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Exploraciones Psiconaliticas I - Winnicott

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EXPLORACIONES PSICOANALITICAS I

EXPLORACIONES PSICONALITICAS I
WINNICOTT, Donald.

4. EL JUEGO EN LA SITUACIN ANALTICA.


Fechado el 5 de noviembre de 1954 Deseo examinar algunos aspectos del juego en el anlisis de adultos. Si en el anlisis de nios el juego es algo casi siempre notorio, en el de adultos uno supone ms bien que podr dejarlo de lado y confiar en los sueos y alucinaciones y en el fantaseo. De vez en cuando se oye hablar de pacientes adultos atendidos en un periodo difcil de su vida, a quienes se les entregan los juguetes propios del anlisis de nios para que los manipulen durante un lapso, lo cual le permite al analista interpretar en los periodos en que guardan silencio. Lo que aqu me ocupa no es la incorporacin de material ldico a la sesin sino el reconocimiento de la importancia del juego -que es diferente de la fantasa y del sueo- en el anlisis de adultos. Me fue dado un ejemplo por un candidato al que supervisaba. Su paciente le dijo: "Acabo de encontrar un atajo para llegar ms rpido al anlisis", y al describir ese "atajo" dijo que haba pasado por un lugar en que jugaban los chicos. El candidato interpret correctamente que su paciente poda valorar el juego. Como haba tenido episodios violentos, era muy importante que en el anlisis no se descuidasen ciertas cosas, como el sentido del humor, ya que la nica esperanza de que ese individuo transitara por su anlisis sin que fuera necesario apelar al manejo hospitalario durante ciertos periodo (como de hecho haba sucedido en una oportunidad, antes del inicio del anlisis) la ofreca el hecho de que fuese capaz de jugar. Tras la interpretacin que le formul el candidato, su paciente se inclin y cambi de lugar la alfombrilla que estaba a los pies del divn, haciendo algunas asociaciones referidas a este fragmento de juego. En estas circunstancias, es comprensible que el candidato prefiriera no continuar con el tema del juego y en cambio se sumiera en el material de la asociacin libre, que de hecho era importante en s mismo. En cierta ocasin una de mis pacientes, que siempre tomaba un caf antes de entrar a la sesin, no pudo hacerlo y cayo presa del nerviosismo que le provocaba la idea de querer ese caf y de que por este motivo desperdiciara toda la sesin. Estoy seguro de que habr dos o ms caminos diferentes para manejar esta situacin. En esta oportunidad yo le hice un caf, y luego vimos la enorme diferencia existente entre la relacin suya con el caf, la taza y el platillo, la bandeja y el azcar, y su relacin con la idea de querer caf, respecto del sueo (dream), que podra haber
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surgido all mismo, de que yo le sirviera un caf. Paso a ser un juego, y un ejemplo de introduccin de material ldico en el anlisis de adultos. Ms o menos por la misma poca, un paciente varn me dijo: "He pensado en comentarle que me gusta entrar y salir de aqu, porque es un juego. Esta todo ese asunto de la rutina, y de evitar encontrarse con otros pacientes, todo eso. Fue esta una declaracin sorprendente, viniendo de un sujeto incapaz de jugar, que acuda al anlisis por sus dificultades para mantener amistades, ya que hablaba siempre en tono solemne y montono y sin juego a la vista. Haba un motivo para que hiciera tal confesin, y es que en la sesin previa habamos estado tratando el tema del juego; y ya estbamos en un momento del anlisis en que yo poda hacerle notar que, en vez dejugar, lo que l haca era masturbarse regularmente, y que su fantaseo quedaba limitado a su masturbacin. Esta interpretacin, dicha en el momento oportuno, hizo que empezara a liberarse y jugar, y lo tomo muy consciente de la soledad en que haba pasado toda su infancia, excepto cuando se organizaban juegos con reglas fijas. No haba podido jugar porque compartir su fan tasia significaba una perdida muy grande para l. Uno o dos das ms tarde descubrimos un juego sobre el cual l nada saba. Comprobamos que haba tenido durante toda su infancia una hermana imaginaria de la que estaba violentamente celoso, aun cuando jams haba sentido celos de sus dos hermanas reales, una mayor y otra menor que l. Pudo ver que esta nia imaginaria, una criatura prcticamente perfecta que mantuvo estrecha relacin con su padre -lo cual el, por ser varn, jams haba logrado- representaba su self femenino. Desesperado, intento muchas veces en su niez, vestirse como nena, pero esto nunca termino de satisfacerlo a raz de que siempre llevaba consigo esa nia idealizada a la que odiaba y, por supuesto, tambin amaba de manera narcisista. Por cierto siempre he tenido como costumbre introducir en el anlisis de adultos el recuerdo del juego, a menudo aportando elementos para dibujar, y siempre hubo facetas ldicas, intercambios humorsticos, etc.; pero slo en los ltimos tiempos he podido reconocer las muy importantes diferencias que existen entre estos episodios ldicos, por un lado, y los sueos y fantasas, por el otro. Algo importante y evidente es que si bien en el juego uno debe renunciar a muchas cosas que no pueden compartirse con otras personas, hay muchas otras que puede ganar gracias a la superposicin de la fantasa ajena con la propia. As pues, habr una experiencia compartida, aunque ella se limite nicamente a un rea del fantaseo total.

5. FRAGMENTOS CONCERNIENTES A ALGUNAS V ARIEDADES DE CONFUSION CLINICA I


Una caracterstica importante de la conducta obsesiva es que implica confusin. Por qu razn en el estado de salud puede ponerse orden en cualquier embrollo,
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mientras que en la enfermedad el orden compulsivo es tambin ftil? La clave: En la enfermedad obsesiva la confusin es una defensa organizada. Se mantiene inconscientemente un cierto grado de confusin para ocultar este hecho muy simple: el triunfo de lo malo sobre lo bueno, del odio sobre el amor, de la agresin sobre la capacidad para la preservacin, etc. De este modo, nunca se logra imponer orden. Pero puede existir un embrollamiento casi consciente cuando parecera que se lo logra. Cuantas idas y vueltas da el amante que corteja?

