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Libro 2011 2012 I100p

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IQUIQUE EN 100 PALABRAS LOS MEJORES 100 CUENTOS

INCLUYE CUENTOS DE LA II Y II VERSIN DEL CONCURSO

PROYECTO ACOGIDO A LA LEY DE DONACIONES CULTURALES

IQUIQUE EN 100 PALABRAS LOS MEJORES 100 CUENTOS


INCLUYE RELATOS DE LA I Y II VERSIN DEL CONCURSO

PROYECTO ACOGIDO A LA LEY DE DONACIONES CULTURALES

Seleccin Ignacio Arnold y Carmen Garca Edicin Jos Ignacio Silva Diseo Margarita Ibaez Diseo de conos Pablo Luebert IQUIQUE EN 100 PALABRAS: LOS MEJORES 100 CUENTOS Fundacin Plagio Registro de Propiedad Intelectual N 226741 ISBN: 978-956-9304-00-2 Primera edicin: mayo de 2013 Tiraje: 25.000 ejemplares Se termin de imprimir en abril de 2013 en Quad/Graphics Av. Pajaritos 6920, Estacin Central, Santiago. www.iquiqueen100palabras.cl Distribucin gratuita / prohibida su venta

IQUIQUE EN 100 PALABRAS LOS MEJORES 100 CUENTOS


INCLUYE RELATOS DE LA I Y II VERSIN DEL CONCURSO

PROYECTO ACOGIDO A LA LEY DE DONACIONES CULTURALES

Conocer verdaderamente Iquique, al igual que conocer un pas, es una tarea compleja: no basta con absorber sus imgenes y aromas, escuchar las historias de su gente, aproximarse a sus texturas o disfrutar sus sabores caractersticos. Ningn sentido es suciente por s mismo para ofrecernos un conocimiento total de la ciudad, pero al leer un relato escrito con verdadero sentimiento por esta tierra, ocurre algo particular: por un breve instante poseemos una imagen verdadera de Iquique, una fotografa equivalente a un pequeo fragmento, al igual que los dibujos en tinta china slo tienen sentido de la mano de otros miles, cuando juntos forman el retrato nal de un lugar. En el afn de descubrir la esencia de esta tierra y mostrarla al resto del pas, este libro, con los cien mejores cuentos presentados desde 2011 al certamen Iquique en 100 palabras, impulsado en conjunto por BHP Billiton Pampa Norte y la Fundacin Plagio, cobra sentido.

Pg. 4 / Prlogos

Para BHP Billiton Pampa Norte entregarles esta recopilacin es motivo de satisfaccin, pues estamos convencidos de que ste y otros proyectos contribuyen a fortalecer la identidad y la diversidad cultural de los habitantes de Tarapac, poniendo de maniesto su inagotable creatividad, y amor por la tierra en donde viven. Estamos seguros de que con cada cuento tendrn la posibilidad nica de viajar con los protagonistas, y encantarse con una ciudad puerto que es muchsimo ms que la Zofri, playa Cavancha y el cerro Dragn. De esta forma sabrn realmente cmo es Iquique, un lugar que se rige por una hora distinta a la habitual, donde todava se siente el sonido del alador de cuchillos caminando por sus calles y en la cual conviven amigablemente hijos e hijas del desierto, quienes han llegado de diversas regiones del pas para quedarse y extranjeros de los cinco continentes. BHP Billiton Pampa Norte

Prlogos / Pg. 5

Como instantneas tomadas por personas comunes y corrientes, los cuentos que componen este libro nos muestran el imaginario de la regin de Tarapac. Un mapa construido a travs de los relatos de sus habitantes. Historias ntimas. Cotidianas, a veces; extraordinarias, otras. Mitos, leyendas y tradiciones. Los relatos son la ruta que nos conduce a la memoria de este territorio. Y es que Iquique en 100 Palabras es ms que un concurso de cuentos: es un esfuerzo por rescatar la identidad de la regin, aquello que la distingue y la hace nica. A travs de los cuentos, podemos capturar lo intangible de un espacio cargado de historias. El mito tras el Cerro Dragn. La vida de un boxeador cado en desgracia. Procesiones y estas. Inmigrantes que buscan suerte en una tierra desconocida. Un viaje en parapente. La vida en las salitreras. Frank Sinatra en una visita mtica. La historia del porqu en Iquique todo ocurre siete minutos ms tarde. Todos estos elementos se conjugan para mostrarnos lo profundo de Iquique.

Pg. 6 / Prlogos

Pero Iquique en 100 Palabras es tambin un proyecto que tiene un gran objetivo cultural. Con esta iniciativa queremos aportar a que miles de personas se atrevan a contar sus historias. Buscamos fomentar la escritura y la lectura, a travs de cuentos creados por escritores annimos. Los casi cuatro mil participantes que han formado parte las dos primeras versiones del concurso, nos animan a pensar que este objetivo se ha ido cumpliendo. Con la difusin de los cuentos ganadores en distintos formatos, hemos logrado llegar con literatura a espacios donde sta antes no exista. Es para nosotros un orgullo presentar este libro, que rene los 100 mejores cuentos de las dos primeras versiones del concurso, realizadas durante los aos 2010 y 2011. Con esta publicacin, adems, damos inicio a la tercera versin del certamen. Esperamos que estos cuentos inspiren a miles de iquiqueos ms y que este proyecto siga creciendo de la mano de todos ellos. Fundacin Plagio

Prlogos / Pg. 7

Pg. 8 / Cuentos

Frankie en Iquique
MENCIN HONROSA 2012

Me lo dijo mi abuelo antes de morir: Frank Sinatra estuvo en Iquique y l lo sac a pasear. Tena una foto, pero un gringo se la compr por unos palos hace tres aos. Visitaron el prostbulo de la Coa, Esmeralda arriba, y cont que de pura impresin las minas ni se acercaron. En el Bar Ingls uno se quiso pasar de listo, pero los portuarios lo defendieron. En agradecimiento, el maestro les puso unos vinos a todos. El viejo cont que el compadre era bueno pal copete, aunque nunca, nunca, tambale.

Juan Jos Podest, 33 aos, Iquique

Cuentos / Pg. 9

Calle Esmeralda
Aguz el odo y estir su cuello, inquieto. Siempre estaba solo en aquella casa, y en el silencio, el ms ligero rumor le sobresaltaba. Era anciano, dbil y slo relea sus libros viejos. Nunca andaba en las calles, les tema. Lentamente, abri la puerta. Con el pulso agitado, se asom y pudo ver, sentado apaciblemente entre los tarros de basura, a un hombre joven, un vagabundo, comiendo con voracidad y sin asco, inmundos desechos. El indigente lo mir con insolencia. Sus ojos eran limpios, francos. El viejo apart la vista incmodo, y con miedo, cerr la pesada puerta de hierro.

Juan Antonio Armijo, 55 aos Iquique

Pg. 10 / Cuentos

Parto aymara
El rostro de la mujer expresaba dolor, pero su cuerpo era resistente como el desierto en el que creci. Sus manos tostadas apretaban fuerte sobre su cama la manta a cuadritos de colores, sin emitir un gemido. El nio vena al mundo, su cuerpo lo expulsaba en una lenta caricia. Una vez fuera de ella, lo tom gilmente entre sus brazos y le ofreci sus pechos tibios. En un segundo la criatura se aferr a su madre, su fuente de vida, quien satisfecha lo observaba. Pudo sola otra vez, como siempre haba podido.

Paula Espinoza, 31 aos, Iquique

Cuentos / Pg. 11

Domingo de ftbol
La radio de domingo narra el partido en toda la casa. Los amigos del abuelo comen ceviche, acompaando con gritos o desmanes al hombre escondido en la caja con antena. Llegado el entretiempo, debo hacer el show para entretener las visitas. La nia es muy habilosa, les dice mi abuela, mientras sirve vino en la mesa grande del patio. Feliz recibo diez pesos junto a los aplausos. Se inicia el segundo tiempo y las mujeres entran. Abuela lava eternamente los platos, no s si triste o contenta. Yo la observo absorta. Eternamente, la sigo observando.

