Books by Juan Carlos Sánchez Corralejo
Facanías , 2024
La última etapa, tanto vital como militar del general Bernal, estuvo unida a Ceuta. Con su tesón ... more La última etapa, tanto vital como militar del general Bernal, estuvo unida a Ceuta. Con su tesón habitual contribuyó a la mejora militar, urbanística y dotacional de la plaza ceutí desde su puesto de comandante general
de la ciudad norteafricana, todo ello en un momento de enorme dificultad. El mandato de Bernal coincidió con la guerra civil marroquí entre Mawlay A bd-al-Aziv y Bou Hamara; y la pugna derivada de los intentos de penetración occidentales en el Imperio jerifiano. Bernal va a vivir, desde Ceuta, la Declaración Anglo-francesa de 8 de abril de 1904, origen de la llamada Entente Cordial, fundamentada sobre el respeto mutuo de sus respectivas áreas de influencia en Egipto y Marruecos; y el posterior litigio diplomático entre España y Francia, que basculó desde la declaración hispano-francesa de París de 3 de octubre de 1904 hasta la Conferencia de Algeciras de 1906 que apuntaló, finalmente, la creación del doble protectorado sobre Marruecos
Confirmación de los Privilegios de la Dehesa Boyal de Valverde del Camino. 1570, 2022
La Diputación de Huelva, a través de su Servicio de Archivo, ha publicado la edición facsimilar d... more La Diputación de Huelva, a través de su Servicio de Archivo, ha publicado la edición facsimilar de la Confirmación de los Privilegios de la Dehesa Boyal de Valverde del Camino, del año 1479.
La publicación del facsímil está precedida de los estudios introductorios realizados por Francisca Medina Arestoy, archivera de la Mancomunidad Campiña-Andévalo (‘Pasado y presente de Valverde del Camino’); Juan Carlos Castilla, historiador y bibliotecario de Valverde del Camino, que ha realizado el estudio sobre la Relación de Documentos, análisis externo y transcripción de la Carta Puebla de la Dehesa Boyal de Valverde del Camino; y Juan Carlos Sánchez Corralejo, profesor de Historia, investigador, director del IES Don Bosco de Valverde del Camino, autor del apartado ‘Facanías y su Dehesa Concejil’.
En nuestra aportación a este estudio colectivo nos preguntamos ¿Quiénes fueron y de dónde procedían los hombres y mujeres que vinieron a poblar Facanías, atraídos por las concesión señorial de la exención de la renta de los terrazgos? y nos planteamos otros pequeños enigmas: -La merced de la dehesa concejil de Facanías ha dado lugar a alguna que otra confusión, la principal la fecha de la data. Los que se basan en las copias del Archivo Municipal de Valverde, el primero Diego Romero Pérez, la fechan en diez de febrero de 1469; los que se apoyan en la documentación del archivo de Medina Sidonia la datan en 10 de febrero de 1479. Nos referimos a Ladero Quesada, Collantes y Anasagasti- R. Liáñez20. ¿Dónde está el origen de la errata, casual o intencionada?
-Respecto a la naturaleza jurídica, para la mayoría de autores, los procesos de repoblación mediante concesión de dehesas delimitan áreas privativas concedidas a una institución, a un concejo -no a un individuo- y por tanto, no comunales o mancomunadas. Otra cosa es que, a partir de la concesión original, los poderes concejiles establecieran estrategias que aunaban ciertos usos comunales, junto a arrendamientos a particulares, cobro de multas e imposición de arbitrios. Eso es lo que se observa en la dehesa concejil de Valverde de los siglos XVI y XVII. No es exclusivamente una dehesa boyal, sino que permite una diversificación de usos. La dehesa de Valverde, entendida como terminus o legua concejil, no es exclusivamente boyal: hay pagos para los bueyes, otros para las rozas, otros para allegar nuevos pobladores, mediante el reparto concejil de suertes, y otros para subvenir a los gastos de la hacienda local mediante procesos de arrendamientos a particulares locales o foráneos
A partir del alargamiento de la dehesa concejil, Facanías experimentó un notable crecimiento demográfico y económico que marcara su ascenso como población emergente dentro del Condado de Niebla
El cambio de denominación -desde Facanías a Valverde del Camino- del lugar ha recibido múltiples interpretaciones. Diego Romero Pérez lo explicó como consecuencia de las medidas restrictivas contra los judíos y en concreto con la orden de su destierro de Andalucía de 1483. Geraldo Corralejo habla de un nuevo nombre como símbolo de potestad del duque para reafirmar su dominio territorial. Si hubo una mancebía, aunque fuera ocasional, cerca de Valverde, deberíamos hablar de silenciar un oscuro pasado con un toponímico más aséptico. Ana Castilla habla de un topónimo basado en la morfología del lugar (valle) y de su vegetación (verde), mientras que el sintagma preposicional nos indicaría su condición de lugar de paso de caminantes, arrieros y tratantes de todo tipo. Recientemente, García-Lería habla de la construcción de un mito en la identificación de Facanías y Valverde, nacido, en su opinión, a partir de un texto del visitador arzobispal Miguel María de León, fechado en 1777; insiste en la inexistencia de un texto documental que permita la identificación cierta entre ambas y no descarta que Facanías y Valverde fueran dos lugares distintos en el espacio físico e incluso coincidentes en el espacio temporal.
Huelva en su Historia, 15 , 2021
El artículo explora la pervivencia de los usos comunales durante los siglos XVI y XVII. Los mecan... more El artículo explora la pervivencia de los usos comunales durante los siglos XVI y XVII. Los mecanismos fueron la privatización temporal de los recursos concejiles (desacoto de bellotas, usufructo de dehesas, baldíos, ejidos y extremos) y de bienes comunales, como los aprovechamiento de pastos en los baldíos; el disfrute de suertes de tierras comunales o bienes de propios en régimen de usufructo, e incluso la bellota residual de la montanera dentro de propiedades privadas. Las restricciones nacieron de la presión de los poderosos, en forma de usurpaciones ilegales, pero también de la presión de las clases populares que alentaron la privatización de espacios públicos, como las enclosures en las tierras del alfoz, o el reparto de abesanas y criaderos en las dehesas. El asiento de colmenas y la búsqueda de rozas y pastos, en los baldíos de Niebla, permitió la creación de alcarías o núcleos semipermanentes. Las urgencias fiscales y la cerrazón de las aldeas, incapaces de crear normas de distribución civilizadas de las comunidades de pasto de origen medieval, limitaron los usos comunales. Por ello, los aldeanos se vieron privados de los antiguos derechos a pastorear, cazar y cortar maderas y corchos y fueron limitados, asimismo, los derechos de espigueo y rastrojera.
La pérdida progresiva de los bienes comunales y de propios y, por ende, de los usos comunales, vinieron de una concatenación de impulsos: a la extenuante presión impositiva, se unió la labor usurpadora de los poderosos, y también la presión ejercida por las clases humildes
Actas de las V Jornadas de Patrimonio del Andévalo , 2015
A través de las cartas enviadas desde el frente de guerra por José Contioso Lineros a su novia y ... more A través de las cartas enviadas desde el frente de guerra por José Contioso Lineros a su novia y futura esposa, Dolores Arroyo, hemos podido rastrear las vicisitudes de algunos soldados de Valverde del Camino durante la Guerra Civil. Este valverdeño formó parte de la 62a División de Navarra, y hemos documentado su presencia en los frentes de Burgos y León, y en las batallas de Santander y Asturias; en el intento de nueva ofensiva sobre Madrid, y más tarde en la batalla de Teruel, en la ofensiva nacional contra Aragón y Cataluña.
Esclarecedoras y muy útiles han sido las vivencias de otro valverdeño, José
Dolores Macías Delgado, quien pasó buena parte de la guerra en el frente de
Madrid, vivió la batalla del Jarama, y durante más de dos años recaló en la
Ciudad Universitaria. Esas vivencias fueron convertidas en un libro inédito en
el ocaso de sus días, bajo el título La guerra que yo viví.
También nos hemos servido de las conversaciones con los pocos quintos vivos, como Antonio Gamonoso Gutiérrez y Florencio Gallego González, por el bando nacional; y
Antonio Fernández Mora, por el bando republicano. Las cartas y las crónicas directas, junto a los relatos bélicos de cientos de valverdeños narrados a sus hermanos, hijos y nietos, y convertidos en narración vital, son la base del presente estudio, aunque no renunciamos ni a las fuentes archivísticas ni a la hemeroteca.
El Andévalo. Minería y Patrimonio: Actas de las VIII Jornadas de Patrimonio de El Andévalo. Calañas, 17, 18 y 19 de noviembre de 2017, 2018
La rehabilitación minera de la provincia de Huelva fue protagonizada por inversores provenientes ... more La rehabilitación minera de la provincia de Huelva fue protagonizada por inversores provenientes de Huelva, Cádiz y Sevilla, e incluso del poniente almeriense, llegados al solar onubense antes de que arraigaran las compañías inglesas, francesas y portuguesas.
En las VIII Jornadas del Patrimonio del Andévalo, celebradas en Calañas, ofrecimos una doble comunicación. Una primera bajo el título “Minas e Inversores mineros en Huelva (1842-1859). La rehabilitación decimonónica”, donde realizamos un catálogo de las minas onubenses demarcadas y en explotación en las décadas de 1840 y 1850, que debía servirnos de base para entender la segunda parte del estudio, que bajo el título “Las sociedades mineras de la Faja Pirítica de Huelva (1842-1859). Un intento
autóctono frustrado” quiso desentrañar la identidad de los protagonistas del enómeno de rehabilitación minera del siglo XIX.
Finalmente, la densidad del estudio pretende acabar en la edición de un libro específico. Por ello, nos hemos decantado por analizar, en estas actas, un ejemplo más concreto, el de una mina individualizada y una sociedad minera, Los Buenos Amigos, que debe servirnos de modelo, si no de paradigma, del fenómeno de rehabilitación minera, en tanto que nos permite dar una visión general de nuestra investigación, y analizar variables como la identidad de los inversores, esclarecer los móviles de aquellos pioneros, determinar su personalidad e intereses, analizar el proceso de creación de las sociedades mineras, los procedimientos de explotación y
comercialización, los escasos datos de producción minera cierta y los primeros ejemplos de conflictividad laboral.
El Andévalo Historia, Tradición e Innovación, 2016
Valverde llegó a tener 12 molinos de viento a mediados del siglo XIX; hoy solo conserva la base d... more Valverde llegó a tener 12 molinos de viento a mediados del siglo XIX; hoy solo conserva la base del viejo molino de la Cabeza de Cañada Luenga. Frente a la negra suerte de los molinos valverdeños hay una alternativa más halagüeña: el rescate de los molinos del resto de las tierras andevaleñas, que han sido puestos en valor desde la década de 1990 hasta la actualidad.
En 1750, varias poblaciones andevaleñas poseían molinos de viento: había 5 en Valverde, 3 en Castillejos, 2 en El Almendro y uno en Puebla de Guzmán, Alonso, Santa Bárbara, Calañas y El Cerro. Pero también los hubo en Trigueros (2) Gibraleón (1) y Lucena (1)3. En la segunda mitad del siglo XVIII, según los datos del cuestionario de Tomás López, se instalaron en Sanlúcar de Guadiana (2), y Ayamonte (1), y aumentaron de forma considerable en Puebla de Guzmán (17) y El Almendro (11)
La proliferación de los molinos de viento a lo largo de la Edad Moderna suele responder a dos coyunturas: la demanda de harina en periodos de crecimiento demográfico, y las sequías que limitaron el papel de los molinos hidráulicos.
Los primeros molinos de viento valverdeños datan de mediados del siglo XVIII. En año y medio, entre febrero de 1744 y julio de 1745 se construyeron seis molinos de viento, relacionado con la pertinaz sequía y el aumento abusivo de la maquila por parte de los molinos hidráulicos. Se situaron en cuatro cabezos que rodeaban la villa, los de San Sebastián, San Gregorio, la cabeza de la Cañada Luenga y la Peña Gorda, con cotas modestas que oscilan entre los 260 y los 299 metros de altitud sobre el nivel del mar.
El segundo salto cualitativo en la construcción de los molinos de viento valverdeños se produjo en el siglo XIX. De nuevo, el impulso constructor parece relacionarse con un nuevo fenómeno de sequía en trienio 1835-37.
Actas Jornadas del Patrimonio del Andevalo , 2017
El carlismo se enmarca dentro de los movimientos contrarrevolucionarios europeos que surgen ante ... more El carlismo se enmarca dentro de los movimientos contrarrevolucionarios europeos que surgen ante el miedo a la Revolución Francesa y que se intensifican tras el Congreso de Viena y la Restauración Europea. La historiografía ha acuñado el término de contrarrevolución Legitimista, a cuya categoría pertenecen dos fenómenos ocurridos en el solar ibérico en el siglo XIX: el miguelismo portugués y el carlismo español, que aúnan su carácter de movimientos de oposición al liberalismo decimonónico con una nota distintiva, la existencia de una disputa o cuestión sucesoria.
A esta realidad común, la provincia de Huelva une su carácter fronterizo con Portugal y las concomitancias que tuvieron el carlismo y el miguelismo. Es cosa sabida que la Tercera Guerra Carlista se desarrolló sobre todo en las Provincias Vascongadas, Navarra y Cataluña. Pero es igualmente cierto que el carlismo ideológico estuvo asentado en Andalucía y que hubo partidas carlistas en nuestro territorio. El estudio trata de desentrañar algunas de las claves de este fenómeno en una tierra excéntrica como la provincia de Huelva. Nos adentramos en las bases sociales del carlismo onubense -con pocos datos, esa es la verdad-, haciendo hincapié en la presencia rectora de los párrocos más conservadores y la conversión de este empuje social en movimiento político a través, primero, de la prensa, y después de la creación de candidaturas católico-monárquicas a las Cortes para hacer frente a los candidatos progresistas dominantes, tratando de visibilizar el lema clásico «Dios, patria, rey», y la legitimidad monárquica frente a la confusión y las veleidades del Sexenio democrático.
La aceptación por el carlismo del juego parlamentario hizo extender sus bases locales en Huelva. Al carlismo tradicional se unen las “Asocia dones Católicas” creadas por el marqués de Viluma en diciembre de 1868 con el propósito de velar por la unidad religiosa de España, y más tarde e reforzamiento del Partido Carlista con neocatólicos como Cándido de Nocedal, Navarro Villoslada, Aparisi y Guijarro. Al presentarse como genuinos representantes, tratan de atraerse, por exclusión, a la masa católica en el lapso de tiempo que media entre el fracaso de la opción montpensierista: hasta el fortalecimiento de la alfonsina, tras el golpe de estado de Sagunto
Finalmente, analizamos el papel de detectado guerrillas carlistas, nacidas en el entorno de la Sierra y en Sevilla, que recorren Huelva al menos en 1869, 1873, 1874
y 1875. Hemos tratado de identificar a sus cabecillas y andanzas, pero la extracción social de sus componentes no ha sido posible de esbozar debido a la escasez de datos y a las pocas referencias sobre los apoyos a las mismas por parte del carlismo social.
Del Grupo Escolar al CEIP Menéndez y Pelayo , 2013
La investigación aúna la información documental, el vaciado de los archivos
locales –el municip... more La investigación aúna la información documental, el vaciado de los archivos
locales –el municipal y del propio colegio-, y las informaciones relevantes de la
hemeroteca de los principales diarios regionales, con informaciones destacables
sobre el tema objeto de estudio, todo ello complementado con el enfoque
biográfico-narrativo que nos ofrecen los propios protagonistas: profesores y
alumnos.
El análisis de la información escrita tiene el propósito de establecer
relaciones, diferencias, etapas y estado actual del conocimiento respecto al tema
objeto de estudio: la historia de la educación primaria focalizada en una institución
escolar desde su fundación en la postguerra, hasta el momento actual, pasando
por los distintos escalones de la reforma educativa.
Dentro de la información bibliográfica, hemos buscado una revisión selectiva,
tratando de priorizar los datos más relevantes a partir de las principales fuentes
secundarias: libros, artículos, monografías, tesis, trabajos de investigación
presentados en conferencias, congresos y seminarios.
La legislación educativa nos ha servido para sustentar el engranaje normativo
y analizar sus cambios en las distintas etapas.
La información archivística y de hemeroteca ha sido la base para montar el
andamiaje de la evolución histórica de un colegio de educación primaria, el
Menéndez y Pelayo de Valverde, inaugurado en 1937, las vicisitudes de su
construcción y la historia vital de sus protagonistas.
La sección Junta de Primera Enseñanza del Archivo Municipal de Valverde
del Camino nos ha permitido conocer de primera mano las actas de la Junta Local
de Enseñanza con informaciones referentes a designación de cargos del propio
organismo, actividades de inauguración del curso escolar, censos escolares,
medidas de lucha contra el analfabetismo, obras de mantenimiento en los centros
escolares, consignación presupuestaria para material, normas sobre cumplimiento
estricto del horario laboral, sobre vigilancia de niños en edad escolar o su acceso a
películas no aptas.
