Mearleau-Ponty La Prosa Del Mundo PDF
Mearleau-Ponty La Prosa Del Mundo PDF
Mearleau-Ponty La Prosa Del Mundo PDF
PONTY
LA PkSA
DEL MUNDO
Versin espaola de
FRANCISCO PREZ GUTIRREZ
r
TAURUS
MADRID
ADVERTENCIA
1971, TAURUSEDICIONES, S. A.
Plaza del Marqus de Salamanca, 7. MADRID-6
Depsito legal: M. 1.106 - 1971
PRINTED IN SPAIN
La obra que Maurice Merleau-Ponty se propona titu-
lar La prosa del mundo o Introduccin a la prosa del
mundo qued inacczbada. Tenemos que pensar sin gnero
de duda que el autor la abandon, deliberadamente y que,
de haber vivido, no hubiera deseado llevarla a su trmino,
1:al menos en la forma en otro tiempo esbozada.
Este libro deba constituir, al ser comenzado, la pri-
mera pieza de un dptico mientras que la segunda-..ha.
bra de revestir un carcter ms francamente metafsico
cuya ambicin estaba en ofrecer, como prolongacin de la
Fenomenologa de la percepcin, una teora de la verdad.
Pseemos un testimonio de la intencin que presida esta
empresa, tanto ms precioso cuanto que las notas o bos-
quejos de plan encontrados son de muy escasa utilidad.
Se traa de una relacin remitida por el autor a Martial
Gueroult, con ocasin de su candidatura al Colegio de
Francia', en la que Merleau-Ponty enuncia las ideas fun-
damentales de sus primeros trabajos publicados, y luego
advierte que desde 1945 se halla embarcado en unas
1
"Un indit de Merleau-Ponty", Revue de Mtaphysique el
de Morde, n. 4, 1962, A. Colin.
9
nuevas investigaciones destinadas 'a fijar definitivamente
el sentido filosfico d las...primeras", as como rigurosa-
mente articuladas con stas puesto que de ellas han reci-
bido su "itinerario" y su "mtodo".
"Hemos credo encontrar en la experiencia del mundo
percibido,- escribe, una relacin de un tipo nuevo entre
el espritu y la verdad. La evidencia de la cosa percibida
tiene que ver con su aspecto concreto, con la textura
misma de sus cualidades, con esa equivalencia entre
todas sus propiedades sensibles que haca decir a Czan-
nc que se deba poder pintar hasta los olores. EV mundo
es verdadero o existe ante nuestra existencia indivisa; su
unidad, sus articulaciones se confunden y esto quiere
decir que tenemos del mundo una nocin global cuyo
inventario no se acabo jams, y que llevamos a cabo en
l la experiencia de una verdad -que transparece o nos
englobo en vez de ser nuestro espritu quien la detenta
y la circunscribe. Ahora bien, si ahora nos ponemos a
considerar, por encima de lo percibido, el campo del
conocimiento propiamente dicho, en el que er espritu
quiere poseer lo verdadero, definir por s mismo los ob-
jetos y as acceder a un saber universal y desligado de las
particularidades de nuestra situacin, acaso entonces l
orden de lo percibido no semeja ser una simple aparien-
cia, y el entendimiento puro no es una nueva fuente de
conocimiento con respecto a la cual nuestra familiaridad
perceptiva con el mundo se reduce a un informe esbozo?
No tenemos ms remedio que responder a estas cuestio-
nes ante todo con una teora de la verdad, y luego con
una teora de la intrsubjetividad como lo hemos hecho
en diferentes ensayos, tales como Le doute de Czainne,
Le roinan et la mtaphysique, o, por lo que se. refiere
a la filosofa, de la historia, Huinanisme et terreur, pero
cuyas fundamentos filosficos debemos elaborar con todo
rigor. La teora de la verdad constituye el objeto de . las
dos libros en los- que trabajamos en la -actualidad.'.'.
Estos dos libros se citan un poco ms adelante: L'Ori-
gine de la vrit e Introdction it la prose du monde.
Merleau-Ponty define su propsito comn que es el de
fundar -sobre el descubrimiento del cuerpo como cuerpo
- activo o capacidad simblica "una teora concreta el
espritu que habr de mostrrnoslo en una relacin de
- intercambio con los instrumentos que a s mismo se da...".
Para no caer en la tentacin de cualquier comentario
que corriera el riesgo de inducir abusivamente los pen-
samientos del lector, limitmonos a indicar que la teora
concreta del espritu deba ordenarse en torno a una idea
nueva de la expresin que habra que desplegar y al.
anlisis de los gestos o del uso mmico del cuerpo y de
todas las formas del lenguaje, hasta las ms sublimadas
del lenguaje matemtico. Importa, adems .11canar la aten-
cin sobre algunas. lneas que precisan la intencin de
La prosa del mundo y dejan constancia del trabajo reo- -
izado.
"Mientras esperamos a tratar completamente este pro-
'bteiius"(e....del iesain.Lento...f?P?nat y.. .ttIen jey"n....la
obra que preparamos sobre el Origine de la vrit lo
hemos abordado por su costado menos abrupto en un
libro cuya mitad est ya escrita y que trata del lenguaje
literario. En este terreno resulta ms fcil demostrar que
el lenguaje no es en modo alguno la simple vestimenta
de un pensamiento que se posee de antemano con toda
claridad. El sentido de un libro se halla primeramente
dado no tanto por las ideas como por una variacin
sistemtica e inslita de los modos del lenguaje y de la
narracin o de las formas literarias existentes. Este acen-
to, esta modulacin particular de la palabra, si la ex-
presin se ha logrado, es asimilada poco a poco por el
lector y le hace, accesible un pensamiento al que puede
lo 1.11
ser que al comienzo fuera indiferente v hasta rebelde .
'eleccin del Colegio de Francia que se efectu en fe-
La comunicacin en literatura no es una simple apela- .
brero de 1952-1 es indudable que se refiere a las ciento
cin del escritor a significaciones que formaran parte
setenta pginas encontradas entre los papeles del filsofo
ya de un a priori del espritu humano: son ms bien ellas
- despus de su muerte. Estas son las pginas que forman
quienes las Suscitafl en l por seduccin o por una suerte
la primera-mitad del libro entonces interrumpido. Nues-
de accin oblicuo. En el escritor no es el pensamiento
. ira conviccin se funda en efectosobre ..observacio-
qiden dirige el lenguaje desde fuera: sino que el mismo
nes complementaras. La primera es que en agosto de
escritor es como un nuevo idioma que se construye, se
1952 Merleau-Ponty redacta una nota con el inventario
inventa medios de expresin y se diversifico segn su
de los tedias ya tratados; ahora bien, a pesar de su bre-
propio sentido. Lo que se llama poesa tal vez no sea
vedad, sta designa claramente el conjunto de los cap-
otra, cosa que la parte de la literatura en la .que esta
tulos que poseemos. La segunda es que entre el momento
autonoma se afirma con ostentacin. Toda gran prosa
en que hace saber al seor Guerouit el estado de avance
es tambin una recreacin del instrumento significante,
de su trabajo y el mes de agosto, el filsofo decide
manejado en lo sucesivo segn una nueva sintaxis. LO
extraer de s obra un captulo importante y modificarlo
prosaico se limita a .alcanzar su objeto mediante signos
para su publicacin como ensayo en Les Temps moder-
convenidos de significaciones ya instaladas en la cultura
nes: ste aparece en junio y julio del mismo ao, con
La gran prosa en cambio es el arte de captar un sentido
el ttulo "Le langage indirect et les voix du silence'. Y
que' nunca hasta el momento haba sido objetivado y de
tenemos la prueba de que este ltimo trabajo no se eni-
hacerle accesible a todos aquellos que hablan la misma
' prendi antes del mes de marzo, porque hace referencia
lengua. Un escritor no es ms que un superviviente CUCIfl
al comienzo a un libro de Francastel, Peinture et societ,
....
................. ..... doi'a--no--es--capaz
de-.fundar.
as
---una.wsiversalidad..nueva
..... ........ .... . .... ................ ....
.....
ue se public en febrero. Ciertamente, estos pocos ele-
y de comunicarla peligi'osamente. Nos parece que P
. mentos 1w permiten fijar la fecha exacta en la que se
dra decirse tambin de los otras instituciones que han
. interrumpi l manuscrito. Pero nos autorizan, sin
cesado 'de vivir cuando se muestran incapaces de soste-
bargo, a pensar que no fue muy posterior al comienzo
ner una poesa de las relaciones humanas, es decir, el
, del ao 1952. Quiz se site algunos meses antes. Pero
llwnamiento de cada libertad a todas las dems. Hegel
como sabemos, por otra parte, por una carta del autor
deca ,que el Estado romano era la prosa del mundo. .
' a su mujer, durante el verano precedente, 'que durante
Titularemos este trabajo Introduccin a la prosa del mun-
sus vacaciones -consagraba lo ms importante de su tra-
do, ya que, al elaborar la categora de prosa, tendra
bojo a La prosa del mundo, resulta legtimo suponer que
que darle, ms all de la literatura, una significacin
la interrupcin tuvo lugar en el otoo de 1951, o lo ms
ciolgica."
. 'tarde al comienzo .del invierno 1951-1952.
Este texto constituye seguramente la mejor de las pre-
En cambio, son menos firmes los indicios que deter-
senaciones de la obra .que publicamos. Tiene tambin
minan los primeros momentos de la empresa. La redac-
el mrito de arrojar alguna luz . sobre las fechas de su
cin del tercer captulo cuyo objetivo es la compo-
redaccin. Dirigido al seor Gueroult poco antes de la
racin entre el lenguaje pictrico y el lenguaje litera-
tratar de los problemas de la expresin Hay un resu-
men sustancial .de este ensayo redactado en 1948 6 1949
o sea despus de la publicacin, en mayo de 1948,
de Situations II, del que se toman todas las referencias
y acompaado de un comentario crtico, que manifiesta
a veces una oposicin vigorosa a las tesis de su autor:
ahora bien, numerosas ideas que habrn de formar. la
trama de La prosa del mundo se encuentran all enun-
ciada,s y ya relacionadas con un proyecto en curso. Pero
ste no haba recibido todava una forma precisa. Mar-
ieau-Ponty toma por entonces la nocin de prosa en una
acepcin puramente literaria; no ha encontrado ni el
ttulo ni el tema general de su futuro libro. As se can-'
tenta con anotar al final de su comentario: "Es preciso
que escriba una especie de Qu'est-ce que la littrat:ure?,
con una parte ms amplia sobre el signo y la prosa, .y
no toda una dialctica de la literatura, sino cinco per-
cepciones literarias: Montaigne, Stendhal, Proust, Breton,
Artaud." Una nota no fechada, pero que lleva ya el ttulo
de Ptose du monde, sugiere que ha imaginado para algo.
ms adelante una obra considerable, repartida en varios
..........................
volmenes, cuyo objeto consista en aplicar las catego-
ras definidas de prosa y poesa a los registros de la lite-
ratura, el amor, la religin y la poltica. En cambio no
se anuncian ni la discusin de los trabajos de los lin-
gistas que ocupar luego un puesto importante ni, lo
que es ms significativo, un estudio de la pintura. su
silencio sobre este punto permite suponer que no haba
ledo an, por entonces, la Psychologie de l'art, o no ha-.
ba medido el partido que poda sacar de ella para una
teora de la expresin. Si bien hay . que guardarse de
inducir de esta nota que el inters de Merleau-Ponly por
la lingstica o por la pintura no se haba despertado
todava: haba interrogado ya los trabajos de Saussw'e-
y de Vendrys y los, invocaba en concreto en su comen-
15
. rio no pudo haberse comenzado antes de la publica-
cin del ltimo volumen de la Psychologie de l'art, o sea
antes de julio de 1950: las referencias a La molmaie de
l'absolu no dejan duda alguna sobre este punto. Si con-
sideramos el trabajo efectuado sobre la obra de Andr
Malraux, cuya huella hemos encontrado en un. largo.. re-....
sumen-comentario, nos sentiremos tentados a pensar que
mediaron entre ambos semanas o meses. No se olvide, en
efecto, que Merleau-Ponty enseaba por aquel entonces
en la Sorbona y consagraba tambin una parte de su
tiempo a Temps modernes. La hiptesis- se
refuerza
por
la presencia de numerosas referencias a un artculo de
Mcsurice Blanchot "Le msee, l'art et le temps",
publicado en Critique en diciembre de 1950. Este ltimo
indicio nos remite de nuevo al ao 1951.
Nada impide, ciertamente, suponer que los dos pri-
meros se hallaban casi enteramente redactados cuando
el autor decidi apoyarse en los anlisis de Malraux.
Un cambio semejante en el curso de su trabajo no es
inverosmil. Pero dudamos que se produjese, porque
tod los, apunte.de plan encontrados prevn un captulo
sobre el lenguaje y la pintura; mientras que el estado
del . manuscrito no sugiere tampoco una ruptura en la
composicin. Adems, es significativo que el ejemplo del
pintor se emplee en las ltimas pginas del segundo ca-
ptulo, antes de- pasar, de acuerdo con un encadenamiento
lgico, al centro del tercero. As nos inclinamos a con-
cluir que Merleau-Ponty escribi la primera mitad de
su obra en el espacio de un mismo ao.
Pero es seguro que desde mucho tiempo antes tena
ya la idea de un libro sobre el lenguaje y, ms precisa-
mente, sobre la literatura. Si la obra de Mciiraux pudo
pesar en su iniciativa, el ensayo de Sartre, "Qu'est-ce que
la ljttrature"; aparecido en 1947, . le haba causado una
profunda impresin y le confirm en su intencin ce
14
tario a "Qu'est ce que la littrature? su ensayo sobre
Por algunas seales puede Juzgarse que el filosofo
la "Le d&ute de Czanne", publicado en
Fontaine en 1945
J
sigui sintindose muy atrado por su empresa. En el
(antes de ser reproducido en .Sens et non-sens) y redac-
Colegio. de Francia, escogi como tema de sus dos pri-
tado bastantes aos antes y sus cursos de la Facultad de
meros cursos, durante el cio 1953 1954 "Le monde sen
Lyon atestiguan, por otra, parte, el puesto que haba al-
sible et rexpression" y L' "usage littraire dii langage".
canzado en sus investigaciones la reflexin sobre la ex-
Este ltimo tema, en particular, le ofrece la ocasin: para
presin pictrica. A lo ms puede adelantarse que, en el - -
hablar de Stendhal y de Valry, a .los que, segn ciertas
primer bosquejo - de La prosa del mundo, no haba pen- -
notas, contaba con otorgarles, un puesto en su libro. Al -
sacio, an explotarlas y que no la har hasta 1950 6 1951,
ano siguiente, sigue tratando del "Problme de la paro-
una vez que haya decidido circunscribir su intento a lmi-
- le". Pero no deja de ser un hecho que al margen de su
tes ms estrechos
enseanza est trabajando en otra direccin. Relee a
Sobre los motivos de esta decisin, de momento slo
Marx, a Lenin y a Trotski, y acumulo notas considerables
podemos proponer una hiptesis. Digamos nicamente,
sobre Max Weber y sobre Lukcs: su propsito mme-
basndonos en la carta a Gueroult,, que la idea de escri-
chato es la redaccin de Aventuras de la dialctica, que
bir otro libro, L'Origine de la vrit, que habra de des-
ver la luz en 1955. Pero nada autoriza a pensar que
velar el sentido metafsico de su teora de la expresin,
por ese tiempo haya sacrificado La prosa del mundo.
pudo conducirle a modificar y reducir su proyecto primi-
tivo. 'No le era necesario, para este fin, en efecto,
tratar
crito (por lo dems difcil de interpretar, ya que parece
de relacionar ensegida, como lo hizo, el problema de la
mezclar con el resumen del texto ya redactado otras for-
s-istematicidad .e la lengua y el de su historicidad, el de
mulaciones nuevas que son quiz el anuncio de inipor-
la creacin y el del conocimiento cien tfico en f i n -
- ta.ntes modiftciczone) nos persuade, por la
referencia
que
de la expresin y el de it verdad? Y no se le hizo
contiene a un curso profesado en 1954-1955, de que al
preciso, al mismo tiempo, subordinar un trabajo, hasta
menos cuatro aos despus de la composicin de los pri-
tonces concebido como preliminar, a la tarea fundamental
meros captulos, el proyecto se mantiene. Pero hasta
que entrevea? En resumidas cuentas, creemos que la
. cundo? A falta de datos exactos no podemos aventurar
ltima concepcin de La prosa del mundo es el indicio
. una hiptesis. Basta con observar que antes de 1959
de un nuevo estado de su pensamiento. Cuando Merleau-
diversos apuntes trazan el esbozo de otra obra que lleva
Ponty comienza a escribir este libro, se encuentra ya
el ttulo de "tre et monde" o el de. "Gnalogie du
trabajado por otro proyecto, que no anula ste ya en
vraz", .0 incluso el ya conocido de "Origine de la vrit";
curso, pero limita su alcance.
. Y. en fin, que en 1959 la publicacin en Signes de "Le
Si no estamos equivocados, quiz nos hallemos menos
langage indirect et les voix du silence" parece etcluir la
desarmados para responder a otras preguntas ms apre-
de la obra dejada en, suspenso.
miantes: por qu interrumpe el autor la redaccin de
. Pero aunque se suponga que. l . abandono fue defini-
su obra en 1952, cuando est ya a. medio camino; signifi-
ca esta interrupcin un abandono; una desaprobacin?
1
Rsicnzs de cours, N. R. E., 1968. . :. . .
16
17
-
2
tiv, no hay razn para deducir que tal actitud, entraa-
. ra la condena del trabajo realizado. Lo ms probable es
que las razones que le incitaron, en 1951,. o un poco
antes, a deducir las dimensiones de su obra sobre la
-expresin, en beneficio de otro libro, . fueran - las mismas_
que le impidieron ms tarde reanudar el manuscrito in- -
terrumpido. El primer deseo de escribir un nuevo "Qu'est-
ce que la littrature?", y luego alcanzar por este camino
el problema general de la expresin y. de la institucin,
se vio definitivamente barrido por el de escribir un nuevo
"Qu'est-ce que la mthap'hysique?" Tarea que no haca
intil su antigua empresa, pero que no le permita volver
sobre ella, y que sin duda le fue ocupado cada vez ms,
hasta tomar cuerpo en Le visible et l'invisible 2 heredero
en 1959 del "Origine de la vrit".
Sin embargo, no nos podemos satisfacer con invocar
motivos psicolgicos para apreciar el cambio que se opera
en la distribucin del trabajo. Es conviccin nuestra que
estuvo presidido por una profunda alteracin de la pro-
blemtica elaborada en las dos primeras tesis. Consltese
la carta a Gueroult, o la exposicin "Titres et travcsux"
questiene su...ca Ji itura...al Clgi?idFrancza,y...se....
ver que en aquel tiempo Merleau-Ponty se empeaba
en subrayar la continuidad de sus antiguas y nuevas in-
vestigaciones. Pngase esto en relacin inmediata con
las notas que acompaan la redaccin de Le visible et
l'invisible, y habr que convenir en que lo que hace es
someter a una crtica radical la perspectiva adoptada en
la Phnomnologie de la perception. De '1952 a 1959 se afir-
ma una nueva exigencia, su lenguaje se transforma: des-
cubre el engao en el que caen las "filosofas de la cons-
ciencia" y del que tampoco se libra su propia crtica de.
la metafsica clsica; afronta la necesidad de dar un fun-
2
N. R. F., 1964.
damento ontolgico a los anlisis del cuerpo y de la per-
cepcin de los que ha partido. No basta por... tan.o" decir
que se vuelve hacia la metafsica y que esta intencin
le aleja de La prosa del mundo. El movimiento que le
lleva hacia un nuevo libro es a la vez mucho ms vio-
lento y ms. fiel ala .primera inspiracin de lo que poda
supone-rse, si se consideran los gneros que parecen in-
vocar las dos obras. Porque es cierto que la metafsica
ha dejado de parecerle, en los ltimos aos, como el
suelo de . t.odos sus pensamientos, es cierto que se deja
llevar fuera de sus fronteras, que acepta una interroga-
cin sobr el ser que trastorne el antiguo estatuto del
sujeto y de la verdad, y que por tanto, en un cierto sen-
tido, va mucho ms all de las posiciones sostenidas en
los documentos de 1952;
y
es tambin verdad que el
pensamiento de Le visible et l'invisible germine en el
primer esbozo de La prosa del mundo, a travs de las
aventuras que, de modificacin en modificacin, encuen-
tran su desenlace en la interrupcin del manuscrito, de
tal suerte que la imposibilidad de proseguir el antiguo
trabajo no es la consecuencia de una nueva eleccin,
sino su resorte.
Ciertamente, no hemos olvidado los trminos de la
carta a Gueroult. El autor estima en 1952 que La struc-
ture du comportement y la Phnomnologie de la percep-
tion aportan a sus nuevas investigaciones su itinerario
y su mtodo: tal es indudablemente, en aquel entonces,
la representacin que l mismo se forja. Pero, precisa-
mente, no es ms qu una representacin que slo sirve,
como l mismo nos ha enseado, si se la confronta con
la prctica, o sea con el lenguaje de 1cm obra comenzada,
con los poderes efectivos de la prosa. Pero un lector que
conozca los ltimos escritos de Merleau-Ponty no le dar
del todo la razn; no dejar de entrever en La prosa del
mundo un nueva concepcin de la relacin del, hombre
18 119
con lii historia y con la verdad, y de identificar'en:la
meditacin sobre el "lenguaje indirecto" los primeros sig-
nos de la meditacin sobre "la ontologa indirecta" que
vendr a nutrir Le visible et l'invisible. Si relee las notas
de este- ltimo libro advertir adems que las cuestiones
suscitadas en el wigtt?nan.uscrito se hallan relarmu-
ladas en una buena proporcin, en trminos muy pare-
cidos, y trtese de la lengua, de la estructura y de la
historia, o de la creacin literaria se nos promete su
inclusin en la obra en curso. Por tanto, a la pregunta:
el abando del manuscrito implica una desautoriza-
cin?, respondemos sin vacilar con una negacin. El mis-
mo trmino de abandono nos parece equvoco Puede
adoptarse si se quiere dar a etitender que el autor no
habra reanudado nunca el trabajo comenzado slo con - - -
la intencin de aadirle el convplenzento que le faltaba.
Pero admtase, en cambio, que La prosa del mundo,
hasta en la literalidad de algunos anlisis, hubiese podido
revivir en el tejido de Le visible t l'invisible, si esta
ltina obra no hubiera quedado interrumpida a su vez
p,
' la muerte del fiisofo..
Se' objetar que el texto publicado Por nosotros no lo
hubiese sido por su autor; qu lo presentamos como la
primera,
mitad de un libro, cuando la segunda no deba
ver la luz o, en el caso de hber sido compuesta, habra
provocado una modificacin tan profunda d la parte
redactada con anterioridad que se hubiera tratado de otra
obra. Esto es verdad, y puesto que' las aclaraciones que
hemos dado no hacen superflua, sino que, por el contra.;
rio, requieren del editor una justificacin de su iniciativa,
aadamos que la publicacin tropieza con otras objeciones,
porqu el tercer captulo de
La
prosa del mundo haba
visto ya la luz en una versin parecida, y el manuscrito
revela negligencias, y en cncrto repeticiones, que el
autor eh definitiva no hubiese consentido. Se trata de
objeciones que nosotros mismos nos hemos propuesto,
hace ya mucho tiempo, pero sin llegar a juzgarlas de
consistencia. Tal vez represente un riesgo, hemos pen-
sado, entregar al pblico un manuscrito descartado por
su autor, pero cunto ms grave habra sido la decisin
de relegarlo de nuevo al bal de donde los suyos lo sa-
caron, si se tiene en cuenta que hemos encontrado en
l una. posibilidad mucho mayor de comprender la obra
del filsofo y de interrogar los temas que nos ofreci.
Y qu perjuicio no se infligira a unos lectores que, al
presente ms an que cuando l escriba, se apasionan
por los problemas del lenguaje, si se les privara de una
luz que apenas si en alguna parte se ve despuntar. A
qu convenciones, en fin, se habra de obedecer que
fueran ms fuertes que las exigencias del saber filos-
fico, y ante quin habra uno de someterse cuando ha
callado para siempre' el nico que poda obligarnos? 'Y
- estos pensamientos son los que en definitiva nos han
bastado: Merleau-Ponty dice' en La prosa del mundo lo
ros que no dice en---sus.. tibr&s la---q hubiexe sin--- tucta
desarrollado y recogido en Le visible et l'invisible, pero
que all no pudo llegar a expresarse. El lector podr ad-
vertir ciertamente que una parte del texto se halla muy
prxima a "Le langage indirecto et les vaix du silence",
pero si mantiene su atencin calibrar tambin su dife-
rencia y extraer de su comparacin un suplemento de
inters. Tampoco dejar de advertir los efectos de com-
posicin, pero sera muy injusto si no reconociese que
Merleau-Ponty, hasta cuando le acontece hallarse por de-
bajo de s mismo, sigue siendo un gua incomparable.
CLAUDE LFORT
20 ' '
' 21
El texto de La prosa del mundo, como ya hemos hecho notar,
ocupa ciento setenta pginas redactadas en hojas sueltas, del
formato corriente para mquina de escribir; la mayor parte es-
critas por una sola cara. Un cierto nmero de hojas contiene
abundantes correcciones; apenas si las hayque no tengan ningu-
na. No se mencionan ni el ttulo de la obra ni la fecha.
El manuscrito comprende cuatro partes expresamente desig-
nadas con nmeros romanos: pginas 1, 8, 53, 127. Por nuestra
parte hemos distinguido otras dos teniendo en cuenta la lgica
................................................delacomposicin: una quinta, pgs. 145, aprovechando un
. espacio anormalmente extenso en cabeza de pgina; yuna sexta,
pg. 163, sugerida por un signo (cruz en tringulo) yun espacio
anlogo, igualmente en cabeza de pgina. La ordenacin adop-
tada corresponde a las indicaciones de la nota de agosto de
1952(titulada revisin del manuscrito), que contiene seis prrafos,
de los que bien es verdad que slo cuatro se- hallan numerados.
