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El Papado Wylie

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El Papado Es El Anticristo

UNA DEMOSTRACIN Por Rev. J. A. WYLIE, LL.D.


GEORGE MGIBBON, 53 ROSE STREET.
Copyright 2000 de la traduccin: Adolfo Ricardo Ybarra y Julio Jos Ybarra

1888.

El Papado Es El Anticristo
UNA DEMOSTRACIN
Por

Rev. J. A. WYLIE, LL.D.


AUTOR DE "HISTORIA DEL PROTESTANTISMO", "HISTORIA DE LA NACIN ESCOCESA", ETC. GEORGE MGIBBON, 53 ROSE STREET. A LOS REV. LOS MINISTROS DE LA IGLESIA DE ESCOCIA, CON LAS Felicitaciones de Mr. JOHN HOPE

31 MORAY PLACE, EDIMBURGH. 1888.


Copyright 2000 de la traduccin: Adolfo Ricardo Ybarra y Julio Jos Ybarra. Este texto se encuentra registrado () y no puede ser almacenado en BBS o sitios de Internet sin el permiso expreso de los titulares del derecho. Este texto no puede ser vendido ni puesto solo o con otro material en ningn formato electrnico o impreso en papel para la venta, pero puede ser distribuido gratis por correo electrnico o impreso. Debe dejarse intacto su contenido sin que nada sea removido o cambiado, incluyendo estas aclaraciones.

PREFACIO. La siguiente demostracin est apoyada sobre bases nada estrechas. Sus dos postulados, igual que dos postigos, nos dan entrada en el edificio pero ellos no son sus fundamentos. La entera Economa de la Redencin, y el entero curso de la Historia, son los amplios cimientos sobre los cuales el argumento est basado y construido; y el autor humildemente propone que ste no puede ser derribado, o que la conclusin a la que se arribe no puede ser puesta a un lado, sin dislocar y convulsionar la estructura tanto de la Revelacin como de la Providencia. La misma lnea de prueba que establece que Cristo es el Mesas prometido, inversamente aplicada, establece que el sistema Romano es la Apostasa predicha. En la vida de Cristo vemos lo inverso de lo que el Anticristo debe ser; y en la profeca del Anticristo se nos muestra lo inverso de lo que Cristo debe ser, y fue. Y cuando nosotros colocamos al papado entre ambos, y lo comparamos con cada uno de ellos, encontramos por un lado que es el perfecto inverso de Cristo como lo vemos en su vida; y, por otro lado, encontramos que es la perfecta imagen del Anticristo como nos es mostrado en las profecas acerca de l. Concluimos, por lo tanto, que si Jess de Nazaret es el Cristo, el Papado Romano es el Anticristo.

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CONTENIDO. CAPTULO I. El Trmino "Anticristo" CAPTULO II. El Anticristo Retratado Antes De Su Nacimiento CAPTULO III. El Anticristo: Un Enemigo Bajo Una Mscara CAPTULO IV. El Anticristo No Es Un Ateo Ni Un Comunista CAPTULO V. Los Dos Misterios De La Biblia CAPTULO VI. Despliegue de los Dos Misterios CAPTULO VII. El Pastor Llega A Ser Un Monarca: Diez Siglos De Trepar CAPTULO VIII. El Rey con las Tres Coronas: El Vicario CAPTULO IX. El "Todo Poder" de Cristo y del Anticristo. CAPTULO X. "Seales y milagros" de Cristo y del Anticristo CAPTULO XI. Las "seales y milagros" de Terror del Anticristo. CAPTULO XII. Todo Engao De Iniquidad CAPTULO XIII. La Culminacin del Paralelismo: Una Entronizacin CAPTULO XIV. La Usurpacin del Anticristo sobre los Reyes y Naciones CAPTULO XV. El Anticristo Se Exalta A S Mismo Sobre Dios
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CAPTULO XVI. Hombre de Pecado e Hijo de Perdicin CAPTULO XVII. El Anticristo: su Destino CAPTULO XVIII. No Es Coincidente la Semejanza?

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SINOPSIS. CAPTULO I. El Trmino "Anticristo" Los dos Postulados: 1. El Apstol Juan llama a la Apostasa: el "Anticristo", 2. El Papa se llama a s mismo Vicario de Cristo, "Anticristo" en Espaol significa Vice-Cristo, es decir: un Cristo falsificado, La Disimulacin, una cualidad fundamental en el Anticristo, Probado con este test, el Atesmo y el Comunismo no pueden ser el "Anticristo", Tampoco puede serlo el Mahometismo, etc., Slo El Papado llena todas las condiciones demandadas, Paralelismo entre el Cristianismo y el Anticristianismo, CAPTULO II. El Anticristo Retratado Antes De Su Nacimiento El Anticristo retratado antes de su nacimiento, Plenitud y completitud del cuadro, Retrato de Pablo de l [del Anticristo], El Retrato de Daniel y Juan de l concuerda con el de Pablo, Pablo: el intrprete de los smbolos de Daniel y Juan, La profeca de Pablo en 2 Tesalonicenses 2:1-11, citada, CAPTULO III. El Anticristo: Un Enemigo Bajo Una Mscara Precisin y plenitud de la profeca de Pablo, Consecuencias prcticas de esta discusin: ella comporta el que continuemos o abandonemos la guerra contra el papado?, Qu es el Anticristo?, Un enemigo bajo la mscara de un amigo, ste es el verdadero significado del trmino "Anticristo", Prueba de ello de los escritores clsicos, Usado por ellos para designar uno que ocupa el lugar de otro, Uso de la palabra por nuestro Seor, Uso de la palabra por Juan, 1ra y 2da Epstola, Un gran Anticristo que vendra despus de unos pequeos, Juan lo llama un engaador y un mentiroso, Opiniones del Arzobispo Trench y el Dr. Chalmers, Refutacin de la opinin del Dr. Trench, CAPTULO IV. El Anticristo No Es Un Ateo Ni Un Comunista El Anticristo no es un Ateo ni un Comunista, l debe necesariamente llevar un carcter eclesistico,
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y una pretendida amistad, Debe haber un Cristo antes de que pueda haber un Anticristo, Disimulacin un elemento fundamental en el carcter del Anticristo, CAPTULO V. Los Dos Misterios De La Biblia Fotografa de Pablo del Anticristo, Ella concuerda en cada rasgo con el Papado, La clave de su profeca: "el misterio de iniquidad", La frase sugiere una organizacin de portentosa maldad, La profeca inspeccionada desde este punto central, Los dos grandes "misterios" de la Revelacin, Qu es el "misterio de la piedad"? No meramente el desarrollo de un sistema, sino de una persona, Debemos dar el mismo alcance de interpretacin a ambos misterios, El "misterio de iniquidad" es tambin el desarrollo de una persona, El "misterio de la piedad" se desarrolla en Cristo, el "misterio de iniquidad" en el Anticristo, CAPTULO VI. Despliegue de los Dos Misterios Paralelo trazado entre los dos misterios, La "obra" del misterio de iniquidad, Obrando como levadura, o semilla, o traicin, Obra del misterio de la piedad, Se desarroll en el curso de las edades, Result al final en Dios manifestado en carne, El misterio de iniquidad se desarroll con las mismas etapas, Estaba ya trabajando en los das de Pablo, Estaba trabajando en las religiones paganas, Finalmente se desarroll en las Siete Colinas, CAPTULO VII. El Pastor Llega A Ser Un Monarca: Diez Siglos De Trepar Diez siglos de trepar, El pastor llega a ser un monarca, Una idea proseguida por trece siglos, La predicha "Apostasa", Corrupcin de la antigua Iglesia Romana, Preparativos para el advenimiento del "Hombre de Pecado", 1ro El Emperador abandona Roma, 2do Los Obispos reclaman superioridad sobre los Presbteros, 3ro Surgimiento de cinco grandes Patriarcados, 4to El obispo Romano llega a ser el primer Patriarca, 5to Donacin (falsificada) de Constantino, 6to Decretos (falsificados) de Isidoro, 7mo Arribo de las naciones Gticas a Italia, 8vo Vasallaje de obispos al Papa, 9no El Palio hecho obligatorio para los obispos, 10mo Las rdenes monsticas y Winfrid, 11mo Las Cruzadas, CAPTULO VIII. El Rey con las Tres Coronas: El Vicario
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Un rey con tres coronas, El Papa aspira a la Soberana temporal, Conduce al Emperador Griego fuera de Italia, Expulsa a los Lombardos por la ayuda de las armas Francesas, Expulsa a los Vndalos y Ostrogodos y toma sus territorios, El Papa as llega a ser un monarca temporal, Un Papa de audaz ambicin: Hildebrando, Inocencio III y su grandeza El Paralelismo no se completa hasta que termina en un trono. CAPTULO IX. El "Todo Poder" de Cristo y del Anticristo. Otro punto del paralelo: la pretensin de milagros, Paralelo entre los "dos advenimientos", El advenimiento de Cristo es con la verdad, el del Anticristo con falsedad, Cristo viene con "todo poder", el Anticristo con la semblanza de todo poder, El poder de Cristo, El pretendido poder del Anticristo, Su poder como es pintado por Daniel, Su poder como es descripto por Juan, Homenaje rendido a l por las naciones, El poder del Anticristo visto en la historia, Su poder como plenamente desarrollado en Inocencio III, CAPTULO X. "Seales y milagros" de Cristo y del Anticristo Otro punto en el paralelismo; "seales y milagros", El advenimiento de Cristo fue con milagros, El advenimiento del Anticristo fue con milagros, El Papado profesa haber hecho todos los milagros que Cristo hizo, Milagros de la Iglesia de Roma, Milagros del Anticristo: milagros mentirosos, Sus realizaciones espirituales: milagros mentirosos, Regeneracin bautismal, etc., etc.: milagros mentirosos, CAPTULO XI. Las "seales y milagros" de Terror del Anticristo. Seales y milagros de terror del Anticristo, l trae "fuego" desde el cielo, Terrores del entredicho Papal, Sesenta y cuatro emperadores y reyes depuestos por los Papas, El rey Robert Bruce excomulgado, Ejemplo de bula de excomunin, Excomuniones descriptas por escritores Papales como "centelleantes rayos", Cuadro de una excomunin Papal, Las guerras comenzadas por Gregorio VII, y continuadas con breves intervalos hasta 1688, "Bullum Coenae Domini", Esta bula est hasta ahora en vigor y promulgada, El poder de deponer todava es reclamado por la Ley Cannica y lo papas, El "cuerno pequeo" de Daniel, CAPTULO XII. Todo Engao De Iniquidad
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El todo engao del Papado, Sagacidad de un nuevo orden, El engao del Papado va ms all que el del Paganismo, El Papado falsifica todas las funciones de la Iglesia de Cristo, Falsifica la arquitectura u orden de la Iglesia, La Iglesia fundada en una persona: Cristo, El Papado fundado en una persona: Pedro, El engao de la Curia Romana, Cmo Roma compra y vende hombres de estado, Ella da los nombres ms santos a los ms no-santos hechos, Sus sacramentos, indulgencias, etc., el engao de iniquidad, El "engao" de su moral, La obra maestra de Satn, CAPTULO XIII. La Culminacin del Paralelismo: Una Entronizacin El Paralelismo culmina en una entronizacin, El "impedimento" en el camino del Anticristo, Ese "impedimento" conocido por los Tesalonicenses, Ese "impedimento": el Csar Romano, Pronosticado que Cristo se sentara en el trono de David, Ese trono tres veces trastornado, entonces viene Shiloh, El Anticristo habra de sentarse en el trono del poder del mundo, Ese trono repetidamente trastornado, y entonces el Anticristo vino, Ambos "misterios" culminan en un trono, Las gradaciones ascendentes o etapas en los dos misterios comparadas, Desde la Cuna al Trono, La entronizacin de Cristo en el Cielo, La entronizacin del Anticristo en la tierra, CAPTULO XIV. La Usurpacin del Anticristo sobre los Reyes y Naciones El Anticristo se exalta a s mismo sobre los magistrados, Los magistrados son llamados dioses en la Escritura, Cristo como Mediador puesto sobre todos los reyes y naciones, El Papa como Vice-Cristo reclama una supremaca igual, Ejemplos histricos de Papas que han esgrimido esta supremaca, Los Papistas mandaron no perseguir hasta que fueran capaces de hacerlo,

CAPTULO XV. El Anticristo Se Exalta A S Mismo Sobre Dios El Anticristo se sienta en el templo de Dios, Este templo significa la Iglesia Cristiana, Esto descarta todos los Anticristos meramente civiles y polticos, Los aos de la vida del Anticristo a ser contados en siglos, La idea de un Anticristo un solo hombre: inadmisible, El Papa pretende ser Dios, Pruebas de la Ley Cannica y de las Decretales, El Papa pretende hacer todo lo que Dios hace, CAPTULO XVI. Hombre de Pecado e Hijo de Perdicin
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El "Hombre de Pecado" en contraste con el Hombre de santidad, El Papado ha comerciado con el pecado, Todo lo que toca lo convierte en pecado, El Declogo, los Sacramentos, etc., los convierte en instrumentos de pecado, Un segundo Jeroboam que ha hecho pecar al Israel del Nuevo Testamento, El Papado el "Hijo de Perdicin", El nombre tomado prestado de Judas, El Papado, igual que Judas, ha traicionado al Cristianismo, Perdicin: la obra y la herencia del Papado, Dondequiera que vaya trae la perdicin con l, CAPTULO XVII. El Anticristo: su Destino La dualidad en el destino del Anticristo, Consumicin lenta y sbita destruccin, La consumicin comenz en la Reforma [Protestante], La Biblia Abierta y la predicacin pblica lo han estado "consumiendo", Su final destruccin con fogonazo de rayo, Cuadro de la quema de la ciudad Papal, en Apocalipsis 18, La piedra arrojada en el ocano, CAPTULO XVIII. No Es Coincidente la Semejanza? Coincide la semejanza?, Sentimos que Pablo pinta al natural, Cada rasgo es exacto, y la semejanza no coincide con ningn sistema excepto el Papado, Sumario de las pruebas, La mscara arrancada, o el Apstol cado, Slo el Cristianismo tiene su paralelismo o falsificacin, Un formidable enemigo y la armadura apropiada,

***** El Papado Es El Anticristo


CAPTULO I. El Trmino "Anticristo" No iremos muy lejos en esta discusin; ni es en lo ms mnimo necesario hacerlo as. Los materiales para una recta decisin sobre la cuestin ante nosotros estn a la mano. El Apstol Juan, hablando de la Gran Apostasa que se levantara en el Cristianismo, llama a sta el "Anticristo". Y el Papa ha tomado para s mismo, como el nombre que mejor describe su oficio, el ttulo "Vicario de Cristo". Todo lo que requeriremos como las bases para nuestro argumento son esos dos hechos aceptados, a saber, que Juan llama a la "Apostasa", el "Anticristo", y que la cabeza del sistema Romano se llama a s misma "Vicario de Cristo". El Papado mantiene en su nombre la llave de su significado. Nosotros haremos uso de esa llave para abrir su misterio y su verdadero carcter. El Papado no puede quejarse si adoptamos esta lnea de interpretacin. Nosotros no hacemos ms que usar la llave que l ha puesto en nuestras manos. El Apstol Juan, lo hemos dicho, hablando de la apostasa, la venida de la cual l predice, la llama el "Anticristo". Y tambin hemos dicho que el Papado, hablando a travs de su representante y cabeza, se llama a s mismo el "Vicario de Cristo". La primera, "Anticristo", es una palabra griega, la segunda,
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"Vicario", es una palabra espaola; pero las dos son en realidad una, porque ambas palabras tienen el mismo significado. "Anticristo", traducido al espaol es "Vice-Cristo", o "Vicario de Cristo"; y "Vicario de Cristo", traducido al griego es "Anticristo" Antichristos. Si nosotros podemos probar esto y el uso ordinario de la palabra por aquellos para quienes el griego fue su lengua materna, es decisivo en el punto no tendremos dificultad en mostrar que ese es el significado de la palabra "Anticristo", siempre un "Vice-Cristo". Y si es as, entonces, cada vez que el Papa reclama ser el Vicario de Cristo, l consiente ante el tribunal del mundo que l es el "Anticristo". Ms an, esto limpiar nuestro camino y simplificar nuestra discusin. Porque, ntese esto, si "Anticristo" significa un "Vice-Cristo" es decir, uno que viene en el lugar de Cristo el engao, la disimulacin, la falsificacin, debern ser un elemento esencial en su carcter. Y en cualesquieras personas o sistemas en que estas caractersticas fundamentales no aparecen, no podremos encontrar al "Anticristo", cualquiera que pueda ser su oposicin general a Cristo y al Cristianismo, o cualquiera otra caracterstica del Anticristo que puedan poseer. Ellos pueden tener cada una de las otras caractersticas por las cuales la profeca ha descripto al notable adversario de Cristo y su Evangelio, sin embargo, careciendo de esta caracterstica fundamental, su pretensin a esta preeminentemente maligna distincin no puede ser admitida. Esto nos habilita a descartar sumariamente y de una sola vez a una hueste de anticristos que han sido inventados por personas que se han dejado llevar por su imaginacin, en vez de haber seguido algn principio sano de interpretacin proftica. La causa del Papado se ve beneficiada por los falsos comentarios y las erradas interpretaciones de la Escritura que interponen un Pseudo-Anticristo entre el [Papado] y la Profeca, la cual despliega contra el [Papado] un registro tan negro, y hace pender sobre l un tan terrible destino. Supondremos que un ateo o un infiel ha sido trado al estrado para responder a la acusacin de ser el Anticristo. l, [el ateo], ha manifestado una satnica malignidad contra el Evangelio, y ha trabajado hasta lo mximo de su poder para destruirlo. l ha blasfemado a Dios, aborrecido a Cristo, ridiculizado, vilipendiado, y perseguido a todos los que profesan su nombre, y sobre esa base se ha asumido que l es el Anticristo. El caso no es imaginario. Los ateos y burladores en anteriores pocas, Voltaire y Paine, en antiguos tiempos, comunistas y pantestas en nuestro propio da, han sido todos enlistados como el Anticristo. Bien, supongamos que uno u otro de estos notoriamente malignos personajes o sistemas han sido trados al estrado, con la acusacin de ser el "Adversario" predicho por Juan, "Quin eres t?", dice el Juez. "Eres tu el Vice-Cristo? Has hecho una profesin de Cristianismo y bajo este pretexto buscas destruirlo?". "No!", replica el acusado, "No soy una falsificacin. A Cristo y su evangelio los odio, pero yo soy un abierto enemigo y no peleo bajo una mscara". Volviendo a la semejanza trazada por Pablo y Juan acerca del gran rival y oponente de Cristo, y encontrando la caracterstica sobresaliente y esencial del retrato ausente en el acusado, el Juez sera constreido a decir: "Yo no encuentro probada la acusacin, vete por tu camino; t no eres el Anticristo". Entre los sistemas opositores, el Mahometismo se acerca ms que ningn otro al Anticristo de la Biblia; sin embargo ste se encuenta muy lejos de l. Mahoma no desaprob la misin de Jess; al contrario, l profes honrarlo como un profeta. Y muy de la misma manera lo hacen sus seguidores que todava sienten un afecto hacia Cristo. Pero el Islam no profesa ser una imitacin del Cristianismo. Cualquier falsificacin que pueda ser descubierta en el Mahometismo es parcial, y es ensombrecida cuando es colocada al lado de la atrevida, definida, marcada falsificacin del Romanismo. Requiere un violento esfuerzo de la imaginacin aceptar al Mahometismo, o, de hecho, cualquier otro Ismo conocido como un Vice-Cristo. De todos los sistemas que hayan estado sobre la tierra, o que estn ahora sobre ella, slo el Romanismo cumple con todos los requerimientos de la profeca, y exhibe todas las caractersticas del Vice-Cristo; y esto lo cumple con tal completitud y exactitud que habilita al hombre que permita ser guiado por las afirmaciones de la Palabra de Dios por un lado, y por los hechos de la historia por el otro, decir inmediatamente: "ste es el Anticristo". Lo que hemos dicho est pensado para mostrar las lneas sobre las cuales proseguir nuestra demostracin. Deberemos trazar el paralelismo entre sus respectivas cabezas, Cristo y el Papa, a lo largo de la lnea entera de sus carreras. En este paralelismo reposa la esencia de lo que es el Anticristianismo y desde luego la fortaleza de nuestro argumento. Esta falsificacin es tan exacta y completa, que ha desviado al mundo en la creencia de que ella es el
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Cristianismo, y lo ha desviado al desperdicio de no pocas generaciones, a la desestabilizacin y al derribo de reinos, a la atrofia del entendimiento humano, y a la prdida de millones de almas inmortales.

