Vappereau J.M - Estofa
Vappereau J.M - Estofa
Vappereau J.M - Estofa
ESTOFA
Las superfcies topolgicas intrnsecas
'(Sj - Edleloo
Rlin
Ttulo original:
ETOFFE*
Les surfaces topologiques intrinsques
1988, J ean-Miche! Vappereau
Traduccin de Horacio Pons
Revisin a cargo de Vernica Cohen y Pablo Romn
*Nota a la traduccin:
De las distintas traducciones castellanas del trmino francs toffe tela,
tejido, estofa, hemos elegido estofa en la mayora de los casos, porque es el que
mejor representa el concepto de estructura que el autor ha querido mostrar en su
obra, adems de ser el trmino habitual con que se lo traduce en el uso que hace
Lacan de l en sus Escritos y Seminarios, por lo tanto, el ms difundido entre los
psicoanalistas.
La traduccin de otros trminos como inmersin o sumersin, vecindad, etc.
remite a su uso habitual en topologa.
V. Cohn y P. Romn
I.S.B.N. 987-9154-06-1
1997 Ediciones Klin
Queda hecho el depsito que marca la ley N 11.723
Impreso en Argentina - Printed in Argentina
Para Jean-Claucle Terrasson,
como homenaje a su estilo ele presentacin
de las superficies topolgicas que tan bien conoce.
Este manual fue realizado por un cartel de Topologa en Extensin. Agrupa
dos en torno de Michel Bertheux, sus participantes fueron Laurcnce Descubes,
que efectu los dibujos con aqul, J ean-Michel Vappcreau, que concibi la obra,
J ean Trentelivres, que se ocup de ella, y Richard Haddad, que provoc al cartel
con sus cndidas observaciones.
En este nmero de la serie comenzamos algunas recscrituras de ciertos
pasajes a partir del primer texto de uno de nosotros. La huella particular de cada
uno no se borra y est vinculada a ese texto.
Topologa en Extensin
5, ru de 1'Abb-Carton, Pars, 75014
tel. 40 44 85 73
Presentacin de l a serie de l os fascculos de result ados
1. En el campo de Freud, nuestros fascculos de resultados toman las
cosas en seo y constituyen una serie. La serie de nuestros resultados de
topologa en extensin se dirige a quienes quieren abrirse un camino en
ese campo, sin quedarse petrificados de espanto o en actitud de ptrea
indiferencia.
Adoptamos la expresin fascculos de resultados tomndola del
equipo Bourbaki [16]*. Los matemticos de ese grupo desarrollan la
construccin de las matemticas a partir de los trminos de la teora de
los conjuntos. En las instrucciones para el uso de su tratado, que
dividieron en varios libros, precisan la funcin de estos fascculos:
A algunos Libros (ya estn publicados o en preparacin) se
les anexan fascculos de resultados. Estos fascculos contienen lo
esencial de las definiciones y los resultados de los Libros, pero
ninguna demostracin.
Con respecto a la suya, nuestra tentativa presenta una distincin que
no puede prestarse a confusin: nuestros fascculos no estn anexados
a ningn tratado de una envergadura comparable.
En cambio, en nuestra construccin del objeto del psicoanlisis, a
partir del fundamento de la teora de los conjuntos, disponemos de la obra
de Freud y de los escritos de Lacan, estos ltimos acompaados por la
enseanza de su seminario.
2. El psicoanlisis fue inventado por Freud al descubrir el inconscien
te. Esta invencin fue consumada por Lacan a travs de un comentario
crtico del texto de Freud, que lo somete a la prueba de su propia lgica.
Esta prctica se apoya sobre un mtodo y produce un discurso.
El mtodo es conocido por quienes estudian los textos. Recibi sus
cartas de nobleza con Champollion, que ya lo emple con xito. El mtodo
psicoanaltico consiste en comparar dos versiones de un mismo texto,
puesto que el discurso analtico se basa en la hiptesis de que nuestro
aparato psquico se elabora a travs de una serie de traducciones,
transcripciones, transliteraciones.
Reagrupamos esos diferentes actos bajo el trmino de traduccin,
que estudiamos aqu. Para recurrir este mtodo, es preciso disponer de
varias versiones del texto estudiado. El psicoanlisis slo se aplica a un
sujeto hablante que proporciona por s mismo, en un mismo discurso, las
Los nmeros entre corchetes remiten a la bibliografa al final del volumen (n. del
t)
diferentes versiones de un mismo texto (E., pp. 747-748; pJ . Lo que
tontamente se llama psicoanlisis aplicado no es ms que el empleo del
mtodo psicoanaltico, por ejemplo en la crtica literaria.
El estudio del problema [25] que plantea la traduccin culmina en una
prctica de la escritura que el doctor Lacan encuentra en la escritura de
la lengua japonesa. Tal vez el lector sepa que el japons letrado escribe
su propia lengua (lectura kun-yomi) mediante el recurso a los caracteres
que se utilizaban en una etapa arcaica de la lengua china (lectura on-
yomi'f que no desconoce.
mizu su-i
7k
Fin. I
As se dice y se escribe el elemento que en nuestras comarcas
escribimos agua. Esta prctica de la letra exige numerosas observacio
nes. Para iniciar la discusin, nos contentaremos aqu con algunas de
ellas.
El recurso a esta escritura produce un efecto de traduccin permanen
te. Para el japons letrado, esa traduccin se efecta en una misma
cultura. Esto se experimenta en su mxima pureza en el japons escrito
debido a los caracteres que introducen en la traduccin otra dimensin;
sta es producida por una ficcin de tres.
Volvemos a encontrar esta instancia de la letra en los Escritos de
Lacan, cuando ste presenta la estructura del significante mediante el par
de oposicin hombres/damas,
Hombres Damas
O
Fifi. 2
que corona dos puertas idnticas, que sealan entre nosotros los lugares
aislados sometidos a las leyes de la segregacin urinaria (E., p. 499; ).
Hay algo de impertinencia en el hecho de ilustrar de este modo la
funcin de la letra, pero es sta la que sin embargo est presente entre
nosotros, hasta en nuestra vida pblica, y cuya articulacin parece un
tanto borrada en la escritura alfabtica.
En la prctica, los elementos clnicos pueden entenderse de acuerdo
con la misma modalidad.
Las palabras del analizante deben llegar a tocar la estructura del
campo freudiano para alcanzar la dimensin del discurso. Esta estruc
tura es topolgica puesto que el discurso analtico se inscribe en la
poca de una ciencia lgico-matemtica a cuyo fundamento apunta la
1. La letra E. seguida por un nmero de pgina, remite a los Ecrits de Jacques
Lacan (Pars, Seuit, 1966); y la letra al listado de los escritos de Lacan al final del
volumen.
2. Takatsuju Sasaki, Mettre la psychanalyse en japonais, L'Ano n" 26, pp.8-9.
topologa. As, pues, el paso de la particularidad del caso a la universa
lidad de lo que se funda se realiza mediante una serie de traducciones.
Este gesto no pretende sacamos de ese fantasma, sino que tiene la
pretensin de dar cuenta de l.
No se trata de una abstraccin cada vez ms desencarnada, como lo
crey Husserl en sus Fundamentos de la aritmtica a propsito del
concepto de gato, sino de una materialidad literal, como se lo recuerda
Frege, en que el fundamento de los conceptos descansa sobre la
extensin de los casos particulares llevada a la dimensin del conjunto.
El concepto de gato no es un gato abstracto al cual se le sacaron el pelo,
los bigotes, los ojos, etctera, sino la coleccin de gatos, cuando sta da
lugar a un conjunto de acuerdo con condiciones precisas. Por lo tanto,
hablaremos de concepto en relacin con esta coleccin, siempre que se
le pueda asignar una letra, un nombre, y diremos entonces que se trata
de un conjunto. Esta asignacin depende de restricciones textuales bien
conocidas en la teora de los conjuntos, pero menos advertidas en otros
dominios3. As se plantea la delicada cuestin del nombre propio.
La prctica del psicoanlisis se encamina hacia la interpretacin
debido a la traduccin, apoyndose en los dibujos o maternas de la
topologa y recurriendo a la que est en uso en matemticas. stas, por
otra parte, no se prestan a una topologa aplicada sino que realizan, como
en la lectura del japons, un hablar bilinge.
Podramos multiplicar los ejemplos a propsito de cada concepto del
psicoanlisis. De all la necesidad de nuestros elementos de topologa,
porque qu decir de un japons letrado que desconociera la lectura on-
yomi (el chino antiguo) y pretendiera prescindir de ella para escribir de
manera unvoca la lengua japonesa (lectura kun-yomi)?
La conversacin corriente se vale de la mirada y la voz; la prctica de
Freud consiste en principio en aislar la voz en detrimento de la mirada en
el tratamiento psicoanaltico mismo (etapa mayor del training analtico, E.,
p. 698; l). Esta prctica responde a lo que se descubre en ella, las
angustias de la transferencia en que, en el juego de las pasiones, la
ignorancia se oculta detrs del amor, y a veces detrs del odio. Pero,
como acabamos de decirlo, esas angustias deben ser articuladas con el
conjunto del training que hace de esa transferencia una formacin del
inconsciente.
La prctica de Lacan se inscribe en esta configuracin. Lacan em
prende la tarea de retornar a Freud efectuando, tanto en el caso de la
prctica misma como con respecto a cada concepto, una inversin lenta
pero radical. Su prctica de la estructura consiste entonces en desechar
la voz: esto es lo que hizo Lacan al trmino de su recorrido, para
concentrar la atencin sobre la mirada, especialmente con los dibujos de
Triskel
1. Nons, fascculo nQ0
la topologa. El momento de balanceo de esa inversin, segn la estruc
tura del campo freudiano, encuentra su realizacin prctica en las
sesiones cortas. Esa etapa, en que esta prctica se reduce a un simple
corte, es necesaria.
Nuestro trayecto no consiste en quedar pegados a uno u otro
momento de la estructura, sino en no pasar ninguno por alto. Nuestro
proyecto es el de un acercamiento a Lacan, acercamiento a Freud, en la
prolongacin de ese doble movimiento que sigue siendo insuperable; de
resultas de lo cual se ampla la prctica.
La prctica del psicoanlisis, sin duda, no aspira a producir matem
ticas, pero es necesario ue no las desconozca. En el analizante, la
formacin se consuma mediante la separacin del analista con respecto
al analizado, cuyo informe tiene el deber de realizar. La prctica (la clnica,
la estructura y el acto) no se sostiene si se elude el fundamento dogmtico
de la traduccin, es decir, de la lectura, del inconsciente.
El discurso analtico progresa a partir de esa prctica, pero ya est all
para nuestras generaciones. No suceda lo mismo en el caso de Freud,
tampoco en el de Lacan, que no disponan de l. El discurso analtico es
el lazo social que se forma debido a esa prctica, y que la acoge con sus
resultados. En lo cual se ve que la cosa no se hace por s sola. Comienza,
en cambio, a partir de dos, provistos de las obras de Freud y los escritos
de Lacan.
Estas razones nos conducen a considerar en un prembulo la
topologa tal como va a enuncirsela como argumento del discurso. Ese
discurso, en camino de hacerse, se presenta segn varias versiones en
la obra de Freud y varias traducciones en la enseanza de Lacan. Es
preciso que las hagamos racionales mediante el empleo del mtodo
psicoanaltico, cuyo aprendizaje constituye la otra etapa del training. Este
mtodo no podra pasarse por alto en los informes de la experiencia,
como tampoco podra ignorarse en los efectos internos que produce.
3. La obra de Freud se divide en dos tpicas, separadas por un
momento intermedio (1914-1915) en que se afirma la necesidad del paso
de la primera a la segunda.
En la enseanza de Lacan hay tres captulos topolgicos, relaciona
dos con tres tipos de variedades matemticas: grafos (1953-1961),
superficies (1961-1971), nudos (1972-1981). Definimos y desarrollamos
estas nociones en nuestra serie de resultados.
FREUD
Primera tpica. En la carta 52 dirigida a Fliess [1 b], Freud traza un
shema4 que responde a su hiptesis de que el aparato psquico se
constituye mediante traducciones sucesivas. Los segmentos correspon
den a conmociones producidas por traduccin.
4. Adoptamos la grafa schema para designar nuestras figuras a fin de destacar
que no slo muestran sino que tambin quieren dejar or. As, pues, el recurso al
schema" (escucha) hebrero no es fortuito. Esto para permitir que se reflexione,
examine y medite sobre lo que P. Legendre llama la operacin simblica bsica,
el tejemaneje fundamental ((27 s), p. 101) que hace plausible el poder y cuya
IV
P Ps
X X ---------- X X
Ies
-XX
Ffcs Cs
___ XX____XX
X
luis letras del grajo de la carta 52 se leen de este modo:
P =Percepcin, Ps = Signos de percepcin, les = inconsciente,
Pcs = Preconsciente, Cs = Conciencia
Fig.4
Freud se plantea la cuestin de la conjuncin de los extremos del
grafo, el anudamiento de la percepcin y la conciencia, en que nuestra
tradicin reflexiva ha experimentado sus patrones de verdad[E., p. 69;
De nuestros antecedentes/. Esta cuestin reaparece en La interpretacin
de los sueos ([1 c], p. 460, nota 1), donde da una nueva versin ptica
de su schema, en que cada etapa de traduccin es representada por una
lente que produce una inversin del objeto, como en un anteojo.
Schema de la Traunideutung
Fifi. 5
Este es el problema inicial desde el cual partir nuestra topologa del
sujeto.
En el transcurso de este primer perodo, Freud establece el trabajo de
lo inconsciente en las tres grandes obras que son La interpretacin de
los sueos, Psicopatologa de la vida cotidiana [1 d] y El chiste y su
relacin con lo inconsciente [1 f].
Segunda tpica. En su segunda tpica, Freud examina la misma
estructura que reaparece en los escollos del dualismo que la teora debe
sortear. Con este fin, introduce en 1914, con el narcisismo, su teora del
yo. El otro que habla a travs de los tropiezos de mi palabra no es
simtrico de m, as como mi unidad no obedece a la unidad de mi
organismo. Qu hace uno a partir de ese dos? Del mismo modo, Freud
distingue las pulsiones sexuales que invisten el objeto y las pulsiones del
yo a las que se atribuye la conservacin de ste. Reconoce que se trata
de la misma cosa [1 k]:
estructura pulsativa examinamos. Legendre, con el ejemplo de la tapicera de
Cettomai, seala el prototipo del cuadro vivo: El poder, en cuanto legislador,
implica unir borde con borde dos cosas que a primera vista es difcil calificar hay
que llamarlas elementos, superficies, etc. ? para hacer que de ellas salga la Ley
((27 a), p.102). (Cabe sealar que en francs la pronunciacin de schema es
prcticamente igual a la de schma, esquema, lo que brinda una justificacin
adicional a su adopcin. En cuanto a su papel en el judaismo, schema es una
oracin litrgica que se recita diariamente en los servicios matutino y vespertino,
y consiste en tres prrafos que expresan la fe y el amor ardientes que Israel profesa
a Dios. En la presente traduccin, adoptamos la grafa schema para que tenga
mayor semejanza con el castellano esquema (n. del t.))
V
Al parecer, en toda una serie de casos esto podra sertambin
un conflicto entre diferentes tendencias propiamente sexuales.
(P. 330, retraducido.)
y
Carecemos de todo fundamento para afirmar una diferencia
de naturaleza, por lo dems no muy fcil de captar, en los dos
grupos de pulsiones. (Pp. 389-390, retraducido.)
pero no son iguales:
Pero en el fondo es la misma cosa, dado que de las dos
tendencias que estn en conflicto, una siempre es, por as decirlo,
satisfactoria para el yo (ichgerecht), mientras que la otra constitu
ye un reto (herausfordert) a la defensa del yo. As, la situacin
entre yo y sexualidad se mantiene cercana al conflicto. (P. 330,
retraducido.)
Para nosotros, los dos grupos [de pulsiones] se oponen
nicamente en cuanto designaciones de las fuentes de energa
del individuo, y la discusin, si en el fondo son uno o de naturaleza
diferente, y aun cuando [fueran] de un [solo grupo], es ver cundo
se separaron uno del otro. (P. 390, retraducido.)
Es por esta misma razn que en 1914 Freud introdujo el narcisismo,
ya que en las neurosis narcisistas el yo es investido sexualmente como
un objeto, lo que lo indujo a pensar que poda dilucidarei enigma mediante
el estudio de estas neurosis.
Sin duda, nuestro conocimiento del desarrollo del yo es
mucho ms pobre que el de la libido porque slo el estudio de las
neurosis narcisistas promete un examen de la estructura del yo.
(Pp. 330-331, retraducido.)
Esta dificultad de estructura, recurrente desde la presentacin del
inconsciente hasta la introduccin del instinto de muerte en la doctrina,
tambin est presente en el artculo de 1914 en que Freud distingue, de
la manera ms segura, los trminos de Yo ideal e ideal del yo; el hecho
de que pese a todo no se logre distinguir su empleo en este texto debera
ms bien inquietarnos (E., p. 672; s)). Expresin en que algunos creen
leer un reproche dirigido a los malos lectores de Freud que no distinguen
estos dos usos. Nada de eso. Si en esa frase debe escucharse un
reproche, slo est destinado a quienes no se inquietan, pues supone
mos que leyeron bien el artculo de Freud. De hecho, si no lo leyeron no
pueden distinguir esos dos empleos; si lo leyeron, advirtieron que es
imposible distinguirlos? Muy pocos lo leyeron y, en consecuencia, muy
pocos se inquietan.
En ese momento intermedio, 1915, Freud intenta redactar su
Metapsicologa [1 j ] en doce artculos, de los que no quedan ms que
cuatro ms uno que acaba de descubrirse (1985). Es este fracaso el que
lo incita a construir su segunda tpica, en la que radicaliza su posicin y
llega a abordar aquello a lo que conduca su hiptesis inicial, pues esta
tpica lo lleva de manera necesaria a subvertir nuestras concepciones
relativas a la causalidad, con el ttulo de automatismo de repeticin.
VI
L
Freud busca un apoyo racional a ese hecho enigmtico en la filognesis
([ 1k], p. 334). Para ello, ya construy el mito de la horda primitiva [1 h] en
antropologa, por lo tanto. En la biologa ([ 1 k], p. 390), busca un apoyo
que lo lleva a mencionar a Weissmann [1 I], Como esta estructura se
presenta en ios materiales del anlisis, busca su razn en filologa en Abel
[1 g]. La respuesta es lgica, es topolgica.
LACAN
Distingamos entre historicidad y estructura. El desarrollo temporal
de los fenmenos nos reserva algunas sorpresas como retroacciones,
inversiones, interrupciones y reanudaciones que slo la estructura
aclara.
Es preciso que indiquemos mediante qu rumbo racional, en qu
contexto razonable, Lacan se vio en la necesidad de introducir su estadio
del espejo [31 / . Por advertir la dependencia fundamental con respecto al
contexto, digmoslo, social y hasta familiar del sujeto, hay que soportar
el contragolpe de la insuficiencia radical del informe ms preciso ele ese
contexto. Ms an, llegamos a un concepto incierto o simplemente
paradjico en apariencia, de un carcter innato adquirido. Donde se ve
que a nuestras categoras de entonces les falta algo, que nos faltan las
categoras necesarias en esta situacin. Son stas las que denominamos
estructura, y cuyo estudio emprendemos en esta serie de fascculos.
Quien dice estructura dice rasgos o invariantes, de acuerdo con
algunos principios que regulan los actos a efectuar.
Primer captulo. La primera referencia histrica a la topologa en la
enseanza de Lacan se encuentra en su primer discurso de Roma, en
1953, con respecto a la estructura del lenguaje. En esa ocasin, Lacan
utiliza el toro tomado como objeto, como ilustracin de esta estructura (E.,
pp. 320-321;]).
El doctor Lacan consagr la primera poca de su enseanza (1953-
1961) a una simbolizacin de lo imaginario mediante la alternancia de lo
semejante y lo desemejante (E., p. 821; v), para sacar a lo Simblico
de un enviscamiento imaginario en que haba cado el psicoanlisis
despus de Freud.
Es preciso que traslademos este Imaginario a la instancia de lo
Simblico, es decir, a la estructura del lenguaje. Desde este perodo,
Lacan propone una solucin grfica a la conjuncin de los extremos del
grafo de Freud.
Ps Ies Pcs Cs
- X --------------- X ------------
Fr . 6
5. Remitimos al lectora! estudio de B. Ogilvie, Lacan et la formation du concept de
sujet, en el que, porua vez, el pretexto histrico no sirve para ignorar la estructura,
aun cuando el autor se haya detenido en la linde de nuestro campo con un Lacan
reducido a Hegel. Para nosotros, la nocin de materialismo trascendental no
puede ser ms que una indicacin, ya que no hay nada de trascendente en nuestra
prctica de la materialidad literal.
VII
Tomemos eigrafo de las lneas del grafo trazado por Freud en su carta
52. Reemplazamos los puntos por segmentos y los segmentos por
puntos. Encontramos los mismos trminos. Si doblamos ese grato de las
lneas,
obtenemos el schema llamado por nosotros F, que permite orientarse en
los dos schemas de Lacan contemporneos de esa primera poca de su
enseanza.
Estudiamos la conjuncin de estos dos schemas en la superficie del
plano proyectivo en el fascculo nB2. El doctor Lacan plantea de esta
forma, desde el principio de su enseanza, un enigma que tenemos que
relacionar con la estructura del lenguaje, cuando formula con respecto a
estos elementos el interrogante de si son uno o son dos, con lo que
prolonga la subversin de nuestra tradicin reflexiva.
Retomemos el grafo de Freud, transformado en su grafo de lneas.
Gracias a nuestro schema F, podemos trasladara l las letras del schema
R de Lacan (hay que sealar que en los extremos del grafo de lneas no
hay puntos marcados; a esos lugares, sin embargo, corresponden las
letras m y M) y las orientaciones de las aristas del schema L.
Primero Primario Secundario
El proceso primario, en que domina el principio del placer, es un
proceso de pensamiento que impera en lo inconsciente (E.,p. 650; s).
Sera un error creer que lo que es primario es primero. Por lo tanto, hay
FiK. 7
VI
(Es) S*
a' utre
ill
V
Schema f.
(E., p. 553; o)
Schema L
(E., p. 53; [)
Fii;. i
p Ps Ies Pcs Cs
M A
x ->-x----- >- x----- >
S /
m
Fig. 9
VIII
para nosotros un proceso primero que domina las percepciones separa
das de lo inconsciente por los signos de percepcin. El proceso secunda
rio, regido por. el principio de realidad, domina lo consciente, separado de
lo inconsciente por lo preconsciente.
Del mismo modo, trasladamos las letras del schema de Freud a
nuestro schema F, con las del schema R y las orientaciones del L.
Fi);. 10
En nuestro schema F, la orientacin de las aristas mediante flechas
proviene del schema L y la trama de las zonas corresponde al schema R.
Reemplazamos las letras I, % Spor tres colores diferentes. Spor el lado
del proceso primero, Agrilla imaginaria de la realidad, / por el lado del
proceso secundario, que recortan en tres el proceso primario les en
nuestro schema.
El doctor Lacan prolonga este examen a fin de presentara su auditorio
la articulacin de sus schemas mediante la construccin del grafo del
deseo, en el que leemos el problema de la disyuncin y la interseccin de
dos conjuntos lgicos en diagramas de Euler-Venn puestos sobre la
esfera. Lacan dar un desarrollo a esta presentacin lgica durante la
etapa siguiente de su enseanza.
El punto de capitn sobre la esfera Diagrama de Euler-Venn6
Fifi. 11
A partir del estadio del espejo, el doctor Lacan aborda los ideales de
la persona, refirindolos al schema estructural que leemos en el schema
ptico (E., pp. 673, 674 y 680; s). Es lo que hacemos con la topologa
a partir de lo Imaginario en una matemtica, pero en donde lo Imaginario
conserva una funcin.
Segundo captulo. Durante el segundo perodo de su enseanza
(1961-1971), el doctor Lacan practica una imaginarizacin de lo Simb
lico mediante el recurso a la teora de las superficies topolgicas.
6. Estofa, fascculo ne2, captulo IV
IX
Es en este perodo cuando pone en correspondencia los cuatro
objetos de la pulsin con las cuatro superficies topolgicas elementales.
Agujen/ I: el agujero como
ruptura de supefwie
Agujero IS: la banda de Maebius,
aqu con un agujero
Agujero S: el toro
(su agujero es especfico)
Agujero SK:
el plano proyectivo real
(inmerso en cross-cup)
Agujero SI (el borde del agujero moebiano
es un ancho interior)
Elementos destacados de la topologa de las superficies
Fin- 12
El momento de Freuddebemos indicarlo en cada ocasin como una
pregunta doble se formula as: Es uno? Es dos? En esta etapa, ese
momento reaparece con el aspecto de la articulacin de las superficies no
orientables con las superficies orientables en la construccin de Lacan,
llamada por ste de involucin significante y mediante la cual resume la
repeticin freudiana (Lgica del fantasma, 1967; Ltourdlt, 1971, pp. 26-
27)7. Nuestros trabajos coordinan esta estructura con la versin lgica,
reemplazando los diagramas de Euler-Venn por el aplanamiento de los
nudos provenientes de la tercera etapa de la enseanza de Lacan.
En efecto, en el segundo perodo ste reconsidera etapa por etapa el
conjunto de la construccin de la lgica matemtica, respetando los tres
niveles, el del clculo de las proposiciones, el del lenguaje de los
predicados con los Kantores /Kanteurs] y e l de la teora de los conjuntos8.
Tercer captulo. En el tercer captulo topolgco (1972-1981) de su
elaboracin del discurso analtico, el doctor Lacan reformula la totalidad
de estas cuestiones en el campo de existencia del nudo. Sin duda porque
las formulaciones precedentes, si bien logran mostrar la trama de la
estructura, fracasan en el intento de escribirla.
7. Estofa, fascculo ng 2, captulo VII.
8. Nons, fascculo nB0.
X
Si se quiere evitar el obstculo de la representacin, antes eludido
gracias al plano proyectivo, no es posible construirlo como dimensin
tres; la cuestin de otra escritura se formula en trminos de nudos.
Se trata, desde luego, de situar lo Real, adems de las instancias
precedentes que son lo Imaginario y lo Simblico, y ya no la realidad
psquica a la que se califica de implcita en el nudo de tres (seminario RSI,
1974-1975).
Pero la topologa no es una fantasmagora de lo Real, como algunos
pretenden decirlo para dar a entender con ello que es imposible, cuando
lo que ocurre, simplemente, es que es difcil. Como ya lo hemos dicho, la
topologa no pretende sacarnos del fantasma sino dar cuenta de l, a la
manera de una escritura, con los nudos.
Es cierto que esta topologa parte de lo Imaginario, como se lo
reprochan los mismos a quienes antes aludimos, esta vez para
descalificarla, en Kant a [en cuanto a] ese supuesto Simblico, siendo as
que aqulla produce una conmocin del conjunto debido a lo Simblico.
Por nuestra parte, para leer este estado de terminacin, considera
mos en un momento previo los nudos de borde de las superficies
agujereadas, definidos por las prolongaciones de las superficies; su nica
existencia es extrnseca.
Agujero R: la recta infinita
(el agujero est alrededor)
(9
Agujero S:
el enlazamiento
Elementos destacados de la topologa del nudo9
Fig. 13
Vale la pena notar que ei nudo se borra en lo intrnseco pero que esta
presentacin conserva su traza (gnero del nudo). La teora de las
superficies, argumento del captulo precedente de la enseanza de
9. Fascculos n- 3, 4, 5.
Agujero SR: el anillo
(con su agujero)
El falso agujero
El nudo de trbol
Agujero RSI:
el nudo borromeo
XI
Lacan, es para nosotros un medio de investigacin en oi ospacio en torno
del nudo.
En nuestros primeros fascculos damos las indicaciones necesarias
para quien quiera verificar por el clculo lo que efectuamos por el dibujo
en el estudio de los nudos (a partir del fascculo ns 3).
Para el doctor Lacan, se trata de partir de una imposibilidad encontra
da en las etapas precedentes como un agujero, es decir, lo Real para l,
a fin de dar cuenta de la funcin imaginaria del falo que vela ese agujero.
Pero para no recaer en ese condenado falo a la manera filosfica, es
preciso que no alcance un xito demasiado fcil. En su comentario de la
estructura, siempre reaparecen esas categoras, tal como nosotros las
mencionamos; lo Real: su imposible se convierte en existencia; y lo
Simblico: agujero (insistencia), en un abordaje cada vez ms preciso, a
partir de la consistencia imaginaria, del fracaso en dar cuenta de la
relacin sexual.
Debe concentrarse en una escritura otra, en lo cual consiste ese
fracaso. Hecho que implica sealar hasta qu punto esa estructura no
puede escribirse ( Introduction la publication du sminaire RSI, p. 88,
y la lecture du 17 dcembrej. Estructura de cuya misma imposibilidad
da razn el fracaso en escribirla. De rebote, se provoca la modificacin del
conjunto de los conceptos del psicoanlisis, puesto que cada uno, como
uno cualquiera de los elementos del material clnico, lleva a partir de all
la huella de esa estructura evanescente.
Para concluir, ya hemos realizado esa escritura otra para el clculo de
las proposiciones de la lgica. La construccin prosigue a partir de all.
4. De Freud a Lacan, se consuma cierto recorrido. El trmino
consumacin no significa cesacin de la prctica, sino su formalizacin
a partir de ese viraje en que la situacin del psicoanlisis se tom
irreversible.
En lo sucesivo, se inscribe retroactivamente en el doble giro producido
por la obra de Freud y el comentario de Lacan.
Quedan por establecerse series de lecturas que nos permitan dirigir
nos hacia Freud, en ese retorno iniciado por Lacan.
Que los observadores prudentes y quienes prefirieron quedarse a un
costado se tranquilicen: no hay riesgos de que haya otro fenmeno como
el de Freud ni otro fenmeno como el de Lacan. Ya no es necesario en
ese campo. Por otra parte, quin querra cumplir esta funcin perimida
de aqu en ms, a menos que aceptara deslizarse por la pendiente que
conduce al remedo, y eso sin resultados? Hoy, las dificultades son de otro
orden.
5. En lo sucesivo, la costura del lugar del sujeto est terminada.
Obtura la hiancia cuya apertura preserv primero Freud y luego Lacan, y
no hay forma de preservarla de otra manera. El doble rizo que describen
Freud y Lacan est cumplido; lo que viene es el advenimiento de
Canrobert (Introduction de Scilicet..., p. 11), no podra tratarse de una
etiqueta de uso. Nuestros resultados participan de un nuevo estilo de
XII
lectura, cuyo alcance matemtico consiste en ir ms all de los intereses
de una corporacin. Nuestra serialidad no es de filiacin sino de transmi
sin y por consiguiente de invencin.
Un desfasaje entre el rango de un trmino y su ndice constituye
siempre la principal dificultad en el estudio de una serie matemtica. Los
trminos de una serie se ajustan por el conjunto de los nmeros a los que
se llama naturales. Este conjunto comienza por el nmero 0.
El nmero 1no es el primero; siempre hay un elemento antes del uno.
De tal modo, publicaremos un nmero O referido a la lgica, a fin de
situarnos en el orden de la serie.
Nuestros fascculos son seis:
nB0: NONES [NONS] (la topologa del sujeto)
nB 1: ENJAMBRE [ESSAIM] (el grupo fundamental del nudo)
nB2: ESTOFA [TOFFE] (las superficies topolgicas)
nB3: NUDO [NUD] (el nudo borromeo)
ne 4: SINTOMA [SYMPTME] (nudos de cuatro y la continuacin)
nB5: SINTHOME [SINTHOME] (el nudo borromeo generalizado)
6. Hay en nuestra poca una gran dificultad que puede resumirse as:
es falso que, aun en el campo freudiano, nadie quiera la topologa y es
falso que los mismos la acepten. Esta situacin es descripta por Lacan
cuando compara el psicoanlisis con la arquitectura (E.,p. 698; t ). Pone
all de relieve una discordancia entre una potencia lgica que lo emparenta
con el discurso y los fines de utilidad que reivindica todo poder. No por ser
intil es menos principal en nuestra presentacin de la prctica, como lo
explicbamos antes. La utilidad no es una nocin pertinente, y hasta es
peligrosa en ese campo en que el tiempo perdido produce su hallazgo.
Cuando se subvierte la lgica clsica del pensamiento, aqul a quien
se priva de esta imaginacin corre el riesgo de creer que ya no se
relaciona sino con la irracionalidad. Todo sucede como si a quien aprende
a nadarse le quitara su flotador.
Algunos querran sustituirlo artificial por lo natural, sin tener en cuenta
que no hay nada natural para un ser que est sujeto a un doble
narcisismo.
As, los primeros psicoanalistas se dividieron con respecto a estas
cuestiones, y los hombres cultos que eran sus contemporneos y que en
su mayor parte lo ignoraban todo sobre la lgica articulada de los
significantes, la posibilidad misma de una articulacin y ms an sobre las
imposibilidades que se deducen de ello, cayeron en todo momento en
esas trampas.
L o mismo ocurri con los psicoanalistas posfreudianos, y tambin con
los neolacanianos.
Desprenderse de las categoras recibidas de la lgica equivaldra
para ellos a perder pie. Un primer paso hacia la verdad consiste en
modificarlas, y el estudio de los efectos de esta misma modificacin nos
proporciona la ayuda que buscamos. Lacan comprendi esta necesidad
al retomar por cuenta del psicoanlisis unas investigaciones inauguradas
por otros (lingistas, lgicos, matemticos, etnlogos). Dot alpsicoan-
XIII
lisis de una topologa del sujeto que lo liber de las categoras clsicas y
a la que no podra considerarse como una disciplina auxiliar.
Aquellos de sus alumnos que adoptaron la tesis dbil" del carcter
auxiliar de la topologa no la utilizaron durante mucho tiempo, y todos
confesaron no encontrarle empleo ni en su prctica ni en sus informes. En
la actualidad somos poco numerosos los que poseemos el uso y la
prctica de una topologa a la cual adherimos en razn de una tesis ms
fuerte.
Es falso decir que la topologa es el psicoanlisis" y es falso
decir que la topologa no es el psicoanlisis.
Desde 1983 disponemos de una construccin de lgica matemtica
que modifica la lgica clsica gracias a un operador topolgico llamado
de interior. Es la topologa del sujeto. Nuestros trabajos consisten en
seguir las consecuencias de esta estructura cuando la hallamos en el
discurso, lo que no deja de producirse a cada paso. Es esta estructura la
que encontramos en el abordaje de las superficies topolgicas y que
organiza por s sola y de manera necesaria la topologa del nudo. En
efecto, se encuentran all enlazamientos que estn y que no estn. La
cosa comienza de a cuatro.
Es para llegar a ese grado de estructura simple que ponemos al
alcance de los lectores las precisiones de que disponemos, cuando son
necesarias.
Ei doctor Lacan indic las referencias necesarias, sin desarrollarlas
de manera integral, dejando a su auditorio la tarea de remitirse a ellas y
precisarlas. No es que no lo haya hecho por s mismo, como muchos
pueden testimoniarlo. Se contentaba con valerse de ellas de maneras
mltiples y pertinentes, con el cuidado suficiente para que, si se seguan
sus indicaciones, pudiera encontrarse lo que slo se anuncia y utiliza en
la traduccin. Estn prximos muchos trabajos de explicitacin en los
dominios abordados, y ya hay algunos esbozos de ellos. Nuestra serie se
propone ser ms que un esbozo.
7. Se trata de utilizar estas precisiones en la prctica para el trabajo
de construccin del psicoanalista, la del objeto a. Esta tarea contina, y
no es otra que la de Canrobert; saldr de ella una clnica psicoanaltica,
producida por los mismos interesados.
Daremos asimismo indicaciones para quienes buscan motivos para
formarse en esta topologa sin estar an embarcados en ella. Nos
limitaremos a las ideas que deberan asimilarse con mayor facilidad, y
guardaremos las novedades del descubrimiento para nuestra lectura.
Esta lectura no puede ser inteligible sin la prctica del materna topolgico,
ai que remitimos constantemente.
De esta topologa, otros pueden extraer otros resultados. Adems,
tenemos el testimonio de quienes se consagran a ella un momento, y que
sostienen que su trabajo no puede dejar de regresar a ese lugar.
XIV
Construimos esta topologa del sujeto en una elaboracin que echa
mano del sujeto, en la medida en que conciencia sin ciencia no es ms
que complicidad de ignorancia.
El inters de nuestra serie de manuales obedece tambin a la
conexin con las matemticas corrientes, restriccin que nos hemos
impuesto. Damos los componentes algebraicos clsicos, es decir ele
mentales (Bourbaki) de la topologa del sujeto, y los que estn en
formacin esto es, tal como aqulla se est haciendo en nuestro campo
(P. Soury) , necesarios para la lectura de Freud y Lacan.
Llevamos la elaboracin de la topologa del sujeto hasta el punto en
que queda lista para convertirse en una teora matemtica; no hacemos,
desdichadamente para quienes lo reprueban, obra matemtica exclusi
va. Ser tarea de los matemticos reformularia en su discurso a fin de
discutirla y descubrir sus consecuencias en su disciplina.
8. Definimos la topologa en extensin del modo en que Lietzmann
habla de topologa explicativa (Anschauliche, visual) [5], pero otorgamos
un papel ms grande a la lgica, pues sta forma parte de nuestra
topologa del sujeto de manera eminente, y prestamos una atencin
especial a los dibujos que establecemos como frmulas matemticas.
Con respecto a la topologa, nos encontramos habitualmente con tres
actitudes diferentes.
En primer lugar, cualquiera puede ignorar de qu se trata. La ignoran
cia sigue siendo lo habitual y esta situacin de hecho compete a la
responsabilidad de los especialistas. Para convencerse de ello, basta con
sealar que, en la era francesa, por intermedio de las academias, los
maestros emplean el trmino topologa para designar algunas de las
actividades que proponen a sus alumnos desde el segundo ao de la
escuela maternal. As, pues, no hay nada muy inaccesible en el abordaje
de la topologa.
Hay despus dos situaciones que estn ligadas entre s, a una de las
cuales calificaremos de timidez estudiosa, necesaria pero insuficiente por
s sola; en cuanto a la otra, la llamaremos prctica efectiva de la topologa,
que en un momento necesita de la primera. El hecho de que ambas
actitudes se encuentren separadamente obedece a una particularidad de
estilo en matemticas, y a la estructura del discurso que se divide en
topologa general y topologa (algebraica, diferencial, semilineal,
combinatoria, geomtrica...). Hay aqu la misma articulacin entre estos
dos dominios, el de la topologa general y el de la topologa propiamente
dicha, que entre la lgica matemtica y las matemticas. Indiqumosla.
La toma en consideracin de las estructuras topolgicas, en
cualquier dominio, se hace por medio de una investigacin que consiste
en construir rasgos invariantes en el transcurso de transformaciones
continuas.
XV
As, en la prctica de la topologa, nos topamos con la necesidad de
definirla continuidad. Esta definicin constituye el objeto de la topologa
general, llamada topologa conjuntista0.
Es cierto, la topologa supone y presupone las buenas definiciones
de la topologa general, pero en la prctica la elaboracin se lleva
adelante sabiendo darles lugar sin volver a ellas en cada caso. Es un
principio de abreviacin que podemos situar en el recurso a un lenguaje,
el de las categoras11.
A la inversa, el hecho de que algunos principiantes se estanquen en
la topologa general hace que eludan la prctica efectiva de la estructura
en beneficio de trabajos de otro orden. Si no pasan la barrera que separa
estos dos aspectos de la topologa, se ven reducidos a afinar eternamente
sus definiciones sin encontrar jams resultados convincentes; tan
grande es el entorpecimiento provocado por el formalismo en este
camino sin salida. Para ellos se trata, entonces, de estudiar familias de
conjuntos abiertos, cerrados, vecindades, filtros, en los que muy pocos
ven otro Inters que el anecdtico en un dominio tan rico en matices.
Nuestros aprendices toplogos caen en un relativismo de mala ley para
el psicoanlisis.
Es preciso sealar adems que hay matemticos, y no de los
menores, que impugnan el aspecto imprctico de esas definiciones
generales para quien interroga la estructura de un dominio particular; a tal
punto la topologa general se mantuvo histricamente dirigida hacia el
anlisis funcional clsico (se trata del anlisis de las funciones reales
con variables reales). Hay idealismo y trascendencia en esta interroga
cin clsica y limitativa en los mismos matemticos, cuando stos se
fascinan por la estructura de los nmeros reales sin una verdadera
estrategia, por no haber integrado los resultados de lgica matemtica
debidos a K. Gdel y P.-J. Cohn.
Sealemos que en este cuadrito de las actitudes frente a la topologa
ni siquiera hablamos, de manera evidente, de la actividad de fantasa,
presuntamente topolgica, de algunos. En nuestros contemporneos,
creimos comprender que se llamaba lacanianos a los partidarios de esa
topologa fantstica. No queremos dejar en el abandono, condenada a
tan triste suerte, la enseanza de Lacan antes de reivindicar ser sus
discpulos. Las intuiciones de cada uno tienen nuestro ms profundo
respeto; lo principal depende de la presentacin de la obra.
Para resolverla dificultad encontrada en el aprendizaje de la topologa,
sin eludir su perfil, queremos llamar la atencin del lector sobre una
particularidad de estilo en matemticas.
Llamamos principio de abreviacin a esta condensacin que no
compete a ninguna trascendencia. Ese principio quiere que una obra
que se dice de topologa, para tomar el ejemplo que nos concierne, d a
entender y suponga, desde su ttulo o en el de la serie en la cual est
publicada, que las funciones (morfismos de la categora, transformacio
nes) de que trata son continuas y que los objetos que estudia se asocian
10. Nons, fascculo nQ0.
11. Essaim, fascculo nQ1
XVI
a espacios topolgicos bien conocidos, sin que sea necesario
redefinirlos en cada ocasin.
Esto, de la misma manera que en matemticas no redefinimos en
cada obra la implicacin material. Sin embargo, hay entre nuestros
matemticos idealistas, algunos que se quejan del hecho de que sus
colegas sigan con sus trabajos pese a conocer poco de lgica y de teora
de los conjuntos, cuando la teora ingenua parece bastar.
Es como si exigieran idealmente de cada automovilista el conocimien
to de la mecnica para estar autorizado a conducir un auto. Con ello, no
hacen ms que negar el rasgo caracterstico del mtodo industrial, rasgo
que motiv su xito y su desarrollo. En efecto, en el imperio industrial
como en la lengua , el usuario puede hacer un uso justo y pertinente del
objeto sin saber. Vale decir, sin haber participado y ni siquiera ser capaz
de participar en la concepcin y fabricacin del objeto. Se plantea, desde
luego, la cuestin de su mantenimiento, que se resolva mucho mejor en
la era de las tcnicas neolticas.
Es cierto: en el psicoanlisis las cosas ocurren de otra manera porque
desde el principio y hasta el final, el psicoanaizante, el que se dirige al
psicoanalista, es considerado responsable de las consecuencias impre
visibles de su decir, y la topologa es necesaria en su enseanza para que
aqul pueda asumir esto con discernimiento. Pero este dato, so pretexto
de matemticas, no debe llegar hasta forcluir (coagular, holofrasear) el
estilo de los matemticos, como ocurre en el caso de algunos espritus
simplistas. Vale decir que, aun en matemticas, puede recurrirse a alguna
condensacin.
Desde luego que en la topologa est supuesta la topologa general
o conjuntista renovada, pero la estrategia es diferente en el mtodo
matemtico, pues ste depende de la estructura del lenguaje, es decir de
una prctica de la ausencia de metalenguaje. Es esta estructura la que
est sellada en el mtodo industrial.
No nos burlamos de estas premisas ni ias pasamos por alto, y
alentamos a quienes an las balbucean. Puesto que tenemos inters en
sealarles que les resulta sencillo no comprender el uso de nuestra
topologa en la prctica, ni la prctica de Lacan cuando ste recurre a la
topologa, porque ellos mismos se la toman con sta de una manera que
no es adecuada. Queremos mostrarles su razn.
Es por este motivo que proponemos tomar las cosas por los dos
extremos al mismo tiempo, cada uno situado en su lugar.
En unos ensayos que, sin esperar, ponen la topologa en prctica a
travs de las variedades.
En un retorno a la topologa conjuntista, no en general sino en la
cuestin especfica y principal de las estructuras de la lgica proposicional,
predicativa y conjuntista. Esto, para abordar cada uno de esos tres
captulos de la lgica matemtica en una topologa en el sentido general
del trmino. Obtenemos as las premisas de la topologa del sujeto
mediante la modificacin de la negacin a la manera de la lgica modal
en una topologa.
XVII
Nuestra obra matemtica de referencia es la de E. E. Mose [10]
para la prctica de la topologa. Tal vez algunos consideren que en esta
recopilacin hay demasiados resultados. Es que existe una resistencia
que desva toda prueba de certeza. Los resultados se falsean por el
mero hecho de ser registrados por los interesados mismos. Dos procedi
mientos permiten triturar este obstculo.
Uno consiste en introducir un protocolo de experiencia y registro
que deja lugar al funcionamiento. ste, adems, es cada vez ms
sostenido por los que son ya producidos por l.
El otro se resume en una comunicacin de resultados, con vistas a
su discusin por parte de cualquiera, aun cuando sea exterior al campo
en cuestin.
Estas dos soluciones slo se oponen debido a la ignorancia de
quienes sostienen la resistencia con que se sustenta el malestar en
la civilizacin, maravillas y sorpresas siempre renovadas en cada
caso de transferencia. En cuanto al resto, pueden intentarlas
conjuntamente.
Plasencia, mayo de 1988.
XVIII
Fascculo de resultados n 2
ESTOFA
Las superfcies topolgicas intrnsecas
Utilizamos la letra E. seguida de un nmero de pgina cuando mencionamos
un pasaje explcito de los crits de Lacan publicados en un volumen por las
ediciones Du Seuil en 1966*. Cuando se trata de un escrito posterior a esa fecha,
damos su ttulo con la indicacin de la pgina de la primera edicin, que se
especifica en la bibliografa al final del volumen. Procedemos tambin mediante
una remisin a la bibliografa en el caso de las referencias a la obra de Freud.
Desde luego, esas remisiones son intiles para quien sabe al dedillo su Freud
y su Lacan, pero nuestro propsito es provocar ese efecto en otros lectores que no
estn todava en esa situacin. Con este proceder, esperamos representar un
sostn para ellos.
Las referencias al Seminario de Lacan remiten a nuestra bibliografa. Las
remisiones dentro de la serie de los fascculos de resultados se efectan mediante
notas cada vez que eso nos parece necesario.
* La letra que sigue al nmero de pgina entre remite al escrito correspondiente en el listado de
ttulos en castellano de los Escritos de Lacan al final de este volumen.
8
En este libro quise mostrar el lugar eminente de la caverna de la que habla
Lacan en la topologa y, ms en general, en el psicoanlisis. Sin lugar a dudas, la
entrada a esa caverna (E., p. 838; w)), entre las enseanzas diversas que nos
dej ese gran lgico, es para el analizante y el psicoanalista el lugar ms
importante, pero para el hombre culto, apasionado por la inteligencia, tiene un
sentido incomparable.
El toro es una superficie topolgica biltera, por lo tanto de dos caras. Le
dedicamos nuestro captulo V. Su estructura es histrica. Su historicidad
obedece solamente al hecho de que sea citado por Lacan, desde la primera
referencia a la topologa en el discurso de Roma (E., pp. 321-322)? En esa poca,
I .acan ilustra con este anillo una estructura, que revela en la palabra un centro
exterior al lenguaje. Que el centro se considere interior se debe al uso de ese
trmino para designar el centro de un crculo sobre el plano. Esel lugar donde est
ubicada la punta del comps cuando se traza el crculo.
F.l crculo aplanado determina dos zonas, de las cuales una es infinita (no
limitada) alrededor de l; se la llama exterior. La zona limitada contenida por el
crculo se llamar interior. Para confirmar ese hecho, la teora de las superficies
requiere dos teoremas, el de J ordn y el de Schonflies.
El doctor Lacan sugiere que este anillo, nuestro crculo, se entienda flotante
en el espacioen lugar de estar sobre un plano, y nos invita a imaginar queel centro,
el punto equidistante de cada elemento del crculo, es entonces un espacio que
resulta conexo debido a esa nueva dimensin, y al que puede calificarse, en su
conjunto, de exterior al anillo.
Hay aqu un doble juego de la dimensin en relacin con este anillo. Al
margen del pasaje del plano al espacio de dimensin tres, pasamos del crculo, que
es una lnea, al toro, que es una superficie. El redondel de hilo (S. XX) autoriza
la traduccin de uno al otro.
Pero, por otra parte, la insistencia de la estructura, en la estofa de la prctica,
hace necesario el recurso a otras superficies topolgicas adems de las bilteras,
a partir de lo cual ya no puede desconocerse la pulsacin de esta estructura. Se
lala de las superficies topolgicas unilteras, cuyo paradigma presenta el plano
proyectivo. Este constituir el objeto de nuestro captulo VII. Este plano sostiene
el modo de cierre propio de la entrada de la caverna.
En la superficie del plano proyectivo, de otra manera que sobre un plato, el
centro funciona a las mil maravillas, como lo mostramos en el Apndice de esta
obra.
En cambio, es de manera intrnseca a la superficie del toro mismo como el
doctor Lacan pondr de relieve un rasgo de estructura que sostiene su histe-
liistoricidad [hystoric'e]. Ese rasgo consiste en una necesidad impuesta a los
trayectos tricos. Lacan demostrar que se trata de la estructura de la neurosis
(L'tourdit, p. 42).
Fig. 1
Fig.2
J .-M. V.
E l e s p e j i s m o d e l a t o p o l o g a
L l
Para introducir...
En este volumen de nuestra serie adoptamos un estilo local
mente chato, como conviene para hablar de superficies.
Desde que Lacan ironiz sobre la pretensin de un psicoanalis
ta de Nueva York de tomar las cosas por la superficie (E., pp. 393
y 598; j y r), las superficies pueden tener mala reputacin en
el discurso del psicoanlisis, entre quienes sostienen el lazo social
que implica la prctica de Freud.
