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Resumen de La Obra La Maria

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ANLISIS LITERARIO DE LA OBRA

LA MARIA (Jorge Isaacs)

JORGE YEISON NEGRO ROJAS

INSTITUTO EDUCATIVO JORGE ELICER GAITAN


REA DE ESPAOL Y LITERATURA
YOPAL CASANARE
2005

ANLISIS LITERARIO DE LA OBRA


LA MARIA (Jorge Isaacs)

JORGE YEISON NEGRO ROJAS


Sexto F

Profesora:
NELLY ESMERALDA GUTIRREZ

INSTITUTO EDUCATIVO JORGE ELICER GAITAN


REA DE ESPAOL Y LITERATURA
YOPAL CASANARE
2005

CONTENIDO
INTRODUCCIN
1.

RESUMEN DE LA OBRA

2.

COMENTARIO DE LA OBRA

3.

PERSONAJES:

3.1.

PRINCIPALES

3.2.

SECUNDARIOS

4.

LOCALIZACIN GEOGRFICA

5.

ESPACIO

6.

TIEMPO CRONOLGICO

7.

BIOGRAFA Y DATOS PERSONAJES DEL AUTOR

8.

CONCLUSIONES

INTRODUCCIN

Mara puede considerarse la obra cumbre de la literatura colombiana romntica,


es ejemplo y orgullo que enaltece a las letras colombianas desde el siglo XIX, ha
sido traducida amas de 15 idiomas y se han realizado numerosas ediciones de la
obra, lo que confirma su importancia capital para la intelectualidad colombiana.
Como dejar de repasarla, saborearla, y estudiar uno a uno sus captulos, en donde
se lee la tragedia, la dulzura y el amor que es perfumado por ese mtico rosal que
aun hoy adorna los jardines frontales de la hacienda que queda en pie.
Vale la pena leerla, y adentrarse tanto en la historia del Valle del Cauca colonial,
como en el alma de los personajes que nos inspiran muchas pasiones a quienes
de una u otra forma hemos vivido algo de ellos.
Al repasarla, nos damos cuenta de nuestra debilidad y de nuestra fortaleza, de
que cada uno lleva dentro de si un Efran y una Mara.

1. RESUMEN DE LA OBRA
CAPITULO I AL X
Era yo un chiquillo cuando mis padres me internaron en el colegio <<X>>, de
Bogot. Apenas logr dormir la noche vsperas del viaje, me asaltaba un
presentimiento de los muchos pesares que haban de sufrir despus y mi espritu
se inundaba de recuerdos felices. Seis aos ms tarde en un esplendoroso
agosto, regresaba con el corazn henchido de gozo y amor a la tierra que me vio
nacer. El cielo ofreca tintes de su azul incomparables, mientras en las altsimas
crestas iba derramando nubecillas de oro y ala sur flotaban an las nieblas que
durante la noche haban embozado sus perfiles. Sentado entre mis padres las
mujeres se empeaban en hacerme probar sus colaciones y cremas,
sonrojndose aquella a quien dirigiera palabras de complacencia o admiracin.
Aquella noche so que Mara entraba a renovar las flores de mi mesa y que al
salir haba rosado las cortinas de mi lecho con su vaporosa falta de muselina y fue
al despertar cuando su voz lleg a mis odos pura y dulce. Tres das ms tarde
haba de salir con mi padre a visitar sus haciendas cuyo funcionamiento me
inspiraba viva curiosidad. La visita a la hacienda me cost cuatro jornadas. Al
regreso estaba colocando Maria una lmpara en una de las mesas del saln,
cuando me acerqu a saludarla me pareci plida y alrededor de sus ojos haba
una leve sombra, imperceptible para quien lo mirase con menos entrega que yo.
Cuando mi padre visit en su ltimo viaje, las Antillas, su primo Salomn acababa
de perder a su esposa, los dos hombres haba venido juntos a Sudamerica donde
mi padre se enamor de la hija de un espaol, intrpido capitn del navio,
luchador por la causa de Espaa y que muri fusilado en Majagual el 20 de mayo
de 1820. al reunirse para la cena, faltaba Maria, imagine que sus ocupaciones lo
haban demorado. Emma la disculp diciendo que desde la tarde pareca del dolor
de cabeza, yo disimul mis impresiones, hablando de las mejoras que haban
encontrado en las fincas. Trate al da siguiente de apaciguar mi espritu
dedicndome a la caza, en la que fiel <<Mayo>> me entretuvo espantando garzas
de sus dormideros, loros que salan de los guadales y diosteds en el corazn de
la sierra. Hace mil esfuerzos para mostrarme jovial. Durante la comida habl con
entusiasmo de las hermosas mujeres de Bogot, ponderando intencionadamente
sus gracias e ingenio, padre gozaba oyndome. Maria se mantuvo en silencio
auque sus mejillas palidecieron mas de una vez. La reunirnos para el cantar de la
noche qued sorprendido viendo una de las azucenas en la cabeza de Maria.
Mostraba su bellsimo rostro tal aire de nobleza y resignacin que no poda dejar
de mirarla. Bien la comida como nia angelical y tmida, luego mujer pura y
seductora; pero sufrida ante mi desden era para m una nueva imagen.

