Libertad y armas
Por Daniel Espinal
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¿Funciona en realidad la prohibición de armas? Este libro le otorgará datos para que
saque usted sus propias conclusiones, desde un análisis estadístico hasta un análisis
histórico y geopolítico. En el modelo liberal, el derecho a la legítima defensa es muy
importante y es evidente que, si se busca garantizar ese derecho, se tiene que debatir
la portación de armas civiles. Muchos están interesados en evitar este debate, pero
este libro buscará armar de argumentos a los que quieran discutir este tema
honestamente.
Daniel Espinal
Joven oriundo de la ciudad de Medellín, Colombia. Nacido en 1997, recibe una educación tradicional y conservadora, viene de una familia muy religiosa de las que rezan el rosario todos los días. Sin embargo, sin perder los valores inculcados por sus padres, este joven decide explorar otros puntos de vista contrarios a los dogmas totalitarios impuestos por la religión o la política. Tras años de recibir adoctrinamiento progresista en diferentes universidades colombianas, este joven, gracias a internet, descubre varios puntos de vista liberales que, a pesar de ser fuertemente censurados, logran llegarle a su cabeza por la curiosidad de aprender nuevas ideas, ideas que no se encuentran en la academia posmoderna. Luego de darse cuenta de lo equivocado que estaba cuando era zurdo y socialista, decide escribir un libro sobre un tema en particular que le parece que está recibiendo un trato injusto por parte de medios de difusión masiva, políticos y varios países; este tema es el de la libertad y las armas. Daniel se autodenomina liberal, realista, pero, sobre todo, honesto, lo único que busca es que se dé un debate justo sobre las ideas que propone en este libro y aprender con gusto mejores puntos de vista.
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Libertad y armas - Daniel Espinal
Agotamiento: es hora de aceptar los riesgos
¿Cuántos de ustedes están cansados de nuestra situación, de la injusticia y de no poder hacer nada?
Según el Estudio Índice Global del Crimen publicado en el año 2021, Colombia es el segundo país con más crímenes en el mundo¹. Somos una vergüenza global y un país en el que las armas son tan reguladas que nadie se puede defender ni con un cuchillo para echar mantequilla y en el que el crimen parece prosperar sin ningún problema, ya que los criminales se ven favorecidos al tener a sus víctimas desarmadas. Este aire de impotencia que se respira en Colombia no es casualidad, es tanta la impotencia del país, tanta su rendición a las fuerzas malignas que las esperanzas son pocas y ya es normal que los criminales se salgan con la suya.
En Colombia las extorsiones, simplemente, se convirtieron en un impuesto más sobre la población; a este cobro se le conoce coloquialmente como «vacuna» un dinero que uno paga para que no lo infecte el mal y para que no le pase nada malo; tiene la misma lógica que la vacuna médica: aparentemente, «te cuida tu salud y tu bienestar».
El crimen organizado en las ciudades de Colombia ataca civiles desarmados y vulnerables; aquí los criminales son, entre ellos, más amigos que enemigos y en vez de hablar de guerra entre sí, más bien hablan de repartir las víctimas «equilibradamente»; hay un gremio de bandidos, violadores, asesinos y psicópatas que a diario saquean al pueblo colombiano y lo despojan del fruto de su trabajo, de su dignidad, de su vida y hasta de los zapatos; no dejan nada. Si eres mujer reza para que solo te roben y no te encimen la violada. Si eres hombre mejor llora como una niña para que no te maten, pues si te pones bravo, te va peor.
Somos «ganado para bandidos»: líderes criminales se reparten los barrios de las ciudades, extorsionan a los comerciantes y tienen el monopolio de la venta de drogas; el gobierno manda a sus agentes a cobrar su parte y el sistema sigue funcionando. Los criminales no parecen tener inconveniente alguno a la hora de adquirir armas; ellos tienen pistolas, revólveres, granadas, silenciadores, rifles, escopetas, miras de largo alcance, accesorios láser, chalecos antibalas y hasta cargadores extendidos; a pesar de que todo lo mencionado es ilegal poseerlo, a los criminales no les importa violar la ley o darle algo de sus ganancias a los responsables de hacer cumplir la ley, y son conscientes de la ventaja que tienen por estar armados: es una tarea imposible desarmarlos. Dicho sector ilegal de la economía colombiana está establecido con sus empresas de la muerte y del abuso, algo normal en el país, ya que aquí manda la mafia.
