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Redemptionis Sacramentum

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CONGREGACIN PARA EL CULTO DIVINO Y LA DISCIPLINA DE LOS

SACRAMENTOS

INSTRUCCIN
REDEMPTIONIS SACRAMENTUM
Sobre algunas cosas que se deben observar o evitar acerca de la Santsima
Eucarista

NDICE

Proemio [1-13]
Cap. I
La ordenacin de la sagrada Liturgia [14-18]
1. El Obispo diocesano, gran sacerdote de su grey [19-25] 2. La Conferencia de Obispos
[26-28] 3. Los presbteros [29-33] 4. Los diconos [34-35]
Cap. II
La participacin de los fieles laicos en la celebracin de la Eucarista
1. Una participacin activa y consciente [36-42] 2. Tareas de los fieles laicos en la
celebracin de la s. Misa [43-47]
Cap. III
La celebracin correcta de la santa Misa
1. La materia de la santsima Eucarista [48-50] 2. La Plegaria eucarstica [51-56] 3. Las
otras partes de la Misa [57-74] 4. La unin de varios ritos con la celebracin de la Misa
[75-79]
Cap. IV
La sagrada Comunin
1. Las disposiciones para recibir la sagrada Comunin [80-87] 2. La distribucin de la
sagrada Comunin [88-96] 3. La Comunin de los sacerdotes [97-99] 4. La Comunin
bajo las dos especies [100-107]
Cap. V
Otros aspectos que se refieren a la Eucarista
1. El lugar de la celebracin de la santa Misa [108-109] 2. Diversos aspectos
relacionados con la santa Misa [110-116] 3. Los vasos sagrados [117-120] 4. Las
vestiduras litrgicas [121-128]
Cap. VI
La reserva de la S. Eucarista y su culto fuera de la Misa
1. La reserva de la santsima Eucarista [129-133] 2. Algunas formas de culto a la s.
Eucarista fuera de la Misa [134-141] 3. Las procesiones y los congresos eucarsticos
[142-145]
Cap. VII
Ministerios extraordinarios de los fieles laicos [146-153]
1. El ministro extraordinario de la sagrada Comunin [154-160] 2. La predicacin [161]
3. Celebraciones particulares que se realizan en ausencia del sacer. [162-167] 4. De
aquellos que han sido apartados del estado clerical [168]
Cap. VIII
Los remedios [169-171]
1. Graviora delicta [172] 2. Los actos graves [173] 3. Otros abusos [174-175] 4. El
Obispo diocesano [176-180] 5. La Sede Apostlica [181-182] 6. Quejas por abusos en
materia litrgica [183-184]
Conclusin [185-186]
PROEMIO
[1.] El Sacramento de la Redencin, que la Madre Iglesia confiesa con firme fe y recibe
con alegra, celebra y adora con veneracin, en la santsima Eucarista,[1] anuncia la
muerte de Jesucristo y proclama su resurreccin, hasta que l vuelva en gloria,[2] como
Seor y Dominador invencible, Sacerdote eterno y Rey del universo, y entregue al Padre
omnipotente, de majestad infinita, el reino de la verdad y la vida.[3]
[2.] La doctrina de la Iglesia sobre la santsima Eucarista ha sido expuesta con sumo
cuidado y la mxima autoridad, a lo largo de los siglos, en los escritos de los Concilios y
de los Sumos Pontfices, puesto que en la Eucarista se contiene todo el bien espiritual de
la Iglesia, que es Cristo, nuestra Pascua,[4] fuente y cumbre de toda la vida cristiana,[5]
y cuya fuerza alienta a la Iglesia desde los inicios.[6] Recientemente, en la Carta
Encclica Ecclesia de Eucharistia, el Sumo Pontfice Juan Pablo II ha expuesto de
nuevoalgunos principios sobre esta materia, de gran importancia eclesial para nuestra
poca.[7]
Para que tambin en los tiempos actuales, tan gran misterio sea debidamente protegido
por la Iglesia, especialmente en la celebracin de la sagrada Liturgia, el Sumo Pontfice
mand a esta Congregacin para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos[8]
que, en colaboracin con la Congregacin para la Doctrina de la Fe, preparara esta
Instruccin, en la que se trataran algunas cuestiones referentes a la disciplina del
sacramento de la Eucarista. Por consiguiente, lo que en esta Instruccin se expone, debe
ser ledo en continuidad con la mencionada Carta Encclica Ecclesia de Eucharistia.
Sin embargo, la intencin no es tanto preparar un compendio de normas sobre la
santsima Eucarista sino ms bien retomar, con esta Instruccin, algunos elementos de la
normativa litrgica anteriormente enunciada y establecida, que continan siendo vlidos,
para reforzar el sentido profundo de las normas litrgicas[9] e indicar otras que aclaren y
completen las precedentes, explicndolas a los Obispos, y tambin a los presbteros,
diconos y a todos los fieles laicos, para que cada uno, conforme al propio oficio y a las
propias posibilidades, las puedan poner en prctica.
[3.] Las normas que se contienen en esta Instruccin se refieren a cuestiones litrgicas
concernientes al Rito romano y, con las debidas salvedades, tambin a los otros Ritos de
la Iglesia latina, aprobados por el derecho.
[4.] No hay duda de que la reforma litrgica del Concilio ha tenido grandes ventajas
para una participacin ms consciente, activa y fructuosa de los fieles en el santo
Sacrificio del altar.[10] Sin embargo, no faltan sombras.[11] As, no se puede callar
ante los abusos, incluso gravsimos, contra la naturaleza de la Liturgia y de los
sacramentos, tambin contra la tradicin y autoridad de la Iglesia, que en nuestros
tiempos, no raramente, daan las celebraciones litrgicas en diversos mbitos eclesiales.
En algunos lugares, los abusos litrgicos se han convertido en una costumbre, lo cual no
se puede admitir y debe terminarse.
[5.] La observancia de las normas que han sido promulgadas por la autoridad de la
Iglesia exige que concuerden la mente y la voz, las acciones externas y la intencin del
corazn. La mera observancia externa de las normas, como resulta evidente, es contraria
a la esencia de la sagrada Liturgia, con la que Cristo quiere congregar a su Iglesia, y con
ella formar un slo cuerpo y un slo espritu.[12] Por esto la accin externa debe estar
iluminada por la fe y la caridad, que nos unen con Cristo y los unos a los otros, y
suscitan en nosotros la caridad hacia los pobres y necesitados. Las palabras y los ritos
litrgicos son expresin fiel, madurada a lo largo de los siglos, de los sentimientos de
Cristo y nos ensean a tener los mismos sentimientos que l;[13] conformando nuestra
mente con sus palabras, elevamos al Seor nuestro corazn. Cuanto se dice en esta
Instruccin, intenta conducir a esta conformacin de nuestros sentimientos con los
sentimientos de Cristo, expresados en las palabras y ritos de la Liturgia.
[6.] Los abusos, sin embargo, contribuyen a oscurecer la recta fe y la doctrina catlica
sobre este admirable Sacramento.[14] De esta forma, tambin se impide que puedan
los fieles revivir de algn modo la experiencia de los dos discpulos de Emas:
Entonces se les abrieron los ojos y lo reconocieron.[15] Conviene que todos los fieles
tengan y realicen aquellos sentimientos que han recibido por la pasin salvadora del Hijo
Unignito, que manifiesta la majestad de Dios, ya que estn ante la fuerza, la divinidad y
el esplendor de la bondad de Dios[16], especialmente presente en el sacramento de la
Eucarista.[17]
[7.] No es extrao que los abusos tengan su origen en un falso concepto de libertad. Pero
Dios nos ha concedido, en Cristo, no una falsa libertad para hacer lo que queramos, sino
la libertad para que podamos realizar lo que es digno y justo.[18] Esto es vlido no slo
para los preceptos que provienen directamente de Dios, sino tambin, segn la
valoracin conveniente de cada norma, para las leyes promulgadas por la Iglesia. Por
ello, todos deben ajustarse a las disposiciones establecidas por la legtima autoridad
eclesistica.
[8.] Adems, se advierte con gran tristeza la existencia de iniciativas ecumnicas que,
an siendo generosas en su intencin, transigen con prcticas eucarsticas contrarias a la
disciplina con la cual la Iglesia expresa su fe. Sin embargo, la Eucarista es un don
demasiado grande para admitir ambigedades y reducciones. Por lo que conviene
corregir algunas cosas y definirlas con precisin, para que tambin en esto la Eucarista
siga resplandeciendo con todo el esplendor de su misterio.[19]
[9.] Finalmente, los abusos se fundamentan con frecuencia en la ignorancia, ya que casi
siempre se rechaza aquello de lo que no se comprende su sentido ms profundo y su
antigedad. Por eso, con su raz en la misma Sagrada Escritura, las preces, oraciones e
himnos litrgicos estn penetrados de su espritu, y de ella reciben su significado las
acciones y los signos.[20] Por lo que se refiere a los signos visibles que usa la sagrada
Liturgia, han sido escogidos por Cristo o por la Iglesia para significar las realidades
divinas invisibles.[21] Justamente, la estructura y la forma de las celebraciones
sagradas segn cada uno de los Ritos, sea de la tradicin de Oriente sea de la de
Occidente, concuerdan con la Iglesia Universal y con las costumbres universalmente
aceptadas por la constante tradicin apostlica,[22] que la Iglesia entrega, con solicitud y
fidelidad, a las generaciones futuras. Todo esto es sabiamente custodiado y protegido por
las normas litrgicas.
[10.] La misma Iglesia no tiene ninguna potestad sobre aquello que ha sido establecido
por Cristo, y que constituye la parte inmutable de la Liturgia.[23] Pero si se rompiera
este vnculo que los sacramentos tienen con el mismo Cristo, que los ha instituido, y con
los acontecimientos en los que la Iglesia ha sido fundada,[24] nada aprovechara a los
fieles, sino que podra daarles gravemente. De hecho, la sagrada Liturgia est
estrechamente ligada con los principios doctrinales,[25] por lo que el uso de textos y
ritos que no han sido aprobados lleva a que disminuya o desaparezca el nexo necesario
entre la lex orandi y la lex credendi.[26]
[11.] El Misterio de la Eucarista es demasiado grande para que alguien pueda
permitirse tratarlo a su arbitrio personal, lo que no respetara ni su carcter sagrado ni su
dimensin universal.[27] Quien acta contra esto, cediendo a sus propias inspiraciones,
aunque sea sacerdote, atenta contra la unidad substancial del Rito romano, que se debe
cuidar con decisin,[28] y realiza acciones que de ningn modo corresponden con el
hambre y la sed del Dios vivo, que el pueblo de nuestros tiempos experimenta, ni a un
autntico celo pastoral, ni sirve a la adecuada renovacin litrgica, sino que ms bien
defrauda el patrimonio y la herencia de los fieles. Los actos arbitrarios no benefician la
verdadera renovacin,[29] sino que lesionan el verdadero derecho de los fieles a la
accin litrgica, que es expresin de la vida de la Iglesia, segn su tradicin y disciplina.
Adems, introducen en la misma celebracin de la Eucarista elementos de discordia y la
deforman, cuando ella tiende, por su propia naturaleza y de forma eminente, a significar
y realizar admirablemente la comunin con la vida divina y la unidad del pueblo de
Dios.[30] De estos actos arbitrarios se deriva incertidumbre en la doctrina, duda y
escndalo para el pueblo de Dios y, casi inevitablemente, una violenta repugnancia que
confunde y aflige con fuerza a muchos fieles en nuestros tiempos, en que frecuentemente
la vida cristiana sufre el ambiente, muy difcil, de la secularizacin.[31]
[12.] Por otra parte, todos los fieles cristianos gozan del derecho de celebrar una liturgia
verdadera, y especialmente la celebracin de la santa Misa, que sea tal como la Iglesia ha
querido y establecido, como est prescrito en los libros litrgicos y en las otras leyes y
normas. Adems, el pueblo catlico tiene derecho a que se celebre por l, de forma
ntegra, el santo sacrificio de la Misa, conforme a toda la enseanza del Magisterio de la
Iglesia. Finalmente, la comunidad catlica tiene derecho a que de tal modo se realice
para ella la celebracin de la santsima Eucarista, que aparezca verdaderamente como
sacramento de unidad, excluyendo absolutamente todos los defectos y gestos que puedan
manifestar divisiones y facciones en la Iglesia.[32]
[13.] Todas las normas y recomendaciones expuestas en esta Instruccin, de diversas
maneras, estn en conexin con el oficio de la Iglesia, a quien corresponde velar por la
adecuada y digna celebracin de este gran misterio. De los diversos grados con que cada
una de las normas se unen con la norma suprema de todo el derecho eclesistico, que es
el cuidado para la salvacin de las almas, trata el ltimo captulo de la presente
Instruccin.[33]

CAPTULO I
LA ORDENACIN DE LA SAGRADA LITURGIA
[14.] La ordenacin de la sagrada Liturgia es de la competencia exclusiva de la
autoridad eclesistica; sta reside en la Sede Apostlica y, en la medida que determine la
ley, en el Obispo.[34]
[15.] El Romano Pontfice, Vicario de Cristo y Pastor de la Iglesia universal en la
tierra... tiene, en virtud de su funcin, potestad ordinaria, que es suprema, plena,
inmediata y universal en la Iglesia, y que puede siempre ejercer libremente,[35] an
comunicando con los pastores y los fieles.
[16.] Compete a la Sede Apostlica ordenar la sagrada Liturgia de la Iglesia universal,
editar los libros litrgicos, revisar sus traducciones a lenguas vernculas y vigilar para
que las normas litrgicas, especialmente aquellas que regulan la celebracin del santo
Sacrificio de la Misa, se cumplan fielmente en todas partes.[36]
[17.] La Congregacin para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos trata lo
que corresponde a la Sede Apostlica, salvo la competencia de la Congregacin para la
Doctrina de la Fe, respecto a la ordenacin y promocin de la sagrada liturgia, en primer
lugar de los sacramentos. Fomenta y tutela la disciplina de los sacramentos,
especialmente en lo referentea su celebracin vlida y lcita. Finalmente, vigila
atentamente para que se observen con exactitud las disposiciones litrgicas, se
prevengan sus abusos y se erradiquen donde se encuentren.[37] En esta materia,
conforme a la tradicin de toda la Iglesia, destaca el cuidado de la celebracin de la santa
Misa y del culto que se tributa a la Eucarista fuera de la Misa.
[18.] Los fieles tienen derecho a que la autoridad eclesistica regule la sagrada Liturgia
de forma plena y eficaz, para que nunca sea considerada la liturgia como propiedad
privada de alguien, ni del celebrante ni de la comunidad en que se celebran los
Misterios.[38]
1. EL OBISPO DIOCESANO, GRAN SACERDOTE DE SU GREY
[19.] El Obispo diocesano, primer administrador de los misterios de Dios en la Iglesia
particular que le ha sido encomendada, es el moderador, promotor y custodio de toda la
vida litrgica.[39] Pues el Obispo, por estar revestido de la plenitud del sacramento del
Orden, es"el administrador de la gracia del supremo sacerdocio"[40], sobre todo en la
Eucarista, que l mismo celebra o procura que sea celebrada[41], y mediante la cual la
Iglesia vive y crece continuamente.[42]
[20.] La principal manifestacin de la Iglesia tiene lugar cada vez que se celebra la Misa,
especialmente en la iglesia catedral, con la participacin plena y activa de todo el
pueblo santo de Dios, [...] en una misma oracin, junto al nico altar, donde preside el
Obispo rodeado por su presbiterio, los diconos y ministros.[43]Adems, toda legtima
celebracin de la Eucarista es dirigida por el Obispo, a quien ha sido confiado el oficio
de ofrecer a la Divina Majestad el culto de la religin cristiana y de reglamentarlo en
conformidad con los preceptos del Seor y las leyes de la Iglesia, precisadas ms
concretamente para su dicesis segn su criterio.[44]
[21.] En efecto, al Obispo diocesano, en la Iglesia a l confiada y dentro de los lmites
de su competencia, le corresponde dar normas obligatorias para todos, sobre materia
litrgica.[45]Sin embargo, el Obispo debe tener siempre presente que no se quite la
libertad prevista en las normas de los libros litrgicos, adaptando la celebracin, de
modo inteligente, sea a la iglesia, sea al grupo de fieles, sea a las circunstancias
pastorales, para que todo el rito sagrado universal est verdaderamente acomodado al
carcter de los fieles.[46]
[22.] El Obispo rige la Iglesia particular que le ha sido encomendada[47] y a l
corresponde regular, dirigir, estimular y algunas veces tambin reprender[48],
cumpliendo el ministerio sagrado que ha recibido por la ordenacin episcopal,[49] para
edificar su grey en la verdad y en la santidad.[50] Explique el autntico sentido de los
ritos y de los textos litrgicos y eduque en el espritu de la sagrada Liturgia a los
presbteros, diconos y fieles laicos,[51] para que todos sean conducidos a una
celebracin activa y fructuosa de la Eucarista,[52] y cuide igualmente para que todo el
cuerpo de la Iglesia,con el mismo espritu, en la unidad de la caridad, pueda progresar en
la dicesis, en la nacin, en el mundo.[53]
[23.] Los fieles deben estar unidos a su Obispo como la Iglesia a Jesucristo, y como
Jesucristo al Padre, para que todas las cosas se armonicen en la unidad y crezcan para
gloria de Dios.[54] Todos, incluso los miembros de los Institutos de Vida Consagrada y
las Sociedades de Vida Apostlica, y todas las asociaciones o movimientos eclesiales de
cualquier genero, estn sometidos a la autoridad del Obispo diocesano en todo lo que se
refiere a la liturgia,[55] salvo las legtimas concesiones del derecho. Por lo tanto,
compete al Obispo diocesano el derecho y el deber de visitar y vigilar la liturgia en las
iglesias y oratorios situados en su territorio, tambin aquellos que sean fundados o
dirigidos por los citados institutos religiosos, si los fieles acuden a ellos de forma
habitual.[56]
[24.] El pueblo cristiano, por su parte, tiene derecho a que el Obispo diocesano vigile
para que no se introduzcan abusos en la disciplina eclesistica, especialmente en el
ministerio de la palabra, en la celebracin de los sacramentos y sacramentales, en el
culto a Dios y a los santos.[57]
[25.] Las comisiones, consejos o comits, instituidos por el Obispo, para que contribuyan
a promover la accin litrgica, la msica y el arte sacro en su dicesis, deben actuar
segn el juicio y normas del Obispo, bajo su autoridad y contando con su confirmacin;
as cumplirn su tarea adecuadamente[58] y se mantendr en la dicesis el gobierno
efectivo del Obispo. De estos organismos, de otros institutos y de cualquier otra
iniciativa en materia litrgica, despus de cierto tiempo, resulta urgente que los Obispos
indaguen si hasta el momento ha sido fructuosa[59] su actividad, y valoren atentamente
cules correcciones o mejoras se deben introducir en su estructura y en su actividad,[60]
para que encuentren nueva vitalidad. Se tenga siempre presente que los expertos deben
ser elegidos entre aquellos que sean firmes en la fe catlica y verdaderamente preparados
en las disciplinas teolgicas y culturales.
2. LA CONFERENCIA DE OBISPOS
[26.] Esto vale tambin para las comisiones de la misma materia, que, vivamente
deseadas por el Concilio,[61] son instituidas por la Conferencia de Obispos y de la cual
es necesario que sean miembros los Obispos, distinguindose con claridad de los
ayudantes peritos. Cuando el nmero de los miembros de la Conferencia de Obispos no
sea suficiente para que se elijan de entre ellos, sin dificultad, y se instituya la comisin
litrgica, nmbrese un consejo o grupo de expertos que, en cuanto sea posible y siempre
bajo la presidencia de un Obispo, desempeen estas tareas; evitando, sin embargo, el
nombre de comisin litrgica.