CAPITULO XI AL XV
Nunca las auroras en el Cauca fueron tan bellas como Maria, cuando se me
present a la maana siguiente, momentos depuse del bao; sus cabellos de
carey sombreados, sueltos a medio rizar, las mejillas de color rosa suavemente
desvaneci y en instantes, avivado por el rubor, jugando en sus labios aquella
sonrisa que revela una felicidad que no puede ocultar. Al regreso de mi habitual
camita, me pareci notar signo de preocupacin en los criados con quienes
tropec. Por Emma tuve noticias de Maria, haba sufrido una ataque de nervios;
corr a la alcoba de la enferma y dominando las ansias que me impedan de
estrecharla contra mi corazn para volverla a la vida, pare al pie del lecho. All
estaba mi padre, volviendo sus ojos de m a ella varias veces en gesto de muda
reconversacin; acababa de sonar la doce en el reloj, sent pasos cerca y la voz
de mi padre que me llamaba; levntate Maria sigue mal, conviene llamar al doctor.
El acceso se haba repetido; apenas tard algunos minutos en disponerme a salir,
el negro Juan Angel ensillo mi caballo y un instante despus bajaba yo hacia las
llanuras a la luz de unos livios relmpagos. Aquella noche estaba con mis
hermanas en el comedor esperando a mis padres, que tardaban mas tiempo del
de costumbre, cuando se personaron en la fisonoma de l y en la arruga
perpendicular que le surcaba la frente, comprend que alguna cuestin le tenia
alertado mi padre, estaba plida y me dijo al llegar a la mesa olvidaba que Jos
estuvo a convidarte para una cocera, pero al saber lo de la enferma prometi
volver maana. Diez das haban transcurrido desde aquella conversacin con mis
padres; no me senta capaz de cumplir tanta exigencia respecto a la muchacha y
menos aun al conocer la propuesta de mi amigo Carlos.
CAPITULO XVI AL XX
Estaba yo en plan de marcha, cuando Emma lleg. Se extra de verme con aire
de satisfaccin.
-A dnde vas tan contento?
-Prefera no tener que ir. Entonces, se inclin y me lo entreg sin mirarme.
Le estrech la mano con que me lo daba, dicindole - Gracias, gracias! Hasta la
tarde!.
Alz los ojos cambiando en ellos la ms arrobadora expresin que pueden
producir la ternura, la reconvencin, el pudor y las lgrimas de una mujer
camino de la casita de Emigdio atraves un llano en el que la zarza y el rabo del
zorro dominaban sobre los grnales pantanosos. All ramoneaban algunos
caballejos parados de crin y de cola, correteaban potros y meditaban viejos
borricos. No tard en acudir al comedor, pensando en encontrar hall a Maria. Al
preguntar por ella a mi madre, me respondi Como esos seores vienen
maana, las muchachas estn aviando los dulces. Iba a levantarme de la mesa
cuando Jos que suba a la montaa arriando dos mulas, cargadas de caabrava,
se par en el altico y grit: - Buenas tardes.