Hemos credo acertado titular los seis captulos as formados,
ya que no lo hace el autor. Su nica funcin es la de designar
del modo ms claro posible el tema principal del argumento. Los
trminos escogidos por nosotros han sido todos ellos tomados
del texto.
Las notas o esbozos de plan encontrados nos han parecido
impublicables despus del texto ya que carecen de fecha, son
a veces confusos o muyelpticos, ydiscordantes. Resultaba por
otra parte imposible seleccinar algunos sin ceder a una inter-
pretacin que hubiera habido derecho a considerar arbitraria.
Pero permtasenos al menos aadir que sugieren una segunda
23
1
parte, consagrada al examen de algunas -muestras literarias las
ms de las veces ligadas a los nombres de Stendhal, Proust, Va-
lry, Breton yArtaudyuna tercera parte que plantea el pro-
blema, de la prosa del mundo en su generalidad, pero en rela-
cin con la poltica y
la religin. - -
En cambio, hemos - querido reproducir las anotaciones que
aparecan al margen del texto o a pie de pgina. Quizdesilu-
sionen a muchos lectores, ya que son - frmulas condensadas' y
arduas, pero pueden dejarlas a un lado sin inconveniente, mien-
tras que a otros les aprovecharn.
En la transcripcin, nos hemos propuesto como norma inter-
venir lo menos posible. Cuando se trataba de un error insigni-
ficante (cambio indebido de gnero o de nmero), lo hems
corregido; cuando la rectificacin exiga una sustitucin de pa-
labras, hemos puesto una nota para llamar la atencin del lector
mediante un sic. Las', referencias se han precisado o completado
cada vez que nos ha sido posible.
Digamos por ltimo que las notas introducidas por nosotros
lo mismo si remiten a una particularidad del texto o dan lugar
a comentarios del autor, estn precedidas por un asterisco. Las
que l quera hacer figurar las precede una cifra rabe. Para
evitar cualquier confusin, su texto va en caracteres redondos;
el nuestro en bastardilla. -
La convencin adoptada para indicar las palabras que resis
tieron a la lectura es la siguiente si son ilegibles
[9] si son
dudosas, pero probables [sujeto?].
GL
24
- Hace mucho tiempo que se habla sobre la tierra, ylas
tres cuartas partes de lo que se -dice pasan :inadv-tid
Una rosa, llueve, hace un -tiempo hermoso, el hombre es
mortal. Para nosotros son - estos casos puros de expre-
sin. Nos parece que sta alcanza su vrtic cuando se-
ala inequvocamente acontecimientos, estados de cosas,
ideas o relaciones, ya que en estas circunstancias no dja
nada que desear, no contiene ms que lo que muestra,
nos hace deslizarnos hacia el objeto que designa. El.- di-
logo, - el relato, el juego de palabras, la confidencia, la
promesa, la - plegaria, la -elocuencia; la literatura, ese len-
guaje en fin elevado a la segunda potencia en el que no
se habla de cosas ni de ideas ms que para alcanzar a
alguien, en el que las palabras responden a- palabras, y-
que se lleva a s mismo yse construye por encima de la
naturaleza un reino zumbador yfebriL nosotros por nues-
tra parte lo tratamos como una simple variedad de las
formas cannicas que enuncian 'algo. -Expresar no . es en-
tonces otra cosa que reemplazar una percepcin o., una
idea por una seal convenida que la anuncia, la: evoca - o
la. abrev-ia. Por supuesto, hayalgo. ms que frases - hechas
yuna lengua es - capaz de sealar algo que nunca se - ha-
25
ba visto. Pero cmo podra hacerlo., si lo nuevo no es-
tuviese hecho de elementos antiguos, ya expresados, si
no fuera totalmente definible por el vocabulario ylas
relaciones sintcticas de la lengua en uso? La lengua
dispone de un cierto nmero de signos fundamentales
arbitrariamente ligados a ciertas significaciones clave;.
es capaz de recomponer cualquier nueva significacin a
partir de aquellas, por tanto de decirlas en el mismo len-
guaje; y, finalmente, la expresin expresa porque reduce
todas nuestras experiencias al sistema de corresponden-
cias iniciales entre tal signo ytal significacin, sistema
del que hemos tomado posesin al aprender la lengua,
yque, por su parte, es absolutamente claro, ya que no
se entreverningn pensamiento en las palabras, ni nin-
guna palabra en el puro pensamiento de algo. Todos
nosotros veneramos secretamente este ideal de un len-
guaje que, en ltimo anlisis, nos librara de s mismo
dejndonos a merced de las cosas. Una lengua es para
nosotros ese aparato fabuloso que permite expresar un -
nmero indefinido de pensamientos o de cosas con un
nmero finito de signos, que precisamente han sido es-
cogidos de tal modo que sean capaces de recomponer
exactamente tod lo nuevo que se pueda querer decir y
comunicar la evidencia de las primeras designaciones de
las cosas.
Puesto que la operacin se logra, puesto que se habla
yse escribe, . quiere decirse que la lengua, como el en-
tendimiento de Dios, contiene el germen de todas las
- significaciones posibles, que todos nuestros pensamientos
estn destindos a . ser dichos por ella, que toda signi-
ficacin que hace su aparicin en la experiencia de los
hombres lleva en su corazn su frmula, de la misma
manera que, para los nios d Piaget, el sol lleva en su
centro su nombre. Nuestra lengua encuentra en el fondo
de las cosas una palabra que las ha- hecho.:
Estas convicciones no pertenecen nicamente al. sen-
tido comn. Reinan sobre las ciencias exactas (pero no,
como habremos de ver, sobre la lingstica). Se repite
por ah que la ciencia es- una lengua bien hecha. Esto
quiere decir tambin que la lengua es comienzo de cien-
cia, yque el algoritmo es la forma adulta del lenguaje.
Ahora bien, el algoritmo atribuye a unos signos esco-
gidos unas significaciones definidas a propsito ycon
toda precisin. Fija un cierto nmero de relaciones trans-
parentes; instituye, para representarlas, smbolos que por
s mismos no dicen ada, que por tanto no dirn nunca
ms que lo que se ha convenido hacerles decir. . Habin-
dose sustrado as a los deslizamientos de sentido que
dan origen al error, en principio se halla' seguro de poder,
en cada instante, justificar completamente sus enuncia-
dos recurriendo a las definiciones iniciales. Cuando se
trate de expresar con el mismo algoritmo relaciones para
las que no esthecho o, como suele decirse, problemas
"de otra forma", tal vez sea necesario introducir nuevas
definiciones ynuevos smbolos. Pero si el algoritmo cum-
ple ..su ... oicio.sL.quiereser..unlenguae ... riguroso ... y..con.- ........ ............ .........
trolar a cada momento sus operaciones, es preciso que
no se haya introducido nada implcito, que las relacio-
nes nuevas yantiguas formen, juntas una sola familia,
que se las vea derivar de un solo sistema de relaciones
posibles, de suerte que no se d nunca exceso de lo que
se quiere decir sobre lo que se dice o de lo que se dice
sobre lo que se quiere decir, que el signo siga siendo
simple abreviacin de un pensamiento que en cualquier
momento podra explicarse yjustificarse por entero. La
nica virtud pero decisivade la expresin es por
tanto la de reemplazar las alusiones confusas que cada
uno de nuestros pensamientos hace a todos los otros
mediante actos de significacin de los que nos sentimos
verdaderamente responsables, ya que nos es conocido su
26 - . 27
alcance exacto, la de recuperar en beneficio nuestro la
vida de nuestro pensamiento, de modo que el valor ex-
presivo del algoritmo depende por entero de la relacin
sin equvoco de las significaciones derivadas con las sig- -
nificaciones. primitivas, y de la de stas con signos no-sig-
nificantes por s mismos, en los que el pensamiento en-
cuentra lo que - en ellos haba puesto.
El algoritmo, el proyecto de una lengua universal, es la
rebelin contra el lenguaje dado. No se quiere depen-
der de sus confusiones, se le quiere reconstruir a la me-
dida de la: verdad, redefinirle de acuerdo con el pen-
saininto de Dios, recomenzar desde cero la historia de
la palabra, o mejor arrancarle la palabra a la historia.
La palabra de Dios, ese lenguaje antes del lenguaje que
estamos dando siempre por supuesto, no la encontramos
en las lenguas existentes, ni mezclada con la historia
y el mundo. Es el verbo interior quien juzga ese verbo
exterior. En este sentido, nos encontramos en los ant-
podas de las creencias mgicas que sitan la palabra sol
en el sol. Sin embargo, creado por Dios con el mundo,
initi10...por...ly...recibido... fn6sotro....como..inTa..
....... ............ .... ..................
o preparado en el entendimiento de Dios por el sistema
de los posibles que envuelve eminentemente nuestro mun-
do confuso y recuperado por la reflexin del hombre que
ordena en nombre de esta instancia interior el caos de
las lenguas histricas, el lenguaje se parece en cualquier
caso a las cosas y las ideas que expresa, es el doble
del ser, y no se conciben cosas ni ideas que vengan al
mundo.. sin palabras. Sea mtico o inteligible, hayun
lugar en el que todo lo que es o va a ser se prepara
al mismo tiempo a ser dicho. .
Esto constituye para. el escritor una creencia profesio-
nal. Hayque releer una y otra vez estas sorprendentes
frases de La Bruy&e que cita Jean Paulhan: "Entre
todas las diferentes expresiones que pueden responder a
cualquiera de nuestros pensamientos, slo una es buena.
No siempre se la encuentra al hablar o al escribir: pero
es indudable que existe`. Qu es lo que sabe el escri-
tor? Lo nico que sabe es que el que habla o escribe
comienza por estar mudo, apuntando hacia lo que quiere
significar, hacia lo que va a decir, yque de. --- rbito.... el -
flujo d las palabras viene en ayuda de este silencio, y
ofrece de l un equivalente tan exacto, tan capaz de
devolverle al propio escritor su pensamiento una vez
que lo haya olvidado, que hayque - creer que ya estaba
hablando en el revs del mundo. Puesto que la lengua
estah como un instrumento que . sirve a toda clase de
fines, puesto que, con su vocabulario, :sus giros ysus
formas que tanto han servido, responde siempre a la la-
macla que se le hace y. se halla dispuesta expresarlo
todo, hayque concluir que la lengua es el tesoro de todo
lo que se puede tener que decir, que en ella est ya
escrita toda nuestra experiencia futura, como est en
los astros el destino de los hombres. De lo nico de
que se trata es de dar con esa frase hecha ya en los
-limbos. -del. .lenguaje, de captar las palabras que sorda-
mente el ser murmura. De la misma manera que nos
parece que nuestros amigos, por ser como son, no. pu
dieron llamarse de otro modo que como se llaman, que
al darles un nombre no se hizo ms que descifrar lo
que exiga ya el color de sus ojos, el aire de su mirada,
aquella forma de andar
.
son pocos los mal llamados
que llevan de por vida, como una peluca o una mscara,
un nombre engaoso o un seudnimo, la expresin y
lo expresado intercambian singularmente sus papeles . y,
por una suerte de falso reconocimiento, nos parece que
aquella habitaba ste desde toda la eternidad.
Pero si los hombres logrn exhumar en las cosas mi
1
Les Fleurs de Tarbes, N. R. F., 1942, p. 128.
28
29
lenguaje prehistrico hablado, si hay, ms allde nues-
tros balbuceos, una edad de oro del lenguaje donde las
palabras se adheran a las mismas cosas, entonces la
comunicacin carece de misterio. Puedo mostrar fuera
de m un mundo que ya habla, como sealo con el
dedo un objeto que estaba ya en- el campo visual de los
dems. Se dice que las expresiones de la fisonoma:son
por s mismas equvocas . yque este rubor del rostro se
convierte para' m en seal de placer, vergenza, clera,
calor o turbacin orgistica segn lo indique la .situacin.
De la misma manera la gesticulacin lingstica no intro-
duce nada en el espritu del observador: le muestra
en silencio cosas cuyo nombre ya sabe, porque l es su
nombre. Pero dejemos el mito de un lenguaje de las
cosas, o mejor tommosle en su -forma sublimada, la de
una lengua universal que envuelve de antemano todo lo
que puede tener por decir porque sus palabras ysu sin-
taxis reflejan los posibles fundamentales ysus articula-
ciones: la consecuencia es la misma. No haytal virtud
de la palabra, no hayningn poder oculto en ella. Es un
puro signo para una pura significacin. El que habla
......... ... . ............ ....
een cifr .... su p'e'ns'a'miento. Le reemplaza mediante un
arreglo sonoro o visible que no es ms que sonido en el
aire o patas de mosca sobre un papel. El pensamiento se
sabe yse basta; se notifica hacia fuera mediante un
mensaje que no le contiene y. que no hace ms que
designrselo sin equvoco a otro pensamiento que es capaz
de. leer el mensaje porque atribuye, por efecto del uso, de
la misma significacin a los mismos signos. En todo caso,
las convenciones humanas, o de una institucin divina,
jams encontramos en las palabras de los dems otra
cosa que lo que nosotros hemos puesto en ellas, la comu-
nicacin es una apariencia, no nos ensea nada verda-
deramente nuevo. Cmo habra de ser capaz de llevarnos
ms allde nuestro propio poder de pensar, silos signos
c a
U -
que nos presiit"slo nos pueden decir algo cuando
nosotros tenemos ya en nuestras manos su significacin?
Bien es verdad que cuando observo, como Fabricio, sea-
les en la noche o miro deslizarse' sobre las bombillas
inmviles las letras lentas yrpidas del peridico lumi-
noso, me parece que estoyviendo nacer all la noticia.
Algo palpita yse anima: pensamiento humano sumer-
gido en la distancia. Pero en definitiva no es ms que
un espejismo. Si no estuviera yo all para percibir una
cadencia e identificar letras - en movirniento,. todo se re-
ducira a un parpadeo insignificante - como -el de las es-
trellas, a unas lmparas que se encienden yse apagan,
segn lo exige la corriente que pasa por ellas. La noti-
cia misma, esa "nueva"de una muerte o de un desastre
que el telgrafo me trae, no es del todo nueva para m;
slo me es posible recibirla porque s de antemano que
son posibles las muertes y los desastres. Ciertamente, no
es sa exactamente la. experiencia que los hombres tienen
del lenguaje: les gusta hasta enloquecer charlar, con el
gran escritor, le visitan como se-va a ver la estatua de
San Pedro, creen por- tanto sordamente en las secretas
virtudes de la comunicacin. Saben muybien ... que a. un .......
noticia es una noticia yque no sirve de nada haber
pensado a veces en la muerte mientras uno no se ha en-
terado de la muerte de un ser, querido. Pero en cuanto
se ponen a reflexionar sobre el lenguaje en vez de vivirlo,
dejan de comprender cmo se le podran conservar sus
poderes. Despus de todo, comprendo lo que se me dice
porque s de antemano el sentido de las palabras que
se me dirigen*, yen definitiva no comprendo ms que
lo que ya saba, ni me planteo otros problemas que los
que puedo resolver. Dos sujetos pensantes encerrados
*
Al margen: describir el sentido de acontecimiento por opo-
sicin al sentido disponible. . . .. ..
31
sus significciofles entre ellos, mensajes que circu-
lan Pero qu no contienen nada, yque no son ms que
la . ocasin para que cada uno preste su atencin a lo
qe ya saba, finalmente, cuando uno habla yel otro
escucha, pensamientos que se reproducen el uno al otro,
pero sin saberlo, ysin . afrontarse nunca; efectivamente,
como dice. .Paulhan, esta teora comn del lenguaje ten-
dra como consecuencia "que a fin de cuentas, entre ellos
dos, todo sucedera como si no hubiese habido lenguaje"
2
2
Les Fleurs de Tarbes, p. 128. . .
32
Es indudable que uno de los resultados del lenguaje
consiste en hacerse olvidar en la medida en que logra
expresar. A medida que voysiendo cautivado por un
libro, dejo de ver las letras sobre la pgina, ya no me
doycuenta de cunto la he pasado, a travs de todos
esos signos, de todas esas hojas, miro yalcanzo siem-
pre el mismo acontecimiento, la misma aventura, hasta
el punto- lenosaberya-bajo qu ngulo desde - qu
perspectiva me han sido ofrecidos, de la misma manera
que, en una perspectiva ingenua, es un hombre con esta-
tura de hombre lo que estoyviendo all abajo yno
podra decir con qu "tamao aparente"lo estoyviendo
ms que a condicin de cerrar un ojo, de fragmentar
mi campo de visin, de borrar la profundidad, de pro-
yectar todo el espectculo sobre un nico plano ilusorios
de comparar cada fragmento con un objetivo prximo
como mi lpiz, que de este modo le asigna al fin una
magnitud propia. Con los dos ojos abiertos, la compara-
cin es imposible,. mi lpiz es un objetivo prximo, los
lejanos son los lejanos, entre l yellos no haymedidas
comunes, o bien, si consigo la comparacin respecto a un
objeto del paisaje, no puedo en todo caso realizarla al
33
3
r
mismo tiempo respecto de los otros objetos. El hombre.
das vuelven a caer sobre la pgina reducida a simples
all abajo no tiene un centmetro ni un metro setenta
signos, yprecisamente porque nos han proyectado my
ycinco, es un hombre-a-distancia, su magnitud est all .
lejos de s, nos parece increble que tantos pensamientos
como un. sentido que le habita, no como un carcter
observable, yno s nada de unos pretendidos signos me-
diante los cuales mi ojo habra de anuncirmelo. As un
gran libro, una gran obra de teatro, un poema, estn
- en mi recuerdo como un bloque. Puedo desde luego, si
reavivo la lectura o la presentacin, acordarme de tal
momento, de tal palabra, de tal circunstancia, de tal
recodo de la accin. Pero al hacerlo, fracciono un recuer-
do que es nico yque no tiene necesidad de tales deta-
lles para mantenerse en su evidencia, tan singular ytan
inagotable como una cosa vista. Esa conversacin que
me ha impresionado, yen la que, por una vez, he tenido
efectivamente el sentido de estar hablando con alguien,
me la s entera, podra relatrsela maana a quien le
interesase, pero si de verdad me ha apasionado como
un libro, no tendr que ir reuniendo unos recuerdos dis-
tintos uno de otro, sino que la tengo todava en la mano
comouna cosa, la mirada de mi memoria la envuelve,
me bastar . ns...Jarme"n .
e ..
todo, los gestos del interlocutor, sus sonrisas, sus vacila-
ciones, sus palabras reaparezcan en su sitio exacto.
Cuando alguien autor o amigo, ha sabido expresarse,
los signos se olvidan enseguida, slo queda su sentido,
yla perfeccin del lenguaje consiste de esa manera en
pasar inadvertida.
Pero sta es precisamente ici virtud del lenguaje: nos
arroja sobre lo que significa; se disimula a nuestros ojos
en su misma operacin; su triunfo est en borrarse y
darnos acceso, por encima de los vocablos, al pensa-
miento mismo del autor, de tal suerte que retrospectiva-
mente creamos haber estado conversando con l sin pa-
labras, de espritu a espritu. Las palabras una vez enfria-
34'
35
nos hayan podido venir de ellas. Sin embargo, son los
vocablos los que nos han estado hablando, durante la
lectura, cuando, sostenidos por ... el ... movimiento de Ilues
-
tra mirada yde nuestro deseo, pero a la vez sostenin-
dole yno dndole tregua, rehacan con nosotros la pa-
reja del ciego yel paraltico cuando eran gracias a nos-
otros, ynosotros ramos gracias a ellos, palabra ms que
lenguaje, la voz ysu eco al mismo tiempo.
Digamos que haydos lenguajes: el lenguaje adquirido,
de que disponemos, yque desaparece ante el sentido, en
cuyo portador se ha convertido yel lenguaje que se
hace en el momento de la expresin, yque va justa-
mente a hacerme deslizar desde los signos al sentido;
el lenguaje hablado yel lenguaje hablante. Una vez que
he ledo el libro, ste existe indudablemente como indi-
viduo nico e irrecusable por encima de, las letras ylas
pginas, a partir de l encuentro yo los detalles que
necesito ypuede incluso decirse que en el curso de la
lectura, es a partir del todo (tal como ese todo se pre-
sentaba a mi apreciacin en cada momento determinado),
como comprenda yo cada frase, cada cadencia del relato,
cada suspensin de los acontecimientos, hasta el punto
- de que yo, lector, puedo llegar a tener la sensacin de
haber creado el libro de extremo a extremo, como dice
Sartre'. Pero, en fin, esa sensacin slo es posible a pos-
teriori. Porque, en definitiva, yo no hubiese podido crear
ese libro que tanto me gusta. Y en definitiva, sige
siendo necesario leer primero ySartre lo dice tambin
"Qu'est-ce que la littrature?" Les Temps ,nodernes, n. 17,
febrero de 1947, p. 791. Reproducido en Situations Ji, N. R. F.,
p. 94.
.
divinamenteque la lectura "prenda"como- prende el
fuego
2
Acerco la cerilla, enciendo un nfimo pedazo de
papel, yhe aqu que mi gesto recibe de las cosas un ins-
pirado auxilio, como si la. chimenea yla madera seca
no estuviesen haciendo otra cosa que esperarle para
desencadenar el fuego, iIa .cerilla hubiese sido
uno de esos mgicos encantamientos, una invocacin de
lo semejante a la que: lo semejante responde desmesura-
damente. De esa misma manera me pongo a leer perezo-
samente, no aporto ms que un poco de pensamiento
yde sbito unas pocas palabras me despiertan, el fuego
prende, mis pensamientos arden, ya no haynada en el
libro que pueda dejarme indiferente, el fuego se alimenta
de tdo lo qu la lectura va arrojando en l. Recibo
ydoycon el mismo gesto. He dado mi conocimiento de
la lengua, he aportado lo que saba sobre el sentido de
estas palabras, de estas formas, de esta sintaxis He ofre-
cido tambin toda mi experiencia de los otros yde los
acontecimientos, todas las interrogaciones que ha dejado
en m, esas situaciones todava abiertas, no liquidadas,
ytambin esas otras cuyo modo de resolucin conozco
incluso demasiado bien. Pero el libro no me interesara
tanto si no me hablase de lo que yo s. Se ha 'servido
de todo lo que yo aportaba para empujarme ms all.
A favor de esos signos en los que el autor yyo hemos
convenido, porque hablamos la misma lengua, me ha
hecho creer que nos hallbamos en el terreno comn de
las significaciones adquiridas ydisponibles. Se ha insta-
lado en mi mundo. Y luego, insensiblemente, ha des-
viado los signos de su sentido ordinario, yhelos aqu
arrebatndome como. un torbellino hacia se otro sen-
tido que voya encontrar. S, antes de leer a Stendhal, lo
que es un bribn ypuedo por tanto comprender lo que
quiere decir cuando escribe que el fiscal Rossi es un.
bribn. Pero cuando el fiscal Rossj comienza a vivir,
ya no es l quien es un bribn, sino el bribn quien es
un fiscal, el -fiscal Rossi. Entro en la moral de Steridhal
a travs de unas palabras de que se sirve todo. el mundo,
pero esas palabras han sufrido entre sus manos una se-
creta torsin. A medida que se multiplican. esas modifi-
caciones yque se dibujan en mayor nmero las flechas
hacia ese lugar de pensamiento al que nunca con ante-
rioridad haba yo ido, o quiz, sin Stendhal, no hubiese
Regado a ir jams, mientras que las ocasiones en las
que Stendhal las emplea indican cada vz ms imperio-
samente el sentido nuevo que les est dando, me voy
acercando a cada momento ms a l hasta que acabo
leyendo sus palabras dentro de la intencin con que l
mismo las escribe. No se puede imitar la voz de alguien
sin tomar algo de su fisonoma yhasta de su estilo per-
sonal. As la voz del autor acaba por inducir en m su
pensamiento. Palabras comunes, episodios despus de todo
ya conocidos un duelo, unos celos, que antes me
remitan al mundo--de- ... todos,--empiezan...a .... funcionar ... de-
repente como emisarios del mundo de Stendhal yaca-
ban por instalarme, si no en su ser emprico, al menos
en ese yo imaginario sobre el que ha estado, hablando
consigo mismo durante cincuenta aos, al tiempo que
lo iba desmenuzando en obras. Slo entonces pueden
el lector o el autor decir con Paulhan: "En tal instante
al menos, yo h sido t". Yo puedo crear a Stendhal,
soyStendhal cuando le leo, pero esto es posible porque
previamente Stendhal ha sabido instalarme en l. La
realeza del lector es slo imaginaria puesto: que todo su
podero lo alcanza de esa mquina infernal que es el
libro, artefacto para producir significaciones. Las rela-
2
IbId.
IbId., p. 93.
11
F. DE SATJSSURE, Cours de linguistique gnraie, Payot, p. 197.
[Hay edicin espaola: Curso de lingstica general, traduccin
de Amado Alonso, Buenos Aires, 1945].
der"el relativo en ingls: es hablar francs en ingls,
no es hablar ingls. No haynada sobre-entendido en la
frase inglesa, desde el momento en que se la comprende,
o mejor, no hay ms que sobreentendidos en una lengua,
cualquiera que sea, ya que Fa idea misma de jura expre-
sin adecuada, la de un significante capaz de cubrir exac-
tainente el significado, en fin la de una comunicacin
integral son inconsistentes ". Yo no comunico con los
dems depositando todo mi pensamiento en unas pala-
- - -
bras en las que ellos vendran a recogerlo, sino compo-
niendo, con mi garganta, con mi voz, con mi entonacin,
ypor supuesto tambin con las palabras, con las cons-
trucciones que prefiero, con el tiempo que he decidido
dar a cada parte de la frase, un enigma que no es sus-
ceptible ms que de una solucin, de manera que el
otro, acompaando en silencio esta meloda erizada de
cambios de claves, de elevaciones yde cadas, acabe por
tomarla por su cuenta ydecirla conmigo, que es en lo
-que consiste comprender. Vendrys advierte profunda-
mente: "Para hacer sentir al lector lo contrario de una
impresin d
ada;
-no
-bastaeofr-.aadr--Ufla-flegacifl---a--1
palabras que la traducen. Por as no es posible supri-
mir la impresin que se pretende evitar: se evoca la
imagen cuando se la cree estar alejando... El morfema
gramatical no se confunde con lo que t,odra llamarse
el morfema de expresin". Haynegaciones que afir-
*
Al margen: Comunicacin del orden de lo pre-objetivo. La
significacin, transcurso cuasi sensorial: es un relieve en el uni-
verso del lenguaje. De ah la palabra injuriosa, el "bocado inte-
ligible". Hayque comprender cada frase dicha no como algo
"perdido", sino como un gesto que atae a un conjunto cultu-
ral. (De ah la relativa indiferencia de los signos uno por uno:
slo son diacrticos.)
