Innatismo vs. Empirismo en Adquisición Del Lenguaje Perot
Innatismo vs. Empirismo en Adquisición Del Lenguaje Perot
Innatismo vs. Empirismo en Adquisición Del Lenguaje Perot
Introducción
1. APE e IME
Dado que pretendo ofrecer una estrategia argumentativa diferente al clásico APE, quizás sea
conveniente dedicar el presente apartado a establecer las diferencias entre el APE y la IME que
propongo en el presente trabajo.
En términos generales, el APE es un argumento que comienza afirmando que existe una gran
diferencia entre la pobreza de los datos lingüísticos primarios (dlp) que sirven como input para
la adquisición de una primera lengua, en comparación con la riqueza del correspondiente output
lingüístico, para concluir que es necesario recurrir a la estructura interna del organismo para dar
cuenta del fenómeno de la adquisicón de una primera lengua (Chomsky 1980:34-36).
Existe una gran oferta de reconstrucciones de este argumento y un arduo debate respecto de qué es
lo que prueba o a qué tesis da apoyo (Cowie 1999, Mathews 2001, Pullum 2002, Collins 2003). La
versión estándar del argumento que brindan Laurence y Margolis (2001:221) podría, a mi juicio,
ser reconstruida como la siguiente reducción al absurdo:
1. Los niños son aprendices empiristas.
2. Si los niños fueran aprendices empiristas no podrían arribar confiablemente a la gramática
correcta de su lenguaje. Esto es así dado que los datos necesarios para elegir entre
un número indefinido de conjuntos de principios (todos ellos consistentes con las
regularidades encontradas en los dlp) no son, en muchos casos, los datos disponibles para
el aprendiz empirista.
3. Los niños arriban confiablemente a la gramática de su lenguaje.
4. Pero las premisas (2) y (3) son contradictorias.
5. Por lo tanto, la premisa de la que se parte debe ser falsa, i. e., los niños no son aprendices
empiristas.
Toda la fuerza del argumento así reconstruido pareciera radicar en la premisa 2; esto es, para
descartar el empirismo como teoría de la adquisición del lenguaje habría que mostrar
convincentemente que los datos disponibles no son suficientes para que un aprendiz provisto
sólo de mecanismos de dominio general pueda adquirir la gramática correcta de su lenguaje. Así,
habría que mostrar que un niño no es capaz de extraer, por ejemplo haciendo uso de análisis
estadístico, los constreñimientos necesarios para restringir el número de hipótesis correctas acerca
de la gramática de su lenguaje. Para ello habría que establecer con claridad qué tipo de
información se encuentra disponible en los dlp y cuál no, algo que, como dejan ver los desarrollos
de Cowie (1999) y Pullum (2002), parece ser sumamente controvertido y que, al fin y al cabo, no
hace más que desembocar en discusiones casi bizantinas acerca de la naturaleza de los dlp –por
ejemplo, ¿puede considerarse como información disponible en los dlp oraciones provenientes del
diario Wall Street o de la obra de Oscar Wilde La importancia de llamarse Ernesto? (Cowie
1999:186). Así reconstruido el APE pasa de ser un argumento en defensa del innatismo, a
transformarse en un argumento a favor de una concepción particular acerca de los dlp o de
las dificultades del enfoque empirista de la adquisición del lenguaje. En lo que al innatismo
concierne, esta estrategia parece ser muy débil; lo que el innatista precisa es un argumento
que muestre sus virtudes frente al empirismo, no meramente las dificultades que poseería una
propuesta empirista a la hora de explicar la adquisición de la gramática.
Pero, aún si las premisas de las que se partieran fueran incontrovertibles, todo lo que se habría
logrado es poner en tela de juicio al empirismo, lo cual no constituye por sí mismo un argumento a
favor del innatismo. Considero que esta manera de concebir el APE lo convierte en una estrategia
argumentativa bastante débil porque, al transformarlo en un argumento contra el empirismo, el
que sostiene el APE se ve obligado a discutir cuestiones concernientes a las teorías empiristas en
vez de concentrarse en las virtudes del innatismo. Un innatista necesita, para defender su posición,
un argumento que muestre que su enfoque es mejor que el empirista.
