Location via proxy:   [ UP ]  
[Report a bug]   [Manage cookies]                

Sylvia Molloy

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 8

ESTUDIOS.

Revista de Investigaciones Literarias


y Culturales. Ao 7, N' 13. Cracas, ene-jun, 1999, pp. 133-140
DE SAFO A BAFFO:
DIVERSIONES DE LO SEXUAL EN ALEJANDRA PIZARNIK
Svr,vn Mor-lov
New York University
Escribir un libro en prosa en lugar de poemas o fragmen-
tos. Un libro o una morada en la cual refugiarme.
ateanara Pizamik.
Diario,28 de septiembre de 1962t.
En el "ndice ingenuo
(o
no)" de kt but'anera de Pernambuco o Hilda la polgrafa,
Alejandra Pizamik dedica una seccin del texto "A
Safo y a Baffo". Como la exhorta-
cin de Muriel Rukeyser
-"Safo
no, Sacco"- en "Poem Out of Childhood"
(Rukeyser,
1982:3)2, la dedicatoria apcrifa de Pizarnik se desva de Safo, aun cuando la nombra,
mediante la repeticin y la distorsin fonticas. El desvo de Rukeyser apunta a lo pol-
tico; en efecto, el poema contina: "Safo no, Sacco./ La rebelin abrindose paso en
nuestras vidas". No menos rebelde, Pizarnik eligela diversin atravs del gesto farsesco:
al enlazar a Safo con Baffo, a la poeta lesbiana con el escritor ertico3, ejecuta un acto de
vandalismo literario que honra alavez que desfigura el monumento sfico
(y
Ios com-
plejos relatos de los que es smbolo), llamando la atencin sobre la figura femenina
mienfias que, literalmente
(baffo
signitica bigote en italiano), le dibuja un bigote.
Susan Gubar interpreta desvos como los de Rukeyser
(presentes
en otras poetas,
desde Amy Lowell a Robin Morgan) como gestos de desconfianza: desconfianza, en
trminos generales, de Safo como precursora y colaboradora potica./lesbiana, pero
adems, de modo ms especfico, desconfianza de "un patrn nico para escritoras
que se definen a partir de sus diferencias sexuales"
(Gubar, 1985: 107). En un primer
momento pens abordar la sexualidad lesbiana en la obra de Pizarnik desde esa pers-
pectiva, a travs de una desconfianza sfica manifestada por la parodia y el grotesco
en su prosa, para vincularla luego con la ambigedad sexual, en cuanto elemento deci-
sivo de autofiguracin, en su poesa. Pero mientras me empeaba en seguir la pista de
Citado en Cristina Pia. Alejandra Pizamik. Buenos Aires: Planeta, 1991, p. 171.
Las traducciones, salvo indicacin contraria, son mas.
Giorgio Baffo
(1694-1768), poeta ertico italiano. Pizamik lo menciona en una posdata a l.a bucanera
de Pemambuco o Hilda la polgrafa en la qtte alegremente parodia a Borges'. "Posdatita de 1969 y l/
2: Nada he incorporado a esta reedicin. La repetida lectura de Baffo, Aretino, Crbillon Fils, las
memorialistas annimas
(princesa rusa, cantatriz alemana), me depar la comprensin de esa alegra
t...1"
(216).
133
esta figuracin escurridiza, ya como la dama bigotuda Safo-Baffo, ya como Safo y
Baffo, beckettiana pareja de colaboradores, en aquellos textos de Pizarnik donde lo
imaginaba ms evidente, esto es, en el vrtigo verbal de Los posedos
entre lilas o de
lt bucanera de Pernambuco, record otra pareja sfica o, mejor dicho, otros entre-
cruzamientos sficos, donde Safo y Baffo acaso encontraran encarnacin ms fecun-
da. Me refiero desde luego a La condesa sangrienta, el texto deslumbrante y ala vez
elusivo en el cual se basa este comentario (Pizamik,
lg7
D4.