[27.] La interrupcin de todos los experimentos sobre la celebracin de la santa Misa, ha
sido notificada por la Santa Sede ya desde el ao 1970[62] y nuevamente se repiti, para
recordarlo, en el ao 1988.[63] Por lo tanto, cada Obispo y la misma Conferencia no
tienen ninguna facultad para permitir experimentos sobre los textos litrgicos o sobre
otras cosas que se indican en los libros litrgicos. Para que se puedan realizar en el
futuro tales experimentos, se requiere el permiso de la Congregacin para el Culto
Divino y la Disciplina de los Sacramentos, que lo conceder por escrito, previa peticin
de la Conferencia de Obispos. Pero esto no se conceder sin una causa grave. Por lo que
se refiere a la enculturacin en materia litrgica, se deben observar, estricta e
ntegramente, las normas especiales establecidas.[64]
[28.] Todas las normas referentes a la liturgia, que la Conferencia de Obispos determine
para su territorio, conforme a las normas del derecho, se deben someter a la recognitio de
la Congregacin para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, sin la cual,
carecen devalor legal.[65]
3. LOS PRESBTEROS
[29.] Los presbteros, como colaboradores fieles, diligentes y necesarios, del orden
Episcopal,[66] llamados para servir al Pueblo de Dios, constituyen un nico
presbiterio[67] con su Obispo, aunque dedicados a diversas funciones. En cada una de
las congregaciones locales de fieles representan al Obispo, con el que estn confiada y
animosamente unidos, y toman sobre s una parte de la carga y solicitud pastoral y la
ejercen en el diario trabajo. Y, por esta participacin en el sacerdocio y en la misin,
los presbteros reconozcan verdaderamente al Obispo como a padre suyo y obedzcanle
reverentemente.[68] Adems, preocupados siempre por el bien de los hijos de Dios,
procuren cooperar en el trabajo pastoral de toda la dicesis e incluso de toda la
Iglesia.[69]
[30.] Grande es el ministerio que en la celebracin eucarstica tienen principalmente los
sacerdotes, a quienes compete presidirla in persona Christi, dando un testimonio y un
servicio de comunin, no slo a la comunidad que participa directamente en la
celebracin, sino tambin a la Iglesia universal, a la cual la Eucarista hace siempre
referencia. Por desgracia, es de lamentar que, sobre todo a partir de los aos de la
reforma litrgica despus del Concilio Vaticano II, por un malentendido sentido de
creatividad y de adaptacin, no hayan faltado abusos, que para muchos han sido causa de
malestar.[70]
[31.] Coherentemente con lo que prometieron en el rito de la sagrada Ordenacin y cada
ao renuevan dentro de la Misal Crismal, los presbteros presidan con piedad y
fielmente la celebracin de los misterios de Cristo, especialmente el sacrificio de la
Eucarista y el sacramento de la reconciliacin.[71] No vacen el propio ministerio de
su significado profundo, deformando de manera arbitraria la celebracin litrgica, ya sea
con cambios, con mutilaciones o con aadidos.[72] En efecto, dice San Ambrosio: No
en si, [...] sino en nosotros es herida la Iglesia. Por lo tanto, tengamos cuidado para que
nuestras cadas no hieran la Iglesia.[73] Es decir, que no sea ofendida la Iglesia de Dios
por los sacerdotes, que tan solemnemente se han ofrecido, ellos mismos, al ministerio. Al
contrario, bajo la autoridad del Obispo vigilen fielmente para que no sean realizadas por
otros estas deformaciones.
[32.] Esfurcese el prroco para que la santsima Eucarista sea el centro de la
comunidad parroquial de fieles; trabaje para que los fieles se alimenten con la
celebracin piadosa de los sacramentos, de modo peculiar con la recepcin frecuente de
la santsima Eucarista y de la penitencia; procure moverles a la oracin, tambin en el
seno de las familias, y a la participacin consciente y activa en la sagrada liturgia, que,
bajo la autoridad del Obispo diocesano, debe moderar el prroco en su parroquia, con la
obligacin de vigilar para que no se introduzcan abusos.[74] Aunque es oportuno que
las celebraciones litrgicas, especialmente la santa Misa, sean preparadas de manera
eficaz, siendo ayudado por algunos fieles, sin embargo, de ningn modo debe ceder
aquellas cosas que son propias de su ministerio, en esta materia.
[33.] Por ltimo, todos los presbteros procuren cultivar convenientemente la ciencia y
el arte litrgicos, a fin de que por su ministerio litrgico las comunidades cristianas que
se les han encomendado alaben cada da con ms perfeccin a Dios, Padre, Hijo y
Espritu Santo.[75] Sobre todo, deben estar imbuidos de la admiracin y el estupor que
la celebracin del misterio pascual, en la Eucarista, produce en los corazones de los
fieles.[76]
4. LOS DICONOS
[34.] Los diconos, que reciben la imposicin de manos no en orden al sacerdocio, sino
en orden al ministerio[77], hombres de buena fama[78], deben actuar de tal manera,
con la ayuda de Dios, que sean conocidos como verdaderos discpulos[79] de aquel que
no ha venido a ser servido sino a servir[80] y estuvo en medio de sus discpulos como
el que sirve.[81] Y fortalecidos con el don del mismo Espritu Santo, por la imposicin
de las manos, sirven al pueblo de Dios en comunin con el Obispo y su presbiterio.[82]
Por tanto, tengan al Obispo como padre, y a l y a los presbteros, prstenles ayuda en
el ministerio de la palabra, del altar y de la caridad.[83]
[35.] No dejen nunca de vivir el misterio de la fe con alma limpia[84], como dice el
Apstol, y proclamar esta fe, de palabra y de obra, segn el Evangelio y la tradicin de la
Iglesia,[85] sirviendo fielmente y con humildad, con todo el corazn, en la sagrada
Liturgia que es fuente y cumbre de toda la vida eclesial, para que, una vez hechos hijos
de Dios por la fe y el Bautismo, todos se renan para alabar a Dios en medio de la
Iglesia, participen en el Sacrificio y coman la cena del Seor.[86] Por tanto, todos los
diconos, por su parte, emplense en esto, para que la sagrada Liturgia sea celebrada
conforme a las normas de los libros litrgicos debidamente aprobados.

CAPTULO II
LA PARTICIPACIN DE LOS FIELES LAICOS EN LA CELEBRACIN DE
LA EUCARISTA
1. UNA PARTICIPACIN ACTIVA Y CONSCIENTE
[36.] La celebracin de la Misa, como accin de Cristo y de la Iglesia, es el centro de
toda la vida cristiana, en favor de la Iglesia, tanto universal como particular, y de cada
uno de los fieles,[87] a los que de diverso modo afecta, segn la diversidad de rdenes,
funciones y participacin actual.[88] De este modo el pueblo cristiano, raza elegida,
sacerdocio real, nacin santa, pueblo adquirido,[89] manifiesta su orden coherente y
jerrquico.[90] El sacerdocio comn de los fieles y el sacerdocio ministerial o
jerrquico, aunque diferentes esencialmente y no slo en grado, se ordenan, sin embargo,
el uno al otro, pues ambos participan de forma peculiar del nico sacerdocio de
Cristo.[91]
[37.] Todos los fieles, por el bautismo, han sido liberados de sus pecados e incorporados
a la Iglesia, destinados por el carcter al culto de la religin cristiana,[92] para que por su
sacerdocio real,[93] perseverantes en la oracin y en la alabanza a Dios,[94] ellos
mismos se ofrezcan como hostia viva, santa, agradable a Dios y todas sus obras lo
confirmen,[95] y testimonien a Cristo en todos los lugares de la tierra, dando razn a
todo el que lo pida, de que en l est la esperanza de la vida eterna.[96] Por lo tanto,
tambin la participacin de los fieles laicos en la celebracin de la Eucarista, y en los
otros ritos de la Iglesia, no puede equivaler a una mera presencia, ms o menos pasiva,
sino que se debe valorar como un verdadero ejercicio de la fe y la dignidad bautismal.
[38.] As pues, la doctrina constante de la Iglesia sobre la naturaleza de la Eucarista, no
slo convival sino tambin, y sobre todo, como sacrificio, debe ser rectamente
considerada como una de las claves principales para la plena participacin de todos los
fieles en tan gran Sacramento.[97] Privado de su valor sacrificial, se vive como si no
tuviera otro significado y valor que el de un encuentro convival fraterno.[98]
[39.] Para promover y manifestar una participacin activa, la reciente renovacin de los
libros litrgicos, segn el espritu del Concilio, ha favorecido las aclamaciones del
pueblo, las respuestas, salmos, antfonas, cnticos, as como acciones, gestos y posturas
corporales, y el sagrado silencio que cuidadosamente se debe observar en algunos
momentos, como prevn las rbricas, tambin de parte de los fieles.[99] Adems, se ha
dado un amplio espacio a una adecuada libertad de adaptacin, fundamentada sobre el
principio de que toda celebracin responda a la necesidad, a la capacidad, a la
mentalidad y a la ndole de los participantes, conforme a las facultades establecidas en
las normas litrgicas. En la eleccin de los cantos, melodas, oraciones y lecturas
bblicas; en la realizacin de la homila; en la preparacin de la oracin de los fieles; en
las moniciones que a veces se pronuncian; y en adornar la iglesia en los diversos
tiempos; existe una amplia posibilidad de que en toda celebracin se pueda introducir,
cmodamente, una cierta variedad para que aparezca con mayor claridad la riqueza de la
tradicin litrgica y, atendiendo a las necesidades pastorales, se comunique
diligentemente el sentido peculiar de la celebracin, de modo que se favorezca la
participacin interior. Tambin se debe recordar que la fuerza de la accin litrgica no
est en el cambio frecuente de los ritos, sino, verdaderamente, en profundizar en la
palabra de Dios y en el misterio que se celebra.[100]
[40.] Sin embargo, por ms que la liturgia tiene, sin duda alguna, esta caracterstica de la
participacin activa de todos los fieles, no se deduce necesariamente que todos deban
realizar otras cosas, en sentido material, adems de los gestos y posturas corporales,
como si cada uno tuviera que asumir, necesariamente, una tarea litrgica especfica. La
catequesis procure con atencin que se corrijan las ideas y loscomportamientos
superficiales, que en los ltimos aos se han difundido en algunas partes, en esta
materia; y despierte siempre en los fieles un renovado sentimiento de gran admiracin
frente a la altura del misterio de fe, que es la Eucarista, en cuya celebracin la Iglesia
pasa continuamente de lo viejo a lo nuevo[101]. En efecto, en la celebracin de la
Eucarista, como en toda la vida cristiana, que de ella saca la fuerza y hacia ella tiende, la
Iglesia, a ejemplo de Santo Toms apstol, se postra en adoracin ante el Seor
crucificado, muerto, sepultado y resucitado en la plenitud de su esplendor divino, y
perpetuamente exclama: Seor mo y Dios mo!.[102]
[41.] Son de gran utilidad, para suscitar, promover y alentar esta disposicin interior de
participacin litrgica, la asidua y difundida celebracin de la Liturgia de las Horas, el
uso delos sacramentales y los ejercicios de la piedad popular cristiana. Este tipo de
ejercicios que, aunque en el rigor del derecho no pertenecen a la sagrada Liturgia,
tienen, sin embargo, una especial importancia y dignidad, se deben conservar por el
estrecho vnculo que existe con el ordenamiento litrgico, especialmente cuando han
sidoaprobados y alabados por el mismo Magisterio;[103] esto vale sobre todo para el
rezo del rosario.[104] Adems, estas prcticas de piedad conducen al pueblo cristiano a
frecuentar los sacramentos, especialmente la Eucarista, tambin a meditar los misterios
de nuestra redencin y a imitar los insignes ejemplos de los santos del cielo, que nos
hacen as participar en el culto litrgico, no sin gran provecho espiritual.[105]
[42.] Es necesario reconocer que la Iglesia no se rene por voluntad humana, sino
convocada por Dios en el Espritu Santo, y responde por la fe a su llamada gratuita (en
efecto, ekklesia tiene relacin con Klesis, esto es, llamada).[106] Ni el Sacrificio
eucarstico se debe considerar como concelebracin, en sentido unvoco, del sacerdote
al mismo tiempo que del pueblo presente.[107] Al contrario, la Eucarista celebrada por
los sacerdotes es un don que supera radicalmente la potestad de la asamblea [...]. La
asamblea que se rene para celebrar la Eucarista necesita absolutamente, para que sea
realmente asamblea eucarstica, un sacerdote ordenado que la presida. Por otra parte, la
comunidad no est capacitada para darse por s sola el ministro ordenado.[108]Urge la
necesidad de un inters comn para que se eviten todas las ambigedades en esta materia
y se procure el remedio de las dificultades de estos ltimos aos. Por tanto, solamente
con precaucin se emplearn trminos como comunidad celebrante o asamblea
celebrante, en otras lenguas vernculas: celebrating assembly, assemble
clbrante, assemblea celebrante, y otros de este tipo.
2. TAREAS DE LOS FIELES LAICOS EN LA CELEBRACIN DE LA SANTA
MISA
[43.] Algunos de entre los fieles laicos ejercen, recta y laudablemente, tareas
relacionadas con la sagrada Liturgia, conforme a la tradicin, para el bien de la
comunidad y de toda la Iglesia de Dios.[109] Conviene que se distribuyan y realicen
entre varios las tareas o las diversas partes de una misma tarea.[110]
[44.] Adems de los ministerios instituidos, de lector y de aclito, [111] entre las tareas
arriba mencionadas, en primer lugar estn los de aclito[112] y de lector[113] con un
encargo temporal, a los que se unen otros servicios, descritos en el Misal Romano,[114]
y tambin la tarea de preparar las hostias, lavar los paos litrgicos y similares. Todos
los ministros ordenados y los fieles laicos, al desempear su funcin u oficio, harn
todo y slo aquello que les corresponde[115], y, ya lo hagan en la misma celebracin
litrgica, ya en su preparacin, sea realizado de tal forma que la liturgia de la Iglesia se
desarrolle de manera digna y decorosa.
[45.] Se debe evitar el peligro de oscurecer la complementariedad entre la accin de los
clrigos y los laicos, para que las tareas de los laicos no sufran una especie de
clericalizacin, como se dice, mientras los ministros sagrados asumen indebidamente
lo que es propio de la vida y de las acciones de los fieles laicos.[116]
[46.] El fiel laico que es llamado para prestar una ayuda en las celebraciones litrgicas,
debe estar debidamente preparado y ser recomendable por su vida cristiana, fe,
costumbres y su fidelidad hacia el Magisterio de la Iglesia. Conviene que haya recibido
la formacin litrgica correspondiente a su edad, condicin, gnero de vida y cultura
religiosa. [117] No se elija a ninguno cuya designacin pueda suscitar el asombro de los
fieles.[118]
[47.] Es muy loable que se conserve la benemrita costumbre de que nios o jvenes,
denominados normalmente monaguillos, estn presentes y realicen un servicio junto al
altar, como aclitos, y reciban una catequesis conveniente, adaptada a su capacidad,
sobre esta tarea.[119] No se puede olvidar que del conjunto de estos nios, a lo largo de
los siglos, ha surgido un nmero considerable de ministros sagrados.[120] Instityanse y
promuvanse asociaciones para ellos, en las que tambin participen y colaboren los
padres, y con las cuales se proporcione a los monaguillos una atencin pastoral eficaz.
Cuando este tipo de asociaciones tenga carcter internacional, le corresponde a la
Congregacin para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos erigirlas,
aprobarlas y reconocer sus estatutos.[121] A esta clase de servicio al altar pueden ser
admitidas nias o mujeres, segn el juicio del Obispo diocesano y observando las
normas establecidas.[122]

CAPTULO III
LA CELEBRACIN CORRECTA DE LA SANTA MISA
1. LA MATERIA DE LA SANTSIMA EUCARISTA
[48.] El pan que se emplea en el santo Sacrificio de la Eucarista debe ser cimo, de slo
trigo y hecho recientemente, para que no haya ningn peligro de que se corrompa.[123]
Por consiguiente, no puede constituir la materia vlida, para la realizacin del Sacrificio
y del Sacramento eucarstico, el pan elaborado con otras sustancias, aunque sean
cereales, ni aquel que lleva mezcla de una sustancia diversa del trigo, en tal cantidad que,
segn la valoracin comn, no se puede llamar pan de trigo.[124] Es un abuso grave
introducir, en la fabricacin del pan para la Eucarista, otras sustancias como frutas,
azcar o miel. Es claro que las hostias deben ser preparadas por personas que no slo se
distingan por su honestidad, sino que adems sean expertas en la elaboracin y
dispongan de los instrumentos adecuados.[125]
[49.] Conviene, en razn del signo, que algunas partes del pan eucarstico que resultan de
la fraccin del pan, se distribuyan al menos a algunos fieles, en la Comunin. No
obstante, de ningn modo se excluyen las hostias pequeas, cuando lo requiere el
nmero de los que van a recibir la sagrada Comunin, u otras razones pastorales lo
exijan;[126] ms bien, segn la costumbre, sean usadas sobre todo formas pequeas,
que no necesitan una fraccin ulterior.
[50.] El vino que se utiliza en la celebracin del santo Sacrificio eucarstico debe ser
natural, del fruto de la vid, puro y sin corromper, sin mezcla de sustancias extraas.[127]
En la misma celebracin de la Misa se le debe mezclar un poco de agua. Tngase
diligente cuidado de que el vino destinado a la Eucarista se conserve en perfecto estado
y no se avinagre.[128]Est totalmente prohibido utilizar un vino del que se tiene duda en
cuanto a su carcter genuino o a su procedencia, pues la Iglesia exige certeza sobre las
condiciones necesarias para la validez de los sacramentos. No se debe admitir bajo
ningn pretexto otras bebidas de cualquier gnero, que no constituyen una materia
vlida.
2. LA PLEGARIA EUCARSTICA
[51.] Slo se pueden utilizar las Plegarias Eucarsticasque se encuentran en el Misal
Romano o aquellas que han sido legtimamente aprobadas por la Sede Apostlica, en la
forma y manera que se determina en la misma aprobacin. No se puede tolerar que
algunos sacerdotes se arroguen el derecho de componer plegarias eucarsticas,[129] ni
cambiar el texto aprobado por la Iglesia, ni utilizar otros, compuestos por personas
privadas.[130]
[52.] La proclamacin de la Plegaria Eucarstica, que por su misma naturaleza es como
la cumbre de toda la celebracin, es propia del sacerdote, en virtud de su misma
ordenacin. Por tanto, es un abuso hacer que algunas partes de la Plegaria Eucarstica
sean pronunciadas por el dicono, por un ministro laico, o bien por uno slo o por todos
los fieles juntos. La Plegaria Eucarstica, por lo tanto, debe ser pronunciada en su
totalidad, y solamente, por el Sacerdote.[131]
[53.] Mientras el Sacerdote celebrante pronuncia la Plegaria Eucarstica, no se
realizarn otras oraciones o cantos, y estarn en silencio el rgano y los otros
instrumentos musicales,[132] salvo las aclamaciones del pueblo, como rito aprobado,
de que se hablar ms adelante.
[54.] Sin embargo, el pueblo participa siempre activamente y nunca de forma puramente
pasiva: se asocia al sacerdote en la fe y con el silencio, tambin con las intervenciones
indicadas en el curso de la Plegaria Eucarstica, que son: las respuestas en el dilogo del
Prefacio, el Santo, la aclamacin despus de la consagracin y la aclamacin Amn,
despus de la doxologa final, as como otras aclamaciones aprobadas por la Conferencia
de Obispos y confirmadas por la Santa Sede.[133]
[55.] En algunos lugares se ha difundido el abuso de que el sacerdote parte la hostia en el
momento de la consagracin, durante la celebracin de la santa Misa. Este abuso se
realiza contra la tradicin de la Iglesia. Sea reprobado y corregido con urgencia.
[56.] En la Plegaria Eucarstica no se omita la mencin del Sumo Pontfice y del Obispo
diocesano, conservando as una antiqusima tradicin y manifestando la comunin
eclesial. En efecto, la reunin eclesial de la asamblea eucarstica es comunin con el
propio Obispo y con el Romano Pontfice.[134]
3. LAS OTRAS PARTES DE LA MISA
[57.] Es un derecho de la comunidad de fieles que, sobre todo en la celebracin
dominical, haya una msica sacra adecuada e idnea, segn costumbre, y siempre el
altar, los paramentos y los paos sagrados, segn las normas, resplandezcan por su
dignidad, nobleza y limpieza.
[58.] Igualmente, todos los fieles tienen derecho a que la celebracin de la Eucarista sea
preparada diligentemente en todas sus partes, para que en ella sea proclamada y
explicada con dignidad y eficacia la palabra de Dios; la facultad de seleccionar los textos
litrgicos y los ritos debe ser ejercida con cuidado, segn las normas, y las letras de los
cantos de la celebracin Litrgica custodien y alimenten debidamente la fe de los fieles.
[59.] Cese la prctica reprobable de que sacerdotes, o diconos, o bien fieles laicos,
cambian y varan a su propio arbitrio, aqu o all, los textos de la sagrada Liturgia que
ellos pronuncian. Cuando hacen esto, convierten en inestable la celebracin de la sagrada
Liturgia y no raramente adulteran el sentido autntico de la Liturgia.
[60.] En la celebracin de la Misa, la liturgia de la palabra y la liturgia eucarstica estn
ntimamente unidas entre s y forman ambas un slo y el mismo acto de culto. Por lo
tanto, no es lcito separar una de otra, ni celebrarlas en lugares y tiempos diversos.[135]
Tampoco est permitido realizar cada parte de la sagrada Misa en momentos diversos,
aunque sea el mismo da.
[61.] Para elegir las lecturas bblicas, que se deben proclamar en la celebracin de la
Misa, se deben seguir las normas que se encuentran en los libros litrgicos,[136] a fin de
que verdaderamente la mesa de la Palabra de Dios se prepare con ms abundancia para
los fieles y se abran a ellos los tesoros bblicos.[137]
[62.] No est permitido omitir o sustituir, arbitrariamente, las lecturas bblicas prescritas
ni, sobre todo, cambiar las lecturas y el salmo responsorial, que contienen la Palabra de
Dios, con otros textos no bblicos.[138]
[63.] La lectura evanglica, que constituye el momento culminante de la liturgia de la
palabra,[139] en las celebraciones de la sagrada Liturgia se reserva al ministro
ordenado, conforme a la tradicin de la Iglesia.[140] Por eso no est permitido a un
laico, aunque sea religioso, proclamar la lectura evanglica en la celebracin de la santa
Misa; ni tampoco en otros casos, en los cuales no sea explcitamente permitido por las
normas.[141]
[64.] La homila, que se hace en el curso de la celebracin de la santa Misa y es parte de
la misma Liturgia,[142] la har, normalmente, el mismo sacerdote celebrante, o l se la
encomendar a un sacerdote concelebrante, o a veces, segn las circunstancias, tambin
al dicono, pero nunca a un laico.[143] En casos particulares y por justa causa, tambin
puede hacer la homila un obispo o un presbtero que est presente en la celebracin,
aunque sin poder concelebrar.[144]
[65.] Se recuerda que debe tenerse por abrogada, segn lo prescrito en el canon 767 1,
cualquier norma precedente que admitiera a los fieles no ordenados para poder hacer la
homila en la celebracin eucarstica.[145] Se reprueba esta concesin, sin que se pueda
admitir ninguna fuerza de la costumbre.