Lacan especifica, sin embargo, que en s misma es peligrosa
la idea de creer que la superficie es el nivel de lo superficial. En
cuanto al lugar del deseo, es necesaria otra topologa (E., p. 601;
r). Nosotros emprendemos la tarea de construir esta topologa a
Iravs de nuestra serie de fascculos.
Las superficies topolgicas son objetos (variedades, c>
inanifolds...) topolgicos (continuos) de dimensin dos.
Est la dimensin (a).
Est el dos (a).
La dimensin es un invariante topolgico cuya definicin
damos y cuy'Tscf'ebe establecerse en el psicoanlisis hasta la
introduccin que hace el doctor Lacan del trmino de dit-inension ^ a %4 &
[dicho-mensin] (1 a).
El nmero dos corresponde para nosotros a lo Imaginario (1 a).
La dimensin de un objeto topolgico se define por la dimen- tiynJfc
sin de los cortes que lo desglosan (en varios pedazos). Es la
definicin que da Poincar [32]. Una dimensin est hecha de opAs.
dimensiones ms pequeas, hechas Tsuvez d dimensiones. As
como un enjambre significante es un collar hecho de anillos, a su 5 , '
vez collrefTrcHs de anillos1(2a).
Lo Imaginario es el cuerpo (2a).
Hacer intervenir otra dimensin no deja de tener consecuen
cias. Como acabamos de verlo en lo precedente, es nicamente en
el plano, de manera intrnseca, donde puede decirse que el centro ^3
es interior al crculo (3a).
La relacin con el cuerpo en el discurso analtico se califica de
narcisista (3a).
I . El nacimiento de la dimensin
Queremos someter la descripcin que damos de la doctrina a
esta misma doctrina. Slo esta torsin produce una consistencia
1. Exxuiin, fascculo n 1, pp. 127-142
13
cualquiera. La doctrina que Freud se formula se presenta en
trminos de aparato, calificado de psquico. Freud es neurlogo,
pero da la casualidad de que tambin es mdico. En este encuentro
entre una tecnologa concebida y una prctica clnica, es forzoso
decir lo que all ocurre, y someterse a ello. Desde La afasia [ 1a],
Freud, como otros en torno de l, entiende que el material encon
trado tiene el perfil del lenguaje y saca de all la nocin de un
aparato que se construye por traducciones sucesivas. Vemos
entonces que, de su modelo inicial querepresentalarepresentacin
que se hace del aparato psquico, pronto no conserva ms que la
manera en que lo constituy. El aparato psquico se convierte en
estructura del sujeto. Se anula as la diferencia que algunos
establecen entre una teora y una prctica, cuando no dan con ello
por tratarse de pseudotericos o de supuestos practicantes.
a - La dimensin es un invariante topolgico
La dimensin es el invariante topolgico principal, y este
trmino da lugar a una dificultad que obedece a ua curiosa broma
en la cultura cientfica.
Tomar las dimensiones de un objeto consiste, en el lenguaje
corriente, en medirlo segn las direcciones del espacio. Se trata de
tomar las medidas de su largo, su ancho y su alto, para considerar
el ejemplo de las tres dimensiones de un slido.
La nocin de dimensin, por lo tanto, est all ligada de manera
fehaciente a la medida, por el hecho de medir.
A partir de esta experiencia, el lector principiante ya no com
prende qu es la topologa, si sta consiste, como es cierto, en
abandonar el recurso a las medidas, y la dimensin es su principal
invariante.
En consecuencia, es necesario dar una definicin rigurosa de la
dimensin, que no deba nada a la medida segn los grados del
volumen de un objeto.
Las direcciones se llaman en fsica grados de libertati. Se trata
por lo tanto de movimientos. Por ejemplo, un moviMieT plano se
despliega segn dos direcciones extremas y sus composiciones
intermedias. Se dice que se produce en dimensin dos.
De una manera ms general, cuando un fenmeno depende de
dos parmetros o dos variables, se habla de superficie por una
metfora geomtrica.
Si medimos el volumen segn las direcciones del espacio, son
stas las que ms se aproximan a la nocin de dimensin ti >polgica.
Pueden definirse independientemente de toda medida.
Existe en primer lugar una definicin inductiva de la dimen
sin, a partir del punto considerado como objeto sin dimensin en
la geometra euclideana. Una composicin de varios punios forma
14
una lnea, de dimensin uno; una yuxtaposicin de lneas forma
una superficie, de dimensin dos; un agrupamiento de superficies
forma un volumen, de dimensin tres, etctera.
Pero aunque esta presentacin sigue siendo intuitiva, vemos en
ella, sin embargo, qu ua dimensin est hechade otras dimensio-
ns, a la maneraen que un en jambre est hecho de otros enjambres,
pero en ese caso se trata de otra dimnsin.
' Para definirlas con claridad, hay que tomar las cosas a la
inversafUn objeto ser de dimensin n si puecfe dividirse en dos]
I partes no conexas mediante un corte de dimensin n - 1 . /
Si, descendemos hacia la dimensin cero, la dimensin dos se
define por el hecho de poder ser escindida por la dimensin uno;
sta es una lnea porque en s misma puede descomponerse
mediante'cortes d la dimensin del punto, si ste se considera de
dimensin nula.
Las superficies, en consecuencia, son esos, objetos recortados
por lneas; T estrucTur13e~*superficie se define por cortes de
dimensin uno. En este volumen estudiamos los trayectos, que
consistif en Tsuperficie, segn los cuales sta puede ser cortada.
Los cortes de dimensin uno constituyen las superficies e indican
la estructura de superficie. La estructura de superficie es el corte,
y llamaremos estofa el lugaf donde se efectan esos corte.
Hay otras definiciones de la dimensin en topologa. Este
concepto da origen a una teora de la dimensin (vase la biblio
grafa relativa a esta cuestin al final del volumen). Se puede
encontrar una formulacin reciente de la definicin de la dimen
sin inductiva en el sentido restringido y en el sentido amplio, y la
definicin de la dimensin por recubrimiento ([14], p. 54). Sea
lemos sobre todo las tentativas de definir di mensiones intermedias
por conducto del enrollamiento. Como una esfera es local mente de
dimensin dos, pero envuelve un volumen y no puede ser sumer
gida en la superficie de un plano, damos cuenta de ese hecho al
decir que es localmente chata. Una superficie topolgica es local
mente equivalente a una porcin del plano, pero puede presentar
una magnitud que constituye un volumen.
Esta cuestin merece retomarse a partir de los elementos a los
que intentamos pasar revista aqu, y de otros ms2.
El doctor Lacan emple en principio el trmino categora para
2. Antes de Poincar, debemos, a Dedeckin el haber sabido poner de relieve
incictt11mente el carcter.topolgico de la dimensin, a raz de una carta que
le escribi Cantor en que ste explicita su descubrimiento de la puesta en
correspondencia punto por punto del conjunto que constituye la superficie de un
cuadrado con uno de sus lados. Es n sta oportunidad cuando Cantor enuncia su
frmula pattica: Lo veo pero no lo creo. De ese modo crea demostrar la
inconsistencia de la nocin de dimensin y, con ello, su carcter imaginario. A
lo cual Dedeckin responde, con una rara precisin, que la construccin est bien
e/
v r
hablar de lo Real, lo Imaginario y lo Simblico; denomina con tres
letras, zona ^ (realidad psquica), zona S y zona / tres zonas
distintas de su schema R, como vamos a verlo a continuacin.
Luego sustituy sucesivamente la nocin de categora por la de
dimensin (de laque hizo la dicho- mensin), para llegar por ltimo
a la de consistencia, cuando llama R (Real), Sellos tres redondeles
de h i lo de la cadena borromea. Para referirse al pasaje de la realidad
psquica a lo Real en la enseanza de Lacan es necesario un
itinerario como el nuestro. Ms que del espesor de las cosas, se trata
de dar cuenta del espesor de las palabras, su peso en la enunciacin
oTrnejr di"ch'o, el tamao del ciclo de su resonancia razonante.
' En este volumen, comenzaremos a abordarlo en oportunidad de
nuestra prctica de traduccin, a travs de palabras en uso en el
discurso del psicoanlisis, y de construcciones topolgicas.
a - El nmero de ellos [dos] es lo Imaginario <}
Momentneamente, hagamos partir ese de ellos [deux\ del dos
[deux\ de la simetra plana del espejo. sta define un espacio
imaginario, hecho de embustes, de trompe-la,il,'Xc imgenes qu
desaparecen o se interponen en mltiples construcciones de ptica
geomtrica. En la prctica, este espacio depende de un sealamiento
temporal ms preciso, est especificado por acontecimientos,
recuerdos cuya fecha no se encuentra, en los que la cronologa s
enmaraa, que no tienen lugares geogrficos; est habitado por
falsos reconocimientos. Tan poco situado como un sueo, ni en
otro lugar, la posicin de este espacio imaginario explica, a
contrario, la funcin precisa de la datacin histrica, exigida por
Freud en el anlisis (E., p. 183; g).
El doctor Lacan no vacil en iniciar su enseanza a partir del
espacio producido por el espejo, como caso particular de la funcin
hecha pero completamente recortada, con lo que plantea que la dimensin sigue
siendo una nocin vinculada a las propiedades continuas, una nocin topolgica
si no es conjuntista.
La nocin equivalente en teora de los conjuntos es la del nmero, cuya definicin
y construccin son ms problemticas.
El nmero ordinal puede construirse como invariante de una teora de los
conjuntos con axioma de eleccin.
, Como invariante de esta misma teora se deduce una definicin del nmero
cardinal, pero no sabemos construirei nmero (cardinal) como invariante de una
teora cualquiera de los conjuntos (sin axioma de eleccin). Ser el nmero un
invariante topolgico? (El nmero cardinal, claro est) Esta pregunta es impor
tante dado que el nmero es verdaderamente el mathemata, el objeto principal de
la matemtica desde los griegos, a punto tal que la mayor parte de la gente la
confundi con la contabilidad y al matemtico con el calculista prodigio. Para
hacerse cargo de esta diferencia, hay que distinguir el nmero y la cifra con sus
funciones respectivas en la construccin de los invariantes.
16
de las imgenes en el problema de la significacin del espacio para
el organismo viviente (E., p. 96; e). Pero sealaque, si queremos
estudiar sus lmites, no hay nada que esperar de ese espacio
imaginario sin el recurso a otro orden (E., p. 70; "De nuestros
antecedentes"). El tratamiento de lo imaginario por la fenomenologa
sartreana nos parece muy anticuado hoy en da si se recurre a las
slidas categoras propuestas por Lacan [34]. M. Merleau-Ponty
nos parece mejor inspirado, cuando, al final de su itinerario,
descubre entre visible e invisible un nudo y un quiasma [30]. Este
descubrimiento puede hacer retroceder a algunos, porque en ese
momento de consumacin Merleau-Ponty se topa con la muerte.
Por nuestra parte, tenemos la precaucin, a la entrada de la caverna
del psicoanlisis, de indicar con claridad sus elementos y su lgica
para evitar a los profesores de filosofa y algunos otros, si no el paso
atrs, s al menos la cada en el extravo de una mala poltica,
porque para ellos es necesario cumplir un acto que no sea ni pasaje
al acto ni accin en el fantasma. Ese orden otro de la esttica
barroca no es locura de ver [18] sino racionalidad de la instancia
de la letra y lgica.
Ese espacio imaginario es estructurado por la aparicin y
desaparicin eferasgos: Entre los elementos esenciales quejgode-
inos considerar entre el cuerpo y la imagen, el pene va a cumplir
una funcin de mdium por su presencia o su ausencia, como
imagen del rival, ese otro imaginario, mi semejante. Por esta razn,
articulamos con insistencia una estructura en ese espacio. ste est
hecho de tensin subjetiva y tiene un correlato temporal habitado
por la angustia. Sus modos imaginarios dan s"cnsistehci'al
c?)oc7mrtiTF'especuIar, hcho de despersonalizacin y alucina
cin del doble, y son el fundamento paranoico del conocimiento
humano. No tienen ninguna pertinencia en el sealamiento del
fantasma (E., p. 7 I ; De nuestros antecedentes) . >*-
El funcionamiento de los aparatos pticos del doctor Lacan nos (C
lo proporciona la dinmica de sus schemas L y R. Hemos construi
do un schema F que toma sus trminos de estos dos, a fin de <
vincularlos con el schema de Freud (vase Presentacin de la serie, p
pp. IV a VIII). Queremos hablar del schema cuya primera versin
se encuentra en la carta, numerada 52, que Freud escribi a su
amigo Fliess [ 1b], y la segunda versin en la parte especulativa de
La interpretacin de los sueos [le],
A partir de esos schemas, nos proponemos situar lo Imaginario
en la topologa del sujeto. El schema de Freud se presenta aqu por
esa especie de dual que es su grafo de las lneas3. Su linealidad es
de importancia esencial, ya que el grafo se propone dar cuenta de
la sucesin de las etapas de la traduccin mediante la cual, segn
la hiptesis de Freud, se constituye el aparato psquico. El proceso
3. Essaim, p.65
17
de la traduccin, bien conocido en su prctica, no deja de arrojar
algunas sombras. El conjunto del funcionamiento de estos schemas,
que en Lacan se convierten en los de la estructura del sujeto,
pretende explicar ese proceso. Como en todas nuestras presenta
ciones topolgicas, la traduccin est presente intrnsecamente en
el schema y ste mismo est atrapado en un proceso de traduccin.
He aqu los schemas en cuestin.
M
P Ps Ies Pcs Cs
>-X<----X----->-x----->-x---- >-
I A S i m
Grato de las lneas del schema de la carta 52
Schema R
(E., p. 553; o) < -> (E., p. 53; I)
Fig. 1
- Los trminos inscriptos encima de la lnea del grafo son los de
la carta 52 de Freud:
P; Percepcin. Ps: Signos de percepcin. Ies: Inconsciente. Pcs:
Preconsciente. Cs; Consciente.
La originalidad de Freud radica en distinguir entre P y Ps,
Warhnehmung y Warhnehmungs-zeichen (E., p. 558; o). Nues
tro objetivo es explicar qu son los signos de percepcin para
Freud, el einziger Zug freudiano o el trazo unario para Lacan, el
sitio en que se condensa la estructura al principio de la traduccin,
desde la entrada de la caverna entre I y A. Esta distincin entre P
y Ps puede ser puesta a prueba por quien lo desee en presencia de
un locutor de una lengua extranjera desconocida. Esta se percibe
como una oleada verbal en la medida en que el oyente no puede
introducir en ella una distincin mediante un recorte de secuencias
gracias al reconocimiento de palabras y frases. La realizacin
inversa del aprendizaje de una lengua puede producirse para un
locutor en su propia lengua materna: es la holofrase, el recurso a
sintagmas coagulados. Estas instancias freudianas son para noso
tros estaciones en el grafo de Freud, en cada una de las cuales viene
a jugar la estructura. En esta obra, sta se presenta en trminos de
18
superficies a partir de la ptica. Se trata de su versin ms
imaginativa. En el fascculo n 0 damos una presentacin de esta
estructura en trminos de lgica matemtica muy poco imaginati
vos, en los que esas instancias se definen mejor por su oposicin.
All se abordar entonces el difcil problema de la definicin de lo
inconsciente y de lo que constituye su dificultad para un espritu
kantiano contemporneo4.
- Las letras puestas debajo del grafo provienen del schema R:
M: el objeto primordial (la madre). I: Ideal del yo. A: el Otro.
S: el Sujeto (el Es de Freud). i: la imagen especular (el otro del
espejo, el yo ideal), m: el yo.
Estos elementos slo encuentran su verdadera definicin a
partir de la articulacin lgica5y su prctica de lectura (traduc
cin). En particular, la cuestin del Otro, en su definicin, sigue
necesitando, como en el caso del Ies, una articulacin freudiana
original. Esos elementos slo se sitan aqu en una topologa que
nos encamina hacia esa articulacin por el hecho de experimentar
la mediante la lectura de los grafos y las superficies hastalos nudos.
Se trata de una cuestin de estilo.
Las primeras notaciones designan los segmentos; las segundas,
los puntos.
Las razones del plegado de ese schema en nuestro schema F las
da nuestra lectura de Lacan [37 b].
-La trama que ubicamos en el schema F proviene del schema R.
-La orientacin que damos al schema de Freud proviene del
schema L. Si seguimos esta orientacin en el schema L, recorre
mos dos trayectos diferentes que tienen los mismos extremos. Uno
es directo, Aa; el otro indirecto, AS a a. Esos dos trayectos ilustran
el hecho de que un mensaje salido del Otro, al tomar dos recorridos
diferentes, llega a a presentado segn dos versiones. Cuando sigue
el trayecto indirecto, el mensaje pasa a travs de lo inconsciente y
el Es freudiano para llegar al yo. Va a ser marcado con el punzn
del deseo (sueo) que le dar el perfil de su deformacin. Al
comparar esta versin con la que tom el trayecto directo (material
diurno), puede haber interpretacin, a la manera en que Champollion
tradujo la piedra de Rosetta. Esto, de interesarse ms en la
deformacin del mensaje que en el sentido del mensaje mismo. De
tal modo podemos situar la observacin de Freud ([1 n], pp. 236-
237) que dice que lo reprimido inconsciente puede comunicarse
con el yo por intermedio del Es (S).
En un primer momento, en el par aa de su schema L, Lacan
anotar a el otro, imagen especular, para reservar la letra a al yo
4. Nons, fascculo n 0
5. Nons, fascculo n 0
19
(E., p. 53.; 1). Estos son los trminos entre los cuales, de ellos
[d'eux], se tiende la relacin narcisista.
Inmediatamente despus, sita esas letras a y a en lazonaRdel
schema R (E., p. 553; o), pero invierte su lugar.
En el schema L, Lacan sita la relacin imaginaria y la inscribe
entre a y a .
En referencia a esas dos letras minsculas que se reencuentran
en el schema R, Lacan habla entonces del par imaginario aa (E.,
p. 577; o).
Anteriormente, en el schema L, tambin denomina grilla ima
ginaria a ese par aa (E., p. 55; 1), y es con ese objeto que
introduce esta topologa ms apropiada a fin de definir el estatuto
de a y a en s mismas.
El problema topolgico a resolver consiste en la construccin
del objeto, que hay que diferenciar estrictamente del yo, anotado
m no es ms que la metonimia de ese objeto y del objeto
especular, i envuelve el objeto a y sufre su tensin. Se trata de
los dos trminos del proceso de identificacin. Freud advierte el
alcance mucho ms general de esta transformacin que encuentra
en la melancola. Define la identificacin en el caso del objeto que
arroja su sombra sobre el yo. Es adems una cuestin de interior y
exterior: me convierto en lo que no puedo tener. El error de los
posfreudianos consisti en reducir la prctica del anlisis a una
mera peladura de las identificaciones que forman la cebolla que es
el yo. Ya no saben adonde ir cuando alcanzan el ncleo que es nada,
mientras que para nosotros, como vamos a mostrarlo, esa nada no
vale sino por el modo en que se consider que no es nada.
Desde el estadio del espejo, la imagen que importa es la del
cuerpo. Al final, en el lgebra de Lacan se ladesignacomo i(a); es
la imagen especular. Es el otro del espejo, mi semejante, mi
prjimo; soy yo mismo?
La expresin algebraica i(a) mediante la cual Lacan anota la
imagen especular es una mezcla, producida a partir de la i del
schema R y de la a del schema L. Figura en el grafo del deseo (E.,
p. 808; v),
Pero hay ms: se trata de una escritura funcional, donde la
constante a viene a ocupar el lugar del argumento de la funcin
i(x). Esta funcin es la funcin idntica, la identidad de nuestros
libros de lgebra? La escritura adoptada es ms elaborada, porque
ahora la letra a se distingue de la imagen especular propiamente
dicha.
Esta imagen i(a), al contrario, envuelve el objeto a, como el yo
que se constituye por identificaciones sucesivas, a la manera de las
capas de una cebolla, ajustadas a la sucesin de sus objetos. Freud
descubri ese proceso en oportunidad de abordar la melancola. A
continuacin comprende que tiene un alcance mucho mayor. Esta
20
escritura funcional permite sealar la envoltura sucesiva de esos
objetos. Son imgenes que se componen a la manera de las
funciones:
i(i( i2 (i(a) ...)),
como las figuras del otro imaginario (E., p. 553; o).
Por otra parte, no vacilaremos en evocar a su respecto la
construccin de los nmeros complejos a partir de los nmeros
imaginarios, en la que la letra i es una convencin admitida. Nos
encaminamos hacia un imaginario de ese tipo, a la manera de los
nmeros complejos. Un imaginario no tan imaginativo, porque lo
comparamos con la funcin de ese nmero, en la resolucin de las
ecuaciones algebraicas. Autoriza la existencia de soluciones ficti
cias que revelan otras, efectivas (S. XXII).
Lo que es de ellos [deux] comienza de a dos [deux\. Bastan dos
espejos paralelos para obtener una infinidad de imgenes en
abismo. Es acertado entonces no fascinarse por esa infinitud y no
ceder al vrtigo de la tradicin reflexiva. Hay que hacer notar,
sobre todo, que basta que los espejos sean dos para lograr ese
efecto. El problema es el mismo en la pareja, o en el grupo, cuando
se trata de hacer que sea uno. Es la acepcin ms dbil del amor,
la que no corresponde, la de la sumisin y el desistimiento. La
cuestin equivale a decir de qu tipo de uno se trata. Queremos
situar nuestro punto de partida en este recorte de lo biolgico y lo
social. En el momento del resurgimiento de la sexualidad por la
cadena de los sueos en los varones, stos afrontan en equipo la
diversin amorosa. nica ocasin de distinguir el de ellos del dos,
porque las nias se precaven de la urgencia de sus asaltos empare
jndose entre ellas. Aunque secundarios, estos hechos no son sin
embargo desdeables, y sigue vigente la cuestin de saber cmo se
anudan con el proceso primero.
El espacio imaginario consiste en la estofa triangular tendida
entre los tres trminos del schema R que son la madre M, su deseo
(representado por el falo F as como por el rival fraternal i) y el hijo
situado en el lugar I (E., pp. 182 y 552; g y o), la zona I del
schema R.
Construimos los rasgos que definen la metfora que llega a
traducir ese ltimo tringulo en la zonaS del schema. Aqulla debe
articular la manera en que el significante del padre acaba por
asumir la funcin de potencia y temperamento, que arbitra la
tensin celosa, en el fundamento de este espacio. Esos rasgos
definen la funcin imaginaria del falo tal como se presenta en los
frescos de la villa de los misterios en Pompeya. Esta estructura es
la del pudor, a la cual aportamos algunas precisiones. La propone
mos en la articulacin del conjunto de los schemas y se juega,
desde la entrada de la caverna, entre I y A, en Signos de percepcin.
21
En el caso de estos schemas, tal como los presentamos, debe
mos distinguir dos momentos.
( A) Incidencia de la repeticin
El primer momento consiste en el hecho de plegar y desplegar
el grafo de Freud, a fin de dar cuenta de la articulacin en el anlisis
de la historicidad y la estructura ([29 c], pp. 158-163). Volveremos
a hablar de esta incidencia en el captulo IV, con ms precisiones.
Se trata de la insistencia (de ellos) repetitiva, en la historia del
sujeto, del efecto de una estructura, en s misma repeticin (dos).
Freud traz su schema para car. cuenta la elaboracin del
aparato psquico mediante traducciones que haca corresponder
con edades sucesivas de la vida del sujeto. Con eso se prestaba a
una interpretacin en trminos de estadios, en la cual se precipita
ron los psicoanalistas posfreudianos. Hay que decir que Freud
nunca resolvi el problema del cierre necesario de su schema ([1
c|, nota de p. 460).
Lacan propone cerrarlo de esta forma, como lo dedu jimos de la
lectura de sus schemas R y L, y resuelve con ello cierto nmero de
an t i n o m i a s freu di anas.
P Ps Ies Pcs Cs Grafo de las lneas del
>-x< x >x >- schema de la carta 52
M I A S i m
Schema F
Fig.2
Como en la prctica, al tratarse de la sorpresa provocada por el
resurgimiento del acontecimiento psquico, la orientacin dada
aqu al schema de Freud parece enigmtica, dado que presenta una
sola flecha en sentido contrario a las otras. Ahora bien, con el
plegado las orientaciones de cada arista comienzan a tomar sentido
en la lectura, si nos remitimos al schema L, en el cual, como lo
dijimos antes, encuentran su fuente.
Al margen de un esbozo de solucin del anudamiento de la
Percepcin y la Conciencia, para el que la consistencia imaginaria
22
que se mantiene a travs de estos schemas representa un problema,
esta estructura nos libera de las pretensiones genticas o
evolucionistas, con los presuntos estadios. Puesto que lo que est
antes y lo que est despus pueden identificarse y diferenciarse.
Recordemos el ejemplo del Ideal del yo y el supery, que
todava constituye un problema para muchos psicoanalistas
neolacanianos, para no hablar de los posfreudianos. El Ideal del yo
compete a una identificacin previa al complejo de Edipo, identi
ficacin primera de laque los psicoanalistas posfreudianos traduc
tores de Freud, en francs, creyeron poder decir que careca de
eleccin de objeto previa. Freud dice que el supery es el heredero
del complejo de Edipo. Cmo es posible que esas dos instancias
no formen ms que una para quienes an creen en el estadio
preedpico? Para ordenar el material es necesaria otra dimensin,
sin tener que soportar la culpa como rebote de una falta lgica. Esos
estadios no son, desde luego, inexistentes, sino analticamente
impensables (E., p. 554; o) debido a la estructura. El objeto
mvil de la identificacin primera con el Ideal del yo, que es el
padre para el varn, como I del tringulo 5, le viene secundaria
mente del tringulo I. No es sorprendente que en lugar de ese
objeto los posfreudianos slo encuentren un vaco (introyeccin)
mientras el Edipo se mantiene sin consumar (neurosis) por falta de
un anlisis terminado. Vemos as la extrema importancia de la
distincin introducida por Freud y subrayada por Lacan, entre
Ideal del yo y yo ideal, pues este objeto inexistente es el Ideal del
yo envuelto por una voz, un jirn de discurso; ya estaba all.
Ese material es de lenguaje, est marcado por el efecto de la
traduccin, tanto en cada uno de sus elementos como en su
conjunto. Ya corresponda al cuerpo o al pensamiento, obra sobre
l la repeticin freudiana. Este trmino extremo, introducido por
Freud cuando radicaliza su posicin, es aquello hacia lo que lo
conduce su hiptesis inicial del significante producido por la
traduccin misma.
En lo tocante a laevolucin en el desarrollo histrico, represen
tado por el schema de Freud (figura 2), hay sin duda una repeticin
recurrente. sta, en la diacrona (historia), es la metonimia del
deseo. La topologa del sujeto (estructura, doble rizo de la repeti
cin) se proyect en el instante del fantasma (E., p. 836; w). El
problema, en la prctica del anlisis, es precisamente dar cuenta
del material as desarrollado. Depende de la otra repeticin de
doble codo que explica el segundo schema.
En la sincrona de la estructura, el schema F presenta en una
especie de fijeza lo que se repite, o sea el deseo irreductible
determinado por una condensacin. Esta construccin, producida
en otro lugar, acta y legisla en la diacrona. De all la insistencia
de la repeticin.
23
(A) Composicin ele Percepcin y Conciencia
En esta otra dimensin hay otro momento entre los dos schemas
de Lacan, que no carece de identidad con el primer momento de la
repeticin, porque es l el que se repite.
Se trata de la articulacin de los diferentes modos de la
composicin de la percepcin y la conciencia. Hemos elaborado el
schema F a fin de presentar esta composicin. Se proponen
entonces dos soluciones, con sus relaciones mutuas.
El lector recin puede hacerse cargo de la primera, presentada
por el schema R, despus de haber colocado el schema F en la
estofa que corresponde, como lo mostraremos en nuestra Conclu
sin: la del plano proyectivo.
Otra solucin, presentada por el schema L, es la retraccin de
la realidad psquica y la dificultad que representa para Freud esta
zona llamada % Se trata nada menos que de la elisin (fading) de
lo que se repite, en una insistencia de ficcin.
La introduccin del schema F, en la superficie del plano
proyectivo, servir parala mostracin de la relacin que mantienen
estas dos soluciones y se propone claramente como una respuesta
a la cuestin planteada. La retraccin de la zona % o sea el
atravesamiento mutuo de los segmentos P y Cs, presenta una
dinmica del corte en la superficie del plano proyectivo.
Es muy evidente que este pase slo puede entenderse con la
condicin de colocar estos schemas en las estofas cuyo estudio
proponemos.
a -Estofas [
El sujeto es trmino de ciencia. En un artculo ([ 19 a], p. 365),
saludado por Lacan, Georges Canguilhem hace que su presenta
cin de la psicologa se inicie en la biologa de Aristteles. Luego
sita la posicin del sujeto segn Descartes en las fallas de la razn
Schema R.
(E p. 553; o)
Schema L.
(E p. 53; I)
Fg. 3
24
matemtica y mecnica. Hace que el sujeto soporte la responsabi-
lidad del error en la experiencia. Para que pueda hablarse de un
error, es preciso definir un campo de racionalidad. Si el mundo es
racional y yo no soy ms que un elemento de ese mundo, yo
mismo racional, cmo puedo engaarme? Para Descartes, la
razn es matemtica. De tal modo, aparece la cuestin del sujeto
cuando me pregunto: Cmo puedo no comprender una demos
tracin de geometra? El sujeto no el mismo segn la estofa a
partir de la cual se produce. Desde Galileo, esa estofa pas a ser
matemtica, donde el sujeto ya no puede ser interpretado como del
mismo Dios. Dios cuya existencia, en oposicin al ser, es necesa
ria para quienquiera que pretenda recurrir a esa matemtica.
Lacan desarrolla la cuestin del sujeto a partir del testimonio de
Descartes. Los psiclogos no se dan cuenta de la necesidad de una
matemtica para hablar meramente de sujeto. Aun cuando ste
pronto quede recubierto por una envoltura.
En uno de sus escritos (E., pp. 793-827; v), en el momento de
cerrar el primer captulo topolgico de su enseanza, mientras que
en su seminario ya ha abierto el captulo siguiente, en el que
comienza a presentar la estructura en trminos de superficies, el
doctor Lacan distingue dos modalidades de la estofa.
/1) pst el fantasma, escrito $ 0 a. En este escrito se lo llama la
esten (pan) 3eT sujet de lo inconsciente, $ (de la represin
originaria) (E., p. 816; v). Ese sujeto se capta de la elisin
(fadin#) del acto de enunciacin. Esta elisin produce la inversin
de los trmi nos en el schema R en el momento de su transformacin
en schema L. Ese momento es instantneo, carece de estabilidad;
la elisin es fugaz. El fantasma, en su conjunto, hace estofa (pao,
forro) al modo de cierre caracterstico de la entrada de la caverna,
condensado en el punzn 0. Necesita la estructura de superficie
uniltera.
2)/Est el objeto a, una constante en el sentido matemtico del
trmino, un objeto en el sentido de la teora de los conjuntos. Es la
estofclel suieto. quecreenodercantarseen el indicador (shifter)
[embrague | que marca el cambio de lugar del sujeto gramatical en
el enunciado (E.. p, 818; v). Este objeto est tendido entre el
objeto de la fobia y el fetiche (E., p. 682; s). Es contorneado por
la deriva (Trieb) del inconsciente. Esta mencin de la estofa que
forma un forro (revestimiento) se presenta en nuestra topologa en
una composicin de la Percepcin y la Conciencia mostrada en el
schema R. Este objeto se proyecta en la diacrona (historia), en una
repeticin recurrente en que pasa de mano en mano, como un anillo
en el bosque del deseo. A su respecto, se produce una inversin
entre la funcin i y su argumento a. Depende de una estructura de
superficie biltera.
25
Puede parecer contradictorio, cuando en realidad no es ms que
contrario, poner en correspondencia las cuatro superficies
topolgicas intrnsecas elementales (esfera, toro, plano proyectivo,
botella de'Klein) con los objetos (pecho, excrementos, mirada,
voz) de las tres pulsiones sealadas por Freud (oral, anal,
escpica), a las que Lacan agreg una cuarta (invocacin). En
efecto, si esas superficies elementales son bilteras para dos de
ellas, esto corresponde claramente a la estructura del mencionado
objeto a; las otras dos son unilteras, simplemente ms cercanas a
la estructura del fantasma; no por ello son menos objeto a, sino que
justamente se las necesita para situar el lugar del deseo. Esos
cuatro objetos a deben elaborarse en la tensin entre el objeto de
la fobia y el fetiche. Hay que aadir que entre $ y a se produce una
inversin sealada por el 0. Aqu la causacin del suiet. cuvo
anlisis puede reducirse a decir qu relaciones mantienen las
superficies bilteras y las superficies unilteras 37 h].
2. El espejismo clsico y el espejismo opolgico
Prolongamos la lectura de los schemas colocndolos sobre
estofas, al seguir el segundo captulo topolgico (1961-1971) de la
enseanza del doctor Lacan. Este recurre entonces a las superficies
topolgicas intrnsecas y la lgica matemtica, y aporta una mayor
precisin al concepto de dimensin.
Estudiamos las estofas por medio de cortes, como se hace en
matemticas en el caso de las superficies topolgicas intrnsecas,
pues las estructuras de superficies son propiedades de conexin y
conexidacT
a - Lacan y los juegos de la dimensin
Como consecuencia de la teora de las superficies topolgicas
intrnsecas, para que una estofa que presenta una sola cara pueda
transformarse en biltera, basta con un crte cerrado, y slo uno,
que forme un crculo. Este corte debe efectuarse de acuerdo con un
trayecto que consiste en la estofa.
Las superficies topolgicas intrnsecas son estas estofas cuya
estructura manifiestan los cortes. stos revelan la estructura de
superficie de las estofas,'su dimensin y, ms precisamente, su
gnero. Los cortes hacen las superficies. Para Lacan, los cortes son
las superficies^ 1111
Entre estofa biltera y estofa uniltera, intenta anudarse la
apuesta de otra modalidad de la dimensin dos, como lo desarro
llaremos en el captulo III.
Si las caras de una superficie tuvieran una buena definicin,
sera interesante hablar de su dimensin. Ahora bien, en cada caso
basta un corte de dimensin uno para separar una cara en dos caras
no conexas. Ser la cara un ob jeto de dimensin dos de un gnero
intermedio entre las estofas? Podemos considerarla as, pero en
primer lugar debemos definirla. El nmero de caras es un invariante
superficies orientables o no orienlables. ?HTi!vi^0 ^n!r K ff
a la nocin de cara lgnia sustancia para la intuicin, es tentador
relacionarla con el forro que corresponde al revestimiento. Se trata
de una actividad bastante cruel, en razn de despegar la cara de la
superficie que despellejamos en una especie'd mndadufaT"
Esta segunda etapa intenta aportar la precisin deseada en la
definicin de esa otra dimensin; se trata ms bien de un gnero
intermedio. Los dos momentos freudianos, que presentamos
antes en trminos de schemas, se confirman en esta nueva
formulacin en trminos de estofas.
El primero de esos momentos distingue y rene las dos
vertientes del lenguaje, la de la sincrona (estructura) y la de la
diacrona (historia).
Ms ac de nuestro estudio pormenorizado, que conduce a la
construccin de la estructura del lenguaje, segn su vertiente
metafrica (sincrnica), nos apoyamos aqu, no en el sentido
anterior al sujeto, que compete a esa primera vertiente, sino en el
material, la estofa, la consistencia de superficie, vale decir en el
goce en que el sujeto se produce como corte, y cuya
introduccin como concepto del discurso del psicoanlisis data
de 1958, en los albores del segundo captulo topolgico. i t
Esta sustancia, ni extensin ni pensamiento, en que se produce i"
el corte, no ser mas bien sustancia goce, cuanto ya no se trata
dl sentido, sentido o comprendido, sino del sentido a efectuar? 0^/p
Comenzms'a forrnlar la teora de este goce partir de los
elementos de estofas que son para nosotros medios, comodidades.
El goce hace esff^gonde se produce el corte del sujeto,jen l a4r ......
presentacin que no podramos tomar por una representacin de la
estructura, pese a ese soporte sustancial de la estofa, sino que
consideramos como una etapa en la transposicin. Luego, a travs
de los anudamientos de esta estofa, el nudo mismo se convertir en
corte. Este corte, nuestro nudo, es estructura de superficie ligada
aj cuerpo (Radiophonie, p. 70; p. 32).
Anteriormente, esta versin de la estructura en trminos de
superficies funcion hasta la redaccin de L tourdit.
a - Lo Imaginario es el cuerpo
El acontecimiento primero de la incorporacin tiene por efecto
insuperable la represin originaria. Sera preciso que se entendiera
C 27 )
con claridad en qu sentido lo que es primero se distingue para
nosotros del proceso primario. Puesto que lo que es primario no
es necesariamente primero.
f El cuerpo propio, mi soporte orgnico, slo puede llamarse
cuerpo desde el seno del lenguaje. En ste se dice una imagen que
hace al cuerpo, cuerpo. Ese cuerpo de lo simbl ico, de incorporarse
al cuerpo propio, lo hace cuerpo. Sucede as con los cuerpos,
forman parte del decorado en la realidad hecha de lenguaje. La
incorporacin responde a laprematuracindel mamfero humano
que constituye el componente real de lo que lo caracteriza. Esta
deficiencia orgnica hace del mamfero humano un ser bsicamen
te atrasado que intenta superar esa insuficiencia mediante el
recurso al significante, a la estructura del lenguaje. Pero esa
incorporacin no es armona, apunta a la totalidad pero no la
encuentra, aunque esta totalidad se dilate. Las envolturas sucesi
vas de las identificaciones constituyentes del yo se construyen en
torno de un resto incorpreo e insistente. Llamamos narcisismo a
la imperfeccin irreductible de las costuras de esta constitucin de
la persona.
Esta primera estructuracin tiene consecuencias en la carne y
el cuerpo. La constitucin de esta institucin encierra un cadver
en un jirn de discurso.
Tanto en el cielo como bajo la tierra, el ordenamiento de la
sepultura y los caminos de la va lctea nos proporcionan los
trmi nos desplegados de la estructura que responde a la dispersin
del cuerpo, a su desmembramiento caracterstico del narcisismo
humano.
Bajo la tierra, la sepultura organiza, alrededor del conjunto
vaco de las osamentas, los atributos del goce del difunto en un
conjunto de partes (Radiophonie, p. 62; p. 20),
En el cielo, se produce el nombre. Es el efecto de un arrebato
como una condensacin a propsito de una palabra, que slo se
encuentra si se cuentan bien los elementos articulados en un
espacio de composiciones. Inversamente, por la ruptura del nom
bre se precipita un centelleo de letras, de donde la realidad se
dispersa en copos elementales. Hay as otra funcin del nombre,
diferente de la referencia; sta no vale ms que por el discurso,
o sea por la metonimia (Lituraterre). Esta funcin del nombre est
ms cerca del insulto y depende de la metfora cuando sta nos
arrebata al producirse en ese otro lugar.
Freud descubre en la reflexin de su aparato psquico la
necesidad de lo que Lacan describir como un ciclo climtico. Este
ciclo da cuenta, entre los schemas, de la incidencia de la estructura
de la represin en la transposicin de los elementos. Un defecto de
corteen su regularidad provoca su cumplimiento en la realidad, el
arrebato del sujeto que no supo encontrar el nombre y permanece
disperso. Estas frmulas imaginizadas abordan las dos operacio
nes que causan el sujeto. Son la alienacin y la separacin, de las
que podemos dar cuenta a travs de la multiplicidad de las estofas
y problemas que nos plantean (alienacin) en una presentacin no
excluyente (separacin). Esta etapa es necesaria a propsito del
cuerpo entre los espejos y un nudo.
En dos de los principales ensayos de su segundo perodo, Freud
precisa la funcin de las superficies en su obra escrita (Ms all del
principio del placer, captulo IV, y El yo y el ello, captulo II).
En Ms all del principio clel placer [ 1 e], sus funciones
consistan erTsgparr' un exterior d un interior: se trata de una
envoltura. El riesgo de que el lector se refiera de manera exclusiva
a la esfera, estofa biltera de gnero nulo, hace necesario que
sealemos desde ahora que existen otras estructuras de las estofas
de la topologa, que subvierten esta funcin demasido~smple de
lasl&peffifias.
En esta ocasin, Freud distingue los traumatismos provenien
tes del exterior de los que provienen del interior. Sin procurar
restablecer la vieja teora del shock, tiende aqu a decir otra cosa
esencial. El primer traumatismo sigue siendo provocado, de acuer
do con Lacan, por el malentendido de los padres (Edipo). Puesto
que en la pareja de los padres, stos no se escuchan gritar. Ese
malentendido es desconocimiento de la dimensin del objeto en el
caso gene-ral, ese objeto que imprime su perfil vocal. Muy pocos,
adems, se hacen cargo de la apuesta de hacer de ese objeto un
objeto de la teora de los conjuntos, una letra. Sin embargo, es
preciso que nos demos cuenta de que dormir a un nio o tirar al arco
es un acto de lectura, de escritura. Este desconocimiento se
prosigue con la identificacin que prolonga ese gesto envolvindo
lo tanto ms cuanto que el instrumento se convierte en metonmico,
ya se trate de manejar un auto o de elaborar un texto en la mquina.
Freud distingue as una superficie perceptiva, volcada hacia el
exterior, de una superficie de la conciencia, que envuelve el
interior.
Para proteger al aparato del exterior, se forman capas que se
endurecen por diferenciacin superficial, a fin de que se establezca
un para-excitaciones. Pero las sensaciones internas logran llegar a
la superficie. Es as como el principio del placer tiende a la
conexin, a la salida de la excitacin, y el aparato teme verse
sumergido por los dos lados.
En el caso de tensiones demasiado fuertes provenientes del
interior, viene del cuerpo una condicin previa como la angustia,
que prepara la superficie de este lado. Freud llega a descubrir
cmo el sujeto, ms all del principio del placer, se ejercita de
antemano en tales acontecimientos. Pero las cosas se complican,
dado que esto no deja de provocar algunos desagrados que son
acentuados an ms por la culpa cuando el sujeto experimenta esa
-jiCW tr\)L
Jt
fa\r<x
29
ejercitacin y su resolucin como una falta de lgica. Este ms all
es el lugar de la repeticin de esa tensin verbal, otro nombre dado
al aspecto del verbo [24], en el cual se incluye lo cumplido. El goce
tensional, en efecto, se resuelve mediante el cumplimiento del
deseo que caracteriza al sueo y va ms all del principio del
placer'. Ese cumplimiento insiste en el aparato.
En El yo y el ello [ 1n], por un recurso a las superficies, Freud
desarrolla el intento de resolver la principal dificultad, constituida
por la consumacin (cierre), reencontrada en la construccin del
aparato psquico. Es necesario situaren este contexto lo preceden
te.
Se trata all de una superficie que se desdobla por modificacin
en el transcurso de la construccin del aparato psquico. Est en
primer lugar la superficie perceptiva del cuerpo propio (p. 230),
que aqu, adems, separa un interior de un exterior; las percepcio
nes, provenientes de uno u otro lado, son del mismo tipo y dan lugar
a la conciencia, en la superficie del aparato psquico.
Aqu , una vez ms, los procesos de pensamiento y la conciencia
no van uno hacia el otro (p. 231): estos procesos internos introdu
cen una diferenciacin.
La relacin de la percepcin externa con el yo es manifiesta (p.
233). En cambio, la relacin entre la percepcin interna y el yo
requiere una investigacin (p. 233), porque esta superficie doble se
proyecta en el yo.
Freud nos dice que el yo no es slo una superficie, para mostrar
que atribuye gran importancia al hecho de que sea una superficie
proyeccin de una superficie. Pero sigue habiendo un problema,
que consiste en saber en qu sentido esta superficie doble es una y
dos superficies distintas, y cmo pueden stas constituir, cada una
por s sola o entre ambas, la superficie del ello.
Esta situacin se describe en el transcurso de una argumenta
cin en la que Freud intenta explicar cmo algo inconsciente puede
vol verse consciente. Para ello, hace intervenir representaciones de
palabras en el sistema preconsciente, como trminos intermedios.
Y es para esto que se ve obligado a aclarar las relaciones entre las
percepciones externas e internas y el sistema superficial Percep
cin-Conciencia (pp. 231-235).
Es en esta oportunidad cuando pone de relieve una dificultad
del lado interno que introduce esta modificacin del lado de la
conciencia, y cuando llega a preguntarse si la conciencia debe
relacionarse nicamente con el sistema P-Cs (p. 233). Hay enton
ces dos tipos de interior.
Es necesario abordar la regulacin de esa modificacin, regu
lacin ligada al principio del placer en la que el yo asume su
6. Nons, fascculo nu 0
30
funcin (p. 233). Pero Freud introduce otra cosa que se compor
ta como una mocin reprimida, y se vuelve consciente en la forma
de displacer (p. 234). Ya nos hemos topado con ella en el ms all
del principio del placer. Y en relacin con esta tensin determina
que el dolor ocupa la posicin media entre percepcin externa e
interna, y se comporta como una percepcin interna cuando en
real idad proviene del mundo exterior (p. 234). Freud concluye que
las representaciones de palabras sirven para transformar los
procesos de pensamientos internos en percepciones (p. 235). Hay
por lo tanto retroaccin.
Aparece entonces la nueva descripcin del aparato psquico
constituido por un ello: un sujeto es un ello psquico Ies (p. 236),
del que el sistemaP-Cs constituye la superficie. En la superficie del
ello, por lo tanto en el sistema P-Cs, se sita el yo. Tambin aqu
ste se desarroll a partir de las percepciones, mediante la prose
cucin de la diferenciacin superficial. El yo se modific a partir
del ello bajo la influencia del mundo exterior (p. 237). El cuerpo
propio, y ante todo su superficie, es el lugar de percepciones
internas y externas (p. 238). Es a la vez un objeto extrao y
transmite dos tipos de sensaciones, de la que una puede asimilarse
a una percepcin interna. Freud evocapor segunda vez laexperien-
ciadel dolor, a laque en este caso podramos llamar una experien
cia de doble engao. Deduce de ello que el yo es ante todo un yo
corporal (p. 238), un yo-cuerpo (p. 239), y que no es nicamente
un ser de superficie sino la proyeccin de una superficie (p. 238).
Descripta as la relacin del yo con la percepcin, resta indicar su
relacin con la conciencia. Freud recurre en este caso a una
inversin entre lo que est abajo y lo que est arriba en referencia
a los valores morales.
Diremos que en el inicio nos encontramos en la impensable
situacin del schemaL, en que se identifican percepcin y concien
cia. Se trata de una superficie uniltera que se convierte en biltera
al desdoblarse. En este intersticio se desarrolla el espacio del yo.
En el plano de corte de la banda de Moebius, este espacio mismo
es una banda de Moebius. Lo es debido a que un homlogo de la
superficie biltera, que constituye el resto del corte moebiano, se
proyecta en esta parte heterognea. En este captulo de la topologa
de las superficies, estudiamos las diferentes figuras de esta solu
cin. Se trata del forro de una superficie construida como un
revestimiento (vase captulo VII, p. 236).
Pero, por otra parte, ya en su schema de la carta 52 a Fliess y en
el schema ptico de La interpretacin de los sueos, los trminos
Percepcin y Conciencia se encuentran en los extremos. Por lo
tanto, nuestro primer problema es, sin duda, volver a su modo de
disyuncin y conjuncin. Este problema topolgico de las estofas
31
da las condiciones de posibilidad e imposibilidad de la prctica
misma del i nconsciente. Si ste no pudiera en ningn caso volverse
consciente, no podra prestarse a una investigacin que nos deja
siempre del lado de la conciencia. Esto representa una paradoja, y
en este ensayo Freud describe ese pasaje gracias a las representa
ciones de palabras en el sistema Pcs. Con ello indica ya en qu
sentido la solucin obedece a la lgica y la topologa del conjunto
de los schemas, que manifiestan el proceso de traduccin. Adems,
para nosotros, esas representaciones de palabras, situadas en Pcs
en este ensayo, estn conectadas con los signos de percepcin de
Freud, o las letras para Lacan, colocadas en los schemas, a partir
de Freud, desde la entrada de la caverna entre I y A en Ps. Esta
segunda dificultad se aclara mediante la identificacin de Pcs con
Ps en el momento del cierre de los schemas R y L segn las
indicaciones de Lacan en la superficie del plano proyectivo, por
ejemplo sobre una banda de Moebius. Cosa de laque damos cuenta
en nuestra Conclusin.
Nos apartamos notoriamente de un sentido hallado en un
modelo dentro del organismo, tal como poda ser supuesto antes de
la efectivizacin de la presentacin de los schemas. Seguimos la
inclinacin de un proceso de traduccin, adecuado a las hiptesis
de la doctrina a la que nos referimos. De tal modo, seguimos a
Freud, que se vio llevado ael lo en su propia prctica, y a Lacan, que
lo hizo en su comentario crtico.
En el segundo perodo de su enseanza, el doctor Lacan
presenta una construccin que afina el tratamiento de la repeticin
freudiana, ya no en trminos de grafos, sino de superficie.
Schema R Schema L
Fig. 4
Esbozamos aqu la presentacin de la dinmica de la estructura
en esta nueva versin.
En este mismo perodo, predomina el recurso a las variedades
de la dimensin dos. Al margen del pasaje de las estofas bilteras
(toro) a las estofas unilteras (banda de Moebius), en la superficie
del plano proyectivo, el cierre de los schemas R y L ofrece
soluciones al anudamiento de la percepcin y la conciencia. Es
decir que volvemos a encontrar los dos momentos, (A) y (A), de
la repeticin freudiana y de la composicin de P con Cs en una
presentacin de superficie.
(A) La involucin significante. Al tener en cuenta esta otra
modalidad de la dimensin, que se juega entre superficie biltera
y superficie uniltera, el doctor Lacan nos propone tratar la
incidencia de la repeticin. Recurre a una transformacin, por
corte, del toro (biltero) en banda de Moebius (uniltera). Es la
involucin significante, vale decir, la cpula entre lo que es
idntico y lo que es diferente, presentada en trminos de superfi
cies (leccin del Seminario del 15 de febrero de 1967).
significante
Fig. 5
En el captulo VII mostramos el detalle de esta transformacin.