Pero también ayudaron las comunicaciones o credenciales de
nombramientos de nuevos profesores enviadas desde el Consejo Provincial de
Educación Nacional, por ser la Junta de Enseñanza el organismo responsable de
acoger a los nuevos maestros llegados a la ciudad, aunque observamos bastantes
lagunas o documentos no conservados. Igualmente, las actas del tribunal de
selección del Premio Diputación, o las circulares del Gobernador Civil que servíanpara recordar las obligaciones de las alcaldías y de las Juntas de Enseñanza en
materia docente.
El archivo nos puso en contacto con la correspondencia del alcalde, en su
condición de presidente de la Junta de Enseñanza, con otras autoridades
nacionales o provinciales (ministros, dirección general de enseñanza primaria,
delegados administrativos provinciales –posteriores delegados de educación-,
inspectores, jefes de la sección de protección escolar, de la junta provincial de
construcciones escolares…), relativa a infraestructuras y dotaciones pero también
a aspectos docentes como realización de exámenes extraordinarios para la
obtención del certificado de estudios primarios.
Hemos analizado los censos escolares municipales y las copias de registros
de matrícula de los distintos colegios; nos hemos acercado a diversos
expedientes (de absentismo escolar, para la adjudicación de los premios
Diputación, ayudas para los comedores escolares…). Interesante ha resultado,
asimismo, la documentación relativa a las campañas de alfabetización y los
acuses de recibo de material escolar.
A través de las actas capitulares hemos recopilado informaciones sobre
obras de reforma, instalación y suministro, labores de limpieza municipales en las
escuelas públicas o entrega de material. Hemos rastreado en sus reuniones todos
los intentos del consistorio por dotar a la población de un grupo escolar de niños, la
fase de proyecto y noticias, aunque muy pocas, sobre su construcción.
Por su parte, el archivo del colegio Menéndez y Pelayo nos ha regalado la
lectura de los libros de actas de la Junta de Profesores, antecedente del claustro,
de los que hemos analizado en profundidad los existentes desde 1953, primer año
de los conservados, a 1986, con una importante cesura intermedia entre 1954 y
1967, de la que no conservamos información.
Los libros de actas recogen aspectos e informaciones muy diversas. A
través de su lectura hemos podido seguir el proceso de elección de directores y de
miembros del equipo directivo, y la estructuración de funciones de este último.
Nos han mostrado referencias a cartas, oficios o circulares de Inspector Jefe
Provincial relativos al cumplimiento de la normativa vigente en cada momento, y la
aplicación de los mandatos de las leyes educativas. Se hacen eco del envío
mensual a la Delegación Provincial del Frente de Juventudes, de los partes de
actividades y estadística, o de la distribución entre el profesorado de los
cuestionarios de Educación Cívica, Social y Política, y de Educación Física.
Además, reflejan la aprobación del inventario y del presupuesto anual, o la
recepción de algún que otro libro editado por el S.E.M., la presencia en el colegio
de revistas o periódicos profesionales, así como la recepción o compra de material
curricular (equipos de proyección, manuales, enciclopedias, colección de discos de
música clásica, instrumentos musicales, etc.)
Las actas de claustro reflejan las solicitudes de ampliación de personal a
las autoridades locales y provinciales (profesores, limpiadoras o vigilantes).
También informan de las gestiones realizadas para la correcta puesta en marcha de un curso escolar, el registro de los desperfectos y su envío al secretario de la
Junta de Enseñanza Primaria, y manifiestan las necesidades de renovación de las
infraestructuras, del mobiliario escolar y del material curricular. Plasman la
distribución de aulas, en los años iniciales del colegio por maestros, y a partir de
los 70 por niveles. Recogen asimismo la formación de los primeros Consejos
Escolares consultivos de la década de 1960 y la elección de diversos cargos
(suplente de director, miembros de la Junta Económica, interventor de cuentas,
Contable-tesorero, encargado del ropero escolar, de los boletines escolares,
bibliotecario, delegada del comedor escolar, comisión asesora de becas, etc.); y
ya, en la época democrática, la constitución de departamentos y coordinadores de
ciclos, y los primeros pasos de la Comisión de Centro y Localidad o Comisión
Local de Matriculación. Estas actas nos muestran también la organización de los
cursos -desde la rotación de grados de los 50 a la adscripción de tutorías en los
70 y 80-, la elaboración de instrumentos de organización escolar (programas de
desarrollo de los Cuestionarios Nacionales, modelos de gráficas de asistencia,
cambios en los libros de escolaridad, o programaciones a largo y a corto plazo).
En ellas se descubren aspectos interesantes del trabajo docente, como la elección
de los libros de texto, o la formación de equipos por áreas de conocimiento
(lenguaje, matemáticas, plástica, dinámica, experiencia, social y naturaleza).
También referencias -siempre demasiado escuetas- sobre el uso del cuaderno del
profesor, del cuaderno de rotación, de la realización de fichas de trabajo por áreas
y niveles, o de la finalidad de las actividades sabatinas. Reflejan el interés de los
maestros y maestras por adquirir, por ejemplo, libros para facilitar la tarea
educativa, conforme a las exigencias de las nuevas leyes educativas, como ocurrió
tras la implantación de la Ley de Educación General Básica o la evolución de la
enseñanza de idiomas extranjeros. Muestran informaciones sobre el proceso de
evaluación (esquema de pruebas finales de 1ª y 2ª Etapa, normas para la
promoción de alumnos, debates sobre los instrumentos de evaluación, normas
sobre la cumplimentación de libros de escolaridad y actas de evaluación final, y
más recientemente pláticas sobre los criterios de evaluación y promoción de
alumnos). Son prueba de la existencia de distintas nomenclaturas y una realidad
parecida a lo largo de cuatro décadas.
Las actas permiten seguir someramente las vicisitudes del parvulario y el
lento proceso de creación del aula de educación especial. Recogen las peticiones
a la administración y los esfuerzos internos para la promoción de las actividades
deportivas, de excursiones escolares o de fiestas fin de curso. Evidencian los
esfuerzos para proyectar sobre la sociedad el trabajo del colegio, como el envío de
cartas sobre el funcionamiento del equipo directivo o la creación de un primer
boletín informativo, aunque de vida efímera. .
Libro realizado para conmemorar el 50 Aniversario de la Fundación de la Escuela Profesional de Va... more Libro realizado para conmemorar el 50 Aniversario de la Fundación de la Escuela Profesional de Valverde dle Camino (Huelva), más tarde reconmvertida en IES Don Bosco de Enseñanza Secundaria
RITUALES DE MUERTE by Juan Carlos Sánchez Corralejo
Facanías , 2019
La sociedad moderna, como la medieval, estuvo a menudo atormentada por la idea del óbito y por el... more La sociedad moderna, como la medieval, estuvo a menudo atormentada por la idea del óbito y por el Más Allá. Pero, a la par, y, según nos acercamos al Barroco, el entierro deriva en un acto a través del cual se manifestaba el prestigio social, la reputación y el nivel económico del finado.
Tras el óbito el finado debía ser amortajado. El cadáver era envuelto en algún tipo de vestidura, sudario o sábana para ser conducido a su última morada
Tras el aviso de los familiares, la Custodia debía dirigirse a la casa del moribundo, debiendo ser acompañada por todos los vecinos que encontrase en su camino. Poco sabemos sobre otros elementos y componentes de la comitiva. Extrapolando datos del siglo XVII, podemos concluir que el cuerpo era recogido por un cura de la Iglesia parroquial y el beneficiado en presencia de la cruz, portada por el sacristán y recubierta de la clásica manga valverdeña, un adorno de tela, casi siempre negra, en forma de cilindro que cubría la vara de la cruz. Esta solicitud fue la dominante en Valverde en la década de 1690 .
Antes de trascurridas las veinticuatros horas desde el fallecimiento,
el cadáver debía volver a la tierra9. Pero ello exigía una tumba conveniente10.
Valverde del Camino careció de establecimientos conventuales,
habitualmente preferidos por la buena sociedad. La totalidad
de testadores analizados precisan querer ser enterrados en la Iglesia
de Santa María, cuyo cementerio es muy anterior a 1560.
La mayoría de testamentos hablan de la Iglesia de Santa María; otros
como los de Isabel Pérez, viuda de Pedro Hernández, se refieren a la
Iglesia de Valverde del Camino.
Desde el siglo XVI funcionaba el cementerio parroquial, tanto para valverdeños como para indianos regresados de América. Enrique Martín refiere el enterramiento de un indiano valverdeño, Francisco Rodríguez el Perulero, quien había vivido en Nombre de Dios", perteneciente al Virreinato de Nueva España, que fue enterrado en Valverde en marzo de 1585.
Desde 1604, el arzobispo de Sevilla Fernando Niño de Guevara, mandó construir osarios en todas las iglesias, bien en el interior de los templos o en sus cementerios, para acumular los huesos que debían ser extraídos de las antiguas sepulturas por falta de espacio mayor.
Revista Fiestas de San Antonio Abad, 2003
La sociedad moderna, como la medieval, estuvo a menudo atormentada por la idea del óbito y por e... more La sociedad moderna, como la medieval, estuvo a menudo atormentada por la idea del óbito y por el Más Allá. A lo largo del siglo del Barroco el entierro había derivado en un acto a través del cual se manifestaba el prestigio social, la reputación y el nivel económico del finado. La Sociedad del siglo XVII poseía la firme convicción de que el ceremonial y los rituales de la muerte servían para explicar el contenido de la vida. Así, la categoría de los entierros y la fastuosidad o sencillez de las funciones religiosas muestran cómo la jerarquía social era capaz de traspasar incluso la frontera de la muerte.
RURAL HISTORY (Siglos XVI a XVIII) by Juan Carlos Sánchez Corralejo
Huelva en su Historia, 2021
El artículo explora la pervivencia de los usos comunales durante los siglos XVI y XVII. Los mecan... more El artículo explora la pervivencia de los usos comunales durante los siglos XVI y XVII. Los mecanismos fueron la privatización temporal de los recursos concejiles (desacoto de bellotas, usufructo de dehesas, baldíos, ejidos y extremos) y de bienes comunales, como los aprovechamiento de pastos en los baldíos; el disfrute de suertes de tierras comuna-les o bienes de propios en régimen de usufructo, e incluso la bellota residual de la montanera dentro de propiedades privadas. Las restricciones nacieron de la presión de los poderosos, en forma de usurpaciones ilegales, pero también de la presión de las clases populares que alentaron la privatización de espacios públicos, como las enclosures en las tierras del alfoz, o el reparto de abesanas y criaderos en las dehesas. El asiento de colmenas y la búsqueda de rozas y pastos, en los baldíos de Niebla, permitió la creación de alcarías o núcleos semipermanentes. Las urgencias fiscales y la cerrazón de las aldeas, in-capaces de crear normas de distribución civilizadas de las comunidades de pasto de origen medieval, limitaron los usos comunales. Por ello, los aldeanos se vieron privados de los antiguos derechos a pastorear, cazar y cortar maderas y corchos y fueron limitados, asimismo, los derechos de espigueo y rastrojera.La pérdida progresiva de los bienes comunales y de propios y, por ende, de los usos comuna-les, vinieron de una concatenación de impulsos: a la extenuante presión impositiva, se unió la labor usurpadora de los poderosos, y también la presión ejercida por las clases humildes.
El Mundo Rural en la España Moderna. Aranda Pérez, Francisco José (coord.), vol. II (2004)., 2004
La creación de comunidades de pastos fue una de las fórmulas utilizadas por el poder regio para f... more La creación de comunidades de pastos fue una de las fórmulas utilizadas por el poder regio para favorecer la repoblación del solar onubense desde el siglo XIV. La ampliación de los derechos comunales, en pleno corazón del Condado de Niebla, trató de incentivar la colonización de un territorio semivacío de hombres y ganados. Pero, a partir del siglo XVI, cuando las circunstancias cambiaron y la presión demográfica se hizo más patente, se harán inevitables las fricciones entre los derechos comunitarios anteriores, y la defensa de la exclusividad del propio término municipal. Partimos del origen de la comunidad de pastos, concedida por un Privilegio Rodado de Alfonso XI, que dio vida a una comunidad germánica, cuyo disfrute no sólo beneficiaría a Niebla sino también al resto de lugares de su Condado, entendidos éstos como calles de la capital condal. Tratamos de recalcar la función social de los baldíos, al mantener en sus propios términos municipales a una población ávida de tierras que, de otra manera, hubiera tenido que emigrar. Esbozamos las principales áreas de colonización, protagonizadas por vecinos de Valverde del Camino y, en menor medida, por los habitantes de Trigueros, Beas y Villarrasa, haciendo hincapié en la dualidad de modelos de ocupación: agrícola en el primer caso y ganadero en el resto. Analizamos los lugares de habitación y los aprovechamientos realizados: derechos de pastaje, aprovechamientos de rastrojeras, de recogida de leña y bellotas, así como el alto porcentaje de tierras cultivadas mediante una agricultura itinerante de rozas, sujeta a la renta del terrazgo. Pero, esta hermandad de pastos dio lugar a múltiples dificultades, que basculan entre los intentos de la capital condal para impedir los aprovechamientos por parte de sus aldeas, y los continuos pleitos, tanto entre Niebla y sus lugares, como entre las distintas aldeas entre sí. En muchos de ellos, subyace el solapamiento de los antiguos aprovechamientos comunales y unas prácticas municipales tendentes a adehesar fraudulentamente algunas porciones de montes para pagar sus débitos a la Hacienda Real.
Muchos lugares fueron conscientes de que el consentimiento de tales usurpaciones provocaría su perpetuación. Además, la perduración de estos abusos dio lugar a numerosos episodios de conflictividad social, que oscilaron entre la desobediencia, los embargos de bienes y ganados y que derivaron en sucesos de violencia desatada, entre los que destacó el motín de hambre valverdeño de 1633. La apropiación individual o concejil de una parte del espacio colectivo, puso en serio peligro la pervivencia de los disfrutes comunales y comenzó a romper la armonía entre lo privado y lo comunitario. La presente comunicación sólo pretende perfilar las directrices básicas de una investigación de mayor envergadura.
Las fuentes utilizadas han sido los registros notariales (Archivo de Protocolos de Valverde y Archivo Histórico de Moguer, sección Niebla), una amplia documentación emanada de los archivos municipales de las poblaciones objeto de estudio, así como el análisis jurídico del pleito de los baldíos que realizara en la década de 1950 el notario valverdeño Diego Romero.
Actas II Congreso de Historia "ÉCIJA EN EL SIGLO XVIII", 1995
Congreso Celebrado en Écija del 13 al 15 de Diciembre de 1989.
La casi totalidad de la historiog... more Congreso Celebrado en Écija del 13 al 15 de Diciembre de 1989.
La casi totalidad de la historiografía que ha abordado el estudio del pósito coincide en señalar una serie de caracteres definitorios de esta institución, que no logran desprenderse del enfoque institucional iniciado por Eduardo Ibarra y Rodríguez en los años cuarenta del siglo pasado. Los pósitos habrían nacido con el único objeto de proporcionar trigo barato al pueblo común, garantizando con ello tanto su manutención como las faenas de la siembra, al tiempo que evitaban la especulación de almacenistas y panaderos. Esta idea general es recogida por Gonzalo Anes para el siglo XVIII y se refleja posteriormente en los escasos estudios locales existentes sobre los pósitos andaluces, apareciendo una y otra vez definido como una institución que, dirigida por el concejo, trata de poner fin a la escasez de grano y pan a la vez que desempeña una labor equilibradora de los precios. José García Rodríguez apunta un nuevo enfoque al tema. El pósito aparece como un instrumento controlado por miembros de la oligarquía local que facilita trigo a los jornaleros y pegujaleros, evitando su huida masiva a la gran ciudad y garantizándose la percepción de la renta de la tierra.
Este trabajo pretende demostrar que el pósito ecijano funciona como una institución de carácter especulativo -al menos en lo que respecta a los repartos de trigo para la sementera- con la intención de rentabilizar al máximo los precios de mercado en beneficio de los almacenistas de grano.
Los préstamos para sementera están desprovistos del sentido benéfico que les
ha venido atribuyendo la historiografía anterior, al menos por lo que se refiere al pósito de Ecija en la primera mitad del siglo XVIII. La concesión de préstamos en unos determinados años y la ausencia de los mismos en otros parece no tener otra finalidad que mantener -en unos casos- y recuperar -en otrosuna coyuntura alcista de precios, que sería rentabilizada por los almacenista de grano.
REGIONAL and LOCAL GOVERNANCE (Siglos XVI-XVIII) by Juan Carlos Sánchez Corralejo
Revista Fiestas de San Antonio Abad. I.S.S.N. 1578-309X, 2001
La lucha por la obtención del villazgo por parte de Trigueros se enmarca en los reinados de Felip... more La lucha por la obtención del villazgo por parte de Trigueros se enmarca en los reinados de Felipe IV (1621-1665) - hombre discreto y sobre todo amigo de fiestas, deportes y diversiones que dejó el gobierno en manos de su valido el Conde-Duque de Olivares-y de su hijo y sucesor Carlos II (1665-1700), que ha pasado a la historia por su débil salud física y mental.
Si la corona sólo actuaba por meras necesidades hacendísticas, para los lugares afectados las escrituras de villazgo supusieron la compra de la autonomía jurisdiccional por parte de concejos y vecindarios que se consideran agraviados por las villas cabeceras de partido o por los señores propietarios de la jurisdicción. Ello no resulta grato para las cabeceras del partido o término, debido a motivaciones económicas, fiscales y jurisdiccionales.
