel hace uso de la conclusión dialéctica de
la fase de la Teleología Externa: el medio es el fin, para mostrar aquí que el medio
activo que es el esfuerzo del agente finito hacia lo bueno, no está separado de lo bueno,
sino que es idéntico a él. Esta unidad está ahí an sich , simplemente tiene que llegar a
ser fiir ihn . Lo que es necesario para ver este esfuerzo en las causas perpetuamente
irrealizables, esta constante imperfección tratando de superarse, como el fin realizado
de la misma bondad.
Como vimos, desde el punto de partida más alto, la imperfección, el mal, la opacidad,
la separación tienen su lugar necesario en el curso hegeliano de las cosas. Sólo por esta
exterioridad y, por lo tanto, por la división, la opacidad, el sufrimiento, puede ser realiza
do lo bueno. Ésta es la concepción que finalmente rebasamos. <<Lo nulo y lo transitorio
sólo constituyen la superficie, no la esencia real del mundo» (EL, § 234, Adición).
En EL, §§ 233 y 234, Hegel presenta la contradicción de un modo ligeramente dife
rente. La voluntad finita es la contradicción que sostiene que el mundo frente a ésta es
inesencial, nichtig, y no obstante también esencial, puesto que sin ella no existiria esta
buena voluntad.
Hemos visto cómo la síntesis dialéctica de ambas actitudes, la cognición y la volun
tad, resuelve el problema de la voluntad como finita. Esto es, evidentemente, un tema
familiar en Hegel. Es un tema central, si no el central de PhG, bajo otro nombre. Aquí
fue un tema de la relación entre la conciencia y la autoconciencia. La primera es la
actitud que nos pone en oposición un mundo esencial al que tenemos que conformar
nos. La segunda es la certeza de sí buscando hacer lo bueno contra un mundo inesencial.
Pero también tenemos que ver cómo la síntesis resuelve el problema del conoci
miento finito. En tanto que el sujeto está frente a un mundo, del cual está separado
siempre porque no puede en ningún sentido penetrarlo o ser parte de éste, entonces el
problema del conocimiento es insoluble. Siempre dejamos fuera la profundidad de las
cosas, de las cosas como ellas son en sí mismas. Sólo podemos registrar ciertos hechos,
los cuales permanecen para nosotros contingentes, fuerza bruta, de la cual no pode
mos dar el porqué. Lo que nos permite ir más allá de esto es que el mundo no es otro
para la mente, para la razón, para nuestra razón, y no es otro porque es puesto por
aquella razón. Por lo tanto, la finitud y los limites del conocimiento también sólo pue
den ser superados por la fusión con la otra postura, la del esfuerzo, de la voluntad
realizando lo bueno, la cual es el plan inteligible de las cosas.
Evidentemente, en el nivel de los espíritus finitos, estos dos no pueden coincidir,
puesto que sólo los conocemos en parte y sólo podemos llevar a cabo parte del plan
completo. De ahí que los dos permanezcan separados. Nosotros conocemos mucho
más que lo que podemos llevar a cabo y esto lo conocemos externamente. Y llevamos a
cabo las cosas que no entendemos realmente y al respecto actuamos en la oscuridad
sin ver el real significado cósmico de lo que hacemos. Pero si ascendemos al sujeto
incondicionado, absoluto, entonces vemos que los dos llegan juntos y son ambos el
todo, como deben serlo.
Éste es el mayor drama de este capítulo, el cual por lo tanto termina en la Idea Abso
luta. Pero también hay muchos detalles. El capítulo comienza primero con la Idea de la
verdad (sólo <<conocimientO>> en la EL) y va a desarrollar la idea de lo bueno (<<dispuesto>>
[das Wollen] en EL). La cognición pasa primero a la disposición y después de la transi
ción la disposición a la siguiente sección tiene lugar con la síntesis de los dos.
290
Nosotros no podem
usa como un traro olínos segudiir co� detalle el desarrollo de la colmición la
mina en la noción �e un� �a ����: � �on�cimiento analítico y sintéti�o. ���� Hegel
i . � , strac:a, una que es exte
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«�nconrado>> (vorgefunden) . L� ne��s�� � e:�� :Je un �undo simplemente �� o
j va ' § 232) y ésta es
ejecuta a transición a la disp
osición Remo . st co, mo (E
entre los dos y así ascendem
esto a su vez es una sílant;sui:,
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mrsmo [... ] Pero este acuerdo
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Idea absoluta
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Así llegamos a la Idea absoluta
ue �e s�r�onsi�erada como
cimiento y la vida, la unid
la síntesis
ad
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a; szc!z del Concepto con sude cono
Es�o .�s el alma, el libre Concepto lz
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objeto.
T
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etivo. << od lo1 ��as e�e�or; co
op�ruon, esfuerzo, capricho y
nfus
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bheit],
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sito
riedad· sólo a ;a a so uta es ser;
ce era, verdad que se auto-con
vida
i
mpe
reoce
y
es
tota
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te ver adera>> (WL, II, 4 84).
Esto es un auto-detemunarse
. en
(Selb
s
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est
zm
.
.
mung) que se parte a SI, ffils
a la unidad consigo mismo. E
mo y regresa
l Arte y la Reli!?i , son modo
IDi.sma ?' su darse ella misma
s
d
e
�u
com
pren
sión ella
una
o, mas puro, puesto que constituexistencia��;�r�da. Pero la �osofía es el modde
o más
ye el modo
e a la Idea de un m
odo puro y transparente. d oncepto ffilsmo. La Lógica aprove-
t
Así la lócr"'i ca presenta e1 auto-m .
O\'lmiento de 1a "dea absoluta
nal, la cual es una exteriori
sólo como la Pala
;
zación o sonido [Au,Je
rung] ' pero una que al ]]egar bra origi
. ---a ser tiene
17· En la discusión sobre e¡
. to
conocrm
· ren
.,
.
analítico en WL, Hecre! vuelve
famosa afirmación kantiana
a W:a drscusro� d Ia
de
qu
as
p
ropos
iciones matemáticas �ales com
cas (446-449). Para Hecr 1 so
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enId, �· pero Hegel no está
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interesante.
la filosofía matematrca.
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si
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291
otra vez que desaparecer inmediatamente como lo exterior; la Idea es por lo tanto sólo en
esta auto-determinación aquello que aprehende ella misma; es en el pensar puro donde la
diferencia no es todavía la otredad, sino que es y permanece perfectamente transparente
a sí misma [WL, TI, 485]. 18
�ct
del
La Lócica es la ciencia de la idea como la fórmula pura interna de la nece�
a
u
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mundo ' 1� cual se piensa a sí misma y produce un mundo que está en conforrr
a
segmr
os
podem
que
ella. Si ésta es la verdad ontológica, entonces deviene aquello
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estruct
la
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mundo
el
en
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través del estudio de las diferentes dimensiones concre
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de la naturaleza, del espúitu, en la política, la historia, la estructura de la :nente, �
es
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I
la
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estos
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están
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Idea,
la
de
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�
Todo esto debe revelar la forma básica
a
es la que descubriremos en la otra ciencia que completa la Enciclopedia, la oso
.
la naturaleza y el espíritu
,
.
,
de su
Pero también debe haber una ciencia que no toma la formula mterna a trm,es
tual,
concep
ra
estructu
concreta personificación externa, sino a través de su interna
oncep
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mente
npl
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que no trata, por lo tanto, de descripciones concret .
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categoriales que muestran cómo están unidos
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de otra ciencia. Puesto que ésta es concreta en el sentido de presentársenos c n :
I
r
a
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que se auto-mantiene, nos presenta la necesidad de que la Idea entra
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concep
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sí
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concepto como abstracto, sino más bien como totalmente
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es
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porque
ente,
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ente
idealm
dice,
Hegel
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una concepción pura. Ésta es, como
en
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tanto
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nada sino pensamiento del pensar
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ente
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las
�
lar,
to de algún tema particu
a la
mente transparente. La lógica es puro pensar. Es la vida interna de DI�� frente
WL
de
cciOn
Introdu
creación del mundo, en la imagen famosa que Hegel usa en la_
:
tipo
En ambas lógicas, Hegel termina con una discusión del «metodo», la cu� es un
d de esde recapitulación del método completo seguido. Esto ocupa una gran cantida
pacio en WL, v vale la pena comentarlo.
. .
dar
El métod; es el procedimiento básico, pero ahora sabemos lo suficiente para
est
que
lo
a
�
nos cuenta de que el método no se puede elegir o aplicar extername�te
mo
el
Es
es.
�
mos estudiando· es el movimiento interno de los conceptos categon
a
pue
que
enta
herra
de
r;rn
miento del Con;epto mismo (WL, II, 486) No es algún tipo
ser separada del sujeto cognoscente y el objeto sobre el que se reflexw�a.
e1
Tenemos que comenzar con algo inmediato, pero no debe ser una mmedi. atez d
(488).
sentido o representación, sino del pensar, por lo tant.o un concepto categonal
mod
otro
de
que
puesto
ado,
den
ser
que
mismo
él
�
tenga
no
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Necesitamos algo que
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s
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que
o
s
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mismo,
<<ser»
el
es
obvio
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candida
.
El
riamos
�
:
nunca empeza
un concepto categorial que todos los otros parecen presuponer, SI tien�n all??na aplica
para e
ción en general . Si ellos tienen aplicación, entonces debe haber algun obJeto
cual ellos se apliquen.
Por consi2:l1Íente el <<ser» es un tipo de comienzo absoluto, el cual no parece soste
no
nerse en nin�a o�ra cosa, todos ellos lo hacen en el ser. Evidentemente, esto
como
muestra
significa que;uestro comienzo es sin presuposición, puesto que no se
� � �:
�
� �
;
;
.
l
1 8. Traducción de Millar (corregida),
292
en Hegel's Science ofLogic, Londres,
1 969, 825.
una cuestión de necesidad todavía que las cosas deban ser; esto llegará al final cuando
cerremos el círculo. Pero tenemos un concepto tal que si nada es asumido, éste es uno
idóneo para comenzar. En un sentido, podemos decir del <<Ser» que resume, engloba
dentro de él todas las otras categorías, es su categoría universal, pero sólo en el sentido
abstracto, aquello que es común a todos ellos al abstraer sus diferencias.
Es el todo en este sentido abstracto y como el todo no está relacionado con ningún
otro concepto fuera de él. No presupon� ningún otro, como p. ej. la <<causa>> requíe:e el
<<efecto» , o la <<esencia» requiere la <<manifestación». Esto Hegel lo resume en la expre
sión de que el <<ser» es la auto-relación abstracta (die abstrakte Beziehung aufsich selbst) .
Es la auto-relación, porque relaciona nada más, y lo abstracto porque es esto sólo por
ser el universal abstracto, sin diferenciación interna.
Pero como auto-relación está ya implícita la totalidad, está ya el germen de lo infi
nito real de la totalidad auto-relacionada en el sistema que el absoluto revelará él mis
mo al ser. El absoluto an sich está ya ahí, lo que va a seguir es un desarrollo interno a
través del cual obtendrá la riqueza interna y llegará a ser el absoluto articulado o el
absoluto {iir sich .
Pero ahora, como hemos visto, este universal simple pasa él mismo a la diferencia
ción, separando, juzgando. Desde el punto de vista del conocimiento finito, el conteni
do específico adicional que tenemos que agregar para encontrar el universal, u obser
varlo en la realidad. Pero vemos que salimos del universal mismo, que el universal
mismo pasa a su otro. Esto es el movimiento dialéctico en él. Vimos que el Ser entra en
la diferenciación del Dasein, que el Dasein entra en su otro y es contradictorio, y así en
un perpetuo llegar a ser y cambiar.
Ahora esta dialéctica ha sido tomada usualmente para mostrar la nada de los objetos
que afecta (p. ej. como los eleatas) o del pensar que se encuentra con ella (p. ej. como
Kant sostiene). Pero ambas concepciones están equivocadas. El resultado de la dialéctica
no es sólo negativo, ni sólo nada, así que tenemos que retroceder una casilla. Porque la
contradicción es una contradicción determinada, el resultado es una nueva forma. Por lo
tanto, el Ser deviene Ser Determinado, lo cual nos refiere a su vez como contradictorio a
otros, los cuales están vinculados a seguir esto por su inherente naturaleza contradicto
ria. Esto es absurdo, por eso simplemente lo deja y concluye con la Nada. Además, la
Nada misma como vimos no es un paradero estable, porque el ser es ineludible. La Nada
es sólo comprensible como la negación del Ser.
Así, la reacción común es que, ante la contradicción, nos corresponde concluir la
nada. A esto le falta trabajo en las dos formas. Nosotros no podemos concluir con la nada
de la realidad, sin descansar en lo absurdo de la Nada. Y no podemos concluir el simple
en·or de nuestro pensar, puesto que hemos visto que esta contradicción está implícita en
el ser mismo. Nuestro pensar no es sólo analítico ni sintético, sino ambos.
Lo contradictorio es real, lo real (Ser) con lo cual comenzamos es contradictorio.
Esto es lo que estamos forzados a aceptar. Pero si lo contradictorio es real, revirtien
do el primer desan·ollo, entonces debe de ser algún modo auto-relacionado y no
simplemente ser dependiente de otros y todavía otros en regreso infinito, a través de
lo cual no llegamos a bases firmes. El segundo término, la diferencia o la contradic
ción o la fragmentación, surge del primer término, la unidad o el Ser, por un movi
miento necesario. Esto es lo otro de lo primero. Pero esto contiene este primero en sí
mismo, porque surge de él. Si lo positivo o la unidad contienen necesariamente lo
negativo o la división en él, por un movimiento necesario, entonces el reverso es
también verdad. La división debe también llegar a la unidad (WL, II, 495-496).
293
la
ser contradictorio,siónperoounentmooncmeesnto
el ser r al ' aca al com
En otras palabras, elreaser,
conver
�er l. Hegel hatla �oes�astocontrado una
contradicción debe Est
que alcanza a ser no sólo
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e. Vei?os -�u� c�n�luyendo que la lida
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individual, el sujeto concicareto
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de
Esta necesidad bás rna.regr
o la ciencia :e �a {ódi"' ca no se alcanza en un paso.
Per
inte
completa, su fórrpula
294
Esta necesidad fue descubierta en el propio comienzo, como vimos, con el Infinito del
que se repite a sí mismo, que tenía que ser necesidad interna del movimiento que es
uno con el ser; no obtuvimos todavía un modo adecuado de concebir esta realidad. Las
categorías de un solo relato del Ser no son suficientes, no crearon la categoría propia
mente unificada de la reflexión. Supimos que estábamos tratando con la realidad ex
tema, la cual es también internamente vinculada por la necesidad, pero tuvimos toda
vía que juntar esto en un concepto adecuado. En otras palabras, sólo tuvimos la fórmu
la de una ontología adecuada, pero todavía tenía que elaborarse.
Esta dialéctica es lo que hemos seguido a través de los diversos pasos de la Lógíca,
particulam1ente la Esencia y el Concepto. Al final encontramos que sólo un sujeto, una
auto-pensante necesidad racional que pusiera necesariamente un mundo externo, el cual
regulara y en el cual se reconociera a sí misma, sólo ésta satisface la demanda: la Idea.
Pero mientras tanto, consideramos todos los otros modos de concebirlo, como el funda
mento y lo fundado, la apariencia y la ley, la cusa y el efecto, la fuerza y la expresión, el
todo y la parte, lo interno y lo externo, todos mostraron ellos mismos ser inadecuados.
Ellos no satisfacen su concepto y tienen que desaparecer.
Pero en cada uno de estos pasos está en cierto sentido el absoluto. Es una manífes
tación del sistema completo. Es un intento de comprender el sistema completo que se
invierte en él mismo. Y porque la cohesión interna de la Idea también requiere exterio
ridad y división, cada uno de estos pasos imperfectos tiene cierta verdad relativa. Cada
uno <<es una imagen del absoluto, pero al principio de un modo limitado, así que con
duce hacia delante al todo... (EL, § 237, Adición) .
Así, el progreso del paso a paso es un progreso de la totalidad para la totalidad,
donde cada concepción subsiguiente es más rica y más concreta, acercándose a una
imagen real de lo que es la totalidad. Éste es un enriquecimiento de nuestro concepto,
en el cual la mayor extensión sigilifica superior intensidad (WL, II , 502). Nosotros
partimos con el Ser simple, en el cual tenemos en un sentido una imagen
de la totali
dad, puesto que éste es lo auto-relacionado. Sufre la escisión en el Dasein, pero regresa
a sí mismo en el Infinito y el Fiirsichsein. Éste es internamente más rico. Finalmente
obtenemos la Idea, que es la más rica de todas. Pero al lograr esta complejidad interna
también hemos logrado una interioridad más grande, intensidad mayor de la unidad
interna, por lo tanto en cierto sentido la interpenetración más grande, y por eso la
simplicidad superior. Cuando llegamos al final, tenemos la subjetividad, la autocon
ciencia, la cual es la unidad más compleja, porque es la totalidad transparente. Ésta es
una unidad donde la separación de las partes, la exterioridad mutua (Auseinandersein)
es totalmente superada. Nosotros llegamos a la mayor articulación de nuestro concep
to, pero tanibién a la unidad más intensa y por consiguiente a la claridad y la simplicidad.
Éste es el punto donde regresamos a través de esta gran simplicidad al Ser otra vez.
Cada uno de los pasos es un regreso, en el sentido de ser un modo del gran regreso
necesario, con la Idea realmente conseguimos esto. Nosotros tenemos un modelo ade
cuado de este regreso y por ello una derivación real de esta simplicidad del Ser. Con esto
cerramos realmente el círculo. No sólo mostramos la necesidad de un regreso que siga
desde los postulados del Ser y el descubrimiento de la contradicción, sino que logramos
este regreso, con la idea de una necesidad que debe poner su propia existencia, un sujeto
que debe poner su propia personificación.
Sólo logramos el regreso del Ser a él mismo con la Idea, esto es, con la comprensión
de que la realidad es el enfoque de un doble movimiento, uno solo de Jos cuales coDasein. Pero aunque conocimos entonces que la realidad tenía que ser semejante círculo
>>
295
, fundamental, comienza en la necesidad interna
mienza en el Ser. El otro, que e: el mas
.
de la Idea misma. Así el ser solo regresa a Sl, IDlsmo en el valor de ser destronado o
de las cosas.
desplazado como e1 punto de partida real
. . . d d de cosas determinadas. Lo que llama. multipli
El Ser se divide en la compleJa
�� a
m os su regreso a SI, nnsmo
es la recuperac10n de 1a s1·mplicidad y la unidad de la cate·
..
goría « sen> a pesar de o por esta comp1eJIdad. Pero esto ocrnTe a través de nuestra
. ados esta' unida por necesidad. El
· liCl· dad de seres deternnn
concepción de que la multlp
regreso real a la uru"d ad lle"'cra cuando vemos es. ta necesidad como absoluta. Pero si. la
,
ne�esidad es absoluta, entonces todo lo que eXIste; todo el ser existe por un proposlto.
Así que el punto de partl"d a es realmente este proposi"to ml·sm� la fórmula interna de. la
,
necesidad, o la Idea. �l libro tercero co�pl to d la Lócica muestra que esta inversiOn
está implicada esencialmente en l a nocion �e la �ecesidad absoluta y por consiguiente
termina en la Idea.
, Lo �ue es pn·mordial es el sujeto 0 la razón o la
Hegel ha establecido su ontologm.
� conceptual Estos te, rminos estan
tados l·nseparablemente. La esencia
conec
necesidad
.
.
·
del pensar racional es necesidad conde la subjetividad e� pensar raciOnal ? la s
ceptual. O, alternatiVamen�e, la razon r q e necesidad conceptual. y así la razón
soberana requiere la necesidad absolu:a. p o si la necesidad es absoluta, entonces
debe poner toda la realidad confo�e a esta. sta es así el propósito. y como propósito
pensado (conceptu�izad?) es el s eto.
d t b"én ser llamado el Concepto o la Idea,
Este término p�mordial, el cu
h e �e la necesidad, ya que la subjetividad
produce desde SI, nnsmo � mundo
sólo puede existir persoruficada, por lo �to el pensar, la razón o la necesidad concep
.
.,
tual. Esta persoruficaciOn
ti�ne una estructura necesan·a' esto es una estructura que
.
.
debe tener si ésta es persoruficada por el ConceP,to. Por eso, ambos, que el mundo eXIsta
y que es como es 1a necesi· dad' dan a aquella razon, e1 suJ"eto la necesidad que deben ser.
.
Esta personificación como externa rueg� e1_ Concepto . Esto sucede porque éste es mortal'
en movimiento perpetuo y en �st mOVliDlento regresa a 1a Idea·
� es la concepclón de Hegel en la cual la estructura
Así, lo que emerge de la Lógtca
completa de las cosas (incluyendo lo que es �ontincrente) fluye necesariamente de ella
' "tu ' o el Concepto).
en un punto de p�· da, que debe ser la Razon (o e�1-espm
, culo de la necesidad, para mostrar que esta
Pero hemos vis�o que p�a cerrar el crr
ontología no fue solo :m� mteresante _ quizás ersuasiva interpretación de las cosas
(otro argumento del diseno: las cosas �o o son c mo ellas tendrían que ser, si...), Hegel
.
tenía que demostrar este punto de partida nusmo, mostrarlo surciendo ineludiblemente
de la estmctura de lo finito. y ��ta prueb fue d blemente necesaria: no sólo para convencer a otros, sino que tambien cump e un �e los requerimientos de su ontología
misma, el cual exigía el Espíritu para regresar eabal conocimiento racional de él mis
mo � través del hon:�re_. .
Esta es la tarea tltám�, mcrei'ble _con la cual Hegel ha estado luchando en la Lógica}
que él piensa que ha realizado. Parnendo de1 Se parte del postulado más simple, mas
vacío, más ineludible que hay (algún _po u ?tro d 1 realidad y así él afirma que ha
sewda ineludiblemente. Por lo
demostrado la dependencia de todo en a razon o 1 I
tanto, el círculo está ceirado. El ser, nuestro po� ado de artida, es consumado, en el
,
sentido en que esta
es 1a demostración de que eXIste necesan·amente Con esta inversión,
Hegel ha establecido el c�culo ?e la neces .da
tin de que hablamos en el capitulo ID.
:
nte ente, será refutado con vehemenEste concepto de eXIstenCI� r;-ece��a,
entero de
cía y es imposible dar una justlficaciOn de e'l que sea distinta del argumento
"'
·
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: :�:
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·
,
la Lógica. Pero quizás, ahora es
un
La existencia necesaria signifi poco má s claro lo que significa que en el capítulo m.
ca primero la existencia por
un propósito, respecto
cumplir un plan. Que las cos
a
as
ellas son puestas. Pero esto req existen necesariamente significa para empezar que
uiere también que el plan o el
propósito sea él mismo
necesario y esto para Hegel sig
nifi
relación de la razón, el concep ca que se deriva de la noción de la necesidad, con la
to,
cera condición, que el plan o la subjetividad. Para esto, debemos agrecra
"' r una terel
mundo regulado por él. La tele propósito no es que un sujeto exista separado del
ología es interna.
Ahora la ontología de la existe
nci
dado, excepto que debe ser la nec a necesaria es una en la que nada está meramente
esidad. No hay ser que sea dad
deriva del plan necesario. El con
o,
tenido del plan no es simpleme ya que todo lo que es
nte dado, ya que deriva
de la naturaleza de la necesid
ad. Todo lo que es, uno podría
decir, existe por el bien de
la necesidad (o el Espíritu, o la
raz
to, sea la necesidad conceptua ón) . Y así, en el fundamento de todo está un requisi
l, o
en las cosas. Éste es el propósito el sujeto, o la razón. Así esta necesidad es inherente
intrínseco del todo.
No sólo la realidad existe por
subimos de una comprensión ex la necesidad, el movimiento ascendente por el cual
-tem
misma parte del plan. Un mundo a de las cosas a una concepción de la Idea que es ella
racionalmente. Ya que los sujeto surgido de la necesidad racional debe ser conocido
s que conocen son finitos, tienen
que
miento desde un punto finito de
la concepción que ve contingenc ascender al conoci
ción de necesidad. Y para que
ia hacia una concep
esta
compuesta en su totalidad de infe ascensión sea totalmente racional, tiene que estar
mentes finitas nunca podrían alca rencias racionales. Si esto no fuera así, entonces las
nzar la certeza racional (a través
rio) de la realidad racional (la nec
de argumento necesa
esidad en las cosas). Pero esto se
de la Idea que ellos hacen. Así que
inte� a la realización
las inferencias racionales del mo
son parte de la existencia necesa
,fu'uento ascendente
ria que la Idea despliega para nos
otros.
Y ésta es otra razón por la que
la Idea como la categoría fina
categorías anteriores dentro de
l incluve todas las
ella. No sólo porque ellas c;rres
ponden a lo� niveles del
ser que surge de la necesidad de
ésta, sino porque son también
nes imperfectas en el camino de
pas
regreso a sí mismo desde la con os de comprensio
en estos modos imperfectos de
ciencia finita. El error
considerar no es absoluto, sino
en que no considera su particu
sim
laridad, no considera, en otras pal plemente consiste
aplican es parcial y un trabajo
abr
as, que lo que ellos
externo de necesidad perfecta.
La Lógica quiere ser el movim
a la concepción de las cosas comiento ascendente que nos lleva de la conciencia finita
eliminado la PhG, el único candido surgiendo de la Idea. Esto es, una vez que hemos
ato
Es evidente desde lo anterior que serio para esta función en Hegel. ¿Da resultado?
un factor decisivo en la respue
piense de la pmeba de Hegel de
la naturaleza contradictoria de lo sta será lo que uno
finito, la cual viene en
el segundo capítulo, sobre el Das
ein
necesidad en la que está fundado . Ésta es la contradicción en la que Hegel atribuye la
lo real. Ella es ésta que le permite
derivar la categoría de
Infinito como un todo auto-subsis
en este punto, el paso decisivo ha tente, cuyo desaror llo es regulado por la necesidad. Y
sido tomado, ya que el resto com
pleto del trabajo puede
razonablemente ser considera
do como un desarrollo de lo que
es implícito en esta no
ción de totalidad necesaria, una
en la que la necesidad está en las
cosas.
Ésta nos permite mostrar las div
ersas concepciones de la Esenci
algún fundamento subvacente
a, la cual proyecta
det
que separaría la necesidad inte rás del fenómeno externo, siendo insostenible va
rna de las cosas. Nosotros der
ivamos de esto qu� ·la
necesidad debe ser manifiesta
y después que debe ser absolu
ta. Y del absoluto de la
�
296
297
necesidad derivamos que la totalidad está ahi en cumplimiento de un propósito, que es
un sujeto que se conoce a sí mismo y, por lo tanto, que está fundado en una Idea
absoluta. En otras palabras, mucho antes en la Lógica, con el Infinito, establecimos la
conexión necesaria como una propiedad fundamental del adecuado pensar categorial
sobre el mundo. Esto entonces proporciona el motor para la dialéctica que nos llevó a
través del resto de la obra y por la cual las categorias superiores están hechas con el fin
de revelar su dependencia de la Idea absoluta.
Esto significa en la práctica que la dialéctica hegeliana no funciona en todos los nive
les de acuerdo con la fórmula descrita arriba en el capítulo IX (y antes en el capítulo IV),
a través de la cual cada término se muestra a sí mismo estando en contradicción, el
intento de resolver lo que genera un nuevo término que revela una contradicción nueva y
por lo tanto genera todavía otro término y así sucesivamente. Los pasajes iniciales efecti
vamente siguen esta fórmula: la dialéctica del Ser y la Nada y del Dasein en la Lógica, de
la conCiencia en PhG. De este modo, el Ser sufre la contradicción que lo transforma en su
opuesto, la Nada, y esto nos fuerza hacia el Dasein. Para ser, el Ser debe ser determinado.
Pero entonces encontramos una contradicción nueva, que actúa en la dirección opuesta,
como fue que el Ser Determinado contiene su propia negación y por ello necesariamente
desaparece. Bajo los ímpetus de estos dos requerimientos opuestos -que el Ser debe ser
determinado y todavía que su determinación es mortal por esto- somos empujados al
Infinito, lo inmortal, el sistema auto-subsistente de los finitos seres mortales dependien
tes. Pero con el Infinito alcanzamos un término que no sufre (aunque contiene) contra
dicción, más bien es una fórmula cuyas implicaciones sólo necesitan ser totalmente alar
gadas, traemos a la reconciliada síntesis final.19
En este punto todavía hay mucho que hacer: mucho hay implícito que tiene que ser
dicho y una gran cantidad de términos categoriales tienen todavía que ser considera
dos. Pero el procedimiento a partir de ahora no es realmente que estos nuevos térmi
nos, una vez generados, revelen cada uno una nueva contradicción que nos empuje a la
siguiente, como Hegel parece haber pensado. Esto es mucho más que estas categorias
superiores sean traídas ante la barrera del Infinito y sus términos sucesores, esto es,
ante el concepto de una cadena de auto-subsistencia de cambios necesarios y mostran
do que son inadecuados. En el proceso, la concepción de necesidad auto-subsistente es
enriquecida del Infinito hasta la Idea absoluta.
Lo que a veces aparece como contradicciones nuevas y por lo tanto bases inde
pendientes del argumento, aparte de este desarrollo de las implicaciones de la totali
dad necesaria, tal como el conflicto entre el fundamento suficiente y el protagonista
en el fundamento o la <<inconmensurabilidad» del juicio común y las razones para la
necesidad autosuficiente como una propiedad fundamental del pensamiento en la
subjetividad, resulta después de un examen ser dependiente de esta línea principal
1 9 . De modo parecido, en el capítulo I de PhG, Hegel mostró que no hay conciencia pura de
particulares, sino que siempre designamos por universales. Pero entonces en la dialéctica de la Percep
ción muestra que el universal no puede ser designado independientemente del mundo de los particu
lares. La dificultad de estas dos combinaciones requeridas, es decir, de combinar la cosa particular y
sus propiedades, es que nos empuja a la fuerza y eventualmente a la auto-repulsión de lo idéntico y por
lo tanto la autoconciencia. El resto de PhG es como una dialéctica interpretativa en gran parte de
«costos>> en esta serie inicial de transiciones.
Al comparar las dos obras puede verse que la debilidad en el argumento introductorio de
PhG, mencionado al final del capítulo IV, que parece asumir el requisito de la explicación nece
saria, es menos significativo al arreglarlo en la Lógica por la transición capital al Infinito.
298
del argumento. Es muy probable que
.
Hecr
,el no los. pensara dependien
tes
plausible en el caso del ascenso a
través del Jmc
·lO Ismo en . Parece muy
.
I
y
e
1
s
1
la subjetividad.
Pero también podría haber habi"do
�
�
.
muchas trans1cwnes p :Ue1!dde 1a Me
.
d"d
1 a
Cla, de la Causa a la Interacción, de
la Posibilidad y 1a Re 1 ad a la Nec � 1a Esenesidad, que
fueran entendidas por él como se . .
.
d
dien es e sta principal conclu
la totalidad necesaria, que introd
sión de
�
.
s
p�n er e el. Pero esta m
dependencia
seria muy difícil sostenerla. De he
cho la
d se
mento fracasa ignominios�ment� sin la premisa subyacent
de
i
a n o'gi·ca ·
S1 esta mterp t · '
n e l so�tén ara el edificio co
sistema de Hegel e
mpleto del
e
contradicción de lo finito.
p�r esto, para quien como yo mis o
enc e tra
.
o s ar�ento, la demostraCion de Hegel de su ontoloma sólo
pue
de tener 1a fuerza de una
o•
.
· , n ma' s o
mterpretacw
menos p1ausible
.
de los hechos de la finitud' 1os ruve
les del ser, la existencia de la vida y
los seres conscientes, la historia d
.
l h b e, como «pis
tas y señales» de la vida de un
sujeto absoluto, desplegado en el
un .2
Pero a:mq�e esto podria ser satisfac
.
torio para una concepcíón roma, ntic
a, fue radi-.
calmente msansfactorio para Hegel
. El Espm
. "tu debe llegar al auto-conocimiento
racio-
�: : � �
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� �:��� ; � � ��l
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20.
Hegel desde el principio hasta el
. . a
. .
fin de la Log¡
fr n a la dific
ontológica básica que quiere esta
ultad de que la estructura
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más
fácil
ver
a
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de la escala del ser -p eio
en los seres vivos o los S J etos
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consc¡"entes- mientras que su em
U
.
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· e que establezca · ·
onto1og¡a
ero en el nivel inferior con el S
presa eXIg
.
esta
e D t
ado. As ! que los ejemplos del im
electri�idad probablemente no son d
án y la
e este senti o
p
os
cuan
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realm
ente lo necesita.
? .
. Asi Hegel a veces se encuentra a
tra do de conseg r ilust
eJemplo de una esfera mucho más sí mismo
rar una categoría con un
alta· DI·scut"1endo e1 Ser para-sí: w
nos refi�:e al «yo,, hablando del
po1o opuesto, no sólo cita los ejem
plos del imán y 1a e1ectrie¡"dad' srno
tambien de la virtud y el vicio,
la verda? y el error, la naturaleza
y el espí
El dilema Hegel mismo lo encuentr ritu.
a pudiendo r�sentar1o de est mod
ne �ue las formas inferiores de
�
? . Por una parte, sostie
la realidad maten. simple son
marufestacwnes imperfectas de
realidad ontoló!tic
la
"' a básica la cual sale mas e1ara en el espíritu p
or 1o tanto, el Sol c mo el cent
sistema solar es un reflejo del cent
ro del
�
ro de la sub "etividad pero In:perf
ecto_ en el sentido de que es un
centro en el espacio externo, no cons
ciente de s De modo
e Id ' pochiamos pensar la lucha
fue�o y agua como la manifestació
entre
_
n imperfect; en su rnve
e a ucha entre los opuestos que
meJor en el ámbito del espíritu.
salen
Por otro lado, no es suficientemen ·
.
te Justa 1a pis
ta en 1a verdad de un modo herm
ciencia natural, en la que señalamo
.
enéutico de la
¡
s
los
"sIgnos" en las cosas naturales de s
. b"
.
. . ca
· , n ontolog¡
� Idea. Mas
Ien tiene que demostrar esta onto
� re1acw
con
.
.
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1
y
a
dem� tracwn ti ne que ser hech
rnv�l de las categorías superiores,
·
a en el
�
que se aplican : odo y no so o a
los arumales, los hombres la
sociedad. De otro modo no tend
'
riamos que mostrar las cateo-onas
que H ege1 traza de la vida del
SUJeto al tener realmente el univers
"'
.
.
.
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·On COSmica
al
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· con la oposición
ASI, p. eJ.,
material entre el fueu
"' o y ej agua, tenemos maru.festaciones imperfec
tas, confusas, donde la estructur
a ontoló!tic b . .
o e t:: s�arente. y esta opacidad
hace difícil, si no imposible, dem
es lo que
ostrar es'ta s
en
o
I
enor, las cos� materiales. y toda
debe demostrarse aquí si hemos
·via
probad
1a n ��eza s una ema
nación del espúitu y de ahí
que estemos justificados para expl
icar la
y VIcw, e cuerpo o el �a, o
muerte en términos de esta estr
el nacimiento y la
_
_ . a ontolog¡a
uctura que He,e
u l sena
hegeliana es fácil de exponer
en relación con los seres espiritu
ales, pero ti.ene que ser probada primer
.
.
dente que conuenza con el mer
o en una dialee
.
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do, donde en la propia teoría de
fiesta imperfectamente v de mod
Hegel esto se manío confu�
Esto supone un dilema para la emp
.
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H
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ción en el ser finito Si esta pru
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299
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CAPITULO XIII
LA IDEA EN LA NATURALEZA
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En la Idea lógica tenemos el puro pensar interno del mundo. Pero la verdad de esto
conlleva que se convierta no sólo en la necesidad interna sino en la realidad de un
mundo. Y por lo tanto, la Lógica tennína por deducir el hecho de la naturaleza. En
otras palabras, sólo hemos mostrado que todo emana de una necesidad interna y así
que el ser es auto-relacionado como una totalidad y por consiguiente inmediato. Pero
esto, como Hegel dice, no es transición, o devenir; no es como el movimiento de una
forma menos perfecta a la más perfecta. Estas transiciones ocurrieron entre niveles
dentro de la totalidad. Aquí no tenemos salvo la totalidad misma tal como ya hemos
mostrado que es.
El punto es que la real necesidad auto-subsistente tiene que ser inherente a una
realidad independiente. Debe ser una necesidad libre, esto es, debe emanar de la reali
dad misma como suya propia. Y esto significa que debe haber un ser libre que auto
subsista y que tenga su propia necesidad. Por lo tanto, dice Hegel, la libertad de la Idea
conlleva que ésta «se deje libre a sí misma» (WL, II, 505); que debe emitirse, ser una
realidad que no se detiene en las cuerdas principales de la Idea como una fuente exter
na de control, sino que ella misma tiene esta necesidad. Pero ser es estar determinado.
La determinación implica que las cosas sean realmente externas una a la otra y esto
significa que existen en el espacio y el tiempo.
Por lo tanto, esta totalidad existente en el espacio y el tiempo debe ser lo que tiene la
necesidad en sí misma. La Libertad, esto es, la auto-necesidad de lo real, ya que lo real
requiere la existencia en el tiempo y el espacio, implica una totalidad en el tiempo y el
espacio que secrete su propia necesidad, cuya necesidad no sea externa para ella, como
todavía fue en las formas del concepto subjetivo y la cognición. Así, el gran logro de la
Idea como la plenitud de la necesidad interna, requiere que ésta sea totalmente exter
na. Lo totalmente interno es lo totalmente externo; como vimos, lo uno y lo otro coin
ciden tanto en el buen como en el mal sentido.
Así no hay realmente transición aquí sino una equivalencia. La Idea se deja libre a sí
misma, como vimos. «A causa de esta libertad la forma de su determinabilidad es
también completamente libre: la exterioridad del espacio y el tiempo existiendo abso
lutamente por sí misma sin subjetividad» (WL, II, 505).
La imagen subyacente aquí es que una subjetividad ante un mundo sin necesidad
interna sólo puede conservar el orden necesario pensando el mundo por sí misma.
Debe vigilarlo perpetuamente y conservarlo en la tutela de su pensar para no caer en la
mera contingencia. Pero si estamos tratando realmente con la necesidad libre, enton301
30 0
ces el mundo puede dejarse libre y exhibirá este orden él mismo. De manera que la
libertad de la Idea conlleva que ésta «resuelve dejar el momento de su particularidad,
de su primera determinación y otro-ser, la Idea inmediata como su reflexión, para
dejarse a sí m.iSma como naturaleza avanzar libremente desde sí misma» (EL, § 244).
La naturaleza surge así de la Idea. Éste es el punto de partida de la filosofía de la
naturaleza y la serie entera de la dialéctica dependiente, interpretativa, que constituye
la filosofía del espíritu. Desafortunadamente no podemos seguirla toda aquí. En la
Enciclopedia, publicada por Hegel en 1 8 17 y que salió en tres ediciones más antes de su
muerte, Hegel presenta de forma compacta su sistema completo. La Lógica es seguida
por la Filosofía de la Naturaleza y a ésta sigue la Filosofía del Espíritu, la cual en un
sentido completa la triada al mediar entre la Idea y la Naturaleza.
La propia Filosofía del Espíritu se divide en tres partes. La primera, el Espíritu Sub
jetivo, trata lo que puede llamarse de manera amplia psicología y los poderes del hombre
como ser pensante (individual). El segundo, el Espíritu Objetivo, trata el espíritu como
personificado en la sociedad humana y es la filosofía de la historia y la filosofía política
de Hegel. El tercero, el Espíritu Absoluto, trata el conocimiento del absoluto de sí mismo,
expresado en los tres grandes medios del arte, la religión y la filosofía.
Las últimas dos partes fueron evidentemente el objeto de otras obras de los años
maduros de Hegel, la Filosofía del Derecho, la cual publicó él mismo, y las lecciones de
filosofía de la historia, estética, filosofía de la religión e historia de la filosofía, las notas
para las cuales fueron publicadas poco después de su muerte. Éstos fueron los ámbitos
de la dialéctica interpretativa más rica de Hegel, sobre los cuales pensó con mayor
profundidad y en los que su originalidad llegó a la primera plana. Los abordaremos en
las dos partes siguientes.
La filosofía de la naturaleza de Hegel fue una obra menos original. Mucho tomó de
las anteriores especulaciones de Schelling y el romanticismo. En el primer capítulo
vimos cómo la idea de una física poética, la cual mostraría vestigios de lo divino en la
naturaleza, entusiasmó enormemente a los románticos. Y era una preocupación que
compartían con Goethe. Hegel, después en su propio excéntrico camino en la década
de 1 790, parece haber llegado tarde a esta preocupación.1 Estuvo concentrado más
bien en la historia religiosa y el destino del hombre. Schelling fue el filósofo que apro
vechó esta moda de la física espiritualizada, por así decir, y proporcionó la concepción
filosófica de la naturaleza que la época ambicionaba.
Los primeros pasos de Hegel en la filosofía de la naturaleza estuvieron influenciados
por Schelling Pero su propio sistema requería una filosofía de la naturaleza. Pues todo
.
ser surge de la Idea y debe ser posible mostrar esto examinando la realidad a todos los
niveles. La última filosofía de la naturaleza de Hegel es así una transposición de la de
Schelling, en la cual las estructuras de la Idea, tal como Hegel las comprendia, se mues
tran como personificaciones en el mundo natural.2
l. El único signo del interés de Hegel en esta área en la década de 1790 es el manuscrito inédito
titulado «El más temprano programa sistemático del idealismo alemán», donde Hegel habla de «dar
le alas nuevamente a nuestra física que avanza lenta y laboriosamente a través de experimentos»
(Hegel's Werke, Suhrkamp, Frankfurt, 1 9 7 1 , vol. l . 234). Este texto fue atribuido a Schelling durante
mucho tiempo.
2. Naturalmente Hegel quiere claramente distinguir su filosofía de la naturaleza de la de los
románticos que consideraba en gran parte arbitraria y gratuita, basada en intuiciones, las cuales son
realmente sólo una <<Verfahren der Vorstellung und Phantassie (auch der Phantasterei) nach analo
gien .. . » (EN, § 246, nota).
302
La filosofía de la naturale
za es, por lo tanto realm
.
ente lo que llamamo
ti ca hennenéutica. A Heos una dialécel probablemente no l'e e:us
tar
ía este térmmo, con su
Cion de que siempre nos""elud
implica""
.
e la certeza final . pero
en cualqmer caso es
dialéctica es dependiente
cla
ro
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e esta
. No comienza de un pun
.
.
to de paitida inneo""able m se mueve
a partir de ahí, por are:um
.
entos estrictos M , bIe
e upo e lo que ha sid
en la Lógica y tambié lo que
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ha sido m str O p r a �
CienCia natural y muest
lo uno refleja lo otro. Más
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.
que una pru
. eba, proporciOna una
exposición del acuerdo
la naturaleza con la Idea
de
.
Así , la filosofía de la natu
raleza lleo-a despues
. de la Cien
. cia natural y debe
acuerdo con ésta. O como
estar de
Hegel lo e one:
.
·
·
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.
.
No es sólo que la filosofía
debe estar de acuerdo con
l ex.�enen
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. que la naturaleza hace
surgir; en su form ación v
en su desmTollo. la ciencia
·
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ca presupo ne Y. esta. con .
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.
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dicioempírica [EN
.
.
• § ?46 , ObservaCio
. . n] . 3
. fil
�
Pero al mismo tiempo, deb
e alcanzar la necesidad inte .
no r de la naturaleza. Ve
naturaleza en «su propia nec
.
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esidad intenor. segun
, la auto-determina
ción del Concepto» (EN, § 24 6).
.
La necesidad pertenece al
Concepto. Debemos mo
y esto presupone los resu
:trar sus rastros en la natmaleza
.
ltados empm
' os de la Cie
ncia natural. pe o no es
Cion a a experiencia, pue
una apela�
sto que la estructura de
.
l necesidad VIene del Con
Deducimos sus pasos Y ento
cepto.
nces los reconocernas en
a natm·aleza empírica. Heg
recuerda que. . .
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1
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·
[. . . ] en el curso del conocimiento filos
.
.
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.
no solo
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en
.
Concepto . smo
"'
· ·
que ¡ a apari eneJ·a empm.c
a correspondiente a
esta determin ació n también
.
debe espec¡'ficarse, v tien
e que mostrarse que la
•
. cia
de h ec ho corresponde a esta
apanen
deterrninacI· . n con ept
�
�al . Pero esto no es, respecto a la
necesidad del contenido
' una apelación a l expenencia
[EN, § 246, Observación].
�
Más adelante, dice que la filos
.
ofía natural toma el atenal
que la física le prep ara a
partir de la experiencia desde
el punto al que l fíSI. a o
ha llevado, " lo reconstitu
(und bildet ilm wieder um, EN, § 246
ye»
Y
, Adición 4) . a a las con
_
clusiOn
es de la física su
forma de necesidad <<como
'
un todo m
. tnns
, ecamente necesario
procede desde el Concepto» (loe. cit. ).•
El problema con las conclus
iones de la física tal com
o son, es ue carecen de
necesidad. Los universales
esta
�
son sólo form les �bstrac
tos,
esto es, sm relación inte
�
con su personificación part
:
rna
icular. L0 que Sigmfica que
también son cont'mgentes
se d escubren al examinar
, pues
esta personificac--:io. n, l
� cual carece de relación interna con
ellos. y así el contenido deteum
rn-.inado
fuera de l umversal esta. d .
<< IV!. dido, desme1nbrado,
particularizado, separado
y carente de ualqm. er con .
exro
.
n
nec
esaria dentro de SI. mis
mo, y es, por 1o tanto, sólo
. finito» (EN, § 246 , Adición
45) . s
Nuestro trabajo es devolve
'
r esto a la unidad pero aqm
es �oncle e ontramos mu
cha resistencia. Algunos cree
_n�
n que el universal' pen
sar, el SUJeto, esta Siempre
de la existencia particular,
aislado
.
la realidad' e ob�eto. Nunc
a podemos atravesar el velo
. Pero
� �r
·
e
1
�1
.
3. Traducción de M ·J· Pet1·v
· '• en Hege!'s p¡ 1l·¡
osoplzy of Nature, Londres 1970
..
4· Traduccw
n de M J Petrv en H e ['s p¡
z z-¡osop¡zy of Natw·e,
Londres , 1 970 · (corregi da).
5. Traducción de
(co ·egida
p�� �
��
·
303
actividad práctica.
da todos los días en nuestra
neaa
es
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n
·
\TJ.Sr
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."; n d l nada de lo que se nos opone. Contra estos
. . w
de hecho esta di �
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�:Uocer las cosas <<porque ellas están abss olu
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Hasta los ani
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metafísic
contr�, : po�amos decir <<qu
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Un
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que crear el mundo.
ndo de los universales abstra
1
mu
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en
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ll
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ida).
6. Traducción de Petry (correg
ida).
reg
(cor
ry
Pet
de
7. Traducción
304
La naturaleza es un sistema de niveles (Stufen) donde cada uno entra necesaria
mente en uno superior. Pero el superior no se genera a partir del inferior. Ésa es la labor
del Concepto (EN, § 249). Aquí Hegel rechaza cualquier trueque con la evolución. La
única cosa que realmente puede desarrollar es el Concepto. Por consiguiente, el desa
rrollo existe en su manifestación en el Geist, pero no en la naturaleza. La naturaleza es
aquello que es externo a sí mismo; su principio es el Concepto, pero éste es puramente
interno. <<El Concepto en una manera universal postula toda particularidad en existen
cia al mismo tiempo>> (EN, § 249, Adición, 59). La esencia de la Naturaleza es la exterio
ridad, de modo que las diferencias que componen su concepto total deben caer fuera la
una de la otra como <<existentes indiferentes» (gleiehgiiltige Existenzen, EN, § 249, Ob
servación). El argumento parece consistir en que, si la naturaleza fuera a desarrollar la
plenitud de sus momentos requeridos desde sí misma, para ser primero inorgánica,
después orgánica, etc., entonces esto concedería el poder del Concepto a la naturaleza
misma, puesto que sería capaz de desplegarse. Pero el concepto sólo se personifica
internamente en el Geist, que por lo tanto es el único que posee historia.
Este párrafo es desastroso. En la Adición, Hegel no sólo continúa argumentando
contra la evolución, sino también en conn·a de comprender las diferencias en una
serie, en la que las superiores son producidas a partir de las inferiores de manera
recursiva por medio de alguna fórmula. La naturaleza sí hace saltos, puesto que el
Concepto se mueve por diferencias cualitativas. De esta manera' Hegel también descarta la tabla periódica, tanto a Mendeleyev como a Darwin.
Dado que la naturaleza es solamente necesidad interior� tiene mucha contingencia
en ella. La Contingencia es para Hegel lo mismo que la determinación desde fue;a. Las
cosas concretas particulares están llenas de tal contingencia y determinación desde
fuera. Esto es <<la impotencia de la naturaleza que sólo mantiene las deternrinaciones
del Concepto en una forma abstracta y expone la realización del particular a la deter
minación desde el exterior>> (EN, § 250). Esto le pone límites a lo que la filosofía puede
deducir, y ésta es la respuesta a Hen· Krug, quien pidió que la filosofía natural dedujera
su pluma. En lo particular solamente vemos <<rastros de la determinación por el Con
cepto» (Spurw der Begriffsbestimmung, EN, § 250, Observación). Ésta es la razón por
la que las clases naturales tienen mucho de arbitrariedad y desorden en ellas; -va no
digamos de los problemas creados por los monstruos, etc.
Existen tres grandes niveles (EN, § 252), que ya fueron bosquejados en la sección de
1� Objetividad de la Lógica. Primero tenemos a la naturaleza considerada como masa.
Esta es la esfera de la mecánica, y su realización más alta es el sistema solar. Se revela
la forma del Ser-para-sí-mismo (Fiirsichsein) en esta esfera en la forma de un impulso
(Trieb) hacia el centro. El sistema está ordenado, y gira en torno a un punto central.
Pero esta forma es todavia matelia externa; los cuerpos diferentes que tienen diferen
tes papeles son indistinguibles en su sustancia, sólo se diferencian en su papel.
De esta manera, vamos al siguiente nivel, donde las diferencias-de-forma llegan a
ser internas a la materia; aquí tenemos a la materia diferenciada en diferentes tip';s de
sustancia. Los papeles diferentes requeridos por el Concepto para hacer ordenada la
unidad están en la materia misma. Pero este nivel todavía es de unidad inmediata de la
forma con su materia. Están unidas sólo positivamente. Una materia está identificada
con su cualidad, no es una identidad interna lo que postula esta propiedad. Deja de ser
ella misma cuando pierde esta propiedad. De esta manera, es como el Dasein del pri
mer libro de la Lógica.
Pero con lo orgánico tenemos una Totalidad fiirsichseimde, que se desarrolla a sí
misma hacia sus diferencias. La vida de estas diferencias ahora es reunida en un indi�
305
viduo natural y se vuelve u?a .c�n =� n:Xturaleza más profunda. De modo que esta
necesidad interna ah�r� est� exp� es a ternamente v es intrinseca a un ser nat;n·al.
Ahora la vida se multrp ��a e_n otalidades separadas: no sólo en propiedades. E��s
. son producidas y sostenidas en relaclün
· enes " tambren mrembros, pero
son especun
con un proceso de la vida.
J
I
. . 'n del espacio' el tiempo, l a matena
. y el
, . comrenza
·
La mecaruca
eon la denvac10
, ulo, l a << Mecánica Finita»' trata sobre 1a. grave, e1 se!mlldo caprt
movimiento. Despues,
o
, .,u-ata sobre la realización. de la mecaruca
en e1
dad. El tercer capr'tlllo ' la. <<Astronorma»,
,
orden, el sistema solar. Esta es la �<m�cánica absoluta>> de la Log¡.ca.
El espacio es exterioridad en Sl �rs�a'· la rimera determinación básica, abstracta,
de la naturaleza, que es extex:na-� s�mrs����s homoaéneo y se puede interrumpir en
cualquier punto. Como extenon a prn a tiene dif:renciación interna. De esta ma
teon'as clásicas. El espacio no sólo es una
nera, Hegel , como Kant, rech aza
. am. bas
luso. cuando éstas no lo estan.
, Pero tampoco es
Propiedad de las cosas, pues esta ahi, me
una realidad sustanci"al en sr misma·' no trene realr"dad propia (EN' § 254, Adición).
.
eqrnvocaKant está en lo con-ecto, a su manera, en que es una forma simple. Pero esta
.
do , .como
de. costumbre, al pensarlo en una forma subietiva. El espaclO no so'lo es
. ' smo
1 ad
subJ etivo
que es una forma en e1 senti"do de. una abstracción pura, la real"d
·
d
"do.
·ente
debe
llenarse
e
conteru
consrgm
,
abstr·acta pma de lo natural' 1o externo.'· por
..
(EN, § 254, Observación). Es una «sensr�Ihdad no-sensible y una insensibilidad sensi. en e es acl. ' uesto que la naturaleza está sujeta
ble. Las cos. as
de la naturaleza. estan
� O
.
a la cond1c10n
, de la�ex1:eriondad' el espacio p ��anece como el fundamento de la
naturaleza>> (EN, § 2 ::J4, AdiclO?)i
de las dimensiones a partir del Concepto, y su
Hegel también deduce la tnp I· cl"dad
. "dad
de esta realización (EN, § 225).
falta de diferencia res�ecto a la e�_teno;
negatividad en ella, puesto que n?
Pero esta existencia externa mme mt f1ene
puede existir sólo como extern�¡yor c�o�s�� . te ;stá en contradicción. Hegel pn
mero .ve negación
en el punto ( ' § 2 ::l 6 ' �t�nto de salir de la exterioridad a �na
.
.
auto-Identidad sm�� ar. P. ero la naturaleza del es pacio es tal que esto es su negación,
el carecer de extenswn, y asl, es como e1 punto entra en la línea, la línea en la superficie' v ésta en el espacio
. ·dadentero.
. real como tl"empo Así' el espacio va no está
· eXI· stenoa
Pero esta. negatlVl
tiene
.
i
.· ti.endo. Ahora está· en mov
E1 tlemen reposo, sus Partes meramente coeXIs
.
. miento.
1 espaoo'
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1a n eaación
de
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po es una cm-a
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da
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llegar
a
ser.
s
""
"dad
a
a
.
.
· . (EN' § 257). Así' el tiempo
tamb"1en es
Pero tambien
' de una maner-a puramente extenor
.
"bili
"
d
d
no
sensorial>>
(unsmnz· 7Ie s·mnz· 7
<<sens1
a
una forma pma de 1a sensi"bili"d. ad. ' una
.
del movimiento, pero perma
""
keit). Es el principio de la sub]etlVldad, p or consi2:Uiente
ll
er
(EN' § 258). Tampoco es un
un
mero
egar
a
s
neciendo externo, y por. lo tanto
. mas
. q e t�do ll aa a ser Y perece
, b"len
en el tiempo, smo
contenedor� No �ebemos decrr
�
que el tiempo mismo es el devemr, e ll oa:;a ser v. �1 perecer, <<el Cronos que engendra
�
(EN' § 258 Observación). Lo natural cae
todo y destruye aquello a 1o que da onaen>>
bajo este llegar a ser porque no esta, en �ompleto acuerdo con su concepto.
•
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•
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m
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•
8. Traducción de Petry.
LC 1-
Así, el espacio y el tiempo no conten
edores, pero tampoco son sólo pro
las cosas; son condiciones de lasson
cos
as,
ya
qu
e son las formas externas sin laspiedades de
cosas no serían. <<El tiempo es simple
cuales las
me
mas son lo que es temporal. La tempor nte esta abstr-acción de destruir: .. Las cosas mis
alid
ad
es su deteffilinación obj a. Es por
el proceso de las cosas reales lo que con
lo tanto
stituye al tiempo>> (EN, § 258,etiv
Adición, 80-81) .9
Pero la negación del espacio a través
mos nada más que fluj o. Así, como su del tiempo no será satisfactoria, aún no tene
tienen que tener una unidad perma unidad en el Llegar a Ser� el tiempo y el espacio
gar, el movimiento, y finalmente denente, análoga al Dasei n. Hegel de1iva esto del lu
algún centro permanente, que falló. la materia. El punto era una puñalada inicial en
tiempo y viceversa, tenemos el pun Pero ahora a partir del movimiento del espacio al
En otras palabras, el tiempo no pueto alcanzando una mayor concreción como lugru:
espacio la del tiempo; por el contra de ser simplemente la negación del espacio, y el
lo perdurabl e (Daue¡; das Dauemde)rio, deben unirse. Y esta unidad es el lugar. Esto es
haber algo perdurable. No puede tod, aquello que permanece a través del tiempo. Debe
existencia. Lo perdurable es el lugar o simplemente fluir; esto no produciría ninguna
como aquí y ahora (EN, § 260 ).
Pero el lugar pasa po r la misma dia
Por tanto, es indiferente a sí mismo; léctica que el punto. Es negativo en sí mismo.
o sólo es distinguible desde afuera no hay nada para distinguirlo de todos los demás,
continuación en el otro. Requiere un. Como el espacio y el tiempo no tienen límite, es
determinado. Así, es externo a sí mi sistema de referencia ftrer-a de sí mismo para ser
tenemos el cambio en el lugar, y est smo, y estamos de nuevo en el cambio. Pero ahora
o es el movimiento (EN, § 261 ).
Pero no podemos sólo regresar; est
el cambio real de lugar, y esto requie o no es sólo la negación abstracta del espacio, es
Para que haya movimiento, debe habre que haya alguna unidad entre los dos lugares.
materia (EN, § 261 ).
Así, pm·a que haya uni dad real del er
tiem
po y espacio, debe haber materia; una
dad que es pm1es extra pm1es, y que
sin
em
bargo tiene alguna unidad. Es identi reali
sin embargo diferencia. Pero puesto
qu
e
no
es una mera auto-identidad, debe estdad y
movimiento. La materia y el movim
ar en
como la unidad de espacio y tiempo. iento son correlativos. En conjunto deben verse
El movimiento relaciona el espacio
<<Su esencia es ser la unidad inmediata
con el tiempo.
se a sí mismo y permaneciendo en del espacio y el tiempo; es el tiempo realizándo
el espacio, o por primera vez el espaci
diferenciado a través del tiempo>> (EL
o realmente
realidad cuando hay algo cambiando , § 261 , Adición, 91) . El tiempo primero tiene
renciado cuando hay algo que se mu , y el espacio por primera vez está realmente dife
eve de aquí allá. En otras palabras, la
espacio a tt·avés del tiempo llega a ser
negación del
pues la materia da realidad, y su movimreal sólo a través de la materia en movimiento,
iento es la cancelación de su exterio
el tiempo intentaba ser.
ridad que
Hegel entonces pasa (EN, § 262 ) a ded
ucir la gravedad. La ma ia es tanto
ción como repulsión, por el mismo
att·ac
tipo de razones que vimos enter
unidad negativa de estos mome
la
Can
tid
ad.
Co
mo
s es un particular, un cenh·o, pero qu
separado de la exterioridad de lanto
e
est
á
tod
aví
a
teria. Esto es la gravedad. Tenemos
la subjetividad, sin embargo, estma
el
com
ien
zo
de
á siempre fuera de sí misma El pun
que lucha está siempre fuera de sí.
to medio por el
.
Así, vamos naturalmente al sistema
total de estos cuerpos; aquí tenemos
ca absoluta -el sistema solar.
la mecáni
9. Traducción de Petry (corr
egida).
306
307
. d de la forma Y la materia. La forma se ha encontrado
da
uru
la
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o
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.
Per.
do ahora el centr.o
matena en. su. t-otalidad ha encontra
la
o
.
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a SI, misma en 1a materia
nente paso en la escala' que es la mat
amo.s al. sun
natu
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que estaba buscando. Así' llecr
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con
.
.
ltacwnal homo�génea' sino la materia
cuallficada'· no. sólo la matena grav
' . ca (EN, § 27 1 ) .
raleza sustancial especifi
rioridad no
c la sola exterioridad. Pero la exte
En otras palabras, ,co�enzan;os
graveda?;
la
a
lsión
repu
la
y
n
a orla atracció
podía sostenerse por si mi�ma, y est
ver la mat�na
y sde ste hemos ido más allá para
ésta se transforma en el sistema; .
general, ha sido
' pesadez sma abstracto ' opacado
w
como diferenciada. «Su ser-en-si-rru
cualificada » (EN, § 27 1 ).
resuelto en forma: es una materia
��: �
n
=���: � �����
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.
Ahora las diferencias de la forma
a 1 Es
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da
n
segu
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nadas entre ellas, pero todavía de
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í es án
.
·
distmguen a la matena rrus
�
meramente encub'1erta.
manera externa, o por una uru· dad
der en su
1as cuales ,no son fa'ciles de compren .
Esta esfera se diVl· de .en tres partes
lue (EN,
osop
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Natw
la
de
es •1a parte n;as difícil
,
articulación. ,. Hegel admite que esta
,
· i· �nte par. ece. ,ser .lo esencial.
§ 273 , Adicion) . Lo sigu
es físicas. Estas son tomadas
idad
cual
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la
Primer? tenem�s
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nternamente desarticulada como ante
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mente estaba la matena rru�ma. o
el
a
tom
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con un centro por su gravedad
todavía como cuerpos relaoonados
otros :
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tica de la relación
en esta dialéc
tres fases.
.
cual1dades físicas simples a través de
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Este pnmer apítulo tom
la luna,
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el
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Primero las vemos en cuerpos celes
elem
�ntos,
em s estas cualidades en los
lucr
los cometas, los planetas. En segu - . "' . fuecro agua tierra v atribuye ciertas
donde Hegel toma a los cua.tr
·conc tu;Jes: En te ¿er lugar, vemos a
a
Propiedades a cada uno, Y. oe as ,
, · o.
· n' en el proceso meteoro1og¡c
todos éstos en proces? , en mteraccw
. d de un sistema como�unidad negativa, por
,
cren de la uruda
E sto nos da una. Ima
. ':' al1'dad real (EN' § 289)- Alcanzamos aqm una naturaleza
v1du
mdi
·
· · nte como
consigme
, en los ob'Jetos.
.
.
. Y_ ah ra esto es visto en la materia
parecida-a-sí-misma (S�lbst!Schkezt ),.
interior,
en o un unidad interior, v un proceso
Esto significa que son vistos c��o tem
físicas
es
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cual
gravedad No ;on
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1 o. Traducción de· Petry (corregid
308
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mismo; o cuando triunfalmente se mantiene a sí mismo. En cuarto lugar, el tipo de
unidad que el Klang representa idealmente entra materialmente en calor, el cual funde
y disuelve la diferencia interior.
Así, en tercer lugar, esto nos lleva a una forma superior de introspección, donde los
objetos no sólo tienen una unidad interior, sino que son vistos al producirse a sí mis
mos a partir de un proceso interior. No sólo hemos dado un paso desde la cualidad
simple a una articulación interna que la subyace, sino que ahora vamos a ver la forma
como completamente personificada en ella, el objeto con su cualidad específica es
producido por la forma. Así, a pesar de que en la segunda fase el objeto tuvo su propia
individualidad por oposición a la relación con un centro (la gravedad), ahora sale di
rectamente de la relación, en el sentido de que lo vemos como un proceso interno con
su propio centro (como todo proceso debe tener). No hace falta decir que estamos en el
umbral de la vida.
En este capítulo, Hegel intenta derivar, inter alia, el magnetismo y la electricidad, y
nos lleva a través de la transición a la química. La química nos muestra la relatividad
de las sustancias y las propiedades inmediatas. Y verlas desplegadas por una forma de
vida unificada, visible, es el siguiente paso, la vida.
m
La vida se narra en tres partes. Primero, tenemos al mundo como una totalidad que
es en cierto sentido un organismo, pero realmente no uno vivo, «sólo el cadáver del
proceso de la vida>> (EN, § 337). Realmente no regresa a sí mismo. Es externo a sí
mismo. En verdad pertenece a las formas anteriores en su detalle, pero como una
totalidad muestra un orden que es el del Concepto, y por consiguiente aquí merece
consideración. Hegel considera bajo este encabezamiento: la historia del mundo y su
distribución geográfica, los fenómenos geológicos y la operación de la atmósfera, el
mar y la tierra.
Pero como la Vida. el mundo tiene que pasar a la vida real. Así, tiene que haber el
individuo vivo real. La vida real es donde esta necesidad interna se hace manifiesta en
la realidad en cuestión: donde la unidad del Concepto es esencial a la explicación de lo
que ocurre. El organismo viviente como la materia se rige por las leyes del Concepto y
no termina simplemente presentando un orden que está finalmente relacionado con el
Concepto, pero que también puede ser comprendido por las leyes que no hacen refe
rencia a esta unidad interna misma. Los vivos son tales que lo que hacen y son sólo
puede ser explicado como ocurriendo para el bien de su forma.
Así, debe haber organismos vivientes. Lo orgánico está relacionado de tres maneras
con su base inorgánica (EN, § 342). Primero, es uno con lo orgánico, pues el ser vivo
tiene, en cierto sentido, su propia base inorgánica en sí mismo. Constantemente se
hace a sí mismo una vida, a través de un proceso digestivo de sí mismo, por así decir
(EN, § 342, Adición, 492-493). Se articula a sí mismo en miembros y los mantiene en el
mismo proceso de vida. En segundo lugru� el individuo orgánico debe enfrentarse a lo
inorgánico, pues se alimenta de ello. Sabe que lo inorgánico no es esencial; pero esto
representa una inversión, pues está también sostenido por la totalidad que es en gran
parte inorgánica. Entonces, en tercer lugar; tenemos el proceso de reproducción que ya
hemos visto. El individuo llega a ser dos, y desaparece en la producción de un nuevo
individuo.
309
El segundo capítulo trata entonces de la forma más baja de la vida orgánica real:
las plantas. Éstas, dice Hegel, crecen y s� despl�egan a sí mismas, pero cru:ec:n del
elemento del regreso a sí mismas. Crecen mdefimdamente. Crecen para multiplicarse,
pero no pueden�recoger esto en unidad. No tienen ninguna diferenciación :eal de tipo
interno, p. ej. entrañas. Sin esta diferenciació� � sin el m� m�nto de umdad �ue la
acompaña no pueden moverse, no tienen sentimiento de s1 mismas (Selbstgef�:hl} , Y
están relacionadas sólo con elementos, no con cosas. Su yo no es realmente obJetivo.
Son internas, y por ello externas . Hegel entonces lleva a las plantas a través de los tres
procesos defirtidos antes: el proceso de formación, el proceso de asimilación, y el proceso genérico o de reproducción.
P;r otro lado, el animal es un yo reflejado en él mismo, la unidad asciende a la
universalidad subjetiva (EN, § 350). El organismo animal retiene la unidad en la
articulación de sus miembros. Así, los animales tienen auto-movimiento (EN, § 35 1 ).
Un animal tiene una voz que expresa su alma y presenta un «temblor en sí mi�mO>>
libre (Er:::ittern in sich selbst). Éste tiene calidez animal, como el proceso de disolu
ción continuo de su propia cohesión y nueva producción de sus miembros. Puede
interrumpir la alimentación, y sobre todo tiene sensación, que es su individ';lal�dad
simple. Está relacionado con los objetos, no con los elementos. Así, la bestia �1ene
también una relación teó1ica con las cosas, y también una unidad en su funciOna
miento teórico y práctico para darle forma a las cosas (Bilclungstrieb ).
Hegel enton�es pasa por los tres procesos con los animales. Como de costumbre,
tienenlugar la sensibilidad, la irritabilidad y la reproducción. Pero un tema importante
es la rela�ión cercana entre el proceso de reproducción y la muerte. Lo que los animales
buscan en el otro sexo es el Género (Gattwzg); perciben su insuficiencia, y es esto lo que
acaba con ellos. El Género es, por consiguiente, la mue1ie de los individuos, y los organis
mos más bajos con frecuencia mueren directamente después de! acto �e repro�ucción
(EN, § 369, Adición). Sólo el Espíritu puede llevar la carga del Genero s1� �undirse..
Y por consiguiente, la Natwphilosophie termina con un paso al Espm� a partrr de
la mue1ie de lo animado. «La enfermedad original del animal y el germen Innato de la
mue1ie está en su ser inadecuado a la universalidad>> (EN, § 375).11 El individuo está
intentando personificar el universal en sí mismo, pero sólo puede hacerlo de man�ra
abstracta, como un simple hábito, como el hundimiento en la regularidad. Pero la VIda
necesita que constantemente superemos la diferencia. Con la desaparición de la diver
sidad en rewaridad va implícito el fin de la tensión que sostiene a la vida y por consi
guiente la ;ejez y la muerte. La enfennedad en sí misma (EN, § � 7 1 ) es realm�nte una
parte del sistema que, provocado por el conflicto con el extenor, se hace fiJO en su
propia actividad y actúa contra la totalidad. Así, la enfermedad no es nada más _qu_e la
plimera fuente de la muerte, pues hemos visto que la muerte sólo es un endurecimiento tal en contra de la tensión de la vida.
El Espüitu sale de la naturaleza. El animal sale de la gravedad al moverse él mismo,
en la sensación que él mismo siente, en la voz con que se oye a sí mismo. Pero aun así el
proceso completo, el Género, sólo existe en la su�esión in�enninable de individ�os. A�í,
«la idea tiene que escapar de esta esfera, y resprrar haCiendo pedazos esta eXIstencia
inadecuada>> (EN, § 376, Adición).12 El siguiente paso es el Espüitu, como conciencia que
puede llevar la idea completa en su unidad. La meta de la naturaleza es morir, quemarse
a sí misma como el Fénix, para que el Espüitu pueda ascender.
1 1 . Traducción
12. Traducción
310
El Espüitu surge de la naturaleza. Es también anterior a ella, pero se pennite a sí
mismo surgir de la naturaleza. Su libertad infinita deja a la naturaleza libre de actuar
por su necesidad interna (loe. cit.), como vimos al final de la lógica.
Pero el Geist quiere alcanzar la libertad reconociéndose a sí mismo en la naturale
za. Y éste es el trabajo de la filosofía de la naturaleza. Nuestro objetivo es obligar al
Proteo de la naturaleza a que muestre en extelioridad sólo el espejo de nosotros mis
mos, a ser un reflejo libre del Geist: Esto no fue fácil porque el Concepto está enterrado
en mucho detalle refractario (widerspenstig). Pero la razón debe tener fe en sí misma.
No podemos deducirlo todo; «por consiguiente, no debemos buscar detenninaciones
del Concepto en todas partes, aunque rastros de ellas están presentes en todas partes>>
(EN, § 370, Adición, 680). Sin embargo, podemos esperar encontrar «la forma real del
Concepto que yace oculto bajo la exterioridad mutua de las formas infinitamente nu
merosas>> (EN, § 376, Adición).
Con esta derivación del Espüitu, la filosofía de la naturaleza tennina. Ahora dilijá
monos a dominios donde el trabajo del espüitu es más transparentemente evidente, y
en primer lugar a la historia, el desdoblamiento del Espüitu en el tiempo.
de Petry.
de Petry.
311
PARTE IV
HISTORIA Y POLÍTICA
CAPÍTULO XIV
SUSTANCIA ÉTICA
1
La filosofia de la historia y la filosofia política de Hegel van juntas, y forman la
esfera de lo que él llama «espíritu objetivo». En el sistema, éste tiene lugar después del
espíritu subjetivo y antes del espíritu absoluto. Tal como vimos, la necesidad racional
de base se expresa a sí misma en las estructuras generales del mundo natural, y por ello
se expresa aún más en los fenómenos del mundo humano. Estos fenómenos, en la
medida en que tienen que ver con la existencia de la conciencia individual, son el asun
to tratado en la esfera del espíritu subjetivo, y en la Enciclopedia son retomados, ha
ciéndose cargo de parte del terreno abarcado en PhG. Pero más allá de esta esfera se
encuentra el entero dominio de la realidad pública, social, políti¿a, en la historia, el
cual debe ahora ser recuperado para el Concepto.
Este dominio es discutido en la Enciclopedia, §§ 468-535, y también en el famoso
ciclo de conferencias sobre la filosofia de la historia, publicado después de la muerte de
Hegel basándose en sus notas. El capítulo VI de PhG es una versión sumaria de la
filosofia de la historia. Finalmente, incluye el trabajo de Hegel de 1 82 1 , la Filosofía del
Derecho, que es considerado como la más madura declaración de su filosofia política.
Algunos trabajos de la primera década de 1 800 son útiles aquí también, y nos referire
mos a ellos de vez en cuando más abajo.
La filosofía de la historia y de la política en Hegel tienen que ser vistas desde tres
marcos referenciales relacionados. Debemos verlas como un intento de resolver en la
esfera de la política lo que hemos identificado como el dilema básico de esta genera
ción: cómo combinar la plenitud de la autonomía moral con la recuperación de esta
comunidad, cuya vida pública era expresión de sus miembros y cuya realización para
digmática en la historia fue la polis griega. A este respecto, el trabajo de Hegel es de una
continua relevancia hoy, como veremos.
En segundo lugar, ya que Hegel está convencido de haber resuelto el dilema en su
visión ontológica, debemos ver su filosofía política desde este marco referencial tam
bién. Y en tercer lugar, debemos verla en relación con los problemas políticos y las
crisis del tiempo de Hegel, que estuvo dominado por la Revolución Francesa y sus
consecuencias. Estos eventos contribuyeron en gran medida a configurar la perspecti
va hegeliana, pero también fueron leídos por él a través de las categorías de su filosofía,
de tal modo que de hecho los tres marcos referenciales han de ser vistos como confor
mando una estructura estrechamente interconectada.
315
rco de referencia
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Pero por supuesto, el Estado tal como tiene comienzo en la historia es una encarna
ción muy imperfecta del universal. No la llevará a cabo cualquier Estado. El Estado
plenamente adecuado en que el espíritu necesita retornar a sí mismo debe ser tal que
sea plenamente racional.
Más vale detenerse a examinar esto con algillla profundidad, ya que el requerimien
to de que el Estado sea racional puede parecernos no tener ningún sentido claro. De
hecho, la misma invocación de la razón como criterio de decisión moral y política ha
sido objeto de sospecha desde hace tiempo en una importante rama de la filosofía
anglosajona, nutrida por el empüismo. Pero por supuesto, esta invocación de la razón
ha reaparecido en diferentes formas a lo largo de la tradición filosófica europea. El uso
que le da Hegel es completamente original, y ayudará a hacer esto más claro si intenta
mos situarlo en relación con importantes hitos de la tradición de la razón práctica.
Una forma reconocida de apelar a la razón es aquella que nos devuelve a Platón. Aquí
la <<razón» es entendida como el poder por el cual vemos la verdadera estluctura de las
cosas, el mundo de las Ideas. Actuar en concordancia con la razón es actuar en concor
dancia con esta estluctura, y fue equivalente a actuar de acuerdo con la naturaleza.
Ahora bien, esta perspectiva estaba basada en la idea de que existe un orden ra
cional mayor al que el hombre esencialmente pertenece, ya que si el hombre es vida
racional, y ser racional es estar vinculado a este orden mayor al tener una visión
verdadera de él, entonces el hombre solalmente puede ser él rrtismo estando en vincu
lación con este orden. Pero como vimos en el capítulo I, un importante aspecto de la
revolución del siglo XVII fue su rechazo de esta concepción en la que el hombre es
inherente al orden, favoreciendo la idea de un sujeto que se auto-define.
Esta nueva perspectiva dio lugar a una nueva concepción del orden, y así a una nueva
clase de apelación a la razón y a la naturaleza. El hombre ahora es definido como un
sujeto dotado de pensamiento racional y decisión. Una importante tendencia del pensa
miento moderno, en contraste con la tradición desde Platón y Aristóteles, toma estos
deseos como dados en nuestro razonamiento moral; no pueden juzgarse a sí mismos en
el tribunal de la razón. Uno de los primeros y más importantes protagonistas de este
punto de vista es Hobbes, y es continuado por los pensadores utilitaristas del siclo xvm.
La razón viene ahora a significar <<cálculo» , y la razón práctica es el cálculo inteligente
sobre cómo abarcar fines que están más allá del arbitrio de la razón. Éste es, por supues
to, el origen histórico del punto de vista mencionado arriba, de acuerdo con el cual la
razón se ve imposibilitada para proveer un criterio de decisión moral.
Éste fue uno de los aspectos de la herencia de Hobbes. La razón y la naturaleza fueron
destronadas como criterios últimos. Ya no había un orden normativo de cosas evidente en
la naturaleza del cual formara parte el hombre, de manera tal que fuera el fundamento de
la obligación que pudiera encontrarse en la naturaleza. Más bien, la obligación política
estaba basada en una decisión, someterse al soberano, dictada por la prudencia (razón de
cálculo). Para un sujeto que se auto-define, la obligación pudiera ser creada por su propia
voluntad. He aquí la gran importancia del mito del contrato original.
Pero esta nueva perspectiva puede ser presentada de otro modo. El hombre como
sujeto de deseos tuvo una gran finalidad de segundo orden: que los deseos de primer
orden fueran satisfechos. Su realización fue lo que se llamó <<felicidad» (la <<dicha» para
citado como piece a co¡¡victioll en la acusación contra Hegel como un antiliberal apologista del <<pru
sianismo». Para la mala traducción y su efecto, véase la introducción al libro que editó W. Kauf
mann, Hegel's Political Plzilosoplzy, Nueva York, Atherton Press, 1 970.
317
316
Hobbes), a la que se le dio por tanto un significado completamente distinto al que tuvo en
la tradición aristotélica. Pero entonces, sin importar el efecto que tuviera la educación
(como artifice) en la configuración del detalle de nuestros deseos de primer orden, uno
podria decir que por naturaleza e ineludiblemente los hombres desean la felicidad.
Ahora, si el cálculo inteligente puede mostrar cómo moldear a los hombres y a las
circunstancias de tal modo que los hombres alcancen la felicidad, y que todos ellos la
alcancen juntos y en compatibilidad unos con los otros, entonces, ¿no es ésta la más
alta finalidad, y aquella que está en concordancia con la razón (cálculo inteligente) y la
naturaleza (el deseo universal de felicidad)?
Hay una nueva concepción de orden aquí. En lugar de ver a la naturaleza como
expresión de un orden significativo, del que tendria que dar cuenta en términos de ideas,
la vemos como una colección entrelazada de elementos cuyas relaciones pueden ser
ex--plicadas en términos de causación eficiente. El orden (contrapuesto al desorden) de
las cosas no consiste en su encarnación de ideas subyacentes, sino más bien en su engra
naje sin conflicto o distorsión. Aplicado al reino humano, esto significa que el hombre
realiza el orden natural cuando la congregación de los sujetos que desean llega a alcanzar
plena satisfacción (felicidad), cada uno en compatibilidad con los otros. La perfecta ar
monía de los deseos es la finalidad que la naturaleza y la razón prescriben al hombre.
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de sí mismo, sin aceptar
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ramente tomado de fue
ra.
Para saber qué es lo verdaderamente
nación, impulso, deseo así como de COITecto, debemos abstraemos de cualquier incli
palabras, lo que es la v luntad como todo lo �ue sea particular; debemos saber, en otras
tal [an SIC/1, GW, 92 1].
Pero una tercera concepción de la razón como criterio de acción surge como desa
fío al punto de vista utilitarista de finales del siglo xvm , y fue la de la autonomía moral
radical de Kant. Esta perspectiva comienza de alguna forma con Rousseau, a quíen
Hegel da crédito por ello. Se trata de una reacción contra la identificación utilitaria del
bien con el interés y de la razón con el cálculo. Kant quiere encontrar nuestra obliga
ción en la voluntad, pero en un sentido mucho más radical que Hobbes. Hobbes basó
la obligación política en una decisión que debía estar sometida al soberano. Pero esta
decisión era dictada por la prudencia, de tal modo que podemos interpretar el funda
mento de la obligación en Hobbes como el deseo universal por evadir la muerte. He
aquí la «piimera ley de la naturaleza>>, que es <<procurar la paz>> . En última instancia,
ciertos actos naturales que nos corresponden, nuestros deseos y aversiones, tienen un
papel central cuando decidimos qué debemos hacer, en la medida en que la tradición
utilitaria tiene que ver con ello.
El propósito de Kant fue romper completamente con esta dependencia de la natu
raleza, y extraer el contenido de la obligación puramente de la voluntad. Se propuso
hacer esto aplicando un criterio puramente formal a las acciones prospectivas, que
estaban sólo vinculadas a la voluntad entendida racionalmente. La racionalidad supo
ne pensar en términos universales y de manera consistente. De este modo, la máxima
subyacente para cualquier acción propuesta debe consistir en que podamos universa
lizarla sin contradicción. Si no podemos hacer esto, entonces no podremos como vo
luntades racionales conscientemente asumir esta acción. Una voluntad que actuara
según este principio sería libre respecto a cualquier campo de determinación (Bes tim
mungsgrund) en la naturaleza y, por lo tanto, verdaderamente libre.2 Un sujeto moral
así es autónomo en un sentido radical. Obedece sólo a los dictados de su propia volun
tad. La razón, como voluntad racional, es ahora el criterio, pero en el tercer sentido, el
opuesto a la naturaleza.
En este momento Hegel construye el entero desarrollo que hemos bosquejado aquí.
Construirá la noción del orden mayor al que el hombre pertenece, pero con bases
Y más adelante:
318
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La voluntad es libre solamente en la med
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.
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e-, smo solamente se quiere a sí misrna,
a la voluntad [loe. cit.] .
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entre naturaleza esp , .
.
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consiste en estar centrad
� libertad (VG, 55) .3 Su libertad
o
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sí mismo el11 szc
1:' Jz n Mzttelpunkt <-�z haben )
.,
La nociOn
.
misma de voluntad está
t.
.
unida a la de libertad.
En
p
m
er
miento es esenci al a la
lug
ar, el pensan
.
voluntad. Es su <<sus tancra>>
.
' <<de tal m0d0 que sm pensamiento
no puede existir la volu
.
ntad>> (EG' § 468 ' Adi ,
CIOn) .
D eb"d
I o a que es la expresión
.
práctica del p ensamie
nto, la voluntad está ese
mente destinada a ser libr
nciale.
� ;n
de
L� libertad es precisamente el pensam
iento mism o,. cualqUi.era que rech
rruento y hable de libertad no sabe que
ace el pensa.
'
est
.
dad de1 pensarruen
. rtad, la voluntad libre a, dierendo. La u�
rrusmo es la libe
· to consrgo
.
.
.. . La voluntad es hbre solamente como voluntad
pensante [SW, XIX, 528-529].
�R
En
retoma el mismo tema y
.
caracteriza la vol ta
d como <<umversali.dad aut
deterrnmante>> ' así como
olibertad (§ 2 1 ) Es el <<pensa �
.
mre
nto
hacren
, su mo
· ' dose segun
propio en la voluntad>> Aqu
.
do
í Hegel
t
I e que <<es solamente com
o inteligencia pensante que la voluntad es �
P
"'enuinam en una voluntad v una
.
libertad>> En el curso
misma nota de este parágr
de la
afo asest un golpe a las
teorías románticas de
que <<desvanecerían el pe�
la
libe
rtad
s
iento recurren en su lucra
.
"' r al sentirn
;ento, al entusias
uu
-
3.
am'
;:
:
·
�
·
�
Por supuesto, la palabra «naturaleza, puede
.
ser usada otro sentrdo,
al concepto de cosa, en cuy·o caso
cuando nos refe os
· ste una «naturaleza, del een
sp!'r:·t� · Hege1 usa esta expresiónrim
pasaJe apenas referido: «Die NatureXJ
en el
des
Ges
te
s ' · Esto muestr� la fihacrón del pen
al de Aristóteles, a pesar de, o más bien
samiento de Hegel
más ;:lla- de, su adbesro
_ n a la autonomía mod
erna radical.
·
2. Critique of Practica/ Reason , § 5.
�
·
.
319
. del corazon».
, Esta libre voluntad es también en verdad infinita, ya
íntrmo
mo, a lo más
.
barrera para ello (§ 22). Está <<liberada de cada
que su obJeto no es un otro o una
atadura o dependencia de cualq�. er ��sa�(§ 23)� y es universal (§ 24).
me te por sí misma, y así por el pensa
Esta voluntad, que es dete��a
miento o racionalidad, es el cnteno·úl, t�o de lo que es correcto. Es designada como
«el fun. d. amento de lo correcto» (det Boden des Rechtc).., en PR (§ 4). y por tanto, es el.
, · del Estado
,
realizado · A Rousseau le es caneedid
bas¡co
principiO
o el men. plenamente
to por haber sido el pnmero
en prestar atención sobre
este principio cruel. al'
[ . ] pues al aducir que la voluntad es el p .nc .p .o del Estado está aduciendo un principio
n i i
..
�
. nto tanto en su fonna como en su co tenido' un principio que de
que detenta pensarme
hecho es pensante él mismo, Y no un pnnc
. :.p .� lu e. sólo posee pensamiento en su fonna,
como el instinto gregario , p. ej . , o la autondai vma.
Pero en tanto que construye sobre Kant' Hecrel da a este principio de autonomía un
rno enteramente nuevo. Genera a partrr. d e'l u�a nueva variante del orden mayor que
�sta conciencia moderna comenzó por rec�azar. De este modo' cree haber superado el
de Kant se topa.
grave dilema con que la. teoría
El problema del_ enten. o de :acl. nalidad de Kant radica en que persigue 1a autonomía radical al preciO d� la vaCleda�. Una vez. que ello nos es explicado, podemos ver
, trab ara seleccionar algunas cosas como
cómo el criterio platómco _ de la razon
d
correctas y otras como eqwvoca
as
,
aun
cu�. �tpodemos no estarde acuerdo con ély
vale para el criterio utilitario. Pero
, . c� completa. · Lo rmsmo
rechazar su base ontolog¡.
, al modo en que las cosas son, tanto en lo que
Kant intentó evadir cualqwer apelaciOn
concierne a un orden de las ideas como e lo corresponde a una constelación de deseos
de {acto. El criterio sobre lo correcto ha ;e ser
ente formal. Kant creyó que esto
le daría una teoría viable po:que pe so_ q e er:�o formal de hecho serviría para
incluir unas acciones y exclurr o � r � gumentos que aduce para ello son muy
débiles, y una vez que uno ha per��� l: � :� ��s, queda expuesto a un crite�o que no
tiene consecuencia alguna, que perml"t� q cualquier
sea una posible acciOn moral.
. o de lacosa
�
La autonomía moral
ha
sido
compra
a
precl
vacuidad
.
..
, a una cn,tl. ca que Hecrel
Es est
"' nunca
d
se
cansa
e
dirig¡.r a Kant Recordaremos que su
.,
·
3 ' de PhG ruó en parte alrededor
argumento en. el capítulo VI, secciOn
de la vacw"dad de1
.
"'
kantlano. p�ro el argumento
surae
por
oqw
.
criterio
""d
eJ:
En
un
trabajo
de los primeros
�
.
"'
años de1 Sl�. glo XIX' «Uber die WlSsensc
haft"'en Behandlunasmten
des Naturrechts»' Hege. 1
se opone directamente al eJemp
.
1o que Kant usa en la Crítica de la razón pura (comentano
, ·to que un muerto me ha deJ"ado · Si no hay instrucciones
del § 4), aquél sobre un deposl
escritas, y si nadie me descubre, estoy ·ustificado para apropiármelo?, pregunta Kant.
Seg�uramente no, pues una reg a generalJ que tuviera el efecto de que cualquiera pudiera
negar tener e1 d. ep�, sl. to, Sl. nadie� . lo puede descubnr.·' se destruiría a sí misma como ley,
dado que te ana por destrurr la práctica de
depósitos
otros.
. , dejar
!lÚil lu"'crara aqu
di
nin
en
cciOn
"'
Hege1 argume�ta4 que no hay contra
í. Supome. ndo que
.
mi acción generalizada funcwnara 1eJos de la práctica de dejar depósitos, ¿de que, m�do
ello contra�dice 1a regla de robarlos cuando pueda?. Si la recria
"' me impone tamblen
.,
preservar la práctica, ha�na, contradicc. , n, pero no lo hace. Terminamos con una slm
ple «tautología», algo asl como «gener:¡zar e1 robo de los depósitos es incompatible
·
(.
rmlll
.
4. Lasson (ed.), Schriften zur Politik und Reclztsplzilosoplzie, Leipzig, 1 923, 349 y ss
.
con la práctica de árselos a alguien», o «el
o generalizado es incompatible con la
propiedad». Pero eldejpro
ma permanece porrob
com
to si queremos afirmar la propie
dad como valor, o robo ble
eralizado, o comunismple
o
exh
austivo.
El principio kantianogen
que puede funcionar en est
algo de este género: ningu, sinaesmá
os casos, es más bien
a es aceptable si la obe yediotrenc
hiciese inaplicable cuando deja dexim
ia general a ella la
realidad que involucra. Per
rechazar como inmorales máximasladtalo esla com
o esto
ía
contra sus enemigos», y así sucesivamente (op o «ayuda al pobre», «defiendenostuhar
pa
ís
. cit. , 345-5).
Hegel regresa a este punto en PR, § 135 . El cri
teri
o kantiano puede conducir sólo a
un «formalismo vac > . No hay contradicció
n
en
la
pro
piedad no debería exiío>stir
n acerca de que la pro
. El derecho de propiedad debeposserició
cretamente.
fundamentado má
s con
Ahora, Hegel afirma resolver el dilema de Ka
concreto del deber es deducido de la idea nt, ya que mostrará cómo el contenido
de libertad misma. Tenemos va una idea
general sobre lo qu
e
qu
ier
e
dec
ir
con
est
o,
per
detalle. Debemos advertir que este reproche o antes procedamos a verl; con mayor
Hegel a Kant, y de la era revolucionaria enterade vacuidad fue central en la crítica de
Debido a que ún
nte tiene una noción for. mal de libertad, Kant
su noción de políticaicademeella
Su teoría política acaba por ser tomada ennoprépuede derivar
utilitaristas. Su aporte, pudié. ram
mo de los
ir; es la visión utilitaria de una sociedsta
duos cada uno buscando la felicidosaddec
ad
ivi
en encontrar una manera de limitar laa sulibeprortapio modo. El problema de la políticdea ind
rad
pueda coexistir con la de todos los demás d negativa (Willkiir) de cada uno para quicae
radical noción de rtad de Kant, al ser purbajo la ley universal. En otras palabras, la
amente formal y por tanto vacía, no puede
fundamentarse enlibe
fin
es
deri
vad
os
intrín
sec
am
misma ( «der Wille... als san für sich seiender, ente de la naturaleza de la voluntad en sí
nalmente válida para los hombres. Por tanto, venünftinger. . ,,), que sería así incondicio
prestado su contenido de la naturaleza, por asíla teoría política de Kant tiene que tomar
irlo. Comienza con los hombres como
individuos que busca
es palticulares, y lasdec
dem
s de moralidad y racionalidad,
esto es, de universalidadn ,fin
sólo tienen lugarcomo restricanda
cio
nes
gen) impuestas sobre estos
limitaciones (B chrcil kun
ividuos desde fuera. La racyional
sino una universalidad externind
idad no es inmanente,
y formal que demanda solamente qu
de todos los individuos sea heca ha
e la libertad negativa
patible (PR, § 29).
Así, aunque Kant comienza concom
concepción de moralidad radicalmente nueva,
teoría política es decepcionantementuna
su
e
fumiliaJ: No nos lleva muy
mo, ya que su principalproblema sigue siendo
lejo
s
res
pec
to
del
util
itari
de armonizar las voluntades individuales.s
Esto es indudablemente un poco injusto conelKa
Pero parece aún menos justo con Rousseau nt, como haremos notarmás adelante.
que es ubicado junto con Kant como el
objetivo de la mism crítica, ambos en este par,ágra
fo (§ 29) y en otras partes.5 En el § 258,
Hegel se lamenta deaque
Rousseau ve la voluntad tod
avía como voluntad individual (das
an und fi;ir sich Vemiinftige des
vVillens), y solamente como el
nzeinschaftliclze) que emerge
mento común (das Ge
las voluntades individuales conelescie
que el Estado esta en últimodetérm
resultado es
ino basado en la arbitrariedad dentelass. El
consentimiento (Willkü1; Meimmg wzd
dec
isiones y el
beliebige, ausdrückliclze Einwil
Así como se muestra, esto segurame
ligung).
nte no
a a Rousseau. Su volonté
générale significaba segurame
nte más y de formahadiscetinjustatici
que el elemento com
ún de la
es
z
5. Cf. PR, § 258 ; SW, XIX, 528
.
320
321
lograr que estas volun.
' y la tarea del contrato no era
voluntad p artiCular de cada cualac
e
una pista sobr adónde se dirige Hegel
erdo · Pero
. (§§ 29 y 258 ) a la temible destrucción
tades particulares llegarar:- a un
os pasaJ S
es provista en la refer�r:oa de am que aqm� y en otras partes Hegel explica siguiendo
sa,
nce
Fra
causada por la Revolucwn
s
lógicamente los principios d�
ibertad formal puede tener un resultado coroe
u
vac
�
la
ho
noPorque de hec
,
:
"ba a Kant Vimos que la teoría de la auto
posi
es
pletamente_ �feren:e. al �tnbmd
Pero
.
tica
polí
vida
el proble�a de la
mía se rerrutm al utihtansmo pa a , clical sientan esta carencia ellos mismos, y que
a
autono
�
ble que los teóri�os de la
voluntades
� de la lucha Y el compromiso de las
ia la
anhelen una sooed�d que vaya ma� ,
te a de libertad. Éste es el impulso hac
particulares y consigan una expresl� men z G y que vimos en el periodo jacobino de
e
«libertad absoluta» que Hegel descn
.
ario
cion
telTor revol�
. . , n d l v cuidad aparece también en esta empresa. ��
C?mo \Timos, la mal
principio posltl.
en in erés que no sea particular o un
objetlVO es fundar la soc
no aporta base
a,
vací
do
sien
sta
'
e
1 ertad Pero
l l"b
vo traclicional, smo Ulll· camente en a. ulada de la socieda' d. Solamente se impone para
lC
i
alguna para una nue�a estru�tura art l
' s e amenacen con surgir. El mpulso
es,
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l
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termidestruir las artic
<<
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nto
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Y
exp
d trucción, el
en
hacia la libertad absoluta de\Tiene asl(§ 2 58).
na en el má-ximo de temor y telTO�»
a la volunr este teiTor,. que sacrifica lo inclividual al. Pero
.e
Parece extrano, sin e_mbarcreo ' lwa
vidu
incli
,
o
com
ntad
volu
aun defi rur la
tad general' a una teona que qmere
realmente es a algo más, que no estab a
cien
diri
a
b
e
esta
se
el
. do es ue Rousseau y Kant ambos prota
pienso que a lo que Heg
pasajes , y
muy. perspicazmente puesto en estos e la autonorru�a raclical' definen la'libertad como
_ sd
hagornstas liberales y revolucionano
hum ana . Hegel, por otra parte, cree
o voluntad
com
ntad
volu
la
,
ana
o
. 1"d enu"dad cuando se ve a sí mismo com
libertad hum
,
.
su b as1ca
a
l
Sl
y
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r:samiento el pensamiento o razó
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voluntad es libre sólo cua_ndo Sl�e su w
bre ' sin; más bien aquél propio del
n resulta ser no solo aquel �rop e
cuestió
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o.
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0 que clispone el urnvers
esp ,
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. .
rtad consiste en renunciar a toda heteron
sucintamente ?el modo s_Igul. �?ted l la libe ntad a partir de deseos particulares -sea
la volu
incom
mía, a cualqmer �e�e naoon .
ex·tema-' entonces la libertad parece ser una
d
a
d
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cwn
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ésta principio tracli
ning
o
.
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e arece no haber que
patible con cual�;üer accwn racwn �
v ía, es decir, que de hecho incluya
n
p
, oma.
base para la. accion que no sea com
v que no sea heteron
algunas accwnes y d. es�rui:e otras cuy autonomía los hombres deben realizar no es
Pero todo cambia sl l� voluntad,
uce un
Geist Su contenido es la Idea que prod
sólo propia del hombre sm? tam�I_ er:- de de t;u modo que va no hay ausencia de bases
ma,
mundo cliferenciado a partir de Sl rrus
.
ó
acci
la
de
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determinantes
_
ad libre y racional de Hegel escapa a la
Para ponerlo mas_ sucmt�mentedla luntno permanece meramente universal sino
t
vacuidad porque, a clif�rencm �e
de sí misma. Pero esto es su preiTogativa
artÍr
ar
lc
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que produce un cor:-terndo
Es la
a sino como propia del sujeto cósmico.
ana
no solamente considerada_ como huma
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l
'clifer·enciado La voluntad raciona
Idea absoluta la que despliega un mund°
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322
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encuentra un contenido no deshaciéndose de toda particularidad en el intento de con
seguir una libertad y una universalidad que pueda ser sólo formal, sino descubriendo
sus vínculos con la razón cósmica, y así cliscerniendo qué aspectos de nuestras vidas
como seres particulares reflejan el verdadero universal concreto que es la Idea. Lo que
la razón y la libertad imponen sobre la voluntad humana es que ésta favorezca y sos
tenga la estructura de las cosas, que de este modo se revela a sí misma como la expre
sión adecuada de la Idea.
Esto significa en primer lugar, como vimos arriba, que la sociedad debe ser tal que
los hombres se relacionen con ella como con una vida más grande en la que están
inmersos. En otras palabras, la demanda de la libertad en esta lectura nos lleva más
allá de las formas atomistas del liberalismo, en las que el incliv:iduo y sus fines son de
vital importancia, y la tarea de la sociedad es permitir su plenitud junto con otros.
Y esto a su vez impone una estructura dada de la sociedad. Ésta debe ser tal que los
clistintos momentos del Concepto, la unidad inmecliata, la separación y la unidad me
diata, alcancen plena y compatible expresión. Veremos más adelante cómo Hegel da
contenido concreto a este requerimiento aparentemente abstracto, que es la base para
la articulación de un Estado en «estados» (Stiinde) y en niveles de sociedad (familia,
sociedad civil, Estado).
Las demandas de la razón son, de este modo, que los hombres vivan en un Estado
articulado según el Concepto, y que se relacionen con él no sólo como incliv:iduos cuyos
intereses están dados por esta maquinaria colectiva establecida, sino más esencial
mente como participantes en una vida más grande. Y esta vida mayor merece su leal
tad última porque es expresión del mismo fundamento de las cosas, el Concepto. A la
libertad le ha sido otorgado un contenido muy concreto en realidad.
Pero Hegel ha conseguido con esto una extraorclinaria hazaña, pues esta relación
del hombre con la sociedad es paralela a la premodema. Antes de la revolución de la
subjetividad moderna los hombres era inducidos a reverenciar las estructuras de su
sociedad: monarquía, aristocracia, jerarquía sacerdotal o lo que fuera, sobre la base de
que estas reflejaban la voluntad de Dios o el orden del ser; en pocas palabras, el funda
mento de las cosas a que el hombre debe lealtad última. El rey debía ser obedecido
porque fue designado por Dios, aún más, porque era la expresión en la política de lo
que Dios es en el universo. Este modo de pensamiento retoma de la manera más sor
prendente al desaiTollarse a partir de la más extrema expresión de la subjetividad mo
derna que se auto-define, la noción raclical de autonomía.
No es de sorprender que Hegel haya sido de clifíc:il clasificación bajo el espectro libe
ral/conservador, ya que rehabilita la noción de un orden cósmico como la piedra angular
de la teoría política, esto es, habla del Estado como clivino, y esto lo consideramos el sello
del pensamiento conservador e incluso reaccionario. Pero este pensamiento es comple
tamente distinto al de la traclición. No hay nada en él que no sea transparentemente
clictado por la razón misma. Así, no es éste un orden situado más allá del hombre que él
debiera simplemente aceptar: Más bien es uno que fluye de su propia naturaleza propia
mente entenclida. De este modo está centrado en la autonomía, ya que ser gobernado por
una ley que emana de uno mismo es ser libre. El orden, pues, otorga un lugar central al
inclividuo autónomo y racional. La teoría política de Hegel no tiene paralelo o precedente
en absoluto. El intento de clasificarla escogiendo entre jergas liberales o conservadoras
solamente puede dirigir a malinterpretaciones risibles.6
6. Éstas abundan desafortunadamente en el mundo anglosajón. La última de ellas ha sido perpe
trada por Sydney Hook. Cf. sus contribuciones al volumen editado por Walter Kaufmann, Hegel's
Political Philosophy, Nueva York, Atherton Press,
1 970.
