El Significado de la Trascendencia Humana
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Cuando llegan grandes cambios a nuestra vida, como ocurrió con lapandemia COVID-19, nos damos cuenta de que no estamos preparados para enfrentar nuestros mayores temores; la muerte, la pobreza, y las restricciones a nuestra libertad. Nuestro mundo globalizado está en problemas, se avecina una crisis profunda en todos los ámbitos, vivimos un cambió de mentalidades, prioridades y valores. Estamos enfrentando un cambio de civilización. El sufrimiento generalizado, la inseguridad existencial y el conocimiento que hemos adquirido durante esta gran crisis, han servido para motivarnos a mirar a nuestro alrededor y darnos cuenta de que no estamos solos como individuos pero podemos intentar trascender, y considerar que tampoco estamos solo como humanidad. Existe el Bien Supremo que motiva a muchas personas, y aunque cada cultura lo defina en forma diferente, es Dios. Las acciones humanas positivas, motivadas en valores y en sentimientos como la confianza, el optimismo y el amor, encuentran en este libro una firme base en la espiritualidad cristiana, por que las enseñanzas de Jesús de Nazaret, nos invitan a seguirlo, porque él conoce con toda certeza el camino, la verdad y la vida. Te invito a dialogar filosóficamente, mediante argumentos bien fundados, sobre una rebelión cultural, espiritual y filosófica que propongo: la metafísica de la esperanza.
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El Significado de la Trascendencia Humana - Leopoldo Pérez Álvarez
Leopoldo Pérez Alvarez
EL SIGNIFICADO DE LA TRASCENDENCIA HUMANA
© Leopoldo Pérez Alvarez
Todos los derechos conforme a la ley
Características tipográficas y diseño editorial
© Rosa M
a
Porrúa Ediciones
Diseño de portada e interiores:
Grupo Editorial Rosa Ma. Porrúa S.A. de C.V.
Primera edición, 2020
ISBN: 978-607-8601-34-9
Rosa M
a
Porrúa Ediciones
(55) 52931956
informes@rmporrua.com
www.rmporrua.com
Impreso en México
Introducción general
La idea central de El significado de la trascendencia humana
, es conducirnos por los caminos de la literatura, la filosofía y la espiritualidad para explorar la posibilidad de un cambio de perspectiva cultural, centrada en tres cambios fundamentales:
A) Pasar del individualismo al comunitarismo, a través de la familia, como institución. El yo descubre al tú, y ambos se llegan a identificar como nosotros, en la cercanía del trato cotidiano.
B) Pasar de la subjetividad a la objetividad, a través de una comprensión integradora de ambos enfoques. El sujeto objetiva la realidad, pero ante la imposibilidad de objetivarse a sí mismo, busca una comprensión complementaria entre ambas perspectivas, del hombre y de la naturaleza.
C) Pasar de la historicidad a la trascendencia, a través de la espiritualidad de lo cotidiano. El hombre, como ser para la muerte, ahora se percibe, dentro de su temporalidad, como ser para la vida, en una continuidad ontológica con el ser, incluso, más allá de la muerte biológica.
El espíritu de Dios, que llena toda la tierra de vida, se manifiesta entre nosotros discretamente, en comunidad, a través de la práctica de la justicia, la investigación de la verdad, la búsqueda de la paz y el amor fraternal.
Capítulo I
Aforismos, Ensayos y Reflexiones Poéticas
Primera parte
Aforismos
INTRODUCCIÓN
Estimado lector, abordaré temas filosóficos serios, profundos, personales, pero lo haré con la consideración y respeto que merece todo lector: me esforzaré por ser claro y accesible. Sin embargo, debo confesar que esta obra es como un tesoro que he venido reuniendo durante 4 décadas, aproximadamente, una especie de credo filosófico. No obstante, al publicar mis pensamientos, me expongo a la crítica de los especialistas y del público en general. Bienvenida la crítica, pues la búsqueda de la verdad implica honestidad intelectual, humildad y objetividad. A fin de cuentas, es un deber hacer que la gente conozca la Filosofía, porque si las ideas no contribuyen a transformar la realidad para mejorarla, son letra muerta, sin sentido.
