Educacion Teologica Saracco
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Hace unos aos visit Buenos Aires un destacado telogo europeo invitado para dar una serie de conferencias. Era una ocasin nica para encontrarnos cara a cara y escuchar a uno de los ms destacados pensadores contemporneos. Decid aprovechar la oportunidad y tambin compartir la bendicin con mis colegas de ministerio en la iglesia donde soy pastor. As fue que asist con un miembro de mi equipo pastoral. No puedo negar la emocin que senta de poder llevar a uno de mis discpulos en el ministerio a participar de un acontecimiento tan especial. La conferencia fue brillante. Al salir del auditorio decid invitar a mi amigo a tomar un caf para que pudiramos conversar sobre la experiencia que acabbamos de vivir. Nos sentamos en la cafetera y me dispuse a escuchar lo que este joven aspirante a pastor haba aprendido. Me mir casi con vergenza y suavemente pregunt: Pastor Para qu sirve esto? No dudo que cualquiera de nosotros, profesionales de la teologa, podramos gastar varias horas explicando a mi colega las bondades y utilidad del discurso que habamos escuchado. Pero, lo cierto es que para l no le serva. Podemos argumentar, y con razn, que su pensamiento era simple y lineal. Que, de alguna manera, era utilitario, centrado en sus necesidades ministeriales inmediatas. Es cierto, pero tambin es cierto que no le servia. Hemos venido a este lugar desde todos los rincones del mundo. Provenimos de distintas culturas, pertenecemos a diferentes familias confesionales y seguro asumimos diversas posturas teolgicas. Sin embargo estoy seguro que compartimos dos sentimientos muy fuertes. Uno de frustracin, porque vemos que la educacin teolgica est cada vez ms alejada de la realidad que viven las iglesias. La tradicional desconfianza entre la iglesia y la educacin teolgica se ha profundizado. Gran parte de las iglesias de hoy no tienen inconvenientes en ordenar al pastorado a candidatos sin ninguna educacin teolgica formal. El resultado es que hay millones de pastores que ejercitan su ministerio sin haber pasado por las aulas de un seminario. Por otro lado, tambin nos convoca un sentimiento de esperanza, porque cada vez son ms los que desde las iglesias y desde las instituciones de educacin teolgica tratan de cerrar esta brecha. El planteo del problema no es nuevo. Desde los aos 70 se viene hablando del asunto en cuanta reunin de educadores teolgicos hay. Lo que s es nuevo es que todos sabemos que no puede pasar ms tiempo sin que se resuelva este dilema. La antigua pregunta: Qu tiene que ver Atenas con Jerusaln?, hoy la cambiamos por: Qu tiene que ver la educacin teolgica con la iglesia?
IGLESIA Y SOCIEDAD EN AMRICA LATINA HOY Conocemos la ancdota de aquella persona que al pasar por la puerta de una iglesia vio un gran cartel que deca: Jesucristo es la respuesta. Movido por su curiosidad entr al templo y tmidamente le dijo al portero: disculpe Cul es la pregunta? Muchas veces desde las instituciones teolgicas tratamos de ofrecer respuestas a preguntas que la iglesia no hace. Ofrecemos un producto terminado, los graduados de nuestros seminarios, para una iglesia que no existe. En los ltimos 25 aos, la sociedad y las iglesias evanglicas latinoamericanas han cambiado profundamente. Sin entrar en un anlisis a fondo de este fenmeno, pues no es el tema de esta presentacin, solo quiero sealar algunos factores a tomar en cuenta. LA SOCIEDAD CAMBI El proceso de migracin del campo a la ciudad, urbanizacin, ha avanzado al punto tal de que ms del 75% de la poblacin latinoamericana vive hoy en grandes ciudades. Los cambios en las estructuras econmicas y la centralizacin de los servicios y recursos en las ciudades (hospitales, escuelas, universidades, fbricas, etc.) han empujado a millones de personas hacia los centros urbanos. En Argentina, por ejemplo, de un total de treinta y siete millones de habitantes, catorce millones de ellos viven en un radio de 60 Km. Se cumple aquello de que Dios est en todas partes pero atiende en la ciudad. El problema no es una mera cuestin demogrfica. Esta realidad afecta las relaciones laborales, la estructura familiar, el hbitat y la manera de ser iglesia. La pobreza y la desigualdad social tambin han crecido. La alianza entre gobiernos corruptos y polticas neoliberales ha aumentado la brecha entre los que ms tienen y los que menos tienen. Las consecuencias son el aumento de la criminalidad, el hacinamiento poblacional y las migraciones masivas, ya sean dentro de Amrica Latina como hacia EE.UU. y Europa. Al igual que en el resto del mundo las formas de las familias y sus valores se han modificado. Ms del 35% de los matrimonios termina en divorcio y la