12
VENDRYS, op. cit., pp.
159-160.
58
1 . 59
man. El sentido estpor encima de la letra, el. sentido
es siempre irnico. En los casos en que nos parece que
lo expresado es alcanzado en s mismo, directa o prosai-
camente, es decir que lo que hayes gramtica ms bien
que estilo, en realidad se trata simplemente de que es-
tamos ante un gesto habitual, que su posicin por nos-
otros es inmediata, yque no' exige por nuestra parte nin-
guna reorganizacin de nuestras operaciones ordinarias.
En aquellos casos en los que, por el contrario, tenemos
que encontrar en la frase del momento la regla de las
equivalencias ylas sustituciones que ella admite, en que
tenemos que encontrar en el lenguaje su propia clave,
yen el encadenamiento verbal su sentido, son precisa-
mente los casos en los que podemos comprender los
hechos ms ordinarios del lenguaje.
Hay, pues, i.ma primera reflexin, mediante la cual
desprendo la significacin de los, signos, pero sta exige
una segunda reflexin que me hace encontrar, aquende
- aquella distincin, el funcionamiento efectivo de la pa-
labra.
Eso que"llm.ign.Ifica&n...... e
pensamiento sin mezcla de lenguaje en virtud precisa-
mente del lenguaje que me dirige hacia lo expresado;
yeso que llamo signo yreduzco a la condicin de una
envoltura inanimada, o de una manifestacin exterior
del pensamiento, se aproximartodo lo que. se quiera a la
significacin en cuanto me ponga a considerarlo como
funcionando en el lenguaje viviente. "La intencin sig-
nificativa (die Meinung) no se encuentra fuera de las
palabras, junto a' ellas; sino que al hablar (redend) llevo
a cabo constantemente un acto de intencin interna, que
se funde con las palabras ypor as decir las anima. El
resultado de esta animacin es que las palabras yel
habla encarnan por as decir la intencin en ellas mis-
mas yla llevan, encarnada en ellas, como sentido"".
Para que el lenguaje pueda contener las significaciones
que nos enmascaran su operacin tanto como nos la re-
velan, yque una vez aidas aparecern simplemente como
coordinadas a signos inertes, es preciso que segregue me-
diante su propia disposicin interna un cierto sentido or-
dinario del qe se deducirn las significaciones; es pre-
ciso que intervenga un studio que 'se site por debajo
del lenguaje constituido yconsidere las modulaciones
del habla, el encadenamiento verbal como expresivos por
s mismos `, yponga en evidencia, antes de cualquier no-
menclatura establecida, el "valor lingstico"inmanente
a los actos del habla. Nos acercaremos a ese lecho pri-
mordial del lenguaje si definimos con Saussurclos signos,
no como los representantes de ciertas significaciones, sino
como medios de diferenciacin del encadenamiento verbal
yde la palabra, como "entidades opositivas, relativas y
negativas"Una lengua no es tanto una suma de sig-
nos, (palabras yformas gramaticales ysintcticas), cuanto
un medio metdico de discriminar unos signos de otros,
nstnxir"'de 'eSe modo urr universo de lenguaje,
del que luego podamos decir cuando llegue a ser tan
preciso que pueda cristalizar una intencin significativa
yhacerla renacer en otro, que expresa un universo de
pensamiento, siendo as que hasta le hace existir en el
" HUSSERL, Formale und transzendentale Logik, Nienieyer Ver-
lag, Halle (Saale), 1929, p. 20. El texto de Husserl es el siguiente:
"Diese [die Meinung] aber liegr nicht iusserlich neben den Hor-
ten; sondern redend voilziehen wir /ortlaufend ein inneres, sich
mit Worten verschniielzendes, sic gleichsam besselendes Mcinen.
Der Erfolg dieser Bessel ung st, dass die Worte und ganzen
Reden in sich cine Meinung gleichsam verleiblichen und verlei-
blicht in sich als Sinn tragen."
Este estudio es la fonologa.
"SAUSSURE, op. cit., p. 171.
'e
60
61
mundo y se basta para arrancar el "carcter transitivo que no es posible decir 'sentarse al sol"
18
porque dis
de los fenmenos interiores un poco d accin renovable ponen de palabras particulares para designar, la irra-
y de existencia independiente"
16
"En la lengua, no hay diacin de la luz solar, y reservan la palabra "sol"para
ms que diferencias sin trminos positivos. Lo mismo si el astro mismo. Lo cual quiere decir que el valor un-
se toma el significado que el significante, la lengua no gstico de esta palabra est definido tan slo por la
comporta ni ideas ni sonidos que preexistan al sistema - presencia--o auencia de otras palabras junto a ella. Y
lingstico sino solamente diferencias conceptuales
y dife- .
como de estas otras puede decirse lo mismo, resulta que
rencias fnicas brotadas de este sistema
"j. .
El francs
el lenguaje no dice nunca nada, lo que hace es inventar
no consiste en 1a palabra sol, ms la palabra sombra, ms una gama de gestos que presentan entre s diferencias
la palabra tierra, ms un nmero indefinido de otras lo suficientemente claras como para que el comporta-
- -
palabras y de formas, cada una de ellas dotada de su miento del lenguaje, a medida que se repite, se implica y
- propio sentido sino en la configuracin que dibujan se confirma
a s mismo, nos proporcione de manera irre-
todas estas palabras y todas estas formas de acuerdo con cusable la traza y
los contornos de un universo de sentido.
las normas de su uso en el habla, y que se nos aparece-
Ms an, las palabras, las formas mismas, para un an-.'
ra como algo evidente an cuand no supisemos todava lisis as orientado, aparecen muypronto como realidades'
lo que quieren decir, y nos limitramos, como el nio, segundas, resultados de una actividad -de
- diferenciacin
a fijarnos en su vaivn, en su recurrencia, en el modo ms originaria. Las slabas, las letras, los giros y las
como se emparejan, se atraen o se rechazan, y constitu-
desinencias son los sedimentos de una primera diferen-
yen juntas una meloda de un estilo definido. Se ha
ciacin que, en este caso, precede sin gnero de duda
hecho notar a veces que es imposible, en un momento
a la relacin de signo a significacin, puesto que es ella
dado, hacer el inventario 'de un vocabulario,, trtese de misma la que hace posible la distincin de los signos::
el de un nio, un individuo o una lengua. Habr que los fonemas, verdaderos fundamentos de la palabra, pues-
contar como palabras distintas las que se forman por ' to que se
encuentran gracias al anlisis de la lengua ha-
un procedimiento mecnico a partir de una misma pala- . blada y
no tienen existencia oficial en las gramticas y
bra original? Habremos de contar esa palabra que t- los diccionarios, por s mismos no
quieren decir nada
dava se comprende, pero que apenas si se emplea ya, que se pueda designar. Pero, precisamente por esta razn,
y que se halla al margen del uso? Igual que el campo representan la forma originaria del significar, nos hacen
visual, el campo lingstico 'de un individuo se pierde en asistir, por debajo del lenguaje constituido, a la opera- -
lontananza. Es que hablar no es tener a su disposicin --
cin previa que hace simultneamente las significaciones
un cierto nmero de signos, sino poseer la lengua como y
los signos por separado. Al igual que la lengua, cons-
principio de distincin, cualquiera que sea el nmero de tituyen un sistema, es decir, no son tanto un nmero
signos que nos permite especificar. Haylenguas en las finito de utensilios como una manera tpica de modular,
una capacidad inagotable de diferenciar un gesto lings-
16
Valry.
"
SAUSSURE, op. cit., p.- 172. .
' 18
btd., P. 167. .
62 ' 63
tico de otro, y finalmente, a medida que ls diferencias
son ms precisas, ms sistemticas, yaparecen en situa-
ciones a su vez mejor articuladas ysugieren cada vez
ms que todo esto obedece a un orden interno, el poder
demostrar al nio aquello a lo que el adulto apuntaba.
Tal vez se comprenda mejor cmo puede significar el
lenguaje si se le considera en el momento en que inven-
ta un medio de expresin. Como se sabe, en francs el
acento se pone siempre sobre la ltima slaba salvo en
las palabras que acaban con una e muda yen latn sobre
la anteltima cuando es larga (amcus) ysobre la prece-
dente si la anteltima es breve (nima). El sistema d
flexiones del latn slo poda subsistir evidentemente si
las finales seguan siendo perceptibles. Pues bien, pre-
cisamente porque no se acentuaban, se debilitaron. El
idioma trat al principio de repararlas, trasplantando a
las palabras francesas restos de flexiones latinas que
haban permanecido ms vivas: de ah las desinencais
en "ons"yen "ez" de las dos primeras personas del
plural; o ciertos participios de pasado en "u"derivados
de las terminaciones latinas en "utus", por otra parte
infrecuentes (lu, vu, tenu, rompu) Pero esto no bast
yla decadencia prosigui su curso. Pero llega un momen-
to en que lo que era una ruina se convierte en un mo-
delo, en que la desaparicin de las finales latinas, signo
de decadencia, comienza a ser vista por los sujetos ha-
blantes como expresin de un principio nuevo yhay
otro momento en que el acento latino, sin haberse movido
de la slaba en la que siempre estuvo, ha cambiado sin
embargo de puesto por la desaparicin de las siguientes.
"El lugar del acento se encuentra cambiado sin haber
sido tocado"Entonces el acento sobre la ltima slaba
19VENDRYS, op. cit., p. 195.
20 SArJSSURE, op. cit., p. 126.
se conserva como regla y. llega a invadir hasta las pa-
labras de prstamo, que no' deban nada al latn, o inclu-
so aquellas que slo procedan de l por la escritura
(facile, consul, ticket, -burgrave)I. Con esta especie de
decisin del idioma, se hizo necesario un sistema que ya
no se fundaba sobre la flexin sino sobre el empleo
generalizado de la prposicin ydel artculo. La lengua
se apodera entonces de palabras que haban estado llenas
ylas vaca para convertirlas en preposiciones (as chez,
casa, pendant, vu, except, maigr, sauf, plein) . Cmo
Regar a comprender este comento fecundo del idioma,
que transforma un azar en razn y, de una manera de
hablar que se deshaca hace de sbito una nueva,, ms
eficaz, ms expresiva, como el reflujo del mar despus de
una ola exacta yhace crecer la ola siguiente? El acon-
tecimiento es demasiado vacilante para poder atribuirlo
a la intervencin de un cierto espritu de la lengua o de
algn decreto de los sujetos hablantes. Pero es tambin
demasiado sistemtico, supone demasiada connivencia
entre distintos hechos de detalle como para que se le
...
pueda reducirsin-- maa- sumade ... unos-cambios- par -
ciales. El acontecimiento tiene un interior, aunque no
se trate de la interioridad de un concepto. "Jams se mo-
difica el sistema directamente; en s mismo, es in.mu-
table; slo algunos elementos se alteran sin atencin a
la solidaridad que los vincula al conjunto. Es como si
uno de los planetas que gravitan en torno al sol cam-
biara de dimensin yde peso: este hecho aislado su-
pondra unas consecuencias generales ydesplazara el
equilibrio de todo el sistema solar". Aadamos nica-
mente que el nuevo equilibrio del sistema solar no sera
21
Ibd., p. 127.
21
Vendrys, pp. 195-196.
21
Saussure, p. 125.
64 65
5
ms que el resultado de las acciones ejercidas ysufridas
por cada una de sus partes ypodra resultar ser menos
rico en consecuencias, menos productivo ypor as decir
de menos calidad que aquel al, que sucedera. Por el con-
trario los modos de expresin. del francs que vienen a
relevar a los del latn tienen como efecto el restableci-
miento de un. poder - de expresin amenazado. Lo que
sostiene la invencin de un nuevo sistema de expresin,
es por tanto el impulso de los sujetos hablantes que
quieren comprenderse yque echan mano como de una
nueva manera de hablar-de los gastados despojos de otro
modo de expresin. La lengua es todo azar ytodo razn
porque no haysistema expresivo que siga un plan yque
no tenga su origen en al,-;M dato accidental, as como
tampoco hayaccidente alguno que se convierta en ins-
trumento lingstico sin que el lenguaje haya insuflado en
l el valor de una nueva manera de hablar, tratndolo
como ejemplo de una "regla"futura que acabar apli-
cndose a todo un sector de signos. Y ni siquiera hay
que situar en dos [?] distintos lo fortuito ylo racional,
corno si los hombres aportaran el orden ylos aconte-
cimientos de desorden. La misma voluntad de expresin
es ambigua yencierra un fermento que trabaja en su
modificacin: 'cada lengua, dice por ejemplo Vendrys ,
se halla sometida en cada momento a las necesidades ge-
melas ycontrarias de la expresividad de la uniformidad.
Para que una manera de hablar resulte comprensible,
es preciso que se la d por supuesto, que se la admita
generalmente; lo que supone en definitiva que tenga
su anlogo, en otros giros formados sobre el mismo pa-
trn. Pero es necesario al mismo tiempo que no sea tan
habitual que resulte indistinta, es preciso que llame toda-
va la atencin del que la oye emplear, ytodo su poder
n Vendrys, p. 192.
66
Vendrys, p. 193.
*
Al margen: Punto esencial: no convertir la sincrona en ins-
tantnea, porque esto equivaldra a apoyar la "totalidad"de .la
palabra sobre los poderes absolutamente trascendentei de la "con-
ciencia". Es preciso que haya un fondo no-ttico de la lenga
en su estado inmediatamente anterior, que razn yazar se unan,
que cada presente sea diferenciacin con respecto a lo prece-
dente. Que no haya huella del' pasado lejano en el presente, es
-demasiado decir: hay,' si no 'conciencia de este psado, por lo
menos conciencia de un pasado en general, de una tipicidad
histrica.
67
de expresin proviene de que no es idntica a sus concu-
rrentes. Expresarse es 'por tanto una empresa paradjica,
ya que supone por una parte un fondo de expresiones
emparentadas, ya establecidas, incontestadas, yque por
- otra la forma empleada se destaque sobre este fondo,
sea lo suficientemente nueva cmo para despertar .... la..............
E
. atencin. Es una operacin que tiende a su propia des-
truccin puesto que - se suprime a medida que se acredita,
yse anula si no se acredita. Por eso es por lo que .no
puede concebirse siquiera una expresin -que sea defi-
nitiva ya que las mismas virtudes que la hacen al mismo
tiempo insuficiente. En cuanto e1 habla se apodera de
ella, en cuanto se convierte en viva, la lengua artificial
mejor razonada se vuelve irregular yse plaga de excep-
ciones
a
Las lenguas son tan sensibles a las interven-
ciones de la historia general ya su propio desgaste
porque se hallan secretamente hambrientas de los cam-
bios que les dan el medio de volverse de nuevo expre-
sivas ". Hay, pues ciertamente, un interior del lenguaje,
una intencin de significar que anima los accidentes un-
gstiqy.ace de la lengua, en cada momento, un
sistema capaz de recuperarse yconfirmarse a s mismo.
Pero esta intencin se adormece a medida que se cum-
ple; para que sus miras se realicen, es preciso que no
se realicen sin ms, y para que llegue a decirse algo,
huellas de otro pasado. y. los grmenes de otro futuro
*
es necesario que nunca llegue a decirse absolutamente.
Dmonos cuenta bien de que sto no invalida el hecho
El poder expresivo de un signo radica en que forma
de la expresin ni prueba nada contra la verdad de lo
parte de un sistema y coexiste con otros signos, y no
expresado. Al invocar las ciencias del lenguaje, no trata-
-en que haya sid instituido- por Dios 6 por la Naturaleza
mos de encerrarnos en una psicologa o en una historia
para designar una significacin. Y por lo dems, incluso
de la expresin,, que no percibiran sino sus manif esta-
ese sentido, idiomtico o ese valor de us, esa leyeficaz
ciones actuales, y seran ciegas del lenguaje, no tratamos
del sistma que . fundan la significacin, no son en i-
de encerrarnos en una psicologa o en una historia de la
mer lugar percibidos por sujetos pensantes, sino practi-
expresin, que no percibiran sino sus manifestaciones
cados por sujetos hablantes, ni se hallan presentes en los
actuales, y seran ciegas para e1 poder que las hace po-
accidentes histricos que se los - han sugerido y que se
sibles, y en definitiva para una verdadera filosofa, que
convertirn para los gramticos en ejemplos, de otro
engendra y constituye el lenguaje como uno de los obje-
modo que como el carcter de un hombre estpresente
tos del pensamiento
* .
Los progresos de la psicologa
en sus gestos y en su escritura antes de cualquier psico-
loga, o como la definicin geomtrica del crculo se
*
Al rnorgen. Todo esto no hace ms que poner mejor en
halla presente en mi visin de su fisonoma circular. Lo
evidencia la trascendencia de la significacin con relacin al
lenguaje. Como el anlisis de la percepcin pone en evidencia
significacin de los signos es ante todo su configuracin la trascendencia de la cosa conrelacin a los contenidos y
en el uso, el estilo de las relaciones interhumanas que
A bschattungen. La cosa surge ah mientras yo creo estarla perci-
emana de ste; y slo la lgica ciega e involuntaria de las
biendo en determinada variacin de la @L n en la que no se
cosas percibidas, suspendida por completo de la activi-
halla sino en filigrana. Y del mismo modo el pensamiento surge
dad de nuestro cuerpo, puede hacernos entrever el esp-
.'
ah mientras le busco en determinada mflexu5a del. encadena
- miento verbal. Pero el poder de trascendencia de la palabra y de .
ritu annimo que inventa, en el seno del idioma, un la percepcin resulta precisamente de su prpia organizacin.
nuevo modo de expresin. Las cosas percibidas no nos
El paso a la Bedeutung no es un salto a lo "espiritual".
resultaran irrecusables, presentes en carne y hueso, si
**
Al nasrgen y entre corchetes: Contra Vendryh: la lengua
no tiene lmites, mestructura (puesto que el sistema se halla mez-
no fueran inagotables, nunca dadas del todo, ni presen-
ciado siempre en ella con otros sistemas), ni hayposibilidad de
tarfan el aspecto de eternidad que en ellas encontramos comparacin entre ellas, todas ellas expresan igualmente bien
si no se ofrecieran a una inspeccin que ningn tiempo
- (rechazo de valores en Vendnih, quizSuussure). Estos lmites
puede terminar. Por lo mismo, la expresin no es nunca
y estos valores existen, slo que pertenecen al orden de lo per-
ceptivo: hayuna Gestalt del idioma existen en el presente vi-
expresion. de modo absoluto, lo expresado no se halla -
Viente lo expresado y lo no expresado, y el esfuerzo por hacer.
nunca expresado del todo, al lenguaje le es esencial que . En fin, es indudablemente necesario que el lenguaje signifique
la lgica de su construccin no sea nunca de las que
alguna cosa y no sea siempre lenguaje sobre el lenguaje. Pero
pueden reducirse a conceptos, y a la verdad no ser nunca .
. la significacin y el signo son de orden perceptivo, no pertenecen
poseda, sino solamente transparente a travs de la lgica
al orden del Espritu absoluto. S, existe la cuestin de saber
cmo los primeros signos se volvieron capaces de sedimentacin
confusa de un sistema de expresin que presenta las
y de todo un [?] de cultura, y la de saber cmo pensar, la con-
68 69
gn la comn opinin, a la multiplicidad de las cosas de
la naturaleza encadenadas por una causalidad; es algo de
lo que nos convence suficientemente la experiencia del.
lenguaje vivo, ya que caracteriza como sistema yorden
comprensible a esta misma habla que, vista desde fuera,
- parece un concurso de acontecimientos fortuitos. A este
respecto, es posible que los lingistas no siempre hayan
- - cado en la cuenta de hasta qu punto su propio dscu-
brimiento nos alejaba del positivismo. Precisamente, si
las categoras gramaticales de sonidos, de formas yde
palabras aparecen como abstractas porque cada suerte de
signos, en la lengua tal ycomo ahora se da, slo funciona
apoyada sobre todas las dems si no haynada que per-
mita trazar (entre los dialectos ylas lenguas .o entre las
lenguas sucesivas ysimultneas) fronteras precisas, ysi
cada una de ellas no es ms que "una realidad en po-
tencia que no llega al acto"si lo que se llama pa-
rentesco de las lenguas expresa mucho menos analogas
de estructura interna que un paso histrico de unas -a
otras que se encuentra, por fortuna, atestiguado, pero
que hubiese podido no estarlo de no ser por el examen
mismo- --- de... la--- Tnga.....as...dificlfades----jiibn........................
tramos al intentar dar una frmula racional de cada len-
gua, definirla sin ambigedad mediante una esencia en
yde la linguistica se apoyan precisamente en que al re
velar el sujeto hablante y la palabra en presente, encuen-
tran el medio de ignorar las alternativas de lo actual y
lo posible, lo constituido ylo constituyente, los hechos y
las condiciones de posibilidad, el azar yla razn, la
ciencia yla filosofa. S: cuando yo me pongo a hablar,
digo indudablemente algo ycon todo derecho trato de Sa-
lir de las cosas dichas yalcanzar las cosas mismas. Y con
todo derecho tambin, por encima de todos los semi-
silencios o sobreentendidos del habla, pretendo hacerme
entender e introduzco una diferencia entre l que ha sido
dicho ylo que nunca lo fue. As corno tambin con
todo derecho me esfuerzo por expresarme aun cuando
la transitoriedad de los medios de expresin pertenezca a
su misma naturaleza: ahora al menos acabo de decir
algo, yel cuasi-silencio' -de Mallarm no deja de ser algo
que ha sido expresado. Lo que haysiempre de contuso
en todo lenguaje, yque le impide ser el reflejo de una
especie de lengua universal en la que el signo recubri-
ra exactamente el conceptono Te impide, en cambio,
en el ejercicio viviente del habla, cumplir su papel de re-
velacin, ni llevar consigo sus evidencias tpicas, sus ex:
periencias de comunicacin. Que el lenguaje tenga una
significacin metafsica, es decir, que .atestige otras re-'
laciones yotras propiedades que las que pertenecen, se-
sumacin presunta -del lenguaje en el no-lenguaje, en el pensa-
miento. Pero estos dos hechos no son otra cosa que el hecho
mismo de la percepcin yde la racionalidad; del logos del mundo
esttico. Pedir una explicacin, es [?] ofrscurum ser obscurius.
En las ltimas lneas, hay otra nota superpuesta a la anterior:
la sedimentacin; el hecho de
Stiftung de un sentido que ser
nachvollsichtbar. La expresividad es temporal. Pero podrvolver-
se al presente en el pasado. Hayrecuperacin de otro pasado
por mi presente. Cada acto del habla comprende todos los otros
precisamente si es que no haylmites absolutos entre las lenguas.
Sedimentacin yreactivacin.
uVENDaYS, op. cit., p. 285.
27
ibd.. p. 363: "Si no conocisemos el francs ms que en
un estado de lengua hablada ybajo su forma actual, ysi ade-
ms ignorsemos las otras lenguas romnticas yel latn, no
sera tan fcil probar que el francs es una lengua indo-europea:
algunos detalles de estructura, como la oposicin de est, jis
sont (pron. il, son), o mejor an la forma de los nombres
numerales o de los pronombres personales, junto con algunos
hechos de vocabulario como los nombres de parentesco, eso es
todo lo que el francs conserva del indo-europeo. Quin sabe
si no se encontraran razones ms tpicas para acercarle al sem-
tico o al finougro?"
70 71
la. que sus caracteres encontraran su comn razn de.
ser, yestablecer entre tales esencias claras relaciones de
derivacin, lejos de autorizamos a pulverizar la lengua
en una suma de hechos fortuitamente reunidos ya tratar
la funcin misma del lenguaje como una entidad- vaca,
muestran que en un cierto sentido, en esta inmensa his-
toria - en la que nada acaba ni comienza de sbito, en
esta proliferacin inagotable de formas aberrantes, en
este movimiento perpetuo de las lenguas en el que se mez-
clan pasado, presente yfuturo, no es posible establecer
ningn corte riguroso yque, en definitiva, no hay, en ri-
gor, ms que un solo lenguaje en devenir
n '
Si nos es
preciso renunciar ala universalidad abstracta de una gra-
mtica razonada que nos diera la esencia comn a todos
los lenguajes, es para encontrar la universalidad concre-
ta de un lenguaje qe se diferencia de s mismo sin lle-
gar nunca a renegar de s mismo abiertamente. Precisa-
mente porque ahora estoyhablando, mi lengua -no es
para m una suma de hechos, sino el nico instrumento
para una voluntad de expresin total. Y precisamente
por ...ser-esto, -mi--1-ngua--par.a--m,-soy--eapaz--de -penetrar -en
otros sistemas de expresin comprendindolos ante todo
como variantes del mo, yluego dejndome habitar por
ellos hasta el punto de pensar el mo como una variante
de ellos. Ni la unidad de la lengua, ni la distincin de
lenguas, ni su parentesco, dejan de ser pensables, para
la lingstica moderna, una vez que se ha renunciado
a concebir una esencia de las lenguas ydel lenguaje:
simplemente tienen que ser concebidas en una dimensin
que no es ya la del concepto ni la de la esencia, sino la
de la existencia. Aun cuando el sistema francs se halle
bd., P. 273.