323
,a moral de Kant consis.
, \'lab
esta de Hegel a la vacuidad de la teon una operac.wn
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.
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·
De tal modo la racwnalidad se
..n,..,al· Su concepción tiene
, y esto .de una manera on;su.•
de la moral corno de l a polífICa
con la idea de un orden cósmico.
con Platón, ya que tiene q�e ver
algunas afinidades
requerimiento de la
.,
t ya que esta pensada sobre el
Pero deb� tamb. Ien mueho a Kan
, a su racionalidad
ma
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s
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muy complej o. Tie�e .en com� ? en s s ns cuencias�para la teoría política de lo
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pues de hecho este último es ma
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corno un sujeto
que Hegel
equíere que el hombre sea tratado
d
a
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rac
la
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prim
En
.
corno un medio. en
,
.
ulacwn kanu·ana' un fin y no sólo
racwnal, como, segun la form
. . . ca que el ESt do moderno debe reconocer los derechos
propiedad, la
ténninos políticos, esto sigrufi
pta a escla 'tud Debe respetar la
ividuo autónomo . �o puede ace :, de un pr;fesión (PR' § 206 )' la confesión
del ind
. . (P'n
rtad de el eccwn
n., § l37 ) , la libe
conciencia
e �
uíere que
religiosa (PR , § 270 )' y así �uc
n su definición kantiana formal, req
a
wn
'a
.
io;
En segundo lugar, la rac
itrar y que la
, p:�faciO) no or un capricho arb
emane de
el Estado sea regulado por la ley (P� ufic
en
a � o h cra en la medida que
e sigr
de que
ho
hec
el
ley trate a todos por igual, lo q�
tido
sen
tes, pues d�be ten:r mucho
todos los hombres como semeJ �
antes.
. .
emane de todos los que son serne]
la racionalidad.
en del enteno liberal kantiano de
fluy
, os son 1os coro1ano
que
s
·
Est
.
ar a cabo y expresar la Idea.
yo, que la.sociedad política debe llev
su
s
el
ello
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Hegel agrega
de que. el criterio
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Pero todav'la podemos ver lo JUS
pnmeros dos
Los
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.
o no nos lleva mucho ma- s allá
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una
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ser tratados los mdi\'l·duos' y nos
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Pero solo
principios nos dicen como deb.en
ley.
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la política
kantiana permanece en los bordes de
dad debe adquírir. La teona moral
�l
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��a: :
r
:
y
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levemente corregida.
7. La traducción. de Knox está
por la vacuidad. del criterio de
o compensarse en gran medida
hech
' pues esto
8 La teon,a kantiana puede de
. 'n de la autonomía radiealros
ecuendas de la asp1racw
·
de reg1 as
y de los géne
dos
universalidad mediante otras cons
trata
ser
n
debe
es
r
b
o en que los h om
también dice algo acerca del mod
a las que deben estar sujetos.
.
324
si dijéramos, imponiendo límites que los Estados y los individuos no deben traspasar.
Para Hegel, en contraste, la moralidad solamente puede recibir un contenido concreto
en la política, en el diseño de la sociedad que nosotros debemos favorecer y sostener.
Este conjunto de obligaciones que debemos favorecer y sostener, una sociedad basada
en la Idea, es lo que Hegel llama Sittlichkeit. Esta palabra ha sido traducida de varias mane
ras, corno «vida ética», «ética objetiva>>, <<ética concreta>>, pero ninguna traducción puede
capturar el sentido de este ténnino técnico, y propongo por ello utilizar el original aquí.
Sittliclzkeit es el ténnino alemán usual para <<ética>>, con el mismo género de origen etimoló
gico que el ténnino Sitte1z que podemos traducir por <<costumbre>>. Pero Hegel le da un
especial sentido, en contraste conMoralitat (que por supuesto tiene un paralelo etimológico
en la palabra mores, aunque siendo latín no es tan evidente para los lectores alemanes).
Sittlichkeit se refiere a las obligaciones morales que tengo frente a una comunidad
actual de la cual formo parte. Estas obligaciones están basadas en normas y usos esta
blecidos, y es por ello que la raíz etimológica Sitten es importante en el uso que le da
Hegel.9 La característica crucial de la Sittlichkeit consiste en que nos impone ocasionar
lo que en verdad ya es. Éste es un modo paradójico de exponerlo, pero de hecho la vida
común que está en la base de mi obligación sittlich está ahí ya en existencia. Es en
virtud de que es un asunto actual que yo tengo estas obligaciones; mi realización de
estas obligaciones es lo que lo sostiene y lo mantiene siendo. Así, en la Sittlichkeit no
hay distancia entre lo que debe ser y lo que es, entre Sallen y Sein.
Con la Moralitat es lo contrario lo que vale. Aquí tenernos una obligación de realizar
algo que no existe, y que debe contrastar con lo que es. Y relacionado con esto, la
obligación me sostiene no en virtud de ser parte de una vida comunitaria más grande,
sino corno una voluntad individual racional.
La crítica de Hegel a Kant puede ser formulada de este modo entonces: Kant iden
tifica la obligación moral con la Moralitat, 10 y no llega más allá de esto, ya que presenta
una noción de obligación moral abstracta, formal, que mantiene al hombre corno un
individuo, cuyo definirse en contl·aste con la naturaleza constituye una oposición sin
fin a lo que es.
Podernos ver cómo todos los reproches de Hegel contra la filosofía moral de Kant
están sistemáticamente conectados. Debido a que permanece en una noción de la ra
zón puramente formal, no podría proveer de un contenido moral a la obligación mo
ral. Debido a que no aceptaría el único contenido válido, que proviene de la sociedad
en curso a la que pertenecemos, sigue siendo una ética de lo individual. Debido a que se
aparta de esa vida mayor de la que formamos parte, vio el derecho como opuesto para
siempre a lo real; la moralidad y la naturaleza están siempre en disputa.
La doctlina de la Sittlichkeit dice que la moralidad alcanza su conclusión en una
comunidad. Ésta da a la obligación tanto su contenido definitivo como su realización,
de tal modo que el espacio entre Sallen y Sein queda cubierto. Corno vimos, Hegel
comenzó siguiendo a Kant distinguíendo voluntad y libertad de naturaleza. Pero el
logro de la libertad sucede cuando la naturaleza (en este caso la sociedad, que tuvo
inicio en forma primitiva y no elaborada) se indina ante las demandas de la razón.
Debido a que la realización de la Idea requiere que el hombre sea parte de una vida
más grande en una sociedad, la vida moral alcanza su más alta realización en la Sittlich9. Cf. Lasson (ed.), Schrifen zur Politik zmd Rechtsphilosophie, Leipzig, 1 923, 388.
1 0. Una vez más, éste es un término técnico de Hegel; Kant mismo utilizó la palabra común
Sittlichkeit en sus trabajos de ética.
325
esto, no esta presente a lo largo de
períodos en
la hist01ia, e incluso hayexpr
esa algo superior. Pero el logro de la moralidad llega en la
litat
espíritu, que la Mora
zada.
forma de una Sittlichkeit realiHege
alismo de ayer
l está contra el instinto moral del liber
que
el
en
o
punt
el
Éste es
nencia a
fundamentadas en nuestra perte
y de hoy, entre las obligacionesquequenoestán
a
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tan contingentes como cuando emos
alguna comunidad, y aquellas n a lassonprim
ver
es
moral
es
eras, como las obligacion o de vista
pensar que las últimas trasciende
n de Hegel y su exaltado punt adora
orde
del
sión
inver
La
daderamente universales.
smo>>,
inspirado las acusaciones de <<prusiani
de la sociedad política es lo que hasmo.
tido está
come
su
de
lejos
cuán
Podemos ver ya
ción al Estado, incluso protofasciMoralitat
vemos
que
a
o
debid
tal
amen
fund
como más
todo ello. Tendemos a pensar la cuestionad
ines
lo
ter
come
por
nidad
comu
su
por
o
al hombre moral en peligro de ser período de nacio
c
colTe
ente
ablem
prob
Es
mo.
nalis
crupuloso, particularmente en unépoca, pero no es lo que Hegel previó. La comunidad
to que sintamos esto en nuestra l más plena es un estado que está más cerca de una
que es el locus de nuestra vida mora l pensó que el Estado de sus días estaba cons
verdadera encamación de la Idea. Hege
absur
tiremos esto más adelante. Pero eso pens
truido hacia eso. Estaba equivocadao,dely discu
ar
no>>,
o
o
ocad
<<mi gobierno, equiv
do atribuir a Hegel una perspectivde segutipo
y
dos
solda
los
de
nes
órde
las
to ciego a
que él hubiera aprobado la clase r Reicimien
una,
hubo
vez
a
algun
si
a,
époc
h, que fue una
funcionarios alemanes bajo el Terce
.
anda
dem
alta
más
la
tuvo
litat
en que la Mora
hegelianos, es decir, dos figuras cruciales
es>>
<<héro
los
de
dos
que
ar
olvid
mos
No debe
la Sittlichkeit de
; ambos socavaron o rompieron conque
en la historia, fueron Sócrates y Jesús
dera
sta de Hegel es, no obstante, laquéverda
su pueblo, y partieron de la suya. )Lanoapue
es
grand
rta
e llegar de este modo. No impo s, esto es, en
realización del hombre (y del Geistbiertopued
reale
un hombre, no podrían hacerse de su sociedad
verdades espirituales haya descu a solas
. Como un individuo, depende cabo el bien.
anece
carnarse, si este hombre perm
son regenerados él no puede llevar ae y/o hacer un
en gran cantidad de modos, y si éstosd ynocolTo
su mensaje, debe retirars
Si no quiere comprometer su verdamerecedormper
del destino de Cristo o Sócrates. la razón
desafio a su sociedad que lo hará libertad requi
ere de una sociedad debido a po
La completa realización de la realidad huma
na mínima autosuficiente. Al
es la
aristotélica de que una sociedad Hege
-conscientemente- a Aristóte
endo
sigui
está
l
ner a la Sittlichkeit en la cumbre,
que el mun
o griego antiguo, pues la última veznoció
les. Y siguiendo a Aristóteles, al mund
n hege
La
división fue entre los griegos.
do vio una Sittlichkeit espontánea y sin
que su
siva
expre
d
interpretación de aquella unida hombres había
liana de la Sittlichkeit es en parte unagrieg
n
los
creía
a, en la cual -se
generación completa vio en la polis
,
vidas
ias
prop
sus
de
o
ficad
signi
la esencia y el
visto la vida colectiva de su ciudad como
repu
la
y
r
pode
al
cto
respe
s
pensa
recom
vieron su gloria fijada en su vida públadica,ensus
lo
memoria. Fue la expresión de tal vet1U
su
rtalid
inmo
la
y
ella,
de
o
dentr
tación
con
do
acuer
De
lica.
repúb
la
de
o
motiv
ipal
que Montesquieu había visto como el princ
lzkeit se perdió para siempre en su forma origi
su generación, reconoció que estasusSittlic
un
nal, pero junto con muchos de contemporáneos aspiraba a verla renacida en
nuevo modo.
, por supu
keit . Esta realización superior es un logro
los que la vida pública ha estado tan vacía de
326
2
�a idea de que nuestra má� alta y plena existencia moral es aquella que solamente
pue e ser alcanzada como miembros
de una com ·dad b���=
· nt�,nos ��va .más
allá de la teoría contractual de la ley natural mode= o d� fa
a de
la sociedad com� un _ins�ento de la felicidad gene;al, pues estas �����. ���:.:o son
el foco de las obligaciOnes mdependientes sin mencionar las más altas eXIgencias �ue
se nos pueden hacer. Su existencia simple�ente da una figura ParfICular a las obligaciones mo
pre-eXIstentes: p. ej., a1 mantener las promesas, 0 al fomento de la �a. rales
�o� fe�.�Idad
para el �ayor numero.
La doctrina que pone la Sittlichkeit en la cumbre
e a a moral reqwere, para recordar la expresión usada más alTiba
·,
' de una nocwn
.
de sociedad considerada como una vida más grande de la eomumdad' en 1a que el
hombre participa como un miembro.
bien, e�ta noción desplaza el centro de gravedad, como si dijéramos del indi
. Ahora
a
la
comumdad,
es vis�a como el locus de una vida 0 subjetividad, de Ía que los
ld
:'mdi�VI�duos son fases. Laquecomumdad
,
es. una encarnación del Ce·zst, Y una encarnacwn
.
·
más completa_Y sustanCIal que e1 mdiv1duo. Esta idea de una vida subjetiva más allá del
m. div'. l.duo ha sido la fuente, de mucha de la resistencia a la filosofía de Hege1 ya que 1e ha
o com�, al menos de1 mundo anglosajón (educado bajo cierta tradiparecido
. al, .sentid
tanto
CJ..o,n filosofica)
salvaJemente extrav�gante en un sentido especulativo como moral
�ent�n:urp�: groso p�� sus consecuencias <<prusianas>> o incluso «fascistas>>, que sacri
� m
uo Y su ertad ante el altar de alguna deidad comunal «más alta>> Antes
de rr �as, adel�te: I?or consiguiente, debemos examinar esta noción de la socied�d v la
�� c on �e los mdivJ.d��s con ella. Veremos, de hecho, que la noción hegeliana del Geist
trul�� ti��o tien� �ucha dificultad,
pe�o. la extravagancia no se encuentra ahí donde lamenpensó que estaba.
a ato��tica del mundo empmsta
He�el utiliza muchos télTninos para caracterizar esta relación de1 hombre con 1a
comumdad.
·
Uno de los más frecuentes es «sustancia>> . El Estado' 0 el pueblo' es 1a «SUStancla>>
de los indi ·duos. Esta 1·dea es e1aramente expresada en la Enciclopedia.
·
VI
·
·
VJ.
·
VI
�a susta�cia que se conoce a sí misma libre, en la cual el absoluto «debe , e
r·
al a e .
:te :s �tu e� {�
mclivr_ �u �c�on en personas, de cuya existencia independiente el espíritu es el �oder y la
necesr a mtem s. Pero !a pers ?na como una inteligencia pensante conoce esta sustan
�ta_ como su pro��ta esencra -baJO esta 7onv:icción (Gesimnmg) deja de ser mero acci�rer:e real1��d como el espíritu de un pueblo. La separación abstracta de e
un
'
ente de ella-, ve como su absoluto y final objetivo existir
en la realidad' como algo que
.
es conseruido en e1 aqw Y el a¡wra, al trempo que la ocasiona a través de su actividad' pero
II
_
como al go
o que, de hecho, simplemente es [EG , § 5 1 4] .
,
�s advertir �qU:: al final una referencia a la característica básica de la Sittlich. Podem
·
ke zt,
que provee una finalidad que está ya al mismo tiempo realizada, que es ocaswna-
da .v aun
es. pero 1o que _vale la pena advertir aquí es el conjunto de caneeptos
. asi, ya
r�lacwnados
que ayudan a explicar
la «sustancia>>. La comunidad' dice He"'e
a 1' es «esenCia>> y también «finalidad última>> de los individuos.
· y la «esencia>> es que los individuos sól0
La noci'n
o que es_t'a detras' de la «Sustancia>>
son lo que son graCias
a su pertenencia inherente en la comunidad. Esta I·dea es expuesta en un pasaje de ve.
1 1 . Cf. también PR, §§ 1 45, 1 56, 258.
327
cia. Todo
mente en él encuentra su esen
es se l o debe al Estado·' sola
por el Estado
te
men
sola
Todo lo que el hombre
e
'
tien
la
al
iritu
esp
ee, toda su real"1dad
valor que el hombre pos
[VG, 1 1 1].
y más directamente,
puede dar un
individuo
. . .
en esta su�tanda [ . . .] Ningún
[ .. .] el individuo es un mdividuo
individuos particulares,
s
otro
de
ente
am
puede separarse ciert
paso más allá (de ella); él
0].
pero no del Volksgeist [VG, 59-6
. .
ser más siniestra,
, d�l b o fi al (Endzweck) parirece
La noción <:J.ue e.sta, detras
al Estado consi�era
s In�vi���s sófo :xisten para serv ame
en
ya que parece rm�licar que looc
arece ser aún más clar nte el mensaje
do como un despiadado Mol h . Éste p
,
PR, § 258:
mo, en el cual la líber. amovible fin absoluto en sí mis
m
a tiene un supreúltim
d
lida
cho Por otra parte esta fina
Estado.
.
tad viene a ser su supremo dere
del
e
part
ar
form
es
er
de
o
o, cuyo suprem
mo derecho contra el individu
.
.
[ ...] esta urudad sustancial es un
b
niega que el
un seria malinterpretación. Hegel
itaria de la
Pero esta lectura es�a, b.a�ada en
util
idea
la
aza
rech
0�as palabras '
e
,
uos
iV1d
md
�
los
a
par
ta
exis
ado
Est
· strumental' de que
·, m
ado tiene sola.mente una funcion
de real
ilustración acerca de que e1 E. stson
los de los mdividuos. Sin embargo, no pue
los fines a los que debe servrr rsa
mente aceptar la proposición inve .
el fin y ellos son sus
.
. d danos · uno podría decir; él es
, d l
El Estado no está ahí en
aquí. Pue.:to �ue
ada
ropi
y edio es del todo inap
n
re
sino mas bien
anos
instrumentos. Pero
ó
ciudad
a
los
n
osici
.
si ado en contrap
y nmguno es
fin
el Estado no es na a s
es
bro
'
' miem .
"
, ru·ca , donde ningun
v:tda orga
una
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o
com
os
1
en
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Z]
.
ellos son
ndigkezt) [VG, 1 1 .
.
do es la VIda e'tica (die sittliche Lebe
medio [. . . ] La esencm del Esta
�el?� � �: �
:� n:.��� �
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•
.
. de los fines y medios cede el paso a la imagen de
, .
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Aquí vemos, mas bien, que la r:ocadw,tien
....,.u..., ,•de· sus partes están vincu' e.•
e una "da mas
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.
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servicio de un fin
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,
s:o. A�el indiQTIUl o no está altituye
ladas como las parte� de un, o:ga:n
el fundamen
de que cons
o a un . ás
más
separado de él, más bien est� slr¡en
esta
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tro
nt� �� el m�hiduo que es den lidad. vida
to de su identidad, ya que el solaame
fina
otra
¡
, alla, .de oposicion. auto-finalidad la noción de comuru. dad
grande. Hemos I·do mas
dad como viviente
o
sgeist, la
Hegel agrega .a es:a nocw, � de, :jun
on el uso de. las palabras Geist y Volk
un
es
como <<autoconciencia>>. � es estaque��
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unid
. er-»,
. súp
el Esta.do he,aellano o la com «autoconcie
de
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ncia
que ha dado ocaswn
de
.
ino
térm
en do de traduce el
individuo. Pero en el pasaje de �aGpen
ter en el sentido en que se
��o : los Volkcepsgeis
�
e
se
no
�
, 61). Como
Hegel deja claro que
a de un «Con to filosófico» (VGdel
vehículo
aplica a. los individuos. Más . Ie�Vl�deuo,asola
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mente tiene exist
el m. di
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12
VI
•
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1 3 . Así en PR, § 2:J8, r:eg� a
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mías).
su universalidad» (las. cursivas son
-·
rt �f � ��� �
¿Pero por qué Hegel quíere hablar de un espíritu que es mayor que el individuo?
¿Qué significa decir que el individuo forma parte de, que es inherente a, una vida más
grande; y que solamente es lo que es haciéndolo?
Estas ideas nos parecen misteriosas sólo debido al arraigado poder que tienen so
bre nosotros los prejuicios atomísticos, que han sido muy importantes en el pensa
miento político y la cultura modernos. Podemos pensar que el individuo es lo que es,
abstrayéndolo de su comunidad, sólo si lo estamos pensando como un organismo.
Pero cuando pensamos en el ser humano, no nos referimos simplemente a un organis
mo vivo, sino a un ser que puede pensar, sentir, decidll� moverse, responder, entrar en
relación con otros; y todo esto implica un lenguaje, un grupo de modos interrelaciona
dos de experiencia del mundo, de interpretación de sus sentimientos, de comprensión
de su relación con otros, con el pasado, con el futuro, con el absoluto, y así sucesiva
mente. Es el modo particular en que se sitúa a sí mismo dentro de este mundo cultural
lo que podemos llamar identidad.
Ahora bien, un lenguaje, y el conjunto de distinciones que están en la base de nuestra
experiencia e interpretación, es algo que solamente puede crecer y ser sostenido por una
comunidad. En este sentido, lo que somos como seres humanos lo somos únicamente en
una comunidad cultural. Quizá, una vez que nos hemos desarrollado plenamente en una
cultura, podemos abandonarla y todavia retendremos mucho de ella. Pero este caso es
excepcional, y en un sentido importante es marginal. Los emigrantes no pueden vivir
plenamente su cultura, y siempre son forzados a adoptar algo de los estilos de la nueva
sociedad a la que entraron. La vida del lenguaje y la cultura es una cuyo locus es mayor
que la del individuo. Sucede en la comunidad. El individuo posee esta cultirra, y por
consiguiente su identidad, en la participación de esta vida más grande.
Cuando digo que un lenguaje y las distinciones relacionadas puede ser sostenido
solamente por una comunidad, no estoy pensando el lenguaje sólo como un medio de
comunicación, de tal modo que nuestra experiencia pudiera ser enteramente privada,
y sólo necesitara un medio público para ser comunicada de uno a otro. Más bien el
hecho es que nuestra experiencia es lo que es, es configurada en parte, por el modo en
que la interpretamos, y esto tiene mucho que ver con los términos que están a nuestra
disposición en nuestra cultura. Pero hay más: muchas de nuestras más importantes
experiencias serían imposibles fuera de la sociedad, ya que están relacionadas con
objetos que son sociales. Tales son, p. ej., las experiencias de participar en un rito, o de
tomar parte en la vida política de nuestra sociedad, o de regocijarnos por la victoria de
nuestro equipo local, o de duelo nacional por la muerte de un héroe, y así por el estilo.
Todas estas ex--periencias y emociones tienen objetos que son esencialmente sociales,
esto es, que no podrían existir fuera de una sociedad.
De esta manera, la cultura que vive en nuestra sociedad configura nuestra expe
riencia privada y constituye nuestra experiencia pública, que a su vez interactúa pro
fundamente con la privada. Así, no es una proposición extravagante decir que somos
lo que somos en virtud de nuestra participación en la vida más grande de nuestra
al menos, estando inmersos en ella, si nuestra relación con ella es in
sociedad
consciente y pasiva, si es el caso.
Pero por supuesto Hegel está diciendo más que esto, pues esta relación ineludible
con la cultirra de mi sociedad no descarta la más extrema alienación. Esto ocurre cuan
do la experiencia pública de mi sociedad cesa de tener significado para mí.
Lejos de desear negar esta posibilidad, Hegel fue uno de los primeros en desarrollar
una teoría de la alienación: los objetos de la experiencia pública, el rito, el festival, las
--o
329
328
elecciones, etc., no son como los objetos de la naturaleza. Están parcialmente consti
tuidos por las ideas e interpretaciones que los fundamentan. Una práctica social dada,
como votar en una asamblea griega (ecclesia), o en una elección moderna, es lo que es
debido a un grupo de ideas entendidas comunalmente, por el cual depositar piedras en
una urna, o marcar pedazos de papel, equivale a llevar a cabo una decisión social.
Estas ideas acerca de lo que sucede son esenciales para definir la institución. Son
esenciales para decidir si es que hay que votar aquí, y no llevar a cabo alguna otra
actividad absolutamente diferente poniendo piedras en las urnas.
Ahora bien, estas ideas no son universalmente aceptables o incluso comprensibles.
Implican cierta perspectiva del hombre, de la sociedad y de la decisión, p. ej., que
pudiera verse como mala o ininteligible para otras sociedades. Tomar una decisión por
medio del voto implica que ello es correcto, apropiado e inteligible para construir la
decisión comunitaria a partir de una concatenación de decisiones individuales. En
algunas sociedades, p. ej. muchas de las aldeas tradicionales alrededor del mundo, las
decisiones sociales sólo pueden (podrian) ser tomadas por consenso. Un proceso ato
místico de decisión de este género es equivalente a disolver el lazo social. Lo que quiera
que sea, no podria ser una decisión social.
Así, un determinado punto de vista del hombre y su relación con la sociedad está
comprometido con algunas de las prácticas e instituciones de una sociedad, de tal
modo que podemos pensar que expresan ciertas ideas. Y de hecho, pueden ser la única,
o la más adecuada expresión de estas ideas, si es que la sociedad no ha desarrollado
una teoría relativamente articulada y apropiada sobre sí misma. Las ideas que funda
mentan una determinada práctica y hacen de ella lo que es, p. ej., aquellas que convier
ten en decisión social poner marcas en papeles, pueden no ser usadas adecuadamente
en proposiciones sobre el hombre, la voluntad, la sociedad, y así sucesivamente. De
hecho, un adecuado lenguaje teorético puede no estar desarrollado aún.
En este sentido, podemos pensar las instituciones y las prácticas de una sociedad
como una clase de lenguaje en el cual son expresadas sus ideas fundamentales. Pero lo
que es «dicho» en este lenguaje no son ideas que puedan estar en las mentes de ciertos
individuos solamente, son más bien algo común en una sociedad, ya que están enclava
das en su vida colectiva, en prácticas e instituciones que son inseparables de la socie
dad. En ellas el espíritu de la sociedad está en cierto sentido objetificado. Ellas son,
para usar el término de Hegel, «espíritu objetivo».
Estas instituciones y prácticas componen la vida pública de una sociedad. Determi
nadas normas están implícitas en ellas, de tal manera que demandan ser mantenidas y
propiamente vividas. Debido a lo que es votar como un procedimiento concatenado de
decisión social, determinadas normas acerca de la falsificación, la autonomía de la deci
sión individual, etc., fluyen sin escapatoria de él. Las normas de una vida pública social
son el contenido de la Sittlichkeit.
Podemos ver mejor ahora lo que Hegel dice cuando habla de las normas o los fines
de la sociedad como sostenidos por nuestra acción, y aun como ya puestos ahí, de tal
modo que el miembro de la sociedad «los ocasiona a partir de su actividad, pero como
algo que más bien simplemente es» (EG, § 5 1 4), pues estas prácticas e instituciones son
mantenidas solamente por una actividad humana actual que está en conformidad con
ellas; e incluso existen ya en cierto sentido antes de esta actividad, y así debe ser, ya que
solamente la práctica actual define qué norma ha de ser la que nuestra acción futura
debe buscar sostener. Éste es especialmente el caso si hasta ese momento no hay for
mulación teorétic;a de la norma, como no la hubo a los ojos de Hegel en las ciudades-
Estado griegas en su apogeo. El aten
iense actuó «po
.
. .
irlo, a partrr
(VG, 1 1 5), su Szttl
del I. nsti. nto»
tchkeit era una «segunda natural ezar ».asípdec
.
er
mc
lus
o
si
ría, no puede sustituir la práctica co
exi
ste una
.
�
�o un e 'teno
, pue s rmprobable que cua tea
formulación pueda mostrar por ente
lquier
��
ro qué e lo que esta
Involucrado en una práctica
social de este tipo .
Las sociedades se refieren a las form
ulaciones teorét'Icas e «valor»
como sus nor
mas, más que a las prácticas, cuarido
�
están intentando t::-anstormarse
para encontrar
un estándar no realizado p eJ· · si· esta .
.
' n mtentando «edificar e1 soci·ali
· ·
smo>>, o hacerse
«completamente democrática
s>>. Pero estos fine son, or supues
to,
del
dominio de la
Moralitat. La Sittlichkeit presupone que las
prac;.Ica ?vas son una «declaració
cuada de las normas básicas, aunque
n>> ade��
en el caso lím
ite de 1a dí
filosofía modema del
Estado, Hegel ve la formulación teor
.
ética como pomen
.
.
. dose al .a. Aquí vemos la 1m. .
portaneJa
de la Insi
stencia de Heg�el acerca de que el b .
.
Ien
con
siderado por la más alta
ética está ya realizado Esto qw·ere
.
dec1r
que las normas mas
.
·
· altas h� de ser descubIertas en lo real, que lo
real es racional y
ricos de construir una nueva socieda � :� h;rnos de rechazar los mtentos quimé
d p rr e un modelo. Hegel
se opone fuertemente a aquellos que sostienen...
�
•
•
[. .. ] que una filosofía del Estado
[ ... ] [tiene] [ ] la tarea de descu .
bnr y promu1gar aun otra
teona [... ] Al examinar esta idea
.
Y la actividad en coli
-"
lorru
r dad con ella, podemos sup
que rungun Estado o constitución
.
oner
ha existido Jamas en e1 mundo
' .y que ahora [ ...] tendri
mos que comenzar de nuevo desd
a.
e el inicio' � que �1 mundo etic
o ha estado esperando tal
proyecto del dia presente por sus
.
'
pruebas e mvesttgaCio
nes [PR , prefacio, 4].
···
•
·
·
·
·
•
·
•
La vida más feliz y no alienada par
.
.
a el hombre ue l s gne
gos disfru
taron, está
ond
e las normas y los fines expresados
�
.
en la vida pÚb ca � una socied
ad son los más
Importantes, ya que por ellos sus mie
.
�
.
mbros define s Identidad com
o seres humanos,
y esto debido a que la matriz instituc
ional' de tro�e�a cual no pueden
evitar vivir, no
�
es sentida corno extraña. Más bien
es la esencia, la «sustancia>> del
yo.
.
t
Así, en el espíritu universal cada
hombre encuentra auto-ce .
d�bre, la certidumbre de
que no encontrará en la realidad
. que a
existente nada mas
SI rmsrno.
�
y dado que esta sustancia esta
sustentada por la actividad de los
ciudadanos, e11os
1a ven como su trabajo.
Esta sustancia es también el trab
ajo (Werk) um. r al , que se c
rea a sí mismo a través de
la acción de cada uno y de todos
:
.
como su
Idad, porque es el Ser-para-sí
(Fürsichs ein) , el yo, el acto de hace
r (das
l � � ���
Tim�l�,
Vivir en un Estado de este créne
. .
"' ro es ser libre. La oposici
on entre la necesidad social
Y la libertad del 1'ndi\'l.duo desap
arece.
•
Lo racional es necesario como
lo que pertenece a la sustancia
.
Y somos Ubres en la medída en que lo reconocemos como
.
lev y ¡o seruimo
s
.
com
o
]a
sust
anc
i
a
d
e nuestra propia
esencia;
. 1o objetivo y lo subietivo
estaran
' entonces reconciliados Y
J
e
10rm
•
aran
rmsmo todo en paz [VG, 1 1 S].
uno y el
•
"
•
�
330
331
. .
Pero la alienación surge cu�do los ob� e 'OS ' las normas y los fines que definen las
o incluso mor:sprácticas comunes o las instituciOnes corroe an a parecer irrelevantes
.
.
,
parecen ser su parodia.
de tal modo que las practicas
osas o cuando son r edefinidas
_
.
. .
han sufrido el pnmer destino en la histoc�tidad de prácticas púbhcas re
.
s subsiguientes, y han sido incluso VIS
ria se han l"do muriendo» en las gene
formando parte e
sLU
CO:,o irracionab o blasfema'-. En 1a dida en que han sem•;do
da en la >ociedad -i>odem?' pe"'ar en 1 as
ritual público, hay una alienaciOn ext
- ue süme siendo católica rmentras � par
sociedades contempor�eas como E
te de la población es abieiiamente p � - o e� la sociedades comunistas, que tienen
uch;s de sus ciudadanos creen en D _
una religión pública atea, �� cuan
"'
do alcro
Las prácticas democratlcas de la sociedad occidental parecen haber s
.
_
Mucha "'crente no puede aceptar ya la legr. mil al e01Ildo destino en nuestra epoca.
.
� .
lamentos etc., que la rodean
d d l �oto y de las insti�uciones, elec ones
d
concepcÍón de la relación del
vehículo> de deci>ión >ocmL Han r
.
ción y la di>tancia que pmduce '
dividuo con la sociedad, de tal modo q
. .
':"
, n del individuo y el resultad? social
stema de votación a gran escala entre la de
_
una verdadera decisión social SI no
parece inaceptable. Nada puede recl amarse c
.
.
sido alcanzado en una plena e tensa d usión en la que todos 1os participantes sean
I
completamente consciente� de o que e en ju�cro. Las decisiones llevadas a cab o or
representantes electos son t��a��s e mulacio;s, de manipulaciones enmascara as
rma de la decisión colectiva (esto es, de una
de consenso. Con esta redefirucion
decisión hecha por la gente, y no sol a
por ellas), nuestras instituciones rel? sen
· nzan a ser retratadas como una impostura, y una sustanci protativas actuales comie
.
.
, de la población es alienada a partir de ellas.
porc10n
.
En un caso o en oti·o, las normas, tal como son expresadas en las prácticas pu' blicas,
.
deJ·an de conservar nuestra leal�ad. �on VI tas como irrelevantes o son desprecia
· das
�
.
como usurpaciOnes. E sto es la alienac1on. Cu do esto sucede los hombres han de mirar
hacia otTa parte para definir qué es lo central e importante para ellos. Al"'01Ilas veces
.
.
an hacia oti-a sociedad, p. ej. hacia una con unidad más pequeña, intensamente reli:
a Pero otra po>ibilidad, que tuvo una !"""
ortancia histórica a los ojos de H�ge�,
;s el �1omento en que arremeten contra SI
V definen sw; identidades como �di
viduos. El individualismo llega, tal como
e He�el en ve, cuando los hombres dejan
de identificarse con la vida de su comuru� ad cua;do se «reflexionan>>, esto �s, �e e�
. '
sobre sí !fllsmos y se ven, de forma preemmente , como individuos con objetivos m vi.
duales. Este es el momento de la ?isolución de un Volk y su vida.
.
. .
Lo que sucede aqw, es que el mdiVI" duo deJ·a de definir su identidad prmclp
ente
.
.
· · mas
por la eJ�:periencia pública de la sociedad. Por el contrario, la expenencm
' Sl!!.Iuucati"'
.
va la que le parece más vital, la que toca e avor medida el núcleo de su ser; es pnvada.
�
'
. .
La expenencia pu, blica le parece secundan a strecha y provincial, afectando �eramente
.
'
.
a una parte de él mismo. S esta ex.-penencía intenta hacer váli"da su reclamac10n
' de ser
I
..
central como antes, el individuo entra e
nflicto con ella y tiene que combatirla.
_ h sid
Por supuesto, esta clase de giro
� r: llevado a cabo muchas veces en la his:oria,
_
pero el evento paradi�a' fICO de su crenero ocurre para Heael
:to
"' con el resquebraJarme
de la ciudad-Estado gnega. En la po"'us griega, los hombres se identi" ficab an c�n su VIr da
, .
pública; sus experiencias comune� eran� p � ellos las paradigmáticas. Sus mas b asicos
e indesafiables valores eran aquellos en
ados en la vida pública, y así su mayor
deber v virtud era continuar y sos: ner a VI"da. En otras palabras, vivían plenamente
· de cada una de estas polis era estrecha y
gracia� a su Sittlichkeit. Pero la VI a pu- lICa
:
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332
;
�
.
provincial. No estaba en
conformidad con la raz
ón universal. Con Só
desafio de un hombre que
crates surge el
no está de acuerdo con
basar su vida en lo p
meramente dado, sino que
rovin
exige una fundamentaci
ón en la razón universa cial, o lo
mismo supone una profunda
l.
contradicción, ya que
acepta la idea de la Sittl Sócrates
leyes a las que uno debe
permanecer leal; él deriva
ichkeit, de
e
e incluso por su lealtad a
la razón no puede vivir co sto de la razón universal también,
n las
Más bien las socava, corr
ompe a la juventud no par leyes actuales de los atenienses.
a llevarla hacia ellas al
para cuestionarlas. Tiene
que ser condenado a mue
final, sino
rte, una muerte que él
do a su lealtad a las leyes.
acepta debi
Pero ahora un nuevo tip
o de hombre surge, un ho
con su vida pública . Co
mienza a relacionarse prin mbre que no puede identificarse
cipalmente no con la v
sino con su propia com
ida pública
pren
ahora convincentes no son sión de la razón universal. Las normas que é
l considera
llevadas a cabo en ning
una realidad; son ideas
allá de lo real. El individu
que van más
o reflexivo está en el dom
inio de la Moralitat.
Por supuesto, incluso el indi
viduo autoconsciente
dad . Los hombres se pie
está vinculado con alguna
nsan a sí mismos, en tan
socie
to que seres morales,
ciendo a alguna comunida
como pertene
d: la ciudad de los homb
res y los dioses de los est
ciudad de Dios de los cris
tianos. Pero ellos consid
oicos, la
eraron la ciudad como
tamente distinto y situado
algo comple
más allá de la ciudad te
rrena; Y la comunidad
filósofos o de creyentes en
la
actual de
identificaban a sí mismos, que desarrollaban y sostenían el lenguaje por
el cual se
estaba dispersa y débil.
La vida común sobre la
fundada su identidad como
que estaba
in
atenuada. De tal modo que dividuos racionales o devotos, estaba o podía
estar muy
lo que era m ás important
tía en lo que él era o pens
e en la vida de un homb
re consis
aba como individuo, y no
su
de una comunidad hist
órica real . (Esto no fue real participación en la vida pública
mente verdadero respec
sia cristiana, para la cua
to a la Igle
l la
aplica al sabio del mundo eucaristía era de central importancia, pero cie
rtamente se
antiguo tardío.)
En todo caso, la comun
idad de los sabios, corno
la de los santos, estuvo
de existencia auto-subs
istente en la historia. Más
desprovista
bien, el reino de lo públ
donado al poder injustifi
ico fue aban
cado privado. Ésta es la
descri
período antiguo de los impe
rios universales que suce pción usual de Hegel sobre el
particular el imperio rom
ano . La unidad y plenitu dieron a las ciudades-Estado, en
d de la Sittlichkeit, des
este mundo, fue traspues
aparecida de
ta por un más allá etéreo.
¿Qué es lo que está diciendo
Sittlichkeit, y la noción concom entonces Hegel con esta tesis sobre la primacía
de la
itante de la comunidad
vida espiritu"al en la que el
como «sustancia ética >>,
hombre debe participar?
una
Podemos contestar con
siciones puestas en orde
n ascendente de contest
tres propo
abilidad. Primero; que lo
tante para el hombre sola
más impor
mente puede ser alcanzado
una comunidad, no en la
en relación con la vida
auto-definición privada de
pública de
l individuo alienado. Seg
comunidad no debe ser
una que sea meramente
parcial, p. ej., la reunión undo, esta
asociación privada, cuya
secret
vida está condicionada,
controlada y limitada por a o una
dad más crande. Debe ser
una socie
limí
tro
fe
con
la mínima
autosuficiente, el Esta
do. La vida pública que exp expresión de la realidad humana
resa al menos parte de
mas importantes debe ser
nuestras n or
la del Estado.
Tercero, la vida pública
del Estado tiene esta cr
ucial importancia para los
debido a que las normas
e
conti-ario, el Estado exp ideas que ex-presa no son sólo invenciones hum hombres
an
resa la Idea, la estructura
ontológica de las cosas. En as. Por el
análisis, esto es de vital
importancia ya que es uno
un último
de los modos indispensab
les en que el
333
, el otro ser en los
on esta estructura ontológica
c
ial
senc
e
ción
rela
n real a través de la
hombre recobra su
«espíritu absoluto»; esta relació
ma
lla
el
Heg
que
cia
identidad conscien
modos de concien
a finalización del retomo a la
l
ara
l
p
encia
es
es
d
nida
-identidad del Absoluto).
vida de la comu
que significa también la auto
(lo
oluto
Abs
y
el
mbre
tercera pone el fundamento
te entre el ho
posiciones están ligadas. La
pro
tres
estas
dera identidad
nte
ame
Obvi
el hombre alcanza su verda
Si
.
nda
segu
y
la
mera
indispensables en que
subyacente de la pri
o, y si uno de los medios
olut
abs
íritu
esp
del
o
dad política, entonces
como un vehícul
ser la vida pública de su socie n relación con esta
a
sult
re
da
resa
exp
d
es
sí mismo e
esta identida
que llegue a identificarse a
d privada o sectaria, ya que
evidentemente es esencial
ntida
ide
una
n
de
ació
alien
la
der
cen
vida pública . Debe tras
oluto .
plenamente con el Abs
minos
éstas nunca pueden ligarlo
trás del uso hegeliano de tér
de
a
ans
desc
que
as
d:
ide
de
nida
ejo
omu
mpl
c
la
co
de
el
Éste es
cuando habla
, Endzweck, Selbstzweck,
bli
cia»
pú
a
«esen
vid
a»,
la
n
anci
pone
«Sust
com
como
es que
o de prácticas e institucion
la
mas, las más centrales para
en primer lugm� ese conjunt
nor
s
nte
orta
imp
más
las
dad
esa
enti
expr
id
su
dad
se sustentan en
ca de la comuni
de tal modo que únicamente
en
identidad de sus miembros, prácticas e instituciones, que a su vez se perpetúan
es,
estas
esto
en
do,
n
ció
Esta
icipa
el
es
part
por su
involucrada
ndo lugar, la comunidad
e este
esta participación. En segu
lugar, esta comunidad tien
cer
ter
en
Y
e.
ient
sufic
uto
yaa
te
sub
men
e
qu
racional
una comunidad real
, la fórmula de la ;;_ecesidad
Idea
la
esa
expr
que
do
a
rol central debi
de
ce al hombre y su mundo. discutible en la teoría del Estado de H egel no es la idea
vida
la
de
ca
acer
ión
noc
Así, lo que es extraño y
os, o la
los hombres están inmers e son, hasta ahora, en cierto
una vida mayor en la que
qu
ideas,
as
ciert
esa
que expr
mente de los individuos, de tal
pública de una sociedad
sola
no
y
todo
un
mo
co
d
ieda
ante
soc
una
de
s
idea
cierto «espíritu», pues dur
sentido las
un pueblo como teniendo
de
en
lar
nso
hab
inte
s
más
emo
o
pod
mod
que
de
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mbres han vivido
ho
los
na
ma
hu
a
Única
tori
his
la mayor parte de la
pública de sus sociedades.
s
os expresados en la vida
relación con los significad
dición alienada de los hombre
con
era hacer ver la
pudi
rado
age
o
ex
mism
mente un ato
ineludible .
es en su
como la norma humana
ancial que no es fácil admitir
sust
ón
maci
afir
a
un
y su
hace
luto,
ritu abso
Pero donde Hegel
mbre es el vehículo del espí
ho
el
que
ca:
la
bási
de
a
dio
ógic
dad por me
perspectiva ontol
yacente fórmula de necesi
sub
la
a
res
exp
ado
Est
el
e
corolario , qu
ndo .
están
cual el espíritu pone al mu
ritu del pueblo, cuyas ideas
,
de un Volksgeist, de un espí
ea
tidad
id
iden
su
en
defin
s
ello
s
En otras palabras, la
, por medio de las cuale
unes
com
nes
ha
qué
tucio
der
insti
ex-presadas en sus
si hemos de compren
los
le. Y algo como esto es esencial
es suficientemente inteligib
crédito es a la tesis de que
darle
l
A lo que es más difíci
ana.
u
írit
hum
esp
toria
un
de
his
los
la
en
ícu
son veh
ocurrido
pia manera estos Volksgeister-hombre.
pro
su
a
í
aqu
he
-y
s
bre
del
hom
a la autoconciencia a través
socósmico que está retomando
raña sobre un sujeto de la
ext
e
ent
alm
eci
esp
na
elia
heg
doc
ría
a
teo
un
a
ste
un
exi
Así, no existe
Solamente
ha creído frecuentemente.
se
o
ete
com
,
entr
ual
á
ivid
est
e
ind
qu
,
rahombre
ciedad sup
cósmico cuyo vehículo es el
eto
a
suj
arr
un
biz
re
ser
sob
de
ícil
s
dif
lejo
y
á
mu
est
trina
misma
re en la sociedad que por sí
de
jida con una teoría del homb
nes atomísticas de algunos
cio
cep
con
las
a
or
eri
sup
y
mu
es
,
ho
hec
o inadmisible. De
gel.
lice un giro contra la
los oponentes liberales de He
o lo que hace que Hegel rea
gic
oló
ont
ta
vis
de
nto
pu
Es su
última instancia a asumir
iento liberal. Éste tiende en
sam
pen
del
nte
si los homina
dom
nte
corrie
evolución humana. Incluso
la
de
al
fin
nto
me
mo
el
es
que el individuálismo
334
� �
?res �ivilizados no están alienados res ectoallal, sta o, sus más importantes focos de
rden dad son pensados como situados ás a e e os, en la religión' o en alm;n
1"deal
6 ...
mor personal, o en la raza humana como un tod o. De este modo, la condicr"o'n en la
.
que 1os hombres se identifican a sr' rmsmos primanament� respecto a la vida común
.
de s� socredad, debe ser una fase más ri�tiva � es��cralmente cuando esta vida
. :
con:un es pensada como encamación d una srgmficacwn cósmica o religiosa. y esto
debrdo a que en esta clase de sociedad supe
a etapa de individualismo sólo podría
epresentar una regresión. y es por esto e
l
,to, ha 'ido critkado
d er esrno
e te o' aquello, que están en esta vertie
(que no agotan lo
ue e amarse JUStificadamente pensarniento liberal: Montesquieu, De Tocqueviq
ll�· Herder, Von Humboldt, y otros ue se
pre cupado por la calidad de la vida
.
publica, co? la que los hombres deb n iden I cars� .
.
Pero el mtento de comprender a Hegel en os termmo: de esta tradición liberal ha
.
�
con���ido sólo ala distorsión. Un notorio e
o e la _doctnna del Estado de Hegel En la
tra cron atomista liberal, «Estado» sólo
�e a _algo como <<los órgan s del
go remo». Ha?la: �e éstos como la «esencia» y l o �etivo final, de los ciudadanos sola
mente p�ede significar la sujeción a la tiranía irres nsa�le. �u modelo no es el Machstaat
, 14 smo a polis gnega. De este modo su ideal no
de Fedenco el Grande, que él nunca admiro,
es una condición en la que los individuos on me?i?s para un fin, sino más bien
�
comunidad en la que, como un organism
o, distinción entre medios y fines es supe
rada, todo es tanto medios corno fin En
ab_ras, e! Estado debe ser una aplicación
de la �tegoría de teleología interna (cf. lo cita o mas arnba en VG, 1 12 380)
.
Asr, el Estado que es plenamente racronal sera, uno que exprese en sus instituciones
- .
y practicas las ideas y normas más importantes que sus ciudadanos reconozcan y
, ya que el Estado expresa las articula io
las cuales definan su identidad. y a , ra,
de la Idea, que el hombre racional !
r como la fórmula de la necesidad sub a
cent� a todas las cosas, que está des in
a toeon,ciente en el hom e.
G';'
a ello el E'tado mclona! re'ta
la
zc ezt, a encamación de las normas
mas tas en una vida pública existente actualmente. Recobrará lo que se perdió con
.
los gn�gos, pero en un más alto nivel
t ? plenamente desarrollado incor
p rara el P_rincipio de la voluntad raci
VI u Juzgando con los criterios unívers es, el �smo principio que socavó Y eventu�ente_destruyó la polis griega.
Esta mtegración de la individualidad 1
es un requerimiento que podee ucir e la Idea. Pero también es l
ege an� de formular y responder al
e o e su epoca por
de alguna rnanera la autonomm moral radical de Kant eon
.
,..,..;
la urudad expresiva de la polis 6"ega.
La. respuesta de Hege1 a tal acertijo consistió
.
coroo VImOS, en una extraordinaria ori al e mbn:'ción de la Mpiradón ultra-m.;
d'"C' a la autonomfa y la renovada ió
l or en c?s�co como el fundamento de la
so e ad; una derivación, podemos decir del rden co�nnco de la idea de la autonomía
ra e en sí m�sma, vía un desplazamie to d s ce ti o d� gravedad del hombre hacia
.
el
Esta smtesis la consideró como el ob�e vo e la historia. Veamos ahora cómo
se esarrolla esto en la historia.
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c¡zst.
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En un trabajo de principios de los años 1 80
c después de su muerte bajo el
na, Hegel e>.-p_resa su � ���2: ��t: fe��� :�dema que
ic
dice que el Estado
�e�s�::�::�q:���:un so1o empuje que .d,e mO\:rmento
· · a todo el resto del infinito en anaj.e»
.
Las.s?n, ed , Schriften z.ur Politik und Rechtsphzlosophze, Leipzig 1923 38· ZA. pe1c nski,gred., Hegel's
_ zyrevolucion · (G.
��í co�o ¡'a Francra
Polztzcal Writilzas TM Kno:;.. trad.¡, Oxford, 1 964, 1 6 1 ). Prusia
.
' 3 1 , �oliti l Writings 1 63-164�É �
citada como � 'eJ·�mp.lo m ade ante en este aj· . (Schriftm
ca
diSCUS!On
- - en Schlomo Vainer; Hegel's Theorv. ofth�%o�em state, Can1bndge
, 1 970, 47-49.)
'tul
14.
0 0
as
335
La historia concuerda con la providencia, y la verdadera filosofía de la historia,
como dice Hegel, es la teodicea.
La historia así alcanza su culminación en una comunidad que está en conformidad
con la razón; o que encarna la libertad, podríamos decir, ya que «el propósito final del
mundo es que el Espíritu sea consciente de su libertad y así sea la completa realización
de esta libertad>> (VG, 63).
Esta libertad no es, por supuesto, una libertad negativa, individual, la libertad de
hacer lo que yo quiero. Es la libertad que el hombre tiene al seguir su propia esencia, la
razón. Por otra parte,
CAPITULO XV
RAZÓN E IDSTORIA
[ ...] la decisión arbitraria (das Belieben) del individuo no es, precisamente, libertad. La
libertad que está limitada es capricho (Wzllkür) que se relaciona con el elemento particu
lar de las necesidades [VG, 1 1 1].
1
u;na co. tu reqU .
si!ruiente el crecimiento de di
,
con
or
Esp
i
m _ y e��!nará la r';;.zón. y ya que el espíritu . �pone
El cumplimiento del xpr
esara
e
ent
i�en_to,
munidad que plenam �e po en orden a realizarse a sí mismo, este cumpl
ob]etlvo
el
el
y
omo
el mundo del esp.acio u n:udad de la razo'n' puede ser considerado c
mu
r
co
a
l
n
,
a:
y por tanto tamble
de esto en La razón en la histori
de la historia. H egel habla asl,
cerse
cono
e adelante sólo para
que [e1 Es íritu] süru
rse
�
sab
ap �ecer
a
para
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d
ll
m smo en su verda
El obj etivo es que
szch . y que se tr e a sí
m que
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la
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a s1, rru·smo
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dad ,
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que real"1za y perfe
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cepto (de1 �u ndo) en
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tal
es adecuado
rodu idos por él d
p
asl
ean
s
do
Esta
y el
en que 1 a relif!ión
cepto ... [VG, 6 1 ] .
.
adecuados a su con
.
�
i
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o
na:
. das las dos caras del objetivo del espíritu en la histo
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un conocim
a
ión
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o
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que
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lleg
tual
�:a� :i� =�:ten�ia, una comunidad espiri
el espíritu está intentando
eali
r
una
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e
tr
deb
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esto
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función
e Welt debe estar encarnado
stig
gei
(el
al
re
d
a
d
uru
com
' una
debe ser tamb"len
ncepto. o de nuevo·.
Staat) que sea adecuada a su co
a al
Sl, rru· smo 0 que hag
e a ser consciente de
lle!!U
"
"tu
a
pm
,
an
s
lle,.
el
s
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e
mbo
q
este,
-H
f3 mache) -pues a
[ ... ] el objetivo es ,
mo (d"ze relt sich gemii.
rrus
nsigo
co
e
ent
mundo congru
[VG , 74].
.
ser la misma cosa...
E:
da en func10, n
. a ha d: s�:
teleológicamente, dirigi·ión
a
did
hecho ,
ton
his
De este mod� la
tiene así sentido, justificac ; de
a
���
:
n
a
pas
que
Lo
t.
de realizar el Gezs
na, es e1 plan de Dios.
,
la más alta justificación. Es bue
onarse � Sl
.
. .
bién el poder de ocasi
tam
es
al
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razó_n divma
El verdadero bien, la
����cr�ta representación, es Dios [. ..� La ��
len ,
razon e� su m
reval ece por encrma e
mismo. Este bien, esta
q nin!!Ulla fuerza p
en
la
dica
que
n:[
...
]
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filos
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ción (insight) de la
_ erna el
do u fin (sich geltend
e al an
verurs
gobi
pre
Dios
iera
cia.
pud
viden
de Dios , que
, que el plan de la pro
muestra na a mas
historia del mundo no
mundo (VG , 77] .
¡ �:U
�
Seguir a la razón es participar en la vida más grande del Estado, pues «sólo en el
Estado el hombre tiene existencia racional» (loe. cit.). Pero el Estado racional pleno no
es la primera comunidad con la que los hombres se identifican como su «sustancia».
Por el contrario, todos los desarrollos históricos importantes tienen lugar en tales co
munidades. Aquellos hombres que viven fuera del Estado, en sociedades tribales pa
triarcales, p. ej., están en los márgenes de la historia totalmente, ya sea antes de que
empiece realmente o en su periferia. Lo que llega al final de la historia no es una
comunidad como ésa, sino más bien una que desde un inicio está completamente ade
cuada al concepto, a la libertad y a la razón.
De ahí que la marcha de la historia pueda ser vista como la sucesión de tales comu
nidades,! siendo las más tempranas expresiones muy imperfectas de lo que las más
tardías encarnarán cada vez más adecuadamente. Hegel llama a estas comunidades
históricas y concretas, pueblos que son encarnaciones (más o menos adecuadas) del
Espíritu, Volksgeister. Son los sujetos de la historia. <<El Espíritu con el que tenemos que
ver aquí es el Volksgeist» (VG, 59).2
Así, la Idea es realizada en la historia, pero a través de etapas, y estas etapas son
civilizaciones históricas, Volksgeister.
La historia del mundo es la presentación del proceso divino, absoluto, del Espíritu en sus
más elevadas formas, de este proceso por etapas en donde él logra su verdad y su auto
conciencia acerca de él mismo. Los modos de estas etapas son los Volksgeister histórico
mundiales, el carácter de su vida ética, de su constitución, de su arte, religión, ciencia.
Traer su realización cada una de estas etapas, es el infinito impulso (Trieb) del espíritu
del mundo, su irresistible empuje (Drang) , pues esta articulación y su realización es su
concepto [VG, 75].
a
l. «Volker, die sich vernünftig in sich organisiert haben, sind es, die wir betrachten. In der Welt
geschichte kann nur von Volkern die Rede sein, welche einen Staat bilden. Man darf sich eben nicht
einbilden, da& auf einer wüsten Insel, überhaupt in Ageschiedenheit solches hervorgehen konne »
(VG, 1 13).
2 . Permítaseme repetir que esta noción de Folksgeist no supone alguna doctrina especial acerca
de un sujeto supra-individual de la sociedad. Volksgeister son las culturas históricas, pero vistas como
encarnaciones del Geist, en una deternlinada etapa de su realización y auto-conocimiento. La difi
cultad básica, si es que hay una, concierne a la relación del hombre con el sujeto cósmico del cual es
vehículo. No existe un problema especial respecto a las configuraciones históricas que los hombres
adoptan para encamar el Espiritu.
33 7
336
La última oración apunta al hecho de que este conjunto de etapas es él mismo
necesario, de acuerdo con el Concepto. Es necesario para su auto-realización que el
espíritu se traslade de la mayor exterioridad a la autoconciencia más completa. Pero
del mismo modo las etapas en el camino están puestas por la necesidad, cada una debe
desarrollarse a sí misma. La fuerza motriz del movimiento es la contradicción, aquélla
presente entre la realidad externa y lo que está dirigido a realizarse. La contradicción
eventualmente lleva a la disolución de toda forma dada. Pero la particular naturaleza
de la contradicción en esta forma determina el resultado, y así del colapso de la prime
ra forma surge otra específica. Habiendo resuelto la contradicción de su precedente,
cae víctima de la suya, y así a lo largo de toda la historia.
De esta forma la historia muestra un movimiento dialéctico del tipo que describi
mos en el capítulo IV. Y ya que el punto inicial y el objetivo son puestos por la Idea, por
tanto por necesidad, del mismo modo todas las etapas intermedias son necesarias.
Dando por sentados el punto inicial y el objetivo, la naturaleza particular de la contra
dicción en la primera forma se sigue necesariamente; y de su resolución surge la segun
da forma, de la cual debe seguirse el objetivo de su segunda contradicción, y así sucesi
vamente. La historia debe seguir así un plan dialéctico necesario.
El plan de la historia es el de la Idea, cuya comprensión filosófica es presupuesta
por la filosofía de la historia.3 De tal modo, la dialéctica de la historia consiste en ser
comprendida como reflejando las etapas necesarias conceptualmente en el despliegue
de la Idea.
Pero como no ha de sorprender a nadie, existe de hecho un desajuste entre la histo
ria y la lógica. Las relaciones conceptuales en su forma general dan lugar a demasiadas
combinaciones como para formar una estructura a
muy rigurosa, y los eventos
históricos dan lugar a demasiadas interpretaciones, en las que los conceptos de alto
nivel como «universal», <<particular», <<individual», no permiten mucho juego. Uno siente
que el sistema alojaría un amplio margen de cambios en el curso de la historia si de
pronto descubriéramos que nuestro conocimiento del pasado fue erróneo.
A pesar de esto, sin embargo, existe una unidad muy fuerte e incluso potencialmen
te convincente en el plan general de las cosas. La más alta unidad planea sobre el
detalle, y parece la filosofía de la historia más persuasiva. Aunque existen muy frecuen
temente iluminaciones fascinantes en el detalle hegeliano, es el ajuste del detalle en el
todo lo que levanta dudas.
priori
Las etapas de la historia, como dice la última cita, están representadas por los
Volksgeister. Cada etapa está encarnada en un determinado pueblo que se empeña en
hacer manifiesta la idea de esa etapa particular. Éste es el propósito común del pueblo,
permanece enteramente capturado en esta tarea común, completamente identificado
con ella, hasta que es alcanzada. Entonces las cosas se vienen abajo. Sus miembros
cesan de darse con plenitud, viran hacia la reflexión, hacia una identidad como indivi
duos fuera del objetivo público. Caen en la <<nulidad política»
68).
(VG,
Hegel habla en este pasaje como si la transición de una etapa a la siguiente ocurrie
ra a través de la realización y muerte natural de cada pueblo mundano-histórico, más
que a través de una contradicción interna. Pero ésta no es realmente una perspectiva
incompatible. Habiendo desarrollado su forma particular hasta su suma expresión, un
Volksgeist dado ha llevado también su inadecuación a su punto critico. No habiendo
ulteriores desarrollos de la Idea, sólo la inadecuación sobresale ahora. De este modo,
3. Cf. más
arriba, capítulo VIII.
e s inevitable que los hom
bres abandonen este esta
do y suene
- n con
abandonen en lo que toc
algo más -que lo
a a su lealtad fundame
tal , esto es, en cua
en él felizmente durant
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nto a que han vivid
e alg
""ún tiempo En al wn
o
otro lugar' sm
·
· embargo,
nueva fuerza que porta
surge una
la siguiente etapa.
Pero lo que los hombre
s están haciendo en la hist .
ona no lo pueden co
c?mpleto. No está clar
mprender por
o para ellos por qué aba
ndonan una etapa
bien, puede tener una ide
y van a otra. O má
a clara p"ero es
s
' ta no es 1a verdad m
as
' profunda; por nec
1os h ornbres, en etapas má
esidad,
s tempranas de la hist .
.
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Gezst c?mo el filósofo puede hac
er el plan del
erlo ahora (Heopue e hacerlo
Heg�l Intro duce su fam
ora) . Aquí es donde
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a
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Imagen como «usando» las
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para realizar sus propio
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.
an en 1ucha, pero el
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propósito
salvo por encima de ella.
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e ilesa en el trasfondo, y llev
las pasiones a una batalla par
a lo particular de
a que s desgaste ociemo
s llamar a esto la astucia
razón, que la Idea ponga a las
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ponga en eXIstencia ella mis
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ma "v se alei"e de sufrir dano
- [VG, 1 05].4
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fantasiosamente expresa
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.
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para propósitos exterior
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.
.
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.
.
comcide con 1 os Interes
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· , n mdiVIdual
es del Espíritu
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sión. Instintivamente sienten
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que esta haciendo, y
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ente a su senal, aunque
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o-el utili'za 1a Palabra
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· nar este
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conocum·ento inconscient
.
ree de la sign
"" ificacw, n.
As1,, en e1 pasaje citado más
arriba sobre la astucia
, Hegel cita el
de 1a razon,
César, quien de hecho cae
.
caso de
bajo los cuchillos
os
tan
p
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o
corno ha llevado a cab
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el trabajo del espíritu con
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duciendo a 1 repu
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- Pero en un pasaje pre
89-90) dice, respecto a César. u
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correspond ncia de su
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propio objetivo con
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[. .. ] su labor fue un instinto que
lo llevó a la fru·ICio
. , n de lo que la época reclam
wzd {ür siclz.
ó como an
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Y Hegel continúa:
Éstos son los grandes hombre
s en la historia, cuyos rop
.
, os particu
os!t
el contenido sustancial que
lares comprenden
�
es la voluntad d l espn;t
,
tu
del
mu
ndo
:
. Este contenido es la
verdadera fuente de su poder
.
' está en el mstmto umversal inc
onsciente de los hombre s.
.
---
4. Cf.
el pasaje en la Lógica, en la sección sobre Tele
ología Interna, WL, II, 397-398.
338
339
Ellos son inte�:u��t::������. d�� h���. él;� no poseen un soporte ulterior contra él,
e je c o su interés, de tal modo que ellos puedan
pues han as l o o
M,asl b:ten l,os pueblos se reúnen bajo su enseña, les muestra lo que es su
soportarlo. Uli
· y la lleva· a cabo.
propia inclinación interior (immanenter 111eb)
:� ���
De este modo ' el trabajo del Weltgeist es sentido como un «Tiieb inmanen
�
los hombres, un? que es meramente «instintivo», esto es, que no es comprer: . o:
, del conflicto de las ambiciones mdiVIdua, ocurre a traves
por esto el trabaJO de la razon
les en la historia.
.
.
Así la grande�a de los di duos histórico-mundiales no recae solamente en el hee to del Espíritu-del-Mundo. Son también los primeros que
c�lO de que sean
a lo que debe ser la siguiente etapa. Una vez que han mostra
sienten y dan art
.
en que tma forma se ha agotado,
do esta señal, los hombres los siguen. En el momento
.
.
ha �b donado la forma remante, es e mdiVl'duo histórico-mundial
cu�do el Espmtu
,
qmen muestra el cammo qu� todos los hombres aspiran en sus profundidades. «Son
.
los individuos histórico-mundiales qmenes en primer lugar han dicho a los hombres lo
que quieren>> (VG, 99).
Una vez que han articulado esta nueva farma, cobra una fuerza irresistible, incluso
' I'nclinados hacia sus propios intereses o juicios en contra de
Para aquelios que estan
.
.
, profundo no pueden eVItar Identi'ficarse con ella.
ella, ya que en o mas
�;
��=n
�
1'
1
Pues el espíritu que ha penetra.do en 1a. süruiente etapa es el alma de todos los individuos,
como un sen�do interno mconscten"'te, que los !ITandes hombres les ha hecho conspero
.
ctente.
Es 1o que, sm embargo, ellos realrnente qm·er:n v así eJ·erce una fuerza sobre
. ellosa
a la q e han de rendirse aun a costa de su ·oluntad consciente· de este roodo siguen
estos lí�deres de almas pues sienten la fuerza irresistible de su propio espíritu mtemo que
los confronta [loe. cit.].
• "
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•
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.
d 1 Ra , , lejos de ser otra idea hegeliana in
Una c�tegoria c mo a < a
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dis e �ble para cualquier teoría de la histo
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los temas rincipales de la filosofía de la historia. El
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Sittlichkeit en el mundo griego, el nacimiento del mdiVIduo con una
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:::::n��:�:i�n:�::��: :
Y� q�:\
sobre el mdiVl:duo mundialment� hlv!istocJ;':
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ciente de la idea de la que se está dando cuenta, Y ?� ve . dice que es solamente consciente Instmtlva
· dice que no es consciente de , modo· Las citas de Avineri provienen de
mente, y aun en otros pasaJes
La razón
la historia, y me parece que co� un� pequeña co�cesión a la naturaleza poco pulida de este
. los textos pueden fácilmente ser emparentados con la
texto que Hege1 nunca preparó para publicaciOn,
noción de que los individuos mundi· a1mente histo, r;r.cos poseen sensación de una verdad mas, alta a 1a
que sirven, pero que vislumbran a través de un cnstal oscurect.do.
� ;�
ces
en
340
nmgun
su
una
conciencia universal. Sigue después
el lento desarrollo , a través de las
centurias si
guientes, tanto del individuo (de su Bild
ung) como de las instituciones que encarn
an la
Sittlichkeit, de tal modo que ambos se puedan encontra
r en la racionalidad del Estado.
La versión de la historia en su forma
condensada que tenemos en el capítulo
VI de
PhG comienza con el mundo griego. Pero la vers
ión más grande contenida en las
lec
ciones de filosofía de la historia comienz
a mucho antes, nos lleva a través de
las civili
zaciones china, india, persa, fenicia y
egipcia, coniendo hacia Grecia. Tam
bién se trata
a los judíos. Existen también diferencias
en el modo en que Hegel recorta inclu
so las
áreas comunes a las dos versiones, en
tanto que hay entre ellas diferente
s
ciclo
s de
lecciones. Esto refuerza lo que se dijo
antes acerca del detalle de la filosofía
de la histo
ria de Hegel.
Mi objetivo aquí será simpleme
nte dar la línea general de la dialéctica
de la histo
ria, como un trasfondo del principal prob
lema político mencionado más anib
a. Tra
tando las civilizaciones anteriores a Grec
ia, Hegel discute su conciencia relig
iosa, y
hay muchos elementos aquí que reap
arecen en la filosofía de la religión. Sus
estruc
turas políticas y su vida pública está
n estrechamente vinculadas con esta
conciencia
religiosa. Como siempre cuando se trata
de Hegel, los diferentes aspectos de
la vida
de un pueblo están unidos entre sí en
su Geist. Pero la conciencia religiosa
de estos
primeros pueblos ofrece la más asom
brosa expresión de la etapa en la que
estaban,
del modo en que intentaron cobrar conc
iencia de la realidad ontológica, el Geis
t, y su
relación con el mundo y el sujeto.
El espíritu está intentando alcanzar una
comprensión de sí mismo como espír
itu, es
decir, como subjetividad libre, y ver esto
como el absoluto. Pero con los pueblos
anterio
res a Grecia -excepto para los judío
s- el absoluto es aún menos que sujet
o, está aún
vinculado con una realidad externa y por
tanto impersonal, con la naturaleza,
o con la
abstracción total del vacío (un aspecto
de la religión india). Los persas alcan
zan una
elevada forma de ello cuando perciben
el absoluto simbolizado en luz, que
es la más
espiritual entre las formas naturales, pero
aún no han dado el paso más importan
te.
Éste llega, de cierta manera, con los judí
os. Aquí llegamos de repente a la com
pren
sión de que Dios es sujeto puro, espíritu.
Pero esta comprensión sólo puede ser
ganada
en la etapa de una radical separación
de Dios como espíritu de toda contamin
ación
con la realidad natural finita. El espíri
tu judío, piensa Hegel, radica por lo
tanto en
separación, trascendencia radical. Abra
ham comienza por abandonar a su fami
lia y su
hogar en Ur de Caldea para convertirse
en un vagabundo. El pueblo judío hace
cons
tantemente la guerra a la idolatría, lo que
se suma a una mezcla de lo divino de
nuevo
con lo finito. Pero esta solución sólo pued
e ser una etapa en el camino, pues es
radical
mente imperfecta. Dios es espíritu, pero
a costa de serlo más allá del mundo,
y por
encima de todo, por encima y fuera de
toda subj etividad finita, la del hombre.
El hom
bre no está reconciliado con Dios, no
se ve a sí mismo como uno solo con
el absoluto ,
como su vehículo, sino más bien el abso
luto está contra él, él es su esclavo, total
mente
sometido. En forma similar, el mundo
natu
está totalmente vacío de lo divino. Está
entg6tte11, como lo dice Hegel; la concienciaraljudí
a ve sólo un mundo de cosas finitas,
que han de ser usadas por los hombres
, no la encarnación de la deidad. El mun
do se
encuentra por debajo del espíritu por
completo, así como estamos totalmen
te por de
bajo de Dios. Hegel también habla de
esta visión de Dios como de un «pen
samiento
puro », que en términos hegelianos está
íntimamente ligado con ser un sujeto
puro. En
esta formulación enfatiza de nuevo que
el concepto judío del absoluto es prop
io de algo
universal, desprovisto completamente
de particularización.
341
La solución griega es en cierto sentido opuesta a la judía. Los griegos, también,
ganan en conciencia de Dios como sujeto. Pero no es una subjetividad que sea te da,
más allá de la naturaleza, que niega la expresión natural en la pureza del pensarmento.
Más bien, los dioses griegos se encuentran perfectamente armonizados en su expre
sión natural. Pero en lugar de que esto sea algo infra-personal, como en las más tem
pranas religiones, la expresión paradigmática de estos dioses se manifiesta en la forma
de subjetividad realizada, esto es, la forma humana.
El dios griego, a diferencia del judío, es provincial. Y esta misma naturaleza provin
cial es lo q�e veremos reflejado en la polis griega, y lo que será la causa de su perdición.
Semejante ventaja se obtiene con un costo similar. Por una parte, el concepto griego de
la divinidad es la carta de la libertad griega. Es el sentido de que la divinidad no es
totalmente otra, de que la subjetividad finita tiene su lugar en ella. Y éste es el sentido
de la libertad, que el hombre no es esclavo del absoluto, de algo que es extraño por
completo a su voluntad. Por tanto, la política griega será el primer hogar de la libertad.
Fue esto lo que permitió a los griegos construir una encarnación de la Sittlichkeit
por la que la época de Hegel suspiró, una en la que los hombres estuvieran completa
mente en casa, en la que su identidad plena estuviese vinculada a la realidad pública
viva de su polis. La visión de Dios en la forma humana fue el fundamento de una vida
pública entretejida a esta divinidad, el Dios de la ciudad, en la que los ciudadanos
pudieran reconocerse sin reservas. Esta vida pública fue una realidad plenamente suya.
Se continuó gracias a su actividad, e incluso representó también lo que fue de impor
tancia últim; para ellos, una expresión de lo divino. Por eso su vida pública realizada
fue su «sustancia, , la base de su identidad. Su ética fue la de la Sittlichkeit, donde lo
que debía ser también lo era.
Pero era ésta una libertad limitada. Sólo aquellos que fueron ciudadanos, aquellos
que fueron miembros de una determinada polis y siervos de su Dios, fueron así refleja
dos en la realidad pública. Los esclavos, y en general los extranjeros, no lo fueron. Cada
Estado tenia su propio Dios, sus propias leyes, con las que sus miembros estaban ple
namente reconciliados, pero eran distintas de Estado a Estado. La forma reconfortan
te de la divinidad fue sólo reconfortante para algunos. Reflejaba sólo a una parte de la
humanidad. Por esto los griegos no tuvieron la intuición de que el hombre como tal es
libre. La libertad fue la provisión de los ciudadanos; los esclavos y los bárbaros estaban
fuera de su restricción.6
Correspondientemente, la identificación con la ciudad por parte de sus ciudadanos no
estaba basada en una reflexión universal, sino que fue una adhesión irreflexiva inmediata.
Las leyes deben ser obedecidas porque son las propias de nuestra ciudad, sans plus.
En este mundo, la democracia (la democracia directa) es la forma más natural de
gobierno, ya que todos los hombres se encuentran totalmente identificados con el todo.
Quieren vivir y morir únicamente por ella; pueden entonces encomendarse a su ejecu
ción. Pero ésta es una democracia provincial, excluye a los esclavos y metecos, pues la
identificación es provincial.
�
6.
Éste es, por supuesto, el trasfondo del famoso pasaje en el que Hegel resume la historia de la
libertad (VG, 62): el mundo oriental sólo supo de un hombre que fuese libre -el rey representó el
principio absoluto; p. ej., el déspota persa (pero, por supuesto, en un importante sentido incluso él
carecía de libertad, como una subjetividad racional real). El mundo griego se hizo con una intuición
de la libertad, pero vio que sólo algunos eran libres. Solamente con la cristiandad nos hicimos con la
intuición de que el hombre como tal es libre.
342
Hegel deja claro por qué bajo su punto de vista la democracia antigua es inap ropia
da como modelo para e mundo moderno. La democracia antigua, directa, fue posible
en parte porque las sociedades eran muy pequeñas, todos podían tomar parte y estar
presentes �uando se tomaban las decisiones. Pero esto no es todo. Una de las condicio
nes esenciales de la democracia griega fue precisamente su exclusividad. Todas 1as
, .
tareas economicas menores eran asumidas por no-ciudadanos. Esto no quiere deci· r
, .
urn�amente qu: 1os c�'udadanos tenían en general más tiempo de ocio, pues de lo contrano no les sena posible atender las asambleas ciudadanas (ecclesia) y tratar los asun
tos de Estado; quiere indicar también la homogeneidad de la población, que no puede
_ .
s�r alcanzada en la pohtica
moderna donde todas las funciones son cubiertas por los
cmdadanos. La heterogeneidad hace esencial una articulación del Estado moderno
que bajo la perspectiva de Hegel excluye la democracia.
Pero hay una tercera razón por la que la democracia antiwa no es un modelo
apropiado para nuestro tiempo. El Estado griego podía funcion porque los hombres
estaban inmediatamente identificados con él. Ahora, en tanto que esperamos restaurar
la in egridad de la Sittlichkeit, no podremos nunca restaurar su unidad no refleja, in
mediata. El hombre moderno permanecerá también como individuo universal. y esta
individualidad será reflejada en la estructura de la sociedad moderna, y en la forma de
la sociedad civil. Esta articulación necesaria de la organización política en cuanto a
t m� en cuenta la gran complejidad del hombre, requiere un equilibrio entre las ins
?
tituciOnes que Hegel piensa que es incompatible con la democracia directa. Volvere
mos sobre esto más abajo.
Esta bella unidad del Estado griego está perdida, debido a sus limitaciones su
provincianismo. �1 espíritu del mundo t ene que seguir marchando, de tal modo ue
una vez que la polis se haya hecho consciente, la astucia de la razón llama a los indivi
d�os históri co-mundiales a buscar lo que está más allá. Tal figura, a su propio modo, es
Socrates. �ocr
�tes vuelca su lealtad a la razón universal. Y aunque quiere permanecer
en la obediencia de las leyes de su polis, le gustarla fundarlas en la razón. Así, en tanto
que mantiene su lealtad hacia los atenienses hasta la muerte, no obstante su enseñanza
no puede sino corromper a la juventud, pues socava la identificación inmediata con la
vida pública sobre la que la polis descansa. Los hombres se vuelven hacia una razón
universal, y rechazan el Estado provincial y sus dioses. Pero esta razón universal no
está encarnada en la vida pública, es su más allá.
La disolución de la organización política es el nacimiento del individuo con con
cie�cia universal, un individuo que se define a sí mismo como un sujeto de razón
umversal. Pero no puede encontrar identificación con la vida pública de su ciudad.
Vive en una com�dad más grande, la ciudad de los hombres y dioses de los estoicos,
la cual no está realizada. Por tanto el nuevo individuo es un émigré interno.
Pero esto conlleva la necesaria consecuencia de que la vida sale de las instituciones
públicas de la polis. No puede sino hundirse y ceder el paso al imperio universal, una
forma de dominio desde arriba y que es predicada precisamente como inadecuada
para l �ar esa identific�ción. Este imperio universal es, al igual que la polis, una com
?
prenswn de la razón urnversal que ahora ha llegado a ser conciencia. Es correlativo en
el sentido de que el individuo de razón universal debe provocar el colapso de la ciudad
Estado, pero no es de ningún modo la expresión de esta razón en la vida pública. Por el
contrario, es expresión del hecho de que esta razón es ahora sentida como ubicada más
allá del mundo. Así, el individuo es proyectado en un mundo externo que está re!Wlado
no por la razón sino por la voluntad arbitraria de los emperadores, de los dé�potas
�
;
�
�
�
343
poderosos. Internamente, se define a sí mismo como razón universal, pero externa
mente es sólo un resto del naufragio flotando sobre el enorme fluir de los eventos, por
completo a merced de un poder externo.
En esta escisión el individuo se dirige aún más a una definición interna de sí mis
mo. Es ésta la etapa en la que el estoicismo florece. Pero para Hegel esto no puede ser
una solución, ya que se trata de una figura de la razón y la libertad no realizada en
absoluto. Por tanto el individuo no puede sino anhelar ir más allá para encontrar rea
lización. El terreno para la conciencia desgraciada está dispuesto.
Se trata de la era del imperio romano. La sociedad romana, así, es el lugar de origen
de la idea de persona, un individuo definido como un sujeto de derechos abstraído de
su relación con la sustancia de la Sittlichkeit. La persona es portadora de un <<derecho»
abstracto, un derecho desvinculado de los roles social y político; es un portador del
derecho de propiedad. Ésta será una de las dimensiones del Estado moderno. Tiene
sus migenes aquí.
La etapa está dispuesta para el nacimiento del cristianismo. El cristianismo viene a
responder al anhelo del individuo universal, que no puede ser reconciliado con lo uni
versal en este mundo político, en el que sin embargo el sujeto finito y el absoluto están
plenamente unidos. Y entonces llegan a estar perfectamente unidos por una vez, en la
persona de Cristo. No hay duda de que esto ocurrió muchas veces, como con los avata
res de la religión hindú. El absoluto es uno, y la unidad paradigmática fundadora
puede ser realizada sólo una vez. Pero esta unidad, como hemos visto, debe ser su¡�era
_ hacia el
da en su forma inmediata. C1isto debe morir. Y debe elevarse de nuevo, rr
Padre v retomar en la forma de espíritu para estimular a la comunidad.
Pe�; con el nacimiento de la cristiandad esta unidad se realiza solamente en amago.
No está plenamente realizada aún en el mundo. La Iglesia, que es la realización externa
de la nueva comunidad, se encuentra así en exilio interior por primera vez también, tal
como el individuo universal. La tarea de la historia ahora es hacer esta reconciliación
políticamente real, ex'temamente; hacer en cierto sentido a la comunidad de la Iglesia
una con la sociedad. Y esto significa una lenta transformación de las instituciones, y un
lento rehacerse de los homb;es -Bildung. Ésta es la tarea de los próximos dieciocho
siglos, y será asumida por un nuevo pueblo mundial-histórico, las naciones germanas.
Las naciones germanas a las que se refiere Hegel son los bárbaros que abarrotaron
el imperio romano en su última etapa y fundaron las nuevas naciones de la Europa
occidental. No hav un chauvinismo particular en este uso de la palabra germano. Mon
tesquieu y otros t�mbién reconocieron que las políticas europeas modernas se confor
maron a partir de estos reinos germanos bárbaros.
Pero estos aermanos estuvieron idealmente colocados para llevar a la historia a la
siguiente etap� -el Weltgeist siempre busca tal convergencia de material y fines- ya
que fueron naturalmente conscientes de su independencia de la autoridad. Apenas
fueron sometidos a la autoridad, con dificultad y precariamente. Hegel retrata a los
primeros germanos libres bajo líderes que, como Agamenón, fueron apenas primU:
i11ter pares. De este modo, estaban como si dijéramos pre-programados para construrr
una civilización que estaría basada en la libertad del individuo. Pero esta libertad tiene
que ser purificada antes, tiene que crecer e incorporar la libertad racional interna que
fue alcanzada por la palabra antigua y la cristiandad. La independencia real, externa,
de los germanos en los bosques, ha de ser unida a esta libertad espiritual, y esta liber
tad ha �de ser llevada a la realidad. Pero en segundo lugar, es esencial para lograr esto
que el salvaje germano independiente deba aprender a aceptar la autoridad racional,
debe aceptar ser integrado en un Estado racional.
344
E� desarrollo d� la Europa medieval y moderna es el resultado de estos dos procesos
re�acronados. El sistema feudal en el que el ámbito público está plagado de relaciones
pnvadas es la forma natural en que estas tribus germanas establecieron Estados. Pero
entonces el proceso comienza en el momento en que estas madejas libres de relaciones
privadas son unificadas bajo esta voluntad común dominante que es inseparable del
Estado. En Europa esto llega bajo la forma del creciente poder de la monarquía. Cario
magno representa una fase c1ucial en este proceso.
Tenemos aquí la fundación de uno de los rasgos esenciales de un Estado moderno
para Hegel. Debe estar unificado desde la cima por una monarquía. Hegel parece sos
tener que esto está esencialmente vinculado con el principio de la libertad individual
moderna. La ciudad-Estado griega pudo ser una república ya que todos se dieron de
inmediato al Estado, no tenían una voluntad privada fuera de él. Pero el individuo
mod�mo universal posee también una identidad privada, no puede ser simplemente
un rmembro del Estado. Para ser real como una voluntad común, todo Estado debe sin
embargo observar este momento de unidad inmediata en él mismo. En algún momen
to, en algún punto, la voluntad del todo debe hacerse una con una voluntad real exis
tente. Y ello no solamente en el sentido de que para que actúe el Estado, algunos hom
bres deben actuar en su nombre. Más bien, Hegel está argumentando ontológicamente
que debe haber algún lugar en el que se realice la unidad inmediata de la voluntad
concreta y la voluntad general. El Estado no puede ser para todos solamente una di
mensión entre otras de su acción v su voluntad.
Lo que Hegel esta presentand� aquí, y después en PR, es una variante renovada de
la idea medieval del individuo representativo, es decir, un individuo que personifica un
principio básico de la vida común. Es ésta una representación no en el sentido moder
no de estar en lugar de alguien o de ser delegado por él, sino en el de personificar, de
encamar una realidad común subyacente a la que todos son leales. La noción de majes
tad real, de que el rey es el referente desde el que la majestad del todo se manifiesta,
pertenece a esta idea. En la dimensión ontológica de este pensamiento político, en
donde se preocupa por derivar las estructuras del Estado de su <<Concepto», esto es, de
la estructura ontológica de las cosas, Hegel ha recurrido a una idea de esta clase. Las
distintas características de la constitución <<representan>> en este sentido diferentes
aspectos de la realidad ontológica.
Al lado de la poderosa mo;arquía, que mantiene unidos a los sujetos sin lev, crecen
las institu�iones conocidas como estados, que en Inglaterra se convirtieron �n el par
lamento. Estos son los elementos mediadores necesarios que existen entre la voluntad
del soberano y los particulares. Y aquí tenemos otra institución esencial de un Estado
moderno, piensa Hegel. Es por los estados que la gente como un todo toma parte en la
vida del Estado. De nuevo veremos aquí que la noción de Hegel sobre la participación
del pueblo no está fundada en la noción moderna de representación, como lo está en
las teorías del gobierno moderno representativo. No se trata de legitimar las decisio
nes retrotrayéndolas a las elecciones populares, sino de establecer alguna suerte de
identificación.
Al mismo tiempo, el Estado se desarrolla cada vez más hacia la impersonalidad, la
dependencia respecto a la ley, y lo que Weber llamaría después racionalidad. El poder
real es cada vez menos un aprovisionamiento (appanage) privado, y es visto como el
poder público del gobierno. Las servidumbres debidas a los magnates son reemplaza
das con los siglos por una burocracia entrenada. El Estado se funda cada vez más
sobre principios generales, sobre la racionalidad legal.
345
.
1 de es iritualización está en marcha, la purificaremos más ab�jo-- el proces_o �::ale:0
ción del matenal humano �mm v , elab�rado y su formación (Bildung). Una de las
etapas clave de ello es la Re orma. �a Iclesia cristi�a asumió buena parte de la tarea de
formar a los bárbaros no educados. Pe� ro en el _Proceso tuvo que descender en alguna
· tuales de la cristiandad coexistieron en
· 1 . Las más altas verdades espm
medida a su ruve
. a tra.
unidad con burdas realidades exte�as. L� h�mbres intentaron encontrar a DIOs
vés de la conquista física real _de la ;erra .an la presencia de Dios fue reificada en la
hostia, y así sucesivamente. E_s!a �s a nofión_de Hegel
acerca de lo que subyace en el
catolicismo medieval. En funciOn e_ q�e e e "tuprmrresara tuvo que haberuna recu
peración de la pureza, � red�c�b e�t drsi!mifi;ado es�iritual de la presencia del
espíritu del mundo, deJan�o e a��
o e si,:U:cado sensual y burdo que ello tenía en el
tanto es así que los
catolicismo., . Esto es .esenCIal para el desaiTolio del Estado moderno,
,
de
llevar
a
cabo
este
Estado
mtegramente.
países catolicos son mcapaces
. "tualidad respecto a su aprisionamiento
. , de 1a espm
.
e on la Reforma, v
, la hberaciOn
. en
eración del sentido de la presencia de DIOs
en las burdas cosas externas, con la recu
.
la comunida� qw� e:a puramente espm- �al se liberó el camino para la tarea de hacer
no en el modo burdo e inadecuado
esta presencia objetiva y :eal en �1 mundo e�temo,
de los ritos externos y �a Je:arqma_ del t l"i . o' sino construyendo una comunidad
mundana real que re�Izana lo uruvers� �a �:�r::n El mundo estaba listo para un Esta
do fundado en la razon. En otras palab�si la ucldad de Dios y el hombre ha de ser
realizada extemame;t�. P;r��::::��ue r más allá de lo primitivo, de lo puramente
decuadas realizaciones en la hostia, :1 san�_a
extemo, y por tanto e as o .
rio, las reliquias, las indulgencias,
et� .,. t:�emos que liberar la verdadera dimensiOn
da en una comunidad política. De
espiritual . hemos de alcanzar la realizaciOn
. eaeldecua
m·tento de realizar el Estado racional,
este modo, de 1a E opa reformad. a prov1en
.U:, de 1a Iglesia Y el Estado · La relim.ón protestante se encuentra en
de superar la oposiciOn
la fundación de este �:'tad? . . ,
nzado con la Reforma trajo consigo y ocasionó,
El pro eso de e
�
�:��
n.
Cada vez más conscientes de sí mismos c_omo
� lo u�t=
=
���
sm. em?ar,o,
. al los hombres llegan
a reconocer que son internamente libres
uno rmsmo con[o uruvers
. "tualización
. ' puro. La espm
los retrotrae a una compren
con la libertad del pensarmento
sión de su propia· I·denfd
1 ad en tanto descansa en 1a libertad del pensamiento universal.
Pero esto no es simplemente� r��o� � 1=tiruos
ya que estos últimos se encuen: refract
nt
a la razón; su sentido de
t
t
tran
afrontados
con
un
mun
q
. ario
. puramente m. tenor,
. . como razon
, fue un senndo
abatido
por las fuerzas del
Idenndad
, era más allá Pero desde entonces los
hombres han de
mundo; el mundo de la razon
�
de
las
cosas.
La cultura cristiana ha
llegar a ver que son uno con la rmsma fund;ción
. , modemano so'lo define al hombre como
causado_ esto. Consecuente t la ilustraciOn
pensarm. �nto, p�es seguro q��:totalidad de la realidad externa se ajusta al pensamiento tamb1en. Es esta la lectura de Hegel de la nueva conciencia científica que se esfuerza
por comprender el mundo como_un�orden gobernado por 1eves.
En otras palabras, el �ens�rruento y el �; s�unoLÉsta �s la radical lectura idiosincrásica de Hegel del cogtto e¡go
s n . de . . sc es . a cuestión es que el hombre es
de-las cosas de tal modo que encontrará
razón y que lo es como uno con e lpnnCipio
a la r�zón en el mundo externo sólo si la busca.'
. ciones se están desarrollando -cuya fruición final discutiAl tiempo que estas msntu
SI
e
ta
'
7. Ésta es también la línea del capítulo V, Vemwzft, de PhG.
La espiritualización completa el proceso
de desacralización (Entgottenmg) de las co
sas. El mundo se toma una cole
cció
n
de
real
idad
rnas simplemente dispuestas con
anterioridad a la conciencia humana, transparenestesexte
par
¿por qué el iluminismo sign Entgottenmg? Segurama ella. Pero podemos preguntar
la religión purificada tam
bién percibe al pensamientoifica
ás de la realidad. La respente
uest
a es, por supuesto, que en
su base el iluminismo es unodetr
con la religión purificada; su luch
la religión está
basada en un auto-engaño, tal cóm
Hegel intenta demostrar en una con
pas
aje
discusión
de PhG. Pero este auto-engaño es suo defe
ial. Se percibe a sí mismodecom
mente humano. Uega a una comprensiónctodecruc
a
mismo como razón, esto es, comoopur
del hombre como razón; llega a una visión del símun
el
yo
do de la realidad externa como sujeto
de razón, pero pierde su sentido del yo cósmico más
grande, el Geist, que es el locus
fundamental de la razón.
A éste lo ve Hegel com
o en el hecho de que el iluminismo permanece en el
nivel de Vérstand, esto es,oenfuneldad
nive
donde el pensamiento distingue claramente las
cosas y las separa pero sin ir más lallá
ia el nivel del Vernunft, donde vemos la
conexión interna que vincula todas las reahac
lida
des separadas, la vida dialéctica que las
engendra a todas en una cadena. Por tanto el ilum
mo distingue claramente y tiene
una clara visión de los hombres como individuos, inis
inde
pendientes unos de otros, pero
pierde de vista la comunidad en la que ellos están colo
atomista. Por tanto, también el iluminismo contempla objecados. Su teoría política es
te externos, del mundo que nos rodea; tampoco ve el mun tos individuales, meramen
por Dios, el Geist o la razón. Lo que el iluminismo contem do como un orden dispuesto
parcial. De este modo desacraliza, pues solamente ve el pla es cierto, pero fatalmente
tos, abiertos al escrutin y al uso humano; no lo ve mundo como montón de obje
también como manifestación,
como la emanación de laiorazó
n.
Ésta es la razón de que la teoría delvalor propia del ilum
inismo sea utilitaria. Todos los
objetos son vistos como disp
uest
os
al
alca
nce
de
la
man
o.
La
festación de algo más alto, que requeriría una actitud de resp dimensión en que son mani
debe estar fuera de ellos mismos, en su uso para los suje eto, es obviada. Su único valor
tos, los hombres. Consecuente
mente, la categoría universal de
r es extrínseca: ¿cuál es la utili
de una cosa, de una
acción, de una política? ¿Cuálesvalo
sus consecuencias para el desedad
o
hum
?
De este modo el iluminismo son
a en conflicto inevitablemente con laano
relig
ión. Real
mente, como dijimos más arriba,entr
conflicto está basado en el auto-engaño por
lados. Pero este engaño es en sí miselmo
os
real y poderoso. El único modo en que elamb
nismo puede alojar al Geist, al sujeto cósm
ilum
ico, es vaciándolo de todo contenido. Ya noi
puede ser un sujeto activo, pues sólo hay luga
r para los sujetos humanos y la naturale
za gobernada por leyes. Dios, así, debe ser redu
cido al impersonal y descolorido «ser
supremo>> del deísmo. En otras palabras, el principi
o de la totalidad se vuelve vacío. Y
en ello , Hegel argumenta, las formas materialista y deís
lejos una de la otra, ya que la «materia» de los materiata del iluminismo no están muy
listas es también una categorí�
puramente vacía, descolorida. No se puede distinguir del
Confiado en sí mismo como Razón y en la razón dometre supreme.
do sobre la realidad, el
hombre del iluminismo rech
aza toda autoridad y se dispinan
one a configurar el mundo
según la razón, esto es, respecto
mismo. Pero es aquí donde su unilateralidad
resulta ser desastrosa, ya que unaavezsí que
demos de vista el Geist, la figura de la
razón permanece pero el contenido sustancper
ial
está perdido, es decir, ya no tenemos
una visión de la estructura ontológica de las cosa
ya que todo lo que hemos vivido
debe ser adecuado y conforme a la razón. Estamoss,prep
arados para dominar el mun·
346
347
do, y para configurarlo, pero hemos perdido el plan. En nuestra desesperación por
encontrar una alternativa hemos despedazado las cosas.
La carencia de contenido de razón en la visión del iluminismo puede ser vista, en
primer lugar, si probamos su sistema básico de evaluación, el utilitarismo. El principio
de utilidad calcula los valores de las cosas extrinsecamente, considerando cómo éstas
sirven a los fines del hombre. Pero, ¿dónde debía detenerse este proceso? ¿Con los
deseos de {acto del hombre? ¿Pero por qué hemos de detenemos aquí? Los hombres y
sus deseos son en sí mismos hechos externos en el mundo,
¿por qué no debían también
ser evaluados extrínsecamente en aras del interés de la «sociedad», o del futuro? Corre
mos peligro de caer en un regreso sin sentido, lo que Hegel llama un «mal infinito». La
cuestión de esta crítica no es sólo exponer un problema sobre lajustificación de la ética
utilitaria, sino identificar una tendencia real en el sistema. El pensamiento utilitario
puede pasar por alto el extremo en que el hombre se convierte en medio y no en fin,
como p. ej. con las reformas como la English Poor Law de 1 834, que envió a los desem
pleados a las casas de trabajo por el bien de la utilidad general, ya que carece de una
noción de bien intrínseco.
Y es más fácil pasar por alto este extremo en lo que toca al criterio de {acto sobre el
deseo, que no se pone en marcha en la práctica, pues los deseos son muy variados y
contradictorios, entre las personas y en cada una de ellas. El conflicto moral estalla
entre deseos, y algún criterio de bondad intrínseca, esto es, de lo que hace a un deseo
bueno, ha de ser fundado.
Además, en función de hacer nuestros deseos reales en el mundo de la historia, tene
mos que alcanzar objetivos comunes, ya que la única realidad auto-subsistente es una
comunidad, y cualquier configuración de las cosas que llegue a ser auto-subsistente debe
seguir la configuración de la comunidad entera. Ha de haber una aspiración común.
Ahora bien, este hecho parece proveer la respuesta que estábamos buscando más
arriba, un criterio para juzgar entre deseos. Han de ser seguídos aquellos deseos que
sean verdaderos de forma general, en cuanto son para el bien de todos y no sólo para
uno mismo. Tenemos aquí las bases para la idea de la voluntad general. Es éste el otro
gran descubrimiento de la teoría ética del iluminismo. Lo racional es lo universal,
aquello que permanece para todos los hombres y que vincula a todos los hombres.
El paso del utilitarismo a la teoría de la voluntad general es un intento, como vimos
en el capítulo anterior, de alcanzar una realización más integral de la razón. La ética de
la utilidad tiene que adoptar una decisión final y arbitraria sobre el deseo humano de
{acto, algo que estuviera simplemente dado. La ética de la voluntad general promete ir
más allá de lo que está simplemente dado, de lo que los hombres quieren eventualmen
te, hacia los fines derivados de la voluntad racional misma.
Ésta es en cualquíer caso la manera en que Hegel ve el paso dado por Rousseau y
más tarde por Kant. Pero esta nueva teoría es tan incapaz como sus predecesoras de
desarrollar un contenido, un grupo de fines sustantivos fuera de la idea de la razón, ya
que, como vimos, permanece centrada en la voluntad libre y racional del hombre.
Permanece, como el utilitarismo, en el dominio del <<entendimiento» (Verstand) que
separa lo finito de lo infinito, y no puede ver que los espíritus finitos están ligados a la
realidad más grande del Geist.
La ética de la voluntad general, de la universalidad formal, permanece vacía.
Pero una cosa es entretejer las teorías éticas vacías en el estudio de uno mismo, y
otra cosa es querer poner esta voluntad general vacía en la realidad en la historia. Los
alemanes sólo hicieron lo primero, pero los franceses intentaron lo segundo, y las terri-
bies y destructivas consecuencias revelaron lo que
I.mplí,ci.to en esta vaciedad y·
mostr
aron la necesidad de ir más alla,, hacm. otra etaestaba
.
, .co Y culmmante fue la Revolución Francesa (cf. PR, § 258 pa. Este evento traumati
).
3
Llegamos ahora al gran evento político dela Juv
. entud de He
gel
zó toda su generación
nto que rechay desde el que tuvo
e pensar su propia, elfileve
fí'a política y
desde e1 que tuvo que repensar su pOSl.ClO. , n resqupec
oso
'
· , . para Hegel, com
VliD
· os, el desastre del terrorjacobino, los excesos to a la ilustr��IOn
de la re�oluciOn en tanto la descarri-o
laron, han. de ser
.
ent
end
ido
,
s
des
., .
. , por rehacer de la inadecuaciOn de rruz de la ilustracwn
La asprracwn
el
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co�
dancia con las prescripciones
d la voluntad racional es la aspiració� « :
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soluta ». Pero ello surge esen
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y la ilustración son fases.
La intuición básica que subyace a este d�sarr
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que
to por el Espíritu que
mundo es dispues
os uno con l mo funda �nto ele las
pensamiento y el �er sonsom
as, o que el
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�
uno
Pero el e s �n�o o Espmtu �s Identificos
mente con el del hombre. De .aqu
cad
sencilla
í
que�a socle· a entera sea VIsta como desocan
sobre la voluntad humana solament
. Rehace
, es recsanonsdoerdo eon la razon
truirla por entero de acuerdo con las epre
.n clür. lanesd dacu
sc
lizar una libertad incondicional' si·n resm·cc10p nes e 1a voluntad humana, y así rea.
.
e
Con esto, el Espúitu se hace presente
como libertad absoluta; es autoconci
comprende a sí misma, y a partir de
esto
comprende que su certeza del yo es encia que se
todas las estructuras (Messen) espm
la. esencia de
·
'tuales as¡, como del mund? sup
· sa, que la esencia
mver
rasens1b
le,
. ilen
.
y la realidad son el conoclff
,
to de sz mzsmo [Ph G, 415]. o, a la
Esta aspiración sa una terrible destrucción
.
Ya he�os VIs. to en la dis. cusión
bre el terror en PhG,cau
que
la
fall
a
de
raíz
del
imp uls; �or la liberta
d absoluta consisteso
que no puede aceptar la diferenciaci'o'n que es ese
en
al para 1a socie· dad moderna. Camenzamos a ver la razón de esto en el úlfImo capnc1
,
itulo, en lo que se refiere a que las
articulaciones del Concepto deben encaJar
. unas con
,
nando mas de cerca por qué esta .,..uc....: ulacw. , n . otras en el Estado. Pero exami.
e que darse y por que, no puede
proveer1a la asprrac
a la libertad abso1uta, lltien
ega
rem
os al corazón de la teoría de
Hegel del Estado moión
derno.
La sociedad de la libertad
oluta debe ser =pletamente la creación de sus
bros. Primero, debe ser tal queabstod
miema �a to de la voluntad y la decisión hum
nas. y en segundo lugar, las decisiooneen �ll�
todos.s En esta condición, que podemo: ll ;: tom�d�s c�n la participación real dea
a participación universal y total, todos
tenemos voz en la decisión completa.
Esto contrasta con un acuerdo por el ue un gru
tal modo que un subgrupo tiene la res o�sabili po puede �s. t:rib. uir funciones, de
"' de d�termma un aspecto de las
cosas, otro la responsabilidad de otro a�pecto, y da?asi sucesivamente.r Pod
emos decir de
=
8. «di� W lt ist (dem Selbstbe
wuLltsein) schlechthin sein
.
.
. der l G nk
Und zwanst ererucht
_e, und dieser Ist allgemainer Wille.
eere
e des Will d s . chWilleigende
gung gesetzt wird, sondem reelleda
o
derreprasentierte Einwillin":
allgemeiner ��� �::e :er Em
zelnen als solcher» (PhG, 4
15).
.
