Poetas
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Rastreando emerge del cristal de cromo, un yacar con ojos de esmeralda, y serpentea entre la hierba gualda, bajo el fogoso luminar de plomo. Relampaguea en su quebrado lomo el polvo de oro que la orilla escalda, y un chiriguano de tostada espalda, asecha al saurio, con feroz aplomo.
Rasga el ramaje su mirada oscura, y estrangulando el pomo de su daga hiere a la bestia con sin par bravura. Resuella el monstruo y de venganza hambriento, la hirviente sangre con su lengua halaga, y con su cola decapita al viento.
extranjero. En 1970 obtuvo el Premio Nacional de Novela Erich Guttentag con su libro Bajo el oscuro sol (1971). Es autora de la Antologa de la poesa boliviana (1977). Sus principales obras de poesa son: Naufragio (1936), Poemar (1937), Almada (1942), Nadir (1950), y Del mar y la ceniza (1957). Elega Humilde Un auto ha arrollado a la vieja sirvienta La pis como una hoja! Era una flor del campo, toronjil, yerbabuena. En la casa hubo duelo por su muerte de plata. Esta mujer oscura de noble cepa aymara endulzaba la vida de seres y de cosas. Llena est nuestra infancia de su imagen de Mamita Copacabana; debajo de su manta de castilla siempre traa la sorpresa de frutas, empanadas o juguetes. Ay dulce abuela nuestra de las macetas y del canario! Tendida en su mortaja, con uncin le besamos las santas manos toscas quietas por fin del cotidiano afn. Parecan avergonzadas del reposo; dos angelitos blancos bajaron a cubrirlas. Su nombre era Mama-Usta, y nada ms. Las hadas humildes slo tienen un nombre pero es varita mgica de gracia y bendicin. De la mano llevaba a mi padre a la misa; la conocieron los abuelos y bisabuelos. Era lazo entre el ahora y lo perdido. Todo lo daba, todo, su bondad y su alegra, el cobre de la ddiva, el leo del consuelo. Cual sombra milagrosa colmaba de manjares la olla de cada da, y con agua y con sol daba celajes a los visillos y manteles. Ella prenda el fuego del hogar. Un auto la ha matado. Ay, Dios mo! Su frente estaba herida y su cuerpo, nunca tocado, salpicado de barro. Cuando llegaba al cielo, con un solo zapato, la falda desgarrada un coro de jilgueros le cantaba aleluyas. Con humilde inocencia, debi de imaginar que era fiesta pascual para nosotros. -Como para ella el aleluya? Como para ella nuestro llanto?Sencilla y limpia entr en la gloria cuidando todava la canasta para la cena de hoy. Nuestra Mama Usta ha muerto. Ay canario, ay macetas, patio y agua!
sapo y la serpiente (1965), En esta oscura tierra (1972), Con rabiosa alegra (1975) y la antologa Poemas desbandados (1997). Mineros Uno Caminas todava entre slice y cal, entre martillos con lacerado pulmn que te acompaa en la tos terminal de tu apellido. Subes acaso, desgastando sueos que en cachorro de ruido y polvareda encoraginan puos y adjetivos? Atento ante la muerte, drsticamente amortajado un hueso reseco en sus races enumeras tu pan y las heridas de tu famoso grito, de tu rabia inconclusa y la prdica inmemorial de tu andadura. Subes o bajas desbastando sombras con la luz consecuente de lentos lamparines, te lleva de la mano un salario agostado y te llevas t mismo y sin pretextos como tapa de tumbas desmedidas. Est tu grito tenso, tu joroba ancestral, la tenaz ilusin de hollar la roca sin macular sus sacras desnudeces, est el trajn de tus zapatos cloqueando en los charcos de tus charcos. Sin embargo prosigues, martillo de ocho libras, barreta, dinamita, como pual sangrante en medio de la veta vistiendo de crepsculos el tendn magistral de tu estatura. Sin embargo prosigues, yugulada tu voz entre las sombras, tributario de orgenes, nictlope veraz, locura sin retorno entre cristales de venenosos filos trasnochados. Cunto ms! Un salario de alcoholes edifica catstrofes de coca, secretos rituales, donde la muerte misma empieza a retejer sus misereres. Sin embargo prosigues, cerrado a cal y canto en tus angustias, debajo de tu piel un puo alzado, debajo de tu piel el hambre y los fusiles.
y mis manos inquietas y toda esta estructura en la cual vivo en la cual soy completa. Y le doy gracias al discutido Dios de creacin perfecta o imperfecta de existencia absoluta
o no existencia, le doy gracias en uso de mi cuerpo y su esencia. Al menos, comprendo su intencin: s que era buena.
Del Len de Iberia y de la Orqudea de la Selva Despus que hirieron las tormentas el techo de aos sin memoria los macheteros de la selva construyeron la aurora Donde se alzaban Reales renacieron las chozas dentro de un collar de empalizadas para iniciar aldeas de caoba y puertos con palmeras Sobre el cadver del jaguar pintado, sobre la boa y el venado, ante un paisaje de caaverales y oteando llanos ondulantes del Len de Iberia y de la Orqudea de la selva escribieron la historia sobre inmortal madera Ahora en el ojo de la selva canta la nueva raza: T eres la tierra prometida tambor de pastos y maizales, zarzal que aplasta el puercoespn T eres la tierra prometida vasto confn de verdes hojas. Morenas trenzas al roco, melena negra en las hamacas Talle del mimbre en los bajos, llanos del bfalo y el tigre T eres la tierra prometida canto de amor del taquirari, cuando los altos totaes limpian el polvo de la luna, t eres la tierra prometida Pas del Ojo de la Selva!
Lista de Cosas que No Entiendo Una golondrina rayando el cielo. Tanta msica en los bosques. La humedad de un ltigo de sauce. Sus lgrimas, su aspecto acongojado. Una hilera de palomas idnticas sosteniendo el alero de un tejado. Una estatua ms hermosa mutilada. Un balcn que se descuelga quejumbroso. El roco, los charcos, las ranas. Las estampillas que van y vuelven cargadas de promesas. Un callejn vaco y en el fondo no tanto, en ltimo plano la primera estrella de la noche. El fro de un limn que me desgarra. La arena que llena tu busto dormido. La imperfecta pieza de cuarzo salvaje en que te miro. Tus sonrisas varias. No entiendo, no entiendo nada. Vamos a ver. Para qu tantas cosas intiles? Cmo justifican su existencia? No entiendo esta infinita variedad de sutilezas. La piel blanca de la nieve que acabo de herir, la sangre que brota de mi labio partido, partidos tus muslos, tu humedad, partida tu y lejos.
Paisaje Quiebran el fondo alturas plomizas. Una nostalgia sin rostro colorea mi alma y entiendo cmo una brisa puede ser spera en la conciencia y qu distancias nos faltan siempre cuando verdaderamente buscamos. El sol contina como achicharrndome la sombra en su ascenso por el da que es una campana azul cubriendo el riguroso altiplano donde la voz ms intil ha recogido el silencio derramado en las piedras.
Ribera Alta En la alta ribera un hombre espera volver a Riberalta. En su tierra colorada todo es alborada. No hace falta la melancola de la tarde en el barranco. El cielo arde y el amor fermenta su melaza. Junto a un banco de la plaza el tata cuenta lo que fuimos y el bibosi lamenta lo que no hicimos. En la alta ribera: el sol y la palmera. En la ribera alta slo t prevaleces en forma de alegra. A veces, te llamas Riberalta; otras, Poesa.