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CAPTULO II. El Anticristo Retratado Antes De Su Nacimiento Es remarcable que la ms clara, ms plena y ms viviente descripcin del Anticristo que poseemos es aquella que fue dada de l antes de que surgiera. El Papado si se nos permite anticipar que l ser el objeto de las siguientes pginas de demostracin el Papado ha estado 12 siglos en existencia, y durante todos esos siglos, ha sido uno de los principales actores en el mundo: ni el tiempo ni la oportunidad le han faltado para mostrar su espritu y sus metas. El registro de sus hechos yace abierto ante el mundo, y el que se apresura puede leerlo; y despus de tan larga, y podemos aadir: tan nefasta relacin con l, podra suponerse que ahora seramos capaces de dar una ms plena y ms verdadera descripcin del mismo que cualquiera que pudiera posiblemente haber sido dada antes de que viniera [el Papado] a la existencia. Sin embargo no! Incomparablemente, la ms viviente descripcin del Papado que existe, es aquella que fue dada por Pablo en el primer siglo, cuando escribi a los Cristianos Tesalonicenses, la cual damos abajo. La de Pablo no es la nica descripcin del Papado en las pginas de la Biblia. Daniel, siglos antes, ha vislumbrado el surgimiento de este sistema, en imgenes de grfica vivacidad y dramtica grandeza. Un poco despus de Pablo, Juan, en smbolos igualmente majestuosos y temibles, predijo el advenimiento del mismo poder. La visin fue redoblada a causa de que la cosa era segura. Pablo vino en medio de esas dos profecas dos, sin embargo una sola como su inspirado intrprete. l no emple ni figuras ni smbolos, sino que en palabras llanas pero solemnes, levant el velo y dej al descubierto el infernal origen y el carcter satnico de ese poder, el cual, cuando l escribi, estaba tan cerca, que los Cristianos a quienes dirigi su epstola podan casi or el sonido de sus pasos aproximndose, y ver la sombra que ya haba comenzado a ser proyectada sobre la Iglesia y el mundo. Citamos el pasaje de 2 Tesalonicenses 2:1-11:

2:1 EMPERO os rogamos, hermanos, cuanto a la venida de nuestro Seor Jesucristo, y nuestro recogimiento a l, 2:2 Que no os movis fcilmente de vuestro sentimiento, ni os conturbis ni por espritu, ni por palabra, ni por carta como nuestra, como que el da del Seor est cerca. 2:3 No os engae nadie en ninguna manera; porque no vendr sin que venga antes la apostasa, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdicin, 2:4 Oponindose, y levantndose contra todo lo que se llama Dios, o que se adora; tanto que se asiente en el templo de Dios como Dios, hacindose parecer Dios. 2:5 No os acordis que cuando estaba todava con vosotros, os deca esto? 2:6 Y ahora vosotros sabis lo que impide, para que a su tiempo se manifieste. 2:7 Porque ya est obrando el misterio de iniquidad: solamente espera hasta que sea quitado de en medio el que ahora impide; 2:8 Y entonces ser manifestado aquel inicuo, al cual el Seor matar con el espritu de su boca, y destruir con el resplandor de su venida; 2:9 A aquel inicuo, cuyo advenimiento es segn operacin de Satans, con grande potencia, y seales, y milagros mentirosos, 2:10 Y con todo engao de iniquidad en los que perecen; por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos. 2:11 Por tanto, pues, les enva Dios operacin de error, para que crean a la mentira;

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CAPTULO III. El Anticristo: Un Enemigo Bajo Una Mscara A fin de introducirnos en nuestro tema, hemos dado por sentado que el sistema descripto por Pablo en el pasaje que hemos acabado de citar es el Papado. Esta es la cosa a ser establecida. Ahora procederemos a probarlo, y previendo que mostraremos sobre buenos y concluyentes fundamentos que el sistema descripto por Pablo es la apostasa Romana, y que este es el mismo sistema que Daniel y Juan han retratado bajo imgenes simblicas, se seguir que uno que admita que la Biblia es la Palabra de Dios y que Pablo escribi por la inspiracin del Espritu Santo, debe creer que el Papado es decir, la apostasa Romana es el Anticristo de la Escritura. Este no es un punto de mera especulacin. Esta es una cuestin que va asociada a grandes asuntos prcticos. Esta investigacin tiene por objeto la determinacin del verdadero significado de una importante parte de la Palabra de Dios, incluso la mejor mitad de sus profecas, ms an, en esta cuestin debe descansar el veredicto que hemos de pronunciar sobre esa sociedad que se llama a s misma "la Iglesia", como tambin las revelaciones en las cuales hemos de afirmarnos para ello. Y de esto tambin debe depender si abandonaremos o continuaremos ocupando el terreno que hemos estado acostumbrados a considerar como nuestra divina y central posicin en nuestra guerra con el Papismo; o si ms bien, no deberamos poner fin a esta guerra y confesar que hemos estado peleando todo el tiempo bajo un error. Quin es el Anticristo? Para la correcta respuesta a esta pregunta nos ayudar si determinamos primero: Qu es el Anticristo? El Anticristo es un enemigo que hace guerra al Hijo de Dios. De eso no hay ninguna duda. Pero cul es la forma de esta guerra? Y bajo qu carcter el Anticristo la lleva adelante? Hace l la guerra abiertamente, o la pelea bajo una mscara? Toma el campo como un abierto rebelde y declarado enemigo, o viene como un amigable adherente que profesa brindar apoyo y ayuda en la causa que en realidad busca minar y destruir? Para determinar este punto, miremos el significado de la palabra Anticristo como fue empleada en la Escritura. El lector ver que el trmino es un compuesto, constituido de dos palabras: "anti" y "Cristo". El nombre es uno de nueva formacin; estando compuesto, parecera, para este verdadero enemigo, y por su etimologa expresando ms exactamente y perfectamente su carcter de lo que podra hacerlo cualquier palabra ms vieja. La cuestin precisa ahora delante de nosotros es sta: Cul es el sentido preciso de "anti" en esta conexin? Designa a un enemigo que dice abiertamente y verdaderamente: "Yo estoy contra Cristo"? O designa a alguien que dice de manera verosmil pero falsa: "Yo estoy en favor de Cristo"? Cul de estos dos? Para determinar esto, miremos a la fuerza dada a este prefijo por los escritores, tanto en la literatura clsica, como en la Santa Escritura. Primero: los antiguos escritores clsicos. Por ellos, la preposicin "anti" es frecuentemente empleada para designar un substituto. Este es, de hecho, un uso muy comn de ella entre los escritores clsicos. Por ejemplo: anti-basileus, es aquel que es el locum tenens [suplente] de un rey, o como nosotros diramos virrey, teniendo en este caso anti la fuerza del trmino castellano vice [virrey equivale a vice-rey]. Aquel que ocupaba el lugar del cnsul era antihupatos, pro-cnsul. Aquel que tomaba el lugar de un invitado ausente en una fiesta era llamado antideipnos. La preposicin es usada en este sentido para el mismo Gran Sustituto. Cristo se nos dice que se dio a si mismo como un antilutron, un rescate en el lugar de todos. El uso clsico no requiere de nosotros darle nicamente un sentido a esta palabra y restringirla a uno que nicamente busca abiertamente y por la fuerza sentarse en el lugar de otro, y por usurpacin violenta hacer que la autoridad de otro termine. Estamos en libertad de aplicar sta a uno que se sita en el oficio de otro bajo la mscara de la amistad; y mientras que profesa apoyar sus intereses, trabaja para destruirlos. Esto nos deja libres para tornarnos al uso de la palabra en la Escritura. El Anticristo aparece primero a la vista en el discurso de Nuestro Seor registrado en Mateo
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24:24 y Marcos 13:22. "Porque falsos cristos (pseudochristos) y falsos profetas se levantarn, y mostrarn seales y maravillas para seducir, si fuera posible, an a los escogidos". Nuestro Seor verdaderamente no usa la palabra "Anticristo", pero s la que es casi su sinnimo "pseudo-Cristo". No obstante, las personas cuya venida l predice estn en la lnea del Anticristo; ellas pertenecen a la misma familia, y su abarcante caracterstica es el engao, manifiestamente ellos no son enemigos abiertos, sino pretendidos amigos; ellos son "falsos cristos y falsos profetas", y como tales son precursores de aquel Gran Anticristo que los suceder, y en quien han de encontrar su ms pleno desarrollo y final consumacin. Ellos buscarn por medio de "seales y maravillas", falsos desde luego, obscurecer la gloria de los verdaderos milagros de Cristo, debilitar la evidencia de su Mesianismo que surge de esos milagros, y arrastrar a los hombres lejos de l, y [arrastrarlos] tras s mismos. El otro lugar en el Nuevo Testamento en el cual se hace referencia al Anticristo son las primera y segunda epstolas de Juan. La idea que Juan presenta del Anticristo est exactamente en armona con aquella de Nuestro Seor. Juan lo observa en el disfraz de un Engaador. "Hijitos", dice Juan (primera epstola 2:18), "este es el ltimo tiempo: y como vosotros habis odo que el Anticristo vendr, an ahora hay muchos Anticristos". Despus de este anuncio de un especial y gran Anticristo, inmediatamente despus de esos Anticristos menores que haban ya arribado, y que estaban urgiendo con sus reclamos la atencin del mundo, Juan se aproxima para ver ms de cerca al gigante que se levantara despus de que esos enanos se hubieran ido. l nota prominentemente una caracterstica suya [del gran Anticristo], y sta es la falsedad. El Anticristo, dice Juan, ha de ser un engaador (versculo 22). "Quin es el mentiroso sino el que niega que Jess es el Cristo? ste es el Anticristo que niega al Padre y al Hijo". "Las palabras de San Juan", dice el Arzobispo Trench, "me parecen decisivas en el asunto, de que la resistencia, y el desafo a Cristo, y no la falsa apropiacin de su carcter y oficio, es la marca esencial del Anticristo" (Synonyms of the New Testament, por R. C. Trench, B.D., p. 120 Cambridge and London, 1854). Tal es la opinin del Dr. Trench; pero l no da fundamentos para ella; y nosotros no podemos imaginar ninguno [ningn fundamento que apoye la afirmacin de Trench]. Nosotros extraemos la conclusin exactamente opuesta a partir de las palabras del Apstol, incluso que la "falsa apropiacin de su carcter y oficio" es una marca esencial del Anticristo. "El es un engaador" dice Juan. Si l viniera atrevidamente y verdaderamente abogando para s mismo ser el enemigo de Cristo, cmo sera l un engaador?, si l admite sin encubrimiento sus impos designios de derribar a Cristo, con qu verdad puede decirse de l que es un engaador? Pero tal es el carcter llanamente atribuido a l [al Anticristo] por Juan en su segunda epstola versculo siete: "Porque muchos engaadores han entrado en el mundo, que no confiesan que Jesucristo ha venido en la carne. ste es un engaador y un Anticristo". Claramente la exgesis, o ms bien la suposicin, del Dr. Trench es inadmisible. El Dr. Chalmers no tuvo dificultad en ver al sistema Romano en la "apostasa" predicha por Pablo. Nosotros lo encontramos diciendo en sus Lecturas de la Escritura: "Slvanos, oh Seor, de apostatar, no sea que tengamos parte en la perdicin que aguarda en la Gran Apostasa. Nosotros mantenemos que la usurpacin de Roma est evidentemente sealada, y por lo tanto mantengamos nuestra distancia, y mantengamos nuestra resuelta protesta contra sus grandes abominaciones". (Sabbath Scriptura Reading del Dr. Chalmers, vol. I., p. 310. Edimburgh. 1848). El Arzobispo Trench estuvo desviado, esto puede ser, por la fuerza del trmino niega. "ste es el Anticristo que niega al Padre y al Hijo". Pero el que no confiesa cuando l es llamado a hacerlo as, niega. Tal es el uso de la palabra en estas aplicaciones a travs de todo el Nuevo Testamento. Tal es el uso que Juan hace en este mismo pasaje. "Porque muchos engaadores han entrado en el mundo, que no confiesan que Jesucristo ha venido en la carne". Es claro que el Anticristo, como es descripto por Nuestro Seor y por su Apstol Juan, ha de llevar una mscara, y ha de profesar una cosa y hacer otra. l ha de entrar en la Iglesia como Judas entr en el jardn, profesadamente para besar a su maestro, pero en realidad para traicionarlo. l ha de venir con palabras de paz en su boca, pero con la guerra en su corazn. l ha de ser una falsificacin de Cristo: una semejanza de Cristo estampada en un metal. l ha de ser una imitacin de Cristo, una cercana, ingeniosa, y astuta imitacin, la cual engaar al mundo por generaciones, excepto
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nicamente a aquellos que enseados por el Espritu Santo sern capaces de ver a travs del disfraz y detectar al enemigo debajo de la mscara del amigo.

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CAPTULO IV. El Anticristo No Es Un Ateo Ni Un Comunista El Anticristo, entonces, es una falsificacin. Pero esta sola marca no es suficiente para identificar como el Gran Apstata a la persona que la lleva. Todo engao en religin es Anti-Cristiano; las otras marcas deben venir juntas con sta para garantizarnos poder decir que hemos encontrado a aquel preeminentemente maligno, y que hemos encontrado esa portentosa combinacin de toda maldad que ha de constituir el Anticristo. Sin embargo esta marca [de que el Anticristo es una falsificacin] nos habilita a testear ciertas teoras que han sido propuestas sobre este tema. Si el Anticristo debe necesariamente ser un engaador (un falso cristo) entonces ningn ateo o cuerpo de ateos puede ser el Anticristo. Ningn pantesta o cuerpo de pantestas puede ser el Anticristo. Ellos no son engaadores; ellos son enemigos abiertos. Ellos hacen guerra en desafo a Dios y a Cristo, y bajo la declaracin de que no hay tal persona como la que afirma la Biblia que llena el oficio de Mediador y Salvador del mundo. Ellos mantienen que el asunto entero es una invencin de sacerdotes. El Anticristo no osa hacer tales aseveraciones. Esto sera fatal para l. Si afirmara que el Cristianismo es una fbula, y una completa impostura, l cavara una fosa bajo sus propios pies. l negara el mismsimo primer postulado en su sistema; porque debera primero haber un Cristo antes de que pudiera haber un Anticristo. Y esta marca no menos hace que nos limitemos a rechazar la teora que ha sido propuesta con mucha vehemencia y alguna plausibilidad, de que el Anticristo es un personaje poltico, o potentado, algn terrorficamente tirnico y portentosamente maligno rey, que ha de venir, y por un breve espacio devastar el mundo por las armas, ese es un Anticristo completamente diferente de aquel Anticristo que ha sido predicho en las profecas. l podr asemejarse, ms an, sobrepasarlo en abierta violencia, pero carece de la profunda disimulacin bajo la cual el Anticristo ha de cometer sus atrocidades. La furia del mero tirano es derramada indiscriminadamente sobre el mundo en toda su extensin; la furia del Anticristo es concentrada en un particular objeto y en una particular causa; tampoco podr decirse con alguna propiedad que el tal tirano se sienta en el "Templo de Dios", la silla sobre la cual el burlador de Cristo se deleita en mostrarse a s mismo. La profeca absolutamente rehusa el ver en cualquiera de esas teoras la conjuncin nica y el sistema culminante de hipocresa, blasfemia, y tirana que ella ha predicho. Hasta aqu estamos ayudados en nuestra bsqueda. Porque cuando somos capaces de poner a un lado algunos de los falsos anticristos venimos ms cerca del avistamiento del verdadero. Volvemos ahora a la profeca de Pablo, y estaramos ciegos, verdaderamente, si despus del estudio de ella, estuviramos en alguna duda acerca de quien es el parecido que se proyecta hacia nosotros desde esta remarcable prediccin.

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CAPTULO V. Los Dos Misterios De La Biblia El nombre Anticristo, es verdad, no ocurre en esta profeca; ello no es necesario, Juan ha dado el nombre. Pablo nos lo presenta con su descripcin. l retrata al Anticristo con un poder, una verdad, una seguridad y plenitud que no ha dejado nada que suplementar, y mucho menos que corregir o enmendar, para los dieciocho siglos que han pasado desde entonces. Las pinceladas con las cuales este retrato es hecho son pocas, pero cada una es un relmpago iluminador, y cada miembro y caracterstica del terrible coloso queda revelada. Pablo no pint este retrato y lo dej como un enigma para dejar perplejas y desconcertar a las futuras generaciones. Con la historia en nuestras manos no hay lugar para un momento de duda sobre
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ello. Desde que Pablo escribi, ha habido solamente un sistema al cual este retrato puede ser aplicado. Se aplica en cada detalle, como la fotografa concuerda en cada rasgo con el rostro viviente del cual fue tomada; pero no concordar con otro sistema que ahora est o que estuvo sobre la tierra, como tambin la fotografa concordar no con cualquier rostro sino con el mismo que fue estampado sobre la placa del artista. As claramente el espritu de profeca previ la venida del Anticristo, y as confiablemente capacit a Pablo para describirlo. La llave de esta profeca est en el sptimo versculo: "Porque ya est obrando el misterio de iniquidad" [2 Tesalonicenses 2:7]. "El misterio de iniquidad!" Esta frase es una impresionante. No es simplemente iniquidad sino "el misterio de iniquidad". Desde el tiempo cuando la primer transgresin en el Edn abri las puertas para la su entrada, la iniquidad nunca ha estado ausente de la tierra. La historia no es otra cosa que un compungido relato de iniquidades. Pero ahora una nueva poca estaba por ser abierta en la carrera del mal. Una hasta ahora sin precedentes e inaudita organizacin de iniquidad estaba por aparecer. La frase "misterio de iniquidad" sugiere una secreta y terrible conspiracin para pecar, entre entes de varios rangos y facultades, y quizs tambin de varias naturalezas. No una mera serie de actos aislados, sino un sistema diestramente construido, con las varias partes primorosamente ajustadas unas a otras, y sus uniones trabajando moldeando un producto de tremendo carcter maligno, sobrepasando lo que cualquier anterior generacin haya presenciado. Ese "misterio" era como no divulgado an, pero estaba an entonces, cuando Pablo escribi, viajando hacia la luz, y sera revelado a su debido tiempo. "El Misterio de Iniquidad" Este es nuestro verdadero mirador, desde donde podemos observar sobre el pasaje entero. Cuando es chequeada desde esta posicin, la profeca de Pablo ser vista teniendo una amplitud de significado y una profundidad de importancia tan honda como es de vasto su alcance. Nos aventuramos a pensar que la altura y profundidad de esta profeca no ha sido todava muy exactamente medida, o su significacin plenamente establecida. Qu es el "misterio de iniquidad"? La frase sugiere otro: el "misterio de la piedad". Pablo escribiendo a Timoteo dice (1er Epstola, cap. 3. 16): "Y sin contradiccin, grande es el misterio de la piedad". Esas dos frases permanecen nicas en la Biblia. Nosotros no leemos sino una sola vez del "misterio de la piedad", y una sola vez del "misterio de iniquidad". Ellos son los dos preeminentemente grandes misterios de la Revelacin. Ellos permanecen uno contra el otro: el "misterio de iniquidad", modelando su carcter exterior y semblanza sobre el "misterio de la piedad", hacindolo su patrn, hasta que finalmente el "misterio de iniquidad" presenta en s mismo al mundo una perfecta imitacin y falsificacin del "misterio de la piedad". Viendo que los dos misterios permanecen tan relacionados uno con otro, un misterio interpreta al otro. Debemos dar la misma altura y profundidad, el mismo largo y ancho, al uno y al otro, tanto como el origen y carcter diverso de los dos lo permitan. Preguntamos, entonces: Cul es la idea precisa del Espritu Santo en la frase el "misterio de la piedad"? Denota la frase simplemente ese sistema de verdad espiritual que Dios ha estado desarrollando durante las sucesivas edades del mundo, que ahora finalmente se levanta plenamente manifestado en el Evangelio? A no dudarlo, esto es parte del "misterio de la piedad", pero no es el todo, ni es de hecho la parte principal del mismo. El "misterio de la piedad" no es solamente el desarrollo de un sistema, es el desarrollo de una persona. As lo define el apstol: "Y sin contradiccin," dice l, "grande es el misterio de la piedad: Dios ha sido manifestado en carne". Fue el desarrollo gradual de ciertos grandes y sobrenaturales principios y verdades a travs de smbolos, profecas y personas tipificantes, hasta que finalmente ellos alcanzaron su completo desarrollo y plena manifestacin en la persona del Hijo de Dios. El "misterio de iniquidad", que permanece junto y contra el "misterio de la piedad" como su paralelo y
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falsificacin, debe ser igual a ste igual a ste en tener su fuente fuera del mundo, igual a ste en su lento y gradual desarrollo, e igual a ste en su culminacin final. De ste, tambin, podemos decir que no es el desarrollo de un sistema solamente, es el desarrollo de una persona. Es la reunin conjunta de todos los principios del mal, y el agrupamiento de ellos en una organizacin o hueste, y su corporizacin final en una persona representante o cabeza: el Anticristo. l habra de ser el gran resultado de la apostasa, no su mera cabeza ornamental, sino su ejecutivo. l habra de guiar sus consejos, inspirar su poltica, ejecutar sus decretos; en resumen, l habra de ser el rgano a travs del cual sus terribles poderes seran puestos en prctica. A sta nosotros tomaremos como la idea rectora en el pasaje. Exactamente igual que el "misterio de la piedad" no es meramente la manifestacin del sistema de la piedad, sino la manifestacin de Dios mismo, as el "misterio de iniquidad" no es meramente la manifestacin del sistema de iniquidad, sino la manifestacin de la persona o autor de la iniquidad. La profeca trae ante nosotros dos misterios, el uno la falsificacin en todos los puntos del otro. Tenemos un agente invisible, Dios, detrs de uno; tenemos un agente invisible, Satn, detrs del otro. Tenemos un misterio culminando finalmente en una encarnacin: "Dios fue manifestado en carne". Vemos al otro en igual manera culminando en una encarnacin, en un sentido menos estricto; porque todos sus principios se concentran y se muestran al mundo a travs de su cabeza viviente sobre la tierra, el Anticristo. Podemos an ir ms lejos y decir que hay una encarnacin real del espritu y la mente de Satn en el "misterio de iniquidad", como la hay del espritu y mente de Dios en el "misterio de la piedad". Y como en Cristo Dios y el hombre se encuentran; as en el Anticristo, su falsificacin y rival, el humano y el sobrehumano se encuentran y actan juntos: hombre terrenal y arcngel cado.