Sui-Leng Ma, 39 aos, Iquique

Pg. 12 / Cuentos

Santos micreros
Sali corriendo del colegio. Haba sido un da tedioso, incluyendo una liturgia a San Lorenzo. No era catlica ni crea en santos, pero no era eso lo que le molestaba de la festividad. Lleg al mercado para embarcarse hacia Alto Hospicio. No haba micros. Como de costumbre, los micreros haban encontrado ms lucrativo viajar hacia Tarapac. Luego de mucho esperar apareci una micro y se llen de inmediato. Seorita, su pase escolar sirve slo hasta las nueve. Y como no tena ms dinero, se qued sola en el paradero, pensando si todo hubiese sido distinto de haber credo en santos.

Abigal Parra, 30 aos, Alto Hospicio

Cuentos / Pg. 13

Nios extraos
MENCIN HONROSA 2012

Los nios de otros lados son extraos. Todos dibujan los cerros verdes.

Pablo Esquer, 27 aos, Iquique

Pg. 14 / Cuentos

Aventura dominical
Para el gringo todos los das son domingo. Saluda con gestos a tres amigos que cantan junto al sof. Ricos olores anuncian comida. Entonces, esperando sobre un neumtico, oye sin querer radioteatros del vecindario. Bajo un cholgun almuerza cojinova al horno. Tras la siesta, y sobre un somier, goza la matin frente al Westinghouse, con Tom y Jerry trampeando. Ms tarde llegan sus amigos cantores y empieza la esta. Pero a alguien no le gusta el cuarteto. Un disparo le llega al gringo y termina metros ms abajo para siempre. Fin de la aventura por los techos de Iquique.

Gerardo Segovia, 58 aos, Iquique

Cuentos / Pg. 15

Mi pijama
Lo que ms siento desde que llegu a vivir a Iquique, es que tuve que guardar en el clset mi pijama de polar.

Javier Narbona, 33 aos, Iquique

Pg. 16 / Cuentos

La promesa
Abatida y decepcionada entre las luces y el ruido, sali de aquel lugar, jurando no volver. Arrepentida por lo acontecido, se detuvo a contemplar el paisaje, descubriendo su hermosa ciudad y el retorno de las gaviotas que vuelan del desierto al mar, reejando al sol sus alas en el paseo cavanchino. Se dirigi al estacionamiento y regal las ltimas monedas al muchacho que afanosamente limpiaba su automvil. Retom la ruta que la llevara a vivir austeramente, quizs por un largo tiempo. Al llegar a su destino olvid por completo su promesa, dirigindose a jugar al casino de la gran ciudad.

Mara Anglica Canales, 48 aos, Iquique

Cuentos / Pg. 17

El viaje de Luca
El viaje fue agotador, sobre todo para Luca, que llevaba en su vientre a su primer hijo. Lleg a La Palma con una pequea y vieja maleta de cuero y le pregunt al italiano de la heladera si le haca falta ayuda, que ella de chiquita haba trabajado realizando distintos menesteres. El italiano la mir de pies a cabeza y se apiad de tan prominente barriga. As fue como mi sangre se vino del norte.

Liliana Lema, 32 aos, Iquique

Pg. 18 / Cuentos

Pequea esperanza
Amanece en Iquique, da sombro, plancho mi camisa, hoy nada puede fallar. Las estampitas del Lolo y la Chinita en mi billetera, reviso mi currculum, ojeo los avisos de empleo en La Estrella. Paso por la Kenita, ltimas plegarias, puerta 4, Zofri, comienzan mis entrevistas de trabajo: Te llamamos, te falta experiencia, deja tus datos. Mi suerte est como el da, rojizo, polvoriento y apocalptico. Apesadumbrado camino hasta el Genovs, me tomo un botelln y me entretengo con el cimbreante caminar de una colombiana, suena mi telfono: Maana presntese a trabajar. Anochece en Iquique, y te beso, pequea esperanza.

Brbara Ramrez, 33 aos, Iquique

Cuentos / Pg. 19

Cuestin cultural
Los forasteros an buscan la catedral frente la plaza.

Gabriela Rossi, 21 aos, Iquique

Pg. 20 / Cuentos

Hogar
Tiene las manos partidas por el polvo y respira con dicultad. Apenas carga en sus brazos las tablas que ha comprado. Las lanza a un lado y se sienta, intentando recuperar el aliento. Luego se levanta, sonre, coge una tabla y se pone a trabajar. Clava sin descanso, hasta lograr levantar una pared que luego admira orgullosa. Es el primer muro de nuestra casa, hecha con tablas viejas y cartn, en un sitio de la toma en la Jorge Inostroza. Pero nada de eso importa. Por primera vez tenemos un hogar y es mi madre quien lo est construyendo.

Andrea Campos, 32 aos, Iquique

Cuentos / Pg. 21

Guerrilla
Imagina volantines desgarrados, el reloj de la plaza Arturo Prat estancado en las 12 y una nia escondida en el trencito de Baquedano, porque mataron a su padre de un par de tiros. La camanchaca est negra por las balas, los pescadores callados por el miedo. Aqu ninguno de ellos vio nada y saben que pronto vendrn por ella. Es as como debi sentirse Omaira, cuando se tuvo que mudar de su pas hasta aqu.

Teddy Thompson, 22 aos, Iquique

Pg. 22 / Cuentos

Cojera nacional
Entraron al Democrtico y se sentaron en la misma mesa coja de siempre a brindar por quin sabe qu consigna olvidada. El vaivn del mueble se llev consigo un buen poco de cerveza. Ambos desviaron su atencin a la pata deciente. Por qu ser que siempre hay mesas cojas?. No es un problema del inmueble, es que Chile es un pas inclinado.

Valentina Lizama, 19 aos, Iquique

Cuentos / Pg. 23

El envo
Msica de Pink Floyd de fondo. Busca que busca el joven, pero no encuentra. Sigue en su bsqueda incansable hasta que se decide por preguntar: Disculpe seor, tiene el disco de Gepe, por casualidad?. Deja ver en el computador, le responde. Mientras tararea una cancin piensa que slo tiene 8 mil pesos para gastar. No est en Iquique, pero lo puede encargar, le seala el vendedor. Y a cunto est?. A 7 mil pesos. La dura?!. Objetivo cumplido. El vendedor le responde: S, pero saldra 10 mil con el envo.

Amada Ceballos, 18 aos, Iquique

Pg. 24 / Cuentos

La ltima cena
Estaba todo oscuro. Haba un silencio sordo que recorra la casa y las calles del pueblo. La mesa estaba iluminada con velas. Cenamos y nos remos recordando historias de los compadres que ya no estaban, de lo que se nos vena a la mente. No queramos dejar nada fuera. Luego, largos silencios. No s si era la luz de la vela lo que haca ver los ojos llorosos de los que estbamos sentados. Bueno, yo lloraba en silencio. Se acercaban las 12 y nuestros estmagos se revolvan cuando pensbamos que sa sera la ltima vez en nuestra querida Ocina Victoria.

Andrea Pizarro, 30 aos, Iquique

Cuentos / Pg. 25

Souvenir fotogrfico
La boya oscila como diciendo: No, no me gustan las fotografas.

Roberto Bustamante, 35 aos, Iquique

Pg. 26 / Cuentos

Iquique como la vida misma


Naci para el terremoto del 87. Aprendi a caminar tras una pelota en la cancha Dragoncito. Su vieja le compraba galletas en el caf Diana. Su primer juguete lo trajo un pascuero arriba de un camin tirando pastillas. Estudi en la Santa Mara y de colacin le daban un chumbeque y pan con aceituna. Su primer beso lo dio en Baquedano bajo una palmera y dos patos Yeco de testigos. Para pasar las penas se iba al Genovs. Y algn da subir inerte por Zegers a encontrarse con otros que, como l, han vivido de principio a n en Iquique.

Sebastin Zenteno, 25 aos, Iquique

Cuentos / Pg. 27

Hasta que bajen la bandera


Despus de casi tragar lo que su mam le preparaba, siempre algo relacionado con el mar porque su padre trabajaba en las pesqueras, sala sin polera, descalzo y con shorts, a buscar a los amigos. Tirando de la pita que colgaba de la puerta, entraba el Pelao a la casa del Lalo, para ir a Cavancha cruzando la LAN, y as correr grandes olas en cmaras de camiones. A cada rato mirbamos al frente, porque todos sabamos que cuando bajaran la bandera en el regimiento a las seis en punto, habra que partir.