Estoy convencido que todos tenemos un talento, y el mío es escribir. Cuando haya desaparecido definitivamente y pase mucho tiempo, me gustaría ser recordado por mis ideas. Por eso siento la necesidad de escribir y publicar. Este es un intento de pensar la realidad con libertad y rigor, hasta donde el lenguaje me lo permita, para mostrar que la metafísica es posible, como una condición de posibilidad de la propia subjetividad, que es parte consciente de la vida en este planeta.
El aforismo, como la combinación de las ideas en un lenguaje breve, claro y agudo, no le quita profundidad a los temas aquí tratados. Mi propósito es despertar la curiosidad del lector por la Filosofía. Espero lograrlo. El texto se puede leer desde las palabras en negritas, que dan una idea profunda, digna de una meditación metafísica. Cada párrafo tiene su propia idea. Sin embargo, el texto en su conjunto aporta un significado complementario a cada una de las partes.
La idea de escribir textos breves la tomé del WhatsApp, en donde los mensajes que elaboramos deben ser claros, exactos y plenos de sentido. Es una forma muy útil para aprender a pensar por cuenta propia. Que no se diga que la tecnología se opone al humanismo, por el contrario, gracias a ella éste adquiere nuevas formas, nuevas posibilidades.
¿De dónde viene la inspiración al escribir? ¿Cómo se combinan las letras, las palabras y los párrafos para expresar una idea, una expresión que representa algo de la realidad? Desconozco lo que pasa en el cerebro humano, en las neuronas y en las moléculas y redes que producen las ideas, pero lo que sí puedo afirmar es que muchos conceptos llegan a mi mente; yo sólo cumplo con escribir, sin una coma o un acento de más.
Me siento afortunado de existir en esta época. El presente, siempre llega al final de la historia. El camino recorrido por tantos pensadores excepcionales hace fácil la tarea de escribir filosofía. Sólo hay que guardar silencio para escucharlos y dialogar con ellos. No todo está dicho, aunque así parece. Las ideas filosóficas son formas eternas, infinitas, siempre importantes y renovadas, que brillan como el sol que sale cada mañana para iluminarnos, disipando la niebla de nuestras dudas, ahuyentando la obscuridad de nuestra ignorancia.
¿Hasta dónde podemos extender el significado de las palabras para expresar lo que hasta hoy no se ha dicho o se ha dicho de modo diferente? No lo sabemos con precisión pero en nombre de la relatividad de los significados y los contextos, vamos en la búsqueda de algo definitivo y verdadero.
Son más poderosas la duda y la negación, que el saber establecido y el dogma. Porque la duda es el principio de toda investigación, y nos lleva a reafirmar lo que pensábamos o a cambiar de opinión, pero con un mayor fundamento. Del mismo modo, negar significa decir ¡no!
, pero si esta negación se acompaña de carácter, personalidad y liderazgo, puede dar lugar a una gran rebelión, y es justamente lo que hace falta en nuestra época, una gran rebelión metafísica: poner en duda y negar todo lo que la modernidad y la posmodernidad han construido, para levantar cimientos más profundos y duraderos de una civilización humanista, fundada en la verdad y en el amor, en el pensamiento y en la imaginación, en la economía y en la ética, en la totalidad de nuestro ser y no sólo en las groseras apariencias de la que llamamos realidad empírica
.
Estudiando la vida de las grandes personalidades del pasado y del presente (genios de la espiritualidad, la ciencia, el arte, la política, el deporte y los espectáculos) podemos comprender hasta dónde podemos desarrollar nuestro propio potencial y el de los demás. Somos lo que otros han hecho de nosotros y lo que podemos hacer por nosotros mismos.
La verdad, la belleza y la bondad son valores que pueden practicarse en forma aislada, en el conocimiento, el arte y la ética. Pero se presentan en forma plena cuando decimos que vivimos buscando la verdad, que tenemos clara percepción de la belleza y cuando nuestra voluntad tiene una fuerte tendencia hacia el bien.
Haber nacido (con esta familia, en estas circunstancias, en esta época) y ser quien somos, puede interpretarse como el mayor de los misterios. Pero esta valoración no puede depender de mi estado de ánimo, de mi autoestima o de mi cultura. La forma como hemos sido programados para juzgarnos, determina lo que somos y lo que queremos ser. Es bueno conocer nuestras limitaciones para superarlas y nuestro potencial para desarrollarlo: un conocimiento completo de uno mismo. Al menos debemos intentar hacer realidad nuestros sueños. Se vive solamente una vez. La vida misma es como un sueño, como una película. La mayor parte de lo que vivimos es subjetivo y nuestros enunciados sobre el mundo social y natural, son opiniones personales, más o menos fundadas.