cantidad de hijos criados por uno solo de sus padres ha aumentado el 300% en los ltimos veinte aos. Es interesante destacar cierta contradiccin paradjica: mientras las parejas heterosexuales se divorcian y abortan, los homosexuales se quieren casar y tener hijos. Amrica Latina es parte tambin del mundo globalizado y podemos ver entonces que conviven la pobreza ms extrema junto a las ms grandes manifestaciones de riqueza; el analfabetismo junto a la ltima tecnologa; personas de la calle con telfono celular. Las estructuras sociales han cambiado; las relaciones econmicas han cambiado; los modelos familiares han cambiado; los valores morales han cambiado. Ha cambiado la educacin teolgica? LA IGLESIA CAMBI Es en el contexto que brevemente acabamos de describir donde la iglesia evanglica latinoamericana ha crecido significativamente en las dos ltimas dcadas y ha construido su nueva identidad. El cristianismo lleg a Amrica de la mano de los colonizadores catlicos espaoles en el ao 1492. Durante cinco siglos la religiosidad catlica domin toda la sociedad y cultura latinoamericana. Entre otras cosas sus caractersticas han sido los estrechos lazos entre la iglesia y el Estado, una religiosidad popular llena de sincretismo, la
mariologa como la cara ms visible de la fe cristiana, y una cristologa centrada en la cruz antes que en la resurreccin. Desde una perspectiva de la sociologa de la religin podramos decir que Amrica latina es un continente cristiano. As fue considerado durante cuatro siglos tanto por los catlicos como por los primeros misioneros protestantes. No coincidan con esta perspectiva los grupos ms evanglicos del protestantismo, y finalmente la propia iglesia Catlica tuvo que admitir que debajo de una apariencia de cristiandad sobrevivan costumbres, estilos de vida y creencias que nada tenan que ver con el cristianismo. Hoy se habla de la nueva evangelizacin. Tenemos que reconocer que fue el Pentecostalismo el movimiento que tuvo la conviccin y la fuerza para quebrar la inercia de la religiosidad catlica, dndole una nueva cara al cristianismo latinoamericano. Hoy el porcentaje de evanglicos en Amrica Latina va desde un 5% en pases como Uruguay, a ms del 50% en Guatemala. De todos ellos ms del 75% son pentecostales o pertenecen a iglesias de caractersticas pentecostales. El protestantismo clsico lleg a las elites pero no fue capaz de alcanzar a las grandes masas. Arrib al continente latinoamericano de la mano de las ideas liberales del siglo XIX y apel a una aceptacin racional de la fe. De esta manera quienes se convertan lo hacan por haber llegado a la conclusin de que no hay otro mediador (santo, virgen) entre Dios y los hombres; o que el Papa no es infalible; o que la Biblia es la Palabra de Dios y la nica regla de fe. La tarea de evangelizacin y proclamacin tenan un contenido apologtico y requeran, por lo tanto, de predicadores que contaran con una formacin teolgica de acuerdo a estas exigencias. En esas circunstancias las escuelas teolgicas eran apreciadas por la calidad de sus profesores y porque cumplan el papel de transmisoras del conocimiento filosfico y teolgico que los pastores y evangelistas necesitaban. Como herederas de la reforma las iglesias protestantes se caracterizaban por la calidad de sus plpitos. En aquel tiempo, fines del siglo XIX y primera mitad del siglo XX, varios pastores y telogos escriban en los diarios ms importantes de la poca y eran reconocidos fuera de las fronteras de la iglesia por su elocuencia y capacidad de pensamiento. Los seminarios eran, entonces, indispensables para el ministerio y misin de la iglesia. Es cierto que las iglesias no reunan multitudes y que la poblacin evanglica no llegaba al 1% de los habitantes, pero tambin es cierto que esta pequea minora contaba con prestigio social y aceptacin. Tanto las iglesias como las organizaciones cristianas requeran para su liderazgo personas preparadas. A partir de los aos 50 la consolidacin de las iglesias de trasfondo evanglico, con un fuerte nfasis en la evangelizacin, y el crecimiento del pentecostalismo permitieron que el evangelio llegara a las capas medias y baja de la poblacin. En este caso, tanto quienes reciban el mensaje, personas con baja o ninguna educacin, y quienes compartan este mensaje, misioneros formados en escuelas bblicas de EE.UU. con una preparacin elemental, hicieron que la importancia de la educacin teolgica como esencial para el ministerio no fuera tenida en cuenta. Comenz as un camino en el que los seminarios y la iglesia cada vez han estado ms lejos. Las instituciones teolgicas poco a poco dejaron de ser un instrumento para la misin de la iglesia y las iglesias sintieron que ya no las necesitaban para su labor.