*
Al margen, estas dos frmulas superpt.estau: universal exis-
tencial, eternidad existencial.
todo l atestado de formas, de palabras, de.,sonidos que
ya no son yde otros que no son todava el francs can-
nico, no, deja de ser cierto que el sujeto que habla es
consciente de una norma de expresin ymuysensible
a .las formas - inslitas del habla; no deja de ser . cierto
que, cuando se pasa dl la.n...lftancs,- aun cuando no
haya una frontera concreta que pasar, llega un momen-
to en que indiscutiblemente se ha pasado la frontera. Y
la comparacin de las distintas lenguas, la estimacin ob-
jetiva de su capacidad expresiva sigue siendo posible,
si bien cada una d ellas, por el hecho de hablrsela, sa-
tisface, hasta un cierto punto, a la necesidad de expre-
sin. Aun cuando no haya ninguna expresin que. pueda
ser expresin absoluta o mejor, por esta misma razn,
hayhablas, que dicen de un modo, otras que dicen de
otro, 'unas que dicen ms yotras que dicen menos. Aun
cuando no se pueda soar en un lenguaje que nos abriera
a significaciones desnudas yaunque ninguna palabra se
desvanezca del todo ante el sentido hacia el que seala
o precisamnte por esta razn, no deja de ser cierto
qu se da, en el ejercicio del lenguaje, la conciencia de
estar diciendo algo, as como la presuncin de una con-
sumacin del lenguaje, de una palabra que concluye. Sim-
plemente, lo que ocurre es que la existencia distinta de
los sistemas de habla yla de las significaciones a que
dichos sistemas apuntan, pertenece al orden de lo perci-
bido, o del presente, no al orden de la idea o de lo eter-
no. Me sera imposible precisar cundo 'el sol poniente
ha virado de su luzblanca a su luz rosa, pero 'llega un
momento en que es rosa su resplandor. No podra decir
en qu momento esa imagen que aparece en la pantalla
merece ser considerada corno un rostro, pero hayun mo-
mento en que lo que hayall es un rostro. 'Si para creer
en esta silla que hayante m aguardo a verificar si, en
efecto, satisface' todos 'los criterios, de una silla real, 'no
'e
7273
acabar nunca; mi percepcin se adelanta al pensamien-
to por criterios yme dice en definitiva que esas aparien-
cias quieren decir: una silla. Del mismo modo, aunque
- ante la historia universal nunca nada est dicho total-
mente, llega un cierto da en que todos los signos que
me hacan los libros ylos dems h.ombres han querido
decir esto, yyo lo he comprendido. Si yo fuese a suponer
que no han hecho ms que llamar mi atencin sobre la
pura .significacin que yo posea ya en m, yque ha ve-
nido a recubrir ycomo -a reabsorber las expresiones pa-
recidas que se me ofrecan,. - -entonces yo renunciara a
comprender lo que es comprender. Porque la potencia
del lenguaje no esten proporcionar una confrontacin a
nuestro espritu ya las, cosas, ni por lo dems en el pri-
vilegio que habran recibido las primeras palabras de
designar los elementos mismos del ser, como si todo
conocimiento ulterior ytoda palabra venida luego se li-
mitasen 'a combinar estos elementos. El poder del len-
gaje no ,se halla ni en ese futuro de inteleccin, hacia
el que se dirige,"ni en ese pasado mtico del que pro-
vendra: se halla por entero en su presente en la medida
ii ciie consigue ordenar las pretendidas palabras clave,
hacindols decir ms de lo que nunca dijeron, en la
medida en que se sobrepasa como producto del pasado y
nos da as la ilusin de sobrepasar cualquier palabra y
de alcanzar las cosas mismas, ya que en efecto sobrepa-
samos cualquier lenguaje dado. En ese momento precis,
hayalgo efectivamente adquirido de una vez para todas,
fundado para siempre, yque. no podrser transmitido,
como lo han sido los actos pasados de expresin, no por-
que hayamos alcanzado un trozo del mundo inteligible o
logrado el. pensamiento adecuado, sino porque nuestro
actual uso- del lenguaje podremplearse de nuevo mien-
tras contine en uso ese mismo lenguaje, o mientas
haya sabios capaces de volver a actualizarlo. Esta mara-
villa de que un nmero finito de signos, de giros o de
palabras pueda dar lugar a un nmero infinito de em-
pleos, o esta otra e idntica maravilla de que el sentido
lingstico nos oriente sobre un ms all del lenguaje,
es el prodigio mismo del habla, yquien quiera expli-
carlo por su "comienzo"o por su "fin"perdera de vista
su "hacer'. Hayindudablemente en el ejercicio presente -
de la palabra una recuperacin de toda la experi'encia
anterior; una invocacin a la 'consumacin del lenguaje,
una ete.rnidad presunta, -pero como la cosa percibida nos
da la experiencia del ser mismo en el momento en que
contrae la evidencia del presente una experiencia esbo-
zada yla presuncin de un futuro sin fin que la confir-
mara... -
En suma, lo que hemos comprobado es que los signos,
' 1&s morfemas, las palabras una por una no significan nada
que slo llegan a contener una significacin 'por su' con-
junto, yque, en resumen, la comunicacin va de la to-
talidad de la lengua hablada a la totalidad
de la lengua'
escuchada. Hablar significa en cada momento detallar
una comunicacin cuyo principio...est...ya ... pIanteado..Se
preguntar quiz de qu manera. Porque, si lo que se
nos dice de la historia de la tierra est bien fundado, es
preciso absolutamente que la - palabra haya comenzado,
yde hecho recomienza con cada nio. Que el nio vaya
del todo a las partes en la lengua aunque no emplee
para comenzar ms que algunas de sus posibilidades
no es sorprendente, puesto que se le ofrece cono mo- -
delo el funcionamiento del habla adulta. La percibe al
principio como un conjunto vago, y' mediante un movi-
miento de 'vaivn cada uno de los instrumentos ,de ex-
presin que va emergiendo suscita correcciones' del con-
junto. Pero qu decir de la primera palabra de la hu-
manidad? No se' apoyaba en una lengua ya establecida;
74
1'75
se dirque tuvo que ser sin duda significante por s mis-
ma. Pero esto equivaldra a olvidar que. el principio de
la comunicacin ya estaba dado de antemano por el he-
cho de que el hombre percibe al otro hombre en el mun-
do, como parte del espectculo, yque de esta forma todo
lo que hace el otro tiene ya el mismo sentido que lo que
hago yo, porque su accin (en cuanto y soy-su espec-
tador) se refiere a los mismos objetos con los que yo
tengo que habrmelas. La primera palabra no se estable-
ci -sobre una nada de comunicacin, puesto que emer-
ga de conductas que eran ya comunes yhunda sus ra-
ces en un mundo sensible que haba dejado ya de ser
un inundo privadot Aunque, ciertamente, aport a esta
comunicacin primordial ymuda tanto yms que lo
que reciba de ella. Como todas las instituciones, trans-
form al congnere en hombre. Inaugur un nuevo mun-
do y, por nuestra parte, nosotros, que estamos dentro
ysabemos de qu giro copernicano es responsable, es
legtimo ..que rechacemos las perspectivas que tratan de
presentar el mundo de las instituciones ydel lenguaje
como segundo yderivado ... con ... relacin-al ... mundo ... de ... la..................
naturaleza, ytratar de vivir en una suerte de religin
del hombre. Sin embargo, como todas las religiones,
sta vive tambin de prstamos exteriores. Perdera con-
ciencia de s si se encerrara dentro de s misma, yde-
jara de honrar al hombre si no conociera tambin el
silencio pre-humano. La primera palabra encontraba su
sentido en el contexto de conductas ya comunes como
la primera constitucin continuaba, sobrepasndola, una
historia espontnea. Puesto que, en el funcionamiento
del lenguaje establecido, no puede economizarse ese mo-
vimiento mediante el cual el oyente o el lector sobrepa-
san, los gestos lingsticos hacia su sentido, el misterio
* Al margen: Logos del mundo esttico .ylogos.
de la primera palabra no es mayor que el misterio de
cualquier expresin lograda. En uno como en otro hay
una invasin de un espectculo privado por un sentido
gil, indiferente a las tinieblas individuales que viene
a habitar. Pero este vaco del sentido ' se ha preparado
en la plenitud de la vida individual, como la ebullicin
en la masa de agua, a partir del momento en que lo
sentido se coagul en cosas. La palabra en un sentido
recupera ysobrepasa, pero en otro conserva yconti-
ma la certidumbre sensible, no horada nunca del todo
el "silencio eterno de la subjetivaidad privada. Todava
ahora, ste contina bajo las palabras, no cesa de envol-
verlas, y, por poco lejanas o indistintas que sean las
voces, o por poco diferente del nuestro que sea el len-
guaje, podemos volver a encontrar, ante l, el estupor. del
primer testigo de la primera palabra.
Es ms, no podremos comprender el lenguaje ms que
a este precio. Decir que ningn signo aislado significa
nada, yque el lenguaje remite siempre al lenguaje, ya
que slo algunos signos son recibidos en cada momen.-
to; ... quiere --- decir - .. tambin....que I lngaje -tanto
mediante lo que hay, entre las palabras como por las
palabras mismas, ypor lo que no dice tanto como por
lo que dice, del mismo modo que el pintor pinta, tanto
como por lo que traza, por los blancos que deja o por
las pinceladas que no da * El acto de pintar tiene dos
caras: estla mancha de color o de carbn que se pone
en un punto de la tela o del papel, yest el efecto que
esta mancha tiene sobre el conjunto, efecto despropor-
cionado, puesto que ella no es casi nada y, sin embargo,
basta para cambiar un retrato o un paisaje. Y si al-
* Al margen: Analizar qu significa esta referencia a lo or-
dinario, a la norma? Hayah una tipicidad de comunicacin,
que hayque comprender si se quiere comprender las Abweic-
hungen.
76 .
. 77
guien: observse al pintor muydej. cerca, con la nariz
sobre el pincel, no vera ms que el revs, de su trabajo.
El revs es ese fino trazo negro, el derecho es la gran
mancha de sol que estcircunscribiendo. La experien-
cia est ya hecha. Una cmara ha regitrado al ralent
el trabajo de Matisse. La impresi6n fue prodigiosa, has-
ta el punto de que el mismo Matisse se sinti, segn se
cuenta, conmovido. Al mismo pincel, que a primera
vista saltaba de una accin a otra, se le vea meditar,
en un tiempo dilatado ysolemne, en una inminencia de
comienzo del mundo, iniciar diez acciones posibles, ejecu-
tar ante la tela como una danza propiciatoria, rozarla
numerosas veces hasta casi tocarla, yabatirse por fin
como el rayo sobre el nico trazo necesario. Hay, por
supuesto, algo de artificial en este anlisis, ysi Matisse
Reg a creer, fiado del film, que haba escogido verda-
deramente, ese da, entre todos los trazos posibles, y
result como el 'dios de 'Leibniz un problema de mni-
mmi ymximum*, se equivoc: no era un demiur-
go, sino un hombre. No tuvo, bajo la mirada de su es-
ritu, os los.gestos posibles, no tuvo que
minando a todos menos uno, dando razn de su elec-
cin. La cmara yel ralent fueron quienes explicitaron
todos los posibles. Matisse, en cambio, instalado en un
tiempo yen una visin humanos, lo que hizo fue mirar
el conjunto actual yvirtual de su lienzo yllevar la mano
hacia la regin que estaba pidiendo el pincel para que
el cuadr pudiera ser al fin lo que estaba llegando a
ser. Resolvi con un sencillo gesto el problema que,
analizado a posteriori, parece, suponer un nmero infi-
nito 'de datos ', como segn Bergson, la mano sobre la
'' Al margen: Mnimumymximum: definido por qu co-
ordenadas?
** ,Al margen:, Comprese con el anlisis (cf. infra) del estilo
de las miniaturas. El estilo como generalidad preconceptual, ge
limadura de hierro obtiene deun golpe una disposicin
muycomplicada. Todo ha sucedido en el mundo huma-
no de la percepcin ydel gesto, yha sido el artificio
de la cmara ydel ralent lo que nos ha proporciona-
do del acontecimiento una versin fascinante al hacer-
nos creer...que..la mano de Matisse ha pasado milagrosa-
mente del mundo fsico en el que es posible una infi-
nidad de soluciones, al mundo de la, percepcin ydel
gesto, en el que solamente unas pocas lo son. Pero, sin
embargo, sigue siendo cierto que la, mano vacil, que - -.
medit; es, pues, verdad que hubo una eleccin, que
el trazo escogido lo fue de manera que diera satisfac-
cin a diez condiciones esparcidas sobre el cuadro, in-
formuladas, informulables para cualquier otro que no
fuera Matisse, puesto que no podan estar definidas e
impuestas, sino por la intencin de hacer "aquel" cuadro
que no exista todava. No sucede de otro modo con la -
palabra verdaderamente expresiva y, por tanto, con
cualquier lenguaje en su fase de establecimiento. Aque-
lla no escoge solamente un signo para ua. significa- -
ralidad axial que es preobjetiva, yque da lugar a la realidad
del mundo: la cosa estall donde yo la toco, no es un geome-
tral de las A &schottzm gen, escapa al Erlebnissna'lys (su "en-
trada"en su registro estsolamente [,anotada?] en mi historia)
porque hayuna transtemporalidad' que no es la de lo ideal,
sino la de la herida ms profunda, incurable. Esta racionalidad
no constituida de la cosa-eje (racionalidad no constituida que
slo es posible si la cosa no es frontal, ob-jeto, sino lo que
muerde sobre m ysobre lo que yo muerdo con mi cuerpo, si
la coses, tambin ella, dada en percepcin indirecta, lateral
como el otro, semejante racionalidad tiene el descentrado como
fundamento del sentido) es ya anloga del acto de pintar: se
resuelven problemas no planteados, o sea lo que s hace tiene
ms sentido del que sabemos. Sobre esta institucin primrdial
del cuerpo es sobre lo que se halla fundada toda la elaboracin
simblica que, a su vez, consiste en entrar de lleno en terreno
desconocido.
78 1
77
cin ya definida, como se va bscr u martillo para
clavar un clavo o unas tenazas para arrancarlo. Tantea
en torno de una intencin de significar que no dispone
de ningn texto para orientarse, ya que precisamente
de lo que .trata es de escribirlo. Y si pretendemos per-
.............................
cibir la palabra en su operacin ms propia, yde forma
que la hagamos plena justicia, tenemos que evocar to-
das aquellas que podran haber surgido en su lugar, y
que se omitieron, sentir cmo ellas hubieran tocado y
sacudido de otra manera la cadena del lenguaje, hasta
qu punto era sta efectivamente la nica posible *, si
es que esta significacin haba de venir al mundo... En
resumidas cuentas, hemos de considerar la palabra antes
de que sea pronunciada, sobre el fondo de silencio que
la precede, que no cesa nunca de acompaarla,. y.sin el
cual no dira nada; hemos de ser sensibles ante todo
a esos hilos de silencio de los que el tejido de la pala-
bra se halla entreverado ** Las expresiones ya adqui-
ridas poseen un sentido directo, que corresponde pun-
to por punto a giros, formas, palabras instituidas; pre-
cisamente porque estas expresiones estn ya adquiridas,
se obliteran en ellas las lagunas yel elemento de si-
lenci, pero el sentido de las expresiones en trance de
formacin no puede por principio ser de esta clase: es
un sentido lateral u oblicuo, resultado del comercio de
las palabras mismas (o de las significaciones disponi-
bles). Es una nueva manera de sacudir el aparato del
lenguaje, 'o el del relato, para hacerle decir no se sabe
qu, _ya que justamente lo que se dice no se ha dicho
antes nunca. Si queremos comprender el lenguaje en su
operacin significante de origen, tenemos que aparen-
tar no haber hablado nunca, llevar cabo en l una
reduccin sin la cual se ocultara de nuevo a nuestros
ojos, volvindonos a conducir a lo que, nos estsignifi-
cando, tenemos que considerarle tomo los sordos mi-
ran a los que hablan, ycomparar el arte del lenguaje
con las otras artes de la expresin. que no recurren a
tratar de verle corno una de esas artes mudas. Es muy
posible que el sentido del lenguaje tenga algunos pri-
vilegios, si se le compara con el sentido del cuadro, y
que a fin de cuentas ten gan'ios que dejar a un lado este
paralelismo, pero slo si lo ensayamos caeremos en la
cuenta de lo que acaba por hacerlo imposible, yestare-
mos en situacin de poder descubrir lo ms propio del
lenguaje.
*
Al mragen: nocin de lo posible: no-surgimiento arbitrario,
exnihilo sino aparicin lateral de un aparato de sentido que
slo poco a poco despliega su contenido...
**
Al margen: no se sabe lo que se dice, se lo sabe despus
de haberlo dicho.
1
81
6
: . .
. L LENGUAJE INDIRECTO
Aunque, finalmente, hayamos de renunciar a tratar
la pintura como un lenguaje lo cual constituye uno
de los lugares comunes de nuestro tiempo, yjusta-
mente para poner a prueba este lugar comn, hayque
comenzar por reconocer que el paralelismo es un prin-
cipio legtimo. Habiendo como hayorganismos, objetos
o fragmentos de objetos que existen yque gravitan en
........................su...entomo.cada..uno.. en. su .Jugar + pero que se ven, sin
embargo, recorridos yunidos en su superficie por un
entretejido de vectres, yen espesor por un aumento
de lneas de fuerza, el pintor arroja los peces yconserva
la red. Su mirada se apropia- d las correspondencias,
de las preguntas yrespuestas que, en el mundo, tan slo
se hallan indicadas sordamente, ahogadas siempre por
el estupor de los objetos, ylas libera del -asedio yles
busca un cuerpo ms gil * Por otra parte, los colo-
res ya la tela, que forman parte del mundo, les priva
sbitamente de. su inhrencia : la tela, los mismos co-
* Al niargen Metensomtosis del arte. Qu es lo trans-
portado? .
. .......
.. .
8'3
lores, por el hecho de haber sido escogidos y. compues-
tos segn un cierto secreto, dejan de estar all donde
estaban para nuestra mirada, horadan la plenitud del
mundo, se convierten, cmo las fuentes o los bosques,
en lugar. de aparicin de los Espritus, ya no estn ah,
sino como el mnimumde. materia que en un sentido
necesitaba para manifestarse * La tarea del lenguaje
es semejante: supuesta una experiencia que puede ser
banal, pero que se resume para el escritor en un cierto
sabor muypreciso de la vida, supuestos por otra parte
las palabras, las formas, los giros, la sintaxis, yaun"los
gneros literarios, maneras de narrar que se hallan, por
el uso, investidas ya de una significacin comn ya
disposicin de todos,, habrde escoger, reunir, mane-
jar, atormentar estos instrumentos de tal modo que in-
duzcan el mismo sentimiento de la , vida que habita al
escritor a .cada instante, pero desplegado en adelante
en un mundo imaginario yen el cuerpo transparente
del lenguaje. Se trata, por tanto,, por ambos lados, de la
misma 'trasmutacin, de la misma migracin de un sen-
tido...espatcido... en...la experiencia, que abandona la car-
ne en la que no llega a adquirir cohesin, que moviliza
en provecho propio instrumentos ya investidos, ylos
emplea de tal manera que acaban por, convertirse 'para
l en el mismo cuerpo que. necesitaba mientras pasa 'a
a la dignidad de significacin expresada. Puesto que la
misma operacin' expresiva funciona en un sitio yen
otro, es posible considerar la pintura sobre el fondo del
lenguaje, yel lenguaje el fondo de la pintura, yadems
es 'necesario si se los quiere sustraer a nuestra costum
bre, a la falsa evidencia de lo que se da por supuesto.
Nuestra comparacin entre lenguaje ypintura slo es
* Al margen: Lo imaginario alojado en el mundo.
posible gracias a una idea de 'la expresin creadora 'que
es moderna; durante. siglos, pintores yescritores han
trabajado sin sospechar su parentesco. Pero es un he-
cho, como ha, hecho ver Andr Malraux, que, cada uno
.a su manera ycada uno por su cuenta, han conocido
la misma aventura. Lo mismo que el lenguaje, la pin-
tura comienza por vivir en el medio ambiente de 10 sa-
grado exterior. Slo conocen su propio milagro en enig-
ma, en el espejo de un Poder exterior. La trasmuta-
cin que operan del sentido en significacin se la' ob-
sequian como homenaje al Ser al que se creen destina-
dos a servir. No slo hayque decir que se ofrecen como
medios para celebrar lo sagrado: esto no explicara que
se hayan identfiicado tan universalinente ydurante tan-
to tiempo con la religin.. ..Hayque decir que ellos mis-
mos 'son culto yreligin, puesto que no han asumido
su propio poder. Mientras el aite se halla consagrado a
Ja ciudad ya sus dioses, mientras la palabra se concibe
como el simple ejercicio de un lenguaje de institucin
divina, el prodigio de la comunicacin entre los hombres
se proyecta hacia atrs de nosotros; el arte yla"Tfte.
ratura aparecen como el juego a travs nuestro de un
arte yuna palabr de los orgenes donde todo se halla
contenido de antemano. Hayque partir de ah para dar
todo su sentido a la recuperacin, entre los modernos,
de la pintura yel lenguaje por s mismos.. Porque si
estamos ya muylejos de considerar el arte yl - lengua-
je como instituciones divinas con las que no tendra-
mos que hacer otra cosa que usarlas, nos hallamos to-
dava henchidos de una concepcin lsica del arte y
del lenguaje que no es en resumidas cuentas ms . que
una secularizacin de aquella otra yque incluso des-
de no pocos' aspectos, es menos conciliable que aquella
con la moderna' concienia de la expresin. Si 'el arte
84
1 85
es representain de una naturaleza, ylo mas que puede
hacer es embellecrla yaun esto, siguiendo las rece-
tas que la naturaleza le ensea, si, como quera La
Bruy re, nuestra palabra no tiene otro papel que el - de
dar con la expresin justa asignada de antemano a
cada pensamiento por un lenguaje de las cosas mismas,
puede decirse con toda razn que el acto de pintar y
el acto de escribir comienzan a ser autnomos, puesto
que ya no reconocen otro dueo que 1a verdad o la
naturaleza; pero, por otra parte, desvinculados de lo
sagrado, o sea de lo que sobrepasa al hombre, ordena-
dos a una naturaleza en s o a un lenguaje- en s, dejan
de vivir en estado de tensin, se hallan destinados a
un estado de perfeccin en el que se alcanzara la ex-
presin plena, yser necesaria una verdadera subver-
sin de las ideas recibidas para que puedan llegar a en-
contrar la conciencia de su inacabarniento. Nosotros
mismos seguimos sintindonos tentados a volver a este
racionalismo. Hayque examinarlo, por tanto, mejor,
con ms insistencia quiz de lo que lo ha hcho Mal-
raux.
Todo nos indica, como l ha dicho, que la pintura
clsica en Europa se concibe como la representain
de objetos yhombres en su funcionamiento natural. La
predileccin por la pintura al lo, que permite, mejor
que cualquier otra, atribuir a cada elemento del objeto
o del rostro humano una representacin pictrica dis-
tinta, la bsqueda de signos que puedan, incorporados
al cuadro, ofrecer la ilusin de la profundidad o del vo-
lumen mediante el juego de las luces el escorzo o el
claroscuro, la ilusin del movimiento, la de las for-
mas, la de los valores tctiles ylos diferentes tipos de
materia (pinsese en los pacientes estudios que condu-
jeron a su perfeccin la'representacin del terciopelo),
estos secretos, semejantes procedimientos descubiertos
por un pintor., transmitidos a otros, aumentados en cada
generacin, son los elementos de una tcnica general
d representacin que, en sus casos lmites, habra de
alcanzar a la cosa, misma, al mismo hombre, yque ni
siquiera por un- instante puede imaginarse que encierren
azar o vaguedad. Evocan un progreso de laSpintura
hacia un mundo yun hombre conseguidos, cuyo fun-
cionamiento soberao tiene ella que tratar de igualar:
Por este camino, cuyo fin se halla tan claramente defini-
do, se han dado pasos irreversibles. La carrera de un
pintor, las producciones de una escuela, el mismo des-
arrollo de la pintura, se encaminan hacia obras en las que
se resumen toda una serie de adquisiciones, hacia obras
maestras en las que por fin se obtuvo lo que se haba
buscado con anterioridad, que, al menos provisionalmen-
te, hacen intiles los ensayos anteriores yque sealan
para siempre un determinado progreso de la pintura...
Filialmente, la relacin del pintor con su modelo, tal
cmo so expresa en la pintura clsica, supone tambin
una cierta idea: de la comunicacin entre el pintor yel
espectador de sus cuadros. Cuando el pintor clsico, fren-
te a su tela, busca una expresin de los objetos yde los
seres que conserve toda su riqueza yofrezca todas sus
propiedades, es porque quiere resultar tan convincente
como las cosas, porque piensa que no puede alcanzarnos
ms que como nos alcanzan ellas: imponiendo a nuestros
sentidos un espectculo irrecusable. Toda la pintura cl-
sica supone esta idea de una comunicacin entre .el pin-
tor ysu pblico a travs de la evidencia de las cosas. El
problema moderno de saber cmo renaceren quienes
contemplan sus cuadros con la intencin del pintorni
siquiera se lo plante la pintura clsica, que, para asegu-
rar la comunicacin, remite al aparato de la percepcin
al que considera como medio natural de comunicacin
entre los hombres. No tenernos todos nosotros unos
86
. 87
ojos, que funcionan ms o menos de la misma manera,
y, si el pintor ha sabido descubrir unos signos suficien-
tes di la profundidad o del terciopelo, no tendremos t-
dos, al conteriiplar su cuadro, el .misnio espectdulo, dota-
do. de- la misma suerte de evidencia que corresponde a
18
La Cration artistique, p. 142.
