5 Idea Del No Jorge Monteleone
5 Idea Del No Jorge Monteleone
5 Idea Del No Jorge Monteleone
Jorge Monteleone*1
Conicet/ Instituto de Literatura
Hispanoamericana, uba
A G. ama tu ritmo
Tiempo y sucesión
Voluntad de la nada
Yo
Yo quiero
yo no quiero
yo aguanto
yo me olvido
yo digo no
yo niego
yo digo será inútil
yo dejo
yo desisto
yo quisiera morirme
yo yo yo
yo.
Qué es eso. (297)
Decir no
decir no
atarme al mástil
pero
deseando que el viento lo voltee
que la sirena suba y con los dientes
corte las cuerdas y me arrastre al fondo
diciendo no no no
pero siguiéndola. (272)2
1. Nietzsche realiza un juego de palabras en alemán para este fragmento: “Ich ehre die
widerspänstigen wälherischen Zungen und Mägen, welche ‘Ich’ und ‘Ja’ und ‘Nein’ sa-
gen lernten. (…). Immer I-a sagen –das lernete allein das Esel, und wer seines Geistes
ist!–” (Nietzsche: 1994, 202). La palabra “Ja”, “Sí”, se pronuncia en alemán como la ono-
matopeya para el rebuzno del burro: “I-a”.
2. En la entrevista con Jorge Albistur, la poeta lo explica así: “[en este poema] se oponen
los dos impulsos, las dos pulsiones: el no decidido, la voluntad de negación a todo –‘diré
otra vez que no’ / ‘retiraré la mano’–, lo de atarse al mástil como un Odiseo que no quiere
ceder a las sirenas, y el apego, esa vergüenza, el apego a la vida, al amor, a los otros, al placer,
a la lucha. Aunque no sé muy bien contra cuál de esas sirenas me debatía entonces. ¿Contra
todas?” (Vilariño: 2008, 30).
la declinación y aun para la mutilación: “Me cortan las dos manos / los dos
brazos / las piernas / me cortan la cabeza. / Que me encuentren” (301). En
el comienzo, entonces, el cuerpo ya se halla incapacitado y ha envejecido:
“Da hasta miedo seguir / si con tantos años pesa tanto la vida” (20). “Hace
frío, estoy vieja / y nada vale nada. / (…) / Ya no soy yo ni nadie. / Estoy
deshecha, muerta, / no soy nada” (25). Es, entonces, el cuerpo el primer
signo del tránsito hacia la Idea del no. Surge un ademán metonímico: la
mano. Vinculada a una potencia, a una realización, la mano suele simbo-
lizar actividad y dominio. Y también distingue, síntesis de lo masculino y
lo femenino, lo humano de lo animal y de las cosas. “Ahora soy una mano”
(23) escribe Vilariño, como si el yo se cifrara en esa parcial tentativa de
ser. Pero allí fracasa su propia condición: la mano ya no puede asir cosa
alguna, está vacía y el mundo mismo se le sustrae. Surge otra tentativa:
ser los ojos. “Ahora soy unos ojos” (23), leemos. La mirada es constitutiva
de subjetividad y al conformar su objeto, también se conforma. Pero esos
ojos “se largan vacíos / en la luz desolada” (25). La voz, otra tentativa, es
aquello que articula también lo subjetivo en la lengua. Pero la voz está
quebrada: “Oye, / te hablo a duras penas, / con la voz destrozada” (25).
Así el sujeto en tanto cuerpo se torna una “pobre cosa destrozada” (25).
52 No hay entonces un rodeo posible por la carnalidad o la corporeidad para
que el yo se arraigue o reciba cierta presencia. O si la hay no es el cuerpo
su morada, sino el dolor: “Este dolor sin ecos, / de pétalo arrancado, /
que a veces totalmente se vacía en mi forma, / que es como una ventana
cerrada al infinito. / Este dolor oscuro, rasgado, delirante, / este dolor que
a veces tiene mi misma forma, / que me hace creer que soy, / sin cuerpo,
sin sentidos, sin dolor, / sólo un grito en la sombra” (42).
Poesía y ritmo
[…] aun cuando parezca que el genio lírico y el no-genio unido a él son una
misma cosa, y que el primero, al decir la palabrita “yo”, la dice de sí mismo:
esa apariencia ya no podrá seguir induciéndonos ahora a error, como ha in-
ducido indudablemente a quienes han calificado de artista subjetivo al lírico.
(Nietzsche: 1991, 64)
La última palabra
Que no me importa
digo repito explico
que no me importa
grito
que no me importa.
No me importa
no quiero
diré otra vez que no
retraeré la mano
no volveré a aceptar.
Digo que no me importa
y aunque me desdijera
seguiría siendo esa
la única verdad
la última palabra. (121).
Amor y vacío