SEMINARIOS E IGLESIAS: VIDAS PARALELAS LOS SEMINARIOS Una de las primeras consecuencias de este divorcio entre iglesia y educacin teolgica fue que ambas se encerraron en s mismas, trataron de sobrevivir la una sin la otra y buscaron argumentos para justificar este camino de vidas paralelas. Los institutos bblicos y seminarios intentaron iniciar a partir de los aos 70 un proceso de nacionalizacin y superacin acadmica. Con nacionalizacin queremos decir ese proceso por el cual las instituciones teolgicas pretendieron tomar decisiones acadmicas y administrativas que respondieran ms a su contexto y realidad eclesial antes que a la estructura misionera de la que dependan. En la mayora de los casos no es mucho lo que se hizo. Por un lado, la fuerte dependencia econmica puso lmites a esas intenciones. Por otro, las estructuras de gobierno de la iglesia nacional no estaban dispuestas a ceder poder de decisin. Quizs las que ms avanzaron en esto fueron las instituciones ecumnicas aunque, tambin, muy dependientes de recursos e ideologa extranjera. Los seminarios trataron de contar con un cuerpo docente cada vez ms autctono y mejor preparado. Muchos de ellos fueron enviados a obtener sus postgrados en seminarios y universidades del extranjero. El nivel acadmico se elev. Pero, paradjicamente, la distancia con la iglesia fue mayor. Se puso como parmetro a lograr el modelo de los centros de estudios europeos o norteamericanos y el objetivo fue la formacin de telogos al estilo de esas instituciones. Es suficiente ver los requisitos de acreditacin de algunas agencias latinoamericanas para entender la profunda brecha entre el graduado que la iglesia pretende y lo que la institucin teolgica quiere lograr. La iglesia enva a sus candidatos para que sean pastores o lderes de ministerios y el seminario intenta devolvrselos telogos. El modelo especialmente europeo de telogos/pastores fracas. Si ese tipo de ministerio dio como resultado la muerte de la iglesia en Europa Por qu querer imponerlo en el contexto de una iglesia viva y dinmica como la de Amrica latina? El ministerio del telogo y el del pastor son diferentes. No es correcto querer ponerlos como una unidad a la manera que sugiere el texto de Efesios 4:11 pastores maestros. No negamos que pueda darse el caso de que ambos ministerios coincidan en una persona, pero no siempre es as. En el presente de la iglesia de Amrica Latina, casi nunca es as. Debido a que las instituciones teolgicas continan sin entender este problema tratan de suplir las necesidades creando programas ministeriales. Estas, en la prctica, son alternativas de segunda categora que solo sirven para aliviar las conciencias. Por un lado, la conciencia de los seminarios, mostrando una cara de preocupacin por los ministerios en la iglesia. Por otro lado, la conciencia de los que estudian, porque pueden exhibir un ttulo que aunque no es de valor pleno en el mundo acadmico a ellos les sirve para cumplir con las formalidades. La solucin no es formar pastores y lderes ministeriales sin herramientas ni contenidos teolgicos. El ministerio pastoral no puede quedar en manos de tecncratas de la fe. El intento de produccin de telogos profesionales, tal como aparece en los programas de los seminarios, tambin ha fracasado en el logro de sus objetivos. Hoy tenemos mucha menos reflexin teolgica desde Amrica Latina que hace veinte aos atrs, aunque, por un simple clculo matemtico sabemos que contamos con ms graduados que entonces.
Qu ha pasado? En primer lugar, el factor econmico, algo que los profesionales del pensamiento abstracto no suelen tomar muy en cuenta, ha jugado un papel importante en esta situacin. Para ponerlo en trminos econmicos, debemos decir que los graduados de los seminarios no hallan un mercado laboral. Al no poder insertarse en un ministerio rentado en la iglesia, el espacio para vivir de la teologa es muy reducido. Ante esta realidad una gran mayora desarrolla una segunda vocacin, de la cual pueda vivir, y relega su vocacin teolgica al nivel de un pasatiempo eclesistico. La minora restante emigra, prioritariamente a EE.UU., donde encuentra espacio para el ejercicio rentado de su ministerio. El hecho es que en las ltimas dcadas casi no ha habido produccin teolgica desde Amrica Latina ni contamos con un pensamiento teolgico latinoamericano contemporneo. Es paradjico que una de las reas ms dbiles es la de los estudios de la Biblia. Los pastores hoy estudian Biblia a travs de autores catlicos. En segundo lugar, a diferencia de dcadas anteriores, muchos de los candidatos que hoy llegan a los seminarios comparten una segunda vocacin, demoran sus estudios y es poca la cantidad y calidad de tiempo que dedican a la reflexin teolgica. Como alguien dijo una vez, los seminarios ensean las cosas equivocadas a la gente equivocada. No queremos decir que no haya espacio para la formacin de telogos profesionales. Al contrario, afirmamos que como nunca antes se necesita esta clase de ministerio. El error estratgico de las instituciones teolgicas es desperdiciar recursos humanos y materiales creyendo que quien entra a un seminario es de por si un telogo en potencia. Si esa no es la vocacin del candidato tratar de convencerlo de cualquier manera. El mensaje implcito para el estudiante es: si tu eres una persona inteligente y capaz dedcate a la teologa y olvdate del ministerio pastoral. Si insistes con tu propsito podemos darte un ttulo menor para que tu tiempo aqu no sea un tiempo perdido. En el mundo secular sera impensable una situacin de este tipo. Es como si alguien fuera a la universidad a estudiar medicina y se graduara de economista. Con estas actitudes la brecha entre la iglesia y los seminarios es cada vez ms grande. El desafo, como veremos ms adelante, es tener una formacin ministerial que sea teolgicamente slida, ministerialmente til y contextualmente relevante. LAS IGLESIAS Poner en las instituciones teolgicas todo el peso del divorcio con la iglesia sera injusto e incorrecto. Las iglesias intencionalmente han buscado alejarse de los seminarios por el riesgo que significa un espacio con cierto grado de libertad para ver y pensar desde una perspectiva distinta. La conocida frase repetida mil veces desde los plpitos: aqu no hacemos teologa, no ha sido ms que un intento perverso para justificar cualquier ideologa o creencia que se ha querido imponer sobre la congregacin sin aceptar objeciones. El obispo Edir Macedo, fundador y presidente de la Iglesia Universal del Reino de Dios dijo en una publicacin sobre la liberacin de la teologa: Los dogmas establecidos a partir de la teologa anulan la espontaneidad de la fe impidiendo su manifestacin milagrosa.1 En la base del problema est una visin pragmtica de la iglesia que mide el xito ministerial por el tamao de la congregacin. El criterio de verdad y fidelidad se mide con parmetros que no son los que ensean las Escrituras. Cuanto ms xito
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Edir Macedo, A libertacao da teologia. 7 ed. Rio de Janeiro: Editora Grfica Universal, 1990.