Daniel Riquelme, 36 aos, Iquique

Pg. 28 / Cuentos

El crculo se cerr
Los nardos, en el cementerio de Iquique, cobijan a mi abuela Mara. La veo con pensionistas en ocinas salitreras luchar en su viudez con ocho hijos, manteniendo siempre el sueo de su vida: vivir en Iquique, que era la tierra prometida. Todo iba a ser mejor llegando all. La crisis salitrera le dio esa oportunidad. Comi en las ollas comunes enormes trozos de albacora, segn contaba mi madre, y tempranamente muri. El crculo se cerr, abuela: un bisnieto tuyo lleg a esta tierra y trabaja en una minera. Tus tataranietos estn recibiendo lo que soaste.

Naroa Lemus, 70 aos, Iquique

Cuentos / Pg. 29

Semillas de urbanidad
Corri de cara al viento con los brazos extendidos. Sus pies batieron el extremo del cerro hospiciano y con el ltimo impulso se lanz al vaco. Los extensores del parapente consiguieron elevarlo. Gravitaba en espacios de ensueo. El imponente sol lo abrazaba, el aire fresco lo acariciaba. Hacia abajo el ocano, con sus labios blancos, besaba las costas iquiqueas. Sinti que su esencia se fragmentaba y luego se vaciaba sobre la ciudad. Pudo as estar, al mismo tiempo, tomando un helado en la plaza Prat, comprando en Zofri y disfrutando del mar en Cavancha.

Osvaldo Urrea, 44 aos, Alto Hospicio

Pg. 30 / Cuentos

Domingo en la maana
Levntate!, hay partido en el complejo Tadeo Haencke, me quers acompaar?, escuch cuando todava no despertaba. Es el abuelo Ral que ya se va a ver las pichangas. Me levant de un salto, corr lo ms rpido que pude a lavarme los dientes y cambiarme de ropa. Cuando estaba listo, sal corriendo detrs del abuelo Ral. Me detuvo en seco un espejo que me cont gritando que el abuelo ya no estaba, que la cancha ya no estaba, que los viejos que jugaban ya no estaban, que estaba viejo y que la nostalgia se meta hasta en mis sueos.

Christian Morales, 28 aos, Pica

Cuentos / Pg. 31

Lo lemos en los diarios


Estbamos esperando tanto tiempo una estrella fugaz, y cuando pasa por el cielo, ni siquiera la salimos a mirar.

Ral Belmar, 33 aos, Iquique

Pg. 32 / Cuentos

Museo
Mientras escuchaba al gua del museo, me par en el lugar desde el que Prat salt al abordaje. Me retaron por pararme en el borde y poner mi vida en peligro, y eso que no haba humo, ni balas, ni ruido, ni miedo, ni guerra, ni menos un barco enemigo espoloneando.

Gonzalo Norero, 33 aos, Iquique

Cuentos / Pg. 33

Despedida
Mir por ltima vez la llanura de los cerros. Sent el viento en mi cara y divis a lo lejos mi pueblo. Volv la mirada hacia los ojos de mi madre. Comenzaron los cudese mucho, que el Tata Inti lo proteja. Me llen las alforjas de charqui, quinua y unos tamales. Cuando se despidi me dio un beso empapado de lgrimas. Antes de subirme al bus mir atrs y ella se vea triste, pero orgullosa. Me coloqu los audfonos del MP3, encend el celular y me fui a la ciudad en busca de mi destino.

Jorge Caucoto, 41 aos, Iquique

Pg. 34 / Cuentos

Entre las llamas, recuerdos


Tome lo que pueda, que est todo asegurado, le dice el hombre con acento extranjero. Las llamas en el galpn se elevan cada vez ms y sus amigos de la Compaa Italiana de Bomberos se encargan del fuego, soportando el calor agobiante. El suelo est lleno de artefactos que le recuerdan su niez. Las lmparas chinas, el ventilador porttil, la radio a pilas como la que talo, su abuelo, llevaba al estadio. No puede evitar sonrer mientras, como un nio, llena sus bolsillos de recuerdos y pequeos tesoros, todava con olor a plstico nuevo.

Araceli Castillo, 36 aos, Iquique

Cuentos / Pg. 35

El abuelo y su amigo punky


Todos los aos nuevos un punky visitaba a mi abuelo en su casa de Genaro Gallo. Me sorprenda su pelo puntiagudo, aunque se le notaba la cola fra. El ltimo Ao Nuevo antes de que muriera mi abuelo, el punky pas por la casa a saludar. Mi abuelo no lo reconoci y le cerr la puerta en la cara. El joven punk vesta terno y corbata. Se haba tomado en serio lo del Ao Nuevo y el sistema.

Michael Leao, 25 aos, Iquique

Pg. 36 / Cuentos

Somos surfistas
Es extrao, pero sucede que a muchas personas slo las he visto otando en el mar, y nunca me las he topado con los pies sobre la tierra.

Francisco Serrano, 27 aos, Iquique

Cuentos / Pg. 37

Hbito iquiqueo
Desapareci hace muchos aos. S que ya no est y creo aceptarlo. Sin embargo, todava miro al cerro cuando no s qu hora es.

Pablo Esquer, 27 aos, Iquique

Pg. 38 / Cuentos

Festejos
Y en cada lugar del pas al que iba, los borrachos me recordaban lo glorioso de mi ciudad.

Eleazar Salinas, 28 aos, Iquique

Cuentos / Pg. 39

La Tirana chica
Mira, pap, un diablo. No, Agustn, es slo un bailarn disfrazado, contest pap. Lo que pap nunca supo es que Agustn apuntaba ms arriba, hacia el cartel del candidato a alcalde que estaba en el poste de la luz.

Camila Castillo, 23 aos, Iquique

Pg. 40 / Cuentos

Aire
Sus ojos hundidos no tienen brillo, sus costillas pegadas a la piel poco se mueven, no puede respirar, yace en su lecho. En el fondo sabe que la muerte se acerca. No desea ayuda, el cansancio de vagar por calles y depender de una copa para ser feliz lo tienen consumido. Se desmaya. Despierta en igual condicin, nada ha cambiado, est solo. Para qu clamar por alguien si nadie lo busca. A lo lejos oye rer a su nieto, su orgullo, lo extraar tanto. Respira, el aire se hace escaso, duele. Piensa en el pequeo, sonre, da su ltimo aliento.

Margarita Barraza, 25 aos, Alto Hospicio

Cuentos / Pg. 41

Primer da
Por Ramrez derecho hacia el mar, pasando primero por OHiggins, luego Bulnes, Orella, J.J. Prez, Rodrguez y llego. A la vuelta lo mismo, pero al revs. Salgo por Ramrez derecho hacia el centro, pasando por Rodrguez, J.J. Prez, Orella, Bulnes, OHiggins y llego a Ramrez 1026. Maana entro a primero bsico. Estoy un poco nervioso, primera vez que me voy solo.

Rodrigo lvarez, 31 aos, Iquique

Pg. 42 / Cuentos

Perezosa
He trabajado cuarenta y cinco aos como funcionario municipal en este puerto perezoso, corrigiendo documentos, llenando informes, timbrando sellos, aguantando insultos sin tener que hacerlo. He saludado a las mismas caras durante miles de horas, y llamado a mi esposa sagradamente cada da a las doce: ya nada me impresiona. Sin embargo, siempre seguir siendo un misterio el porqu del cansancio de una ciudad que a las dos de la tarde se guarda y queda como leona adormecida, hasta que algn mal sueo la despierta a las cinco, puntualmente.

Juan Jos Podest, 33 aos, Iquique

Cuentos / Pg. 43

Espectculo masivo
La escena reejaba la importancia de tamao acto circense. Nios se amontonaban para ver las luces brillantes y escuchar los sonidos retumbantes. Seores en las esquinas corran para no perderse la actuacin de las mquinas. Una seora trajo una silla, mientras llamaba a su hija para que llegara pronto, ya que todo era gratis. Las caras de a lo menos cien personas pasaban de la angustia a la felicidad mxima. Los actores fueron aplaudidos por su desempeo majestuoso. Y as se termin la funcin de una casa incendiada ms, en un rincn de Iquique.

