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Bucolicos Griegos

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BUCLICOS

GRIEGOS.

BUCLICOS GRIEGOS
TRADUCIDOS EN VERSO CASTELLANO POR

I P A N D R O
CON NOTAS

A C A I C O

EXPLICATIVAS, CRTICAS Y FILOLGICAS.

EDICIN
DE LA ACADEMIA MEXICANA, CORRESPONDIENTE DE L A . R E A L ESPAOLA.

MXICO
IMPRENTA D E IGNACIO ESCALANTE BAJOS DE SAN AGUSTN, NUM. I .

1877

CARTA-PRLOGO

D O N JOSE M A R I A R O A BARCENA,
INDIVIDUO DE LA ACADEMIA MEXICANA, CORRESPONDIENTE DE LA R E A L ESPAOLA.

'ASODV

erfXEve.
Mosco, I D . I I I .

Cantando apacentaba su rebao.

QUERIDO

AMIGO:

O Y , q u e graves asuntos me han traido Mxico, aprovecho esta oportunidad para seguir el consejo de V . y dar y o mism o la ltima m a n o mi edicin castellana de los Buclicos Griegos. H a c e precisamente dos aos que, enviando V . mi manuscrito, impuse su amistad la tarea bien ingrata de revisar mi traduccin y darla la prensa. Recuerdo que al recibirlo, me manifest V . su ninguna aficin la Poesa Pastoril, y no disimul la poca simpata q u e le inspiraban varias producciones de los antiguos. V i , por tanto, c o n gran satisfaccin, las letras que u n a o despus me dirigia, confesando que habiendo leido y releido mi version, se habia V . reconciliado c o n los antiguos Buclicos, y ansiaba por que saliesen luz revestidos del traje espaol c o n que acababa y o de cubrirlos. Este m i primer triunfo, q u e n o sin orgullo consigno, m e sugiere la

CARTA-PRLOGO. idea de dar conocer en la portada misma de mi libro el noble fin que me propongo al publicarlo. Usted y los que me conocen comprendern, en efecto, que cuando un hombre de mis aos y ocupaciones, de mi estado y carcter, entrega al pblico mexicano un volumen de versos, y de versos traducidos del griego, no es con el objeto de adquirir una gloria emea, que sus cuotidianas-meditaciones le ensean despreciar, ni con la esperanza, en estos dias quimrica, de lucrar con su venta, ni menos movido de ese afn decantar por cantar, que, frecuentsimo los diez y ocho aos, abandona todo vate en la edad madura. V e o con profunda pena el ardor con que la generalidad de nuestra juventud, aun la ilustiada y estudiosa, se lanza en pos de las novelas y producciones obscenas impas que vomita millones la prensa francesa, y hace de ellas, por decirlo as, su Evangelio. L e o con doloi las obras de tantos ingenios como florecen en nuestra patria, que serian inmortales si tuviean por modelo los poetas y oradores de la Grecia; pero que no pasarn de fiares de un dia, inspiradas c o m o se hallan por los pigmeos corruptores de la literatura moderna. H e observado con sentimiento la poca piofundidad y duracin de los estudios preparatorios las glandes caireras cientficas; defecto que produce amargos frutos en la vida social, y es causa de la mayor parte de nuestras desgracias. Arrancar de manos de la juventud los libios perniciosos; dar nuestros ingenios buenos modelos que los hagan elevarse la altura que son acreedores; inspirai aficin los estudios serios, y de esa manea hacer que se efoime nuestra educacin en general; tal es el fin que me propongo al dar luz esta version de los Poetas Buclicos Griegos. Cuando, sin las dificultades que piesenta el oiiginal, ni la repugnancia que causan las traducciones literales en prosa, empiece gustar la juventud las bellezas de Tecrito y dems Griegos; cuando vea que nada valen junto ellas esas lucubraciones que hasta aqu ha juzgado obras maestras; cuando note que de ellos copiai on imitaron no solo los Italianos y Espaoles, sino aun Virgilio y los Latinos, lo ms bello que en sus poemas se admira; le entrar el hasto por las inmundas obras que hoy forman su delicia; le vendr el deseo de conocer los originales y de aprender el idioma en que escribieron; se generalizar el gusto por los estudios serios. Quien en su edad temprana cultiva como es debido el sentimiento de lo bello; quien desde la escuela apiende discernir

CARTA-PRLOGO. lo bueno de lo malo, y escoger lo mejor sin pararse en dificultades; quien aun antes de salir al m u n d o adquiera un buen gusto literario, y se ensee sacar las perlas del fango, es probable, dir mejor, es seguro que en su vida religiosa, moral, social y poltica, no despreciar los dogmas por vanas teoras, no abandonar la justicia por los placeres, no correr en pos de utopias, ni predicar principios disolventes. Estasideas, que someramente indico, sin tener tiempoMe desenvolverlas, probarn V . , querido amigo, que al poner en verso castellano las desgracias de Dfnis 6 las penas de a Hechicera de Tecrito, mi mente volaba m u c h o ms alto que las montaas que sirvieron de tumba al enamorada pastor, y que la L u n a quien invocaba la desdeada Smela. T e n g o la conviccin de que hago una obra meritoria ante Dios y ante los hombres, con presentar la juventud mexicana buenos modelos que formen su gusto, y la aficionen lo serio, lo slido, lo verdaderamente bello, primero en literatura, y despus en las ciencias y en la vida real. L o que en una sociedad diversa de la nuestra se conseguira quiz con discursos sagrados cientficos; con obras srias bajo todos aspectos, impregnadas, por decirlo as, de austeridad, creo que entre nosotros solo podr obtenerse poco poco, y propinndole ( c o m o dice el Tasso) mezclados con almbar los alimentos y medicinas que su enfermiza infancia requiere. Habiendo indicado V . los motivos que me impulsan dar luz el presente volumen, y que me harn quizs publicar otros del mismo gnero en lo sucesivo, paso decir algo sobre la Poes?, Pastoril. Cundo tuvo su origen? Cundo empezaron los habitantes del campo c o m poner en versos cadenciosos esos cantares que los Griegos llamaron buclicos, c o m o si dijramos propios de vaquetosp Fueron los pastores de Laconia en tiempo de la "invasion de Xerxes, los autores de la "Poesa Buclica, bien los de Sicilia, cuando lleg la isla Orstes con el simulacro de Diana? N o es fcil decidir entre las diversas opiniones de los eruditos; pero y o casi me inclinaria creer que su invencin se debe los Arcades, c o m o nos hacen conjeturar los nombres del Alfeo, e l E u rtas, el Liceo, el Mnalo, y otros rios y montes situados en Arcadia, y que el lenguaje potico ha consagrado la Poesa Pastoril. . U n a cosa har observar V . , amigo m i : ni Tecrito, ni Virgilio, c u a n d o escribieron, aquel sus Idilios, ste sus glogas, eran zagales agricultores. Habitaba el u n o la corte de T o l o m e o ; el otro la de A u ra

CARTA-PRLOGO. -gusto. Ni Tasso, ni Sannazaro, ni Pope cuidaban ganados, n i v i v i a e n playas desiertas, al trazar el Aminta, las glogas piscatorias, las imitaciones maronianas. Gaicilaso enton con la espada al cinto el dulce amentar de dos pastores, y Valbuena no empuaba ms bculo que el episcopal, al delinear, por lo menos corregir su Siglo de Oro. Gesner, Melendez, y los dems autores de piezas buclicas pasaron su vida en las ciudades, y encerrados en oficinas, celdas, aun talleres. >e aqu infiero que la Poesa Pastoiil, aun suponiendo que n o haya sido la primera inventada por los hombres, ser la que ms dure, sea cual fuere la sociedad en que se viva. E n efecto, si el que mora en el campo se ve tentado copear los paisajes que se le presentan delante de los ojos; ms todava agradan los rboles y los arroyuejos, las fuentes y los prados, al poeta de ardiente imaginacin quien sus desdichas condenan vivir encerrado en cuatro paredes, siquier doladas y cubiertas de "ricos tapices, siquier desnudas y ennegrecidas por la pobreza. Nunca suspiramos tanto por la sencillez de costumbies y felicidad tianquila de la edad de oro, como cuando, vctimas de las pasiones de los hombies, no vemos en derredor sino crmenes, engaos, traiciones; y ya que no podemos trasformar el mundo, nos complacemos en forjarnos otro m u n d o ideal, sea leyendo las producciones de otros poetas, sea inventando nosotros mismos caracteres dulces inocentes, de suaves pasiones y tiernos afectos, y pintando en nuestra mente los collados y verjeles, los manantiales y las grutas que en vano buscamos en torno nuestio. Otras veces, por el contrario, cuando una serie de circunstancias favorables nos proporciona la felicidad y la quietud campestre, gozamos al comparar con la realidad los cuadros de los buenos autores; al descubrir en cada zagala una Amarilis, en cada cabrero un Comatas, en otros pastores un L)fnis un Menalcas. A s me explico, amigo mo, el que pesar de la poca aficin de V . la Poesa Buclica, haya sentido palpitar su corazn de poeta con la lectura de T e crito: aun sin ella estoy convencido d e q u e habria llegado el da en que suspirando por las delicias campestres, y hastiado de la sociedad y de la corte, se trasladara en espritu las cabanas y los bosques, y escribiera, como casi todos los vates, por lo menos una gloga un idilio. Y propsito: cul es la opinion de V . acerca de estos dos nombres con que se designan los poemas pastoriles? Permtame trascribirle lo que este propsito he encontrado en un libro italiano:
VIII

CARTA-PRLOGO. " B u c l i c a viene de /3ov y de x\ov


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voces q u e significan apacen-

tar bueyes. L a s Buclicas deberan referirse propiamente tan solo b o yeroaj-pero buclicas se llaman las de Tecrito y Virgilio, donde no son nicameute pastores de bueyes los q u e se introducen describen. E s v o j q u e comprende tanto la g l o g a c o m o el Idilio. " g l o g a {K-Xeyoo) significa en general una selucion de composicio-

nes de cualquier gnero. Esta fu su primera acepcin. Despus se llamaron as las poesas breves q u e un autor publicaba; luego cierta especie de poesas q u e algunos agradaba designar c o n tal nombre. A s Plinio en una de sus epstolas dice: Sive epigrammala, sive edyllia, sive clogas, seu, quod mull, poematia licebit voces; tgo tanlum mdccasyllabosprslo. JSegun Julio Csar Escalgero {Poet., lib. I, c. 4 ) , V i r gilio llam idilios sus composiciones; pero poco contento con su trabajo, dej de publicar muchos, y escogi solo algunos, q u e por esta razn llam glogas. E l uso luego determin su significado, tomando por norma las poesas pastorales del Prncipe de los Poetas Latinos. " I d i l i o (de 'ioi, vista, imagen) es poco diferente de la gloga. E n su origen, conforme la etimologa, solo sirvi para designar un poemita, u n a pequea descripcin pintura de cualquier gnero. L o s Idilios de Tecrito, Bion y M o s c o determinaron despus el sentido de esta voz. glogas. " L a s investigaciones de los crticos modernos, si bien nos han descubierto u n o q u e otro fragmento de idilios pardidds, nada nuevo nos han procurado sobre la vida de los antiguos Buclicos. D e Tecrito sabemos q u e naci en Siracusa, y parece que sus padres se llamaron Praxgoras y Filina. E l sobrenombre de Simiquida c o n que l mismo se pero el
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L o s rasgos ms bellos de las glogas de Virgilio perte

necen al gnero del idilio, y hay idilios de Tecrito que son verdaderas

designa, ha hecho algunos creer q u e el nombre de su padre fuese Smico, y otros que fuese u n apodo, por ser chato
CCZ/OS,-

retrato q u e conocemos de l, y que Gronovio trae en el libro 3 de sus antigedades, nos l o representa adornado de una buena nariz, destruyendo as la segunda conjetura; y en cuanto la primera, n o observaron los q u e la adoptan que aquel es u n nombre patronmico, heredado evidentemente d e sus antepasados. Fueron sus maestros, c o m o l mism o nos dice,-Filetas de"Cos, y Asclepiades de Samos, y fu contemporneo d e Arato y d e Calimaco. Pas largo tiempo en Alejandra de
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CARTA-PRLOGO. Egipto, en la corte de T o l o m e o Filadelfo; y fu protegido tambin por Geron el menor, tirano de Siracusa. E l Idilio dedicado este ltimo Nada nos revela que la fortuna no le sonri, y que si las Musas lo favdrecieron, las riquezas se mantuvieron siempre lejos de su motada. sabemos de cierto acerca de su muerte: la poca de su nacimiento p r e cie lijarse en la Olimpiada C X X V , sea hacia el ao 279 antes de la Era Cristiana y 470 de la fundacin de Roma. Bion tuvo por patria Esmirna, ciudad ilustre de la Jonia,_y patria tambin del grande Homero. Fu, segn parece, contemporneo de Tecrito y maestro de Mosco. Dnde recibi ste sus lecciones del poeta Esmirns; dnde floreci Bion; quines fueron sus padies; cul su fortuna y categora social? Nada sabemos, sino que muri vctima de alevoso veneno. Su discpulo Mosco, fu Siracusano, y algunos han querido identificarlo con Tecrito; pero del Canto Fnebre de Bion se deduce claramente que fueron distintos. Es.lstima, en verdad, que tan escasas noticias nos hayan llegado de los tres grandes Buclicos! N o es posible que gustemos, como es debido, las lucubraciones de un poeta, sin conocer fondo su vida pblica y privada, sus circunstancias, su historia, su carcter. D e Tecrito se han perdido los Himnos, Y a m b o s y Elegas, y las Esperanzas, las Pretidas y las Heronas. Nos quedan treinta idilios y algunos epigramas: ltimamente se ha descubierto y publicado en A l e mania un largo fragmento de otro idilio. De Bion y de M o s c o se han salvado en todo quince idilios, un epigrama y nueve fragmentos. M e veo ahora en la necesidad de decir V . y al pblico, algo sobre la traduccin y el traductor: al mismo tiempo hablar de las ediciones de los Buclicos Griegos, y emitir mi juicio acerca de stos. Desde muy temprano me ejercit en traducir en verso poetas antiguos y modernos. E n el colegio de Inglatena, en .que pas mi infancia, era costumbre en las aulas de Potica y Retrica sealarnos cierto nmero de lneas de H o m e r o que nos tocaba traducir en hexmetros latinos: otras veces ponamos en verso ingls odas de Horacio' trozos de V i r gilio: otras se nos mandaba escribir composiciones originales; y yo, muy menudo, con laudable fraude, prefera traducir algn fragmento de los poetas espaoles franceses, entonces ya estudiados por m y desconocidos mis condiscpulos. E n un viaje que hice mi patria al ter-

CARTA-PRLOGO. minar los estudios preparatorios, me acompa un ejemplar de los "Poet Minores Grci," y u n o de mis primeros ensayos en versificacin castellana fu la version del Idilio X X X de Tecrito, que, aunque imperfecta, he incluido en el presente volumen. E n 1868, di luz los Idilios de Bion; y c o m o en el prefacio doy algunos pormenores, quiz n o sin inters para el lector, me permitir V . que lo trascriba:
" H a c e nueve aos qu emprend por primera vez la traduccin potica de los Idilios que hoy presento l- pblico. Poco satisfecho con mi trabajo, la refund enteramente ocho meses despus, llegando hacer de algunos tiozos hasta 1res versiones diferentes. Me preparaba ya dar luz el fruto de mis fatigas, cuando, cambiando de repente de modo de pensar, destru mis manuscntos, y procur boirai su contenido de mi memoria. " N o ocultar,, por cieito, el motivo de mi extraa resolucin. Los Idilios de Bion de Esmima, aunque gentil, nada contienen que pueda llamar la atencin de los que estn costumbriedos las novelas de Dumas Fernandez y Gonzalez ;-sin embargo, hay uno que otro pasaje que no suena del todo bien odos delicados. Me vea yo, pues, en la necesidad, de ser infiel al original, de estampar palabias y fiases que pudieran escandalizar los lectores. Ni uno m oh o extremo quise adoptar, y abandon la idea de publicar mi version castellana. "Algunos aos despus vino mis manos la pieciosa homila de San Basilio, en que da varias saludables instrucciones para que la lectura de los autoies profanos, en vez de sernos nociva, nos sea til y provechosa; y le tambin este propsito lo que sobie el mismo asunto escribieron San Gernimo, San Francisco de Sales, y otros Padres y autores eclesisticos. Aplican al asunto que nos ocupa el texto del Deuteronomio ( X X I , II, 12) en que manda el Seor los Israelitas, que si entre los prisioneros de guerra se encuentra alguna hermosa cautiva quien alguno del pueblo escogido quiera unirse en matrimonio, se le haga antes cambiar su vestidura y tocado, haciendo caer los cabellos y las uas bajo la tijera punficadora, siendo entonces permitido el enlace. As dicen que hemos de hacer con los autores pioanos: despojarlos de lo suprfluo y poco delicado, y aprovecharnos de lo dems paianuestra mstruccion. "Esto me hizo volve pensar en la publicacin de mis Idilios traducidos, quitndome al par el escrpulo de ocuparme en asuntos demasiado profanos, y el de ser algo infiel al original desechando los pocos, poqusimos pasajes, en que el pagano Bion falta algn tanto la decencia y al decoro. Habiendo gozado ltimamente de varios meses de ocio y de quietud, he podido entregarme en la soledad de estas montaas, mis estudios favoritos, y he llamado la memoria y consignado al papel mi antigua version. Est hecha sobre la edicin griega de Londres de 1728, aunque en algunos puntos me aparto de la lectura comn. Consult tambin en Roma, un hermossimo ejemplar de la Biblioteca Casanatense, de que trascrib vaiios pasajes que me han servido muchoH e comparado asimismo mi version con la que en hexmetros latinos hizo el Conde Bernardo Zamagna, y con la italiana de Luigi Buchetti. Naturalmente, mi memoria no habia conservado todas y cada una de las palabras de mi primitiva version; algunos pasajes no me agradaron al retocarlos ahora de nuevo; muchos trozos, pues, y aun Idilios enteros, estn completamente refundidos, siendo la atarla traduccin de muchos de ellos la que ofrezco al pblico. No ha faltado, pues, diligencia, y los defectos de que adolece
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CARTA-PRLOGO. mi version no deben atribuirse ms que carencia de genio potico. Como no aspiro adquirir gloria, tampoco temo la crtica, por severa y desfavorable que sea. " A l dar luz esta traduccin mtrica de los Idilios de Bion de Esmima, lo que me mueve es el deseo tie promover en la juventud mexicana el estudio del incomparable idioma griego, inspirar aficin su riqusima literatura. Algunos espritus demasiado austeos juzgain que mejor hubiera podido hacerlo con una traduccin 6 un anlisis de alguna homila del Crisstomo. Pero, sea dicho con perdn del Abate Gaume y de los admiradores de sus utopias, me atengo ms la experiencia de todos los siglos que nos han precedido, al ejemplo de peisonajes clebres por su pjedad no menos .que por sus letias, y las doctrinas contenidas en una carta eciente del Cardenal .Vicario de Roma. Presentad un joven, no digo una homila de un Santo Padre, sino una arenga de Demstenes, y lejos de aficionarse un estudio ando y difcil en los principios, arrojar gramticas y diccionarios, y correr en busca de una novela de Eugenio Sue. N o as dndole desde luego la leche y suaves manjares que requiere la infancia: poco poco se acostumbrar ms slidos alimentos, y no le arredrarn despus las'pgmas de los Basilios y Gregoiips. E l mismo Cnsstomo se'deleitaba en la lectura de los Cmicos Griegos, y l debemos la conservacin de las pocas comedias que nos restan de Aristfanes. Aun el grande Apstol San Pablo, no temi citai, entie los textos dictados por el Espntu Santo, los versos de un poeta profano. Animado con tan ilustres ejemplos, no he vacilado'en dar luz la version castellana dlos Idilios de Bion: si el pblico la juzga favorablemente, empiender otros trabajos mayores; si su fallo es demasiado seveio, omper para, siempre mi destemplada liia.Valenciana, 20 de Junio de 1868." Usted sabe la buena acogida q u e tuvo mi publicacin, y recordar q u e un a o despus hacia y o imprimir en el peridico literario ' 'El Rena-

cimiento," el Idilio I I I de Mosco, precedido de la siguiente carta los Sres. D . Jos Sebastian Segura y D . Ignacio M . A l t a m i r a n o : " L a benvola acogida con que honrasteis nu version mtnca de los Idilios de Bion de Esmirna me sugiri la idea, mejor dicho, me confirm en el propsito', de traducir en verso castellano los otros dos Buclicos Griegos. Las multiplicadas ocupaciones y viajes casi continuos me han privado de la tianquvhdad y reposo que se requieren para semejante empresa; as es que apenas he podido dehnear los piincipales cuadros de Mosco de Siracusa, sin acabar ms que uno solo, y aun ste no me ha sido posible etocailo. Es el que hoy os ofrezco, y en el cual presenta el discpulo su maestro espitando vctima del veneno y llorado por los dioses, por los hombres y por toda la naturaleza. E l original es inimitable; mi copia no puede menos que ser pobrsima. Sea como fuere, vosotros la dedico, y por vuestro medio la juventud estudiosa de Mxico y los amantes de la Literatura Griega." Estas lneas trazaba mi pluma en vsperas de un largo viaje E u r o pa, frica y Asia. A mi vuelta A m r i c a ya me era imposible disfrutar de aquella quietud y aquel ocio, si n o indispensables, al menos m u y provechosos para los trabajos literarios. Revestido de una dignidad que solo me traa sinsabores; condenado por mi arduo ministerio una vida XII

CARTA-PRLOGO. errante, agitada y de incesante ocupacin, me fu preciso hacer pedazos lira y zampona; y el bculo, que Valbuena no impidi sonar la pica trompa ni "el caramillo pastoril, entregado Ipandro A c a i c o en sus verdes aos, cort el vuelo su Musa casi adolescente. Pas m u cho tiempo sin que soara escribir ni un solo verso, y crea que desde 1870 habia sonado la hora de exclamar con el Vate L a t i n o :

Ntmc Hague el ve>-sus, l calera ludiera pono.

M e enga. Acontecimientos que V . conoce, me hicieron volver pulsar la zampona principios de 1875, mas bien por distraccin y juguete, que con el intento deliberado de consagrarme otra vez la poesa. Mis quehaceres y sinsabores, en vez de disminuir, se haban centuplicado; pero esto mismo hacia que las Musas me suministrasen doble consuelo en medio de las amarguras que me aquejaban. Las noches insomnes me parecan breves, cuando las llenaba traduciendo algn pasaje de T e c r i t o ; y los ardores del sol tropical se templaban para m, cuando al trote sobre m i no cansado caballo, ponia en versos castellanos el viaje martimo de la ninfa Europa, describa en romance los umbrosos verjeles en que se celebraran las fiestas de Cres. Estos pormenores tengo que consignarlos, para que disculpe el lector las faltas inevitables y l o s descuidos de una version hecha con el nimo agitado y el cuerpo extenuado con el movimiento, las fatigas de viajes continuos por regiones casi desiertas, y la inedia y privaciones que acompaaban tales jornadas. N o tenia y o entonces mas texto que la pequea edicin de Boissonade (Paris, 1823), y en vez de diccionario, que no poda llevar conmigo, me ayudaba tan solo la version potica italiana de Pagnini, que en la edicin diamante de Florencia, podia guardar en mi faltriquera. Err el espacio de seis meses habia terminado la version de Tecrito y Mosco, y recordara V . que en Octubre de 1875 la empez V . dar la prensa. E l viaje Europa que me vi obligado emprender principios del ao prximo pasado, m e fu en extremo piovechoso. Visit varias Bibliotecas, conoc y cotej casi todas las ediciones y muchos m a nuscritos de los Buclicos Griegos, y pude comparar mi version con la mayor parte de las inglesas, francesas italianas en verso y en prosa. Sin contar las ediciones de Parma, Paris, Londres, Dublin y Oxford

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CARTA-PRLOGO. que adquir y conservo, pude pasar los ojos por las de A l d o M a n u c i o ( 1 4 9 5 ) , Giunta ( 1 5 1 6 ) , Caliergo (tambin 1 5 1 6 ) , Enrique Stfano ( 1 5 6 6 ) , Heinsio (1604) y R e i s t e ( 1 7 6 5 ) , ms de otras que no es preciso enumerar, y examin minuciosamente los preciosos manuscritos que encierra la Biblioteca Laurenciana de Florencia. N o especificar las traducciones por m consultadas; solo s manifestar V . el placer que sent al ver que en ningn punto esencial habia errado, y que, como version, puede la mia sostener el cotejo con cualquiera de las que se han hecho hasta el dia. Particular satisfaccin me caus el ver la traduccin expurgada de un docto clrigo anglicano, cuyo nombre comet la indiscrecin de no apuntar. N o parece sino que nos habamos puesto de acuerdo sobre los puntos que deban omitirse, y sobre el modo de hacer las convenientes sustituciones de palabras y frases. Si en algo diferimos, es en que y o he sido ms escrupuloso al expurgar que el ministro protestante; y esto me tranquiliza ms y ms al dar luz las poesas de Teciito, pues no creo que los odos meridionales sean ms delicados que los ingleses. Tecrito, al pintar la vida campestre, copi lo que vea sin reticencia alguna; y al expresar las pasiones de los pastores, no se par considerar si eran no conformes al deber y los instintos naturales; de igual manera que San Pedio D a m i a n o no tuvo reparo en describir los idnticos desordenados afectos, que en su tiempo predominaban despecho del cristianismo. Y ser esto una razn para que los condenemos, y miremos con horror cuanto han escrito? Si el primero no profiri una palabra de reprobacin para esos tristsimos deslices, fu porque su religion no los prohiba, sino al contrario, los autorizaba con el ejemplo nada menos que del Padre de los Dioses, y de casi todos sus hroes y divinidades. L o que s debemos hacer, es suprimir de las ediciones de sus obras (fuera de aquellas destinadas tan solo los eruditos y en el idioma original) todos los pasajes que ofendan al p u d o i ; y hechas las supresiones y cambios necesarios, aprovecharnos de sus bellezas, y darlas conocer la juventud estudiosa. Por eso omit p o r completo los Idilios X I I , X X V I I y X X I X de T e crito; y cuando por cortesa del eiudito Bibliotecario de la Laurenciana, tuve en mis manos el nuevo Idilio recin descubierto, me abstuve de traducirlo, pesar de lo lisonjero que me habra sido el ser el primero en incorporarlo las dems obras. Por eso suprim el principio del Idixry

CARTA-PRLOGO. lio X I I I , y en ste y en el X I V hice varias sustituciones. Por eso el lector erudito hallar, al cotejar mi version con el original, varias omisiones de palabras y frases; muchos conceptos atenuados, y otras laudables infidelidades. Era mi intencin enumerarlas todas; pero al fin me he abstenido de un trabajo que resultara intil, cansado y quizs indiscreto. Por lo dems, he sido fiel en expresar los conceptos, los giros y las frases del original; y aun los eptetos peculiares del idioma griego los "he vertido siempre al castellano. Esto no quiere decir que me haya apegado al texto con escrupulosa minuciosidad. Antes bien he parafraseado una que otra vez; y aunque procurando conservar siempre el perfume griego, he revestido mi traduccin (si as puedo expresarme), con el traje espaol. Traducir H o m e r o en verso suelto, me parece practicable aunque difcil; pero, por hacer alarde de una fidelidad inoportuna, poner en endecaslabos no rimados odas pindricas canciones buclicas, lo juzgo en extremo impropio y altamente reprobable. A u n o q u e otro Idilio conviene esta clase de versificacin; pero ni Garcilaso ni V a l b u e n a hicieron sus pastores cantar en verso suelto, ni Herrera en las glogas elegas que imit y casi tradujo de Tecrito y Bion, h u y de las dificultades de la rima. Quien lea la version de los Buclicos de D . Josef Antonio Conde, no solo no se formar una idea justa del original, pero ni siquiera podr saborear un instante alguna de sus innumerables bellezas; tanto ms cuanto que sacrific en m u chos puntos, una brevedad y una concision incompatibles, la claridad y la exactitud. N o todas las obras que nos quedan de Tecrito, Bion y M o s c o son del gnero pastoril. Del primero solo pueden llamarse composiciones b u clicas los primeros nueve Idilios y el undcimo. M e he servido de la silva para el I y I I , tanto ms cuanto que los intercalares que en ambos ocurren desiguales distancias, casi no me dejaban otra eleccin. E n - e l I I I , I V y V pude servirme de tercetos; el V I y X I los traduje en octavas. A l hacer la version del magnfico Idilio descriptivo que hallamos bajo el nmero V I I , quise tener ms libertad, y despecho del incontentable Hermosilla, us del romance endecaslabo: con todo, al tratarse de las canciones, las puse en estrofas iguales y rimadas. E n el Idilio V I I I , aunque la narracin est en silva, traslad los versos amebeos alternativos, en cuanto lo permite la ndole de nuestro idioma, t o d a la regularidad de los griegos y latinos, y la severidad de sus reglas.
XV

CARTA-PRLOGO. E n el I X puse en sonetos, y en el X en pequeas estrofas de cinco versos, las canciones de los interlocutores, hallndose el resto en tercetos. D e la silva me volv servir paia los idilios X I I I y X X I V , y de los tercetos para el X V I I , X X y X X I I I , - s i e n d o este ltimo una verdadera elega. E l animado dilogo del X I V , me pareci que estara bien en cuartetas de ocho slabas, estilo de nuestras comedias antiguas; y en versos de arte menor puse igualmente el X X V I I . L a accin rpida del X X V I y el fuego bquico que respira, me pareci exigir estrofas decaslabas, y el X X X , que es una verdadera anacrentica, no me dejaba eleccin. L o s Idilios X X I I y X X V son ms bien himnos, y aun parecen fragmentos picos, y los habra puesto en octavas, si los dilogos que en ambos se encuentran me lo hubiean permitido. Restbame cscogei entre el romance endecaslabo y el verso suelto; y desconfiando de m mismo, prefer el primero, que exige menos maestra que el segundo. M e atrev, sin embargo, desembarazarme de la rima y del asonante en el Idilio X V I : ello se presta el asunto tan serio y la gravedad que respira desde el piincipio hasta el fin; pero no s si habr tenido buen xito en este mi primer ensayo. N o cansar V . con ms pormenores : V . y el pblico juzgarn si he acertado en mi eleccin de metros, y solo aadir que, con excepcin del omance endecaslabo, en todo lo dems he procurado seguir las huellas de nuestros buenos poetas del siglo X V I . Si para traducir bun un poeta, se requiere otro poeta, segn el bien

conocido axioma, para expresar en un idioma moderno la graciosa sencillez, la riqueza de lenguaje y la magnifiencia de descripcin que caracterizan Tecrito, sena preciso, n o solo un poeta del calibre del modelo, sino una lengua tan flexible y tan rica como la griega. Difcil es encontrar reunidas todas estas circunstancias; y ni aun Virgilio ni Ovidio, pesar de su genio y de la nqueza de la lengua latina, igualaron al Buclico de Siracusa en los pasajes que imitaron tradujeron. "Tecrito (dice el Italiano V m c e n z o Gravina, Delia Ragion Potica, c. X X I I I ) , Tecrito, que imit las costumbres pastorales, fu felicsimo en su empresa; pues ni ofendi la simplicidad con su cultura, ni con representar los puntos ms finos de las pasiones perdi el carcter de la rusticidad; y todos sus pensamientos y maneras parecen nacidas de la mente grosera de aquellos pastores. E n las cosas y en las expresiones lo hallamos moderado por justas medidas, y templado por xvi

CARTA-PRLOGO. suavsima gracia, que resulta de la dulce combinacin de las palabras y de la delicadeza que en todas partes conserva." Mosco y Bion ofrecen dificultades algo menores al traductor moderno. Ms refinados que Tecrito, ms cuidadosos en la eleccin de palabras, sin la sencillez ni la negligencia que en aquel encontramos, pueden sus Idilios traducirse ms literalmente, sin que resulte tal simplicidad falta de elegancia que desagrade nuestros odos. T o d a edicin de los poetas antiguos ha menester de notas; y cuando se trata, sea de jvenes estudiantes, sea de personas no versadas profundamente en la Mitologa, Historia Antigua y Arqueologa, stas se hacen de todo punto indispensables. E n las que he puesto al fin de mi version he procurado ser breve al mismo tiempo que claro, y he evitad o particularmente el distraer la atencin del lector con multiplicados nmeros y llamadas. L a parte crtica y filolgica es bastante reducida: me he extendido ms en explicaciones histricas y mitolgicas. L a mayor parte son fruto de mis propios estudios en estas materias: algunas veces, cuando las necesidades del lector espaol me han parecido idnticas las del lector italiano, y mi m o d o de pensar coincida con el de Pagnini, me he aprovechado de las investigaciones, y casi de las palabras, del sabio Carmelita. ' ' E n este tiempo de ampulosidad y de afectacin, no estn nunca de ms los ejemplos de una poesa natural, sobria y elegante, como la de los Griegos T e n e m o s conceptos ms elevados y ms justos que los antiguos; pero nos falta m u c h o en el estilo, y es bien sabido que el estilo es la vida de la poesa." D e estas y otras observaciones semejantes se hacia preceder en Italia, no h mucho, la edicin de una gran parte de los Poetas Griegos, traducidos en verso Toscano. M e parecen muy acomodadas nuestras circunstancias, y no puedo menos que trascribirlas al lanzar al pblico mexicano y espaol mi version del Prncipe de Jos Buclicos, y de sus dos gloriosos mulos. N o s qu crtico, al examinar las poesas pastoriles de Valbuena, manifiesta el deseo de que el Obispo de P u e r t o - R i c o , en vez de imitar libremente, hubiese consagrado su gran talento hacer una traduccin completa de Tecrito, B i o n y Mosco. L o s deseos del censor acaban de realizarse, en el pas en que traz la Grandeza Mexicana aquel grande ingenio, y en que estudi por vez primera los soberbios modelos en que calc su Siglo de Oro. M u y inferior al del Prelado-poeta es el numen del temerario apren-

xvn

CARTA-PRLOGO. diz que osa en cierto modo emularlo; pero confio en que mi tentativa no ser mal recibida por el pblico, y que incitar otros emprender trabajos ms acabados del mismo gnero. Doy V . las gracias, amigo mi, por el mprobo trabajo de revisar mis versos y corregir la impresin, q u e tuvo V . bien tomarse; y las doy igualmente nuestro co-acadmico D . Jos Sebastian Segura, q u e condescendi en asociarse V . en la molestsima tarea. Acepte V . , e n prenda de mi gratitud y estimacin, la dedicatoria del primer Idilio, e n mi concepto y en el de V . uno de los ms bellos-que escribi el Prncipe de los Buclicos. A mi buen amigo Segura, en reconocimiento de sus trabajos y benevolencia, consagro la que con justicia se ha denominado Reina de las glogas. A otras personas quienes estoy ligado con los vnculos del parentesco, de la gratitud de la amistad, que me han estimulado en mis trabajos literarios, h e dedicado igualmente otras versiones, y confio n o desdearn esta manifestacin de mis particulares y desinteresados sentimientos. E n el mundo literario deseo ser conocido nicamente con el n o m bre de IPANDRO A C A I C O , y ruego V . y todos mis amigos q u e n o m e

arranquen el tnue velo del seudnimo q u e m e asign la Arcadia de Roma. Creo poderlo exigir aun de mis enemigos. Ellos, mejor que y o , saben que es grande agravio en el carnaval y prueba de salvaje descortesa, el llamar por su nombre descubrir al que lleva careta, por ms que ste sea conocido y se le trasluzca el rostro bajo su a"htifaz. L o s crticos ms mordaces de la civilizada Europa han respetado siempre el seudnimo, y creo n o es demasiado pedir l o mismo en la Repblica de Mxico. L a correccin y belleza de la presente edicin demuestran el buen gusto de nuestro tipgrafo, y el empeo que ha tomado en colocar su establecimiento la altura de los mejores. U n o que otro descuido venial del cajista de m mismo, l o hallar el pblico salvado' en la Fe de erratas, que ruego al lector n o deje de ver. Rstame manifestar mi gratitud nuestos' colegas de la A c a d e m i a Mexicana Correspondiente de la Real Espaola, por la deferencia, para m tan honrosa, de hacer suya mi pobre version, publicndola bajo su nombre. L o s temores que, aun ltima hora me asaltaban, se han desvanecido por completo, al verme escudado por una corporacin que cuenta en su seno varones tan ilustres como Arango y Escandon,
XVIII

CARTA-PRLOGO. Bassoco, Collado, Garca Icazbalceta, Pea, y otros que V . y el pblic o conocen y estiman. Esto m e asegura el amparo de la insigne A c a demia de Madrid, que estamos ligados con vnculos tan estrechos, y m e granjear tambin, c o m o espero, la benevolencia de mis lectores. T e r m i n o , amigo mi, esta larga Carta-prefacio, asegurando V . la eterna amistad de quien se repite

Siempre Suyo, IPANDRO ACAICO.

Mxico, 29 de Setiembre de 18 77.

XIX

I D I L I O S

DE

TECRITO

I D I L I O I.

TRSIS O L A CANCIN.

DEDICADO POR E L TRADUCTOR

A D O N JOS M A R A R O A B A R C E N A .

ARGUMENTO.

I N este Idilio, de forma dramtica, se introducen dos pastores,

T I R S I S , y un C A B R E R O , cuyo nombre no se especifica; la persona del poeta no aparece. En el trascurso del dilogo T I R S I S

narra en una cancin la desgiaciada muerte de Dafnis, y al terminar recibe en premio una cabra y un precioso vaso pastoril. L a escena pasa en Sicilia. Virgilio, en la gloga dcima principalmente, y el Obispo Valbuena en la primera, han imitado varios pasajes de esta composicin.

TIRSIS, CABRERO.
TIRSIS. >

Cuan dulce es el susurro de este p i n o Q u e junto al claro manantial resuena! Cuan dulce de tu avena E s , oh Cabrero, el modulado trino!

IDILIO

I.
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Despues de Pan d i v i n o

Tendrs el mayor premio. Si un carnero Acepta vuestro Dios, ser tu prenda U n a fecunda cabra; y si en ofrenda El recibe una cabra, entonces quiero Donarte una cabrita: Q u e su carne, primero Q u e la hayan ordeado, es exquisita.

CABRERO.

Es, oh Pastor! tu cntico mas blando Q u e las sonoras linfas Q u e de alta pea bajan murmurando. Si las Pierias Ninfas 3 E n regalo una oveja recibieren, T e ofrecer sencillo Nevado corderillo Q u e el seno de la madre an no deja: Si el "cordero pfefieren, En recompensa aceptars la oveja.

TIRSIS.

No quieres (por las Ninfas te lo pido) N o quieres oh Cabrero! En la falda sentarte de este otero Entre los tamarices; y al sonido D e tu zampona principiar un canto? Y o tus cabritas pacer entretanto.

I D I L I O I.

CAHKERO. N o puedo, no, Pastor. N o es permitido A nosotros taer medio dia L a flauta; porque Pan A reposar se acuesta Cansado de su larga cacera. Su clera tememos; que es terrible Cuando la ira lo embarga, Y tiene en la nariz bilis amarga. Mas t (que el fin sensible Oh Tirsis! y el amor infortunado D e Damis* bien conoces, y has llegado D e los metros buclicos al colmo) Acrcate gentil; bajo aquel olmo Sintate complaciente, Y canta de las Nyades s divinas Y de Priapo enfrente: All un rstico banco, all hay encinas. Y si tan suavemente modulares Como aquella ocasin, que al Africano Crmis audaz vencieron tus cantares, Tres veces ordear podr tu mano U n a cabra que tengo con dos hijas, Y que aunque dos cabritas amamanta, "-" L e sobra leche tanta Q u e llena cada dia dos vasijas. Tambin un vaso nuevo quiero darte D e reluciente cera barnizado;
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hacia la siesta

I D I L I O I.

Profundo, de asa doble, con mucha arte H poco cincelado, Tanto, que aun le dura El olor de la fresca entalladura. Hiedra de parte parte Circunda el labio, hiedra entrelazada Con la preciosa flor de maravilla; Y una parra, de prpura esmaltada, Serpea mas abajo por la orilla. A d e n t r o una mujer, divina hechura, Esculpida se mira; en torno al cuello Graciosa red encierra su cabello; Flotan al aire manto y vestidura. A diestra y siniestra H a y dos elegantsimos varones Disputando con speras razones. Indiferencia muestra Ella, y y a al uno sonriendo mira, Y a vuelta al otro plcida suspira; Y en vano de los jvenes los ojos Brillan de amor, de celos y de enojos. Bien esculpida cerca se divisa U n a escarpada roca: Sobre ella un viejo pescador coloca Su red toda prisa, Y en actitud parece D e lanzarla la mar: la efigie ofrece Gran perfeccin; y de su cuerpo todo Diras que los msculos emplea
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I D I L I O I.

Para pescar; se le hinchan de tal modo L a s venas del pescuezo, aunque y a sea D e rostro ajado y cano. Vigor de juventud tiene el anciano! D e l viejo pescador no gran distancia U n a via se observa (rico entalle!) D e racimos cargada en abundancia. T r a s de las espinosas Cercas la guarda un nio: dos raposas Giran en torno; v a de calle en calle Comiendo uva madura L a una. Junto la cesta A c e c h a la otra y robar se apresta, Y no apartarse jura Sin haber hecho el postrimer esfuerzo Para dejar al nio sin almuerzo. E n tanto el mozalvete cabizbajo D e espigas y de juncos entreteje Vistosa trampa de cojer cigarras,? Y atento su trabajo, N o le importa la cesta ni las parras Ni que la zorra sin comer lo deje. El vaso en fin circunda . Elico portento! D e suave acanto artstica corona. El corazn se inunda A l verlo de estupor y de contento. L o trajo en un bajel de C a l i d o n a
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U n marinero; y dle en recompensa

I D I L I O I.

A ms de un bello queso (enorme disco D e blanca leche densa) L a cabra ms hermosa de mi aprisco. El rico vaso aun no toc mi labio: Intacto lo conservo Sin el menor resabio, Y para t gustoso lo reservo Si repetirme quieres El himno melodioso que te pido. Canta, amigo querido, Q u e no te envidio. O Pluton prefieres Reservarlo en el reino del olvido?

TIRSIS

Musas del alma mia! Empezad una agreste meloda, A Trsu el del Etna veis delante V esta de Tirsis es la voz sonante.

Oh Ninfas! Q u collado, Q u bosque verde prado, Q u valle os esconda, Cuando el pastor mas lindo Cuando Dafnis de amor triste mora? En el risueo Pind Morabais por acaso O en las amenas selvas del Parnaso? 9 A h ! N o la gran corriente
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IDILIO I. D e A n a p o os albergaba Ni de Acis el torrente; Ni vuestra planta erraba Del Mongibelo entre la ardiente lava. Musas del alma mia! Empezad una agreste meloda.

Los lobos y los linces doloridos Con lgubres aullidos Vinieron llorar Dafnis muerto: * Y aun el len furioso Que habita el bosque umbroso Unira sus lgrimas de cierto. Musas del alma mia! Empezad una. agreste meloda.

Cuntas vacas y cuntas Terneras sus plantas Vinieron verter amargo lloro! N o hubo becerro toro Que su dolor extrao Permaneciera mudo en el rebao. Musas del alma mia! Empezad una agreste meloda.

Mercurio fu el primero Que del monte baj. Con lastimero Acento, "Dafnis (dijo),
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I D I L I O I.

Oh Dafnis, mi buen hijo! Quin as te desgarra carnicero? Dime: quin es la dama C u y o funesto amor as te inflama? "
i Musas del alma mia! Empezad una agreste meloda.

Vinieron los vaqueros, Vinieron los pastores y cabreros Pidiendo todos de su mal noticias. V i n o Priapo y dijo: "Dafnis triste! Por qu as te consumes ? L a doncella Q u e fuera tus delicias, Por las fuentes y selvas que con ella U n tiempo recorriste Con pi veloz siguiendo va tu huella.

( i Musas del alma ma ! Empezad una agreste meloda. )

" " Enamorado ciego! Cul te devora incomprensible fuego! Por zagal en amores moderado A n t e s eras tenido. Cmo es que en amador desenfrenado D e sbito te miro convertido? A y ! Quin tu corazn ha corrompido?
(Musas del alma mia! Empezad una agreste meloda. )
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I D I L I O I.

" S i una zagala miras L u e g o de amor suspiras. Y si en festiva danza S e renen las vrgenes de tarde T u pecho frvido arde D e acudir bailar con la esperanza; Y porque no se cumple tu deseo, Pobre de t! languidecer te v e o . " N o d i o el zagal respuesta; Mas su pasin funesta Continu fomentando Y de su vida el fin acelerando.
Musas del alma mia' Empezad una agreste meloda.

A c u d i la postrera Sonriendo la Diosa, de Citera. [ E n su alma sonrea Y aparentaba fuera G r a v e dolor y llanto de a g o n a ] Y dijo. " T r i s t e Dafnis! T e gloriabas D e triunfar del flechador Cupido. C m o de A m o r vencido H o y en el polvo t la frente clavas?
Musas del alma mia! Empezad una agreste meloda.

Dafnis le replic: " V e n u s tirana,

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Vnus odiosa, Vnus inhumana!


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I D I L I O I.

Conque anunciarme quiere T u voz que y a se puso Para Dafnis el Sol? Bien; no rehuso Cumplir con mi destino. Dafnis muere Pero hasta en el Infierno Dafnis ser de A m o r tormento eterno.
(Musas del alma mia! Empezad una agreste meloda. )

"Mrchate al monte de Ida, donde es fama Q u e V n u s el pastor. . . A Anquses llama; H a y encinas all grandes y aejas; A q u tan solo pobres matorrales, Y suaves las abejas Susurran en redor de los panales.
( i Musas del alma mia! Empezad una agreste meloda, )

"Qu! Y a no te enamora D e Adonis la belleza? All su g r e y apacentando mora; Corre por la maleza L a s liebres persiguiendo Y lazos las fieras va tendiendo.
(Musas del alma mia' Empezad una "agreste meloda )

" Presntate, si puedes Otra vez luchar con D i o m e d e s .


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I D I L I O I.

Y dle: El brazo mi Venci por fin Dafnis el mancebo

Que ovejas custodiaba; ven de nuevo Conmigo combatir: te desafio.


(Musas del alma mia! Empezad una agreste meloda. )

"Lobos, linces, adis! Oh de la selva Habitadores, Osos! El postrero A d i s os dice Dafnis el vaquero. Q u e con vosotros vuelva Entre los bosques habitar sombros El hado inexorable me rehusa. Adis, fuente Aretusa! "3 Adis, vosotros, caudalosos rios, Q u e de Tmbride bello al seno blando

Llevis .vuestra corriente murmurando!


? (Musas del alma mia! Empezad una agreste meloda. )

" A q u e l Dafnis s o y y o que sus terneras A q u pacer solia. El. Dafnis que traa Sus vacas beber estas riberas.
(Musas del alma mia! Empezad una agreste meloda. )

"Oh Pan, oh Pan! Y a habites este instante L a cumbre del L i c e o , ^ y a el gigante


ii

I D I L I O I.

Mnalo monte recorriendo vayas, V e n de Sicilia las remotas playas. Deja de Hlice el cabo: el monumento Deja de Licanides grandioso; Sepulcro glorioso Para los mismos Nmenes portento.
(Musas del alma.mia! Y a terminad la agreste meloda. )

" V e n oh R e y y Seor! T o m a r se d i g n e T u mano bondadosa Esta zampona armnica y vistosa D e cera sin igual trabajo insigne. Y a no es al canto nueva, Mis labios bien conoce: Tmala oh Pan! y o siento que veloce A l Reino de Pluton A m o r me lleva.
(Musas del alma mia! Y a terminad la agreste meloda. )

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" D e las espinas nardos Y de las zarzas violas; D e los punzantes cardos Nazcan las amapolas: Del enebro coposo El narciso germine primoroso. T o d o se trueque el mundo en el momento Q u e exhale Dafnis el postrer aliento: Peras produzca el pino,
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I D I L I O I.

Coja al lebrel el ciervo; D e l ruiseor'el trino Supere el buho y el graznante cuervo."


Musas del alma mia! Y a terminad la agreste meloda.

Y a ms decir no pudo El zagal, de la muerte al golpe rudo. Depuesta su fiereza L l e g Ciprina con amante mano A sostener su lnguida cabeza. Mas ay! socorro vano, Esfuerzo bien tardo. Estambre no restbale la Parear ? V o l la negra barca Y cruz Dafnis el funesto rio. S u s ondas bramadoras Por siempre arrebataron al mancebo Grato las Hijas del amable F e b o , D e Pind habitadoras, Y las ninfas tampoco indiferente Q u e moran en cada rbol, rio y fuente.
Musas del alma mia! Y a terminad la agreste meloda.
1

A m i g o , v e cumplida mi palabra. D a m e ordear la cabra, Y entrgame mi vaso Para brindar con nctar delicioso
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IDILIO

Ror las sagradas Ninfas del Parnaso. Adis, oh Musas bellas! U n cantar os reservo ms sabroso Para otra vez, si place las estrellas.
CABRERO.

Ojal que tu boca regalada Baar en miel pudiera refinada! Ojal que tus labios de corales Llevar me fuera dado cien panales! Q u e v e n g a tu apetito A saciar mereces Siempre aquel higo de E g i l o
, s

exquisito.

Cantas mejor que el ruiseor *9 mil veces! T u vaso, amigo, toma. Mira cuan bello; v qu suave aront Exhala perfumado : Parece que lavado F u de las H o r a s
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en la dulce fuente.
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Acrcate, C i s e t a Ordala t ahora

encantadora.

Oh Tirsis! suavemente. Vosotras, paced juntas entretanto, Cabritas; no os infunda el lobo espanto.

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I D I L I O II.

LA H E C H I C E R A .
ARGUMENTO.

llMETA, abandonada por su esposo DEWIs, procura atraerlo con filtros amatorios, hechizos y canciones mgicos, ayudada de vi criada Tf.stii.is, invocando A la Lana y i Hcate. Ella habla en todo el Idilio dirigindose unas veces A la doncella y otras A estas divinidades; y se supone que va acompaando sus palabras con acciones simblicas. La segunda parte de la gloga octava de V I R G I L I O es una imitacin del presente poema.

D mis lauros estn ? Dnde reservas Mis filtros y mis yerbas? Trelos aqu, Testlis; de cordero Con purpurina lana el cliz ata: Con mgicos hechizos ligar quiero A l vil esposo cuyo amor me mata. Y a doce largos dias ha durado L a ausencia del esquivo: N o le importa al cruel si muero vivo Ni mi puerta ingratsimo! ha llamado.
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1

I D I L I O II.

Amor, voluble Numen, y Citres D e cierto lo han llevado otros placeres. A la palestra ir de T i m a g e t o
2

Maana mismo', y pblico reproche Dirigir al infiel; por esta noche Con mis hechizos lo tendr sujeto. O h Luna ! 3 t entretanto Cual nunca brilla hermosa; A t quiero mi canto Dirigir en voz baja, oh casta Diosa! Y Hcate pavorosa Q u e s la tierra habita, Y cuando entre la sangre y los sepulcros Gira, terror excita En los mastines y cachorros pulcros. 4 Salve, Hcate tremenda! A q u te queda Hasta el fin de mi hechizo; y haz que pueda Mi ponzoa tener virtud no menos Grande, que de MedeaS los venenos O de Circe la blonda Perimeda.

H a z retornar al prfido, pezpita, 6 Que mis amores y mi casa evita.

En el hogar caliente Y a se te quema, oh msera! la harina, Esprcela, Testlis, d tu mente H a volado? Asesina! Pretendes t tambiem darme sonrojo ?
i6

I D I L I O II.

Ea, esprcela al viento Y clama, de esparcirla en el momento: " Yo los huesos de Delfis as arrojo!'

H a z retornar al prfido, pezpita, Q u e niis amores y mi casa evita.

Delfis me martiriza: E n Delfis este lauro hago ceniza. Cruje el lauro al arder, y en el instante V i v i d a llama se alza chispeante, Y se consume todo Sin dejar ni pavesas en el fuego. L a carne del traidor del mismo modo A las llamas entrego. '

H a z retornar al prfido, pezpita, Q u e mis amores y mi casa evita.

A s como esta cera C o n el favor divino y o derrito; A s Delfis el Mindio prontamente A mi v o z obediente Derrtase de amor; y la manera Q u e esta rueda de bronce en torno agito. D e V n u s con la ayuda Girando Delfis mi puerta acuda.
H a z retornar al prfido, pezpita, Q u e mis amores y mi casa evita,
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I D I L I O II.

V o y hacer de salvado el sacrificio Diana! S e a propicio T u numen sacrosanto. T puedes en el fondo del A v e r n o Mover al inflexible Radamanto? Y cuanto haya de fuerte en el Infierno. Y a se o y e de los perros el ladrido En la ciudad: los t r i v i o s ha venido A recorrer Diana. Suena, Testlis, suena la campana.
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Haz retornar al prfido, pezpita, Que mis amores y mi casa evita.

Mirad! El Ponto calla Y se adormece el viento; Pero en mi pecho estalla Con mas furor mi amargo sentimiento. N o cede ni un momento El fuego que me inflama Por el esposo mi. Robme mi albedro Y hoy en mi seno el deshonor derrama.
Haz retornai al prfido, pezpita, Que mis amores y mi casa evita.

Tres veces santa Diosa! el vaso apuro Y tres veces pronuncio este conjuro: "Quienquier que sea la mujer dichosa
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I D I L I O IL

Q u e me usurpa mi amor, el fementido E n tan profundo olvido L a deje cual T e s e o Ariadna hermosa. 9
H a z retornar al prfido, pezpita, Q u e mis amores y mi casa evita.

H a y en Arcadia venenosa planta; Hipmanes la llaman los donceles, ' Y tiene fuerza tanta Q u e hace bajar del monte los corceles. A h ! L a virtud oculta de su tallo H a g a que la palestra resbalosa A b a n d o n e mi indmito caballo Y torne Delfis su amante esposa.
H a z retornar al prfido, pezpita, Q u e mis amores y mi casa evita.

L a fimbria de su blanca v e s t i d u r a D e j perdida Delfis: en girones

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L a arrojo arder en medio los tizones. A y de m sin ventura ! Desapiadado A m o r ! P o r qu adherido A mi cuerpo infeliz, cual chupadora Palustre sanguijuela, no has bebido Mi sangre hora tras hora?
H a z retornar al prfido, pezpita, Q u e mis amores y mi casa evita.