Al amanecer del da siguiente emprendiendo camino de la montaa acompaado


de Juan ngel, portador de varios regalos, nos segua mi fiel Mayo, que no me
abandonaba nunca. Pasado el puente del ro encontramos a Jos y a su sobrino
Braulio. Aquel me habl de su proyecto de caza, reducido a intentar un golpe
certero contra un tigre que le mat algunos corderos. Haba seguido el rastro del
animal y descubri una de sus guaridas en el nacimiento del ro. La insistencia de
los montaeses me hizo permanecer hasta las cuatro de la tarde, hora en que me
pas en camino con Braulio, que quiso acompaarme, cerca ya de mi casa me
desped del valiente cazador y nos separamos hasta la siguiente oportunidad.
CAPITULO XXI AL XXV
En el comedor, los asientos estaban distribuidos de la siguiente forma: mi padre
en la presidencia, a su izquierda mam, a la derecha Don Jernimo, sin
interrumpir su historia del pleito con Don Ignacio; frente a frente Mara y Emma,
despus los nios cumpliame sealar a Carlos cul de los dos asientos vacantes
deba l ocupar. Mara apoy una mano en la silla que tena inmediata, es decir, lo
mismo que hacia en ocasiones para invitarme cerca de ella. Al levantarme en las
primeras horas del da siguiente fui en busca de los aires de nuestro jardn. Al
cruzar frente a una ventana o que hablaban interrumpindose para rer, mi
hermana y Mara. Eran sus voces especialmente la de esta algo parecido al
mormullo de las palomas al despertar entre los naranjos. Tambin Don Jernimo y
su hijo conversaban paseando por el corredor de sus cuartos. Advertida mi madre
de nuestro proyecto de caza, dispuso que a primera hora se nos sirviera el
almuerzo a Carlos, a Braulio y a m. Como es natural, nosotros hablamos de la
partida y deca Carlos: -Braulio me garantiza que la carga de mi escopeta est
perfectamente guardada, pero insiste que el arma no est buena como la tuya.
Carlos no me haba hecho ninguna confidencia sobre los motivos que le trajeron a
mi casa y no queriendo que me hablara de ellos, me encamin al aposento de mi
madre. Maria se hallaba en el costurero, sentada en unas de cenchas sobre la
alfombra aviase quedado dormido Juan, rodeado de sus juguetes. Ella con la
cabeza echaba hacia atrs, pareca estas contemplando al nio. Por el aspecto
preocupado de Carlos adivin que llegaba el momento de afinar los odos en
velada escucha de su dialogo con Mara y as capt estas frases: Habra sido
mejor que usted hablara solamente con ellos estimo en cuento vale el honor que
usted comprenda que esta negativa Carlos estaba desconcertado. La
muchacha jugaba con los cabellos de Juan, quien hacindole de la falda pareca
empeada en mostrarle un racimo de adorotes.
CAPITULO XXVI AL XXX
Sobre las once de la maana, terminando mi trabajo en la oficina de pap, me
haba puesto de codos en el balcn y contemplaba la obra de la naturaleza. Sobre
el camino divis a Transito y a su padre, que llegaba a cumplir su compromiso con
Mara. Cruc el huerto y sub la primera colina para aguardarles en el puente de la

