Lógica: Elementos básicos
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En estas circunstancias, hay muy buenas razones para acoger este libro, Lógica. Elementos básicos, del profesor Marcial Arredondo, como un aporte a la investigación filosófica, como una renovación de buena ley, bien estructurada y bien compensada en lo histórico y en lo estrictamente teórico; rigurosa, pero sencilla y apoyada en ejemplos de fácil comprensión. Un texto destinado a ser de gran utilidad y apoyo para los estudiantes de enseñanza media, y de consulta en los estudios superiores.
La publicación de este libro contó con el apoyo del Consejo del Libro y la Lectura a través de sus fondos concursables.
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Lógica - Marcial Arredondo Guevara
amigo.
PRÓLOGO
Hace algunos años prologué el primer texto de Marcial Arredondo relacionado con la lógica. Un texto esencialmente didáctico, para iniciarse —tal vez desde el liceo— en las exigencias del discurso racional, especialmente con su comprensión.
En todo este tiempo han venido ocurriendo numerosos cambios en la fisonomía y el alma de la cultura occidental; varios casos, varias muertes
, fragmentaciones del saber, hogueras con lo que antes se amó y se tuvo por bueno, etc.
Entre estas diversas formas de idioloclastias está, por cierto, el desprestigio de la lógica pura, de la lógica formal, hechos ligados a un casi no disimulado menosprecio por la coherencia y la claridad racionales del discurso.
En este estado, la presentación de un nuevo libro de lógica pura —como si no hubiese ocurrido absolutamente nada— merece un comentario y una justificación que no provenga del mismo autor, que sería una recomendación muy cercana.
Creo que hay muy buenas razones para acoger este libro de elementos básicos de Lógica, de Marcial Arredondo, como un aporte a la investigación filosófica.
La primera razón, de carácter muy general; porque quien prologa este libro no cree en las muertes anunciadas. Se ha dicho jamás nos libraremos de la metafísica
. Y me parece un juicio muy prudente. Por lo tanto, concluyo: jamás nos libraremos, y como antídoto, de la lógica.
La segunda razón es que en Chile, justamente en Chile, la necesidad de preocuparnos seriamente de cómo pensamos, cuando pensamos, tiene hoy un carácter de urgencia a rojo vivo. Se dirá que no basta enseñar lógica. Por cierto, pero es preciso practicarla. Por lo demás, en el transcurso de esta crisis del letargo del pensamiento, que dura varias décadas, han ido desapareciendo los viejos textos que usábamos en lengua castellana: los de Ferrater Mora y Leblanche, los de Juan Rivano, los de Gerold Stahl. Es preciso, pues, renovar las fuentes de estudio.
Y esta, la de Marcial Arredondo, me parece una renovación de buena ley; con años de preparación, bien estructurada y bien compensada en lo histórico y en lo estrictamente teórico; rigurosa, pero sencilla y apoyada en ejemplos de fácil comprensión. Un texto que puede ser de gran utilidad y apoyo en la Educación Media, y de consulta, en los estudios superiores.
Humberto Giannini Íñiguez
Introducción
LOS COMIENZOS DE LA LÓGICA
1. La lógica antes de Aristóteles
Si estamos de acuerdo en que la lógica se ocupa simplemente de establecer qué argumentos son válidos y, fundamentalmente, de estudiar los principios de la validez de un argumento cualquiera, entonces, la lógica surgirá una vez que exista una considerable cantidad del material que la hace posible, es decir, de argumentos o inferencias. Porque no todo discurso da pie a una investigación lógica, como no la daría, por ejemplo, un discurso literario en la medida en que este no se ocupe tanto de demostrar algo como de describirlo; son aquellos discursos donde se busca o se intenta probar algo —una conclusión— los que interesan especialmente a la lógica, pues probar una sentencia es inferirla válidamente de premisas verdaderas; o sea, las condiciones generales para probar una sentencia son dos:
a) Contar con un punto de partida (premisas) verdadero, y
b) Llegar a la o las proposiciones que se desea probar mediante argumentos válidos.
No es posible decir con precisión cuánto tiempo antes de Aristóteles y en qué medida era claro que estas dos condiciones de una prueba son independientes.