Con esta machacada lagartija U n a pocin de muerte


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I D I L I O II.

Maana v o y hacerte. Y t, Testlis, hija, T o m a por el momento L o s venenos letales que he mezclado, Y v ungir el umbral de su aposento, Ese umbral que tengo todava Mi corazn atado, (Mas no importa al infiel si me acongojo) Y escupindolo di, Testlis mia: ''Yo los huesos de Delfis as arrojo."
Haz retornar al prfido, pezpita, Que mis amores y mi casa evita.
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A h o r a que solitaria y sin consuelo V o y dar rienda suelta mi quebranto, Por dnde empezar la triste historia D e mi funesto amor? Por d mi duelo? Quin fu la causa de mi amargo llanto? L a cestilla expiatoria A l bosque de Diana Llevaba una maana A n a x o , hija de Eubulo; y en hileras Conducan al templo muchas fieras, Y una leona, entre ellas, Africana.
Oh veneranda L u n a ' Sabe dnde mi amor tuvo su cuna.
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Teucarila de Tracia, Mi difunta nodriza, que otra puerta D e mi casa habitaba, sali luego
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I D I L I O II.

Y me invit con replicado ruego A ver la procesin. Por mi desgracia A y ! acept la oferta Y al cortejo me un, de blanco lino Vestida, y con el manto purpurino D e Clearista la gentil cubierta.
Oh veneranda L u n a ! Sabe dnde mi amor tuvo su cuna.

L l e g a b a la mitad de la carrera L a pompa, de Licon frente al palacio, Cuando del brazo unidos, por la acera Caminando despacio, D o s j v e n e s mir de hermoso tipo. Era Delfis, era l, con Eudamipo! El bozo despuntaba en su mejilla M s blondo que la flor de maravilla: U n o y otro tornaba D e la palestra ardiente, Y con el leo y el sudor brillaba S u pecho ms luciente Oh Luna! que tu disco refulgente.
Oh veneranda L u n a ! Sabe dnde mi amor tuvo su cuna.

V e r Delfis y sbita locura El corazn turbarme fu todo uno. Ay! S e ofusc al instante mi hermosura Y y a no vi espectculo ninguno,
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I D I L I O II.

Ni scomo la va Pude encontrar la morada mia. A l borde de temprana sepultura Fiebre voraz me puso: en triste cama Postrada con mortfero desmayo, Diez veces me alumbr del Sol la flama Y diez, oh Luna! me alivi tu rayo.
Oh veneranda, Luna! Sabe donde mi amor tuvo su cuna.

S e puso amarillenta como cera Mi faz, antes hermosa; y cada dia A maraas caa Mi sedosa y flotante cabellera. Mi esbelto cuerpo no era Sino huesos y piel. A qu ventana N o llam qu puerta? De qu anciana E n la magia perita, N o ped y o el auxilio? Empresa vana! A mi pena inaudita N o traa consuelo algn encanto. Volaba el tiempo intil entretanto.
Oh veneranda Luna! Sabe dnde mi amor tuvo su cuna.

A decir la verdad de mi tormento M e resolv, por fin, mi doncella, Y con amargo acento: Hllame por piedad, Testlis bella,
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I D I L I O II.

( L e dije) mi dolor medicamento. A q u e l mancebo lindo Q u e conoces, de M i n d o ' 3 M e tiene toda de su amor llagada. V : con mirada diestra D e T i m a g e t o observa l palestra, Q u e all mi bien agrada Ir quedarse larga temporada.
Oh veneranda L o n a ! Sabe dnde mi amor tuvo su cuna.

Y apenas puedas verlo sin testigo A c r c a t e sin miedo Y dle quedo, quedo: "Simeta quiere conversar contigo," Y hasta la estancia ma Srvele t de gua. Parti la sierva fiel mi mandato, Y la vi retornar, oh inmenso gozo! Con el gallardo mozo, C o n mi Delfis sin par poco rato. M a s ay! apenas miro Q u e el dintel de la puerta l atraviesa,. M e quedo sin respiro, '4
(/Oh veneranda Luna!

Sabe dnde mi amor tuvo su cuna),

Y que la nieve ms helada y tiesa. Un sudor abundante


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I D I L I O II.

D e mi frente corra A la polar escarcha semejante, Y ni siquiera articular podia Slabas sin sentido, C o m o balbute el tiernecito infante Cuando su madre llama adormecido. Inmvil mi simptica figura Qued cual de cristal yerta escultura.
Oh veneranda Luna! Sabe dnde mi amor tuvo su cuna.

Mirndome de lleno Y la vista el cruel despus clavando En el suelo, tom un asiento blando Y me dijo: " O h Simeta! si Fileno El hermoso garzn, hoy he vencido E n la veloz carrera, Sobre m igual ventaja has obtenido E n invitarme siendo la primera.
(Oh veneranda L u n a ! Sabe dnde mi amor tuvo su cuna. )

" M e aprestaba venir, s, y o lo juro Por A m o r dulce y puro; M e aprestaba venir bajo tu techo Con dos tres amigos D e la pasin testigos Q u e me devora el pecho, Esta noche mismsima; en tributo
Z4

I D I f . I O II. Trayndote en la falda D e m flotante veste Manzanas'S mil, de Baco hermoso fruto, Y ciendo mi sien alba guirnalda D e l lamo celeste A Alcides consagrado, Y con cintas de prpura adornado. ( O h veneranda Luna! Sabe dnde mi amor tuvo su cuna. ) "Me alentaba la mgica esperanza D e obtener tus favores: En la carrera soy de los mejores Y fama de beldad mi rostro alcanza. A h ! Cunta bienandanza U n a sonrisa dulce, una suave Palabra tuya habra D a d o mi acalorada fantasa! Pero oh Simeta! sabe Q u e si cerrojo llave T u puerta asegurara, el hacha entonces Y la tea rompieran hoja y gonces.

(Oh veneranda Luna! Sabe dnde mi amor tuvo su cuna. )

"Por favor tan insigne doy ahora Las gracias Ciprina, y t luego, Mujer encantadora!

I D I L I O IL

Q u e me libraste del ardiente fuego, Y medio consumido por las flamas, A tu lado me llamas. A h ! L a antorcha de A m o r conflagraciones Produce mas terribles instantneas, Q u e del fiero V u l c a n o los tizones D e Lpari en las fraguas subterrneas.
(Oh veneranda Luna! Sabe dnde mi amor tuvo su cuna. )
16

" H a c e la virgen el hogar paterno Abandonar furiosa; Hace A m o r la esposa Huir del lado de su esposo tierno." A s me dijo ufano: Y o . l e tend la mano, Y crdula en exceso, D e mi pasin ardiente Estuve en mi embeleso Hablando largamente. En fin oh Luna amiga ' A qu cansarte y a con mis amores? Permite que mi canto no prosiga. Satisfecho de entrambos el deseo Nos unieron los lazos de Himeneo, Y ni m sinsabores Hasta ayer me caus mi fiel marido, Ni y o mi juramento di al olvido. Mas hoy temprano, la hora
26

I D I L I O II.

Q u e los corceles del hermoso F e b o Llevan al cielo la rosada A u r o r a ? V i n o verme la madre de Filista, Mi diestra cantatriz, y del mancebo Melixo, que al infiel siguen la pista Y entre varias noticias me ha contado Q u e Delfis se halla de otra enamorado. Si es virgen viuda L a buena anciana duda; Mas sabe, s, que l brinda de contino D e su ninfa salud con rico vino, Y casa de su amada Corre, y diciendo torna que su puerta E s t con mil coronas adornada. T a l de la vieja fueron las noticias, Y por mi mal su informacin es cierta: Porque antes las delicias Eran de Delfis el estar conmigo; Siempre tornaba reposar temprano, Y puso el vaso Drico en mi mano M s de una vez. A l conyugal abrigo H o y hace doce dias que no torna. Otro amor por acaso lo trastorna? O de cario falto M e ha olvidado el cruel? Bien: y o lo asalto C o n amatorios filtros por ahora; Y si sigue ofendindome el perjuro, Por las Parcas le juro Q u e ir pulsar las puertas del Infierno.
27
1

I D I L I O II.

Porque sabe oh del Cielo, alba seora! Que en bella caja de bruido cuerno Me jacto de tener venenos tales Que trmino pondrn mi martirio. N o hay en el mundo iguales; Me ense componerlos un Asirio. Adis, oh R e i n a augusta! T u s bridones" Dirige hacia el O c a n o espumantes. Mis penas y aflicciones Y o soportando seguir como antes. Adis, Luna esplendente! Adis, vosotras, flgidas estrellas Que siguiendo con paso diligente Del carro de la noche vais las huellas
1

28

I D I L I O III.

AMARLIS O EL CABRERO

ARGUMENTO.

N C A B R E R O , cuyo nombre no se expresa, se queja de los desdenes de su amada A M A R I L I S , y procura ablandarla con su canto. Creen algunos que el Cabrero es el mismo B A T O que habla de su A M A R I L I S en el Idilio siguiente; otros juzgan que es T E C R I T O en persona, viendo una alusin su otro nombre seudnimo SLMIQUIDA, en el verso que habla de las facciones romas ( cerca de Crotona. La primera parte de la gloga octava de Virgilio est calcada sobre esta hermosa pastoral.
aii6s

) del protagonista. L a escena pasa en Italia,

A MI HERMANA.
T r a s Amarilis v o y . L a g r e y querida D e mis pintadas cabras, entretanto Pace en el monte, y T t i r o
1

las cuida.

Oh Ttiro sin par, mi dulce encanto! Mis cabras apacienta con esmero, Y dales de beber de tanto en tanto.
29

IDILIO

III

Y mira no te acerques al carnero Que de Africa me vino, porque cuerna, Ttiro caro, aun al mejor vaquero. Dulcsima Amarilis ! Por qu tierna N o me llama t voz? Por qu no asomas Como antes al umbral de tu caverna? Me odias acaso? De facciones romas T e parezco de cerca, y muy barbado ? V a s hacer que me ahorque. T e n diez p o m a s : Para t en el verjel las he cortado Dnde t me ordenastes, y maana Con otras muchas tornar cargado. V u e l v e tus ojos mirarme humana Y muvate piedad mi pena acerba: Oh si y o fuera abeja! Cuan ufana Entrara susurrando, y sin reserva Posrame en la hiedra que corona T u gruta, y la que te orna verde yerba! A h o r a conozco A m o r . Fiera persona Es la del dios vendado; y sus pechos L o amamant sin duda una leona. Del monte se educ entre los helchos; Sin abrasar su fuego nada deja: T e n g o los huesos con su ardor deshechos.
3
2

I D I L I O III.

Oh ninfa sin rival, de negra ceja, 3 D e bellos ojos y gentil mirada! T u corazn al mrmol se asemeja. U n a guirnalda para t guardada, D e rosas y apio 4 y hiedra entretejida, Conservo oh Amarilis adorada! M a s si por fin no dejas tu guarida, L a har desesperado mil pedazos. Ay, infelice! Qu es sin t la vida? Perdido v o y de la desdicha en brazos. No me escuchas, cruel? Oh dolor crudo! D e mi pelliza rompo y a los lazos: V o y saltar dentro la mar desnudo, D e s d e el pen d el pescador OlpicioS A l nadador atn acecha agudo. A u n q u e al caer del alto precipicio N o logre hallar la muerte entre las olas, T e placer siquier mi sacrificio. L o s. D e las veraces amapolas Con que explorar tu amor quise de lleno Bien me lo revelaron las corolas; Q u e en vez de dar el esperado t r u e n o U n a tras otra deshojse muda A l oprimirla y o contra mi seno.
6

I D I L I O III.

Y la adivina disip mi duda Q u e el porvenir verdica escudria Del tamiz infalible con la ayuda. Espigas recogiendo en la campia Iba no h mucho, cuando dijo A g r e o Q u y o de amores muero por mi nia; Mas desdeado por mi amor me v e o . H a y una cabra que en mi g r e y descuella, Color de nieve, y drtela deseo. Siguiendo dos gemelos van su huella, Y h tiempo me la pide con instancia ' D e l buen Mermnon la morenita bella, Ertace, tu amiga; y su estancia A l fin he de llevarla, si tu enojo M e sigue persiguiendo y tu arrogancia. A y , Dioses ! Qu ser? M e tiembla el ojo Derecho sin cesar. Qu! Su divino Rostro lograr ver? Mi rabel cojo.

Empezar cantar bajo este pino, Y mirarme tal v e z saldr piadosa Q u e no es su corazn adamantino. Hipmenes? pretende por esposa A su adorada; y no hay poder que enfrene D e la virgen la fuga presurosa.
32

I D I L I O III.

Con las manzanas de oro armado viene T r a s ella; y por cogerlas Atalanta El paso rapidsimo detiene.

V l o , y su rostro varonil la encanta, Y la doncella tal pasin devora Q u e la enloquece y su esquivez quebranta.

D e Otris, Melampo que el futuro a g o r a L a s vacas hasta Pilos pastorea Y une Biantes gentil seora,

Madre de la prudente Alfesibea. No es el pastor A d o n i s quien inflama Locamente la hermosa Citerea?

Paciendo las ovejas en la grama D e l monte lo mir la Diosa un dia, Y tanto lo ador que aun muerto lo ama.

Excita Endimion9 la envidia mia, Q u e adormecido por la amante L u n a D e eterno sueo goza todava.

D e Jasion envidio la fortuna. T a n t o logr, que no esperis profanos Q u e os diga de su amor cosa ninguna.
33

I D I L I O III.

Ay! L a cabeza duleme. Son vanos Mujer idolatrada! mis lamentos: El intil rabel sueltan mis manos.

Para tenerme en pi fltanme alientos. V o y tender aqu mi cuerpo inerte; A q u me comern lobos hambrientos,

Y miel, ingrata, te sabr mi suerte.

34

I D I L I O IV.

LOS

PASTORES.
ARGUMENTO.

I S T E Idilio es todo buclico. B A T O , cabrero, encuentra C O M DON, que apacienta las vacas de Egon, ausente en los juegos Olmpicos; y despus de las primeras preguntas de aquel, entablan ambos un vanado dilogo, lleno de maledicencia, sobre diversos asuntos pastoriles. L a escena pasa en Crotona, ciudad famosa de la Magna Grecia. Virgilio y el Obispo Balbuena han hecho populares muchos versos de este trozo, reproducindolos casi literalmente, el primero en la gloga tercera, y el segundo en la primera del Stglo de Oro.

BATO,

CORIDON.

BATO.

Dime, buen Coridon, por vida tuya D e quin son esas vacas? D e Filondas?
CORIDON.

N o , que el dueo es E g o n , y de orden suya L a s apaciento.


35

I D I L I O IV.

BATO.

L a verdad no escondas. Secretamente todas las ordeas D e la alta -noche en las tinieblas hondas?
CORIDON.
1

A f que no, si en preguntar te empeas; Q u e me observa el patron, y cada una Su ternerillo junta, por ms seas.
BATO.

Y adonde ha conducido la fortuna A l anciano pastor, que no lo v e o D e s d e que se ocult la ltima luna?
CORIDON.

No lo sabes? Milon al sacro A l f e o Consigo lo llev.


BATO.

Cmo! D e lucha Ni aun el aceite ha olido, segn creo.


CORIDON.

Pues dicen todos que su fuerza es mucha Y que Alcides an, cuando le cuadre Podr desafiar.
36

I D I L I O IV.

BATO.

A m i g o , escucha: A m tambin llambame mi madre Mas robusto que Plux.3 S o n consejas

Q u e al vulgo no creer, por ms que ladre.


CORIDON.

H a marchado llevando veinte ovejas Y un azadn. 4


BATO.

Har venir la rabia

Milon hasta los lobos si lo dejas.


CORIDON.

L a s becerrillas hurfanas que agravia M u g e n abandonadas.

BATO.

Infelices! Por qu tan mal pastor Fortuna sabia! L e s has querido dar?

CORIDON.

L o cierto dices: Ni pacer quieren y a las pobrecillas.


37

I D I L I O IV.

BATO.

Una v e o entre aquellos tamarices Q u e desnudas ostenta las costillas. V i v e , cual la cigarra, de roco?

CORIDON.

Eso no, por la Tierra! las orillas L a llevo del Esaro, y junto al rio L e doy de blanda yerba un gran manojo, Y veces salta en el Latimno umbro.

BATO.

Mira cuan flaco est aquel toro rojo: Ojal que uno as le toque en suerte Cuando de Juno aplaque el fiero enojo Con inmoladas vctimas, al fuerte Cuanto perverso pueblo de L a m p r i a d o Q u e tanta sangre en los altares vierte.
6

CORIDON.

Pues pacer las llevo con cuidado A l Malimno y al Fisco,? y al risueo N e t o de mil flores tapizado. D o la retama crece y el beleo Y el toronjil fragante nos recrea.
38

I D I L I O II.

BATO.

A y , ay, msero E g o n ! El loco empeo D e que un triste laurel ganar te vea Olimpia, te consume; y entretanto T u g r e y camina la region Letea. L a zampona tambin que fu tu encanto Y que forjaste t, devora aprisa Voraz polilla.

CORIDON.

Por el nombre santo D l a s Ninfas, que n! Q u e al irse Pisa M e regal su msico instrumento, Y s pulsarlo, de cantor guisa. D e Glauca repetir con grato acento Y de Pirra los versos; y Crotona S celebrar con dulce sentimiento. D e Zacinto bellsima pregona L o s loores mi voz, y de Lacinio9 Q u e el Sol naciente con su luz corona. E n donde E g o n , de atletas exterminio Ochenta tortas devor, y asiendo Por la pezua un toro, s el dominio L o puso de Amarilis. Con estruendo Aplaudan al verlo las mujeres Y l de la selva lo traa riendo.
39

I D I L I O IV,

BATO.

Amarilis gentil ! T sola mueres Sin que de t se olvide ni un instante El corazn que. aun en la tumba hieres. Ms que mis cabras te ador constante: Ms que mi g r e y te am cuando moriste. A y , a y ! triste destino el de tu amante.
CORIDON.

N o desmayes oh Bato! menos triste Tal vez maana te ser la suerte: Mientras hay vida, la esperanza existe. Llegar tan solo debe con la muerte El desaliento. Jpiter sereno S e muestra veces, y otras lluvia vierte.

BATO.

S: la resignacin me inunda el seno. A h u y e n t a los becerros, que esa oliva A destrozar empiezan.Eh! N o es heno. Lejos de aqu, B l a n q u i z c o .
CORIDON.^
10

Ea, arriba! A l otero, Cimetas. No oyes? Vaya! M e acerco, vive Pan! bestia nociva,
40

I D I L I O IV.

Y te castigo: en insolencia raya T u osada. Otra vez? Oh, si la mano T u v i e r a mi bastn de slida haya! Cul te azotara!

BATO.

Coridon, hermano: Q u e me mires por Jpiter te pido; M e ha punzado el talon cardo inhumano. Altsimas las zarzas han crecido E n derredor. M a l h a y a la becerra ! Q u e por correr tras ella el pi me he herido. L a has hallado ?

CORIDON.

S, s; mi ojo no yerra; L a tengo entre !as uas; es la espina.

BATO.

Pequea y doma un hombre !

CORIDON.

Por la sierra U n prudente pastor j a m s camina Sin sandalias, oh B a t o ! Mil abrojos H a y en el monte,, y el zarzal germina.

I D I L I O IV.

BATO.

Y dime, Coridon: los negros ojos D e aquella ninfa, tienen al v e g e t e Apasionado an ?

CORIDON.

Viejos antojos N o remedian los aos. A c o m e t e L a empresa de casarse todava. Del apartado establo en el retrete Llorando por su bella vilo un dia Con gestos y graciosos ademanes.
BATO,

A h , viejo verde! Competir podria T u raza con los Stiros y Panes.

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rpiLio v . LOS CAMINANTES.


ARGUMENTO.

S T E Idilio es dramtico. CoMATAS, cabreio al servicio de Euinar el Sibarita, y L A C N , que apacienta las ovejas de Trio, tambin de Sbaris, despus de dirigirse mutuamente injunas y reproches, inician un certamen musical, depositando las prendas correspondientes, y llamando MORSON como arbitro. L a escena pasa en Italia, no lejos de la referida Sbaris, ciudad de Magna Grecia. * Vanos pasajes del piesente Idilio fueron imitados por Virgilio en la gloga 3* ; y el Obispo Balbuena parece haberlo tenido presente en su gloga 4*

" COMATAS, LACN, MORSON.

COMATAS.

Cabruna g r e y ! A aquel pastor evita: M i pelliza de cabra me ha robado. H u y e , huye de Lacn el Sibarita!

LACN. No llegues esa fuente, mi ganado!


43

I D I L I O V.

Comatas all est. N o veis, ovejas. Que l es quien mi zampona ayer ha hurtado?

COMATAS.

Qu zampona, alquiln, ni qu consejas? Cundo has tenido flauta, si nos matas Con Coridon soplando caas viejas?

LACN.

L a que me dio Licon, Seor

Comatas,

Ni Eumaro tu amo cuero tener pudo En que acostarse, y t de qu piel tratas ?


COMATAS.

Crocilo me la dio. D e envidia mudo L o vas las Ninfas inmolando L a cabra, y me dejaste al fin desnudo.
LACN.

Lacn, por Pan lo juro venerando, T u pelliza no hurt. D e un precipicio Si miento, al C r t i s


2

caiga y o rodando.

COMATAS.

Por las palustres Ninfas (y propicio Quiero tener su numen) tu instrumento N o hurt Comatas, ni caus perjuicio.
44

I D I L I O V.

LACN.

D e Dafnis, si te creo, haya el tormento. Mas un cabrito pon (es lo mas santo) Y hasta rendirte modular intento.

COMATAS.

U n cerdo desafi Minerva al canto. 3 A h va este cabrito;.pero apuesta U n corderillo gordo t entretanto.

LACN.

Y cmo, zorro, qu igualdad es esta? Pelos en vez de lana quin trasquila, Perra por cabra ni ordear se presta?

COMATAS.

Quien como t en rendirme no vacila. Empieza; y no un cabrito, ten un chivo. ,

/ La avispa al ruiseor*
LACN.

vencer estila.

N o tengas prisa. N o te llega al vivo L a lumbre. Cantars mas dulcemente En este bosque y bajo aqueste olivo.

Aqu una fresca y cristalina fuente,

45

IDILIO

V.

Aqu hay de verde yerba blando lecho Y aqu murmura el grillo diligente.

COMATAS.

N o tengo prisa; pero s despecho M e causan tu soberbia y tus arrojos. Y o te ense (y f que sin provecho) Cuando eras nio, y ante m de hinojos

T e vi, y as me pagas! Ctiervos Ellos despus te sacarn los ojos.


, LACN.

cria;

Hombre lleno de envidia y sin vala! Cundo me has enseado algo de bueno? Ven; y luego ser la meloda.

COMATAS.

N o he de ir all. Tambin aqu es ameno; A q u encinas y yerba; aqu hay nogales Que con su fruto te henchirn el seno. L a sombra aqu es mejor; dos manantiales Brotan; entre el follaje el ave trina Y mil abejas colman mis panales.

LACN.

Ven, y en lana mas blanda te reclina Que el mismo sueo:5 sin ningn afeite L a oveja es siempre perfumada y fina,
46

I D I L I O V.

No*como t y tus cabras qu deleite! Cndida leche brindar en un vaso A las Ninfas, y en otro suave aceite.
COMATAS.

Cuatro veces ms mrbidas, si acaso Vienes, mis pieles hallars: poleo Y grama, alfombra te darn al paso. Ocho vasos pondr para el recreo D e Pan, llenos de leche; y ocho copas D e miel henchidas de panal Hibleo.

LACN.

Canta, pues, desde all si en eso topas. Mas quin el juez ser del desafo ? Ojal que viniera el buen Licopas !
COMATAS.

Para qu ? D e sus juicios no me fio. ' Llama ese leador que jaras corta N o lejos. E s Mofson, amigo mi.
I

LACN.

Llammoslo.
COMATAS.

T llmalo.
LACN.

Hola! Importa,
47

IDILIO V.

Buen hombre! V e n ac, y un rato breve Nuestra contienda musical soporta. T juzgars en el cantar quien lleve L a palma; y ni m me hagas, buen amigo, A l g n favor, ni ayudes ese aleve.

COMATAS.

Por las Ninfas, Morson ! L o mismo pido. Ni premies Comatas en su dao, Ni esotro encuentre en tu favor abrigo. D e Trio el Sibarita este rebao Es propiedad; d# Eumaro el Sibarita Son las cabras que ves, y no te engao.

LACN.

Y quin te pregunt, lengua maldita, Si el rebao era mi bien de Trio? A qu viene, por Jove, tanta grita?

COMATAS.

Diciendo la verdad y o no te injurio, Querido. O yo me jacto, por ventura? Que! No eres t tambin de mal augurio?
LACQN.

L o que hayas de decir, di con premura Y deja vivo ese infeliz viandante. Tiene su lengua oh Febo! gran soltura.

I D I L I O V,

COMATAS.

Las Musas me aman mas que aquel cantante Dafnis su favorito: agradecido Les inmol dos cabras h un instante.
LACN.

Del grande A p o l o soy favorecido. D e sus fiestas


6

el tiempo est cercano

Y un hermoso carnero al Dios le cuido.


COMATAS.

Mis cabras, salvo dos, ordeo ufano; Y al mirarme mi bella: Me da pena,

Dice, que ordees co?i tu propia


LACN.

mano.

Bah, bah! Lacn veinte canastos llena , D e quesos; y su amada en las maanas Los va donar en la floresta amena.
COMATAS.

A su cabrero arroja mil manzanas? E n el monte la hermosa Clearista, Y partiendo veloz, silba con ganas.
LACN.

N o hay corazn de bronce que resista Cuando me viene ver Cratida s o l a Y desata sus trenzas mr vista. 49
8

IDILIO

V.

Go MATAS.

Quin compara la zarza ni amapola A la rosa gentil, que entre el espino D e las cercas ostenta su corola?

LACN.

Al dursimo fruto del encino Quin os comparar del dulce pomo L a delicada piel y sabor fino?

COMATAS.

Dar mi virgen candido palomo Que del coposo enebro en que se anida Con mano sin rival yo mismo tomo.

LACN.

Trasquilar mi oveja ms querida Y su negro velln de cien matices Para una veste donar Cratida.

COMATAS.

Hola! Ese olivo, cabras infelices, Dejad, id pacer aquel collado En que crecen los verdes tamarices.

I D I L I O V.

LACN.

Hola, Cimetas! Qu haces de ese lado? Conaro! E n esa encina no hagas mella. Paced

hacia Poniente con Nevado.

COMATAS.

T e n g o una caja de ciprs muy bella Y un cliz, de Praxiteles hechura: A m b o s dos reservo mi doncella.

LACN.

T e n g o un mastn de sin igual bravura Y lo dar mi linda cazadora Cuando v a y a vagar por la espesura.

COMATAS.

N o vengas oh langosta saltadora! A destrozarme mis cercadas parras: Mira- que estn muy tiernas por ahora.

LACN.

Al cabrero no veis que entre mis garras R u g e furioso? A s los segadores Enfurecis vosotras oh cigarras!
si

IDILIO V.

COMATAS.

Las coludas raposas sinsabores M e causan; Micon las uvas blondas Hurtan de noche, y siempre las mejores.

LACN.

D e los escarabajos las redondas Formas me dan horror; vienen volando A devorar los higos de Filondas.

COMATAS.

D e aquella vez que te di azotes, cuando Eras mi alumno, dime: no te acuerdas? Ese roble, llorabas, abrazando.

LACN.

N o : y a se me olvid. Mas t no pierdas L a memoria feliz de aquella tunda Que te dio tu amo, atndote con cuerdas.

COMATAS.

Oyes? L a bilis y a su boca inunda. Corre, Morson, aquel sepulcro v i e j o Y trele las cebollas en que abunda.
52
0

I D I L I O V.

LACN.

Ves? A cierto zagal tambin y o vejo. Morson, le duele el vientre: ir al H a l e n t e s Y darle pamporcino te aconsejo.
10

COMATAS.

Leche, de aguas en vez, manen las fuentes D e l Imera; del junco nazca fruto: Y t, Crtis, de vino te alimentes.

LACN.

D m e la Sibaritis en tributo Miel; y panales traiga la criada Cuando del sueo matinal disfruto.

COMATAS.

Verde ctiso pase mi manada, Reposa sobre mrbido madroo Y sobre juncos caminar le agrada.

LACN.

En primavera comen y en otoo Toronjil mis ovejas: y de rosa Parece de mis hiedras el retoo. 53

I D I L I O V.

COMATAS.

Y a y o no quiero Alcipe la orgullosa: Ni las gracias me .ha dado en la alameda A l regalarle mi paloma hermosa.

LACN.

Pero yo con delirio adoro Eumeda. L e regal una flauta, y qu sonrisa Me dirigi ante el pblico tan leda!

COMATAS.

D e urracas y abubillas la divisa N o es con cisnes luchar y ruiseores. Lacn! T u desafo mueve risa.

MORSON.

Silencio impone el juez los pastores Morson te da oh Comatas! el cordero. Cuando su carne ante el altar devores Inmolada las Nyades, espero Que no te olvidars de dar un trozo A l que en el canto te juzg primero.
COMATAS.

Te lo dar, por Pan! H o y de alboroz


54

I D I L I O V.

Cabritas, retozad alegremente, Q u e y o mismo de jbilo retozo. Mis cabras todas baar en la fuente D e Sbaris maana; ahora me rio D e ese Lacn que me ret insolente. Le he ganado un cordero en desafo!

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IDILIO VI.

LOS

CANTORES

BUCLICOS.

ARGUMENTO.

j A M E T A S Y D A F N I S llevan al mismo punto sus ganados en un da de verano, y cantan alternativamente los amores de Polifemo y Galatea, hablando el uno favor de la Ninfa y respondiendo el otro nombre del Cclope. L a escena pasa en Sicilia, y Tecrito se dirige al gran Arato, poeta amigo suyo, de quien hace mencin en el Idilio siguiente y en otros.

DAMETAS,

DAFNIS.

Dametas, gran Arato! y juntamente Dafnis, pastor de bueyes, sus rebaos Llevaron un lugar. Rubia la frente Era del uno; el otro pocos aos Mostraba, imberbe an. Junto una fuente S e sentaron en rsticos escaos, Y en el verano ardiente, medioda Dafnis as empez la meloda:
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8

I D I L I O VI.

DAFNK.

Arroja oh Polifemo! tu ganado Manzanas mil la hermosa Galatea, Y cabrero al amor poco inclinado En llamarte festiva se recrea; Pero t, desdichado, desdichado, Ni la escuchas ni ves cuando vocea Y dulces armonas das al viento D e tu zampona al son, desde tu asiento.

Mrala! A l perro fiel otra vez tira, Que tus ovejas guarda nueva poma. El ladra y hacia el mar ansioso mira, Que entre las ondas lmpidas asoma Y junto al litoral nadando gira L a virgen. D e tu can el bro doma, N o sea que, al salir, lanzarse quiera Sobre sus piernas, y tu ninfa hiera.

Se desvive por t, como el acanto Que con fuego estival el Sol devora.

H u y e de quien la quiere con espanto Y quien no la ama frvida enamora. Oh Polifemo! Quin empeo tanto 3 Creyera en perseguirte? A s el que adora Mil veces aun lo feo juzga hermoso.

L u e g o Dametas prosigui armonioso:


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I D I L I O VI.

DAMETAS.

L a he visto vive Pan! que de contino Manzanas mi grey certera lanza: Este ojo, nico y caro, que el Destino Conserve hasta mi muerte, todo alcanza. (Males me augura T l e m o
4

adivino;

Q u e se vuelvan contra l es mi esperanza.) Mas por punzarla finjo que no veo, Y otra doncella digo que poseo.

Ella al oir tal nueva se enfurece Oh Febo! y de la mar salta zelosa, Y en cada establo que mi grey guarece Y en cada gruta bscala furiosa: Y siempre que la vista se me ofrece Mando ladrarle mi perrita hermosa; L a misma que, cuando era mis delicias L e prodigaba plcidas caricias.

Quizs al ver la Ninfa mi dureza M e mandar amoroso mensajero; Mas y o tendr mi puerta con firmeza Cerrada, si no jura ella primero A q u en esta isla de sin par belleza Aparejarme albergue placentero, Q u e al fin no es mi figura tan deforme Cual dice de los hombres el informe.
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IDILIO VI.

Bella me pareci la barba mia Cuando ayer me espej en el mar sereno, 5 Y mi nica pupila hermosa ardia; Mis dientes reflejbanse de lleno Y al Prio mrmol su candor vencia. Contra el hechizo me escup en el seno Cual me ense la vieja Cotitara
6

Que en Hipoconte al segador cantara.

A l terminar Dametas, abrazando A Dafnis, le ofreci con gran contento Una zampona; y su vez tomando D e aquel un caramillo, su instrumento Ambos hicieron resonar, saltando En derredor las vacas al concento; Y ni el uno ni el otro la victoria Pudo alcanzar: de entrambos fu la glora.

6o

IDILIO VIL

LAS

FIESTAS
o

TALISIAS

EL VIAJE D E PRIMAVERA.

ARGUMENTO.

I A L L A N D O S E Tecrito en la IsladeCos, es invitado las Fiestas Talisias, celebradas en lionoi de Cres, por sus amigos Frasidamo y Antignes. En el camino encuentra al poeta Lcidas, de Cidonia en la Isla de Creta, y se empiezan contar sus respectivos amores en cadenciosos versos. Daniel Heinsio llama ,1 sta la Rema de las glogas.

A L SR. D. JOSE SEBASTIAN

SEGURA.

Lejos de la Ciudad, hacia el Halentes Eucrito y y o marchbamos un dia; Y en el camino se aadi nosotros, A l e g r e compaero, el buen Amintas.

Con pompa preparaban Frasidamo Y Antignes Cres las Talisias;


61
1

I D I L I O VIL

A m b o s dos progenie de Licope Si vastagos an restan de Clicia;

Y de la noble sangre del glorioso Calcon, que la sin par fuente Burina Hizo brotar con su robusta planta Hincando en el peasco la rodilla;
2

Hermoso manantial! en cuyo borde Frondosos olmos y lamos crecan Con sus copas formando espeso bosque Impenetrable al Sol de medioda.

Ni la mitad siquier de la jornada Llegbamos an, ni de B r a s i l a 3 Se divisaba el clebre sepulcro, Cuando ilustre viajero nuestra vista

Se present de sbito, las Musas Grato, y de la Cidonia maravilla; Lcidas se llamaba, y de cabrero El oficio en sus campos ejercia.

Y la verdad que nadie atribuyera A l caminante profesin distinta: Cabrero pregonbanlo de lejos T o d o su porte y pastoril ropilla,
6?

IDILIO VIL

D e piel hirsuta de velluda cabra . Llevaba al hombro

candida pelliza

Oliendo queso, y le abrigaba el pecho Vetusta capa de cordon ceida.

E n su derecha mano se miraba Curvo cayado de silvestre oliva; Y me llam mirndome amistoso Con ojo vivo y su habitual sonrisa.

"Dnde diriges (djome) tus pasos Bajo el Sol meridiano oh Simiquida!? Reposan las alondras de alta cresta, Duerme en las cercas y a la lagartija.

"A algn convite acaso te apresuras? O pisar la uva en el lagar caminas D e algn amigo? T u s herradas suelas 4 Sobre las piedras al andar rechinan."

Y y o le respond: "Lcidas caro: D e que eres habilsimo flautista Entre zagales corre y segadores L a fama, y en verdad me regocija.

"Aunque, mi juicio, que igualarte puedo M e atrevo asegurar. Ea! L a va Que las Talisias nos conduce es esta. Aparejar festividad opima 63

IDILIO V I L

" A la velada Cres han resuelto Nuestros amigos hoy, y gran comida, Ofreciendo la Diosa agradecidos D e sus cuantiosos bienes las primicias; S

"Que este ao ms que nunca en sus haciendas Liberal las cosechas multiplica. Y pues ambos llevamos un camino, Y rendir vamos la jornada misma,

"Buclicos cantares entonemos, Que un buen poeta, otro poeta auxilia. Por mis labios tambin hablan las Musas Y vate sin rival en la campia

"Todos me dicen, aunque no lo creo, Viven los Cielos, no! que aun no podra L a flauta superar del gran Filetas, Ni del Samnio Siclides la lira.
6

" Y solo s cantar como la rana Que entre los grillos disonante chilla." A s le habl con estudiado acento, Y l as replic, con dulce risa:

"Este bastn te donar. Pe Jove L a majestad en t de veras brilla. Odio me causa el arquitecto fatuo Q u e una casa ms alta que la cima
6
4

IDILIO VIL

" D e Oromedonte? construir intenta: Y de las Musas la par me indignan Las aves, que graznando al gran Homero Por emular en balde se fatigan.

"Mas empecemos ya nuestros cantares: Y o entonar primero oh Simiquida! V e si te agrada, amigo, la que h poco Forj en el monte, breve poesa.

"Feliz navegacin Mitilene Conducir la bella Ageanata: Sea que al declinar de las cabrillas El N o t o con furor se desenfrene Sobre las olas de luciente plata, O al Ocano toquen tus rodillas 9 Orion que airoso brillas! Si quiere mi adorada El alma enamorada D e su Lcidas fiel librar clemente. A y : todo me consume amor ardiente! Serenarn los mares Y aplacarn las ondas, Y al N o t o y E u r o
1 0 8

( quien las algas hondas

Place mover) alciones millares, D e las N e r e i d a s El ave favorita, Ms que otra alguna que en el mar habita.
65
0

11

blondas

I D I L I O VIL

" A Mitilene la veloce prora

Dirige Ageanata con arrojo. A puerto conducir de salvamento Quiera el Cielo mi Ninfa seductora Tras prspero camino; yo de hinojo U n a guirnalda tejer contento Con rosas ciento y ciento O violas ese dia Que ornen la frente mia, Y recostado, el vino de P t e l e a
12

Libar junto ardiente chimenea. Asar mi criado Castaas en la lumbre; D e yerbas y apio grande muchedumbre Formarn alto lecho; y el dorado Cliz, sin pesadumbre, Vaciar hasta las heces D e Ageanata la salud mil veces.

"Me tocarn la flauta dos pastores, D e Acarnia el uno, el otro Licopita, '3 Y Ttiro mi lado en dulce canto Celebrar de Dafnis los amores Por Xenea, su ninfa favorita. Cul recorra el monte en su quebranto Dir, y el crudo llanto Que en la feraz ribera Vertan del Himera *4 Las encinas, cuando l se derreta
66

IDILIO VIL

Cual la nieve en la cumbre, medioda, D e l A t o s eminente, D e l R d o p e del Hemo, O all en el colosal Cucaso extremo D e l impo seor dir igualmente A q u e l rigor supremo Con que en un arca, insano, V i v o encerr al Cabrero Siciliano. S
X

"Iba de las praderas cada dia A la caja, de abejas grato enjambre D e flores llevar j u g o sabroso, C o n que la Musa clica ambrosa Dulce formando, le calmaba el hambre Mojando el labio en nctar delicioso. Comatas venturoso! U n a estacin pasada F u el arca tu morada, Y dironte alimento los panales. Cunta dicha! Ojal entre los mortales A n permanecieras Viviendo y o tu lado! Cul tus cabras hubiera apacentado E n los cercanos montes y laderas! Y la sombra acostado D e un lamo de un pino, Cantaras t tambin pastor divino!"

67

I D I L I O VIL

Termin su cantar; y y o al momento: "Oh Lcidas (le dije) prenda mia! Mi grey apacentando en las montaas Mil cosas enseronme las Ninfas

" A mi tambin, tan bellas, que la Fama Hasta el trono de Jpiter aprisa Las ha llevado con ligeras alas; Mas entre tantas dulces melodas

"Hay una sin igual, que en honra tuya A recitarte voy, y que es eximia. Escchala benigno, que no ignoro Q u e t e son las Pirides amigas.

" A Simiquida plcido estornudo

1 6

D e proteccin en prenda los Amores Lanzaron al nacer. A l desdichado H a herido Vnus con arpn agudo, Y cual la cabra la estacin de flores A s ama Mirta. Arato enamorado Busca desesperado Esposa que ser quiera Su eterna compaera. L o sabe Aristo, Aristo quien proclama Vate sin par la vocinglera Fama, Y pulsar en el trpode ? podra L a ctara, cuando ama, Sin desdear Apolo su armona.
68
1

I D I L I O VII.

"Oh Pan que en el Homola hermoso imperas! Sin que buscarla vaya, esposa amante Pon en la mano de mi dulce amigo: Filina puede ser, quien t quieras. Si lo haces, Pan amado, en adelante Blanda ser la juventud contigo D e A r c a d i a ; ' y el castigo Q u e sobre espalda y pecho T e aplica en su despecho Cuando hay escasa carne en tus altares, Prodigndote azotes millares C o n las esquilas, pasar al olvido. Mas ay si no otorgares L a gracia que ardentsimo te pido!
8

"Entonces uas mil tu cuerpo tierno Desgarren sin piedad. Ortigas solo Formen tu lecho. El congelado rio Ebro
1 0

tu albergue sea en el invierno,

Y los Edonios montes junto al Polo. D e la remota Etiopia en el esto T e abrase el fuego impo, Y en la cueva Blemana D e l Nilo an lejana T e ahoguen largo tiempo sus ardores. Venid vosotros entretanto, Amores, Q u e semejis Pnica g r a n a d a , Dejando voladores D e Biblo y Hitis la region amada.
69
20

IDILIO VII.

"Venid, Amores, que elevada estancia Tenis en el santuario de D i o n e ,


21

Y herid con vuestros arcos Filina. Mata mi amigo A r a t o su arrogancia: Y su esquivez la ninfa no depone, Aunque le digan todos: Ya declina

Tu edad, mujer Y cttalpera,

divina,

madura

Va siendo tu hermosura.
N o hagamos y a su puerta el centinela, Oh Arato! Ponga el gallo otros en vela. Luche Moln; para nosotros se hizo El sueo; y de mi abuela Alejar el conjuro todo hechizo."

A s cant: como antes l riendo Su bculo me dio, de las divinas Musas precioso don; torci la izquierda Y el camino tom que lleva P i x a .
22

Eucrito y yo, de Frasidamo en casa Nos hospedamos, con el bello Amintas, D e junco y frescos pmpanos en lechos Mrbidos, olvidando las fatigas.

Sobre nuestras cabezas el follaje Los olmos y los lamos movan, Y cerca murmuraba un arroyuelo Que de un antro man, sacro las Ninfas.
70

IDILIO VII.
Las cigarras su canto en los arbustos Con afn redoblaban, de la estiva Calor enamoradas; la calandria

Lejos

chillaba all entre las espinas:

Trinaban las alondras y jilgueros Y la cuitada trtola gemia; En torno los perennes manantiales Volaban las doradas abej illas.

T o d o un verano rico respiraba, T o d o un fecundo otoo prometa; Manzanas mil rodaban los lados, Y nuestras plantas peras infinitas.

Las ramas se doblaban hasta el suelo Cargadas de ciruelas purpurinas, Y vino de cuatro aos delicioso* N o s dieron abundante cien vasijas.

Oh Castlides Ninfas del Parnaso Que risueas moris en la alta cima! De Folo en la caverna por ventura A Alcides prepar copa tan rica

El anciano Quiron? A Polifemo, A q u e l pastor de fuerzas inauditas Q u e montaas lanzaba, por acaso L o embriag del A n a p o las orillas,
71

IDILIO" VII.
Aquella vez que en sus establos loco Danzaba con frentica alegra, U n nctar semejante al que en las aras D e Cres Areal libis, oh Ninfas!?

Ojal que otra vez pueda mi bielda Introducir en su cosecha; y ra L a Diosa, en ambas manos ostentando Manojos de amapolas y de espigas!

72

I D I L I O VIII.

LOS

CANTORES

BUCLICOS.

A DON GONZALO A. ESTEVA.

ARGUMENTO.

S T E Idilio, que lleva el mismo ttulo que el sexto, es en parte nar rativo y en parte dramtico. M E N A L C A S desafia D A F N I S can tar, y aceptado el reto deposita cada cual como prenda su pro pia zampona. Un Cabrero, cuyo nombre no se expresa, decide la contienda en favor de Dafnis. L a escena pasa en Sicilia. L a gloga 7* de Virgilio se parece mucho la presente.

DAFNIS,

MENALCAS,

CABRERO.

Apancentaba Dafnis el hermoso Sus bueyes, como es fama, cierto dja, Y Menalcas, que el monte cavernoso Cuidando sus ovejas recorria, A su encuentro sali. L a cabellera Rubia de entrambos era,

IDILIO V I I L

Y ni uno ni otro mozo A u n apuntaba el bozo; En pulsar el sonoro caramillo Entrambos eran diestros, Y ambos dos en el cantar maestros. Apenas vio Menalcas al sencillo Dafnis, as le dijo dulcemente:

MENALCAS.

Dafnis, custodio de la grey mugiente! Quieres cantar conmigo? Juro que siempre que en luchar insista L a certidumbre de vencerte abrigo. Y as replic Dafnis su amigo:

DAFNIS.

De langera grey pastor y encanto, Menalcas, gran flautista! Jams me vencers aunque de tanto Soplar, reviente tu garganta el canto.

MENALCAS.

Lo quieres ver? Apuestas una prenda?


DAFNIS.

Apostar una prenda; verlo quiero.

74

IDILIO VUI.

MENALCAS.

Cul el premio ser de la contienda?

DAFNIS.

Y o apostar un becerro: t un cordero N o menor que la madre.

MENALCAS.

Oh no! Mi suerte U n corderillo de apostar me guarde. Q u e duro padre, advierte, Y madre tengo de carcter fuerte, Y las ovejas cuntan cada tarde.

DAFNIS.

Pues algo en poner piensa Q u e sirva al vencedor de recompensa;

MENALCAS.

D e nueve voces tengo bien forjada Una zampona, arriba al par que abajo Con blanca cera unida: es mi trabajo Y sta pondr; mas de mi padre, nada.

DAFNIS.

Tambin y o tengo ahora Mi zampona sonora.


75

I D I L I O VIII.

N u e v e voces esplndidas numera Y abajo al par que arriba L a une candida <;era; Poco h la trabaj mi mano activa, Por seas que me duele aun este dedo, Que se raj un carrizo Y honda herida me hizo: Ponerla, pues, junto la tuya puedo. Mas, quin el juez ser de las canciones, O quin nos impondr sus decisiones?

MENALCAS.

Llamemos, si te cuadra, A aquel Cabrero, quien el can N e v a d o Junto las cabras importuno ladra.
2

L e hablaron los donceles, y al llamado El Cabrero acudi, de ser contento Juez en la dulce lid. Suertes tirando Ser primero toc Menalcas blando, Y Dafnis el festivo Replic modulando En pastoril cantar alternativo. Y principi el concento Menalcas, estas notas dando al viento:

MENALCAS.

ROS y valles, creacin divinis Si supo con primor

76

I D I L I O VIII.

Hacer sonar la fstula argentina Menalcas el cantor, A mis ovejas dad pasto sabroso Con liberalidad, Y las vacas de Dafnis el hermoso Igual favor mostrad.

DAFNIS.

Fuentes y yerbas, grmenes sagrados! Si Dafnis el pastor Sabe entonar cantares acordados Cual dulce ruiseor,

Mis vacas engordad. Y si corderos ! Menalcas trae aqu. Rica pastura encuentren placenteros, Y dadles ms que m.

MENALCAS.
- r

Reina doquier fecunda primavera, H a y pastos por doquier, Y leche los corderos van doquiera Contentos beber, Cuando mi ninfa bella se aparece: Mas ay! su partir, L a verde yerba lnguida perece, S e v e al zagal morir.
77

I D I L I O VIII.
t

DAFNIS. '

Mil cabritillas hay de prole doble Y ovejas sin rival; Ms alto crece el gigantesco roble, Ms lleno est el panal, Cuando la linda Filis se presenta. Parte, y decae el buey, Y ms decae el triste que apacienta A la cornuda grey.

MENALCAS.
r

Oh de las cabras candidas marido! Oh selva colosal! Romos cabritos! Filis ha venido, Llegad al manantial. Carnero descornado! D i mi ninfa Que aunque divino ser Tiene P r o t e o , en la marina linfa Las focas v a pacer.
4

DAFNIS.

Ni de Plope5 el reino, ni talentos D e oro mi sueo son: Ni en la carrera los ligeros vientos Vencer es mi ambicin.
7

IDILIO VIH.
En gruta amena junto t me basta Pacfico cantar L a grey mirando que en el monte pasta Y el Siciliano mar.

MENALCAS.

Terrible es las plantas el invierno Y al labrador la sed;

Terrible el lazo al pajarillo tierno Como al len la red. Mata al zagal amor de virgen pura; Ay! N o amo solo y o : Tambin oh Padre Jove! la hermosura T u majestad am.

A s cantaron alternados versos, Y como ltima prueba, Menalcas empez contienda nueva Con vario metro y cnticos diversos:

MENALCAS.

Oh lobo! T e n piedad de mi rebao. Oh lobo! Mis cabritas no devores, Y aunque siendo el menor de los pastores Cuido tamaa grey, no me hagas dao.

Lampuro, mi mastn! Qu sueo extrao Adormeci tus ojos veladores?


79

IDILIO VIII.

S o y nio: es fuerza que el dormir ignores Cuando al pacer contigo me acompao.

Bellsimas ovejas! N o os desplazca Saciaros en los prados con el heno, Y no temis el que otra vez no nazca.

Pastad, pastad: colmad el blando seno. Su dulce leche vuestros hijos pazca Y sobre para henchir el vaso ajeno.

Y as la voz facunda D e Dafnis prosigui la lid segunda.

DAFNIS.

Con mis becerros por el antro umbroso Pasaba ayer, cuando asomarse vino Mi ninfa bella, de mirar divino, D e unidas c e j a s y ademan gracioso.
6

Y me llam tan dulce: "hermoso,

hermoso"

Q u e oir creyeras de jilguero el trino: Con ojos bajos prosegu el camino Sin responder palabra vergonzoso.

Dulce es la voz, dulcsimo el aliento D e la becerra; dulce en el verano Cabe arroyo gentil dormir al viento.
8o

I D I L I O VIII.

Sus frutos la ene ina y al manzano, Sus hijos la vaca dan contento: E n su grey el pastor se goza ufano.

T a l fu de los donceles armoniosos El msico ejercicio Y as el Cabrero pronunci su juicio:

CABRERO.

Cuan dulces y sabrosos O h Dafnis, son tus labios, manantiales D e mgicos hechizos! E s mas grato T u canto oir un rato Q u e ir libar la miel de cien panales. Recibe las zamponas; t venciste: Y si mi buena estrella Hace que y o tu voluntad conquiste, Q u e me ensees te ruego; y o tu huella Seguir por el prado Cuando vayas paciendo tu ganado. Despus en recompensa D e tus afanes tiernos Aquella cabra te dar sin cuernos Q u e con su leche densa A l ordearse llena taza inmensa.

Llen inefable gozo A l triunfante mozo;


81

I D I L I O VIII.

Bati las palmas y danz festivo, Como en los montes salta tierno ciervo D e ausente madre al anhelado arribo. Entanto, presa de dolor acerbo Qued el zagal vencido Cul virgen que llev tutor protervo A l dominio de esposo aborrecido.

A Dafnis los pastores Llamaron de aquel dia El primero y mejor de los cantores; Y , mozo todava, L e entregaron de amor en testimonio A N y a d e 7 la ninfa en matrimonio.

82

IDILIO IX.

EL

PASTOR

O LOS VAQUEROS.

ARGUMENTO.

A F N I S Y M E N A L C A S , provocados cantar en desafio por un pastor amigo de ambos, cantan alternativamente, y cada uno se adjudica un premio. L a escena pasa en Sicilia. El Pastor habla en este Idilio, y canta despues de sus compaeros.

DAFNIS, MENALCAS.

U n himno pastoril oh Dafnis! canta. E n el suave cantar s t primero: Oyes? primero t la voz levanta.

Q u e te siga despus Menalcas quiero. L a s vacas no paridas con los toros,

Con la madre dejad cada ternero.


83

I D I L I O IX.

Y mirad bien, mientras cantis sonoros, N o vayan lejos pacer la grama. Ea! Formad al modular dos coros.

DAFNIS.

Dulce la vaca muge; dulce clama El becerro de un mes; dulce es la avena, Es dulce del pastor la cantilena Y dulce m tambin el mundo llama.

Junto las frescas aguas blanda cama Tendida tengo, y hoy la piel estrena D e una vaquita, envidia la azucena, Que despeme el frico que brama.

A l joven que requirela de amores Cuando una nia entrega su albedro Se burla de sus padres y tutores.

En las pesadas siestas del esto, Del sol canicular y sus ardores En mi mullido lecho as me ro.

Termin Dafnis, gloria de cantores: A l candido Menalcas hice sea Y as el menor cant de los pastores:
8
4

I D I L I O IX.

MENALCAS.

Etna

es mi madre: en escarpada pea

A m e n a gruta gurdame del viento. Tantas ovejas en mi aprisco cuento Como riquezas ni el avaro suea.

Cabras mi grey sin nmero resea: M e da su carne slido alimento, Su piel abrigo, su velln asiento, Hayas y encinas me proveen de lea.

Lquida sopa si al anciano ofreces A quien la edad despuebla las encas, No mira con desden las duras nueces?

D e l crudo invierno en los helados dias, En mi caliente hogar si te guareces D e las nieves har que as te ras.

A entrambos aplaud; y Dafnis luego U n rstico bastn en recompensa D o n , que en mi solar creci sin riego.

Su belleza al mirar, cualquiera piensa Q u e es obra de magnfico artesano, D e l mejor ebanista sin ofensa.
85

IDILIO IX.

A Menalcas despues tendi mi mano Una encordada concha, que de Icaria Bajo las rocas recog temprano.
2

Cinco, si la memoria no es contraria, Eramos, y nos dio cinco porciones L a carne de que fu depositara.

Menalcas la tom, y acordes sones Salieron de la concha. Yo os invoco, Musas de las buclicas canciones!

El himno rcordadme que hora h poco Cantara aquella campesina gente, Que es modular sin vos empeo loco:

La punta de mi lengua no atormenten El tumorcillo que al locuaz castiga.