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CAPTULO VI. Despliegue de los Dos Misterios El apstol habiendo trado esos dos misterios al escenario, y mostrndolos a nosotros presentndose frente a frente, contina trazando el paralelo entre los dos. Este paralelo es claramente discernible en cada etapa de su carrera. El apstol lo traza primero en su surgimiento; segundo, en su venida; y tercero, en su pleno y completo desarrollo. Sigamos el paralelismo, paso a paso y etapa por etapa. En su surgimiento: "Porque ya est obrando el misterio de iniquidad" [2 Tesalonicenses 2:7]. Estaba ya en existencia, sus energas estaban en movimiento, pero trabajaba en secreto, y era inaudible al mundo. Trabajaba como la levadura lo hace en la harina, la cual se mantiene silenciosamente fermentando la masa hasta que todo ha sido fermentado. Trabajaba como la semilla lo hace en el suelo, la cual germinando en las tinieblas, rompe el terrn, estalla en la luz, y recibiendo un acceso de fortaleza desde el sol y el aire, germina el tronco y al final culmina en flor y fruto. El misterio de iniquidad trabaj como trabaja la traicin. Los conspiradores se encontraron en cnclave secreto, ellos concertaron sus planes desconocidos para el mundo, hablaron en voz baja, pero sus proyectos a la larga maduraron, y ahora ellos salen a la luz del da, y proclaman en los tejados lo que han empollado en las tinieblas. As trabaj el "misterio de iniquidad". As, tambin, trabaj el "misterio de la piedad". An en esta etapa inicial de los dos misterios trazamos una similitud entre ellos. Pensemos cuanto tiempo el Evangelio trabaj antes de que resultara en la encarnacin del Hijo de Dios. Por edades y por generaciones el Cristianismo fue un misterio oculto. La redencin del hombre por medio de la encarnacin del Hijo de Dios fue un secreto profundamente oculto en los consejos de Dios en la eternidad, y an despus de que el tiempo hubo comenzado su curso permaneci largo tiempo como un secreto desconocido al mundo. Poco a poco este misterio se revel a s mismo. Primero, la idea de la encarnacin fue hecha conocer dbilmente. En la primer promesa, fue hecha mencin de la "simiente de la mujer", y sobre esta obscura insinuacin fue construida la esperanza
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de un Libertador, y esa esperanza transcurri en las etapas con la raza. La idea de la expiacin fue seguidamente revelada en la ordenacin del sacrificio, el cual tambin, con la esperanza que est expresada y sustentada, lleg hasta el extremo de la corriente del tiempo. Seguidamente un completo sistema de adoracin ceremonial fue instituido, para revelar la inminente redencin en la amplitud de sus bendiciones. Todava el velo estaba sobre sta. sta permaneci ante el mundo como un tipo. All surge una ilustre serie de augustos personajes, quienes fueron precursores o tipos de Cristo. Ellos exhibieron ante la iglesia los oficios que su encarnado Salvador habra de cumplir, y el trabajo que l habra de ejecutar. All se levant una orden de hombres profticos que lo prefiguraron como el Gran Maestro. All se levant una orden de hombres sacrificiales que lo prefiguraron como el nico Sacerdote. All se levant una orden de hombres reales que lo prefiguraron como un Monarca, y un Monarca que habra de ser ms alto y poderoso que cualquiera de los monarcas de la tierra. Los Reyes de la Casa de Jud lo prefiguraron como brotando de una casta real, y el heredero de un trono al cual todas las naciones serviran, y ante el cual todos los reyes se inclinaran. As trabaj el "misterio de la piedad", desplegando y todava desplegndose a medida que las edades avanzaban el tipo creciendo cada vez ms claro, y la profeca cada vez ms plena hasta que al final el "misterio" sali de detrs del velo, y se levant ante el mundo, perfeccionado, finalizado, y plenamente revelado en la persona de Jess de Nazaret, el Cristo "Dios manifiesto en la carne", y centrado en su persona, y fluyendo de ella, a travs de su vida y ministerio y muerte, como los rayos del sol, estaban todas las gloriosas doctrinas del evangelio. De la misma manera el "misterio de iniquidad" se mantuvo viajando, por las mismas etapas hacia el da de su revelacin final. No fue la produccin de una sino de muchas edades. La apariencia del mundo cambi: grandes imperios que haban llenado la tierra con su gloria y la cargaron con su opresin, descendieron al sepulcro. Surgieron cultos con sus poderosas jerarquas y grandiosos ceremoniales, y cuando sus das se cumplieron desaparecieron, dejando solamente templos arruinados y altares desiertos para contar que ellos haban una vez existido. Pero el "misterio de iniquidad" como si fuese inmortal, igual que el ser que lo inspir, rehus sucumbir a esas conmociones. Mantuvo su curso sobre tronos quebrantados y altares profanados, siempre avanzando hacia la elevada meta donde se mostrara a s mismo a las naciones y sera la maravilla de todos los que habitan sobre la tierra. Silenciosamente y furtivamente este "misterio" prosigui su curso. Por edades y por generaciones fue tambin un misterio oculto. Pablo nos dice que estaba obrando en su da. Esto nos garantiza poder decir que el Anticristo haban nacido entonces, y estaba haciendo la prueba de sus poderes infantiles. El mundo no oa su trabajo, pero Pablo, por el espritu de profeca s lo oa, y son la alarma ante la iglesia. Los Gnsticos y otros maestros de error que haban surgido en el mundo tan temprano como en los das de Pablo, fueron Anticristos, y especialmente aquellos que propagaban el engao de que fue un fantasma el que los Judos aprisionaron, y crucificaron en el Calvario. Ellos parecan admitir la misin de Cristo, sin embargo subvirtieron la gran finalidad de su venida negando su encarnacin, y, en consecuencia, la entera obra de la redencin. Pero, aunque esos maestros fueron anti-Cristianos, ellos no fueron el Anticristo. Despus de ellos, Pablo dio advertencias de que vendra uno mucho ms grande que ellos, "el cordn de cuyos zapatos ellos no eran dignos de desatar". Ellos fueron Anticristos atrofiados y malformados; su sistema de error fue inmaduro, y su poder de ataque despreciable, comparado con ese plenamente crecido anti-Cristianismo que se levantara en das posteriores, y dira al mundo: "Yo soy el Cristo", y bajo esa bandera hara guerra contra el verdadero Cristo. Ms an, ya antes del da de los apstoles el "misterio de iniquidad" ha comenzado a obrar. Desde el principio Satn haba hecho correr la lnea de error paralela a la lnea de la verdad. l haba sido un cercano observador del plan de Dios desde el principio, y l lo hizo su modelo sobre el cual formar el suyo propio. Nunca el Divino plan avanz una etapa sin que Satn hiciera un avance correspondiente en su plan, tan semejante al otro como fuera posible hacerlo en todos los aspectos exteriores, pero esencialmente antagnico en principios y en espritu. Satn ha sido un falsificador desde el principio. Aun en los tiempos del Paganismo nunca se mostr como un adversario declarado, o haciendo abierta guerra. l jams estableci un sistema de Atesmo. l permiti que la gran idea de un Dios fuera recibida en el
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mundo Pagano; pero tuvo el cuidado de interceptar la influencia de esa gran verdad en el corazn y la vida seduciendo a los hombres para la adoracin de "muchos dioses", y esos dioses en la propia semejanza del hombre. l estableci altar contra altar, sacerdocio contra sacerdocio, y sacrificio contra sacrificio; magnific y embelleci su ritual en el mundo pagano hasta que pareciera un no indigno rival del divinamente instituido ceremonial sobre el Monte Moriah.

Ms an, l envi por delante pioneros para mantener viva la expectacin en el mundo pagano de algn Grande por venir. l mostr al mundo un colosal cuadro del Anticristo mientras todava estaba lejos. Porque, qu fueron los Csares, reyes y sacerdotes del mundo Romano, sino tipos de aquel ms terrible poder, temporal y espiritual, que sera depositado en la silla de los Papas? Esa colosal imagen l la mantuvo plena ante la vista del mundo, hasta que hubiera arribado la "plenitud del tiempo" para la aparicin del Anticristo, y entonces retirara la imagen, y traera al frente la gran realidad: el "Hombre de Pecado" que entonces vendra a su pleno nacimiento, aunque no an en su plena estatura, y l le encontrara una sede y trono sobre las Siete Colinas.

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CAPTULO VII. El Pastor Llega A Ser Un Monarca: Diez Siglos De Trepar Comenzando su carrera en los das de Pablo, no fue sino hasta el siglo trece que el "Hombre de Pecado" alcanz su madurez, y estuvo en pie plenamente crecido ante el mundo. Durante todas esas edades, l se mantuvo expandindose ms alto y ms alto, apilando apropiacin sobre apropiacin, y prerrogativa sobre prerrogativa, hasta que al final, se levant hasta una altura desde la cual miraba hacia abajo no solamente sobre todas las iglesias, sino sobre todos los reyes y reinos. l reclam ser el nico obispo del mundo y el nico monarca del mundo. En el primer siglo es visto como el humilde pastor, cuya nica preocupacin es alimentar al rebao, y que no tiene en vista ninguna corona salvo aquella que al jefe de los pastores pueda placerle darla a l en su aparicin. En el siglo trece es visto como un poderoso potentado, quien se eleva con su pie plantado en cada trono y reino de la Cristiandad. l escribe de s mismo como un "Rey de Reyes", y pretende por derecho divino administrar todos los asuntos de la tierra. Si exceptuamos al Cristianismo, no hay un ejemplo similar en la historia de que algo al principio tan pequeo, llegara a ser al final tan grande. Trescientos Papas y ms son vistos, uno tras otro, constantemente prosiguiendo esta idea, sin descansar alguna vez en sus esfuerzos o sin apartarse del objetivo. Cada uno en sucesin toma el plan desde el punto donde sus predecesores lo dejaron, y lo llevan a la prctica una etapa ms cerca de su consumacin. Por trece centenas de aos hasta el fin, vemos la empresa impulsada con una constancia inalterable, y un coraje impvido, con una perseverancia y una perspicacia, en resumen, una combinacin de poderes nunca antes vista obrando juntos para la realizacin de ningn otro proyecto. Hay ms que un hombre all. El espritu que concibi este plan, que inspir los actores y los mantuvo obrando siglo tras siglo, en la misma lnea, hasta que al final la meta fue alcanzada, fue ms que humano. Pablo nos dice que su autor fue Satn. Una gran apostasa habra de preceder el levantamiento del Anticristo. En verdad, el "Hombre de Pecado" habra de surgir de esa apostasa. No os "conturbis" ni alarmis dice el apstol escribiendo a los Tesalonicenses, como si el tiempo se hubiera terminado, y Cristo fuera a retornar (2 Tes. 2:2, 3): "porque no vendr sin que venga antes la apostasa, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdicin". No una apostasa, sino la apostasa, como est en el original Griego una gran y notable apostasa. La Iglesia debe pasar a travs de una tenebrosa y terrible sombra antes de que Cristo retorne. Los profetas han hablado no obscuramente de ese maligno tiempo. ste fue la carga de la profeca de Daniel, ste fue repetido en las descripciones simblicas de Juan. Pablo en sus otros escritos se ha referido al mismo, retratando con breves pero vvidos pincelazos las caractersticas esenciales del poder que en esa era habra de arrojar su tenebrosa sombra sobre el mundo.
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Difcilmente hubieran cesado las antiguas persecuciones si no se hubiera instalado la gran apostasa. Jernimo levanta el velo en el siglo cuarto, y descubre un cuadro verdaderamente melanclico. En vano miramos por la humildad, la simplicidad, y la pureza de la antigua Iglesia. El oro refinado en el horno de diez persecuciones est progresivamente oscurecido. La via que Pablo plant en Roma est siendo transformada en la via de Sodoma. Los pastores de la iglesia estn llegando a ser inflamados con el amor de las riquezas, y estn pelendose entre ellos por preeminencia. Roma ve diariamente a sus obispos cabalgando hacia adelante en carros dorados, tirados por desbocados corceles. Su clero se muestra ataviado en ropas de seda. Los miembros de su rebao llenan alternativamente la iglesia y el teatro, y corren con indecente prisa desde los supersticiosos ritos efectuados ante las tumbas de los mrtires a los juegos y deportes del circo. La "apostasa" se ha instalado cabalmente. La corrupcin crece con la corriente de los siglos. Se conforma a s misma en un sistema, construye error sobre error, y los puntales mismos rayan todos con las presuposiciones y falsedades. La organizacin en la cual se consagra, necesaria y naturalmente encuentra para s un jefe o cabeza. Entonces llega el Papa y su jerarqua. El "Hombre de Pecado" ha aparecido. l es visto levantndose de la tierra de un Cristianismo paganizado. Igual que el suelo del cual brot, l es pagano en esencia aunque Cristiano en apariencia. Varios notables eventos le ayudaron a alcanzar su plena estatura. Tenemos que indicar, unos pocos no todos de ellos, porque es imposible escribir la historia de trece siglos en un breve captulo. El primer evento que contribuy, y contribuy esencialmente para el desarrollo del Papado, fue el alejamiento del Emperador desde Roma. De haber Csar continuado residiendo en su antigua capital, l, como dice el dicho, se habra "sentado" sobre el Papa, y este eclesistico aspirante no hubiera podido lanzarse hacia arriba hasta ser el poderoso potentado que la profeca haba predicho. Pero Constantino (334 D.C.) se traslad a la nueva Roma en el Bsforo, dejando la vieja capital del mundo al Obispo de Roma, quien fue de all en adelante el primer y ms influyente personaje en esa ciudad. Fue entonces, probablemente, que la idea de fundar una monarqua eclesistica se sugiri a s misma ante l. l haba resultado heredero, por lo que debe haber parecido un afortunado accidente, para la antigua capital del mundo; l era, por otra parte, poseedor de la silla de Pedro, o crea serlo, y adems de esas dos cosas la antigua ciudad de los Csares y la antigua silla del apstol, podra an ser posible as, indudablemente, razon l fabricar un imperio que un da rivalizara y an sobrepasara el de los emperadores. Esas cosas, pudo haberse pensado de antemano, slo eran pobres materiales para soportar el peso de una empresa tan grande; sin embargo con su auxilio, y ayudado, indudablemente, por un consejo ms profundo que el mero consejo humano, l proyect un soberana que no ha tenido igual sobre la tierra, la cual sobrevivi a la cada del Imperio Romano, la cual vivi a travs de todas las convulsiones y trastornos de la Edad Media, y que ha alcanzado hasta nuestros das, y tiene el arte de, cuando los hombres creen que est por expirar, reconcentrar sus poderes, y regresar sobre el mundo. Por ese tiempo, tambin, la igualdad que haba reinado entre los pastores de la iglesia en la edad primitiva fue quebrantada. Los obispos reclamaron superioridad sobre los presbteros. Ni hubo entonces igualdad entre los obispos mismos. Ellos tomaron la precedencia, no de acuerdo a sus erudiccin, o sus talentos, o su piedad, sino de acuerdo al rango de la ciudad donde su sede estaba situada. Finalmente, un nuevo y altivo orden se levant sobrepasando el episcopado. La Cristiandad fue particionada en cinco grandes patriarcados Roma, Constantinopla, Antioqua, Alejandra, y Jerusaln. Esas fueron las cinco grandes ciudades del imperio, y sus obispos fueron constituidos los cinco grandes prncipes de la iglesia. Ahora vino la pregunta trascendental, hasta ahora tan afanosamente agitada: Cul de los cinco sera el primero? Constantinopla reclamaba este honor para su patriarca, sobre la base de que era la residencia del Emperador. Antioqua, Alejandra, y Jerusaln presentaron cada una su reclamo, pero sin efecto. Constantinopla encontr, sin embargo, una poderosa rival en la antigua ciudad en las orillas del Tber. Roma haba sido la cabeza del mundo, el trono de los Csares, alrededor de ella estaba todava el halo de un millar de victorias, y que le daba una misteriosa influencia sobre la imaginacin de los hombres, quienes comenzaron a ver en su obispo el primer eclesistico del mundo Cristiano. El sufragio popular se
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haba pronunciado en favor del obispo Romano antes de que su rango hubiera recibido la ratificacin imperial. l fue instalado como el primero de los cinco patriarcas en el 606 D.C. El Emperador Focas, disgustado con el obispo de Constantinopla, quien haba condenado la muerte de Mauricio, por la cual Focas despej su camino hacia la dignidad imperial, hizo a Bonifacio III obispo universal. El edicto imperial, sin embargo, dio al obispo Romano solamente la precedencia entre los cinco patriarcas; no le dio poder o jurisdiccin sobre ellos. Mero rango que los obispos de Roma recibieron siendo slo un honor vaco. Lo que ellos codiciaban era poder substancial. Su poltica estaba ahora conformada teniendo en vista reducir todo el clero de la iglesia en obediencia a la silla Romana, y a exaltar a los Papas a la suprema y absoluta soberana. Los siglos transcurrieron, en el curso de los cuales, con la ayuda de ms de un artificio, y bajo la cubierta de muchos pretextos, los obispos Romanos lentamente extendieron su poder sobre el Oeste. Las tinieblas que acompaaron el descenso de las naciones Gticas favorecieron sus proyectos en un alto grado. "Las malas mercancas", dice Puffendorf, en su Introduccin a la Historia de Europa, "son mejor vendidas en la oscuridad, o al menos en una dbil luz". Algunas de las "mercancas" vendidas en esos "oscuros" tiempos fueron suficientemente notables. De entre muchas, no daremos sino dos ejemplos. Al Emperador Constantino, como su ltima voluntad y testamento, se le hizo dejar en herencia a Silvestre, Obispo de Roma, el Imperio de Occidente entero, incluyendo el palacio, atuendos, y todas las pertenencias del amo del mundo. Una considerable dote, verdaderamente, para el pobre pescador. Entonces vino otro "golpe de fortuna" para el papado, en la forma de las decretales de Isidoro. ste ltimo mostr a la iglesia, para su sorpresa y deleite semejantes, que sus Papas desde Pedro en adelante tuvieron el mismo estado, vivieron en la misma magnificencia, y promulgaron su voluntad pontifical en extractos, edictos, y bulas en el mismo estilo autoritario y seorial que el de los grandes Papas de la Edad Media. Ambos documentos, es innecesario decirlo, fueron puras falsificaciones. Ellas son reconocidas por los Romanistas serlo. Ellas no pueden resistir un escrutinio de un instante en una era iluminada. Pero fueron aceptadas como genuinas en las tinieblas de los tiempos que le dieron nacimiento, y sobre ellas se fundamentaron vastas conclusiones. Las falsificaciones de Isidoro fueron constituidas como los cimientos de la ley cannica, y esa estupenda trama de legislacin es todava mantenida como siendo de autoridad divina, a pesar de que es ahora reconocida estar fundada en una falsificacin. Las naciones del norte arribaron a Europa del sur en el quinto y sucesivos siglos ignorantes del Cristianismo. Esa fue otra causa que favoreci el avance del "Hombre de Pecado". Esas naciones, a su arribo a Italia, encontraron un gran potentado espiritual sentado en la silla de Csar. l les dijo que era el sucesor de Pedro el Apstol, a quien Cristo haba constituido su Vicario sobre la tierra, con poder para transmitir todas sus prerrogativas, espirituales y temporales, a sus sucesores en su oficio. ste fue el nico Evangelio que el Papa siempre predic a las tribus brbaras. Ellas no tenan medios de testear la ligitimidad de esos poderosos reclamos. En el Papa mismo reconocieron una no muy distante semejanza con sus propios archi-druidas; los ritos de los templos Romanos no eran distintos de la adoracin que haban practicado en sus hogares paganos; ellos tuvieron fcil acceso a la fuente bautismal, sus creencias y costumbres paganas no constituan un impedimento; nacin tras nacin entraron bajo el estandarte Romano, los Francos mostraron el camino, y ganaron para s mismos el ttulo de los "ms antiguos hijos de la Iglesia". Las naciones Gticas haban encontrado en el Papa, ante cuya silla ahora se inclinaban, un Padre espiritual comn. As fue como se logr otra notable etapa en el desarrollo del Papado. Realzada su dignidad por esta vasta entrada de nuevos sbditos, el Papa se puso a fortalecer su poder dentro de la Iglesia completando la sujecin y vasallaje del clero. l no dej escapar oportunidad que le ofreciera alcanzar esta finalidad. Desde el siglo quinto los obispos que vivan de este lado de los Alpes [oeste de los Alpes] acostumbraban ir a Roma a visitar los sepulcros de los Apstoles Pedro y Pablo. Este viaje era voluntario, siendo emprendido para gratificar la devocin o sentimientos supersticiosos de los pos excursionistas. En no mucho tiempo esto fue hecho obligatorio, y aquellos que fallaban en presentarse en el umbral apostlico estaban sujetos al reproche de ser tibios en su devocin a la Santa Silla. Seguidamente ello fue interpretado en el sentido de que los itinerantes obispos haban pretendido
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confirmacin en Roma, y que todos los obispos deban ir a aquel lugar para tal fin. As entonces vino otro ingreso de prerrogativa y dignidad a la silla papal. Posteriormente, fue una prctica usual de iglesias y obispos requerir el consejo de la Iglesia Romana en materias de repercusin y dificultad, o desear la recta interpretacin de cnones en particular. Cuando los de Roma percibieron que su consejo era tomado como una decisin, comenzaron a enviar sus decretos sin que ellos fueran pedidos, con el pretexto de ser Roma la primer Sede del mundo Cristiano, su obispo deba procurar que los cnones y leyes eclesisticas fueran debidamente guardados. Consiguientemente otra intrusin sobre las libertades de las iglesias y pastores, y otro ingreso a la dignidad y jurisdiccin papal. Y posteriormente, cuando diferencias o controversias surgan entre obispo y obispo, o entre iglesia e iglesia, nada fue ms natural para las partes en desacuerdo que solicitar la mediacin del Obispo de Roma. El Papa voluntariosamente emprendi la tarea de arreglar sus contiendas, pero el precio que impuso fue una todava ms completa rendicin de las libertades de la Iglesia. Entonces tom ocasin para asumir el oficio de un juez, y presentar su silla como un tribunal ante el cual tena el derecho de convocar a las partes. A veces l se colocaba en medio del Metropolitano y su diocesano, y con un pretexto u otro, depona al ltimo, en beneficio de la jurisdiccin del primero. Ms an, a veces suceda que las partes que haban sido condenadas ante tribunales provinciales eran alentadas a apelar a Roma, donde la causa era revisada y la sentencia provincial poda ser revocada. Por esos cautelosos y persistentes pasos, el Papa se las ingeni para mantenerse en un nivel ascendente. Entonces siguieron otros ms ingeniosos dispositivos, todos para el mismo fin. Entre ellos estaba el palio de consagracin. El palio era enviado a todos los obispos desde el Papa, al principio como un regalo. Luego fue presentado como indispensable, y que sin ste ningn obispo podra desempear las funciones de su oficio. As, una nueva atadura fue lograda sobre el clero, y un nuevo mtodo inventado para recargar las arcas papales; porque un alto precio fue puesto sobre este mstico artculo o vestidura [el palio], el cual era tejido con la lana de los corderos de Santa Ins. Para el mismo fin fueron impuestas las anatas. sta era la suma pagada por los obispos cuando se cambiaban de una sede a otra, una prctica permitida por el Papa por la ganancia que le brindaba. La multiplicacin de monjes y frailes tenda al mismo fin. El Papa llam a la existencia los cuerpos del clero regular para oponerlos al ejrcito de los seculares. l actu basado en la mxima "divide, y conquistars". Los monjes fueron un freno sobre los obispos; ellos vigilaban sus procedimientos y llevaban su reporte a Roma. Ellos haban adquirido una vasta reputacin por la santidad, y la direccin de las consciencias mediante el confesionario estaba principalmente en sus manos. Ellos descubrieron el secreto de amasar riquezas por las artes de la mendicidad. Pulularon sobre Europa, y estuvieron completamente dedicados a los intereses de la sede papal; y si algn obispo se colocaba en oposicin al Papa, ellos levantaban tal clamor contra l que rpidamente lo convencan de que no le quedaba otra alternativa sino la sumisin. Especialmente el monje Ingls Winfrid, quien cambi su nombre a Bonifacio, agrand el dominio papal. Este hombre es comnmente pero errneamente acreditado con la primer Cristianizacin de Alemania. Investido con la autoridad de legado del Papa, atraves los pases al este del [ro] Rin, extirpando las escuelas e iglesias de la fe Evanglica que haban sido numerosamente plantadas en aquella regin de Europa por los misioneros Culdee, [nombre que significa adoradores o siervos de Dios por el cual eran conocidos los antiguos cristianos independientes de Roma en las Islas Britnicas], de las naciones Irlandesa y Escocesa, substituyendo en su lugar con monasterios y catedrales Romanos. Ese fue el trabajo de Bonifacio; un trabajo bien agradable para Roma, considerando como ste ensanch grandemente los lmites del dominio pontifical. Entre los eventos de esas desastrosas edades, contribuyendo al crecimiento del poder papal, no menos influyentes fueron las Cruzadas. Ellas despertaron un poderoso arrebato de entusiasmo alrededor de la silla papal. Ellas colocaron poderosos reyes, vastos tesoros, e incontables soldados al servicio del papa. l tom bajo su propia administracin los estados de aquellos que fueron a pelear por la recuperacin de la
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Tierra Santa; desvinculando a sus propietarios de la jurisdiccin del poder civil tanto en causas civiles como criminales. Cuando la furia de las Cruzadas se hubo consumido, se encontr que el espritu de los prncipes estaba quebrado, sus recursos secados, sus reinos empobrecidos por la prdida de sus sbditos, y la nica institucin que hubo usufructuado por el frenes, fue el Papado, el cual ahora, rebajado todo otro inters, ascendi hasta lo alto en mayor grandiosidad que nunca. Ni fue ste el fin del asunto. La fantica furia que haba encontrado su primer temible descarga sobre las llanuras de Siria, fue desviada al regresar hacia la tierra de donde haba venido, y all descargada sin agotarse en esas sangrientas persecuciones y guerras contra herejes, las cuales se ensaaran por siglos en la Cristiandad.