Lacan la condensa en dos pginas cuando escribe L tourdit, que
termina este perodo. Paralelamente, construye en lgica un ope
rador; ste formaliza la cpula al unir lo idntico con lo diferente,
en trminos de negaciones.7
7, Nons. fascculo n 0
33
(A) La dinmica de los cortes. El corte que subvierte la estofa
y el corte que no la cambia.
Dinmica del corte
Fig.6
Nuestro captulo de conclusin trata en detalle las identifica
ciones de los lados y los vrtices de un grafo de los schemas R y
L en la estofa de un plano proyectivo presentado en una banda de
Mcebius o una encrucijada de bandas. En el Apndice abordamos
esta cuestin en la superficie de un plano proyectivo inmerso,
presentado en cross-cap. Esas identificaciones autorizan que ubi
quemos tramas en los schemas R y L de Lacan. Indican que las
zonas I y S estn adosadas como las dos caras de una superficie
biltera (esfera, esfera agujereada, toro cortado, toro).
Schema R Schema L
Fig.7
Es en esas condiciones que puede mostrarse la dinmica de los
cortes entre los schemas ubicados en el plano proyectivo. Esta
transformacin duplica la precedente. Se producen una inversin
y una elisin, con lo que se precisan los componentes de la
cpula. Se confirma adems que el enigma oculto en el centro de
la caverna consiste claramente en el modo de su cierre en la entrada
de la caverna.
El doctor Lacan agreg una nota al schema R durante la
publicacin de los Escritos en 1966, en la que indica que para
quien sabe la continuacin, como es el caso si uno pretende
apoyarse en ello -y es nuestro caso, ya que pretendemos apoyar
nos en el nudo lo que el schema R exhibe es un plano
proyectivo (E., p. 553; o). Debe sealarse entonces:
34
1 ) Las letras minsculas, a y a , estn situadas en la banda ^
del schema; y el lugar del sujeto, S, en una de sus esquinas.
2o) En la nota agregada en 1966, Lacan dice que $ es el
representante del campo ^ en la frmula del fantasma, el
representante de la representacin de la estructura, que tacha el
conjunto del schema. Y hace corresponder el objeto a a las zonas
/ y 5 adosadas una a otra en un disco esfrico, como ocurre en lo
que dice durante este perodo.
Por lo tanto, hay entre estos dos trminos, el sujeto y el objeto,
un intercambio que se ve en la superficie del plano proyectivo.
Lo mostramos en la banda de Mcebius en el captulo VII (p. 242)
y en la Conclusin (p. 292); en el caso del cross-cap, en el Apndice
(p. 323). Esto se produce si orientamos la lnea de la extensin
hasta que se anuda con la de la intensin, en una lnea sin puntos
en el horizonte del plano proyectivo. Este intercambio se desarro
lla con mayor amplitud en el Apndice (p. 304), donde se muestra
con la condicin de tomar algunas precauciones.
En el caso en que la zona se retrae (schema L), las zonas I y
S, o sea el objeto a, ocupan el conjunto del schema. Comprendemos
con ello cmo es posible que el doctor Lacan, en un equvoco de
su nota agregada en 1966, hable del campo ^ que lo tacha. La
construccin de la frase no permite saber si lo que es tachado es el
objeto a o el schema R. De hecho, son diferentes e idnticos dado
que el schema de la estructura del sujeto consiste en el objeto a
en el estado L. El conector del fantasma como ecuacin de lo
Simblico con lo Imaginario hace oscilar esos trminos. Queda
pendiente la tarea de construir ese conector en lgica; los elemen
tos de nuestro fascculo n 0 contribuyen a ello, para que pueda
presentarse su efectuacin en la prctica.
Ya no nos sorprenderemos al comprobar que desde esa inver
sin entre los trminos propuestos, zonas I y S, y de la elisin
que la acompaa, zona % otros pares de oposiciones sean el lugar
de tales intercambios y desapariciones, tanto en el decir de Lacan
como en el inconsciente.
La inversin producida por esta dinmica de los cortes est
tanto ms cerca de la involucin significante por el hecho de que
sta es la oportunidad de tales vuelcos entre los lugares de lo dicho
y el decir, a la manera de Lacan.
Esto prosigue hasta la superficie del mismo toro, entre los
trayectos de la demanda y el deseo, como lo mostraremos en el
captulo VI.
Los elementos necesarios para la lectura de L Etourdit, en que
Lacan nos arrastra a ese juego del decir al dicho, se encuentran en
los cuatro dibujos de topologa de las estofas antes trazadas (fig. 4).
35
Las cosas se vuelven legibles para nosotros cuando llegamos a
la conviccin de que la banda de Mcebius es un plano proyectivo
horadado por un agujero imaginable como ruptura de superficie.
Entonces, el conjunto de los enunciados de Lacan se verifica
mediante dibujos. Podemos aadir a las figuras precedentes las
cuatro presentaciones siguientes de un trayecto sumergido en el
cross-cap, extrado del Apndice de nuestra obra. Tienen su
correlato en la articulacin de los dibujos anteriores.
Aqu se trata de la extensin de un giro nico, en torno de un
punto fuera de la lnea, hasta la lnea sin puntos en que aqul se
atraviesa para invertirse. La lnea sin puntos presenta una curiosi
dad de la continuidad sobre la que la geometra diferencial podra
ensearnos ms.
Sin embargo, somos de la opinin de que el doctor Lacan
recurre a la estructura del plano proyectivo debido a que ste no es
representable. En este juego del decir al dicho no podramos
desconocer la funcin del medio decir. En nuestra presentacin
queda un agujero imaginable que es puesto en funciones. La
existencia del nudo, cuyo estudio proseguimos a continuacin,
funda la pertinencia de la enseanza de los medios de esta lectura
gracias al dibujo.
Estos vuelcos de situacin a los cuales hay que permanecer
atentos, y de las que nosotros tenemos que dar cuenta, no deben
impedir que el lector, al contrario de lo que sucede con la
vaporosidad habitual mente fomentada, intente establecer corres
pondencias firmes entre los trminos del discurso analtico. Esas
correspondencias se hacen, por otra parte, con el riesgo de descu
brir invertida la situacin y, por eso, de que aqullas parezcan ser
contradichas. En nuestra topologa, podemos escribir tales cir
cunstancias sin inconsistencia, sin ser contradictorias. Se trata de
una modalidad de letras propia de esta topologa, caracterizada
por la elisin que sorprende.
36
3. El pasaje, la ptica y.
En el cuadro de los elementos constituyentes de lo Imaginario
debera incluirse ahora la traduccin de lo precedente en los
trminos del tercer captulo de la enseanza del doctor Lacan
(1972-1980), que estudia el nudo. Pero como reservamos ese
aspecto para la continuacin de nuestra serie, es preciso que ahora
volvamos al punto de partida para introducir el narcisismo. Para
ello agregamos un suplemento a nuestra doctrina de la dimensin
topolgica con la introduccin de la existencia extrnseca, en
oposicin a la consistencia o insistencia intrnseca. 1apoyarse
sobre nuestro juego de cortes a travs de la estofa, el narcisismo,
definido entre intrnseco y extrnseco, se presenta entonces de una
manera renovada: al seguir a Lacan hasta las consecuencias ms
extremas de las hiptesis de Freud.
a - Intrnseco/extrnseco
La teora clsica de las superficies topolgicas es una teora de
las superficies intrnsecas. Reservamos el captulo II para su
exposicin de conjunto.
Nos encontramos aqu en presencia de un nuevo par de oposi
ciones: intrnseco/extrnseco.
Se llama intrnseca a la teora de las superficies topolgicas , f ,
porque distingue o identifica los objetos en funcin,de. caracters-
ticas, e incluso invariantes, cuya definicin no depende de la
situacin de la superficie en un espacio de una dimensin ms alta.
Esas caiactei islicas no varan cuando deformamos la superficie
o la transformamos en el espacio en que est dispuesta. Esos
invariantes lo son tambin a travs de transformaciones extrnse
cas^
El nudo del borde es, al contrario, una caracterstica exclusiva- / /
mente extrnseca; s lo define en codimensin dos, puesto que una w *1^ l<
lnea (dimensin uno) puede anudarse en un espacio de dimensin
tres. El nudo no tiene existencia intrnsecapor no ser definible para
la superficie en relacin consigo msma. Es laelisin intrnseca del
udo.
Para dar una definicin intuitiva de estas nociones, reproduci
mos un breve pasaje de la tesis de A. Lautman, que supo encontrar
muy pronto inters en ellas:
Las propiedades intrnsecas de un ser son independien
tes de la posicin de ese ser en el espacio, y hasta maepen-
'"dB'nies de-la*exTstencra'd Otros'sfs pertenecen en propie
dad al ser considerado.
37
Las propiedades de relacin (extrnsecas), al contrario,
no puecfen"atribuirse a un ser matemtico ms que si se lo
refiere a otra cosa que l mismo; eston-pxonto un sistema de
referencia comn a varios seres como un espacio ambiente
cuyas propiedades pueden definirse independientemente 3e
todo contenido, y aun cierto nmero de otros seres que
sostienen con el primero relaciones de vecindad, incidencia*,
orientacin, etctera. [26]
Ese par de oposiciones se sita ya en la historia de la filosofa
platnica, aun cuando sta intente suturar a'dificultad que
presenta bajo el aspecto de la elisin que se juega entre sus
trminos. En esta oportunidad, Albert Lautman diferencia las
filosofas de Leibniz y Kant.
Leibniz, que introdujo el trmino de analysis situs en la
segiind poca* de la investigacin topolgica, supone que puede
reducir lo extrnseco a lo intrnseco. El analysis situs, en el
sentido de Leibniz, responde a preguntas de un gnero muy
preciso. Es posible determinar las propiedades de situacin
mediante el conocimiento de las propiedades de estructura? Es
la esperanza de determinar lo que concierne a la situacin por un
anlisis de las propiedades internas de la figura. Para nosotros, es
asombroso que el nudo de! borde invalide esa esperanza. En
cambio, el nudo deja una traza intrnseca en la superficie.
Kant, por su parte, en su esttica trascendental, funda su
concepcin del espacio en la necesidad de una referencia univer
sal, la necesidad de un espacio estndar. Afirma as una posicin
que, para quienes no se liberan de ella, genera grandes dificultades
en el abordaje de la topologa. Puesto que la medida, en geometra
euclideana, es verdaderamente un invariante, como es costumbre
en toda categora matemtica, pero este invariante numrico
refiere los objetos a un dominio estndar, con lo que crea o se
somete a una hegemona que impide por su evidencia darse cuenta
de la puesta en juego del acto de traduccin. Los matemticos
mantienen una fuerte adhesin a esta nocin de estndar, puesto
que, en topologa, donde ya no se trata de medida, la estructura de
grupo (grupo de homotopa, grupo de homologa) como invariante
algebraico an se privilegia en comparacin con los invariantes
numricos.
La historia de las matemticas y el desarrollo de las estructuras
en las que participamos invalidan esas dos posiciones; es muy fcil
ver en qu sentido.
Conservamos de Kant su definicin de lo universal que se
establece mediante un comentario crtico: es la consistencia de la
lgica moderna. Este universal es la condicin absoluta que funda
8. Essaim, pp.23-24
38
el fantasma. Sade demuestra con Kant que, si esta condicin
absoluta es necesaria en el fundamento de un bien, tambin puede
servir para fundar un mal execrable. Inversin de Kant que es
preciso tener en cuenta para situar otra solucin con Freud.
Verdaderamente ser preciso que algn da se lea ese escrito de
Lacan, Kant con Sade, para dejar de agitar el fetiche de la
crueldad que reduce el deseo a fin de evitar la castracin. Recor
demos que lo que en el discurso corriente de hoy en da se llaman
fantasmas no lo son en el sentido del discurso analtico, sino
fetiches, las imgenes que el sujeto necesita para asegurar su
excitacin. En tanto que el fantasma es una frase articulada de la
cual derivan los sntomas. Kant y Sade no estn ms all del
principio del placer, sino que regulan su economa crtica. Y Sade
no hace ms que mostrar en qu sentido la esttica de Kant se da
vuelta como un guante.
A primera vista, la topologa introduce una variacin entre lo
intrnseco y el estndar extrnseco. Esta variacin se anuda de
acuerdo con ciertos rasgos de estructura que se repiten. El sujeto
se hace cargo de la estructura de esos invariantes.
Contra Le ibmzj as propiedades extrnsecas no pueden reducir- '
se al intrnseco; se desdibujan hasta desaparecer, y eso justifica
la creacin de la topologa algebraica por parte de Poincar9.
Contra Kant, no encontramos otra universalidad que la consis
tencia relativa y ningn absoluto ms que una trivializacin
(borradura en lo intrnseco). Lo que no constituye una referencia.
Sin embargo, a continuacin utilizamos las estofas en el estudio
de los nudos en que una superficie de tensin es una superficie con
un borde, porque est construida a partir de un nudo o una cadena.
Hablamos del borde (en singular) de la superficie; su nudo o su
cadena se denominan as segn el nmero de componentes de ese
borde. Cuando hay un componente hablamos de nudo de borde, y
empleamos la expresin cadena de borde cuando los componentes
son varios.
f~ La teora de las superficies topolgicas puede elaborarse en j
trminos 'de superficies con borde o de superficies sin borde. Hay j
una estricta correspondencia entre las dos versiones de la teora. J
Pri vi legiamos la versin de ia teora de las superficies topolgicas
con un borde para seguir a Griffiths [3] y porque apuntamos
mediante este studio a la topologa del nudo. Pero indicamos la
correspondencia entre las dos teoras.
Hay adems una razn fundamental para esta preferencia: una
superficie con borde cualquiera puede sumergirse en el espacio
supuestamente intuitivo de dimensin tres.
9. Essciim, p. 149
39
Sumergidas vale decir que est dispuesta sin presentar punto
r v
mltiple en ese espacio. En ese sentido, esta presentacin es una,
presentacin inyectiva de esa superficie, en la cual cada uno de los
puntos de sta es distinto de los otros y la superficie carece de j
singularidad.
El par de oposiciones pertinente a partir de la existencia
extrnseca pasa a ser la de la( sumersin y la inmersinYno se trata
de una diferencia topolgica relativa a la continuidad,' sino de una
diferencia subyacente en teora de los conjuntos, referida al carc
ter inyectivo o no inyectivo).
No profundizaremos aqu esta distincin, dado que en el
Apndice (pp. 303 y siguientes) rechazamos la presentacin de
las superficies inmersas y en la totTidx ele sta obra nos conten
tamos con estudiar las superficies sumergidas. Esta manera de
presentar las superficies no les impone otra singularidad que la de
al menos un agujero imaginable.
La distincin entre sumersin e inmersin es esencial para
captar la nocin de que no hay nudo en codimensin uno (una lnea
en una superficie). Es cierto, podemos inmergir (puntos de inter
seccin) un crculo en la superficie de la esfera de mltiples
- maneras pero slo podemos sumergirlo de una sola, como lo
mostramos en el captulo IV. Podemos sumergir un crculo de
mltiples maneras en la superficie de un toro, como lo estudiamos
en el captulo V, pero el lector puede ya saber que de manera
intrnseca a la superficie trica esas sumersiones de crculo no
estn anudadas; lo mostraremos en el captulo VI mediante equi
valencias intrnsecas del efecto que producen en esta estofa.
a - Los narcisismos y la transferencia
En el tercer perodo de su enseanza, el doctor Lacan reformula
el conjunto del discurso analtico en trminos de nudos. Los dos
grandes rasgos estructurales que estn en el fundamento de este
discurso, cuya articulacin presentamos en trminos de grafos y de
superficies en las pginas precedentes, se retoman entonces en el
espacio del nudo. La continuacin de nuestra serie de fascculos de
resultados apunta a dar los pormenores de esta estilizacin incom
parable con las otras. Ya no se trata de schemas, ya no se corre el
riesgo de recaer en la representacin. Con el nudo, la construccin
de letras, luego del lento ceimiento en torno de su cuestin,
culmina en la de la escritura. No retomaremos aqu lo precedente
en estos trminos, a fin de reservarlo para la continuacin de
nuestra serie de fascculos de resultados.
40
Es al volver al primer gesto, y seguir con ello la lgica
presentada por estos schemas, cuando mostramos la apuesta de esa
ltima etapa en un comentario en forma de dibujo de los tres
schemas pticos del doctor Lacan.
Los dos primeros se construyen y comentan desde el libro I del
Seminario; el conjunto de los tres est en un escrito (E., pp. 647-
684; s).
Los tres schemas pticos ofrecen una presentacin de los dos
narcisismos y la transferencia.
Presentemos el narcisismo. Al decir de Freud, se trata de una
actitud por la cual un individuo trata su propio cuerpo de
manera semejante a aquella en que, por lo comn, se trata el
cuerpo de un objeto sexual [1 i],
A menudo, los psicoanalistas comprenden esta definicin gra
cias al modelo ptico del espejo que produce una imagen del
cuerpo del sujeto como el de un otro en el espacio del espejo. Pero
esto deja escapar la dinmica de la estructura, la dificultad que
quiere que el sujeto se apoye en el lenguaje para superar la
prematuracin (retraso) y que encuentre en l, al mismo tiempo
que su solucin, un malestar ms radical. Podemos entender el
narcisismo humano de una manera modificada en el segundo
schema ptico debido a la diferencia introducida en topologa de
lo intrnseco a lo extrnseco.
En su enseanza, Lacan tom como punto de partida esas
construcciones pticas. Las retoma y prolonga cuando desecha de
manera definitiva toda interpretacin de las instancias freudianas
de laestructuradel sujetoen trminos personalistas (E., p. 683;s).
Que stos dejen al margen de su campo la apora de la castracin
basta para mostrar sus lmites.
Del personalismo no retendremos otra cosa que el punto de
partida de la teora de la identificacin. La etimologa de la palabra
persona [personnej, que el latn refiere a la mscara (persona), nos
conduce hasta los frescos de las sepulturas etruscas de la necrpo
lis de Tarquinia, donde se muestra varias veces aPhersu, el hombre
enmascarado. En la tumba de los Augures, un fresco escenifica
el juego de Phersu, en el que tuvieron su origen los combates
romanos de gladiadores. Phersu sostiene a otro personaje por
medio de una cuerda; si aqul est enmascarado, el otro tiene la
cabeza escondida en una capucha, y es atacado por un perro feroz,
del que intenta defenderse con una maza de madera; el animal ya
le infligi varias heridas. El mismo Phersu est presente en la
tumba de los juegos olmpicos y en la tumba del polichinela.
En esta ltima est vestido con un atuendo con diseo en damero,
en el que alternan los cuadrados negros y blancos. Su tnica est
hecha de varios pedazos de tela (estofa) cosidos unos con otros,
como nuestras superficies topolgicas intrnsecas presentadas en
el captulo II.
Este encuentro etimolgico da testimonio en una imagen de la
agresin asociada al personaje y la fragmentacin ligada de
manera necesaria a la personalidad. Hay un vnculo de estructura
entre el yo, nuestra alma, esa pseudotendencia de unidad, y la
agresin imaginaria, ertica; de hecho, se trata de una tendencia a
la desunin. En lo cual puede percibirse que el rebajamiento del
psicoanlisis a una tcnica de adaptacin, bajo la rbrica del yo
fortalecido en su aislamiento, no puede sino echar ms lea al
fuego que pretende extinguir.
J uzgamos con una sonrisa consternada la observacin de tal o
cual dirigente poltico, o tal o cual periodista, que nos dicen
considerar molestos los efectos agresivos de la enseanza de
Lacan. Esta irona sera adems un buen ejemplo de inversin en
la estructura si no tuviera consecuencias devastadoras para varias
clases de edad consagradas a buscar la unin, desconocedoras del
efecto pacificador de la disarmona. Pero no podemos dirigir este
reproche sino a los especialistas, que son los nicos responsables
de esa opinin cuando confunden el acto y la violencia, que
alimenta un pacto sordo: no habra nuevo significante. Lacan
supo oponerse a ellos en su tiempo.
Este vnculo entre el yo y la tensin se establece por medio de
los juegos del circo en Roma, los sacrificios, el traje de polichinela
(falo). De tal modo, la nocin de persona, de mscara, es ese
vnculo. Qu fantstico camino el de Phersu, mscara cargada de
una simblica sacrificial, triturada por el desarrollo de la historia.
Finalmente termin en nuestro diccionario bajo el acpite de
personne, y permiti as que el espectro de Phersu atormentara
para siempre a la lengua francesa [28],
Pero esta segunda construccin ptica puede ser subvertida a
partir del nudo entre intrnseco y extrnseco en el tercer schema de
Lacan. En su homenaje a Wedekind, ste nos seala que el hombre
enmascarado es tambin uno de los nombres del padre.
42
(A) Primer schema ptico
El doctor Lacan invierte el schema ptico de Bouasse, llamado
del ramo invertido, y hace de l el schema del jarrn invertido.
Fig. 9
El jarrn real est aqu por debajo, oculto a la mirada, pero
puede ser visto por un sujeto ubicado al fondo de la habitacin y
enfrentado a la construccin. sta est formada por un espejo
esfrico que permite ajustar la imagen real de ese jarrn alrededor
de un ramo real. Esta pequea organizacin ilustrar para nosotros
el narcisismo primero, al que calificaremos de narcisismo animal.
Su estudio es de la competencia de la etologa. Esta dimensin no
est ausente de lo Imaginario de quienes hablan [17]. Otra cosa es
la estructura: estructura del lenguaje, la ausencia de metalenguaje.
(A) Segundo schema ptico
Ilustramos, luego de Lacan, la funcin del lenguaje, la necesi
dad de un metalenguaje, por el recurso aun segundo espejo, en este
caso plano.
1
Fig. 10
AI disponer un espejo plano A en el medio de la habitacin
frente a la construccin precedente, un sujeto $, que esta vez se
encuentre del lado del espejo esfrico, puede ver en una imagen
virtual del ramoa y del jarrn i (a), cmo la imagen real de ste
i(a) ajusta su cuello alrededor del ramo real a. El espejo plano, A,
43
hace que se produzca la modificacin de nuestra pequea organi
zacin en una mquina que presenta los rasgos estructurales del
narcisismo primario. Aqu, el jarrn es verdaderamente cosa; lo
sublime, con la base para arriba, est abajo. En lo cual volvemos
a encontrar la inversin sealada por Freud con respecto al
inconsciente entre lo que est arriba y lo que est abajo. No por ello
el jarrn es menos inalcanzable para la mirada directa.
Esta construccin no es tan estereotipada y banal como locreen
quienes no distinguen entre primero y primario, y para los que se
interrumpe la inteligencia del narcisismo por no tener acceso a la
dimensin topolgica de la diferencia entre intrnseco y extrnse
co. Para ellos el cuerpo slo es tomado como objeto en una imagen
simtrica e inalcanzable.
El espejo pone un lmite, y la mscara es Phersu que provoca a
la persona con su aspereza simetrizante. De hecho, como vamos a
verlo, no hay metalenguaje: los dos espejos no tienen la misma
funcin. El primero deja que la mirada sea sujeto intrnseco al
cuerpo; el segundo genera una posicin extrnseca con sus particu
laridades de estructura. Nos referimos ahora a las consecuencias de
ese otro papel cumplido por el espejo A.
(A) Tercer schema ptico
Si hacemos poco caso de los celosos y los maldicientes,
podemos captar en la transferencia otra funcin del espejo que
genera anamorfosis, vista de sesgo, luz rasante.
Fig. 11
En este tercer schema, el espejo A dio un cuarto de giro. La
mirada se desplaz para volver al fondo de la habitacin, en su
posicin impensable primera. Puede ver entonces la imagen real
del jarrn i(ci), transmitida por el espejo esfrico, reflejarse como
en un lago. La imagen se desdobla para ser vista tambin en una
imagen virtual i (a), simtricamente por debajo de donde el jarrn
est en lo Real. Este eclipse no puede durar; es funcin de la entrada
de la caverna, retorno a su lugar, trivializacin instantnea, en que
el sujeto se ve Narciso en un relmpago. Debido a ello, no hay
44
metalenguaje y este modelo ptico que lo ilustra brinda una
presentacin de la estructura de la castracin.
Volvamos ahora a la diferencia entre los dos primeros schemas
pticos, para comentar su articulacin en trminos topolgicos de
anlisis intrnseco y extrnseco. El doctor Lacan no ignora esta
distincin entre intrnseco y extrnseco y la define claramente para
nosotros, algn tiempo ms tarde, en trminos de sujeto y objeto.
La d istincin se descubre cuando l constata que un toro slo tiene
agujero, central o circular, para quien lo mira como objeto y no
para quien es su sujeto (L Etourd.it, p. 42).
El toro intrnseco es una estofa compacta, cerrada, sin borde,
que no muestra ningn agujero. Slo los trayectos del grupo
fundamental permiten calificar su estructura, como lo estudiamos
en los captulos III y V.
Resulta que puede ser visto desde el exterior, de manera
extrnseca, al mirarlo como objeto. El modo ms simple de
presentar un toro es mediante una estofa en forma de anillo que
incluya un agujero de un tipo muy especial. Ese agujero consti
tuir el objeto del captulo V.
La diferencia entre los dos narcisismos puede entenderse
entonces como pasaje de lo intrnseco a lo extrnseco. En el
segundo, en vez de ser mero sujeto del cuerpo, el sujeto trata su
cuerpo como objeto, a la manera en que trata el cuerpo de otro
objeto sexual. Es exactamente la definicin del narcisismo dada
por Freud, cuya lectura se renueva de tal modo.
Enseamos el pasaje del primero al segundo aspecto del
narcisismo con sus consecuencias de transferencia en el tercer
schema ptico. En el segundo, ms all de su interpretacin
gracias a un espejo, el sujeto puede situarse como dependiente de
la topologa extrnseca de una estofa. Pero no puede hacerse cargo
verdicamente de ello por el pasaje evanescente a travs de lo
intrnseco en el tercer schema ptico. El modelo ptico del doctor
Lacan entraa ya esta posibilidad, incluso en trminos de espejo.
En un caso del espejo, imaginario, el cuerpo se proyecta a otro
lugar; en el otro caso, simblico, del lenguaje de la topologa, el
sujeto existe desde otro lugar a su cuerpo.
Entre consistencia y existencia, se tratar, por intermedio de la
insistencia de los agujeros (pulsiones), de situar al sujeto en lo
Simblico, y en ello radica nuestra topologa. En ese juego entre
intrnseco y extrnseco, podr apoderarse de su estructura en un
redoblamiento, como lo escenific maravillosamente, en su teatro,
W. Shakespeare con Hamlet. Es cierto que ese pasaje en la
transferencia es instantneo, que no se estabiliza sino que se repite.
Por consiguiente, el sujeto debe pasar varias veces por l antes de
ser capaz de dar cuenta de ello.
45
Esta entrada es de ficcin: apenas despegada, sigue siendo ex-
sistente, es decir que siste afuera (S. XXII), pero no se sabe
adonde [inais on ne sait pas o\. En la exploracin de ese pas-z-
ou* entre la existencia extrnseca y los dos modos intrnsecos de
la consistencia y la insistencia, la modificacin entraa la elisin
(fading) del nudo que se presta a un ceimiento por cortes.
Al desechar el personalismo y la personalidad, sin relacin con
la paranoia dado que es la misma cosa, Lacan marca en 1958 una
ruptura de tono en sus escritos, cuando aborda de manera defini
tiva, para abandonar sus trminos, la proyeccin (imaginaria) que
nos ensea a distinguir de la introyeccin (simblica).
Luego de su observacin sobre el informe de Daniel Lagache,
en que introduce la significacin del falo, va a romper con lo
precedente en el psicoanlisis posfreudiano y con lo que va a seguir
en el psicoanlisis neolacaniano. Vuelve a partir de la castracin,
de su estructura de lenguaje, y emprende la matematizacin del
deseo (E., p. 683; s).Medianteun cambio de estilo y detono, esta
ruptura se consuma el mismo ao, en Juventud de Gide. Es el ao
al que hacemos remontar su introduccin del trmino goce en el
discurso del anlisis (vase p. 53).
Para l, el descubrimiento freudiano presenta una inversin
esencial.
El yo, reputado instancia de unificacin, se revela cambiante
y principio de desunin.
El deseo, reputado siempre diferente, cuando se lo confunde
con los caprichos ligados a la insatisfaccin, se convierte con
Freud en una insistencia, sin cambios, siempre el mismo.
El deseo estructura las construcciones que presentamos en
nuestra topologa. Es el modo de articulacin del conjunto de
nuestros schemas. Es principio de traduccin desde la entrada de
la caverna y gobierna hasta los ms mnimos detalles de la
superficie de sus muros. El deseo es la astilla que insiste en la carne,
y que la sabidura simula ignorar. La omite y recibe as su castigo
en ese aire triste que la caracteriza, aire de esclavo que conserva
a travs del tiempo (E., p. 757; p). De ese transporte clandestino
del acero que lleva bajo su ropa, nunca obtendr la conviccin
del sujeto.
Hoy es apropiado el rigor, ya no moral sino matemtico. Al no
pasar por alto esta instancia, es oportuna una tica, a partir de la
cual llamamos desde la cuneta, lugar muy estrecho, y nos propo
nemos retornar a esas mscaras en las que se nos ofrece el secreto
del deseo y con l el secreto de toda nobleza (E., p. 757; p).
* Una de las traducciones posibles de estepas-z-oii, si se considera la semejanza
de su pronunciacin con passe d'o, es "pase ele dnde" (n. del t.)
46
4. ... el gabinete de los designios
En ese escrito en que se refiere a la relacin de la letra y el deseo,
en oposicin a la proyeccin imaginaria constituida por la cons
truccin del personaje gideano, Lacan sita la introyeccin simb-
lica, a raz de un lapsus cometido en la lectura de Gide. En el lugar
dejado vacante por la destruccin de las cartas que haba escrito a
Madeleine, Gide escribi un vaco (E., p. 762; p). Despus de
haber estudiado las diversas presentaciones de la estofa, en el
transcurso de las cuales afinamos la definicin de lo que es un
agujero, volveremos a encontrar la movilidad de ste en nuestra
conclusin, antes de anudarlo en la continuacin de la serie de los
fascculos de resultados.
a - Trazos
Prestamos mucha atencin a los invariantes de una superficie
topolgica. Esta manera de actuar, evidente para un matemtico
versado en topologa, no es inmediata para cualquiera. Una gran
parte de la estupefaccin producida por la topologa en los lectores
principiantes es una consecuencia de la ausencia de este mtodo en
ellos. Consideramos que es un poco abusivo encasillar el despre
cio topolgico en ese registro. Es cierto que ya no destacamos las
formas geomtricas; esta nocin no es pertinente, y corresponde a
la topologa el mrito de librarnos de la nocin de forma. El
reconocimiento de un objeto ya no obedece a la representacin,
puesto que con los invariantes lo aislamos en todos sus aspectos,
cualquiera sea su presentacin. Este es un primer punto; el
segundo consiste en decir que ms all persisten otros errores,
siempre sorprendentes. Si se los aborda con mtodo, son ms
atrayentes y se tornan enseables.
Es preciso sealar que hay dos modos de abordar los invariantes.
Tienen dos nombres, segn se los considere ingenuamente o sean
bien definidos por la teora, vale decir, construidos.
El grado de volumen corresponde a la dimensin topolgica.
La estofa corresponde a la superficie topolgica intrnseca.
El agujero imaginable como ruptura de superficie corresponde
al componente de borde de una superficie topolgica, cosa de la
que nos ocupamos en el captulo II.
La cara de una estofa corresponde a la orientacin de una
superficie topolgica.
El agujero trico corresponde a los generadores de varios
grupos definidos en relacin con una superficie topolgica, de los
que nos ocupamos en el captulo V.
47
Este doble lenguaje aparente no corresponde a una divisin
simplista. Los trminos son el efecto de una traduccin, a la que en
matemticas puede llamarse reduccin, pero dependen de una
construccin. Podemos darel ejemplo de su prctica en laescritura
y la lectura del japons (vase Presentacin de la serie, p. II) si es
necesaria una referencia, y la traduccin presenta matices.
Conocemos el caso del cruzamiento de dos hebras de hilo
(encima-debajo) que da lugar a una semitorsin de estofa, que
puede presentarse como un pliegue (vase captulo I, p. 62). Esta
vez se trata de traducciones dentro de registros topolgicos
propios.
Pero el pliegue efectivo de una estofa puede reducirse de
manera diferente hasta el extremo en que ya no corresponde sino
al gnero de las superficies no orientadles intrnsecas (vase
captulo VIII, p. 264).
Esta traduccin no es una falta de precisin en el mtodo, y
requiere buenas construcciones. Hace que captemos la diferencia
entre el enfoque intuitivo, es decir ingenuo, y el estudio formali
zado. Hace actuar al trazo.
a - Dibujos
Nuestra apuesta, construir el objeto a, se gana con tinta y
pincel (Lituraterre, p. 7). Para su abordaje aconsejamos al lector
proveerse de papel y lpiz y no olvidarse de practicar algunos
dibujos. No todos tienen el don de dibujar segn su intuicin,
pero damos en esta obra los principios de dibujo a los cuales nos
sujetamos.
No hay duda de que quienes realizaron este curso exhiben
algunas facilidades a la hora de dibujar. Pero segn nuestra
intencin esa intuicin puede reducirse a unos elementos simples
y ordenados, que no impedirn a los dibujantes de talento encontrar
tambin en ellos algn inters en un dominio limitado.
Sigue siendo notable que los dibujos de nudos, aunque rudi
mentarios, presenten ms dificultades, y no pretendemos haberlas
reducido aqu en la misma medida que las que pueden encontrarse
en el caso de las estofas.
Al apoyarse sobre el dibujo de un nudo, basta con comprobar
que nos ocupamos principalmente de dos singularidades de sumer
sin de las estofas.
En primer lugar: el pliegue, en el caso de los cruzamientos
de los nudos de borde, para las estofas agujereadas (vase
captulo I, p. 62).
48
Fig. 12
En segundo lugar: el agujero trico, en el caso de estofas no
agujereadas, cuyo trazado se suma a un montaje plegado (vase
captulo V, p. 16I).
Queda una singularidad de coincidencia y atravesamiento
(recorte) de las estofas, cuyo estudio tuvimos la precaucin de
dejar para el Apndice (vase Apndice, captulo I, p. 305), dado
que se trata de otro modo de presentacin extrnseca llamado
inmersin, en oposicin a la sumersin.
Hay que agregarle un protocolo de interpretacin ms
sofisticado, en tanto que su trazado es ms simple, al punto de ser
ignorado en los dibujos de superficies sin borde.
Este conjunto reducido de trazos da lugar a una composicin
infinita y de una riqueza imaginaria sin lmites, que nos llev a
desplegar esta obra de una manera bastante sustanciosa [toffe].
Fig. 13
Fig. 14
E l p s i c o a n l i s i s c o n L a c a n
Captulo I
El goce y el interdicto del deseo
Superficies de tensin (e m p a n ) de un nudo
AGUJ ERO IMAGINABLE
NMERO DE CARAS
1. Del goce
El interdicto es otra figura en el juego de lo dicho al decir. Para
nosotros, ese interdicto es estructura, y es al explicar esta estruc
tura cuando dibujamos los trazos de la cuestin que se plantea al
sujeto. El sujeto se ve obstaculizado por la presencia de un cuerpo,
el suyo o el de otro. No sabe qu hacer con un cuerpo: es la cuestin
del goce, la cuestin del uso del cuerpo.
a - Presentacin escritural
La aparicin del trmino goce est atestiguada en el discurso
analtico por dos escritos de Lacan del ao 1958.
En el primero: La significacin del falo, palabras pronuncia
das en Munich el 9 de mayo de 19581, se hace referencia al goce
masturbatorio de la fase flica (E., p. 693) que se convertir en el
goce flico, J O.
En el segundo: J uventud de Gide o la letra y el deseo,
aparecido en abril del mismo ao2, en relacin con el Ideal del yo
de Freud, se menciona el goce de un deseo para definir que esta
instancia se forma mediante la adopcin de la imagen de un Otro.
Este Ideal del yo se pinta sobre una mscara cuya funcin va a
ocuparnos en el captulo VII. Eso se produce con la represin de
un deseo del sujeto del que el Otro tiene el goce junto con los
derechos y los medios (E., p. 762; p). Y a reconocemos all lo
que en el discurso del psicoanlisis se convertir en el goce del
Otro, J ^..
Insistamos en la coordenada jurdica del goce, con la que
acabamos de toparnos bajo el aspecto de los derechos, puesto que
parece esencial. Esta coordenada nos brinda la oportunidad de
vincular el Ideal del yo con el parentesco. Encontramos esta
acepcin del goce en un escrito de Lacan fechado en 1959, en
1. No disponemos de la fecha de redaccin, que consideramos contempornea
dado que este texto no fue publicado antes de la aparicin de los Ecrts.
2. En el nmero 131 de la revista Critique.
53
homenaje a Ernest J ones, en el que define la sexualidad por la
represin (E., p. 713; t).
De manera contraria a las analogas de las que algunos suelen
abusar, Lacan explica en qu sentido una tcnica, como el cultivo
de la tierra, puede calificarse de metfora del coito. En la medida
en que una tcnica es objeto de una interdiccin, interdiccin
recada en este ejemplo sobre el goce de la tierra y producida a raz
de las reglas de la alianzay el parentesco, cuya funcin combinatoria
tenemos aqu situada, la tcnica que reemplaza a la primera se
torna simblica de una satisfaccin sexual. La tcnica interdicta
en razn de un bloqueo, un nudo, una imposibilidad en la red
combinatoria en tanto que sta regla el goce de las cosas, cae bajo
el peso de la represin.
La presentacin del concepto de goce en 1972, en el seminario
Aun, que retoma y prolonga el seminario sobre La tica del
psicoanlisis, insiste sobre esta dimensin jurdica del goce, al
definirlo por el usufructo. Es siempre en funcin de las mismas
leyes que rigen el legado del uso de algunos bienes, de su goce o
de algunos ttulos confiados al sujeto, con la condicin de no
abusar de ellas, que le es preciso transmitirlos (S. XX). Las
instancias freudianas se forman, en la represin, a partir de las
singularidades y los accidentes de esa red.
El goce es el uso del cuerpo en sus coordenadas culturales y
jurdicas, pero es tambin el lugar cuya falta hara vano el
universo aunque hiciera languidecer el Ser mismo. El goce
responde a lo que soy. Pero en vez de decirme que soy algn
mueble, designa de manera diferente un sitio: Estoy en el lugar
desde donde se vocifera que el universo es un defecto en la pureza
del no ser (E., p. 819; v). Planteamos estos elementos, que son
poco regocijantes, para aclarar esta tercera coordenada ligada a la
estructura. Veamos ahora de dnde nos vienen, en la obrade Freud,
ese concepto y su cuestin.
a - Donde se encuentra el goce en la construccin freudiana
La cuestin del goce se plantea desde Una teora sexual,
cuando Freud se ocupa de la tensin (Spann) sexual y el mecanis
mo del placer preliminar. El mecanismo de la excitacin sexual
parece paradjico y hasta contradictorio si consideramos el placer
como una disminucin de la tensin, como lo sostiene con firmeza
Freud en este lugar preciso de su texto ([1 e], p. 114; [1 e'], p. 11).
En efecto, no entendemos cmo pueden buscarse en el mismo
gesto la disminucin de la tensin (placer) y la prolongacin e
incluso el aumento de sta con vistas aun placer ms grande ([le],
p. 115; [I e], p. 13).
54
Por una parte, a esta estimulacin ya est vinculado el
placer; por la otra, aqulla tiene como consecuencia una
elevacin del estado de excitacin sexual o un despertar de
sta all donde todava falta. ([1 e], p. 13.)
Adems, apenas un poco ms adelante:
Este tocamiento provoca ya una sensacin de placer
pero simultneamente es apropiado como ningn otro para
despertar la excitacin sexual que reclama un plus de
placer. ([1 e], p. 15.)
Tambin:
Entonces el efecto es el mismo: por una parte, sensacin
de placer que se ve muy pronto fortalecida por el placer
proveniente de las modificaciones preparatorias, por la otra,
nueva elevacin de la tensin sexual que muy rpidamente
se convierte en el displacer ms notorio si no tiene la
oportunidad de provocar otro placer. (Id.)
El problema cuya solucin sera tan difcil como importante
para la concepcin de los procesos sexuales ([I e],p. 114; [ l e],
p. 9), lo leemos considerando que es el de la estructura de la
involucin significante.
El problema radica, justamente, en la manera en que el
placer experimentado genera la necesidad de un placer ms
grande. ([1 e], p. 15; [1 e], p. 116.)
Es el problema del plus de gozar que, como lo sealan los
traductores que citamos, vimos asomarse en la pluma de Freud
cuando habla de ese plus de placer.
No se trata de saber si ese principio debe llamarse del placer, del
displacer o del placer-displacer. No sera en ese caso ms que una
discusin de palabras que no dara cuenta de la paradoja del goce.
En un prrafo agregado en 1920 a su tercer ensayo sobre la
teora de la sexualidad, Freud completa su argumentacin median
te la teora de la libido. La paradoja del goce, el enigma de la
sexualidad humana, se convierte en la diferencia y la identidad de
dos libidos que identifica como libido del yo y libido del objeto
sexual. Volvemos a encontrar claramente la cuestin principal
de estructura que, en nuestra Presentacin, decamos era el
momento de Freud.
55
Para nosotros, esaparadojaes estructura: estructura del lengua
je, la del significante, la castracin, aqu paradoja del goce. Slo
puede abordarse mediante una metfora, lo que Lacan llama la
funcin imaginaria del falo, para decir que en el momento en que
se descubre no es una simple mistificacin que hace que slo un
velo pueda arrojarse sobre ella, sino que es elidida. Esta estructura
del interdicto es la estructura del pudorenqueel demonio del Eiclos
(demonio del pudor) salta a la escena en el instante del develamiento
del falo (E., pp. 555 y 692; o y q).
Para ser construida en lgica, esta estructura requiere una
topologa. Se realiza gracias a un operador interior, la funcin del
Otro que modifica la lgica clsica antes de elidirse para dar acceso
al campo de las ficciones. El Otro est tachado por su elisin3y
muestra en qu sentido lo falso no cesa de no escribirse, pero existe
como los nmeros imaginarios existen a los nmeros reales. As
nos referiremos a esta estructura: interdicto recado igualmente
sobre el Otro. Estructura que es falta del Otro y de su goce, cosa de
la que hay que dar cuenta.
Es estructura topolgica cuyos relieves desarrollamos a travs
de variedades topolgicas: los grafos, las superficies, los nudos.
Es el momento de la experiencia sin el cual no surte efecto
ninguna consecuencia sintomtica (fobia) oestructural (Penisneid)
(E., p. 693; q).
Desde luego, su porvenir depende de la ley introducida por el
padre en esta secuencia (E., p. 694; q). La ley, la combinatoria
del significante, lleva consigo los rasgos de esta estructura. Su
intervencin se sita en los schemas de Lacan entre I y A,
caracterizando los signos de percepcin de Freud, por oposicin a
las percepciones puras, en bruto, de la fisiologa, que no experi
mentan ese recorte secuencial. Pero lo Imaginario depende de lo
Simblico, y la violencia misma descansa sobre un pacto. Por lo
tanto, el resurgimiento de la rebelin depende de una falla de esa
estructura, y de una falla en la articulacin de sta el retorno
manaco de la tristeza. Retorno que es mortal (Televisin, p. 39).
a - Presentacin estructural
Si no perdemos de vista el trazado de los schemas en estas
superficies, podemos leer y mostrar en nuestra Conclusin en qu
aspecto la involucin significante da cuenta de la manera en que se
anuda lo que es primero con lo secundario. Esto aclara la compo
sicin del supery con el Ideal del yo de Freud, y de los signos de
percepcin con lo preconsciente, y en qu sentido puede entender
3. Nons, fascculo n 0
56
se el goce como [oijgoce-sentido [jouis sens\, mdula de la
palabra, jirn de discurso que constituye la voz de laconciencia. La
paradoja del goce, cuya alma es la falsificacin, como lo dijimos
antes, tiene por efecto la necesidad de la culpa en la neurosis. sta
se mantiene mientras la angustia que separa la satisfaccin del
deseo no es purificada. Esta purificacin es escritura.
Hace falta tiempo para escribir con claridad la paradoja, siem
pre la misma, que se formula una vez ms en otra parte en relacin
con el padre, en esta otra figura:
.. .no slo el asesinato del padre no abre la va hacia el
goce, que su presencia supuestamente prohiba, sino que
refuerza su interdiccin. (S. VII, p. 207; 214.)
Al padre slo se lo supone mediatizadordel interdicto del goce.
A su respecto podemos ya distinguir la rivalidad imaginaria, por un
lado, de la ley cuya autoridad l asume, acompaada, por el otro
lado, por la elisin que le es correlativa. La nocin de asesinato las
confunde. Es en este aspecto que debemos escribir la ecuacin que
compone lo Imaginario con lo Simblico.
Todo est ah, y realmente ah, tanto en el hecho como
en la explicacin, la falla. (S. VII, p. 207; 214.)
Esta ecuacin es fantasma del que no pretendemos salir, pero,
al dar cuenta de ella gracias a las matemticas, hacemos materna
lgico de esa misma imposibilidad, de esa falla.
Esta solucin lgica, al no pegotearse ya en lo Imaginario, nos
confirma que:
Exterminado el obstculo bajo la forma del asesinato,
no por ello el goce queda menos interdicto; ms an, la
interdiccin es reforzada. (S. VII, p. 207; 214.)
Pero al mismo tiempo nos transmite el perfil de esta dificultad
y su disolucin.
La estructura va al cuerpo o al pensamiento. As, a raz de este
interdicto, de los jugos que lo constituyen el Otro, la inversin
y el velo, el goce se reparte necesariamente como goce flico y
goce del Otro. Estos dos goces no son, respectivamente, sustancia
extensin (el cuerpo en la histrica) y sustancia pensamiento (el
alma en la neurosis obsesiva). Inducen otra sustancia, sustancia
goce (el objeto de la Ibbia), luyanle inflexin en la sintomatologa
ile las neurosis. ( 'ierlas mscaras despliegan esta sustancia cuando
puede extenderse en un territorio, extensin de la libido cuando en
ella reina el lenguaje, a partir y distinta, por lo tanto, de la etologa.
El interdicto recado en el goce conduce necesariamente al
fracaso de un primer goce, el flico, digamos. Es la manera en que
la metfora tiene xito al fracasar, deja or lo que no dice e implica
la bsqueda de otra cosa, digamos el goce del Otro, efecto del
arrebato. La satisfaccin, siempre decepcionada en el sujeto, lo
lleva a sospechar otro goce a alcanzar. Pero quedarse all es
insuficiente; es una acepcin dbil del interdicto a la cual perma
nece adherido quien no experiment la estructura en buena lgica.
Ese otro goce, si existiera, no sera se; el que hara falta es el que
no hiciera falta (S. XX, pp. 54-57; 73-76). Esto hace absoluta la
decepcin y la resuelve de manera redoblada.
Pero en lugar de contentarnos con parafrasear la elegante
presentacin que de ello dio Lacan, es al escribir de manera
axiomatizable la lgica del perfil de esa cada, al modificar el
lgebra de Boole y la razn de Kant, cuando esta construccin
nos muestra en qu sentido entraa una consumacin. Traducimos
en matemticas esa misma imposibilidad4. Al no renunciar a
escribir esa estructura, demostramos, mediante la realizacin de su
mismo fracaso, aquello en lo cual no se escribe. Esta estructura
del goce es la del lenguaje, de acuerdo con la cual no hay
metalenguaje, con la condicin de construir esta nueva negacin y
respetar su temporalidad.
El velo homologa la trivializacin de esta otra lgica y nos
permite el estudio de los rasgos estructurales que condicionan esa
banalizacin. Nos vemos obligados a razonar sobre enunciados
falsos y conjuntos vacos. Esto puede parecer una falta lgica, dado
que el mundo acadmico reputa lo falso como defectuoso. Esa falta
desva los razonamientos del sujeto, y por una inversin ste se la
atribuye y se convierte en culpable de ella. Puesto que el sujeto
razona con claridad en lo falso y es falso que no sepa, de manera
textual, que aunque no tenga y nunca vaya a tener acceso en los dos
sexos sino a este goce flico (masturbatorio o coital), su goce
depende de otro, otro goce que no tendr porque no podra ser. Pero
es falso que sepa que no puede y que no se atreva a aludir a ello, en
su articulacin lgica: tan grande es la intimidacin que le provoca
el temor de ser falible, por ser culpable de una falta lgica.
Es falso entonces que no sepa tampoco y al mismo tiempo que
al resignarse al goce flico presta un mal servicio al rgano
peniano, en consideracin a ese otro goce, y que cometa entonces
una falta de gusto.
4. Nons, fascculo n 0.
58
Comprendemos de tal modo que Freud manifieste reservas en
la discusin relativa al onanismo, tanto con respecto a las tesis
liberales como a las posiciones represivas.
Puesto que el problema no reside en ello, dado que, en ese
dominio, es sin duda el de la existencia de otra lgica.
Al final del segundo captulo de la enseanza de Lacan, la
involucin significante nos forma en esta dialctica; se trata de
nuestros ejercicios de intercambios entre superficies bilteras y
superficies unilteras. All se proyecta la topologa del sujeto, y
esta etapa intermedia no da an ms que una dbil idea de la razn
de su fracaso (La mprise du sujet... Raison d un chec"). En
cambio, brinda ya los medios necesarios para la investigacin en
el espacio del nudo. La recada del velo flico hace ms difcil ese
giro siguiente, como lo explica el doctor Lacan cuando emprende
su nueva prueba (A la lecture du 17 dcembre, p. 98). En el
transcurso de sta, intenta considerar su existencia a partir de la
insistencia de lo Real como agujero (imposible). La insistencia del
agujero pasa entonces a lo Simblico.