U n e halcn con halcn amor ardiente,

L a hormiga laboriosa ama la hormiga, Y la cigarra la cigarra abrasa: D e m es la Musa predilecta amiga.

Ay! Ojal que mi festiva casa D e la Musa gentil morada fuera! Que no es del sueo la ligera gasa 86

IDILIO IX.
A l ojo del zagal tan placentera, Ni la abeja la flor tan gran tesoro, Ni tan grata improvisa primavera,

Cuanto mi corazn es dulce el Coro D e las sagradas Ninfas del Parnaso. A quien ellas sonren, nunca lloro

D e Circe 4 har verter el letal vaso.

IDILIO X.

LOS
A

SEGADORES.
D O N

LUIS

GONZAGA

ORTIZ.

ARGUMENTO.

A T O , distrado por sus amores, trabaja con pereza, y es reprendido por su compaero M I L O N . Canta luego el primero una hermosa cancin en honor de su amada, y el segundo otra sobre asuntos campestres.

MILON,

BATO.

MlLON. Vigoroso arador! Qu te sucede Q u e ni un sulco derecho infortunado! C o m o antes, abrir hoy tu mano puede? Ni siegas hien de tu vecino al lado Sino que, cual la grey sigue tarda, O v e j a quien las zarzas han punzado L a planta, atrs te quedas. Todava Ni aun una calle entre la mies abriste; Qu en la tarde ser? ^qu medioda? 89
1

I D I L I O X.

BATO.

Frreo Milon, cuyo vigor resiste Segando hasta la noche, roca dura! A un bien ausente, di, jams sentiste?

MILON.

A fe que nunca. Puede por ventura Sentir un segador cosas extraas A l arte que la vida le asegura?

BATO.

Jams tu lecho desvelado baas Con lgrimas de amor?

MILON.

Gurdeme el Cielo! A y si gusta una vez el perro entraas!


2

BATO.

Amando hace once dias me desvelo.

MILON.

D e rico vino en el barril disfrutas, Y ni vinagre m me da consuelo.


90

I D I L I O X.

BATO.

Inculto mi solar, ni mies ni frutas 3 Frente mi puerta ves.

MILON.

Y qu doncella T e abrasa el corazn?

BATO.

D e Polibutas L a que en Hipocoonte, nia bella, 4 Hace poco cant los segadores.

MILON.

Tus culpas castigar quiere tu estrella. A l fin ha oido el Cielo tus clamores: Tendrs por compaera una cigarra Q u e de noche te cante sus amores.

BATO.

Vamos, que y a tu lengua me desgarra: N o solo PlutoS es ciego, mas Cupido Tambin, que el alma con su lazo amarra.

No hables tan alto.


9

I D I L I O X.

MILON.

Herirte no he querido. Siega la mies, y en honra de tu amiga Cntanos: que eras msico no olvido, Y as ser mas leve la fatiga.

BATO.

Conmigo armoniosas Cantad mi doncella descarnada Oh Pirides Diosas! Tocarla si os agrada, L a mas deforme trnase agraciada.
6

Oh Bmbice querida! Requemada del Sol, seca, Guinea? El vulgo te apellida. Mi lengua se recrea En llamarte color de'miel Hiblea.

Es la violeta oscura Y al jacinto matiza negra sombra; Mas luce su hermosura En la florida alfombra Y en las guirnaldas su primor asombra.
92

I D I L I O X.

D e l ctiso la cabra, Y de la cabra el lobo en pos camina. D e quien la tierra labra A l arado se inclina L a grulla: m tu rostro me fascina.

Ojal que el t e s o r o

D e Creso opulentsimo tuviera! Esculpidas en oro Nuestras efigies viera E n su templo la Diosa de Citera.

Con una poma rosa T e ostentaras del altar delante Y una flauta preciosa; Y o en traje de danzante Y con calzado nuevo relumbrante.

Bmbice encantadora! Cual d a d o s son tus


0

pies

color de nieve,

T u voz fascinadora. Mas ay! mi lengua leve A enumerar tus gracias no se atreve.

MILON.

Bah! Quin hubiera dicho que saba Hacer tan bellos versos el villano? Qu bien maneja el ritmo y la armona!
93

I D I L I O X.

A la verdad que no te cubre en vano Espesa barba la mejilla tersa. Escucha ahora, pues lo tengo mano, Este cantar del semidis Litiersa:
10

Oh fructfera Cres, Que coronar de espigas tu flotante Cabellera prefieres! En frutos abundante Haznos esta cosecha, y mas brillante.

Las haces con esmero A t a d oh segadores!, no consigo Murmure el pasajero:

Eh!', no valis un

higo:

11

Ay del que os paga por segar el trigo!

Q u e del montn el corte Mirando quede al rumbo del P o n i e n t e , O si queris al Norte; Porque as la turgente Espiga crecer mas pingemente.
12

Los que trillis el grano Sobre las eras, evitad con zelo El sueo meridiano: Que entonces alza el vuelo Fcil la paja del ardiente suelo.
94

I D I L I O X.

Cuando sale del nido L a bella alondra, trabajar te apresta Oh segador garrido! Cuando dormir se acuesta Cesa; y reposa en la caliente siesta.

Mancebos! Quin no envidia D e la palustre rana la fortuna? ' 3 L a sed no la fastidia, Y bebe en la laguna Sin que pida la copa sierva alguna.

Avaro despensero! Mejor ser que guises de contino Lentejas al brasero. N o te hieras sin tino L a mano cuando partas el c o m i n o .
14

Estos oh Bato! son himnos mejores Para el varn que bajo el sol se afana; Y tu madre tus mseros amores A l despertarse cuenta en la maana.

95

IDILIO XI.

EL,

CCLOPE.
ARGUMENTO.

I E P R E S E N T A este Idilio al Cclope Polifemo, cantando sus amores la ninfa Galatea. Est dedicado Nicias, mdico y poeta de Mileto, quien dirigi Tecrito en correspondencia un poema intitulado El Cclope Galatea, ahora perdido. Adems de Virgilio, Ovidio ha imitado muchos pasajes; y la cancin de Leucipo, en la gloga segunda de Valbuena, es una perfecta imitacin del presente Idilio.

A L D R . D . JOSE M A R I A B A N D E R A .

Ningn remedio contra Amor, ni ungento N i leves polvos hay, segn noticias, Sino las Musas; gran medicamento, Q u e aunque germina en nuestro suelo oh Nicias! N o es el poder hallar fcil intento. Y t, que de las N u e v e eres delicias, Y de la ciencia mdica las llaves Tienes al mismo tiempo, bien lo sabes.

I D I L I O XI.

A s pasaba plcida la vida A q u en Sicilia el Cclope afamado Polifemo el de antao, la garrida Galatea
1

siguiendo enamorado.

El bozo aun no cubra la encendida Mejilla, ni su labio nacarado; Y no nutrian rosas ni manzanas
2

Su ciego amor, mas furias inhumanas.


<*

Nada cuidaba ya: del monte al hato L a grey tornaba sin pastor ni gua; A su bella cantando el insensato Desde el alba en la playa se escoca: D e Vnus le caus tal arrebato El dardo que en el pecho hondo tenia. Hall el remedio; as con tosca boca Mirando al mar, cantaba en alta roca:

Por qu, candida Ninfa Galatea, Del que rendido te ama huyes esquiva? T u pura tez cual requesn blanquea. Y ms que un ternerillo eres altiva; Cual uva que inmatura verdeguea Amarga, y que un cordero ms festiva, Llegas si al dulce sueo cierro el ojo, Y al despertar, de huir te viene antojo.

Huyes de m cual tmido cordero H u y e al mirar al espumante lobo.


98

IDILIO XI.
Nia! D e t me enamor primero Cuando mi madres y t, bajo aquel pobo Jacintos deshojabais: y o el sendero A l monte os ense, y en dulce arrobo M e tienes hoy, y siempre, desde entonce; Mas t, lo s, por Jove! eres de bronce.

Bellsima mujer! Por qu se aleja D e m tu corazn, mi amor comprende; E s porque una tansolo, hirsuta ceja Por mi frente largusima se extiende. Q u e llega de una oreja la otra oreja, Y abajo un ojo solitario esplende. E s porque encima de mi labio asoma A n c h a nariz desagraciada y roma.

Pero tal como soy, pacen millares D e ovejas pinges en el campo mi; L a mejor leche ordeo y bebo mares, Y queso no me falta, y a en esto, Y a en medio del otoo lo anhelares O del extremo invierno en lo ms fro; Y siempre estn henchidos mis cestones D e frutas y variadas provisiones.

E n pulsar la zampona soy ms diestro Q u e ningn otro Cclope en contorno, Y cantndote t y el amor nuestro, Mi prenda,* mi manzana!, al hogar torno 99

I D I L I O XL

A media noche. Para t amaestro Once venadas, de mi grey adorno, Todas fecundas ya, con cervatillos, Y de oso cuatro bellos cachorrillos.

T u y o todo ser. V e n y disfruta D e mi riqueza, y deja que las olas Se estrellen en la playa: t en mi gruta Ms dulce vivirs conmigo solas. Laurel y vides de sabrosa fruta, Cipreses tengo all, hiedras y violas; Y agua fresca me manda el Mongibelo D e nieve derretida, don del cielo.

Quin vivir en el mar tal prefiere? D e vello aunque me cubre spero toldo, s T e n g o lea de encino; y nunca muere L a lumbre de mi hogar bajo el rescoldo. Pero sin t, si tu desden me hiere, A que se abrase mi alma y o me amoldo, Y aun la nica pupila con que veo, Prenda la ms valiosa que poseo.

Triste de m! Por qu no vine al mundo Con aletas de pez? T u rauda planta Siguindote besara en lo profundo Del pilago furioso que me espanta. Dirate lirios blancos sin segundo Y la amapola, cuyo rojo encanta:
ICO

I D I L I O XI.

Aquellos en invierno, sta en v e r a n o ,

Q u e darlos la vez no est en mi mano.

Oh nia! Si a/ribare cierta nave A q u nadar me ensear siquiera? U n marinero audaz, que el arte sabe. E n el fondo del mar de esta manera Probar qu placer en vivir cabe. Oh Galatea, sal! y una vez fuera Tornar olvida tu espumosa casa, Como sentado aqu, m mismo pasa.

V e n pacer conmigo mi rebao, Y la leche ordear y hacer el queso. Sola mi madre es causa de mi dao Q u e no te habl jams de mi embeleso, A u n q u e por t miraba de ao en ao Q u e me iba consumiendo hasta el exceso. Dir que entrambos

pies y la cabeza

M e duelen, y tal vez le d tristeza.

Triste Cclope, Cclope! Tu juicio*

Adonde huy? Mejor es que recuerdes


D e tejer canastillas el oficio Y tus ovejas cortes ramas verdes. Ordea el animal tu servicio: Tras la cabra del monte qu te pierdes? Hallar es fcil otra Galatea Q u e ms hermosa y menos fiera sea.
IOI

I D I L I O VIII.

Mil vrgenes me invitan la danza, Y la noche que accedo al llamamiento Respiran todas gozo y bienandanza: Mi grandeza y valer no en vano siento!

Fomentaba su amor y su esperanza Polifemo cantando; y ms contento Pasaba as la vida placentera Que si montones de oro poseyera.
8

I02

IDILIO
L L E V A POR T I T U L O E N E L O R I G I N A L

XII.
Y NO SE H A T R A D U C I D O

'AFTH2,

POR L A S R A Z O N E S E X P U E S T A S E N E L P R E F A C I O .

IDILIO

XIII.

HILAS.
A R G U M E N T O .

LLAS, al sacar agua de una fuente, es arrebatado por las Ninfas, 6 inscrito en el catlogo de los Inmortales. Este asunto, que forma un episodio de la Expedicin Argonutica, ha sido tratado tambin por Apolomo de Rodas, Valerio Flaco, Propercio y otros poetas. E l presente Idilio est dedicado por Tecrito su amigo Nicias.

U n h i j o idolatrado tuvo Alcides, Oh caro Nicias! Hilas fu su nombre Y su buen padre quiso con esmero Irlo educando las futuras lides. Las artes y ejercicios que renombre Dieran al Semidis, y que primero El aprendido habia,

IBILIO XII.

Enseaba su prole. A ninguna hora L o apartaba de s: ni medioda, Ni cuando torna el carro de la Aurora Tirado por sus candidos corceles A l palacio de Jpiter; ni cuando Las tortolitas fieles Buscan el nido blando, A sus tiernos pichones En los ahumados techos arrullando. Con sus sabias lecciones Formar un hroe del hermoso nio Era su afn constante; Y bien supo el infante Corresponder al paternal cario. Luci, por fin, el dia, En que traer el vellocino de oro Esnides Jason se dispona. Selecta compaas D e la Grecia decoro Con l se preparaba Las penas partir y los honores, Y de cada ciudad los mejores Para la expedicin se entresacaba. Tambin Jolcos llega D e Alcmena, Mitetide herona, El Hijo fuerte, quien jams doblega Empresa ni fatiga peregrina; Y con Hilas se embarca, En A r g o bien armada y rauda barca.
104
4 2

I D I L I O XIII.

Terribles al marino Surgan la entrada del Euxino L a s Islas Cianeas, s que flotaban Y con horrendo choque se encontraban. El rpido navio Atraves como guila ligera A los escollos sin tocar siquiera, Y entr de F s i s al profundo rio: Y desde entonce en la Pontina boca. Se mira inmvil una y otra roca. Cuando las altas Plyades? se ostentan Y al fin de primavera, en el egido A l tierno corderillo, ayer nacido, Las ltimas pasturas alimentan, L a flor d i v i n a de hroes esforzados A la vela se dio; y al tercer dia Merced al fuerte Noto, En la cubierta de A r g o alineados Entrar el Helesponto los vea, Y cmoda baha Hallaba en la Propntide el piloto Frente las C i a n a s frtiles regiones Q u e los pacientes bueyes Sulcando van en todas direcciones. L o s Argonautas reyes All al oscurecer desembarcaron, Y de juncos y yerba humilde cama Sobre la verde grama Toscos improvisaron;
I 0

14

IDILIO XIII.

Mientras de dos en dos frugal merienda Preparaban veloces. U n a tienda, Una mesa comn y un mismo techo Unir acostumbraba A Telamn, del invencible pecho Con Hrcules, seor de la gran clava: Y ahora tambin, en la pradera amena Juntos se aprestan tomar la cena. Hilas, el rubio mozo, D e bronce con un cntaro luciente En busca va de un pozo Para llevarles agua. Dulce fuente Halla inmediatamente A l fin de una llanura, Que brota cristalina cabe un antro. L a celidonia oscura, El candido culantro, El apio verde claro y la gramilla Y mil yerbas y mil cubren la orilla. Festivo baile, en tanto, Y delicioso canto En medio de las linfas A las alegres Nyades recrea: All Eunice, all Mlis, y Niquea, L a de primaveral dulce m i r a d a ,
10

En coro danzan: vigilantes Ninfas! C u y a deidad al rstico anonada. Se acerca el nio ufano A sumergir el cntaro en la fuente;
IO

I D I L I O XIII.

Venlo travs del agua trasparente Y todas acomete amor insano: A s e n la tierna mano D e l bello A r g i v o de melena de oro, Y el nio rubicundo A l manantial profundo Cae como meteoro" Q u e del cielo desciende rutilante Y en el oscuro mar se precipita. E n ese mismo instante All lo lejos el piloto grita: "Velas izad, marinos; " A la barca tornad, hroes divinos. "Sopla?prspero viento; "Es de levar el ncora el momento." L a s Ninfas, entretanto, D e l nio enjugan el amargo llanto; L o sientan en sus piernas Y lo consuelan con palabras tiernas. Inquieto del rapaz con la tardanza Y l partida del velero barco, El hijo de Anfitrin empua su arco D e los fieros Escitas la usanza,
12

Y la tremenda clava, que su diestra Continuamente muestra; Parte del campamento Y con todo el aliento D e su profundo pecho, su hijo llama. Hilas! Hrcules clama; .
107

IDILIO XIII.

Hilas!

repite con sonoro acento:

Hilas!

por vez tercera

Resuena atronador en la pradera. O y e distintamente -

Su nombre, en el abismo que lo esconde, El nio; y por tres veces le responde. Mas de la clara fuente S e oye apenas salir tnue sonido. Que, aunque sus plantas se halla, Parece de muy lejos emitido. No visteis cul estalla El len fiero de melena espesa. Cuando oye por acaso Clamar al cervatillo en lontananza?* Seguro de la presa D e su caverna rpido se lanza. A s tras Hilas, con gigante paso Hrcules va por speros caminos Antes jams trillados, Los zarzales hollando y los espinos. Padre infeliz! Trabajos no pensados L e trajo la insensata correra Por los montes y breas, Y en su dolor tenia D e Jason olvidadas las enseas. Las entenas alzadas, Las velas desplegadas, Alerta el marinero, En su puesto el patron y el timonero,

I D I L I O XIII.

D e Hrcules en espera en vano estuvo Hasta la media noche inmvil A r g o . Y a ms no se detuvo: El azaroso y largo Viaje sigui la nave* mientras Hilas Entraba de.los Nmenes al coro. D e su estirpe desdoro Y desertor de las heroicas filas Apellidaban Hrcules en tanto: Y l, sin curarse del veloz navio Q u e con sus treinta remos daba espanto A l enemigo, camin con bro Hasta Coicos pi, con suerte varia, Y Fsis arrib inhospitalaria.

109

IDILIO XIV.

LOS AMORES D E CINISCA


O TIONICO.

ARGUMENTO.

A M E N T N D O S E Esquines de la fuga y desigual matrimonio de su hija Cinisca, manifiesta su resolucin de ahogar sus pesares en la guerra. Timeo le aconseja que entre al servicio de Tolomeo, de quien hace un breve, pero elocuente elogio. ESQUINES, TIONICO.

ESQUINES. TIONICO.

Tinico, buenos dias. T e n g a s muchos dias buenos. Esquines, y aos serenos.

ESQUINES. TIONICO. ESQUINES.

H un siglo que no venias! Un siglo? Pues qu te pasa? A y , Tinico querido! Desque te vi han sucedido Grandes cosas en mi casa.

TIONICO.

Bah! Por qu tienes comprendo El rostro tan demacrado, El cabello enmaraado'* Y un bigotazo tremendo.

IDILIO XIV.
As se me present Un descalzo Pitagrico Muy flaco, que categrico Ser de Atenas declar: Y descubr sin premura Que causaban sus dolores Desesperados amores Con la harina y levadura.
ESQUINES.
1

T e burlas de m, buen hombre; Mas no hay lugar para trisca; Que mi nica hija Cinisca

Ha mancillado mi nombre. Ay! Para perder el juicio

Y a solo me falta un pelo.


TIONICO.

Sepamos cul es tu duelo: Puedo hacerte algn servicio? No ser algn arrebato D e los que siempre padeces? Tranquilo res - veces Y rabias poco rato: Y , sin que la edad te valga Ni la experiencia adquirida, Quieres que todo medida D e tus caprichos te salga.

ESQUINES.

A Apis, Tsalo ginete. A Cleonico el militar Y al A r g i v o , en un solar D e mi casa di un banquete.


112

IDILIO XIV,
U n lechoncillo tenia Y dos lindas pavipollas: Caracoles y cebollas Abundaban porfa, Y dulce licor Jiblinb Que salido del lagar Creyeras, aunque ajustar Iba cuatro aos el vino. D e l convite en el calor Llenar la copa nos plugo Con el pursimo j u g o D e l racimo embriagador. Y era preciso mentar A cada brindis l nombre . D e la mujer del hombre Por quien base libar. Nosotros alegremente Vacibamos la vasija; Pero silenciosa mi hija Bajaba mustia la frente. Y qu terrible carcoma N o taladrara mi alma, A l dirigirle con calma U n convidado esta broma! "Qu causa, nia, tu arrobo, "Que no desplegas el labio? "Tal vez, como dijo el sabio,
2

"Se te ha aparecido el lobo?"$


113

'5

IDILIO

XIV.

Se puso mas roja que ostro Y encendida de manera, Que una pajuela pudiera Prenderse sobre su rostro. Porque ese l$o, sabrs Q u e es LOBO, el hijo de Laba Q u e Cinisca enamoraba Y es malvado por dems. T lo debes conocer: E s de elevada estatura, Y aun algunos su figura Quiere hermosa parecer. Mas nunca cre el rumor Que.ella le corresponda, Porque adoro la hija mia, Y l no es digno de su amor. Estbamos y a beodos, Cuando al husped L a r i s e o Vino en malhora el deseo D e divertirnos todos, Y un Teslico cantar Entre ruidosos clamores, En honra de los amores D e L o b o empez entonar. Y Cinisca en lloro tierno, A l recordar su amante Prorumpi, como el infante Q u e busca el seno materno.
114
4

IDILIO XIV.

Entonces (t me conoces) L e asest una bofetada, Y otra, y otra; la cuitada E n tanto diciendo voces:

"Pues que. te amarga la sopa "Que padre y madre te dan, "Infame! de tu galn "Marcha beber en la copa; " Y vierte en hogar extrao "Esas lgrimas insanas "Semejantes manzanas "En el peso y el tamao." Y como la golondrina Emprende sbita el vuelo, Y alimento su polluelo Busca en region peregrina, A s del blando sillon Ella levantse rauda Recogindose la cauda D e la tnica y mantn; Y sin proferir palabra ' Se escurri por el zagun, 5 Y , como dice el refrn,

Al monte tir la cabra.


Y pasaron veinte dias, Y luego ocho, y diez, y nueve, Y once con hoy, .y la aleve A u n est en sus correras.
"5

IDILIO XIV.

D o s meses v o y ajuster Sumergido en la desgracia, Y segn usos de Tracia N o me he tornado afeitar. Y el seductor, segn creo, Hizo propiedad su robo, Y con mi Cinisca, L o b o H a contraido himeneo. C o m o importancia ninguna Nos dan los M a g a r e s e s , M e persiguen los reveses D e mi contraria fortuna; Y y o no puedo perdn Conceder quien rehusa Venir pedirme excusa D e su fuga y seduccin. Oh Tinico querido! N o s qu remedio hallar Para poder sepultar Mis males en el olvido. Pero Simo, mi paisano Que padeci igual ultraje, Emprendi remoto viaje, Y torn Sicilia sano.Ni soy cobarde, ni tonto; Y s del barro formado Q u e cualquier; otro soldado Qu dices? Me lanzo al ponto?
116
6

IDILIO

XIV.

TIONICO.

Pues que no es posible, Esquines, Y a reparar el agravio, Ser el partido mas sabio Q u e perdonarles te inclines. Pero si es, segn y o veo, Firme tu resolucin D e partir, sigue el pendn Del glorioso Tolomeo.

ESQUINES.

E S acaso favorable

A l que no ha nacido esclavo Y ser libre quiere al cabo D e l servicio?


TIONICO. ESQUINES.

Inmejorable. 7 Y por lo dems, qu tal Si con el libre corts?

TIONICO.

Oh! Y o te aseguro que es Cual ninguno liberal. E s benvolo en su trato, Las Musas ama y cultiva, Y la sociedad no esquiva Del sabio y del literato. Afectuoso y complaciente Bien sabe quin es su amigo, Y descubre al enemigo A u n q u e enmascare la frente. Dadivoso cual monarca, A quien pide tiene mengua El negarse; mas tu lengua Sea en peticiones parca.
"7

IDILIO XIV.

Si, pues, te place mi informe Y servir al R e y prefieres, Y al hombro derecho quieres Ajustar el uniforme; Si de escudado guerrero Para encontrar el asalto T e hallas de valor no falto, Corre al Egipto ligero. En las sienes los amagos Empiezan de la calvicie, Y presto har la canicie En las mejillas estragos. Y pues la pierna segura Sientes, y blico aliento, Este, Esquines, el momento E s de ceir la armadura.

n8

IDILIO X V .

LAS

SIRACUSANAS
6
LAS FIESTAS D E ADONIS.

LAS SEORITAS

DE

TARNAVA.

A R G U M E N T O .

O S Siracusanas, residentes en Alejandra, van ver las fiestas de Adonis, celebradas con gran pompa por Arsine, esposa de T o lomeo Filadelfo, Rey de Egipto. Est lleno el presente Idilio de vivacidad mmica, y nos vemos introducidos la casa de una de las protagonistas, donde omos la conversacin familiar con su amiga y sus criadas, asistimos su tocador y presenciamos las caricias que hace su infante. Seguimos todas por las calles de Alejandra, y entre la turba de soldados y pueblo penetramos en el palacio de la Rema, donde se nos hace admirar la suntuosidad de los adornos, y escuchamos, por ltimo, la cancin entonada ante el simulacro de Adonis por'la cantatriz ms clebre de la poca.

GORGO,

EUNOE,

PRAXINOE,

UNA VIEJA, DOS HOMBRES, UNA CANTATRIZ.

GORGO.

Fraxine est en casa?


EUNOE.

Oh mi querida Gorgo, cuan tarde -llegas! La seora En casa se halla y eres bien venida.
119

IDILIO

XV.

PRAXINOE.

Es milagro que llegues #un ahora. Dale un sillon la visita, Eune, Y la blanda almohada sin demora.
1

E U N O E .

A h est.

PRAXINOE.

T o m a asiento.

GORGO.

Ay Praxinoe! Para llegar aqu, cunto trabajo! Deja que mi alma valerosa loe Que entre la turba, sin morir, me trajo D e carrozas, y botas y armaduras^ Larga es la calle y vives muy abajo.

PRAXINOE.

Qu quieres? Condenme estas alturas Y me ha puesto no casa sino cueva, Ese hombre con su envidia y sus locuras. Siempre capricho contrariarme lleva, Y no quiere que seas -mi vecina, Ni que contigo murmurar me atreva.
120

IDILIO XV.

GORGO. N o discurras as, V n u s d i v i n a


2

D e tu esposo; que el nio est delante. Mira, mujer, verte cul se inclina.

PRAXINOE.

Zopirito, mi bien: nada te espante. N o hablo de tu Pap.

GORGO.

Por la gran Diosa! 3 Qu bien entiende el avisado infante! E s muy bueno tu padre.

PRAXINOE.

Escucha, hermosa: Ese padre tan bueno, el otro dia, ( Y un dia y siempre son la misma cosa) Nitro comprarme fu la droguera Y colorete; y con sus trece codos, Solo nos trajo sal, por vida mia.

GORGO.

N o me admiro, por cierto: iguales modos Tiene mi Dioclides, del dinero


121 16

IDILIO XV.

Eterna perdicin; as son todos. Cinco pieles ayer, no de carnero, Sino de perro viejo y pestilente Compr por siete dracmas un tendero. Mas al palacio ven del R e y potente: Ponte las faldas, y el mantn que ajusta L a linda hebilla.de metal luciente.4 Salir ver Adonis mas me gusta: Una fiesta magnfica prepara, Segn me dicen, nuestra Reina augusta.

PRAXINOE.

Es rico cuanto el rico nos depara. T que algo viste ya de tanto .brillo Cuntame lo que pasa, G o r g o cara.

GORG-O. Que vayamos verlo es mas sencillo; Para quien vive ocioso siempre es fiesta, s
PRAXINOE.

Eune! Trae la jarra y el lebrillo. Llnalo la mitad.Oh, cuan molesta! Djalo ah-otra vez.El lecho blando A g r a d a hasta las gatas. E a ! Apresta El agua que ped: lo estoy mandando H a c e dos horas. Agua! Ms aprisa M u v e t e . A l fin la trajo.Vela echando,
122
6

IDILIO XV.

Q u e es la cosa primera y mas precisa. Oh! N tanta, infeliz.

Tente, verdugo!

M e has empapado toda la camisa. Y a me lav como los Dioses plugo. Del armario mayor d estn las llaves? Traelas mientras el rostro y o me enjugo.

GORGO.

Qu bien te queda ese jubn no sabes, Y el broche! Por el pao, puesto fuera Del telar, cunto distes?

PRAXINOE. .

Ay, no acabes. O h Gorgo!, que acordarme no quisiera:


m

Mas de una mina ? dos de plata pura Y mi trabajo: puse el alma entera.

GORGO.

Pero sali tu gusto, y tu hermosura Realza.

PRAXINOE.

Dices bien.Dame ahora el manto Y el sombrerillo ponme con finura.


123
8

IDILIO XV.

N o he de llevarte, hijito. Huy, huy, qu espanto! Muerde el caballo! 9 Nada har tu enojo, A s pudiera sofocarte el llanto. N o quiero que despus resultes cojo. VamosFrigia, divierte al inocente: Haz la perra entrar, corre el cerrojo.

Oh Dioses inmortales, cunta-gente! Cmo y cundo pasar por tal tumulto? Qu hormiguero sin fin, siempre creciente! Desque tu Padre tributamos culto Oh Tolomeo, tu feliz reinado
m

Cuntos hechos sealan! Ni un insulto El pasajero teme del malvado. Ni el fraude impera ya, conforme al triste Hbito en ei Egipto inveterado.
10

Ni se encuentra, como antes, quien aliste D e audaces bandoleros las legiones, Que el crimen t desparecer hiciste. Ay, dulce Gorgo! Mira los bridones D e batalla del R e y . Dioses, qu miedo! Qu haces, Eune? En salvo no te pones? N o me pises, amigo, estte quedo. Mira aquel potro negro: su ginete V a derribar oh Gorgo! Qu denuedo! Qu furioso corcel! Cul acomete, Cul se levanta! T e n g o inmenso gusto D e haber dejado al nio en mi retrete.
124

IDILIO XV.

GORGO.

Que

te calmes, Praxinoe, es justo:

N o s han dejado atrs, y la llanura Salieron.

PRAXINOE.

S: me va pasando el susto. L a sierpe y el caballo gran pavura Y horror me dan desde la edad temprana. El paso aceleremos. Qu apretura!

GORGO.

En palacio has estado, buena anciana?

VIEJA.

Hermosas hijas, de palacio llego.

GORGO.

Ser el querer entrar empresa vana?

VIEJA.

Tentando, en T r o y a el valeroso Griego Penetr vencedor. Nia, el que tienta L o que quiere lograr consigue luego.
125

IDILIO XV.

GORGO.

Profetiz el orculo y se aus^grta!


PRAXINOE.

T o d o saben las viejas. D e l enlace D e Jupiter y Juno an dan cuenta.


11

GORGO.

A y Praxinoe: cunto me desplace! Mira qu muchedumbre hay la entrada.

PRAXINOE.

Impenetrable. Deja que te abrace; D a m e la mano, G o r g o . T abrazada Con Eutquide, Eune, avanza; y cuida N o yerres de nosotras separada. Entremos todas juntas. Bien asida V , por piedad, E u n e . A y , sin consuelo! Qu v a ser hoy de m, G o r g o querida? En dos pedazos me han rasgado el velo. Buen hombre! N o desgarres mi ropaje, A s te lleve Jpiter al cielo.

HOMBRE.

N o ha sido culpa mia; mas tu. traje Procurar cuidar.


126

IDILIO XV.
PRAXNOE.

Qu turba densa! Empujan como cerdos. Qu oleaje!

HOMBRE.

Psete la inquietud, seora; piensa Q u e y a estamos en salvo.

PRAXINOE.

A m i g o caro: A h o r a y siempre tengas recompensa. N o s ha salvado tu

punoso amparo;

Mi gratitud te seguir sin tasa. Y a sofocan Eune. Eh! sin reparo Sigue, cobarde; por la fuerza pasa. M u y bien. Ya entramos todas, como dijo

A q u e l que su mujer encerr en casa.

GORGO.

V e n aqu, Praxinoe: oh regocijo! Contempla esos magnficos tapices: Obras de dioses los creers de fijo.
*
127

IDILIO XV.

PRAXINOE.

Veneranda Minerva! A qu felices Manos tejer fu dado esas figuras? A qu pincel trazar esos matices? * Parecen animadas esculturas: Que se mueven cualquiera se imagina. Cuan naturales son esas posturas! Tiene el hombre en. verdad ciencia divina. D e Adonis ve la efigie primorosa Que en su lecho de plata se reclina. El bozo apenas en su faz graciosa Empieza despuntar. Cuan justamente L e aman aun en la Estigia luctuosa!

HOMBRE SEGUNDO.

Bah! Dejad vuestra charla impertinente. D e trtolas parece ese lenguaje: L a boca abrs sin gracia.
12

GORGO..

Qu insolente!

Y de dnde sali ese personaje? Por mi vida! Si somos charlatanas Te hacemos, por ventura, algn ultraje? V buscar entre tantas cortesanas A l g u n a quien mandar: es bien distinto El querer sujetar Siracusanas.
128

IDILIO XV.

Y sbete que oriundas de C o r i n t o ^ Somos, como lo fu Belerofonte Q u e abandon la patria en sangre tinto. D e l gran Peloponeso oir imponte E l dialecto; que en Drico el de Doria Puede hablar, segn creo.
PRAXINOE.

Oh de Aqueronte Dulcsima Seora! L a alta gloria D e imponernos su imperio, nadie pueda Clamar salvo uno solo. Vil escoria! N i bien ni dao temo me suceda * Por causa tuya. Cese tu porfa.
GORGO.
11

Silencio Praxinoe: estte queda. A Adonis v a cantar la hija de Arga, L a sabia cantatriz, que tanto nombre D e Esprquis '5 alcanz con la Elega. Y a preludia. Oirs algo qjje asombre.
CANTATRIZ.

Dulce Reina, que en G o l g o s t e recreas, Q u e moras en el Erice eminente Y en la alta cima del Idalio monte! Oh V n u s , que con oro jugueteas! Cul tu Adonis adorable, ausente Hace y a doce meses, de Aqueronte Traen las Horas hoy, de Lentsimas y graves
up '7

l 6

pies

suaves! 7
l

IDILIO XV.

Las dulces Horas son entre las Diosas; Mas deseadas llegan, Y siempre generosas Egregios dones al mortal entregan. Oh prole de Dione, alma Ciprina! T la inmortalidad diste esplendente, Segn la Fama cuenta, Berenice, Ambrosa infundindole divina En su candido seno reluciente. Agradecida su Hija te bendice Oh Diosa de mil nombres y mil templos! Siguiendo los ejemplos A r s i n e ^ de Helena, altos honores A Adonis establece; Y las prendas mejores Q u e el Reino d, munfica le ofrece.
18

Cuantas frutas reglanos la grata Autumnal estacin; cuanta verdura E n los ameaos huertos blanda brota, E n canastillos de bruida plata L e llevan, imitando la natura. Sus perfumes para l la Siria agota Y envia en ureos vasos millares: Cuantos ricos manjares Prepara la mujer, blanca harina Mezclando suave aceite Con flores y miel fina, D e Adonis hoy concurren al deleite.
130

IDILIO XV.

Cuantas aves recorren parvadas E l ancho cielo, aqu contempla el ojo, A q u se admiran todos los reptiles. Tambin se elevan verdes enramadas Adornadas doquier de suave hinojo; Encima los Amores infantiles A q u y all festivos juguetean, Y tiernos aletean. D e ruiseor guisa de polluelo Q u e revolar aprende, Cada uno armando el vuelo D e un ramo y de otro ramo se desprende.

Cunto bano! Cunto oro! Qu preciosas guilas blancas de marfil, llevando El fiel copero Jpiter amante!
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Qu purpreas alfombras primorosas! Q u e el dulce sueo juzgarn mas blando Su mrbido tejido, el habitante
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D e Samos frtil, y Mileto entera. L a Diosa de Citera D e l lecho de su Adonis no se mueve. Solo le apunta el bozo; Diez y ocho diez y nueve Aos, apenas cuenta el rubio mozo.

Algrate, Citres! Goza ufana H o y que tu esposo te devuelve el cielo


131

IDILIO XV.

Desde los reinos de Aqueronte umbro. Nosotras muy temprano en la maana En procesin solemne, cuando el suelo A u n humedezca el matinal roco, Del mar lo llevaremos la orilla. Nuestra veste sencilla Dejando hasta el talon caer de lleno, Suelta la cabellera Y descubierto el seno, Cantaremos all de esta manera:

Vuelves oh dulce Adonis rubicundo! Desde Aqueronte nuestro suelo ardiente. N o hay semidis que tal ventura cuente; N i el grande A g a m e n n volvi este mundo:
2 2

Ni aun Hctor, 3 primer fruto del fecundo Seno de Hcuba hermosa, ni el valiente Pirro, 4 cuando cay T r o y a impotente N i el buen Patroclo, 5 ni A y a x
2 2 6 2

iracundo.

N o tornaron los viejos Deucaliones, ? Lpitas ni Pelpidas; ni de A r g o s L a flor y nata, los Pelasgos fuertes.

Oh Adonis! S propicio mis canciones: Alegre vuelve nos por aos largos, Que hoy y siempre doquier consuelo viertes.
132

IDILIO XV.

GORGO.

Admirable cancin! Oh afortunada Mujer, cuyo saber el mundo llena! Qu voz tan suavemente modulada! Mas de partir es hora, que sin cena Se halla mi Dioclides, y su enojo Cuando est sin comer, ninguno enfrena. N o te venga jams de hablarle antojo Oh Praxinoe! si lo ves hlmbriento. Adis, oh Adonis! A mi hogar me acojo; A d reina el placer v t contento.

133

IDILIO XVI.

LAS GRACIAS GERON.


ARGUMENTO.

S T E Idilio se dirige todo Ge ron II, ltimo tirano de Sicilia. Se queja Tecrito de la ingratitud de lc Reyes y Irincpe>> con 1<h Poetas, y termina elogiando la dote* Ivlica del Soberano cuya proteccin implora.

A L Sr. LIC. DON

ALEJANDRO ARANGO Y ESCANDON.

De las Hijas de Jve y los Poetas A los Dioses cantar, y heroicos hechos Celebrar de magnnimos varones Fu siempre la misin. Pero las Musas Son nmenes, y dioses glorifican; Nosotros somos hombres, y mortales Ensalzaremos en mortales versos. Mas quin de cuantos moran bajo el carro De la cerlea Aurora, quin sus puertas No desdeando abrir, nuestras Gracias
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IDILIO XIV.

A c o g e r corts en su recinto? D ser dado hallar quien no deseche Su humilde peticin, ni defraudadas D e los dones que aguardan las despida? Ah, pobres Gracias! Cuntas veces tornan Con faz airada y con desnuda planta, Quejndose de m, que viajes vanos A emprender las obligo; y en el fondo D e un viejo arcon3 se sientan perezosas En la fra rodilla reclinando L a cansada cabeza! A h les tengo Deshonrosa mansion, siempre que vuelven Sin llenar su deber. D e nuestro siglo Quin es el hombre, quin, que favorezca A l varn elocuente? Y o lo ignoro. N o ambicionan, como antes, los mortales Ser loados por nclitas proezas; L a sed del oro vil consume todos. Con la mano en el seno, en torno gira L a vista cada uno, solo espiando A d o n d e y cmo recoger dinero, Y ni la escoria en regalar consiente. Tiene siempre en la boca estos refranes:

"Ms lejos est el pi que la rodilla;


" Y o atiendo mi fortuna: los Poetas "Favorezcan los Nmenes. Qu vate "Despus de Homero 4 habr, R e y de cantores? "Basta con l y sobra; y no hay cuidado "Que saquearnos v e n g a de su tumba."
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IDILIO XVI.

Insensatos! El oro de qu sirve Cuando se guarda intil en las arcas? N o es este el uso que los sabios hacen D e sus riquezas: para s reservan U n a porcin, y al vate favorito Donan otra porcin, los parientes Colman de beneficios, y limosnas Regalan sin medida los extraos: Enriquecen los templos con ofrendas, Nunca cierran la puerta al peregrino, Y tiene siempre mesa hospitalaria D e donde

parte el husped satisfecho

Y por su voluntad. Mas sobre todo E s fuerza honrar de las divinas Musas A los sacros intrpretes, si quieres Tener aun en el Orco buena fama, Y no gemir sin gloria en la ribera D e l frgido Aqueronte; semejante A l abyecto jayn, que con las manos Callosas de la azada, triste llora L a vil mendicidad que fu su herencia.

A siervos mil y mil en los palacios D e Antoco y de AlevaS se median D e mes en mes copiosas provisiones; Numerosos becerros, los establos Encerraban de Escpades, y vacas Corngeras sin fin: innumerables Eran de los Creondes (renombrados

IDILIO XVI.

Por su hospitalidad) las escogidas Ovejas, que en los campos de Cranonia Apacentar solian mil pastores. Pero exhalado el ltimo suspiro, Ningn placer hubiera acompaado A su desnudo espritu, en la barca Del odioso C a r n ; y sus riquezas Atrs dejando, sin honor ni gloria Entre la negra turba de difuntos Yacer fuera su suerte largos siglos,, Si el gran cantor de Ceo,? con su lira D e muchas cuerdas y sonoros ecos, N o legara su nombre la remota Posteridad, al lado de los hroes. L o s mismos rapidsimos bridones En los sagrados juegos coronados Grande honor alcanzaron. Quin hubiera A los Prncipes Licios conocido? Ni quin de los Primides gallardos Supiera el nombre? El femenil semblante D e C i e n o quin trazara, si las guerras Antiguas nunca hubieran los poetas Celebrado en sus cantos? N i aun Ulses 9 Q u e ciento veinte meses por los mares A n d u v o errante, y todas las naciones U n a tras otra visit, y al Orco V i v o pudo bajar, y de la cueva Salvo escap del Cclope homicida; Ni aun Ulses renombre perdurable
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8 6

IDILIO XVI.
Pudiera recoger; en hondo olvido Sepultado quedara el buen Eumeo Y Filecio con l, pastor insigne, Y aun el mismo magnnimo Laertes, Si el Jnico Cantor no los salvara.

L a s divas Musas son fuente segura D e renombre inmortal; mientras los vivos Disipan de los muertos la riqueza. Fuera ms fcil numerar las olas D e l azulado mar, que fuerte viento Contra la playa empuja; el ladrillo Enlodado lavar con agua pura, Q u e no mover el corazn del hombre Dominado de srdida codicia. Adis de monstruo tal! Por ms que tenga Plata y oro sin fin, siempre lo azuza L a sed de tener ms. Por m, prefiero A muas y caballos incontables L a amistad y el honor. El modo busco D e hacerme grato Prncipe benigno Por medio de las Musas. Erizado D e espinas y de zarzas el sendero E s t de las Pirides canoras D e Jove sin la santa P r o v i d e n c i a .
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A u n no se cansa el cielo nuevos meses D e traer en su giro y nuevos aos. Muchos corceles movern las ruedas D e l gran carro del tiempo todava,
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IDILIO XVI.

Y surgir de cierto aquel preclaro Varn que de mi canto necesite, Cuando emule los hechos que de Smois En la llanura, d la tumba se alza D e lio de Frigia, ilustres consumaron El grande A q u l e s
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y A y a x gigantesco.

Y a los bravos Fenicios, que Occidente En el extremo pi de Libia moran, Blicos rugen; y a su lanza vibra El fiel Siracusano, y el escudo Embraza armipotente. A la cabeza D e sus huestes, se cie la armadura El heroico Geron, de los antiguos Semidioses rival, y alto penacho D e crines, cubre su fulgente yelmo.

Oh Jove, Padre Santo! Oh veneranda Minerva! Oh virgen Diosa, Proserpina A quien en suerte cupo, juntamente Con tu divina Madre, la grandiosa Ciudad de los pudientes E f i r e o s Cabe las claras ondas Lisimelias! Con el amparo vuestro, los adversos Hados alejen la enemiga hueste D e la bella Sicilia. Por los mares Sardonios, huyan los vencidos restos Fciles de contar, de las legiones Antes innumerables, el estrago
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12

IDILIO XVI.
D e las diezmadas filas sus hijos Y sus mujeres contar. E n tanto Retornen los antiguos habitantes A poblar las ciudades, arrasadas Por mano hostil; cultvense los verdes Campos de nuevo; balen millares L a s ovejas que engorde rico pasto; Y al llegar al establo por manadas L a multitud de bueyes, al tardo Viandante obligue acelerar el paso. Preprense la siembra los barbechos A la hora de la siesta, cuando en guardia Contra l pastor, las gigantes copas D e los rboles suben, sus cantares A entonar las cigarras. E n las armas Arrinconadas, trame laboriosa L a araa leve tela, y de la guerra Hasta el nombre se borre. D e l sublime Geron la gloria lleven los Poetas A u n mas all de los Escitios mares Y la region lejana, cuyos muros Unidos con betn ' 3 se sujetaban A l cetro de Semramis augusta. Y o soy uno de tantos favoritos D e las sagradas Musas, cuyo anhelo E s celebrar la lmpida Aretusa, D e Sicilia decoro, y las gentes Q u e beben de sus ondas, y al guerrero Geron, que nos gobierna belicoso.
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IDILIO XVI.

Oh Gracias, oh Deidades Eteocleas, Q u e amis al Minio Orcmeno, en un tiempo Odioso los Tebanos! Si invitarme Desdean, yo tranquilo en mi morada Juro permanecer; si me convidan, Sin hacerme rogar ir al palacio D e quien me busque, y llevar conmigo A mis amables Musas: ni vosotras Olvidar por cierto. Sin las Gracias Qu puede sonrer en este mundo? Ay! Haga el Cielo que las Gracias sean Eternas compaeras de mi vida!

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IDILIO

XVII.

P A N E G R I C O DE T O L O M E O .
ARGUMENTO.

O N T I E N E las alabanzas de Tolomeo Filadelfo, hijo de Tolomeo Soler y de Berenice, en cuya corte vivi algn tiempo Tecrito.

AL GENERAL

ANTILLON

GOBERNADOR D E L E S T A D O D E GUANAJUATO.

Empecemos por Jove, y el extremo Jove del canto sea, si cantamos Oh Musas! de los Dioses al Supremo.

Mas si al mejor de los mortales amos En nuestros himnos elogiar conviene Y al grande T o l o m e o
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celebramos,

Su claro nombre en el principio suene, Y la mitad, y al fin; que de tal gloria El Orbe por dignsimo lo tiene.
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IDILIO

XVII.

D e los nclitos hroes, que la historia D e semidioses vastagos proclama, Guardaron sabios vates la memoria. Y m tambin, que no mediocre fama Disfruto de poeta, Tolomeo L a gratitud celebrar me llama. Himnos en su loor cantar deseo, Q u e an para los Dioses Inmortales Los versos sirven de vistoso arreo. Del I d a nemoroso en los breales Perplejo mira el leador la selva, Ni en tanta multitud sabe por cules Arboles empezar. Por ms que vuelva A s la vista en derredor y o mismo Es imposible oh Dioses! que resuelva Cul virtud encomiar. A l ver me abismo L a infinidad de dones excelentes Que disteis al modelo de herosmo,
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A l R e y mejor que impera entre las gentes. Qu ensalzar primero? Escuche el mundo Los hechos de sus nobles ascendientes.

Cuan rpido en obrar; y

cuan fecundo

En concebir magnficos proyectos Que al ingenio escaparan mas profundo


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IDILIO XVIR.
Era el Hijo de Lago!3 A los perfectos Nmenes, en honor igual lo hizo Su gran progenitor. L o s arquitectos Celestes con sin par oro macizo D e Jove en el palacio, casa regia Para l labraron, del Olimpo hechizo"! A su lado descuella en silla egregia El divino Alejandro, 4 d l amante, D e los Persas terror con su estrategia. Alzase enfrente el trono de adamante D e l fuerte Alcides, matador del toro, Q u e asiste los banquetes arrogante Entre los otros del Celeste coro; Y de gozo lo llena sin medida D e sus remotos nietos el decoro. Porque en ellos fij la edad florida El Hijo generoso de Saturno, Y alej la vejez aborrecida.

A uno y otro inmortal hizo * su turno, Y de los Dioses que el Olimpo rigen L e s dio el inmvil divinal coturno, s

Entrambos trazan hasta aquel su origen: A Hrcules reconocen por abuelo Y Herclides cual padre se dirigen. 45

1 9

IDILIO

XVII.

Por eso Alcides con paterno anhelo A su esposa feliz cuando tornaba Lleno del nctar que conmueve el cielo, A l uno el arco regal y la aljaba Q u e ala espalda llevar airoso debe; A l t>tro la nudosa frrea clava. Y entrambos al divino alczar de H e b e Entrando con su padre, la armadura Pusieron sus
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pies

color de nieve.

Qu dir de la gracia y donosura D e Berenice,? sin igual matrona, D e sus padres honor, sabia .criatura? L a veneranda prole de Diona Q u e en Chipre impera, plcidas caricias Prodig dulce su gentil persona. Porque de otra mujer no hubo noticias T a n adorada de su fiel consorte Cual ella fu de su seor delicias.

Y de la Reina el carioso porte Mostraba Tolomeo amor ms fuerte: Y sus hijos confiaba casa y corte,

Por compartir con l doquier su suerte. N o as la turba infiel que el orbe inunda: Mujer desamorada otros convierte
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IDILIO XVII.
L o s ojos sin pudor; y aunque fecunda, Del padre las virtudes asombrosas E s imposible que su prole infunda. Oh V n u s la ms bella de las Diosas, A l m a Deidad! A m p a r o t le diste: Merced t, las aguas luctuosas

N o atraves del Aqueronte triste L a hermosa Berenice; y del Barquero C u y o fatal poder nadie resiste

Veloz arrebatstela, primero Q u e llegara la ttrica L a g u n a


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Y al negro esquife de Caronte fiero. T u gloria le donaste y tu fortuna, Y en tu propio santuario altos honores; D no olvidando su terrestre cuna

N o s inspira corts dulces amores, Y suaviza las penas, y mercedes Otorga los cuitados amadores. A l fiero Calidonio D i o m e d e s
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Diste la vida, cuando el gran Tideo,' Argiva sin igual! cay en tus redes. " T t i s la bella, esposa de Peleo, Dio luz Aqufles, flechador famoso: Y t tambin, guerrero Tolomeo.
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IDILIO

XVII.

Unida Tolomeo belicoso Dio el ser la afortuna Berenice. Los ojos al abrir, nio dichoso

De

Cos9 te alberg la isla felice,

Y del seno materno, la divina Prenda tomando, fu tu fiel nutrice.

Porque en ella tu madre peregrina A l acercarse el fausto alumbramiento En sus angustias invoc L u c i n a .
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Lleg la Diosa con benigno intento Y de Antigone la hija acariciando T o m su lado protectora asiento. En su cuerpo infundi deliquio blando, Y sin dolor, al padre semejante, A la luz te sac Rey venerando!

Y Cos al mirar al tierno infante Bes amorosa el candido renuevo Y extasiada exclam con voz sonante: "Augusto nio, que en los brazos llevo! "S venturoso, y dame tanta gloria "Cuanta Dlos legara el rubio Febo. "Al alto Triope y la vecina Doria "Iguala con Rhenea, quien A p o l o "Al cielo sublim desde la escoria."
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IDILIO XVII.
A s la Isla clam: y all en el polo Entre nubes, de Jpiter el ave, El guila, que Jove anuncia solo. Tres veces aplaudi con eco grave. Infalible seal! Jove lo cuida, Y que grande ha de ser el mundo sabe.

Desde el primer instante de su vida L a proteccin de Jove lo acompaa Y lo sigue la dicha prometida.

Cunta tierra pose, cunta montaa! Islas sin fin y vastos continentes Son suyos. Cunta mar sus playas baa! Tribus sin cuento, innumerables gentes Propagan sus cosechas, que alimenta L a que Jpiter d, lluvia torrentes.

Mas ninguna

comarca tal

ostenta

Grata fertilidad, tanta abundancia D e mieses, cual Egipto la opulenta,

Cuando el lecho dejando, hmeda estancia E n la baja region d nunca llueve El Nilo sale hacer con arrogancia.
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Qu rey con l competir se atreve E n nclitas ciudades industriosas? Treinta y tres mil, trescientas treinta y n u e v e
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12

IDILIO

XVII.

Alzan para l sus torres belicosas, Y Tolomeo como rey preside Y todas dicta leyes poderosas. Con otros el imperio al par divide D e la Arabia, y la Siria, y la Fenicia, Y los confines que la Libia mide.

L o s guerreros de Caria y de Cilicia. ' Los negros de Etiopia l se doblegan, L o s fuertes de Panfilia y los de Licia.

A rendirle homenaje humildes llegan D e las Cicladas Islas, que millares Sus barcas velocsimas navegan.

Porque todas las tierras y los mares, Y los sonantes ros l se humillan, Los escudos sin fin de militares Revestidos de bronce, en torno brillan D e Tolomeo, y rpidos bridones Ginetes mil en derredor ensillan.

A los reyes de todas las naciones Nuestro gran R e y n opulencia pasa, Porque van de doquier contribuciones A henchir las arcas de su regia casa Dia tras dia: un bienestar tranquilo . Deja los pueblos trabajar sin tasa. >5

IDILIO

XVII.

Ninguna banda la region del Nilo En peces abundante, invadir osa Ni las villas turbar de paz asilo.

Yerra en el litoral grey numerosa Sin que saltando de ligera barca L a inquiete de piratas turba odiosa.

D e Egipto en la vastsima comarca El rubio Tolomeo as gobierna, Lancero sin igual y gran monarca. Y no tan solo la heredad paterna En conservar se afana, cual conviene A rey que dejar quiera fama eterna,

Sino que nuevas posesiones viene Acumulando l mismo cada hora, Ni en su alczar el oro intil tiene;

Y no es como la hormiga, que atesora En lo hondo de sus cuevas estupendas Riquezas cuya suma el mundo ignora.

El los Dioses dona mil ofrendas, Escrupuloso paga las primicias '3 Y lucen en los templos regias prendas. Mucho los reyes d, y las Egicias Ciudades; y sus fieles cortesanos Saben que regalar son sus delicias. 151

IDILIO

XVII.

Ni de alguno los pasos fueron vanos Q u e perito en cantar dulces canciones, F i a d o del R e y en las paternas manos, A las sagradas justas y canciones Concurriera de Baco: * sus hogares Siempre torn con liberales dones. L o s vates de las Musas millares Ensalzan la sin par munificencia D e Tolomeo en plcidos cantares. Para el hombre opulento cul herencia Mejor que un gran renombre merecido Que pase la remota descendencia?
1

Su renombre tan solo no han perdido L o s dos hijos de Atreo. "5 Sepultadas Y a c e n en las tinieblas del olvido

Las riquezas en T r o y a amontonadas. D las joyas estn? d las preseas En la casa de Pramo tomadas?