alguien tiene en el ministerio, segn esta manera de medir, tanto ms tratar de impedir cualquier reflexin teolgica. Tambin debemos aceptar el hecho de que en este tiempo las iglesias son invadidas por una ideologa de liderazgo de xito que pretende transformar a los pastores en gerentes. La predicacin del evangelio se reduce a tcnicas de mercadeo en las que, por supuesto, el pensamiento teolgico no tiene cabida. En una investigacin sobre las iglesias, realizada en la ciudad de Buenos Aires en 1993, uno de los datos mostr que en las tres iglesias ms grande de la ciudad sus pastores no tenan ninguna preparacin teolgica.2 La conclusin sera: Si quiere que su iglesia crezca no vaya al seminario. En realidad, lo que estamos viviendo es una degradacin del oficio pastoral. Se han reducido los niveles de calidad del ministerio. La consecuencia ms directa es el analfabetismo bblico de los evanglicos contemporneos y una fe vaca de contenido. Es interesante observar algunos modelos de iglesias celulares. En Amrica Latina el ms popular es el denominado G12 (Grupo de los 12). En la prctica es un modelo de crecimiento de la iglesia basado en el desafo de que cada creyente logre tener doce discpulos y que a la vez cada uno de ellos alcance la misma meta. Es un proceso muy rgido y estructurado. Toda la preparacin del liderazgo se limita al hecho de dotar a la persona con la visin y estrategia para la multiplicacin. El creador de este sistema, el pastor Csar Castellano, argumenta que los sistemas de enseanza de los seminarios no contribuyen a la visin de multiplicacin y adems son lentos en la formacin de lderes. La solucin propuesta es ensear unos conceptos bsicos con el fin de tener en nueves meses los lderes formados. No hay en el sistema ningn espacio para la reflexin teolgica ni el estudio profundo de la Palabra de Dios. El resultado ha sido que cientos de iglesias que han tratado de adoptar este modelo en Amrica Latina han cerrado sus programas de educacin teolgica. Se est levantando una generacin de lderes instantneos, ignorantes de las cuestiones teolgicas fundamentales y sin herramientas para discernir lo verdadero de lo falso. El entusiasmo del crecimiento de la iglesia en Amrica Latina y su creciente presencia en todos los mbitos de la sociedad ha servido para tapar multitud de pecados. Pero, estamos entrando a un tiempo nuevo. El ritmo de crecimiento ya no es el mismo, el testimonio de la iglesia evanglica se ha debilitado y los pastores estn desprestigiados frente a la sociedad. Hoy muchos preguntan Por qu si la iglesia creci la sociedad no fue afectada? Junto al crecimiento de la iglesia evanglica tambin crecieron la violencia, el alcoholismo, la corrupcin, etc. Es decir, por alguna razn el mensaje del evangelio no ha trastornado al mundo y esto no es por debilidad del evangelio. Creemos que este principio de crisis servir, entre otras cosas, para que la iglesia revise su estrategia de preparacin ministerial. La iglesia del siglo XXI deber pensar seriamente qu clase de ministerio va a formar para que la sociedad sea transformada por el poder del evangelio. Es imprescindible entrar en una etapa de revalorizacin del ministerio pastoral y del sacerdocio de todos los creyentes. Esto exige una apertura al funcionamiento de todos los dones y ministerios y a la preparacin no solo de los pastores, segn el modelo tradicional, sino de todos aquellos llamados a servir. Una vez ms la misin ser el punto de encuentro entre las iglesias y la educacin teolgica.