cascada. Por la maana siguiente tuve que hace gran esfuerzo para que mi padre
no adivinara lo penoso que me era acompaarle a las haciendas. l como siempre
que iba a emprender camino, multiplicaba sus rdenes. Como era preciso llevar
provisiones especiales para la semana que bamos a permanecer en las fincas,
sentise feliz, cuidando de que Emma y Mara las acomodasen en los cuchugos.
Una noche, mi padre seguir dictndome, luego de bastantes horas de trabajo.
Hasta que el sueo y la fatiga le vencieron. Entonces, disminua la luz, cerr
ventanas y puertas y aguard a que despertar. Era una noche serena y
silenciosa, la bveda del cielo luca toda la brillantez de su ropaje nocturno del
verano. Algunas cuadras antes de llegar a la puerta, sobre una de las piedras que
dominaban el valle. Estaba de pie Mara. Emma la animaba para que bajase. La
cabellera de Mara, negreaba sobre la muselina de su traje verde claro. Sentase
para rebitar que el viento le agitaba la falda. Aquella noche mi hermana tocaba la
guitarra, sentada en uno de los sofs del corredor mientras Mara y yo
conversbamos reclinados sobre el barandaje.
CAPITULO XXXI AL XXXV
Habamos llegado. Extra ver cerradas las ventanas del aposento de mi madre.
Sali a recibirnos Eloisa, pidindonos que no hicisemos ruidos. Pap dijo que se
acostado, porque esta enfermo. Solamente Mara y yo podamos sospechar los
motivos. Al advertir l nuestra alarma, quiso tranquilizarnos: -No es nada. Quiz
algn resfriado por levantarme esta maana sin ninguna precaucin. Tena yertos
los pies y las manos y calenturienta la frente.
Tres das ms tarde, la fiebre segua resistiendo a todos nuestros esfuerzos. Los
sntomas eran tan alarmantes, que el mismo doctor vease en dificultad. A las
doce de la noche me llam aparte para decirme: Usted se habr hecho cargo de la
gravedad. Una semana despus mi padre estaba convaleciente y la alegra haba
vuelto. Cuando la enfermedad ha hecho temer la perdida de un ser querido, aquel
recelo aviva nuestros ms dulces afectos, y alejando el peligro hay, en los
cuidados que le prodigamos una ternura capaz de desarmar a la muerte. Entr
mam en mi cuarto: Es posible- me dijo, que te dejes dominar por la pesadumbre
se fuerte como siempre! Y no solo por tu padre sino porque t eres el llamado a
confortar a Mara.
Luego se puso a hacerme relacin de las ventajas que me iba a reportar el viaje,
sin ocultar la contrariedad que de momento supona, para terminar diciendo:
-Durante los aos, cuando llegu a las haciendas, el doctor que reemplazaba a
Mayn estaba atendiendo a Feliciano. E hizo saber que haba perdido toda
esperanza de salvarla. Tratabase de una hepatitis que resista a toda clase de
aplicaciones.