Arden an las funerales teas, Sobre el sepulcro de tus padres gime L a turba an, y y a emular deseas Oh Tolomeo! su virtud sublime. Ejemplo singular! Su augusta planta En la tibia ceniza el R e y imprime. 15a

IDILIO XVII.
Fragantes templos en honor levanta D e su adorada Madre, y del glorioso Progenitor la memoria s a n t a ,
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Labrados de marfil .y oro precioso All coloca entrambos, tutelares D e l que pida favor, mortal piadoso.

Y al llegar cada fiesta, los ijares D e ciento y ciento destrozados bueyes D e v i v o rojo tien sus altares. L o s vienen ofrecer entrambos reyes, Tolomeo, y la ms ilustre dama Q u e del amor rindirase las leyes; Poderosa mujer, que rendida ama A l varn que venera cual hermano Y por esposo tierno al par aclama.
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A s de Juno y Jove soberano, Progenie de Cibeles, reina bella, Fueron las bodas: la fragante mano

D e Iris,

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an pursima doncella

Aderez de Olimpo los Seores El tlamo nupcial, que alto descuella. SALVE, oh R e y Tolomeo! T u s loores Y o cantar, con no rastrero acento Q u e asombre las edades posteriores.

IDILIO

XVII.

Renombre ms glorioso darte intento Que cualquier semidis, y mayor lustre. T pide Jove que su sacro aliento

A tu poeta inspirador ilustre.

154

IDILIO XVIII.

EPITALAMIO DE HELENA.

ARGUMENTO.

O C E vrgenes Espartanas celebran con festiva danza Jas bodas de Helena y Menelao, y entonan un cntico nupcial en que felicitan al esposo y encomian las dotes de la esposa.

A D O N N A R C I S O G . D E LOYGORR1 Y D O A C A R M E N VIZCONDES D E LA V E G A .

MURRIETA

A l l en Esparta un dia D e l rubio M e n e l a o en la morada, Selecta compaa D e vrgenes se hallaba congregada, Cada una con la frente Ornada de jacinto floreciente.
1

D o c e eran las doncellas. Decoro de la gran Lacedemonia. Nobles todas y bellas, 155
2

IDILIO

XVIII.

Llamadas la augusta ceremonia Cuando enlaz Himeneo Con Helena3 al menor hijo de Atreo.

Formando dulce coro En el nupcial magnfico aposento Recien ornado de oro, Empezaron la danza y el concento; Y todo repeta El alczar la fausta meloda:

"Afortunado esposo! Por qu nos arrebatas tan temprano Del baile delicioso A la que te ha entregado su alba mano? Djala hasta la aurora Que con nosotras dance seductora.

"Su compaero eterno T e proclama desde hoy Helena amante. Cmo t solo yerno Pudiste ser de Jpiter Tonante, Cuando en Esparta tantos Prncipes codiciaban sus encantos?

"Benvolo estornudo4 T e dirigi algn Genio oh Menelao! Cual mgico saludo


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I D I L I O XVIII.

Al arribar tu voladora nao. De Jpiter la hija Y t la misma cmara cobija.

"En la fecunda Acaya5 Una beldad cual tu divina esposa Es imposible que haya, nclita prole te dar grandiosa Si nace cada infante A su gallarda madre semejante.

"De sesenta Espartanas Eramos cuatro coros virginales. Bellas todas, galanas Y en edad y carrera sus iguales, bamos de contino Con Helena al Eurotas cristalino.
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"Pero al lado de Helena No hay una que aparezca sin mancilla: Tras de noche serena Como la Aurora despuntando brilla. De Helena la hermosura Entre nosotras sin rival fulgura.

Cual suele hilera bella De espigas relucir, del campo adorno: O en el jardin descuella
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IDILIO

XVIII.

El gran ciprs, asombro del contorno; O la carroza atado El Tsalo? corcel es admirado:

"As Helena robusta, D e rosado color y trenzas de oro, D e majestad augusta, D e alta estatura y divinal decoro, Entre todas ilustre Es de Lacedemonia honor y lustre.

"No hay una que la iguale Si en la tabla papel pinta y dibuja; A todas sobresale Cuando el huso tomando, bien la aguja Con el estambre trama Variada tela con primor recama.
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"Ninguna como Helena, En cuyos ojos brillan los amores, L a dulce lira suena, Cuando canta los clicos loores D e la casta Diana O celebra Minerva soberana.

"Pura, graciosa, bella, Incomparable virgen! L a corona Arrojas de doncella


158-

IDILIO XVIII.
Y la diadema cines de matrona.
Mas nosotros como antes, Maana iremos por el prado errantes.

" Y por t suspirando Como la oveja de la madre ausente Suspira por el blando Seno, y por ella bala tristemente, Guirnaldas olorosas Tejeremos de flores primorosas.

"Para t la primera Formaremos de l o t o , que en la alfombra Crece de la pradera; Y de frondoso pltano la sombra Colgada la guirnalda Pondremos en el campo de esmeralda.
8

"El rbol regaremos Con aromas sin par de argnteo vaso; Y estas escribiremos Dricas notas, que en su tronco al paso Leern cien y cien ojos:
PLANTA DE HELENA SOY: CAED DE HINOJOS.

"Salve, esposa felice! Salve, esposo gallardo, quien la suerte C o n tal suegro bendice! iS9

IDILIO XVIII.

Latona que en las madres dicha vierte, L a sagrada Latona9 D e bella prole os d grata corona.

"Igual amor fomente Ciprina entre los dos, la gran Ciprina; . Y Jpiter aumente, Jpiter, Saturnal prole divina L a rica, noble herencia Que pase vuestra noble descendencia. ,

"Dormid, dormid ahora Tranquilo sueo y dicha el cielo os done. Nosotras la aurora
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Vendremos cuando el gallo alegre entone Su matinal gorjeo.

Himeneo,

Himeneo, goza

Himeneo/"

11

160

IDILIO XIX.

EL

LADRONZUELO
DL

PANALES.

A R G U M E N T O .

U P I D O , punzado porua abejilla, se queja a Vnus, de quien ecibe una dulce reconvencin Anacreonte ha tratado este mismo asunto, y Villegas lo ha dado conocer entre nosotros.

Punza una abeja Amor, que sin recelo R o b a procaz la miel de los panales.
1

Grita Cupido, y quiere de sus males Soplndose la mano hallar consuelo. Salta;

batiendo con los

pies

el suelo

Refugiase en los brazos maternales, Diciendo: " V qu llagas tan fatales "Deja un animalillo pequeelo."3 "Por qu lloras, mi Amor? N o te asemejas (Con risa celestial clama Citres) T tambin las prfidas abejas? "Peqtieuelo Pero qu llagas -

oh rapaz! cual ellas eres;4 tan fatales dejas

Con tu temido arpn siempre que hieres!


161 21

IDILIO

XX.

EL

VAQUERILLO.

A LA SEORA

DOA

SUSANA PESADO DE TERESA.

ARGUMENTO.

E S D E N A D O un zagal por una seora de la corte quien se atrevi requerir de amores, se queja amargamente de la burla sufrida, y aduce en favor propio los ejemplos de tantas Diosas que amaron pastores. Segn los intrpretes es una invectiva alegnca contra les orgullosos ingenios que ya en tiempo de Tecrito despreciaban la poesa buclica. El Pastor habla en el Idilio.

EUNICE me burl, porque quera Declararle en la calle mis amores Cuando baj del campo el otro dia.
1

"Vayase la montaa con sus flores! (Mofndose me "dijo) que no debe U n a beldad rozarse con pastores. 63

IDILIO XX.

"Con qu dulzura requebrar se atreve A quien escucha siempre cortesanos! Qu ojos! qu voz! . . . Aprtese el aleve!

"Qu juegos, qu ademanes tan villanos!


m

Con qu peine riz su Cabellera? Diga, zagal: son de bano sus manos? "Con esa barba "perfumada espera El vaquero quiz volverme loca? Bah! Ni por sueo enamorarme quiera,

"No sea que el aliento de su boca Me h a g a libar pestfero veneno:

Lejos de aqu! que nusea me provoca."


Dijo, y tres veces se escupi en el s e n o L a esquiva; de los
2

pies la cabeza

Me vio con aire de sarcasmo lleno.

Glorindose, parti, de su belleza. Y se volvi mirarme de reojo Murmurando entre dientes -con fiereza.

Mi sangre se inflam con el enojo; Y como rosa el matinal roco A mi rostro el color cubri de rojo. Ella se fu; mas del furor impo Con que burl mi gracia y donosura Guarda recuerdo firme el pecho mi.
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IDILIO XX.

Pastores que habitais en la espesura! Decidme la verdad. No soy hermoso? O algn dios ha trocado mi figura?

A y e r an, mi aspecto era gracioso: Mis sienes adornaban las madejas D e mi pelo, cual apio, primoroso. 3

Cual hiedra que se enreda en las aejas Encinas, pobladsima creca Mi barba; y de azabache eran mis cejas.

Sobre ellas mi alba frente reluca Y mis azules ojos eran tales Que Minerva el color envidiara. 4 A la cuajada leche eran iguales Mis bellos labios; y exhalaban trinos Ms dulces que la miel de los panales.

Y son tambin mis cnticos divinos. Y a pulse flauta, caramillo, caa, O la zampona, honor de campesinos. Y todas una voz en la montaa Hermoso me proclaman las doncellas, Y ninguna zagala amarme empaa. Solo esta ciudadana mis querellas Oir desdea, porque soy villano; Ni sigue de los Nmenes las huellas. i65

IDILIO XX.

No oy jams que Baco soberano Apacienta en el valle una becerra? s Ni de'Vnus sabr el amor insano?

Adonis fu zagal, el mundo yerra, Y con l Citera fu pastora En las quebradas de la Frigia sierra.

En las selvas lo am, y all lo llora. Y quin era Endimion? No era un vaquerc Y que Cintia lo am ninguno ignora.

Por l dej el Olimpo placentero Y de los Latmios bosques al abrigo L e concedi de esposo el alto fuero.

Jpiter un pastor llev consigo A l celestial alczar; y t, R h e a ,


6 (

A u n lloras al zagal que fu tu amigo.

Eunice sola audaz se pavonea Y me desprecia, y ser mejor no duda Q u e Cibeles, y Cintia, y Citera. Oh Vnus! que me niegas hoy tu ayuda, N o ames y a e n l a Ciudad ni en la campia: Solitaria 7 te miren y viuda, Y el mirto nunca ms tu frente cia.

166

IDILIO XXI.

LOS

PESCADORES.
AL DOCTOR

DON

DARO

D E J. S U A R E Z ,

CURA

D E

LINARES.

ARGUMENTO.

SFALION, pescadoi, naira un compaero suyo un sueno en que le paieci apodeiarse de un pez de 010, y jur no volver al ejercicio de la pesca Este lo tianqmliza acerca de su juiamento, y lo estimula continuar sus acostumbrados tiabajos

ASFALION. COMPAERO. L a pobreza es la sola, oh Diofantes! Que las industrias en el hombre excita. Del trabajo es maestra: los constantes En las fatigas, el reposo quita Con la turba de penas incesantes Q u e aun en la oscura noche al pobre agita; Y quien los ojos un instante cierra Viene, y el sueo sbita destierra.
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IDILIO XXI.

Yacan dos ancianos pescadores Tendidos juntamente en bajo lecho Con algas, que secaron los ardores Del sol, formado s pajizo techo, Y reclinados de hojas y de flores A delgada pared: poco trecho L o s utensilios de la pesca en torno Mirbanse, en la casa nico adorno.

Los cestos, los anzuelos, los cedazos Con las algosas redes y las caas; L o s cordeles de cerdas, y los lazos D e mimbres con las tiles maraas; U n a pelliza vieja hecha pedazos Y una vetusta barca, con mil maas Embreada, y atada unos puntales: Tal era su ajuar; sus bienes tales.
1

Los sombreros, la ropa, una esterilla Servian los dos de cabecera; Ni can tenan, ni olla ni parrilla, T o d o suprfluo los ancianos era. Nadie habitaba sobre aquella orilla, L a pobreza era de ambos compaera, Y de la choza las paredes solas Laman en redor del mar las olas.
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IDILIO XXI.

El carro de la Luna aun no renda Media jornada, y y a el trabajo amado A entrambos pescadores sacuda; Y , el sueo de los ojos desterrado. As empezaban tosca meloda:

ASFALION. Mienten, amigo, cuantos han contado Que en verano es la noche menos larga Cuando los dias Jpiter alarga.

Mil sueos he tenido, y aun la aurora N o despunta. Qu es esto? O yo me engao O las noches un siglo son ahora.

COMPAERO.

Que as condenes, Asfalion, extrao L a estival estacin tan seductora. Su curso no dilata el mes ni el ao; Mas la solicitud que te atormenta Hace la noche tan penosa y lenta.

ASFALION.

Has aprendido interpretar acaso Los sueos? El mi es de buen agero, Y mi vision referirte paso. C o m o la pesca, que partamos quiero
169 22

IDILIO XXI.

Los sueos. N o eres de talento escaso, Y en sueos el intrprete primero Es aquel cuya mente viva y clara Sus decisiones magistral depara.

A ms, que para hablar tiempo nos sobra, Y qu otra cosa pueda hacer no veo El pescador que el sueo no recobra, Y quien su hojoso lecho gran recreo N o le da junto al mar. L a luz en obra Est, y hay siempre fuego en Pritaneo: Tal dicen.
2

COMPAERO.

T u vision hazme presente; Narra todo tu amigo y confidente.

ASFALION.

Cuando al tornar ayer de nuestra barca Me recog dormir (y poco llena Estaba mi cabeza; que bien parca Anoche, si recuerdas, fu mi cena) En alta roca y plcida comarca Estar me pareci; y en mar serena Buscando pesca, el cebo sacuda Que de mi caa engaador penda.
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IDILIO XXI.

U n pez de colosales dimensiones v i d o lo trag (que el can la torta Soando mira en todas ocasiones Y m soar pescados solo importa). Herido del anzuelo, borbotones L a sangre derram; mi vista absorta Qued al mirar que el peso y movimiento Mi caa doblegaron al momento.

Las manos extend; y en agona El sacarlo me puso. Pez tamao Cmo pudo afianzar no comprenda Anzuelo tan endeble; con amao Su carne destazar me dispona, Y "me herirs? le dije: mayor dao Recibirs." El brazo, al verlo quieto Tend, y mi poder qued sujeto.

Mi presa era un pescado todo de oro Y por doquier con oro guarnecido; Gran temor me invadi, de que tesoro N o fuese de Anfitrite,3 pez querido Del Dios Neptuno quien rendido adoro. Cuidando no quedase al hierro unido O r o ninguno, desprend el anzuelo Y al pescado con cuerdas traje al suelo.
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IDILIO XXI.

A la pesca y al mar eterna guerra Jur sobre mi pez solemnemente, Y promet quedarme siempre en tierra Y con el oro dominar potente. En los misterios que mi sueo encierra Descubra el porvenir tu clara mente Oh compaero! Desmayar me siento: Me llena de temor mi juramento.

COMPAERO.

N o temas, Asfalion: falaz y vano F u tu sueo, cual todos; y ni es cierto Q u e proferiste el juramento insano, Ni viste el ureo pez. Si n, despierto A l lugar de la escena v temprano, Y si no quieres de hambre quedar muerto, D e tus ensueos de oro la esperanza Peces de carne probars que alcanza.

IDILIO

XXII.

LOS

GEMELOS.
A L C U R A D J ACN A ,

D O N

A N T O N I O

PLANCARTE.

A R G U M E N T O .

E S C R B E S E la lucha de Plux con Annco, Rey de los Bcbnccs, y el combale de Castor con Linceo, felices ambos para los diu nos Gemelos. L a primera parte forma un episodio de la espedicion Argonutica, y lo mismo que el Idilio X I I I , se encuentra en Apolonio Rodio y Valerio Flaco. E l asunto de la segunda parte ha sido tratado, aunque de un modo algo diverso, por Ovidio y por Propercio.

D e Jpiter Egoco y de L e d a

A los hijos celebra nuestro canto: Castor, y Plux luchador terrible Siempre que el duro cesto arma su mano.

U n a y mil veces de la Prole augusta D e Testio, los dos hijos celebramos, Nacidos en la gran Lacedemonia, Gemelos y fortsimos hermanos;
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IDILIO

XXII.

Salvadores del hombre que en peligro Extremo los invoca, y del caballo Que lleno de terror, lleva al ginete Entre escuadrones al cruento asalto.

Ellos socorro los bajeles prestan Que combatiendo van contra los astros Cuando al nacer al declinar suscitan Fieras tormentas y huracanes bravos.

Ah! Cuntas veces msera zozobra Juego del Aquilon la rota nao, Y el agitado mar la popa hiere O bien la herrada prora azota insano!

Una y otra pared furioso rompe, Y penetran las olas en el casco, Y mstiles, y remos, y velamen En el pilago caen pedazos. Los torrentes de lluvia, y de la noche Las tinieblas aumentan el estrago, Y por el viento y el granizo herido R u g e el inmenso mar con hondo espanto.

Pero vosotros del profundo abismo A la nave sacis, y al asustado Marino, que la muerte por momentos Aguardaba tras hrrido naufragio.
174

IDILIO

XXII.

Aplcanse los vientos al instante, El pilago se torna espejo claro, Huyen las nubes, y en el alto Polo Se ven las Osas y el luciente Carro.
2

Y media luz, de Cncer en el pecho La estrella oscila del Pesebre 3 opaco Entre los dos Asnillos refulgentes, De feliz navegar cierto presagio.

Oh amigos del mortal, hroes gemelos! Oh de los hombres poderoso amparo, Diestros al par en manejar bridones, Y en la lucha, la ctara y el canto. A quin primero elogiarn mis versos? Al fuerte Plux, al robusto Castor? Empezar por Plux, ya que deben Mis dulces himnos celebrar entrambos. Salvada de los mviles islotes 4 Que horrendos se juntaban, la nave Argo, Y la terrible boca del nevoso -Ponto con feliz xito pasando, Ancl por fin en las BebriciasS costas A su bordo trayendo los preclaros Hijos-de los celestes moradores.
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6

Las escalas poniendo ambos costados

IDILIO XXII. De la Jasonia nave, descendieron Los hroes luego al litoral extrao, Fogatas encendieron en la playa Ventosa, y tiendas cmodas plantaron. Plux el bruno y Castor el ginete Lejos errar-se fueron solitarios, Y en la espesura de variada selva Por entre los breales se internaron.

Un manantial perenne de agua pura Descubrieron en spero peasco, Y otras mil argentadas fuentecillas Que cristal parecan, mas abajo. . All crecan pinos gigantescos, Pltanos, olmos y cipreses altos; Suaves flores tambin, las abejas Primaverales, alimento grato. Se present de sbito sus ojos Un hombre colosal, sentado al raso, De aspecto fiero y con las dos orejas Rotas, al parecer, puetazos. Esfrico s alzaba el fuerte pecho; Y el extenso espaldar y el espinazo De Coloso de hierro parecan A golpe de martillo fabricado.
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IDILIO

XXII.

Cerca deL hombro, msculos salientes Rudo ostentaba el gigantesco' brazo Cual las redondas piedras que en su curso Veloz torrente pule deslavando. Una piel de len, al cuello y hombros Colgada de las patas, como manto Llevaba. Plux en la lucha siempre Invicto, fu el primero en saludarlo.
POLUX.

Quienquier que seas, gurdente los Dioses, Buen hombre! En qu lugar nos encontramos?
AMICO.

Cmo me han de guardar, si enfrente miro A gente que jams he visitado?

POLUX.

No temas; que ni somos bandoleros, Ni de perversos padres engendrados.

AMICO.

No temo la verdad; mas no es tu lengua, Forastero, quien debe declararlo.

POLUX.

Te muestras iracundo en demasa, Descomedido y de carcter agrio.


177 23

IDILIO

XXII.

AMICO.

Soy tal como me ves; pero recuerda Que ni tu casa huello ni tus campos.

POLUX.

Si visitarme vienes, la tuya Con dones tornars hospitalarios.


AMICO.

Gurdalos para ti; que yo no tengo Presentes que ofrecere ni regalos.


POLUX.

Extranjero feroz! Ser posible Que de esta agua me niegues aun un vaso?

AMICO.

Verlo podrs, cuando la sed llegare A atormentar tu macilento labio.

POLUX.

Favor no pido: plata lo que quieras De lo que puedas dar te ofrezco en pago.

AMICO.

Bien. A luchar en singular combate Llgate cuerpo cuerpo y brazo brazo.


178

IDILIO

XXII.

POLUX.

Tan solo con el puo, con los ojos Rectos, y la canilla el pi lanzando?

AMICO.

Pon toda tu arte en juego;"seguiremos Las reglas del terrible pugilato.

POLUX.

Y contra quin del cesto contundente Por tu capricho atroz mis puos armo?

AMICO.

No est muy lejos; y en verdad no ostenta Cara de mujercilla tu adversario.


POLUX.

Hay, por ventura, un premio que compense A l vencedor en el certamen arduo?


AMICO.

Tuyo ser si dominarme logras; Si te venciere yo, sers mi esclavo.


POLUX.

Luchan as, luciendo en el palenque Su roja cresta los soberbios gallos.


179

IDILIO

XXII.

AMICO.

Bien parezcamos galios leones, Solo con esta condicin combato. Dio fin Amico al spero discurso Y al labio un hueco caracol llevando, Los Bbrices de larga cabellera Al silbo bajo un olmo se juntaron. Llam tambin de la Magnesia nave Los hroes todos el invicto Castor: Y los puos y brazos con el cesto 9 Y correas cieron los contrarios. En medio de la arena se pusieron Los campeones, sangre respirando, Y fu el primer esfuerzo de cada uno Volver la espalda los solares rayos. Pero t, Plux, al gigante altivo Atrs dejaste con veloce paso, E hiciste que de Amico al fiero rostro Lanzara el sol de lleno ardientes dardos.
t

Colrico ste hacia adelante marcha Y rudo golpe asesta con la mano; Pero al llegar, Tindrides lo hiere De la diestra mejilla en lo mas alto.
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IDILIO XXII. Con ms furor la lucha contina El otro, y al lidiar se inclina tanto Que la tierra tocar parece; al verlo De los Bbrices suenan los aplausos. Los hroes su vez al fuerte Plux Animan, y lo ven con sobresalto Temiendo que lo aplaste en un estrecho Con su peso el jayn, cual T i c i o
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antao;

Pero ya la derecha, ya la izquierda Sigue el hijo de Jove soberano Nutrida serie de certeros golpes Con uno y otro puo atroz lanzando. Del hijo de Neptuno, aunque gigante, Los mpetus contiene y los asaltos; Y ste se para, al fin, con tanta herida Trmulo, y sangre ftida esputando. Los argonautas prncipes, henchidos De gozo, un grito unnimes alzaron Ensangrentadas viendo sus mejillas Y de llagas cubierto el roto labio. Sus diminutos ojos se perdan En la hinchazn del rostro amoratado, Y aqu y all agitbalo el valiente A l aire dirigiendo golpes vanos.
181

IDILIO

XXII.

A la nariz, en fin, el rudo puo Asesta, al verlo ya de aliento falto; Entre las cejas hirelo, y la frente Desgarra toda, descubriendo el crneo. Sobre la verde yerba cae supino Acometido de letal desmayo El descorts atleta; mas de nuevo En pi se pone con furioso salto. Con ms furor encindese el combate Y con los cestos se laceran ambos; Mas al centro del pecho, bien afuera De la cerviz, sus mpetus y amagos

El jefe de los Bbrices dirige, Mientras Plux la faz de su contrario Con fieras contusiones desfigura, Que no yerran jams sus puetazos. Pierde el sudor mares de tal modo Que de gigante aquel, trnase enano, Mientras al hroe la color mejora Y el cuerpo robustece tal trabajo. Cmo, por fin, sobre el voraz coloso Fu del hijo de Jove el triunfo fausto Oh Musa! dlo t. Soy eco ajeno Y har como t plegu mi relato.
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IDILIO

XXII.

Un esfuerzo supremo y decisivo Hacer queriendo, con la izquierda mano Ase Amico de Plux la siniestra Y el choque de ste evita de soslayo. Con la diestra feroz sobre l se arroja Del derecho costado alzando el ancho Brazo de hierro; y ay del Rey de Amicla Si lo llega alcanzar el golpe infando! Mas ste lo esquiv, de la cabeza Con movimiento diestro al par que raudo, Y en la siniestra sien al otro hiriendo Le salt sobre el hombro y espinazo. Y mientras negra sangre corrompida Le brota de la sien hecha pedazos, En la boca recibe nuevos golpes Y rechinan ios dientes quebrantados. Y ms y ms lo acosa su enemigo, Y su lvida faz destroza tanto, Que polvo hace los huesos, y la carne De las quijadas culgale en retazos. Cay por fin; y prximo la muerte Vencido confesndose, las manos
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Juntas hacia t tiende, y t gran Plux! No le haces vencedor ultraje dao.


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IDILIO

XXII.

A su padre Neptuno, de los mares Llam el rendido; y juramento santo Hizo de nunca ms al pasajero Descorts injuriar con rudo trato. Y a , Seor, te cant.Tus alabanzas Empiezo, hijo de Tndaro, gran Castor, Veloz cabalgador, guerrero invicto Y de coraza refulgente armado. Los dos hijos de Jove, de Leucipo A las dos hijas, tras violento rapto Llevaban. Persiguindolos veloces Tras ellos caminaban los hermanos Linceo Idas el fuerte, de Afareo Hijos, y esposos prometidos ambos De las robadas vrgenes. Apenas Llegan al monumento funerario Del difunto Afareo, un tiempo todos Bajan, para atacarse, de los carros, Asidos sus lanzas y broqueles, Y as clama Linceo dentro el casco: "Por qu nos provocis la contienda Y por ajenas novias desdichados! La espada desnudis? Ved que sus hijas Nos prometi Leucipo muchos aos
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12

IDILIO

XXII.

"Antes que os conociera; y su promesa Confirm juramento sacrosanto. De vuestro honor en mengua, tras esposas Corriendo, y tras riquezas y rebaos "Que pertenecen otros, con presentes Comprasteis las doncellas al anciano. Mil veces os lo dije cara cara A ambos dos, aunque en hablar soy parco: " "Amigos: no conviene gente noble "De vrgenes pedir la blanca mano " A otros ya prometida. Ancha es Esparta "De Elide ecuestre^ el territorio es vasto. " "Grande es Arcadia, y en manadas rica, " Y de Mesene, y de la Acaya, y de Argos "Extensas las ciudades; igualmente "El litoral Sisifio muy poblado. " "All superabundan las doncellas "Crecidas de sus padres al amparo, "Que ni de ndole son desagradable "Ni de saber de talento escaso. " "Vuestra ser la que quisiereis: todos "Aspiran tener yernos preclaros " Y vosotros no puede ningn hroe "En linaje ni hazaas igualrseos.
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24

IDILIO

XXII.

" "Mas no estorbis, amigos, nuestras bodas, "Que conseguiros otras os juramos." Esto y ms os decia; mas las auras Al pilago mis ruegos se llevaron, " Y el favor nos negasteis. De crueles No en balde tenis fama y de inhumanos. Ceded siquiera ahora; pues de parte De padre somos primos inmediatos. "Mas si en lidiar os empeis, y en sangre Es menester lavar nuestros agravios, Idas al menos de luchar se abstenga Y Plux, mi valiente primo-hermano. "Castor y yo, que somos los menores De edad, en duelo singular salgamos A cruzar las- espadas. No dejemos A nuestros viejos padres luto tanto. "Basta un cadver por familia: queden Los otros templar el lloro amargo De los deudos y amigos; y las nias En vez de los difuntos, d e n la mano Los dos que sobrevivan al combate. As terminar con poco dao Esta fatal contienda, que amenaza Acarrearnos hrridos estragos."
186

IDILIO XXII.

Tal su discurso fu: la Providencia No quiso que sus ruegos fueran vanos, Y en la tierra sus blicos arneses Los hermanos mayores descargaron. Tras el broquel la ponderosa lanza Blandiendo, vino en iredio del estadio Linceo; y lleg al centro, al par moviendo Su robusto lanzon, Castor gallardo. El viento al avanzar les agitaba Encima de los yelmos los penachos; Y al empezar la lid, los campeones De la frente las plantas se miraron. Y con las lanzas fueron sin herirse Reconociendo, ver si algn espacio De los cuerpos, dejaba la armadura Mal defendido y fcil al asalto. A los primeros choques, las agudas Puntas de los lanzones se estrellaron En los fuertes escudos, y cayeron Las astas y el acero hechos pedazos.

La pugna sin dejar un solo instante, Las espadas los dos desenvainaron Ardiendo de furor; y al ancho escudo Y al emplumado almete, muchos tajos
187

IDILIO

XXII.

Dirigi Castor; y Linceo muchos Al broquel asest de su adversario: Mas toc solo la acerada punta La roja cresta del bruido casco. Tir por fin la rodilla izquierda El estoque con mpetu; mas Castor Retir el pi ligero, y de un fendiente Tronch la diestra al adalid incauto. Cay la espada en tierra: y el herido Al paterno sepulcro, d sentado Presenciaba la lucha Idas valiente Huy, refugio en su dolor buscando. Tindrides de cerca le segua, Y entre el pecho y el vientre clav el ancho Estoque furibundo, Jas entraas En el seno el acero destrozando. Cay tendido el msero Linceo Y sueo eterno le cerr los prpados. Mas ay! su otro hijo Laocoosa Libre tornar al maternal regazo Nunca ver, ni el deseado enlace Entre los suyos contraer ufano. Varias columnas de precioso jaspe Ornaban de Afareo el epitafio:
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IDILIO XXII.
Una arranc veloz Idas Mfsenio Para vengar la muerte de su hermano Al matador lanzndola; mas Jove Le dio socorro, y el pulido mrmol Hacindolo soltar, al atrevido Torn cenizas con su ardiente rayo. Luchar con los Tindrides no es fcil: Son fuertes, y de fuertes engendrados.

Salud, Hijos de-Leda! A nuestros versos No desdeis mandar fama y aplausos. A los hijos de Tndaro, ya Helena, Ya los hroes que al rubio Menelao En el sitio de Troya socorrieron, Han sido siempre los poetas gratos. A vosotros oh Reyes! gloria eterna Os dio el divino Homero, celebrando La Ciudad Priamea, las batallas Frente sus muros,* y las griegas naos, Y Aqules, en la guerra baluarte. A vuestras plantas yo tambin os traigo De las canoras Musas los presentes Que otorgarme se dignan, y yo abarco En mi humilde mansion. Para los Dioses El honor ms acepto es siempre el canto.
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IDILIO XXIII.

EL

ENAMORADO
O SEA

E L DESDICHADO EN A M O R E S .

A D O N SANTIAGO BELDEN.

ARGUMENTO.

U E J A S E un amante de los desdenes de su ninfa, y se ahorca en la puerta de su bella ingrata. Esta muere luego manos de Cupido, ultrajado por su esquivez. L a gloga segunda de Virgilio, aunque menos trgica, es una imitacin del presente Idilio, tal como se halla en el original.

Enamoraba un mozo una doncella; Pero la nia su amador odiaba, De costumbres cruel, de rostro bella. Nada opona su fiereza traba; Quien era el dios Amor an no sabia

Ni qu flechas se encierran en su aljaba. Era toda rigor; y siempre impa Negaba al infeliz todo consuelo Y ni una puerta la esperanza abra.
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IDILIO

XXIII.

Ni palabra jams premi su anhelo, Ni una sonrisa, ni el brillar siquiera De la clara pupila azul de cielo. Como del cazador huye la fiera, As la ninfa del garzn. Sus ojos Mostraba siempre torvos la altanera. Su pecho hil, su corazn enojos, Ira ostentaba su feroz talante Y sarcasmo sus labios, nunca rojos. Pero aun as era bello su semblante, Y ms y ms alimentaba el fuego Que devoraba al desdeado amante. Vino el joven, por fin, de llorar ciego, Bes el caro dintel de su adorada Y en este prorumpi, sentido ruego:. "Aqu me tienes, ninfa despiadada, Ninfa de mrmol; de furiosa hiena Sin duda al seno montaraz criada. " Y a nunca mi amorosa cantilena Excitar oh doncella! tus furores En la noche llamndote serena. Mi ltimo don te traigo. Tus rigores Aceptar no rehusen esta soga Que trmino va dar mis dolores.
193

IDILIO

XXIII.

" Y pues ya nada en mi favor aboga, D me condenas parto: d el olvido. Remedio universal, el duelo ahoga. " Y aunque el cliz apure apetecido No bastar curar mis graves males. Adis! De t por siempre me despido. " D e tu cerrada casa en los umbrales Mi ltimo adis te doy. Cuando yo muera S qu ha de suceder los mortales. "Bellsima es la rosa en la pradera; Pero el tiempo marchita su corola: Es bella la viola en primavera; "Pero presto envejece la viola: Es blanca la azucena, y de su verde Tallo al quitarla, se destruye sola. "Que la alba nieve, tu esquivez recuerde, A l caer en la tierra, su blancura En un instante derretida pierde. " D e la mujer es frgil la hermosura: D e que ames t tambin vendr el momento, Y que en vano amars mi voz te augura. "Escucha, al menos, mi postrer lamento: Al verme**de tu puerta suspendido Por la soga cruel, y sin aliento,
193
2

IDILIO

XXIII.

"Que te detengas por favor te pido. A l menos una lgrima derrama Y destame el lazo y el vestido. "Reclina mi cadver en tu cama, Y una sbana tuya de sudario Sirva para los restos del que te ama. "No temas que en el lecho funerario Turbe la voz, que ingrata ahora retumba, El hogar para el muerto hospitalario. "Excvame no lejos una tumba, Y para siempre, s marmrea losa De tu odiado amador el cuerpo arrumba. "Mas antes de partir di cariosa, Mirando hacia el sepulcro que me encierra, Por tres veces: Amigo, en paz reposa. "Y si el hablar un muerto no te aterra, Aade, si te place: Ya no vive El amante mejor que hubo en la tierra. " Y este epitafio, que temblando escribe En verso igual mi mano agonizante, En la funrea lpida trascribe:
" S O Y VICTIMA DE AMOR. O H CAMINANTE! DETEN EL PASO Y CLAMA COMPASTVO: A INGRATA VIRGEN ADORO ESTE AMANTE."
194

IDILIO

XXIII.

As diciendo, toma pensativo Un trozo (cruel trozo) de basalto, Y la puerta lo arrima para estribo. Suspende del umbral en lo ms alto Cuerda sutil; al cuello se la ajusta, Y hace rodar la piedra con un salto. Ahorcado muere. La doncella adusta Lo ve, al salir, colgado de su puerta; Mas ni la ablanda el verlo ni la asusta. Y lejos de que lloro triste vierta, Estrepitosa carcajada lanza Y por las calles va con planta incierta. Y en el bao al entrar, segn usanza, Se le presenta el Numen ofendido Del crimen tomar atroz venganza. Porque en medio al estanque, de Cupido Se alzaba el simulacro en piedra dura Sobre alto pedestal bien esculpido. Y al ver nadando entre la linfa pura A la mujer que su deidad ultraja, En el bao se arroja la escultura. Sobre la esquiva justiciera baja, Y el mrmol en su rpida caida Los miembros de la ninfa desencaja.
196

IDILIO

XXIII.

El agua queda en prpura teida, Y del fondo sali desgarradora La amarga voz de la doncella herida: " L a ingrata pereci; triunfe el que adora. Oh Vrgenes! Mi muerte ejemplo sea, Para que no irritis la vengadora "Divinidad de Amor Citera."

196

IDILIO

XXIV.

HERCULES

NIO

ARGUMENTO.

A R R A S E la victoria de Hrcules, nio an de diez meses, sobre dos monstruos enviados por Juno devorarlo. Sigue el vaticinio de Tiresias sobre el divmo infante, y enumranse los maestros que ensearon ste las letras, las artes y los ejercicios en que tanto sobresali. L a ltima parte, que narraba el mtodo de vida de Hrcules durante su infancia y juventud, se ha perdido.

Hrcules, que diez meses ha cumplido, E Ificles tierno, su menor hermano, Una noche despus solo nacido, Festivos juegan. Con amante mano Baa los dos la cariosa Alcmena, Y con la leche de sus pechos llena. Sobre cncavo escudo Que Anfitrin foraudo Conquist Terelao, con ternura
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2

De puro bronce, esplndida armadura,

IDILIO

XXIV.

Los recuesta, y tocando su cabeza, As los nios arrullar empieza: "Dormid, hijos queridos: "Dormid bellos y sanos. "Oh frutos de mi amor! dormid, hermanos: "Almas de mi alma, reposad unidos. "Gozad de sueo plcido y ligero; "Dormid, dormid dichosos, " Y de la Aurora el despuntar primero "Os encuentre soando venturosos." As habla, y el escudo relumbrante De cuna -guisa mece: A Ificles viene el sueo en el instante, Y Hrcules al arrullo se adormece. Mas cuando media noche hacia el Ocaso La Osa, de Orion 3 vecina, Con rapidez declina, Y ste, girando con veloce paso, Sus anchos hombros al'mortal ostenta, Juno,4 daar atenta, Dos hrridas serpientes, Monstruos descomunales Que al enroscarse forman esplendentes Verduscas espirales, Enva de la casa los umbrales. All, d el ancho quicio Deja bajo la puerta algn resquicio, A penetrar la Diosa los obliga, Y con speras voces los instiga
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IDILIO

XXIV.

A devorar al que en la cuna yace Hrcules tiernecito. Por el suelo Van arrastrando su asqueroso vientre Que de sangre no ms se satisface. Rojizo fuego lanzan De los ojos las dos mientras avanzan, Y de la inmunda boca Con el veneno su camino riegan. A los nios se llegan; Y ya casi los toca La emponzoada lengua, cuando oh suerte! (De Jove la divina Prvida vigilancia todo advierte) De sbito la casa se ilumina, Y los hijos queridos Por quien la madre Alcmena se desvive Despiertan aturdidos. Apenas el menor dentro percibe Del escudo las fieras alimaas Y v los agudsimos colmillos Prximos cebarse en sus entraas, Con ambos piececillos Los cobertores mrbidos sacude Y con rpida fuga el riesgo elude. No as el nio mayor: de su nodriza Hrcules en los brazos nunca llora: Tarde naci; y aunque el materno-pecho No deja an, en pavorosa liza Con los aleves monstruos entra ahora
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IDILIO

XXIV.

Y al desigual peligro va derecho. Con ambas manos poderoso aferra Uno y otro dragon; y la garganta Les oprime y quebranta Y con el puo la; Voraz garganta, que el veneno cria

>

Que hasta los Dioses del Olimpo aterra. Los spides de pronto se enfurecen Y en derredor se enroscan del infante; Mas luego desfallecen Ahogados por el puo de adamante. Del cansado espinazo Destuercen sin aliento el dbil lazo Y por soltarse en vano forcejean. Despierta Alcmena al espantoso ruido, Y dice su marido: 'Anfitrin, levntate: de miedo " Y o moverme no puedo. "Sus! De la cama sal. Fuerza es que te alces; "Ni las sandalias los pies te calces. "No escuchas cmo llora "Nuestro hijo pequeuelo? "No ves qu claridad baa los muros "Aunque lejos an estalla aurora " Y tenebrosa noche cubre el cielo? "Ay, esposo querido! "En mi casa algo nuevo ha sucedido." Calla: y de su mujer cediendo al ruego Del lecho salta luego
200

IDILIO XXIV. El varn fidelsimo; ligera La mano lleva la fulgente espada Con primor trabajada, Que junto la vistosa cabecera De fuerte cedro, slida clavija Sostiene siempre fija. El bello cinturon, reciente hechura, Ase su diestra; y la preciosa vaina, De loto sin igual manufactura, Con la izquierda sujeta, Cuando inunda de nuevo La vasta estancia oscuridad completa. Entonce, la dormida muchedumbre Alborotando, clama: "Presto lumbre "Traedme del hogar, y llama viva "Veloces encended oh mis criados! '-'Y quitad las puertas los candados. "Laboriosos domsticos, arriba!" As clama. Los siervos diligentes Con lmparas ardientes Acuden en tropel. Toda se llena L a cmara de gente; y cuando al nio Los dragones asir la turba mira, Grito de espanto universal resuena. Con infantil cario La vista en derredor Hrcules gira: A Anfitrin seala Los sofocados spides; la sala A saltos atraviesa
201 26

IDILIO

XXIV.

Y sonriendo arroja De su padre los pies la opima presa. Exnime de miedo y de congoja Ificles yace: Alcmena le prodiga Dulces caricias; con amor lo abriga Y lo reclina en su materno pecho, Mientras Anfitrin al otro deja Con piel cubierto de velluda oveja Y de nuevo dormir torna su lecho. Toca el alba su trmino; del gallo Por la tercera vez el canto suena: A Tiresias,5 verdico adivino Hace llamar Alcmena, Y narrndole el caso peregrino A revelar sin miedo le conjura El porvenir que del prodigio augura. "Rugote, dice, que veraz respondas, " Y aunque los Dioses infinitos males "Maquinen contra m, nada me escondas. "No es dado los mortales "El destino eludir; ni yo rehuso "Saber qu trama de la Parca el huso. "Oh! Rugote otra vez, insigne sabio "Everides Profeta, me perdones "Si dictarte lecciones "Osa atrevido mi femneo labio." - La Reina as concluye, Y de esta suerte el Adivino arguye:
202

IDILIO

XXIV.

" Seora, ten valor! Madre dichosa " D e nclita prole; en cuyas nobles venas "Hierve la sangre que en Perseo arda! " Y o te lo juro por la luz hermosa "Que en horas mas serenas " A mis ojos luca: "Ha de llegar el dia "En que de Aquvas damas bello enjambre " A l devanar la delicada estambre, "En medio sus labores "Entonarn de tarde tus loores. "Repetirn sonoro "Tu claro nombre en armonioso canto, "Alcmena, Alcmena clamarn en coro " Y adorarn tu simulacro santo "Humildes las Arglicas doncellas. "Tal oh Madre! ser tu nio augusto; "Magnnimo varn, hroe robusto, "Que se ha de remontar las estrellas. "Fiera no habr salvaje "Que su diestra no dome en fcil caza, "Mientras la humana raza "Tributar homenaje " A l semidis de hinojos. " Y cuando doce empresas, que mentira "Parecern al mundo, l acometa, "Recoger en Traquina sus despojos "La funeraria pira "(As el Hado inmutable lo decreta);
303
6

IDILIO

XXIV.

" Y l cubierto de gloria refulgente, "Atravesando el azulado espacio, "De Jove en el Olmpico palacio "Ascender morar eternamente. "Yerno lo llamarn los Dioses mismos "Que hoy, para devorarlo, esos dragones "Sacaron de sus ftidos abismos. "Entonces en su lecho al ver al ciervo "Quieto lo dejar el len protervo. "T entretanto, Seora, los carbones "De tu brasero atiza, " Y cbrelos de mgica ceniza "De asplato, de cardos de zarzas, " U otras espinas que mejor te plegu: "Es menester que cuidadosa esparzas "Ramas secas sobre l, hasta que llegue "Bien nutrida elevarse llama roja. "Los spides arroja "Dentro la ardiente hoguera, y (no lo olvides) " A media noche en punto; " A la mismsima hora en que difunto "Dejar quisieron al infante Alcides. "Al despuntar el dia "De tu squito manda una doncella "Que fiel recoja la ceniza fra. "De las sierpes no deje ni una huella, "Ni un mnimo fragmento; "Mas toda por el viento "Sobre quebradas piedras la difunda,
204

IDILIO XXIV.
" O bien la precipite "De un rio en la vorgineprofunda, " Y torne la criada "Sin dirigir atrs una mirada. " L u e g o al lustral conjuro "Dars principio: con azufre puro "Ante todo, la casa purifica. " A g u a con sal mezclada " Y de ramos de oliva coronada "(Segn el rito) riega, y sacrifica "En fin, Jove, triunfador divino, "Un jabal del sexo masculino, "Para poder triunfar de la perfidia "De tus contrarios, y su atroz envidia." Tal de Tiresias reson el acento, Y , por aos sin nmero gravado, El anciano sali con paso lento Y al carro de marfil subi ayudado.

Hrcules al cuidado D e su madre amorosa y diligente, Cual tierna planta en el verjel, creca; Y del A r g i v o Anfitrin la gente Por hijo le tenia. En la primera infancia L a s letras le ense el anciano Lino,? H r o e de nunca vista vigilancia, D e l grande A p o l o vastago divino. L u e g o tender el arco, y con certero 205

IDILIO

XXIV.

Tiro lanzar saetas millares, Eurito lo adestr, rico heredero De espaciosos y frtiles solares. Su voz al canto; y una y otra mano Form de box la sonante lira Eumolpo Filamnides humano. Cmo sobre la pierna el cuerpo gira De los Argivos giles varones A fin de derribar al adversario Del circo en las Olmpicas funciones; Con el tremendo cesto el modo vario De combatir, y las diversas tretas Con que, al arte ajustados, los atletas El pecho, al lidiar siempre desnudo Hacia la tierra inclinan, Del hijo de Mercurio aprender pudo Que Harplico Fanpeo? denominan; Heroico luchador, cuya mirada A nadie sostener fuera posible Siquier de lejos. Tal la faz airada Lanzaba dej varn fulgor terrible! Caballos domar de raza pura, A guiar el carro en la veloz carrera Marchando de la meta en derechura, Y al tocarla, con mano muy ligera Uno y otro bridn hacer que ceje, Salva la rueda y sin romper el eje, Anfitrin su hijo muy querido Quiso ensear l mismo; y con justicia,
206
8

IDILIO XXIV. Porque nadie igualaba su pericia, Y mil veces y mil habia sido Vencedor en el rpido certamen; Y en Argos, por sus potros celebrado, Guarda las que gan ricas preseas. Muestran el nunca roto maderamen Los carros que montaba, y ha aflojado El tiempo las viejsimas correas. Cmo con lanza en ristre, y de la adarga Puesta la espalda al oportuno abrigo, El acero encontrar del enemigo, Tender las emboscadas, dar la carga, Y ordenar las falanges de peones Conviene al lidiador; cul se acomete Al frente de ligeros escuadrones, Castor, el gran ginete A ensearle accedi, que fugitivo Por acaso lleg del suelo Argivo, Cuando usurp sus vias, y su vasto Reino Tideo, que en infausta guerra Argos entera conquistara Adrasto, De caballos sin par criadora tierra. Y antes que Castor la vejez adusta Viniera ajar su juventud robusta, No se vio semidis que lo igualara En los combates y tremendas lides. De Anfitrin y de su madre cara Tal fu la educacin que tuvo Alcides."
207
10

IDILIO XXV. HERCULES MATADOR DEL LEON

LA HACIENDA DE AUGIAS.
I

DON

MIGUEL

RUL.

ARGUMENTO.

L E G A Hercules Elide en busca del Rey Augas, y lo encuentra visitando sus vastsimas fincas rsticas, en compaa de su hijo Fileo. Admira Hrcules su opulencia, y siguindolos la ciu dad narra al segundo la histona del Leon emeo, muerto sus propias manos y cuya piel le sirve de armadura. Se ha perdido el principio de este Idilio.

Su trabajo interrumpe el buen anciano Que los hermosos bueyes pastorea, Y la pregunta del robusto Alcides, As le da benvola respuesta:
209 27

IDILIO XXV.

"De buena gana, pasajero amigo, Te contar cuanto saber deseas, Porque las iras temo de Mercurio,
2

El Dios que en los caminos se venera. "Dicen que de las clicas Deidades El es quien ms de clera se llena Cuando al necesitado peregrino Lo que pide corts, alguno niega. "Augas, el gran rey, es propietario De las que ves, lanferas ovejas; Y ni un mismo terreno todas guarda. Ni el mismo pasto todas alimenta. "Del Elisunto algunas en la margen, Otras del sacro Alfeo3 en las riberas; Cules junto las vias del Buprasio, Cules en estos prados se apacientan. "Aparte cada grey su aprisco tiene: Y el ganado mayor, aunque cabezas Un sinnmero son, verde pastura En todas estaciones aqu encuentra. "Sabrosa grama en Jos terrenos brota Que pantanosos al Peno cercan, Y en los feraces prados que roco, O fresca lluvia, manantiales riegan.
2IO

IDILIO XXV.

"El abundante pasto los cornudos Toros la fuerza y el vigor aumentan, Su magnfico establo y sus corrales Tras el rio se ven, tu derecha. "All donde perennes platanares Y silvestres olivas verdeguean, A Apolo, sumo dios de los pastores. 4 Un santuario sin rival se eleva. "Mas all, de los fieles campesinos Se levantan las cmodas viviendas; Sus dependientes somos, y aumentamos De nuestro Rey querido las riquezas. Porque sabe que nunca se acostumbra Con el grano poblar las sementeras Sino despus de arar tres y ms veces Los campos que cada ao se barbechan. "Los lmites conocen los peritos Que los lagares vienen y las prensas Cargados de racimos colosales Cuando el maduro esto nos calienta. "Porque toda es del opulento AugasS La que tus ojos ven llanura extensa: Esos cercados, frtiles en trigo, Y esos verjeles llenos de arboleda,
an

IDILIO XXV.

"Hasta aquella montaa en lontananza Que un manantial oculta en cada pea; Sitios que cada dia frecuentamos Los que en el campo mi Seor emplea. " Y ahora dime t, pues te conviene: Quin viniste buscar en estas tierras? A Augas mismo, de su corte alguno? S todo, y dir todo con franqueza. "Que ni pareces ser de mala estirpe, Ni de malvado tienes la apariencia: Tal es tu majestad, que as caminan Los hijos de los Dioses en la tierra."
6

El fuerte hijo de Jove as responde: "Es cierto, amigo; de la gente Epea Al Prncipe ver quiero: con Augas Asunto aqu me trae de gran urgencia. "Si de su pueblo al bienestar atento, Dictando leyes en su corte regia Se hallare por acaso, algn criado Oh buen anciano! indqueme tu diestra, "Que aqu crecido y en mandar experto, Informarme la vez y orme pueda. Que hayamos menester unos de otros Orden la divina Providencia."
212

IDILIO XXV.

El digno agricultor, nclito viejo, Replica sin tardar de esta manera: "De alguno de los Nmenes sin duda Oh peregrino! por consejo llegas. " A tus deseos todo corresponde, Y entre nosotros desde ayer se encuentra Augas, que es del Sol vastago caro, Y Fileo, su hijo, al lado lleva. " A visitar por muchos dias viene Sus propiedades de extension inmensa: Bajo su propia vista los monarcas Juzgan que ms aumentar su hacienda. "Pero buscarlo vamos: yo tu gua Ser, extranjero, hasta la estancia nuestra D al Rey encontrarmos."-*l anciano Calla, y al husped guiar empieza. Al caminar, mirando la gran clava Y los despojos del len, no acierta A adivinar quin es el forastero Y no osa preguntar de dnde venga. Ms de una vez los entreabiertos labios A l ir hablarle, temeroso cierra De importunar al impaciente Alcides; Que es arduo conocer la mente ajena.
213

IDILIO XXV.

El rumor de los pasos, y del cuerpo El olor, los perros pone alerta, ? Y salen al camino apresurados Atrs y al frente, izquierda y derecha: De Anfitrin al hijo, con ladridos En actitud hostil rpidos cercan; Al anciano con blanda gritera Y con saltos pacficos festejan. Este los hace huir y los asusta Con solo alzar del suelo alguna piedra; Los obliga callar con amenazas, Y con speras voces los increpa. Mas en su corazn se regocija De tal fidelidad y tal fiereza, Y exclama* "Oh Cielos! Qu animal tan til De los Dioses form la Omnipotencia! "Cuan astuto, cuan fiel! Si entendimiento Capaz de discernir el can tuviera, A quin es fuerza que respete mudo, Y quin y cundo avalanzarse deba, "No habra quien pudiera disputarle La palma del honor entre las bestias;. Mas ahora el pobre se enfurece en vano, Y quien no debe su bravura muestra."
214

IDILIO XXV.

Dice: y los perros presurosos tornan Dentro el establo, y plcidos se sientan. El Sol en tanto guiando sus corceles Al Ocaso, el crepsculo acelera. De los prados y oteros al aprisco Retornan las pingsimas ovejas; Y en seguida las vacas infinitas, Unas tras otras, y otras van siguiendo; A las cargadas nubes semejantes Que por el cielo innumerables ruedan Cuando furioso las impele el Noto O del Tracio Aquilon la horrible fuerza. La multitud contar es vano empeo O el fin mirar de la falanje area, Porque tras una nube el viento raudo Ms nubes y ms nubes aglomera.
i

De las vacas as la muchedumbre Al avanzar oculta las veredas. El campo cubre, colma los caminos Y en la llanura su mugir resuena. Los lentos bueyes hinchen los corrales Y los corderos los apriscos llenan; Y aunque infinitos son, pastor ninguno Discurre en los establos sin tarea.
215

IDILIO

XXV.

Unos, los grillos los pies atando, Las gordas vacas con cuidado ordean; Bajo las ubres otros de las madres Leche libar los terneros llevan. Quin la vasija de cuajada guarda, Quin el queso riqusimo condensa, Y quin, en fin, las vacas de los toros Dentro el establo con ardor segrega. Todo visita minucioso Augas Y cada mayoral exige cuentas. Su hijo y Hrcules sabio lo acompaan De su inmenso caudal en la resea. Y aunque una alma de bronce inquebrantable El gran Anfitrionades encierra, Al ver de vacas la infinita hueste La admiracin lo vence y la sorpresa;
4

Porque nadie juzgara de uno solo Ni de diez otros ser tanta opulencia, Aunque en ganado fuesen los mas ricos De cuantos reyes en el Orbe imperan. Pero su nclita prole el Sol augusto Concedi la rarsima excelencia De verse poseedor de mas rebaos De cuantos hombres viven en la tierra;
216

IDILIO XXV.

Y de aumentar el mismo Sol cuidaba Los rebaos de su hijo con largueza, Las pestes alejando, que arruinan A los pastores, y el ganado diezman. Y siempre ms en nmero y mejores Cada ao las cornudas vacas eran; Maravillosamente procreaban Y ms que bueyes engendraban hembras. Trescientos toros con las vacas iban De curvas astas y de blancas piernas, Y otros doscientos, colorados todos, Que alborotaban la bestial caterva: Y doce toros ms, al Sol sagrados De una blancura de sin par pureza Cual la del cisne, los dems seguian Mostrando sobre todos preeminencia. Del rebao apartndose orgullosos En los prados pacer la verde yerba Les agradaba; y del espeso bosque Cuando al campo bajaba alguna fiera Tras las agrestes vacas, su encuentro Marchaban del ganado la cabeza, Y respirando muerte se lanzaban Con hrrido mugir la pelea.
217 28

IDILIO -XXV.