Carlos Correa, 36 aos, Iquique

Pg. 44 / Cuentos

De play y de ruedas
Del casino a Baquedano son dos canciones y nunca me he demorado menos de tres para llegar hasta el trabajo. Le doy play al iPod como quien hace contacto con el motor y me voy al son de lo que el shufe disponga para mi viaje. Tres si voy normal, cuatro si no hay ganas, si me suena algn indie lastimero o si se me atraviesa un escuadrn militar trotando en sentido contrario. El camino siempre es el mismo, pero el viaje nunca es igual.

Ana Fritz, 26 aos, Iquique

Cuentos / Pg. 45

Carla a nivel 0
Cada vez que el alma se le aprieta y que el ruido, el smog y el trco sobrepasan su armona, o cuando piensa que las ciudades sin mar son como un chumbeque sin miel, vuelve a bajar los cerros. Vuelve a caminar descalza por la playa, hundiendo los pies en la arena mojada, mirando cmo desaparecen lentamente sus huellas, imaginando las estrellas alborotando a la luna, la msica de las gaviotas, las olas, el aroma salino. Es aqu cuando siente que el nivel 0 es el punto de partida hacia la perfeccin.

Patricia Carvajal, 52 aos, Iquique

Pg. 46 / Cuentos

Feria
Polistation a tres lucas, seis calcetines por luca. Si es una amiga solamente, no le pongai tanto. Pelcula, pelcula, elija no ms patroncita. Siempre me decs lo mismo, hasta cundo? Espejo, que booonitos los espejooos. Negrita, si puro conversamos de la pega. Carteras, mochilas baratas, mire no ms caserita. Chiis, de la pega, y porque estai tan cocoroco, ah? Pngale, pngale, estamos regalando, son las ltimas. No seai as, compremos unas papitas rellenas, estn calentitas. Riicaas las empan! Estai loco, quers puro ir a sapear a la colombiana, compremos unas empanaditas de loco, y t a mi ladito no ms.

Luis Poblete, 48 aos, Iquique

Cuentos / Pg. 47

Inamovibles
No basta la gran urbe rimbombante con sabor a soledad, locura y vaco pujante, pero sin sabor de aquellos das, reejo inolvidable del pasado. Busco las remembranzas en este lugar rido, candente, cual barco que no quiere morir en esta tierra seca, encallado, asomando su gran chimenea al tiempo. Y sigue all, sola, en silencio, con el tiempo implacable erosionando la vida que all existi. Kilmetro 47, l, tambin sobreviviente, se regala entre mustios tamarugales, cual fotografa antigua que lentamente se descolora, mientras el viento arranca a pedazos los recuerdos que no quieren ser olvidados.

Vernica Kimmer, 61 aos, Iquique

Pg. 48 / Cuentos

Pampa
Al nal, lo nico que abunda en el desierto son las palabras.

Camila Rojas, 16 aos, Iquique

Cuentos / Pg. 49

La otra cara
Juana estaba cansada. Dolan su espalda, sus piernas y dems. Con sus manos armaba sus caderas, como dndose fuerzas para poder subir las diversas escaleras de aquella plaza, que deba mantener impecable cada da. A veces, una que otra lgrima caa de sus ojos al tener que desenrollar y arrastrar la extensa y pesada manguera. Y despus de usarla, volverla a guardar. Introduciendo sus ennegrecidas y cuarteadas manos en los bolsillos, buscaba afanosa las monedas para su locomocin hasta Alto Hospicio.

Helvecia Serrano, 56 aos, Iquique

Pg. 50 / Cuentos

El momento ms lindo del da


El momento exacto. El horizonte est justo a la mitad del sol. El agua y los dos edicios parecen cambiar de color. Un ave se cruza por el paisaje y slo yo la veo, yo y el gato a mi lado, que parece intentar llamarla a maullidos. Miro mi reloj y slo quedan treinta segundos. Me apresuro en observar y memorizar cada detalle de aquella imagen para recordarla durante las siguientes 24 horas. El momento ms lindo del da. Lstima que slo dure unos minutos.

Camila Garcs, 16 aos, Iquique

Cuentos / Pg. 51

Recuerdos de ayer
Recuerdo esas pocas dolorosas. Yo tan slo era una nia de 13 aos, hija de un obrero en la salitrera San Lorenzo. Mi padre se llamaba Gabriel y yo Pancracia. Recuerdo perfectamente cuando mi madre Joaquina entr nerviosa a mi cuarto diciendo que debamos irnos. Recuerdo cuando tuvimos que abandonar todo lo que tenamos en San Lorenzo. Lo nico que me traje fue mi pequeo oso. No ramos los nicos, nos acompaaban otras familias. Corrimos hasta que llegamos a una escuela. Sangre por todos lados. Mis padres murieron y yo an recuerdo gritos de dolor.

Brbara Pizarro, 16 aos, Iquique

Pg. 52 / Cuentos

Cenizas y recuerdos
Esa noche fue la ms eterna de todas, pero tambin la ms iluminada y abrasadora. El fuego no pareca cesar su avance implacable por el pino oregn y combata los chorros de agua con ereza, como dispuesto a convertir en cenizas el pasado. Un pasado que mis abuelos vivieron y me relataron desde nio, y que ahora descubro que, de toda la gente que ah observa estupefacta o indiferente, muy pocos han conocido. Ahora existe un enorme edicio, justo sobre los cimientos del anterior. Muchos se esforzaron por construirlo, pero nadie se esforzar por recordarlo cuando caiga.

David Leiva, 18 aos, Iquique

Cuentos / Pg. 53

Carnaval en Iquique (febrero 1980)


Una tarde de verano, mientras caminaba por playa Bellavista, escuch a una turba venir. Eran ellos los que traan su cara blanca, tomando y embetunando a quien se les cruzara por delante con harina. Era el carnaval. Recuerdo que corr tan rpido para no ser atrapada, que ingres a una casa, pero era un cit. Pens que me haba escapado, pero no, ellos tenan su propio carnaval. Desde las casas se oan cumbias y risas. Comenc a caminar muy suavemente, buscando dnde esconderme, y de repente me atraparon. Qued blanca desde la cabeza a los pies. Re como nunca.

Paola Caimanque, 41 aos, Iquique

Pg. 54 / Cuentos

Iquique, sismo grado 6


Las sacudidas son intensas. Matas est acurrucado bajo una mesa. Eso le dijo su madre que hiciera si es que temblaba. El miedo lo domina. Su abuelo siempre deca: Los hombres no lloran, slo crujen. Por ello contuvo sus lgrimas. El temblor pasa, Matas sale. Ve a su madre corriendo hacia la casa. Ella lo dej mientras iba a comprar algo para comer, luego del trabajo en el Agropecuario. Mientras lo abraza, el nio le dice: Mam no llor, estoy grande. Esta semana Matas cumple cinco aos. Siempre se queda solo en casa mientras su madre trabaja.

Juan Ramn Donoso, 64 aos, Iquique

Cuentos / Pg. 55

Panes con sangre


PREMIO AL TALENTO JOVEN 2011

Entre todas las salitreras y toda la gente corra el rumor de los panes con sangre que se coman en los tiempos de 1914, cuando estos eran un preciado bien, sobre todo cuando estaban blandos. Siempre escuchaba a mis abuelos relatar la poca del caliche sangriento, las matanzas de trabajadores, y huelgas y levantamientos que nacan y moran por un pedazo de pan y justicia social, para quienes no tenan ni estudios ni defensa frente a la explotacin del hombre por el hombre. Cada vez que tengo un pan en mis manos siento el peso de la historia no contada.

Mario Espinoza, 14 aos, Iquique

Pg. 56 / Cuentos

Gato Negro
A paso torpe y con vista borrosa, subo tambaleante por San Martn con el eco del pregonar del rico, rico vendiendo sus panes de leche y luna en mi cabeza. Caigo de bruces en la esquina con Ramrez, sintiendo los vidrios quebrados de mi Gato Negro metido dentro del ancho bolsillo del palet a cuadrill que compr en la Casa Malagarriga. Me doli el porrazo, pero como buen pampino, me paro como sea, sujetndome de unas rejas, para luego seguir rumbo a la casa donde estar la vieja esperndome en camisn y uslero en mano.