FIET, Directorio y censo de iglesias de Buenos Aires. Buenos Aires, FIET, 1993.
EDUCACIN TEOLGICA Y MISIN: LA MISIN DE LA EDUCACIN TEOLGICA En una consulta celebrada por la Fraternidad Teolgica Latinoamericana en Quito, Ecuador (1985), los participantes llegaron a la conclusin de que la educacin teolgica es la capacitacin del pueblo de Dios para el servicio del Reino.3 Esta definicin introduce dos elementos esenciales: pueblo de Dios y servicio del Reino. Segn esta definicin, que compartimos, la educacin teolgica no debera limitarse a la preparacin de pastores, telogos o lo que podramos llamar profesionales del oficio religioso. A partir de la concepcin del sacerdocio universal de los creyentes, la educacin teolgica debera ser un instrumento para perfeccionar a los santos para la obra del ministerio. Por supuesto que no dejamos de reconocer que hay ministerios que por su funcin y complejidad requieren de una formacin ms profunda y completa. Sin embargo el valor de esta definicin es que pone en claro a quien debemos educar, el pueblo de Dios y para qu, el servicio del Reino. De una u otra manera esta definicin es aceptada por cualquier institucin teolgica pero, en la prctica, al observar los programas de estudios, los requisitos de admisin y el producto final que se espera formar, vemos que la educacin teolgica contempornea ha perdido su sentido de misin. ste no puede ser otro que ser un instrumento para la missio Dei. Al analizar la situacin podemos trazar una perspectiva histrica y observar cmo las escuelas de ministerios han ido cerrando su horizonte.4 Quizs el antecedente ms lejano sean las escuelas de profetas que ya aparecen en el A.T.. Los profetas, a diferencia de los sacerdotes, representaban la dimensin carismtica, no controlable del ministerio. El sacerdote estaba para preservar la estructura, era guardin del orden establecido. Se perteneca al sacerdocio por una cuestin de casta y su funcin era asegurarse de que todo siga igual. Todo lo que un sacerdote poda aprender era seguir haciendo lo que siempre se hizo. El caso de los profetas era diferente. La pertenencia al profetismo no era por casta sino por vocacin. Las escuelas de profetas eran formadoras de vidas a travs del discipulado cotidiano. Era una formacin para la misin. De alguna manera las comunidades del desierto cumplieron una funcin similar. Aunque mucho ms complejas que las escuelas de profetas, estudiaban los escritos sagrados, practicaban un discipulado integral (holistic) y estaba formadas alrededor de un concepto de misin. En el caso de Jess y sus discpulos la formacin ministerial de stos se llevaba a cabo en el camino. Las discusiones ticas y teolgicas se hacan en el marco de la misin y para la misin. El programa de estudio del seminario de Jess lo impona la situacin. El significado del perdn, la llegada del tiempo mesinico, la vida eterna, el amor de Dios y tantos otros temas surgan del dilogo cotidiano con la realidad. Jess puso en claro su objetivo pedaggico desde el primer momento de su ministerio: os har pescadores de hombres (Mt 4:19). A medida que la iglesia se formaba surgan nuevos temas y desafos. La incorporacin de los gentiles en el plan de salvacin, la confrontacin de la fe cristiana con otras culturas y religiones, o el enunciado de las doctrinas bsicas de la fe cristiana. Pablo da testimonio de haber gastado tres aos despus de su conversin en Arabia (Glatas
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Ren Padilla, Nuevas alternativas de educacin teolgica. Grand Rapids: Nueva Creacin, 1986, p. 119. 4 Ver Wander de Lara Proenca, De casa de profetas a seminarios teolgicos: a preparacao vocacional em perspectiva histrica, en Educacao Teolgica Transformadora. Londrina: Descoberta Editora, 2004, pp. 7-42.
