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¿QUÉ ES PENSAR? Origen de la lógica Entre las muchas formas de definir la filosofía, buscaremos las más esenciales que se nos ocurran desde lo que sabemos y somos de hecho, aquí y ahora. Ya de entrada, siempre asombrados de lo cotidiano, tenemos que, entre muchas definiciones debemos definir una que podemos llamar propia o autentica, desde el momento en que la sentimos como tal. Luego podemos confiar en ella una vez que hayamos fundado esa impresión como un juicio, sea con ciencia, con opiniones diversas o con lógica pura. Preferiblemente que sean las tres. Muchos te van a decir al final para cobrarte más, yo te digo de una vez a donde queremos llegar, porque no tengo tiempo par ser millonario, soy feliz antes, ahora mismo. Solo debo fundar mis juicios para evitar el fallo de la ilusión, sin despreciar la intuición en el ejercicio del vuelo imaginario, pero consciente de que la perversión no se nota y acecha en esos predios, para poseernos o para usarnos un rato. Para ese fin de ser simplemente feliz lo concreto es un fundamento. O sea, que es necesario definir la filosofía como conocimiento útil en alguna medida. Sabemos que sirve y funciona para tener una mínima paz en medio de la tormenta, porque sabemos que va a pasar desde las nociones que se amplían en la filosofía (sabiduría). De manera que, cuando encontramos coincidencias entre momentos, con signos que la realidad muestra, distintos a los evidentes pero confiables porque “sabemos” que no son simplemente ilusorios por algún fundamento como lo concreto. Si decimos que el puente está ahí porque pasamos el río sin mojarnos. Y si un día vemos a alguien después del río que no está mojado, sin haberlo visto cruzar, podemos afirmar con confianza que pasó por el puente. Aplicado a otros campos, gracias a operaciones de pensamiento como estas, podemos tener algo de paz. Así que buscamos a partir de lo que sabemos para entender lo que no sabemos. Todo eso va bien. La cuestión intrincada aparece cuando el pensamiento se propone retar esos patrones que nos convienen a nosotros y se hace un ente en sí mismo. Ese es nuestro problema ahora, se llama modernidad. Y, según dice la observación más concreta y honesta (eso que llaman hermenéutica del sujeto), todos formamos parte y sacamos partido de esa modernidad. Ese es el llegadero, lo que nos ayuda a entender este texto. Crucemos el río hasta los orígenes, para tener una idea de cómo comenzamos a pensar. Metáfora dilucidante Imaginar cómo ha de haber surgido el pensamiento complejo a partir del pensamiento interpretativo de signos naturales, determinado por el impacto estético de ciertos eventos en nuestra percepción, marcó la memoria de la humanidad con eso que se llama cronología, o diacronía, osea, contar el tiempo, saber qué cosas suceden ants y después. Esas son las bases del método. Con que para iniciar este recorrido será bueno tener un pequeño plan ante ciertos escollos muy previsibles, como la inabarcable vastedad de información que nos acosa. Es necesario ubicar dudas y planificar investigaciones, para organizarlas en ese tiempo contado a patir de un inicio “marcado”. Cuando hacemos eso, queda una estructura de actos prevista, con variantes y emergencias posibles, en un tiempo. Como si estos actos fueran un mapa de ríos, donde se pueden prever las quebradas que se activan en las lluvias torrenciales antes de que sucedan. Esos posibles ríos, que no están en el presente comenzaron a influir en decisiones del presente, cuando no estaban, para evitar algo tan concreto como muertes en la tribu, cuando el asentamiento ya estaba hecho en zonas de riezgo por desvorde de ríos. Tenemos así una imagen o idea clara sobre cómo lo no concreto beneficia a lo concreto, con la predicción fenomenológica y probailística. Otra metáfora o analogía puede ser la composición de lo que este texto revela en, y para tu vida, se recrea en productos culturales realizados por tí, servirá a otros como referente. Lo que tú puedas hacer producto de leer este u otros libros son quebradas posibles, una vez que arranquen las lluvias de tu pensamiento. Fenomenología de la filosofía Sin más preámbulo, comencemos con definir la experiencia que tenemos ante el acto de filosofar. Así tenemos que la filosofía en esa primera instancia, es como una suerte de acción mental gracias a la cual los sentidos que perciben y los órganos que expresan conectan con el mundo, produciendo comentarios. Es una actividad eminentemente abstracta. Y esto es así porque no es nada que hacemos con las manos ni los pies, ni siquiera con los ojos a pesar de que requiere mucha observación, puesto que, aunque no sea habitual, un ciego puede filosofar. La filosofía es en principio, un discurso producido después de una reflexión, hecha a partir de información adquirida por los sentidos Desde un punto de vista materialista, esto no suele ser muy bien valorado, a pesar de lo mucho que filosofan los materialistas. Solo sabemos de la filosofía por pensamientos que deben cumplir con ser relevantes. Simplemente no tiene nada que ver con el mundo que transita. Es la definición de lo que vemos cuando alguien piensa. A la palabra abstracción se le adhiere la filosofía como las pesas a un físico culturista. Sabemos que la filosofía tiene de bueno que se integra a lo que hacemos, produciendo una especie de pausa que puede llegar a estimular la intuición, con un método. Pero antes de eso es como si la trascendencia fuera una especie de anestesiamiento, o ascenso. Por menos que el cuerpo implique un instrumento directo para ejercer eso que llamamos filosofía, de este proviene información inevitable para ella. Nos queda que para que haya filosofía debe haber percepción, abstracción y luego expresión relevante para