Revista Fiestas de San Antonio Abad, 2002
Trigueros obtuvo escritura de villazgo, el 11 de julio de 1678, firmada de la mano del rey Carlos... more Trigueros obtuvo escritura de villazgo, el 11 de julio de 1678, firmada de la mano del rey Carlos II, de los señores del Real Consejo de Cámara y refrendada por el secretario
Don Gregorio Altamirano Portocarrero.
En el presente trabajo, analizamos la escritura de exención y villazgo, que mantenía las mismas cláusulas y condiciones que la escritura de transacción, otorgada en Almonte, en treinta de diciembre de 1673: el reconocimiento de la jurisdicción alta y baja, “mero mixto imperio" en primera instancia; la facultad para elaborar sus propias ordenanzas o autos de buen gobierno, -con la preceptiva autorización ducal o real- aunque tal licencia no aparezca de forma taxativa en la escritura de villazgo. Pero a la par, se añadían algunas cláusulas, características igualmente de este tipo de diligencias: la remisión de pleitos desde la antigua villa matriz y el importe de la regalía: Trigueros se comprometen a pagar 1.290.000 maravedís o, si se prefiere, 67.941 reales y 6 maravedís, que fue la cantidad concertada con la Corona. Dicha cantidad debía ser satisfecha por los 385 vecinos con los que contaba Trigueros a razón de 6.000 maravedís
El error de estrategia inicial -los conciertos con Niebla- quizá pueda considerarse un acierto. Al final, abreviaron el proceso al entrar en controversia las atribuciones de la hacienda real y las prerrogativas que Niebla quiso asumir, extralimitándose de sus funciones. .
RELIGIOSIDAD (Siglos XVI a XX) by Juan Carlos Sánchez Corralejo
Facanías , 2019
La sociedad moderna, como la medieval, estuvo a menudo atormentada
por la idea del óbito y por el... more La sociedad moderna, como la medieval, estuvo a menudo atormentada
por la idea del óbito y por el Más Allá. Pero, a la par, y, según
nos acercamos al Barroco, el entierro deriva en un acto a través
del cual se manifestaba el prestigio social, la reputación y el nivel
económico del finado. Aquella sociedad poseía la firme convicción
de que el ceremonial y los rituales de la muerte servían para explicar
el contenido de la vida. Así, la categoría de los entierros y la fastuosidad
o sencillez de las funciones religiosas muestran cómo la jerarquía
social era capaz de traspasar incluso la frontera de la muerte.
Lo primero que puede llamar la atención es que muchos de estos ritos
no hacían sino romper el antiguo tópico de la idea de la igualdad ante
la muerte: la mayor pompa se relacionaba con una posición económica
más desahogada y, sobre todo, con la creencia de que se podían
utilizar medios humanos para acercarse con mayor celeridad y garantías
a la salvación. Por ello, a veces se ha afirmado que el testamento se
convirtió en un pasaporte para ir al cielo. Estas instituciones, junto a
las mandas testamentarias del común de la población, sirvieron además
para cubrir las necesidades económicas del personal eclesiástico
y de las congregaciones religiosas, quienes, a su vez, podrían desarrollar
actividades de índole benéfica, asistencial o docente
El año de 1954 vino marcado por el primer centenario del Dogma Concepcionista, y su celebración t... more El año de 1954 vino marcado por el primer centenario del Dogma Concepcionista, y su celebración tuvo especial significación en la Andalucía occidental. Los medios eclesiásticos de cada provincia se afanaron por lograr la mayor solemnidad de las ceremonias.
En Sevilla se celebraron actos litúrgicos en la catedral las mañanas y tardes de los días 8 de cada mes, además de cantos y ofrendas ante el monumento de la Plaza del Triunfo, por parte de las hermandades y congregaciones marianas de la capital hispalense que se turnaron semanalmente en dicho menester
Si Sevilla, ciudad especialmente mariana, renovó su vinculación con la Purísima Concepción en tan señalada fecha de 1954, Huelva no quiso quedarse atrás. El nuevo obispado onubense preparó la/y para ello organizó conferencias, exposiciones y diversos actos colectivos de feligreses, asociaciones y cofradías, y sendos homenajes a las madres en la plaza de toros y a la infantería, de la que era patrona
desde 1892, como antes lo había sido de los tercios de Flandes y de los de Italia. Pero, su principal ingrediente debía ser una magna procesión mariana, anunciada a bombo y platillo por Pedro Cantero Cuadrado, -primer obispo de la provincia que había tomado posesión de la diócesis creada a finales de 1953, en marzo de 1954-, desde los micrófonos de Radio Nacional de España en Huelva.
El 8 de diciembre de 1954, coincidiendo con la clausura en Roma por parte de Pió XII del Año Mariano, Huelva organizó una gran procesión con las imágenes de las patronas de la diócesis, presidida por la Inmaculada Concepción, en su nueva condición de patrona de la Diócesis Onubense.
Facanias , 2015
La fiesta de la Invención de la Cruz fue la preferida de muchos pueblos de España a lo largo del ... more La fiesta de la Invención de la Cruz fue la preferida de muchos pueblos de España a lo largo del siglo XV II, también de la actual provincia de Huelva,
El presente articulo analiza la celebración de las cruces de mayo en varias poblaciones de Huelva: Almontc, La Palma del Condado , Hinojos, Villarrasa, Beas, Galaroza, Gibraleón, Alosno, Bonares, Lucena, Almonaster y Zalamea la Real .
En la Edad Moderna, la ubicación de las cruces era variable: había cruces tanto en las casas, como en las calles, en el campo y en las ermitas extramuros. En Almonte, La Palma, Hinojos, Villarrasa, Beas o Galaroza, se hacían al parecer cruces en las iglesias y ermitas y también en las casas particulares3: los vecinos preparaban los patios de las casas, engalanaban las cruces, y allí comían, bebían y bailaban. A menudo no faltaba la gaita y el tamboril. La concurrencia de elementos religiosos y profanos es una de las señas de identidad de aquella celebración. Por ello, las autoridades eclesiásticas tratan de promover su extinción a través de los visitadores apostólicos.
La negativa fue frontal en muchos pueblos como Gibraleón, y muchos casos acabaron en los tribunales eclesiásticos. Pero continuó el “aderezo de cruces”. En pueblos como Alosno existía la “vigilia”, consistente en bailes en “veladas” y “festines”, mientras muchos jóvenes rondaban las calles con guitarras y coplas “indecentes”.
En Zalamea, se representaban comedias y entremeses en honor de la “Invención” que llevó a la autoridad eclesiástica a tener que amenazar con la excomunión, tanto a los cómicos actuantes, como a los posibles asistentes.
La popularidad de las Cruces hizo que fueran celebradas en los
montes por los pastores, como los de Almonaster y Zalamea, o en altozanos como los vecinos de la “Resolana”.
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Books by Juan Carlos Sánchez Corralejo
de la ciudad norteafricana, todo ello en un momento de enorme dificultad. El mandato de Bernal coincidió con la guerra civil marroquí entre Mawlay A bd-al-Aziv y Bou Hamara; y la pugna derivada de los intentos de penetración occidentales en el Imperio jerifiano. Bernal va a vivir, desde Ceuta, la Declaración Anglo-francesa de 8 de abril de 1904, origen de la llamada Entente Cordial, fundamentada sobre el respeto mutuo de sus respectivas áreas de influencia en Egipto y Marruecos; y el posterior litigio diplomático entre España y Francia, que basculó desde la declaración hispano-francesa de París de 3 de octubre de 1904 hasta la Conferencia de Algeciras de 1906 que apuntaló, finalmente, la creación del doble protectorado sobre Marruecos
La publicación del facsímil está precedida de los estudios introductorios realizados por Francisca Medina Arestoy, archivera de la Mancomunidad Campiña-Andévalo (‘Pasado y presente de Valverde del Camino’); Juan Carlos Castilla, historiador y bibliotecario de Valverde del Camino, que ha realizado el estudio sobre la Relación de Documentos, análisis externo y transcripción de la Carta Puebla de la Dehesa Boyal de Valverde del Camino; y Juan Carlos Sánchez Corralejo, profesor de Historia, investigador, director del IES Don Bosco de Valverde del Camino, autor del apartado ‘Facanías y su Dehesa Concejil’.
En nuestra aportación a este estudio colectivo nos preguntamos ¿Quiénes fueron y de dónde procedían los hombres y mujeres que vinieron a poblar Facanías, atraídos por las concesión señorial de la exención de la renta de los terrazgos? y nos planteamos otros pequeños enigmas: -La merced de la dehesa concejil de Facanías ha dado lugar a alguna que otra confusión, la principal la fecha de la data. Los que se basan en las copias del Archivo Municipal de Valverde, el primero Diego Romero Pérez, la fechan en diez de febrero de 1469; los que se apoyan en la documentación del archivo de Medina Sidonia la datan en 10 de febrero de 1479. Nos referimos a Ladero Quesada, Collantes y Anasagasti- R. Liáñez20. ¿Dónde está el origen de la errata, casual o intencionada?
-Respecto a la naturaleza jurídica, para la mayoría de autores, los procesos de repoblación mediante concesión de dehesas delimitan áreas privativas concedidas a una institución, a un concejo -no a un individuo- y por tanto, no comunales o mancomunadas. Otra cosa es que, a partir de la concesión original, los poderes concejiles establecieran estrategias que aunaban ciertos usos comunales, junto a arrendamientos a particulares, cobro de multas e imposición de arbitrios. Eso es lo que se observa en la dehesa concejil de Valverde de los siglos XVI y XVII. No es exclusivamente una dehesa boyal, sino que permite una diversificación de usos. La dehesa de Valverde, entendida como terminus o legua concejil, no es exclusivamente boyal: hay pagos para los bueyes, otros para las rozas, otros para allegar nuevos pobladores, mediante el reparto concejil de suertes, y otros para subvenir a los gastos de la hacienda local mediante procesos de arrendamientos a particulares locales o foráneos
A partir del alargamiento de la dehesa concejil, Facanías experimentó un notable crecimiento demográfico y económico que marcara su ascenso como población emergente dentro del Condado de Niebla
El cambio de denominación -desde Facanías a Valverde del Camino- del lugar ha recibido múltiples interpretaciones. Diego Romero Pérez lo explicó como consecuencia de las medidas restrictivas contra los judíos y en concreto con la orden de su destierro de Andalucía de 1483. Geraldo Corralejo habla de un nuevo nombre como símbolo de potestad del duque para reafirmar su dominio territorial. Si hubo una mancebía, aunque fuera ocasional, cerca de Valverde, deberíamos hablar de silenciar un oscuro pasado con un toponímico más aséptico. Ana Castilla habla de un topónimo basado en la morfología del lugar (valle) y de su vegetación (verde), mientras que el sintagma preposicional nos indicaría su condición de lugar de paso de caminantes, arrieros y tratantes de todo tipo. Recientemente, García-Lería habla de la construcción de un mito en la identificación de Facanías y Valverde, nacido, en su opinión, a partir de un texto del visitador arzobispal Miguel María de León, fechado en 1777; insiste en la inexistencia de un texto documental que permita la identificación cierta entre ambas y no descarta que Facanías y Valverde fueran dos lugares distintos en el espacio físico e incluso coincidentes en el espacio temporal.
La pérdida progresiva de los bienes comunales y de propios y, por ende, de los usos comunales, vinieron de una concatenación de impulsos: a la extenuante presión impositiva, se unió la labor usurpadora de los poderosos, y también la presión ejercida por las clases humildes
Esclarecedoras y muy útiles han sido las vivencias de otro valverdeño, José
Dolores Macías Delgado, quien pasó buena parte de la guerra en el frente de
Madrid, vivió la batalla del Jarama, y durante más de dos años recaló en la
Ciudad Universitaria. Esas vivencias fueron convertidas en un libro inédito en
el ocaso de sus días, bajo el título La guerra que yo viví.
También nos hemos servido de las conversaciones con los pocos quintos vivos, como Antonio Gamonoso Gutiérrez y Florencio Gallego González, por el bando nacional; y
Antonio Fernández Mora, por el bando republicano. Las cartas y las crónicas directas, junto a los relatos bélicos de cientos de valverdeños narrados a sus hermanos, hijos y nietos, y convertidos en narración vital, son la base del presente estudio, aunque no renunciamos ni a las fuentes archivísticas ni a la hemeroteca.
En las VIII Jornadas del Patrimonio del Andévalo, celebradas en Calañas, ofrecimos una doble comunicación. Una primera bajo el título “Minas e Inversores mineros en Huelva (1842-1859). La rehabilitación decimonónica”, donde realizamos un catálogo de las minas onubenses demarcadas y en explotación en las décadas de 1840 y 1850, que debía servirnos de base para entender la segunda parte del estudio, que bajo el título “Las sociedades mineras de la Faja Pirítica de Huelva (1842-1859). Un intento
autóctono frustrado” quiso desentrañar la identidad de los protagonistas del enómeno de rehabilitación minera del siglo XIX.
Finalmente, la densidad del estudio pretende acabar en la edición de un libro específico. Por ello, nos hemos decantado por analizar, en estas actas, un ejemplo más concreto, el de una mina individualizada y una sociedad minera, Los Buenos Amigos, que debe servirnos de modelo, si no de paradigma, del fenómeno de rehabilitación minera, en tanto que nos permite dar una visión general de nuestra investigación, y analizar variables como la identidad de los inversores, esclarecer los móviles de aquellos pioneros, determinar su personalidad e intereses, analizar el proceso de creación de las sociedades mineras, los procedimientos de explotación y
comercialización, los escasos datos de producción minera cierta y los primeros ejemplos de conflictividad laboral.
En 1750, varias poblaciones andevaleñas poseían molinos de viento: había 5 en Valverde, 3 en Castillejos, 2 en El Almendro y uno en Puebla de Guzmán, Alonso, Santa Bárbara, Calañas y El Cerro. Pero también los hubo en Trigueros (2) Gibraleón (1) y Lucena (1)3. En la segunda mitad del siglo XVIII, según los datos del cuestionario de Tomás López, se instalaron en Sanlúcar de Guadiana (2), y Ayamonte (1), y aumentaron de forma considerable en Puebla de Guzmán (17) y El Almendro (11)
La proliferación de los molinos de viento a lo largo de la Edad Moderna suele responder a dos coyunturas: la demanda de harina en periodos de crecimiento demográfico, y las sequías que limitaron el papel de los molinos hidráulicos.
Los primeros molinos de viento valverdeños datan de mediados del siglo XVIII. En año y medio, entre febrero de 1744 y julio de 1745 se construyeron seis molinos de viento, relacionado con la pertinaz sequía y el aumento abusivo de la maquila por parte de los molinos hidráulicos. Se situaron en cuatro cabezos que rodeaban la villa, los de San Sebastián, San Gregorio, la cabeza de la Cañada Luenga y la Peña Gorda, con cotas modestas que oscilan entre los 260 y los 299 metros de altitud sobre el nivel del mar.
El segundo salto cualitativo en la construcción de los molinos de viento valverdeños se produjo en el siglo XIX. De nuevo, el impulso constructor parece relacionarse con un nuevo fenómeno de sequía en trienio 1835-37.
A esta realidad común, la provincia de Huelva une su carácter fronterizo con Portugal y las concomitancias que tuvieron el carlismo y el miguelismo. Es cosa sabida que la Tercera Guerra Carlista se desarrolló sobre todo en las Provincias Vascongadas, Navarra y Cataluña. Pero es igualmente cierto que el carlismo ideológico estuvo asentado en Andalucía y que hubo partidas carlistas en nuestro territorio. El estudio trata de desentrañar algunas de las claves de este fenómeno en una tierra excéntrica como la provincia de Huelva. Nos adentramos en las bases sociales del carlismo onubense -con pocos datos, esa es la verdad-, haciendo hincapié en la presencia rectora de los párrocos más conservadores y la conversión de este empuje social en movimiento político a través, primero, de la prensa, y después de la creación de candidaturas católico-monárquicas a las Cortes para hacer frente a los candidatos progresistas dominantes, tratando de visibilizar el lema clásico «Dios, patria, rey», y la legitimidad monárquica frente a la confusión y las veleidades del Sexenio democrático.
La aceptación por el carlismo del juego parlamentario hizo extender sus bases locales en Huelva. Al carlismo tradicional se unen las “Asocia dones Católicas” creadas por el marqués de Viluma en diciembre de 1868 con el propósito de velar por la unidad religiosa de España, y más tarde e reforzamiento del Partido Carlista con neocatólicos como Cándido de Nocedal, Navarro Villoslada, Aparisi y Guijarro. Al presentarse como genuinos representantes, tratan de atraerse, por exclusión, a la masa católica en el lapso de tiempo que media entre el fracaso de la opción montpensierista: hasta el fortalecimiento de la alfonsina, tras el golpe de estado de Sagunto
Finalmente, analizamos el papel de detectado guerrillas carlistas, nacidas en el entorno de la Sierra y en Sevilla, que recorren Huelva al menos en 1869, 1873, 1874
y 1875. Hemos tratado de identificar a sus cabecillas y andanzas, pero la extracción social de sus componentes no ha sido posible de esbozar debido a la escasez de datos y a las pocas referencias sobre los apoyos a las mismas por parte del carlismo social.
locales –el municipal y del propio colegio-, y las informaciones relevantes de la
hemeroteca de los principales diarios regionales, con informaciones destacables
sobre el tema objeto de estudio, todo ello complementado con el enfoque
biográfico-narrativo que nos ofrecen los propios protagonistas: profesores y
alumnos.
