Elogio Al Vacio
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PR IM ERA PA RTE
Sganai elle o la felicidad de ser histrico
1 El principio de la doble n egativid ad.............................................
2 Hay que creer en aJgo en este mundo
.........
3. Nuevo ensayo sobre el don ............................................................
15
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S E G U N D A PA RTE
El obsesivo en su jaula
1.
2.
3.
4.
............
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T ER C ER A PA RTE
D on ju n o el ultraje al dios escondido
1.
2.
3.
4.
5.
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In tro d u cc i n
L o s fe stin e s d e p ie d ra
El festn de piedra: ste es el subttulo enigmtico de la comedia
de Donjun. Esta denominacin, sin embargo, no les ha llamado mucho
la atencin a los molieristas: no sera, nos dicen ms que el resultado
final de un encadenamiento de errores de traduccin,1 que confirma,
mediante esta estratagema, la vanidad del trabajo erudito, el cual, por las
respuestas anticipadas que aporra a las preguntas que no se plantea, pre
senta un texto limando sus asperezas -en el doble sentido del trmino,
insignificante. Por nuestra parte, a contracorriente, tomaremos el texto
al pie de la letra, a fin de reconocer la naturaleza de la piedra de la que
est hecho el festn con el que Don Juan decide su destino.. Con esta
finalidad, seguiremos como gua de introduccin el hilo de la lectura
sociolgica propuesta por Michel Senes de la comedia de Moliere 2
Partiendo del postulado de que Don Juan es un tratado completo
del don y del contra don ( acaso habramos podido leer a Moliere
1 Los molieristas os dirn que el creador del mito. Tirso de Molina da a su obra
como ttulo E l burlador Je Sevilla y convidado de piedra (el convidado se refiere a la
estatua de! Comendador asesinado por Don Juan) Cuando, en 1650. c tema es retomado
por el italiano Cicognini, la traduccin, // cmmtato di pielni, respeta todava el original
espaol. Pero ocho aos ms tarde, en 1658* el contrasentido que acabar imponindo
se se constata por primera vez en e! titulo de un argumento de la Commidia d tll Arfe,
representado por Scarnmouche ante Mazarin: en esta ocasin, ei festn icontd/a) sustitu
ye al invitado (coni/tta/ah La tradicin del error, aadirn, est ya establecida (lo sabe
mos por el titulo de la recopilacin de lazzts de Biancolelli. que llega a Pais en 1662) y
cuando el tema se transcribe a la lengua francesa, Dorimonc y Vcllicrs lo introducen con
la nueva denominacin, creando su Festn de Pierr' en 1658. no sin alguna dificultad,
como lo demuestra la pirueta que les lleva a llamar Dow Ptcrrc ai Comendador., el
''co/nitato* del *tcatwito\ cosa que. obviamente, lo arregla todo. De todo ello resulta que
finalmente, en 1665. Moliere es el primero que llama a su obra, sin plantearse preguntas,
con el titulo surrealista que petrifica el banquete
2 Michel Ser res. Hcrmcsan ln Communications Pars, Mtnuit. 1967 [Ed c a s i: La
comunicacin Itr/m s /. Barcelona. Antrophos. 1996 ]
JO
E logio dl la nada
sin M au ss? ' nos pregunta), este autor se dedica a dem ostrar con ta
lento que la ob ra dram tica, desplegan do el argum ento proporcion a
do por la apologa del tabaco hecha p or Sganarelle en la escena de
apertura de la obra, expon e la representacin anticipada del sistem a
de intercam bios que la sociologa determ inara ms adelante errando
tres siglos p or el ojo glauco del P acfico : intercambios de las m uje
res, de discursos, d e dinero El personaje de D on ju n se definira a
contrario por su denegacin de este principio: rom po, 1c hace decir
M. Serres. el crculo de dar y de tomar, d e tener y de deber., de ofrecer
y de recibir , profesin de fe que se afirm a claramente en esta confe
sin en form a de desafo: "Por m ucho qu e yo me com prom eta, el am or
que profeso a una bella no com prom ete en absoluto a mi alma a hacer
les a las otras una injusticia".-1
En e! m arco de esta lectura sostenida en la antropologa estructu
ral, el banquete recupera por su propio derecho el lugar inaugural que
le otorgaban en M oliere el frontispicio y el ttulo de la obra: Pensadlo,
el intercam bio, por tradicin, ha de realizarse siem pre durante n fes
tn .5 Principio dem ostrado p o r los prim itivos, los guerreros, los pro
m e tid o s y lo s m e rc a c h ifle s ,* cuya valid ez re co n o ce re m o s g u s
tosamente, aunque sin aceptar como obvio el correlato que nos propone
nuestro gua: que en el intercam bio de las invitaciones a cenar, curio
sam ente, todos obran de buena fe 7 Porque en verdad, nada explica
la supuesta buena fe de D o n ju n qu e le llevara a invitar al hom bre
de mrmol para devolverle su invitacin: sigue siendo oscura la natu
raleza del vnculo que liga al hroe sublim e con el C om endador al que
ha m atado.
3 bit!., pgs 244 y 2-15. y Marcd Miiuss. Essut sur le don -Forme et raison de
l'cchange dans les soril&i nrduiqucs" $ociotole <7Aitthrnpologw, PUF, 1960, pg 145
y ss [Ed casi: SactaJogiay iintrow!r)g/ei. Madrid, Tecnos, 1979.]
i Moliere, Dow Juan, acto I. escena 2. diada por M Serres. op ci/.. pg. 2-10.
5 M. Serres. op. cu., pgs. 235-236 Prindpio que d autor martillea a condcnda
para convencernos de su carcter universa!: "Qu se puede hacer en un festn, salvo
intercambiar?'' (pg 2371, "El festn es el lugar electivo del intercambio: vayas donde
vayas, el banquete de boda est servido'' fpgs 243-24-J)
6 IbU . pg. 236
7 U'ul pg 243
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El titul de la o b & f p 9 n e m o s n o s o t r o s ,:C ^ ^ :e r t wiMfl^nto:
de la catstrofe final e il qu e se hunde el hroe, praporeioiJiJ eti/^*</'
back, no la clave de-lit t^iedades humanas, coin
S e t t e r lec
tor de M auss, sino el sentido del destino que est en juego.
El e n g u llim ie n t ^ Don ju n , menos sagrado que la desaparicin
e jE d ip o o la de Btnpdocies, no lleva al personaje junto a los dioses,
al lugar de lo sim blico, atoo que por el contrario tiende a suturar lo
sim blico, que adquiere al mism o tiem po la consistencia de lo real.
O p eracin en la qu e se p etrifica p recisam en te el festn qu e aqu
mecaforiza el lenguaje lo que ste autoriza: deseo, identificacin, com
partir e intercam bio. E l proyecto de este libro ser esclarecer lo que
estos enunciados pueden tener d e opaco, m ostrando que el Don Juan
d e M oliere proporciona, en la escena de la com edia, el sentido d e un
destino heroico y fatal que inscribe ai personaje-titulo d la obrn en el
cam po de una sublime^ pen ^rsI5 "Q u e esta cristalizacin del deseo no
es sin em bargo privilegio de este registro subjetivo, es lo que dem ues
tran las dilaciones, en cen d id as p or la rabia, d e otro personaje de
M oliere, Alcestes, que tom am os com o paradigm a literario de la im po
tencia del obsesivo. Todava ser preciso m ostrar cm o y p o r qu lo
que se produce com o acto de voluntad y de rechazo en el prim ero se
m anifiesta com o fracaso encolerizante en el segundo. H abrem os aca
b ad o de alzar el decorado y de presentar a los protagonistas cuando
hayamos indicado que, flanqueada por las dos figuras de Alcestes y
D o n ju n , la silueta de Sganarelle, criado del segundo, llam ada a com
pletar el trptico, ilustra, p o r su propia posibilidad, los callejones sin
salida respectivos del atrabiliario y del descredo a travs d e la apolo-
c
R Jiicquts Luwn,
, Ecrits. Pars. L e Scuil. 1966. 'Cluunp insidien'',
pg 779 |Et! c u s . r ~ K i - Escritos I y 2. Mxico. Siglo XXI. 19891
12
E l o g io d e la nada
Primera parte
Sgan arelle
o la felicid ad d e se r h istrico
Captulo 1
1 principio de la doble negatividad
1. La apologa del tabaco
Magia del tabaco
16
E l o g io d e l a p p d a
La cuestin de la increena
La puesta de relieve en el texto de Moliere de los diversos juegos
del intercambio, determinados sobre el terreno por los estudios cient
ficos, no se refiere sino a la combinatoria de una serie de fenmenos
que han pasado a ocupar el primer plano de la escena social, mien
tras que permanecen en la sombra, fuera del alcance de la critica, los
principios que rigen la maquinaria que el texto pone en funcionamien
to ante nosotros. De la misma manera, se puede leer la hora en la esfe
ra del reloj sin por ello conocer los secretos de su mecanismo.
Al mismo tiempo, la tarea del psicoanalista se revela con bastante
claridad: reanudare! examen en el punto donde la investigacin sociol
gica reconoce su lmite, con el fin de determinar la identidad oculta del
tabaco, consciente de que la respuesta a esta cuestin resolvera al mis
mo tiempo el enigma del festn de piedra y la tazn del sistema puesto
de manifiesto por Mauss, Por otra parte, el propio texto de Moliere invi
E l PRINCIPIO Di- LA d o b l e n e g a i i v i d a d
17
18
ELotnQ.pt: ia lHgt
El representante de la representacin
La obra de Moliere no es slo la ilustracin anticipada del sistema
revelado ms tacde por los trabajos de los socilogos. Sera preferible
darle la vuelta a la cuestin para preguntarse s es posible leer hoy da
a Mauss sin Moliere Parque es ciertamente la obra dl poeta la que,
articulando uno con otro los dos crditos, permite establecer que
ambos fenmenos son la expresin de una estructura fundamental
titn de lenguaje, a su vez referida a un significante particular {dmosle
enseguida su nombre, un poco brbaro: el representante de la repre
sentacin") que, como demostr la teora analtica, constituye la clave
de la operacin de la doble negatividad que preside la gnesis del suje
to y su introduccin simultanea a la realidad,
Al determinar la naturaleza y el estatuto del representante de la
representacin, fe reconstitucin de esta operacin nos revelar
la identidad del tabaco y, por lo tanto, del objeto de la creencia, y al
mismo tiempo pondr de manifiesto los principios del lenguaje cuyos
efectos se despliegan en las diversas escenas sociales: la comunidad de
los que creen en el cielo y la de los que no creen, la comunidad del
comparar y la de las identificaciones -comunidades todas ellas de las
que se vern excluidas, a ttulos diferentes, las dos figuras pa
radigmticas de Alcestes y Don jun,
20
E lo g io di* la nada
10 bul
E l p r in c ip io d e i a d o b l e n l c a t i v i d a d
21
22
E l o g i o d e la n a d a
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p r in c ip io d e l a d o b l e n e g a t i v i d a d
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E lo g io
de la nada
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25
24 Mnrgiicritc Duras. Lt Nattrc Night. Ccsan:c. La Slinnx ncgutita. Aurvliu Skimr, Pars. Mcrcurc ile Frunc:. 1984 pg 105
26
E lo g io d e la nada
E l principio n c la d o b le n e g a u v id a d
27
27.
En una pgina clebre de "M s all dei principio de placer" (Essuis de
psirciignafyii-. Pars. Payot, pgs 52-53 (I. c a st: Ms all d tl principio Je placer, OC,
wli !&|J, Freud reconstruye el juego de su nieto de dieciocho meses con un carretel
arado a una cuerda, que tiraba debajo de un mueble para luego hacerlo reaparecer,
puntuando su parttWirtsi con los dos vocablos o* y "a", en los que el reconoce los dos
trminos fort (lejosI y da (aqu). Lacan muestra que este juego figuraba la oscilacin del
sujeto 'rcpimMUjt^pgVf
ppt$rro significante", y el carretel desempe
aba el papel del objeto a (Lacan, Sein XI. Les quatre concepto fondamentaux. , op a t
pgs. 60-61)
28 sta era la hiptesis de Piette. gran pionero de la prehistoria
29 Es lo que expresa Margueritc Duras cuando le hace decir al sujeto de las Minas
ligativas', "Soy alguien soy el que llamaba que gritaba en esta luz blanca/EI deseo/la
palabra todava no citii imrwad- (op 'ift.- iK',:fj
28
E l o g io d e la n a d a
30. A Lcroi*Gourhan, Le geste ei la parolo. Pars.. Albin Mi che!. 196-1.. t II. pg.
2I7-. Cf. tambin, del mismo autor., la siguiente indicacin: wEn las composiciones cen
trales. los signos femeninos estn normalmente asociados con signes de la serie masculi
na [ J A menudo., los signos estn emparejados: un valo y un signo dentado, un rec
tngulo y una lnea de puntos, un tringulo y algunos bastoncillos'1 (A Leroi-Gourhan.
Prchistain de t ari occidental, op cit. pg 108)
31 Principio vlido tanto para los signos sexuales como para las manos negativas:
"L a mayor concentracin de mmos negativas se encuentra en la Cueva de las Manos
Pintadas (Argentina). con miles de ellas agrupadas en paneles en distintos abrigos. como
si la forma naturalmente estereotipada-de la pintura de la mano hubiera favorecido su
repeticin hasta el infinito (Denis Vialou. La prchistaire. Pars. Gallimard. Lumvcrs
des formes*. 1991. pg. 282).
32 Freud. ^Au dla du principe de piis ir". Essats de psychanalyse. op cif , 1984.
pgs *11-115
E l p r in c ip io d e l a d o b l e n e g a t i v i d a d
29
30
E l o g io d e l a n a d a
pgs 191*192
E l p r in c ip io d i : la d o b l e neca 'u y io a d
31
32
E lo g io
on l a
n ada
33
{imaginario) del obsesivo saca al sujeto del conjunto al que, por otra
parte, pretende pertenecer (pues esta pretensin se afirma con tanta clari
dad com o la exclusin que reivindica) y lo condena a contarse como (-1)
45 Turno es as que cr* la corte de Luis XIV se encuentra la per pe nacin del prin
cipio y del vocabulario de la tica tendal, que une con la misma ' amistad a rodos los
vasallos de un mismo seor De es la forma, cuando G andn le declara a Rol and lanzn
dole el guante a modo de desafo: "N o os amo ' fje ne vous aime nientj. le significa
simplemente la ruptura del vnculo que los una en nombre del homenaje comn 1
Carlomagno (cf Marc Bloch L a so rict ftid alt, Pars Albn Michcf 1968 f i j j 616)
[Ed cast: Iji sm ivdad ftiu h d Barcelona, A bal. 1987. ]
34
E l o g io d e l a n a d a
renda se tunda una estima*' (i, 1). D e esta forma da, sin saberlo a
definicin de la eleccin amorosa.
En la pasin ( Verliebheit), el objeto es elegido en nombre de una
eleccin arbitraria, llevada a cabo por el amante, que eleva una cuali
d ad 1 cualquiera -incluso, llevndolo hasta el lmite, un detecto del
objeto-4* a la funcin de signo del ideal del yo, que ha de escribirse S r
diferente por lo tanto del rasgo sim blico ($,) que, meiaforiziulo, est
en el origen del vnculo social. A un signo de esta clase remite la prefe
rencia que, segn nuestro misntropo, debe determinar la estima. De
hecho, lo que Alcestes pide, como se ve, es que lo saquen del conjunto
pera amarlo, lo que es ciertamente la reivindicacin fundamental del
obsesivo, que pone de manifiesto invariablemente en su caso el fracaso
de la operacin de la segunda negatividad
La consecuencia de este fracaso es hacer del neurtico un sin nom
bre17 (4el H om bre de las cintas verdes ocupa el lugar de Alcestes )
-en comparacin con el perverso, que, por el contrario, com o vere
mos, se hace amo del nom bre-, mientras que un imbcil com o Orontes
demuestra estar a sus anchas en el mundo de la mundanidad, gracias
nicamente a la doble negatividad (1) por la que est marcado, la
cual, al operar la simbolizacin del sujeto, lo introduce en el compar
tir., en el intercambio, el comercio, en suma, lo que se llama la cultura y
hemos designado com o el universo de Sganarelle
46 C f el com entario q u e lince L acan del d iscu rso d e E liu n to :kNingn privilegio
en el objeto, sin o en esc \ alor ab su rd o d a d o a cad a rasyo d e ser un privilegio (Sem IX .
Lidcn tiication sesin del 28 de m arzo d e 1962 indito)..
47 Lacan "Su b versin d u sujet el di aleen qu e d u d c sif Eertts op. cit pj 826.
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EL H P M
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Captulo 2
H a y q u e c re e r en alg o en e ste m u n d o
I Tresfiguras de la credulidad
La lgica del significante
A Sganareile, convencido de que hay que creer en algo en este
mundo , en el cielo o el infierno, en el diablo, el hombre lobo o el
monje hurao, y que le pregunta a su amo en qu cree, Don Juan le
responde: Creo que dos y dos son cuatro y que cuatro y cuatro son
ocho". Y Sganareile concluye: Buenas creencias y buenos artculos
de fe! Vuestra religin, por lo que veo, es la aritmtica (1 ,1). En efec
to, la aritmtica presenta el modelo de una creencia sin f alla, sostenida
en una forma particular del lenguaje, constituida por una red de signos
en la cual la cuestin de la falta ya no se plantea, ni la de distinguir lo
verdadero de lo falso.
D e tr s de la p a rad o ja evidente q u e den uncia la irona de
Sganareile, la creencia de Don Juan en la aritmtica evidencia la
ilusin comn segn la cual cada vez que hablam os nuestras pala
bras designan las cosas, y ello traduce nuestra tranquila confianza
en la fiabilidad del lenguaje, vivido inconscientemente por cada uno
de nosotros, a imagen del lenguaje matemtico, como un discur
so lgico sin falla. Esra es la ilusin que el psicoanlisis arruin el
da en que puso a! descubierto la imperfeccin nativa del lenguaje.,
m ostrando que la cadena significante se basa en la falta de un
significante originalmente reprimido, y en consecuencia cada nue
vo significante llamado secundariamente a la cadena (S r S 4, S f)) slo
lo es al modo de un sustituto esencialmente desfalleciente, mientras
que el sujeto, antes soberano, del discurso consciente ( Lo que
bien se con cibe.. ) se ve expulsado de significante en significante
38
E l o g io d e la n a d a
confirm a que no hay padre que no sea padre "m uerto'1 y que a este
muerto es a lo que se ha d e referir el N om bre del Padre, lo que Freud
enuncia en Ttem y tab diciendo que 'el origen del nom bre est per
dido".'5 L a prdida del significante del N om bre del Padre es por otra
parte la que determina la posibilidad de! discurso representativo y funda
e! fenm eno de la creencia, cal com o verificarem os estudiando una de
sus form as particulares: la credulidad.
