El autor de esta nota estuvo en Malvinas como soldado desde mediados de abril hasta el final de la guerra, en junio de 1982. Perteneció al Escuadrón de Exploración de Caballería
Blindada Nº 10, unidad que combatió en la Batalla de Monte Longdon y Wireless Ridge, en los alrededores de Puerto Argentino. Es de profesión Psicólogo y se desempeña como profesor de la Universidad de Buenos Aires.
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El autor de esta nota estuvo en Malvinas como soldado desde mediados de abril hasta el final de la guerra, en junio de 1982. Perteneció al Escuadrón de Exploración de Caballería
Blindada Nº 10, unidad que combatió en la Batalla de Monte Longdon y Wireless Ridge, en los alrededores de Puerto Argentino. Es de profesión Psicólogo y se desempeña como profesor de la Universidad de Buenos Aires.
El autor de esta nota estuvo en Malvinas como soldado desde mediados de abril hasta el final de la guerra, en junio de 1982. Perteneció al Escuadrón de Exploración de Caballería
Blindada Nº 10, unidad que combatió en la Batalla de Monte Longdon y Wireless Ridge, en los alrededores de Puerto Argentino. Es de profesión Psicólogo y se desempeña como profesor de la Universidad de Buenos Aires.
El autor de esta nota estuvo en Malvinas como soldado desde mediados de abril hasta el final de la guerra, en junio de 1982. Perteneció al Escuadrón de Exploración de Caballería
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Desmalvinizacin, la derrota Argentina por otros medios
Lic. Fernando Pablo Cangiano (*)
Los 30 aos de la guerra de Malvinas pusieron en debate todos los aspectos vinculados al conflicto y sus consecuencias. Debemos celebrar esta proliferacin de argumentos y contra-argumentos pues permiten arrojar luz sobre un suceso de excepcional trascendencia para la Argentina: nada menos que nuestra guerra contra Gran Bretaa y su principal aliado, EE.UU..
Uno de los temas que ha concitado mayor inters para los ex combatientes es el proceso de desmalvinizacin que se instal en la sociedad argentina tras la culminacin de las acciones blicas en junio de 1982 (1). Si bien ese fenmeno se mantuvo inalterable en el tiempo, fue asumiendo diferentes formas y contenidos conforme se fue profundizando el proceso de subordinacin de la Argentina al nuevo escenario internacional resultante de la ofensiva neoliberal de la dcada del 80 y 90. La guerra de Malvinas provoc, con independencia de las intenciones de la dictadura cvico-militar gobernante, un quiebre objetivo en la relacin entre nuestro pas y las grandes potencias occidentales, relacin que deba ser restablecida con la mayor celeridad para retornar al statu quo de normalidad anterior al 2 de abril.
A poco de finalizadas las acciones blicas la desmalvinizacin se expres bajo la forma de una tendencia a clausurar cualquier iniciativa de debate pblico sobre la experiencia vivida y, especialmente, a impedir toda tentativa de rescatar las enseanzas emergentes de los hechos (el papel de EE.UU., solidaridad latinoamericana, el fraude del TIAR, etc.). En ese escenario, cuyo rasgo sobresaliente fue la necesidad de las clases dominantes de recomponer las relaciones daadas con el imperialismo, el ex combatiente fue arrojado a una zona de invisibilidad social en tanto sujeto con identidad propia y con un mensaje para transmitir. Pierde la palabra de protagonista activo, solo se le permite describir el hambre y el fro padecido en el terreno. Comenz a cobrar forma la figura del chico de la guerra, que luego tendra amplia difusin en mltiples expresiones polticas y culturales relacionadas con Malvinas (libros, films, etc.).
Paralelamente, y a contracorriente de lo anterior, la bsqueda de una identidad no minusvalorada ni victimizada constituy un poderoso impulso para la formacin de las primeras organizaciones de ex combatientes, que rpidamente desarrollaron un programa de reivindicaciones propias, algunas de carcter gremial (beneficios sociales, planes de salud, trabajo, etc.) y otras de naturaleza poltica (defensa de la soberana nacional y continuidad en la lucha antiimperialista).
Transcurrida esa primer etapa de la posguerra, el sistema de poder dominante, a travs de sus voceros (polticos, periodistas, acadmicos, etc.), fueron dndole forma ms elaborada a una peculiar operacin discursiva desmalvinizadora, plagada de mistificaciones y falacias, cuyo objetivo poltico estuvo claro desde el inicio: deslegitimar la guerra contra el imperialismo ingls por la va de sembrar indignidad y deshonra en todo lo que tenga que ver con Malvinas (desde la venta de chocolates donados hasta los absurdos e inexistentes campos de exterminio). Se trataba de impedir que esa reivindicacin (y su poderosa carga emocional concomitante) se convierta en una consigna que galvanice voluntades opuestas a la entrega nacional al capitalismo mundializado (norteamericano y europeo, en realidad), que ya arremeta con fuerza arrolladora tras el colapso del bloque sovitico y la nueva relacin de fuerzas a escala mundial.