Clnicamente nos encontramos con esto: la confusin como defensa, organizada, slo se altera merced al anlisis del sadismo oral, que a su vez altera el balance interior de las fuerzas, de modo que disminuye el simple hecho de la desesperanza que la confusin debe esconder. En el curso de este proceso, puede ayudrselo al paciente si se le informa que su confusin es una defensa. Esto le permite aceptar mejor la utilidad de las obsesiones, que, no obstante, no se "curan" por ello. La relacin entre depresin y obsesin es de este tipo: a) Las personas deprimidas y las obsesivas no se toleran unas a otras. b) Un paciente pasa de la depresin ala obsesin y viceversa; en general, se siente ms real en el estado depresivo, pero sus fatuas obsesiones le pueden proporcionar un alivio temporario de ese estado de nimo. La pregunta que se plantea es: qu es lo que hace que un paciente deprimido pueda de vez en cuando ser obsesivo, o que un paciente obsesivo se deprima temporariamente, en tanto que hay otros individuos que permanecen siempre en una u otra categora diagnostica? Esta pregunta pone de relieve que la depresin, como estado clnico, no es la "posicin depresiva". La posicin depresiva y la imposibilidad del paciente para alcanzarla subyacen por igual en los estados de depresin y de obsesin. Lo que nos in teresa es la capacidad del paciente para tolerar el estado de nimo. El temor a las defensas antidepresivas puede contribuir a que se adopten tcnicas obsesivas, pues cuando la depresin, como estado de nimo, es severa, lo opuesto a ella no es la defensa maniaca sino la mana. ("Severa como modalidad" quiere decir que hay un alto grade de represin de la agresin de amor cruel.) El depresivo desprecia al obsesivo porque este huye de sus propios sentimientos. El obsesivo no soporta la capacidad que tiene el depresivo para mantener su estado de nimo; mantener un estado de nimo implica esperanza, y de hecho el nimo depresivo tiende a irse espontneamente con el tiempo. Sin embargo, cuando el individuo se encuentra en el punto ms bajo de la fase depresiva, es necesario preservarlo del suicidio. La depresin implica, entonces, esperanza. Qu clase de esperanza? Sugiero lo
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siguiente: la esperanza de recibir sostn durante un periodo, mientras tiene lugar la reelaboracin, vale decir, una recomposicin o reordenamiento interno, en el llamado mundo interior. Solo en este caso la recomposicin deja de ser ftil. En el caso de la posicin depresiva, habr una acumulacin de "recuerdos" de un buen quehacer materno en la poca de los primeros logros. En el caso del obsesivo habr en cambio una acumulacin de "recuerdos" de adiestramientos, enseanzas, inculcacin de la moral. La comparacin de estos dos estados nos lleva, me parece, a contrastar dos tipos de quehacer materno temprano. Un tema colateral a este es la complicacin que el analista debe reconocer cabal mente cuando se presenta, a saber: el hecho de que la confusin organizada sea un estado de la madre, correspondiente a las defensas organizadas contra la depresin sobre las que he escrito en otro lugar.1 Es precise analizar la confusin como defensa organizada si se pretende que el paciente llegue hasta aquello que se encuentra siempre en el centro del individuo, un caos primario a partir del cual se organizan las muestras de la autoexpresin individual. En trminos de las etapas iniciales del desarrollo se trata del estado primario de no-integracin, sobre el cual ha llamado nuestra atencin Glover con su teora de los ncleos yoicos.2 Encontramos gran alivio en nuestra labor cuando al despejarse la confusin como defensa organizada el paciente puede alcanzar este caos primario central. Por supuesto, esto s10 puede lograrse en un ambiente de una clase especial, al que he denominado "preocupacin maternal primaria", cuando la madre que sostiene esta en alto grado identificada con el beb que es sostenido. En esta punta del anlisis algunos pacientes parecen necesitar que se los sostenga efectivamente, de alguna manera simb1ica, con una cuota de contacto fsico. La falla ambiental en estas circunstancias implica que el self no integrado caiga para siempre, y el afecto que a ello corresponde es una angustia de intensidad psictica. Aqu, ms que en cualquier otra fase del anlisis, el paciente debe correr un riesgo para avanzar hacia la integracin. Al escribir estas notas paso deliberadamente de un extremo al otro, describiendo la confusin organizada, compleja y comparndola con el estado de no-integracin primario. Las confusiones intermedias tienen su importancia. Ejemplo de ello es la que puede sobrevenir en cualquier etapa si se le plantea a la actividad mental del individuo una demanda que sobrepasa sus alcances en ese momento, ya sea porque tiene al mismo tiempo otros mltiples problemas porque la tarea trasciende lo que es acorde al estado de desarrollo y organizacin de su yo.

1 1 "The Manic Defense" (1935) y "Reparation in Respect of Mother's Organized Defense against Depression" (1948), en Collected Papers: Through Pediatrics to Psychoanalysis, Londres, Tavistock, 1958; Nueva York, Basic Books, 1975; Hogarth Press, 1975. 2 E. Glover, On the Early Development of the Mind, Londres, Imago,1956. Oficinas: Leonor 372-A. Col. Nativitas. Consultorio: Jos Ma. Velasco 104 Inter. 502 Col. San Jos Insurgentes. Telfonos: 56871212 y 55232394 E-mail: yudersolisfernandez@hotmail.com www.cenespe.org.mx www.crear.org.mx

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Hace mucho que estoy interesado en la relacin entre el concepto de posicin depresiva, el estado de nimo depresivo y las emociones denominadas pesar, tristeza, sentimiento de prdida. Fue una paciente la que me enfrent con este problema. El cuadro clnico era el siguiente: la paciente no se hallaba en ese momento en la posicin depresiva aunque estaba cerca, vale decir, no haba una experiencia integradora de una persona total relacionada con un objeto parcial y un objeto total, a los que se reconociera relacionados entre s. El anlisis haba llegado a un punto en que la paciente se encontr con el estado de confusin original correspondiente a la no-integracin, lo cual implica un grade considerable de confianza en el factor ambiental, o sea, el analista en la transferencia. Una enfermedad de mi esposa motiv que en ese momento se interrumpiera el anlisis. Al principio la paciente aborda la situacin con una falsa benevolencia, pero despus de dos das esto se vino a pique y ella entr en confusin, que esta vez fue una confusin desintegrada o incluso un estado confusional organizado, y no el estado de confusin primario propio de la nointegracin. Al retornar tras un intervalo de cuatro das, no pudo en un principio reiniciar el anlisis; estaba muy preocupada por la situacin real. Solo al final de la sesin ella lleg a la etapa en que el anlisis pudo continuar segn los viejos cnones. Al da siguiente le volvi gradualmente la confianza y esto la llev a un fragmento de actuacin que la sorprendi a ella misma, durante la cual ocurrieron ciertas cosas que me mostraron que ella tena el recuerdo corporal de ser repentinamente defraudada. Sufri una angustia sumamente aguda, y cuando paso, admiti que era una reaccin tarda frente a mi abandono de cuatro das atrs, una fraccin que le habra sido imposible tener a ella por s misma. Al da siguiente su confianza se haba restaurado por completo y se repiti la actuacin en el transcurso de la sesin. Debe repararse en que en la actuacin del da anterior no haba habido rigidez, que es 1a reaccin ms primitiva; lo que hubo fue una no integracin que pas a ser desintegracin. En la segunda oportunidad, 1a reaccin fue mucho ms madura. Bajo 1a influencia de procesos inconscientes, 1a paciente mostr con suma c1laridad que era una bebita acongojada, que extenda sus brazos y experimentaba un sentimiento de prdida. No lleg a sentir pesar, aunque estuvo cerca. El sentimiento de prdida estuvo por cierto agudamente presente y sustituy a la angustia. Tras recobrarse, vo1vi ala confiada relacin conmigo que haba hecho posible este fragmento de actuacin. En este caso pudo avanzar en su descubrimiento y en la reaccin frente a mi repliegue. Lo importante es que en un momento de mi repliegue ella pudo reaccionar con un sentimiento de prdida, lo cual poda compararse con el estado de repliegue de su madre, el cual en ningn momento posibilit dicha reaccin. En la relacin con la madre, haba habido simplemente un estado de repliegue distribuido en forma ms o menos uniforme, mientras que conmigo haba experimentado mi repliegue en cierto momento y haba reaccionado
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con un agudo sentimiento de prdida. All, entonces, estuvo cerca del pesar. Al mismo tiempo, recuerdo que esta paciente no se hallaba en un estado de desarrollo yoico que hiciera posible la experiencia cabal de la posicin depresiva. Sin duda, la experiencia del pesar dependa en alguna medida no slo de mi conducta sino tambin de la conformacin, en el interior de la paciente, de la idea de un objeto bueno. Esto se vinculaba estrechamente con su capacidad para sostener por un momento la idea de la madre cuando esta se haba replegado, permitiendo as que el sentimiento de prdida cobrara realidad.

l2. NOTAS SOBRE LE JUEGO. Sin fecha3 I


Lo caracterstico del juego del placer Observaciones con cras de animales, incluido el ser humano

II
La satisfaccin en el juego depende del uso de smbolos, aunque en la base, la mocin (drive) proviene del instinto (instinct) Smbolos: Esto hace las veces de aquello Si aquello es amado, esto puede ser usado y disfrutado Si aquello es odiado, esto puede ser golpeado, daado, matado, etc., y restaurado y vuelto a daar. O sea: la capacidad de jugar es un logro en el desarrollo emocional d cada nio.