Quien se enrede an en la teora de las superficies topolgicas
intrnsecas tiene garantizado el falicismo, dado que supone otra
teora inalcanzable. Esto nos incita a pasar a esta ltima etapa
porque es falso que sea diferente de la que la precede, y pese a ello
es falso que sea la misma. Llevados nicamente ms lejos por la
estructura, no suponemos, en la multiplicidad de los nudos, otra
cosa que el lugar de un ceimiento ms preciso de esa otra
sustancia que no hay, calificada de fobia entre estofa y corte. A
esta sustancia se engancha el sujeto de la narcosis (el drogado,
como se lo llama) con el farmacutico o los dealers, los diodos y
el soldador. A ella la transforman en esta cosa psi (psicosis) los
irresponsables que juegan con la desocupacin para intimidar y
someter al empleado, y en la bolsa para despojar al pequeo
accionista. El drama ligado a la estructura se anuda debido a que
no es menos necio querer asumir la defensa de aqullos y suprimir
toda tensin, siendo as que se trata de aprender a ejercerla.
Con nuestras superficies de tensin (spanning surfaces)
retomamos la demostracin de que no hay goce del Otro. Tal
puede ser la situacin del psicoanlisis en 1986 para quienes nos
apoyan.
Esta bsqueda no es infinita, no es ideal; es simplicidad,
porque el nudo delimita la ltima etapa de la enseanza de Lacan,
a partir de la cual se produce un transtorno topolgico que borra
su historia.
59
2. Del enjambre a la estofa
a - Construccin de las superficies de tensin
Presentemos aqu un uso bastante sorprendente del clculo del
grupo fundamental de un nudo, tal como lo efectuamos en los
campos de ex-sistenciadel nudo5. Ese uso nos conduce a continua
cin a una mayor simplicidad, a clculos ms reducidos, an ms
puros. El grupo fundamental de un nudo, en nuestra presentacin,
nos ofrece un homlogo discreto y en lgebra del teorema de
Stokes. El doctor Lacan relaciona la deriva freudiana (Trieb) con
ese teorema del clculo diferencial e integral (E., p. 847; w). El
cuerpo est i mpl icado en esa deriva por intermedio del agujero que
se apoya sobre un borde. El sujeto puede comprobar que esa
deriva, en cada tentativa de traduccin, genera una tensin que se
mantiene hasta que l encuentra la palabra justa. El doctor Lacan
sostiene esta transposicin de dos rasgos de estructura. El primero
quiere que la pulsin, como el clculo del flujo en el teorema
mencionado, se produzca en una zona apoyada sobre un borde. El
segundo es que su efecto en la zona se resume en el clculo a lo
largo del borde. Como lo deca Freud, sin duda estamos ah en el
registro ms mitolgico del discurso analtico, para no decir en el
nivel de las pulsiones. Para nosotros esta referencia encuentra su
razn en el trabajo de traduccin, en lugar de un modelo fsico
cualquiera. Nuestra versin vincula el teorema con el comentario
dado por el doctor Lacan en su seminario XI (leccin del 13 de
mayo de 1964), en el que se halla la presentacin ms pura del
circuito de la pulsin en un trayecto que recorre el espacio
circundante de un borde. Calcular en el enjambre significante, no
es vivir la pulsin en una prctica de traduccin? Para avanzar en
ese campo, hay que leer con claridad que esta traduccin acta
sobre dos registros que deben atravesarse para resolverse. Esta
prueba se vuelve ms pura para el sujeto en caso de haber pasado
varias veces por ella. Libera la palabra.
Con este fin, en nuestro aprendizaje, se trata de obtener, por un
cociente del grupo, es decir una simplificacin de los clculos (\ un
coloreado de las zonas que defina exactamente una superficie cuyo
nudo considerado es el nico borde. Donde vemos que la tensin
(Spann) depende del nudo de borde, y donde podemos plantear,
con nuevos gastos en esta estofa, la cuestin de la consistencia, la
de la paradoja del goce, la estructura tensional del lenguaje y su
resolucin mediante un corte pertinente e interpretativo. Desde el
lugar de este corte la tensin logra establecerse, y a partir de ella
la construccin parece de la incumbencia del analizante.
5. Essaim.
6. Essaim. pp. 48 y 124
60
Llamamos superficie de tensin (spanning surface) a esta
estofa deducida de nuestros clculos, como ahora lo mostramos.
Se trata de un corte transverso en el campo de existencia del nudo,
que es ya una proyeccin de la estructura en la historicidad. A
continuacin, esta precipitacin nos servir para orientarnos en el
centelleo del nudo consecutivo a su ruptura.
Consideremos ejemplos sencillos. En el caso del nudo borromeo,
el clculo nos da, a partir de tres generadores, la marcacin de las
siguientes zonas.
a =xyxzx
a =yzy'xy
a =zxz'yz
Fig. 1
(Este ejemplo se trata explcitamente en nuestro fascculo de
resultados n I, pp. 101-104.)
Las tres expresiones de la zona anotada a corresponden clara
mente a la definicin del grupo de ese nudo, porque por otra parte
sabemos que est construido como un grupo libre de tres genera
dores y dos relaciones.
Esas dos relaciones son: xyx 'zx = yzy'xy = zxz 'yz.
Al sacar el cociente 7, es decir, al agregar ciertas relaciones,
obtenemos las marcaciones que definen una superficie cuyo borde
es el nudo borromeo, as como la cachemira es la marca, distante,
de orillas antiguas.
Fig. 2
Para las relaciones complementarias x = y = z y x 2 = l,
obtenemos la superficie que corresponde al coloreado de las zonas
anotadas x. Esta superficie de tensin es uniltera, y es por eso que
la coloreamos como un pedazo de estofa monocroma.
7. Essaim, pp.48 y 124
(>l
Fig. 3
Cuando las superficies de tensin son bilteras nos ocupare
mos ms adelante del nmero de caras (vase p. 65) se las
conoce en matemticas con la denominacin de superficies de
Seifert (por el nombre del matemtico H. Seifert).
a2- Semitorsiones y pliegues
Formulemos la definicin de un tipo de trazo que se encuentra
en nuestros dibujos, el ms importante luego del trazo de borde. Se
trata del trazo de pliegue.
A los cruzamientos del nudo xcorresponden semitorsiones de
cinta (de superficie de tensin). Mediante nuestros clculos pode
mos hacer aparecer pliegues en lugar de las semitorsiones.
Definicin de un pliegue:
Un cruzamiento marcado... ...al cual agregamos una lnea de
perspectiva, llamada lnea de pliegue
La marcacin es un
coloreado del pliegue...
...cuyo borde modificamos de manera continua,
a fin de acentuar su presentacin de pliegue
Fig. 4
8. Essaim, pp. 81-85
62
A un cruzamiento cuando el cociente del grupo da valor 1a
dos zonas lindantes por el vrtice, zonas adyacentes al cruzamien
to, podemos aadirle un trazo de travs que tacha una zona neutra
(valor I) y reemplazar 1por m'm (compuesto por la inversa de
una palabra, nr1, y por esa palabra, m). El coloreado bicolor
corresponde entonces claramente a un pliegue de fragmento de
estofa biltera, con laconvencin de que asignamos un color a cada
letra y una zona lleva entonces el color de la primera letra de la
palabra que la nombra. (El caso de las estofas unilteras no
constituye aqu un problema, dado que m = nx1, sencillamente, por
lo cual las dos caras son del mismo color.) Anotamos como mx una
palabra que comienza con la expresin m, y nr1x una que empieza
con la expresin nr1.
Sealemos que las letras siguientes de las palabras en cuestin
dan los diferentes espesores de estofas que pueden subponerse en
cada zona, con su orden de apilamiento.
La porcin de borde recubiertapor la primera capa de estofa que
suspende la mirada, est ahora punteada. En el caso del pliegue
que aislamos:
Fig. 5
Veamos dos ejemplos.
Estas diferentes convenciones dan rpidamente un resultado en
el caso de una cinta cuyo borde es un enlace.
63
Se trata de una cinta de estofa, como un pedazo de yute, que
presenta dos pliegues del mismo sentido.
De acuerdo con este principio, podemos marcar los pliegues de
la superficie de tensin del nudo borromeo que esbozamos ante
riormente (figura 3).
Fig.8
Si acentuamos la deformacin del pliegue de manera continua,
lo que no cambia nada ni en el clculo ni en el coloreado,
obtenemos esta superficie:
Fig. 9
Como conclusin, diremos que la superficie de tensin sin los
pliegues de la figura 3 es correcta; corresponde a la superficie con
los pliegues de la figura 9.
64
Mediantes esos clculos y coloreados obtenemos unas presen
taciones de estofas anudadas. Nos encontramos en una topologa
extrnseca a las estofas, como lo explicbamos en la Introduccin
(p. 38). Esto no nos obliga a olvidar lo que puede saberse de la
topologa intrnseca de una estofa. Al contrario, es lo intrnseco lo
que olvida lo extrnseco y no a la inversa. De tal modo, la teora,
en lo sucesivo clsica, de las superficies topolgicas intrnsecas, a
la cual est dedicada esta obra, sigue siendo para nosotros de un uso
seguro (vase captulo II, p. 77). Las propiedades caractersticas
que reconoce son, para algunos, deducibles de nuestros clculos,
lejos de la tosquedad del madapoln. Estudiamos ahora esas
propiedades en el caso de las superficies de tensin de los nudos.
3. Propiedades intrnsecas caractersticas de una superficie de
tensin
a! - El nmero de caras
Se dice que unaestofa es bilteracuando podemos distinguir en
ella dos caras (como en un disco).
Se dice que una estofa es uniltera cuando no tiene ms que una
sola cara (como la banda de Mcebius).
En este caso hablamos de cara y descartamos el trmino lado,
pero conservamos como uso corriente los trminos biltera y
uniltera para hablar de las estofas.
El nmero de caras eS una caracterstica extrnseca de la
superficie de tensin, y no se lo define en la topologa intrnseca
de la estofa (vase captulo III, p. 106). En sta, el nmero de caras
tiene un invariante correspondiente, la orientabilidad.
Estas dos nociones son correlativas. Una orientacin de una
estofa se define mediante un punto de referencia sumergido en l:
es una caracterstica intrnseca. Las caras se definen mediante
normales (vectores perpendiculares) a la superficie. Esta caracte
rstica recurre al espacio circundante: es extrnseca. La correlacin
entre estas dos maneras de expresar una misma caracterstica es
notable, y parece burlarse del problema de dimensin que aqu
est en cuestin.
Hacemos aparecer esa caracterstica a travs de dos coeficien
tes del grupo fundamental del nudo. Nuestro clculo es extrnseco
de hecho da el nmero de caras.
Para exponerlo, consideramos el nudo de trbol en sus dos
presentaciones duales una con respecto a la otra 1'.
10. Essaini, p. 60.
11. Essciim, p. 105 y 118
65
CD <9>
Fig. 10
P rim era p res en tac in
(0) El clculo de base. El clculo del grupo fundamental, para
la primera presentacin, nos da, a partir de dos generadores, la
siguiente marcacin de las zonas l2,
Fig. 11
con la relacin xy_lx'yx'y-1= 1
(1) Distincin de los llenos y los vacos. Obtenemos el
cociente al aadir la relacin x = y, para determinar el ndice de
cada unade las zonas del aplanamientol3, y definimos como vacos
las zonas de grado par, o sea x2=1, a fin de que la zona perifrica
est vaca, para mayor simplicidad, como lo sealamos en el
fascculo n 1l4. Obtenemos una superficie de tensin que corres
ponde al coloreado de las zonas de ndice impar, anotadas x en
razn de nuestro cociente precedente (x2= 1).
Fig. 12
(2) Bsqueda del nmero de caras. Retomamos los resultados
del clculo en la etapa anterior (0), vale decir, antes de efectuar el
cociente, para determinar el nmero de caras de la estofa.
Las dos zonas vacas centrales del nudo, anotadas x2en la figura
12, se indican como xy e yx en lafigura 11. Esas zonas estn ahora
vacas, y la expresin de cada una de ellas es igual a 1. As, a partir
12. Essaim, pp. 117. 13.
Essaim, pp. 122-126. 14.
Essaim. p. 90.
1
66
de un primer cociente del grupo fundamental determinante de una
superficie de tensin del nudo (oposicin llenos/vacos), obtene
mos ias indicaciones necesarias para establecer dos nuevas rela
ciones: xy = I , e yx = 1, que corresponden a un nuevo cociente
realizable en el caso de los resultados de la figura 11.
Podemos reemplazar entonces xy e yx por 1en las expresiones
del clculo del grupo fundamental del nudo. La relacin del grupo
xylx_lyx''yl = 1 se reduce: x(xy)''y(yx)'' = xy = 1, de! que
deducimos y =x-1.
Cada una de las zonas llenas de la superficie de tensin se
designa, ya sea por x, ya por la inversa de x: mediante esta
escritura distinguimos las dos caras de la superficie que, por lo
tanto, es biltera.
Al hacer corresponderuncolora x y otro colora x'1, obtenemos
un nuevo coloreado de la superficie de tensin que pone en
evidencia la presencia de dos caras distintas. En efecto, x es
diferente de x 1(x^x-1 equivale a x2^l ). El lector puede verificar
en el clculo que precede que la igualdad contraria, x2=1, no se
introdujo en la etapa (2), a partir del momento en que volvimos al
resultado dado en la figura 11.
Fig. 13
Segunda presentacin
Definamos con las mismas tcnicas la superficie de tensin de
la segunda presentacin del nudo de trbol y decidamos su nmero
de caras.
(0) El clculo de base. El clculo del grupo fundamental nos da,
a partir de dos generadores, la marcacin siguiente de las zonas l5,
xyx-1 = y- ' xy
Fig. 14
con la relacin xyx-1= y'xy.
15. Essaim, pp. 105
(.7
( I ) Distincin ele los llenos y los vacos. Sacamos el
coeficiente al agregar la relacin x =y para determinar el ndice de
cada una de las zonas, y definimos como vacas las zonas de grado
par, o sea x2=I , a fin de que estn vacas como la zona exterior.
Obtenemos una superficie que corresponde al coloreado de las
zonas de ndice impar, anotadas x en razn del cociente x2= 1.
Fig. 15
Hemos definido una superficie de tensin del nudo de trbol,
tejida como el fustn. Para determinar su nmero de caras,
retomamos el clculo desde el inicio.
(2) Bsqueda del nmero de caras. La zona vaca central del
nudo, anotada x2en la figura 15, se anota como xy en la figura 14.
Ahora, esta zona est vaca, por lo que podemos plantear xy =l y
reemplazar xy por I en todas las expresiones del clculo del grupo
fundamental; se trata del nuevo coeficiente de ese grupo efectuado
en el caso de los resultados dados por la figura 14.
La relacin xyx'1= y'xy se reduce a x'1= y'1, o sea x =y. Lo que
significa que todas las zonas llenas de la superficie de tensin
pueden designarse por x: la estofa no tiene ms que una sola cara,
es uniltera. En efecto, en este caso, la relacin y = x, expresin
simplificada de la relacin del grupo, junto con la relacin xy =I
del cociente aqu adoptado, da x2= 1, lo que significa que la
operacin del grupo es involutiva y la estofa uniltera.
Fig. 16
Es necesario distinguir bien los diferentes clculos. En primer
lugar, el del grupo fundamental del nudo (0); luego, el cociente que
efectuamos al agregar unas relaciones que simplifican las expre
siones del grupo fundamental y de las que obtenemos una super
ficie (oposicin lleno/vaco, x/1) de tensin del nudo (1); por
(iX
ltimo, el transporte de las relaciones resultantes del primer
cociente (es decir, las que se escriben a partir de las expresiones de
las zonas vacas, como tales iguales a 1) a las expresiones de las
relaciones del grupo fundamental (aqu una sola relacin). Me
diante este segundo cociente (2) obtenemos a cambio una indica
cin relativa al nmero de caras de la superficie de tensin: sea y
= x"1, que corresponde a las estofas bilteras, sea y = x, que
corresponde a las estofas unilteras.
a, - El nmero de borde
El borde de la superficie de tensin est compuesto por un
conjunto de crculos desunidos. Por crculo designamos toda curva
cerrada que es sumersin del crculo trigonomtrico de la geome
tra analtica (el puente de los asnos* clsico x2+y2= I).
Determinar el nmero de borde es contar el nmero de crculos
componentes del borde. Ese nmero de componentes del borde, o
nmero de borde, es una caracterstica intrnseca de la superficie
de tensin. Asumir toda su importancia en el captulo siguiente,
cuando nos ocupemos del indicador de Euler-Poincar y del
gnero de las estofas.
4. Reduccin por el dibujo de una superficie de tensin a sus
caractersticas intrnsecas
Tres operaciones permiten reducir una superficie de tensin
cualquiera a la forma ms simple que le es intrnsecamente
equivalente (el mismo nmero de caras y el mismo nmero de
borde). Una operacin es extrnseca (no cambia el nudo del borde),
dos son intrnsecas (deshacen el nudo del borde). Mediante estas
transformaciones topolgicas, continuas una de la otra, se trata de
conservar laestofa(lo intrnseco) sin el nudo, siendo el anudamiento
de la estofa una caracterstica extrnseca16.
Operacin I: Deformacin de las superficies con borde
La primera operacin consiste en un cambio de la presentacin
de la superficie de tensin de tal modo que se puedan efectuar con
facilidad las otras operaciones. La deformacin de las superficies
* (Demostracin del teorema del cuadrado de la hipotenusa. Figuradamente,
obstculo con el que slo tropiezan los ignorantes.) n. del t.
16. Si denominamos f a una transformacin intrnseca, y F a una transformacin
extrnseca del espacio que contiene la banda de dos semitorsiones hacia el espacio
que contiene la banda sin semitorsin, hay que decir que f no es una restriccin
de F ( ver Introduccin, pp. 38-39)
69
con borde es una operacin extrnseca que hace aparecer la
superficie de tensin considerada como un conjunto de cintas (o
breteles) de indiana con pliegue y semitorsin o sin ellos, que
pueden cruzarse entre s y volver a ligarse unas a otras en un todo
conexo. Es posible entonces deslizar una cinta a lo largo de otra,
es decir, desplazar la encrucijada que forman.
Pueden presentarse dos casos: la cinta desplazada no se topa ni
con semitorsin ni con pliegue en la cinta por laque se extiende...
Sin plie
...o, en el caso contrario, va a crearse un pliegue sobre la cinta
desplazada al paso de la semitorsin (o del pliegue) de la cinta que
se extiende.
Es notable que una misma encrucijada de cintas pueda
leerse de diferentes maneras pertinentes entre s.
Fig. 17
Con un pliegue.
Semitorsin. Plieque correspondiente.
Fig. 18
Paso de un pliegue.
70
Resultado del paso
de una semitorsln
Fig. 19
La situacin inicial de esta serie de dibujos puede dar lugar a
otro cambio de presentacin.
Fig. 20
Operacin II: Supresin de las semitorsiones en nmero par
La segunda operacin es intrnseca a la estofa: sobre una misma
cinta, pueden suprimirse las semitorsiones consecutivas en nme
ro par. Esta homotopa del borde deshace el nudo (extrnseco) pero
conserva las caractersticas intrnsecas.
As, una cinta con un nmero par de semitorsiones (un nmero
entero de torsiones) es intrnsecamente equivalente a una cinta sin
semitorsin, como los efectos de relieve del run:
Fig. 21
Una cinta con un nmero impar de semitorsiones es equivalente
a una cinta con una sola semitorsin.
Fig. 22
Operacin III : Intercambio arriba-abajo de las cintas de estofa
La tercera operacin es, como la precedente, intrnseca. En el
nivel de un cruzamiento dedos cintas, stas pueden atravesarse una
7 1
a la otra, como lo posibilita el nans, de tal modo que la que estaba
abajo pasa arriba.
Fig. 23
Precisemos que esta homotopa de cintas (o de bandas) slo
tiene sentido para las pertenecientes a la misma estofa (estn
conectadas por sus extremos).
Definidas estas tres operaciones, damos a continuacin dos
ejemplos de reduccin de una superficie de tensin a sus caracte
rsticas intrnsecas.
Retomamos en primer lugar el nudo de trbol en su presenta
cin bilatera cuyas caractersticas conocemos, y luego el nudo
borromeo cuya superficie de tensin conocemos y cuyas caracte
rsticas es posible conocer a travs de los clculos que podemos
efectuar, como lo hicimos anteriormente para las dos presentacio
nes del nudo de trbol.
Ejemplo del nudo de trbol en su presentacin biltera
Desplacemos la ligazn de una de esas cintas... al pasar una semitorsin,
La superficie de tensin se transforma en una presentacin
en cintas que incluyen semitorsiones
se crea una semitorsin
72
Reagrupamos las
semitorsiones que
estn apareadas.
De acuerdo con la opera
cin II, suprimimos los
pares de semitorsiones.
Obtenemos as una en
crucijada de bandas: un
toro agujereado
Fig. 24
La superficie de tensin intrnseca del nudo de trbol en su
presentacin biltera es un toro agujereado.
Ejemplo del nudo borromeo
La superficie de tensin, sin los
pliegues, del nudo borromeo.
La presentamos en un montaje de
encrucijada de cintas
Un primer deslizamiento a lo largo
de otra semitorsin segn la operacin I
Intermedio:
Luego un segundo deslizamiento.
En los dos casos se produce el
paso de una semitorsin Fig. 25
J L Fig. 26
en el que recordamos que al paso de una semitorsin se produce
una nueva semitorsin.
73
Reagrupamos las semitorsiones que
se produjeron en ias mismas cintas
Suprimimos las semitorsiones por
pares, segn la operacin II (la que
queda est desplazada)
Al desplazar una cinta a lo largo de
otra, ponemos de relieve un rizo de
cinta
Fig. 27
Intermedio:
en el que mostramos que un rizo de cinta equivale a dos
semitorsiones. Esto se ve al seguirlas disposiciones mutuas dlos
dos elementos de borde.
Desplazamos una cinta ms de esto- Luego pasamos una semitorsin. Se
fa sin encontrar semitorsiones. produce una nueva semitorsin,
Reducimos el recorrido de la cinta de Suprimimos esas dos semitorsiones
estofa que lleva dos semitorsiones. inversas entre s.
Queda una sola semitorsin. Despla- Lo cual da esta disposicin regular,
zamos del otro lado de la figura una que equivale a
cinta de estofa sin semitorsin.
un diagrama hecho de una
banda de Mcebius con dos
agujeros
Flg. 29
Se trata de la estructura intrnseca de la superficie de tensin del
nudo borromeo.
Las caractersticas intrnsecas de la superficie de tensin de un
nudo son por lo tanto las trazas, el recuerdo del hecho de que haba
un nudo. En la estofa el nudo se olvida, como borrado por la
espon ja; quedan algunas trazas insuficientes para reconstruirlo; en
efecto, varios nudos diferentes pueden tener una superficie de
tensin intrnseca que presente los mismos invariantes. Queda en
el caso de esta estofa un clculo en el gnero del nudo.
Mostraremos a continuacin de qu manera los cortes en las
superficies de tensin pueden convertirse en un nuevo invariante
del nudo. Esos cortes demarcan vacos.
En este captulo hemos visto cmo los clculos en los campos
de ex-sistencia de esos nudos son reemplazados por coloreados de
rayas , de un grisado claro ::y: y de otro ms
oscuro , que los sustituyen con exactitud. Esos colorea
dos traducen la proyeccin de la gramtica de la pulsin en la
lgica del fantasma. En lo que resta de esta obra evitaremos
recurrir al clculo algebraico, y slo emplearemos los coloreados
correspondientes.
76
Captulo //
La estofa del clasicismo
y la superficie para Lacan
Teora de las superficies topolgicas intrnsecas
NMERO DE BORDE
SCHEMAS P.Q.R.
I . Definiciones
a - Las superficies topolgicas
Una superficie topolgica es un montaje de pedazos de estofa.
Para ser de la incumbencia de esta teora, el montaje debe efectuar
se segn dos principios que hay que respetar rigurosamente.
Una superficie topolgica se presenta como un traje de
Arlequn, un patchwork de retazos irregulares pero cuyas
caractersticas no son indiferentes.
Fig. 1
Los pedazos de estofa son extensibles y retrctiles a
voluntad, de acuerdo con las necesidades del montaje. En
topologa, la medida no importa, ni para la superficie ni para los
fragmentos que la constituyen. Esos elementos de superficie son
polgonos que pueden ponerse sobre el plano (es decir, localmente
equivalentes a R:) o sobre la esfera, lo que es lo mismo (vase
captulo IV, p. 148). Esos jirones de estofa son discos topolgicos
cuyo permetro est provisto de puntos. stos recortan el perme
tro en segmentos, y esos puntos son sus extremos. Hay al menos un
punto: el disco topolgico ms pequeo (pedazo de estofa o
pastilla esfrica) es el disco cuyo permetro est recortado en un
solo segmento por un punto.
77
A
Fig. 2
Cada montaje de superficie realizado segn los principios que
ahora enunciamos se denomina empedrado [pavage] en el caso en
que los pedazos de estofa son unos polgonos cualesquiera. Si est
constituido por pedazos que son exclusivamente tringulos, habla
mos de triangulacin. En todos los casos, los pedazos de estofa son
las caras del empedrado, los segmentos cosidos sus aristas y los
puntos de extremos identificados sus vrtices. Tambin emplea
mos de manera habitual el trmino cara para designar el revs y
el derecho de un pedazo de estofa. Ms adelante analizaremos esta
dificultad de vocabulario. Que una cara de empedrado tenga dos
caras es una consideracin a la que en lo que sigue prestamos gran
atencin, y explicitaremos este paradigma en ei captulo III.
Dos principios de montaje, precisos e imperativos, de esos
fragmentos de estofa definen las superficies topolgicas.
Primer principio: Dos pedazos se cosen juntos a lo largo de un
segmento propio de cada uno que se convierte en arista, frontera
comn entre ambos (una frontera de esa naturaleza no pertenece al
borde de la superficie, se integra al grafo de un empedrado
consistente en la estofa).
Segundo principio: No hay ms de dos pedazos de estofa
cosidos a lo largo de una misma arista (en el Apndice rechazamos
las construcciones que presentan ms de dos fragmentos de estofa
cosidos a lo largo de una misma arista).
Fig. 3
La construccin admitida La construccin no admitida
Fig. 4
78
Esto define todas las superficies topolgicas que pueden estu
diarse segn esta teora, en lo sucesivo clsica. Es posible enume
rar todos sus casos y reconocer los que son semejantes: es la
clasificacin de las superficies topolgicas Intrnsecas.
Esta definicin de las superficies topolgicas intrnsecas a
partir de su montaje implica como reaccin la homologa de
los trayectos en la superficie de nuestras estofas, y da la razn de
esa homologa.
Nuestras estofas son superficies topolgicas intrnsecas: se
trata de un caso de traduccin y definicin muy simple.
a, - Definicin del borde de una superficie topolgica
El borde de una superficie topolgica es la reunin de los
segmentos de los pedazos de estofa que no sirvieron para el
montaje por costura.
Montaje con un componente de borde Banda o cinta, montaje con dos
componentes de borde
Fig.5
Esta reunin de segmentos montados extremo con extremo
siempre da lugar a una reunin de crculos disjuntos. Puede
tratarse de uno o varios crculos. En todos los casos, hablaremos
del borde de la superficie para aludir a esa reunin; de los
componentes de ese borde para hablar de cada crculo distinto; y
nos referiremos al nmero de borde (como se habla del precio del
pan) para el nmero de los componentes del borde.
Podemos definir entonces los agujeros ms imaginables que
provocan as una ruptura en la superficie. Cada agujero imaginable
como ruptura de superficie se define mediante un crculo compo
nente del borde de una superficie topolgica. Es la oportunidad de
encontrarse con la reduccin de un invariante intuitivo, el agujero
imaginable, a un invariante bien construido, el componente de
borde. Propiamente hablando, no hay agujero imaginable en la
superficie intrnseca; slo su borde insiste en ella, y el agujero
existe para nosotros. Esto no define ms que un tipo de agujero
entre los que distinguimos, y muestra la necesidad de distinguir
diferentes tipos de agujeros entre ellos.
79
- Puede suceder que todos los segmentos se hayan cosido al
montaje, en cuyo caso el borde queda anulado, existen por lo
tanto superficies sin borde.
Fig. 6
De tal modo, se distinguen dos tipos de superficies: las super
ficies sin borde, para el montaje de las cuales sirvieron todos los
segmentos de los pedazos de estofa; y las superficies con borde, en
las que algunos segmentos de pedazos de estofa no fueron cosidos.
Destaquemos una vez ms que la reunin de esos segmentos
constituye uno o varios crculos. Este hecho notable, que amenaza
convertirse en una evidencia, merece ser meditado (vase fig. 5).
Postulada la distincin entre superficies con borde y superficies
sin borde, puede estable-cerse una correspondencia entre ellas.
a - Primera proposicin importante
Proposicin. A toda superficie topolgica (con borde o sin l)
corresponde una superficie sin borde:
a) si la superficie carece de borde, la superficie sin borde
correspondiente es esta misma superficie;
a) si la superficie tiene un borde, el borde de esta superficie S
es una reunin de crculos disjuntos. Podemos construir una
superficie sin borde (cerrada) S asociadaaS al cerrar los agujeros
imaginables como ruptura de superficie; estos agujeros estn
delimitados por cada uno de los crculos que componen el borde.
El cierre de los agujeros se obtiene gracias a unos discos cosidos
a lo largo de cada crculo componente del borde de la superficie S.
Decamos que el agujero imaginable existe para nosotros como
un invariante intuitivo; se trata de una nocin muy dbil de la
existencia porque el agujero es sustantivado por el disco que viene
a cerrarlo, cosa que nos asegura nuestra primera proposicin.
No por ello este tipo de agujero deja de ser, como los otros,
diferente del vaco en su manera de ser. El vaco no podra
confundirse con un agujero si lo definiramos por el conjunto
vaco. El agujero es ms o menos sustantivable, como lo veremos
a continuacin, mientras que en la teora de los conjuntos el vaco
es del orden de una esencia. Ladistincin entre sustancia y esencia,
como la interrogamos en nuestro juego de traduccin, corresponde
en principio a la diferencia entre la definicin en extensin y la
definicin en intensin de un conjunto.
80
Volvamos a la sustantivacin del agujero imaginable.
Dos agujeros Cerrado un agujero, queda otro
Fig. 7
En el dibujo de la derecha, un disco deformado cierra un
agu jero de la superficie del dibujo de la izquierda.
Esta superficie presenta un solo agujero Un disco presentado como un
rectngulo deformado...
... llega a cerrar el agujero... ...para constituir un toro sin agujero
Presentacin del disco deformado
que llega a cerrar el agujero
Esta proposicin facilita la teora de las superficies porque
permite atenerse a una teora de las superficies sin borde.
Algunas superficies exigen ser sumergidas en un espacio de
dimensin cuatro para quedar cerradas; vale decir, para que sea
Kl
efectivamente realizable, segn nuestros principios de montaje, la
superficie sin borde que les corresponde. Las superficies que
constituyen una excepcin son las no orientables; las definimos
ms adelante.
Si utilizamos al revs nuestra primera proposicin principal,
podemos pasar por la etapa de una teora de las superficies con un
solo componente de borde (un solo agujero) haciendo correspon
der a cada superficie sin borde otra que presente un solo agujero.
Esta teora es intermedia entre la teora de las superficies sin borde
y la teora de las superficies cuyo borde tiene varios componentes.
Con apoyo en esta correspondencia con las superficies topolgicas
sin borde, abordamos la teora de las superficies topolgicas
intrnsecas de cualquier tipo sin presentar mediante el dibujo ms
que superficies sumergibles que tengan por lo menos un compo
nente de borde. Esta estrategia no debe hacer olvidar la existencia
de superficies cerradas (sin borde) irrealizables en un espacio de
dimensin tres.
a - Invariantes intrnsecos
Los invariantes1intrnsecos permiten a los matemticos reco
nocer las superficies topolgicas en su identidad, y distinguirlas
cuando son desemejantes. Para nosotros, estos invariantes mate
mticos ofrecen un inters an ms grande, ya que dan lugar a
definiciones reducidas y bien construidas que traducen rasgos
notables desde un principio, en los objetos flexibles. Esos rasgos
exhiben a veces la dificultad de ser la condensacin de varios
invariantes. En esta obra discutimos diversos casos de figuras, a
fin de poder mantener el modo intuitivo de hablar sin perder rigor,
y practicar la traduccin en los dos sentidos.
Esta prctica es corriente en la lengua, segn que se traduzca
un signo lingstico en otros signos de la misma lengua, en otra
lengua o en un sistema de smbolos no lingsticos. En un momen
to de alienacin extrema, puede suceder que algunos obstruyan
esta prctica intentando el uso de frases hechas |langue de bois],
y es divertido que se nos reproche a la vez prestarnos a ese
empobrecimiento de la traduccin y desarrollar su prctica inten
siva. Para nosotros, no se trata de reclamar la supresin de
expresiones tan engaosas como la salida o la puesta del sol;
puesto que somos de la opinin de Romn J akobson cuando sigue
empleando esa imaginera ptolemeica sin que eso implique el
rechazo de la doctrina copernicana, y nos resulta sencillo pasar de
1. Essaim, Apndice, p. 149
82
nuestras conversaciones corrientes sobre el sol naciente o poniente
a la representacin de la rotacin de la tierra ([25], p. 81). Este
autor da la razn de este ejercicio, que para nosotros es homlogo
a la estructura del lenguaje de acuerdo con la cual no hay
metalenguaje. Dice muy simplemente, como lo destac Freud,
que todo signo puede traducirse en otro signo y que esa traduc
cin estructura el lenguaje sin hacernos salir nunca de l.
Al final de la Introduccin, enumeramos los casos de traduc
ciones de esa naturaleza con que nos encontramos en relacin con
las superficies. Demos aqu los nombres mejor construidos en la
teora de los conjuntos de esos invariantes de superficies.
Existe en principio la posibilidad de que sean orientadas o no,
que corresponde al nmero de caras; este trmino es justamente
equvoco porque tambin sirve en matemticas para designar las
caras de un empedrado. Lo mantenemos, sin embargo, en el caso
de las superficies bilteras o unilteras.
Estn adems el nmero de borde, el gnero, el indicador de
Euler-Poincar, el grupo fundamental y el grupo de homologa,
que apuntalan y ponen orden en la definicin del agujero.
Algunos de estos invariantes, como el gnero, slo pueden ser
definidos para una superficie topolgica cualquiera por medio de
ese mismo invariante definido para la superficie topolgica sin
borde correspondiente.
A estas caractersticas se les dice invariantes porque son
propiedades que no varan en el transcurso dlas transformaciones
continuas de la topologa.
Damos su definicin en el captulo III con un comentario para
cada uno de ellos, luego de indicar el alcance del recurso a esos
invariantes en la articulacin de lo Simblico y lo Imaginario.
2. Elementos de base de la clasificacin de las superficies y su
modo de composicin
a I - Teoras
Primera versin: Teora de las superficies sin borde
Se retienen cuatro elementos de base por los que est
compuesta una superficie cualquiera. Se trata de las siguientes
cuatro superficies sin borde: la esfera, el toro, el espacio proyectivo
y la botella de Klein.
La esfera El toro
Flg. 9
Para el plano proyectivo y la botella de Klein, que no represen
tamos aqu, vase el Apndice (p. 303).
Para componer las superficies sin borde a partir de los mencio
nados cuatro elementos sin borde, se hace un agujero en cada
elemento (lo que crea un borde en cada uno de ellos) y se los vuelve
a pegar entre s siguiendo esos bordes, lo que cierra los agujeros.
Segunda versin: Teora de las superficies con borde que
presentan un solo crculo componente (agujereadas una sola
vez).
/. Articulacin de la teora precedente con la que ahora se
expone.
Sobre cada una de las cuatro superficies sin borde de la seccin
precedente practicamos un agujero (un borde hecho de un solo
componente). La esfera provista de un agujero es un disco. El toro
provisto de un agujero se llama toro agujereado, y lo presentamos
en una encrucijada de bandas. El plano proyectivo agujereado es
la banda de Moebius. La botella de Klein agujereada es la 2-banda
de Moebius. Estas dos ltimas equivalencias se establecern en el
Apndice (p. 315) a travs de diversas representaciones del plano
proyectivo, por una parte, y de la botella de Klein, por la otra.
Tres toros agujereados El triple toro
Fig. 10
84
2. Los elementos de base de esta teora y su modo de
composicin.
Podemos descomponer una superficie cualquiera que tenga al
menos un borde reducido a un solo componente en un montaje de
varios elementos, escogidos entre los cuatro siguientes: el disco, el
loro agu jereado, la banda de Moebius y la 2-banda de Moebius.
Dos toros agujereados El doble toro agujereado
La banda de Moebius = La 2-banda de Moebius =la botella
el plano proyectivo agujereado de Klein agujereada
Fig. 11
Para componer entre s las superficies con borde, se cosen los
elementos con borde que acabamos de citar a lo largo de segmentos
de su borde respectivo de acuerdo con nuestros dos principios de
montaje.
El toro agujereado
El disco =la esfera agujereada
Una banda de Moebius Un toro agujereado Una banda de Mceblus y un
toro con un agujero
Fig. 12
H*
Tercera versin: Teora de las superficies con borde de
cualquier tipo (agujereadas)
1. Articulacin de la teora precedente con la que se presenta a
continuacin.
Las superficies de cualquier tipo que tengan ms de un
componente de borde se obtienen a partir de las superficies con
borde con un solo componente.
La razn es que a una superficie cualquiera corresponde una
superficie sin borde, de acuerdo con nuestra proposicin principal.
De ello hemos deducido, utilizndola al revs, que a una superficie
sin borde corresponde una superficie de un solo componente de
borde. sta corresponde por lo tanto a una infinidad de superficies
con borde, superficies que son las mismas que aquellas a las cuales
corresponde la superficie sin borde que le est asociada.
Los componentes de borde suplementarios son otros tantos
agujeros imaginables diferentes. Podemos hacer todos los aguje
ros imaginables como ruptura de superficie que queramos, es
decir, sacar un nmero cualquiera de pastillas (discos = esferas
agujereadas).
En lugar de decir que hacemos agujeros suplementarios en las
superficies con un borde que presentan un solo componente,
diremos que aportamos elementos suplementarios, cada uno de
los cuales es equivalente a un disco agujereado (esfera de dos
agujeros =banda de dos caras).
l
IL3
El disco agujereado
La banda de Mcebius y un disco agujereado
Fig. 13
Hacemos corresponder a la esfera (superficie cerrada) el disco
agujereado que tiene dos crculos componentes de borde. Puesto
que, a la inversa, la esfera es equivalente a un disco agujereado
cuyos dos agujeros se han cerrado.
86
Fig. 14
As obtenemos una mejor formulacin de la teora de las
superficies topolgicas con borde de cualquier tipo, en la que
volvemos a encontrar la presentacin de Griffiths [3],
El disco agujereado El toro agujereado
La banda de Moebius La 2-banda de Moebius
Fig. 15
Componemos estos elementos de base como los de la seccin
precedente, respetando nuestros dos principios de montaje.
2. Los elementos de base de esta teora y su modo de
composicin.
Podemos descomponer una superficie cualquiera que tenga
al menos un borde, con la excepcin del disco (esfera agujereada),
en un montaje de elementos, elegidos entre los cuatro siguientes:
el disco agujereado, el toro agujereado, la banda de Moebius y la 2-
banda de Moebius.
k /
Un compuesto de dos bandas de Mcebius equivale a una botella
de Klein agujereada, y la botella de Klein equivale a un compuesto
de dos planos proyectivos. Podramos contentarnos con tres ele
mentos de base, dado que uno de los cuatro es ya un compuesto. El
teorema principal que sigue dar la razn de la eleccin de cuatro
elementos.
a, - Composicin desarrollada de los elementos de base
Podemos utilizar varios elementos semejantes (por ejemplo
dos toros para hacer un doble toro).
Dos toros aqujereados El doble toro =el 2-toro
Fig. 16
No todos los elementos de base se utilizan necesariamente.
Enumeremos algunos resultados. Para las superficies sin bor
de:
- Un compuesto de dos esferas da una esfera.
- Un compuesto de n esferas da una esfera.
- Un compuesto de dos toros da un doble toro (tambin llamado 2-
toro; vase antes).
- Un compuesto de n toros da un n-toro.
- Un compuesto de dos planos proyectivos da una botella de Klein.
- Un compuesto de tres planos proyectivos da, a primera vista, un
plano proyectivo ms una botella de Klein; pero tambin da lugar
a la segunda proposicin importante de esta teora.
a , - Segunda proposicin importante
a - Teorema principal
Para las superficies sin borde:
- Tres planos proyectivos compuestos dan un plano proyectivo
ms un toro.
88
Para las superficies con borde:
- Tres bandas de Mcebius compuestas dan una banda de Moebius
ms un toro agu jereado.
Fig. 17
A partir de este teorema no hay que concluir que dos planos
proyectivos compuestos entre s son equivalentes a un toro. Dos
planos proyectivos slo son equivalentes aun toro en presencia de
un tercer plano proyectivo. Siempre debe quedar al menos un plano
proyecti vo cuando reemplazamos el compuesto de dos de ellos por
un toro. Puede suceder, por lo tanto, que queden dos planos
proyectivos compuestos entre s. En ese caso, no podemos asimi
larlos a un toro. Mostramos ahora, mediante el dibujo, la pertinen
cia de esos resultados en el caso de las superficies con borde.
Agreguemos el siguiente enunciado recproco: la composicin
de un plano proyecti voy de un toro resultaen un 3-plano proyectivo.
Luego, formulemos el teorema ms general que se deduce de
nuestro teorema principal.
a - Teorema general
Un nmero impar (2n +l ) de planos proyectivos equivale a un
plano proyectivo ms n toros; un nmero par (2n) de planos
proyectivos equivale a un 2-plano proyectivo ms (n - 1) toros.
a - Mostracin clel teorema general
Por medio de diez dibujos, mostramos la equivalencia intrnse
ca de las dos presentaciones de la figura 17.
A partir del primer dibujo de la figura
17 que presenta tres bandas de
Mcebius,
desplazamos la ligazn de un bretel
de la superficie; pasa una semitorsin
y se genera una nueva
89
Suprimimos el par de semitorsiones
que se suceden directamente debi
do a la primera transformacin.
Ahora, hay dos semitorsiones en el
bretel que forma parte de nuestra
superficie segn otro enganche
Aqu, una transformacin de
inmersin de la superficie hace pa
sar el bretel por encima de otro bretel,
Desplazamos ahora el enlace del
bretel torcido, el que incluye la lti
ma semitorsin de esta superficie
Prolonguemos esta transformacin. El
mismo bretel se engancha ahora ms
all de otra semitorsin, lo que genera
una nueva semitorsin en el bretel
Suprimimos este par de semitorsiones,
ya que slo consideramos esta equi
valencia de manera intrnseca
a fin de reducir an ms el modo de
atadura de ese primer bretel
Intercambiamos la zona exterior ha
ciendo pasar el bretel torcido por enci
ma de la figura. Esta transformacin
no crea nuevas semitorsiones
Fig. 18
90
3. Presentaciones
a( -La gran esfera de Soury
Una superficie topolgica sin borde es una esfera sobre la cual
se enganchan 0, 1 2 planos proyectivos y una multiplicidad de
toros, o ninguno.
A una superficie de esa naturaleza pueden agregarse tantos
agujeros como se quiera para obtener una superficie con borde.
Una superficie topolgica cualquiera es una gran esfera
provista de cero, uno o dos planos proyectivos (vase el teorema
general), una multiplicidad de toros, eventualmente nula, y una
multiplicidad de agujeros, o ninguno.
Es posible entonces ajustar una superficie topolgica por tres
nmeros:
- p : nmero de planos proyectivos, p igual a 0, 1 2;
- q : nmero de toros, q es un entero positivo;
- s : nmero de agujeros, s es un entero positivo.
Una superficie topolgica con borde es una gran esfera aguje
reada (un agujero) provista de 0, 1 2 planos proyectivos, una
multiplicidad de toros, eventualmente nula, y una multiplicidad de
agujeros suplementarios o ninguno. Una superficie topolgica
con borde ser indexada mediante tres nmeros, p, q, r; este ltimo
es el nmero de agujeros que se agregan al de la esfera agujereada
de partida. Es por lo tanto inferior en una unidad al nmero s de
agujeros de una superficie cualquiera (r =s - 1).
a2- Los schemas de Griffiths
Siguiendo a Griffiths al cual hay que remitirse para las
demostraciones de los resultados precedentes, damos una pre
sentacin de la teora de las superficies topolgicas con borde
(hecho a un lado el disco, equivalente a la esfera agujereada).
Con la excepcin del disco, que parece cumplir el papel de
un elemento neutro para la composicin de las superficies, asocia
mos a una superficie topolgica cualquiera un triplete de nmeros
(p, q, r), como acabamos de decirlo en la seccin precedente, y un
schema P.Q.R.2
2. G riffiths adopta una correspondencia entre las letras p, q y r y las superficies
de gneros diferentes que se distingue de la nuestra apenas por una permutacin
circular.
91
(O, O, 2) (O, 2, 0)
2 discos agujereados = 2 toros agujereados =1doble toro
esfera de 3 agujeros agujereado (el 2-toro agujereado)
(0, 1, 1)
1toro agujereado +1disco agujereado =1toro de 2 agujeros
Fig. 19
El disco agujereado corresponde al nmero r, y sirve para
contar el nmero de agujeros adems del necesario para nuestra
presentacin de las superficies mediante el dibujo de los hundi
mientos de esas superficies.
El nmero de partes tricas aparece como otros tantos toros
agujereados; corresponde al nmero q.
a , - Diversos complementos a nuestra presentacin de la teora de
las superficies topolgicas intrnsecas
Estos complementos constituyen el aspecto de la teora que
interesa a I a mayor parte de las obras de matemticas que se ocupan
de las superficies topolgicas. Esas ramificaciones ocultan, cada
una a su manera, el rasgo de estructura que queremos subrayar,
pero no procuran sino utilizar sus resultados con vistas a tratar
diversos problemas generales ms clsicos. En razn de ello,
podemos calificar de desconocido el rasgo de estructura en cues
tin.
Las identificaciones de polgonos esfricos
Existe otra presentacin de las superficies topolgicas intrn
secas, en lo sucesivo clsica entre los matemticos franceses
debido a su adopcin por el profesor H. Cartan.
La teora de las superficies topolgicas puede presentarse a
partir de la identificacin de los segmentos del borde de polgonos
planos dotados de una orientacin apropiada.
92
La esfera El toro El plano proyectivo La botella de Klein
Fig. 20
En los prximos captulos volveremos a encontrar esta
presentacin de las superficies topolgicas intrnsecas y, gracias
a nuestra lectura extrnseca, mostraremos su equivalencia con la
presentacin que hacemos en trminos de superficies que tengan
al menos un agujero.
La teora ele Morse
La teora de las superficies topolgicas incluye adems la teora
de Morse, de la que no nos ocupamos. Hay que sealar que esa
teora seduce a los aficionados idealistas, enamorados de la geo
metra diferencial, debido a su aspecto, que la acerca a la mecnica
clsica y su mayor fineza aparente. Pero nosotros preferimos aella
nuestros ejercicios estructurales a propsito de rasgos invariantes
que no tratamos de relacionar con un nico dominio estndar, ya
sea numrico o algebraico 3.
Las metamorfosis de empedrados de superficies
De manera ms reciente, C. Lger y J .-C. Terrasson agregaron
un captulo importante a la teora de las superficies topolgicas [9].
Tras los pasos de Coxeter, escribieron el juego reducido de las
metamorfosis de empedrados de superficies, consumando as la
intuicin de ese gran matemtico. Su resultado puede dibujarse en
extensin, mediante agujeros, en nuestra presentacin de la teora
de las superficies gracias a nuestra lectura extrnseca de la dimen
sin, como lo mostramos a partir del captulo IV con respecto a los
agujeros imaginables.
a4- Ventajas de nuestra presentacin
Cada superficie que tenga al menos un agujero tiene, para
nuestra presentacin por el dibujo, la ventaja de ser sumergible
en R3.
Es posible entonces efectuar una presentacin de ella sin
singularidad (presentacin de la cosa misma), que la sita en la
teora clsica de las superficies topolgicas. El hecho de privilegiar
93
las superficies que tengan al menos un componente de borde
permite por lo tanto presentar por un dibujo (schema de Griffiths)
cada superficie considerada de manera exacta. Ese schema susti
tuye a un triplete de nmeros (p, q, r), pero podemos leer ese triplete
en el schema, y esta presentacin puede ser ms sencilla para un
lector principiante, a quien le falta la intuicin de lo que se trata.
El. caso de las superficies sin borde no orientables, en esas
condiciones
Es cierto, las superficies que tienen al menos un agujero
no abarcan el conjunto de las superficies que podemos realizar,
segn nuestros principios de montaje, en un espacio de cualquier
dimensin.
Para alcanzar todas las superficies (variedades de dimensin
dos) de esta teora no es necesario ir ms all de la dimensin
cuatro. Esta propiedad muestra ya la importancia de la nocin de
codimensin. Esta nocin extrnseca es la diferencia (sustraccin)
entre el nmero de dimensin de una variedad y el del espacio en
el cual est sumergida.
Algunas construcciones, para dar como resultado una superfi
cie sin borde que respete los principios de esta teora, slo se
cierran en el espacio de dimensin cuatro.
Se trata de las superficies no orientables, las que implican al
menos una banda de Mcebius.
En general, las presentaciones de esos casos particulares se
efectan inmergindolos en el espacio de dimensin tres, es decir,
generando singularidades (de inmersin) que contravienen nues
tro segundo principio de montaje. Esas singularidades de inmersin
son lneas de puntos mltiples (vase el Apndice, p. 304).
En cambio, podemos obtener un correspondiente en dimensin
tres de toda superficie, realizable con nuestros pedazos de estofa,
de acuerdo con nuestros dos principios, en un espacio de cualquier
dimensin. Basta con hacer en l un agujero utilizando al revs
nuestra primera observacin principal. Es decir que a cada
superficie sin borde corresponde una superficie agujereada que
tiene por lo tanto un componente de borde. Podemos sumergirla
en dimensin tres mediante un agujero que aceptamos reconocer
como una singularidad, pero que no permite creer que se trate
exactamente del objeto en cuestin, dado que hay pasaje de una
superficie sin borde a una superficie que presenta un borde. Nadie
puede admitir entonces que se trate de la misma cosa, a menos que
est confundido.