�
'
348
349
este grupo, también, que el resultado total es d�terrnina?o ��r la voluntad d� sus miem
bros; pero esto no es cierto respecto a sus !Dlembros mdiVIduales, es ?ec1r, que ellos
tomaron una decisión que tiene que ver con el resultado total, o que tuVIeron voz en tal
decisión en el sentido de votar por el resultado total junto con otros.
.
Así una economía ideal de la empresa libre en la que los hombres son empresanos
indep;ndientes es tal que el resultado está determinado por las decisiones de los m_i��
bros, pero en la que ninguno ha tomado una decisión o ha particip�d? en una dec1s1on
acerca del resultado final. De modo alternativo, una sociedad tradicwnal puede tener
una estructura conformada por diferentes roles, que se considera fuera del c�po de
la decisión. Esta estructura a su vez determinará cómo y quiénes han de decidir esas
cuestiones, en tanto que permanecen dentro del campo de la decisión. Seguramente
esta estructura vinculará personas distintas a las decisiones que han de ser toma�as, de
tal modo que alguna decisión recaerá sobre el jefe, digamos, otra sobre los anc��os,
otras sobre el médico, alguna sobre las mujeres, otras de nuevo serán responsabilidad
del pueblo entero. Quizá, también, aun cuando �1 pueblo entero decide, la forma de la
_ votar para
decisión será determinada por la estructura, digamos, cuando se deCide
aceptar o rechazar las propuestas formuladas por los ancianos.
. .
La sociedad que se dirige a la libertad absoluta debe de ser distmta tanto del mode
.
lo de la empresa libre como del de la sociedad tradicional brevemente bosqueJada. A
diferencia de la última, no puede permitir estructuras que estén más allá del campo de
la decisión, que estén supuestamente enraizadas en la naturalez� de las cosas, 1� volun
tad de los dioses, la ley santificada por el tiempo, y así suc�s1vame�te. Gracias a la
naturaleza de la ilustración Hegel consideró rechazar cualqUier autondad. Todo debe
ser ideado por el grupo por medio de la razón, y decidido de acuerdo con la razón p�r
la voluntad humana. Para utilizar un término empleado por Hegel en uno de sus �r:
meros escritos teolócicos, la voluntad racional no puede aceptar lo meramente «positi
vo» esto es las instituciones y estructuras que están simplemente ahí, simplemente
sie�do sin �er racionalmente justificadas, demostradas como necesarias o deseables
por la �azón. Por tanto el Estado fundado en la voluntad �e eral no conte�drá estruc
.r:
turas que no sean en sí mismas el resultado de una dec1s1on,
y rescatara solamente
aquellas que sean parte esencial del proceso de decisión mismo que _rroduce 1� vol�
tad general: p. ej., la deliberación en la asamblea general, �or medi� de la discuswn
_ ha de ocupar
libre sin facciones, etc. Pero todo lo demás, la forma de gobierno, qUien
los r�les del gobierno, los derechos de propiedad, todo esto está decidido. No hay si
quiera derechos individuales asegurados, asuntos decididos fuera de la esfera del go
bierno como los hav en Locke.
La Íibertad absol�ta rechaza así las estructuras que no están fundadas en la voluntad,
el fruto de la decisión. Pero al mismo tiempo rechaza el otro modelo, que está ejemplifica
do en la economía de libre empresa. Ésta también, nótese, ha roto con la sociedad tradi
cional. Es una hija de la ilustración. No necesita tener instituciones «positi�as», s�va��
dar las instituciones de propiedad, y las que la acompañan en su intercambiO y aliena 1on,
�
en su contrato, compra, venta, etc., en otras palabras, las instituciones que son �se�c1��
al aénero de decisiones que ella hace centrales, las decisiones de los empresanos mdiVI
du�es que tienen que ver con la disposición de su propiedad. Ninguna estructura funda
da en la autoridad de la tradición, el orden divino de las cosas, ha de ser respetada u
obedecida. Solamente aquellas que son esenciales para el ejercicio de la voluntad racional
humana se toman como fundamentales. En lo que difieren profundamente es en su con
cepción del ejerciciq de la voluntad racional. En un caso éste se expresa en las decisiones
350
de los individuos sobre su bien, en el otro más bien en las decisiones de toda la sociedad
sobre los asuntos comunes. Uno es el reino de lo particular; el otro el de la voluntad
general. � estructuras de raíz de cada uno llevan a hacer posible el respectivo paradig
.
ma de declSlo�es de cada cual. Pero el modelo de la voluntad general no puede aceptar el
modelo de la libre empresa, pues aunque éste último rechaza lo «positivo», sigue siendo
verdad que el resultado total no es fruto de la voluntad y la decisión. Cada hombre decide
por sí mismo, y por lo tanto el resultado alcanzado es resultado de esta decisión a su
cargo. Pero consigue solamente un efecto relativo menor sobre el resultado completo.
Para lo que resta está enfrentado a condiciones que él no llevó a cabo, que son fruto de
.
cientos de otras voluntades, cada una de las cuales está en el mismo predicamento. El
modo en que estas voluntades se concatenan es una función de la ley natural ciega, no de
la voluntad. Pero si la apuesta de la libertad radica en que lo que yo vivo debe ser decidido
por mí mismo, entonces, en la medida en que vivo en condiciones que son solamente en
parte fruto de mi decisión, yo no soy íntegramente libre.
La libertad completa requeriría que el resultado total fuera decidido por mí mismo.
Per? _POr supuesto, ya que el resultado entero es un resultado social, no puede ser
d�c1did? solamente por �· O m�s bien, si lo decido a solas, entonces nadie más que
VIva baJo su resultado es libre. S1 hemos de ser libres todos, debemos tomar todos la
decisión. Pero esto significa que todos debemos tomar la decisión completa, debemos
participar todos en una decisión sobre la naturaleza del resultado total. Debe haber
una participación universal y total. La participación no solamente debe ser universal
esto es, tomando en cuenta a todos, sino en este sentido total, que todos tenuamos vo�
en la decisión entera. Por supuesto, aún esto no es suficiente. Si existen diferencias
inconciliables en el punto de vista, de modo que algunos de nosotros nos sentimos
re�hazado:? forzado� a dam?s por vencidos, entonces seremos esclavizados, puestos
baJo coercwn. La teona de la libertad absoluta requiere, así, alguna noción de la unani
midad de nuestra voluntad real, y esto es lo tenemos en la teorí-;_ de la voluntad general.
La aspiración a la participación universal y total parece estar implícita en 1;fórmu
la del Contrato social de Rousseau, en donde el objetivo es encontrar una forma de
asociación en la que el hombre pueda entrar y, aun obedeciéndose a sí mismo, sea tan
libre como antes. La noción sobre «obedecerse a sí mismo>> requiere que las leyes bajo
.
las que uno VIve deban proceder totalmente de la propia decisión. El único modo de
reconciliar esto con la vida en la sociedad es por medio de la participación universal y
total, que es la fórmula de la voluntad general.
Pero entonces está claro que la aspiración a la libertad absoluta no puede asociarse con
ninguna dif�renciación articulada de la sociedad. Las únicas estructuras que pueden acep
tarse como mtocables son aquellas que fundamentan la toma de decisiones. Pero éstas han
de ser tomadas por todos sin excepción. Así, estas estructuras han de estar basadas en y
aseguradas por la máxima homogeneidad de los ciudadanos. Pues si la decisión total ha de
ser tomada por todos, entonces en este asunto crucial todos han de ser vistos como idénti
cos. M� �ún, �n�e las ins��c.iones �ue han sido creadas por la sociedad, ninguna puede
ser admitida s1 mega esta similitud e Igualdad fundamental de todos en la toma de decisio
?es. P. ej., si resulta �ue es necesario para lograr este fin que la propiedad privada sea
Igualada (as1_ lo penso Rousseau), entonces esto tendrá que hacerse. Ninguna diferencia
c�ón puede ser admitida si supone diferentes relaciones para el proceso de decisión, ni
.
SiqUiera aquellas que tienen esto como resultado indirecto, como la inequidad en la propie
dad. La sociedad debe ser una sociedad homogénea. Bajo la soberanía de la voluntad
general, las diferencias son ,por supuesto, necesarias y admitidas. Algunos hombres deben
35 1
es visto, bajo el esquema roussea�ano,
cumplimentar los roles del gobierno. Pero esto
das por �od?s, com? ��er �r: practl� la
como el simple llevar a cabo las decisiones toma
baJo runguna JUStificaciOn refleJarse
voluntad general. Y este rol-de-diferenciación no debe .
atrás
a
dejad
.
.
. .
en el proceso donde la legislación ha sido
por consigwente cualqmer diLas demandas de libertad absoluta deben descartar
s sociales identificados por sus
ferenciación de la sociedad en estados, diferentes grupo nciadamente relacionados con
modos de vida y su quehacer de vida, que estarían difere diferenciación del sistema
uier
el aobierno de la sociedad. Y también descartan cualq Pues aquí, también, diferentes
res.
po'litico a través de las líneas de la división de pode
r s�tado. De hech? , la presu?o
grupos toman decisiones que afectan sólo a parte �el_ �
como un sistema de ms
sición de una división de poderes que pueda ser sigruficatlva es es ejercido por gente
poder
pecciones y balances, es aquella en que cada uno de los
por menos que el. todo. Pero
otros
los
y
todo,
el
por
e
decid
uno
distinta, por tanto sólo
s que el todo si hemos de
ninguna decisión significativa puede ser tomada por menoadmitir la delegación de la
mos
Pode
m�tener las exige;cias de la libertad absoluta.
o de nuestra s �ieda?, o _ las
decisión ejecutiva pura, pero nunca la que afecte al diseñ puede admi?trr
las mstltual no
leyes bajo las que vivimos. La teoría de la voluntad gener
. , de H el
. la nocio
ciones representativas, como vemos en Rousseau.
n
adice
��
contr
uta
absol
ad
libert
la
por
ación
Por lo tanto, la aspir
_ ci?n.
rencm
dif
la
de
sión
exclu
su
�
en
nal
racio
o
Estad
un
para
ario
sobre lo que es neces
esta creencia en la dife
He dicho más arriba que podemos encontrar un soporte para ógico más profundo se
ontol
o
terren
renciación en la ontología de Hegel. Pero este
ia de su tiempo como él las
entremezcló con evidencias que Hegel recogió de la histor Hegel sobre la polis que él
de
constató. Mencioné arriba en conexión con la discusión
directa fue posible en
cracia
demo
La
rno.
mode
o
Estad
del
no la tomó como modelo
gé_ne�s en �d de
homo
tonces porque las sociedades eran pequeñas, porque eran
mdiVI_ dualismo de
el
e
porqu
y
relegar muchas funciones a los esclavos y los metecos,
estos cambios en el �undo
los tiempos modernos no se había desarrollado. Todos
iór: in�vitable a �o� OJOS de
nciac
difere
la
on
moderno, que lo excluyen de la polis, hicier
l esta leJOS de ser uruco en el
Hegel. y en alguna medida, en esta forma de pensar, Hege
.
.
pensamiento y la opinión contemporáneos.
moderno haga nn�osible
Hoy es un lugar común el que la envergadura del Estado
icipación total, Y uruversal.
que todos gobiernen en conjunto bajo un sistema de p� contemporaneos
de una
tas
goms
prota
Debe haber representación. De tal modo que los
seau
Rous
a
sigue
c
nu
que
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rosos
nume
�
r:
participación total -y hoy son quizá más
_
wn.
soluc
a
uru
la
como
poder
del
n
zació
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.
al optar por una radical descentrali
_
mvable alguna diferen
Pero aunque la envergadura del Estado moderno haga mesq nciación social Y que
difere
ciación de los roles políticos, ello no indica que deba haber es la fuerza de la noción
ésta
Pero
ón.
decisi
de
so
proce
el
para
ncia
releva
ésta deba tener
está articulada, ya que éstos
heaeliana de <<estamentos» (Stiinde) en los que la sociedad to modo de vida, sino que
distin
y
mica
econó
no�olamente tienen cada uno distinta base
so de gobierno.
también están relacionados cada uno a su manera con el proce r ligeramen e entre
difi� �
�
La explicación de Hegel sobre los diferentes estamentos
_ gue
e distin
ment
basica
pero
PR,
de
ra
madu
n
versió
la
y
800
1
de
s
sus trabaj os de inicio
s de la tierra, 3) la
los siguientes grupos: 1 ) el campesinado, 2) las clases propietaria
ron proveer la
pudie
que
s
nario
funcio
clase comerciante, 4) la clase de profesionales y
S) un proleta
de
nzos
comie
los
va
obser
ién
administración del Estado moderno. Tamb
como una catástroriado, del que recela, uno diría incluso que le consterna. Lo ve más
352
un nuevo grupo que tuviera que encontrar su
fe q�e ha de ser esquivada
' . que como
.
propia manera caractenstica de mtegrarse al Estado.
� fin de comprender la perspectiva de Hegel, tenemos que recordar que estos grupos
social�s estaban mucho más agudamente demarcados unos de otros que las clases de
la sociedad contemporánea. Entonces los campesinos en el campo, los burgueses urba
nos, Y en algunos países la aristocracia hacendada, eran de hecho notablemente distintos
e? cuant? a p�to de vista, estilo de vida, intereses políticos, concepción de la vida polí
tica, y asi �ucesiVamente. El desarrollo de la sociedad moderna, en parte bajo el impulso
de la teona de la voluntad general y de los estilos de pensar de la ilustración, ha ido
ganando cada vez más homogeneización, y a este respecto una sociedad moderna occi
den:a! sería irreconocible para un hombre de la Europa de inicios del siglo XIX (aunque
Amenca por entonces ya daba muestras de lo que vendría, como Tocqueville vio).
Pero enfren�d?s e�� las diferen�ias que él atestiguó en sus días, Hegel pensó que la
.
Idea de una participacwn total y uruversal era quimérica. El Estado moderno, en con
traste con la polis antigua, se dirige hacia la ciudadanía universal. Esto significa que
_
todas las funciOnes
económicas serán ejecutadas por los ciudadanos. Pero evidente
me�te, pensó Hegel,_ estas diferentes tareas van acompañadas de muy diferentes puntos
d� VIsta, modos de VIda, valores y estilos de vida. De tal modo que, en primer lugar, estos
�ferent�s <<e�ta:ne?-t��, tendrían que poseer una importante vida propia que no estu
VIera baJo l� J�sdiccwn �el Estado como un todo. (Esto sólo tuvo aplicación para las
clases propie�anas de �a tierra y los burgueses; Hegel no consideró a los campesinos ni
a los proletanos capacitados para un autogobierno; respecto a esto, se aleja de lo excep
_
CIOnal
e? la Europa de sus días, en la que estas clases estaban casi universalmente
desp��VIst_as del derecho a voto.) Y en segundo lugar; gracias a esto, requerirían de una
re��ci?n diferent� re��ecto al as�to del gobierno. (Veremos más adelante cómo Hegel
utilizo esto para JUStificar las leg¡slaturas bajo el modelo de los n-adicionales estamen
tos-�enerales europeos, donde la nobleza tomó parte en persona y los comunes por
medio de los representantes.) Los dos requerimientos suponen una ruptura dentro del
principio de una participación total y universal.
En este predicc:mento de la diferenciación de la vida real, era quimérico buscar
colocar a todos en Igualdad en el centro de la toma de decisión total. Los grupos natu
ralment� querrian tomar d�cisiones par�iales por sí mismos en ciertas áreas. y para
l�s ciernas, su modo de relaciOnarse y de Identificarse con el todo sería profundamente
diferente. La clase campesina p. ej., bajo la perspectiva de Hegel, estaba abismada en
una adherencia irreflexiva a los Sitten de la nación; su reacción básica era de confianza
(Vet1rauen) hacia sus líderes naturales. No requería estar en el centro de la decisión
para identificarse con el resultado, para sentirlo como suyo.
De m��o distinto, l�s burgu��es, habiéndose abandonado desde hace tiempo a la
c_onsecucwn de su propio beneficiO, de su producción e intercambio, no han tenido el
tiempo ni la inclinación para brindarse de manera total a la res publica. Están más
felizmente y más apropiadamente relacionados con el proceso del gobierno a través de
l�s representar:t:s· �a clase d� propietarios �e la tierra, por otro lado, es aquella cuya
.
VIda entera esta mclinada a bnndarse en semciO. No hay duda de que está relacionada
en segundo término con los asuntos públicos.
Hablando de l?s burgueses damos con la tercera razón que dio Hegel para diferen
. nuestro predicamento
ciar
del de la polis antigua. Hemos desarrollado una conciencia
de lo individual que no tuvo lugar en la polis antigua, que de hecho provocó su desapa
rición. Esta conciencia de lo individual simplemente como un hombre, y por esta ra353
ni como espartano, ni com? alem� ni
zón tan significativa, esto es, ni como ateniense
lo que Hegel llama «sociedad civil>>,
como francés, judío o gentil, es lo que se ex-presa enmía
esa. El hombre _moderno
que podemos pensar toscamente como la econodo se 1?burgu
antiguos. No
comp
cu
ad
a;a �on oloscomo
�
posee una dimensión extra de compleji�
un hom
rmsm
si
a
a
piens
se
en
tambi
pms,
es simplemente un ciudadano de su
hombre
tal
bre tout court, y ésta es una parte significativa de su identidad, ya que como
.
.
es portador de razón universal.
ente a la.VIda pubhca: ya
Se sigue que no todos los hombres pueden brindarse totalm
comp�ume??a con lo pnva
que parte de la energía de la mayoría de los hombres estará
se Identifican totalme�te
res
homb
s
alguno
si
do. Pero ya que el Estado sólo puede existir
traba] � ·
visió
una
haber
debe
o,
�
� política delque
con él y hacen de su vida la vida del Estad
rmposible. La clase mas
Por lo tanto, una vez más la participación universal y total esfeliz
de ser representad� por
se brinda a lo privado es la clase burguesa; de ahí que esté o o grupo
, q';e en las Pl1I_?e
�
alguna proporción suya en los asuntos políticos. Pero.existe
mas tarde sera la
que
y
racm,
variantes de Jena de la teoría de Hegel es la anstoc
Estado.
s
asunto
los
a
ente
burocracia o la clase universal, que se brinda totalm tad cultivandodel
sociedad de
una
dificul
tercera
Podemos pensar en enfrentarnos a esta
compl�ta
una
tener
ellos,
de
uno
cada
o,
tiemp
un
a
an
hombres polifacéticos que pudier
l� VIda
en
te
�ramen on
gama de ocupaciones privadas y también, todos ellos, participars.ent
t
su
ro,
Pnme
� .a. so
del Estado. Pero Hegel rechaza esta posibilidad por dos razone
ca
signifi
algo
amos
alcanz
que
bre la carrera de un hombre individual consiste en decir ello quiere decir renunciar a
y
eso,
a
tivo únicamente entregándonos completamente
realizado por completo es
otras cosas.9 Aquellos que anhelan todo no alcanzan nada. Loestán
unidas aquí.
ana
mund
ría
sabidu
la
y
lo particular. La ontología de Hegel
en la sociedad, están
ión
alizac
especi
ria
necesa
una
de
Pero detrás de esta noción
las diferentes etapas del
también los requerimientos de la Idea. Éstos consistían enlaque
enca
plena de
n:ación másdifere
concepto encuentran su encarnación en el Estado. Pero son realiza
ntes
en
das
s
un todo articulado ocurre cuando sus variadas faceta
primi
más
etapa
una
es
a
enciad
indifer
partes y órganos. Estar mezclado en una forma
en el que los diferentes
tiva. De este modo el Estado plenamente desarrollado es aquel
mediada:;- se ven
momentos del Concepto -unidad inmediata, separación y unidad
de vida. Esta es la
realizados en grupos separados, cada uno con el modo apropiaado
del Concepto,
partir
a
derivación dialéctica de los estamentos de la sociedad modern
.
que examinaremos en el siguiente capítulo.
dad de la soCieDe esta manera, la comprensión de Hegel sobre la ineludible diversi
a la conclusión de que
dad moderna converge con su visión ontológica. Ambas lo llevan
o, que es inesqui
polític
lo
y
social
lo
mico,
econó
lo
de
la diferenciación real�de los roles
es independientemente
vable en una sociedad que no puede manejar funciones menor
de cultura, valores y
cias
de los no ciudadanos, trae consigo ineludiblemente diferen autóno
ma dentro del
vida
de
modos de vida. Éstas, a su vez, demandan cierto grado puede y quiere
vincular �e
nto
estame
Estado, y aún más, trazan el camino que cada
ta es m
absolu
d
liberta
la
a
ción
aspira
la
que
esto
forma distinta con el todo. Es por
s
aquella
que
entales
fundam
más
mucho
son
que
s
razone
apropiada y vana, y esto por
que se relacionan con la envergadura del Estado, por serias que sean. equivocado Y es
Podemos estar tentados a concluir que Hegel está simplementeentonces lo ha dereaccionario en este asunto , y que el desarrollo de las cosas desde
,
ras
9. Cf. PhG
354
y PR, § 207.
mostrado. Por s�pues.to, su ��mer argum��to acerca de la envergadura de una políti
ca moderna ha sido bien recibido. Y tambien está en lo correcto cuando afirma que el
hombre moderno posee una dimensión privada que hace difícil, si no improbable, que
los hombres puedan jamás volverse a brindar tan perfectamente a la vida pública de su
sociedad como en etapas anteriores. Pero en cuanto a la diferenciación social cierta
mente ha probado estar equivocado. La gran homogeneización de la sociedad moder
na muestra que, no obstante lo variadas que puedan ser las funciones realizadas por
los ciudadanos, pueden devenir en una unidad de perspectiva y de estilo de vida que
dan por cancelado cualquier argumento a favor de las diferentes relaciones para el
proceso de decisión. La creciente «desaparición de clases>> (classlessness) de la socie
dad moderna parece apuntar en esta dirección. Por supuesto, Hegel fue más realista en
sus días que aquellos que creyeron en lo que entonces era una equidad «abstracta>>.
Pero resultaron tener una perspectiva más amplia, ya que presagiaron la homogenei
dad que podría ocasionar una sociedad basada en esta doctrina.
Pero si nos abstraemos de la aplicación particular de la teoría de Hegel a los «esta
mentos>> de sus días, hay un importante asunto que está lejos de estar resuelto hoy.
¿Qué clase de diferenciación puede admitir una sociedad moderna? Hay un dilema
aquí que aún tenemos que resolver.
�mos ver la aspiración de lo que Hegel llama «libertad absoluta>>, o participa
. , Pod
Cion
uruversal y total, como un intento de encontrar una necesidad endémica de la
sociedad moderna. Las sociedades tradicionales están fundadas en la diferenciación:
la realeza, la mistocracia, la gente común; los sacerdotes y los legos; los hombres libres
y l�s siervos, etc. Esta diferenciación estaba justificada como un reflejo del ordenjerár
qmco de las cosas. Después de la revolución de la subjetividad moderna que se auto
define, estos conceptos sobre el orden cósmico comenzaron a ser vistos como ficcio
nes, y fueron denunciados como invenciones fraudulentas de reyes, sacerdotes, aristó
cratas, etc., para mantener a sus sujetos sumisos. Pero no obstante lo mucho que hayan
sido utilizados, conscientemente o no, como justificaciones del statu qua, estas con
cepciones también fueron el fundamento de la identificación de los hombres con la
sociedad en que vivieron. El hombre podía ser él mismo únicamente respecto a un
orden cósmico; el Estado reclamó personificar este orden y por tanto ser uno de los
principales canales en que los hombres contactan con él. De aquí el poder de las metá
foras orgánicas y holísticas: los hombres se veían a sí mismos como partes de la socie
dad del mismo modo que una mano, p. ej., es parte del cuerpo.
La revolución de la subjetividad moderna dio lugar a otro tipo de teoría política. La
sociedad se justificaba no por lo que era o por lo que expresaba, sino por lo que logra
ba, la satisfacción de las necesidades de los hombres, de sus deseos y sus propósitos. La
sociedad comenzó a ser vista como un instrumento y sus distintos modos y estructuras
comenzaron a ser estudiados científicamente por sus efectos sobre la felicidad huma
na. La teoría política desvanecería el mito y la fábula, lo cual alcanzó su más clara
expresión en el utilitarismo.
Pero esta teoría moderna no ha proporcionado una base para la identificación de
los hombres con su sociedad. En las intermitentes crisis de alienación que se han deri
vado de la ruptura de la sociedad tradicional, las teorías utilitarias han sido débiles a la
hora de subsanar el vacío. De este modo las sociedades modernas han funcionado, de
hecho, con gran parte de su punto de vista tradicional intacto, o sólo lentamente desva
necido, como en el caso de Gran Bretaña, p. ej. O cuando se produce una ruptura
radical, han tenido que recurrir a un elemento más poderoso, alguna variante de la
355
o), como una ideo
tradición de la voluntad general (jacobinismo, marxismo, anarquism
recurrir, ya sea en
que
tenido
han
modernas
s
sociedade
lo!ria revolucionaria. O bien las
del nacionalis
secular
religión
poderosa
la
a
,
«normal»
la
en
o
aria
la tapa revolucion
utilitaria, o en
tradición
la
en
fundadas
estar
parecen
que
sociedades
las
incluso
E
mo.
recurrido
una variante lockeana más reciente, como los Estados Unidos, de hecho han
abierto
futuro
el
nuevo,
al «mito>>, esto es, el mito de la frontera, del perpetuo comienzo
�
sin restricción a la auto-creación.
Esto último es la mayor ironia de todas, ya que la teoria utilitaria en sí misma no deja
de
lugar para un mito de esta clase, es decir, a la interpretación especulativa sobre los fines
parte de
como
historia,
la
y
naturaleza
la
sociedad,
la
con
relación
su
en
humana
vida
la
las creencias justificadoras de una sociedad madura. Éstos son pensados como pertene
cientes a etapas anteriores menos desarrolladas. Los hombres maduros están vinculados
déca
a su sociedad por lo que ésta produce para ellos. Tan recientemente como hace una
y del
América
de
liberal
a
intelligentsi
la
por
aceptada
te
da esta perspectiva era ampliamen
ser
resultaron
Pero
ideología».
la
de
«fin
inminente
un
anunciaba
que
mundo occidental,
prosa,
en
no
hablando
estaba
que
Jourdain,
monsieur
de
actuales
y
invertidas
vertientes
no
sino con mitos sin co�ocimiento de causa. Ahora está claro que la perspectiva utilitaria
utilitario,
hombre
El
es menos una ideología que sus mayores rivales, y no más plausible.
cuya lealtad a su sociedad seria contingente sólo respecto a las satisfacciones que asegura
ba para él, es una especie virtualmente sin miembros. Y la misma noción de satisfacción
«ex
no está ahora firmemente anclada una vez que hemos visto que está entretejida con
sociedades
las
de
Algunas
justo.
y
apropiado
es
que
lo
de
acerca
creencias
y
pectativas»
los
más ricas en nuestros días están entre las más rebosantes de insatisfacción, p. ej.,
Estados Unidos.
La aspiración a la libertad absoluta puede ser vista como un intento de subsanar
esta carencia en la teoria política moderna, de encontrar fundamento para la identifi
d
cación con la propia sociedad que está plenamente en el espíritu de la subjetivida
nues
darle
y
sociedad
nuestra
con
os
identificam
para
os
fundament
moderna. Tenemos
y
tra completa lealtad cuando es nuestra en el sentido fuerte de ser nuestra creación,
nosotros:
de
más aún la creación de lo que es lo mejor en nosotros y lo más verdadero
M
De
nuestra voluntad moral (Rousseau, Fichte), o nuestra actividad creativa ( arx).
la
de
neas
contemporá
teorias
las
a
Rousseau a Marx y de los pensadores anarquistas
socie
la
reconstruir
por
recurrentes
demandas
habido
democracia participativa, ha
dad, en el sentido de dejar de lado la heteronomía y superar la alienación, o recobrar la
espontaneidad. Solamente una sociedad que fuera una emanación de la libre voluntad
moral podria recobrar una demanda sobre nuestra lealtad comparable con la de la
sociedad tradicional, pues una vez más la sociedad reflejarla o encarnarla algo de valor
absoluto. Solamente que esto ya no seria un orden cósmico, sino que, apegándose a la
revolución moderna, el absoluto seria la libertad humana misma.
La aspiración a la libertad absoluta ha nacido, por tanto, de una profunda insatis
facción respecto al modelo de sociedad utilitario, que la concibe como un instrumento
para el ajuste y fomento de los intereses. Las sociedades construidas bajo este modelo
son experimentadas como un desierto espiritual, o como una máquina. No expresan
nada espiritual, y sus regulaciones y disciplina son percibidas como una imposición
intolerable por aquellos que aspiran a la libertad absoluta. No es sorprendente, por
tanto, que los teóricos de la libertad absoluta hayan estado cerca frecuentemente de los
criticas de la sociedad liberal, y que ellos mismos hayan expresado a menudo admira
ción por sociedade� más antiguas.
356
Heg l comprendió esta aspiración. Corn_o vimos, hizo d e l a demanda por una autono
�
, radical una parte central de su teoria. El ocupa, de hecho, un importante Jugar en la
rma
d
línea de desarrollo de esta aspiración a la libertad absoluta, tal como se desarrolla e Rous
seau hasta Marx y más allá, ya que entretejió la demanda de autonomía radical de Rousseau
� �t entre sí y con la teoria expresivista que vino de Herder, y ello proveyó el fundamento
mdispensable para el pensamiento de Marx. Y aún más, él fue un fuerte critico de la libertad
radical. Esto solamente ya haría que fuera valioso examinar sus objeciones.
El punto básico de esta critica, ya desenmarañado de la teoria particular de la dife
renciación social de Hegel, es éste: la libertad absoluta requiere homogeneidad. No
puede tolerar las diferencias que prevendrian a cualquiera de participar totalmente en
las decisiones de la sociedad. Y lo que es más, requiere alguna estrecha unanimidad de
voluntad para emerger de esta deliberación, pues de otra manera estarla solamente
imponiendo su voluntad por encima de la minoria, y la libertad no seria universal. Pero
las diferenciaciones en algunos aspectos abiertamente esenciales son inerradicables.
(Dejemos a un lado por el momento la objeción de que Hegel no identifica los aspectos
correctos). Y más aún, son reconocidas en nuestro clima post-romántico como esen
ciales para la identidad humana. Los hombres no pueden simplemente identificarse a
sí misn os como ombres, sino que se definen a sí mismos más inmediatamente por su
:
comumdad parcial, cultural, lingüística, confesional, etc. La democracia moderna se
encuentra, por tanto, en aprietos.
ienso que un dilema de esta clase puede verse en la sociedad contemporánea. Las
ociedades
n odernas se han desplazado hacia una mayor homogeneidad y una mayor
:
::
mdependen�Ia, de tal m_odo que las comunidades parciales pierden su autonomía y en
.
alguna medida su Identidad. Pero permanecen grandes diferencias: únicamente debi
do a la id ología de la homogeneidad, estas caracteristicas diferenciales no tienen ya
�
.
sentido m valor para aquellos que las detentan. Así, la población rural es vista por los
medi os de com�cación masi a como si se percibiera carente de algunas ventajas
:
.
.
propias de un estilo de vida
mas avanzado. Los pobres son vistos como marcinales
"'
respecto a la sociedad, p. ej., en Norteamérica, y de algún modo gozan de peor suerte
que en sociedades divididas en clases más reconocidas.
La homogeneización incrementa así la alienación y el resentimiento de las mino
nas. Y la primera respuesta de la sociedad liberal es poner en marcha incluso más de
lo mismo: programas para eliminar la pobreza, o para asimilar a los indígenas, tras
ladar a la población de las regiones en declive, llevar un estilo de vida urbano a las
zonas rurales, etc. Pero la respuesta radical es convertir este sentido de alienación en
�
�
una demanda de «libertad absoluta» . La idea es superar la alienación creando una
sociedad en la que todos, incluyendo los grupos «excluidos» del presente, participen
plenamente en las decisiones.
Cualquiera de estas soluciones solamente agravarla el problema, que consiste en
que la homogeneización ha socavado las comunidades o los rasgos por los que la gente
se identificó en un principio y no se pone nada en su lugar. El paso en el vacío que e da
en todas partes es hacia la identidad étnica o nacional. El nacionalismo se ha converti
do en el más poderoso foco de identidad en la sociedad moderna . La demanda de
liberta� �adi al puede estar unida, y frecuentemente lo está, con el nacionalismo, y con
�
un defirudo Impetu y una dirección.
-;
Pero a menos que esto ocurra, la aspiración a la libertad absoluta es incapaz de
reso v r el roble��· Intenta supera_ la alienación de una sociedad masificada por la
�
r
�
.
partic1pacwn
masificada. Pero la nnsma envergadura, complejidad e interdependen-
�
357
o hablando sólo
e que esto sea crecientemente complej
cwn en una
Cia de 1a SOCI" edad moderna hac
es más preocupante, la creciente aliena cada vez
sea
en términos técnicos. Y lo que
que
e
s tradicionales de lealtad hac
sociedad que ha erosionado sus foco llevar a todos a la «Voluntad general >>, que es
ico,
ma, s difícil alcanzar el consenso bás En tanto que los línn" es tradiCion
" ales se desvane�
. de a fragmentar:se,
esencial para la democracia radical. aceptación, la sociedad tien
su
medida
cen junto con los fundamentos para
nte truc�entos en su� demandas, en la
eme
ient
crec
an
grupos parciales se tom
compronnso con el <<Sistem a».
en que encuentran menos razones de ación no puede hacer nada par a co�ten�r esta
Pero la demanda radical de particip
te un
s en una decisión só�o. es ��sible �I e:x1s
fragmentación. La participación de todo subyacente. La partlcip
l no pue
dica
n
ra
acw
ún
marco de acuerdo , 0 un propósito com to que defiende Hegel repetidamente. La de
pun
el
es
Éste
, a e
de crearlo, lo presupone.
misma, es vacía. H_e�el subraya una líne .�n
manda por la libertad absoluta, por sí
amb
:�
d lleva a la destructividad pura. Pero �
consecuencias posibles, que la vacieda n en PhG . Ya que de hecho alguna dire�c10n
usió
ito en
menciona otra consecuencia en su disc
debe asumir e imprimir su propio propós ol
po
gru
un
d,
eda
soci
la
a
a
dad
ha de ser
«res
de
ha
o
mod
este
voluntad general. De
la sociedad, reclamando representar la
za. Las sociedades comunistas contempo
fuer
la
por
ad
den
ver» el problema de la diversid
cualquier cosa �ue s_e diga de ell_C:s, no pue a
ráneas dan ejemplos de esto. Y aparte de de liberta . Ma
ecto
resp
io n
� aun, s� �oluc El problema
ser pensadas ciertamente como ejemploscierto sent�ido solo
al.
IsiOn
proV
la vaciedad de la libertad absoluta es en ger o las estructuras a adop�ar es �esuelto
sobre cuáles son los fines sociales a esco combate para llegar a la sociedad hbre. L�
y
mediante las exigencias de movilización debido a que ha de construir las precondz
da
defini
a
tare
sociedad puede ponerse una
do una
do a los enemigos de clase o construye�
de
ciones del comunismo, ya sea derrotanesta
rían siempre desordenadas si el penad�
aver
economía moderna. Tales sociedades
cad
del
a
fin solamente pasando por encim
movilización no terminara (y tendría
. .o e
. totalitan
. re tomar este cannno
del partido dominante).
?
qwe
no
que
n
Pero una ideologÍa de participació
so
ma
de
ón
taci
men
:I�
:
la complejidad y frag
movilización gener;¡ no puede afrontar nistas lo constatan, y retornan a la I�ea ong¡
dad a gran escala. Muchos de sus protago comunidades altamente descentralizada. Al
nal ro�sseauniana de una federación de e sociedad homogénea hahecho esto �ucho
m
_ de poblacion Y la
mismo tiempo, el crecimiento de una enor s concentraciones masivas
stra
nue
con
que
sólo
es
No
.
a
menos factible
siones tengan que ser tomadas por toda �
Mas
interdependencia económica muchas deci
.
est
ntar
afro
de
o
�
nos dé modo algun
sociedad, y que la descentralización no
o las con:urudades
vad
so
ha
ción
eiza
ogen
�
hom
la
�
que
en el
preocupante es el hecho de
la base de tal federacwn d�scentralizad�
parciales que naturalmente habrían sido icial de la socie ad en urudad�s :U��Jables;
�
pasado. No hay ventaja en un reparto artif con estas urudades, la participacwn sera
ente
tem
fuer
a
tific
iden
se
ie
nad
o
Si de hech
has de nuestras políticas urbanas hoy.
mínima como lo hemos constatado en mucdemocracia moderna, pu�s�o er: _:u modo
De e�te modo el dilema de Hegel para la la igualdad y la total partiCipacw
n lleva a
de
erna
mod
a
logí
más simple, es éste: la ideo
a a los hombres y los hace separa:rse d�
la homogeneización de la sociedad. Esto agit reemplazarlas como un foco de Identl
de
sus comunidades tradicionales, pero no pue
mente como tal foco bajo_ el_ ímp�tu del
sola
s
arla
plaz
reem
de
pue
,
bien
dad. O más
o
logía totalitaria que despreciarla o. I�clus
nacionalismo militante o de alguna ideo Sería un foco para algunos Y reducma
los
a
aplastaría la diversidad y la individualidad.
·
·
· '
demás a la alienación muda. Hegel subraya constantemente que la estrecha unidad de
la ciudad-Estado griega no puede ser recapturada en el mundo moderno que ha con ocido el principio de libertad individual.
ueco moviéndose hacia una sociedad de participación
. Así, el intento de llenar el �
ur;uversal y total, donde no e:x1ste de hecho peljuicio al suprimir la libertad, es vano.
s olo puede agr�var el problema intensificando la homogeneización, ya que no da ali
_ porque la libertad absoluta en sí misma es vacía y no puede ofrecer un foco de
VIO
identidad. Y además, la participación total es irrealizable en una sociedad a gran esca
la. De hecho, las ideologías de libertad absoluta sólo producen algo en las ';uanos de
una minmía con una potente visión que quiere imponer.
La única cura real para esta enfermedad, una recuperación de la diferenciación
si�ficativa, está ve�ada para la sociedad moderna precisamente debido a su compro
.
que �onstantemente la presionan hacia una mayor homogenei
nnso con las Ideolog¡C:S
dad. Algunas de las diferencias que permanecen son despreciadas, y son campos férti
les para la alien�ción y el re_sentimiento. Otras, de hecho, llenan el hueco y se convier
_
ten en focos de Identidad.
Estas son principalmente diferencias étnicas 0 nacionales.
_
Pero tienden a ser exclusivas y divisivas. Pueden sólo con dificultad conformar las
bases de una sociedad diferenciada. Por el contrario, los Estados multi-nacionales tie
ne� un grave problema para sobrevivir en el mundo moderno. El nacionalismo tiende
� liderar a los Estados homogéneos individuales. Donde el nacionalismo es fuerte
tiende a proveer el foco común de identidad y a esquivar la fragmentación. Pero enton�
ces se encuentra en peligro de suprimir la disensión y la diversidad -y caer en un chauvinismo estrecho e irracional.
Hegel dio P?ca importancia al nacionalismo, como veremos de nuevo más abajo.
, fue la razon
esta
de su fracaso en prever su rol crucial en el murido moderno. Como
lealtad no fue lo suficientemente racional, por ser muy cercano al sentimiento puro
como para tener un lugar importante en los fundamentos del Estado. Pero también e�
v�rdad q;re no puede proveer lo que la sociedad moderna necesita desde su punto de
�sta. Y este es un terreno _abon�do para la diferenciación, con sentido para la gente
mvolucrada, pero que al nnsmo tlempo no contrapone a las comunidades entre sí' sino
más bien las entreteje en un todo más grande.
�n una fórmula simple, esto es lo que la sociedad moderna requiere para resolver
su dilema. Es �go :rue las socieda�es tradicionales tenían. Respecto a las concepciones
de un orden cosnnco o las analog¡as orgánicas, es lo que dio un silmificado a las dife
rencias entre grupos sociales y que también permitió Uilirlas en u�a sola concepción.
Pero, ¿cómo recu�erar esto en la sociedad moderna? La respuesta de Hegel, como
_
�os, es dar a la di�ere?ciación social y J?olítica un sigllificado viéndolas como expre
swn de un orden c s��o, aunque conCibe este orden como el cumplimiento final y
?
completo de la asprracwn moderna a la autonomía. Es un orden fundado sólo en la
razón, y por tanto es el objeto último de la voluntad libre.
Podemos ver ahora más claramente cómo los dos niveles del pensamiento de Heo-el
sobre la necesaria diferenciación de la sociedad se entrelazan. En un nivel está la serie
de consideraciones hechas a partir de la comparación con la polis griega: 1� envergadu
ra del Estado m?derno, las gr�des diferencias que un Estado debe comprender una
vez que las funciOnes son realizadas por los ciudadanos, la noción moderna de indivi
,
dualidad. Estas
deberán ser aceptadas generalmente por todos aunque su significación
puede s�r debatida. E� el otro nivel, está la necesaria articulación de la Ide; que ha de
ser refleJada en la sociedad. En el pensamiento de Hegel, los dos niveles no funcionan
y
359
358
completo, como si yo los colocara allá
como ordenes de consideración separados por
que Hegel ve las diferenciaciones
afuera. Están intrincados uno en el otro, de tal modo
es de la Idea, o más bien como
lacion
sociales de su tiempo como reflejos de las articu
tanto que la Idea se realiza a sí
en
ado
adecu
preparaciones de un reflej o perfectamente
no vio estas diferencias como
misma en la historia. Y por supuesto, debido a esto
e, como creyeron los pensa
remanentes de una historia previa destinada a marchitars
ia que se acerca a los lineamien
dores radicales de su tiempo, sino más bien una histor
concepto>>.
tos de un Estado que sería finalmente «adecuado al
el dilema queda resolver los
Pero
hoy.
No podemos aceptar la solución de Hegel
en términos distintos cuando
er
resolv
ó
intent
remanentes. Fue el dilema que Tocqueville
a de comunidades vigorosa
vio la importancia inmensa para una política democrátic
zada, al tiempo que el empuje
mente constituidas en una estructura de poder descentrali
rmidad, y. quizá tamad tendió a llevar a la sociedad moderna hacia la unifo
.
de la üruald
o
no es qmza sorprenia
rgenc
conve
Esta
bién a la sumisión bajo un gobierno imponente.
profundamente in
más
eron
estuvi
que
dores
dente en lo más mínimo en los dos pensa
rensión profunda y empática
fluenciados por Montesquieu, y ambos tuvieron una comp
esto en la lectura de Hegel o en
del pasado así como del futuro. Pero ya sea que tomemos
a democrática moderna es
polític
la de Tocqueville, una de las grandes necesidades de la
que las comunidades
modo
tal
de
,
cativa
recuperar un sentido de diferenciación signifi
a ser de nuevo
llegar
n
pueda
les,
ciona
ocupa
u
les
parciales, sean geográficas, cultura
tal
miembros de modo que los
centros importantes de incumbencia y actividad para sus
vincule en el todo.
,..
4
Francesa, podemos ver
Regresando ahora a la lectura de Hegel sobre la Revolución o hostil a cualquier
Siend
cómo �l impulso por la libertad absoluta tenía que fallar.
sobre las ruinas de la vieja y a
articulación, fue incapaz de rehacer una nueva sociedad
vez más con el universal. No
una
lados
vincu
través de la cual los hombres pudieran ser
pudo llegar...
logro universal (Werke n), ni e n el
a ninguna realización positiva (Werk) , a ningún
leyes o las instituciones universa
las
para
ni
d,
realida
la
de
dominio del lenguaje ni en el
as y logros (Werken) de libertad práctica
les de libertad consciente, ni para las hazañ
(wollenden) [PhG, 4 1 7].
[ . .]
.
ivamente. Enfrentado el
Pero entonces su energía entera ha de ser agotada negat
d absoluta fue diriliberta
la
a
ción
en con la sociedad existente, la aspira
antiguo ré!Tim
o
no pudo produque
Ya
.
iones
nciac
difere
sus
r
!Tida a destruir sus instituciones, a nivela
�ir nada en su lugar, la libertad absoluta se atascó en este momento negativo, su ener
a.
gía sólo pudo ser gastada en la destrucción continuad
�
o hazaña; sólo la acción negativa se man
La libertad universal no puede producir trabajo
[PhG, 4 1 8] .
cción
destru
de
furia
la
ente
tiene en ello; es solam
no fue una consecuencia
Ésta es la derivación que hace Hegel del Terror. El Terror
ales de la Revolución
radic
otros
de
y
inos
accidental de las aspiraciones de los jacob
que Hegel llama (PR,
lo
tal,
como
ad
libert
de
nda
Francesa. La vaciedad de esta dema
3 60
5) <<libertad nega�iva» o «la libertad de la nulidad» (liberty of the void), que vuela
« desde cada �onterudo c�m� desde una restricción», la hemos visto en el nivel filosó
_ de la vaciedad del cnteno de universalización de Kant. Ahora surge en la escena
fico
,
Itica en e1 rechazo fanatico
pol"
a cualquier estructura diferenciada. La revoluClOn
.
.
puede <<Imagmar que esta quenendo cierto estado positivo de las cosas ' tal como 1a
igualdad universal... », pero de hecho no lleva a cabo nada. Pues...
§
·
·
,
·
·'
[.. . ] tal ac_ru dad lleva de inmediato a alguna suerte de orden, a una particularización de
las o���c10nes y d� los dividuos por igual; en tanto que está fuera precisamente de la
_
e la �articulandad y la caracterización objetiva que la autoconciencia de esta
�quilac10n
�
�
�
U:
liberta negatn:a sigue. Consecuentemente, lo que esta libertad negativa intenta nunca será
nada smo una Idea abstracta, y dar efecto a esta idea sólo puede consistir en la furia de la
destrucción [PR, § S].
¿P�ro qué es lo que pu�de d��truir si el régimen entero está destruido? La respuesta
.
es a si nn��a, a s�s propiOs hiJ �S. Pues de hecho la aspiración a la total y completa
.
_
�artlCipacwn es n�osamente Imposible. Algún grupo debe dirigir el espectáculo,
tiene que ser el �obiern� . �s�e grupo es realmente una facción, pero no puede admitir
lo, pues socavana su legltinndad. Por el contrario, reclama ser la personificación de la
voluntad general. Todas las demás facciones son tratadas como criminales; y deben de
serl�, �a q�e bus�an escapar de y frustrar la voluntad general. Buscan separarse de la
_ umversal y total. Se posicionan como voluntades privadas ' v por tanto
participacwn
deben ser aplastadas.
�ero la p�ici�ación corriente en una facción no es necesaria. Ya que el concepto
,
basico
de legltinndad es la voluntad general, incluso aquellos cuyas voluntades son
hostil�s e indóciles, actúen opo�éndose o no al gobierno revoluci�¿ario, son enemigos
de la hbertad y del pueblo. En tiempos de tensión y crisis, se debe de lidiar con ellos.
Pero por supuesto, al contrario, la enfermedad no podrá ser probada en el mismo
modo co�o una actividad contra-revolucionaria. Si deseamos golpear por completo a
los enenngos de la voluntad así como a los enemigos de las hazañas, entonces tenemos
que acudir � las bases de �a sospecha razonable llevada a cabo por los patriotas.
�s.tar ba¡o sospecha VIene asi a tomar el lugar de ser culpable, o tiene el mismo
.
s1gmficado y consecuencias (PhG, 4 1 9).
�egel �eriva d� �ste modo la revolucionaria loi des suspects de la altura del Terror; y
al nnsmo tiempo Sitúa las bases de futuros terrores, de quienes su intención indócil se ha
hecho equivalente a acción criminal (<<objetivamente» aunque no <<Subjetivamente»).
El Terror también posee una actitud caractedstica hacia sus enemicros y su liquida
ción. La esencia de la humanidad ha de ser encontrada en la voluntad g�neral; el verda
dero ser del hombre se encuentra ahí, en el contenido de su libertad. Lo que se opone a
la voluntad general �ólo puede ser lo irr�cional, ya sea en un hombre de misantropía
_
deformada o de capncho perverso. Elimmando
a tales enemigos, uno no está matando
alme
te
autónomos,
cuya
oposición
está enraizada en su propia iden
los
�
ombres
r
�
�
�
tidad mdependiente, smo a los yoes (selves) puntuales vacíos, indóciles, que no tienen
ya contenido humano. Su muerte es entonces ...
-
[ . . .] una muerte que n o tiene alcance interno y que n o representa cumplimiento, pues l o
que e s negado es u n punto desprovisto d e contenido, aquél del y o absolutamente libre; es
asi_ la muerte más fria, más plana, sin más significado que cortar un repollo o escupir un
trago de agua [PhG, 4 1 8-4 1 9].
361
or político,
delinea el fenómeno moderno del terr
gel
He
,
cos
féti
pro
s
aje
s incluso
pas
os
día
s
est
stro
En
iliarizando enfennizamente en nue
fam
ido
ven
os
hem
blo» en
nos
pue
e
del
qu
s
el
con
un terror que barre a los «enemigoanidad; un terror
po:
tiem
su
de
s
bre
hom
los
que
s
má
es propia definitivamente de la humsospechosos. Esto
nombre de una voluntad real que
nentes para tragarse a los que sondo siempre la ejecu
que así escala más allá de sus opo
de cualquier tirano ha conoci
por sí mismo no es nuevo. La coroteen el terror político moderno la sospecha ya no está
esto más
ción de gente baj o sospecha. Per
ilidad de una acción hostil. Llevamis
bab
pro
la
de
o
cul
cál
ier
lqu
cua
ma, ya
en
basada
o simplemente indiferente por sí su marcha
ócil
ind
ad
unt
vol
la
a
r
tiga
cas
ia
hac
allá,
tenecer a
en contra la humanidad, no per
que ésta es la esencia del crimtim
categorías de lo hu
las
de
ra
fue
s
ada
as son registr
naciones
hacia delante. Y con ello las víc ser trat
adas como alimañas. De tal modo, las
mano, de tal modo que puedan peores barbaries de Genghis Khan y Atila. Y la per
altamente civilizadas superan las untad colectiva, en su mezcla con el racismo, sobreversión de esta ideología de la vol la humanidad.
pia del
pasó toda criminalidad previa de
menos la furia destructiva, es proura
al
o
or,
terr
el
,
gel
He
de
a
ctiv
per
spe
per
En la
No puede encauzar ninguna estruct
.
ma
mis
ta
olu
abs
d
rta
libe
la
de
por
ción la
impulso
pasadas, que no sean una emanadad
nes
acio
cre
s
pia
pro
sus
luso
inc
era a sí
te,
manen
secuentemente, se percibe como veratividad ten
Con
a.
áne
por
tem
con
va
acti
ad
unt
neg
vol
ión. «Sólo destruyendo algo esta gin
ar fácilmente
misma sólo en el trabajo de demolic
ima
os
em
Pod
S).
§
,
(PR
existente»
l del revolu
era
drá la sensación de sí misma comlao rev
gen
olución cultural de Mao, y en
lo que Hegel hubiera pensado de la burocratización. Lo que Hegel no previó fue cómo
cionario temor contemporáneo a uras pueden ser impuestos en nombre de la libertad
los objetivos positivos y las estructcho más terribles.
absoluta, y cómo pueden ser mu olución Francesa la ve, por tanto, como la culminaEl análisis de Hegel sobre la Rev de su contradicción interna. La ilustración es la
ax
dernos. Es
ción final de la ilustración, el clímual
ión del hombre en los tiempos moal,
izac
irit
esp
de
o
ient
vim
mo
del
y de que
bre
cum
es el portador de la voluntad racionbarazado de
bre
hom
el
que
de
ho
hec
del
nte
scie
em
con
des
ino de la voluntad racional. Se haituc
ión simplemen
nada puede permanecer en el cam
inst
ier
lqu
cua
de
ción
la acepta
echo foco del
todo lo «positivo» , comenzando por
estr
el
cional. Pero encegada por
más grande.
to
te existente y la autoridad del pasadoelirra
suje
un
hombre es el vehículo de
o no puede
ltad
«entendimiento» no puede ver que
resu
o
com
de voluntad racional. Y
to por destan
Define al hombre sólo como fuente
por
ina
term
Y
de destruir.
pue
o
Sól
ad.
unt
vol
esta
a
par
ido
ten
hallar con
s.
redescutruirse a sí misma y a sus propios hijo
ado retorna hacia una diferenciación
Est
el
que
es
ado
Lo que sucede entonces
gan . Se han
volver a empezar, pues algo se ha
uno podría
bierta. Pero esto no es solamenteitiv
el pasado irracional, o más bien erfe
cta de la
barrido las viejas estructuras pos fueas,
imp
n
ron solamente una encarnació
decir las instituciones pasadas que los antiguos regímenes tuvieron que hundirse, que
racionalidad. Las instituciones de revitalizadas que las reemplazarán.
dejar lugar a las nuevas estructuras do verdaderamente el cambio histórico-mundial
Así, el Estado que ha incorpora sa es un Estado diferenciado y restaurado. Tie
nce
representado por la Revolución Fraos,
uctura de los Estados que lo precedie
estr
la
con
em
ver
o
com
d,
ida
tinu
con
ne cierta
de todo fundado en la razón. Ésta es la
ima
enc
por
y
o
rad
ctu
stru
ree
está
o
per
ron,
estructura estatal que Hegel delinea en PR.
362
. . , de este
Pero antes de pasar a ver esto, debemos remarcar que la apancwn
Estado
en· la escena de la historia' su realizac·IOn,
, se adecua .con su
n
tural
.
o
a
,
eza
Sol
que
no es
. .
VIsto como una emanación de la voluntad h.umana szmphczter, de modo que no es provocado
una planeación humana consciente. Es verdad que es provocado por las
. por
acciOnes
de los hombres en la historia, pero lo �ue su�ede ahí siempre es algo más de lo
·
que los hombres mismos esperan· Los revolucwnanos franceses se deJaron
la piel en
·
un mtento
de realizar lo imposible · aun asi, cumplieron �on su parte al limpiar el terreno para el nuevo Estado. Napoleó� fue llevado a conqwstar Europa, a tomar el poder
·
y lo que resultó de ello fue el Estado restaurado. Incluso las consecuen
p:=rra SI, rrusmo,
Cias desastrosas jugaron su papel ya ue;1 'Lerr_or tuvo el efecto que Hegel atribuye a
t
cualquier acercamiento con la �uer�
a h�mbres a lo �versal, y por
tanto facilitó la fundación del nuevo Es�ad��;��'
. sta es la astucia de la razón.
Llegamos aquí a una diferencia
crucial
entr
H
1
e
ege
y
Marx. En la crítica de
de
. , Hegel
la libertad absoluta' lo vemos aJ·ustando cuentas
con
Rouss
1
R
1
eau
y
a
evo
ucion
France. da de Marx 10 ya e e'l b' ,
, es también una crítica ant'.ICipa
sa. Pero esta
qu tam Ien cree que al
'
.
. , uruversal
iedad
final llegamos
a
part·
de
ICipacwn
y
t
soc
una
0tal que ganamos superan. . , del trabajo hacia una nueva h mogeneidad.
.
do la divisiün
y el rechazo de Marx
de la
�
.
d
diferenciación
de
Heael
estaba
bas
o
precisamente
en
el
t
,
·
a
opico
ue
tenormente,
ul
"'
�
.
como VImos,
separa a Hegel de los revolucionan. �s . 1a libertad �el fin de la historia es
para Marx una libertad puramente humana, no e Íogro del Gezst. Consecuentemente
su realización es un acto consciente
.
Así, mientras Marx asume el co�cePto hegerIano de astucia
de la1 razón, falla en su
.
aplicación a la última "'gran revoluci· o'n· En e1 pensarruento
·
a
-� rxista, os burgueses y los
. 'ficacwn
últim
· os actores políticos no pueden entender 1a �Igm
de sus actos; hacen más y
tra
cosa
de
lo
que
piensan.
Pero
esto
no
e
pecto
s
cierto
res
proletarios· Ellos
�
. cientí
. fi·co de 1as cosas.aElos
tien.en en el marxismo un punto de vista
n este caso la signifi, de su acción innovadora es entendida por 1os actores .
cacwn
En Marx 1a tesis· equivalente a la astucia de 1� r�z?n
, e��a, basada en la noción de una
especie de naturaleza del hombre. Lo que da Sigmficacwn a las acciones de los hombres en la historia es la aún desconoCI' da natural. eza del hombre. Los hombres ven lo
que son, y entonces el agente es el hombre a,enenco,
,
aque1 que es capaz de actuar en el
nivel de la humanidad como un tod:; �to es, �1 proletariado puede ver claramente lo
que está haciendo. Para ponerlo d o o mo o, el ��ente oculto de la historia, que
corresponde a la. «razón>>
de Heael
,.
"' ' es el hombre genenco. En cuanto homb.re genenco
.
, con su encarnac·Ion
esta, en contradiccwn
, histonca
, ':-' actual' como e1ase social, y entonces e1 hombre
no
puede
ver
clarame
t
l
n
e
o
que
está haciendo. p. �ro una vez que esta
. . , es superada, como lo es con el proletariad
contradiccwn
o, su accwn es autoconsciente.
. claro
Para Hegel' por otra parte el hombre nunca tiene
que, es 1o que esta, haciendo
en e1 momento, pues el agente no es simplemente el hombI.e. Estamos todos enredados
como agentes en un drama que no pod=m�s �ealmente entender. Sólo cuando lo hemos
interpretado comprendemos lo que h s a o en marcha todo el tiempo . El búho de
Minerva vuela cuando llega el atardecer�
D� un modo entonces relevante la acción (a�ency) �� es completamente nuestra.
No diseñamos y planeamos el Estado racional lo qwsimos poner en existencia. Se
1��)
•
·
�
•
m
·
y ve aJ
hombre colocado en la matriz de la naturaJeza' escapa en parte a esta cnt1ca.
. · Vease
.
la discusión más
aba·O, capitulo
,
XX, sección 2.
J
.
.
.
.
1 0. Aunque Marx. ' qwen tIene
su propia variante del pnncipiO
de encarnac10n
. hegeliano
.
.
363
ron de los bosques
ria. Creció en las instituciones que salie
desarrolló a través de la histo
las monarquías y
en la Edad Media, las instituciones de
germanos y se desarrollaron
s instituciones
Esta
les.
en monarquías constituciona
los Estados que se convirtieron
no fue hecho
esto
que
ficadas, racionalizadas. Aun
necesitaron ser transformadas, puri
idades de los
activ
las
de
n
ió por la ast-ucia de la razó
según un plan, sino más bien surg
s.
fine
s
otro
conquistador que tuvo
revolucionarios y del gran general
conformidad
el el Estado debe estar construido en
Heg
de
tica
Si para la teoría polí
a razón, esto
dich
a
idad
orm
conf
de la historia en
con la razón, se sigue de su filosofía
hombres
nos
algu
por
do
iona
ocas
es
no
o, lo cual
es, el Espíritu que se realiza a sí mism
base. Que la
n y construyen un Estado sobre su
que perciben el proyecto de la razó
ana, que
que el resultado surge de la acción hum
razón se realiza a sí misma significa
és de un
trav
a
está haciendo, que actúa viendo
no es realmente consciente de lo que
n.
guiada por la astucia de la razó
cristal muy ennegrecido, pero que es
pudieran
año conjuro (time-wmp) los hombres
extr
Más aún, incluso si por algún
seguiría
así
aun
po,
Estado adelantándose al tiem
hacerse con la fórmula correcta del
bres se
hom
los
que
es
e integral de esta fórmula
sin poder aplicarse , ya que una part
sim
cha
mar
en
rse
pone
e
. Pero esto no pued
identifiquen con la vida pública realizada
s de
dade
undi
prof
las
en
po,
rrolla con el tiem
plemente a voluntad, es algo que se desa
e
pued
no
uno
que
dice
el
Heg
. Es por esto que
nuestra vida espiritual inconsciente
n
oleó
titución en cualquier parte -como Nap
simplemente implantar una buena cons
esa
con
able
mbin
inco
era
ñol
espa
lo
it del pueb
lo descubrió en España. La Sittliclzke
clase de liberalismo. 1 1
titución legal crece lentamente, y l o hace
Y e n forma similar, l a Sittliclzkeit d e l a cons
ente un
o y en ciertas condiciones. No es solam
solamente en cierto pueblo, a cierto ritm
bien la
Más
ahí.
sión no llega hasta que está
desafortunado accidente cuya compren
hubie
que
bres
que, desde antes, no había hom
comprensión no se presenta debido a
ebirla.
conc
an
pued
y causa poca sorpresa que no
ran sido educados en esta Sittlichkeit,
n. Su
razó
la
de
itud
plen
no ha alcanzado aún la
Tienen su propia Sittliclzkeit, pero ésta
i
crec
un
n,
razó
la
de
nto
ue supone un crecimie
crecimiento no es comprendido, porq
as
ndid
ente
ser
en
pued
no
nto
de tal crecimie
miento en la razón, y las etapas más altas
s de
s. El crecimiento ha de tener lugar ante
baja
más
las
de
a
tégic
desde la posición estra
que podamos entenderlo.
e ser
de la razón, el Estado racional no pued
Como una culminación del crecL.'Tliento
r
hace
que aparezca en escena. Y si uno pudiera
comprendido completamente antes de
s
tente
impo
nos hombres , éstos hubieran sido
lo destellar en retrospectiva hacia algu
rse
tifica
iden
do comprenderlo, mucho menos
para efectuarl o, ya que no hubieran podi
eos.
con él a través de sus contemporán
una
titución y luego ponerla en práctica es
La idea de diseñar simplemente una cons
un
o
com
a,
nierí
inge
de
ra como un problema
idea ilustrada. Trata la cuestión ente
icio
cond
as
ciert
de
iere
una constitución requ
asunto externo de medios y fines. Pero
o se entienden a sí mismos; por tanto , esta
cóm
en
,
bres
hom
los
nes en la identidad de
propia
al. Intentar trascender en filosofía la
idea ilustrada es radicalmente superfici
.
)
1
1
PR,
a
acio
(Pref
de Rodas
edad es como intentar saltar por encima
1 1 . PR, § 274, añadido.
364
5
.
La concepción de la Revolución Francesa de Herrel nos ha proporcwnado una opor..
tunidad de ver cómo su filosofía de la historia es;'
t
su
s
s
t
e
se s
d
c
p
�
que acabamos de citar es un
e contrar esto secamente expresado, dado que Hegel lo
n d nd
buen lug
d
utiliza c�o
un o
eter contra sus betes naires en tanto que despliega algo de su filosofía de la his
Así, hemos visto que Herrel
"' no puede ac�ptar 1a perspectiva de aquellos Aufkliirer
.
.
que diseñarían un Estado racwnal y lueuo mtentarían po ·l
a, tica
n
plan de ingeniería, sea éste un Estado b�ado en principio t
uno
a o
en la voluntad general. Pero en su prefacio tambié
�mete co�tra los principales
oponentes de estos planificadores racionales los ro
tor s como cobi,
�
b 'r¡; wene
Fries, Schlegel (aunque sólo Fries es mencio�ado por s
�
� co aron
.
muy poco en que la razón guíe a los hombres haci
a vida pohtic
� mas alta: Los
románticos más bien tuvieron fe en el sentimiento
r pon aneo el bie y
?
del camarada, algo que no hubiera podido ser com r n
p nea o por a razon.
.
Hegel se opone totalmente a esta línea de pensarmento Y, la combat con toda su
_ uso s� e
artilleria pesada, ya que la olítica debe e
de la
oci ?� superficial de razó de los revolu
e
d
l
z n, s o porque su recurso
a
e
d
a. es os dos errores son en su base lo mismo.
�� ���tr!:��
�
���
:
;
:}�
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¿
f
���
���
�
�
=
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:� � =������ � =;
·
�� ����: � e¡:;:� �
�� : )
��� ��
:
�
� � �:� �� �
�
�
ta
�:=��t:=�: �����:� � :a ��
�
�:::��� :
�
�
��
:
�
:
�
:
�
�
��
;
�
��
���:;�;�
:
.
.
.
.
El derecho y la ética, y el mundo actual de justicia Y vida é tr a, �on comprendidos a partrr
.
de los pensamientos; a través de los pensamient;s son mvestr d os con una forma racio-
�
;
.
.
1 2 . Hegel ha sido fuertemente criticado debido a este ata ue a Fn s. Fnes fue � �rofesor que
_
_ _ con las Bursclzensclzaftw, fraternidades estudiantile
s:. mpatrzo
dedrca as a dar contmwdad al espíAl
_
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ntu de la guerra patriótica contra Francia \' a generar una emama umda Su nacrona
1.rsmo román·
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treo fue muv
rechazado por los crobiernos est-tal
a es restaurados aleman s e l peno
a
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festival de las Bursclzensclzaften. de Wartbur en
1 8 1 :J.
- Fnes
. p�icipó en
1 7 Y dro un discurso
lleno de entusmsmo romantico por la causa de una Ale �ra revrtalrzada. De r. o a este discurso fue
.
suspendido más tarde. Las Bursclzenschaften fueron su sJguientemente
supnmrdas por acuerdo general de los gobiernos estatales.
La acción de Hegel al atacar a Fries en este unto ha I"do tJ"Idada de deshonrosa. Se asemeja a
S
?
n hombr de la izquierda liberal. Parece que
patear a un hombre cuando está caído v m .
s a u qua so re la reputación de Hegel, algo tan
esto es poner el sello de defensor cons �ad
desagradable como eso .
.
. Pero no es el único modo de ver esto. 'Los J"óvenes h mb�e� de las Burschenschaften no eran
simplemente nacionalistas románticos Hab
ho d
auvimsmo y antisemitismo en su retóri
ca . E festival de Wartburg presentó u�a gra
e lib s
ser quemados de autores que se les
opoman. Uno de sus miembros asesinó al poe a Kotzebue � o a sospecha de ser un agente ruso.
'
Desde entonces hasta ahora hubo intelectuales que pub rcamente perdonaron esta clase de ac.
·
tud
cienes, o ambiguamente elogiaron las r·ntenc10nes puras de la ·uven
J · _ . mrentras e udrer�n avalar
sus acciones. En una época en la que una vez más los "óvene fueron mcJtados
a la vrolencJa por los
J
mayores, justificados sólo por su motivación exaltada �o po emos estar tan seguros como solíamos
estarlo de que Hegel estaba pecando contra 1 !"b r�rsmo, o contra su deber como intelectual al
.
denunciar esta clase de subjetivismo ético vap r�s ' -v �specralmente al golpear a su ex-ponente más
.
notorio Cf. la discusión en w Kaufmann
· ),' Hegels Political Plzilosoplzy, entre Sydney Hook y
Schlomo Vainer. Véase tambié� S. Vainer
el s T!zeory of tl ze A1odenz State, CUP, 1 972, l 1 9- 1 2 1 .
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365
nal, esto es, con universalidad y determinación. Esta forma es la ley
(Gesetz); y esto es lo
que el sentimiento estipula p ara su propio capricho, la conciencia que pone al derecho en
convicción subjetiva (esto es, la conciencia romántica), tiene razón en considerarlo como
su máximo adversario
[PR , 7].
La conciencia romántica puramente subjetiva no puede ser una guía. Confiar en
ella es abandonar el pensamiento y la razón, y caer en la pura arbitrariedad, en lo
caprichoso. Esto no puede ser un fundamento para la vida política.
Un tercer defecto del romanticismo que se relaciona con esto es que ve la realidad
presente como desorden, como abandono de Dios. El pensamiento romántico mira
hacia atrás con nostalgia hacia etapas de integración, o al menos más allá del mundo
social presente, muerto, sin significación, en el cual el hombre no puede sentirse en
casa, en un ideal de hermandad social. Pero la cuestión no radica sólo en que el Estado
es fundado en la razón completamente, sino que esta razón se está actualizando a sí
misma en la historia. De tal modo que la razón subyace al mundo no sólo idealmente,
sino que debe estar fundada en un mundo existente.
Hegel lanza aquí su eslogan muchas veces citado «lo que es racional es real y lo que
es real es racional» (PR, 10), en el que expresa el principio básico de su filosofía de la
historia. La historia es la auto-realización de la razón. Es una realización que pasa por
una serie de etapas, de la menos perfecta a la más perfecta. Esto significa, por supues
to, que en las primeras etapas la razón estará imperfectamente realizada; en este senti
do lo real será también lo irracional, o lo no completamente racional. Pero ya que estas
mismas etapas siguen a la necesidad, puesto que son dictadas por la razón, podemos
decir que la etapa de imperfección relativa que la razón ha alcanzado en cualquier
momento dado se encuentra en sí misma acorde con la razón. El grado de realización
de la razón en la historia en cualquier momento dado es dictado por la razón.
En resumen, lo que está en marcha en la historia es la razón. Y por lo tanto la
comprensión real (wirklich) en el más profundo nivel, en donde vemos las fuerzas que
la trajeron a la existencia y la configuraron, es racional. En un nivel más artificial, en
donde nos concentramos en variaciones contingentes, no lo es ni se supone que lo sea.
Pero estas variaciones no son parte de lo que Hegel llama Wirklichkeit.13 La wirklich es
realidad entendida en relación con su necesidad subyacente. Ésta es racional debido a
que la racionalidad es lo que pone lo real.
Por lo tanto aquellos que ven al mundo como abandonado por Dios están ciegos. El
trabajo de la filosofía es descubrir esta racionalidad. Pero esto nos devuelve a la obje
ción contra los reformadores racionalistas: descubrimos la racionalidad no para pla
near el mundo, ri.i para rehacerlo de acuerdo con la razón. Descubrir a la razón es
descubrir la fuerza, el plan, ya en marcha. No podemos planear porque no podemos
anticipar la realización de esta razón en la filosofía; <<la filosofía... siempre aparece en
escena demasiado tarde para... dar la instrucción de lo que el mundo debe ser» (PR,
12). <<El búho de Minenra despliega sus alas al caer el crepúsculo, (PR, 1 3). Hemos
visto la razón de esto más arriba.
Así, «comprender lo que es, es la tarea de la filosofía, porque lo que es, es la razón»
(PR, 1 1 ). El objetivo de este libro, dice Hegel, es <<aprehender y retratar al Estado como
algo inherentemente racional» (PR, 1 1 ). Pero esto no solamente rompe con los críticos
13. Cf. el comentario de Hegel, añadido en una edición posterior de su Enciclopedia, sobre este
eslogan de PR (EL, § 6). Cf. también la categoría de Wirkliclzkeit en la Lógica, y la noción concomitan
te de contingencia superficial, más arriba, capítulo XI.
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románticos de <<izquierda»' y con lo que
.
aquéllos anh l�b en a socied
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supone un vigoroso rechazo del pensam
iento que le trma
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quía como base para gobernar en el
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puro derecho poseswn, o sob e
<<naturales, que no podrían ser derivado
� �ndamentos
s de la r zo,
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mas influyente de
este tipo en el Berlín de principios de la
década de 82
e n
!_ egel lo sigue,
de hech? no e� este prefacio, sino en
su explicación del § 25 de p
pensamiento tiene las mismas característic
: a orma de este
as ue rech zo romant
, ico
del orden exis�
tente; ninguno de los dos puede penetrar
en racwnal de las sas .I4
Debe ser obvio a partir de esto que en
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que respecta a su cntica a la Revolu
. Fran
Ción
cesa Hegel está en el polo o uesto de
B
ke. Es �erdad que concuerdan en
que la revolución estaba inclinada ha
ia
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estructivo, y que �a?a positivo se
podría construir a partir de ello. Pero el
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mo�� de Burke co�sist a en sostene
que los hombres deben permanecer dent
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ro de es�mtu de sus mst
itucwnes <<positivas» , no existe una racionalidad , alta
s s p�ecim: serjuz�ados, en tanto
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l
cwn�dad u_ruversal en estas
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mstitucwnes. Pero esta racionalidad se
esta desarrollan o, est carr;biando
y transfor
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mando las instituciones mientras se real
iza í .
que sea planeado por el hombre sino orla a s ,nnsma en la histona. Esto no es algo
Razon. este plan puede hacer uso
, puede
tener que hacer uso, de la Revol�ción
En otras palabras, para Burke los hom
bres p anean e ambw la reform
,
a. Pero
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deben respetar ciertos límites en ello,
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tes de su propia tradicIon
· , ms
· titucw
ya que de otra manera re!!resan a la
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ón de tipo
francés es así siempre de;tructiva siem
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a o detrás. Hegel, por otro lado,
insiste en lo ?OCO que pueden plC:Uear
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s
' o poco que pueden conscie
mente orgamzar la reforma. Probableme
nte
nte, a fin de cue�tas e mucho más
pesimista
acerca de esto que Burke. Pero al contr _
�
o
a razo �versal en marcha en la
historia, y esta razón puede ten r que ha
�
s
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a revo ucwn, ya que en función de
ella utiliza a los hombres quienes no com
r den pl n ente sus propósitos.
De este
modo el progreso de la ra�ón puede reque
�
a revo ucio�, a� cuando esto se acla
después, y lo que se ha ganado no es
ra
lo ue los r volucw anos se p
usieron como
�
objetivo. La revolución no es, pues neces
La Revolución Francesa no fue 'ciertame ente . estru�,tiva, o �a vuelta atrás.
a r e�e on a los OJOS de Hegel. Fue
un evento histórico-mundial que inauguró
fin z
stado moderno.
Al final de su vida Hegel hablaría de ello n esto
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En todo el tiempo que el sol
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lanetas han .rado alrede
dor de él,
no hemos sido testigos de que
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·
el hombre se
Anaxá
coloq
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en su pensamiento,
y construya la realidad de acuer
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do con él.
habm dicho illlci
ente que el ;wus
gobierna al mundo; pero ahor
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ado reconoce
or p�era vez que el
pensamiento debe gobernar la
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realidad espiritual ste e
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co cormenzo. Todos los
seres pensantes reunidos celeb
rando esta época. n sub
e senm:mento gobernó ese
po, un entusiasmo del espíritu
tiem
estremeció al m1 do entero
, como SI ahora hubiéramos
mente llegado a una reconciliac
final_
ión real entre o vmo Y e¡ mun
do [GW, 956].
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ll;
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�
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aJn:
Una declaración como ésta hubiera sido
difíeilmente respaldada por Burke:
felicidad fue estar vivo en ese comienzo»
<<La
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Las dos posicio
nes, a pesar de sus similitudes
superficiales, son realmente inconmens
�ables.
1 4. Cf. Fr. Rosenzsweig, Hegel und der
Staat, Munich, 1 920, II, 1 90.
366
367
para poderlo
realmente de Hegel
, poco nos dice esto
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1 5 . Cf. su ensayQ de 1 8 1 -)Writings, Oxford , 1 964.
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368
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czynski (ed.) ' Heo"el's Political
Pero debe darse una ruptura actual en la realidad existente, una transformación,
necesaria para la razón, que la filosofía no podría conocer de antemano. Esto sucede
ría al exponerse lo racional en el sistema actual, en tanto que los revolucionarios, sin el
beneficio de un pensamiento sensato, se lanzarían a la acción. Más tarde, una síntesis
más alta mostrará cómo ambas comprensiones eran parciales.
Pero esto es profundamente insatisfactorio para el revolucionario, obviamente. Él
debe creer que ha comprendido la naturaleza de la realidad, que percibe la verdad que es
inaccesible para su oponente que justifica lo que es; no se trata simplemente de que
ambos tengan perspectivas parciales que algún futuro Hegel mostrará que son hilos del
gran tapiz de la Razón. Es por esto que los jóvenes hegelianos, y particularmente Marx,
estimaron el rechazo al Geist de Hegel como el paso esencial de su filosofía a la de ellos.
La antropologización de Hegel deja de lado al sujeto cósmico de la historia, junto con la
razón, cuya astucia está siempre más allá de la comprensión de los hombres en el mo
mento. Hacer al hombre el sujeto de la historia fue posible durante un tiempo, aquel en
el que las transformaciones que él estaba provocando son finalmente entendidas com
pletamente por él. Ésta es la época de la revolución proletaria.
Pero la filosofía de la historia de Hegel es, corno si dijéramos, una defensa de la
revolución después del evento. Hegel se opone firmemente a cualquier transforma
ción revolucionaria adicional, no a que no haya que llevar a cabo transformaciones
adicionales, ya que el Estado racional pleno ha de ser completado. La teoría de que
Hegel fue un apologista del Estado prusiano existente es resultado de una ignorancia
histórica lamentable. Pasa por alto cuantos rasgos del Estado racional de Hegel te
nían que ser realizados aún en la Prusia de sus días, como veremos con más claridad
en el siguiente capítulo. El Espíritu tiene aún trabajo por hace1: Pero, más enfática
mente, la revolución no es el modo de hacerlo.
Este « conservadurismo» del Hegel maduro es algunas veces atribuido a su deseo por
preservar su posición en la uníversidad estatal prusiana. Pero esto es realmente inadmi
sible. La totalidad de la experiencia de la revolución de Hegel, y sus juicios sobre la
Revolución Francesa, indican que su oposición a los métodos de la revolución brota de
su posición filosófica central y su juicio sobre la época. Tampoco es esta oposición sim
plemente una actitud del último Hegel, es algo continuo a través de toda su vida adulta.
Lo que puede decirse del último Hegel, sin embargo, es que su rechazo al cambio
revolucionario que viene después, no está basado solamente en su repugnancia ante el
Terror, o solamente en la imposibilidad de una acción revolucionaria clarividente, sino
que lo rechazó principalmente debido a que creyó que la historia había llegado a algu
na clase de meseta, sobre la cual la necesidad de la revolución había pasado, ya que las
bases del Estado racional al fin estaban puestas.
Y de hecho, algo por el estilo está implícito en la afirmación de haber comprendido
la racionalidad de la historia. Pues si no fuera éste el caso, si la razón requiriera alguna
transformación revolucionaria de la sociedad adicional, ésta no podría por supuesto
ser comprendida por aquellos que están viviendo ahora; y la síntesis más alta que
emergería de tal revolución, similarmente, no sería comprendida. La afirmación de
haber comprendido la racionalidad en la historia y en la política lleva consigo, así, la
presunción de que las mayores transformaciones están detrás de nosotros. Ya que si el
búho de Minerva solamente vuela al caer el crepúsculo, entonces la historia sólo puede
ser entendida cuando sus mayores transformaciones han sido realizadas. 16
1 6. Se ha discutido (E. Weil, Hegel et L'Etat, París, 1 950) que la teoria misma de Hegel apunta a
transformaciones adicionales, para arreglárselas con las contradicciones de la sociedad civil y para
369
Esto no quiere decir que el Estado racional está plenamente realizado, como he apun
tado más arriba, o que la historia ha alcanzado un fin. Por el contrario, hay mucho de un
desarrollo adicional requerido por el principio de racionalidad que está lejos de estar
encamado en todas sus ramificaciones. De hecho, parece más probable que Hegel pensó
que nunca estaria encarnado en un paradigma absolutamente perfecto. E incluso si esos
Estados europeos occidentales que llegaron a estar más cerca de la Idea fueran perfectos,
la historia tendria mucho por hacer en otras partes del mundo para que den la talla.
(Hegel hace referencias breves y ocasionales a las futuras Rusia y América.)17
Pero lo que está por hacerse se suma al resultado de los principios que ya se han
logrado. El nuevo mundo ha dado ese «salto cualitativO>> a la existencia, del cual habla
el Prefacio (PhG, 1 5). Pero así como un nuevo edificio no está listo cuando sus cimien
tos apenas están echados, queda mucho por hacer cuando el nuevo mundo establece
sus cimientos generales (allgemeiner Gmnd, PhG, 1 6). Este trabajo adicional es de suma
importancia, pero no se admite, pues no habría avance por medio de la revolución.
¿En qué consiste esta meseta que hemos alcanzado? Lo veremos ahora con un poco
más de detalle al tiempo que examinamos el sistema de PR. Debería hacerse evidente
en sus trazos más amplios desde la filosofía de la historia que hemos estado examinan
do. Será un Estado que de alguna manera combine la subjetividad universal de Sócra
tes y Cristo con la Sittlichkeit de los antiguos. Será un Estado cuya Sittlichkeit es tal que
los individuos universales pueden identificarse con ella.
Pero al mismo tiempo
el orden mismo tuvo
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q�e evol�cwn
co��rmida? con la raz
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(hez szch), e Identificarse con ella com
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naufragado. Pero en el
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El principio de los Estados modernos posee una fuerza y profundidad prodigiosas, dado que
permite al principio de subjetividad progresar hacia su culminación en el extremo de la auto
subsistente particularidad, e incluso al mismo tiempo la retrotrae hacia la unidad sustantiva
y de ese modo mantiene esta unidad en el principio mismo de la subjetividad [PR, §
260].
Habrá alcanzado esto gracias a que ambos lados se habrán movilizado para encon
trarse entre sí. La subjetividad universal habrá llegado a ver que debe encontrar su
a
encarnación en el Estado; y habrá dado t mbién el paso adicional para darse cuenta de
que éste no puede ser un Estado fundado simplemente en la voluntad humana, sino
más bien en la voluntad humana como emanación del Geist. De este modo, el indivi
duo debe tomar su lugar en un orden más amplio, con el cual sin embargo se identifica
porque es la encarnación de la razón.
La subjetividad universal habrá comprendido así que el individuo no puede crear
simplemente la sociedad racional, que debe encontrarla también ahí como un orden
que se despliega en la historia. Y cuando lleva a cabo esto, puede avanzar más allá del
individualismo y una vez más retornar a la «convicción ética» (sittliche Gesinnung), el
sentimiento interno de ser uno con el orden realizado, donde se encuentra la más alta
modalidad de libertad.
originar un Estado mundial a partir de los Estados soberanos existentes cuyas relaciones entre sí no
son sittlich. Pero no creo que esto pueda ser sostenido en detalle (cf. Franz Grégoire, Etudes Hegelien
nes, Lovaina, 1958, IV); y sobre todo, no creo que la idea de tales transformaciones pueda acompa
ñarse con la afirmación de haber comprendido la racionalidad en ese Estado, no en la nebulosa
manera como la «representación» (Vorstellung) y el pensamiento religioso se alcanzan, sino en la
plena claridad del pensamiento filosófico. ¿Cómo puede ser evidente la plena racionalidad del Esta
do, si estaba dirigida a ser superada en el plan de la razón por el Estado mundial?
17. Cf. Philosophy of History, J. Sibtree (trad.), Dover Edition, Nueva York, 1956, 82-87, 350.
370
371
CAPÍTULO XVI
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El hombre solamente es parte de una comunidad de Sittlichkeit, pero ésta lo atañe en
otro nivel, más alto que el del comercio con las cosas. Concierne a su identificación, su
vida espiritual, por la cual debe estar dispuesto a dar la vida y la propiedad.
Respecto a la propiedad, estamos tratando con la voluntad del hombre como un indivi
duo singular, como una persona (PR, § 46) . Por supuesto, esta misma consideración básica
del hombre como una persona, como un portador del derecho abstracto, aunque es el
punto de arranque de la exposición en PR, no es el punto de partida, históricamente ha
blando. Fue necesario un largo desarrollo antes de que el hombre fuera considerado en
primer lugar en la historia como una persona, como vimos en nuestra consideración de la
filosofía de la historia más arriba. Esto ocurrió en el mundo romano.
Hegel entonces continúa considerando una gran cantidad de otros asuntos relacio
nados con los derechos, particularmente con los derechos de propiedad; p. ej., el con
trato, y el crimen y el castigo. El crimen, dice Hegel, retomando un tema que vimos en
la Lógica, es una sentencia infinita negativa. No es simplemente decir que esta cosa
particular no es mía, que es lo que dice mi rival en un caso de demanda civil; niega la
categoria entera de lo <<IDÍO>> y lo <<tuyo».
El crimen es un ataque contra el propósito mismo que subyace a las cosas, el propó
sito incluso del criminal, su voluntad an sich (PR, § 100). El castigo tiene como objetivo
enmendar esta rebelión contra el propósito de las cosas. Este ataque viene de una volun
tad que se ha puesto a sí misma contra el principio mismo de la voluntad. La enmienda
debe ser, por tanto, una contra-lesión contra la voluntad particular del criminal.
única existencia que la lesión posee radica en que es la voluntad particular del crimi
nal. Por tanto lesionar (o castigar) esta voluntad particular como una voluntad determi
nada como existente, es anular el crimen, que de otra manera se hubiera mantenido
válido, y restaurar el derecho [PR, § 99].
La
Hegel, por tanto, no tiene ningrma simpatía por las variadas teorias liberales sobre
el castigo como prevención, disuasión, reforma, etc. Y se opone al debilitamiento del
código penal que emerge de esta clase de filosofía. En particular, se opone a la aboli
ción de la pena capital. De un modo importante, si el castigo es enmendar el crimen,
tiene que <<ajustar el crimen». Liberar a alguien sobre la base de que el castigo es refor
mador, significa no tratar al hombre con la plena dignidad de un portador de voluntad,
cuya voluntad puede encamar equivocadamente, y por tanto gritar por el castigo. Es
tratarlo <<como un animal que hubiera sido creado inofensivo» (PR, § 1 00). El castigo
es un derecho del criminal. Lo pide con su voluntad an sich.
La exploración de lo que tiene que ver con el ser humano como una voluntad racio
nal, nos ha llevado, en primer lugar, a verlo como un portador de derechos como tal,
como persona, fuera de contextos políticos específicos. Pero ahora iremos más allá. Como
una voluntad, no sólo tiene derechos, sino que tiene el deber de determinarse a sí mismo.
Se determina a sí mismo dándole un contenido a su voluntad; y éste debe ser un conteni
do racional, universal. Ésta es la esfera de la moralidad.
El hombre es un agente moral porque como portador de voluntad debe adecuar su
voluntad a la razón universal. El hombre como un ser dispuesto a actuar es, en primer
o la sociedad civil, permanece como algo propio de la acción y los fines individuales. El elemento
sustancial, que aquí lleva a los hombres a la unidad, es del todo inconsciente. Es la operación de una
«mano invisible» .
•
372
373
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tanto que surge en su forma madura en la historia. No debe ser como la primera ciu
dad-Estado, que no deja lugar para el hombre moral. Por el contrario, la libertad bási
ca del hombre moral como hombre, la libertad de juzgar en conciencia, debe ser pre
servada. Éste es un requerimiento esencial de una Sittlichkeit que pueda incorporar al
hombre moderno y con la que él se pueda identificar. Para el Estado moderno, por
consiguiente, la conciencia es un santuario que no debe ser violado (PR, § 1 37). El
hombre conserva esta dimensión reflexiva y por eso no puede recapturar la unidad
inmediata y la identidad de los ciudadanos con las características estatales de la polis.
Pero esto no significa decir que los modernos, o cualquier Estado, admitan que los
hombres decidan por conciencia solamente, si han de obedecer las leyes. Significa más
bien que la libertad de conciencia es un derecho esencial en el Estado moderno.
Llegamos así a la Sittlichkeit, que es la libertad sustancial en términos de Hegel. Es
el bien realizado. Los hombres se identifican con ella. Se convierte en su «segunda
naturaleza» (PR, § 1 5 1 ), y ellos son su realización efectiva en la subjetividad.
Lo sittlich es lo que ha de hacerse con una comunidad en la que el bien se realiza en
una vida común o pública. Por tanto, la categoría engloba más que el Estado. Y Hegel
tratará tres formas de vida común en esta sección, que son colocadas también en un
orden ascendente: la familia, la sociedad civil y el Estado.
La primera es una unidad inmediata no reflexiva, basada en el sentimiento. La
segunda es la sociedad en la medida en que se adecua a la visión de las teorías contrac
tuales atomistas modernas, una sociedad de individuos que se reúnen por la mutua
necesidad. Radicalmente inadecuada como una teoría del Estado, esta visión se reali
za, desde la perspectiva de Hegel, en la economía moderna burguesa. La sociedad civil
es una sociedad moderna, vista como una economía de producción e intercambio en
tre los hombres, considerados como sujetos de necesidades. Es la antípoda de la fami
lia, ya que aquí no hay unidad inmediata sino conciencia de la individualidad en su
grado máximo, en la que los hombres están vinculados por lazos externos.
El Estado completa este trío, ya que ofrece una vez más una unidad más profunda,
una unidad interna, como la familia. Pero no será sólo una unidad inmediata basada
en el sentimiento. Más bien la unidad aquí es mediada por la razón. El Estado es una
comunidad en la que las subjetividades universales pueden ser vinculadas en tanto son
reconocidas como tales.
La familia es, en primer lugar, una unidad de sentimiento, de amor. Los hombres se
ven a sí mismos como miembros de una familia, no como personas con derechos vis-a
vis unos respecto a otros. Cuando los derechos aparecen, la familia se disuelve. En esta
sección Hegel trata del matrimonio, la propiedad familiar y la educación de los hijos.
El punto principal de la familia como sittlich es este hecho de que en ella los hombres
se ven a sí mismos como miembros de algo más grande, como teniendo identidad en
razón de una vida común.
Pero por supuesto, la familia a solas es por completo inadecuada como Sittlichkeit,
pues dentro de ella el hombre no es realmente un individuo y la lealtad a una vida
común no está fundada en la razón sino en el sentimiento solamente. De ahí que, más
allá de la familia, el hombre se encuentre en otra comunidad en la que actúa puramen
te como individuo. Esto es lo que Hegel llama sociedad civil.
La sociedad civil es la sociedad considerada como un conjunto de relaciones
económicas entre individuos. Hegel leyó y consideró cuidadosamente los textos de
los economistas políticos ingleses, de manera notable los de James Steuart y Adam
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374
375
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376
en su sistema. Este nivel de vida social expresa la dimensión del hombre como un indivi
duo, lo que destruye la vieja Sittlichkeit de la ciudad-Estado. Pero ello representa un
avance indudable y una dimensión esencial de los hombres, ya que es el nivel en que el
hombre se encuentra como un individuo que busca su propia satisfacción, e incluso
como un individuo que no permanece dentro de horizontes limitados. Más bien es barri
do por el siempre más amplio sistema de división del trabajo e intercambio. Sus necesi
dades son refinadas y cultivadas en esta sociedad, y aprende a producir, dentro de esta
especialidad, no solamente para sí mismo sino para el mercado mundial. Es educado
para la universalidad. La sociedad civil es la encamación esencial, uno pudiera decir la
base material, de la subjetividad moderna, y es por tanto inerradicable, aunque, como
veremos, es inadecuada y ha de ser complementada con un nivel más alto.
Pero Hegel ahora va a desarrollar tratados de la sociedad civil (PR, § 201-207) que
propiamente pertenecen a sus propias ideas. Arguye sobre la necesaria articulación de
la sociedad civil en clases y estados. La necesaria división del trabajo da ocasión a
grupos (allgemeinm Massm, PR, § 201 ) que no sólo tienen un tipo de trabajo distinto,
sino también diferentes estilos de vida y por tanto diferentes valores. Éstos son los
< estados>> (Stiinde) hegelianos. Hegel utiliza el término más antiguo, en lugar de clase,
y es más sencillo seguirlo aquí ya que estos grupos no sólo están diferenciados por su
relación con los medios de producción, sino por su estilo de vida.
Hegel apunta tres: la clase sustancial o agrícola, que vive cerca de la nahlraleza y que es
generalmente irreflexiva, viviendo más bien <<una vida ética que es inmediata, que descan
sa en las relaciones familiares y en la confianza,, (PR, § 203); la clase reflexiva o comercian
te, que realmente vive la vida de la individualidad, que es la que tiene orientación hacia la
satisfacción delas necesidades individuales por medio del trabajo racionalizado. Ésta es la
clase más manifiestamente identificada con la sociedad chril como sistema de necesida
des. En tercerlugar; la clase universal; ésta es la clase de servidores civiles que se identifica
con los intereses de la comunidad como un todo.
Vemos aquí la noción de Hegel sobre la ineludible diferenciación de la sociedad que
subyace a su crítica de los revolucionarios franceses y su intento de abolir las diferen
cias en un régimen de total participación. Debido a que los hombres, en función de
satisfacer sus necesidades, no pueden sino diferenciarse a sí mismos de este modo, una
política que intente abstraerlos de ello tenderá a tem1inar mal. Pero la diferenciación
no ha de ser entendida simplemente como una consecuencia de la división del trabajo;
podemos también ver en ella por anticipado las estructuras de la necesidad racional.
Cada una de las tres clases representa una dimensión que debe estar presente en el
Estado moderno. Debe existir el sentido de lealtad a un todo que es más grande y está
por encima de uno mismo, la dependencia hacia algo más grande; este sentido lo tiene
la clase sustancial de un modo irreflexivo; lo tiene la clase comerciante. Debe existir
finalmente una identificación razonada con lo universal en una voluntad que encama
este universal; esta identificación la tiene la clase de servidores civiles. Estas tres clases
pueden ser alineadas en contraste con los tres niveles de la Sittlichkeit: la familia, la
sociedad civil y el Estado.
Uno de los puntos cruciales de la filosofía de Hegel es su creencia de que estas tres
clases no pueden ser llevadas a la síntesis estando presentes en todos los ciudadanos y
armonizadas en cada uno de ellos. Más bien la síntesis es alcanzada por una comuni
dad en la que las diferentes dimensiones son detentadas primariamente por un grupo
específico, pero en donde éstas son vinculadas y vividas en una lealtad común hacia un
todo. Un Estado en el que todos están inmediatamente identificados con el principio
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377
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modernos mucho mas c�mpleJ�.�S. �oy �os la individualidad y la identidad con el
en estados donde estas diferentes dimensiones son
Estado mediante una articulaciOn
.
preponderantes respectivamente,
y en donde incluso todos tienen un senti"do de VI. da
de un todo mas, grande
común y reconocen que forman parte
, .
d hombre nonpuede realizar la smtesis
Lo que su�yace � esta �reer:c:. � d
:a �e que en fu ción de realizar efectivatotal, es, en cierto mvel, la mtmciOn �e���
':'mmers
o en él profundamente. «Un hombre se
mente un valor,. un hombre ha de estar
definido, esto es, algo específi"camente
actualiza a SI, mismo solamen�e de . . endo alcro
"'
;:;
;
vigoros
amente
el dictum de Goethe: «wer groEes
particularizado>> (PR, § 207 )· esp .a .
alcanzase
magnífico debe con
e
Hill muE sich zusammenraffen>>
(qmen
:�
�� d� la sociedadalgo
moderna es demasiado
centrarse en sí mismo). �1 ale��:
arlo por completo en su vida. Por tanto el
grande para un hombre, no pu ���
, tesis. debe v nir del hecho de que cada uno en su
hombre debe particulari�arse: l_a s�
particularización se perciba a s�rru�mf c�m��e de una vida común más grande.
damentación filosófica de Hegel de esta
d
Y a9-uí encontramos el.s gun
� en SI?rru
�:�o�a�structura ontológica de la razón. Per? par�
creencia: el todo debe exhibrr
, en sI' rru·sma o la Idea se diferencia a SI
es�o debe estar diferencia· do ya que la razon
la
diferencia.
No estar diferenciado es ;m� fase
rrusma para recuperar la :dad desde
primitiva, como la ?e la �e��· de 1a que surge. una diferencia que regresa a SI rrusma.
esta etapa como primitiva; la
De este modo,
Ulll
de la polis griecra
. . , larrusma
. dadd mmediata
"' marca
1 Estado moderno
d
muestra
su
ma
urez.
diferenciacwn
. . .
articulada
en
los
Stiinde. Pero en este prmciplO
De este modo, la soc��edad debe ser
1
"óndelindividuo debe ser respetada. Dentro de
del mundo moderno la libertad de e ecc:um
los límites de los factores externos que tan la oportunidad, el individuo debe tener
el derecho de ele� su r;nodo de vida (P
Esto,
diferencia agudamente ::,�;���,, de Hegel de aquéllos de la sociedad
. . claro,
al. E'stos definen usualmente una estaci·ón en la que los hombres nacieron. y
tradicwn
en la que tuvieron que manten�rse a trave, � d su vida Pero Hegel rechaza esta socie
dad inmóvil, junto co� cualqmer �c�c�:�o a un �istema de castas, debido a que
la libertad individual, que resulta central
todo esto es incompatible con el pnn
�
t
eneralmente
es pasado por alto por aquepara un Estado realizado
plenamente.
s
o
g
d
3
como
un
conserva
or.
llos que quieren
e1 asi·fi car a Hecrel
"'
.
La sociedad cr.vil como un sistema de necesi"dades se ve naturalmente forzada a desa. de producción e intercambio. Ya que es
rrollarse mas, all,a del simple conjunto de relacrones
personas, tiene que prote
la esfera en que los hombres se encuentran relacionados
tanto estcomo
inv
lo
olucrada en la administraá
gery mantener los derech�s de :os hombr�fuPor
ción de la justicia. Pero mas alla de esto, e nCIO. =. ento de la economía para el bien de
da por mecanismos automáticos, a
t
sus miembros está lejos de estar e�te�en��
esar del buen trabajo de la mano mvisi e. u �as cos
. as pue. den ir mal, y en nombre del
bien de los individuos la autoridad pública tiene que mtervernr.
·
•
•
3. Pero por la misma razon, uno no pu�de sino .dudar de la viabilidad de este sistema. ¿Es P?:ible
mantener los estados, con difere�tes mo os de VIda en una sociedad donde existe una movilida:J
s �ofesiones? ¿No es cierto, p. ej . , que la irrefleXI
real, y en donde los homb:es son libres de el .
t
e vida en el que uno ha nacido? Por esto esta
va lealtad de la clase agncola presupone u
realidad sólo po a ser libre e� los otro d e t dos La movilidad generalizada es un poderoso
os � stados, que es lo que de hecho ha pasado.
o
disolvente . Acabarla por destru�r p r o
.
Aunque, claro, nos hemos beneficm o e la etrospectiva en nuestra revisión de este punto de Hegel .
�
378
�� � �
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Hegel nos lleva así a la segunda y tercera sección de la socieda
d civil, más allá del nivel
de las relaciones económicas
, hacia funciones judiciales y propiam
políticas. Pero
aún no nos las estamos viendo
con el Estado. La razón de esto esente
que
aún estamos
tratando aquí con los hombres indi
viduales, los sujetos de necesidades, vinc
su interés común. Lo que descubrimo
os por
s es que esta exigencia de interés comúnulad
nos
más allá de las relaciones de producción
a
rcambio, requiere también de la admillev
tración de la justicia y de una determinadeainte
nis
lación de actividad económica. Pero no
estamos aún en la etapa en que consideramregu
os
la
comunidad política como la sustancia,
que se constituye a sí misma como el fin. El objetivo
de todas las regulaciones de las que
se habla en la tercera sección de la sociedad civil es aún
el bien de los individuos.
Hegel ve que se ha realizado la necesaria regulación en
ca, en parte por las corporaciones que son representativparte por la autoridad públi
profesiones y que funcionan con un estatus públicamen as de los diversos grupos y
particularmente interesante y valioso, haciendo una brevte reconocido. Pero lo que es
de Hegel sobre los problemas de la sociedad civil. No es e pausa, son las intuiciones
mente que muchos acci
dentes de la vida económ
desastres naturales, la sobsola
rep
roducción, etc. , puedan
reducir a los hombres a laica,poblosreza
la suciedad tenga que pon
er en marcha así
alguna clase de Estado benefactor. ,Esy que
sociedad civil hacia su disolución. también que existe un impulso inherente en la
Si la sociedad civil se expande de un modo libre, crec
e indefinidamente el PNB
(producto nacional bruto)
y
la
pob
laci
ón.
Esto
incr
eme
nta
nos. Pero también lleva a una intensificación de la división mucho la riqueza de algu
creciente de las labores, y al crecimiento de un proletari del trabajo, a la subdivisión
ado está vinculado a un
trabajo de este género . Este
riado está empobrecido matque
erial y espiritualmente
por la estrechez y monotoníaprodeleta
ajo. Pero una vez que los hom
bres son reduci
dos de este modo, material y espisuritutrab
ente, pierden su sentido de auto
peto y su
identificación con el todo de la comunialm
dad, realmente dejan de estar inte-res
gra
dos
y se convierten en «muchedumbre » (Pob
a ella
el).ezaLa creación de esta muchedumbre vien
acompañada de la concentración de la riqu
unas cuantas manos (PR, § 244). e
Esto a su vez desencadena una crisis de soben
roducción. Los poco privilegiados
pueden ser mantenidos por la asistencia social,rep
o esto contradice el principio de
la economía burguesa que dice que los hombreper
s
deb
puede proveer de un empleo por parte del Estado, peroen trabajar para vivir; o se les
esto incrementará la crisis de
sobreproducción.