III
El juego como logro en el desarrollo emocional individual A. La tendencia heredada que impulsa al nio hacia adelante, y (a raz de la extrema dependencia del beb humano B. la provisin ambiental de condiciones que atiendan a las necesidades del beb y el nio pequeo, de modo tal que el desarrollo no se interrumpa por las reacciones frente a cualquier intrusin (frio; calor, sostn deficiente, manipulacin defectuosa, hambre no satisfecha, etc.), C. el juego se inicia como smbolo de la confianza del beb y del nio pequeo en su madre (o madre sustituta).
3

Estas notas manuscritas fueron halladas en un archivo que Winnicott haba titulado ideas. Es probable que sean anteriores a la poca (fines de la dcada de 1960) en la cual se volvi habitual en l el uso del derivado verbal playing (el jugar) en el lugar sustantivo play (el juego), que es el trmino que utiliza aqu preponderantemente. (Comps)
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EI juego es una elaboracin imaginativa en torno de las funciones corporales, relacionada con los objetos y con la angustia. Gradualmente, a medida que el nio se vuelve ms complejo como personalidad y tiene una realidad personal o interior, el juego pasa a expresar mediante materiales externos las relaciones y angustias internas. Esto conduce a la idea de que el juego es expresin de identificaciones con personas, animales y objetos del ambiente inanimado.

V
EI juego es primordialmente una actividad creadora (como en el sueo), que se realiza 1. en funcin de lo que efectivamente existe en el propio cuerpo y los objetos que estn a mano) 2. en condiciones en que el nio tiene confianza en alguien, o se ha vuelto confiado en general gracias a que ha tenido una experiencia adecuada de buenos cuidados. En cambio, los cuidados inadecuados, al generar desconfianza, reducen la capacidad para el juego.

VI
Productos del juego Adems del elemento esencial del placer, el juego le permite al nio practicar a. la manipulacin de objetos b. el manejo de la capacidad de coordinacin, las habilidades, juicios, etc. c. el control sobre una zona limitada; si bien el nio comprueba que su poder para auto controlarse es limitado, al mismo tiempo descubre los ilimitados alcances de su imaginacin. A travs del juego el nio se ocupa en forma creativa de la realidad externa. A la postre esto produce un vivir creador y lleva a la capacidad de sentirse real, y de sentir que la vida puede ser usada y enriquecida. Sin el juego, el nio es incapaz de ver creativamente el mundo, y en consecuencia se ve arrojado de vuelta al sometimiento y a un sentimiento de futilidad, o bien a la explotacin de las satisfacciones instintivas directas. EI juego cumple una funcin vital, especialmente para el manejo de la agresin y la destructividad, cuando el nio tiene la capacidad de disfrutar la manipulacin de smbolos. En el juego un objeto puede ser destruido y restaurado daado y arreglado ensuciado y vuelto a limpiar matado y revivido con el logro adicional de la ambivalencia en lugar de la escisin del objeto y del self en bueno y malo.
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VII
Desarrollo de la capacidad para el juego (socializacin) Del juego procede a. el jugar junto con otros, beneficindose en el ejercicio de b. el jugar respetando reglas, ya sean las del propio nio, las de otros, o normas compartidas c. el jugar juegos reglados de antemano d. una mayor complejidad permisible en lo que respecta a dirigir y ser dirigido.

VIII
Psicopatologa del juego A. la perdida de la capacidad asociada a la desconfianza, la angustia asociada a la inseguridad; B. estereotipia en las pautas de juego (angustia en lo tocante a la libre fantasa); C. huida hacia el ensueo diurno (un estado manipulable que se halla a mitad de camino entre el sueo genuino y el juego); D. la sensualizacin, en la cual el instinto se manifiesta en forma elemental junto con la incapacidad de simbolizar; E. la dominacin, en la que un nio slo es capaz de jugar a juegos cuyas reglas fija el mismo, aunque incluya a otros nios que deben sometrsele F. la imposibilidad de jugar a un juego regalado (nios inquietos, deprivados) a menos que este regido por reglas estrictas y haya un conductor; G. la huida hacia el ejercicio fsico, desde la gimnasia hasta la necesidad de una prctica repetitiva, aunque solo sea para evitar la inercia.

IX
Relacin con la masturbacin en la adolescencia En la fase correspondiente a esta edad puede ser muy delgada la lnea que separa la masturbacin fsica con fantasa inconsciente y la actuacin compulsiva de una fantasa masturbatoria como parte de la tentativa (en gran medida inconsciente) de vencer el conflicto o la culpa que produce la masturbacin real.

X
Cerca de la adolescencia El juego ayuda en esta fase de sexualidad indeterminada porque en el actuar y el vestirse de diversas maneras hay infinitas posibilidades para las identificaciones cruzadas (travestismo legtimo).
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Tambin, expresndolo en tipos de carcter, Marimacho (nia) pash (dolo celebre) tipo maternal o idlatra (varn) relacin homosexual

XI
Adolescencia (temprana) Las tensiones instintivas se vuelven intensas, a punto tal que puede perderse la capacidad de juego, siendo reemplazada por la masturbacin compulsiva (sobre todo en los varones). En esta fase, en particular, hay una proclividad a la actuacin compulsiva de la fantasa masturbatoria que desplaza al juego. En la cultura propia de las escuelas pblicas, lo tpico es que se exploten los juegos reglados para distraer a los varones de los conflictos que emanan de las tensiones sexuales y de la compulsin masturbatoria. Con las nias esta treta no tiene tanto xito, ya que slo funciona con aquellas que estn identificadas con el varn. Las nias identificadas con la mujer han sido comparativamente descuidadas en el suministro social, y atraviesan periodos de intensa depresin (a los catorce aos, por ejemplo), tal vez compitiendo infructuosamente con las que siguen una carrera profesional, que parecen gozar de aceptacin general y de xito. En el caso de los varones maternales en cuanto al carcter de sus identificaciones tpicas, es previsible que sufran bastante all donde la cultura local les tiene reservada la participacin en juegos reglados y en torneos, pero no acepta que tengan una vida personal. Los que protestan se convierten en fracasos clnicos a esta edad, y deben esforzarse luego para obtener el reconocimiento social; a modo de compensacin se juntan en grupos que los aslan de la sociedad.

XII
Adolescencia Lo caracterstico del juego de la adolescencia es que los "juguetes" son los asuntos mundiales. 1. "Juegan" con la poltica mundial, y se posesionan, y hacen avergonzar a los adultos preocupndose verdaderamente, o bien 2. "juegan" a que son padres y madres, en el sentido de mantener relaciones amorosas y quiz casarse y tener hijos, o bien 3. "juegan" mediante construcciones imaginativas en las que se convierten, o aprenden lo necesario para convertirse, en artistas, msicos, filsofos, arquitectos, fanticos religiosos, etc., o bien 4. "juegan" a juegos reglados, volvindose profesionales en ellos o compitiendo por
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campeonatos mundiales, o bien 5. "juegan" a la guerra yen do a pelear o haciendo cosas que terminan envolvindolos en verdaderos riesgos; si son delincuentes, "juegan" a los ladrones convirtindose en ladrones, o bien 6. no consiguen jugar por haber perdido la capacidad para ello, y entonces recaen en i. la parlisis (introversin o no-vivir esquizoide), incluidos el permanecer en la cama, ingerir drogas, los estallidos maniacos 0 los impulsos suicidas ii. la explotacin del instinto y una intensa vida de fan tasia (en el mejor de los casos, es la vida extrovertida).

