El Combate de Punta Gruesa PDF
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21 de Mayo de 1879
a Esmeralda se haba situado a algunos doscientos metros de la playa, cerca del muelle del ferrocarril, en cuatro brazas de agua, y desde all diriga sus intiles tiros sobre el Huascar, que continuaba mantenindose a cerca de dos mil metros de distancia. Como si slo se tratara de un ejercicio, el comandante Prat segua desde su puesto la marcha de los proyectiles, haciendo en seguida afables observaciones a sus artilleros, ya para recomendarles que subiesen o bajasen el alza o rectificasen la puntera, ya aplaudindoles los disparos hechos con buena direccin y conveniente alcance.
a Covadonga, [La goleta Virgen de Covadonga , conocida tambin como Covadonga. Perteneci a la escuadra espaola, siendo capturada por Chile en el Combate Naval de Papudo. el 26 de noviembre de 1865. Con un desplazamiento de 630 toneladas. gacapa ] mientras tanto, continuaba mantenindose junto a la parte norte de la isla, a muy poca distancia de las peas que por ese punto avanzan hacia el mar, pero en un fondo de siete a ocho brazas de agua. Disparaba sus piezas con cunta celeridad se lo permita el incansable afn de sus artilleros, dirigindose de preferencia a la Independencia [La fragata
blindada Independencia, fue el primer buque blindado ordenado por la Marina de Guerra del Per y considerado uno de los ms modernos de su tiempo. Con un desplazamiento: 3.750 toneladas. gacapa ], situada un poco al sur y ms afuera que el Huscar, y por lo
tanto a unos mil quinientos o dos mil metros de los caones chilenos.
calculase bien las punteras. Y en efecto, hasta entonces, lo mismo que en la Esmeralda, ninguna, ni la ms pequea avera, haba venido a perturbar la tranquilidad de aquella especie de ejercicio a bala.
escondite vigilaba todos los movimientos de los buques chilenos, dio orden
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al oficial de seales del Huscar, teniente segundo don Jorge Velarde, para que saliese a cubierta a comunicar a la Independencia la orden de que persiguiese a la Covadonga.
El cumplimiento de esta disposicin cost la vida del pobre joven. Acompaado por un maestre de seales subi, en efecto, a la toldilla e
iz las flmulas del caso, que pronto fueron contestadas por la Independencia con la bandera de inteligencia que indicaba haberse tomado nota de la orden recibida. Pero como el Huscar en uno de los tantos movimientos que haca en la boca del puerto, se hubiese acercado a unos mil metros de la Esmeralda, los tiradores de las cofas de sta, que divisaban aquellos dos hombres sobre la cubierta del monitor y que estaban hartos de disparar contra zanjas y montculos, comenzaron a apuntar sus fusiles en aquella direccin, y con tan buen acierto, que el teniente Velarde caa herido de tres balazos, uno en la pierna, el segundo en el brazo y el tercero en el hombro.
Pero el buque siempre haca agua por las junturas, y ya desde ese
momento fue necesario poner gente a las bombas, a fin de que el peso de la embarcada no sumergiese ms el buque y aumentase con esto la filtracin. Adems, la mquina haba sufrido tambin mucho con el sacudimiento, y desde ese instante no pudo dar ya sino un andar mximo de tres millas por hora.
Con ojo tan perspicaz y pulso tan seguro eran dirigidos los movimientos
de la Covadonga, que en aquella peligrosa travesa pona Condell [Carlos Arnaldo Condell de la Haza, Valparaso, 14 de agosto de
1843 - Quilpue, 24 de noviembre de 1887. Marino chileno. Particip activamente en la Guerra contra Espaa y en la Guerra del Pacfico, 5
destacndose como hroe naval del combate de Punta Gruesa. En 1854 ingres a la Escuela Naval, al mismo tiempo que un grupo de jvenes que destacaran en la Marina chilena: Arturo Prat, Ignacio Serrano, Luis Uribe, Jorge Montt, Juan Jos Latorre entre otros, formaron el llamado posteriormente el "Curso de los Hroes" Durante la Guerra contra Espaa, Condell y Prat, entonces guardiamarinas de la corbeta Esmeralda, participaron bajo el mando del comandante Manuel Thompson, en el combate de Papudo. En reconocimiento, Condell ascendi a Teniente Segundo, y es consignado a la dotacin de la Covadonga, bajo el mando de Thompson. Condell particip en el combate de Abtao el 8 de febrero de 1866, siendo premiado por este hecho por el gobierno de Bolivia con una medalla de oro. Ascendi al grado de Contraalmirante el 17 de agosto de 1887, grado en que lo alcanz la muerte, acaecida en Quilpue, el 24 de noviembre de ese ao. Sus restos fueron llevados el 26 de noviembre, en una ceremonia sin precedentes, a la cripta de los Hroes Navales en Valparaso. gacapa. ] sus condiciones de habilsimo piloto, de jefe militar
sereno y valiente y de capitn de marina precavido y recelosos, que nada fa a la legendaria perfidia de las movibles ondas.