Por tanto parece que a pesa r de
un exceso de riqueza
la sociedad civil no es lo suficien
mente rica, esto es, sus propias
te
fuentes son insuficientes para
controlar la pobreza exce
siva y la creación de una muchedu
mbre en penuria [PR, § 245]
.
La nota explicativa de esta sección menciona la situació
n en Inglaterra y Escocia.
La dialéctica interna a la soci
eda
d
civi
l
la
con
duc
e
más
intento de resolver este problema buscando mercados en allá de sí misma en un
el extranjero así como por la
colonización (PR, §§ 246-248).
El pasaje nos recuerd
rendentemente el trabajo del ilustre sucesor de He
gel que tenía sólo 3 años adesorp
eda
esa época. No es ésta una convergencia super
ficial. Un estudio de algunos de dlosenescr
itos de Hegel de inicios de los años de 1 800
muestra que había meditado profundam
ente acerca de la conexión entre la cre
ciente sociedad industrial y el cada vez may
or empobrecimiento material y espiri379
tual.4 Se anticipó en un grado sorprendente a la teoría de la enajenación del joven
Marx, ya que vio el sistema de la división del trabajo e intercambio cobrando ma
yor velocidad por sí mismo. Adviene un «poder alienado» (jremde Macht) funcio
nando con sus propias leyes (de suministro y demanda), y disponiendo de las vi
das de las personas como un « destino inconsciente, ciego>> (Bewu[Jtloses, blindes
Schicksal, System der Sittlichkeit, 80-8 1 ) . Éste puede enriquecer o arruinar grupos
enteros de gente de un modo ciego e imprevisible.
Pero incluso más allá de esto, este poder tiene su propia dinámica. La riqueza,
abstraída de la inmediata posesión de objetos de uso, tiende a engendrar riqueza (Real
philo, II, 232-233), y ésta a su vez se convierte en poder (Hen·schaft, SdS, 83). De este
modo esos extremos de riqueza, y el inacabable refinamiento del gusto del consumi
dor, van de la mano con el relegar a las masas a la pobreza y su condena a «un trabajo...
brusco, insalubre, inseguro y estrecho>> (abstumpfenden, ungesunden, und unsicheren
und die Geschklichkeit beschrankenden... Arbeit, Realphilo, II, 232). Y este sistema rami
ficante se extiende constantemente a sí mismo en cada vez más ramas de la industria
(Realphilo, II, 233). En el proceso priva a las masas de hombres de toda cultura huma
na. Las reduce a «bestialidad>>, en la que no pueden apreciar cosas más altas (die Bes
tialitat der Verachtung alles Hoen, SdS, 84). Y los pone en contra de todo sistema en
indignación y odio (die hochste Zerrissenheit des Willens, imzre Emporung und Ha[J,
4. Los trabajos involucrados son el System der Sittlichkeit de 1 8 0 1 - 1 802 (publicado en G . Lasson,
ed., Sclzriften zur Politik w1s Reclztsphilosophie, Leipzig, 1 923), y dos intentos de sistema más tempra
nos, también del período de Jena, que han sido llamados Jenaer Realplzilosophie I y JI (publicados por
J. Hoffmeister, respectivamente en Leipzig, 1 932 y Hamburgo, 1 967). Estos trabajos no fueron publi
cados en tiempos de Hegel, y se les prestó atención sólo muy recientemente. Cf. la interesante discu
sión en Avineri, op. cit. , 87-89.
S. Es realmente un asunto de convergencia, no de préstamo, ya que Marx nunca vio estos escritos
tempranos. Sólo tení¡1 a su alcance la discusión condensada en PR
380
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Realplzilo, II, 233).
Esta extraordinaria convergencia5 entre Hegel y Marx nos permite ver el contraste,
pues esta prístina perspectiva de las tendencias inherentes al sistema económico fun
dado en la división del trabajo y el intercambio, no alteró la concepción de Hegel de
esto como una dimensión esencial de la sociedad moderna. Hegel continúa conside
rando la <<mano invisible>> como un instrumento de la astucia de la razón incluso cuan
do comprende su fatal inadecuación para producir una sociedad justa, o incluso para
evitar que la sociedad se diluya. La división del trabajo, el refinamiento del gusto, la
economía de la empresa individual, todo esto fue esencial para el desarrollo de la indi
vidualidad moderna y la especialización y diferenciación que fueron inseparables de
ella, como vimos más arriba. Más bien su impulso inherente a la disolución debe ser
contenido mediante su subordinación a las demandas de la comurudad última, que es
el Estado. Esta alianza suprema y las reglas que fluyen de ella deben evitar en todo
momento que los hombres den lugar a esos extremos del impulso de auto-enriqueci
miento que jalonan a la sociedad hacia la estela del crecimiento sin control.
Desde el punto de vista de Marx, por el otro lado, esta solución era una quimera, ya
que el Estado mísmo estaba condicionado por la economía. Lejos de ser capaz de
controlarla, el Estado reflejaba más bien sus tensiones y las relaciones de dominio
dentro de ella. Las contradicciones de la sociedad civil no podían resolverse ni conte
nerse. Tenían que ser abolidas.
Por supuesto, en lo que pertoca a la posibilidad de controlar la economía burguesa,
Marx fue mucho más perspicaz que Hegel (tuvo la ventaja también de llegar después).
.
Pero la diferencia entre los dos no
fue sólo de juicio emp , .co. La ,
smtesis hegeliana,
como un orden ontológicamente fund
ado que est , n
a en grupos díferenciados
necesariamente contenidos dentro de
-�
arn
él ontrol b
t� swn entre los opuestos. La
perspectiva de Marx por otro lado
�
con ide 1
ali
I?n d ho bre, no del Geist.
La realización del lz mbre en liber
�
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t d requie
e �
Cipacwn
versal y total que
vimos como esencial para una volu
�
ntad ocreneral social.
esto
req
mer
e una sociedad
.
homogénea y uruda , en la que toda
.
dife
�
I,
p
da. Los modos completa
mente diferentes de superar las te
nsion
I ' en un caso por su subor
dinación, en el otro por su abolición
, están conectados a os conceptos fund
amentales
respectivos de estos pensadores.
Para Hegel, así, la sociedad civil
.
.
ha de ser mantenida en equilibno
. . a una comunid
en su m orpora
Cion
ad más profunda. No puede o
crobem e a SI, rms
_ ma. Sus �
rmembros
necesitan ser leales a una comunid
�
ad mas
. alta para aleJarse del auto-enri
que
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fin
trucción de la sociedad ci . La
autogestió
ec
mo una eta a n este camrno. Hac
individuo miembro de un todo más
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�de, Y 1o eleva, como SI dijé
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eto Y la dign
o idad que de otra manera hubiera
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buscado
· diVI·duo, en
a solas' como un s rmp
el auto-enriquecimiento sin fin
(PR, § 253 E).
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con la universalidad. Es la libertad
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La libertad concreta consiste en
esto, que la individualidad person .
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de la
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rdo en vistas del interés uruv
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· e1uso 1o reconocen como su pr
opio
· asunto sustantivo, lo pone n com o su propio fin y. . . .
.
ob�etivo y son activos en su cons
ecución [PR, § 260].
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Esto es lo que se consigue con el
Estado moderno
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ad racional, de
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de ser enten das como auto-ar
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de un orga
rusrno que es pensado como prod
uctor de sus articuladones de acu
erdo con un plan
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por el Concepto (PR , § 269 ), con
forroan el Estado .
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381
la religión se repliega en otras cosas mundanas o se da la vuelta y se pone en contra del
Estado, lo considera una desviación. El Estado debe dar protección y ayuda a la Igle
sia, pues la religión es una forma de conocimiento de sí mismo del espíritu. Pero no
debe aceptar la demanda de la Iglesia de ser superior, pues esto implicaría que el Esta
do fuera sólo una autoridad externa, como una asociación con fines utilitarios, como la
sociedad civil, y no una encamación de la razón en sí misma (PR, § 270 E).
Debido a que la constitución del Estado es racional, es decir, el Estado es articulado
como un organismo en sus diferentes miembros, no podemos pensar la división de pode
res en el espíritu de control y balance, el cual asume que los diferentes poderes son ya
auto-subsistentes y que han de oponerse unos a otros o alcanzar un compromiso. Pero
esto es contrario al principio mismo del Estado como una múdad orgánica, una unidad
que se articula a sí misma, y en la cual una vida común fluye a través de todos sus
miembros. Si nos dejamos llevar por el compromiso con el juego de controles y balances
«la destrucción del Estado es un hecho consumado de inmediato» (PR, § 272 E).
Hay un importante punto general aquí que es central en la filosofía del Estado de
Hegel. El Estado como una comunidad que encama la razón tiene que ser vivido como
un todo orgánico; no puede ser visto simplemente como un agregado de sus elementos,
sean éstos grupos o individuos, pues en este caso no podría ser vivido por sus ciudada
nos como el locus de una vida más grande con la que ellos se identifican. Hegel argu
menta vigorosamente contra el tipo de constitución o de provisión constitucional que
está basada en esta perspectiva atomista o compuesta del Estado, la perspectiva de los
hombres en sociedad como un simple «montón», como en contra de una unidad ar
ticulada. Si comenzamos con los hombres fragmentados en átomos individuales, nin
gún Estado racional o de hecho ninguna vida en común será posible.
La constitución en la cual el Estado se articula a sí mismo, en concordancia con el
concepto, posee tres miembros: el poder legislativo, que determina la ley universal; el
ejecutivo, que subsume lo particular bajo lo universal; y el poder de decisión subjetiva,
la Corona. Hegel acepta en primer lugar este último.
Ya nos hemos referido antes al argumento de Hegel sobre la necesidad de la monarquía derivada del Concepto. El Estado como un todo debe tener una voluntad,
esto es, ha de decidir sobre las cosas. El proceso de decisión puede y debe involucrar
a muchas personas, como funcionarios y representantes. Pero éstos se encuentran
todos funcionando en interdependencia, y en sus capacidades oficiales, no persona
les. En función del momento de la decisión de ser su propia expresión, como una sola
voluntad del Estado, como debe de ser en una constitución madura, el Estado debe
llegar a su punto crítico en una sola persona. La voluntad del Estado llega entonces a
actualizarse en el «yo quiero» de un individuo concreto, ya que el Estado como sub
jetividad alcanza su verdad solamente en un sujeto.
Podemos pensar que el monarca mismo, en tanto que actúa de ese modo, está sólo
actuando en cuanto a su capacidad oficial se refiere. Pero el rey no es un funcionario
como los otros, pues en él la función no es suya en virtud de alguna mediación o
elección hecha por otros, o de ciertas cualidades que él ha alcanzado, o por lo que sea;
adquiere esa función de un modo inmediato, «natural>>, es decir, por nacimiento. De
forma hereditaria la monarquía nos provee de una expresión de la voluntad del Estado
en un individuo inmediato, uno «que se caracteriza esencialmente como este indivi
duo, en abstracción de todas sus demás características» (PR, § 280). Éste es el auténti
co argumento de la monarquía hereditaria derivado del Concepto. No está justificado
simplemente por consideraciones de prudencia, tal como la que sostiene que el trono,
de esta manera, está por encima de los conflictos y las facciones, y así sucecivamente.
.
En el mundo m:t�guo, esta <<decisión de la voluntad auto-determinante' final' no
, . co
llega a escena explícitamente en su propia actualidad como un
.
I�anente al Estado» (PR, § 279 E). Por supuesto, las democraci
ron
lí?eres, ?' �tras políticas antiguas tuvieron reyes, ya que, hablando desde � punto de
VIsta practico, toda decisión social ha de ser inaugurada co
l t d
e
r
ero
lo que estuv? �usente fue la idea de la decisión libre ab olu
l d d
res
, ulos ' etc
estaba condiciOnado, tenían que apelar a un más allá, a las parcas, a 1 os orac
·
.
pod mos reco�oc�r aqm, el argumento de Hegel acerca de que en el mundo
.
. . �
rmtad de los dioses, en lugar del dominio absoluto final so
d ali a
.
.
·
]
un estino Impersonal. Los antiguos no observaron en los cielos
era
a
.
: ��
a subjeti d�d que tuVIera la palabra final sobre toda realidad. La subjetividad esta
.
.
a siempre rmtada por el destino, tanto en lo que respecta a los dioses como e� lo que
.
respecta a los Estados; estas individualidades limitadas perci·b·Ieron que tambIen ellas
.
.
, que rermtrr su poder a las decisiones finales sobre asuntos parti"culares al escruternan
·
,
, de 1os oraculos
tinio de1 dest"mo, a traves
o de los augunos.
p ro en tiempos modernos, la cristiandad nos provee de una noción de subjetividad
abso uta, Y po� tanto en l� era moderna los hombres ya no carecieron de ,,fuerza p ara
ver en su propiO ser gracias a la palabra final» (loe. cit.). La plenitud de esta voluntad
auto-determin te so'lo puede enc?nt�ar una expresión adecuada si la decisión de la
.
.
soc1�dad eulmin
�a en una conciencra smgular.
Este es uno de los casos en donde el detalle del argumento de Hecrel l d ·
con �a sensación de arbitrariedad. Dando por sentado que una deci ión
e� nalm nte prom gada por alguna persona, no está claro por qué la realización de
_
sea un monarca hereditario, y no un presidente un
a I ea mo erna reqmere que esta
gobern�d r gene:ai o !o que sea. Podemos estar de acuerdo en que la sensación de que
.
, seguirmento
una socie ad esta decidiendo realmente por sí misma' en contra de algun
· ·
.
, externo y denvado,
requiere de una vida política ue · e alredede un mandato o �a
_ es, figuras re��e�entativas cuyas decisiones y pronunci mi os cuenor de los líde
�
� como propiOs. Pero es difícil darle crédito a que éstos deban ser manare h di
�anos, .a pes r del pe�uasivo despliegue de argumentos de Hegel sobre las no o d
�ediatez y naturalidad. Uno puede pensar que la función de un indiVI· duo repres�ntativo en este sentido ha sido satisfecha en nuestro tiempo tan bien si
meJ ?r,
e
po: as rev�renciadas figuras paternales de Eisenhower Joma Ke ya '
<<cansmaticos» líderes como J.F. Kennedy.
P ro no es que queramos intentar que Hegel suene menos controversia! aquí defen
die� qu l argumen�o era en r�alidad más general, y relacionando la necesidad de
.
pma� o
al con 1a crma del eJecutivo, ya sea éste un rey, un primer · · tr
presid�nte. Hegel conoc esta necesidad política, de que la esporisabili
· al
en algun lugar. Reconocio que se sostenía en el mundo antiguo tamb · ,
aJe
e1
�
que a::abo de hacer referencia. Pero distinguió su argumento de la nec
en�� como general y n? específicamente moderna, y vinculó el sentido m
rn
.
_ abso1uta específicamente
a la monarquía.
ecisiOn
De echo lo q�e está en juego aquí no es para nada una necesidad práctica de olítica
.
smo la Idea hegeli�a de la diferenciación basada en el Concepto: la satisfacci de �
momento necesano del todo por una persona especial ( en algunos casos por un grupo)
,.
quien sU:
. . · embargo está rmplicado en una vida común más grande en el todo. Se trata d
un di duo que pue e encamar un momento del todo ya que existe en esta vida común
, De ahí que la monarquía absoluta deba ser una monarquía constituciocon os emas.
ar:�::t;:�s %��
� r:.� � �: �� ���: �¿:
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383
382
nal. Para Hegel una unidad está más desarrollada en tanto que sus partes estén más
articuladas, pero permaneciendo aún unidas al todo. «La libertad realizada de la Idea
consiste precisamente en dar a cada momento de la racionalidad su propia actualidad
autoconsciente aquí y ahora» (loe. cit.). El rey es un verdadero individuo representante,
en el sentido medieval, da lugar a la decisión subjetiva libre.
Las prerrogativas del rey consisten así en ser el ápice de la decisión del ejecutivo, perdo
nar a los criminales, y en tercer lugar personificar al universal en su conciencia personal-el
universal que está también encarnado objetivamente en la constitución entera.
La segunda parte de la constitución es el poder ejecutivo. Está encargado de aplicar
las leyes, que ejecutan la ley sobre la tierra, bajo el rey. Hegel lo concibe encomendado
a una clase de servidores civiles cuyas vidas están dedicadas a este fin. En algunos
casos, por supuesto, la administración de la ley estará en manos de corporaciones,
pero donde esto no sea la solución, debe estar en manos de un servicio civil, indepen
diente de los intereses de la sociedad. Éste es un ejecutivo bajo las órdenes del rey que
está conformado por servidores civiles de carrera remunerados. El objetivo de hacer
del servicio civil una carrera es asegurar la máxima independencia y dedicación a la
función misma, la libertad máxima respecto a los intereses privados. Por la misma
razón y en función de asegurar el máximo servicio efectivo, los puestos se ganan por el
mérito. Hegel acepta aquí la cmriere ouve11e aux tale11ts (§§ 291-292, <<Entre un indivi
duo y su cargo no existe un nexo inmediato natural»).
El senri.cio civil compone la mayor parte del Estado medio (§ 297), que Hegel ha
llamado el Estado universal en la primera discusión sobre la sociedad civil (¿el resto
está compuesto en parte presumiblemente por oficiales pertenecientes a corporacio
nes y otros profesionales?). Aquí tenemos otra aplicación del principio hegeliano de la
articulación de momentos esenciales de la síntesis. La dimensión de total identifica
ción con la vida del Estado, con los asuntos públicos, no ha de ser vivida por cualquiera
del mismo modo, sino que es el estilo de vida de un grupo especial. Éste, sin embargo,
está entre los otros en la vida más grande del Estado total, y es un órgano dentro de un
organismo más grande.
Así, la función de total inmersión en lo público, que fue aquélla propia de los ciudada
nos entre los antiguos, recae sobre el Estado universal en la política madura de Hegel. Es
ocasionada por un senri.cio chril de carrera. Esto representa un cambio interesante de va
riantes anteriores en la teoría de Hegel en el período de Jena. En sus escritos de principios
de 1800, esto es del System der Sittlichkeit, y también en sus lecciones, publicadas en nues
tro tiempo bajo el titulo lmmser Realphilosophie, Hegel nos presenta otro sistema de Esta
dos. El principio de articulación básico es el mismo, pero su desarrollo es llamativamente
diferente. El segundo Estado en este sistema es también el del comercio, y tiene la misma
cultura política y ética que su número opuesto en el sistema de 1 821. Pero el Estado que
representa de manera más inmediata e irreflexiva la vida ética, cuya vida está cerca de la
naturaleza y cuyo profundo sentimiento es la confianza y la lealtad, es representado no por
la clase agrícola como tal, sino sólo por los campesinos. La aristocracia terrateniente forma
más bien el trasfondo del primero, que Hegel llama aquí el Estado absoluto, y que juega el
rol de un total compromiso en la vida pública universal del Estado.6
¿Qué hay detrás de este cambio en las primeras dos décadas (en realidad 1 5 años,
de las lecciones de Jena hasta 1 805-1806), de la aristocracia a la burocracia? En parte
puede haberse dado la advertencia por parte de Hegel, bajo el impacto del Estado
6. En las leccione� de Jena Hegel lo llama «el Estado de universalidad» o «el Estado público».
napoleónico, de la importancia Y nec ad
. en
de la burocracia
el Estado moderno, y la
centralidad del principio de la -can1e.esid
,
re
erte aux tale11ts En parte, puede
dado el desencanto progresivo respecto ouv
haberse
.
. con
a 1a :::raCia
�emporánea. Los terrate
nientes privilegiados de�Alemania estaban
ente dedicados, tan pronto como
la hegemonía napoleónica fue deja
tos e irracionales del a11cim régime.da de 1aJo, a restaurar todos los privilegios obsoleEsto puede también arrojar luz re el énf .
estado natal de Württembercr la monsob
,a mten
. as�s de Hegel en la monarquía. En su
ar
to establecer una constitución liberal
después de la Restauración ; se enco ��
dominaban a los viejos Es�ados. Ést� � :�':!amente op��sta a los intereses que
e
ento ?r�piciO de uno de aquellos
ocasionales escritos políticos de Hecrelp::a
q
:
:�;
.
nue
s
�pnncipal evidencia de su evolu
ción política. Su comentario sobre l�s
�:
gs
o
t
e Estate Assemb�y que aparecie
ron_en 1 8 1 7, muestra que estaba fuertemente
par
:e
del
rey contra el mtento reaccio
nano de regresar a las prácticas de �uart
o d� siglo antes . Lo meramente pos
debe ser dejado de lado y el Estadoun
itivo
.
d
posición adoptada aquí al comentar f:v:r=�� ::. orn1ado hac�a 1� :azón reflexiva. La
está en concordancia en lo esencial con la ep entf la const�tu�Ion del rey Federico
propósito aquí es que esta y similares �� PR. . �ro o que esta v:mculado con nuestro
vencer a Hegel no solamente de que la :ne�cias ��ede� ?�ber contribuido a con
apropiado para lo universal, sino de que el �st?cra�Ica difícilmente era un vehículo
revolución destructiva debe ser la monarqu _P�ncip �s�ento de reforma sin una
ros reyes modernos solidificaron el pode . u�� e mismo modo en que los prime
e caos del enfrentamiento entre los
:�
barones, así los reyes modernos contribum
,anera
a encamar lo raciona! contra los inte
ses de lo meramente positivo.
rePero e� improbable que el modelo de esta
fuera la anstocracia de tiempos de Hecr�1, versión, de la clase universal ma, s anti.gua
más probable que esté fundada en la � que _para el nunca fue de mucha utilidad. Es
años de 1800 es semejante a la clase c�ud::uti�a. El Es o abso�uto de los primeros
también la clase de los guerreros. Aquellos an� � la repu ca an�gua en tanto que es
bién aquellos que van a la guerra por el Esta�ue � an�o o por la VIda pública son tame qu� l�onarq�a � juegue
nin� papel en estas pzfu;eras variantes del ��tadhe
o
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eli
"'
_ano � ece la s�?tud con
la política antigua. Tenemos un retrato de una
.
re
'bli
do el principio de especialización articulada :: , � �stocratica, _que ha mcorpora
a
ves
e e o asllildll o la subjetividad
universal. En SdS hay incluso una es
J e_Eoro (ep orate),ha una
�
clase de sacerdotes
ancianos por encima de los Estados ecie
constitución. El giro de esto al sistemaed:sPR encarga os _de n;antener la pureza de la
r;presentaría asi una mayor madurez y
organización de la creencia de Hegel en q
por mucho que él compartiese la inmensa �� e�os re�es� a Casa de nuevo, de que
aclün nostál�ca de su generación por la
Sittlichkeit griega, ésta se perdió para siem
.
re
mantenerse fiel a sus avances sobre lo an��� ��? toda razon. L� era moderna podría
��:� traves de una monarquía
representativa puesta en marcha por una cl;,
e
de
b
.
Llegamos ahora al poder legislativo. Debe esta
. . sl tros
r compuesto por un rey, ffilil
una asamblea de estamentos. Con esto
y
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últi
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os
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a
os
uno de los p untos cruciales
del sistema hegeliano El rol de los estament
os
.
canzar e1 fin esenci"al del Estado
hegelia
no, unir a los individuos privado,s en e1 podeseralpub
. ,
, lico
hacer que los primeros se
identifiquen con y participen en este p oder.
·
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ciu
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384
3 85
ncia �o sólo
ón de llevar a los asuntos. públi.cos a la existe
Los estamentos tienen la funci
de libertad
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el
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la
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· 0 también für siclz, esto es, de
.
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los pensa·
que
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1
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co,
a como � uruversal empm
subjetiva formal, la conciencia públi�
301].
§
[PR,
es
son particular
mientos y las opiniones de la mayona
·
el locus en que es cristaliz�da, fuera del
De este modo los estamentos han de ser
sociedad ci�, una ��luntad comun q�e es ��
laberinto de voluntades privadas de la
que la sociedad civil alcanza expres10n políticon aquélla del Estado. Son el lugar en el
.
ca' alcanza una voluntad política común.
es representativas no se encuentra
Así, dice Hegel, la justificación de las institucion
nmente, ya sea qu� la g�nte o �us represen
de ninguna manera donde es puesta comú
o ya sea que esten mas desmteresa�os Y
tantes conozcan su propio mayor interés,
proposiciones son más falsas que CI�r:as
dedicados al bien general. De hecho, estas
servidores civiles. �1 verdadero pr??oslto
cuando comparam-;s a los diputados con los
dad civil en lo -?olítico c�n:�rom�uendola
de los estamentos es incorporar a la socie
la voluntad pnvada y el JUICIO pnvado a l.a
con la voluntad común del Estado. Es llevar
en el to�o � sus fines, y de esta forma U1liT
voluntad política y a la conciencia enfocada .
VIda pubhca del todo, de tal modo que se
la
en
a aquellos que viven en la esfera privada
identifiquen con esta vida y sus actos.
ser
concepto asigna a los estamentos. ha de
Por lo tanto la función específica que el
d uruvers� -el
libe
la
e
tivo
subje
ento
mom
el
�
�
ellos
constatada en el hecho de que en
a esfera llamada «SOCiedad civil» en este libro
juicio privado y la voluntad privada de �
a con el Estado [PR. § 301 E].
10nad
viene a la existencia íntegramente relac
ción de prudencia, sino una antológi-
y para certificar que ésta no es una considera
camente fundada, Hegel agrega:
o en
Idea una vez que la Idea se ha. desa_rrollad
Este momento es una detenninación de la
que
tema
idad
m
neces
una
un resultado de
una totalidad, un momento que emerge como
de esto
a
prueb
La
as.
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e;,.
y
s
no ha de ser confundida con las necesidade
filosófica.
se sigue [.. ] de adoptar una perspectiva
.
dad civil no debe estar en oposición
Pero la voluntad cristalizada a partir de la socie
idea de las instituciones represen
esta
a
con el gobierno. Heael se resiste por completo
en tanto existen para lu�har por lo.s dere
tativas�como princi almente reivindicativas,
que estaba muy ext�ndida en su tieL?po.
chos de la sociedad en contra del Estado, idea
por supu�sto dejan a de ser una �dad
Un Estado en que esta oposición ha surgido,
tad comun con la que todos sus rmem
orgánica, dejaría de tener una vida y una volun
tad soberana gobernante, por W: lado,
bros se identificaran. Se desgajaría en una volun
privadas �ccionadas, <<los mtere
iones
y por el otro, en contra de ella, en reivindicac
las co�orac10ne� » (PR: § 302).
ses particulares de las personas, las sociedades,
partes mdependientes JUega un papel
en
ico
orgán
lo
Esta imagen de disolución de
tant? que pend� d� la �agen del Estado
importante ;n la discusión de Hegel aquí, en
. de la Szttltchkezt, entonces debe
como un organismo. Si el Estado es la realizac10n
entren su identidad. Pero esto no puede
constituir �a vida común en la que todos encu
sus intereses privados y.ven al Esta
por
ocurrir si la gente se identifica principalmente
privados han de reUlsliT � para al
eses
inter
do meramente como el locus donde estos
sociedad funcional. Esta es la
canzar alguna clase de compromiso esencial para una
�
386
clase de sociedad que Hegel expresa como mero agregado -una «muchedumbre>>
(�e�:�e) o un «montón». (Hau(�n) son los t�rminos que Hegel usa (cf. PR, § 302)- y
significa un Estado en disoluc10n. En esta crrcunstancia, el gobierno sólo puede sobre
vi� como un despotismo sobre los individuos, aplastando las voluntades privadas
baJo el yugo de una ley con la que nadie se identifica.
De ahí que la función de los estamentos no pueda ser vista como la de estar en
oposición al gobierno, más bien han de ser un elemento mediador, el medio de un
silogismo hegeliano. Esta función domina la totalidad de la discusión hegeliana sobre
los estamentos.
Esto significa que los estamentos en tanto que instituciones representativas deben
estar basados en su articulación orgánica con la sociedad. Hegel sostiene que esto está
lejos de ser arbitrario, ya que la palabra alemana Stand se refiere tanto a la entidad social
como a su expresión política (tal como se refiere el «estado>>). Pues sólo a través de sus
articulaciones sustanciales puede la gente estar ligada al gobierno. Éstas ya han llevado a
cabo parte del trabajo de ligar a la voluntad individual a lo universal a través de su
pertenencia a un todo más grande. El paso subsiguiente a la expresión política debe
construirse sobre esto. Este mismo principio es el que subyace al importante rol de la
incorporación en la administración pública.
Hegel rechaza así lo que ha devenido un principio absolutamente fundamental
del Estado democrático moderno, el sufragio directo universal. La idea de un sufra
gio directo es que la gente vote como individuos, que no están representados en esta
capacidad como miembros de algún estamento o grupo u otra articulación de la
sociedad. Hegel llama a esto un «punto de vista atomístico y abstracto>> (PR, § 303 E),
y participa de la visión del Estado como una mera masa, un agregado de individuos.
Asumirlo significa abandonar cualquier esperanza de una vida sustantiva común, y
de hecho cualquier esperanza de una voluntad común, ya que la gente, una vez que se
identifica con una mera multitud, es una «masa informe cuyo alboroto y cuya activi
dad solamente pueden ser elementales, irracionales, bárbaros y aterradoreS>> (eine
fonnlose Masse, deren Bewugung und Tun eben damit nur elementarisch, vemunftlos,
wild und fürchterlich wiire, loe. cit.). Incluso si eludimos la agitación y disolución de
la sociedad, la vida política en este modelo deviene abstracta, arrancada de la vida
social que está articulada, lo queramos aceptar o no. La política deviene así algo en lo
que los hombres no pueden reconocerse a sí mismos (loe. cit.). Aquí tenemos una
crítica que retornará de una manera traspuesta en Marx, donde la alienación del
ciudadano de la burguesía es una de las contradicciones de la sociedad capitalista.
Así, los estamentos son articulados en dos casas, una de las cuales representa la
clase propietaria, y la otra la economía burguesa. Esto debe ser relacionado de manera
diferente con lo universal a causa de sus diferentes formas de vida. La clase propietaria
tiene cierta independencia en su propiedad, a un tiempo respecto de la Corona y de los
caprichos de la fortuna. Es «independiente del favor, ya sea del ejecutivo o de la multi
tud» (PR, § 306). Y esto se ajusta de forma peculiar a un rol en la vida pública. (Heael
retiene aquí un vestigio de su perspectiva anterior del tiempo de Jena.) Esta clase po;ee
una vocación especial para la vida pública, y así tiene derecho a ocupar un escaño en la
asamblea a través del nacimiento, y no de la elección (PR, § 307). Sus miembros se
presentan en persona, y no a través de representantes.
La casa superior puede ella misma realizar una función de mediación dentro del
todo de la constitución de los estamentos, que ha de mediar entre la sociedad y el
Estado. Ya que ellos comparten algo con el rey, también deben su propia posición a la
387
. . ento., pero también tienen necesidades y derechos como el resto
cum
na
al
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.
re la casa más baja y la Corona.
, �s no
de la socied' ad . Median ent ba· a está compuesta por representant':' . Pero est
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al que pertenece. y Hegel �ostiene
existe sin organización racwnal:
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,
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ión y la decisión de los
ar debe participar en la deliberac
Sostener que .cada persona sm
los individuos son
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s de 1· mportanCla eren
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que sol o en \rirtud de la pose
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mo [PR, § 308 E].
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opinión públibya a la discusión de Hegel sobre la dos, y que la
y este pnn�Ip10 tambie, n su
lica
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de ciertos límites, deben ser libres. Per l�ca,
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lica.
que se encontrara, a SI, mis.ma en las
púb
ión
opin
la
de
politico en el desarrollo
debates y se forma a SI, rmsmo en lo
E.
«Soberanía del pueblo» en § 279
7. Cf. también la discusión sobre la
388
Hemos considerado los rasgos esenciales de la constitución interna del Estado he
geliano. Podemos ver por qué ha adquirido la reputación de ser reaccionario. No es
simplemente el énfasis en la monarquía; es mucho más que la clave de la fundación del
Estado democrático moderno, pensado como teniendo elecciones de sufragio univer
sal en las que los hombres votan como individuos. Cualquier otra forma de gobierno de
la que estemos persuadidos, debe tanto negar los intereses de aquellos que no están
directamente emancipados, como negar las posibilidades para que la masa de gente se
eduque a sí misma en los derechos y deberes de la ciudadania politica.
La insistencia de Hegel de que los hombres no participen en la arena política direc
tamente, sino a través de sus asociaciones, corporaciones, etc., de una manera más
orgánica, nos golpea como una reminiscencia de nada más que el corporativismo mo
derno, que en los países fascistas ha sido utilizada como una pantalla del poder dicta
torial, y que ciertamente no proveyó de una más significativa participación. Incluso si
el corporativismo no fuera controlado desde arriba, tendemos a pensar; la representa
ción en las instituciones legislativas que emanaron de tales asociaciones dejaría al pue
blo a merced de los grupos elitistas que tienden a controlarlo. La gente ordinaria viviría
bajo la perpetua desarticulación por el bien de las élites. Bajo los ojos de muchos radi
cales, nuestra sociedad actual se asemeja ya muy cercanamente a este estado de cosas.
Estos radicales pudieran incluso perder la esperanza en el gobierno parlamentario,
pero más bien giran hacia la democracia directa, y se colocan incluso más allá de
aceptar alguna clase de solución corporativa.
Sin embargo debemos resistirnos a la tendencia natural de entender y juzgar el
trabajo de Hegel simplemente a partir de la experiencia de nuestra propia época. Yo
me adscribo completamente a la crítica al corporativismo que hemos explicado más
arriba, pero pienso que el trabajo de Hegel debe ser visto bajo otra luz.
Quiero discutir esto más amplia y brevemente. Pero antes completemos la visión de
Hegel del Estado observando sus relaciones externas. Aquí, por supuesto, tenemos otra
fuente de la profunda desaprobación con que muchos modernos lo miran. En la si
guiente sección (PR, §§ 32 1-329) rechaza los dos objetivos básicos del liberalismo en la
esfera internacional, que han sido defendidos ya hábilmente por Kant, la paz sobre
bases permanentes entre las naciones y la federación mundial de los Estados.
La razón de su rechazo de esta última está ya implícita en lo precedente. El Estado
debe ser el locus de una \>ida más alta con la que los hombres se identifican. Pero los
hombres no pueden extender su identificación tan ampliamente como para que se
incluya a cualquiera. El Estado debe ser el objeto de un poderoso sentimiento de iden
tificación, de patriotismo, que Hegel llama sittliche Gesimzung. Pero no puede ser esti
rado a voluntad para cubrir a toda la raza humana. Debe, por el contrario, reposar en
el «sentimiento de sí mismo» (Selbstge{ühl) de un pueblo (PR, § 322 E). En otras pala
bras, para Hegel el proyecto de una entidad politica internacional tiene sentido bajo el
supuesto liberal de que el Estado es sólo un instrumento externo para el bienestar de
los individuos, o para ulteriores fines morales (Moralitiit). Desde este punto de vista un
Estado mundial es una forma superior. Aquí encontramos a Kant argilllel ntando a
favor de esto. Pero una vez que uno comprende que el Estado es el locus de una vida
pública orgánica que es el centro de nuestra identidad, entonces vemos que lo que debe
permanecer es la relación de un indi,>i.duo contra los otros.
Pero su individualidad en contra de otros, su relación negativa hacia otros en ténni
nos hegelianos, está ligada a su <<relación negativa consigo mismo», esto es, a su poder
como un individuo que consolida todas sus partes en un todo e incluso las sacrifica por
389
el bien del todo. Esta relación adquiere su realidad en la guerra, donde efectivamente el
Estado hace un llamamiento al pueblo para mantener su unidad sustancial « a riesgo y
en sacrificio de la propiedad y de la vida» (véase PR, § 209).
La guerra es así, para Hegel, en un sentido elocuente, el momento de la verdad, ya
que es el momento en que la verdadera relación entre el Estado y la sociedad aparece
en escena. En tiempos de paz el Estado tiene como uno de sus propósitos primarios
mantener y proteger la propiedad y otros intereses privados de sus miembros. Y esto es
lo que lleva al punto de vista erróneo que sostiene que la sociedad política simplemente
existe para asegurar la vida individual y la propiedad (es decir, Locke). Pero de hecho el
Estado es la personificación de lo sustancial, de hecho es la comunidad en la que los
hombres alcanzan su identidad como portadores de la voluntad racional. Entonces él
es el fin. Y ya que su desarrollo es el objetivo de la historia, y la sociedad civil es una de
sus partes componentes, debemos pensar el Estado como articulándose a sí mismo en
familias, sociedades civiles, esferas de derecho, etc., en lugar de pensar a éstas como
constituyendo al Estado.
Ahora bien, este orden real de dignidad y propósito solamente aparece en escena
cuando el Estado está en peligro, y entonces muestra su más alta finalidad requisando
las propiedades y convocando a sus ciudadanos a arriesgar sus vidas y morir por él.
Pero en lo que incumbe a una reflexión sobre el momento esencial del Estado, de
acuerdo con los principios ontológicos de Hegel, la guerra tiene necesariamente que
ocurrir. Cualquier cosa que refleje un momento esencial del concepto debe alcanzar
una existencia externa. Por tanto, aunque pueda parecer como si las guerras fueran
puramente eventos contingentes, y frecuentemente lo son en sus detalles, la guerra en
sí misma es necesaria. La guerra no puede ser considerada ni como accidental ni como
el mal absoluto. Su función necesaria es encarnar la primacía de lo universal; y así, sin
ella las personas se estancarían en la ciénaga de los intereses privados. Aquí Hegel se
cita a sí mismo en un trabajo anterior:
La salud ética de los pueblos es preservada en su indiferencia a la estabilidad de las institu
ciones finitas; justo como el soplar de los vientos preserva el mar de la suciedad que tendria
como resultado una calma prolongada, del mismo modo la corrupción de las naciones
sería el producto de una prolongada y abandonada paz «perpetua» [PR, § 324 E].8
Hegel también dice en esta sección que la muerte es el todo de lo finito, de lo particu
lar en cualquier modo. Esto queda demostrado por la naturaleza ordinariamente, pero...
.
[ . .] en la sustancia ética, el Estado, a la naturaleza le es robado este poder, y la necesidad
es elevada al trabajo de la libertad, a ser algo ético. La fugacidad de lo finito deviene un
voluntario fallecer, y la negatividad que descansa en las raíces de lo finito deviene la
individualidad sustantiva propia de la sustancia ética [loe. c it. ] .
La guerra moderna, desde la invención de la pólvora, encuentra particularmente esta
función de la guerra en su más alto grado, pues tenemos aquí una lucha no de las perso
nalidades o inspirada en el odio personal, sino un conflicto general, de propósitos a largo
alcance y con lo impersonal de la distancia (hecho posible por las armas de fuego). Este
aspecto del Estado está también encarnado en un grupo particular; un ejército perma
nente es así una necesidad de la razón y no sólo de la prudencia (PR, § 326). El poder
sobre la guerra y los asuntos internacionales está en manos de la Corona.
8.
390
Citando la
wissenschaftlichw BelzmJdlw1gsarten ;
«paz perpetua»
es una
indirecta
en Kant.
En la siguiente sección (PR, §§ 330
.
.
-339) sobre la le m
nuevo sobre el punto de que cualquie
�rnacwn�, Hegel vuelve de
r Est�do mundi o Iga
de nacwnes es una qui
mera. Existen normas y una ley inte
_ s deb
rnacional, ero esta
en
permanecer puramen�
te Sallen ; no pueden ser parte de una
Vl"d a comun sustancial que
1
s auto-preserva.9
De aquí se sigue (PR, §§ 341_350) un
.
�
.
repaso de a hist
ona mundial, que entre líneas
ya hemos visto.
� �
3
¿Cómo podemos resumir el propósito
.
Y la visión política
de Heg l? Debe estar claro
que las etiquetas ordinarias usualm
ente �tili zadas la oscurecen ma�
.
s que la elan. fican.
Hegel ha SIdo llamado conservado
r Y también liberal Io � a olo .
ción del Estado prusiano, y un prot
� �st� �e la Restaura
o:totalitario ue sacn. ficana
al mdiVIduo en el altar
� .
de un Estado divinizado . Las últim
as d s d s
wnes
esvían del objetivo, pero
las dos primeras no sólo s on incor
rect
so
ament
ente engañosas debido a
los elementos de verdad que contiene
n. '
No es erróneo llamar a Hegel un libe
.
ral debido al l
entra_J que dio
a los p�ci
pios de 1 789. Primero, que el Estad
o debe estar fundad
a razon, no en la tradicwn.
Hegel ataca consistentemente a los
verdaderos conservadores de su
,
. .
tiempo' que quenan mantener las VIeJ
.
as constituciones y auton. dades
«po
sitiv
as»
sólo
por su venerable
fundación, si bien prescrita. Ataca
a aquellos que defi. enden el pod
er
patriareal de los
monarcas, o su derecho divino a
crobern Segundo, el Estado mode
rno debe ser construido alrededor del individuo ra�iona
.
l
b
ebe re p tar su li_be
rtad de conciencia,
su libertad de elegir profesión, la segu
�
rj ad
ropie d Y la hbertad de la emp
económica. Debe permitir la divulcr
resa
.�
;ción de a ormacion
y la constitución de la opinión pública. Debe estar fundado
;n el mandato de la ley.
.
. , necesitem
0wza
. .
os recordar hoy que éstos no er
pnncipi. Os del <<De
o» en la
Restauración europea después de
1 8 1 5 ' que era dom�mada por la Santa Alirech
anza, a des
pecho de lo «conservadores» que
.
pudieran sonar en la democrac .
ia occidental de los
años setenta.
Pero Hegel se separa decisivamente
del liberal·I m ya que cree que
estos principios
son de hecho de forma radical desa
�
str
e e ma cuados como fundam
�
ento del
Estado. La etÍqueta de «liberal ;, es
con
ecuenc1a muy amplia y poco pr ·
.
eCisa,
ero
eXIs
te
una
tradi"ción central que ha considerado
.
.
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.
la lib
d di l
li
s
y
ili ad
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e
e
s
dad política. Muchos
pensadores que queremos llamar liber
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.
al h
"d que rmtig : la aplicación de
u otro de estos principios: Locke no
uno
a
pen e
as desposeida
s como portadoras
del derecho a voto, y J. S . Mili pen
so, que muehos pueblos no esta
ban listos para un
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9. Esta referencia al Sallen aquí es una
de las consideracIo
. n s sobre las que E Weil
perspectiva de que Recre! anhe
fundamenta su
.
.
laba una etapa supeno
"'
r de ¡a lústoria' una etapa
,
en ¡a que un Estado
mundial sena posible. Cf Heae
.
"' [ et l'Etat' París' 1 9::0
�
:J-79 pero esto no es muy
' 7_
P¡aus¡"ble, en parte por
¡as razones mencionadas arrib
a, pero también debido al
ento del § 322, a saber; acer
Estado, como locus de identificac
ca de que el
.
ión
no
'
pued
e ser sustituído por ale:una
,
.
unión mas
grande.
1 0. Citado por Z. Pelczynski, que coloc
a a Hegel en la " derecha»
"' liberal
Hegel's Politica/ Philosophy, Nueva York
. Cf. W. Kaufrnann (ed.),
, 1 970, 85.
�
·
�
391
os como li
ores que tradicionalmente clasificam supuesto,
sad
pen
o
per
;
tivo
nta
rese
rep
, por
gobierno
otro principio básico. (A menos que
berales no reconocieron ningún como un principio independiente de la libertad y la
pensemos en el gobierno de la ley arriba mencionada debería ser una cuaternidad.)
igualdad; en cuyo caso la trinidad ición liberal consiste en que estos valores eran la base
debía orde
La creencia subyacente a la trad
Esto es, una sociedad que los encamara
suficiente para un� sociedad viable. ros . Se creía que los hombres estarían satisfechos
nar la fiel cooperación de sus miemb o que los hombres ilustrados verían la utilidad de
con la justicia inherente a tal arreglo; reglas; o que los hombres se identificaría n con una
rían con sus
tal sociedad y que así juga
mismos.
es y soberanos y considerados por sí la tradición liberal al
libr
sociedad en que serían
de
ta
ues
resp
la
s,
otra
Pero ya sea por estas razones o porsido siempre apelar a una ulterior aplicación
d ha
desafecto y el quiebre en la socieda
libertad, o la
esto sobre la base de que una mayor lidad de go
exhaustiva de los tres principios; y
abi
ons
resp
a
plet
riores, o una más com
abolición de las desigualdades ulte
erar la alienación o la división.
sup
a
par
te, en la
bierno, debe ser suficiente
tra, podemos decir más enfáticamen
En este sentido, Hegel no se encuen estos tres principios únicamente, es una en
ada en
tradición liberal. Una sociedad bas
modo de vida
erior libres como individuos, con un
sup
do
gra
en
son
s
bre
la que los hom
des de estos
nta
volu
las
el gobierno responde a
homogéneo, indiferenciado, y donde más bien, es justo el tipo de sociedad que merece
,
individuos indiferenciados. Pero éste nge) o un «montón» (Haufen , PR, §§ 279 y 303).
(Me
»
bre
e en las
ser llamada una «muchedum
de sociedad se hunde profundament
El rechazo de Hegel de este modelo tivos subyacentes a su pensamient o. El ideal
mo
bases de su posición filosófica y en los la sociedad, bellamente encamado por los grie
con
bre
hom
del
va
resi
onder a las
de la unidad exp
delo atomista. Si el Estado ha de resp
gos, es radicalmente negado por el mo entes e iguales, entonces no es nada más que un
voluntades de los individuos independiser el locus de una vida más grande. No hay lugar
instrumento en sus manos. No puede nto que examinamos en el anterior capítulo. Si
para la Sittlichkeit. Regresamos al asu tral, entonces el Estado es reducido al estatus
cen
simplemente la voluntad humana es proceso de vida más grande del cual los indiviun
ser
de
pue
No
a.
de una herramient
dad del
duos son miembros.
ve imposibilitado de retomar a la uni
Pero sin esto, no sólo el hombre se Estado viable. Sin su necesaria articulación
do
ece estar
Geist, no podrá haber de ningún mo
como Estado (PR , § 279 ). Hegel par . sola
nta
bra
que
se
»
mo
(Gegliedenmg) un pueblo
u de un pueblo «disolviéndose a sí mis una parte
a
pidiendo prestada la idea de Roussea
er
a Rousseau es la promesa de obedec
mente que por la razón opuesta: par to político. Uno puede decir que para él la crea
del todo lo que así destruye el ligamenmortal político, mientras que para Hegel es su
ción de la articulación es el pecado
meramente
. La idea de esta destrucción no es
ado
Est
al
e
ruy
dest
que
lo
n
lició
nos . Queda
abo
o debe perder la lealtad de sus ciudada
metafórica. Un Estado así atomizad de consenso, o también por la jugarreta de la
a
paralizado en la inacción por la falt
es.
ion
facc
las
de
ria
cipios de
voluntad arbitra
spectiva liberal usual sobre los prin
Hegel, pues, no puede aceptar la per ular (si se me permite corregir la trinidad
ia pop
1 789 , libertad , igualdad y soberan
tar que sólo
itos de esta discusión); no puede acep te a ellos,
pós
pro
los
de
r
favo
en
ria
ona
luci
revo
barrer con todo lo demás que esté fren
necesiten ser aplicados íntegramente, onal y viable, la cumbre de la perfección polí
en función de alcanzar una sociedad raci entación total de estos principios en nombre
lem
tica. Por el contrario, combate la imp
de lo que parece un principio conservador totalmente desrrgado: que la sociedad debe
.
tener una estructura articulada que r·nvolucra distmtas
relac·lO��s de di"lerentes <<esta'
.
mentos» con el poder político, lo cual en última ins cr. � e� JUS
�l�cado como un reflejo
.
del orden cósmico. Pero las teorías pre-modemas t bren JUStifican la estructura de la
sociedad por su referencia al orden de las cosas, esto es, que el rey era a la sociedad
como Dios es al mundo ' o que la socr"edad era un cuerpo del eual e rey era a cabeza.
. .
Asr,, en nombre de lo que suena a un princrp
r? p e- demo, Heg�l restringe severa
- económica no
mente la aplicación de la trinidad revolucionana. a ert�� de accwn
ha de ir más allá de ciertos límites puestos por � Estado VIgilante, y además ha de ser
.
continuado dentro de los confines de eorporacrones. No puede adrnit"rrse que a Igual
.
e
.
.
.
dad se convrerta en homogeneización Y roro a on l�s distmcwnes entre estamentos y
sus derechos, obligacione� v forma de.vida. or encrma de todo, a los hombres no les
.
.
está permitido participar e� la formacwn
, de una voluntad e , so'1o como mdivi
duo�, expresando sus elecciones personales a través del vot . e en tomar parte, a
.,
traves de su rol, en un estamento dado o en la orporacwn
a la que pertenecen. A
.
fmtiori esta voluntad común no podr'a ser s mp emente la emanación de elecciones
�
.
individuales, sino de deliberaciones que refleJen la estructura org,aruca
d�1 Estad o.
.
No es de sorprender, pues, que Hegel haya sido frecuentemente clasificado
como
conservador. Pero esto es tan poco ilu --; ador como llamarlo liberal, ya que de hecho él
mm
no sostiene ninguna de las teon'as pr
· , _ de un orden de
e-modemas con su presun�ron
, basadas en la
cosas que está simplemente dado, ni ace ta estruct::ras de �ubordmacwn
tradición o la prescripción. La única
entacron que el acepta es la razón misma.
La hazaña hegeliana consiste en que so rene que se puede deducir de la razón y la
libertad una nueva articulación de tal mo o que esto se pueda defender como un verda· diVI· ¿uos
dero cumplimiento de estas �piraciones centrales de 1 789. El Estado de m
.
.
· · ' un monstruo
, e . smo
atorrnzados -Y homoaéneos
no es su fruic·ron
, 1o21ca
una desVIacwn,
e
producido por un desarrollo impedido
u de �ech la aspiración a la razón y la
libertad viene a ser satisfecha en tant;
e SUJeto umano como vehículo de un
espíritu más !rrande L0
l h mo e zación, 0 de la libertad sin lími
n
tes, o de la de�ocra�ia
rs ;
a o todos en llevar a cabo el caro
_ �ados con el sujeto
bio del centro de gravedad de s� pensami
anecen obsesro
�
e rar unas ?w:es VIables pa:a el Esta
finito y su independencia, y son incapace
do. De este modo, Hegel no se ve a sí mismo im idien�o � �tando la realización de
los principios de 1 789 en nombre de algun
, ex
o pnnclpl? del orden. Ve al Estado
articulado como su verdad' y de hecho so'lo a e'l como su realización viable.
. .
Esta ongmal
posición es el fundamento de as OJ?�· ones de Hegel sobre los Estados y la política de sus días · La extendida reputacwn de Heeae como conservador,
.
mcluso como reaccionario se ha basado�n su s puesta aprobación de Prusia como la
más completa realización del Estado mo
u to � vista está bas�do en una
·
ignorancia histórica lamentable. De hech
Es o ege !ano como esta retratado
en PR no existe en ninrun
- alado en el capitulo
,
e lugar
� de farma comp1eta' como he se_n
.
antenor. La nueva etapa existía aún solamente e
de meamrento _general, y tenía
todavía que ser construida. La Prusia conterop nea (de 1 82 1 ) eVIdentemente no
p
cumplía con la expectativa· · eJ· ., no hab'1a una asamblea de estados para todo el reino,
_
sino sólo para las provincias individuales . os debat:s _en estas
no eran públicos; los
_
:
·
juicios
a
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un jurado no estaban estable CI dos, una n21
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de una libre opinión pública· la
I,
lan� era mucho �ás ilimit�da
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que la monarquía constitucional �etr
· mgun contemporaneo pudiera
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393
392
haberse equivocado en advertir discrepancias de esta magnitud. Sólo comentadores
posteliores que olvidaron o no estaban interesados en la histolia del periodo pudieron
apoyar esta fábula.
Pero una vez que hemos olillado el mito de Hegel como un apóstol del «prusianis
mo>>, tenemos que comprender el sentido en que vio a Prusia como una vanguardia.
Al menos éste fue el caso después de la Restauración, cuando superó su admiración
por la labor de Napoleón, y una vez más comenzó a creer (si es que alguna vez dejó de
creer) que el Estado debe ser el marco soberano de la vida espmtual; o al menos co
menzó de nuevo a creer que tal Estado podía ser construido en Alemania (pero no un
Estado pan-germánico; éste no era de ningún modo una meta hegeliana).
Ahora bien, esto nos parece grotesco porque creemos en la tlinidad liberal que
pensamos como propia de un buen Estado, en tanto está basado en instituciones re
presentativas con sufragio universal. Desde este punto de \ista, trasladándonos a la
década de 1820 y plimeros años treinta, damos demasiada importancia de entre los
Estados europeos a Francia después de 1 830, y a Inglaterra particularmente después
de 1 832. Hegel murió antes de 1 832 (en 1 83 1), pero leyó y esclibió un artículo sobre la
Ley de Reforma, y sus criticas parecen apartarse del punto de vista de un moderno, e
incluso sede muy reacio. No parece importarle que la Reforma ampliaria el derecho a
voto, sino más bien que terminaria con el abuso dado según el rol público, el del dipu
tado, que debía existir como donación a personas plivadas casi como si fuera su pro
piedad. Pero tiene poca confianza en que esto guíe hacia estas otras reformas, ya que
Inglaterra le parece estar apresurando el plincipio de la sociedad civil hacia el desastre.
Pero este poner a Prusia por delante de Inglaterra y Francia es muy instructivo, ya
que estas dos naciones occidentales representaban dos de las grandes fuerzas disrupti
vas que Hegel vio que ponían en peligro el despliegue del Estado moderno. La plimera
fue una clase de acción de la turba inspirada y controlada por las élites revolucionadas
de la cual los jacobinos proveyeron el paradigma ejemplar. La segunda fue la fuerza del
interés plivado, inherente en la sociedad civil, que siempre amenazó con sobrepasar
sus límites y disolver los ligamentos del Estado. Ambas fueron peligros implícitos en el
plincipio moderno de la individualidad libre, pero cmrespondientes a diferentes eta
pas filosóficas. La plimera fue en cierto sentido Rousseau propiciando el alboroto, la
segunda fue el utilitalismo sin control (Bentham hecho una fiera). 1 1
Francia estuvo peculiarmente abierta al plimer peligro, e n gran medida debido a su
histolia religiosa. Como vimos en el capítulo antelior, la etapa moderna se desarrolla en
alguna medida a pa..'iir de la reforma protestante. Esta representa una importante etapa
en la intemacionalización de las relaciones del hombre en lo universal, que ya no está
mediado por una jerarquía externa y formas burdas y sensuales, de ahí que en países
católicos no haya una constitución estable basada en una profunda identificación del
pueblo con el Estado. La Iglesia es muy poderosa y se interpone en el camino. No admi
tirá que la unidad entre lo particular y lo universal reflejado en la teología clistiana tiene
el cometido de alcanzar su real existencia externa, histólica, en el Estado. Por tanto, en
estos países siempre hay división; el Estado no puede hacerse de lealtad universal, la
«convicción ética>> (sittliche Gesinnung) que sí es posible en los países protestantes.
Ahora, esta incapacidad afecta a Francia, que es así descalificada para el liderazgo
en el desarrollo del Estado moderno. Debido a su falta de «convicción ética>>, y la fuer1 1 . Por supuesto, estos peligros no estaban enteramente separados . La soc:iedad civil fuera de
control pudo haber engendrado la violencia de la muchedumbre y la revolución, al generar un pro
letariado empobrec-ido .
za de ideas nemigas de la
Sittlichkeit, Francia fue pres de
�
.
.
.
la VIOlencia
cambios radicales e inesta
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, llevando a
bilidad. Como
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nCia natural del rechazo
co del Estado liberal, uno enc
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católi
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res, fundada en última instan
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cia en el nnci
o ue Hegel combate, q
y expresa las voluntades de
ue el Estado une
los indivi u . os e ord
enes de 1 830 no influye
nada para cambiar la opinió
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ron en
n de Heg 1 so r Fr cia
� c:n . y el electorado engrand
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régimen de julio naturalme
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un progreso.
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descontrolado en él' ha asu
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c·Iones pu'blicas. El inglés
libertad con derechos particu
.
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so, 1o :m caos de negociación
de derechos privado · y lo
que es peor; el asunto par
:
mediable, pues la única fue
ece ir-re
rza que pudiera remediar
esto sen' una monarqm,
como aquellos antiguos rey
a más fuerte,
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es medievales ue fo
traves de los derec os de lo
ver;;al a aquellos barones indó
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ciles. Pero el glés
tado de forma crucial su mo
qma, carente de poder ant
nare el parlamento, que es
.
.
pnvados. Por tanto' se enc
, 1a cabina de roando de 1os mtereses
uentra s·m esperanza Est
a
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que �xpresa en su último trab
�1 peslffil
· smo de Hegel,
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Ref rma mglesa.
Sm embargo, uno está ten
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tado a pre�tar. c:por
que Hegel no ve hacia
estaba destinada de hecho
dónde
la fuerza ue ll vo e os
:: int�reses a su cauce? Estoy hab
do de la mayoria popular.
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De hecho ege pr , el
pehgro de la acción revolu
si el inglés no solu¿ionaba
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cionaria
sus problemas rapi am
ente de � modo adecua
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en
to castigo e a enaza a
una sociedad civil con sal
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de control en la forma de
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un proletari
el espectro ue pe siguió
en 1 848 . y de hecho, la
a Europa
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revolución ser
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de cualqmer sociedad que
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deshaga a tiem
.
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Pero para Hegel' la revolucio'n
?'_ meramente «positivos >> .
no era Ulla solucion para
e Estad0 modemo; era sim
mente otra forma de enferm
pleedad· por 1as razones del .
ineadas m , am·ba, Hegel
ba, tanto en lo que toca a la
desconfia�
expeliencia como en 1a teo ,
na. l ffilsmo del poder pop
cambio a través de la fuerza
ular; el
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de la masa ue d
'
c. n o de la presión popular.
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luc�a era incompatible con
Tal
el alcance de a
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Pudiera ser justificada solame
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l.
nte si la s I·eda necesitar
. a otra
revolución para completar
el trabajo de la razón, y Heg
el no lo cre
Por lo tanto, el vehículo por
.,
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el que la constitu
. al pod
n raclün
de manera óptima Y hecha
ría ser introducida
realidad t ,
a
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erosa monarquía moderni
zadora Ha de adntitirse que
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el rey
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u ho ue desear a este
Despues de asumir que ten
respecto.
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ía que garantizar un e
ns Itu Ion después de la
desdijo de su promesa y
guerra, se
no le gustaba ser aperc·Ib·I
.
o e e o por sus súbditos.
Cipe, el futuro Federico Guil
El prín
.
lermo IV fu n fran o
eac�lünario. Sin embargo
tenía esperanzas para el futu
Hegel
ro basad� e
eliroa
sacudida y arrastrada hacia
� os tiempos. Alemania había sido
la reforma o la co qms
ta napoleóníca. Ésta se nut
sociedades fundadas en la
rió de
ley,' en la q e os pn.ncir:pio
. s de
�
la ilustración racional hab
llegado -va a algun
' lugar y parec'Ian rr ca
ían
da vez más 1e]o
,
· s. 'T'
J.erua
protestante y por tanto pod
una cultura política
.
ria
alcanzar una constituc· '
·
on raclün
· al' a diferencia de los
Ignorantes pueblos de la Eur
opa latina est ba l . s
e la descomposición de Ing
rra. Se �dheria al plinci
late
pio monárqtú�
l s
arcas cons rvaban algo
real, a diferencia de Inglate
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rra, e incluso l sociedad
es eran sociedades legales.
monarquía obligada por la
En una
ley,' pero que conservaba
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, rey reformador persom.
no so, 1o res?ecto
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396
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más profunda que sus contemporáneos, ya que no sólo tuvo una profunda compren
sión de los dos grandes grupos de ideas e imágenes que han configurado alternativa
mente el impulso hacia la libertad y la igualdad, esto es, el utilitarismo y la aspiración
a la libertad absoluta; no sólo comprendió la dinámica interna de ello como ideas.
También vio la dinámica de la «Sociedad civil>> moderna. Vio, así, cómo la economía
industrial basada en la división del trabajo y el intercambio tendió a prolongarse a sí
misma sin fin, y en el proceso a valm� a los hombres fuera de la lealtad a cualquier
grupo, a acelerar su movilidad individual en tanto que al mismo tiempo intensificaba su
recíproca dependencia en un sistema vasto e impersonal. En otras palabras, la economía
moderna, abandonada a sí misma, sería una poderosa maquinaria del individualismo y
la homogeneización. La economía burguesa generaría de hecho diferencias, y extremas,
de riqueza y pobreza. Pero éstas existirían sin base, a diferencia de los estamentos de la
sociedad tradicional (o hegeliana), y serian abandonadas sin oportunidad a las variacio
nes de la fortuna, que terminarian en cada categoría, y durante mucho tiempo.
Hegel ve así el impulso hacia la homogeneidad moderna no sólo como residiendo en
ciertas ideas, sino como inherente a ciertas instituciones y modos de vida comunes. De
hecho, entiende como muy pocos pensadores sociales cómo las ideas están entretejidas
en las prácticas y las instituciones, cómo las primeras están esencialmente comprometi
das en la identificación de las segundas, y cómo las segundas a su vez expresan y por
tanto definen sus ideas constitutivas. Éste es el conjunto de conexiones implícito en la
noción hegeliana de las instituciones como un «espíritu objetivo>>, como vimos en el
capítulo XIV La economía burguesa puede ser vista como un individualismo moderno,
en su variante utilitarista, e:\-presada en un modo de vida y un conjunto de prácticas. Sus
excesos engendran alienación, una masa sin identificación con su sociedad, y por tanto
lista para una revolución. Esto a su vez debe ser fortalecido por la aspiración a la libertad
absoluta, que representa el intento de los modernos de llenar el hueco dejado por el
individualismo moderno, y recuperar una sociedad que sea expresión de ellos mismos.
Hegel entendió esta entera dinámica bien, asombrosamente bien. Falló al predecirla
porque confiaba en que seiia revisada y subsumida en el orden racional del Estado
moderno fundado en la Idea.
Pero debido a que las cosas no resultaron de ese modo, la historia intelectual ha
sido inesquivablemente injusta con Hegel. Debido a su visión del orden, que no es ni
tradicional (basado en una autoridad «positiva>>) ni algo que reconozcamos como «mo
dernO>> (fundado en la trinidad liberal, o el nacionalismo, o una ideología de moviliza
ción), ha sido perdido de vista por completo naturalmente. Es entonces asimilado a
una u otra de las categorías mencionadas más aniba con las que la gente tiene familia
ridad fácilmente.
Éste es el origen de la reputación «prusiana>> de Hegel. Prusia transcurrió por un
buen número de fases en el siglo XIX. Bajo el liderazgo reaccionario del rey Federico
Guillermo IV, se mantuvo a un lado del nacionalismo liberal de 1 848. Después, bajo
Bismar·ck, tomó la iniciativa de unir a Alemania. Esta Alemania Hohenzollem, de la
cual el rev de Prusia era emperador, fue una peculiar mezcla de lealtades tradicionales
y práctic�s liberales, tomadas en conjunto por el poderoso fijador del nacionalismo.
Como el contenido actual de la visión de Hegel se fue perdiendo de vista progresiva
mente, con la ideología de tradicionalismo o de modernización dominantes en la esce
na, lo que vino a ser recordado de él fue: a) que pensó que Pmsia estaba por el buen
camino, y b) que creyó que el Estado era de algún modo divino y merecedor de la
lealtad individual más alta en el mundo. Se olvidó lo que pensó Hegel acerca del curso
397
, .
. debla
tomar en la década de 1 820, y sobre todo, lo que él entendía por
que Prusia
"' y enemigos, le atribuyen haber
· ·¿ ad y por Estado. De este modo, ambos ' amioos
diVlill
.
,
preparado el terreno ulterior para la actual creencia de que hay que dar 1a maxlm
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meramente positivo y lo sub-raclünal deba atribuirse a Hegel, el filósofo de un orden
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,
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tomando en cuenta que las fuerzas del individualismo y la homogeneización han eJ�r
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el nacimiento de la posición social, sino incluso
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referida a la diferencia entre los sexos. �a no
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cambmbles; o, puesto en fonr:
. . de igualdad contemporáneo refleja su
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das. Este énfasis sobre la elecc10n
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. ,
.
14
. . on una no lO, radical de libertad, tomada como auto-creaclün.
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· e, pensó como imposible? La respuesta es, de hecho, un gran ema, ya �ue
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aunque no lo previó, sí comprendió mucho de su clin,annca,
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13. El ?roces� de endil
" .
"
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la Alemama de Blsmarck. La �nfluyente biocrafía
"
probablemente su punto de ongen. Pero Haym 1'dentifico, a He<>el
"' con la Prusia de 1 848, cuyo gober_
nante carecía de simpatía en todo lo que pro�oma.
14. De ahí que las demandas contemporaneas por 1a lgu
. aldad sean hechas en el lenguaje de la
libertad, p. ej., «la liberación de las mujeres>>.
'
De hecho la sociedad de individu
os libres intercambiables es la
«muchedumbre»
hegeliana. Él no consideró tal soci
edad como viable, esto es, no
podría convocar la
lealtad, el mínimo de disciplina y acep
tación de sus normas básicas, no
podría generar
el acuerdo sobre los fundamentos nece
sarios para continuar. En esto no
estaba total
mente equivocado, pues de hecho
la cooperación leal que las sociedad
es
mod
ernas han
sido capaces de convocar en sus mie
mbros no ha sido una función
prin
cipa
lme
nte de
la libertad, la igualdad y la normarlv
idad popular que han incorporado
. Ha sido una
creencia subyacente a la tradició
n liberal el considerar que era sufi
ciente satisfacer
estos principios para ganar la lealtad
de los hombres . Pero de hecho,
donde no han ido
«costeando, por las lealtades trad
icionales, las sociedades liberale
s modernas, como
toda otra, han dependido de otra
s fuerzas para mantenerlos unidos.
Lo más importante de esto es, por
supuesto, el nacionalismo. En segu
ndo lugar, las
ideologías de movilización han juga
do un rol importante en algunas
sociedades, enfo
cando la atención de los hombres
en las lealtades por el futuro sin
precedentes, la
construcción del cual es la justifica
ción de todas las estructuras pres
ente
s (especial
mente esa institución ubicua, el part
ido).
Pero en tercer lugar, las sociedades
liberales han tenido su propia «mi
tología>> , en
el sentido de una concepción de
la vida y los propósitos humano
s
que
es
expresada
en y legitimada por sus estructu
ras y prácticas. En oposición al
extendido mito libe
ral, no ha descansado sobre los «bie
nes» que pudiera repartir, sean
éstos la libertad,
la igualdad o la prosperidad, par
a mantener la lealtad de sus mie
mbros. La creencia
de que esto es lo que iba a ocurrir
es lo que subyace a la noción del
«fin de las ideolo
gías » , que estuvo de moda a finales
de los años cincuenta.
Pero de hecho lo que parece el fin de
la ideología fue solamente un peq
ueño período
de falta de crítica del campo de
una ideología central del liberalism
o. Una vez que
estuvo de nuevo bajo ataque, sus
lineamientos se pusieron en evid
encia una vez más.
Un importante soporte del consenso
liberal fue la visión del hombre prim
ariamente
como un productor, esto es, comprom
etido en modelar el material en brut
o
de
la natu
raleza y el medio ambiente para
sus necesidades. La variante liber
al
de
esto
(en
contra
de la marxista) ve al hombre ante
s que nada como un agente indi
vidu
al
prod
ucti
vo .
Tiene que establecer cooperación
con otros en la división del trabajo,
pero esta coope
ración ha de ser pensada como cons
tantemente sujeta a la renegociació
n. La sociedad
de productores fue pensada com
o libre y responsable de sus mie
mbros, ya que sus
relaciones fueron perpetuamente
negociadas. Fue considerada crea
tiva y productiva
debido al campo propicio para la inici
ativa individual.
Algunos estaban listos para adoptar
una imagen cercana a esto, como
una descrip
ción neutral de la sociedad, que puso
de hecho las bases para la inminen
te atrofia de la
ideología. Pero de hecho es tan <<ide
ológica» como cualquier otra, no
debido a la razón
sin importancia de que falla en dar
cuenta de algunos hechos importa
ntes: inequida
des, imperfecciones, explotaciones,
sino realmente debido a que ver las
relaciones so
ciales de este modo, y por tanto inte
ntar rehacerlas bajo este modelo,
presupone cierta
perspectiva del hombre y de los fine
s de la vida que es tan debatible
como cualquier
otra. P. ej., supone que la relación prim
aria del hombre con el mundo es
como produc
tor, que la importancia central de
la naturaleza para él es ser un mat
eria
l
bruto, que los
hombres primariamente definen
sus propósitos como individuos,
con prioridad a y
relativamente independientes resp
ecto de la matriz de negociación, que
el futuro, como
proyecto, debe siempre ser más sign
ificativo para ellos que el pasado
.
398
399
Que el consenso liberal depende, en algunos países al menos, de un complejo de
perspectivas de esta clase, se hace evidente cuando una parte importante de la genera
ción naciente cesa de creer en ellos. El advenimiento de una generación que está per
diendo su .lealtad al objetivo de conquistar la naturaleza y que afirma al hombre a
través del trabajo y la producción, ha precipitado la crisis. Podemos ver ahora cómo el
impotente e inefectivo mero reparto de bienes tiene como objetivo guardar a la socie
dad de la división interna, el punto muerto y el posible resquebrajamiento.
Esta experiencia revela que la sociedad liberal, como cualquier otra, no puede man
tener unidos a sus miembros simplemente por la satisfacción de las necesidades e
intereses. Requiere también de un conjunto de creencias en común, o al menos exten
didas, que una su estructura y las prácticas que sus miembros ven como de última
significación. La visión liberal de una sociedad de productores está muy lejana de las
concepciones de un orden cósmico que la sociedad humana refleje. Pero es similar en
este respecto, en que interpreta las instituciones sociales y las prácticas bajo la luz de
los objetivos importantes de la vida humana, y esta interpretación ayuda a definir
tanto como a justificar estas instituciones. La perspectiva moderna es, a lo sumo, o a lo
poco, una «ideología» tal como las tradicionales.
Pero a este respecto una sociedad liberal funcional no era únicamente un « mon
tón» en el sentido de Hegel, ya que sus miembros fueron delineados en conjunto por
un grupo de significados comunes, expresados en sus instituciones comunes. Una
sociedad liberal que es un asunto corriente tiene una Sittlichkeit propia, aunque pa
radójicamente ésta está basada en una visión de las cosas que niega la necesidad de la
Sittlichkeit y representa el ideal de la sociedad como creada y sostenida por la volun
tad de sus miembros. Las sociedades liberales, en otras palabras, son afortunadas
cuando no viven, en este respecto, para sus propias especificaciones.
En lo que atañe a estos significados falla, por tanto las bases de una sociedad liberal
están en peligro. Y esto verdaderamente parece una posibilidad clara hoy. El problema
de recuperar la Sittlichkeit, de reformar un conjunto de instituciones y prácticas con
que los hombres se puedan identificar, se encuentra entre nosotros agudamente en la
apatía y la alienación de la sociedad moderna. P. ej. , las instituciones centrales de go
bierno representativo están amenazadas en tal sentido creciente que el voto de los
individuos no tiene significación.
Pero entonces no debe sorprendernos encontrar este fenómeno de indiferencia elec
toral referido en PR.15 Porque de hecho el problema de la alienación y la recuperación
de la Sittlichkeit es central en la teoria de Hegel y cualquier momento en que aparezca
en la agenda es propicio para que sea considerado relevante en el pensamiento de
Hegel. No es que las soluciones en particular de Hegel sean de interés hoy, sino más
bien que su comprensión de las relaciones del hombre con la sociedad -de identidad
y alienación, de diferenciación y comunidades parciales-16 y su evolución a través de
la historia, nos dan una parte importante del lenguaje que necesitamos urgentemente
para afrontar este problema en nuestro tiempo.
Que Hegel no previó el desarrollo de la sociedad moderna no viene al caso. 17 Lo que
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importa es que tuvo una intuición de uno de sus problemas perennes y recurrentes,
1 5 . Hegel remarca (§ 3 1 1 ) que esto es especialmente evidente en los Estados grandes, «ya que la
emisión de un solo voto no tiene significación donde hay una multitud de electores».
1 6. Cf. la discusión en el capítulo previo.
17. El trabajo de Hegel. por supuesto, no contiene casi pronósticos, ya que la predicción es una
actividad cerrada ·a la filosofía. Estoy hablando, sin embargo, de su identificación de los rasgos
emergentes del período mod
erno' en los eu ales e'l estu
vo enormemente equivoc
crito más arriba.
ado en el modo des-
400
40 1
PARTE V
ESPÍRITU ABSOLUTO
CAPÍTULO XVII
ARTE
1
El Estado es la más alta realización de la comunidad humana sobre la tierra. Pode
mos decir que es la más alta forma de vida humana, si consideramos las formas de vida
como un todo. Pero no es aún la máxima realización del espíritu, ya que la meta del
Espíritu es llegar a un conocimiento pleno del yo, es decir, racional. Podemos ver al
Estado desarrollándose en la historia en conformidad con un plan que culmina en este
auto-conocimiento del Geist. Vimos en el capítulo XIV cómo las estructuras básicas del
Estado pueden ser deducidas de los requerimientos de esta culminación.
Pero esta etapa final de la auto-realización del Espíritu no puede ser provista por el
Estado. Es verdad que el Estado es en cierto sentido una expresión de la Idea, pero lo
que necesitarnos ahora es otro modo de expresión que será un vehículo de la auto
comprensión, de la pura auto-contemplación. Y esto nos lleva más allá del Estado,
cuyo logro es más bien realizar la Idea en prácticas e instituciones.
Y el auto-conocimiento del Espíritu debe ir más allá del Estado en otro aspecto
también. La comunidad política es sustancia de cierto pueblo y de una época dada.
Pero el espíritu cósmico que ha de llegar a reconocerse a sí mismo subyace no sólo a mi
propia comunidad sino a todo en la historia, y más allá de ésta a todo el universo.
Lo que se requiere, por tanto, es un modo de conciencia, que es una conciencia del
todo, el Absoluto, o de los fundamentos mismos de las cosas. Como lo expone Hegel en
la Enciclopedia:
El espíritu pensante de la historia mundial, en tanto se libra de las limitaciones del Volks
geister particular y su propia realidad, comprende su universalidad concreta y se levanta
hacia el conocimiento del espíritu absoluto, como hacia una permanente verdad real, en
cuyo conocimiento la razón es libre für sich, y la necesidad, la naturaleza y la historia
sólo sirven para revelarla y elogiarla [EG, § 552].
Ésta será, por supuesto, un modo de conciencia humana, pero en ésta el hombre
será el vehículo del Geist, y esto se hará evidente en cuanto esta conciencia alcance sus
formas más altas. A este auto-conocimiento de Dios a través del hombre, Hegel lo
llama espíritu absoluto. Es <<absoluto» porque es la última y más alta realización del
Espíritu, aquello en función de lo cual todo lo demás llega a ser, y en este sentido es el
fundamento. (Ya que lo absoluto es <<esencialmente resultado»; PhG, 2 1.)
405
arte, la
as, que son, en orden de adecuación, el
El espíritu absoluto toma tres form
.
. en la realida
. . , del Espmtu
d
religión y la filosofía.
10n
izac
real
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que
.
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El espíritu absoluto es así más
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n
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as. Y su des�ollo está entr�teJido. El �Igme
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te movimiento de cada una requiere del de el mundo tuvieron que alcanzar un deter
en
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modos concretos de la vida de los hom
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antes de que el Estad?�legal rac10�al �u
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diera ser construido. La variante católica
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Así,
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amentos y el poder sacerdot
cación con formas externas , con los sacr
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luga
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católica es llevada a la lucha contra el Esta
ni?ad cristiana es?i �:: el Estado.
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si dijeramo s, del espm
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la
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Esto también siw
ión del Geist, no le quita nada a la suprema
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su
tala
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no se opone al Estado, más b�en
cía del E�tado, pues la verdadera religión
la Idea en una forma de v1da entera. Por
de
autoridad como la más alta realización
e
mandato en el cristianismo, respetado sobr
supuesto, la obediencia al Estado es un
ado
E
el
la
unta
sia
Igle
�t_
idea no es que la
��
todo en los países luteranos. Pero aquí la
que dirige su atenc10n a
tras
mien
nte,
orta
imp
os
men
do
mun
como el recrente de un
Y
realización en la vida externa, histórica,
cosas más �tas. El Estado es la más alta
sión
pren
rna del pensamiento y la auto-com
también el locus esencial en que la vida inte
no es refinado y no ��tá desarro�ado, la
do
del Espíritu tienen lugar. Donde el Esta
as d� auto-comprens10n del. Espíritu, esto
Iglesia no puede sustituirlo, ya que esas eta�
rollo . El ciego no puede
también carecen de refinamiento y desar
es la vida reli!r
"'iosa,
con la Iglesia .medie
visto
os
como hem
ar al ciego. (Por supuesto, intenta hacerlo,
de la . astucia de la
plo
ejem
otro
es
Pero éste
val; y esto da vueltas al molino del Geist.
en
del Geist debe adecuarse armomosamente
Razón.) De hecho, el auto-conocimiento
su vehículo, el hombre.
la más alta forma de vida conseguida por
,
�
2
a auto-comprensión completamente
El espíritu absoluto tiene tres niveles. La únic pensamiento puramente concep
ida en un
adecuada del Geist es aquella que es acog
amente en casa, es completamente aut?
plen
está
tual. En el pensamiento, el Espíritu
más verdadera, en el elemento que le es mas
transparente. Lo divino está «en su forma 1 54).
(I & 1,
propio, en la forma del pensamiento»
que
ento conceptual como auto-transparente
ami
pens
del
ón
noci
Hegel tiene una
cu
preo
ha
se
ea
orán
emp
cont
ofía
filos
la
de
encontramos dificil compartir hoy. Mucha
s
ícita
expl
ales
formulaciones conceptu
pado por mostrar como la claridad de nuestras completo al tanto y que quizá nunca
por
reposa sobre un trasfondo del cual no estamos
implícito, p. ej., en el :ist<;�a mismo
está
ho
Muc
nte.
podamos explorar exhaustivame
para formular nuestro mas rut1do pensade los conceptos o clasificaciones que usamos
406
miento, permanece no declarado y posiblemente sea inexpresable. En muy diferentes
.
· H e1·deg� r, Polanyi y Merleau-Ponty, p. ej., han explorado este
maneras, WIttg�n�tem,
�
sen¿er� de los límites de lo explíclto ? de la explicación clara. El importante asunto que
.
esta en JUego entre H_e?el y la filosofía contemporánea aparecerá más claro más abajo.
Por el momento, qms1era tomar la noción de Hegel sobre la total claridad com0 un
punto de referencia para explicar los modos más bajos del espíritu absoluto.
La plena transparencia del pensamiento es encontrada en la filosofía. Pero en omi
.,
sion
de esto� �onceptos claros, y en tanto que van a tien,tas en su camino hacia ellos, los
hombres utili_zan modos confusos de representación. Este fue el dominio para el cual
.
Hegel u:o el termmo �e «representación» (Vorstellung), que opone al de pensar (Denken).
.
P� ev:I_tar 1� cor:fusion c?n el sentido más usual y general del término «representación»,
utilizare el termmo aleman Vorstellung para la cuestión del arte en Hecrel
El ?ominio d�l Vorst�llw�g es el dominio del pensamiento religio;o. Aquí los hom
b��s piensan a Dws en termmos confusos pero con imágenes. Éstas proveen, como si
.
- nos, un medio
dijen
en parte opaco que nos previene de comprender a Dios en su
::
relaci?n �on el �undo con co:r:-pleta cl�da�i. Su opacidad viene del hecho de que
.
e�t� �mage�e� tienen un sigmficado pnmano por medio del cual nos refieren a su
sigmficado último. Ya que las propiedades del dominio primario no son las mismas
que las d:l domini? último, las imágenes no son nunca completamente adecuadas. 0
son enganosas, � bien tenemos que hacer concesiones para dejar margen a lo inexpre
.
sado, a lo mistenoso.
Como ejemplo podemos tomar la interpretación hegeliana de la leyenda de la Caída
del hombre en el Génesis. La caíd� propiamente entendida es el movir:ciento en el que el
hombre se pone en contra de lo uruversal, y se afirma a sí mismo como particular. Esto es
repres�ntado en 1� imagineria religiosa, o Vorstellung, como el fruto de un acto, el pecado
de Adan, que pudiera no habe� ocurrido, y que ocunió en el principio.
Ahora, la verd�� es� e�ulat�va que estamos intentando expresar aquí es que el hom
bre, com? un esJ:>mtu �to, tiene que renunciar a y ser separado del espíritu infinito;
que la rmsma afirrnac10n del yo como un espíritu finito requiere de esta <<caída» ( cf.
_
�h?, capitulo
VII) . En otras palabras, esto es necesario y fundamental para el espíritu
fimto. Pe�o :sta ;:rdad no puede ser dicha con completa claridad hasta que uno posee
el le?guaJ� filosofico de la nec�sidad : la �nitud, la infinitud, lo universal, lo particular,
Y asi sucesivamente. En el medi� ?rdinano de una nan-ación, lo necesario y fundamen
tal aparece como algo que o�urno temporalmente en el principio, pero que posee gran
des Y durader�s consecuen�Ias. Dadas las propiedades del dominio primario aquí, que
�s ��,narrativa de la acc10n, éste es el único modo en que podemos presentar la
mtmcion de que algo es fundamental a la relación entre hombre y Dios .
Por supuesto, un� v�z q�e la filosofía de Hegel se dirige a interpretar la teología
. .
podemos distmgu¡r claramente cuáles son las propiedades de este médium
�nst1ana,
madecuado y en qué medida distorsiona. Pero aquellos que están enteramente inmer
s?s �n la conciencia religiosa, sin el beneficio de la filosofía, no pueden comprender sus
hm1tes. Ta��oco lo toman como una verdad no distorsionada (p. ej., toman literal
mente la Biblia), o reconocen que hay algo que ha dejado de ser dicho, y concluyen que
.
D10s es hasta este punto incognoscible.
La Vorstellung se encu�r:tra así por debajo del pensamiento, y la religión es un nivel
menos adecuado del e�pmtu abs�luto que la filosofía. Pero no es el nivel más bajo,
p::es �a Vorstellung e� aun pensamiento en un sentido amplio, esto es, una representa
Cion mterna en las Ideas de la realidad, incluso si las ideas estás entrelazadas con
407
imáaenes y con lo confuso. Y de este modo, asume en parte las demandas del
en
tant esfu�rzos por conocerse a sí mismo en la interimidad del � e�samiento. Pero ay
Geist,
�
�
incluso un nivel más bajo, en donde las imágenes, en lugar de eXJstrr en un pensarmen
to interno, se despliegan en un discurso del mito o de la teología; están simplemente
ahí afuera en el mundo, en la forma sensual, como objetos de intuición.
Ahora, cuando el absoluto, el Geist, o la verdad que el mundo emana del Espíritu, es
presentada ahí afuera en la realidad sensible, tenemos el dominio del arte. Esto es el arte,
en la perspectiva de Hegel. No importa lo que el objeto de una obra
�e arte sea en �l
sentido ordinario, la cualidad de la , lo que nos atrae y nos encanta, proviene de la maru
festación de la Idea que se encarna en la forma sensible. La belleza es la <<manifestación
sensible de la Idea»
(das sinnliche Schei11en der Idee, I & I, 1 63). En su trayecto de la
inconsciencia al perfecto auto-conocimiento, el Espíritu debe comenzar aquí, con un
modo de conciencia que es puramente intuitivo, y ligado a lo ex-temo y sensual.
Entonces hablando del arte como una presentación sensible de la Idea, o como la
«conciencia intuitiva del espíritu absoluto»
(I & I, 1 5 1 ), ¿está Hegel retomando a las
nociones tradicionales de la estética, según las cuales el arte ha de ser entendido prima
riamente como mimesis, o ilnitación de lo real? Decididamente no. Hegel de hecho ha
incorporado las teorias estéticas de Kant y Schiller� así como las nuevas salidas del
Stunn und Drang, y construye su perspectiva sobre ellas.
Kant en su tercera Crítica rechaza fuertemente la suposición ilustrada de Wolff,
presente en las obras de Baumgarten, de que el arte ha de ser entendido c? m? un modo
_
de cognición confusa (esto es, no distinta). Kant rechaza tanto esta estet1ca
mtelectua
;
lista omo la sensualista, la de Hume y Hutcheson, quienes relacionarían la experien
cia estética con la psique humana y sus capacidades de sensación. La experiencia esté
tica, sostiene Kant, es la experiencia de placer que viene de la armonía entre la imagi
nación v el entendimiento cuando contemplamos un objeto. Ciertos objetos exhiben
por su f�rma, como si dijéramos, una armonía sin esfuerzo con nuestro entendimiento.
Pero contra los intelectualistas Kant sostiene que esta armonía no está acompaña
�
da de un concepto; no supone subsumir al objeto bajo un concepto. No es un mo o del
conocimiento. Contra los sensualistas, argumenta que este placer no es una satisfac
ción que se relacione con nuestras necesidades y relaciones
de {acto. Es por completo
desinteresado. No es un placer que tengamos en la posesión, e incluso en la existencia
del objeto, sino puramente en el juego de nuestras facultades de re� resentación que
_ de la facultad
pues se relaciona con la estructura
ocasiona. y es válido
a priori,
a pnon
de conocimiento misma. El juicio estético de la belleza es paradójicamente tanto sub-
jetivo (no suponiendo conocimiento) como universalmente válido
(a priori).
.
Hemos visto va cuánto le debe la filosofía de Hegel como un todo a la tercera Cntlca
de Kant tanto
i
,
directamente como vía el trabajo de Schiller. No será una sorpresa que
su estét ca esté en particular deuda con ambos. Hegel también ve a la belleza como
emergiendo ahí donde lo sensual y lo ideal están juntos. Ve también la obra de arte
i
exhib endo una finalidad
(Zweckmii[Jigkeit ohne bveck). De hecho, esta formulación es
una de las fuentes de la categoría central hegeliana de teleología interna.
Pues ésta es la idea de una entidad exhibiendo un propósito que no es externo a ella,
sino más bien en donde la vida del todo es el propósito por el que explicamos cualquier
proceso parcial. Este carácter interno de propósito figura en la noción de Kant sobre el
objeto bello, va que es bello no en virtud de cualquier utilidad. Esto es en parte lo que
:
entiende pm ,,finalidad sin propósito» . Ello refleja su rechazo de las teorías psicologis
tas en su defensa del carácter desinteresado de la experiencia estética. Pero la frase de
408
Kant también contiene la defensa anti-intelectualista que sostiene que la formulación
no conceptual de la finalidad de un objeto de belleza es posible. Esta idea reaparece
transformada en la categoría hegeliana de Teleología Interna, en la noción de que el
Espíritu sólo llega a una definición adecuada del yo a través de la perfección de su
encamación externa. En otras palabras, la definición conceptual inadecuada puede
estar dada por la Idea, que no está manifestada en su encamación. Así, la teleología del
Geist es interna no sólo en el sentido de que ningún propósito externo se cumple, sino
también en el sentido de que ninguna definición externa previa al propósito es posible.
La encamación del
en un universo racional no es solamente el cumplilniento de
Geist
su necesario plan racional, la Idea, sino también la ex-presión paradigmática de lo que
este propósito es, que no puede ser adelantado por una formulación meramente con
ceptual, sino que debe seguir su perfección filosófica, como el búho de Minerva levanta
el vuelo al anochecer.
La categoría de Hegel complementa así a Aristóteles con una idea obtenida de Kant,
la finalidad sin propósito; y complementa a Kant con la teoría expresivista, que explo
ramos en el primer capítulo. De este modo la finalidad sin propósito se convierte en el
<<auto-propósito>>
de la filosofía hegeliana, que Hegel aplica a aquellas
realidades que deben ser vistas como paradigma de sus propios fines, que incluyen
tanto al Estado como a las obras de arte.
De esta manera, la ontología de Hegel tiene una de sus raíces en la estética de Kant.
Y esto, al tiempo que lo acerca a la teoría del arte de Kant, es la fuente también de su
(Selbstzweck)
divergencia, ya que el arte de Hegel es el vehículo de su visión ontológica. Kant la
mayor parte del tiempo1 quiere ver la belleza de los objetos como algo del todo inco
nexo con lo que vemos nosotros en o a tJ.·avés de ellos.
Pero en esto Hegel no está regresando a la tradición intelectualista o a la perspecti
va del ml:e como mimesis. El arte es un
de la Idea, pero no es una
representación de ella. La distinción que hace que Hegel se declare fuera de la revolu
ción expresiv:ista en el pensamiento, fundamenta su teoría del ml:e.
Pennitámonos ver más claramente qué está supuesto en esta distinción. Vimos en
la parte previa cómo las prácticas podían ser vistas como la expresión de ciertas ideas,
sin encajm· con ningún intento paralelo de formulación conceptual. En este sentido
modo de conciencia
una determinada práctica de decisión por el voto y las asambleas representativas pue
de ser vista como encamando determinadas ideas acerca de la voluntad, el individuo y
su relación con la sociedad, para lo cual no tenemos una formulación teorética adecua
da. Pudiera ser vista, entonces, como un modo (no explícitamente formulado) de con
ciencia de nosotros mismos como individuos en sociedad, que sin embargo no es una
esto es, una descripción o retrato de nosotros como individuos en so
representación,
ciedad, o en efecto de cualquier otra cosa.
l. Esta clasificación es necesaria, porque la tercera Crítica de Kant también coquetea con otra
doctrina. Además de la tesis central de que el juicio del gusto no nos dice nada acerca del mundo,
sino que está basado en una armonía de nuestras facultades de representación, hacia el final de la
discusión sobre la estética aparece otro punto de vista. Así (§ 49) el espíritu (Geist) es definido como
la capacidad de presentar <<ideas estéticas», y la <<idea estética>> es e:-..-plicada como «Una representa
ción de la imaginación que da mucho alimento al pensamiento» (viel zu denken vermzlaf3t), sin un
pensamiento particular determinado, esto es, el concepto, siendo adecuado a él; el cual no forma
entonces parte de palabras que puedan darse y hacerse comprensibles (die folgliclz keine Sprache
vollig en-eiclzt wzd versttilzdliclz machen kamz). Desde esta perspectiva, el gran arte, el arte con espíri
tu, selia apreciado por su profundidad de visión, que va más allá de lo que las palabras pudieran
expresar. Estas dos docuinas pueden ser compatibles, pero el resultado es del todo diferente respec
to a cómo se piensa usualmente la tesis central de Kant, y es más cercano a Hegel.
409
es del espíritu objetivo , en tanto se
Pero como va hemos visto, estas manifestacion
mod s de concien�ia, n_o son velúcul::s de com
pueden clasific� suficientemente c�mo .
.
meramente rmplíclta en la acCion y en las
prensión, 0 contemplación. La conciencia está
Espíritu ha de llegar a la auto-contem
normas de la acción. Pero en el nivel más alto el
que no sea representación?
plativa
contem
plación. ¿Existe un modo de conciencia
de Bach, p. ej. , transmite �ierta
cantata
Una
arte.
el
es
La respuesta es que lo hay, y
esto no retrata, descnbe u
Pero
a.
human
n
salvació
la
de
y
visión de Dios, de Cristo
ser pensado como susceptible
ofrece una representación de ello. Lo único que puede
seria erróneo también. No retra
de ser representado es un hombre rezando. Pero esto
es una oración. Pero no es esto
que
ta una oración. Uno puede estar tentado a decir
formas de rezo (y como la más
a
origen
su
tampoco, no obstante lo mucho que debe
mos, y aunque podemos ser
escucha
la
Pues
hace).
obvia, el escenario de lo que la masa
puede ser escuchada. Es
sólo
,
oración
una
ella
de
hacer
y
rezar,
inspirados por ella para
ser aquélla propia de la rela
una suerte de presentación de la oración, y no obstante
una forma de rezo o un
ción del hombre con Dios, la podemos contemplar. Si fuera
como las manifestacio
,
práctica
ritual, la conciencia de Dios estaria implícita en una
en el sentido moder
arte,
de
obra
como
nes del espíritu objetivo vistas más arriba. Pero
rse.
escucha
para
caso
este
en
plarse,
no, es ofrecida como algo para contem
represen
como
d
dificulta
con
sólo
a
pensad
ser
puede
El hecho de que una cantata
defend�rse
puede
similar
punto
un
pues
aquí,
nte
importa
punto
el
tando algo no es
representa algo, � nsto
aquí, p. ej. , de una pintura de la crucifixión, que claramente
.
ta una VIswn de
represen
que
en la cruz. Puede decirse respecto a una pintura dada
de un modo directo. Lo
Dios o del sufrimiento, pero esto no es lo que es representado
proviene del hecho
tación
represen
una
como
único que nos tienta a hablar así de esto
profunda puede
más
visión
la
y
cruz,
la
en
hombre
el
de que algo es representado,
desaparece del
n
tentació
esta
Pero
ello.
de
través
a
tada
manifes
contemplarse como
todo con una obra como una cantata.
narra y así represenUn punto análogo puede defenderse acerca de una novela, que
que va más allá de
visión
una
ar
ta una acción y el sentimiento, pero que puede present
a Guerm y
teórica
ón
exposici
de
pasajes
esto. Incluso si Tolstoy no hubiera añadido
s no
hombre
grandes
los
que
de
visión
su
ella
de
ado
paz, nosotros hubiéramos entresac
los
bien
más
que
de
,
piensan
ores
admirad
sus
como
,
historia
planean y controlan la
es descrito en la
no
esto
Pero
adas.
encresp
más
olas
las
por
dos
arrastra
hombres son
de los personajes.
novela, tal como aparecen las acciones y los pensamientos
entre el arte y los niveles
ón
Esto subyace a la perspectiva hegeliana de la distinci
a como la filosófica son
religios
ng
más altos del espíritu absoluto. Tanto la Vorstellu
ar hegeliano). Caracte
particul
uso
el
en
no
representaciones (en un sentido amplio,
das como una descrip
aventura
son
que
ivas
declarat
as
rizan al absoluto en sentenci
nivel de las palabras
el
dicen,
que
lo
claro
está
menos,
al
nivel,
un
En
.
ción correcta
puede causar dificultades
corrientes que utilizan, aunque su recurrencia a imágenes
encontramos de hecho
nos
de interpretación cuando queremos ir más allá --como
con la Vorstellung religiosa.
un sentido directo. El
En contraste la obra de arte no «dice» nada en absoluto en
de su contenido es el
ión
declarac
r
cualquie
y
ella,
en
vemos
que
mensaje o visión es el
perpetuamente.
fruto de la interpretación y está sujeto a desafiarse y reformularse
ción artística del
El contraste central entre la descripción conceptual y la presenta
del absoluto es
cia
adverten
mi
absoluto puede ser visto así de este modo: en la filosofía
ento cuya
pensami
del
entes
transpar
y
expresada en conceptos, los velúculos internos
?
�
410
función e� apuntar más allá de sí mismos, hacia un dominio de objetos que representan
o caractenzan correctamente. En el arte, mi advertencia está encarnada en una obra en
un objeto externo y sensible, que de ningún modo me refiere simplemente más allá e él
mismo hacia algo que describe, sino más bien nos pennite ver el absoluto únicamente a
través de su presencia como un objeto sensible. En el discurso descriptivo, recordamos
frecuentemente lo que es expresado mientras olvidamos las palabras utilizadas o incluso
el lenguaje que es hablado. Pero el «mensaje» de una obra de arte no sobrevive al eclipse
d
de su medio sensible, o lo hace solamente de un modo debilitado.
La Vorstellung religiosa seria entonces intermedia entre los dos extremos. Como la
filosofía, habla de Dios en sentencias declarativas, descriptivas. Pero utiliza imágenes,
como el arte, en las cuales el absoluto es representado solamente a través de las propie
dades de otro dominio.
De aquí que el arte sea más bajo que la Vorstellung filosófica y la religiosa, porque
no describe o caracteriza al absoluto, sino sólo le da cuerpo a una conciencia de él que
no es representativa. Hegel dice de ella que no es una Vorstellung (representación), sino
una Darstellung (presentación), o un Scheinen (un mostrarse o manifestarse) de la Idea
en forma � �nsible (Ge�t�lt). La obra de arte tiene cierta luminosidad, como si dijéra
mos. Marnfiesta lo espmtual en cada punto de su superficie, a través de toda su exten
sión. Todo en ella existe en función de mostrarse la Idea.
Es por esto que la obra de arte es incomparablemente más alta que las obras de mera
naturaleza, no obstante lo mucho que podamos habernos engañado por la teoria del arte
como imitación con la función de dignificar las obras de la naturaleza como más altas
que las del hombre. Es verdad, por supuesto, que la naturaleza es una encarnación del
espíritu en una forma sensible. En particular un ser viviente es tal encarnación, y en la
cumbre, el hombre es la encarnación máxima. Pero esto no es aún lo mismo que el arte.
Incluso la forma más perfecta del hombre tiene mucho en sí que es puramente contin
gente, esto es, no rigurosamente necesario a su vocación de encarnación del Geist. E
incluso en atención a lo que es necesario, la necesidad no es manifiesta, es interna; esto
es, descubierta por el pensamiento, pero no está alú en la superficie de las cosas. Antes
que los seres naturales vivos, llegamos a un «presentimiento» (Ahnung) del concepto,
pero no tenemos una clara manifestación de él (I & I, 168-186).
En función de tener tal manifestación sensible, los hombres han de crear una
obra de arte. Esto no es simplemente, pues, una imitación de la naturaleza, de la que
la más perfecta realización seria simplemente otro espécimen de lo que es represen
.
tado. El arte deJa algo fuera, pero lo hace con el fin de crear un objeto que en todos
sus aspectos haga evidente la necesidad del Geist. Una obra de arte así es alojada
totalmente por una necesidad interna; Hegel habla de ella como Selbstzweck. La ne
cesidad interna significa que todas las partes existen en beneficio de la encarnación
del mensaje entero. Pero este mensaje no está más allá de ella, sino en ella. Tenemos
así un caso de teleología interna; la obra de arte ha de ser comparada con un ser vivo.
Y Hegel, como vimos, adopta la formula de Kant al ver en la obra de arte una « fina
lidad sin propósito» (Zweckmtif3igkeit ohne Zweck). Pero a diferencia del organismo,
es plena manifestación, no es nada sino manifestación de la Idea. Es libertad infinita
(I & I, 166 ). Lo que un ser vivo es en realidad, en sí mismo, la obra de arte lo manifies
ta. Su existencia entera es mostrar su necesaria mostración interna. Ver esto plena
mente manifestado en lo sensible nos exalta. Es la belleza. Y debido a que lo sensible
es aquí manifestar la Idea, el arte es «desinteresado», lo sensual en el arte no es un
objeto de deseo (I & I, 65, 1 67).