Teora y prctica de la desmalvinizacin
Pero qu significa desmalvinizar a la sociedad argentina?; cules fueron los ncleos duros de esa operacin discursiva construida en torno a Malvinas y reflejada en una profusa produccin cultural?, qu objetivos polticos perseguan quienes intentaron borrar de la memoria popular nuestra guerra contra el imperialismo anglo-norteamericano?, por qu razn los desmalvinizadores ms cerriles tiene el cinismo de pedirle al pueblo argentino que haga un mea culpa, una especie de acto de contricin, por haber apoyado la recuperacin de la soberana de nuestro pas en el Atlntico Sur, mientras ellos declaman abiertamente su adhesin al punto de vista ingls? (2). Dentro de esa trama significante, qu roles les fueron asignados a los actores de la guerra (oficiales, suboficiales y soldados)?; cules fueron las consecuencias prcticas del relato desmalvinizador en los propios protagonistas del conflicto?.
En las pginas que siguen intentaremos diseccionar el trmino desmalvinizacin, procurando identificar los ejes en torno a los cuales se construy el paradigma dominante, que como todo paradigma convirti en verdad de sentido comn aquello que representa una manera de ver el mundo. Veremos que esa manera de ver el mundo (T. Kuhn) lleva inscripta en su gramtica la marca ideolgica de los intereses imperialistas agresores en Malvinas.
1. La deshistorizacin y la teora del loco
Desde los primeros aos de la posguerra dos narraciones lucharon encarnizadamente por imponer su matriz interpretativa sobre lo sucedido. Por un lado, los que calificaba a la guerra de Malvinas como una accin patritica, por el otro, aquellos que la presentaban como una aventura irresponsable. Como en toda discusin abstracta sobre cuestiones histricas, en esta batalla de ideas se expresaban intereses sociales y nacionales antagnicos, de suerte que cada campo en pugna extraa conclusiones radicalmente opuestas sobre las tareas que deba afrontar la Argentina en el ciclo abierto tras la derrota militar y la cada de la dictadura. El debate, de naturaleza estrictamente poltica, se presentaba en ocasiones oscurecido y encubierto por la apelacin a aspectos ligados a la dimensin emocional y humana del conflicto (situacin de los veteranos, familiares de los cados, etc.).
Quienes sostenan la postura del hecho patritico, y le daban connotacin de gesta, conceban la ocupacin de Malvinas como la realizacin de una tarea pendiente que unifica a la inmensa mayora del pas. Establecan una continuidad histrica entre las batallas emancipatorias del S XIX y la reafirmacin de la soberana Argentina en el Atlntico Sur, destacando la extenssima lista de reclamos de nuestro pas desde 1833 a la fecha y la importancia geopoltica y econmica de la zona en disputa. Por lo dems, el conflicto de Malvinas colocaba a la Argentina en un enfrentamiento con la prfida Albin, esto es, con la potencia dominante durante medio siglo en el Ro de la Plata, apoyada por EE.UU., el pas heredero de la hegemona imperialista en Amrica Latina. Las consecuencias prcticas de esta visin del conflicto saltaba a la vista: era necesario honrar la sangre derramada continuando la lucha por otros medios. Es decir, derrotado el pas en el plano militar, corresponda ahora avanzar en la soberana econmica, poltica y cultural. La mayora de los defensores de esta posicin (con la excepcin de sectores civiles y militares antidemocrticos, semifascistas, de tradicin nacionalista catlica) proponan tender lazos hacia los pases de Amrica Latina, aliados durante la guerra, y tomar distancia de las grandes potencias agresoras. Malvinas era una causa de la Patria Grande.
Por el contrario, en el otro extremo del anlisis, quienes impugnaban la ocupacin de Malvinas calificndola de una aventura irresponsable y criminal, afirmaban explcita o implcitamente la necesidad de dar vuelta la pgina de la guerra y recomponer aceleradamente relaciones con los pases centrales, pues de ese modo quedaba garantizada nuestra pertenencia al mundo (civilizado). Esbozaron y repitieron hasta el cansancio lo que alguien denomin el punto de vista del loco (3). Segn esta interpretacin, el pas fue conducido a la guerra por un general borracho que ansiaba perpetuarse en el poder. Todo fue un sinsentido, un disparate. La muerte de 643 argentinos careci por completo de significado y, en realidad, sus autores no fueron los ingleses, sino los propios argentinos. Salta a la vista en esta postura el intento de deshistorizar el conflicto, de desenmarcarlo de 150 aos de reclamos incesantes y en todos los planos (desde diplomticos hasta militares). Malvinas habra sido la guerra de la dictadura, lo que deja sin explicacin el gigantesco apoyo brindado por el pueblo argentino a la ocupacin de las islas. Es posible advertir de un modo muy claro los puntos de coincidencia de esta posicin con el planteo britnico, cuya propaganda repiti incansablemente que en Malvinas se enfrentaban la democracia inglesa vs "la dictadura argentina, lo que no le impidi a M. Thatcher establecer vnculos secretos con Pinochet durante la guerra.