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CAPTULO VIII. El Rey con las Tres Coronas: El Vicario Las Cruzadas nos han trado al siglo trece. Debemos volver hacia atrs a los siglos ocho y nueve, y notar ciertos cambios polticos que ocurrieron en esas pocas, los cuales contribuyeron con ayuda material para el Papado en el cumplimiento de su destino. Era la profunda meta del Papa plantar su sede en un lugar donde no debiera sujecin a ningn poder civil. l deseaba tener un pas de su propiedad, tanto como pudiera ser suficiente para mantener su grandeza, y desde donde reinara como un rey temporal as como un soberano espiritual. Para un asunto as, mucho tiempo y trabajo fueron necesitados. El proyecto era manifiestamente inalcanzable mientras que un emperador reinara en el Occidente, o el monarca Gtico subsistiera en Italia. Pero es extrao decir, los eventos conspiraron para hacer vaco y vacante un lugar donde el Papa podra instalar su soberana espiritual y temporal combinadas, su tanto tiempo anhelada pero no admitida meta. El primer paso fue el derribo del poder Gtico en Italia por Justiniano. Italia y Roma ahora llegaron a ser una provincia del Imperio de Oriente. La jurisdiccin del emperador ausente fue de aqu en adelante sombra y dbil; pero sin embargo esa leve restriccin fue impacientemente aguantada, y el Papa Gregorio II comenz a complotar sobre como desembarazarse totalmente de sta. El conflicto entre las Iglesias del Oriente y el Occidente sobre el tema de la adoracin de imgenes estaba entonces arreciando. Los Romanos celosamente mantuvieron la causa de las imgenes. El emperador, con la Iglesia Oriental, estuvieron alistados en la oposicin. El Papa Gregorio instig a los Romanos a rehusar el tributo al emperador. La revuelta fue exitosa; el representante imperial en Ravena fue asesinado, y los ltimos vestigios de la jurisdiccin del emperador sobre Roma e Italia fueron aniquilados. (Es valioso tener en cuenta, de paso, que los Romanos por su revuelta contra su emperador legal pusieron sus cuellos bajo un yugo que continu exasperndolos por doce siglos. Ellos no tuvieron xito en quebrarlo sino hasta 1870). El Papa estaba ahora en vista de soberana temporal independiente, pero no la haba logrado plenamente todava. Noticias del norte lo atribularon. Los Lombardos haban cruzado los Alpes, y estaban ya en Ravena. No haba poder en la artillera espiritual para detener el victorioso avance de esos fuertes guerreros. En su apuro, el Papa Zacaras torn sus ojos hacia Pipino [Pipino el Breve], quien, de Gran Comandante, [tambin Mayordomo del Palacio], pas a ser Rey de Francia. El Papa no suplic en vano. Pipino primero, y su hijo Carlomagno despus (774), conquistaron a los Lombardos, y dotaron a la silla papal con todas las ciudades y tierras en Italia que haban estado sujetas a la jurisdiccin de los gobernantes Griegos. El Papa era ahora coronado monarca. Esta fue la tercera intervencin por las armas en beneficio del Papa, y el tercer poder Gtico que hubo cado delante de l. Primero, los Vndalos se haban establecido en la propia dicesis del Papa, ocupando su predestinado dominio, e impidiendo su predestinado desarrollo. Las armas de Justiniano bajo su general Belisario, los barrieron. Segundo, los Ostrogodos se plantaron en Italia, y su vecindad cercana intimidaba al Papa, y prevena su expansin. Ellos, tambin, fueron arrancados por las armas de Justiniano. Finalmente vinieron, como ya lo hemos dicho, los Lombardos, avanzando hacia las puertas de
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Roma. La espada de Francia los volvi atrs. As, fue mantenido despejado un territorio en el que el Papa podra desarrollar tanto su soberana espiritual como temporal; y as fue cumplido lo que Daniel (Daniel 7: 8) haba predicho, que de los diez cuernos, o dinastas de la Europa Moderna, tres deberan ser "arrancados" delante del cuerno pequeo, o papado. Sus reinos o coronas fueron dados al Papa, y es probable que en memoria de esos eventos es que lleg a ser una costumbre para el Papa, en los siglos siguientes, presentarse con una tiara. El pastor del Tber haba llegado a ser un monarca con una triple corona. Estaba ahora contento el Papa? l se sentaba en medio de prncipes y reyes de la tierra como su igual. Pero ser simplemente igual fue considerado por l como una afrenta a su sobrehumano oficio como representante de Dios. l aspiraba plantar su trono entre las estrellas, y entonces mirar hacia abajo por encima de todas las dignidades y principados de la tierra. Y hasta esta deslumbrante altura al final trepara. Entonces se levant en el siglo once un Papa de vasta capacidad, de inflexible resolucin, y encumbrado orgullo: Gregorio VII Hildebrando. l puso delante del mundo, con una precisin, un atrevimiento, y una fuerza argumentativa, nunca hasta entonces trados en su apoyo, el reclamo de ser el Vicario de Cristo. Esta fue la piedra fundamental sobre la cual deposit su plan de autoridad y grandeza pontificales. Como Vicario de Cristo, pretendi sobrepasar a todo monarca terrenal en gloria y poder, tanto como el sol sobrepasa en brillo a la luna. l pretendi, en resumen, ser Dios sobre la tierra. Entonces sigui una serie de papas que lucharon a travs de dos horribles siglos de guerra y derramamiento de sangre para convertir la teora de Gregorio en un hecho. La lucha fue exitosa al final: la mitra triunf sobre el imperio. El plan de Gregorio VII en toda su amplitud de autoridad y magnificencia y, podemos aadir, en toda su amplitud de despotismo y blasfemia fue exhibido al mundo en la persona y reino de Inocencio III, en el siglo trece. La historia del mundo no muestra otro logro de igual magnitud. La gloria de los Faraones; el estado y poder de los Reyes de Babilonia; las victorias y magnificencia de los Csares, todos palidecen ante esta gran conquista de los Papas. Ahora haba llegado el medioda del Papado; pero, como lo hemos remarcado en otra parte, el medioda del Papado fue la medianoche del mundo. La carrera tanto de Cristo como del Anticristo habran de finalizar sobre un trono; aunque cada uno habra de alcanzar su destinada elevacin por un muy diferente camino. No es sino hasta que los encontramos en sus respectivos tronos cuando vemos el paralelismo perfeccionado y completado. Esto lo debemos reservar para un subsiguiente captulo. Mientras tanto proseguimos con el paralelismo a travs de sus sucesivas etapas preparatorias, hasta que alcance este gran clmax.

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CAPTULO IX. El "Todo Poder" de Cristo y del Anticristo. Avanzamos a otro punto en el paralelismo entre Cristo y el Anticristo. Lo encontramos en los pretendidos milagros por los cuales el Papado ha buscado persuadir al mundo que no era el adversario sino el amigo de Cristo. Esta pretensin de milagros habra de formar una muy prominente caracterstica en el advenimiento del Anticristo como para que fuese dejada de lado en el gran retrato que de l hace Pablo. "Cuyo advenimiento es segn operacin de Satans," dice el apstol, hablando por el Espritu (2 Tesalonicenses 2:9), "con grande potencia, ["todo poder" en la versin King James], y seales, y milagros mentirosos". La caracterstica esencial del Anticristianismo, lo hemos dicho, es su asuncin de un carcter lo ms opuesto a su verdadero carcter. Esto habra de ser un secreto socavador del Cristianismo bajo la ostentacin de ser ste mismo el Cristianismo, una mortal guerra empeada contra Cristo, bajo la audaz aseveracin de que l mismo es Cristo. Esto, necesitaba, de parte del Papado, un profundo estudio de la misin y carcter y vida de Cristo, a fin de hacer su imitacin tan cercana y perfecta como fuera posible, y
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as arrastrar al mundo lejos de l, y detrs de s mismo. Ella no debera ser una vaga y borrosa resemblanza, fcil de seguir solamente en unos pocos puntos. Si el mundo habra de ser engaado, la falsificacin debera ser diestramente ejecutada el trabajo de un gran maestro y debera estar consistentemente sustentada completamente. El antiguo paganismo no fue sino una poco convincente y despreciable falsificacin de la divinamente sealada adoracin en Jerusaln. El antiguo paganismo, sin embargo, no fue sino un primer intento; y estuvo lejos de haber agotado la ingeniosidad y recursos de su autor. Su sutileza y arte seran puestas a trabajar una segunda vez, y el resultado habra de ser una perfecta y finiquitada falsificacin una obra maestra. "Cuyo advenimiento es segn operacin de Satans". Las dos venidas aqu contrastadas decimos contrastadas, porque el paralelismo es solamente en la superficie, por debajo, todo es contraste, y oposicin son la venida de Dios en la misin de su Hijo, y la venida de Satn en la misin del Anticristo. Dios es el autor de la verdad, y el modo de su venida es por la propagacin de las grandes verdades que despejan las tinieblas de alrededor del alma del hombre, y dan caza a la noche del error del mundo. Satn es el autor de la falsedad; l ha sido un engaador desde el principio, y viene en la propagacin de engaos, ardides, mentiras, errores y decepcin, los cuales, cegando la mente, solamente preparan a los hombres para ser hundidos en todava ms grandes errores y decepciones. "Con grande potencia". Marquemos cun igual habra de ser Cristo en la especial recin sealada "grande potencia". El Anticristo habra de venir con una apropiacin de poder, un aire de majestad, como si dijera: "Yo soy el Hijo del Altsimo". Cun altiva su mirada! Cun recias sus palabras! As lo haba visto Daniel en las visiones de la noche. "El cual creci mucho", dice Daniel, "al medioda [el sur], y al oriente, y hacia la tierra deseable." [Daniel 8:9] l estaba de pie delante del profeta, sus pies plantados sobre la tierra, su cabeza entre las estrellas, reclamando el seoro sobre ambos mundos. "Y engrandecise hasta el ejrcito del cielo; y parte del ejrcito y de las estrellas ech por tierra, y las holl" (Daniel 8:10). "Toda potestad", dijo Cristo a sus discpulos, "me es dada en el cielo y en la tierra". Este poder fue el don eterno del Padre al Hijo como Mediador. Esgrimi este poder desde el primer momento de su entrada en su obra de mediacin. Aunque velado durante los das de su humillacin en la tierra, este poder estaba en l, y se mostr muchas veces en algunos estupendos actos. Los elementos de la naturaleza fueron obedientes a l, as, tambin, lo fueron los espritus de las tinieblas, y no menos los ngeles del cielo. Si hubiera sido necesario, l haba solamente de orar a su Padre, y los escuadrones celestiales se habran apresurado en su ayuda. Satn pudo reunir bastante de la antigua profeca y los salmos para que le fuera mostrado que tal poder habra de ser el atributo del Mesas. "Le pondr por primognito, Alto sobre los reyes de la tierra." As cant David. "Y dominar de mar a mar, y desde el ro hasta los cabos de la tierra. Los reyes de Tharsis y de las islas traern presentes: Los reyes de Sheba y de Seba ofrecern dones. Y arrodillarse han a l todos los reyes; le servirn todas las gentes." Tal era la gloria que el inminente Mesas arroj ante l en la profeca, edades ante de que viniera. Satn tiene necesidad de enviar su Mesas falsificado con los falsos smbolos y atributos de un poder semejante. El Anticristo, tambin, arroj su sombra delante de l en la profeca antes de su presente advenimiento como el triple coronado jefe del Papado. Daniel haba visto su da desde lejos. Cmo lo contempl y habl de l ya lo hemos visto. Con unas pocas grficas pinceladas pint la historia entera del Papado. l la traza desde sus insignificantes comienzos hasta que alcanza su increble y portentosa altura. Vemos el primer brotar del "cuerno pequeo". Vemos a Csar dejar vacante su sede; vemos a los "Vndalos", los "Ostrogodos", y los "Lombardos" arrancados delante de l. Lo vemos levantarse por "brincos y saltos", y ahora su cabeza est entre las estrellas. Vemos su "mayor apariencia", omos sus "grandes palabras", y presenciamos con un miedo bordeando el terror sus truculentos hechos. l pisotea tronos; arranca naciones, derriba las estrellas de sus rbitas; en fin: l hace todo su placer, y no hay nadie que pueda resistir su poder, o decirle: "Qu haces?" Juan tuvo una vista ms de cerca del Anticristo en sus visiones de Patmos. l, tambin, igual que Daniel, es sacudido con su poderoso y aparentemente irresistible poder, y hace prominente este atributo en su retrato de l. Juan haba conocido la vasta prerrogativa de los emperadores Romanos; pero all estaba una
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medida de poder que sobrepasaba la de los antiguos "amos del mundo", y que apareca ante el apstol como ms que humana. De hecho, l expresamente lo llama el "don" del "dragn". "El dragn le dio su poder". Lo que el dragn dio al Anticristo no era el poder del antiguo imperio Romano, sino su propio poder es decir, el poder del dragn. "Y adoraron al dragn que haba dado la potestad a la bestia" es decir, a la monarqua temporal y espiritual que forma el Papado. "Y adoraron a la bestia, diciendo: Quin es semejante a la bestia, y quin podr lidiar con ella?" "Tambin le fue dada potencia sobre toda tribu y pueblo y lengua y gente" (Apocalipsis 13: 2,4,7). En su oracin intercesora encontramos a Cristo diciendo: "Padre, la hora es llegada; glorifica a tu Hijo, para que tambin tu Hijo te glorifique a ti; como le has dado la potestad de toda carne, para que d vida eterna a todos los que le diste." El poder que aqu se dice que es dado al Hijo sobre toda carne no fue su poder como Dios. Que no poda serle dado, porque l lo posea inherentemente. Fue su poder como Mediador, y la finalidad para la cual fue dado es hecha notar especialmente: "para que d vida eterna a todos los que le diste." (Juan 17:1, 2). De igual manera el poder "sobre toda tribu y pueblo y lengua y gente" que el dragn dio al representante que l envi al mundo, fue un don; y le fue dado para un fin draconiano, [aterrador]. Y, por consiguiente, ni bien es conferido este poder, omos un coro de adoracin ascendiendo al dragn de todos los que habitan sobre la tierra: "cuyos nombres no estn escritos en el libro de la vida del Cordero, el cual fue muerto desde el principio del mundo", (Apocalipsis 13:8). Un obvio contraste con la compaa mencionada en la oracin intercesora de nuestro Seor: "los que me diste". Y, luego, en acompaamiento de la adoracin ofrecida por aquellos que han hecho al dragn su dios, est el rugir de blasfemia que se oye levantarse y dilatarse hasta el cielo. Le es dada al Anticristo una boca, y la apertura de su boca es como la apertura de las puertas del abismo; de all salen "grandes cosas y blasfemias". "Abri su boca en blasfemias contra Dios, para blasfemar su nombre, y su tabernculo, y a los que moran en el cielo". Y la escena encuentra conveniente resultado en la proclamacin de "guerra" contra los santos, la cual contina siendo llevada adelante a travs de todo su predicho trmino de poder. S, verdaderamente, la profeca no comete yerros. Y la historia no comete ninguno en interpretarla. El que "tiene entendimiento" puede interpretar las visiones que fueron vistas en las orillas del "ro Ulai" y en la "Isla de Patmos", en los eventos que han desde entonces pasado sobre Europa. Abramos el rollo de la Cristiandad. Inspeccionemos sus edades desde el quinto al decimoquinto siglo. Somos conscientes al principio de contemplar solamente el caos. La multitud de actores y los conflictos de eventos no hacen sino distraer y dejar perpleja la mente. Europa es un ocano arremolinado en el cual las antiguas naciones se estn hundiendo, y nuevas y brbaras razas estn arribando para tomar su lugar. No podemos descubrir unidad ni progreso en el drama; todo es tumulto y oscuridad. Cerremos el rollo. Pero un momento, antes de ponerlo lejos, examinmoslo otra vez, y, puede ser que encontremos huellas en esas grandes aguas. La nube comienza a levantarse, y el orden a aparecer. La efervescencia en las mentes de los hombres da nacimiento a un gran sistema, aunque todava sin forma o nombre. Los materiales de los cuales este sistema, no todava constituido, est compuesto, son extrados de una gran variedad de fuentes. Antiguo Paganismo, supersticin Drudica y Escandinava, Rabinismo Judo, y filosofa Oriental, todo contribuye con su parte al mismo. Una "Iglesia" corrupta arregla, combina y concatena esos elementos heterogneos, y estampndolos con su propia impronta, los presenta al mundo como Cristianismo. La nueva adoracin debe tener celebrantes. Una agencia humana reunida alrededor de esto, y esa agencia viene gradualmente a ser compendiada y personificada en una gran personalidad. Notemos a este Coloso. Su cara crece a medida que los siglos se suceden, y viene finalmente a mirarnos, clara y recia y terrible; pero no es nueva. La hemos visto antes. Es la misma que nos mir desde las profecas de Daniel y Juan. Es la misma que se muestra encarnada en los Papas de la Edad Media. Notemos cun completa y perfecta encarnacin tenemos de ella en Inocencio III, en quien el papado lleg a su pleno crecimiento, y se mostr al mundo en toda su sobrehumana magnificencia y grandeza. Durante el terrible pontificado de este hombre todo lo que la profeca haba hablado del Anticristo fue verificado en su ms plena medida. Su predicha altura de arrogancia, de blasfemia y de dominacin fue alcanzada.
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Mientras este poderoso Papa estaba de pie sobre la Cristiandad, ella estaba con temor. Los golpeados reyes y naciones acobardados debajo de l. l era representante de Dios, y pretendi ser obedecido con la instantnea y profunda sumisin que es debida al Rey Eterno. l promulg el dogma de la transubstanciacin; l inici el "santo" oficio de la inquisicin; l lanz las cruzadas contra la hereja y los herejes, y reparti sus rayos de entredichos, [prohibiciones a la participacin de los "sacramentos"], y excomuniones en toda la Cristiandad, y ms all de ella, aplastando a cada uno y a cada cosa que osara levantar su taln contra su voluntad pontifical. Si ste no es el Anticristo, entonces nunca podremos ver al Anticristo; porque qu ms podemos tener de cualquier profeca que un completo y perfecto cumplimiento? Y ste es un completo y perfecto cumplimiento de la profeca del poder y orgullo del Anticristo. El "poder" del "Hombre de Pecado" vendr otra vez ante nosotros ms adelante; entretanto pasamos a otro punto en el paralelismo.