Esta presentacin muestra la diferencia que debe hacerse entre
rigor y exactitud. Para ser rigurosos, debemos decir que hay una
estructura de superficie sin borde que necesita la codimensin
94
dos y que las singularidades de inmersin (lnea de puntos
mltiples) o de sumersin (al menos un agujero) eluden esta
necesidad al hacer creer que es posible presentar las superficies en
codimensin uno.
En el caso de las singularidades de inmersin, la singularidad
permite pensar que la codimensin dos no es necesaria para
presentar las superficies sin borde. Tenemos el testimonio de
muchos aficionados que toman el cross-cap o el modelo de la
botella de Klein por el plano proyectivo o el 2-plano proyectivo.
Lo que los perjudica porque confunden una representacin con la
cosa misma. Se encuentran as en una impasse ante la estructura de
esta cosa, en provecho de la representacin. Esta estructura exige,
para ser identificada, al margen de creer captar su objeto con la
mirada, con la mano bajo la forma de un modelo, realizar en ella
algunas acciones efectivas, como permutaciones, trayectos,
coloreados (vase el Apndice, p. 303).
En el caso de las singularidades de sumersin, aqu preferidas,
no pretendemos tratar en codimensin uno las superficies sin
borde; respetamos con ello la necesidad de la codimensin dos
para las superficies sin borde. Por medio del agujero imaginable
como ruptura de superficie, eliminamos las singularidades de
inmersin que contradicen la definicin de las superficies de
nuestra presentacin, dentro de la cual permanecemos, sin tener
pretensiones de exhaustividad. Procedemos de tal forma porque
esta presentacin lleva en su seno una formulacin de la teora de
las superficies que subraya el rasgo de estructura del que queremos
dar cuenta. Para alcanzar la totalidad del mbito abarcado por la
teora de las superficies topolgicas, nos vemos obligados a
especificar lo que hacemos gracias a las sumersiones de superfi
cies con borde.
Puede parecer paradjico que elijamos una presentacin que da
representaciones exactas, mientras que por otra parte insistimos en
las condiciones necesarias para la definicin de una categora de
objetos. La paradoja se resuelve cuando decimos que hay que
elegir entre esos dos puntos de vista y no desconocer ninguno.
4. Conclusin
Asociamos a cada superficie con borde un schema de Griffiths,
llamado P.Q.R., que corresponde, a partir de nuestros cuatro
elementos de base, al triplete (p, q, s) de nmeros reconocido por
Soury, habida cuenta de que r = s - 1.
Demos algunos ejemplos.
95
p =2, q =1, r =1
Fig. 21
Como lo sealbamos al comienzo de este captulo, de hecho
no hay ms que tres elementos de base: es por eso que en esta
notacin se trata de un triplete. Pero queda una diferencia entre
nmero par y nmero impar de planos proyectivos, de acuerdo con
lo que se deduce del teorema general. As se comprende que
hablemos de cuatro elementos de base.
No hay que olvidar que, segn el teorema general de esta teora,
el caso p = 3, q = l , r =2, se convierte en p =l , q =2, r =2.
p =1, q =2, r =2
Fig. 22
Puesto que p siempre puede reducirse a l 2, dado que
podemos sacar bandas de Mcebius por pares (aqu un par) y
reemplazarlas por tantos toros agujereados como pares de bandas
de Mcebius se han sacado (aqu un toro agujereado, o sea una parte
trica agujereada).
96
El caso p =4, q =0, r= 1se convierte, de acuerdo con el teorema
general, en p =2, q =1, r =1.
(2, 1, 1)
Fig. 23
As expuesta en sus grandes lneas la teora de las superficies
topolgicas, volvemos a la presentacin de los invariantes que
permiten reconocer una misma superficie a travs de presentacio
nes (montajes) diferentes, y distinguir las superficies que no son
idnticas.
A continuacin, proseguiremos con el abordaje de unapreocu-
pacin antigua y esencial para esta teora, un poco descuidada
debido a su consumacin. Nos referimos a la cuestin de los cortes
que pueden practicarse en esas superficies. Como lo muestran los
invariantes, los trayectos efectuados en la superficie de esos
montajes de pedazos de estofa producen separaciones (no
conexidad) caractersticas de la estructura de esas superficies.
Esto permite seguir al doctor Lacan en sus juegos de dimensiones,
cuando dice que la superficie es corte (Radiophonie, p. 70; 32;
L tourdit, p. 27).
Los captulos siguientes se ocuparn, en cada caso elemental,
de las diferentes presentaciones posibles de esos montajes de
estofas, y de los cortes (superficies) que podemos efectuaren ellas.
97
Captulo III
El nacimiento del juego
Invariantes
SEMITORSIN Y
NMERO DE BORDE
LOS OTROS INVARIANTES
Los invariantes son a primera vista lo que la antigua geometra
llamaba propiedades caractersticas. Son los indicadores o los
rasgos caractersticos que se conservan a travs de las transforma
ciones topolgicas y permiten, por lo tanto, en circunstancias
diversas y hasta sorprendentes, identificar y distinguir los objetos
independientemente de las apariencias. De modo tal que tienen en
primer lugar una funcin comparable a la de los indicadores
coloreados, muy conocidos en qumica elemental.
Desde un principio damos un ejemplo de un anlisis estructural
de esa naturaleza en el caso de un problema aparentemente
elemental, pero los invariantes tienen para nosotros una funcin
suplementaria.
Con respecto a ellos, la nocin de cifra de identificacin,
asociada a los seres topolgicos estudiados, es engaosa dado que
ninguna necesidad exige que sean numricos. En vez de cifrado,
preferimos el trmino de traduccin o transposicin (Umsetzung).
Ya en la geometra euclideana la medida es un invariante. Su
carcter numrico no debe confundirnos, pero an representa una
dificultad. La medida enmascara que se trata de relacionar los
objetos con otros objetos: aqu, los objetos geomtricos con
nmeros. Que estos ltimos estn incluidos en un espacio tan
estndar nos importa menos. La primera originalidad de la
topologa algebraica sigue siendo que nos invita a hacer corres
ponder a los objetos topolgicos unos objetos algebraicos, por
ejemplo los grupos.
Para nosotros, el inters de este procedimiento no reside en la
transposicin integral y biunvoca de una categora de objetos,
cuyo manejo es poco habitual, a otra categora de objetos mejor
conocida. A ese punto de vista, preferimos una diversidad de
traducciones locales, efectuadas en varios sentidos. Esta prctica
permite anudar varios registros mediante la traduccin y, en vez de
una unificacin totalizadora, llegamos a una consumacin que da
razn. sta consiste en recoger su frmula por el ceimiento de un
agujero as delimitado. Contrariamente a la idea de que la imagi
nacin desborda la conceptualizacin, en topologa asistimos a un
desborde de la imaginacin por la estructura, mucho ms rica.
A partir de invariantes intuitivos a los que parece que cualquie
ra puede recurrir, la matemtica efecta una reduccin abordando
99
el campo de los objetos topolgicos. Esa reduccin confirma los
invariantes intuitivos en lo que stos queran decir, y los libera de
confusiones. Establece la coherencia de dos campos diferentes
pero cada uno de ellos consistente. A este respecto, siempre
volvemos al ejemplo de la escritura japonesa. Qu decir de su
trabajo, si el chino arcaico, al cual se refiere, no hubiera sido una
lengua constituida? Pero su virtud sigue estando en la doble
lectura, como para nosotros aqu, en psicoanlisis, con la topologa.
La dificultad de la topologa se hace evidente cuando se sabe
que para el matemtico esos invariantes deben poder construirse
dentro de las matemticas en el lenguaje de la teora de los
conjuntos desde hace un siglo. En matemticas, los invariantes son
conjuntos construidos a partir de la definicin conjuntista de las
variedades estudiadas, preservadas por las transformaciones. Con
ducen a u na teora del objeto, y sabemos que este procedimiento no
deja de producir algunos efectos intratextuales debidos a la traduc
cin. Esta cuestin constituye el objeto del Apndice de nuestro
fascculo de resultados n 1.
No estableceremos aqu la secuencia de construccin de esos
invariantes hasta reducirlos a puras ficciones conjuntistas, ya que
los presentaremos en un juego de abreviaturas adecuadas! sufi
cientemente bien construidas. Esta prctica puede prolongarse con
ms fineza en el caso de los matemticos a los que debemos la
escritura subyacente a nuestras construcciones.
No creemos que los medios mnemotcnicos, a los que se
recurre en el uso, sean mero trucos. Por otra parte, en el ejercicio
de un paso de danza, la fragmentacin, necesaria para el aprendi
zaje, se borra en beneficio del estilo.
En tercer lugar, esos invariantes dependen no slo de laentidad
estudiada sino tambin de las transformaciones que definen el
espacio en el cual sta se pone a prueba. La influencia del contexto
sobre esas combinaciones de letras que son los invariantes es, con
mucho, la funcin ms importante para situar las ficciones
freudianas como lo son las entidades matemticas, e indicar el
registro de materialidad de la dinmica de la estructura.
Lo que precede esboza la explicacin del hecho de que la
prctica del psicoanlisis determine su clnica. Planteamos que no
hay clnica sin una tica, y que sta es el bien decir en el anlisis.
Comenzamos entonces a mostraren qu sentido laclnicadepende
de la prctica, que es por su parte traduccin y consecuencia de la
doctrina que uno se hace del anlisis a partir de Freud. Se deduce
de ello que no por ser el fetiche el invariante de la perversin y el
objeto de una fobia el invariante de una neurosis, pueden servir
como ndices para identificar personas, puesto que se trata ya de
su jetos di vididos en la estructura. Y el famoso trmino de psictico,
1. Nnns, fascculo de resultados n 0, Apndice.
100
cuyo empleo se difundi entre algunos para designar a su Otro, no
tiene por invariante el mal comportamiento en la mesa. Laforclusin
es un defecto en la prctica de traduccin de los objetos y los
invariantes entre s coagulados como en una holofrasis.
El ejercicio que se presenta a continuacin nos muestra el uso
de un rasgo caracterstico que sustituye a lo que constatamos por
la apariencia. Este ejercicio inaugura la discusin de ese nuevo
invariante intuitivo que es la semitorsin de estofa. La prolonga
remos hasta el final del captulo VIII. Este ejemplo muestra la
diferencia entre el empleo nefasto de la nocin de forma y, en
oposicin, la ventajade nuestro recurso al bosquejo de un lenguaje
de categoras acompaado de invariantes.
I. Las semitorsiones aparentes de los breteles y el nmero
de borde
Llamamos bretel en sentido estricto a un pedazo de estofa
compuesto por dos de sus segmentos (aristas) separados, con otra
estofa sobre un solo componente de borde de sta.
Llamaremos puente a un mismo pedazo de estofa cuando sus
dos segmentos de composicin estn sobre dos componentes de
borde distintos.
Una superficie de borde presenta ms o menos semitorsiones
sobre los breteles.
Sabemos ahora que, de manera intrnseca, tiene 0, I 2, pues
los breteles que contienen semitorsiones puede reducirse por pares
con la condicin de que haya por lo menos una de ms.
De manera intrnseca, no hay semitorsin sobre los puentes. El
nico elemento que presenta un puente es el toro agujereado.
De manera extrnseca, pueden agregarse tantas semitorsiones
por pares sobre un mismo bretel o sobre un mismo puente como se
desee. Esto se deduce de los dos captulos precedentes.
Planteemos un problema exclusivamente con respecto a los
breteles: consiste en decidir si las semitorsiones que pueden
producirse durante la construccin extrnseca de una superficie,
por el aadido de breteles nicamente, son semitorsiones efecti
vas, o 110, en lo intrnseco, ya que puede suceder que algunas de
ellas no sean ms que aparentes, y esto, de otro modo que en el
caso de los pares de semitorsiones que se borran de lo extrnseco
a lo intrnseco.
Damos un ejemplo de esta existencia intrnseca aparente de una
semitorsin a partir de la siguiente superficie.
101
Fig. 1
Podemos describir esta superficie como una banda de Moebius
provista de un bretel que presenta una semitorsin. Esta descrip
cin 110es unvoca, pero el hecho de que exista nos basta para
seguirla, como protocolo de montaje y desmontaje, y llegar en
todos los casos a una conclusin.
O
Una banda de Moebius
La banda de Moebius no tiene ms que un nico componente de
borde. Ese pedazo de superficie, por lo tanto, se agrega claramente
a esta superficie por una composicin realizada en dos sitios de un
mismo componente de borde. Se trata de un bretel y no de un
puente. Mostremos mediante deformaciones de la topologa del
espacio en el cual est sumergida esta construccin extrnsecas
entonces, que esa semitorsin no es sino aparente, tanto en lo
extrnseco como en lo intrnseco.
Desplazamos el segmento en el
que se compone el bretel con la
banda de Mcebius
El pasaje del pliegue de la banda de
Moebius hace aparecer una
semitorsin suplementaria
102
Aproximamos las dos semitorsiones
de el bretel y retraemos ste a fin de
hacer aparecer un rizo
Fig. 3
Intermedio:
Fig. 4
en ei que mostramos que un rizo tal vale por dos semitorsiones,
cosa que se ve si seguimos las disposiciones mutuas de los dos
elementos de borde independientemente de la superficie.
Las cuatro semitorsiones presentes
en este bretel son inversas dos a dos;
por consiguiente, se anulan mutua
mente
y se verificaran con ello que no hay
semitorsin efectiva en este bretel
Fig. 5
En su obra, la ms cercana a nuestra presentacin de las
superficies topolgicas, Griffiths [3] formula el problema de la
identificacin de las torsiones (aqu las llamamos semitorsiones)
en la pgina 33, en el caso de un montaje de superficie original. Al
respecto, muestra que el bretel, en apariencia sin semitorsin en
ese dibujo, incluye una efectiva de manera intrnseca.
Mostrmoslo en la misma presentacin.
103
Fig. 6
En esta identificacin, no podemos, por lo tanto, fiarnos de la
forma que presenta la superficie para contar el nmero de
semitorsiones efectivas. Es preciso que hallemos un rasgo carac
terstico de la presencia o ausencia de una semitorsin semejante
y que sea invariante para las transformaciones topolgicas.
En el caso preciso de la ausencia o la presencia de una
semitorsin en un brelel adjunto a una superficie, la variacin del
nmero de borde constituye ese rasgo (vase captulo I, p. 69).
Desarrollamos el razonamiento con respecto a una descripcin
escogida del montaje de la superficie. Esta descripcin no es
unvoca, pero una cualquiera, que presente la superficie como un
montaje de breteles sucesivos, dar siempre el mismo resultado
final. A propsito de las otras descripciones, el clculo de
invariantes determinar la identidad de esta superficie y podremos
mostrar la equivalencia mediante un cambio de presentacin.
Basta con hacer notar la correspondencia rasgo a rasgo, en un
caso simple, para formularse el principio sobre el cual se basa el
razonamiento. Su demostracin compete a un clculo ms amplio
que no damos aqu.
Consideremos la situacin muy simple de un disco.
Fig. 7
Si aadimos un bretel sin semitorsin sobre un mismo compo
nente de borde de un montaje de superficie ya existente (Griffiths
104
llama, a tal bretel, oreja no torcida), comprobamos aqu que esta
construccin genera un nuevo componente de borde:
(b =I > b =2) - (0 semitorsin).
Fig.8
Si agregamos un bretel que presente una semitorsin en un
mismo componente de borde de un montaje de superficie ya
existente, comprobamos que eso no genera un nuevo componente
del borde: (b = 1> b = 1) =(una semitorsin efectiva).
Demos un criterio seguro. Si S es una superficie, plana o no, y
B un bretel agregado a S como corresponde, se calificar a B de
torcido o alabeado, vale decir, que presenta una semitorsin
efectiva, si y slo si la superficie S y la superficie S + B tienen el
mismo nmero de borde.
Esta observacin basta para decidir sobre el carcter aparente
o efectivo de la semitorsin en el ejercicio que hemos dado.
Verifiquemos que se trata de la solucin de nuestro problema
en el caso del ejemplo ya resuelto antes mediante un cambio de
presentacin.
Para la descripcin elegida (figura 2), haba un componente de
borde para la banda de Mcebius.
Fig. 9
Hay dos de ellos en el montaje obtenido.
Fig. 10
Por lo tanto, no hay semitorsin efectiva en el bretel agregado.
105
Contamos ios componentes de borde, el nmero de borde,
gracias a un coloreado del borde en el que cambiamos de coloreada
vez que volvemos al punto de partida. Hay tantos componentes
de borde como colores utilizados.
2. Superficies orientables, superficies no orientables
Y a hemos hablado de esta caracterstica de las superficies en el
captulo I. Se trata de la segunda gran separacin, luego de la
distincin entre las superficies con borde y las superficies sin
borde, que es preciso hacer para orientarse en las superficies
topolgicas.
Las estofas que tienen dos caras se llaman, de manera manifies
ta, bilateras; son, en el sentido de una mejor construccin que
reduce esta nocin, orientables de la manera en que vamos a
exponerlo. El lector puede retener que en nuestros dibujos se
colorean mediante dos tramas contrastadas.
Las estofas que no tienen ms que una sola cara se llaman, de
manera igualmente aproximada, unilteras; la buena definicin de
ese dato conduce a llamarlas no orientables. El coloreado de sus
dibujos mezcla los dos colores: son por lo tanto monocromos.
Volvamos a la muy discutible nocin de cara en el contexto de
la teora de la dimensin.
No rechazaremos ese trmino, sin embargo, en el uso manifies
to en que sirve para designar las dos caras de un disco, cuando uno
quiere ponerlo del otro lado, o de una moneda, cuando se tira a cara
o ceca. No obstante, ya hemos dicho que se opone al uso exclusivo
de ese trmino en matemticas, puesto que sta lo reserva para
designar las caras de un empedrado.
Podemos definir las dos caras de un pedazo de superficie
mediante dos flechas opuestas, cada una de ellas perpendicular a
este elemento de superficie.
Fig. 11
De estas flechas se dice que son normales a la superficie. No
participan de sta, estn afuera, por estar unidas a ella slo por un
punto. Es una nocin extrnseca.
Como nuestro pedazo de superficie va a integrarse aun montaje
en un empedrado de superficie como una cara de ese empedrado,
estamos en condiciones de definir de manera extrnseca las dos
106
caras distintas de la cara de un empedrado. Esto no tiene nada que
ver con la teora de las superficies topolgicas intrnsecas, y no
hace ms que traducir la nocin de cara que recubrimos con una
capa de color en nuestros dibujos. Nuestros coloreados, y por eso
mismo nuestros dibujos, son en s mismos, por lo tanto, de un
aspecto extrnseco.
Ya podemos delimitar la razn que hizo calificar de
monstruosos los montajes de superficies que no presentan ms
que una sola cara. Para estar bien armada, la teora de las superfi
cies topolgicas debe partir de los pedazos de superficie
esfricamente presentables en los que las dos normales se definen
y se distinguen claramente como opuestas. La involucin que se
produce en ciertos montajes particulares puede tener sorpresas,
sobre todo para quien piensa exclusivamente de manera esfrica.
Digamos en estos trminos qu son los estofas bilteros y
unilteros.
Si ninguna transformacin de una de esas flechas (vectores)
normales a la superficie de un montaje la lleva a superponerse a su
inversa, la superficie es en su conjunto biltera: tiene dos caras.
Si, al contrario, como en labandadeMcebius, un desplazamien
to de una de las flechas logra que se la confunda con su inversa, la
superficie es no orientable, uniltera: se dir que no tiene ms que
una cara. Mostramos una transformacin semejante en la superfi
cie de la banda de Moebius.
Fig. 12
Pese a su impropiedad y con estas precisiones, en nuestros
dibujos seguiremos reemplazando esta nocin de normal (flecha
perpendicular al pedazo de superficie) por coloreados, y seguire
mos hablando de caras.
En cambio, esto no significa que debamos ahorrarnos una
buena definicin de aquello a lo que corresponde la distincin
entre superficies bilteras y superficies unilteras. Hablemos aho
ra de las superficies topolgicas intrnsecas orientables y no
orientables.
Decir que una superficie es orientable es decir que podemos
definir en ella una orientacin y una orientacin inversa, de tal
manera que no podamos pasar de una orientacin a su inversa por
una transformacin de la topologa.
107
Demos un ejemplo de una orientacin tal gracias a un par de
vectores en la superficie de una banda que presenta dos pliegues,
como puede suceder en un pedazo cualquiera de superficie.
Esos dos vectores, considerados en un orden dado, definen un
ngulo orientado en la superficie. Este ngulo se anota mediante el
par (x, y), una notacin para la orientacin de la superficie.
La orientacin inversa es la lectura del ngulo inverso (y, x).
Aqu tenemos una eleccin de orientacin en la superficie de nuestra
banda; la hacemos deslizarse hacia arriba y salvar el pliegue
Fig. 13
Donde vemos que la dificultad reside en el pasaje de los
pliegues. En efecto, es en ese momento cuando es deseable
formularse una poltica precisa sobre aquello en que se convierte
la orientacin del par de vectores.
V/
El par de vectores se desliza hacia arriba y llega, de manera continua,
hasta la lnea de pliegue
Comienza a pasarla al mismo tiempo que
se mantiene solidario de la superficie Sigue deslizndose
luego de superada la lnea
Fig. 14
Un par de vectores pasa un pliegue: sufre una simetra y una
rotacin en el plano del dibujo. Pero sigue siendo idntico a s
mismo en la topologa de la superficie.
Despus de haber examinado esta dificultad, retomamos
nuestra transformacin.
108
La marca mvil se dirige hacia abajo y pasa un
segundo pliegue para volver a su punto de partida
Fig. 15
En la superficie de esta banda de dos pliegues, ningn despla
zamiento del primer par de vectores permite llevarlo a
superponerse con el par de vectores que sera su inverso.
Tras haber definido dos orientaciones inversas por ejemplo dos
pares de vectores inversos en la superficie de la banda de Mcebius,
decir que una superficie es no orientable es, al contrario, poder
transformar el primer par en el segundo mediante un desplaza
miento continuo en la superficie de la banda o, para decirlo de otra
manera, llevarlos a superponerse.
Esto es posible en el caso de la banda de Moebius. He aqu un
desplazamiento del par (x, y) que, habida cuenta del ngulo que
forman, llegar a coincidir con el par (y, x). Las dos orientaciones
inversas del ngulo se superponen.
Fig. 16
Nuestra discusin de la nocin de cara de un estofa, de los
trminos aproximados de biltero y uniltero y de los bien cons
truidos en matemticas, orientable y no orientable, nos permite
establecer firmes correspondencias entre ellos. Hablar del nmero
de caras es hablar de una manera extrnseca y manifiesta de la
orientacin intrnseca de una superficie. De una superficie de dos
caras puede decirse que es biltera u orientable, mientras que a una
superficie no orientable puede calificrsela de uniltera por no
tener ms que una sola cara.
El carcter orientable o no orientable de las superficies separa
su multiplicidad en dos partes. De tal modo, la esfera y los
multitoros son bilteros; el espacio proyectivo y sus compuestos
son unilteros.
La posibilidad de estar orientadas o no, con los cuatro invariantes
aritmticos y algebraicos de los que nos vamos a ocupar a conti
nuacin, permite identificar y distinguir las superficies. Estos
cuatro ltimos invariantes no bastan por s solos, porque para dos
109
superficies diferentes pueden ser los mismos; en ese caso es
el carcter biltero o un latero el que, coordinado con ellos, evita
la confusin.
3. Presentacin de los invariantes intrnsecos de las superficies
topolgicas
Al margen del hecho de ser o no orientables (nmero de caras),
hay dos invariantes aritmticos principales: el indicador de Euler-
Poincar y el gnero de una superficie topolgica. Adems, dos
invariantes algebraicos: el grupo fundamental y el grupo de
homologa.
Comencemos por presentar el indicador de Euler-Poincar.
a, - El indicador de Euler-Poincar
Es el primer invariante que da una verdadera caracterizacin de
cada superficie. Es una generalizacin de la frmula de Euler, ya
conocida por Descartes [33], la llamada frmula de los poliedros.
En un poliedro convexo, agregado de pirmides (tetraedros), la
suma de los vrtices menos la suma de las aristas ms la suma de
las caras2es igual a 2.
Si consideramos S la suma de los vrtices, A la de las aristas y
F la de las caras, la frmula de Euler para un poliedro convexo se
escribe as: S - A +F =2.
Demos el ejemplo del tetraedro, S = 4, A =6, F =4.
Fig. 17
Para seguir la generalizacin de ese resultado bajo el nombre de
indicador de Euler-Poincar, sealemos que en topologa un
poliedro convexo es una esfera construida como un montaje de
tringulos exclusivamente (triangulacin de la esfera o esfera
triangulada).
2. Aqu las matemticas conservan la palabra, contrariamente al uso que hacemos
de ella a propsito de la orientabilidad. Se trata de los tringulos delimitados por
las aristas, nuestros pedazos de estofa del comienzo.
I l()
Fig. 18
La frmula para un recorte de la esfera en tringulos (una
triangulacin dada), si llamamos E(S) al indicador de Euler-
Poincar, se convierte en
E (S) = S - A +F,
en donde S es el nmero de puntos en la triangulacin (vrtices de
los tringulos), A el nmero de aristas de los tringulos mutuamen
te cosidos y F el nmero de tringulos. Cada vrtice y cada arista,
aunque comunes a varios tringulos, slo se cuentan una sola vez.
La frmula de Euler para los poliedros convexos nos dice que
el resultado es E (S) =2. Pero ser diferente para las superficies no
esfricas. Si construimos cada superficie con la ayuda de tringu
los o si, a la inversa, descomponemos cada superficie en fragmen
tos triangulares, podemos tratar de calcular el valor de laexpresin
E (S) =S - A + F. Ese nmero es constante para una triangulacin
cualquiera de la superficie considerada.
Veamos el ejemplo del toro y el clculo de su indicador de
Euler-Poincar a partir de una triangulacin dada.
Fig. 19
El indicador de Euler-Poincar puede obtenerse mediante un
recorte o una construccin de las superficies segn otros tipos de
fragmentos que los triangulares. Esos empedrados de la superficie
deben admitir de todas maneras caras que sean porciones de esfera.
Cualquier fragmento de superficie (disco cuyo borde est provisto
de un vrtice por lo menos), como en nuestra definicin, da el
resultado obtenido a partir de tringulos.
Ese nmero, el indicador de Euler-Poincar, es constante para
cada superficie del mismo gnero, esto independientemente de la
fineza de la triangulacin. La razn de ello puede darse para cada
superficie, as como en el caso de la esfera, si se procede por
refinamiento en la triangulacin o por desbaste de cualquier
descomposicin. Estas operaciones, en el curso de las cuales se
111
conserva el resultado, consisten en el agregado o la quita de
vrtices, aristas y caras.
Veamos un ejemplo a partir del tetraedro sumergido en laesfera
(figura I 1). E (S) =4 - 6 + 4 =2. Agreguemos una arista entre dos
vrtices, stos mismos agregados sobre aristas distintas.
En ese caso de figura, una cara da lugar a dos; hay una arista de
ms y dos aristas se dividieron en dos; se aaden dos vrtices. S
aumenta en 2, A en 3 y F en 1. Calculemos la secuencia de esas
variaciones sobre el indicador, o sea 2-3+ 1=0. El indicador E(S)
no cambia porque el efecto del refinamiento de la triangulacin
es nulo, E (S) =6 - 9 + 5 = 2.
Varias superficies diferentes pueden tener el mismo indicador
de Euler-Poincar. As, pues, hay qu acompaar este invariante
con algunos otros, por ejemplo el nmero de borde y la posibilidad
de orientacin, para identificar o distinguir superficies sin
ambigedad.
Desde Clrambault, el erotismo ligado a las telas o las estofas
provoca un inters que nos parece justificado si sabemos
vincularlo con la escritura. Ese indicador de cada superficie se
calcula al trazar grafos, nudos y cadenas consistentes en las
superficies topolgicas. No es slo que la superficie calcula sino
que se ofrece a un clculo cuya intuicin parece posible que
tengamos. Una obra reciente se consagra a tales variaciones de lo
imaginario del cuerpo a la escritura [20],
a2- El nmero ele borde
Este invariante es muy importante, por lo que nos vimos
obligados a ocuparnos de l ya en el captulo I, y sobre todo en el
captulo II. Corresponde al nmero de esferas agujereadas en los
schemas de Griffiths, aumentado en una unidad.
Bien construido, este invariante permite abordar agujeros
imaginables. No lo retomamos aqu, ya que ahora definiremos
invariantes que delimitan la definicin de otro tipo de agujero
especificado por el agujero trico, que no presenta borde.
Fig. 20
112
a, - El gnero
El gnero es el invariante ms original de la teora de las
superficies topolgicas intrnsecas. Es un refinamiento de la no
cin de dimensin. Todas las superficies son de dimensin dos,
localmente equivalentes al plano. Lo cual significa decir tambin
que una superficie puede ser fragmentada por un objeto de dimen
sin uno, una lnea, un trayecto consistente en la superficie (corte).
Con ello no hacemos ms que recordar la definicin inductiva de
la dimensin, dada en la Introduccin (p. 15).
El gnero de una superficie indica un nmero de esas lneas de
corte. Algunas de stas se particularizan por el efecto de
fragmentacin de la superficie que generan. Segn haga falta un
nmero ms o menos grande de cortes para obtener la separacin
de la superficie en dos partes disjuntas, se dir de las superficies
que son de gneros diferentes.
El gnero de una superficie cualquiera es igual al gnero
de la superficie sin borde que est asociada a ella, de acuerdo
con nuestra primera proposicin importante, formulada en el
captulo II.
El gnero de una superficie sin borde es el nmero mximo de
cortes cerrados que pueden efectuarse en esa superficie sin tener
la seguridad de recortarla en fragmentos disjuntos. Para un
nmero inferior al del gnero, no estamos seguros del efecto del
recorte; para un nmero superior, estamos seguros de que la
superficie est disjunta.
Consideremos algunos ejemplos para mostrar el alcance de
estas propiedades de conexin de las superficies.
Sobre un pedazo de superficie, un crculo genera siempre una
disyuncin.
/ ^ 7 / 0 7
---------------- / Fig 21
Al estar las superficies compuestas de pedazos, esta desconexin
puede producirse siempre en cualquier superficie. Mediante una
lnea, en todo momento podemos recortar una superficie en dos
pedazos separados.
El nmero dado por el gnero no nos indica las condiciones de
disyuncin de una superficie, dado que, como acabamos de
decirlo, sta siempre es posible; el gnero, empero, nos dice apartir
de qu rango se producir necesariamente esa disyuncin.
Tambin podemos inferirlo del gnero de los pedazos
obtenidos.
En la superficie de una esfera, slo pueden trazarse crculos. Se
dice que la esfera es de gnero 0, lo cual indica el nmero mximo
de lneas que pueden trazarse en ella sin dividirla de manera
segura.
Fig. 22
Decir que una esfera es de gnero 0 es decir que una lnea la
divide de manera segura.
Sobre el toro, puede ser que una lnea que dibuje un crculo
como en el caso anterior divida la superficie, pero tambin puede
suceder que el crculo recorte el toro dejndolo de una sola pieza.
Un crculo sobre el toro que no lo divide
Fig. 23
En cambio, dos crculos trazados sobre la superficie del toro,
cualesquiera sean, con lacondicin de que no coincidan, lo dividen
forzosamente. El toro, por lo tanto, es de gnero 1; mostrmoslo a
travs de tres dibujos.
Dos crculos sobre el toro que lo dividen (2 pedazos)
1 14
Dos crculos sobre el toro que lo dividen (2 pedazos)
Fig. 24
Un poco de prctica con el toro permite advertir rpidamente
que aqu se trata del conjunto de las diferentes maneras de sumergir
dos crculos disjuntos en su superficie. En cada caso hay separa
cin: al menos un pedazo se desglosa.
Pasemos una vez ms al doble toro en el que, desde luego y
como siempre, un solo corte puede dividir su superficie, y no
nicamente el primero que presentamos (el que recorta una
pastilla) sino tambin ste.
Fig. 25
En cambio, tres cortes, cualesquiera sean, con la condicin de
no coincidir (de no tener interseccin), recortan necesariamente el
toro de tal modo que lo dividen. El doble toro es de gnero 2.
He aqu un ejemplo extremo de tres cortes que dividen el doble
toro en dos esferas de tres agujeros.
Fig. 26
Podemos presentar el cuadro del gnero de las superficies
topolgicas bilteras. Son la esfera y los multitoros.
Superficies: Esfera Toro
Gneros: 0 1
l 15
Superficies:
Gneros:
Doble toro
2
n-toro
n
Fig. 27
Para abarcar el conjunto de los elementos de la teora expuesta
en el captulo anterior, damos el gnero de las dos superficies no
orientables que son el plano proyectivo y la botella de Klein.
El gnero del plano proyectivo es 1porque dos cortes dividen
forzosamente su superficie, como lo veremos en el captulo VII.
En el captulo VIII nos ocuparemos de la botella de Klein, que es
de gnero 2.
El 3-plano proyectivo es de gnero 3; pero cuidado! los
gneros no se suman cuando se componen los elementos de
superficie. Un compuesto de una banda de Mbius (gnero 1) y un
toro (gnero 1) no es de gnero 2 sino de gnero 3, ya que nuestro
teorema principal nos indica que esta composicin es tambin
equivalente a un 3-plano proyectivo.
El gnero, como el indicador de Euler-Poincar, no basta por s
solo para caracterizar una superficie. Aqu hay que distinguir entre
las superficies unilteras (no orientables) y bilteras (orientables),
distincin invariante de la que ya nos hemos ocupado.
Hay una correlacin muy simple entre el gnero y el indicador
de Euler-Poincar, pero slo vale para las superficies orientables
sin borde:
E (S) = 2 - 2G (S),
en donde E (S) es el indicador de Euler-Poincar y G (S) el gnero
de la superficie.
Esta frmula puede establecerse por recurrencia y verificarse
por la serie de los resultados en el caso de las superficies de gneros
ms simples.
En el caso de las superficies orientables con borde, existe
adems una correlacin complicada por el nmero de borde.
Recordemos que estos dos invariantes definidos para las super
ficies sin borde y orientables pueden serlo para las con borde de
cualquier tipo.
El gnero de una superficie cualquiera es igual al gnero de la
superficie sin borde asociada a ella, de conformidad con nuestra
primera proposicin importante formulada en el captulo II (p. 80):
G (S) =G (S),
I 16
en que S es la superficie considerada y S la superficie sin borde
asociada a ella.
El indicador de Euler-Poincar de una superficie cualquiera es
el indicador de la superficie sin borde asociada a ella, disminuido
en el nmero de borde.
E(S) = E(S)- b,
en que b es el nmero de borde.
Esta definicin obedece al hecho de que cada componente de
borde se cuenta entre las aristas del empedrado, que hay que hacer
que lleven un vrtice y que por consiguiente cada agujero corres
pondiente a esos componentes de borde equivale a la supresin de
una cara.
Pero slo en los casos de las superficies orientables, con borde
o sin l, nuestra primera frmula se convierte en:
G (S) =1- (E (S) +b),
dado que aquella frmula slo se haba establecido para las
superficies orientables, y sta se obtiene mediante el transporte de
los resultados que acabamos de recordar a la primera.
No damos frmulas equivalentes para las superficies no
orientables.
a - El grupo fundamental
El grupo fundamental de una superficie es el grupo que
forman las clases de lazos (cortes) homotopos3en la superficie
considerada como espacio4. Esos lazos estn orientados y portan
un punto, y todos tienen el mismo origen. Homotopos quiere decir
que son equivalentes por deformaciones continuas, lo que no se
opone a que se recorten en s mismos. No hay que confundir la
homotopa y la isotopa. Esta ltima es una deformacin continua
sin interseccin.
Isotopa del lazo
Fig. 28
3. Essaim, p. 179.
4. Essaim, p. 69 y bibliografa sobre el grupo fundamental.
Cuando el lazo se deforma continuamente y se recorta a s
mismo, se trata de homotopa.
Homotopa del lazo
Fig. 29
Indicamos a continuacin el grupo fundamental de las cuatro
superficies sin borde de base.
La esfera: su grupo es trivial porque todos los lazos, cortes en
la superficie, son equivalentes en ella (homotopos) y rductibles.
Se los puede retraer en un punto.
El toro: su grupo Z2se define a partir de los dos tipos de lazos
generadores llamados longitudes y meridianos.
Lazos rductibles
Fig. 30
Un lazo longitud Un lazo meridiano
Fig. 31
Un trayecto cualquiera en la superficie del toro es un compuesto
cualquiera de esos dos elementos de base.
El plano proyectivo: su grupo Z, se define a partir de dos tipos
de lazos (0, !) sometidos a la ley d diferencia simtrica5.
Generador Reductible
Dos tipos de lazos sobre la banda de Moebius (plano proyectivo con un agujero)
Fig. 32
La botella de Klein: su grupo tambin es Z2, pero su cociente se
saca mediante la relacin a2=b2.
Para cerrar este breve panorama general sobre el grupo funda
mental, agreguemos que los grupos fundamentales de las superfi
cies compuestas de varios de los cuatro elementos enumerados
aqu, se componen de los grupos fundamentales de esos elementos,
segn el principio presentado por el teorema de Van Kampen. Este
leorema es uno de los resultados principales de la topologa
algebraica ([7], p. 22; [8], p. 138).
a - El grupo de homologa
El grupo de homologa es el grupo que forman las clases de
ciclos (cortes) homlogos en la superficie considerada como
espacio. Existe una correspondencia entre los ciclos del grupo de
homologa y los lazos del grupo fundamental ([9], pp. 147-148).
Tomemos la construccin del grupo de homologa: es otra
manera de hablar de los trayectos en la superficie. Se realiza a
partir de las triangulaciones que mencionamos al principio del
captulo II. En el marco de la teora de la homologa, esas
triangulaciones se escriben en lgebra mediante combinaciones
lineales y dan lugar a una teora de la homologa algebraica,
disociada de los dibujos.
Como deseamos presentar estos elementos de matemticas,
oslas teora de ficciones, mediante el recurso a dibujos, no haremos
aqu ms que esbozar una presentacin de la homologa, dado que
so nos ofrecen varias posibilidades.
Para una triangulacin dada, un ciclo es un compuesto cerrado
I los dos puntos extremos se confunden) de aristas orientadas de
ose lipo de empedrado.
5. Noiis, fascculo de resultados n 0.
119
Un ciclo puede estar constituido por varios componentes no
conexos entre ellos. Cada componente es un ciclo en s mismo.
Se dice que dos ciclos orientados son homlogos cuando el
conjunto formado por uno y el inverso del otro constituye un
ciclo-borde.
Se dice que un ciclo es un ciclo-borde cuando el conjunto de
esos componentes separa (no conexidad) un pedazo orientable de
la estofa, y cuando ninguno de sus subconjuntos produce ese
efecto.
Los elementos del grupo de homologa son las clases de ciclos
equivalentes para esta relacin de homologa.
La clase formada por los ciclos-borde es el elemento neutro del
grupo de homologa.
Veamos un ejemplo de ciclo-borde en el toro.
Este ciclo-borde, formado
por dos componentes,
se orienta segn la
orientacin de un ciclo
y la orientacin
inversa de otro
homlogo del primero
Fig. 33
Veamos ahora un ejemplo de un modo de composicin que
podramos usar para presentar el grupo de homologa de una
manera efectiva. Hay que sealar que componemos los ciclos
evitando la coexistencia de varias composiciones en el mismo
dibujo, lo que significa que en cada oportunidad en que queremos
mostrar una composicin efectiva retomamos un nuevo dibujo de
la superficie estudiada. En el caso presentado aqu, sobre el toro,
resulta que el compuesto efectivo es un trayecto reductible: cosa
que no es exigida por la definicin de los ciclos-borde.
Componemos estos dos ciclos en
el dibujo mediante una puesta en
continuidad que respeta su orientacin,
para no dar ya sino un solo
componente de ciclo-borde
que puede retraerse por una
deformacin continua en un trayecto
reductible en la superficie del toro
120
En el caso de las superficies con borde, existe una teora de la
homologa relativa a esos bordes.
Los ciclos de homologa relativa ya no son nicamente caminos
cerrados, sino caminos que pueden tener sus extremos en los
componentes de borde.
Los ciclos-borde se definen tambin en relacin con el borde de
los agujeros. En lo cual el lector puede ver que hay varios usos del
trmino borde y, por consiguiente, que debemos aportar precisin,
lo que vamos a hacer al final de este captulo en una presentacin
renovada de la teora de las superficies topolgicas.
Ya no seguimos adelante antes de esa presentacin mediante el
dibujo de la homologa de los ciclos en la superficie de las estofas.
Para hacerla bien, habra que seguir combinaciones (lineales)
de giros que recorrieran de manera estricta un grafo en la superficie
de la estofa. Ese grafo est constituido por ciclos generadores que
caracterizan el grupo de homologa de cada una de esas superficies
topolgicas intrnsecas.
Ahora bien, nosotros apuntamos al estudio de las sumersiones
de nudos y cadenas en la superficie de esas estofas ms que a las
sumersiones de grafos. Incluso hay heterogeneidad entre esos dos
tipos de objetos, ya que los componentes de los nudos y las cadenas
se caracterizan por no ser ms que crculos (grafos que slo
presentan un vrtice y una arista). A la inversa, como las sumersio
nes de nudos y cadenas pueden escribirse en los trminos de los
grupos de homologa y homotopa de las variedades matemticas,
la presentacin por el dibujo de esos grupos no es desdeable, y su
realizacin depender del aspecto otro de las superficies topolgicas
de las que hablamos ahora. Ese aspecto es transverso y est
desfasado con respecto a la homologa.
4 Presentacin de las superficies topolgicas intrnsecas
mediante montajes orientables y no orientables por pedazos
Una vez introducida la orientacin de las superficies topolgicas
y esbozada la presentacin del grupo fundamental y el grupo de
homologa de stas, se hace necesario especificar nuestra presen
tacin de la teora de las superficies topolgicas intrnsecas. Esta
precisin consiste en distinguir en cada caso entre nuestros ele
mentos, teniendo en cuenta la orientacin.
121
1. Los pedazos de estofa son de dos caras (bilteros), y cada una
de stas se ilumina con un color diferente; en nuestros dibujos,
estos colores se vierten por dos tramas contrastadas. Cada color
corresponde a lina orientacin del borde.
a - Teora de los recortes orientables por pedazos
#
Dado vuelta
> O
Fig. 35
2. Los montajes son de dos tipos que se distinguen afinando el
primer principio.
a - Est el montaje verdadero, que respeta J a coloracin a una
y otra parte de la arista comn.
Esta arista se convierte en una arista de frontera (el uso que
hacemos del trmino frontera es, a partir de aqu, ms restrictivo
que en lo que precede), de tal manera que la estofa se orienta o
colorea de la misma forma en cada uno de los lados de la arista.
Convenimos en considerar las aristas fronteras como aristas que se
borran porque no separan nada.
Este modo de montaje tambin se llama de anulacin de
segmentos de borde. Al borrar una arista frontera, creamos peda
zos hechos de varias caras de empedrado.
a - Est el falso montaje, que no respeta la coloracin de los
pedazos de estofa a una y otra parte de la arista comn. Esta se
convierte en una arista de borde que consiste en la estofa.
122
Fig. 37
Este modo de montaje tambin se llama de identificacin de un
segmento de borde de uno de los pedazos con un segmento de
borde del otro pedazo. No hay anulacin de los segmentos de
borde; al contrario, stos producen por identificacin una arista
orientada que no se borra sin efecto de desorientacin y a la que en
este estado de la teora no borramos en ningn caso.
3. Para el borde, conservamos la misma definicin que antes,
con poco ms que un matiz.
El borde de una superficie es el grafo formado por los elementos
que no sirvieron para el montaje verdadero.
Borde que insiste
Frontera Borde que consiste
Montaje verdadero Montaje falso
Fig. 38
Empleamos el mismo trmino de borde para designar el con
junto de los segmentos y las aristas que forman ese grafo y la
reunin conjuntista de esos elementos.
Hay dos tipos de borde:
- El borde que insiste (o i-borde). Est formado por el conjunto
de los segmentos que no sirvieron para ninguno de los dos tipos de
montaje (la acepcin del trmino borde utilizada en lo que prece
de). Las estofas de borde que insiste son las superficies con borde
de las que hablamos en el captulo anterior.
Recordemos que el borde que insiste siempre est constituido
por uno o varios crculos, a los que llamamos componentes de
borde que insiste.
- El borde que consiste (o c-borde). Est formado por el
conjunto de las aristas producidas por el falso montaje (identifica
cin).
A partir de ahora podemos hablar de las estofas de borde que
consiste.
123
Las estolas con borde que consiste:
- Pueden corresponder a las superficies sin borde de nuestra
presentacin precedente, superficies sin borde que insiste. stas se
presentan entonces como recortes orientables por pedazos cuyo
borde que consiste forma un grafo.
Fig. 39
Llamamos vrtices que consisten a los del grafo de borde que
consiste. Son todos de valencia par.
- Encontramos superficies con borde que consiste entre las
superficies con borde que insiste: en ese caso, el borde que consiste
tambin puede presentar, adems del grafo, aristas que lo unen
a los componentes del borde que insiste e incluso, ms simplemen
te, que unen esos componentes entre s.
Llamaremos vrtices que insisten a los vrtices comunes a una
arista de borde que consiste y un componente de borde que insiste.
Entre ellos se cuentan los nicos vrtices de valencia impar.
Fig. 40
El conjunto del borde de una superficie cualquiera es por lo
tanto un grafo. Ese grafo de montaje (o de recorte) est constituido
por:
- crculos componentes de borde que insiste;
- un subgrafo de borde que consiste;
- aristas de borde que consiste que vinculan los componentes de
borde que insiste con el resto del grafo y entre s. Su nmero es par.
Hagamos una observacin sobre la teora de la homologa: las
aristas orientadas, que son segmentos de borde identificados y que
consisten en la estofa pero no se borran (aristas de borde que
consiste), forman ciclos orientados incluidos entre los ciclos
orientados de la teora de la homologa.
124
Esto es cierto tanto de la homologa de las superficies sin borde
que insiste como de la homologa relativa al borde de las superfi
cies con borde que insiste. Pero, en la teora, hay otros ciclos
adems de los constituidos por elementos de borde que consiste;
los veremos ms adelante.
Est la frontera:
- la que consiste en el conjunto de las aristas producidas por el
montaje verdadero (anulacin de borde). Esta frontera es un borde
nulo: se borra en el recorte orientable por pedazos. Al borrar las
fronteras, podemos pasar de un empedrado orientable por caras a
un recorte o montaje orientable por pedazos.
Fig. 41
Llamamos vrtices fronteras a los vrtices comunes a los
bordes y las fronteras.
Llamamos vrtices puros-fronteras a los vrtices del grafo de
fronteras.
Cuando borramos las aristas fronteras, borramos al mismo
tiempo los vrtices fronteras y los vrtices puros-fronteras.
4. Las superficies topolgicas intrnsecas, las estofas, son
clases de equivalencia de empedrados orientables por caras.
Mediante la borradura de las aristas fronteras obtenemos la
presentacin de esas estofas por recortes orientables por pedazos.
En oposicin a los empedrados cuyas caras son siempre porciones
de esfera, los pedazos son aqu porciones de esfera o de toro.
Las superficies topolgicas intrnsecas son clases de equivalen
cia de recortes orientables por pedazos.
Las superficies orientables, estofas bilteras, son susceptibles
de producirse mediante montajes que slo recurren a los montajes
verdaderos. Entonces, el conjunto del grafo de montaje se borra,
porque no est constituido ms que por aristas fronteras: slo
subsiste, llegado el caso, el borde que insiste. Tales recortes nulos,
orientables por pedazos, corresponden a los dibujos de las estofas
bilteras que presentamos la mayor parte de las veces.
Las superficies no orientables, estofas unilteras, nunca son
producidas por un montaje sin el recurso a algunos falsos monta
jes. Debido a ello, el grafo de montaje entraa necesariamente
algunos componentes de borde que consiste.
Queremos 1lamar la atencin del lector hacia el hecho de que las
estofas bilateras pueden obtenerse mediante el empleo de falsos
montajes. Hablaremos en ese caso de estofas bilteras desorienta
das. Se trata de los recortes orientables por pedazos con borde que
consiste pertenecientes a la clase de las estofas bilteras.
As, pues, las estofas de borde que consiste pueden ser tanto
estofas bilteras como unilteras.
Veamos un resultado fundamental en el caso de las estofas con
borde que consiste.
Corolario principal: En el caso de una estofa, entre sus
recortes orientables por pedazos, con borde que consiste, siempre
pueden encontrarse unos cuyo borde que consiste est constituido
por un nico componente conexo, sumersin de crculo.
Llamamos corte que subvierte la estructura a uno de esos
crculos-borde que consiste. La superficie est caracterizada por
uno cualquiera de esos cortes que subvierten la estructura.
Esta proposicin es un corolario del teorema general de la
clasificacin de las superficies topolgicas intrnsecas presentada
en el captulo II.
Esta clasificacin nos dice cules son los elementos de super
ficies de base y el modo de composicin de los mismos. El teorema
general nos asegura que las estofas unilteras pueden presentarse
con el mdulo de una o dos bandas de Moebius. Basta con enumerar
las presentaciones de los elementos de base de esta clasificacin
como de los montajes de estofas bicoloreadas y estudiar su
composicin.
Fig. 42
Esta tarea tiene lmites porque no hay ms que cuatro elementos
de base. Pero hay que estudiar sus diversas composiciones. Ade
ms, a fin de articular las superficies de borde que insiste con las
126
superficies sin borde que insiste, podemos aprender a cerrar de
manera orientable por pedazos algunos componentes de borde que
insiste.
Al hacerlo, vamos a afinar la prctica de nuestra categora de
recortes orientables por pedazos. Un poco ms adelante volvere
mos a este resultado principal y a la importancia que le atribuimos.
5. Transformaciones entre recortes orientables por pedazos que
dejan invariantes las superficies topolgics intrnsecas.
Entre nuestros recortes, retenemos cuatro transformaciones.
Tres de ellas dejan invariante la estofa con borde que insiste, clase
de equivalencia de los recortes, y la cuarta no hace variar la estofa
sin borde que insiste (sin agujero imaginable), que de acuerdo con
nuestra primera proposicin principal corresponde a una superfi
cie topolgica intrnseca cualquiera.
