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Libro electrónico205 páginas4 horas

Solo puede quedar uno

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Información de este libro electrónico

Los secretos mejor guardados de un seleccionador para que el empleo sea tuyo. Entrar en un proceso de selección para acceder a un puesto de trabajo idóneo es cada vez más habitual y necesario en un entorno laboral tan exigente como el de hoy en día. Los candidatos suelen plantearse una serie de preguntas: ¿Qué pensará de mí el seleccionador? ¿Debo llamarle o mejor me espero? ¿Estaré a la altura de sus expectativas si no reacciono enseguida? ¿Está esperando a que falle? ¿Por qué me ha descartado si parecía el favorito? ¿Bajo qué presiones actuará el entrevistador? ¿Es normal que tarden tanto en darme respuesta? Sílvia Forés, gran experta en el ámbito de los recursos humanos y la selección de personas, rompe falsos mitos y nos adentra, de forma distendida y aderezada con numerosas anécdotas y vivencias, en las claves de estos procesos. Los secretos que hasta ahora han sido guardados celosamente por profesionales del mundo de la selección por fin salen a la luz con esta obra a través de un cambio de paradigma que pasa por obtener la complicidad del seleccionador como arma para conseguir un objetivo común: el ansiado puesto de trabajo.
IdiomaEspañol
EditorialPlataforma
Fecha de lanzamiento19 mar 2014
ISBN9788416096251
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    Solo puede quedar uno - Sílvia Forés

    objetivos.

    1.

    La bengala de la esperanza

    «No se trata de ser el primero,

    sino de llegar con todos y a tiempo».

    LEÓN FELIPE

    1.er DÍA

    Se busca area manager para empresa multinacional líder en su sector dedicada a la comercialización de productos para dar solución a problemas de cimentación. Se requieren estudios técnicos tipo arquitectura, geología o ingeniería, formación especializada en marketing y ventas, cinco años de experiencia mínima como técnico-comercial en venta de productos y soluciones técnicas en el sector de la construcción. Imprescindible nivel alto de inglés y amplia disponibilidad para viajar, especialmente en las zonas bajo su responsabilidad (Cataluña, Baleares y Levante) y puntualmente al extranjero para ferias y congresos internacionales. Se ofrece excelente oportunidad profesional, paquete retributivo altamente competitivo compuesto de fijo + variable, coche de empresa, blablablá…

    Releo el anuncio que he publicado hace unas cuantas horas, tiene buena pinta, suena profesional, recoge los requisitos. Recuerdo perfectamente las sensaciones y pensamientos que me envolvían esta mañana: aguanté la respiración unos segundos y le di a publicar. El ordenador me devolvió casi con una sonrisa un mensajito con un tick en verde: «Su oferta ha sido publicada correctamente». Ya pude respirar, no se había colgado el programa, no me habían llamado mientras publicaba, no me caducó la página al insertar la oferta, en fin, había ido como la seda. Espero que el proceso de selección se desarrolle igual de bien.

    La sensación de publicar un anuncio es como lanzar una bengala de auxilio al cielo cuando estás en una isla desierta sin nadie a tu lado. Esa isla debe empezar a llenarse de gente, de candidatos, deben empezar a llegar sea por mar o por aire, no sabes por qué vías llegarán, de dónde vendrán, cómo serán y, lo más importante, si alguno de ellos te va a salvar. Así me siento yo cuando publico el anuncio, como si lanzara una bengala de auxilio al cielo en un mar de plena incógnita. Hay colegas que comentan: «Venga, tal puesto es muy fácil de cubrir, seguro que darás rápido con el candidato adecuado». La experiencia me dice que todos los procesos tienen su dificultad y nadie puede asegurar cubrirlos adecuadamente hasta el final. Así me siento ahora mismo, a la espera del milagro. Si los candidatos no llegan a mi isla, tendré que salir a buscarlos yo, inflar alguna lancha salvavidas, irme a islas cercanas, preguntar si conocen a alguien, lanzar señales de humo, llamar a algunas puertas de cabañas… Siempre estoy lista para ello en caso de que la respuesta sea pobre. Está claro que mi objetivo es rodearme de un montón de personas válidas y, si para ello debo salir de excursión, lo haré, pero garantía no tengo ninguna.