[66.] La prohibicin de admitir a los laicos para predicar, dentro de la celebracin de la
Misa, tambin es vlida para los alumnos de seminarios, los estudiantes de teologa, para
los que han recibido la tarea de asistentes pastorales y para cualquier otro tipo de
grupo, hermandad, comunidad o asociacin, de laicos.[146]
[67.] Sobre todo, se debe cuidar que la homila se fundamente estrictamente en los
misterios de la salvacin, exponiendo a lo largo del ao litrgico, desde los textos de las
lecturas bblicas y los textos litrgicos, los misterios de la fe y las normas de la vida
cristiana, y ofreciendo un comentario de los textos del Ordinario y del Propio de la Misa,
o de los otros ritos de la Iglesia.[147] Es claro que todas las interpretaciones de la
sagrada Escritura deben conducir a Cristo, como eje central de la economa de la
salvacin, pero esto se debe realizar examinndola desde el contexto preciso de la
celebracin litrgica. Al hacer la homila, procrese iluminar desde Cristo
losacontecimientos de la vida. Hgase esto, sin embargo, de tal modo que no se vace el
sentido autntico y genuino de la palabra de Dios, por ejemplo, tratando slo de poltica
o de temas profanos, o tomando como fuente ideas que provienen de movimientos
pseudo-religiosos de nuestra poca.[148]
[68.] El Obispo diocesano vigile con atencin la homila,[149] difundiendo, entre los
ministros sagrados, incluso normas, orientaciones y ayudas, y promoviendo a este fin
reuniones y otras iniciativas; de esta manera tendrn ocasin frecuente de reflexionar con
mayor atencin sobre el carcter de la homila y encontrarn tambin una ayuda para su
preparacin.
[69.] En la santa Misa y en otras celebraciones de la sagrada Liturgia no se admita un
Credo o Profesin de fe que no se encuentre en los libros litrgicos debidamente
aprobados.
[70.] Las ofrendas que suelen presentar los fieles en la santa Misa, para la Liturgia
eucarstica, no se reducen necesariamente al pan y al vino para celebrar la Eucarista,
sino que tambin pueden comprender otros dones, que son ofrecidos por los fieles en
forma de dinero o bien de otra manera til para la caridad hacia los pobres. Sin embargo,
los dones exteriores deben ser siempre expresin visible del verdadero don que el Seor
espera de nosotros: un corazn contrito y el amor a Dios y al prjimo, por el cual nos
configuramos con el sacrificio de Cristo, que se entreg a s mismo por nosotros. Pues en
la Eucarista resplandece, sobre todo, el misterio de la caridad que Jesucristo revel en la
ltima Cena, lavando los pies de los discpulos. Con todo, para proteger la dignidad de
la sagrada Liturgia, conviene que las ofrendas exteriores sean presentadas de forma apta.
Por lo tanto, el dinero, as como otras ofrendas para los pobres, se pondrn en un lugar
oportuno, pero fuera de la mesa eucarstica.[150] Salvo el dinero y, cuando sea el caso,
una pequea parte de los otros dones ofrecidos, por razn del signo, es preferible que
estas ofrendas sean presentadas fuera de la celebracin de la Misa.
[71.] Consrvese la costumbre del Rito romano, de dar la paz un poco antes de distribuir
la sagrada Comunin, como est establecido en el Ordinario de la Misa. Adems,
conforme a la tradicin del Rito romano, esta prctica no tiene un sentido de
reconciliacin ni de perdn de los pecados, sino que ms bien significa la paz, la
comunin y la caridad, antes de recibir la santsima Eucarista.[151] En cambio, el
sentido de reconciliacin entre los hermanos se manifiesta claramente en el acto
penitencial que se realiza al inicio de la Misa, sobre todo en la primera de sus formas.
[72.] Conviene que cada uno d la paz, sobriamente, slo a los ms cercanos a l. El
sacerdote puede dar la paz a los ministros, permaneciendo siempre dentro del presbiterio,
para no alterar la celebracin. Hgase del mismo modo si, por una causa razonable,
desea dar la paz a algunos fieles. En cuanto al signo para darse la paz, establezca el
modo la Conferencia de Obispos, con el reconocimiento de la Sede Apostlica, segn
la idiosincrasia y las costumbres de los pueblos.[152]
[73.] En la celebracin de la santa Misa, la fraccin del pan eucarstico la realiza
solamente el sacerdote celebrante, ayudado, si es el caso, por el dicono o por un
concelebrante, pero no por un laico; se comienza despus de dar la paz, mientras se dice
el Cordero de Dios. El gesto de la fraccin del pan, realizada por Cristo en la ltima
Cena, que en el tiempo apostlico dio nombre a toda la accin eucarstica, significa que
los fieles, siendo muchos, forman un solo cuerpo por la comunin de un solo pan de
vida, que es Cristo muerto y resucitado para la salvacin del mundo (1 Cor 10,
17).[153]Por esto, se debe realizar el rito con gran respeto.[154] Sin embargo, debe ser
breve. El abuso, extendido en algunos lugares, de prolongar sin necesidad este rito,
incluso con la ayuda de laicos, contrariamente a las normas, o de atribuirle una
importancia exagerada, debe ser corregido con gran urgencia.[155]
[74.] Si se diera la necesidad de que instrucciones o testimonios sobre la vida cristiana
sean expuestos por un laico a los fieles congregados en la iglesia, siempre es preferible
que esto se haga fuera de la celebracin de la Misa. Por causa grave, sin embargo, est
permitido dar este tipo de instrucciones o testimonios, despus de que el sacerdote
pronuncie la oracin despus de la Comunin. Pero esto no puede hacerse una
costumbre. Adems, estas instrucciones y testimonios de ninguna manera pueden tener
un sentido que pueda ser confundido con la homila,[156] ni se permite que por ello se
suprima totalmente la homila.
4. LA UNIN DE VARIOS RITOS CON LA CELEBRACIN DE LA MISA
[75.] Por el sentido teolgico inherente a la celebracin de la eucarista o de un rito
particular, los libros litrgicos permiten o prescriben, algunas veces, la celebracin de la
santa Misa unida con otro rito, especialmente de los Sacramentos.[157] En otros casos,
sin embargo, la Iglesia no admite esta unin, especialmente cuando lo que se aadira
tiene un carcter superficial y sin importancia.
[76.] Adems, segn la antiqusima tradicin de la Iglesia romana, no es lcito unir el
Sacramento de la Penitencia con la santa Misa y hacer as una nica accin litrgica.
Esto no impide que algunos sacerdotes, independientemente de los que celebran o
concelebran la Misa, escuchen las confesiones de los fieles que lo deseen, incluso
mientras en el mismo lugar se celebra la Misa, para atender las necesidades de los
fieles.[158] Pero esto, hgase de manera adecuada.
[77.] La celebracin de la santa Misa de ningn modo puede ser intercalada como
aadido a una cena comn, ni unirse con cualquier tipo de banquete. No se celebre la
Misa, a no ser por grave necesidad, sobre una mesa de comedor[159], o en el comedor, o
en el lugar que ser utilizado para un convite, ni en cualquier sala donde haya alimentos,
ni los participantes en la Misa se sentarn a la mesa, durante la celebracin. Si, por una
grave necesidad, se debe celebrar la Misa en el mismo lugar donde despus ser la cena,
debe mediar un espacio suficiente de tiempo entre la conclusin de la Misa y el
comienzo de la cena, sin que se muestren a los fieles, durante la celebracin de la Misa,
alimentos ordinarios.
[78.] No est permitido relacionar la celebracin de la Misa con acontecimientos
polticos o mundanos, o con otros elementos que no concuerden plenamente con el
Magisterio de la Iglesia Catlica. Adems, se debe evitar totalmente la celebracin de la
Misa por el simple deseo de ostentacin o celebrarla segn el estilo de otras ceremonias,
especialmente profanas, para que la Eucarista no se vace de su significado autntico.
[79.] Por ltimo, el abuso de introducir ritos tomados de otras religiones en la
celebracin de la santa Misa, en contra de lo que se prescribe en los libros litrgicos, se
debe juzgar con gran severidad.

CAPTULO IV
LA SAGRADA COMUNIN
1. LAS DISPOSICIONES PARA RECIBIR LA SAGRADA COMUNIN
[80.] La Eucarista sea propuesta a los fieles, tambin, como antdoto por el que somos
liberados de las culpas cotidianas y preservados de los pecados mortales,[160] como se
muestra claramente en diversas partes de la Misa. Por lo que se refiere al acto
penitencial, situado al comienzo de la Misa, este tiene la finalidad de disponer a todos
para que celebren adecuadamente los sagrados misterios,[161] aunque carece de la
eficacia del sacramento de la Penitencia,[162] y no se puede pensar que sustituye, para
el perdn de los pecados graves, lo que corresponde al sacramento de la Penitencia. Los
pastores de almas cuiden diligentemente la catequesis, para que la doctrina cristiana
sobre esta materia se transmita a los fieles.
[81.] La costumbre de la Iglesia manifiesta que es necesario que cada uno se examine a
s mismo en profundidad,[163] para que quien sea consciente de estar en pecado grave
no celebre la Misa ni comulgue el Cuerpo del Seor sin acudir antes a la confesin
sacramental, a no ser que concurra un motivo grave y no haya oportunidad de
confesarse; en este caso, recuerde que est obligado a hacer un acto de contricin
perfecta, que incluye el propsito de confesarse cuanto antes.[164]
[82.] Adems, la Iglesia ha dado normas que se orientan a favorecer la participacin
frecuente y fructuosa de los fieles en la Mesa eucarstica y, al mismo tiempo, a
determinar las condiciones objetivas en las que no debe administrarse la
comunin.[165]
[83.] Ciertamente, lo mejor es que todos aquellos que participan en la celebracin de la
santa Misa y tiene las debidas condiciones, reciban en ella la sagrada Comunin. Sin
embargo, alguna vez sucede que los fieles se acercan en grupo e indiscriminadamente a
la mesa sagrada. Es tarea de los pastores corregir con prudencia y firmeza tal abuso.
[84.] Adems, donde se celebre la Misa para una gran multitud o, por ejemplo, en las
grandes ciudades, debe vigilarse para que no se acerquen a la sagrada Comunin, por
ignorancia, los no catlicos o, incluso, los no cristianos, sin tener en cuenta el Magisterio
de la Iglesia en lo que se refiere a la doctrina y la disciplina. Corresponde a los Pastores
advertir en el momento oportuno a los presentes sobre la verdad y disciplina que se debe
observar estrictamente.
[85.] Los ministros catlicos administran lcitamente los sacramentos, slo a los fieles
catlicos, los cuales, igualmente, los reciben lcitamente slo de ministros catlicos,
salvo lo que se prescribe en los canon 844 2, 3 y 4, y en el canon 861 2.[166]
Adems, las condiciones establecidas por el canon 844 4, de las que nada se puede
derogar,[167] son inseparables entre s; por lo que es necesario que siempre sean
exigidas simultneamente.
[86.] Los fieles deben ser guiados con insistencia hacia la costumbre de participar en el
sacramento de la penitencia, fuera de la celebracin de la Misa, especialmente en horas
establecidas, para que as se pueda administrar con tranquilidad, sea para ellos de
verdadera utilidad y no se impida una participacin activa en la Misa. Los que frecuente
o diariamente suelen comulgar, sean instruidos para que se acerquen al sacramento de la
penitencia cada cierto tiempo, segn la disposicin de cada uno.[168]
[87.] La primera Comunin de los nios debe estar siempre precedida de la confesin y
absolucin sacramental.[169] Adems, la primera Comunin siempre debe ser
administrada por un sacerdote y, ciertamente, nunca fuera de la celebracin de la Misa.
Salvo casos excepcionales, es poco adecuado que se administre el Jueves Santo, in
Cena Domini. Es mejor escoger otro da, como los domingos II-VI de Pascua, la
solemnidad del Santsimo Cuerpo y Sangre de Cristo o los domingos del Tiempo
Ordinario, puesto que el domingo es justamente considerado como el da de la
Eucarista.[170]No se acerquen a recibir la sagrada Eucarista los nios que an no han
llegado al uso de razn o los que el prroco no juzgue suficientemente
dispuestos.[171]Sin embargo, cuando suceda que un nio, de modo excepcional con
respecto a los de su edad, sea considerado maduro para recibir el sacramento, no se le
debe negar la primera Comunin, siempre que est suficientemente instruido.
2. LA DISTRIBUCIN DE LA SAGRADA COMUNIN.
[88.] Los fieles, habitualmente, reciban la Comunin sacramental de la Eucarista en la
misma Misa y en el momento prescrito por el mismo rito de la celebracin, esto es,
inmediatamente despus de la Comunin del sacerdote celebrante.[172] Corresponde al
sacerdote celebrante distribuir la Comunin, si es el caso, ayudado por otros sacerdotes o
diconos; y este no debe proseguir la Misa hasta que haya terminado la Comunin de los
fieles. Slo donde la necesidad lo requiera, los ministros extraordinarios pueden ayudar
al sacerdote celebrante, segn las normas del derecho.[173]
[89.] Para que tambin por los signos, aparezca mejor que la Comunin es participacin
en el Sacrificio que se est celebrando,[174] es deseable que los fieles puedan recibirla
con hostias consagradas en la misma Misa.[175]
[90.] Los fieles comulgan de rodillas o de pie, segn lo establezca la Conferencia de
Obispos, con la confirmacin de la Sede Apostlica. Cuando comulgan de pie, se
recomienda hacer, antes de recibir el Sacramento, la debida reverencia, que deben
establecer las mismas normas.[176]
[91.] En la distribucin de la sagrada Comunin se debe recordar que los ministros
sagrados no pueden negar los sacramentos a quienes los pidan de modo oportuno, estn
bien dispuestos y no les sea prohibido por el derecho recibirlos.[177] Por consiguiente,
cualquier bautizado catlico, a quien el derecho no se lo prohba, debe ser admitido a la
sagrada Comunin. As pues, no es lcito negar la sagrada Comunin a un fiel, por
ejemplo, slo por el hecho de querer recibir la Eucarista arrodillado o de pie.
[92.] Aunque todo fiel tiene siempre derecho a elegir si desea recibir la sagrada
Comunin en la boca,[178] si el que va a comulgar quiere recibir en la mano el
Sacramento, en los lugares donde la Conferencia de Obispos lo haya permitido, con la
confirmacin de la Sede Apostlica, se le debe administrar la sagrada hostia. Sin
embargo, pngase especial cuidado en que el comulgante consuma inmediatamente la
hostia, delante del ministro, y ninguno se aleje teniendo en la mano las especies
eucarsticas. Si existe peligro de profanacin, no se distribuya a los fieles la Comunin
en la mano.[179]
[93.] La bandeja para la Comunin de los fieles se debe mantener, para evitar el peligro
de que caiga la hostia sagrada o algn fragmento.[180]
[94.] No est permitido que los fieles tomen la hostia consagrada ni el cliz sagrado por
s mismos, ni mucho menos que se lo pasen entre s de mano en mano.[181] En esta
materia, adems, debe suprimirse el abuso de que los esposos, en la Misa nupcial, se
administren de modo recproco la sagrada Comunin.
[95.] El fiel laico que ya ha recibido la santsima Eucarista, puede recibirla otra vez el
mismo da solamente dentro de la celebracin eucarstica en la que participe, quedando a
salvo lo que prescribe el c. 921 2.[182]
[96.] Se reprueba la costumbre, que es contraria a las prescripciones de los libros
litrgicos, de que sean distribuidas a manera de Comunin, durante la Misa o antes de
ella, ya sean hostias no consagradas ya sean otros comestibles o no comestibles. Puesto
que estas costumbres de ningn modo concuerdan con la tradicin del Rito romano y
llevan consigo el peligro de inducir a confusin a los fieles, respecto a la doctrina
eucarstica de la Iglesia. Donde en algunos lugares exista, por concesin, la costumbre
particular de bendecir y distribuir pan, despus de la Misa, tngase gran cuidado de que
se d una adecuada catequesis sobre este acto. No se introduzcan otras costumbres
similares, ni sean utilizadas para esto, nunca, hostias no consagradas.
3. LA COMUNIN DE LOS SACERDOTES
[97.] Cada vez que celebra la santa Misa, el sacerdote debe comulgar en el altar, cuando
lo determina el Misal, pero antes de que proceda a la distribucin de la Comunin, lo
hacen los concelebrantes. Nunca espere para comulgar, el sacerdote celebrante o los
concelebrantes, hasta que termine la comunin del pueblo.[183]
[98.] La Comunin de los sacerdotes concelebrantes se realice segn las normas
prescritas en los libros litrgicos, utilizando siempre hostias consagradas en esa misma
Misa[184] y recibiendo todos los concelebrantes, siempre, la Comunin bajo las dos
especies. Ntese que si un sacerdote o dicono entrega a los concelebrantes la hostia
sagrada o el cliz, no dice nada, es decir, en ningn caso pronuncia las palabras el
Cuerpo de Cristo o la Sangre de Cristo.
[99.] La Comunin bajo las dos especies est siempre permitida a los sacerdotes que no
pueden celebrar o concelebrar en la accin sagrada.[185]
4. LA COMUNIN BAJO LAS DOS ESPECIES
[100.] Para que, en el banquete eucarstico, la plenitud del signo aparezca ante los fieles
con mayor claridad, son admitidos a la Comunin bajo las dos especies tambin los
fieles laicos, en los casos indicados en los libros litrgicos, con la debida catequesis
previa y en el mismo momento, sobre los principios dogmticos que en esta materia
estableci el Concilio Ecumnico Tridentino.[186]
[101.] Para administrar a los fieles laicos la sagrada Comunin bajo las dos especies, se
deben tener en cuenta, convenientemente, las circunstancias, sobre las que deben juzgar
en primer lugar los Obispos diocesanos. Se debe excluir totalmente cuando exista
peligro, incluso pequeo, de profanacin de las sagradas especies.[187] Para una mayor
coordinacin, es necesario que la Conferencia de Obispos publique normas, con la
aprobacin de la Sede Apostlica, por medio de la Congregacin para el Culto Divino y
la Disciplina de los Sacramentos, especialmente lo que se refiere al modo de distribuir a
los fieles la sagrada Comunin bajo las dos especies y a la extensin de la
facultad.[188]
[102.] No se administre la Comunin con el cliz a los fieles laicos donde sea tan grande
el nmero de los que van a comulgar[189]que resulte difcil calcular la cantidad de vino
para la Eucarista y exista el peligro de que sobre demasiada cantidad de Sangre de
Cristo, que deba sumirse al final de la celebracin;[190] tampoco donde el acceso
ordenado al cliz slo sea posible con dificultad, o donde sea necesaria tal cantidad de
vino que sea difcil poder conocer su calidad y su proveniencia, o cuando no est
disponible un nmero suficiente de ministros sagrados ni de ministros extraordinarios de
la sagrada Comunin que tengan la formacin adecuada, o donde una parte importante
del pueblo no quiera participar del cliz, por diversas y persistentes causas,
disminuyendo as, en cierto modo, el signo de unidad.
[103.] Las normas del Misal Romano admiten el principio de que, en los casos en que se
administra la sagrada Comunin bajo las dos especies, la sangre del Seor se puede
tomar bebiendo directamente del cliz, o por intincin, o con una pajilla, o una
cucharilla.[191] Por lo que se refiere a la administracin de la Comunin a los fieles
laicos, los Obispos pueden excluir, en los lugares donde no sea costumbre, la Comunin
con pajilla o con cucharilla, permaneciendo siempre, no obstante, la opcin de distribuir
la Comunin por intincin. Pero si se emplea esta forma, utilcense hostias que no sean
ni demasiado delgadas ni demasiado pequeas, y el comulgante reciba del sacerdote el
sacramento, solamente en la boca.[192]
[104.] No se permita al comulgante mojar por s mismo la hostia en el cliz, ni recibir en
la mano la hostia mojada. Por lo que se refiere a la hostia que se debe mojar, esta debe
hacerse de materia vlida y estar consagrada; est absolutamente prohibido el uso de pan
no consagrado o de otra materia.
[105.] Si no es suficiente un cliz, para la distribucin de la Comunin bajo las dos
especies a los sacerdotes concelebrantes o a los fieles, nada impide que el sacerdote
celebrante utilice varios clices.[193] Recurdese, no obstante, que todos los sacerdotes
que celebran la santa Misa tienen que realizar la Comunin bajo las dos especies.
Emplese laudablemente, por razn del signo, un cliz principal ms grande, junto con
otros clices ms pequeos.