A todos superaba en fuerza y bro Faetonte, de talla gigantesca, Cuyo fulgor hacia los pastores Parangonarlo reluciente estrella. Este, al mirar delante de improviso Del pintado len la piel soberbia, Baja la frente, y al prudente Alcides Cornada furibunda al pecho asesta. Hercules luego, "Con robusta mano El cuerno izquierdo al animal aferra, Y el duro cuello abajo retorciendo, Hace que el "polvo dominado muerda. Otra vez hacia atrs fuerte lo empuja, Seguro sobre el lomo ginetea, Y el toro, con los msculos tendidos Sobre los pies de nuevo se endereza. El mismo Rey y;su hijo belicoso A tal hazaa estupefactos quedan, Y los vaqueros todos maravilla Del hijo de Anfitrin-la fuerza inmensa. Unidos'dirigindose la Corte, De la feraz campia ya se alejan Alcides tras Fileo; y el viedo Frente al establo raudos'atraviesan.
218
8

IDILIO XXV.

A l camino real por senda bajan Entre las parras discernible apenas, Y de Augas el hijo as platica A l de Jove, volviendo la cabeza: " H tiempo que tu fama mis odos Lleg, si mal mi mente no recuerda, Porque de Argos aqu nos vino un joven De Hlice,9 el puerto de la costa Aqua. " Y multitud de atnitos Epeos De un Argivo narr, que en su presencia A un montaraz len matado habia Que desolaba la comarca entera. "Albergue del len era en el bosque De Jpiter emeo una caverna, Y no recuerdo ahora si en Tirinto El matador moraba en Micenas. "Vastago, s, del nclito Perseo Lo declar sin duda; y yo creyera Que nadie sino t consumar pudo. D e los Egialenses tal proeza. "Esa esplndida piel con que te cubres, Tus gloriosas hazaas bien revela: Ea, hroe: declara sin ambages Si es no es acertada mi sospecha.
219

IDILIO XXV.

"Dme si t eres el varn famoso Que aquel Aquo de Hlice dijera: Dnos cmo al len mataste, y cmo A la hmeda lleg, region Nemea.< "No es posible aqu ver fieras tamaas, Que en el Peloponeso no se internan, Y solo se hallan osos, jabales Y de los lobos la voraz ralea. "Por eso entonces la veraz historia A muchos asombr; y otros conseja La reputaron de viajero ocioso Que con mentiras complacer anhela." Diciendo as, de en medio del camino Se aparta, que mejor entrambos quepan, Y de Hrcules al lado se coloca Para que or ms fcilmente pueda. Y as habla Alcides: "Vastago de Augas, Permteme que deje sin respuesta Tu primera pregunta; porque ha sido Tu fcil conjetura verdadera. "Con respecto al len, ser tu justa Curiosidad en todo satisfecha, Exceptuando el lugar de donde vino A desolarnos la gigante fiera.
220

IDILIO:XXV. "Aunque muchos Argivos lo indagaron, Uno solo no he visto que lo sepa: Un dios lo envi quiz, los sacrilegios A vengar de la gente Foronesa.
10

" A guisa de torrente desbordado De Pisa devast las ricas tierras, Y ms terribles males padecieron Las rayanas comarcas Bembineas. "Esta fu la primera entre las d o c e " Que Euristeo me impuso arduas empresas Seguro que la vida dejara Entre las garras del len tremendas.

"Mas yo me arm de un arco bien templado Y mi carcax llen de agudas flechas; Y una slida clava, de tamao Grande asaz, empu con la derecha. "De agreste oliva un tronco'la formaba Bien largo, sin pulir, y con corteza, Que en el sagrado monte de Helicona Con races y todo, arranqu entera. "Emprend mi camino. A do vagaba El len formidable llegu apenas, Cuando la cuerda at al flexible cuerno Y puse la mortfera saeta.
221

IDILIO XXV,

" L a vista en derredor gir acechando Al monstruo asolador por donde quiera: Era. ya medioda, y ni un rugido Percibir se podia, ni una huella. "En vano quise preguntar: ni un hombre Con los bueyes hall. Todas desiertas Las labores estaban: retenia El pnico al pastor en su vivienda. Pero del monte, al fin, por la espesura No fueron vanas, mis frecuentes vueltas, Y no torn sin ver la alimaa Y medirme con ella en lucha horrenda. "Harto de carne y sangre, ya de tarde Regresaba el len su caverna; La sucia barba en torno se lama Y sangre destilaba la melena. "Era torva su faz: de la matanza Ostentaba su pecho rojas seas. Al verlo me ocult entre los arbustos Y firme lo aguard tras una pea. " A l acercarse, su siniestro lado Una saeta dispar certera. En vano: el hierro penetrar no pudo; De rechazo cay sobre la yerba.
222

IDILIO XXV.

"El len se detuvo estupefacto; Levant la cabeza amarillenta; Mir en redor, y los horribles dientes Terrfica mostr su boca abierta. "El tiro errado me irrit en extremo, Y airado dispar segunda flecha, A la mitad del pecho dirigida, Donde el pulmn del animal se encierra. "Mas penetrar el cuero ni sta pudo Y sus plantas cay sin abrir brecha: Trmulo de furor, de nuevo el arco Me aprestaba tender la vez tercera, "Cuando volviendo en derredor los ojos Me descubri la fiera gigantesca, Y enredando las piernas la gran cola Se prepar rugiendo la pelea. "El cuello todo se le hinch de rabia, De furor enrizse la melena; Y doblndose el lomo, el espinazo Se le encorv de un arco la manera. " A semejanza de hbil carrocero Que para hacer la giratoriaTueda Al fuego pone, y tuerce poco poco El ramo dcil de silvestre higuera;
233

IDILIO XXV.

" Y mintras dobla el calentado ramo An cubierto de spera corteza, Se escapa de sus manos de improviso Y lejos salta con atroz violencia; ' A s el len, con mpetu indecible Desde lejos venir fiero se deja, Y sobre m lanzndose de un salto Con mi carne feroz se saborea. "Con una mano yo mis dardos tomo Y el doble manto que de mi hombro cuelga; Sobre las sienes del len con la otra Levanto con furor mi clava horrenda " Y golpe tal descargo, que de oliva El spero troncn, se raja y quiebra En dos pedazos, la cabeza hirsuta Al quebrantar de la indomable fiera. "Antes que llegue yo, precipitado Cae de la que pisa rida pea; Sobre las piernas trmulo vacila, Con inquietud agita la cabeza; "Que al sacudir los sesos dentro el crneo Ambos ojos cubri fnebre niebla. Y yo al mirar que de dolor desmaya, Antes que en s el len de nuevo vuelva,
224

IDILIO XXV.

"Arco y carcax intil arrojando, Del no domado cuello con presteza Busco el vital tendon; fuerte lo hiero Y en sofocar esfurzome la bestia. " Y para que sus garras no destrocen Mi carne, entrambas manos delanteras Sujeto por detrs, y clavo al suelo Sus pies robustos con mis propias piernas. " Y montado sobre l, mi pecho fuerte Al animal oprime, y lo sujeta Hasta que al fin exnime lo miro Y mis nervudos brazos ya lo sueltan. "El cuerpo inerte del len levanto Mientras su horrendo espritu las puertas Del Averno traspasa: y aun me aguarda Otra difcil y ltima tarea. "Porque arrancar la piel del gran cadver No alcanza mi vigor ni mi destreza: Que ni cede los golpes de mi maza. Ni el pedernal ni el hierro le hacen mella. "Entonces algn numen me sugiere El desgarrarla con sus uas mesmas: Fcil la arranco; vstola; y ahora Contra Marte heridor es mi defensa.
5
29

IDILIO XXV.

"Del emeo Leon, que tanto dao Acarre los hombres y las bestias, Tal, amigo, fu el fin. De su exterminio Has odo la historia verdadera."

226

IDILIO XXVI,

LAS

BACANTES

ARGUMENTO.

A R R A S E la mueite de Penteo, ey de Tebas, manos de su pro pia madre y sus lias, que celebraban frenticas las fiestas de Pa co. Ovidio tiae la misma historia en el libio 3 de las Metamor fosis.
0

Ino bella, Autone, y A g a v e De mejillas cual pomas rosadas,

Hacia el monte conducen formadas Tres falanjes, pues ellas son tres. Y con hojas de encina silvestre, Con humilde gamn y con hiedra Doce altares adornan, <le piedra, En un campo sin flor ni ciprs.
227
2

IDILIO

XXVI.

Nueve altares dedican Baco; A Semele3 consagran el resto: Reverente cada una del cesto Las ofrendas que lleva sac. Y en las aras recien erigidas Las colocan rezando plegarias En la guisa y las rdenes varias Que ama Baco y que Baco ense.

Observbalo todo Penteo 4 En la cumbre de altsimo risco, Escondido tras viejo lentisco Que produjo la tierra feraz. Autone lo ve la primera: Hondo grito terrfica lanza, Y perturba la Bquica danza Tras Penteo corriendo tenaz.

Huye aquel: que los ojos profanos Es vedado mirar la Orga. . A ella agita furiosa mana, Y las otras igual frenes. Y la tnica alzando hasta el muslo, Y del manto ciendo la cauda, En carrera lanzndose rauda Por el monte van fuera de s.
228

IDILIO

XXVI.

Y lo alcanzan; y l tiembla de miedo Y les dice: Qu os falta, mujeres? Y Autone: Sabrs lo ue quieres Sin poder nuestra rplica or. Sobre el hijo la madre se arroja; La cabeza separa del tronco : Da un rugido la vctima ronco, Cual leona que ruge al parir.

Ino luego se acerca furiosa, Y la espalda y el hombro le arranca; Con las piernas formando palanca En el vientre le clava los pies. De Autone no es menos la furia; Y los huesos quebrando en pedazos, De la carne los rojos retazos Se disputan las otras despus.

Luto en vez de Penteo trayendo, Destilando sus cuerpos y ropa Negra sangre, la Bquica tropa Retorn la Tebana Ciudad. Ms no digo. Ninguno de Baco A las iras se exponga, ni inquiera Mas atroz su martirio si fuera Y los ocho nueve aos de edad, s
229

IDILIO

XXVI.

'

Males vienen del malo los hijos; Bienes llueven al hijo del justo: Esta mxima agrada al augusto Soberano, de Olimpo Seor.

Ser santo, los santos placiendo, Viva Baco, quin Jove sagrado Coloc en el Dracano nevado: A Semele mil veces honor.
6

Y tambin las sacras hermanas, A las hijas de Cadmo? divinas, Imitadas por mil heronas, Y o dirijo saludo filial. A las obras* que inspiran los Dioses Quin audaz lanzar vituperios? Los que narro inspirados misterios No censure atrevido el mortal.

230

IDILIO X X V I I .
O A P I S T T 2 AA<I>NIA02 K A I K O P H 2 . Tal es el titulo original de este Idilio, que ni es atribuido unnimemente Tecrito, m de mrito igual los dems. No se ha tradundo por las razones expuestas en el Prefacio.

IDILIO XXVIII.

LA

RUECA.
A LA SEORA

DOA CAROLINA VELASCO DE PACHECO.

ARGUMENTO. E N D O Tecrito visitar al mdico Nicias, lleva en regalo Teugnide, esposa de ste, una rueca de marfil trabajada en Siracusa. Habla en todo el Idilio con la meca, y elogia tanto el don como la persona quien se destina

Rueca, del estambre amiga, Rico don, grato presente De Minerva diligente, La Diosa del ojo azul! De las matronas que aumentan Con su trabajo sin tasa Las riquezas de su casa Las delicias eres t.
*3J
1

IDILIO

XXVIII.

Ten confianza, y no te pese Con nosotros presurosa Ir la Ciudad famosa En que-Neleo rein:
2

Donde en tierno bosquecillo Rico templo verdeguea Consagrado Citera, Madre del hermoso Amor.

Pido Jove me conceda Quieto mar, prspero viento: Ansioso de ver me siento A mi husped otra vez; De las Gracias""elocuentes Al sacro vastago, Nicias. Su mano con qu caricias En la mia estrechar!

Y de Nicias en regalo V o y ofrecerte la esposa, Rueca mia primorosa De torneado marfil. Y t tejers con ella Muchas togas varoniles, 3 Y tnicas femeniles De ondas y vario matiz,
232

IDILIO

XXVIII.

Porque dos veces al ao Las madres de los corderos Su velln en los oteros Mansas dejan trasquilar Para Teugnide bella. La dama de hermosa planta. Tanto el trabajo la encanta, Mujer sabia sin rival!

Porque casa donde tenga La ociosidad su morada, A t, en mi tierra criada, Nunca llevarte jur: A t, que llena de gloria Patria tienes y familia En lo mejor de Sicilia, Isla que me vio nacer.

Sor* tus nativas murallas De nclitos varones cuna, Que concedi la Fortuna A Arquias de Efira fundara Ser la perla de Jonia, Mileto, tu residencia: De un prodigio de la ciencia La morada habitars.
233 30

IDILIO

XXVIII.

A las dolencias humanas Nicias, con arte divina Saludable medicina Maravilloso encontr. A Teugnide en su pueblo Dars oh rueca! ms gloria, Y guardars la memoria De su husped y cantor.

Y al verte en su blanca mano Girar con vuelo ligero, Parndose el pasajero Admirado exclamar: "Regalo, por cierto, leve Gran favor trajo consigo: Cuanto viene de un amigo El amigo debe honrar."

IDILIO X X I X .
AIAIKA.
N O SE H A T R A D U C I D O E S T E B R E V E C U A N T O GROSERO I D I L I O .

IDILIO X X X .

A LA MUERTE DE ADONIS

A R G U M E N T O .

R D E N A Vnus la aprehensin del Jabal que ha dado muerte a Adonis, y luego lo suelta, movida por las excusas de la Fiera. Est escrito este Idilio en el original en el mismo meti Ana crentico que se ha conservado en la traduccin

Ciprina Adonis bello Mirando agonizante, Con plido semblante Y ajado su cabello, Que traigan los amores Al jabalin ordena. Recorren voladores Toda la selva amena Y lo hallan pensativo Presa de acerba pena:
235

IDILIO XXX.

Con lazos mil atado Condcenlo cautivo. Uno marchando al lado Con su arco bien templado Cruel lo aguijonea; Otro la cuerda tira: Pero temiendo la ira De Vnus Citera El jabal renuente Camina lentamente. La Diosa de Citera Al verlo dice: "Oh Fiera "De todas la ms cruda! "Conque este muslo hermoso "T laceraste ruda? "T heristes mi esposo?" El con humilde porte Replica en tal apuro: . "Oh Vnus! Y o te juro "Por t, por tu consorte, "Por estos Amorcillos "Que cazan, por mis grillos, "Que ofenderla tu amante "No quise ni un instante. "Mas vilo, de amor ciego, " A un Numen semejante: " Y a sofocarse el fuego "De mi pasin no pudo " Y en el muslo desnudo,
236

IDILIO

XXX.

"Oh fatal embeleso! "Llegu imprimir un beso. "Esta fu mi desgracia; "Mas no te pido gracia. "Oh Vnus! ten mis dientes, "Hiere, castiga, corta: "Ya conservar qu importa "Colmillos delincuentes? "Si no son suficientes "Toma tambin mis labios." A compasin movida Del jabaln olvida Citres los agravios, Y los amores manda Soltar al prisionero. Mas l con Vnus anda, Y s albergue primero Con gratitud extrema Renuncia eternamente, Y sus colmillos quema En una hoguera ardiente.

237

OTRA

TRADUCCIN*

Cuando vio Adonis muerto La Diosa Citera Con plidas mejillas Y suelta cabellera, Mand los Amorcillos Que luego condujeran Al jabal asesino A -su real presencia. Veloces recorrieron Cual pjaros la selva, Y lleno lo encontraron De duelo y de tristeza. Atronlo al instante Con lazos y cadenas, Y mientras uno de ellos Marchaba la cabeza Al jabal cautivo Tirando de la cuerda, Los otros con sus arcos
* Es mi primer ensayo en traducir del Griego en verso castellano, hecho A los diez y siete aos de edad. 239

TRADUCCIN.

Heran la fiera Para que su destino Llegara con presteza; Mas ella caminaba Silenciosa y lenta Temiendo los enojos D e la Ciprina Reina. Y as le dijo Vnus Cuando venir lo viera: "Oh t, de cuantas viven "La ms osada bestia! "T laceraste, dime, "Aquesta forma bella? "T eres quien mi Adonis "Ha dado muerte acerba?" Y el Jabal responde: "Oh Diosa de Citera! "Te juro por tu amante, "Te juro por t mesma, "Por estos cazadores, "Por estas mis cadenas, "Que tu adorado joven

"De clica belleza "Jams mi intento ha sido "Daar ni hacer ofensa; "Mas viendo su figura "Cual la de un dios esbelta, " Y a resistir no supe "De mi pasin la fuerza,
240

IDILIO XXX.
" Y un beso darle quise "En mi fatal demencia; "sculo que produjo "Tan graves consecuencias. "Mas tuyos son mis dientes: "Acptalos oh Reina! " Y dales tu agrado " L a pena que merezcan: " Y si esto tu venganza "No deja satisfecha, " H aqu tambin mis labios; "Tambin ellos perezcan." A compasin se mueve L a Diosa de Citera Y manda que al momento Desaten las cadenas. Mas por seguir Vnus L a agradecida fiera Y a desde aquel instante Jams torn la selva; Y se lleg contrita A una flamante hoguera Quemando los colmillos Que tanto mal hicieran.

F I N P E I.OS I D I L I O S D E T E C R I T O ,

241

3!

IDILIOS
DE

BION DE ESMIRNA

IDILIO I. CANTO FNEBRE DE ADONIS.

A Adonis lloro: ha muerto el bello A d o n i s , El Adonis sin par: en mi quebranto D e los Amores me acompaa el llanto.

Oh V n u s desdichada! N o duermas y a entre prpuras y sedas; Levntate enlutada, El tierno pecho hiere, Y di todos, en lgrimas baada:

Mi Adonis

bello entre dolores muere.

A Adonis lloro: en mi fatal quebranto De los Amores me acompaa el llanto.


245

IDILIO

Y a c e el hermoso Adonis en los montes, Con su cuerpo nevado Por homicida diente atravesado, Y su dbil aliento D e dolor llena la Ciprina Diosa; D e la honda herida sangre le destila, Se oscurece su flgida pupila, Y de su labio opcase la rosa.
2

A-Adonis lloro: en mi fatal quebranto


De los Amores me acompaa el llanto.

Atroz, atroz herida Su bello cuerpo afea, Pero es mayor la que cruel desgarra El tierno corazn de Citera. En torno de l los galgos favoritos Doloridos aullan; En torno de l, con lastimeros gritos Las Orades ninfas se lamentan. Desesperada corre por los bosques L a Diosa de Citera, El rostro sin color, el pi desnudo 4 Y en desorden la rubia cabellera. > Su planta sin sandalia, el cardo agudo Punza cruel, y la divina sangre Tie la verde grama. Por los valles frentica discurre, Y Adonis bello cada-instante llama,
246

I D I L I O I. Y con aguda voz su pena anuncia, Y del esposo Asirio En su feroz delirio El nombre en vano sin cesar pronuncia. El moribundo joven, de la herida Ros de sangre arroja; Y el albo vientre y candido costado, Y aquel pecho nevado Cubre el vital humor, cual veste roja.

Triste de Citera! E n su quebranto De los Amores la acompaa el llanto,

Ay!

Y a muri: muri su amado esposo,

Y huy con l, del rostro peregrino L a celestial belleza. Mientras vivi su Adonis rubicundo, D e aquel cuerpo divino Nada igual la gracia y gentileza; Mas apenas el hado Con cruel muerte lo sac del mundo, D e Vnus la hermosura S e ofusc para siempre oh desventura! Los montes elevados, Las aosas encinas, Ay de

Adonis! tristsimas

exclaman;

Lgrimas mil derraman Por

Adonis las fuentes


247

cristalinas:

Los caudalosos ros

IDILIO I.
D e Ciprina deploran los pesares, Y de pena las flores En vivo rojo truecan sus colores. 5 La triste Diosa en tanto V a g a por las colinas, O la campia frtil abandona, Y flbiles cantares A l discurrir por la ciudad entona.

Triste de Vnus, triste!

El rubicundo Adonis ya no existe.

Adonis ya no existe. Eco responde


Desde el antro profundo en que se esconde. Ay! Quin de la afligida Citera N o llorar los trgicos amores? Quin habr que contemple sus dolores Y tantas penas insensible sea? Apenas vio la msera Ciprina L a herida profundsima de Adonis; N o bien mir la sangre purpurina Libre correr de su costado abierto, Cuando, los bellos brazos extendidos, Con lgubres gemidos, Exclama: Prenda ma, Detente, Adonis; desdichado, espera; Deja que contemplarte A l menos pueda por la vez postrera. Despirtate oh! despirtate un momento,
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IDILIO 1.

Deja que llegue tu infeliz esposa A recoger tu postrimer aliento . . . . Mas ay! que sin curarte de mis quejas Desdichado! te alejas. Huyes, Adonis: huyes de Aqueronte A la oscura region; los dominios Del lgubre monarca del infierno: Huyes, Adonis! Y o dolor eterno Y amargo llanto condenada vivo: Y o para siempre padecer me quedo, Y porque el hado condenme Diosa, Seguirte al reino de Pluton no puedo. Proserpina implacable! Recibe t mi idolatrado esposo: Pues mas all-que el mo S e extiende tu infinito podero, Y a que cuanto hay hermoso, Cuanto feliz rico aqu se encuentra A l fin, cruel, tus dominios entra. Moriste dulce dueo! Y nuestro amor se disip cual sueo. " Sola y viuda Vnus has dejado, Y ociosos permanecen los Amores D e mi triste mansion en el recinto. Tambin sobre tu cuerpo, destrozado F u mi precioso cinto.
8 6

Ah! Por qu los peligros de la caza, Temerario mancebo, te expusiste?


3
4 9

32

IDILIO

I.

Por qu, siendo tan bello, 9 A luchar con las fieras te atreviste?

Clamaba as Ciprina en su agona, Y el llanto funeral de los Amores A sus copiosas lgrimas se una.
Triste de V'nus, triste!

El rubicundo Adonis ya n o existe. Citres tantas lgrimas d e r r a m a


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Cuanta es la sangre que su Adonis vierte; A entrambas, al caer sobre la grama, Virtud oculta en flores las convierte; L a sangre engendra la purprea rosa, Y de Vnus Jas lgrimas divinas Hacen brotar la anmona graciosa.
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A Adonis lloro: Adonis rubicundo Muerte cruel arrebat del mundo. Desciende oh Vnus! de la selva umbra, D a tregua tu agona. Y a est dispuesto el funerario lecho: En l yace tendido T u exnime marido, Y aunque muerto, es hermoso todava Bajo del fro pecho N o late ya su corazn ardiente. Sin vida yace el desangrado joven Y parece que duerme blandamente!
250
12

IDILIO

I.

Cbrelo con la sbanas mullidas En que dormir soliera Sobre cojines recamados de oro. V e n ; no temas oh Diosa de Citera! N o vuelvas tu esposo las espaldas A u n q u e su vista de dolor te llene: Adrnalo con fnebres guirnaldas Y deshojadas flores; Pero ay! que al espirar tu Adonis, todas Perdieron sus colores. Sobre l esparce mirtos olorosos, ngelo con mil blsamos preciosos. Qu importa que se pierdan Cuantos perfumes cran las Arabias, Si pereci tu, blsamo, tu Adonis, T u sin igual delicia? Mralo cul reposa Entre vestes de prpura Fenicia! "3 Cortados los cabellos, Lloran en torno los Amores bellos: Este sus flechas rompe, A q u e l el arco pisa, Otro destroza la emplumada aljaba; Quin el ureo calzado Desata Adonis, quin el agua trae E n vasos de oro, y quin la herida lava; Mientras detrs del funerario lecho, Con sus delgadas alas, afanoso A Adonis otro le abanica el pecho. ^
251*
1

IDILIO

Tambin de V n u s los acerbos males Lamentan los amores. Himeneo *5 H a extinguido su antorcha en los umbrales Y destrozado la nupcial corona. Cnticos de placer y a no resuenan, Tristes ayes y lgubres gemidos L o s vientos solo llenan. Ay de Himeneo/ por doquier se escucha;

Pero ms llanto arrancan las desgracias Del bello joven, que en infausta lucha Triste sucumbe, y en la selva espira. Las seductoras G r a c i a s Del hijo de Cinira Lloran el fin horrendo,
16

Muri el hermoso

Adonis,

Unas otras diciendo; Y en lamentos prorumpen Que los tuyos, Dione, ? aun ms agudos. Las M u s a s
1 8 1

por Adonis

Vierten amargo llanto, Y su nombre murmuran, Y llamarlo procuran Con sus gemidos y amoroso canto: Mas l no escucha el llamamiento tierno, Que aunque volver quisiera su adorada, L a reina del Infierno L o detiene en el Orco enamorada. '9 Es tiempo ya, Gitres, Que ceses de gemir; enjuga el lloro,
252

IDILIO

I.

Y de la tumba fra Aljate, d yace tu tesoro. Y antes que tu r e t r e t e


20

Tornes, presidir ven este dia El que en tu honor se da lauto banquete. Otra vez su lecho funerario Venir podrs, que de nuevo llores El desdichado fin de tus amores A l recurrir el triste aniversario.

253

|.> > Vr.flnj<r~si 4

i A

? s < ^

I D I L I O II.

Por un verde bosque D e denso espesor D nunca penetran Los rayos del sol, Con redes y caas, Y de aves en pos V a g a b a un imberbe Tierno cazador. Sentado en las ramas D e un frondoso b o x , Mir de repente A l alado Amor: Contento el muchacho Sus caas junt Y dijo en su gozo Con pueril candor: "Oh qu ave tan grande! Qu presa hacer voy!
255
2 1

IDILIO

II.

N o habr cazadores E n breve cual yo. Que soy el ms diestro Dirn una voz A l ver que en mis redes Tal ave cay." Mas vano su empeo, F u vano su ardor, En balde Cupido Sus redes tendi; D e un ramo otro ramo Volando veloz Burl sus esfuerzos A l g e r o Amor. Airado el muchacho Sus caas rompi, Pedazos las redes Hizo en su furor; En llanto deshecho D e l bosque sali, Y , entre hondos suspiros, A un viejo pastor Q u e al arte difcil Su mano adestr, Narr su solemne Desengao atroz. "Oh padre! le dijo, Me abruma el dolor; En vano de caza
256

IDILIO

II.

Prudente leccin Tu

sabia experiencia

Mil veces me dio: Esa ave que miras D e blanco color Con alas doradas, Pluma tornasol, E n vano en mis redes Atrapar quise hoy: H u y e n d o ligera Mi astucia burl." Prudente el anciano, Con ojo avizor, Mir

hacia la selva

Y al alado Dios Su vista de lince Bien reconoci. Con paterno afecto El buen labrador Sonriendo, la cana Cabeza movi ;^ Y "gurdate, dijo, Oh incauto garzn! Si estimas en algo T u vida y tu honor, D e esa ave maligna N o corras en pos; El noble ejercicio Del casto Endimion
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33

I D I L I O II,

Dejar para siempre Valiera mejor. Dichoso si nunca L a atrapa tu arpn! N o es ave ese monstruo Es bestia feroz: Vers cul se vuelve T u perseguidor; Y apenas el bozo T e apunte precoz, El que hoy de tus redes Ligero escap. T u seno de virgen Hiriendo traidor, Volar anidarse En tu corazn."

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I D I L I O III.

A la sombra de una haya frondosa Una tarde tranquilo dorma: D e repente hasta m majestosa L a gran Reina de Pfos lleg. Su alba diestra al A m o r conduca. Que modesto y sin arco ni aljaba, D e la tierra la vista no alzaba;
1

Y as Vnus benigna me habl:

Cul me place la grata dulzura D e tus himnos, y el clico fuego; Y esa voz tan suave y tan pura Con que sueles mis glorias cantar! Oh zagal! A Cupido te entrego:

Dale, amigo, armoniosas lecciones;


Presto sepa tus dulces canciones Repetir tu divino escolar. 259

IDILIO

HI.

Citera parti; y al momento Mis sencillas canciones rurales A l comps de mi rudo instrumento A ensear Cupido empec. Vano empeo: lecciones fatales! Oh imprudencia de mi nima incauta! Cul Minerva inventara la flauta Y Mercurio el lad, 3 le narr.
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Y o cant cul la ctara de oro 4 Forj diestro el dulcsimo Febo; Cmo Pan su instrumento sonoro, 5 En Arcadia, de caas form. Distrado el alado mancebo Despreciaba mis castas historias; Y odas mil entonando amatorias, Mis idilios jams escuch.

D e las ninfas del mar las locuras Seductor celebraba Cupido, D e su Madre las tramas impuras, Y de Baco el procaz frenes. Poco poco dej en el olvido Sepultadas mis glogas todas, Y de A m o r las impdicas odas, Infelice! muy presto aprend.
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I D I L I O IV.

N o temen las Pirides hermosas Las ureas flechas del traidor Cupido; A n t e s adoran al rapaz de Gnido, Y sus pisadas siguen obsequiosas. D e l poeta se alejan desdeosas E n cuyo seno A m o r no encuentra nido; Mas si alguien canta, de su arpn herido, A l vate todas cercan presurosas. Vctima y o de su venganza ruda, Si Dioses canto nclitos varones Se pega al paladar mi lengua muda. Mas si Lcida infiel, al nio ciego Emprendo celebrar, en mis canciones, Cunta dulzura entonces! cunto fuego!
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I D I L I O V.

Si de mis versos place la armona, Bastan los que hasta ahora M e concedi la M u s a
1

bienhechora,

A hacer eterna la memoria mia. Mas si faltos de ritmo y de dulzura, Lastima los odos su dureza, A qu afanarme, vate sin ventura, Por alcanzar la fama A que el cruel destino no me llama? Si Jove soberano, O de las Parcas la voluble mano, D o s vidas los hombres concedieran U n a de placer toda y alegra, Otra tan solo de dolor y llanto, Gozar al menos el mortal podra, Tras tanta pena y sufrimiento tanto.
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IDILIO V.

Pero y a que los Dioses U n a vida nos dieron solamente, Breve en extremo y de miserias llena, A qu baar en trasudor la frente? A qu pasar los voladores das D e lgrimas cubiertos y de pena, Riquezas viles y caducos bienes D e conseguir ansiosos, O de ornar ambiciosos Con deficos laureles nuestras sienes? Echamos al olvido Ay! que para morir hemos nacido, Y que implacable el hado Corta vida los hombres ha asignado.
2

264

IDILIO VI.

CLEODAMO Y MIRSON.

CLEODAMO.

L a dulce primavera, El otoo, el invierno el esto, Cul es oh Mirson mi! Para t la estacin ms placentera? Con ms veloce paso Cul que v e n g a deseas? Es acaso El verano, en que al fin nuestras labores Terminadas miramos felizmente Tras de tantos afanes y sudores? O el fructfero otoo ms te agrada, E n que poco del slito alimento Basta saciar el hambre moderada? O te trae tal vez mayor contento El muelle invierno que el trabajo impide?
265 34

IDILIO VI,

Tambin el labrador los ratos ama Q u e en ocio blando sumergido emplea A l resplandor de calurosa llama. Pero tal vez la primavera hermosa T u favorita sea. Habla, di cual prefieres, Q u e para larga pltica y sabrosa Tiempo nos dejan hoy nuestros quehaceres.
; i

MIRSON.

Las obras de los Dioses no conviene A los hombres juzgar de ningn modo; Cuanto el mundo contiene T o d o es sagrado, y placentero todo. Por contentar, empero, tu deseo, Oh Cledamo amigo!Dir cul estacin mas bella creo: D e l verano, en verdad, soy enemigo. Cul me abrasa del sol la viva lumbre! V i v o sin paz la amena temporada D e l otoo; la inmensa muchedumbre D e sus frutos opimos, Engendra mil mortferas dolencias: T e m o las inclemencias D e l destructor invierno, en que sufrimos D e la escarcha y la nieve tanto dao: Solamente la dulce primavera Q u e reinara querra todo el ao.
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IDILIO VI.

A y , ojal que sempiterna fuera! Entonces ni del fro los rigores, Ni del sol nos molestan los ardores: T o d o en ella es fecundo, T o d o germina en la estacin de amores, Y con grata armona, E s la plcida noche igual al da.

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IDILIO VIL

Oh hermoso Vspero! Oh luz dorada D e la sagrada Vrus sin par! Lucero flgido! N o hay una estrella Q u e tu luz bella Pueda igualar.

Salve oh esplndido Astro divino, D e l peregrino Antorcha fiel; D e la cerlea Noche en el manto, Adorno santo, Sacro joyel!
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IDILIO VII.

Oh estrella! prstame T u s resplandores: D e los pastores V o y al festin; Y Cintia plida Y a va ligera D e su carrera Llegando al fin.

O y e mi splica, Pues no la mueve D e robo aleve Negra pasin; Ni asestar prfido Mi daga quiero D e l pasajero A l corazn, .

Mis campos frtiles Solo cultivo; Aislado vivo E n dulce paz; Y hoy alejndome D e mi retrete, En el banquete Busco solaz.

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IDILIO VIH.

D e P i s a en los sin par alrededores Sumerge A l f e o la musgosa frente, Y en busca va de la apartada fuente Objeto de sus frvidos amores: L l e v a Aretusa de variadas flores, D e oliva y de laurel nupcial presente, 3 Y el sacro polvo 4 que el sudor hirviente R i e g a de los heroicos luchadores. Bajo el fondo del pilago camina; N i con el mar salobre el dulce ro Mezcla jams su linfa cristalina. A s cruza el Ocano bravio Q u e su atrevida empresa no adivina. Tal es de A m o r la fuerza y podero!
271
2

IDILIO IX.

Hija de Jove y de la Mar undosa, Vnus, que Pafos placentera riges!

Por qu los Dioses sin piedad afliges Y los mortales tu poder acosa? Por qu Cupido nos pariste oh Diosa! Tan fiero y tan cruel? Y por qu eliges Para adornarlo tan funestos dijes? Quin provoc tu clera espantosa. El arte de engaar, al lisonjero Rostro por qu le diste? y al desnudo Cuerpo esas alas de volar ligero? Sus manos qu armar de dardo agudo Y de tiro dotarlas tan certero Que no hay contra su arpn fuga ni escudo?
J

F I N DI- LOS IDILIOS D E B I O N .

273

35

IDILIOS

DE

MOSCO

DE

SIRACUSA

IDILIO I. A M O R FUGITIVO.

Tras Cupido Que se escapa V a Ciprina Congojada. "Pasajero! (Triste clama) Por las calles Y las plazas Quin un nio V i d con alas? E s de V n u s Prenda cara. A l que diga D o n d e se halla Recompensa ' Dar grata:
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Y si hubiere Q u i e n lo traiga A las puertas D e mi alczar, Y o le ofrezco Mayor gracia. " M i l mi hijo Seas claras 2 Entre ciento L o indicaran. V e r no esperes Su tez blanca Porque al fuego Roja iguala, Sus pupilas Son dos brasas,

IDILIO I Y perversas Sus entraas, A u n q u e dulce T i e n e el habla. Una cosa Dentro fragua Y otra dicen 3 Sus palabras. Miel semeja Su voz blanda. Mas si la ira L o arrebata Es tremenda Su venganza. T o d o es dolos T o d o maas. T o d o fiaudes Todo tramas, Y aun crueles bon sus chanzas. ' ' L a melena Bien rizada Mal al torvo Rostro cuadia : Sus manitas Agraciadas Ay! cuan lejos, Cul disparan! A l Estigio L a g o alcanzan ; D e O r c o hieren A l Monarca. 4 Con el cuerpo Desnudo anda,
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Mas cubierta T i e n e el alma. Leves plumas L o engalanan; De ave guisa V u e l a y salta Y donceles Y muchachas D e improviso Se abalanza, Y en su seno Nido labra. "Diminuto A i c o lo arma Con la flecha Preparada Q u e hasta el cielo Vuela rauda. De oro puro Rica aljaba Siempre cuelga D e su espalda; Mil saetas Dentro guarda Con veneno Bien curadas Q u e m propia S Rudas causan Muchas veces Hondas llagas. ' 'Cuanto lleva T o d o espanta, T o d o hiere

Y anonada;

IDILIO

I.

Mas su antorcha, Bien que parva, Aun al mismo Sol abrasa. " l Pasajero! Si lo agarras Trae tu presa Bien atada, i Infelice Si te apiadas' C u a n d o vieres Q u e derrama T i e r n o lloro, Ponte en guardia, Porque entonces E l te engaa. Si riere,

Ms lo afianza; Zalamero Si te abraza, Lejos huye! Porque mancha, Y quien besa L o contagia. Si te dice "Ten mis armas" Y sus prendas T e regala, iAy! N o aceptes Nada, nada. F u e g o encierran Esas galas. N o las toques O te abrasan. '

27a

I D I L I O II.

R A P T O

D E

E U R O P A .

A LA SEORA DOA GUADALUPE VILLEGAS DE PLACCI.

I.
Heraldo fiel de la vecina aurora, Cantaba el gallo por la vez tercera: Entraba de la noche la ltima hora E n que el sueo del hombre se apodera M s dulce que la miel suavizadora, Y sus cansados miembros refrigera, Y verdicos sueos y visiones Asaltan en tropel los corazones.
1

II. E n elevada estancia E u r o p a 3 bella D e l reposo se entrega los placeres Y una dulce vision la doncella,
2

Virgen intacta an, manda Citres.4


281
36

IDILIO IL

Dos Comarcas percibe en gran querella, Con el aspecto entrambas de mujeres: Son Asia S y la region que opuesta se halla, Y por Europa misma es la batalla.
III.

Peregrino ademn muestra la una; D e compatriota la otra tiene traza, Mecida la pregona en propia cuna Y oriunda la proclama de su raza. " A Jove la destina la Fortuna" Clamando la extranjera, Europa abraza, Y del Seor de la Egida presencia Asida la llev sin resistencia. IV. Salt aterrada del virgneo lecho Juzgando que era el sueo profeca; L e palpitaba de pavor el pecho, Y , los ojos abiertos, todava Miraba de ambos lados del E s t r e c h o L a s dos mujeres que soado haba. Sentada largo tiempo Europa calla Y en esta exclamacin al fin estalla: V. "Cul de los celestiales Moradores Este sueo fatal me ha sugerido? Qu los espectros son aterradores Que dibujarse en mi nimo han venido
282
6

IDILIO II.
Cuando libre de amargos sinsabores E n mi lecho gozbame mullido? Y quin es la simptica extranjera Q u e entre sueos mir tan placentera? VI. "Oh Cielos! Cmo mi alma fascinada Cautiv su benvola figura! Ella tambin, qu plcida mirada M e dirigi de maternal dulzura! Y al venir abrazarme enamorada, Hija mia, me dijo con ternura.

Ay! A los Dioses inmortales plegu Q u e en bien el sueo convertirse llegue." VIL Dice: y en busca va de sus queridas Compaeras,7 de altsimo linaje, Q u e la siguen doquiera siempre unidas, Iguales en edad, tamao y traje; Y a sean la danza conducidas, O y a con ellas baarse baje E n las vertientes del A n a u r o amenas O coger en su margen azucenas. VIII. A su llamado huellan presurosas D e l conocido litoral la yerba, D el oleaje oir, frescas rosas Place cortar la feliz caterva.
283
8

I D I L I O II.

Todas llevan canastas primorosas Para flores, y Europa se reserva D e oro puro magnfica cestilla, Del arte verdadera maravilla. IX. Con gran primor la cincel Vulcano^ Y Libia
1 0

la don en nupcial presente,

Cuando Neptuno le tendi la mano, D e tierra y mar sacudidor potente. D e Libia pas el cesto sobrehumano A la madre de Europa, su pariente: Telefaesa en fin, beldad egregia, A su hija regal la prenda r e g i a . X. Relucientes empresas" y pasajes Esculpidas se ven con noble bro: Entre Dioses sin fin y personajes D e Inaco la hija va, la triste o ; Privada de sus galas y ropajes, D e la humana figura y seoro, En becerra aparece trasformada,
1 2 11

Y de oro est su imagen trabajada.


XI.

D e nadadora fuer, parte ligera


Con la pezua el mar, y loca salta, Porque la agita la moscarda fiera: Y azulado matiz el agua esmalta.
284

IDILIO IL

D o s hombres hay mirando en la ribera A l acutico buey; ni Jove falta, Q u e con la mano plcido acaricia L a becerra marina, su delicia. XII. L a s siete bocas al tocar del Nilo "3 E n paz la deja el atrevido insecto, Y Jpiter all su antiguo estilo L e restituye, y virginal aspecto. D e plata son las aguas del tranquilo Rio; de bronce el animal perfecto: Y Jpiter su efigie, cual conviene A l Padre de los Dioses, de oro tiene. XIII. Del cesto en derredor, bajo la orilla D e Mercurio falaz se mira el ceo; Exnime sus plantas A r g o s 4 brilla Con sus cien ojos que no cierra el sueo: D e l grande hijo de M a y a la cuchilla Burl, por fin, su temerario empeo, Y de la sangre de A r g o s importuno S e v e salir al pjaro de Juno. XIV. Su variado plumaje ostenta el ave Y entrambas alas orgullosa extiende; Velas parecen de ligera nave Q u e con prspero viento el agua hiende;
285
r

IDILIO IL

Bajo ellas, de la cesta el labio cabe Todo, y la cauda circular desciende. Esta la historia, y la pintura es esta D e la de Europa bella hermosa cesta. XV. Apenas llegan al florido prado, Cada una despojar tallo distinto Ufana corre por diverso lado. Quin la violeta azul, quin el jacinto, Quin arranca el narciso perfumado, Y quin coje el clavel, de rojo tinto. L a multitud de deshojadas flores Forma tapiz de esplndidos colores. XVI. D e l azafrn la rubia cabellera Otras en tanto cortan afanosas, Y de todas en medio Europa impera Cual reina de las vrgenes hermosas: Con delicadas manos, hechicera V a recogiendo purpurinas rosas: A la diva Citres se parece Q u e en medio de las Gracias resplandece. XVII. Mas ay! no largo tiempo su alma pura Darn las flores candido recreo, Ni ha de adornar intacta su cintura La faja virginal ' 5 que es hoy su arreo.
286

I D I L I O II.

Jove la ve de la celeste altura, Y luego de la ninfa arde en deseo: A g u d a flecha lnzale Ciprina, Sola deidad que Jpiter domina. XVIII. El Hijo de Saturno enamorado, D e Juno al par los furibundos celos Pretendiendo eludir apasionado, Y de la tierna virgen sin recelos Ganar el corazn inmaculado, Velocsimo baja de los cielos; Oculta su deidad y su decoro, D e cuerpo muda y se trasforma en toro. XIX. Mas no semeja ni al que bien nutrido E n el establo su hambre satisface; Ni al manso buey, que curvo arado uncido En la fecunda tierra sulcos hace; Ni al ternerllo, que zagal garrido Cuida entre muchos, y en el campo pace: N i al toro, en fin, que arrastra la carreta Cargada, al y u g o la cerviz sujeta. XX. Su finsima piel de color blonda D e todas las dems es diferente; D e argentado matiz mancha redonda E n medio luce de la rubia frente;
287

I D I L I O II.

En su pupila azul, la pasin honda Que lo consume brilla, y convergente Cada asta en la cabeza igual despunta Cual luna que sus cuernos aun no junta. XXI. Penetra en la pradera; mas espanto N o produce en las vrgenes su arribo: E s su dulzura tal, y tal su encanto, Que de irlo acariciar, deseo vivo Inflama todas: las atrae tanto D e l buey amable el ademan festivo! Ni de las flores la fragancia iguala El aroma divino que l exhala. XXII. D e la inocente Europa se coloca Delante; carioso juguetea Y los hombros le lame. Ella lo toca Y en hacerle caricias se recrea; Con las manos enjuga de su boca L a espuma que odorfera blanquea, Y fascinada imprime en su .embeleso En la frente del buey candido beso. XXIII. El-muge de placer; y su mugido D e la M i g d o n i a
16

flauta fiel imita

E l penetrante armnico sonido; Dobla las manos y la cauda agita,


283

IDILIO

II.

L e muestra, con el cuello retorcido L a vasta espalda, y subir la invita; Y Europa clama as sus compaeras D e largas y flotantes cabelleras: XXIV. "Venid, queridas: con pueril contento Montad sobre este toro al lado mi; D e su espalda el anchor cmodo asiento A todas nos dar, cual un navio. Qu manso! qu gentil! N i el fiero alient T i e n e de los dems, ni el rudo bro. Humano juicio y suavidad resalta E n sus acciones; solo hablar le falta." -XXV. Dice: y con rapidez risuea monta. Quieren subir las otras; mas el toro Alzndose veloz, huir se apronta A p e n a s ha robado su tesoro. A la orilla del mar l se remonta; Ella las manos tiende, y con sonoro Grito llama las vrgenes, que en trance T a n singular no pueden darle alcance. XXVI. D e la playa abandona las arenas Y marcha cual delfn entre las ondas E l toro audaz: montadas en ballenas Salen del ponto las Nereides*7 blondas,
289 37

IDILIO

II.

Y van en procesin por las serenas Olas, que aplaca, sus cavernas hondas Dejando, el gran Neptuno, que su hermano Conduce por su reino soberano.
XXVII.

D e sus conchas al son, gratas canciones Nupciales entonando, larga tropa En derredor camina de T r i t o n e s ,
18

Habitantes del mar; mientras Europa Sentada cual en suaves almohadones En los lomos de Jpiter, su ropa Con una mano, con temor recoge D e que el agua del mar no se la moje.
XXVIII.

Con la otra el largo cuerno al toro afianza: Y , cual lona de nave inflado el velo, Con mayor rapidez la ninfa avanza; Mas cuando abajo mar,, y arriba cielo Solo divisa, y mirar no alcanza Playa ni excelso monte, sin consuelo L a vista en derredor girando absorta A s habla al toro que veloz la porta:
XXIX.

"Quin eres, buey divino? A d me llevas? Cmo es posible que tus plantas graves Prefieran esta ruta, que te atrevas El pilago sulcar, solo las naves
290

IDILIO

II.

Veloces accesible? A m a las glebas El toro nicamente. Cmo sabes Nadar? Qu comers en esta larga Va? Cmo gustar la linfa amarga? XXX. "Eres acaso un dios? Cmo te inclinas A hacer lo que los dioses no conviene? N i el toro en las regiones submarinas N i en la tierra el delfn su asiento tiene; Mas t por mar y tierra al par caminas, T u s manos remos son; y si te viene Quiz el antojo, al azulado cielo Remontars, cual ave, el raudo vuelo. XXXI. "Ay! Infeliz de m, que un buey siguiendo Abandon mi padre y mis hogares Y extrao navegar perdida emprendo! Neptuno! A t que los airados mares Riges dominador, las manos tiendo. Oh! Mustrame tu faz en mis pesares Y a que eres de mi viaje escolta y gua. De cierto marca un dios la senda mia!" XXXII. Dice: y as la tmida criatura Responde el animal de cuerno airoso: "Valor, gallarda virgen! N i pavura E l pilago te d tempestuoso.
291

I D I L I O II.

Aunque de toro tengo la figura, Jpiter mismo soy, dios poderoso. D e lo que ms me agrada la apariencia Puede tomar mi santa omnipotencia. XXXIII. "El pilago cruzar tu amor me obliga Y la forma de toro me sujeta. Ser tu grato albergue la Isla amiga Que m mismo nutri, la hermosa C r e t a . All el amor que frvido me hostiga Tocar la nupcial ansiada meta, Y me dars fecunda hijos gloriosos Monarcas en la tierra poderosos." XXXIV. As Jpiter dijo: y cumplimiento Tuvieron sus palabras seductoras: Arribaron Creta, y al momento Sus facciones de dios dominadoras El Numen reasumi: regio aposento Prepararon, y el tlamo las H o r a s .
20 10

F u la Virgen esposa y madre amante, E nclita p r o l e


21

regal al Tonante.

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IDILIO III. CANTO FNEBRE DE BION.

A LOS SEORES DON JOS SEBASTIAN SEGURA Y DON IGNACIO M . ALTAMIRANO.

Undosos ros, plcidas colinas, Llorad la muerte de mi dulce amigo; Llorad, Dricas fuentes cristalinas, A l amable Bion llorad conmigo. Selvas espesas, rboles robustos, Doloridos gemid: gemid, arbustos; Y vuestros tristes clices oh flores! Exhalen, en seal de amargo duelo, Suavsimos olores. Cndidas rosas, frescas amapolas,
1

E n prpura teid vuestras corolas. Jacinto! L o s cruentos caracteres Q u e en tus hojas grabaste en negro dia,
293
2

IDILIO

III.

Proclamen hoy que de amargura mueres; Y el ay! que conmemora tu agona Mil veces en tus ptalos escribe: El preclaro poeta y a no vive! Unidas prorumpid, en flbil coro, Trinacrias Musas, prorumpid en lloro. Canoros ruiseores, Que entre el follaje de la selva umbra Con lgubre armona Lloris de Filomena 4 los amores, A las lmpidas ondas de Aretusa5 Decid: Y a c e Bion cadver yerto, Y la Drica M u s a
6 3

Y el canto pastoril con l han muerto. Unidas prorumpid, en flbil coro, Trinacrias Musas, prorumpid en lloro. Cisnes del Estrimon! i E n la riberas D e vuestro ameno ro, enviad al viento Mil notas lastimeras, Y con el triste acento Conque Bion en tiempos mas felices Cant por vuestros labios melodiosos, Junto sus claras linfas Himnos funreos entonad llorosos, Y las Eagrias y Bistonias ninfas Decid, lanzando lgubre gemido: Ay! E l Drico Orfeo ha perecido.
294
8

IDILIO

III.

Unidas prorumpid, en flbil coro, Trinacrias Musas, prorumpid en lloro. A q u e l pastor de inspiracin divina Que las delicias fuera del ganado, N o canta ya, de solitaria encina Bajo la verde sombra recostado; Mas de Pluton en la morada oscura, Entona con tristura U n cntico infernal junto al Leteo. Y a no resuenan plcidos, como antes, L o s montes y collados; Con los mugientes toros van errantes Las vacas por los prados; Y gimen, y se quejan, Y el pasto olvidan y la yerba dejan. 9 Unidas prorumpid, en flbil coro, Trinacrias Musas, prorumpid en lloro. T u subitnea muerte Lamenta el mismo Apolo: el F a u n o Por t oh Bion! amargo lloro vierte, Y visten los Priapos negro luto. Los Panes doloridos Con fnebres gemidos T u s armoniosos cnticos reclaman; Y en vez de frescas aguas, en las fuentes D e la floresta, lgrimas ardientes Las afligidas Nyades derraman. Entre las breas speras oculta, 95
1 0

hirsuto,

IDILIO

III.

Silenciosa sepulta Eco sus profundsimos pesares, Y sumergida se halla en hondo duelo, Que remedar no puede tus cantares. Sus frutos esparcieron por el suelo Los rboles doquier en tu agona; Las flores marchitbanse; y la leche D e las tristes ovejas no flua. L a miel en los panales, En la cera se hel; que fuera agravio Otra libar, y a secos los raudales Que destilaban de tu dulce labio. Unidas prorumpid, en flbil coro, Trinacrias Musas, prorumpid en lloro. D e la playa del mar sobre la arena El piadoso delfn
11

no gime tanto;

Ni tanto Filomena Entre las rocas lastimera trina: Jams la golondrina Sobre los montes modul su canto Con voz tan lastimera; ni A l c i o n a D e Cis por la muerte Cantilenas tan lgubres entona; Ni en el cerleo mar la voz suave Eleva tanto Crilo doliente, Ni de Memnon '3 el ave, En los remotos valles del Oriente, A l hijo de la Aurora,
296
12

IDILIO

III.

Sobre su tumba revolando llora; Cual hoy en su amargura, Con diferentes voces y cantares Dulce Bion! tu muerte prematura Lamentan en la tierra y en los mares. Unidas proiumpid, en flbil coro, Trinacrias Musas, prorumpid en lloio Los ruiseores todos Y golondrinas dciles, que un dia T u hermoso canto deleitar solia - Y imitar enseabas de mil modos L a voz humana y tu armonioso acento, Antes que de tus cnticos se olviden, En la selva en dos grupos se dividen Para entonar el fnebre lamento. Triste desde una rama El primer coro clama; Y de la rama opuesta El otro coro lgubre contesta; Y entrambos con unsono gemido Replican: "Oh palomas! "* sin consuelo Unid vuestro clamor nuestro duelo." Unidas prorumpid, en flbil coro, Trinacrias Musas, prorumpid en lloro. Oh nunca bien llorado Pastor enamorado! Quin habr y a que cante
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1

IDILIO

III.

Con tu dulce zampona en adelante? A tu sonora caa Quin llevar sus labios? Quin tamaa Osada tendr, cuando el aliento D e tu sabrosa perfumada boca Respira.an el msico instrumento; Cuando Eco todava Dentro la caa, lastimera evoca D e tu apagada voz la meloda? T u incomparable flauta A Pan mi mano vacilante lleva; Mas, por temor quiz de no igualarte '5 En el difcil arte, A tocarla tal vez ni Pan se atreva Y de sus labios trmulo la aparte. Unidas prorumpid, en flbil coro, Trinacrias Musas, prorumpid en lloro. L a hermosa G a l a t e a Inconsolable gime; Ay! Cul en otro tiempo L a deleitaba tu cantar sublime! En la orilla del mar, hora tras hora, Junto t reclinada muellemente, L a ninfa seductora D e tus labios estbase pendiente. T u cantar incesante * <
16

N o era al de Polifemo semejante. L o s rsticos amores


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IDILIO 111. Del Cclope procaz dbanle enojos; A t oh Bion! calmando sus furores Miraba desde el mar con tiernos ojos. El pilago ha olvidado; E n la desierta arena ahora se sienta, Y el hurfano ganado Que tuyo fu, tristsima apacienta. Unidas prorumpid, en flbil coro, Trinacrias Musas, prorumpid en lloro. Dulce poeta! D e las Musas bellas Contigo han muerto los divinos dones. D e candidas doncellas Huyeron los hechizos virginales; Y a no ardern los tiernos corazones D e jvenes gallardos; raudales A m a r g o lloro los Amores vierten E n derredor de tu funrea losa, Y la Ciprina Diosa E n esta hora fatal muy ms te ama, Y ms pregona su dolor profundo, Que sobre el mismo Adonis moribundo. Oh rio entre los ros clamoroso! N u e v o dolor te oprime, nueva pena D e tus desdichas la medida llena, Oh M e l e s ? caudaloso! Muerte cruel te arrebat primero A tu divino Homero, V a t e fascinador, labio elocuente
209
1

IDILIO

III.