Esta ltima postura result victoriosa desde los primeros aos de la posguerra, fortalecida por una tendencia mundial a la creciente subordinacin de los pases perifricos al centro hegemnico, consecuencia de un retroceso de los movimientos de liberacin nacional en la periferia y a la crisis del bloque sovitico. Cont, como era lgico, con una gigantesca y hbil maquinaria propagandstica (sin duda impulsada por EE.UU. y el Reino Unido) que logr explotar a su favor, invirtiendo el significado mismo de los hechos, el legtimo repudio que el pueblo argentino abrigaba por la dictadura militar que gobern el pas desde 1976 en beneficio de esas mismas potencias.
Sobre esto ltimo cabe una reflexin. No hay duda que la dictadura cvico - militar argentina fue parte de un conjunto ms amplio de dictaduras oligrquicas que gobernaron la mayor parte de los pases latinoamericanos desde la dcada del '60. Esas dictaduras gozaron de la bendicin de EE.UU. en el marco de la guerra fra contra el bloque sovitico. Sin ese apoyo no podran haber existido, ni perpetrado sus brutales crmenes (golpes de Estado, terrorismo de estado, etc.). El programa econmico y social del Proceso era el programa de las grandes corporaciones y de la usura financiera internacional, como lo demuestra el elenco que desembarc en el Ministerio de Economa durante ese perodo (Martnez de Hoz, Alemman, Klein, Cavallo, etc.). La gran paradoja de Malvinas consisti en que esa misma dictadura se enfrent a las grandes potencias occidentales a las que haba servido hasta el 2 de abril (4). Este giro inesperado, contradictorio y sin duda no previsto por sus ejecutores (escapaba al mezquino clculo de Galtieri y Ca. los efectos nacionales e internacionales de la ocupacin de las islas), permiti luego que los enemigos de Malvinas urdieran una formidable trama propagandstica y confusionista que busc asociar la legitima lucha por la soberana territorial en Malvinas con la ms odiosa dictadura militar de nuestra historia. De ese modo, el acto de la recuperacin de las islas quedaba ensombrecido e impugnado por el justo repudio a la dictadura por sus crmenes anteriores a Malvinas. Quienes caracterizaban a Malvinas como una accin patritica, por encima de la dictadura, pasaron a resultar sospechosos de defender los horrores perpetrados entre 1976 y 1982. Tal es el xito de esa maliciosa maniobra discursiva que hasta el da de hoy buena parte del progresismo y la izquierda que apoy la recuperacin de Malvinas en 1982, parece arrepentida de esa correcta posicin, en tanto que, por el contrario, los escasos intelectuales que alentaron la derrota de la Argentina contra Gran Bretaa son erigidos como lcidos y visionarios pensadores de avanzada (5). Al parece, la distincin entre el nacionalismo del pas opresor y el nacionalismo del pas oprimido, repetidamente subrayado por lo mejor de la tradicin socialista, sirve para la antologa literaria pero no para orientar la toma de posicin frente a la realidad (6).
Estamos ya en condiciones de enunciar el primer ncleo duro del dispositivo desmalvinizador: concebir a la guerra como una locura irresponsable, un sinsentido, sustrayendo de la historia la causa de Malvinas. La cuestin colonial queda desplazada del centro del anlisis del conflicto y su lugar es ocupado por las especulaciones de la camarilla militar de entonces.
2. El rol del ex combatiente: Hroe o Vctima?, Soldado o Chico de la Guerra?
Lo dicho hasta ac parecera deslizarse en un plano meramente terico- abstracto, sin reflejo concreto en la realidad de quienes participamos del conflicto. En definitiva, que importancia tiene para los ex combatientes que la guerra de Malvinas sea concebida como una locura o como un acto de patriotismo?. Las diferencias son enormes porque se vinculan con la identidad misma del veterano, con la construccin de su propia subjetividad, con todas las implicancias materiales e inmateriales (psicolgicas) que en cada caso se deducen.
Los defensores de la teora de la locura irresponsable, que fue la postura que inund el imaginario social de la posguerra, sitan al ex soldado en el papel de un nio indefenso conducido a la guerra sin la ms mnima conciencia de lo que aconteca. Un chico de la guerra, autmata, ciego, impotente, sometido a maltrato fsico y psicolgico, pero no por los ingleses, que bloquearon las islas para hacernos sucumbir por hambre y sed, que nos bombardearon incansablemente cada noche para minar nuestra moral. No, de acuerdo a esa sorprendente interpretacin de los hechos, nuestros maltratadores habran sido los propios oficiales y suboficiales argentinos. La figura del Hroe se transforma en la de Vctima.
Lamentablemente algunos ex combatientes han interiorizado el discurso victimizador, quizs creyendo que situndose en esa posicin accederan ms fcilmente a los beneficios sociales o lograran mayor resonancia en los medios de comunicacin. Un grave error que degrada muestra identidad y dificulta la elaboracin de la experiencia blica.
Podemos enunciar el segundo ncleo duro del dispositivo desmalvinizador: la victimizacin del ex combatiente. Se sustituy la identidad del hroe que defendi a su patria por la del chico impotente, sin preparacin suficiente y lanzado a la muerte por la crueldad de los propios argentinos.