Tal vez sorprenda la nocin de parodia referida a un texto que, al historiar un
obsesivo y prolongado
acto de crueldad, no parece el ms adecuado para sostener la
lectura desestabilizadora que la parodia exige. Propongo que, si bien kt condesa san-
grienta
no es un texto abiertamente pardico,
su carctcr de texto lmite, que constan-
temente pone en escena su propia liminalidad, permitc tal lectura. Por liminalidad no
entiendo "la
experiencia de los lmites", en trminos convencionales o morales, que
ln condesa sangriena relata en el plano anecdtico, sino las instancias de
friccin
textual, perceptiva
e ideolgica, el constante borrar y rccstablecer lmites que el texto
pone en ptctica.
Una de esas instancias de friccin sc cncuentra en el prefacio mismo
donde, como en todo prefacio, se negocia la enunciacirn del texto. El deliberado tono
menor, rigurosamente econmico, tan parecido al del Borges reseador de libros ap-
crifos o autor de Historia universal de la infamia, no es casual. Remedando a Borges,
Pizarnik presenta el texto obiicuamente, como resea de la biografa de la condesa de
valentine Penrose (Penrose,
1962)5, adoptando, en apariencia, la postura del narrador
de Historia universal de la infamia, aquel "tmido que no se anim a escribir cuentos
y que se distrajo en falsear y tergiversar
[...]
ajenas historias" (Borges,
1974:291).El
hecho de que las estrategias de Pizarnik para "falsear y tergiversar" se asemejen a las
empleadas por Borges en el citado libro (enumeraciones,
ruptura de la continuidad
narrativa, reduccin a unas pocas escenas), si bien no se relaciona directamente con mi
comentario, apoya mi propuesta.
Como el tmido que no se atrevi a escribir cuentos
propios,
tambin Pizarnik, al contar un relato ajeno, se est contando a s misma.
pero
qu
parte de s nos cuenta?
Apartndome de Borges, quiero considerar la naturaleza exacta de este ventri-
locuismo de Pizarnik ms all del prlogo,
examinar la dinmica del prstamo de
mujer a mujer y, ms precisamente,
de la colaboracin entre mujeres.
porque,
de he-
cho, ste es un texto de transacciones textuales femeninas y slo femeninas, de una
mirada femenina y slo femenina. (De
igual modo hubiera podido
decir: ste es un
texto de transacciones sexuales femeninas y slo femeninas, de una mirada ertica
femenina y slo femenina.) Alejandra Pizarnik, mujer, lee la lectura hecha por otra
mujer, Valentine Penrose, sobre una tercera mujer, Erzsbet Bthory. La destinataria
4.
5.
I
a_p_rimera versin del texto se public como larga resea-artculo en la revista Dilogos (Mxico,
1 965 ).
La frase final del texto de Penrose, fcilmente proftica, bien puede haber servido de incentivo a
Pizamik: "Y_ si de toda esa nada, bebida como una copa de cielo negro, absorbida, desaparecida,
surgiera por fin algo,
ah!
qu sera ese algo'!" (229).
134
de la doble nrirada, la mujer sobre la cual se ejecuta la doble lectura es, a su vez,
espectadora'. su placer ertico proviene principalmente del espectdculo de la tortura
de mujeres, de la sistemtica penetracin de carnes de mujeres llevada a cabo por e lla
misma, por sus sin'ientas o por mquinas ingeniosas como la Virgen de Hierro. Como
enla Salom de Oscar Wilde, el sujeto espectador es aqu vehculo del deseo voy'eurista:
es deseado en el acto mismo de desear.