Aristóteles (384-322 a. C.) nos habla en los Tópicos
y también en Primeros analíticos
de premisas demostrativas y premisas dialécticas, entendiendo las primeras como verdaderas y necesarias (se refería principalmente a las proposiciones de la ciencia) y las segundas como aquellas que se eligen o adoptan en un debate o discusión, en favor de un argumento determinado, de modo que admiten —las premisas dialécticas— la posibilidad de no ser verdaderas.
La importancia de que la distinción entre las dos condiciones de una prueba sea clara radica en que, por una parte, efectivamente es posible partir de premisas verdaderas, pero desarrollar a partir de ellas un argumento incorrecto, concluyendo en una sentencia falsa:
todas las lechugas son vegetales
todas las zanahorias son vegetales
todas las zanahorias son lechugas
Por otra parte, es posible partir de premisas falsas y llegar a una conclusión verdadera mediante (a) una argumentación correcta e incluso (b) incorrecta.
(a)
todas las lechugas son anaranjadas
todas las zanahorias son lechugas
todas las zanahorias son anaranjadas
(b)
todos los animales que vuelan son aves
todos los cóndores son verdes
todos los cóndores son aves
La importancia de una clara distinción de la independencia de estas condiciones permite evitar una serie de falacias. Porque basta que una de ellas no se cumpla para invalidar la prueba. Y la independencia entre premisas verdaderas y argumentación válida consiste en el hecho de que no se dan ambas conjuntamente; el hecho de partir de premisas verdaderas no implica que la conclusión obtenida a partir de ellas también lo sea; la argumentación que conduce a la conclusión bien puede ser incorrecta; el hecho de que el argumento sea válido no implica que la conclusión que pretende probar sea verdadera; el haber partido de premisas falsas invalida la prueba.
Sin embargo, lo que más interesa de todo lo anterior es la noción de validez más o menos clara que ello implica, fundamental en toda lógica y que con Aristóteles se hace enteramente diáfana, posibilitando así la sistematización de la lógica. Dijimos más atrás que no todo discurso puede originar una investigación lógica, que es importante que el discurso del que se ocupe un lógico intente probar algo. En la antigua Grecia este tipo de discurso comprende principalmente tres ámbitos:
a) El discurso de la Matemática pura,
b) El discurso de la Metafísica y
c) El discurso de la Política.
2. La geometría, primer sistema deductivo
La noción de demostración en geometría atrajo la atención de algunos pensadores (filósofos). Se sabe que los egipcios descubrieron algunas verdades empíricamente (fórmula para calcular el volumen de una pirámide cortada), y que el nombre ‘geometría’ significaba originalmente medición de la tierra
; esto muestra cómo era considerada dicha disciplina al ser introducida en Grecia. El gran aporte de los griegos consistió en reemplazar este estudio empírico por una ciencia demostrativa a priori. Generalmente, se señala a Tales de Mileto (640-546 a. C.) como el primero en demostrar un teorema geométrico, pero el estudio sistemático de la geometría parece haber comenzado en la escuela pitagórica (siglo VI-V a. C.).
Veamos ahora qué elementos de la geometría podrían suscitar más interés por parte de los filósofos con relación a la lógica o, mejor dicho, en relación con ciertos aspectos del razonamiento.
La geometría elemental considera como elementos suyos:
1) Ciertas proposiciones de la ciencia que deben ser aceptadas como verdaderas sin demostración (axiomas y postulados).
2) Todas las demás proposiciones de la ciencia (teoremas), que deben derivarse de las anteriores.
3) La derivación (demostración) debe realizarse sin recurrir a ninguna sentencia geométrica que no sean aquellas tomadas como primitivas (o ya demostradas a partir de ellas), es decir, este proceso de derivación debe ser FORMAL, en el sentido de su independencia con respecto al objeto específico de dicha derivación y al contenido específico de las proposiciones que conducen a él.
Desde nuestro punto de vista, resulta de gran interés el tercer aspecto, puesto que es claro que la elaboración de un sistema deductivo conlleva la consideración de relaciones de consecuencia lógica. Históricamente, la geometría es el primer cuerpo de conocimientos presentado como sistema deductivo y ha sido considerado, desde los antiguos griegos, como el paradigma de los sistemas deductivos construidos posteriormente (por ejemplo, Spinoza llamó a su Ética Ethica more geometrico demonstrata).