Carlos Condell
Un experto timonel, Jos Miguel Crcamo, colocado a proa de la nave, echaba sin cesar el escandallo y le cantaba el braceaje, sin que el comandante dejase de prestar viva atencin a cada una de las muchas indicaciones que le haca la plomada por medio de los lacnicos gritos del marinero. Al ceir el cabezo occidental de la isla fue la sonda marcando sucesivamente al fondo de diez, ocho, siete y seis y media brazas, [ 1 braza = 1,826 metros. gacapa] y mientras los espectadores de tierra y los marinos peruanos se figuraban que la Covadonga era ciegamente encaminada sobre las rompientes, exponindola a quedar enclavada en los arrecifes por hurtar el bulto a la poderosa Independencia, Condell, atento a la voz de: seis brazas y media! dada por el sondador, desviaba un poco la proa de su buque para mantenerlo constantemente en una hondura de siete y media a ocho brazas. Con semejantes precauciones dobl el arco formado por la costa occidental de la isla a no mayor distancia que cincuenta metros de las reventazones de los bajos, y con las mismas continu cindola por su parte sur en direccin ala vecina playa de Cavancha.
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Tan atrayente era el espectculo que ofreca aquella caza, que los
mismos marinos de la acosada Esmeralda no podan apartar de l los ojos.
fusilera. Con el corazn oprimido, y olvidando en esos momentos nuestra propia y apurada situacin, hacamos votos porque la Covadonga salvara de las peas que parecan erizarse a su paso, y porque la Independencia, por uno de esos acasos providenciales, se fuese sobre ellas y quedase all varada.
espritu viendo cmo saban pelear los peruanos y cmo se rendan los chilenos?
suficiente ngulo de tiro, y en el acto partan los proyectiles a chocar contra los flancos del blindado, que no siempre tenan la suerte de recibirlos en la parte invulnerable de su casco. Los tiros ms certeros eran saludados con alegres dianas, y esto mantena a la tripulacin en un estado de espritu tan ajeno a todo temor, y aun a toda desconfianza, que ms bien que la saa y el coraje de una lucha desesperada y desigual, reinaba a bordo de la caonera la alegra y el entusiasmo de un da de fiesta y de bureo.
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creyeron desde los primeros momentos que nuestros buques no tardaran en pedir gracia. As, el jefe de estado mayor del ejrcito del sur acantonado en Iquique coronel don Antonio Benavides, en el parte que pasa al general Buenda sobre los sucesos del 21 de mayo, le dice textualmente que al ver que la Covadonga hua hacia el sur perseguida por la Independencia pens que ira a guarecerse a la caleta de Molle. Creyndose entonces que all sera rendida, agrega, di orden al batalln Cazadores del Cuzco nmero 5 de lnea marchara inmediatamente sobre esa playa a fin de tomar los individuos que pudieran desembarcar, huyendo de los fuegos de nuestra fragata. No sucedi as, etc...
Y tan no sucedi que la tropa que iba en marcha por la playa, y que era
observada con sorda desde la Covadonga sirvi (parodiando las palabras del jefe peruano) para recoger los individuos de la Independencia que desembarcaron, huyendo de los fuegos de nuestra caonera.
Pero tales y tan inesperados son los azares de la guerra cuando todo se
fa al nmero y a la fuerza y nada a la inteligencia, al valor y al patriotismo.