el contexto. Si no es relevante, podría ser solo locura de diferentes grados y tonos, sin trascendencia en el contexto Los argumentos bien constituidos nos sorprenden, nos dan coordenadas para acciones siguientes, nos liberan de ataduras y nos basan. Así que la filosofía es un camino, un proceso de descubrimientos que llevan a otros descubrimientos propios o de otros, que nos leen, hasta la sabiduría. Pero, y eh ahí la cuestión que yo agrego, sí, y solo sí se ha practicado alguno de sus métodos. De otra forma la filosofía puede convertirse, difícilmente en alienación, pero sí en un distractor perfecto para que acontezca esa alienación y la decadencia que conlleva, que no es otra cosa que falta de interés por los cambios de parte de unos, y de parte de otros, la perversión mencionada. Cuando la filosofía te atrapa, te encanta, te ayuda, te gusta y le gusta a otros que ella mane de ti. Entonces debes cuidar el síndrome don Quijote. Todo lo que descubres cuando sientes el conocimiento son partes de ti mismo, incluido lo malo, y eso suele ser perfecto para prevenir el error de la ilusión. Si rechazas lo malo, también rechazas conocimiento, y sueles crear una zona de confort perversa. Los psicoanalistas atienden eso de otra manera. Aquí somos más prácticos. El descubrimiento Como parte del fenómeno que revisamos, hasta que el conocimiento no sé siente, la filosofía no es orgánica. Por eso sentir no es solo importante, sino, que es un signo fundamental. Cuando una asociación aparece y es irrefutable, no hay que comprobarla, en filosofía se llama apodíctica. Pocos pensadores reconocen el acontecimiento apodíctico. Cuando sentimos que algo es cierto sin razonarlo mucho, y luego comprobamos que sí era efectivamente cierto con la experiencia de manera irrefutable. Los amigos que cruzan el rio bien vestidos y están secos, gracias a los cuales sabemos que debe haber un puente, es un claro ejemplo de sensación apodíctica. El adelanto de mi descubrimiento, es que en el estudio de las sensaciones, la filosofía se conecta con la ancestralidad del esoterismo. Ese origen desde el imaginario arcano hasta la razón segunda es el sentido de nuestra búsqueda aquí. La filosofía viene siendo algo que conecta, integra, comprende... la palabra es “aprehender” conocimientos, y luego los adapta. Así vamos desde estas definiciones más básicas que funcionan. Y no está mal apelar a metáforas, como vernos. Según hemos descubierto, la conexión ancestral de la filosofía con un culto de sensaciones metódico, se puede corroborar con lógica para que no transgreda el estatus científico, al menos no en principio. La inspiración siempre arranca bien, pero también suele fallar a largo plazo. Como la flor que atrae una abeja con sus colores, la filosofía se canta en poemas, pero no permanece en ellos. Así se transforman ideas en sensaciones, y luego en actos. Según esa metáfora el tallo es el método, la flor una imagen o una palabra, el pensamiento polen y nosotros somos las abejas. Tanto si estás de acuerdo con las equivalencias de esta metáfora como si no, igual estás aprendiendo hermenéutica analógica en este momento. Vamos bien. El medio de expresión Si nos detenemos aquí a leer lo que hemos escrito, acontece un monumento abstracto que es el lenguaje. Sin entrar en escuelas específicas como la filosofía del lenguaje, advertimos que la consciencia de la herramienta con la que se expresa la filosofía es un plus técnico para entenderla y para ubicar su origen. Difícilmente hay actividad humana que pueda prescindir del todo de esa facultad de comunicarse con abstracciones como las palabras, pero en el caso de la filosofía es su esencia, aunque sea leguaje de señas, stikers o mímica. La filosofía se emparenta en esto con el arte. No hay filosofía sin lenguaje. Así sea solo haciendo lecturas de signos, el filósofo vive en el transcurso de la expresión. Aquí mismo, aparece la primera definición posible de la filosofía como la búsqueda de explicar con un lenguaje, observaciones más profundas que las instrumentales. Es decir, que se usa el lenguaje para explicar conceptos, no actos, ni mecanismos físicos, ni señalizaciones. La cuestión está en cómo la experiencia de los conceptos se convierte en algo concreto y cómo luego se "va" a otros "espacios", por así decirlo, especulando y elucubrando hasta encontrar una idea nueva. El “hecho”, es que se trata de un ambiente de ideas, palabras y símbolos. No es un espacio concreto, no es nada que se toque, y sin embargo ocasiona reconocimientos e inspira y orienta a políticos y científicos cuando se expone de manera que otros capten, es decir, cuando es expresado. Las palabras y los actos Resulta que, cuando otros entienden lo que decimos sentimos que sabemos. Al menos durante un rato esa sensación puede producir alivio o más ansiedad. No se puede explicar bien con ciencia cómo los símbolos se convierten en actos, porque influye ahí una decisión propia de asumir o el riesgo de practicar lo que pudiera ser mejor o lo que acostumbramos. Tanto si queremos explicar un mecanismo para pelar una piña, como si logramos explicar la fenomenología, esa explicación es abstracta pero involucra algo tan concreto como una decisión. En el caso de pelar piñas, la decisión puede estar respaldada por un cafetín donde ofrecemos jugos hechos con rapidez, o una fábrica de mermeladas. En un caso el objeto de la explicación es algo concreto, mientras que en el caso de la filosofía, el objeto que se explica es abstracto en sí mismos y las decisiones cuestan un poco más. ¿Cómo es posible que la filosofía acabe movilizando gente si es abstracta? Esa herramienta que yo uso para resolver encrucijadas: la fenomenología. Ella procura precisamente, mantener al acto de pensar lo más cerca posible de lo concreto, o al menos