,En
dnde se posa esa mirada y qu retiene? Una rpida comparacin entrc el texto
de Penrose y el de Pizarnik muestra que el primerc ha sido desmenuzado, cabra decir
violado, por una lectura lancinante que
-suprimiendo
nexos contextuales, privile-
giando escenas emblemticas de deseo y crueldad- consigue desnarrativizarlo. Como
consecuencia, la vida de Erzsbet Bthory se convierte en una serie de tableaux vivunts
unidos solamente por su escopofilia
(y la de su lectora), unare-visin ms que un re-
cuento de la crueldad femeninao. Pizarnik se demora mucho ms que Penrose en la
mirada de la condesa, nos dice que padeca de terribles dolores de ojos
(33), punta el
texto con ref'erencias a su mirada ertica:
"La
condesa sentada en su trono contempla";
"La condesa contempla desde el interior de la carroza"
(13, l8). El verbo
"contem-
plar"
-a
la vez rnirada y reflexin- relirerza el poder enmarcador de esa mirada y
subraya su carcter esttico, como tambin Io hace la morosa descripcin de la tortura
misma, en la que invariablemente se perfcrra la carne: "De pronto, los senos maquilla-
dos de la dama de hierro se abren y aparecen cinco puales que atraviesan a su viviente
compaera"
(14). "Esta
somba ceremonia tiene una sola espectadora silenciosa",
escribe Pizarnik con engaosa simplicidad
(10). En realidad, esa mirada, claramente
voyeurista, est compuesta de sucesivas miradas femeninas. Es. ante todo, asociativa:
Pizarnik, Penrose, la condesa, sus aclitas y, evidentemente, sus lectoras estn atrapa-
das en un inintenurnpido acto de colaboracin. una lujuria visual exclusivamente fi:-
menina. Para cada una de ellas cabe decir lo que Pizarnik escribe de la condesr: "En lo
esencial, vivi sumida en un mbito exclusivamente f'emenino. No hubo sino Inujeres
en sus noches de crmenes"
(4+t.
La historia de Erzsbet Bthory, tal como la interpreta Penrose, brinda a Pizarnik
dos maneras particularrnente fecundas de inscribir el de.seo lesbiano. En primer lugar.
y al relacionarse genricamente con el gtico, In condesa sangrienta permite la repre-
sentacin narrativa de lo indecible
(tema ya obsesivamente presente en la poesa de
1.
Es interesante sealar aqu los cambios con respecto al texto de Penrose: mientras Penrose rl y vicne
ente Erzsbet Bthory y Gilles de Retz, estableciendo un paralelo entre lii violencia ertica f'crnenina
y la masculina, Pizamik prcticamente oblitera lo masculino de su texto suprimiendo alfttmos< m.trt.fuil
para d:ir mayor realce a la condesa.
Para las mujeres como espectadoras y para el espectculo de la monstruosidad femenina. r'anse
Linda Williams: "When the Woman Looks". En: Mary Ann Doane, Patricia Mellencanp y Linda
Williams (comps.). Re-llision: E"r.su1,s itt Feminist Film Criicisnt. Frederick, Maryhnd: Lfniversity
Publications of America and American Film Institute. 1984. Para otras rellexiones tilcs, vanse
Mary Ann Doane,
"Film
and the Masquerade: Theorizing the Female Spectator". Femme.r Fatoles:
Femnisnt, Film Theon, Psit'hoanalysis. Nueva York: Routledge, 1991. Y Patricia Whjtc.
"Ftn-,alt:
Spectator, Lesbian Specter: The Hounting". En: Diana Fuss (comp.). Inside/ Out: Lesbiun Ilrctile..,
Gay Tlrcorie.s. Nueva York: Routledge. 1991.
r35
Pizarnik), tropo, como ha sealado Eve Sedgwick, de una sexualidad que, al desviarse
de la norma, debe
permanecer innominada
(Sedgwick, 1985: 94)8. Si las hazaas de la
condesa no se reducen exactamente al silencio, la deliberada economa del texto de
Pizarnik, su tendencia a detenerse bruscamente, como etr vsperas de una revelacin,
apuntan constantemente a un ms.Un ms horrlble, ms lascivo, m.s exftico: en
suma, a un excedente, un mds de lo que nunca se puede nombrar. En segundo lugar,
dada la relacin del texfo con la narrativa de vampiros
(asociacin automtica, aunque
la condesa no sea, estrictamente hablando, un vampiro; asociacin que Cortzar, en su
relectura de la leyenda de Bthory, vuelve explcita)
(Cortzar, 1968). La condesa
sangrienta apunta al monstruoso femenino, a la lesbiana nunca del todo vista o, como
propone tan perspicazmente Sue-Ellen Case, a la lesbiana "desaparecida": los vampi-
ros, como es sabido, no se reflejan en los espejos
(Case, 199I: l-20).
Sin embargo, este falso vampiro s proyecta una suerte de imagen, un reflejo dota-
do
-como
habitualmente lo estn las imgenes especulares de Pizarnike- de consi-
derable fierza'. "Nadie tiene ms sed de tierra, de sangre y de sexualidad feroz que
esas criaturas que habitan los fros espejos" (44).