L a credulidad
La credulidad presenta a plena luz la verdad d e la creencia, a saber,
que se instituye (com o todo ienm eno de lenguaje) p or la falta del
significante prim ordial (S,).. el "representante de la representacin1',
que se identificar, en cada caso, segn los registros considerados: como
significante del N om bre del P adre en la produccin del sujeto del len
guaje; com o significante del ideal del yo ( rasgo unario") en la instau
racin del sistem a identificatorio, que constituir, al final, el yo im agi
nario (yo ideal); com o significante d e la causa en la instauracin de la
realidad. D escubriendo el funcionam iento del mecanismo perverso, la
credulidad hace manifiesta la funcin, ordinariam ente latente, de di
cho significante prim ordial.
D e hecho, todo hom bre atraviesa, durante su infancia, el estadio
de la credulidad, durante el cual se m uestra com pletam ente atrapado
en los significantes del adulto, que revela estar, con respecto a l, dota
do de un sab er absoluto: el crculo del sentido de la m adre cubre ente
ramente ei crculo del ser del nio E s lo que se pone de m anifiesto en
el H om bre d e las Ratas cuando, a la ed ad de seis aos, va a quejarse a
su m adre del tem or que le producen su s erecciones, suponindola en
posesin del sab er sobre la em ergencia de ese deseo desconocido y
doloroso 6
40
E l o g o d e la n ada
7 Cierto padre se pasaba d 0 observando i su hijo con prismticos por las venta
nas de la [orre donde resida desde la que se dominaba el colegio en el que ste se en
contraba medio pupilo. Luego, por la noche, cuando <! hijo volva n casa el padre le
detallaba todas sus actividades del d^,sjife.dg*ttSl^n que. como se puede adivinar ello
k produca " Va ve. no fe tjuiuliu los ajos tic encima" les d M i& p ii& jnB wrtfc. con
la conciencia del deber cumplido al personal que acopi a su hijo cundo fue hospitali
zado
4t
42
E l o g io d e la n a d a
El aprendiz de brujo
Hace algunos aos, en un artculo que marc un h ito / O Mannoni
se refiri a la comedia urdida por Casanova a costa de una taljavotte,
pobre campesina medio idiota a la que arrastr a un universo mgico
donde el seductor ocupaba el lugar dc Amo de todos los elementos
naturales Pero resulta que en plena escena fantasmagrica imaginada
por nuestro aprendiz de brujo, una violenta tempestad trae rayos y true
nos, produciendo el desconcierto instantneo del director de todos esos
encantamientos. Este breve episodio demuestra cmo se encuentra
atrapado en su propio juego e! mismo que intentaba hacerse amo de la
causalidad.
Jugan do con ia credulidad bastante notable de su compaera, ja~
sanovij haba organizado, en efecto, un mundo mgico en el que ejer
ca un dominio absoluto. Pero pronto su intento se vuelve contra l,
cuando su sim ulacro se realiza y su ficcin toma cuerpo: en el momen
to en que los elementos desencadenados responden a su convocatoria,
el mistificador queda atlrapado en su propio juego. Se haba erigido en
amo de la causa, constituyendo un O tro no barrado, y resulta que este
Otro., respondiendo a su orden, hace que la situacin se vuelva contra
l. Porque el juego slo es juego si el jugador sigue siendo amo del
-i> CVtnve Mannoni "le sais bien nuis ijuuiul ineme'1 CLf\ptmrl'ithignuiin- Pars,
1.c Senil I % 9 pjjs I -3 }.
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H ay q u e c u eer en a l g o en e s t e m u n d o
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E l o g io de i a nada
4.5
De otro al Otro
Cuando pone a pruba la credulidad dl otro con minscula, el
perverso demuestra que mis all del guin que organiza a expensas de
su vctima, en realidad la partida esencial la juega con el Otro del len
guaje En este casa, lo errneo es creer en una especie de malignidad
gratuita, calificada rpidamente de perversa y sumariamente identifi
cada con el juego del gato y el ratn, mientras que lo que est en juego
de naturaleza oncolgica, y 1# malignidad, s la hay, slo est por
afiadidusfc Con el fin de determinar la singularidad de esta eleccin de
destino por la que el sujeto perverso se enfrenta (no perdamos de vista
al personaje de Don Juan, que sigie siendo nuestro punto de mira)
con el Otro del lenguaje en cuanto tal, el que Lacan llama Otro con
mayscula, hemos de desandar #! camino pafc precisar algunos princi
pios que determinan la estructura del lenguaje
La credulidad se presenta como un caso particular de creencia en
el que el sujeto pone su fe en manos del Otro sin limitacin ni reserva;
Por el contraro, la creencia normal, que es simplemente lenguaje en
aeto (verificaremos este principio en detalle), se dfine porel punto de
falta que la constituye. De tal forma que la realidad y ia creencia en la
realidad son una y la misma cosa, con este correlato: la realidad es lo
que el otro comparte con nosotros como realidad, De ello resulta que
slo hay creencia (y realidad) desde el lugar del Otro, entindase de
todos los otros con minscula que constituyen mi creencia y mi reali
dad, los cuales son, unos tras otros, el soporte del Otro con mayscula
que, no lo olvidemos, no existe, Todo cambia en el fenmeno de la
credulidad por el hecho de que el Otro, precisamente, se pone a exis
tir. Al mismo tiempo, la realidad y la creencia ya no estn afectadas por
la arbitrariedad del signo, sino que se encuentran sometidas a aquel
que se ha erigido en amo del lenguaje
El amo de lo simblico
Retomando en una visin de conjunto nuestras conclusiones ante
riores, en este momento estarnos capacitados para comprender cmo
X credulidad, por su misma deriva, revela la estructura de la creencia
y, ms all de la creencia, de todos los fenmenos del lenguaje. En vir*
46
E l o g io d e la n ,\ d \
L a realizacin de
L a puesta al descubierto de los objetivos profundos de la estrategia
desarrollada por el perverso, que nos lo revela manipulando la credu
lidad del otro con minscula, desprende la partida que se juega del
registro imaginario en el que podram os estar tentados de confinarla
En verdad, si el perverso pone a prueba la angustia del otro con mi
nscula., es con el tin de verificar que tiene el poder de suscitar la an
gustia (y tambin el goce) Je l Otro con mayscula O sea. a fin de cuen
tas, verificar la estructura del lenguaje 14
1-4 Se s*ibc lo que le sucede a cattMno cuando este dominio .se le escapa de las manos
y el Otro se manifiesta imempesm mente en lo real, cuino le sucedi a Casanova. Aada
nos que m a *\ ctima por un capricho de la fortuna o por un esfuerzo de \olunrad no
ocupa su lugar entonces es el amo el que se hunde como una marioneta rota
H a y q u c r e e r en a l g o
m. e r t e m u n d o
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E logio de ia nada
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49
Empdocles en el Etna
En su Vida de los filsofos ilustres, Digenes Laercio cuenta que
tanta haba llegado a ser la reputacin de Empdocles entre sus con
temporneos que los dioses estaban celosos, y el filsofo se arroj al
Etna para igualarse a su nombre, o sea, al significante de su desapari
cin S,). La muerte mtica de Empdocles expresa la naturaleza esen
cial del ser, puro significante sin significacin que slo designa el ser
del sujeto negativado y en consecuencia es, en el fondo, el significante
de su muerte.16
Arrojndose al Etna, el filsofo responde a la esencia del nombre:
realiza el significante de su prdida y la estructura pura del lenguaje,
que constituye el fondo de su teora de la metempsicosis. En efecto,
dicha teora ilustra Ja tensin entre filia y neikos, en nombre de la cual
cada aparicin (lo que llamamos nacimiento, dice l), solidaria de la
desaparicin que implica (lo que llamamos muerte, dice l), repro
duce la dialctica del fort/da, o sea, la alienacin que ms tarde ser
consagrada por la separacin voluntaria del sujeto Empdocles efec
ta as el ciclo de las transformaciones de la naturaleza: su voluntad
16 Lacan. "Position dc l nconscicnt". Ecrifs. op. crt pg. 843.
50
E l o g io d e la n a d a
El ltimo giro:
la introduccin en el espacio de las representaciones
Debido a que marca la salida de la alienacin, la separacin consa
gra la represin originaria y culmina el proceso de la creencia: identifi
cndose con el significante de su prdida, el sujeto se encuentra, por
primera vez, introducido en el espacio del lenguaje representativo, y
esta introduccin es lo que. instaurando la disposicin de la cadena
metafrica, le permitir colmar en el semblante esa parte perdida por
su alienacin primera As, la represin primaria es ciertamente aque-
17. Lacan, Sem XI. Les unir canceptx fondamentaux. . op c it , pg. 243.
H ay q u e c r e e r e n a l g o e n e s e m u n d o
51
52
E l o g io d e l a n a d a
p g 24?
H ay q u e c r e e r e n a l g o en e s i e m u n d o
53
inverso que la Causa que se le niega al fiel se supone que est disponi
ble en el lugar del Otro, y de esta forma la creencia en el O tro tachado
est, en realidad, anudada con la creencia en el O tro no tachado, con
cebido este ltimo como saber absoluto, como lo confirma el crimen
primordial del hombre, consistente en haber querido rivalizar con la
ciencia de D io s.'1
D e esta forma, el fiel slo tiene acceso al O tro no tachado a travs
del O tro tachado, como figura el tema de la muerte de Dios, encarna
do en el misterio de la Cruz. As, la creencia religiosa se constituye
en la contradiccin que ia sostiene: en un mundo de tinieblas, remite a
un D ios de verdad, mantiene al hombre, en medio de injusticias y mi
serias, en la esperanza de que el da de la revelacin le ser dada la
razn de todo este desorden. Procediendo as, reproduce la estructura
del lenguaje, que da fe, cada vez que hablamos, de la creencia tanto en
el O tro tachado com o en el O tro no tachado. Porque toda palabra se
dirige en el fondo al O tro tachado, el nico que puede darle sentido
recibindola desde el lugar de su falta, lo cual se traduce en la convic
cin de que Dios tiene necesidad de los hombres. Pero a! mismo tiem
po esperam os de este mismo O tro que responda no slo a nuestra de
manda sino a nuestro deseo, que satisfaga nuestro deseo en trminos
de goce.
21 Gnesis. H. 2-6
54
E l o g io d c la n ada
up a i . p g s 2*48-250).
c
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biw
i jl ; <
mm E N
A LC !() -N l :S I L M U N IK >
5.5
Funcin del rito y del Sacram ento: la fabricacin del sen tido
Pero el creyente hace algo ms que remitirse, com o el nio, al todo
saber del O tro que a cam bio le garantiza el sentido de su accin y de su
destino L o s ritos y los sacram entos le permiten "fab ricar11 esa C ausa,
cuya prdida sin em bargo est en el principio de su creencia. P orque
el Sacram ento es "o peratorio y m gico" 24 De esta form a, la religin
confirm a su parentesco con la neurosis obsesiva, dom inada, tambin
ella, por una form a de pensam iento m gico.23 El sacram ento religioso
y el ritual neurtico no son tan slo la conm em oracin del acto funda
dor o del prim er goce, realizados /// illa tew pore Segn un principio
uno de cuyos ejem plos es el m ilagro producido p o r las reliquias de los
santos,26 el sacram ento y el ritual traducen la voluntad de restaurar la
cadena de las causalidades en su punto inicial, produciendo la causa
primera. E l cura y el neurtico testimonian as de la voluntad de volver
a fundar m gicam ente la estructura del lenguaje. S e plantea entonces
la cuestin d e sab e r si la creencia religiosa est con den ada, al igual
que la neurosis, a arrastrar el fantasm a de la C ausa, ya sea que esta
C au sa sea rem itida al O tro en una m odalidad paranoica p o r parte del
fantico, o bien produ cida, en una m odalidad obsesiva, por el ofician
te para la com unidad de los fieles L a fe dem uestra que hay otra va
posible para conjurar este fantasm a, cuando el olvido del olvido con
sagra la prdida de la C au sa y el fiel no reclam a al O tro un descargo
p o r el significante que le ha remitido.
24 Lacan. Scm X I
25 Freud ' Home aux rats Cwq psycbjfmlxsvs., op.cif. \ Tutm tt Tabou
26 Cf. G u\ IbGuufcy Le icii-dr''' U itoral n" 1. 1981. pg 50
i# |w M M
SAH BUENAVENTURA
JL-
56
E l o g io d e la n a d a
57
58
E l o g i o d i- l a n a d a
29 Esta condicin, por otra parre tambin se encuentra en las formas cid delirio
colean u propias de las sectas y cu\o paradigma infernal produjo el nazismo
30 En el sentido de originariamente inconsciente
3 1, indiquemos aqu que el fetichista que produce con su objeto el significante de
la Causa demuestra que tambin el tiene ai menos un pie en la creencia paranoica.
H a y <hjl
(mm
e n a u ;< >
123 h m u n d o
59
60
E l o g io
d e la n ada
61
33 F N ictzsche. L twri- Jtt nbtlosaphc, BtnJes ibt'oritini-f Piirs.. AubierFhiminiiron 1969 piigs 185-188 [ ti cust: IJhbrn Jl/i/fofo Mudrkl. Taurus 1974 ]
62
E l o g io d e la n a d a
H ay q u e c r e e r e n a l g o e n e m e m u n d o
63
La perversin de la sabidura
o la voluntad de confrontacin con el Otro
En efecto, el rechazo por parte de Don jun de creer en el tabaco
cubre otra que da la verdadera clave de su increencia Su rechazo no es
rechazo de la creencia obsesiva (Cielo, infierno, monje hurao), ni de
la creencia histrica (el tabaco), sino, de forma ms profunda\ nega
cin de la creencia *.pura", tal como ia hemos definido, consentimiento
absoluto a la falta e identificacin del sujeto con el smbolo
As, si
Don Juan no cree en los significantes imaginarios, Si, S4, Sn (el tabaco
y sus avalares), es porque, en el fundamento de su ser, no acepta dar
crdito al Otro del significante primordial (S7). Don Juan rechaza el
precepto enunciado por el Cannocchialearistotlico de Tesauro (1652K
34. Como lo demuestra un panfleto de la poca: Quin puede soportar la osada
de un farsante que bromea con la religin . J y que juega con la majestad de Dios [ .,}
o un ateo [y un hipcrita] que se ran de l [ j El ateo se pone por encima dc todas las
cosas y no creer en absoluto en Dios; el hipcrita salva las apariencias y en el fondo no
cree en nada'. {Ohservaliam sur une comedie de Moliere inutule te Festn de Picrre por
13 A IBarbicr dA ucour] Sr. de R [Rocheniondl. Pars. 1665. citado en Georpes
Mcmgrdtcn. MoIiert\ Hicnt.il Je ttixtvs el de doaumnts da XI Ir siccte Pars, CNRS
196.5 pifes 236-237 >
64
E l o g io d e la nada
op r t , p>. 239
36.
Ai mismo tiempo, vemos o chata que sera la lectura que convirti al hroe de
Moliere en un hombre tle placer, una especie de dandi venido i menos, epicreo, un
dUvtfmte cnico c indolente
37 Contrarianieriicalo que concluye el anlisis sociolgico, que slo tiene en cuen
ta la fcnRtnenologfa del texto; "Abrid ahora l Ensayo sobre- el don. por fueran os decep
cionara. Encontraris la parte y la contrapartida. 1-j limosna y el banqute, la ley suprema
que dicta la circulacin de ios bienes, igual que la de Jas uijc Ps j l a de las promesas los
festejos, los riOS. danzas y teremoniits representaciones. n)ult% {(romas; encontraris
el derecho y l religin Hesitiei y la economa. I magia y muerte H feria y e! merca
do en fin la comeda (M Serres ap iist Jji 2 + 8
Captulo 3
N u ev o ensayo so b re el don
1 Principio del uitemwibio
La subversin dei don en el campo del psicoanlisis
En el origen de la ciencia antropolgica moderna, el Ensayo sobre
el don de Marcel Mauss determin la ley segn la cual la vida comu
nitaria culturalizada se basa en un sistema universal y obligatorio de
intercambios regido por el prihfiipia del don y del contradnapartado
como respuesta. De modo que el vnculo social revela su naturaleza
agonstica, porque el intercambio se realfea en una escena imaginaria
en la que el don puede apuntar veces al asesinato del Otro, como se
ve en las prcticas del potlach, documentadas en nuestra civilizacin
medieval,1 cuando el combate ostenttorio de los rivales en generosi
dad acaba, a travs del sacrificio de ropas preciosas, especies, cera y
vituallas, en ja mina dlos donadores antagnicos. De hecho, este prin
cipio, establecido por las ciencias sociolgicas, plantea de entrada las
bases de la subversin que el psicoanlisis aportar al estatuto, del ob
jeto.