[106.] Sin embargo, se debe evitar completamente, despus de la consagracin, echar la
Sangre de Cristo de un cliz a otro, para excluir cualquier cosa de pueda resultar un
agravio de tan gran misterio. Para contener la Sangre del Seor nunca se utilicen frascos,
vasijas u otros recipientes que no respondan plenamente a las normas establecidas.
[107.] Segn la normativa establecida en los cnones, quien arroja por tierra las
especies consagradas, o las lleva o retiene con una finalidad sacrlega, incurre en
excomunin latae sententiae reservada a la Sede Apostlica; el clrigo puede ser
castigado adems con otra pena, sin excluir la expulsin del estado clerical.[194] En
este caso se debe considerar incluida cualquier accin, voluntaria y grave, de desprecio a
las sagradas especies. De donde si alguno acta contra las normas arriba indicadas, por
ejemplo, arrojando las sagradas especies en el lavabo de la sacrista, o en un lugar
indigno, o por el suelo, incurre en las penas establecidas.[195] Adems, recuerden todos
que al terminar la distribucin de la sagrada Comunin, dentro de la celebracin de la
Misa, hay que observar lo que prescribe el Misal Romano, y sobre todo que el sacerdote
o, segn las normas, otro ministro, de inmediato debe sumir en el altar, ntegramente, el
vino consagrado que quiz haya quedado; las hostias consagradas que han sobrado, o las
consume el sacerdote en el altar o las lleva al lugar destinado para la reserva de la
Eucarista.[196]

CAPTULO V
OTROS ASPECTOS QUE SE REFIEREN A LA EUCARISTA
1. EL LUGAR DE LA CELEBRACIN DE LA SANTA MISA
[108.] La celebracin eucarstica se ha de hacer en lugar sagrado, a no ser que, en un
caso particular, la necesidad exija otra cosa; en este caso, la celebracin debe realizarse
en un lugar digno.[197] De la necesidad del caso juzgar, habitualmente, el Obispo
diocesano para su dicesis.
[109.] Nunca es lcito a un sacerdote celebrar la Eucarista en un templo o lugar sagrado
de cualquier religin no cristiana.
2. DIVERSOS ASPECTOS RELACIONADOS CON LA SANTA MISA
[110.] Los sacerdotes, teniendo siempre presente que en el misterio del Sacrificio
eucarstico se realiza continuamente la obra de la redencin, deben celebrarlo
frecuentemente; es ms, se recomienda encarecidamente la celebracin diaria, la cual,
aunque no pueda tenerse con asistencia de fieles, es una accin de Cristo y de la Iglesia,
en cuya realizacin los sacerdotes cumplen su principal ministerio.[198]
[111.] En la celebracin o concelebracin de la Eucarista, admtase a celebrar a un
sacerdote, aunque el rector de la iglesia no lo conozca, con tal de que presente cartas
comendaticias de la Sede Apostlica, o de su Ordinario o de su Superior, dadas al
menos en el ao, las ensee o pueda juzgarse prudentemente que nada le impide
celebrar.[199] El Obispo debe proveer para que desaparezcan las costumbres contrarias.
[112.] La Misa se celebra o bien en lengua latina o bien en otra lengua, con tal de que se
empleen textos litrgicos que hayan sido aprobados, segn las normas del derecho.
Exceptuadas las celebraciones de la Misa que, segn las horas y los momentos, la
autoridad eclesistica establece que se hagan en la lengua del pueblo, siempre y en
cualquier lugar es lcito a los sacerdotes celebrar el santo sacrificio en latn.[200]
[113.] Cuando una Misa es concelebrada por varios sacerdotes, al pronunciar la Plegaria
Eucarstica, utilcese la lengua que sea conocida por todos los sacerdotes concelebrantes
y por el pueblo congregado. Cuando suceda que entre los sacerdotes haya algunos que no
conocen la lengua de la celebracin y, por lo tanto, no pueden pronunciar debidamente
las partes propias de la Plegaria Eucarstica, no concelebren, sino que preferiblemente
asistan a la celebracin revestidos de hbito coral, segn las normas.[201]
[114.] En las Misas dominicales de la parroquia, como comunidad eucarstica, es
normal que se encuentren los grupos, movimientos, asociaciones y las pequeas
comunidades religiosas presentes en ella.[202] Aunque es lcito celebrar la Misa, segn
las normas del derecho, para grupos particulares,[203] estos grupos de ninguna manera
estn exentos de observar fielmente las normas litrgicas.
[115.] Se reprueba el abuso de que sea suspendida de forma arbitraria la celebracin de
la santa Misa en favor del pueblo, bajo el pretexto de promover el ayuno de la
Eucarista, contra las normas del Misal Romano y la sana tradicin del Rito romano.
[116.] No se multipliquen las Misas, contra la norma del derecho, y sobre los estipendios
obsrvese todo lo que manda el derecho.[204]
3. LOS VASOS SAGRADOS
[117.] Los vasos sagrados, que estn destinados a recibir el Cuerpo y la Sangre del
Seor, se deben fabricar, estrictamente, conforme a las normas de la tradicin y de los
libros litrgicos.[205] Las Conferencias de Obispos tienen la facultad de decidir, con la
aprobacin de la Sede Apostlica, si es oportuno que los vasos sagrados tambin sean
elaborados con otros materiales slidos. Sin embargo, se requiere estrictamente que este
material, segn la comn estimacin de cada regin, sea verdaderamente noble,[206]de
manera que con su uso se tribute honor al Seor y se evite absolutamente el peligro de
debilitar, a los ojos de los fieles, la doctrina de la presencia real de Cristo en las especies
eucarsticas. Por lo tanto, se reprueba cualquier uso por el que son utilizados para la
celebracin de la Misa vasos comunes o de escaso valor, en lo que se refiere a la calidad,
o carentes de todo valor artstico, o simples cestos, u otros vasos de cristal, arcilla, creta
y otros materiales, que se rompen fcilmente. Esto vale tambin de los metales y otros
materiales, que se corrompen fcilmente.[207]
[118] Los vasos sagrados, antes de ser utilizados, son bendecidos por el sacerdote con el
rito que se prescribe en los libros litrgicos.[208] Es laudable que la bendicin sea
impartida por el Obispo diocesano, que juzgar si los vasos son idneos para el uso al
cual estn destinados.
[119.] El sacerdote, vuelto al altar despus de la distribucin de la Comunin, de pie
junto al altar o en la credencia, purifica la patena o la pxide sobre el cliz; despus
purifica el cliz, como prescribe el Misal, y seca el cliz con el purificador. Cuando est
presente el dicono, este regresa al altar con el sacerdote y purifica los vasos. Tambin se
permite dejar los vasos para purificar, sobre todo si son muchos, sobre el corporal y
oportunamente cubiertos, en el altar o en la credencia, de forma que sean purificados por
el sacerdote o el dicono, inmediatamente despus de la Misa, una vez despedido el
pueblo. Del mismo modo, el aclito debidamente instituido ayuda al sacerdote o al
dicono en la purificacin y arreglo de los vasos sagrados, ya sea en el altar, ya sea en la
credencia. Ausente el dicono, el aclito litrgicamente instituido lleva los vasos
sagrados a la credencia, donde los purifica, seca y arregla, de la forma
acostumbrada.[209]
[120.] Cuiden los pastores que los paos de la sagrada mesa, especialmente los que
reciben las sagradas especies, se conserven siempre limpios y se laven con frecuencia,
conforme a la costumbre tradicional. Es laudable que se haga de esta manera: que el
agua del primer lavado, hecho a mano, se vierta en un recipiente apropiado de la iglesia
o sobre la tierra, en un lugar adecuado. Despus de esto, se puede lavar nuevamente del
modo acostumbrado.
4. LAS VESTIDURAS LITRGICAS
[121.] La diversidad de los colores en las vestiduras sagradas tiene como fin expresar
con ms eficacia, aun exteriormente, tanto las caractersticas de los misterios de la fe que
se celebran como el sentido progresivo de la vida cristiana a lo largo del ao
litrgico.[210] Tambin la diversidad de ministerios se manifiesta exteriormente, al
celebrar la Eucarista, en la diversidad de las vestiduras sagradas. Pero estas vestiduras
deben contribuir al decoro de la misma accin sagrada.[211]
[122.] El alba, est ceida a la cintura con el cngulo, a no ser que est confeccionada
de tal modo que se adhiera al cuerpo sin cngulo. Antes de ponerse el alba, si no cubre
totalmente el vestido comn alrededor del cuello, emplese el amito.[212]
[123.] La vestidura propia del sacerdote celebrante, en la Misa y en otras acciones
sagradas que directamente se relacionan con ella, es la casulla o planeta, si no se indica
otra cosa, revestida sobre el alba y la estola.[213] Igualmente, el sacerdote que se
reviste con la casulla, conforme a las rbricas, no deje de ponerse la estola. Todos los
Ordinarios vigilen para que sea extirpada cualquier costumbre contraria.
[124.] En el Misal Romano se da la facultad de que los sacerdotes que concelebran en la
Misa, excepto el celebrante principal, que siempre debe llevar la casulla del color
prescrito, puedan omitir la casulla o planeta y usar la estola sobre el alba, cuando haya
una justa causa, por ejemplo el gran nmero de concelebrantes y la falta de
ornamentos.[214] Sin embargo, en el caso de que esta necesidad se pueda prever, en
cuanto sea posible, provase. Los concelebrantes, a excepcin del celebrante principal,
pueden tambin llevar la casulla de color blanco, en caso de necesidad. Obsrvense, en
lo dems, las normas de los libros litrgicos.
[125.] La vestidura propia del dicono es la dalmtica, puesta sobre el alba y la estola.
Para conservar la insigne tradicin de la Iglesia, es recomendable no usar la facultad de
omitir la dalmtica.[215]
[126.] Sea reprobado el abuso de que los sagrados ministros realicen la santa Misa,
incluso con la participacin de slo un asistente, sin llevar las vestiduras sagradas, o con
slo la estola sobre la cogulla monstica, o el hbito comn de los religiosos, o la
vestidura ordinaria, contra lo prescrito en los libros litrgicos.[216] Los Ordinarios
cuiden de que este tipo de abusos sean corregidos rpidamente y haya, en todas las
iglesias y oratorios de su jurisdiccin, un nmero adecuado de ornamentos litrgicos,
confeccionados segn las normas.
[127.] En los libros litrgicos se concede la facultad especial, para los das ms
solemnes, de usar vestiduras sagradas festivas o de mayor dignidad, aunque no sean del
color del da.[217]Esta facultad, que tambin se aplica adecuadamente a los ornamentos
fabricados hace muchos aos, a fin de conservar el patrimonio de la Iglesia, es impropio
extenderla a las innovaciones, para que as no se pierdan las costumbres transmitidas y el
sentido de estas normas de la tradicin no sufra menoscabo, por el uso de formas y
colores segn la inclinacin de cada uno. Cuando sea un da festivo, los ornamentos
sagrados de color dorado o plateado pueden sustituir a los de otros colores, pero no a los
de color morado o negro.
[128.] La santa Misa y las otras celebraciones litrgicas, que son accin de Cristo y del
pueblo de Dios jerrquicamente constituido, sean organizadas de tal manera que los
sagrados ministros y los fieles laicos, cada uno segn su condicin, participen
claramente. Por eso es preferible que los presbteros presentes en la celebracin
eucarstica, si no estn excusados por una justa causa, ejerzan la funcin propia de su
Orden, como habitualmente, y participen por lo tanto como concelebrantes, revestidos
con las vestiduras sagradas. De otro modo, lleven el hbito coral propio o la sobrepelliz
sobre la vestidura talar.[218] No es apropiado, salvo los casos en que exista una causa
razonable, que participen en la Misa, en cuanto al aspecto externo, como si fueran fieles
laicos.
CAPTULO VI
LA RESERVA DE LA SANTSIMA EUCARISTA Y SU CULTO FUERA DE LA
MISA
1. LA RESERVA DE LA SANTSIMA EUCARISTA
[129.] La celebracin de la Eucarista en el Sacrificio de la Misa es, verdaderamente, el
origen y el fin del culto que se le tributa fuera de la Misa. Las sagradas especies se
reservan despus de la Misa, principalmente con el objeto de que los fieles que no
pueden estar presentes en la Misa, especialmente los enfermos y los de avanzada edad,
puedan unirse a Cristo y a su sacrificio, que se inmola en la Misa, por la Comunin
sacramental.[219] Adems, esta reserva permite tambin la prctica de tributar
adoracin a este gran Sacramento, con el culto de latra, que se debe a Dios. Por lo tanto,
es necesario que se promuevan vivamente aquellas formas de culto y adoracin, no slo
privada sino tambin pblica y comunitaria, instituidas o aprobadas por la misma
Iglesia.[220]
[130.] Segn la estructura de cada iglesia y las legtimas costumbres de cada lugar, el
Santsimo Sacramento ser reservado en un sagrario, en la parte ms noble de la iglesia,
ms insigne, ms destacada, ms convenientemente adornada y tambin, por la
tranquilidad del lugar, apropiado para la oracin, con espacio ante el sagrario, as
como suficientes bancos o asientos y reclinatorios.[221] Atindase diligentemente,
adems, a todas las prescripciones de los libros litrgicos y a las normas del derecho,
[222] especialmente para evitar el peligro de profanacin.[223]
[131.] Adems de lo prescrito en el can. 934 1, se prohbe reservar el Santsimo
Sacramento en los lugares que no estn bajo la segura autoridad del Obispo diocesano o
donde exista peligro de profanacin. Si esto ocurriera, el Obispo revoque
inmediatamente la facultad, ya concedida, de reservar la Eucarista.[224]
[132.] Nadie lleve la Sagrada Eucarista a casa o a otro lugar, contra las normas del
derecho. Se debe tener presente, adems, que sustraer o retener las sagradas especies con
un fin sacrlego, o arrojarlas, constituye uno de los graviora delicta, cuya absolucin
est reservada a la Congregacin para la Doctrina de la Fe.[225]
[133.] El sacerdote o el dicono, o el ministro extraordinario, cuando el ministro
ordinario est ausente o impedido, que lleva al enfermo la Sagrada Eucarista para la
Comunin, ir directamente, en cuanto sea posible, desde el lugar donde se reserva el
Sacramento hasta el domicilio del enfermo, excluyendo mientras tanto cualquier otra
actividad profana, para evitar todo peligro de profanacin y para guardar el mximo
respeto al Cuerpo de Cristo. Adems, sgase siempre el ritual para administrar la
Comunin a los enfermos, como se prescribe en el Ritual Romano.[226]
2. ALGUNAS FORMAS DE CULTO A LA S. EUCARISTA FUERA DE LA MISA
[134.] El culto que se da a la Eucarista fuera de la Misa es de un valor inestimable en
la vida de la Iglesia. Dicho culto est estrechamente unido a la celebracin del sacrificio
Eucarstico.[227] Por lo tanto, promuvase insistentemente la piedad hacia la santsima
Eucarista, tanto privada como pblica, tambin fuera de la Misa, para que sea tributada
por los fieles la adoracin a Cristo, verdadera y realmente presente,[228] que es
pontfice de los bienes futuros[229] y Redentor del universo. Corresponde a los
sagrados Pastores animar, tambin con el testimonio personal, el culto eucarstico,
particularmente la exposicin del santsimo Sacramento y la adoracin de Cristo presente
bajo las especies eucarsticas.[230]
[135.] La visita al santsimo Sacramento, los fieles, no dejen de hacerla durante el
da, puesto que el Seor Jesucristo, presente en el mismo, como una muestra de gratitud,
prueba de amor y un homenaje de la debida adoracin.[231] La contemplacin de
Jess, presente en el santsimo Sacramento, en cuanto es comunin espiritual, une
fuertemente a los fieles con Cristo, como resplandece en el ejemplo de tantos
Santos.[232] La Iglesia en la que est reservada la santsima Eucarista debe quedar
abierta a los fieles, por lo menos algunas horas al da, a no ser que obste una razn grave,
para que puedan hacer oracin ante el santsimo Sacramento.[233]
[136.] El Ordinario promueva intensamente la adoracin eucarstica con asistencia del
pueblo, ya sea breve, prolongada o perpetua. En los ltimos aos, de hecho, en tantos
lugares la adoracin del Santsimo Sacramento tiene cotidianamente una importancia
destacada y se convierte en fuente inagotable de santidad, aunque tambin hay sitios
donde se constata un abandono casi total del culto de adoracin eucarstica.[234]
[137.] La exposicin de la santsima Eucarista hgase siempre como se prescribe en los
libros litrgicos.[235] Adems, no se excluya el rezo del rosario, admirable en su
sencillez y en su profundidad,[236] delante de la reserva eucarstica o del santsimo
Sacramento expuesto. Sin embargo, especialmente cuando se hace la exposicin, se
evidencie el carcter de esta oracin como contemplacin de los misterios de la vida de
Cristo Redentor y de los designios salvficos del Padre omnipotente, sobre todo
empleando lecturas sacadas de la sagrada Escritura.[237]
[138.] Sin embargo, el santsimo Sacramento nunca debe permanecer expuesto sin
suficiente vigilancia, ni siquiera por un tiempo muy breve. Por lo tanto, hgase de tal
forma que, en momentos determinados, siempre estn presentes algunos fieles, al menos
por turno.
[139.] Donde el Obispo diocesano dispone de ministros sagrados u otros que puedan ser
designados para esto, es un derecho de los fieles visitar frecuentemente el santsimo
sacramento de la Eucarista para adorarlo y, al menos algunas veces en el transcurso de
cada ao, participar de la adoracin ante la santsima Eucarista expuesta.
[140.] Es muy recomendable que, en las ciudades o en los ncleos urbanos, al menos en
los mayores, el Obispo diocesano designe una iglesia para la adoracin perpetua, en la
cual se celebre tambin la santa Misa, con frecuencia o, en cuanto sea posible,
diariamente; la exposicin se interrumpir rigurosamente mientras se celebra la
Misa.[238] Conviene que en la Misa, que precede inmediatamente a un tiempo de
adoracin, se consagre la hostia que se expondr a la adoracin y se coloque en la
custodia, sobre el altar, despus de la Comunin.[239]
[141.] El Obispo diocesano reconozca y, en la medida de lo posible, aliente a los fieles
en su derecho de constituir hermandades o asociaciones para practicar la adoracin,
incluso perpetua. Cuando esta clase de asociaciones tenga carcter internacional,
corresponde a la Congregacin para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos
erigirlas o aprobar sus estatutos.[240]
3. LAS PROCESIONES Y LOS CONGRESOS EUCARSTICOS
[142.] Corresponde al Obispo diocesano dar normas sobre las procesiones, mediante las
cuales se provea a la participacin en ellas y a su decoro[241] y promover la adoracin
de los fieles.
[143.] Como testimonio pblico de veneracin a la santsima Eucarista, donde pueda
hacerse a juicio del Obispo diocesano, tngase una procesin por las calles, sobre todo
en la solemnidad del Cuerpo y Sangre de Cristo,[242] ya que la devota participacin
de los fieles en la procesin eucarstica de la solemnidad del Cuerpo y Sangre de Cristo
es una gracia de Dios que cada ao llena de gozo a quienes toman parte en ella.[243]
[144.] Aunque en algunos lugares esto no se pueda hacer, sin embargo, conviene no
perder la tradicin de realizar procesiones eucarsticas. Sobre todo, bsquense nuevas
maneras de realizarlas, acomodndolas a los tiempos actuales, por ejemplo, en torno al
santuario, en lugares de la Iglesia o, con permiso de la autoridad civil, en parques
pblicos.
[145.] Sea considerada de gran valor la utilidad pastoral de los Congresos Eucarsticos,
que son un signo importante de verdadera fe y caridad.[244] Preprense con diligencia
y realcense conforme a lo establecido,[245] para que los fieles veneren de tal modo los
sagrados misterios del Cuerpo y la Sangre del Hijo de Dios, que experimenten los frutos
de la redencin.[246]

CAPTULO VII
MINISTERIOS EXTRAORDINARIOS DE LOS FIELES LAICOS
[146.] El sacerdocio ministerial no se puede sustituir en ningn modo. En efecto, si falta
el sacerdote en la comunidad, esta carece del ejercicio y la funcin sacramental de
Cristo, Cabeza y Pastor, que pertenece a la esencia de la vida misma de la comunidad.
[247] Puesto que slo el sacerdote vlidamente ordenado es ministro capaz de
confeccionar el sacramento de la Eucarista, actuando in persona Christi.[248]
[147.] Sin embargo, donde la necesidad de la Iglesia as lo aconseje, faltando los
ministros sagrados, pueden los fieles laicos suplir algunas tareas litrgicas, conforme a
las normas del derecho.[249] Estos fieles son llamados y designados para desempear
unas tareas determinadas, de mayor o menor importancia, fortalecidos por la gracia del
Seor. Muchos fieles laicos se han dedicado y se siguen dedicando con generosidad a
este servicio, sobre todo en los pases de misin, donde an la Iglesia est poco
extendida, o se encuentra en circunstancias de persecucin,[250] pero tambin en otras
regiones afectadas por la escasez de sacerdotes y diconos.