41 1
ción del espíritu,
e presentación y no una representa
Dado que el arte es merament
la misma razón
por
Y
a.
exact
ición
rtará una defin
nuestra visión del arte siempreaddesca
do describimos
Cuan
altos.
más
s
nivele
los
iva de
siempre carecerá de la claridativasreflex
iptivos
nos podemos reflejar en los términossudescr
mediante sentencias declar criter, ios,
Pero
uso.
y así nuestros fundamentos para esta palabra.el
que aplicamos, clarificar sus ad porqu
e utiliza este patrón, este tono o de esta o
artista no puede tener esa clarid ello, éstas
referirán a la fuerza estética
Si ha articulado las razones parad de la visiónseencarn
ada.
aquella alternativa, no a la verda visión de las cosas que
en grado máximo irreflexi
Así, en el arte alcanzamos una las coherencias que esencarn
la obra. El artista
va, inconsciente de lo que subyace y comprender, y Hegel hablaadeen<<la
inspiración del
sigue una <<necesidad» que no puede
560). Conside
§
a él» (eine ihm fremde Gewalt, EG,si estuv
artista>> como «una fuerza extrañaprofu
iera en un
como
a
ndas, el artista camin
rado como revelador de verdades de clarid
aleza
natur
la
a
ponde
corres
iva
sueño. Es un sonámbulo. La faltaque se dice. ad reflex
enigmática y problemática de lo aje es esencial al arte. Hegel señala que una obra de
Esta falta de definición del mens
miento
algo que ya es evidente en el pensaclarid
arte que está dirigida simplementeras,a decir
ad
de
cia
de definición y la caren
carece de interés. En otras palab elaesfalta
obras
en
ado
encarn
modo de conciencia
reflexiva son esenciales al arte porquconceun
de la interioridad. Se convierte, como
ptual
pción
descri
la
en
que
externas, más
l, 44). La poesía y el arte griegos son grandiosos
dice Hegel, en una cáscara vacía (I &que
en las
estuviera ya formulada abstractamente
porque no están dando una lección », sino
tra
eron
<<pudi
s
poeta
los
e
porqu
bien
más
«proposiciones religiosas universales
de
forma
bajar lo que estaba en fermento en ellos en una expresión externa sólo en esta
arte y poesía>> (I & l, 1 52).
to está vinculada de este modo a un
Debido a que nuestra advertencia de lodelabsolu
del Espíritu
como nivel <<intuitivo» de concienciaallá
objeto ex1:erno, Hegel habla del arte porqu
del nivel
más
ir
debe
to
absolu
u
e el espírit
(I & I, 1 5 1 ; EG, § 556). Y esto es así
ente
plenam
aún
está
No
le.
sensib
y
a
extern
d
del arte. Éste está aún atrapado en la realida
s
propia
las
o,
mient
pensa
el
En
o.
mient
pensa
el
es
que
bei sich en su propio elemento,
En
.
oscura
y
ende, más que una enigmática
ideas siguen una necesidad que uno compr
re, como un ser espiritual, es solamente
homb
el
y
libre,
es
o
mient
pensa
este sentido, el
frei, PhG, 152), ya que sigue una necesidad que
libre cuando piensa (Im Denken bin ich tiene
más allá del arte, hacia una unidad
surge sólo de sí mismo. El Espíritu así leza enqueel irpensa
miento (EG, § 557).
más <<espiritual>> (geisting) con la natura
ptual es por supuesto con
conce
ad
clarid
la
de
cía
Esta concordancia con la prima . Pero cobra un giro
decisivo hacia su teoría
sistente con la ontología básica dedeHegel
con los intelectualistas. Pero Hegel, como
del arte. Y esto parece alinearlo nuevo
onista de la clase de intelectualismo que
vimos, no fue en ningún sentido un protag
el contrario, fue el heredero tanto de Kant
encontramos con Wolff y Baumgarten.dePorarte
erada una representación
como del Stunn �md Drang. Una obra ncianoqueeranoconsid
o.
repres
es
concie
de
confusa, sino más bien un modo expresivista de pensamiententativ
se estaba desa
que
o
nte
corrie
la
a
Hegel debe esta idea
iento
estaba siempre el pensam como repre
rrollando. En prioridad a esta concienciasupue
sto en el pensamiento expresivista pue
sentativo. Una buena ilustración del giro
en su libro Sobre el origen del
localiz
de ser encontrada en las reflexiones de Herde, elr probleadas
aprender el lenguaje era
de
ma
pensamiento. Antes, como Herder apunta
ca tomar la relación de
signifi
esto
Pero
cosas.
y
visto como el de ·coordinar signos
refe�encia entre signos '! cosas por supuesta, como algo comprendido va. y esto es
precisamente
la cosa mas problemática en el lenguaje.
Por ello Herder centra su atención en el nacimiento de la conciencia lingw··,S t"ICa, 1a
lase de adver enci de las cosas que las comprende a través de signos. Esto nos obli a
a v�r el le�guaJe: baJO� �a luz completamente nueva. En lugar de verlo como un ensa:!
blaJ�,de SI�os coordmados con las cosas, lo vemos más bien como la necesaria encar
nacwn de c1e�a forma de conciencia, que en este caso es aquella forma en que existen
tales cosas y signos
para nosotros.
vez
que
uno llega a ver las encarnaciones externas del pensamiento no
Pero
un
, c�mo �Ignos referenciales,
sino como vehículos de formas distintas de conciencia,
solo
� por la que no pueda
no ha� razon
ver estas formas como yendo más allá de las repr
sentativas, en donde utilizamos términos para describir algo. Entonces podemos llecr0�
a ver la obra de ar:e n� sólo como una oscura representación, sino como el vehículo de
otra clase de conciencia.
Ahora bie�,ver.las expresiones del pensamiento como encarnaciones de diferentes
lases
de conciencia abre una segunda
dimensión de nuestra consideración dellengua
. con
Je� , y· un segundo g�,?ero d.e re1aCión
la realidad extralingüística que se tiene que
expresar. T� relacwn obVIa es representativa. Las palabras describen 0 caracterizan
al�o. Son fieles a esto en la medida en que lo representan correctamente, aquello que
afirmamos
respecto a ellas se corresponde con lo que es en cada caso.
P��o como enca�ación de la conciencia, una formulación dada en palabras puede
tamb1en estar re�acwn��a con el débil presentimiento 0 indicio prelingüístico que ha
�e expresru; Aqm, tamb1en, hay una cuestión de fidelidad con un término extralingüís
tico. �ero este no e� u_n asunto de representación correcta. No estamos intent;ndo
-esto sería muy difícil, quizá imposible- sino explicitar
�escnbrr. un presentumento
fielmente y hacer claro lo que es interior:
ra �i��· muchas veces estas dos dimensiones son relevantes. Siguiendo una
. .�
�mtmc1on
Illi
Ial
co�sa, elabor mos un nuevo lenguaje descriptivo, y lo que decimos
en ��l corr��ponde bien o mal, mas� o menos con lo que viene al caso. Pero puede ser que
la dimenswn des�riptiv_a no �e aplique. Y esto es lo que constatamos con la obra de arte
te.n�da mas arnba. Pues ésta, también, intenta interpretar fielmente una
�om?r�fuciO�,e�IniCial
la lleva hacia una expresión abierta y por tanto a
msp
� mas
� �to deoscura
: Al �acedo,
concienCia.
Y aun así no ha de ser juzgada como una descripción
un nrvel
o representacwn.
L� ob:a d�,ar:e ��presa algo, es fiel a algo. Pero a lo que le es fiel no lo describe. Si
esta msprracwn
IIllCial puede ser pensada como una sensación de la realidad, 0 del
Abs?luto, entonces la obra de arte es un vehículo de una conciencia más alta de la
realidad o del Absoluto. No es arbitraria, resulta de un esfuerzo por expresar alcro fiel y
y en su profundidad entera. Pero no es una descripción. No h; de ser
�lenamente
JUzgada
cm_no con·espondencia, ya que el presentimiento inicial, el sentido implícito,
es d�l todo mconmensurable con la expresión articulada de la iluminación.
Este e el tras�ondo �obre el que Hegel delinea su concepción de obra de arte. Pero
h.ay una di�:erencia c�c1al
e_n el modo en �u� la desarrolla respecto al modo en que ha
postromant1co. Hegel insiste en la primacía de la cla
s�do desan ollada. pm el penodo
ndad, que se refiere en última instancia a la dimensión descriptiva. Esto de algún
mod? ll��a a la supremacía en el desarrollo del espíritu absoluto.
�! utilizamos la palabra «.revelación>> (siguiendo a Heidegger) para describir la ex
, del traer a campo abierto lo que al principio es meramente intimación intuitipreswn
·
e
·
_
_
�
413
412
va, entonces podemos decir que la revelación por sí misma, no importa c�án elev�d�
sea su conciencia, está siempre rodeada por un horizonte de menor clandad. Qmza
nuestra formulación es clara, o nuestra obra imponente, pero la pregunta permanece:
·hemos expresado la inspiración original fielmente? Y para responder a esto tenem�s
�ue regresar a la media luz de nuestra intuición original inarticulada. Incluso 1_� clan
dad del discurso descriptivo se gana inicialmente a través de logros de revelac10n, los
cuales ganamos por medio de un riguroso lenguaje adecuado, descriptivo. La pregunta
así siempre permanece en sus márgenes, como si dijéramos, ya s�a que el modo en que
este lenguaje distinga y clasifique las cosas sea realrnen:e il_ �ante, ya sea que no
distorsione u ocluya algún aspecto importante de la realidad. S1 nos centramos en la
revelación, debemos ver todo pensamiento claro, explícito, articulado, como rodeado
por un horizonte de falta de claridad, implícito, inarticulado. .
.,
Éste ha sido el !!:iro de mucha de la filosofía contemporánea, mcluyendo a los filoso
fos que mencioné �ás arriba -aunque cada uno formularía_las cos� �e muy distinta
manera. Para Polanvi o Heidegger, p. ej., incluso un lenguaJe descnptivo claro, en el
que nuestros pens�entos más explícitos, distintos y e\identes puedan ser expresa
dos, tiene, como un modo de clarificar la realidad entre otros, como una entre muchas
posibles «redes», un montón de implicacione� de las cuales no poiD:emos estar al tanto
plenamente nunca. y éstas conforman el honzonte de lo no esencial, lo no focal, que
rodea nuestra conciencia explícita.
Por supuesto, si pensamos que la conciencia es únicamente y siempre r�presentati.
va entonces toda esta dimensión de la revelación y del horizonte concormtante de lo
ir�plícito no tiene sentido. Éste es el caso de gran �arte del pensamien:o empirista, �sí
- Para ambos, el discurso descnp
como de la tradición intelectualista de la llustrac10n.
tivo no es un logro. Conseguir claridad acerca del mundo supone solamente superar la
confusión en nuestra representación.
Pero éste no era el punto de vista de Hegel. Él tomó las nociones esenciales de la
teoría expresivista y construyó su propia filosofía con ellas. E incluso _defen�ó. que la
filosofía puede y debe alcanzar la total claridad. Esto repre�enta una �fere?cm Impo,r
tante respecto del empuje entero de la filosofía contemporanea, que discutrremos mas
adelante en el capítulo XX.
Hegel toma en cuenta la dimensión de la revelación. Ve la claridad conceptual como
un lo�o uanado a través de forjar un lenguaje descriptivo cada vez más adecuado, y de
la tr�s;�sición hacia la claridad del pensamiento representativo, de il�ac�ones
originalmente expresadas en una conciencia no-representativa. Nuestra conciencia del
Ab:oluto es así al principio del todo oscura, enigmática. Es una revelación que no está
segura de haber expresado fielmente su inspiración o intuición original. Pero escala
h:Sta el punto en donde hay total claridad, donde incl�so el horizonte origin� de con�
fusión es disipado. Y esto es así porque la zona de clandad conceptual se extien?e.a SI
misma y, al final, abarca incluso la intuición original inarticulad�, ya que esta última
ha de considerarse en sí misma como conceptualmente necesana. La Idea como un
resultado debe deshacerse de lo meramente implícito y no desarrollado. Pero este des
pliegue necesario es en sí mismo parte de la form�a de la n�cesidad racioJ_Ial que es la
Idea. Por tanto el comienzo inarticulado es en sí rmsmo manifestado en el fin que ha de
ser deducido de la Idea.
De este modo, en el sistema de Hegel incluso lo oscuro e inarticulado es ultimadamente capturado en la red de la clara descripción conceptual. Al final, la descripción es
totalmente victoriosa y se traga las condiciones de su propio nacimiento impuro. El
414
��c�o de ne��sidad, como vimos, se remonta hacia atrás para recuperar su punto
Iruc1al. El espmtu se encuentra sólo consigo mismo al final. Este logro de total claridad
le es esencial a la ontología de Hegel, y es esto lo que está en juego al fin en el !!:iro de la
filosofía contemporánea, como veremos en nuestra discusión conclusiva m� abajo.
3
El arte, como una forma del espíritu absoluto, transcurre en el desarrollo de la
historia. Y aquí su hora final fue la época de la civilización griega, ya que fue el período
en que por primera vez el arte llegó a una presentación adecuada de la Idea, en tanto
que al mismo tiempo ninguna representación más alta fue asequible.
La única forma sensible adecuada de la Idea es finalmente lo humano, que para el
hombre es el espíritu. Respecto a esto los griegos resultaron tiiunfantes, y su arte es así
�1 arte de la libertad del Espíritu en perfecta armonía con su encarnación en el hombre.
Este es el gran período en que los dioses son entendidos bajo una forma humana.
Antes de ello, los hombres todavía luchaban con una visión del absoluto como algo
sublime (erhaben), y aún más, como algo a lo cual no se podría dar una forma sensible.
De aquí que las formas utilizadas -p. ej., las formas animales-lo fueron como símbo
los, para insinuar el absoluto, que no podría propiamente ser representado. y ya que la
sensación de inconmensurabilidad de las cosas simbólicas y la Idea simbolizada siem
pre los apremiaban, los m1istas de las religiones pre-griegas distorsionaban las formas
que utilizaban, p. ej., el semi-allÍmal, gigantes y monstruos, y así por el estilo, de tal
modo que somos conscientes de la ilimitación, la ausencia de medida (das Ma[Jlose),
del absoluto. Hegel habla de este «arte simbólico» como la caracteiistica de la religión
oriental en general (I & I, 1 14-1 17), pero está pensando esencialmente aquí en el�e
egipcio. Hegel lo interpretó como una batalla que ganar a través de la visión del Espíri
� siendo libre, una visión que finalmente tiimúa a través de la comprensión griega de
DIOs en la forma hum�a, de Dios :om�do así como libre subjetividad, y no simple
mente como fuerza sublime sustancial. Esta es la representación de la religión egipcia
en la discusión del capítulo VII de PhG. Pero esta lucha era completamente irrefl�xiva.
Era un ir a tientas hacia nuevas formas de arte, y por tanto los hombres eran incons
cientes de que hacia lo que iban a tientas era a una más alta visión de la Idea.
Los hombres ganan una visión del absoluto considerado subjetividad libre, y por
tanto como una realidad en la que el hombre está en casa, en la civilización griega, y
esto llega en la forma de una presentación (Darstellung) de Dios en figura humana.
Pero esta visión es ganada no por la elaboración de una teología más alta sino más
bien por ir a tientas en una forma de arte que por primera vez e; adecuada ; la natura
leza del absoluto como Espíritu, como subjetividad. Tenemos así un <<arte-religión>>.
Hegel aplica este término a la religión griega no sólo porque es la primera en encontrar
una representación artística adecuada, sino también porque es la última que recae
principalmente en el arte. El arte que sucedió a los griegos ya no será considerado arte
como el paradigma mediador de su conciencia del absoluto. Esto se encontrará ahora
en la <<religión>>, esto es, la teología y el mito; al arte se le concederá solamente un rol
complementario, una ilustración secundaria de lo que puede ser sólo comprendido de
forma espiritual, en la comprensión interna. De hecho, algunas ramas de este tronco
religioso más alto -judaísmo e islam-rechazarán el arte representacional completa
mente tildándolo de idólatra.
415
El hecho de que el arte-religión llega a su más alta fruición con los griegos, no está por
supuesto desconectado del hecho de que está aquí a punto de ser suplido. Éste es el modo
en que el Espíritu actúa, como hemos visto. Y hemos explorado ya algunas de las inade
cuaciones que hacen esta suplencia inevitable. Uevar lo divino a la armonía con lo huma
no es conseguido al costo de particularizarlo, de tal modo que existen muchos dioses, y el
poder absoluto sobre todas las cosas yace detrás de ellas en la forma de un destino al que
incluso ellas están sujetas. En lo que pertoca al hombre, su sentido de unidad con lo
sustancial llega con su identificación con tal rostro particular de lo divino. El hombre
griego es provincial. No ha alcanzado aún la reflexión y la universalidad subjetiva.
El sujeto reflexivo universal alcanza en Cristo una noción más alta de Dios uno y abso
luto en su unión con el hombre. Pero esta unidad no es inmediata, más bien transcurre a
través de la necesaria supresión de la primera unidad en Cristo por la resurrección/ascen
sión, y retoma en la forma del Espíritu Santo que habita en la comunidad. Esta unidad
dialéctica no puede ser plena y adecuadamente manifestada en el arte, a diferencia de la
unidad inmediata de la divinidad con alguna forma particular en el politeísmo griego. De
ahí que la religión absoluta, la cristiandad, no pueda ser un arte-religión. El arte puede
tener un papel aquí, pero está subordinado al pensamiento -es decir, el pensamiento, en el
sentido general en que engloba tanto lo conceptual como el discurso en imágenes. La
religión absoluta ha de ser internamente comprendida en el discurso.
El arte de nuevo se hace simbólico, en el sentido de que una vez más no es adecuado
a la Idea y se conoce a sí mismo tal cual. Pero mientras antes era el único medio que
estaba esforzándose por la adecuación, impulsado por un tenue sentido inarticulado
de lo ilimitado, ahora tenemos una visión adecuada de lo absoluto como sujeto en un
medio más alto que el arte.
Por tanto el nuevo arte es libre como no lo fue antes. Es libre y puede abandonarse
a las «aventuras de la fantasía» (Abenteuem der Phantasie, 1 & 1, 1 23). Ya que en la
época moderna la subjetividad particular alcanza sus más plenos derechos, y el señor
absoluto de todo se sabe que ha de ser la subjetividad, las acciones particulares de los
hombres ganan su significación para el arte. (Éste es un punto paralelo a aquél de la
época moderna que ha trascendido la necesidad de los oráculos.) Hegel le llama a esta
fase del arte, desde la era cristiana, el «arte romántico».
Así, la Idea nos muestra cómo el arte se desarrolla en la historia de acuerdo con un
patrón necesario. Su necesidad puede ser trazada en forma similar en las diferentes
formas de arte, que poseen una afinidad respecto a etapas diferentes. La arquitectura,
siendo la portadora de una forma masiva no-figurativa, corresponde al período del arte
simbólico. En esto es de suma importancia. Pero enseguida la preparación del templo
perfecto exige la representación de Dios. Esto, que llega a su máxima expresión con los
griegos, corresponde a una prioridad de la escultura.
donde el sonido alcanza la realidad espiritual del simo.
Estas artes se hacen entonces
""
·
' do del arte romántico.
pnmordiales en e1 peno
La poesía es la forma supe�or, donde el arte está listo para pasar a ser una repre
.
�e�taCI�_ n. El n:edio de la poesm es el lenguaje. Ahora, cuando el lenguaje alcanza en
.
últIma mst�c1a la clandad descriptiva, sus propiedades en cuanto al medio físico
.
de�� de ser mportantes. Se hace enteramente representativo en el sentido amplio
�
utihz� do aqrn, esto s, su función es solamente enfocar nuestras mentes en los objetos
�
descntos y caractenz�los correctamente. De aquí que el sonido real o la apariencia de
l� �al bra se hagan rrrelevantes; si ecimos silla o chaise o Stuhl, o cualquier otro
�
_
smommo e� uno de estos
? e �ualqmer otro lenguaje, no tiene ninguna importancia.
�odo lo. que 1m�ort� es el s1��ficado ?escriptivo. El término descriptivo llega a ser «un
s1�o simple e mdiferente sm valor mtrínseco» (ganzlich gleichgültiges und wertloses
Zezchen, 1 & 1, 133). Las propiedades sensibles de nuestro medio ya no son relevantes'
y hemos trascendido el dominio del arte.2
¿ �uál pu�de ser el lugar del arte en la nueva era? Por un lado, la era romántica o
.
cnstmna ha liberado la fantasía; el arte puede ahora retratar lo contingente lo subjeti
vo. Pero esto está vinculado con el hecho de que la Idea ha encontrad;una �odalidad
�ás al_ta de conciencia con la que el arte no se ajusta, la religión y ultimadamente la
filoso�a. De tal �od� que el a:te «ha cesado de ser la necesidad más alta del espíritu»
.
(das hochste
Bedurfms des Gezstes, 1 & 1, 153). Esto se aplica a la era moderna entera.
�ero la situación del arte se agravará seguramente cuando alcancemos a través de la
filosofía ':m� expresión plenamente adecuada de la Idea. ¿El arte asumirá un papel
secundano, ilustrando las verdades más claramente conocidas en otros medios? ·Será
para la filosofía especulativa lo que el arte eclesial fue para la teología
� cristiana Con
esta enorme diferencia, que esta teología nunca aseguró penetrar los misterios de Dios
o de la Encamación, y por tanto le dejó al arte una frontera interminable' que la claridad de la filosofía amenaza con cerrar.
La lógica de la posición de Hegel parece abrir esta posibilidad deprimente, sobre la
cual él no hace comentarios. �iertamente no es lo que siente que el futuro del arte vaya
a ser, como uno puede deducir de sus textos de estética. Y aquí su instinto como miem
b�o de la generación romántica fue más verdadero que su razón como filósofo, ya que
leJOS de tomar un segundo lugar en la vida espiritual del hombre moderno, el arte ha
sustituido a la religión en muchos de nuestros contemporáneos, en el sentido en que es
para �llos la más alta expresión de lo que tiene importancia última, y/o de la actividad
supenor del hombre. Y esto en sí mismo es una indicación de cuán lejos nos hemos
movido del ámbito de la síntesis de Hegel.
�
�
De tal forma es ahora erigido el templo de Dios; su casa se mantiene lista, la naturaleza
externa ha sido edificada en su figura, y repentinamente es atravesada por el relámpago
de la individualidad. Dios permanece ahí en la naturaleza, se exhibe a sí mismo: la estatua se erige en el templo.
La pintura, la música y la poesía son más internas, no están limitadas del mismo
modo por la existencia externa tridimensional como su medio ineludible, como lo es
tán la arquitectura y la escultura. La pintura se las ve con lo «Visible abstracto» (1 & 1,
1 3 1). La música existe en el sonido, que es ya más etéreo; y la poesía en las palabras,
2. Es por lo que resulta ex:traño que Hegel parezca atribuir esta trascendencia del medio sensible
a la poesía, un punto de vista al que es difícil darle crédito no solamente en sí mismo, sino también
os de la propia teoría de Hegel. Cf. I & !, 1 3 3 . Debe recordarse que éstas son notas de
ep. los té
conferencia, que nunca fueron preparadas para su publicación por la propia mano de Hegel.
�
416
417
CAPÍTULO XVlli
RELIGIÓN
ción del devoto, y enfatizar la incognoscibilidad de Dios. Hegel puede entender esta
reacción al iluminismo --de hecho, en cierto modo la comparte en sus primeros años,
en la década de los años 1 790, como lo testimonian sus escritos de la época-, 1 pero
rechaza por completo este vuelo hacia la subjetividad.
Para los románticos la fe permanece atrapada en algunas de las asunciones centra
les del iluminismo. Se queda enfocada en la subjetividad finita y su libertad, y acepta
las conclusiones de la epistemología iluminista que dicen que nada puede ser conocido
respecto a Dios. Por tanto, retoma a un culto de Dios que es puro sentimiento, un Dios
acerca del cual nada puede ser conocido, pero que existe. El acento entero de la fe es
desplazado hacia la devoción del fiel. Y éste, defiende Hegel, está en el exterior de lo
que la verdadera religión es.
¿En qué consiste este concepto de religión, por qué requiere de una representación
de Dios, y qué más requiere? Desde un punto de vista especulativo, la religión es un
modo de auto-conocimiento del Espíritu.
1
n. Éste �s el do�inio de la
y de este modo llegamos al segundo nivel, la religió
es una
forma
en
sto
expue
mente
intemalización de lo que está carnal
o.
la Vorstellung hace uso de imágenes, de lo sensual y lo �ictóric
rep�esentar o c�ac�e
de
el
r,
ulteno
sito
propó
un
a
vistas
en
esto
de
Pero hace uso
o de c�ncien�Ia.
entativ
repres
rizar al absoluto. El pensamiento religioso es un modo
sensible�, s�o
ntes
refer
sus
plar
�
Utiliza imágenes sensuales, pero no sólo para contem
�escnpci?n
sta
�
r.
supe
ido
conten
un
tar
?'�
como símbolos que se esfuerzan por presen
.
r es tipica
infeno
mm10
do
un
de
as
extraíd
nes
imáge
.
de un dominio superior hecha en
ver
lo
la �dea o de � ��
del pensamiento religioso. P. ej. , la necesaria auto-escisi�n de
D10s engendro al HiJO
presentada en la teolocia en la imagen del engendramiento:
ue esto �? ha de ser
d
antes de todos los tiempos. Por supuesto to�o el ��do entien � �
utilizado para
siendo
esta
que
bien
interpretado en el modo sensible normal, �mo mas
le.
referirse más allá de esto a algo suprasensib
d� a sí misma, como
Vorstellung es, pues, un modo de conciencia que se está liberanumver
sal. ��ro �o �a
lo
ar
alcanz
para
le
sensib
ente
meram
si dijéramos, respecto de lo
_
deb
le, y
: utilizar rma
tenido éxito completamente aún, está aún atrapada en lo sensib
o concep
mient
pensa
del
genes sensibles. Por supuesto, la religión también hace uso
� con
de
entro
�
ad
elabor
te
a;>
tual. Algunas veces encontramos filosofías plename�
, 1 69).
(GPhzl
sticos
escola
los
y
Iglesia
la
texto teolá!!ico, como p. ej. con los padres de
.
umver
tos
concep
y
les
sensib
nes
imáge
de
mezcla
Pero casi s iempre encontramos una
sales tales como el <<todopoderos o», p. ej. (op. cit., 1 71).
más puras, es de la
P�ro de lo que carece la religión, incluso en sus formulaciones
Idea y las devuelve
la
comprensión de la necesidad interna que une las articulac!ones d�
mente las narra
srmple
y
ales
a la unidad. Toma dos determinaciones relaciones esenci
n del hom�:e Y
creació
la
,
ej
p.
como siguiéndose una de la otra en el tiempo -tal como,
:
nm�·a (erzahlt,
mente
srmple
g
stellun
su caída, 0 las diferentes etapas de la creación. Layor
ient�.
pensam
del
tarea
la
será
Esta
s.
.
BRel, 297); no muestra las conexiones interna
ia del
ncienc
autoco
la
de
es,
est
to,
absolu
u
.
?
La religión como un nivel del espírit
DIOs.
de
o
,
soluto
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a
el
d
0nes
entac1
repres
de
ión
colecc
.
Geist, no es simplemente una
. .
_ tica de
d roman
Éstas le son esenciales, y Hegel argumenta aquí contra la espmtualida
la devohacia
n
religió
la
Jacobi 0 Schleiermach�r, que querían desplazar el centro de
En cierto sentido
Vorstellung, que es la forma de conciencia más interiorizada. sensua
l en el arte, ya que
Dios es Dios sólo en la medida en que se conoce a sí mismo; su auto-conocimiento de sí
es además su autoconciencia en el hombre, es el conocimiento del hombre de Dios, que
se dirige a convertirse en el auto-conocimiento del hombre en Dios [EG, § 564).2
En otras palabras, Dios llega a conocerse a sí mismo a través del conocimiento del
hombre en él. El hombre es el vehículo de la autoconciencia de Dios. Pero entonces, si
Dios es Geist en el sentido hegeliano, está determinado esencialmente al auto-conoci
miento. Y si este auto-conocimiento se vehicula a través del conocimiento de Dios
propio del hombre, entonces la idea de una religión cuyo Dios es incognoscible está
directamente opuesta a la misma esencia de la religión. En contra de la religión román
tica de la devoción, Hegel insistirá en que Dios está esencialmente determinado a ma
nifestarse a sí mismo, o como en la cláusula citada más arriba, <<Dios es Dios sólo en la
medida en que se conoce a sí mismo».3
Por supuesto, este proceso de auto-conocimiento es de tal naturaleza que se realiza
lenta y penosamente a través de la historia, ya que es parte de la auto-realización del
Geist. Y en las primeras etapas, la autoconciencia de Dios será muy rudimentaria e
inadecuada, puede uno incluso decir muy deformada. Pero incluso en esta forma pri
mitiva es reconocible una conciencia de Dios, y por tanto es una religión más auténtica
que la aberración romántica. Es esencial a la religión, por tanto, representar a Dios.
Pero ésta no es toda la religión, pues lo que es representado es el absoluto, el funda
mento de todo, incluyéndonos a nosotros mismos como espíritus finitos, y más aún un
absoluto que no está finalmente separado de nosotros, pero del cual somos los vehícu
los. Ahora bien, esta comprensión de nuestra relación con el absoluto, separado e in
cluso al final también idéntico, no está presente en la representación religiosa como
tal; en cualquier caso, no como una idea clara, pues entonces estaríamos en el reino del
pensamiento, y habríamos trascendido la Vorstellung y por tanto la religión. Pero debe
estar ahí de algún modo. Y en la religión llega en la forma de la devoción (Andacht).
l.
Cf. capítulo II.
Wissen seiner in Gott».
3. Esto explica el aparentemente excesivo énfasis de Hegel sobre la devoción romántica, que era
menos digna de considerarse una manifestación de la religión que un culto natural primitivo.
2. Cf. BRel, 302-303. <<Die Religion ist das gottliche Wisen, das Wisen des Menschen von Gott und
419
418
De este modo los románticos no están del todo equivocados. Han dejado fuera un
elemento esencial, pero han mantenido una de las dimensiones de la religión, pues la
conciencia religiosa ha de poseer un sentido de que este absoluto no es solamente un
objeto respecto al cual somos indiferentes; percibe oscuramente que éste es un ser
respecto al cual estamos diseñados para estar de algún modo unidos. Por lo tanto el
creyente no tiene solamente una visión de Dios, anhela su unión con él. Es impelido a
la devoción de lo divino. Por supuesto el hecho es que no estamos ultimadamente
unidos al sujeto infinito; también es verdad que estamos aislados de él en tanto finitos.
La verdad especulativa entera es que la unión solamente se lleva a cabo sacándole
provecho a la división (Entzweiung). Esto es justo lo que es percibido en la devoción
religiosa: que estamos separados de Dios, de quien sin embargo no debemos estar
separados; de aquí que anhelemos retomar a la unión con él.
La reli!Iión así tiene dos dimensiones: una representación de Dios, y un poderoso
sentido d; separación de Él, que el creyente anhela superar. Pero hay también una
tercera dimensión: el culto. La religión no es sólo el locus de esta conciencia y este
anhelo, sino que engloba también el modo en que el hombre se esfuerza por superar
esta separación. Ésta es la esencia del culto.
En el culto el hombre supera su separación de Dios, su propia subjetividad, su
aspecto finito que lo separa de lo infinito. Lo supera rindiéndose a él. El culto contiene
un elemento de sacrificio, y en muchos cultos específicos existe un sacrificio externo
real, algo es realmente entregado, o quemado. Al mismo tiempo, en la medida en que
rinde su propia subjetividad separada, y se libera a sí mismo en el sacrificio de su
ligadura a lo finito, Dios se hace real para él: el sacrificio, pues, terminará frecuente
mente en un banquete comunal, en el que el hombre resulta al fin unido con Dios.
El culto es así la tercera dimensión esencial de la religión: no solamente una repre
sentación del absoluto, no sólo una advertencia de la separación y la vocación por la
unidad, sino también de los medios para realizar esta unidad, incluso si es intermiten
te y nunca definitiva. Y este culto no debe ser visto como el simple acto del ho�bre;
Dios llega a su auto-conocimiento en el hombre, y la unidad del hombre con D10s es
tambié� el retomo de Dios a la armonía consigo mismo. Por lo tanto la labor de recon
ciliación no corre sólo a cargo del hombre sino de Dios también; esto no sólo en el
sentido de que Dios también actúa en respuesta al hombre, sino también respecto a
que Dios mismo subyace a los actos humanos. En términos de la teología de la «reli
gión absoluta», somos empujados a la veneración por el Espíritu Santo. Al final, el
culto no consiste en dos actos, sino en un solo acto que une a dos sujetos. La contradic
ción de la teología entre la salvación mediante la gracia de Dios y la libertad humana es
resuelta, o más bien, reconciliada en el sistema hegeliano especulativo.
Debido a que la religión debe ser vista bajo estas tres dimensiones Hegel distingue
su filosofía de la religión de la vieja teología natural.4 Esta última tenía que ver sola
mente con nuestro conocimiento de Dios, esto es, solamente con la primera dimen
sión. Pero, afirma Hegel, estamos orientados ineluctablemente al más amplio estudio
de la idea misma de Dios una vez que la entendemos especulativamente, ya que Dios no
puede ser considerado aparte, por su lado. Hacer eso es permanecer en el nivel del
4. Desde el mismo comienzo, por supuesto, en sus escritos de la década de 1 790, Hegel estuvo
interesado en la relie:ión mucho más como una piedad vida que como teología. De aquí la distinción
temprana entre reli ón subjetiva y objetiva (cf. capítulo II). Uno puede decir que fue el Hegel madu
ro quien vio la importancia de la teología -adecuadamente interpretada por la filosofía.
gf
420
entendimiento. Dios debe llegar a la autoconciencia, y esto lo hace solamente en la
comunidad de los creyentes, la comunidad de culto.
El concepto de Dios es su Idea, llegar a ser y hacerse objetivo Él mismo. Esto le es esen
�
cial a Dios como espÍI tu: Dios es esencialmente en su comunidad (Gemeinde), posee una
.
comunrdad, es un obJeto para sí mismo (ist sich gegei1Stiindlich), y esto es verdad sólo en
�
�
la auto onciencia; su más alta d ter:minación es la autoconciencia. El concepto de Dios
.
lleva asr necesanamente desde sr mrsmo a la religíón . . . [BRel, 1 56].
La religión es, de esta manera, mucho más para Hegel que un modo de conciencia
del absoluto. Esto en sentido estricto sólo cubre su primera dimensión. Es también la
po�tura del sujeto, y sobre todo una praxis que tiene como objetivo realizar nuestra
urudad con este absoluto. Esto suscitará una gran cantidad de problemas cuando vea
U:?s de qué mane�a Hegel entiende que la filosofía recapitula el contenido de la reli
�on en el pensamiento, ya que surge la pregunta de si la religión ha de ser forzada,
Junto con el arte y la filosofía, a ser entendida como nivel ascendente de la conciencia
del absoluto (y por lo tant? de la autoconciencia del absoluto), si la religión no es más
.
_ que esto en un sentido al que el arte y la filosofía no
que un modo de conCiencia, o mas
pueden ajustarse.
Es la dimensión del culto la que lleva a la religión más allá de la simple conciencia.
�s .el. culto el que realiza la unidad, o restaura la unidad entre el espíritu finito y el
mfimto. Pero entonces esto parecería colocarlo en el terreno de la práctica humana de
la construcción de formas-de-vida y acciones que ocasionan la reconciliación entr� el
ho��re Y el 0;ist. En pocas pala�ras, parecería colocarlo en el terreno del espíritu
objetivo tambien, pues ya hemos vrsto que el espíritu objetivo es el dominio de aquellas
formas-de-vida colectivas y de las prácticas por las que el Espíritu se realiza a sí mis
mo, crea para sí un sujeto en la historia que será capaz de ser el vehículo de su autocon
cie?��a; la autoconciencia real alcanzada al ser el dominio del espíritu absoluto. La
relig10n parece montar a horcajadas esta distinción, pues el culto está más del lado de
las formas-de-vida y las prácticas, y de hecho en la civilización antigua el culto no
estu�o sepa;:��o de las otras prá�ticas e instituciones que conformaron la polis.
SI la relig10n puede ser considerada separadamente de las otras instituciones del
espíritu objetivo en el mundo moderno, entonces es que ella misma ha introducido una
brecha. El locus del espíritu objetivo es un pueblo; esto es así en el mundo moderno
tanto como en el _mu?-do antiguo. Un pueblo se reúne alrededor de su monarquía, de
.
sus leyes, de sus mstituciOnes re�resentativas. Pero a diferencia del mundo antiguo,
p�ra los modernos el culto no es simplemente aquello propio del pueblo. Es en princi
.
pio uruversal, y en la prá�tica �a más allá de las fronteras del Estado, mientras que
con_s�antemente falla al urur: y afianzar a todos los ciudadanos de cualquier comunidad
polítrca dada. En este sentrdo se mantiene un tanto al lado de las instituciones del
Esta?o moderno. Veremos que mientras Hegel considera que la religión tiene un rol
crucr� en el Estado racional, rehúye la idea de un Estado confesional. Hace suya la
.
1�_?-ea hberal que sost�:ne que los ho�bres deben ocupar su lugar como ciudadanos sin
fiJarse en una �onfes10n. Incluso esta a favor de dar plenos derechos a los judíos, lo que
e�taba n:u!' leJOS del pensamiento convencional de su tiempo (PR, § 270). Este princi
pio de lmCismo Hegel asume que se encuentra implicito en el protestantismo. Pero esta
posición br?t� d�l lado liberal ilustrado del pensamiento de Hegel, que mira por una
convergencia últrma entre la fe y la ilustración, una convergencia a la que le es esencial
la reinterpretación de la religión por la filosofía. Diremos más sobre esto más adelante.
·
42 1
Pero si pensamos el rol del culto como aquello que retrotrae a los hombres de su
subjetividad finita hacia la universal, entonces esto no es básicamente distinto de las
instituciones que vimos aparecer bajo el espíritu objetivo. Y así no es de sorprender
de la vida ética en el Estado, los preceptos morales de la religión permanecen inciertos
en su exacta expresión, indeterminados, y subjetivos en su aplicación.
�� contras:e con la a�to�da� y la fe de la Iglesia en los asuntos que afectan a principios
eticos, rectrtud, leyes, mstrtucwnes, en contraste con la convicción subjetiva de la Iclesia
el Estado es aquello que se conoce [ 1 71].
encontrar a Hegel diciendo:
Si el corazón y la voluntad se forman con gran seriedad a través de y hasta el universal Y
la verdad, entonces tenemos de hecho lo que conocemos como Sittlichkeit. En esta medi
da, la Sittlichkeit es el culto más verdadero [BRel, 236].
Pero Hegel continúa para añadir en el siguiente parágrafo: <<En esta medida ...
la
filosofía es un culto perpetuo» (loe. cit.).
Todo esto es muy confuso. Por supuesto, hay un claro sentido en que la filosofía es
un modo en que el hombre retoma a la unidad con el Geist, a través del entendimiento.
Pero la entera posición de Hegel consiste en que este retorno en el pensamiento presu
pone y demanda un retomo en la vida y la práctica. El pensamiento que retoma no
�
De este modo Hegel concluye que el Estado no puede ser confesional. El Estado ha
de desplegar sus articulaciones a partir de su mismo concepto. Ha de estar fundamen
tado completamente en la razón, y por tanto no puede estar basado en la mera fe en la
verdad, en una Vorstellung creída solamente por el instinto de la razón, que es todo lo
que ni siquiera la plena religión verdadera (el cristianismo luterano protestante) puede
aportar. Debe tener un fundamento independiente en la razón.
Si el Estado ha de venir a la existencia como la realidad del Geist ético (sittlich) auto
cognoscente, es esencial que su forma deba ser distinta de aquélla propia de la autoridad
y la fe [1 73].5
puede ser desencarnado, sino que debe ser portado por una vida que ha sido educada
hacia el universale. Esta forma-de-vida es la propia de la Sittlichkeit. En este sentido
ambas pueden ser tanto pensamiento como culto, aunque el primero presupone Y sub
yace al segundo. La filosofía, como entendimiento interno, es de hecho así un <<culto
continuo» . No es periódica e intermitente como la práctica de culto de la mayoría de
las religiones. Pero en el sentido en que es el locus central de la unión efectiva del
hombre con el universal en la práctica de vida, la Sittlichkeit puede de hecho ser llama
da el culto «más verdadero» .
En definitiva, el retorno del hombre a l o universal debe ser consumado e n el pensa
miento así como en la vida. De hecho, no es posible retornar en vida sin que los propios
pensamientos sean adecuadamente formados (gebildet). Pero recíprocamente, este re
torno en el pensamiento evolucionado debe ser portado por un <<corazón y una volun
tad» desarrollados, y esto es posible solamente en ciertas instituciones públicas. El
desarrollo intelectual y el de la vida están indisolublemente vinculados.
¿Pero dónde deja esto a la religión? Podemos vislumbrar una línea de argumenta
ción, basada en las categorías de Hegel, que no le dejaría lugar alguno en el pleno
florecimiento del Espíritu. Si la religión es una unión del hombre con el absoluto,
ambos presentes en la conciencia (vía la Vorstellung religiosa) y en la práctica efectiva
(vía el culto), ¿no es sobrepasada en ambos aspectos por la filosofía (como un modo
superior de la autoconciencia del Espíritu) y por el Estado (como una verdadera prác
tica efectiva, una forma-de-vida auto-subsistente, que ninguna comunidad moderna
religiosa puede afirmar ser)? ¿No sustituiría la definitiva civilización humana la tradi
cional amalgama de teología y culto por una nueva combinación de Estado racional y
filosofía especulativa?
Hegel de hecho no toma esta línea. Hay momentos, es verdad, en que parece hacer
lo. P. ej ., cuando discute la laicidad del Estado moderno adopta una línea muy dura
sobre la supremacía de la sociedad política. Así en PR, § 270, Hegel deja claro que la
religión no puede ver esta vocación en oposición al Estado racional verdadero, ya que
éste es la expresión real del derecho en el mundo. Más bien la religión debe reconocer
que el Estado es un cumplimiento de su idea fundamental, que es <<la voluntad divina. .
:
el Espíritu presente en la tierra, desplegándose a sí mismo para ser la figura y orgaru
zación real de un mundo» (loe. cit. , 1 66 ). La esencia de lo que la religión impone es una
personificación au�oritaria dada en la Sittlichkeit del Estado. Sin la expresión concreta
422
'
Esta secularización del Estado, enfatiza Hegel, pudiera surgir en la historia sola
mente a partir de las divisiones de la Iglesia, de tal modo que éstas, lejos de ser una
desgracia, proveen otro ejemplo de la astucia de la razón.
Pero de hecho Hegel no piensa que la religión está passé. Ni que pueda ser simple
mente desestimada como oportunismo, un frente diseñado para esquivar las acusacio
nes de ateísmo que aquejaron a Fichte y que ciertamente harían imposible una carrera
académica en el ambiente de la Restauración alemana. Cuando Hegel afirma ser un
cristiano luterano, uno puede cuestionar ciertamente si su posición realmente merece
esta descripción, pero no que él piense realmente eso de sí mismo.
Podemos ver por qué la religión tiene un rol continuo si recordamos que posee tres
dimensiones, no sólo el conocimiento de Dios, no sólo el culto, sino también la devoción,
el sentimiento. La religión une al hombre con el absoluto en el corazón y la sensibilidad.
Recordemos que Hegel vio esto como la función vital de la religión en el mismo comien
zo de su carrera intelectual, en el período de Tübingen, que es la razón por la cual busca
ba una religión que no fuera sólo racional sino que hablara también al <<Corazón, a la
sensibilidad y a la fantasía». Y aunque llegó a ver desde entonces la importancia suprema
de la filosofía, nunca cambió de parecer respecto al rol irreemplazable de la religión. Lo
que se transformó más bien fue su apreciación del cristianismo ortodoxo, que vio enton
ces a través de los ojos de la filosofía especulativa como la religión absoluta, más que
como una aberración <<positiva» derivada de la enseñanza moral pura de Jesús.
La reconciliaci �n con el Absoluto en la filosofía presupone una reconciliación en la
vida, como vimos. Esta está personificada en el Estado. Pero esto no puede ser alcanza
do a menos que los hombres estén unidos al Absoluto en el corazón y el sentimiento. La
filosofía es, de hecho, la última en llegar, ya que aunque el Estado propiamente articu
lado esta fundado en la razón, la formulación racional última de la Idea sigue el acceso
al escenario de la historia del Estado racional (aunque sea sólo en el <<perfil general» ;
por supuesto mucho queda por hacer por completarlo). Pero l o que el Estado requiere
ineludiblemente, sin lo cual no puede esperar una realidad efectiva (Wirklichkeit), es
alguna suerte de sentido instintivo de su racionalidad, de su autoridad irrecusable en
5.
La traducción de Knox fue corregida.
423
(sittliche Gesinnung)
tanto basada en la Idea, en definitiva, alguna <<Convicción ética»
n.
religió
la
en
basa
se
por parte de sus ciudadanos. Y ésta
el corazón
La unión con Dios que es la filosofía requiere así de la unión con Dios en
temporal
previa
etapa
una
corno
sólo
no
esto
y
provee;
religión
la
y el sentimiento que
ien
pensam
el
en
destinada a abandonarse, sino de un modo continuo, ya que la unión
filosofía
la
s
mientra
Así,
.6
to puede continuar solamente si la unión en la vida persiste
a la
es superior a la religión, en el sentido de que se comprende tanto a sí misma corno
corno
,
religión
la
a
zar
reempla
puede
no
religión en tanto que lo contrario no es cierto,
lo deja claro Hegel en este pasaje de GPhil:
La filosofía no está en oposición con la religión; la comprende en sus conceptos. Pero
para la Idea absoluta, para el Espíritu absoluto, ha de darse la forma de la religión, pues
la religión es la forma de la conciencia de lo que es verdad, así como esta conciencia es
para todos los hombres. El cultivo (Bildwzg) de esta conciencia supone: 1 ) percepción
sensible, 2) una forma universal entremezclada con 1), esto es, la reflexión, el pensa
miento, pero una clase de pensamiento que aún contiene mucha e:\terioridad. Entonces
el hombre se transforma al modo concreto de cultivo del pensamiento, especula sobre
qué es lo verdadero, se hace consciente de esto en su modo verdadero. Pero esta activi
dad especulativa que entra en el proceso de cultivo hasta cierto punto no es la forma
universal externa del pensamiento que es común a todos los hombres. Por tanto la con
ciencia de lo que es así verdadero (se. también) posee la forma de la religión.
Lo que parece estar diciendo aquí Hegel es que la continuada necesidad de la religión
es contingente, basado en el hecho de que no todos los hombres pueden alcanzar la plena
racionalidad. Y esto puede tentarnos a ver la religión corno una clase de sustituto de la
filosofía del hombre humilde (o no educado), diseñado para mantener la lealtad de aque
llos que no pueden realmente comprender. Ésta es la impresión que uno puede deducir
de otra frase del parágrafo de PR citado más arriba (§ 270): <<ya que la religión es un
factor integrador en el Estado, que implanta un sentido de unidad en las profundidades
de las mentes de los hombres, el Estado ha de requerir incluso que todos los ciudadanos
pertenezcan a una Iglesia>> (168 -Hegel se apresura a enfatizar <<Una Iglesia>>, ya que el
Estado no puede interferir con el contenido de la fe de los hombres).
Pero ver la religión corno un medio para mantener a los nativos callados seria malinter
pretar seriamente a Hegel. La necesidad de la religión no procede de predicar sobre la
inferioridad de las masas, o de su incapacidad de alcanzar los estándares de racionalidad
de una élite. Por el contrario, la diferenciación le es esencial al Estado racional, corno
vimos, y cada grupo diferenciado es el vehículo de un aspecto esencial. No todos los hom
bres pueden ser filósofos, pues esto requiere dedicación a una especialización que excluye
otras vocaciones y el desarrollo de otras capacidades. Es en su base exactamente la misma
exigencia de especialización que evita que todos los hombres sean sirvientes, u hombres de
negocios. Aquellos que se dedican a la agricultura o al comercio no pueden ser filósofos
especializados, ni más ni menos que puedan ser funcionarios de la clase universal.
Pero esto no quiere decir que el filósofo consigue una plenitud de la que otros
hombres carecen. El ideal aristocrático de una realización completa es una ilusión en
el mundo moderno, tal corno Hegel sigue insistiendo. Murió con los griegos. El alcance
6. Ésta es sustancialmente la defensa hecha por Emil Fackenheim en su Religious Dimension in
Hegel's Thought, Indiana University Press, 1 967, 206-2 14, aunque mi interpretación de la filosofía de
la religión de Hegel c;lifiere de l
él.
a de
424
de la humanidad ��de�a es muy �rnplio corno para ser comprendido por un solo
hombre. La especializaciOn es esencial, y en una civilización racional cada especiali
dad e�presa un aspecto esencial de la vida humana en que todos los otros también
_
p�rticipan
_ a s� rnod�. Así, todos los hombres de alguna manera tienen que ver con la
_
_
que tier:e su más plena expresión en la clase empresa
?ad hbre,
\�d� de la m�\'lduali
na!, todos :stan relaci_onados con lo umversal, aunque sólo uno es Stand, aquél propio
_
de l�s servTidores pubhcos,
que dedican su carrera a esta relación. De forma similar los
no-��_ sofos posee� cierto presentimiento de la racionalidad que subyace a las cos�s, y
.
_
al absoluto en el corazón y la fantasía. Corno en los esta
los filosofos tarnbien sienten
mentos de la sociedad políti�a, el desarrollo de cada especialidad es necesario para
sostener los �spectos subordinados de los demás modos de vida especializados. La
t�·ea de los filósofos es necesruia si los hombres ordinarios han de tener un presenti
rment� del fundarr-:ento racional de las cosas. Y la sencilla devoción religiosa de la
rnayona es necesana para que el filósofo no se agote.
En este sentido la existencia permanente de la religión le es esencial al hombre
corno tal, sea filósofo o no-filósofo, en una civilización desarrollada. y es por ello que
<<en la ��turaleza de! caso, el Estado descarga un deber proveyendo cada asistencia y
protecc10� � la Iglesia en fomento de sus fines religiosos>> (PR, § 270).
La rehg10- � , pues, continúa siendo esencial corno devoción a Dios. y podernos
_ de lo precedente cómo su modo de representación, la
co�prender facilrnente a partir
Vo1stellung, no ���de ser ocultada. ¿Pero qué decir respecto al culto? El culto le es
esenc �_ �l a la rehg10n ya que mediante él se ocasiona la unión con lo divino que mi
d:vociOn anhela. Es por esto que ha estado siempre estrechamente ligado al sacrifi
CIO ' pues rned�ante el sacrificio yo renuncio a mi particulruidad y �e uno con lo
.
umv�rsal. ebido � que el sacri�cio es esencialmente esta trascendencia de la parti
_ con lo umversal podernos pensar tanto en la filosofía corno en
cul�n�ad y �a reumon
la Sittltchkezt como especies de culto.
�ero ahora se clarificmá desde lo dicho ruriba por qué queda un lugar para el culto
.
reli�oso al lado o e�tre estas dos, �ues la unión con el Absoluto en el pensamiento puro
reqUiere de una umon e� el cm·azor: y el sentimiento corno una de sus condiciones per
manentes. (._ Pero por que esta necesidad no puede ser satisfecha por la Sittlichkeit? Por
que 1� r�conciliación del hombre con el Absoluto en el Estado racional es esencialmente
pr?\'lllCI�. Se encuentra reconciliado con el Espíritu en su manifestación corno Volks
gezst partic�ar P�ro el horn�re está llarn�do a ser el vehículo de un Espíritu que anda a
zancadas mas alla de cualqUier Volk particulru� que es amo de toda historia y necesidad
_ de toda natural a. Ha de advenir a un sentido de unión con el Espíritu en este
d��as
:�
.
mvel SI es que este Espmtu ha de llegar al auto-conocimiento en el hombre.
Este giro hacia lo universal, en el sentido cósmico, es una de las transformaciones
comprendidas en el movimiento del espíritu objetivo al espíritu absoluto corno vimos
�n el_ �apítulo anteiim: Lo qu: es�oy sugiriendo aquí es que el espíri� absoluto, la
_ cosrnico, requiere de un culto del corazón del sentimien
l elac10n humana con el Gezst
to y de la l?rácti�a efectiva para apuntalar el culto del puro pensarnie�to conceptual
que es la filosofía. Esto no �uede ser sustituido por la Sittlic/zkeit. Más bien, ya que
nuestra lealtad al Estado esta en pru-te basada en nuestro sentido an-aigado en el Abso
luto, la Sittliclzkeit presupone una vida religiosa saludable, corno rnen�ionarnos antes.
Por supues�o, en el mun?� antiguo los dos cultos, el que se relaciona con la política y
el que se relaciona con lo divmo, estaban fusionados. Pero esto nos da la medida de la
natmaleza provincial de la libe1iad antigua. En el mundo moderno, con su conciencia
�
425
ces ame?te difeest
duo como sujeto de razón universal, los dos cultos ro: �� �
del indivi
. d El Estado y la Iglesia ya no pueden ser uno. En una CivilizaciOn raCional los
,
rencm os.
con e1 otro.
nidades, si uno puede llamarles así, no se enfrentartan _uno
dos cultos-comu
. cada uno sostendría al otro en el modo que Hegel descnbe en PR, § 270.
e
,
a11a'
Por e1 Ontran0,
· bros mas
al poseen,a rmem
Pero no serían conmensurables. La Iglesia como univers
convicción individual lib:e,
de las fronteras de cualquier Estado. Y ya que apela a la
dada. Por ello las Iglesias
nunca impondría la lealtad unánime de cualquier comunidad
os.
Estad
serían tanto más estrechas como más amplias que los
pasado. Perman�ce
De este modo el culto religioso no es simplemente una cosa del
la perspect;-;a
0-215)
1
2
el,
(AbsR
de
defien
Hegel
en la civilización moderna. Por eso
i?n católica ;Sin? tambien
luterana de la eucaristía, no sólo en contra de la interpreta:
cos, H��el msi�te e� que
contra la concepción de la Iglesia reformada. Contra �os catoli
o, co:Ico. Mas bien la
Dios no está presente en la hostia de un modo sensible, extern
D10s esta presente,
lga.
comu
transformación sucede en el que comulga en tanto que
Ab
Weise,
e
geistig
�Rel, 2 1 4).7 Pero _en
pero <<en el espíritu y en la fe" (Im Glaubm auf
amente, y no solo
efechv
te
presen
hace
se
Dios
contra de los calvinistas, insiste en que
a del p_asado, �es
branz
remem
de
rea
corpó
ente
es rememorado en «una forma puram
r Verga:zgenh�zt, loe. czt. ).
provisto de espíritu>> (geistlose, nur leibhafte Erinnerung �� n antigu�, smo so�r� el
Hegel no está hablando aquí sobre un rito de alguna rehg10
El dm de la relig10_ n
ecer.
de la post-Reforma, a la cual afirma perten
culto de la Iclesia
�
está lejos de pertenecer al pasado.
�
2
ción racional es, por
La religión que permanece como el ��amento d� un� �iviliza
l
del
a:g� y lento d��arro
supuesto, la «religión absoluta>>, el crístmrusmo, culrmn_ac10n
nte secc10n. El
sigwe
la
en
ar
examm
llo de la religión en la historia, que habremos de
imiento de la
conoc
eto
compl
el
a
muestr
e
cristianism; es la religión absoluta porqu
a, solamenfilosofí
la
que
ido
conten
mismo
el
Posee
estructura ontológica de las cosas.
.
te que su forma es diferente al ser la de la Vorstellung.
_es ec ativa en los
Hegel descubrirá así los principales principios de su filosofía ? U:
distmgwdos por sus
más importantes dogmas de la teología cristiana, .t�nuemente
on.
s
.
imágenes y símbolos, que son sus medios de expr� �
. Lo Uruversal s�� de
El dogma de la Trinidad es ideal para los propositos de Hegel
engendr� al HIJO al
sí mismo� sufre un auto-escisión y engendra lo particular (el Padre
a a la �dad con el
principio de todos los tiempos); y lo particular sin embargo retorn
y d l iJO Y los une).
Universal en una vida común (el Espíritu Santo procede del Padre � !l d e erna, un
u�
de
n
� trmida � de �
De este modo Hegel ve un profundo significado en la noció
nes preVIas
religiO
las
todas
juecro de amor en el absoluto mismo. En contra de
ascendencia
auto-tr
iento,
movim
es
Dios
que
sol� dios la religión trinitaria comprende
en
fun
e
d
unida
su
que
d;
unida
la
�� �ente un
�
hacia lo articclar, y retorno hacia
ovil en si_rmsmo.
retorno de escisión, que él es tres-en-uno. Dios no permanece �
la teologi_a habla de
Por supuesto, esto ocurre aun en el modo de la V�rstellung. Asi,
drarruento colo
engen
ste
que Dios «engendra>> a su Hijo, y representa la necesida� de �
to.
correc
lo
en
esta
asi
cándolo al comienzo (ante omnia saecula). Pero aun
�
7. Cf. también GPhil, 1 80.
426
La trinidad eterna en su juego de amor corresponde a la Idea, en tanto se apropia de
sí, en la Lógica, en abstracción de su encarnación.8 Pero la Idea debe también salir a la
existencia externa. Esto es lo que tenemos en el dogma de la creación. La creación debe
ser e.:�: nihilo, esto es, toda realidad debe emanar de la Idea, Hegel no puede permitir un
comienzo en los hechos brutos, en lo meramente positivo, como hemos visto. De aqtú
que este dogina, también, está ajustado a la verdad especulativa; excepción hecha de que,
una vez más, su forma vorstellende lo obliga a representar lo fundamental de la creación
en el lenguaje de la prioridad temporal. La creación llega en el principio de los tiempos
(«En el comienzo, Dios creó ... " ) . Y la creación es vista como un acto libre de Dios en el
sentido de algo que Él no tenía por qué hacer. Pero esto es erróneo: la Idea resulta en
realidad externa por necesidad (cf. BRel, 1 46-148), pues sin ella Dios no puede ser real
mente Dios. «Dios no es Dios sin el mundo>> (Olme Welt ist Gott nicht Gott, BRel, 1 48).
La creación no ha de resultar en la naturaleza, sino en el espíritu finito, entonces el
hombre es creado. Pero el espíritu finito qua finito es extirpado de lo infinito. Esto le es
suficiente al espíritu finito para realizarse a sí mismo, actuar de cualquier manera y
afirmar ineludiblemente su finitud. El hombre, en sus actos, realiza sus propias inten
ciones, fines, ideas, y por tanto se realiza a sí mismo como algo diferente de lo univer
sal. He aquí la Caída.
Pero aquí también la Vorstellung se nos presenta acompañada de un evento contin
gente en el principio, buscando comunicar lo necesario y fundamental, dado que el
hombre no puede permanecer inocente. El único modo en que hubiera podido perma
necer como tal hubiera sido evitando actuar. Solamente en la inacción es inocente
(Plz G, capítulo VJI).
La Caída en tanto que necesaria es un evento ambiguo. Es el surgir del mal, enten
dido como la división respecto a Dios, la afirmación de la voluntad de las criaturas
contra Dios. Pero es también el comienzo de la salvación, de la reconciliación. La sepa
ración del hombre respecto a Dios viene no sólo debido a que es un ser natural y por
tanto finito; se debe a que el hombre es un sujeto finito, o voluntad. La naturaleza
inanimada y los demás animales no pueden ser malos. No reflejan la plenitud de Dios
como Geist porque no pueden; pero eso no es ser malo. El hombre es malo porque se
opone a la voluntad de Dios.
Por lo tanto, la afirmación de su voluntad es también un paso esencial en el camino
hacia la reconciliación, pues para convertirse en el vehículo de la verdadera autocon
ciencia del Geist, el hombre se ha de levantar por encima de sus deseos y fines mera
mente naturales. He aquí lo que distingue al hombre de la bestia: su poder de afirmar
su finitud a voluntad es lo que lo separa de lo universal y el origen del mal. Pero al
mismo tiempo es lo que lo coloca en la categoría de un ser espiritual, uno que puede ser
el vehículo del auto-conocimiento de Dios, y la afirmación de su voluntad es la primer
etapa en un proceso que lo llevará a ser un vehículo adecuado de Dios. Más aún, no
existe otro camino para la reconciliación. A pesar de la inferencia de la historia del
Génesis, el hombre no podría haber permanecido simplemente unido a Dios después
de la Caída, pues para haberlo hecho debería haber permanecido como bestia. Pero
entonces Dios no podría ser verdaderamente Dios, no podría haber llegado a la auto
realización ya que habría carecido de un vehículo adecuado. Dios debe poseer un espí
ritu finito, una voluntad, para llegar a su auto-conocimiento en él; pero el nacimiento
8. Hegel se refiere, pues, a la Lógica en su introducción como «La presentación de Dios tal como
es en su esencia eterna antes de la creación de la naturaleza y el espíritu finito» (WL, I, 3 1).
427
de la voluntad finita es la Caída. La Caída es por tanto necesaria, un paso esencial en la
unión con Dios. O hablando especulativamente, el Geist solamente es Geist en su retor
no a sí mismo, fuera de la alienación de sí mismo. O felix culpa.
Hegel es precavido en cuanto a esta interpretación de la Caída como parte de la econo
mía de�la salvación, no sólo desde la corriente de la teología cristiana que insiste en que la
salvación a través de Cristo eleva al hombre después de la Caída, sino también en las
palabras de Dios en la narración del Génesis. «Ve, Adán se ha hecho como uno de noso
tros». La Caída viene de comer el fruto del árbol del conocimiento del Bien y del Mal, y por
tanto por hacerse en este sentido como Dios, un ser espiritual (cf. AbsRel, 1 02- 1 09).
El hombre puede entonces estar con Dios solamente reconciliándose consigo mis
mo por la separación. La separación es la existencia finita del hombre como espíritu
finito. Por supuesto, el primer modo en que esta finitud resulta cancelada es la muerte,
y ésta es vista así como una necesidad especulativa. Y en verdad, la Biblia no dice que
la paga del pecado sea la muerte. Los hombres mueren debido a Adán. Pero deben
encontrar un modo de cancelar su finitud sin anular su existencia natural, que es el
fundamento indispensable de su existencia como seres espirituales. De otro modo Dios
no puede retornar a sí mismo.
Por tanto el hombre debe desarrollar una forma de vida en la cual la superación de
la finitud y la donación del yo a lo universal sean llevadas a cabo. Esto llega a su cúspi
de, como hemos visto, en el Estado racional, para el cual la Sittlichkeit es el «culto más
verdadero» . Pero en la esfera religiosa, este retorno está reflejado en las doctrinas esen
ciales cristianas de la Encarnación Y el Reino de Dios.
Para que la reconciliación tenga lugar, el hombre debe llegar a sentir como dolor su
distanciamiento del infinito, y desde aquí debe llegar a ver que an sich él está unido al
sujeto infinito, y entonces debe configurarse a sí mismo de tal modo que esta unidad
sea hecha realidad an und für sich en la comunidad humana.
Pero esta necesidad especulativa es lo propuesto, aunque en el modo de la vorste
llende, en las doctrinas centrales del cristianismo. En la plenitud de los tiempos, cuan
do llega el momento apropiado en el plan de Dios, Dios se hace hombre; las dos natu
ralezas están unidas en una sola persona. Por supuesto, podemos entender, a la luz de
la especulación, que el Geist no puede simplemente estar unido al sujeto infinito. Si
ambos están unidos, lo están a medio alquiler (rent asunder) de nuevo, pues ningún
espíritu finito puede realizar lo infinito.
Jesús muere, por tanto. Pero esto no es el fin de la historia. Algo se ha transformado
definitivamente. Como resultado de esta Encarnación los hombres ahora son capaces
de desarrollar una vida en unidad con el Geist de un modo que no fue posible antes. Y
así la muerte de Cristo es seguida por su Resurrección y su Ascensión, o el retorno al
Padre (que no son realmente tratados en forma separada por Hegel). Y este retorno es
la ocasión para el envío del Espíritu, que vive en la comunidad y la eleva a una vida con
Dios, de tal forma que la Encarnación se ve continuada en la vida de la Iglesia, que es
vista como el Cuerpo de Cristo.
La muerte de Cristo es así tan necesaria como los otros grandes momentos de la
teología ortodoxa, la Creación y la Caída. Cristo tuvo que advenir como un sujeto par
ticular en unidad con el infinito, de modo que esta unidad pudiera ir más allá de lo
inmediato y hacerse universal. La Encarnación tuvo que dejar de ser una unidad mera
mente externa e interiorizarse o espiritualizarse. Estos dos desarrollos, la espiritualiza
ción y la universalización, son realmente uno. Para llegar a formar parte de todas
nuestras vidas, la Encarnación ha de espiritualizarse, liberada de su realidad natural
428
particular, externa. Pero la comprensión de esta espiritualización crece lentamente
sólo en la comunidad cristiana. VImos en PhG cómo Hegel interpreta las Cruzadas
como un intento (vano) por recuperar el contacto con el Salvador histórico.
Estas profun?as conexiones especulativas están representadas en la Vorstellung re
.
. .
li!P osa por relaciOnes en el tiempo. Cristo como inmediatez cancelada (aufgehoben) es
VIsto como en el pasado, pues ésta es la dimensión temporal que representa la inmedia
tez cancelada.9
� mismo tiempo los fieles saben que la unidad con Dios no está completamente
re�zada, de mo o que la colocan en el futuro, como el segundo advenimiento. El pensa
rmento especulativo, por supuesto, comprende que esta separación es, eterna y definiti
vamente, un momento de unidad; que la plenitud del reino consiste precisamente en
esto, que la separación de Dios surge constantemente y constantemente se supera. Hegel
se las ha arreglado para reinterpretar un número sorprendente de creencias cristianas
ortodox� �n su sistema. Pero el creyente ordinario, entonces y ahora, no puede escapar
.
del sentlffilento de que el sentido de su fe se hace radical si es sutilmente alterado. y esto
a pesar de las objeciones de Hegel a la ortodoxia protestante.
El instinto de p��da� es totalmente correcto. Hegel no está por supuesto en línea
.
directa con la suceswn hberal del protestantismo <<desmitologizado>>. Y esto puede des
.
encamrnarno� . De hecho, con los pensadores de la ilustración como Kant y Lessing, el
pr�c��o de deJa: de lado el l�tre dogmático ha ido ya muy lejos, en la búsqueda de una
religwn que este en conforrrndad con la razón. Para Lessing, una religión racional ha de
estar basada enteramente en verdades eternas. Los grandes eventos históricos en la rela
ción entre hombre y Dios, la huida desde Egipto, la Encarnación, la Resurrección, etc.,
comienzan a ser irrelevantes. Estas historias fueron quizá útiles como pedagogía sagra
da en una etapa más temprana de la <<educación de la raza humana>>, tal como le conta
mos a los niño� cuentos preventivos antes de que puedan entender los principios genera
les de la moralidad. Pero con la madurez vamos más allá de estos cuentos para compren
der la verdad en los conceptos racionales.10 Hegel combate esta des-historización de la
cristiandad, que ataca a las enseñanzas centrales de la fe cristiana, ya que en la filosofía
de Hegel la verdad eterna misma se despliega necesariamente en la historia. Los eventos
históricos no son una representación irrelevante, que a lo sumo ilustrara o dramatizara
la verdad universal, sino el medio ineludible en que estas verdades se realizan y manifies
tan a sí mismas. Por lo tanto, la filosofía de Hegel, que afirma ser una interp�etación de
la teología cristiana, restablece los eventos decisivos de la fe cristiana en su importancia
histórica central. Así Hegel insiste (AbsRel, 1 30-142)1 1 en que la Encarnación debe ser
vista como un evento histórico real, y uno que ha jugado un papel decisivo en la historia
d�l �spíritu. �sto junto con he�ho de que Hegel incorpora en su filosofía los dogmas
c?stianos mas centrales y rmstenosos, como el de la Trinidad, con el que la ilustración
nene un enorme problema, de manera que podemos ver cómo para algunos de sus con
temporáneos pudo pasar por un restaurador de la ortodoxia en contra de la <<teolo!ria
racional>> de la ilustración, que vacilaba de antemano al vérselas con los requerirnien�os
del <<entendimientO>> . Y así se vio él mismo (GPhil, 1 98-1 99).
Pero estas apariencias no deben engañarnos. De hecho, la reinterpretación de Hecrel
omite la esencia misma de la fe cristiana, o en verdad de cualquier fe que se relacione c�n
�
�1
9. Cf. las obervaciones/comentarios de Hegel acerca
de la relación entre Wesen
Lógica (WL, II.3).
1 O. Cf. Lessing, Die Erzielzung des JV!ensclzengesclzleclzts.
1 1 . Cf. también, PlzG, capítulo VII .
aewesen en la
v "'
•
429
�
�
refiere a ue
centrales de su filosofía, como el qu se
el Dios de Abraham. Los principios
ue esta VIda
dice
que
el
y
re,
homb
el
de la vida de Dios como espíritu es
el úrúco
n o descar
conJu
en
al,
ptu
conce
idad
neces
de su
.
espiritual no es nada sino el despliegue
:na de
con la que la fe se relac10na. En e siste
tan la clase de libertad radical de Dios
en la
�
ción,
revela
al hombre -ni en la creació , ni en la
Hegel, Dio no puede
de la
dio
m
e
en
rlos
como actos de D10s es v
salvación enviándole a su Hijo. Ver esto
cua
made
tivo
narra
o
medi
al
nece
y lo que los hace actos es sólo lo que perte
a
eman
como
verlos
es
te
tamen
rre
que verlos c?
do, que trascendemos en la filosofía, ya
o en el
xcept
-:-e
re
homb
del
smo
D10s
de
a
propi
ciones de una necesidad que ya no es
ho bre
cierta manera el todo o la sustancia, y el
sentido de que Dios 0 el Absoluto son en
la VI a,
da»
e
:U
puede existir sin la p arte. Dios <<
es una parte 0 accidente. Pero el todo no
_
D10s
que
y
vida,
esta
nte puede ser a _tra es de
pero es también cierto que Dios solam
es
esto
Pero
re.
homb
al
o
<<Se revela » a si rmsm
debe estar en una necesidad racional. D10s
la
do
llama
ser
a
podrí
ario
neces
so
Inismo proce
también la revelación de sí Jnismo, y este
ulo del
.
.
revelación del hombre como el vehíc
nes de
donador, Hegel no dispone las relaci
Careciendo de la idea de Dios como
a en el
graci
la fe crist ana. No tiene sitio para la
Dios y hombre como debían estar en
Barth lo dice:
sentido propio cristiano. Como Karl
locus
�
�
�
darse
Vorstellung,
<:J
:
: �
�
�
�
�
�
Geist.
�
�
�
impo
la lógica la esencia natural de Dios, hac�
Hecrel al hacer del método dialéctico de
su base en la libertad
tiene
que
,
gracia
la
de
actual
tica
dialéc
sib e conocimiento de la
de Dios.12
l �1
o cristiano, ya que el amo:; de Dios por
sobr _la
sión al donar. 13 Y lo que puede ser dicho
sus criaturas es inseparable de su expre
elac10n
l
de
rollo
dicho sobre el entero desar
relación de Dios con el hombre debe ser
.
divmo
lo
n
co
dad
llega a reconocer su identi
.
.
humana con Dios, en la que el hombre
o
sentid
un
ere
adqm
ras
criatu
de las
Dios
por
io
aprec
y
ud
gratit
de
esta
La respu
u
trasm
se
estas
respu
s
Amba
Idea.
la
de
s
ecida
totalmente diferente en las alturas enrar
, deb
idad con necesidad cósinica y, por tanto
tan en un reconociiniento de Ini ident
an
algo
anece
cat vo (aunque pe
o si
dejar de ser agradecido en cualquier sentid
.
arqUI
nente
Impo
de sobrecogirmento ante la
logo a un glorificar a Dios, una sensación
.
.
tectura de la necesidad racional).
iano? Ciertamente la orac10n de suplihegel
fo
filóso
un
ora
o
¿cóm
e,
ment
Dicho breve
es
ente agradecer algo a Dios. Lo qw� _hace
ca no tiene sentido para él, ni puede realm
te.
difere
ente
letam
comp
algo
es
que
co,
cósini
contemplar su identidad con el espíritu
ente acertado, desde un. unto de VI ta
Kierkegaard, por tanto , estuvo completam
o como forma de comprens10n de la fe cns
cristiano, al protestar contra el hegelianism
re algo nconmensurable con las e:nandas
tiana, y hacer de la llamada de Dios al homb
c a su
cuando D10s ordena a Abraham sac
universales de la voluntad racional (como
no por
rmste
el
necer
desva
de
nda
dema
si la
propio hijo). y surge la pregunta sobre
y no tiene sitio para el amor divino en el sentid
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r:n
gnifi �
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El capítulo de este t;abajo dedicado a egel es
12. From Rousseau to Ritschl, Londres, 1959, 304.
ones con la teolo�m.
heg
a
filos
la
de
�liana. y s�s relaCI,
?
un penetrante estudio de la ambición
Thought, Bloommgton Y.
Hegels
m
z
o
ns
Dmz
us
13. Aquí me separo de Fackenheim, The Relzg
.
he comCidido �normemer.lt� en o os a pectos
Londres, 1967, con cuya iluminadora interpretac10n
huma
se1
el
po1
divmo
�or
o
gratwt
y
total
«Un
Hegel
Pero cuando Fackenheim atribuye al Dios de
s en el o ginal, b3), no puedo ver el respaldo
no .. . dado por una Divinidad que no lo necesita>> (itálica
de su sistema.
entera
tura
estruc
de ello en el trabajo de Hegel, o en la
�
;�
� ;�
�
430
�
�
completo, de hacer del aprecio por Dios algo completamente abierto a la razón, no es del
todo incompatible con la fe en el dios de Abraham. Los caminos de Dios, quien es el
dador de la vida y el autor de la salvación humana del pecado, deben ir más allá de
nuestros caminos. Un Dios cuya vida puede ser plenamente comprendida por nosotros
no se1ia un interlocutor capaz de inaugurar una relación nueva radical, de
arrancarnos
del pecado y ponemos en una vida nueva. La salvación de Dios debe ser una <<reconcilia
ción incomprensible» en la frase deBarth
(op. cit. , 302), o algo que ha perdido su carác
ter de donación radical, una libre iniciativa.
De este modo la ontología hegeliana misma, en la que todo puede ser comprendido
por la razón porque todo está fundado en la necesidad racional, es en última instancia
incompatible con la fe cristiana. La filosofía de Hegel es una transposición exti-aord:ina
ria que <<salva los fenómenos» (esto es, los doginas) de la c1istiandad, en tanto que aban
dona su esencia. No es un teísmo, pero no es tampoco una doctrina atea, en la que el
hombre como ser natural se encuentra en la cima de las cosas. Es una tercera posición
genuina, por lo que resulta tan fácil de malinterpretar�
Una vez que uno se ha dado cuenta de la m�
crnitud de la distaiicia que separa el sistema
hegeliano del cristianismo m1odoxo, comienza a adve11ir que incluso no todos los doginas
son <<salvados>> . A la doctiina de la Trinidad se le ha dado, por supuesto, un lugar de honor.
Pero a la Encarnación, aunque Hegel insiste en su historicidad, se le ha dado un significado
esencialmente distinto. Hemos examinado más arriba (capítulo VII) en qué consiste la
Encarnación como un evento histórico, y vimos que aunque Hegel probablemente conti
nuaba viendo a Jesús como un individuo excepcional que vivió en armonía con Dios de un
modo sin precedentes en su tiempo, no puede ser dicho sobre él que era Dios en ningún
otro sentido más que en el que todos somos idénticos a Dios.
An sich, todos somos lo
flir siclz ,
mismo bajo esta consideración. Jesús fue especial en tailto que vivió esta identidad
de un modo que ningún otro hombre pudo hacerlo en aquel tiempo.
En lo que concierne a la Resurrección y la Ascensión, aunque Hegel nunca declaró
nada en un sentido o en otro, la impresión que uno deduce es que realmente nunca las
consideró como eventos históricos. Su apuesta entera está circunscrita al Pentecostés,
el advenimiento del Espíritu Santo a los apóstoles. Bajo la perspectiva de Hegel, esto
satisface la necesidad especulativa que está detrás de la muerte de Cristo: él tuvo que
desaparecer como un punto particular y externo de coyuntura entre el hombre v Dios,
de tal manera que la Encarnación pudiera ser espüitualizada y así universaliz da. En
la reinterpretación de Hegel, esto hubiera sido útil sólo si 1� histmia del evangelio
;
hubiera sido COITecta de la Crucifixión hasta el Pentecostés, con el advenimiento del
Espíritu Santo cargando con todo el peso del desenlace victorioso de la Crucifixión,
que la teología cristiana atribuye a la Resurrección, ya que ésta y la Ascensión no jue
gan un papel independiente en su interpretación. Pertenecen puramente al nivel de la
Vorstelltmg.
Así, en tanto que Hegel no se encuentra en la línea principal de descendencia del
protestantismo liberal, es el punto de origen de otro impm1ante movimiento hacia un
cristianismo desmitificado, se puede decir que <<des-teologizado>>. Las teologías con
temporáneas de la «muerte de Dios>> son sus nietas espirituales. La filiación es directa,
como con Paul Tillich, que influyó mucho sobre los teólogos de esta escuela, o a través
del joven hegeliano Ludwig Feuerbach. Y en cierto sentido, Hegel mismo fue el primer
teólogo de la «muerte de Dios>> , pues ya hemos visto que la mue11e de Cristo juega un
rol crucial y necesario como la base indispensable para el advenimiento del Espíritu y
por tanto de la espiritualización de la presencia de Dios, que es la misma que la cons-
43 1
s '!-�e
de la comunidad. Los hombres deben anteacwn
tmcción de esta presencia en la vida
entr
conc
de
o
punt
este
hombre singular. Pero
nada ver a Dios concentrado en unmás
plena ha de emerge:: qu� los hombres lle:anesa
ad
verd
la
si
cer
tiene que desapare
_ cada uno y mas alla de cada uno. Dws
Dios como una comunidad, que Dios esta en
una destinada a encenderse e
como una llama que pasa de una vela mortal a otra, cada
irse, pero la flama ha de ser eterna.
3
n verdadera del absoluto como sujeto,
El cristianismo considerado como la visió
ión absoluta. Pero aparece �n es�en�
aunque en el modo de la Vorstellung, es asíoladerelig
luchas en el transcurso de la histo�a. SI
sólo como resultado de un desarrollo plen most
que es la verdad, en el sentido �e
el cristianismo es la religión absoluta, ha de estorarse
se ha desarrollado necesana
que
es,
Hegel de todas las demás religiones previas, lo inten
probar Hegel en sus lecturas
ta
me�t� a partir de ellas como su fruición. Esto
. ente
. anam
sobre filosofía de la religión. Veámoslo ahora.como toda su obra, extraordin
La filosofía de la relición de Hegel está, Como trabajo de religión com arativa,
tes.
_r:>
bien investigada y llena d� detalles interesansus
ndo
idera
cons
le
notab
fue
pero
jes,
pasa
de
hos
muc
en
día
no podría sostenerse hoy
. , humana
. ¡on
lo que había disponible en su tiempo.
. a, Hegel co�. za la relig
mag¡
la
e
sobr
sión
��
discu
breve
una
Después de
ntramos la re��o.n ant�s de que el horr:
bajo la categoría de religión natural: aquí encoluto
o subJetiVIdad libre . Cubr� �qm,
bre haya llecrado a la comprensión de lo abso, siriacom
y egipcia. Pero .�1 punto de uruo� no
entre ¿tras , las religiones china, india, persa
olos en la nocion hum�a .de Dws,
es tanto el rol de la realidad natural o de los símb
en el escenario de reconocnr�Iento del
sino más bien el hecho de que no estamos aún
ión hindú, el absoluto es concebido como
absoluto como espíritu libre. Así, en la relig�
de toda det�rn:nnación; Pero est� n?
una pura abstracción, como algo que está m allá
suJeto que las apreoacwnes mas naturalístiestá más cerca de la visión de Dios como tierr
a.
.
cas de Dios concebido como el cielo o la
entre esta pura noció� a�s�acta d� Dws
xión
cone
una
e
En verdad, para Hegel exist
e�
concepciones de Dios, ya que su pnnciplO consiste
y las más externas y naturalistas
SI
es,
esto
o:
extern
nte
leme
simp
también
�ostener que lo que es simplemente interno esido,
s
cemo
cono
que
dad
reali
la
ces
enton
el fundamento de las cosas es alto, desconoc más conocemos los fundamentos de las
carecerá de forma, será inarticulada. Cuanto ones del mundo; y cuanto menos los
cosas, más los reconoceremos en las articulaci
puramente <<externas» . <<Lo que es sola
conozcamos, estas articulaciones serán másacto,
es solamente externo» (NatRel, 1 73).
mente interno, simplemente an sich y abstr
también una religión en la que .lo
Por tanto no es de sorprender que el hinduismo sea
realidades externas, vaca�, _Pie
de
da
divino es encamado en una multitud desordena ma repro
duce este tumulto vertigmoBrah
dras, árboles, etc. La misma abstracción de
. , natural», ha
. ¡on
so (Tawnel) de divinidad en la naturaleza.
<<relig
como
aun
que,
dado
l
Hege
para
El zoroastrismo es superior
, la luz, y correspondientemente posee
encontrado una manifestación natural más pura
al es el bien �ontra el mal. Pero aquí
una perspectiva ética superior. La oposición cruci
d del bien y del mal; cada uno
unida
la
aún no hemos alcanzado una comprensión de ción comi
enza en las religiones siria
oposi
la
sólo está contra el 9tro. Esta superación de
432
y egipcia de la muerte y la resurrección de los dioses. Y en la última encontramos la
lucha hacia una visión de Dios como espíritu libre, que encontramos expresada en el
arte egipcio, y que ya hemos discutido en el capítulo previo.
A partir de aquí crecen las dos grandes religiones que comprenden, en sus diferen
tes y opu�stos modos inadecuado�, .que Dios es libre subjetividad: la judía y la griega.
(Las Leccw;1es hablan de tres rehg¡ones aquí, con la romana como la tercera, pero
realmente esta se trata de un desarrollo posterior de la religión griega.)
La primera es descrita aquí como una religión de <<sublimidad» (Erhabenheit). Dios
es visto .corno espíritu, como sujeto, y finalmente comprendido en su pureza como
pensarmento. Pero al costo de colocarlo por encima del mundo particulm� de las cosas
naturales. Dios está arriba y lo meramente natural no puede alcanzarlo. Más bien la
relación de Dios con el mundo es de señorío (HeiTschaft).
La religión judía, entonces, alcanza por primera vez una desacralización real (Ent
géittenmg) del mundo, y de esta manera originó una de las ramas constitutivas de la
conciencia moderna. Pero ésta, por supuesto, no se estableció luego en la noción ilus
trada de un mundo gobernado por una ley impersonal. Más bien ;brió el camino para
la creencia en los milagros, considerados como las intervenciones especiales de Dios
en el curso de las cosas, por lo demás desacralizado.
Dios es el señor, como un sujeto que posee fines; y las criaturas han de ser sus
sien,as, han de seguir sus fines. Así, la vocación de los hombres radica en senrir a Dios.
La ley de la moralidad es presentada como su mandato. El hombre no es nada ante
Dios, y por tanto permanece ante Él con temor.
, Pero_Dios, estando �í P?r encima del mundo, es el sujeto de un fin universal, sólo que
e�te es aun
abstracto, e �articulado. Es una característica ineludible de un absoluto que de
nmguna manera está VInculado con sus articulaciones en el mundo; sus propósitos no son
específicos, son abstractos. Ahora bien, es el destino de lo universal abstracto inspeccionar
er:-tre lo p�cula: más pedestre. Por tanto este sublime Dios tennina por estar unido a una
tnbu particular. Este es su pueblo; sus propósitos conciemen al destino y al bienestm· de
este pueblo en particular. Éste a su vez es su siervo, su esclavo.
Esta derivación particular de la afiliación nacional del Dios judío a partir de su
naturaleza sublime, lleva a Hegel al problema de su consideración del islam. En gene
ral Hegel presta poca atención al islam, pues lo coloca en un lugar muy inconveni�nte,
llegando después del nacimiento de la religión absoluta. Elige considerarlo como un
fenómeno relacionado con el judaísmo. El islam, pues, es vi;to también como la reli
gión de una determinada comunidad, pero dirigida hacia fuera, una religión conquis
tadora. Es una religión que Hegel considera inherentemente fanática.
Para regresar a los judíos, el pueblo de Dios es considerado como escogido por Dios
Y poseyendo una vocación de senrirlo en absoluta obediencia. Lo sirve, dice Hegel, en el
te�or; en una clase de esclmritud irracional. Pero el hecho mismo de que lo da todo por
Dws, de que abandona todo su ser particulm· al servicio de Dios, lo coloca más allá del
temor en el sentido ordinario, el temor de perderse en la agencia natural o humana. Por
el contrario, tiene confianza de que lo que Dios le ha dado no puede ser quitado ultima
damente por otros. Tiene segura certeza (Zuversicht) en los propósitos de Dios para él.
Pe�o junto con esta confianza \riene la inadecuación fundamental de la religión judía
a los OJOS de Hegel, el que nos haga manifiesto un Dios que está por encima de todas las
cosas particulares. Éstas no pueden retomar a la unidad con Dios, sino que permanecen
U:econciliadas. De ahí que el Antiguo Testamento subraye la Caída como un alejarse de
Dws, no el aspecto en que los hombres también alcanzan el conocimiento del bien y del
·
433
para conseguir el pan; pero, ¿es éste un
mal. Como castiao tienen que labrar la tien-a mundo y �í del yo, lo que distingue al
castigo? ¿No es el trabajo, la transformación del
bres libres (RelGI, 87).
hombre de las bestias? Esto es lo que hace a los hom de Hegel del judaísmo ha sido re
La representación negativa y a veces cadcaturesca dría que esto se debe a la razón
marcada muchas veces. Pero, con Fackenheim, yo sosten unidad griega de lo divino Y lo
osa
básica de su amor por los g¡iegos. La ruptura en la herm oso c o � mbro de la g ne
�
dolor
y
e
-an
pene
tar;
? :
. �� ongli� lal de la conci�encm
natw-al, que Hegel sintió de mod�
on
relig¡
la
es
cusmo
Eljud
s.
JUdío
los
a
.
ción romántica, es achacada
ntica al repascu· a los gnegos;
infeliz. Más tcu·de Hegel irá más allá de esta lamentación romá
, _Y ver� la con�iencia infe
cuada
juzgará la civilizació� g¡iega como intrinsecamente inad: la racwnalid
ad uruversal. Esto
hacm
re
liz como un paso esencial en el camino del homb
de lo ortodoxo),
entien
él
(como
oxa
ortod
ndad
n-ansformará su perspectiva de la cristia
negativo de su juicio sobre la
pero no sobre el judaísmo. Podemos decir que todo el ladosmo. 14
judaí
religión de la conciencia infeliz es descargado sobre el se interponga en el camino del
to
mien
senti
este
que
ite
perm
no
l
Sin embargo, Hege
fas: esencial, j�to con la reli
una
es
smo
judaí
El
1ica.
histó
ia
rtanc
juicio de su impo
tud de los tiempos pcu·a la
plern
la
de
gión g¡iega, en la creación de las condiciones
ientemente heterodoxo
sufic
ya
es
que
yar
llegada del cristianismo. Uno puede subra
religiones griega y j �daica en
co�o para ver al cristianismo desmarcándose de las o con la heterodoXI
a central
conjunto, y no sólo de la última; pero esto está relacionad
de la trayectmia media de Hegel.
tanto que la comple:� subliEl judaísmo preparó el camino para la Encamación, en
re, ha de ser v1v1da en
homb
el
midad de Dios, sin esperanza de unión alguna con re percibe su separación de la
homb
el
que
el
última instancia como dolor, un dolor en
del fundamento mismo. Este
base esencial de las cosas, una clase de ausencia total hombre. Pero al mismo tie
�
dolor clama por un salvadm� por la llegada de Dios en el
Ocuaci
inade
sus
en
que,
osos
religi
rollos
desar
otros
por
po esta llegada es prepcu·ada
.
nes, complementan el judío.
la necesidad y la , como
Se trata de la relición g¡iega de la bella individualidad, de de lo divino como lib�e
ectiva
Hegel la llama en RelGI. Los gnegos ganaron una persp plenamente, y con la cual El
casa
en
estar
a
subJ etividad, en la que el hombre podli
esto� dioses se �io :n forma
pudiera ser uno. Así, la representación pcu·adigmática de
estos dioses eran hmitados; es
humana. Pero el precio que pagaron por ello fue que
es el fundamento Y la susdecir, había muchos, ninguno equivalente al absoluto, que
tancia de todo.
de los judíos. Lo podemos
De aquí obtenemos la inadecuación complementcuia a la no pudieron alcanzar la
dos,
limita
eran
época
ver de este modo: los hombres en esta
identidad mediante la razón
noción del hombre como tal, sujeto universal que define su, sólo pueden sentirse unidos
universal humana. Estos hombres provinciales, por tanto idad limitada. Pero entonces
con un Dios en sí mismo provincial, que expresa su identmás bien ellos han ganado la
existen muchos dioses y ninguno de ellos es absoluto. O
encima de todo, pero entonces
idea de un Dios absoluto como un espíritu singular por nstancia de que el hombre
circu
1
da
se
�
este Dios está por encima de ellos y no
anece insuperablemente por
pueda estcu· en casa con Él o sintiéndose uno con El; perm con el mundo, ya que los
encima y más allá del hombre. Este Dios no puede estcu· unido
tempana de Hegel, especialmente «El espíritu
14. Cf. la discusión en el capítulo II sobre la obra
n de Abraham.
del cristianismo >>, en donde trata de la religió
434
hombres provinciales no pueden comprender propósito alguno en el mundo que fuera
co�ensurable con este Dios. Sus propósitos permanecen inescrutables (absn-actamen
te u:nversales), po: tanto son (parcialmente) id�ntificados aqueéllos propios de los más
radi��ente particulares, el pueblo escogido. Este es el único modo en que los hombres
provmCiales pueden ser relacionados con Dios. Pero debido a que este Dios está realmen
te más allá Y no es capaz de unirse con los hombres, pertenecerle sigue siendo una servi
dumbre (Knechtschaft), lo que no será para los griegos.
La religión griega es la de la bella unidad del hombre con Dios, su estar en casa con
Dios. Y e�to �stá vinc�ado,. como vimos, con su ser provincial, con su no poseer aún
una ��nciencia refleXIva urnversal. Va de la mano con su total identificación con la ley
tradiC�onal de .su propia. polít�ca . (Sitten} . Un hombre no es nada sino un portador d�
_
esta v1da pubbca esta a su vez identificada con lo divino lo divino
esta vrda pubhca;
qu� fundó. y vigila la ciudad, lo divino, así, de quien somos el pueblo, pe�o en una
urudad febz, no en la separación y la trascendencia. Esta unidad irreflexiva entre la
ciudad y lo divino, la unidad de una subjetividad aún no reflexiva, y por tanto univer
sal, es lo que subyace a la naturaleza de esta religión como un arte-relición.1s Pero en su
par�d.oja no puede comprender que el hombre como tal es libre, y qt_{e está unido con
lo divmo, por lo tanto es aún una civilización con esclavitud.
Co�? religión del arte, ha ganado, tras las débiles percepciones del poder sustancial,
de lo divmo en lo natural, que predominaba en las religiones naturales, una visión lumi
.
nosa de lo divino
con figura humana. La subjetividad espiritual niunfa sobre lo natural
Y �canza la �bertad. Que esto es resultado de una lucha queda reflejado en los mito�
�1egos. Los dioses olímpicos llegan al dominio mediante la conquista de los dioses ante
no�es, que aún suponen una intrincación con lo natural o lo sub-espiritual: con Uranos,
el cielo, y Cronos, el tiempo, con los Titanes.
.
El culto de estos dioses es de unión con lo divino. De ahí que en los sac1ificios no
tefolgamos una renuncia, sino más bien el conocer a otros, y las ofrendas y el gozo
b�ndado por los que se ofrendan. Lo divino es hecho presente en la comwridad me
diante su representación en la forma humana, no solamente en las estatuas, sino en los
actos ceremoniales de los hombres vivos. Las grandes fuerzas que rodean a los hom
bres, con las que viven y bajo las cuales viven, los poderes naturales y sociales (sittlich),
son convocadas por este culto a la figura humana, en la que los hombres se sienten
como en casa. Esta figura de la divinidad hace de esto un verdadero culto a la belleza.
El culto g¡iego, sin embargo, tuvo también una sensibilidad de lo universal. Esto
sale a la luz en los mistedos, donde el hombre estaba unido con lo divino de un modo
tal que iba más allá de los dioses particulares. Pero aquí la relición griega conservó los
símbolos de religiones naturales anteriores, no pudo traer a la l�z estos ;ultos. En estos
misterios comenzó a evolucionar la idea de inmortalidad personal.
l!na vez �ás, Hegel reanuda la conexión de la religión griega con la noción de
destmo. Debido a que las bellas individualidades no son el absoluto, este poder univer
sal que subyace a todo permanece oscuro en la religión g¡iega. Es percibido sólo débil
mente como un destino, un destino inescrutable que flota entre los dioses lo mismo
que entre los hombres. Cada uno de estos dioses es puesto en cierto modo en una
matri: de necesidad insondable que no puede dominar por completo.
.
Asr, :1 c�so contmgente de eventos en la historia también es visto bajo el dominio
del destmo mescmtable. La libertad subjetiva de un dios se extiende sólo hasta ahí,
15. En EG, § 557, Heg�l relaciona la naturaleza irreflexiva del arte como un modo del espíritu
.
absoluto con la naturaleza Irreflexiva de la Sittlichkeir griega, o la época del arte-religión.
435
�
?
La �ubjetividad li re que confi
puede ir de manera torcida en las manos del destino.
. _
de la rehg:¡on natural, solo
enCima
por
lleva
nos
tanto
ra y domina la naturaleza, y por
la matriz del destino, que pu de
se �xtiende hasta cierto punto. Más allá de �ste está
.
inmortales, permanecen m�olu
son
Estos
dioses.
los
de
incluso
os
propósit
anular los
. Lo que �uede ser dicho
mes en su persona, pero no así sus favoritos entre los hombres
las cmdades huma
para
respecto a la libertad de los dioses, sirve también por supuesto
el hombre no es
pues
a,
redoblad
forma
nas que están en unión con ellos, pero ahora de
�
inmortal.
con un Dios provinHegel, pues, establece una conexión entre la búsqueda de unidad
el hombre alcanza
Cuando
destino.
el
en
creencia
la
de
tante
concomi
d
cial y la necesida
que es en sí mismo el
una percepción de unión no con el Dios provincial sino con uno
ble desaparece, ya
inescruta
absoluto el amo de todo, entonces la noción de un destino
ado por a noción
reemplaz
es
o
des
el
y
que la su jetividad libre ahora lo controla todo,
contingentes,
detalles
los
mcluso
cosas,
las
de
entero
de providencia. Entonces el curso
.16
subjetiv0
propósito
un
de
expresión
una
como
divino,
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es visto como parte del
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Y
antigua
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concienc
a
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entre
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grupo
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De esto Hegel
particular, una
derna. El anti o no sentía que pudiera llevar a cabo una decisión
de los eventos
nte
decisión sobre los asuntos en donde el curso particular y continge
batalla aho
ablar
en
podria
e
pudiera afectar al resultado , aparte de sí mismo -aunqu
.
a seg_wr los
Oraculo,
el
consultar
a
llevado
1 87). Era
ra, viajar o casarse hoy
fuera del destmo.
augurios a intentar entresacar alguna indicación sobre el futuro
"'
como sujeto; Y más
absoluto
lo
de
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la
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de
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tanto no hav un rincón abandonado a ningún destino inescrutable.
en la fe en
moderno
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el
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unión con ;l fundamento de las cosas se ha desarrollado
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científica
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la razón, la fe en que la razón humana puede
parti
curso
el
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resultado
su
en
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por tanto, las decisiones que pueden
aspecto
Este
racional.
n
predicció
la
de
base
la
sobre
cabo
a
llevadas
cular de las cosas, son
parte, nosotros los
de destino inescrutable ha estado abierto a la mirada humana. En
propósito absoluta
modernos estamos seguros de que nuestra decisión esta basada en un
que como tal
limitado,
dios
un
mente válido y no en uno meramente parcial, el referido a
absoluta
validez
la
mirando
tanto
modo
puede estar �sviado o ser dejado de lado. De este
momento
del
elección
la
a
toca
que
lo
en
como
s,
(y el éxito último) de nuestros propósito
en un intento de
y los medios adecuados, no tenemos necesidad de recurrir a los oráculos,
En cuanto al
mismos.
nosotros
de
partir
a
decidir
podemos
destino;
del
velo
penetrar el
límite a la predic
elemento de continaencia inerradicable en los eventos, esto impone un
redimid_os _POr
ser
podemos
ción, pero lo compr ndemos, y nos damos cuenta de que no
conocrmren
nuestro
de
dentro
ningún oráculo o augmio. Decidimos respecto a lo mejor
es menor,
riesgo
de
sensación
nuestra
Pero
riesgo.
el
s
to, respecto al resto aceptamo
hace del
lo
no
si
aun
triunfar,
sino
puede
no
racional
absoluto
ser
el
pu�s sabemos que
en la
creencia
nuestra
mediante
esto
Sabemos
s.
planeamo
lo
que
en
modo
el
todo en
providencia, o en la reinterpretación hegeliana de esto.
absoluto
Este poder de decidir por uno mismo está así basado en la visión del poder
a su vez
que
lo
él;
con
unidad
en
global, tomado como el sujeto y nosotros mismos
�
�
b
�
(RelGI,
�
�
d
�
�
1 6. Por supuesto, esto no significa decir que no hay lugar para la contingencia genuina; hemos
visto que lo hay para Hegel, se trata sólo de que el plan del Geist está asegurad? pa�a continuar a
través de cualquier yariación contingente que permita, incluso fuera de la necesidad mterna.
436
requiere, por supuesto, de que lleguemos a definirnos a nosotros mismos como subjetivi
dad universal. Y esto es lo que está ausente en Grecia. El griego estaba sumido en la vida
pública de su ciudad. Tanto las decisiones de un género particular que tomó como indi
\Jiduo, como las decisiones de una clase particular que la ciudad tenía que tomar, se
sentían como estando más allá de sus poderes desvalidos. Era necesario consultar el
oráculo. No fue el sentido de una confianza interna, de comprensión y de sensación de
estar en casa en el curso de los eventos, lo que habría hecho posible ·tal autonomía de
decisión. Incluso Sócrates tomó decisiones particulares bajo la incitación de su demonio.
Pero hay mucho más que esto. Incluso los propósitos de los dioses estaban determi
nados por el destino, y no podían ser anulados. Así incluso los propósitos que estaban
«justificados di\Jinamente>>
(RelGI, 1 53) podrian estar des\Jiados. De cara a esto, los
(RelGI, 1 50-1 54). El griego se
griegos desarrollaron una reverencia por la necesidad
lamenta de ella, pero la reverencia, identificándola con el destino, y por tanto como
parte de ella. Logró una reconciliación y por tanto una clase de libertad, tomando esta
necesidad en sí mismo y observándola como parte de su identidad. Su muerte tempra
na forma
pm1e de Aquiles,
tan constitutiva de su identidad como su gran proeza e
invulnerabilidad. Hay algo de belleza en esta identificación. Como con todas las bellas
cosas en la chJilización griega, Hegel intentará reintegrarla a su sistema.17
El moderno, en contraste, está seguro de que el propósito del absoluto debe llevarse a
cabo, que de alguna manera triunfará sin importar el patrón tomado por los eventos
contingentes. Pero esto hace que el hombre moderno esté a disgusto con los reveses de la
fortuna. No puede tomarlos solamente e identificarse con ellos; considera sus fines como
absolutos. Por supuesto para Hegel ésta no es la más alta sabiduría tampoco; cuando el
hombre moderno no toma simplemente sus propios fines, definidos humanamente como
el absoluto, sino que los identifica con los fines del
Geist, entonces está asegurado contra
los reveses de la fortuna. No le importa cualquier revés que sufra, ya que no es capaz de
echar por tierra el resultado en tanto que los propósitos del
Geist estén implicados. El
verdadero y único modo de recapturar la bella identidad antigua con la necesidad, es
identificarla con la prmJidencia. Entonces uno es libre y pleno cualquiera que sea el curso
de las cosas. Uno está reconciliado con el curso de los eventos. Pero esto ya no significa,
como con los antiguos, que uno ha de testificar el fracaso de un propósito garantizado
divinamente. Entre estas dos formas de sabiduría, sin embargo, subyacen los recursos
contra el enfado del hombre moderno
152-1 54).