I.
c4n dt- 4pettdio citfo teatro fue una grao "cari* que ttwo k i p i Mi m auSt {l*h t i
curso efe la t&f] til bitUc Kizo sembrar con rtcilas <e plata un tfirfi^prcyia
(ubratio
itg 4S-433)
EtOCIO DE IA iVVOA
impUfiaddeJa'e'tura.'Socicigica.:';;:
' 1 psicoanlisis estableci q u e ld o n i n como';Sirict&n m a n ten e r
la fat t^^ierpnjarclntereainbfc. EfJ:dQndor'.r>oSldi(s, e l o bjeto n o
est destinado a reparar una falla "re a l: para captar su naturaleza, basta
con escuchar a u no q u e se
reg alo parfeetaffien tein u tilj-.c-u an d o .'o d ic e E s tre s veces n a d a E sto
e n u n c ia sin a m b a g e s q u e esa
r e i t e r a d a d e
s i g ^ ^ l ^ , # f o '^ k p |i g u t a a p p u e
j^iuli^dCcInlgo
:: La
d escubierto de las es tructuras ciernen tales del p aren
tesco perm iti aislar los dosprfiscipleis quterig en e in t t r n ^ o
liS
in sriaci n d e c o m b in a to ria s q u e rigen en la d is trib u c i n d e las
u e v o en sa y o so br k e l d o n
67
68
E l o g io d e la n a d a
N u e v o e n sa y o s o b r e e l d o n
69
70
E lo g io
de l a n a d a
5 Freud,Psydmltint' des foules et anal yse du nioi . L\yjw/ J [txyvhiid/ysc, op. ctt..
pgs 167- 174
71
h
.i
72
E l o g io
d e la nada
u e v o e n sa y o s o b r e el d o n
73
sino que interviene un abrigo que Freud postula comn para los dos
Ich para dar cuenta de los fenmenos de la crisis colectiva de histeria
Tal es la interpretacin que proponemos para releer bajo una nueva
luz el clebre sainete del pensionado .7
74
l o g io d e la n a d a
u e v o en sa y o so b r e e l do n
75
En este caso, el deseo del hombre que est en juego en el asunto (el
amante secreto, autor de la carta) no cuenta para nada. Las jvenes del
pensionado no toman, como el caso anterior, un signo {Zetchew), sino
una insignia {Anzeichen), que tiene valor de ndice y slo vale para lo
que de-signa. Y lo que designa es imposible de significar. En efecto,
conocer de boca de Freud que corresponde a la naturaleza de este de
signado permanecer reprimido nos confirma que se trata del significante
primordial, perdido en el lugar de la cobertura inviolable (Detktutg)
de la represin primaria, cuya ausencia le corresponde al sntoma evo
car, En la forma de identificacin del tercer tipo a travs del sntoma,
las jvenes tambin apuntan, a travs de la pantomima que dan a ver,
ese punto imposible de captar en el espejo (<!>),
76
E l o g io
d e la n ad a
8. Baudelaire. Le pciuln- c la vie //loih r/ie III, Larlis/e, bnnime du monde, bonmws
desfoulcs t enfant (Pars Livre depoche. 1992, pg. 377} [Ed cast.: El pintor rn la vida
mudirna. Murcia. Colegio Oficial tic Aparejadores y Arquitectos Tcnicos de Murcia,
1994 J
9. Este termino remite, por supuesto, a ia exquisitez' de la que habla Freud.
10 Por eso Baudelaire cita en el mismo texto la sentencia de Stendhal: Lo bello no
es ms que la promesa de la felicidad'
11 Es el trmino empleado por Freud cuando describe esta operacin a travs de
su precipitado clnico, revelado por la cura del Hombre de los Lobos (Freud. ''Extrait
de l'hisioire d una nvrose in fa n tle Ctnij psycbantlyses.. op. cit. pgs 333,3-111 [Ed.
cast.: J De la historia de una neurosis infantil*. OC vol 17 ]
N uevo
e n s a y o so u r e
, don
77
78
E l o g io
d e la n ada
79
80
E lo g io de la nada
N u e v o e n sa y o s o b r e el d o n
81
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E l o g io d e l a n a d a
N u e v o -n sa v o so u k e e l d o n
83
com o un estilete, el cuerno del toro.20Todos los pases dei matador tie
nen com o objetivo hacer cada vez ms ceido el anudamiento sagrado
entre el hombre y la bestia, hasta que la fuerza vital del animal se dilu
ya y se funda en el punto donde quedan abolidas todas las virtualidades
del semblante. 1
El arte del matador consiste, pues, en canalizar, en juntar, en redu
cir el toro a! punto umbilical de das Din g donde se mantiene inmvil,
para realizar el prodigio de que el cicln se reabsorba en el octduw de
donde ha nacido L o obtiene en momenros de gracia pura., alcanzando
una pasividad absoluta, cuando deja caer su barbilla en el pecho como
las pieta que aceptan su dolorl3J cuando su brazo extenuado cae, se
borra a lo largo de su cuerpo y la muleta baja al suelo como una vela
exange En este momento, la bestia ya no encuentra ms que el vaco
donde se pierde y es abolida, mientras que el espectador es aspirado
por el foco negro de la Cosa/2*
La corrida se sita as en el extrema opuesto de un combate entre
el hombre y la bestia, de la domesticacin a cargo de la violencia de
sencadenada por una potencia mayor. P or eso la muerte final que aca
ba realizando el misterio24 se ha de separar de la ambigedad que
podra pesar sobre ella.
84
E lo g io de la nada
figura del ballet trgico ejecutado por el hombre y el animal, ste, cap
tado por el vaco, se convierte l mismo en encamacin fuera del sem
blante de la Cosa. De ello se desprende que el maestro*25 no es un
asesino: en el momento en que la bestia desvitalizada, aniquilada, se
identifica con das Ding, su muerte no es ms que la puntuacin que
sanciona su transmutacin y seala la liberacin de las virtualidades de
la vida implicada en toda muerte simblica.
La expresin minuto de la verdad que designa este instante de
transfiguracin del toro revela estar marcada por la misma ambige
dad que la muerte con la que est vinculada. Porque esta verdad no es
la que resulta del enfrentamiento hegelano, ni la que produce la reve
lacin que da, en trminos de veredicto, el sentido ltimo de una his
toria. Por el contrario, en este "minuto , la comunidad reunida en el
crculo sagrado es devuelta />/ tilo tewpore, a los tiempos primordiales
en que el primer significante (S,) vino a marcar, tras el asesinato de la
Cosa, la nica verdad que se le ofrece al hombre en este mundo, la de
las virtualidades abiertas en el campo del lenguaje, no para clausurar
sino para abrir la historia. L a corrida mantiene, en nuestras socieda
des, uno de los ltimos refugios simblicos donde se perpeta todava
el sacrificio, aunque corre el peligro de quedar reducido a la estupidez
de lo real o devaluado por la banalizacin de lo imaginario.
De hecho, esta desviacin de la ceremonia se inscribe en la falla del
sentido de lo simblico propia de nuestra modernidad, cuya traduc
cin clnica es la crisis del pensionado de muchachas descrita por Freud..
En efecto, si dicha crisis est emparentada en el plano de la estructura
con la ceremonia de los guerreros japoneses, fen este caso el significante
flico cae en el momento en que es evocado, devolviendo a esas jve
nes, tras la crisis, a sus lecciones de piano o de ciencias naturales As,
en nuestra cultura, siempre hay un representante0 {el tabaco o la
mujer) que es convocado al lugar vaco de la Causa para introducir la
serie de los objetos' que vendrn a sustituir al objeto del deseo, ex
presando una voluntad de retorno al narcisismo primitivo.
2.5 Este termino, que se ha de referir al maestro zea, es el nico que emplean los
aficionados excluyendo el meditico "matador'4, que es una invitacin a un contrasen
tido sobre la corrida
85
V Lo simblico y lo real
La tercera identificacin permite un retorno a la primera
Si la va de la sabidura (esencialmente oriental) se define por la
identificacin con el rasgo simblico del ideal del yo, que constituye
al sujeto como pura negatividad, el tercer modo de identificacin, en
el polo opuesto, responde a la ley de acuerdo con la cual los fenme
nos del lenguaje expresan una voluntad de restaurar el narcisismo per
dido. En efecto, produce una positivacin mediante el semblante
dando un contenido al rasgo unario del ideal del yo -y restaura como
ficcin el tiempo arcaico (Urzeit) que estaba situado bajo el signo del
goce absoluto del Padre?6 como lo confirman los efectos de horda
cuya caricatura nos la proporciona la crisis de las jovencitas del pen
sionado, efectos que se hacen patentes cuando toman cuerpo en los
desbordamientos de algunas manifestaciones deportivas. Ms all de
la variedad de estos fenmenos, un carcter permanece constante y
comn a todos ellos: se producen en un espacio imaginario y en el re
gistro del significante.
As, la voluntad de volver a fundar la horda primitiva no debe lle
varnos a ignorar que sta se efecta bajo el encabezamiento del ideal
del yo, aun cuando supone un levantamiento de la castracin llevada a
cabo de una forma ldica, tal como se ve en numerosas fiestas de car
naval y otras que escenifican la negacin de la diferencia de los sexos,
la confusin de las lenguas y la inversin de la Ley,27 todo ello mezcla
do L o cual demuestra que la funcin de semblante otorgada al objeto
compartido (ya sea el sntoma de las jovencitas o la final de la copa de
Francia) no es cuestionada y, en consecuencia, la represin primaria se
mantiene: la Cosa sigue perdida y la fiesta slo se celebra en honor de
su sustituto. Finalmente, el goce de la fiesta decae y cada cual, pasado
el momento de espejismo, vuelve apaciblemente a sus ocupaciones y a
sus penas, tras haber compartido la ilusin de un retorno a los tiempos
26- A reserva de indicar ya un pumo en el que insistiremos: esta instauracin es el
producto de un vuelco diablico que transmuta el padre *exquisito" de la primera iden
tificacin en padre "tlimitador de la horda primitiva
27 Cf Roger Caiilois. "Le sacre et la transgresin \ LHommc ti le Saer* Pars.,
Galimard 1963 pjrs 152-153.
86
E lo g io p e la nada
en lo real
87
Compartir el compartir
La leccin ms simple de la escena del pensionado es, finalmente,
que no ocurre nada: una joven reacciona ante ia carta de su enamora
do con una crisis de histeria; y espontneamente algunas de sus com
paeras reproducen la misma crisis, sin saber nada de la historia de la
herona ni del contenido de la carta. La identificacin a travs del sn
toma proporciona el principio del compartir que funda las comunida
des: el objeto compartido no es nada (aunque, por lo comn, adopta
Ja mscara de alguna cosa), pero esta nada" no es nada, porque desig
na (anmchm ) el retiro de la Cosa A su travs el proceso dc! compartir
se inscribe en el campo de una metfora prim ordial
La tercera identificacin nos da, pues, la razn de la sabidura his
trica de Sganareile, menos sublime que la del maestro zen pero ms
econmica: convocar junto con otros un objeto al lugar vaco de la Cosa
y hacer circular dicho objeto como en el juego de la sortija. El psicoa
nlisis nos ensea entonces que algunos hombres estn excluidos de
las tierras bienaventuradas por donde Sganareile hace circular el taba
co. A Don Juan, su amo, no le importa un comino ese tabaco, slo es
adecuado para hacer las delicias de los comunes, Alcestes, por el con
trario, no soporta no tener parte en el compartir, y su retiro al desierto,
que despeja el enigma de su destino, consagra el fracaso del significante..
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Segunda paite
El obsesivo en su jaula
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Captulo 1
Ei caso Alcestes
iB lsi^ k ila n e n a w o riid o
El enigm a de! m isntropo
Ei Alcestes e M n liee -escriba Lacan ert u n e d e ios primeros
textos d $us B sm io s- n ^ ia ejad <Se consticUtt un p r o b tem a p ia
nuestros bellos espritus alimentados con humanidades" ' Este retrato
del misntropo, ert.'-electo, es felpasfc dsorietifet a Wia rti hab
tadaafratai: sobre peisoniifs ms tradicionales: el ladrn, ei hipeii
ta o e i ayWjledizo En tipa prim ew aproxiinKn, sfe embargOj,e$ta
figura pjdrr parece un ;&ue'n tema d e com edia, ait damos crdito a
ffi5ie cuando na dice qte:wmi^RIfp(aS%nifica a v e t t i ' ^ I '
mettt inalcafado, avar, que no qufefe ver a nadie*,4:
Pero entonces el mismo F tiistlf hace salttu una liebteisperada,
que bien; puede resultarnos embarazosa, cuando menciona una nota de
Samt-Evemont, segn la cual Las amistades violentas que tanto se en
salzan (escarian] formadas por una t/<co/ rtegfa qne p ro d u ci mis|feti'opos1. Esta apastilla nos recuerda el subttulo i^ n a l de la com e
dia, E l atrabiliario enamorado? fU f expresa la intencin decfeijda de
1 L dd ai, "P rop os su r la causaiitc psychique*, Ecrits> op c il , p g 173 Esta opinin
SWwititfel^ce.t^f^tlr^-ett-Ss'i'
del Itle fcbrctfj Ji: 1939), consignar que El Misntropo pfesentael iftismcitpo de
tfuetlatuii
tg n w
.
2 Antes de aadir: "S e llamaba m isntropos a pequeas sillos [. .] tan estrechas que
no cabra m s que una sola persona, para decir que su dueo es un hurao que no quiere
jtawnadieconI
1 Especificado en el privilegio obtenido el 2 i de junio d t [666.
92
E l o g io e n la n a d a
que
-I. " D e los cu atro hu m o res del c u e rp o h u m an o , cuya serie resu m e en tres versos un
a fo rism o d el Rgimen uwitrn d e la E sc u e la J e Salern o: Quatunr humores in humano
"lUwiikt''; |v - } ^ -. ^ is ^ ^ tc vv.
c a so A
lcestes
93
(v. 449) revelan ser otros tantos sntom as de aquella enferm edad"
m encionada por Filinto al comienzo de la ob ra (v. .105), que parece
hacer del virtuoso hroe un caso patolgico. Tras el Alcestes jansenista
y el A lcestes rom ntico, he aqu al A lcestes m elanclico de Ren
Jasin sk i, que sigue el itinerario doloroso de un carcter neurastnico
hundindose progresivam ente en un delirio paranoico: D esde ah
[o sea, a partir de este fondo m elanclico], no est lejos del delirio de
persecucin: Alcestes parece estar prxim o a dar ese p a so .s
El caso Alcestes
Estos diagnsticos de saln podran hacernos sonrer, si no hubie
ran recibido en un momento dado la caucin de Lacan,' quien escribe:
Alcestes est loco y M oliere lo muestra as -precisam ente, porque en
su bella alma no reconoce que concurre l mismo en el desorden con
tra el que se revela".10L a violencia universal que el personaje desenca
dena contra el m undo confirma que no es sino el kakn de su propio
ser lo que el alienado trata de alcanzar en el objeto al que golpea . Por
ejemplo, en la escena del soneto, en la que las frases furibundas que
profiere [contra O rantes] traicionan manifiestamente que busca gol
pearse a si m ism o . Y Lacan concluye: As, cada vez que uno de estos
reveses le muestre que lo ha conseguido, sufrir sus efectos con deli
cia, 1'
94
E lo g io
de l a n a d a
c
(
(
El
m
XM >* A u x s res
95
sible? Lo es por na dea convencional que nos formamos Hay casos en que la realiza
cin del kakn' es incomprensible, orros en los que se comprende Se traa pues cierta
mente de una tunrosisparanoia/ [el destacado es nuestro], no de una psicosis en la que
la agresin adquiere la significacin de un esfuerzo pura romper e! crculo msico la
opresin del mundo exterior (recogido en La Re-tu Fnwfatstrdc Psyckanahst. t 8
nM . 1935 pg 690)
16 Estas observaciones se di rigen todas ellas a las lecturas psiquitrico-crmcas que.
con la e x c ita de la erudicin, estn hoy da muy en boga
17. C f la clebre delensa de Alcestes presentada en la Lvttrt d Ai Alvw birt.
IS "E l mundo no cambiar por vuestros cu id ad os'. Ic dir Tilinto ms tarde a su
amigo (\ 103)
19 Fliicbtig hhtgjLtnacbu Mantur trmino tomado de la "lengua fundamental del
presidente Schreber (cf Freud Ctiuj xsycktimhSin op ti/ pag 272)
c
t
(
96
ElOCIO f LA NADA
La locura literaria
(
V
(w! 209-212)
21 De hecho esie episodio reitera acl wfinitum lu contradiccin priucups.. porque se
trata, como se sabe, de apreciar la calidad de un soneto que le muestra a Alcestes como
en un espejo su posicin respecto de Celimena; *'Se desespera, pero siempre se espera \
22 Incluso en El tnfi.rma wuigitutrw.. donde Moliere avanza por este camino, el
destino trgico de Arpan en el momento del desenlace queda velado en el torbellino de
la mascarada qi.ie lo arrastra
('
E l c a s o A l c e s i bs
97
98
E lo gio p e la nada
99
.100
E l o g io d e la n a d a
19C>1..
pij 389.
E l c a so " A lc es e s
101
La pasin de la contradiccin
y la obsesin de la traicin
El primer rasgo lo pone de relieve de entrada Celimena:
Y no es preciso que Vuestra Merced contradiga?
<A la voz comn quieren que se reduzca,
Y que no exhiba en todas partes
El espritu contrarame que de los cielos recibi?
(w 669-672)
Pero cul es el sentido de este don envenenado de los cielos
Alcestes? Simplemente ste: cualquiera que sea el significante llamado
a la cadena, resulta inmediatamente descalificado en su pretensin de
representar el significante flico, hasta tal punto que cualquier di
cho (A) suscita autom ticam entesu contradicho (A '), descubrien
do as el callejn sin salida fundamental del obsesivo, consistente en
encontrarse saltando como una pelota de pimpm entre A y A' En
virtud de la misma ley, todo objeto que se le propone al hroe es inme
diatamente rechazado como impropio para sostener la figura indeci
ble de la Cosa; lo mejor que puede hacer entonces es elegir un objeto
imposible'1 que mantendr durante un tiempo su deseo en una lnea
asntota, salvando as por un momento la esperanza de la Cosa y retra
sando la constatacin del fracaso que le espera.
D e ah la extraa eleccin en la que parece extraviarse el corazn
de Alcestes al elegir a Celimena, que responde a la lgica de un carc
ter m arcado por el sello de lo imposible y que, por esta razn, no tiene
nada que hacer ni con la sincera Eliante , ni con la recta Arsinoe ,
as como tampoco con la propia frvola el da en que sta le dir al fin:
s. El fondo de la reivindicacin exorbitante de Alcestes consiste en
pedir siempre otra cosa, porque su exigencia es la de la Cosa. En esto
resulta siempre decepcionado, lo cual da cuenta del segundo rasgo de
su personalidad: la obsesin de la traicin.
L a traicin es la obsesin que segn Alcestes repercute en todos
ios objetos del m u n d o/3 em pezando por la sociedad, en la que slo
33 Veinte reiteraciones escanden esta obsesin a lo largo de la obra: la ipe!acin de
traidor la distribuye jjenerosamente \ sin distincin a os hombres a su criado Dubois. a
su amante
*
102
E l o g io d e l a n a d a
El atrabiliario y su doble
Q ue la imagen narcisista es, en Alcestes, el objetivo de la ms nti
ma agresividad ,35 es ciertamente lo que indica la irona de Celimena
antes mencionada:
que toma contra s mismo bastante a menudo
las arm asT' (v. 678). L a relacin del atrabiliario con su yo es la misma
que mantiene Sosia con su doble,:>6y la fundamental agresividad que
[el obsesivo] dispersa y refracta sobre el mundo y que estructura todas
sus relaciones objetales37 no es ms que moneda suelta del odio pri3*1 As, la relacin que le hace Alcestes a Celimena declina las diversas variaciones
de la traicin a partir del calificativo que aplica a su bella (vv 1415.1747).. a sus encantos
(v 1320) a todo su comportamiento (w 1228.1235. 1250. 1288. 1306)
35 Lacan. ^Subversin du sujet et dialectique du desir". cnta. op a t g pg 809.
36. "Sosia, es el yo [. .] l a primera vez que el yo aparece, encuentra a yo Quien es
yo? Yo que te echo [.. ] El destino del vo. por su propia naturaleza, es encontrarse siem
pre frente a el a su reflejo, que lo despoja de todo lo que quiere alcanzar Esta especie de
sombra, que es al mismo tiempo rival, amo. a veces esclavo lo separa esencialmente
de lo que est en juego, o sea. el reconocimiento de su deseo *. (Lacan. Sem II. op ai..
p|s .306-308)
37 Ibid . pg. 311
103
E l c a s o A l c e s t e s
38 ibid.
39.. IhicL. pg 253
40. Es preciso recordar que misntropo significa
que odia a los hombres '?
41 En este sentido, el kakn que proyectil sobre el mundo es sin duda, en ltimo
anlisis, ei punto de {Jtihisi que iunda en cada uno el ''ncleo del ser ' Por otra parte, el
odio de Alcestes. dirigido contra el Otro, demuestra estar justificado porque imputa a
este Otro la impotencia en la que l se encuentra de asegurar mediante el significante, el
relevo y la metabolizacin de este "mal"
*
104
l o g io d e la n a d a
E l. c a s o " A
105
l c e s i es
C A L !
