Hermano Sol
Hermano Sol
Hermano Sol
con arboles descomunales, ros salvajes, animales y bestias intimidantes. En el corazn donde todo es fructfero, en la cuna de vida ms desbordante y majestuosa, revoloteaba sus alas una pequea y encantadora mariposa. Sus alas blancas, con el sol irradiaban un suave destello luminoso y su alegre volar pareca contar que su nica aspiracin era danzar entre la majestuosa vegetacin y a su paso encantar el entorno con la mgica rtmica de su revolotear. Ella iba de flor en flor, detenindose en cada una para posar sus diminutas patitas y as otorgar a la bella planta con sus suaves caricias, provocando de tal manera un intercambio amoroso, ya que la mariposa acariciaba y la flor otorgaba su polen, ese polvo mgico, que germina en la vida sutil de una flor. Y as la mariposa iba embelesada, en su baile de plenitud, simplemente danzando la ms bella tonada, engendrada por el amor. Hasta que llego a un lugar con el que nunca so, en el que la mas activa imaginacin nunca osara proyectar, y es que era tal la belleza, tan desbordante el resplandor, tan pura la irradiacin del color, que la mariposa se crey sujeta a un fascinante delirio, su baile se convirti en un xtasis frentico al percatarse de que no solo el entorno era encantador, sino que en medio de toda la belleza se encontraba un lago de aguas que parecan reflejar en toda su amplitud un esttico cielo azul, puro, sin nubes. Y en medio del lago, se hallaba un montculo de tierra, donde habitaba la ms divina y magnifica flor que en su vida hubiera podido observar. Una flor, en la que cada ptalo querra parecer la prolongacin de un rayo de sol, una flor en la que el color no pareca inclinarse hacia ninguna tonalidad, sino que pasaba por toda una gama de tonos y brillos. Y la hacia tan armoniosa como un arcoris. Y su aroma era suave y profundo, tanto que al aspirar su aroma, en primera instancia pareca no provenir ningn olor de la flor, pero unos instantes despus uno se dara cuenta de que no solo el aroma de la flor era divino, sino que todo nuestro entorno se ah cubierto con la mas bella fragancia.
Y la pequea mariposa, perdiendo nocin del lugar y la hora, y en su mas suntuoso baile, se dirigi a la exuberante planta. Poso sus patitas, y la flor le otorgo su mas profunda escencia, la mariposa embargada de esa divina plenitud derramo el polvo, el polvo creador de vida. La mariposa bajo a los pies de la planta y bajo su mgico encantamiento dijo as:Ohh hermosa flor, tu que me has otorgado con el mas pleno sentimiento, huir de tu lado seria para mi imposible, ya que yo me sentira dichosa si a tus pies morir pudiera. Y as la divina mariposa quedo recostada a los pies de la flor, y el viento soplo y ella exhalo su ltimo aliento. La madre Tierra tomo aquella mariposa, a aquella hija que sali y ahora estaba de vuelta y la cubri y sepulto con bendita tierra y pasto. Y con el polvo de la flor, a la que ella tanto amo, en sus entraas, las fundi a las dos e hizo germinar una nueva planta, una nueva flor, una nueva vida. Y as ese engendro del amor creci, a diferencia de todo a su alrededor, que con el tiempo el paraso que vio la mariposa, fue decayendo, sufri sequias, el agua dejo de correr y todo pareca sumergirse en desolacin, miseria y esterilidad, a excepcin de aquella flor que pareca alimentarse de alguna fuente divina, que manifestaba abiertamente no abandonarla nunca. Por que no solo era vida lo que de ella se perciba, sino luz y paz dibujados en la ms sencilla y sutil belleza que el Creador oso jams otorgar a una flor. Para ella la vida consista en amar; amaba cuando el viento la tocaba, amaba cuando algn animalejo a sus ramas y hojas se trepaba y mas cuando atreves de ella se alimentaba, amaba cuando un pjaro volaba sobre su cabeza y por un instante del constante calor la tapaba, amaba cuando llova y en su piel un juego de diminutas gotas se quedaba, lo amaba todo, pero mas amaba el Amanecer y el Anochecer, ya que para ella el Sol era bello y radiante y del mas grande amor, en su esplendor, lleva significacin. Y la bella Luna y las estrellas con su suave resplandor eran sus acompaantes y confidentes en todas sus ensoaciones nocturnas. Y se reconfortaba gratamente todo el da, al percatarse de aquel majestuoso espectculo, de aquel milagro de renovacin que frente a ella aconteca. Y agradeca profundamente al poder a si misma renovarse al comienzo de un nuevo da.