    He preparado un planning para el proceso: una semanita para recoger CV y cribarlos, otra para primeros contactos telefónicos, pruebas y entrevistas de contacto y una última semana para entrevistas en profundidad, verificar referencias, preparar informes y enviarlos al cliente, total unas tres semanas aproximadamente para conseguir a los candidatos y a la semana siguiente se realizará la presentación de los finalistas, lo que acordé con el cliente y un auténtico lujo de tiempo, teniendo en cuenta las exigencias de tiempos que suelen imponer los clientes y la extrema urgencia que suele ser la tónica de los encargos de selección. Siempre me cubro las espaldas en caso de contingencias y le hablo de máximo cuatro semanas, pues en selección no dependes solo de ti, sino de una multitud de factores humanos que pueden hacerte retrasar. Lo que sí está claro es que se debe ir rápido (aunque precisamente este proceso que hoy inicio no es el caso extremo), pues la presión del tiempo cae como una losa sobre el seleccionador, especialmente en los casos de sustitución, es decir, que a veces no dispones de más de tres o cuatro días a lo sumo para leer CV, o incluso menos. El candidato que lo manda el quinto día puede ser muy bueno, el mejor, pero no llega, a no ser que por caprichos del destino tengamos que abrir más CV porque entre los leídos pocos daban con el perfil.

    Yo tiendo a abrir muchas respuestas y me gusta cubrirme con un buen número de candidatos extraídos de una abundante masa curricular (no hay nada más desesperante que ver que solo has recibido veinte CV), pero en casos de extrema urgencia, hay seleccionadores que abren los treinta primeros CV y paran. Si por casualidades de la vida por allí se pasean unos pocos candidatos con buena pinta, adiós a todo lo que vendrá. Será una manera de proceder más o menos profesional, criticable o no, pero cada maestrillo tiene su librillo y en esta era en la que el tiempo parece ser el bien más preciado y escaso y se exigen tantos resultados a corto plazo, uno no se puede dormir. Es decir, como le decía ayer a uno de mis candidatos: «Si no quieres perder el tren de la oportunidad y ganar en probabilidades, debes ser rápido, estar atento y contestar a las ofertas con extrema celeridad». Nada de: «Ya lo mandaré mañana, que tengo más tiempo, sino parecerá que estoy desesperado…», nada de eso. ¿Qué sabes tú de la prisa que tengo y qué pensaré de ti? Deja de perder el tiempo en presuposiciones. El reloj corre en tu contra y en contra del seleccionador. Recuerda siempre que debemos ir de la mano.

    Además, con la cantidad de información que corre por internet y que permite enterarse de ofertas de trabajo por múltiples vías, la forma en la que el conocimiento se expande de forma viral de una punta del globo a la otra en cuestión de segundos y la alta competencia entre candidatos, ya no solo de tu propio país, sino del extranjero (gente que opta contigo a un mismo puesto de trabajo y que nunca dirías cómo alguien a 11.000 kilómetros puede llegar a interesarse y a enterarse de la oferta antes que tú, que vives a dos calles del lugar de trabajo) visto todo esto, ahora más que nunca no podemos dormirnos en los laureles y debemos actuar rápido.

    Bien, en un par de días empezaré a mirar qué ha llegado y a clasificar. Estoy animada, he cerrado un buen contrato para un nuevo cliente y tengo que quedar bien. Debo ser muy estricta y nada puede fallar. Virgencita, virgencita, tráeme unos buenos candidatos que me permitan convertir al cliente en recurrente, ayuda a encontrar trabajo al candidato que más lo merece y a la vez refuerza mi puesto de trabajo, que nunca se sabe.

    A recordar

    Manda tu CV cuanto antes. A partir del tercer o cuarto día ya pierdes oportunidades de ser visto.

    2.

    El tamiz del seleccionador

    «Tomar la iniciativa no significa ser insistente, molesto o agresivo. Significa reconocer nuestra responsabilidad de hacer que las cosas sucedan».

    STEPHEN COVEY

    3.er DÍA

    Ha llegado el momento, tras dos días de espera, tiempo prudencial para que se vayan acumulando CV, ya he podido abrir mi regalo. Existe la posibilidad de abrirlo antes, pero no suelo hacerlo, porque para mí resulta contraproducente abrir y desechar a medida que van llegando cuando aún tienes pocos CV; pierdes la visión de conjunto necesaria para la preselección. Yo lo comparo con la labor de un buscador de oro que mueve un tamiz: necesitará coger varias veces arena y, cuanta más coja, más posibilidades tendrá de que entre ellas aparezca la pepita de oro que está buscando.