106
l o g io d e la n a d a
III ElprincipiodelMisntropo
La debilidad de Narciso
El principio de todas las comedias de Moliere es presentar un ca
rcter (en el sentdo que La Bruyre da a este trmino: un personaje
reducido a un rasgo -la avaricia, la hipocresa, la vanidad- a quien, en
un momento dado, el amor lo inflama o lo deja en falra/1* La singulari
dad del Misntropo reside en lo siguiente: el hroe es en este caso un
melanclico, es decir, un personaje afectado en su capacidad de amar,
puesto que el amor se presenta contra el teln de fondo de una enfer
medad de amor Apora inscrita en el subttulo, en el frontn de la obra,
El atrabiliario enamorado, que se puede entender tambin: El amante
E i *C/VSC) AU feilES
107
de if^?ilarcfe :A Jctel^,dism.Hla:;ma'tR^
que reprime, dispuesta a filtrarse a la menor seal: por ejemplo, cuan
do una alnta caritativa despieaifeubsespOC'has sQhtE la fidelidad de su
bgUa, entonces, lejos de fechaac }# acusacin, confien#siwMsin de
verse sumido en la Mu da* ,(y, 1122) Peroeicolm aes que una vez con*'
probada la traicin, l,
del semWnte, va a su*
pilcarle a Celimena que salve su creencia con falsas apariencias: Es
forzaos en parecer fiel/ Y yo me e sfo i^ f en et-ecr que lo Ss? (vv,
1389-1390) Con todo,
entono-hiegfado todava hasta el
fondo de%!''*pasi^H-'^odii&e^^Sfe: que./ili.'llombreiElMaado
sea pbiic amen te h umillado, como cuando su am ante, desenmascara
da, es acusada de indignidad y abandonada por fa banda de sus corte
sanos Entonces el IwWlfse qeda solo en su intetfifede <x$$et(el velo
de
que,,W 'f^^^a.abyeGGi ^feloiof*
ca, sige conservando para l sus encantos mflNpfij^809$Rr
Por est#s ro e,' lejos efe^khibir lFeti?S* del ftfanoS^GEHete*
v $ $ / sentido invso/la cbmpl^^^niw^a'5d!3lac0*co
hundido frf ;cee3deneiaf Alcesfcstt-evela simplet8feife' en ese mo
mento, quexfem jf le c^rpondeen S imai'lafuric^n de cufetela
iniquidad del o b j ^ cen tesi'ropeS del s%nifel:jste --piinro en el que
se alean za la
los juegos
masca rada de jan
51,
1 j E ii i t ii
Alcestes, en e
toy%
veis io que puede hacer una indigna ternura/Y os hago a los d os testigos de mi debili
d ad . (vv .1751 -1756), Jasinski produce este com entario desconcertante: Confesin
p rofu n da, terrible Alcestes rebaja su orgullo, pero por contricin Petxten4(> J?41!5Jn
trol se deja ir a una confesin pblica ostentatoria, con la alegra turbia de rebajarse
ante los
una spera delectacin d e avergonzarse a la vista d e todos: mejor, de
erigirse en encam acin y sm bolo de toda villana hum ana, negar y escarnecer en l la
p reten di da virtud d e los sab io s' Para concluir evocando e l " s en t im ien to, inel uso el acen-
1 8
E l o g io d e la n a d a
De un desierto al otro
En efecto, no creeremos al hroe cuando pretende justificar sus
designios en trminos de razn:
La razn, por mi bien, quiere que me retire:
N o tengo sobre mi lengua suficiente dominio
N o responder de lo que digo.
Y me meter en cien complicaciones
<w 1574-1577)
Toda la accin nos ha revelado a un personaje ms preocupado por
su goce que por sus intereses mundanos. Su voluntad de retirarse del
comercio de los hombres (v. 1486) se ha de tomar ms bien como un
efecto secundario del ostracismo al que lo condena su exclusin pri
mera de los juegos del significante. El proyecto del misntropo no es el
del anacoreta. Su retiro no pone de manifiesto una voluntad de retirar
se d ^los espejismos de la mundanidad, sublimados en su poca por la
Galera de los Cristales Por el contrario, consagra su encierro en la
jaula de cristal de su narcisismo, como lo confirma la exigencia final
que le formula a Celimena de que se retire con l, exigencia que, como
se descubre enseguida, estaba planteada desde el principio en el deseo
.53 Donde el genio de Moliere anticipa las intuiciones de Proust. Louys. Buucl,
Losey
54 Desierto -refuta Furcrrere- se dice ce tina casa de una tierra en desorden que
no lia si<lo mantenida en buen estado Se dice de un hombre amante de la soledad que
ha hecho construir una bella casa alejada de los caminos y del comercio del mundo para
alluxir*
5.5. C Dino
Ledscri dts Tartana, Livrc de pqche [ Ed. cast.: Eldvsk-rto
dt: ias trtaros. Madrid, Al imsu. 1990 ]
Captulo 2
H istoria del mono que slo saba decir A A
I Robinson o el nacimiento del significante
Los inconvenientes de la represin
En 1924, Freud, abarcando en una visin en perspectiva los diver
sos destinos de la condicin humana determinar las tres estructuras
subjetivas fundamentales que fijarn la teora psicoanaltica por ms
de medio siglo: la neurosis, en ia que el yo paga tributo al sntoma; ia
psicosis, en la que est marcado por una grieta (zerkliiftet); la per
versin, en la que est partido en dos {zerteilt)1 tres destinos situa
dos respectivamente bajo el signo de la represin, de la forclusin y de
la renegacin.1 Sin duda, hoy da podem os volver a poner en tela
de juicio esta trinidad cannica e interrogar con ms precisin la natu
raleza de este pago al sntoma , relacionado con un fracaso de la re
presin (ahora podemos precisar: primaria) postulado en el origen de
la neurosis..
El descubrimiento del proceso de la doble negatividad, llevado a
cabo por Freud en su forma definitiva un ao despus del texto que
acabamos de citar, en el ensayo sobre la negacin,2 permite afirmar
que la neurosis tiene su origen en un fallo de la segunda negatividad
normalmente realizada en la prdida original del significante primor-
112
E LOG10 DE LA NADA
3. Lacan. Seni [X. " Lidcntfication"; sesin dul 24 de enero de 1962 (indito)
113
1.14
E l o g io d e la n a d a
&
7.
D e h e c to , MI "huellas n c e f d o q u e sw i juras ittgfctipeioHS tfc gfleft son
inaccesibles a la conciencia y el sujeto nUiica:cteds d l S S fite a t t w S .c a l p
d a s S m M h tttsittiife It*f, H. R e y -H u u J. M S m M I M M nivenia fy,
fuhtmtc-. ,-p. t i l . itfi, 257. f C le B a t i f ^ "Rfcp'-&'ttiBB FrudfcnJeel: sig tfifB
h jsauicn ' Littmal. n l-t. 1984. p ig ,
J'
ist o r ia d e l m o n o q u e s l o sa b ia d e c ir
*A A
115
116
E l o g io d e la n a d a
quiere decir *el paso, puede servir en primer lugar en lo que se llama el fonetismo de la
escritura para representar el 'paso'' y, al mismo tiempo, para transformar la huella de
ese paso tal vez en ninguna huella [pas de trace] '' (Lacan, Sem. IX. 'L'dennficaton,
sesin del 24 de enero de 1962. indito). De hecho, el sentido del gesto de Robinson
(inscripcin y prdida del significante primordial (S,) se deriva de que es mudo: la toma
a cargo efectiva por el lenguaje slo interviene en el tiempo siguiente, con la instauracin
del sistema representativo
11 La introduccin del sujeto en el lenguaje rvpreitntutwo encuentra su ilustracin,
en Lacan. en el ejemplo del sello que completa el aplogo de Robinson: un sello es un
objeto dos veces negativado que sirve., en el tercer tiempo, para producir facsmiles que
designan, en cuanto semblantes, al sujeto ausente. De hecho, el sello retoma el proceso
en el punto donde se interrumpe la parbola anterior: en efecto, es posible imaginar que
a partir de la huella rodeada con un crculo'1del pe (elevada de esta iormu a la digni
dad de significante primordial), se extraer un molde de esta huella y. con l. se podr
obtener una reproduccin de dicha huella.. As. a partir de este sello'1 hueco, por lo
tanto negativado y en consecuencia adecuado para figurar el representante de la re
presentacin *) se podr obtener un sello positivado. en este caso del pie. es decir, un
semblante del pie real perdido De esta manera, el yo marca el advenimiento al mundo
de! sujeto originariamente excluido (cf Lacan. Sem IX. sesin del 7 de marzo de 1962..
indito)
117
H i s t o r i a d e l m o n o g u e s l o sa b a d e c ir A A
Manos negativas
>crculo trazado por Robinson
mol de* sel lo
s,
->
representante de
la representacin'
s,
sello en forma de pe
representaciones
imaginarias
->
ss,.s4
R&bazo originario
B
r c k
) n i*i. su iK T f i --------------- J
E s p a c io n i x
yo
118
E l o g io d e la n a d a
saba decir las palabras humanas ah, ab'\ Jarry enuncia, refirindose a
la singularidad oratoria del gran babuino que hemos tomado como
paradigma del obsesivo, algunas reflexiones patafsicas que proyectan
una luz imprevista sobre la estructura de lenguaje que adviene en e
campo de esta neurosis.]2
"A yuxtapuesta a A, sensiblemente igual a ella, es la frmula del
principio de identidad: una cosa es ella misma... Pronunciadas lo bas
tante deprisa, hasta confundirse, dan ia idea de la unidad
Por eso el
4Ah ah! , por mucho que se reitere, es calificado de monoslabo
tautolgico", en una paradoja slo aparente, porque en este caso la
tautologa revela ser distinta de aquellas otras como las consistentes en
decir que un centavo es un centavo, la guerra es la guerra y Pars ser
siempre Pars " ]APorque sostener que Pars ser siempre Pars, es dar
a encender que Pars siempre exceder a Pars, que el retorno de lo
mismo no es el recorno de lo idntico, y que si uno vuelve a Pars es
para experimentar la diferencia respecto de la marca de la vez anterior.
Pero el enunciado de Cara de Culo (Bosse de Nage) no supone nada
semejante, como nos lo explica Jarry.
Sera un problema complicado estudiar si el primer A es causa
eficiente del segundo1', se pregunta, en efecto, dicho autor: por nues
tra parte, estaramos dispuestos a admitirlo, con la reserva de aadir
que entonces sera preciso considerar tambin la segunda A como cau
sa eficiente de la primera Porque dos significantes, como lo recuerda
Lacan, no son ms que un pataqucsV 5en el que cada uno de los dos,
al remitir smmllneamenU' al otro, demuestra que est capturado, con
12 Debemos la referencia Je est pgina a nuestro amigo Franc Diteros, que hizo
del texto de Jarry un anlisis lleno de humor y finura, con el que tenemos una deuda
\ti 5. 1976. pgs l-13)
importante (cf Duero*, Singe, singe. singe".
13 A. Jarry, Gestes et opinions du docteur Faustroll. pataphysicien''.. (Euvres
cawpfees, i . 1, Pars. Galltmard vJ3ibliothcquc de la Pliade' . 1972. pg 724. Se habr
reconocido aqu el principio tic a holofrase. en la que dos significantes, soldados uno
con otro, destinan al sujeto al registro de la debilidad. La continuacin nos demostrar,
sin embargo, cmo el enunciado tautolgico puede preservar a veces al sujeto (obsesivo)
de la debilidad y de Ja psicosis (cf Lacan. Sem. XI. Les qtuitre conceptafamliw/tnnux. ...
op cit., pg. 215)..
14 Cf- Lacan, Sem. IX. Lidemiticaton sesin del 6 de diciembre de 1%1
(indito).
15 bul. sesin del 24 de enero de 1962 (indito).
H ist o r ia d e l m o n o q u e s l o sa b a d e c ir 41A A
119
De la significacin de la tercera A
a la que los simios no tienen acceso
Conformmonos con constatar que Bosse de Nage, al no proferir
ordinariamente ms que A A y ninguna otra cosa, no tena ninguna
nocin de la Santa Trinidad, ni de ninguna cosa triple, ni del indefini
do que empieza en tres, ni de lo incondicionado, ni del Universo, que
puede ser llamado el Varios. 17 Si dos es la cifra de la designacin y de
la asignacin, de esa detencin en una imagen que signa siempre el
cara a cara letal de lo idntico con lo idntico, de la significacin
mimtica en la que la copia conserva siempre ntegramente al objeto,
entonces el tres surge como cifra del corte, de la diferencia, de la
prdida. Tal es al menos la conclusin de Jarry* que nos invita a preci
sar la naturaleza esencial de esta cifra.
De hecho, el aplogo de Robinson, nos da de entrada la solucin
del enigma: si el simio del doctor Faustroll hubiera podido decir A A
A, simplemente hubiera hablado y hubiera sido un hombre, someti
do en cuanto tal al principio de la doble negatividad. Que Bosse de
Nage est limitado a proferir tan slo A A , traduce por lo tanto que
ha sido introducido a la primera negatividad y al primer tiempo de la
16 Resulta as verificada la constatacin establecida por Jarry de efue wla percep
cin de Bosse de Nage era refractaria a la idea de progreso, que implica la figura espiral"
-esta figura designa precisamente el punto donde se pierde, en el lugar constitutivo del
maelstrom del lenguaje, el significante
(jarry. op. at pg 705)
17 bul
120
E l o g io d e la n a d a
D o n d e se dice po r qu el pm e-au-tien
se encuentra en el fundam ento d e la cultura
P artien do del principio, com partid o p o r D on Juan , d e que los
nm eros son lo nico que e xiste ,19Jarry establece, en efecto, que la
falta d e la cifra 3 en B o sse de N age explica su exclusin de la civiliza
cin, la cual se encuentra bajo el signo del intercam bio y del com par
tir: uY en su vida pblica, nunca com prendi el uso, en los paseos, de
aquellos quioscos de hierro cuyo nom bre vulgar proviene de que estn
divididos en tres prism as triangulares y de los que slo se pu ed e usar
un tercio cada v ez".30 As, el pisse-an-k es el m onum ento elevado
para co n sagrar el p rin cip io sim b lico del tercero incluido . E n este
18 " 'Ah ah \ Jijo Bosse tic Nage. pero en esta ocasin no anadi nada ms [ . ] 'Ah
ah. dijo Bosse de Nage. despertndose de pronto; luego se encerr en un mutismo obs
tinado. f. ] 'Ah ah', dijo sintticamente: y no se perdi para naca en consideraciones
ms amplias [ . ] *Ah uh\ dijo Bosse de Nage. sin ms comen i lirios { ] 'Ah ah\ gru
para expresar su furor, pero record su juramento"' [etc | (citado por Ducros. op cit ..
pg. l*).
IV Jarry.
. pg 705.
op vil
20 IbJ.
21 C f Ducros. op. a i . pg 6
22 Freud. "ZurGewnnungdes Fciten;'1 GW .t XVI. pgs. 1-9 [Ed cast Sobre
la con quisca del fuego " . OC. vol 22 ]
23 Como lo i ecuerda el editor de,Jarry en la fcBibliotheque de a Pliadc*. M. Arriv.
citado por Ducros op a t pg 2
2*1- Jarry op a i pg 672 loq u e f Ducros (op a t . pg I) comenta: Podemos
sorprendernos de que dos colores formen la tricolor Pero el entreoos es el blanco, o
sea la ausencia de colores '
122
E l o g io d e la n a d a
is t o r ia d e l m o n o q u e s l o s a b a d e c ir
"A "
123
124
E lo g io de la n ada
30 Vert tul que <ii cuenta. como liemos visto de la relacin de Alcestes con Celimena:
No la amara si no lo creyera" (1.1)
H i s t o r i a d e l m o n o q u e s l o s a b a e c ik A A
.125
12.6
EfcQt DE iA NAUA
qH<ifi|b;$Maftjo l
- 34. sta .s
%.Hj<wk
itlc
Historia del
det,r * A .4
127
128
E l o g io
d e la n a d a
Cwq
129
R ecoger una piedra del cam ino, con la idea de que su novia p o
dra lastim arse al pasar es ya de p or s una conducta singular. R e
poner la piedra es francam ente neurtico, porque el sujeto dem ues
tra que es incapaz de pasar a otra cosa, de hacer funcionar el tercer
significante, S ,> S 2> S ,, para nom brar, ms all Je la tercera /l, el o b
jeto de su deseo. En la ancdota de la piedra de! cam ino, se juegan
las m ism as cartas que en el aplogo de Robinson y Viernes: una
huella en la arena, Robinson la recoge {legit) y pasa / una piedra en
el cam ino, el H om bre de las Ratas la recoge (legit), la tira y vuelve .
Hay un paso (el de la tercera A que inscribira Ja doble negatividad)
que no se puede llevar a cabo. E ste paso sera el que m arcara, con
el olvido redoblado de su acto, su propio borram iento As, en su
caso, la anulacin del acto, el ungeschehen machen , tiende a suplir
el olvido im posible de este acto que es la condicin de la afnisis
del sujeto. P or eso, cuando trata de remedar, de la m s torpe de las
m aneras, un ersatz d e sim blico, e! obsesivo revela que est enreda
do en io im aginario: tentativa claramente condenada al fracaso d es
de el principio, pero que por otra p a n e da sentido a algunas con
d uctas d e d esafo q u e dejan entrever con bastan te facilid ad la
llam ada a lo sim blico que recubren
IV La llamada a lo simblico
La significacin del insulto
Algunos fantasmas obsesivos expresan, en efecto, una ofensa al
significante flico, manifiesta en cierto nmero de representaciones o
de escenas cuyo tema es la profanacin de la hostia., figura privilegia
da, como hemos visto, de la presencia real del smbolo cf). As, una
joven forma una montaa que representa la hostia consagrada, y en su
centro sita, sobreim presos, los rganos genitales masculinos. Otro
paciente idea en su imaginacin que pone en a vagina de su amante
una hostia que luego, durante el coito, rozara con su propio pene.37
37 Se trara de ejemplos clnicos relatados por Man rice Bouvet y retomados por
Lacan como paradigmas de lo que llama la "presencia real'1 (Lacan. Sem VIII. Le
tramj-rl. oft cif pgs 303 -3{14 y Mauricc Bomet. Incidentes thrupeutiques le la
XXS
E l o g io d M n a d a
pSM'hiWfyt^ii'x,i.LaitiMiuidenfafii NkMittilisifsiptiJtU.:D0pi::rs0fi(lh^0f<*iPars..
Payot 1972 pgs; W -Jfl
S J{%&-ftomur itttWfteftla tic l Jtitt tteri O , Encor. KmSi
frettk>ii. 1975. pjj fiSff
W tn t sentido e.!tl giSfiiif&i mklii-rfif}i.ni * ' sSJi lin |>k Jsata ver
131
132
E l o g io
d e la n ad a
Q u es lo que quiere?