Ella se relacionaba y conviva maravillosamente con todos. De hecho era sumamente querida, ya que era lo nico que pareca darle ms color y belleza a aquel paraje desolado. Hasta que un nefasto da, en el que el abatimiento y desolacin de sinti mas fuerte en la regin, los animales, plantas, arroyos y minerales, se percataron de que solo la planta era bella y ellos no. Se deca que la flor conoca un hechizo que la hacia as de hermosa o que tal vez conoca el secreto de la inmortalidad. Al principio nadie se atrevi a hacer nada, ya que la encantadora flor nunca dio un problema, sino al contrario siempre fue amorosa y desprendida para con todos. Pero esa pequea chispa de envidia no haba hecho ms que apenas encender y cada da ms a los habitantes de aquella regin los corroa un vil egosmo. El primero en actuar fue un pequeo arroyuelo que un da al pasar cerca de la linda flor, contuvo sus aguas y le dijo: Mira flor, yo se que tu escondes algo, y se me hace muy egosta de tu parte que solo para ti lo guardes y a los dems nada compartes. No ves que todos vivimos sufriendo a causa de estos tiempos complicados? As que dime Cul es el secreto o hechizo para ser bella, fresca y siempre hermosa? Y si me lo dices solo a ti regare con mis clidas aguas y te llevare a conocer, ros y mares. Y si no me aceptas, de mis aguas dejaras de beber. La flor le contesto: Lindo arroyuelo Por qu ves en mi lo que no existe? Por qu no miras lo que en mi realmente vive y que no solo a mi pertenece, sino a ti tambin? El arroyo un poco molesto le dijo: Flor, lo que a mi menos me hace falta es mirar, si de algo estoy cansada es de eso. Cansada de ver como de un gran lago, con una infinitud de vertientes, me eh reducido a ser este precario arroyo. Y adonde me conducir esto? A acabar siendo un vil y estancado charco? No florecita, las cosas para ti y para mi son muy distintas, tu estas en la gloria y yo en la inmundicia, tu floreces da con da y yo me estanco mas noche tras noche. No flor, dame ahora mismo tu verdad! Tu secreto! O veras como de mis aguas te olvidas.
Tristemente la flor le contesto: Cuanto me duele, oh pequeo arroyuelo, la perspectiva de tu dolor, ya que te sumerges cada vez mas profundamente en el, y en vez de inundar tus corrientes de agua pura y cristalina, se llenan solo con la tristeza y decepcin. Yo no puedo ofrecerte nada, mas que decirte que si por mi profundo amor sintieras, ninguna clase de sufrimiento o decepcin en tu vida tendras. Sacado de quicio el arroyo le contesto: Malvada y ponzoosa flor, vez que yo sufro y perezco y quieres que por ti amor sienta? Olvida mis suplicas, ya entend que hablar contigo es como hablar con el vacio o algo peor. Desde este momento olvida el correr de mi agua y cuenta que por mi todos sabrn la clase de flor que eres. La flor triste y suavemente suspiro y se dijo: No hay peor ceguera que la del egosmo. Ya que si el arroyo pudiera ver ms all de su propio beneficio, no solo seria un lago, sino seria ros, cascadas, lagos, un mar y el agua que rodea la Tierra. Pero ella a creado y decidido ser un simple arroyo. Pasaron los das y cada momento que pasaba creca el descontento o se inventaba alguna nueva murmuracin acerca de la linda flor. Cada da la vean con ms malos ojos y ella ni siquiera de su lugar poda moverse un pice. As un da una pequea, vieja y seca lagartija, que cerca de la flor se paseaba, al verla se detuvo y le dijo: Ya se quien eres tu, y ni con todos tus encantos lograras que por ti amor sienta, inmunda flor. Por que tu solo buscas que te admiren y a tu vanidad recreen, y de tu eterna belleza y frescura solo la verdad para ti guardas, y viendo tanta desgracia a tu alrededor, mientras a tu amar nada perturbe, lo dems para ti no es relevante. As que sucia flor, te dar la oportunidad de que a mi reveles tus encantos, si no, yo me encargare de que toda tu quedes hecha pedazos. Muy apesumbrada por las palabras de la lagartija, la flor le contesto: Pequea lagartija, en tus palabras solo veo odio y rencor y todo eso existe en ti a falta de amor. Yo no pido que a mi me ames, pero si al amor que yo amo y as veras que no solo a mi me amaras, sino a todo lo que tu vista y corazn abarcar podra.