3. El oficial y suboficial como demonio
Una persistente campaa de demonizacin de los oficiales y suboficiales argentinos caracteriz el relato sobre Malvinas hasta el da de hoy. En un caso extremo de deformacin histrica y desapego a la verdad, han llegado a circular ltimamente denuncias sobre campos de concentracin en Malvinas, similares a las monstruosas crceles de la dictadura. Tambin se ha hablado, con absoluta falta de escrpulos, de un genocidio planificado perpetrado por oficiales y suboficiales contra soldados conscriptos, sin exhibir una sola prueba ni una sola razn coherente que explique las motivaciones de semejante locura. Tales pruebas jams podrn exhibirse por la sencilla razn de que se trata de una burda falsedad, por el contrario existen innumerables testimonios de soldados, suboficiales y soldados luchando codo a codo en el terreno contra las tropas invasoras. Desgraciadamente, hay que decirlo nuevamente, muchos ex soldados se han prestado a esta clase de patraas, presumiblemente enceguecidos por la bsqueda de compensaciones o prebendas materiales (resarcimiento histrico y cosas semejantes) (7). Los actos de herosmo de oficiales y suboficiales se presentan como acciones excepcionales o limitadas a una fuerza en particular (la aviacin). Anlogamente, se dice que los oficiales mandaron al muere a los soldados mientras ellos permanecan a salvo, lo cual no resiste el menor anlisis al medir estadsticamente la cantidad y el rango de los cados en combate.
Es cierto que oficiales y suboficiales no estuvieron, en su mayora, a la altura de las circunstancias, pero no por las razones que se invocan. En efecto, raramente cumplieron su rol de verdaderos lderes en el terreno, esclareciendo a la tropa sobre la naturaleza del conflicto, el papel de Gran Bretaa en nuestra historia, la lacra del colonialismo, la solidaridad latinoamericana, el rol de EE.UU., etc..
Era lgico, se trataba de un Ejrcito hegemonizado desde 1955 por los altos mandos liberales pro-norteamericanos, imbuidos de la Doctrina de la Seguridad Nacional impartida en la Escuela de Panam, cuya hiptesis de conflicto era la subversin marxista (el enemigo interno) o el expansionismo chileno o brasileo. Ese Ejrcito de pronto se enfrentaba en el campo de batalla contra los mismos que haban operado como sus instructores y mentores ideolgicos. Qu rico aprendizaje se deduca de esta inocultable contradiccin, que se presentaba ante los ojos de los cientos de jvenes cuadros militares que combatan con los recursos a su alcance contra el agresor colonial! Lo mejor de la tradicin sanmartiniana poda emerger de las filas de unas Fuerzas Armadas, que objetivamente ya no actuaban como ejrcito de ocupacin sino como un autntico ejrcito anticolonial (8).
Era necesario impedir a cualquier precio que la experiencia de Malvinas engendrara un sector militar de raz sanmartiniana o bolivariana, opuesto a los altos mandos procesistas que haban gravitado en las Fuerzas Armadas durante varias dcadas.
Una nueva trampa discursiva desmalvinizadora: el oficial o suboficial que combati en las islas degradado a la condicin de villano y sdico implacable, enfrentado a los soldados.
4. Ocultamiento de los crmenes britnicos.
Si los puntales del dispositivo discursivo desmalvinizador que se han enunciado hasta ahora fueran ciertos, entonces habra que darle la razn a la dama de hierro cuando afirmaba hipcritamente que en Malvinas se enfrentaban la democracia inglesa contra la dictadura argentina.
Los desmalvinizadores vernculos iran demasiado lejos si sostuvieran semejante impostura, razn por la cual se han puesto a producir engendros cinematogrficos o literarios que dicen eso mismo, aunque con otras palabras. Efectivamente, al ver ciertas pelculas o leer la mayor parte de los libros escritos por argentinos sobre Malvinas, es difcil escapar a la sensacin de respirar aliviado cuando los ingleses reconquistan las islas. Los buenos eran ellos, los ingleses es el mensaje que deslizan subliminalmente, aunque no lo digan explcitamente, por puro pudor. Si no, que el lector vea pelculas como Iluminados por el Fuego o Los chicos de la guerra, entre otras. (9) Jams se har mencin a los crmenes ingleses. Salvo escasas excepciones, no se ha difundido el cobarde crimen de guerra que fue el hundimiento del General Belgrano, una accin que viol todos los cdigos de la guerra naval (que hasta los nazis respetaban en la II Guerra Mundial) y que consiste en dar aviso al buque que va a ser torpedeado por un submarino, a fin de permitir el desalojo de sus tripulantes pues el objetivo militar es el buque, no los seres humanos que hay en su interior (10). Tampoco se han difundido las denuncias de fusilamientos de soldados argentinos ya rendidos en plena combate ni el bombardeo ingls sobre Puerto Argentino que provoc la muerte de los nicos tres kelpers cados durante la guerra.