Quiero
examinar este reflejo ms de
cerca, tal como aparece en un captulo de ltt condesa sangrienta,
"El espejo de la
melancola", captulo emblemtico de la liminalidad a la que he aludido. Si bien es
difcil interpretarlo como escena de desaparicin de la lesbiana
-tiene
demasiada
"presencia"- es, propongo, el espectculo de un desvo; esto es, una diversin: tanto
tna mise en abyme del deseo sexual que construye la mirada lesbiana cuanto una
especulacin acerca de la imposibilidad de liberar tal deseo. En "El espejo de la me-
lancola", Pizamik rene aspectos de la condesa que en el texto de Penrose permane-
cen dispersos y hace que esa contigidad
-esa
friccin- signifique:
"Yiva",
co-
mienza la seccin, citando directamente a Penrose, "delante de un gran espejo som-
bo, el famoso espejo cuyo modelo haba diseado ella misma"
(43).Y aade Pizarnik:
"Podemos conjeturar que habiendo credo disear un espejo, Hrzbet
[sic]
traz los
planos de su morada" (43)10. La familiaridad del espejo, la idea de lo siniestro inespe-
radamente transformado en refugio
-se
trata de un espejo cmodo, con apoyabrazos
(en forma de pretzel, dice Penrose, toque kitsch que Pizarnik sabiamente elude)- es
perturbadora slo para quienes no parlicipan en la ceremonia especular'. El espejo-
morada de la condesa, como el interior-estuche del burgus de Benjamin
(Benjamin,
1970: 133) constituye el dominio privado de este sujeto f'emenino, escenario de
fantasmagoras, espacio donde se autofigura a la vez como creadora y como objeto
Es interesante advertir que la misma conjuncin de aristocracia y homosexualidad, sealada por
Sedgwick en el tropo de lo "indecible", aparece en el caso de la condesa, cuya encumbrada posicin
social no slo le permite una libertad absolula sino que la coloca por encima de la ley. En ms de un
sentido, la condesa es tna intocabLe.
Vase, por ejemplo, el poema 14 en Arbol de Dfurut: "El poema que no digo/ el que no merezco.l
Miedo de ser dos/ camino del espejo;/ alguien en m domido/ me come y me bebe"
(Pizarnik,
1993:
75). Asimismo, la observacin de Pizarik sobre los espejos en una entrevista con Marta Moia. Cuan-
do sta le pregunta: "A quin ves en el espejo?", Pizamik responde: "A la otra que soy" (Pizarnik,
1975: 250\.
Ntese que Pizamik cambia la grafa hngara observada por Penrose. Escibe Erzbet, no Erysbet.
9.
10
r36
esttico. En 1, la condesa se ofrece en espectculo: para s misma, para sus lectoras.
En realidad, se trata. de una morada dentro de una morada, de un recinto doblemente
defendido: a diferencia de Penrose, cuya condesa se desplaza de una residencia a otra,
de la mansin de la Blutgasse de Viena al castillo de Csejthe, Pizarnik cuida de recluir
a la condesa en su castillo y de subrayar su aislamiento fsico. Prefiriendo interiores a
exteriores, el castillo sangriento a las calles sangrientas, la condesa reclusa de Pizarnik
se refugia, por aadidura, en la intimidad de su espejo.
No deja de ser significativo que
"El
espejo de la melancola" sea la nica seccin
del texto en que se menciona el lesbianismo de manera explcita, en relacin con, o mejor
dicho, enrnarcado por el espejo acogedor:
Y a propsito de espejos, nunca pudieron aclararse los rumores acerca de la homo-
sexualidad de la condesa, ignoriindose si se trataba de una tendencia inconsciente o
si, por lo contrario, la acept con naturalidad, como un derecho ms que le corres-
ponda. En lo esencial, vivi sumida en un mbito exclusivamente femenino. No
hubo sino mujeres en sus noches de cmenes. Luego algunos detalles son obvia-
mente reveladores: por ejemplo, en la sala de torturas, en los momentos de mxima
tensin. sola introduci un cirio ardicnte en el sexo de la vctima. Tambin hay
testimonios que dicen de una lujuria rncnos solitaria. Una sirvienta asegur en el
proceso que una aristocrtica y misleriosa dama vestida de mancebo visitaba a la
condesa. En una ocasin las descubri
juntas,
torturando a una muchacha. Pero se
ignora si colnpa,'trrn otros placercs quc los sdicos
(44).