13. PSICONEUROSIS EN LA NIEZ


Trabajo presentado en el. Congreso Ortopsiquidtrico de Escandinavia, Helsinki, 8 de setiembre de 191

Originalmente anuncie que el ttulo de mi trabajo seria "El nio neurtico". Pensamos, sin embargo, que estas palabras (al menos en la lengua inglesa) son una expresin popular pero no una terminologa diagnostica. En verdad, con frecuencia se comprueba en el tratamiento analtico que los denominados nios neurticos son en parte psicticos. Hay un elemento psictico oculto en el nio neurtico, y puede ser indispensable alcanzar y tratar dicho elemento psictico si se quiere corregir el estado clnico del nio. Para que mi tarea fuese un poco ms sencilla decidimos modificar el ttulo de la charla y optar por "Psiconeurosis en la niez". De manera, entonces, que tratare de formular para ustedes algo que es distinto de la psicosis. No obstante, queda en ple una dificultad, y es que hay dos modos posibles de abordar la cuestin incluso con este ttulo simplificado. Hablare sobre los orgenes de la psiconeurosis, orgenes que siempre se encuentran en la niez del individuo sometido a estudio, o sobre el estado clnico de los nios que en s mismos, en ese momento, durante su niez, son psiconeuroticos? Creo que no tengo que ser demasiado meticuloso en lo que respecta a este dilema. Voy a describir, pues, la psiconeurosis, y a diferenciarla de otros estados psiquitricos. Por supuesto, en psiquiatra no existen claras fronteras entre los distintos estados clnicos, pero si queremos llegar a alguna parte necesitamos simular que existen. La alternativa principal frente a la psiconeurosis es la psicosis. Digamos que en la psicosis hay un trastorno que afecta la estructura de la personalidad. Puede mostrarse que el paciente esta desintegrado o irreal, o desconectado de su propio cuerpo o de lo que los observadores llamamos "realidad externa". Las perturbaciones psicticas pertenecen a este orden. Por contraste con ellas, en la psiconeurosis el
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paciente existe como persona, es una persona total que reconoce objetos totales, est bien alojada dentro de su propio cuerpo y tiene bien establecida la capacidad para las relaciones objetales. Pero aun hallndose en esta ventajosa situacin, el individuo se halla en dificultades, y estas dificultades surgen de los conflictos resultantes de su experiencia de relaciones objetales. Naturalmente, los conflictos ms graves son los vinculados con la vida instintiva, vale decir, con las diversas excitaciones y concomitantes corporales que tienen como fuente la capacidad (general y local) de excitacin del cuerpo. Tenemos, por lo tanto, dos series de nios, aquellos cuyos primeros estadios de desarrollo fueron satisfactorios y han padecido perturbaciones que llamamos psiconeuroticas, y aquellos otros cuyos primeros estadios de desarrollo fueron incompletos, y esa incompletud domina el cuadro clnico. As que lo que ocurre con la psiconeurosis es que se trata de un trastorno de los nios suficientemente sanos como para no volverse psicticos. Desde luego, esta divisin de los estadios clnicos en dos categoras es demasiado simple. Hay tres complicaciones que debo mencionar si ustedes han de quedar satisfechos con mi exposicin. 1. En algn punto entre la psicosis y la psiconeurosis esta la depresin. En la depresin, la estructura de la personalidad se encuentra relativamente bien establecida. Podemos abordar esta complicacin diciendo que hay depresiones ms bien psicticas, en las que forman parte del cuadro ciertos estados como los de despersonalizacin, y otras depresiones que son, a los fines prcticos, psiconeurosis. En cualquiera de los dos casos, el paciente se ve en aprietos en lo tocante a los impulsos e ideas destructivos conectados a la experiencia de las relaciones objetales. Me refiero a la experiencia de relaciones objetales en las que se producen excitaciones, o sea, aquellas ms vitales e intensas que los sentimientos que pueden describirse como tiernos, y en las que se incluye el clmax u orgasmo. 2. La segunda complicacin proviene de que en algunos pacientes hay una expectativa persecutoria, que puede datar incluso de la primersima infancia. 3. La tercera complicacin tiene que ver con el estado al que a veces se denomina "psicopata". Quiero decir que los nios con una tendencia antisocial merecen una clasificacin propia, ya que pueden ser en esencia normales, o psiconeurticos, o depresivos, o psicticos. Lo cierto es que su sintomatologa debe considerarse en funcin de su capacidad de causar fastidio. La tendencia antisocial representa el S.O.S. o cri de coeur del nio que, en una u otra etapa, ha sido deprivado del suministro ambiental correspondiente a la edad en que no le fue brindado. Esa deprivacin alter1a vida del nio causndole una congoja intolerable, y tiene razn en clamar por que se reconozca el hecho de que "las cosas iban bien, y luego empezaron a dejar de ir bien" para l, y que esto constituye un factor externo, ajeno al con trol del nio. Un nio as se empeara en retornar, a travs de la deprivacin y de esa congoja
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intolerable, al estado preexistente a la deprivacin, cuando las cosas no iban tan mal para l. No podemos clasificar este estado -que puede conducir a la delincuencia o a la reincidencia en el delito- junto con los dems que hemos rotulado psicosis, depresin y psiconeurosis. Confi en que coincidirn conmigo en que ante todo yo deba trazar este mapa psiquitrico, para luego proceder a enunciar mi tesis de que la psiconeurosis es un estado de los nios (o adultos) que han alcanzado, en su desarrollo emocional, una relativa salud mental. El individuo ha sido criado a lo largo de las primeras etapas que corresponden a la dependencia extrema, y ha atravesado las otras, algo posteriores, en que la deprivacin provoca traumas, y ahora est en condiciones de tener sus propias dificultades. Estas dificultades son en esencia propias de la vida y de las relaciones interpersonales, y en general la gente no se lamenta de ellas porque constituyen sus dificultades propias, vale decir, no son el resultado de fallas ambientales o de la negligencia. As concebida, la psiconeurosis cobra forma y puede describrsela con bastante claridad. Yo dira que Anna Freud brinda un buen cuadro en The Ego and the Mechanisms of Defence4 libro que probablemente todos ustedes conozcan. Tal vez se pregunten en que edades estoy pensando cuando hablo de los orgenes de la psicosis y de la psiconeurosis. Respecto a la psicosis, pienso en la primersima infancia como etapa de extremada dependencia, cuando apenas tiene sentido en psicologa hablar de un beb, pues la presencia y actitud de la madre forman parte viva de lo que podra denominarse el "beb potencial" en proceso de convertirse en beb. Al referirme a los orgenes de las angustias depresivas, pienso en la etapa posterior de la infancia, cuando la dependencia se vuelve menos grave. Al referirme a la edad en que la deprivacin lleva al establecimiento de la tendencia antisocial pienso aproximadamente en el periodo que va de los 10 meses a los 2-3 aos, y en esto coincido con John Bowlby, cuya obra todos ustedes conocen. Luego, cuando llego al punto en que aparece la psiconeurosis, me refiero a la edad del deambulador,5 a la poca en que el pequeo avanza a toda mquina dentro de la familia en direccin al complejo de Edipo -siempre y cuando sea lo bastante sana como para llegar a el-. Pero no quiero que ustedes me hagan aferrarme demasiado rigurosamente a estas edades. Estamos hablando de etapas, ms bien que de edades. Las etapas de la infancia y la dependencia reaparecen luego, y lo mismo ocurre con todas las etapas posteriores; de modo tal que no existe una edad que se corresponda exactamente con una etapa, y en la pubertad es mucho lo que tiene que volver a ponerse sobre el tapete si el nio o nia ha de llevar adelante su temprano desarrollo hasta llegar a la vida adulta.
4 5

Londres, Hogarth Press, 1937 [trad. esp.: EI yo y los mecanismos de defensa, Buenos Aires, Paid6s, 1950.]