D e la diva Calope; y la fama, Que lloraste con lgubre corriente A tu hijo gloriossimo proclama, Y al entrar en el pilago inclemente, Con la solemne voz de tus pesares, L a inmensidad llenaste de los mares. Mas hoy otro hijo lloras Y nuevo luto contristarte viene: Entrambos fueron gratos las almas Fuentes inspiradoras; Aquel bebi las aguas de Hipocrene; Este apag su sed en Aretusa: Aquel, la hermosa Helena y los Atridas, Sublime celebr, y el grande Aqules; Este ignor las guerras fratricidas, Solo enton canciones pastoriles, Y al fragor de las armas siempre extrao Cantando apacentaba su rebao; Y y a sus caras vacas ordeaba, Y a flautas y zamponas fabricaba; Del campo celebraba los placeres, Y los tiernos amores Cantaba de los candidos pastores, Siempre Cupido grato y Citres. Unidas prorumpid, en flbil coro, Trinacrias Musas, prorumpid enfloro. No hay nclita ciudad que no te llore; No hay oh Bion! un pueblo ni una villa
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I D I L I O III.

Que tu temprana muerte no deplore. Q u e Hesodo muy ms, Ascra te siente, Y la Beocia gente Por t ms que por Pndaro suspira. Menos llor la prdida de Alceo L a amurallada Lesbos; y la lira D e su afamado vate Menos que tu zampona extraa C e o .
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D e Arquloco en la muerte no se abate Tanto cual hoy, la montaosa Paros, Y su Safo querida, Por lamentarte, Mitilene olvida. Cuantos pastores, las Musas caros,'9 Saben cantar, su dulce poesa Consagran tu lgubre memoria. Siclides, de Samos honra y gloria, Entona tierno flbil elega. D e la Cidonia en medio los poetas, Sus slitos concentos Trueca el alegre Lcida en lamentos, Y del viejo Filetas Llora por t la dolorida Musa A l margen del Halentes cristalino. Tambin en Siracusa T e lamenta Tecrito divino; Y yo, cuitado, en tanto, T e ofrezco un funeral, A u s o n i o
20

cant;

Y o , no del todo extrao la armona D e los metros buclicos, que diestro,


301

IDILIO

III.

Oh llorado maestro! A tus alumnos enseaste un dia. D e la Drica Musa y de sus dones Gloriosos herederos nos hiciste; Tus ricas posesiones A otros legaste en codiciada herencia; A m de tus cantares la cadencia. Unidas prorumpid, en flbil coro, Trinacrias Musas, prorumpid en lloro. Triste de m! Cuando en el seco h u e r t o El apio verdeclaro se marchita; Cuando las malvas lnguidas perecen Y el encrespado hinojo cae muerto, Renacen al otro ao y reflorecen. Mas ay! cuando una vez nos precipita En la tumba la muerte inexorable, A nosotros, los grandes, vigorosos, Sabios varones, sueo imperturbable Largo, infinito, eterno, D e la tierra en los senos tenebrosos Fuerza nos es dormir: y mientras yace T u cadver Bion! en honda fosa, Mudo y sin notas, las Parcas place Que cante sin cesar la r a n a
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odiosa....

Canta, rudo animal! Sin miedo canta D e que te turbe la palabra mia. A quin zelos dars? A quin no hasta El graznido sin fin de tu garganta?
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I D I L I O III.

Unidas prorumpid, en flbil coro, Trinacrias H u s a s , prorumpid en lloro. L l e g a el veneno tu canora boca, Y en el cliz Bion! bebes la muerte. Cmo tu labio toca Y en dulcsima miel no se convierte? Quin de tus bellos cantos Insensible los mgicos encantos, Quin de tu grata pastoril zampona Sordo la .voz divina, Mortfera ponzoa Con alevosa mano te propina? Unidas prorumpid, en flbil coro, Trinacrias Musas, prorumpid en lloro. A todos oh dolor! sin esperanza L a merecida pena nos alcanza. Y o , desdichado, en el comn quebranto A l duelo universal uno mi llanto Y tu muerte deploro. Oh! si pudiera Cual Orfeo 3 y Ulses elocuente, Y que ambos antes, Hrcules valiente, A l infierno bajar, y o descendiera Con alma fuerte y con veloces plantas A l reino de Pluton, ver si cantas E n el Orco tambin, y qu canciones. A la real Doncella * Que triste impera en la region umbra Canta una siciliana meloda
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I D I L I O III.

Y un himno pastoril; que tambin ella L a zampona taer alegre supo, Y el Drico cantar la deleitaba Cuando la suerte plcida le cupo D e vivir libre en el Trinacrio suelo, Del rojo Mongibelo 5
2 F

Mirando siempre la encendida lava. N o sin la recompensa merecida T u canto quedar. Si el Tracio Orfeo, Desde la negra margen de Leteo, A Eurdice volver pudo la vida, Con la dulce influencia D e su mgica lira armoniosa, Hcate poderosa Del canto ceder la omnipotencia, Y olvidando otra vez su injusta saa, T e volver de nuevo tu montaa, Lamentado Bion! Y si y o mismo Templar supiera el msico instrumento, Cmo entonara en el oscuro abismo, A n t e Pluton, armnico concento, Hasta traerte, fuerza de canciones, D e nuestra dulce vida las regiones!

34

IDILIO IV.

LAMENTOS
DE

MEGARA, ESPOSA DE HERCULES.

I.
"Qu aflige tu alma as, m a d r e
1

adorada?

Porqu la rosa huy de tu mejilla? Porqu gimes al verme, horrorizada, Y eterno llanto en tu pupila brilla? Acaso la tristeza te anonada Porque tu nclita prole osado humilla Con tormentos sin fin esclavo ingrato, C o m o len raqutico cervato?

II.
"Pobre de m! Porqu los Inmortales M e deshonran as? Porqu me han dado L a vida bajo estrellas tan fatajes Mis padres? A un varn inmaculado
35 39

IDILIO

IV.

Desque me unieron lazos conyugales, Cual mis ojos lo adoro y he adorado; Pero como l ningn viviente apura El cliz del dolor y la amargura. III. "Con el arco, de A p o l o soberano Regalo, y con las flechas, que homicida Parca F u r i a quiz puso en su mano, A sus tres hijos arranc la vida. Padre infelice! Respirando insano Sangre y matanza, de dolor transida Con mis ojos lo vi (quin lo soara?) Asesinar nuestra prole cara. IV. "Madre, con voz gritbanme doliente,
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Y no me era posible mis hijuelos E n riesgo socorrer tan inminente. Cual trtola que mira sus polluelos Devorados por hrrida serpiente Que se arrastra furiosa por los suelos, E n derredor volando gime y llora Quejndose con voz desgarradora; V. "Pero librarlos del dragon aleve N o alcanza el lloro de la madre pa, Q u e aproximarse al monstruo no se atreve: L a casa as en mi duelo recorra
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IDILIO IV.

C o n insano ademan y planta leve, Llorando en balde la progenie ma. Oh de mi sexo tutelar Diana! 3 Porqu no me mat flecha inhumana? VI. "Juntos en una pira, y entre el lloro D e solemnes exequias 4 y el lamento, Mis padres amantsimos que adoro N o s colocaran con piadoso intento; L o s huesos recogiendo en urna de oro Alzaran en la patria un monumento: Mas ahora viven en la ecuestre T b a s , Tristes arando las Aonias s glebas.

VII. " Y y o gimo y padezco aqu en Trinto, Hostil Ciudad de Juno: mis pesares N o conocen alivio, ni es distinto U n dia de. otro dia; de mis lares Poco miro mi esposo en el recinto; Errante por las tierras y los mares Sus trabajos consuma: alma de acero? O de mrmol encierra el pecho fiero. VIII. " Y t, Madre, como agua te liquidas Virtiendo de contino amargo llanto, Cuantas noches nos manda denegridas, Cuantos dias nos da Jpiter santo; 307
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IDILIO IV.

Y no hay de mis parientas tan queridas Otra que me socorra en mi quebranto: Dejaron de mi hogar los muros viejos Y del Istmo pinoso 9 moran IX. "No tengo, la verdad, quien la vista Volver, y que en el trance que me apura Mi honda desgracia soportar me asista, Salvo P i r r a
10

lejos.

mi hermana; y de amargura

L a llena su marido y la contrista, Ificles, hijo tuyo sin ventura. T u s hijos son los ms infortunados, D e mortal de N u m e n X. A s Mgara habl: y en su albo seno Las lgrimas caan torrentes D e su pupila, al recordar de lleno A sus hijos, y padres, y parientes. Tambin Alcmena, el propio y el ajeno Duelo, sus ojos converta en fuentes; Y sollozando habl de esta manera
1 1

engendrados."

Sabias palabras su amada nuera:


XI. "Hija adorada, por tu mal fecunda! Porqu en comunicarme as te afanas L a tristeza fatal que tu alma inunda,"

Las penas recordando, ya lejanas,


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IDILIO IV.

Q u e no es la vz primera ni segunda Q u e lloramos con lgrimas tempranas? No basta, por ventura, cada dia Su

dosis

de dolor y de a g o n a ?
XII.

,a

"Consulate: nosotras el Destino N o reserva de veras igual muerte. A compasin, querida, y o me inclino T a n abatida y tan cuitada al verte: Si al que naci bajo dichoso sino E n tedio al fin su gozo se convierte, Teniendo que partir los sinsabores D e mi familia, es justo que t llores.

XIII.

"Por Proserpina, y por la casta Cres '3 D e espeso velo y larga vestidura Y o juro (y Diosas son las mujeres Terribles, cuando alguna en vano jura) Q u e tanto te amo, y mis ojos eres T a n dulce cual si fueras criatura D e mi seno salida, y la postrera Doncella que en mi hogar permaneciera.
XIV

"T lo conoces, mi alma: y no pregones Q u e consuelo te niego y que no te amo. El dolor de una madre que perdones Es fuerza, aunque ms lgrimas derramo 309

IDILIO IV.

Q u e N o b e * infeliz.

Diez'lunaciones

T u v e en mi seno al hijo por quien clamo, Y las puertas del Orco turbulento Casi me hizo cruzar su alumbramiento. '5 XV "El por lejanas tierras hoy camina D e otro nuevo combate en desempeo, Y msera! no s si determina El Hado que abrazar torne mi dueo. U n a vision, que temo que ruina Traiga mis hijos, turbar mi sueo Vino con mil espectros, que la calma Ay! acabaron de robar mi alma. XVI "Teniendo en ambas manos frrea azada A mi Hrcules mirar me pareca, Que de alguien trabajando la soldada Profunda fosa en verde campo abra; Sin jubn ni la ropa acostumbrada Desnudo su tarea prosegua, Y al terminar la cerca de un viedo, Clavando su azadn, sentse quedo. XVII "Iba otra vez revestirse, cuando D e repente brot de la profunda Fosa, fuego vivsimo; y girando Llama devoradora lo circunda:
310

IDILIO IV.
El retrocede rpido, evitando De Vulcano
16

la fuerza furibunda,

Y de su cuerpo en derredor, aprisa L a azada vibra, de broquel guisa. XVIII "Los ojos vuelve aqu y all, defensa Buscando por doquier contra la lumbre; Ificles generoso darle piensa Auxijio en su terrible pesadumbre; Pero resbala y cae, cuando inmensa Distancia aun lo separa (as al vislumbre D e aquella flama verlo me parece) Y clavado en la tierra permanece. XIX " A l intil anciano semejante Q u e pesar suyo por los suelos rueda Y por la senectud debilitante Obligado, en la tierra inmvil queda, Mientras llega piadoso caminante Q u e con robusta mano alzarlo pueda, Por el senil aspecto conmovido, Y la nevada barba del caido; XX " N o de otra suerte mi Ificles hermoso A pesar de su fuerza y su pujanza, Por el suelo arrastrbase quejoso D e poderse mover sin esperanza; 3

IDILIO IV.

Y derramaba y o llanto copioso -De mis hijos al ver la malandanza, Hasta que el sueo me quit la Aurora, Y con l la vision aterradora. XXI "Tales fueron, querida, las visiones Que turbronme ayer la noche entera. De mi casa alejar sus predicciones Apiadado, por fin, el Cielo quiera!
#

Sobre Euristeo, en vez, mis maldiciones Caigan: sea mi voz sabia agorera, Y nosotras no mande la Fortuna En adelante ya desgracia alguna."

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IDILIO V.

Cuando la brisa ligera El mar azulado agita, A u n q u e tmido, me excita Mi capricho navegar. Y ni me place la Musa Ni versos mi labio canta, Porque mucho ms me encanta L a tranquilidad del mar.

Pero si borrasca fiera Conmueve al pilago undoso, Y encorvndose espumoso Brama y ruge con furor; Cuando las airadas olas Y a no hay nave que resista, Vuelvo la tierra la vista Y la mar me da pavor.

Y los rboles me agradan D e nuevo, y la selva umbra, Y de la playa s e fia T a n solo mi corazn.
313

IDILIO

V.

En tierra, el mvil follaje D e los lamos y pinos Exhala plcidos trinos


1

Aunque sople el Aquilon.

A l pescador infelice Triste vida en suerte cabe: Por casa tiene la nave Y las ondas por hogar. D e sus trabajos en pago El mar le niega mercedes, Y apenas pueden sus redes Incierta caza buscar.

A m el pltano frondoso Con su sombra me fascina, Y de la fuente vecina M e halaga el dulce gemir. Blando es entonces mi sueo, Porque al labrador no asusta, Sino que adormece y gusta Su grato estrpito oir.

314

IDILIO VI.

Pan E c o ' s u vecina frvido ama; A l Stiro saltante E c o enamora, Y el Stiro fogoso Lida adora; Q u e as Cupido sus enredos trama. 3 Cuanto Eco Pan y el Stiro Eco inflama, D e Lida el fuego al Stiro devora; Amante, cada cual desdenes llora; Querido, hil en su amador derrama. Quien la flecha de A m o r aun no ha sentido, Aprenda esta leccin, si acaso quiere L a venganza evitar del Dios de Gnido: Si una nia por l de amores m u e r e ,
4 2

Pagele su cario agradecido,


Y l su vez correspondencia espere.

315

Its

. - v>>

y.

I D I L I O S VII Y VIII.
Atribuidos por muchos Bion, se han incluido en la prsenle versin entre las obras de este Buclico.

I D I L I O IX
O MAS BIEN EPIGRAMA.

AMOR

ARANDO.

Depuesta la antorcha, Guardado el carcax, La vara punzante Blandiendo procaz, Travieso Cupido Por el campo va. Del hombro le cuelga Pesado costal, Y el frtil terreno Se apresta labrar.^ El yugo los bueyes Impone el rapaz,
37

IDILIO IX.

Con diestra maniobra El sulco abre ya, Y el grano de Cres A l ir sembrar, Mirando la excelsa Region celestial, A Jpiter mismo Dirgese audaz. "Oh Jove! (le dice) " Y a puedes enviar " A l campo que labro "Calor y humedad. "Si no, por mi Madre " T e juro veraz, "Oh de Europa bella "Cornudo animal! "Que en forma de toro " D e nuevo bajar " D e Olimpo la tierra "Mis flechas te harn, " Y uncido al arado "Conmigo andars."

FIN DE LOS IDILIOS DE Mosco.

3*8

NOTAS.

IDILIOS DE TECRITO.

IDILIO i.

1 . El viento soplando entre los rboles produce veces notas armoniosas, al grado q u e unos han credo que de aqu tomaron los hombres la idea del canto. H a y en el original una hermosa onomatopeya, contenida en la palabra xpiBvpicjxa y en las dems que componen el primer verso. H e procurado trasladarla al castellano, y lo he conseguido, aunque n o tan perfectamente como en el griego, cuyas v, tp, y 6x, imitan mejor el susurro que no nuestra u abierta y la combinacin si. El pino (itrv) era la planta favorita del Dios Pan, desde que la ninfa Ptis, su predilecta, fu cambiada en este rbol por el celoso Breas. 2. N o estn acordes los mitlogos acerca de la genealoga de esta importante divinidad. Mercurio es el padre que generalmente se le atribuye, y una ninfa de Arcadia se supone su madre. E r a dios de los cabreros en particular, mientras los pastores de ovejas le guardaban muy pocas consideraciones segn vemos en el trascurso de este mismo Idilio. A s es que el cabrero se niega perturbar el reposo, que l y las dems deidades rsticas se entregaban medioda, segn la creencia general; al paso que Tirsis no teme despertarlo con su canto. Esto no impide que Dfhis lo invoque ms adelante y le consagre al morir su zampona; pero lo hace no c o m o su dios tutelar, sino como inventor de este pastoril instrumento. " P a n (dice Servio en sus Comentarios Virgilio) es un dios rstico formado semejanza de la naturaleza, y
321 41

NOTAS TECRITO. de aqu le viene su nombie de Pan, es decir Todo; porque tiene astas, semejanza de los rayos del Sol y los cuernos de la L u n a : su rostro es rubicundo imitacin del ter; tiene en su pecho una manchada piel de ciervo para denotar las estrellas; sus miembros inferiores son velludos por razn de los rboles, arbustos y fieras; tiene pies de cabra para indicar la estabilidad de la tiena: muestra una flauta de siete caas, que significa la armona del cielo, en que hay siete notas, y por ltimo se apoya en un curvo cayado por razn del ao,- que vuelve sobre s mismo, porque es dios de toda la naturaleza." T e n i a fama de iracundo, como nos revela mas abajo el cabrero, debiendo aqu notar que los antiguos colocaron en la nariz las pasiones violentas, al grado que en H e b i e o (como observa Pagnini) la clera y la nariz se designan con el mismo vocablo.- E l terror llamado a u n hoy da pnico, fu atribuido Pan, y de l a derivado su nombre. 3. Las Musas, como nadie ignora, eran nueve: Calope que presidia la Poesa pica; Clio la Historia; Melpomene la Tragedia; Euterpe la Msica; Erato musa de los matrimonios; Terpscore musa de la Danza; Urania musa de la Astronoma; Tala deidad tutelar de la C o media, y Pohmnia musa de la Elocuencia. Hijas (segn Hesodo, casi umversalmente seguido) de Jpitei y Mnemsme, nacieron en Pieria, en Macedonia; y del lugar de su nacimiento se llaman Pierias Pirides. Se les designa igualmente con diversos eptetos tomados, ya de su bien conocido nmero, ya de las montaas, grutas fuentes que les estaban especialmente consagradas, como los montes Pimpla, Pind, Parnaso, Helicona, las fuentes Hipocrene, Aganipe, Castalia, 6 la cueva Concia. A las Musas se atribua en la Antigedad el reinado sobre el canto y la memoria; Homero y todos los poetas las invocaban al principio y en las partes mas difciles de sus obras; sin ellas era imposible un mortal cantar con armona ni recordar en sus versos cosa alguna. A este fin se procuraba tenerlas propicias, ya con sacrificios, com o aqu les promete el Cabreio, ya con fiecuentes invocaciones, c o m o hace Tirsis en el retornelo de su cancin. 4. E l Siciliano Dafnis, celebrado en este y otros muchos cantares, fu hijo de Mercurio y una ninfa, que despus de darlo luz lo expuso bajo un laurel, de donde tom su nombre (Acpvq). A m l tambin una ninfa que lo favoreci, exigindole en cambio que en ninguna otra fijara los ojos, so pena de privarlo de la vista. Por mucho tiempo se mantuvo fiel, pesar de ser perseguido por las ms hermosas doncellas de Sicilia; pero al fin una puncesa lo cautiv y el desdichado tuvo que sufrir el anunciado castigo. Mercurio, el bien conocido dios del comercio, de la lucha, de la elocuencia, y del robo; mensajero, adems, de las divinidades Olmpicas, fu hijo de Jpiter y lanmla Maya, y desde pequeuelo consum grandes hazaas: de alguna de ellas se trata en otros Idilios.
322

NOTAS

TECRITO.

5. M s arriba se ha mencionado ya i las Ninfas, y aqu se especifican las Nyades; fuerza es decir algo acerca de estas divinidades m e n o res. L a s Ninfas se,dividan en ocho categoras segn los lugares donde tenian su habitacin y reino, saber: i las Orades, 6 ninfas de los montes; 2* las Napeas, 6 ninfas de los valles; 3 las Leimoniades, ninfas de los prados; 4 las Nyades, 6 ninfas de las aguas, que aqu se nombran, y moraban en los rios, arroyuelos y fuentes; 5 las ninfas de los lagos se denominaban Limnades; 6 las de los rboles Ha7nadriades; 7 las de los bosques en general Drades, y 8 las que cuidaban los verjeles 6 rebaos Mnades. Las ninfas, q u e n o eran ni diosas, ni mujeres (como canta un Homrida en su himno V n u s ) representan un gran papel en la mitologa, sobre todo al tratarse de las relaciones entre dioses y mortales. C o m o acabamos de ver en la nota anterior, estaban d o tadas de gran poder sobre los hombres, y si recompensaban generosamente todo favor, pagaban bien caro el menor ultraje.
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6. " E l Dios Priapo, dice Pausanias, es honrado en otras partes por los q u e guardan ovejas y cabras, enjambres de abejas; pero los de Lmpsaco lo veneran ms q u e cualquiera otro de los dioses considerndolo hijo de Baco y de Vnus. " E n esta tierna invitacin del Cabrero se alude las estatuas de las referidas divinidades, colocadas reverentemente junto al umbroso manantial. 7. Boissonade (y cori l algunos otros) en vez de la leccin comn, adopta aupiodr/nav; "porque, dice, n o podra el muchacho coger los insectos con la trampa q u e tejia, sino ms bien los cogeria con la mano, guardndolos luego en la vistosa jaula, cual aves en rica pajarera." Si al lector place esta variante, podemos traducir: Vistosa jaula de guardar cigarras. A q u notar que la xpi de los Griegos, la interpretan en Latin, unas veces cicada, otras locusta, otras gryllus; pero q u e n o es precisamente ni la cigarra, ni la langosta, ni el grillo q u e conocemos en Amrica, y por eso vierto indistintamente } a de un modo ya de otro, segn las exigencias del metro, de la elegancia y de la rima. 8. Calidona era una ciudad de la Eolia, donde e l vaso se dice fabricado. L a s copas fueron u n o de los objetos en que m u y temprano ejercitaron los antiguos la escultura y pintura. A l principio eran de tierra otras sustancias poco costosas; despus llegaron ser de oro y piedras finas. C o m o era costumbre en los banquetes que cada u n o tuviese su vasija, sin q u e el licor se virtiese poco poco de alguna jarra botella, de aqu es que los vasos eran muy grandes, al giado que apenas podia un hombre alzar el de Nstor. N o es maravilla, pues, q u e tantas y tan variadas figuras cupiesen en el q u e aqu se describe. Figuran entre los adornos en primera lnea la vid y el acanto. A q u e l l a figura igualmente entre los bajorelieves del escudo de Aqules: este ha sid o u n o de los ornamentos favoritos de la arquitectura, c o m o vemos en los capiteles corintios. E s digna de notarse la red, que recoge el ca-

33

NOTAS

TECRITO.

bello de la dama esculpida en el interior de la copa. Esta clase de tocado se us desde la ms remota antigedad, y se percibe en la cabeza de una ninfa junto Neptuno, en una pintura de Pompeya. 9. Por parecerme ms sonoro, y convenir ms la armona de mi verso, sustitu Parnaso Peneo, que es el que menciona el original. Segu en esto el ejemplo de Virgilio, quien al imitar este pasaje hace igual sustitucin. T a n t o el Parnaso como el Peneo y el Pind estn en la apartada Grecia, mientras que el Acis, y el A n a p o (que no hay que confundir con el rio de igual nombre de Acarnania) se hallan en Sicilia, donde pasaron las aventuras de Dafnis. E n algunos casos he preferido el nombre moderno y ms sonoro de Mongibelo, al de Etna, el bien conocido monte volcnico de la misma Sicilia. Otras veces he retenido la antigua denominacin, como lo hago al principio del bello cantar, en que Tirsis, conforme la antigua costumbre, pone su nombre y lo que podramos llamar su apellido: Tirsis el del Etna. Ntese ms abajo la simpata y amor de los animales y las fieras hacia el Pastor, cuya ndole dulce y amable todas atraa. Virgilio que no perdi ocasin de recoger las ms preciosas perlas de Tecrito, este pasaje da un lugar muy distinguido, hacindolo resaltar con sus pulidos y elegantsimos versos. 10. N o faltar alguno de mis lectores que extrae frases tan morales en el dios de la disolucin. E n efecto, este es uno de los pasajes expurgados; pues algunas de las expresiones de Priapo, gratas quiz en otro tiempo, apenas se toleraran hoy da en una taberna. Sin embargo, el pensamiento general, y muchas de las sentencias, estn exactamente reproducidos, y solo he suprimido dos ideas obscenas, y he sustituido una comparacin poco limpia con una interrogacin muy moral. N tese la artificiosa gradacin en las visitas que recibe el agonizante Dafnis. Primero viene su padre Mercurio, y tiernamente lo consuela; llegan los pastores preguntando con inters por su compaero; tras ellos viene Priapo; y aunque pretende consolarlo le dirige tan grosero reproche, que indignado el zagal rehusa darle respuesta, y por fin se le acerca la Diosa de los amores en tal actitud y con tales reconvenciones, que provoca la amarga y sarcstica respuesta de que hablamos en las notas siguientes. 1 1 . Citres burlndose de los amores del pobre zagal! Si esto nos admira nosotros, con mayor razn indign Dafnis, cuyas faltas eran verdaderamente veniales comparadas con las de su interlocutora. A s es que empieza echarle en cara sus flaquezas una por una, recordndole ante todo con una bella reticencia el cohecho del inicuo juez Paris, y sus aventuras con el otro pastor Anquses (las primeras fuera del O l i m p o ) de que result el magnnimo hroe del poema Virgiliano, el piadoso Eneas: ambas acontecieron en las espesas selvas del Ida, m o n te del Asia menor, y muy clebre en la mitologa. Menciona luego la
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predileccin de la diosa por el cazador Addnis, cuya historia se narrar ms extensamente en las notas al Idilio I de Bion. (q. v . )
12. "Este (Diomdes) entretanto con el hierro Vnus Obstinado segua, conociendo Que no es diosa valiente, ni de aquellas Que presiden del hombre a l a s batallas . . . . "Cuando y a la alcanz, despues que mucho En su alcance corriera por las filas Acometiendo con el duro hierro L a hiri en la palma de la tierna mano; Y el cutis desgarr la aguda pica, Tambin rompiendo el manto refulgente Que las Gracias labraran. Y hasta el suelo Corri la sangre blanquecina y puia Icor llamada " A l ver Diomdes la diosa herida Le dijo en altas orgullosas voces: "Abandona la guerra y los combates, Hija de Jove! Acaso no te basta Seducii las dbiles mujeres' Si las guerras asistes, vendr dia En que azorada tiembles y te ocultes A l or solo de la gueria el nombre, Aunque lejos ests de l a batalla."

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A este pasaje de la Iliada (lib. V, versos 557y sig. en la version de Gomez Hermosilla, alude el sangriento sarcasmo del moribundo zagal. 1 3 . Aretusa era el nombre de varias fuentes de Grecia y sus colonias. L a que aqu invoca Dafnis, es la que se hallaba en la isla de Ortigia, cerca de Siracusa,*y que segn tradicin era una de las Nereides trasformada en manantial. Esta despedida es tiernsima, aunque u n ilustre crtico (Fontenelle) tacha de ridculo el llamamiento las fieras, mi parecer sin justicia. 1 4 . N o est bien averiguado si el Tmbride era rio monte de I B Sicilia. 1 5 . L i c e o era u n monte de Arcadia, al pi del cual se elevaba la ciudad de Licosura fundada por Licaon, donde era adorado Jpiter L i ceo. E l Mnalo, igualmente en Arcadia, era una de las moradas favoritas de Pan. E l promontorio de Hlice, cerca de la ciudad llamada tambin Hlice, era clebre por la portentosa tumba de Hlice, hijo de Licaon, de quien ambas tomaron el nombre. 16. E s en extremo pattica esta consagracin de la zampona al dios de los campos. Era muy c o m n este uso entre los antiguos, y en T i b u lo leemos de muchas flautas pastoriles pendientes de los rboles g u i sa de ex-voto. E n la antologa (lib. V I ) leemos dos epigramas, en u n o de los cuales un viejo pescador dedica sus redes las Ninfas d e l M a r ,
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NOTAS

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mientras en otro la cortesana Lais, al retirarse del mundo, consagra su espejo V n u s . 17. Tres eran las Parcas; Cloto, Laqusis y Atropo. D e ellas dependa la vida la muerte de los hombres. L a primera tena la rueca, la segunda hacia girar el huso, y Atropo cortabft con las tijeras el vital estambre. Cuando ste faltaba, era indispensable que el hombre m u riese. Una vez que alguien pasaba el Aqueronte, n o bien conocido del Infierno, y era aadido por Mercurio al nmero de los difuntos, no le restaba esperanza de volver. 18. g i l o Egilia, pequeo pueblo del tica, era ( c o m o es hoy dia Esmirna), clebie por sus sabiossimos higos. Vase Ateneo, Deip. 1. 14. 19. H e sustituido la palabra ruiseor cigarra, que es la que pone el original. Agradable era su canto los griegos; pero quin no tomara entre nosotros por un insulto, que se le aplicara el proverbial cumplimiento: eres ms canoro que la cigarra rriyyoS vtpmvoTspo? 20. Las Horas Estaciones, eran divinidades que presidian las horas del dia y las estaciones del ao, y se consideraban c o m o dadoras de la riqueza. L o s poetas las confunden con las Gracias, por lo menos les atribuyen la propiedad que stas tenian de conferir la belleza y la gracia. A s lo hace Apolonio R o d i o (ap. Athen. V I I , 283), M o s c o , c o m o .veremos ms adelante, y Tecrito en el presente Idilio. 21. E n varios Idilios encontraremos ejemplos de la costumbre, que aun hoy dia prevalece entie la gente del campo, de designar los animales con nombres propios.

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II.

i Si aun en los tiempos modernos no es T a r o en mujeres poco religiosas y posedas de amor violento, el querer alcanzar igual correspondencia del objeto amado, por medio de pociones y aun encantamientos qu m u c h o que tales prcticas fuesen tan comunes bajo el paganismo? N o describir separadamente las costumbres de los griegos en esta materia; pues una de las fuentes principales de donde han sacado los arquelogos sus informaciones, es precisamente el presente. Idilio. Har solo algunos comentarios para que el lector poco versado en mitologa y antigedades pueda fcilmente comprender los pasajes oscuros de esta preciossima poesa. L o s filtros, en primer lugar, son una bebida compuesta de jugos irritantes: la historia nos narra que muchas veces, lejos de excitar el amor deseado en quien los bebia, le causaban la muerte. L a lana color de prpura de que habla Simeta significa el fuego de amor, y la accin simblica de atar con ella la copa el almirez denota los lazos amorosos con que desea ligar al infiel marido.
2. Habia en Grecia, como despus hubo en Roma, vastos edificios llamados Gimnasios, pertenecientes ya al Gobierno, ya particulares. Componanse de m u c h o s y espaciosos departamentos, y podian caber en ellos muchos millares de personas. All iban los filsofos y los retricos 4 dar sus lecciones; all acudian multitud de jvenes oir los ms clebres maestros, estudiar largas horas, y recrearse tambin, ya en la lucha, y a en el juego del disco y pelota, ya en los baos de diversas temperaturas que para ambos sexos estaban toda hora preparados. U n o de los departamentos estaba destinado especialmente los cinco famosos ejercicios de saltar, correr, arrojar el disco, lanzar la javelinay la flecha, y luchar. Este lugar llambase palestra, y muy menudo tal nombre dbase todo el Gimnasio, c o m o lo hace aqu nuestro poeta. L a excelencia en la carrera era muy estimada entre los antiguos; as es que ms abajo esta es la nica cualidad por que se recomienda Dlfis s mismo, pesar de que Simeta nos informa que era tambin luchador. E l epteto que constantemente aplica H o m e r o su hroe Aquilea, es

NOTAS TECRITO. pi-veloz, y David en sus poticos lamentos sobre la muerte de los dos grandes capitanes Sal y Jonats, al mencionar sus grandes cualidades guerreras dice que eran ms veloces que guilas. Para la lucha se ungan todo el cuerpo con aceite, y por eso recuerda ms abajo la protagonista la bnllantez del descubierto pecho de su amado. 3. E n otro lugar hablaremos de la descendencia y propiedades de la Luna, generalmente identificada (como sucede en algunas partes del presente idilio) con Diana y con Hcate. Esta ltima era patrona de la magia y seora del mundo subterrneo y se le invocaba como la diosa Iriple Informe. 4. A la misma Hcate se inmolaban los perros, que no sin razn ladraban de terror al acercarse la Diosa uvvocpayrj, como la llama L i cofron. U n escoliasta de ste dice que se le hacia tal sacrificio, porque el perro ladrando hace desaparecer los espectros y almas de los muertos. 5. Medea, famosa encantadora, hija del rey Oetes, favoreci Jason en la conquista del vellocino de oro y se cas con l acompandolo Tesalia. Abandonada por ste, se veng incendiando con encantos el palacio en que se hallaba su rival Creusa, y ella huy por el aire Coleosea en un carro tirado por dragones. Circe, maga no menos clebre, hija del Sol y de la Luna, trasform en bestias feroces los compaeros de Ulses, por medio de una pocin compuesta al efecto. Perimeda, menos conocida que las anteiiores, parece ser la misma que H o m e r o llama Agameda, y era hija de Eolo. 6. Iinge (l"vy,) eia una ninfa hija de E c o , que por medio de encantos hizo enamorar Jpiter de l o . L a celosa Juno la trasform en el bullicioso pajanllo que en griego conserv su nombre, y en latin se denomin motacilla, en italiano cutretta coditremola, por su continuo mover de la cola, y en castellano aguzanieve pezpita. Despus de su trasformacion conserv los antiguos instintos, y era el ave favorita de Vnus, quien por piimera vez se sirvi de ella en la expedicin argonutica, para hacer que Jason se apasionase de Medea. Cul es la accin con que al principio de cada estrofa acompaa nuestra Hechicera las palabras en que apostrofa al pajanllo? N o es fcil determinarlo. A veces solo se servan los encantadores de la lengua de la pezpita. Otras veces ataban al pjaro entero y vivo una rueda de cera, que hacan girar sobre el fuego hasta que ambos se consuman. Otras, segn deducimos de Pndaio (Pit. Od. I V . ) , esta rueda era de metal otra materia slida, de donde ms tarde se extendi el nombre de lynx al rombo rueda de bronce que servia para los hechizos, y que ms abajo, en la tercera estrofa, vemos agitado por Simeta, y designado por ella con su nombre ordinario de ppifio?. Terminada la primera invocacin al ave de Vnus, procede la abandonada esposa al hechizo de la harina, smbolo de la dulzura entre los

NOTAS *TECRITO. antiguos, y despues de repetir el retornelo, se reduce cenizas el simblico laurel. E n la tercera estrofa procede Simeta al encanto de la cera. Parece que es cera, sin forma alguna determinada, y sin mezcla de tierra, la que sirve en esta ocasin. Virgilio, al imitar el presente pasaje, hace que juntamente con la cera se ponga al fuego un poco de tierra. E l endurecerse sta mientras aquella se derreta, tenia doble significacin mgica. E n la Edad Mdia aun existia la costumbre de derretir la imagen de cera de la persona cuyo afecto se quera ganar. 7. L o s manuscritos y los escoliastas no estn confoimes en la leccin de este pasaje. Unos leen Pdajx'avta (y estos nos hemos adherid o ) , y otros p aaj.iavra, en cuyo caso sena preciso traducir diamante, y con Propercio y Claudiano colocar esta piedra preciosa en el Infierno. Radamanto, hijo de Jpiter y de Europa, era uno de los tres jueces inexorables de las regiones infernales. 8. Se crea que Hcate vagaba de noche por la tierra, invisible todos menos los perros, que con ladridos anunciaban su llegada. L a s estatuas de la diosa, con cabeza de perro, se colocaban en las plazas y en las encrucijadas trivios donde desembocaban tres calles, por razones que pueden verse en Ovidio (Fastos), y ms particularmente en el Escoliasta de Tecrito. E l instrumento de metal que me permito llamar campana, Usando de un nombre moderno, era ms bien lo que los ingleses llaman gong; -y se sonaba para ahuyentar los espectros. E n la estancia que sigue, ntese el bellsimo contraste entre la calma del mar y la plcida noche de luna, con la horrible tormenta que rugia en el pecho de la enamorada Simeta. 9. Ariadne, hija de Minos, rey de Creta, se enamor profundamente de Teseo, y le suministr el hilo con que penetr en el famoso laberinto. H u y luego con l; pero fu abandonada por su amante en la isla de Naxos. E s opinion de algunos que este abandono no fu por inconstancia, sino un olvido inocente causado por Baco. Obsrvese que tres veces lanza la maga este anatema, apurando tres veces el vaso. E l nmero impar era agradable los dioses (como nos dice Virgilio), y al tres en particular se le atribua una fuerza y eficacia singularsima, c o m o tendremos ocasin de ver frecuentemente. Sobre el Hipomanes de que se habla ms abajo pueden verse Aristteles, Plinio y otros. 10. T o d a prenda que hubiera pertenecido la persona amada, se consideraba muy eficaz para los encantos; con ms razn la fimbna de aquel vestido que tantas veces habia usado Dlfis en presencia de su esposa. 1 1 . E l escupir era esencialsimo en todo hechizo, sobre todo hacindolo tres veces. Luciano, en su Neciomancia, dice: "Despus del encanto, escupindome tres veces en la cara;" y T i b u l o , lib. I, eleg. 2. : Ter cane, ter dictis despue carminibus. Cotjese el Idilio X X . 2, Terminados los hechizos, parece que Simeta se queda sola, y

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NOTAS TECRITO. empieza tratar con la L u n a de sus desventurados amores. E l traductor Latino ha vertido mal el cppc^eo del retornelo expresndolo por die. Sabe: aprende es el sentido obvio, c o m o entre otros lo advierte la glosa de un Cdice Vaticano. Las nias prximas casarse llevaban Diana cestillas sagradas llenas de ofrendas para expiar la prdida de su virginidad. Las fieras de que se trata no eran reales, segn el Escoliasta, sino pintadas. C o n todo, hablando de una procesin semejante en honor de Diana, menciona Xenofonte de Efeso caballos y lebreles vivos y verdaderos; y Ateneo, al describir la gran pompa piocesion de Alejandra, enumera "millares de perros de la India y de la Hircama, y ciento cincuenta hombres que llevaban rboles, fieras y aves; papagayos y faisanes en jaulas, carneros de Etiopia, de Arabia y Eubea, bueyes blancos de la India, u n oso blanco, varios leopardos, panteras, linces y un rinoceronte. " Ntese cmo pesar de la diferencia de creencias y tiempos hay ciertas costumbres que no cambian. As es que Clearista presta nuestra ninfa su manto para ir ver la fiesta, ni ms ni menos como hoy da se va la iglesia con la mantilla de la amiga, la tertulia con la capa del vecino. A la entiada de un templo conoce Sirneta su amante, de la propia manera que en nuestros das una procesin religiosa, una festividad cualquiera suele ser el origen de un matrimonio. Cuan diferentes, empero, los jvenes del da de esos robustos atletas, que cubiertos an de sudor y de aceite, intenumpian sus varoniles ejercicios solo para cumplii con los preceptos de su religion! T a l contraste inspir u n o de los comentadores de Tecrito una bellsima oda latina, en que excita los romanos de este siglo volver los ejercicios de la palestra y del gimnasio. Grande es en el original la fuerza de las palabras que describen la subitnea cuanto profunda impresin que produjo en la virgen el gallardo mozo. U n a mala interpretacin del adverbio 7tKk<x.Ki hizo ~ no s qu intrprete declarar prosaicamente que la enfermedad de Simeta fueion calenturas intermitentes. L a cada de su hermosa cabellera denota que fu una fiebre voraz la que por diez dias la postr en cama, E l texto no compara cera el color de la enferma sino al lapso, madera de tinte originaria de Escitia, que daba un color m u y amarillo. 13. Mindo era ciudad de Arcadia , segn otros, de Caria. Era patria de Dlfis y por eso ms arriba se le llam Mindio. 14. Varias veces pone Tecrito el verso intercalar cortando el sentido de los dems versos. Este uso, agradable los antiguos, no es m u y conforme al gusto moderno, y me he permitido cambiar el lugar del retornelo en todos los casos excepto el presente. A q u me parece que aun en castellano aade belleza la descripcin, y fuerza la turbacin que se quiere expresar, el interrumpir la frase tan propsito, invocar la favorita deidad, 33"?

NOTAS TECRITO. 15. N o solo en los Buclicos, sino en otros muchos autores, halla mos esta costumbre que tenian los amantes de regalar manzanas sus damas. A t e n e o cita este pasaje de Tecrito, y prueba con la autoridad de Neoptolemo Pari que no solo la vid, sino la manzana y todas las frutas deben su ser Baco. " H i c u l e s Alcides (su abuelo era A l c e o ) llev de Aqueronte el lamo blanco, despues que, coronado con hojas del mismo, mat al Cerbero. D e aqu es que los valientes como T e u cro (en la Oda 7 de Horacio, lib. I) y los atletas en los gimnasios, cuyo patrono era Hrcules, se coronaban con lamo." Voss. in Theoc. U n m o d o menos gentil de enamorar es el que se deduce de la ame naza que en seguida hace Delfis. Sin embargo, vanos pasajes de H o racio, Ovidio y otros autores antiguos, atestiguan que era harto comn en los pretendientes el romper las puertas de las que se les mostiaban esquivas. 16. V u l c a n o , dios del fuego, hijo de Juno y esposo de Vnus, ha bitaba principalmente la isla de Lemnos; pero tema tambin sus fra guas en una de las islas de Lpari, en el Etna y otros lugares subterr neos. E n ellas fabric con ai te divina las habitaciones, ca ros j armas de los dioses del O l i m p o ; el escudo de Aqules y otros objetos de h roes mortales, y varias estatuas animadas para s propio, y otras divini dades. Borghi, que ha traducido este Idilio en magnficas octavas italianas, dice en su nota un pasaje que leemos ms abajo: " S i no he querido traducir el texto al pi de la letra, he preferido desagradar los fillo gos ms bien que los amigos del pudor. " Otro tanto he hecho yo. Hacia el fin del soliloquio de Simeta, se menciona el vaso Drico del ingrato amante. Era un frasco, ) a de cueio, ya de metal, en que los atletas guardaban el aceite con que se ungan en la palestra. E l de Dlfis era probablemente de metal trabajado en Corinto, y por eso se llama Drico.

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I D I L I O III.

Segn Hesiquio, habia dos especies de poemas buclicos : el primero era un simple canto; el segundo se compona de baile y canto. A esta clase pertenece el presente idilio; y adems de los ttulos que le hemos dado en la traduccin, tiene en algunos cdices el de Kc3ioS, que podramos libremente traduc serenata, si no fuera porque la escena frente la gruta de Amailis pasa de da. 1. Ttiro puede sei el nombre de un pastor quien el Cabrero confia el rebao dnante su ausencia; bien es puramente sinnimo del Stiio que cuidaba aquellos lugares ganados. 2. Nuevo ejemplo de que las manzanas era el regalo favorito de los amantes, segn observamos en la nota 15 al anterior Idilio. E l deseo que manifiesta el pastoi de ser abeja se parece mucho los q u e A n a creonte pieciosamcnte enumea en la Oda X I X . Cree Heinsio que se efiere el deseo no cualquier abeja indeterminada, sino una que en ese instante se introdujo en la gruta de Amarilis. E n tal caso pudiera traducirse:
Si yo fuera esta abeja ! Cuan ufana etc.

3. Las cejas negras eran consideradas las ms bellas entre los antiguos, y quien no las tenia de este color acostumbraba teirlas. A u n la Sagrada E s c n t u i a nos sumimstia de ello un ejemplo en Jezabel. 4. E l original, adems del apio y hiedra que componan la guirnalda, habla de naXvutrJcri, sin especificar de qu son estos botones corolas. C o n Boissonade juzgo que son de rosas, y rosas he puesto en la version. 5. L e he dado terminacin latina al nombre griego, por hacer ms sonoro el verso. E l escrpulo de evitar una venial asonancia me hizo cambiar, con detrimento de la exactitud y la belleza, mi primera version que corre de esta manera: 33a

NOTAS TECRITO,
Perdido voy de la desdicha en brazos. No me escuchas, cruel ? Mira, asesina ! De mi pelliza rompo ya los lazos. Desnudo saltar la mar vecina Desde el pen d el pescador Olpicio Acechando al atn ves que se inclina.

E r a costumbre de los pescadores de atunes colocarse como en atalaya sobre un pen que diera al mar. 6. Para conocer si uno era amado no, se hacia tronar la amapola contra el seno, la espalda, la mano el brazo. Si el trueno era sonoro era buena seal: mal agero lo contrario. N o solo se cultivaba el arte de adivinar por medio del tamiz cedazo: habia otros tres mtodos, segn los antiguos muy eficaces, y eran el estornudo, la palpitacin, y el zumbido de orejas. A l segundo debe atribuirse el continuo temblor del prpado que el pastor juzga tan buen agero, que declara no ser de diamante la misma que hace poco llam de mimol. 7. Dedcase el pastor en su canto enumerar las fbulas que ms corresponden su situacin a m 0 1 osa, y son ms propsito para ablandar su zagala. Empieza con la historia de Atalanta, la de Beocia, que nunca vencida en la carrea, lo fu al fin por su pietendiente H i p m e nes, merced al artificio que le sugiri Vnus. A medida que corra iba arrojando las manzanas de oro que le diera esta diosa, y la esquiva virgen, por detenerse recogeras perdi la carrera y dio Hipmenes la mano de esposa. 8. E l agorero Melampo era hermano de Biante, quien amaba en extremo Pero, hija de Neleo; pero ste no le quiso conceder su man o menos que no le trajese las vacas de ficlo. Melampo acometi la difcil empresa, y march hasta Otris, montaa de la lejana Tesalia, donde despues de mil peripecias y desasties consigui su objeto. Trajo las deseadas vacas Pilos (la de E l i d e ) y de esta suerte hizo que se verificaran las bodas de su hermano. Sobre los amores de V n u s con A d o n i s vanse las notas al Idilio X V de Tecrito y al I de Bion. 9. L a L u n a enamorada del pastor E n d i m i o n lo adormeci de tal suerte en las montaas de la Caria, que aun no se despierta del sueo perpetuo que le concedi Jpiter en premio de su rectitud. A l l es visitado por la diosa, quien, segn Pausanias, le ha regalado ya cincuenta hijas. Jasion, rey de Creta, hijo de Minos y de la ninfa Fronia, fu amado por Cres; pero c o m o todo lo perteneciente esta diosa, sus amores quedaron envueltos en el mas profundo misterio. Por eso aqu el pastor quita los profanos no iniciados toda esperanza de saber algo de tales arcanos, as corno n o podian ser admitidos sus sacrificios.

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IDILIO

IV.

1. Era vicio muy comn entre los pastores mercenaiios el ordear de noche hurtadillas las vacas confiadas su cuidado. 2. H u b o varios Milones atletas: no hay motivo para creer que el Milon aqu mencionado sea aquel famoso de quien se narran inauditos ejemplos de fueiza. E l Alfeo era el rio en cuya margen se celebraban los juegos Olmpicos. 3. A l g u n a s de las hazaas del fortsimo Plux, hermano gemelo de Castor, se nairan en el Idilio X X I I . L a comparacin ms lisonjera para un atleta era, sin duda, la que insina Bato. 4. Debiendo permanecer ausente cuarenta dias, llevaba como provisiones de viaje, veinte ovejas, segn la costumbre y necesidad de aquellos tiempos. L a azada debia servirle para remover la arena de la palestra, como acostumbraban los atletas para ejercitar las fuerzas y prepararse la lucha los das que.precedan los j u e g o s * 5. E l Esaro es un rio que atraviesa la ciudad de Crotona, y el L a timno una montaa en el territorio de la misma. 6. Estrabon recuerda un templo dedicado Juno en el cabo Lacinio; de donde infiere Heinsio que los pueblos de Lampriado habitaban aquellos lugares. 7. Algunos, entre ellos Pagnini, que sigue la autoridad de Eustacio, Casaubon y los escoliastas, contra A l d o Manucio, Caliergo y otros, en vez del nombre propio s t MXipivov leen Gro/tXi/ivov, la loca de la laguna. A p o y a d o en las razones de Boissonade, he preferido la primera leccin. E l Fisco es un monte y el Neto un rio en el mencionado distrito de Crotona. N o estoy seguro de haber vertido bien los nombres de las tres yerbas que continuacin se expresan; pero he preferido nombres vulgares inteligibles, otros ms exactos pero c o nocidos solo de los botnicos.
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8. Preciso es n o confundir esta Pisa, capital de Pisatis, en el Peloponeso, donde se celebraban los juegos Olmpicos, con la moderna Pisa, en Toscana. Glauca era una cantatriz y msica originaria de Scio, que 334

NOTAS TECRITO. floreci en los tiempos de T o l o m e o Filadclfo. Pirro era un poeta lrico eritreo lesbio. Crotona gozaba de altsima reputacin, tanto por el gran nmero de ciudadanos suyos que habian obtenido el premio en los juegos Olmpicos, c o m o por sus bellezas materiales. 9. Lacinio estaba frente Tarento. E l E g o n , voraz como buen atleta, y fuerte c o m o pocos, que aqu se cita, evidentemente no es el mism o mencionado al principio. L a hazaa del toro que aqu <-e le atribuye pas realmente Astianacte de Mileto, al volver de los juegos stmicos. Ntese la salida tan sentimental, tan bella y tan propsito de Bato, apenas oye el nombre de su querida Amarilis. Admrese igualmente la rplica de Coridon, tan filosfica, tan religiosa, y al mismo tiempo tan propia de un pastor. 10. T e n e m o s un nuevo ejemplo de los nombres propios dados los animales. Unas veces los he castellanizado, otras los he dejado con su nombre original. " * E l cuadro que sigue me sospecho que parecer algunos poco delicado. L e s recuerdo, empero, que el asunto de la espina clavada en el pi de un pastor fu tema favorito no solo de los poetas, sino de los escultores, cuyas obras maestras admiramos en los museos de Italia. Todo lo embellecen las Musas, dir con Tecrito y otros poetas. L a observacin tan filosfica de Bato, al admirarse de que una espina tan pequea dome un hombre gigantesco y robusto, acaba, mi pa/ecer, de quitar al cuadro lo que pudiera tener de repugnante,

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V.

1. Acaba de llamarle Comatas alquiln 6 esclavo, sin acordarse que l es de igual condicin. L a c n le contesta llamndole con amarga irona libre, 6 como y o he traducido por parecerme ms propio en castellano, Seor. 2. A l rio Crtis, segn Estrabon y Ovidio, se atribua la propiedad de volver rubios y blancos los cabellos de cuantos en l se lavaban. Graciosos cuanto sencillos son los juramentos imprecaciones de nuestros pastores! Las desdichas de Dafnis, que en el Idilio I se narran extensamente, eran tan popularmente conocidas y cantadas, que cada paso se aluda ellas. 3. Este proverbio griego, usado tambin por los latinos, sirve para indicar, como es obvio, la desigualdad de los contendientes. 4. H aqu otro refrn que expresa lo mismo que el anterior. E l original trae cigarra, en vez de la cual he puesto ruiseor, como en el Idilio I y otros. Ms abajo cita Comatas el proverbio griego: ^ A l i m e n ta lobeznos y perros, y te devorarn, " que y o traduje libremente con el conocido refrn espaol: Cria cuervos, etc. 5. Dice D i o n Crisdstomo que la cosa ms blanda y delicada es el sueo: varias veces hallaremos esta expresin en los Buclicos. * 6. Las fiestas de que aqu se trata son las Crneas, como est en el original, y y o omit po*r eufona. Se establecieron, segn parece, por los Herclides, para aplacar la clera de Apolo, irritado con ellos por haber dado muerte un profeta llamado Carno. Duraban nueve dias, y el dios quien eran dedicadas se apellidaba A p o l o Crneo. 7. Desde que Pris adjudic V n u s la manzana, se le consagr esta fruta como trofeo de su belleza, y fu considerado por los antiguos c o m o una prenda de amor. Y a dos veces hemos hecho notar la costumbre en los amantes de regalar manzanas sus ninfas. Se hizo tan general este uso, que el verbo fxrfkofikslv, arrojar manzanas, lleg significar, requerir de amores. 8. E n el original Cratida, n o es ninfa sino mozo, as c o m o E u m e d 336

NOTAS TECRITO. es Eumedes. Habr quien me reproche este cambio que hago, n o solo apoyado en las leyes de la civilizacin y la naturaleza, sino siguiendo el ejemplo de Garcilaso y varios modernos en sus imitaciones de semejantes pasajes? V u e l v e encontrarse la costumbre de llamar los animales con nombres propios: por no fatigar al lector no he querido aadir nueva nota. 9. Las cebollas albarranas de que habla el pastor parece que se consideraban c o m o remedio para las afecciones provenidas de un acceso de ira. U n a distraccin, advertida demasiado tarde, hizo que el adjetivo viejo, que en el original concuerda con cebollas, lo aplicara yo al sepulcro. Perdnenme los gramticos esta falta venial. 10. Este Halentes parece ser un rio de Sicilia de que hablan los E s coliastas. E l pamporcino es una planta de raz gruesa que produce algunas florecillas y pequeos frutos. Era medicina propsito para los dolores de estmago,

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VI.