Manejado por Pizarnik. el espejo en el quc se refleja (y a la vez se reflexiona sobre)
el lesbianismo es tarnbin un espejo borroso y confuso. Tan pronto registra algo, lo
vuelve equvoco: as, por ejemplo, el lesbianismo de la condesa es un rumor, nunca se
lo verific, es incierto, acaso fuera inconsciente o quizs haya sido una arrogacin (en
otras palabras, un derecho. no un placer). En suma, no hay conocimiento pblico de su
existencia, s conocimiento pnvado, secreto. Pero, agrega Pizarnik, estn los detalles
obviamente. ret,elctdores, aquellos
que
espan la sirvienta, Pizarrik, las lectoras, los
detalles que permiten cntender aquello mismo que el texto no nombra, antes bien, de
lo cual busca desenenderselt.
El texto de Penrose, aparentemente ms directo y elocuente sobre el tema, diag-
nostica el lesbianismo de la condesa como una suerte de fatalidad astrolgica:
En lo que atae al horscopo de las mujeres, cualquier aspectacin negativa
que Mercurio recibe de la Luna, ella misma en relacin con Marte, da origen a
tendencias hornosexuales. Por eso la lesbiana es a menudo sdica: la gua el
influjo de Marte, varn y gueffero, y su espritu, bajo el ascendiente de tan
crueles armas. ncl duda en herir, sobre todo en amor, todo cuanto es bello,
joven,
amoroso y femenino (Penrose, 1962 25).
l l. La funcin del "secreto a roces", observa David Miller, "no es tanto escamotear intormacrn como
escamotear informacin sobre la informacin"
(Miller,
1988: 205-206).
r37
A esta construccin homofbica de la perversa lesbiana, tpica de ciertos textos deca-
dentes franceses (por
ejemplo, Monsieur vnus de Rachilde), aade
penrose
gmrlas
referencias al lesbianismo del siglo XVII debidas ms, sospecho, al deseo de excitar al
lector que al cuidado del detalle histrico. Se trata de referencias un tanto llamativas,
como la descripcin de las sficas flagelantes hngaras, descripcin que Pizarnik acaso
haba podido aprovechar ms tarde en sus abarrotadas prosas de Textos de sombra pero
que sin duda n<l caben dentro de la economa de It condesa sangrienta. Ni "perversa
lesbiana" convencional, ni miembro de una comunidad excntrica, la condesa de Pizanik
es una figura desafiante, a solas frente al espejo. Su exceso mismo es signo de resisten-
cia: su capacidad de trastornar le confiere sentido como lesbianal2.
Si hablo de desvo en este captulo es, ante todo, por la curiosa articulacin de sus
secciones, tan significativa en sus desplazamientos.
Si el captulo comienza con una
descripcin del espejo (la puesta en escena, digamos, del autoescrutinio) pronto deri-
va, tras una frase engaosamente ilativa
-"Y
a propsito de espejos"- hacia el equ-
voco lesbianismo de la condesa (eso
muy obvio y revelador que no puede no represen-
tarse pero s no decirse), para luego, tras un blanco en la pgina seguido de una nueva
frase falsamente ilativa
-"contino
con el tema del espejo" (4s)- practicar una
diversin radical, desplazndose
a otra imagen paradigmtica,
a otra construccin de
sujeto. La entrada de la figura del melanclico (el
uso del masculino asesta el golpe
definitivo) literalmente priva
de gnero a la figura femenina reflejada en el espejo,
abstrayndolal3. Y es entonces, en torno de esta figura tle reemplazo-el melanclico,
en masculino, que desplaza a la borrosa lesbiana- cuando Pizarnik escribe una de las
pginas
ms personals
de su obra. pgina que podra considerarse tanto declaracin
autobiogrfica como programa
esttico.