1:17-18) rehaciendo su teologa judaica a la luz de la nueva fe. Aos despus l establecer un centro de formacin teolgico misionera en feso (Hch. 19:9-10). All se formaron entre otros Timoteo, Tito y Epafras. En esta escuela posiblemente se copilaron las primeras producciones teolgicas, en especial el corpus paulino y sus graduados fueron plantadores de iglesias. El denominador comn de estas experiencias de formacin teolgica y ministerial era su sentido de misin. En los primeros siglos de la iglesia su contacto con el mundo helnico la oblig a entrar en dilogo con la cultura y la filosofa de la poca. Los padres de la iglesia, los apologistas y los primeros telogos, desarrollaron sus pensamientos y entrenaron a sus discpulos con una visin misionera. Ya sean las escuelas teolgicas en Alejandra o en Antioquia de Siria su propsito central era hacer comprensible y aceptable el mensaje del evangelio. La necesidad de elaborar una teologa comprensible y aceptable dentro del mundo de pensamiento helnico trajo la necesidad de usar a la filosofa como vehculo y sustento del pensamiento. De esta manera fue naciendo dentro de la iglesia un ministerio especializado, el de los telogos o doctores de la fe. Sin embargo aunque la reflexin teolgica perteneca a un mundo reducido de personas estas escuelas preservaban la visin misionera. No era teologa por la teologa, sino teologa para la misin. En el perodo medieval el monopolio de los textos sagrados, la liturgia y los sacramentos qued en manos del clero. Cuando irrumpe la reforma protestante se propone romper este monopolio llamando a todos a un sacerdocio universal e impulsando la causa de la educacin. La Academia de Ginebra fundada y apoyada por Calvino (1559) fue responsable por la formacin teolgica y ministerial de cientos de pastores y misioneros. El objetivo era entrenar lderes para la iglesia y para el gobierno civil. Antonio Barro describe la visin de Calvino de la siguiente manera: Con el fin de cumplir con su propsito, Calvino impuso una disciplina acadmica rigurosa. Los estudiantes reciban una formacin humanista bien amplia, con nfasis en lenguas y en una comunicacin escrita y verbal efectiva. La idea de Calvino era que una vez bien entrenados, los estudiantes podran volver a sus pases y extender el evangelio como misioneros. En este sentido, la intencin era hace de Ginebra un centro misionero para extender la Reforma y sus enseanzas por Europa y el resto del mundo.5 En las iglesias protestantes fue creciendo el nfasis en lo acadmico, dando origen a las Facultades de Teologa. Con el tiempo estas Facultades se consolidaron. Paralelamente aparece otro modelo de educacin teolgica que toma las caractersticas de los seminarios catlicos creados en tiempos de la contra-reforma. Nacen as los seminarios y luego las escuelas bblicas. Estos dos ltimos ms interesados en la formacin personal y ministerial de los estudiantes que en la acadmica. Sin embargo, los tres modelos: Facultad de Teologa, Seminario y Escuela Bblica, aunque nacieron en circunstancias y contextos diferentes poco a poco fueron focalizando su visin en los aspectos meramente acadmicos a costa de lo ministerial y misionero. Quizs empujados por la inercia del mundo acadmico o la presin racionalista de la modernidad, los esfuerzos se han centrado en alcanzar los altos niveles de acreditacin.
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Antonio Carlos Barro, A consciencia missionria de Joao Calvino. En Fides REFORMATA, v. 3, n.1, (Jan/Jun 1998), p.44.
Mientras esto ocurre la iglesia percibe que la institucin teolgica tiene su propia agenda, discute temas que solo a ella le interesa y ve la misin y los ministerios como una carga de segunda categora dentro del programa de estudios. En Amrica Latina los seminarios estn soportando la presin de parte de los estudiantes para contar con carreras acreditadas oficialmente por los gobiernos. En un sentido es positivo que al graduarse el estudiante cuente con un ttulo que lo habilite para desempear otras funciones en la sociedad. La otra cara de esta verdad es que los programas de estudio deben cubrir los parmetros que determina el Estado, limitando mucho los contenidos que la iglesia quiera poner y la flexibilidad del programa. Observamos la falta de un dilogo sincero entre iglesias y seminarios en bsqueda de una estrategia que les permita caminar juntos y enriquecerse de la contribucin, recursos y experiencias de cada uno. Para esto es imprescindible que las instituciones teolgicas redefinan su visin y misin a partir de la nueva realidad de la iglesia latinoamericana y de la insercin de sta en medio de un mundo globalizado. De no ser as, dentro del modelo actual de seminarios, ser cada vez ms difcil introducir cambios y es probable que a mediano plazo esto aleje an ms a las iglesias. CERRANDO LA BRECHA FORMACIN MINISTERIAL TEOLGICAMENTE SLIDA Al insistir en esta presentacin que el Norte de la educacin teolgica es la missio Dei podra presuponerse, errneamente, que dejamos de lado los contenidos teolgicos y nos importan solo aquellos que tienen que ver con algn rea de la prctica ministerial. No es as. El saber y la reflexin teolgica son la columna vertebral de todo proceso de formacin ministerial. El problema ha sido que en las escuelas de teologa se hace reflexin teolgica con los ojos en la espalda. Se supone que la calidad y profundidad teolgica puede medirse de acuerdo a la habilidad que podemos desarrollar para el manejo de nombres, tendencias