Nuestra identidad se construye a partir de lo que aprendemos, de nuestros errores y fracasos. Andamos en la vida en la obscuridad, como a tientas, adivinando lo que las cosas son y lo que pueden ser. Nuestro punto de partida es la nada, nuestro no ser, y de aquí podemos llegar a ser todo: un ser pleno, autorrealizado. A partir de una comprensión personal de todas las cosas, basada en la propia experiencia, podemos llegar a ser como dioses y poseer un saber cierto y profundo. Pero apresúrate, porque no tienes todo el tiempo; la vida es una aventura y una oportunidad: aprovecha tu tiempo. Si no aprovechas el tiempo para despertar, regresarás a la nada, de donde vienes, sin saber lo importante, sin haber aprendido lo esencial: ¿de dónde se originó el universo y cómo?, ¿qué somos?, ¿estamos en esta vida con un propósito?, ¿hacia dónde se dirige todo? ¿Hay vida después de la muerte? ¿Podemos construir una sociedad justa, libre e incluyente? Muchas preguntas hay en nuestra mente y en nuestro corazón y no debemos seguir reprimiéndonos, podemos pensar con libertad, es el momento apropiado.
Cuando tomamos conciencia de que somos mortales, empezamos a vivir de verdad. Tenemos el tiempo contado. Si comparamos la duración de nuestra vida con la duración de las estrellas, existen ellas un día y nosotros una milésima de segundo, un instante. Por eso vive este día, como si fuera el último que te queda. Nadie sabe cuál es el último día de su vida. Ni los suicidas tienen todo perfectamente controlado. Siempre hay un factor de incertidumbre rondando en nuestros planes y lo llamamos mala suerte. El hombre propone, Dios dispone, llega el diablo y todo lo descompone.
La esencia de la vida humana es la contingencia, la finitud, el sufrimiento y el aprendizaje. Somos contingentes porque al otro día de nuestra muerte, todo funciona igual, con absoluta normalidad. Ser finitos significa que tenemos un principio y un final. Nadie vive para siempre. Nada es para siempre. Nacemos sufriendo, con miedo, llorando, para poder respirar y de la misma manera nos vamos. Sin embargo, siempre estamos aprendiendo, hasta el último suspiro; no siempre de forma placentera y no necesariamente aprendemos cosas buenas.
Ante la fragilidad de la vida humana (que depende de muchos equilibrios causales y casuales) lo que más importa es la actitud frente a la adversidad y el sufrimiento, separar lo que sucede, de nuestro pensamiento sobre lo que sucede. Nuestra interpretación de un hecho le da un sentido optimista o pesimista, y nosotros lo elegimos. Esta es nuestra libertad de pensamiento, y es la mayor manifestación de nuestro poder. Somos lo que pensamos de nosotros mismos.
Si procedemos en nuestra vida con una actitud reflexiva y positiva, aprendemos de nuestros errores, disminuyen éstos, y vamos ganando en seguridad, sabiduría, experiencia, prudencia, tranquilidad y paz. La mayoría de la gente opina de muchos temas y está en su derecho; pero de lo que se trata es de saber, no de opinar.
La vida es una ilusión. Es un engaño, un fraude. Todo se reduce a recuerdos y sentimientos. Con la muerte del individuo, termina todo para él, hasta el sufrimiento. Si no trascendemos, si dejamos de hacer el bien, esta vida no vale nada.
El presente dura un instante. Es lo que nos hace creer que algo es real. Es una ilusión, un engaño de nuestra mente. Intentar atrapar el ser de algo es como tomar una fotografía. La imagen queda, congelando un instante de la realidad, pero la realidad sigue, no se detiene, nada la detiene, como un río que arrasa con todo, incluyéndonos a nosotros también. Ese río se llama tiempo, y transforma unas cosas en otras con voracidad, con violencia y en aparente orden. La necesidad o el destino no tienen empatía por nadie, no se compadecen ante nada.