creo til aclarar, a estas alturas, que no es mi intencin abogar por una condesa
histricamente lesbiana, ni atribuir sexualidades modemas a un personaje del siglo
xvtt, ni atribuir sexualidades tout court a versiones de ese personaje en el siglo xx, ni
reivindicar a Pizarnik como lesbiana a travs de su lectura de la condesa. Lo que
procuro descubrir esla relacin de Pizamik con la lesbiana,unayez que la convoca a
la acogedora morada-espejo de su texto; seguir el gesto de
pizarnik
cuando fugazmen-
te la vuelve visible slo para travestirla, mediante unjuego de prestidigitacin
facilita-
12. Sobre este. punto, no concuerdo con la lectura de David William Foster sobre kt contJesa sngrienta
9:
Pizamik, segn la_cal se trataa de una mera reproduccin del modelo de la "perversa lei6iana"
(Foster,
l99l: l0l). El argumento de Foster de que la condesa. como lesbiana pruersa, "horyoriza
porque su sexualidad resiste prcticamente
toda estrategia de situarla dentro de un esquema 'legtimo'
[sic]
de sexualidad, sea heterosexual u homosexual"
d01).
revela, no obstanre las millas, ina in-
quietante visin nomativa de las prcticas
sexuales. Precisamente, es la resistencia de ese lesbianis-
mo, su irreductibilidad a lo "legtimo" (quin
dicta despues dc todo las reglas sobre lo
"legtimo"
o
lo "ilegtimo"'/),
lo que vuelve tan provcador
el texto tle Pizarnik. stino
"horroriza"'sino
que
desafa: no va a entror suavemente en la nrtma.
13. Acota Pizarnik: "El libro que comento en estas notas lleva un retrato de la condesa: la sombra v
hermosa dama se parece a la alegora de la melancola que muestran los viejos grabados" (46).
N
parece casual.esta generalizacin
v_isual que transfrma el retrato peisonll en esteretipo
despersonalizado. De hecho, el retrato de Bthry se asemeja muy poco a ls clsicas alegoras, pon-
gamos por caso Durero.
138
do, una vez ms, por el espejo
-ahora
se la ve, ahora no- con el traje del melancli-
co, representacin masculina
(o
mejor: "de-generada") de la acedia. Menos grotesca
que una Safo con Baffo, que una dama bigotuda, la lesbiana en esta escena no ha sido
menos des-figurada. Es decir: privada de representacin propia.
Sugiero que este proceso especular de desfiguracin representado en el espejo de
La condesa sangrienta, este convocar lo que se niega, es una constante en la obra
de Pizarnik, tan rica en subjetividades escindidas, en lagunas pronominales, en faltas de
indicadores de gnero, en hiatos; tan secreta y deliberadamente imeferible. Aqu, en la
escena del espejo, est la problemtica philosophie
du boudoir de Pizarnik. Boudoir
vuelto closet, es lugar de la ms extrema, transgresora y visible representacin del
deseo lesbiano y, al mismo tiempo, permite el silenciamiento de ese deseo, su despla-
zamiento, su indife rencia:
Creo que la melancola es, en suma, un problema musical; una disonancia, un
ritmo trastornado. Mientras afuera todo sucede con un ritmo veniginoso de
cascada, adenfro hay una lentitud exhausta de gota de agua cayendo de tanto en
tanto. De all que ese afuera contemplado desde el adentro melanclico resulte
absurdo e irreal y constituya
"la farsa que todos tenemos que representar". Pero
por un instante
-sea
por una msica salvaje, o alguna droga, o el acto sexual
en su mxima violencia-, el ritmo lentsimo del melanclico no slo llega a
acordarse con el mundo externo, sino que lo sobrepasa con una desmesura
indeciblemente dichosa; y el yo vibra animado por energas delirantes
(46).
De los encuentros de la condesa con su misteriosa compaera trasvestida, escribe
Pizarnik: "Se ignora si compartan otros placeres que los sdicos". El interrogante que
plantea el prrafo citado sera ms bien:
acaso
existen otros placeres? El hecho de
que haya que imaginar la sexualidad en
"su mxima violencia" para lograr la ruptura,
la nmnifestctcin de la lesbiana, revela, proporcionalmente, la violencia con que ha
sido reprimida.