Se necesita cierta dosis de atrevimiento para traducir una poesa vertida ya hace siglos al castellano por el gran Villegas. E n u n o que.otro rato de ocio se me ha ocurrido poner en nuestro idioma alguna oda de Anacreonte, y al acordarme de que, aunque libremente, la habia traducido imitado ese grande ingenio, he hecho pedazos mi pluma. C o n todo, no temo dar luz el presente Idilio. A d e m s de que, c o m o dice el D u q u e de Rivas, puede juzgarse
"Don Esteban de Villegas, Espaflol Anacreonte, En versos cortos divino, Insufrible en los mayores,"

fu poco feliz en su version del Idilio V I . A u n q u e en dos tres pasajes aadid Tecrito bellezas no despreciables de su propio caudal, en lo general parafrase demasiado, le quit su sencillez original y sabor griego, y aun quiz violent el sentido de alguna frase. 1. L o s amores de Polifemo y Galatea eran m u y clebres, y tema favorito de las canciones populares. Tratamos ms detenidamente del famoso Cclope en las notas al Idilio X I . D e ' n u e v o vemos la enamorada ninfa arrojar manzanas su amante, c o m o los zagales en los anteriores idilios. 2. E l verbo SiaOpvnrsrai, que he traducido, se desvive, expresa en griego admirablemente las contorsiones lascivas y movimientos afectados de Galatea, que el Cclope con rstica gracia compara al encresparse de las hojas del cardo acanto, heridas por el Sol ardiente del Esto. 3. L o que he expresado lisa y llanamente, el original lo declara por medio de un proverbio, que no hall otro equivalente, y me resolv esquivar la dificultad dejando solo el sentido. L a version literal e s : mueve la piedra de la seal, en que algunos ven una alusin un j u e g o 338

NOTAS

TECRITO.

antiguo parecido al ajedrez, mientras otros creen que la piedra sea aque lla que se colocaba en el extremo del estadio para indicar la meta. 4. T l e m o Eurmedes, en el libro I X , v. 5 1 2 de la Odisea, predice Polifemo que Ulses le sacar el ojo nico que tiene en la frente. 5. Escalgero y algn otro crtico desaprueban este pasaje, conside rando que el agua del mar, por grande que sea la serenidad, no es un espejo m u y claro. Pagnini lo defiende admirablemente diciendo: " C r e o que un gigante inmenso c o m o es nuestro Polifemo, hijo de Neptuno, dios del mar, y habitante de una playa marina, no es inconveniente en m o d o alguno que contemple dentro del mar su belleza, ms bien que en un arroyuelo, c o m o lo hara una graciosa pastorcilla un gentil zagalejo. " 6. E l escupirse tres veces en el seno era un remedio muy comn en tre los antiguos contra el hechizo m a l de ojo. Cotttaris, que he cas tellanizado Cotitara, es nombre propio segn los Escoliastas, aunque Heinsio lo juzga comn. D e Hipocoonte no se sabe dnde estuviera; y aun nos dejan en duda los Escoliastas sobre si era nombre de un pue blo (como parece) de un hombre.

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I D I L I O VII.

1. Cres, hija de Saturno y Cibeles, y madre de Proserpina, era, c o m o es bien sabido, la diosa de la agricultura. E n su honor especialmente se celebraban las fiestas llamadas Talisias (de QtxWaa, florecer), al terminar la cosecha de las frutas. Del libro I X de la Iliada deducimos que se dedicaban igualmente Baco y otros dioses. E l Halentes de que aqu se habla es, pesar de la opinion de Heinsio, un rio de la isla de Cos (hoy L a n g o ) , en donde Tecrito se hallaba, de paso para Alejandra. 2. L a Burina (de ptvl nariz y fioo, de b u e y ) , era, segn N i c a n o r de Cos, una fuente de la isla referida, muy semejante la nariz de un buey. E n cuanto su origen, puede explicarse naturalmente diciendo que Calcon, apoyando fuertemente la rodilla contra un peasco, removi una piedra que cegaba el manantial. 3. Brasila era natural de Cos, y fu sepultado en esta isla. N o hay que confundirlo con Brasida, Espartano y enterrado en Anfpolis. 4. L a palabra griega pflvXls significa una especie de calzado que usaban los campesinos con suelas guarnecidas de clavos. Segn H e i n sio, aqu designa las sandalias de madera que usaban en Beocia para pisar las uvas y aceitunas. 5. Ntese cuan antiguo, cuan justo y CUAN natural es el uso de ofrecer la Divinidad los primeros frutos y animales que bondadosamente nos dona. Vase en los libros del x o d o , Nmeros y Duteronomio, el precepto impuesto por Dios los Israelitas. L o que hacian los Griegos gentiles con tanta pompa; lo que no rehusbanlos mismos Judos, avaros por naturaleza; lo que en la Iglesia se practic tantos siglos, parece duro hoy dia muchos que se llaman cristianos. 6. Filetas, de Cos de Rodas, y Asclepiades Siclides, autor de epigramas, fueron ambos maestros de Tecrito. 7. Oromedonte era probablemente un monte altsimo, llamado as porque el gigante Oromedonte estaba sepultado debajo. 8. N o son estas estrellas el grupo de las Plyades, conocido vulgar340-

NOTAS TECRITO.
mente por Cabrillas, sino dos estrellas en la constelacin del Auriga, que ya al nacer, ya al ponerse, suelen causar tempestades. Si las Talisias eran en Otoo, por qu este Idilio se intitula viaje de Primavera? Heinsio lo refiere la navegacin de Ageanata; pero c o m o parece que sta fu en Invierno, forzoso es concluir con el P. Pagnini, que por un error de los copistas, sancionado despus por el uso, se ha dado este Idilio su segundo ttulo. E n la relacin de los amores de ambos poetas, he quitado, como de costumbre, cuanto habia de antinatural de obsceno, cambiando omitiendo lo que la decencia exiga. 9. Bien conocida es la constelacin de Orion. Se compone de cuarenta estrellas, una de las cuales es llamada el pi de Orion, correspondiendo las dems las diversas partes del cuerpo que forjd en el cielo la fantasa de los antiguos. Orion, hijo de Neptuno y de Euriale, fu amado por Diana, quien por error lo mat con sus flechas. Para reparar esta falta involuntaria, la misma diosa lo coloc entre las estrellas, donde hoy lo admiramos. 10. L o s alciones (conocidos vulgarmente con el nombre de Martin pescador), hacen sus nidos hacia el solsticio de Invierno, y se reproducen en la playa del mar. Durante este tiempo se aplacan los vientos del Sur y del Este, (Noto y E u r o ) que suelen predominar en los dias anteriores, y reina gran calma en el mar. 11. Cincuenta eran las ninfas del mar, hijas de Nereo y de Dris. L a s ms clebres fueron Anftrite, esposa de Neptuno; Ttis, madre de Aqules, y Galatea, amada del cclope Polifemo. 12. Parece que Ptelea, clebre por sus vinos, era la misma que Efeso, 6 por lo menos un pueblo entre esta ciudad y Mileto. 13. Este bello pasaje fu imitado y casi traducido por Virgilio en la gloga V. 14. D o s rios habia en Sicilia conocidos con el nombre de Himera. E l Atos es el antiguo monte de Macedonia, hoy Montesanto. E l H e m o y el R d o p e son las dos montaas ms altas de Tracia, en que fueron trasformados por Jpiter los cnyuges as llamados. Siendo u n pastor el que habla, y no un viajero, es natural que le parezca el C u caso remotsimo y lo juzgue colocado en el extremo del mundo. 15. Cuntase de Comatas, cabrero siciliano, que su amo, irritado por los frecuentes sacrificios que hacia las Musas, lo encerr en una caja de madera para ver si ellas lo hacian vivir en en aquel atad. A l cabo de dos meses, se encontr vivo Comatas y en derredor de l una gran multitud de panales, con que se aliment durante su encierro. 16. Eran los estornudos, si bien muchas veces de buen agero, otras veces poco propicios: infaustos eran los de la maana, faustos los del medioda.

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NOTAS

TECRITO.

17. Era el trpode el banquillo de tres pies colocado en el templo de Dlfos, desde el cual se daban los orculos de Apolo. 18. E n las fiestas de Pan que se celebraban en Arcadia, cuando por la escasez de caza no se podia ofrecer en los sacrificios sino muy poca carne, los muchachos -castigaban al dios de la caza, por su poca proteccin, azotndolo con sartas de esquilas, llamadas por otro nombre cebollas albarranas. 19. N o hay que confundir con el Ebro de Espaa este otro Hebro, hoy Maritza, gran rio de Tracia que baja del monte H e m o . 20. Cre poder traducir granadas las frutas purpreas que se comparan .los Amorcillos. H e variado de opinion y creo deber corregir este verso as:
" Q u e semejis poma sonrosada."

21. Se invita los Amores venir al santuario de Dione, es decir, Chipre, residencia favorita de V n u s , abandonando Mileto, donde estaban las fuentes de Hietis y Bblide ( que en el texto por eufona di la terminacin d). 22. Pixa era ciudad aldea de la mencionada isla de Cdos, donde se honraba A p o l o apellidado Pixio. 23. F o l o y Quiron, centauros, acogieron Hrcules amigablemente en su gruta y le dieron beber un vino riqusimo, regalado nada menos que por Baco.

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IDILIO

VIII.

1. Contesta Dafnis con cierta irona repitiendo las mismas frases de Menalcas. E l texto^original y la- mayor parte de los traductores, hacen que n o solo el sentido sino las palabras sean absolutamente idnti cas. A m me pareci q u e nada se quitaba la fuerza y s se anadia n o poco la belleza cambiando ligeramente las palabras sin variar el sen tido. L a circunstancia del dedo herido, aunque intil en s misma, es graciossima. 2. C o m o en el Idilio V , he vuelto traducir <pakap, nombre propio del mastin, por la voz castellana Nevado. 3. Llmanse los rios creacin , c o m o est en el original, raza, pro genie divina, porque eran credos hijos de Ttis y Jpiter. Empiezan aqu los pastores sus cantos alternativos ameheos. U n a de las leyes de estos certmenes poticos era que la propuesta y la respuesta estuviesen contenidas en igual nmero de versos. Y o he observado escrupulosa mente esta regla en mi version, y cuando las dimensiones del canto lo han admitido, he encerrado en un soneto, as la proposicin del primer pastor c o m o la rplica del segundo. E n el metro que he adoptado pa ra la primera parte de esta cancin, procur imitar los versos elegiacos griegos, de que esta vez sola se sirvi Tecrito, sin que podamos hallar Otro ejemplo ni en l mismo ni en los otros Buclicos. 4. Proteo era dios marino que tenia el poder de predecir lo futuro, y que una vez que cay en poder de Menelao se trasform sucesivamen te en varios animales y objetos inanimados para escapar de su aprehensor. Juzgan algunos comentadores que esta estrofa debera ponerse en boca de Dfhis, pues en ella menciona las focas becerros marinos, cosa natural en un vaquero y no en un pastor de ovejas c o m o era Menalcas. 5. L o s Estados de Plope y las riquezas de Creso, que parece alu dir el zagal al mencionar los talentos de oro, eran proverbiales. A l ter343

NOTAS TECRITO. minar la estancia habla de su grey (de ovejas) que no conviene un va quero cual Dafnis. Esto confirma en su opinion los que creen que esta y la anterior estancias han sido trastrocadas. Parece tambin que se ha perdido la ltima estrofa, con que debera terminar Dafnis el can to amebeo. 6. L a union de las cejas era reputada por los antiguos singular b e lleza. Testigo, entre otros, Anacreonte en la oda X X V I I I . 7. Parece que Nyade es aqu el nombre propio de la esposa de Dafnis.

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IDILIO

IX.

1. Menalcas, sea nombre propio, sea en persona de Polifemo, llama Etna su madre, porque all habia nacido y tenia su domicilio. 2. Icaria es la isla del Mar E g e o , llamada hoy Nicaria; pero c o m o es Siciliano el que habla, alude quiz los alrededores de Icaria, ciudad de Sicilia, hoy Carini. E l tamao de la os&a. tortuga de que se conserv la concha, lo indica suficientemente el hecho de haber suministrado alimento cinco personas. 3. E l refrn con que empieza esta cancin alude la creencia vulgar q u e consideraba los granos pstulas que salen en la lengua la nariz, c o m o un castigo seal de mentira, injusto juicio, alguna otra falta cometida contra la religion la buena fe. 4. E n las notas al Idilio I I hablamos de la maga Circe. L o s compaeros de Ulses, por ignorancia y estupidez, vicios de que preservan las Musas, fueron trasformados en animales por las pociones malficas de la encantadora.

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IDILIO X .

M i antiguo amigo, D . Luis Gonzaga Ortiz, publica en M x i c o este Idilio en hermosos versos castellanos. L a alta opinion que tengo del poeta me habia decidido no hacer una nueva version, y insertar la suya en mi libro en el lugar correspondiente; pero al leerla ms despacio observ que no era precisamente el Buclico Griego el que apareca travs de los bellsimos versos del vate mexicano. E n tal virtud me resolv traducirlo con los dems, y darlo luz bajo los auspicios del mismo. 1. T a n mal trabaja el enamorado Bato, que Milon, increpndolo, lo llama arador en vez de segador, que es el oficio que est ejerciendo. 2. Proverbio bien conocido y repetido cada paso por nuestro vulgo, aunque con palabras un poco diversas. Indica la dificultad de apartarse de un mal hbito, una vez contrado. 3. L a circunstancia de tener inculto hasta el solar y jardin que cercaba su morada, prueba que la pasin lo tenia completamente absorto. 4. N o expresa claramente el texto si la ninfa era hija criada de Polibutas; dej la misma ambigedad en la version. Vulvese mencionar aqu el Hipocoonte del Idilio V I . 5. Pluto, dios de las riquezas, fu privado de la vista por Jpiter para que distribuyera indistintamente los bienes, sin darlos tan solo los justos y buenos. 6. Perdneme el lector erudito si el metro, la rima y la falta de tiempo me hicieron restringir el pensamiento del poeta. N o solo las personas, sino todas las cosas, se extiende la maravillosa trasformacion que verifican las Musas, en cuanto les place tocar. 7. Quiere llamar negra su ninfa, sin decrselo claramente, y adopta el nombre del pas en que ms frecuente era el color moreno de sus habitantes, Sira, muchacha de Siria, la denomina en su idioma el pastor; pero, quin entendera en castellano su oculto significado, si se hubiese traducido literalmente? Por eso, no haciendo caso del venial ana346

NOTAS TECRITO. cronismo, la apellido Guinea; siendo comunsimo (al menos en M x i c o ) , llamar Guineos 6 de Guinea todos los negros. 8. V u e l v e aqu aludirse al proverbial tesoro de Creso. L o s antig u o s Griegos acostumbraban consagrar algn dios las estatuas erigidas los hombres, con el fin de atraer aquellas mayor respeto. 9. Compara dados los pies de su ninfa, para denotar n o solo la blancura que los distingua sino su agilidad y soltura. 10. E r a Litiersa hijo bastardo de Midas. Vivia en el campo y obligaba cuantos pasaban segar sus campos, cortndoles en la noche la cabeza y sepultndolos debajo de los montones. L o s segadores de Frigia han celebrado con himnos su insigne maestro en el arte de segar. 1 1 . E s el mejor equivalente que pude encontrar al improperio grieg o 6VHIV01 avdpe, hombres de higo; es decir, formados de la madera de u n rbol que por su fragilidad para nada sirve. 12. Era c o m n opinion que las espigas, despus de cortadas, podan crecer y engordar, con tal que se volteasen sus extremidades hacia el Norte 6 el Oeste. D e aqu es que Zfiro, viento del Poniente, es llamado en un epigrama de Baquilides, el ms pinge de los vientos. 13. Natural era en un segador de las ardientes regiones del Medioda, envidiar la suerte de la rana, sumergida constantemente en las frescas aguas de la laguna. 14. Siendo el comino u n a semilla tan diminuta, se pinta exactsimamente al avaro, diciendo que parte en pedazos aun este pequesim o grano. m

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IDILIO

XI.

E n la Coleccin de poesas de D. Jos Joaquin Pesado, ocupa un lu gar prominente la version de este Idilio, empezada en bellos cuartetos y terminada con bien enlazados y sonoros tercetos. Pens, pues, in sertar aqu ese trozo, sin tomarme el trabajo de hacer una nueva ver sion, entrando en temeraria competencia con el inimitable poeta. Pe ro nadie se esconde la dificultad, y casi dira imposibilidad, de c o m prender fondo un autor, cuyas obras no se han estudiado ntegras, 6 por lo menos en su mayor parte, y en su lengua original. Estas desventajas se traslucen en la version de Pesado, y me obligaron emprender una nueva, pesar de mi manifiesta inferioridad potica, que no me oculto m mismo, ni procuro disimular ante el pblico. L a empec en teHetos; nas borrado lo que habia hecho, me decid servirme de la octava rima, por respeto al grande hombre quien ad miro, venero y todava lloro. Dedico mi humilde version u n nuevo Nicias, uno que es la par discpulo de Esculapio y de las Musas, y que en dias mejores ^prendi pulsar conmigo la ctara bajo el patro cinio del bondadoso Pesado. i. Galatea, una de las cincuenta ninfas del Ocano, hijas de Nereo y de Dris, es una de las figuras ms bellas y ms simpticas que p u do forjar la poesa griega. Y a la contemplemos nadando lo largo d e la costa de Sicilia; ya saltando la playa y jugueteando con el dormi do Polifemo; ya celosa buscando la supuesta rival en todas las grutas del Etna; ya por ltimo, como en el presente Idilio, huyendo esquiva, apartndose veloz de la orilla, tendindose sarcstica sobre las olas, 6 sumergindose en el profundo mar para ir reposar en el alczar de oro de su padre, su divina figura nos encanta, nos enamora y nos hace repetir con sentimiento los tiernos cantos del rudo Cclope. Polifemo, hijo de Neptuno, era el mayor y ms prominente de a q u e lla raza de gigantes, que por n o tener ms que un ojo circular en me dio de la frente se llamaron Cclopes. Habitaban, segn H o m e r o , e n una isla desconocida del Mediterrneo: nuestro protagonista m o r a b a

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NOTAS TECRITO.
efl Sicilia, en una inmensa caverna del Etna. Segn la prediccin del adivino T l e m o , Ulses, gracias una estratagema descrita minuciosamente en la Odisea, arranc el ojo al cruel Cclope, y as escap de la muerte que le esperaba manos del Gigante. 2. A n no habia tenido el fatal encuentro con el astuto Griego, c u a n do el dardo de A m o r ( de Vnus, como dice aqu el poeta), le atraves el pecho, y se enamor perdidamente de la hermosa Galatea. R u d o siempre, aunque se hallaba en la flor de la adolescencia, en vez de imitar los amantes de la poca, y enviarle los suaves y sencillos regalos de manzanas, rosas y otras frutas y flores que ellos acostumbraban, quera ganar su bella fuerza de furores y arrebatos, hasta que hall el remedio en el cultivo de las Musas. 3. Toosa, ninfa tambin del Mar, hija de Forco, dejaba de cuando en cuando su hmeda habitacin para ir visitar su hijo, a u n q u e deforme, nunca olvidado. Acompala una vez la tierna Galatea, y ansiosa de cortar y deshojar jacintos, Polifemo gui sus huspedas al monte. Entonces tuvo su origen la vehemente pasin que forma el tema de este Idilio. 4. A u n q u e rudo en sus mismos requiebros y erticos cantares, veces la fuerza del amor ablanda al Cclope hasta el grado de abandonar esas furias inhumanas que lo devoraban, y llama suavemente Galatea prenda y dulce manzana, to tpXov y~h.vKVfA.aXov como lo habra hecho en ese tiempo el enamorado ms pulido. 5. C o n o c e su deformidad, su ojo poco gracioso, su nariz roma, sus labios abultados, y por ltimo el spero toldo de gruessimo vello que cubre su cuerpo, aun en los primeros aos de la juventud, y cuando su rostro n o ostentaba todava la barba del varn. Pero quiere cubrirlo tod o enumerando sus grandes riquezas, y jactndose de su destreza en el canto y la msica: cualidades y posesiones, empero, que estima en menos que el amor de Galatea, sin la cual consentira en que se abrasase el nico ojo que tanto aprecia, y que le es ms dulce que cuanto existe. 6. E n el exceso de su amor hace multitud de ofertas la Ninfa, y lleg a hasta el grado de querer darle la par lirios y amapolas; aunque acordndose que florecen en diversas estaciones, luego se corrige y le dice, aunque nada le han pedido, que unos presentar en invierno y otras en esto, pues darlos la par n o est en su mano. E n esto han querido ver algunos una falta una distraccin de T e crito. No podr explicarse del m o d o que acabo de hacerlo? 7. T e n i e n d o los Cclopes en su isla cuanto necesitaban para la vida, y siendo por naturaleza poco amantes de la sociedad y del comercio, nada sabian de marina, nada entendan de navegacin, ignoraban el arte de nadar. Ahora se arrepiente Polifemo de esta fatal negligencia, y despus de manifestar el vano deseo de haber nacido con aletas de pez (cosa q u e su madre, ninfa marina, n o habra sido difcil procurarle),
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NOTAS

TECRITO.

se reduce pensamientos ms prcticos, y piensa en la llegada de una nave que otras veces ha arribado la isla, cuyo bordo navega un m a rinero conocido que podr ensearle nadar. Pero todo es intil; y despus de procurar consolarse c o n prudentes reflexiones, da fin su amorosa cancin. 8. Dicen los crticos, que aqu es preciso suplir algo, de modo que sea el sentido: "era ms feliz que si hubiera gastado m u c h o oro para dar Galatea, bien para pagar mdicos y medicinas que lo curasen de amor." Y o me sal por la tangente en la version, y en vez de e'Sgoksv puse poseyera, que deja completo el sentido.

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IDILIO XIII.

i. A u n q u e algunos hacen Hilas hijo de Hrcules, la mayor parte le asignan otro parentesco. Fiel la decencia, ms bien que al original, he estampado la primera opinion, aunque contraria Tecrito, y he suprimido el principio del Idilio, haciendo adems las precisas alteraciones. 2: Jason, hijo de Eson, rey de Jolcos, despus de sufrir varias vicisitudes en su infancia y primera juventud, instigacin de su medio hermano Peliade emprendi la famosa expedicin en busca del V e l l o cino de Oro. 3. A cincuenta ascendia el nmero de los hroes que tomaron parte en la empresa. A d e m s de nuestro Hrcules, cuya madre era A l c mena, hija de Electrion, rey de Midea, iban Castor y Plux, como aquel, hijos de Jpiter; Peleo y Telamn, nietos del mismo dios; Teseo, Ergino y A n c e o , hijos de Neptuno; Augas, hijo del Sol, y otros que seria largo nombrar. 4. E l Gefe de aquella selecta falange, resuelto embarcarse para Clquide, contrat con Argos, hijo de Frixo, la construccin de una galera, que e l nombre de su fabricante se d e n o m i n Argo. 5. Eran las Cianeas Simplgadas dos islotes en el Estrecho del Ponto E u x i n o , rocallosas, inmensas y flotantes. Envueltas en continua niebla y agitadas por los vientos, se juntaban menudo aplastando cuanto entre ellas se encontraba, y ni los pjaros podan atravesar por en medio. Instruidos por el sabio Fineo, los navegantes de la Argo mandaron una paloma viajera que pas con seguridad por las temidas rocas, aunque perdiendo la cola. Entonces, aprovechando el primer movimiento de separacin de los islotes, y ayudados por Juno y M i nerva, se lanzaron remando con todas sus fuerzas, y lograron pasar, aunque con tal peligro, que perdi el Argo entre las rocas toda la obra muerta de popa, y sufri no ligeras averas. Pero desde entonces las Simplgadas quedaron fijas. L o s Hados haban decretado que perderan su movilidad apenas pasara entre ellas una nave. Tecrito poti3

NOTAS

TECRITO.

camente la hace avanzar c o n ' l a rapidez del guila sin tocar siquiera los escollos; pero la anterior es la tradicin generalmente aceptada. 6. Era el Fsis un rio muy clebre de Clquide, cuyo margen habia tambin una ciudad del mismo nombre habitada por una Colonia Griega. 7. L a s Plyades forman el bien conocido grupo de siete estrellas en la constelacin del Toro. 8. Pndaro los llama flor de navegantes; A p o l o n i o hroes escogidos, y no en vano: basta recordar los nombres arriba citados para justificar estos ttulos. 9. L a ciudad y region de C o tom su nombre de C o , hijo de Olimpo. 10. iQu bella expresin, de gusto exclusivamente griego, es esa mirada primaveral atribuida la ninfa Niquea! 1 1 . Tambin Ovidio compara la caida de Faetonte la de un meteoro. Estos meteoros se juzgaban favorables la navegacin; de m o do que no sin razn apenas cay Hilas al agua, llam el Piloto los Argonautas y los oblig proseguir el viaje. 12. Siendo un Escita el maestro de Hrcules en el uso del arco, no es extrao que lo llevara segn el estilo de ese pas.

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IDILIO

XIV.

1. Bien conocida es la afectacin de los que pretenden pasar por filsofos, el estudiado desalio del traje, y la falta de aseo de que hacen alarde. As era este discpulo de Pitgoras, y pronto descubri que lo traan macilento, no los amores de una dama, sino el deseo de un poco de pan para satisfacer su hambre. Creen algunos ver en este Pitagorista ridiculizado Platon, que invitado por el rey Dionisio vino de Atenas Sicilia; pero no se sabe que el gran Filsofo llevase una vida de mendigo, antes bien le agradaba un trato lauto y magnfico. 2. Era este licor importado de la ciudad de Biblo, en Tracia, bien el vino dulce hecho en Sicilia que se llamaba Polio Biblino? Adopte el lector la opinion que ms le pluguiere. 3. Era creencia popular que quien vea al lobo quedaba privado del habla. Llamndose tambin L o b o el pretendiente de Cinisca, el proverbio popular, perfectamente aplicado al silencio de la nia, adquiere doble gracia con el retrucano. M e aprovecho de esta ocasin para advertir que, no apareciendo claramente del contexto si Cinisca era mujer legtima de Tinico, tenia con l otra especie de parentesco, y o me he tomado una de esas acostumbradas libertades que la decencia me sugiere, y la he declarado hija del Protagonista. Esto me ha obligado hacer algunos ligersimos cambios, supresiones adiciones, que el erudito lector descubrir fcilmente, y que nada importan quien n o quiera cotejar el original. 4. E s el mismo Apis amansador de caballos que se mencion al principio, y era de Larisa, ciudad de Tesalia. 5. L o que denomino zagun era la puerta grande de dos hojas que en las casas griegas daba entrada al vestbulo atrio de la casa. H e traducido por el conocido refrn espaol, la cabra tira al monte, el no menos vulgar de los griegos: el toro huy la selva. Juzguen los H e l e nistas si he acertado no, pues y o desconfio de mi tino. 6. Puede verse en los Escoliastas la respuesta que el Orculo Deifico dio los habitantes de Mgara, cuando estos preguntaron cul era

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NOTAS TECRITO. el mejor pueblo de Grecia y qu lugar ocupaban ellos. Termina dicindoles: No ocupis ni el tercero ni el cuarto, ni aun el duodcimo puesto, oh Megareses! Antes bien, de vosotros no se tiene estimacin alguna. 7. M u c h o discrepan cdices y crticos en cuanto la leccin interpretacin de los versos del original correspondientes esta cuarteta, la anterior y la siguiente. Us de mi libertad, y le interpret c o m o mejor me pareci, sin seguir servilmente ninguno.

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IDILIO

XV.

1. Antiqusimo ha sido el cumplimiento de ofrecer silla las visitas. Adems del presente pasaje, hallamos otros semejantes en Homero, Luciano, Calimaco, etc. 2. T r m i n o de cario es ste dirigido Praxinoe por su amiga, muy semejante nuestro "ngel mi" y otros por el estilo. Admiran mucho los crticos este trozo tan perfectamente copiado del natural; el modo tan delicado con que introduce el poeta al pequeo personaje cuya presencia no habamos adveitido durante el guirigay de las damas, la moralidad de la advertencia de Gorgo sobre no escandalizar al nio, y la pronta mendacidad de la madre paia borrar en ste toda impresin poco favorable su pap. Ntese que en medio de las frases ms cariosas, apostrofa Gorgo su amada compatriota llamndola mujer, yvva,- trmino que hallamos otra vez en este mismo Idilio, en que un hombre se dirige tan respetuosamente Praxinoe llamndola yvvai que me fu preciso traducirlo seora. E n el Idilio I I (pg. 25, lnea ltima), Dlfis llama su amada yvva tan dulcemente, que me vi forzado aadirle de mi propio caudal el epteto encantadora, para darle toda la fuerza del original. E n el Idilio III, hallamos igualmente, mujer idolatrada, cpka yvvai; en el X X I V , Tirsias llama nada menos que Alcmena, gran seora y amada de Jpiter: mujer, y wat, y esto dos veces, y de tal manera, que aun el intrprete latino lo vierte:domina. M e he detenido tanto para demostrar, sin ms citas que las que me suministra Tecrito, que el vocativo griego yvvcti oh mujer! lejos de mostrar falta de respeto desprecio, indica, como en los casos arriba citados, ternura, respeto, amor, sumisin, acatamiento. Y sin embargo, porque en las B o das de Cana Jess apellida la Virgen Mara: yvva, (San Juan, I I , 4) y en la Cruz vuelve llamarla: Mujer! (San Juan, X I X , 26), los enemigos de la Inmaculada Madre de Dios se han desatado en injurias contra la Divina Criatura que el mismo V e r b o H u m a n a d o amaba, honP

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NOTAS TECRITO. raba, reverenciaba y acataba! Estoy seguro que los lectores de estos Idilios y todo mediano conocedor de la lengua griega, al ver los artculos, opiisculos y diatribas que me refiero, no podrn menos que exclamar: Ignorancia, maldad, estupidez! 3. E l jurar por Proserpina, llamndola la Gran Diosa 6 Nuestra Seora, como puede muy bien traducirse val rv Ttrviav, era m i y comn entre las mujeres. Las Siracusanas tenan mayor motivo para invocarla, pues la dote que Jpiter entreg Proserpina fu la isla de Sicilia. 4. E n grandes dificultades me he visto para expresar con propiedad en castellano los diversos artculos del traje de los Griegos. L o que he denominado faldas, es en el original ajxnkxovov, vestido exterior usado por mujeies y hombres afeminados. L o que llamo mantn es el 7tepovrtp, sea una especie de manto vestido interior, de lana, que usaban las mujeres Dorias. N o tenia mangas, y se ajustaba con hebillas broches de metal que quedaban mostrndose bajo el manto exterior. 5. E l sentido de esta locucin proverbial parece ser el siguiente: " L o s que nada tienen que hacer, todos los dias pueden divertirse cual si fueran festivos; pero nosotras, gente ocupada, es fuerza que nos aprovechemos de esta oportunidad, y nos demos prisa; no sea que despus no nos quede lugar." Confirma esta interpretacin el apresuramiento con que Praxinoe se lava y viste, apenas ha hablado su amiga. 6. Vivaz, natural y graciosa en extremo es esta serie de rdenes, contrardenes, reprensiones y vitupeiios de la Siracusana. M u c h o que hacer ha dado los intrpretes la intempestiva referencia las gatas. Creen algunos que al ver pasar su favorito animal interrumpe Praxinoe las ocupaciones del tocador y ordena la sierva que prepare aquel su cama antes de salir. Otros (y ellos me adhiero) declaran que es u n modo de echar en cara la doncella su lentitud y pereza. 7. L a mina griega era una moneda equivalente poco ms de veinte pesos fuertes sea 406 reales de velln. 8. Discuten mucho los crticos sobre si Praxinoe fu la fiesta con sombrero, con la cabeza descubierta y resguardada slo por u n quitasol, pues ambos significa la palabra dXa y ambos usaban los Griegos. Y o me inclino lo primero, pues no es probable que sabiendo cuan grande era la multitud de gente en que iban introducirse, quisiese llevar ms estorbos de los necesarios. C o n el sombrero termina la enumeracin de las diversas piezas del vestido usado it( las v l0V de por mujeres aquel tiempo. T e n e m o s ante todo la camisa q fe moja la criada al dar su ama agua para lavarse. Viene luego el vestido sin mangas,.sujetado por un hermoso broche, llamado primero tspovr/rp, y ms abajo f7tEpovr)xa, y que y o traduje una vez mantn y otra jubn, deseoso de acertar una siquiera; sigue el aptitxovov, que siendo

x '

u e

3S6

NOTAS TECRITO.
la par faldas y manto he traducido de los dos modos, y por ultimo, el sombrerillo, que ha llamado nuestra atencin. 9. Obsrvese el modo de asustar los nios, usado por las madres y nodrizas de aquellos dias, tan parecido al de nuestros tiempos. M u y general entre Griegos y R o m a n o s era tener un perro para guardar la entrada. Recurdese la inscripcin "Cave canem" encontrada en tantas casas de Pompeya. 10. Egipto gozaba en aquellos tiempos de la triste reputacin que en los modernos distingui Calabria y Sicilia, y en la cual no cede pas alguno nuestra desdichada Mxico. Vanse este propsito Cicern (pro Rabirio) y el Obispo Sinesio. 11. E l matrimonio de Jpiter y Juno se hizo secretamente. Vanse H o m e r o y Plauto. 12. U n o de los caractersticos del dialecto Drico es la frecuente repeticin de la vocal a. Esto hacia que quien lo hablaba pronunciase con boca ancha ( c o m o dice Demetrio Falreo), palabras que los dems Griegos proferan de m o d o diverso. E n el dilogo que antecede, y que irrit los delicados odos del hombre, he procurado imitar el eco del referido dialecto, introduciendo cuanto he podido palabras en que abunde la vocal a. 1 3 . Siracusa era colonia de Corinto, patria de Belerofonte. Este llambase originalmente Hipono, vinindole su sobrenombre de haber matado Belero, de resultas de cuya muerte tuvo que abandonar su patria. E n el libro V I de la Diada leemos por extenso sus romnticas aventuras. Requerido de amores por Antea, esposa de Preto, rey de Argos, el joven resisti heroicamente sus indignas proposiciones; y c o m o siempre sucede en semejantes casos, el odio sucedi al amor en el corazn de la burlada reina. Sigui la calumnia, y acusndolo la infame adltera de haber atentado su honor, Preto prest odos las falsedades de su esposa, y envi al virtuoso joven Licia, con una carta en que se mandaba darle la muerte; carta que algunos eruditos juzgan escrita en geroglficos estilo de los antiguos aztecas, y que H o mero titula caracteres mortales. L o s dioses, sin embargo, protegieron la inocencia calumniada. Belerofonte se libr de la muerte, consum grandes hazaas, y su nombre pas glorioso y sin mancha la posteridad. 14. Dificilsimo es este pasaje. A n t e todo, por antfrasis se llama dulcsima la implacable Proserpina. L u e g o declara la dama al entrometido que no sufrir el y u g o de l ni de nadie, excepto de uno solo. Quin es este varn privilegiado? El marido de cada una, el Rey Tolomeo? H a y gran diferencia de opinion entre los crticos: y o creo que el ltimo. L a mayor dificultad est en el refrn que repite la irritada Siracusana al hombre. Largas disertaciones han escrito sobre l infinidad de 357

NOTAS TECRITO. intrpretes, y casi no hay dos que estn de acuerdo aun para la traduccin literal. Expresarlo palabra por palabra no podia, no ser que me resignara no ser entendido. Hallar un proverbio espaol equivalente, me fu imposible. M e resolv, pues, dar una traduccin libre, conforme al sentido que le atribuye el Escoliasta y con l Heinsio y Pagnini. 15. Esprquis, Ateniense Espartano, se sacrific generosamente por la patria, entregndose los Persas para que castigaran en l la muerte de los Embajadores de Daro, quienes sus compatriotas haban vilmente arrancado la vida. 16. Empieza la cancin por invocar Vnus, recoidndole los principales lugares donde es adorada: Golgos, en Chipre, que tom su nombre precisamente de Golgos, hijo de V n u s y de A d o n i s ; Idalio, igualmente en Chipre; y Erice, ciudad de Sicilia, que tom su nombre de Erice, otro hijo de Vnus, y de donde esta diosa se denomin Ericma. Dcese que V n u s juega con el oro, por el gran poder que tiene este metal para ganar los corazones. As lo explican los Escoliastas y Casaubon. 17. Las fiestas de Adonis se celebraban una vez al ao; por eso-se dice que las Horas traen al amado de Citres, despus de doce meses de ausencia. Las Horas, hijas de Jpiter, diosas de las estaciones al par que de las horas del da, aunque desempean con velocidad su misin de perpetuo movimiento, se llaman lentas por relacin nuestra ansiedad. Adonis, hijo de Cinira y de M i n a , fu amado por Vnus, y muerto por un jabal suscitado contra l por el celoso Marte. L a afligida V nus baj al Infierno y obtuvo de Ptoserpina que se permitiese volver Adonis la tierra una parte del ao. Esta vuelta se celebraba con grandes fiestas, y la descripcin tan animada que hace aqu Tecrito casi no necesita comentarios. Resta slo saber si las fiestas dispuestas por Arsmoe eran diversas de las que comunmente se hacan. U n pasaje de San Cirilo de Alejandra y otios motivos, hacen creer q u e s. 18. Berenice era la madre de T o l o m e o Filadelfo, cuyas alabanzas veremos en el Idilio X V I I . F u deificada por V n u s despues de su muerte. 19. Arsinoe era hermana y esposa, segn el uso egipcio, de T o l o meo Filadelfo. Tecrito aqu la adula comparndola Helena. M e pareci que la comparacin se referia las cualidades morales, especialmente la piedad, y traduje "siguiendo los ejemplos:" he visto despus, ya demasiado tarde, que el lisonjero poeta quiso referirse la belleza fsica. 20. Se ve que adems de las clebres macetas huertos de Adonis, y de las figuras alusivas inmediatamente la historia del esposo de V nus, habia otras muchas imgenes y figuras, c o m o la de Ganimedes arrebatado por el guila, q u e aqu se menciona. Dudan los crticos si 358

NOTAS TECRITO. adems del dolo de Adonis habia otro de Vnus, si sta era representada al natural por una joven, como generalmente se acostumbraba. 21. Blando y suave en extremo era considerado el sueo, y la comparacin " m s blando que el sueo," era muy comn Griegos y L a tinos para ponderar la exquisita suavidad de una cosa. Mileto era famosa por sus lanas y el m o d o de trabajarlas, y Samos particip de este renombre desde que el rey Polcrates introdujo su pas las ovejas de Mileto. 22. Si es cierto que el Generalsimo de la expedicin de Troya, A g a menn, no volvi al mundo, es tambin una exageracin de la Cantatriz el decir que solo A d o n i s tuvo tal fortuna. Hrcules, Orfeo, Teseo, Ulses y Eneas, bajaron al Infierno y regresaron sanos y salvos. 23. Hctor, rival y vctima de Aqules, era el primognito de los diez y nueve hijos de Hcuba. 24. Pirro, hijo de Aqules y Deidama, acudi muy joven al sitio de Troya. F u el primero que entr en el caballo de madera, y se mostr implacable con los vencidos. 25. Patroclo, ntimo amigo y compaero de Aqules, pereci frente T r o y a manos de Hctor. 26. A y a x Telamn, conocido por su carcter impetuoso, consum en el sitio de T r o y a grandes hazaas, y despus de la muerte de A q u les se suicid despechado porque se dieron Ulses las armas de aquel hroe. 27. Trtase de Anfitrin y Heleno, hijos ambos de Deucalion. Eran los Lpitas una tribu mtica de fuerzas sobrehumanas: el principal entre ellos fu Ceneo. L o s Pelpidas parecen ser aqu nada ms los subditos de Plope. E n cuanto al origen y emigraciones de los Pelasgos, m u c h o han disertado los eruditos y los historiadores

3S9

IDILIO

XVI.

1. Vanse en las notas al Idilio I los nombres y genealoga de las Musas. 2. Eran tres las Gracias, hijas de Jpiter y Eurmone, y llamadas Aglaya (Esplendor), Eufrsine (Gozo), y Tala (Placer). Hermosas en extremo, eran la par dadoras de belleza y de gracia personas y cosas. Ellas tejieron la tnica de V n u s ; ellas dieron las doncellas de Nausicaa su grande hermosura; ellas en fin, lavaron, ungieron y vistieron la misma Vnus, cuando sta confusa y avergonzada volvi Pfos despues de sus primeras aventuras, c o m o vemos en la Odisea. E n el presente Idilio hacen el papel de las Musas; pues ellas tambin ayudaban los Poetas infundan gracia y belleza sus cantares. E n Orcmeno de Beocia eran principalmente adoradas, habiendo introducido all su culto Eteocles. O i c m e n o fu sitiada por los Tebanos y cargada de tributos, hasta que Hrcules la libert. 3. E l poeta Simnides tenia dos arcas, una llamada de las Gracias y otra de los Bienhechores. Cuando alguien iba pedir al vate alguna gracia favor, le presentaba las dos arcas, hacindole ver que la de las Gracias estaba vaca, y la de los Bienhechores llena; y de esta manera se deshacia de la importuna visita. A esto alude Tecrito. 4. Grande, en verdad, es H o m e r o ; pero no por eso deja de haber poetas de gran mrito quien es justo protejan los que en vez de ingenio han ecibido riquezas de la Providencia. L o s insulsos refranes y ridculos argumentos de los avaros del tiempo de Tecrito se parecen mucho al brbaro raciocinio de Ornar, cuando aos despus quem la Biblioteca de esa misma Alejandra donde mor el Prncipe de los Buclicos. 5. As como en nuestras fincas rsticas de Amrica se distribuye los trabajadores semanariamente su racin de maz, as en las antiguas se repartan cada mes los esclavos que en ellas trabajaban porciones de trigo otros granos. Habiendo perecido los escritos de Simnides, E u forion y otros poetas que celebraron Alvades, Escpades y otros aqu' mencionados, poco 6 nada sabemos de ellos ni de sus progenitores.

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NOTAS TECRITO. Parece que eran familias sumamente poderosas en Tesalia islas adyacentes. Escopa se llamaba tambin Creonda, y era de Cranonia, en Tesalia. 6. E l rio Aqueronte separaba las regiones infernales de las nuestras. E l barquero Carn se ocupaba continuamente en pasar las almas de los difuntos travs de las negras aguas en que flotaba su esquife; pero exigia siempre el precio del pasaje, pesar de no ser voluntaria ni agradable la jornada. 7. Simnides, el gran lrico de Ceo, celebr en sus cantos los . hombres y familias arriba mencionadas, y recibi de ellas grandes favores. 8. Cieno, hijo de Neptuno, tenia el rostro de una blancura tan singular, que pareca una delicada y pulida doncella. 9. L a inmortal epopeya de H o m e r o , intitulada la Odisea, n o es sino la narracin de las largas aventuras de Ulses, el prudente rey de Itaca, hijo -de Laertes, padre de T e l m a c o y esposo de la virtuosa Pnlope. L o s nombres abajo citados se encuentran todos en ese divino poema. 10. N i Pagnini ni otros intrpretes aprueban la leccin que y o he seguido, y la cual he normado mi version. Segn ellos, la puntuacin y sentido es tal, que as debiera traducirse: "Difcil es el camino de la Poesa, sin la intervencin de las Musas, hijas de Jove." 11. A q u l e s de Larisa, c o m o nadie ignora, es el hroe de la Iliada de H o m e r o . Sus hazaas se consumaron frente los muros de Troya, llamada tambin Ilion, y fundada ampliada por l i o , hijo de T r o e y padre de Laomedonte. 12. Siracusa, c o m o se ha dicho, era colonia de Corinto, llamado por otro nombre Efira. L a isla de Sicilia, y por consiguiente Siracusa, fu regalada por Jpiter Proserpina y Cres, su madre. 13. L o s muros de Babilonia fueron fabricados por Semramis, y cimentados con betn. Tenian de circuito sesenta millas, de altura doscientos pies, y de ancho cincuenta.

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46

IDILIO

XVII.

r. T o l o m e o II, apellidado Filadelfo damante de sus hermanos, Subi al trono de Egipto el ao 285, antes de Jesucristo. A u n q u e n o exento de faltas, fu un gran monarca y u n o de los ms insignes de su dinasta. Prueba de su amor las letras son la proteccin q u e dio nuestro Tecrito y las alabanzas que ste hace tan frecuentemente d e su real bienhechor. E n su tiempo, y por su orden, se hizo en Alejandra la clebre version de la Sagrada Escritura llamada de los Setenta, y se aument mucho la famosa Biblioteca. Celebr alianza con R o m a , defendi la libertad de Grecia contra Alejandro Gonatas, y previno los ataques de Antoco, rey de Siria, enviando tropas sus Estados. 2. Era Ida el monte ms alto de Frigia, que debi su nombre la ninfa Ida, hija de Meliseo, rey de Creta. 3. T o l o m e o I, padre del anterior, apellidado Soter, era hijo de L a g o y u n o de los generales de Alejandro, quien acompa Asia, salvndole la vida en Oxidraca, A la muerte del conquistador le toc el E g i p t o , y fund en Alejandra la dinasta que llev su nombre, c o n solidando su reino y aadindole vanas provincias. F u gran conquistador y gran gobernante. F u n d la famosa biblioteca del Serapion, principi el gran Faro y edific otros muchos monumentos y templos. A su muerte fu divinizado, c o m o atestigua, entre otros, el presente Idilio. 4. Largusimo y fuera de propsito seria referir aqu la historia del grande Alejandro. Bstenos recordar que el valeroso y afortunado hijo de Filipo de Macedonia, se hizo declarar descendiente de Jpiter, y fund la ciudad de Alejandra. 5. M u c h o ha dado que hacer los crticos este pasaje. D i c e el original Eo v7toae yeyaote. Traduce u n intrprete latino dii sine pedum usu facti, y otro: dii pedum usu non indigentes. A p i o n deriva vnods de ve y nov, sin pies: el erudito comentador de Homero, Eustacio, Arzobispo de Tesalnica, lo declara igual hijo; el P. Pagnini, con otros, lo identifican con el latin tupos, nieto, hijo del hijo. Q u e

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NOTAS TECRITO. cualquiera de las dos ltimas significaciones sea ms plausible, nadie lo niega; pero cmo se salva la etimologa? N o s si habr acertado parafrasendolo c o m o he hecho, de un modo que me parece conciliar todos los pareceres. 6. Hrcules, cuando pas al reino celestial, obtuvo por esposa la diosa Hbe. E l Herclides, hijo de Hrcules, antes mencionado, parece ser l i o , hijo de ste y de Deyanira. A l, segn Tecrito, reconocen c o m o padre tanto Alejandro c o m o Lago, y por su medio remontan los T o l o m e o s su divina ascendencia hasta Jpiter, padre de Hrcules. 7. N o hay que confundir esta Berenice, esposa de T o l o m e o Soter, con la Berenice esposa de T o l o m e o Evergetes, cuya cabellera fu trasportada al cielo y celebrada por Calimaco. C o m o pasada la L a g u n a Estigia ya no habia m o d o de volver la vida, V n u s se apresur inmortalizarla antes que entrara en la fatal barquilla. 8. Llmase Calidonio Diomdes, porque su padre T i d e o era de Calidonia; y Argiva Deipile, esposa de este ltimo hija de Adrasto, porque era de Argos. 9. D e esta famosa isla, hoy L a n g o , se ha hablado en las notas al Idilio V I L 10. Lucina, identificada generalmente con Diana, presidia al nacimiento de los hombres. Hermosa es esta prosopopeya de la isla de C o s ! A p o l o naci en Dlos, y de aqu le vino esta isla su gloria. R e n e a era otra isla cercana Dlos, y favorecida tambin por Apolo. Triope, rey de Cos, dio su nombre un promontorio de la misma. 1 1 . N o pudindose en Egipto contar con la lluvia, los aluviones del Nilo son los que fertilizan la tierra. 12. Este nmero (evidentemente hipeiblico) que aqu pongo en u n endecaslabo, en el original ocupa nada menos que tres hexmetros, y est expresado de u n m o d o tan curioso, que lo voy poner literalmente ante los lectores: T r e s centurias, tres millares sobre tres miradas, dos temos y tres veces once. C o n nmeros se ver ms claramente: (3

X100) + (3 X i , 000) + ( 3 X 10,000) + ( 2 x 3 ) + (3 X i 0 = 3 3 , 3 3 9

13. Despus de ms de veinte siglos omos elogiar al munfico rey "por su exactitud en pagar las primicias y su generosidad en dotar los templos. Se tributan iguales alabanzas Enrique V I I I y sus pigmeos imitadores, por sus despojos y latrocinios? 14. Refiere A t e n e o que T o l o m e o Filadelfo instituy en Alejandra unas fiestas en honor de B a c o llamadas mente clebres las fiestas Dionisias en que se abran certmenes dramticos.

Aayrjvocppia.

Eran igual-

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NOTAS TECRITO. i 5. Reptese el concepto expresado en el anterior Idilio. L o s hijos de Atreo fueron A g a m e n n y Menelao, celebrados en la Iliada. 16. M u c h o han disputado los crticos sobre el sentido de las frases correspondientes ste y al anterior terceto. L a interpretacin ms obvia parece ser: "Fresca an la memoria de sus padres, sigue el R e y de cer ca sus huellas, y los honra con estatuas y templos. " 17. M u y comn era en Egipto el matrimonio entre hermanos. Sien do Arsinoe hermana y esposa la vez de T o l o m e o , presenta su union gran semejanza con la de Juno y Jpiter, que eran ambos hijos de C i beles Rhea. 18. Iris estaba entonces al servicio de Juno. Ms tarde parece que se uni con Zfiro.

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IDILIO XVIII.

1. Menelao, hijo de Atreo, fu rey de Esparta despus de Tndaro. E n este epitalamio cntico nupcial, se observan ciertas expresiones que indican claramente que Tecrito conoca el divino Epitalamio de Salomon llamado Cantar de los Cantares, lo cual es no solo probable, Sino aun moralmente cierto, residiendo nuestro poeta en Alejandra cuando se hizo la version de los Setenta. 2. Siendo los novios tan distinguidos, natural era que las doncellas que formaban el coro fuesen todas de las primeras familias de Esparta, llamada tambin Lacedemonia. 3. Tndaro, nieto de Lacedemon, cas con Leda, hija de Testio, rey de Etolia. Jpiter am tambin la esposa de Tndaro, quien visit en la forma de cisne. E n un mismo dia la afortunada herona dio luz Plux y Helena, engendrados por el dios, y Castor, progenie de su esposo mortal: los tres se llama menudo T i n drides, pesar de estar bien reconocida la alcurnia divina de los primeros. L a belleza de Helena es proverbial: no sin razn codiciaron tantos su mano, y no en balde se pondera tanto la dicha de Menelao. 4. N u e v o ejemplo del buen agero que se atribua ciertos estornudos. A u n q u e poco conforme al gusto de hoy dia, he preferido traducirlo literalmente para no quitar mi version el sabor griego indispensable en ciertos casos. 5. E r a Acaya, c o m o deducimos tambin del Idilio X X I I , una de las regiones del Peloponeso ms renombradas por la hermosura de sus m u jeres. 6. E r a el Eurotas clebre rio de Esparta. L a carrera y ejercicios en q u e tanto sobresalia Helena," y en que tanto admiraban sus compaeras la apostura de aquella, eran peculiares las Espartanas, y mandados expresamente por las leyes. Las doncellas, lo mismo que los varones, debian aparecer desnudas en la palestra, y ejercitarse entre estos en la carrera y lucha, para que as robustecindose pudiesen dar la pa-

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NOTAS TECRITO. tria hijos fuertes y sanos. Ovidio, en la epstola de Pris Helena, dice:
" Cuando conforme al uso que se observa En tu patria, desnuda ejercitabas Entre otras, en los juegos tu destreza."

E l Arzobispo anglicano Potter, amante hasta el exceso de todo lo antiguo, dice este propsito en sus Grecian Antiquities:" A u n q u e parezca extrao que las mujeres se presentasen desnudas en pblico, se guardaba la verdadera modestia y se exclua la licencia. Servia esta costumbre para que su trato fuese libre y sin reserva, y para excitar en ellas el deseo de ser giles y vigorosas; las llenaba igualmente de valor y de pensamientos generosos, permitindoseles aspirar los premios del mismo modo que los varones. " Sin convenir precisamente con el poco malicioso arzobispo de Canterbury, se leen con agrado este y otros pasajes de Su eruditsimo libro, en que se esfuerza por excusar y hacer parecer inocentes los mayores excesos de los antiguos. 7. C o m o hemos tenido ocasin de observar en el Idilio X I V , la T e salia era famosa por sus corceles. 8. M e tom la libertad de sustituir con la pintura y dibujo, las labores en canastillos que hacia Helena, y cuya expresin en castellano habra sido quiz poco inteligible agradable. 8 bis. Era el loto una flor de las orillas del Nilo que se estimaba mucho y servia con frecuencia para tejer coronas, aun prncipes y reyes. 9. L a diosa Latona fu madre de A p o l o y de Diana. Ntese cuan graciosa es esta repeticin de los nombres de las divinidades protectoras, que he trasladado fielmente del original. 10. D e dos clases eran los epitalamios que se cantaban en las bodas: el primero uataHOipLrjtiKOv, conciliador del sueo, y es el presente; el segundo dieyepttuov, despertador, y es el que prometen venir cantar al despuntar la aurora. 11. Himeneo, hijo de la Musa Urania y dios de las bodas, era invocado con frecuentes gritos y cantos en las festividades nupciales.

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IDILIO

XIX.

Cotejando cuidadosamente la oda de Anacreonte con el Idilio de Tedcrito se percibe la diferencia entre la poesa lrica y la buclica. A u n q u e la de Villegas n o es traduccin del todo literal, la inserto aqu por entero, fin de que los lectores puedan hacer mejor el parangon.
Amor entre las rosas, No recelando el pico D e una que all volaba Abeja, sali herido, Y luego dando al viento Mil dolorosos gritos E n busca de su madre Se fu cual torbellino. Hallla y arrojado En su gremio le dijo: "Madre, y o vengo muerto, Sin duda, Madre, espiro; Que de una sierpecilla Con alas vengo herido, A quien todos abeja Llaman y es basilisco." Pero Vnus entonces Le respondi su nio: "Si un animal tan corto D a dolor tan prolijo, Los que t cada dia Penetras con tus tiros, Cunto ms dolorosos Que t estarn, Cupido?"