Si es cierto que hay que esperar a que un hom bre est m uerto para
saber si ha sido feliz,44 de ia misma forma hay que esperar a ese mis
mo da para saber cul ha sido la significacin de su vida Slo la muer
te, al cerrar las cuentas y al transform ar al sujeto en objeto, puede con
vertir las virtualidades del significante en corpus de signos abierto a la
autopsia del analista, H asta entonces, la vida slo se sostiene en el poco
sentido perm itido por el ncleo de no-saber que constituye a cada ser
hablante y que Freud llama das
estableciendo que ninguna re
presentacin es susceptible de representar a dicha Cosa en el discurso..
En nom bre de este principio, cada vez que un sujeto se dirige a otro,
est m arcado por una falta esencial y el destinatario slo puede captar
42. Rey-Fhutdt Commcnt Freud inventa h fvticbisme... op cit. pjs 258-259.
43. Freud. "L Hommc aux nir#, op at.., pg. 222
44.. Respuesta efe Digcncs a Alejandro cuando sie le pregunt si conoca ugtn
mortal ms feliz que l La misma sentencia es atribuida a Soln por 1crdoto (1. 32)..
H i s t o r i a d u l m o n o q u e s l o sab \ m a n " A A *
133
Qu me quiere? n
De hecho, todo mensaje se dirige al destinatario en un punto que
corresponde al punto original desde el cual es emitido por su autor:
surgido, ms ac del enunciado que lo sostiene, del fondo perdido
donde la cadena significante se origina, el mensaje convoca al destina
tario, ms all de su contenido manifiesto, al corazn simblico que lo
constituye. Lo pone otra vez al pie de su deseo y, un poco ms all
todava, al pie del ncleo de goce idas Ding) de donde dicho deseo ha
surgido. Por eso toda demanda se realiza en el momento en que se
45 A la inversa. Alcestes va detrs de Celimena para obtener de ella un signo no
equvoco ele su amor, con la misma exigencia que Pjcmft respecta a Charlotte. (Don
JtumM
1)
46. Esta exigencia se expresa, en sentido inverso cuando trata de darle al otro todas
las explicaciones sobre sus conductas, lo que le lleva a digresiones exasperantes para su
entorno, que traducen su proyecto de rehacer Ja cadena de las causas par producir la
causa primera que est en el origen de la cadena De esta manera, expresa su Noluntad
de hacer pasar al discurso el pumo de intimidad indecible que lo funda
134
E l o g io
d e la nada
is t o r ia d k l m o n o q u e s l o s a b a d e c h
uA *
135
53 Ihtd
136
E k ' c io d u l a
nada
(.
c
c
(
(
i
(
( i
(
(
l
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c
c
c i
(
(
Captulo 3
138
l o g io d e la nada
pg. 207.
4 Cf la ancdota relatada a Freud par su padre, del da en qut fue humillado por
un cristiano que tir su gorra al barro, ddcndde: Perro baja de la acern!" (Freud.
Lt/terprvUttinu das reves, op cit . pg 1/5)
5 Ihtd pg 171
6 Se trata del sueo que le representa a Freud su to bajo !a apariencia de su amigo
K provisto de una barba amarilla
L a ja u l a
d e l narcisism o
13 9
(
(
HO
E l o g io
du la nada
(
(
9 Freud Lhiterprtation des reves, op a i pg M 2.y SA .r H. pj, .389 Sentencia
que se repite al final de ' Un recuerdo infantil de Leonardo da Vinci* (GW. t XVII. pg.
26)
10. La ficcin de la fuente tic Narciso descrita en Le Romn de in Rose de Guillaume de Lorris. que. poniendo en el fondo de! estanque dos piedras preciosas fascinan
tes. descubre que el narcisismo del nio est sostenido por la mirada de piedra de Ja
madre (vv M 15-1597) i Le Rot/mn Je lo Rose, editado por Daniel Poirion. Pars,
GarnierFlammarion. 1974. pfjs 77-80) [Ed c a st: Rotmin de ln Rose. Madrid Catedru. i 987 ]
11 'Unheimlich. wcnn die Mrter wakeln. die cirmiigcn die w xli zu ise lien uns
tttnl der Atalsunj stehen ! Ca la a Fiiess citada por M Scfwr Jt wtirf dans lo t - t
/ n m re de l'n n d Pars Gullinutrd 1972. p$* 422)
.(U/LA D p i NARCISISMO
141
12 Erncst Jones., L Vtt t i f'CEm-ri- J t Sig/nunJ Fruid, t. III, Pars. PUF. 1975-.
piig I7*. [;d
.Vida y obra di Sigmuml Freud Barcelona. Anagrama 1981.]
13 Curta del 16 de septiembre citada por Schur. op cit pj; 502.
142
E logio de la nada
143
144
E lo g io
d e la n a d a
La
j a u l a d e l n a r c is i s m o
145
146
E l o g io
d e l.a nada
1& C f Rey-Miiud. Commtnt i"retal inventa k-fvtichiswc. op. at.. pgs 260-262
La
iaula d e l narcisism o
147
148
l o g io d e la n a d a
L a ja u l a
d e l n a r c is i s m o
149
20 Muy que entender que el juego del carrcrel. en este primer estudio representa al
nio que experimenta la aparicin/desaparicin de un falso objeto a. que a su vez es
convocado como simulacro del sujeto b pues de hecho su propia afnisis lo que el nio
experimenta aqu con precaucin, sin realizar todava en este momento, su simbolizacin
stiiijeUNa.
150
l o g io d e la nad a
sar una o dos pujas o bien pujaba sin dejar ningn intervalo: da!, y de
nuevo se le abra la virtualidad de !a posesin. La partida del fort/da
continuaba as durante algn tiempo, manteniendo su emocin soste
nida. Pero todo acaba: en un momento dado, el martillo del comisario
caa deteniendo la vacilacin alterna del sujeto (porque sta es cierta
mente la que est en juego a travs de la oscilacin del objeto que se da
a ver en la escena) y entonces se desencadenaba su angustia
Y es que esta detencin, al suspender la partida, toma al obsesivo a
con ta pi y lo obliga a una eleccin, cuando su proyecto era precisa*
mente no elegir: en rigor, la prdida del objeto le da derecho a una
partida gratuita que le permite volver a empezar sus manejos.. Pero todo
se estropea si cuando cae el martillo le atribuye el objeto. Porque en
este caso seala por l el tercer tiempo fatdico que pone al obsesivo
contra el muro de su deseo,21 suscitando al mismo tiempo su angustia
y a veces incluso su pnico. Esto nos invita a reconsiderar el sentido
del juego del fort/da
L a JA U L A D E L N A R C IS IS M O
151
152
l o g i o dl - l a n a d a
La funcin de la separacin
A s, el tiem p o d e la se p a ra ci n , q u e red o b la y co n sagra el tiem po
d e la alien acin , e scrib ien d o la sim b o lizaci n del su jeto , es la co n d i
cin prelim in ar n ecesaria p ara el fun cion am ien to d e la co m b in atoria
sign ifican te vaca q u e llam am o s un a co m u n id ad cultural. S lo en ese
m om en to el su jeto , d e sp re n d id o del O tro , es v erd ad eram en te co n tad o
c o m o - 1 * id en tificad o con el sign ifican te (S 2/<>) que, c o m o sign ifican te
d e su prdida., se con vierte en el sign ifican te d e to d as su s v irtu alid ad es
- e n ad elan te, la in scripcin d el trazo v aco del ideal de! yo h ace p o si
ble el d esp lie g u e d el yo ideal. A p a rtir d e esta m arca inscrita en el 'c o
razn d e n u estro ser'* (Kern Hieres Wesens) se constituye, sign ifican te
a sign ifican te, aqu ella figu ra d e p restan cia q u e slo se so stie n e p o r su s
cim ien to s sim b lico s, v el n o m b re p ro p io advien e a ese p u n to de arti
culacin im p o sib le d e articu lar p a ra ev o car -v e rtie n te sim b lic a - al
su jeto c o m o p e rd id o y p a ra d e sig n a r-v e rtie n te im a g in a ria - al yo co m o
instancia d e prestigio, d e d e sa fo y d e conquista. P o r e so el su jeto s lo
p u ed e h acerse un n o m bre en la v ida a condicin d e q u e este significante
sea in principio el d e su m uerte. L a paradoja., b astan te sim p le d e reso l
ver, es q u e en caso d e q u e falte e sta sim bo lizaci n prim o rd ial, llevada
c a b o en el su jeto , q u e in tro d u ce al yo en la co m u n id ad y en el inter
cam b io , el p rin cip io d e n egacin recae p recisam en te so b re el p ro p io
yo A s se e x p lica q u e la falta d e sim bo lizaci n del su jeto tenga co m o
co n secu en cia la reivin dicacin e n carn izad a p o r parte del o b se siv o d e
se r s e p a ra d o del co n ju n to (-1) con la q u e revela q u e en v erd ad e s inca
paz d e se r co n tad o co m o uno en tre o tro s (- 1 ) . E sta pretensin im agi
naria in d ica p u e s ei reco n o cim ien to d el fra c aso q u e le afecta co m o s u
jeto so m e tid o al lenguaje,21 o sea, q u e est so m e tid o a una alienacin
refo rzad a a co n secu en cia d el fallo d e la separacin.
153
ocupada por el Amci, identificado con el sgnifcimre dt la virtualidad absoluta de! deseo
puro (S j y que da cuenta de su retirada de todos los espacios imaginarios donde se lleva
a cabo lo cotidiano de la ciudad, el neurtico exhibe una utopa" pardica, demostran
do su incapacidad de inscribirse en un fugar cualquiera o fr ,!h // su tuso de la inscrip
cin dei S .
1 54
E lo g io
p e la nada
C a p tu lo 4
157
158
l o g io d e la n a d a
C aballero ,
el
tro y la
M uerte
159
160
E l o g io
d e la n ad a
5 -rcud "tplirnre desunce". Resultis, dees. Probtcwvs.. I. itp cit ., pgs 233*
23.
6 As. algunas monedas conmemoram m son retiradas de tflj dren Licin por quienes
las reciben pun ser elevadas a la categora de objetos de coleccin.
7 Precisamente el obsesivo no lo soporta, como Jo revela su obstinacin (capaz de
suscitar la desesperacin de ios floristas) en hacer regalos 'tiles'' y. si es posible,
imperecederos
161
falta de objeto, y que la ley del don no es compartir objeros, como cree
la sociologa, sino la falta -principio ante el cual el obsesivo fracasa
radicalmente debido a la relacin particular cjue mantiene con el len
guaje.
Qu es un mechnf,?
El obsesivo revela* a cada momento, que est excluido de todos los
encuentros banaiizados que constituyen cotidianamente el vnculo so
cial 'Pase el domingo por casa -le propondr, por ejemplo, un com
paero de trabajo-. Fiaremos un mchoin con algunos amigos. Inter
pelado as, de improviso, quizs se deje sorprender El da en cuestin
se le ver deambular incmodo entre los grupos de invitados, sin saber
qu hacer con su plato de cartn o qu actitud tomar, en medio de
toda esa gente que se mueve con tanta naturalidad y de tan buen cora
zn alrededor de la carne asada Se dira que ha aterrizado en medio
de una fiesta ritual de una tribu primitiva, sin entender ni lo que est
en juego ni cules son las reglas.
El solo hecho de ser introducido en un espacio extico donde cier
to nmero de indgenas manifiestan ostensiblemente con sus risas y
gritos una alegra compartida, basta de entrada para suscitar su des
confianza, como si temiera quedar contaminado por esa euforia que
no le hace augurar nada bueno. Sin embargo, no es imposible que en
este momento, a pesar de la amenaza que presiente, surja en su espritu
la veleidad de una participacin, aunque rpidamente reprimida, por
que la menor tentativa de realizar esta intencin revelar inmediata
mente su incapacidad esencial para integrarse en una comunidad.
De hecho, la soledad que lo asla ese da en medio de todos los
participantes de la fiesta es la expresin de un proceso que se ha pues
to en marcha desde el momento en que se le participa la invitacin:
con slo el enunciado de la palabra mchoui, se ha puesto en marcha
en l toda una elaboracin. En primer lugar, se ha preguntado cul era
la significacin exacta de la proposicin que se le haca y a qu se com
prometa si la aceptaba. Su incomodidad aument cuando supo que se
trataba de una especie de banquete al aire libre, de acuerdo con una
costumbre de frica del norte, en el que un cordero entero es cocido
al espetn. En aquel momento intent, de buena fe, integrar el sentido
162
E lo g io de la nada
E l C a n ai .l e j i o , e l O t r o y l a M u e r i e
163
164
E l o g i o diz la n a d a
E l C a b a l l e r o , e l O t r o y la M u e r t e
165
166
E logio de i a nada
1i. Que. ert la tragedia. la libra Je carne concedida al judo Sliylock se tenga que
tomar "de muy htHa del corazn' es conforme con el rilo tic la circuncisin llevado a
cabo en el pene le nio objeto 'capital (das htiuplasachhcbiiU-SixiKiliibjckl) de su nar
cisismo (GW. t Vil pg 178)
167
La abolicin de la deuda
El hroe trgico nos ensea que de situarse uno en el punto donde
se funda la Ley, instaurara un mundo simblico perfecto donde
quedara abolida la referencia a las deudas de reconocimiento o al re
sentimiento En nombre de este principio, ninguna autoridad legal
puede pretender ser legtima, salvo si encuentra su caucin en el lugar
donde se funda la Ley de acuerdo con el adagio: milla patentas tksi a
Dco, condicin sin duda difcil de cumplir porque este fugar es el de
un Dios que permanece oculto y mudo
Esta verdad, que todos nos empeamos cotidianamente en igno
rar, se revela a veces de improviso -como cuando nos vemos obligados
a reclamar un crdito, establecido sin embargo en buena y debida for
168
E l o g io de la nada
169
IV E l retorno de la deuda
Los tres ciegos de Compigne
A comienzos del sigio XIII, el juglar C'ourtebarbe consign la juga
rreta de la que fueron vctimas tres ciegos, en el camino de Compigne,
por parte de un clrigo que encarna aqu al hombre del saber sobre el
goce 17
170
E l o g io de la nada
Se goza a crdito
La fbula medieval determina el carcter primero del goce: con
respecto a l, el sujeto est afectado por una ceguera esencial -la
triplicacin de los hproes interviene de forma complementaria para
constituir la cifra mnima necesaria para la determinacin del sujeto
del inconsciente y recordar que el tercero siempre est potencialmente
incluido en la divisin del sujeto. Adems, el objeto del goce est ejem
plarmente relacionado con la mirada, cuya pregnancia es en este caso
tanto mayor, por ser una mirada ciega,18 como indica el cuento inge
18 Lacan. uKant avec Sude'. fccr/Vi. o/i at.. pg 785: "Aunque faite, la mirada est
ciertamente all [se trata tic la procesin de los ciegos de Brueghel] presentndole a cada
171
!c&si#fki
tlei'%seha entender
fviedtitfVf Dituak&fflC. ~ siervadeDiftjj'
.'twi^tSKsS#fe
172
l o g io p e la n a d a
173
174
E l o g o
d e la n a d a
E l C a ba llero ,
el
tro y la
M u erte
175
(SchmfJtr)
176
l o g io d e la n ad a
31. De tul forma que se distinguirn rres deudas: 1) La deuda real (de los objetos a),
revelada; 2) por la deuda simblica (prdida debida a la represin primara del significan re
flico); la negativa a reconocer este crdito marca; 3) ia emergencia de las diversas deu
das imaginarias que e obsesivo se esfuerza por saldar
Tercera parte
Don Juan o el ultraje al dios escondido
Captulo 1
I ste es el delecto que pesa sobre la lectura tic Amgona por Patrick Guyomard
P. Guyomard. L jonissimcc du trag/rtcPars Aubier, 1992),
2. Verdad redoblada en este punto por el gnero cmico, que anula la distancia
saprada preservada en la tragedia
(el
180
E l o g io
d e la n a d a
-1 As. cunncJn le exige a El\ ira que d las razones que la han llevado a abandonarlo
o cuando obliga a invitar al Comendador en su lugar
3 Seduciendo a la vez a dos campesinas ingenuas, desafiando incgnito a sus cua
dos o dando largas a su acreedor
El
d e s -c r d it o d e
DonJ
uan
181
182
E l o g io
d e la nada
El
d e s -c r d it o d e
D on J
u an
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184
E l o g io
d e la nada
9. Como lo confirma la bsqueda del sdico, que traduce la voluntad, dirigida hacia
un otro con minscula, de ir a buscar, a travs de las carnes, los objetos "ajialmiicos'
supuestamente contenidos en el ncleo del ser de) sujeto
10 Tambin el neurrico practica una trasposicin de ia misma ciase, realizada, esta
vez. de lo simblico a lo imaginario El Otro malvado tiene para l un nombre: es el
supery que ejerce su crueldad en el campo de su fantasma -papel que le corresponde,
en el Hombre de las Ratas, al capitn cruel (SA t VII pg -M)
E l. d e s c r d it o
de
D o n J uan
185
186
E l o g io d e l a n a d a
El
D on J uan
187
14 En este sentido Lacan nos recuerda que la ironi del Wtlz es, en el fondo, un
cuestionamicnto de "todo uso del sentido' (SW IV. La ntatum dobjet. op cit . pg
29-0 Cf igualmente Jacqucs-Alain Miller: "La irona no es del Otro, es del sujeto y se
dirige contra el Otro Qu d icelt irona? Dice que el Otro no existe que en su fondo el
unculo social es uri timo que no hay>. discurso que no sea semblante (J.-A Miller.
"Clinique tronique' LEtiigmc dt kpsyebase. La Censefmidicnne. Rtvut dtpsyckatmhse.
N "23. febrero de 1993 pp 7 )
15 En este caso, sobre todo &S cuando el humor presenta ese carcter "grandioso y
exaltante'"' que Preud le atribuye ( L humour"'. Linquietante tranget , op cit. pg.
32?)
