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Subidón
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Libro electrónico131 páginas1 hora

Subidón

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Información de este libro electrónico

   
 El debut literario de Joaquín Reyes 
Una novela frenética, desternillante, con un final deslumbrante, sobre la vanidad y la hipocresía en el mundo de la farándula y sobre nuestras dudas más íntimas.
Tras un gran escritor, siempre hay un gran lector. Y Joaquín Reyes lo ha leído todo. Su pasión por la literatura rusa más sesuda es la prueba de que el humor es en realidad una cosa muy seria.
Una novela que replica la idea de su título: ambientada en una única semana de la vida de su protagonista, un humorista en su peor y mejor momento, describe los siete días que podrían acabar con su vida, empieza con la risa y la miseria, para subir y subir y subir hasta estallar en una apoteosis de carcajadas y lloros.
IdiomaEspañol
EditorialBlackie Books
Fecha de lanzamiento15 oct 2021
ISBN9788418733574
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    Es como un monólogo de Joaquín. Si te gusta Joaquín, lo disfrutarás.

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Subidón - Joaquín Reyes

portadilla

Le dijeron una vez a la perrita Blackie que todo lo que sube, baja.

Pero ella nunca hizo caso de esa frase tan tonta,

porque hay muchas cosas que nunca paran de subir:

el peso, el precio de la vida y la necesidad de reírse de todo.

portadilla

Índice

Cubierta

Subidón

Créditos

1

2

3

4

5

6

7

8

9

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JOAQUÍN REYES es humorista, dibujante, actor, presentador, guionista, y, en realidad, cualquier cosa que se proponga, y siempre con el humor por bandera. Nació en Albacete en 1974 y se licenció en Bellas Artes en la Facultad de Cuenca, pero pronto dirigió sus pasos hacia el humor, destacando con sus monólogos en el programa Nuevos cómicos. Y desde entonces no ha dejado de provocar estallidos de risa.

Hoy es, sin lugar a duda, el rey de la parodia de este país, cosa que ya demostró con sus extraordinarias imitaciones en Muchachada Nui y La hora chanante. También ha participado en películas, series como Museo Coconut, Cuerpo de Élite o Capítulo Cero y presentado programas de televisión. Junto a su compañero y amigo del alma Ernesto Sevilla continúa explorando el camino de la comedia.

En resumen: es un culo inquieto. Pero un día se sentó a escribir su primera novela, esta Subidón, un viaje vertiginoso y tronchante por la vida de un cómico de Tarancón, Cuenca, a quien la fama se le va un poco de las manos... Una novela honesta, con un personaje inolvidable, que nos descubre a un escritor brillante y audaz, sin complejos, y capaz de hacer reír muy por encima de lo recomendado.

Diseño de colección y cubierta: Setanta

www.setanta.es

© de la fotografía del autor: Guille Sola

© del texto: Joaquín Reyes, 2021

© de la edición: Blackie Books S.L.U.

Calle Església, 4-10

08024Barcelona

www.blackiebooks.org

info@blackiebooks.org

Maquetación: Newcomlab

Primera edición: octubre de 2021

ISBN: 978-84-18733-57-4

Todos los derechos están reservados.

Queda prohibida la reproducción total o parcial de este libro por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, la fotocopia o la grabación sin el permiso expreso de los titulares del copyright.

Dedicado a mis amores Marta, Jesús y Ester; a mis padres y a Cristóbal, que me quiso como a un hijo.

1

A las 10.30 de la mañana suena la alarma. Me doy la vuelta perezosamente, estiro el brazo y la apago. Sin despertarme del todo miro el Instagram y ¡cosa rara! hay chorradas a punta pala. Por ejemplo, un vídeo en el que un pelirrojo quiere chutar un balón pero termina pateando el aire y explotándolo con el culo. Lo veo varias veces y le doy un like. Abro el whatsapp y ahí, esperándome, tengo un audio de mi primo Fede: «Nene, acuérdate de que hoy tienes las fotos y la entrevista de GQ. A las once y cuarto irá un taxi a recogerte. En el reportaje estarás con Ramón Gómez. ¡Que te den por culo!».