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CAPTULO X. "Seales y milagros" de Cristo y del Anticristo Esta habra de ser una notable caracterstica del Anticristo, "cuyo advenimiento", dice el apstol (2 Tesalonicences 2:9), "es con ... seales, y milagros mentirosos". Esas palabras fueron acomodadas para dirigir los ojos de los primeros Cristianos hacia atrs hacia la profeca de Daniel, en la cual esto haba sido predicho del Anticristo quien "hizo cuanto quiso, y sucedile prsperamente." (Daniel 8:12). La frase es sugestiva de que se impone por artes engaosas sobre los sentidos y entendimientos de los hombres, y as gana ascendiente sobre ellos. De igual significado es la frase que ocurre luego en el versculo 25 en el mismo captulo: "Y con su sagacidad har prosperar el engao en su mano". Todava ms claro sobre este punto son las profecas de Juan, an no dadas, es verdad, pero que habran de cerrar el volumen de la inspiracin, y seran la gua de los Cristianos en la siguiente era [desde el segundo siglo], en su perspectiva del Anticristo. La pretensin de obrar milagros est aqu asentada como una de sus marcas ms notables. "Y hace grandes seales", dice Juan, hablando de la segunda bestia u organizacin eclesistica del Anticristo, "de tal manera que aun hace descender fuego del cielo a la tierra delante de los hombres. Y engaa a los moradores de la tierra por las seales que le ha sido dado hacer" (Apocalipsis 13:13, 14). Esto est en pleno acuerdo con Pablo, quien ya ha advertido a la iglesia primitiva que el Anticristo hara su aparicin como un obrador de milagros. Reflexionemos sobre cun imperativo era para el Anticristo que pretendiese el poder de hacer milagros. Si l hubiera venido como un abierto enemigo, no habra tenido necesidad de pretender tal poder; pero, viniendo como el substituto y vicario de Cristo, l debera necesariamente en este como en otros puntos, imitar a aquel de quien profesa ser el vicario y sustituto. El advenimiento de Cristo estuvo sealado por poderosas seales y maravillas. La gloria del milagro ilustr cada paso de su progreso a travs de los pueblos y villas de Galilea y Judea. Los antiguos profetas haban realizado milagros, pero en ninguno de ellos fue vista la misma abundancia de poder milagroso como en Cristo. Como la luz de las estrellas, as fue el poder en los profetas, pero como la luz del sol, as fue el poder en Cristo. Cuando l pasaba a travs de las multitudes de hombres afligidos la virtud flua de l, y el "tocar el borde de sus vestidos", u or los acentos de su voz, era para ser sanados. Visin le fue dada a los ciegos, odo a los sordos, fortaleza fue infundida a los marchitos miembros, la razn fue devuelta en el cerebro de los manacos, y el pulso en el cual la fiebre lata y quemaba lleg a ser calmo y fro a su palabra o a su toque. Aun la tumba reconoci su poder, y abri sus puertas en obediencia a sus emplazamientos. Y devolvi sus habitantes al mundo de los vivientes. Tales fueron las "seales y
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milagros" que anunciaron el advenimiento y atestiguaron el Mesianismo de Jess de Nazaret. El Papado, como el Vice-Cristo, tena que, en igual manera, buscar anunciar su advenimiento, y certificar su misin por la realizacin de "seales y milagros". Escaso es el milagro registrado del Hijo de Dios que la Iglesia de Roma no profese haber efectuado. Ella pretende haber abierto ojos ciegos, haber destapado odos sordos, haber curado fiebres, convulsiones febriles, parlisis, locuras, haber arrojado afuera demonios, haber alejado pestes, detenido las devastaciones de la plaga, y hecho cosas que sera demasiado tedioso mencionar. Extendiendo todava ms all la esfera de sus milagrosas operaciones, ella ha entrado al reino del sepulcro y mostrado que all tambin esgrime el poder por pretender dar vida a los muertos. Ciertos de sus "santos" han posedo el "don de milagros" en un grado eminente, y sus "vidas" son un largo registro de prodigios y maravillas. Ellos han secado ros, caminado sobre las ondas del ocano, y aquietado tempestades. Los ngeles han descendido a ministrarlos, y estrellas sobrenaturales han brillado para guiarlos en la oscuridad. En resumen, la Iglesia de Roma pretende haber ejercido el mismo poder ilimitado de Cristo, tanto sobre el mundo visible como el invisible, y haberle imitado a l en todas las cosas, excepto la mansedumbre de su espritu, la pureza de su doctrina, y la santidad de su vida. El Papismo profesa, tambin, obrar maravillas espirituales aquellos divinos y salvficos cambios del corazn y el alma del hombre que el Cristianismo logra, y que es slo la prerrogativa del Cristianismo lograr. La Iglesia de Roma profesa regenerar en el bautismo el alma, y cambiar el destino eterno del bautizado. Por el ungimiento con aceite, ella llena a los hombres con el Espritu Santo, por sus sacramentos los colma con gracia; por la ordenacin ella pasa por encima de dieciocho siglos y une a los sacerdotes a Pedro. Cinco palabras habladas en el altar cambian el pan y el vino en el cuerpo y sangre de Cristo. Dos palabras articuladas en el confesionario efectan el perdn del "penitente", el viaticum da seguridad al hombre, encaminando su viaje final, para que pueda encontrar las puertas del Paraso abiertas para darle la entrada entre los benditos. Esos son poderosos milagros. Es as como el falso Cristo ha llevado adelante la guerra contra el verdadero Cristo. Pero un simple trmino es lanzado con el cual el hechizo se quiebra efectivamente, y se disuelve el poder de esas maravillas sobre todos aquellos que no desean sujetarse a su ilusin. El "misterio de iniquidad" habra de venir con "milagros mentirosos", una sumamente esencial diferencia, que llega a ser el todo para advertir a quienes tienen una mente para que no sean engaados para su eterna perdicin. Los milagros de Cristo fueron hechos a la luz del da, en la presencia de miles que pudieron examinarlos y someterlos a pruebas infalibles, y, que habindolo hecho as fueron forzados a concluir que o el milagro era verdadero, o sus sentidos eran falsos. De aquellos que los vieron hacerse no unos pocos fueron los ms amargos enemigos de la persona que los realizaba, y habran estado gozosos de encontrar que eran embustes, y no seran lentos en proclamar la impostura al mundo; y sin embargo esos milagros permanecieron sin ser contradichos. Ninguno en toda la nacin de los Judos se aventur a negar la verdad de ningn milagro de Jess. Lo ms lejos que la malevolencia y la calumnia estimaron prudente ir fue insinuar que el milagro haba sido hecho por el poder Satnico. La rplica a la acusacin dada en el lugar, y el tiempo, fue tan concluyente como elevada, y no ha perdido nada de su fuerza aun ahora: "Puede Satans echar fuera a Satans?". Pero hagamos notar cuanto se diferencia esto de las otras clases de milagros, y cun carentes son ellos de esa indudable evidencia que atestiguaba la misin del Hijo de Dios. No hay uno de ellos, [de los milagros engaosos de Roma], que pueda mantener su pretensiones como un hecho verdadero delante de un tribunal de jueces imparciales e instruidos. Algunos de esos milagros fueron evidentemente embustes para aquellos en cuya presencia fueron hechos. ltimamente muchos impresionantes descubrimientos han sido hechos de la mecnica con la cual esos "milagros" se hicieron. Muchas de esas maravillas no fueron publicadas al mundo sino hasta algunos cientos de aos despus del tiempo en que fue dicho que haban sido realizados. Sus obradores pareceran haber estado sin aspiraciones de fama en vida, viendo que ellos ocultaron su luz bajo un canasto. Y algunos de esos milagros son tan pueriles que es un insulto a nuestro entendimiento que se nos pida creer que Dios alguna vez interpuso su poder para obrar tales hechos. La profeca les ha dado el nombre correcto antes de que fueran hechos: Ellos son milagros mentirosos.
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Las realizaciones Espirituales de la Iglesia de Roma son enfticamente "milagros mentirosos". La regeneracin bautismal es un milagro mentiroso, la gracia sacramental es un milagro mentiroso, el poder sacerdotal es un milagro mentiroso, la absolucin del Confesionario es un milagro mentiroso, la transubstanciacin es el ms grande milagro y el ms grande engao de todos, y la extremauncin es un ltimo y fatal engao. No hay realidad detrs de ninguna de esas cosas, y ellas son las que ms han de ser deploradas, las que tienen referencia al mundo eterno, y que millones toman su partida a ese mundo confiando plenamente en esas mentiras para salvacin. Hagamos notar el paralelismo. Es a la vez un paralelismo y un contraste. El Evangelio vino en medio de la refulgencia de milagros reales que fueron hechos por Dios, y fueron un testimonio Divino para el Mesianismo de su Hijo. El Papismo vino en medio del lbrego y engaoso destello de falsos milagros, los cuales fueron hechos por Satn, y que fueron su firma personal, brindando testimonio a todos de que el sistema en representacin del cual fueron hechos era el "Misterio de Iniquidad".

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CAPTULO XI. Las "seales y milagros" de Terror del Anticristo. Hay otra clase de milagros que el Papado profesa hacer, y que son de una naturaleza para nada inocente e inofensiva, al igual que tampoco lo eran aquellos enumerados arriba. Aunque igualmente falsos, ellos adeudan el terror que inspiraron y el sufrimiento que infligieron ante la creencia de que eran verdaderos y reales. Hablando del cordero de dos cuernos como la bestia de la tierra, Juan dice: "Y hace grandes seales, de tal manera que aun hace descender fuego del cielo a la tierra delante de los hombres." (Apocalipsis 13:13). La profeca encuentra un impresionante cumplimiento en los entredichos papales y excomuniones tan frecuentes en la Edad Media y no desconocidas aun en nuestro propio da. Esas ebulliciones de venganza pontifical, fue pretendido, fueron fuego del cielo, el fuego de la ira de Dios que el Papa tena poder de invocar, a fin de consumir sus enemigos. Las enceguecidas naciones creyeron que en la voz del Papa oan la voz de Dios, y que las fulminaciones del Vaticano fueron los truenos y rayos de la ira Divina. Una excomunin papal era ms temible que la invasin de miles de hombres armados. Cuando era lanzada contra un reino qu consternacin, miseria, y lamentos se extendan sobre l. El curso entero de la vida era instantneamente detenido. Las luces eran extinguidas en el altar; las puertas de las iglesias eran cerradas; las campanas no seran taidas; los matrimonios eran celebrados en los cementerios; y los muertos enterrados en zanjas. Los hombres no osaban hacer fiesta, porque un sentido de fatalidad pesaba sobre sus espritus. Esos terribles edictos perseguan a los hombres hasta el otro mundo, y las almas que arribaban desde el infeliz reino con la maldicin papal pendiendo sobre ellas encontraban las puertas del paraso cerradas, y tenan que esperar desesperadas hasta que placiera a la divinidad de las Siete colinas levantar su sentencia. As caus el Papado que el "fuego" cayera desde Dios desde el cielo, y los hombres, creyndolo ser real fuego, fueron achicharrados por el mismo. En los das del Rey Juan, Inglaterra permaneci bajo entredicho por ms de seis aos. Aun para el ms poderoso soberano la excomunin papal era un asunto temible. l se convulsionaba y temblaba sobre su trono porque su ejrcito no podra darle proteccin; estaba bien, de hecho, si tanto soldados como sbditos no se unan para poner en prctica los requerimientos papales sacndolo de su reino, si algn monje fantico, por el ms rpido despacho de la daga, les quitaba el problema. La historia Europea suministra una lista de ms de sesentaicuatro emperadores y reyes depuestos por los Papas. En ese nmero estn Enrique II de Inglaterra, depuesto por Alejandro III; el Rey Juan, por Inocencio III; Ricardo y Eduardo, por Bonifacio IX, Enrique Octavo, por Clemente VII, y de nuevo por Pablo III; Elizabeth, por Po V. Aun el Rey Roberto Bruce tuvo esta terrible maldicin lanzada contra l, pero
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gracias al elemento Culdee todava fuerte en Escocia, el Rey Roberto y sus sbditos tomaron la fulminacin del Papa como un brutum fulmen, y as no los da. Casi todas las bulas contra cabezas coronadas han contenido clusulas despojndolas de sus territorios, y facultando a sus reyes vecinos a invadirlos y tomarlos; e influenciados en parte por un deseo de servir al Papa, y en parte por la codicia de lo que no era suyo, ellos no se demoraban en actuar en base a la permisin papal. Como una muestra del estilo altivo de esas fulminaciones la boca que habla grandes cosas damos la Bula de Excomunin publicada por Sixto V (1585) contra el Rey de Navarra y el Prncipe de Conde, a quienes llama los "dos hijos de ira". sta dice as: "La autoridad dada a San Pedro y sus sucesores por el inmenso poder del Rey eterno sobrepasa todo el poder de los prncipes terrenales: comunica soberana sentencia sobre todos ellos, y si encuentra a alguno de ellos resistiendo la ordenanza de Dios, toma una ms severa venganza sobre ellos, abatindoles desde su trono, sin importar lo poderosos que ellos puedan ser, y derrocndolos a las partes ms bajas de la tierra, como a ministros del ambicioso Lucifer. Nosotros los privamos a ellos y a su posteridad de sus dominios para siempre. Por la autoridad de estos dones nosotros absolvemos y libramos a toda persona de su juramento de lealtad, y de todo deber cualesquiera, relacionado al seoro, fidelidad, y obediencia, y nosotros les acusamos y prohibimos a todos ellos de presumir obedecerles, o a alguna de sus admoniciones, leyes, o mandatos". Los Romanistas mismos han elegido la misma figura de Apocalipsis, "fuego del cielo", para designar las excomuniones Papales y anatemas. As, Gregorio VII habl del Emperador Enrique IV cuando lo excomulgaba como de "golpeado con trueno" (Afflatum fulmino -Danburg, 587). Al mismo efecto es el relato de la excomunin del Emperador Federico por el Papa Inocencio en el primer Concilio de Lyon: "Estas palabras de excomunin, articuladas en medio de este concilio, golpearon a los oyentes con terror como lo haran los centelleantes rayos. Cuando con velas encendidas y arrojadas, el Seor Papa y sus prelados asistentes centellearon su fuego relampagueante terriblemente contra el Emperador Federico, ahora no ms a ser llamado emperador, sus procuradores y amigos rompieron en un amargo lamento y golpearon sus muslos o pechos en aquel da de ira, de calamidad y de dolor! (Harduin, vii 401). Fue en los das de Gregorio VII que los cielos papales comenzaron as a tronar e iluminar. La primer explosin de la tempestad continu por alrededor de doscientos aos, cayendo su furia principalmente sobre reyes rebeldes. Cuando los reyes fueron sometidos la tormenta fue seguidamente dirigida contra las herejas y los herejes. Desde los das de Inocencio III hasta nuestra propia revolucin de 1688, hubo nicamente breves perodos de silencio en el firmamento pontifical. Por cinco siglos esos truenos retumbaron casi sin interrupcin o pausa. Estruendo sigui a estruendo en rpida sucesin. Las cruzadas de los Albigenses y Valdenses; las campaas Husitas en Bohemia; la Guerra de Carlos V en Alemania, las guerras de la Liga en Francia; las carniceras de Alva en los Pases Bajos; la guerra de los treinta aos en La Patria Alemana; la [masacre de] San Bartolom en Francia, y la igualmente sangrienta masacre de los Protestantes Irlandeses en 1641; esos son slo unos pocos de los ms notables estallidos de los truenos que han marcado el curso de aquella larga tempestad de ira pontifical que comenz en los das de Hildebrando [el Papa Gregorio VII] en el siglo once, y continu sus terribles reberveraciones hasta 1688. En el Gran Libro de Maldiciones de Roma una de las ms notables es la "Bullum Coenae Domini". Ella es verdaderamente una declaracin de la "boca que habla grandes cosas". Destinada a la Reforma, ella maldice todas las diversas secciones de la Iglesia protestante, dando especial prominencia a los Calvinistas y Zuinglianos. Su alcance es verdaderamente amplio. El mundo y sus habitantes, tanto como ellos pudieran conocer a los destinatarios de esta bula, son compendiosamente maldecidos en ella. Sus truenos se oyen resonar ms all de los lmites de la Cristiandad, y sus rayos son vistos golpear a los piratas de los brbaros ocanos, as como a los Calvinistas de Gran Bretaa. Era costumbre que esta bula fuera promulgada anualmente por el Papa en persona, escoltado por una magnificente formacin de Cardenales y sacerdotes. La ceremonia tomaba lugar en lunes y jueves, el jueves antes de la Pascua, y era acompaada por numerosas solemnidades, apropiadas para impresionar a los espectadores con temor. Era leda desde el elevado portal de la Iglesia de Letrn, en medio del disparo
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de can, el repicar de campanas, el sonar de trompetas, y el flamear de antorchas. Cuando las maldiciones de la bula haban sido tronadas, las antorchas eran extinguidas arrojadas abajo en la gran plaza, para significar las tinieblas exteriores en las cuales todos los herejes seran finalmente arrojados. El Papa Ganganelli en 1770 prohibi la lectura pblica de la bula Coenae Domini, pero la prctica fue pronto revivida, y es ahora continuada en Roma, aunque no en la misma manera pblica. Pero la interrupcin de su abierta promulgacin nada importa; ella es irrevocable; todos los herejes estn, ipso facto, [en el acto], bajo su proscripcin, y la institucin de la Jerarqua papal da para todos los Romanistas la fuerza de ley en el Reino unido. La ira papal puede extender o contraer su esfera a placer. Nada es tan elevado que quede fuera de su alcance, y nada es tan pequeo que no est debajo de ella. Ella puede desfogarse en una tempestad que cubra un reino entero, y puede concentrarse en un simple individuo. Si fuera dicho que la "boca" que habl esas "grandes cosas" en el pasado no las pronuncia ahora, ni jams declarar tales cosas en el tiempo por venir; en otras palabras, que la Iglesia Romana y sus Papas han renunciado a todos esos altivos reclamos, y ya no oponen su soberana sobre reyes y prncipes, tenemos que recordar a aquellos que hacen esta afirmacin, que el fallecido Papa, Po IX, en un gran documento de estado, al cual desde entonces se ha adosado doblemente el sello de la infalibilidad, da a esta asercin la ms clara y explcita contradiccin. En el Artculo veintitrs del Syllabus, Po IX condena la proposicin de que los Pontfices Romanos y concilios ecumnicos han alguna vez "excedido los lmites de su poder, o usurpado los derechos de los prncipes". Esta es una justificacin ex ctedra de las altivas pretensiones que siempre han emanado de la Silla Papal, y las ms tirnicas usurpaciones siempre hechas por los Papas sobre las prerrogativas de los prncipes y las libertades de las naciones. Con la historia de los Papas ante s, l solemnemente declara que ninguno de ellos jams excedi los lmites de su poder: o como el Dr. G. G. Von Schulte, Profesor de Ley Cannica en Praga, resumiendo las enseanzas de la Ley Cannica sobre este punto, expres: "Los lmites de la Omnipotencia papal sobre la tierra consisten solamente en su propia voluntad". Nosotros podemos decir con Shakespeare: "Aqu est una gran boca en verdad Que escupe muerte y montaas, rocas y ocanos". stas caractersticas pertenecen a toda la serie de representaciones simblicas del poder apstata en la Escritura, y as ellas establecen una perfecta identidad entre el "cuerno pequeo" de Daniel, la "bestia semejante a un cordero de dos cuernos" de Apocalipsis, el "Hombre de Pecado" de Pablo, y el Anticristo de Juan.