. 19
Ibdem, p. 147.
104
105
ms all de s mismo, unos utensilios manejables. O
mejor porque la percepcin es siempre accin, la
accin, en este caso, se vuelve praxis, es decir se niega
a las abstracciones de lo til yno admite el sacrificio de
los medios al fin, de la apariencia a la realidad. Todo
cuenta de ahora en adelante, yel uso de los objetos
cuenta menos que su' aptitud para componer en con-
junto, hasta en su . ntima textura, un emblema vlido
del mundo con el que nos hallamos enfrentados.
Nada tiene de sorprendente el que esta visin sin an-
teojeras, esta accin sin prejuicio, descentren y-reagru-
pen los objetos del mundo o las palabras. Pero nada
tampoco ms insensato que creer que basta con romper
el lenguaje para escribir Les Illunvinations. Malraux ad-
vierte profundamente que los pintores modernos "si bien
ninguno ha hablado de Verdad, todos, ante las obras de
sus adversarios, han hablado de impostura"
20
Ya no
quieren hablar de verdad en el sentido de una adecua-
cin entre la cosa yla pintura. Pero no se negaran a
hablar de verdad si por ello se entendiera la coherencia
.de un-a pintura consig.misma, la presencia en ella de
un principio nico que prescribe a cada elemento su
modulacin. Los clsicos, cuyo arte iba mucho ms lejos,
vivan por lo menos con la ilusin tranquilizadora de
una tcnica de la pintura que permitiera acercarse al
terciopelo mismo, al espacio mismo... Los modernos sa-
ben en cambio. muybien que no hayningn espectculo
en el mundo que pueda imponerse absolutamente a la
percepcin, ymucho menos una pintura, yque el- zar-
paro imperioso del pincel resulta ms eficaz para ha-
cernos poseer con la mirada la lana o la carne, que la
ms paciente reconstitucin de las apariencias. Pero aque-
llo que los modernos han puesto en lugar de una ms-
20
La Monnai e de rAbsolu, p. 125.
106
peccion del espiritu que pudiese descubrir la textura
misma de las cosas, no ha sido el caos, sino la lgica
alusiva del mundo. Tienen, al igual que los clsicos,
intencin de significar, de decir algo, a lo que uno
puede acercarse ms o menos. Sencillamente, ci "ir ms
lejos"de Van Gogh cuando estpintando Los Cuervos,
ya no indica una realidad hacia la que habra que ir,
sino lo que queda por hacer para expresar mejor el en-
cuentro yel conflicto de la mirada con las cosas que la
solicitan, del cuerpo con el. mundo que habita, el indi-
viduo que ha de ser con lo que es. Si es eso lo que el
arte significa, no puede estar- ms claro que no puede
conseguirlo parecindose a las cosas o a los seres del
mundo. "Como siempre en arte, mentir para decir la.
verdad", escribe Sartre con razn. Se ha dicho que el
registro exacto de la conversacin ms brillante produce,
al volverla a or, impresin de indigencia. En este caso
la verdad miente. La conversacin reproducida con exac-
titud ya no es la que vivimos nosotros: falta en ella
la presencia de los que hablabantodo ese suplemento de
sentido que dan los ademanes, las fisonomas, que da
sobre todo la evidencia de un acontecimiento que- est
teniendo lugar, de una invencin yuna improvisacin
continuadas. La conversacin ya no existe, ya no pro-
yecta sus ramificaciones por , los cuatro costados, sim-
plemente es, aplastada en la nica dimensin de lo
sonoro. En lugar de convocarnos por entero, no hace
ms que tocarnos ligeramente, por el odo. Esto quiere
decir que, para que nos satisfaga, como puede hacerlo,
la obra de arte (que, por su parte, tampoco se dirige
de ordinario ms que a uno de nuestros sentidos, yque
en todo caso no nos procura jams el genero de pre-
sencia propio de lo vivido) ha de tener un poder que
la convierta, no en existencia entibiada, sino en exis-.
tencia sublimada, ms verdadera que la verdad. La pm-
107
ta"nda, como- en general el pensamiento moderno,
nos obliga absolutamente a comprender lo que es una
verdad que no se parece a las cosas, que carece de
modelo exterior yde instrumentos de expresin predes-
tinados, yque sin embargo es verdad.
Pero, en fin, se preguntar- tal vez, si la pintura fuera
verdaderamente un lenguaje, tendra :que haber en el
lenguaje articulado el medio de ofrecer un equivalente
de lo que ella expresa a su modo. Qu es lo que dice?
Si se pone, como estans tratando de hacer, al pintor
en contacto con su mundo, quizparezca menos enig-
mtica la metaforfosis que, a travs de l, transforma
al mundo en pintura, esa metamorfosis que, desde sus
comienzos hasta su madurez, va cambiando al pintor en
l mismo, yque, - en cada generacin, reanima ciertas
obras del pasado yles arranca un eco que jams haban
producido. Cuando un escritor."observa a los pintores,
se halla un poco en la misma situacin en que se en-
cuentran los aficionados a la- literatura con respecto
al escritor mismo. Pero cmo piensan-- es en sto
en lo que emplea su tiempo el escritor que tanttti- .........
ino? Es esta la casa en que vive? Es esta la mujer
cuya vida cmparte? Son estos sus desvelos? Pensa-
mos al escritor 'a partir de su obra, como pensamos a
una mujer lejana a partir de las circunstancias, las pala-
bras, las ' actitudes en las que mejor se ha expresado.
Cuando nos encontramos con la mujer amada o cuando
conocemos al escritor, nos sentimos neciamente decep-
cionados por no identificar en cada instante de su pre-
sencia aquella esencia diamantina, aquella palabra perfec-
tamente perfilada que nos hemos acostumbrado a designar
con su nombre. Pero eso no es ms que prestigio (algu-
nas veces incluso envidia, . odio secreto). El segundo
grado de la, madurez consiste n comprender que no
existe el superhombre, que no existe ningn hombre que
108
no tenga que vivir una vida de hombre, .yque el secreto.
de la mujer amada, del escritor ydel pintor no est
allende su vida emprica, sino que se halla tan estre-
chamente mezclado con sus ms -menudas experiencias,
tan pdicamente confundido con su percepcin del mun-
do, que no ha lugar a encontrrnoslo aparte, cara a
- - cara. Al leer la Psychologie de l'Art, uno se sorprende
a veces al ver que Malraux, que como escritor no tiene-
nada que envidiar a nadie, yque sabe seguramente todo
esto, lo olvida sin embargo cuando se ocupa de, los pin-
tores, les tributa el mismo gnero de admiracin que l
no estara dispuesto a aceptar de sus lectores,, ylos
transforma en dioses. Qu genio no se ha sentido fas-
cinado por esta extremosidad de la pintura, por esta lla-
mada ante la que vacila el tiempo? Es el instante deja
posesin del mundo. Que la pintura no pueda ir ms
all, yel viejo Hais se convierte en un dios`. Esto,
es el pintor visto por otro. Para l mismo, no es nada
de eso. Es un hombre que trabaja, que vuelve a en-
contrar cada maana, en la configuracin que las cosas
doptan--a---sus--ojos;la
... misma ---
llaznada,
-la--misma--exigen-
cia, la misma incitacin imperiosa a la que nunca habr
acabado de responder. Su obra nunca se acaba: est
siempre en futuro. Un (la, la vida flaquea, el cuerpo se
desfalca. Otras veces es ms triste: es la interrogacin
esparcida entre los espectculos del mundo la que deja
de formulare. Entonces el pintor deja de existir o pasa
a pintor honorario. Pero mientras sigue pintando, sigue
estando abierto a las cosas o, si es o se vuelve ciego,
a ese individuo irrecusable que se le entreg, el primer
da de su vida, como lo que haba que manifestar. Y por
eso es por lo que su trabajo, oscuro para l mismo, se
halla sin' embargo guiado yorientado. El no ve ms que
21
La Cratic'n . artistique, p. 150.
109
la trama, yslo los otros pueden ver el derecho, ya que lo
que a l se le ofrece implitamente en cada instante de su
experiencia no puede tener a sus ojos el relieve yla con-
figuracin imprevisible de la vida de otro. Pero este: ca-
minar de ciego, se encuentra, sin embargo. jalonado por
indicios: el pintor no crea nunca en el vaco, ex nihio.
Se trata siempre de empujar ms allel mismo surco ya
esbozado en el mundo tal como l lo ve, en sus propias
obras precedentes o en las, del pasado, de volver a tomar
ygeneralizar ese acento que haba aparecido en el rincn
de un cuadro anterior, de convertir en institucin una
costumbre ya instaurada sin que el propio pintor pueda
decir nunca porque tal cosa carece de sentidolo que
es suyo ylo que es de las cosas, lo que estaba ya en sus
cuadros, precedentes ylo que ahor aade, lo que ha
cogido de sus predecesores ylo que es suyo. Este triple
acto de recuperacin, mediante Cl cual el artista conti-
na al tiempo que supera, conserva al tiempo que des-
truye e interpreta al deformar, es decir, infunde un sen-
tido nuevo a lo que, sin embargo, estaba ya 'pidiendo y
............................anti. jpando .stesentido, noes simplemente una meta-
morfosis a la manera de los cuentos de hadas, milagro o
magia
'
' violencia o agresin, creacin absoluta en una so-
ledad. absoluta, sino tambin una respuesta a lo que
el mundo, el pasado, las obras anteriores le estaban pi-
diendo, una consumacin, una fraternidad. Husserl ha,
emplead la hermosa palabra Sti/tung para designar en
primer lugar esta 'fecundidad indefinida de cada momen-
to del tiempo, que precisamente porque es singular y
pasa, no podr dejar nunca de haber sido o de ser uni-
versalmente, yen segundo lugar, la fecundidad (derivada
de la primera) de las operaciones de la cultura que abren
tina tradicin, que continan siendo vlidas despus de su
aparicin histrica, yque exigen ms allde ellas mismas
otras ylas mismas operaciones. Es as como el mundo,
'l
desde el instante en que es visto por el pintor, las pri-
meras tentativas de ste ytodo el pasado de: la pintura,'
crean para el pintor una tradicin, o sea dice Husserl-
el olvido delos orgenes, el deber de volver a' comenzar
de otra manera yde dar al pasado, no una superviven-
cia que es forma hipcrita del olvido..ino .la eficacia de
la recuperacin o de la "repeticin", que es la foi-ma ms
noble de la memoria.
Malraux insiste sobre lo que hayde irrisorio yde en-
gaoso en la comedia. del espritu: aquellos contempo-
rneos enemigos, Delacroix. .e Ingres, en quienes la pos-
teridad habrde reconocer la misma poca, esos pintores
que quieren ser clsicos yson neoclsicos o sea lo
contrario, esos estilos que escapan a la mirada de su
creador yslo se vuelven visibles cuando el museo rene
las obras dispersas a travs de la tierra, o cuando la
fotografa agranda las miniaturas, transforma mediante
sus encuadres un fragmento del cuadro, transforma en cua-
dros las vidrieras, los tapices ylas monedas, yda a la
pintura una conciencia de s misma que es siempre retros-
pectiva. "... 'Como si un imaginario espritu del arte hi-
ciese pasar de la miniatura al cuadro, del fresco a la vi-
driera, una misma conquista, yde sbito la abandonase
por otra, paralela u opuesta, como si un torrente subte-
rrneo de la historia uniese, al arrastrarlas, todas esas
obras dispersas ... Un estilo, conocido en su evolucin y
sus metamorfosis, acaba por ser menos una idea que la
ilusin de una fatalidad viviente. La reproduccin, y
slo ella, ha hecho entrar en el arte esos superartistas
imaginarios que tienen un confuso nacimiento, una vida,
unas conquistas, unas concesiones al gusto de la riqueza
o de la seduccin, una agona yuna resurreccin, yque
llamamos "estilos""' Si la expresin es creadora con
Le Mu.e imaginaire, p. 52.
1 1 1 V
respecto a lo que metamorfosea * y si lo sobrepasn aIha-
cerio entrar en una configuracin en la que cambia de
sentido, lo mismo ha de decirse. de los actos de expresin
anteriores, yen una cierta medida tambin de nuestra
percepcin. dl mundo anterior a la pintura, ya que sta
no hace ms que proyectafn ... lnindb la impronta de
una civilizacin, la huella de una elaboracin humana.
Nuestros actos de expresin sobrepasan sus datos de
partida hacia otro arte. Pero estos mismos datos sobre-
pasaban a su vez los actos de expresin anteriores hacia
un futuro que somos nosotros, yen este sentido esta-
ban pidiendo - esa metamorfosis que nosotros les impone-
'mos. No se puede hacer el inventario de una pintura
decirlo que, hayylo que no hayen ellams de lo
que se puede hacer el de un vocabulario, ypor la mis-
ma razn: no es una suma de signos, sino un nuevo
*
Al margen: 1) 'La metamorfosis (sta o, en general, la del
pasado por el presente, la del mundo por la pintura, la del
pasado del pintor por su presente) no es sin embargo una masca-
rada. Slo es posible porque lo dado era pintura, porque hay
un Logos del mundo sensible (ydel mundo social y. de la histo-
ria humana). La ilusin analtica de Malrauxyel fenmeno del
mundo cultural. El nico misterio estah: es el del Nachvollzug.
Reposa sobre el misterio del mundo natural yde su logs. El
hombre sobrepasa el mundo sin advertirlo ycomo naturalmente.
Historicidad "torrente subterrneo"e historicidad interior de
hombre a hombre yde hombre a mundo. Historicidad profana
o prosaica y sagrada. 2) Todo esto, que es verdad de la .pintura,
lo es tambin' del lenguaje.. (Descartes, Stendhal, nuestra unidad
con ellos.) Contra' la idea de una accin del lenguaje que (sea?)
verdaderamente nuestra. 3) Hayque hacer una reserva: (cuestin
ltima que remitir a la lgica): la sedimentacin del arte recae
a medida que-se va haciendo. Hecha esta salvedad, hemos de poner
en . suspenso el lenguaje "significante", para dejar aparecer el
lenguaje "puro", yel lenguaje es pintura como la pintura es
lenguaje. Es' preciso que nos deshagamos de la ilusin de que
hemos posedo al haber dicho.
112
rgano de la cultura humana que hace posible, no un
nmero 'definido de movimientos, sino un tipo general
de conducta, 'yque abre un horizonte de investigaciones.
Lo dice Malraux: la metamorfosis mediante la cual -en-
contramos en los clsicos, que se hallaban convencido
de estar explorando una realidadla la pintura en el sen-
tido moderrio de creacin, no es fortUita: los clsicos
eran tambin pintores en el sentido moderno de la pa-
labra. Cuando el pensamiento ateo hace revivir las obras
que se crean al servicio de algo sagrado o de un abso-
luto, sin poder compartir, la experiencia religiosa a la
que se hallan vinculadas,, no hayen ello mascarada
alguna: lo que hace es devolverlas a s mismas,, con-
frontarlas con la interrogacin de la que nacieron. Si
encontramos algo que recuperar en artes que, histrica- '
mente se hallan ligadas a una experiencia muyextraa
a la nuestra, eso significa que tienen algo que decirnos,
que sus artistas, que crean continuar simplemente los
terrores primitivos o los de Asia yEgipto, inauguraban
secretamente otra historia que sigue siendo la nuestra,
yque vuelve' a hacoslos...presentes..inientras.que..ios
imperios, las tribus, las creencias, a las que pensaban
pertenecer han desaparecido desde hace mucho tiempo.
Si un plano de Georges de La Tour, un fragmento de un
cuadro de nos hacen pensar en la pintura del
siglo XIX, no se debe ciertamente a que La Tour fuese
ni Manet, pero s ciertamente a que La Tour
y eran- pintores en el mismo sentido que Ma-
net, que pertenecan a un mismo universo ". Malraux se-
ala con profundidad que lo que constituye para nos-
otros "un Vermeer"no est en que la tela pintada . sa-
liese un da de las manos del hombre Vermeer, sino en
que realiza la "estructura Vermeer", en que habla el
* Los blancos pertenecen al texto.
113
8
lenguaje de Vermeer, o sea en que observa el sistema
particular de equivalencias que hace que todos los mo-
mentos del cuadro, como cien agujas sobre cien cuadran-
tes, indiquen la misma. e irreemplazable desviacin. In-
cluso si Vermeer, de viejo, hubiese llegado a pintar con
piezas yfragmentos un cuadro sin coherencia, ese cuadro
no sera un "autntico Vermeer". Y si, por'.el contrario,
el falsificador lograra hacer no slo con la escritura, sino
con el estilo mismo de los grandes Vermeer, ya no sera
estrictamente un falsificador. Sera uno de aquellos pin-
tores que trabajaban en el taller de los clsicos ypinta-
ban para ellos . Aunque verdad es que esto no es posi-
ble: para ser capaz de repetir el mismo estilo de Ver-
meer tras siglos de otra pintura, ycuando el problema
mismo de la pintura ha cambiado de sentido, sera ne-
cesario que el falsificador fuese pintor, yentonces no
hara "falsos Vermeer"o un "homenaje a Vermeer"en
el que pondra algo suyo. Por lo dems, lo que le denun-
cia como falsificador yle hace falsificador no es que
sus cuadros s parezcan a los de Vermeer, sino que no
se parecen bastante. Que el lienzo haya o no salido de
las manos del individuo Verm.......ibtb....iiij 5rg .............
nismo perecedero, es algo que la historia de la pintura
no siempre puede averiguar, pero no es eso lo que dis-
tingue a nuestros ojos al verdadero Vermeer del falso,
ni siquiera es lo que los distingue en verdad. Vermeer,
por ser un gran pintor, se ha convertido en algo as como
una institucin o una entidad, y, de la misma manera
que la historia tiene como misin descubrir el sentido del
Parlamento bajo el Antiguo Rgimen o el sentido de la
Revolucin franesa, yque, para llevarla a cabo, tiene
que establecer una perspectiva, designar esto como esen-
cial yaquello como accesorio o contingente en el Par-
*
Al margen: cuasi platonismo.
lamento la Revolcin, de la misma manera la histo-
ria de la pintura tiene a su cargo definir a travs de la
figura emprica de los lienzos llamados de Vermeer, una
esencia, una estructura, un estilo, un sentido de Vermeer,
contra el cual no pueden prevalecer, si es. que los hay,
los detalles discordantes arrancados a su pincel por la
fatiga, la circunstancia o la costumbre. El hecho de que
el cuadro haya sido fabricado secretamente por uno d
nuestros contemporneos slo interviene secundariamen-
te, yporque impide que el cuadro alcance efectivamente
el estilo de Vermeer. No basta con decir que, a falta de
referencias, los historiadores de la pintura no pueden
juzgar con la autenticidad del lienzo ms que por el exa-
men del mismo. No se trata de una imperfeccin de nues-
tro conocimiento yde nuestra historia: se trata de la
historia misma, cuando consigue, como es su tarea, com-
prender los hechos. Incluso de derecho, un catlogo
completo de la obra de un maestro no es indispensable
ni tampoco suficiente para saber lo que es verdadera-
mente de l. Porque, ante la historia, el pintor no es ms
que una palabra en el dilogo de la pintura, ylo que ha
iiio ..arzdrno entra n .....i ta as. como debe
ra atribursele, si fuera posible, lo que han dicho otros
exactamente como lo hubiera dicho l. No precisamente
en contra de la historia emprica, que slo atiende a los
acontecimientos, yes ciega para los contenidos, pero s
desde luego ms allde ella, se escribe otra historia que
distingue lo que el acontecimiento confunda, pero apro-
xima tambin lo que aqul separaba, que traza la curva
de los estilos, sus mutaciones, sus metamorfosis sorpren-
dentes, pero tambin yal mismo tiempo su fraternidad
n una sola pintura.
Los primeros dibujos en los muros de las cavernas
definan un campo ilimitado de bsquedas, planteaban
el mundo como mundo por pintar o por dibujar, invoca-
114
1 115
ban un futuro indefinido de la pintura, yesto. es lo que
en ellos nos impresiona, lo que hace que nos hablen y
que nosotros les respondamos mediante metforas en
las que colaboran con nosotros. Haydos hist6ricidades,
la una irr4jca o incluso irrisoria, llena de contrasentidos,
en la que cada tiempo lucha contra los otros como con-
tra extraos, tratando de imponerles sus preocupaiones,
sus perspectivas. 'Consiste en olvido ms que en memo-
ria, es fragmentacin, ignorancia, exterioridad. La otra,
en cambio, sin la que la primera sera imposible, es el
inters que nos lleva a lo que no es nosotros, la vida que
el pasado, en virtud de un continuo intercambio, encuen-
tra en nosotros ynos aporta, ysobre todo, es la vida
que ese inters sigue cobrando en cada creador que re-
anima, vuelve a lanzar ya recoger en cada cuadro la
empresa entera del pasado.
A este propsito, la funcin del museo, como la de la
biblioteca, no es nicamente bienhechora: nos proporcio-
na el medio de contemplar juntas, como obras, como mo-
mentos de un solo esfuerzo, producciones que yacan a
.................... travsdel"mundo;"htindidasenlos cultos... las civiliza-
ciones cuyo ornamento pretendan ser. En este sentido
el museo funda nuestra conciencia de la pintura como
pintura. Pero es mejor buscarla en cada pintor que tra-
baja, porque en. l se encuentra en estado puro, mientras
que el museo la asocia con emociones de menos buena
calidad. Habra que ir al museo como van los pintores,
con la alegra del dilogo, yno como vamos nosotros,
nosotros los aficionados, con una reverencia que, a fin
de cuentas, no es de buena ley. El Museo nos da. mala
conciencia, una conciencia de ladrones. De vez en cuan-
do se nos ocurre que esas obras no fueron hechas en
definitiva para acabar entre aquellos severos muros, para
regocijo de los paseantes del domingo, de los nios del
jueves o de los intelectuales del lunes. Sentimos vagamen-
116
te que hayen ello un desperdicio :yque ese recogimiento
de solteronas, ese silencio de necrpolis, ese respeto de
pigmeos no es el verdadero ambiente del arte, que tantos
esfuerzos, tantas alegras ypenas, tantas cleras, tantos
trabajos no estaban destinados a reflejar un da la luz
trisideImseo del Louvre... El museo transforma las
obras en obras, l slo hace aparecer los estilos, pero
aade tambin, .a su verdadero valor un falso prestigio,.
- - al desprenderlos de los azares en medio de los cuales
nacieron, al hacernos creer que unos super-artistas, unas
"fatalidades"guiaban la mano de los artistas desde siem-
pre. Mientras el' estilo viva en cada artista como la pul-
sacin ms secreta de su corazn, mientras cada artista,
en cuanto palabra yestilo, se encontraba a s mismo en
todas las otras palabras yen todos los dems - estilos
yperciba el esfuerzo de aquellos como pariente del
suyo, el museo convierte esta historicidad secreta, pdi-
ca, no deliberada, ycomo involuntaria, en historia oficial
ypomposa: la inminencia de una regresin que determi-
nado pintor no sospechaba da a nuestra amistad hacia
l un matiz pattico que, le era completamente ajeno. En
su opinin, haba trabajado jovialmente, toda una vida
de hombre, sin pensar que lo estaba haciendo sobre un
volcn, ynosotros contemplamos su obra como unas flo-
res al borde de un precipicio. El museo convierte a los
pintores en unos seres tan misteriosos para nosotros como
los pulpos o las langostas. Obras que haban nacido, al
calor de una voluntad, se las transforma en prodigios de
otro mundo, yel soplo que las impulsaba no es ya, en la
pensativa claridad del museo, bajo los cristales o los espe-
jos, ms que una dbil palpitacin en su superficie... El
museo mata la vehemencia de la pintura, como la bi-
blioteca, deca Sartre, transforma en mensajes los escritos
que eran los gestos de un hombre... Es la historicidad
de la muerte. Pero haytambin una historicidad de vida,
117
de la que el museo no es mas quela imagen decada: la
que habita al pintor en su .trbalo, cuand anuda con un
un solo ademn la tradicin que recoge yla que l mis-
mo funda, la historicidad que, sin que l abandone su
puesto, su tiempo, su trabajo bendito ymaldito, le junta
de un golpe ... con ... cuanto.. alguna vez haya sido pintado
en el mundo. La verdadera historia de la pintura es no
aquella que sita a la pintura en el pasado e invoca a
los Super-artistas ylas fatalidades, sino la que la pone
toda- ella en presente, habita los artistas yreintegra al
pintor -a. la fraternidad de los pintores.
De los pintores solamente? Aun cuando el hostelero
de Cassis no comprende la trasmutacin que Renoir lleva
a cabo del azul del Mediterrneo al agua de Las lavan-
deras, no obstante ha querido ver trabajar a Renoir,
esto le interesa tambin a l, ynada impide despus de - - -
todo que pueda volver a encontrar aquel camino que los
habitantes de las cavernas abrieron un da sin tradicin,
yque el mundo vuelve a ser para l tambin mundo por
pintar. Renoir se hubiera equivocado preguntando al
hostelero lo que le gustaba, ytratando de complacerle.
En este sentido, no pintaba para el hostelero. El mismo
era quien defina, con su pintura, las condiciones bajo
las que entenda que deba aprobrsele. Pero en el ltimo
trmino pintaba para que hubiera all, visible, un cuadro.