El análisis de la información escrita tiene el propósito de establecer
relaciones, diferencias, etapas y estado actual del conocimiento respecto al tema
objeto de estudio: la historia de la educación primaria focalizada en una institución
escolar desde su fundación en la postguerra, hasta el momento actual, pasando
por los distintos escalones de la reforma educativa.
Dentro de la información bibliográfica, hemos buscado una revisión selectiva,
tratando de priorizar los datos más relevantes a partir de las principales fuentes
secundarias: libros, artículos, monografías, tesis, trabajos de investigación
presentados en conferencias, congresos y seminarios.
La legislación educativa nos ha servido para sustentar el engranaje normativo
y analizar sus cambios en las distintas etapas.
La información archivística y de hemeroteca ha sido la base para montar el
andamiaje de la evolución histórica de un colegio de educación primaria, el
Menéndez y Pelayo de Valverde, inaugurado en 1937, las vicisitudes de su
construcción y la historia vital de sus protagonistas.
La sección Junta de Primera Enseñanza del Archivo Municipal de Valverde
del Camino nos ha permitido conocer de primera mano las actas de la Junta Local
de Enseñanza con informaciones referentes a designación de cargos del propio
organismo, actividades de inauguración del curso escolar, censos escolares,
medidas de lucha contra el analfabetismo, obras de mantenimiento en los centros
escolares, consignación presupuestaria para material, normas sobre cumplimiento
estricto del horario laboral, sobre vigilancia de niños en edad escolar o su acceso a
películas no aptas.
Pero también ayudaron las comunicaciones o credenciales de
nombramientos de nuevos profesores enviadas desde el Consejo Provincial de
Educación Nacional, por ser la Junta de Enseñanza el organismo responsable de
acoger a los nuevos maestros llegados a la ciudad, aunque observamos bastantes
lagunas o documentos no conservados. Igualmente, las actas del tribunal de
selección del Premio Diputación, o las circulares del Gobernador Civil que servíanpara recordar las obligaciones de las alcaldías y de las Juntas de Enseñanza en
materia docente.
El archivo nos puso en contacto con la correspondencia del alcalde, en su
condición de presidente de la Junta de Enseñanza, con otras autoridades
nacionales o provinciales (ministros, dirección general de enseñanza primaria,
delegados administrativos provinciales –posteriores delegados de educación-,
inspectores, jefes de la sección de protección escolar, de la junta provincial de
construcciones escolares…), relativa a infraestructuras y dotaciones pero también
a aspectos docentes como realización de exámenes extraordinarios para la
obtención del certificado de estudios primarios.
Hemos analizado los censos escolares municipales y las copias de registros
de matrícula de los distintos colegios; nos hemos acercado a diversos
expedientes (de absentismo escolar, para la adjudicación de los premios
Diputación, ayudas para los comedores escolares…). Interesante ha resultado,
asimismo, la documentación relativa a las campañas de alfabetización y los
acuses de recibo de material escolar.
A través de las actas capitulares hemos recopilado informaciones sobre
obras de reforma, instalación y suministro, labores de limpieza municipales en las
escuelas públicas o entrega de material. Hemos rastreado en sus reuniones todos
los intentos del consistorio por dotar a la población de un grupo escolar de niños, la
fase de proyecto y noticias, aunque muy pocas, sobre su construcción.
Por su parte, el archivo del colegio Menéndez y Pelayo nos ha regalado la
lectura de los libros de actas de la Junta de Profesores, antecedente del claustro,
de los que hemos analizado en profundidad los existentes desde 1953, primer año
de los conservados, a 1986, con una importante cesura intermedia entre 1954 y
1967, de la que no conservamos información.
Los libros de actas recogen aspectos e informaciones muy diversas. A
través de su lectura hemos podido seguir el proceso de elección de directores y de
miembros del equipo directivo, y la estructuración de funciones de este último.
Nos han mostrado referencias a cartas, oficios o circulares de Inspector Jefe
Provincial relativos al cumplimiento de la normativa vigente en cada momento, y la
aplicación de los mandatos de las leyes educativas. Se hacen eco del envío
mensual a la Delegación Provincial del Frente de Juventudes, de los partes de
actividades y estadística, o de la distribución entre el profesorado de los
cuestionarios de Educación Cívica, Social y Política, y de Educación Física.
Además, reflejan la aprobación del inventario y del presupuesto anual, o la
recepción de algún que otro libro editado por el S.E.M., la presencia en el colegio
de revistas o periódicos profesionales, así como la recepción o compra de material
curricular (equipos de proyección, manuales, enciclopedias, colección de discos de
música clásica, instrumentos musicales, etc.)
Las actas de claustro reflejan las solicitudes de ampliación de personal a
las autoridades locales y provinciales (profesores, limpiadoras o vigilantes).
También informan de las gestiones realizadas para la correcta puesta en marcha de un curso escolar, el registro de los desperfectos y su envío al secretario de la
Junta de Enseñanza Primaria, y manifiestan las necesidades de renovación de las
infraestructuras, del mobiliario escolar y del material curricular. Plasman la
distribución de aulas, en los años iniciales del colegio por maestros, y a partir de
los 70 por niveles. Recogen asimismo la formación de los primeros Consejos
Escolares consultivos de la década de 1960 y la elección de diversos cargos
(suplente de director, miembros de la Junta Económica, interventor de cuentas,
Contable-tesorero, encargado del ropero escolar, de los boletines escolares,
bibliotecario, delegada del comedor escolar, comisión asesora de becas, etc.); y
ya, en la época democrática, la constitución de departamentos y coordinadores de
ciclos, y los primeros pasos de la Comisión de Centro y Localidad o Comisión
Local de Matriculación. Estas actas nos muestran también la organización de los
cursos -desde la rotación de grados de los 50 a la adscripción de tutorías en los
70 y 80-, la elaboración de instrumentos de organización escolar (programas de
desarrollo de los Cuestionarios Nacionales, modelos de gráficas de asistencia,
cambios en los libros de escolaridad, o programaciones a largo y a corto plazo).
En ellas se descubren aspectos interesantes del trabajo docente, como la elección
de los libros de texto, o la formación de equipos por áreas de conocimiento
(lenguaje, matemáticas, plástica, dinámica, experiencia, social y naturaleza).
También referencias -siempre demasiado escuetas- sobre el uso del cuaderno del
profesor, del cuaderno de rotación, de la realización de fichas de trabajo por áreas
y niveles, o de la finalidad de las actividades sabatinas. Reflejan el interés de los
maestros y maestras por adquirir, por ejemplo, libros para facilitar la tarea
educativa, conforme a las exigencias de las nuevas leyes educativas, como ocurrió
tras la implantación de la Ley de Educación General Básica o la evolución de la
enseñanza de idiomas extranjeros. Muestran informaciones sobre el proceso de
evaluación (esquema de pruebas finales de 1ª y 2ª Etapa, normas para la
promoción de alumnos, debates sobre los instrumentos de evaluación, normas
sobre la cumplimentación de libros de escolaridad y actas de evaluación final, y
más recientemente pláticas sobre los criterios de evaluación y promoción de
alumnos). Son prueba de la existencia de distintas nomenclaturas y una realidad
parecida a lo largo de cuatro décadas.
Las actas permiten seguir someramente las vicisitudes del parvulario y el
lento proceso de creación del aula de educación especial. Recogen las peticiones
a la administración y los esfuerzos internos para la promoción de las actividades
deportivas, de excursiones escolares o de fiestas fin de curso. Evidencian los
esfuerzos para proyectar sobre la sociedad el trabajo del colegio, como el envío de
cartas sobre el funcionamiento del equipo directivo o la creación de un primer
boletín informativo, aunque de vida efímera. .
RITUALES DE MUERTE by Juan Carlos Sánchez Corralejo
Tras el óbito el finado debía ser amortajado. El cadáver era envuelto en algún tipo de vestidura, sudario o sábana para ser conducido a su última morada
Tras el aviso de los familiares, la Custodia debía dirigirse a la casa del moribundo, debiendo ser acompañada por todos los vecinos que encontrase en su camino. Poco sabemos sobre otros elementos y componentes de la comitiva. Extrapolando datos del siglo XVII, podemos concluir que el cuerpo era recogido por un cura de la Iglesia parroquial y el beneficiado en presencia de la cruz, portada por el sacristán y recubierta de la clásica manga valverdeña, un adorno de tela, casi siempre negra, en forma de cilindro que cubría la vara de la cruz. Esta solicitud fue la dominante en Valverde en la década de 1690 .
Antes de trascurridas las veinticuatros horas desde el fallecimiento,
el cadáver debía volver a la tierra9. Pero ello exigía una tumba conveniente10.
Valverde del Camino careció de establecimientos conventuales,
habitualmente preferidos por la buena sociedad. La totalidad
de testadores analizados precisan querer ser enterrados en la Iglesia
de Santa María, cuyo cementerio es muy anterior a 1560.
La mayoría de testamentos hablan de la Iglesia de Santa María; otros
como los de Isabel Pérez, viuda de Pedro Hernández, se refieren a la
Iglesia de Valverde del Camino.
Desde el siglo XVI funcionaba el cementerio parroquial, tanto para valverdeños como para indianos regresados de América. Enrique Martín refiere el enterramiento de un indiano valverdeño, Francisco Rodríguez el Perulero, quien había vivido en Nombre de Dios", perteneciente al Virreinato de Nueva España, que fue enterrado en Valverde en marzo de 1585.
Desde 1604, el arzobispo de Sevilla Fernando Niño de Guevara, mandó construir osarios en todas las iglesias, bien en el interior de los templos o en sus cementerios, para acumular los huesos que debían ser extraídos de las antiguas sepulturas por falta de espacio mayor.
RURAL HISTORY (Siglos XVI a XVIII) by Juan Carlos Sánchez Corralejo
Muchos lugares fueron conscientes de que el consentimiento de tales usurpaciones provocaría su perpetuación. Además, la perduración de estos abusos dio lugar a numerosos episodios de conflictividad social, que oscilaron entre la desobediencia, los embargos de bienes y ganados y que derivaron en sucesos de violencia desatada, entre los que destacó el motín de hambre valverdeño de 1633. La apropiación individual o concejil de una parte del espacio colectivo, puso en serio peligro la pervivencia de los disfrutes comunales y comenzó a romper la armonía entre lo privado y lo comunitario. La presente comunicación sólo pretende perfilar las directrices básicas de una investigación de mayor envergadura.
Las fuentes utilizadas han sido los registros notariales (Archivo de Protocolos de Valverde y Archivo Histórico de Moguer, sección Niebla), una amplia documentación emanada de los archivos municipales de las poblaciones objeto de estudio, así como el análisis jurídico del pleito de los baldíos que realizara en la década de 1950 el notario valverdeño Diego Romero.
La casi totalidad de la historiografía que ha abordado el estudio del pósito coincide en señalar una serie de caracteres definitorios de esta institución, que no logran desprenderse del enfoque institucional iniciado por Eduardo Ibarra y Rodríguez en los años cuarenta del siglo pasado. Los pósitos habrían nacido con el único objeto de proporcionar trigo barato al pueblo común, garantizando con ello tanto su manutención como las faenas de la siembra, al tiempo que evitaban la especulación de almacenistas y panaderos. Esta idea general es recogida por Gonzalo Anes para el siglo XVIII y se refleja posteriormente en los escasos estudios locales existentes sobre los pósitos andaluces, apareciendo una y otra vez definido como una institución que, dirigida por el concejo, trata de poner fin a la escasez de grano y pan a la vez que desempeña una labor equilibradora de los precios. José García Rodríguez apunta un nuevo enfoque al tema. El pósito aparece como un instrumento controlado por miembros de la oligarquía local que facilita trigo a los jornaleros y pegujaleros, evitando su huida masiva a la gran ciudad y garantizándose la percepción de la renta de la tierra.
Este trabajo pretende demostrar que el pósito ecijano funciona como una institución de carácter especulativo -al menos en lo que respecta a los repartos de trigo para la sementera- con la intención de rentabilizar al máximo los precios de mercado en beneficio de los almacenistas de grano.
Los préstamos para sementera están desprovistos del sentido benéfico que les
ha venido atribuyendo la historiografía anterior, al menos por lo que se refiere al pósito de Ecija en la primera mitad del siglo XVIII. La concesión de préstamos en unos determinados años y la ausencia de los mismos en otros parece no tener otra finalidad que mantener -en unos casos- y recuperar -en otrosuna coyuntura alcista de precios, que sería rentabilizada por los almacenista de grano.
REGIONAL and LOCAL GOVERNANCE (Siglos XVI-XVIII) by Juan Carlos Sánchez Corralejo
Si la corona sólo actuaba por meras necesidades hacendísticas, para los lugares afectados las escrituras de villazgo supusieron la compra de la autonomía jurisdiccional por parte de concejos y vecindarios que se consideran agraviados por las villas cabeceras de partido o por los señores propietarios de la jurisdicción. Ello no resulta grato para las cabeceras del partido o término, debido a motivaciones económicas, fiscales y jurisdiccionales.
Don Gregorio Altamirano Portocarrero.
En el presente trabajo, analizamos la escritura de exención y villazgo, que mantenía las mismas cláusulas y condiciones que la escritura de transacción, otorgada en Almonte, en treinta de diciembre de 1673: el reconocimiento de la jurisdicción alta y baja, “mero mixto imperio" en primera instancia; la facultad para elaborar sus propias ordenanzas o autos de buen gobierno, -con la preceptiva autorización ducal o real- aunque tal licencia no aparezca de forma taxativa en la escritura de villazgo. Pero a la par, se añadían algunas cláusulas, características igualmente de este tipo de diligencias: la remisión de pleitos desde la antigua villa matriz y el importe de la regalía: Trigueros se comprometen a pagar 1.290.000 maravedís o, si se prefiere, 67.941 reales y 6 maravedís, que fue la cantidad concertada con la Corona. Dicha cantidad debía ser satisfecha por los 385 vecinos con los que contaba Trigueros a razón de 6.000 maravedís
El error de estrategia inicial -los conciertos con Niebla- quizá pueda considerarse un acierto. Al final, abreviaron el proceso al entrar en controversia las atribuciones de la hacienda real y las prerrogativas que Niebla quiso asumir, extralimitándose de sus funciones. .
RELIGIOSIDAD (Siglos XVI a XX) by Juan Carlos Sánchez Corralejo
por la idea del óbito y por el Más Allá. Pero, a la par, y, según
nos acercamos al Barroco, el entierro deriva en un acto a través
del cual se manifestaba el prestigio social, la reputación y el nivel
económico del finado. Aquella sociedad poseía la firme convicción
de que el ceremonial y los rituales de la muerte servían para explicar
el contenido de la vida. Así, la categoría de los entierros y la fastuosidad
o sencillez de las funciones religiosas muestran cómo la jerarquía
social era capaz de traspasar incluso la frontera de la muerte.
Lo primero que puede llamar la atención es que muchos de estos ritos
no hacían sino romper el antiguo tópico de la idea de la igualdad ante
la muerte: la mayor pompa se relacionaba con una posición económica
más desahogada y, sobre todo, con la creencia de que se podían
utilizar medios humanos para acercarse con mayor celeridad y garantías
a la salvación. Por ello, a veces se ha afirmado que el testamento se
convirtió en un pasaporte para ir al cielo. Estas instituciones, junto a
las mandas testamentarias del común de la población, sirvieron además
para cubrir las necesidades económicas del personal eclesiástico
y de las congregaciones religiosas, quienes, a su vez, podrían desarrollar
actividades de índole benéfica, asistencial o docente
En Sevilla se celebraron actos litúrgicos en la catedral las mañanas y tardes de los días 8 de cada mes, además de cantos y ofrendas ante el monumento de la Plaza del Triunfo, por parte de las hermandades y congregaciones marianas de la capital hispalense que se turnaron semanalmente en dicho menester
Si Sevilla, ciudad especialmente mariana, renovó su vinculación con la Purísima Concepción en tan señalada fecha de 1954, Huelva no quiso quedarse atrás. El nuevo obispado onubense preparó la/y para ello organizó conferencias, exposiciones y diversos actos colectivos de feligreses, asociaciones y cofradías, y sendos homenajes a las madres en la plaza de toros y a la infantería, de la que era patrona
desde 1892, como antes lo había sido de los tercios de Flandes y de los de Italia. Pero, su principal ingrediente debía ser una magna procesión mariana, anunciada a bombo y platillo por Pedro Cantero Cuadrado, -primer obispo de la provincia que había tomado posesión de la diócesis creada a finales de 1953, en marzo de 1954-, desde los micrófonos de Radio Nacional de España en Huelva.
El 8 de diciembre de 1954, coincidiendo con la clausura en Roma por parte de Pió XII del Año Mariano, Huelva organizó una gran procesión con las imágenes de las patronas de la diócesis, presidida por la Inmaculada Concepción, en su nueva condición de patrona de la Diócesis Onubense.
El presente articulo analiza la celebración de las cruces de mayo en varias poblaciones de Huelva: Almontc, La Palma del Condado , Hinojos, Villarrasa, Beas, Galaroza, Gibraleón, Alosno, Bonares, Lucena, Almonaster y Zalamea la Real .