    El momento de abrir el primer CV es un auténtico regalo, un regalo del cielo que recibo de los candidatos que han contestado, los cuales, se adapten al puesto o no, me están facilitando tremendamente la posibilidad de encontrarlos. Es por ello que agradezco recibir muchos CV, cuántos más mejor, para subirme las mangas y el pantalón y ponerme manos a la obra, como el buscador de oro en medio del río. Es curioso que la gente piense que debe ser muy agobiante para un seleccionador tener que abrir muchos CV. Sí, es una ardua tarea, pero siempre es más laborioso tener que encontrar y contactar con candidatos pasivos, que no sabes si estarán interesados. Cuando veo una buena respuesta y un montón de CV por abrir, más que un suplicio es un buen alivio, señal de que el elegido puede estar cerca.

    Ya vi ayer que había recibido ochenta y cinco CV. ¡No está nada mal! Tuve la tentación de abrirlos entonces, pero no lo hice. Es como cuando encuentras una caja de un familiar envuelta con papel de regalo en un armario, pero no puedes hacer más que disimular porque aún no ha llegado el día de tu cumpleaños. Fantaseas con qué habrá dentro, pero no dices nada y esperas tu momento, como el que ahora llega.

    Encuentro injusto que la barrera que me separa de conocer a un candidato sea un trozo de papel llamado CV (o una pantalla en la era digital). Existen candidatos muy válidos, pero el papel no les hace justicia y, al contrario, candidatos que se derrumban como castillos de naipes nada más verlos, a pesar de su deslumbrante CV. Pero hoy por hoy, y por más que han cambiado los tiempos, el CV sigue siendo la madre del cordero y es la tarjeta de presentación de un candidato. Es por ello que no entiendo cómo se siguen cometiendo tantos errores en esta fase, donde he visto tanto y de todo.

    Solo unos pocos traspasarán esa barrera y nos llegaremos a conocer, pero ¿cómo llegarán a mí?, ¿quiénes serán? Es una auténtica incógnita que en los próximos días se desvelará.

    Preguntas de filtrado

    Esta mañana, nada más conectarme en el menú privado del portal de empleo, de los ochenta y cinco CV ya encontré treinta y dos de ellos señalados como excluidos, ipso facto. ¿Cómo? ¿Un duende invisible que me ayuda y habita en lo más profundo de mi disco duro se ha puesto de repente esta mañana a toda máquina a hacer limpieza? Nada de eso, todo ello es obra de la gloriosa naturaleza al servicio de los humanos o, mejor dicho, de la mente privilegiada de un ingeniero que con su ingenio, bien merecido nombre, inventó en su día algo tan útil para el seleccionador como las preguntas de filtrado para cribar CV y con ello literalmente nos facilitó la vida, ya que nos ahorramos muchísimo tiempo.

    He trasladado los treinta y dos CV que mi menú privado on-line del portal de empleo me ha marcado como no adecuados a la carpeta de descartados. Estos treinta y dos pasarán sin pena ni gloria y jamás serán abiertos, a no ser que el cliente decida replantearse los criterios de búsqueda o yo no dé con candidatos que cumplan y deba bajar el listón. Las potentes herramientas de filtrado a través de preguntas de los portales de empleo, como el que ahora utilizo, actúan como auténticas guillotinas de la Revolución francesa. Así les ha pasado a los treinta y dos excluidos de entrada. Ahora bien, vamos a ver si los cincuenta y tres restantes a la espera de sentencia quedan absueltos para seguir adelante.

    Llevo veinte abiertos, solo ocho merecen seguir adelante. A todos ellos, antes de inscribirse en la oferta, el programa les ha preguntado si tienen cinco años de experiencia en el puesto (una de las preguntas de filtrado que he decidido usar en el anuncio on-line para facilitarme la criba). Los doce que no pasan han contestado que sí, pero en su CV no figura que hayan trabajado nunca de lo que se pide. Yo comprendo que las preguntas de filtrado son muy crueles, lo que decía, como una guillotina, pero a la vez es fácil adivinar qué debes contestar si deseas superarlas. Ahora bien, seamos honestos, hay cosas que caen por su propio peso. Si un candidato manda un CV a un puesto para el que no cumple con los requisitos, como tantos que he abierto hoy, primero debería pensar bien antes de mandarlo y segundo, si lo manda, que no mienta en las preguntas de filtrado. Y es que a veces los que te contestan a la oferta son perfiles tan lejos de lo que se pide que me siento peor por el tiempo que pierden ellos que por el que pierdo yo, y me pregunto: «Si no te van a coger, ¿para qué mandarlo?».

    Solo justifico mentir en contestar dichas preguntas si verdaderamente lo que aportas puede ser mucho más interesante que los requisitos que

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