de lo concretable (ríos que se despiertan en las lluvias). El origen del método Un método basado en el estudio, de lo que presenciamos o percibimos, con lógica pura, para obtener conclusiones útiles nos permite tanto tomar decisiones en el plano abstracto como influir personas con alto nivel de escepticismo. Como hacían Parménides y Heráclito. El ejercicio de la palabra permitió a los griegos influir a la Europa naciente. Los mismos romanos no influyen todavía en nuestra cultura tanto como la base helénica. Es consenso general que el crecimiento helénico se debió a su comercio a través del mar Mediterráneo. Que eso haya sucedido a la par del surgimiento de la filosofía no deja de ser un buen dato deductivo, pero nada más. Taima para la decisión, paz para las negociaciones, o podría ser al revés. Pero sobre todo mucho discurso para vender y tener contenidos y encontrar argumentos. El problema comenzó a ser ético cuando nuestras decisiones empezaron a confundirse con las posibilidades. Nombro la fenomenología para hablar de los orígenes, a pesar de ser una tendencia del siglo veinte, porque ella especialmente retoma la discusión sobre los orígenes, que no se tocaba desde los presocráticos hasta Heidegger. Pero en esta discusión sobre los orígenes hay un accidente. Cuestión de la novela que son las relaciones humanas, en todo ámbito, y por si incidencia no puedo dejar de nombrar. Justo ahora debo advertir que tales tramas distraen de nuestro objetivo. Baste aclarar que Heidegger es considerado el filósofo mas importante del siglo 20 por retomar la discusión sobre el ser, a pesar de que hasta el momento no hay consenso claro sobre lo que este presunto fenomenólogo intentaba decirnos. Puede ser casi cualquier cosa. Lo que si aporta este discípulo de Husserl, es el interés por nombrar los fenómenos de otra manera, con nuevos términos. Pero, como no era poeta, el resultado es un malabarismo espantoso. Escapemos de ese elixir que suele conformarse con "filosofar", asumiendo la crítica como si fuera poner objeciones a algo, como polémicas famosas en el gremio. La filosofía explica conceptos creados por filósofos, en sí mismos. La fenomenología describe lo que se ve en el contexto, con miras a entender lo que no se ve. Ahí se “incluye” todo lo que se “oculta”. La predicción de movimientos sociales, los sueños, el clima y darnos una respuesta. Podemos decir cosas muy interesantes, pero sólo el modo nos permite dar respuestas a lo relevante. Origen de la filosofía Comencemos con el ejemplo mas claro, que además significó hasta un cambio genético. Recordemos que actualmente, según la ciencia establecida, ya no somos homo sapiens sino sapiens sapies. Esa repetición del rótulo sapiens, se debe a algunos rasgos anatómicos como una leve disminución del cerebro. El sapies sapiens, no aumentó sino que ha disminuido la masa cerebral. Cada vez somos más técnicos y económicos en nuestra dinámica de pensamiento, lo que resulta particularmente lógico cuando cada vez manejamos más información. Que el cerebro disminuya en lugar de crecer es una polémica resuelta en una paradoja. Pero dejemos esa tarea para otro momento. El origen de toda la cultura gregaria, basada en el consumo de cereales, está en un descubrimiento que cambió nuestras vidas si no en todos, en la mayoría de los sentidos. Gracias a él aumentó mucho el tiempo para pensar, pudimos comenzar a reproducirnos todo el año, ya no solo algunas temporadas. Comenzó a haber tiempo y espacios para encontrar soluciones a problemas cotidianos y luego no tan cotidianos. La clave de orige sigue siendo recurrente en ese misterioso líquido, cuyo origen los científicos no pueden explicar, llamado agua. El primer gran avance que impulsa la humanidad toda, es el descubrimiento de los sistemas de riego, que deriva en los embalses de agua. A partir de entonces dejaríamos de migrar en las sequías y comenzaríamos a reproducirnos, a buscar mejorar métodos, superar, expandir y también a escribir. Los primeros verbos que llegan a su extremo en estas redes y esta cuarentena comnezaron con dibujos en el suelo. Ya no podemos expandirnos más. Pero escribir filosofía, entre otros géneros, aumenta tu capacidad de comprensión y predicción con lecturas cada vez más acertadas. Estamos escribiendo más que nunca, mientras la expansión deja de ser un modelo aunque continúa como costumbre. Vivimos con la culpa de que nuestro modelo de vida apuñala constante nuestro habitad, pero no vamos a cambiar el modelo de vida. Lo cierto es que sin este aporte técnico (porque todavía los sistemas de riego no pueden considerarse ciencia) no habría escritura. La técnica va avanzando hasta que aprende a escribir y se convierte en ingeniería, de manera que pensadores de una cultura pudieran aprender de otras culturas distantes, sin necesidad de viajar. Vaya que le hubiera gustado a los griegos tener facebook. Pero no lo necesitaban, porque para eso tenían el mar mediterráneo, los papiros y pergaminos. Pudiéramos decir que un origen de la filosofía, en términos técnicos e instrumentales, está en el momento en que la técnica, busca otros niveles de la realidad que no son instrumentales para comunicar sensaciones profundas. Ciertamente esa realidad puede proporcionar el sentido que perdemos al hacernos preguntas para encontrarlo. La cuestión está entonces en cómo pensamos para encontrar ese sentido más efectivamente. Recordemos que ya los dioses no nos dicen qué está bien o mal, con la misma facilidad que antes, ni siquiera para los creyentes. Comienzan a haber juicios complejos y dudosos sobre la misma interpretación del mensaje divino, como ese en el que condenan a Sócrates. No cuesta mucho apreciar la importancia de la lógica estoica en las discusiones legales de aquel tiempo y de este, a partir