Cuarto eje de la desmalvinizacin: invisibilizar los crmenes cometidos por los ingleses (hundimiento del Belgrano, ataque a buque Hospital, matanza de los nicos 3 kelpers cados en combate, fusilamientos) y atribuir los padecimientos por hambre y fro no al bloqueo ingls o al clima austral, sino a la inexplicable maldad de quienes conducan la guerra
5. El triunfo en Malvinas y la democracia poltica, dos trminos incompatibles
La ideologa desmalvinizadora penetr los crculos intelectuales y acadmicos con la idea falaz de que un triunfo argentino en Malvinas hubiera significado una eternizacin de la dictadura militar, en tanto que la derrota posibilit el retorno de la democracia. Es cierto que la guerra de Malvinas provoc un giro en la poltica norteamericana hacia Amrica Latina, abriendo un ciclo de democracias controladas como forma poltica propicia para afianzar y profundizar los lazos de dependencia semicolonial. Pero cualquiera que abreve en el campo nacional y popular sabe que es imposible desplegar una poltica verdaderamente antiimperialismo sin apoyarse en una gran movilizacin social. Sirvan como ejemplo las experiencia populistas en el Tercer Mundo tras la II Guerra Mundial, cuya manifestacin concreta en la Argentina fue el peronismo. En el caso de Malvinas, un triunfo argentino en 1982 presupona orientar las gigantescas energas populares desatadas tras la recuperacin hacia el sostenimiento de un esfuerzo blico, con medidas elementales de soberana econmica, cultural, de reorientacin de la poltica internacional., etc.. No es casual que la guerra de Malvinas haya postergado los planes de privatizacin de empresas pblicas que tena en carpeta el equipo que conduca la poltica econmica nacional, encabezado por Roberto Alemman. A su vez, quedaron suspendidas las misiones que militares argentinos venan realizando en Centroamrica en favor de los grupos contrarrevolucionario, por cuenta y orden de la CIA. Ni que decir del retorno de la Argentina al Grupo de los no alineados y el acercamiento a los pases de la periferia. De lo anterior se deduce lo siguiente: la dinmica de los acontecimientos (guerra contra la alianza anglo-yanqui) empujaba hacia una reformulacin global de la poltica de la dictadura, tendencia que qued abortada luego de la derrota. Son bien conocidas las seales de alarma provocadas en el establishment militar y poltico argentino del momento (Alfonsn, Frondizi, Alsogaray, etc.) por el giro nacionalista que potencialmente poda provocar una profundizacin del conflicto en curso. Podramos decir que la derrota Argentina en Malvinas sell la posibilidad de una salida de la dictadura que combinara democracia poltica, soberana territorial, independencia econmica, justicia social y autonoma cultural. Se inici un prolongado perodo histrico, en cierto modo todava vigente, de formalidad institucional sin contenido social ni nacional, cuyas consecuencias en todos los planos no es necesario describir (extranjerizacin econmica, concentracin de la riqueza, etc.).
Quinto ncleo desmalvinizador: el triunfo anglo-norteamericano en Malvinas hizo posible la recuperacin de la democracia poltica en la Argentina. Si nuestro pas derrotaba al imperialismo, hoy todava nos estara gobernando una Junta Militar.
6. El pueblo Argentino fue arrastrado a la guerra por la dictadura
Desafiando el sentido comn que los voceros concientes o inconcientes de los intereses anglo-yanquis procuraron imponer en las ltimas 3 dcadas, la mayora de los Veteranos de Malvinas, los familiares de los cados y la intelectualidad del campo nacional y popular salieron al cruce de las mitologa desmalvinizadora que circul profusamente en los espacios de reflexin sobre el conflicto. Como se ha sealada anteriormente, es claro para todo el que quiera ver que la victimizacin de los soldados, la satanizacin hasta lmites inconcebibles de oficiales y suboficiales, la aceptacin de la tesis britnica de la guerra de la dictadura y el intento de opacar hasta el ms pequeo gesto de grandeza ligado a nuestra guerra contra el imperialismo, fueron dispositivos discursivos creados en los laboratorios de guerra psicolgica para desarmar espiritualmente a la Argentina. Alguien puede dudar de que la inteligencia britnica y norteamericana operaron activamente tras la guerra para desactivar las energas antiimperialistas desatadas durante el conflicto?. Hay, sin embargo, un mito desmalvinizador que no ha sido suficientemente analizado. Nos referimos a aquel que afirma que Galtieri y la dictadura empujaron al pueblo Argentino a la guerra mediante la manipulacin de una causa histrica. No dudamos de que esa haya sido la intencin de la camarilla gobernante, pero eso es solo una parte de la verdad. Habra que aadir la siguiente reflexin para completar el anlisis. Es aceptado por casi todos, y ha sido reconocido por el propio Galtieri en declaraciones pblicas, que los objetivos iniciales de la dictadura eran ocupar las islas, abrir una negociacin diplomtica y retirarse prontamente. Para ello evitaron a cualquier precio infringir bajas a las tropas britnicas que ocupaban Puerto Argentino y, con ms razn, atacar a la flota imperialistas cuando se diriga a las islas. Ambos objetivos se cumplieron. Pero algo escap a los clculos de los pigmeos polticos que gobernaban de facto la Argentina: la ocupacin de Malvinas iba a desatar, y de hecho desat, una irresistible ola de apoyo popular y movilizacin social, as como una inmediata solidaridad de los pases latinoamericanos y del Tercer Mundo. Era un desenlace previsible para cualquiera que conociera, aunque ms no sea superficialmente, la historia argentina y latinoamericana, algo ajeno a la mentalidad de las cpulas militares procesistas, totalmente imbuidas de occidentalismo proimperialista. En efecto, el pueblo argentino siempre acompa fervorosamente las medidas de defensa de la soberana en cualquier plano (territorial, econmico, cultural, etc.). En el nuevo panorama abierto tras la ocupacin, la dictadura no pudo volver atrs, en parte por las provocaciones britnicas (hundimiento del Belgrano) y en parte por el empuje irresistible del pueblo movilizado. Sus intenciones originales, como resultaba coherente con su naturaleza liberal pronorteamericana, se vieron completamente rebasadas por fuerzas que, como el aprendiz de brujo, ya no pudo controlar. De todo lo anterior se deduce que, en rigor de verdad, no fue la dictadura la que empuj al pueblo argentino a la guerra, sino exactamente al revs. Vindolo ms de cerca esta ltima afirmacin constituye una verdad irrefutable: cmo alguien podra pensar seriamente que una dictadura apadrinada por EE.UU. y que tena en su gabinete a personalidades como Roberto Alemann y Costa Mendez poda tener intenciones serias de hacerle la guerra a Gran Bretaa?