(RelGI,
El griego comienza a tener una premon_ición, una sensación de la figura y la estructu
ra racional de la necesidad, en la tragedia. Este es el modo en que, para Hegel, la concien
cia griega llegó a darse cuenta de las profundas contradicciones en su forma de \Jida. En
Antígona,
<<para mi el ejemplo absoluto de tragedia>>
(RelGI, 156), tenemos la colisión
entre lo correcto de la ciudad prmJincial representada en Creón, y aquélla de una mora
lidad universal, en la forma de las demandas de amor familiar, representada por Antígo
na. En la tragedia, lo que le ocurre a la gente, su destino, comienza a adquirir figura.
Tenemos aquí héroes que son identificados con un propósito sustancial di\Jino reg:¡·esivo,
y que se presenta como por debajo (Antígona, Edipo). Pero lo que los derroca no es
simplemente representado como un destino inescrutable; hay una sensación de que la
necesidad de este fracaso está intrincada en el mismo propósito que abrazan, pues éste
1 7. Esta noción de reconciliación con el destino inspirada por los griegos, se remonta al manus
crito sobre el «Espíritu del cristianismo» del período de Frankfurt. Sólo ahora ha sido firmemente
relegado a un pasado no recuperable, y recolocado por un modo de reconciliación superior.
437
es parcial y debe entrar en conflicto con su contraparte. Esta inmersión en la parcialidad
tenemos aquí la bella unidad que también enconu·amos en el organismo, o cualquier
es su patlzos.
De aqtú que la tragedia refuerce la sensación de que los hombres deban de hecho
logía externa, en la que todo sirve a un fin exterior a ella, donde medios y fines son
encontrar su identidad en lo que les ocurre , representa el choque de los eventos como
intlinsecamente vinculados con aquello con lo que los hombres se han identificado. Pero
al traer este juego del destino más cerca de nuestro entendimiento, al discernir la signifi
entidad con una teleología interna. Pero la religión de Roma es la propia de una teleo
externos uno al otro.
El lector que ha sido au·apado por los Shibboleths de Hegel, sabrá ya que los roma
nos no eran muy
sympathiques a sus ojos, no estará muy sorprendido por los detalles.
cación en él. se prepara el momento en que los hombres puedan ir más allá de estas
Mientras que ha de darles a los romanos su cuota histórica mundial, Hegel los encuen
identificaciones parciales. Comenzar a comprender el mecanismo necesario de su coli
sión y por tanto de su destino, es ya comenzar a desa1rollarse más allá de ellas. Y una vez
terna nos sólo como una aberración tardía sino como fundamental en su religión des
universal; ha abandonado la ciudad, y por tanto sus dioses.
desde un principio respecto a los propósitos del Estado. Se entregaron a un objetivo
que el hombre madura más allá de estas identificaciones ha alcanzado una subjetividad
Vimos este proceso más atrás con la caída de la ciudad g¡iega. Es lo mismo que el
vaciarse de la religión g¡iega; ambos son el mismo proceso visto desde diferentes lados.
El hombre no puede identificarse por más tiempo con la provincia, ni con la ciudad y
su
Sitten, o con los dioses. La subjetividad universal surge, pero al hacerlo vacía de su
Sittlichkeit como al bello culto de la unidad. Lo individual llega a
sang¡·e vital tanto a la
sí mismo, pero se encuentra en un mundo, una ciudad y una naturaleza que ya no
están en unidad con él; se encuentra en una tierra extraña. Languidece con una inmen
sa sensación de pérdida. El dolor judío se encuentra con el g¡iego en un mundo aban
donado por Dios.
El locus de esta tardía pérdida antigua de lo divino, del individuo en la alienación,
en espera del tiempo que se le expropia de la Encarnación, es el Imperio Romano. Éste
es el imperio universal que coincide con el surgimiento de la subjetividad absoluta. El
colapso de las
poleis desde dentro hacia la subjetividad universal es ajustado a su colap
so exterior en el momento en que cayeron bajo los imperios universales, de los cuales el
romano es la culminación. La pérdida de contacto con los dioses también es ajustada
por su vigorosa unidad en el Panteón políticamente motivado de Roma.
Y en ambos casos existe una pérdida de unidad. El individuo no puede ser unido con
este Estado mundano absu·acto que es simplemente un poder sobre él y con el que no
puede de ningún modo identificarse. Puede protegerlo o extinguirlo a voluntad, sin fun
dan1ento racional o propósito que él pueda percibir como propio. Al mismo tiempo la
unidad con los dioses está también perdida. En el Imperio Romano cesan de ser el centro
de fines autónomos y se convierten en medios utilizados para los propósitos del Estado.
tra completamente despreciables. Representa este mo enfoque sobre la teleología ex
de un principio. Los romanos no tenían idea de la bella unidad, todo estaba torcido
que no era absoluto ni universal, sino realmente limitado, el imperio universal de un
pueblo. Todo estaba lúgubremente desviado de su fin, y nada correspondía a su propó
sito, a su necesidad en sí mismo, que es el secreto de la belleza. Desperdiciaron sus
vidas de este modo externo también. El combate de los gladiadores fue en verdad un
reflejo de esta civilización, pues la muerte en este combate era fria e insensible, su
significado entero estuvo fuera de sí.
En cualquier caso, el mundo antiguo alcanza su culminación en este sentido de
distancia con Dios (judíos) y de pérdida de Dios (griegos). El mundo suspira por la
unidad, y por tanto la plenitud del tiempo ha llegado, la plenitud en que los actos de
Dios se encuentran en la Encarnación, como hemos descrito antes.
La historia de la religión desde entonces es la historia de la religión cristiana. Esto
lo hemos tocado ya desde otro aspecto, el del Estado -por lo que ambos llegan a estar
interconectados.
En un principio la unión entre Dios y el hombre es solamente mi
sich; la comunidad
cristiana se percibe a sí misma como un cuerpo extraño aún en un mundo sin Dios.
Pero esto no está destinado a ser así para siempre, y gradualmente la Iglesia se constru
ye a sí misma en unidad con el mundo. Con la conquista de Roma por los bárbaros,
esto ocurre principalmente a través de la Iglesia actuando como tutora y civilizadora
de los reinos bárbaros. Pero en el transcurso de la enseñanza de estos bárbaros la
Iglesia adquiere algo de su salvajismo; se hace ella misma corrupta a causa del poder
mundano, es forzada a asllll1irlo para completar su tarea. Corrompe y deifica el men
Esto llega a su culminación en la idolauia del emperador durante el imperio tardío.
saje cristiano reduciendo la presencia de Dios de nuevo a una burda realidad externa
término de una triada que culmina lo judío y lo griego, si bien no es de ningún modo la
do las otras líneas del ideal monástico.
da de la religión g¡iega y judía directo hacia el cristianismo como la síntesis. Y éste es
lización plena de la \ida humana y la comunidad. Una completa espiritualización de la
En las lecciones de filosofía de la religión, Hegel presenta esta etapa como un tercer
única manera en que puede organizar este material conceptual. En otro lugar se trasla
evidentemente el orden más plausible en términos hegelianos: ambos, el Dios encarna
do pero provincial, y el Dios absoluto pero separado, se expresan en la suprema encar
nación de Dios.
De hecho aquí hay una preliminar y muy inadecuada síntesis: la necesidad del des
tino g¡iego \iene acompañada de la particularidad de propósito de la religión judía, en
en la hostia, las reliquias, etc. Y posteriormente reacciona a esta corrupción exageran
Pero tanto esta línea burda como su contraparte son incompatibles con la espiritua
vida supone que el hombre en su vida normal llegue a ser un vehículo completamente
adecuado del
Geist. El hombre debe ser tal vehículo en tanto se encuentra en la fanlllia,
trabajando por los medios de vida, y ejercitando su elección por la razón. Pero los votos
monásticos de pobreza, castidad y obediencia van directamente contra estas tres dimen
siones de la \ida normal. Esta espiritualización es así una desviación. Sólo es comprensi
una religión donde la necesidad que está por encima de los dioses es un propósito
ble como algo pendiente de la burda reificación de lo espiritual que acompaña.
hacia el imperio universal, al cual los dioses han dado su impronta mediante el uso. A
cia en la exterioridad pura, para infundir y transfigurar la vida; y la vida infundida y
particular� pero tal que afirma anular a todos los demás. Éste es el impulso romano
esto Hegel lo llama la religión de finalidad
(Zwekma[Jigkeit). Pero se trata de una teleo
logía exterior. Los propósitos de Atenas no iban a ser llevados a cabo por los atenienses;
438
Ambas líneas deben ser suprimidas. La espiritual debe ser rescatada de su presen
transfigurada, de este modo, no debe ser rechazada nunca más por otra línea de espi
ritualidad. La vida del monje está en contra de la verdadera vocación del cristiano, que
439
supone la familia, el trabajo y la responsabilidad. El monje debe ser obligado a casarse,
a trabajar y a elegir por sí mismo. 1 8
Por tanto a l a primera etapa d e oposición d e l a Iglesia al mundo, y a l a segunda
etapa de poder mundano, debe suceder una tercera etapa en la que el mensaje advenga
espiritualizado de nuevo. Esto lo hemos visto en la Reforma protestante. Pero su mo
que informa la estructura entera del Geist. Pero la misma naturaleza del Geist es en sí
misma el � ensamiento, la necesidad racional. Por tanto comprenderlo en conceptos es
la fom1a final y totalmente adecuada, una forma que es idéntica a su contenido, que en
sí misma determina por sí misma el contenido, o produce desde sí misma este conteni
do. Es la elevación (Erhebung) de estas formas...
mento continúa en la Ilustración europea.
El mensaje de la Reforma protestante radica en decir que la fe cristiana debe ser
seguida en espíritu, esto es, incorporada y construida para difundirse en nuestras vidas
en el mundo. Esto significa que la plenitud de la reconciliación cristiana del sujeto y el
absoluto debe ser construida en la Sittlichkeit, el modo de vida de la comunidad sobe
[ ... ] en la forma absoluta, que se determina a sí misma como su contenido, permanecien
do idéntica con su contenido y así es el conocimiento de esa necesidad que es an wzd für
sich [EG, § 5 73].
rana auto-subsistente. El Estado así llega a ser el locus privilegiado para la realización
institucional del reino de Dios, y no como con el catolicismo una Iglesia que en su
separación y oposición al Estado secular proclama el poder de la tierra no redimido y
no redimible. El poder católico paralelo mantiene el Estado secular en esa condición
de irredento reflejo del espíritu, lo que justifica que los mejores aspirantes a la espiri
tualidad tomen los hábitos. El principio del protestantismo acepta de este modo la
primacía del Estado, lo respalda y empuja a los hombres a una completa identificación
con su desarrollo en la Sittlichkeit.
El primer período del cristianismo es el de oposición con el mundo; en el segundo
el intento es mantener al mundo bajo tutela. Pero en el tercero los hombres llegan a ver
que el mundo debe realizar la espiritualidad libremente en sí mismo. Y esto, llevado a
cabo por completo, nos lleva al Iluminismo. El principio de que el hombre, el hombre
secular, debe realizar los fines más altos del espíritu, que afirma que el hombre es el
amo de todo, alcanza su más completa expresión en una noción de la primacía de una
razón que es puramente humana. El hombre se identifica consigo mismo sólo como
un hombre que espera llevar a cabo la supremacía de la razón sobre la tierra. Dios,
pues, adviene simplemente un ser supremo vacío, sin contenido o iniciativa o volun
tad, es el Dios del deísmo.
Pero como hemos visto, la Ilustración que intenta trazar los fines y propósitos del
hombre fuera de él mismo, carece crucialmente de contenido. No puede encontrar una
objetividad verdadera. Para hacer esto debe redescubrir el vínculo del hombre con el
mayor Geist, con Dios. Debe reconciliarse con una religión pura. Esta reconciliación es
una tarea de la filosofía. La emancipación del hombre, si es empujada hasta sus lími
tes, trae el descubrimiento de su verdadero yo como vehículo del Geist, y es aquí donde
la filosofía une la religión y la Aufkli:inmg.
4
De este modo nos movemos a la forma más alta de conocimiento absoluto -la
filosofía. Cuando la filosofía alcanza su máximo desarrollo expresa el mismo conteni
do que la religión -las profundas verdades especulativas que hemos encontrado en la
religión absoluta- pero de otra forma. Esta forma es la del pensamiento. Compren
diendo el absoluto en conceptos, la filosofía ve la necesidad interna que subyace al
contenido de la religión revelada y lo hace manifiesto. Lo que es presentado en una
forma velada en la Vorstellung llega aquí a una claridad explícita, la cabal necesidad
1 8. Hegel comparte la falta de comprensión liberal-protestante de las bases del monacato cristiano.
440
Los devotos sentidos de la Vorstellung de Dios, lo ponen en contacto con el absoluto.
,
Este es el <<testimonio del espíritu» que le dice que este contenido es el espíritu. Pero
con la filosofía este oscuro sentido es reemplazado por la certeza de la razón.
He aquí la filosofía en su cima. La historia de la filosofía entera es un desarrollo
hacia esto, como veremos en detalle más adelante. Pero en cualquier etapa, la filosofía
se señala a sí misma como un intento de capturar el absoluto en conceptos. Por su
puesto, no puede sino afirmarse que en etapas anteriores más primitivas su compren
sión era muy imperfecta, más imperfecta que la de la religión, que desde la llegada de
Cristo al menos presenta la estructura entera en el modo de la Vorstellen. Pero la filoso
fía, en su desarrollo especulativo final, alcanza y recapitula ultimadamente el conteni
do pleno en el pensamiento.
El pensamiento, lo hemos visto, es el medio de la claridad total, en donde la máxi
ma claridad reflexiva acompaña nuestra conciencia, y por tanto en donde ésta es
maximizada. C�:m la total claridad reflexiva tenemos una completa transparencia del
pensamiento. Esta fue la afirmación central de Hegel, cualquiera que sea la razón
que tengamos para dudar de la posibilidad de esta claridad absoluta.
Esta filosofía es así el verdadero locus adecuado del auto-conocimiento del Espíri
tu. Es el medio mediante el cual él retoma a la autoconciencia como Idea lógica, fuera
de su realización externa en la naturaleza y el espíritu finito. Es la «Idea auto-pensan
(EG, § 574). Este sistema se cierra con una referencia hacia su punto de arranque.
Ahora, esta filosofía, como acabamos de ver, reconcilia la Ilustración con la reli
gión. En la Ilustración el hombre se libera a sí mismo de la autoridad externa de la
te»
Iglesia, y se deteiD1ina a sí mismo a confiar sólo en su propia razón. Pero persigue su
emancipación unidimensionalmente a partir de un sentido de ruptura y oposición con
la autoridad, incluso en última instancia respecto a la autoridad espiritual de Dios no
mediado por el hombre. Pero el pensamiento humano, que ya no se identifica con el
absoluto, por tanto tampoco con la Idea que se trueca en su contrario y retoma a sí
misma, �arece de dimensión dialéctica; es «entendimiento>> (Verstand) y no <<razón»
(Vernunft). Presiona la claridad del pensamiento hasta su límite al marcar y fijar distin
ciones, pero no va ni puede ir más allá de esto para ver que las distinciones se superan
a sí mismas, que las oposiciones marcadas por estas distinciones no son últimas, sino
que se dirigen hacia la reconciliación, que cada término que alcanza se extiende v
trueca en su opuesto. La Ilustración es la conciencia de les idées claires et distinctes, d�
la máxima rigidez y fijeza de las distinciones claras. Es incapaz de comprender la
verdad dialéctica en la religión, y por tanto en la filosofía real. <<La Ilustración, esta
vanidad de entendimiento, es el adversario más poderoso de la filosofía» (AbsRel, 225).
Ya que intenta entenderlo todo por la razón humana estrechamente entendida, ve a
Dios cada vez menos como un espíritu activo y cada vez más como una abstracción. Su
441
incapacidad para comprender dialécticamente, hace que el movimiento ilustrado se
traslade a una perspectiva de Dios como un ser supremo vacío, sin el poder de interve
nir en la naturaleza, racionalmente entendida, ni con la autoridad de mandar sobre lo
que no es ya una ley de la razón.
La ilustración, por consiguiente, se vuelve en contra de la religión. Pero ya hemos
visto antes que este mismo compromiso con el mero entendimiento y su insistencia por
definir al hombre como simple hombre, la hace incapaz de llevar a cabo la tarea de la
razón y de generar un contenido adecuado para su voluntad. Una vez que la ilustración
se pone del lado del hombre contra la autoridad, la tendencia divisiva de distinción del
entendimiento la fuerza a regresar a una representación atomística del hombre. Los
fines del hombre han de ser encontrados en él mismo. Pero en sí mismo él encuentra de
{acto meramente un cúmulo de deseos que no están en concordancia y que, como tales,
no vale la pena ponerlos como propósitos finales. Por ello intenta elevarse por encima
de esto hacia una perspectiva moral (Rousseau) en la noción de una voluntad general.
Pero ésta es aún solamente una voluntad general, esto es, forjada por todos los sujetos
atomizados, no es aím la voluntad de un genuino sujeto que fuera su sustancia común.
Para comprender esto, tenemos que llevar a cabo la transición hacia la razón, o alcanzar
el pensamiento especulativo, o incluso permanecer en la segura relación con el absoluto
que la religión posee aún. Sin nada de esto, el hombre ilustrado no puede generar nin
gún contenido concreto de acción como bien, y por tanto es víctima del formalismo
kantiano y de la furia destructiva de la Revolución Francesa. 19
Por sus propias contradicciones la ilustración está destinada a ir más allá de sí
misma por la fuerza, a dar el paso que descoloca el centro de las cosas, de su yo huma
no hacia el sujeto sustancial. Pero al hacer esto acepta la sustancia de las enseñanzas de
la religión. Aquellos que permanecen casados con el entendimiento divisivo, sin em
bargo, luchan contra esto. Por lo tanto se oponen a la filosofía.
Si la filosofía lleva la ilustración de vuelta hacia la religión, también vuelve a expre
sar la religión en términos completamente racionales. Y esto provoca la oposición de
muchos e los piadosos, que es tan amarga como la de los philosophes. No pueden
reconocer el contenido de su fe en la reconstrucción especulativa de Hegel (y como
vimos arriba, difícilmente son culpados).
Pero lo que es peor, las dos clases de oposición pueden llegar juntas. Esto es lo que
encontramos en una determinada rama de la devoción romántica que despega con
Kant y Fichte, que vemos reflejada en Jacobi y Schleiermacher, y que es evidentemente
la bete naire de Hegel. De hecho las lecciones sobre filosofía de la religión comienzan
polemizando contra ella, y está claro que deben culminar con esta polémica.
Estos románticos combinan las oposiciones tanto de los dévots como de los philoso
phes, pues ambos atacan la filosofía (es decir, Hegel) por su sobre-racionalización de la
fe, y apelan más bien a la devoción intuitiva y a la fe. Pero al mismo tiempo no se
encuentran en la línea de los ortodoxos, no tienen ni siquiera esta excusa. Han sido
corrompidos por la ilustración hasta el punto de abandonar la esperanza de alcanzar
el conocimiento de Dios. Dios es incognoscible, se encuentra más allá.
Junto con las dudas ilustradas sobre nuestro conocimiento de lo divino, esta piedad
romántica ha aceptado también su rechazo -de la autmidad. Se rebela contra la religión
meramente «positiva>>, e insiste en el culto a Dios que viene del corazón.
Pero luego cae en el mismo impasse de la ilustración. Este hombre que no puede
conocer a Dios, o aceptar autoridad, es el mismo sujeto finito del «entendimiento» , que
d
19. Cf. supra, capítulos XIV, XV.
442
sólo puede comprender su distinción respecto al sujeto infinito y permanece ciego a la
identidad que supera la separación. Sufre de la misma incapacidad del Aufklarer. Su fe
no puede generar ningún contenido, o un modo de vida que lo exprese. La ley del
corazón es tan vacía como en el utilitarismo o en el formalismo kantiano. Por sí misma
no llega a una conclusión determinada. De hecho, su contenido es dictado por el capri
cho, o por el deseo contingente. Permanece simplemente como un impulso arbitrario
enmascarado de moralidad, o retrocede por completo ante una acción exterior hacia la
pura intención interior, y de esta forma se volatiliza en nada.20
Los románticos no pueden llevar más allá de sí mismos sus propios élans de senti
miento, sus propios instintos morales, hacia el sujeto sustancial, quien exclusivamente
puede dar contenido a su vida ética. La verdad que están perdiendo es el enraizamiento
del hombre en este sujeto moral. Y ésta es la verdad que la religión representa. ¡Y
todavía se llaman devotos! Vimos al comienzo de este capítulo cómo esta piedad ro
mántica renuncia al conocimiento de Dios y se refugia, sintiendo que está violando el
mismo concepto de religión.21
Hegel encuentra esta posición particularmente irritante no sólo porque, obstinada
mente, no cedería ni sería suplida como es debido, sino porque se parece demasiado a
sus propias perspectivas de la década de 1 790, cuando él también rechazaba la religión
positiva a favor de una espontánea devoción del corazón. Su crítica del rechazo román
tico de la autoridad da alguna medida a su propio desarrollo en los años intermedios.
Los románticos, por supuesto, han hecho suyo el principio del cristianismo protestan
te, y por tanto de la verdadera religión, que debe «brotar de la propia convicción y no
simplemente reposar en la autoridad» (GPhil, 1 93-194). Hegel sostuvo este principio
durante toda su vida. Pero ahora les achaca a los románticos y a los Aufklarer ofrecer
una caricatura del creyente ortodoxo, cuando ellos lo acusan de ceguera en el segui
miento de la autoridad externa, cuando es conmovido más bien por el «testimonio del
espíritu» en su interior, cuando es provocado por el contenido absoluto de la religión.
Pero si el crevente ordinario es absuelto del cargo de mera sumisión frente a la
�
autoridad positi.;a, la única figura que se admite que ha escapado por completo de la
positividad es ahora el filósofo especulativo. Ciertamente el librepensador romántico
no hace esto. Todo lo que hace es canonizar ciertas ideas no racionales y prejuicios que
llegan a él como sentimientos espontáneos. Pensar libremente de verdad significa más
que sólo rechazar la autoridad. Significa ser capaz de justificar el propi punto de
vista. Y esto sólo puede afirmarlo la filosofía.
';
Que la filosofía sea hoy libre de toda autoridad, que haya hecho legítimo su principio de
pensamiento libre, se lo debe al hecho de que ha llegado al concepto de pensamiento
libre, de que comienza con el pensamiento libre o de que éste es su principio. Por lo
tanto, que los pensamientos o convicciones sean propios, no lleva aún a la situación de
que uno sea libre de la autoridad [GPhil, 1 69].
Así, la filosofía ha de luchar en dos frentes de guerra, contra el devoto v contra el
Aufkliirer, y esto demuestra que están realmente e;; paz an siclz, que son d¿s aspectos
diferentes de la misma verdad. Deben estar «reconciliados a través del Concepto» . Éste,
dice Hegel, es el objetivo de sus Lecciones (AbsRel, 228). Pero parece haberse desviado
20. Cf. la discusión en PlzG acerca de la ley del corazón, y la bella alma, respectivamente 266-274
y 445-472.
2 1 . Ciertas ramas del pietismo también caen bajo esta crítica. AbsRel, 226.
443
medida la reconciliación ha
te. ello puede levantar alguna duda sobre en qué
de Hegel sobre lo� dos
ente alcanzada an sich, pues la fuerza de la polémica
a perman�cer as1. Las
iba
y cómo
e tes más bien refleja cómo se extendió la oposición,
229-23 1 ) �cluso lan
el,
(AbsR
n
últimas pá!!inas de las Lecciones de filosofía de la religió
poraneos c?r;no
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zan una no�a desesperada. Ven la fragmentaci�
_
atica
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una
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o.
roman
o
impen
el
algo casi análogo a lo que ocurrió en
santuano (23 1).
referencia sobre el posible retiro de los filósofos al
a Hegel paree� haberle estado preque
ismo
pesim
ese
do
refleja
Esto puede haber
o se reflepba en el curso conocupando Periódicamente en sus años maduros, cuand
ac1 mente reconcili"ado co� su
f'
er
temporáneo de los acontecimientos, y ��e no �odía �
a ser superada �or una �O
ada
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esta
sistema. Oficialmente, esta fragmentacwn
forma en la razon, y hacien
era
verdad
su
darle
al
n
sofía que recapitula y salva la religió
a.
do esto lleva a la Ilustración más allá de sí mism
fu rt
-� ;:a:
��
y
CAPÍTULO XIX
FILOSOFÍA
·1
1
Esta filosofía tiene también una historia. Antes de examinar esto, sería conveniente
hacer un resumen, ya que hemos estado transitando por una cantidad de historias que
están intrincadas unas con otras.
De hecho sólo hay una historia, la del Espíritu, cuyos diferentes aspectos hemos
estado siguiendo al examinar el desarrollo de la sociedad política, del arte, de la reli
gión y ahora de la filosofía. Cualquier etapa dada en la historia es una totalidad en la
que el mismo espíritu se manifiesta a sí mismo en todos estos modos diferentes. Todas
las diferentes formas (Gestaltungen) de un período se ca-pertenecen.
La categoría esencial es la de la unidad, la conexión interna de todas estas diversas for
mas. Debemos comprender firmemente esto, que existe sólo un espíritu, w1 principio,
que deja su impronta en la situación política así como se manifiesta a sí mismo en la
religión, en el arte, en la eticidad, en la sociabilidad, en el comercio y la industria, de tal
modo que estas diferentes formas son solamente ramas de un tronco [GPhil, 148].
La filosofía es un aspecto de esto. Es una reflexión del espíritu de los tiempos. No
puede así ser ajena a su tiempo. O más bien, de cierta manera lo es, ya que la filosofía
siempre posee la misma intuición básica, 1 de tal modo que algunas veces puede ser
pensada después de haberle mostrado al mundo el camino a seguir -como la filosofía
neoplatónica presagió que se alcanzaría la reconciliación con el cristianismo (GPhil,
1 50). Pero en su propio nivel de desarrollo, en lugar de verla bajo la luz de las verdades
eternas a que apunta, una filosofía no va por delante de su tiempo.
La filosofía es en primer lugar solamente pensamiento de la realidad sustancial de su
tiempo; no puede pasar por encima de su tiempo, sino que sólo produce en el pensamien
to el contenido de este tiempo [GPhil, 150].
Pero la filosofía de un período no es enteramente contemporánea con sus otras
manifestaciones. «Dentro de una forma de Espíritu dada la filosofía aparece en escena
en un determinado momento, no simultáneamente con los otros aspectos» (loe. cit.),
ya que el pensamiento es reflexivo. Se mantiene por encima y en contra de la corriente
l . «Daher gibt es schlechterdings auch nur eine Philosophie» a través de toda la historia, GPhil, 124.
444
445
inmediata de vida. «Así, el pensamiento es la negación del modo natural de vida» (op.
cit. , 1 5 1 ). De esta manera la filosofía no tiende a brotar cuando una etapa está en la flor
de su vida, en la plenitud de su juventud, sino más bien cuando h� �ome�zado _ya a
estar madura. adquiriendo una posición reflexiva, la filosofía debilita la mmediatez
del compromiso y contribuye al proceso del declinar (Verderben).
y
De este modo, si la filosofía ha de surgir entre un pueblo, debe llevarse a cabo una ruptu
ra en el mundo de la realidad. La filosofia es entonces la reconciliación de la ruina que el
pensamiento mismo inició; esta reconciliación ocurre en el mundo ideal, el �undo del
espíritu, en el cual el hombre se refugia cuando el mundo t�rren� no lo satisface. La
filosofía comienza con el declinar del mundo real. Cuando la filosofia aparece en escena
y -pintando gris sobre gris- despliega sus abstracciones, el fresco color de la juventud
y la vitalidad es ya pasado [GPhil, 1 5 1].2
Encontramos un ejemplo de esto en los jónicos, que comenzaron la filosofía cuando
sus Estados caveron bajo el mandato persa. El gran periodo de la filosofía griega llega
con la decaden:-cia de la polis. Los romanos llegan a la filosofía propiamente con la des
aparición de la República, y el mayorlogro de la filosofía helenística y los pe�odos roma
nos, el neo-platonismo, sucece cuando el imperio está en de�adencia (�P_· clt. , 1 52).
La filosofía lleua
., después de la vida, y esto parece ser cierto tambien respecto a la
filosofía definitiva esta reconciliación en el pensamiento de lo finito y el espíritu infini
to, que como vim;s en el capítulo anterior presupone y construye sobre �a reco�cilia
- de la filoso
ción real en vida. Aunque Hegel parece haber pensado que la madurac10n
fía en este caso no seria una señal de decadencia, más bien la nueva etapa tenía aún el
gran compromiso --quizá una tarea interminable- de conse� compr�nder su prin
cipio. La filosofía representa una decadencia en etapas antenores debido a que sus
principios, cuando son bien comprendidos, no pueden ser sostenidos.
.
G· Pero esto quiere decir que podemos atribuirle a Hegel el famoso lema marxista,
que el ser precede a la conciencia? Por sul?uesto que no. Para Hegel la realidad no
puede ser escindida de esta manera. Cualqwer_ av�nce en la �orma de VI_ da de� ho�bre
implica transformaciones en su voluntad, sentirmentos, pasiOnes, en s';l conCiencia �e
sí mismo v de su mundo, va que las prácticas e instituciones que constituyen un estilo
de vida d�do están vincul�das, como vimos en el capítulo XIV, con determinadas ideas
acerca del hombre v su relación con la sociedad. Las transformaciones en el ser del
hombre v en su con�iencia forman parte de una sola totalidad, y no pueden ser puestas
en una r�lación causal, al modo de cierta variante sobre-simplificada de la que el mm'xismo se apropió.
.
.
.
Pero parece que para Hegel ese modo particular de la conciencia que es la filosofía
viene después de las transformaciones en la vida. La conciencia qu� e� insep�able de
los estilos de vida es llevada por otros vehículos. Se expresa en las practicas rmsmas, en
el modo descrito arriba (capítulo XIV), o en el arte, o en la religión. La filosofía resulta
peculiar entre las manifestaciones de una era tardía respecto a su aparición Y su rol
recapitulador.
¿Por qué es así? Parecerla que se debe a que la filosofía es_ purcu:r:ente � modo de
conciencia, en un sentido que no puede aplicarse a otras marnfestac10nes. VImos en el
capítulo previo cómo la religión va a horcajadas sobre la distinción entre un modo de
,
2. Este pasaje recuerda, incluso en algunas de las expresiones utilizadas, las famosas líneas del
prefacio de PR, 1 3 . .
446
conciencia y la práctica efectiva, pues combina una
visión de Dios v un culto, vincula
dos por la posición subyacente de la devoción. Y el arte,
en las etap�s en que es funda
mental a la civilización, p. ej. entre los griegos, es
inseparable de la religión. El arte
reli�ón �ego tuvo cultos que eran formas de arte, p.
ej. los festivales, la tragedia. Pero
la filosofía, en contraste, se halla en el reino del pensa
miento puro. Su misma claridad
significa que no está intrincada con otros niveles de
vida y sentimiento, que es pura
mente contemplativa y teorética.
Así, a diferencia del arte en sus etapas cruciales, a difere
ncia de la religión, la filoso
fía no es una actividad de toda la sociedad. Es propiedad
de individuos si�gulares, 0 de
muy pequeñas comunidades (p. ej., los pitagóricos), que
no son realmente comprendi
dos por su época. El desaro
r llo de la filosofía no es, pues, un factor o vehículo
del
desarrollo real de los estilos de vida en la historia, como
lo es el desaror llo de la reli
gión, y por lo que el culto religioso es aún una parte esenc
ial de aquella reconciliación
efectiva de lo finito con el espíritu infinito en el mund
o moderno, que ha de ser realiza
da en vida, antes de que la filosofía pueda comprende
r esto en el pensamiento.
En apariencia existe una excepción deslumbrante a
esta regla de la ineficacia de la
filosofía en la historia, y es la de Sócrates, el único filóso
fo que fue también una figura
hist�ric� mundi� . Pe o �sta es la excepción, que en cierto
� .
sentido prueba la regla, pues
la _eficacia mun�al �stonca de Sócrates estuvo ligada
al colapso de la polis. El surgi
.
rmento de la subJetiVIdad absoluta, que contribuyó
a cristalizarla, fue precisamente la
descomposición interna de la Sittlichkeit. Y no resultó
en una nueva Sittlichkeit' sino en
una reflexión de los individuos sobre sí mismos.
El verdadero nacimiento de la teoria contribuye a destr
uir la unidad irreflexiva con
la sustancia. Pero la filosofía es impotente para traer
a la existencia un nuevo mundo.
Permanece como privilegio de unos cuantos individuos
dispares, sin expresarse en la
práctica colectiva. El nacimiento de una reconciliación
efectiva v de un nuevo mundo
ha de aguardar a la llegada de Jesús.
·
2
La �osofía es, de esta manera, el modo contemplativo de conciencia perfecto; en el
pensamiento, que es el verdadero medio del Espíritu, es donde el Espíritu es verdade
ramente libre y bei sich. La vocación de la filosofía, desde sus mismos comienzos es
ser la vocación del auto-reconocimiento del Espíritu en todo lo que es. Por tanto, de� de
su comienzo la filosofía posee la intuición de que el pensamiento no sólo es su medio'
sino su objeto, de que todo es en su base pensamiento.
Así, la historia de la filosofía desarrolla en cierto sentido una sola filosofía medíante
diferentes formas (GPhil, 1 24). Pero la intuición fundamental en un principio se en
cuentra nublada. Tiene el contenido correcto, pero una forma inadecuada (op. cit. ,
1 26), y se ve forzada a desarrollarse por sus contradicciones. Al ser un desarrollo movi
do por la contradicción, sus etapas son necesarias.
El progreso de la filosofía es necesario. Cada filosofía tuvo necesariamente que aparecer
en el momento en que lo hizo; por tanto cada filosofía apareció en el momento correcto,
ninguna saltó por encima de su momento, sino que todas comprendieron el espíritu de
su tiempo en el pensamiento [GPhil, 125].
447
?
en cierto sentido con el esarrollo �e un� única
Pero ya que nos las estarnos viendo
fí com
ras filosofías están reterndas en la filoso .�
filosofía, nada está perdido. Las prime
n del
rensw
-con;p
_o
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la
9-ue
ya
tos,
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pletamente adecuada como uno de
s
et�pa
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filoso
ntes
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Las
ciOn.
_
Geist es un retomo a sí mismo desde la aliena
smtesis final.
la
de
te
amen
legítim
parte
n
forma
necesarias en este retomo, y por tanto
��
�
a) son absolutamente necesarias Y por
Las filosofías (que han aparecido en la histori
Idea; por tanto son preservadas, Y no
la
de
todo,
del
tanto mome ntos imperecederos
a afirmativa [GPhil, 126].
solamente en la memoria, sino en una maner
(versenkt) en la naturaleza (GPhil, 229-2 3 1),
En el Geist oriental aún está absorbida
s una rudimentaria, confinada, :risión_d e la
E
libre.
aún realmente
�
el pensamiento n o e s
co
que todo es tragado. Por tanto la filosofí
abstracción absoluta del universal en el
dad
veloci
una
za
so a uí realm_ente no alcan
mienza propiamente con los griegos. Inclu
3
encia con Socrates.
decad
su
en
está
polis
la
.,
.
alta sino hasta que
cwn en Anaxagoras .
lrnina
c
su
za
alcan
El primer movimiento de la filosofía griega
dament d
de que el pensannento s l
Se trata de una lucha hacia la intuición
_or: los rn
c
,
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al
Pero
.
tu
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y
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todo, el pensamiento como auto-mü\rien
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ellos van a tientas haCia un pnncipiO bas
cos, esta intuición es aún muy imperfecta,
n
conCie
la
de
ial. No ha nacido por corr:pleto
pero éste aún está vinculado con lo mater
o.
mtem
rollo
principio de desar
cia de la religión natural, y carece de todo
delante de estas dos \ri.siones. Pero aún
por
paso
un
modo
este
de
está
Pitácroras
ro.
o más externa y no espiritual --el núme
tiene s amente la forma de pensamient
como la
n
co
emá�
mat
o
mient
pensa
al
ió
Hegel, como vimos, definitivamente concib
_
el
la tradición moderna rac10nalista, _ smo por
cumbre de la racionalidad, como lo hace
es
p
nto,
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y exi:emo de todos los del pensa
contrario, como el dominio más muerto
nto, de las distinciones y deduc 10_ne fiJas
dimie
enten
del
io
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de las di tmcwnes
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.
que desarrollan meramente sus consecuenc
at!Va, Y por
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del pensamiento cualitativo, del poder de
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tanto de una oposición especulativa, ya que
la mtuiCI n d
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puede
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cualit
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mentales son consideradas en térmi
lativa no puede ser expresada en termique una se convierte en la otra. La razón especu
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,
.
nos matemáticos.
del pensamiento puro. Ellos tarnbien son
Los eleáticos se acercan más al principio
mues a cómo las posici�n s vale no
los primeros en hacerle justicia a la dialéctica:
refutan a si mismas. Pero su dialectica sigue
solamente están lado a lado sino que se
ción de las opiniones falsas, no de las cosas.
refuta
siendo subjetiva, es una dialéctica de
tica en la realidad. o excluye el �o-ser del
dialéc
la
oce
Heráclito, por otra parte, recon
_
adamente. Hegel asi ve en Herachto una de
ser, v ve que los dos juntos se generan adecu
las transiciones capitales de su Lógica.
cta. No está encamada concretamente
Esta dialéctica es aún, sin embargo, abstra
e los opues
perspectiva de la unió
una
en las cosas. Empédocles, en contraste, tiene
_
de urndad
ociOn
r:
s�
pero
ntos,
eleme
los
de
teoría
tos que es plenamente concreta, su
nes como Vorstellung relig¡o sa.
es confusa e implica el recurso a las imáge
representa otro intento de ver una de las
crito
Demó
y
po
Leuci
El atomismo de
la realidad concreta y objetiva. La teoría de
dimensiones importantes del concepto en
��
t: �
�
��
a,
3. Para la conexj.ón entre libertad política y filosofí
448
cf. GPizil, 225-228 y 232-23 5.
�
los átomos y del vacío es una representación concreta de la relación entre ser v no-ser.
de tal modo que el atomismo, también, está más allá del Uno eleático. Es
�n ciert�
manera una expresión más pura del U no de Empédocles, pero sigue estando atado a su
expresión material en la idea de un átomo material. También se encuentra firmemente
fijado en la distinción del entendimiento: los átomos y el vacío son externos unos res
pecto a otros. El principio de desarrollo por el que son generadas todas las diferencias
cualitativas en las cosas sigue siendo oscuro.
Este atomismo por supuesto recuerda otro importante pasaje de la Lógica, la
Fürsichsein. De hecho este período está lleno de reminiscencias de la Lógica, que a su
vez basa fuertemente sus ejemplos en filósofos de este peliodo. La Lógica tiene la
pista de la interpretación que le da Hegel a este peliodo.
Este primer movimiento de la filosofía griega llega a un punto crítico con Anaxágo
ras y su noción de nous. Ahora al fin el pensamiento es reconocido como el fundamen
to de las cosas, no sólo abstractarnente, sino como alma, la fuente de mü\rirniento, en
otras palabras, como el sujeto de propósitos. Anaxágoras tiene la intuición de que el
mundo ha de ser entendido teleológicamente. Aquí Hegel sigue el relato de Platón de lo
que Sócrates encontró en Anaxágoras. Pero Anaxágoras no puede realmente concluír
esto. El propósito interno sigue estando en contra de lo simplemente presente de las
cosas del mundo externo. No lo ha puesto por fuera de sí mismo. Por tanto hemos de
pasar al siguiente movimiento.
El mü\rirniento siguiente se encuentra donde el centro de interés e
!tira hacia el pen,
sarniento libre del sujeto. Este es el período inaugirrado por los sofistas. El pensamien-
to del hombre es tomado como la medida de todas las cosas y todo punto de referencia
fijo fuera de él es puesto en entredicho. Las leyes que antes fueron incuestionablemen
te aceptadas, deben ahora estar justificadas por la Razón del hombre. Esto puede con
ducir a una disolución de todos los estándares y a una exaltación de la voluntad mera
mente arbitraria
(Willkür), como la que tienen algimos de los sofistas.
Pero Sócrates emprende lo contrario al encontrar los criterios universales de la
razón en la profundidad de la subjethridad. Sócrates está buscando la norma válida
universalmente para el bien. Es el fundador de la Moralitiit.
Existe una profunda contradicción en la démarche de Sócrates. Su dialéctica mues
tra, a los ojos de Hegel, que no podemos generar un contenido concreto de nuestras
normas éticas solamente a partir del principio de subjetividad racional. Derivarnos un
contenido sólo cuando percibimos que aquello en lo que consiste la forma de la comu
nidad requiere de la razón para ser encamada plenamente. En otras palabras, la razón
puede dar un contenido normativo sólo vía la noción de una comunidad sittlich que lo
necesita para su realización. El contenido concreto de nuestros deberes puede darse
sólo en el medio de las demandas que esta comunidad nos hace. Si intentamos derivar
una moralidad simplemente a partir de reglas generales, sin ningima mención del con
texto societal, encontraremos que ningima regla surgirá de juzgar cuándo son real
mente aplicadas y cuándo no lo son. Esto que sostiene Hegel es lo que la dialéctica de
Sócrates muestra. Por supuesto, es análogo con el último punto acerca de Kant.
La gran contradicción radica en que mientras los tiempos no estén aún maduros
para el desarrollo de una plena Sittlichkeit racional a partir de la identidad del sujeto
universal (no lo serán aún por cerca de 2.200 años), las enseñanzas de Sócrates contri
buyen a descomponer la única Sittlichkeit que existía entonces, la irreflexiva. Hay cier
ta verdad en la acusación por la que es condenado a muerte: su conciencia reflexiva es
la muerte de la Sittlichkeit griega.
449
de
Después llega Platón. No es posible hacerle justicia realmente a la discusión
en
retomada
es
que
,
Aristóteles
sobre
hace
que
la
a
menos
Heael sobre Platón, y aún
te sobre
gra medida en sus iecciones. La razón es obvia: Hegel construyó pesadamen
�stos gigantes de la filosofía antigua, particularmente sobre Aristóteles. No puedo ha
ncer más que indicar brevemente cómo explica el desarrollo de la filosofía transcurrie
";,_
do entre ellos.
Platón une lo pre-socrático y lo socrático. Explica el pensamiento no sólo como la
la
esencia del hombre, sino como el fundamento de todas las cosas. La Idea del Bien es
racionali
una
bien
más
sino
le,
supersensib
realidad
una
sólo
es
no
ésta
razón de todo;
ha
dad subyacente. Esta racionalidad es el fundamento del ser. De este modo Platón
el
,
�
osofí
la
pergeñad o la verdad básica de la especulación. Ha dado el principio de
predica
,
secundana
es
no
principio del Idealismo, una expresión pura y noble. La Idea
�
tiva, sino la sustancia, la auto-subsistencia.
En segundo lugar, Platón comprende que el conocimiento debe venir de sí mismo.
Tiene así una iluminación sobre la verdad especulativa, que el conocimiento verdade
ro del pensamiento no es inculcado desde fuera, sino que debe desarrollarse interna
Y
mente. En última instancia el pensamiento debe justificar sus propias premisas,
com
es
no
esto
ser así totalmente auto-dependiente. Solamente que, por supuesto,
prendido en tal forma plenamente clara. La verdad más bien llega en la forma nebu
su
losa de la doctrina de la reminiscencia. Hegel no puede resistir conectar esto con
,
«memoria»
,
Erinnenmg
alemana
voz
la
en
palabras
de
juego
el
doctrina mediante
ción.
interioriza
de
noción
la
a
remite
nos
g
Er-innenm
como
que
En tercer lugar; Platón comprende que el ser mortal es aquél inadecuado con la
Idea. Su dialéctica comienza por mostrar cómo lo particular se disuelve a sí mismo en
lo universal, así como aquello en lo que las contradicciones se resuelven es lo verdade
y
ramente concreto. Pero Platón no domina completamente su propia intuición aquí,
negativo.
resultado
simple
un
a
ente
la dialéctica conduce frecuentem
Por supuesto, Platón no pudo comprender la plenitud de la filosofía especulati
va en ese nivel. Podemos trazar tres intuiciones interconectadas que no están pre
sentes: la Idea no es realmente activa, no genera su contenido sensible. Tampoco el
orden de las ideas posee un principio interno de desarrollo, que genere todas las
ideas en su orden. En otras palabras, el mundo de las Ideas de Platón no es el reino
de la lógica de Hegel. En tercer lugar, vinculado con esto, Dios sigue estando sepa
rado de mundo d las ideas, aún es «representado» (vorsgestellt).
Hegel cita una gran cantidad de detalles en su rica discusión sobre la obra de Platón.
l
�
�eme sólo �endonar la República, que ve literalmente como obra reaccionaria.
Y
Platón intentó negar· el principio de subjetividad que entonces se había descompuesto,
Sittlichkeit
La
imposible.
fue
esto
Pero
él.
en
restablecer una Sittlichkeit que no tendría lugar
moderna debe tener un lugar para el matrimonio, la familia y la propiedad.
Por tanto, Aristóteles es grandioso en el momento en que progresa seriamente en
Permí
los dos dominios en los que, como hemos visto, Platón es inadecuado . Para Aristóteles
la Idea es activa, la Forma es el principio formativo en la materia. Aristóteles es el
hombre que desarrolla plenamente uno de los más importantes principios del sistema
hegeliano, el principio de teleología interna. Las Formas no están separadas de las
cosas, sino que son el principio formativo dentro de ellas. Lo sensible es configurado
por la Forma.
Aristóteles posee también una idea más satisfactoria de Dios como el motor inmóvil, cuya actividad pura fue el pensamiento, y en quien Forma y materia son lo mismo.
450
La más alta actividad de pensamiento no dependió de cierta materia preexistente para
actualizar·se a sí misma. Hegel aprecia mucho a Aristóteles por esto.
La noción de virtud de Aristóteles, como una interpenetración de la razón y el
deseo, es también otra base seminal del pensamiento de Hegel, que está en oposi
ción tanto con el hedonismo como respecto a la aguda distinción entre deber e
inclinación que encuentra en Kant.
Pero sobre el tercer asunto aplintado aniba, obviamente no es posible esperar que
Aristóteles haya alcanzado una intuición contemporánea: su mundo de Formas carece
aún de principio interno de auto-derivación. No es la Lógica. En contraste, Aristóteles
es el padre de la lógica formal, de la lógica del entendimiento. Sin embargo, añade
Hegel, su comprensión de las conexiones especulativas fue tan profunda que sus intui
ciones concretas estuvieron muy por delante de su teoría lógica.
De este modo, de lo que car·ecen estos dos gigantes es de una noción de lo universal
que llevar·a todo lo particular fuera de sí mismo, en un sistema entero. La Idea en
Platón es abstracta. Incluso si en Aristóteles ésta se convierte en la noción de un pensa
miento que se piensa a sí mismo, no posee aún este carácter de generación de todo a
partir de ella. El nivel de cultura y ciencia es aún insuficiente.
Esto significa que en este mundo lo particular sólo es subsumido bajo lo universal,
sin conexión interna. De aquí tenemos el dogmatismo, y su opuesto simple: el escepti
cismo. Diferentes escuelas simplemente afirman que sus principios preferidos son el
fundamento de todo: los estoicos ponen como principio al pensamiento; los epicúreos
a la sensación, los seres particulares, los átomos. Pero ninguna de estas cosas queda
probada, como los escépticos apuntan muy bien.
Pero todas estas escuelas han tomado de sus predecesores la creencia de que el
principio de las cosas ha de ser encontrado también en la subjetividad. Y éste es el
período en el que la comunidad sittlich se colapsó y el hombre es devuelto a sí mismo.
La incapacidad de los diferentes principios universales para articularse a sí mismos en
la multiplicidad de la realidad es así paralela con la incapacidad del sujeto universal
para articular un mundo sittlich que daría contenido a sus aspiraciones y en el cual
estaría en casa. Estas dos dimensiones están vinculadas estrechamente.
Por tanto la moralidad estoica termina en una coincidencia vacía con el yo que
abandona toda demanda del mundo externo: el sabio estoico puede ser libre interna
mente ya sea que esté en el trono o encadenado. El estoico tiene una moralidad sólo
respecto al hombre universal abstracto, no respecto al hombre concreto diferenciado
que tiene cierto lugar en la vida y la política. Es del todo comprensible que uno pueda
pensar en una ética fundada en el puro pensamiento. Pero los epicúreos no van mucho
más allá, pues la suya es también una ética de impotencia. El objetivo es el placer, pero
al final el énfasis en la autosuficiencia y la satisfacción interna es tal que sólo los place
res más internos y dependientes del pensamiento son valorados. Ellos tampoco llevan
a cabo una afirmación del mundo externo. Como par·a los escépticos, su posición ex
presa una renuncia de lo externo. Esta discusión es paralela en parte a la interesante
derivación en PhG, N.
Pero esto da lugar entonces al tercer movimiento de la filosofía antigua, que vemos
principalmente en los neoplatónicos. Hegel afirma que el universal abstracto del segun
do período produce ahora una diferenciación de sí mismo, pero en un mundo puramen
te supersensible. El mundo de Plotino es un retomo al pensamiento que se piensa a sí
mismo de Aristóteles, pero con un enorme desarrollo especulativo, desde el que se sostie
ne que todas las formas que componen el mundo inteligible son ahora vistas como ema-
45 1
3
nando del Uno. El principio del movimiento auto-generativo se encuentra en el mundo
intelicible. Por supuesto no está aún propiamente elaborado. Esta aún ahíto de
Vorste
llen, -ipor encima de todo es sólo la generación de un mundo inteligible, no plenamente
articclado todavía en el mundo sensible. La verdad profunda de la reconciliación entre lo
De este modo llegamos al mundo moderno. La filosofía ha renacido como una
acti\ridad independiente, ya que el hombre una vez más vuelve sobre sí mismo en auto
inteligible y la realidad no se hace aún presente, la reconciliación entre la Idea, el Espíritu
dependencia. La Reforma representa un rechazo de lo espiritual como algo meramen
cósmico y el espíritu finito, concreto, real. Esto ha de llegar con el cristianismo. Pero en
te externo, de la hostia como una cosa, de la autoridad carismática, de la reliquia o el
cierto sentido el neoplatonismo es una clase de prefiguración de la verdad especulativa
sepulcro. Por el contrario busca encontrar la unión con Dios en una manera interna,
del cristianismo en el modo aún no efectivo de una visión del mundo intelectual. Como
tal, puede ser visto como el mundo antiguo de la filosofía adviniendo al rendez-vous
espiritual. Por ello el hombre se aleja de la autoridad externa hacia el testimonio inter
no de su propio espíritu. Al mismo tiempo, esta espiritualización va acompañada de un
histórico con la nueva religión revelada.
Así, el primer período
del mundo antiguo fue fundado sobre el principio abstracto
mayor interés en este mundo. El carácter sagrado, burdo y reificado, de la religión
medieval estaba acompañado de la espiritualidad como su dependencia natural. Lo
(p. ej. los eleáticos); el segundo emergió al principio de subjetividad, de autoconcien
sagrado reificado expresaba una condición de naturalidad burda y virgen. En este
cia; el tercero llega a ser concreto, y percibe un mundo generado a partir del pensa
miento. Pero aún es supra-sensible, no ha llegado aún a la subjetividad infinita en la
mundo, la más alta espiritualidad tenía que estar en fuga. Pero el nuevo principio de la
Reforma, en tanto que espiritualiza la presencia cristiana, intenta que ésta penetre en
subjetividad finita, a la absoluta libertad, a Dios en el hombre.
la \rida entera. Por esto la \rida secular se hace importante.
Debemos esperar a la Encarnación, ya que el neoplatonismo carece del punto en
que los contrarios reales se unen, en donde el mundo inteligible es uno con el mundo
De esta manera la Reforma forma parte de mismo movimiento básico del Renaci
miento, que llevó al enorme interés en la exploración el boom del esfuerzo científico, y
externo real, el momento de un «éste» particular real, de Wirklichkeit. Esto llega con la
Encarnación' v con la fundación de la comunidad cristiana
hombre a un r{uevo desarr-ollo religioso.
(Gemeinde),
que lleva al
Pero éste es un desarr-ollo en el que el hombre se encuentra ante una reconciliación
que está ya realizada, que él ha de interiorizar. Esta reconciliación es un hecho presen
tado sensiblemente ante él, como vimos antes. Es un hecho bruto, no algo que pueda
producir desde su propio pensamiento, o incluso que pueda entender plenamente por
el pensamiento.
El hombre de este modo entra en un período en el que debe someterse a un hecho
externo crucial, y permitirse ser educado por completo en la interimización de su sig
nificado. Entra en un período de tutelaje. Pero éste es incompatible con el verdadero
pensamiento filosófico. La filosofía es por definición pensamiento libre, que reposa en
su propia convicción interna de credibilidad. En contraste, el pensamiento medieval es
un período en el que la filosofía fue servil, la sienra de la teología. Justo como la Iglesia
tuvo que tomar a las naciones bárbaras bajo tutelaje para guiarlas hacia la Idea, del
mismo modo somete a la filosofía a su senricio, y la utiliza para completar la plenitud
de su visión de Dios. Así, en cierto sentido podemos decir que la Edad Media no es un
período de filosofía. Sólo los mundos antiguo y moderno lo son realmente. Durante la
Edad Media sólo el Oriente árabe desarr-olló más la filosofía en la Idea pura. Pero esto
no significa que la Edad Media no esté llena de construcciones intelectuales importan
tes e interesantes, o que no influirá de manera relevante sobre la filosofía más tarde.
Está lejos de ser una página en blanco en la historia de la filosofía. Solamente después
comenzarán los hombres a liberar las revelaciones a partir de premisas dadas, no au
tentificadas por la filosofía misma. (Pero por supuesto, estas premisas teológicas fue
ron an
sich especulativas.)4
así sucesivamente. En este ambiente la filosofía, como intento de pensar una vez más
en libre independencia, renace naturalmente.
Por lo tanto los hombres continúan la postura de los seguidores de Sócrates: tene
mos la seguridad de descubrir el principio de las cosas dentro de nuestra propia auto
conciencia, por medio del pensamiento podemos penetrar en el nmdamento mismo de
las cosas. Pero esta confianza ahora existe en función de un poder superior. Mientras
los antiguos descubrieron el principio del mundo inteligible en el pensamiento, pero
no pudieron nunca superar el dualismo con el mundo sensible, los·modernos constru
yeron sobre la certeza de la cristiandad de que la Idea es reflejada plenamente en el
mundo sensible. El mundo sensible, en otras palabras, no es sólo una causa de la
alienación y la pérdida de lo espiritual, es más bien depositado por él. Esto es lo que se
expresa en el dogma cristiano de la creación del mundo por Dios, quien «\TÍO que era
bueno» . Así, los cristianos, incluso aquéllos influidos por el neoplatonismo como Agus
tín, no pudieron ver la creación sensible como negativa, como fuente de alienación.
El instinto especulativo contenido en este dogma está en la base de la filosofía moder
na, aunque esto no sea claramente visto al principio. Esto es, hay una suerte de certeza
instintiva de que el pensamiento racional se encontrará a sí mismo expresado en el ser;
incluso en el más externo y sensible de los seres; de que el pensamiento y el ser son uno.
Hay una confianza absoluta en esta reconciliación que se inspira en el cristianismo. «La
reconciliación. . . ha ocurrido an sich » (SW, XIX, 274), Y esta razón que tiene su expresión
en el ser es la que puede ser plenamente abarcada por el sujeto finito.
De este modo la época moderna tiene la osadía y la valentía de expresar las oposiciones
en su forma más pura y radical, confiada en su superación. Y la principal oposición de la
época moderna es la más radical, aquélla entre ser y pensamiento. Pero esto se revela en
otras oposiciones relacionadas, como la de liberad y necesidad, alma y cuerpo, etc. Dos
acercamientos básicos son asumidos en estas oposiciones; uno comienza en lo natural
4. Una de estas importantes ideas es la prueba ontológica de Anselmo. Ésta es la prueba realmente
especulativa en la que insiste Hegel, debido a que comienza en el pensamiento, la Idea, y va hacia la
existencia, mientras que las otras parten de la existencia, de lo contingente, etc., hacia Dios. Su forma
es así inadecuada respecto a su contenído, porque su forma parece implicar que Dios es secundario
respecto al mundo y no 'Viceversa. Sólo la prueba ontológica está en el orden correcto. Pero la prueba,
tal como la da Anselmo, se encuentra en una forma inadecuada. Cf. la discusión en el capítulo XL
452
(empirismo, filosofía natural, derivación de derechos a partir de la naturaleza), el otro en la
idea (las distintas formas de idealismo).
En una suerte de
hors d'oeuvre
Hegel comienza considerando dos filósofos mal
avenidos por completo, Bacon y Bohme. Bacon es considerado como el creador del
empirismo, el enemigo del escolasticismo y las causas finales. Hegel lo utiliza como
453
oportunidad para mostrar que el empirismo prepara su oposición, que descubre una
articulación de las cosas que nos prepara después para una visión sobre cómo se desa
rrolló la Idea, y de hecho el empirismo predispone ciertos conceptos para esto, todo de
manera involuntaria.
Bohme fue, por supuesto, una importante figura para la generación romántica. Y
Hegel ve prefiguradas en el lenguaje figurativo y místico de Bohme las verdades centra
les de la filosofía especulativa, aunque la razón de que este lenguaje deba ser considera
do filosofía no está completamente clara; a no ser como una teología que no hace
ningún intento de fundamentarse a sí misma en alguna autoridad positiva.
Así entramos en el siglo XVII, en el movimiento de la filosofía propiamente moder
na. Ésta, a diferencia de los antiguos, hará justicia a lo empírico. Lo hará seriamente e
intentará abarcar lo empírico y lo contingente, la realidad externa. Por tanto, la filoso
fía moderna dará lugar a la floreciente ciencia empírica. Pero al mismo tiempo, se
esfuerza por superar en el pensamiento la oposición entre pensamiento y ser, sobre la
que tiene la valentía de llevarla hasta su último extremo, una valentía nacida de su
profunda confianza instintiva en que esta oposición es superable.
Entonces la filosofía moderna está marcada por un movimiento científico y metafí
sico, algunas veces entremezclados, algunas veces en oposición. Descartes es la mayor
figura inicial de la metafísica europea moderna. Descartes nos devuelve a la plena
tradición filosófica de los griegos; está libre de toda autoridad. Su cuestionamiento es
radical. Aquí nos puede recordar a los escépticos antiguos, pero la diferencia, dice
Hegel, consiste en que mientras estos últimos se dirigían a alcanzar un sentido de su
propia libertad en este cuestionamiento, Descartes quería salir triunfante por medio
del sólido conocimiento de la realidad objetiva. Como un moderno, estaba preocupado
por unir el pensamiento con la realidad e:x'tema.
Pero la démarclze de Descartes es completamente filosófica. Está determinado a
fundamentar todo el conocimiento sólo en el poder del pensamiento; ningún presu
puesto ha de ser aceptado. Éste es el sentido de la duda metódica. Pensar es estar
plenamente bei sich, dice Hegel, no importa lo extraño que sea aceptarlo. Pero Descar
tes, a juicio de Hegel, no se las arregla completamente para estar a la altura de esto,
como veremos.
Por consiguiente, su pensamiento radical comienza con el «yo», con la autocon
ciencia como pensamiento, y a partir de aquí Descartes deriva su famoso cogito.
Hegel lo percibe, en la línea de su ángulo entero de visión sobre la filosofía moderna,
como la afirmación de una identidad inmediata entre pensamiento y ser: cogito, ergo
sum. La identidad es inmediata ya que, como Descartes insiste, no hay ni siquiera
una inferencia aquí.
Pero el pensamiento aquí es puro y abstracto, esto es, ninguno de los contenidos de
mi pensamiento está englobado en esta certeza, sólo el hecho de pensarse a sí mismo,
con el concomitante inseparable del existir, es el punto de viraje de la duda hacia la
certeza. El pensamiento aquí es un universal, abstraído de todo contenido. Por supues
to esto se ajusta admirablemente con una de las tesis hegelianas de la Lógica: que el
pensamiento que niega todas sus determinaciones internas retoma a la inmediatez, y
en su inmediatez es idéntico al Sei� al Ser puro, que es el punto inicial de la Lógica. Al
final de la Lógica, el pensamiento va hacia el ser porque su pura auto-mediación es una
suerte de retomo a la inmediatez.
Pero no lo entendió bien, ya que no tuvo un presentimiento de la inmensa auto
articulación interna del pensamiento y por tanto del ser como verdadero desarrollo
454
i�cia.d� a partir de ello. Su pensamiento es totalmente abstracto y carece de todo
pnnCiplü
de desarrollo. De este modo, cuando Descartes se diriae a establecer el conte
nido d�l mundo empí.rico contra la duda, se queda corto respec�o a su promesa y ha de
recurnr a presuposiciOnes, a promesas y elementos que acepta meramente sin ser ca
paz de establecerlos por el puro pensamiento, a principios que meramente «Se encon
tró» (vo1ge{unden). Este es el juicio de Hegel, p. ej., sobre el recurso de Dios como
garante de la veracidad de. mis percepciones en las Meditations. Y por supuesto, Des
car:es no. ve que el I?ensamiento �omo tal �e :onvierte en el sei: El pensamiento del que
esta partiendo
es solo el pensamiento subjetivo del Yo. Aquel pensamiento que es fun
damental para todo, Dios, está separado y en contra del Yo.
El resulta�o de esto es que Descartes culmina verdaderamente en una oposición
entre pensamiento y ser, ya que su unión en el cogito es simplemente inmediata; al
combmar meramente el pensamiento abstracto con el ser, su verdadera unidad no
puede ser representada, y er: contraposición con el ser-que-es-pensamiento, el cogito es
otro modo de s�1� 9-ue �s r�di�almen�e no-pensamiento, materia. Descartes, pues, esta
blece una oposicwn dicotomica radical entre pensamiento y ser, y por esto es el pensa
dor fundador de toda la era moderna, que como hemos visto tiene como tema funda
mental forzar esta oposición hasta su forma pura v radical.
de Descartes, que está en dicotomía-radical con el pensamiento, es en sí
. La materia
misma
muy abstracta y por tanto es derivación del pensamiento. Su esencia es la ex
tensión, que es la propiedad de la materia que puede ser derivada del puro pensamien
to, y no .como_otras propiedades como el olor, el color, etc., meramente por medio de
los sentidos.
Este es un tema frecuente en Hegel, que la mateiia pura de la filosofía
moderna es en gran medida una visión del pensamiento y en muy poca medida de la
expe�encia sensi?le, a la que. él constantemente oculta el papel-que ha de jugar. Al
considerar la realidad en térmmos de materia, los filósofos se han Visto frecuentemen
te ofreciendo una explicación en términos radicalmente no-espirituales, como desa
rrollando un naturalismo cabal. Pero de hecho esta materia pura está tan rarificada
por el pensamiento que las explicaciones en sus ténninos pueden ser vistas si acaso
como en un sen�ido de oposición, como otorgando un rol ontológico básico a lo espiri
tual, al pensarmento. Esta matetia es un Gedankending, pero no en el sentido usual
mente desdeñoso, sino más bien en cuanto que toca la más profunda realidad.s
La materia de Descartes es vista por Hegel como la transposición del pensamiento en
la realidad e:x'tema. Debido a que la noción del pensamiento es abstracta y carente de
desarrollo inte�?' así ten:bién resulta la noci?n de mateiia. A fin de cuentas es simple
mente la e:x'tenswn, y debido a que el pensarmento es esencialmente activo, también es
movimiento. Todo ha de ser ex-plicado en ténninos de e:x'tensión y movimiento es decir
todo en la naturaleza. El movimiento es la transposición extem� v abstracta de la ric�
actividad del pensamiento. Explicarlo todo por su e:x'tensión y mo\;jrruento es explicarlo
matemáticamente, y así se desan·olla la explicación con Des¿artes. Se convierte así en el
p�dre del mec�c�smo. Pero.al mismo tiempo no puede realmente comprender la vida,
aquellos doillllllos de la filosofía que pueden ser llamados filosofía del espíritu: la
psicología, la política, etc., todos débilmente desarrollados en este pensamiento.
En contraste, desarrolla una física. Pero aquí Descartes y su época no han hecho
aún la distinción precisa en su física entre una ciencia basada en la observación y una
que desan·olle sus determinaciones solamente a partir del concepto.6
m
5. Cf. la discusión sobre la equivalencia entre la materia pura y el pensamiento en el pasaje de
PhG, VI, sobre el materialismo ilustrado.
6. '<Ableiten aus dem Begriffe, frei selbststamdige Entwicklung des Begriffs».
455
Spinoza va más allá. Despega desde Descartes, desde la última oposición entre el
pensamiento y la extensión, e intenta unirlos. Ésta es una empresa del todo más difícil
v con más contenido que afirmar la simple identidad del pensamiento abstracto y el
�er.
Por extensión tenernos a una menos abstracta y más desarrollada determinación
del ser, y por lo tanto el problema de la unidad es más grande y la noción de unidad
mucho más alta, más desarrollada.
Spinoza, de hecho, es un filósofo relevante, uno de los más importantes para el
pensamiento de Hegel, quizá al lado de Aristóteles y Kant. Spinoza intenta ver el todo
como un sistema que tiene como fundamento ontológico a Dios, un Dios que une
pensamiento y ser. Así, Hegel siempre está presto a defender a Spinoza contra el cargo
de ateísmo. Más bien, corno dice Hegel, ya que Dios es únicamente la sustancia en la
que todas las determinaciones están, podernos más justamente acusar a Spinoza del
cargo contrario, de acosmismo (acosmism).
Y éste, de hecho, es el cargo de la crítica de Hegel sobre Spinoza, quien fue por
supuesto un filósofo seminal para Schelling y para la generación romántica entera.'
Spinoza es así un hito crucial para Hegel, contra el que define su propia posición.
El problema con Spinoza es que ha entendido al absoluto corno una sustancia sin
gular, pero no aún corno sujeto. Ve todas las determinaciones del mundo, incluyendo
los «atributos » del pensamiento y la extensión, como remitiéndose a un fundamento
sustancial, a una unidad básica. Pero este Dios de Spinoza carece de movimiento en la
otra dirección: no produce a su vez toda la articulación del mundo por su propia nece
sidad interna, corno Hegel ha demostrado en el caso de la Idea. El Dios de Spinoza,
pues, no es aún un espíritu vivo, que debe generar su propia encamación y retomar a
sí mismo a partir de ella. En él, todas las determinaciones son canceladas, anuladas,
pero no son generadas por una necesidad interna. En este sentido, Dios carece de la
característica crucial del sujeto hegeliano. Dios es sólo sustancia, de hecho es solamen
te un <<abismo» (Ab-gnmd) vacío, en el que todas las diferencias desaparecen, más que
el centro germinal desde el que todo puede ser visto como desplegando su necesidad
interna. Las determinaciones presentes del mundo, así, no son aún derivadas por nece
sidad, sino que sólo <<son encontradas» (vorgefunden).
De este modo Spinoza, un judío, se apega al absoluto judío, que no está reconcilia
do con el mundo empírico articulado ni con la subjetividad finita, que existe única
mente aún en el movimiento de negación de esta finitud, sin un retomo a la reconcilia
ción con ella. Pero la de Spinoza es, por supuesto, una versión altamente transformada
de esta visión. A este respecto puede también cornparársele con el to on de los eleáticos,
que también careció de principio de desarrollo interno.
Hegel hace un uso central del famoso principio spinoziano: omnis detenninatio est
Pero aquí de nuevo pode
rnos constatar su crítica fundamental. Para Spinoza, esto significa que todas las reali
dades determinadas del mundo están forjadas, corno si dijéramos, a partir del todo.
Llegan por selección respecto del todo y negando el resto de las cosas. Lo plenamente
positivo es así lo que se encuentra libre de toda negación. Pero para Hegel lo positivo
solamente puede ser la negación de la negación. No puede existir sin la negación de lo
que es su personificación en lo particular, con toda la alienación, la pérdida del yo, y
negatio . Éste es otro modo de expresar su deuda a Spinoza.
por tanto la negación de su infinitud que esto supone. Lo positivo, Dios, el infinito, el
fundamento mismo de las cosas, puede ser únicamente retomando a sí mismo a partir
7. Cf. capítulo I.
456
de estas negaciones. Así, si es verdad que el ser determinado es una negación de lo
absoluto o infinito, es también cierto que este infinito debe expresarse en esta nega
ción. Debe negarse a sí mismo; sólo es uno consigo mismo finalmente al retomar a
partir de esta negación.
Podernos ver la misma diferencia también desde otro ángulo al revisar la teoría de
Spinoza sobre los atributos y modos. Estas distinciones en la sustancia absoluta son
vistas como insertadas en ella a través del pensamiento subjetivo; el absoluto se refleja
en ese modo en el pensamiento finito. Las diferencias no son vistas corno partes inte
grantes de él.
Esta carencia de contenido de su filosofía se ajusta, dice Hegel, con su carencia de
forma. Spinoza procede more geometrico . Ya hemos visto que para Hegel el matemáti
co es el modo más pobre de pensamiento y el más alejado del modo especulativo. Esto
naturalmente va de la mano con el error al comprender el principio de desarrollo inter
no de la Idea. Por tanto procedemos mediante definiciones y deducciones de esta defi
nición; no vemos cómo estas nociones, tan definidas en sí mismas, surgen necesaria
mente del Concepto, p. ej., el pensamiento, la extensión, el entendimiento, la voluntad,
etc. Estamos aún trabajando con presupuestos.
Sin embargo, como en Aristóteles, los resultados son frecuentemente muy superio
res a la teoría. Algunas de las definiciones de Spinoza están llenas de contenido especu
lativo. Hegel menciona p. ej. la noción de Dios como causa sui, la noción de Spinoza
sobre la verdadera infinitud de Dios, que es una totalidad ilimitada. La última está
cerca de la noción hegeliana.
Pero la distinción entre el pensamiento y la extensión hecha por Descartes no des
aparece simplemente. La estabilidad de la distinción es defendida contra el <<abismo»
(Abgnmd) spinoziano por otra escuela, el empirismo. El mundo ·moderno posee un
principio de unidad de pensamiento y ser, pero esto significa también que se torna en
serio la realidad externa, empírica. Estos dos asuntos no pueden ser plena y efectiva
mente unidos hasta la síntesis de la verdadera filosofía especulativa. Hasta entonces
animan diferentes filosofías con diferentes pesos de prioridad, y estas filosofías están
así opuestas. Por lo tanto, mientras Spinoza da prioridad a la unidad, Locke, y veremos
dentro de un momento a Leibniz en otro sentido, le dan prioridad a la verdadera inde
pendencia de la realidad externa empírica.
Por tanto el démarche de Locke consiste en comenzar a partir del existente externo a la
conciencia, para tornar la dicotomía cartesiana y dar la primacía a la extensión. Lo uni
versal no es la raíz de todo, el pensamiento no es la sustancia. Por el contrario, lo universal
es derivado subjetivamente a partir del objeto empírico (<<entsteht subjektiv aus den Ge
genstanden», SW, XIX, 419). Esto significa que el pensamiento empírico no tiene utilidad
para una esencia real, y por tanto nunca penetra en el entendimiento de la esencia como
género (Gattung) que posiciona su objetividad ernpúica. El empirismo, justo en la misma
medida en que el cartesianismo, se las está viendo con una realidad no derivada de la
necesidad, sino que sólo <<Se la encuentra>> (vorgefimden). Pero ahora esto es abiertamente
reconocido, y de hecho, visto corno el principal valor de esta filosofía.
Esta senda es una fase necesaria. Hemos de ganar un mayor conocimiento de la
tes de que p�damos volver a discer
realidad externa sólo a través de la observación
nir en ella el funcionamiento del Concepto. En esta etapa, ambos frentes de la concien
cia moderna, el empirista y el idealista, aquellos que enfatizan la unidad y aquellos que
�
enfatizan la distinción, deben proceder autónomamente hacia su pleno desarrollo en
función de preparar el último rendez-vous. Por lo tanto los esfuerzos empíricos de
457
Newton, o en otro campo de Grotius, tienen una enorme importancia. Pero debe enfa
tizarse que estos pensadores frecuentemente se encuentran a sí mismos trabajando
con cierto nivel de conceptos especulativos del todo desconocidos. La ciencia nevvto
niana hace un uso esencial de los conceptos de la esfera media de la lógica, la esfera de
la reflexión: p. ej. , las fuerzas. Pero la plena significación de esto sólo llega a ser clara
después. Todo esto muestra que el Concepto es ineludible.
Leibniz aporta también una reivindicación de la realidad diferenciada contra el
Abgnmd spinoziano. Pero aquí el punto principal es la rebelión de lo individual, la subje
tividad. La mónada leibniziana es una ex'J)resión especulativa profunda de la noción de
un yo, ya que es una unidad real de la simplicidad con la diferencia, como el Yo. Contiene
el principio del movimiento en sí misma, el plincipio de negatividad no sólo unitaria sino
inherentemente diferenciado. Es una <<Simplicidad en la multiplicidad, pero una simpli
cidad que es al mismo tiempo cambio, movimiento de la multiplicidad» (SW, XIX, 459).
Es activa y no sólo un sujeto de representación (vorstellend).
Hegel también alaba el plincipio de identidad de los indiscernibles de Leibniz, que
retoma de él. Pero también le da una interpretación especulativa más profunda. Signi
fica, dice, que todas las cosas tienen en sí mismas el principio de su diferenciación
respecto a otras, que su diferencia de otras no está sólo inerte ahí, sino que es algo que
ellas activamente afirman y defienden. Debido a esto que encontramos las característi
cas definitolias de ciertos animales, p. ej., en sus garras, porque es con lo que ellos se
mantienen a sí mismos. Así la frontera de diferenciación es también una frontera de
oposición, como vimos antes en la Lógica.
Pero las equivocaciones de Leibniz están estrechamente ligadas a sus logros. Ha
reivindicado maravillosamente el lugar de la subjetividad contra Spinoza, el lugar de
yo-diferenciado activamente y por tanto individual. Este plincipio especulativo alcan
za una profunda expresión en su doctlina de la mónada. Pero el precio que paga es que
no da una explicación de la unidad de las cosas. ¿Cómo se articulan las mónadas en
conjunto? No hay una respuesta satisfactolia de esto en Leibniz.
El modo en que las mónadas coexisten juntas, su armonía, no es entendido fuera de
sus propias naturalezas. Su necesidad interna no se clalifica, sino que es simplemente
puesta como llegando a ellas desde fuera, como <<preestablecidas» por Dios. La unidad
cuya necesidad interna no comprendemos es lanzada por Dios. Permanece sin iluminar
se. Es verdad, nosotros supuestamente conocemos los fines de las operaciones de Dios al
establecer este mundo y su armonía, en lo tocante a que Él supuestamente actúa para
crear el mejor mundo posible. Pero esto permanece como algo puramente formal. No
podemos realmente comprender por qué éste es el mejor mundo posible.
Tal mundo significa para Leibniz que el mal en él es necesalio para el bien. Pero por qué
es esto así, o por qué el mal está ligado a la finitud, o por qué la finitud es necesalia, todo
esto no está satisfactoliamente explicado. Hegel, por supuesto, dará una explicación.
Leibniz, en otras palabras, no puede realmente penetrar en la necesidad interna de
las conexiones. Al mantener respecto a esto su noción de unidad conceptual, permane
ce muy cerca de lo deductivo. Incluso cuando llegamos a ver todas las determinaciones
como conectadas internamente, como lo están en la percepción de una sola mónada
que percibe el mundo entero desde su punto de vista, esto es sólo una reproducción en
esta mónada de la coherencia incomprendida de las cosas atlibuida a la acción de
Dios. No podemos ver la necesidad de la conexión como surgiendo de la misma natura
leza interna de las cosas conectadas. Nos quedamos con realidades individuales inco
nexas. Hemos ganado, es verdad, la individualidad, pero hemos perdido el todo.
458
De este modo Leibniz, como Spinoza y Locke, y a su manera, no puede aún alcan
zar la visión especulativa del concepto desarrollando la realidad a partir de sí mismo
por una necesidad interna.
Aquí Hegel esglime algunas palabras poco delicadas sobre Wolff diciendo que es un
expositor de Leibniz con un estilo particularmente pedante y muerto.
Pero llegando a este punto la confianza moderna en la filosofía se hace más radical.
La certeza moderna consiste en que el pensamiento o el absoluto es uno con el ser,
incluso la realidad externa y empílica del mundo y de los sujetos finitos. Y esta certeza
está animando a la filosofía, esto es, no es sólo aceptada como la verdad profunda de la
religión revelada sino que ha de ser comprendida en el pensamiento humano. El hom
bre, como si dijéramos, reivindica este derecho. Existe en cierto sentido un tliángulo:
el espílitu finito, el espílitu infinito, el mundo de las cosas, que se encuentran en unión
última, en donde el espílitu y la matelia son uno. Pero el espílitu finito no se da cuenta,
y no puede darse cuenta, de esta unión por sí mismo, sino sólo a través del espílitu
infinito. Descartes liga nuestra mente al mundo en la certeza de la percepción a través
de Dios; el pensamiento y la extensión se encuentran en el Absoluto para Spinoza; las
mónadas de Leibniz son armonizadas por Dios.
Pero ahora la autoconciencia humana lleva a cabo una petición aún más radical,
encontrar la unidad con el mundo sin los oficios de Dios. El hombre como espílitu
finito puede alcanzar esta unidad sondeando los secretos del mundo y reconstmyéndo
lo de acuerdo con la razón humana, de tal modo que sea plenamente maleable para sus
propósitos. La reconciliación del pensamiento y el ser; del espílitu y la realidad exter
na, llegará mediante un dominio del segundo por el plimero, una conquista total. Pero
esto ha de ser alcanzado ahora por el espílitu finito. Estamos entrando en la época del
iluminismo.
Para ponerlo de otra manera, la filosofía moderna desde Descartes hasta Leibniz es
<<metafísica» en el sentido de que une el pensamiento y el ser a través de la postulación de
un orden supersensible del ser que sostiene el mundo empílico. Ahora, la radical con
fianza en sí misma de la autoconciencia humana no puede aceptar por más tiempo tales
especulaciones acerca de un más allá. En contra de la metafísica dilige un escepticismo
fulminante. Y ya que esta metafísica es propia del entendimiento, esto es, no concibe aún
el desarrollo de la realidad a partir de la Idea, sino que sólo debe establecer dogmática
mente la plimacía ontológica del pensamiento, es presa fácil de este escepticismo.
Pero este escepticismo no es sólo desesperanzador, o nihilista, surge de una profun
da confianza en que el espílitu humano finito puede alcanzar la reconciliación, está
fundamentalmente en unidad con la realidad externa. Se trata de un giro radical de la
confianza moderna en donde pensamiento ser; que atlibuye este logro al pensamien
to finito. Pero por supuesto ésta es a lo mucho una teoría del entendimiento como su
adversalio metafísico; también está fijada a distinciones entre cosas, y no puede ver
sus conexiones internas. Es también unilateral. Pero también puede lograr progresos
contra la metafísica porque la falla de la última consiste en que es dogmática.
El iluminismo tiene dos valiantes, que pueden ser identificadas burdamente como
inglesa y francesa. La valiante inglesa es más contemplativa. Una figura de transición
es Berkeley, que colapsó el ser externo en mis representaciones. Pero éstas son aún
=
vistas como producidas por Dios. Como Hegel señala, ningún progreso especulativo se
alcanza por esta equivalencia, pues la necesidad interna de las representaciones es tan
poco comprendida como cuando eran vistas como cosas.
Hume representa una verdadera radicalización del empilismo. La referencia de
todo a la expeliencia hecha de un modo radical deja de lado toda necesidad. Incluso la
459
causalidad es privada de su necesidad y reducida a una conexión subjetiva. Hegel insis
te en leer el subjetivismo de Hume no como una confesión desesperada de la impoten
cia del pensamiento humano, sino más bien como expresión del sentido profundo en
que todo lo que tiene que ver con el fundamento de la realidad es asequible a la auto
conciencia del ser humano.
De este modo, en la esfera moral, el escepticismo de Hume mina todo criterio obje
tivo sittlich . Pero el resultado de esto consiste en que somos devueltos hacia nuestro
propio sentimiento moral. Y a partir de Hume y de otros pensadores de la época se
desmrolló una temia del sentido moral que expresa una vez más el principio de con
fianza total en la autoconciencia. Esta teoria muestra, lo enfatiza Hegel, la etapa de
formación (Bildung) que el Espíritu ha alcanzado hasta este punto.
Con los franceses el iluminismo va a la ofensiva, como si dijéramos. Se esfuerza en
pos de la realización práctica. Afirma el derecho de reconstruir toda la realidad de
acuerdo con los dictados v normas desaiTollados por la autoconciencia infinita. Re
chaza así toda la moralid;d tradicional, las obligaciones hacia Dios, y cualquier clase
de normas no validadas por la autoconciencia.
Dios, si continúa existiendo, es de este modo vaciado y reducido a un pálido etre
supreme, si no es que el iluminismo da el paso radical al negarlo todo excepto lo finito.
No existe nada excepto el ser externo, contingente, que significa ultimadamente el ser
material. De aquí que el iluminismo se dirija al materialismo; el espíritu finito es él
mismo idéntico a la materia. Llegamos a otra forma de la equivalencia entre pensa
miento y ser. Pero aquí, de nuevo, una forma inmediata y atrofiante. Por lo tanto esta
ciencia ilustrada es tan incapaz como sus predecesoras de explicar las articulaciones
internas de las cosas pmtir de la necesidad, o de comprender el despliegue de las cosas.
Esta ciencia es sólo crasamente empírica.
El pensamiento vacío del etre supreme y la materia abstracta inerte del materialis
mo no están muy lejos, como enfatizamos antes. Ambos expresan la auto-afirmación
ilimitada de la autoconciencia finita, su rechazo de una realidad espiritual infinita más
allá. Entonces encontramos al iluminismo descrito como el reino absoluto de lo finito.
Todo es finito, todos los contenidos del mundo, ellos mismos finitos, se extienden en la
subjetividad finita. En tanto finito, nada tiene su raison d 'etre en sí mismo. Por tanto,
ésta es la ideología de la utilidad, de la utilidad universal. Ver algo bajo la luz de la
utilidad es ver su raison d'etre en algo más, verlo como bueno para algo más. El ilumi
nismo, tomando la posición de lo finito, es la época del utilitarismo.
Pero esta autoconciencia confiada camina hacia la acción. El movimiento que co
menzó con Lutero v fue continuado más adelante en el periodo moderno, ha llegado
ahora a una manif��tación extrema. No existe ning(m absoluto más allá de la autocon
ciencia finita. La noción de Lutero consiste en que todos los hombres deben interiorizar
la verdad espiritual. No hay hombres legos, que deban recibir lo sagrado desde fuera, de
los sacerdotes. Este principio está a punto de ser aplicado ahora al mundo político.
Esto lleva a una negación del Espíritu, de un orden más grande, y aquí de las condi
ciones reales de la Sittliclzkeit. Ya hemos dado seguimiento a este movimiento desastro
so. Llega a su clímax en la Revolución Francesa. Ésta tiene la idea esencial de la voluntad
libre, o del pensamiento elaborando una realidad externa que es adecuada a él. Pero falla
crucialmente al reconocer la verdadera naturaleza del pensamiento o Geist. Percibe a
éste como puramente humano, y no puede dar cuenta de ninguna existencia adecuada.
Tampoco tenemos la fonna del pensamiento, pero el contenido de la ética es dado sólo
por el deseo (Tiieb) de {acto, o con Rousseau, tenemos el contenido conecto, la voluntad
460
general, pero una forma desastrosamente incorrecta -la total paiticipación y no el esta
do sittlich aiticulado. Las consecuencias desastrosas no han sido vistas aún.
Esta furia de la subjetividad nos empuja más allá. E.xiste una necesidad absoluta de
generar lo concreto de nuevo, de retomar a Dios. Ésta es la tarea del siguiente y último ciclo.
Heg�l hace una pausa para llevar a ca� una consideración sobre Jacobi quíen, como
hemos :'l�to, representa una veta romántlca de la religión que ha sido contaminada por
el ilummrsmo hasta el punto de negar el conocimiento de Dios. Dios es alcanzable sólo a
través de la fe inmediata. Pero esta religión que renuncia al pensamiento no es la res
puesta a la falta de creencia del iluminismo. La razón debe ir más allá de sí misma.
Kant, quien es la tercera gran figura seminal para el pensamiento de Hegel, da otro
e�orme �aso hacia delante. Está por completo en la línea del iluminismo, cuyo princi
piO es la hbertad. El pensamiento debe desaiTollarse en completa autonomía, no puede
aceptar ninguna autoridad externa. Y va acompañado del giro radical que el iluminis
mo da a esta idea moderna: el pensamiento puede descansar solamente sobre lo que
puede hacerse presente en la autoconciencia. Kant, así, toma el partido de Hume al
rechazar las grandes construcciones metafísicas de la segunda fase que fueron presen
tadas en Alemania por Leibniz y Wolff.
Pero Kant dio un paso impresionante hacia delante en el momento en que vio, per
maneciendo en la autoconciencia, que la verdadera naturaleza del pensamiento es activi
d�d. Esta de_acuer�o con Hume_en que la conexión necesaria no es relativa a la experien
cia; pero a diferencia de Hume sigue adelante al reconocerla en la misma estructura de la
conciencia, es decir, en el concepto. El concepto no es solamente aquello que es abstraído
de la experiencia, sino más bien lo que le da forma. Kant ha descubierto así la verdadera
naturaleza del pensamiento; no es pasivo, no es simplemente lo que contempla y lleva a
cabo inferencias (para los racionalistas) o lo que registra concomitancias (para los empi
ristas). Es el principio activo que configura las cosas de la experiencia.
Pero el gran descubrimiento de Kant aún es incompleto. Carece de una cosa, aún ve
este pensamiento, esta actividad configurando el concepto, como subjetivo, como el
pensamiento meramente de la autoconciencia, en tanto que de hecho es el fundamento
ontológico de la realidad. Y como resultado, Kant ve la forma conceptual como tenien
do que recibir su contenido desde fuera. En última instancia es pasiva, en el sentido de
que necesita ser afectada desde fuera para funcionar. Pero la verdad de la filosofía
especulativa radica solamente en que el pensamiento, el Concepto, produce su propio
contenido a partir de sí mismo. A fin de cuentas toda materia debe ser vista como
depositada por la Idea.
Se trata de una crucial y no menos importante transposición, pero tal que provee el
acceso central al sistema hegeliano. VIniendo de Kant entramos, como si dijéramos,
por la puerta de enfrente, ya que muchos de los más importantes ténninos clave hege
lianos sólo pueden ser entendidos como transposiciones de Kant. Esto es cierto sobre
el Concepto, que es el concepto formativo kantiano, al que se le da un estatus ontológi
co. Es cierto sobre la Lógica, que solamente puede ser comprendida si la vemos como
una lógica trascendental; es cierto respecto a la Idea, que se deriva no sólo de Platón
sino también a través de Kant como la forma completa a la que la realidad empírica
tiende. Es cierto sobre la distinción entre «entendimiento>> (Verstand) y «razón>> (Ver
mmft). Y así sucesivamente.
Pero en todos estos casos, existe una transformación sistemática. Lo que para Kant
es una estructura de la mente, para Hegel es un fundamento ontológico. El Concepto
es el fundamento de las cosas, la Idea es lo que deposita la realidad. No es simplemente
461
una tendencia no colmada; es en un sentido mucho más fundamental que cualquier
otra cosa. La filosofía de Hegel puede ser vista como transposición de Kant. Lo que
para Kant es meramente un esfuerzo del sujeto, es para Hegel una plena totalidad
auto-subsistente.
De este modo Kant ve la primacía del pensamiento en el momento en que muestra
que el <<Yo pienso» debe acompañar todas mis representaciones. La única objetividad
posible es la que se estructura por el pensamiento. Pero él ve esto como una demanda
del conocimiento subjetivo, no como un principio ontológico. Su noción del esquema
tismo fue una profunda idea, la estructuración de la realidad empírica por el pensa
miento, pero se aplica a él la misma critica.
Kant permanece junto al Iluminismo en el asunto crucial de que sostiene respecto a
la autoconciencia finita que es un hito insuperable. Pero en esto da un paso gigantesco.
Ve al pensamiento como activo, como configurador. Y por lo tanto comienza a colmar
una carencia que ha sido evidente en la filosofía desde los antiguos: comienza a orde
nar las categmias no sólo empíricamente, sino en una estructura racional. Está dando
con la forma de la triplicidad, pues las categorías reflejan un «gran instinto del Concep
to>> . Pero por supuesto, no puede dirigir esta intuición hacia el auto-desarrollo comple
to, que llega por primera vez con la Lógica. Sin embargo, la «Categoría>> hegeliana es
también un concepto transpuesto de Kant.
Pero el terrible defecto de Kant es haber aceptado que la realidad fuera de la con
ciencia las cosas en sí mismas, está más allá del alcance del Concepto, y que éstas
tenían ue ser distinguidas de las apariencias que el Concepto configura. Ésta es una
«distinción abominable>> . Subvace a todos los errores de su filosofía.
Su fortaleza crucial y su d bilidad crucial se revela de nuevo en la Dialéctica Tras
cendental. Aquí, para s¡;_ inmortal mérito, Kant ha percibido profundas contradiccio
nes en nuestras categorías básicas. Pero habitualmente falla al no ver que estas contra
dicciones son ontológicas, que no están solamente en nuestro pensamiento. Kant «es
muv sensible respecto a las cosas>> , como Hegel manifiesta. También se equivoca al
rest1in2ir las antinomias a cuatro; cada categoría es el locus de una antinomia.8
En
campo de la filosofía moral se hac visible el mismo error básico. Es verdad
que para el principio del Iluminismo, la razón práctica consiste en decidirlo todo a
partir de sí misma. Consiste en no aceptar ninguna autoridad externa, ni siquiera la de
Dios. Es realizar la máxima autonomía. Pero una vez más esta autoconciencia sobera
na es puesta en contra del mundo. El dominio empírico, incluyendo el dominio de mis
deseos de {acto, es refractario respecto a la razón práctica. La razón no puede ser ínte
�
:1
�
;
gramente realizada en él. Si lo fuera, y si estuviéramos inclinados realmente hacia el
bien por el deseo puro, el reino moral en su autonmnía desaparecería. Pero la misma
esencia de la ley moral ha de ser realizada. Por tanto, tenemos una ley que ha de reali
zarse y que n�ca puede llegar a serlo de manera integral; y así estamos para siempre
en este camino. Estamos para siempre en el dominio del deber no realizado, del Sallen.
Nos encontramos en un progreso sin fin y solamente lo completamos en el pensamien
to mediante los postulados de la razón práctica. Esta critica de la ética kantiana del
Sallen es uno de los temas más frecuentemente repetidos en Hegel.
Se relaciona con esto el hecho de que la ética al ser producida únicamente desde la
autoconciencia no puede encontrar contenido. Es forzada a retomar a un criterio pura
mente formal, pues ningún contenido particular en el mundo puede proveer un estándar;
8. Cf. la discusión de la Lógica, parte III, capítulo IX.
462
todos son considerados arbitrarios. La verdadera intuición es ver que la razón misma
produce un contenido articulado, una comunidad que es el locus de la Sittlichkeit, y esto
da contenido a nuestra ética. Pero en la medida en que nos determinamos a abstraemos
de todo esto, en la medida en que nos basamos sólo en las fuentes de la autoconciencia
autónoma finita, no tenemos más que criterios formales: el criterio kantiano de que una
máxima no se contradiga a sí misma. Ya hemos visto que esto es algo vacío; Hegel repite
aquí el argumento acerca del robo y la propiedad (SW, XIX, 592).9
A todo esto, si Kant sólo hubiera escrito las primeras dos criticas hubiera tenido un
lugar destacado en el desarrollo de la filosofía especulativa. Pero fue más allá. Escribió
la Oitica del juicio, y aquí estableció el trabajo de base que sentó a horcajadas su
filosofía. Esta Oitica es aún más crucial para comprender la filosofía de Hegel que el
resto de su obra. De hecho, es el punto de arranque del desarrollo poskantiano entero.
En los objetos del juicio reflexivo tenemos una unidad de forma y contenido, de la
obra de arte y el ser vivo, de la ley interna y la realidad externa, unidad que es firme
mente negada en el juicio teorético y en el práctico, pues en estos objetos estudiados en
la tercera Oitica materia y forma no están separados. En el juicio reflexivo, no aplica
mos una forma universal a un contenido dado desde fuera. Por el contrario, enfrenta
dos a un contenido, a algo particular; buscamos una forma peculiarmente suya. Descu
brimos una forma que es así inmanente en el contenido, unida a él, de un modo en que
nunca lo está en el juicio teorético. Pero esto nos devuelve, por supuesto, en proximi
dad a la idea aristotélica de teleología interna, una necesidad inmanente en las cosas
mi mas en la que asumen su propia figura. Esta necesidad interna es para Hegel, claro
�
esta, equivalente a la libertad.
Ésta es la teleología interna que vemos en los organismos vivientes. Y hemos visto
también cómo Hegel entiende la obra de arte como habitada por esta misma clase de
ne�esidad interna, tal que, a diferencia de los organismos vivos, se revela a sí misma y
eXIste solamente para mostrar esta necesidad libre. Debido a que ésta es una manifes
tación de libertad, podemos sentirnos libres al contemplarla, nos encontramos embe
lesados (e11trückt). Ya vimos cuánto le debe la estética de Hegel a Kant.
Sin embargo Kant no puede dar el paso crucial. Esta gran intuición sobre la teleo
logía interna se queda en un faron de voir respecto a él; no se trata de una realidad de
las cosas en sí mismas. Pero prepara el terreno para trascender su propia posición.
Está a sólo un poco de la posición de Kant que él acepte la idea ilustrada de que
Dios no puede ser conocido. Dios es solamente un objeto de fe, y su autoridad sobre la
conciencia es nula, a menos que sea simplemente un eco de lo que la voluntad racional
se dice a sí misma.
Pero Kant llevó al pensamiento a tan grandes alturas que despertó el irresistible im
pulso por ir más allá; y esto en dos direcciones: primero, completar la tarea de ordenar
las categorías del pensamiento de un modo consistente, derivando una de otra; y segun
do, superar la dicotomia kantiana de forma y materia, derivar la realidad del pensamien
to: la primer urgencia fue respondida por Fichte, la segunda por Schelling.
9. Éste es parecido al argumento de su artículo de los primeros años de 1 800, «Über die Wissen
schaftlichen Behandlungsarten des Naturrechts», discutido más arriba en el capítulo XN. Básicamen
te se trata de la misma crítica sobre la filosofía moral de Kant, que es muy recurrente en la obra de
Hegel: al purificar la voluntad moral y salvaguardando su autonomía de cualquier relación con la
naturaleza o dependencia en Dios, Kant hace indeterminadas las demandas de la moralidad en su
contenido e imposibles de satisfacer. Cf. también PhG, 301-3 12, 424-444, PR, § 135 y en otros lugares.
463
Las últimas 80 páginas o algo por el estilo de la filosofía de la historia están traba
das con Fichte, Schelling y las distintas figuras menores conectadas. Presentan lo que
Hegel entiende por los antecedentes inmediatos de su propia filosofía. Con Fichte, el
intento consiste en desarrollar todas las categorías a partir de un único principio de un
modo sistemático. El punto de arranque para Fichte es el Yo. Todo ha de ser desarrollo
a partir de éste. Fichte ve al Yo como bajo la necesidad de poner un no-Yo, una realidad
opuesta. Cada uno de ellos puede solamente estar en relación con el otro. Hay dos
formas de relación: cuando el no-Yo es activo tenemos una relación teorética; cuando
el Yo es activo, una relación práctica. Todas las categorías pueden ser deducidas de los
avatares de estas relaciones.
El Yo intenta constantemente abrogar y superar al no-Yo. Pero este dualismo es en
última instancia insuperable, de tal modo que Fichte, como Kant, tiene una filosofía de
progreso interminable, de puro Sallen. Dicho brevemente, ha superado un defecto de
Kant en tanto que por primera vez las categorías han sido completa y sistemáticamen
te derivadas v deducidas. Pero no ha superado el otro defecto, que consiste en perma
�
necer aún at do al punto de vista de la autoconciencia, del Yo. Su sistema entonces no
puede ser completado, no puede llegar a la totalidad.
Permaneciendo como lo hace en este punto de vista de la autoconciencia, de la
individualidad libre, la filosofía política de Fichte es tan insatisfactoria como la de
Rousseau y la de Kant. Lo universal no es el verdadero espíritu, la encarnación de la
libertad de los individuos, sino simplemente una fuerza negativa contra ellos. Fichte
intenta fundamentar el Estado en la libertad, siguiendo a Rousseau y Kant, pero alcan
za exactamente lo opuesto.
El culto de Fichte por el !eh resuena en ciertas ramas del romanticismo que cultiva
ron el sentimiento interno a expensas de la razón y retrocedieron ante la autoridad
externa y la acción en la historia. Hegel menciona, p. ej. , a Schlegel y Novalis. Hemos
explorado ya estas conexiones.10
Desviémonos ahora hacia Schelling, quien es la antecámara inmediata del sistema
de Hegel. Hegel sólo advirtió que estaba en una frecuencia distinta respecto a Schelling
después de algunos años de colaboración con él, alrededor de la época de la PhG.
Schelling finalmente ve que lo finito y lo infinito, el sujeto y el objeto, son falsos a solas.
Ve que l única unidad concreta es la unidad de estos opuestos, no sólo en simple
identidad sino en el proceso vivo y el movimiento. Schelling así desarrolla una profun
da filosofía de la naturaleza -Hegel adquirió muchas de sus ideas a partir de ella.
Pero su inadecuación consiste en que percibió esta unidad como inaccesible para la
intuición. No entendió aún que la unidad ha de ser aprehendida en el pensamiento, que
puede ser derivada en las auto-meditaciones puras del concepto. Comprendió por pri
mera vez el contenido concreto, pero no vio que su forma propia de desarrollo era lógica.
Su intuición no fue susceptible de prueba. Para Schelling la máxima manifestación de la
Idea es, pues, la obra de arte, donde se encuentra abierta a la intuición. La obra de arte es
�
el «más alto y único modo en que la Idea existe para el Espíritu». Pero para Hegel el
pensamiento es superior; la Idea debe aún llegar a sí misma en el pensamiento.
Esta inadecuación en la forma obviamente repercute en el contenido de su sistema.
cia de rigor permitió que las disciplinas de Schelli
ng erraran por todas partes con analo
gías irresponsables y arbitrarias, y le dieron mala fama
a la filosofía de la naturaleza.
Para ponerlo de otro modo, podemos decir que
con Fichte tenemos la afirmación
de la autonomía de la autoconciencia, que ha sido
empuj ada hasta un extremo deliran
te. El Yo ya no está limitado por otro, se realiza
infinitamente a sí mismo. Ya no es
pue�to en contrast con la realidad, que nunca invadi
ó. Pero precisamente porque aún
e:
.
es solo un Yo, requtere siempre que haya algo en
contraposición con él. Para ser cons
ciente, y no caer en la vaciedad del Yo = Yo, debe
siempre tener al no-Yo enfrentado.
Por lo tanto su proceso de invasión sobre el no-Yo
es interminable . Es la verdad prime
ra de la filosofía de la auto-realización infinita.
Pero lo infinito aquí es lo «malo>>; el
proceso no puede alcanzar nunca la completud, perma
nece Sallen.
Es la afirmación radical de Fichte sobre la subjeti
vidad finita lo que muestra que
este punto de vista debe ser trascendido. Y de este
modo hemos de regresar a un conte
nido fuera de la subjetividad finita, y esto puede
llevarse a cabo solamente viendo la
unidad de la subjetividad y la objetividad en una
totalidad viva, la cual es la subjetivi
dad infí ta. Esto es lo que Schelling hace. Pero
no lo demuestra, no le da su lugar al
pensamiento.
Llegamos así al final a Hegel, quien da este último
paso probando que el absoluto es
la identidad del sujeto y del objeto en la vida que se
desarrolla a sí misma. Muestra que el
absoluto ha de ser el pensamiento, a fin de cuenta
s comprendido en el pensamiento.
