Diario de H
Por Hypatia Pétriz
4/5
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Información de este libro electrónico
Un mes antes de cumplir 14 años, H. recibe un diario de regalo. Decide usarlo y anotar cada día todo lo que vive, piensa y siente, en lo que será el mes más intenso de su vida: le gusta su mejor amigo, pero a él le gusta otra; sus ex-amigas no le hablan; consigue la oportunidad de formar un grupo musical para un concurso; es cortejada por un admirador secreto en Facebook; y su padre divorciado insiste en que su nueva novia e H. se hagan grandes amigas...
Hypatia Pétriz
Hypatia Pétriz no es un seudónimo: es el nombre de la verdadera autora de la novela, que con 14 años debutó en la literatura con el éxito Diario de H. Además de la literatura, es una gran multiinstrumentista que ya ha hecho sus primeros «bolos» a la guitarra y el piano.
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Comentarios para Diario de H
2 clasificaciones1 comentario
- Calificación: 5 de 5 estrellas5/5ame este libro, me resultó bastante divertido y que hablé de amistad y amor me hizo amarlo más
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Diario de H - Hypatia Pétriz
UNA CHICA REAL
EN EL MUNDO REAL
Tengo 14 años. Me llamo Hypatia.
Es mi nombre de verdad.
Porque no soy un personaje de una novela:
lo que tienes en las manos es
mi diario íntimo.
Estoy enamorada de la música
y de un chico que no me hace ni caso
porque le gusta mi mejor amiga.
Verás que tú y yo seguro que tenemos
mucho, mucho en común...
Me llamo Hypatia Pétriz de verdad.
¡No es un seudónimo!
Nací el 28 de agosto de 1998 en Barcelona.
Desde pequeña me flipa el arte en todas sus formas.
Me encanta escribir y leo todo lo que me cae en las manos.
Toco la guitarra eléctrica, canto canciones de rock en solitario y ya he hecho mis primeros bolos. He escrito El diario de H.
con 13 años.
«Debut sensacional de una jovencísima escritora con un enorme talento. Un libro de referencia para toda una generación.»
FRANCESC MIRALLES
A mi madre, por dejarme volar.
21 de mayo: Welcome to My Life
Hoy empiezo este diario donde contaré todo lo que me ocurra durante el tiempo que pueda comprimir en sus páginas. Quiero ver escrito lo que me está sucediendo para entender mejor el lío en el que se ha convertido mi vida…
No escribo en una libreta cualquiera. Me ha llegado hoy por correo y es el regalo de cumple de un tío mío bastante despistado que vive en Japón. Digo despistado porque ¡falta algo más de un mes para mi cumpleaños! Se ha equivocado de fecha. En fin…
Este cuaderno es muy pero que muy especial. Creo que es uno de los mejores regalos que me han hecho nunca. Las cubiertas negras están estampadas con dos fotos de mi Marlene, la guitarra eléctrica a la que le doy caña: una Les Paul preciosa de segunda mano con un símbolo muy extraño grabado que la hace única. Ya explicaré en otro momento la historia de Marlene y de ese logo.
Las hojas son gruesas, de esas que la tinta no puede traspasar. Es la libreta más bonita que he tenido jamás en las manos. Además, mi madre encontró hace poco una estilográfica que utilizaba cuando era joven y me la ha regalado. ¡Aún funciona! Me irá perfecta para escribir aquí.
Este es mi primer diario. Supongo que no he escrito ninguno antes porque mis ideas encontraban solas su lugar, junto con soluciones para todo lo que me iba pasando. Pero ahora, y cada vez más, siento que me es muy difícil poner orden en mi vida.
Aunque vivimos en la época virtual, prefiero mil veces escribir de mi puño y letra que con un teclado y una pantalla. Es mucho más auténtico sentir cómo la pluma rasga el papel y deja mi huella.
Además, tengo DIEZ BUENAS RAZONES para hacerlo en una libreta:
1. Mi caligrafía es única en el mundo, no como las letras prefabricadas de los ordenadores. Si quiero crear algo realmente mío, tiene que ser así hasta en este pequeño detalle.
2. No tengo ordenador propio, tengo que usar el de mi madre, que es una cotilla —como casi todas las madres—, y no me apetece que meta las narices en lo que hago.
3. Voy mucho más rápida escribiendo a mano que con el ordenador o el móvil. Supongo que es la práctica de tomar apuntes en clase.
4. Esta libreta la puedo llevar a todas partes. Transportar un ordenador no es tan fácil.
5. No había usado nunca una pluma estilográfica y me hace ilusión escribir el diario así. Me parece romántico, bohemio y elegante.
6. Los compositores de las letras de mis canciones preferidas lo hicieron sobre hojas de papel. Los versos tachados y reescritos son la marca de las mejores mentes literarias y musicales. Imitarles es un pequeño homenaje a mis poetas preferidos de rock: quiero escribir como ellos lo hicieron, sacando todo lo que llevaban dentro.
7. Cuando este cuaderno envejezca, desprenderá el olor de las hojas viejas y las páginas se volverán amarillentas. Me mola mucho este aspecto decadente de los libros.
8. En la libreta solo apuntaré lo que me parezca importante de verdad. Cada línea que escriba será un tatuaje en la piel de las hojas. Voy a ahorrarme las palabras vacías.
9. Estoy agarrando la pluma de una forma un tanto rara. Por eso mi letra es tan mala e irregular y nadie más que yo va a entenderla. ¡Esto es una gran ventaja!