Recordemos al lector, en efecto, que la aludida primera propo
sicin principal del captulo II asocia una superficie sin borde que
insiste a una superficie topolgica intrnseca cualquiera. En el
presente captulo, esa proposicin acaba de servirnos para definir
i-l gnero de las estofas con borde que insiste.
Enumeremos nuestras transformaciones definindolas con
ejemplos.
a - La identificacin de los pares de vrtices que insisten.
I ,as aristas de borde que consiste, al unirse a los componentes de
borde que insiste, producen vrtices que insisten: stos estn
siempre distribuidos en nmero par en cada uno de los crculos
componentes de borde. Esta transformacin hace que los vrtices
que insisten se deslicen a lo largo de los componentes de borde que
insiste hasta identificarlos dos a dos.
Fig. 43
El grato de las aristas de borde que consiste se presenta
entonces a lo largo de los componentes de borde que insiste de
manera anloga a su tipo de conexin como grafo en la consisten
cia de la estofa. Cada vrtice es ahora de valencia(1par.
(>. Essaim, p. 29.
127
Si el lector ha advertido que los nicos vrtices de valencia
impar del grato de borde no pueden encontrarse sino en la conjun
cin de los dos tipos de bordes (vrtices que insisten), esto equivale
a decir que stos pueden transformarse de tal manera que en el
grafo de borde ya no haya ms que vrtices de valencia par.
a - La disyuncin de los vrtices. En un recorte orientable por
pedazos, el borde forma un grafo cuyos vrtices pueden ser todos
de valencia par. Anotemos esta valencia como 2n. Un vrtice de
esa naturaleza es un punto de tangencia entre n arcos de crculos
componentes de borde. Podemos separar ese punto en n puntos,
deshaciendo la tangencia de esos arcos de crculos y generando as
la puesta en continuidad de pedazos de un mismo color.
Fig. 44
Pueden volver a colocarse aristas fronteras para restablecer la
separacin de esos pedazos.
Esta disyuncin puede estar constituida de varias maneras,
dependientes de que la puesta en continuidad se establezca entre
los pedazos de un color o los del otro.
a - La puesta en continuidad de los componentes. La compo
sicin de los componentes de borde que consiste debe definirse por
medio de las aristas fronteras que es posible trazar entre esos
componentes. Recordemos que las aristas fronteras fueron borra
das: podemos restituirlas en cualquier lugar, de manera que escindan
un pedazo de estofa hecha de un nico y mismo color.
Componemos entre ellos los componentes de borde que consis
te y ponindolos en continuidad gracias a una contigidad de las
citadas aristas fronteras.
Fig. 45
El cierre de los agujeros, del que ya hablamos en el captulo II,
debe precisarse aqu en funcin del empedrado de la pastilla
128
esfrica que cierra el agujero. En todos los casos, las aristas de
borde que consiste resultan prolongadas por otras aristas de borde
que consiste, a fin de componerse en crculos.
Sealemos dos casos diferentes que pueden presentarse.
Sea el caso de la pastilla orientable en su conjunto: no
presenta borde que consiste. Entonces, luego del cierre, un
segmento de su borde que insiste da lugar a una frontera al
anularse con un segmento de borde que insiste del montaje
estudiado, y otro segmento de su borde que insiste da lugar a
una arista de borde que consiste por identificacin con el segmento
de borde cerrado en esta transformacin.
Fig. 46
Sea el caso de unas aristas de borde consistente en la pastilla de
manera conveniente: entonces, el conjunto de su borde que insiste
se anula y son las aristas consistentes en la pastilla las que rematan
como crculo el borde que consiste del nuevo montaje.
Fig. 47
Destaquemos el carcter discontinuo de estas cuatro transfor
maciones entre recortes orientables por pedazos. Tal vez no sean
muestra de la topologa general tal como sta se concibe en la
actualidad, pero preservan la estructura de la estofa que es un
invariante considerado topolgico. Esas transformaciones ponen
c'ii juego la nocin de dimensin o de retraccin, as como la de
conexidad, y se plantea la cuestin de saber si seguimos estando en
topologa.
6. Gratos, cadenas y nudos.
En una estofa con borde que insiste, el borde que insiste es un
nudo o una cadena hechos de uno o varios crculos componentes
(vase captulo II, figura 5).
En una estofa con borde que insiste, el borde nos pone en
presencia de gratos no necesariamente conectados entre s. Los
129
componentes conexos de grafos son grafos hechos de crculos
componentes de borde que insiste y de borde que consiste, even
tualmente unidos entre s por aristas de borde que consiste.
Fig. 48
En una estofa sin borde que insiste, el borde que consiste se
presenta como un grato (vase figura 39).
En una estofa sin borde que insiste, el grafo del borde que
consiste puede transformarse, por disyuncin de los vrtices, en
una cadena constituida por un conjunto de crculos componentes.
Fig. 49
En una estofa sin borde que insiste, el conjunto del borde que
consiste y de la frontera que queremos trazar claramente en l,
forma un grafo que puede ser transformado, por disyuncin de los
vrtices propios del borde que consiste, en un grafo hecho de
crculos componentes del borde que consiste, eventualmente uni
dos entre s por aristas fronteras.
Fig. 50
Nuestro corolario principal es una consecuencia de la proposi
cin que sostiene que, en una estofa sin borde que insiste, lacadena
de los crculos componentes del borde que consiste siempre puede
transformarse en un nudo de un solo componente de borde que
consiste, sumersin de un crculo, obtenido por la puesta en
continuidad de los componentes de borde que consiste.
130
Fig. 51
Esta ltima transformacin pone en juego un grafo que incluye
aristas fronteras.
Con el aspecto que acabamos de presentar, las superficies no
son ms que montajes orientables por pedazos, entre los cuales
incluimos los empedrados orientables por caras, y en caso extremo
podemos decir que hasta aqu no hay superficies no orientables,
sino nicamente construcciones de estofas unilteras orientables
por pedazos.
a, - Las estofas desorientadas
Podemos proceder a la borradura del borde que consiste en una
estofa. Si existe un borde que consiste, quiere decir que en la
construccin de la estofa participa un falso montaje de pedazos que
la presenta como un traje de Arlequn variadamente orientado.
Mediante esa borradura cambiamos el coloreado del conjunto de
la estofa: sta pasa a ser monocroma, coloreada en su conjunto por
una trama rayada.
Esta especie de estofa, no orientable en su conjunto, puede ser
biltera o uniltera. Desde luego, en ltima instancia slo las
estofas unilteras son, globalmente, necesariamente no orientables.
En todos los casos de estofas monocromas, podemos formular
un teorema de reorientacin.
13!
Teorema de reorientacin: En los casos de una estofa
monocroma, siempre existen montajes orientables por pedazos
que la reorientan, es decir, que permiten volver a colorearla con dos
colores, presentando un solo componente de borde que consiste,
una sumersin de crculo.
Este teorema de reorientacin nunca es otra cosa que nuestro
corolario principal antes enunciado.
Llamaremos cortes a los ciclos que consisten en una estofa
cualquiera. Y hablaremos de los cortes que subvierten la estructura
de una estofa, en lo que se refiere a uno cualquiera de los bordes que
consisten, hecho de un nico crculo componente, cuya existencia
asegura nuestro teorema de reorientacin.
En los casos de las estofas con borde que insiste, en los que
encontramos mltiples aristas de borde que consiste, es conve
niente ver de qu manera el nico crculo componente del corte
puede descomponerse en esas mltiples aristas de borde que
consiste, diseminadas en la estofa y que unen componentes de
borde que insiste.
Consideremos el ejemplo del corte de la banda de Mnebius
Fig. 53
y del efecto de la apertura de un agujero cuya disposicin oscila de
uno a otro lado del trayecto de ese corte, generando un borde que
insiste, salpicado de aristas de borde que consiste.
En esos casos, siempre podemos transformar estos recortes
orientables por pedazos en otros recortes del mismo tipo cuyo
borde que consiste en esa estofa est constituido por un solo crculo
componente. Esto gracias a nuestras tres transformaciones entre
los recortes orientables por pedazos.
La primera transforma las aristas del grafo de borde en uno o
varios crculos tangentes al crculo componente de borde que
insiste.
La segunda libera como pequeas burbujas ese o esos crculos
componentes de borde que insiste. Por otra parte, transforma el
grafo de borde que consiste en un conjunto de crculos componen
tes.
La tercera transformacin pone en continuidad este conjunto de
crculos componentes de borde que consiste para que no formen
ms que uno, sin cambiar nada en la estructura global de la
superficie.
132
Nos encontramos ante el caso de una teora de las superficies
que puede servir de marco a la formulacin de la teora de la
homologa, en laque ahora podemos trazar cualquier tipo de ciclos
orientados, es decir, distintos de los nicos ciclos orientados que
constituyen un borde que consiste. Estos otros ciclos tienen una
funcin de desorientacin local o del conjunto de la superficie.
Llegados a esta etapa, para hacer bien las cosas tenemos que
retomar el conjunto de la teora de las superficies a partir de dos
tipos de pedazos de estofa iniciales, en lugar de uno solo.
a, - Teora de los recortes orientables y no orientables por
pedazos
- Los pedazos bicolores orientados por la orientacin de su
borde.
Fig. 54
- Los pedazos monocromos, no orientables,
Fig. 55
desorientados por:
- la desorientacin de su borde que insiste,
o por:
- la borradura de un borde que consiste en ellos.
133
Fig. 57
Hay por lo tanto dos tipos de pedazos monocromos. Pero esta
ltima distincin no crea verdaderamente dificultades si se sabe
que los pedazos de estofa son esferas agujereadas que presentan un
solo componente de borde que insiste, y si se tiene en cuenta
nuestro teorema de reorientacin. Estos dos casos se reducen a la
misma situacin con la ayuda de nuestras transformaciones entre
recortes.
En esta teora de las superficies que tiene abundantemente en
cuenta la orientacin, podemos discutir y comparar las diferentes
presentaciones topolgicas de las superficies. Por ejemplo, lade H.
Cartan, que utiliza la identificacin de manera exclusiva, parece
recoger su material entre los polgonos de estofas monocromas,
pero se puede hacer referencia a ella a partir de pedazos bicolores
de estofa recurriendo a la anulacin de borde y la identificacin.
No lo haremos aqu.
De la misma manera, la teora de la homologa puede
reformularse en esos trminos de borde que consiste para los
ciclos de homologa entre los cuales se distinguen los ciclos-borde.
La dificultad que nos sorprendi es que esta distincin entre ciclos
y ciclos-borde es transversa con respecto a nuestra distincin
entre borde que consiste y frontera. Parece haber una inversin
entre las estofas bilteras y las unilteras en la correspondencia
que puede establecerse entre esas diferentes funciones de cortes.
En rigor de verdad, hay tres colores y por lo tanto una disyuncin
de casos entre las superficies topolgicas intrnsecas reconocidas
por la teora clsica.
a - Una modalidad del gnero de las superficies no orientables
Para comprender mejor la simplicidad del resultado principal
en lo que precede, deducimos de la presentacin del captulo II un
invariante que da la paridad del nmero de elementos moebianos
(planos proyectivos).
El corolario de nuestro teorema principal nos permite afirmar
que una superficie uniltera cualquiera siempre puede sufrir el
desistimiento de su estructura (no orientable) para convertirse en
biltera (orientable) por el efecto de cortes que consisten cada uno
en un crculo nico. Nuestro teorema principal afirma que en una
superficie uniltera la desorientacin siempre puede condensarse
en una o dos bandas de Moebius (vase captulo II).
134
Fig. 58
En efecto, mediante una banda de Moebius, cada par de ellas se
transforma en un toro. Se deduce de ello el corolario que dice que
el plano proyecti vo (una banda de Moebius cuando est agujereado
una sola vez) y la botella de Klein (dos bandas de Mcebius cuando
est agujereada una vez) son los dos elementos de superficie no
orientables. Es posible aislarlos con pertinencia y resulta fcil
reorientarlos con un nico corte circular. En ambos casos, ese corte
debe ser por la mediana.
Fig. 59
Estos dos tipos de corte, que subvierten la estructura, son
paradigmticos de los dos nicos gneros elementales de superfi
cies no orientables. Una superficie no orientable cualquiera se
reduce a uno de esos dos tipos, a los cuales se agrega un nmero
indiferente de toros y esferas.
Sealemos desde ahora que el primero de los cortes pasa por
una semitorsin y, una vez efectuado, produce una banda de
Moebius, para decir que su contigidad delimita una de stas.
Fig. 60
El corte del segundo tipo pasa por dos semitorsiones y da lugar
a una banda bilteradesorientada, o al menos su vecindad delimita
una porcin de esfera, pero sta no es orientable a partir de su
borde.
135
Fig. 61
Aqu, el tipo del corle es sustantivado por una banda de
superficie, vecindad del corte como volveremos a encontrarla en
el captulo VII. Estas dos ltimas presentaciones carecen del
trazado riguroso de los pliegues; esbozan el resultado en trminos
de simples semitorsiones.
Haremos un uso esencial de estos dos tipos de cortes en la
investigacin de la multiplicidad de nudos 7.
Un corte de dimensin uno basta para dividir (hacer no
conexa) la cara nica de una superficie no orientable en dos
caras distintas, as como siempre puede dividir en dos partes no
conexas una superficie de dimensin dos. De hecho, si hacemos
de las caras de superficie un objeto topolgico, se trata de presen
tarlas como una variedad de dimensin dos. Esto es posible gracias
a la nocin de revestimiento o forro. En ese caso, las superficies
bilteras tienen un forro hecho de dos partes no conexas, y las
superficies un i lateras uno hecho de una superficie conexa (un solo
pedazo). Lo mostraremos en el caso de la banda de Mcebius en el
captulo Vil.
En el caso de las superficies unilteras, el tipo del corte, par o
impar, agrega una precisin, as como el gnero precisa la dimen
sin. Pero no se trata entonces del nmero de cortes sino del
nmero de semitorsiones atravesadas para obtener un electo de
discontinuidad.
Antes de aprender a contar en el gnero del nudo, hay que
aprender a hacerlo en el de las estofas y en el otro, par o impar, de
los cortes de las superficies unilteras.
7. NtLiul, fasc cul o de resul tados n 3.
Captulo IV
En el lugar de nuestro nacimiento...
El pecho (seno)
AGUJ ERO IMAGINABLE
1. I nvariantes
La esfera es de gnero 0.
Su indicador de Euler-Poincar es 2.
Su grupo fundamental es trivial.
Todos los cortes son equivalentes.
2. La esfera como una estofa sin borde
Dibujamos la esfera mediante un crculo cuyo interior est
tramado; no es un rasgo del dibujo novedoso entre nuestras
convenciones. El crculo es una lnea de pliegue tal como la liemos
definido, y la trama dibuja una capa de estofa satinada que recubre
otra, como en un pliegue. Si se lo recorta, esta estofa sin borde est
compuesto de varias estofas con borde, y en nuestros dibujos no
hacemos ms que borrar las costuras que los unen para formar esa
estofa sin borde. Ese dibujo no puede confundirse en ningn caso
con el de un disco, si se saben distinguir las lneas de pliegue de las
lneas de borde.
a [- Intensin y extensin sobre la esfera
Para mostrar la simplicidad de la esfera, realicemos una trans
formacin que pone en juego la nica dificultad que puede encon
trarse en ella, a raz de la existencia de su cara oculta a la mirada.
Empleamos aqu el trmino cara para hablar de la parte
visible y de la parte oculta de la esfera, como se habla de la cara
oculta de la luna. Es la tercera acepcin de la palabra cara que
aparece en esta obra.
En matemticas,el trmino tiene un uso bien definido: se trata
de los pedazos de estofa de un empedrado (p. 78). Por otra parte,
el uso ms frecuente que hacemos de los trminos biltero y
uniltero se refiere a la nocin de lados de una estofa (p. 106). En
vez de este trmino, preferimos el de cara, por ser ms comnmen
te admitido en relacin con un disco o una moneda, como lo
mencionbamos al principio del captulo III con respecto a la
orientacin de las superficies topolgicas.
137
Si un trayecto recorre la lnea de pliegue que dibuja la esfera,
estamos en presencia de un empedrado de sta, y sus caras visible
y oculta son las dos caras de ese empedrado. Se produce entonces
un feliz concurso del uso del trmino cara.
Cuando una porcin de trayecto recorre la cara oculta, lo
dibujamos de manera punteada. Para mostrarlo en un ejemplo,
estudiamos la extensin de un crculo en torno de un punto
cualquiera de la esfera, segn una deformacin continua solidaria
de la estofa, y tal que ese trayecto circular no franquee en ningn
momento el polo del que parti.
Las flechas indican la extensin Provocamos una deformacin del cr-
alrededor del polo elegido. culo. Una parte de nuestro trayecto
pasa por la cara oculta...
... la que recorre de arriba abajo, como lo Luego el conjunto del crculo se
hace la otra porcin de trayecto sobre la estrecha hacia adelante,
cara visible. pg -j
Este ejercicio elemental presenta un primer resultado que
puede parecer evidente. Al trmino de su extensin, el trayecto se
estrecha en intensin en torno de un punto distinto del polo inicial.
Estos dos polos son distinguibles en la superficie de la esfera.
En el captulo I del Apndice mostramos que sucede de muy
otra manera en la estofa del cross-cap, en el que la extensin de un
trayecto alrededor de un polo se convierte en la intensin de ese
mismo crculo alrededor del mismo polo.
Esta ausencia de inversin en la esfera es un rasgo de la
ausencia de topologa en esa estofa.
138
a, - El grafo en la esfera
La estera es la ausencia de topologa: no se puede anudar nada
en esta estofa, suave como una franela, y slo puede sumergirse en
ella el nudo trivial.
En una primera etapa de su enseanza, Lacan coloca grafos
sobre la esfera. stos son el resultado del cierre de una marca
ortonormada dibujada sobre el plano a la manera de Desargues.
Nosotros mostramos que, al fin de cuentas, se trata de simples
crculos culcrianos sobre el plano.
He aqu una localizacin ortonormada a la manera de la
utilizada por Descartes cuando intenta poner por escrito la geome
tra de las curvas planas mediante ecuaciones de lgebra, con lo
que inventa la geometra algebraica.
A
F ig.2
Los dos ejes de la marca cartesiana se consideran infinitos. No
se encuentran. Si los asociamos como lo hace Ferdinand de
Saussure y lo retoma Romn J akobson a la oposicin de la
sincrona (estructura instantnea) y ladiacrona (estructura exten
dida en la duracin), esas dos dimensiones de la estructura se
encuentran en otro punto. La sincrona coincide con la diacrona.
En consecuencia, debemos ordenar los dos ejes de la siguiente
manera.
F ig.3
El doctor Lacan llama punto de capiton a esta clula
elemental del grafo (E., p. 793; v; S. V). Es tan diferente de lo
que hacen Descartes, Saussure y J akobson?
A decir verdad, no tanto! La diferencia aparente obedece
nicamente a que se ha olvidado lo que pasa de hecho en un
espacio acabado (nocin de recta y plano acabados).
139
En e l ecto, pongamos esa marca sobre la esfera, de la que la hoja
en la que aqulla estaba trazada hasta ahora es una porcin (un
pedazo de estofa).
S~~rVll
Fg.4
Hay un punto antipodal en la cara oculta. Ese punto viene a la
parte delantera de la figura.
Volvemos a encontrar all el punto de capiton en la parte
visible de esta figura, pasando por alto entonces la lnea de pliegue
de la esfera y los punteados que no son visibles.
Es con una contraccin de este tipo que el doctor Lacan
comenta Las Meninas de Velzquez y el procedimiento de
construccin de la perspectiva lineal en pintura. En ese caso, no
basa su demostracin en la esfera sino en el plano proyectivo,
estructura de la mirada, prototipo mismo de la estructura, debido
a la prevalencia de la mirada para el sujeto (vase captulo VII).
Sobre la esfera de la figura 5, se cortan dos crculos para
formar una interseccin. Esta situacin no es otra que la de un
schema de Euler-Venn dibujado en la esfera sin borde. Al aguje
rearla, como tambin lo mostramos en la figura 20, y presentar el
resto como un pedazo de seda, obtenemos este diagrama, cuyo
marco rectangular es un componente de borde.
140
Fig. 6
Nuestra topologa, por la modificacin de la lgica de Boole,
nos hace pasar a schemas que no son los de Euler-Venn
En el seminario que introduce ese grafo, Lacan estudia el
movimiento de los dos crculos, mediante el cual stos pueden
separarse o coincidir para formar un circuito alrededor de la
interseccin.
Mostramos este movimiento en la esfera. Si retraemos el borde
de esos rectngulos, como podra hacerse con el shantung, en un
punto antipodal, reconstruimos una esfera.
Es as como leemos el segundo grafo del doctor Lacan (E., p.
808; v ) .
Fig. 8
Este dibujo vuelve dinmica la situacin entre los dos dibujos
extremos de la figura 7: muestra en una misma figura los
diferentes estados en que discurso y lenguaje se desunen y se
anudan para establecer un circuito.
1. Non.s, fasc cul o de resul tados n ().
*
14!
Se trata claramente de la sincrona (lenguaje) y la diacrona
(discurso). Esto conduce a una doctrina del lenguaje que difiere de
la de J akobson en una de sus articulaciones. La metfora descansa
sin duda sobre la sustitucin, pero sta no se produce por
similaridad. Lacan plantea la cuestin de la flexibilidad de la
lengua? Segn nosotros, esta flexibilidad puede llegar al punto en
que metonimia y metfora, que deben oponerse en la estructura, se
renen para invertir sus papeles, como sincrona y diacrona. Estas
inversiones dan lugar a la primera dificultad topolgica.
La ausencia de topologa en la superficie de la esfera provoca
esta rigidez que hace ininteligible la lectura de esos grafos en su
estado final. Es tan tosca, que resulta difcil reanimar su dinmica
en su simplicidad.
Consideramos que la parte alta del grafo del deseo (E., p. 817;
v) formula un esbozo de articulacin de los primeros schemas de
Lacan. Volvemos a encontrar sus trminos en la parte baja del
grafo que acabamos de comentar. Ya dijimos (Presentacin de la
serie, p. IX) que leamos all una composicin lgica en trminos
de diagramas de Euler-Venn sobre la esfera. En la parte alta del
grafo, se echa mano de un tercer crculo. Esos schemas estn
presentes para sostener una lecturade Lacan y, con ello, una lectura
de Freud, y en ellos an se encuentra muy poca topologa, porque
corresponden a la primera etapa de esta enseanza. Importa
destacar su conexidad con la intencin de Freud, que atribuye ms
peso al trabajo del sueo que a su sentido o su valor.
Aprovechemos esta oportunidad para mostrar la dinmica de
los schemas de Lacan en los schemas de Freud.
a, - Mostracin de la incidencia de la repeticin
Demos con precisin la articulacin de los rasgos de estructura
que la exploracin de la caverna nos permitir reformular en
trminos de estofas. En la Introduccin (p. I 8), disponamos con
esos schemas de un esbozo de solucin a la composicin de la
percepcin con la conciencia.
Describamos aqu la incidencia de la composicin de P con Cs
en la primera de nuestras transformaciones, que consiste en plegar
y desplegar el schema F, a fin de dar cuenta del orden de los
elementos que en la prctica se mostraron as sometidos a la
repeticin freudiana.
Utilizamos trazos de diferente espesor para distinguir las tres
categoras planteadas por Lacan. Un trazo ms grueso para /, ms
fino para S. La zona ^permanece tramada, como lo mostrara
un pedazo de jersey.
142
I - En el caso en que la zona consiste.
Fig. 10
Si desplegamos nuestro schema F, obtenemos el grafo de las
lneas del schema de Freud en que el Ies est dividido en tres. En
ese caso, diremos que el inconsciente est abierto, dado que el
circuito es interrumpido por la relacin imaginaria que consiste
entonces en la zona
primero primario secundario
Fig. 11
Sobre la arista Ies dividida por lo Simblico, la Realidad y lo
Imaginario, podemos leer los tres modos de la identificacin
primaria, esto es
- el trazo unario, en la parte simblica a partir de A, cerca del
segmento Ps tendido entre I y A;
- el amor por el padre, en la parte rayada que constituye una
armadura que interrumpe el circuito; y
- el histrico, en la parte imaginaria que conduce a S, cerca de
Pcs, tendido entre S e i.
Es a partir de estos schemas que podemos hacer un jardn a la
francesa con la teora de la identificacin de Freud ([l m],
captulos VII y VIII; [1o], captulo XXXIII), segn las indicacio
nes de Lacan (E., pp. 585-642; r). Esta teora debe retomarse a
partir de la funcin de las mscaras (E., p. 695; q) que
reencontramos en esta cuestin homologa a la articulacin de
conjunto de los dos schemas.
143
:- En el caso en que la zona ^se retrae, el caso del schema L.
Fig. 12
Los dos segmentos extremos del inconsciente se ponen en
conexin. El circuito se cierra: se trata del cierre del inconsciente
(S. XI, captulo X).
primero primario secundario
Fig. 13
La histe-historicidad sin armadura del amor por el padre, donde
consciente e inconsciente estn en continuidad (S. XXIV).
Despus de haber distinguido estas tres modalidades del Edipo
de la hi ja en ocasin del despliegue del schema F, recordemos los
componentes del Edipo llamado del varn destacando su lugar en
esos schemas. Consideremos con Lacan el Edipo tpico del varn,
que cada nio, de cualquiera de los dos sexos, experimenta en el
perodo llamado pregenital a entender como extragenital,
constituido por el tringulo Imaginario cuyos tres vrtices son la
Madre en M, el hijo en I y el falo, el significante del deseo de la
Madre, en S (S. IV) (vase figura 10).
Se trata del tringulo imaginario (a, a, S) en la figura 12.
Leemos que se sita en el grafo desplegado de las figuras I 1y
13, en los dos extremos del grafo de Freud. Se comprende con ello
que los estadios llamados preedpicos son analticamente impen
sables, sin ser, empero, inexistentes (E., p. 554; o). En efecto,
nada indica que pueda haber en ese schema un punto que est antes
que 1 puesto que estara igualmente despus, habida cuenta de que
nuestros trazos ms gruesos se encuentran al principio y al final.
Esto se produce sobre la banda de Moebius (vase la Conclusin,
p. 292) y sobre el cross-cap (vase el Apndice, p. 323).
Pero, a la inversa, podemos comprender en qu sentido la
identificacin primera con el Ideal del yo, caracterstica de esa
144
situacin edpica, no est exenta de un objeto previo como en toda
identificacin freudiana, aun cuando, en este caso, ese objeto
venga despus. Para Freud, la identificacin sigue siendo clara
mente la manera en que se resuelven los fracasos de la demanda,
aqu el amor a un objeto heredado del complejo de Edipo en su
conjunto.
Volvamos al conjunto de la estructura edpica. Se trata de
componer el Edipo del varn, tendido entre los tres vrtices del
tringulo imaginario, y el Edipo tpicamente femenino [1o] que se
sita a lo largo de la arista Ies. En lo cual se ve que esta arista se
divide en tres en el caso del schema R y estrictamente en dos en el
del schema L.
La composicin de esos dos tiempos del Edipo depende de la
correlacin de los dos casos, R y L, por la puesta en funciones del
padre en la estructura edpica. Tiene inters para nuestros schemas
entre I y A en Signos de percepcin (E., pp. 556-557; o) desde
la entrada de la caverna. Esos puntos y esa arista, donde se plantea
al sujeto el enigma de la castracin de su madre, S(A), se identifi
carn ms tarde con S e i en Pcs. Este enigma sigue siendo el del
devenir consciente, situado por Freud en Pcs 11n], en tanto que
para nosotros hay en el Otro alguna falta que afecta con su punzn
al acto en su evanescencia, la escapatoria de la dimensin de la
enunciacin para el sujeto.
Pero este enigma tiene su solucin. sta corresponde al funcio
namiento del conjunto de la estructura, aqu simplemente plantea
da (aplanada sobre la esfera). Es este funcionamiento el que la
parte alta del grafodel deseo (E., p. 817; v) intenta dar cuenta en
la esfera exenta de topologa. Volvemos a encontrar los trminos
de esos schemas en la parte baja del gralo; ya dijimos que los
leamos como una versin lgica, en trminos de diagramas de
Euler-Venn sobre la esfera, de la interseccin de las dos vertientes
del discurso y el lenguaje. Esta presentacin todava tosca de la
estructura explica la sumersin de los schemas en la superficie de
las estofas de la topologa y nuestra mostracin, entonces, de la
articulacin de su conjunto.
Es muy evidente que esos schemas tambin son insuficientes
para dar cuenta de esta estructura en la riqueza de sus meandros.
Slo pueden servir a quienes demuestren algn gusto por el dibujo
acabado, a fin de orientarse en lo siguiente, cuando traduzcamos
esas cuestiones en trminos de nudos.
Estudiamos ahora las superficies topolgicas hasta presentar la
que conviene a la articulacin de los schemas, mediante la cual
concluiremos esta obra.
145
3. La esfera agujereada
La dificultad y el inters del estudio de la esfera agujereada
residen en su simplicidad y la ventaja sorprendente que manifiesta,
poder aplanarse desde el momento en que se agujerea una vez. La
esfera agujereada una o varias veces da objetos muy conocidos
bajo diferentes aspectos, pero que se olvida relacionar con esta
estofa sin borde: disco, banda sin semitorsin, corona plana.
a, - Tentativa de construccin de la esfera por identificacin de
los lados de un cuadrado
Tomamos un cuadrado I2(I es igual al segmento de la recta
real [0, 1]).
Fig. 14
Al deformar ese pedazo de estofa de manera continua a partir
de sus lados, volvemos a cerrar la construccin identificando dos
a dos los lados sucesivos.
Fig. 15
El resultado obtenido es una esfera tres veces agujereada.
Mostramos a continuacin, en el caso de la esfera de dos agujeros,
ese tipo de equivalencia.
Volvamos a colocar en esta construccin nuestro cuadrado de
partida en su posicin inicial.
T
Deformamos el cuadrado inicial desplazando las flechas que
marcan sus lados en esta figura, y obtenemos la siguiente figura,
cuyos componentes de borde tambin fueron deformados.
Fig. 17
Deshacemos esta construccin cortando la estofa, como fieltro,
a lo largo de los lados anteriormente identificados con respecto a
las otras dos flechas.
Fig. 18
Basta con retraer la estofa de tal forma que los lados vuelvan a
su posicin inicial, para obtener la presentacin del siguiente
pedazo de estofa.
I f f J ? 1'
-4C-*
Fig. 19
Los dos cuartos de crculo recortados del cuadrado inicial son
extensiones de los dos puntos opuestos por la diagonal en nuestra
figura de partida. La extensin de un punto (dim. 0) en un segmento
(dim. I ) y la retraccin de un segmento (dim. I) en un punto (dim.
0) presentan una discontinuidad, cosa que efectuamos por un
abuso de topologa. Esta construccin se realiza para explicar de
qu manera nuestros puntos en los vrtices del cuadrado corres
ponden a agu jeros en su resultado, dibujado en la figura 15, donde
se identifican los lados.
Los dos puntos opuestos por la otra diagonal dan de la misma
manera el componente de borde del agujero que est alrededor de
147
nuestra construccin. Para mostrarlo, podramos desmochar el
cuadrado inicial en sus cuatro vrtices. Pero sucede que algunos de
esos puntos se superponen en la identificacin formando la estofa
sin borde. Por su parte, los cuartos de crculos que constituyen
segmentos se componen al formar componentes de borde en la
estofa cuando sta est agujereada. Los agujeros de la estofa con
borde corresponden a os puntos de la estofa sin borde.
De esta forma, mediante la identificacin de los lados, no
construimos ms que una esfera de tres agujeros. Encontraremos
otras encrucijadas de bandas torcidas o no torcidas en que la
superposicin de los puntos y la composicin de los segmentos se
realizarde diversas maneras. Para restablecer la continuidad de la
construccin, es preciso cerrar esos agujeros mediante pastillas
esfricas, de conformidad con nuestra proposicin principal. Esto
representa una contradiscontinuidad que oponemos a la
discontinuidad ya sealada entre puntos (dim. 0) y segmentos
(dim. 1). En efecto, la retraccin del disco (dim. 2) al punto (dim.
0) no se hace sin discontinuidad. Esta aparente contradiccin entre
la intuicin y la definicin matemtica de la topologa es revelado
ra del carcter insuficiente de las definiciones de la topologa
general, que privilegia ms el anlisis funcional que el estudio de
las variedades2.
a0- Un agujero en la esfera
La esfera agujereada es un disco, una pastilla o un platillo,
cuando se abre en ella un solo agujero.
\
Hagamos un agujero en la esfera.
La cara Interior de la estofa se pre
senta a la mirada
Agrandamos el tamao del agujero,
con lo que descubrimos cada vez
ms la cara interna de la estofa
El componente de su borde se agran
da an ms...
...hasta que ia estofa pueda
desplegarse y aplanarse
Fig. 20
2. Essaitn, p. 161
148
En el ltimo dibujo, la lnea de pliegue ya no es necesaria. Las
dos capas de estofa, que en los primeros dibujos se superponan,
quedan expuestas y el pliegue se borra.
As se entiende la deformacin que nos permiti presentar el
punto de capiton sobre laesferacomo un diagrama de Euler-Venn
(vanse figuras 6 y 7). Esta mostracin, a la inversa, establece que
los dibujos trazados en una hoja de papel siempre pueden realizar
se en la superficie de una esfera.
a - Dos agujeros en la esfera
La esfera de dos agujeros es un disco agujereado, un disco con
un agujero (vase captulo II, p. 86).
Fig. 32
Luego plegamos el segundo redondel tambin como ocho
interior.
* Pauelo para el cuello o la cabeza.
246
Fig. 33
El clculo del grupo fundamental en esta presentacin del
doble enlazamiento da, a partir de dos generadores, la siguiente
marcacin de zonas \
aba-1
(ab)2=(ba)2=1
Fig. 34
Esta superficie de tensin es producida por el cociente del
grupo gracias a la relacin (ab)2= (ba)2= l .
Al reemplazar las palabras por tres tramas contrastadas,
obtenemos un coloreado de las zonas.
Fig. 35
Esta construccin de estofa, ligera como una bufanda de tusor,
se realiza mejor y el trayecto del corte es ms pertinente si, en esta
presentacin de dos ochos interiores enlazados, agregamos una
lnea de pliegue.
3. Essaim. p. 122
247
Fig. 36
La superficie de tensin as definida es la de una banda de
Moebius cortada en dos bandas distintas. Una, tramada de dos
grises contrastados, es una banda biltera, idntica a la obtenida
precedentemente debido al corte de un solo giro; la otra, mediana
y rayada, es una banda de Moebius cuyo borde es el primer ocho
interior producido sobre el doble enlazamiento.
As se muestra que al recortar una banda de Moebius mediana
en otra banda de Moebius se produce una banda bipartita. sta es
todo lo que resulta del corte simple que acta por lo tanto sobre la
banda de Moebius como la banda de Moebius (mediana). El corte,
de un solo giro, concentra en s el rasgo caracterstico de la banda
de Moebius; es la banda de Moebius misma (L Etourdit, p. 27).
as - Los otros Moebius extrnsecos
La superficie intrnseca de toda banda que presenta de manera
extrnseca un nmero impar de semitorsiones es una banda de
Moebius, porque podemos eliminar por pares las semitorsiones que
se suceden sobre una misma banda (vase captulo II).
Fig. 37
Los nudos de borde de esas bandas de Moebius extrnsecas son
nudos de trbol, nudos tricos (vase captulo V) que cumplen dos
giros longitudes y un nmero impar de giros meridianos. Son
248
nudos cortes de los que haremos mucho uso para nuestra presen
tacin de los nudos en el fascculo n 3 de la serie.
4. Las mscaras
Hay que notar con J ean Delay que el smbolo, ms que repre
sentacin de un complejo, no es nicamente su proyeccin sino su
transformacin. El trabajo del smbolo se compara con lo que
podramos llamar la funcin del doble ([21], vol. 2, p. 264).
En ese aspecto, si en primer lugar ponemos de relieve el trmino
alma, podemos volvernos hacia la etnografa y la teologa. Las
teoras etnolgicas del alma recurren a dos maneras de concebirla
([29 b|, pp. 260-261). Estel mundo de las almas, habitado porua
especie de duplicados de los seres; son susceptibles de
permutaciones y de formar combinaciones entre ellas.
Hay que advertir que a menudo aparece como un mundo
invertido. No podemos dejar de reconocer la pertinencia de esta
concepcin que recuerda el lugar en que se organizan las leyes
del significante. Por otra parte, Lvi-Strauss seala que esta
cuestin se aclara a la luz de los trabajos lingsticos recientes,
al citar a R. J akobson, quien distingue dos modos fundamentales
del pensamiento lgico, respectivamente asociados a la metonimia
y la metfora.
Si no nos detenemos en los trabajos de R. Hertz, que distingue
entre alma de la carne y alma de los huesos, Lvi-Strauss nos
indica que la documentacin indonesia y melanesia permiti
precisar otra oposicin. Se trata de distinguir entre la sociedad de
las almas y el agrupamiento orgnico de las almas funcionales
tenidas por constitutivas de la individualidad de cada ser humano.
Reconocemos aqu los dos escollos que Freud quiso evitar con su
teora del yo desde 1914 (S. III, Freud en el siglo y, aqu,
Presentacin de la serie, p. V).
Se trata de no prestarse al dualismo de un mundo simtrico en
lo que se refiere a ese pensamiento otro que habla en los tartamu
deos de mi palabra. Tambin hay que evitar referir la unidad del
sujeto hablante a su unidad orgnica.
Fig. 38
249
Habida cuenta de estas precauciones, si esta sociedad de las
almas es el lugar del significante y la constitucin de los individuos
est hecha de un agrupamiento orgnico de las almas funcionales,
no podemos sino aprender de esas doctrinas llamadas primitivas,
en vez de sospechar en ellas un pensamiento mgico un poco
simplista, pues competen a la estructura del lenguaje y contienen
una verdad estructural si no histrica.
Nos ilustramos otro tanto al considerar de la misma manera,
aunque en un contexto diferente para la ciencia que ser su
resultado, la concepcin del alma en la teologa medieval ([23], p.
241): Para Santo Toms, como para Aristteles, el alma no slo
mueve un cuerpo: en primer lugar, hace que haya uno, como lo
sealbamos a continuacin de Lacan al definir el dos de lo
Imaginario por el cuerpo. Gilson concluye que el alma humana es
por lo tanto una sustancia inmaterial, que era lo que haba que
demostrar.
Lacan supo demostrar que el sujeto del psicoanlisis es el sujeto
cartesiano. Rinde homenaje a Descartes, que testimonia con ello el
advenimiento de una posicin subjetiva, correlato indispensable
de la ciencia nueva. Como lo muestra Canguilhem de una manera
divertida, con un juego de palabras sobre lo interior en Descar
tes, se opera un deslizamiento que da origen a la psicologa
intimista. En Descartes, sin duda, el alma es el yo de nuestra
moderna psicologa. Y se comprende que Lacan hable de las
secuelas del cartesianismo hastaHegel. En su discurso del mtodo,
Descartes postula y reencuentra a Dios y su yo desde el momento
en que formulaese punto evanescente de la subjetividad que Lacan
va a trabajar. Despus de haber enunciado pienso, luego soy,
define as su yo en un parntesis: (es decir mi alma, es decir
aquello por lo cual soy lo que soy), traduccin cristiana de la
frmula bblica que da acceso a la forma de idealismo en que se
convierte la teologa moderna y que se llama antropologa. Donde
el Dios de su existencia en el mundo es reemplazado en el universo
por el hombre, es decir su yo. En la psicologa moderna, las
doctrinas del yo recuperan con desconocimiento de causa los
rasgos de las doctrinas teolgicas del alma. Esto implica que se
sepa referirse a ellas con un poco de seriedad, como remitirse a
nuestras referencias que no estn exentas de pertinencia en las
doctrinas llamadas primitivas. Al estar as incluida, la psicologa
est situada; el psicoanlisis es otra cosa, ya que parte de un gesto
clnico renovado por la prctica de otra estructura.
Esto nos lleva a la funcin de la mscara, conectndola con la
teora de la identificacin freudiana tal como Lacan la esboz para
nosotros. Esas mscaras que desenmascaran desdoblando y repre
250
sentan desenmascarando: cerradas, componen; abiertas, desdo
blan (E., p. 752; p). Esas mscaras de paneles ofrecen una serie
de formas intermedias que aseguran el paso del smbolo a la
significacin, de lo mgico a lo normal, de lo sobrenatural a lo
social. Por lo tanto, tienen a la vez la funcin de enmascarar y
desenmascarar ([29 b], p. 289).
Despus de haber situado el rico material de que dispone, no sin
haber sealado la huella ertica de una pizca de sadismo en los
caduveos (p.'280), C. Lvi-Strauss formula el problema de la
correlacin o dualidad entre la expresin plstica y la expresin
grfica.
Indica, tras Boas, que se trata de una prctica de la dimensin:
segn l, la split representation (desdoblamiento) en la pintura o
el dibujo sera nicamente la extensin a las superficies planas de
un procedimiento que se impone naturalmente en el caso de los
objetos de tres dimensiones. As C. Lvi-Strauss delimita de
manera ms fina el rasgo estructural que est asociado a ese
desdoblamiento: la dualidad es en definitiva la del actor y su
papel, y la nocin de mscara nos aporta su clave (p. 288).
No todas las culturas con mscaras practican el
desdoblamiento (p. 291).
As puede poner de relieve, al margen de la atmsfera
semirreligiosa que rodea laconfeccin de los adornos del rostro, el
hecho de que en el caso del desdoblamiento se recupera la
representacin de los ancestros Lvi-Strauss asocia a ello una
ancestralidad, en tanto que su ausencia corresponde a un lazo
menos estrecho en que se trata de dioses: las mscaras forman un
panten.
La funcin de esas mscaras articuladas, como la del
desdoblamiento de la representacin, es por lo tanto un correlato
de la red combinatoria del parentesco, con lo que atestigua el lazo
con la puesta en funciones del padre por su nombre. Se trata de la
funcin que permite la composicin de dos momentos del Edipo,
en los schemas F y R entre I y A, o sea en Signos de percepcin (E.,
pp. 556-557; o) (vase captulo IV).
Y es al distinguir entre los dioses y la funcin del padre, entre
la funcin del actor y su papel, que se establece el rasgo de
estructura que permite la simbolizacin (Verneinung de Freud
sobre la base de los signos de percepcin), rechaza la evisceracin
imaginaria como lo mostramos ahora (Phersu, vase Introduccin,
p. 42), introduce al narcisismo y provoca la transferencia (vase
Introduccin, p. 45), diferencia la neurosis del retraso mental,
consiste en el trazo unario y corresponde al funcionamiento de la
estructura en su conjunto.
251
Queremos hablar de la funcin de la Letra que gobierna la
escritura y la lectura. La ausencia de esta funcin hace or la
lengua como un flujo verbal, sin recorte secuencial. Pero si se
trata de recorte, la dificultad reside en que no se hace sin lazo,
por ser estructura de ser acompaada por una reunin correlativa.
Hay corte y conexin en un mismo gesto, un acto cuya lgica
establecemos4.
De tal modo, el actor no tiene en los dos casos la misma posicin
frente a su papel bajo el aspecto de la permanencia y la impregnacin.
En la vida social, el desdoblamiento se asocia a ttulos, un rango,
clases en la escala de estatus. Esta adhesin es tan rigurosa que,
para disociar al individuo de su personaje, hay que reducirlo a
jirones (p. 292). En efecto, en Tristes trpicos, cuando analiza los
dibujos de las mujeres caduveas que ha recogido, luego de haber
notado su semejanza con nuestros juegos de cartas, cuyas figuras
son biseladas, e invocado la invencin de Lewis Carroll en el pas
de las maravillas, Lvi-Strauss ya pone de relieve ese toque de
crueldad asociada a la solucin de una dificultad experimentada
por los caduveos en la realidad en relacin con sus leyes
combinatorias de alianza y parentesco ([29 a], pp. 203 a 224).
Adorables civilizaciones cuyo sueo rodean las reinas
con sus afeites; jeroglficos que describen una inaccesible
edad de oro que a falta de cdigo ellas celebran en sus
adornos y cuyos misterios descubren al mismo tiempo que
su desnudez.
En la funcin de las mscaras, la estructura que importa, como
en nuestra topologa del sujeto (lgica de Boole modificada),
es la conjuncin de lo que es idntico y lo que es diferente en esta
correlacin de dimensiones en que se producen inversiones e
indistincin (fading). La manera de establecer la mediacin
adecuada con respecto al incesto, definido ste por la interdiccin
de la madre, debido a que sta permanece interdicta porque su
divisin impensable, insoportable, constituye la estructura de la
castracin.
4. Nons, fascculo n 0.
252
Captulo VIII
La perspectiva torcida
La mirada y la voz
AGUJ ERO MOEBIANO
AGUJ ERO IMAGINABLE
CARAS
SEMITORSIONES
1. Invariantes
El plano proyectivo con dos agujeros es de gnero 1, como el
plano proyectivo real.
Su indicador de Euler-Poincar es 1.
La botella de Klein es de gnero 2. La botella de Klein con un
agujero es del mismo gnero 2 por definicin.
El indicador de Euler-Poincar de la botella de Klein es 0. La
botella de Klein agujereada una vez tiene como indicador -1.
El grupo fundamental de la botella de Klein es presentado por
dos generadores y una relacin, {a, b / a2=b2}.
2. Las encrucijadas de bandas con semitorsiones
En el captulo VI ya nos encontramos con la encrucijada de
bandas no torcidas. Es una presentacin del toro agujereado. Pero
las encrucijadas de bandas que exhiben semitorsiones tampoco nos
son desconocidas. Las tomamos como ejemplos de un problema
topolgico, el de la presencia o la ausencia de semitorsin efectiva
en un bretel que presenta o no una semitorsin aparente (captulo
III). Este problema se resolvi gracias a un indicador (invariante):
el nmero de borde de la estofa.
a - La encrucijada de bandas en que cada una de ellas lleva una
semitorsin
Partamos de un cuadrado I2, retazo de pao cuyos lados son
orientados por flechas que indican el modo de identificacin de los
bordes.
253
Si seguimos estas indicaciones, identificamos los bordes dos a
dos en una deformacin flexible de ese pedazo de estofa. Una
primera vez por la izquierda; la banda as estirada debe plegarse a
fin de que las dos flechas de los extremos se presenten una frente
a la otra.
Fig.2
Al efectuar la identificacin como lo hicimos en el capitulo VII,
obtendramos una banda de Moebius. En esta etapa, la dejamos
inconclusa. Estiramos una segunda vez nuestro cuadrado hacia
arriba y luego, tras un paso por encima de la banda precedente,
Fg.3
plegamos esta segunda banda para que la flecha marcada se
presente con la misma orientacin que la incluida en el lado
inferior del cuadrado inicial.
Fig. 4
254
Por ltimo, realizamos las dos identificaciones. La estofa as
construida es una encrucijada de bandas, cada una de ellas con una
semitorsin.
Fig. 5
Esta estofa un i latera es un plano proyectivo agujereado dos
veces, es decir, una banda de Mcebius con un agujero.
Fig. 6
Los dos agujeros del plano proyectivo estn formados por la
superposicin de puntos, como lo vimos en el caso de la esfera con
tres agujeros (captuloIV) y la encrucijada de bandas sin semitorsin,
el toro agujereado (captulo VI). Aqu, dos esquinas opuestas por
la diagonal del cuadrado se superponen para dar un agujero, y las
otras dos, para dar el segundo agujero.
a, - La encrucijada en la que una sola banda est plegada
Queda por considerar el caso en que dos lados opuestos de un
cuadrado se identifican en una inversin de su orientacin, mien
tras que los otros dos no se invierten.
Fig. 7
Extendemos este cuadrado hacia la izquierda y plegamos la
banda para enfrentar las dos flechas verticales.
255
<L
Fig. 8
Si esta primera operacin es idntica a la operacin inicial de
la construccin de la encrucijada de bandas torcidas, la segunda,
por su parte, ser diferente. Volvemos a estirar el cuadrado hacia
arriba; luego, tras el paso de esta banda por encima de la preceden
te, llevamos su extremo cerca del lado inferior del cuadrado, sin
tener que plegar la banda estirada para que las flechas marcadas se
correspondan.
Fig. 9
Al identificar los segmentos as reunidos, obtenemos una
encrucijada compuesta porua banda torcida y otra sin semitorsin.
Fig. 10
Esta estofa es un compuesto de dos planos proyectivos con un
agujero. Esta encrucijada de bandas, de las cuales slo uno est
torcida, es una botella de Klein agujereada.
256
Fig. 11
El agujero de esta botella de Klein est constituido, como en
todos los casos, por la superposicin de puntos, vrtices del
cuadrado de partida. Aqu, como para la encrucijada de bandas sin
semitorsin (captulo VI), las cuatro esquinas se superponen para
no dar ms que un agujero.
a, - Cierre del agujero esfrico de la encrucijada de bandas
torcidas
Podemos presentar la figura 5 disponiendo las dos bandas de la
encrucijada, como las cintas de batista, de manera que una se
extienda a lo largo de la otra.
Fig. 12
Si volvemos a cerrar el agujero, que ahora ya es ms reducido,
podemos hacerlo pasar el pliegue y constatar su estructura esfrica.
Ese agujero puede cerrarse mediante un disco.
Fig. 13
Habramos podido poner directamente un disco deformado y
plegado para taparlo.
257
Fig. 14
a - El agujero moebiano
A travs de un agujero del disco agujereado, agujero imaginable
como ruptura de superficie, colocamos un bretel torcido. Obtene
mos un agujero moebiano imaginable cuyo componente de borde
traza un ocho y no dos agujeros como en el caso del puente no
torcido (vase captulo IV).
3. La banda de Mcebius agujereada
Mediante un simple cambio de presentacin, podemos mostrar
que ese disco agu jereado provisto de un bretel torcido es una banda
de Mcebius agujereada una vez.
Fig. 15
258
a, - Mostracin de la equivalencia de los dos agujeros
Fig. 16
Mostramos la equivalencia de los dos agujeros de la banda de
Mcebius agujereada mediante un cambio de presentacin en que
los dos componentes de borde se intercambian, como en un ancho
de cfiro.