En la Edad Moderna, la ubicación de las cruces era variable: había cruces tanto en las casas, como en las calles, en el campo y en las ermitas extramuros. En Almonte, La Palma, Hinojos, Villarrasa, Beas o Galaroza, se hacían al parecer cruces en las iglesias y ermitas y también en las casas particulares3: los vecinos preparaban los patios de las casas, engalanaban las cruces, y allí comían, bebían y bailaban. A menudo no faltaba la gaita y el tamboril. La concurrencia de elementos religiosos y profanos es una de las señas de identidad de aquella celebración. Por ello, las autoridades eclesiásticas tratan de promover su extinción a través de los visitadores apostólicos.
La negativa fue frontal en muchos pueblos como Gibraleón, y muchos casos acabaron en los tribunales eclesiásticos. Pero continuó el “aderezo de cruces”. En pueblos como Alosno existía la “vigilia”, consistente en bailes en “veladas” y “festines”, mientras muchos jóvenes rondaban las calles con guitarras y coplas “indecentes”.
En Zalamea, se representaban comedias y entremeses en honor de la “Invención” que llevó a la autoridad eclesiástica a tener que amenazar con la excomunión, tanto a los cómicos actuantes, como a los posibles asistentes.
La popularidad de las Cruces hizo que fueran celebradas en los
montes por los pastores, como los de Almonaster y Zalamea, o en altozanos como los vecinos de la “Resolana”.
de la ciudad norteafricana, todo ello en un momento de enorme dificultad. El mandato de Bernal coincidió con la guerra civil marroquí entre Mawlay A bd-al-Aziv y Bou Hamara; y la pugna derivada de los intentos de penetración occidentales en el Imperio jerifiano. Bernal va a vivir, desde Ceuta, la Declaración Anglo-francesa de 8 de abril de 1904, origen de la llamada Entente Cordial, fundamentada sobre el respeto mutuo de sus respectivas áreas de influencia en Egipto y Marruecos; y el posterior litigio diplomático entre España y Francia, que basculó desde la declaración hispano-francesa de París de 3 de octubre de 1904 hasta la Conferencia de Algeciras de 1906 que apuntaló, finalmente, la creación del doble protectorado sobre Marruecos
La publicación del facsímil está precedida de los estudios introductorios realizados por Francisca Medina Arestoy, archivera de la Mancomunidad Campiña-Andévalo (‘Pasado y presente de Valverde del Camino’); Juan Carlos Castilla, historiador y bibliotecario de Valverde del Camino, que ha realizado el estudio sobre la Relación de Documentos, análisis externo y transcripción de la Carta Puebla de la Dehesa Boyal de Valverde del Camino; y Juan Carlos Sánchez Corralejo, profesor de Historia, investigador, director del IES Don Bosco de Valverde del Camino, autor del apartado ‘Facanías y su Dehesa Concejil’.
En nuestra aportación a este estudio colectivo nos preguntamos ¿Quiénes fueron y de dónde procedían los hombres y mujeres que vinieron a poblar Facanías, atraídos por las concesión señorial de la exención de la renta de los terrazgos? y nos planteamos otros pequeños enigmas: -La merced de la dehesa concejil de Facanías ha dado lugar a alguna que otra confusión, la principal la fecha de la data. Los que se basan en las copias del Archivo Municipal de Valverde, el primero Diego Romero Pérez, la fechan en diez de febrero de 1469; los que se apoyan en la documentación del archivo de Medina Sidonia la datan en 10 de febrero de 1479. Nos referimos a Ladero Quesada, Collantes y Anasagasti- R. Liáñez20. ¿Dónde está el origen de la errata, casual o intencionada?
-Respecto a la naturaleza jurídica, para la mayoría de autores, los procesos de repoblación mediante concesión de dehesas delimitan áreas privativas concedidas a una institución, a un concejo -no a un individuo- y por tanto, no comunales o mancomunadas. Otra cosa es que, a partir de la concesión original, los poderes concejiles establecieran estrategias que aunaban ciertos usos comunales, junto a arrendamientos a particulares, cobro de multas e imposición de arbitrios. Eso es lo que se observa en la dehesa concejil de Valverde de los siglos XVI y XVII. No es exclusivamente una dehesa boyal, sino que permite una diversificación de usos. La dehesa de Valverde, entendida como terminus o legua concejil, no es exclusivamente boyal: hay pagos para los bueyes, otros para las rozas, otros para allegar nuevos pobladores, mediante el reparto concejil de suertes, y otros para subvenir a los gastos de la hacienda local mediante procesos de arrendamientos a particulares locales o foráneos
A partir del alargamiento de la dehesa concejil, Facanías experimentó un notable crecimiento demográfico y económico que marcara su ascenso como población emergente dentro del Condado de Niebla
El cambio de denominación -desde Facanías a Valverde del Camino- del lugar ha recibido múltiples interpretaciones. Diego Romero Pérez lo explicó como consecuencia de las medidas restrictivas contra los judíos y en concreto con la orden de su destierro de Andalucía de 1483. Geraldo Corralejo habla de un nuevo nombre como símbolo de potestad del duque para reafirmar su dominio territorial. Si hubo una mancebía, aunque fuera ocasional, cerca de Valverde, deberíamos hablar de silenciar un oscuro pasado con un toponímico más aséptico. Ana Castilla habla de un topónimo basado en la morfología del lugar (valle) y de su vegetación (verde), mientras que el sintagma preposicional nos indicaría su condición de lugar de paso de caminantes, arrieros y tratantes de todo tipo. Recientemente, García-Lería habla de la construcción de un mito en la identificación de Facanías y Valverde, nacido, en su opinión, a partir de un texto del visitador arzobispal Miguel María de León, fechado en 1777; insiste en la inexistencia de un texto documental que permita la identificación cierta entre ambas y no descarta que Facanías y Valverde fueran dos lugares distintos en el espacio físico e incluso coincidentes en el espacio temporal.
La pérdida progresiva de los bienes comunales y de propios y, por ende, de los usos comunales, vinieron de una concatenación de impulsos: a la extenuante presión impositiva, se unió la labor usurpadora de los poderosos, y también la presión ejercida por las clases humildes
Esclarecedoras y muy útiles han sido las vivencias de otro valverdeño, José
Dolores Macías Delgado, quien pasó buena parte de la guerra en el frente de
Madrid, vivió la batalla del Jarama, y durante más de dos años recaló en la
Ciudad Universitaria. Esas vivencias fueron convertidas en un libro inédito en
el ocaso de sus días, bajo el título La guerra que yo viví.
También nos hemos servido de las conversaciones con los pocos quintos vivos, como Antonio Gamonoso Gutiérrez y Florencio Gallego González, por el bando nacional; y
Antonio Fernández Mora, por el bando republicano. Las cartas y las crónicas directas, junto a los relatos bélicos de cientos de valverdeños narrados a sus hermanos, hijos y nietos, y convertidos en narración vital, son la base del presente estudio, aunque no renunciamos ni a las fuentes archivísticas ni a la hemeroteca.
En las VIII Jornadas del Patrimonio del Andévalo, celebradas en Calañas, ofrecimos una doble comunicación. Una primera bajo el título “Minas e Inversores mineros en Huelva (1842-1859). La rehabilitación decimonónica”, donde realizamos un catálogo de las minas onubenses demarcadas y en explotación en las décadas de 1840 y 1850, que debía servirnos de base para entender la segunda parte del estudio, que bajo el título “Las sociedades mineras de la Faja Pirítica de Huelva (1842-1859). Un intento
autóctono frustrado” quiso desentrañar la identidad de los protagonistas del enómeno de rehabilitación minera del siglo XIX.
Finalmente, la densidad del estudio pretende acabar en la edición de un libro específico. Por ello, nos hemos decantado por analizar, en estas actas, un ejemplo más concreto, el de una mina individualizada y una sociedad minera, Los Buenos Amigos, que debe servirnos de modelo, si no de paradigma, del fenómeno de rehabilitación minera, en tanto que nos permite dar una visión general de nuestra investigación, y analizar variables como la identidad de los inversores, esclarecer los móviles de aquellos pioneros, determinar su personalidad e intereses, analizar el proceso de creación de las sociedades mineras, los procedimientos de explotación y
comercialización, los escasos datos de producción minera cierta y los primeros ejemplos de conflictividad laboral.
En 1750, varias poblaciones andevaleñas poseían molinos de viento: había 5 en Valverde, 3 en Castillejos, 2 en El Almendro y uno en Puebla de Guzmán, Alonso, Santa Bárbara, Calañas y El Cerro. Pero también los hubo en Trigueros (2) Gibraleón (1) y Lucena (1)3. En la segunda mitad del siglo XVIII, según los datos del cuestionario de Tomás López, se instalaron en Sanlúcar de Guadiana (2), y Ayamonte (1), y aumentaron de forma considerable en Puebla de Guzmán (17) y El Almendro (11)
La proliferación de los molinos de viento a lo largo de la Edad Moderna suele responder a dos coyunturas: la demanda de harina en periodos de crecimiento demográfico, y las sequías que limitaron el papel de los molinos hidráulicos.
Los primeros molinos de viento valverdeños datan de mediados del siglo XVIII. En año y medio, entre febrero de 1744 y julio de 1745 se construyeron seis molinos de viento, relacionado con la pertinaz sequía y el aumento abusivo de la maquila por parte de los molinos hidráulicos. Se situaron en cuatro cabezos que rodeaban la villa, los de San Sebastián, San Gregorio, la cabeza de la Cañada Luenga y la Peña Gorda, con cotas modestas que oscilan entre los 260 y los 299 metros de altitud sobre el nivel del mar.
El segundo salto cualitativo en la construcción de los molinos de viento valverdeños se produjo en el siglo XIX. De nuevo, el impulso constructor parece relacionarse con un nuevo fenómeno de sequía en trienio 1835-37.
A esta realidad común, la provincia de Huelva une su carácter fronterizo con Portugal y las concomitancias que tuvieron el carlismo y el miguelismo. Es cosa sabida que la Tercera Guerra Carlista se desarrolló sobre todo en las Provincias Vascongadas, Navarra y Cataluña. Pero es igualmente cierto que el carlismo ideológico estuvo asentado en Andalucía y que hubo partidas carlistas en nuestro territorio. El estudio trata de desentrañar algunas de las claves de este fenómeno en una tierra excéntrica como la provincia de Huelva. Nos adentramos en las bases sociales del carlismo onubense -con pocos datos, esa es la verdad-, haciendo hincapié en la presencia rectora de los párrocos más conservadores y la conversión de este empuje social en movimiento político a través, primero, de la prensa, y después de la creación de candidaturas católico-monárquicas a las Cortes para hacer frente a los candidatos progresistas dominantes, tratando de visibilizar el lema clásico «Dios, patria, rey», y la legitimidad monárquica frente a la confusión y las veleidades del Sexenio democrático.
La aceptación por el carlismo del juego parlamentario hizo extender sus bases locales en Huelva. Al carlismo tradicional se unen las “Asocia dones Católicas” creadas por el marqués de Viluma en diciembre de 1868 con el propósito de velar por la unidad religiosa de España, y más tarde e reforzamiento del Partido Carlista con neocatólicos como Cándido de Nocedal, Navarro Villoslada, Aparisi y Guijarro. Al presentarse como genuinos representantes, tratan de atraerse, por exclusión, a la masa católica en el lapso de tiempo que media entre el fracaso de la opción montpensierista: hasta el fortalecimiento de la alfonsina, tras el golpe de estado de Sagunto
Finalmente, analizamos el papel de detectado guerrillas carlistas, nacidas en el entorno de la Sierra y en Sevilla, que recorren Huelva al menos en 1869, 1873, 1874
y 1875. Hemos tratado de identificar a sus cabecillas y andanzas, pero la extracción social de sus componentes no ha sido posible de esbozar debido a la escasez de datos y a las pocas referencias sobre los apoyos a las mismas por parte del carlismo social.
locales –el municipal y del propio colegio-, y las informaciones relevantes de la
hemeroteca de los principales diarios regionales, con informaciones destacables
sobre el tema objeto de estudio, todo ello complementado con el enfoque
biográfico-narrativo que nos ofrecen los propios protagonistas: profesores y
alumnos.
El análisis de la información escrita tiene el propósito de establecer
relaciones, diferencias, etapas y estado actual del conocimiento respecto al tema
objeto de estudio: la historia de la educación primaria focalizada en una institución
escolar desde su fundación en la postguerra, hasta el momento actual, pasando
por los distintos escalones de la reforma educativa.
Dentro de la información bibliográfica, hemos buscado una revisión selectiva,
tratando de priorizar los datos más relevantes a partir de las principales fuentes
secundarias: libros, artículos, monografías, tesis, trabajos de investigación
presentados en conferencias, congresos y seminarios.
La legislación educativa nos ha servido para sustentar el engranaje normativo
y analizar sus cambios en las distintas etapas.
La información archivística y de hemeroteca ha sido la base para montar el
andamiaje de la evolución histórica de un colegio de educación primaria, el
Menéndez y Pelayo de Valverde, inaugurado en 1937, las vicisitudes de su
construcción y la historia vital de sus protagonistas.
La sección Junta de Primera Enseñanza del Archivo Municipal de Valverde
del Camino nos ha permitido conocer de primera mano las actas de la Junta Local
de Enseñanza con informaciones referentes a designación de cargos del propio
organismo, actividades de inauguración del curso escolar, censos escolares,
medidas de lucha contra el analfabetismo, obras de mantenimiento en los centros
escolares, consignación presupuestaria para material, normas sobre cumplimiento
estricto del horario laboral, sobre vigilancia de niños en edad escolar o su acceso a
películas no aptas.
Pero también ayudaron las comunicaciones o credenciales de
nombramientos de nuevos profesores enviadas desde el Consejo Provincial de
Educación Nacional, por ser la Junta de Enseñanza el organismo responsable de
acoger a los nuevos maestros llegados a la ciudad, aunque observamos bastantes
lagunas o documentos no conservados. Igualmente, las actas del tribunal de
selección del Premio Diputación, o las circulares del Gobernador Civil que servíanpara recordar las obligaciones de las alcaldías y de las Juntas de Enseñanza en
materia docente.
El archivo nos puso en contacto con la correspondencia del alcalde, en su
condición de presidente de la Junta de Enseñanza, con otras autoridades
nacionales o provinciales (ministros, dirección general de enseñanza primaria,
delegados administrativos provinciales –posteriores delegados de educación-,
inspectores, jefes de la sección de protección escolar, de la junta provincial de
construcciones escolares…), relativa a infraestructuras y dotaciones pero también
a aspectos docentes como realización de exámenes extraordinarios para la
obtención del certificado de estudios primarios.
Hemos analizado los censos escolares municipales y las copias de registros
de matrícula de los distintos colegios; nos hemos acercado a diversos
expedientes (de absentismo escolar, para la adjudicación de los premios
Diputación, ayudas para los comedores escolares…). Interesante ha resultado,
asimismo, la documentación relativa a las campañas de alfabetización y los
acuses de recibo de material escolar.
A través de las actas capitulares hemos recopilado informaciones sobre
obras de reforma, instalación y suministro, labores de limpieza municipales en las
escuelas públicas o entrega de material. Hemos rastreado en sus reuniones todos
los intentos del consistorio por dotar a la población de un grupo escolar de niños, la
fase de proyecto y noticias, aunque muy pocas, sobre su construcción.
Por su parte, el archivo del colegio Menéndez y Pelayo nos ha regalado la
lectura de los libros de actas de la Junta de Profesores, antecedente del claustro,
de los que hemos analizado en profundidad los existentes desde 1953, primer año
de los conservados, a 1986, con una importante cesura intermedia entre 1954 y
1967, de la que no conservamos información.
Los libros de actas recogen aspectos e informaciones muy diversas. A
través de su lectura hemos podido seguir el proceso de elección de directores y de
miembros del equipo directivo, y la estructuración de funciones de este último.
Nos han mostrado referencias a cartas, oficios o circulares de Inspector Jefe
Provincial relativos al cumplimiento de la normativa vigente en cada momento, y la
aplicación de los mandatos de las leyes educativas. Se hacen eco del envío
mensual a la Delegación Provincial del Frente de Juventudes, de los partes de
actividades y estadística, o de la distribución entre el profesorado de los
cuestionarios de Educación Cívica, Social y Política, y de Educación Física.
Además, reflejan la aprobación del inventario y del presupuesto anual, o la
recepción de algún que otro libro editado por el S.E.M., la presencia en el colegio
de revistas o periódicos profesionales, así como la recepción o compra de material
curricular (equipos de proyección, manuales, enciclopedias, colección de discos de
música clásica, instrumentos musicales, etc.)
Las actas de claustro reflejan las solicitudes de ampliación de personal a
las autoridades locales y provinciales (profesores, limpiadoras o vigilantes).