Le preguntaba al mundo, al agua del mar, por el secreto
del agua de Las lavanderas, yabra el camino de una a
la otra para aquellos que, con l, se hallaban cautivos en
el mundo.. Como dice Jules Vuillemin, no se trataba de
hablar su lengua, sino de expresarlos expresndose. Res-
pecto a su propia vida, el sentimiento del pintor viene a
ser del mismo orden: su estilo no es el estilo de su vida,
pero tira de ella tambin, hacia la expresin. Se com-
prende que a Malraux no le agraden las explicaciones
psicoanalticas en pintura. La explicacin no va nunca
muylejos: aunque el manto de Santa Ana sea un buitre,
yaunque se admita que, mientras Vinci lo pintaba como
manto, un segundo Vinci dentro de Vinci, con la cabeza
inclinada, lo descifraba como buitre, a la manera de un
lector de acertijos (despus de todo esto no es imposi-
ble: hay, en la vida de Vinci, un gusto por la mixtifi-
cacin amenazadora que poda muybien - llevarle a en-
gastar sus monstruos en una obra de arte) nadie hablara
de ese buitre si el cuadro de Vinci no tuviese otro sen-
tido. La explicacin no da cuenta ms que de los deta-
lles, todo lo ms, de los materiales de una obra. Aunque
el pintor guste de manejar los colores, yel escultor la ar-
cilla por pertenecer al tipo anal, eso no nos dir nunca
lo que es pintar o esculpir
n
Pero la actitud opuesta, la
devocin por los artistas que hace que no se quiera saber
nada de sus vidas, que se ponga su obra como un mila-
gro fuera de la historia privada o pblica, yfuera del
mundo, nos enmascara tambin su autntica grandeza.
Porque si Leonardo es algo ms que la vctima de una
infancia desgraciada, no se debe a que tenga un pie en
el ms all, sino a que, de todo lo que haba vivido,
logrhar -n -medi---- de----intrpreta-----lmiid----- -no----
que no tuviese un cuerpo yuna visin, sino a que supo
hacer de su situacin corporal o vital un lenguaje. Cuan-
do se pasa de la dimensin de los acontecimientos a la
de la expresin, se cambia de orden, pero no se cambia
de mundo: los mismos datos que se haban experimen-
tado se convierten en sistema * significante. Vaciados des-
de dentro, privados por fin de aquel impacto sobre nos-
otros que los haca dolorosos, convertidos en transparen-
tes yhasta en luminosos, ycapaces de esclarecer no slo
23
Freud no dijo nunca que el buitre explicara a Vinci; en
cambio viene a decir que el anlisis se detiene all donde comien-
za la pintura.
118 1 . 119
los, aspectos del mundo que se les parecen, sino tambin
los otros, sin duda se ven metamorfoseados, pero no de-
jan
de
estar ah. El conocimiento que se adquiere de
ellos no reemplazarnunca la experiencia de la obra mis-
ma, pero ayuda a medir la creacin esttica. Tambin en
este caso la metamorfosis sobrepasa, pero sin dejar de
conservar, yde cada 'cosa vivida (ya 'veces minscula)
sigue surgiendo la misma incansable solicitud: la de ser
expresado.
Si, por tanto, nos situamos en el pintor, en el momento
en que lo que le ha sido dado vivir como destino per-
sonal, como aventuras personales o acontecimientos his-
tricos, se organiza en el acto de pintar, en torno a unas
lneas de fuerza que indican su relacin fundamental con
el mundo, nos serpreciso reconocer que su obra, si no
es nunca efecto, s que es siempre una respuesta a aque-
llos datos, yque los paisajes, las Escuelas, las amantes,
los acreedores yhasta los policas, las revoluciones que
pueden confiscar al pintor yhacer que se pierda para la
pintura, son tambin el pan que habrde consagrar, el
aliniefttcdequesu'pinturahabr - de alinientarse.--De.....................
esta forma el pintor deja de estar aislado en un labora-
torio secreto. Vivir en la pintura sigue siendo respirar
este mundo, yhemos de comprender que el pintor yel
hombre viven en el terreno de la cultura tan "natural-
mente"como si se' tratara de un producto natural.
Hemos de concebir sobre la base de lo "natural"in-
cluso -las relaciones que el pintor mantiene con la histo-
ria de la pintura. Cuando Mairaux medita sobre las mi-
niaturas o las monedas en las que la ampliacin fotogr-
fica revela milagrosamente el mismo estilo que se mani-
fiesta en las obras' de gran tamao, as como sobre esas
obras del arte de las Estepas sacadas a la luz ms all
de los lmites de Europa, lejos de toda influencia, ante
las que los modernos se sienten estupefactos al encon-
trar el mismo, estilo que una pintura consciente ha in-
ventado o reinventado en otras partes, Mahaux no pue-
de dejar de pensar en un "torrente subterrneo" de
Historia que .rene las pinturas ms alejadas en una pin
tura que trabaja a espaldas de los pintores, en una razn
en la historia cuyos instrumentos seran. Esos monstruos
hegelianos son la anttesis yel complemento de su indi-
vidualismo: cuando se ha ncerrado el arte en lo ms
secreto del individuo, la convergencia de unas obras in-
dependientes no puede explicarse ms que en virtud de
un destino que las domina. Pero cuando, por el contrrio,
vuelve a situarse al pintor en presencia del mundo, como
nosotros tratamos de hacer, en qu' se convierten la
Pintura en s o el Espritu de la Pintura?
Partamos del hecho ms simple sobre el' que por otra
parte hemos proporcionado ya algunas aclaraciones.
Cuando examinamos con una lente ,la medalla o la mi-
niatura, nos maravilla encontrar escondido en ellas el mis-
mo estilo que unos artistas han impuesto deliberada-
mente a obras de gran tamao. Pero, como decamos an-
teriormente, - se -trata -tan- -slo -de que la mano lleva a to-
das partes su estilo, que se halla, indiviso, en el gesto
yno tiene necesidad, para marcar con su zarpazo la ma-
teria, de seguir punto por punto el camino infinito del
buril. Nuestra escritura se reconoce lo mismo si trazamos
las letras sobre un papel, con tres dedos de la mano, que
silo hacemos con tiza, en el encerado, con todo el brazo,
yla razn esten 'que nuestro cuerpo no la detenta como
capacidad de circunscribir un cierto espacio absoluto, 'en
condiciones dadas de una vez para siempre ypor medio
de determinados msculos, con exclusin de otros, sino
como una potencia general de formular un tipo constan-
te (de gastos?) mediante todas las trasposiciones que
pudieran ser necesarias. O mejor, ni siquiera haytras-
posicin: simplemente no escribimos en el espacio en
.120 , (' 121
s, con una, mano en s, un cuerpo en s al que cada
nueva situacin le 'planteara problemas de adaptacin
muycomplicados. Escribimos en el espacio percibido,
en el que los resultados de una
- misma forma son anlo-
gos ylas diferencias de escala se, superan inmediatamen-
te, como se identifican inmediatamente las melddas de
una misma forma ejecutadas en diferentes tonos. Y la
mano con la que escribirnos es una mano-espritu, que
posee, junto con la frmula de un movimiento, como un
concepto natural de todos los casos particulares en los
que puede tener que realizarse. Todo el milagro de un
estilo ya presente en los elementos invisibles de fa mo-
neda o de la miniatura, en el mundo inhumano que nos
revelan el ralent, el microscopio o la lupa, se reducen
por tanto a que, mientras trabaja en el mundo humano
de las cosas percibidas, el artista estdejando su impron-
ta tambin en el mundo inhumano que nos revelan los
aparatos de ptica, como el nadador sobrevuela sin tener
conciencia de ello todo un universo sumergido que las
gafas submarinas le revelan con gran espanto suyo, o
como Aquiles efecta en la simplicidad de un paso una
suma infinita de espacios yde instantes. Y ciertamente
hayen todo ello un gran milagro cuya extraeza no debe
enmascararnos la palabra hombre. Al menos podemos
ver aqu que este milagro es habitual, que nos es natu-
ral, que comienza con nuestra existencia encamada yque
no haylugar para buscar su explicacin en un Espritu
del Mundo que operara en nosotros sin nosotros, ypen-
sara en lugar nuestro aquende el mundo percibido, a es-
cala microscpica: el espritu del mundo en este caso
somos nosotros, desde el momento en que sabemos mo-
vernos, desde el momento en que sabemos mirar. Estos
simples actos encierran ya todo el misterio de la accin
expresiva. Porque yo muevo mi cuerpo sin saber siquie-
ra qu msculos, qu trayectos nerviosos tienen que in-
122
tervenir, ydnde habra que buscar los instrumentos de
semejant accin. Del mismo modo que el artista hace
que su estilo irradie hasta en los elementos invisibles
de la materia que esttrabajando. Quiero trasladarme a
aquel lugar yheme all, sin haber penetrado en el secre-
to inhumano de la maquinaria corporal, sin haberla yo
ajustado a los datos objetivos del probleia, al empla-
zamiento de aquella meta definida con respecto a un cier- -
to sistema de coordenadas. Miro dnde estla meta, me
siento inspirado por ella, ytoda la mquina del cuerpo.
lleva a cabo cuanto hayque hacer para que yo pueda
llegar a ella. Todo transcurre en el mundo. humano de la
percepcin ydel gesto, pero mi cuerpo "geogrfico"o
"fsico"obedece a las exigencias de este pequeo drama,
que no cesa de producir en l incontables milagros na-
turales. Mi mirada dirigida hacia- su blanco tiene tambin
sus prodigios: porque, ella tambin, se instala en el ser
con autoridad, yse conduce en l como en pas conquis-
tado. No es el objeto quien acta sobre mis ojos yob-
tiene de ellos los movimientos de acomodacin yde con-
vergencia: se ha podido demostrar que, por el contrario,
yo nunca podra ver nada con nitidez yno habra para
m objetos si no dispusiera mis propios ojos de manera
que se haga posible la visin del nico objeto. Para col-
mo de paradoja, tampoco puede decirse en este caso que
el espritu releve al cuerpo yanticipe lo que vamos a
ver: no, son nuestras mismas miradas, su sinergia, su
exploracin o su prospeccin las que enfocan el objeto
inminente, ylas correcciones no seran nunca suficiente-
mente rpidas ni suficientemente precisas si tuvieran que
apoyarse sobre un verdadero clculo de los efectos. Hay
que reconocer, por tanto, bajo el nombre de mirada, de
mano yen general de cuerpo, un sistema de sistemas de-
dicado a la inspeccin del mundo, capaz de saltar las dis-
tancias, de horadar el futuro perceptivo, de dibujar en la
123
Llanura-inconcebible -del ser huecos yrelieves, distancias
yalejamientos, un sentido... El movimiento del artista
que. traza su arabesco en la materia infinita explcita y
prolonga el milagro de la locomocin dirigida o del gesto
de
.
coger. -El cuerpo no slo se entrega a un mundo cuyo
esquema lleva dentro: lo posee a distancia en vez de
verse posedo por l. Con mayor razn, el gesto de expre-
sin que se encarga por s mismo de dibujar yde exte-
riorizar aquello que se propone,, lleva a cabo una verda-
dera recuperacin del mundo ylo rehace para conocerle.
Pero, con nuestro primer gesto orientado, las relaciones
infinitas de un hombre con su situacin haban invadido
ya nuestro mediocre planeta yabierto a nuestra conduc-
ta un campo indefinido. Cualquier percepcin, ycual-
quier accin que la suponga, - en una palabra, cualquier
empleo de nuestro . cuerpo es ya expresin primordial, o
sea no el trabajo segundo yderivado que sustituye lo
expresado por signos dados ya a su vez con su sentido y
su norma de empleo, sino la operacin que comienza por
constituir los signos como tales, que hace habitar en ellos
lo 'expresado, no bajo la condicin de una convencin...........
previa cualquiera, sino mediante la elocuencia de su
misma disposicin yconfiguracin, que implanta un sen-
tido en lo que no lo tena, ypor tanto, lejos de agotarse
en el instante en que tiene lugar, abre un campo, inau-
gura un orden, funda una institucin o una tradicin....
'Ahora bien, si la presencia del estilo en miniaturas
que 'nadie haba visto nunca, .yen un cierto setido
nadie haba hecho, se confunde con el misterio de nues-
tra corporeidad yno pide ninguna explicacin oculta,
nos parece que puede decirse otro 'tanto de esas conver-
gencias singulares que hacen que, de un cabo al otro
del mundo, artistas que se ignoraban produzcan obras
que se parecen. Buscamos una causa que explique estas
semejanzas ynos ponemos a hablar de una Razn en
la Historia o de un Espritu de la Pintura o de un Super-'
artista que gua a los artistas sin que lo sepan. Pero
en primer lugar hablar de semejanzas es plantear mal
el problema: despus de todo no son gran cosa en com-
paracin con las innumerables diferencias yla variedad
de las culturas, de suerte que, cuando nos encontramos
con -obras que se parecen de un siglo a otro o de un
continente a otro, la probabilidad de una reinvencin sin
gua ysin modelo resulta suficiente para dar cuenta de
semejante coincidencia. El verdadero problema esten
comprender no por qu hayobras que se parecen, sino
por qu culturas tan diferentes se embarcan en la misma
bsqueda, se proponen la misma tarea (en cuyo camino
encontrarn, ocasionalmente, los mismos modos de- expre-
sin), por qu lo que produce una cultura posee siempre
un sentido para las otras, an cuando no sea su sentido
de origen, por qu nos tomamos la molestia de metamor-
fosear en arte los fetiches, por qu hayen definitiva una
pintura o un universo de la pintura. Pero esto slo em-
pieza a ser problema si se ha comenzado por situarse
en ... el--rnundo geogrfico ... - ... fsico....y... por...coloc --- en ..l
las obras como otros tantos acontecimientos separados,
cuya semejanza o simple parentesco resulta entonces im-
probable, yexige un principio de explicacin. Propone-
mos por el contrario que se reconozca el orden de la
cultura o del sentido como un orden original de adve-
nimiento que no tiene por qu derivarse del orden de los
puros acontecimientos, si es que ste existe, - ni ser tra-
tado como simple efecto de ciertos encuentros poco pro-
bables. Si se admite que lo propio del gesto humano es
significar por encima de su simple existencia -de hecho,
inaugurar un sentido, tendremos como resultado que cual-
quier gesto es comparable con cualquier otro, que pro-
vienen todos de una misma sintaxis, que cada uno de
ellos es un comienzo, ysupone una' continuacin o unos
124125
recomienzos en la medida en que, no es,' opaco como el
acontecimiento, no estcerrado en s mismo, ni cumplido
de 'una vez para siempre sino que vale ms que su sim-
ple presencia de hecho, yen este aspecto se halla de
antemano ligado o es cmplice de todas las otras tenta-
tivas' de expresin. Sobre todo: no slo puede compo-
nerse con ellas, y se organiza con ellas en un mundo
de la pintura, sino que adems, si su huella perdura yla
herencia se transmite, es esencial que el gesto pictrico
una vez realizado modifique la situacin de la tentativa
'universal en la que todos nosotros nos hallamos compro-
metidos. Porque la obra una vez realizada constituye
nuevos signos como tales, hace por tanto manejables
nuevas significaciones, acrecienta la cultura como un r-
gano aadido podra aumentar las capacidades de nues-
tro cuerpo, yabre por tanto un nuevo horizonte de
bsqueda. De manera que la totalidad de los gestos que
hacen existir la cultura no slo se hallan relacionados
entre s en una
afinidad de principio que hace de ellos
los momentos de una sola tarea, sino que adems cada
uno exige al otro en su 'diferencia ya que dos de ellos
iaen...sr...dritico...mas...qe...a... .odicindeigiio.
rarse. 'Y del mismo modo que no sorprende encontrar la
firma del artista en un sitio a donde su mirada no poda
alcanzar, una vez que' se ha admitido que el cuerpo h-
mano se expresa en todo lo que hac, tampoco las con-
vergncias y'las correspodencias entre obras de todo
origen, fuera ,de toda influencia expresa en la historia
del arte, ,pueden' sorprendr cuando 'uno se ha instalado
en el orden de l cultura considerado como un campo
nico. 'No queremos decir con ello que el , cuerpo hu-
mano proporcione una explicacin * yque hombres que
Al ~gen: Y tampoco es el espritu' quien explica con su
perffianencia. El verdadero problema no es el 'de las semejanzas,
se ignoraban yvivan a inmensas' distancias en el tiem-
po' yen el espacio empleen el mismo gesto porque su
cuerpo es el niismo: puesto que precisamente lo pro-
pio del cuerpo humano es no tener naturaleza.
Ciertamente el campo de investigaciones inaugurado por
una obra puede verse abandonado si la obra .se pierde,
arde o se olvida. El advenimiento no dispensa del acon-
tecimiento;- no hay, por encima de la de los aconteci-
mientos, una segunda causalidad que hara del mundo
de la pintura otro mundo suprasensible, con sus leyes
propias, como el mundo de la Graia de que hablaba
Malebranche. La creacin cultural carece de eficacia si
no encuentra un vehculo en las circunstancias exterio-
res, no puede nada contra ellas. Pero lo que s es cierto,
es que, por poco que se preste a ello la historia, la' obra
conservada ytransmitida desarrolla en sus herederos con-'
secuencias desproporcionadas con lo que es ella misma
como trozo de tela pintada, y'hayuna historia nica de
la pintura que vuelve a soldarse por encima de las inte-
rrupcinoes o de las regresiones ya que desde el comienzo
la obra inicial significaba ms allde su existencia em-
pirica.
Lo difcil ylo esencial es aqu comprender que al
proponer un universo del sentido o un campo de sig-
nificaciones distinto del orden emprico de los aconte-
cimientos, .no estamos proponiendo una eternidad, un
Espritu de la Pintura que se poseera en el envs del
mundo y se ira all manifestando poco a poco... El orden
o campo de significaciones que forma la unidad de la
pintura yabre de antemano cualquier obra a un futuro
de bsquedas es comparable al que 'el cuerpo humano
sino el de la posibilidad de metamorfosis,
de recuperacin; Las
semejanzas son la excepcin. Lo propio de la cultura es no
comenzar nunca y no acabar en el instante.
126
127
inaugura en su relacin, con el mundo yque hace par-
ticipar cada momento de su gesto del estilo del todo .
El cuerpo inserta su monograma en todo lo que hace;
por encima de la diversidad de sus partes que le hace
frgil y- vulnerable, es . capaz de concentrarse en un gesto
que domina su dispersin. De la misma: uianera;'pr en-.
cima de las distancias-de espacio yde tiempo, hayuna
unidad del estilo humano que rene los gestos de todos
los pintores en una sola tentativa, en una sola historia
cumulativa, ysu produccin en un solo arte o en una
sola cultura . La unidad de la cltra prolonga ms all
de los lmites de una vida individual el mismo gnero
de conexin que se establece entre todos sus momen-
tos una vez que una vida est ya instituda, una vez
que una conciencia, como suele decirse, se halla incrus-
tada en un cuerpo yaparece en el mundo un nuevo
ser al que le sobrevendrno se sabe an qu, pero al que
no podr por menos de sobrevenirle algo, no podr
dejar de tener una historia breve o corta. El pensa-
miento analtico, ciego para el mundo percibido, rompe
.........................la transicin. perceptiva de un lugar a otro, de una pers-
pectiva a otra ybusca por el lado' del espritu la ga-
ranta-de una unidad que est ya all cuando percibi-
mos; rompe tambin la unidad de la cultura ytrata de re-
construirla desde fuera. Despus de todo dice el pensar
analtico-' naltico, no hayms que obras, individuos, cul
*
Al margen: El orden de los significantes es comparable con
el del cuerpo. Los actos de significacin son esencialmente his-
tricos, el advenimiento es acontecimiento. El pintor contina
la percepcin. Y esto no quiere decir . explicacin mediante el
cuerpo.
*
Al margen: Naturalmente no se trata de la insrcide
todos los pintores en un solo cuerpo: en este caso el cuerpo es
la historia. Lo que se quiere decir, es , que existe a la manera
del cuerpo, que se halla del lado del cuerpo.
es el origen de su parecido? Entonces es cuando se intro-
duce al Espritu de 'la Pintura. Pero, de la misma ma-
nera que hemos de reconocer como un hecho ltimo la
posesin .corporal del espacio, el encabalgamiento de' lo
diverso por el cuerpo, de 'la misma manera que nuestro
cuerpo en la medida en que vive yse hace gesto, slo
reposa en s mismo yno puede
haber:
recibido este poder -
de un espritu separado, la historia de la. pintura: que
corre de una . obra a otra, reposa en ella misma yno se
apoya ms que en esos esfuerzos que se sueldan el uno
al otro por el solo hecho de ser esfuerzos de expresin.
El orden intrnseco de las significaciones no es eterno
si no sigue cada zigzag de la historia emprica, en cambio
dibuja, invoca una serie de pasos sucesivos.. No: se de-
fine -slo, como' acabamos de decir provisiona1me.nt
por el parentesco de todos sus momentos en una misma
tarea:. precisamente porque todos ellos son momentos
de la cultura,. cada .uno de ellos, si se conserva yes
trasmitido, modifiCa la situacin de la empresa, yexige
que los que vengan despus sean precisamente distintos
que l.
Cuando se dice que toda obra [verdadera?] abre un
horizonte de bsquedas, esto quiere .decir que . hace po-
sible algo que no lo era antes, de ella, yque transfigura
la empresa pictrica al mismo tiempo que la realiz. Dos
gestos culturales no pueden por tanto ser idnticos ms
que a condicin de ignorarse el uno al otro.. Su, efic~
de la que hemos hablado anteS, tiene precisamente como
consecuencia, hacer imposible en arte la pura ysimple
repeticin. Al arte ' le. es .pues esencial desarrollarse, es
decir cambiar 'y, al mismo tiempo, como dice 'Hegel, "vol-
ver a. s mismo", presentarse por tanto .bajo forma' de
historia,, yel sentido. del gesto expresivo sobre el que
hemos fundado la unidad' de la pintura 'es por principio
un sentido . en- gnesis. El' advenimiento no es una su-
128
. 129
9
peracin del tiempo, sino una promesa de acontecimien-
tos. La dominacin de lo uno sobre lo mltiple cuyo
ejemplo nos ofrece la historia de la pintura, como la
que hemos encontrado en el ejercicio del cuerpo perci-
piente, no consuma la sucesin en una eternidad: la
exige por el contrario, tiene necesidad de ella, al mismo
tiempo que la funda en su significacin. Y no se trata,
entre los dos problemas, de una simple wwioga. Es la
operacin expresiva del cuerpo, comenzada por la ms
pequea percepcin; - lo que se amplifica en forma de
pintura yde arte. El campo de las significaciones pic-
tricas estabierto desde que el hombre apareci en el
mundo. Y el primer dibujo en el muro de las cavernas
no fundaba una tradicin sino porque acoga otra: la
de la percepcin. La cuasi-eternidad del arte se confun-
de con la cuasi-eternidad de la existencia encarnada, y
en nuestro mismo .cuerpo tenemos, antes de cualquier
iniciacin al arte, la primera experiencia del cuerpo im-
palpable de la historia. -
Indiquemos para acabar que la historia as entendida
escapara a las vanas discusiones de quees.iioy...objeto.----------------------
yvolvera a ser lo que. tiene que ser para el filsofo:
el centro de sus reflexiones, .no como una naturaleza
simple, absolutamente clara por s misma, yque lo ex-
plicara todo, sino por el contrario como el lugar mismo
de nuestras interrogaciones yde nuestros asombros. Lo
mismo si es - para adorarla que para odiarla, hoyse con-
cibe la Historia yla dialctica histrica como una Po-
tencia exterior. Entre ella ynosotros haypues que es-
coger, yhayque escoger la historia, lo cual quiere decir
entregarse en
1
cuerpo y. alma al advenimiento de un
hombre futuro, renunciar en favor de ese porvenir a
todo juicio sobre los medios, yrenunciar en favor de
la eficacia a todas las consideraciones de valor, al "con-
sentimiento de s mimo. cnsigo mismo"; Semejante: His-
130 .
L
toria-dolo- secularizlas - concepciones ms . rudimenta-
rias de Dios, yno es un azar que nuestras discusiones
contemporneas gusten de establecer un paralelismo entre
loque se llama . la "trascendencia horizontal"de la his-
toria yla "trascendencia vertical"de Dios. En verdad
equivale esto .a plantear dos veces mal el problema. Hace
ms de veinte siglos que Europa renunci a la trascen-
dencia llamada vertical yresulta un . tanto grave olvidar
que el Cristianismo es en buena parte el reconocimiento
de un misterio en la relacin del hombre yde Dios:
precisamente el Dios cristiano no- quiere una relain
vertical de subordinacin, no es slo un principio cuyas
consecuencias seramos nosotros, una voluntad de la que
habramos de ser los instrumentos, haycomo una suerte
de impotencia de Dios sin nosotros yClaudel . llega - a
decir que Dios no se halla sobre nosotros, sino debajo,
queriendo dar a entender que no lo .encontramos como
un modelo supra-sensible al que tendramos- que some-
ternos,- sino como otro nosotros mismos, que abraza - y
autentifica nuestra oscuridad; La trascendencia, por tanto,
suspendido sobre el hombre, sino que ste
es, extraamente, su portador privilegiado. Po. arte
ninguna filosofa de la historia ha - trasladado nunca al
fututo toda -la realidad - del presente y destruido- el s
mismo para ofrecerle - un lugar. - Esta neurosis del futuro
sera exactamente la no-filosofa,. el rechazo deliberado
de saber en qu se cree. Justamente Hegel no introduce
la Historia, como una necesidad bruta que- oblitera el
juicio ysuprime el s mismo, sino como su verdadera
realizacin. Ninguna - filosofa ha consistido nunca en
escoger entre trascendencias por ejemplo entre la de
Dios yla del futuro humano, se han ocupado todas
en mediatizarlas, en comprender cmo Dios se hace hom-
bre o -cmo el hombre se hace Dios,- en dilucidar ese
extrao envlvimient de los fines ylos 'medios - que
131
hace que la eleccin de un medio sea ya eleccin de
fatalidad de decepcin En Hegel esta no era mas que
un fin lo que hace por tanto absurda la justificacin
. una de sus caras, era tambin como una gracia que hace
de los medios por los finesque el s mismo se haga
brotar el bien del mal, que. .por ejemplo nos empuja
mundo, cultura, y que la cultura tenga necesidad de
- hacia lo universal cuando creemos no estar persiguiendo
ser amada por l. En Hegel, como se repite por doquier,
-
. otra cosa que nuestro propio inters. De por s, no era
todo lo que es real es racional y por tanto estjustifi-
. ni dichosa ni desgraciada, ni ruina del individuo, ni ado-
-cado,
pero justificado bien como adquisicin positiva,
- racin del futuro; era, ms o menos Hegel, una maivha
bien corno pausa, bien incluso como un reflujo que pro-
que crea su propio curso y vuelve sobre s misma, un
mete un nuevo flujo, en una palabra justificado relati-
movimiento por tanto sin otra gua que su propia inicia-
vamente, a ttulo de nwmCnto de la historia total, con
tiva, y que sin embargo no escapaba fuera de s mismo,
la condicin de que esta historia se realice,
y por tanto
se confirmaba de ciclo en ciclo, era por tanto otro nom-
en el sentido en que se dice que nuestros mismos erro-
bre para el fenmeno de exprsin sobre el que hemos
res son constructivos y que . nuestros progresos son nues-
estado insistiendo, que se recupera gradualmente y .vuel-
tros errores comprendidos, lo cual no borra la diferencia
ve a lanzarse como por un misterio de racionalidad. Y
entre crecimientos y declinaciones, nacimientos
y muer
volvera a ,encontrarse sin duda el concepto de historia
tes, regresiones y progresos...