Colrica, la lagartija respondi: Seguro que desvaras enfermiza flor, Ya que como puedo amar lo que tu amas, si no se lo que amas? Adems Qu podra amar aqu? Si a m alrededor solo veo caos, muerte, tristeza y desesperacin. No flor! Seguramente en ti hay algo muy maligno y has conjurado la perdicin de nosotros. En ti radica nuestro sufrimiento! Ya que Por qu todos estn mal y tu bien?, Por qu todos sufren y tu no? Si, eso es. Tus eres muy mala y seguramente si a ti de aqu quitamos y olvidamos, todo vuelva a cobrar la vida y belleza que t nos has quitado! Maldita flor. Y la lagartija se fue iracunda, ya sin atender las amables palabras de la flor. Y as diversos tipos de vida, como aves, insectos, plantas, piedras, hasta el mismo ardiente viento, iban con la flor y en ella desprendan sus ms viles sentimientos y emociones. Y la bella y hermosa flor, objeto del amor mas puro y sublime, solo reciba, odio y rencor. Pero ella no se inmutaba, ni cambiaba su actitud, siempre dio su verbo de eterna e inmutable belleza. Hasta que un da todo el odio, egosmo, perversidad, ambicin exploto en la regin y todo iba dirigido en contra de la divina flor. Nefasto da, decadente momento que hizo que seres con vida, acabaran con la ms bella expresin de vida. Se conglomero una multitud de animalejos, aguas, vientos, piedras, todo elemento, todo tipo de seres, en torno de la flor y al ella verlos solo exclamo: Que triste es la mascara del engao, por que en sus ojos solo se ve la desesperacin y desilusin y en su boca solo habla la furia, odio y rencor. El tumulto gritaba al unison y se escuchaban voces que decan: Malfica flor, tu eres la que nos has engaado!, Planta egosta!, Tu nos has robado nuestra vida! Ladrona! Mtenla! Y todos al mismo instante se abalanzaron sobre la indefensa flor, lagartijas e insectos, colgndose y arrancando cada ptalo de ella, mordisqueando su tallo, las piedras la molieron y aplastaron, el agua revolvi la tierra para llegar a las races y as tambin destruirlas, los pjaros la picaban.
Y la sublime y hermosa flor, manifestacin latente de vida eterna y unin de amor, miro al cielo una vez ms y vio a ese puro, pleno y resplandeciente sol. Y pudo exclamar an: Loado seas mi Seor, con todas tus creaturas especialmente el hermano Sol el cual es da y por el cual nos alumbras. Y el es bello y radiante, y en su gran esplendor de ti Amadsimo lleva significacin. En ese momento, la flor tuvo una visin, se inundo absolutamente toda su percepcin por la luz ms sublime plena y serena. Su cuerpo desprendi el ms purificante, encantador y sensitivo aroma, que ninguno de los ah presentes haba osado jams imaginar; percatndose instantneamente de la malvola y depravante accin que acababan de cometer, sufriendo as no solo el dolor de lo que hicieron, sino de lo que ellos mismos eran y que solo ellos haban decidido que as fuera. Y la bella flor, vol cual bella mariposa y trascendi esta dimensin, lavando el sufrimiento y engao que abarcaba la regin. Y ahora cada vez que alguien contempla al divino hermano Sol y siente inundarse por el ms radiante amor, es una linda flor que ah florecido en su interior.