La Corporación Excelencia en la Justicia (CEJ) indica que en el año 2021 el delito que más afectó al país fue el hurto con 166 858 casos, es decir, un promedio 687 por día, de los cuales el 23 % fue con armas de fuego, el 20 % con armas cortopunzantes y el 51 % sin ningún tipo de armas; en este año, los homicidios comunes fueron 9185 de los cuales se registró un 76 % con armas de fuego, un 19 % con armas cortopunzantes y un 5 % con armas contundentes².
A pesar del control de armas que hay en Colombia, aún se cometen muchos delitos con armas de fuego lo que demuestra que, en efecto, los criminales hacen caso omiso de las leyes. Las estadísticas criminales en Colombia son muy diversas e inclusivas: masacres, víctimas del conflicto armado, delitos sexuales, hurtos, extorsiones, homicidios, feminicidios y, seguramente, debe haber una categoría para los delitos que aún no conocemos. Estas cifras se incrementan anualmente como los impuestos; los números se hacen cada vez más grandes: nos destacamos por tener cifras tan altas. No se tienen muchos datos en Colombia —o generalmente se omiten— sobre cuál ha sido el porcentaje de víctimas que estaban armadas al momento de ser atacadas. Aunque es una cifra que no conocemos con exactitud es fácil inferir que es muy baja, casi inexistente.
En Colombia se habla mucho de la legítima defensa y se admiran los casos de las personas que se defienden de los criminales; hace poco se avaló en el país la autodefensa y el uso de la fuerza letal para enfrentar accesos no autorizados a las viviendas³. El gobierno está debatiendo si les da permiso a los ciudadanos de defenderse en estos casos (por supuesto que lo debaten porque quieren saber si esto los puede afectar en el futuro); en la actualidad, algo tan básico como defender su hogar no depende de usted, sino del gobierno, pues este piensa, en primer lugar, que los civiles son tan tontos que no se les puede permitir tener armas para defenderse y, en segundo lugar, que si tuvieran armas quizás dejarían de ser tan tontos y se defenderían del gobierno si este los agrede.
Se habla mucho de la legítima defensa, sin embargo, nunca se habla de cómo garantizar la legítima defensa: ¿cómo nos defendemos si no estamos armados? porque en Colombia el control de armas es tan ridículo que ni siquiera hace parte del debate de la legítima defensa; sin embargo, el gobierno sí puede tener armas, los congresistas gozan de los mejores esquemas de seguridad, los políticos y los oficiales del Estado no tienen que preocuparse mucho por los riesgos criminales del país, ya que esa preocupación le corresponde al pueblo.
¡Por supuesto! porque ellos son lo mejor de la sociedad, los mejores ciudadanos, los más responsables, ellos están sujetos a las leyes y son los que más las respetan o, más bien, eso suponen los más inocentes porque realmente en Colombia esto no funciona así. El Congreso de la República es el parásito más grande que hay, es simplemente un nido de carroñeros que tienen derecho a subirse el sueldo por las nubes, a tener 4 meses de vacaciones, a elevar los impuestos, a incrementar las regulaciones, a no respetar sus propias leyes y a salirse con la suya.
Hemos visto a la policía y al ejército usar las armas contra el pueblo una y otra vez, a abusar del poder, y a ser corruptos de frente y sin censura; lo hacen abiertamente y no les importa, pero el pueblo ignorante todavía cree que ellos son quienes deben tener el monopolio de la fuerza. Las personas se dicen a sí mismas que es muy peligroso portar armas, que les da miedo, que con esa misma lo matan a uno, los cuales son algunos de los prejuicios que usan como excusa para seguirse tragando la propaganda del gobierno y para continuar pensando que el gobierno es bueno y los va a salvar.