Mauricio Castillo, 41 aos, Iquique

Cuentos / Pg. 57

El hombre foca
Los pies ms cortos que los brazos, el cuerpo duro y redondo, rodo por el sol. Miraba pasar desde el suelo los bultos sin rostro de la gente, preocupadas por algo tal vez. Haca de Vivar, la arteria principal, su arteria personal. Su corazn ya no funcionaba como antes. Mira, el hombre foca!, grit un cabro chico, mientras l levantaba el brazo mrbido, negro de holln, pidiendo algo a alguien. Lo vi arrastrarse una vez en un carrito con ruedas, con destino hacia algn lugar. Se alej. Nunca supe si hablaba. Yo nunca le habl.

Jaime Gutirrez, 31 aos, Iquique

Pg. 58 / Cuentos

El Negro Keko
MENCIN HONROSA 2011

Se nos ha ido el Negro Keko, dejando atrs una lista interminable de remedios para amortiguar el cncer. No era cualquier negro, aunque la primera impresin dejara dudas. Su carcter ms corto que sus dedos y sus ganas de soledad no siempre eran bien recibidas por las personas. Pero yo lo conoc y jams pens que aquel 16 de julio, al ritmo de trompetas y platillos, saltara en escena aquel negro rezongn y malhumorado, adornado con brillos y cascabeles, encontrando a la Virgen como su compaera y al baile como lenguaje de tan introvertida persona.

Cristbal Miranda, 27 aos, Alto Hospicio

Cuentos / Pg. 59

Espanta la Virgen
El apodo de Espanta la Virgen le sobrevivi, vvido como la cicatriz que horrorizaba su cara sobre la barba sucia y nazarena. Para todos, el alias obedeca a que era tan ero y borracho, que asust hasta a la Carmelita esa vez que durmi en la iglesia de Matilla. Pero mi abuela conoca ms de este vagabundo: me confes que ni la mugre ni la fealdad evitaron que la conquistara con su hablar versallesco y ademanes de impecable caballero embriagado. Igual sinti pavor del monstruo desnudo, cuando su ardor desgarr su virginidad y le leg a quien es mi padre.

Hctor Mrida, 55 aos, Iquique

Pg. 60 / Cuentos

Con esas cosas no se juega


Qu bueno que estn todos. Tengo que hablar con ustedes, dijo mirando a su abuela, su mam y su pap. No quiero seguir en los Morenos de Victoria. Ya no me siento bien en el baile, dispar mientras tomaban t. Bueno, es una decisin tuya, respondi comprensivamente la madre. Pero, interrumpi el joven, como todava quiero bailarle a la China, voy a meterme a los Morenos de Cavancha. Est bien, hijo, retom, la Virgen es la misma y Dios es uno solo. Pero, eso s, a mi casa esta Tirana no llegas!. En Iquique, con esas cosas no se juega.

Marcelo Lpez, 39 aos, Iquique

Cuentos / Pg. 61

El Linyera
MENCIN HONROSA 2011

Llevaba tiempo recorriendo los caminos de la Pampa. Su bolsa quintalera, conteniendo escasas pertenencias, cargaba silente aejas remembranzas. Jur que esta vez procurara reiniciar su malograda vida. Encendiendo un pitillo, observ al trasluz de las reverberaciones del sol, las escasas edicaciones cubiertas por el polvillo de las chancadoras. Soy Pedro Soto. No tengo documentos, confes cabizbajo. Trabajo en todo. Le asignaron nmero y un catre en el barracn. Comienzas maana, viejo! Por hoy slo habr agua con harina. Presntate al payrolero. Asinti con la cabeza y encamin sus pasos hacia un recinto gris que exhiba en su frontis Ocina Esperanza.

Juan Andrs Landeros, 67 aos, Iquique

Pg. 62 / Cuentos

El chico de las conchas


Un mito dentro de una ciudad mtica. Las malas lenguas dicen que mide 1.50 mts. Otros exaltados y con ms de un trago encima, aseguran que 1.47 mts., que debut en el Moby Dick de Aeropuerto, que mostraba de noche su ritmo inigualable para no ensear su cabellera rubiocolorina al sol, que era mudo, que no dorma e incluso que vagaba por las noches seleccionando sus conchas a lo largo de todo el borde costero. Me gustara verlo, proponerle una entrevista, de sas sin sentido, de sas que nada preguntan, pues necesitamos que contine siendo un mito, nuestro mito.

Piero Telleras, 22 aos, Iquique

Cuentos / Pg. 63

Fandez
Siempre lo vea tomando la micro en la esquina de Vivar con Serrano a las 6 de la tarde. Cargaba siempre con un rostro plido, algo demacrado y exhausto, coronado por una gris cabellera. Llevaba una mirada extraviada y misteriosa. Nunca sonrea. Vesta siempre una especie de frac, negro en su totalidad, con zapatos de suela. Desprenda un aroma algo raro desde aquel traje sobrenatural. Caminaba parsimoniosamente hacia la liebre que lo lleva a destino, un destino incierto, tal como el de las almas de sus clientes. Se trataba de don Honorato Fandez, maquillador de cadveres de la Funeraria Iquique.

Rafael Tolhuysen, 18 aos, Iquique

Pg. 64 / Cuentos

El parche Len
Son las huevs que vende la Emiliana Chayapa?, me preguntaba el Viejo Chache mientras me serva un schop, al ver un parche Len en mi hombro izquierdo. Qu paisana ms sufrida. Fue esposa de un narcotracante boliviano, el cual, en un juego de casino clandestino, la haba apostado y perdido contra un chino. El chino, empresario de la Zofri, la trajo con l a Iquique. La someti a todo tipo de maltratos hasta el da de su muerte. Puso entonces un puestito de venta de parche Len en el terminal y es la ms antigua locataria de la Avenida Progreso.

Rafael Tolhuysen, 18 aos, Iquique

Cuentos / Pg. 65

El minero
Deambula como una sombra por el centro, completamente sucio y viejo. La gente dice que fue minero, y que sus uas largas y gruesas le sirven para escarbar la tierra como lo hiciera antao. En Anbal Pinto con Tarapac se acomoda para descansar. Con la mirada llena de locura y soledad, sin entender lo que le digo, recibe y guarda presuroso, en la bolsa de basura que le sirve de almohada, el pan que qued del coffee break.

Laura Miranda, 39 aos, Iquique

Pg. 66 / Cuentos

Tiro corto
Canchero, aanz mecha y fulminante con sus dientes, y luego de engarzarlo a la dinamita, la dej caer lentamente por el hueco de la calichera. Tiro listo, avis. Tiro listo!, chill el gritn, haciendo bocina con sus manos. Buuum, estall la tierra, lanzando lejos docenas de camotes entre la polvareda producida tras la explosin. Tengo la tarde libre, patrn, avis al jefe de turno, encaminando sus pasos hacia su vivienda. Sigue celando a la mujer!, coment un arrenqun, sacudindose el polvo con el sombrero. Ta sonao el compadre, respondi un barretero, tuvo la mala suerte de haber salido tiro corto.

Juan Landeros, 69 aos, Iquique

Cuentos / Pg. 67

Alberto
Puso una botillera en el barrio Matadero despus de su destitucin del cargo en la crcel. Son tiempos difciles, compaero, le dijo el militar cuando lo interrog acerca de su postura poltica. Nunca pens que esas mismas botas que pacientemente miraba, seran lo ltimo que vera a ras del suelo, detrs del gnero blanco puesto en sus ojos ese 12 de febrero. Le preocupaba su familia, la botillera no dara tanto dinero. Cuando lo llevaban a Pisagua, buscaba soluciones econmicas con la venta de las bicicletas. Cuando escuchaba la cuenta regresiva, pensaba en Chile y su muerte en caravana.

Karla Yez, 29 aos, Iquique

Pg. 68 / Cuentos

El inalcanzable
MENCIN HONROSA 2012

Todos los domingos se escucha la auta de pan de caas, proveniente de aquel hombre que jams se alcanza. La velocidad de sus dos ruedas deja el deseo de alguna vez enfrentarlo con los cuchillos empuados y hambrientos. Hemos estado atentos como familia, pero l cruza las calles en diferentes direcciones, entre Thompson y Ramrez. Mientras se acumulan frgiles los desde la ventana del tercer piso, nos deja las ganas de volar y atraparlo. Dicen que es el nico de la ciudad. Desconocemos su rostro. Slo sabemos que es nombrado como el alador de cuchillos, el inalcanzable.