A Juan ngel le impresion mucho que su pobre mam no respondiera a sus


palabras y caricias. Di orden para que aumentase el nmero de esclavas que la
servan, la habitacin ms cmoda y se mand al pueblo en busca del sacerdote.
CAPITULO XXXVI AL L
Dos semanas haban transcurrido desde la llegada del sacerdote. Sea porque
solamente sinar poda entenderle, o porque este gustara del trato del europeo,
paseaban juntos diariamente, mientras Nay vea regresar triste a su amado,
supuso que las noticias que el extranjero daba a sinar sobre su pas no deban ser
buenas.
Al amanecer del da en que iba a celebrarse el desposorio de Sinar, este con Nay
y el misionero, bajaron a las riveras del Gambia, y el sacerdote les habl: el Dios
que os ha hecho amar, el Dios que adorarn, por aquel tiempo se explotaban
minas de oro en el Choc y bien merece ser elogiado su produccin, si se tiene en
cuenta el rustico sistema utilizado por cuadrillas de esclavos. El cura haba
administrado los sacramentos en la enfermedad. Al da siguiente, sbado a las
tres de la tarde, el mdico entr en mi cuatro dicindome: Morir hoy. Mi padre
haba resuelto ir a la ciudad antes de mi partida, tanto por sus negocios como por
reglas mi viaje. A las siete de la maana del 15 de Enero, pap y yo tombamos
caf. El veintiocho de enero, antevspera de mi viaje sub a la montaa muy
temprano. Braulio enviado por Jos haba venido a llevarme para que me
despidiera de aquella familia. Lentamente descend al fondo de la caada, solo el
canto lejano de las gurries y el rumor del ro turbaban el silencio de la selva. Mi
corazn iba dando un adis a cada uno de aquellos lugares. A las once de la
noche del da 29 estuve velando en mi cuatro hasta que son la una de la
madrugada. A las dos semanas de mi arribo a Londres vinieron las primeras
cartas. Con temblorosa mano las fui abriendo. Cada dos meses me llegaba carta
de Mara, y as las fui recibiendo a lo largo de todo el ao, pero las ltimas
reflejaban una melancola que en vano trate de reanimar con mis escritos. En
Panam recib carta de Mara La noticia de tu regreso ha bastado para volverme
las fuerzas ya pude contar los das y se que cada uno de los que transcurren te
acerca ms a m. A las 4 llam a mi puerta, hacia una hora que yo le esperara,
listo para marchar. La luna grande en su plenitud descenda al ocaso. A las 3 de la
madrugada me despert Lorenzo, y a las 4 encomendados a la Virgen en las
despedidas de Bibiano y de su hija, nos embarcbamos. Al sentarnos a la mesa
hice notar a D.. mi propsito de seguir viaje aquella tarde, rogndole que allanara
los inconveniente. Al da siguiente sobre las 4 de la tarde llegue al alto de las
cruces y me apos para pisar aquel suelo desde el que para mi haba dicho adis
a mi tierra nativa.

2. COMENTARIO DE LA OBRA
Enmarcada por la esplndida geografa del Valle del Cauca, en pocas pasadas
floreci la hacienda El Paraso. All, rodeados por la bondad de sus padres y
tos, crecieron dos jovencitos de nombres Efran y Mara, primos hermanos,
quienes desde su ms tierna infancia se hicieron inseparables compaeros de
juego y alegra. Muy pronto, sin embargo, el camino de los dos primos se separ.
Efran, alcanzada la edad necesaria para emprender una slida educacin, fue
enviado por sus padres a la ciudad de Bogot, en donde, tras seis anos de
esfuerzo, consigui coronar sus estudios de bachillerato.
Mara, entre tanto, lejana ya las delicias de la infancia, se haba convertido en una
bellsima muchacha, cuyas dotes y hermosura encandelillaron al recin llegado
bachiller.
Ciertamente la sorpresa del muchacho fue compartida. Tambin Mara se sinti
vivamente Impresionada ante las maneras y el porte de su primo, y aquella mutua
admiracin dio trnsito a un vehemente amor que se apoder de sus corazones,
sin que ellos mismos pudieran comprenderlo o sentirlo.
El cario de los jvenes progres dulcificado por las bondades de su medio y muy
pronto, a pesar de que ellos quisieron ocultarlo, los ojos de sus mayores
recabaron en este mutuo afecto. Entonces, una sombra dolorosa se interpuso
entre los dos enamorados. Los padres de Efran, quienes abrigaban un vivsimo
amor por su sobrina, no podran olvidar una penosa circunstancia .que sealaba
indefectiblemente su destino. Tal como su madre, muerta bastante tiempo atrs.
Marta daba muestras de padecer una dolorosa enfermedad. Aquella dolencia, que
llevara a la muerte a quienes la padecieran, tarde o temprano, empezaba a
notarse en el semblante juvenil de la muchacha. Ningn alivio era suficiente, y
aunque el nimo de los buenos seores se inclinara favorablemente al amor de los
muchachos, la posibilidad, casi indudable, de la muerte temprana de Mara, los
obligaba a oponerse.
A pesar de ello, sus acciones no revistieron crueldad o torpeza. Todo lo contrario,
el padre llam a Efran a su lado y sin mostrar seal alguna de su ntima
determinacin, lo inst a viajar a la lejana Europa a fin de adelantar estudios
superiores de medicina. Aquella solicitud conturb el nimo de la enamorada,
quien vea con profundo pesar la forzosa distancia que entre los dos pudiera
interponerse. Sin embargo, la voluntad paterna fue determinante y tras una serie
de obstculos y aplazamientos que llenaron de felicidad el corazn de los
amantes, Efran enderez sus pasos rumbo a Londres. El dolor de los primeros