Sin embargo, con las evidencias que hay y el historial que tenemos de criminalidad fuera y dentro del gobierno, ¿cómo vamos a seguir confiándoles todas las armas? ¿cómo nos vamos a defender de la eterna criminalidad? Los criminales armados y nosotros vulnerables. No debemos seguir creyendo la mentira de que nosotros somos más malos que ellos, que no merecemos estar armados y ellos sí; por supuesto, es posible que se incrementen las muertes por armas de fuego si la población civil se arma, pero serán las muertes de los criminales y veremos un sustancioso aumento en los casos de legítima defensa; será una estadística que debemos recibir con gusto para que el país tenga cifras altas de usos defensivos de armas de fuego.
Es cierto que la libertad de armarse tiene riesgos, nadie lo va a negar, pero esta es una discusión de aceptación de riesgos y ¿cuál prefieren aceptar? El de tener a los civiles armados o el de continuar en un país en el que solo los criminales y el gobierno están armados; también hay que mencionar que la aceptación de riesgos es una responsabilidad de todo individuo y que delegarle al gobierno cuáles podemos tomar y cuáles no suele ser darle más poder al poder.
Hay gente que piensa que el gobierno es necesario porque la gente sin supervisión hace cosas indebidas, no obstante, el Estado está compuesto de personas sin supervisión y, por ende, la gente sin vigilancia en el gobierno hace cosas malas. Las armas deben ser un derecho, precisamente, para que funcionen a su vez como una forma de control gubernamental; cada vez que ustedes vean a sus gobernantes pidiendo más autoridad, más Estado y más poder, deben entender que lo más probable es que ellos no van a sufrir las consecuencias de sus actos, que están jugando con las vidas de todos ustedes sin cuidado alguno y que, por lo tanto, es necesario poderse proteger de la autoridad gubernamental también.
Quizá muchos de ustedes entiendan que los riesgos que estamos asumiendo en este momento, tales como el riesgo de estar desarmados, de perder nuestra libertad, de que un criminal nos mate y de convertirnos en una dictadura son inaceptables. Necesitamos garantías, seguridad y la esperanza de que nunca se van a dar estos escenarios o por lo menos no estar indefensos cuando sucedan.
Además, es posible que muchos de ustedes no entiendan el riesgo tan grande que atraviesa en este momento el país, quizá muchos de ustedes creen que estamos bien y que vamos a estar mejor. No obstante, solo cuando sea demasiado tarde se darán cuenta de lo equivocados que estaban; cuando ya hayan perdido su libertad, su voz haya sido censurada y su historia borrada se dirán a sí mismos: ojalá tuviéramos armas
.
Convencer a aquellos que, simplemente, no son capaces de ver más allá de sus narices es imposible; a estas personas solo se les convence una vez que se vean afectadas por la realidad, una vez que los impacte esa «patada en el culo» que les demuestre lo equivocadas que estaban. Esta es una sensación que muchos países han experimentado en el momento en que se dieron cuenta de que fracasaron, de que se convirtieron en infiernos y no en paraísos y de que van a vivir el resto de sus días en la miseria. Precisamente, eso es lo que hay que evitar, jamás debemos permitir que nuestro país se convierta en un infierno; con tal de demostrar que sí necesitamos las armas es mejor que haya contradictores que no estén convencidos y que el país sea libre; si conseguimos armar al pueblo, simplemente, será una tarea imposible desarmarlo. Este sería un gran paso hacia la libertad, una preocupación menos en caso de que los comunistas lleguen al poder, pues por lo menos estaríamos armados para enfrentarlos y en caso de que un criminal nos atacara, tendríamos armas para defendernos.
Hasta los mismos comunistas afirman en El Manifiesto comunista: Bajo ningún pretexto entregarán sus armas ni sus municiones; todo intento de desarme será rechazado, en caso de necesidad, por la fuerza de las armas
(Marx y Engels, 1848). Por supuesto que los comunistas buscaban desarmar a sus enemigos e imponer el monopolio de la fuerza estatal una vez completada su revolución, pero la parte de nunca entregar las armas y municiones es muy sabia; hay que destacar que Marx tenía razón en este punto; es claro que los comunistas entienden la importancia de las armas y en Colombia sí que están armados, porque aquí todos están armados menos el pueblo.