[148.] Sobre todo, debe considerarse de gran importancia la formacin de los catequistas,
que con grandes esfuerzos han dado y siguen dando una ayuda extraordinaria y
absolutamente necesaria al crecimiento de la fe y de la Iglesia.[251]
[149.] Muy recientemente, en algunas dicesis de antigua evangelizacin, son
designados fieles laicos como asistentes pastorales, muchsimos de los cuales, sin
duda, han sido tiles para el bien de la Iglesia, facilitando la accin pastoral
desempeada por el Obispo, los presbteros y los diconos. Viglese, sin embargo, que la
determinacin de estas tareas no se asimile demasiado a la forma del ministerio pastoral
de los clrigos. Por lo tanto, se debe cuidar que los asistentes pastorales no asuman
aquello que propiamente pertenece al servicio de los ministros sagrados.
[150.] La actividad del asistente pastoral se dirige a facilitar el ministerio de los
sacerdotes y diconos, a suscitar vocaciones al sacerdocio y al diaconado y, segn las
normas del derecho, a preparar cuidadosamente los fieles laicos, en cada comunidad,
para las distintas tareas litrgicas, segn la variedad de los carismas.
[151.] Solamente por verdadera necesidad se recurra al auxilio de ministros
extraordinarios, en la celebracin de la Liturgia. Pero esto, no est previsto para asegurar
una plena participacin a los laicos, sino que, por su naturaleza, es suplementario y
provisional.[252] Adems, donde por necesidad se recurra al servicio de los ministros
extraordinarios, multiplquense especiales y fervientes peticiones para que el Seor enve
pronto un sacerdote para el servicio de la comunidad y suscite abundantes vocaciones a
las sagradas rdenes.[253]
[152.] Por lo tanto, estos ministerios de mera suplencia no deben ser ocasin de una
deformacin del mismo ministerio de los sacerdotes, de modo que estos descuiden la
celebracin de la santa Misa por el pueblo que les ha sido confiado, la personal solicitud
hacia los enfermos, el cuidado del bautismo de los nios, la asistencia a los matrimonios,
o la celebracin de las exequias cristianas, que ante todo conciernen a los sacerdotes,
ayudados por los diconos. As pues, no suceda que los sacerdotes, en las parroquias,
cambien indiferentemente con diconos o laicos las tareas pastorales, confundiendo de
esta manera lo especfico de cada uno.
[153.] Adems, nunca es lcito a los laicos asumir las funciones o las vestiduras del
dicono o del sacerdote, u otras vestiduras similares.
1. EL MINISTRO EXTRAORDINARIO DE LA SAGRADA COMUNIN
[154.] Como ya se ha recordado, slo el sacerdote vlidamente ordenado es ministro
capaz de confeccionar el sacramento de la Eucarista, actuando in persona Christi.[254]
De donde el nombre de ministro de la Eucarista slo se refiere, propiamente, al
sacerdote. Tambin, en razn de la sagrada Ordenacin, los ministros ordinarios de la
sagrada Comunin son el Obispo, el presbtero y el dicono,[255] a los que corresponde,
por lo tanto, administrar la sagrada Comunin a los fieles laicos, en la celebracin de la
santa Misa. De esta forma se manifiesta adecuada y plenamente su tarea ministerial en la
Iglesia, y se realiza el signo del sacramento.
[155.] Adems de los ministros ordinarios, est el aclito instituido ritualmente, que por
la institucin es ministro extraordinario de la sagrada Comunin, incluso fuera de la
celebracin de la Misa. Todava, si lo aconsejan razones de verdadera necesidad,
conforme a las normas del derecho,[256] el Obispo diocesano puede delegar tambin
otro fiel laico como ministro extraordinario, ya sea para ese momento, ya sea para un
tiempo determinado, recibida en la manera debida la bendicin. Sin embargo, este acto
de designacin no tiene necesariamente una forma litrgica, ni de ningn modo, si tiene
lugar, puede asemejarse la sagrada Ordenacin. Slo en casos especiales e imprevistos,
el sacerdote que preside la celebracin eucarstica puede dar un permiso ad actum.[257]
[156.] Este ministerio se entienda conforme a su nombre en sentido estricto, este es
ministro extraordinario de la sagrada Comunin, pero no ministro especial de la sagrada
Comunin, ni ministro extraordinario de la Eucarista, ni ministro especial de la
Eucarista; con estos nombres es ampliado indebida e impropiamente su significado.
[157.] Si habitualmente hay nmero suficiente de ministros sagrados, tambin para la
distribucin de la sagrada Comunin, no se pueden designar ministros extraordinarios de
la sagrada Comunin. En tales circunstancias, los que han sido designados para este
ministerio, no lo ejerzan. Reprubese la costumbre de aquellos sacerdotes que, a pesar de
estar presentes en la celebracin, se abstienen de distribuir la comunin, encomendando
esta tarea a laicos.[258]
[158.] El ministro extraordinario de la sagrada Comunin podr administrar la
Comunin solamente en ausencia del sacerdote o dicono, cuando el sacerdote est
impedido por enfermedad, edad avanzada, o por otra verdadera causa, o cuando es tan
grande el nmero de los fieles que se acercan a la Comunin, que la celebracin de la
Misa se prolongara demasiado.[259] Pero esto debe entenderse de forma que una breve
prolongacin sera una causa absolutamente insuficiente, segn la cultura y las
costumbres propias del lugar.
[159.] Al ministro extraordinario de la sagrada Comunin nunca le est permitido
delegar en ningn otro para administrar la Eucarista, como, por ejemplo, los padres o el
esposo o el hijo del enfermo que va a comulgar.
[160.] El Obispo diocesano examine de nuevo la praxis en esta materia durante los
ltimos aos y, si es conveniente, la corrija o la determine con mayor claridad. Donde
por una verdadera necesidad se haya difundido la designacin de este tipo de ministros
extraordinarios, corresponde al Obispo diocesano, teniendo presente la tradicin de la
Iglesia, dar las directrices particulares que establezcan el ejercicio de esta tarea, segn las
normas del derecho.
2. LA PREDICACIN
[161.] Como ya se ha dicho, la homila, por su importancia y naturaleza, dentro de la
Misa est reservada al sacerdote o al dicono.[260] Por lo que se refiere a otras formas
de predicacin, si concurren especiales necesidades que lo requieran, o cuando en casos
particulares la utilidad lo aconseje, pueden ser admitidos fieles laicos para predicar en
una iglesia u oratorio, fuera de la Misa, segn las normas del derecho.[261] Lo cual
puede hacerse solamente por la escasez de ministros sagrados en algunos lugares, para
suplirlos, sin que se pueda convertir, en ningn caso, la excepcin en algo habitual, ni se
debe entender como una autntica promocin del laicado.[262] Adems, recuerden todos
que la facultad para permitir esto, en un caso determinado, se reserva a los Ordinarios del
lugar, pero no concierne a otros, incluso presbteros o diconos.
3. CELEBRACIONES PARTICULARES QUE SE REALIZAN EN AUSENCIA DEL
SACERDOTE
[162.] La Iglesia, en el da que se llama domingo, se rene fielmente para conmemorar
la resurreccin del Seor y todo el misterio pascual, especialmente por la celebracin de
la Misa.[263] De hecho, ninguna comunidad cristiana se edifica si no tiene su raz y
quicio en la celebracin de la santsima Eucarista.[264]Por lo que el pueblo cristiano
tiene derecho a que sea celebrada la Eucarista en su favor, los domingos y fiestas de
precepto, o cuando concurran otros das festivos importantes, y tambin diariamente, en
cuanto sea posible. Por esto, donde el domingo haya dificultad para la celebracin de la
Misa, en la iglesia parroquial o en otra comunidad de fieles, el Obispo diocesano busque
las soluciones oportunas, juntamente con el presbiterio.[265] Entre las soluciones, las
principales sern llamar para esto a otros sacerdotes o que los fieles se trasladen a otra
iglesia de un lugar cercano, para participar del misterio eucarstico.[266]
[163.] Todos los sacerdotes, a quienes ha sido entregado el sacerdocio y la Eucarista
para los otros,[267] recuerden su encargo para que todos los fieles tengan oportunidad
de cumplir con el precepto de participar en la Misa del domingo.[268] Por su parte, los
fieles laicos tienen derecho a que ningn sacerdote, a no ser que exista verdadera
imposibilidad, rechace nunca celebrar la Misa en favor del pueblo, o que esta sea
celebrada por otro sacerdote, si de diverso modo no se puede cumplir el precepto de
participar en la Misa, el domingo y los otros das establecidos.
[164.] Cuando falta el ministro sagrado u otra causa grave hace imposible la
participacin en la celebracin eucarstica,[269] el pueblo cristiano tiene derecho a que
el Obispo diocesano, en lo posible, procure que se realice alguna celebracin dominical
para esa comunidad, bajo su autoridad y conforme a las normas de la Iglesia. Pero esta
clase de celebraciones dominicales especiales, deben ser consideradas siempre como
absolutamente extraordinarias. Por lo tanto, ya sean diconos o fieles laicos, todos los
que han sido encargados por el Obispo diocesano para tomar parte en este tipo de
celebraciones, considerarn como cometido suyo el mantener viva en la comunidad una
verdadera hambre de la Eucarista, que lleve a no perder ocasin alguna de tener la
celebracin de la Misa, incluso aprovechando la presencia ocasional de un sacerdote que
no est impedido por el derecho de la Iglesia para celebrarla.[270]
[165.] Es necesario evitar, diligentemente, cualquier confusin entre este tipo de
reuniones y la celebracin eucarstica.[271] Los Obispos diocesanos, por lo tanto,
valoren con prudencia si se debe distribuir la sagrada Comunin en estas reuniones.
Conviene que esto sea determinado, para lograr una mayor coordinacin, por la
Conferencia de Obispos, de modo que alcanzada la resolucin, la presentar a la
aprobacin de la Sede Apostlica, mediante la Congregacin para el Culto Divino y la
Disciplina de los Sacramentos. Adems, en ausencia del sacerdote y del dicono, ser
preferible que las diversas partes puedan ser distribuidas entre varios fieles, en vez de
que uno slo de los fieles laicos dirija toda la celebracin. No conviene, en ningn caso,
que se diga de un fiel laico que preside la celebracin.
[166.] As mismo, el Obispo diocesano, a quien solamente corresponde este asunto, no
conceda con facilidad que este tipo de celebraciones, sobre todo si en ellas se distribuye
la sagrada Comunin, se realicen en los das feriales y, sobre todo en los lugares donde
el domingo precedente o siguiente se ha podido o se podr celebrar la Eucarista. Se
ruega vivamente a los sacerdotes que, a ser posible, celebren diariamente la santa Misa
por el pueblo, en una de las iglesias que les han sido encomendadas.
[167.] De manera parecida, no se puede pensar en reemplazar la santa Misa dominical
con celebraciones ecumnicas de la Palabra o con encuentros de oracin en comn con
cristianos miembros de dichas [...] comunidades eclesiales, o bien con la participacin en
su servicio litrgico.[272] Si por una necesidad urgente, el Obispo diocesano permitiera
ad actum la participacin de los catlicos, vigilen los pastores para que entre los fieles
catlicos no se produzca confusin sobre la necesidad de participar en la Misa de
precepto, tambin en estas ocasiones, a otra hora del da.[273]
4. DE AQUELLOS QUE HAN SIDO APARTADOS DEL ESTADO CLERICAL
[168.] El clrigo que, de acuerdo con la norma del derecho, pierde el estado clerical,
se le prohbe ejercer la potestad de orden.[274] A este, por lo tanto, no le est
permitido celebrar los sacramentos bajo ningn pretexto, salvo en el caso excepcional
establecido por el derecho;[275] ni los fieles pueden recurrir a l para la celebracin, si
no existe una justa causa que lo permita, segn la norma del canon 1335.[276]Adems,
estas personas no hagan la homila,[277] ni jams asuman ninguna tarea o ministerio en
la celebracin de la sagrada Liturgia, para evitar la confusin entre los fieles y que sea
oscurecida la verdad.

CAPTULO VIII
LOS REMEDIOS
[169.] Cuando se comete un abuso en la celebracin de la sagrada Liturgia,
verdaderamente se realiza una falsificacin de la liturgia catlica. Ha escrito Santo
Toms: incurre en el vicio de falsedad quien de parte de la Iglesia ofrece el culto a
Dios, contrariamente a la forma establecida por la autoridad divina de la Iglesia y su
costumbre.[278]
[170.] Para que se d una solucin a este tipo de abusos, lo que ms urge es la
formacin bblica y litrgica del pueblo de Dios, pastores y fieles,[279] de modo que la
fe y la disciplina de la Iglesia, en lo que se refiere a la sagrada Liturgia, sean presentadas
y comprendidas rectamente. Sin embargo, donde los abusos persistan, debe procederse
en la tutela del patrimonio espiritual y de los derechos de la Iglesia, conforme a las
normas del derecho, recurriendo a todos los medios legtimos.
[171.] Entre los diversos abusos hay algunos que constituyen objetivamente los graviora
delicta, los actos graves, y tambin otros que con no menos atencin hay que evitar y
corregir. Teniendo presente todo lo que se ha tratado, especialmente en el Captulo I de
esta Instruccin, conviene prestar atencin a cuanto sigue.
1. GRAVIORA DELICTA
[172.] Los graviora delicta contra la santidad del sacratsimo Sacramento y Sacrificio de
la Eucarista y los sacramentos, son tratados segn las Normas sobre los graviora
delicta, reservados a la Congregacin para la Doctrina de la Fe,[280] esto es:
a) sustraer o retener con fines sacrlegos, o arrojar las especies consagradas;[281]
b) atentar la realizacin de la liturgia del Sacrificio eucarstico o su simulacin;[282]
c) concelebracin prohibida del Sacrificio eucarstico juntamente con ministros de
Comunidades eclesiales que no tienen la sucesin apostlica, ni reconocen la dignidad
sacramental de la ordenacin sacerdotal;[283]
d) consagracin con fin sacrlego de una materia sin la otra, en la celebracin eucarstica,
o tambin de ambas, fuera de la celebracin eucarstica.[284]
2. LOS ACTOS GRAVES
[173.] Aunque el juicio sobre la gravedad de los actos se hace conforme a la doctrina
comn de la Iglesia y las normas por ella establecidas, como actos graves se consideran
siempre, objetivamente, los que ponen en peligro la validez y dignidad de la santsima
Eucarista, esto es, contra lo que se explic ms arriba, en los nn. 48-52, 56, 76-77, 79,
91-92, 94, 96, 101-102, 104, 106, 109, 111, 115, 117, 126, 131-133, 138, 153 y 168.
Prestndose atencin, adems, a otras prescripciones del Cdigo de Derecho Cannico, y
especialmente a lo que se establece en los cnones 1364, 1369, 1373, 1376, 1380, 1384,
1385, 1386 y 1398.
3. OTROS ABUSOS
[174.] Adems, aquellas acciones, contra lo que se trata en otros lugares de esta
Instruccin o en las normas establecidas por el derecho, no se deben considerar de poca
importancia, sino incluirse entre los otros abusos a evitar y corregir con solicitud.
[175.] Como es evidente, lo que se expone en esta Instruccin no recoge todas las
violaciones contra la Iglesia y su disciplina, que en los cnones, en las leyes litrgicas y
en otras normas de la Iglesia, han sido definidas por la enseanza del Magisterio y la
sana tradicin. Cuando algo sea realizado mal, corrjase, conforme a las normas del
derecho.
4. EL OBISPO DIOCESANO.
[176.] El Obispo diocesano, por ser el dispensador principal de los misterios de Dios,
ha de cuidar incesantemente de que los fieles que le estn encomendados crezcan en la
gracia por la celebracin de los sacramentos, y conozcan y vivan el misterio
pascual.[285] A este corresponde, dentro de los lmites de su competencia, dar normas
obligatorias para todos, sobre materia litrgica.[286]
[177.] Dado que tiene obligacin de defender la unidad de la Iglesia universal, el
Obispo debe promover la disciplina que es comn a toda la Iglesia, y por tanto exigir el
cumplimiento de todas las leyes eclesisticas. Ha de vigilar para que no se introduzcan
abusos en la disciplina eclesistica, especialmente acerca del ministerio de la palabra, la
celebracin de los sacramentos y sacramentales, el culto de Dios y de los Santos.[287]
[178.] Por lo tanto, cuantas veces el Ordinario, sea del lugar sea de un Instituto religioso
o Sociedad de vida apostlica tenga noticia, al menos probable, de un delito o abuso que
se refiere a la santsima Eucarista, infrmese prudentemente, por s o por otro clrigo
idneo, de los hechos, las circunstancias y de la culpabilidad.
[179.] Los delitos contra la fe y tambin los graviora delicta cometidos en la celebracin
de la Eucarista y de los otros sacramentos, sean comunicados sin demora a la
Congregacin para la Doctrina de la Fe, la cual examina y, en caso necesario, procede a
declarar o imponer sanciones cannicas a tenor del derecho, tanto comn como
propio.[288]
[180.] De otro modo, el Ordinario proceda conforme a la norma de los sagrados cnones,
aplicando, cuando sea necesario, penas cannicas y recordando de modo especial lo
establecido en el canon 1326. Si se trata de hechos graves, hgase saber a la
Congregacin para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos.
5. LA SEDE APOSTLICA
[181.] Cuantas veces la Congregacin para el Culto Divino y la Disciplina de los
Sacramentos tenga noticia, al menos probable, de un delito o abuso que se refiere a la
santsima Eucarista, se lo har saber al Ordinario, para que investigue el hecho. Cuando
resulte un hecho grave, el Ordinario enve cuanto antes, a este Dicasterio, un ejemplar de
las actas de la investigacin realizada y, cuando sea el caso, de la pena impuesta.
[182.] En los casos de mayor dificultad, el Ordinario, por el bien de la Iglesia universal,
de cuya solicitud participa por razn de la misma ordenacin, antes de tratar la cuestin,
no omita solicitar el parecer de la Congregacin para el Culto Divino y la Disciplina de
los Sacramentos. Por su parte, esta Congregacin, en vigor de las facultades concedidas
por el Romano Pontfice, ayuda al Ordinario, segn el caso, concediendo las dispensas
necesarias[289] o comunicando instrucciones y prescripciones, las cuales deben seguirse
con diligencia.
6. QUEJAS POR ABUSOS EN MATERIA LITRGICA
[183.] De forma muy especial, todos procuren, segn sus medios, que el santsimo
sacramento de la Eucarista sea defendido de toda irreverencia y deformacin, y todos
los abusos sean completamente corregidos. Esto, por lo tanto, es una tarea gravsima
para todos y cada uno, y, excluida toda acepcin de personas, todos estn obligados a
cumplir esta labor.
[184.] Cualquier catlico, sea sacerdote, sea dicono, sea fiel laico, tiene derecho a
exponer una queja por un abuso litrgico, ante el Obispo diocesano o el Ordinario
competente que se le equipara en derecho, o ante la Sede Apostlica, en virtud del
primado del Romano Pontfice.[290] Conviene, sin embargo, que, en cuanto sea posible,
la reclamacin o queja sea expuesta primero al Obispo diocesano. Pero esto se haga
siempre con veracidad y caridad.

CONCLUSIN
[185.] A los grmenes de disgregacin entre los hombres, que la experiencia cotidiana
muestra tan arraigada en la humanidad a causa del pecado, se contrapone la fuerza
generosa de unidad del cuerpo de Cristo. La Eucarista,construyendo la Iglesia, crea,
precisamente por ello, comunidad entre los hombres.[291] Por tanto, esta Congregacin
para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos desea que tambin mediante la
diligente aplicacin de cuanto se recuerda en esta Instruccin, la humana fragilidad
obstaculice menos la accin del santsimo Sacramento de la Eucarista y, eliminada
cualquier irregularidad, desterrado cualquier uso reprobable, por intercesin de la
Santsima Virgen Mara, mujer eucarstica,[292] resplandezca en todos los hombres la
presencia salvfica de Cristo en el Sacramento de su Cuerpo y de su Sangre.
[186.] Todos los fieles participen en la santsima Eucarista de manera plena, consciente
y activa, en cuanto es posible;[293] la veneren con todo el corazn en la piedad y en la
vida. Los Obispos, presbteros y diconos, en el ejercicio del sagrado ministerio, se
pregunten en conciencia sobre la autenticidad y sobre la fidelidad en las acciones que
realizan en nombre de Cristo y de la Iglesia, en la celebracin de la sagrada Liturgia.
Cada uno de los ministros sagrados se pregunte tambin con severidad si ha respetado
los derechos de los fieles laicos, que se encomiendan a l y le encomiendan a sus hijos
con confianza, en la seguridad de que todos desempean correctamente las tareas que la
Iglesia, por mandato de Cristo, desea realizar en la celebracin de la sagrada Liturgia,
para los fieles.[294] Cada uno recuerde siempre que es servidor de la sagrada
Liturgia.[295]
Sin que obste nada en contrario.
Esta Instruccin, preparada por mandato del Sumo Pontfice Juan Pablo II por la
Congregacin para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, en colaboracin
con la Congregacin para la Doctrina de la Fe, el mismo Pontfice la aprob el da 19 del
mes de marzo, solemnidad de San Jos, del ao 2004, disponiendo que sea publicada y
observada por todos aquellos a quienes corresponde.
En Roma, en la Sede de la Congregacin para el Culto Divino y la Disciplina de los
Sacramentos, en la solemnidad de la Anunciacin del Seor, 25 de marzo del 2004.