Infortunadamente, no llegaron hasta nosotros trabajos completos de geómetras anteriores a Euclides (el geómetra que vivió en Alejandría hacia el año 300 a. C.), de modo que se hace difícil describir en detalle el proceso por medio del cual los griegos tomaron conciencia de los requisitos de la demostración. Sin embargo, sabemos que hubo tratados deductivos antes del de Euclides, por bosquejos de algunas primeras pruebas reproducidas en los trabajos de Platón y Aristóteles, y a través del material contenido en una historia de la geometría escrita por Eudemo —alumno de Aristóteles— que es mencionado por Proclo en su comentario de Euclides.
Es posible afirmar que la idea de sistema deductivo era conocida en la Escuela Pitagórica y en la Academia Platónica, la que, como es sabido, continuó algunas de sus tradiciones.
Ahora bien, si el tipo de reflexión que llamamos lógica
surgió en el contexto antes descrito, podemos esperar, consecuentemente, que el acento de dicha reflexión estuviera puesto en ciertos aspectos:
1) En primer lugar, en las proposiciones o sentencias generales, o sea, en las afirmaciones acerca de clases de cosas. Y decimos esto, obviamente, porque cuando el geómetra habla de la línea A-B, por ejemplo, no se refiere a una línea única que él acaba de trazar, sino más bien a todas las líneas posibles análogas a esa que él nombra A-B.
2) Además, se puede conjeturar que incitaron gran interés en los primeros lógicos, de entre las proposiciones generales o universales, aquellas proposiciones necesariamente verdaderas (y no accidental o contingentemente verdaderas), a saber, los axiomas, definiciones, postulados.
3) Si consideramos que para los griegos la definición no consistía en una mera convención, sino que la entendían en un sentido real, o sea, en el sentido que el definiendo responde al qué es del definido, es coherente pensar que de entre las proposiciones universales, necesariamente verdaderas, las definiciones de la geometría han de haber llamado la atención.
4) Los precursores de la lógica deben haberse interesado además en las específicas variedades de principios o axiomas asumidos bajo las reglas generales, vale decir, los determinados conjuntos de principios que posibilitaban la demostración de los teoremas que comprende un sistema deductivo. Porque en general, los teoremas pueden ser demostrados de diferentes maneras y ello depende de los principios que seleccionemos para la demostración. Según sea el grupo de axiomas en que se base el sistema (como ocurre en las geometrías euclideanas comparadas con las no-euclideanas), el conjunto de teoremas posibles de demostrar puede variar.
Al estudiar el Organon de Aristóteles, se observa cómo cada uno de los aspectos antes mencionados son analizados en él, e incluso algunos aparecen considerados ya en Platón o antes.
Por tanto, es muy razonable pensar que el sentido de la lógica griega fue determinado en apreciable medida por la reflexión acerca de los problemas surgidos del intento de representar la geometría como un sistema deductivo.
3. Metafísica y argumentación dialéctica
Sin embargo, el carácter de la lógica griega no puede ser explicado enteramente solo por su vínculo con la idea de demostración en un sistema deductivo. Los filósofos se preocupan también de asuntos más propios
, por decirlo así, de la Filosofía de aquella época, como lo eran los problemas que se planteaba la Metafísica. Esta era presentada con argumentos que intentaban, de alguna manera, probar que determinadas ideas daban respuesta satisfactoria a la problemática Metafísica; el tipo de argumentos empleado por algunos filósofos fue la dialéctica y es precisamente este uno de los primeros sentidos que se dio a la palabra dialéctica: el ser un método de argumentación característico de la Metafísica.
En cuanto método, por lo que sabemos, y sobre esto parece haber acuerdo entre los historiadores, la dialéctica fue, en gran medida, creada y utilizada por Zenón de Elea (490-430 a. C.). Este, por lo que dijo Platón desde el Parménides, aplicó dicho método en la defensa del monismo de Parménides, tratando de mostrar las absurdas consecuencias que traería el suponer que exista una pluralidad de seres para dar cuenta de la realidad.
Una vez establecido el método dialéctico por Zenón, fue aplicado también, para nombrar a sus contemporáneos más destacados, por Sócrates (470-399) y por su discípulo y amigo Euclides de Megara (450-380 a.c.). Tanto Zenón como Sócrates y Euclides, con algunas diferencias, aplicaron el método dialéctico concebido como 'reductio ad impossibile' (o 'reducción por absurdo'), lo que dio a la dialéctica su primer sentido preciso en cuanto método.