de ese juicio. Y la manera cómo se pueda haber llegado a la idea de los sistemas de riego sirve aquí, ya no como hito histórico de la humanidad sino, como ejemplo de una determinada manera de pensar que debemos revisar en ese espacio de símbolos, que llamamos imaginación (donde por cierto se da el acontecimiento de la lectura de este libro, ahora mismo). El conocimiento comienza a prever ríos posibles, y comienza a acumularse en bibliotecas, como el agua en un embalse. La idea en la compasión Hace aproximadamente 10000 años, ha de haber sido necesario explicar algo que resultaba inverosímil sin haberlo visto antes. Quizá hasta una locura para los primeros que escucharon tal propuesta en alguna comunidad o civilización naciente. Implicaba invertir años, esfuerzos extenuantes, recursos, alimentar trabajadores e incluso mantenerlos sometidos y o alienados por ingeniería social. Era la empresa más difícil de la humanidad. No habría ni pirámides ni ciudades, ni nada de la modernidad si no se descubren los sistemas de riego, para desplazar el agua de donde hubiera de manera constante hacia las zonas más habitables. Vivir al lado de los ríos quizá era un gran riesgo, y más cuando la población crecía y su desplazamiento inmediato por emergencias se hacía aparatoso. Había que hacer algo grande ante la posibilidad de resolver muchos problemas juntos. Cuando algún jefe, rey o dirigencia de la tribu o clan aprobó un proyecto de algún loco soñador, que había visualizado posibilidades en el imaginario, su poder aumentó y la cultura creció. Cosechar todo el año sin depender de las lluvias cambió la historia por completo, tanto, que hasta algunas investigaciones arrojan modificación en nuestros genes actuales, por el sedentarismo que permiten los sistemas de riego. Sobre la técnica de especulación fenomenológica y el correlato, en la tecnología del espíritu puedes complementar con el otro libro, si quieres. Por lo pronto nos interesa saber que esa técnica explica cómo ese colosal poder de conducir el agua, se debió a una aplicación instrumental del pensamiento abstracto. Se basa en una sensación de certidumbre que sentimos todos eventualmente. Ese “ajá” que están usando mucho los lobos del marketing. Cuando nos "cae la locha", como decimos en venezuela, o cuando en Estados Unidos dicen “I got it”, en el mundo hispano, decimos "aja", pero desde adentro, generalmente se es apodíctico, es decir, incuestionable. Para poner un ejemplo, si tu estás leyendo esto, lo apodíctico es que fue escrito. Sobre quien lo escribió solo tendrías las palabras del autor en la portada, lo que sería una convención por acuerdo de confianza entre el gremio editorial. Por ejemplo, sabemos que escritores como Paulo Coelho, difícilmente han escrito todos sus libros. Ya no sería apodíctico quien escribió un texto, sino sólo el hecho de que para leerlo fue escrito. La idea parte de juicios apodícticos, como ha podido ser la explicación de los sistemas de riegos, basados en el simple correlato que podía haber con la orina buscando camino hasta llegar a un charco. Apuntemos como acopio de víveres para un viaje el parecido fonético de "aja" con "ala" sin emitir ningún juicio. Sepamos que cierto conocimiento proviene de un vuelo imaginario que se siente como conocimiento cuando conecta con una posibilidad cercana. Es como los conocidos mundos posibles de la física teórica, pero en lógica lingüística. Esa sensación de certidumbre, ajá, ha podido tener su correlato con figuras religiosas como el Santo Grial. De manera que, un origen posible de la filosofía es la religión misma. Pero esa polémica ya se trabaja en el otro libro. No debemos detenernos aquí, sino continuar aclarando que la especulación fenomenológica (especulación basada en datos, y también en la experiencia subjetiva), dice que el paso del pensaminto instrumental al pensamiento abrtracto y complejo, se da en personas con discapacidades físicas, y por lo tanto instrumentales. La compación comienza a incluir gente anteriormente desahusiada por no poder sostener la marcha nómada ni la adaptación y el enfrentamiento bélico. A partir de los asentamientos sedentarios, heridos en guerras, gente con problemas congétitos que reducían su “utilidad” fáctica, comenzaron a hacer aportes de otro tipo para safisfacer su deseo o manifestar sus sueños, como, nada menos y nada más que los sistemas de riego, la escritura y la ingeniería. Gente que no podía resolver su identidad tan fácil y rápido como el macho fortachón, debieron seguir intentando incluirse en otros sentidos. La sensación del término y viceversa Ese conocimiento que se manifiesta de repente por asociaciones y permite descubrimientos que se concretan con funcionalidad, tiene diversos nombres según la ciencia o la cultura que lo ha nombrado. La versión cristiana es revelación. En psicoanálisis se le llama lectura sintomática y en epistemología analógica apodíctica. Aquí tenemos algo interesante, y es que encontrar la forma más abarcarte de definir la filosofía siempre requiere actualizar términos para que conecten. Tanto el cielo gris que anuncia lluvia, como los presagios e intuiciones, entran en este campo del estudio de la percepción. Pero como la manifestación es un acontecimiento constante, los términos van variando progresivamente en el tiempo. Cuando los conceptos se convierten en sensaciones se mezclan durante un instante con las cosas, y podría decirse que las sentimos. Y desde la sensación podemos cuestionar hasta el mismo término. Un simple loco atormentado como Nietzsche no estabiliza esas sensaciones y por eso vivió en un tormento, el sabio ya lo logró. Hay un umbral entre los conceptos y las cosas materiales que se siente. Verlo de esa manera convierte la vida en una aventura, y la representación, un juego con