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CAPTULO XII. Todo Engao De Iniquidad El advenimiento del "Hombre de Pecado" habra de ser con "todo engao de iniquidad", con acabada, perfeccionada, y, hasta que el "hombre de pecado" no hubo aparecido, inigualada sagacidad. Notemos la frase. Es una muy notable. No es usada en ningn otro lugar; no es empleada para describir a ningn otro sistema; describe a la gran apostasa, y slo a ella. No es simplemente "engao", no es simplemente "iniquidad", es el "engao de iniquidad"; ms an, es "todo engao de iniquidad". La sagacidad y el engao no eran cosas desconocidas antes de que el Papado entrara al mundo. Sacerdotes y hombres de estado, en cada poca, actuaron grandemente con engao. Pero el engao peculiar en s mismo, es el engao de iniquidad. No solamente es una sagacidad ms sutil y ms definida que cualquiera de las que el hombre us en anteriores pocas; sino que es una sagacidad de un nuevo
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orden. Es un sistema de iniquidad [o injusticia] puesto en marcha como para asemejar aquel sistema de justicia que Dios ha revelado para la salvacin del mundo, y en consecuencia para ser aceptado como tal por todos quienes, no enseados por el Santo Espritu, son engaados y destruidos por tal [sistema de iniquidad]. El paganismo era un sistema de engao. Era la adoracin de un dios falso, bajo la pretensin de ser la adoracin del verdadero Dios. Pero el Papismo es un engao de una escala ms all del paganismo. ste era una falsificacin de la religin del Evangelio. El Papismo tiene un dios propio: que es l, a quien la ley cannica llama el "Seor nuestro Dios". l tiene un salvador propio: la Iglesia, a saber. l tiene un sacrificio propio: la Misa. l tiene un mediador propio: el Sacerdocio. l tiene un santificador propio: los Sacramentos. l tiene una justificacin propia: aquella de la justicia infusa. l tiene un perdn propio: el perdn del Confesionario; y tiene en los cielos una infalible y todo-prevalente abogada desconocida para el Evangelio: la "Madre de Dios". l entonces presenta al mundo un aparato espiritual y salvador para la salvacin de los hombres, y que sin embargo ni santifica ni salva a nadie. l luce igual que una iglesia; y sin embargo no es una iglesia. Es un gran engao: "todo engao de iniquidad". Hay otro punto aqu que amerita nuestra atencin. Se relaciona a la arquitectura u orden de la casa espiritual, la Iglesia. El Papismo desde su fundamento hasta su piedra final ha imitado ese orden. Aquel "Cristo es el Hijo de Dios" es la piedra angular de la iglesia evanglica. El Evangelio entero brota de esa raz. sta es la "roca" sobre la cual Cristo, hablando a Pedro, dijo que edificara su Iglesia. Que el "Papado es el Vicario de Cristo" es la piedra angular de la Iglesia papal. De esa raz brota el Papismo entero. Sobre esta "roca" dijo Bonifacio III en el siglo sptimo, y Gregorio VII, con an ms grande nfasis en el undcimo, edificar mi iglesia. Y notemos adems que ambas iglesias no descansan sobre una doctrina, sino sobre una persona. La Iglesia de Dios descansa sobre una persona, la cual es Cristo. Ninguno es salvado por simplemente creer en un sistema de verdad. La verdad es la luz que muestra al pecador su camino al Salvador. l es unido a Cristo por su fe la cual se aferra del Salvador, y por el Espritu quien viene a habitar en su corazn. Entonces l es un miembro del Cuerpo Espiritual. La Biblia, los ministros, y ordenanzas son los canales a travs de los cuales la vida de la Cabeza fluye a los miembros del cuerpo. Entonces ellos son edificados en una casa espiritual, un santo templo "edificados sobre el fundamento de los apstoles y profetas, siendo la principal piedra del ngulo Jesucristo mismo". Todo ello es de lo ms maosamente falsificado en la Iglesia del Papa. Es solamente por el modo en que los miembros de esa iglesia se apoyan en Pedro, o lo que es la misma cosa, sobre el Papa, que ellos pueden ser salvados. Los Romanistas nos dicen que es esencial para la salvacin de cada ser humano que est sujeto a la autoridad del Papa. Pedro es decir, el Papa es el nico reservorio de gracia; de l fluye ella a travs del gran conducto de la sucesin apostlica a todos los miembros de la "Iglesia", y as ellos son edificados en una casa espiritual construida sobre el fundamento de tradiciones, sacramentos, sacerdotes, obispos, cardenales, siendo el Papa mismo la principal piedra del ngulo. Ms an, la entera poltica y acciones de la Iglesia Romana han estado marcadas por un engao inigualado por ninguna otra sociedad o confederacin conocida en la historia. Sus Papas han sido la ms astuta raza de gobernantes que el mundo jams vio. Qu profundidad de astucia y habilidad en la Curia Romana! Dnde est el cuerpo de ministros o el monarca que puede luchar con ella? Sus entendimientos ms que humanos que Roma encubre bajo el disfraz de la ingenuidad y la simplicidad. Ella luce tan sin culpa y tan "semejante a un cordero", que los hombres de estado nos dicen que no tendran dificultad en sujetarse junto a diplomticos como esos. Es solamente cuando son aventajados y engaados por ellos cuando abren sus ojos y comienzan a preguntarse donde reside la fortaleza que los ha confundido. Roma compra y vende hombres de estado en su mercado; ella los usa como el arriero a sus bestias de carga; y cuando ellos estn viejos y quebrados, y ya no pueden ejecutar ms sus directivas, ella los arroja de los altos lugares a los cuales los exalt, y deja sus mutiladas reputaciones, igual que desagradables esqueletos, en el camino de la historia, para que la posteridad pueda ver como Roma recompensa a
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quienes la sirven. Fue escrito de ella desde tiempo antiguo: "Porque a muchos ha hecho caer heridos; y aun los ms fuertes han sido muertos por ella." [Proverbios 7:26] Este vasto engao es una de las principales fuentes de la fortaleza de la as llamada Iglesia de Roma. Ella tiene el arte de reclutar todos los reclamos de la virtud, y todas las sanciones de la ley, en favor de aquello por lo cual la virtud es ultrajada y la ley violada. Cuando su propsito es el ms cruel, su habla es an la ms blanda. Cuando su motivo es el ms villano, su profesin es an la ms plausible. Ella siempre da el nombre ms santo a los ms reprobables hechos. Cuando ella quema un hereje llama a esto un auto-da-fe un acto de fe. Cuando ella arrasa una provincia con fuego y espada, llama a esto una cruzada es decir, una expedicin evangelstica. Su cmara de tortura es llamada el "Santo Oficio". [Y cuando desean liberar a uno de sus archicriminales ella lo llama "reconciliacin"]. Y cuando ella depone monarcas, despojndolos de corona y reino, y compelindolos, como lo hizo con Enrique IV de Alemania, a estar de pie con los pies descalzos ante sus puertas en medio de los rigores del invierno, es con la intencin de un bondadoso padre administrando saludable castigo a un hijo errante. En resumen, ella no solamente se transforma a s misma en un ngel de luz, sino que al vicio lo transforma en virtud, embelleciendo los ms negros crmenes con la blanca ropa de la inocencia y adornando la ms horrible iniquidad con los resplandecientes aires de la santidad. Qu son los sacramentos por los cuales ella profesa llenar a los hombres con gracia? Qu son las misas por las cuales profesa impartir a Cristo y su salvacin a ellos? Qu son los crucifijos, rosarios, y amuletos, por los cuales ella fortifica a los hombres contra los asaltos de Satn y los espritus malignos? Qu son las indulgencias por las cuales ella acorta los sufrimientos de las almas en el purgatorio? Qu los perdones con los cuales ella despide a los hombres al otro mundo? Qu los votos de pobreza bajo los cuales ella acaricia un orgullo del ms arrogante, y una avaricia de la ms insaciable? Qu son los votos de celibato bajo los cuales ella cubre una desenfrenada lascivia? Qu son las dispensas por las cuales ella libera a los hombres de las obligaciones de la ley moral, y [por las cuales] profesa anular juramentos, promesas, y convenios? Sobre todo, qu son su lgica y su sistema de tica por el cual, como sucede en las manos de Liguori, ella hace al vicio y a la virtud, a la falsedad y a la verdad, intercambiar entre s sus lugares, y mostrar como uno, si lo dirige una buena intencin, puede cometer los ms monstruosos crmenes y an as no contraer una partcula de culpa? Qu son esas cosas, preguntamos, sino el "engao de iniquidad"? Porque ciertamente los mximos lmites del engao han sido alcanzados, y los Engaadores mismos no pueden ir ms lejos. l [el diablo] ha producido su obra maestra.

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CAPTULO XIII. La Culminacin del Paralelismo: Una Entronizacin Ahora nos aproximamos al punto donde el paralelismo culmina. Claro y distinto, igual que un pico Alpino, se levanta el CLMAX en cada caso! Uno est de pie vestido en la pura gloria espiritual del cielo, el otro se adorna en los falsos esplendores de la tierra. Cuan cerca, aparentemente, estn esas dos culminaciones, y sin embargo cuan inmensurable la distancia entre ellas! No ascendemos todo de una vez esas elevadas cimas. Debemos permitir al apstol guiarnos por las varias etapas sucesivas que conducen a ellas; de este modo solamente podemos obtener una visin plena del paralelismo. Y estar en condicin de ver cuan real y grande ste es. El apstol comienza en las ms bajas etapas del vasto ascenso. "Y ahora vosotros sabis lo que impide, para que a su tiempo se manifieste. Porque ya est obrando el misterio de iniquidad: solamente espera hasta que sea quitado de en medio el que ahora impide; y entonces ser manifestado aquel inicuo..." [2 Tes. 2:6-8] El tiempo para la revelacin o apocalipsis del Anticristo porque el Anticristo habra de tener su apocalipsis igual que Cristo tuvo el suyo no haba an venido. El "misterio de iniquidad" estaba ya
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obrando obrando en la regin de los principios e influencias, y obrando en la regin de los espritus seductores; pero entretanto, exista un gran "el que ahora impide", u obstruccin a su revelacin abierta. Pablo sugiere muy claramente que los Cristianos Tesalonicenses saban cul era esa obstruccin, y por lo tanto no la nombr. l los haba visitado algn tiempo antes, y habl libremente con ellos sobre la inminente apostasa, y haba mencionado al "que ahora impide" que primero deba ser removido antes de que la apostasa pudiera ser libre para desarrollarse. Esa obstruccin era el imperio Romano. Cuando estaba presente, hablando libremente con ellos sobre el tema, Pablo poda decirlo en trminos expresos; pero sera peligroso nombrar al imperio Romano en una epstola a ser leda abiertamente, y que ira por todas las iglesias. Eso podra atraer sobre los Cristianos el desagrado de las autoridades Romanas. El apstol conoca el obstculo en el camino del Anticristo, habiendo aprendido esto, indudablemente, por el estudio de Daniel, y la revelacin del espritu. Ms an, ello era conocido por los antiguos padres, todos los cuales dirigieron sus ojos hacia Roma como el lugar condenado donde "aquel inicuo" habra de mostrarse primero; pero ellos hablaron de l en voz baja, y en circunloquios, [de manera no directa]. Mientras el Imperio Romano permaneciese era imposible que el Anticristo apareciera. El Csar era Pontfice Mximo; y mientras mantuviera la posesin, no poda haber dos Altos Sacerdotes ocupando la misma capital, compartiendo el mismo trono, y sacrificando en los mismos altares. El primero y ms pequeo Pontfice Mximo debera ser removido antes de que el segundo y ms grande pudiera pararse. Eso habra de suceder en no largo tiempo. Dios removera al "que ahora lo impide", trayendo a las naciones Gticas dentro de Italia, derribando el imperio, y haciendo vacante el trono de Csar. Entonces el Anticristo trepara hasta la silla vaca. "Dios corri a los Csares de Roma", dice De Maistre, "para que pudiera darla a los Papas". Notemos en lo que sigue que haba sido decretado acerca de ambos, tanto de Cristo como del Anticristo, que ellos deberan ocupar tronos no un trono menor al de un trono real deberan tener ambos. Cristo habra de sentarse en el trono de David, y el Anticristo habra de sentarse en el trono de Csar. En prosecucin de ello, por lo tanto, una serie de providencias precedieron el advenimiento de cada uno, el ltimo fin de lo cual fue hacer vacante el trono que ellos respectivamente ocuparan. Tres revoluciones en la lnea real de Jud habran de hacer camino para Cristo, y cuatro consecutivas revoluciones en la lnea del poder del mundo habran de abrir el camino para el advenimiento del Anticristo. Jacob, en su lecho de muerte, haba dado a su posteridad una seal de la instantnea aparicin del Mesas. Esa seal era un declive final de la lnea real: "No ser quitado el cetro de Jud, y el legislador de entre sus pies, Hasta que venga Shiloh; y a l se congregarn los pueblos." (Gnesis 49:10). Cuando el tiempo se acerc, Ezequiel son la alarma ms definidamente, dando la advertencia de que el trono de Jud caera una vez, y una segunda, y una tercera vez, y entonces se levantara un Rey cuyo "seoro, es seoro eterno, que no ser transitorio". As dice el Seor Dios: "Depn la tiara, quita la corona: sta no ser ms sta: al bajo alzar, y al alto abatir. Del revs, del revs, del revs la tornar; y no ser sta ms, hasta que venga aquel cuyo es el derecho, y se la entregar." (Ezequiel 21:26, 27). El trono de Jud fue trastornado una primera vez por la separacin de las Diez Tribus aparte de la casa de David. Fue trastornado una segunda vez por la deportacin de la nacin a Babilonia. Fue trastornado una tercera y ltima vez por el sojuzgamiento de Judea por los Romanos, quienes despojaron a los descendientes de David del oscuro dominio que haban ejercido hasta este tiempo. Entonces vino Cristo, de quien el ngel que anunci su nacimiento habl as: "Este ser grande, y ser llamado Hijo del Altsimo: y le dar el Seor Dios el trono de David su padre: Y reinar en la casa de Jacob por siempre; y de su reino no habr fin." (Lucas 1:32, 33) En la falsa iglesia y reino del Anticristo el paralelismo en este punto es impresionante en verdad. El "hombre de Pecado". una vez plenamente desarrollado, habra de ocupar el trono de este mundo. Este magnificente puesto haba sido ofrecido por el Tentador al verdadero Cristo: "Otra vez le pasa el diablo a un monte muy alto, y le muestra todos los reinos del mundo, y su gloria, Y dcele: Todo esto te dar, si postrado me adorares." [Mateo 4:8, 9] La oferta fue prontamente declinada. El Tentador despus se torn al falso Cristo: "Yo convertir tu silla en un trono", dijo l, al obispo de Roma, "y tu bculo pastoral en un cetro real, si quieres ser mi vasallo". La oferta no encontr un segundo rechazo. El pacto fue sellado, y fielmente cumplido por ambas partes. La estipulada adoracin fue rendida, y los salarios fueron totalmente pagados. En testimonio citamos a Inocencio III en el siglo trece. No le omos jactarse de que
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l haba sido puesto sobre reinos para construir y arrancar a su placer? Y cun frecuentemente encontramos el mismo poderoso reclamo en la boca de sus sucesores en las siguientes centurias? Ms an, hasta en nuestros propios das los ecos de la misma orgullosa jactancia se oyen desde la silla papal. Llev mil aos preparar el camino para ambos, y sentar a cada uno en su respectivo trono. El trono de David fue vaciado una y otra vez, para que pudiera se llenado por el Rey del imperio eterno. El trono del poder del mundo fue en igual manera vaciado una y otra vez, para que pudiera ser llenado por el rey de quien ha sido escrito: "ha de ir a la perdicin". El trono del poder mundial fue trastornado una primera vez en la cada de Babilonia, fue trastornado una segunda vez en el derrumbe del Poder Medo-Persa. Fue trastornado una tercera vez en la extincin del reino Griego; y fue trastornado una cuarta y ltima vez, cuando el Imperio Romano cay delante de los Godos. No haba ms un Csar en Roma. "Hasta que sea quitado de en medio", dice el apstol Pablo, "el que ahora impide". l haba sido ahora quitado de en medio y la hora era venida para que "aquel inicuo" fuera revelado. Remarquemos aqu que ambos misterios tienen la misma culminacin: una entronizacin igual. El "misterio de la piedad", comenzando en la cuna, termina sobre un trono el trono del cielo. El "misterio de iniquidad", comenzando en el silente y oculto trabajo de antiguos tiempos termina sobre un trono el trono de la tierra. Aparece claro ante nosotros, aunque expositores lo han pasado por alto, que los dos pasajes (1 Timoteo 3:16 y 2 Tesalonicenses 2:3-12) uno descriptivo del "misterio de la piedad" y el otro descriptivo del "misterio de iniquidad" fueron propuestos por el apstol, para ser, y son paralelos clusula por clusula. Cada clusula en uno arroja su luz sobre la correspondiente clusula en el otro, y as la profundidad y la altura de cada misterio son desarrolladas. Un simple vistazo hacia esos dos pasajes bastar para mostrar que es por las mismas gradaciones ascendentes que escalamos hasta el clmax de ambos misterios. Miremos a cada uno de ellos. "Y sin contradiccin, grande es el misterio de la piedad: Dios ha sido manifestado en carne; ha sido justificado con el Espritu; ha sido visto de los ngeles; ha sido predicado a los Gentiles; ha sido credo en el mundo; ha sido recibido en gloria." (1 Timoteo 3:16). As es como el apstol, en un solo versculo, con magistral amplitud, afirma los sucesivos pasos la totalidad de aquella magnificente gradacin, por la cual el misterio de la piedad alcanz su poderoso clmax. "Dios ha sido manifestado en carne". "Y [Mara] pari a su hijo primognito, y le envolvi en paales, y acostle en un pesebre" [Lucas 2:7]. All estuvo el comienzo del misterio. Este es el primer paso en el poderoso ascenso. "Ha sido justificado con el Espritu". Como cuando el Espritu descendi sobre l en una forma visible en su bautismo; y otra vez cuando comenz su ministerio pblico, con todos sus milagros y prodigios acompaantes, "El espritu del Seor Jehov es sobre m" fueron las palabras con las cuales, en la sinagoga de Nazaret, l comenz su primer sermn, "porque me ungi Jehov; hame enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos". "Ha sido visto de los ngeles". Como cuando ellos cantaron su himno de nacimiento en Beln, y cuando ellos lo ministraron en el desierto, despus de su tentacin, y otra vez en su agona en el jardn, cuando "le apareci un ngel del cielo confortndole", y en la maana de su resurreccin, cuando dos de ellos aguardaban en su sepulcro para decir a las mujeres que l haba resucitado. "Ha sido predicado a los Gentiles". "Id por todo el mundo; predicad el evangelio a toda criatura", fue el ltimo encargo a sus apstoles cuando estaba a punto de ascender desde el Monte de los Olivos. No bien fue dado el espritu en Pentecosts sus apstoles y evangelistas viajaron a travs de toda la tierra de Israel, y yendo ms all de los lmites del Judasmo, predicaron el Evangelio en las ciudades de Grecia y Roma, y yendo todava ms hacia el oeste, llevaron las nuevas de la cruz a las costas de Bretaa.
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"Ha sido credo en el mundo". As se eleva la gradacin, y as el misterio de la piedad avanza hacia su culminacin. Los dioses del paganismo cayeron delante de la predicacin del "Crucificado". Poderosas naciones, tanto del este como del oeste, llegaron a ser obedientes a la fe; el evangelio valid su reclamo de ser del cielo por los benditos frutos que trajo dondequiera; y Jess fue credo como el verdadero Mesas y Salvador del mundo. "Ha sido recibido en gloria". Este es el paso final; aqu el misterio culmina. Podemos ahora mirar a lo largo del trayecto entero de su desarrollo, desde la cuna en el establo hasta las puertas eternas que son vistas elevarse para que el Rey de Gloria pueda entrar, y sentarse sobre el trono de universal y eterno dominio, mientras los arcngeles y serafines "y a toda criatura que est en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y que est en el mar, y todas las cosas que en ellos estn", se les oye decir: "Al que est sentado en el trono, y al Cordero, sea la bendicin, y la honra, y la gloria, y el poder, para siempre jams." (Apocalipsis 5: 13). El "misterio de iniquidad" pas a travs de una gradacin muy similar, para resultar en un clmax que es una obvia e impresionante contraparte de aquel que hemos ya descripto. "Porque ya est obrando el misterio de iniquidad" [2 Tes. 2:7]. Aqu lo vemos en su cuna. Fue "justificado" de Satn por las seales mentirosas y prodigios que l habilit a sus propagadores a obrar. Fue publicado a los Gentiles por la predicacin de frailes y monjes itinerantes, quienes apelaron a todo engao de iniquidad para persuadir a los hombres que el Papa era el vicario de Dios, y que las tradiciones de su Iglesia eran el verdadero Evangelio. Fue credo en el mundo por aquellos cuyos nombres no estn escritos en el Libro de la Vida. Y finalmente, fue recibido arriba en los cielos del dominio eclesistico y la gloria imperial. Su lder era ahora visto sentado en el templo de Dios; mostrndose que l es Dios, mientras los reyes y naciones de la tierra son vistos inclinarse delante de l, y atribuyndole dominio y poder y gloria. Ellos adoraron a la bestia diciendo: "Quin es semejante a la bestia? ... le fue dada potencia sobre toda tribu y pueblo y lengua y gente. Y todos los que moran en la tierra le adoraron, cuyos nombres no estn escritos en el libro de la vida del Cordero, el cual fue muerto desde el principio del mundo." (Apocalipsis 13:4-8). El Papa en el trono de los tronos de la tierra es la falsificacin de Cristo en el trono de los tronos en el cielo.