¿Cómo no vamos a estar cansados de semejante absurdo?: el bandido armado, el comunista que quiere esclavizar armado, el gobierno corrupto armado y el pueblo vulnerable, débil y sumiso. El agotamiento del pueblo se nota, pero su ignorancia no le permite entender que el primer paso para solucionar este problema es reconocer el derecho a armarse. No importa cuántas elecciones tengamos, cuántos políticos cambiemos ni cuántos criminales mandemos a la cárcel; sin las armas en nuestras manos los que sí están armados continuarán abusando de los que no lo están.
Solamente hasta que el pueblo esté armado, el gobierno y los criminales por fin correrán el riesgo de pagar por sus crímenes, y habrá posibilidad de impartir justicia de manera rápida y eficaz. Quienes estemos cansados, por un lado, del estado actual de las cosas y, por el otro, de la vulnerabilidad, los engaños, el miedo y la corrupción, debemos usar toda la energía que tengamos para exigir nuestro derecho a armarnos, es inaudito que lo tengamos que pedir en primer lugar, pero solo con un movimiento lo suficientemente grande para que no sea ignorado lograremos que nuestras demandas sean impuestas.
El derecho a portar, vender y comprar armas de fuego debe ser reconocido constitucionalmente; es urgente expandir el derecho de la defensa legítima para garantizar la seguridad de la propiedad, la familia, el hogar y la vida; que por lo menos tengamos la certeza de que si alguien intentara robarnos estaríamos «jugando limpio» si usamos las pistolas, y si el gobierno intentara avanzar sobre la propiedad privada estaríamos «jugando limpio» si usamos los rifles. Hagamos este sueño realidad porque estamos cansados, estamos agotados de tanta injusticia. Según Sowell: No hay soluciones, solo intercambios
. En realidad, la violencia armada no se soluciona con el desarme de la población que respeta las leyes; intercambiar una sociedad desarmada por una armada sería más seguro para todos, ya que se introduciría el uso defensivo de armas de fuego y las armas también salvan vidas.
¹ https://ocindex.net/country/colombia
² https://cej.org.co/destacados-home-page/en-2021-aumento-el-hurto-a-personas-y-otros-delitos-advierte-el-reloj-de-la-criminalidad-de-la-cej/
³ https://www.elcolombiano.com/colombia/congreso-aprueba-uso-de-legitima-defensa-y-fuerza-letal-en-robos-a-casas-e-ingreso-no-autorizados-GF16134147
Tiranía posmoderna
La tiranía es una forma de gobierno en la que el gobernante tiene poder absoluto y abusa de la población, no está atado a ninguna ley y no importa qué es legal, moral o natural; en la tiranía lo único que tiene sentido es que el poder manda, siempre tiene la razón y no se le desafía. Antes de que un tirano empiece a abusar de los ciudadanos primero los desarma y luego con promesas de seguridad los engaña para que entreguen sus armas; aquellos que no lo hacen, inmediatamente se convierten en criminales que son asesinados con las armas del gobierno. Antes de cometer genocidio, la Alemania nazi desarmó a los judíos e impuso nuevas leyes de control de armas, obviamente, quienes podían tener armas eran solamente los oficiales del partido y sus leales tropas.
La historia demuestra que el riesgo de la tiranía es muy posible; diferentes ejemplos llenan las páginas de los libros que hoy en día algunos buscan quemar, si bien no tenemos que regresar hasta los nazis para encontrar modelos de gobiernos tiránicos en el mundo, basta con mirar a la República Popular China bajo el gobierno del partido comunista chino para poder ver cómo la tiranía funciona y prospera en el mundo actual; perdura porque la población china esta desarmada y mediante el uso del poder de un enorme gobierno totalitario obligan a su población a obedecer; todo pertenece al partido incluyendo las vidas de los civiles. Así, el sueño de muchos socialistas y comunistas se está haciendo realidad en China con un Estado represivo y dictatorial que al combinar la tecnología con el monopolio de la fuerza, logra un control total sobre el país. La agenda socialista no tiene que verse interrumpida ni por la democracia ni por los derechos, ya que en China estos no existen; la economía difícilmente se ve afectada porque su manufactura es inigualable, es imposible competir con seres humanos que son obligados a trabajar en condiciones indignas que no cuesta mucho dinero mantener; tienen a un porcentaje de su población esclavizada y a la otra parte le dan la libertad de hacer dinero mediante el capitalismo con el fin de sacar provecho de los frutos de su labor.