188
E lo g io
d e la nada
( Verhebheit)
Ei fenm eno am oroso lleva a cab o con una m ujer la operacin que
Sganarelle efecta con el tabaco y obed ece al m ism o principio: elevar
un objeto al rango de significante de la Cosa., es decir, atribuirle la ca
tegora de significante del ideal del yo El caso de la pasin am orosa
El
d e s -cr d ito d e
D o n J uan
189
16 Freud ^Ps>cho!ogie des fojjes ct analyscdu rnoi ..op. ciL. 1984. |>% 173.
17 Desde f'J m /m IL ro if(: hi irrc/d de Chrttn tic Troyes luista hi fvnitnv ct lo
panint. de P ieire Lnuys, lu literatura ha dudo fijurus clebres de esta sumisin del sujeto
al significante i magn a rizado del ideal
190
E l o g io
d e la n a d a
l d e s -c r d it o d e
D o n J uan
191
192
E l o g io
d e la nada
193
El amo de lo simblico
El proyecto de Don Juan contradice pues el mito freudiano que
cuenta que tras el asesinato de! padre primordial la ley, en adelante
tachada, queda del lado del padre muerto, encarnado en el linaje infi
nito de los padres Don Juan, al contrario, reivindica para s mismo
una ley autnoma" y liberada, no slo de los ideales que metaforizan
el significante (perdido) del nombre de los padres, sino tambin de ese
significante mismo. De esta forma, se niega a aceptar fundar su ser en
un punto de sinsentido radical, referido al Otro, al Muerto :'Con esta
Hnalidad, subvierte el Yin causa' instalando en su lugar un significante
inaudito, significante del Uno, significante unario del que dispondr
como un amo -la voluntad perversa, inscrita en el corazn de este pro
yecto, se revela abiertamente en su intencin declarada de afirmar su
soberana sobre su nombre
c
c
c
c
(
C ap tu lo 2
E l am o del n o m b re
c
c
1. Lo verifica expcrimentalmente ti juego del nieto de Frcud. descrito en Miis all
Al prtu.ipu> i/c ilitctr cumulo el nio rciiera sobre s mismo l juego del forl/da
sustrayndose t hi imagen especular Precisamente porque el nombre es el significante
dei sujeto ausente, el obsesii o t|uo acampa en la fortaleza desierta de su yo es "impor
tunado por el sujo ILatan) ijuc le recuerda el desfallecimiento clel legitimo amo de los
Idgaris donde l ha construido sus murallas
c
c'
r
196
E l o g io
de- la n ada
19 7
198
l o g io d e u
nada
El significante de la desaparicin
C u an d o un viudo va cada da a la tum ba d e su esp o sa para hablar
le, se dirige de hecho al significante en cuanto tal que figura el nom bre
inscrito en la lapida y que soporta la ausencia esencial del O tro, o sea
su presencia pura com o ser fuera d e representacin. P ara ser exh austi
vos, concluirem os que en un caso sem ejante de duelo patolgico, la
finada o cu p ab a un lugar no m etaforizable del significante de la falta
del superviviente, significante que se da aqu com o petrificado. P o r
esta razn, la m uerte d e la e sp o sa suspen d e, a su vez, la historia del
m arido. A s, el m en saje q u e ste dirige a la falta no est en el fondo
muy lejos de la plegaria q u e el fiel dirige a su dios: solidaridad que
confirm a qu e, ni en un caso ni en el otro, tales hom enajes corresp on
den al cam po de la psicosis.
O bservaciones tan cotidianas com o stas nos ensean que el nom
bre p ro p io , signifcam e de la desaparicin del sujeto (S ,) eude la d e
saparicin. C ontra este veredicto se subleva S ad e cuan d o se em pea
en hacer desaparecer dicho significante,6 exigien do que se planten ar
bu sto s en el lugar d o n d e se le entierre. Una voluntad de la m ism a cla
se, d irigida esta vez contra otro, es la que dicta la negativa de C reante
a concederle a Polinices las honras fnebres con el fin de castigar al.
rebelde ms all d la m uerte, en lo que T iresias denuncia com o un
6 uUna vez cubierta la fas;i. ser sembrada enn bellotas para que luego el terreno tic
ilicha fosa vuelva a quedar provisto > repleto como antes, de forma que las huellas de m
tumba desaparezcan J e la superficie de la tierra, as como me halaba que mi memoria
desaparezca de l:i memoria de los hom bres' (citado por Bauille La Ltthftrt'in / h Mal,
Pars Gallimard 1957. p; 82) f lid. casi.: mliteratura y mal Madrid Taurus 1^87 |
ti
E l. a m o Ol-L NOMBRE
199
200
E l o g io
d e la nada
El
am < d b l
N( >mbkk
201
202
E lo g io
d e la nada
El
a m o d i -i . n o m b r e
203
204
E l o g io
d e la n a d a
entender en el sentido propio como falta clcl dicho que afecta a todo ei
linaje de los padres y encuentra su expresin en este detalle determinan
te del mito: a cada generacin, el nombre do los padres est marcado por
Cojear es pecado
El ser que a la vez y a l mismo tiempo tiene dos. tres, cuatro pies, ei
hombre [ ] enreda y confunde el orden, social y csmico, de las gene
raciones. Edipo, el adulto de dos pies, es en efecto idntico a su padre,
el viejo cuyos pies se ayudan con un bastn, ese tres pies cuyo lugar a la
cabeza de Tebas ocup Edipo precisamente en el lecho de Yocasta
-idntico a sus hijos que andan en cuatro pacas y que son al mismo
El
A M O DIZ!. N O M B R E
205
tiempo sus hijos y sus hermanos. 17 Ms all del horror que suscita y
que sita al espectador, de acuerdo con la frmula de Aristteles, "ms
all de! temor y de Ja piedad , en el punto donde se enuncia la estruc
tura pura, el mito afirma as la imposibilidad que afecta a la funcin
paterna -lo cual deja, de todas formas, en una situacin incmoda a
los comentaristas, como si a pesar de todo esperaran una solucin de
lo imposible: En qu condiciones puede el hijo andar rectamente
por ei surco de! padre para ocupar su lugar, lo suficientemente pareci
do a su progenitor para que dicho lugar subsista indefinidamente igual,
lo suficientemente distinto de l para que ese reemplazo de uno por el
otro no desemboque en una confusin catica? .18 Sin pretender re
solver este enigma todava ms oscuro que el de la Esfinge, el psicoa
nlisis afirma que io peor, tal como ocurri en Tebas, no est siempre
asegurado y el padre es la nica respuesta que se puede oponer a lo
peor, a condicin de hacer el duelo por la figura del padre ideal, fo
mentada por el fantasma del neurtico*10 y aceptar esa claudicacin
que, perpetundose a travs de todo el linaje de los padres, est vincu
lada con una falta origina! que contradice la sentencia de las Escrituras.
retomada por Rckert y luego por Freud. segn la cual ucojear no es
pecado .
La deuda simblica, en cuanto transmisin alterada, errtica, maldita, descubre entonces que es el reverso de la deuda imaginaria
impagable cuyo pago le reclama Don Luis a Don ju n , revestido con la
gloria de sus ancestros.20
206
l o g io d e la n a d a
22
\mo
d e l n o m bre:
207
208
l o g io d e la n a d a
27 En c cap ttl. titulado Das Ich und das ber-tch (Ich ideal)" del ensayo El yo v
/ * l C A y t XIII.pB 256)
28 En virtud de esta unicidad simblica se reconoce el nio en el espejo con el
rasgo simblico que le falta, y no. como cree la psicologa., orientndose con los rasgos
imaginarios que percibe Jouhandeau lo explicaba diciendo que la identidad de cada
hombre estaba contenida en un trazo que llevaba escrito en la nuca
29. Que constituye el fondo de muchos relatos del folclore en los que una mujer es
elegida para ser la madre del demonio, tradicin que el filme de terror ha perpetuado
[Rosutiary'.i haby. I%8)
El
AM O D EL NO M BRE
209
210
E lo g io de la n ad a
33 Lacan. Sem IX, 4*L'identificacin ' . sesin Jcl-I de abril de E962 indito).
34.
Este rechazo primordial que pone al sujeto perverso fuera de l| deuda o cjcchiye al mismo tiempo del sistema de los intercambios simblicos porque es la futra del
significante primordial o que. inaugurando el proceso metafrico introduce dicho sis
tema e inaugura el espacio de a cultura y de la moral
El
A M O n i - L N O M ttR E
211
La que Creme destina a Polinices y que L acan evoca en ~Kanr avee Savlc" (crth.
rf di.. p% 7 /6 j
36 Freud
op. d i pjj 167
212
l o g io d e la n ad a
37 Retomaremos aqufel liilci del anlisis iniciado en la primera parte (cap III. pg.
76 )
38 "Digmoslo tranquilamente [Sifgiw u trruhtgY' previene por antfrasis (GW t
XIII. pg 113)
19 Freud - De quelques eonsquenccs psychtques de la difrence anatomique en
tre les exes Im Vie uxiultc. fip. a i . pg. 125. y SA V. pg 2.59
40 El padre de la horda indic.t as el resurgimiento terrible le "pudre delicioso*
primitivo. 11 fantasma lo majiinarUa bajo la forma to un padre que las tiene a todas";
mientras que el padre exquisito tra todo
El a m o
d e l n o m b re
213
214
l o g i o d e l a n\ v d \
215
42 Lacan Sem IX. 'L'Identifica! ion''. sesin del 2S di: marzo de 962 (indito)
216
E lo g io
de la nada
2.17
..
Captulo 3
Variaciones sobre la caridad
1 La candad histrica
Dc la eminente dignidad de los pobres
A lo largo de la huida que se ha visto obligado a emprender para
escapar de los hermanos de Elvira, Donjun, flanqueado siempre por
Sganareile, atraviesa un bosque desierto Para distraerse del aburrimien
to del viaje, el criado le expone a su amo los fundamentos de su filoso
fa causalista \ que se resume en dos posrulados para e! evidentes: Mel
mundo que vemos no es una seta que haya aparecido por s sola en una
noche1' y hay algo admirable en el hombre que ningn sabio podra
explicar*'. A esto.. DonJuan opone nicamente su creencia en que "dos
y dos son cuatro y cuatro y cuatro son ocho {III, 2). Un encuentro,
inesperado en este lugar salvaje, con un pobre que les pide limosna a
ambos caballeros le proporciona a Don Juan la ocasin para ilustrar
los principios de su sabidura.
Despus de proponerle al pobre entregarle un luis de oro a condi
cin de que consienta, con un juramento, al pecado de la blasfemia,
Don Juan recibe su negativa indignada: No, seor* prefiero morir de
hambre". Y entonces DonJuan concluye con una frmula que ha he
cho correr mucha tinta: Vamos, vamos., te lo doy por amor de la hu
manidad' (III, 3) De hecho, la caridad segn DonJuan da la clave de
la tica perversa, que se opone, esta vez, a la caridad histrica y a la
caridad cristiana simblica.
220
l o g io d e la n ad a
V a r ia c io n e s
so b r e la c a r id a d
221
Ptm rst.u. afi a t . pg 297 [Lid casi : "I:! problema econmico del masoquismo'1. OC.
\ o! 19]
222
l o g io d e la n a p a
223
sacio de mi alma todos aquellos indignos ardores que senta por vos,
todos aquellos transportes tumultuosos de una ligazn criminal, todos
aquellos vergonzosos excesos de un amor terrestre y grosero; no han
dejado por vos en mi corazn ms que una llama depurada de todo el
comercio de los sentimientos, una ternura completamente simple, un
amor desprendido de todo que no acta por s y slo se preocupa por
vuestro inters [..]. Esre perfecto y puro amor es el que me conduce
hasta aqu por vuestro bien. Se reconoce aqu el discurso de la denega
cin del "alma bella, que encierra, en tres tiempos, la trampa de la
dialctica histrica: afirmacin de la catarsis del sujeto de toda pasin
humana (clera o deseo);4 proclamacin de un amor 'perfecto (sin
objeto), realizado en nombre del Cielo; reintroduccin subrepticia del
objeto denegado, bajo la (igura del puro bien del otro, del que la muy
astuta se dispone a apoderarse. De tal forma, el homenaje ostentatorio
que le hace a la taha (en lo que me concierne, estoy enteramente des
prendida de las cosas de este mundo1') no es sino el velo que despliega
para ocultar que a quien apunta en ltimo trmino es a l.
En virtud del mismo principio, una esposa se entregar a su mari
do enfermo o invlido en la medida en que ste se presenta* precisa
mente a causa de su desamparo, como el objeto ms adecuado para su
codicia. Adems de su enfermedad., entonces, el desgraciado tendr
que soportar el peso del deseo inconsciente de su esposa, hasta que
sta encuentre otra 'buena causa" para hincarle el diente.
aO
224
E l o g io d e la n a d a
demanda o el deseo del otro a quien se dirige.3 Este rasgo es, por otra
parte, correlato de la inscripcin de la caridad en el campo de la moral,
y por eso est ltima encuentra su lugar natural en la apologa de
Sganarelle: uNi siquiera espera uno a que se lo pidan y ya se adelanta ai
deseo de la gente. As queda confirmado el principio de toda empre
sa presidida por la histeria: que el significante de la falta (<>),
metaforizado en forma de pequeas faltas (-0) de todos los otros con
minscula que se presentan, es investido por el sujeto con los aparatos
del lenguaje representativo. El corolario de dicho principio es que, en
el registro histrico, la partida siempre se juega en el terreno de los
yoes El planteamiento revela ser del todo distinto en el caso de la cari
dad simblica, tal como la encarna la caridad cristiana.
// La airulad cristiana
La caridad en nombre del puro amor de Dios: el amor del ser
La evocacin de la caridad cristiana se lleva a cabo, en Moliere,
mediante el adagio que acompaa al don del luis por parte de Don
Juan: Te lo doy por amor de la humanidad , enuncia en referencia
patente al amor de Dios", que funda un acto libre, radicalmente dis
tinto de la empresa histrica.
El amor de Dios, que est en el principio de la caridad cristiana,
excluye toda contabilidad retributiva, tanto para este mundo como para
el otro 6 Aqu el amor es agape, despojado de todo clculo y de todo
V a r ia c io n e s s o b r e l a c a r id a d
225
dc su cuado, resultado del rapto y c*l abandono dc su hermana, crdito al que conviene
sustraerle lu gratitud por la vida que le acaba de salvar, de tal forma que a! final dc este
clculo le parece equitativo concederle a DonJuan un sobreseimiento I, -I) Cf. la
crtica por parte de Lacan de la moral kantiana en Sem VII. L'ctb/rudv Lt psycb<itwlys\
Pars Seuil. 1986. pg 222
7.
Simen Metafrasto (siglo X) llevar esta lgica hasta su extremo: "De cada uno
haces tu morada y habitas en todos nosotros [. ] Nos convertimos en miembros de
Cristo y Cristo en nuestros miembros. Cristo es mi mano. Cristo es mi pie .* (Himnos
XV, w 131-143)
8 Lo confirma cl acto de Autgona. que se dirige al ser esencial de Polinices -preci
samente ese mismo ser que Crconte trata tambin l. de alcanzar. En las versiones de
este principio, se distinguir entre las empresas caritativas dc nuestro mundo, tal como
se realizan en cl campo de lo simblico dentro de la fidelidad a la falta (la referencia a los
"traperos designa aqu la prctica esencial del desecho en la prctica caritativa que le
haca decir a Lacan que le saint dccharite [juego entre dvehet desecho y charitc =
caridad) y las conductas imaginarias de la humanistiquera mediticamente histerizada
226
l o g i o d i: l a n a d a
El buen samartano
El Evangelio de San Lucas (10, 29-37) cuenta la historia de aquel
viajero agredido por malhechores y dejado inconsciente al borde del
camino, que no conmovi ni al cura ni al levita que pasaron por all,
hasta que un samartano, ese extrao familiar, un poco judo y un poco
otra cosa'7; recogi al herido, lo carg en su montura y lo llev hasta el
albergue ms prxim o para hacerlo curar y luego partir a la maana
siguiente, de m adrugada, sin decir una palabra, tras pagar la cuenta A
propsito de esto, je s s plantea la cuestin del prjimo * para subver
tir sus trminos., preguntando: Q uin demostr ser el prjimo del
hombre que haba cado en manos de los ban didos? . L a nica res
puesta posible es: El samaritano! La caridad cristiana enuncia pues:
uTu prjimo, aquel a quien debes amar para ser salvado, no es el heri
do, sino el que viene a curarlo El herido del camino eres t! Poder
compartir la vida eterna, es dejarse amar por el que viene a salvarte por
nada'*.10
La caridad cristiana se presenta, pues, como un dale la vuelta a a
caridad histrica: aw ar a l prjim o ya no se entiende como el socorro
del m oribundo que yace en el camino. La parbola de Lucas pone de
relieve la dimensin de rapto inherente a toda em presa humanitaria
de esta clase, que revela que siempre se sostiene en una renegacin de
la castracin. El sentido de la caridad cristiana, p orei contrario, se de
J N os aspiramos
en
227
228
E l o g i o d l- l a n a d a
Sentido de la Redencin
En el mismo sentido, Jess vino a redimir todos los pecados del
mundo y cada pecado singular, lo que confiere a su figura ese carcter
implacable que Jo sita, como Antgona, ms all del temor y de la com
pasin Esta lgica, opuesta a toda una tradicin sansulpiciana con
sagrada a la imaginera del buen pastor, se explica por el carcter para
djico del dogma de ia Redencin.
En efecto, el perdn de los pecados del mundo llevado a cabo por
Cristo no se ha de entender, como se ha hecho durante siglos, como el
pago de un rescate sacrificial que borrara la deuda simblica en la
modalidad de la anulacin obsesiva (ungeschcben tmichtn) para resta
blecer al Otro en su integridad La Encarnacin no significa la restitu
16 Cf. I.acan: 'L a ley moral 110 representa acaso el deseo cu t i caso en que y J
no es ei sujeto sino ei objeto lo que falta? ' (Lacan. "Kant avee Sadc" cnts, op c it .
pi> 780).
17. Lo que lo remite a Creme: "Pues bien si tienes necesidad de amar ve bajo
tierra a amar a los muertos'' (v. 52-1)
1S Compararemos la severidad de Jess con su Madre y Magdalena con la dureza
de Antfona que aparta a (siteme para dirigirse ella sola hacia la muerte: "N o quiero
que mia ras conmigo No te am bm as un acto en ei que no ests comprometida Con
que muera u>. \a hay bastante' < \
V a r ia c io n e s so uk l a c a r id a d
229
cin al Otro del significante que le falta 1Jjess, junto con la condicin
humana, adquiere el pecado con el que est marcada, y si de esta for
ma "redime ' el pecado, es porque le da su verdadero sentido median
te un giro radical que eleva el pecado a la dignidad de la falta
El acto redentor descubre entonces la paradoja que lo constituye:
por una parte, interviene para liberar al hombre de la ley superyoica de
los fariseos y los sacerdotes, y en consecuencia de la culpabilidad vin
culada con el mandamiento; pero, por otra parte, somete al hombre a
la ley simblica indecible, referida al significante tlico (figurado ejem
plarmente por el sacrificio de la Cruz) y, de esta forma., hace al nom
bre.. de acuerdo con otra sentencia de san Pablo que yu hemos citado,
desmesuradamente pecador *
Mediante su muerte en la Cruz, Cristo se hace cargo de la muerte y
realiza la falta esencial del Otro, confirmando que la caridad simblica
constituye el reverso de la caridad histrica situada bajo el dominio del
principio del placer Conclusin decisiva, porque descubre que el acto
se acerca en este caso a los mismos lmites hacia los que tiende la em
presa perversa
230
l o g io d e la n a d a
V a r ia c io n e s
s o b r e l a c a r id a d
231
232
E l o g io d e l a n a d a
V a r ia c io n e s s o b r e l a c a r id a d
233
29 El c t a t e
D on ju n prohbe, m>e%r>. establecer a menor relacin espe
cular entre el pobre } l. y rechaza como algo inconcebible que ese pobre pueda preten
der ocupar el lugar de su semejante.