Así, más tarde, Aristóteles en su descripción del Silogismo, considera que su estudio comprende tanto el argumento demostrativo como el dialéctico.
En este punto, habría que mencionar necesariamente a Platón, aunque sea brevemente, pues es por él por quien conocemos con mayor precisión muchos aspectos de la dialéctica.
Aún cuando Platón (428/27-347) no fue un pensador que cultivara propiamente lo que llamamos Lógica, indudablemente se le debe mucho en el terreno de la filosofía de la Lógica. Se ocupó fundamentalmente y con algún detenimiento, de responder a tres problemas lógicos:
1) ¿Qué es aquello que propiamente puede ser llamado verdadero o falso?
2) ¿Qué es aquello que hace que una conexión (inferencia) sea necesaria?
3) ¿Cuál es la naturaleza de la definición y qué es aquello que definimos?
Los textos importantes para la consideración de las respuestas a estos problemas lógicos son fundamentalmente tres: Teetetos, Sofistas y fragmentos de La República.
4. La Escuela Megárica y la erística
Es importante mencionar el aporte de la Escuela Megárica, fundada por Euclides (de Megara), discípulo de Sócrates. Porque además de dominar la dialéctica, en el sentido antes señalado, los megáricos fueron ampliamente conocidos por su destreza en la discusión, o sea en la erística, lo que les valió fuertes críticas de Aristóteles, quien los acusó de poseer un saber aparente, asociándolos de esta manera a los sofistas, obviamente en un sentido peyorativo.
Por otra parte, sabemos que los megáricos de las generaciones posteriores a Aristóteles, como Diodoro Cronos (fl 300 a. C.) y Filón de Megara (fl 300 a. C.) mostraron un genuino conocimiento de los problemas lógicos, progresos que sería muy difícil explicar si no convenimos en que tuvieron una sólida preparación previa.
5. El aporte de los sofistas
Mucho se ha dicho y discutido sobre los sofistas. La práctica de la disputa en público, de acuerdo a ciertas reglas, era en la Grecia antigua algo usual. El Eutidemo de Platón y los Elencos sofísticos de Aristóteles muestran claramente que así era.
Aunque no podemos decir con absoluta certeza cuál era el propósito de tales disputas, sabemos por Platón (República 498) que muchos jóvenes la practicaban por mera entretención. Pero tal vez tiene mucho sentido pensar que la sofística, es decir, la labor de los sofistas, tuvo también sentido práctico. Porque en la Grecia de aquella época era considerado importante que los hombres públicos hablaran bien (oratoria) y argumentaran bien, ya sea que estuvieran practicando en asuntos políticos, o en las cortes discutiendo en favor o en contra de algún acusado. Por otro lado, es sabido que los sofistas pedían remuneración por sus enseñanzas, y el contenido de aquellas enseñanzas era la retórica, o para decirlo mejor, el arte de convencer en la disputa. De modo que el sofista cobra por enseñar a vencer en una discusión, arte que sin duda resultaba más que atractivo para los jóvenes griegos que tuvieran la posibilidad de llegar a ser hombres públicos.
Pero al margen de toda la problemática que pueda presentar este aspecto de la sofística, y considerando que a fin de cuentas eran hombres que necesariamente tenían que saber manejarse más o menos bien con diferentes tipos de argumentos, lo que nos importa, desde el punto de vista de la lógica, es que algunos sofistas deben haber aportado, con seguridad, el descubrimiento de más de algún principio general respecto de argumentos meramente verbales. De más está señalar que algunos sofistas famosos, como Protágoras (480 a. C.-410 a. C.), por ejemplo, tuvieron contacto directo con los filósofos, aunque resulta algo impropio decirlo así, pues muchos sofistas fueron, por lo demás, filósofos.
6. Resumen
En fin, podemos concluir entonces que efectivamente hubo considerable reflexión acerca de tópicos lógicos antes de Aristóteles, y que contribuyeron o permitieron que surgieran en tal tipo de reflexión diversos elementos, destacándose la influencia de la demostración geométrica en cuanto constituyó un sistema deductivo; el aporte de Zenón, Sócrates, Euclides, Platón, etc., al aplicar el método dialéctico; el aporte de los megáricos, los estoicos y de los sofistas. En todo caso, es indudable que el Organon de Aristóteles fue el primer tratado sistemático sobre lógica formal.