Esto es solo el abrebocas, ya que China es una dictadura muy compleja con muchas características que la hacen la tiranía perfecta: tiene un mercado de órganos humanos con oferta de sobra gracias a la enorme cantidad de ejecuciones de prisioneros, disidentes políticos o etnias religiosas como los uigures contra los cuales se está cometiendo genocidio mientras se escribe este libro; China es la combinación de la ausencia de derechos humanos, del monopolio de la fuerza y de los avances tecnológicos que permiten controlar la información o censurarla, inundar de propaganda las mentes del pueblo y rastrear a todo individuo al estilo Big Brother; por supuesto que permiten que exista una clase social de capitalistas, pero son capitalistas que pertenecen al gobierno, puesto que China es la unión de las corporaciones con el Estado, China es por la definición del mismo Mussolini un Estado fascista, ya que según él, el fascismo es la unión del corporativismo con un Estado totalitario, lo que describe, perfectamente, a China actualmente.
Fascistas, comunistas, socialistas no son tan diferentes después de todo, porque son colectivistas que abogan por la centralización totalitaria del poder, quieren avanzar sobre la propiedad privada, esclavizar a la población y, sobre todo, mantener el control por mucho tiempo, y para lograrlo tienen que desarmar a la población; estos modelos son inaplicables en una población libre y armada; sin embargo, muchas democracias «liberales» no encuentran problema alguno en parecerse más a lo que es China actualmente, quieren llevarnos a ese modelo del cual jamás podremos salir una vez sea impuesto, pues con frecuencia después de que el totalitarismo y la tiranía estén establecidos, no hay vuelta atrás.
De la misma manera que los libertarios buscamos armar al pueblo para que sea imposible desarmarlo, los autoritarios buscan desarmar al pueblo para que sea imposible armarlo; intentan destruir la libertad, aniquilar el concepto, cambiar la definición de esta y finalmente borrarla de la historia; el primer paso para que ellos alcancen su objetivo ya se dio hace mucho tiempo con el desarme de los civiles.
Todos aquellos que creen que el mundo ha progresado mucho y que es imposible que el sufrimiento humano aumente en estos tiempos tan «buenos» y avanzados tecnológicamente, deben saber que en este momento el mundo tiene más esclavos que en cualquier otra época de la historia: hay aproximadamente 40 millones de esclavos alrededor del mundo actualmente, dato que podemos encontrar con detalle en el Global Slavery Index; países como Corea del Norte nos demuestran que hay lugares que a pesar de todo lo que ha «avanzado» el mundo aún es posible ver los peores ejemplos de sufrimiento humano coexistiendo con la vida «desarrollada» del siglo XXI.
Niños privilegiados de occidente creen que estas agendas malignas son cosa del pasado mientras se pasan las horas en Tik-tok, Twitter, Instagram, Facebook o mejor dicho el metaverso, ya que para ellos todo se soluciona con estúpidos videos de baile y maquillaje excesivo. Las compañías de Silicon Valley no tienen como objetivo promover la libertad; más bien lo contrario, en las redes sociales suelen dominar los puntos de vista progresistas mientras se censuran los argumentos libertarios y las críticas al poder zurdo con la excusa de que están protegiendo a sus usuarios de contenido ofensivo. Twitter le cancela a los usuarios la cuenta si estos dicen que un hombre no puede ser una mujer (eso puede cambiar ahora que la compañía tiene un nuevo dueño), pero sí les permite compartir contenido pornográfico; esto demuestra que a Twitter no le importa el contenido ofensivo, solo el contenido que injuria al colectivo LGTBQ+, como decir que un hombre no puede ser biológicamente una mujer. Donald Trump tiene prohibido tener cuenta en esta cloaca, pues al parecer es más violento que Nicolás Maduro, el ayatolá Khamenei o Bashar al-Ássad quienes aún tienen activas sus cuentas en Twitter.
Atrapadas por algoritmos, las democracias occidentales son orientadas cada vez más hacia la pérdida de la libertad, la censura de la historia, el desarme de los pueblos, la debilidad, la sumisión, la rendición y la