Llegados hasta este punto, podemos optar por la salida de Fiona Cowie y concluir con ella que el
APE no es capaz de dar fundamento al innatismo:
El argumento de la pobreza del estímulo, en cualquiera de sus encarnaciones, y
contrariamente a lo que se asume en la literatura, es completamente incapaz de
dar fundamento a cualquier forma de innatismo acerca del aprendizaje del lenguaje
(Cowie 1999:177)
O bien podemos optar por intentar reconstruir el APE de manera tal que sirva a los propósitos
de defender una posición innatista. Antes de concluir apresuradamente que toda una tradición en
lingüística ha estado equivocada, dando un argumento completamente irrelevante para lo que se
pretende defender, considero conveniente analizar una reconstrucción alternativa del APE que
convierte a este argumento en un eslabón significativo de la estrategia argumentativa del innatista.
Adoptando esta visión más caritativa, propongo reconstruir la estrategia argumentativa utilizada
por los innatistas como compuesta por dos pasos: en primer lugar el APE permitiría ir desde los
dlp al mecanismo interno encargado de la adquisición del lenguaje y, en segundo lugar, habría
otro argumento que permitiría sostener que la mejor teoría disponible de dicho mecanismo interno
es la innatista. Así concebido, el APE sería una IME[1] en contra de un enfoque conductista y a
favor de uno que podríamos denominar cognitivista, que sólo permite concluir que para explicar la
riqueza del output lingüístico es necesario apelar no tanto a los dlp –como tradicionalmente hacía
el conductismo– sino al diseño del dispositivo interno a la mente que permite adquirir un lenguaje
–tal como propone el cognitivismo. Así concebido el APE podría ser reconstruido de la siguiente
manera[2]:
1. Existe una gran diferencia entre la pobreza de los dlp que sirven como intput en
comparación con el correspondiente output.
2. De entre dos teorías rivales, el conductismo –que apela únicamente a dlp– y el
cognitivismo –que además apela al diseño interno de la mente–, el cognitivismo es
la mejor teoría que da cuenta de 1, según los criterios correctos de elección entre
explicaciones potenciales –tales como los de mayor poder explicativo, simplicidad,
parsimonia, etc.
3. Por lo tanto, con toda probabilidad, el enfoque cognitivista es el correcto.
Nótese que así reconstruido, el APE no es un argumento a favor del innatismo en tanto, como
podrá observarse en el apartado 3, las teorías empiristas actuales también apelan al diseño interno
a la hora de dar cuenta de la adquisición del lenguaje, sólo que la descripción que dan del
mecanismo encargado de la adquisición es diferente de la que postula el innatismo[3]. Mientras
que para el empirismo, el mecanismo es de dominio general, para el innatismo, éste es de dominio
específico; mientras que el primero defiende la existencia sólo de mecanismos innatos, el segundo
defiende la existencia de representaciones innatas. Entonces, para dar un argumento a favor
del innatismo es necesario agregar al APE, así reconstruido, algún otro argumento que permita
defender el innatismo frente al empirismo.
Así, el APE reconstruido como una IME permitiría descartar el conductismo y un segundo
argumento permitiría descartar el empirismo y defender un enfoque innatista en adquisición del
lenguaje. Considero que ese segundo argumento puede, a su vez, reconstruirse como una IME,
aunque con premisas diferentes que partan de los fenómenos que toda teoría de la adquisición debe
explicar y que permita concluir (obviamente, de manera no demostrativa) qué teoría es mejor: el
innatismo o el empirismo. Eso es lo que propongo hacer en este trabajo: ofrecer una IME que
permita concluir que el innatismo es la mejor teoría disponible para dar cuenta de la adquisición
del lenguaje, o más específicamente, de la gramática de los lenguajes naturales.
2. Convergencia: Todos los niños adquieren una gramática idéntica a la de los adultos.
En una primera aproximación, todos los individuos son iguales […] en relación a
su capacidad de adquisición de una gramática y del sentido común. Cada uno de
los miembros de una comunidad adquiere una estructura cognitiva rica y extensa, y
esencialmente idéntica a los sistemas que adquieren los demás (Chomsky 1975: 154).
Cada niño converge en la adquisición de una gramática rica y compleja antes de cursar
Lengua en el colegio (Crain y Pietroski 2001:21).
Una de las ironías más notorias en lo que concierne a la adquisición del lenguaje, es
que mientras los lingüistas todavía no son capaces de proveer una descripción formal
de la estructura gramatical subyacente a cualquier lenguaje natural, los niños, que
poseen las más modestas capacidades analíticas, adquieren competencia en el habla
gobernada por la gramática en el momento que alcanzan la edad escolar. Aún más,
esta capacidad lingüística emerge en gran medida en ausencia de instrucción directa,
en lo que a reglas gramaticales respecta, y con poca o nada de orientación acerca de
qué tipo de emisiones son y no son gramaticales (Winter y Reber 1994:113).