10. Una razón extra para escribir en este cuaderno: mi madre no sabe que existe, porque cuando he recibido el paquete no estaba en casa. Solo mi tío en Japón y yo conocemos esta libreta. Y mi tío y mi madre no hablan mucho, ya que tienen personalidades muy diferentes y discuten. Por lo tanto, este diario será desconocido para ella y para el resto del mundo (o casi).
No es que me lleve mal con mi madre pero, como ya he dicho en la razón número 2, es una de las personas más controladoras del mundo. Quiere saber todo lo que hago en cada momento. ¡No entiende que necesito tener vida privada!
Hace poco me nombraron la mejor estudiante del curso, aunque fue mala cosa porque desde entonces mis supuestas amigas me han dejado de lado. Además, en casa ayudo en todo lo que puedo. Aun así, mi madre apenas me deja salir. Cualquier compañera de clase tiene mucha más libertad que yo y le exigen mucho menos. Es muy injusto.
¡Woooooo! Estaba tan concentrada escribiendo que el sonido del teléfono me ha asustado y se me ha ido la pluma al suelo. Por suerte, no ha caído de punta.
Acabo de recibir un mensaje de Luis, mi mejor amigo. Me pide que vaya mañana por la tarde a su casa, porque tiene que decirme algo muy importante. Me asegura que no puede esperar más. ¡Qué intriga! Por supuesto que iré…
A Luis lo conozco desde que empecé la ESO. Me cayó genial desde el primer día. Es un chico muy discreto cuando está en grupo, pero se abre cuando estamos a solas. Casi siempre lleva su ukelele (una guitarrita de cuatro cuerdas) colgado de la espalda. Dice que lo hace porque la inspiración para componer le viene cuando menos se lo espera y así siempre está preparado.
Aunque me jura que compone mucho, nunca me ha enseñado ni una sola canción suya… Eso sí, escuchamos música parecida y algunas tardes hacemos versiones de canciones que nos gustan. Creo que nos llevamos tan bien porque vive la música como una religión. Igual que yo.
Supongo que por eso, y por tantas otras cosas, me he enamorado de él.
Al principio fue como una droga que me era suministrada por primera vez y de la que nadie me había advertido. Dios, ¡creo que me he enganchado! Soy una yonqui de Luis. Cuanto más lo conozco, más necesaria se me hace su presencia. Ahora mismo ya me veo incapaz de vivir sin él, siempre está en mis pensamientos.
Nunca me he atrevido a decirle nada de esto. No lo hago porque me da mucho miedo. No sé cómo reaccionaría… ¡Es horrible no poder confesarle mis sentimientos!
Me pregunto a mí misma si le gusto. ¿Cómo saberlo? Nunca hasta ahora me había enamorado de nadie. ¿Es posible que yo le guste un poco más que como una simple amiga? Estoy muy nerviosa por lo que puede pasar.
A lo mejor lo que quiere decirme mañana es que siente lo mismo que yo.
Ya le he respondido el mensaje.
Ahora solo queda esperar a mañana.
22 de mayo: Everybody Hurts
Hoy he ido a casa de Luis.
Cuando he llamado a la puerta de su piso, he tenido la sensación de que me iba a desmayar. ¡Las piernas me temblaban! Creo que nunca antes había estado tan nerviosa.
Él me ha llevado a su habitación a toda prisa. A pesar de que sus padres no estaban, ha mirado a ambos lados y ha cerrado la puerta de su cuarto de golpe, como para dejar claro que nadie más podía entrar.
Para disimular mi temblor, me he lanzado encima del puf que tiene en el suelo. Luis ha cogido entonces el ukelele y se ha puesto a tocar con la mirada perdida en el techo. Parecía muy nervioso también.
Estaba tan rematadamente bueno... Los rizos castaños deliciosamente despeinados le caían sobre los hombros, y el sol que entraba por la ventana aclaraba aún más sus ojos verdes. Se mordía el labio y daba golpecitos con el pie al ritmo de la música que tocaba.
Me he decidido a hablar, puesto que hasta entonces solo nos habíamos saludado al entrar y todo empezaba a resultar un poco incómodo:
—Bueno, ya me tienes aquí. En lugar de ignorarme, ¿podrías decirme qué es lo que era tan importante?
En ese momento ha fijado su mirada en mí. Sin dejar de tocar el ukelele, me ha sonreído y ha mostrado una expresión de alegría que nunca antes le había visto. He creído que, por fin, me diría que siente lo mismo que yo.
—¿Me prometes que no te reirás de mí, H.?
—¡No! Ya sabes que no lo haré. Te lo prometo.
Un ligero rubor ha asomado en su cara después de mi respuesta. Ha dejado su instrumento sobre la cama y me ha vuelto a mirar. Entonces ha soltado:
—Me gusta Frida.
—¿Qué?
He sentido como si una espada me atravesara el corazón. Ha sido horrible. Me he tragado las lágrimas y he seguido la conversación, fingiendo que no me importaba que le gustara la chica más guapa y encantadora que conozco. ¿A quién no le gustaría una chica así? Tendría que habérmelo imaginado. He sido una estúpida pensando que podía tratarse de mí.
—La miro y siento... ¡No sé cómo explicarlo! Siento que es la chica más especial del mundo, y además es tan guapa...
Ha estado un rato intentando describirla, pero cada vez se atascaba antes de acabar la frase.
—Ya lo sé, está buenísima —he dicho—. No hace falta que me lo cuentes, es verdad.
Entonces Luis se ha enfadado y