Aunque recorriéramos todo el mundo y conociéramos muchos lugares y personas, al final sólo tenemos recuerdos y sentimientos. Esto es todo lo que queda de nosotros después que morimos: una fotografía que envejece, como todas las cosas.
Cada día que pasa es un triunfo sobre la muerte. Pero sabemos que al final, ella nos vencerá, por eso es mejor aceptarla, esperarla y respetarla. Representamos a la muerte como un esqueleto, cuando en realidad es solamente una idea: dejar de existir en este mundo, que hasta hoy es el único que tenemos.
Comprendemos algunas cosas que pasan en esta vida, pero sobre lo que pasa después de morir, lo desconocemos en absoluto. Para mí como individuo, termina todo; pero la vida y el mundo siguen, como si nada. El individuo muere, la especie humana permanece: es el sujeto universal que nos trasciende a todos, pero no es absoluto. Sólo es una idea. En realidad existe cada uno, como individuo de carne y hueso.
Solo tenemos certeza de algo: el que muere se convierte en alimento de hormigas, cucarachas y gusanos. Este hecho, en lugar de causar asco, nos debería causar humildad. Somos uno con todas las cosas. Al final, todo será lo mismo, del Big Bang al Big Crunch, la unidad de todo.
¿En dónde radican la razón y el sentido de las cosas: en las cosas mismas o en nuestra mente? Parece que en ambas. Hay una armonía preestablecida, como decía Leibniz, una relación entre la mente y la naturaleza, en forma matemática, a base de signos: nada es coincidencia, nada es porque sí. Detrás de las apariencias rige un silencioso y majestuoso orden. Dios no juega a los dados, afirmaba Einstein. Pero parece que juega ajedrez, y nosotros somos las piezas. Al final, el Buen Dios se sale siempre con la suya. Determinismo mata libertad.
El conocimiento humano oscila entre la certeza existencial de uno mismo, de lo inevitable de la muerte y de las inferencias lógicas y matemáticas. En todo lo demás, sólo nos queda el juicio probable. Sin embargo, si queremos superar la simple opinión sobre un tema, hay que investigar y comprobar para saber.
El conocimiento que proporciona la ciencia tiene efecto en la tecnología, y hace una vida más cómoda y fácil, pero no resuelve los problemas fundamentales de la convivencia humana. La ciencia hace más fácil la vida humana, pero no resuelve sus grandes misterios. La ciencia supera el nivel de opinión, alcanza el conocimiento, el saber demostrado: pero para la vida social y espiritual debemos aspirar no sólo al conocimiento, sino alcanzar la sabiduría.
Hume plantea la imposibilidad lógica de hacer generalizaciones a partir de casos particulares. Sin embargo, hacemos generalizaciones y casi siempre acertamos. Errar es humano. Nadie es infalible. Pero a pesar de todo, hay conocimiento cierto y confiable. La tecnología es prueba de ello y es muy valiosa para sobrevivir, y lo seguirá siendo en el futuro, por mucho.
Popper dice en su principio de falsabilidad, que todo enunciado científico que pretenda ser una ley (una proposición o enunciado universal verdadero), debe tener la característica de poder ser refutado mediante un experimento o contraejemplo. Pongamos un caso: si decimos que todos los cuervos son negros
, este enunciado se refuta mostrando un cuervo que no es negro. La falsabilidad viene a confirmar la idea de que la ciencia no establece verdades absolutas, los científicos tienen un saber incompleto, y esto abre la posibilidad para encontrar nuevas explicaciones y nuevas teorías, puesto que las que hay no abarcan todas las experiencias posibles. Es bueno saberlo, para no hacer de la ciencia una religión, ni aceptar ciegamente sus afirmaciones, como si fueran dogmas. Las verdades científicas son provisionales, porque son sistemas teóricos que pertenecen a la ciencia empírica.
Pero queda la duda: ¿habrá enunciados universales que sean verdaderos y no puedan ser refutados mediante un contraejemplo o un experimento? Sí los hay. Corresponden a la lógica y a las matemáticas, que no se refieren a un estado de cosas en el mundo, son autorreferenciales (como las definiciones). Por ejemplo: si decimos que la suma de los ángulos internos de un triángulo suman 180 grados
estamos haciendo una afirmación que siempre será verdadera, para todos los triángulos y no depende de la experiencia ni del mundo físico para tener validez. Lo maravilloso de las matemáticas es que pueden anticipar la existencia de fenómenos antes de ser descubiertos: la lógica humana tiene un poder increíble, al igual que la imaginación.