ventajas. Desde esa perspectiva la asociación que pueden haber hecho quienes propusieron las primeras veces los sistemas de riego fueron basadas en mirar su propia orina en la tierra, abriéndose camino hasta un charco. El pensamiento comienza a extrapolar conscientemente. Es decir, comienza a aprovechar su facultad de estar en dos lugares a la vez. De manera que la primera gran idea de la humanidad se basa en la orina. Eso significa que la observación de la naturaleza puede dirigirse hacia esa clase de soluciones arbitrarias, propias de la naturaleza individual, o también a preguntarnos sobre el trasfondo de la realidad y encontrar altrenativas. Y en ocasiones vernos influidos por experiencias propias, es decir, por preceptos, sin que por eso no se cosechara eventualmente algún acierto. El registro Tomando a la historia cronológica de la mano, como niños pasando un trecho peligroso, lleno de probabilidades, recordemos que la misma naturaleza del agua, que es símbolo de fluidez y de vida, cayendo del cielo, le reveló a Tales de Mileto una respuesta a la primera pregunta de la filosofía: ¿De donde venimos? Gracias a la lluvia el primer filósofo conocido pensó que veníamos del cielo y generó una compleja e interesante explicación, donde se entendía muy bien el fenómeno de la evaporación. Fue la primera cuestión que alguien no se conformara en responder como capricho o favor de los dioses. Además del alivio de que ya no sea orina la inspiración, salta a la vista que muchos antes que Mileto, pueden haberse preguntado sobre los orígenes. A pesar de su adelanto, un siglo antes de Pitágoras, 6 antes de Cristo, de la observación de este griego cretense, lo único apodíctico es que escribió. Lo que deja una estrecha y fundamental relación entre la filosofía y el acto de escribir, el registro. Sobre cómo la escritura se relaciona con el pensamiento, hay que dedicar un texto, pero ya podemos deducir que la nueva vida estable y sedentaria, aunque asediada por enemigos, permitían a la población relacionarse y competir por ideas, que ya no forzadas a solucionar un problema físico. Se podía pensar, jugar con las palabras, tener ocio, experimentar si no regularmente, al menos cuando había buena cosecha dos años seguidos. En esas condiciones la pregunta sobre los orígenes funda la filosofía, busca ese otro nivel de observación, sobre cosas instrumentalmente innecesarias, pero cada vez más urgentes de resolver, como las leyes en la ciudad. Se debía tener una clara noción de lo bueno y lo malo para juzgar actos delictivos culposos y complejos. De manera que la filosofía parte de la observación de la realidad como un ente, con asombro latente, como algo misterioso, no como fuente de recursos físicos, sino como fuente de signos que pueden revelar en cualquier momento, para acabar resolviendo asuntos propios de la compleja convivencia gregaria. La filosofía observa y pregunta, la escritura registra, luego un método responde. Y sobre este origen es necesario revisar la fama que tiene la filosofía en nuestros tiempos, para identificarla de inmediato. Corte al presente Para mucha gente la filosofía es sospechosa de ocio y vagancia. Yo estoy de acurdo. Se ha apertrechado en un estatus académico, sin dar respuestas metódicas sino certidumbres apresuradas a cuestiones de interés gremial. Como es el caso del liberalismo y el marxismo, tendencias materialistas y modernas cuya contraposición entre ambas intenta validarse como las paradojas que Heráclito nos explicó. La cuestionada retórica va a servir para todos estos temas. Y la discusión entre los más doctos, se convierte en la metodología más frecuente, si no la única, para tomar decisiones de la historia antigua, en los ámbitos del poder. No obstante esto, las posibilidades en sí, es decir, lo que no es todavía pero puede ser después, y por otro lado lo concretable, aparecen en la imaginación del libre pensamiento. Ese que permanece abierto y suele ser tildado de ocio o locura. De manera que ese ocioso mantenido por papá, mamá, o novia, de cualquier clase social, cuando asuma un método, podrá dar un paso del mero goce por la facilidad de seducción que el discurso permite a la construcción filosófica experimental hacia la animación cultural con fenomenología. Pero eso solo será posible cuando el pensador asuma su trascendencia, más allá de la potencialidad innata o el favorecimiento de una clase social. Es decir, cuando se lance al vacío y caiga en el agua. El ascenso solar Retomando nuestro recorrido, tenemos que las condiciones de la humanidad han cambiado varios milenios después de los sistemas de riego. Ya hay pirámides, murallas, caballos domados, barcas para cruzar lagos y una compilación de tablas de arcilla talladas con textos escritos. Todo eso se refleja en clases sociales. Los más pudientes y descansados materialmente, aprenden a escribir. Algunos comienzan a pervertirse, de estos pudieron descender los que terminaron juzgando a Sócrates 5 siglos antes de Cristo, por poner a pensar a los jóvenes según dicen sus defensores. Otros comenzaron a hacerse preguntas que los dioses no respondían, y también los acusaron por eso. Podemos suponer que para entonces quedaban vestigios de la referencia al firmamento, a las estrellas como guías hacia la larga migración que transformó nuestra anatomía durante milenios de caminata. ¿Será que la mirada se alza para hacer filosofía, porque el sol siempre fue esa guía, y es la claridad? Entonces tenemos que, desde el plano general hay dos tendencias distintas del pensamiento como simple acto, sin precepto filosófico previo. Por un lado el pensamiento instrumental y por otro el filosófico se dividen y comienzan a convivir. También tenemos que la filosofía comienza con la pregunta sobre ¿qué nos origina? Tales de Mileto pensó