If'ientid del "anior de fe hum anidad q u e l i t e pone en el tundamento de
a caridad perversa, se deriva de la evidente oposicin blasfematoria que lo sustituye al
amor de D io * ' tal como lo oficializa Bossuet en su celebre sermn Sobre Jjj wimflU
dfptitlM. J i mi'pabrvs ns i 0tiii(>3% , p;r;$4cit}cntc contemporneo de Don Jtfan
l I H l i *15 t[lie entiende verdaderamente los misterios de la caridad -escribe Bossuetslo espera participar en las bendiciones del I:\an adio con los medios de la caridad*
234
E l o g io d e l a n a d a
ideal., niega, incuso muta, el ser del pobre En este sentido, el don del
luis constituye un momento insoportable en la obra, cuando se descu
bre que la caridad est hecha del mismo pao que el crimen Ahora
hay que reconstruir cmo se produce esta revelacin
V \
k i .\c:k m
:s
la c a k id a
235
236
EuK?IO m u P SpP
op. a i H$ 233.
psycbanalys-s,
C aptulo 4
238
l o g i o de: l a n
\da
[tsychanahst op cit.,
2 IbiJ.. pg 30.
pg >5.
tosis </<
L a l e y d e l M a l.
239
sigue: "Slo los que prefieren los cuentos de hadas hacen odos sordos
cuando se les habla de la tendencia nativa del hombre a la m aldad* a
la agresin, a la destruccin y, en consecuencia, tambin a la crueldad.3
Esta disposicin pulsional [Tnebanlage] primitiva y autnoma del ser
hum ano es, segn Freud, lo que constituye d obstculo ms temible
contra la civilizacin V porque la experiencia demuestra (Freud pien
sa en el desencadenamiento de la Primera G uerra Mundial) que '4en el
hombre educado, el mal siempre puede reaparecer con toda su viru
lencia :f
As, el inconsciente quiere el m il, como lo esclarece la genealoga
del odio.
240
E l o g io d e l a n a d a
7 Freud. Eniwurf cter Psychologe *. Aus den Avfangen der Psychntmalysv. op.
at pg. 337
8 Freud. Pulsin et destn* des pulsions\ Mtupsychalogu. np . pg 37 Esta
frmula anuncia, desde esta fecha, el enunciado cannico formulado diez aos ms tar
de en"La negacin': "Lo malo., lo ajeno at yo. lo que se encuentra fuera es para l [el yo]
en principio idntico (Freud. "La ngaiion'V Resultis. Idees. ProbUwts. II. op. at..
pj 137)
c> Freud. Consdcrations acrueles sur la gtierre ct sur la morr . ssais da
L a lev d ll M a l
241
242
E'l.OCIO DE LA NADA
L \ ix y
del
Ma l
243
244
l o g io d e la n a d a
a ley d e l
al
245
246
E lo g io dc l \ nada
L-\ l e y
del M al
247
IV La negativa perversa
Nuestras virtudes nacen del suelo de nuestros vicios
Para explicar la singularidad de la eleccin perversa, hay que re
montarse a los tiempos primordiales, en los qu, bajo los efectos del
criterio primitivo placer/displacer se produce una divisin de la Cosa
(das D///g)tM entre lo bueno y lo malo -lo malo es ia parte del Vnlust
inasimilable, objeto del primer odio del su jeto /4 En el segundo tiem-
30
102
33 introducimos aqu el trmino divisin de la Cosa, reservndonos para otra
ocasin mostrar que la escisin de das Dwg. que se superpone al fracaso tic su dtlistn,
es sin duda el tactor determname en la constitucin de la p.iranuia y de la melanco
la
3-1 Este tiempo es el del juicio de atribucin.
248
E l o g io
d e la n ad a
po,w esta divisin originaria sufre los efectos ce! relevo significante que
interviene-Ja oposicin bueno/malo que afectaba a la cosa, es reem
plazada por una oposicin bien/mal referida, en este momento ai
significante de la Cosa. Esta transposicin es decisiva porque permite
la imaginar izacin de la Cosa en ei momento de la introduccin del
sujeto al espacio de la representacin.
Para captar la naturaleza de este proceso, hay que recordar que en
el tiempo en que se realiza la segunda negatividad, el significante de ia
Cosa es objeto de una operacin particular que Freud describe a pro
psito de la gnesis del fetichismo como una 41represin parcial":56 so
bre la base de la divisin que afecta a este significante primordial, la
parte mal es objeto, al mismo tiempo que del odio, de la represin pri
maria, mientras que la parte bien conoce el destino de la idealizacin
significante bajo la forma de todos los sustitutos que suscitan el amor
de los hombres, desde ahora regulado, en nombre del principio de pla
cer, por los juegos del significante: Las ilusiones -escribe Freud- [. .]
nos ahorran sentimientos de displacer y en su lugar nos hacen experi
mentar satisfaccin13/
Este metabolismo del mal, producido por el lenguaje representati
vo, est en el origen de la moral civilizada: "E s interesante constatar,
-subraya Freud- que a menudo la preexistencia en el nio de fuertes
mociones malas' se convierte en primer lugar en la condicin de una
orientacin particularmente clara del adulto hacia el bien1. Los nios
ms egostas pueden convertirse en los ciudadanos ms tiles a los
dems y ms capacitados para la entrega: la mayora de los fanticos de
la piedad, de los filntropos, de los protectores de animales, se han
formado a partir de pequeos sdicos y verdugos de los animales .3i
De modo que el bien crece siempre sobre el fondo del mal reprimido,
el cual queda a su vez inscrito como una huella (dentro de un mo35 Tiempo del juicio dc existencia.
36 Freud, Le refoulemcnt", Mctpsyckologie, op A .pg 51
37 Freud. wConsiderations actuciles sur la guerre et sur la more''. Essats dc
p.nchanaysc, op cit , pg 15.
38 Ibtd pg 17 En 1915. Freud lo expresa as: * Se puede entender que los objetos
preferidos por los hombres, sus ideales, se deriven de las mismas percepciones y expe
riencias que los objetos que ms los horrorizan; slo se distinguen unos de otros, en el
origen por nfimas modificaciones' (" Le rcfoulemcnt . WvUipsychologte. op cit pgs.
La
lev d e i
M al .
249
das Gutt\ ornada con los oropeles del significante lid es el estatuto de la prima del
Hombre de las Ratas., elegida como Dama de pacotilla
10. As. e odio del capitn Acluib en Melvllese corresponde, como veremos, con la
maldad absoluta del monstruo al que persigue, descubriendo una relacin con el objeto
opuesta a la que el fbico mantiene con el animal de angustia En la fobia de Juan ito, el
caballo es una figura de la prohibicin que abre un punto de falta * repulsivo'*' en
el mundo, invertido con respecto a] poder de atraccin de la Cosa El neurtico se ve
llevado a producir falta cuando cntre\ que ia falta puede llegar a faltar revelando, a
travs de su propio fracaso, su adhesin a la falta Por el contrario la falta implacable de
Achab descubre la iidelidad absoluta del sujeto a tas D/g
250
E l o g io d e la n a d a
L a li?a d u l M a l
251
La filosofa., en apuros
Sartre, lector de Baudelaire y de Genet,4? prisionero de los postula
dos fenomenolgicos, demuestra ser incapaz de concebir el mal ms
43 ! auge. a lo largo del igkt XIX. tic lo# herederos tic foilc representantes de la
literatura d i! mu demuestra ser illivlario del declue de la esttica de la representacin
252
E l o g i o d c la n a d a
La
l e y del
M al
253
tente en introducir una rata viva por el ano de la vctima..49 Sin em bar
go, cuando concluye que si el M alvado no tiene horror del M al, si lo
hace por pasin, entonces [...] el M al se convierte en un B ien ,50 Sartre
no est muy lejos de darnos la solucin del problem a cuyo enunciado
se em pea en ignorar.
2 .5 4
E l o g io d e la
5*1 Remitimos aqu ;t ha paginas llenas (Je m encin \ ele \erb o que Q :m de "Richard
consagr a la nm cl cit* M ckilic y que liemos utilizado impliumcmc {Climde Richard.
Lii ierrre blanchc de la bald n e Lcttri s iw/ricttwt'S. Aix-cn-Provirnce. Alinea 1987.
pjis 73>1 12 > 77)
55 h.uL pag 95. Y iA autor ^losa: 'Literatura un ei seniido ainurieiino de i pala
bra u-Jo estrilo documental o no l decir od;i 'Bfn
a l e v El
al
255
56 ihu pdfi* $3
57 Basndose en l:i afirmacin d c J o b segn ia cual "Leviatan deja tras l un surco
lum inoso ilhid.)
58 fin efecto, la ausencia de Achab planea sobre toda la primera parte de lu novela
Desde fcs "esfera invisible ' de su cabina simtrica al espacio vaco donde se encuentra
Moby Dickj en la que se inclina sobre sus mapas, el capitn ejerce el poder del "signo
invisible que se revelar de pronto a los marinos tstupcacos el da en que har su
256
E l o g io
d e la nada
a lev del
M al
257
258
E l o g io
d e la nada
65 a
La m
Da. M al
259
260
E l o g io d u l a n a d a
Captulo 5
E lo g io
262
de
la nada
2 C orno io explcita cl rexto de F reu d : "C n tu sen vor scim-r ilirn 5clb.sc unixrkiirmct
L a muerte de D on J uan
263
264
E logio de la nad \
L a m u e r t e nn D o n J u a n
265
266
E logio de la nada
El sacrificio de Antgona
La figura de Antgona se alza, frgil e inflexible, para marcar el
avance del hroe trgico hacia el punto donde *ei deseo se anuda
con la leyM<ly donde el significante primordial (S,), originariamente
reprimido para uligar [hiuJe/i\ la pulsin ,n ata en un mismo nudo
la falta del sujeto y la falta del Otro. Avance inaudito que conduce al
hroe hasta el lmite donde falta toda representacin y donde se en
frenta con el significante de su muerte. En este punto de virtualidad
absoluta, Antgona es liberada de la cadena de los significantes ima
ginarios que entorpecen a los otros protagonistas del drama: la Dike
a la que responde se mantiene en efecto ms all de los mandamien
tos de Creonte y de las consideraciones moralizantes del coro:12 muda,
L a muerte de D on J uan
267
13 As como se lo recuerda el corifeo: \Sola entre los mortales, por ti misma {aut-
268
lo g io du l a n a d a
a muerte d e
.D o n J
uan
269
El forzamiento de lo simblico
270
E l o g io d e l a n a d a
271
25. As. los destinos de Antgona y dc Donjun se oponen punto por punto. Mien
tras que la muerte dc Antgona, redoblando la de Edipo. funda la historia simblica dc
Atenas la opcin dc Don lun demuestra que ti hroe sublime vuelve al punto de t.v
nihilo en el que se origina; sin antes y sin despus, su neto nos significa que todo empieza
> aotoa con l. lista conclusin refuerza todava ms el carcter paradjico de una obra,
debida al ejecutor oficial de las diversiones reales, que anuncia en el apogeo del siglo dc
Luis XIV la aurora dc la modernidad.
Eplogo
E s el psicoanlisis un hum anismo?
I m hombre, entre imposible e interdicto
Por qu ia guerra?"
Cuando es interrogada por el psicoanlisis, la cultura de la moder
nidad confiesa que ella tampoco realizar el fin de la historia Sin em
bargo, es esta conviccin lo que a pesar de todo sostiene la empresa
del socilogo, del psiclogo, del pedagogo y el poltico, que confian en
que acabarn determinando los principios que instituirn un sistema
comunitario igualitario y justo que, a su vez, permitir a los individuos,
de acuerdo con la sentencia de Montaigne, hacer de hombre y en la
forma debida Ahora bien, el psicoanalista naci dentro de la corrien
te de esta gran esperanza cientfica civilizadora En el umbral de su
descubrimiento, Freud crey que esa praxis nueva, que restitua al
paciente el sentido de su historia olvidada, poda, devolviendo el sen
tido de la responsabilidad, contribuir al progreso de la cultura. Pero al
cabo de algunos aos (entre 1912 y 1915), las elaboraciones de Ttem
y tab y los callejones sin salida del Hombre de los Lobos, conjugados
con ia conflagracin asesina del primer conflicto mundial, le impon
drn la idea de que las fuerzas pulsionales que rigen el destino del hom
bre se desarrollan ms all del principio del placer
Esta concepcin encuentra su expresin, veinte aos ms tarde,
en 1932, cuando Freud, a iniciativa de la Sociedad de Naciones, de
bate con Enstein, el humanista, la cuestin del origen de la guerra.1
1 F ru id "Pourquoi b guerre?" Riihais. IJrs H M p M I l. o/> cit.. p gs 2032 t5 [E il casi.: Por(ticla aturra'-. O C . voi 2 2 ]
274
E lo g io m la n ad a
2 hLa leyenda griega cap una compulsin que todos reconocen, porque todos fu
han sentido Cada oyente fue algn da. en germen, en su imaginacin Edipo. y se es*
panta ante la realizacin de* su sueo traspuesto a la realidad se estremec: en (a medida
de la represin tjnc separa su es lado infantil de su estado acruttl" (Cana a Fiess del i 5
de octubre de ltV7. en Im V
Jt h psycbtinatyst op d i . pg ITO
p il o g o
275
276
E l o g io d l a n a d a
6 Lucan. Scm. XVIII. "D'un dscours qui ne scrait pas tlu semhlant sesin del 19
de majo de W I (mOditul
7 Freud " Les (heorits scxucllcs itifiintik-s . i t l m H i i!P-Sf'tM
E p l o g o
277
278
E l o g io d e l a n a d a
9 Hilo coincide con la afifmarin de Lacan: Un las tablas [de la ley], nada hay
escrito [ ] salvo las leyes de la propia Palabra" (Lacan. 'Remarque sar le rapport de
DankI Lagache P' lienta. np. a i pg 648)10 "Hablador sutil'. precisar algunos siglos ms tarde el (lannocchialc aristaiti ico
de Tesauro, "que con lemas, con hnprissc heroicas y smbolos figurados, comunica a los
hombres y a los ngeles sus pensamientos trascendentes'' (citado por G Agamben. Stanzi\
op v/ pg. 2 3 VL
11 El amo cuyo orculo est en Deltos lio dice [hgtrtl ni esconde \knptti). sino
que significa (st tnai m i) {Herclito fragmento 93)
E p l o g o
2 79
280
E l o g io d e l a n a d a
E p l o g o
28 1
La muerte de la Esfinge
La pregunta de la Esfinge, considerada en su contenido (Cul es
el animal que anda en cuatro paras, dos patas y tres patas?), descubre
que lo real que lo designa es el de la genealoga propia del hroe, en la
que todos los padres, en cada generacin, llevan inscrito en su nombre
un defecto que afecta a la marcha. Edipo era pues el nico que poda
18 Tradicin cu lu que se inscribe tambin G. Agiinibcn (/> cit. pg 25 i )
1c) listo coincide con ia afirmacin de Lacan de que ldipo no tiene complejo de
Hdipo (Lacan. Scm Vil. Lclb/tii , np cit pg. 356)
282
l o g io o la n a d a
E p l o g o
283
284
l o g io d e la n a d a
trada les dice: Venid a ver el lugar donde estaba Jes s. E id a decir a
sus discpulos que se levant de entre los muertos y os ha precedido en
Galilea. All es donde le veris.25 L a palabra del Angel se dirige, ms
all de las Maras, a la com unidad de los creyentes, para significarle
que al final Cristo no asiste a su cita con los hombres:2* una vez ms, la
promesa del encuentro se funda en la falta del cadver como significante
-com o significante que falta.
As, las com unidades sim blicas se instauran todas ellas en la de
saparicin del hroe fundador, en una tumba vaca, mientras que las
com unidades imaginarias (las nicas que existen en este mundo) ba
san su permanencia en el mantenimiento de la figura totmica del pa
dre Por eso el mausoleo de Lenin conservaba, adems de los despojos
em balsam ados del hroe epnimo, el marxismo momificado En nom
bre del mismo principio, todos los cuerpos constituidos (estados,
religiones, sistem as y escuelas) se perpetan en nombre de un corpus
dogmtico sacralizado, cuya conservacin consagra el olvido del decir
sim blico originario sobre la traicin del fundador
Q ue E dipo, el trmino de su existencia, encuentre refugio en el
recinto de los Eumnidas, que Scrates se quede extraamente solo en
el momento de la ltima libacin, muestran que la ciudad griega se
inaugura con la falta, pero se desarrolla con un faltar a la falta. L a muerte
de Jes s, realizada bajo la traicin tres veces repetida de Pedro, es un
testimonio de que la aurora de la cristiandad se eleva tambin sobre la
renegacin de la Ley vinculada con la figura del padre muerto.
E p l o g o
285
dre asesinado com o testigo de que est muerto de una vez por todas y
ya no hace falta matarlo de nuevo.
D e forma que los hombres no se han reunido, com o ellos creen,
para actuar unidos por el am or y por un mismo bien, sino para desco
nocer juntos la voluntad de goce que alimentan en el fondo de su cora
zn. Esta voluntad separa a cada uno dc todo el resto y determina el
odo reprimido -desplazado de las figuras del p ad re- que los herma
nos se tienen en adelante siempre dispuesto a irrumpir com o verdad
insoportable en cuanto la maquinaria significante se encalla. L o de
muestran Alcestes o Rousseau, que revelan el engao primordial que
se encuentra en el principio de las comunidades.
Voltaire puede espetarle a Je a n Ja c q u e s, sin duda, que slo el
malvado vive so lo , siempre que se entienda que el malvado, en este
caso, es nicamente el que no ha cum plido en el crisol del significante
esa metabolizacin del odio que se llama am or D e hecho, el debate
entre Voltaire y Rousseau demuestra que slo la vida social les permite
a los hombres soportar, compartindola con los dem s, la culpabilidad
reprimida del mal que constituye el corazn de su ser. Pero hay que
saber que esta em presa est condenada a la fatalidad que afecta a toda
represin: el retorno de lo reprimido nunca permite, nos dice Freud,
saber por adelantado en qu direccin va a decantarse el fiel de la b a
lanza que decide entre la idealizacin y la persecucin diablica de la
Cosa,27 o sea entre consentimiento al deseo y voluntad de goce.2l En
virtud de este principio, las civilizaciones slo se perpetan a condi
cin de negar el m alestar que las marca y que proviene de una mal
dad original relacionada por Freud con la figura satnica del supety,
que a veces, com o sabem os, puede encontrar su encarnacin en el
mundo.
En algunos momentos de la historia, la voluntad del mal y el im
perativo superyotco se anudan, en efecto, para suscitar esas comunida
27 En su oposicin lgica y semntica a lo simblico, lo diablico ' {dia - a travs,
ms all) traduce la voluntad de alcanzar Jes Dmg en cortocircuito respecto a la media
cin significante
28 La represin trabaja de forma completamente individual [. ] un poco ms o un
poco menos de deformacin y el resultado cambia por completo En este mismo contes
to. se puede comprender que los objetos preferidos de los hombres, sus ideales, se deri
ven de las mismas percepciones y cj periencias que los objetos que les producen mayor
horror'' (Freud. Le refoulement '.. Mcttipsycbofogie: op c it. pg. 51)
286
E U >010 DE LA NADA
29. "El principio tic los principios crac! Abismo" (v 16) o sea la h iim c i a chaos.