La ética nos enseña lo que debemos hacer porque es bueno, la estrategia nos dice cómo hacer las cosas para lograr un objetivo. Ambas son esenciales para vivir bien. Formarnos un criterio es muy importante para tomar buenas decisiones. Un criterio se forma con normas y principios universales religiosos, éticos o jurídicos. Son los numerosos casos particulares los que nos permiten aplicar una ley correctamente, tomando en cuenta la circunstancia y el contexto. Aquí se aplica la idea de que el estudio hace al teórico pero la práctica constante hace al experto, al sabio.
Ateísmo y Ética. El budismo no tiene una creencia en Dios ni de una vida en el más allá, sin embargo, tiene una ética y una moral admirables, fundadas en la razón y en valores universales. Su espiritualidad es de lo más perfecto y noble que tiene la cultura mundial. Por el contrario, hay sociedades que teniendo una religión oficial o mayoritaria, tienen una larga historia de violencia y corrupción. Más aun, justifican sus guerras en el nombre de Dios. La conquista de América es muestra de esta contradicción: Por un lado estaban los predicadores, con el evangelio y el rezo adoctrinando a los nativos, y por otro lado estaban los soldados y encomenderos, con la espada y el látigo, para someter y castigar a los indios y esclavos negros, quienes padecieron esta crueldad e injusticia. Y para que éstos pudieran recuperar su libertad y su dignidad, tuvieron que pagar con lágrimas y sangre, con mucho sacrificio y dolor.
¿Es posible tener una ética y una espiritualidad sin creer en Dios, ni en una vida después de ésta? Sí es posible. Perocada una de las religiones puede aportar algo valioso para el renacimiento de una espiritualidad auténtica, con una moral y una ética que fomenten la práctica de valores universales antiguos y modernos, para hacer este mundo más humano, más justo y más feliz para todos, sin excluir a nadie.
No conocemos las cosas como son en sí, sino como aparecen a nuestra percepción y a nuestro cerebro, moldeado por una cultura. Lo que hoy sabemos de la realidad, depende de nuestras herramientas tecnológicas, de nuestras neuronas y de nuestras teorías.
¿Podemos moldear la vida humana a nuestro capricho a partir de la ingeniería genética? No lo creo.Siempre alguien queda fuera de esa manipulación: el manipulador. El manipulador que moldea a los demás pero no es moldeado por nadie, ese es como un dios.
La sociedad tiene estabilidad y continuidad gracias a las instituciones, no a los individuos. La primera institución es la familia, en donde el individuo es educado y formado. No es justo que hagamos abstracción de este hecho social y queramos hacer del individuo algo absoluto, soberano e independiente. No lo es.
Sin embargo, el pueblo tampoco es soberano, absoluto e independiente. El pueblo también se equivoca, es frágil y es la suma de todos los individuos interdependientes. No hay pueblo sabio. Sin embargo, cuando el pueblo sabe lo que quiere y lucha por ello, con mucha probabilidad lo consigue.
La moral del amo y el esclavo. En la monarquía hay un solo señor, un solo amo. En la democracia todos son señores y amos, al menos en teoría, como utopía. Cada persona, un voto. Si uno es el que manda y los demás obedecen, estamos en una sociedad piramidal, con estamentos y jerarquías claramente definidos. Pero si todo mundo quiere mandar y nadie quiere obedecer, la sociedad se hace imposible: reinaría el caos, la anarquía, la injusticia. Sería la ley de la selva y del más fuerte. Para que las instituciones de la sociedad funcionen adecuadamente, en orden y armonía, unos tienen que mandar y otros tienen que obedecer. Por eso existen las instituciones y las leyes, para que los mejores asuman el poder democráticamente, por un tiempo determinado, y manden con legalidad y legitimidad, buscando el bien común, dando buenos resultados, y logrando hacer a la gente feliz.