y corrientes teolgicas. Es una teologa arqueolgica que se goza en descubrir y redescubrir elementos de la tradicin. En este juego, el buen telogo es el que conoce a la perfeccin lo que Barth, Tillich, Calvino o Bultmann pensaron. Desde la perspectiva de una iglesia viva y contempornea si este saber no esta vinculado a la misin es una prdida de tiempo. La iglesia pierde, entonces, la riqueza del pensamiento cristiano en su tradicin. Lo que los educadores teolgicos no se dan cuenta, es que quienes se destacaron por su pensamiento en el pasado lo hicieron porque supieron vincular sus ideas a los desafos de su tiempo. Una formacin ministerial teolgicamente slida tendr sus races en el pasado pero sus ojos en el futuro. Qu significa hacer teologa del tiempo futuro? No es profetismo falso ni adivinacin. Es saber discernir los signos de los tiempos, mostrar el rumbo y ayudar a la iglesia a entender y anticipar los desafos. La velocidad de los cambios sociales, tecnolgicos y culturales demandan de la iglesia respuestas cada vez ms rpidas. Los seminarios deberan formar teolgicamente para el mundo de maana. Si as se hiciera el 100% de los pastores y lderes querran estudiar all. El mundo secular se mueve de esta manera. Hoy en los mercados de futuro de New York, Londres, Chicago o Tokio se conoce el precio del trigo, oro o ganado del ao 2010. Sabemos que el ltimo modelo de computadora o telfono celular que est a la
venta tiene una antigedad de por lo menos cinco aos. Hoy est inventado lo que ser el ltimo modelo dentro de cinco aos. Nadie compra cosas nuevas, todos compramos antigedades desactualizadas. Qu espacios hay en nuestros seminarios para la teologa del futuro? Una formacin ministerial teolgicamente slida sabr vincular la reflexin teolgica con la espiritualidad. En nuestras escuelas de teologa en la misma medida que intenta elevarse el nivel acadmico disminuye la espiritualidad, como si hubiera una contradiccin entre ambos. Cuando la iglesia no encuentra en los seminarios un espacio para formar en la devocin y espiritualidad a sus lderes, termina por crear sus propios programas, de manera tal que se asegura que la educacin se d en un contexto de vida. Tenemos que reconocer aqu que no todas las iglesias tienen las mismas expectativas. Aquellas que provienen de la reforma privilegiarn la cuestin acadmica a expensas de la espiritualidad. Ellas argumentarn que la espiritualidad no es un asunto que le compete a la institucin teolgica sino a la iglesia. Por su parte, las iglesias de tradicin evanglica privilegiaran los elementos de espiritualidad a expensas de lo acadmico. Como ocurre siempre la solucin no est en los extremos. Es necesaria una espiritualidad teolgicamente fundamentada y una teologa espiritualmente enseada. Si esto es as, debemos revisar los requisitos espirituales que exigimos del cuerpo docente. No son suficientes los grados acadmicos si no vienen acompaados de una vida consagrada. Sobre la espiritualidad en la formacin teolgica Gouveia Mendonca dice: es necesario superar la dicotoma entre lo espiritual y lo intelectual. La tradicin cristiana se compone de estos dos aspectos de la vida religiosa: el sentir y el conocer. Ambos no pueden entrar en conflicto ni excluirse mutuamente, por lo que las barreras deben ser superadas por el principio de la totalidad. El principio de la totalidad es el concepto de que la teologa es un todo compuesto por la biografa del telogo, las circunstancias de su tiempo y los elementos de universalidad presentes en su pensamiento.6 Una formacin ministerial teolgicamente slida ser aquella capaz de articular la Palabra de Dios, la reflexin teolgica y la missio Dei. Cuando el estudio de la Palabra de Dios se encierra en el texto bblico, la teologa se satisface a si misma y la misin se deja de lado, la tarea es estril. Por el contrario si furamos capaces de integrar la Biblia, la teologa y la misin la educacin teolgica comenzara a tener sentido para el estudiante y para la iglesia. EDUCACIN TEOLGICA MINISTERIALMENTE TIL Uno de los problemas que tenemos en la relacin entre iglesia y educacin teolgica es que sta ltima ha tenido una visin muy estrecha de a quienes ensear. Uno de los nfasis caractersticos del protestantismo, el sacerdocio de todos los creyentes, no se ha visto reflejado en los programas y objetivos de los seminarios. Es cierto que ha habido algunos intentos de abrir la educacin teolgica a otros ministerios, pero no han sido suficientes. Ya hemos sealado que tal como estn armados los programas de estudio la prioridad est puesta en la formacin de telogos, luego el pastorado y finalmente el currculo se completa con algunos cursos relacionados a otros