50 Lacun. "Posion de l inconscicnt E ai/s op ni pi 845
E p l o g o
287
288
l o g io d e la n a d a
cente, un hom bre que sera el p ro d u cto de una represin lograda -sin
retom o de lo reprim ido. E ste hom bre es el yo d e la tradicin clsica,
reencarnado en el ego de la psicologa posfreudiana C om o su cam po
es el cam po de este yo, instalado en sus certezas, las ciencias llam adas
hum anas po r fuerza han d e participar en esa em presa de d esconoci
m iento de la m aldad que el psicoanlisis desentra en el corazn del
hom bre A lejando por principio d e su cam po de estudio la accin de
las form as de desunin, regidas po r T n ato s, todas esas ciencias -la
historia, la sociologa, la psicologa, lo educativo, lo p o ltico - conside
ran solam ente el trabajo de construccin realizado, a lo largo de los
siglos, en cabezado por el yo, p o r los progresos de la cultura, vistos con
confianza com o una firm e marcha hacia una m ayor justicia y felicidad.
E sta conviccin slo es sostenible si se finge ignorar que to d as las civi
lizaciones estn condenadas a desaparecer,*2 rebajando la tesis freudiana
d e la pulsin de m uerte al rango de una am able fantasa.
L a s ciencias hum anas ignoran, de hecho, que las com unidades hu
m anas tienen la m ism a estructura que el yo, y que el progreso q u e las
em puja hacia adelante n o se lleva a cab o en nom bre d e una b squed a
de la felicidad, sino en la voluntad sostenida de negar la desgracia - n o
en nom bre del bien sino en la represin del mal. L a em presa cientfica
tam bin est som etida al principio universal por el que el hom bre fin
ge creer que tiene ante s el porvenir para ignorar que est contra la
pared E l psicoanlisis vino desdichadam ente a desgarrar estas ilusio
nes que sostienen los espejism os del yo y de la vida social, abriendo,
una vez m s, la caja d e P an dora que los hom bres, con razn, mante
nan cerrada.
E plo g o
289
la alteridad origin al.51 Ello exp lica que la aversin que suscita encuen
tre su expresin, en la escena im aginaria del m undo, en la denegacin
declarada de todas las diferencias.
E sta d en eg aci n trad u ce la v olu n tad de m an ten er el universo
ednico de la infancia, que F reu d relaciona, en 1908, con el rechazo de
la diferencia de los s c x o s M L a cultura anglica m oderna propugn a as
una igualdad gen eralizada que borrara todas las diferencias: en p ri
m er lugar, po r supu esto, la diferencia paradigm tica de ios sexo s (que
inscribe el Pem snetd en la lista de los valores de la R epblica); luego, la
diferencia entre las generaciones (hoy da, uno es la herm ana m ayor de
su hija y e! com paero de su hijo); finalm ente, las diferencias natura
le s entre los individuos (ahora todos los nios, cualquiera q u e sea su
handicap, tienen derecho a acceder a la clase su perior y a practicar to
d os los deportes).35 E l diablo de la m odernidad ya no em puja al hom
bre a la com peticin ni a la transgresin: lo induce, po r el contrario, a
la tentacin de la inocencia V 6 hacindole so ar en un m undo donde
pod ra vivir en arm ona con sus sem ejantes y su m edio >sin responsabi
lidad y a salvo de ia culpabilidad. A s se m antiene el engao al que el
sujeto y el yo pu ed en recurrir p o r obra del lenguaje, d e tal form a que
el yo consigue satisfacerse con sus objetos.
290
E l o g io
dc la n ad a
mismo tiempo por el fracaso cid principio del placer y por la voluntad
de restablecer dicho principio. As, el yo y la realidad no se presentan
ya como datos inmediatos de la conciencia, sino como productos de
un proceso de escritura laborioso llevado a cabo a travs de una serie
de operaciones de traduccin {Oberselzttfig) de los que se sabe
( Traduttore. tradllore) que siem pre implican un resto, de manera que
a cada transposicin (Bntstelhmg) de un ' registro de inscripcin 4
(Niedcrschrift) a otro, la nueva transcripcin traiciona la impotencia
del lenguaje ( Versaguug) para transferir (bertragcu) la totalidad del
texto anterior Lo que reconstruimos a poslerton como algo que ha
sido un prim er real, revela ser, a fin de cuentas, de transformacin en
transformacin, una pura ficcin a la que sin em bargo le concedemos
nuestra creencia y nuestro crdito y que llamamos realidad, mientras
que, de forma com plementaria, el yo, como espejismo., revela estar
construido sobre la forclusin originaria del sujeto.
A esta impotencia esencial que afecta al lenguaje y, en consecuen
cia, ai sujeto, Freud le da un nombre: la represin. 48 La represin es lo
que determina que no haya relacin del hombre con su mundo, ni dei
yo con sus objetos. Lo cual significa que el sujeto del lenguaje entra en
la vida m arcado por la barra que separa al significante de significado,
o sea, por la arbitrariedad dei signo -b ajo el principio de la falta que
distingue al hombre de las otras especies animales y que da sentido a la
nocin de adaptacin
Scits'W.ii'cih' pxu'bd/itllysi op
E plogo
291
(
(
(
29 2
E lo g io
d e la n a d a
C
(
EPLC K iO
293
294
E l o g io d e l a n a d a
Boi!eau*Despreaux, Nicols. 78
Booz, 209
Bosch. Jernimo, 121
296
E l o g io d e l a n a d a
Courtebarbe, 169,172
Creonte, 169, 199, 201, 2Iln. 225n,
228n, 266
Cronos, 279n
Cukor, Georges, 40-41,43.. 44n
Cureau de la Chambre, 92
Dante, 98n
De Foe, Daniel. 112,113n, 114
Diderot, 268n
Dtkc, 201,227,266
Digenes Laercio, 4 9 ,5 0 ,132n
Domingo (Santo), 294
Don Carlos, 16,189.224n
Don Luis. 16,201-203,205,210,211,
269
Don Quijote, 97
Doa Prouhhe, 225,230,264,265
Dora, 32,74,213
Dostoievski, Fedor, 107n
Drogo, 109,154, 157,158,265n
Du Bouchei* Andr, 48n
Ducros, Franc, 118n, 121n
Dumzil, Georges, 81n
Dnucan, 125
Duras. Marguerite, 25
Durero, Alberto, 97,155,158
Hawlt'l, 91n
Hegel, Friederich, 283
Herclito, 245,278n
Hesodo, 245,280
Holderlin, Friederich, 294n
Hofmannstahl, Flugo von, 157
Flolbach (barn de), 17n
Hombre de las Ratas (el), 18,29 40,
53, 94n, 99,121, 124, 125n, 128,
,129.130.131, 135,
184n.. 216, 236.. 249, 252. 262, 263,
277,293
Hombre de los Lobos (el), 18,2 ln, 29,
76n. 94n, 273,293
Hugo, Vctor, 125n
n d i c e d e n o m b r e s p r o p io s
JastOsk, Rene, 93
Jess.,106, 2Q8,225n, 226, 228,21%
283,2S4
Jones, Ernst, 141
jouhandeau, Maree!, 209
Juanita, 18,43,216,230,249n, 277
J t a p Cari Gustav, 287
Kanut, 125
Kuwawa, Akink 80.293 fi
E j Bruycre, jean de, 105
La Pontainc, lean de, 197
La Rochefoucauid, Frangois d, 79
Labdikidas, 203,204,208,266. 281
Landru, Henri Dsir, 242n
Lautramont {IsidoreDucasse, Damado el conde de), 251n
Layo, 204,209,275,280
Le Gaufey. Guy, 114n
Letiin, 284
Leroi-Gourhan, Andr, 26n, 28n
Lcssing, Gotthold Ephraim, 105
Lvi-Struss, Claude, 68n
Lorris, Guiliaume de, i40n
Losey, Joseph, 107
Louys, Pierre, 108n, 189n
Lucas (San), 226,227
Macbetb (Lady), 124N129
Magdalena, 207n, 228n
Maldoror, 25 In
Mannoni, Octave, 4 2 ,174n
Mateo (San), 283
Mauss, MareeJ, 10,11,17,65,66
Melville, Hermn, 249n,
256n,258
MiUer,Jacqiaies*Alin, 187n
Mirbcau, Octave, 253a
MobyDick, 254-255,258
Monje hurao, 17,,M 54,59,61-63
254-255,
297
Montaigne, 271
Narciso, 14On
Nietzsche, Friederich, 60
Orantes, 34,94,158
Pablo (San), 229
Pandora, 288
Pascal, Blas, 69
Perseo, 275
Picasso, Pablo,
Peirce, Charles Sanders, 21n, 279n
Pietl, dofld, 27n
Platn, 144,190,288
Flauta, 261
Plotino, 225
Poe, Edgard Alian, 73,250
Polinices* 199,211r>, 225n, 230,232
Proust, Maree!, lOSn
Queeqne& 257,258
Rabclais, Fran?ois, I23n
Rameau (el Sobrino), 268n
Richard, Claude, 254
Rilke, Rainer Mara, 74
Robespierr, Maximilien d, 190-192
Robm oi, 112, 113, 114-116, 120,
124,125,129,141,198
Rodrigo, 225,230,265
Roland, 33 n
Rousseau, Jean-Jacques, 96.285
Rckert, Fredrich, 205
Ruth, 209
Sade, el Marqus de, 198,216,251n.
266n, 267n
Saint-vremont, Charles d, 91
Sagnon, Bermtrd, 81ii, 83n
298
E l o g i o d e l -\ n a d a
Yocasla. 2 0 4 ,205,209,275
Janatos, 244-246,287
ndice de conceptos
M C fi, 97.99
i;rfeedOTvifi64.S(5 174. i75?Q5rc,
263n
afnisis, 3a -43, 48. 127, 128, 129.
149n, 216
aficionados, 82
"agaliua". 106, I94n
agresividad, 66, 102, 242, 243, 260:
A h tambin Odio
'"aislamiento obsesivo, 145,156.157
alma bella, 222
alienacin
- y segunda negatividad, 30, 35, 50,
112, 117,148. 152,153, 199, 200
- y vacilacin del sujeto, 30, 46, 49,
148.250
alucinacin, 94n
analidad, 120-123
angustia, 46, 69n, 71, 106, 147, 150.
175, 180,228,242.262
- del Otro con mayscula, 46,49
A ngstbe/iiri btrwg, 125
antisemitismo. 165
Aiizc-icheti, 72,74, 87
caridad
- histrica, 219-224.220
- obsesiviR 224 n
- perversa 232
carnaval, S5
carretel (juego del), 149, 150; vase
tambin Fori/da. afnisis
causa
- y represin originaria, 53,55
- significante de la, 41, 43. 44, SSn*
64. 129.143.183
- perdida, 60, 226, 227, 230. 233,
267n
r buena, 222. 223. 227, 233
- fabricacin, 55,58
- identificacin a la, 265
- elisin de ia. 57,106
- fantasma de ia, 29,53,55,58, 191
- fascinacin de la. 52
i figura de la, 51,54,59
- mana de la. 54
- nostalgia de la, 52-55, 62
- obsesin de la, 56
rbisrariedad dd signo,
feflSSs l l 59
causalidad
- sistema de, 42,44, US
- principio de. 145
Caverna Imito d i ia).58, 144.288
'ceder en cuanto ai deseo", 202
CbMI; M, j p . 84, 143-
HL 290
barate, 2Q9
borramiento. 113-115. 126,127. 129.
134n
fe sf
snt'
2 1 4 ,2 5 0
300
E l o g io d e la n a d a
n d ic e d e c o n c e p t o s
Ewbeit, 77
Einzigcr Ztig, vase- Rasgo unario .
"77. 206,209
enamoramiento, vase Verhbbeit
Encarnacin (misterio de la), 52
enigma, 281
Bnifrcmdung, vase extraeza",
Uubcimliclj.
escisin
- de das Ding, 247n
- del yo, 172
- obsesiva del sujeta, 156
espejo
- relacinenel, exprienSfcfel, 25n,
26.103, 147,186,221
- Im aginen5p, 109,J'1'I9, 195,220?
289o
- y fort/da. 151
espera, 154,158
esquizofrenia, esquizofthicb,; 21 *
94n, 145,157,264
tica pen'ersa, 219
Eucarista, 58, 82
llraBe' originaria del sujeto. 282;
vte tMfon ForclusiiMcJ su
jeto.
*xfiihilo, 190,192,233,27 In; ttasf
tambin Sin causa"
cattraicjsat*214
fanatismo, 52,5 4 ,5 5 ,5 8
fetfchjfetSijs't^S', 29, 58i 1 7 b ,
129, 161,247 27$
301
fobia, 29,43
forclusin, vase tambin Verwcrfung.
- del sujeto, 19, 20, 21-23, 77, 114..
214,282,286,290
~ de los signos de percepcin", 21
- del significante del Nombre del
Padre, 29n
- del significante flico, 29, 99, 250
- del sujeto, 184,293
fort/da, 26, 43, 46-49, 127, 150, 151;
vase tambin Afnisis, juego del
carretel.
goce
- y deseo, 169-172, 175, 202, 205,
238,281
- del yo, 154
- del supery, 266
- del Otro, 184.270,271
- del obsesivo, 133, !*$} t54
- del js ^ e s o , { 2 *^ 1 * 250v2S?*:.
- del p a d re p r im o fd is!, 184, 212.
213,216,277
- de Dios, 231
-
ab so lu i$ ;!2 f .'
302
E l o g io d e l a n a d a
- ficticios, 183,189,201
- abolicin de los, 113, 188. 189,
190,192
ideal del yo
- y rasgo unario",48,85,169,196,
206,209,213
- significante del, 39,188
- signo del, 34
- y supery, 188,201,202.. 208
- imaginario, 85,141,152
- realizado, 77, 86, 142, 173, 188,
213.214,258,263n
- en el principio de la comunidad,
33,85
- e irona, 188; vase tambin Ras
go unario
idealizacin, 100,181,188,221,247,
285; vase tambin Yo ideal
idntico, 117,120
dentificacin(es)
- primera, 31,76,77, 85n, 86,211,
212
- segunda por el rasgo unario, 31
77
- tercera por el sntoma, 69 70,72,
74,220
- histrica, 47,70-77
_ y caridad, 220,233
- desmontaje de las, 44,186
- y doble negatividad, 31
ignominia, 236,242n, 265
imposible, 276-278 280
increencia, 16-18,52n, 58,59,62-64,
181-184,233; vase tambin Para
noia, integrismo, fanatismo,
integrismo, 52,62
intercambio (sistema de). 10, 16. 17,
35,52,63,65.67,163
interdicto, 276,277,280
irona, 186,187n 188,263
juicio
- de atribucin, 22, 23, 29, 32.
114, 146, 166, 239, 241n, 242,
247n
- de existencia, 22,23,242
Ltist leb, 76
Mal, 237,247-254
maldad. 237-239
maldicin
- simblica, 96,203,204n, 205-208.
281,287
- imaginaria, 206,208,210,211
- diablica, 208,209
- el hijo como, 206
- mal-dicho, 279
manos negativas, 24-26
matemticas. 184
melancola, melanclico, 46, 91-93,
97,106,107,247n
minuto de verdad, 81, 83. 84
n d ic e
de conce
p ro s
303
304
E l OCIO DE LA NADA
- y caridad, 231
- pura 293 n
plaideras, 79, 80
posedas de Loudun, 78
posicin del sabio. 186
potlatb, 65
'presencia rear, 58, 129. 143, 163.
2.30
principio de realidad, 41,43
principio del placer, 221, 229, 233,
237,239. 241,247,251. 275,289
privacin , 20n, 286
pudor, 25
pulsin
- escpica. 25
- demuerte, 137,173,222,246,264,
265,288
- de vida, 246
queso o postre", 153,154
rasgo unario,
- t identificacin simblica, 32, 39,
44, 74, 209, 213; e identificacin
simblica pura", 206, 242
- imaginario,3 2 ,3 3 ,82n. 85,166
- realizado", 196n
- y vnculo social, 86
- fracaso de la inscripcin del, 31;
vast tambin Idea! del yc>, segn
da identificacin.
Real Ich, 21, 76, 114.213,214, 239
246,258,259
Redencin, 228
reliquias (de los santos), 55
renegacin, 29, 58, 63. 64, 183, 192,
226.250n.253.288
representacin de cosa, 156.157,184
representacin de palabra, 156,167
n d ic e d e c o n c e p t o s
representante de la representacin",
representacin de la Cosa
- com oS, 18,24n, 43n, 116, 277
- ptmto de fijacin de la pulsin, 19
- relevo de los signos de percep
cin'', 2 2 ,38n
- y significante flico, 24,26,74
- interfaz entre el sujeto y el Otro..
23
- figuras del, 116n. 279
- representaciones secundaras del,
19,38n, 162
- y obsesin, 158,159, .162,163
- y perversin, 39,46,250
represin originaria,
- y significante flico, 19, 74, 86,
155.175, 196
- y segunda negatividad, 30, 68n,
120
305
Wahrnehmungzeicbfn.
simbolizacin
- del cuerpo, 135
- del mundo, 25
- del sujeto, 19,22, 23.. 26,48, 114,
149n, 152. 199,200,214
sin causa, 191-193, 196. 232, 233;
253,263n, 276; vase tambin *Ex
nihdo'
sin-nombre. 34
306
E l o g io d e l a n a d a
Spaltnng, 135
subastas. 149,151
sublimacin, 82,179-181,261-264,
sublime, ISO, 216n.. 225, 234-236,
260. 271n; vase tambin Per
versin
suicidio, I73n, 222,246 264
supersticin 54
supery
- y deuda. I68n, 174.201
- y lev, 216.229
- ideal del yo, 188,201 202 208
- y padre ideal, 201.202. 210
- y humor, 186
- y diablo, 286
- maldad, 166,184n 243,262
teatro japons, 78; vase tambin N
da
verificacin, 142, 143
comprender.
Vorbild, 212
Vorstellungsreprascntanz, vase Re
presentante de la representacin".
Todestrieb. 137
traicin, 10.1, 102,107, 131
- del padre, 130
Trinidad (Santsima) 52
tristeza, 101
Ungesebeben machen., 128-, 129. 229
Unglattbtn, vase Increencia
Unbcimlicbe (das), 71
U/ilust, 241,247
Unverrngen, 192
Urbild. 76
uretral (erotismo), 120
Urvater, vase Padre primordial de la
horda
Urverdrngnng, 71. 105. fl2 183
290n; vase tambin Represin
originaria.
Urzeif S5
Wabrnebmung, 24,147
Wabrnebmnngszetcben. 20-22, 21n
.14, 115, 148, 175, 258; vase
tambin Signo de percepcin.
Wabsinn. vase Locura.
yo fuerte . 136
yo ideal, 39, 44, 152, 173 202, 209,
222, 225, 228, 231, 233; vase
tambin Ideal, idealizacin e ideal
del yo
"yo [/le] miento (sofisma del) 38
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