Desmalvinizacin, sus causas
A esta altura cabe preguntarse cuales fueron las razones de esta suerte de reedicin de nuevas zonceras jauretcheanas que se urdieron en torno a Malvinas, abundantemente difundidas por los medios de comunicacin (11) tras la guerra y que se han hecho carne en buena parte de las clases medias cosmopolitas, sometidas al influjo cultural del imperialismo y sus aparatos ideolgicos.
Las motivaciones deben hallarse en el plano poltico. La guerra de Malvinas despert una gigantesca ola de movilizacin social y de unidad nacional en torno a una reivindicacin territorial, es decir, en torno a la soberana e independencia nacional. Como ya se dijo, la lgica misma de los hechos empuj a la Argentina a acercarse a Amrica Latina y a alejarse de las grandes potencias, que se aliaron a Gran Bretaa por encima del signo ideolgico de sus gobiernos (conservador, demcrata progresista y hasta socialista). La guerra de Malvinas poda sentar un peligroso precedente que desafiara la hegemona que ejercen los pases poderosos sobre el conjunto de la periferia mundial. Poda, adems, desplazar la ola de nacionalismo territorial a otros planos, tanto o ms peligrosos, tales como el econmico o el cultural. Una reflexin se tornaba inevitable tras los hechos, por qu deberamos permitir que nuestras riquezas pasen a manos de corporaciones norteamericanas, inglesas o europeas, si esos pases fueron directa o indirectamente responsables de los 643 jovenes argentinos cados en Malvinas?, cmo podramos compatibilizar la memoria de esos muertos con la total subordinacin del pas a quienes los asesinaron o prestaron un apoyo decisivo para derrotar a la Argentina?, por qu aceptar los emblemas culturales de pases cuyos gobiernos tienen sus manos manchadas de sangre en mil guerras de conquista, entre ellas la de Malvinas?, de qu clase de pacifismo nos hablan estos pases que apenas pierden sus dominios coloniales se lanzan a una descomunal accin militar para recuperarlos?.
En suma, la guerra de Malvinas deba ser eliminada como factor de movilizacin popular para la lucha antiimperialista. Era preciso despojarla de cualquier vestigio de patriotismo y de herosmo. Las muertes de nuestros camaradas deban ser convertidas en un sinsentido atribuible a la locura de un grupo de militares y no al doloroso precio que los pueblos perifricos pagan por enfrentar a los gendarmes del mundo. Los verdaderos autores de los crmenes tenan que ser ocultados tras una gruesa telaraa de falsificaciones y mentiras (12).
Sin ese proceso de vaciamiento de sentido en relacin al significado histrico de Malvinas, al papel jugado por las grandes potencias (en especial EE.UU.) y al lugar de la Argentina en el mundo, lo que ocurri en las dos dcadas siguientes (privatizaciones, extranjerizacin de la economa, precarizacin laboral, relaciones carnales, colonizacin cultural, etc.) hubiera resultado, sino imposible, mucho ms difcil de ejecutar con la escasa resistencia social con la que se llev a cabo.