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ministerios. Las escuelas teolgicas en Amrica Latina siguen mirando a sus instituciones hermanas de Europa o EE.UU. como los modelos a alcanzar. Esta visin hace que en la medida en que cuentan con recursos humanos y materiales los usan en pos de ese objetivo. La iglesia en Amrica Latina es una iglesia viva, creciente y que trabaja involucrando a muchos de sus miembros en los ministerios. A diferencia de lo que ocurre en los EE.UU. estos ministerios no son rentados, quienes sirven no estn dedicados exclusivamente a ellos, y no han recibido otra preparacin ministerial ms de la que pudo recibir de su propia iglesia. En el caso de los pastores, a excepcin de los de las mega-iglesias cada vez son ms los que tienen otro trabajo secular adems del ministerio. Una educacin ministerialmente til desarrollar una metodologa de educacin y un contenido de los cursos de acuerdo a esta realidad. No son los ministerios de la iglesia los que deben adaptarse al molde de los seminarios, sino los seminarios los que deben adaptarse a la situacin de la iglesia. Qu metodologas usar para que todos puedan estudiar? La respuesta que han dado las instituciones teolgicas refleja su ideologa. Tienen un programa con una metodologa y contenido tradicional. All se ensean lenguas bblicas, varios cursos de teologa e historia, predicacin y algunos otros ms prcticos. Este es el programa en serio. Luego, las instituciones ms sensibles tienen otros programas, algunos de ellos con cursos intensivos y con contenidos ms ministeriales. Estos son programas de segunda categora y por lo general no reciben la misma acreditacin que el anterior. El resultado ha sido que hoy no tenemos ni telogos ni ministerios cabalmente preparados. Un educacin ministerialmente til hoy debe ser pensada para personas vi vocacionales y con un contenido que abarque la complejidad y pluralidad de los ministerios de la iglesia. El currculo debera incluir biotica, ciencias sociales (poltica, economa, pensamiento contemporneo, etc.), liderazgo, mundo globalizado, nuevas tecnologas, familias no tradicionales, iglesia posmoderna, nueva religiosidad, etc. Pero tambin necesitamos telogos. La iglesia debe estar dispuesta a invertir tiempo y recursos en la formacin de los doctores de la fe. Hoy sufrimos la invasin de toda clase de doctrinas y modas teolgicas. No solo falta profundidad en el pensamiento de la iglesia sino tambin discernimiento. La iglesia latinoamericana est pagando un alto precio por haber renunciado a la formacin de sus telogos y haberse contentado con un activismo superficial. Invertir en telogos no es un lujo sino una necesidad impostergable. Al mismo tiempo las instituciones teolgicas deben saber que las iglesias apoyarn la formacin de telogos cuando descubran que lo que ellos/ ellas producen tiene que ver con la vida y misin de la iglesia. Los telogos hoy no pueden ser arquelogos de una iglesia muerta, sino visionarios de una iglesia viva.
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Mientras el mundo y la iglesia cambian la educacin teolgica no puede permanecer invariable como si nada sucediera a su alrededor. Una educacin teolgica contextualmente relevante es aquella pensada desde un contexto determinado para un contexto determinado. La teologa llega a ser verdaderamente universal cuando es profundamente contextual. Un tema central en la agenda de las iglesias latinoamericanas es el de la transformacin de la sociedad. Vivimos la paradoja que paralelamente al crecimiento de la iglesia se ha degradado la sociedad. No es que la iglesia sea responsable de estos males, pero si es responsable de no haber afectado a la sociedad con los valores del reino de Dios. Muchas iglesias hoy se preguntan Cmo hacerlo? Algunos lo intentan por caminos casi mgicos, ungiendo a las ciudades con aceite desde un avin. Otros optan por el camino de la poltica y vemos entonces que en cada pas se presentan decenas de pastores que como candidatos evanglicos prometen desde la participacin poltica cambiar a la sociedad. No deberan ser los seminarios los espacios para la discusin y propuesta de estos temas? No deberan ser los seminarios los lugares en los que se preparen los lderes que afectarn a la sociedad? Estn estos temas presentes en las agendas de los seminarios? Una educacin teolgica contextualmente relevante es la que hoy en Amrica Latina toma en serio los desafos de la religiosidad posmoderna, hedonista y superficial. Cul es la estrategia ministerial para este tipo de iglesia?Cmo se preparan ministerios para una iglesia posmoderna? Una educacin teolgica contextualmente relevante trabajar con el problema del poder y los poderes. Qu espacio tiene en el currculo la lucha con los poderes espirituales? Seguiremos excluyndolos de la reflexin teolgica y de la preparacin ministerial como lo hicimos durante toda la modernidad racionalista? Dejaremos este tema en manos de improvisados aprendices de brujos con ttulo de pastor? Pero, adems de los poderes espirituales est el poder concreto, histrico y la lucha por el poder. Qu significa la proliferacin de apstoles si no una lucha carnal por el poder? Cmo puede un seminario preparar apstoles siervos en lugar de monarcas megalomanacos? Podramos multiplicar las preguntas al infinito pero hay dos cuestiones claves que debe responder toda institucin teolgica que pretenda ser contextualmente relevante: Estamos ayudando a entender el mundo y, como consecuencia transformarlo? Estamos ayudando a entender la iglesia y, como consecuencia, afectar su misin y ministerio? Propongo que humildemente, quienes somos parte de la educacin teolgica, profesores, telogos, seminarios, administradores, estrategas, caminemos el camino de la cruz. Es decir, estemos dispuestos a crucificar nuestras viejas estrategias, nuestras antiguas metodologas, nuestros programas irrelevantes, para dar lugar a algo nuevo. La brecha entre la educacin teolgica y la iglesia no se cerrar con arreglos superficiales ni adoptando la ltima metodologa de moda. Esto ser posible cuando humildemente reconozcamos nuestro fracaso, pongamos todo al pie de la cruz y nos dispongamos a ser parte de lo nuevo que Dios quiere hacer. Tendremos el valor para esto?
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