Aristóteles concibió la lógica como una disciplina intelectual preparatoria; no aparece en su clasificación de las ciencias ni como parte de la Filosofía.
Hemos heredado las obras lógicas en la forma de una compilación de tratados más o menos sistemáticos agrupados bajo el título de Organon, palabra que significa instrumento
y que alude, precisamente, a la ya mencionada concepción aristotélica de la lógica como una disciplina previa a la enseñanza de la ciencia.
Se atribuye a Andrónico de Rodas —undécimo sucesor de Aristóteles— la primera edición de las obras del maestro clasificándolas según el objeto del cual tratan, en el siglo I (a. C.).
Después del fin de la Antigüedad tenemos ya lo que podríamos llamar la versión ortodoxa
del Organon, que fue presentada en seis tratados a los que hay que agregar una Introducción General al conjunto de la lógica redactada por Porfirio.
Estos tratados son:
1) Categorías
:
En el que se da una lista de 10 modos diferentes según los cuales un atributo puede ser predicado de un sujeto al formar proposiciones estructuradas en la forma sujeto-predicado.
2) De la interpretación
:
Desarrolla la teoría de la oposición de las proposiciones (inferencia inmediata) y se refiere también a la oposición de las proposiciones modales (posibilidad).
3) Primeros analíticos
:
Expone la teoría del silogismo considerada específicamente desde el punto de vista de su validez formal.
4) Segundos analíticos
:
Trata de la demostración, es decir, del silogismo fundado en premisas necesarias y por tanto presenta el silogismo demostrativo como instrumento de la ciencia.
5) Tópicos
:
Está dedicado a la argumentación dialéctica, o sea, al silogismo fundado en premisas solamente probables.
6) Refutaciones sofísticas
:
Este tratado que cierra el Organon es, en realidad, la última parte de Tópicos
y su conclusión general se refiere a aquel.
La autenticidad del conjunto de tratados que constituyen el Organon no ha sido puesta seriamente en duda.
En cuanto a lo que más nos interesa de estos tratados, expondremos parte de los contenidos de De la interpretación
y parte de los Primeros analíticos
, reelaborando su exposición primitiva y agregando elementos que con el tiempo se han ido incorporando a esta lógica que usualmente se la llama Antigua o Aristotélica.
Aristóteles divide la lógica en tres partes:
—Lógica del Concepto.
—Lógica del Juicio.
—Lógica del Razonamiento.
Independientemente de que la posibilidad de una Lógica del Concepto, en sentido estricto, es discutible, nos ocuparemos aquí principalmente de las otras dos partes.
El filósofo empirista inglés John Locke decía que Dios no pudo haber sido tan mezquino como para crearnos dotados de razón y haber dejado que Aristóteles nos enseñara la lógica.
Como él, mucha gente piensa que la lógica —entendida en un sentido más o menos vulgar— es una especie de don natural
que cada uno posee en mayor o menor grado. Indudablemente, no es necesario seguir un curso de lógica para aprender a pensar y, en este sentido, tiene razón. Sin embargo, también es indudable que una persona que conoce las formas de diferentes argumentos, que está familiarizado con razonamientos incorrectos, y que, por lo tanto, los detecta fácilmente, estará en ventaja con respecto a la anterior. Por otra parte, el campo de la lógica se ha ampliado y sus contenidos se han enriquecido notablemente desde que J. Locke hizo aquella afirmación. Sería tema de otro libro dar cuenta de los numerosos ámbitos en que está presente la lógica, sin contar sus aplicaciones prácticas. Además, la justificación de la enseñanza de la lógica que dio Aristóteles sigue teniendo plena vigencia: es, sin duda, la disciplina que mejor prepara al estudiante para su desarrollo intelectual.
I. Lógica antigua
La silogística aristotélica
1. La Proposición
1.1 Verdad y falsedad
Es necesario establecer de partida la naturaleza del nombre y la del verbo; enseguida, aquella de la negación y de la afirmación, de la proposición y del discurso
.
Con estas palabras inicia Aristóteles su tratado De la interpretación
, segundo de los seis que componen el Organon.