que el origen de los seres humanos estaba en la lluvia. Era normal mirar al cielo para encontrar respuestas, pero no era normal dejar de conformarse con esas respuestas y buscar una explicación, asociando eso que se buscaba con el agua embalsada. Unas décadas después, una zona de menos opulencia, donde se gestaba una clase social estable, que ha convenido en llamarse clase media, el famoso Heráclito volvió a observar el misterioso líquido que permite la vida, para definir una idea nueva. Obsérvese que no hubiera podido hacerse sólo con especulación. Debió fijarse en la naturaleza. La lógica y la filosofía. Esta vez no fue mirando al cielo cuando llueve, sino algo mucho más cotidiano: un río. Y en ese río se debelaba metafóricamente su cause, donde esa agua acontece transcurriendo. Era la lógica. Vamos a donde luna metáfora nos dice que al bañarnos en la filosofía, vamos a salir mojados de ella pero estaremos a salvo del caudal gracias a la lógica. Con ella me acompañé para superar mi vergüenza de ser filósofo y asumirlo con frontalidad desde hace algunos años. Antes de eso me escondía en mi faceta de narrador y cineasta, pero secretamente, como gay de closet, me encontraba escribiendo filosofía. Y tal y como en esa analogía, todo el mundo lo sabía. Lástima que no tenga una tía que se llamara Sofía para hacer un reggaetón, pero suerte que tú estás escuchando esto para que sepas lo que yo no sabía. La lógica me ayudó a entender el fenómeno de que la fantasía sobreengendrada por el acto de escribir, absorbía mi percepción, produciendo estados de neurosis al encontrarme con la realidad. No era ningún trauma como los que todos tenemos, era una manera que practicaba pretendiendo ser otro. Una mala técnica. La mayoría de las patologías tienen que ver más con el presente que con el pasado. Con lógica se entiende el patrón de nuestras emociones, y su aplicación en el contexto. Sobre eso seguiremos escribiendo. Aquí y ahora no necesitamos complicarnos con fórmulas matemáticas aplicadas al lenguaje. Para entender cómo el estudio de los fenómenos nos permite establecer parámetros y límites en nuestra conducta, la lógica parte de intentar explicar observaciones cotidianas de nuestro entorno, con puntos de referencia. No sabemos quien es A, solo sabemos que se suma con B. Y ya. No se discute el contenido o la identidad ni de A ni de B. Pero si la lógica es el origen de la filosofía, la retórica viene para abordar otros temas como la política y la moral donde habría que poner demasiadas letras distintas en la ecuación. El cause del rio se desborda y comienza a acumularse en grandes lagos. Lógica y retórica El impase entre la lógica y el discurso retórico dura hasta nuestros días, y se resuelve en las paradojas. La retórica interpreta de una vez, sin haber comprobado lecturas con un método. El desarrollo del lenguaje le debe mucho a la retórica. Jamás nos bañamos en el mismo río porque el agua siempre esta pasando, decía Heráclito. Y a partir de eso una caterva, o catajarra de gente se ha inspirado en eso hasta para decir que la tierra es plana. Pero surge algo, muy preciso, nada interpretativo. Solo se puede leer y acercar una interpretación lo más posible cada vez que se observa. ¿Cómo es posible que el río nunca sea el mismo si en la práctica, cuando vamos a él para pescar o bañarnos, siempre está ahí, en algún punto determinado al que llegamos caminando o en carro, en una dirección determinada? Estamos ante una paradoja, algo que se contradice y no tiene solución. También hay esa paradoja entre el día y la noche, lo seco y lo mojado etc. Otras paradojas como la que hay entre la guerra y la paz quizá sean más gráficas y al mismo tiempo espantosas. Las diferencias entre contrarios se expresan y explican en paradojas. Entonces se adelanta la segunda definición de filosofía. Si el pensamiento abstracto se aplica en descubrimientos como los sistemas de riego para fundar la ingeniería, para fundar la filosofía el pensamiento abstracto se aplica en cualquier otro sentido que, sin ser instrumental, sí delimita el espacio donde puede haber retórica y dejar la lógica para contener ese río de palabras que fluye. Es decir, que la ingeniería modifica el entorno a nuestro favor, lo adapta a nosotros. La filosofía en cambio, nos hace a nosotros más adaptables a ese entorno, por medio de sentir y entender la realidad. Esa es la actitud del filósofo que la fenomenología asume radicalmente para encontrar respuestas efectivas a cualquier contingente intelectual. La manera como ese conocimiento intelectual, en el caso de filósofos del siglo pasado como Wittgenstein, aporta fundamentos para inventos tan concretos como los lenguajes de computación, entre otros muchos casos, es otra paradoja en sí misma. De toda esta retórica debemos hacer tierra, recordando nuestra búsqueda de definir la filosofía más allá del lugar común. Cosechamos en esa retórica, con el azadón de la lógica, la siguiente conclusión: que la filosofía consiste en observar paradojas para explicar la realidad con la mayor abarcancia, desde que se origina en la percepción de las cosas y los seres que tocamos, con un lenguaje que se logre entender. Sólo así la experiencia se convierte en conocimiento o sustancia que transita entre emociones y actos. Podemos permitirnos agregar que nos ayuda a entender la realidad a todos, no solo a genios, si se aplica un método, ya que no eso es más que eso lo que hacen los genios. Claro que en este párrafo hago alarde de algún talento poético. No es sólo lógica, pero esa parte estética es inevitable, la lógica se necesita para que el río pueda fluir. Desde los griegos hasta nuestros días Cuando el pensamiento inicia un proceso de transformación que involucra cada parte de tu cuerpo, y por extensión tu entorno, producirá