Toddler age",' por 10 general, esta expresi6n inglesa se utiliza para designar el periodo en que el nio apenas empieza a caminar (entre el ao y el ao y medio, aproximadamente); no obstante, Winnicott la emplea con una extensi6n temporal mucho ms amplia, como se ver. [T.] Oficinas: Leonor 372-A. Col. Nativitas. Consultorio: Jos Ma. Velasco 104 Inter. 502 Col. San Jos Insurgentes. Telfonos: 56871212 y 55232394 E-mail: yudersolisfernandez@hotmail.com www.cenespe.org.mx www.crear.org.mx

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Estamos, pues, en los 3-4-5 aos de edad. El varoncito o la nia se han desarrollado bien, en sus juegos y sueos es capaz de identificarse con cualquiera de sus progenitores, y junto al juego o al sueo esta la vida de los instintos y las excitaciones corporales. Damos por sentada una evolucin satisfactoria del uso de smbolos. Gran parte de la vida del nio permanece inconsciente, pero en tanto el nio se vuelve ms y ms auto consciente, en esa misma medida la diferencia entre lo consciente y lo inconsciente se torna ms neta. La vida inconsciente o la realidad psquica del nio, se manifiesta principalmente mediante la representacin simblica. Tenemos que hacer ahora una formulacin general sobre los nios en la edad de la deambulacin, referida a aquellos que viven en su hogar, y en un hogar bueno. Sabrn ustedes que esta es la edad en que, en caso de ser el nio sano, se establece y forma su pauta la psiconeurosis. Analizando pacientes de toda edad, encontramos que los orgenes de la psiconeurosis se hallan en este periodo de los 2-3-4-5 aos. Ahora bien, qu pasa si observamos directamente al deambulador mismo? Debemos decir con claridad que el deambulador sano, nio o nia, presenta todos los sntomas psiconeurticos posibles. (Para no tener que aclarar en todo momento si es "el" o "ella" me referir al nio.) Se muestra vital y fsicamente activo, pero a la vez se lo ve plido y decado, a punto tal que su madre piensa que se le fue toda la vida que tena. Es dulce y carioso, pero tambin cruel con el gato, y con los insectos puede conducirse como el peor de los torturadores del mundo. Es tierno pero tambin daino, le pega una patada a la panza de la madre si ve que empieza a crecer de tamao, le dice al papa que se vaya de la casa, o quizs se complote con l para despreciar a las mujeres. Tiene rabietas que pueden resultar muy embarazosas si se producen en medio de una elegante avenida; tiene pesadillas, y cuando la madre se acerca a consolarlo le espeta: "vete de aqu, bruja, quiero que venga mama". Tiene miedo de esto y de aquello, aunque es muy osado, temerario. si encuentra un pelo en la comida, o esta no tiene el color acostumbrado, o no ha sido cocinada por su madre, despertara en el grandes sospechas... y hasta es posible que se rehse a: comer en casa y en cambio engulla vorazmente todo lo que le ofrecen su ta o su abuela. Es muy probable que vea toda clase de personas o animales imaginarios en el corredor del departamento, o de nios imaginarios a los que hay que acechar al sentarse a comer. Es ms fcil aceptar estas ideas delirantes que procurar que alcance la cordura. De vez en cuando, el nio nos dice que nos quiere, o hace un gesto espontaneo que lo indica. Una mezcla de todo. En esta etapa del desarrollo, el nio est elaborando una relacin entre su capacidad de soar, o su vida imaginativa total, y el ambiente confiable disponible. Por ejemplo, si en la maana siguiente el padre esta presente en la mesa en el momento del desayuno (me refiero a Inglaterra), se sentir seguro como para sonar que a pap o atropella un auto o que, simblicamente, el ladrn le pega un tiro al marido de la acaudalada dama para quedarse con su cofre de joyas. Pero si el padre no estuviese presente, un sueo as le resulta demasiado aterrador y genera en el sentimientos de culpa o un estado depresivo. Y as sucesivamente.
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Debo ahora procurar enunciar que es lo que pasa en estos casos. Aun en el ms satisfactorio de los ambientes posibles, el nio tiene impulsos, ideas y sueos en los que se plantea un intolerable conflicto: entre el amor y el odio, entre el deseo de preservar y el deseo de destruir, y, de un modo ms complejo, entre las posiciones heterosexual y homosexual respecto de la identificacin con los padres. Estas angustias son previsibles: forman parte de la historia e implican que el nio est vivo. No obstante, el halla insoportables algunos aspectos de dichas angustias, y por lo tanto comienza a erigir defensas. Estas defensas se organizan, y hablamos entonces de psiconeurosis. La psiconeurosis es la organizacin de las defensas contra la angustia del tipo que estoy mencionando. Desde luego, el chico puede regresar a la dependencia infantil y a pautas infantiles, perder las caractersticas flicas y genitales propias de la fantasa y el juego que se dan con excitacin, o volver a una existencia oral o del tracto alimentario, y hasta perder sus tempranos logros en materia de integracin y su capacidad para las relaciones objetales; puede incluso llegar a perder el intimo contacto establecido entre su psique y su cuerpo. No hablaremos entonces de psiconeurosis. Mantenindonos estrictamente dentro de nuestro tema, diremos que en la psiconeurosis el nio no pierde nada de su temprano desarrollo integrador, pero se defiende de la angustia de diversas maneras, que la seorita Freud ha descrito con claridad en el libro que he mencionado. En primer lugar, est la represin: surge un tipo especial de inconsciente, el inconsciente reprimido. Gran parte de la vida del deambulador tiene lugar bajo la represin y se torna inconsciente. El inconsciente reprimido es, por supuesto, molesto, ya que la represin implica un oneroso expendio de energa, y adems lo reprimido siempre es proclive a reaparecer en una u otra forma, en un sueo o tal vez proyectado en fenmenos exteriores. Sea como fuere, el beneficio debe medirse por la menor proclividad del nio a la angustia clnica o manifiesta. Un aspecto particular de la represin es la inhibicin del instinto, una prdida de una parte de la mocin instintiva en relacin con los objetos, que equivale a un serio empobrecimiento de la experiencia vital del nio. En segundo lugar, pueden aparecer fantasas reprimidas y crear perturbaciones en la forma de un trastorno psicosomtico, los llamados "sntomas de conversin", cuyo contenido fantaseado se ha perdido; o bien en la forma de angustias hipocondriacas sobre ciertas partes del cuerpo, o del alma; y no hay solucin frente a tal sintomatologa a no ser que se recupere el contenido fantaseado perdido.6 En tercer lugar, se organizan ciertas fobias. Por ejemplo, el temor a los lobos, o bien

6 'Se me ocurre que quizs est usando la palabra "fantasa" [fantasy] de un modo que no les resultara familiar a algunos de ustedes. No estoy hablando del fantasear [fantasying], ni de una fantasa imaginada [contriued fantasy]. Hablo del conjunto de la realidad personal 0 psquica del nio, que en parte es consciente pero en su mayora es inconsciente, incluido aquello que no se verbaliza se figura ni se escucha de un modo estructurado porque es primitivo y se halla prximo a la raz casi fisiol6gica de la cual emana. D.W.W. Oficinas: Leonor 372-A. Col. Nativitas. Consultorio: Jos Ma. Velasco 104 Inter. 502 Col. San Jos Insurgentes. Telfonos: 56871212 y 55232394 E-mail: yudersolisfernandez@hotmail.com www.cenespe.org.mx www.crear.org.mx