También informan de las gestiones realizadas para la correcta puesta en marcha de un curso escolar, el registro de los desperfectos y su envío al secretario de la
Junta de Enseñanza Primaria, y manifiestan las necesidades de renovación de las
infraestructuras, del mobiliario escolar y del material curricular. Plasman la
distribución de aulas, en los años iniciales del colegio por maestros, y a partir de
los 70 por niveles. Recogen asimismo la formación de los primeros Consejos
Escolares consultivos de la década de 1960 y la elección de diversos cargos
(suplente de director, miembros de la Junta Económica, interventor de cuentas,
Contable-tesorero, encargado del ropero escolar, de los boletines escolares,
bibliotecario, delegada del comedor escolar, comisión asesora de becas, etc.); y
ya, en la época democrática, la constitución de departamentos y coordinadores de
ciclos, y los primeros pasos de la Comisión de Centro y Localidad o Comisión
Local de Matriculación. Estas actas nos muestran también la organización de los
cursos -desde la rotación de grados de los 50 a la adscripción de tutorías en los
70 y 80-, la elaboración de instrumentos de organización escolar (programas de
desarrollo de los Cuestionarios Nacionales, modelos de gráficas de asistencia,
cambios en los libros de escolaridad, o programaciones a largo y a corto plazo).
En ellas se descubren aspectos interesantes del trabajo docente, como la elección
de los libros de texto, o la formación de equipos por áreas de conocimiento
(lenguaje, matemáticas, plástica, dinámica, experiencia, social y naturaleza).
También referencias -siempre demasiado escuetas- sobre el uso del cuaderno del
profesor, del cuaderno de rotación, de la realización de fichas de trabajo por áreas
y niveles, o de la finalidad de las actividades sabatinas. Reflejan el interés de los
maestros y maestras por adquirir, por ejemplo, libros para facilitar la tarea
educativa, conforme a las exigencias de las nuevas leyes educativas, como ocurrió
tras la implantación de la Ley de Educación General Básica o la evolución de la
enseñanza de idiomas extranjeros. Muestran informaciones sobre el proceso de
evaluación (esquema de pruebas finales de 1ª y 2ª Etapa, normas para la
promoción de alumnos, debates sobre los instrumentos de evaluación, normas
sobre la cumplimentación de libros de escolaridad y actas de evaluación final, y
más recientemente pláticas sobre los criterios de evaluación y promoción de
alumnos). Son prueba de la existencia de distintas nomenclaturas y una realidad
parecida a lo largo de cuatro décadas.
Las actas permiten seguir someramente las vicisitudes del parvulario y el
lento proceso de creación del aula de educación especial. Recogen las peticiones
a la administración y los esfuerzos internos para la promoción de las actividades
deportivas, de excursiones escolares o de fiestas fin de curso. Evidencian los
esfuerzos para proyectar sobre la sociedad el trabajo del colegio, como el envío de
cartas sobre el funcionamiento del equipo directivo o la creación de un primer
boletín informativo, aunque de vida efímera. .
Tras el óbito el finado debía ser amortajado. El cadáver era envuelto en algún tipo de vestidura, sudario o sábana para ser conducido a su última morada
Tras el aviso de los familiares, la Custodia debía dirigirse a la casa del moribundo, debiendo ser acompañada por todos los vecinos que encontrase en su camino. Poco sabemos sobre otros elementos y componentes de la comitiva. Extrapolando datos del siglo XVII, podemos concluir que el cuerpo era recogido por un cura de la Iglesia parroquial y el beneficiado en presencia de la cruz, portada por el sacristán y recubierta de la clásica manga valverdeña, un adorno de tela, casi siempre negra, en forma de cilindro que cubría la vara de la cruz. Esta solicitud fue la dominante en Valverde en la década de 1690 .
Antes de trascurridas las veinticuatros horas desde el fallecimiento,
el cadáver debía volver a la tierra9. Pero ello exigía una tumba conveniente10.
Valverde del Camino careció de establecimientos conventuales,
habitualmente preferidos por la buena sociedad. La totalidad
de testadores analizados precisan querer ser enterrados en la Iglesia
de Santa María, cuyo cementerio es muy anterior a 1560.
La mayoría de testamentos hablan de la Iglesia de Santa María; otros
como los de Isabel Pérez, viuda de Pedro Hernández, se refieren a la
Iglesia de Valverde del Camino.
Desde el siglo XVI funcionaba el cementerio parroquial, tanto para valverdeños como para indianos regresados de América. Enrique Martín refiere el enterramiento de un indiano valverdeño, Francisco Rodríguez el Perulero, quien había vivido en Nombre de Dios", perteneciente al Virreinato de Nueva España, que fue enterrado en Valverde en marzo de 1585.
Desde 1604, el arzobispo de Sevilla Fernando Niño de Guevara, mandó construir osarios en todas las iglesias, bien en el interior de los templos o en sus cementerios, para acumular los huesos que debían ser extraídos de las antiguas sepulturas por falta de espacio mayor.
Muchos lugares fueron conscientes de que el consentimiento de tales usurpaciones provocaría su perpetuación. Además, la perduración de estos abusos dio lugar a numerosos episodios de conflictividad social, que oscilaron entre la desobediencia, los embargos de bienes y ganados y que derivaron en sucesos de violencia desatada, entre los que destacó el motín de hambre valverdeño de 1633. La apropiación individual o concejil de una parte del espacio colectivo, puso en serio peligro la pervivencia de los disfrutes comunales y comenzó a romper la armonía entre lo privado y lo comunitario. La presente comunicación sólo pretende perfilar las directrices básicas de una investigación de mayor envergadura.
Las fuentes utilizadas han sido los registros notariales (Archivo de Protocolos de Valverde y Archivo Histórico de Moguer, sección Niebla), una amplia documentación emanada de los archivos municipales de las poblaciones objeto de estudio, así como el análisis jurídico del pleito de los baldíos que realizara en la década de 1950 el notario valverdeño Diego Romero.
La casi totalidad de la historiografía que ha abordado el estudio del pósito coincide en señalar una serie de caracteres definitorios de esta institución, que no logran desprenderse del enfoque institucional iniciado por Eduardo Ibarra y Rodríguez en los años cuarenta del siglo pasado. Los pósitos habrían nacido con el único objeto de proporcionar trigo barato al pueblo común, garantizando con ello tanto su manutención como las faenas de la siembra, al tiempo que evitaban la especulación de almacenistas y panaderos. Esta idea general es recogida por Gonzalo Anes para el siglo XVIII y se refleja posteriormente en los escasos estudios locales existentes sobre los pósitos andaluces, apareciendo una y otra vez definido como una institución que, dirigida por el concejo, trata de poner fin a la escasez de grano y pan a la vez que desempeña una labor equilibradora de los precios. José García Rodríguez apunta un nuevo enfoque al tema. El pósito aparece como un instrumento controlado por miembros de la oligarquía local que facilita trigo a los jornaleros y pegujaleros, evitando su huida masiva a la gran ciudad y garantizándose la percepción de la renta de la tierra.
Este trabajo pretende demostrar que el pósito ecijano funciona como una institución de carácter especulativo -al menos en lo que respecta a los repartos de trigo para la sementera- con la intención de rentabilizar al máximo los precios de mercado en beneficio de los almacenistas de grano.
Los préstamos para sementera están desprovistos del sentido benéfico que les
ha venido atribuyendo la historiografía anterior, al menos por lo que se refiere al pósito de Ecija en la primera mitad del siglo XVIII. La concesión de préstamos en unos determinados años y la ausencia de los mismos en otros parece no tener otra finalidad que mantener -en unos casos- y recuperar -en otrosuna coyuntura alcista de precios, que sería rentabilizada por los almacenista de grano.
Si la corona sólo actuaba por meras necesidades hacendísticas, para los lugares afectados las escrituras de villazgo supusieron la compra de la autonomía jurisdiccional por parte de concejos y vecindarios que se consideran agraviados por las villas cabeceras de partido o por los señores propietarios de la jurisdicción. Ello no resulta grato para las cabeceras del partido o término, debido a motivaciones económicas, fiscales y jurisdiccionales.
Don Gregorio Altamirano Portocarrero.
En el presente trabajo, analizamos la escritura de exención y villazgo, que mantenía las mismas cláusulas y condiciones que la escritura de transacción, otorgada en Almonte, en treinta de diciembre de 1673: el reconocimiento de la jurisdicción alta y baja, “mero mixto imperio" en primera instancia; la facultad para elaborar sus propias ordenanzas o autos de buen gobierno, -con la preceptiva autorización ducal o real- aunque tal licencia no aparezca de forma taxativa en la escritura de villazgo. Pero a la par, se añadían algunas cláusulas, características igualmente de este tipo de diligencias: la remisión de pleitos desde la antigua villa matriz y el importe de la regalía: Trigueros se comprometen a pagar 1.290.000 maravedís o, si se prefiere, 67.941 reales y 6 maravedís, que fue la cantidad concertada con la Corona. Dicha cantidad debía ser satisfecha por los 385 vecinos con los que contaba Trigueros a razón de 6.000 maravedís
El error de estrategia inicial -los conciertos con Niebla- quizá pueda considerarse un acierto. Al final, abreviaron el proceso al entrar en controversia las atribuciones de la hacienda real y las prerrogativas que Niebla quiso asumir, extralimitándose de sus funciones. .
por la idea del óbito y por el Más Allá. Pero, a la par, y, según
nos acercamos al Barroco, el entierro deriva en un acto a través
del cual se manifestaba el prestigio social, la reputación y el nivel
económico del finado. Aquella sociedad poseía la firme convicción
de que el ceremonial y los rituales de la muerte servían para explicar
el contenido de la vida. Así, la categoría de los entierros y la fastuosidad
o sencillez de las funciones religiosas muestran cómo la jerarquía
social era capaz de traspasar incluso la frontera de la muerte.
Lo primero que puede llamar la atención es que muchos de estos ritos
no hacían sino romper el antiguo tópico de la idea de la igualdad ante
la muerte: la mayor pompa se relacionaba con una posición económica
más desahogada y, sobre todo, con la creencia de que se podían
utilizar medios humanos para acercarse con mayor celeridad y garantías
a la salvación. Por ello, a veces se ha afirmado que el testamento se
convirtió en un pasaporte para ir al cielo. Estas instituciones, junto a
las mandas testamentarias del común de la población, sirvieron además
para cubrir las necesidades económicas del personal eclesiástico
y de las congregaciones religiosas, quienes, a su vez, podrían desarrollar
actividades de índole benéfica, asistencial o docente
En Sevilla se celebraron actos litúrgicos en la catedral las mañanas y tardes de los días 8 de cada mes, además de cantos y ofrendas ante el monumento de la Plaza del Triunfo, por parte de las hermandades y congregaciones marianas de la capital hispalense que se turnaron semanalmente en dicho menester
Si Sevilla, ciudad especialmente mariana, renovó su vinculación con la Purísima Concepción en tan señalada fecha de 1954, Huelva no quiso quedarse atrás. El nuevo obispado onubense preparó la/y para ello organizó conferencias, exposiciones y diversos actos colectivos de feligreses, asociaciones y cofradías, y sendos homenajes a las madres en la plaza de toros y a la infantería, de la que era patrona
desde 1892, como antes lo había sido de los tercios de Flandes y de los de Italia. Pero, su principal ingrediente debía ser una magna procesión mariana, anunciada a bombo y platillo por Pedro Cantero Cuadrado, -primer obispo de la provincia que había tomado posesión de la diócesis creada a finales de 1953, en marzo de 1954-, desde los micrófonos de Radio Nacional de España en Huelva.
El 8 de diciembre de 1954, coincidiendo con la clausura en Roma por parte de Pió XII del Año Mariano, Huelva organizó una gran procesión con las imágenes de las patronas de la diócesis, presidida por la Inmaculada Concepción, en su nueva condición de patrona de la Diócesis Onubense.
El presente articulo analiza la celebración de las cruces de mayo en varias poblaciones de Huelva: Almontc, La Palma del Condado , Hinojos, Villarrasa, Beas, Galaroza, Gibraleón, Alosno, Bonares, Lucena, Almonaster y Zalamea la Real .
En la Edad Moderna, la ubicación de las cruces era variable: había cruces tanto en las casas, como en las calles, en el campo y en las ermitas extramuros. En Almonte, La Palma, Hinojos, Villarrasa, Beas o Galaroza, se hacían al parecer cruces en las iglesias y ermitas y también en las casas particulares3: los vecinos preparaban los patios de las casas, engalanaban las cruces, y allí comían, bebían y bailaban. A menudo no faltaba la gaita y el tamboril. La concurrencia de elementos religiosos y profanos es una de las señas de identidad de aquella celebración. Por ello, las autoridades eclesiásticas tratan de promover su extinción a través de los visitadores apostólicos.
La negativa fue frontal en muchos pueblos como Gibraleón, y muchos casos acabaron en los tribunales eclesiásticos. Pero continuó el “aderezo de cruces”. En pueblos como Alosno existía la “vigilia”, consistente en bailes en “veladas” y “festines”, mientras muchos jóvenes rondaban las calles con guitarras y coplas “indecentes”.
En Zalamea, se representaban comedias y entremeses en honor de la “Invención” que llevó a la autoridad eclesiástica a tener que amenazar con la excomunión, tanto a los cómicos actuantes, como a los posibles asistentes.
La popularidad de las Cruces hizo que fueran celebradas en los
montes por los pastores, como los de Almonaster y Zalamea, o en altozanos como los vecinos de la “Resolana”.
Domina la costumbre de engalanar con todo género de adornos y artificios a alguna niña, la "maya", antecedente de las actuales reinas de la primavera.
Su relación con Valverde a Valverde a través de dos instituciones escolares: el Colegio María Auxiliadora, la segunda fundación salesiana de España, que celebraba anualmente con gran fervor la fiesta de su fundador, y, muy posteriormente, la Escuela Taller de Formación Profesional, que esperaba con anhelo la celebración del que para ellos era el patrón de la Formación Profesional.
La capital onubense también celebraba la festividad de Don Bosco y lo hacía por doble vía, la de los salesianos de Huelva y la del gremio de cinematógrafos.
El colegio masculino salesiano Santo Domingo Savio de La Palma del Condado,
fundado en 1961, repetía con pocas variaciones las celebraciones en el resto de poblaciones.
En la primera parte del estudio, analizamos la fundación y evolución de la sección de la Adoración Nocturna de Valverde del Camino. Se trata de un movimiento religioso fundamentado en la veneración al Santísimo Sacramento mediante cultos prolongados y nocturnos. A continuación, realizamos un esbozo sociológico de sus miembros y nos adentramos en sus vigilias y demás manifestaciones devocionales. En la segunda parte del estudio, presentamos a esta institución como una escuela de pensamiento conservador que trascendió lo meramente espiritual. Sus miembros, al igual que las altas jerarquías eclesiásticas, lanzan a la sociedad un mensaje crítico contra los pasos incipientes del movimiento obrero y los intentos de laicización de la enseñanza por parte de los gobiernos liberales. Por este motivo, actuó también, al
menos en la época de este estudio, como una institución de adoctrinamiento de pensamiento católico conservador. Sus miembros lo eran también del Centro Católico, de los sindicatos católicos locales, además de firmes partidarios de una escuela bajo control eclesiástico. La adoración nocturna trató de defender la recristianización de la sociedad del mismo modo que se hizo desde otros frentes como la enseñanza primaria, la labor catequética, la propaganda escrita, o la divulgación periodística
católica. Todos estos mecanismos se dieron en Valverde, bajo la batuta de su arcipreste, D. Jesús de Mora.
. La denominación de gemelos siameses deriva de la celebridad que llegaron a tener dos hermanos nacidos en Siam (hoy Tailandia). Se trata de los hermanos Chan y Eng Bunker, que vinieron al mundo unidos por el tórax-a través de un ligamento cartilaginoso de trece centímetros-en la pequeña población de Mae-Klong, ubicada a unas 60 millas al oeste de Bangkok, el 11 de mayo de 1811.
En el año 1100 nacieron en Kent, Inglaterra, las gemelas Mary y Eliza, quienes vivieron 34 años con un so lo p a r de extremidades superiores e inferiores. En el siglo XV, los hermanos escoceses Scottish vivieron 28 años unidos de la cintura hacia abajo, mientras que las gemelas húngaras Helen y Judith, nacidas en 1701 y unidas por la región lumbar, llegaron a vivir 22 años. Pero incluso se conservan testimonios médicos y literarios de su existencia desde antes de Cristo (Vid. Tovar, 1998: 259.). Hoy en día, la ciencia médica ha logrado normalizar la vida de estos gemelos. En noviembre de 2002, el equipo de cirugía pediátrica del Hospital Universitario Virgen del Rocío de Sevilla logró separar y reconstruir con éxito a dos gemelas siamesas de siete días de vida, procedentes del hospital gaditano Puerta del M ar, que habían nacido unidas por el tercio inferior de abdomen. Anteriormente se había n producido cinco casos más en este Bebés siameses. Changy Eng Bunker, los siameses de Bangkok, que dieron nombre a su condición.
En la madrugada del seis al siete de ju lio del año 1660, la valverdeña Ana González, casada con Diego González Huertavieja, tuvo dos niñas siamesas en las casas de la enfermería de esta localidad. .
A través de su hoja de servicio, podemos conocer buena parte de la historia bélica de España del último tercio del siglo XIX y de los inicios del XX, pero su biografía es también el reflejo de las luchas políticas del fin del reinado de Isabel II, de las aspiraciones sociales del Sexenio democrático y de la conjura doctrinaria que
supuso la época de la Restauración.