E n Anacreonte, c o m o se ve, A m o r juguetea entre las rosas; en T e d crito va derecho al panal. 2. Nuestro poeta c o n toda naturalidad hace al nio patalear, saltar y soplarse las manos: el lrico con ms refinamiento lo hace decir " m e 367

NOTAS TECRITO. m u e r o , " y correr su Madre con toda la mesura correspondiente un infante de elevada alcurnia educado en los salones de la corte. 3. E n Anacreonte Cupido ignora (cosa increible!) c m o se llama la abeja, y la describe con circunloquios casi de retrico. Nuestro ladronzuelo bien sabe qu clase de animal le ha punzado, y en su dolor se limita hacer una observacin naturalsima, semejanza del rstico Bato en el Idilio I V . ste observa: " C u a n pequea es la espina, y abate un hombre gigantesco y robusto como y o ! " A m o r se admira de que una bestia tan diminuta cause heridas tan dolorosas. 4. L a rplica de V n u s no sale en Anacreonte tan espontnea c o m o en nuestro Buclico. Obsrvese que Citres en su dulce reproche, repite una por una las palabras que profiri su hijo.

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XX.

i. E l m o d o grosero con que el rustico declara sus amores ha sido atenuado en la traduccin. '2. C o m o en varios otros Idilios, vemos aqu puesta en prctica la supersticin costumbre de escupirse ties veces en el seno para alejar el maleficio. A q u , adems, es un acto de amargusimo desprecio. 3. E l tallo del apio es ramoso, y sus hojas largas. 4. Minerva es llamada por antonomasia la diosa de ojos azules. E n el prximo terceto est un smil muy parecido al pasaje del Cantar de los Cantares: Favum distillant labia la, sponsa. Mel et lac sub lingua tua. 5. N o nos dicen los mitlogos que Baco haya sido pastor, y si queremos -darcrdito Tecrito, es preciso atenernos su sola palabra. Comprese esta lista de enamoradas divinidades con la del Idilio III. 6. Cibeles Rhea, hija del rey Meon y la reina Dndime, am entre otros un pastor llamado Atis. A l descubrirlo su padre dio ste la muerte, y la afliccin de Cibeles fu tanta, que perdi la razn y anduvo errante p o r toda la tierra, llorando su malogrado amante. 7. Era muy comn entre los antiguos esta clase de imprecaciones contra sus dioses cuando estos no les cumplan sus antojos. Supuesta la creencia del desdeado campesino en la divinidad de Vnus, esta es una verdadera inexcusable "blasfemia.

IDILIO

XXI.

1. Estas maraas laberintos de juncos mimrjres, c o m o los llama Tecrito, y despus de l Sannazaro, son las nasas 6 redes en forma de manga, muy usadas por los pescadoies. 2. Este oscursimo pasaje ha hecho devanarse los sesos los crticos, y en pos de ellos mi humilde personalidad. Despus de no poco estudio y de muchas vacilaciones, he venido fijarme en la interpretacin siguiente: E l Pritaneo era un vasto edificio en que dia y noche se conservaba encendido el fuego sagrado de Vesta, que se tenia supersticioso empeo en alimentar continuamente. E l de Atenas era el ms clebre; pero habia tambin Pritaneo en otras ciudades, siendo notable el de Tarento, cuya luz resplandeca guisa de faro, teniendo tantas lmparas como dias tiene el ao. Dice, pues, el pescador su compaero: " N o temas narrarme tu sueo, somos hombres avezados al trabajo, que velamos continuamente como ese fuego sagrado de V e s ta que nunca se extingue, segn es fama, y esa luz que vemos en incesante actividad en el sagrado Alczar de los Pritanes. " 3. Anftrite era esposa del dios Neptuno, y seores ambos del Mar.

3f

IDILIO

XXII.

i. U n o de los ttulos de Jpiter es Egoco, sea portador del divino escudo llamado gida, que le fabric V u l c a n o . Para mejor inteligencia de todo este himno, fijmonos bien en la genealoga de los personajes que en l figuran. Jpiter Laceiemon Amidas Cinortes Teslio Jpiter = Leda = Tndaro <~^. Helena-Plux-Cstox Peeres Afareo IdasLinceo Leucipo FebeTelaira

A d e m s de verse claramente el parentesco de nuestros hroes entre s, se ve porqu Idas, Linceo y Castor son llamados hijos de Jpiter, pesar de no haber sido engendrados directamente por el Padre de los Dioses. P l u x y Helena, aunque hijos inmediatos de Jpiter, llevaban el ttulo de Tindrides, por ser Tndaro, su padre putativo, esposo legtimo c o m o era de Leda. 2. Siendo el Carro sinnimo de la Osa Mayor, pido perdn del pleonasmo que una distraccin, no tan veuial esta vez, me hizo estampar. Puede el lector corregir de este m o d o : Se mira la Osa y el luciente Cario. 3. Menos conocida que las anteriores constelaciones es la estrella , mejor dicho, la nebulosa que observaron los astrnomos junto C n cer, y que dieron el nombre de cprvrj, pesebre, situada entre dos estrellas denominadas los Asnillos. Dice Teofrasto este propsito: El 371

NOTAS TECRITO. Pesebre del Asno, cuando aparece lmpido y resplandeciente, anuncia serenidad. 4. Vase lo que dijimos propsito de las Simplgadas Islas Cianeas en las notas al Idilio X I I I . 5. L o s Bbrices eran pueblos del Asia, que habitaban la region llamada Migdonia y despus Bitinia. 6. D e los cincuenta aigonautas, muchos eran engendrados inmediatamente por dioses, y los dems descendan, por medio de ms menos abuelos, de alguna divinidad. 7. Esta respuesta de A m i c o n o tiene en castellano la misma fuerza que en el original. E n Griego el saludo es literalmente: Algrate, salve, X<xips. " C m o me he de alegrar?" replica rudamente el Brbaro. 8. Muchos ponen este dstico en boca de A m i c o y sin interrogacin. 9. Era el cesto una arma la vez ofensiva y defensiva de que se S e r vian los atletas, inventada por nuestro hroe A m i c o . Se componia de gruesas correas y tiras de cuero, veces con alma de plomo, con que se armaba la parte exterior de la mano, y se ligaba el brazo, unas veces hasta el codo, otras hasta el hombro. 10. D e Ticio, hijo de la Tierra, dice Homero, y repite Virgilio, que su inmenso y pesadsimo cuerpo cubra nueve yugadas de terreno. 1 1 . Esta actitud era la seal de rendicin en los luchadores. L a generosidad q u e nuestro poeta atribuye Plux est en contradiccin con los mitlogos, quienes aseguran que dio muerte A m i c o . i z . Vase la genealoga arriba trazada. 1 3 . Elide, lo mismo que la Argolide, eran famosas por sus buenas pasturas y cras de caballos. Estas dos provincias, juntamente con A c a ya, Mesenia, Arcadia-y Laconia Esparta donde residan nuestros hroes, formaban el Peloponeso. E l litoral Sisifio se refiere al istmo de Corinto.

372

IDILIO

XXIII.

1. N o siendo precisamente una doncella la causa de la pasin y tr gico fin del protagonista, algunos cambios y ligeras supresiones ha exi gido la decencia. Fuera de estos, el lector podr ver que nos hemos adherido la letra del original, al poner en castellano esta bellsima elega, mas bien que idilio. 2. N o solo en Virgilio, sino en muchos otros poetas antiguos se en cuentran pasajes semejantes.

373

IDILIO

XXIV.

1. Parceme conveniente poner la vista del lector la genealoga de nuestro hroe:


Perseo, Rey de Micenas. Electnon. Jpiter,=Alcmena, Hrcules. Alco. = Anfitrin

.1
Ificles.

Anfitrin, casado con su prima Alcmena, tuvo que huir Tbas, donde dej su esposa para ir la guerra contra los Telebeos. Durante su ausencia, Jpiter enga A l c m e n a tomando la figura de su propio marido, siendo fruto de esta union Hrcules, llamado tambin A l cides y Anfitrionades por su abuelo y padre putativos. 2. Este escudo, conquistado en la guerra que acabamos de mencionar, servia de cuna los nios en tiempo de paz. Qu bella idea! Qu descripcin tan admirable! Qu cuadro tan hermoso! 3. Vase la nota 9 al Idilio V I L 4. Juno, celosa por la infidelidad de Jpiter, fu siempre hostil al fruto de los amores de ste con Alcmena. Su primer acto de hostilidad fu retardar su nacimiento con el fin de sujetarlo al poder de Euristeo, cuya venida al mundo aceler; pues el Padre de los dioses, sabiendo el dia que A l c m e n a debia dar luz al que l habia engendrado, jur que el varn de su raza que iba nacer dominara todos sus semejantes. L a astucia de Juno frustr la voluntad de Jpiter, que no pudo violar su juramento. 5. Tirsias de Tbas, hijo de Evero y de la ninfa Cariclo, naci varon, estuvo por siete aos trasformado en mujer, y volvi su sexo primitivo. Habiendo visto bandose la casta Minerva, en castigo fu privado de la vista; pero Jpiter en compensacin le concedi el don de profeca. 6. L a s doce empresas trabajos que impuso Euristeo Hrcules,

374

NOTAS TECRITO. en virtud del poder que sobre ste le did el incauto juramento ele Jpiter, fueron: i Matar al len de Nemea. 2* Dar muerte la Hidra de L e m a . 3* Llevar vivo Micenas el ciervo de cucnu.s de oro. 4 Traer tambin vivo Euristeo el jabal del Enmanto, 5* Limpiar en un dia los inmensos establos del opulento Augas, 6* Poner en fuga las aves del lago Eslinfalide. 7* Coger vivo al toro de Creta, que respiraba fuego, 8* Conducir Micenas las yeguas de Diomdes de Tracia. 9* Llevar la hija de Euristeo el precioso cinto de Hiplita, reina de las amazonas. i o * Sacar las vacas de Gerion, de la remota isla Eritea: en este viaje fu cuando erigi las famosas columnas llamadas de Hrcules I I * Llevar Grecia las manzanas de oro de las Hesprides. 1 2 * y ltima. Traer al famoso can Cerbero del Infierno. H a b i e n d o dado cima stas y otras muchas hazaas, y sufrido terribles infortunios, Hrcules (conforme al vaticinio de Tirsias) erigi una pira en la cumbre del Monte Eta, en Traquina, y colocndose en ella hizo que la encendieran. Pero antes de que el fuego lo consumiera fu arrebatado en una nube al cielo, donde, reconciliado con Juno, le dio sta en matrimonio su hija Hebe. 7. Era L i n o hermano de Orfeo, y recibi mal pago de su discpulo, pues lo mat golpes con su lira, irritado porque lo habia azotado el maestro. 8. Segn otros, fu Teutaro el escita quien ense Hrcules el manejo del arco. Eurito era tan famoso, que Ulses protesta en la Odisea no querer entrar en competencia con l. 9. Fanotes es llamado por algunos este gran luchador. 1 0 . N o era este Castor el hermano de Plux, sino Castor Hiplides. 1 1 . Siguen en el original pocos versos ms, que por no tener sentido completo, no he querido traducir. E l resto del Idilio se perdi, y aunque algn gramtico lo ha suplido, como puede verse en las ediciones de Escalgero, Boissonade y Pagnini, n o son dignos sus versos de traducirse al lado de los de Tecrito.

35 7

IDILIO

XXV.

1. Tambin el principio perdido de este Idilio se ha suplido con po co acierto por algn gramtico, y puede verse en las ediciones arriba citadas. A m b o s Idilios parecen cantos de algn poema en honor de Hrcules, que por desgracia no ha llegado ntegro la posteridad. 2. Colocaban los Griegos en las encrucijadas 'estatuas de Mercurio con tres cabezas, que indicaban adonde conduca cada camino. Este dios era considerado protector especial de los caminantes. 3. Llambase el Alfeo sagrado, no solo por ser progenie divina c o m o todos los ros, sino porque su margen se celebraban los juegos Olmpicos. 4. A p o l o era llamado Nomio 6 dios de los pastores, no solo porque estos lo veneraban muy particularmente, sino porque l fu tambin pastor de las yeguas de Admeto. Obsrvese que en las posesiones de Augas ocupaba un lugar prominente el santuario de la divinidad tu telar, y que una parte de los ganados se destinaba especialmente su culto. 5. Por la descripcin que hace el buen viejo de l a s inmensas pro piedades de Augas, vemos que no en vano su opulencia se habia he cho proverbial. 6. Comprese el dicho de Virgilio: Et vera mcessupatuit Dea. L o s hijos de los dioses tenian tal majestad, que un buen conocedor presto los distingua de los simples mortales especialmente en el augusto m o do de andar. 7. Bellsimo y perfectamente copiado del natural es este episodio de los perros. Del acontecimiento ms sencillo, y al parecer prosaico, pue de sacar partido un poeta. Comprese un pasaje semejante del libro X I V de la Odisea,

36 7

NOTAS TECRITO. 8. N u e v o ejemplo de nombres propios impuestos los animales, no solo por villanos, sino por legisladores y prncipes c o m o era Augas. 9. Dile su nombre Hlice, hijo de Licaon. Egalo 6 Sicione, era ciudad de Acaya. 1 0 . E l Peloponeso, antes de que Plope le diera su nombre, tenia el de Apis, hijo de Foroneo, de donde sus habitantes se llamaban F o roneses, H. Vanse las notas al Idilio anterior.

i.

377

48

IDILIO

XXVI.

i . Vuelvo poner ante todo la genealoga de los hroes y dioses de este Idilio, para mayor claridad.
Cadmo
Jpiter=Semele Autone Ino Agave=Equion Penteo Rey de Tbas

Baco Dios de las vias

2. L o que llamo aqu falange es el griego lffoi 6 thiasus en latin. E l monte citado es el Citeron, cerca de Tbas, donde se celebraban las Fiestas en honor de Baco, y al cual iban formadas en hileras las mujeres que componan la piocesion. 3. Semele, aunque mortal al principio, como sus hermanas, fu despus deificada. Segn la tradicin de los gentiles, Baco fu el primero que ense la Religion y estableci los ritos y ceremonias que ella pertenecan. Ovidio, en los Fastos, lib, 3 , dice de B a c o :
0

Ante ttios ortus, arte stne

honorefuerunt.

4. Las fiestas de Baco eran llamadas por excelencia Orgas, y los desrdenes, obscenidades y enormes vicios que con pretexto de los sacrificios Bacanales se cometian, no han tenido igual en la historia de la prostitucin. L o s Romanos, nada escrupulosos por cierto, y que permitan los licenciosos sacrificios de V n u s y de Flora; los Romanos mismos, como naira T i t o Livio, prohibieron las Orgas en toda Italia. Baco en peisona las introdujo en Tbas su vuelta de la India, y c o m o vemos, sus tres tias las adoptaron con entusiasmo, y arrastraron en pos de s infinidad de mujeres. E l rey Penteo quiso poner coto tamaos desrdenes; pero engaado por su divino pariente, nada pudo lograr. Entonces decidise observarlo todo por s mismo, y subi secretamente al Citeron, donde su propia madre y tias le dieron la terrible muerte que aqu se describe, 37S

NOTAS TECRITO. 5. A m b i g u o sobremanera es este pasaje en el original, y ambiguo lo he dejado en la version. Escalgero lo explica as, leyendo tambin el texto de diverso modo: " L o s que han obrado peor que Penteo, n o llegarn al nono dcimo ao (desde el momento que ofendieron Baco) sin experimentar la divina venganza." Otros interpretan de este m o d o : " N i m mismo me importa saber ms, ni ningun o otro se haga hostil Baco inquiriendo ms de lo justo, aun cuando Penteo hubiere sufrido mayores tormentos, y (no ya hombre formado y fuerte, sino) siendo nio de ocho nueve aos (hubiera caido vctima de su propia m a d r e ) . " Esta interpretacin me agrada ms; pero n o me satisface del todo. 6. H a b i e n d o tenido Semele el triste honor de agradar Jpiter, que la visitaba en secreto ocultando su divinidad, la celosa Juno le inspir dudas acerca del rango de su amante, y la instig pedirle con instancia que se le presentase tal cual era en el cielo. Cedi Jove al antojo de su amada, y sta qued, no solo deslumbrada por la majestad del Tonante, sino tambin consumida por sus rayos. Hallbase entonces en su sexto mes; y librando Jpiter de la muerte al fruto de sus amores, lo cosi su muslo, y supli los oficios de madre, hasta que se cumplieron las nueve lunas de costumbre. Naci entonces el nio, y Jpiter lo coloc en el monte Dracano, lo nombr Dioniso Baco, y por medio de Mercurio lo envi su tia Ino para que lo amamantara. 7. Increble es en verdad el nmero de frenticas heronas, que imitando las tres hienas, que no mujeres, cuyas crueles hazaas acabamos de ver, l o m a b a n parte en las Bacanales, cuya sombra nos queda an en las fiestas del Carnaval. A l leer en los autores la triste descripcin de las atrocidades infandos actos de desenfrenada licencia, cometidos precisamente por el sexo que se llama dbil y hermoso, apenas damos crdito tan vergonzosas historias. Sin embargo, eran esos misterios institucin divina, y c o m o nos manda el poeta, no habia que censurar las obras de los Dioses 1

379

IDILIO

XXVIII.

1. Minerva, hija de Jpiter, no turo madre. Vestida ya de armadura tan refulgente que hizo al Sol detener sus caballos, salid de la cabeza del P a d t e d e los Dioses, que al efecto abrid V u l c a n o con su segur. Casta, prudente, sabia, y justa, protega siempre la justicia, y era diosa de las ciencias, de las artes y de la industria. N o tenia rival en las labores femeniles; ella tejid su propia vestidura y el traje que Juno, reina del Olimpo, ostentaba los dias de gala, riqusimamente recamado. Cuando Jason emprendi la expedicin argonutica, Minerva le regal un manto, trabajado con sus propias manos, y estas artes en que era maestra, se dignaba ensearlas las mujeres mortales que con sus virtudes saban ganarse el afecto de la diosa. Su epteto ordinario era "la diosa de ojos azules." L a rueca en general era considerada c o m o un don de la divina protectora de las artes femeniles. 2. Mileto, ciudad del Asia Menor, fundada , por lo menos, engrandecida por Neleo, hijo de Codro, rey de Atenas, era clebre, ms bien que por el templo de V n u s aqu mencionado, por sus ricas lanas-y el m o d o exquisito de trabajarlas. 3. Esta mujer insigne, n o se contentaba con hacer sus propias vestiduras, sino que tejia las de su esposo y familia, y aun tal vez otras, c o mo hacian algunas damas de aquel tiempo. Enamora verdaderamente la pintura de la fiel esposa del mdico-poeta. E s solo comparable la descripcin de la mujer fuerte de los Proverbios. Se me ocurre que Tecrito, aunque copiando del natural, puede haber tomado el colorido del libro de Salomon que acababan de traducir en Alejandra los Setenta Intrpretes. Si es fiel la pintura de la virtuosa Teugnide, podremos sin profanacin aplicarle las palabras del Sabio: Procul et de ultimis finibus pretium ejus. T e n i a en verdad el Fsico de Mileto u n tesoro inestimable, ms precioso que las mercancas de las remotas Indias y el oro trado de los ltimos confines de la tierra.

3> &

NOTAS A TECRITO. 4. " E l afto siguiente la fundacin de Naxr*, Arqnias, natural d Corinto (la antigua Efira) y de la raa de U Il<T.clidci. llev una c o lonia Sicilia. A l Sur de Naxos, pero todava en la c</ta oriental, tull un territorio de gran fertilidad con un puerto en extremo cmodo y seguro. Dentro del puerto, y ajxmas i*e|>ara<li de la orilla, haba una isla c o m o de dos millas de circunferencia, abundantemente repula jor aquella clebre fuente, que los poetas han h e c h o f u n o a lnj> 1 n o m bre de Aretusa. Arrojando de all sus primitivo-, h a b i t a n t s !.< reducindolos la esclavitud, fundaron la ciudad que l l e ^ i ser la grande y renombrada Siracusa."

ltos,

SueMttford, Infarta </< (i

3*

IDILIO

XXX.

i. Vase cuanto hemos dicho sobre Addnis en las notas los Idilios X V de Tecrito y I de Bion. Segn esta bellsima Anacrentica (co mo muy bien pudiera llamrsele) no es Marte mismo el que mata Adonis, sino un jabal real y verdadero, aunque dotado del uso de la palabra, y de unos sentimientos tan nobles, humanitarios y amorosos, como no tendramos derecho esperar de una bestia, habitadora de la selva.

382

NOTAS A LOS IDILIOS DE BION.

IDILIO i.

1. Adonis, hijo de Cinira rey de Asira, y de Mirra, fu un joven de belleza exquisita y esposo de Vnus. Cazando un dia por los bosques fu herido de muerte por un jabal, y en su honor se instituyeron juegos fnebres por toda el Asia, y luego se extendieron Egipto y Grecia. E l Profeta Ezequiel ( V I I I , 14) dice: " M e introdujo (el Divin o Espritu) la entrada de la casa del Seor, que miraba al Norte, y h aqu que vi unas mujeres que estaban sentadas, llorando la muerte de A d o n i s . " L u c i a n o describe las fiestas en estos trminos: " L a s mujeres lloran, se maltratan y mesan los cabellos; llevan luto riguroso, y despus de celebrado el funeral, siguen los juegos fnebres de A d d n i s . " Tecrito, en el Idilio X V , habla tambin de estos juegos, y segn su descripcin, se ponia una estatua de A d o n i s en un lecho de plata, rodeado de figuras mitolgicas representando los amorcillos, etc., y trabajadas con mucha maestra, todo colocado sobre un carro que era paseado en procesin por toda la ciudad, haciendo el papel de V n u s una joven escogida entre las ms hermosas. Para estos juegos compuso Bion su Idilio I, y para su inteligencia es menester recordar que unas cosas se aplican la V n u s verdadera, y otras la joven que la representaba. 2. E l texto griego trae un pensamiento que aun en el original me ha parecido d e mal gusto y que en castellano lo he juzgado insoporta383

NOTAS BION. ble. Describe al blanco A d o n i s atravesado por el blanco colmillo del jabal, Xevxo, XevKCf>: he sustituido el segundo epteto con el de homicida. 3. E s hermossima, y fundada en la verdad, esta descripcin de los perros de caza llorando la muerte de su seor. E n Virgilio tambin vemos los leones gimiendo por Dafnis, y al caballo de Palante baado en lgrimas por la muerte de su dueo. 4. E l vestir luto, darse golpes de pecho, andar descalzo y con la cabellera en desorden, eran seales de duelo entre los antiguos. 5. E s inimitable este cuadro de la naturaleza animada toda y llorando la muerte de Adonis. 6. E s sublime la ternura y desesperacin de todo este trozo que pone Bion en boca de Vnus. 7. Enrgica comparacin! Velul somnium sur gentium, hallamos en el salmo L X X I I , y Osian compara un sueo la brevedad de la vida. 8. Era el cinto de V n u s un tejido de seducciones, de engaos y de encantos. H o m e r o lo describe as en el libro X I V de la Iliada:
" E l cinto con pespuntes adornado En vanada labor, donde incluidos Los encantos de amor todos tenia Se quit. All el amor, all el deseo, All de los amantes los coloquios, Y all la fcil persuasion estaba Que los ms cuerdos la prudencia roba."

9. Si un fro filsofo profiriera estas palabras, tendran razn los crticos que las han tachado de ineptas; pero en boca de una viuda, nada menos que diosa del amor, y que est llorando sobre el cadver de su esposo, son propias y bellsimas. 10. D e alambicado se tacha tambin este pensamiento; pero tratndose de acontecimientos extraordinarios y misteriosos, nada impropia sino muy bella me parece esta medida d la sangre del esposo y las lgrimas de la diosa viuda. 1 1 . Generalmente el origen de la anmona, y n o de la rosa, se atribuye la sangre de Adonis. 1 2 . Comprese con la bella imitacin del poeta Italiano:
"Passa ta bella donna, epar che dorma."

1 3 . Proverbial es la riqueza y hermosura de la prpura de T i r o en Fenicia, no menos que la exquisita fragancia y superioridad de los perfumes de la Arabia. L a diccin jxvpov, ungento, blsamo, era u n o de tantos trminos caprichosos de cario que usaban los griegos. As en T e c r i t o , hemos odo Polifemo llamar manzana i su amada.384

NOTAS *BK>N
14. El rapaise los cabellos v aun la, t< 11 era otra de las seales de duelo; no menos que cl romper los instrumento-, y prendas ms caras. Vase el epigrama de Safo en la muerte de 'I iniadc, y la Elega de Ovidio la muerte de T i b u l o . El lavar l o , 1 a d h e r e s y ungirlos con aromas, es tambin uso antiqusimo. Este cuadro de los Amores ejerciendo con A d o n i s los ltimos piadosos oficios, v sirvindose aun de sus alas para hacerle viento, es delicioso, suavsimo, incomparable. 1 5 . L o s matrimonios c o m o el de Vn i con Adonis, dan motivo i H i m e n e o que los form, para que destroce su antorcha y la corona nupcial que en mala hora teji. 16. Siendo las Gracias dadoras de la bellc7a, y amigas ntimas y servidoras de Vnus, natural era que lloraran la prdida del bellsimo j o ven, amado por la Liosa. 1 7 . Dione era el nombre de la madre de Vnus, segn algunos. A veces se le da la misma Citres, y tal parece ser el caso en este verso. 1 8 . E l texto ordinario trae lie preferido con Boissonadc leer Ms natural y ms potico es que las Musas lloren Adonis que no las Parcas, cuyos cantares, por otra parte, no podran ser sino cantos mgicos, habiendo que forzar hasta cierto punto el ver-

Moloai. Mopai;
Ttasoovcftv.

bo

1 9 . A l fin se abland la enamorada Pioserpina, y concedi A D O nis pasar una pequea parte del ao con su esposa Vnus. 20. E n mi primera edicin de Bion, traduje /cf^fo XW/JCSV. aprtate este dia del ruido y delicias del banquete. A pesar de la version absolutamente contradictoria que daban Pagnini, Zamagna, Conde y otros, no podia convencerme de que fuese posible atribuir i V ^ f o un significado en oposicin directa con su sentido ordinario. E n los nueve aos que han trascurrido, Schwebel, con la autoridad de Hesiquio ha logrado persuadirme que i'ffxeffda, puede tomarse en la acepcin de xaTx } y haciendo el cambio que se observa en la presente edicin, me he conformado la generalidad de los traductores. Confieso, sin embargo, que ms me agradara leer, como conjetura Bart: ?<rx
lv eo

KOjujucv,

obstineplanctibus.

49

I D I L I O II.

Amor, trasformado en pjaro, se burla de los esfuerzos de un joven cazadoi que procura atraparlo en sus redes; ste corre quejarse un viejo labrador, quien lo disuade de semejante cacera. E s altamente m o ral este Idilio; un poeta cristiano apenas habra podido inventar una alegora ms perfecta para pintar los peligros del amor, especialmente en la juventud: mi version es un poco parafrstica. 1. Oculto el cazador entre el follaje atraa los pjaros fuerza de silbar; entonces alargaba poco poco las caas y los atrapaba. As se explica el verso de Marcial:
"Non tantum calaas, sedcantu vinatitr ales."

2. E l box mirto era el rbol consagrado Vnus, madre de A m o r .

386

IDILIO

III.

1. E l clavar los ojos en el suelo era entre los antiguos seal de m o destia y virginal pudor.- A s describe Museo la actitud de Hero las primeras proposiciones de Leandro:
" C l a v a los bellos ojos en el suelo L a virgen, sin hablar: pdica oculta L a encendida mejilla con el velo."

C o n esta preciosa alegora nos ensea el Poeta c m o A m o r se cubre menudo con el ropaje de la modestia, para insinuarse ms fcilmente en los corazones y pervertirlos sin dar lugar la resistencia. 2. Cuando Perseo mat Medusa, las dos hermanas de sta lamentaron amargamente su muerte; y las serpientes que formaban sus "brazaletes, se unieron al fnebre concierto. Minerva las oy, y tanto le agrad el sonido, que invent la flauta para imitarlo. 3. Mercurio recien-nacido, salt de la cuna en que acababa de p o nerlo'su madre Maya, y encontiando una tortuga le sac la carne y ponindole caas y cuerdas, invento el lad. 4. A p o l o no fu precisamente el inventor de la lira, s i n o n i c a mente perfeccion el instrumento de su medio hermano Mercurio. 5. Enamorado Pan de la ninfa Siringa, corri tras ella una vez que tornaba de la caza. L a perseguida Nyade lleg al rio Ladon, y no pudiendo cruzarlo, implor el auxilio de las ninfas sus hermanas, quienes milagrosamente la salvaron de su poco simptico admirador. A l llegar ste la ribera, cuando crey asir el objeto de sus amores, encontr que solo tenia en la mano un puado de caas. Mientras lloraba el dios su triste desengao, agitando el viento suavemente las caas, produjeron stas un sonido armonioso, que inspir Pan una idea repentina. Cort siete caas y form con ellas la zampona pastoril, tal c o m o aparece en la portada de este libro.
-

387

IDILIO

IV.

Quien tiene un corazn poco sensible no puede ser buen poeta; h aqu el resumen de este Idilio, cuyo argumento es el mismo de la oda I de Anacreonte que empieza:
a

&\co

Tyeiv

Arpeida

y que Villegas ha traducido tan bien al castellano. Trascribo ntegra la version del poeta espaol:
Quiero cantar de Cadmo, Quiero cantar de Atridas ; Mas ay! que de amor solo, Solo canta mi lira. Renuevo el instrumento, Las cuerdas mudo aprisa; Pero si yo de Alcides, Ella de amor suspira. Pues, hroes valientes, Quedaos desde este da, Porque ya de amor solo, Solo canta mi lna

388

IDILIO

V.

1. H e preferido con Longepierre leer aqu otra vez Mooa en vez de Mopa, que es la leccin ordinaria defendida por muchos. 2. Se ve que algo falta, y que lo que nos conserv Estobeo es un fragmento y no un idilio entero.

389.

IDILIO

VI.

L a sencillez de este Idilio, que en el original es sumamente grata, parecei quizs prosaica los que lo lean en castellano: no era posible, sin una infidelidad innecesaiia importuna, aadirle adornos la moderna, y he preferido conformarme en todo al texto griego.

390

IDILIO

VIL

De Vspero dice Cicern en el libro I I de Natura Deorum: La estrella de Vnus, se llama en griego Phosphoros, y en latin Lucifer, cuando precede al Sol: cuando lo sigue la denominamos Hsperos, Homero, en la Iliada, libro X X I I : Vspero ms hermoso Que ninguna otra estrella es en el cielo Ctulo, Carm. Nupt: Oh Vspero Qu estrena Hay ai el cielo ms fulgente y bella? Este Idilio generalmente se atribuye Mosco.
1

391

IDILIO

VIII.

A la dificultad de hacer caber ocho hexmetros griegos en catorce endecaslabos castellanos encadenados por las severas reglas del soneto, se ha aadido la de hacer inteligibles lectores no versados profundamente en la mitologa, los conceptos que en este Idilio se expresan. N o me lisonjeo de haberlo conseguido, y pongo continuacin algunas notas que los aclararn. 1. Pisa eia la capital de Pisatis, en el Peloponeso; cerca de ella se celebraban los famosos Juegos Olmpicos. 2. E l rio Alfeo tenia y<*tiene an su origen en Arcadia, y despus de atravesar gran parte del Peloponeso, entra en el mar Jnico, por un conducto subtenneo, al Sur de Pisa. Esto dio margen la fbula que forma el asunto del presente Idilio. L a ninfa Aretusa, segn sta, fu trasformada en la fuente del mismo nombie, en Sicilia; y el rio Alfeo, enamorado de ella pesar de su metamorfosis, corria en seguimiento suyo bajo el mar. 3. Conforme esta creencia, airojaban los griegos en el Alfeo flores, olivas, etc., persuadidos de que irian salir la fuente Aretusa, llevados por el supuesto conducto submarino. C o m o el anterior, este Idilio generalmente se atribuye Mosco.

392

IDILIO

IX.

i Hermosa es esta invectiva contra V n u s por habernos dado luz un hijo tan cruel y pernicioso c o m o el Amor. L a genealoga que aqu nos da el poeta no est conforme con los mitlogos. L o s que le dan por madre Dione hacen Jpiter su padre. Cuando aparece como hija de la Mar, se le atribuye su nacimiento al impo ultraje que el ambi cioso Saturno hizo al Cielo, sea Urano, su padre. Comprense las cualidades que aqu se atribuyen Cupido con las que le asigna Mosco en el Idilio I.

NOTAS A LOS IDILIOS DE MOSCO.

IDILIO

I.

Finge el Poeta que V n u s anda buscando A m o r que se le ha escapado, y hace de su hijo una vivsima descripcin. E l Tasso la ha imitado entre los Italianos, y un poco Martnez de la Rosa en su poemita ' A m o r en venta." 1. C u a n d o alguna cosa se extraviaba, era costumbre de los antiguos enviar un piegonero, que daba las seas de lo perdido y prometa una recompensa al que indicara dnde se hallaba, ofreciendo un premio mayor al que lo llevara su dueo. E l original especifica lo que promete la Diosa de Citera. 2. Comprese el pasaje de Petronio en que se dan las seas de un joven de diez y ocho aos, por cuyo hallazgo se ofrecan veinticinco escudos. Presenta algunas dificultades aqu la leccin en el original. Y o he seguido los citicos que leen 'ixoffi (veinte) y no eixffi (indicios, imgenes), aunque peimitindome multiplicar el nmero por cinco, para hacerlo ms expresivo en castellano. 3. L a mentira y la doblez fueron siempre u n o de los principales caractersticos de A m o r entre los antiguos. Por eso (entre otras razones) tenan, c o m o axioma incontestable, que los juramentos amorosos carecan de fuerza, 394

NOTAS MOSCO.
4. Aldese los conocidos amores de Pluton con Proserpina. 5. Vanse en los Idilios de Tecrito, los muchos y variados amores de Vnus, herida casi siempre por los dardos de su hijo. 6. H a c e aqu alusin los amores de A p o l o con Dafne, cambiada en laurel, segn la fbula. Comprese el final del Idilio con los conse jos que en el libro I de la Eneida da V n u s A m o r con respecto Dido.

395

I D I L I O II

Europa, hija de Agenor, de Fnix, cautiv con su belleza al mismo Jupiter, quien para evitar los celos de Juno se trasform en un precioso toro, y logrando hacer que montara aquella sobre su espalda, se la llev travs del mar la Isla de Creta. Esta favorecida beldad dio despus su nombre la parte del mundo que fu conducida desde el Asia. E l bellsimo asunto del rapto de E u i o p a ha sido tratado de diversos modos por Horacio y otios poetas, y no pocos clebres pintores. E l presente Idilio, atribuido al piincipio Tecrito, es ahora reconocido por todos los crticos, como obra de Mosco. 1. Dividan los antiguos as el dia como la noche, en cuatro partes. Las de la noche eran llamadas por los Griegos cpvkaica y por los R o manos vigilia, con relacin las guardias militares. A q u usa el original de otra voz menos blica. N o es s u p r l u a la designacin de la hora en que tuvo Europa el sueo; pues entre los antiguos tenanse c o m o verdicos los que venian por la maana, diferencia de aquellos que, llegando en la primera parte de la noche, se atribuan causas meramente fsicas. 2. L a vivienda departamento de las mujeres, llamado yvvaineov, estaba colocado en la parte superior de la casa, para que, c o m o dice Eustacio, fuesen de acceso difcil. 3. H e aqu la genealoga ms comn de Europa:
Neptuno=Libia Bclo

Agenor=Telefaesa

Cadmo

Fnix

Clice

Europa

A q u parece Mosco atribuir F n i x la paternidad de Europa; pero, c o m o dice Xilandro, la palabra $OIVIHOS puede ser voz gentilicia, equivalente Agenor, rey de Fenicia. Y o cort el nudo en la traduccin) omitiendo el nombre del padre de Europa. 39
6

NOTAS MOSCO.
4. V n u s , que estaba ya tramando la aventura amorosa de Jpiter, prepara el terreno al Padre de los Dioses, enviando la vision que aqu se narra la inocente virgen. 5. A ms de la aventura amorosa, parece el sueo augurar, aunque oscuramente, Europa, la gloria que le aguardaba en la region opuesta Asia, que debia en lo porvenir llevar el nombre de la Virgen Fenicia. 6. Bien conocido es el estrecho de los Dardanelos, antes Helesponto, que separa Europa de Asia. D e la impresin profunda causada por los sueos hallamos frecuentes ejemplos en los antiguos escritores, y aun en los Libros Santos. E r a costumbre, como hace aqu la nia, rogar los dioses, y ms que todos al Sol, para que fuesen de buen agero las visiones que acababan de aterrados. 7 . C o m o hemos observado en el " E p i t a l a m i a de H e l e n a , " de T e crito, era costumbre universal entre las doncellas de alto linaje, el andar siempre seguidas por numerosa falange, de lo que podemos llamar damas de honor, A los templos, las diversiones, los ejercicios g i m nsticos, todas partes, en suma, las acompaaban, y eran por lo comn de la misma edad que su seora. 8. D o s rios de este nombre mencionan los gegrafos; pero ni el uno ni el otro son el Anauro, en cuyas aguas se baaba Europa, y debia estar en la Fenicia. 9. V a s e l o que de V u l c a n o dijimos en la nota 16 al Idilio I I de Tecrito. 10. Ms arriba est la genealoga de Europa. 1 1 . Observa un crtico que esta historia, por decirlo as genealgica, de la canastilla de Europa, sirve para probar su autenticidad; de la misma manera que hoy dia trazamos la historia de u n cuadro de M u rillo una estatua de M i g u e l n g e l , enumerando los dueos por que ha pasado, y los lugares y ocasiones en que se ha exhibido. 12. l o , hija d e Inaco, era sacerdotisa de Juno, y por su desgracia fu amada de Jpiter. Cuando ste vio que su divina esposa habia entrado en sospechas, trasform aquella en u n a vaca blanca y jur la diosa que era inocente. F i n g i sta creerle, y le pidi la vaca en regalo. N o pudo Jpiter negrsela, y la celosa Juno puso Argos custodiarla, y ste la at al tronco de una oliva. Libertada por Mercurio, no cesaron las iras de Juno, quien mand un tbano moscarda atormentar la infeliz. Agitada por el terrible insecto atraves el mar, que tom de ella el nombre de Ionio Jonio; anduvo errante por las llanuras de Uiria, subi al monte H e m o , y atraves el estrecho de Tracia, que por esto se denomin Bosforo. 13. Despus de otras muchas correras por Europa y Asia, lleg o al clebre Nilo, cuyas siete bocas son umversalmente conocidas, y en su ribera fu tocada por Jpiter y restituida su ser primitivo. 397

NOTAS MOSCO. 14. Mercurio, mensajero de los dioses, y de astucia sin igual, trat primero de robar l o (por orden de Jpiter) burlando la vigilancia de Argos. Pero ste, con sus cien ojos, escap de las asechanzas de aquel, quien tuvo que recurrir la fuerza, y lo mat con una piedra, de donde le vino el glorioso ttulo de Apysicpvrri, Matador de Argos. Los innumerables ojos de la vctima quedaron inmortalizados en las plumas del gallardo pavo real, que brot de su sangre, segn nuestro Poeta. Ovidio afirma la preexistencia del ave, y dice nicamente que los ojos de Argos fueron puestos en la cola de su pjaro favorito. U n a distraccin me hizo olvidar, al traducir esta'porcin del Idilio en los desiertos de Coahuila por donde la sazn pasaba, que fu una pedrada y no un mandoble lo que puso fin la vida del importuno vigilante. 15. Las nias casaderas llevaban ceida una faja, como prueba Schwebel con varias citas. E l motivo lo asigna Festo, en la voz Cingulum. Nova nupta prcingebatur ngulo, quod vir in ledo solvebat, /actum ex lana ovis, ut sicut illa in glomos subala conjuncta inter se sit, sic vir suus secum cinctus, vinctusque esset. Hunc Herculaneo nodo vinctum vir solvit ominis gratia; ut sic ipse felix sit in suscipiendis liberis, ut fuit Hercules, qui septuaginta iberos habuit. 16. L a planta que los Latinos denominaban tibia Phrygia, toma aqu su nombre de la Migdonia, parte de la Frigia Mayor. 17. Y a hemos visto en las notas Tecrito que las Nereides eran ninfas marinas, hijas de Nereo y Dris, y cincuenta en nmero. 18. L o s Tritones, deidades marinas tambin, eran hijos de Neptuno y Anfitrite, y servan al R e y de los Mares, de lo que podemos llamar "trompetas de rdenes." 19. Jpiter, inmediatamente despus de su nacimiento, fu enviado por Rhea, su madre, la isla de Creta, y confiado los Coribantes, que ocultndolo pudieron librarlo de la voracidad de Saturno. L o s hijos que por obra de Jpiter tuvo Europa, fueron Minos, Sarpedon y Radamanto. E l segundo, rey que fu de Licia, se distingui sobremanera en la guerra de T r o y a : el primero y el ltimo, en virtud de su insigne justicia, fueron nombrados, juntamente con a c o , jueces del Infierno. 20. Vase la nota 20 al Idilio I de Tecrito. ste 'es uno de los pasajes en que los Poetas parecen confundir las Horas con las Gracias.

398

IDILIO

III.

1. H e puesto amapolas en vez de anmona, siguiendo la costumbre de algunos traductores espaoles, por ser flor mucho ms conocida. Por la misma razn, he traducido avtfBov por hinojo, aunque no es precisamente el mismo. 2. Jacinto, hijo de Piero y de Clio, fu muerto violentamente por Zfiro. D e su sangre brot la flor que lleva su nombre, y el AI que se observa en sus hojas es el grito de Apolo, afligido por su muerte. T a m bin A y a x Telamn, despus de su suicidio, fu cambiado en la misma flor, quedando grabadas en sus ptalos las dos primeras letras del nombre del hroe. 3. U n o de los muchos nombres de Sicilia fu Trinacria, y sus habitantes se llamaron Trinacrios. Este retornelo en que se invita las M u sas de la isla habitada por Bion y sus alumnos prorumpir en llanto por el gran buclico, es graciossimo en el original. 4. Filomena, perseguida de muerte por su padre, causa de sus amores con Tereo, para escapar al furor de aquel, rog *los dioses la convirtieran en pjaro, y fu trasformada en Ruiseor. 5. Aretusa, ninfa amada de Alfeo, fu trasformada por Diana en una clebre fuente de Sicilia. 6. E l dialecto Drico fu usado de preferencia por los buclicos griegos. Por eso se habla tanto en este Idilio de la Musa Drica, del cantar Drico, de las fuentes Dricas, etc. 7. E l Estrimon era un rio de Tracia en que abundaban los cisnes. 8. E l Eagro era tambin rio de Tracia, y los Traces se llamaban tambin Bistonios. E n esas regiones fu donde Orfeo, despus de la prdida de su esposa Eurdice, recibi muerte cruel manos de las Bacantes. 9. Este hermoso pasaje ha sido imitado por Virgilio en la g l o g a V . 10. L o s Faunos Stiros, los Priapos y los Panes, eran divinidades campestres protectoras de los pastores; las Nyades eran ninfas que reinaban sobre las fuentes, rios y manantiales de agua dulce.

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NOTAS MOSCO. 1 1 . A l u d e probablemente al delfn que sac la playa el cadver del poeta Hesodo, cruelmente asesinado y arrojado al mar. 12. Alciona Alcinoa, esposa de Cis, se afligi tanto con la muerte de ste, acaecida en un naufragio, que se arroj al mar; los dioses por compasin la trasformaron en el pjaro conocido con el nombre de Alcin Martin Pescador, Crilo fu tambin trasformado en un pjaro marino, que muchos confunden con el alcin. 1 3 . Memnon, rey de Abidos, fu muerto por A q u l e s delante de Troya. Sus cenizas fueron cambiadas en pjaros, llamados Memnonides. 14. E s giaciossima esta invitacin las palomas, animal consagrado Vnus, quien Bion habia dedicado varias de sus composiciones. 15. Esta hiprbole fu imitada por Virgilio en la g l o g a I V . 16. L o s amores de Polifemo y Galatea eran tema favorito de los poetas buclicos. A q u paiece que se hace alusin algn Idilio de Bion que se ha perdido. 17. E l Mles, hoy rio de Esmirna, fu padre de Homero, por lo cual ste se llam tambin Melesgenes. 18. Ceo Ceos, una de las Cicladas, fu patria de Simonides. 19. Se cree que los,once versos siguientes fueron aadidos por Marco Musuro de Canda, para llenar la laguna que nos dej la prdida de los versos originales. 20. Ausonia era uno de los nombres de Italia. 21. Este pasaje fu imitado por Horacio, 1. 4, oda 7. 22. A l g u n o s han tachado de pueril este concepto. A m me parece uno de esos lamentos muy naturales cuando nos hallamos afligidos por la prdida de una persona ilustre y querida. 23. Orfeo, hijo de A p o l o y de la Musa Caliope, pulsaba la ctara con tal perfeccin, que por oirle, los rboles dejaban sus puestos, los ros detenan su curso y las fieas se reunian en torno suyo. Sinti tanto la muerte de su esposa Eurdice, que baj al Averno buscarla, y abland los Jueces infernales con la dulzura de su voz, hasta el grado que le concedieron su extraordinaria peticin. Sobre el descenso de Ulses los Infiernos vase la Odisea. 24. Proserpina, llamada tambin Hcate, era una ninfa siciliana que fu robada por Pluton y constituida reina del infierno. L o s Griegos continuaron llamndola: Ii.opr (en Drico Kopa) la Doncella por antonomasia. 25. H e preferido el nombre moderno de Mongibelo al de Etna, parecerme ms sonoro en castellano. por

400

IDILIO

IV.

Las desgracias inefables de Hrcules, perseguido por la Tierra y por el Cielo, dan ocasin Mgara su esposa, y Alcmena su madre, de lamentarse mutuamente. 1. D a Mgara su suegra el dulce nombre de madre en seal de reverencia y amor. sta, en su respuesta, le demuestra con sus cariosas palabras, que es digna de tan tierno dictado. 2. Hrcules, en un acceso de furibundo delirio, excitado por Juno, mat los tres hijos habidos en Mgara, Termaco, Creoncades y D e mocoonte, y aun su misma esposa, aunque aqu el Poeta la hace sobrevivir. D e las Parcas se ha hablado en la nota 1 7 al Idilio I de T e crito. L a s Furias eran tres: Alecto, Megera y Tisfone. 3. E r a tanto el poder atribuido por los gentiles A p o l o y Diana, sobre la vida de los hombres, que si mora un varn se imputaba A p o l o , y si una hembra Diana, la causa de su muerte. E l hermoso smil contenido en las octavas I V y V ha sido empleado por Virgilio y otros muchos poetas anteriores y posteriores al nuestro; pero como observa Pagnini, ninguno mejor que Mosco lo ha animado y caracterizado en todas sus circunstancias. 4. Era costumbre antiqusima, no solo de los Griegos, sino de m u chas otras naciones, el quemar en una pira los cuerpos de los difuntos. Fundbase este uso, segn el Arzobispo Eustacio, ad Iliad, lib. I, en la opinion generalizada entre los antiguos, de que el alma, purificada de este modo, se elevaba al cielo por medio de las llamas, como en un att vehculo, v Gran caso se hacia de las exequias, c o m o es bien sabido, y el ser privado de ellas era una de las desgracias ms temidas.

x^M -

5. E l territorio de T b a s en Beocia, de que tambin era parte Aonia, era famoso por sus pastos, que criaban magnficos potros. 6. Era Tirinto una ciudad fortificada del Peloponeso, donde H r c u les y su familia tuvieron por largo tiempo su residencia.

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SI

NOTAS MOSCO. 7. Tambin Tecrito afirma en este sentido que Hrcules tenia una alma corazn de bronce. 8. E n la Sagrada Escritura hallamos frases semejantes. Effusussicut aqua, dijo Jacob R u b e n ; y David, en el salmo x x i , describiendo los efectos de un dolor supremo, dice: Sicut aqua effusus sum. 9. Abundaban en el Istmo de Corinto los bosques de pinos, de cu yas ramas se tejian las coronas para los vencedores en los Juegos st micos. 10. E l dolor hace aparecer injusta la afligida Mgara, diciendo una suegra tan amorosa que solo su hermana puede consolarla. 1 1 . Recurdese que aunque Hrcules Ificles eran ambos hijos de Alcmena, el uno reconocia por padre Jpiter y el otro Anfitrin. iz. Comprese la frase de la Escritura: Sufficit dieimalitia sua. 13. E l jurar por Cres y su hija Proserpina era un adorno usual en la conversacin femenil. Las estatuas de Cres la representan grave mente vestida y con el espeso velo de una casta matrona. 1 4 . Nobe, orgullosa de sus catorce hijos, os preferirse Latona, que tenia dos tan solo. A p o l o y Diana vengaron el ultraje hecho su madre, matando con sus terribles dardos la prole de la orgullosa m u jer. Nobe llor tanto, que Jpiter, movido compasin, la trasform en mrmol. 15. Vase la nota 4 al Idilio X X I V de Tecrito. 16. Casi es innecesario hacer notar que el nombre del dios del fuego se toma aqu por el elemento mismo.
a

402

IDILIO

V.

Estobeo nos ha conservado este Idilio, que parece incompleto. R e presntase un pescador que, comparando la inseguridad del mar con la vida campestre, parece preferir la ltima al peligroso oficio de la pesca. i . Vase la nota i al Idilio I de Tecrito.

403

IDILIO

Vi.

1. L a ninfa E c o , q u e aqu se representa desdeosa hacia Pan, segn otros correspondi los amores del Numen campestre, y aun tuvo de l linge. 2. L o s Stiros eran divinidades agrestes, fogosos y enamorados; tenan alguna relacin con Baco, en derredor del cual los vemos veces formando coros y danzas. 3. Gran trabajo me ha costado este verso. H e borrado, enmendado, . cambiado metro, palabras, estilo, y aun no estoy satisfecho. Ojal q u e algn helenista me ayudara tiaducir mejor el ejuvxsr' fioifi que se lee en el original! Esta graciosa serie de amores n o correspondidos, ha sido imitada por Horacio en la oda X X X I I I , lib. I. 4. N o se olvide que el autor de este inmoral axioma es u n gentil, cuya religion estaba m u y lejos de reprobar semejantes mximas. U n concepto m u y parecido hallamos al fin del Idilio, X X I I I de Tecrito.

404

IDILIO

IX.

Graciossimo es este poemita, traducido imitado en casi todos los idiomas. U n erudito compatriota nuestro, en su disertacin sobre la poesa ertica de los Griegos, lo califica m u y duramente y trata de ta bernario su lenguaje. E s que no habia visto ms que una psima traduccin de tan lindo epigrama, y no recordaba la trasformacion de Jpiter en toro para poder celebrar sus bodas con Europa.

FIN DE LAS NOTAS.

405

INDICE.
pg.
Carta-Prlogo, D . Jos Mara R o a Barcena V

IDILIOS

DE

TEOCRITO.

IDILIO I.Trsis la Cancin I D I L I O II.La Hechicera I D I L I O III.Amarilis el Cabrero IDILIO I V . L o s Pastores I D I L I O V . L o s Caminantes IDILIO V I . L o s Cantores Buclicos IDILIO V I L L a s Fiestas Talisias el Viaje de Primavera I D I L I O VIII.Los Cantores Buclicos I D I L I O I X . E l Pastor los Vaqueros I D I L I O X . L o s Segadores I D I L I O X I . E l Cclope
IDILIO XII

*5 29 35. 43 57 6l 73 *3 8? 97
i o

IDILIO X I I I

Hilas
1 1

^
1

I D I L I O X I V . L o s Amores de Cinisca I D I L I O X V . L a s Siracusanas las Fiestas de Adonis I D I L I O X V I . L a s Gracias 6 Geron I D I L I O XVII.Panegrico de Tolomeo I D I L I O XVIIIEpitalamio de Helena I D I L I O X I X . E l Ladronzuelo de Panales I D I L I O X X . E l Vaquenllo IDILIO X X I Los Pescadores , I D I L I O X X I I . L o s Gemelos I D I L I O X X I I I E l Enamorado, sea el Desdichado en Amores I D I L I O XXIV.Hrcules N i o . . . I D I L I O X X V I L a s Bacantes
IDILIO X X V H IDILIO
v

"9 !35 143


I

55 l 3 7
l 6

l 6

l 6

73

191 " *97 209


2 2

I D I L I O XXV.Hrcules, Matador del Leon, la Hacienda de Augas

3*

X X V I U L a Rueca........

INDICE. Pg. IDILIO X X I X IDILIO X X X A la Muerte de Adonis Otra Traduccin del mismo 235 Ibid 239

IDILIOS D E BION D E ESMIRNA.


IDILIO I.Canto Fnebre de Adonis IDILIO I I IDILIO I I I IDILIO I V IDILIO V IDILIO VICledamo y Mirson IDILIO V I I IDILIO V I I I IDILIO I X 245 255 259 261 263 265 269 271 273

IDILIOS D E MOSCO D E SIRACUSA.


IDILIO I.Amor Fugitivo IDILIO I I E l Rapto de Europa IDILIO IIICanto Fnebre de Bion IDILIO IVLamentos de Mgara, Esposa de Hrcules IDILIO V IDILIO V I IDILIOS V I I y V I I I IDILIO I X 6 mas bien Epigrama.Amor arando 277 281 293 305 313 3'5 37 Ibid

NOTAS.
NOTAS los Idilios de Tecrito NOTAS los Idilios de Bion NOTAS los Idilios de Mosco 321 383 394

FIN DEL INDICE.

E R R A T A S N O T A B L E S EN E L T E X T O .

PGINA. 19 22 33 39 48 53 63 67 95 IOI 116 137 141 159 164 175 204 Ib. 207 210 223 229

VERSO. 3 1 20 12 6 10 9 4 4 2 10 11 2 2 21 12 12 19 22 18 4 ceniza plegu; "Dnde

DICE.
9

LASE. hermosa. " s como esperis, profanos, Pirro digo pace "Dnde extremo. acuesta, par , Megareses tienen narrar nosotras dolor canto! ceniza. plegu aquel Peneo erizse

Magareses

Sin poder nuestra rplica oir .

Sin poder nuestra rplica or

Las erratas que se hayan deslizado en el Prlogo las Notas, podr fcilmente corregirlas el lector, sin necesidad de indicacin especial.

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