sensaciones tanto en sí mismo como en los otros. Así que la transformación de uno, que podemos llamar transformación del ser, y la transformación del entorno, por nuestras acciones o por ingeniería del aparato burocrático industrial, conforman otra paradoja entre sí. Cuando transformamos el espacio físico, se detiene la transformación anatómica, conocida como evolución, y comienza a transformarse el espacio imaginario. Nace entonces la dualidad, esa que en escuelas filosóficas se mezcla con la retórica y dan lugar a una gran cantidad de textos, que no podrás leer todos con la atención necesaria, como ya sabemos. Consiste en asumir dos respuestas posibles a un mismo acontecimiento. Sin una línea de investigación clara, nos precipitaríamos hacia lo instrumental, desilusionados de la vaguedad e insolvencia de la filosofía. Son dos sentidos en que se orienta el pensamiento: Uno es nuestra capacidad de imaginar un proyecto vectorial, es decir, con una intencionalidad enfocada, como sucedió con los sistemas de riego. Ahí podríamos marcar un posible origen de la ingeniería y la política, y por supuesto, que también de la filosofía. El otro es, a entender y adaptarnos ejerciendo una transformación desde los conceptos, que son abstracciones. No es nada rebuscado que aquí acecha la locura sin un método. Toca ya asumir una definición técnica del espacio imaginario, simbólico, lingüístico. Lo llamaremos intransitivo, por no encontrar mejor término que el de la fenomenología, pero sin dejar de nombrar sus antecesores. La metafísica y las probabilidades Cuando comenzó el razonamiento en la Grecia antigua, al espacio transitivo de materiales y cuerpos que chocan, gozan y se ofenden, se llamó física. Esta sola definición ya nos dice que cierta lógica se había asimilado desde esos tiempos. Pitágoras, aproximadamente un siglo después de tales de Mileto, viene siendo el fundador de las herramientas que llevaron a la lógica. Su discípulo Parménides, puso en un poema una noción tan abstracta, que se le adjudica apresuradamente haber fundado la lógica. Su afirmación de que "el ser no se puede originar del no ser" da lugar a preguntarnos sobre qué es el ser. Ciertamente la lógica queda aquí más clara que en los aforismos de Heráclito. Ser y no ser ya se parecen mucho a un A más B. Pero eso fue una interpretación posterior de un poema demasiado interpretativo. La lógica va a desarrollarse con los estoicos a partir del descubrimiento de las paradojas de Heráclito. Y a partir de ahí pasan muchos siglos repitiéndose nombres como Sócrates el personaje, principal de los diálogos de Platón, Epicuro, Séneca y Aristóteles. Esos filósofos griegos eran llamados helenos por la región donde vivían. Parménides era eleata (la clase social más alta) y alrededor de 8 siglos después Plotino y San Agustín serán los más conocidos del periodo romano de la filosofía cristiana. La escolástica se asentará sobre esas bases por más de un milenio, para los círculos entendidos. Pero ninguno de estos se atreve a cuestionar las categorías y los postulados del canónico Aristóteles. Aristóteles y Confucio. Aristóteles establece los cánones o normas estéticas que van a determinar la filosofía de la modernidad es decir, los siguientes 16 siglos, hasta la aparición del romanticismo. Sus cánones son muy conocidos. En oriente un filósofo llamado Confucio comienza a estudiar esas paradojas concluyendo que las relaciones son complejas y fundamentales, sobre todo con el poder. Aristóteles descubre la categorización, Confucio descubre lo políticamente correcto. Ambas como herramientas argumentativas que signaron el devenir de sus culturas y las que derivaron. En cuanto a las categorías, las podemos entender como los nombres que ponemos a cualidades y sustancias que observamos para establecer, por ejemplo, que lo valiente y hermoso sean cualidades mejores que otras, en si mismas. Que la belleza sea así y asao producto de un rigor de observación de la totalidad era necesario para constituir una cultura. Que lo justo sea esto y no lo otro proporciona una serie de rasgos que facilitan la comprensión de un fenómeno. Ver repetidos ciertos signos nos pide nombrar ese rasgo de alguna manera. Por eso una categoría puede ser lo negro-blanco, de lo débil-fuerte. La palabra se convierte en categoría cuando se aprehende la diversidad. Recordemos que el maestro de Aristóteles, Platón, escribió diálogos basados en Sócrates. O eso le parecía impreciso o simplemente no tenía ese talento, lo cierto es que Aristóteles logró hacer un reconocimiento de todo el saber de su tiempo, para servir como fuente estable de cánones, bien argumentada durante mas de 15 siglos. Y Confucio en oriente sienta las bases de la sensatez para dejar las bases de lo que se llamará periodo feudal de la historia. Pero ambas influencias en cada contexto no parecían influir más que en los sectores centrales de cada cultura. Fundamentalmente en el sector académico de todos esos siglos que servía a cortes de nobles y comerciantes. El llamado vulgo o plebe, tenía otras fuentes de conocimiento no registrado, es decir, heredado oralmente. Las secuelas filosóficas A pesar de la importancia de este gran observador y clasificador, entre todos estos nombres preponderantes, el que salta a la vista para nuestra tendencia radical y universal, obligada por las redes, no es de uno, sino más bien un movimiento llamado estoicismo. Entre la academia de Platón, el liceo de Aristóteles, los sofistas, cínicos, pitagóricos y otras escuelas del pensamiento de la época, los estoicos preferían llamarse como las entradas de los pueblos para invitar al debate. De hecho, la influencia de Aristóteles era para el vulgo.. Mucho más que Aristóteles, los estoicos aplicaron lógica y descubrieron el lenguaje en sí mismo. La