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1880, fue Capitn de navo peruano, que particip en la guerra del Pacfico. Ingres de guardiamarina en 1854, en la armada britnica, ya que su padre, John More, era ingls que se haba casado con la peruana Dolores Ruiz. Bajo su mando, la Independencia se perdi en el Combate Naval de Punta Gruesa, el 21 de mayo de 1879 y tuvo que volver por tierra hasta Iquique junto con los nuevos sobrevivientes. No se le permiti el mando de otras unidades y para compensar su error, que costara la prdida de la mitad del podero naval del Per, fue designado a cargo de las defensas en el Morro de Arica. Falleciendo durante la batalla del Morro. gacapa.] por cortarle el
paso y acabar pronto con la goleta chilena. La Independencia a veces avanzaba imperiosa, a veces se detena de repente. Ya procuraba interponerse entre nuestro buque y la costa, lo cual era por cierto, imposible para su mucho calado, ya se haca mar afuera, y desde mil quinientas y dos mil metros de distancia disparaba sobre la Covadonga repetidas andanadas por uno y otro de sus costados.
Pero lo peor de todo era que los nutridos disparos de la fragata erraban
siempre el blanco, y lo erraban de una manera vergonzosa.
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descendencia. gacapa] que serva la pieza del centro, como Orella, que estaba a cargo de la de proa, dirigan a la fragata certeros tiros. Aunque los proyectiles no podan perforar el blindaje de sta, los dos distinguidos cabos de can se ingeniaron de modo que algunas granadas estallasen sobre la cubierta enemiga, causando, ya que destrozos en el casco, serias bajas en la tripulacin, y aqu de las dianas, de las dianas, de los hurras y de la alegra.
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palo mayor y del trinquete, el azote de los alambres iba a herir en las piernas al contramaestre Serapio Vargas, que falleci quince das despus en el hospital militar de Antofagasta, y de menor gravedad al guardin segundo Federico Osorio, al ingeniero segundo Ramn Orellana, al marinero segundo Jos Salazar y al soldado Domingo Salazar.
En tan grave apuro se vea obligado Condell, a optar por el que juzgaba
menor de los dos peligros, esto es, afrontar los fuegos de la Independencia, que haban sido hasta entonces tan inciertos. Y como en esos momentos el blindado peruano se haca mar afuera a fin de tomar impulso, Condell aprovech esta circunstancia para alejarse tambin de la amenazadora ensenada y evitar de este modo que le fusilasen su gente desde tierra.
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entre la Covadonga y la costa, logrando as realizar sin ningn esfuerzo el plan que hasta entonces haba asediado el espritu de Moore.
- Seor Orella: deje la gente suficiente para el servicio de las piezas, y que venga todo el mundo a rechazar el abordaje.
Pronto pudo verse que slo a esto ltimo era debido el fracaso del
esperado choque. Moore estaba ahora empecinado en atacar al espoln. En vano lo convidaban aquella faja de seiscientos metros de agua y aquel profundo fondo a que volviese a su tctica primitiva que ahora por excepcin, apareca acertada. No, seor, era preciso espolonear.
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A bordo de la Covadonga las esperanzas renacieron. Moore, despus de haber dedicado todo su anhelo durante largas horas
de persecucin, a arrojar de su derrotero a lo largo de la costa ala pequea Covadonga, a fin de tomar l ese lado con su buque y empujar a la goleta chilena mar afuera, olvid por completo su proyecto en los momentos mismos de poder ejecutarlo con ventaja y, sin pensar sino en lucir su manejo de espoln, no se preocupaba ahora de otra cosa que de partir en dos a la Covadonga
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Al ver Moore este nuevo fracaso cobr nuevos bros para repetirlo (ya
no pensaba ni por asomos en su plan de interposicin) y deteniendo la marcha de su obediente fragata trat de virar de nuevo hacia fuera.
Los artilleros enemigos trataron por dos o tres veces de acercarse al gran
can de proa, que al parecer estaba cargado, pero los tiradores de la toldilla de la Covadonga echaron al suelo a varios y los restantes, pretextando quiz que el choque de la balas chilenas eran ms peligroso que el espoln peruano, emplearon la misma tctica de echarse de barriga al suelo que para el primer caso les haba enseado su comandante.
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Pronto el hermoso blindado, que en buenas manos pudo ser un arma tan
terrible, se alej de nuevo hacia el oeste.
