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Manual para Embaucadores Por Walter Serner

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Manual para embaucadores

No dramatices nunca, simplifica siempre.


Habla irnicamente sin sonreir. Sonre sin hablar.
Alaba a menudo. Admira rara vez. No critiques nunca.
Quien desee dominar a los otros no puede dejarse escandalizar.
Saluda tambin con los ojos o con una sonrisa. Nunca con la boca.
Las personas interesantes (por decirlo as) son siempre un poco brutales.
El mundo quiere ser engaado. Y se pondr seriamente furioso si no lo haces.
Cundo eres realmente viejo? Cuando ya no te causa placer tener un pblico.
No debes hablar cnicamente con mucha frecuencia. Pero debes serlo siempre.
No te burles de nadie. A fin de cuentas, nadie entiende una broma que se hace a
costa suya.
Demuestra lo que dices slo cuando ests entre idiotas o profesores.
Nadie es tan tonto como para que no puedas, despus de tres das, convencerlo de que
es un genio.
Jams disculpes. Parece arrogante. Tampoco digas eso; tambin lo parece. Limtate a ol
vidar manifiestamente lo sucedido.
Podrs ser tan fuerte como quieras; si careces de experiencia caers ms rpida y fatalm
ente que cualquier idiota promedio.
Si alguien te asalta con una pregunta, una observacin, aparenta estar un poco con
fundido: como si te hubiera sacado de tus reflexiones.
Haz como si tomaras la vida en serio. Los listos, si te creen, te considerarn dig
no de confianza; si no te creen, te tomarn por listo.
Aqul que afirma que la vida es bella y los hombres buenos es, o bien un imbcil, o
bien uno del que deberas tener mucho cuidado.
Si te acomete la Gran Ira, emprende algo de inmediato. Si no tienes nada ms al al
cance de la mano, explica a una nia de seis aos el poder de la luz de la luna.
No hables en voz baja demasiado tiempo. Hace suponer que te has acostumbrado a e
llo por razones indignas. (Pero habla siempre en voz baja por telfono).
No te repitas jams. Si a las tres has dicho algo estupendamente ingenioso y lo re
pites dos veces en la siguiente hora, todos se inclinarn a pensar que eres un imbc
il.
Llegar ms all de los sesenta aos no causa ningn placer y, de hecho, es a menudo un m
alheur. Ten esto en cuenta cuando tengas treinta y no seas avaro contigo mismo.
(Adems, los ahorrativos jams triunfan).
Durante siglos, a todas las cosas se les suscribieron profundidades que en verda
d nunca han tenido. Esto ha sido la causa de grandes desgracias. Banaliza todo;
cosechars xitos y sembrars oportunidades.
Estrictamente hablando, no hay ni amos ni lacayos. Todos somos esclavos de nuest
ras capacidades y nuestros temperamentos. Ten esto siempre en cuenta y no te res
ultar difcil controlarte a ti mismo ni a los dems.
Cuando ests mal, hars bien en intentar ocultarlo. Pero si gozas de xito, a tu alred
edor surgirn odios y envidias, as que finge un malestar pulmonar o un dolor de rion
es y cmprate una sepultura: todo enemistad se desvanecer.
No permitas que tu vida se vuelva demasiado regular. Podrs encontrar satisfaccin e
n ello y en un ao tener una panza y un hijo. Todo derrumbe ocurre de prisa. Y a m
enudo cae el ms fuerte sin poder ponerse de pie de nuevo.
No es la aversin a este mundo donde todos traicionan, venden y engaan, la que conv
ierte a muchas personas en raros y solitarios. Es el temor de no tener fuerzas s
uficientes para desconfiar continuamente, para timar, para saquear.
Promete realizar todo lo que te pidan. Promtele con tanto jbilo que cualquier duda
sobre tu promesa se disuelva enseguida. Si luego no cumples lo prometido, habrs
sido alabado de tal modo, que ya no valdr la pena decir lo contrario de ti.
Recuerda que todo el que te ha hecho partcipe de su sufrimiento o te ha contado a
lgo acerca de su amor ha despertado en ti un vago sentimiento de impaciencia. No
cometers as jams el burdo error de ocupar a otros contigo cuando quieras que se oc
upen de ti.
Todo el mundo se alegra de poder juzgar. Si temes, pues, que alguien pudiera con
denar alguna de tus caractersticas, llvalo maosamente a que condene esta misma cara
cterstica en otra persona. As se olvidar de la tuya y pensar que se ha equivocado.
Ejercita cada da tus ojos ponindote frente al espejo. Tu mirada debe aprender a po
sarse silenciosa y pesadamente sobre el otro, a disimular con velocidad, a aguij
onear, a protestar. O a irradiar tanta experiencia y sabidura que tu prjimo te d la
mano temblando.
El lazo de sangre es una ficcin. Y no slo porque nicamente la madre es segura. Con
el corte del cordn umbilical termina todo. Incluso lo hereditario se vuelve indep
endiente. Piensa en esto siempre cuando el humor pesimista o un fracaso te lleve
n a buscar causas hereditarias. Bscalas en tus propios errores, en la malevolenci
a del destino, en la fuerza de tu oponente. De lo contrario, tendrs no slo mala su
erte sino adems traumas interiores.
En aquellas inevitables horas en que te invade la nostalgia indomable por calma
interior, el asco hacia ti mismo -que por lo dems, te hace particularmente lcido f
rente a lo desastrozo de tu estado y dolorosamente consciente de la Gran Nada-,
en esas horas bebe dos tazas de chocolate caliente, trgate una aspirina y ve a la
cama. (Estas horas se podrn eludir si la predisposicin a tales recadas espirituale
s, surgida del mal sueo o el esfuerzo excesivo, pudiera a su vez ser evitada).

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