moral de este movimiento, no es metafísica sino lógica. Es decir, que no se basa en preceptos colectivos de lo que podía estar bien o mal, sino que eso debía ser tu propia deducción con un principio lógico. Por una evidente probabilidad deducible, creo que Cristo ha podido haberse influenciado del estoicismo durante sus viajes. De ahí que Aristóteles ejerciera influencia formal, pero la moral que revolucionó occidente y se exportó al mundo, fue más bien la lógica estoica como movimiento público de bajo perfil. La influencia de Aristóteles era fundamentalmente sobre letrados de la época. La influencia de los estoicos era tal, que los emperadores solían usar como imagen pública la asesoría de un estoico reconocido como tal. Incluso, Marco Aurelio fue un emperador que se definió a sí mismo como estoico. La lógica en el cristianismo No importa aquí, fíjense ustedes, que Cristo haya sido un mito. Esa especulación fenomenológica se desarrolla en el libro Tecnología del espíritu. Ahí explicamos la ciencia que estudia mitos y los equipara a la historia. Aquí solo necesitamos saber que el primer período histórico clásico lleno de azares, asaltos de culturas y marcado por la famosa alianza o concilio entre cristianos y romanos, solo se matiza y recompone en el despliegue categórico de Aristóteles y en la fortaleza lógica-moral de los estoicos, conviviendo siempre con otras influencias y supersticiones, de las cuales, muchos conocimientos esotéricos, quedan a merced e muchas cosas, pero sobre todo de su propia desvirutación como superstición, superchería, fetiche... Sobre la base de esta apabullante doble influencia, San Agustín descubre el problema conceptual del tiempo, que no se había planteado antes y que tiene plena vigencia. ¿Cómo podemos entender la realidad si cuando la vivimos no somos conscientes del presente, porque este transcurre es un instante en que no puede haber pensamiento, ya que los pensamientos duran más de un instante? Y aquí tenemos la metáfora del río como revelación, como sensación de conocimiento. Por otro lado, en ese mismo período Plotino desarrolla la estética de Aristóteles y casi la convierte en concepto. Entre ambos pensadores, colaboran para que el tiempo y la estética inicien el acopio de elementos que van a servir para contener la expansión de la filosofía hasta los linderos de prácticas esotéricas milenarias. Conclusión Lo primero es tener claridad de lo que estamos aprendiendo cuando queremos saber qué es la filosofía. No es más que la sabiduría. Pero ¿como comprender la sabiduría lejos del fetiche o el clisé? ¿Cómo no ser engaños por fantoches que saben algunas cosas pero no tanto como parece, si nosotros no sabemos cuanto saben? Pues aquí es, donde siempre apelamos al conocimiento del mundo y a nuestra intuición. Y ahí es donde tú te das cuenta de que practicas filosofía radical, por tu cuenta, en muchas ocasiones. Es decir, solo por tratar de leer entre líneas para evitar que te engañen, ya manejas herramientas de fenomenología. Y si te gusta probar experiencias para conocerlas y luego le dedicas tiempo a comprenderlas, ya sabes que eres fenomenólogo, en la práctica. La cuestión aquí es que la sabiduría es un término impreciso. Para entender qué es la filosofía, debemos usar conceptos y símbolos, herramientas que están hechas de lenguaje. Y en este caso el término que nos puede permitir visualizar la sabiduría (filo, amor, sofia conocimiento) más allá de la figura engañosa de gurúes con barba y títulos adosados, es la noción del plano general. Tiene que ver también con geometría, como en el caso de Parménides. La sabiduría es acceder a un punto de vista análogo a la realidad aumentada. Algo así como ver todo desde lejos para aprehenderlo en su totalidad. Eso se entiende fácil si imaginamos a alguien en una muchedumbre complicada y tumultuosa. Asesorado por un amigo que mira desde un dron, sabrá cómo salir del embrollo. Incluso, le puede advertir sobre la cercanía de peligros puntuales que se le acerquen, como algunos malhechores que quieran emboscarlo con malas intenciones. En esta analogía, quien ve desde el dron, viene siendo el ingeniero. El que ha estado en el tumulto si ha escuchado a quienes han estado en situación similares, puede aprender de ambas vías para prever e imaginar, dónde pueden estar las salidas o cómo actuar ante alborotos, incluso si es mejor quedarse quietos un tanto hasta que se abra un canal de posible tránsito en medio de la gente... Eso sería sabiduría en esta analogía. Ciertamente muy pocos filósofos graduados están cerca de esta cualidad de la sabiduría. Resumiendo, tenemos que la filosofía responde a la búsqueda de los orígenes en algún momento previo, y posteriormente se ha de ocupar de la política. En esa progresión ya vemos una lógica que nos salva de la especulación interminable, esa que a mí me daba y me da vergüenza de ser filósofo. Como definición lógica del origen de la filosofía, tenemos que comienza cuando dejamos de conformarnos con el conocimiento heredado. Otro motivo de vergüenza para mí es, tanto filósofo hablando de frases y autores del pasado. Eso es conocimiento heredado, no producido. Hace correlato con aquellos tiempos. Por eso siento tanto aburrimiento oyendo a filósofos, pero no puedo dejar de hacer observaciones de lo que acontece que logran superar hasta mi interés sexual la mayoría de las veces. Pero aquí lo que nos interesa es definir la filosofía. Y ya tenemos una definición que dice que es hacernos preguntas sobre la realidad, en nuestra intimidad, sin acoso de los dioses o los gendarmes de turno para producir las respuestas más estables, a cuestiones no instrumentales pero relevantes. Y gracias a la conexión descubierta aquí, entre filosofía y esoterismo, esa relevancia se puede llamar espiritual.