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CAPTULO XIV. La Usurpacin del Anticristo sobre los Reyes y Naciones Montado sobre el ms alto sitial del mundo, cmo se humilllara el Anticristo? Con una arrogancia nunca antes presenciada. En relacin con los reyes, l habra de mantenerse como su amo, y en relacin a Dios, l habra de estimarse su igual. "Oponindose, y levantndose contra todo lo que se llama Dios, o que se adora; tanto que se asiente en el templo de Dios como Dios, hacindose parecer Dios." (2 Tes. 2:4) Esas palabras pareceran presagiar una doble usurpacin de parte del Anticristo, la primera: sobre todos los gobernantes terrenales, y la segunda: sobre el gran Gobernante del cielo. El testimonio de la historia es claro en ambos puntos. Muestra que la ambicin del Papa ha sido doble. l ha saltado por encima del trono de reyes al sitial de Dios. Quienes son "lo que se llama Dios", a quienes el Anticristo se habra de oponer, y sobre quienes l se exaltara a s mismo? Nos inclinamos fuertemente a pensar que son los magistrados y reyes los que son llamados as. La ley justa es la expresin de la voluntad de Dios. Aquellos que la administran son sus delegados. Sobre la tierra ellos llenan ese oficio, y portan la semejanza del Supremo Magistrado. As, en la escritura, los magistrados son llamados "dioses". "Yo dije: Vosotros sois dioses." [Salmo 82:6] "DIOS
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est en la reunin de los dioses; En medio de los dioses juzga." (Salmo 82:1). "Porque aunque haya algunos", dice el apstol (1 Corintios 8:5), "que se llamen dioses, o en el cielo, o en la tierra". Y nosotros somos encomendados a estar sujetos a reyes y a todo con autoridad, por causa de la consciencia. A la luz de esto, la clusula predice que el Anticristo usurpara la supremaca sobre toda autoridad civil, y gobierno sobre la tierra. (Esta es la verdadera exgesis del pasaje. En el Griego est: "todo lo que es llamado theos, o que es sebasma", lo cual podemos traducir as: "todo lo que es llamado divino, o que es venerable"); y verdaderamente el Papado ha cumplido la profeca literalmente. Como un pretendido divino e infalible delegado, reclama tener en sus manos la administracin de todos los asuntos humanos, temporales y espirituales, y poder llamar a cuenta a todas las naciones, magistrados, y reyes, ante su estrado. Notemos otra vez aqu el paralelismo. Esta asumida delegacin sobre todos los asuntos humanos es otra parte de la imitacin del falso Cristo al verdadero Cristo. Cristo posee este poder en realidad, por lo tanto el Anticristo debe necesitar poseerlo en apariencia. Dios el Padre es el inmediato Gobernador del universo, pero l lleva adelante su gobierno a travs del Hijo de Dios. Este poder l lo ha delegado a Cristo como cabeza de la Iglesia, y como una recompensa de sus sufrimientos. "La cual [potencia del Padre] obr en Cristo, resucitndole de los muertos", dice el apstol, "y colocndole a su diestra en los cielos, Sobre todo principado, y potestad, y potencia, y seoro, y todo nombre que se nombra, no slo en este siglo, mas aun en el venidero: Y someti todas las cosas debajo de sus pies, y dilo por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, La cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que hinche todas las cosas en todos." (Efesios 1:20-23) Estas palabras expresamente ensean que el Padre hizo a Cristo cabeza de la Iglesia, y as le dio a l todo poder espiritual, y cabeza del mundo a la Iglesia, y as subordin a l todo el poder temporal. El pasaje, de hecho, lo presenta a l como sentado en el trono del universo, sobre su cabeza la diadema de ilimitado y eterno dominio, en su mano el cetro de un ilimitado imperio; y a su disposicin todos los principados y poderes del cielo, todos los tronos, ejrcitos, y potentados de la tierra, para la ejecucin efectiva de las grandes finalidades de su soberana mediatorial. Los Papas fueron coherentes con su pretendido carcter de Vice-Cristos tambin en este punto. Ellos pretendieron ser los supremos magistrados del mundo. El Cardenal Bellarmino afirma que cada ttulo que en la Escritura es dado a Cristo pertenece tambin al Papa. Ciendo en una jurisdiccin colosal las cosas temporales y espirituales, el Papa extendi su cetro sobre todos los sitiales de tribunales humanos, y se sent con sus pies sobre los cuellos de reyes, as como sobre los de los sacerdotes. l reclam como su prerrogativa juzgar a todos, pero no ser juzgado por ninguno; hacer leyes, pero no estar sujeto a ninguna ley, por lo tanto inconscientemente vindicando su apelativo proftico: "aquel inicuo" [el Texto Recibido griego dice el "anomos", bien traducido como "inicuo" y literalmente significa "a-legal", "fuera de la ley", "aparte de toda ley", en 2 Tesalonicenses 2:8]. l se ha representado a s mismo tomando en una mano las "llaves" de la autoridad espiritual, y en la otra la espada del poder temporal. l ha enseado que era justo que todos los prncipes besaran sus pies, y exigi de no pocos este acto de obediencia. l ha inculcado a los monarcas que la sana ortodoxia requiere de ellos mantener sus reinos como feudos de la silla papal, y mantener vivo en ellos el piadoso marco mental que l ha impuesto sobre ellos y sus sbditos: los impuestos de las Expensas de Pedro. Si notaba en ellos an un asomo de orgullo, este manso vicario de Cristo arrancaba el cetro de su mano, pateaba su corona con su pie pontifical, y transfera sus dominios a algn vecino ms devoto y de actitud humilde. Todo esto l lo ha hecho "como puesto por Dios sobre los reinos y naciones para plantar y arrancar, para construir y derribar, hacer y deshacer reyes". "No es el rey de Inglaterra mi esclavo?" (Papa Bonifacio VIII, a Felipe, Rey de Francia) fueron las palabras de la "gran boca". Y los Papas se han mostrado en ocasiones tan poderosos en los hechos como en las palabras. Gregorio VII destron a Enrique IV de Alemania. Inocencio III a Otto, y a nuestro Rey Juan. Pablo III, a Enrique VIII. Y Po V y Gregorio VIII, decretaron sentencia de deposicin sobre la Reina Elizabeth. Po V, como "quien solo ha sido constituido prncipe sobre todas las naciones y todos los reinos, para derribar, destruir, disipar, dispersar, plantar, y construir ... declar a la mencionada Elizabeth: una hereje ... y la priv de su
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pretendido derecho al reino, as como de cada dominio, dignidad y privilegio que sea", pronunciando el mismo anatema sobre todo el que osara obedecerla. Si los anales del Papado actualmente no son demostrados por esos solemnes actos de justicia pontifical, es a causa de la falta de poder, y no por la falta del derecho [segn el Papado]. La Iglesia Romana ha hecho el solemne deber de todos sus miembros destruir todo Protestante cuando ellos sean capaces de hacerlo sin peligro. Bannes, un Dominico, determin "que los Catlicos en Inglaterra y Sajonia estn excusados si no se levantan contra sus prncipes Protestantes y sus sbditos, a causa de que ellos comnmente no son lo suficientemente poderosos, e intentarlo en tales circunstancias los expondra a un gran peligro". (En ii 2; Thom. 9-12, art. ii). Bellarmino, uno de sus ms grandes autoridades es igualmente franco y explcito. l dice: "Si fuera posible arrancar a los herejes, sin duda, ellos han de ser destruidos raz y rama; pero si ello no puede ser hecho, a causa de que son ms poderosos que nosotros, y de que hay peligro de que si ellos nos enfrentan entonces nosotros seamos derrotados, entonces debemos estar quietos" (De Laicis, lib. iii. Cap. 22). Los dos Papas anteriores [al autor]: Po IX y Len XIII en sus manifiestos pblicos, reclaman el mismo formidable poder; pero prudentemente posponen su ejercicio hasta el arribo de un ms feliz da para el Papado.

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CAPTULO XV. El Anticristo Se Exalta A S Mismo Sobre Dios Hacer a reyes terrenales sus vasallos, y a los tronos terrenales escabel de sus pies, queda corto para la medida de la ambicin papal. Los Papas han plantado sus pies sobre el trono de Dios mismo. Que la majestad de Roma diera lugar al Vice-Cristo no era sino un pequeo asunto; la Majestad del cielo debe descender de su sitio para que el Papa pueda montar sobre ella. "Tanto que se asiente en el templo de Dios como Dios, hacindose parecer Dios." [2 Tesalonicenses 2:5], dice el apstol. El Papa ha pretendido ser Dios, primero en palabras, segundo en hechos. Escuchemos las palabras que la "gran boca" ha hablado; y tambin algunas de las que sus amigos han hablado por ella. Notemos primero donde se dice que se sienta el Anticristo: "tanto que se asiente en el templo de Dios". Este templo no puede ser el de los Judos sobre el Monte Moriah, porque el apstol est hablando de un acto que habra de ser hecho por Uno que no habra de aparecer sino hasta despus de la cada del Imperio Romano; pero mucho antes de que el imperio cayera el templo de los Judos fue reducido a cenizas [El argumento de J. A. Wylie es enteramente correcto y bien encaminado, el templo en el cual el Papado pretende sentarse es la Iglesia, posando desde luego en el trono brindado por su organizacin apstata que no es la verdadera Iglesia; lo cual fue el resultado de la gran apostasa que ya sucedi. No obstante esto, el apstol TAMBIN incluye secundariamente el acto de profanacin del templo judaico a ser reconstruido sobre el final y que EL LTIMO PAPA profanar por los ltimos tres aos y medio de la historia. Estamos as en presencia de una profeca que cubre el ms importante hecho de la falsa entronizacin de siglos de toda la dinasta papal, y el hecho secundario y breve, pero final, de la entronizacin del ltimo Papa de la dinasta en el templo reconstruido en Jerusaln]. (En los "Hechos" el templo de los Judos es referido veinticinco veces. En todos esos pasajes la palabra usada es hieron nunca naos. El trmino aqu usado por el apstol es naos. "La Iglesia Cristiana", como tambin Crisstomo, Agustn, y Toms Aquino). El nombre templo es asignado a la Iglesia Cristiana, y en lugares innumerables en el Nuevo Testamento, es usado para denotar, algunas veces un individuo creyente, y algunas veces el cuerpo entero de Cristianos profesantes [ms precisamente el cuerpo entero de verdaderos Cristianos, NO incluyendo a los meros profesantes]. Escribiendo a los Cristianos Corintios Pablo dice: "No sabis que sois templo de Dios... ?" (1 Cor 3:16). Y otra vez colectivamente: "siendo la principal piedra del ngulo Jesucristo mismo; en el cual, compaginado todo el edificio, va creciendo para ser un templo santo en el Seor"
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(Efesios 2:20, 21). Concluimos que el templo en el cual el Anticristo es aqu visto sentarse es la Iglesia Cristiana. Esta interpretacin preserva la unidad de la Profeca de Pablo. El Anticristo u "hombre de pecado" habra de ser el resultado y la cabeza de la apostasa, pero la apostasa habra de brotar en la Iglesia Cristiana, por que "la apostasa" habra de ser y slo poda ser, una apostasa de la fe Cristiana, [comparar con 1 Timoteo 4:1, 2, donde el apstol dice claramente que la apostasa es de la fe Cristiana; e incluye como una principal caracterstica de ella lo que no dudamos en sealar como el celibato sacerdotal de Roma]. Por lo tanto, el Anticristo se sentara, es decir: se establecera y ejercitara jurisdiccin, no en otra parte sino en la Iglesia Cristiana profesante, [y perseguira a la verdadera Iglesia que rehusara recibirlo. Esto no es contradictorio ya que los fariseos en el tiempo de Cristo se sentaron en la ctedra de Moiss, pero para impedir la entrada al reino, adems se opusieron a Cristo]. Como ViceCristo sera necesario que todas sus caractersticas visibles y todo su entorno fuera de profesin Cristiana y eclesistica. Esto se encarga eficazmente de todas esas teoras del Anticristo que lo ubicaran en alguna poderosa confederacin atea, o en algn magistral, jefe poltico, u otra corporizacin de monstruosa iniquidad y tirana todava por asomar, y que, durante una breve pero terrible carrera, desolara el mundo. De tal poder no podra decirse en ningn sentido que se sienta en el templo de Dios. Porque sera un poder fuera del templo; y estara lejos de aspirar al oficio y la dignidad en el "templo" esto es, en la iglesia tal poder necesitara, por su instinto y carcter, hacer guerra a la iglesia, bajo la bandera de la abierta hostilidad, y con el grito de: "arrsenla, arrsenla". Ms an, ningn nico hombre Anticristo, o Anticristo cuyo reino ha de durar por solamente tres aos y medio, puede cumplir las condiciones de la profeca de Pablo. Como podra l brotar a la existencia, trepar a una altura que ningn mortal ha alcanzado jams antes, exhibir sus milagros mentirosos, y engaar al mundo entero, compeler todas las naciones y reyes a servirle, hacer guerra contra los santos y vencerlos, y todo en el breve perodo de tres aos y medio? Aunque la hueste Anticristiana surgiera desde el abismo, completamente armada y reunida para la batalla, y se hubiera desplegado sobre alas de dragn a los cuatro ngulos de la tierra, ella difcilmente podra lograr tal proeza. La horrible visitacin habra sido ignorada antes de que los hombres hubieran sabido qu es lo que sucedi; y dnde quedara la necesidad de "la paciencia y la fe de los santos"?, o del clamor de "Hasta cundo... ?" El Anticristo no hara su primera aparicin plenamente crecido. Ello sera fatal a sus pretensiones como Vice-Cristo. La primer aparicin del verdadero Cristo fue como un infante en el pesebre, envuelto en paales. No diferentes deban ser los comienzos del Anticristo. l estaba "obrando" en los das de Pablo, l creci y se desarrollo etapa por etapa, y con el paso del tiempo alcanz su plena estatura, y no sera destruido sino hasta la lejana poca futura de la gloriosa venida de Cristo. Los aos de su vida habran de ser contados en siglos; ellos excederan por lejos los das de vida de un hombre; ellos cubriran el perodo entre el tiempo cuando Pablo escribi, y la aparicin de Cristo en el Milenio. El sistema habra de ser presidido, y necesariamente as, por una raza de gobernantes, que habran de tomar su lugar en sucesin a su cabeza; pero teniendo en cuenta que habra de haber identidad en el sistema desde el primero al ltimo, y que habra de crecer como un hombre crece, por etapas reguladas, y teniendo en cuenta que sus jefes habran de estar ligados por una unidad de espritu y metas, se habla del Anticristo como de una individualidad corporativa. Las condiciones de la profeca, lo repetimos, no podran ser llenadas por un hombre, cualquiera sea su sobrehumano poder, o cualquiera sea su estupenda maldad, cuyo surgimiento, reinado, y ruina hayan de ser realizados y finalizados en el breve espacio de tres aos y medio. Retornamos a la majestuosa falsificacin, tan altivamente entronizada, a quien las naciones cegadas confunden como Dios, y ante quien se inclinan en adoracin. "Tanto que se asiente en el templo de Dios como Dios, hacindose parecer Dios." [2 Tesalonicenses 2:5]. El Papa ha pretendido ser Dios, primero, en palabras; segundo, en hechos. Escuchemos algunas de las
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palabras que han venido de la "gran boca" misma; y luego algunas declaraciones al mismo efecto que han venido de algunos amigos del Anticristo. Sentado en el Templo de Dios, esto es, hablando ex ctedra como Vice-Cristo, el Papa ha reclamado, en la ms inequvoca manera, ser Dios. Hasta este osado grado de ambicin y blasfemia ha llevado el paralelismo o imitacin. El verdadero Cristo es Dios, por lo tanto el Vice-Cristo debe pretender ser Dios tambin. En la ley cannica el papa es llamado Dios (Decretum Gregorii XIII, Destinc 96, Can. 7). Otra vez l es llamado "Seor y Dios" (Decretales Gregorii IX, Tit. 7). Y otra vez Inocencio dice en las decretales, hablando del Papa: "Dios porque l es vicario de Dios". La ley cannica y las decretales son llamadas por los escritores Romanistas los orculos del Papa, ellas son la verdadera expresin de la mente pontifical. Al mismo efecto los casuistas, [ciertos telogos], papales dicen: "Como Cristo fue Dios, l tambin ha de ser mirado como Dios". El Sacrum Ceremoniale tiene la frase: "La Silla apostlica es la sede de Dios". "El Pontfice Romano" dice el Decreto de Gregorio: "no como mero hombre, sino como verdadero Dios, reina en la tierra." (Daubuz, 581). Para no multiplicar ejemplos en los cuales el Papa se llama a s mismo Dios, o acepta el ttulo de otros, concluimos refirindonos a una reciente muestra. Sir Culling E. Smith, en un viaje en Italia, encontr un libro publicado en 1794, con el ttulo: "Historia de la Antigua Repblica de Amalfi, dedicado al Vice-dios Benedicto XIII. Con permiso de los superiores" (Decret. Greg. I. 7, 3). As es como el Papa da testimonio de s mismo. Uno ms grande que l dice: "Si yo doy testimonio de m mismo, mi testimonio no es verdadero." l ha buscado apoyar sus pretensiones a este gran ttulo por grandes hechos. Lo que sea que Dios hace el Papa tambin profesa hacerlo. Requiere Dios que ante l cada rodilla se doble? As tambin el Papa; l requiere ser adorado con postracin y beso. Dios se revela como el nico santo? As, tambin, el Papa. l reclama ser llamado "su santidad". Es Dios el "solo sabio"? As tambin es el Papa: l pretende ser "inerrante". Dios plant su trono en la cima del monte Sina, y desde all promulg aquellos diez mandamientos que son las leyes del mundo? As tambin el Papa: l ha plantado una sede en las siete colinas en carcter de supremo legislador y juez del mundo, y pretende una igual autoridad e infalibilidad para todo lo que le plazca promulgar ex ctedra como lo reclama Jehov para los preceptos del declogo. Es la prerrogativa de Dios perdonar pecados? El Papa asume la misma gran prerrogativa. l perdona pecados de los vivos y de los muertos. Es la prerrogativa de Dios asignar a los hombres su destino eterno? Eso tambin hace el Papa. l pretende tener las llaves que abren y cierran el purgatorio, y mientras reserva a sus seguidores un seguro pasaporte a los reinos del paraso, l entrega a todos los de fuera de su iglesia al dolor eterno. En fin, Dios se sienta entre los Querubines y recibe el homenaje de su pueblo en su santuario? El Papa, sentado en el elevado altar de [la Baslica de] San Pedro, mientras incienso es quemado delante de l, y las rodillas se doblan delante de l, es invocado como el Seor nuestro Dios. Los Romanistas estn acostrumbrados a llamar al altar el trono de Dios, en consideracin a que ellos colocan all la hostia. El uso que el Papa halla para esto en esas ocasiones, es el no muy digno de un escabel de sus pies. "Tanto que se asiente en el templo de Dios como Dios, hacindose parecer Dios." [2 Tesalonicenses 2:5].