Katherine Cataln, 29 aos, Iquique

Cuentos / Pg. 69

El mejor tripulante de Caleta Riquelme


Rambo es de esos tripulantes bravos. Cruza del muelle a la lancha de pie sobre la proa del bote como los que saben de mar. Creci en la lancha, se es su hogar, se hizo a la mar desde bien chico. La primera vez vena abrigado en la chaqueta del guachimn. Cuando est ansioso o le baja el hambre, camina rpido de proa a popa. Si pasas cerca de su lancha, mejor no acercarse, menos an en la noche. Rambo cuida su lugar de trabajo, es un perro que ladra y muerde. Slo en tierra mueve la cola.

Carolina Gonzlez, 35 aos, Iquique

Pg. 70 / Cuentos

A Arturo Godoy
La decimoquinta campana anunciaba el n del bombardeo. Las piernas temblaban. La cara se senta apaleada como los locos que l apaleaba cuando nio. Las luces apenas dejaban ver cul era su esquina. Todo haba terminado, la cima estaba bajo sus pies. El sabor de su gran victoria no era ms que sangre y sudor que inundaban sus fosas nasales. En ese momento quiso recordar el olor del mar, quiso recordar la bondad de la caleta que lo vio crecer y el puerto desde donde zarp. La vida lo hizo un hombre rudo, pero el mar lo hizo un soador.

Cardemio Poffal, 30 aos, Iquique

Cuentos / Pg. 71

ltimo round
MENCIN HONROSA 2011

Bornie Soto est en el cuadriltero. Su rostro inconsciente toca la lona. El gritero de la muchedumbre le exige que se ponga de pie, pero l no puede orlos. A los diecisiete, Bornie lleg a ser la estrella del barrio. Con 52 kilos y 800 gramos saba todo lo necesario sobre cuerdas, batas, guantes, vendas, frascos de vaselina, cinturones, fajas, zapatillas y protectores bucales. Coleccionaba viejos nmeros de la revista Ring. Conoca de memoria la vida de Arturo Godoy. La cuenta ha terminado, y en el gimnasio de la Penitenciara de Iquique Bornie Soto no se levantar ms.

Nuncio Belardi, 26 aos, Iquique

Pg. 72 / Cuentos

Letana del chumbeque


Cuntas peregrinaciones a Ramrez con Thompson? Cuntos chumbeques le habr regalado el Chato Nano antes de que aceptara la invitacin a salir? Nunca cremos que sera posible que ese monumento de morena cediera a sus intentos contados. Gast cuatro aos del liceo en la misin hasta que el ltimo verano Cavancha vio crecer la or. El dulce amor de sus anhelos fue intenso, pero fugaz. Ese fue un trabajo de chino, deca el padre, pero aqu hay un solo chino que tiene prosperidad a punta de chumbeques y no eres t, Chato Nano.

Al Campos, 28 aos, Alto Hospicio

Cuentos / Pg. 73

Placer de actor
La tarde era apacible. El hombre esperaba junto a la puerta de una antigua casona. La calle dara paso al paseo Baquedano. Todo era piedra y montculos de tierra roja. Entonces lo vio venir, histrinico y feliz. Como en su mejor aparicin en el teatro Veteranos del 79. Como en su memorable funcin pampina. Al hombre le regalara un pasacalle informal. l sera su nico espectador. Willy Zegarra pas de norte a sur sobre los montculos con donaire de actor. Brincando feliz, pateando suelo, danzando infantil. Su escenografa era la calle ancha. Se perdi ms all, tras bambalinas hacia Cavancha.

Hctor Campuzano, 59 aos, Pica

Pg. 74 / Cuentos

Vidas perdidas
La frente le suda, su corazn pareciera que se va a salir. Escondido en una oscura esquina de la Jorge Inostroza, se ve a salvo. A sus 15 aos cree tener la suerte de su lado, al igual que sus amigos de fechoras. Un descuido y el peso de la ley le sujetan el hombro. Han pasado 15 aos y Pecoso vuelve a sentir los pequeos placeres de la libertad. El sol pega en su cara y la brisa le refresca el rostro. Atrs dej su pasado oscuro. Inicia la marcha. Es momento de comenzar de nuevo, pero ahora bien.

Kavi Ziga, 16 aos, Alto Hospicio

Cuentos / Pg. 75

Abuelo chino
PRIMER LUGAR 2011

Siguiendo el susurro, gir la manilla y me deslic silenciosamente por la oscura habitacin. Me invadi un olor a recuerdos. Acostumbr la vista y lo vi. Estaba sentado en su silln preferido. Me acerqu y de pronto escuch claramente: Suiyin, Chisan, Moisan, Chiman, Sulan, Suitay, Chion. Luego silencio. Y nuevamente: Suiyin, Chisan, Moisan, Chiman, Sulan, Suitay, Chion. Abuelo Chino, murmur, por qu repite el nombre de sus hijos?. Me mir con sus pequeos ojos y dijo: Estoy viejo y tengo miedo de que se me olviden. Suiyin, Chisan, Moisan, Chiman, Sulan, Suitay, Chion, repiti.

Patricia Carvajal, 50 aos, Iquique

Pg. 76 / Cuentos

4000 metros sobre el nivel del mar


Acostado, el minero reexionaba sobre la altura y el fro ancestral de los alrededores, la inalterable camanchaca y la sequedad que le parta la piel. El silencio del altiplano era tal que poda escuchar los latidos de su corazn. Un da ms en la mina, conclua. Sus ojos cansados se cerraban y su rostro comenzaba a sonrer como un nio: playa, tibia brisa marina, olor a bronceador y bikinis coloridos. Sus pies estn descalzos sobre la arena cavanchina. Decidido camina hacia el ltimo piquero del da, mientras un hombre sudoroso grita: Helatos pa los regalones!.

Leonardo Rojas, 36 aos, Iquique

Cuentos / Pg. 77

Un ruco frente al mar y el olvido


Podra decir que soy un forastero dentro de mi propia ciudad. Lo he sido desde que nac en aquel bodegn cerca de la Puntilla. Mi madre ya es polvo seo, mi padre un vestigio neuronal irrecordable. Crec sin lmites ni restricciones y aprend un ocio: el deambular. Bajo mi techumbre de famlico cartn aprend el lenguaje de aves martimas, las cuales me cuentan cmo se sienten, hablan y piensan mis coterrneos de la ciudad. Cae una premonicin sobre mi vecino mar, ste ennegrece. Caigo somnoliento a mi colchn de piedrecillas, observando mi bandera amear, aquella que algn da ellos mismos desalojarn.

Francisco Menay, 27 aos, Iquique

Pg. 78 / Cuentos

Pescador
Viejo lobo de mar de cara curtida, sentado en esa deliciosa playa iquiquea, contempla la tarde, viendo cmo las gaviotas somnolientas se zambullen en el agua, mientras a lo lejos los colores se diluyen y el sol despliega su hermosa cabellera en ese horizonte que se funde con el mar. El hombre sigue ah, esperando la noche, en tanto teje sus sueos y la emocin canta. A lo lejos, en lontananza, los pesqueros cumplen sus faenas y el astro de fuego corona de brasas la playa y el mar. l no est con ellos. Es un hombre viejo.

Juan Francisco Yez, 69 aos, Iquique

Cuentos / Pg. 79

Astucia ciega
PREMIO AL TALENTO JOVEN 2012

Las enseanzas del alfabeto generaban en l, apenas, un rasguo de curiosidad. Aun a su edad, mantena la viveza del que nace ajeno al ritmo de lo urbano. Para quien de muy joven fue arrastrado a las faenas, el tiempo arrebat, poco a poco, los apremios de la visin. Su casa regularmente pintada viene cada da a mal traer. Sobre su mesa se cuentan ms de 12 cartas de desalojo. l, tambaleante, algo ebrio de consuelo, es quien recibe limosna como invidente en calle Vivar. A veces, cuando las personas se marchan, se inclina a contar el monto reunido.

Ricardo Liberona, 16 aos, Iquique

Pg. 80 / Cuentos

El beso
Como cada da del verano, lo pasamos en el balneario, frente al regimiento. Las olas del mar baten la arena apaciblemente y el agua est deliciosa. Hemos jugado paletas, nadado, descansado en la arena ardiente. Sara viene y me invita a nadar. Tengo fro, pero acepto y salimos disparados al mar. Nadamos hacia unos tambores anclados cubiertos de mejillones. Desde la playa no pueden vernos. Sara re y me ofrece su boca tibia y perfumada. Beso sus labios salobres, mientras las olas nos mecen. Suena el clarn de la bajada de la bandera, pero nosotros no lo omos.