Llega a sí mismo en su propio medio . La «intuición
intelectual, de Schelling, para llegar
a ser realmente intelectual, debe advenir pensam
iento. Y en esta consumación el espíri
tu-mundano deja de lado todo lo extraño, los modos
externos (gegemtiindlichen) de auto
co��rensión, y se comprende a sí mismo como el
absoluto Geist. Muestra que lo que es
obJetivo es generado (erzeugt) a partir de sí mismo.
Podemos ver ahora que siempre ha habido una
sola filosofía. Alcanza ahora la
forma final, pero ha ido avanzando desde el comie
nzo, incluso cuando durante alguna
ép c� su des
�ollo fue subterráneo y no completamente aparente. El pensamiento
esta Siempre mtentando comprenderse a sí mismo
como concreto. Aristóteles vio que
el naus es el pensamiento del pensamiento.
Pero este progreso ha evolucionado por etapas. Cada
etapa nos ha mostrado la más
alta forma que esta filosofía singular pudo alcanz
ar entonces. E incluso cuando hubo
diferentes filosofías en competición, formaron
un todo en conjunto como una sola
ligadura en cadena, aunque esto se hiciera evidente
sólo más tarde.
Pero ahora hemos llegado aparentemente al clímax
. «Una nueva época ha surgido
en el mundo» (SW, XIX, 689). Al menos el Espírit
u parece haber llegado a la clari ad.
�o que es objetivo para él lo produce desde sí mismo
, y se mantiene en su poder pací
ficamente. La lucha de la autoconciencia finita con
la autoconciencia infinita parece
haber llegado a su fin. La autoconciencia finita
ya no es finita, y del mismo modo la
autoconciencia infinita tiene la realidad de la que carecía
. La historia mundial «parece
haber alcanzado su objetivo» (SW, XIX, 690).
�
·
�
d
Así, su filosofía de la naturaleza, en tanto es un intento de mostrar la superior realización
progresiva de la Idea, de la unidad concreta entre el sujeto y el objeto, y en tanto es un
inmenso comienzo muy valioso, realmente no está sostenida rigurosamente. Y esta caren1 O. Cf. capítulos I. y VI.
464
465
. PARTE VI
CONCLUSIÓN
CAPÍTULO XX
HEGEL HOY
1
Esta magnífica síntesis hegeliana se ha disuelto. Después de alcanzar una extraor
dinaria cima en el mundo intelectual alemán de las décadas de 1 820 y 1 830, comenzó
a declinar una década después de su muerte en 1 8 3 1 . Concebimos la década de 1 840
como la gran etapa de rebelión contra el sistema hegeliano, la era de los jóvenes hege
lianos, Feuerbach, Ruge, Stirner, Marx, el momento en que también Kierkegaard co
menzó su breve e intensa carrera intelectual.
Pero ser el objeto del ataque virulento de una generación de jóvenes pensadores
supone ser todavía mucho en la agenda. Algo mucho peor le espera al idealismo abso
luto de Hegel. En las décadas de 1 850 y 1 860 cayó en un olvido virtual. Hegel era
vagamente recordado en la Alemania de Bismarck como el filósofo estatal de la Prusia
<<restaurada», y periféricamente aprobado o vilipendiado en consecuencia. Existe algo
de entretenida correspondencia entre Marx y Engels alrededor de la década de 1 870 en
la que ventilan su impaciencia ante la ignorancia de la joven generación. El pretexto
fue una nota a pie de página de un editor socialdemócrata en la que se refería a Hegel
como el filósofo de la «real Idea prusiana del Estado » . 1 El incidente ilustra en qué
medida las raíces hegelianas del pensamiento de Marx y Engels llegaron a ser malinter
pretadas incluso dentro de su propio movimiento.
Hegel, por supuesto, volvió a escena en Alemania hacia el final del siglo. El trabajo
crítico de Lasson al producir ediciones nuevas más académicas de su obra, estimuló y fue
estimulado por este interés renovado. Dilthey contribuyó a hacer de Hegel un punto de
referencia importante en el enorme debate alemán sobre el estatus del Geisteswissenschaf
ten, que influyó, entre otros, en Max Weber. Dilthey inició la investigación del desarrollo de
Hegel al re-examinar sus escritos de los años de 1 790, una investigación que continúa hasta
el día de hoy. Al mismo tiempo, la influencia de Hegel comenzó a extenderse en el extran
jero. El «hegelianismo», aunque en una variedad extrañamente transpuesta, llegó a ser
importante en Inglaterra y América, a través de Green, Bradley, Bosanquet, Royce. Duran
te algunas décadas fue dominante en Oxford. En los años de 1 930 el interés por Hegel,
junto con Marx, comenzó a crecer en el mundo de la ffiosofía francesa; mientras que en el
l. Cartas n.0 280 y 281, K. Marx, F. Engels, Werke, Berlín, 1965, véase 32, 500, 503; citado en E.
Weil, Hegel et l'Etat, Paris, 1 950, 1 5- 1 6. El editor fue Wilhelm Liebknecht. La nota a pie de página fue
añadida por él a un artículo de Engels.
469
cambio de siglo, Hegel se convirtió en un importante polo del pensamiento filosófico en
Italia, principalmente a través de la obra de Croce y Gentile.
Este interés renovado continúa sin disminución hasta el día de hoy. Interrumpido
en el escenario anglosajón por la reacción contra los «hegelianos» ingleses, está retor
nando sin embargo. Pero con toda esta atención enfocada en Hegel, su verdadera sín
tesis está muerta el todo. Esto es, nadie cree en realidad en su tes s ontológica central,
Í
d
que el universo es depositado por el Espíritu, cuya esencia es la necesidad racional.
Muchos hombres creen hoy que el mundo fue creado por Dios. Algunos sostienen
también una suerte de interpretación «desmitologizada» de esta opinión. Todas las
distintas clases de perspectivas materialistas y naturalistas tienen sus defensores. Pero
nadie sostiene la ontología hegeliana. Muchos pensadores menos «relevantes>> (a los
ojos de nuestros contemporáneos), tales como los principales escritores del iluminis
mo -Helvétius, Holbach, Bentham- o los «reaccionarios>> tales como Burke, pueden
tildarse de seguidores hoy en este sentido, esto es, gente que comparte sus perspectivas
ontológicas o metafísicas.
Y esto en general es cierto respecto del resurgimiento hegeliano que comienza en el tardío
siglo XIX, que no es de ningún modo un resurgimiento de la tesis central de Hegel. Croce en
su famosa obra de 1907, Qué esta vivo y qué está muetto en la filosofía de Hegel,2 relega la
Lógica y la filosofía de la naturaleza a la última categoría. De forma similar, Dilthey intenta
rescatar la penetrante interpretación de las formas históricas en tanto que echa por la borda
manifestación de necesidad
las demandas del sistema por alcanzar la compleción en
racional. La historia muestra series de transformaciones de duración indefinida, formas
cuya significación consiste en ser <<entendidas>> (en el sentido de «Verstehen>> ), pero ninguna
de ellas le da a la historia su significado definitivo.
Los hegelianos ingleses parecen estar haciendo afirmaciones ontológicas más fuer
una
tes, comparables a las de Hegel. Pero en un examen más cercano, generalmente sus
puntos de vista resultan ser significativamente diferentes. La dialéctica de Bradley, p.
ej., termina por mostrar cómo la única verdad completa y no distorsionada, la propia
del todo, no puede ser formulada conceptualmente. Su conclusión es directamente
opuesta a la lógica-ontológica de Hegel.
¿Por qué la tesis central de Hegel está muerta? ¿Y por qué al mismo tiempo su
filosofía es altamente relevante para nuestra época en toda serie de modos, como he
intentado demostrar en el curso de este trabajo, y como los actuales intereses atesti
guan? Quisiera intentar bosquejar una respuesta a este doble cuestionarniento en este
capítulo conclusivo. Normalmente uno puede esperar que la conclusión de un libro
sobre Hegel insista en la sucesión de influencias que tuvo su pensamiento y en los
puntos de arranque que ha provocado. Pero los principales asuntos en la lista -Marx,
Kierkegaard, el existencialismo, etc.- son muy bien conocidos, y la lista entera es
mucho más larga3 como para hacer que valga la pena emprender esto. Sería más útil
intentar dar cuenta de su permanente relevancia viendo cómo los problemas y las
aspiraciones básicas que subyacen a su filosofía han evolucionado desde sus días, ya
que esto es lo que necesitamos para encontrar una respuesta a nuestro doble cuestio-
2. Londres, 1 9 1 5.
3. Incluso si no secundamos a Merleau-Ponty, SellSe and Non-sense, Northwestern U.P., 1964:
«Todas las grandes ideas filosóficas del siglo pasado -las filosofía de Marx y Nietzsche, la fenomeno
logía, el existencialismo alemán, y el psicoanálisis- tienen su comienzo en Hegel» (63), el alcance de
la influencia de Hegel está más allá de cualquier duda considerable.
470
narniento, cómo su pensamiento puede seguir siendo importante en tanto que sus
conclusiones se han abandonado por completo.
Parte de la respuesta sobre por qué la ontología de Hegel ha sido abandonada,
recae sobre el desarrollo de la civilización moderna llevado a cabo en una dirección
cada vez más industrial, tecnológica, racionalizada. Esta civilización es en cierto senti
do la herencia de la ilustración. Ahora bien, en tanto que la filosofía de Hegel afirma
ser el cumplimiento del pensamiento ilustrado, de hecho él intenta combinar con éste
y con cada uno, dos ramas de pensamiento y sensibilidad que fueron tanto reaccione
como extensiones de la ilustración. Si regresamos a sus intenciones básicas, que explo
ramos en el primer capítulo, la filosofía de Hegel puede ser vista como un intento de
realizar una síntesis que la generación romántica estaba buscando a tientas: combinar
la libertad racional y autorregulada del sujeto kantiano con la unidad expresiva ínsita
en el hombre y con la naturaleza que la época anhelaba.
Hegel quiso llevar a cabo esta síntesis en forma completamente racional, y esto es lo
que lo convierte en un heredero de la ilustración, y lo que lo distingue de los románti
�
cos. Pero sigue siendo verdad que fue movido por propósitos filosóficos que fueron
más allá y contra la corriente principal de la Ilustración, ya sea el deísmo o el materia
lismo. Intenté caracterizar esto de forma aproximada en el capítulo de apertura en
términos de la noción de identidad que se auto-define. En seguimiento de la revolución
del siglo XVII, los hombres llegaron a definirse a sí mismos sin relación con el orden
cósmico, como sujetos que poseían su propia representación del mundo dentro de
ellos así como una motivación endógena, sus propios propósitos e impulsos. Concomi
tante a esta nueva noción de subjetividad había lo que yo llamo una «objetificación»
del mundo. Esto es, el mundo no era visto ya como el reflejo de un orden cósmico con
el cual el hombre estaba esencialmente relacionado, sino como un. dominio de hechos
neutrales, contingentes, a ser determinados por el trazado de correlaciones, y en últi
ma instancia manipulado en cumplimiento de propósitos humanos. Esta visión de un
mundo neutral objetificado, como vimos, valía como confirmación de la nueva identi
dad antes incluso de que llegara a ser importante como base de nuestro dominio sobre
la naturaleza.
La objetificación se extiende más allá de la naturaleza externa para englobar la vida
humana y la sociedad, y el resultado es cierta visión del hombre, una psicología asocia
cionista, una ética utilitaria, una política atomista de la ingeniería social, y en último
término una ciencia mecanicista del hombre.
La concepción de la vida humana que he llamado «expresivista>>, que se desarrolla
con Herder y Rousseau entre otros, es en parte una reacción a esto. Es el rechazo de la
visión de la vida humana como una mera asociación externa de elementos sin co
nexión intrínseca: de la psique humana como un ensamblaje de «facultades>>; del hom
bre como un compuesto de cuerpo y alma, de la sociedad como una concatenación de
individuos; de la acción como la disposición de los medios para fines externos; del
placer como la mera consecuencia contingente de ciertas acciones; de la virtud y el
vicio como el fruto de diferentes concatenaciones de circunstancias produciendo una
red de diferentes asociaciones. El expresivismo retoma al sentido del valor intrínseco
de determinadas acciones o modos de vida, retoma a las distinciones cualitativas entre
el bien y el mal. Y estas acciones o modos de vida son vistos como totalidades, así como
verdaderas expresiones o distorsiones de lo que auténticamente somos. Se rebela con
tra la dicotomía del hombre en cuerpo y alma, espíritu y naturaleza, la concepción de
la sociedad como un instrumento de individuos independientes, la visión de la natura
leza como mera materia prima para propósitos humanos.
471
En forma similar, la noción kantiana de autonomía racional fue en parte una reac
ción contra la concepción utilitaria unidimensional del hombre. Fue una parodia con el
fin de reducir la distinción entre el bien y el mal simplemente a la mayor o menor satis
facción de los deseos. Lo que estaba en juego era más bien una distinción cualitativa
organizadas en gran medida para producir decisión colectiva a partir de la concatena
ción de las decisiones individuales (a través del voto) y/o la negociación entre grupos.
Las más importantes estructuras colectivas de una sociedad industrial avanzada tien
radical, entre la autodeterminación como tma forma de ser racional y la heteronomía.
den a aparecer en el mejor de los casos como instrumentos de producción o decisión
(y en el peor de los casos como opresores amenazantes), cuyo valor debe ser medido
ha afianzado en sus prácticas e instituciones, en un relevante sentido, la concepción del
individuos. La influencia de las ideas románticas ha sido muv grande en la definición
hombre que pertenece a lo que he llamado la corriente principal de la Jlustración. Y tal
del logro individual, en función de la cual estas estructuras
cosa, como sí dijéramos, contrd las protestas del romanticismo, que combinaba en él mis
La civilización moderna ha constatado así la proliferación de las perspectivas ro
mánticas de la vida privada y el logro humano, en concomitancia con una racionaliza
ción creciente y la burocratización de las estructuras colectivas, y una posición franca
mente explotadora hacia la naturaleza. La sociedad moderna, podemos decir, es ro
Pero la civilización industrial, tecnológica y racional, que ha crecido desde el siglo xvrn,
mo de una manera u otra las corrientes de reacción expresívistas y autonomistas a la
Jlustración. La tecnología de la sociedad industrial empuja a una cada vez mayor subyuga
ción de la naturaleza. Pero lo que es más importante, la civilización industrial impone
repetidamente reorganizaciones de la sociedad y de los estilos de vida de los hombres en
nombre de la eficiencia y la producción superior. La urbanización, la producción fabril, la
despoblación de los campos vecinos y en ocasiones de regiones enteras, la migración masi
va, la imposición de un rigido ritmo de vida a expensas del anterior ritmo marcado por las
estaciones; todos estos cambios y otros, ya sean inducidos por la planeación o surgidos por
los riesgos del mercado y los patrones de inversión, son explicados y justificados por su
mayor eficacia en la búsqueda de los fines de la producción. A este respecto la concepción
utilitaria está afianzada en nuestras prácticas e instituciones, esto es, un modo de pensa
miento en el que las distintas maneras de vivir juntos son ponderadas no por algún supues
to valor intrinseco, y ciertamente no por su significación expresiva, sino por su eficiencia
en la producción de beneficios que son en última instancia «consumidos» por los indivi
duos. En esta civilización, las relaciones sociales y las prácticas, así como la naturaleza, son
progresivamente objetificados.
Este modo instrumental de evaluación es endémico a las instituciones de una eco
nomía industrial moderna, es decir, las actividades que definen estas instituciones las
relacionan con un propósito externo, p. ej. , el provecho, la producción eficiente, o el
desanollo. Y todas las sociedades industriales avanzadas están marcadas por esto,
incluso la Unión Soviética, donde la satisfacción del consumo es sacrificada en nom
bre de algún otro objetivo extrinseco, tal como la seguridad nacional, o «superar el
capitalismo» , o la satisfacción futura. Quizá esto no tiene por qué ser así, y China, p. ej.,
puede realizar otro modelo en el que las consideraciones económicas en este sentido
no son últimas. Pero lo han sido en la civilización industrial hasta la fecha.
Y en Occidente, muchas de las concepciones complementarias de la sociedad que
han sido invocadas para mitigar las duras consecuencias de la economía capitalista han
sido ellas mismas retoños de la Jlustración, p. ej., las nociones de igualdad, de redistribu
ción entre los individuos, de defensa humanitaria del débil. Por supuesto, las nociones
románticas también han contribuido a la civilización moderna. P. ej., la noción expresi
vista de que cada logro del hombre es único y no puede ser previsto, mucho menos
prescrito, por ningún otro, es una parte esencial de la creencia contemporánea en la
libertad individual. Y podemos ver esta conexión en algunos de los reconocidos teóricos
de la libertad moderna: Von Humboldt, De Tocqueville, J.S. Mili.
Pero la coniente romántica ha sido contenida, como si dijéramos, en la civiliza
ción moderna occidental. Las instituciones más importantes reflejan más bien la con
cepción ilustrada en sus ideas definitorias. Esto es obviamente cierto respecto a las
en última instancia por el impacto que tienen sobre la situación desfavorecida de los
�ás grandes actúan.
mántica en su vida privada e imaginativa y utilitaria o instrumentalista en su vida
pública efectiva. Lo que es de vital importancia al configurar la última no es lo que sus
estructuras expresan, sino lo que han conseguido hacer. La inclinación de la sociedad
moderna es a tratar estas estructuras como un dominio neutral, objetificado, que ha de
ser reorganizado por el efecto máximo, aunque puede ser mantenido en revisión o
incluso dominado periódicamente por poderosas emociones colectivas, principalmen
te el nacionalismo, que tiene sus raíces en el periodo romántico. Pero el predominio
cotidiano de estas estructuras colectivas sobre el romanticismo privado es claramente
e\idente en la explotación de las imágenes románticas del logro, en función de mante
ner engrasados los engranajes de la industria, p. ej. en buena parte de la publicidad
contemporánea.
Es por esto que aquellos pensadores que se mantienen en una tradición romántica
o expresivista de cualquier género, discípulos de Rousseau, o de :Oe Tocqueville, o de
Marx, ya sean socialistas, anarquistas, partidarios de la «democracia participativa» , o
admiradores de la antigua polis como Hannah Arendt, todos le son extraños a la socie
dad occidental moderna. Y aquellos que se sienten plenamente en casa en ella son los
herederos de la corriente principal de la Jlustración, que han proclamado recientemen
te (y algo prematuramente) el <<fin de la ideología», y que aceptan modelos como el del
sistema político tomado como un <<proceso de conversión>> , popular entre los científi
cos políticos (norte)americanos de la última década.4
Desde un ángulo podemos ver al romanticismo como una crisis que ocurrió en el
nacimiento de la sociedad industrial moderna, que tiene su paralelo en la profunda
tensión social de las transiciones e influencias, y es influenciado por ella. La crisis,
como la tensión social, fue superada en el momento en que la nueva sociedad se hizo
estable. El romanticismo fue absorbido al ser encapsulado en la vida privada, y así
ocupó su lugar en la nueva sociedad. Paralela a esta absorción social tuvo lugar la
absorción intelectual. La perspectiva científica de la segunda mitad del siglo XIX incor
poró muchas de las intuiciones del pensamiento ex.-presivista y romántico, en tanto que
apartaba las categorias filosóficas en las que habían sido originalmente expresadas.
Las concepciones orgánicas influyeron sobre una biología que una vez más advino
mecanicista en su 01ientación. También enfatizaron la sociología de Comte, quien sin
embargo purga las categorias de la ciencia de expresión y causa final. Concepciones
desanollistas se convierten en parte central del canon de la ciencia ortodoxa en Dar
win. Y Freud mismo señaló cómo algunas de estas nociones clave fueron anticipadas
por los escritores románticos.
instituciones económicas. Pero lo es también respecto a las crecientes burocracias
racionalizadas, Y. no lo es menos en lo que toca a las estructuras políticas, que están
472
4. Cf. D. Easton, A system Analysis of Political Life, Nueva York, 1965.
473
En cierto sentido, por tanto, la civilización que se desarrolla en Europa en la segun
da mitad del siglo XIX tendió a fortalecer las concepciones ilustradas del hombre en su
transformació
; progresiva de la naturaleza, en sus estructuras colectivas y en su más
prestigioso logro intelectual, la ciencia. Y esto debe darnos parte de la explicación de
por qué la síntesis de Hegel se eclipsa durante alrededor de medio siglo, ya que intentó
integrar la corriente expresh,ista de una manera más que subordinada. La estructura
del Estado hegeliano tenía que ser comprendida y valorada por lo que expresaba o
encamaba, la Idea, no por sus consecuencias o logros. La racionalidad del Estado
hegeliano era algo muy distinto a la racionalización de las estructuras burocráticas. La
mezcla moderna de romanticismo privado y utilitarismo público es más bien la socie
dad civil creciendo sin control, una sociedad que se ha convertido en un « montón». La
transformación continua de la sociedad industrial bajo la eficiencia dinámica o pro
ductiva y la búsqueda de un estándar individual de vida más alto, han erosionado las
diferenciaciones que eran esenciales al Estado de Hegel, y han valorado al individuo
cada vez más independientemente de cualquier agrupación parcial. Fue al infravalorar
esta dinámica cuando Hegel estuvo más seriamente equivocado en su caracterización
de la época por venir.
Pero este errm; si ésta es la palabra, está directamente conectado con su ontología.
Hegel pensó que las fuerzas de disolución y homogeneización de la sociedad civil serían
contenidas debido a que los hombres llegarían a reconocerse a sí mismos en las estructuras
que encarnan la Idea. Los hombres recuperarían una nueva Sittlichkeit y se identificarían
con una vida más grande. El progreso continuado de estas fuerzas podría significar sola
mente la atenuación progresiva de esta visión, que debe hacerse cada vez más irreal e
imposible en la medida en que la nueva sociedad crece. Si Hegel ha estado en lo correcto,
entonces los hombres se reconocerían a sí mismos en las estructuras del Estado racional, y
la sociedad industrial no hablia tomado el camino que tomó.
En forma paralela al desarrollo de la sociedad moderna que rompe las fronteras del
Estado de Hegel, se da un desarrollo de la ciencia moderna. Las ciencias empíricas esta
;
ban destinad s a ser contenidas dentro de la «ciencia absoluta». Esto es, los resultados
de las ciencias empíricas debían revelar la estructura del Concepto, con el grado de aproxi
mación e inexactitud apropiado al nivel de realidad involucrado. Pero las ciencias rom
pieron ya en su propio día los límites de la síntesis que el comentario de Hegel les impu
so, y aunque siempre permanece teóricamente la posibilidad de recomenzar un comen
talio sintetizador con cada nuevo descubrimiento importante, el desarrollo de las ciencias
ha hecho parecer fútil y desencaminado el entero proyecto de una filosofía de la natura
leza. La búsqueda de una estructura significativa subyacente debe parecer arbitraria en
todo campo de conocimiento científico en ex--pansión y diversificación.
¿Podemos concluir entonces que la ontología ya no es una opción viva debido a que
la civilización moderna nos ha rehecho sin reservas como sujetos auto-definidos, con
una posición objetificante hacia la naturaleza y la vida social? Para nada. Esta explica
ción es demasiado simple porque de hecho no hemos sido rehechos completamente.
Desde el peliodo romántico, permanece un malestar alrededor de la identidad moder
na. Ciertamente muchos de nuestros contemporáneos se conciben a sí mismos prima
riamente como individuos con ciertos deseos y finalidades de facto, y conciben su so
ciedad como una común empresa de producción, intercambio e, idealmente, de mutua
ayuda, diseñada para satisfacer sus deseos respectivos; por lo tanto, las virtudes impor
Pero, al mismo tiempo, mucha gente -y frecuentemente la misma- se moviliza por
una sensación de profunda inadecuación de la sociedad moderna, sensación que tiene
sus raíces en la protesta romántica. Desde finales del siglo XVIII ha habido una continua
corriente de queja contra la civilización moderna acusándola de ignorante (Philistine),
productora de mediocridad y conformismo, cobardemente egoísta, sofocando la origi
nalidad, la libre expresión, todas las virtudes heroicas, dedicada a un <<lastimoso confort»
(embiinnliches Behagen).5 Reproches, o al menos aprensiones, de este orden han surgido
de las mejores y más sensibles mentes, y a través de un amplio espectro, desde los críticos
muy conservadores y constructivos, como De Tocquev:ille y J.S. Mili, hasta los outsiders
más radicales, como Nietzsche y Sorel, por no hablar del montón de escritores y artistas
que tomaron una posición en contra de la civilización <<burguesa>>.
·
En distintas formas estos críticos reprueban a la sociedad moderna como expresiva
mente muerta, diciendo que sofoca el cumplimiento expresivo mediante el poder del
conformismo, o mediante las demandas de utilidad extendidas por todas partes, produ
ciendo un mundo en el que todos los actos, objetos, instituciones, tienen un uso, pero
ninguno expresa lo que los hombres son o pudieran ser. Esta corriente de oposición tiene
su fuente en el expresivismo en curso del tardío siglo XVIII y su fuerza continua refleja el
grado en el que la identidad moderna no ha logrado establecerse con firmeza.
,
Podemos estar tentados a pensar que esta corriente incumbe sólo a una minolia de
intelectuales y artistas, dejando a la mayolia de los hombres <<Ordínarios>> sin afectar.
Pero la amplia resonancia de esta clase de clitica ha sido probada, aun si no hubiera
ocurrido nada más que los periódicos arrebatos de tensión que han problematizado la
civilización industrial. La profunda insatisfacción expresivista contribuyó al éxito del
fascismo, y subyace a la sublevación de muchos jóvenes contra el «sistema>> en los
países occidentales contemporáneos.
Así, no podemos simplemente explicar el eclipse de la ontología de Hegel mediante
el estado de cosas triunfante de una identidad moderna que ha relegado la protesta
romántica al pasado. Nada de este género ha ocurrido. Más bien la pregunta es por qué
el florecimiento continuado de la protesta romántica y expresivista ya no puede encon
trar una expresión filosófica en la visión de Hegel.
Parte de la respuesta recae en el hecho de que es una protesta. Hegel tuvo la visión de
un mundo reconciliado con el espíritu, pero el espíritu romántico es consciente de estar
en oposición a la sociedad moderna. Es una nostalgia del pasado, un anhelo de una
esperanza hasta entonces no satisfecha, o la determinación de realizar un futuro sin
precedentes, pero ciertamente no es la percepción de la racionalidad de lo real. Y si los
hombres que anhelaban un cumplimiento expresivo se sentían alienados respecto del
curso de la historia moderna en la última parte del siglo XIX, con cuánta más razón sus
sucesores hoy día lo han de sentir. Antes de 1 91 4, la sociedad filistea al menos ofrecía la
solidez de un orden firmemente determinado a realizar cada vez más plenamente su
propia limitada, lastimosa y anti-heroica forma de bien. Pero las agitaciones desde esa
época han puesto incluso esto en tela de juicio, sin colocar a la civilización occidental en
un camino mejor hacia el cumplimiento expresivo. La ferviente búsqueda de un <<confort
lastimoso>> ha sido interrumpida más por orgías de grotesca inhumanidad que por los
puntos de arranque de una cultura nueva y superior. Y por una cruel ironía, la protesta
romántica misma ha tenido su papel en estos interludios truculentos. Muchos de estos
asuntos han virado hacia el servicio del fascismo, del estalín:ismo, por no hablar de los
practicantes independientes del asesinato político de nuestros días.
tantes de la sociedad son la organización racional. la justicia distributiva y la auto
protección de la independencia individual.
474
5. F. Nietzsche, Also Sprach Zaratlzustra, prefacio de Zaratustra, § 3.
475
De este modo un contemporáneo está fácilmente tentado a ver la historia como un
«matadero... en el cual la suerte de los pueblos, la sabiduria de los Estados y la virtud de
los individuos han sido llevados al sacrificio». (VG, 80). Lo que encontramos difícil de
comprender es cómo Hegel, después de escribir estas lineas, pudo sin embargo seguir
viendo la historia como la realización de la razón y la libertad. Lo que nos separa de esa
época es la sensación de que los horrores y pesadillas de la historia, los furores de la
destrucción y la crueldad, que siguen siendo enigmáticos tanto para el agente como para
la víctima, han quedado atrás. Esta sensación, que Hegel expresó en su filosofía -aun
que parece haber flaqueado en ocasiones en su juicio privado-- es simplemente irrecu
perable incluso por parte de los más optimistas de nuestros contemporáneos.
Entonces, ya sea como miembro de una sociedad moderna confiada y creciente, o
como testigo de la desintegración de esta sociedad, el heredero de los románticos no
puede sino sentirse alienado. No puede ver la historia como el despliegue del espíritu. Y
al mismo tiempo no puede ver por más tiempo a la naturaleza como la emanación del
espíritu. El control creciente sobre la naturaleza de la tecnología moderna, así como la
frontera siempre en expansión de la ciencia, han desvanecido aquella visión del mundo
como la manifestación de poderes espirituales o de un principio divino que fuera la
culminación de la corriente expresivista de finales del siglo XVIII. Ese panteísmo expresi
vista, el «Spinozismo» del Stunn und Drang, que tentó a Lessing, que casi conquistó a
Herder, y que fue propiedad común de Goethe y los románticos, cesa de ser una opción
viva en cuanto la civilización moderna se afianza a sí misma. Pero la síntesis de Hegel fue
construida sobre esto. Su objetivo, como he intentado interpretarlo, fue combinar esta
visión de la naturaleza como la expresión del espíritu, con el llamamiento implícito al
hombre a recuperar la unidad expresiva con él, por una parte, y con la aspiración a la
autonomía racional, por la otra. El Espíritu, el fundamento ontológico del mundo en la
necesidad racional, está determinado a realizar esta síntesis. Esto garantiza que el hom
bre pueda darse a sí mismo la unidad con el todo sin perder su libertad racional. Pero si
esta visión de un panteísmo expresivista decae, si la aspiración a la unidad con el <<todo
de la naturaleza»6 deja de ser significativa, entonces desaparece el fundamento mismo de
la Idea Absoluta, junto con el U1phanomene de Goethe, el <<idealismo mágico>> de Nova
lis, y las más osadas creaciones de los románticos.
Así pues, la síntesis de Hegel no puede solicitar partidarios hoy, no sólo porque está
construida en parte sobre la reacción romántica a la identidad moderna que la civiliza
ción contemporánea ha tendido a afianzar cada vez más, sino debido a que está cons
truida sobre una forma previa de esta reacción, anticuada. Pertenece a la oposición, en
tanto que afirma estar dándonos una visión de la razón triunfante, y pertenece aún
más a un escenario de esta oposición que no parece viable por más tiempo.
2
De este modo podemos ver, al menos en un trazo amplio, por qué la tesis central de
Hegel esta muerta. ¿Pero por qué su filosofía sigue siendo altamente relevante? Esto se
aclarará si observamos las formas de la oposición romántica y expresivista que han
sucedido a aquéllas de la época de Hegel.
Si el objetivo de retomar a la unidad con la gran corriente de la vida no es plausible
por más tiempo, incluso combinado con la visión espiral de la historia en donde la
6. Holderlin, Hyperion, Fischer Edition, Frankfurt, 1962, 9.
476
unidad restaurada incorpora la libertad subjetiva; si la experiencia histórica de la obje
tificación y transformación de la naturaleza, en la teoría y en la práctica, es demasiado
poderosa para que ésta sobreviva como interlocutor, entonces la corriente expresivista
de oposición a la civilización moderna ha de centrarse en el hombre. Lo que es <<encap
sulado, enconado, confinado>> por la sociedad moderna, doblegado en el conformismo
moderno, aplastado por la enorme maquinaria de la Utilidad, reprimido por el <<siste
ma>> , es la naturaleza humana, o más bien, el potencial humano creativo, expresivo.
Pero el cumplimiento expresivo supone una determinada integridad, una plenitud
de vida, que no admite la división entre cuerpo y alma, entre voluntad e inclinación,
entre espíritu y naturaleza. Si bien este cumplimiento ya no significa comunión con la
naturaleza como una encamación del espíritu, la naturaleza debe figurar aún de algu
na forma.
Las formas tardías de expresivismo muestran esto de dos maneras. En ambas la
forma de vida realizada es vista como expresión de nuestra motivación profunda, que
poseemos como seres humanos, expresión que es controlada, frustrada o escondida
por una sociedad represiva, divisiva, artificial. La sociedad moderna es vista como la
opresora de lo espontáneo, lo natural, lo sensual, o lo <<dionisíaco>>, en el hombre. En
cierto sentido, mucho del nacionalismo posromántico puede ser colocado en esta am
plia categoría, ya que busca restaurar los hechos particulares sobre el hombre -heren
cia, la tiena en que vive, el lenguaje grupal al que pertenece- como motivaciones
relevantes centrales en una vida humana plena, en contra de los ideales <<abstractos>>,
«cosmopolitas>>.
O, incluso, el hombre es visto como alcanzando la armonía con la naturaleza en el
momento que la transforma. La filosofía, la contemplación de la Idea en la naturaleza y la
historia, como un <<culto>> que restaura nuestra unidad con el todo, puede no tener sentido
para aquellos que han perdido el sentido de lo divino en la naturaleza, y debe parecer
obscena para aquellos que se declaran en rebeldía contra una sociedad inerte, opresiva,
inhumana. Desde dentro de este horizonte, la aspiración a la unidad expresiva entre el
hombre y lo natural, y el mundo social del que depende, solamente puede ser colmada
mediante su reconfiguración libre de la naturaleza y la sociedad. En esta suerte de visión
la unidad expresiva es combinada, como en la filosofía de Hegel, con una noción radical
de libertad, pero de un modo fundamentalmente distinto. La síntesis de Hegel ha sido,
como si dijéramos, antropologizada -transferida del Geist hacia el hombre.
Ésta fue, por supuesto, la transposición revolucionaria que fue llevada a cabo por
los jóvenes hegelianos de las décadas de 1 830 y 1 840. Y ha tenido una considerable
consecuencia, ya que las grandes protestas expresivistas contra el curso de la civiliza
ción moderna han incorporado esta noción de voluntaria transformación de la natura
leza, tanto humana como externa, como una parte esencial del cumplimiento humano.
Las reacciones a la pobreza expresiva de la civilización moderna han variado, por su
puesto, ampliamente: Weltschmerz, una profunda sensación del mundo como abando
nado y expresivamente muerto; o una nostalgia por una época anterior, irrecuperable;
o un intento de retomar a tal tiempo originario -la edad de la fe, o la condición
primitiva de equilibrio con la naturaleza que muchos de los <<abandonos>> de hoy anhe
lan- o, de nuevo, el intento de crear un mundo de arte secundario no confinado por el
mundo del trabajo al día. Pero las protestas activas han previsto generalmente una
reconfiguración de la vida humana y de sus fundamentos naturales. Esto ha sido cierto
no solamente respecto a las ideologías de la izquierda, como el marxismo y el anarquis
mo, sino también respecto a aquéllas como el fascismo, que enfatizó asimismo la libe477
hombre. El fascismo de hech?
ración de las fuerzas «elementales» reprimidas en el
ca>> comentada más arn<<dionisía
a
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r
intentó de un modo confuso combina
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que esto. Pero no creo que
traerlo de esta dimensión.
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Ciertamente pocos querrían negar que el joven Marx es el heredero, a
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840
1
de
Hegel, de la aspiración expresivista. Y ya en la temprana década
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la
producir
para
ción está casada con el ímpetu de la ilustración radical
poderosa síntesis marxista.
.
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El joven Marx es heredero de la ilustración radical, en primer lugar, en su nocion
vistas
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ociedad
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que el hombre es
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a sus propósitos. En segundo lugar, es su heredero en la cntica de la inhumamd
contra
protesta
orden presente. La ilustración dio lugar a una nueva clase de indignada
y
las injusticias del mundo. Habiendo demolido las viejas visiones del orden cósmico
as,
s
ru::
con:-o
quizá
incluso
e
ilusiones,
exponiéndolas en el mejor de los casos como
y disciplinas
abandonó todas las diferenciaciones de la vieja sociedad, todas sus cargas
camp
como
destino
propio
el
soportar
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específicas, sin justificació
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ordenó
lo
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las
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jerarquía
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uno
que
señalado
es el lugar
cósmico
naturaleza. Pero si la misma idea de la sociedad como encamación de tal orden
deben
es desechada si la sociedad es más bien el instrumento común de los hombres que
priva
y
cargas
las
entonces
felicidad,
smo techo político para perseguir la
vivir bajo el
justicia,
la
y
razón
la
de
contra
en
salvaje,
ciones de esta estación son una imposición
es que el
sostenidas sólo mediante la bellaquería y las mentiras. Clamarían al cielo -si
ilustración
La
venganza.
la
por
incluso
e
daño
del
reparación
la
por
cielo existieraprovocó así una nueva conciencia de la inhumanidad, de la gratuidad y el innecesario
s nada
sufrimiento, y una urgente detenninación de combatirlo, ya que si el hombre no � .
cidad),
�e
la
es,
(esto
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más que un sujeto de deseos que se dirige hacia su cumplimie
La
entonces nada en el cielo o en la tierra lo compensa por la pérdida de esa felicidad.
absoluta.
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pé
una
ble,
inconsola
penuria no compensada es
. .
.
. .
Marx asume esta crítica radical de la inhumamdad. Pero el pnnCipal rmto JUstifica
en la
dor que denuncia es la coartada de que la explotación y opresión no consisten
princip�
vieja religión sino en la nueva filosofía ilustrada misma, utilitaria y atomista,
mente como es reflejada en las teorías de los economistas clásicos. De hecho, la reli
to del
ción ortodoxa resulta más bien ligera en comparación, ya que es el «sentimien
indispen
casi
consuelo
un
hombre,
del
cadenas
las
en
flores
mudo despiadado » ,¡ las
en la
sable del sufrimiento de los hombres en un mundo injusto -una injusticia que
actual fase de la historia se sustenta en la filosofía burguesa de la utilidad.
Pero el fonnidable poder de la teoría de Marx viene de su vinculación de este ímpe
m
tu propio de la ilustración radical con la tradición expresivista. En su teoría, tal c� ?
_ eron mepermaneci
que
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1
de
-filosóficos
la tenemos en los Manuscritos económico
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rcl
rcl�
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�
7. Karl Marx, Early Writings, traducido y editado por T.B. Bottomore, Londres y Nueva York,
1 964, 43-44.
478
ditos en vida de Marx, la transformación de la naturaleza es también una auto-trans
formación. El hombre, al rehacer su medio ambiente natural, está reconfigurando su
propio «cuerpo inorgánico>> . Sufre la alienación debido a que, en primer lugar, bajo la
sociedad de clases su trabajo y el producto de éste, la naturaleza transformada -que
propiamente le pertenece en el sentido fuerte de que forma parte de él, es su expre
sión-, escapan de él y devienen una realidad extraña, con una dinámica propia que se
le resiste y se le opone. Esta noción de alienación es, así, parte intrínseca de una estruc
tura expresivista de pensamiento. El trabajo del hombre y su producto, el medio am
biente transformado por la mano del hombre, son su expresión, y por tanto su pérdida
no es sólo privación, sino auto-escisión; su recuperación no sólo consiste en los medios
para la felicidad, sino en volver a ganar la completud y la libertad, ya que la producción
del hombre es su « auto-creación>> (Selbsterzeugung).
Por lo tanto Marx a su propia manera asume un tema común virtualmente de toda
crítica expresivista a la civilización moderna, y denuncia una sociedad que toma pose
sión de la finalidad humana central, a expensas de la expresión. El impulso mismo por
la posesión pertenece al mundo alienado en donde los poderes del hombre se encuen
tran tan distantes de él que pueden ser transferidos y circular como propiedad, un
pobre y distorsionado sustituto de la recuperación genuina. «La propiedad privada nos
ha hecho tan estúpidos y parciales que un objeto es sólo nuestro cuando lo poseemos,
cuando existe para nosotros como capital, o cuando es . . . utilizado en alguna forma>> .8
Esta vigorosa combinación de la ilustración radical y el expresivismo viene de una
transposición de la síntesis de Hegel del Geist hacia el hombre. En el punto de origen
de Hegel, como si dijéramos, la Idea mengua en la naturaleza y en principio se pierde
ahí. Esto es, no tiene aún una expresión adecuada, y por tanto existe división y separa
ción dentro de este mundo, y entre el mundo y el Espíritu, que no puede reconocerse a
sí mismo. El desarrollo de una encamación adecuada, y por tanto el retomo del Espí
ritu a sí mismo, es la tarea de la historia.
Ahora, el Geist interpreta al hombre, no al hombre como individuo, sino como una
«esencia genérica>> ( Gattungsvvesen). En este punto de origen, para Marx el hombre es un
ser natural. Existe en la naturaleza y solamente se prolonga a través de un proceso conti
nuo de intercambio con la naturaleza. En un principio esta matriz natural en la que él es
puesto no lo ex-presa en absoluto. Pero ya que el hombre, a diferencia de la bestia, puede
producir universal y conscientemente, este intercambio con la naturaleza no sólo renue
va el ciclo sino que lo ti·ansforma también. El hombre rehace la naturaleza como una
expresión de sí mismo, y en el proceso llega a ser propiamente hombre. Marx habla de
esta auto-creación del hombre al crear una expresión externa adecuada como de una
«Objetificación» (Vergegenstiindliclumg) de la vida de la especie humana.9
Pero los primeros intentos en un mundo artificial, provocado bajo la presión de la
necesidad, introducen la división. Los hombres solamente pueden alcanzar un tipo de
interconexión más alta con la naturaleza, o un modo de producción, al reordenar sus
relaciones sociales, y en las condiciones de atraso e indigencia que prevalecen al co
mienzo, esto significa que algunos hombres deben asumir el mando, y por tanto explo
tar a otros. Por una cruel ironía, el primer paso hacia una vida superior, la verdadera
realización del hombre, expulsa a los hombres del paraíso del comunismo primitivo y
lo llevan al dolor y la crueldad de la sociedad de clases. Nos encontramos enérgicamen-
8. Op. cit., 159.
9. Op. cit., 1 28.
479
te en la remembranza de la interpretación de Hegel del mito de la Caída. Es precisa
mente la afirmación de sí mismo del hombre primitivo como un sujeto, o ser espiri
un orden superior y que se identifiquen con la estructura diferenciada de la sociedad
como un reflejo de este orden.
tual, que en la temprana condición de ruda particularidad se aísla a sí mismo de lo
Para Marx, por otra parte, no existe el reconocimiento. La reconciliación es creada
por entero. El hombre es uno con la naturaleza a causa de y en la medida en que la
rehace como su expresión. La transformación de la sociedad humana no está orienta
universal, y se inicia en el largo proceso de formación que eventualmente hará de él un
vehículo adecuado del Espíritu.
Pero el hombre dividido no puede alcanzar una expresión adecuada debido a que el
sujeto de transformación no es el individuo sino la « especie>>, la sociedad humana
colocada en la matriz de la naturaleza. Por lo tanto en la sociedad de clases los hom
bres no tienen control de su propia expresión. Ésta se les escapa y asume una dinámica
por su cuenta. Sufren la alienación en sus vidas. Y esto encaja con una conciencia
alienada en la que ellos toman muy en serio este mundo ajeno, como si fuera el locus de
una fuerza extraña, lo divino en las épocas anteriores, o las leyes de hierro de la econo
mía clásica de la época burguesa. Justo como el Espíritu de Hegel en el período de la
conciencia desgraciada, el hombre genérico no se reconoce a sí mismo en su propia
objetificación.
Pero si la división de clases es en último término forzada por la indigencia, enton
ces, una vez que los hombres hayan logrado suficiente dominio sobre la naturaleza,
esta división puede ser superada. El hombre genérico retomará a sí mismo en su pro
pia encamación, se incorporará al reino de la libertad, esto es, de la expresión integral,
una expresión que pertenecerá indivisiblemente a toda la sociedad, en la que el hombre
se reconciliará con el hombre. El comunismo será la abolición «de la auto-alienación
humana, y así llegará la apropiación real de la naturaleza humana a través y por el
hombre. Es, por tanto, el retomo del hombre a sí mismo como un ser social, esto es, un
ser realmente humano, un retomo completo y consciente que asimila toda la riqueza
del desarrollo previo>> . 10
Como un cumplimiento expresivo, el comunismo superará las divisiones y oposi
ciones de las que la vida y el pensamiento humano han sido presa.
El comunismo, como un naturalismo completamente desarrollado, es un humanismo, y
un humanismo completamente desarrollado es un naturalismo. Es la resolución
como
definitiva
del antagonismo entre el hombre y la naturaleza, y entre los hombres. Es la
verdadera solución al conflicto entre la existencia y la esencia, entre la libertad y la nece
sidad, entre el individuo y la especie. Es la solución del acertijo de la historia y sabe que
ha de ser esta solución. 1 1
En esta enumeración vemos l a ambición hegeliana alcanzada en una forma trans
puesta, la reconciliación de las oposiciones; y en particular de la oposición entre la
necesaria objetificación del hombre en la naturaleza, con la que debe estar en armonía,
y las demandas de su libertad, que en un principio lo enfrentan en oposición a la natu
raleza. Marx también, a su propia manera, une el expresivismo a la libertad radical de
Fichte, ya que el de Marx se crea a sí mismo. Pero en Hegel la reconciliación es alcan
da hacia un reconocimiento eventual de un orden más grande, sino en último término
hacia la subyugación de la naturaleza en cuanto diseño creado libremente por el hombre.
La famosa fórmula concisa que diferencia a los dos pensadores, mientras Hegel
habla de contemplar lo real Marx quiere transformarlo, está basada en último término
en sus distintas ontologías. Ya que para Hegel el sujeto es el Geist, el Espíritu de todo,
la reconciliación debe llegar a través del reconocimiento, pues una transformación del
universo entero no tiene sentido. La reconciliación de Marx, por otro lado, debe llegar
mediante la transformación, ya que su sujeto es el hombre genérico; y el hombre, a
diferencia de Dios, no puede reconocerse en la naturaleza sino hasta que se ha puesto
a sí mismo ahí a través del trabajo. La voluntad de reconciliación de Marx, por supues
to, siempre es incompleta; nunca va más allá de la frontera (siempre en disminución)
de la naturaleza no transformada. Pero éste es el precio de su noción prometeica de
auto-creación.
Una vez que uno ha hecho esta transposición del Geist al hombre, entonces la ente
ra estructura diferenciada de Hegel debe asemejarse justo a aquéllas del ancien régime,
opresiva e injusta, enmascarada como un orden divino. Entonces, en tanto que Marx
reconoce su deuda con Hegel, naturalmente libera toda su indignación, propia de la
llustración radical, en su concepción del Estado. La síntesis hegeliana es denunciada
como alcanzada solamente en el pensamiento, enmascarando la separación efectiva de
lo real. En la polémica Marx inevitablemente distorsiona a Hegel, .hablando en ocasio
nes como si él tuviera que ver solamente con el «pensamiento abstracto>>, y no fuera
también el protagonista de otra clase de praxis . Pero la deuda es innegable y penetra en
el texto de Marx incluso cuando él no está comprometido en reconocerlo. Para recon
ciliar la libertad radical con la naturaleza, Hegel desarrolló su noción de que la libertad
radical, como Espíritu, estaba en el fundamento de todo. En la base de todo existe una
emanación de la libertad. Sólo resta transponer esta concepción inmensamente activa
hacia el hombre para generar la doctrina más poderosamente revolucionaria.
Muchos comentaristas que estarían de acuerdo con esta doctrina del primer Marx,
sostienen que su pensamiento maduro fue muy distinto y que echó por la borda las
formulaciones hegelianas y expresivistas de los primeros años de la década de 1 840 en
favor de una inflexible ciencia de la sociedad capitalista que expone las leyes de hierro
de su desarrollo interno y su eventual desaparición. Que Marx vio El capital como un
trabajo de ciencia, y que el término <<ciencia>> llegó a tener para él en gran medida el
sentido que tuvo para el tardío siglo XIX en general, me parece con·ecto. De tal modo
que podemos ver El capital como una de las obras de ciencia madura, como la teoría de
zada mediante un reconocimiento de la encamación del Espíritu, que en gran medida
la evolución de Darwin, o el posterior psicoanálisis de Freud, que incorpora las intui
ciones de la primera etapa del romanticismo. Pero que esto supone un regreso al punto
hombre, que es el vehículo del Espíritu en la historia sin duda; pero ya que la finalidad
de vista adoptado por Marx en la posición sostenida entre 1 844- 1 847, me parece una
conclusión del todo injustificada. La posición que he delineado más arriba se deriva de
está ya ahí . Este reconocimiento requiere una transformación en la forma de vida del
última de esta transformación es el auto-reconocimiento del Espíritu, incluso la socie
dad transformada reposa en un reconocimiento: requiere que los hombres adviertan
los manuscritos de París de 1 844, complementada con unos pocos detalles del Mani
No encuentro evidencia alguna de que Marx padeció una regresión respecto a
fiesto.
esta posición en ningún aspecto esencial, o sintió que la necesitara.
10. Op. cit. , 1 55.
1 1 . Op. cit. , 1 55.
480
El conflicto entre la posición <<científica>> del Marx maduro y su transposición ex
presivista de Hegel está en la mente de los comentaristas posteriores, y en ello son
481
probablemente más clarividentes que Marx. Pero es una proyección injustificada atri
buir esta sensación de incompatibilidad a Marx mismo. El hecho es que desde el prin
cipio su posición fue una síntesis entre la ilustración radical, que ve al hombre como
capaz de objetificar la naturaleza y la sociedad en la ciencia en función de dominarlas,
y la aspiración expresivista por la completud. Esto es lo que quiso decir al hablar del
comunismo como de la unión del humanismo y el naturalismo. El cumplimiento ex
presivo llega cuando el hombre (el hombre genérico) domina a la naturaleza y puede
imprimir su libre diseño sobre ella. Pero al mismo tiempo domina a la naturaleza
objetificándola en la práctica científica. Bajo el comunismo los hombres configuran
libremente y transforman cualesquiera acuerdos sociales existentes. Los tratan como
instrumentos. Pero al mismo tiempo esta configuración colectiva de su existencia so
cial es su auto-expresión. Bajo esta visión, la objetificación de la naturaleza y la expre
sión a través de ella no son incompatibles, no más de lo que sería incompatible para un
escultor que haga uso de la ingeniería tecnológica al crear su obra.
En otras palabras, dado que el cumplimiento expresivo se acompaña de la libertad
radical para configurar la naturaleza, pudiera combinarse con la aspiración ilustrada
de más alcance por dominar la naturaleza y el mundo social mediante la ciencia y la
tecnología.
Lo que percibimos del joven Marx al maduro no es un cambio de punto de vista, sino
un giro de énfasis dentro de lo que para él debe siempre haber aparecido fundamental
mente como la misma posición. En el clima del tardío siglo XIX ésta consistía naturalmen
te en la dimensión del <<socialismo científico», que tendía a predominar. Y esta orienta
ción fue finalmente sellada por el éxito de un partido marxista revolucionario en una
nación atrasada, ya que el marxismo tuvo que jugar el rol de una ideología modernizado
ra. El socialismo poder soviético + electrificación, en la famosa frase de Lenin. Ambos
objetivos requieren que la élite gobernante adopte la posición de ingeniero en relación con
la materia social, a lo mucho inerte y refractaria, con la que tenían que vérselas. El marxis
mo-leninismo comenzó a ser manejado como un plano en manos de constructores más
que como la conciencia de una nueva época de libertad.
Pero el marxismo oficial nunca rechazó simplemente los elementos expresivistas
de la síntesis. La visión de la libertad y la completud del hombre comunista en el
movimiento oficial marxista siguen estando en la tradición expresivista, así como
mucho de su crítica de la sociedad burguesa. De hecho, esta pretensión de completud
es lo que subyace a las tendencias totalitarias del marxismo soviético, p. ej ., las de
mandas que lleva a cabo sobre el arte y la vida cultural, una degeneración burocráti
ca de las demandas originales hechas en nombre del hombre comunista.
Pero la experiencia soviética ha sido útil sólo para subrayar la debilidad de la sínte
sis de Marx entre el cumplimiento expresivo y la objetificación científica. El ejemplo
del escultor ciertamente muestra que el hombre puede tener a un mismo tiempo tanto
una relación expresiva como objetificadora hacia la naturaleza. Y podemos imaginar
un grupo armonioso configurando y reconfigurando sus acuerdos sociales en función
de conseguir estándares tanto para la eficiencia como para la expresión al mismo tiem
po. Pero en estos casos en lo que se están basando los hombres es en una tecnología de
ingeniería o en una técnica de distribución de las tareas o algo por el estilo. No están
utilizando la ciencia del hombre en la sociedad, que identifica las determinaciones de
la conducta del pueblo, ya que si ésta fuera utilizada entonces algunos hombres esta
rían controlando y manipulando a otros.
En otras palabras, una objetificación científica del hombre, que identifica los facto
res que determinan cómo actúan y sienten los hombres, factores que están más allá del
=
482
conocimiento de la mayoría y/o de la voluntad de todos, no puede realmente ser el funda
mento de la praxis de una sociedad comunista. Esto no significa decir que una ciencia de
esta clase debe ser utilizada para propósitos desviados, o que estén en contra de la causa
de la libertad. Por el contrario, el psicoanálisis, que defiende ser una objetificación de
este tipo, puede ser utilizado por algunos hombres para curar a otros, y podría decirse
que para incrementar su libertad. Pero la noción marxista de sociedad comunista consis
te en que los hombres decidan en conjunto; las decisiones representan en cierto sentido
una voluntad general, no una concatenación de decisiones individuales sino un genuino
propósito común. Esto no excluye el uso marginal de las tecnologías de control humano,
digamos, para el propósito de curar al enfermo. Pero por supuesto, lo que la sociedad
toma como una decisión colectiva consciente, no puede ser un resultado cuyas determi
naciones sean abarcadas por una ciencia aplicada de este género.
Ahora, si El capital, o el corpus del marxismo-leninismo, nos da las <<leyes» que
gobiernan la sociedad burguesa, y por tanto nos dice cómo conducimos del mejor
modo para abolirlas, trascender esta sociedad debe significar también la suspen
sión de estas leyes, ya que la ciencia de la sociedad burguesa nos muestra que los
hombres están atrapados en las estructuras y en una dinámica que ni entienden ni
controlan. Esta ciencia continúa siendo el fundamento de la praxis revolucionaria
que sustituye a esta sociedad burguesa, de otro modo esta praxis continuará siendo
manipuladora, en contradicción con su justificación central.
Así, en la frontera revolucionaria entre dos eras debe darse un salto, como si dijéra
mos, un giro en las leyes que se aplican a la sociedad. Y esto, de hecho, es provisto por
la teoría de la alienación descrita arriba. Las prácticas de la sociedad burguesa, que
bajo la alienación siguen una dinámica por cuenta propia, que la ciencia marxista
descubrirá, serán devueltas al control humano con el comunismo; no caerán bajo de
terminaciones externas similares sino más bien serán genuinamente alcanzadas por
una decisión en una sociedad libre.
Esta trascendencia de determinaciones externas a favor de la libre expresión tiene un
perfecto sentido, por supuesto, en las categorías de la filosofía hegeliana. Es lo que cons
tatamos cuando ascendemos por los niveles del ser en la filosofía de la naturaleza de
Hegel, esto es, desde la naturaleza inorgánica hasta la vida, o cuando nos trasladamos de
la alienación hacia la Sittlichkeit. Pero esto le es extraño a la tradición de la ciencia esta
blecida, enraizada en la ilustración. Puede permitir al hombre objetificar la naturaleza
como un dominio de instrumentos neutrales en un nivel, en tanto que configura un
objeto expresivo en otro. Pero no puede admitir una frontera cambiante, a través de la
cual lo que está en el reino de la objetificación y la ley natural en una etapa de la historia
es arrastrado más allá de él hacia el reino de la expresión en otra etapa. No toma en
consideración de acuerdo con sus leyes ser aufgehoben.
En términos epistemológicos, ésta es la ambigüedad que el Marx maduro nunca
aclaró y probablemente nunca vio. Esta Aufhebung de las leyes de la sociedad, que
tiene lugar en los puntos críticos de la historia, de tal modo que los mismos términos
necesarios para explicar un período no son aplicables para otro, esta Aufhebung estuvo
ciertamente implícita en la teoría original del joven Marx, así como lo estuvo en Hegel.
Continuó siendo esencial a la lógica de la noción de revolución de Marx y a la transi
ción al comunismo, pero no formó parte del modelo de ciencia por el que Marx parecía
sentirse atraído al lanzar El capital al mundo.
Marx nunca resolvió este repliegue. No hay duda de que si se le hubiera apuntado le
hubiera parecido increíblemente peculiar y <<filosófico>> . Su trabajo científico estaba
483
recortado por las necesidades prácticas urgentes de llevar la revolución contra el capi
talismo a su término. La especulación sobre la transición hacia el comunismo fue un
lujo en el que casi se es indulgente, sobre todo respecto a los problemas epistemológi
cos ocasionados por la existencia en tal transición.
Pero si uno investiga más profundamente , parece que el problema nunca surgió
para Marx debido a que él tenía un punto de vista extremadamente ingenuo respecto a
la transición. La revolución aboliría la sociedad burguesa y por tanto las leyes de su
operación, y una clase de proletarios unida asumiría y dispondria libremente de la
econorrúa que heredó. Esta clase de s�to hacia una libert,ad ilimita�a no es re�ente
una Aufhebung dialéctica, donde la umdad de la etapa mas alta es siempre preVIsta en
la más baja, y existe continuidad así como discontinuidad entre ellas. Pero tan:poco es
muv realista. Marx parece haber sido completamente ignorante acerca de la rrrenun
ciable opacidad y tortuosidad de la comunicación y la decisión en grandes congrega
ciones de hombres, acerca del modo en que la dinámica de interacción siempre escapa
de los hombres en alguna medida, incluso en sociedades pequeñas y simples, dejando
de lado aquéllas organizadas alrededor de un enorme y complejo sistema productivo.
La imagen de un salto, así como la presión de problemas más urgentes, dispensó a
Marx de tener que pensar sobre la organización de la libertad. Lo previno de ver al
comunismo como un predicamento social con sus propios límites característicos, me
nos restrictivos e inhumanos que los propios de la sociedad capitalista, pero son lími
tes no obstante. Y así el problema de la relación de estos límites respecto a los de la
sociedad capitalista pudiera no surgir. Más bien es como si las leyes de la sociedad
burguesa se vinieran abajo con la abolición de esta sociedad al modo en que la tecnolo
!ria de los carburadores se hiciera irrelevante si nos deshiciéramos de la máquina de
combustión interna.
Un giro de este tipo puede ser entendido por el más endurecido de los positivistas,
v es una concepción tal que hace parecer que la Aufhebung de la sociedad burguesa
hacia la que El capital apunta puede ajustarse dentro del marco de la ciencia. Pero esta
compatibilidad con la corriente dominante de la ciencia es persegu�da por �a salvaje
noción nada realista de la transición tomada como un salto haCia una libertad srn
restricción, que simplemente deja de lado las viejas restricciones.
.
. es a fin
La síntesis marxiana entre la ciencia ilustrada y el cumplimiento expresivo
de cuentas inviable. Proponer lo que está comprendido en una transición dialéctica,
representar la relación entre las «leyes» de la sociedad en una fase y aquéllas propias de
una fase ulterior, dar lugar a la articulación social de una libertad incrementada, todo
ello nos llevaría mucho más allá de los confines de la ciencia ilustrada. Tendriamos que
trazar la transición desde un escenario en el que las acciones de los hombres están
reguladas por leyes externas, esto es, regularidades continuas que no son deseadas o
adecuadamente concebidas por nadie, hacia un escenario en el que los hombres son
limitados por una situación que comprenden (parcialmente) y que orienta .sus �lec�i�
nes. Pero esta clase de transición nos lleva más allá de las fronteras de la ciencm clasi
ca. El paso de una determinación dada por medio de la ley externa hacia una dirección
dada por una situación significativa, puede ser más fácilmente justificado en las cate
gorías de la dialéctica de transiciones de Hegel.
�
Por otro lado, para hacer la transición comprensible en la corriente principal de la
ciencia, tenemos que pensarla no como un paso de la ley ciega hacia la situación signi
ficativa, sino como una simple mudanza de las restricciones. Abandonamos la natura
leza del sujeto y su agencia en la nueva forma social como un inexplorado punto de
espontaneidad plena.
e
484
Los comentaristas posteriores han estado en lo cierto al apuntar la fisura entre el
expresivismo de Marx y su cientificismo. Pero ésta no es una diferencia entre el Marx
joven y el maduro. Más bien, su incapacidad de ver esta escisión estaba implícita ya en
su posición original, en la transposición hacia el hombre de la noción de Hegel de un
Gezst auto-postulado. Los poderes de un Espíritu que crea su propia encamación, una
vez atribuidos al hombre, producen una concepción de la libertad como auto-creación
más radical que cualquier otra previa. Se abre la embriagadora perspectiva, una vez
que es superada la alienación, de un salto hacia una libre auto-actividad del hombre
genérico, limitado solamente por los límites refractarios (siempre en retroceso) de una
animada naturaleza. La noción marxiana de un reino de libertad nos evita explorar el
área en que esta escisión aparece.
Pero éste no fue un punto ciego peculiar de Marx. Afecta al entero movimiento
comunista. Sólo unos pocos meses antes de octubre de 1917, en su El Estado y la
revolución, Lenin expresó un increíblemente simple punto de vista acerca de la admi
nistración de la sociedad comunista. El partido bolchevique fue lanzado a la historia
real del poder estatal con esta simple imagen de la libertad humana considerada como
la no problemática administración de las cosas. Y la sociedad comunista soviética ha
permanecido de algún modo fijada a esta imagen, de tal modo que continúa resistién
dose al marco de cualquier concepción adecuada de sí misma como una forma social,
incluso en tanto que llegó a los hombres <<administradores>> como cosas dentro de una
escala ha'ita ahora sin precedentes.
La terrible historia del comunismo soviético ha inducido a los marxistas a repensar
la teoría, y esto ha llevado a muchos a reexaminar los trabajos más <<filosóficos>> de la
década de 1 840. El primer Marx ha ofrecido un nuevo punto de partida para muchos
<<revisionistas>>, mientras que estos primeros escritos son reprobados por el comunis
mo oficial tachados de intentos inmaduros, aún no liberados enteramente de la filoso
fía hegeliana. Esto no significa decir que el marxismo oficial ha buscado echar por la
borda los elementos expresivistas de la doctrina. Más bien ha luchado por evitar que la
inviable síntesis de Marx entre el expresivismo y el cientificismo llegue a estar bajo un
atento escrutinio. La atracción del bolchevismo está conformada por la imposible com
binación de una promesa de libertad expresiva, por un lado, y la posesión de un <<socia
lismo científico>> como un plan de ingeniería para la historia, por el otro. En pro del
movimiento se evita que esta contradicción se exponga y se resuelva. Cuando es resuel
ta, como en la obra de Louis Althusser; quien ha intentado purgar a Marx de las nocio
nes hegelianas en nombre de una sofisticada forma de cientificismo, el resultado no es
ni convincente como exégesis ni atractivo como visión política. La justificación de la
norma de la élite hecha por el partido leninista, en una supuesta objetificación científi
ca de las contradicciones de la sociedad, no aguanta una declaración explícita sin pro
ducir un malestar en el lector que ha reflexionado sobre la historia contemporánea.
La imagen bolchevique del partido proletario entendido como un edificio de <<inge
nieros>> en conformidad con las <<leyes>> de la historia, combina dos representaciones
opuestas del predicamento humano. Nos muestra al hombre, por una parte, imponien
do su volunt_ad al curso de la historia, incluso contra las probabilidades y la materia
refractaria. Esta es la imagen <<heroica>>. Por otra parte, el materialismo dialéctico dis
pone las leyes que gobiernan al hombre y a la historia mediante una necesidad de
hierro. Estas dos imágenes no son incompatibles como tales. Pero no pueden ser com
binadas en el modo propuesto. Las leyes que son aplicadas por los ingenieros que
imponen su voluntad sobre los eventos, no pueden ser las que mantienen una necesi485
dar cuenta de lo que ocurre por
dad de hierro, si entendemos por esto que podemos
verdadera ley de desarro
referencia a ellas sin invocar ninguna decisión humana. Una
ables. Pudiera sernas
manipul
son
no
llo de la historia sería aquella cuyos antecedentes
� , para tr�nsiciones
evento
los
de
curso
al
amente
útil para ajustamos más armonios
suscept1ble de ser
sena
No
.
voluntad
nuestra
imponer
menos conflictivas, pero no para
ieros».
aplicada por «ingen
e al
Los bolcheviques de hecho impusieron su voluntad sobre los eventos, no solament
los
a
ar
colectiviz
por
emprender la revolución de 1 9 1 7, sino mucho más en el impulso
me
puede
corriente
contra
ocurrió
campesinos después de 1928. Hasta qué grado esto
�o siglo
dirse por la sangre derramada, y por el estado de la agricultura soviética, me
�d�d: ya
neces
la
por
os
presionad
sintieron
se
colegas
sus
y
Stalin
después . Pareciera que
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crecliDlen
el
por
sea
ya
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ellos,
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se
anodillar
a
os
campesin
los
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sea porque llevaron
su
de
bases
de la relativa libertad de la economía campesina bajo el NEP, ello minaría las
lo que de
poder. Fue esta clase de «necesidad de hierro», un asunto de nosotros o de ellos,
nada
tuvo
no
pero
poder,
del
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hecho tuvo algo que ver con la infraestructura económic
�
�?·
co
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o
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contrario
el
Por
historia.
que ver con una dirección inevitable de la
fin
a
srrven
o,
comurusm
del
inevitable
triunfo
al
Las <<leyes de la historia» , que apuntan
arre
haber
Puede
eventos.
los
sobre
impuesta
decisión
una
para
de cuentas de coartada
pentimiento pero no remordimiento por la sangre derramada en la ineludible marcha
hacia delante de la humanidad hacia una civilización superior.
El marxismo-leninismo ha llevado a cabo así un matrimonio entre incompatibles,
una unión en primer lugar de un voluntarismo y un cientificismo extremos -la noción
la
de que la ciencia de la historia objetifica la sociedad, como la física lo hace con
de
el
con
pues,
,
mezclada
potencial
nda
manipula
de
naturaleza, como un dominio
una
terminismo más exhaustivo. Las dos primeras son la combinación natural para
esta
Pero
a.
refractari
masa
una
sobre
dirección
nueva
una
do
imponien
está
que
élite
práctica no puede ser fácilmente encuadrada en la perspectiva marxista de la libertad
l�s
expresiva. y así esta ingeniería social masiva es presentada como el resultado de
desti
Y
voluntad
able
irrenunci
su
de
como
leyes de la historia, surgiendo de las masas
no. Existen colosales contradicciones en esta posición: las leyes de la historia no pue
los
den ser el fundamento de la ingeniería social y revelar la inevitable corriente de
de la
to
crecimien
el
para
lugar
deja
no
ingeniería
e
mo
voluntaris
de
mezcla
la
eventos·
libertad. Pero la combinación ha sido inmensamente poderosa corno punto de reunión
político en la historia contemporánea.
.
,
Los revisionistas del marxismo han advertido los nexos entre estos tres termmos.
su
Han advertido que la imagen de la revolución como impuesta por la voluntad Y
amen
paradójic
juntas
van
hierro
de
necesidad
una
por
da
determina
concepción como
te. Han intentado romper con ambas al mismo tiempo en una nueva lectura del mar
xismo, por medio de la cual podemos rastrear la maduración de las condiciones de la
las
revolución, que sin embargo <<pueden ser trasladadas a la realidad sólo mediante
ayuda
la
con
imiento,
redescubr
El
12
.
as»
decisiones de los hombres entre las altemativ
de la primera visión de Marx, de la inclinación en las cosas hacia la transformación
<<Sa
revolucionaria es la garantía contra el sermoneo impotente, una pura política de
llen», por un lado, así como también contra el intento de imponer el comunis:no po�}a
fuerza a contrapelo, por otro lado. Es la garantía de que la voluntad por la hberac10n
12. Georg Lukács, como aparece citado en Istvan MéBaros, Lukács' Co11cept ofDialectic, Londres,
Merlin Press, 1 972, 44.
486
sea el trabajo de la actividad espontánea de enormes masas de gente y no sólo de una
élite revolucionaria, de que los medios utilizados para alcanzar el comunismo estarán
en conformidad con el fin.
Al mismo tiempo, esta inclinación en la cosas no es una necesidad de hierro, de tal
modo que es evitada la paradoja de una transición hacia la libertad que no está en sí
misma mediada por la actividad libre.
El intento revisionista por descubrir la tendencia en las cosas que se <<inclina sin
necesidad>> , para usar la frase de Leibniz, es dirigida conectamente a las formulacio
nes del primer Marx. Pero el primer Marx no es suficiente, pues Marx mismo, joven y
maduro, sostuvo una terrible noción de libertad en la que la opacidad, la división, los
propósitos de la vida social indirectos y cruzados, estaban completamente superados.
Es esta imagen de libertad sin situación la que subyace a la inviable síntesis de expresi
visrno y cientificismo, y la que permite al voluntarismo bolchevique enmascararse como
la realización de la libertad, mientras que la tendencia del revisionismo consiste en
recuperar una noción de libertad en una situación orientada, que el agente puede tanto
asumir corno rechazar.
Ahora bien, esta libertad sin situación es lo que Hegel llamó <<libertad absoluta>> .
Fue una concepción de libertad estéril y vacía a sus ojos debido a que nos deja sin
razón para actuar de un modo más bien que de otro; y fue destructiva, ya que en su
vaciedad nos empuja a echar por el suelo cualquier otra tarea positiva como un estorbo
para la libertad. Como sostuve arriba, en el capítulo XV, en el momento en que Hegel
critica la libertad absoluta, en tanto se dirige a los revolucionarios franceses, estaba
también en cierto sentido criticando a Marx por anticipado, mientras que en otro sen
tido Marx, como heredero de Hegel, en parte escapa a estas críticas. Podemos ver
ahora más claramente cómo estos juicios son ambos verdaderos, y cómo el primer
Marx es tanto una fuente apropiada como insuficiente para la búsqueda revisionista de
una definición de libertad en situación. Marx escapa a las críticas de Hegel porque no
comienza por la noción de una voluntad racional puramente autónoma, como Kant lo
hizo. Por el contrario, el hombre se encuentra en un ciclo de intercambio con la natu
raleza: no gana la libertad al abstraerse de o neutralizando esta naturaleza, sino trans
formándola. Y esto le impone una tarea muy definida, la de rehacer la naturaleza, por
un lado, y la de superar las divisiones y la alienación que surgen en las primeras etapas
de esta transformación, por otro lado. El hombre está así en situación, forma parte de
un orden de cosas más grande que le impone una tarea. De este modo la teoría de Marx
es como la de Hegel, de la cual es la transposición, como hemos visto.
Desde el comienzo el hombre ha tenido que crear las condiciones de libertad. Y esto
es lo que les ha dado dirección a las sociedades marxistas. Han tenido que constntir el
socialismo, que desarrollar las pre-condiciones del comunismo. Pero una vez que las
condiciones han sido realizadas, la noción marxista de libertad ya no es útil. No es cosa
de proveer un proyecto detallado para la sociedad libre, una demanda que muchas
veces ha sido rechazada conectamente como contradictoria. Más bien, se trata de que
la superación de toda alienación y división deja al hombre sin una situación, y en esta
etapa, el fin de la <<pre-historia>>, la defensa hegeliana sobre la vaciedad del absoluto
comienza a aplicarse.
Si es absurdo pedir un proyecto de la sociedad comunista, no es del todo inapropia
do preguntar cómo, en términos generales, imaginarnos que la situación humana ha
brá cambiado, qué limitaciones, divisiones, tensiones, dilemas, luchas y distancian1ientos
reemplazarán aquellos que conocernos hoy. No es sólo que el marxismo clásico no haya
487
esta es «ninguno»: que nuestra única situación
respondido a esto; implica que la respu
armoniosame�te, en luc�a con_la natur�_eza.
será la propia del género humano, unido
sino plausiblemente nnposible de VIVITSe.
Pero este predicamento no es sólo increíble,
leto.
.
.
Se trataría de una libertad vacía por comp
muy destructiva. De nmgun
Esta noción de libertad carente de situación ha sido
sociedades marxistas han estado
modo en la manera en que Hegel predijo , pues las
entos del so�ialismo. Per?
fundam
los
ndo
edifica
cción,
constru
muy preocupadas por la
la base del voluntanoso bolchevl
la variante marxista de la <<libertad absoluta» está en
historia, h� ap�astado todos los
la
d
que que, fuerte en cuanto a la justificación fin� �
extraordinana, y ha generado
ad
1mpied
una
de
gala
obstáculos en su camino haciendo
rosa intuición.
de nuevo aquel Terror que Hegel describió en una asomb
,
3
debido a que es la fo���
Hemos examinado el expresivismo prometeico de Marx
el curso de nuestra civili
ción más influyente de la extendida protesta moderna contra
de nuestro mundo de
iva
zación. La idea de superar la injusticia y la muerte expres
según un diseño libre
mente
radical
olo
uolpe, recuperando su control y reconfiguránd
1� �onteras del mar
de
allá
más
mucho
ión
atracc
da
�ente elegido, ejerce una profun
lentos de protesta
moVliD
los
entre
partes
todas
por
casi
amos
xismo oficial. La encontr
y liberación de nuestros días.
. . .
respuesta a nuestra preen su misma ubicuidad, encontramos el rmcio de una
hegeliana. En la medida
a
filosofí
la
de
cia
relevan
!lliltl a formulada más arriba sobre la
por M�, desci�n
ciadas
influen
son
l
radica
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liberta
una
por
;n que estas aspiraciones
n el rmsmo dile
afronta
tante,
den también de Hegel. Pero lo que es mucho más impor
misma
la
ontan
Mr:
mo.
:aciedad, la
ma, que surgió de -;mestra discusión del marxis
Implacable,
mundo
un
en
n
solució
su
de
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misma tentación de imposición contun
dejada de
sido
ha
que
vez
una
a
human
ón
situaci
una
la misma incapacidad de definir
al respec
eran
o
o de 1968 �
lado la presente situación imperfecta. Los rebeldes de ma�
_ era que
cia
diferen
La
.
ciaban
to diferentes de los crueles comisarios que tanto despre
disciplinada de las <<condi
los últimos tenían un programa, basado en la construcción
acertadamente en que
muy
n
insistía
os
primer
los
que
ciones» del socialismo, en tanto
era tiempo de entrar en el
la construcción había desaparecido hace mucho y en que
reino de la libertad.
onista o lo que sea, no
Pero toda esta tradición, sea marxista, anarquista, situaci
de la libertad más allá
ad
socied
la
rse
parece
deba
que
ofrece ninguna idea respecto a lo
no tenga divisiones,
que
de
,
límites
sin
a
creativ
ser
deba
que
de
de las fo�ulas vacías,
existe
de
�cia (el juego es
ya sea entre los hombres, o en sí mismos, o entre los niveles
o �e q�e no
VIda),
la
con
uno
es
arte
el
a,
uno con el trabajo , el amor es uno con la polític
nza<:_wnes
caracte
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en
hace
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que
lo
Todo
etc.
,
suponga coerción, o representación
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que
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.
entera
a
human
ón
situaci
la
de
negativas es pensar lejos
.
pues, respecto a que esta libertad no tenga cor:tenido .
.
una liberacion real de la
En el calor de la lucha, detrás de las barricadas, eXIste
r las barricadas, p� �a
expresión, un campo para la acción creativa, para derriba
esto surge en una sztuacwn
democracia realmente participativa. Pero por supuesto
y estrucrn:�s e� curso, Y
muy real, que consiste en no estar de acuerdo con l�s rutinas
la revolucwn tnunfante,
de
nnagen
la
combatir contra las <<fuerzas del orden» . Pero en
lejos.
de
a
pensad
está
otras,
esta situación también, junto con las
y
. ,
488
Es como si los rebeldes de mayo de 1968 hubieran sido enviados por la Providencia
dic�o �in ironía, para confr�ntar a los viejos revolucionarios con la lógica de su propi
.
_
de la libertad absoluta es sobre el que reflexionó Hegel, y ésta es
posicion. Este dilema
una de}as razones por las que los contemporáneos retomarán continuamente a exami
narlo. El está en el origen de un importante estilo de pensamiento moderno, cuyo dilema
básico comprendió mucho más profundamente que la mayor parte de sus sucesores.
Pero este problema, en el que hemos tratado a la libertad relacionada con una
situación, afecta más que al marxismo o incluso a la tradición revolucionaria. Se trata
de un problema para todas las formas de expresivismo moderno, y en un sentido tam
bién para la entera concepción moderna de subjetividad.
Esta noción moderna de subjetividad ha generado diversas concepciones de libertad
que la ven como algo que el hombre gana dejando a un lado los obstáculos o deshaciéndo
se de los impedimentos externos, las ataduras o los enredos. Ser libre consiste en no tener
limitaciones, depender en la propia acción sólo de uno mismo. Más aún, esta concepción
de libertad no ha sido simplemente un mero pie de página, sino una de las ideas centrales
por las que la noción moderna de sujeto ha sido definida, como se hace evidente en el
hecho de que la libertad es uno de los valores más atractivos en los tiempos modernos.
Desde el principio mismo, la nueva identidad considerada como que se auto-define tuvo
éxito al liberarse de la matriz más grailde de un orden cósmico y sus demandas.
Este tipo de concepción de la libertad se define a sí misma como auto-dependencia,
para acuñar una descripción general. Contrasta con algunas concepciones tempranas
(y algunas tardías) que definen la libertad en témlinos de orden o de relación correcta.
P. ej ., la noción de libertad implícita en Aristóteles se relaciona con la armonía' el
equ�ibrio, el (justo) medio, contra la hegemonía desordenada de los extremos.
Esta es en cierto sentido una definición negativa de la libertad: Pero no es equiva
lente a la <<libertad negativa>> como ésta usualmente es identificada. 13 La libertad nega
tiva usualmente significa que la libertad es definida como independiente de la interfe
rencia externa, mientras que las concepciones <<positivas>> la definen más bien como
realizada en la acción que viene de o expresa la verdad del yo. Pero incluso las concep
ciones positivas en tiempos modernos han sido nociones de auto-dependencia. La li
bertad se gana liberándose del control del yo inferior o de la naturaleza, de modo que
yo pueda obedecer solamente a mi (verdadero) yo. De este modo Kant, cuya teoría
consta en origen de muchas nociones positivas de libertad, la define como ;bedecer
una ley hecha por el yo racional, en contraste del depender de la voluntad de otros, de
la autoridad externa, o de la naturaleza.
Este molde de pensamiento, que ve la libertad como auto-dependencia, ha sido así
un fundamento común que subyace a los desarrollos revolucionarios en la noción
moderna de libertad. Es común a la concepción <<negativa>> original del liberalismo
clásico de Locke a Bentham, de la concepción rousseauniana de libertad, descrita como
obedecerse sólo a sí mismo, a la noción kantiana de autonomía, y a sus sucesores hasta
la idea marxiana de un reino de la libertad, donde el hombre, habiendo superado toda
alienación y dominando la matriz natural en la que esta colocado, una vez más deter
mina su destino a partir de sí mismo -aunque el sujeto de esta libertad es aquí genéri
co, no un hombre individual.
Pero esta idea básica de hecho ha sufrido un desarrollo. Sus primeras versiones empi
ristas o naturalistas concibieron los fines del yo como dados por naturaleza -como de-
�
13. Cf. Isaiah Berlin, «Two Concepts of Liberty», en Berlin, Four Essays on Libe1ty, O.U.P., 1 969.
489
seos 0 impulsos. Variantes posteriores querían ir más allá de lo dado completamente: El
hito a este respecto es quizá Kant. Transpuesta por Hegel y de nuevo por Marx, la asprra
ción kantiana de autonomía radical se convirtió en la idea de que la naturaleza humana
no es simplemente dada, sino que ha de ser rehecha. Para ser íntegramente libre el hom
bre debe reconfigurar su propia naturaleza.
Ahora bien, es cuestionable la concepción general misma, que iguala la libertad y la
auto-dependencia, que genera el dilema que examinamos arri?a �r: conexión e?� _el
marxismo, ya que es definida de tal modo que la libertad plena s1gmficarfa la abohc10n
de toda situación, esto es, un predicamento que nos impone una determinada tarea o
demanda una determinada respuesta de nosotros si es que hemos de ser libres. La
única clase de situación que esta perspectiva reconoce es la que es definida por los
obstáculos a ser conquistados o puestos a un lado por una acción ilimitada -la opre
sión externa, las aspiraciones inauténticas impuestas por la sociedad, la alienación, los
límites naturales. Esta clase de situación demanda «liberación», una palabra que re
aparece hoy en todo contexto concebible. Desde este punto de vista, no exist� situ�ci?n
tal que en la respuesta que se le pida fuera una acción libre en su plena medida, distm
guiéndose de simplemente despejar el camino para tal acción. La plena libertad carecería de situación.
y de igual modo, seria vacía. La libertad completa seria un vacío en el que nada
valdria la pena de hacerse, nada merecerla contar para nada. El yo que ha llegado a la
libertad dejando a un lado todos los obstáculos y usurpaciones externas carece de
carácter, v por lo tanto no tiene un propósito definido, a pesar de que mucho de esto
está oculto tras un término aparentemente positivo como «racionalidad» o «Creativi
dad». Estos términos son en última instancia del todo indeterminados como criterios
para la acción humana o para el modo de vida. No pueden especificar ningún conteni
do para nuestra acción fuera de una situación que nos pone objetivos, que así confiere
una configuración a la racionalidad y provee de inspiración para la creatividad.
Podemos esperar llenar este vacío regresando a variantes anteriores a la concep
ción moderna de libertad como auto-dependencia, en las que nuestros fines están su
puestamente dados por la naturaleza. La libertad seria entonces el logro sin restric�i;>
nes del deseo v la configuración del deseo estaria dada. Pero ésta es una concepc10n
muy inadecu�da de libertad, ya que si la actividad libre no puede ser definida en opo
sición a nuestra naturaleza v situación, basada en el dolor de la vacuidad, no puede
simplemente ser identificad� tampoco siguiendo nuestro deseo más fuerte, o más per
sistente, o más abarcante, ya que ello nos haria imposible decir que nuestra libertad
estuvo siempre frustrada por nuestras propias compulsiones, miedos, obsesiones; o
decir que la libertad se ensancha con una advertencia intensificada o con aspiraciones
más despiertas. y éstas no son sólo cosas que nos sentimos inclinados a decir en nues
tras reflexiones pre-filosóficas acerca de la vida; son esenciales a una perspectiva ex
presivista que tiene que ver con alcanzar una plena auto-expresión, más allá de las
distorsiones del deseo inauténtico y de la aspiración confinada. Tenemos que ser capa
ces de distimruir compulsiones, miedos, adicciones, de aquéllas de nuestras aspiracio
nes que aprobamos con toda nuestra alma, no sólo por algunos criterios cuantitativos,
sino de una manera que muestre que estos últimos son más auténticamente nuestros.
Esto es lo que las concepciones radicales de libertad como auto-dependencia han in
tentado hacer al ver nuestras aspiraciones auténticas como elegidas por nosotros, en
contra de verlas como simplemente dadas. Pero es justo esta noción radical de libertad
la que topa con el dilema de la vacuidad.
490
Hegel ha revelado la vacuidad del yo libre y de la pura volunta racional en su
critica de. la moralidad y la política de la libertad absoluta de Kant. Yd espera
esta vacmdad, dar al hombre una situación, sin abandonar la noción de voluntasuperar
d racio
nal. Esto tenía que ser llevado a cabo mostrando que el hombre ha de ser el vehículo
de
una razón cósmica, que generó sus articulaciones desde sí mismo.
Pero una vez que esta solución en términos de espíritu cósmic se ha hecho insos
tenible, por las razones arriba examinadas, el dilema vuelve, y deo hecho
con mucha
más presión ya que la noción de libertad se ha intensificado, se ha hecho much
o más
urgente y más abarcante en este pasaje a través del idealismo alemán y su transposi
ción materialista en Marx.
Una de las corrientes del expresivismo se convirtió en la idea de
ión como
liberación de las profundidades instintuales o elementales más allá derealizac
los
lími
orde
nados de la racionalidad consciente. Pero en realidad cancela totalmente eltes
ideal
de
libertad tanto en sentido moderno como antiguo. Esta noción <<elemental» de libertad
no da lugar a la auto-posesión, por tanto no da lugar a un sentido de libertad específi
camente humano.
La filosofía de Schopenhauer fue una etapa importante en el camino hacia este
expresivismo <<dionisíaco». Pero su propia teoria fue en cierto sentido
inversión
pesimista. El concepto de Schopenhauer de <<voluntad» y del cuerpo comosu
su
<<objetifi
cación» deriva de la corriente expresivista de pensamiento, pero no hay idea al2llila
de
realización aquí. Por el contrario, la fuerza elemental de la voluntad sólo trae � hom
bre sufrimiento y degradación. La única esperanza se encuentra en la liberación de la
voluntad, que Schopenhauer ve en la culminación de todo nexo con las cosas terrena
les, siguiendo el modelo del pensamiento de las Upanishad y del budism
o.
La visión de Schopenhauer provee un modelo para una perspectiva
profun
damente
pesimista de la libertad humana, basado en el juicio de que la naturaleza instintiv
a del
hombre es distinta de e incombinable con la libertad racional, y al mismo tiempo incon
quistable. Es este último punto el que diferencia a Schopenhauer de su mentor, Kant.
Esta concepción del hombre puede llevar a desesperar de la libertad entendida
como auto-dependencia, porque la <<libertad» ilimitada del yo instintivo parec
e no te
ner valor, si no es repugnante, o debido a que el yo definido en oposición a lo instinti
vo
parece relativamente impotente.
Y <<desesperación» es el término que utilizó Kierkegaard
en su Enfennedad m011al
para designar esta incapacidad de aceptarse a uno mismo. Kierkegaard hace
esto su
umbral de salida, como si dijéramos, desde el que sale completamente de lade
tradi
ción
de la libertad como auto-dependencia. La desesperación solamente puede ser supera
da relacionándose uno mismo con el «Poder externo que constituye la relación entera»
(a saber, del yo al yo), 14 es decir, Dios.
Pero la afirmación de la libertad conduce a un dilema más profundo, y fue Nietz
sche quien lo llevó hasta su expresión más inflexible. Si la libertad de auto-de
cia radical es en última instancia vacía, entonces está en riesgo de terminar enpenden
nihilis
mo, esto es, auto-afirmación a través del rechazo de todos los <<valores ».
detrás de
otro, los horizontes autoritarios de vida, el cristianismo y el humanismo,Uno
son
nados, considerados grilletes sobre la voluntad. Sólo permanece la voluntad deabando
poder.
El vigor e impacto de la obra de Nietzsche provienen de su violenta adherencia a este
movimiento destructivo que él lleva hasta su límite.
14. Sickness w1to Death, Anchor Edition, Nueva York, 1 954, 1 47.
49 1
y aún arece haber sostenido que la voluntad de poder del hombre que se auto
define seda desastrosa. El hombre, considerado como una volun�� de poder pura
� te t d pendiente , debe ser «superado», por utilizar la expreswn de Zaratustra.
�Ie�zsc�e :v� la idea de esta reconciliación entre la voluntad del hombre y el curso del
. .
mund0 en su VISIO, n del eterno retomo que no es fácil. de seguir.
. Pero su idea parece
,
haber sido que la pura auto-afirmación debe conducrr a un unpasse, que en al-�
punto ha de ser ligado a una profunda afirmación del curso de las cosas. «Para redimir
a los hombres del pasado y para cambiar cada "as1, fue, por un "as1' 1o hub"1era quen"do" ,·
·,
sólo a esto lo llamo redencwn».
desde
· , modema de 11"bertad está así baJ·
La nocwn
. , odeamenaza
.
. dos frentes. por un
la �bert
lado, hay desesperanza respecto a la realizacwn
�d, �e1uso duda sobre s1· 1a
· , a 1a libertad t1"ene algun
' sentido frente a la. rrracwnalidad y lo elemental en
asprracwn
d a�to-depe�di_ente pare e
el hombre. Por otro lado, la vaciedad última de la liber:ta
,
· al ·hili·smo· Así gran parte del pensamiento filosofico
en el últrmo s1glo �a
conducrr
,
,
· ' de1 yo eomo
estado comprometido con este problema: ¿cómo ir mas a11a .de un� ?ocwn
· de una va1untad auto-dependiente y traer a la. luz su mserc10n en la naturaleza,
suJeto
, situar
·
1a libertad?·
la nuestra y aquella que nos rodea?, o en otros te,�os, ¿�amo
Esto sigruRca recuperar una concepción de la actlVIdad libre 9-ue la ve como SI. fue
una respuesta demandada por una situación que es �uestra en �d de m:e�� ca�J:"ción como seres naturales y sociales, o en virtud de Cie� vocac1�n o proposlto me':ta
bles .Lo que es común a todas las distintas nociones de libertad si�ada_� que ��nsideran 1a acu·v1·dad libre como fundada en la aceptación. de nuestra situacwn decisiva. La
, las distorsiOnes
· m
·
de ongen
" ter
1ucha por ser libre -contra las limitaciones, la opreswn,
. · , decisiva
· · como nuestra.
· ulsada por una afirmación de. esta situaciOn
no y externo--es rmp
Ésta no uede ser vista como un conjunto de límites a ser s�perados, o como una mera
ocasión �ara llevar a cabo algún proyecto libre�ente elegido, que es todo lo_ que una
situación puede ser dentro de la concepción de libertad c?mo auto-dependencia.
En esta búsqueda de una concepción de libertad situada, las reductoras teon, s
mecanicistas del pensamiento y la conducta humanas no son de p�ovecho. De �ec;:o
sitúan la actividad libre dentro de la naturaleza, ya que es un� I?�sIble p�oduc wn de
. de liberta� como
un sistema natural. Pero hacen esto a costa de retomar a la definici?n
,
· faccion
· no controlada del deseo' y hemos visto que
es madecuado, que no
1 a satis
. , esto
· da
nos permite hacer ciertas distinciones esenciales. La nocion
de una libertad_ enrruza
en nuestra naturaleza e incluso que puede ser frustrada por nuestros propws de�eos ?
, mas
, �· eu1ada con vanos nuestras limitadas aspiraciones, requiere de una teona
; reconoce la
· · , humana· Es muy dudoso que una teona. que solo
ve1es de 1a motiVaciOn
·,
, _ de una me
· lin Cion
caus� eficiente pueda hacerle justicia. Requerimos de una nocwn
de nuestra situación que podamos tanto endosar como re:hazar, r�mterpretar �stor
sionar. Pero es difícil ver cómo una inclinación �� este tipo pudiera ser explicada en
términos mecanicistas, por no hablar de su relaciOn con nuestros des:os.
.
d
Las teorías reduccionistas proponen suprimir el problema de relacwnar _la libe�
con la naturaleza. Pero de hecho no pueden esc�par a él. Retoma, esta vez sm a�tlr
, de la naturaleza humana un ��Jeto
se en lo que presupone la objetificación científica
:
d� ciencia cuya actividad y juicios acerca de la verdad y profundidad de explicacwn
�?
puede serjustificada en la teoría reduccionist�. Permanece como el observador angeli
co, fuera de la corriente objetificadora de la VIda.
•
1
s
:
m
• �
•
m
_o
·
··sen un dalles "Es war" umzuschaffen in ein "So wollte ich es" -das
l:J «Die Veroanegnen zu er¡o
..
hieBe � Erst rli:is� g». Also Sprach Zaratlwstra, Parte II, «Sobre la redencwn».
E
El hecho de que este problema de situar la libertad haya destacado considerable
mente, probablemente esté relacionado con los desarrollos políticos y sociales mencio
nados en la primera sección. En el suave funcionamiento de la sociedad moderna, en el
que la explotación de la naturaleza y la organización de la sociedad parecen diseñados
para la utilidad de los individuos, es del todo natural que los hombres se sientan como
en casa en una visión de sí mismos como sujetos autónomos, comprometidos en efec
tuar sus deseos y propósitos libremente elegidos. Desde una perspectiva científica,
pueden verse de hecho a sí mismos como motivados por impulsos, y su conducta como
parte de un sistema causal detenninista. Pero aunque estas dos perspectivas son pro
bablemente incompatibles, ninguna de las dos provoca un cuestionamiento serio so
bre la libertad o sobre su relación con la naturaleza. La primera es propia de un sujeto
que objetifica la naturaleza, que da su propia libertad por sentado, en tanto que sus
objetivos son detem1inados por el requerimiento en el que él juega su papel, en una
enorme empresa productiva con el propósito de buscar la felicidad individual. En la
segunda perspectiva, el problema de relacionar la libertad con la naturaleza es supri
mido desde el principio, como acabamos de ver. La libertad esta siguiendo el curso del
deseo, en sí mismo detem1inado por la naturaleza dentro y fuera de nosotros. Y aun
que estos deseos no son autónomos en el sentido kantiano, son claros y no ambiguos, y
evidentemente míos en la medida en que yo me identifico con mi propia naturaleza.16
Pero cuando esta sociedad es desafiada y su equilibrio se pierde, cuando las más
radicales aspiraciones del expresivismo por una libertad total obtienen el premio de ser
escuchadas amplian1ente, cuando la vida social e individual parece ser presa de fuerzas
irracionales -debido tanto a que los mecanismo sociales fallan al funcionar de acuerdo
con la prescripción «racional» (p. ej., en la depresión económica), o porque los deseos y
las aspiraciones pasan a un primer plano que amenaza la estructúra de la acción en
colaboración instrumentalmente racional (p. ej., el chauvinismo, el racismo, los ardores
guerreros)--, entonces la noción del yo autónomo no puede sino ponerse en tela de
juicio. La demanda de libertad absoluta acrecienta el dilema de la auto-dependencia en
su más aguda forma. Y la renovada notabilidad de las ansias irracionales y destructivas
nos hace cuestionar la misma idea de autonomía, y socava la idea de una atribución
prístina al deseo, o alternativamente de una identificación clara con la naturaleza pre
sente en nosotros que desea. El curso de la historia moderna ha tomado la perspectiva de
Schopenhauer, dinamizada por Freud y otros, muy familiar y plausible.
La pequeña historia del movimiento fenomenológico ilustra sorprendentemente el
giro en la filosofía hacia el intento de situar la subjetividad. Hacia el cambio de siglo,
Husserl comienza a defender la autonomía del sujeto racional contra el psicologismo, la
reducción de la lógica a la psicología. Después continúa explorando las estructuras de la
subjetividad. Incluso, aún en los últimos años de la década de 1920, p. ej. con Las medi
taciones cmtesianas, se ve a sí mismo como el heredero de Descartes. Su última obra, sin
embargo, vira hacia el compromiso con el «mundo de la vida», la inserción de nuestra
16. Podemos ver por qué existe cierto nexo entre la aceptación de las teo!ias mecanicistas reduc
cionistas de la motivación y la satisfacción con la tendencia atomista, utilitaria y manipuladora de
nuestra civilización. Como vimos arriba, estas teo!ias no son realmente capaces de hacer frente
intelectualmente a la auto-frustración de la libertad mediante nuestras compulsiones o aspiraciones
confinadas. Así, las teo!ias reduccionistas probablemente ganan más aceptación donde este proble
ma no se destaca; esto es, donde los deseos que los hombres buscan satisfacer a través de la sociedad
parecen normales y espontáneos. Correlativamente, el pensamiento expresivista, de Rousseau en
adelante, ha desarrollado el tema de la libertad que se auto-frustra.
492
493
subjetividad en nuestra situación como seres naturales, �ncarnados. Esto es ret�mado
por sus sucesores, es decir, Heidegger y Merleau-Ponty. Fmalmente l� qu� sobreVIve son
las intuiciones acerca de un pensamiento encarnado; la fenomenolog:ta rrusma, como un
«método» de «descripción pura» de la subjetividad, desap�ece �e escena.
.
Uno puede quizá observar desarrollos p�alel?s en l� filosofía anglosaJona, en_ don
de en las décadas recientes ha habido un mteres creciente en trazar las con�Xlones
conceptuales entre pensamientos, sentimientos, intenciones, etc., y sus expreswnes y
antecedentes corpóreos.
Pero quizá el desarrollo más importante de la �osofía del siglo XX sea el ��oque �n
las teorias del significado y la filosofía del len�aJ� · _Yo creo �ue e�:o, tamb:en, refleJa
en parte el deseo por definir una noción de sub] �tiVIdad en Situacwn, que esta es una
de las motivaciones de este nuevo punto de partida.
.
.
.
Por supuesto, el lenguaje como vehículo de la conciencia, _el pen�arrnento discursi
vo, puede ser estudiado por la filosofía con todo género d� mtenci�ne� .. Pero es_ una
caracteristica de las discusiones del siglo XX sobre el lenguaJe que el s�gm?cado �smo
haya sido un problema, esto es, se han centrado er: la _P_re
ta: ¿que qmere decrr que
las palabras, o el lenguaje, u otros signos, tengan significado.
. .
En tanto nuestra actividad como sujetos, el hecho de que percibimos y �:nsamos
sobre el mundo, parece clara y no problemática, en la medida en q�e su relacwr: �on el
. la funcw del
resto de lo que hacemos y sentimos como seres vivos p_arece familiar,
�_
lenwaje también parece ser directa. Las palabras se refieren a las cosas, y las utiliza
roo� para pensar las cosas con ellas. Las palabras tienen significado � apuntar a co��
_
en el mundo 0 en nuestro pensamiento. La naturaleza no problematica
de la relacion
de referenci� refleja la carencia de cuestionamiento sobre la subjetivid�d, �cerca ?�l
hecho de que las cosas se nos aparezcan como objetos del género de conciencia explícita, por lo que les aplicamos nombres y de�cripcio�es.
.
Pero nuestras concepciones del lenguaJe cambian cuando este hecho de la concien
cia explícita parece algo que no puede darse por sentado p�r más tiempo, paree� más
bien un logro, y uno muy destacado. Pero este log_ro es posible sol_amente a tra�es del
lenguaje, que es su vehículo; y por tanto el lenguaJe se h�ce un objeto d� estudio rele
vante' no sólo como ensamblaje de términos por medio del cual designamos � las
cosas ' sino también como aquello por lo cual existe tal actividad de designar en pnmer
lugar. tomada como aquello que apuntala el campo de la conciencia explícita dentro
del cual es posible distinguir las cosas y disponerlas con palabras. Desde esta pe_rsp�c:
tiva el significado no es solamente una propiedad que pertenece a cada palabra m�VI
dualme;;te, sino un hecho acerca de la actividad de discurso como un todo que eXIste
en un sentido prioritario para los términos individuales.
.
.
Una vez que reconocemos al lenguaje como vehículo de �ierto modo d� conciencia,
que alcanzamos a través del discurso, entonces pueden surgir to� una sene ?� pregun
tas sobre su relación con otros modos de conciencia, con otras funcwnes y actiVIdades de
la vida en definitiva su Sitz im Leben. Deja de darse por sentado que lo que estamo_s
haciendo principalmente en el lenguaje es designar y describir �osas, que ésta es �a acti
vidad lingüística paradigmática respecto a la cu� ;odas 1� demas han de ser expli��
Por el contrario, las otras actividades que tambien reqmeren contar con la conciencia
lingüística -invocar determinado poder, realizar un rito, ocasionar ciertos estad_os de
co;as clarificar nuestra visión, establecer una esfera de comunicación-pueden ser Igu�
ment� primitivas, si no es que más. Esto es, pued� ser que el significado de ciertos t�rrru
nos y expresiones pueda clarificarse solamente si los comprendemos como ocurnendo
�
e� el �onte;.;:to de estas _actividades. _En estos casos el significado puede ser explicitado
solo situando el lenguaJe en la matriz de nuestras preocupaciones, prácticas y activida
des, en pocas palabras, relacionándolo con nuestra «forma de vida».
Y si la conciencia lingüística es un logro que ganamos a través de modos menos
explícitos, y si encima las actividades que comprometemos por el lenguaje y los símbo
los son variadas, entonces existen muchos tipos y niveles de conciencia del mundo que
pueden ser encarnados en nuestras palabras y signos. Los hombres de cualquier cultu
ra dada pueden funcionar en múltiples de tales niveles, p. ej., en el arte, en la conversa
ción, en el ritual, en la auto-revelación, en el estudio científico, y a través de la historia
emergen nuevas conceptualizaciones y nuevos modos de conciencia. Puede ser que
nuestro pensamiento en cualquier nivel pueda ser comprendido solamente por su rela
ción con los otros niveles; en particular nuestra conciencia «más alta» y más explícita
puede estar reposando siempre sobre un trasfondo de lo implícito y lo no reflexionado.