Que
la manifestacin de la lesbiana en kt condesa sangrienta slo
pueda ser concebida como transgresora, como un ertico estertor de muerte, y slo fil-
trada a travs de los estratos de un cuento gtico de vampiros contado por otras, es
decir citado (como la Fedra de Racine poda decir Pizarnik: "Eres
t quien la nom-
bra!"), muestra la magnitud de esa represin, la resistencia a la verbalizacin dentro de
w closet donde permanentemente, excesivamente, se representa lo que la regla gene-
ral excluye. Como observa Sade de cierta narrativa fantasmagrica de fines del diecio-
cho: "Era necesario pues recurrir al infierno
[...]
y encontrar en el pas de las quimeras
lo que ya se saba de modo corriente"
(Sade,
1966: l5).
En uno de los breves destellos que componen la fragmentaria autorreflexin en
"Caminos del espejo", escribe Pizarnik: "Pero
el silencio es cierto. Por eso escribo.
Estoy sola y escribo. No, no estoy sola. Hay alguien aqu que tiembla"
(Pizarnik,
1968: 43). Este ensayo ha intentado reconstruir, o empeza a reconstruir a la otra que
calla y tiembla, encerrada en el espejo de Pizarnik.
t39
BIBLIOGRAFA
Benjamin, Walter
(1970). "Pas, capital del siglo xrr'". Sobre el programa de laftloso'
fa futura
y otros ensayos. Caracas: Monte Avila Editores.
Borges, Jorge Luis (1974). Historia universal de la infamia. Obras completas. Buenos
Aires: Emec.
Case, Sue-Ellen
(1991). "Tracking the Vampire". Dffirences,3, pp. l-20.
Cortzar, Julio
(1968). 62, Modelo pora annar. Buenos Aires: Sudamericana.
Doane, Mary Ann
(1991). "Film and the Masquerade: Theorizing the Female Spectator".
Femmes Fatales: Feminism, FilmTheory, Psychoanalysis. NuevaYork: Routledge.
Foster, David William
(1991).
Gay and Lesbian Themes in I'atin American Writing.
Austin: University of Texas Press.
Gubar, Susan
(1985). "sapphistries". En: Estelle B. Freedman, Barbara C. Gelpi, Susan
L. Johnson y Kathleen M. Weston
(comps.). The I'esbian /ssze
(Ensayos
recopila-
dos de la revista Slgns). Chicago: University of Chicago Press.
Miller, David
(1988).
The Novel and the Police. Berkeley: University of California
Press.
Penrose, Valentine
(1962).
Erzsbet Bthory, lq comtesse sanglante. Pars: Mercure
de France.
Pia, Cristina
(1991). Alejandra Pizarnik. Buenos Aires: Planeta.
Pizarnik, Alejandra
(1968). Extraccin de la piedra de locura. Buenos Aires: Sud-
americana.
-
(1971)
. kt condesa sangrienta. Buenos Aires: Aquarius.
(1975).
El deseo de la palabra (Antonio
Beneyto y Marta I. Moia comps.).
Barcelona: Ocnos.
-
(1993).
obras completas. Buenos Aires: Corregidor.
Rukeyser, Muriel
(1982). "Poem Out of Childhood". The Collected Poems of Muriel
Rukeyser. Nueva York: McGraw-Hill.
Sade, Marqus de
(1966). "Ide sur les romans". Oeuvres compltes, T. l0' Pars: Au
Cercle du Livre Prcieux.
Sedgwick, Eve Kosofsky
(1985).
Betvveen Men: English Literature and Male Homo'
social Desire. Nueva York: Columbia University Press.
White, Patricia
(1991). "Female Spectator, Lesbian Specter: The Haunting". En: Dia-
na Fuss
(comp.). Inside/Out: Lesbian Theories, Gay Theories. Nueva York:
Routledge.
Williams, Linda
(1984). "When the Woman Looks". En: Mary Ann Doane, Patricia
Mellencamp y Linda Williams
(comps.). Re-Vision: Essays in Feminist Film
Criticism. Frederick, Maryland: University Publications of America and American
Film Institute.
140

También podría gustarte