Oscar Brignardello, 59 aos, Iquique

Cuentos / Pg. 81

Noche en la Pampa
Una noche de julio, cuando hay una gran convocatoria por la esta de La Tirana, conoc a un gran amor con el que compart bellos momentos en un tiempo fugaz. Esa noche, sin dudar, nos recostamos entre los tamarugos sobre una frazada a mirar las estrellas. Me cubriste con tus brazos por el fro que carcoma hasta los huesos. Luego, al irnos, sin darnos cuenta nos encontrbamos llenos de espinas de Tamarugo. Fue muy gracioso, aunque no para el dueo de la frazada, quien nunca se enter de quin la utiliz sin su autorizacin.

Annabelle Gonzlez, 35 aos, Iquique

Pg. 82 / Cuentos

Misin imposible
Tanto o ms difcil que arrancarte de mi mente, es repetir Tierra de Campeones cuando estoy borracho, tratando de olvidarte.

Fernando Perucci, 31 aos, Iquique

Cuentos / Pg. 83

Hora iquiquea
PRIMER LUGAR 2012

Tena el ocio ms extrao del mundo: todos los das, a las cinco de la maana en punto, suba los ciento cuarenta y seis escalones que separaban la base del reloj de la sala de mquinas. Ajustaba los siete porados minutos faltantes y, sin ms trmite, bajaba los ciento cuarenta y seis escalones hasta la plaza. Su rutina slo se vio interrumpida en una ocasin, cuando la chica que recoga la basura insisti en acompaarlo hasta la cima. Ese da, todo lo que pas en Iquique, pas siete minutos despus.

Reinaldo Berros, 52 aos, Iquique

Pg. 84 / Cuentos

La hora
Me encontraba sentado en una banca en la plaza Arturo Prat, cuando de repente la vi. Pareca un ngel, era hermosa. Se acerc y se sent a mi lado. Mi respiracin era cada vez ms agitada. No saba si hablarle o pararme y marcharme, pero ella se dispuso a hablar: Tienes hora?. Fue como escuchar el coro de los ngeles. Le iba a responder, pero lamentablemente no tena un reloj a la mano.No, lo siento. Ella hizo una mueca de decepcin y se fue. Lo ms triste fue que llevaba un reloj en su mueca izquierda.

Mariana Hidalgo, 17 aos, Iquique

Cuentos / Pg. 85

Flor de matin
Llegaste de maanita y sin voz. Tipn 11 y media sacaste una bolsa con man. Pasado medioda se te derritieron los ojos. En el oscuro Municipal, quieta y dulce, te pegaste un ronquido y despertaste a las palomas.

Carlos Olivares, 28 aos, Iquique

Pg. 86 / Cuentos

Siete por siete


No le haba avisado a su esposa que esta vez tendra libre un da antes, porque quera aprovechar de ir a un club nocturno, a la despedida de soltero de un amigo. Ella no sospechara nada. La haba llamado y se quedara en casa con los nios. Aquella noche se sentaron en primera la esperando el show. Las luces estaban bajas y el ambiente arda cuando sale a escena una sensual morena. Baila, coquetea, se acerca al grupo. Algo le parece conocido: ese tatuaje en la parte baja de la espalda. Daniela!. Juan!. Esa noche sera de explicaciones.

Paula Espinoza, 31 aos, Iquique

Cuentos / Pg. 87

El cine invertido
Mi hermana y yo compartamos habitacin y, aunque no era de lujo, los domingos presencibamos nuestro propio cine en casa. La pared en la que se apoyaban las cabeceras de nuestras camas era de cholgun como la mayora de las casas en la Pueblo Nuevo y un pequeo oricio en ella permita que la clida luz de la maana trazara sobre la pared opuesta. Una proyeccin cinematogrca invertida de lo que estaba sucediendo en la calle. Ah va doa Berta a comprar a la feria, me deca mi hermana. Ah va su sobrina que me rob el corazn, pensaba yo.

Hctor Sandoval, 40 aos, Iquique

Pg. 88 / Cuentos

Los ancestros
Si el correo-electrnico-busca-pareja hubiera existido hace miles de aos: Iquique.arroba.patejaiba.gmail.com. Chango dedicado. Balsa hecha con panza de lobo disecada e hidratada, otando en mar 15 das. Llevo intestino de lobo con agua de vertiente y otro con agua fermentada de ro de Quillaga. Marisco y buceo. Llevo conchas hermosas ofrecer a mujer cohabitar. Mi padre me ense ruta pesca con caa majilla, piedra punta atrapa peces grandes y gordos. Paraso desde punta Cavancha hasta Chanavallita. Una cueva en roca, donde no faltar agua, ni alegra. Una pequea familia alimentar: uno, mujer e hijo. Fuego y fruto. Mar y amor.

Iris Rojas, 56 aos, Iquique

Cuentos / Pg. 89

El dragn y yo
Y en la cola del dragn pusieron casas y escuelas amarradas, como a un auto de novios. El dragn movi la cola y el temblor fue grado 6.

Guillermo Ward, 62 aos, Iquique

Pg. 90 / Cuentos

Los vientos y las cuerdas


Las quenas y las zampoas se criaron en la tranquila ciudad de los vientos, pero la calma se vio alterada al llegar el grupo de las cuerdas, encabezado por la guitarra y el charango. A partir de entonces se inici una friega que dur largos aos, hasta que por n decidieron entablar una mesa de dilogo. Y vaya sorpresa que se llevaron, porque entre los vientos y las cuerdas no exista diferencia alguna. As, dejando atrs todo conicto, unieron fuerzas y conquistaron juntos el sonido ms hermoso que jams se ha escuchado. Vientos y cuerdas formaron una sola nota.

Cristbal Miranda, 29 aos, Alto Hospicio

Cuentos / Pg. 91

La manda
Me arrastr desde la entrada de La Tirana hasta el interior de la iglesia. El ruido ah era ensordecedor y el ardor de mis llagas termin por desmayarme. Cuando abr los ojos, cientos de diablos bailaban a mi alrededor y pens, por un momento, que me haba equivocado de lugar.

Roberto Bustamante, 35 aos, Iquique

Pg. 92 / Cuentos

La maestranza fantasma
Los vecinos del barrio El Colorado no podan dormir. Oan un extrao retumbe, desde la esquina de Errzuriz con Videla. Este sitio hace aos era un peladero, donde slo exista un letrero oxidado, que deca: ANSELMO MARDONES Y CA, MAESTRANZA. Esta maestranza dej de operar tras un derrumbe de material pesado, en el que fallecieron 123 operarios, que fueron sepultados en una fosa comn del Cementerio 2. Dada la deciente remocin de escombros cuando el cementerio fue demolido, los cadveres de aquellos hombres permanecieron all y de noche sus almas parecen ejercer sus faenas, con la misma dedicacin de antao.

Rafael Tolhuysen, 18 aos, Iquique

Cuentos / Pg. 93

El ojo
Hoy vi al cerro Dragn abrir un ojo. Creo que los edicios no le dejaron ver el mar.

Roberto Bustamante, 35 aos, Iquique

Pg. 94 / Cuentos

La valenta de Imilla: Imilla Chacha


1471. El emperador Inca Tupac Yupanqu, avanzaba con sus guerreros hacia el sur, invadiendo cada pueblo que encontraba a su paso. Un da, en pleno corazn del Atacama, divis la pequea aldea de Apanatas, que se arm para defenderse. Imilla, una nia que, a pesar de sus escasos cuatro aos comprendi lo mortal de la situacin, y haciendo caso omiso a los gritos de su madre, corri hacia los guerreros. Se detuvo frente a ellos y se arrodill depositando su mueca a los pies de Tupac, quien sorprendido por tal ofrenda, tom la mueca, sonri y sigui camino al sur.

Marcelo Gonzlez, 41 aos, Iquique

Cuentos / Pg. 95

Cerro Dragn
Entonces el dragn agit su intensa lengua, irrumpiendo con fuego en el fro temple de la noche. Se enfrent a extraas criaturas que lo desaaron. Su incandescente llamarada envolvi a los invasores. A algunos los fundi en roca. Los gigantes quedaron petricados en cadenas montaosas. Otros estallaron en incontables granos de arena. Hubo quienes decidieron quedarse ante el encanto del paisaje y se atomizaron en vaporosas nubes. El n de la batalla dio paso a los tiempos de paz y progreso. Amaneci en Iquique y el dragn victorioso repos su cabeza sobre su pecho y se convirti en arcilla.