Francis Card. Arinze Prefecto
Domenico SorrentinoArzobispo Secretario
[1] Cf. MISSALE ROMANUM, ex decreto sacrosancti Oecumenici Concilii Vaticani II
instauratum, auctoritate Pauli Pp. VI promulgatum, Ioannis Pauli Pp. II cura
recognitum, editio typica tertia, da 20 de abril del 2000, Typis Vaticanis, 2002, Missa
votiva de Dei misericordia, oratio super oblata, p. 1159.
[2] Cf. 1 Cor 11, 26; MISSALE ROMANUM, Prex Eucharistica, acclamatio post
consecrationem, p. 576; JUAN PABLO II, Carta Encclica, Ecclesia de Eucharistia, da
17 de abril del 2003, nn. 5, 11, 14, 18: AAS 95 (2003) pp. 436, 440-441, 442, 445.
[3] Cf. Is 10, 33; 51, 22; MISSALE ROMANUM, In sollemnitate Domini nostri Iesu
Christi, universorum Regis, Praefatio, p. 499.
[4] Cf. 1 Cor 5, 7; CONCILIO ECUMNICO VATICANO II, Dec. sobre el ministerio y
la vida de los presbteros, Presbyterorum ordinis, da 7 de diciembre de 1965, n. 5;
JUAN PABLO II, Exhortacin Apostlica, Ecclesia in Europa, da 28 de junio del 2003,
n. 75: AAS 95 (2003) pp. 649-719, esto p. 693.
[5] Cf. CONCILIO ECUMNICO VATICANO II, Constitucin dogm. sobre la Iglesia,
Lumen gentium, da 21 de noviembre de 1964, n. 11.
[6] Cf. JUAN PABLO II, Carta Encclica, Ecclesia de Eucharistia, da 17 de abril del
2003, n. 21: AAS 95 (2003) p. 447.
[7] Cf. ibidem: AAS 95 (2003) pp. 433-475.
[8] Cf. ibidem, n. 52: AAS 95 (2003) p. 468.
[9] Cf. ibidem.
[10] Ibidem, n. 10: AAS 95 (2003) p. 439.
[11] Ibidem; cf. JUAN PABLO II, Carta Apostlica, Vicesimus quintus annus, da 4 de
diciembre de 1988, nn. 12-13: AAS 81 (1989) pp. 909-910; cf. tambin CONCILIO
ECUMNICO VATICANO II, Const. sobre la s. Liturgia, Sacrosanctum Concilium, da
4 de diciembre de 1963, n. 48.
[12] MISSALE ROMANUM, Prex Eucharistica III, p. 588; cf. 1 Cor 12, 12-13; Ef 4, 4.
[13] Cf. Fil 2, 5.
[14] JUAN PABLO II, Carta Encclica, Ecclesia de Eucharistia, n. 10: AAS 95 (2003) p.
439.
[15] Ibidem, n. 6: AAS 95 (2003) p. 437; cf. Lc 24, 31.
[16] Cf. Rom 1, 20.
[17] Cf. MISSALE ROMANUM, Praefatio I de Passione Domini, p. 528.
[18] Cf. JUAN PABLO II, Carta Encclica, Veritatis splendor, da 6 de agosto de 1993,
n. 35: AAS 85 (1993) pp. 1161-1162; Homila en el Camden Yards, da 9 de octubre de
1995, n. 7: Insegnamenti di Giovanni Paolo II, XVII, 2 (1995), Libreria Editrice
Vaticana, 1998, p. 788.
[19] Cf. JUAN PABLO II, Carta Encclica, Ecclesia de Eucharistia, n. 10: AAS 95
(2003) p. 439.
[20] CONCILIO ECUMNICO VATICANO II, Const. sobre la s. Liturgia,
Sacrosanctum Concilium, n. 24; cf. CONGR. CULTO DIVINO Y DISC.
SACRAMENTOS, Instr., Varietates legitimae, da 25 de enero de 1994, nn. 19 y 23:
AAS 87 (1995) pp. 295-296, 297.
[21] CONCILIO ECUMNICO VATICANO II, Const. sobre la s. Liturgia,
Sacrosanctum Concilium, n. 33.
[22] Cf. S. IRENEO, Adversus Haereses, III, 2: SCh., 211, 24-31; S. AGUSTN,
Epistula ad Ianuarium, 54, I: PL 33, 200: Illa autem quae non scripta, sed tradita
custodimus, quae quidem toto terrarum orbe servantur, datur intellegi vel ab ipsis
Apostolis, vel plenariis conciliis, quorum est in Ecclesia saluberrima auctoritas,
commendata atque statuta retineri.; JUAN PABLO II, Carta Encclica, Redemptoris
missio, da 7 de diciembre de 1990, nn. 53-54: AAS 83 (1991) pp. 300-302; CONGR.
DOCTRINA FE, Carta a los obispos de la Iglesia catlica, sobre algunos aspectos de la
Iglesia como comunin Communionis notio, da 28 de mayo de 1992, nn. 7-10: AAS 85
(1993) pp. 842-844; CONGR. CULTO DIVINO Y DISC. SACRAMENTOS, Instr.,
Varietates legitimae, n. 26: AAS 87 (1995) pp. 298-299.
[23] Cf. CONCILIO ECUMNICO VATICANO II, Const. sobre la s. Liturgia,
Sacrosanctum Concilium, n. 21.
[24] Cf. PO XII, Const. Apostlica, Sacramentum Ordinis, da 30 de noviembre de
1947: AAS 40 (1948) p. 5; CONGR. DOCTRINA FE, Declaracin, Inter insigniores, da
15 de octubre de 1976, parte IV: AAS 69 (1977) pp. 107-108; CONGR. CULTO
DIVINO Y DISC. SACRAMENTOS, Instr., Varietates legitimae, n. 25: AAS 87 (1995)
p. 298.
[25] Cf. PO XII, Carta Encclica, Mediator Dei, da 20 de noviembre de 1947: AAS 39
(1947) p. 540.
[26] Cf. S. CONGR. SACRAMENTOS Y CULTO DIVINO, Instr., Inaestimabile
donum, da 3 de abril de 1980: AAS 72 (1980) p. 333.
[27] JUAN PABLO II, Carta Encclica, Ecclesia de Eucharistia, n. 52: AAS 95 (2003) p.
468.
[28] Cf. CONCILIO ECUMNICO VATICANO II, Const. sobre la s. Liturgia,
Sacrosanctum Concilium, nn. 4, 38; Decreto sobre las Iglesias Orientales Catlicas,
Orientalium Ecclesiarum, da 21 de noviembre de 1964, nn. 1, 2, 6; PABLO VI, Const.
Apostlica, Missale Romanum: AAS 61 (1969) pp. 217-222; MISSALE ROMANUM,
Institutio Generalis, n. 399; CONGR. CULTO DIVINO Y DISC. SACRAMENTOS,
Instr., Liturgiam authenticam, da 28 de marzo del 2001, n. 4: AAS 93 (2001) pp. 685-
726, esto p. 686.
[29] Cf. JUAN PABLO II, Exhortacin Apostlica, Ecclesia in Europa, n. 72: AAS 95
(2003) pp. 692.
[30] Cf. JUAN PABLO II, Carta Encclica, Ecclesia de Eucharistia, n. 23: AAS 95
(2003) pp. 448-449; S CONGR. RITOS, Instr., Eucharisticum mysterium, da 25 de
mayo de 1967, n. 6: AAS 59 (1967) p. 545.
[31] Cf. S. CONGR. SACRAMENTOS Y CULTO DIVINO, Instr., Inaestimabile
donum: AAS 72 (1980) pp. 332-333.
[32] Cf. 1 Cor 11, 17-34; JUAN PABLO II, Carta Encclica, Ecclesia de Eucharistia, n.
52: AAS 95 (2003) pp. 467-468.
[33] Cf. Cdigo de Derecho Cannico, da 25 de enero de 1983, c. 1752.
[34] CONCILIO ECUMNICO VATICANO II, Const. sobre la s. Liturgia,
Sacrosanctum Concilium, n. 22 1. Cf. Cdigo de Derecho Cannico, c. 838 1.
[35] Cdigo de Derecho Cannico, c. 331; cf. CONCILIO ECUMNICO VATICANO
II, Const. dogmtica sobre la Iglesia, Lumen gentium, n. 22.
[36] Cf. Cdigo de Derecho Cannico, c. 838 2.
[37] JUAN PABLO II, Const. Apostlica, Pastor bonus, da 28 de junio de 1988: AAS
80 (1988) pp. 841-924; esto arts. 62, 63 y 66, pp. 876-877.
[38] Cf. JUAN PABLO II, Carta Encclica, Ecclesia de Eucharistia, n. 52: AAS 95
(2003) p. 468.
[39] Cf. CONCILIO ECUMNICO VATICANO II, Decreto sobre el ministerio pastoral
de los Obispos, Christus Dominus, da 28 de octubre de 1965, n. 15; cf. tambin,
Const.sobre la s. Liturgia, Sacrosanctum Concilium, n. 41; Cdigo de Derecho
Cannico, c. 387.
[40] Oracin de la consagracin episcopal en rito bizantino: Euchologion to mega, Roma
1873, p. 139.
[41] Cf. S. IGNACIO DE ANTIOQUA, Ad Smyrn. 8, 1: ed. F.X. FUNK I, p. 282.
[42] CONCILIO ECUMNICO VATICANO II, Const. dogmtica sobre la Iglesia,
Lumen gentium, n. 26; cf. S. CONGR. RITOS, Instr., Eucharisticum mysterium, n. 7:
AAS 59 (1967) p. 545; cf. tambin JUAN PABLO II, Exhortacin Apostlica, Pastores
gregis, da 16 de octubre del 2003, nn. 32-41: L'Osservatore romano, da 17 de octubre
del 2003, pp. 6-8.
[43] Cf. CONCILIO ECUMNICO VATICANO II, Const. sobre la s. Liturgia,
Sacrosanctum Concilium, n. 41; cf. S. IGNACIO DE ANTIOQUA, Ad Magn. 7; Ad
Philad. 4; Ad Smyr. 8: ed. F.X. FUNK, I, pp. 236, 266, 281; MISSALE ROMANUM,
Institutio Generalis, n. 22; cf. tambin Cdigo de Derecho Cannico, c. 389.
[44] CONCILIO ECUMNICO VATICANO II, Const. dogmtica sobre la Iglesia,
Lumen gentium, n. 26.
[45] Cdigo de Derecho Cannico, c. 838 4.
[46] Cf. CONSILIUM AD EXSEQ. CONST. LITUR., Dubium: Notitiae 1 (1965) p.
254.
[47] Cf. Hch 20, 28; CONCILIO ECUMNICO VATICANO II, Const. dogmtica sobre
la Iglesia, Lumen gentium, nn. 21 y 27; Decreto sobre el ministerio pastoral de los
Obispos, Christus Dominus, n. 3.
[48] Cf. S. CONGR. CULTO DIVINO, Instr., Liturgicae instaurationes, da 5 de
septiembre de 1970: AAS 62 (1970) p. 694.
[49] Cf. CONCILIO ECUMNICO VATICANO II, Const. dogmtica sobre la Iglesia,
Lumen gentium, n. 21; Decreto sobre el ministerio pastoral de los Obispos, Christus
Dominus, n. 3.
[50] Cf. CAEREMONIALE EPISCOPORUM ex decreto sacrosancti Oecumenici
Concilii Vaticani II instauratum, auctoritate Ioannis Pauli Pp. II promulgatum, editio
typica, da 14 de septiembre de 1984, Typis Polyglottis Vaticanis, 1985, n. 10.
[51] Cf. MISSALE ROMANUM, Institutio Generalis, n. 387.
[52] Cf. ibidem, n. 22.
[53] Cf. S. CONGR. CULTO DIVINO, Instr., Liturgicae instaurationes: AAS 62 (1970)
p. 694.
[54] CONCILIO ECUMNICO VATICANO II, Const. dogmtica sobre la Iglesia,
Lumen gentium, n. 27; cf. 2 Cor 4, 15.
[55] Cf. Cdigo de Derecho Cannico, cc. 397 1; 678 1.
[56] Cf. ibidem, c. 683 1.
[57] Cf. ibidem, c. 392.
[58] Cf. JUAN PABLO II, Carta Apostlica, Vicesimus quintus annus, n. 21: AAS 81
(1989) p. 917; CONCILIO ECUMNICO VATICANO II, Const. sobre la s. Liturgia,
Sacrosanctum Concilium, nn. 45-46; PO XII, Carta Encclica, Mediator Dei: AAS 39
(1947) p. 562.
[59] Cf. JUAN PABLO II, Carta Apostlica, Vicesimus quintus annus, n. 20: AAS 81
(1989) p. 916.
[60] Cf. ibidem.
[61] Cf. CONCILIO ECUMNICO VATICANO II, Const. sobre la s. Liturgia,
Sacrosanctum Concilium, n. 44; CONGR. OBISPOS, Carta Praesidibus Episcoporum
Conferentiarum missa nomine quoque Congr. pro Gentium Evangelizatione, da 21 de
junio de 1999, n. 9: AAS 91 (1999) p. 999.
[62] Cf. S. CONGR. CULTO DIVINO, Instr., Liturgicae instaurationes, n. 12: AAS 62
(1970) pp. 692-704, esto p. 703.
[63] Cf. CONGR. CULTO DIVINO, Declarationem circa Preces eucharisticae et
experimenta liturgica, da 21 de marzo de 1988: Notitiae 24 (1988) pp. 234-236.
[64] Cf. CONGR. CULTO DIVINO Y DISC. SACRAMENTOS, Instr., Varietates
legitimae: AAS 87 (1995) pp. 288-314.
[65] Cf. Cdigo de Derecho Cannico, c. 838 3; S CONGR. RITOS, Instr., Inter
Oecumenici, da 26 de septiembre de 1964, n. 31: AAS 56 (1964) p. 883; CONGR.
CULTO DIVINO Y DISC. SACRAMENTOS, Instr., Liturgiam authenticam, n. 79-80:
AAS 93 (2001) pp. 711-713.
[66] Cf. CONCILIO ECUMNICO VATICANO II, Decr. sobre el ministerio y vida de
los presbteros, Presbyterorum ordinis, da 7 de diciembre de 1965, n. 7; PONTIFICALE
ROMANUM, ed. 1962: Ordo consecrationis sacerdotalis, in Praefatione;
PONTIFICALE ROMANUM ex decreto sacrosancti Oecumenici Concilii Vaticani II
renovatum, auctoritate Pauli Pp. VI editum, Ioannis Pauli Pp. II cura recognitum: De
Ordinatione Episcopi, presbyterorum et diaconorum, editio typica altera, da 29 de junio
de 1989, Typis Polyglottis Vaticanis, 1990, cap. II, De Ordin. presbyterorum,
Praenotanda, n. 101.
[67] Cf. S. IGNACIO DE ANTIOQUA, Ad Philad., 4: ed. F.X. FUNK, I, p. 266; S.
CORNELIO I, PAPA, en S. CIPRIANO, Epist. 48, 2: ed. G. HARTEL, III, 2, p. 610.
[68] CONCILIO ECUMNICO VATICANO II, Const. dogmtica sobre la Iglesia,
Lumen gentium, n. 28.
[69] Ibidem.
[70] JUAN PABLO II, Carta Encclica, Ecclesia de Eucharistia, n. 52; cf. n. 29: AAS 95
(2003) pp. 467-468; 452-453.
[71] PONTIFICALE ROMANUM, De Ordinatione Episcopi, presbyterorum et
diaconorum, editio typica altera: De Ordinatione presbyterorum, n. 124; cf. MISSALE
ROMANUM, Feria V in Hebdomada Sancta: Ad Missam chrismatis, Renovatio
promissionum sacerdotalium, p. 292.
[72] Cf. CONCILIO ECUMNICO TRIDENTINO, sesin VII, da 3 de marzo de 1547,
Decreto De Sacramentis, can. 13: DS 1613; CONCILIO ECUMNICO VATICANO II,
Const. sobre la s. Liturgia, Sacrosanctum Concilium, n. 22; PO XII, Carta Encclica,
Mediator Dei: AAS 39 (1947) pp. 544, 546-547, 562; Cdigo de Derecho Cannico, c.
846 1; MISSALE ROMANUM, Institutio Generalis, n. 24.
[73] S. AMBROSIO, De Virginitate, n. 48: PL 16, 278.
[74] Cdigo de Derecho Cannico, c. 528 2.
[75] CONCILIO ECUMNICO VATICANO II, Decr. sobre el ministerio y vida de los
presbteros, Presbyterorum ordinis, n. 5.
[76] Cf. JUAN PABLO II, Carta Encclica, Ecclesia de Eucharistia, n. 5: AAS 95 (2003)
p. 436.
[77] CONCILIO ECUMNICO VATICANO II, Const. dogmtica sobre la Iglesia,
Lumen gentium, n. 29; cf. Constitutiones Ecclesiae Aegypticae, III, 2: ed. F.X. FUNK,
Didascalia, II, p. 103; Statuta Ecclesiae Ant., 37-41: ed. D. MANSI, 3, 954.
[78] Cf. Hch 6, 3.
[79] Cf. Jn 13, 35.
[80] Mt 20, 28.
[81] Lc 22, 27.
[82] Cf. CAEREMONIALE EPISCOPORUM, nn. 9, 23. Cf. CONCILIO ECUMNICO
VATICANO II, Const. dogmtica sobre la Iglesia, Lumen gentium, n. 29.
[83] Cf. PONTIFICALE ROMANUM, De Ordinatione Episcopi, presbyterorum et
diaconorum, editio typica altera, cap. III, De Ordinatione diaconorum, n. 199.
[84] Cf. 1 Tim 3, 9.
[85] Cf. PONTIFICALE ROMANUM, De Ordinatione Episcopi, presbyterorum et
diaconorum, editio typica altera, cap. III, De Ordinatione diaconorum, n. 200.
[86] CONCILIO ECUMNICO VATICANO II, Const. sobre la s. Liturgia,
Sacrosanctum Concilium, n. 10.
[87] Cf. ibidem, n. 41; CONCILIO ECUMNICO VATICANO II, Const. dogmtica
sobre la Iglesia, Lumen gentium, n. 11; Decr. sobre el ministerio y vida de los
presbteros, Presbyterorum ordinis, nn. 2, 5, 6; Decr. sobre el ministerio pastoral de los
Obispos, Christus Dominus, n. 30; Decr. sobre el ecumenismo, Unitatis redintegratio,
da 21 de noviembre de 1964, n. 15; S CONGR. RITOS, Instr., Eucharisticum
mysterium, nn. 3 y 6: AAS 59 (1967) pp. 542, 544-545; MISSALE ROMANUM,
Institutio Generalis, n. 16.
[88] Cf. CONC. ECUMNICO VATICANO II, Const. sobre la sagrada Liturgia,
Sacrosanctum Concilium, n. 26; MISSALE ROMANUM, Institutio Generalis, n. 91.
[89] 1 Ped 2, 9; cf. 2, 4-5.
[90] MISSALE ROMANUM, Institutio Generalis, n. 91; cf. CONC. ECUMNICO
VATICANO II, Const. sobre la sagrada Liturgia, Sacrosanctum Concilium, n. 14.
[91] CONCILIO ECUMNICO VATICANO II, Const. dogmtica sobre la Iglesia,
Lumen gentium, n. 10.
[92] Cf. S. TOMS DE AQUINO, Summa Theol., III, q. 63, a. 2.
[93] Cf. CONCILIO ECUMNICO VATICANO II, Const. dogmtica sobre la Iglesia,
Lumen gentium, n. 10; cf. JUAN PABLO II, Carta Encclica, Ecclesia de Eucharistia, n.
28: AAS 95 (2003) p. 452.
[94] Cf. Hech 2, 42-47.
[95] Cf. Rom 12, 1.
[96] Cf. 1 Ped 3, 15; 2, 4-10.
[97] Cf. JUAN PABLO II, Carta Encclica, Ecclesia de Eucharistia, nn. 12-18: AAS 95
(2003) pp. 441-445; JUAN PABLO II, Carta, Dominicae Cenae, da 24 de febrero de
1980, n. 9: AAS 72 (1980) pp. 129-133.
[98] JUAN PABLO II, Carta Encclica, Ecclesia de Eucharistia, n. 10: AAS 95 (2003) p.
439.
[99] Cf. CONC. ECUMNICO VATICANO II, Const. sobre la sagrada Liturgia,
Sacrosanctum Concilium, nn. 30-31.
[100] Cf. S. CONGR. CULTO DIVINO, Instr., Liturgicae instaurationes, n. 1: AAS 62
(1970) p. 695.
[101] Cf. MISSALE ROMANUM, Feria secunda post Dominica V in Quadragesima,
Collecta, p. 258.
[102] JUAN PABLO II, Carta Apostlica, Novo Millennio ineunte, da 6 de enero del
2001, n. 21: AAS 93 (2001) p. 280; cf. Jn 20, 28.
