Los primeros ecos y los primeros disparos que avisaban de un levantamiento militar sonaron en Melilla el 17 de julio de 1936. Y desde ese momento inicial, los oficiales y suboficiales profesionales deben tomar la decisión de unirse al golpe de Estado o mantenerse fieles a la República. En ese primer momento, en ese primer segundo del día 17 de julio, el general Manuel Romerales Quintero, avisado por un diputado de Unión Republicana que lo oyó después de las maniobras en Llano Amarillo de uno de los oficiales participantes, hace su elección, destapa el Alzamiento y da la orden de detener a todos los oficiales golpistas melillenses.
Pero claro, ante una sociedad dividida y un Ejército fragmentado son las decisiones personales de los oficiales al mando las que van modificando por momentos los ejes de avance o retroceso de las diferentes acciones. El general Romerales que había ingresado en la Academia de Infantería el 18 de agosto de 1893, había combatido en Cuba y en África junto a compañeros que ahora se sublevaban, que se hizo acreedor a la Medalla al Mérito Militar con distintivo rojo y que en febrero de 1935 es condecorado con la Orden Civil de África con la curiosa circunstancia de que su nombre sale en