Sus inclinaciones republicanas de juventud le llevaron a formar parte de la llamada “Fuerza de Despeñaperros”, fue depurado, volvió a la carrera castrense, se convirtió en héroe de guerra, pero no abandonó su carácter social contestatario, encauzado a
través de la masonería.
Con apenas 22 años de edad, participó en la Septembrina, persiguió a varias partidas carlistas y fue enviado a desarticular las revueltas republicanas del Sexenio.
Desde 1887 a 1895 fue destinado a Filipinas donde fue ascendido a general de brigada por el asalto de las costas de Marahuit. De 1896 a 1898 participó activamente en la Guerra de Cuba teniendo como contrincante a Antonio Maceo, el Titán de
Bronce cubano. Desde 1902 fue nombrado comandante General de Ceuta. Murió en 1907.
La carrera militar de Francisco Fernández Bernal cobró especial lustre en la Guerra de Cuba, y destacó de manera especial en la persecución de los guerrilleros cubanos Antonio Maceo y Máximo Gómez: .
En enero de 1896, se unió a la expedición del teniente general Valeriano Weyler, cuando fuer fue nombrado nuevo gobernador General de Cuba, en sustitución de Arsenio Martínez Campos.
Forjó su prestigio militar en la defensa de la trocha de Mariel-Majana frente a un oponente de carisma, Antonio Maceo y su participación destacada en el combate de Ceja del Negro fue, en opinión de Miró Argenter, la acción más sangrienta de la guerra de independencia cubana
Fue acusado por el Estado Mayor de Weyler de falta de diligencia en el combate de Cacarajícara, una refriega militar librada en Pinar del Río, el 30 de abril de 1896, en esta aldea situada en las inmediaciones de Bahía Honda. Creemos que nunca se lo perdonó, por injusto, al propio Weyler .
Abordamos el análisis desde la prensa española -escrita desde Madrid o desde La Habana- lo que permite vislumbrar disidencias ideológicas respecto a la acción militar y a sus protagonistas, peor también respecto a la respuesta polííca que España debía dar a Cuba .
Ejemplificamos la enorme importancia de la "guerra contada" en el papel destacado de los corresponsales de guerra en Cuba
No nos olvidamos del papel crucial de los médicos militares y de los llamados "médicos guerrilleros, " ejemplificados en la figura de de Oswaldo Codina Zapico, amigo del general Bernal; o del llamado médico dinamitero, gaditano Aurelio Ripoll y Herrera
Nos detenemos en tratar de conocer a los principales cabecillas de la Rebelión Cubana: Máximo Gómez, Antonio Maceo, Serafín Sánchez Valdivia, Antonio Núñez, Cayito Álvarez, Juan bruno de Zayas, Francisco Carrilllo Morales, Calixto García y un largo etcétera
Dedicamos un capítulo al papel de las suscripciones populares, socorros y
celebraciones municipales focalizados en la provincia de Huelva, patria chica del general Fernández Bernal
Además de algunas pinceladas acerca de la complicada administración civil, militar y económica d e los distintos gobiernos y Comandancias de islas Filipinas, Carolinas y Marianas, abordamos el tema del contrabando de opio en Filipinas; las numerosas deserciones de soldados filipinos enrolados a la fuerza en el ejercito español,
Profundizamos en el papel de la Masonería en Filipinas, especialmente de la participación de Francisco Fernández Bernal como miembro y benemérito maestre del Gran Oriente Español y segundo vicepresidente del Gran Consejo de la Orden, en las labores de reorganización del movimiento, dentro del proceso de extensión de la masonería a la Capitanía General de Filipinas en un momento de importantes luchas intestinas.
En el terreno puramente militar, recordamos los aspectos esenciales de la organización militar española en Filipinas previa a la insurrección y realizamos el seguimiento de la la vida castrense de Fernández Bernal en Manila, Mindanao, y Cottabato y Leyte hasta llegar a la refriega de Marahuit (Mindanao. 10 de marzo) de 1895), que lo convirtió en héroe de guerra y le permitió el ascenso al generalato.
Al siglo XIX, y en concreto al impacto romántico ochocentista, se deben los valores fundacionales de la moderna conciencia nacional. En Cataluña tomó el nombre de Renaixença (renacimiento). Jordi Casassas distingue un romanticismo castellano, de menor calado, de inspiración francesa, y un romanticismo catalanista, de inspiración germánica y en menor medida escocesa, que busca ahondar en el espíritu nacional -en la misma línea que el volksgeist de Herder, esto es, la búsqueda de los rasgos definitorios de cada pueblo o nación. A menudo el habla del pueblo es el elemento diferenciador capaz de dar esencia alalma y a la cultura personal. Pero también hay otros elementos: el seny o sentido común catalán, parte esencial de ese espíritu nacional, se basaría en el pactismo político y el emprendimiento económico.
Analizamos en estas notas el papel de la lengua propia como arma política, la labor de los juegos florales como mecanismo de concienciación de los nacionalismos periféricos , además del soporte de una historiografía propia que busca la singularidad nacional, junto a la toma de conciencia político-económica.
En Andalucía, a finales del S. XIX, se empezaron a transformar algunos molinos harineros en molinos de producción eléctrica. La electricidad que se fabricaba era de corriente continua y de baja tensión, y servía para abastecer las primeras bombillas de las casas de nuestros tatarabuelos. Además, sendas leyes municipales de 1870 y 1877 otorgaron a los consistorios la competencia en el alumbrado público, que
debía sustituir al alumbrado de gas anterior, aunque en la mayoría de los casos se recurrió a empresas privadas, debido al estado calamitoso de las haciendas locales y la carencia de personal cualificado para tal empresa, y la dificultad para conseguir carbón de calidad a buen precio, utilizado para producir termoelectricidad.3
En 1900, la iluminación eléctrica había llegado a 33 localidades andaluzas, entre ellas 7capitales de provincia. Huelva y Almería aparecían entonces como las provincias con menos poblaciones iluminadas y con menos factorías productoras.
paralelismos entre el ostentoso y grandilocuente Valle de los Caídos, frente a la humilde traza y la, más humilde aún, edificación de un pobre Grupo Escolar, erigido en una pequeña población onubense de forma paralela a los últimos días de la República y al estallido de la Guerra Civil.
La terminación del Colegio se entremezcló con la toma de Valverde y de El Buitrón por parte de las tropas nacionales, y con la acción posterior de las guerrillas republicanas. Tras el pronunciamiento militar se formó en Valverde un comité circunstancial en defensa de la República, que detuvo a las principales personalidades de la derecha local, aunque el 29 de julio sus miembros, ante la presión de la columna nacional, huyeron hacia Zalamea. Ese dia se produjo la toma de Valverde por las fuerzas nacionales
F. Espinosa Maestre reconstruyó la formación de la Comisión Gestora provisional, compuesta por miembros de Falange, que dio paso a un Directorio formado por 4 militares retirados, y cómo a principios de agosto de 1936 llegan a Valverde las fuerzas del capitán Manuel Lora Romero, y 60 guardias civiles al mando del teniente Federico Gómez Hidalgo.
En septiembre de 1936, Valverde era nacional. El viernes 4 de aquel mes visitó la localidad el Gobernador Civil y Comandante Militar, Gregorio Haro Lumbreras, acompañado de las autoridades militares y del Inspector Jefe delegado de Primera Enseñanza, Celestino Minguela.
Tras la batalla del Empalme, los habitantes de El Buitrón fueron convertidos de un plumazo, por parte de la propaganda, en elementos marxistas levantados en
armas contra bando de 18 de julio de 1936 del Jefe de la 2a División Orgánica, que declaraba el estado de guerra. Sus expedientes carcelarios refieren que organizaron guardias y el reparto de comestibles, que secundaron a las columnas mineras de Riotinto, y que saquearon y profanaron la iglesia de la pequeña localidad. En ningún lado se hablaba de defensa de la legitimidad democrática, sólo de rebeldía e
insumisión.
A través de las cartas enviadas desde el frente de guerra por José Contioso Lineros a su novia y futura esposa, Dolores Arroyo, conocemos las vicisitudes de algunos soldados alistados a la fuerza durante la Guerra Civil. Nuestro protagonista formó
parte de la 62a División de Navarra, y estuvo presente en los frentes de Burgos y León, y en las batallas de Santander y Asturias; en el intento de nueva ofensiva sobre Madrid, y más tarde en la batalla de Teruel, en la ofensiva nacional contra Aragón y Cataluña.
También aparece las vivencias de otro valverdeño, José Dolores Macías Delgado, quien pasó buena parte de la guerra en el frente de Madrid, vivió la batalla del Jarama, y durante más de dos años recaló en la Ciudad Universitaria. Esas vivencias fueron convertidas en un libro inédito en el ocaso de sus días, bajo el título “La guerra que yo viví”.
Nos hemos servido de las conversaciones con los pocos quintos vivos, a fecha de la realización del trabajo, como Antonio Gamonoso Gutiérrez y Florencio Gallego González, por el bando nacional, y Antonio Fernández Mora, por el bando republicano.
Las cartas y las crónicas directas, junto a los relatos bélicos de cientos de valverdeños narrados a sus hermanos, hijos y nietos, son la base del presente estudio, aunque no renunciamos ni a las fuentes archivísticas ni a la hemeroteca.
Analizamos la creación y desarrollo de la Escuela Profesional entre 1948 y 1975: sus directores, personal, alumnado y la vida académica.
Otra salida fue el Colegio Salesiano de Utrera. A lo largo de las décadas de 1930 y 1940, los jóvenes de las familias con economía más desahogada podían abandonar el pueblo para estudiar bachillerato. También, el Instituto de Huelva y el Colegio Menor "Santa María de la Rábida", dependiente del Frente de Juventudes de Huelva, dio cobijo a algunos valverdeños que estudiaban en el cercano instituto
Pero ocupa un lugar destacado la Academia "Nuestra Señlora del Reposo". Fue fundada por Manuel Tocino, Luís Duque y José Castilla, bajo los auspicios del sacerdote D. Francisco Barragán Cordero. En sus distintas ubicaciones permitió los estudios a cientos de valverdeños. Con los primeros calores del estío, los alumnos de la Academia se encaminaban al Instituto Rábida de Huelva a convalidar su esfuerzo
en los temidos exámenes de junio
A fines de enero de 1936, se aprobó el nuevo proyecto de Grupo Escolar de diez grados, junto con su memoria, pliego de condiciones, y el presupuesto global de gastos. El proyecto de Pérez Carasa, sin duda espléndido, hubiese dotado a Valverde de un centro escolar de características parecidas al Instituto Rábida de Huelva, pero la escasez de los tiempos dio como resultado un edificio ramplón. A lo largo de 1936 y 1937, se levantó el colegio a cargo del contratista Manuel Vázquez Batanero, pero la construcción en curso en poco se parecía al proyecto inicial de Pérez Carasa, aunque éste seguía firmando las certificaciones de obra.
En octubre de 1948, el grupo escolar de niñas y otras obras urgentes se veían como un medio de acabar con el paro de la población. Desde 1950 toma cuerpo el nuevo proyecto de Grupo Escolar de niñas, aunque su construcción vio varios planes y cambió de signo en varias ocasiones. La escuela de niñas de la zona militar era de propiedad m municipal y suponía “una carga para nuestro presupuesto”.
A principios de 1961 se modificó el proyecto inicial: el Santo ya no sería un grupo de niñas, sino de niños.
Los primeros maestros, desde el curso 1961/62, fueron Luis Retamero, el primer director interino desde octubre de 1961, acompañado de varios maestros con adjudicación provisional como el granadino Manuel Rojo Jiménez, Rafael López Muñoz, Antonio Rivera Quintero, Jerónimo Nogueroles Candela, e Ildefonso Arrayás Mora. Antonio López Pavón, natural de Ciudad Real, sustituyó a Luis Retamero y
se convirtió en el segundo director del centro. Junto a él llegaron a Valverde Manuel Orihuela, de Iznalloz, Am ador del Pino Izquierdo hijo de un conocido profesor de la escuela normal de Huelva.
las Gramáticas de Herranz y la Real Academia, además de diversos Catecismos de Doctrina Cristiana y la Historia Sagrada de Fleury. paba También preocupaba el tratamiento de los conocimientos científicos en el currículo oficial, convertido en un debate casi permanente. Los congresos pedagógicos españoles de la segunda mitad del siglo XIX afrontaron la cuestión del papel y de los métodos didácticos de la enseñanza primaria en su tarea de elevar el nivel científico y cultural
del pueblo. Era básico el empeño de generalizar los conocimientos básicos de Física, Química, Historia Natural o Mecánica, a fin de hacerlos llegar de manera eficiente a la población.
La escuela valverdeña del último tercio del siglo XIX y de los primeros decenios del XX era una escuela unitaria que recogía niños de distintas edades- que a menudo se prolongaban desde los 6 hasta los 16 años-y una escuela segregadora, ya que siempre mantenía separados a los niños y las niñas.
I.S.B.N: 978-84-616-3065-3.
Impresión y encuadernación: Gráficas Díaz Acosta
Coordinación: Tomás López López
Portada: Antonio Sevilla Delgado
La investigación aúna la información documental, el vaciado de los archivos locales –el municipal y del propio colegio-, y las informaciones relevantes de la hemeroteca de los principales diarios regionales, con informaciones destacables sobre el tema objeto de estudio, todo ello complementado con el enfoque biográfico-narrativo que nos ofrecen los propios protagonistas: profesores y alumnos.
La utilización de fuentes biográfico-narrativas nos ha ayudado a profundizar en el conocimiento de la escuela por dentro. Nuestro objetivo ha sido analizar la aplicación real de la normativa estatal o autonómica -según las fechas-, y de los acuerdos de los órganos de gestión en el funcionamiento cotidiano de la escuela o, al menos, conocer la percepción particular de las personas que vivieron su desarrollo. En tal sentido, la experiencia personal se convierte en un instrumento central que permite dar una visión más global de los procesos educativos. La línea de investigación biográfica nos ha servido para analizar tanto la vida profesional de los docentes y el desarrollo institucional, como la percepción de los clientes del sistema: el alumnado.
El artículo 101 de la Ley de Instrucción Pública de 1857 preveía la existencia de
dos escuelas de niños y dos de niñas en los pueblos de 2.000 habitantes, tres escuelas en los de cuatro mil y a sí correlativamente, a razón de una unidad más de cada género por cada incremento de 2.000 almas. Valverde debería haber dispuesto de, al menos, 4 escuelas de cada sexo, aunque la realidad fue mucho más modesta
El Estado subvencionaba a los ayuntamientos con 5.000 pesetas por cada sección de escuela, cantidad que fue incrementada a 9.000 pesetas por el decreto de 10 de julio de 1928. Fue entonces cuando se iniciaron las gestiones para la obtención de un Grupo Escolar de seis escuelas graduadas, aunque como veremos el proceso se dilató en el tiempo. Por lo pronto, fue el erario municipal el encargado de sostener la
España, mediante el estallido de levantamientos en casi todas las comandancias militares que triunfaron en Canarias -con Franco-, en Navarra -con Emilio Mola, en Álava, León, Galicia, y en las islas Baleares, con la excepción de Menorca, gracias a Manuel Goded.
Desde entonces, el 18 de julio fue designado para la conmemoración anual del Alzamiento Nacional y declarado fiesta nacional en el Fuero del Trabajo, en marzo de 1938. El régimen franquista le asignó, además, la consideración de «fiesta de exaltación del trabajo». Esta doble faceta de la festividad fue mantenida por la orden de 15 de julio de 1939 del Ministerio de la Gobernación, que refundía el precepto del Fuero del Trabajo con el decreto de 7 de julio de 1937 y la orden de 16 de julio de 1938.
El 18 de julio siguió celebrándose durante toda la dictadura y se prolongó hasta 1976. Se festejaba con numerosos actos conmemorativos y festivos en todo el país un día en el que el dictador recibía en el palacio de La Granja de San Ildefonso (Segovia) al cuerpo diplomático y a numerosas personalidades y autoridades.
Pero, para muchos trabajadores -muy alejados del sentido apologético que quiso darle la cúpula franquista-, la festividad significaba dos cosas: la paga extra del 18 de julio, y una grata oportunidad de esparcimiento. La paga del 18 de julio .
Hablamos de un grupo de amigos que, además de la paga anual, echaban una
alcancía para reunirse en tan señalada fecha. Así lo hicieron durante más de quince años.
requetés o carlistas. Su sede estaba en los altos de Educación y Descanso, en la calle
Real de Arriba. Las margaritas valverdeñas hacían ropitas para los niños pobres que
Debían pasar revista anual en el centro de reclutamiento y pasaban a situación de disponible, asignados a una unidad militar concreta:
También hubo obreros onubenses y valverdeños que se sintieron atraídos por el
acuerdo laboral hispano-germano de agosto de 1941 que permitió el envío de trabajadores a las fábricas y minas alemanas en sustitución de los obreros teutones
derivados a la campaña de Rusia
por la idea del óbito y por el Más Allá. Pero, a la par, y, según nos acercamos al Barroco, el entierro deriva en un acto a través del cual se manifestaba el prestigio social, la reputación y el nivel económico del finado. Aquella sociedad poseía la firme convicción
de que el ceremonial y los rituales de la muerte servían para explicar el contenido de la vida. Así, la categoría de los entierros y la fastuosidad o sencillez de las funciones religiosas muestran cómo la jerarquía social era capaz de traspasar incluso la frontera de la muerte.