tiempos de separacin fue mitigado por las incontables cartas que los muchachos
se enviaban.
Muy pronto, Efran resinti las dilaciones y tardanzas de su amada. Y cuando esta
situacin ms lo mortificaba y ofenda, supo por boca de un amigo recin llegado a
Inglaterra, que la joven Mara haba sido postrada por una dolorosa enfermedad
que la amenazaba cruelmente y que requera su presencia. Inauditos fueron
entonces los dolores de Efran tratando de encontrar vas inmediatas para su
desplazamiento desde Europa.
Las enormes distancias y la lentitud de los transportes se eriga como otras tantas
lanzas que mortificaban su corazn. Das y das se sucedan, sin que la aorada
patria asomara en el horizonte. Llegaron despus tas penalidades de la travesa
de ros y montanas, los accidentes, las lluvias, la crueldad de la naturaleza que
inconmovible asista a los agnicos esfuerzos del enamorado. Cuando ya Efran
consigui descabalgar en tierras de El Paraso y salud emocionado a sus
padres, por el semblante de aquellos adivin la verdad: sus esfuerzos fueron
vanos.
La amada no pudo aguardar su llegada y con su nombre entre los labios falleci.
La desesperacin de Efran lo condujo hasta el pie de la tumba de Mara, en
donde los recuerdos de las alegras pasadas que la llevaron hasta la postracin.
Finalmente, incapaz de soportar la vida en medio del maravilloso valle que fuera
escenario de su amor y que lo inundaba cada instante con su alud de recuerdos y
emociones, Efran decidi abandonar para siempre la tierra de sus mayores y se
adentr en lo desconocido.

3. PERSONAJES
3.1. PRINCIPALES
EFRAN, joven protagonista de la novela, enamorado de Mara, que luego de
comprometerse en matrimonio con ella a su regreso de Europa, ve frustradas sus
ilusiones al encontrar que ha fallecido en su ausencia.
MARA, novia de Efran, hija de Salomn, judo de Jamaica que antes de morir la
deja bajo ci cuidado de! padre del protagonista. Al padecer la misma enfermedad
que termin con la vida de su madre, ve que sta se recrudece por la ausencia de
Efran. Pide a este que vuelva a su lado, pero sus fuerzas se debilitan y su vida se
agota antes de tener e! remedio de su presencia.