Jarod Muoz, 9 aos, Iquique

Pg. 96 / Cuentos

Ruidosa fiesta
Inolvidable infancia, en la que subamos por angostas carreteras, y familiar compaa. Interminable viaje, pero sabamos el destino al ver lindos tamarugos y cruces tambin. Cientos de personas y ruidos que agitaban las entraas de cualquiera. Ah, como en un ritual, danzaban hombres y mujeres de caras vistosas, ojos grandes y rojos cachos retorcidos. Sus pies cascabeleaban al ritmo de un pam, pam, pa-pa pam, y yo senta que mi ser vibraba con el ritmo y la emocin. Esos eles imparables, esas las interminables. Una vez al ao pareca que el desierto tena vida.

Gonzalo Romero, 19 aos, Iquique

Cuentos / Pg. 97

El tren de Baquedano
Adis, pues, que le vaya bien!. No demore mucho en escribir, saldeme a toda su familia. Cunto demora en llegar a la otra estacin?. Pase no ms, no se preocupe, si en este tren cabemos todos. Y para dnde va?. Pal interior, amigo. Abra las ventanas, por favor, mire que hace un calor de aquellos!. No faltaba ms, con mucho gusto. Prxima parada: Teatro Municipal, prximo destino hacia la Pampa!. Por favor, me toma una foto?. Claro, sbase nos ms, seora, si este tren no cobra, hace tiempo que est aqu y no se ha movido.

Luis Eduardo Vliz, 44 aos, Iquique

Pg. 98 / Cuentos

El ideal de Tosti
Y esto qu es?, exclam el cangrejo, apartando con sus tenazas pequeas rocas del fondo marino. Debe ser otro objeto de los de arriba, pens, mientras se adentraba en su interior. Qu bien!, agreg, es hueco, el techo no es muy alto, y tiene arriba caladas unas s que pueden servir para observar si alguien se acerca. Estoy de suerte, sentenci, es un escondite perfecto!. Por el movimiento generado dentro de la pequea caja de madera corroda, se desprendi de un costado una pequea placa que deca: Violn perteneciente al guardiamarina seor Ernesto Riquelme Venegas. Corbeta Esmeralda, mayo 1879. Germn Vogel, 68 aos, Iquique

Cuentos / Pg. 99

El danzante
Cuando llegu no saba si rer o llorar. La emocin era inmensa, vesta al n el traje de mis sueos y, aunque mis pies danzaban torpes al un dos, un dos tres, mi corazn se inaba cantndole a su mirada. Slo pude decirle: Virgencita cubre a mi hermano con tu manto. Dicen que las estatuas son de yeso, que son objetos, pero yo veo a la Chinita del Carmen sonrer al comenzar su esta y veo cmo su rostro cambia al llegar la despedida de los danzantes y peregrinos. Las estatuas son de yeso, pero la fe mueve montaas.

Yubyssa Basualto, 41 aos, Iquique

Pg. 100 / Cuentos

Monstruo
Finalmente el bulldozer de una constructora aplast al extrao animal prehistrico que habitaba bajo la arena, en medio del cerro Dragn.

Rodrigo Ramos, 39 aos, Iquique

Cuentos / Pg. 101

Kafka, el iquiqueo
Cuando Kafka despert envuelto en papel de diario en la plaza Prat, se maldijo una y mil veces: Primero cucaracha, luego escritor, ahora mendigo. Se consol al saber que en Iquique haba piscina. Esa tarde se fue a nadar.

talo Araya, 23 aos, Iquique

Pg. 102 / Cuentos

ngel con ropas de diablo


El sudor le provoca una rara sensacin de limpieza y pulcritud, mientras se mueve y brinca sobre adoquines de chusca, fe y paganos ostinatos disonantes. Cientos de promeseros portan mscaras de devocin, pero la multitud parece encandilada por su careta variopinta y peregrina. Ruidos y taquiraris retumban en la conciencia de las cosas hechas. La culpa provoca nuseas a su existencia. Cero horas, 16 de julio, recin orecido el rosal. Bendita cardiopata congnita. En menos de un Ave Mara la ambulancia recogi al hombre vestido de diablo. Curiosos comentan en silencio. Ha pasado un ngel por el lugar.

Cristin Saavedra, 42 aos, Iquique

Cuentos / Pg. 103

La roja leyenda
Dicen que est maldita, que quien la visita queda empapado en mala suerte y que quien se baa en sus aguas, muere en poco tiempo. Mejor pedir permiso a la Pachamama y cumplir los ritos antes de emprender el camino, nos dijeron, y eso hicimos. Aun as, la Laguna Roja, circundada por otra verde y una amarilla, impuso su historia y con pleno respeto me reej en sus aguas, mientras desde el cerro ms cercano, un chivo observaba cada uno de los pasos de los extranjeros visitantes.

Loreto Martnez, 37 aos, Iquique

Pg. 104 / Cuentos

La Tirana
Escuchar el sonido del bombo que lleva el ritmo de dos negras, dos corcheas y una negra, juega con mi mente y me lleva a recordar los colores, mscaras, vestidos y bailes, que metdicamente ao tras ao, nos regala el desierto.

Camila Rojas, 16 aos, Iquique

Cuentos / Pg. 105

Masticando la lona
Ya no existe margen de error. Ante una Casa del Deportista repleta se enfrentan el representante del Sindicato 2 de la Pesquera Cormorn, con el abanderado de los trabajadores de planta de la Pesquera Coloso, por la nal de boxeo de las Olimpadas Anuales Interpesquera 1982. El recinto de Tarapac parece estallar de emocin y sus gradas, sobrepobladas de familiares y compaeros de trabajo de los contendores, parecen retumbar de nerviosismo. Suena la campana y se oye casi instantneamente el vitoreo de una parte del pblico. Ha sido el KO ms veloz de la historia. Pesquera Coloso, campen de boxeo. Rafael Tolhuysen, 18 aos, Iquique

Pg. 106 / Cuentos

La eterna danza
Me adentro en la penumbra del viejo teatro, testigo de grandes guras que se presentaron en una gloriosa poca en Iquique. De pronto me giro y ante m observo su traslcida imagen. En su mundo, dando pequeos pasos, sigue una danza de forma eterna. Su delicada silueta danza un ritmo grabado en su infantil odo. No son los reectores los que iluminan su actuacin, no son los aplausos los que orgullecen su baile. Slo paredes de un antiguo teatro que cobijan su alma.

Isadora Valds, 17 aos, Iquique

Cuentos / Pg. 107

Iquiqueo
Tom mis cosas y me largu del mundo. Una vez fuera, me di cuenta de que haba olvidado apagar las luces. Ricardo Liberona, 16 aos, Iquique

Pg. 108 / Cuentos

Cuentos / Pg. 109

Enva tus cuentos a la III versin de Iquique en 100 Palabras y podrs ser parte de la prxima edicin de este libro.
Convocatoria abierta entre el 6 de mayo y el 5 de julio de 2013. Bases y envo de cuentos en www.iquiqueen100palabras.cl Consultas a info@iquiqueen100palabras.cl ~

PRESENTA:

El concurso de cuentos breves Iquique en 100 Palabras, presentado por BHP Billiton Pampa Norte y organizado por Fundacin Plagio, naci en el ao 2011 con el objetivo de incentivar la creacin literaria en todos los rincones de esta Regin. Tras dos versiones, 4 mil relatos recibidos y la difusin pblica de los cuentos finalistas, este proyecto se ha transformado en una de las iniciativas culturales ms populares y valoradas por los habitantes de Iquique. Para celebrar el inicio de la III versin del concurso hemos decidido repartir gratuitamente 25 mil ejemplares del libro de bolsillo Iquique en 100 Palabras: los mejores 100 cuentos. Estamos seguros de que esta publicacin, integrada por un conjunto de excelentes cuentos que hasta ahora no haban podido ver la luz, identificar a los lectores e inspirar miles de nuevas historias que merecen ser contadas.

ORGANIZA:

AUSPICIAN:

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