. en su verdadero sentido si se adoptara la costumbre de
La concepcin del Estado, en Hegel, no se atiene a
formarle, como nosotros lo hemos propuesto, basado en
esta prudente norma, pero sto no es urna razn para
el ejemplo de las artes o del lenguaje: porque la inti-
olvidar que incluso en la Filosofa del derecho' rechaza
midad de toda expresin respectb a cualquier otra, su
como errores del entendimiento abstracto lo mismo el
pertenencia comn a un nico orden, instituido por el
..............................
Juiciode..l.a.-aecinpor-.slo--sns..eftoq
jujcia
primer acto de expresin, realizan de hecho la unin
miento exclusivo por las intenciones,
y que lo que ha
entre lo individual i
lo universal, y la expresin, el len-
supuesto en el centro de su pensamiento ese lugar ri
guaje por ejemplo, es indudablemente lo que tenemos de
el que lo interior se hace exterior, ese viraje o vird
. ms individual, al mismo tiempo que al dirigirse a los
que hace que pasemos al . otro y el otro nosotros. Las
otros hace valer su universalidad. El hecho central al
polmicas contra la "trascendencia horizontal", en nom-
que la dialctica de Hegel vuelve de cien maneras dis-
bre de la "trascendencia vertical"(admitida o solamente
tintas, es que no tenemos que escoger entre el para s y el
echada de menos), no se hallan por tanto menos des-
para otro, entre el pensamiento segn nosotros y el pen-
provistas de equidad con respecto a Hegel que con res.:
samiento segn otro que es propiamente alienacin, sino
pecto al Critiaiiismo. Es la indigencia del pensamiento
que en el momento de la expresin, el :0110 al que yo
marxista, pero tambin la pereza del pensamiento no-
me dirijo y yo que me expreso nos hallamos ligados sin
marxista, cada una de ellas cmplice de la otra, como
concesin por parte suya ni ma. Los otros tal y como
siempre, quienes acaban hoypor presentar. la
"dialctica"
son o tal y como sern no son los nicos jueces de lo
dentro fuera de nosotros como capacidd de error, de
que yo hago: si yo quisiera negarme en provecho de
mentira y de fracaso, transformacin del bien en mal,
ellos, los negara tambin a ellos como "Yo"; ellos valen
132
133
saca la fuerza de volver a poner en presente todo. el
atribuy, me los atribuyo al mismo tiempo a m mimo.
resto, el otro
al
que yo respeto vive de m como yo de
exactamente lo que yo valgo, todos los poderes que les ........................
Me someto al juicio de otro queasu vez seadigno' de
l, una filosofa de la Historia no me sustrae. ninguno
lo que yo he intentado, o sea, a' fin de cuentas, de un
de mis derechos, ninguna de mis iniciativas. Lo que s es
igual escogido por m. . La Historia es juez pero no la
cierto es que aade a mis obligaciones de solitario -la de
Historia como Poder de un momento o de un siglo
comprender otras situaciones distintas de la ma, la de
la Historia como . ese mbito . en el que se rene, se
crear un camino entre mi querer y el .de los otros, lo
inscribe y se aciinula' por. sobre los lmites de siglos y
que quiere decir expresarme. Los - trnsitos
.
de una vida
pases todo cuanto, hemos dich: y hecho de ms ver-
- a otra no se hallan trazados de antemano. Por la accin
dadero y de ms vlido,., habida cuenta de 'las situaciones
de- la cultura, me instalo en vidas que..no son la ma, las
en que tuvimos .qua decirlo. De lo que yo haya hecho, -
-. confronto, manifiesto la una a la otra, las compongo en
los otrs juzgarn, . porque he pintado el cuadro para
un orden de verdad, me hago responsable de todas, sus-
ser visto, porque mi accin ha comprometido el futuro
cito una vida universal, del mismo modo que me
ms-
de los otros pero ni el arte ni la poltica consisten pre-
talo de un golpe en el espacio mediante la , presencia
-
cisamente en agradarles o 'en halagarles. Lo que esperan
viviente y espesa de mi cuerpo. Y del mismo modo tam-
tanto del artista como del poltico es que les conduzca -
bien que la operacin del cuerpo, la de las palabras
hacia unos valores en los que slo luego reconocern
o pinturas sigue estando oscura para m: las palabras,
sus propios ivalores. El pintor y el polftico forman a ls
- los trazos, los colores que me expresan salen de m
otros mucho, ms que les siguen, el pblico al que
como mis gestos, me son arrancados por lo que quiero
ellos apuntan no est dado de antemano, es el pblico
decir como mis ademanes por lo que quiero hacer. En
que 'su obra suscitar; lbs otros en los que ellos piensan
este sentido, hayen toda expresin e incluso en la ex-
no son los "otros"empricos, ni por tanto la humanidad
presin mediante ... el.... lenguaje, ... una....espofltafleidad...qUe
concedida como una especie; son los otros convertidos 'en
no tolera consignas, ni siquiera las consignas que yo
tales que 'l
"
pueda vivir con ellos, la historia a la qu
querra darme a m mismo. Las palabras, en el arte de
se asocia (ytanto ms cuanto menos piense en "hacer
la prosa, transportan al que habla y al que escucha a
historia" y produzca' honradamente su obra; 'tal y como
un universo comn, pero lo hacen llevndonos consigo
la quiere) no es un poder ante el cual tenga que doblar :
hacia una significacin nueva, en virtud de una capaci-
la rodilla, sino el encuentro perpetuo anudado entre todas
dad de designacin que sobrepasa su definicin o su
las palbras, todas las obras y todas las acciones vlidas,
significacin recibida y que se halla depositada en ellas,
cada un de las cuales desde su sitio
y en su situacin
por la vida que todas ellas juntas han llevado en nos-
singular rplica y cnfinna a la otra, recrea a todas las
'otros, por lo que Ponge llamaba acertadamente su "espe-
dems. La historia verdadera vive por tanto 'por 'entero
sor semntico" y Sartre su "humus significante". Esta
de nosotros, es 'precisamente de nuestro presente de donde
espontaneidad del lenguaje que nos libera de nuestras
oposiciones no es una consigna.. La historia fundada por
ella no es un dolo exterior: es nosotros mismos con
134
135
nuestras races, nuestro propio impulso ylos frutos de
nuestro trabajo.
Historia, lenguaje, percepcin slo poniendo en rela-
cin estos tres prblemas;.podrn rectificarse en su propio
sentido los, bellos anlisis de Malraux yextraer -de ellos
la filosofa .que contienen. Entonces podrverse que es
legtimo tratar a la pintura como un - lenguaje: - trata-
miento que pone en. ella al desnudo un .s'entido. percep-
tivo, cautivo de la configuracin visible, yno obstante
capaz de acoger en s mismo. en una eternidad siempre
por rehacer toda una serie de expresiones - anteriores se-
dimentadas,
y
que. Ja comparacin no beneficia sola-
mente 'a nuestro anlisis, de lpintura, sino tambin a
nuestro anlisis del lenguaje: porque nos hace descu-
brir bajo el lenguaje hablado, bajo sus enunciados ysu
ruido sabiamente Ordenados a significaciones ya hechas
del todo, un lenguaje operante o hablante n el que las
palabras viven una vida sorda como los animales de las
grandes profundidades, se unen yse separan como lo
exige su significacin lateral o indirecta. La transparencia
del lenguaje esaesplndidaclaridadde la -Pala-
................
bra que no es ms. que sonido y' del sentido que no es
ms.. que sentido, la propiedad que aparentemente posee
d extraer el sentido de los' signos, de aislarle en estado
puro','(en realidad simple 'presuncin de encarnarle en
varias frmulas en las qe sigue siendo el mismo) su
pretendido.: poder. d resumir yde encerrar realmente
en un sol- actotodo un devenir de expresin, en suma s
poder .cumlatvio no es ins que el pinito ms alto d
una acumlacin tita e' implcita 'del tipo de la de la
Pintura.
.... ...............
.: '
Hayque comenzar por admitir que el lenguaje en-la
mayora de los casos no procede de modo distinto que
la pintura. Una novela. expresa. como un cuadro. Se puede
contar el tema. de 'la novela como el del cuadro, pero
136
la virtud de la novela, como la del . cuadro, no esten
el tema Lo que . cuenta, no es tanto que Julin Sorel,
al saber que ha sido traicionado por Mme.. de. Renal,
vaya a Verrire ytrate de matarla sino, tras la noticia,
aquel silencio, quella abalgada de. sueo, aquella cer-
tidumbre sin pensamiento, aquella resolucin eterna...
Ahora bien, eso no est dicho en ninguna parte.. No
haynecesidad alguna de ini "Julin -pensaba", "Julin .
quera". Basta, para expresarlo, que Stendhal se deslice,
se meta en Julin, pase a un monlogo- en Julin, yhaga
circular ante nuestros ojos a la velocidad del viaje, los
objetos, los obstculos, los medios, los azares. Basta con
que decida contarki en tres pginas, en lugar de cOn-
tarlo en diez, ycallar aquello en vez de decir sto. Tam-
poco significa esto que el novelista exprese nediane
eleccin, ya travs de lo que omite tanto como a
travs
de lo que menciona. Porque no se trata propiamente para
l el tener que escoger. Consultando los ritmos de su
propia clera, de su propia sensibilidad ante el otro, les
presta sbitamente un cuerpo imaginario ms . viviente
que - prqpiP ...uerpo--realiza como en una segunda .vida
el viaje de Julin, de acuerdo con una cadencia .de seca
pasin que escoge en su lugar lo visible ylo invisible,
lo que ha de decir yl que no. La voluntad de muerte,
no se halla en ninguna parte en las palabras, estentre
ellas, en los huecos de espacio, de tiempo, d significa-
ciones que ellas delimitan, como la de movimiento en
el cine se encuentra entre las imgenes inmviles que
se siguen unas a otras, o como las letras, en ciertos
anuncios, no se hallan tanto hechas por algunos trazos
negros como por las pginas blancas que indican, vaga-
mente, blancas, pero llenas de sentido, vibrantes de vec-
tores ytan densas como el mrmol... El novelista man
tiene con su lector ycualquier hombre con cualquier
otroun lenguaje de iniciados: iniciados en el mundo,
137
en el. universo de posibles que. son un cuerpo humano,
una vida humana. Lo que va 'a decir, lo supone conocido,
se instala en la conducta de
. un personaje yno ofrece
al lector ms que rbrica, la huella nerviosa yperen-
toria que aqella deposita en el. entorno. Si es escritor,
es decir, capaz de encontrar las elipsis, las elisiones, las
cesuras, el lector, responde a la convocacin yle en-
cuentra en el centro del- mundo imaginario que i l go-
bierna yanima. La novela como recensin de un cierto
nmero de acontecimientos, como enunciado de ideas,
tesis o conclusiones, en una palabra como significacin
directa, prosaica o manifiesta, yla novela como inaugu-
racin de un estilo, significacin oblicua o latente, se
hallan en una simple relacin de homonimia, yesto es
lo 4ue Marx haba comprendido muybien cuando adopt
a 'Balzac No se trataba de una regresin del liberalismo.
Lo que 'Marx qura decir es que una cierta manera de
hacer ver 'el mundo del dinero ylos conflictos de la
sociedad moderna tena ms importancia que las tesis,
yque: una visin como sta, una vez adquirida, traera
cnsigo sus justas consecuencias, con o sin el asenti-
nrinto"de"Balzac. ...... ................. ......... . ...... .... ... ... .... ..
'Se debe, condenar el formalismo, pero se suele olvi-
dar 'que lo condenable en l, no 'es que estime dema-
siado la' forma, sino que la estima demasiado pco, hasta
el extremo de desprenderla del sentido. Y en sto no se
diferencia de la' literatura de "argumento"que, por su
parte, 'desprende tambin el sentido de. la obra de la es-
tructura de la' misma. Lo verdaderamente contrario del
formalismo es una buena teora de la 'palabra que la
distinga de' toda tcnica yde todo instrumento porque
no es. slo un medio al servicio de un fin exterior, sino
que encierra dentro de ella misma su moral, su norma
de empleo, su visin del mundo, de la misma forma
que un gesto revela toda la verdad de un hombre. Y este
uso vivo del lenguaje es, al mismo tiempo' que lo con-
trario del formalismo,locontratio... de una literatura de
"temas". Un 'lenguaje, en efecto, . que no buscase 'ms
que expresar las 'cosas mismas, agotara su capacidad de
enseanza en .enunciados de hecho. Un lenguaje por -el
contrario que ofrece nuestra perspectiva' sobre las cosas,
que organiza en ellas un relieve, inaugura una discu-
sin sobre las cosas que no acaba con l, l mismo sus-
cita la bsqueda, hace posible la adquisicin. Lo.: que
es irreemplazable en la obra de arte lo que hace de
ella no solamente' una ocasin de' placer, sino un rgano
del espritu cuyo anlogo se encuentra en todo pensa-
miento filosfico o poltico que' sea' productivoes que
contiene, ms que ideas, matrices de ideas; nos propor-
ciona emblemas cuyo sentido nunca acabaremos "de des-
plegar, y, precisamente porque se instala ynos instala' en
un mundo cuya clave no poseemos, nos ensea a ver y
nos' da que pensar como ninguna obra analtica puede
hacerlo
'
porque no hayningn anlisis que pueda. des-
cubrir en un objeto otra cosa que lo que nosotros ha-
yamos' puesto en l. Lo que hayde azaroso en la comu-
nicacin literaria, lo que hayde ambiguo e irreductible
a la tesis en todas las grandes obras de arte, no radica
en' un' defecto provisional de 'la literatura, cuya 'supera-
cin podra esperarse, sino que es el precio que hayque
pagar por tener un lenguaje conquistador, que no' se 'limi-
te a enunciar lo que ya sabamos, sino que nos introduz-
ca en experiencias extraas, en perspectivas que nunca
sern las nuestras ynos desembarace al fin de nuestros
prejuicios. Nunca podramos ver un paisaje nuevo si no
tuvisemos, con nuestros ojos, ,el .medio de sorprender,
de interrogar yde 'poner en forma configuraciones de
espacio yde color nunca vista hasta ahora. Ni podra-
mos hacer nada si no tuvisemos ,con nuestro cuerpo,
el medio de saltar por encima de todos los medios ner-
138
. (139
nicos que la . crtica descubre en la obra de arte, lo de-
duce de esa significacin inagotable de la que la novela
se ha encontrado revestida cuando ha venido a .des.
centrar, a distender, a solicitar hacia un nuevo .sentid
nuestra imago
del mundo ylas dimensiones, de nues-
tra experiencia. La novela, al sobrevenir, la transforma,
antes de cualquier significacin, como la lnea auxiliar
introducida en una figura abre el camino a la solucin.
Podr responderse que en todo caso el 'lenguaje del
crtico, ysobre todo el del filsofo, tiene justamente la
ambicin de convertir en una verdadera posesin el asi-
dero resbaladizo que sobre la experiencia nos ofrece la
literatura. Quedara por saber' nos lo vamos a pre-
guntar enseguidasi, aun en esto, crtica yfilosofa no
se limitan, a ejercer, como en segunda potencia, ypon
una especie de reiteracin, el mismo poder de expresin
elptica en que consiste la obra de arte. Comencemos. en
todo caso por hacer constar que, a primera vista, la
filosofa no est ms en posesin de su objeto que el
arte, ni lo tiene en la mano de modo que no quede nada
que dese de 'la filosofa..................
de Descartes: la esclarecemos con nuestras luces, como
la pintura moderna esclarece al Greco o a Tintoreto.
Antes de nosotros, Spinoza, Malebranche, Leibniz' haban,
como se sabe,' cada"tino a su modo, puesto ''los acentos,
cambido las relaciones de' las "figuras"ylos "fondos"
yreinvindicado cada 'uno su propio Descartes. Descartes
es indudabemltnee ese francs de' hace tres siglos que
escribi l 'Meditaciones yotros libros, 'respondi a Hob-
bes, a 'Mersenne,"ya otros, tom como divisa lairvatus
prodeo 'e hizo aqella peregrinacin a Nuestra. Seora
de Loreto... pero es tambin mucho ms: como Ver-
meer, Descartes es una de esas instituciones que se
esbozan en. la historia de las ideas antes de aparecer en
ella en persona como el sol se anuncia antes de deSve
141
viosos. ymusculares y. del movimiento para . plantarnos
en el fin anticipado. De esa misma manera, imperiosa
ybreve, el artista, sin transiciones ni preparativos, nos,
arroja en un mundo nuevo. Y as como nuestro cuerpo
no puede encontrarse entre las cosas ni frecuentarlas
msque a condicin de que renunciemos a analizarle
para usar de l, as el lenguaje literario no puede decir
cosas nuevas ms que a condicin de que hagamos causa
comn con l, condicin de que dejemos de examinar
de dnde viene para seguirle a donde va, de que deje-.
mos que las palabras, los medios de expresin del libro
se envuelvan en ese vaho de significacin que deben
a su singular disposicin, yque todo el escrito vire
hacia. un valor segundo ytcito en el que llega casi a
alcanzar el resplandor mudo de la pintura. De la misma
manera que el de la 'pintura, el sentid propio de la
obra de arte no, en principio perceptible .ms que
como. una deformacin coherente impuesta a lo visible.
Y. nunca lo ser ms que as. Los crticos podrn sin
duda confrontar el modo de expresin de un novelista
con el de otro, hacer entrar la configuracin escogida en
ua familia de otras configuraciones posibles, o incluso
realizadas... Este trabajo slo es legtimo si pone las
diferencias de "tcnica"en relacin con diferencias. de
proyecto yde sentid, yse guarda sobre todo de ima-
ginar que Stendhal para decir lo que tena que decir
poda haber pedido prestados el estilo yla narracin de
Balzac. El pensamiento crtico, nos explica a. nosotros
mismos lo que habamos percibido. en la novela, ypor
qu lo habamos all percibido. Al lenguaje del novelista,
que muestra o hace transparecer lo verdadero sin tocarlo,
la crtic sustituye otro lenguaje,, que pretende poseer
su objeto. Pero, viene a ser como esas descripciones de
un 'rostro sobre un pasaporte que no nos permiten ima-
ginrnoslo. El sistema de ideas yde procedimientos tc-
140
lar un paisaje renovado, que, mientras duran, no dejan
de ,incrrnentarse yde, transformar en s mismas los
acontecimientos con los que. se encuentran confronta-
das ,hasta que llega el momento- en que insensiblemente
el movimiento se- invierte, el nmero de situaciones y
de relaciones inasimilables excede de las que pueden ab-
sorber, acaba pr alterarls,, ysuscita otra forma que
sin embargo ysin ellas, no hubiera llegado a existir. Des-
ca.rtes es Descartes, pero es tambin todo lo que retros-
pectivamente nos parece haberle anunciado, todo aquello
a lo que l precisamente ha dado sentido yrealidad
histrica yes tanibin todo lo que ha derivado de l,
el ocasionalismo d 'Malebranche oculto en un rincn de
la Diptrica, la sustancia de Spinoza en un recodo de
las Respuestas a' las objeciones. Cmo trazar un lmite
entre lo que l pens ylo que se ha pensado a partir
de dl, entre lo que le 'debemos ylo que nuestras inter-
pretaciones le prestan? Bien es verdad que sus suceso-
res hacen fuerza all por donde el pasaba vivazmente
o dejan per4erse aquello que el cuidadosamente expli
caba Es
....un gran organismo en el que ellos subvierten
la distribucin de los centros vitales yde las funciones.
Pero en definitiva no deja de ser, el quien les despierta
a sus pensamientos mspropios, quien les anima en su
agresin- contra l, '.,yno es posible hacer un inventario
riguroso de los pensamientos de Descartes ms de lo que
lo es hacer. en una lengua el inventario de los medios
de expresin. Concibi ms vivamente que nadie la dis-
tincin del alma -ydel cuerpo, pero en esto mismo vio
mejor; que' -nadie la paradoja de su .unin en el funcio-
namiento de la vida. Si se quiere cercar a Descartes,
ms que sen sus escritos (desde un principio zumbadores
de esos. enjambres de pensamientos que habran de in-
vadirlos), a lo que el hombre Descartes tena en la cabe-
za ',. en, la suma de los minutos de su vida,, tampoco.. po-
dra hacerse una enumeracin: el campo de nuestro es-
pritu, como nuestro campo visual, no se halla limitado
por una frontera, sino que se pierde en una zona. vaga
en la que lo objetos. slo se pronuqcian dbilmente, pero
no carecen de una suerte de presencia. No es slo--por
falta de datos por falta de un diario fechado, de sus
pensamientospor lo - que no estamos en situacin de
Poder decir si Descartes, en un momento de su vida,
concibi, o no, el idealismo, sino porque cualquier pen-
samiento un poco profundo, no slo en un texto esrito,
sino tambin en. el mismo hombre viviente, pone. en
movimiento todos los dems. El movimiento de la. se-
gunda Meditacin, es yno es el-idealismo, segn que se
le toma por verdad, en un 'sentido imposible . de dejar
atrs como toda 'verdad, yque uno se detenga en l, algn
tiempo, como quiere Descartes, para penetrarse de l
para siempre o que por el contrario se crea poder inser-
tarlo como verdad parcial en una, verdad ms amplia
ycontinuarlo hacia un autor divino del mundo, :.como
quiere. .tambin.. Descartes.; segn que se .haga de la in-
clinacin natural un caso particular de la luz natural
e interior, o por el contrario se haga de la luz, natural
una operacin. de Dios creador sobre nosotros. Si Des-
cartes, por lo menos una vez, hpresentado -la filosofa
como meditacin, entndmons: no como. un movimien-
to del espritu' hacia una verdad' exterior e inmvil,. sino
como una transformacin mediante el ejercicio del pen-
samiento del sentido de sus certezas
'y
..de 'la ' verdad
misma, eso significa que' admite 'la 'verdad permanente
de cada uno de los pasos, que sus conclusiones los hacen
* El texto deca: "si se quiere, ms que a sus escritos. -. limitar
Descartes a lo que el hombre Descartes.., ". El autor ha sus-
tituido limitar por cercar, pero no ha corregido la construccin
de la frase. '
142
' 1 143
vlidos a todos
y
que no admite ninguna verdad que no
haya llegado: a serlo. Pr tanto hayen l, entre otras
cosas,. el idealismo. Pero el idealismo como momento
no es e1 idealismo, yno. lo haypor tanto en Descartes.
Pero s que lo haypuesto que los otros momentos,..en
los que Descartes lo deja atrs, no son legtimos, y
slo sigue adelante porque se olvida del punto de par'-
tida... La discusin.. prosigue as entre . los comentaristas.
El inventario de los pensamientos que Descartes form
en vida es imposible por una razn de principio que
consiste en que ningn pensamiento se deja separar.
Haba ..en l idealismo yno lo haba, como, en las adivi-
nanzas, el conejo estentre el :follaje yno lo estmien-
tras no se mire desde un cierto ngulo; El pensamiento
de un filsofo al' margen . .de cualquier equvoco de los
textos ytomado, si es que esto tiene sentido, en s mismo,
en estado naciente, no es una suma de ideas, sino un
movimiento. que deja tras de s una estela yanticipa
su futuro, yla distincin entre lo que all se encuentra
y
. gue Ja metamorfosis futuras encontrarn, no puede
ser,
1
por as decirlo, sino macroscpica. Al comparar los
escritos mismos de Descartes el orden de sus pen-
samientos, las palabras de las que se sirve, lo que a la
letra dice ylo que niegacon los escritos de Spinoza.,
las diferencias saltan a la vista. Pero en cuanto se pene-
tra en sus escritos lo suficient como para que quede
atrs la forma exterior, yaparece en el horizonte el
problema que les es comn, los adversarios -aparecen
comprometidos el uno contra el otro en una lucha ms
sutil, en la que ambos, el parricida yel infanticida, gol-
pean con las mismas armas que el otro. Lo propio del
ademn cultural es despertar en cada uno de los dems
si no una consonancia al menos un eco.,Mientras Male
branche esta escribiendo a Dortous de Mairan todo lo
malo que piensa de Spinoza yparece que se estn en-
frentando ds pensamients opacos y.. 'testarudos, . he aqu
que de sbito, en el punto en .que chocan, ya no ns
encontramos con. dos espritus singulares, cerrado . cada
uno de ellos en s mismo y. extrao al otro: descubrimos
que al golpear al otro cada uno se hiere a. s mismo;
ya no se trata de un. combate singular, sino de una
tensinen en el mundo cartesiano; entre la -esencia yla - -
existencia.. No insinuamos aqu ninguna . conclusin es- -
cptica: slo en el interior de un mismo mundo carte-
siano son hermanos lo- adversarios; yellos lo saben:
Malebranche es tan severo con Spinoza porque Spinoza
posee., el medio de empujaile muy. lejos por la ruta :del
spinozismo yMalebranche no quiere recorrerla. No es-'
tamos diciendo por tanto que sea vana cualquier opo-
sidn ni que' una cierta Providencia en las cosas . d la
razn a todo el mundo. Lo que decimos es que en un
mismo mundo de cultura los pensamientos d cada uno
llevan en el otro una vida oculta, al menos como ob-
sesin, que cada uno mueve- al otro como el otro le
mueve a 'l, yse funde con el otro en el mismo mo-
mento en que le contesta: yesto no es 'unTprilrcipicYde
escepticismo sino por el contrario de verdad Precisa-
mente porque se da entre los pensamientos esta difusin,
esta smosis, porque el entabiEainiento de los pensa-
mientos es imposible porque carece de sentido la cues-
tin de saber .a quien pertenece un pensamiento, es por
lo que habitamos verdaderamente el mismo mundo .,y
hayefectivamente, para nosotros una verdad. . Y si,, en'
fin, al no poder encontrar en las -obras que escribi o.
los pensamientos que vivi el absoluto de Descartes, se
intentarbuscarlo en la, opcin indivisible que subten-
da no slo sus <)bras.y7 sus pensamientos favoritos sino
tambin, da tras da, sus aventuras ysus accionesdesde desde.
luego que as se llegara a lo ms individual, . a lo .- que.
