Información de este libro electrónico
Es el primer libro de un escritor joven y despierto que marida su vida entre libros y música.
"Dicen que 'el tiempo es oro', pero yo creo que son unos tontos porque el tiempo ni siquiera se puede acumular" (Francias Fiori).
Relacionado con Vox Popurri
Libros electrónicos relacionados
Poseída Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificaciones10 (3+2+5) Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa consolación de la sangre Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesNo hay vileza sin dulzura Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesAllá afuera - Aquí dentro: (Mis cuentos) Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesCuarenta y un relatos de terror y misterio Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Miradas de reojo Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesUn mundo peor Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesConexión temporal Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesCabo Norte Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesExtraños en el parque Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesTiempo de lobos (versión española): Buscar tus raíces puede ser un camino aterrador Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa culpa es de la ensalada y otros cuentos: primera parte Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa Muerte viene estilando Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Y no soñé Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesDelitos de poca envergadura Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesHija única Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLucas, 10 Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl celular del diablo 2. La fiesta de las almas Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Expiatio Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesUn sueño Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLos Mejores Cuentos del Mundo Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesMujeres pensantes Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesNo es el diablo Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesSomos Arcanos: Recuerdos perdidos Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa flecha envenenada Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLas rubias también lloran Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa marta negra Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesNo me amarás Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesUna madrugada sin retorno: Premio Nacional de Cuento Juan José Arreola 2018 Calificación: 3 de 5 estrellas3/5
Relatos cortos para usted
Cuentos infantiles de ayer y de hoy Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El ruiseñor y la rosa Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Vamos a tener sexo juntos - Historias de sexo: Historias eróticas Novela erótica Romance erótico sin censura español Calificación: 3 de 5 estrellas3/5El reino de los cielos Calificación: 4 de 5 estrellas4/5¿Buscando sexo? - novela erótica: Historias de sexo español sin censura erotismo Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El profeta Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Periferia Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Desayuno en Tiffany's Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Un lugar soleado para gente sombría Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Cuentos. Antón Chéjov Calificación: 4 de 5 estrellas4/5EL GATO NEGRO Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Las cosas que perdimos en el fuego Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Los cuentos de Viento del Sur: El dios de los insectos Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Hechizos de pasión, amor y magia Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Perras de reserva Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El césped Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Los peligros de fumar en la cama Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El huésped y otros relatos siniestros Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El señor presidente Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Alguien que te quiera con todas tus heridas Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Cuentos de horror Calificación: 4 de 5 estrellas4/5La Tumba del Niño Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Me encanta el sexo - mujeres hermosas y eroticas calientes: Kinky historias eróticas Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Cuentos reunidos Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Cuentos para niños (y no tan niños) Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Las mujeres malas tienen mejor sexo - historias de Erótico calientes: Sexo y erotismo para mujeres y hombres. Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesCuentos de la selva Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Cuentos de Canterbury: Clásicos de la literatura Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Agradecido Por Mi Falsa Novia Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El Horror de Dunwich Calificación: 5 de 5 estrellas5/5
Categorías relacionadas
Comentarios para Vox Popurri
0 clasificaciones0 comentarios
Vista previa del libro
Vox Popurri - Rafael Bira
A las dos márgenes del Plata, que me criaron.
A usted, amigo lector, porque sin usted la obra siempre es incompleta.
YO SABÍA QUE IBAS A VENIR
Sabía que ibas a volver a casa, exactamente como estás ahora: con el pelo chorreando, la campera de jean empapada y las suelas llenas de barro. No me preguntes cómo, pero yo sabía que tenía que esperar en la galería; algo iba a venir, alguien llegaría, no sabía qué o quién, pero presentía que debía sentarme en la reposera junto a la puerta y aguardar. Es una sorpresa que vinieras justo vos, o al menos es media sorpresa, por lo que te digo.
Pasá, pasá; ahí está el perchero, limpiate bien los zapatos. ¿Querés tomar algo? Estoy haciendo café. ¿O preferís unos mates? Te ofrecería un té de peperina como a vos te gusta, aunque lamentablemente ya no me queda. Esta mañana tenía que ir al pueblo, pero con esta lluvia vos sabés cómo quedan los caminos: el ripio se lava más rápido que los mates de Andrés. No sabe matear: moja toda la yerba en la primera cebada y…
Hablando de él, vino a visitarme el jueves pasado y estuvimos hablando un buen rato, unas dos horas, quizá. Lo noté distante y por momentos casi molesto, no sé si conmigo o por algún asunto suyo que no me quiso contar ni me atreví a preguntar. Demoraba en contestarme, siempre poniendo al mate de excusa, haciendo ruido al terminarlo como si fuera un preludio de lo que iba a decir. No podía sostenerme la mirada: clavaba la vista en la parte verde de la alfombra, en una paleta del ventilador de techo, en la tele apagada. Hablaba pausadamente y tartamudeaba sin poder poner en palabras lo que le pasaba por la cabeza, cosa rarísima en él, los dos lo conocemos bien. En cierto momento quedamos en silencio, él con la mirada perdida, y yo alcancé a ver que le vibraba el ojo derecho; le palpitaba, era como un parpadeo sin párpado, como un guiño a medias. Noté que le temblaba el labio inferior al acercarse la bombilla y luego del beso tímido se aferraba obstinadamente a ella aun con el mate vacío. No era miedo ni inseguridad: parecía más bien esa incertidumbre que te produce pensar si pusiste o no llave en la puerta de tu casa, ese impulso de salir volando para verificarlo. Apoyaba los codos en las rodillas y cuando replegó los talones contra el sillón supuse que saldría corriendo; solo se enderezó y se cruzó de brazos. Resopló, me miró fijo a los ojos y entonces me estremecí. No recuerdo de qué estábamos conversando, pero inmediatamente hice un comentario gracioso, nos reímos y cambiamos de tema.
Le conté un sueño, Raúl. Le conté un sueño que había tenido el lunes, el día de la peña en la escuela. Esa noche me dormí enseguida y soñé que estaba recostado en un alambrado. El sol pendía de una nube y su borde inferior reposaba sobre la silueta de un monte lejano de eucaliptos, en el horizonte. Yo miraba las vacas volviendo del tajamar con botas de barro y los perros que salían marrones hasta el vientre, trotando a los flancos de esa procesión extraña. De repente, me sobresaltó el ladrido de uno de ellos que se había apartado del grupo y se dirigía al ombú enorme que está a unos cincuenta metros de ahí, lindero con el campo de los Miller. Los otros dos perros se detuvieron, lo siguieron y comenzaron a ladrar también, dando vueltas alrededor del árbol. Olfateaban el suelo y las raíces gruesas sin dejar de girar. "Un