Una banda de
Moebius con un agu
jero, osea una pastilla
esfrica suprimida
(trazo ms fino).
Agrandamos el agu
jero para llevarlo de
bajo del pliegue
y hacemos que lo pase
Proseguimos el
movimiento
llevando el borde del
agujero a su mayor ex
tensin
Sobre una de las ban
das, hacemos aparecer
dos pliegues
259
Al deformar el rizo as producido,
hacemos que pase debajo de ia figura,
y luego que d la vuelta por el otro
lado.
Una de ellas acaba de anularse
con otra semitorsin,
260
Desplazamos las dos semitorsiones a
lo largo de la banda
la otra se desliz hacia la parte de
arriba de la figura
Reducimos entonces
el rizo de abajo
y hacemos que el rizo
de arriba se deslice por
encima de un pliegue
Nos queda por efectuar
una inmersin de banda
para invertir sus partes
inferior y superior
y reducir el agujero trazado El borde de la banda de Mcebius es
con lnea ms gruesa. ahora el componente de borde dibujado
con un trazo ms fino
Fig. 17
Los dos componentes de borde intercambiaron su papel, y los
agujeros que delimitan, por lo tanto, son claramente equivalentes,
aunque uno de ellos, necesariamente, no se cierra.
a, - Agujero y zona moebiana
Esta inversin de los agujeros de la banda de Moebius puede
efectuarse en la banda provista de su corte de doble giro.
El agujero est en la zona moebiana
Una banda de Mcebius
provista de su corte y
de un agujero en la zona
uniltera.
Agrandamos el agujero en
la parte no orientable
Al efectuar los cambios
de presentacin y la
inmersin del borde,
261
podemos reducir el
agujero del otro com
ponente de borde
Se comprueba que
es un agujero en una
pastilla biltera,
EL agujero est contra La zona moebiana
la cual puede redu
cirse alrededor de ese
agujero
Fig. 18
Nos queda por considerar este caso, en que el agujero est entre
la zona moebiana y la zona biltera.
El agujero a lo largo del corte puede extenderse
hasta dar casi un giro
Al seguir el procedimiento es posible encerrar el agujero que constitua
antes indicado, mediante una un borde de la banda de Mcebius en un
inmersin de banda, agujero esfrico en la parte biltera.
Fig. 19
Esta presentacin poco habitual de la banda de Mcebius hace
aparecer desfasado el doble giro del corte: uno de los dos giros se
confunde con el borde de esta estofa, como un lienzo de vichy
jugara con sus rayas.
262
a4- Correspondencia entre las dos construcciones de la banda de
Moebius
Nuestras dos construcciones de la banda de Moebius (vase
captulo VII) pueden ponerse en relacin mediante las dos figuras
siguientes, que son equivalentes.
Su equivalencia se muestra por la inversin del papel de los dos
agujeros a y a ' de esta banda de Moebius agujereada. Para la
primera, construimos la banda de Moebius por identificacin de un
componente de una banda bipartita (banda biltera con cuatro
semitorsiones). Aqu hacemos un agujero a a travs de la costura
c. La identificacin del componente de borde de la banda bipartita,
por lo tanto, slo es parcial.
La segunda construccin era una banda de Moebius producida
por identificacin de dos lados de un cuadrado. Aqu, ste est
provisto de un agujero a, es un disco agujereado. Esta identifica
cin se indica en la figura con un corte c transverso de la banda.
Mediante el intercambio de la funcin de los dos agujeros,
como acabamos de mostrarlo en el presente captulo, pasamos de
una presentacin a la otra. El corte transverso de la segunda se
convierte en corte mediano de la primera, y el agujero moebiano
(cuyo borde es un ocho interior) de la segunda pasa a ser un
elemento del corte mediano de la primera. Sin embargo, hay que
distinguir estas presentaciones.
Al identificar, en la primera, los dos semicrculos del agujero
esfrico, terminamos la identificacin de un componente de borde
de una banda bipartita, es decir, la costura que une a lo largo de
todos sus puntos la cara del revs con la del derecho. Esta costura,
lnea sin puntos corte de un solo giro , estructura la banda de
Moebius, en laque en todos los puntos se unen el revs y el derecho.
La banda de Moebius, entonces, no es otra cosa que una serie de
lneas sin puntos.
Mientras que, en la segunda construccin, la costura transversa
c, que no identifica ms que una parte de un componente de borde
de la banda biltera, no estructura la banda de Moebius en una serie
de lneas sin puntos porque no cosemos el derecho con el revs a
lo largo de toda esta costura, sino nicamente en un ancho que no
habla de su estructura. Aqu, un agujero a no participa en la
a
a'
Fig. 20
263
produccin de la banda de Mcebius: el otro agujero a se forma
en la identificacin, se convierte en el agujero moebiano que
permite la sumersin de esta estofa. En tanto que, en la primera
construccin, los dos agujeros desempean un papel: uno, a ,
elemento del corte c, es la traza de la falta de terminacin de la
identificacin de un componente de borde; el otro, a, se convierte
en el agujero moebiano.
4. Volvamos a nuestras semitorsiones
a - Construccin de estofas cualesquiera
I . Las multiencrucijadas
Las multiencrucijadas de bandas son la generalizacin de las
identificaciones de los lados de poliedros que tienen un nmero par
de ellos. Dicho de otra manera, las multiencrucijadas son el
montaje sobre un disco de varios breteles o cintas, torcidos o no
torcidos, que forman rizos.
Este tipo de multiencrucijada nunca es otra cosa que una
encrucijada de cintas a la cual se le agreg un bretel.
Estas multiencrucijadas pueden reducirse a los schemas de
Griffiths de conformidad con la teora de las superficies topolgicas
expuesta en el captulo II.
2. Un bretel aadido a un schema de Griffiths
Del mismo modo, un bretel (o una cinta) aadida a un schema
de Griffiths da lugar por cambio de presentacin a otro schema de
Griffiths, segn la teora de las superficies.
Fig. 21
264
Fig. 22
En vez de describir la estructura de la estofa obtenida al efectuar
un cambio de presentacin mediante el dibujo, como lo hicimos
hasta ahora, aqu nos importa saber si podemos pronosticar ese
resultado con la ayuda de invariantes.
a2- Montaje de un bretel sobre una estofa cualquiera
Tratamos de pronosticar si unos breteles cualesquiera que
presenten o no semitorsiones pueden considerarse como breteles
alabeados, es decir, efectivamente torcidos.
1. Bretel o puente
El primer rasgo pertinente es saber si esos breteles cualesquiera
se unieron a un mismo componente de borde o a dos componente
diferentes.
En efecto, hay dos maneras de agregar un bretel a una estofa:
a - enganchndola a un mismo componente de borde; conser
varemos el trmino bretel, que se emplea entonces en sentido
estricto;
a - enganchndola a dos componentes de borde; en este
segundo caso se trata de un puente.
2. En el caso de los breteles estrictos
Hemos tratado el problema de los breteles propiamente dichas,
es decir que se enganchan a un solo componente de borde de la
estofa considerada, en el captulo III.
En ese caso, el segundo rasgo pertinente, que nos sirvi para
decidir en cada situacin orientable o no orientable, consiste en el
cambio del nmero de borde producido por la composicin del
bretel considerado:
a - si el nmero de borde aumenta en 1, el bretel es no torcido;
a - si el nmero de borde se mantiene sin cambios, el bretel est
efectivamente torcido.
265
Habida cuenta de la teora de las superficies topolgicas intrn
secas (vase captulo II), recordemos que una superficie topolgica
intrnseca se compone de cero, unao dos bandas de Moebius. Desde
ese punto de vista intrnseco, por lo tanto, no hay ms que una o dos
semitorsiones efectivas sobre breteles diferentes.
Si existen ms de dos breteles que tienen una semitorsin
efectiva, se reducen por pares en unas partes tricas que presentan
entonces un puente no torcido.
El nuevo problema consiste en pronosticar el carcter efectivo
o no de las semitorsiones sobre los puentes aadidos a una estofa,
ya exhiban o no una semitorsin aparente, dado que puede contem
plarse cada uno de estos casos.
3. En el caso de los puentes
En todos estos casos, el numero de borde pasa de dos a uno (b
= 2>b =I ); en el caso general debab- 1. El criterio conservado
para apreciar la efectividad de las semitorsiones sobre los breteles
no permite distinguir los puentes efectivamente torcidos con
respecto a los no torcidos.
El tercer rasgo pertinente consiste en saber si el puente est
compuesto con una estofa biltera o uniltera.
a - Si el puente est compuesto en una estofa biltera
Para determinar la efectividad de las semitorsiones, hay que
agregar otro invariante. El resultado depende del cambio de
orientacin de la estofa producida por la composicin del puente.
(a) Si el nmero de caras se mantiene sin cambios, no hay
semitorsin efectiva, ya presente o no el puente semitorsiones
aparentes. Se constituye una parte trica correspondiente en los
schemas de Griffiths.
(a ) Si se pasa de una estofa biltera a una estofa uniltera, el
puente est torcido.
Pero, en ese caso, la teora de las superficies y el cambio de
presentacin, como lo mostraremos a continuacin en un ejemplo,
nos advierten de una equivalencia sorprendente. Un puente
alabeado, definido y aislado gracias a los criterios precedentes, es
equivalente a dos breteles que tengan, cada una, una semitorsin.
a - Si el puente est compuesto en una estofa uniltera
En ese caso, nunca hay semitorsiones efectivas, como lo
mostramos en lo que sigue.
266
Esta prctica de los invariantes aporta precisin en la definicin
del invariante salvaje que es la semitorsin sobre un bretel. Ahora
sabemos en qu casos podemos hablar de manera efectiva e
intrnseca. En todos los casos, las semitorsiones efectivas pueden
presentarse siempre distribuidas sobre breteles estrictos, breteles
enganchados a un mismo componente de borde.
S iempre hay una presentacin en que el nmero de semitorsiones
efectivas es inferior o igual a dos.
Cuando podemos hablar de semitorsin efectiva sobre un
puente alabeado, sta se distribuye en dos semitorsiones efectivas
sobre dos breteles distintos.
Para estudiar qu ocurre con los puentes, a saber, si son torcidos
o no, deben considerarse cuatro casos: dos cuando la estofa sobre
la cual se efecta el montaje es biltera; los otros dos, cuando es
uniltera.
a - En el caso de una estofa biltera
El disco agujereado es el prototipo de la estofa biltera de dos
componentes de borde.
Fig. 23
El puente efectivamente no torcido. Si agregamos un puente
no torcido entre dos componentes de borde de un montaje de estofa
biltera, el montaje obtenido sigue siendo biltero.
Fig. 24
El puente efectivamente torcido. Si agregamos un puente
torcido entre dos componentes de borde de un montaje de estofa
biltero, el montaje obtenido pasa a ser uniltero.
267
Fig. 25
Esto debe entenderse cualquiera sea la situacin aparente
(presencia o ausencia de semitorsin aparente sobre el puente
agregado). La desorientacin de una estofa biltera es un invariante
que indica el carcter efectivamente torcido de un puente.
Demos un criterio como en el caso de los breteles (captulo III,
p. 105). Si S es una estofa biltera, plana o no, y P un puente
agregado a S como corresponde, P estar torcido o alabeado, es
decir, ser equivalente a dos semitorsiones efectivas sobre dos
breteles, si y slo si la estofa S y la estofa S + P no tienen el mismo
nmero de caras.
Esta observacin basta para determinar el carcter torcido o no
torcido del puente.
He aqu algunos ejemplos.
Una estofa biltera. Una estofa uniltera. El
puente agregado est
efectivamente torcido.
Una estofa biltera. Este
puente es no torcido; la
semitorsin no es ms que
aparente.
Fig. 26
Pero lo ms sorprendente es que un puente efectivamente
torcido genera, en el caso que nos interesa, dos semitorsiones
efectivas, cada una de ellas agregada a un bretel: el disco agujerea
do se convierte en una botella de Klein agujereada, como lo
mostramos mediante un cambio de presentacin.
268
Desplazamos la porcin de disco a lo
largo del puente que presenta una
semitorsin,
y hacemos que
pase la semitorsin
Esto da el schema de la
botella de Klein agujereada,
o sea dos bandas de
Moebius pegadas
Fig, 27
La presencia de estas dos semitorsiones efectivas, cuando en la
encrucijada de bandas inicial no aparece ms que una sola, con la
finura de un velo de tul, se debe a la presentacin plana de los
breteles torcidos que adoptamos siguiendo a Griffiths. sta consis
te en una presentacin de la botella de Klein agujereada hecha de
dos bandas de Moebius aplanadas, lado a lado.
a - En una estofa uniltera
La banda de Moebius agujereada es el prototipo de la estofa
uniltera con dos componentes de borde.
Fig. 28
Aqu, el rasgo (el invariante) de la orientacin de la estofa y del
cambio o el mantenimiento de la orientacin se pierde porque la
estofa es uniltera desde un principio. (Es imposible hacerla
biltera con el agregado de breteles o puentes torcidos o no.)
El puente sin semitorsin aparente colocado entre dos com
ponentes de borde de una banda de Moebius agujereada da una
parte trica.
269
Fig. 29
As, el montaje equivale a tres bandas de Moebius compuestas
de conformidad con el teorema principal de la teora de las
superficies topolgicas intrnsecas (vase captulo II). Podramos
considerar que el puente no torcido aporta dos semitorsiones, que
aparecen sobre dos breteles distintos una vez aplanado, si la
presentacin escogida no fuera la del nmero mnimo de breteles
torcidos aplanados. Por lo tanto, directamente tenemos el schema
de Griffiths en s mismo.
Fig. 30
Podemos decir, en consecuencia, que sobre unaestofauniltera
un puente sin semitorsin aparente es un puente no torcido.
El puente con semitorsin aparente entre dos componentes
de borde de una banda de Moebius agujereada requiere otra lectura
del montaje para que podamos determinar su carcter torcido o no
con la ayuda de lo que ya hemos establecido.
Fig. 31
270
Basta con proponer otra descripcin de este objeto para ver que
est hecho de la composicin de un bretel sobre un mismo
componente de borde de una estofa que podemos describir. Y
comprobar que se trata de una botella de Klein agujereada (cuyo
nmero de borde es uno), sobre la cual se agrega un bretel con una
semitorsin aparente. Esta semitorsin es efectiva porque no
cambia el nmero de borde.
Fig. 32
En la botella de Klein agujereada y aplanada hay dos breteles
con semitorsin efectiva. Si le agregamos un bretel suplementario,
la estofa implica tres de ellas. El teorema principal nos asegura que
se trata entonces de una sola banda de Moebius compuesta con un
toro agujereado. Nuestra estofa, por lo tanto, no tiene ms que una
sola semitorsin efectiva sobre un bretel agregado a un mismo
componente de borde.
De manera retroactiva, al reconsiderar la descripcin inicial de
esta estofa, en la que sta estaba construido como una banda de
Moebius con un agujero, sobre la cual agregbamos un puente
provisto de una semitorsin aparente, podemos deducir que este
puente es no torcido. Esto, en razn de que la descripcin del
montaje obtenido es la de una banda de Moebius compuesta con
una parte trica, sin otra semitorsin efectiva que la de la banda de
Moebius agujereada del comienzo. Cosa que podemos mostrar
mediante un cambio de presentacin.
Desplazamos el agujero al borde del cual se engancha
el puente con una semitorsin aparente
271
Al pasar el pliegue, la semitorsin
del puente se deshace. Presentamos la estofa
segn el schema de Griffiths
Fig. 33
De tal modo, podemos afirmar que, sobre una estofa uniltero,
un puente con semitorsin aparente es un puente no torcido.
5. Desmontaje de las estofas segn sus breteles
Podemos calcular lo intrnseco de una estofa mediante un
desmontaje de sta. Se trata de aplicar al revs los resultados del
captulo III acerca de la presencia o la ausencia de semitorsiones
efectivas sobre un brete!.
Tomemos un ejemplo de la superficie de tensin del nudo
borromeo de tres redondeles.
Esta estofa puede presentarse, por deformacin,
como una composicin de bandas
Seleccionemos un bretel montado
sobre un mismo componente de
borde de la estofa que obtendre
mos sacndola
Obtenemos un bretel separado y una
estofa que tiene dos componentes de
borde
Fig. 34
272
La variacin del nmero de borde nos indica que la semitorsin
del bretel sacado slo era aparente, dado que, agregada a la
estofa obtenida, tela comn, genera un componente de borde
suplementario.
Prosigamos la descomposicin.
Al quitar este bretel, reconocemos una estofa compuesta por una
banda con tres semitorsiones y un bretel con dos
semitorsiones, que sacamos.
Fig. 35
Mediante esta descomposicin, pasamos de una estofa con dos
componentes de borde a otro con uno solo. Lo que ocurre es que,
a la inversa, el bretel (de dos semitorsiones aparentes) agregado a
la banda con tres semitorsiones carece de semitorsin efectiva. La
banda con tres semitorsiones es, de manera intrnseca, una banda
de Mcebius.
A partir de esta descomposicin podemos concluir que la
superficie de tensin del nudo borromeo es, de manera intrnseca,
un montaje de una banda de Moebius y dos breteles sin semitorsin,
o sea una banda de Mcebius con dos agujeros.
Lo intrnseco de la
superficie de tensin
del nudo borromeo
(vase captulo I)
Fig. 36
L a t o p o l o g a d e s u p e r f i c i e
DE LOS SCHEMAS DE LACAN
Conclusin
Lo dicho a medias solidario de la estofa
Cierre de los schemas en la superficie del plano proyectivo
AGUJ ERO IMAGINABLE
Ahora que el lector dispone de los medios de ejercitarse en la
prctica de las superficies topolgicas intrnsecas, podemos colo
car en la estofa que sostiene su cierre, como en una pieza de
jacquard legible, los schemas L y R, de los que nos ocupamos en
la Introduccin (p. 18), y luego el schema I (E., p. 571; o).
Los schemas R y L, trazados por el doctor Lacan, presentan en
la estructura del sujeto dos modos de composicin distintos de la
percepcin y la conciencia.
El schema I se ofrece como la estructura del sujeto al trmino
del proceso psictico.
La estofa del plano proyectivo sostiene la identificacin de
cada uno de los tres schemas tomados por separado, segn unos
elementos homlogos que se encuentran en cada uno de ellos (E.,
p. 553, nota I ; o).
La articulacin de los schemas de Lacan entre s tiene su razn,
entonces, en la superficie de esta estofa. Slo cuando llegamos a
disponer esos schemas en esta situacin se establece, como razn,
que el schema L se obtiene a partir del schema R por la retraccin
de la zona R y, asimismo, que es habitual transformar el schema R
en schema I, de acuerdo con las indicaciones dadas por el doctor
Lacan en sus escritos (E., p. 563; o). Puesto que esas transforma
ciones entre los schemas apelan a la lgica del conjunto de los
trayectos pertinentes en la estofa; trayectos que el doctor Lacan
supo leer, pues en todo momento los comenta en su enseanza de
manera estricta.
Colocamos esos schemas sobre el plano proyectivo agujerea
do. En un primer caso concerniente a los schemas R y L, est
agujereado una vez; en un segundo caso, en relacin con el schema
I, est agujereado tres veces. Llegamos a ello gracias a diversas
presentaciones del schemaF en el plano proyectivo agujereado dos
veces. El cierre de uno de esos dos agujeros organiza la discusin
de las diferentes presentaciones en el primer caso; un agujero
suplementario, y bien colocado, conduce a la presentacin del
segundo caso.
El agujero imaginable como ruptura de superficie encuentra
aqu una nueva funcin. Para la presentacin del plano proyectivo
sumergido en tres dimensiones es necesario un agujero imaginable,
con la venta ja de presentar una singularidad que es una falta, en vez
277
de ser un aadido, como sucede en la inmersin. Ahora, el agujero
imaginable, designado mediante letras, sirve para la discusin de
diferentes presentaciones de un mismo objeto, antes de que el
doctor Lacan denomine explcitamente esos agujeros. Esto permi
te elaborar el comentario de la estructura del sujeto en el transcurso
del proceso de la psicosis, sobre todo si ya se sabe entender que
esos agujeros se anudan a continuacin de manera extrnseca, y en
qu sentido el nudo se elide en la estofa.
Los schemas L y R son susceptibles de cerrarse sobre el plano
proyecti vo no agujereado pero, como no dibujamos tales estofas en
el cuerpo de nuestra obra porque no se las puede sumergir en el
espacio al que se supone intuitivo, rechazamos esas dos solucio
nes en el Apndice (p. 323). Concluimos aqu esta obra con la
presentacin del cierre de los schemas R y L en la superficie del
plano proyectivo agujereado. Este cierre, por lo tanto, es parcial,
pero lo que le falta se localiza con precisin.
1. El schema R cerrado segn la superficie del plano proyectivo
agujereado
a - La figura con la hendidura transversa
Constituimos el plano proyectivo partiendo del schema F.
Fig. 1
Si se estira de manera continua hacia arriba y la izquierda la
estofa sobre la cual est trazado el schema F, no construimos una
encrucijada de bandas segn el procedimiento ms simple mostra
do en el ltimo captulo.
Aqu, deformamos esos dos esbozos de breteles, siempre para
realizar una encrucijada de bandas torcidas. En el procedimiento
ms simple, los lados opuestos del cuadrado inicial se identifican
dos a dos, respetando su sentido o invirtindolo (toro, botella de
Klein, plano proyectivo).
278
En este procedimiento ms complicado, slo una porcin de los
lados participa en la identificacin. Esto, a fin de seguir las
indicaciones de Lacan, cuando identifica los puntos i con I y m con
M, marcados en el contorno de su schema.
Fig.2
Fig. 3
Esta pri mera solucin se caracteriza por un curioso pinzamiento
en m e / de la zona rayada.
El doctor Lacan provoc una tensin entre la identificacin de
los lados de un cuadrado para formar una encrucijada de bandas y
su schema R, al disponer a su manera las letras y las zonas de su
schema. Ms adelante mostraremos la deformacin del schema
necesaria para la realizacin de la encrucijada de bandas torcidas
segn el procedimiento ms simple. A partir de la disposicin del
schema R, la realizacin de la encrucijada de bandas torcidas se
deforma. En ambos casos, se impone la construccin de un plano
proyectivo a partir de un cuadrado, y el arte de Lacan consisti en
haber introducido en ella la subversin en que siempre se evoca el
procedimiento habitual que vincula el cuadrado, como un retazo
utilizable de tela para camisas, con el plano proyectivo.
279
Fig.4
El aspecto menos simple de esta solucin obedece a las condi
ciones impuestas a las letras situadas en el borde del schema.
Para comprobar la situacin de esta primera solucin, cerramos
uno de los dos agujeros de ese plano proyectivo agujereado dos
veces (vase captulo VIII, p. 257). Para ello, deformamos levemente
la figura colocando las dos bandas plegadas de tal manera que una
se extienda a lo largo de la otra.
Fig.5
En esta presentacin de nuestra encrucijada de bandas torcidas,
un componente de su borde aparece delimitando un agujero
imaginable en una banda de Mcebius. Comenzamos a retraerlo.
280
Fig.6
Las letras del schema F siguen esta deformacin de manera
continua, hasta reducir el agujero a su ms simple expresin.
Fig. 7
Donde podemos ver con claridad que, en efecto, hay un agujero
en una banda de Moebius.
Esta banda de Moebius agujereada presenta la particularidad de
tener un agujero, a travs de la zona rayada: lo denominaremos con
la ayuda de las letras I, i, m, M. Esta zona rayada es precisamente
la zona ms identi ficable como una banda de Moebius en el schema
F de partida, de acuerdo con la indicacin dada por Lacan a
propsito del schema R. Cerramos ese agujero todava presente en
nuestro ltimo dibujo, a fin de lograr la identificacin de los lados
del schema F. Este impone la distribucin de las letras en dos pares
(I, ) y (/., M), porque designan dos puntos distintos, y sus letras
respectivas designan ahora un mismo punto. Ese agujero aparece
entonces en nuestro dibujo como una hendidura tendida entre esos
pares a travs de una banda de Moebius. La composicin de
Percepcin y Concienciase realiza en la sucesin de las dos aristas
que, unidas, forman un ocho interior que efecta un doble giro en
el plano proyectivo.
281
Cuando la hendidura se cierre, ya no quedar ms que un
agu jero en el plano proyectivo, el punto designado por las letras S
y A. Que ese punto sea aqu el lugar de un agujero en la superficie
del plano proyectivo no representa necesariamente un obstculo a
la identificacin de las flechas AI y S . Estas flechas son
respectivamente los Signos de percepcin y lo Preconsciente
de Freud. No hemos realizado su identificacin en el dibujo de esta
primera solucin de cierre del schema F, como lo haremos ms
adelante. La primera solucin slo se esboza aqu, a fin de
compararla con las siguientes.
Hay que sealar que, por primera vez gracias a nuestro schema
F, los dos tringulos del schema R demuestran ser las dos caras
opuestas de una banda bipartita, como un cinturn de percalina,
uno de cuyos componentes de borde est cosido a lo largo de la
zona /^del schema cerrado como banda de Moebius.
a - La figura no inmediata
Partamos nuevamente del schema F para proponer otra solu
cin. Esta vez comenzamos por identificar la zona rayada en una
banda de Moebius. Seguimos con ello las indicaciones aportadas
por el doctor Lacan en su nota de 1966. Percepcin y Conciencia
se componen en un doble giro que confirma la orientacin de
nuestro schema F. Se identifican los puntos I, i y M, m.
Fig. 8
Quedan por identificar las otras porciones del borde de ese
schema, de manera de convenir en la coherencia del conjunto que
debe conducir a un plano proyectivo, ya que lo que exhibe el
esquema R es un plano proyectivo (E., p. 553, nota 1; o).
Estiremos de manera continua, hasta darles un aspecto cuadran gu
iar, los dos tringulos que, en su cara visible, son I y S-
282
El grosor del trazo indica de dnde proviene cada porcin de
borde. Los trazos gruesos son puntos que se estiran como lneas
que componen el borde de nuestra estofa agujereada en lugar de
esos puntos. Esos agujeros son puntos del plano proyectivo no
agujereado. Pero en nuestros dibujos, en el plano proyectivo
agujereado, son componentes del borde.
Luego cerramos nuestros dos tringulos en una banda que
presenta una semitorsin, donde se comprueba que se oponen
como las dos caras de una estofa. Al no formar los puntos S y A ms
que uno solo, hay que sealar que las flechas AI y Si se identifican
en ese momento en una misma arista que conjuga los Signos de
percepcin y lo Preconsciente de Freud.
El schema F, entonces, est cerrado, porque sus elementos se
identifican entre s y son identificables en la superficie del plano
proyectivo, mediante lo cual se sabe que los agujeros son puntos
de esta superficie topolgica cerrada.
Para verificarlo, planteamos ahora la cuestin del cierre de uno
u otro de los componentes de borde de ese plano proyectivo con
dos agujeros. Disponemos el ltimo bretel torcido, el que acaba de
constituirse, de manera que se extienda a lo largo de la banda de
Mcebius de la zona rayada.
Fig. 11
En esta nueva presentacin, el componente de borde que
delimita el agujero 1/ aparece mejor como un agujero imaginable
en una banda de Moebius cuyo agujero moebiano es el punto nzM.
El agu jero esfrico tiende a cerrarse en un punto 1.
Fig. 12
Concluimos con esta transformacin al cerrar el agujero /1.
Fig. 13
Tambin esta vez se trata de una solucin sorprendente en que
la banda de Moebius rayada, como un pauelo de madrs, no es
mediana. Es preciso que expliquemos esta situacin.
284
Mostramos que esta solucin corresponde an a una banda de
Mcebius cuya zona rayada constituye el corte medio, en este caso
ampliado. Para ello hacemos un agujero cualquiera en la zona
biltera SI, aqu en la cara visible S, en la parte baja de la figura.
1. Primera figura mediana
Fig. 14
Ese agujero no corresponde a ningn par de letras del schema
F. Lo ampliamos, con la precaucin de no tocar las lneas del
schema; vamos a intercambiar las funciones del agujero moebiano
y ese agu jero esfrico (vase captulo VIII, p. 259).
Fig. 15
Agrandamos an ms el agujero. Luego hacemos que pase el
pliegue de la banda de Mcebius, en la figura siguiente.
285
Fig. 16
A continuacin, una primera transformacin de inmersin
permite hacer pasar un bretel, definido por la deformacin del
agujero, por encima de la zona rayada.
Fig. 17
Resulta fcil entonces desplazar este bretel plegado de la
izquierda hacia la derecha...
Fig. 18
.. .despus de haber hecho que describiera un giro completo por el
exterior de la figura. Reducimos el agujero esfrico, que ahora
aparece como en el captulo VIII.
286
Fig. 19
Empieza a verse que ese agujero delimita el punto mM; prolon
gamos la reduccin del tamao del agujero...
Fig. 20
.. .hasta cerrarlo en ese punto mM.
Fig. 21
En donde comprobamos que se trata claramente de una banda
de Moebius cuya zona en s misma otra banda de Moebius, es la
zona mediana. Pero donde, contrariamente a la primera solucin
esbozada, el agujero moebiano no es el punto SA. Aqu, ese
agujero slo es accesorio, destinado a sumergir el plano proyecti vo
en nuestro espacio y, con ello, a ofrecerlo a la mirada sin otra
singularidad que ese agujero.
Esta figura es la primera en que podemos leer las consecuencias
de la identificacin de los lados del schema F, por lo tanto del
schema R. Los puntos de ese schema estn dispuestos en ella como
en la superficie del plano proyectivo, y la zona ^rayada est
287
delimitada por el doble giro, de manera de resolver la tensin
producida por el doctor Lacan entre su schema R y el cierre
habitual del cuadrado en un plano proyectivo.
Para mostrar que siempre se trata de la solucin dada desde el
primer caso, retomamos el intercambio del agujero mM con otro
agujero que no tiene nombre, en un intercambio del primero con el
agujero S A, en la funcin del agujero moebiano.
2. Segunda figura mediana
Partamos nuevamente de la figura 13 (p. 284), en que abrimos
un agujero esfrico en el punto SA.
Fig. 22
Agrandamos de manera continua el tamao de ese agujero...
.. .y obtenemos una encrucijada de bandas plegadas...
Fig. 23
288
Fig. 24
.. .una de las cuales, por inmersin de la estofa, atraviesa el otro
bretel y pasa ahora por encima de la zona rayada.
Este bretel pasa
Fig. 26
Luego retraemos el agujero esfrico que se form en oportuni
dad de esas deformaciones, y comprobamos que nos encontramos
en presencia de una banda de Moebius agujereada en mM.
Fig. 25
de izquierda a derecha en nuestro dibujo.
289
A
El agu jero mM se cierra para dar una banda de Moebius, cuya
zona ^.es la zona mediana y cuyo agujero perifrico y central es el
punto SA.
Fig. 27
Fig. 28
Damos ahora una tercera solucin de la identificacin de los
lados del schema F, volviendo a partir una tercera vez de este
schema. Se trata de la solucin ms simple de la construccin de
una banda de Moebius a partir de un cuadrado: llevar al mismo
resultado que la ltima presentada.
a - La figura transversa
La construccin ms conocida de la banda de Moebius (vase
captulo VII, p. 239) corresponde a la identificacin de dos lados
opuestos de un cuadrado cuyo sentido se ha invertido. Aqu, en el
caso del schema F, cuando ste proviene del schema R, la dificul
tad obedece a que el doctor Lacan slo da indicaciones en relacin
con los puntos i, M, m, I, colocados oblicuamente en el schema.
En vez de obtener encrucijadas de bandas sorprendentes, sor
prendemos a los lectores acostumbrados a la presentacin del
schema R al deformar de manera continua nuestro schema F. La
290
construccin que realizamos ahora ya se mostr en el caso general
(captulo VII, p. 239). Como lo explicbamos entonces, deforma
mos los dos ngulos S y A del cuadrado que forma el schema F.
Esos puntos ampliados nos permiten situar el lugar de la pastilla
esfrica que puede llegar a agregarse a la banda de Moebius para
cerrarla como plano proyectivo.
Fig. 29
El permetro de ese disco est deformado, como lo hacamos en
nuestro texto, para obtener una figura cuadrada que se presta de
manera ms directa a la identificacin de la banda de Moebius.
/ M
m I
Fig. 30
Para identificar los puntos i, I y m, M, de acuerdo con la
indicacin de Lacan, los presentamos frente a frente despus de
haber efectuado una semitorsin.
A
Fig. 31
Esta situacin da el resultado ya obtenido en la figura 28.
291
A
Fig. 32
Estos tres modos de identificacin del schema F son
equivalentes entre s, como lo establecen nuestras diferentes
mostraciones. Siempre basta con admitir que la banda de Moebius
es el plano proyectivo agujereado una vez. La equivalencia de las
soluciones obtenidas se verifica para el plano proyectivo real. Esas
soluciones del cierre del schema de una misma y nica manera se
distinguen en cuanto sumersiones diferentes del plano proyectivo,
por medio de agujeros practicados en puntos diferentes de la
estofa. Abrimos y cerramos los agujeros de manera indiferente; a
fin de realizar la sumersin, slo se mantiene necesariamente un
agujero moebiano. Se trata del modo nico de cierre del schema R
en la superficie del plano proyectivo.
En la figura 7, el agujero moebiano est en SA y hay otro
agujero a lo largo del segmento Im o tM, como se quiera.
En la figura 13, el agujero moebiano est en mM.
En la figura 21, el agujero est en la pastilla esfrica (es una
zona biltera cuyas caras son lo Imaginario y lo Simblico del
schema R). En la figura 14, ese agujero se realiz en la zona visible
S Hay que saber que esta cara est adosada a la zona /que, por lo
tanto, tambin es horadada por el mismo agujero.
En la figura 28, el agujero moebiano se hace en el punto SA.
Lo mismo ocurre en la figura 32.
2. El schema L cerrado segn la superficie del plano proyectivo
agujereado
a - La retraccin
Al estar cerrado el schemaRenlasuperficie del plano proyectivo
agujereado dos veces, el cierre de uno de esos dos agujeros nos
muestra cmo se lo puede disponer cerrado en la superficie de una
banda de Moebius. Deducimos de ello el modo de cierre del schema
L en esa misma estofa.
292
En nuestro schema F, la zona ^interrumpe el trayecto (AS) que,
desde Freud y en Lacan, es la arista Ies de sus schemas. El circuito
Ies no est trazado en el schema R pero puede leerse en l: lo hemos
deducido del schema L mediante nuestro schema F. Comprende
mos ahora de qu manera puede cerrarse ese circuito Ies en el
schema L: al retraer la zona 5(de modo que Percepcin y Concien
cia se atraviesen (im, IM), mientras que estos dos vectores se
prolongan recprocamente en la superficie del plano proyectivo
para formar el borde nico de la zona % el nico corte concebible
de doble giro en el schema R. En el schema L, el corte de doble giro
se atraviesa y forma entonces el giro nico, el corte impensable
mediano de la banda de Moebius. El lugar diferente del agujero
moebiano en el plano proyectivo da dos soluciones equivalentes.
En el caso de la figura 21, obtenemos la siguiente:
(vase E., p. 429; II)
Fig. 33
En el caso de las figuras 7, 28 y 32, la retraccin da:
Estas dos ltimas figuras presentan el cierre del schema L en la
superficie del plano proyectivo agujereado una vez, cada una en un
punto diferente. Aqu podemos leer lo que Lacan ensea sobre la
situacin analtica. sta no se establece nicamente mediante la
presencia de dos sujetos, sino con cuatro trminos necesarios: el
Sujeto y el Otro, provistos de dos objetos, el yo y el otro (E., p. 429;
11). En la figura 33 leemos ms fcilmente que en la figura 34 de
293
dnde vienen esos cuatro trminos en el schemaL exhibido. En la
estructura, los que se escinden son los elementos (S, A) y (a, a ),
y la terminacin del anlisis se alcanza cuando se hace asumir al
sujeto esta soledad con su otro. En ese estado, de atravesamiento
de la percepcin y la conciencia, el circuito del inconsciente est
cerrado.
3. El schema I, producto de la superficie del plano proyectivo
agujereado
a - La caricatura: el paso del schema R al schema I
Prolonguemos este cierre del schema R para mostrar cmo se
cierra el schema 1(E., p. 571; o) en la superficie del plano
proyectivo.
Aqul es producido por la deformacin del schema R que hace
que lo Creado I pase a asumir el lugar vacante de la Ley en P (E.,
p. 563; o). Esto a fin de dar cuenta del delirio de Schreber hasta
llegar a una caricatura de la estructura.
Para realizar esa deformacin, hay que saber que debemos
practicar un agujero aa en la zona % segn se comprueba en el
transcurso de la mostracin. Los agujeros P() y <t>() se formaron
respectivamente en lo Simblico y lo Imaginario, y una parte del
schema rodea el agujero P(), lo que lleva a 1del lado en que se
encontraba P.
Recordemos que en el schema R, el punto P estaba situado en
el lugar anotado A. El efecto de la carencia significante en ese sitio
produce un rictus de la estructura entre I y A.
El schema I se presenta como un schema R horadado por tres
agujeros. El doctor Lacan no dice nada del agujero aa en su escrito
de 1956, con lo que deja algo que debern penetrar los glosadores
del futuro (E., p. 580; o).
Ese agujero aa es esencial en el paso del schema R al schema
I, y en la discusin de la correspondencia de los agujeros P(| y 0().
Es en relacin con esta correspondencia que se plante la cuestin
preliminar al tratamiento de las cosas psi (la psicosis para los
retrasados que quedan subdesarrollados por ser los sujetos que
soportan nuestra cultura industrial).
Conviene responder a la cuestin de saber si el agujero <I>0(en
lo Imaginario) es el efecto del agujero P() (en lo Simblico) (E.,
p. 571; o), es decir, si la repulsin producida por la castracin
est ligada a un defecto relativo al tratamiento, por el lenguaje, de
la imposibilidad de decir por medio de una metfora; o si es el
efecto de la elisin del falo reducido por el sujeto a la hiancia
mortfera del estadio del espejo para resolver en un segundo grado
294
esa hiancia en lo Imaginario (E., p. 571; o), es decir, si el temor
a la castracin es nicamente la consecuencia de la prematuracin
humana.
Es falso que no sea ste el segundo trmino de la alternativa; en
verdad, incluso se lo puede dar por adquirido; pero lo cierto es que
es falso que no debamos responder a su primer trmino por la
afirmativa, y as coordinarlos. Esto equivale a interrogar la articu
lacin del falo y la metfora paterna.
El falo es un trmino de la tradicin, pero es el significante de
la operacin de la ausencia de la madre. El padre se convierte en
el significante que metaforiza el falo bajo el aspecto del padre
muerto, debido a su desaparicin en su fundamento. Es este acto
el que falta en el caso de Schreber.
Ahora bien, en el primer captulo decamos que la funcin
paterna se anuda, en primer trmino, entre los vrtices I y A del
schema R, lugar del juicio de atribucin, o sea el segmento en que
se distinguen los Signos de percepcin de laPercepcin (E., p. 558;
o), Retomadaen el juicio de existencia, esta distincin compete,
en esa etapa de la enseanza de Lacan, al funcionamiento de
conjunto de esos schemas y estofas: es la funcin del trazo unario,
el perfil de su estructura de trazo como un corte.
La funcin de ese trazo no es inerte, resulta primordial en el acto
de la escritura y su correlato, el de la lectura. Se trata claramente
de la prctica de esa estructura que consiste en dividir en una
conjuncin, en reunir separando.
Sigamos ahora los desplazamientos de a y a entre esos schemas,
para leer en ellos que correlativamente al contorno del agujero P
por 1, para llegar a ocupar el lugar de P, se produce un contorno del
agujero <I>(1por i, que viene a ocupar el lugar vacante del falo y
provoca una hinchazn de la personalidad que se amolda a ese
pequeo i Otro muy poco fraternal.
Retomemos nuestra construccin a partir del schema R marca
do por tres agujeros. Son P(), O0y aa.
Fig. 35
Identifiquemos ese schema agujereado en u na banda de Moebius,
como lo hicimos con el schemaF, y por consiguiente con el schema
R, con las figuras 28 y 32. Se presenta as, siempre horadado por
los mismos agujeros.
295
Fig. 36
Planteamos que en el schema I el plano proyectivo est aguje
reado tres veces, y mostramos la necesidad de esos tres agujeros
efectuando la transformacin producida durante el delirio, para
concluir en el schema de la estructura del sujeto al trmino del
proceso psictico (E., p. 571; o).
En esta figura utilizamos uno cualquiera de esos agujeros, aqu
0 (1 como agujero moebiano. Y obtendremos el schema I al
intercambiar los agujeros <>0y aa (vase captulo VIII, p. 259), en
esta funcin que permite realizar la sumersin de la estructura
horadada.
Deformamos el agujero aa , a fin de hacer que pase la lnea de
pliegue de la parte de arriba de la figura.
Fig. 37
Prolongamos esta deformacin extendiendo an ms el rea del
agujero aa .
Fig. 38
296
Lo creado I puede pasar entonces de la izquierda a la derecha
de la figura, rodeando por debajo el agujero P() para llegar a ocupar
el lugar P (E., p. 563; o).
Fig. 39
Luego damos vuelta el bretel alargado sobre la izquierda de la
figura para hacer que pase al lado derecho. Obtenemos la siguiente
situacin, ya muy cercana al cierre del schema I.
El hecho de que el agujero aa est en la zona ^rayada no es
indiferente para llegar a la doble curva de la hiprbola que
demuestra ser un nico crculo sumergido en el plano proyectivo.
Es el tratamiento de las cnicas que, con Desargues, cambi
claramente desde los griegos.
Fig. 40
Podemos seguir este cambio de presentacin al sealar que si
bien los puntos P , <>() y aa no cambiaron de lugaraa slo fue
agrandado, comienzan a cambiar de funcin.
Pero en esta situacin el agujero 0(| no puede todava cerrarse
en una sumersin simple.
Realizamos una transformacin de inmersin en esta figura a
fin de pasar uno de los breteles de la encrucijada, que antes pasaba
por encima, por debajo del otra.
297
Fig. 41
Esto se lee en la parte de arriba de la figura, a la altura del rombo
situado por debajo de las lneas de pliegue. Y es mediante la
retraccin del agujero <t>, convertido en un agujero esfrico, que
fue reemplazado en su funcin moebianaporel agujero ca, como
obtenemos el schema I, cerrado como corresponde a una hiprbola
y sus asntotas en la superficie del plano proyectivo. Aqu el plano
proyectivo est agujereado en aa y se dibuja en una banda de
Moebius sumergible en el espacio tres.
Fig. 42
Leemos en la parte de abajo de esta figura el schema I (E., p.
571) que se revela como un detalle de nuestro dibujo precedente.
Fig. 43
Nuestra presentacin del schema I en la superficie del plano
proyectivo realiza la identificacin indicada desde el schema R de
los puntos li y mM. stos se reagrupan i con I y m con M al hacerlos
circular por las ramas de la hiprbola terminada.
298
Estos cierres de los schemas correlativos de cortes y aberturas
se producen sobre las paredes de una muy curiosa caverna, como
manguito de felpa de escaso uso. Al proyectar los operadores de
esta matemtica con la que verdaderamente habr que familiari
zarse, diremos en lgicaen qu sentido la borradura, la indistincin,
son necesarias para estas inversiones. En el caso de Schreber, la
presencia del agujero aa en la zona ^rayada limita su funciona
miento, su retraccin: el modo de cierre del inconsciente no puede
producirse. Es por esa borradura, por esa retraccin, que esta
topologa nunca ser turstica; el sujeto que se consagra a ella tiene
el deberconstantede reasumirla: ellaes la nica severidad [svrit]
que se sostiene, al cercenarlo de la verdad [vrit]. Por nuestra
parte, consideramos que esta posicin no es inaccesible, y es por
eso que proponemos desde ahora su estudio. Lo imposible de esta
estructura nos transmite el perfil de su funcionamiento. Por ser
estructura de lenguaje, por tener efecto de palabra, el ssamo del
inconsciente no es insoluble, pero exige del analista que vuelva al
modo de su cierre (E., p. 838; w). Lacan tom de las indicaciones
de Freud los elementos de su topologa bajo el aspecto de hiancia,
latido, alternancia de succin. Hemos reducido las paredes de la
caverna a lo ms cercano posible a una combinatoria de elementos
limitados donde la funcin de borde juega en lo que se cierra.
299
L a r e p r e s e n t a c i n e n l a t o p o l o g a
Apndice
Elementos para una teora de la representacin y el objeto
Captulo I
La ausencia y el pozo
Topologas en la superficie del plano proyectivo
Como lo explicamos con precisin en el Apndice del fascculo
n 1, emprender un estudio de la topologa del plano proyectivo es
definir:
a) un espacio (una multiplicidad), y
b) las operaciones topolgicas (continuas) permitidas en ese
espacio.
De la definicin de esas transformaciones se deducen los
invariantes que caracterizan los objetos (subespacios).
El plano proyectivo real no puede sumergirse en el espacio de
dimensin tres, es decir que no puede ser representado en cuanto
tal (vase captulo II). No podemos elegirlo como multiplicidad de
nuestra topologa porque queremos presentarla mediante dibujos
o modelos factibles de construirse. Diferentes modelos (realiza
ciones) factibles de construirse en el espacio de dimensin tres, pol
lo tanto representables, pueden cumplir la funcin de la multiplici
dad necesaria para la buena definicin de nuestra topologa del
plano proyectivo, con la condicin de que las transformaciones
definidas dentro de esa multiplicidad correspondan a unas trans
formaciones definidas en el plano proyectivo real.
Vamos a limitar nuestra investigacin de la topologa del plano
proyectivo real a la topologa de dos tipos de objetos de este
espacio. Estos sern:
1) a - la topologa de los trayectos cerrados en el plano
proyectivo (sumersin de crculos en el plano proyectivo); y
a - las deformaciones isotpicas (continuas) de esos trayectos.
2) a - la topologa de los coloreados de las caras de una estofa
que tenga la estructura del plano proyectivo; y
a - el protocolo de coloreado correcto para la topologa del
plano proyectivo.
Para las necesidades de la representacin, varias realizaciones
(modelos, en tela de lino si se quiere) del plano proyectivo pueden
servir de multiplicidad. Consideraremos dos: el cross-cap (o gorro
cruzado) y la banda de Mcebius. Por estar sometidas a transforma-
303
ciones convenientes, dan cuenta rigurosamente de latopologa del
plano proyectivo real.
Por su parte, en s mismo el plano proyectivo real existe
independientemente (no hablaremos de l de otra manera que a
travs de esas realizaciones sujetas a restricciones precisas). El
plano proyectivo real es un ser matemtico definido por una serie
de expresiones matemticas. Este espacio se escribe, lo que le
asegura una consistencia real. Pero es imposible verlo o realizarlo
en cuanto tal en el espacio de dimensin tres. Algunos fsicos
pueden decirnos que en ciertos fenmenos estudiados por su
disciplina el espacio fsico tiene la estructura del plano proyectivo
real. No se trata de nuestro espacio sino del espacio en el cual se
efectan los fenmenos corpusculares en cuestin. Nuestro espa
cio puede ser el plano proyectivo real si lo planteamos como el
espacio del lenguaje. Las restricciones impuestas al significante
por el significante dan al lenguaje la estructura de un plano
proyectivo real. El campo freudiano presenta esta estructura con la
condicin de que no se lo abandone de plano, que se efecte algn
acto en l.
1. Topologa de los trayectos sometidos a deformaciones
continuas en la superficie del plano proyectivo real
Util izaremos como espacio de efectuacin de esta topologa del
plano proyectivo real la multiplicidad constituida por la superficie
matemtica que presenta una lnea llamada de inmersin (lnea de
puntos mltiples, lnea de puntos singulares o de recorte): la
llamaremos lnea de representacin porque slo sirve para repre
sentar esta estructura en el mundo de dimensin tres. Llamamos
cross-cap (o gorro cruzado)1a la estofa factible de construirse en
dimensin tres, a partir, por ejemplo, de un mantel de nanqun.
Se trata simplemente de una esfera
pinzada o cosida a lo largo de una
lnea de manera parcial
Fig. 1
Discutiremos la construccin de esta estofa en el segundo
captulo de este Apndice. Demormonos por el momento en esa
I . Algunos llaman cross-cap al objeto horadado por un agujero, o sea una banda
de Mcebius inmersa, segn el captulo II de esta obra. Ahora bien, la banda de
Mcebius puede sumergirse en el espacio de dimensin tres. De tal modo, no vemos
qu inters puede tener consagrar un estudio a una de esas inmersiones (vase
Georgin, Littoral n" 17, p. 164)
304
famosa lnea de puntos mltiples, singularidad efectivaen el cross-
cap (ese conjunto de puntos singulares no existe en el plano
proyectivo real). Esta estofa no pertenece, por lo tanto, a las que
estudiamos en este fascculo, en el que nos atenemos exclusiva
mente a las estofas sumergidas en el espacio de dimensin tres. En
la vecindad de esta lnea de puntos singulares (o mltiples) del
cross-cap, lnea que las estofas sumergidas no presentan, la estofa
se comporta localmente como un diedro, es decir, la interseccin
de dos capas de estofa.
Fig. 2
En su conjunto se trata, en el caso del cross-cap, de ser el cierre
original y especfico de un diedro.
Para que el lector se haga una buena descripcin de esta
multiplicidad inicial, mostramos el cross-cap cortado a lo largo de
una curva que toca esa lnea singular.
Fig. 3
El perfil del corte que define dos bordes sobre cada una de las
dos mitades es un ocho. La lnea singular es simple, no hay que ver
en ella complicaciones pero s entender claramente que su descrip
cin se mantiene fuera de la presentacin de la topologa del plano
proyectivo real en la medida en que no est acompaada por un
protocolo de uso preciso.
a - Objetos
Para presentar esta topologa, tenemos que precisar, con res
pecto a objetos (subespacios) de ese espacio, que slo considera
mos aqu los trayectos cerrados solidarios de laestofadel cross-cap
que respetan localmente, a lo largo de la lnea de singularidad, la
capa del diedro que siguen.
305
Trayecto rechazado
Fig. 4
En otras palabras, cuando un trayecto toca la lnea de singula
ridad al alcanzarla a lo largo de una capa de estofa:
O!- debe proseguir su recorrido sobre la misma capa atravesan
do la otra capa de estofa, y sobre todo sin valerse de ella (vase
figura 4); y
02- ese trayecto no se corta a s mismo ms que al pasar esta
lnea (inmersin del crculo en la superficie del cross-cap).