Neoliberalismo y Desmalvinizacin
Uno de los principales aportes de G. W. Hegel, el gran filsofo del capitalismo en su fase ascendente, es la idea de totalidad para la comprensin de la realidad social. Los fenmenos solo pueden interpretarse en su interconexin y unidad dialctica. Son manifestaciones de un desarrollo nico. As pues en las dcadas del 80 y 90 se despleg a escala mundial el proyecto neoliberal, que no fue otra cosa que el recurso adoptado por el capital para resolver su crisis de acumulacin de la etapa keynesiana que le precedi. El neoliberalismo no solo signific una brutal ofensiva del capital sobre el trabajo (desregulacin, precarizacin del mercado laboral, desocupacin, etc.) sino tambin un arrollador avance de las grandes corporaciones con sede en los pases centrales sobre los mercados perifricos, fenmeno conocido como mundializacin o globalizacin. En ese marco, la defensa de la soberana en la periferia se convirti en un obstculo para la realizacin del proyecto neoliberal de mundializacin burguesa. La desmalvinizacin fue enteramente funcional al quiebre de los recursos defensivas de nuestro pas en tanto y en cuanto Malvinas remite directamente a la defensa de la soberana nacional, ya sea en el plano territorial como en el econmico y cultural. Una sociedad malvinizada difcilmente hubiera tolerado la enajenacin de sus recursos en provecho de los grandes capitales norteamericanos y europeos, precisamente nuestros enemigos en 1982. Todo lo real es racional deca Hegel. Sin duda, existe una racionalidad colonial en la interrelacin dinmica entre el despliegue del proyecto neoliberalismo en nuestra tierra y la virulenta desmalvinizacin posterior a la guerra.
La desmalvinizacin, la subjetividad del veterano y las huellas psicolgicas de la guerra
Por ltimo, es preciso mencionar un fenmeno que por su dramatismo merece un anlisis exhaustivo y profundo. Me refiero a los cientos de muertes por suicidios ocurridos desde 1982. Solo esbozar algunas lneas de anlisis para la investigacin desprejuiciada de especialistas en traumas posblicos.
Imaginemos un joven que debe convivir con la muerte durante un perodo prolongado y que, como consecuencia de ello, ve caer a sus camaradas y es puesto por las circunstancias en situacin de matar o morir. Ahora pensemos que una vez pasada esa dramtica situacin retorna a la vida social y all encuentra una representacin social de ese conflicto cuyo rasgo principal consiste en sostener que todo lo acontecido careci de sentido, que las muertes de sus camaradas fueron estriles y que lo ms apropiado es cerrar cuanto antes ese captulo negro de la vida nacional. No es lgico que desarrolle un cuadro de depresin profunda que pueda derivar, llegado el caso, en conductas auto- punitivas como el suicidio?, no es en cierto modo lgico que semejante grado de banalizacin de su esfuerzo le provoque un impacto psicolgico devastador?.
Podramos decir que eso es lo que ha ocurrido con los Veteranos de Malvinas como consecuencia del relato posblico desmalvinizador. Su subjetividad minusvalorada y despojada de heroicidad no puede ser indiferente en el procesamiento psquico de la experiencia traumtica. Ninguna experiencia humana, cuando se deriva de un fenmenos social que la contiene y la explica, puede asumir un sentido en si mismo, es decir, con independencia del significado socialmente construido del hecho que la provoc.
Sostengo, a modo de hiptesis a explorar, que buena parte del sndrome pos- traumtico de guerra encuentra su origen en la narrativa social dominante, que arroja al veterano a un penoso papel de chico de la guerra. As pues, en lnea con esta hiptesis, corresponde explorar si la gnesis del estrs post-traumtico no se encuentra en realidad en la posguerra, en la construccin de un relato trgico, sin pica ni mstica, y no en los hechos fcticos, en las vivencias como tales.
Propongo recuperar con orgullo la identidad de hroes para todos quienes estuvieron en Malvinas, en especial para aquellos que dejaron su vida all. Sin gestos ampulosos ni trgicos, simplemente hroes. Se trata de un justo reconocimiento en el que cobra un sentido histrico el sacrificio de los camaradas cados, que vivirn por siempre en la memoria y en el corazn de todos los argentinos de bien.
Mayo de 2011
(1) El primero en usar esta expresin fue el politlogo francs Alain Rouqui, que plante hacia mediados de los 80 la necesidad de desmalvinizar a la Argentina, en particular a las Fuerzas Armadas, para evitar que esa reivindicacin se transforme en un mito que amenace la democracia. Segn su peculiar interpretacin, la democracia argentina estaba en contradiccin con los reclamos de soberana en el Atlntico Sur. Es fcil imaginar el contenido real de la democracia pregonada por Rouqui.
(2) Ver la reciente y penosa declaracin de los 17 intelectuales Malvinas, una visin alternativa
(3) La posguerra como campo de batalla. Julio Cardozo. Ponencia al Primer Congreso Latinoamericano Malvinas, una causa de la Patrias Grande
(4) El reemplazo de Viola por Galtieri, a fin de 1981 expres el triunfo del ala ms proyanqui del Ejrcito, con intimas vinculaciones con el gobierno de Reagan. No es casual que Roberto Alemn, un hombre del rin de la usura financiera, ocupara el cargo de Ministro de Economa en ese perodo
(5) El ms notorio de esos progresistas que apoyaron a Gran Bretaa fue el recientemente fallecido filsofo Len Rozitchner. Ver Las Malvinas: de la guerra sucia a la guerra limpia. Centro Editor de Amrica Latina, 1985
(6) En lneas generales la posicin de la izquierda argentina frente a la guerra fue ambigua y en extremo diversificada, aunque predominaron las posturas de apoyo a la Argentina. En efecto, desde el decidido respaldo a la guerra antiimperialista de la Izquierda Nacional (expresada polticamente en el Movimiento Patritico de Liberacin de Jorga A. Ramos y el Partido de la Izquierda Nacional de Jorge E. Spilimbergo) hasta la posicin abiertamente derrotista de algunos grupos vinculados a fracciones menores de la IV Internacional trotskista, que inslitamente caracterizaban a la guerra como una guerra del Capital y reproducan con precisin milimtrica cada uno de los prejuicios desmalvinizadores difundidos por la propaganda inglesa (uno de sus animadores era el marxista ingls Alan Woods). Otras corrientes trotskistas de nuestro pas apoyaron a la Argentina siguiendo las clebres enseanzas del viejo L. Trotsky en sus escritos latinoamericanos (Poltica Obrera, MAS). El stalinismo vernculo (PC) y el maoismo (PCR) apoyaron tambin a la Argentina. En tanto, desde el exilio, los Montoneros se pronunciaron abiertamente en apoyo a la Argentina y hasta se ofrecieron de voluntarios para combatir en las islas. Muchos presos polticos de la dictadura hicieron lo propio.