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a las ratas si estas se encuentran ms cerca de casa. Una fobia de esta ndole puede resguardar muy bien al nio de la rivalidad con sus hermanos, por ejemplo, y del temor a los odiados hermanos. En cuarto lugar, puede organizarse una tendencia obsesiva para hacer frente a la confusin e impedir el peligroso retorno del impulso destructivo. En el perfeccionismo, el odio contra el mundo es el que lleva a querer dar vuelta todas las cosas. Este es un pobre sustituto de la secuencia sana -1) impulso e idea destructivos; 2) sentimiento de culpa; 3) reparacin o actividad constructiva-, pero al neurtico tiene que servirle. Tal vez ustedes puedan agregar a esta lista varios tipos ms de formacin de pautas psiconeurticas. En cada caso, la pauta de las defensas va dirigida contra la angustia en el nivel del complejo de Edipo y est determinada, en alguna medida, por las caractersticas del ambiente; pero la mocin que lleva a la formacin del sntoma psiconeurtico proviene de los conflictos fundamentales del individuo entre el amor y el odio, conflictos que indican un desarrollo emocional sano en cuanto a la estructuracin y la fuerza del yo, y tambin indican un fracaso del yo en cuanto a tolerar las consecuencias de las tensiones del ello o instintivas. Y la principal defensa es la represin. Esta es la razn de que el psicoanlisis, en su forma clsica, sea el tratamiento de pacientes con un yo sano, en la medida en que han enfrentado la ambivalencia mediante la represin y sin un quebrantamiento de la estructura yoica; y la labor principal en el anlisis del paciente con sntomas psiconeurticos consiste en traer a la conciencia el inconsciente reprimido. Esto se logra a travs de la interpretacin, da tras da, de la relacin del paciente con el analista en tanto esta relacin va evolucionando gradualmente y, al hacerlo, revela la pauta de la propia historia del paciente en el plano del complejo de Edipo, y a los 2-34 aos de edad. Qu papel cumple el ambiente en estas cuestiones? Ya he indicado el papel vital que cumple en el comienzo de la etapa de la mxima dependencia; me he referido a ese periodo especial en que el nio pequeo puede fcilmente convertirse en un nio deprivado, y confi en haber podido mostrar, de varias maneras, que en la etapa del complejo de Edipo tiene un valor inmenso que el nio pueda seguir viviendo en un ambiente hogareo estable, en el cual se sienta seguro para jugar y soar, y pueda convertir su impulso de amor en un gesto efectivo en el momento apropiado. El ambiente es algo que damos por sentado. En esta etapa de las primeras relaciones triangulares la tarea del nio alojado en una institucin es distinta que la del nio que vive en su hogar, con sus padres y hermanos. Adems, un buen hogar absorbe gran cantidad de dificultades, lo cual se vuelve patente cuando el hogar se destruye o lo perturba alguna enfermedad, en especial una anormalidad psiquitrica de los padres. No obstante, para remitirme estrictamente a mi tema, que es el estudio de las psiconeurosis, necesito destacar que es aqu, precisamente aqu, cuando abordamos las tensiones y tiranteces internas, los conflictos, sobre todo inconscientes, que pertenecen a los reinos de la realidad psquica personal de cada
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individuo. El paciente que padece una psiconeurosis requiere asistencia personal de una ndole tal que vuelva posible el aminoramiento de las fuerzas de la represin y la liberacin de la energa personal para el impulso no premeditado. La enfermedad psiconeurtica puede calibrarse segn la rigidez de las defensas, de las defensas contra la angustia correspondientes a la experiencia real e imaginaria de las relaciones triangulares, as como entre personas totales. Como saben, el ambiente se sum a al cuadro de la psiconeurosis determinando en parte la naturaleza de la pauta defensiva. Sin embargo, la psiconeurosis no tiene su etiologa en la condicin ambiental sino en los conflictos personales que son peculiares del individuo. En contraste con ello, el nio antisocial lo es claramente como resultado de la deprivacin. Asimismo, comprobamos para nuestra sorpresa que en la etiologa del ms grave de los trastornos psiquitricos, la esquizofrenia, una falla en los cuidados brindados en la primersima etapa de la dependencia infantil absoluta es an ms importante que el factor hereditario. En la prctica, esta concepcin de la psiconeurosis se ve desdibujada por el hecho de que corrientemente no atendemos pacientes que sean, por as decir, casos "puros" de psiconeurosis. Por otra parte, como nos ensen Melanie Klein7 el origen de la imposibilidad del nio para evitar las organizaciones defensivas psiconeurticas radica en las fallas del desarrollo en etapas anteriores. Pero esto no debe complicarnos. Para salir del paso tenemos que hablar como si las enfermedades fuesen psiconeurosis, trastornos afectivos, o psicosis, o tendencia antisocial. Surge la pregunta: qu es la normalidad? Bueno, podemos decir que el individuo sana ha podido organizar sus defensas contra los intolerables conflictos de su realidad psquica interna, pero en contraste con la persona afectada de psiconeurosis, la sana se halla relativamente libre de una represin masiva y de la inhibicin del instinto. Adems, en la salud el individuo puede recurrir a toda clase de defensas y pasar de una clase a otra, y de hecho no manifiesta en su organizacin defensiva la rigidez propia de la persona enferma. Dicho esto, quisiera sugerir que nicamente el individuo realmente sana est ms cerca de la depresin y la locura que de la psiconeurosis. La psiconeurosis es aburrida. Es un alivio que un individuo pueda ponerse loco y ponerse serio, y disfrutar del alivio que brinda el sentido del humor, y poder flirtear con la psicosis, por decirlo as. En el arte moderno experimentamos la anulacin retroactiva de los procesos que constituyen la cordura y las organizaciones defensivas psiconeuroticas, y el principio de que lo ms importante es la seguridad. Permtaseme agregar unas palabras acerca del vasto tema de la adolescencia. En el periodo de la adolescencia, la pubertad es una amenaza que luego crece y domina la escena. Una descripcin del adolescente se parecera a la de un nio de 2-34-5
7

The Oedipus Complex in the Light of Early Anxieties" (1945), en Melanie Klein, Contributions to PsychoAnalysis, 19211945, KJndres, Hogarth Press, 1948. [Trad. cast. en M. Klein, Obras completas, t. I, Buenos Aires, Paid6s, 1989.)
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aos: un conjunto de tendencias contradictorias entre s. A raz de la maduracin gradual de los instintos, por unos anos el adolescente se halla en un estado en que no puede aceptar soluciones falsas. Esto pone de manifiesto nuestra dificultad para tratar adolescentes, el hecho de que debamos tolerar su negativa a salir de las dudas y dilemas. La nica solucin para la adolescencia es la maduracin que trae el tiempo y que convierte al adolescente en un adulto. De modo que la psiconeurosis entra en el cuadro de la adolescencia como una amenaza de soluciones falsas procedentes del interior del individuo, inhibiciones, rituales obsesivos, fobias y sntomas de conversin, defensas contra la angustia asociadas a la vida instintiva que ahora amenaza de otra manera. Forma parte del problema mundial que hoy presenta la adolescencia el hecho de que debamos ver como cada .nio defiende resueltamente su derecho a no encontrar una solucin falsa, ya sea mediante la psiconeurosis o la aceptacin de los diversos tipos de ayuda que nosotros impotentemente les ofrecemos. La psiconeurosis que persiste en la vida adulta es claramente considerada y sentida como una molestia y una anormalidad, y lo nico que aqu necesito decir sobre la psiconeurosis adulta es que su etiologa se remonta al periodo de la niez que va de los 2 a los 5 aos, en que por primera vez se establecen relaciones interpersonales y se desarrolla la capacidad, del nio para identificarse con la vida instintiva de sus padres.