«¡Así es mi vida hoy en día! —reflexiono mientras me pongo boca arriba— y en esto consiste mi agenda de hoy: conocer a uno de mis cómicos favoritos y posar junto a él para un reportaje sobre ¡la nueva y la vieja comedia! Además, una de esas fotos en las que seguramente tendré un aspecto interesante y sofisticado servirá para la portada de la revista, lo que significa que la verá mucha gente: compañeros de profesión, familiares, antiguos amigos y enemigos del pueblo...». Me invade una ola de felicidad al imaginar su sorpresa y, en muchos casos, su ENVIDIA. Giro la cabeza enfocándome con el móvil, entorno los ojos y, con una sonrisa de medio lado, me hago un selfique inmediatamente subo a Instagram con un simpático mensaje: «A empezar el lunes, ¿hay ganas?». Después cierro alternativamente los ojos: el derecho, el izquierdo, el derecho, el izquierdo... y una vez más la almohada sube y baja. ¡El increíble caso de la almohada de dos alturas! Me flipa desde que era pequeño. Ahora sí, es el momento de salir de la cama.

Si digo que entro en la cocina rascándome el culo, no miento. En la encimera hay una nota de Yoli, mi novia:

SI LA LAVADORA HA TERMINADO, POR FAVOR, TIÉNDELA

«¿Qué clase de nota es esta? —pienso—. ¿Insinúa que sería capaz de tender la ropa sin que hubiera finalizado el programa de la lavadora? ¿Por qué Yoli siempre me da órdenes? ¿Por qué no me deja hacer las cosas de motu proprio? A lo mejor esta mañana se me hubiera ocurrido tender la puñetera lavadora sin que nadie me lo dijera, sin embargo, esta nota lo ha impedido».

Últimamente Yoli está irascible y de mal humor. Atraviesa una mala época: su madre está enferma y en el trabajo la están puteando, se le ha juntado todo.

Aunque no deja de ser paradójico que en MI mejor momento vital, ella, MI NOVIA, este así. El hecho de que sea tan patente e indisimulado convierte mi felicidad en algo casi obsceno, y de alguna forma me hace sentir culpable.

En el Insta, la foto que he colgado lleva ya 12543 likes, y apenas ha pasado media hora. Unos dedos imaginarios rascan a mi ego detrás de la oreja.

Me ducho, bailo delante del espejo con la chorra y los huevos entre los muslos y luego me visto.

En la calle el taxi me espera con el motor a ralentí. Siempre me ha gustado esa palabra y el cosquilleo que siento al pronunciarla: Ralentí.

MIS PALABRAS FAVORITAS:

Retranca

Ralentí

Chasco

Ojete

Al abrir la puerta del taxi, un tufo impresionante me golpea en toda la cara. Es una mezcla de sudor, pedos y tapicería rancia. Echo la cabeza hacia atrás y suelto en voz alta: —¡Muy rico!

Mientras me arrellano en el asiento, este hedor, que me abraza con cariño, me trasporta a las excursiones en autocar del colegio. Una vez, en la explanada del Alcázar de Toledo, a mi amigo Isra se le ocurrió tirar una piedra hacia arriba al grito de «A quien le dé le ha dao», y le cayó a él. El recuerdo me divierte y sopeso utilizarlo en un show. Esta es una constante en mi vida, mi mente nunca descansa. De hecho, una de las frases más repetidas de Yoli es «A mí no me hagas monólogos».

Veo mi sonrisa reflejada en el cristal de la ventanilla y aprovecho el momento para regalarme un mensaje a sotto voce: ERES EL PUTO AMO.

—¿Pongo el aire acondicionado? —pregunta el taxista, un hombre calvo y enjuto—. Lo digo porque hay gente que prefiere el aire de la calle.

«Rata, lo que pasa es que no quieres gastar».

—No, no, ponga el aire.

El taxista aprieta con su dedito un botón en el que pone AC.

—Más fuerte, más fuerte, que aquí atrás no se nota.

El dedito insiste y un aire frígido le pega una paliza a la pestilencia reinante. Vuelvo a sonreír: CÓMICO FAMOSO 1, TAXISTA RATA 0.

Me fijo con detenimiento en el interior del taxi. Pocas banderas de España hay para mi gusto: veo una en el espejo retrovisor y otra pequeña pegada en la guantera. Hay una tercera en el ribete de la funda del volante y me parece ver otra más adornando la muñeca izquierda del taxista.

—Perdone... Usted es famoso, usted sale en la tele, ¿no? —dice mientras me lanza miradas fugaces.

—Sí, soy cómico.

—¿Usted sale en el club de la comedia? ¡Claro! —El taxista asiente con la cabeza, felicitándose por haberme reconocido—. Nada más entrar usted al taxi, me he dicho «a este muchacho lo conozco yo».

Resoplo.

—¿Cómo se llama? Perdone, es que ahora no caigo...

—Emilio Escribano.

—Eso, eso, Emilio Escribano... Pues que sepa que me parto el ojete con usted.

¡Ojete! Me sorprende que

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