[103] Cf. PO XII, Carta Encclica, Mediator Dei: AAS 39 (1947) p. 586; cf. tambin
CONCILIO ECUMNICO VATICANO II, Const. dogmtica sobre la Iglesia, Lumen
gentium, n. 67; PABLO VI, Exhortacin Apostlica, Marialis cultus, da 11 de febrero
de 1974, n. 24: AAS 66 (1974) pp. 113-168, esto p. 134; CONGR. CULTO DIVINO Y
DISCIPLINA SACRAMENTOS, Directorio sobre la piedad popular y la Liturgia, da
17 de diciembre del 2001.
[104] Cf. JUAN PABLO II, Carta Apostlica, Rosarium Virginis Mariae, da 16 de
octubre del 2002: AAS 95 (2003) pp. 5-36.
[105] PO XII, Carta Encclica, Mediator Dei: AAS 39 (1947) p. 586-587.
[106] Cf. CONGR. CULTO DIVINO Y DISCIPLINA SACRAMENTOS, Instr.,
Varietates legitimae, n. 22: AAS 87 (1995) p. 297.
[107] Cf. PO XII, Carta Encclica, Mediator Dei: AAS 39 (1947) p. 553.
[108] JUAN PABLO II, Carta Encclica, Ecclesia de Eucharistia, n. 29: AAS 95 (2003)
p. 453; cf. CONCILIO ECUMNICO LATERANENSE IV, das 11-30 de noviembre de
1215, cap. 1: DS 802; CONCILIO ECUMNICO TRIDENTINO, Sesin XXIII, da 15
de julio de 1563, Doctrina y cnones de sacra ordinationis, cap. 4: DS 1767-1770; PO
XII, Carta Encclica, Mediator Dei: AAS 39 (1947) p. 553.
[109] Cf. Cdigo de Derecho Cannico, c. 230 2; cf. tambin MISSALE ROMANUM,
Institutio Generalis, n. 97.
[110] Cf. MISSALE ROMANUM, Institutio Generalis, n. 109.
[111] Cf. PABLO VI, Carta Apostlica motu proprio datae, Ministeria quaedam, da
15 de agosto de 1972, nn. VI-XII: PONTIFICALE ROMANUM ex decreto sacrosancti
Oecumenici Concilii Vaticani II instauratum, auctoritate Pauli Pp. VI promulgatum, De
institutione lectorum et acolythorum, de admissione inter candidatos ad diaconatum et
presbyteratum, de sacro caelibatu amplectendo, editio typica, da 3 de diciembre de
1972, Typis Polyglottis Vaticanis, 1973, p. 10: AAS 64 (1972) pp. 529-534, esto pp.
532-533; Cdigo de Derecho Cannico, c. 230 1; MISSALE ROMANUM, Institutio
Generalis, nn. 98-99, 187-193.
[112] Cf. MISSALE ROMANUM, Institutio Generalis, nn. 187-190, 193; Cdigo de
Derecho Cannico, c. 230 2-3.
[113] Cf. CONC. ECUMNICO VATICANO II, Const. sobre la sagrada Liturgia,
Sacrosanctum Concilium, n. 24; S. CONGR. SACRAMENTOS Y CULTO DIVINO,
Instr., Inaestimabile donum, nn. 2 y 18: AAS 72 (1980) pp. 334, 338; MISSALE
ROMANUM, Institutio Generalis, nn. 101, 194-198; Cdigo de Derecho Cannico, c.
230 2-3.
[114] Cf. MISSALE ROMANUM, Institutio Generalis, nn. 100-107.
[115] Ibidem, n. 91; cf. CONC. ECUMNICO VATICANO II, Const. sobre la sagrada
Liturgia, Sacrosanctum Concilium, n. 28.
[116] Cf. JUAN PABLO II, Alocucin a la Conferencia de Obispos de las Antillas, da 7
de mayo del 2002, n. 2: AAS 94 (2002) pp. 575-577; Exhortacin Apostlica
postsinodal, Christifideles laici, da 30 de diciembre de 1988, n. 23: AAS 81 (1989) pp.
393-521, esto pp. 429-431; CONGR. CLERO y otras, Instr., Ecclesiae de mysterio, da
15 de agosto de 1997, Principios teolgicos, n. 4: AAS 89 (1997) pp. 860-861.
[117] Cf. CONC. ECUMNICO VATICANO II, Const. sobre la sagrada Liturgia,
Sacrosanctum Concilium, n. 19.
[118] Cf. S. CONGR. DE LA DISCIPLINA DE LOS SACRAMENTOS, Instr.,
Immensae caritatis, da 29 de enero de 1973: AAS 65 (1973) p. 266.
[119] Cf. S. CONGR. RITOS, Instr., De Musica sacra, da 3 de septiembre de 1958, n.
93c: AAS 50 (1958) p. 656.
[120] Cf. PONT. CONSEJO PARA LA INTERP. DE LOS TEX. LEGISLATIVOS,
Respuesta ad propositum dubium, da 11 de julio de 1992: AAS 86 (1994) pp. 541-542;
CONGR. CULTO DIVINO Y DISC. SACRAMENTOS, Carta a los Presidentes de las
Conferencias de Obispos sobre el servicio litrgico de los laicos, da 15 de marzo de
1994: Notitae 30 (1994) pp. 333-335, 347-348.
[121] Cf. JUAN PABLO II, Constitucin Apostlica, Pastor bonus, art. 65: AAS 80
(1988) p. 877.
[122] Cf. PONT. CONSEJO PARA LA INTERP. DE LOS TEX. LEGISLATIVOS,
Respuesta ad propositum dubium, da 11 de julio de 1992: AAS 86 (1994) pp. 541-542;
CONGR. CULTO DIVINO Y DISC. SACRAMENTOS, Carta a los Presidentes de las
Conferencias de Obispos sobre el servicio litrgico de los laicos, da 15 de marzo de
1994: Notitae 30 (1994) pp. 333-335, 347-348; Carta a un Obispo, da 27 de julio del
2001: Notitae38 (2002) pp. 46-54.
[123] Cf. Cdigo de Derecho Cannico, c. 924 2; MISSALE ROMANUM, Institutio
Generalis, n. 320.
[124] Cf. S. CONGR. DISCIPLINA SACRAMENTOS, Instr., Dominus Salvator noster,
da 26 de marzo de 1929, n. 1: AAS 21 (1929) pp. 631-642, esto p. 632.
[125] Cf. ibidem, n. II: AAS 21 (1929) p. 635.
[126] Cf. MISSALE ROMANUM, Institutio Generalis, n. 321.
[127] Cf. Lc 22, 18; Cdigo de Derecho Cannico, c. 924 1, 3; MISSALE
ROMANUM, Institutio Generalis, n. 322.
[128] Cf. MISSALE ROMANUM, Institutio Generalis, n. 323.
[129] JUAN PABLO II, Carta Apostlica, Vicesimus quintus annus, n. 13: AAS 81
(1989) p. 910.
[130] S. CONGR. SACRAMENTOS Y CULTO DIVINO, Instr., Inaestimabile donum,
n. 5: AAS 72 (1980) p. 335.
[131] Cf. JUAN PABLO II, Carta Encclica, Ecclesia de Eucharistia, n. 28: AAS 95
(2003) p. 452; MISSALE ROMANUM, Institutio Generalis, n. 147; S. CONGR.
CULTO DIVINO, Instr., Liturgicae instaurationes, n. 4: AAS 62 (1970) p. 698; S.
CONGR. SACRAMENTOS Y CULTO DIVINO, Instr., Inaestimabile donum, n. 4:
AAS 72 (1980) p. 334.
[132] MISSALE ROMANUM, Institutio Generalis, n. 32.
[133] Ibidem, n. 147; cf. JUAN PABLO II, Carta Encclica, Ecclesia de Eucharistia, n.
28: AAS 95 (2003) p. 452; cf. tambin CONGR. SACRAMENTOS Y CULTO
DIVINO, Instr., Inaestimabile donum, n. 4: AAS 72 (1980) pp. 334-335.
[134] JUAN PABLO II, Carta Encclica, Ecclesia de Eucharistia, n. 39: AAS 95 (2003)
p. 459.
[135] Cf. S. CONGR. CULTO DIVINO, Instr., Liturgicae instaurationes, n. 2b: AAS 62
(1970) p. 696.
[136] Cf. MISSALE ROMANUM, Institutio Generalis, nn. 356-362.
[137] Cf. CONCILIO ECUMNICO VATICANO II, Const. sobre la s. Liturgia,
Sacrosanctum Concilium, n. 51.
[138] MISSALE ROMANUM, Institutio Generalis, n. 57; cf. JUAN PABLO II, Carta
Apostlica, Vicesimus quintus annus, n. 13: AAS 81 (1989) p. 910; CONGR.
DOCTRINA DE LA FE, Declaracin sobre la unicidad y universalidad salvfica de
Jesucristo y de la Iglesia, Dominus Iesus, da 6 de agosto del 2000: AAS 92 (2000) pp.
742-765.
[139] MISSALE ROMANUM, Institutio Generalis, n. 60.
[140] Cf. ibidem, nn. 59-60.
[141] Cf. v.gr. RITUALE ROMANUM, ex decreto sacrosancti Oecumenici Concilii
Vaticani II renovatum, auctoritate Pauli Pp. VI editum Ioannis Pauli Pp. II cura
recognitum: Ordo celebrandi Matrimonium, editio typica altera, da 19 de marzo de
1990, Typis Polyglottis Vaticanis, 1991, n. 125; RITUALE ROMANUM, ex decreto
sacrosancti Oecumenici Concilii Vaticani II instauratum, auctoritate Pauli Pp. VI
promulgatum: Ordo Unctionis infirmorum eorumque pastoralis curae, editio typica, da 7
de diciembre de 1972, Typis Polyglottis Vaticanis, 1972, n. 72.
[142] Cf. Cdigo de Derecho Cannico, c. 767 1.
[143] Cf. MISSALE ROMANUM, Institutio Generalis, n. 66; cf. tambin Cdigo de
Derecho Cannico, c. 6 1, 2; y c. 767 1, a lo que se refiere tambin la ya citada
CONGR. CLERO y otras, Instr., Ecclesiae de mysterio, Disposiciones Prcticas, art. 3
1: AAS 89 (1997) p. 865.
[144] MISSALE ROMANUM, Institutio Generalis, n. 66; cf. tambin Cdigo de
Derecho Cannico, c. 767 1.
[145] Cf. CONGR. CLERO y otras, Instr., Ecclesiae de mysterio, Disposiciones
Prcticas, art. 3 1: AAS 89 (1997) p. 865; cf. tambin Cdigo de Derecho Cannico, c.
6 1, 2; PONT. COMISIN PARA LA INTERP. AUTNTICA DEL COD. DER.
CANNICO, Respuesta ad propositum dubium, da 20 de junio de 1987: AAS 79 (1987)
p. 1249.
[146] Cf. CONGR. CLERO y otras, Instr., Ecclesiae de mysterio, Disposiciones
Prcticas, art. 3 1: AAS 89 (1997) pp. 864-865.
[147] Cf. CONCILIO ECUMNICO TRIDENTINO, Sesin XXII, da 17 de septiembre
de 1562, De Ss. Missae Sacrificio, cap. 8: DS 1749; MISSALE ROMANUM, Institutio
Generalis, n. 65.
[148] Cf. JUAN PABLO II, Alocucin a los Obispos de los Estados Unidos de Amrica,
venidos a Roma en visita ad limina Apostolorum, da 28 de mayo de 1993, n. 2: AAS
86 (1994) p. 330.
[149] Cf. Cdigo de Derecho Cannico, c. 386 1.
[150] Cf. MISSALE ROMANUM, Institutio Generalis, n. 73.
[151] Cf. ibidem, n. 154.
[152] Cf. ibidem, nn. 82, 154.
[153] Ibidem, n. 83.
[154] Cf. S. CONGR.CULTO DIVINO, Instr., Liturgicae instaurationes, n. 5: AAS 62
(1970) p. 699.
[155] Cf. MISSALE ROMANUM, Institutio Generalis, nn. 83, 240, 321.
[156] Cf. CONGR. CLERO y otras, Instr., Ecclesiae de mysterio, Disposiciones
prcticas, art. 3 2: AAS 89 (1997) p. 865.
[157] Cf. especialmente, Institutio generalis de Liturgia Horarum, nn. 93-98; RITUALE
ROMANUM, ex decreto sacrosancti Oecumenici Concilii Vaticani II instauratum,
auctoritate Ioannis Pauli Pp. II promulgatum: De Bendictionibus, editio typica, da 31
de mayo de 1984, Typis Poliglottis Vaticanis, 1984, Praenotanda n. 28; Ordo coronandi
imaginem beatae Mariae Virginis, editio typica, da 25 de marzo de 1981, Typis
Poliglottis Vaticanis, 1981, nn. 10 y 14, pp. 10-11; S. CONGR. CULTO DIVINO, Instr.,
sobre las Misas con grupos particulares, Actio pastoralis, da 15 de mayo de 1969: AAS
61 (1969) pp. 806-811; Directorio de las Misas con nios, Pueros baptizatos, da 1 de
noviembre de 1973: AAS 66 (1974) pp. 30-46; MISSALE ROMANUM, Institutio
Generalis, n. 21.
[158] Cf. JUAN PABLO II, Carta Apostlica motu proprio datae, Misericordia Dei,
da 7 abril del 2002, n. 2: AAS 94 (2002) p. 455; cf. CONGR. CULTO DIVINO Y
DISCIPLINA SACRAMENTOS, Respuesta ad dubia proposita: Notitiae 37 (2001) pp.
259-260.
[159] Cf. S. CONGREGACIN CULTO DIVINO, Instr., Liturgicae instaurationes, n.
9: AAS 62 (1970) p. 702.
[160] CONC. ECUMNICO TRIDENTINO, Sesin XIII, da 11 de octubre de 1551,
Decr. de Ss. Eucharistia, cap. 2: DS 1638; cf. Sesin XXII, da 17 de septiembre de
1562, De Ss. Missae Sacrificio, caps. 1-2: DS 1740, 1743; S CONGR. RITOS, Instr.,
Eucharisticum mysterium, n. 35: AAS 59 (1967) p. 560.
[161] Cf. MISSALE ROMANUM, Ordo Missae, n. 4, p. 505.
[162] MISSALE ROMANUM, Institutio Generalis, n. 51.
[163] Cf. 1 Cor 11, 28.
[164] Cf. Cdigo de Derecho Cannico, c. 916; CONC. ECUMNICO TRIDENTINO,
Sesin XIII, da 11 de octubre de 1551, Decr. de Ss. Eucharistia, cap. 7: DS 1646-1647;
JUAN PABLO II, Carta Encclica, Ecclesia de Eucharistia, n. 36: AAS 95 (2003) pp.
457-458; S CONGR. RITOS, Instr., Eucharisticum mysterium, n. 35: AAS 59 (1967) p.
561.
[165] JUAN PABLO II, Carta Encclica, Ecclesia de Eucharistia, n. 42: AAS 95 (2003)
p. 461.
[166] Cf. Cdigo de Derecho Cannico, c. 844 1; JUAN PABLO II, Carta Encclica,
Ecclesia de Eucharistia, nn. 45-46: AAS 95 (2003) pp. 463-464; cf. tambin, PONT.
CONSEJO PARA LA PROMOCIN DE LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS, Direct.
para la aplicacin de los principios y las normas sobre el ecumenismo, La recherche de
l'unit, da 25 de marzo de 1993, nn. 130-131: AAS 85 (1993) pp. 1039-1119, esto p.
1089.
[167] Cf. JUAN PABLO II, Carta Encclica, Ecclesia de Eucharistia, n. 46: AAS 95
(2003) pp. 463-464.
[168] Cf. S CONGR. RITOS, Instr., Eucharisticum mysterium, n. 35: AAS 59 (1967) p.
561.
[169] Cf. Cdigo de Derecho Cannico, c. 914; S. CONGR. DISCIPLINA
SACRAMENTOS, Declaracin, Sanctus Pontifex, da 24 de mayo de 1973: AAS 65
(1973) p. 410; S. CONGR. SACRAMENTOS Y CULTO DIVINO Y S. CONGR.
CLERO, Carta a los Presidentes de las Conferencias de Obispos, In quibusdam, da 31
de marzo de 1977: Enchiridion Documentorum Instaurationis Liturgicae, II, Roma,
1988, pp. 142-144; S. CONGR. SACRAMENTOS Y CULTO DIVINO Y S. CONGR.
CLERO, Respuesta ad propositum dubium, da 20 de mayo de 1977: AAS 69 (1977) p.
427.
[170] Cf. JUAN PABLO II, Carta Apostlica, Dies Domini, da 31 de mayo del 1998,
nn. 31-34: AAS 90 (1998) pp. 713-766, esto pp. 731-734.
[171] Cf. Cdigo de Derecho Cannico, c. 914.
[172] Cf. CONCILIO ECUMNICO VATICANO II, Const. sobre la s. Liturgia,
Sacrosanctum Concilium, n. 55.
[173] Cf. S CONGR. RITOS, Instr., Eucharisticum mysterium, n. 31: AAS 59 (1967) p.
558; PONT. COMIS. PARA LA INTERP. AUTNTICA DEL CDIGO DE
DERECHO CANNICO, Respuesta ad propositum dubium, da 1 de junio de 1988:
AAS 80 (1988) p. 1373.
[174] MISSALE ROMANUM, Institutio Generalis, n. 85.
[175] Cf. CONCILIO ECUMNICO VATICANO II, Const. sobre la s. Liturgia,
Sacrosanctum Concilium, n. 55; S CONGR. RITOS, Instr., Eucharisticum mysterium, n.
31: AAS 59 (1967) p. 558; MISSALE ROMANUM, Institutio Generalis, nn. 85, 157,
243.
[176] Cf. MISSALE ROMANUM, Institutio Generalis, n. 160.
[177] Cdigo de Derecho Cannico, c. 843 1; cf. c. 915..
[178] Cf. MISSALE ROMANUM, Institutio Generalis, n. 161.
[179] CONGR. CULTO DIVINO Y DISC. SACRAMENTOS, Dubium: Notitiae 35
(1999) pp. 160-161.
[180] Cf. MISSALE ROMANUM, Institutio Generalis, n. 118.
[181] Ibidem, n. 160.
[182] Cdigo de Derecho Cannico, c. 917; cf. PONT. COMIS. PARA LA INTERP.
AUTNTICA DEL CDIGO DE DERECHO CANNICO, Respuesta ad propositum
dubium, da 11 de julio de 1984: AAS 76 (1984) p. 746.
[183] Cf. CONCILIO ECUMNICO VATICANO II, Const. sobre la s. Liturgia,
Sacrosanctum Concilium, n. 55; MISSALE ROMANUM, Institutio Generalis, nn. 158-
160, 243-244, 246.
[184] Cf. MISSALE ROMANUM, Institutio Generalis, nn. 237-249; cf. tambin nn. 85,
157.
[185] Cf. ibidem, n. 283a.
[186] Cf. CONCILIO ECUMNICO TRIDENTINO, Sesin XXI, da 16 de julio de
1562, Decr. De communione eucharistica, caps. 1-3: DS 1725-1729; CONCILIO
ECUMNICO VATICANO II, Const. sobre la s. Liturgia, Sacrosanctum Concilium, n.
55; MISSALE ROMANUM, Institutio Generalis, nn. 282-283.
[187] Cf. MISSALE ROMANUM, Institutio Generalis, n. 283.
[188] Cf. ibidem.
[189] Cf. S. CONGR. CULTO DIVINO, Instr., Sacramentali Communione, da 29 de
junio de 1970: AAS 62 (1970) p. 665; Instr., Liturgicae instaurationes, n. 6a: AAS 62
(1970) p. 699.
[190] MISSALE ROMANUM, Institutio Generalis, n. 285a.
[191] Ibidem, n. 245.
[192] Cf. ibidem, nn. 285b y 287.
[193] Cf. ibidem, nn. 207 y 285a.
[194] Cf. Cdigo de Derecho Cannico, c. 1367.
[195] Cf. PONT. CONSEJO PARA LA INTERP. DE LOS TEX. LEGISLATIVOS,
Respuesta ad propositum dubium, da 3 de julio de 1999: AAS 91 (1999) p. 918.
[196] MISSALE ROMANUM, Institutio Generalis, nn. 163, 284.
[197] Cdigo de Derecho Cannico, c. 932 1; cf. S. CONGR. CULTO DIVINO, Instr.,
Liturgicae instaurationes, n. 9: AAS 62 (1970) p. 701.
[198] Cdigo de Derecho Cannico, c. 904; cf. CONCILIO ECUMNICO VATICANO
II, Const. dogmtica sobre la Iglesia, Lumen gentium, n. 3; Decr. sobre el ministerio y
vida de los presbteros, Presbyterorum ordinis, n. 13; cf. tambin CONCILIO
ECUMNICO TRIDENTINO, Sesin XXII, da 17 de septiembre de 1562, De Ss.
Missae Sacrificio, cap. 6: DS 1747; PABLO VI, Carta Encclica, Mysterium fidei, da 3
de septiembre de 1965: AAS 57 (1965) pp. 753-774, esto, pp. 761-762; cf. JUAN
PABLO II, Carta Encclica, Ecclesia de Eucharistia, n. 11: AAS 95 (2003) pp. 440-441;
S CONGR. RITOS, Instr., Eucharisticum mysterium, n. 44: AAS 59 (1967) p. 564;
MISSALE ROMANUM, Institutio Generalis, n. 19.