Podemos reconocer fácilmente aquí algunas tesis de la filosofía contemporánea. El
último Wittgenstein ha hecho lugares comunes de los argumentos sobre la prioridad
del lenguaje sobre las palabras individuales en su discusión sobre las declaraciones de
definición ostensiva. Y muestra cómo la explicación del significado debe terminar en
una referencia a las formas de vida. Polanyi ha representado nuestro pensamiento
explícito como un logro, siempre rodeado de un horizonte de lo implícito, de concien
cia subsidiaria. Heidegger habla de la conciencia lingüística como de una «revelación»,
creando un campo de conciencia en el que las cosas pueden aparecer, y habla de nues
tra conciencia de las cosas como configurada por nuestro «Concernimiento». Más re
cientemente, los pensadores <<estructuralistas>> han explorado el lenguaje como una
<<red>> que encarna cierta conciencia del mundo.
Estas maneras de comprensión del pensamiento lingüístico sihlan este pensamien
to en la <<naturaleza>>, esto es, en la vida del hombre como un ser encamado, social, en
tanto que evitan una explicación reduccionista del lenguaje y el significado basada en
una teoria mecanicista causal -como, p. ej., el behaviorismo en psicología- que su
prime toda distinción entre los distintos modos de conciencia haciéndolos indeclara
bles. Van más allá de la alternativa entre teorias reduccionistas mecanicistas y las con
cepciones <<angélicas>> de subjetividad como personificada en el pensamiento. Abren
una perspectiva de la subjetividad en situación. Esto forma parte, por supuesto, de la
intención filosófica de escritores como Polanyi, Heidegger, Merleau-Ponty, y otros es
critores «continentales>>. Pero la conexión ha venido a primer plano en el mundo an
glosajón, ya que los escritores contemporáneos que han explorado el tema de la acción
y el sentimiento como pertenecientes a agentes encarnados han hecho mucho uso de
los últimos escritos de Wittgenstein.
¿Qué relación tiene la filosofía de Hegel con este giro contemporáneo? Fundamen
talmente en relación con la teoria de Hegel, como vimos, se encuentra el principio de
encarnación. La subjetividad está necesariamente situada en la vida, en la naturaleza,
y en un grupo de prácticas e instituciones sociales. Hegel, como examinamos en la
p�rte V. concibió el lenguaje y los símbolos como vehículos de la conciencia, 11 y vio
diferentes vehículos cmrespondientes a distintos niveles, en los diversos escenarios del
arte, la religión y la filosofía.
17. Una concisa formulación de esta perspectiva del lenguaje como una encamación de concien
cia, más que como ensamblaje de signos, se da en PhG (496): «[ . ] die Sprache -ein Dasein, das
unmitterlbar selbstbewu.Bte Existenz ist».
..
494
495
la línea de desarrollo que lleva a los
En cierto sentido, Hegel puede ser colocado en
aje. Su punto de origen en el pensa
modos contemporáneos de comprensión del lengu
un viraje del género descrito arri
cabo
miento moderno es quizá Herder, quien llevó a
en donde ciertos signos se han
do,
senta
ba. Deja de dar la relación de referencia por
hecho de que había signos de
el
en
ado
enfoc
ha
asociado con ciertos objetos, 18 y se
humano destacable que estamos
hecho, en la conciencia língüística, como .un poder
ya no es un ensamblaje de sig
muy lejos de comprender adecuadamente El lenguaje
en el capítulo I, la reacción
nos, sino el vehículo de esta conciencia. Como se mencionó
iscente en determina
remin
es
aje
de Herder a Codillac y la teoría establecida del lengu
dad expresiva de
activi
una
como
aje
lengu
el
dos puntos del último Wittgenstein. Al ver
-de-vida del sujeto, y por tanto
una determinada conciencia, Herder la sitúa en la forma
o de una visión particular de
desarrolla la noción de lenguajes distintos, cada uno propi
la comunidad que lo habla.
y por pensadores influen
Esta intuición fue desarrollada en el período romántico
Humboldt. Pero parece
Von
ej.
p.
,
ciados por la corriente de pensamiento expresivista
el período en que las
en
XIX,
siglo
del
haber caído en desuso durante la última mitad
ciencia mecanicista
una
en
ndo
rpora
reinco
an
intuiciones del romanticismo se estab
del significado retoman hacia
expandida. La preocupación y las confusiones acerca
ciencias del hombre que co
finales de siglo a través de las nuevas reflexiones en las
vo; como un inevitable subpro
mienzan con Dilthey y hacen de la verstehen su objeti
noción de significado; bajo el
la
ducto de las extensiones revolucionarias de Freud de
los nuevos desarrollos en la
por
eadas
impacto de las preguntas epistemológicas plant
.
Viena
en
ores
suces
sus
y
física que fueron explorados por Mach
sentido él también
cierto
en
aun
y
e,
ndent
desce
línea
Hegel puede ser colocado en esta
nsabilidad del paréntesis de la
parte de ella, incluso puede cargar con parte de la respo
lo XVII. El acercamiento herde
última etapa del siglo, por la razón examinada en el capítu
do, ve el discurso como la
riano al lenguaje, al que la filosofía contemporánea ha recurri
ncia explícita de auto
concie
de
tipo
un
actividad por medio de la cual nos hacemos con
una experiencia irre
con
onada
relaci
re
siemp
advertencia de las cosas, que como tal está
orma. Ésta es la dimensión del
flexiva que la precede y que ilumina y, por tanto, transf
supone su propia clase de fideli
lenguaje que llamé «revelación» en el capítulo XVII, que
lenguaje, por otra parte, que lo
dad a la experiencia extra-lingüística. La perspectiva del
importantes son referenciales,
concibe como un grupo de signos, de los cuales los más
de hecho la única relevante.
tante,
compone la otra dimensión, la descriptiva, la impor
primera escuela. Concibe los
la
a
nte
bleme
Ahora bien, Hegel pertenece incuestiona
discursivo, como expresan
o
mient
pensa
el
y
n
distintos <<lenguajes» del arte, la religió
iptiva en un principio (en el
do una conciencia del Absoluto, que no es para nada descr
ción en la religión y en la
arte) y que nunca es simplemente descriptiva, ya que la revela
te lo representa. Pero sin
emen
filosofía completa la realización del Absoluto y no simpl
ente a una completa y
finalm
llegar
embargo su tesis acerca de que el Absoluto debe
final a la dimensión
al
cía
prima
da
s,
ptuale
explícita claridad en declaraciones conce
un horizonte de lo
por
da
rodea
está
no
ya
ita
descriptiva. Nuestra conciencia explíc
está intentando presentar fiel
implícito, de la vida y la experiencia irreflexivas, que
ente, de forma adecuada
mente pero que no puede nunca ser traído a la luz completam
confusa del comien
ncia
y definitiva. Por el contrario, en la síntesis hegeliana la concie
confuso e inarticuLo
ptual.
conce
zo es ella misma parte de la cadena de la necesidad
l �do, justo como lo externo y contin�ente, está expuesto a tener una existencia necesa
na. Lo confo::mado de modo aproXllllado e incompleto es en sí mismo derivado en
conceptos articulados, exactos.
Lo q�e hace posible es�a victoria final de la claridad conceptual es, por supuesto, la
ontolog¡a de Hegel, la tesis de que en última instancia descubrimos que en la b s d
�odo está la Idea, la necesidad conceptual misma. El pensamiento conceptual n� st
mtent�do ��esentar una realidad cuyos fundamentos nunca puedan ser definitiva
mente Ident�ficados, �ampoco es el pensamiento de un sujeto cuyos instintos más pro
fundos ansias y �sprrac10nes nunca puedan ser completamente descifrados. Por el
cor:trario, en la rruz de la realida?, así como en las profundidades de él mismo, el su·J eto
ultrmadamente encuentra necesidad conceptual clara.
Pero una v�z que esta _on�ología se pierde de vista, lo que permanece es la noción de
�u� el pensailllento descn�tivo conceptual es omnipotente y en último término autosu
ficiente, esto es, de que al final no hay necesidad de depender de un trascond
l'
o de com·
·
Y en esto Hegel parece surgir como el aliado de aquellos que e 1
pre�si·.�- n rmp
lícita.
t:r:adici�� central. de la s1_1bjetividad moderna, dieron por sentada la existencia de
.
dimer:�wn des�nptiv� sm proble�atización alguna, pues sostuvieron que la sola di.
menswn descnptiVa tiene relevancia para el discurso científico 0 informatIvo,
que 1a
.
.
,
· , � d�1 pens�ento explícito
con la experiencia irreflexiva no tiene nada que ver
re1ac10
con el �I�fica�o, s�o que puede ser un problema sólo para la psicología (una de tipo
.
n:eca.:nc.Ista: _o�Jetificante), mientras que quienes están intentando relacionar la con
Ciencia ling_mstica con su matriz en la vida irreflexiva -una vez que la lago-ontología de
· do
Hegel es dejada de lado- deben necesariamente ver al pensamiento explíCI·to enraiza
·
lícito
· de 1a si�ación que nunca puede ser plenamente explorado.
en un senti·do rmp
En �t;as palabras, la nueva línea tomada por Herder; en contra de lo esencial de la
llustrac10n, abre los problemas de la relación de nuestra conciencia linmiísti·ca
a mve
· 1es
.,.
·
·
de .expenencia
· rrr
· efleXIvos,
más profundos. Al defender la completa auto-claridad del
Gezst, Hegel en �fecto propone cerrar esta cuestión como definitivamente resuelta. Pero
.
como su soluc10n decae, sus demandas de largo alcance por el bien del pensamiento
c�mc:p:Ual lo separan de los herederos de Herder en nuestros días, para quienes la expe
.
n�ncia rrrefleXIva de nuestra situación nunca puede ser plenamente explicitada, y parece
alinearlo con aquellos para quienes el problema nunca debió haber sido planteado.
: �
•
.
::
4
La doble relación d� Hegel con esta tradición que desciende de Herder; relación que
e: tanto un �exo �sencial con esta tradición como un rechazo a ella, ilustra su relevan
Cia para ;a filosofía moderna. Como dije al principio, sus conclusiones están muertas
Y aun a_si e� curso de su reflexión filosófica tiene mucho que decir. Ahora podemos ve;
por que mas claramente.
La filoso�a de Heg_el constituye un importante paso en el desarrollo de la noción
moderna �� libertad. El ayudó a desarrollar una concepción de la libertad como total
auto-creac10n, que de hecho fue atribuible en su filosofía sólo al espm
' 'tu cosnnco,
- · pero
, .
.
�ue umcamente necesitaba ser transpuesta al hombre para empujar la concepción de
.
_
libertad como auto-dependencia hasta su último dilema. Así' él tuvo un pape1 rmpor:
·
.
.
, d�1. confli�to acerca de la noción moderna de libertad, pues
t�te en 1a mtensi'ficacwn
la libertad absoluta ha adqumdo un Impacto sin precedentes en la vida política y en las
18. Cf. más arriba, capítulo I.
497
496
aspiraciones a través de la obra de Marx y sus sucesores, cuya deuda a Hegel no nece
sita enfatizarse. Y una de las fuentes del pensamiento de Nietzsche, que ocasionó las
consecuencias nihilistas de esta idea, fue la revuelta de los jóvenes hegelianos de la
década de 1 840.
Al mismo tiempo, Hegel fue uno de los más profundos criticos de esta noción de
libertad como auto-dependencia. Reveló su vaciedad y su destructividad potencial con
una intuición y una predicción verdaderamente notables. Ha contribuido, paradójica
mente, tanto a llevar esta doctrina moderna hasta su más extrema expresión como a
mostrar el dilema en que nos compromete.
Pero lo que podemos considerar más importante de todo, el intento contemporáneo
por ir más allá de este dilema, por situar la subjetividad relacionándola con nuestra vida
como seres encarnados y sociales, sin reducirla a una función de naturaleza objetificada,
constantemente nos refiere a Hegel. En cierto sentido, la investigación moderna de una
subjetividad situada es la herencia de esa aspiración central del periodo romántico a la
que Hegel pensó haber dado respuesta definitiva: cómo unir la autonomía radical con la
plenitud de la unidad expresiva con la naturaleza.19 Debido a que la naturaleza no puede
ser para nosotros lo que fue para aquella época, una expresión de poderes espirituales, la
síntesis de nuestro tiempo no puede ya reclamar nuestra lealtad.
Pero el problema que preocupó a esa generación, la oposición que intentó reconci
liar, continúa bajo distintas formas en nuestros dias. Parece inerradicable de nuestra
civilización moderna, que como heredera de la llustración constantemente vuelve a
despertar la protesta expresivista, y con ella, las afirmaciones de libertad absoluta. La
misma urgencia con que presionan estas afirmaciones hace mucho más vital la bús
queda de una subjetividad situada. Y la necesidad crece más gravemente hoy bajo el
impacto de una crisis ecológica que se ha ido incrementado dramáticamente en la
conciencia pública. El hecho de que estamos aún intentando reconciliar la libertad y la
naturaleza nos hace estar como en casa en el periodo romántico. Nos sigue hablando,
no obstante lo bizarras que puedan parecer sus doctrinas a los ojos contemporáneos.20
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edida e
� que esta búsqueda de una subjetividad situada tom
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erá, más allá de las conclus ·
.
de
Hegel, hacra sus vrgo
rosas y penetrantes reflexiones sobr
e el espíritu enea
.
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1 9. Así, una de las más profundas motivaciones del pensantiento de Heidegger es llevarnos más allá
de la posición enemiga de dominación y objetificación sobre la naturaleza, que él ve implícita en
nuestra tradición metafisica y su rantificación, la civilización tecnológica, e inaugurar (o recuperar) un
modo de existencia en el que la más alta forma de conciencia es una manera de «dejar que las cosas
sean>>, de revelación. Heidegger afirma encontrar vaticinada su posición en el antigo y contemporáneo
de Hegel, Holderlin, quizá el mayor poeta de la generación romántica. (Véase la siguiente nota.)
Bajo esta perspectiva, no es de sorprender que Heidegger conceda una posición pivotante a
Hegel . Lo ve como la culminación de la tradición de la «metafísica». Pero Hegel es más que sólo el
paradigma de aquello a lo que Heidegger se opone. Claramente él ha sacado mucho provecho de
Hegel. y de forma más notable quizá la concepción de una conciencia auténtica como un retorno del
olvido y el error. (Cf. su discusión de la Introducción a la PhG en Hegel's Concept ofExperience, Nueva
York, 1 970; la traducción del capítulo ill de Holzwege, Frankfurt, 5." ed., 1 972.) Por lo tanto su tesis
filosófica sustancial está tan inextricablemente ligada a su lectura de la historia de la filosofía como
lo está en Hegel. Pero la lectura de Heidegger es sistemáticamente diferente de la de Hegel, ya que
rechaza la culminación hegeliana en la total auto-claridad de la subjetividad. Él ve en esto más bien
un extremo, de hecho una expresión irrebasable de la posición metafísica de objetificación.
20. Al final, de todos los integrantes de la generación romántica, el más relevante puede ser
Holderlin, el amigo y compañero de clase de Hegel en Tübingen. Holderlin estaba buscando también
una unidad con la naturaleza que preservarla la claridad de la auto-posesión. Y también sus dioses se
lograban a sí mismos en la subjetividad humana. Pero no reposaban en un fundamento del espíritu
absoluto. Más bien fueron extraídos por el hombre del caos primitivo de los elementos y llevados a la
luz de la medida y el orden, mediante el poder de la poesía y el canto.
Así Holderlin parece abrir una persp
· ·
ectiva en la que 1a ex-presron
mas hbre del hombre sigue
empuje de la naturaleza• trayendo
.
el
�
a la naturaleza, en crert
o sentido• a 1a 1uz de 1a libertad
naturaleza no es, y nunca lle<>ar
. Pero esta
.
, .
ía a se�:• una emanacron
.
o
, de1 espmtu · Permanece
.
vrgorosa e rncom
prensr'ble, una constante invitación
a la acth'l'dad creat'rva que 1
. .,
a trae a la luz.
..
.
La posrcwn de Holde
·
rlrn no es fácil de interpretar. E
alqmer caso puede ser inaccesi
enunciación filosófica. y uno sient
ble a la
,
e que la locura lo so r
.
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e su pensamrento llegara
a una expresión madura. Hege
�
l se quedó a solas ar dar
forma defirutrva a los pensamien
intuiciones que compartieron en
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Tübincren y en
· P ro para aque
llos que quieren resumir la
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tarea de la generación de He<>el
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pronto puede apuntar a un canti
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498
49 9
NOTA BIOGRÁFICA
Georg Wilhem Friedrich Hegel nació en Stuttgart, el 27 de agosto de 1 770, hijo de
un funcionario del gobierno del ducado de Württemberg. Fue el mayor de tres hijos,
seguido por una hermana, Christiane, con quien estuvo muy relacionado a lo largo de
su vida, y un hermano, quien subsecuentemente se hizo oficial del ejército. Su madre
murió cuando estaba en la adolescencia, en 1 784.
Hegel asistió a la escuela primaria en Stuttgart, y desde 1 780 al Gymnasium o
escuela secundaria ahí mismo. Fue un estudiante aplicado, dedicándose con un gran
compromiso a los estudios clásicos, y graduándose el primero de su clase.
En 1 778 continuó en el Tübinger Stift, el seminario teológico adjunto a la Universi
dad estatal de Tübingen. Éste preparaba a los jóvenes para el servicio en el gobierno, la
Iglesia o la enseñanza. Hegel, como poseedor de una beca del ducado, vivió en el semi
nario. Estudió filosofía y teología. Fue aquí donde comenzó a desarrollar sus ideas
acerca de la Volksreligion. Trabó amistad con Schelling y Holderlin en el Stift.
Al graduarse del seminario en 1 793, lo abandonó para asumir el puesto de precep
tor en una familia de patricios de Berna. Esto era de hecho algo normal para los jóve
nes graduados, y muchos profesores universitarios famosos pasaron sus primeros años
de posgraduados de esta manera (incluyendo a Kant y Fichte). En Berna Hegel se las
arregló para seguir leyendo y pensando, pero se sentía desvinculado de las cosas, y a
principios de 1 797 aceptó gustosamente un puesto similar en Frankfurt, que Holderlin
había conseguido para él.
Los siguientes años transcurrieron en el ambiente estimulante de Frankfurt, en
intercambio con Holderlin y otros. En 1 799 su padre murió, legándole una modesta
fortuna. Con ésta en sus manos, Hegel comenzó a pensar en una carrera universitaria.
En esa época, tenía la sensación de que la filosofía era el medio indispensable de recon
ciliación que estaba buscando. Se acercó a Schelling, quien le ayudó a establecerse en
Jena, lo cual hizo en 1 80 1 .
Jena había sido la universidad más estimulante de Alemania en la década de 1790.
Schiller; Fichte, los hermanos Schlegel, habían estado ahí. Cuando Hegel llegó estaba en
trando en decadencia. Fichte se fue en 1799, Schelling mismo la dejó en 1 803. Pero los años
de Hegel en Jena le permitieron idear las bases de su propio sistema filosófico y llegar a ser
conocido en el mundo filosófico mediante algunas de sus publicaciones menores.
Al principio Hegel fue un Privatdozent, esto es, un conferencista no asalariado, remune
rado por los honorarios de los estudiantes. En sus conferencias de este período comenzó a
idear las primeras versiones de lo que después se convertiría en su Lógica y en su Filosofía
501
�
Política, al principio nn poco bajo la influencia de Schelling, pero en lo s�b�iguie�te ca a
vez más independientemente. En sus primeros años en Jena, Hegel publico su Diferencza
entre los sistenzas de filosofía de Fichte y Schelling y su Fe y conocimiento (Glauben und
w15en, nna critica a Kant, Fichte y Jacobi), y nna buena cantidad de artículos.
En 1 805; fue finalmente designado profesor extraordinarius (profesor asociado) en
Jena, y comenzó a trabajar en la exposición mayor de su sistema, cuya primera parte se
convirtió en la PhG. Pero en octubre de 1 806, su estilo de vida fue drásticamente inte
rrumpido. Napoleón, después de la batalla de Jena, tomó la ciudad. En el consiguiente
desorden, Hegel tuvo que abandonar su alojamiento llevándose la segnnda mitad del
manuscrito de la PhG. Para colmo de este turbulento período en la vida de Hegel, el 5
de febrero de 1 807 la esposa de su casero en Jena dio a luz nn hijo ilegítimo suyo, que
fue bautizado como Ludwig.
Hegel estaba buscando un trabajo ahora de nuevo, y su fortuna heredada había
sido gastada. Annque la PhG, cuando apareció en 1 807, comenzó a darle reputación,
había muy poca esperanza en aquellos tiempos desordenados de otro nombramiento
en la universidad. Su amiga Niethammer le encontró un trabajo editando la Bamberger
Zeitung, y Hegel se aferró a la oportunidad. Disfrutó algnnos aspectos de la edición del
periódico, pero no era en realidad su campo de trabajo, y estuvo encantado cuando al
siguiente año Niethammer le consiguió el puesto de director y profesor de filosofía en
el Gvmnasium de Nuremberg.
Cuestión de orgullo aparte, Hegel no estaba nada mal en el Gymnasium. El presu
puesto era reducido, y su salario algnnas veces le era pagado con retraso, pero la ense
ñanza de la filosofía, aun a estudiantes de bachillerato, obviamente le ayudó a enfocar
su pensamiento. Este período ( 1 808- 1 8 1 6) fue muy fructífero para él. Fue durante esa
época que escribió y publicó La ciencia de la lógica (WL, 1 8 12- 1 8 1 6) .
Su vida se encontraba ahora razonablemente establecida; s u trabajo fue aproxi
mándose a su expresión madura; continuó teniendo esperanzas de nna oferta atractiva
de la universidad. En 1 8 1 1 , a la edad de 4 1 años, Hegel contrajo matrimonio. Su espo
sa fue Marie von Tucher, de 20 años de edad, hija de nn senador de Nuremberg. Tuvie
ron dos hijos, Karl y Emmanuel, y adicionalmente tomaron al hijo ilegítimo Ludwig
bajo la tutela familiar.
En 1 8 1 6 le fue ofrecida a Hegel finalmente la oferta que había estado esperando
desde tiempo atrás, una cátedra de filosofía en la Universidad de Heidelberg. Al mismo
tiempo, le llegaron propuestas desde Berlín, en donde la cátedra había estado vacante
desde la muerte de Fichte en 1 8 14. El puesto de Berlín era con mucho el más atractivo
y prestigioso, pero Hegel optó por el pájaro en mano y fue a Heidelberg. Hegel se
enfrentó a las conferencias universitarias con disposición. En su primer año en Heidel
berg preparó la propuesta de su sistema entero, la Enciclopedia de las ciencias filosófi
cas (EL, EN y EG), que apareció en 1 8 1 7 .
Pero en Berlín l a cátedra permanecía vacante, y en Alemania l a reputación d e Hegel
creció. El ministro prusiano de Educación, Von Altenstein, se presentó con una oferta
en firme, y Hegel aceptó. En 1 8 1 8 asumió el puesto de profesor en Berlín, que conservó
hasta su muerte.
En Berlín, Hegel se encontró a sí mismo. Berlín se había convertido en el centro
cultural más grande, del mismo modo que era la capital de nno de los dos «superpode
res>> de la Confederación alemana. Tener éxito aquí significaba ejercer influencia. Y
Hegel tuvo éxito. Muy pronto creció hasta llegar a ser nna de las mayores figuras de la
filosofía alemana, y la influencia de su pensamiento se extendió a otros campos, la ley
502
y el pensamiento político, la teología, la estética, la histmia. Muchos venían a sus con
ferencias, y nn gran número se hizo discípulo suyo. El pensamiento de Heael dominó
la filosofía alemana más o menos durante dos décadas, la de 1 820 y 1 830. Fue lo sufi
cientemente afortunado de morir en la mitad y no al final de este clímax.
En su período de Berlín, Hegel escribió la Filosofía del Derecho (PR, publicada en
1 82 1 ) , y reunió los grandes ciclos de conferencias que fueron publicados después de su
muerte, sobre filosofía de la historia, estética, filosofía de la religión y filosofía de la
historia.
En 1 829, en la cúspide de su fama, Hegel fue elegido rector de la universidad. Pero
el 1 4 de noviembre de 1 8 3 1 murió repentina e inesperadamente de lo que fue diagnos
ticado como cólera en esa época, annque más probablemente fue nna dolencia estoma
cal que le había estado dando problemas desde años previos. Fue enterrado al lado de
Fichte, acompañado en su último viaje por nn gran cortejo de estudiantes, colegas y
discípulos.
503
BIBLIOGRAFÍA
Obras de Hegel
Siimtliche Werke, Jubilaumsausgabe en XX vols., Hermann Glockner (ed.), Stuttgart, 1927-1930.
H. NOHL (ed.), Hegels Theologische Jugendschriften, Tübingen, 1 907: colección de manuscritos
inéditos de la década de 1 790; traducción en inglés (de secciones): T.M. Knox: Early Theolo
gical Writings, Chicago, 1 948.
Differenz des Fichte'schen und Schelling'schen Systems, G. Lasson (ed.), Leipzig, 1928: la primera
obra publicada de Hegel sobre filosofía, Jena, 1 80 1 .
Glauben und Wzssen, G . Lasson (ed.), Leipzig, 1 928: publicado e n 1802-1 803 e n l a Revista crítica
de filosofía, que Hegel editó con Schelling en el periodo temprano de Jena. Este trabajo es
una critica de Kant, Jacobi y Fichte.
G. LASSON (ed.),
Schriften zur Politik und Rechtsphilosophie, Leipzig, 1 923: contiene una
gran
cantidad de escritos ocasionales sobre política de Hegel, incluyendo «La constitución ale
mana» y «La ley de Reforma inglesa». También incluye dos obras teoréticas inéditas del
periodo de Jena, «Über die wissenchaftlichen Behandlungsarten des Naturrechts» y «Sys
tem der Sittlichkeit». (Esta última ha sido publicada también separadamente, Meiner Ver
lag, Hamburgo, 1 967.) La traducción al inglés de estos fragmentos ocasionales la ha hecho
T.M. Knox, con una introducción de Z. Pelczynski, Political Writings, Oxford, 1 964.
Jenenser Realphilosophie, 1, J. Hoffmeister (ed.), Leipzig, 1932: notas editadas de conferencias
de 1 803-1804, no publicadas por Hegel.
Jenenser Realphilosophie, II, J. Hoffmeister (ed.), Leipzig, 193 1 (reeditadas como Jenaer Real
philosophie, Hamburgo, 1 967): notas editadas de conferencias de 1805-1 806, no publicadas
por Hegel.
Phiinomenologie des Geistes, G. Lasson y J. Hoffmeister (eds.), Hamburgo, 1952: publicada en
1 807, escrita justo al final del periodo de Jena; la traducción al inglés la ha hecho J.G. Baillie,
The Phenomenology ofMind, Londres, 1 93 1 .
Otra traducción en preparación corre a cargo de Kenley R. Dove. Su traducción de la intro
ducción aparece en M. Heidegger; Hegel's Concept ofExperience, Nueva York, 1970.
La traducción de Walter Kaufmann del muy importante prefacio a la Fenomenología apare
ce en su Hegel: Texts and Commentmy, Anchor edition, Nueva York, 1 966.
Nümberger Schriften, J. Hoffmeister (ed.), Leipzig, 1938: incluye la Propedéutica filosófica
del
periodo de Nuremberg.
Wzssenschaft der Logik, G. Lasson (ed.), Hamburgo, 1963: publicada en Nuremberg, 1 8 12-1 8 16.
El primer tomo fue revisado para una segunda edición después de l a muerte d e Hegel.
Frecuentemente ha sido llamado «La gran Lógica>>. Traducciones al inglés: a cargo de W.H.
Johnston y L.G. Struthers, Hegel's Science of Logic, Londres, 1 929, y a cargo de A.V. Miller,
Hegel's Science o{Logic, Londres, 1 969.
505
Encyclopadie der Philosophischen Wissenchaften im Gnmdrisse, publicada como System der Phi
losophie in Siimtliche Werke, vols. VID, IX y X, editado por H. Glockner, Stuttgart, 19271930: publicado por primera vez en 1 8 1 7 en Heidelberg, con segundas ediciones preparadas
por el autor en 1 827 y 1 830. Contiene la Lógica (la «Lógica mínima»), la Filosofía de la
Naturaléza y la Filosofía del Espíritu. Traducciones al inglés: de la Lógica, a cargo de William
Wallace;. 71ze Logic of Hegel, Oxford, 1 874; de la Filosofía de la Naturaleza, a cargo de M.J.
Petry, Hegel's Philosophy of Natw·e, Londres, 1 970; de la Filosofía del Espíritu, a cargo de
William Wallace y A.V. Miller, Hegel's Philosophy of Mind, Oxford, 1 97 1 .
Gnmdlinien der Philosophy des Rechts, J . Hoffmeister (ed.), Hamburgo, 1 955: publicado e n Ber
lín, 1821. Traducción al inglés por T.M. Knox, Hegel's Philosophy of Right, Oxford, 1 942.
Berliner Schriften, J. Hoffmeister (ed.), Hamburgo, 1 956: conferencias, artículos, etc., del período de Berlín.
Ciclos de conferencias editados póstumamente
Sobre filosofía de la historia: en Siimtliche Werke XI, también editado por G. Lasson y J. Hoff
meister en 4 vols.: Die Vemunft in der Geschichte, Hamburgo, 1 955; Die Orientalische Welt,
Leipzig, 1923; Die griechische wzd romische Welt, Leipzig, 1 923; Die gemzanische Welt, Leip
zig, 1 920. Traducción al inglés: a cargo de J. Sibtree, Lectures on the Phiosophy of Hist01y,
Dover Edition, Nueva York, 1 956; de parte de la introducción, por R.S. Hartrnan, Reason in
Histo1y, Nueva York. 1 953.
Sobre estética: en Siimtliche Werke, vols. XII , XIII y XIV, también Lasson, edición de la parte
introductoria, Die Idee wzd das Ideal, Leipzig, 1 92 1 . Próxima traducción al inglés por T.M.
Knox, O.U.P., 1975.
Sobre filosofía de la religión: en Siimtliche Werke XV y XVI, también editada por G. Lasson y J.
Hoffmesiter en 4 vols.: Begriff der Religion, 1925; Die NatwTeligion, Leipzig, 1 927; Die Reli
gionen der geistigen bzdividualitiit, Leipzig, 1927; Die absolute Religion, Leipzig, 1 929. Tra
ducción al inglés: por E.B. Speirs y J.B. Sanderson, Lectures 011 the Philosophy of Religion,
Nueva York, 1 962, 3 vols.
Sobre la historia de la filosofía: en Siimtliche Werke, vols. XVII , XVlli y XIX, también la edición
de Lasson de la parte introductoria, Geschichte der Philosophie, Leipzig, 1 940. Traducción al
inglés por E.S. Haldane y F.H. Simson, Hegel's Lectures on the History of Philosophy, Londres,
1896, 3 vols.
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STEINKRAUS, W.E. (ed.), New Studies in Hegel's
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HAERING, Th., Hegel: Sein Wollen und sein Werk,
2 vols., Leipzig y Berlín 1969' 1 938 ·
HARR!s, H.S., Hegel's Development, Oxford, 1 972.
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LUKÁCS, Gyi:irgy, Derjunge Hegel, Berlín, 1 954;
traducción al inglés por Rodney Livincrstone
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ROHRMOSER, G., 11zéologie et aliénation dans
la pensée du jeune Hegel, París, 1970.
v) Fenomenología
KOJEVE, Alexandre, lntroduction a la lecture de Hegel, París, 1947; traducción al inglés de Allan
Bloom, Introduction to the Reading of Hegel, Nueva York, 1969.
i) Biografía
ii) Comentarios gmerales
1924.
1955.
HE�EG?ER, M ..• «Hegels Begriff der Erfahrung», en Holzwege, Frankfurt, 1 950; traducción al
mgles: Hegels Concept ofExperience, Nueva York, 1 970.
HYP�OLITE, Jean, Genese et stmcture de la Phénoménologie de !'Esprit de Hegel, París, 1 946.
Lecturas sugeridas adicionales
F'ISCHER. Kuno, Hegels Leben, Werke und Lelu·e, 2 vols., Heidelberg, 191 1 .
HAERING, Th., Hegel: Sein Wollen und sein Werk, 2 vols., Leipzig y Berlín,
HAYM, R., Hegel und seine Zeit, Berlín, 1 844.
ROSENKRANZ, Karl, George Wilhelm Friedrich Hegels Leben, Berlín, 1 844.
WIEDMANN, Fr., Hegel: an illustrated Biography, Nueva York, 1968.
KRONER, R., Van Kant bis Hegel, 2 vols., Tübingen, 192 1 ,
MARCUSE, Herbert, Reason mzd Revolution, Nueva York,
MURE, G.R.G., An Introduction to Hegel, Oxford, 1 940.
-, The Philosophy ofHegel, Londres, 1965.
1 929, 1 938.
vi) Lógica
FLEISCHMANN, Eugene, La science universelle, París, 1 968.
HYPPOLITE, Jean, Logique et existence, París, 1953.
MURE, G.R.G., A Study ofHegel's Logic, Oxford, 1 950.
vii) Historia y política
AVINERI, Shlomo, Hegel's Theory of the Modem State, Cambridge, 1972.
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FLEISCHMANN, Eugene, La philosophie politique de Hegel, París, 1 964.
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Agusiin, San 6, 453
Anaxágoras 367, 448, 449
Anselmo 272, 452
Antígona 150-152, 437
Fichte, J.G. 27, 29, 30, 32, 34-37, 40-42, 59-6 1 , 66,
77, 88, 147, 162-164, 166, 206, 289, 356, 423,
442, 463-465, 480, 501-503
Freud, S. 87, 473, 481, 493, 496
Arendt, H. 473
Fries, J. 365
Aristóteles 6, 13, 2 1 , 7 1 , 72, 74, 76, 94, 146, 241,
Galileo 4-7, 1 3
275, 288, 3 17, 3 1 9, 326, 409, 450, 451, 456,
457, 465, 489
Bacon, F. 4, 7, 8, 453
Barth,
K.
430, 431
Baumgarten, A.C. 408, 4 1 2
Bentham, J . 4 , 9 , 394, 470, 489
Berkeley, G. 95, 459
Berlin, I. 1 2, 489
Bohme, J. 10, 36, 37, 1 8 1 , 453, 454
Bosanquet, B. 469
Bradley, F.H. 160, 469, 470
Burke, F. 367, 470
Calvino, J. 8
Comte, A. 473
Condillac, E. 12, 16, 1 7
Condorcet, M.J.A. 9
Croce, B. 470
Darwin, C. 79, 305, 473, 481
Demócrito 2 1 2, 448
Descartes,
R.
4, 6, 7, 2 1 , 70-72, 234, 272, 346, 454457, 459, 493
Diderot, D. 18
Dilthey, W. 469, 470, 496
Eleatas 293, 448, 449, 452, 456
Empédocles 448, 449
Engels, F. 469
Epicúreos 5, 7, 45 1
Escépticos 7, 88, 1 1 7, 138, 154, 45 1 , 454, 459, 460
Estoicos y estoicismo 104, 122, 130, 1 3 1 , 137-140,
144, 148, 153-156, 162, 177, 333, 343, 344, 451
Feuerbach,
L. 62, 139, 43 1 , 469
Gentile, G . 470
Goethe, J.W. von 5, 12, 14, 18, 24, 30, 35, 36, 38-40,
48, 61, 142, 274, 302, 378, 476
Green, T.H. 469
Grotius 458
Haller,
L. von 367, 368
Hamann, J.G. 24
Heidegger, M. 6, 1 12, 407, 413, 414, 494, 495, 498
Helvétius, C.-A. 4, 9, 470
Heráclito 448
Herder, J.G. 12-14, 16-22, 24, 29, 30, 38, 48, 70-73,
123, 238, 262, 335, 357, 412, 413, 471, 476, 496,
497
Hobbes, T. 4, 12, 16, 3 1 7, 3 1 8
Holbach, P.-H. 4, 9 , 20, 470
Holderlin, F. 30-32, 45, 53, 59, 60, 476, 498, 499,
501
Humboldt,
W. von
335, 472, 496
Hume, D. 4, 9, 26, 27, 1 28, 227, 248, 274, 408 '
459-461
Husserl, E. 493
Hutcheson, F. 408
Jacobi, F.H. 159, 365, 4 1 8, 442, 46 1, 502
Kant, l. 9, 1 1 , 26-30, 32-36, 40, 4 1 , 44-47, 50-54,
57, 58, 60, 63, 66, 67, 77, 82, 83, 86, 95, 97,
101, 138, 146, 147, 162-166, 194-196, 205, 206,
2 1 2, 215, 224, 233-235, 240-242, 255-259, 275,
276, 281, 282, 287, 289, 293, 306, 3 1 8, 320322, 324, 325, 335, 348, 357, 361, 372, 374,
389, 390, 408, 409, 4 1 1 , 412, 429, 442, 449,
45 1 , 456, 461-464, 487, 489-491, 50 1, 502
KJerkegaard, S. 80, 430, 469, 470, 491
509
508
240, 242, 272, 457Leibniz, G.W. 1 1 , 13, 14, 226,
459, 461, 487
Lenin, V.I. 482, 485
Lessing, G.E. 1 1, 3 1 , 44-46, 429, 476
2
Locke, J. 4, 35 , 390, 391, 457, 459, 489
Lucrecio 7
Lukács, G. 47,
62, 486
Lutero, M. 10, 460
Mach, E. 496
Mao Tse-tung 362
smo 43, 62, 64, 70, 76, 1 04, 1 12,
Marx, K y m
369,
134, 135, 139, 186, 233, 356, 357, 363, 368,
470,
469,
446,
401,
399,
396,
387,
381,
380,
372,
473, 477-491 , 498
�
Mendeleyev, D.I. 305
Mendelssohn, M. 44
Merleau-Ponty, M. 407, 470, 494, 495
Mili, J.S. 391, 472, 475
Rosenzweig, F. 149
Sartre, J.P. 80
Schelling, F.W. 5, 24, 27, 30, 35-4 1, 45, 57, 59-62,
22o, 221,
Schiller; F. 23-25, 30, 32-34, 36, 37, 143, 1 84, 408, 501
79,
Schleiermacher; F. 30, 35, 159, 4 1 8, 442
Schopenhauer; A. �9 1, 493
Shaftesbury, A. 12, 20, 24
Smith, A. 376
Sócrates 45, 1 1 6, 153, 326, 333, 343, 370, 437,
447-449, 453
Sófocles 149, 1 5 1
Sorel, G . 475
Spinoza, B. 14, 24, 30, 35, 36, 4 1 , 58, 75, 220, 241-
243, 247, 250, 254, 456-459
Stalin, J.V. 486
Münchausen, Barón 8 8
Steuart, J. 375
Nietzsche, F. 69, 470, 475, 49 1, 492, 498
Novalis, F. 35, 37, 40, 41, 167, 464, 476
Pitágoras 448
Ó
451 , 461
Plat n 6, 95, 1 1 6, 281, 3 1 7, 324, 449, 450,
Plotino 89, 45 1
Polanyi, M. 407, 414, 495
302, 456, 463-465, so1, 502
Schlegel, F. 30, 32, 35, 37, 40, 365, 464, 501
Montesquieu 25, 153, 326, 335, 344, 360
Newton, I . 4 , 249, 458
ÍNDICE ANALÍTICO
i.J.
14, 20, 21, 26, 46, 47, 143, 160, 264,
3 1 8, 320-322, 348, 351, 352, 356, 357, 363, 374,
376, 392, 394, 442, 460, 464, 47 1 , 473, 493
Royce, J. 1 1 2, 469
Rousseau,
Stirner, M. 469
Tillich, P. 431
Tocqueville, A. de 335, 353, 360, 472, 473, 475
Tolstoy, L. 410
Weber; M . 7, 8, 345, 469
Wittgenstein, L. 17, 125, 262, 407, 495, 496
Wolff, C. 1 1 , 408, 4 1 2, 459, 461
Español 1 Inglés 1 Alemán
Absoluto, el 1 Absolute 1 Absolute, das 37, 4 1 , 58,
59, 62, 63, 70, 75, 86, 87, 90, 93, 94, 96, 100102, 1 1 1-1 13, 1 2 1 , 155-157, 159, 168-173, 1 78,
198, 207, 220, 241-243, 246, 247, 261, 271-273,
276, 277, 283, 285, 293, 295, 297, 300, 302,
3 1 6, 329, 334, 341 , 342, 344, 356, 405, 408,
410-416, 41 8-423, 425, 426, 430, 432-437, 440442, 456, 457, 459, 460, 465, 487, 496
Acción, actividad 1 Activity 1
Tiitigkeit 6, 12-14,
16, 1 7, 1 9, 20, 3 1 , 32, 40-42, 59, 62, 63, 65, 68,
80, 81, 1 1 8-120, 125, 130, 140, 144-146, 148,
151, 1 52, 161, 167, 175-177, 2 1 0, 226, 241 ,
247, 254, 265, 269, 276, 278, 279, 281, 286,
288, 289, 294, 304, 308, 3 10, 3 1 8, 320, 322,
327, 330, 331, 342, 345, 347, 360, 363, 364,
369, 373, 394, 407, 4 1 0, 4 1 7, 424, 442, 447,
450, 45 1 , 453, 455, 458, 460, 46 1 , 464, 47 1 ,
472, 489, 490, 492-496, 499
Alienación 1 Alienation 1 Entfremdung 1 3 1 , 148,
1 5 1 -156, 158, 161, 1 70, 1 80, 1 84, 329, 332,
334, 350, 355-359, 387, 392, 397, 400, 401,
428, 438, 448, 453, 456, 479, 480, 483, 485,
487, 489, 490
Amor 1 Lave 1 Liebe 1 9, 25, 33, 46, 50-52, 54-58,
60-63, 70, 156, 1 8 1 , 254, 304, 365, 375, 426,
427, 430, 437, 488
Apariencia, mostrar 1 Appearance 1 Schein 1 1 9,
124, 134, 137, 146, 2 1 9, 2 2 1 , 223, 224, 232,
235-237, 239, 240, 250, 252, 280, 284, 295,
303, 4 1 1 , 417, 429, 447, 462
Arbitrio, capricho 1 Arbitrariness, arbitration 1
Willkiir 1 7, 33, 1 1 7, 1 2 1 , 147, 1 53, 154, 2 1 4,
2 1 5, 246, 252, 254, 260, 2 6 1 , 269, 278, 2 9 1 ,
302, 305, 3 1 7 , 32 1 , 324, 337, 343, 348, 3 6 1 ,
366, 383, 387, 392, 4 1 3 , 443, 449, 463, 465,
474
Arte 1 Art 1 Kunst 8, 12, 16, 1 8, 19, 21, 25, 30, 34,
36, 37, 4 1 , 42, 7 1 , 73, 103, 162, 1 72, 174-178,
291, 302, 316, 337, 406-412, 415-418, 42 1 , 433,
435, 445-447, 477, 482, 495, 496
5 10
Astucia de la razón 1 Cunning ofreason 1 List der
Vemunft 279, 280, 339, 340, 343, 363, 364, 376,
380, 406, 423
Self-consciousness 1
Selbstbewu{Jtsein 15, 1 8, 1 9, 3 1 , 32, 37-4 1 , 67,
Autoconciencia 1
68, 73, 77-79, 8 1 , 94, 95, 102, 1 1 9- 1 2 1 , 127,
129-133, 1 38, 140-148, 150, 153, 154, 1 62,
163, 169, 1 70, 1 7 1 , 1 74-185, 1 8 8, 1 89, 2 1 0,
245, 257, 258, 284, 287, 290, 295, 298, 300,
328, 334, 337, 338, 349, 361, 376, 406, 4 1 8,
419, 42 1, 422, 427, 44 1 , 452-454, 459-465
Autonomía 1 Autonomy 1 Autonomie 28, 38-45,
47, 49, 5 1 , 52, 56-58, 6 � -66, 68, 69, 102, 106,
147, 163, 165, 166, 3 1 5, 3 1 8-320, 322-324, 330,
335, 357, 359, 437, 461-463, 465, 472, 476,
489, 490, 493, 498
Belleza 1 Beauty 1 Schonheit 30, 3 1 , 33, 36, 55, 62,
147, 153, 174, 408, 409, 4 1 1 , 435, 437, 439
Bello, lo 1 Beautifu/,
tlze 1 Schone, das 30
Cancelación, supresión 1 Supression, abrogation 1
Aufhebzmg 58, 133, 144, 162, 230, 273, 287,
294, 307, 308, 416
Castigo 1 Pwzishment 1 Strafe 46, 53, 254, 373, 395,
434
Catolicismo 1
346, 440
Catholicism 1 Katho/izismu.s 10, 40,
Cmainty 1 Gewi{Jheit 7, 1 1 3, 1 1 5, 1 1 8120, 122-127, 129-1 3 1 , 140, 141, 143, 166, 170,
177, 1 80, 1 83, 185, 1 87, 283, 290, 297, 300,
303, 304, 349, 433, 436, 441 , 453, 454, 459
Certeza 1
Ciencia 1 Science 1 Wzssenschaft 4-7, 9, 10, 79, 100,
111,
244,
454,
486,
1 1 2. 122, 140, 141, 184, 1 86, 2 1 6, 227, 237,
273-275, 292, 294, 299, 303, 337, 388, 451,
455, 458, 460, 471, 473, 474, 476, 481-484,
492, 496
Ciudad-Estado griega 1 Greek city-state 1 griechischer
Stadtstaat 130, 146-149, 152, 154, 185, 186, 330,
Coerción 1
Coercían 1 Zwang 35 1, 488
Comedy 1 Komodie 1 5 1 , 174, 1 75
332, 333, 343, 345, 359, 375, 377
Comedia 1
511
Concepto, el 1
Cancept 1 Begriff, der S,
13, 15, 1 6 ,
72, 73, 82, 83,
68,
,
1
6
59,
53,
52,
49,
43,
33,
30,
124-12 8, 1 3 1 ,
86, 95-99, 102, 103, 106, 1 1 9-121.
188, 193-19 8,
133, 136, 137. 156, 1 8 3 , 184, 187,
219, 221-22 3,
201, 205-2 10, 2 1 2, 214, 215, 2 1 8,
249-25 1 . 2537,
243-24
,
241
233,
230,
28,
225-2
291-29 8,
273, 275, 276, 278, 280-284, 286, 288,
327, 328,
301, 303-306, 309, 3 1 1 , 3 1 5 , 319, 323,
360, 361,
336-338, 341 , 342, 345, 349, 354, 355,
1 1 , 41 ,
406-4
390,
386,
1-383,
38
374,
368,
363,
448, 4�4.
4 1 9, 421, 423, 424, 429, 440, 441, 443,
497
455, 457-459, 46 1 , 462, 464, 474, 491,
Cansciausness 1 Bewu/1tsein 6 , 8,
�
Conciencia 1
42, 43, 50,
1 5 , 17, 19, 23, 25, 29-3 1 , 34, 36-39,
, 8 1 . 82, 87,
5 1 , 53-55, 59, 64, 65, 69-75, 77-79
1 7-127 , 129,
89, 97, 99, 104, 107, 1 1 1- 1 1 5, 1
1 5 1 - 1 60, 1 62,
149,
7,
142-14
0,
135-14
1 3 1 -133,
193. 1 94,
1 64 166-17 7. 179-18 6, 1 88, 1 89.
255, 25 .
206 2 10, 233, 235, 245, 248, 254,
1 0, 3 1 �.
262, 284, 285, 287, 290, 297, 298, 3
, 353,
320, 324, 328, 334, 341-34 3, 346, 347
407-4 1 5 ,
366 , 375 , 383, 384, 3 86 , 39 1 , 405,
1 , 4464 1 7-422, 424, 425, 433, 435-437, 44
494-498
482,
480,
478,
,
3
461-46
457,
,
449
�
:
infeliz 1
Conciencia desgraciada, conciencia
Unhappy cansciausness 1 tmglückliche
Bewu/1tsein 50, 5 1 , 122, 139, 140, 144,
_
b4,
434, 480
155, 166, 169, 177, 178, 1 8 1 . 344,
to 1 Knawledge 1 Erkenntnis 4, 7, 9,
Conocimien
90, 94, 97,
19, 20, 26, 32, 38, 67, 73, 79, 8 1 , 89,
1 15, 1 1 8100, 1 0 1 , 103, 1 07, 1 1 1 , 1 12, 1 14.
145,
120, 122-12 7, 129, 137, 140, 141, 144.
201,
198,
194,
,
89
1
,
8
8
1
1-185,
8
1
168,
167,
284,
203, 221, 222, 237, 240, 255-257, 269,
302,
285, 287-29 1 , 293, 296, 297, 299, 300,
406,
303, 3 1 6, 336-338, 349, 356, 382, 405,
436,
408 , 4 1 9, 420, 423, 425-428, 430, 433,
474, 483
440-443, 450, 454, 457, 4 6 1 . 462,
82,
ia 1 Cantingency 1 Kontingenz 9, 81,
Contingenc
9, 237, 240,
88, 105, 1 13, 141, 150, 1 84, 226-22
261, 263,
243-24 5, 247, 250, 2 5 1 , 253, 254, 260,
282, 289, 297,
266, 272, 273, 275, 277, 279, 280,
301, 304, 305, 366, 436
Contradicción 1
Cantradictian 1 Wulerspmch
28,
7, 1 1 248, 69, 74, 75, 84, 9 1 -95, 100, 105-10
142138,
133,
130,
129,
127,
124,
120, 123,
6, 1 85,
146, 152, 157, 159, 1 6 1 , 162, 164-16
1 3 , 2 1 5 , 2 1 9,
195-19 8, 20 1 , 203-206, 208, 209, 2
242, 243, 247,
238,
5,
232-23
229,
7.
224-22
220,
280, 2 8 1 ,
257, 258, 264, 268, 2 7 1 , 274, 276,
99, 304, 306,
283, 286. 288-290, 293-295, 297-2
420, 447,
3 1 8, 320, 3 2 1 , 333, 338, 362, 363,
Cosa-en-sí 1
Thing-in-itself 1 Ding-an-sich
449, 483, 485
27, 32,
234, 236.
34, 67, 77, 97, 1 0 1 , 1 95, 224, 233,
255, 462, 463
sm 1
cristiandad, crlstianío
Christianity 1
8, 44, 45, 48-5 1 , 55-58, 88, 139,
344, 346, 383,
163. 170, 178- 1 8 1 , 264, 272, 342,
Clzristentum
512
1 , 432, 434, 438,
406, 4 1 6, 423, 426, 428, 429, 43
440, 443, 445, 452, 453, 491
176
Culpa 1 Guilt 1 Sclzuld 1 5 1 ,
.
, foxmación 1 Culture 1 Btldung 3,
cultivo, cultura
82, 103, 104,
12, 17, 29, 3 1 , 5 1 , 68. 74, 75, 79,
, 172. 186, 303,
1
6
1
156,
154,
148,
147,
4,
142-14
, 380, 384, 393,
310, 3 1 6, 329, 337, 346, 354 , 376
495
395, 424, 45 1 , 460, 475, 480,
52, 63, 147, 160,
Deber, el 1 Duty 1 Pflicht 27, 28, 49,
328, 332,
164-16 6, 206, 215, 289, 321, 324, 327,
365, 372-374, 389, 425, 449, 451, 462
206, 325,
ser 1 Ouglzt ro 1 Sallen 32, 52, 147,
Deber
52-54, 58, 70, 96,
Derecho 1 Riglzt 1 Recl!l 24, 35,
374
176, 177. 270,
99, 105, 1 2 1 , 146, 149, 154, 174,
353, 365-3 68,
3 2 1 , 324, 325, 328, 344 , 350,
95, 4 1 6, 421.
372-3 76, 378, 3 8 1 , 386-39 1 , 393-3
53, 54, 56, 59 64, 68,
:
Destino 1 Destiny 1 Schicksal 10,
422, 453, 459, 460
142, 1�2. 166,
69, 92, 101, 103-105, 1 14, 130, 139,
332, 380,
173, 176, 215, 246, 275, 279, 302, 326,
486, 489
478,
8,
435-43
433,
416,
398,
383, 395,
ctic 1 Dialektik 69, 84-86, 90, 93,
Dialéctica 1 Diale
1 3 1-133 , 138,
97. 103. 1 1 3-122 , 126, 127, 129,
56, 16 .
154-1
149,
148,
145,
144.
141, 142,
9. 193, 19>1 98,
1 6 1 , 170, 175, 176, 182, 1 85-18
1 8, 221, 224-226,
200, 201. 205, 209-2 1 1 , 2 1 7, 2
241 , 243,
228, 230, 2 3 1 , 233, 236-238, 240,
2 7 1 , 273-27�.
246, 247, 2 5 1 , 255, 257, 265-268,
298,
5,
293-29
290,
279, 283, 286, 287, 289,
347, 354,
299 , 302, 303, 307, 308, 338. 341 ,
484
379, 4 1 6, 430, 44 1 , 448-450, 462, 470,
�
amo-esclavo 1
Dialéctica amo-esclavo, relación
und
Master-slave relatian 1 Bezielzung van Herr
136, 137, 139,
130,
120,
14,
1
104,
die
zt,
Knecl
162, 1 85, 1 86, 287
32,
God 1 Gott 5, 6 , 8, 10, 1 L 22-24, 27. 28,
62, 69, 76, 8659,
58,
55,
1-53,
5
,
45-49
38-42
156, 158,
88, 9 . 95, 99, 1 0 1 - 1 04, 107, 139,
5, 177-18 2,
159, 163, 164, 166, 1 68-170 , 172-17
262-264,
198, 199, 225, 24 1 , 242, 246, 259,
304, 3 1 6,
269, 272, 277, 280, 2 8 1 . 292, 300,
34 . 347,
3 19, 323, 332, 333, 336, 341, 342,
4b-4 2L
366, 368, 393, 405, 407, 410, 41 L
453, 455-463,
423-436, 438-443, 447, 450. 452.
470, 478, 481. 491
Dios 1
4
�
División, escisión 1 Rift,
diremptian 1 Entzweiung lO,
60, 6 1 , 66,
20, 29, 3 1 . 32, 42, 50, 53-55, 57, 58,
164-166,
139,
138,
.
1
2
1
105,
102,
89,
78,
74, 75,
266, 269, 274,
168, 221, 225, 247, 260, 261, 265,
344, 392, 400,
283.. 284, 288, 290, 293, 295, 304.
487
401, 418, 420, 426, 427, 477, 479, 485,
atismus 451
Dogmatismo 1 Dagmatism 1 Dagm
Edad Media 1 Múldle Age 1 Mittelalter
1 1 , 44, 135, 318,
Educación 1 Educatian 1 Erziehung
3 1 9, 364, 452
70, 7 1 . 123,
Empirismo 1 Empiricism 1 Empirismus
375, 429
317, 453, 454, 457, 459
En
casa
1 At hame 1 bei sich 4, 6 1 , 1 1 9, 130, 1 3 1 ,
133, 1 3 8 , 140, 1 54, 159, 172, 221. 342, 366, 371,
En sí 1 In
itself 1 an sich
406, 415, 434, 435, 437, 45 1 , 473, 493, 498
7, 8, 26-28, 34, 37, 38, 52,
67, 69, 74, 78, 84, 85, 90-93, 97, 1 00, 103, 1 12,
1 1 7, 1 1 8, 124, 126, 127, 132, 141, 143, 1 5 1 , 152,
207, 2 1 1 , 2 2 1 , 224, 225, 229, 232' 233 250'
'
252, 254, 256, 257, 260-262, 269. 212. 279.
280, 287, 288, 290, 292, 296, 297, 299, 302,
304, 3 10, 3 1 1 , 3 1 5-317, 3 1 9, 322, 326, 327,
329-3 3 1 , 334, 336-341 , 343, 344, 346, 348, 349,
356, 364, 365, 367-369, 372, 382, 393, 396,
158, 159, 164, 173, 176, 179, 182, 1 84, 186, 188,
397, 405-413, 415-419, 421, 422, 424-430, 432-
189, 203, 207, 208, 2 1 0, 212, 2 15, 224, 226, 229,
435, 440, 441, 443, 445-447, 452, 453, 455,
232, 235, 238, 242, 245, 25 1 , 252, 254, 261, 269,
456, 459, 460, 464, 465, 470, 47 1 , 475-477,
479-481, 485. 491, 497-499
270, 272, 274, 278, 282, 283, 287, 291, 293, 294,
301, 304, 306-3 1 1 , 3 1 9, 32 1 , 328, 335, 347, 348,
350, 356, 359, 366, 378, 382, 390, 4 1 1 , 414, 417,
426, 434, 436, 437, 439-442, 455, 457-460, 487,
Encarnación 1 Incamatian 1 Inkarnatian 7, 1 5,
488, 493, 497
24, 40, 50, 70, 72, 74-8 1 , 84, 86, 87, 9 1 , 93-95,
Espíritu del pueblo 1 Spirit(s)
afpeaple(s) 1
Valksgeist(er) 145, 149, 162, 25 1 , 253, 327, 334
Estado 1 State 1 Staat 10, 1 1 , 2 1 , 25, 48, 56, 63, 96,
99, 103-105, 120, 135, 146, 147, 149, 150, 153-
155, 1 60-162, 173, 177, 185, 207, 269, 270, 275,
316, 3 1 7, 320, 321, 323-328, 331, 333-337, 341-
98, 100, 102, 104-106, 1 13, 1 14, 1 1 9, 126, 130-
346, 349, 350, 352-355, 359, 360, 362-372, 375-
132, 136, 138, 139, 1 4 1 , 1 5 1 , 156, 165, 1 67,
398, 400, 405, 406, 409, 42 1-426, 428, 438-440,
1 69, 1 73-175, 177-182, 3 16-3 1 8, 326, 327, 335,
341 , 342 , 354, 362, 363, 370, 372, 374, 377,
382, 409, 4 1 1 , 4 1 3, 415, 4 1 7, 427-429, 43 1 ,
Entendimiento 1
Understanding 1 Verstand
434, 438, 439, 452, 456, 464, 477-480, 485, 495
Eticidad 1 Ethics 1 Sittlichkeit 280, 445
446, 464, 469, 474, 476, 481
Ético 1 Ethical 1 sittlich 146, 1 5 1-153, 166, 172, 328,
331, 337, 348, 365, 370, 372, 376, 377, 384, 390,
107, 138, 165, 1 94, 196, 221, 223, 224, 23 1 , 242,
Esístencia, existente, ser ahí, ser determinado 1
250, 261, 263, 264, 276, 277, 283, 348, 362, 408,
146, 147, 1 67, 196, 197, 200-205, 207-209, 2 1 1 ,
38, 4 1 ,
42, 44, 48, 57, 60, 6 1 , 67, 70, 75, 92, 1 00-102,
421, 422, 429, 438, 441, 442, 448, 449, 45 1 , 457,
Época moderna 1
459, 461
Madem Age 1 Neuzeit
394, 423, 424, 432, 443, 449
Existence, existent 1 Dasein
87, 96, 1 13, 1 14,
2 1 9, 220, 222, 223, 226, 229-232, 235, 236, 239,
240, 241, 245, 252, 254, 256, 260-262, 266, 268,
Esencia, la 1 Essence 1 Wessen, das 13, 15-17, 35,
416, 453
40, 4 1 . 77, 79, 8 1 , 104, 128, 1 3 1 , 137, 142, 146,
154, 155, 164, 168, 171, 172, 177, 1 82, 183, 199,
202, 2 1 1 , 2 1 7, 2 1 9-225, 231, 235-237, 239-241 ,
272, 286, 293, 294, 296, 297-299, 304-307, 362,
Experiencia 1 Experience 1 Erfahmng 3, 5, 1 7, 20,
373, 390, 394, 427, 428; 452, 457, 480
26, 27, 30, 32, 33, 4 1 , 44, 46, 56, 59, 6 1 , 65, 67,
77, 82, 83, 1 1 9, 123, 126, 127, 134, 137, 138,
246, 247, 250, 25 1 , 253, 255-257, 259, 264, 265,
152, 1 6 1 , 166, 172, 173, 1 94, 204, 234, 241, 246,
270, 2 7 1 , 273, 276, 279-284, 290, 291, 293, 295-
255, 280, 303, 329, 332, 369, 385, 386, 389, 395,
297, 299, 305, 307, 308, 326-328, 331, 334, 335,
337, 349, 361, 362, 4 1 9, 420, 422, 427, 429, 430,
Específico, lo; particular, lo 1
Particular, sunder 1
43 1 , 450, 455, 457, 462, 470, 479, 480
Besmulere, das
1 3 , 14, 27, 47, 52, 56, 78, 95,
98, 99, 102, 105, 124-127, 132, 133, 135-139,
142-144, 149, 151, 152, 156, 157, 160-162,
165-168, 1 7 1 , 1 73, 1 76-178, 180, 1 82, 1 84, 1 95,
196, 206, 208, 2 1 0, 2 1 1 , 2 1 3, 2 1 8, 223, 227232, 234, 236, 238, 241 . 242, 245, 249-252,
256-270, 272, 276-280, 282, 283, 285-287, 292,
293, 298, 303, 305, 307, 308, 3 1 6, 3 1 9, 32 1 323, 327-329, 337-339, 344, 345, 3 5 1 , 354, 355,
357, 373, 377, 381-383, 386, 388, 390, 394,
395, 405, 407-410, 4 1 6, 420, 425, 426, 428,
429, 43 1 , 433, 435-438, 446, 450-452, 456, 462,
Especulación 1
Speculatian 1 Spekulatian
463, 477, 496
Espíritu 1
Spirit 1 Geist
Exterioridad mutua 1
400, 408, 455, 459, 461 , 477, 482, 496, 497
Mutual exteriarity 1
Auseinandersein 249, 295, 3 1 1
Extrañamiento 1 Estrangement 1 Entfremdung
181
Familia 1
Family 1 Familie
Fantasía 1
Fantasy 1 Phantasie
67,
5 4 , 5 5 , 1 50, 153, 1 76,
323, 3 4 1 , 372, 375-377, 3 8 1 , 390, 396, 439,
440, 450, 501
Felicidad 1 Happiness 1
4 1 , 42, 48, 5 1 , 416,
4 1 7, 423, 425
Glück, Glückseligkeit
10,
26, 27, 141, 163, 164, 3 1 7, 3 1 8 , 321, 327, 355,
Fenómeno 1 Plzenamenan 1 Erscheimmg 4, 26, 27,
367, 478, 479, 493
34, 35, 67, 73, 77. 101, 122, 123, 127, 148, 1 54,
155. 170, 194, 195, 214, 223, 229, 233, 236, 237,
19, 274,
428, 450, 484
10, 1 1 , 2 1 , 23, 33, 36-43,
45-47, 50-58, 60, 62-65, 68-70, 72, 73, 75-8 1 ,
83-90, 92-94, 98, 1 0 1 - 1 03, 106, 107, 1 1 1- 1 14,
1 1 7, 1 1 9-122, 130, 132, 138-1 4 1 , 145-154, 1 5 7159, 162, 167-185, 187-1 89, 194, 195, 1 98, 1 99,
255, 278, 279, 297, 304, 309, 3 1 5, 362, 400, 431,
Figura de la conciencia, foxma de la conciencia 1
433
Fanns afcansciausness 1 Bewu{Jtseingestalt,
Bewu{Jtseinfannen 17, 73, 107, 1 1 1 , 1 12, 1 1 9,
120, 123, 144, 145, 157, 1 6 1 , 162, 1 70, 171, 183,
413, 418, 424, 498
513
Finito, lo 1 Finite 1 Endliche, das 42, 92-94, 99, 100,
204, 205, 207-2 10, 220, 251, 272, 287 , 288, 296,
Finitud 1 Finitude 1 Endlichkeit 43, 85, 89, 99, 1 0 1 ,
297, 299, 341 , 348, 390, 420, 446, 447, 460, 464
168, 175, 204-207, 209, 210, 217, 229, 278, 280,
282, 283, 285, 290, 299, 407, 427, 428, 456, 458
Hinduismo 1
Historia 1 Historv 1 Geschichte 4, 5, 27, 30, 3 1 , 36,
Hinduism 1 Hinduismus
432
37, 39, 49, 53 , 55, 59, 60, 6 1 , 64-66, 74, 75, 79,
8 1 , 89, 9 1 , 96, 103-106, 1 1 1 , 1 15, 1 1 6, 120-122,
133, 136-138, 145, 148, 149, 153, 154, 156, 160,
162, 169, 170, 173, 174, 176, 178-180, 184-188,
!99, 228, 245, 280, 292, 299, 302, 305, 309, 3 1 1 ,
3 1 5-317, 326, 332-342, 344, 348, 352, 356, 360,
363-370, 373, 375, 390, 391, 394, 396-398, 400,
401 , 405, 406, 410, 415, 416, 419, 42 1, 423, 425429, 43 1 , 432, 435, 439, 441, 445, 447, 448, 452,
464, 465, 470, 475-480, 483, 485, 486, 488, 493,
495, 498, 499, 503
Hombres de la ilustración, hombres del
Iluminismo, ilustrados 1 Mar1 (nzen) of
Enliglztemnent 1 Aufkliirer
1 1 , 1 7 , 20, 26, 48,
147, 347, 392, 442
Idea, la 1 Idea 1 Idee,
die
4, 5, 13-15, 17, 1 8, 20, 22,
24, 26, 29, 35, 38-40, 42, 43, 50, 5 1 , 54, 59, 62,
66, 67, 71, 73, 78, 82, 86-89, 92, 95-98, 100,
103-107, 1 15, 1 1 6, 120, 122, 123, 125-127, 129,
1 3 1-136, 138, 142-144, 146, 152, 158-160, 1 64166, 1 7 1 , 173-175, 1 8 1 , 1 84, 185, 1 87, 194,
Individualidad
1 Individuality 1 Einzelheit
68, 120,
136, 144, !50, 154, 167, 175, 308-3 10, 335,
343, 358, 359, 375, 377, 378, 380, 38 1, 383,
389, 390, 394, 4 1 6, 425, 434, 435, 458, 464
1 World-historical
individual 1 Weltlzistorischen Individuen,
die 340, 343
Infinito, lo .' Infinite 1 Unendliclz, das 60, 99, 100,
Individuo histórico-mundial
1 75, 204, 206-208, 285, 293, 348, 420, 427,
Infinitud 1 Infinity 1
428, 464, 465
Unendlichkeit 280, 407, 456, 457
Inmediatez 1 Immediacy 1 Unmittelbarkeit 9 1 , 125,
195, 221, 230, 252, 254, 274, 287, 292, 383, 429,
Intuición 1 lntuition 1 Anschawmg 27, 30, 32, 36,
446, 454
41-43, 6 1 , 65, 77, 78, ! 0 1 , 102, 137, 138, 140,
Metafísica 1 Metaphysics
Moral, moralidad 1
1 Metaphysik
5, 27, 206,
Morality 1 Moralitiit
287, 454, 459, 461, 470, 498
23, 26-28,
3 1 , 32, 34, 46, 48, 49, 5 1 -53, 57, 62, 7 1 , 122,
143, 146, 147, 157, 162-166, 168, 206, 2 1 5 ,
280, 289, 3 2 1 , 324-326, 372-375, 3 8 9 , 429, 433,
Nación 1
Nation 1 Nation
Nada, la 1 Nothing,
50, 54, 344, 3 5 3 , 362,
389-3 9 1 , 394, 452, 482
the 1 Nichts, das
1 1 7, 156, 200,
Naturaleza 1 Nature 1 Natur 3-5, 7, 9-12, 15, 18, 20201, 208, 209, 2 1 3, 293, 298, 304, 306
43, 45, 48, 50-53, 55, 56, 59-63, 66-70, 72-82,
86-90, 93, 95, 98-104, 106, 107, 1 1 1 , 1 1 3, 1 1 5,
1 1 7, 120, 125, 126, 128, 1 3 1 , 132, 137-142, 144,
146, 147, 149, 150, 153, 156, 158, 163-168, 170-
122, 139, 170,
178, 415, 433, 434
Lenguaje 1 úmguage 1 Sprache 16-19, 2 1 , 24, 45,
288, 292, 293, 297, 299-306, 308, 3 10, 3 1 1 , 3 1 73 1 9, 3 2 1 , 323, 325, 330, 331, 338, 340-342, 347,
350, 3 5 1 , 356, 363, 369, 372, 374, 375, 377, 384,
388, 390, 396, 399-401 , 405, 4 1 1 , 412 , 4 1 5 , 416,
60-62, 66, 7 1 , 73, 76, 93, 94, 96, 97, 1 1 3, 1 2 1 ,
419, 425, 427, 428, 432, 433, 435, 436, 438, 441,
1 2 6 , 156, 1 8 1 , 202, 206, 2 1 0, 2 1 3 , 219, 257,
442, 448, 453, 455, 458, 460, 461, 463-465, 470-
262, 269, 272, 328-330, 333, 360, 398, 400,
Ley 1 Law 1 Gesetz 1 1 , 27-29, 36, 40, 4 1 , 45, 46, 48,
40 1, 407, 41 1-414, 4 1 7, 427, 454, 477, 494-496
Necesidad 1 Necessity 1 Notwendigkeit 3, 9, 14, 27,
474, 476-495, 498, 499
345. 348, 353, 354, 357-36 1 , 364, 368, 370,
366, 372, 375, 380, 382, 384, 387, 3 9 1 , 392,
303-306, 309, 3 1 1 , 3 1 5, 3 1 6, 3 1 9, 327, 33 1 , 334,
372, 378, 3 8 1 , 383, 384, 386, 387, 392, 397,
395, 421, 423, 433, 435, 442, 443, 449, 462,
335, 337-339, 349, 355, 360, 366, 369, 374-379,
Libertad 1
Freedom 1 Freiheit
381-383, 385, 386, 388, 390, 396, 399, 400, 405,
463, 480. 4 8 1 , 483-486, 489, 502
8, 9, 1 9-22, 25-36,
40, 4 1 , 44, 45, 47, 56-6 1 , 63, 66-69, 74, 77-8 1 ,
84, 98, 102-104, 1 1 3, 133, 137, 1 3 8 , 144, 154,
160, 163, 185, 1 87, 196, 233, 24 1, 245, 246,
254, 256, 269, 283, 287, 301, 302, 304, 3 1 1 ,
3 1 9, 32 1-328, 331, 337, 340, 342. 344-346, 349,
351, 356-36 1 , 363, 370, 375, 378, 3 8 1 , 384,
157. 158, 178, 1 8 1 , 1 82, 333, 344, 346, 376, 3 8 1 ,
386, 390-393, 395-399, 40 1 , 4 1 1 , 4 1 5 , 4 1 9, 420,
382, 394, 406, 4 1 8, 423-426, 428, 439-44 1 , 452,
425, 430, 435-437, 448, 454, 461, 463, 464,
Libertad absoluta, libertad radical 1 Absolute
471, 472, 476, 477, 479-493, 497-499
fi·eedom 1 absolute Freiheit
26, 28, 29, 3 1 , 34,
154-159, 174, 177, 324, 328, 346-350, 353, 362,
37, 38, 40, 58, 7 1 , 80, 160-162, 322, 349-352,
368, 388, 395, 414, 419, 421, 429, 440-442, 444,
354-360, 362, 363, 396, 397, 430, 452, 480-482,
1 Roman Empire 1 romische
He1rschaft
1 Individual 1
154, 333, 344, 438, 444
Individual, lo; individuo particular
Einzelne, das
60, 98, 133, 135, 139, 140, 144-
146, 150, 159, 1 6 1 , 163, 173, 177, 266, 269,
270, 282, 322, 325,.328, 353, 376, 438, 458
514
390
38, 40, 42, 48, 53, 55, 73, 80, 8 1 , 95, 102, 104,
136, 137, 149, 152, 153, 155, 160-163, 1 7 1 , 172,
174, 189, 2 ! 5 , 246, 260, 261 , 28 1 , 302, 305, 3 1 7,
326, 327, 329, 333, 336, 339, 344, 345, 352, 355,
360, 363, 368, 374, 380, 382-385, 388-39 1 , 393,
395, 396, 406, 416, 427, 435-440, 442, 448, 453,
258, 260-263, 267-286, 288, 289, 291-299, 301,
Imperio romano
Poder 1 Power 1 Macht 7, 8, 10, 14, 1 8, 25, 3 1 , 37,
454, 465, 475, 476, 478; 479, 482, 485, 486, 49 1 ,
331, 333, 342, 343, 345-347, 350-352, 360, 365,
459-462, 470-473, 478, 479, 48 1-483, 497, 498
383, 386-388, 390, 394, 428, 436
80-90, 93-99, 1 0 1 , 102, 105-107, 1 1 1 , 1 1 3, 1 14,
3 1 7, 3 1 9, 321-328, 33 1 , 333-335, 337-340, 344,
3, 7, 9-12, 18-21, 25-27, 44-46, 48, 57,
60, 122, 124, 143, 152, 154, 1 79, 2 1 1 , 275, 327,
29, 3 1 , 33, 36, 37, 48, 5 1 , 55, 56, 67-69, 75, 77,
1 80-182, 184, 187, 193-195, 198, 199, 20 1 , 204,
Aufkliinmg
Medieval thouglzt 1
mittelalterlichen Denken 4, 6, 452
Persona í Person 1 Person 14, 15, 1 7, 20, 29, 45,
49, 5 1 -54, 56, 62, 63, 104, 1 2 1 , 127, 128, 137,
205, 208, 209, 217-237, 239-248, 250-254, 256-
iluminismo, ilustración 1 Enlightemnent 1
Pensamiento medieval 1
Personalidad 1 Personality 1 Personlichkeit 105, 256,
1 Judaism 1 Judelltum
279, 295, 309, 3 1 8, 320, 3 2 1 , 323, 324, 327,
501
297, 302, 305, 323, 341, 3 6 ! , 370, 378, 425, 438,
480
260-264, 267, 269, 274, 275, 278, 280, 283, 286-
462-465, 473, 481, 488, 494, 496, 498, 499
Judaísmo
228, 236, 237, 239, 246, 249, 25 1 , 252, 254,
1 Absolute idealism 1 absolute
Idealismus 95, 96, 233, 258, 469
Iglesia 1 Church 1 Kirche 10, 1 1 , 45, 54-56, 82, 139,
1 5 1 . 155, 162, 167, 168, 1 7 1 , 175, 176, 179, 182,
195, 234, 240, 242, 246, 256, 257, 261-265, 269,
344, 348, 350, 353, 373, 375, 376, 380, 382,
246, 255, 257, 258, 260, 262-267, 269, 272,
Idealismo absoluto
Particularity 1
102, 123-125, 135, 144, 145, 150,
235, 240-244, 248, 249, 251, 252, 254, 256, 258,
275, 277, 278, 280-292, 294-299, 301-304, 3 10,
3 1 , 32, 35, 40,
Besonderheit
172, 176, 179, 1 81 - 1 89, 1 94, 196, 198, 199, 205-
150, 152, 155, 159-164, 167, 168, 173, 175-178,
Idealism 1 Idealismus
172, 239, 3 1 6, 363, 377, 421
Particularidad, particularización 1
207, 2 1 0, 212, 2 1 6, 217, 222, 224, 225, 228, 23 1 ,
1 1 8, 1 2 1 , 124, 126-128, 1 3 1 , 135, 137, 141-144,
4 1 , 6 1 , 73, 77, 95, 208, 233, 450, 453, 476, 491
Para sí ! For iiself! fiir sich 79, 97, 1 1 8, 133, 147,
379, 400, 401 , 407, 408, 413, 414, 445, 447-451,
141, 143, 144, 146, 147, 149-153, 157, 162,
Idealismo 1
142, 223, 254, 302, 304, 334
149, 159, 166, 177-179, 184, 204, 209, 236, 255-
166, 168, 174, 176, 1 86, 194, 206, 216, 227,
459-464, 469, 474, 476-479, 488-493, 497, 498
Otro ser, ser otro 1 Being other 1 Anderssein 95, 133,
257, 259, 275, 287, 300, 302, 304, 342, 349, 378,
195, 197-199, 208-2 10, 212, 2 1 5, 2 1 6, 220, 223,
405, 406, 408, 409, 4 1 1 , 412, 414-424, 427,
432, 440-442, 444, 448, 45 1 , 453-456, 458, 475477, 480, 490, 49!, 498
437, 443, 449, 45 1 , 460, 462, 463, 491
226, 228, 231, 232, 235, 237-240, 242, 244,
430, 434, 435, 439, 44 1, 448-454, 456, 457,
283, 288-290, 292, 299, 309, 325, 328, 331, 335,
339, 346, 3 6 1 , 368, 369, 386, 387, 399, 422, 424,
487-489, 49 1 , 493, 497, 498
Materialismo
Mediación 1
1 Materialism 1 Materialismus
Mediation 1 Vemzitthmg
4, 10,
1 1 , 29, 136, 137, 2 1 3 , 455, 460, 471, 485
67, 90, 9 1 ,
407, 408, 4 1 1 , 412, 414-4 18, 424-428, 430, 43 1 ,
434-44 1 , 453, 456-461, 463, 464, 470, 476, 479,
1 Negativity 1 Negativitiit
480, 484-487, 496-498
Negatividad
Objektivienmg
Objetividad 1
Objectification 1
9, 12, 15, 26, 50, 5 1 , 47 1 , 477,
479, 480, 482, 483 , 485, 49 1 , 492, 498
Objectivity 1 Objektivitiit
9, 25, 29, 60,
61, 77, 167, 255, 256, 259, 264, 271, 273, 274,
278, 281, 282, 285, 287, 294, 305, 440, 457, 462,
Obra de arte 1
465
Work of art 1 Kwzstwerk
Oposición 1 Opposition 1
16, 2 1 , 40,
94, 408-4 13, 463, 464
Gegensatz
492, 494, 496, 498
3 1 6 , 32 1 , 323-325, 340, 342-344, 347, 355, 358,
360, 365, 369, 377, 383-385, 387, 388, 393,
Positividad 1 Posirivity 1 Positivitiit 49, 5 1 , 52, 55,
425 , 435, 45 1 , 455, 4 7 1 , 488, 491
Presentación 1 Preselltation 1 Darstellwzg 106, 1 1 1 ,
443
Progreso 1 Progress 1 Fo11schritt 7, 35, 63, 164, 207,
199, 262, 337, 408, 4 1 0-412, 415, 427
213, 2 1 5-219, 249, 2 5 1 , 289, 291, 295, 316, 367,
95, 96, 1 3 1 ,
1 84, 306, 362, 390, 458
Objetificación, objetivación 1
Política 1 Politics 1 Politik 6, 25, 47, 1 6 1 , 292, 3 1 5 ,
6, 10, 14, 26,
29, 31-33, 36, 44-46, 49, 50, 57, 58, 60, 6 1 , 64,
66-70, 72-75, 78, 84, 89-92, 95, 97, 1 0 1 , 103,
1 04, 106, 130, 1 3 1 , 133, 140, 145, 161, 164, 168,
Propiedad 1 Property 1 Eigentum 9, 15, 19, 33, 42,
395, 396, 447, 459, 462, 464, 465, 474
55-57, 74, 82, 87, 92, 98, 1 1 5-117, 123, 124,
127, 146, 154, 157, 1 6 1 , 185, 187, 1 97, 200-205,
214, 2 1 6-219, 222, 224, 229, 232-235, 238, 242,
246, 248, 250, 253, 259, 263, 265, 267, 269, 271,
275, 298, 305-309, 32 1 , 324, 344, 350, 351, 372,
373, 375, 387, 390, 391, 394, 395, 407, 4 1 1 , 417,
Protestantismo 1 Pmtestantisnz 1 Protestantismus 8 ,
447, 450, 455, 463, 476, 479, 494
Prusia 1
Prussia 1 Preu{Jen
421, 429, 43 1 , 440
Pueblo 1 People 1
65, 335, 369, 393, 394,
397, 398, 469
Volk
13, 47, 49, 5 1 , 53, 54, 7 1 ,
144-146, 152, 153, 159-162, 164, 172, 173, 175,
249, 251, 252, 326, 327, 334, 337, 338, 340, 34 1 ,
124, 1 6 1 , 22 1, 222, 230, 237, 247, 263, 273,
177, 180, 183, 184, 194, 206, 207, 213, 225, 2 3 1 ,
344, 345, 350, 361, 362, 364, 388-392, 394, 395,
274, 294, 332, 382, 387, 454
232, 235-238, 251, 257, 26!, 270, 277, 279, 2 8 1 ,
405, 421, 433, 435, 439, 446, 476, 482
515
Razón 1 Reason
1 Vernunft
6, 8-12, 18, 19, 2 1 , 25,
27-3 1 , 33-35, 38, 40-49, 51-54, 58, 59, 6 1 -64, 6668, 72, 74, 75, 77, 79, 80, 90, 9 1 , 95, 96, 100-
389, 407-420, 425, 429, 434, 435, 442, 449, 458,
459, 462, 47 1 , 485, 488
Revolución
1 Revolution 1 Revolution
3-8, 12, 13,
106, 1 1 2, 1 14, 120, 1 2 1 , 123, 124, 134, 137, 139-
16, 26, 29, 44, 47, 65, 104, 3 1 7, 323, 349, 355,
142, 144-149, 157-160, 162, 163, 165, 166, 169,
356, 36 1-363, 367-370, 385, 394, 395, 397, 398,
174, 176, 178, 1 8 1 , 185, 187, 188, 194, 195, 203,
409, 471, 483, 484, 486, 488
2 13-2 1 6, 2 1 8 , 226, 227, 229-23 1 , 233, 241 , 243,
245, 246, 249, 2 5 1 , 252, 255, 258, 259, 271, 274,
1 French Revolution 1
Franzosische Revolution 3, 29, 47, 63, 143,
276, 277, 280-283 , 290, 296, 297, 304, 305, 3 1 1 ,
1 54, 1 56, 1 5 9 , 1 60 , 3 1 5 , 322, 349, 360, 362,
3 1 6-320, 322, 323, 325, 326, 333, 336, 337, 339,
340, 343, 344-350, 353, 354, 359, 362-376, 378,
379, 382, 384, 385, 389-393, 395, 396, 399, 405,
Revolución Francesa
363, 365, 367-369, 442, 460
Romanticismo
1 Ronzanticism 1 Ronzantik
35, 37,
48, 162, 302, 366, 464, 472-474, 4 8 1 , 496
412, 413, 417, 423, 426, 429, 43 1 , 434, 436, 439-
Saber 1
5, 9, 12-
To know 1 Wzssen 194
Secularización 1 Secularization 1 Siíkularisienmg 423
Sensibilidad 1 Sensibility 1 Sinnliclzkeit 23, 29, 3 1 ,
16, 19, 2 1 , 27, 30, 32, 33, 35, 37-39, 43, 48, 52,
33, 46-49, 52, 164, 206, 306, 3 1 0, 423 , 435, 471
442, 444, 448-45 1 , 453, 454, 459, 46 1-464, 475,
476, 478, 487, 49 1 , 496
Realidad 1 Reality 1 Realiriít,
Wirklichkeit
55, 56, 59, 64, 67, 69, 70, 75, 77, 79, 84-86, 88,
Ser, el / Being,
tlze i Sein, das
6, 8-1 1 , 13, 15-17, 19,
280, 281, 284, 285, 287-290, 292, 294-299, 303,
3 1 7-319, 322, 324, 328, 334, 337, 339, 341-345,
347, 355, 362, 368, 369, 371, 374-376, 379, 382,
393, 416, 420, 42 1 , 426-428, 432-434, 436, 440,
442, 443, 449, 45 1 , 453, 456, 458, 459, 462, 464,
75, 90, 95, 133, 145, 146, 148, 152-155, 1 7 1 , 173,
1 7 1 , 172, 176-178, 180, 1 8 1 , 189, 194, 197, 200205, 207-2 14, 216-224, 226, 228, 230-235, 240,
3 3 1 , 333, 336, 338, 34 1 , 342, 344-349, 360, 366-
247, 250, 252, 253, 255-257, 259, 261, 264, 270,
369, 372, 378, 3 8 1 , 383, 390, 396, 405-409, 4 1 2-·
272, 273, 276, 277, 279, 280, 285-287, 292-299,
415, 417, 423, 427, 428, 432, 439, 445 , 446, 448,
1 Versolmung lO,
450-452, 454-465, 474, 479, 486, 497
Reconciliación 1 Reconciliation
42, 52-54, 59, 66, 75, 89, 90, 98, 103, 104, 142,
301 , 306, 309, 3 16, 323, 328, 329, 331, 333, 346,
349, 367, 373, 374, 4 1 1 , 412, 420, 427, 428, 430,
436, 440, 442, 446, 448, 450, 451, 453-456, 459,
460, 463, 477, 479, 480, 483, 492, 494, 495, 498
143, 149, 1 5 1 , 152, 155, 157, 168, 173, 174, 182,
Ser-en-sí 1 Being-in-itself 1 l12Siclzsein 92, 204, 308
344, 367, 420, 42 1 , 423, 425, 427, 428, 43 1 , 437,
Signo 1 Sign 1 Zeiclzen 12, 16-18, 30, 60, 7 1 , 82, 123,
440, 441, 444-447 , 452, 453, 456, 459, 480, 481,
492, 501
Símbolo 1 Symbol ! Symbol 158, 170, 1 8 1 , 258, 415,
Reconocimiento 1 Recog¡¡ition
1 Anerkennung
15,
37, 40, 64, 75, 77, 90, 120, 130, 133-137, 154,
158, 167, 185, 186, 1 88, 2 1 7, 264, 339, 3 8 1 , 388,
430, 432, 447, 480, 481
Reforma
156, 172, 235, 299, 302, 412, 4 1 3 , 417, 494-496
8, 346, 349,
394, 406, 426, 440, 453
1 Religion
Síntesis 1 Svntlzesis
1 Swztlzesis
3 1 7, 338, 344, 346, 348, 360, 363, 376, 377, 382,
384-388, 390, 394, 395, 407, 418, 422, 425-428,
309, 3 1 9, 322, 327, 328, 33 1 , 333, 334, 337, 342,
344, 372, 379, 390, 405, 430, 434, 442, 447, 450,
456, 457
Temporalidad 1
Teología !
Temporality 1 Zeitliclzkeit 307, 308
Theology 1 17zeologie 39, 44, 46, 47, 158,
159, 1 7 1 , 173-175, 1 8 1 , 182, 274, 279, 394, 407,
10, 1 1 , 18, 42, 44-50,
43, 56-S B, 60-63, Ú5, 120. 159, 200. 2 1 6, 2 1 8 ,
Sociedad 1
Societv 1 Gesellschaft
4, 5, 8, 24, 25, 29,
120, 137, 140, 143, 145-150, 152-154, 157, 159,
160, 162, 169, 1 7 1 -173, 177, 1 85 , 252, 2 6 1 ,
246, 291, 302 , 3 1 6, 332, 335-337, 341 , 342,
270, 299, 302, 3 1 6, 321-327, 329-335, 337, 343,
344, 346, 347, 356, 3 8 1 , 382, 396, 406, 407,
344, 348-360, 363, 367-370, 375-384, 386-390,
4 1 5-426, 429, 432-436, 438-448, 452, 453, 459,
392, 393, 395-40 1 , 409, 422, 425, 445-447,
4 6 1 , 478, 495, 496, 503
471-488, 490, 493
Religión griega
Religion
Sociedad civil /
1 Greek Religion 1 griechische
Gesellsclzaft
438
3 6 1 , 366, 376, 377, 3 8 1 , 384, 405 , 4 1 6, 428
Utilitarismo
1 Utilitarianism 1 Utilitarismus, der
4,
29, 156, 157, 32 1 , 322, 348, 355, 394, 397, 443,
460, 474
Vida, la 1 Life 1 L.eben, das 13-15, 20-22, 25, 36, 47,
I SO, 162, 250, 260, 274, 276, 278, 279,
53, 54, 58, 59, 61, 62, 70, 72-78, 98, 99, 1 2 1 , 1 3 1 134, 142,
96, 98, 102, 106, 1 1 5, 124-126, 135, 139, 1 4 1 ,
284-287, 29 1 , 294, 299, 306, 309, 3 1 0, 343, 422-
149, 1 5 1 , 160, 1 6 1 , 164, 167, 177, 1 80, 1 8 1 , 184,
424, 446, 45 1 , 455, 465, 476, 483, 488, 490, 492-
196, 205, 207, 209, 2 1 3 , 220, 230, 232, 234, 250,
497, 499
267, 277, 286, 301, 302, 306, 307, 3 1 1 , 3 1 5-3 17,
336, 339, 343, 350, 352, 353, 360, 362, 364, 367369, 376, 383-387, 391, 397, 400, 4 1 8, 42 1 , 429,
43 1 , 432, 435, 438, 444, 445, 447, 477, 488, 489,
498, 502
Trabajo
1 Work, labour 1 Arbeit
1 1 , 16, 25, 26, 35,
57, 58, 87, 94-96, 103, 104, 106, 107, 1 12, 1 1 7279, 293, 297, 303, 3 1 1 , 3 1 5, 320, 325, 3 3 1 , 335,
339, 340, 348, 352, 354, 360, 362, 363, 366, 369,
370, 372, 376-380, 387, 389, 390, 395-397, 399,
Violencia
1 Violence 1 Gewalt
Will ! Wille 5, 12,
Voluntad 1
308, 365, 394, 395
19, 20, 22, 23, 27, 28,
32, 35, 37-39, 46, 49-5 1 , 54, 67, 7 1 , 135, 144,
146, 147, 153, 154, 156, 159-165, 176, 183,
254, 264, 285, 287, 289, 290, 3 17-325, 328,
330, 335, 339, 340, 342, 343, 345, 348-353,
356-359, 361-363, 365, 368, 370, 372-374, 377,
381-383, 386-388, 390, 392, 393, 395, 400, 409,
422, 427, 428, 430, 440, 442, 446, 449, 457,
460, 463, 477, 481, 483, 485-487, 489, 491 , 492
Zoroastrismo 1
Zoroastrianism 1 Religion
Zaratlzustras, die 1 7 1 , 432
Civil society 1 Bürgerliche
56, 57, 269, 270, 275, 323, 343,
3 9 0 , 394-397, 474
Sujeto 1 Subject 1 Subjekt 4-9, 1 1-22, 24-32, 34, 35,
1 Renaissance 1 Renaissance
4, 1 3 ,
Representación
1 Represemation 1 Vorstellung
37, 40-43, 46, 47, 59, 64, 67-72, 74-78, 83, 84,
86-90, 93-95, 98, 1 0 1 , 102, 1 12, 1 1 7-120, 123,
140, 3 1 9, 453
12,
125, 127, 129-134, 136, 138- 1 4 1 , 145, 149, 153-
2 1 , 27, 30, 63, 100, 105, 137, 157, 159, 160, 166,
155, 157, 160, 162, 163, 165, 166, 168-17 1 , 173,
172, 174, 178, 1 8 1 , 1 82, 194, 205, 206, 244, 250,
178, 183, 1 84, 193, 194, 198, 203, 210, 2 1 1 , 220-
255, 256, 260-262, ?73, 292, 336, 345, 352, 370,
222, 224, 234, 241 , 242, 246, 254, 255, 267, 271,
516
S, 7, 8, 1 1 , 17, 18, 20, 25, 29,
1 65 , 1 67, 1 70 , 1 75, 1 77, 178, 1 85 , 2 0 1 , 256,
262, 269, 3 1 0, 3 1 9, 32 1 , 323, 324, 328, 348,
354, 369, 372, 373, 375-382, 384, 386, 3 8 8 ,
50, 170, 174, 175, 178, 4 1 5 , 433-435,
Renacimiento
3,
400, 408, 430, 432, 434, 440, 463, 469, 470, 477,
163, 168-175, 177-179, 1 8 1 - 1 83, 1 85 , 24 1 , 242,
1 Religion ofa people 1
Time 1 Zeit
1 Universality 1
1 2 1 , 149, 1 50, 152, 153, 159,
36, 43, 44, 53, 58, 60-63, 65, 66, 74, 77-79, 93,
479, 4 8 1 , 483, 485, 487, 488, 502
1 3 9 , 140, 145, 1 4 8 , 149, 1 5 2 , 158, 1 5 9 , 162,
46
Tiempo 1
29, 1 6 1 , 322, 349, 360-
476-479, 481, 482, 484, 485, 487, 496, 498
44-47, 53, 55:57, 59, 66, 68, 69, 76, 1 1 5, 1 1 6,
Volksreligion
Terror 1 Terror, die
363, 369, 488
378, 3 8 1 , 384, 417, 438, 448, 457, 469-471, 474,
52-57, 60, 62, 73, 87, 103, 105, 106, 120, 1 2 1 ,
Religión del pueblo
Terror 1
433, 435, 448, 450, 45 1 , 454, 457, 464, 480
Uníversalidad, uníversalización
Allgemeinlzeit
1 1 9, 1 2 1 , 122, 130, 134-137, 172, 198, 236, 278,
30, 3 1 , 35, 37, 40-
224, 249, 289-29 1 , 298, 300, 3 1 6, 335, 369, 377,
1 R.e[ormation 1 R.e{onnation
Religión 1 Religion
418, 426, 432, 435, 495
173, 175, 176, 178-180, 1 82, 183, 185, 193, 256269, 283, 286, 293, 298, 299, 303, 304, 3 1 0, 3 1 6 ,
174, 179, 180, 183, 195, 217, 219, 236, 241, 242,
408, 415, 417, 4 1 8, 420, 422, 426, 428-43 1 , 452,
301-303, 306, 307, 309, 3 1 5, 316, 3 2 1 , 326-328,
35, 60,
246-248, 250-253, 256, 273, 275, 281, 29 1 , 305,
454, 501, 503
250-259, 262, 264-276, 279-289, 292-297, 299,
Universal ! Allgenzeine, das
139, 142-145, 149-152, 1 6 1 , 162, 166-168, 170,
68, 71-74, 77-79, 8 1 , 82, 86, 87, 89-91 , 93, 97, 99,
100, 102, 106, 107, 1 13, 1 19, 126, 130-134, 136,
447
Universal, lo 1
496, 497
Sustancia 1 Substance 1 Substanz 29, 3 1 , 35, 38, 43,
125, 127, 129-134, 137-147, 150, 1 5 1 , 153-160,
140-142, 145, 147, 149, 150, 156, 157, 163, 166,
Greek Tragedy 1 grieclzisclze
59, 149, 150, 1 73, 175, 176, 437, 438,
97, 98, 104, 124, 126, 130, 132, 133, 135-137,
2 1 , 25, 28, 30, 32, 34, 36, 38, 45, 52, 57, 63, 67,
198, 200-202, 204-2 13, 2 1 5-226, 228-245, 247,
Tragodie
465, 471, 474, 478, 480, 481, 484, 489, 492-494,
89, 9 1 , 93- 1 0 1 , 105-107, 1 1 1-1 17, 1 19-1 2 1 , 123,
162, 167, 169-175, 178, 1 8 1 , 1 82, 184, 185, 193-
Tragedia griega 1
517
ÍNDICE
Nota de los traductores ......................................................................................................
Prólogo, por Pablo Lazo Briones y Gustavo Leyva ................... .......... ................................
Prefacio y agradecimientos . . .. . .. . ... .. .. . . .. . . . .. . .. . . . . .. . . . . . .. . . . . .. . .. . .. . . . . . .. .. .. . . . .. . . . . . .. . . . . .. .. . . .. . . .. .. . .
Referencias dadas en forma abreviada . . . .. . .. . .. . .. . .. . . .. . . . . .. . .. . .. . . .. . . . . . .. . . . .. .. . . .. . . . . . . . . . .. .. .. . .. . .. .
Glosario de palabras alemanas utilizadas en el texto . . .. . .. . . . . . .. . . . .. . . . .. . . .. . . . . . . .. . . . . . . . . .. . . . .. ... .
VII
IX
XVll
XIX
XXI
PARTE !
LAS PRETENSIONES DE LA RAZÓN ESPECULATIVA
CAPÍTULO I. El proyecto de una nueva época . . . .. . .. . . . . . . . . . . . . . . .. . . .. . . . . . .. . . . .. . . . . .. . . .. . . . .. . . . . . . .. .. .. .
CAPÍTULO II. El itinerario de Hegel .. . .. ... . . . . .. . .. . .. . .. . .. . . . . . .. . . . . . . . . .. . . . . . . . . .. . . .. . . . . . . .. . . . . . . . . .. . .. . . . . . .
CAPÍTULO m. Espíritu autopostulante . . . . . .. . .. . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . .. . . . . . .. . . . . . .. .. . . . . . . . . . .. . . . . . .. . .. .. . . .
3
44
66
PARTE II
FENOMENOLOGÍA
CAPÍTULO IV. La dialéctica de la conciencia . . . . . . . . . .. . . .. . . . . .. . .. . .. . . . . . . . .. .. . . . .. . . . . . . . . .. . . . .. . . . . . . .. .. ..
CAPÍTULO V. Autoconciencia ..............................................................................................
CAPÍTULO VI . La formación del espíritu ............................................................................
CAPÍTULO VII. El camino a la religión manifiesta .............................................................
CAPÍTULO VIII. La fenomenología como dialéctica interpretativa ....................................
111
129
148
169
183
PARTE m
LÓGICA
CAPÍTULO IX. Una dialéctica de las categorías ..................................................................
CAPÍTULO X. Ser .................................................................................................................
I. Dasein ........................... ............................................... . ........... .................................
II. Cantidad . .. . .. . .. . . .. . .. .. . .. ... . ... . . . . . . .. . .. . . . . . . . . . . . . .. . .. . . . . . .. . . . .. . . . . .. .. . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . .. .
m. Medida ....................................................................................................................
CAPÍTULO XI. Esencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
I. De la reflexión al fundamento ...................................... ............................................
II. Apariencia ........................ . ............... ............................................ . ..........................
m. Realidad ...................................................................... ..................................... .....
CAPÍTULO XII . El concepto .................................................................................................
I. Subjetividad ...............................................................................................................
II. Objetividad ...............................................................................................................
m. La idea .......................... . . ........................................................................ ...............
CAPÍTULO Xill . La idea en la naturaleza ............................................................................
.
.
.
.
.
1 93
200
200
2 1O
216
222
222
235
240
255
259
273
282
301
519
PARTE IV
IDSTORIA Y POLÍTICA
CAPÍTULO XIV. Sustancia ética ...........................................................................................
CAPÍTULO XV. Razón e historia ... . . . . . . . . ... . . . . ... ... . . . . ... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ... ... . ... . . . . . . . . . ... . . . . . . . . . . . . . . . . .
CAPÍTULO XVI. El Estado realizado ...................................................................................
315
336
372
PARTE V
ESPÍRITU ABSOLUTO
CAPÍTULO XVII. Arte . . .. . .. . .. . .. . .. ... . .. . .. . ... . .. . . .. . .. . ... . .. . ... . ... . .. . . .. . . . .. ... . .. . . .. . . .. . . ... . . .. . .. . ... . .. . .. . .. . .
CAPÍTULO XVIII. Religión . .. . .. . .. ... .. . ... . . .. . . . . . .. . .. . .. . . .. . .. . . .. . . .. . . ... . .. . .. . . . . . .. . . . .. . . .. . . .. . .. . ... . .. . . . . .. . .
CAPÍTULO XIX . Filosofía .....................................................................................................
405
418
445
PARTE VI
CONCLUSIÓN
CAPÍTULO XX. Hegel hoy .. . .. . .. . .. .. . . .. . . .. . .. . . .. . .. . .. . . .. . . . . ... . . .. . . . . . ... . .. . .. . .. . . ... . . .. . . .. . .. . . ... ... . .. . .. . . ..
469
Nota biográfica ..................................................................................................................
501
Bibliografía .........................................................................................................................
505
Índice onomástico .. . . .. . .. . .. . .. . .. . .. . .. . ... . .. . . .. . .. . .. . . .. . .. . .. . . .. . . .. . . .. . ... . .. . .. . . . . . .. . . . .. . . .. . .. . . .. . .. . . .. . .. . . ..
509
Índice analitico ...................................................................................................................
511
520