14. NUEVAS OBSERVACIONES SOBRE LA TEORIA DE LA RELACION PARENTO-FILIAL


Parte de un debate sobre artculos de Phyllis Greenacre y Winnicott que tuvo lugar en el 22Q Congreso Psicoanaltico Internacional, Edimburgo, 19018 He aguardado con entusiasmo el debate de estos dos artculos y el amplio tema que ellos introducen. Por supuesto, es importante para mf que haya un cierto grade de acuerdo entre la Dra. Greenacre y yo. Por ejemplo, ambos damos por sentados los procesos madurativos innatos del beb, y los vemos dentro del marco de su dependencia. Aqu no segn ocupndome de la contribucin de la Dra. Greenacre. Ella ha desarrollado en forma muy interesante la amplsima temtica de los procesos de maduracin, dentro de la cual yo he

8 1 Los dos trabajos que fueron objeto de debate durante el Congreso se hallaran en International Journal of PsychoAnalysis, vol. 41 (1960). El de Winnicott tambin figura, con el ttulo "The Theory of the Parent-Infant Relationship", en The Maturational Processes and the Facilitating Environment, Londres, Hogarth Press; Nueva York, Itemational Universities Press, 1965. [Trad. cast.: El proceso de maduraci6n en el nio, Barcelona, Laia, 1975.J EI debate del cual han sido extradas estas observaciones contiene comentarios de Greenacre y de muchos otros analistas, y culmina con una rplica de Winnicott no publicada aqu, que se puede hallar en International Journal of PsychoAnalysis, vol. 43 (1962). Oficinas: Leonor 372-A. Col. Nativitas. Consultorio: Jos Ma. Velasco 104 Inter. 502 Col. San Jos Insurgentes. Telfonos: 56871212 y 55232394 E-mail: yudersolisfernandez@hotmail.com www.cenespe.org.mx www.crear.org.mx

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elegido ocuparme del tema de la dependencia. Con respecto a mi propia contribucin, 10 que me interesa es que el tema no sea el psicoanlisis, sino "psicoanalistas que debaten algo muy importante para ellos". Cuando vemos madres con sus bebs en una clnica de atencin infantil, algunos de los bebs que vemos ya estn enfermos, en el sentido de que cuando crezcan no podrn ser aceptados para un tratamiento psicoanaltico clsico. Desde luego, puede ser que fsicamente sean sanos. Tal vez el problema, tal como yo lo planteo con mis limitaciones, sea este: es l beb un fenmeno que pueda aislarse, al menos hipotticamente, para su observacin y conceptualizacin? Sugiero que la respuesta es negativa. Cuando repasamos nuestros anlisis de nios y de adultos, tendemos a ver mecanismos ms que bebs; si contemplamos un beb, vemos un bien mientras es cuidado y atendido. Los procesos de integracin y de separacin, de llegar a vivir en el cuerpo y de relacionarse con objetos, son todas cuestiones de maduracin y logro. A la inversa, el estado de no estar separado, de no estar integrado, de no relacionarse con las funciones corporales o con los objetos, es un estado muy real; debemos creer en estos estados que corresponden a la inmadurez. El problema es: cmo hace el beb para sobrevivir a ellos? Mientras preparaba este comentario, alcance una comprensin ms profunda que antes sobre la funcin parental en lo tocante a este problema de como sobreviven los nios a la inmadurez. Vi con mayor claridad que antes que al presentarle al nio el mundo en pequeas dosis, vale decir, al adaptarse a las necesidades yoicas de su beb, la madre le da tiempo para que ample sus capacidades, con el desarrollo que trae la maduracin. En un debate como este, donde hay que conferir un importante lugar al estado de dependencia del nio, debemos por cierto habrnoslas con lo paradjico. Por ejemplo, el beb solo sabe cmo permitir, 0 no permitir, la unin parental que produjo su propia concepcin. No sabe al principio como suponer que el coito parental pudo haber precedido a su existencia. Pero a la larga el esquema corporal del beb llega a incluirlo todo. En un ambiente suficientemente bueno, el beb paulatinamente comienza a encontrar la manera de incluir dentro de su esquema corporal a los objetos y fenmenos que no son "parte de m", y as evitar las heridas narcisistas. Si el crecimiento se ve facilitado en forma estable, se conservan la omnipotencia y la omnisciencia junto con la aceptacin intelectual del principio de realidad. En una formulacin terica psicoanaltica, decimos que el beb experimenta una angustia insoportable de la que se recupera mediante la organizacin de defensas. De ello se desprende que el buen desenlace de un anlisis no depende de que el paciente comprenda el significado de las defensas, sino de que mediante el anlisis, y en la transferencia, pueda re experimentar esa angustia insoportable a raz de la cual se organizaron las defensas. En los llamados casos fronterizos tiene que descubrirse no slo la angustia insoportable sino adems el efectivo derrumbe clnico de la infancia, la extensin indebida de la omnipotencia, la aniquilacin que instaur la herida narcisista. Todo esto confiere, a mi juicio, un vivo colorido al cuadro de la relacin parentofilial y a nuestra manera de ver el cuidado efectivo de un beb. La palabra "amor" no es lo
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bastante especfica, y la palabra "separacin" es muy burda para el uso que pretendemos darle. El progenitor se ocupa todo el tiempo, segn la edad y el estado de maduracin del beb, de impedir el derrumbe clnico, a partir del cual slo puede haber recuperacin mediante la organizacin y reorganizacin de las defensas. Con su cui dado de cada minuto, sienta las bases de la futura salud mental del beb. He ah la tremenda tarea parental. Su magnitud queda ref1ejada en la duracin de un tratamiento psicoanaltico y en el tiempo durante el cual se extiende la enfermedad mental por ms que el paciente reciba el mejor cuidado psquico posible. Y, en lneas generales, los padres siempre han tenido xito en esta tarea esencial y enorme que les incumbe; y el motivo de ello reside en que a tal fin lo nico que necesitan es ser ellos mismos, ser y hacer exactamente lo que quieren ser y hacer; haciendo esto, salvan a sus hijos de las reorganizaciones espasmdicas de las defensas y de la congoja clnica que yace por detrs de dichas reorganizaciones. En el psicoanlisis del caso que ha sido bien seleccionado para un anlisis clsico, el sufrimiento clnico aparece bajo la forma de angustia, asociado con recuerdos y sueos y fantasas. Pero como analistas tratamos pacientes que necesitan que los derrumbes clnicos de su infancia sean recordados revivindolos en la transferencia. En todos los casos, el alivio slo se obtiene reviviendo la angustia insoportable original o el derrumbe psquico original. El derrumbe est asociado a un factor ambiental que, como yo digo, no pudo en su momento ser recogido dentro del rea de la omnipotencia infantil. El l no conoce ningn factor externo, bueno o malo, y de lo que padece es de la amenaza de aniquilacin. Si el tratamiento tiene xito, el paciente se vuelve capaz de localizar el trauma o falla ambiental y experenciarlo dentro del rea de la omnipotencia personal, disminuyendo as la herida narcisista. De este modo, como analistas nos vemos envueltos repetidamente en la funcin de fallar, y no nos es fcil aceptar esta funcin si no consideramos sus aspectos positivos. Slo convirtindonos en padres que les fallan a sus hijos alcanzamos el xito teraputico. Este no es sino un ejemplo ms de las mltiples paradojas de la relacin parentofilial. Me gusta recordarme a m mismo que si alguien tiene un hijo enfermo y las cosas no van bien, podemos sugerirle a ese padre cmo conducirse en forma teraputica, mientras que no podemos decirle cmo debe actuar en su condicin de padre si todo anda bien. Si todo anda bien, simplemente las cosas suceden como deben suceder. Lo que podemos hacer entonces es estudiar lo que sucede y evaluar como corresponde esta funcin parental, reconocerla y apoyarla, y tomar los recaudos para que nada interfiera con ella si es que existe. Pens en hacer este comentario en lugar de un resumen de mi artculo, y dejar el tema en ese punto.