Fig. 5
Los trayectos inmergidos de esta manera estricta en la superfi
cie del cross-cap lo son en el espacio R3, donde aqul est
construido. Corresponden a los trayectos sumergidos en el plano
proyectivo real.
a - Transformaciones
Las transformaciones a las que sometemos esos trayectos son
deformaciones continuas que los hacen solidarios de la estofa,
como sus lados lo son del sedoso.
Tj: estas transformaciones obligan a los trayectos incluidos en
una capa del diedro local, cuando tocan la lnea de singularidad, a
atravesar la otra.
Estos trayectos no pueden valerse de la otra capa.
Fig. 6
Trayecto admitido
306
Fig. 7
Dejamos para un estudio de las singularidades de inmersin,
que no es nuestro objetivo hacer aqu, la cuestin de la diferencia
que pueden presentar los dos puntos extremos de esa lnea de
singularidad. Con lo que hemos dicho, los trayectos se comportan
de manera tal que no dejan la estofa en la vecindad de esos dos
puntos, as como nunca lo abandonan en ningn punto.
Decimos que esas transformaciones son transformaciones de
inmersin u homotopa de los trayectos en el modelo inmergido
que es el cross-cap.
Una vez tenidas en cuenta estas precisiones, podemos efectuar
la transformacin (de un crculo en la superficie del cross-cap en
esta topologa del plano proyectivo), que ser una transformacin
topolgica en el plano proyectivo. Esto nos permitir acercarnos a
su estructura mediante el dibujo. Se trata entonces de un buen
modelo y una buena simulacin.
Partiendo de un punto fuera de la lnea
Estudiemos la extensin de un crculo alrededor de un punto,
con la precaucin de poner este punto fuera de la lnea de singula
ridad.
(0) Las flechas indicadoras de la exten- (1) Efectuamos una deformacin del
sin son utilizadas por el doctor Lacan en crculo
el schema I, marcadas en el borde de los
agujeros <f>0y P0(E., p. 571; o)
T,: estas transformaciones no autorizan a los trayectos a atrave
sarse" a s mismos salvo en el caso de que tengan puntos comunes
con la lnea de singularidad.
307
(2) Nuestro crculo toca la lnea de singularidad
y atraviesa la capa de estofa (transformacin
que respeta el criterio T,). El punteado indica
que el crculo se extiende sobre la capa que
est del otro lado del cross-cap y no es visible.
(5) Hacemos que nuestro trayecto gire
de manera continua y se mantenga
solidario de la estofa en torno de ese
punto extremo.
(3) La transformacin contina.
(4) Llevamos una interseccin del
trayecto con la lnea de representa
cin al punto extremo de esa lnea de
singularidad.
(6) El punto de interseccin de nues
tro trayecto y la lnea de representa
cin se separa del punto extremo 2.
(7) Hacemos la misma operacin pre
cedente hacia la parte de arriba. El
trayecto pasa ahora por el otro extre
mo de la lnea de singularidad. Una
parte punteada que prosigue detrs
del cross-cap va a poder ir hacia ade
lante en el dibujo siguiente.
2. El mismo dibujo aparece en posicin invertida en Scilicet 2/3, p. 130, fig. 15.
308
(8) Al pasar hacia adelante, la
parte que estaba punteada se
dibuja ahora con trazo lleno
(en la parte de arriba de la
figura, a la izquierda).
(9) Pero es preciso que la parte que estaba
dibujada con trazo lleno en la cara visible pase
atrs, punteada (arriba, a la derecha), para que
a continuacin el trayecto pueda dejar el punto
de interseccin superior respetando el criterio
T1, es decir, mantenindose solidario de la
misma capa del diedro.
(10) E l trayecto se separa del punto (11) Mediante la prolongacin de la
extremo ai desplazarse hacia abajo. transformacin continua, vemos a
nuestrocrculo disponerse como ocho
interior.
Flg.8
Ese ocho interior recorta en la estofa una banda de Moebius.
El resto de la estofa, si el lector sigui hasta el final nuestras
transformaciones, es la extensin del disco delimitado por nuestro
trayecto en la situacin de laque habamos partido (dibujo 0). A la
inversa, si comparamos la situacin presente (dibujo l l) con el
dibujo inicial, la parte que rodea el disco en cuestin (dibujo 0)
demuestra ser una banda de Moebius. El plano proyectivo se
compone, por lo tanto, de dos partes heterogneas en su estructura:
un disco y una banda de Moebius. Lo que no se ve con facilidad en
una figura nica pero se deduce de la distribucin que puede
advertirse entre nuestros dos dibujos extremos. Tenemos all,
claramente, una ilustracin de la estructura del fantasma en este
intercambio: cuando se ve uno de los trminos, el otro no se
reconoce; cuando se ve este ltimo, el que se pierde es aqul. Es
un primer elemento en la construccin del conectorque vincula los
dos trminos heterogneos articulados por el fantasma.
La lnea sin puntos
Un ltimo movimiento del crculo dispuesto como un ocho
interior genera la retraccin de la parte moebiana del plano
proyectivo, cuando ese crculo se confunde consigo mismo para
309
dar una simple lnea. Cada punto del crculo, orientado por una
flecha que indica la extensin, acaba por anular otro punto del
crculo provisto de una flecha opuesta. La lnea obtenida est hecha
de puntos que se anulan dos a dos.
Fig.9
Habida cuenta de la orientacin dada por las flechas, podemos
decir que esta lnea carece de puntos. En este momento, el con junto
de la estofa est constituida por la parte esfrica por s sola (la
extensin del disco del dibujo 0), vuelta a pegar segn un proce
dimiento especial. Esto constituye el segundo elemento necesario
en la construccin del conectar que vincula los dos trminos
heterogneos articulados por el fantasma.
Sealemos que, en nuestro protocolo de transformacin de los
trayectos en la superficie del cross-cap, nos prohibimos hacer que
esos trayectos se recorten en otros puntos que los de la lnea de
singularidad (lnea de inmersin). Lo que caracteriza la etapa de la
lnea sin puntos y la autoriza, es que todos los puntos se anulan.
Pero esta situacin es inestable a raz de su carcter excepcional.
Se trata del momento que el doctor Lacan design como del pase
en el discurso analtico, en que se atraviesa la curva de doble giro
del fantasma que estructura esta estofa. As, el doctor Lacan puede
hablar del atravesamiento del fantasma para el fin del anlisis.
Si proseguimos el movimiento segn el sentido de las flechas,
podemos restablecer la banda de Mcebius, pero la orientacin
relativa al trayecto muestra que hay algo que se invirti.
Fig. 10
Donde se ve que en el horizonte de su extensin, en la superficie
del plano proyecti vo, el movimiento del trayecto se convierte en la
310
intensin. As, pues, sin duda es, como lo dice Lacan, en el
horizonte mismo del psicoanlisis en extensin donde se anuda el
crculo interior del psicoanlisis en intensin ( Proposition du 9
octobre 1967, p. 27).
Esto se ve mucho mejor si retomamos al revs nuestra serie de
dibujos. A partir de la etapa en que nos encontramos aqu, podemos
retraer la parte esfrica del cross-cap, pero las flechas se invierten.
Si hubiramos partido de la siguiente situacin,
crculo interior como hiancia
del psicoanlisis en intensin"
Fig. 11
obtendramos, al final del recorrido, esta situacin en que el crculo
exterior del psicoanlisis en extensin est listo para identificarse
con el borde de la hiancia del psicoanlisis en intensin, luego de
haberse invertido.
Fig. 12
El fantasma que articula los dos elementos heterogneos se
anota mediante un conectar 0 que se lee: .. .punzn de.... Aqu
se presenta en trminos de estofas gracias a un crculo frontera
entre dos estofas heterogneas. Esta presentacin implica dos
elementos necesarios: 1) el de la oscilacin propia del fantasma; y
2) el del atravesamiento del fantasma, con la borradura de uno de
los trminos, pero presentando una inestabilidad o, mejor dicho,
una instantaneidad de poca habilidad. Ese lugar no es verdadera
mente turstico: cierra en el momento en que se llega a l, y cuando
abre uno ya no est all.
Por lo tanto, no se trata de que salgamos del fantasma sino de
que demos cuenta de l. Aqu no se propone ms que un enfoque
por lo Imaginario de la dimensin de ellos [dos].
En la banda de Mcebius, esos dos trminos pueden presentarse
en tres dibujos,
311
gracias a los cuales ejercitaremos nuestra lgica.
Fig. 13
2. Topologa de los coloreados de las caras de la estofa con una
estructura de plano proyectivo real
Mantendremos como espacio de efectuacin de esta topologa
del plano proyectivo la multiplicidad que constituye el cross-cap.
a - Objetos
Son los coloreados de las caras del cross-cap.
a - Transformaciones
El coloreado se extiende de manera continua sobre las caras de
nuestro modelo, con la condicin de respetar, como en el caso de
los trayectos, el atravesamiento de la lnea de singularidad segn
el principio local del diedro. Si una capa de estofa en la vecindad
de la lnea de puntos mltiples (lnea de inmersin) lleva un color,
ste se mantiene en la misma capa y la misma cara luego de haber
atravesado la lnea de singularidad.
Fig. 14
Esto no obsta para que de la estofa en su con junto pueda decirse
verdaderamente que es uniltera, ya que un coloreado qqe no toca
ninguna frontera va a poder cubrir de manera continua la totalidad
de la estofa en sus dos caras, como en un muar antiguo. Una
porcin de plano proyectivo alrededor del diedro
3 12
es, segn nuestro protocolo de coloreado, biltera.
Fig. 15
1. Una sola cara est coloreada. 2. La segunda cara est
coloreada. Las dos caras del
diedro se distinguen claramente
Fig. 16
Las dos caras slo se ponen en continuidad a partir de un bretel
que rodea la lnea de singularidad (lnea de inmersin).
Fig. 17
El coloreado es unvoco, la estofa uniltera. De esta forma
puede captarse el carcter uniltero del conjunto.
A ttulo de ejercicio, nos proponemos colorear el cross-cap de
acuerdo con nuestro principio que consiste en atravesar la lnea de
singularidad (lnea de inmersin), cuando aqul lleva un trayecto
que lo separa en varias partes en diferentes situaciones.
Cambiamos de color cuando tocamos el trayecto que constitu
ye una frontera y no proseguimos el coloreado en la vecindad del
diedro sobre la cara visible: el coloreado contina en el interior del
objeto del cross-cap de manera no visible.
Fig. 18
313
Captulo II
La construccin inteligible
De la presentacin inmersa
de los estofas no orientables
1. Construccin del modelo inmerso del plano proyectivo
Se considera que el borde nico de una banda de Moebiiis puede
ser cerrado por una pastilla esfrica (disco), como es el caso de
cualquier componente de borde de una estofa con borde (vase
captulo II).
Ahora bien, cuando se trata de las estofas no orientables este
cierre no puede realizarse en el espacio de dimensin tres. Para ser
ms precisos, esta imposibilidad est vinculada al hecho de que
querramos cerrar el agujero de la banda de Moebius sin que esta
operacin creara singularidades, fuentes de confusin. Sin embar
go, esto es lo que no resulta posible. Hay que decidirse, por lo tanto,
a considerar el plano proyectivo slo una vez habida cuenta de
singularidades que falsean su concepcin.
La banda de Moebius es ya una solucin, porque se trata de un
plano proyectivo agujereado. El agujero es una singularidad que
noexiste en el plano proyectivo real. l inters de esta presentacin
del plano proyectivo como una banda de Moebius radica en el
hecho de que no hay otra singularidad que el agujero y que, por su
parte, la banda de Moebius puede hundirse ntegramente en el
espacio de dimensin tres, es decir que se la puede representar en
cuanto tal. As, pues, es la mejor representacin de la estructura.
La otra solucin consiste en construir un cross-cap que presente
una lnea de puntos singulares a partir de la banda de Moebius. Para
evitar una sobrecarga de singularidades que provoque confusin
con respecto a la estructura, construimos el cross-cap tomando
como lnea de puntos mltiples (lnea de inmersin) la lnea de
pliegue (lnea de perspectiva: lnea que no es un borde; vase
captulo I) de la banda de Moebius.
315
Consideremos un diedro hecho de la interseccin de dos
fragmentos de plano.
Fig. 1
Fig. 2
Plegamos una de las capas de ese diedro de tal manera que la
recta de interseccin de los dos fragmentos de plano sea tambin
la lnea de pliegue. En esta etapa, podemos suponer con bastante
faci I idad el n mero de espesores de estofa que hay en cada zona del
dibujo.
Fig. 3
Al identificar los dos bordes extremos de la capa plegada, mi y
M/, obtenemos una banda de Mcebius cuando M coincide con m e
I con i (mi, M). El borde de la banda de Mcebius est constituido
por el trayecto m/MI, o sea el trayecto milMin.
Fig.4
Es en la figura as obtenida de una banda de Moebius, en
interseccin segn su lnea de pliegue con un elemento del plano,
donde vamos a efectuar el cierre de ese borde mediante ese
fragmento de plano, al identificar, punto por punto, el borde de ste
con el borde de la banda de Moebius. Para realizar este cierre,
presentamos el disco rectangular (equivalencia topolgica) con
dos pliegues generados por la torsin de ese fragmento de plano.
Primer pliegue en el centro de la figura.
Fig. 5
Segundo pliegue, a la izquierda.
Fig. 6
Al desarrollar la otra parte de nuestro fragmento de plano hacia
atrs de la figura, podemos indicar, en el dibujo de esta construc
cin, el nmero de espesores de estofa que hay en cada zona.
317
Y es ai volver a cerrar esta construccin cuando obtenemos el
gorro cruzado.
Fig. 7
Fig. 8
Cerramos la construccin.
El gorro cruzado visto desde otro ngulo, donde aparece una lnea de pliegue
Fig. 9
Si se introduce aire a presin dentro del gorro cruzado del que
ahora partimos, ste se infla como una pelota; que se mantendr
pinzada a lo largo de la lnea de singularidad. sa ser entonces la
presentacin estndar del cross-cap. Este gorro cruzado es una
especie de gorro cuyo hueco es un magito cerrado como una
petaca. El gorro est cruzado en ocho interior, y al agujerearlo y dar
vuelta uno de los rizos de ese ocho, volvemos a encontrar el cross-
cap estndar.
cerrar esta construccin
318
Podemos aislar una porcin del plano proyectivo inmerso,
como en las figuras 15 y 16 del captulo precedente,
donde vemos esta vez el ocho interior
Fig. 10
La etapa de la figura 8antes de cerrar por completo el cross-cap
es la ms instructiva para nosotros. Gracias a esa construccin, se
capta el principio de la topologa de los coloreados del plano
proyectivo real sobre el cross-cap. Ese principio consiste en
atravesar la lnea de singularidad mantenindose en la misma capa
de estofa y del mismo lado de ste (vase captulo I de este
Apndice).
2. Relacin del modelo inmerso y el modelo agujereado
sumergido de la botella de Klein
La botella de Klein es la estofa inmersa que permite estudiar la
topologa de dos planos proyectivos compuestos entre s para
constituir una sola estofa sin borde uniltero y que no puede
sumergirse en el espacio de dimensin tres.
Como en el caso del cross-cap, donde hay discusin acerca de
la presencia o la ausencia de un agujero', puede discutirse la
presencia o la ausencia de una pastilla en medio del gollete. Si la
pastilla no se pone, se trata de una botella de Klein agujereada: pol
lo tanto, puede ser sumergida. La necesidad del modelo inmerso
obedece al hecho de que no hay agujero, y en consecuencia hay una
pastilla en medio del gollete.
Mostremos la transformacin continua del modelo inmerso de
la botella de Klein sin la pastilla. Obtendremos una 2-banda de
Moebius sumergida, o sea una botella de Klein agujereada.
1. Georgin, Littoral. n 17. p. 164.
319
Retiramos la pastilla, a la que suponemos en medio del gollete,
en el lugar donde ste atraviesa la estofa del cuerpo
de la botella (lnea de inmersin)
Fig. 11
Tracemos un grafo constituido: 1) por la lnea de inmersin convertida en un
borde de la estofa que encierra el gollete; 2) por una arista que une dos puntos
de ese borde y atraviesa su crculo, adems del hecho de seguir la parte
cilindrica que va desde el qollete hasta el fondo de la botella
Fig. 12
Ampliamos el borde de esa estofa en un crculo ms grande, por donde ahora
pasa la parte cilindrica. Ya no hay inmersin. Luego deformamos ese borde
alargndolo, de manera que se retraiga la arista suplementaria del grafo que
nos sirve de apoyo intuitivo
Fig. 13
320
Prolongamos esta transformacin, y el qrafo se deforma de este modo
Fig. 14
Retraemos una vez ms la parte de arriba;
en esta rotacin desaparece una lnea de pliegue, hasta formar una banda
Fig. 16
321
y luego tambin del otro lado
Fig. 15
Retraemos la porcin cilindrica que
presenta un puente con la arista de
nuestro grato incluida
Podemos darle esta presentacin
mediante una ampliacin del puente
que sealbamos anteriormente
Desplazamos hacia arriba la atadu
ra de la tira hasta hacer que pase
una semitorsin (vase captulo I)
La parte cilindrica puede ser defor
mada de este modo, con lo cual se
ve mejor el grafo
Fig. 17
Suprimimos las semitorsiones in
tiles y una lnea de pliegue de
arriba
Fig. 18
Se crea entonces una semitorsin
sobre esa tira, que puede retraerse
al prosequir su recorrido
Fig. 19
Esta estofa puede presentarse de manera
ms simtrica: se trata claramente de
dos bandas de Mcebius, o sea una
botella de Klein agujereada
(vase captulo II)
Fig. 20
322
Captulo III
El psicoanlisis adornado
con el prestigio del no es[pacio] (nespace)
I ,os schemas de Lacan en la superficie del cross-cap
1. El schema R y el schema L de Lacan en la superficie del plano
proyectivo inmerso
Es fcil, aunque poco directo, remitirse a la mostracin del
primer captulo de este Apndice, ms precisamente al dibujo 11
de la figura 8 y a las figuras 9 y 10, para situar el campo de la
realidad en el cross-cap. Es una banda de Moebius.
Fig. 1
Los puntos Ii y Mrn se identifican como en las figuras 28 y 32
de nuestra conclusin. Aqu, el agujero moebiano, cuyo borde est
cerrado por un disco que retraemos en un punto, para dar el punto
formado por la identificacin de S y A. Vemos cmo se traza el
circuito del inconsciente en un crculo en la superficie del cross-
cap. Ese circuito est abierto en razn de ser interrumpido por la
zona 'Jtde la realidad.
Los dos lados del schema F, AI y Si, orientados por una flecha,
se identifican igualmente aqu en una arista de grafo.
El corte (im, MI) se atraviesa mediante la retraccin del campo
R de la realidad, para dar una lnea sin puntos.
323
Fig.2
Aqu, el circuito del inconsciente se cierra apenas durante un
instante: se trata entonces de la sumersin del cierre del schema L
en la superficie del plano proyectivo inmerso.
Al recortar esos dos objetos siguiendo la lnea que separa los
puntos identificados, se obtiene, en ambos casos, un cuadrado que
dibuja los schemas R y L de Lacan.
2. En altas dimensiones
A los lectores que no carecen de imaginacin podemos sugerir
les que lean de otra manera los cortes de la banda de Moebius. Se
trata de mostrar de qu modo un plano proyectivo es una estofa que
110separa el espacio de dimensin cuatro, a la manera en que un
redondel deja conexo el espacio que lo rodea en dimensin tres.
Describamos la situacin que queremos indicar recurriendo a
un caso de dimensin ms baja. Una esfera en dimensin tres
recorta el espacio en dos volmenes no conexos. Una porcin de
plano es la interseccin de esta esfera con otra. La porcin de plano
es una esfera agujereada.
Fig.3
Esta porcin de plano, que corta esa esfera, lleva la traza de la
separacin en dimensin dos.
324
El crculo, de dimensin uno, dibujado sobre el plano, de
dimensin dos, es la traza de la esfera, estofa de dimensin dos, en
el espacio de dimensin tres.
Supongamos en dimensin cuatro una esfera cortada por un
plano proyectivo.
Fig.4
Fig. 5
Ese plano proyectivo, como un jirn de calic, lleva la traza de
la esfera plegada en dimensin cuatro: es el corte de doble giro. Un
plano proyectivo agujereado es una banda de Mcebius.
De la misma manera, podemos decir que la banda de Mcebius
de dimensin dos lleva la traza (el corte de doble giro) de dimen
sin uno de la esfera.
Fig. 6
Una esfera plegada en dimensin cuatro, pronta a identificarse
consigo misma, se atraviesa para dar en ese instante la estofa del
que es el forro (revestimiento). En el momento en que la esfera se
identifica al atravesarse, es un plano proyectivo. Supongamos:
325
Fig. 7
Estatrazaes un crculo (corte de giro nico). El plano proyectivo
agujereado es una banda de Moebius.
En dimensin tres la banda de Moebius lleva la traza del corte
del plano proyectivo por otro plano proyectivo. La lnea sin puntos
que obtenemos sobre la banda de Moebius
Fig. 8
es la traza del plano proyectivo, de dimensin dos, que no separa
el espacio de dimensin cuatro en dos mitades no conexas. El
hecho de que este espacio de dimensin cuatro, separado por el
plano proyectivo, sea orientable, explica, si no nos equivocamos,
que la lnea sin puntos recorte la banda de Moebius en una banda
biltera. (Tal vez algn da se nos diga que esta orientacin
slo es admisible para la localidad deducida del espacio de
dimensin cuatro que es la banda de Moebius, aqu sumergida
en dimensin tres.)
As, el corte en la banda de Moebius o el cross-cap es verdade
ramente la estofa. Ms exactamente, es su traza. Se trata de otra
manera de entender esta presentacin de la estructura, pero prefe
rimos a ella nuestros ejercicios de intercambio de los agujeros,
porque va a ser cuestin de anudarlos '.
Nuestra poltica y nuestras estrategias convienen ms al estilo
del abordaje matemtico de lo real, porque no pretendemos mos
trar la cosa misma sino considerarla mediante la articulacin de
nuestros grafemas entre s. No hay duda de que el idealismo de
quienes exigen ms es duro de pelar!
1. Nccud, fascculo n 3.
326
I n d i c e A n a l t i c o , B i b l i o g r a f a s ,
I n d i c e G e n e r a l
Indice analtico
La primera aparicin de cada uno de los trminos empleados en el texto 110
siempre esl acompaada por su definicin. As, el lector encontrar indicadas
dos c ili as al lado de cada trmino. La primera remite a su primera aparicin en
el lexlo. la segunda al lugar en que se lo define. Hemos adoptado esta manera de
presentar las cosas a raz de que slo se aprende bien lo que ya se sabe
(malhemata, materna).
agujero X - X I I
imaginable 36 - 36
moebiano X - 258
real 149 - 149
trico 48 - 48
alienacin 28 - 29
alma 42 - 249
angustia 17 - 17
anillo 9 - 9
anulacin de borde 122- 122
aparato psquico IV - 18
arista IX - 78
atravesamiento del fantasma 310
banda 7 9 - 8 6
de Mrebius X - 85
2-banda de Mcebius 8 4 - 84
borde X - 79
que consiste 122- 123
que insiste 123 - 123
botella de K lein 25 - 84
agujereada 84 - 85
bretel
alabeado 105 - 105
en sentido amplio 70 - 70
en sentido estricto 101 - 101
torcido 90- 105
cadena 21 - 39
de borde 39 - 39
cara 9 - 7 8
oculta 137- 137
de un disco 0
de una moneda 106- 106
de un empedrado 78- 78
casquete esfrico 209 - 209
castracin, -<)> 41 - 44
ciclo 16- 119
cielo-borde 120- 120
cierre de los agujeros 80 - 80
cinta 62- 70
cociente 60 - 60
codimensin 37 - 94
coloreado 60 - 63
componente de borde 47 - 79
Conciencia, Cs V - 25
consistencia 14- 61
corte I V - 132
que subvierte
la estructura 132- 132
cross-cap X - 304
cuerpo 13- 28
culpa 23 - 58
deseo IX - 46
dimensin X I - 14
disco 35 - 85
agujereado 86 - 87
doble IV - 160
dos I - 13
E dipo 23 - 29
elemento
de base 83 - 83
de borde 74 - 74
de superficie 77 - 77
ello, Es- IV - IV
empedrado 78 - 78
orientable por caras 125- 125
encrucijada
de bandas 34 - 264
de cintas 70 - 264
esfera I X - 84
agujereada 34 - 85
con asas 160- 160
con dos agujeros 86- 86
con tubos 162- 162
de Soury 91 -91
329
estofa 10- 10
agujereada 50 - 50
b latera 26- 106
con borde que consiste 123
con borde que insiste 123
sin borde 45 - 46
uni latera 26- 106
estructura
del lenguaje V il - 43
del sujeto 14- 18
excrementos 26 - 26
existencia X - 46
extremo 77 - 77
extrnseco X I - 37
falo, i. tD. S, X I I - 21
fantasma, $ 0 a XI - 25
fetiche 25 - 39
forclusin 101 - 101
forro 25 - 236
frontera 78 - 125
generador 48 - 118
gnero 26- 113
goce 27 - 53
del Otro. J A 53- 58
l'lico, J tJ > 53 . 58
grafo
de montaje 124- 124
de recorte 124 - 124
grafo de un empedrado 78 - 78
grupo
de homologa 38- 119
de homotopa 38 - 117
fundamental 45- 117
homologa 38 - 79
relativa 121 - 121
homotopa 38 - 118
de cintas (o de bandas) 72 - 72
del borde 71- 71
Ideal del yo, I, S l (A) 19 - 53
identificacin 20- 20
de borde 123- 123
Imaginario V I I - 27
Inconsciente 1- 18
incorporacin 27 - 27
in d ic a d o r de E u 1er-P oincar 69- 110
inmersin 40 - 40
insistencia XII - 45
intrnseco XI - 37
introyeccin 23 - 47
invariante VII - 99
algebraico 109-109
aritmtico 109 - 109
topolgico 13-99
inversin del toro 164 - 200
involucin significante X - 233
izquierda (orientacin) 81 - 105
jirn 28 - 77
lado 29 - 30
de una superficie 137-137
lazo 117-117
lnea
de la extensin 35 - 307
de la intensin 35 - 310
sin puntos 35-310
lleno 66-67
madre, M, objeto primordial 19-19
mscara 41 - 249
metalenguaje 43 - 83
mierda 26 - 157
mirada 111-26
montaje
de pedazos de estofa 77 - 78
falso 122-122
orientable por pedazos 125-125
verdadero 122 - 122
narcisismo V - 40
neurosis VI - 23
no orientable X - 109
nudo IV - 37
de borde XI - 39
trico 157-167
nmero
de borde 69 - 69
de caras 65 - 65
objeto a XIV - 25
oreja 104 - 104
orientable X - 107
Otro, A 19-19
330
Oll'O. III I. i(ll) V - 19 S imblico V il -45
sujeto. Es, $ V - 25
padre, 1 21- 57
sumersin XI - 40
pase 24 - 310
superficie IV - IV
pastilla 77- 77
con borde 39 - 80
pecho 26 - 26
de S eilert 62 - 62
peda/o
do tensin 39- 61
bicolor 63 - 133
no orientable X - 106
de estola 42- 77
orientable X - 106
monocromo 62- 133
sin borde 39 - 80
pene, (|> 17- 59
P ercepcin, P V - 25 tensin 17- 54
perversin 100- 100 topologa algebraica 39 - 39
placer V I I I - 54 toro V I I - 84
plano proyectivo X - 84 agujereado 84 - 85
agujereado 84 - 85 torsin 13- 71
pliegue 48 - 62 traduccin 1- 83
P reconsciente V - 18 transferencia 111-45
prematu racin 28- 28 transformacin topolgica 69 - 69
proyeccin 30- 47 trayecto IV - 113
psicosis 59 - 294 trico 10- 167
pudor 21-21 trazo unario 18 - 18
puente 101- 101 triangulacin 78- 78
pulsin, $ 0 D V - 60
punto fuera de la lnea 36 - 307
vaco 28 - 66
variedad IV - 13
Real X I -59 vrtice
realidad I X - 24 -frontera 125- 125
recorte orientable puro frontera 125 - 125
por pedazos 122- 125 que consiste 124- 124
reduccin matemtica 48- 48 que insiste 124- 124
repeticin V I I - 233 vrtice de un grafo 34 - 78
representacin XI - 14 voz II I - 26
represin 25 - 233
revestimiento 25 - 236
yo, a, a ni V - 19
rizo X I I - 74
yo ideal, i, i(a) VI - 23
schema de la letra 52 IV - IV
zona I 16- 21
schema F V I I I - V I I I
zona R 16- 20
schema 1 277 - 277
zona S 16- 21
schema L VIH - V I I I
zona
schema R V I I I - V I I I
exterior 9 - 9
schemas de G riffiths 91 -91
interior 9 - 9
segmento V - 77
llena 67 - 67
semitorsin 48- 62
vaca 66- 66
aparente 101- 101
efectiva 101- 101
separacin I V - 29
Signos de percepcin, Ps V - 18
331
Bibliografas
Obras de Freud y escritos de Lacan, acompaados por algunos
seminarios
111 Signiund Freud
a. Contribution ci la conception des apliaxies, Pars, PUF, 1986
[traduccin castellana: La afasia, Buenos Aires, Nueva Visin,
1986].
b. La Naissance de la psychanalyse, Pars, PUF, 1956 [traduccin
castellana: Los orgenes del psicoanlisis, en Obras completas
(OC), t. III, Madrid, Biblioteca Nueva, 1968],
c. L Interprtation des rves, Pars, PUF, 1926 [trad. castellana: La
interpretacin de los sueos, en OC, 1. 1],
d. Psychopathologie de la vie quotidienne, Pars, Payot, 1985
[trad. castellana: Psicopatologa de la vida cotidiana, en OC, 1. 1],
e. Trois essais sur la thorie de la sexualit, Paris, Gallimard, 1962
[trad. castellana: Una teora sexual, en OC, t. I].
e'. Trois essais sur la thorie du sexuel, La Transa, 1984.
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Gallimard, 1930 [trad. castellana: El chiste y su relacin con lo
inconsciente, en OC, t. I],
g. Des Sens opposs des mots primitifs , en Essais de psychanalyse
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Ttem y tab, en OC, t. II].
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1969 [trad. castellana: Introduccin al narcisismo, en OC, 1.1].
j. Mtapsychologie, Paris, Gallimard, 1968 [traduccin castellana:
Metapsicologia, en OC, 1.1],
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castellana: Introduc-cin al psicoanlisis, en OC, t. II].
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Paris, Payot, 1984 [trad. castellana: Ms all del principio del
placer, en OC, t. I].
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psychanalyse, Paris, Payot, 1984 [trad. castellana: Psicologa de
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n. Le Moiet le a, en Essais de psychanalyse, Paris, Payot, 1984
[traduccin castellana: El yo y el ello, en OC, t. II],
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cast.: Nuevas aportaciones al psicoanlisis, en OC, t. II].
333
[2] J acques Lacan
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j I n tro d u c c i n al c o me nta rio de J . H y p p o lite s obre la V e rn e in u n g de F reud.
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334
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Apareci en el lliilcln /Ir la Saciedad Francesa de filosofa, tomo X L I X , 1957, p.65-85.
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P ronunciado el 9 de mayo de 1957 en el A nfiteatro Descartes en la Sorbonne, a partir de la
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C orresponde al seminario de los dos primeros semestres de 1955-56. R edaccin en
diciembre 1957 y enero de 1958. Apareci en El psicoanlisis, P UF , vol .4, 1959, p. 1-50.
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Apareci en el a" 131 de la revista Crtica, abril 1958, p.291-31.5.
q La significacin del falo (Die Becleutung des Phallus).
C onferencia pronunciada en alemn el 9 de mayo de 1958 en el Ins tituto M ax-P lanck de
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r La direccin de la cura y los principios de su poder
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s Observacin sobre el informe de Daniel Lagache: P sicoanlisis y estructura
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Informe al C oloquio de R oyaumont, 10-13 de ju lio de 1958. R edaccin definitiva: P aques
1960. P ublicado en El psicoanlisis, vol.6, P UF , 1961, p. 111-147.
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u Ideas d ire c tiva s para un congres o s obre la s e xua lida d fe me nina .
C oloquio internacional de psicoanlisis de setiembre de 1960 en Amsterdam. E scrito dos
aos antes. Apareci en el n 7 de El psicoanlisis, P UF , 1962, p.3-14.
v Subversin del sujeto y dialctica del deseo en el inconsciente freudiano.
C ongreso reunido en R oyaumont para sus C oloquios filos ficos internacionales bajo el
t tulo L a dialctica, por invitacin de J ean Wahl, del 19 al 23 de setiembre de 1960.
w P osicin del inconsciente
C ongreso reunido en el hospital de Bonneval sobre el tema del inconsciente freudiano, del
30 de octubre al 2 de noviembre de 1960. Intervencin condensada en marzo de 1964 a
pedido de Henri E y para el libro sobre el congreso, El inconsciente, aparecido en Descle
de B rouwer en 1966.
x Kant con Sade
Deba s ervir de prefacio a L a filos of a en el tocador , set. 1962. R evista C r tica, n 191, abril
1963.
y Del Trieb de Freud y del deseo del psicoanalista
Resumen de intervenciones en un coloquio convocado por el profesor E nrico C astelli bajo
el t tulo T cnica y casustica del 7 al 12 de enero de 1964 en la Universidad de Roma.
P ublicado en A tli del colloquio internazionale su Tcnica e casistica, R oma, 1964.
z La ciencia y la verdad
E stenograf a de la leccin de apertura del seminario de los aos 1965-1966 en la E scuela
Normal S uperior (ru d U lm) sobre E l objeto del psicoanlisis, el I o de diciembre de
1965. Apareci en el primer nmero de los Cahiers pour l analyse publicados porel C rculo
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335
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[trad. castellana: El Seminario. Libro 7. La tica del psicoanlisis. 1959-
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S. XI. Sminaire XI, Les Quatre concepts fondamentaux de la
psychanalyse, Paris, Seuil, 1973 [trad. castellana: El Seminario. Libro 11.
Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanlisis. 1964, Buenos
Aires, Paids, 1986],
S. XX. Sminaire XX, Encore, Pars, Seuil, 1975 [traduccin castellana:
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336
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Challo & Windus, 1965.
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Pars, PUF, I9K2.
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[91 A. H. Wallace, An Introduction to Algebraic Topology,
Pergamon Press, 1957; Introduction la topologie algbrique,
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Springer Verlag, 1977.
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1941.
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Mathematical Library, 1978. Esta obra contiene una importante
bibliografa.
337
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castellana: El mito y el hombre, Mxico, Fondo de Cultura
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1953 [traduccin castellana: Los caballitos de Tarquinia, Barcelo
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1963 [traduccin castellana: Ensayos de lingstica general, Bar
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Tristes trpicos, Buenos Aires, Eudeba, 1970];
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castellana: Antropologa estructural, Buenos Aires, Eudeba, 1968] ;
c. La Voix des masques, Pars, Plon, 1979 [traduccin castellana:
La va de las mscaras, Mxico, Siglo XXI, 1981];
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338
Palabra dada, Madrid, Espasa-Calpe, 1986],
[30] M. Merleau-Ponty, Le Visible et l invisible, Pars, Gallimard,
1964 [traduccin castellana: Lo visible y lo invisible, Barcelona,
Seix-Barral, 1970],
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[32] H. Poincar,
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castellana: La ciencia y la hiptesis, Madrid, Espasa-Calpe, 1963];
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[35] G. Sissa, Le Corps virginal, Pars, Vrin, 1987.
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c. D un calcul dans les champs cl existence du nud, en Ornicar?
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en Ornicar? n 31, di-ciembre de 1984, pp. 166-172;
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freudiennes n 11/12, Lysi-maque, 1987;
h. Thses sur le ruisseau ardent, en Cahiers de lectures
freudiennes n 13, Lysimaque, 1988.
339
Indice general
Presentacin de la serie de los fascculos de resultados I a XVIII
EL ESPEJ ISMO DE LA TOPOLOGIA
Para introducir................................................................................ 13
1. El nacimiento de la dimensin, a - La dimensin es un invariante
topolgico. a - El nmero de ellos [dos] es lo Imaginario. (A) Incidencia de la
repeticin. (A ') Composicin de percepcin y conciencia, a - Estofas.
2. El espejismo clsico y el espejismo topolgico. a - Lacan y los
juegos de la dimensin, a - Lo Imaginario es el cuerpo. (A) La involucin
significante. ( A') La dinmica de los cortes.
3. El pasaje, la ptica y . . . a - Intrnseco/extrnseco, a - Los narcisismos
y la transferencia. (A) Primer schema ptico. (A ) Segundo schema ptico. (A)
Tercer schema ptico.
4. ...el gabinete de los designios, a - Trazos, a - Dibujos.
EL PSICOANLISIS CON LACAN
Captulo 1...........................................................................................53
EL GOCE Y EL INTERDICTO DEL DESEO
Superficies de tensin de un nudo
AGUJ ERO IMAGINABLE - NMERO DE CARAS
1. Del goce, a - Presentacin escritural. a - Donde se encuentra el goce en la
construccin freudiana. a - Presentacin estructural.
2. Del enjambre a la estofa, a - Construccin de las superficies de tensin.
Ejemplo del nudo borromeo. a, - Semitorsiones y pliegues. Ejemplos de la banda
de dos pliegues y el nudo borromeo.
3. Propiedades intrnsecas caractersticas de una superficie de
tensin, a, - El nmero de caras. Dos presentaciones del nudo de trbol, a, - El
nmero de borde.
4. Reduccin por el dibujo de una superficie de tensin a sus
caractersticas intrnsecas. Operacin I: deformacin de las superficies
con borde. Operacin II: supresin de las semitorsiones en nmero par. Opera
cin III: intercambio arriba-abajo de las cintas de estofa. Ejemplos del nudo de
trbol en su presentacin biltera y del nudo borromeo.
341
Captulo I I .......................................................................................77
LA ESTOFA DEL CLASICISMO Y LA SUPERFICIE PARA LACAN
Teora de las superficies lopolgicas intrnsecas
N M E R O D E B O R D E
S C H E M A S P.Q.R.
1. Definiciones, a, - Las superficies topolgicas. Los pedazos de estola. Dos
principios de montaje, a, - Definicin del borde de una superficie topolgica. El
borde. El borde anulado. a3- Primera proposicin importante. a4- Invariantes
intrnsecos.
2. Elementos de base de la clasificacin de las superficies y su
modo de composicin, a, - Teoras. Primera versin: teora de las
superficies sin borde. Segunda versin: teora de las superficies con borde que
presentan un solo crculo componente. 1 - Articulacin, 2 - Los elementos de
base. Tercera versin: teora de las superficies de borde de cualquier tipo
(agujereadas). I - Articulacin. 2 - Los elementos de base, a, - Composicin
desarrollada de los elementos de base. a3- Segunda proposicin importante.
Teorema principal. Teorema general. Mostracin del teorema general.
3. Presentaciones, a, - La gran esferadeSoury. a,- LosschemasdeGriffiths.
a3- Diversos complementos a nuestra presentacin de la teora de las superficies
topolgicas intrnsecas. Las identificaciones de polgonos esfricos. La teora de
Morse. Las metamorfosis de empedrados de superficies. a4- Ventajas de nuestra
presentacin.
4. Conclusin.
Captulo III .................................................................................... 99
EL NACIMIENTO DEL J UEGO
Invariantes
S E M I T O R S I O N Y N U M E R O D E B O R D E
L O S O T R O S I N V A R I A N T E S
1. Las semitorsiones aparentes de los breteles y el nmero de
borde.
2. Superficies orientables, superficies no orientables.
3. Presentacin de los invariantes intrnsecos de las superficies
topolgicas. a, - El indicador de Euler-Poincar. a, - El nmero de borde, a,
- El gnero. a4- El grupo fundamental. a5- El grupo de homologa.
4. Presentacin de las superficies topolgicas intrnsecas me
diante montajes orientables y no orientables por pedazos, a, -
Teora de los recortes orientables por pedazos. Corolario principal, a, - Las
estofas desorientadas. Teorema de reorientacin, a, - Teora de los recortes
orientables y no orientables por pedazos. a4- Una modalidad del gnero de las
superficies no orientables.
342
Captulo I V .................................................................................. 137
EN EL LUGAR DE NUESTRO NACIMIENTO...
El pecho
A G U J E R O I M A G I N A B L E
1. Invariantes
2. La estera como una estofa sin borde, a, - Intensin y extensin sobre
la esfera, a, - El grato en laesfera. a? - Mostracin de la incidencia de la repeticin.
1. En el caso en que la zona ^consiste. 2. En el caso en que la zona ^est retrada,
el caso del schema L.
3. La esfera agujereada, a! - Tentativa de construccin de la esfera por
identificacin de los lados de un cuadrado, a, - Un agujero en la esfera, a, - Dos
agujeros en la esfera. a4- n agujeros en la esfera, a. - Pasarela de un agujero a dos
agujeros, a - Incidencia de los agujeros sobre los invariantes.
4. Conclusin.
LA DESCRIPCIN DE LA CAVERNA
Captulo V .................................................................................... 157
LASUBVERSIN DE LOS INTERDICTOS: EL J UEGO Y LA TOPOLOGA
Una mierda
A G U J E R O T R I C O
1. Invariantes.
2. El toro simple, a, - Definicin, a, - Diferentes presentaciones de la estofa
trica. El toro presentado como un anillo; una n-esfera con tubos; una 2-esfera
con tubos; una esfera con un asa. a^- Clculo de algunos invariantes. Clculo del
indicador de Euler-Poincar. Clculo del grupo fundamental. a4- El agujero
trico. as- Los trayectos tricos, los nudos tricos. Clculo de los lazos tricos
en el dibujo. Un giro meridiano y un giro longitud. Un giro meridiano y cero giro
longitud. Un giro meridiano y dos giros longitudes. Dos giros meridianos y un
giro longitud. Dos giros meridianos y tres giros longitudes. Regla de trazado del
trayecto trico compuesto de un solo lazo. Tres giros meridianos y dos giros
longitudes. Tres giros meridianos y cuatro giros longitudes. Cuatro giros
meridianos y tres giros longitudes. Cuatro giros meridianos y cinco giros
longitudes. Dos giros meridianos y dos giros longitudes. Cuatro giros meridia
nos y dos giros longitudes.
3. Los multitoros. a! - Definicin. a2- Presentacin de los multitoros.
Presentaciones como una composicin de anillos; una esfera con asas; una 2-
esfera con tubos; una multiesfera con tubos; una 2-esfera de tubos con asas. Los
multitoros pares. Los multitoros impares. a3- Los trayectos multitricos. Un lazo
sobre el toro simple. Un lazo sobre el doble toro. Un lazo sobre el triple toro. Dos
343
lazos sobre el loro simple. Dos lazos sobre el doble toro. Dos lazos sobre el triple
loro. Tres lazos sobre el doble toro. Tres lazos sobre el triple toro. a4 -
Suplementariedad entre los trayectos multricos y los gratos multitricos. a, -
Paridad del corte suplementario aagregar aunos trayectos multricos para dividir
la estofa en dos partes simtricas. Un redondel puesto sobre el 4-toro. Dos
redondeles puestos sobre el 4-toro. Un redondel puesto sobre el 5-toro. Dos
redondeles puestos sobre el 5-toro. La relacin entre gnero, redondeles y corte.
a, - El anudamiento de estofas multitricas.
o
4. Conclusin.
EL GRAN TAMAO DE LOS TOROS
Agujereados, cortados
A G U J E R O T O R 1 C O - A G U J E R O I M A G I N A B L E - C A R A S
1. Invariantes.
2. El toro agujereado, a! - Presentacin del toro agujereado, a, - Mostraciones
de la inversin del toro. I. Un toro horadado por un agujero imaginable. 2. A
partir de dos anillos enlaza-dos. 3. Un toro constituye armadura en otro toro que
lo envuelve, horadado por un agujero. a3- Intercambio de los giros meridianos
y longitudes en la inversin del toro.
3. El toro cortado. a, - Cortes segn los trayectos tricos. Corle de una esfera
con asa segn un meridiano. Corte de una esfera con asa segn un longitud. Corte
de una esfera con asa segn un trayecto compuesto por un longitud y un
meridiano. Trayecto que encierra los dos pies de un asa. Corte reductible sobre
un asa de una esfera con asa. Corte de un doble toro segn un trayecto medio.
El doble Ioro cortado segn uno de sus meridianos. EL doble toro cortado segn
uno de sus longitudes. Un trayecto meridiano compuesto con un trayecto longitud
en el doble loro. Corte de una esfera con tres asas segn un trayecto que pasa de
bajo de un asa y entre las otras dos. Corte de un triple toro segn un trayecto que
toma un asa y gira en torno del pie de las otras dos. Corte del toro segn el
enlazamiento sumergido en su estofa. Corte del toro segn el nudo de trbol
sumergido en su estofa. Corte de una esfera con asas segn un meridiano sobre
un asa y un trayecto que rodea un pie de sta y los dos pies de la otra. Una esfera
con asas recortada por el nudo de Whitehead. El triple toro recortado por una
cadena trivial. Corte del triple toro segn el mulo borromeo. a, - Recorte segn
un grafo.
4. Conclusin.
L A I N V O L U C I N S I G N I F I C A N T E Y E L a, J U E G O R E L A T I V O D E L O S C O R T E S
La mirada
A G U J E R O M 0 E B 1 A N 0 - C A R A S
Captulo VI
199
Captulo VII
233
344
1. Invariantes.
2. La involucin significante. a(- La presentacin por L tourdit. a2-Los
caballitos ele Tarquinia.
3. La banda de Moebius. a( - Construccin de la banda de Mcebius. I.
Identificacin de un componente de borde de una banda bipartita. 2. La banda
de Mti'bius producida por identificacin del cuadrado, a, - La banda de Moebius
y sus cortes. I. Los dos tipos de cortes. 2. Inversin en la superficie del plano
proyectivo y relacin entre los dos tipos de cortes. a3- Definicin de la banda de
Moebius como superficie de tensin del ocho interior. a4- La banda de Moebius
y sus cortes a partir del enlazamiento. 1. El corte, de un solo giro. 2. El corte
redoblado, a - Los otros Moebius extrnsecos.
4. Las mscaras
Captulo V I I I ...............................................................................253
LA PERSPECTIVA TORCIDA
La mirada y la voz
A G U J E R O M O E B I A N O - A G U J E R O I M A G I N A B L E - C A R A S - S E M I T O R S I O N E S
1. Invariantes
2. Las encrucijadas de bandas con semitorsiones. a, - La encruci
jada de bandas en que cada una de ellas lleva una semitorsin. a, - La encrucijada
cu la que una sola banda est plegada. a3- Cierre del agujero esfrico de la
encrucijada de bandas torcidas.
3. La banda de Mcebius agujereada, a, - El agujero moebiano. a, -
Mostracin de la equivalencia de los dos agujeros, a, - Agujero y zona moebiana.
El agujero est en la zona moebiana. El agujero est contra la zona moebiana.
a4- Correspondencia entre las dos construcciones de la banda de Mcebius.
4. Volvamos a nuestras semitorsiones. a, - Construccin de las estofas
cualesquiera. I. Las multiencrucijadas. 2. Un bretel aadido a un schema de
Griffiths, a, - Montaje de un bretel sobre una estofa cualquiera. I. Bretel o puente.
2. En el caso de los breteles estrictos. 3. En el caso de los puentes, a - En el caso
de una estofa bilitera. El puente efectivamente no torcido. El puente, efectivamen
te torcido, a ' - En una estofa uniltera. El puente sin semitorsin aparente. El
puente con semitorsin aparente.
5. Desmontaje de las estofas segn sus breteles
345
LA TOPOLOGIA DE SUPERFICIE
DE LOS SCHEMAS DE LACAN
Conclusin................................................................................... 277
LO DICHO A MEDIAS SOLIDARIO DE LA ESTOFA
Cierre de los schemas en la superficie del plano proyectivo
AGUJ ERO IMAGINABLE
1. EI schema R cerrado segn la superficie del plano proyectivo
agujereado, a - La figura con la hendidura transversa, a' - La figura no
inmediata. /. Primem figura mediana. 2. Segunda figura mediana, a -L a figura
transversa.
2. El schema L cerrado segn la superficie del plano proyectivo
agujereado, a - La retraccin.
3. El schema I, producto de la superficie del plano proyectivo
agujereado, a - La caricatura: el paso del schema R al schema I.
LA REPRESENTACION EN LA TOPOLOGIA
Apndice
Elementos para una teora de la representacin y el objeto
Captulo I ......................................................................................303
LA AUSENCIA Y EL POZO
Topologas en la superficie del plano proyectivo
1. Topologa de los trayectos sometidos a deformaciones con
tinuas en la superficie del plano proyectivo real, a - Objetos, a -
Transformaciones. Partiendo de un punto fuera de la lnea. La lnea sin puntos.
2. Topologa de los coloreados de las caras de la estofa con una
estructura de plano proyectivo real, a - Objetos, a - Transformacio-
Captulo II......................................................................................315
LA CONSTRUCCIN INTELIGIBLE
De la presentacin inmersa de las estofas no orientables
1. Construccin del modelo sumergido del plano proyectivo.
2. Relacin del modelo inmerso y el modelo agujereado sumer
gido de la botella de Klein.
346
Captulo I I I .................................................................................. 32 1
EL PSICOANALISIS ADORNADO CON EL PRESTIGIO DELNO liS| lA( l( )|(nYs|>uv)
Los schemas de Lacan en la superficie del cross-cap
1. El schema R y el schema L de Lacan en la superficie del plano
proyectivo inmerso
2. En altas dimensiones.
Indice analtico............................................................................329
Bibliografas
Obras de Freud y escritos de Lacan, acompaados de algunos
seminarios.....................................................................................333
Bibliografa relativa a la teora de las superficies topolgicas
intrnsecas.....................................................................................337
Bibliografa relativa a la teora de la dimensin.....................337
Bibliografa general....................................................................338
Indice general ..............................................................................341
347