Los fenómenos 1, 2 y 3 permitirían delimitar qué es lo que se adquiere: una gramática generativa
prácticamente idéntica para todos los sujetos; 4 y 5 describirían cómo es el proceso de adquisición,
el cual se da sin instrucción explícita, donde los errores cometidos son relativamente escasos
(en comparación con las posibilidades lógicas) y exhiben patrones predecibles; por último, 6
especificaría cuándo se da el proceso de adquisición. Acorde con lo expuesto, toda teoría debe ser
capaz de explicar el qué, el cómo y el cuándo del proceso de adquisición de la gramática de un
lenguaje natural, aspectos sobre los que existe un consenso significativo en la bibliografía, tanto
innatista como empirista, acerca de la adquisición del lenguaje[4]. Dedicaré el próximo apartado
a evaluar la manera en que los enfoques innatistas y empiristas satisfacen las exigencias aquí
mencionadas.
4. Consideraciones finales
Scholz y Pullum titulan su artículo del 2002: “Empirical assesment of poverty of stimulus
argument”. De acuerdo a lo desarrollado en el presente trabajo no debería evaluarse el sustrato
empírico del APE, sino que debería más bien evaluarse el sustrato empírico del innatismo
lingüístico en tanto programa de investigación. En el presente trabajo he intentado mostrar que la
adquisición de la gramática de los lenguajes naturales parece ser explicada más satisfactoriamente
desde el marco innatista haciendo uso de una inferencia a la mejor explicación que podría
reconstruirse de la siguiente manera:
El hecho de que los modelos empiristas resulten incapaces de dar cuenta de los fenómenos
de la productividad y los errores debería, al menos, ser capaz de apaciguar cierto espíritu
triunfalista que sobrevuela a distintos tipos de investigaciones del MAER. Sobre todo teniendo
en cuenta que algunos de sus partidarios no dudan en conceder que sus estudios, no sólo no son
inconsistentes con el programa innatista, sino que parecen confirmar algunas de sus propuestas.
Siguiendo a Newport y Aislin (2000:18) y a Peña et. al. (2002:3), el tipo de información
estadística bajo estudio no es el único tipo de información usada en la adquisición de las
lenguas, y las computaciones observadas no son, en lo más mínimo, el único proceso involucrado
en el aprendizaje del lenguaje. Estas investigaciones no se proponen disputar la existencia de
otros tipos muy diferentes de representaciones, procesos de aprendizaje o restricciones innatas
en la adquisición. El interés en las habilidades estadísticas de aprendizaje es completamente
compatible con, por ejemplo, una postura en la que éstas se encuentren al servicio de módulos
más sustanciales de conocimiento, o alternativamente, una visión que defienda que ellas mismas
dirigen la adquisición de la estructura lingüística.
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[1] Chomsky mismo sostiene que el APE “es un argumento no demostrativo que recibe el nombre de inferencia a la
mejor explicación” (Chomsky 1980: 36).
[2] Adopto aquí la reconstrucción que realiza Fumerton (1992) de las IME.
[3] Al sostener que los fenómenos psicológicos deben acudir a explicaciones que apelen a estados internos al
individuo el empirismo actual toma distancia del conductismo.
[4] Consenso significativo, aunque no absoluto: si bien autores como Winter y Reber (1994) y Saffran (2003)
concuerdan en que la facilidad es un fenómeno que debe ser explicado, Cowie (1999) parece cuestionarlo -para ella
los niños hacen uso de evidencia negativa en el proceso de adquisición-.
[5] Al caracterizar esta posición no me detengo en qué quiere decir que algo sea innato, en otro lugar (Perot 2007) he
defendido la idea de que afirmar que algo es innato no es más que afirmar que constituye un fenotipo cuyo desarrollo
es robusto. Allí sostengo que esta caracterización no sólo recoge el uso que se hace del término en ciencias cognitivas,
sino que es compatible con distintos enfoques biológicos.
[6] “I” de interna a la mente/cerebro, individual en el sentido de que cada hablante la posee, e intencional en tanto
que la lengua-I es una caracterización en términos intensionales de la función que va desde elecciones léxicas a
descripciones estructurales.