15. NOTA SOBRE UN CASO VINCULADO A LA ENVIDIA


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EI paciente al que voy a referirme est en anlisis conmigo desde hace alrededor de tres aos, despus de tres tratamientos anteriores con otros terapeutas; en total lleva en anlisis alrededor de veinticinco aos. Se avizora el fin del tratamiento aunque todava no hemos fijado la fecha. ' Tendido en el divn como de costumbre, dijo: "Bueno, hoy es un da en el que no s qu va a pasar". La sesin del da anterior fue importante, porque en ella no hubo sentimientos. Luego comenz a contarme, con mucha emocin, la conducta de un colega mo que a menudo aparece en el material que trae a sesin. Lo llamare el Dr. X. Es un pediatra que odia la psicologa. El paciente lo describi -correctamente, -por lo que se como una persona arrogante, presuntuosa, insustancial, demasiado segura de s misma, autoritaria, etc., y dijo: "Lo envidio". Se sorprendi un poco por esto, ya que l, segn sus propias palabras, era una persona que carece de confianza en s misma, modesta y sensible. Despus que dedicara algunos minutos a expresar sus sentimientos hacia el Dr. X., le interprete que lo estaba utilizando para manifestarme sentimientos a m. A pesar de que a esta altura del anlisis ya el paciente tena un grado de insight considerable, no se haba dado cuenta de eso, pero-dijo-crea que mi interpretacin era correcta. Pas otros varios minutos contndome lo contento que estaba por haber dejado de autoanalizarse y haber puesto la tarea en mis manos. Esto slo lo haba podido conseguir en los ltimos tiempos. Me record que haca poco que haba llegado a sentirse contento por comprobar que yo era algo ms que una proyeccin de sus propias capacidades. Le interprete, adems, que me odiaba por ser la persona en la que el depositaba toda su seguridad y comprensin. Reaccion frente a estas interpretaciones reiterndome que senta alivio de poder dejar el anlisis en mis manos, y continu hablando de su odio hacia m, pero luego interrumpi esto para decirme: "Tengo la nariz tapada y me duele el estmago, y estoy luchando con la idea de levantarme e ir hasta donde deje el saco, para sacar el frasco de efedrina". Tambin lleva en el saco pldoras para la indigestin y otras cosas ms. A fin de lo que relato resulte inteligible, es preciso acotar que en la sesin del da anterior haba hecho referencia a todo esto como parte de su hipocondra, que est muy asociada a una identificacin materna muy desarrollada. A su vez, esto debi desprenderse de una vasta idea delirante que siempre tuvo, segn la cual l era en realidad una mujer. El hecho de jugar a ser mujer con una identificacin femenina que es mucho ms flexible se hizo presente en el anlisis, y yo le interprete que su hipocondra era precursora de la fantasa de fecundacin. En esta ocasin tuve que hacer uso de la interrupcin, en la que el aludi a estas cuestiones que nos llevaron a la sesin anterior, interpretndole que al hablar estaba tratando de destruirme como varn, pero se encontraba en el camino con esa hipocondra, vinculada a la posibilidad de que l estuviera enamorado de mi como hombre. Esto tena detrs una larga historia. Adems, en la primera parte de la sesin el paciente me haba mencionado que en el manejo de su hija adoptaba un ro1
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maternal. Contine interpretndole que con su identificacin con la mujer y su bsqueda de un hombre (que en su caso nunca lo haba llevado a una prctica homosexual franca, pero si lo haba aproximado bastante), evidentemente estaba en busca del hombre al que quera castrar. Esta interpretacin le result interesante pero no pudo sentirla en profundidad. Hablamos del factor tiempo en la reaccin ante la interpretacin, que tiene que ir de la mano de esa otra cosa que es el tamizar las interpretaciones que pueden estar equivocadas y separarlas de las correctas. Me arriesgue a repetir la interpretacin en funcin de su padre. Le dije que si ahora el comprobase que su padre haba sido fuerte y til, eso lo complacera tanto que el descubrimiento de que a ese padre ello quera castrar, por ser el padre potente del tringulo edpico, no le hara ninguna gracia. Durante un rato dijo que esto era intelectualmente razonable, pero en lo profundo no lo acepto. Ms adelante manifest que lo cierto es que el Dr. X. era arrogante, presuntuoso y vanidoso, y aunque eso era exactamente lo que a l le disgustaba en la gente, en realidad lo admiraba. A continuacin elaboramos juntos lo siguiente: era forzoso admitir que el Dr. X. haba sido introducido para dar empuje a la idea de la potencia del analista. El Dr. X., un hombre joven, daba la impresin de ser potente, y el paciente tema que yo fuese un viejo cansado y dbil, que precisaba ese empuje. A fin de llegar a envidiarme tena que convertir a su analista en un Dr. X. analista. Era evidente que el admiraba al Dr. X. analista, y en esto se basaban la identificacin materna, la posicin homosexual y la hipocondra que, en potencia, era una fantasa de embarazo. Descubr entonces que mi interpretacin anterior haba producido en l toda una serie de ideas secundarias frente a las cuales haba reaccionado. Entre ellas estaba la nocin de que el deba atravesar una fase homosexual en relacin conmigo, vale decir, una nueva fase homosexual, haciendo caso omiso de los ejemplos anteriores de ello en el anlisis, y esta perspectiva lo llenaba de tedio. Descubr esto al interpretarle que para l era penoso sentir amor y la urgencia de castrar al Dr. X analista, ya que all la ambivalencia era grosera. Esto lo llev a comentar que, segn l pensaba, iba a tener que sobrellevar una fase de homosexualidad en la transferencia. Ya era casi capaz de aceptar el hecho de que l estaba buscando un Dr. X. analista potente con el fin de tener una figura paterna para castrarla, y que en su huida del conflicto que esto le causaba era probable que organizara una fase homosexual. Esto arrojo una luz considerable sobre su pauta de comportamiento en la adolescencia y los comienzos de la virilidad, as como sobre gran parte del material de su vida posterior, en que se emprendi en ser heterosexual para escapar a la homosexualidad. (La desesperanza acerca de todo ello lo haba llevado a la mayor explotacin posible de su idea delirante fundamental, la de ser una mujer, que parece haber tenido precoces races en su desarrollo emocional.) As pues, la envidia que este paciente senta hacia mi tena muchos aspectos.
Oficinas: Leonor 372-A. Col. Nativitas. Consultorio: Jos Ma. Velasco 104 Inter. 502 Col. San Jos Insurgentes. Telfonos: 56871212 y 55232394 E-mail: yudersolisfernandez@hotmail.com www.cenespe.org.mx www.crear.org.mx

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Corresponda al extremo placer que le causo al fin entregar el anlisis a otra persona distinta del mismo, y obtener las interpretaciones necesarias sin tener que decirle al analista lo que deba enunciar. Adems, corresponda al hecho de que pocos meses atrs haba reconocido mi existencia como persona separada, sobre la que el poda proyectar su propia capacidad analtica, su funcionamiento maternal y paternal, y sus facultades intelectuales. En relacin con todo esto, el me odiaba por serle necesario y porque, a su juicio, yo era el nico al que poda usar de este modo, hasta llegar finalmente a dejar en mis manos toda la responsabilidad como analista suyo. Para que su envidia alcanzase su apogeo me tena que dar el empuje del Dr. X., y luego estaba la trampa en la que el poda haber cado sin las interpretaciones adecuadas, de que evitaba la castracin o el odio apelando a ese mbito intermedio en el que encontraba complacido un analista potente y se enamoraba de l.

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