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CAPTULO XVI. Hombre de Pecado e Hijo de Perdicin Hemos trazado el paralelo hasta su gran culminacin, y mostrado cun cercana es la imitacin en cada etapa de su curso. El apstol aade unos pocos toques para completar el retrato del Anticristo, y para concluir da un vistazo a la horrible finalizacin de su carrera. Escrutemos rpidamente lo que queda. El apstol lo llama el "hombre de pecado" y el "hijo de perdicin". Cristo es el hombre de santidad; el nico hombre santo que el mundo alguna vez vio. "Lo santo [que nacer]", dijo el ngel cuando anunci su nacimiento. "Tu santo Hijo Jess", dijo un apstol de l, mientras que otro escribi de l: "santo,
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inocente, limpio, apartado de los pecadores". El fue tipificado como el Cordero de la Pascua como "sin mancha". [Lucas 1:35; Hechos 4:27; Hebreos 7:26; 1 Pedro 1:19] El Papa o Vice-Cristo es el hombre de pecado. l ha ideado el pecado, l ha enseado el pecado, l ha actuado el pecado, "estableci la iniquidad como ley" [Salmo 94:20], l ha comerciado con el pecado, l vende indulgencias y perdones; l ha acumulado riqueza a travs de los pecados de la Cristiandad. El pecado es su ser, y el pecado es su obra. El Papado es tan puramente una encarnacin del pecado como el Evangelio lo es de la santidad. Cada cosa que el Papado toca lo convierte en pecado. Posee una maldita alquimia por la cual transmuta lo que es bueno en malo. Ha tomado todos los mandamientos del declogo y los ha convertido en pecado. Ha tomado todas las doctrinas del Evangelio y las ha convertido en pecado. Ha tomado todos los sacramentos de la Iglesia y los ha convertido en instrumentos de pecado; ha tomado todos los oficios y oficiales de la iglesia y los ha hecho agentes del pecado; ha tomado todo lo que es sutil en intelecto, todo lo que es brillante en genio, y todo lo que es noble en elocuencia, y los ha usado al servicio del pecado. La poltica del Papado no es negar la verdad; siempre acta como Vice-Cristo, como un pretendido amigo; su poltica es pervertir la verdad, metamorfosearla, y hacerla pelear contra ella misma. No hay una doctrina en la Biblia que el Papado no admita en la apariencia, [pero] no hay una doctrina en la Biblia que el Papado no niegue en la realidad, y los efectos salvadores que no haga nulos. [El Papado] toma lo que es sano, y por su infernal destreza lo cambia en lo que es venenoso. El aparato espiritual que Dios ha puesto para su propia gloria y la salvacin del hombre, el Papado lo ha tomado, y trabaja exactamente para los fines opuestos: el deshonor de Dios y la ruina del hombre. Es un segundo y ms grande Jeroboam que ha hecho pecar a Israel. Verdaderamente es "el hombre de pecado". Pablo lo llama luego "el hijo de perdicin", una frase de terrible significacin. Ella es usada antes en la Escritura solamente una vez, y en una conexin que imparte a la frase un horrible y trgico significado. Ella es aplicada a Judas despus de que el diablo hubo entrado en l, y as obr en l, de modo que no descans hasta que traicion a su Maestro. Este primer "hijo de perdicin" sali del seno de la iglesia naciente, donde l recin haba participado de la copa de la pascua, se levant de la misma presencia del Dios-hombre, para desempear el papel de su horrible apostasa. El segundo y ms grande "hijo de perdicin", de igual manera, surgi en el seno de la primitiva iglesia. Habiendo Satn entrado en l, su ambicin comenz a arder, y acudi a los prncipes del mundo, y les dijo: "Qu me daris, y yo les entregar el Cristianismo? Manifiestamente vosotros no sois capaces de abatirlo. Se ha enraizado y est llenando la tierra, a pesar de vuestros ejrcitos y vuestros edictos. Los fuegos de diez persecuciones han sido encendidos a su alrededor, pero todo en vano. El arbusto ha ardido, sin embargo no est consumido. Vosotros estis trabajando ms all de vuestras fuerzas. Si el Cristianismo alguna vez conocer la extincin, su abatimiento debe venir desde adentro, debe venir de m mismo y no de otro. Denme mi salario; denme la silla del Csar; denme los "reinos del mundo, y la gloria de ellos", y yo saldr y me mostrar a los hombres como el Vice-Cristo, y el mundo creer en m, y me seguir. Donde vuestra fuerza ha fallado, mi habilidad triunfar". Esta poltica fue astuta y profunda, necesitamos decir quien fue su propulsor? El apstol hace claro este punto. El advenimiento del "hombre de pecado", dijo l, habra de ser conforme a la "operacin de Satans". La cabeza de la apostasa habra de ser energizada, impulsada, sustentada, y guiada por Satn, "el dragn, la serpiente antigua, que se llama Diablo" [Apocalipsis 12:9]. El Papado es el hijo de perdicin: el deshove, la descendencia de Apolin el destructor, y necesita hacer la obra de su padre. As como es la obra de Dios crear, as la obra de Satn es destruir. La bella trama de la naturaleza l la destruira si pudiera; la constitucin moral de la sociedad l la tiene grandemente destruida. Su nombre es Apolin el destructor, y la obra del Papado es la misma. Los principios de moralidad y virtud evanglica en el hombre los destruye; los principios del poder renovador en el Evangelio los pervierte y destruye. Dondequiera que [el Papado] ha encontrado un lugar en Europa all est la negrura de la perdicin: hombres ignorantes, ciudades desmoronadas, y naciones esclavizadas y desmoralizadas. "Apolin el destructor ha pasado por aqu", exclamamos, "aqu estn sus huellas; en todo su trayecto est
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la negrura de la muerte fsica, moral, y espiritual. Pensamos en el caballo plido y en el nombre de quien se sienta sobre l que era Muerte, y el infierno le segua".

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CAPTULO XVII. El Anticristo: su Destino Si es un hijo, entonces es un heredero. Y cul es la herencia de la cual es el heredero? Es la "perdicin". Los reinos del mundo y la gloria de ellos primero, la perdicin al final. Fue escrito de l antes de que surgiera: "l va a la perdicin". Mejor haber tenido lo ms amargo primero y lo dulce despus; pero no; concluido y pasado el da de su gloria, viene la voz: "Hijo, acurdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lzaro" (la iglesia) "tambin males; mas ahora ste es consolado aqu, y t atormentado." [Lucas 16:25]. La herencia es traspasada al papado en el mismo documento y asegurada a l bajo el mismo sello como lo fue la "gloria" que vino antes. El Rey del Cielo ha hecho este decreto y lo ha sellado con su propio sello, y el decreto ningn hombre lo puede cambiar. Tan seguro como el Papado ha tenido su gloria, as ciertamente vendr su ruina. Pablo, antes de cerrar su profeca, se detiene, y en solemnes y temibles palabras predice la noche de horrores en la cual su carrera ha de terminar. "Aquel inicuo, al cual el Seor matar con el espritu de su boca, y destruir con el resplandor de su venida" (2 Tesalonicenses 2:8). Hay una doble destruccin pendiente sobre el Anticristo: una lenta consumicin primero, durante, puede ser, hasta siglos, y una sbita y acabada extincin en el fin. Esta dualidad en el destino del Anticristo ha sido notada en la profeca an desde su comienzo. Es enfatizada por Daniel. Hablando del "cuerno pequeo" que tena una boca que hablaba grandes cosas, ojos como los ojos de un hombre, una apariencia mayor que sus compaeros, y que haca guerra contra los santos, y habra de tener dominio sobre ellos, "hasta un tiempo, tiempos, y la mitad de un tiempo", que es 1260 aos, dice el profeta. "Empero se sentar el juez, y quitarnle su seoro, para que sea destruido y arruinado hasta el extremo" (Daniel 7:26). Otra prueba, de paso, de la equivalencia entre el "cuerno pequeo" de Daniel, y el Anticristo de Juan. En el destino predicho del Papado hay dos etapas bien marcadas. Hay, primero: una consumicin gradual; y segundo: una sbita y terrible destruccin. La "consumicin", un lento y gradual proceso, ha de ser efectuada por el "espritu de su boca", por el cual entendemos la predicacin del Evangelio. Esta consumicin ha estado avanzando desde que la Biblia fue traducida, y el Evangelio comenz a ser predicado en la Reforma [Protestante]. Los hombres han comenzado a ver los errores del papismo; sus puntales polticos han sido debilitados, y algunas veces golpeados en su base, y su asimiento generalmente de las naciones de la Cristiandad ha sido aflojado; y as ha sido preparado el camino para el golpe final que consumar su ruina. Los Grandes sistemas tales como el papado, con sus races muy profundas y ampliamente extendidas alrededor, no pueden ser arrancados mientras estn en su vigor sin dislocar la sociedad humana. Debe dejrselos crecer maduros y pudrirse, y entonces el golpe final puede ser intentado con seguridad para la iglesia y el mundo.

Cuando esa hora haya llegado, entonces la segunda parte del destino del Papado le sobrevendr. El Seor lo "destruir con el resplandor de su venida" [2 Tesalonicenses 2:8]. La forma del juicio es dejada vaga, pero es dicho bastante para garantizarnos concluir que ser rpido y final: vendr como fogonazo de relmpago, y su santa venganza ser tan manifiesta que, usando la figura de la profeca, iluminar tanto el cielo como la tierra con un esplendor moral. [En realidad abundan los detalles de la carrera del ltimo Papa, al punto que, sin dejar de ocuparse de las caractersticas de toda la dinasta que tambin se traspasan al ltimo Papa, la mayor parte de Apocalipsis se ocupa de ello, y ello ocurre durante los "ltimos siete aos, o ltima semana de aos de Daniel"]. Si Cristo entonces vendr como l vino al perodo del diluvio,
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y como vino a la consumicin con fuego de Sodoma, y otra vez a la destruccin de Jerusaln, cuando, l mismo permaneci en el trono del cielo, ci los ministros de su ira, y los envi abajo a la tierra para ejecutar su venganza sobre los impos, o si dejar su trono en gloria y l en persona descender y confrontar su Vicario, si l retornar para cerrar el Apocalipsis en la divina magnificencia con la cual apareci a Juan en Patmos, cuando vino a abrirlo, no es necesario que lo decidamos aqu [La interpretacin literal de los eventos sealados en Daniel y en el Apocalipis y en las cartas de Pablo, no dejan lugar a dudas de que Cristo en persona "descender del cielo" (1 Tesalonicenses 4:16)]. Es suficiente que este "da de la ira" ser inefablemente grande, y quedar como uno de los ms grandes das de venganza que han sido sobre la tierra desde la fundacin del mundo. Pablo se expide en una sola sentencia; Juan lo expande en un captulo entero. Y en qu otro captulo de la Biblia o de la historia humana hay otro espectculo igual de juicio, otro cuadro de horrores combinados, de espantada consternacin, de sonoro y amargo llanto, y gritos de dolor como en el captulo dieciocho del Apocalipsis? "Y llorarn y se lamentarn sobre ella los reyes de la tierra, los cuales han fornicado con ella y han vivido en deleites, cuando ellos vieren el humo de su incendio, estando lejos por el temor de su tormento, diciendo: Ay, ay, de aquella gran ciudad de Babilonia, aquella fuerte ciudad; porque en una hora vino tu juicio!" [Apocalipsis 18:9, 10]. Pero esta oscura escena tiene una caracterstica aliviadora. Es una escena que no necesita ser repetida, porque cierra los das malos de la tierra, y comienza los aleluyas de las naciones. "Y un ngel fuerte tom una piedra como una grande piedra de molino, y la ech en la mar, diciendo: Con tanto mpetu ser derribada Babilonia, aquella grande ciudad, y nunca jams ser hallada." (Apocalipsis 18:9-19, 21).

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CAPTULO XVIII. No Es Coincidente la Semejanza? Recuerde el lector que el retrato que ha estado estudiando no es nuestro, sino de Pablo. Y, cuando levanta sus ojos del cuadro, guelos alrededor y trate de descubrir si puede el original al cual se asemeja. Las facciones son tan vvidamente trazadas, tan bien cortadas, tan seguras que no puede haber dificultad en detectar a aquel cuya imagen presentan. Pablo no pint al azar. El suyo no es un vago boceto que puede coincidir fcilmente con cualquiera o la mayora de los sistemas de error que se han levantado en el curso de las edades. Cuando leemos su profeca, tenemos la abrumadora impresin de que Pablo tena ante sus ojos a alguna gran confederacin, definidamente caracterizada, de larga vida, osadamente maligna, y temiblemente blasfema, que, bajo la mscara de la amistad, habra de guerrear contra el Evangelio. Estamos ciegos, verdaderamente, si no podemos encontrar el original del retrato de Pablo. Aqu est uno que ha erigido su trono en el templo Cristiano; que ha usurpado todos los ttulos y funciones de Cristo; que ha profesado mediar entre Dios y el hombre; tener las llaves del cielo y el infierno; hacer grandes milagros, y hacer caer fuego del cielo; que ha cambiado leyes, hablado "grandes palabras", prohibido casarse, mandado abstenerse de ciertas viandas, ha vestido a sus sacerdotes con prpura y escarlata y lino fino, adornado con oro y piedras preciosas; uno que ha hecho guerra contra los santos, y se ha emborrachado con la sangre de los mrtires; que ha puesto su pie en los cuellos de reyes; ms an, se ha vestido con la tnica del Rey Eterno; incluso la infalibilidad; en fin, uno que ha dicho: Yo soy ViceCristo; Yo soy vice-Dios. Nosotros nos levantamos ante este hombre, y le decimos: "T eres el Anticristo". Dejen a quien se humillar e inclinar delante de ti; dejen a quien remendar de nuevo tu mscara la cual comienza a ponerse deshilachada y a permitir relucir los horribles rasgos que se ocultan detrs de ella; dejen a quien minimizar tus crmenes, y negar que t alguna vez perseguiste, y aunque simulando la mansedumbre e inocencia de un cordero, eres un lobo devorador. Dejen a quien fraternizar contigo en la arrogante y blasfema pretensin que ests todava exhibiendo, nosotros decimos de ti: "T eres aquel de quien Pablo en antiguo tiempo, escribiendo por el Espritu Santo, habl. Oye como te llam! l te llam: "El Hombre de Pecado" e "Hijo de Perdicin". Ah! Ests ajustando tu mscara; y doblando los pliegues de tu manta; y mirando hacia abajo sobre los
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reyes de la tierra una vez ms a tus pies, [entonces] t dices: "No soy yo Dios?" Conocemos quien eres. T eres el apstol cado! El Ministro de Lucifer! T vienes del fondo del abismo, y al abismo retornars! No hesitamos en decir, que tenemos casi tan plena y convincente evidencia de que el Papado Romano es el Anticristo, como la tenemos de que Jess de Nazaret es el Cristo. En conclusin, notemos que el Cristianismo se muestra solo, en cuanto a que tiene su Anticristo o falsificacin. El Mahometismo no tiene tal falsificacin. El Budismo no tiene tal falsificacin. No hay poder o verdad suficiente en esos sistemas para llamar a la existencia un gran sistema de falsificacin opositora. Sin el sol, no puede haber sombras. El sol del Cristianismo ha estado acompaado a travs de todas las pocas por esta sombra. Tanto que el Anticristo hace homenaje a la divinidad del Evangelio. A menos que Cristo hubiera venido antes, el Anticristo no podra haber venido despus. Y pondere el lector seriamente que este es el testimonio divino considerando al papado. Como retratado por una mano divinamente guiada: de quien son sus rasgos, su espritu y principios? Son aquellos de Satn, el archi-enemigo de Dios y su Iglesia. Esta monstruosa forma es el "inicuo". Pensemos que formidable antagonista tenemos en este sistema. No luchamos contra carne y sangre, contra el poder y la astucia del hombre; tenemos que salir al encuentro del poder del infierno, la astucia del diablo. "Porque no tenemos lucha contra sangre y carne; sino contra principados, contra potestades, contra seores del mundo, gobernadores de estas tinieblas, contra malicias espirituales en los aires. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podis resistir en el da malo, y estar firmes, habiendo acabado todo. Estad pues firmes, ceidos vuestros lomos de verdad, y vestidos de la cota de justicia. Y calzados los pies con el apresto del evangelio de paz; sobre todo, tomando el escudo de la fe, con que podis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de salud, y la espada del Espritu; que es la palabra de Dios." (Efesios 6:12-17) [FIN DEL LIBRO]

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