EL PADRE, bondadoso hacendado del Valle del Cauca, en cuya casa permanece
Mara bajo su cuidado. Es quien dispone e! viaje de su hijo Efran a Europa a
continuar los estudios de medicina, pero lamentablemente esta es la razn por la
cual se intensifica la enfermedad que lleva a Mara a una muerte temprana.
LA MADRE, buena mujer, tpica esposa tradicional de carcter .sumiso, cuya
presencia en la novela es smbolo de prudencia y buen consejo en los momentos
adversos.
EMMA, hermana de Efran y confidente de los enamorados. Siempre dispuesta a
crearles momentos propicios y a servirles de consuelo en las dificultades.
3.2. SECUNDARIOS
JULIAN, hermano de Efran, estrechamente unido a Mara, de quien recibe un
amor casi maternal.
DOA ANDREA, madre del anterior.
LUCAS, neivano agregado de una hacienda vecina a la de Jos, que forma parte
del grupo que va a la cacera del tigre.
TIBURCIO, otro participante en la cacera del tigre. Novio de Salom.
MARTA, cocinera de la posesin de Jos y su familia.
FELICIANA, negra aya de Mara, que en el pasado tuvo el nombre de Nay. Era
hija de un guerrero achanti del frica, pero capturada por uno traficantes, fue
conducida a Amrica en calidad de esclava.
ESTEFANA, negrita de doce aos, hija de esclavos que sirve en la casa. Tiene un
afecto fantico por Mara.
CAMILO, criado de la familia de Efran enviado a Cali por correspondencia que
esperaban.
EL CURA, anciano religioso que oficia la boda de Trnsito y Braulio.
SEOR A, caballero con quien viaja Efran a Europa y quien le da la noticia de la
gravedad de Mara.
MAGMAHU, guerrero achanti padre de Nay (Feliciana).
SAY TUTO KUAMINA, rey achanti a cuyo servicio estuvo Magmah.

ORSU, caudillo de los achimis, muerto por Magmah.


SINAR, hijo del anterior y esposo de Nay. Luego de ser capturado por unos
traficantes es separado para siempre de su mujer, con quien ha tenido un hijo, el
negrito Juan ngel.
WILLIAM SARICK, irlands dueo de la casa donde fue dejada Nay (Feliciana) por
los traficantes en calidad de esclava.
GABRIELA, mujer del anterior. Nay encuentra en ella consuelo por la prdida de
su esposo y buen consejo en la desesperacin.
EL YANKEE, americano que intenta comprar a Nay para llevarla a su pas, donde
el hijo de sta ser esclavo por siempre.
CUSTODIO, chagrero compadre de Efran a quien pide lleve a su hija Salom a su
casa para alejarla de la tentacin de Justiniano, hermano de Carlos, que parece
acecharla con propsitos no muy honestos.
4. LOCALIZACIN GEOGRAFICA
El aspecto espacial de Mara tiene caractersticas muy curiosas y hasta
desconcertantes. El crtico norteamericano Donaid McGrady es quiz quien mejor
ha investigado y comprendido este fenmeno, y por tanto es conveniente seguirlo
en sus planteamientos. Dice el investigador que casi siempre Efran especifica con
una puntualidad minuciosa los lugares por los que pasa en Colombia. Esto se ve
contina sobre todo en los captulos LVII a LX, donde el narrador describe su viaje
por el ro Dagua y por el camino a Cali, regin en la cual Isaacs trabaj cuando
empezaba a escribir Mara. En estos captulos menciona lugares tan pequeos
que hoy da se ignoran los nombres que tenan en aquella poca.
5. ESPACIO
Sin embargo, en algunos casos, Isaacs abrevia u omite ciertos topnimos; estas
omisiones y abreviaturas tienen por propsito disfrazar superficialmente el
escenario principal de Mara: la hacienda llamada "El Paraso" y sus alrededores.
Nunca se menciona este nombre, ni los de las otras haciendas ("La Manuelita" y
"La Rita") que perdi la familia Isaacs unos aos antes de la publicacin de la
novela. Esta tcnica de omisin refleja la aficin romntica por todo lo vago e
impreciso; menudean los casos en las novelas del francs Alphonse de Lamartine
y del novelista ingls Walter Scott, por ejemplo. Adems, es posible que hubiera
motivos no literarios para algunas de estas omisiones. En el captulo XXXIII Isaacs
hace unas alusiones personales muy denigrantes a los nuevos dueos de las