(7) Va de suyo que los casos puntuales de maltratos y estaqueamientos deben ser juzgados con la severidad del caso, si es que no han sido ya juzgados en los 30 aos transcurridos. Pero lo anterior no significa, en modo alguno, que se haya tratado de practicas masivas.
(8) Es sabido que durante la guerra hubo una enorme cantidad de argentinos que se ofrecieron voluntariamente para combatir al imperialismo ingls. Es menos conocido que muchos de esos voluntarios eran detenidos polticos en las crceles de la dictadura militar. Tal era la pasividad del apoyo a la causa.
(9) Un caso aparte es el del libro Los Pichiciegos del escritor Rodolfo Fogwill, recientemente fallecido. Escrito durante el conflicto mismo, incurriramos en un ideologismo inaceptable si juzgramos esta buena obra literaria de ese buen escritor con los parmetros polticos posteriores, que erigieron al texto como uno de los puntales de la construccin victimizadora de los soldados.
(10) Jams mencionada por los grandes medios de comunicacin, en 1995 se promulg la Ley Nacional (N 24.517) que orden constituir una Comisin Investigadora de Crmenes de Guerra britnicos en la guerra de Malvinas y del Atlntico Sur con la integracin de los tres poderes del Estado Nacional, que jams se conform. En cambio, ha logrado una vasta difusin las inverosmiles denuncias de torturas sistemticas y masivas de oficiales y suboficiales contra soldados argentinos
(11) Un repaso apenas superficial sobre la cobertura realizada por los grandes medios hegemnicos (La Nacin, Clarn y sus aclitos) sobre Malvinas muestra la vergonzosa adopcin del punto de vista britnico sobre cada uno de los aspectos relacionados con el conflicto. Es lgico, ambos medios fueron firmes sostenedores de la dictadura desde 1976 hasta 1982, cuando el pas se arrodillaba ante los poderes mundiales mientras los grupos de tareas perseguan y asesinaban a militantes populares. Cmo iban esos mismos medios apoyar una accin que enfrentaba a la Argentina con los poderes mundiales y apuntaba los fusiles hacia afuera y no hacia adentro?.
(12) Un poco conocido estudio realizado por un grupo de investigadores de la extinta URSS dice una verdad casi imposible de encontrar en textos argentinos sobre la guerra de Malvinas. El 2 de abril de 1982 las tropas argentinas desembarcaron en las Malvinas e izaron sobre su capital la bandera nacional argentina. La Operacin Rosario fue proyectada y realizada de modo que se evitaran bajas entre los ingleses. En efecto, no las hubo. La condena por la sangre que centenares de ingleses y argentinos, vctimas de la aventura colonial de Londres, derramaron posteriormente, recae por completo sobre la conciencia del Gobierno conservador britnico y, en determinado grado, de sus aliados de la OTAN. Ver La crisis de las Malvinas. Orgenes y consecuencias. Academia de Ciencias de la URSS. 1983. Pag. 15. Parece increble que sean estudiosos extranjeros quienes adoptan la perspectiva argentina para juzgar un tema tan sensible como el de las vctimas de la contienda militar. Mientras tanto, la mayora de los analistas argentino reproducen el punto de vista britnico que consiste en adjudicarle a las autoridades argentinas los cados en combate.
(*) El autor de esta nota estuvo en Malvinas como soldado desde mediados de abril hasta el final de la guerra, en junio de 1982. Perteneci al Escuadrn de Exploracin de Caballera Blindada N 10, unidad que combati en la Batalla de Monte Longdon y Wireless Ridge, en los alrededores de Puerto Argentino. Es de profesin Psiclogo y se desempea como profesor de la Universidad de Buenos Aires.
Título: Reclamación Del Gobierno de Las Provincias Unidas Del Río de La Plata Contra El de Su Magestad Británica: Sobre La Soberanía y Posesión de Las Islas Malvinas.
Título: Reclamación Del Gobierno de Las Provincias Unidas Del Río de La Plata Contra El de Su Magestad Británica: Sobre La Soberanía y Posesión de Las Islas Malvinas.