Postales... de un tiempo sin reloj
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Un encuentro sutil con recuerdos, objetos, canciones y personajes que, sin motivo aparente, tal vez, algo nos quieren decir. Femenino y masculino convergen en un texto intergénero que mezcla poesía, prosa poética y micro-cuento
Acertijos, magias, sueños de estaciones inmemoriales cobran vida junto a la antigua correspondencia. Algunos vestigios han llegado hasta aquí.
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Postales... de un tiempo sin reloj - Juan Cruz Campagna
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© Juan Cruz Campagna
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ISBN: 978-84-1386-835-6
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Primera parte
Postales
De un tiempo sin reloj
Se cree que el presente escrito es producto de recortes, cartas enviadas y recibidas, recuerdos, papeles sueltos, señales y signos de un tiempo sin reloj.
Almacenados en cofres de cristal durante los años antiguos y recordados por la mano que escribe. Se trata de relatos, canciones, anécdotas reales e inventadas de un lugar y momento inciertos.
Es posible que parte de lo escrito haya sido plagiado a ciertas entidades que soportaron el peso de esta sombra en alguna época o siempre. Pedimos perdón.
A todos ellos y a todas ellas.
A las víctimas que tallaron con sus sueños mi suerte.
Esto no es más que un sentido homenaje.
Y un especial agradecimiento.
Por dejarme plagiar postales.
De un tiempo sin reloj.
Y un libro para pintar con flores y escuchar canciones.
Puntitos
… Y tan inmensa se nos presenta a veces la vida;
Tantas miles de historias para tantos miles de rostros,
Tantas soledades para tantos solitarios,
Tantas lujurias para tantas pasiones…
Tan solo somos dos puntitos perdidos en la soberanía de esta superficie sobre el rostro irónico del mundo. Un mundo tirano y cruel, un gigante arrasador, tan Narciso como tan Quasimodo. Y frente a él tan pequeños que nos ahogamos donde crecerá una flor, tan chiquitos que nos parece injusto el peso constante sobre nuestras espaldas. No creemos merecer los golpes inherentes al nacimiento, las pérdidas diarias de todo lo que nos moviliza, las angustias del amor, las tentaciones del placer y los momentos que, una vez muertos, dejan un amargo sabor en nuestros labios.
Tan miserables nos sentimos frente a tanta inmensidad que no queda más que preguntarnos sobre todo lo que nos mata y resucita.
… Y los puntitos están tristes, lloran, ríen, se aman y se odian, no comprenden ni el mundo ni sus respectivas llegadas a él…
Mientras me quedo mirando mis pies que están pisando y presionando tal vez algún sitio del semblante del tirano, pensando que entre tantos universos fue este de acá y entre tantos puntitos fuiste vos.
Entonces me siento en deuda…
La manta y las huellas
Ojalá me acepten allí, en el circo.
Traigo kilómetros de soledad
Y un reloj que sirve para perder el tiempo…
Percibo perfumes que trae el viento desde tierras lejanas.
Tengo el recuerdo de un futuro remoto,
Frente a la ventana que te vio cambiar
El paisaje de tus ojos cada otoño…
Tengo una manta con las huellas de alguien
La manta y las huellas
No son de la misma estrella
Porque no escuché cuando dijiste
Que compre pasaje de vuelta al corazón…
(Guardabas los sueños en cajitas de cartón)
Entonces comienza la historia, cuando lleva siglos de antigüedad.
Presagio de una agradable trampa
Aquel día te tuve a mi izquierda.
Respiré cerca de tu cuello y simulaste que nada significaba.
Sonreíste y te alejaste tomada de su mano.
Te vi caminar desde atrás.
Tuve que encender un cigarrillo.
Presagio de una agradable trampa.
Una mirada profunda como el fondo del mar.
Hasta que estuve seguro de que no ibas a escapar.
Me acerqué con la excusa que había utilizado la primera vez.
Aceptar fue una mala decisión.
Tiempo después, supe que había caído en su trampa.
Clavó sus uñas y ya no pude salir.
Cuerpo
Decías haber dejado todo.
Me daba cuenta de que no era así.
Hacías todo fingiendo más pasión de la que sentías.
Un exagerado placer vacío.
Sentado en un banco de plaza,
donde siempre te esperaba.
Elaboré mi venganza.
Te movías como una serpiente.
Esperé unos minutos y te desencanté.
Jamás volví y jamás volviste.
Me alejé de los gritos, paciente.
Y pensé: se goza con el cuerpo.
Y también pensé: ahora tendré un poco más de tiempo.
En el barro
Fue por un callejón sin dueño que pudiste renacer. El brillo que aparece en las oscuridades más profundas de una ciudad sin ley te deslumbró. Allí encontraste alivio a tu dolor.
Es que no siempre la justicia hace pagar el precio de los crímenes cometidos por los más nobles inocentes. Contrabandistas de mala muerte atravesando un puente a punto de ceder. Asesinos cuchilleros cruzan por las noches.
También las ilusiones de la redención. Aunque la herida sea tan profunda que no deja lugar para sanar; sobrevivirá.
Fue abandonado a su suerte, a su mala suerte, y se quebró. Humillado, derrotado y triste, tuvo que volver a empezar cuando el tiempo marcaba ya el comienzo del fin. Luchó y pudo resucitar entre las miserias más inconfesables.
Lleva impreso en su piel la resistencia a todo mal. Lleva escrito en sus manos los tatuajes de las pesadillas de otros, más ruines y peligrosas que