haciendas que haban sido de sus padres; quiz el autor disimul los nombres de
las propiedades para evitar posibles pleitos por calumnia.
6. TIEMPO CRONOLOGICO
Mara, dice que puede fecharse de una manera aproximada. Como en la novela
existe todava la esclavitud, abolida en Colombia a principios de 1852, se
desprende que la trama tiene lugar antes de ese ao. Otro dato que apunta hacia
la misma fecha es !a referencia (XXIII) al peridico "El Da", que dej de publicarse
en julio de 1851. El colegio del doctor Lorenzo Mara Lleras, adonde asisti Efran,
funcion de 1846 a 1852. As es que el idilio de Efran y Mara transcurrira hacia
el ao 1850. Esto quiere decir que Efran, que tiene veinte aos al comienzo de la
novela, es siete aos mayor que Isaacs, quien naci en 1837. Isaacs insert
tantas referencias al tiempo en su novela. Y piensa que probablemente la razn es
que as se carga el nfasis sobre la inminencia del viaje de Efran, el cual causar
la muerte de Mara. La obsesin con el tiempo constituye una manera de preludiar
el fallecimiento de la herona, que para Efran ser el momento en que cese
totalmente el tiempo.

7. BIOGRAFIA Y DATOS PERSONALES DEL AUTOR


Jorge Isaacs naci en Cali, Colombia el primero de Abril de 1837, hijo de un
comerciante Ingls radicado en Jamaica, Henry Isaacs, de origen Judo quien se
convirti al Cristianismo para casarse con Manuela Ferrer Scarpetta.
Despus de cursar sus estudios primarios en Cali y Popayn viaja a Bogot e
ingresa al colegio del espritu santo, mas adelante estudia en los Colegios San
Buenaventura y San Bartolom, pero no llega a graduarse. A los 5 aos regresa al
Valle del Cauca para residir en la Hacienda El Paraso, donde se desarrolla gran
parte de las escenas de su novela. A los diecisis ao es obligado a tomar parte
en la primera de las guerras en que particip, 2 aos despus contrae matrimonio
Felisa Gonzlez Umaa de solo catorce aos.
Jorge Isaacs vuelve a tomar las armas entre 1860 y 1861 para combatir al lado del
gobierno Liberal contra las fuerzas insurrectas del General Toms Cipriano de
Mosquera; pero siempre estaba el refugio de la literatura, aunque en realidad
nunca dej de escribir o de concebir planes literarios, tal como lo demuestran
entre muchos ejemplos, la publicacin del primer canto del Poema Saulo
dedicado al presidente Roca de Argentina La tierra de Crdoba o la redaccin de
una sentida elega con motivo de la muerte de Elvira, hermana de su amigo, el
poeta Jos Asuncin Silva.
En 1880 publica La Revolucin Radical de Antioquia, donde explica su
participacin en la invasin de se estado, es adems cnsul entre 1871 y 1873 en
Santiago de Chile, pero siempre se refugi en la literatura
Jorge Isaacs muere en Ibagu en Abril de 1895, pobre y absolutamente
desilusionado, victima de sus fracasos polticos y sin conseguir ninguna retribucin
econmica por habernos legado una de las obras ms famosas de la literatura
Latinoamericana.

8. CONCLUSIONES

Mara es la obra cumbre de Colombia y Amrica Latina del romanticismo, como


movimiento literario del siglo XIX.

Isaacs se refleja a si mismo en la novela, prcticamente es su autobiografa, su


amor frustrado, sus frustraciones y anhelos se reflejan en ella.

Mara se presenta como el modelo de mujer que cualquier hombre deseara


para si.

Las frustraciones y los recuerdos son la constante en la obra, si no hubieran


escondido o reprimido tanto sus sentimientos la novela hubiera sido distinta.

El valle del Cauca es adems un sitio ensoador e idlico para representar


dicha novela.

Nos deja una gran enseanza, no debemos aplazar el poder realizar


sentimientos nobles o esperar eventos trgicos para demostrar el amor y el
afecto

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