LAS CEGUERAS DE MIRCEA CARTARESCU
En el año 2012, surgía un fenómeno venido de esos lugares periféricos de nuestra Europa en la que parecen solo contar los países económicamente avanzados pero desde los que se asoman nombres de desconocidos que, de repente, aparecen como candidatos al premio Nobel. Eso le venía pasando últimamente al rumano Mircea Cartarescu (1956), un artista del lenguaje y de la experimentación al modo de James Joyce que escribió una obra llamada Travesti (1994) pero que, en su edición castellana (Impedimenta, 2011), recibió el nombre de Lulu. La maestría y rareza de este narrador se apreciaban ya en su anterior relato que llegó a nosotros, El Ruletista, y tenía continuación con esta sorprendente novela, gran desafío para la traductora, Marian Ochoa, pues el delirio de imágenes, visiones y emociones que sustentaba el argumento hacía del texto un campo tan llamativo como retórico.
Carlos Pardo, en el prólogo, tuvo claro que «Lulu es una experiencia límite. Para su autor, que puso cada escama de su piel (irisada, fugaz, ambigua, contradictoria) hasta gastarse el alma. Pero también para el lector, que avanza por una intimidad contagiosa sin desear saber del todo qué está pasando». La adolescencia en grupo, la intimidad del protagonista, Victor, un escritor treintañero, atormentado y narcisista que recuerda cómo quedó deslumbrado a los diecisiete por un chico que jugueteaba con el travestismo, eran los ejes de esta recreación de la Bucarest que vivió sus primeros acordes hippis. El contenido ahondaba en lo surrealista y mágico de un impacto sentimental, pues la vida del protagonista se dividía en antes y después de Lulu, pero, debería acabar advirtiendo, también delirante y poético, amén de contemplativo. WHAT???
De repente, el (Impedimenta, 2012), pues no sería nada fácil captar esa prosa tan de tono introspectivo que mostraba este grupo de cuentos. Además, el libro contaba con la introducción de un incondicional de Cartarescu , que destacaba el onirismo del escritor rumano, el uso que hacía de los sueños como una realidad más asignada a la que acontece en la vigilia.
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