Lo primero que puede llamar la atención es que muchos de estos ritos no hacían sino romper el antiguo tópico de la idea de la igualdad ante la muerte: la mayor pompa se relacionaba con una posición económica más desahogada y, sobre todo, con la creencia de que se podían utilizar medios humanos para acercarse con mayor celeridad y garantías a la salvación. Por ello, a veces se ha afirmado que el testamento se convirtió en un pasaporte para ir al cielo. Estas instituciones, junto a las mandas testamentarias del común de la población, sirvieron además para cubrir las necesidades económicas del personal eclesiástico y de las congregaciones religiosas, quienes, a su vez, podrían desarrollar actividades de índole benéfica, asistencial o docente
piedras que facilitaba la entrada de las bestias. La tierra amarilla en los
suelos de las cocinas servía para evitar el negro que proporcionaban los hogarines y los humos del carbón.
Los metales se abrillantaban con arenilla y limón.
La víspera de Feria se procedía al reparto a los hijos de la “recurta” de Feria. Las familias más modestas echaban la alcancía a lo largo del año y la iban llenando a base de una gorda y un real, y por feria se sacaban unas cuantas pesetas que pronto se esfumaban. ¡Y a disfrutar cada momento de la feria, con sus matices y diferencias de mañana, de tarde o de noche!
Monesterio (Badajoz), donde formó parte de la Comisión Gestora creada tras las elecciones municipales del 12 de abril de 19311. Ejerció el cargo de depositario interino en el Ayuntamiento de Monesterio, y ante la llegada de las columnas africanistas huyó a zona roja, pero fue detenido tras la guerra y enviado al campo de concentración de Castuera.
Por su condición de preso político, León Alexandre fue desterrado de su pueblo y llegó a Valverde del Camino junto a su esposa, Carmen Rodríguez García, ya que la hermana de esta última, Araceli, se había afincado en nuestra localidad junto a su esposo, Antero Rodríguez Domínguez, natural de Cabeza la Vaca (Badajoz),
agente comercial representante de tejidos de una casa sevillana, y más tarde dueño de un próspero almacén de curtidos. En Valverde encontró en la docencia su modo
de vida.
menos en la época de este estudio, como una institución de adoctrinamiento de pensamiento católico conservador. Sus miembros lo eran también del Centro Católico, de los sindicatos católicos locales, además de firmes partidarios de una escuela bajo control eclesiástico. La adoración nocturna trató de defender la recristianización de la sociedad del mismo modo que se hizo desde otros frentes como la enseñanza primaria, la labor catequética, la propaganda escrita, o la divulgación periodística
católica. Todos estos mecanismos se dieron en Valverde, bajo la batuta de su arcipreste, D. Jesús de Mora.
En 1750, varias poblaciones andevaleñas poseían molinos de viento: había 5 en Valverde, 3 en Castillejos, 2 en El Almendro y uno en Puebla de Guzmán, Alonso, Santa Bárbara, Calañas y El Cerro. Pero también los hubo en Trigueros (2) Gibraleón (1) y Lucena (1)3. En la segunda mitad del siglo XVIII, según los datos del cuestionario de Tomás López, se instalaron en Sanlúcar de Guadiana (2), y Ayamonte (1), y aumentaron de forma considerable en Puebla de Guzmán (17) y El Almendro (11)
La proliferación de los molinos de viento a lo largo de la Edad Moderna suele responder a dos coyunturas: la demanda de harina en periodos de crecimiento demográfico, y las sequías que limitaron el papel de los molinos hidráulicos.
Los primeros molinos de viento valverdeños datan de mediados del siglo XVIII. En año y medio, entre febrero de 1744 y julio de 1745 se construyeron seis molinos de viento, relacionado con la pertinaz sequía y el aumento abusivo de la maquila por parte de los molinos hidráulicos. Se situaron en cuatro cabezos que rodeaban la villa, los de San Sebastián, San Gregorio, la cabeza de la Cañada Luenga y la Peña Gorda, con cotas modestas que oscilan entre los 260 y los 299 metros de altitud sobre el nivel del mar.
El segundo salto cualitativo en la construcción de los molinos de viento valverdeños se produjo en el siglo XIX. De nuevo, el impulso constructor parece relacionarse con un nuevo fenómeno de sequía en trienio 1835-37
Valverde del Camino trató de dar realce a la celebración
de la onomástica de San Crispín, patrón del gremio,
que el santoral reservaba para el día 25 de octubre. Se
concibió una fiesta que aunaba la diana mañanera con la
entrega del premio al zapatero con mayor número de hijos
a su cargo y la concesión de otros premios por parte de las
principales empresas del sector, sin que faltara el banquete
a las autoridades, celebrado en el Centro Cultural Católico
En aquel cabildo abierto se decidieron dos cosas: nombrar a la Virgen del Reposo como patrona y abogada de la población, y a la par, hacerle voto solemne para celebrar a perpetuidad su festividad el día 17 de septiembre, solemnidad dedicada al Dulce Nombre de María “con la pompa que se debe a este soberana princesa”.
La fecha de 1671 aparece cada vez más clara como el de la talla y posterior donación de la misma para el camarín del nuevo retablo que acaba de fenecerse.
La fecha es coincidente con los estudios recientes que relacionan la talla de Nuestra Señora del Reposos con la mano de una joven Luisa Roldán que iniciaba entonces su carrera profesional, que ha realizado el catedrático de Historia del Arte Alfonso Pleguezuelo Hernández, junto a Enrique Martín Rodríguez. De esta manera, la obra de la Virgen del Reposo destruida en la Guerra Civil habría sido realizada por Luisa Roldán (1 £52-1706) en sus años de juventud cuando comenzó en Sevilla su trayectoria
profesional autónoma, a inicios de la década de 1670.
Se trató de un Proyecto de la Asociación Cultural "Amigos del Patrimonio Valverdeño", al que dedicamos mucho amor y muchas horas.
El equipo de redacción fue amplio e interdisciplinar.
La primera noticia, que poseemos hasta el presente, acerca de la celebración de una feria en Valverde, sitúa ésta en la festividad de San Pedro (29 de junio), con anterioridad al año 1690.
dificultaban su observación, así como eliminar una capa de más de cuarenta
centímetros de tierra vegetal y depósitos orgánicos que cubrían su superficie
El Camino Real de Huelva a Extremadura circulaba, al norte de la población, por los parajes de Citolero, la Peña del Calvario, El Lagarejo, Carabales y el majadal o majadalillo de Cafanes o Escafanes, todos ellos colonizados por los valverdeños desde al menos el siglo XVII. A la salida sureña del casco urbano, se divisaban los cercados del ruedo sur que comenzaban en el Carrasquillo16. El camino real comunicaba Valverde con los cercados del Puerto Blanco, la huerta de Juan Cano y la cañada de la Rosa, el Saltillo. Proseguía al sur hacia los baldíos de Niebla. Los valverdeños colonizan la Navahermosa y, más al sur, se extendieron hacia
los parajes beasinos de Pallares, San Ginés, La Algaida del Cazar, El Pelado, Las Presas, el Galame, la Giralda, las Vegas de la Fuente del Rey, la Parrilla, las Camachas, lindando con la Dehesa de Beas.
En las proximidades del Camino Real de La Palma del Condado se asentaron varios núcleos dispersos de valverdeños en los parajes de Las Arenas, La Aldehuela, el Morcillo, El Turmalejo. Desde al menos principios del siglo XVII, los valverdeños realizaban sus rozas, previo pago del terrazgo, en los sitios de las Arenas y la Majada de la Plata, Barrancoso; la Aldehuela, el Morcillo, el Turmalejo, El Charco Redondo, la Fuente del Meto, el Charco de los aceiteros y la Lanteja,
En las inmediaciones del Camino de Valverde a Niebla los valverdeños colonizan Caballón, Raboconejo, Puerto Jineta, la Algaida del Caballar, los Posteruelos y las Tierras Nuevas
En 1750, varias poblaciones andevaleñas poseían molinos de viento: había 5 en Valverde, 3 en Castillejos, 2 en El Almendro y uno en Puebla de Guzmán, Alonso, Santa Bárbara, Calañas y El Cerro. Pero también los hubo en Trigueros (2) Gibraleón (1) y Lucena (1)3. En la segunda mitad del siglo XVIII, según los datos del cuestionario de Tomás López, se instalaron en Sanlúcar de Guadiana (2), y Ayamonte (1), y aumentaron de forma considerable en Puebla de Guzmán (17) y El Almendro (11)
La proliferación de los molinos de viento a lo largo de la Edad Moderna suele responder a dos coyunturas: la demanda de harina en periodos de crecimiento demográfico, y las sequías que limitaron el papel de los molinos hidráulicos.
Los primeros molinos de viento valverdeños datan de mediados del siglo XVIII. En año y medio, entre febrero de 1744 y julio de 1745 se construyeron seis molinos de viento, relacionado con la pertinaz sequía y el aumento abusivo de la maquila por parte de los molinos hidráulicos. Se situaron en cuatro cabezos que rodeaban la villa, los de San Sebastián, San Gregorio, la cabeza de la Cañada Luenga y la Peña Gorda, con cotas modestas que oscilan entre los 260 y los 299 metros de altitud sobre el nivel del mar.
El segundo salto cualitativo en la construcción de los molinos de viento valverdeños se produjo en el siglo XIX. De nuevo, el impulso constructor parece relacionarse con un nuevo fenómeno de sequía en trienio 1835-37.
locales –el municipal y del propio colegio-, y las informaciones relevantes de la
hemeroteca de los principales diarios regionales, con informaciones destacables
sobre el tema objeto de estudio, todo ello complementado con el enfoque
biográfico-narrativo que nos ofrecen los propios protagonistas: profesores y
alumnos.
El análisis de la información escrita tiene el propósito de establecer
relaciones, diferencias, etapas y estado actual del conocimiento respecto al tema
objeto de estudio: la historia de la educación primaria focalizada en una institución
escolar desde su fundación en la postguerra, hasta el momento actual, pasando
por los distintos escalones de la reforma educativa.
Dentro de la información bibliográfica, hemos buscado una revisión selectiva,
tratando de priorizar los datos más relevantes a partir de las principales fuentes
secundarias: libros, artículos, monografías, tesis, trabajos de investigación
presentados en conferencias, congresos y seminarios.
La legislación educativa nos ha servido para sustentar el engranaje normativo
y analizar sus cambios en las distintas etapas.
La información archivística y de hemeroteca ha sido la base para montar el
andamiaje de la evolución histórica de un colegio de educación primaria, el
Menéndez y Pelayo de Valverde, inaugurado en 1937, las vicisitudes de su
construcción y la historia vital de sus protagonistas.
La sección Junta de Primera Enseñanza del Archivo Municipal de Valverde
del Camino nos ha permitido conocer de primera mano las actas de la Junta Local
de Enseñanza con informaciones referentes a designación de cargos del propio
organismo, actividades de inauguración del curso escolar, censos escolares,
medidas de lucha contra el analfabetismo, obras de mantenimiento en los centros
escolares, consignación presupuestaria para material, normas sobre cumplimiento
estricto del horario laboral, sobre vigilancia de niños en edad escolar o su acceso a
películas no aptas.
Pero también ayudaron las comunicaciones o credenciales de
nombramientos de nuevos profesores enviadas desde el Consejo Provincial de
Educación Nacional, por ser la Junta de Enseñanza el organismo responsable de
acoger a los nuevos maestros llegados a la ciudad, aunque observamos bastantes
lagunas o documentos no conservados. Igualmente, las actas del tribunal de
selección del Premio Diputación, o las circulares del Gobernador Civil que servían para recordar las obligaciones de las alcaldías y de las Juntas de Enseñanza en
materia docente.
El archivo nos puso en contacto con la correspondencia del alcalde, en su
condición de presidente de la Junta de Enseñanza, con otras autoridades
nacionales o provinciales (ministros, dirección general de enseñanza primaria,
delegados administrativos provinciales –posteriores delegados de educación-,
inspectores, jefes de la sección de protección escolar, de la junta provincial de
construcciones escolares…), relativa a infraestructuras y dotaciones pero también
a aspectos docentes como realización de exámenes extraordinarios para la
obtención del certificado de estudios primarios.
Hemos analizado los censos escolares municipales y las copias de registros
de matrícula de los distintos colegios; nos hemos acercado a diversos
expedientes (de absentismo escolar, para la adjudicación de los premios
Diputación, ayudas para los comedores escolares…). Interesante ha resultado,
asimismo, la documentación relativa a las campañas de alfabetización y los
acuses de recibo de material escolar.
A través de las actas capitulares hemos recopilado informaciones sobre
obras de reforma, instalación y suministro, labores de limpieza municipales en las
escuelas públicas o entrega de material. Hemos rastreado en sus reuniones todos
los intentos del consistorio por dotar a la población de un grupo escolar de niños, la
fase de proyecto y noticias, aunque muy pocas, sobre su construcción.
Por su parte, el archivo del colegio Menéndez y Pelayo nos ha regalado la
lectura de los libros de actas de la Junta de Profesores, antecedente del claustro,
de los que hemos analizado en profundidad los existentes desde 1953, primer año
de los conservados, a 1986, con una importante cesura intermedia entre 1954 y
1967, de la que no conservamos información.
Los libros de actas recogen aspectos e informaciones muy diversas. A
través de su lectura hemos podido seguir el proceso de elección de directores y de
miembros del equipo directivo, y la estructuración de funciones de este último.
Nos han mostrado referencias a cartas, oficios o circulares de Inspector Jefe
Provincial relativos al cumplimiento de la normativa vigente en cada momento, y la
aplicación de los mandatos de las leyes educativas. Se hacen eco del envío
mensual a la Delegación Provincial del Frente de Juventudes, de los partes de
actividades y estadística, o de la distribución entre el profesorado de los
cuestionarios de Educación Cívica, Social y Política, y de Educación Física.
Además, reflejan la aprobación del inventario y del presupuesto anual, o la
recepción de algún que otro libro editado por el S.E.M., la presencia en el colegio
de revistas o periódicos profesionales, así como la recepción o compra de material
curricular (equipos de proyección, manuales, enciclopedias, colección de discos de
música clásica, instrumentos musicales, etc.)
Las actas de claustro reflejan las solicitudes de ampliación de personal a
las autoridades locales y provinciales (profesores, limpiadoras o vigilantes).
También informan de las gestiones realizadas para la correcta puesta en marcha de un curso escolar, el registro de los desperfectos y su envío al secretario de la
Junta de Enseñanza Primaria, y manifiestan las necesidades de renovación de las
infraestructuras, del mobiliario escolar y del material curricular. Plasman la
distribución de aulas, en los años iniciales del colegio por maestros, y a partir de
los 70 por niveles. Recogen asimismo la formación de los primeros Consejos
Escolares consultivos de la década de 1960 y la elección de diversos cargos
(suplente de director, miembros de la Junta Económica, interventor de cuentas,
Contable-tesorero, encargado del ropero escolar, de los boletines escolares,
bibliotecario, delegada del comedor escolar, comisión asesora de becas, etc.); y
ya, en la época democrática, la constitución de departamentos y coordinadores de
ciclos, y los primeros pasos de la Comisión de Centro y Localidad o Comisión
Local de Matriculación. Estas actas nos muestran también la organización de los
cursos -desde la rotación de grados de los 50 a la adscripción de tutorías en los
70 y 80-, la elaboración de instrumentos de organización escolar (programas de
desarrollo de los Cuestionarios Nacionales, modelos de gráficas de asistencia,
cambios en los libros de escolaridad, o programaciones a largo y a corto plazo).
En ellas se descubren aspectos interesantes del trabajo docente, como la elección
de los libros de texto, o la formación de equipos por áreas de conocimiento
(lenguaje, matemáticas, plástica, dinámica, experiencia, social y naturaleza).
También referencias -siempre demasiado escuetas- sobre el uso del cuaderno del
profesor, del cuaderno de rotación, de la realización de fichas de trabajo por áreas
y niveles, o de la finalidad de las actividades sabatinas. Reflejan el interés de los
maestros y maestras por adquirir, por ejemplo, libros para facilitar la tarea
educativa, conforme a las exigencias de las nuevas leyes educativas, como ocurrió
tras la implantación de la Ley de Educación General Básica o la evolución de la
enseñanza de idiomas extranjeros. Muestran informaciones sobre el proceso de
evaluación (esquema de pruebas finales de 1ª y 2ª Etapa, normas para la
promoción de alumnos, debates sobre los instrumentos de evaluación, normas
sobre la cumplimentación de libros de escolaridad y actas de evaluación final, y
más recientemente pláticas sobre los criterios de evaluación y promoción de
alumnos). Son prueba de la existencia de distintas nomenclaturas y una realidad
parecida a lo largo de cuatro décadas.
Las actas permiten seguir someramente las vicisitudes del parvulario y el
lento proceso de creación del aula de educación especial. Recogen las peticiones
a la administración y los esfuerzos internos para la promoción de las actividades
deportivas, de excursiones escolares o de fiestas fin de curso. Evidencian los
esfuerzos para proyectar sobre la sociedad el trabajo del colegio, como el envío de
cartas sobre el funcionamiento del equipo directivo o la creación de un primer
boletín informativo, aunque de vida efímera.