El tema clave de la política es la lucha por el poder. Pero aunque el poder lo ejercen las personas, son las instituciones y las leyes las que deberían mandar
, bajo los criterios de la justicia y la eficacia. El sistema es el adecuado cuando todas las familias que forman una sociedad, están mejorando su calidad de vida, sin excluir a nadie. Bajo esta condición, la lucha por el poder tiene que ser con razones, con principios, con leyes, estableciendo negociaciones y acuerdos en donde todos salgan ganando y nadie pierda. Esto es una lucha civilizada por el poder y corresponde a los políticos resolver todos los conflictos sociales de esta forma. Cuando fracasan la política, el derecho, la diplomacia y la estrategia, sólo queda como último recurso, la guerra. Nadie quiere resolver un conflicto mediante la violencia, porque se pierde el control de los resultados y la mayoría de las veces, todos los participantes pierden. Por eso corresponde al Estado, como autoridad legal y como única fuerza legítima, resolver los conflictos por la vía institucional, aplicando las leyes y la justicia y así evitar la violencia, que en pocas palabras significa destrucción y muerte, sin sentido.
Por eso, volviendo al tema del poder, del asunto de quién manda y quién obedece con legalidad y legitimidad, la medida más razonable es la alternancia. Los tiranos y los dictadores, con su afán de beneficiar solo a los suyos y eternizarse en el poder, lo que en realidad hacen es invocar el sagrado derecho del pueblo a la rebelión. Volviendo a lo básico: cuando la riqueza y la prosperidad se reparte entre todos con equidad y justicia, el pueblo es feliz. Pero cuando los que se enriquecen y prosperan sólo son unos pocos, los mismos de siempre, y el pueblo está abandonado en la pobreza, en la ignorancia y en la enfermedad, el pueblo se cansa de tanta injusticia y se rebela. Por eso, a fin de cuentas, el poder original radica en el pueblo, y éste da el poder a sus representantes, por un tiempo determinado, con la condición de que den buenos resultados, no bellos discursos.
La educación del pueblo. Es mejor dar a todos una educación de calidad que dar subsidios y hacer obras de caridad. Como dice Kuan Tseu: "Si quieres darle de comer a un hombre un día, dale un pescado. Si quieres darle de comer toda la vida, enséñale a pescar". Si bien hay variantes de esta idea, de acuerdo a cada contexto, la idea es que la gente se gane la vida honestamente por su propio interés e iniciativa, desarrollando sus talentos, ganándose su libertad y contribuyendo al bienestar general, en lugar de hacerse dependiente, presa fácil para ser manipulados para votar por un partido político a cambio de una despensa, o de promesas que nunca les van a cumplir.
Un pueblo educado. Un pueblo así es exigente, no permite que haya malos gobernantes, corruptos y en complicidad con los delincuentes. Un pueblo educado reconoce cuando las medidas de austeridad son necesarias y las apoya, siempre y cuando considere que se está haciendo lo correcto y ve los buenos resultados de las políticas implementadas. Un pueblo educado exige a su gobierno lo que es justo, lo que a todos conviene: legalizar cosas o conductas cuando hay que hacerlo; castigar comportamientos cuando es necesario y conveniente para el bien común, con el rigor y la fuerza necesarios, dentro de lo justo y legal. Un pueblo experimentado y prudente sabe que los gobernantes son sus empleados y elige a los mejores por su honestidad, capacidad y por sus buenos resultados, no por pertenecer a determinado partido político o por ser recomendados o familiares de algún personaje influyente. Un pueblo que ha aprendido de sus experiencias es sabio, ilustrado, responsable. Incluso puede equivocarse, porque es un riesgo de la libertad y la democracia, pero pronto corrige y vuelve a la senda del progreso, la justicia y el bienestar general.
¿Existe un plan para que unos enfermen y mueran y otros se salven y se queden con todo (teoría de la conspiración mundial)? Es posible. Sin embargo, cabe también la posibilidad de que detrás del nuevo orden mundial, en realidad reine el caos, no la libertad. La libertad humana, tan frágil y contradictoria, ya es un virus que encierra a cada uno en su propio infierno, su individualidad, su egoísmo. Aquí se cumple el principio: divide y vencerás.
La legalización de las drogas. Hubo un tiempo, en la historia de los Estados Unidos de América, en el cual las bebidas alcohólicas eran ilegales. Se producían y se vendían en forma oculta, en el bajo mundo de las mafias y los delincuentes, corrompiendo a ciudadanos y autoridades por