[199] Cf. Cdigo de Derecho Cannico, c. 903; MISSALE ROMANUM, Institutio
Generalis, n. 200.
[200] Cf. CONCILIO ECUMNICO VATICANO II, Const. sobre la s. Liturgia,
Sacrosanctum Concilium, n. 36 1; Cdigo de Derecho Cannico, c. 928.
[201] Cf. MISSALE ROMANUM, tercera ed. tpica, Institutio Generalis, n. 114.
[202] JUAN PABLO II, Carta Apostlica, Dies Domini, n. 36: AAS 90 (1998) p. 735; cf.
tambin S. CONGR. RITOS, Instr., Eucharisticum mysterium, n. 27: AAS 59 (1967) p.
556.
[203] Cf. JUAN PABLO II, Carta Apostlica, Dies Domini, especialmente n. 36: AAS
90 (1998) pp. 735-736; S. CONGR. CULTO DIVINO, Instr., Actio pastoraslis: AAS 61
(1969) pp. 806-811.
[204] Cf. Cdigo de Derecho Cannico, cc. 905, 945-958; CONGR. CLERO, Decreto,
Mos iugiter, da 22 de febrero de 1991: AAS 83 (1991) pp. 443-446.
[205] Cf. MISSALE ROMANUM, Institutio Generalis, nn. 327-333.
[206] Cf. ibidem, n. 332.
[207] Cf. ibidem, n. 332; S. CONGR. SACRAMENTOS Y CULTO DIVINO, Instr.,
Inaestimabile donum, n. 16: AAS 72 (1980) p. 338.
[208] Cf. MISSALE ROMANUM, Institutio Generalis, n. 333; Apndice IV. Ordo
benedictionis calicis et patenae intra Missam adhibendus, pp. 1255-1257;
PONTIFICALE ROMANUM ex decreto sacrosancti Oecumenici Concilii Vaticani II
instauratum, auctoritate Pauli Pp. VI promulgatum, Ordo Dedicationis ecclesiae et
altaris, editio typica, da 29 de mayo de 1977, Typis Polyglottis Vaticanis, 1977, cap.
VII, pp. 125-132.
[209] Cf. MISSALE ROMANUM, Institutio Generalis, nn. 163, 183, 192.
[210] Ibidem, n. 345.
[211] Ibidem, n. 335.
[212] Cf. ibidem, n. 336.
[213] Cf. ibidem, n. 337.
[214] Cf. ibidem, n. 209.
[215] Cf. ibidem, n. 338.
[216] Cf. S. CONGR. CULTO DIVINO, Instr., Liturgicae instaurationes, n. 8c: AAS 62
(1970) p. 701.
[217] Cf. MISSALE ROMANUM, Institutio Generalis, n. 346g.
[218] Ibidem, n. 114, cf. nn. 16-17.
[219] S. CONGR. CULTO DIVINO, Decr., Eucharistiae sacramentum, da 21 de junio
de 1973: AAS 65 (1973) 610.
[220] Cf. ibidem.
[221] Cf. S CONGR. RITOS, Instr., Eucharisticum mysterium, n. 54: AAS 59 (1967) p.
568; Instr., Inter Oecumenici, da 26 de septiembre de 1964, n. 95: AAS 56 (1964) pp.
877-900, esto p. 898; MISSALE ROMANUM, Institutio Generalis, n. 314.
[222] Cf. JUAN PABLO II, Carta, Dominicae Cenae, n. 3: AAS 72 (1980) pp. 117-119;
S CONGR. RITOS, Instr., Eucharisticum mysterium, n. 53: AAS 59 (1967) p. 568;
Cdigo de Derecho Cannico, c. 938 2; RITUALE ROMANUM, De sacra
Communione et de cultu Mysterii eucharistici extra Missam, Praenotanda, n. 9;
MISSALE ROMANUM, Institutio Generalis, nn. 314- 317.
[223] Cf. Cdigo de Derecho Cannico, c. 938 3-5.
[224] S. CONGR. DISC. SACRAMENTOS, Instr., Nullo unquam, da 26 de mayo de
1938, n. 10d: AAS 30 (1938) pp. 198-207, esto p. 206.
[225] Cf. JUAN PABLO II, Carta Apostlica motu proprio datae, Sacramentorum
sanctitatis tutela, da 30 de abril del 2001: AAS 93 (2001) pp. 737-739; CONGR.
DOCTRINA FE, Carta ad totius Catholicae Ecclesiae Episcopos aliosque Ordinarios et
Hierarchas quorum interest: de delictis gravioribus eidem Congregationi pro Doctrina
Fidei reservatis: AAS 93 (2001) p. 786.
[226] Cf. RITUALE ROMANUM, De sacra Communione et de cultu Mysterii
eucharistici extra Missam, nn. 26-78.
[227] JUAN PABLO II, Carta Encclica, Ecclesia de Eucharistia, n. 25: AAS 95 (2003)
pp. 449-450.
[228] Cf. CONCILIO ECUMNICO TRIDENTINO, Sesin XIII, da 11 de octubre de
1551, Decr. De Ss. Eucharistia, cap. 5: DS 1643; PO XII, Carta Encclica, Mediator
Dei: AAS 39 (1947) p. 569; PABLO VI, Carta Encclica, Mysterium Fidei, da 3 de
septiembre de 1965: AAS 57 (1965) pp. 753-774, esto pp. 769-770; S CONGR. RITOS,
Instr., Eucharisticum mysterium, n. 3f: AAS 59 (1967) p. 543; S. CONGR.
SACRAMENTOS Y CULTO DIVINO, Instr., Inaestimabile donum, n. 20: AAS
72(1980) p. 339; JUAN PABLO II, Carta Encclica, Ecclesia de Eucharistia, n. 25: AAS
95 (2003) pp. 449-450.
[229] Cf. Heb 9, 11; JUAN PABLO II, Carta Encclica, Ecclesia de Eucharistia, n. 3:
AAS 95 (2003) p. 435.
[230] JUAN PABLO II, Carta Encclica, Ecclesia de Eucharistia, n. 25: AAS 95 (2003)
p. 450.
[231] PABLO VI, Carta Encclica, Mysterium Fidei: AAS 57 (1965) p. 771.
[232] Cf. JUAN PABLO II, Carta Encclica, Ecclesia de Eucharistia, n. 25: AAS 95
(2003) pp. 449-450.
[233] Cdigo de Derecho Cannico, c. 937.
[234] JUAN PABLO II, Carta Encclica, Ecclesia de Eucharistia, n. 10: AAS 95 (2003)
p. 439.
[235] Cf. RITUALE ROMANUM, De sacra Communione et de cultu Mysterii
eucharistici extra Missam, nn. 82-100; MISSALE ROMANUM, Institutio Generalis, n.
317; Cdigo de Derecho Cannico, c. 941 2.
[236] JUAN PABLO II, Carta Apostlica, Rosarium Virginis Mariae, da 16 de octubre
del 2002: AAS 95 (2003) pp. 5-36, esto en n. 2, p. 6.
[237] Cf. CONGR. CULTO DIVINO Y DISC. SACRAMENTOS, Carta de la
Congregacin, da 15 de enero de 1998: Notitiae 34 (1998) pp. 506-510;
PENITENCIARA APOSTLICA, Carta ad quemdam sacerdotem, da 8 de marzo de
1996: Notitiae 34 (1998) p. 511.
[238] Cf. S CONGR. RITOS, Instr., Eucharisticum mysterium, n. 61: AAS 59 (1967) p.
571; RITUALE ROMANUM, De sacra Communione et de cultu Mysterii eucharistici
extra Missam, n. 83; MISSALE ROMANUM, Institutio Generalis, n. 317; Cdigo de
Derecho Cannico, c. 941 2.
[239] Cf. RITUALE ROMANUM, De sacra Communione et de cultu Mysterii
eucharistici extra Missam, n. 94.
[240] Cf. JUAN PABLO II, Const. Apostlica, Pastor bonus, art. 65: AAS 80 (1988) p.
877.
[241] Cdigo de Derecho Cannico, c. 944 2; cf. RITUALE ROMANUM, De sacra
Communione et de cultu Mysterii eucharistici extra Missam, Praenotanda, n. 102;
MISSALE ROMANUM, Institutio Generalis, n. 317.
[242] Cdigo de Derecho Cannico, c. 944 1; RITUALE ROMANUM, De sacra
Communione et de cultu Mysterii eucharistici extra Missam, Praenotanda, nn. 101-102;
MISSALE ROMANUM, Institutio Generalis, n. 317.
[243] JUAN PABLO II, Carta Encclica, Ecclesia de Eucharistia, n. 10: AAS 95 (2003)
p. 439.
[244] Cf. RITUALE ROMANUM, De sacra Communione et de cultu Mysterii
eucharistici extra Missam, Praenotanda, n. 109.
[245] Cf. ibidem, nn. 109-112.
[246] Cf. MISSALE ROMANUM, In sollemnitate sanctissimi Corporis et Sanguinis
Christi, Collecta, p. 489.
[247] Cf. CONGR. CLERO y otras, Instr., Ecclesiae de mysterio, Principios teolgicos,
n. 3: AAS 89 (1997) p. 859.
[248] Cdigo de Derecho Cannico, c. 900 1; cf. CONC. ECUMNICO
LATERANENSE IV, das 11-30 de noviembre de 1215, cap. 1: DS 802; CLEMENTE
VI, Carta a Mekhitar, Catholicos de los Armenios, Super quibusdam, da 29 de
septiembre de 1351: DS 1084; CONC. ECUMNICO TRIDENTINO, Sesin XXIII, da
15 de julio de 1563, Doctrina et canones de sacramento ordinis, cap. 4: DS 1767-1770;
PO XII, Carta Encclica, Mediator Dei: AAS 39 (1947) p. 553.
[249] Cf. Cdigo de Derecho Cannico, c. 230 3; JUAN PABLO II, Alocucin en el
Simposio de laicorum cooperatione in ministerio pastorali presbyterorum, da 22 de
abril de 1994, n. 2: L'Osservatore Romano, 23 de abril 1994; CONGR. CLERO y otras,
Instr., Ecclesiae de mysterio, Proemio: AAS 89 (1997) pp. 852-856.
[250] Cf. JUAN PABLO II, Carta Encclica, Redemptoris missio, nn. 53-54: AAS 83
(1991) pp. 300-302; CONGR. CLERO y otras, Instr., Ecclesiae de mysterio, Proemio:
AAS 89 (1997) pp. 852-856.
[251] Cf. CONC. ECUMNICO VATICANO II, Decreto sobre la actividad misionera
de la Iglesia, Ad gentes, da 7 de diciembre de 1965, n. 17; JUAN PABLO II, Carta
Encclica, Redemptoris missio, n. 73: AAS 83 (1991) p. 321.
[252] Cf. CONGR. CLERO y otras, Instr., Ecclesiae de mysterio, Disposiciones
prcticas, art. 8 2: AAS 89 (1997) p. 872.
[253] Cf. JUAN PABLO II, Carta Encclica, Ecclesia de Eucharistia, n. 32: AAS 95
(2003) p. 455.
[254] Cdigo de Derecho Cannico, c. 900 1.
[255] Cf. ibid., c. 910 1; cf. tambin JUAN PABLO II, Carta, Dominicae Cenae, n. 11:
AAS 72 (1980) p. 142; CONGR. CLERO y otras, Instr., Ecclesiae de mysterio,
Disposiciones prcticas, art. 8 1: AAS 89 (1997) pp. 870-871.
[256] Cf. Cdigo de Derecho Cannico, c. 230 3.
[257] Cf. S. CONGR. DE LA DISCIPLINA DE LOS SACRAMENTOS, Instr.,
Immensae caritatis, proemio: AAS 65 (1973) p. 264; PABLO VI, Carta Apostlica
motu proprio datae, Ministeria quaedam, da 15 de agosto de 1972: AAS 64 (1972) p.
532; MISSALE ROMANUM, Appendix III: Ritus ad deputandum ministrum sacrae
Communionis ad actum distribuendae, p. 1253; CONGR. CLERO y otras, Instr.,
Ecclesiae de mysterio, Disposiciones prcticas, art. 8 1: AAS 89 (1997) p. 871.
[258] Cf. S. CONGR. SACRAMENTOS Y CULTO DIVINO, Instr., Inaestimabile
donum, n. 10: AAS 72 (1980) p. 336; PONTIFICIA COMISIN PARA LA
INTERPRET. AUTNTICA DEL CDIGO DE DERECHO CANNICO, Respuesta
ad propositum dubium, da 11 de julio de 1984: AAS 76 (1984) p. 746.
[259] Cf. S. CONGR. DISCIPLINA SACRAMENTOS, Instr., Immensae caritatis, n. 1:
AAS 65 (1973) pp. 264-271, espec. pp. 265-266; PONTIFICIA COMISIN PARA LA
INTERPRET. AUTNTICA DEL CDIGO DE DERECHO CANNICO, Respuesta
ad propositum dubium, da 1 de junio de 1988: AAS 80 (1980) p. 1373; CONGR.
CLERO y otras, Instr., Ecclesiae de mysterio, Disposiciones prcticas, art. 8 2: AAS
89 (1997) p. 871.
[260] Cf. Cdigo de Derecho Cannico, c. 767 1.
[261] Cf. Cdigo de Derecho Cannico, c. 766.
[262] Cf. CONGR. CLERO y otras, Instr., Ecclesiae de mysterio, Disposiciones
prcticas, art. 2 3-4: AAS 89 (1997) p. 865.
[263] Cf. JUAN PABLO II, Carta Apostlica, Dies Domini, espec. nn. 31-35: AAS 90
(1998) pp. 713-766, esto pp. 731-746; JUAN PABLO II, Carta Apostlica, Novo
Millennio ineunte, da 6 de enero del 2001, nn. 35-36: AAS 93 (2001) pp. 290-292;
JUAN PABLO II, Carta Encclica, Ecclesia de Eucharistia, n. 41: AAS 95 (2003) pp.
460-461.
[264] CONCILIO ECUMNICO VATICANO II, Decr. sobre el ministerio y vida de los
presbteros, Presbyterorum ordinis, n. 6; cf. JUAN PABLO II, Carta Encclica, Ecclesia
de Eucharistia, nn. 22, 33: AAS 95 (2003) pp. 448, 455-456.
[265] Cf. S. CONGR. RITOS, Instr., Eucharisticum mysterium, n. 26: AAS 59 (1967)
pp. 555-556; CONGR. CULTO DIVINO, Directorio para las celebraciones dominicales
en ausencia de presbtero, Christi Ecclesia, da 2 de junio de 1988, nn. 5 y 25: Notitiae
24 (1988) pp. 366-378, esto pp. 367, 372.
[266] Cf. CONGR. CULTO DIVINO, Directorio para las celebraciones dominicales en
ausencia de presbtero, Christi Ecclesia, n. 18: Notitiae 24 (1988) p. 370.
[267] Cf. JUAN PABLO II, Carta, Dominicae Cenae, n. 2: AAS 72 (1980) p. 116.
[268] Cf. JUAN PABLO II, Carta Apostlica, Dies Domini, n. 49: AAS 90 (1998) p.
744; Carta Encclica, Ecclesia de Eucharistia, n. 41: AAS 95 (2003) pp. 460-461;
Cdigo de Derecho Cannico, cc. 1246-1247.
[269] Cdigo de Derecho Cannico, c. 1248 2; cf. CONGR. CULTO DIVINO,
Directorio para las celebraciones dominicales en ausencia de presbtero, Christi Ecclesia,
nn. 1-2: Notitiae 24 (1988) p. 366.
[270] JUAN PABLO II, Carta Encclica, Ecclesia de Eucharistia, n. 33: AAS 95 (2003)
pp. 455-456.
[271] Cf. CONGR. CULTO DIVINO, Directorio para las celebraciones dominicales en
ausencia de presbtero, Christi Ecclesia, n. 22: Notitiae 24 (1988) p. 371.
[272] JUAN PABLO II, Carta Encclica, Ecclesia de Eucharistia, n. 30: AAS 95 (2003)
pp. 453-454; cf. tambin PONT. CONSEJO PARA LA PROMOCIN DE LA UNIDAD
DE LOS CRISTIANOS, Direct. para la aplicacin de los principios y las normas sobre el
ecumenismo, La recherche de l'unit, da 25 de marzo de 1993, n. 115: AAS 85 (1993)
pp. 1039-1119, esto p. 1085.
[273] Cf. PONT. CONSEJO PARA LA PROMOCIN DE LA UNIDAD DE LOS
CRISTIANOS, Direct. para la aplicacin de los principios y las normas sobre el
ecumenismo, La recherche de l'unit, n. 115: AAS 85 (1993) p. 1085.
[274] Cdigo de Derecho Cannico, c. 292; cf. PONT. CONSEJO PARA LA INTERP.
DE LOS TEX. LEGISLATIVOS, Declaracin de la recta interpretacin del c. 1335,
segunda parte, C.I.C., da 15 de mayo de 1997, n. 3: AAS 90 (1998) p. 64.
[275] Cf. Cdigo de Derecho Cannico, cc. 976; 986 2.
[276] Cf. PONT. CONSEJO PARA LA INTERP. DE LOS TEX. LEGISLATIVOS,
Declaracin de la recta interpretacin del can. 1335, segunda parte, C.I.C., da 15 de
mayo de 1997, nn. 1-2: AAS 90 (1998) pp. 63-64.
[277] Lo que se refiere a sacerdotes que han obtenido la despensa del celibato, cf. S.
CONGR. DOCTRINA FE, Normas de dispensa del celibato sacerdotal, a instancia de la
parte, Normae substantiales, da 14 de octubre de 1980, art. 5; cf. tambin CONGR.
CLERO y otras, Instr., Ecclesiae de mysterio, Disposiciones prcticas, art. 3 5: AAS
89 (1997) p. 865.
[278] S. TOMS DE AQUINO, Summa Theol., II, 2, q. 93, a. 1.
[279] Cf. JUAN PABLO II, Carta Apostlica, Vicesimus quintus annus, n. 15: AAS 81
(1989) p. 911; cf. tambin CONC. ECUMNICO VATICANO II, Const. de s. Liturgia,
Sacrosanctum Concilium, nn. 15-19.
[280] Cf. JUAN PABLO II, Carta Apostlica motu propio, Sacramentorum sanctitatis
tutela: AAS 93 (2001) pp. 737-739; cf. CONGR. DOCTRINA FE, Carta a todos los
Obispos de la Iglesia Catlica y a los otros Ordinarios y Jerarcas a los que interese: de
delictis gravioribus eidem Congregationi pro Doctrina Fidei reservatis: AAS 93 (2001)
p. 786.
[281] Cf. Cdigo de Derecho Cannico, c. 1367; PONT. CONSEJO PARA LA
INTERP. DE LOS TEX. LEGISLATIVOS, Respuesta ad propositum dubium, da 3 de
julio de 1999: AAS 91 (1999) p. 918; CONGR. DOCTRINA FE, Carta a todos los
Obispos de la Iglesia Catlica y a los otros Ordinarios y Jerarcas a los que interese: de
delictis gravioribus eidem Congregationi pro Doctrina Fidei reservatis: AAS 93 (2001)
p. 786.
[282] Cf. Cdigo de Derecho Cannico, cc. 1378 2 n. 1 y 1379; CONGR. DOCTRINA
FE, Carta a todos los Obispos de la Iglesia Catlica y a los otros Ordinarios y Jerarcas a
los que interese: de delictis gravioribus eidem Congregationi pro Doctrina Fidei
reservatis: AAS 93 (2001) p. 786.
[283] Cf. Cdigo de Derecho Cannico, cc. 908 y 1365; CONGR. DOCTRINA FE,
Carta a todos los Obispos de la Iglesia Catlica y a los otros Ordinarios y Jerarcas a los
que interese: de delictis gravioribus eidem Congregationi pro Doctrina Fidei reservatis:
AAS 93 (2001) p. 786.
[284] Cf. Cdigo de Derecho Cannico, c. 927; CONGR. DOCTRINA FE, Carta a todos
los Obispos de la Iglesia Catlica y a los otros Ordinarios y Jerarcas a los que interese:
de delictis gravioribus eidem Congregationi pro Doctrina Fidei reservatis: AAS 93
(2001) p. 786.
[285] Cdigo de Derecho Cannico, c. 387.
[286] Ibidem, c. 838 4.
[287] Ibidem, c. 392.
[288] JUAN PABLO II, Constitucin Apostlica, Pastor bonus, art. 52: AAS 80 (1988)
p. 874.
[289] Cf. ibidem, n. 63: AAS 80 (1988) p. 876.
[290] Cf. Cdigo de Derecho Cannico, c. 1417 1.
[291] JUAN PABLO II, Carta Encclica, Ecclesia de Eucharistia, n. 24: AAS 95 (2003)
p. 449.
[292] Cf. ibidem, nn. 53-58: AAS 95 (2003) pp. 469-472.
[293] Cf. CONC. ECUMNICO VATICANO II, Constitucin sobre la s. Liturgia
Sacrosanctum Concilium, n. 14; cf. tambin nn. 11, 41 y 48.
[294] Cf. SANTO TOMS DE AQUINO, Summa Theol., III, q. 64, a. 9 ad primum.
[295] Cf. MISSALE ROMANUM, Institutio Generalis, n. 24.

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