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Pero los arrebatos del comandante Condell no era, como los de Moore,
una especia de deshecha y creciente tormenta que fuera oscureciendo a cada instante ms los horizontes de su inteligencia; eran, por el contrario, fugases y luminosos lampos que mantenan avivada en su pecho la inextinguible llama de su bravura y de su patritica fe. As, lejos de dejarse deslumbrar por ellos, sino, por el contrario, conservando intactas su pericia marinera y su persecucin de hbil piloto, al mismo tiempo que pareciendo arrancar de su fuego una brillante chispa que aguzaba ms y ms su claro ingenio, gobernaba su timn con vigilante cautela, se enseoreaba su mirada del camino que deba recorrer, y pona de nuevo atento odo a las indicaciones del escandallo, [ Escandallo: Pieza de plomo de forma algo cnica que unida a un cabo llamado sondaleza sirve para medir la profundidad. En la base del escandallo hay una oquedad que se llena de sebo para tomar muestras del tipo de fondo. La sondaleza est marcada con nudos y cintas para medir la profundidad. gacapa.] traducidas por el timonel Crcamo, quien, descansando durante el paso por frente a la caleta de Molle, no vagaba ahora un instante en la tarea de lanzar con certera mano la plomada a algunos metros delante de la proa de la goleta.
fortuna tan loca, tan increble y tan constante que pudiera navegar por entre escollos y rompientes sin tomar minuciosas y a cada instante renovadas precauciones, hemos de confesar, sin embargo, que la imaginacin popular, tan dada a veces a crear hroes y reputaciones por cualquier lance afortunado, aunque sea sencillo y natural, no dio ni quiz ha dado nunca a esta verdadera hazaa nutica de Condell todo el precio a que por su magnitud y sus detalles se ha hecho acreedora. Por eso es necesario insistir en que slo la habilidad, la previsin, la acabada pericia del comandante chileno pudieron impedir que su nave encallase diez veces a lo menos en toda la extensin de aquel largsimo trayecto. No cabe en los lmites de lo que puede llamarse la fortuna el salvar constantemente y a cada paso ilesa la Covadonga de todo aquel rosario de peligros.
guarnicin en sus puestos y los timoneles a la rueda. Las ametralladoras de las cofas asomaban tambin por entre los improvisados reductos de coyes sus bruidos caones, mientras el enorme espoln de la fragata, que era el arma formidable cuyo exclusivo manejo se haba reservado el furioso Moore, pareca ensayar su cortante filo en partir con estrpito las tumultuosas ondas para penetrar, ms templado y ms diestro, en los flancos de la fugitiva.
La Independencia haba encallado sobre la roca. Hubo un instante de solemne silencio. Los tiradores de la goleta chilena
suspendieron sus tiros y hasta el aliento.
Eran las 12,25. El lejano caoneo sostenido hasta haca quince minutos
por el Huscar y la Esmeralda haba cesado por completo. La Esmeralda descansara ya en paz en el seno de los mares. Y sumergida sta, era lo ms natural que el Huscar acudiera en el acto a ver por qu la poderosa Independencia se demoraba tanto en echar a pique a la Covadonga.
Pues si esto era as, como lo fue en realidad, qu derecho podan alegar
los tripulantes de la Independencia para ser considerados como nufragos?.
Aquel fuego era un insolente desafo. Irse sin contestarlo, una falta de
atrevimiento y valor.
enviaron sobre la cubierta de la rumbaba nave sendas granadas, que estallaron con ronco estruendo y sembraron de destrozos y de muertos sus contornos. Las pequeas piezas de a 9 vomitaban al mismo tiempo matadora metralla. Moore y los tripulantes de la Independencia se haban sostenido hasta entonces con valenta, pero no era hroes. Y el fuego de la Covadonga continuaba. Determinaron, arriar su pabelln.
Y lo arriaron. Eran las 12.35 Entonces Moore subi al puente, y desde all, afirmado en la barandilla
del costado de estribor que daba frente al de la Covadonga, comenz a agitar un pauelo blanco en seal de sumisin. Dos oficiales asomados a las portas del mismo costado, gritaban: -Estamos rendidos, no nos tiren ms! En esos momentos se oy la voz de Moore, que gritaba desde el puente, por medio de su bocina de mando: - Estamos rendidos Mndenme un bote [Parte oficial. Pascual Ahumada. Tomo I, Cap.VII p. 297 gacapa] Condell, no casaba de examinar cuidadosamente el norte con su anteojo. De repente divis un humo sospechoso junto al cabezo de la isla de Iquique. Poco despus una proa asomaba su cortante espoln. Era el Huascar.....
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