144
"mil aos de historia no pueden destruir" . Al decir
s o no a lo que le era dado ver, conocer o vivir, las
decisiones irrevocables de Descartes trazan un "lmite"
que ningn futuro podrarrancar, ypodra creerse que
definen un absoluto propio de Descartes que ninguna
metamorfosis puede cambiar. Sin embargo no esttoda
la cuestin en saber si se dice s no, sino por qu
se dice, qu sentido se da a ese s o a ese no, lo que
se acepta exactamente cuando se dice s, lo que se re-
chaza cuando se dice no. Ya para sis propios contem-
porneos, las decisiones de Descartes eran - algo que haba
que comprender, yno lo podan conseguir sin, poner
en la faena algo propio. Descartes mismo - no poda, a
sus propios ojos, definirse solamente por, lo que haca,
ni reducirse a sus decisiones: no tena ms remedio
que tratar de discernir tras- ellas el proyecto que mani-
festaban, el sentido que l mismo les daba. O mejor,
cada una de ellas no tena ms ue un sentido provisio-
nal, yprecisaba de las siguientes para determinar del
todo. La comprobacin del se esse, que las- Regulae
ponen entre las naturalezas simples, iba en las Medita-
dones a aislarse de ellas como una primera verdad,
como una experiencia privilegiada. El sentido del se
esse despus de las Regulae haba quedado por tanto en
suspenso. Y como puede decirse lo mismo de todas
las otras obras de Descartes, ycomo el filsofo deja de
escribir o muere, no porque haya acabado su obra sino
porque, bajo su, proyecto total de vivir yde pensar, algo
falla inopinadamente, como toda muerte es prematura
desde el punto de vista de la conciencia por ella alcan-
zada, la vida yla obra entera de Descartes slo adquie-
ren en definitiva un sentido irrevocable a los ojos de
los que le sobreviven, del espectador extrao. Para Des-
J. P. Sartre.
146
cartes en vida,: y por, estrechamente que se viera apre-
miado para pronunciarse en su horizonte histrico, res-
pecto a tal institucin, tal filosofa reinante, tal religin,
por muy- resueltamente que hubiese dicho s a sto,
no a 'aquello, cada decisin, lejos de ser un absoluto,
exiga ser interpretada por las otras. La cuestin de la-
religin de Descartes no queda zanjada por la
peregri-
nTacin a Nuestra Seora de Loreto ni por lo que l
mismo dice del catolicismo en sus obras: queda por
saber lo que poda ser aquel s, en relacin con el con-
junto de pensamientos expresados por l en otras ocasio-
nes. No se trata tanto de saber si ha sido religioso como
en qu sentido lo ha sido, qu funcin desempeaba la
religin en el conjunto Descartes. Se hallaba presente
en l slo de un modo marginal, annimo, como un
elemento ms del bagaje histrico de su tiempo ysin
compromiso alguno con un centro propio de su pensa-
miento, que se situara en la razn natural? O llegaba
por el contrario hasta el corazn del Descartes filsofo, y
en tal caso cmo se compaginaba con el resto? No se
puede postular que estas cuestiones, que esperan nues-
tra
i$n.... .. ...
as
...
haya
...
rtirlado - - -- - 1y reueltol
mismo el da en que decidi hacer la peregrincin a
Nustra Seora de 'Loreto, ni que l estuviera en pose-.
sin de la solucin en un transfondo que sera el abso-
luto de Descartes. No menos oscuro a sus ojos que a
los nuestros, es muyposible que no llegara a tener la
clave de su propia vida; que, nacido en un tiempo en
que la religin era algo establecido, participas simple-
mente de aquella religin general yuniera dentro de
s unas creencias yunas luces naturales, que nos pare-
cen discordantes, sin tratar de encontrarles un centro
comn; que, finalmente, aquella vida no tuviese una
nica clave, que slo fuera enigmtica como lo es lo
irracional, el hecho puro, la pertenencia _de un pensa-
147
miento a.mtiempo, o sea. enigmtica en s misma, sin
que haya en parte alguna una solucin... Tanto. si esto
es as como si al revs, la religin, o el pensamiento
puro pueden darnos la clave de Descartes, en cualquier
cas su propio secreto no estaba dado sin ms en - l;
tena, no menos que nosotros, que descifrarle o que in-
- - ventarle ya esta tentativa de interpretacin es a lo
que se llama su obra ysu vida. El Descartes absoluto, el
hombre Descartes en su tiempo, duro como un diamante,
con sus quehaceres concretos, sus decisiones, sus empre-
sas, somos nosotros quienes lo imaginamos, porque l est
muerto, ydesde hace mucho tiempo. En cuanto a l,
en su presente, no puede dejar de producir, a cada mi-
nuto, una significacin Descartes, con todo lo que las
significaciones suponen de discutible, no puede hacer
mi gesto sin entrar en el laberinto de la interpretacin
de. s mismo, en espera de que sean otros los que se
pongan a : interpretarlo. Apenas toca ese concurso sin-
gular de circunstancias que constituyen su lugar hist-
rico. la enseanza del colegio de la Flche, la geome-
tra;l-a--filosofaen-el--estadio--ea-que--se-la---transmiten--sus
predecesores, la guerra que va. a hacer, la sirvienta de la
que habr
de
hacerle una hija aquella horrible reina
de Suecia a la que hayque instruirtodo adquiere
bajo sus dedos un sentido Descartes, que puede corn-
prenderse de mltiples maneras, todo se pone a fun-
cionar en un mundo Descartes, enigmtico como todo
lo individual; su prpia vida comienza a dar testimonio
de: una manera de tratar la vida . yel mundo y, como
todos: los dems, ese testimonio requiere interpretacin.
Ni siquiera en el individu total podemos encontrar
ese
Descartes especfico que hemos buscado vanamente .en
su pensamiento, o mejor dicho, slo lo encontramos en
enigma, . sin que sea seguro que el enigma lleve consigo
una respuesta. Lo que, hace que esta vida, acabada:
hace trescientos aos, no haya sido amortajada en la'''
tumba de Descartes, que siga siendo emblema ytexto
que leer por todos nosotros, ypermanezca . ah, "desar-
mada yno vencida, como un hito", se debe justamente
a que era ya significacin yque en este sentido estaba
pidiendo la metamorfosis. En iiosbuscara por tanto
incluso aqu algo qu slo se encuentre en. Descartes.
No es singular como una piedra o como una esencia: es
singular como un tono, un estilo o un lenguaje, o sea
algo participable porlos dems, ms que individuo.
Por muyligado ai su vida que est, el pensamiento. del
filsofo ms decidido que ningn otro a ser explcito,
a definirse, a distinguirse, al igual el pensamiento alu-
sivo dl novelista, no expresa sin supuestos.
Queda el hecho de que el lenguaje,, aunque de hecho
recaiga en la. precariedad de las, formas de expresin- mu-
das, tiene en principio otra intencin. El hombre que habla
o que escribe adopta ante el pasado una actitud que
slo es suya. Todo el mundo, todas las civilizaciones
continan el pasado: los padres de hoycontemplan su
niez en la de sus propios hijos, vuelven a adoptar ante
ellos las conductas de sus propios padres, o bien, por
rencor, pasan al otro extremo, practican la educaci
libertaria, si es que tuvieron que sufrir una educacin
autoritaria, pero, al mismo tiempo, mediante est rodeo,
vuelven en frecuencia a tomar contacto con su tra-
dicin, puesto que el vrtigo de la libertad volver a
conducir al nio al sistema de la. seguridad yen veinte
aos har de l un padre autoritario. Cada comporta-
miento que adoptamos respecto a un nio es percibido
por l no slo
1
en sus efectos sino' tambin en su prin-
cipi. No lo experimenta nicamente como nio, lo asu-
me como futuro adulto, no es slo objeto sino' tambin
sujeto ya, est en complicidad con las mismas severi-
dades que. tiene que sufrir, ya que su padre, es .otro l
148 ,
'149
mismo. Esa es la razn de que la educacin autoritaria no
produzca, como podra creerse, verdadros rebeldes: des-
pus de las rebeliones de la juventud, se ve reaparecer
en el adulto la misma imagen de su padre. Quiz lo que
ocurre es que el nio, con una sutileza extraordinaria,
no percibe Slo 'lrigidez d sus...padres,sino, tras ella,
el fondo de angustia yde incertidumbre que con fre-
cuencia la motiva; al, sufrir la una aprende tambin a
sufrir la otra y, cuando llegue la hora de ser padre,
tratar; de huir de la primera no menos que de la se-
gunda, yvolver a penetrar. -por su cuenta en el labe-
rinto de la' angustia yde la agresin que hace a los
violentos. As, a pesar de ls zigzas, que vuelven a llevar
a veces al punto de partida, ypor el hecho de que
cadhombrecito, a travs de cada uno de los cuidados
de que es objeto, de cada gest del que es testigo, se
identifica con la forma de vida de sus padres, se establece
una tradicin pasiva yhar falta todo el peso de la ex-
periencia yde las propias adquisiciones para aprtar.
a ella algn cambio. As es' como se lleva a cabo la
temible, ynecesaria integracin cultural, la continuacin
de' edad en . edad -de un destino. Por supuesto, cambios
los hayaunque no sea sino porque el nio hereda con-
clusiones
.
sin, haber vivido las premisas yporque las
conductas aprendidas, aisladas de, las experiencias que
las han motivado pueden recibir de el un nuevo sen
tido. Pero en todo caso esos cambios se llevan, a cabo
en la oscuridad, es raro que el nio comprenda su origen,
las profundas emociones en virtud de las cuales ha co-
menzado a vivir, ypueda extraer de ellas una ensean-
za en lugar de dejarlas jugar ,dentro de l.. De ordinario
se contenta con , continuarlas, no en su verdad, sino en
lo que tienen. de hiriente yde . intolerable. La, tradicin
de . una cultura es' en su superficie monotona yorden,
en su profundidad . tumulto ycaos, yla misma ruptura
no constituye mayor liberacin que la docilidad.
La inmensa novedad de la expresin esten que hace
salir definitivamente a la cultura tcita de su crculo
mortal. Cuando en una cultura aparecen las artes, apa-
rece tambin una nueva relacin con el pasado. Un 'ar-
tista no se' contenta con continuarlo, por la veneracin
o por la rebelin; lo vuelve . a comenzar; no puede,
como el hio, imaginar que su vida esthecha para con-
tinuar - otras vidas; si coge el pincel, es que en un
cierto sentido la pintura est todava por hacer. Sin
embargo, esta misma independencia resulta sospechosa-
justamente si la - pintura est siempre por hacer, las
obras que produzca van a ir a aadirse a las obras ya.
hechas: no las contienen, no las' hacen intiles, las
vuelven a comenzar; la pintura actual, an cuando no
ha' sido 'posible ms que en virtud de todo un pasado
de pintura, niega demasiado deliberadamente ese pasado
como para 'poder superarlo de verdad. Lo nico, que
puede hacer es olvidarlo. Y el rescate pagado por su
novedad consiste en que hace' aparecer lo que hubo
antes que ella como una tentativa----frii"frida,'y"eT"d"de
maana otra pintura la har. aparecer a su vez como
otra tentativa frustrada igualmente, con lo que en defi-
nitiva la pintura toda se nos ofrece como un esfuerzo
abortado para decir, algo que se queda siempre por decir.
Aqu es donde se advierte, lo propio del lenguaje.
Porque el hombre que escribe, si no se contenta slo
con continuar la lengua recibida, o con volver a decir las
cosas ya dichas, tampoco quiere reemplazarla 'por un
idioma que, como el cuadro, se baste a s mismo yse
halle cerrado en su propia significacin. 'Quiere realizarla
ydestruirla al mismo tiempo, realizarla destruyndola
o destruirla realizndola. La destruye como palabra hecha
del todo, que ya no despierta en nosotros ms que sig.
150
nificaciones languideqientes, ni logra ya hacer presente
lo que dice. Pero la realiza, puesto que la . lengua dada
que le penetra de parte .a parte yproporciona ya una
figura general a. .su pensamientos ms secretos, no est
O como. una enemiga, sino que por el coritrario se
halla. toda*.ella dispuesta a convertir en adquisicin lo
nuvo que el escritor sigflifica. Es como sF hubiera sido
hecha, para as como tambin l hecho para ella,
como si la tarea de hablar que le asigna la lengua ya
la; que'se . ha . consagrado al aprenderla, fuera l mismo,
con mucha ms razn que la pulsacin de su vida, o
como si la lengua instituida contuviera ya al escritor
dentro d ella misma como uno d sus posibles. Cada
nueva pintura, se hace un sitio en el mundo. inaugurado
por la . primera pintura, 'cumple el deseo del pasado,
ejerce .su procura, acta su nombre, pero no lo con-
tieneen estado mnifiest.; se convierte en memoria para
nosotros si , conocemos por otro lado la historia de la
pintura,' pero no.. es memoria .para s, no pretende tota
lizar ip que, la ha hecho . posible; la palabra por el . con-
trario, no contenta con ir.... tflsTill, ...pretende"rec'pitular,........
recuperar, contener en sustancia el pasado y, .como no
podra,. 'a. menos que' 'lo. repitiera textualmente, propor-
cionrnoslo . en.. su presencia, le hce experimentar una
preparacin que le convierte en capaz de manifestarse en
ella:. quiere darnos su verdad. 'Se anuda sobre s misma,
se recobra yse repone. No. se contenta con empujar al
pasado. para hacerse un sitio en el mundo, .quiere con-
seivarle tambin, en su espritu o 'en su' sentido. Las
propiedades del nmero Iraccionari.o no.' invalidan las
del nmero entero, ni. la geometra espacial la geometra
plana, ni las geometras no.. euclidianas a Euclides, ni
siquiera: las concepciones 'de Einstein 'las de la fsica
clsica: las nuevas formuiacioiies hace.. aparecer .a las
aptiguas cma casos..'particulare,s especialmente simples,
152
en los que no se han empledo determinadas posibili-
dades de variaciones, yque slo resultaran engaosas
si se pretendiera convertirlas en la medida del ser mismo.
La geometra plana es una geometra espacial en la que
se ha hecho que una dimensin sea nula, el. espacio
euclidiano es un espacio de n dimensiones en el que
n - 3 dimensiones son nulas. La verdad de las formu-
laciones antiguas no es por tanto una ilusin: son falsas
en. lo que niegan, pero son 'verdaderas en lo' que afir-
man, yes en consecuencia posible .ver en ellas una ad-
quisicin anticipada a las explicitaciones del futuro. Por
eso lo propio del algoritmo es conservar las formulaciones
antiguas a medida que 'las va cambiando en ellas mis-
mas yen su legtimo sentido, reafirmarlas l 'mismo tiempo
que 'las supera, salvarlas al destruirlas, yhacerlas "apa-
recer por tanto como partes de una totalidad en' cons-
truccin o corno esbozos de un"conjunto futuro. En
este caso la sedimentacin no acumula solamente crea-
cin sobre creacin, sino que las integra los primeros
pasos no lanzan solamente 'hacia el futuro una vaga
llamadav... la .... consumacin-que- . el --futuro.. realiza 'es 'la
misma que esos pasos invocaban, puesto que los salva,
esas creaciones son la experiencia .de la. misma verdad en
la que vendrn a fundirse. De ah proviene que en la
ciencia exista lo adquirido, mientras que la pintura est
siempre en suspenso, de ah viene que el algoritmo vuelve
disponibles las significaciones que ha logrado proferir, lo
que trae consigo que stas nos parezcan llevar, por en-
cima de sus formulaciones provisionales, 'una existencia
independiente. Pero hayalgo anlogo en todo lenguaje.
El escritor slo se concibe en una lengua establecida,
mientras que cada pintor: rehace la suya. Y esto. quiere
decir mucho. Quiere decir que la' obra del lenguaje,
construida 'a. partir de ese bien comn que 'es la. lengua,
pretende incorprarse a ella.. 'Quiere. decir: tambin que
153
se ofrece de golpe: como en la lengua, por lo menos a
ttulo de posible; las mismas transformaciones que la
obra aporta a la lengua siguen' siendo reconocibles en
ella tras el. paso del escritor, mientras que la experiencia
de un pintor, al pasar a sus sucesores, deja de ser iden-
tificable. Esto quiere decir que el pasado del lenguaje
no es slo pasado superado, sino tambin pasado com-
prendido. La pintura en. cambio es muda. - -
Hayun uso crtico, filosfico, universal del lenguaje,
que pretende recuperar las cosas como son mientras
que la pintura las transforma en pintura, qe pretende
recuperarlo todo:, el lenguaje mismo yhasta el uso, que
han hecho de l otras doctrinas. Scrates mata a Par-
mnides, pero los asesinatos filosficos son al mismo
tiempo el reconocimiento de una filiacin. Spinoza piensa
que expresa la verdad de Descartes, y, por supuesto,
Hegel la verdad ;de Spinoza, de Descartes yde todos
los dems. Y resulta evidenf e, sin ms ejemplos, que. el
filsofo, en el momento en que se pone a considerar la
verdad no piensa que le haya estado esperando para ser
verdadera, la considera como verdad de todos desde
siempre. Es esencial a la verdad el ser integral, mientras
que ninguna pintura vlida se ha pretendido jams como
integral. Si, como dice Malraux,, la unidad de los estilos
no aparece ms que en el Museo, en la comparacin de'
las obras, si se halla entre los lienzos o detrs de ellos, -
hasta el punto de que el Museo los hace aparcer como
"Super-artistas"detrs de los artistas, yla historia de
la pintura como un flujo subterrneo cuya energa nin-
guno de ellos agota, eso quiere decir que. el Espritu
d
la
Pintura es un esprit fuera de s.. Es por el con-
trario esencial al lenguaje tratar de poseerse, conquistar
mediante la crtica el secreto de sus propias invenciones
de estilo, hablar sobre la palabra, en vez de contentarse
con us.rla. en 'fin el espritu del lenguaje es o pretende.
ser espritu para s, deseara no contener nada que no
proviniera de s mismo. La actitud del lenguaje yla de'
la pintura con respecto al . tiempo son casi opuestas. .A
pesar de la vestimenta de los personajes, de la forma de
los muebles yde los utensilios que en l figuran, de las
circunstancias historicas a las que puede hacer alusin,
el cuadro instala de golpe su encanto en una eternidad
visionaria en la que, muchos siglos ms tarde, no tene-
mos dificultad en alcanzarle, sin . haber sido iniciados
siquiera en la historia de la civilizacin en la que naci.
El escrito por el contrario no comienza a comunicarnos
su sentido ms duradero sino despus de habernos ini-
ciado en circunstancias o debates ocurridos hce mucho
tiempo: Las Provinciales no nos diran nada
si no vol-
viesen a actualizar' las disputas teolgicas del siglo xvii,
ni El. Rojo y el Negro las tinieblas de la Restauracin..
Pero ese acceso inmediato a lo duradero que la pintura
se otorga, lo paga curiosamente ytiene que sufrir; mucho
ms que el lenguaje, el movimiento del tiempo: las
mismas obras maestras de Leonardo de Vinci nos hacen
pensar en l ms que en nosotros, en Italia ms que
en los hombres. Y por el contrario la literatura, en la
misma medida en que renuncia a la prudencia hipcrita
del arte, en que afronta valientemente el tiempo, en que
lo muestra en vez de evocarlo vagamente, lo "funda
en significacin"para siempre. Sfocles, Tucdides, Pla-
tn no reflejan
a Grecia, la hacen ver, an a nosotros
que estamos tan lejos. Las estatuas de Olimpia, que
hacen tanto o ms para acercarnos a ella, lo, que hacen
en el estado en que nos han llegado lavadas, rotas,
desprendidas de la obra totales alimentar . un mito
fraudulento de Grecia, no pueden resistir al tiempo
como lo hace un escrito. En cambio unos manuscritos
desgarrados, casi ilegibles, yreducidos a unas cuantas
frases, arrojan sobre nos-otros unos fulgores que ninguna
154 11155
estatua fragmentada .puede conseguir, porque en ellos
l significacin se halla depositada de otro modo, de
otra: manera: concentrada que en aquellas, porque no
hay. nadque iguale la ductilidad de la palabra. La pri-
mera.-pintura inaugura un inundo, la primera palabra
abre uniiirso'En una palabra: el lenguaje dice y
las. voces de la pintura son las "voces del silencio"....
- Si presionamos sobre el sentido de esta exigua palabra
"decir",, si tratamos' de poner en claro el, valor del len-
guaje, encontramos en l la intencin de desvelar la
cosa misma, de dejar atrs el enunciado hcia lo que
significa. Por ms . 'que cada palabra remita a todas las
otras palabras posibles yextraiga de ellas su sentido,
lo cierto es que en el momento en que 'se produce, no
se'difir la tarea 'de 'expresar, remitida a otras palabras,
sin. que se cumple yes el momento en que nosotros com-
prendemos. Decamos anteriormente con Saussure que
un acto singular de hablar no es de por s significante
yno llega a serlo ms que como modulacin de un
sistema general de expresin, yen tanto que se dife-
rencia de los otros gestos lingsticos que componen la
lengua, de modo que el lenguaje en definitiva no puede
contener sino diferencias de significacin ypresupone una
comunicacin general', aunquesea vaga e inarticulada.
Y ahora hayque aadir: la maravilla est en que antes
de Sausure no sabamos nada de ello, yque todava
lo ' seguimos olvidando cada vez que hablamos, por ejem-
plo- cuando estamos hablando de Saussure. La maravilla
est en que, siendo como es un simple poder de dife-
renciar significaciones, yno de drselas a quien no las
tenga ya, la palabra parece sin embargo contenerlas y
vehicularlas. Lo que' quiere decir que no debemos dedu-
cir el poder significante de' cada una del poder de las
otras,' lo . que sera uncrculo, :iii' si4uiera de"un poder
global: de la lengua: un todo- ' puede poseer otras pro-
piedades que 'sus partes, pero -no puede hacerse exnihilo.
Cada acto lingstico parcial como parte de un-: todo
yacto comn de la lengua, no se limita a emplear su
poder, sino que lo recrea porque nos hace verificar, en
la evidencia del sentido dado 3i . recibido, la capacidad-
que 'tienen los sujetos hablantes de sobrepasar los sig-
nos hacia el sentido, del -.que despus de todo, lo, que
nosotros llamamos la
lengua no es ms que el resultado
visible yel registro. Los signos no evocan slo ante noso-
tros Otros signos, yesto indefinidamente, el lenguaje no
es como una presin en la que nos hallemos encerrados
o como un gua cuyas - indicaciones tengamos que seguir
ciegamente; porque en su uso actual, en la interseccin
de esos mil gestos, aparece por fin lo que quieren decir
ya qu es a lo que nos abren un acceso tan fcil que
para referirnos a ello ya no los necesitaremos siquiera.
Y aun cuando luego advirtamos que todava no habamos
tocado las cosas' mismas, que esta detencin en la volu-
bilidad de nuestro espritu slo era para preparar una
nueva partida, que el espacio euclidiano, lejos de' ofre-
cerse..con..una..claridad..definitiva.:segua.tefliefldO..la..Opa- ........................... .....
cidad de un caso muyparticular yque su verdad no era
ms que una verdad de segundo orden, que tena que
fundarse en una nueva generalizacin del espacio, sin
embargo,, sigue siendo vlido que el movimiento median-
te el cual pasamos de una evidencia ingenua una evi
dencia que lo es menos "establece entre una yotra una
relacin 'de implicacin que es propia de las cosas dichas.
El esquizofrnico lo mismo que el filsofo tropiezan en
las paradojas de la existencia ytanto uno - como otro
consumen sus fuerzas en sorprenderse, yfracasan ambos,
por as' decir, al tratar de recuperar completamente' el
mundo. Pero no en el mismo grado. El fracaso., del esqui-
zofrnio es .pasivo, y, no se deja conocer ms que por,
algunas frases enignticas. Lo que se llama el fracaso del
156
157
filsofa deja tras s toda una estela de actos de expre-
sin que nos hacen recobrar nuestra condicin. -Cuand
se compara por tanto el lenguaje con las formas mudas
de la. expresin el gesto, la pintura, hayque poner
muyde relieve que aquel no se contenta, como, stas,
con trazar, sobre la superficie del mundo, unos vectores,
unas direcciones, una "deformacin coherente", un sen-
tido tcito. El - chimpanc que aprnde a emplear una
rama de rbol para alcanzar su alimento no lo hace de
ordinario ms que si los dos objetos pueden verse de
un solo golpe de vista, si se hallan "en contacto visual".
No ve la rama de rbol como "posible bastn"ms que
si se le ofrece en el mismo campo visual en el que
figura tambin el objeto de su deseo. Esto equivale a
decir que este sentido nuevo de - la rama es un haz de
intenciones prcticas que la ponen en conexin con la
cosa por alcanzar, la inminencia de un gesto, el ndice
de una maniplacin. Nace. en el circuito del deseo,
entre el cuerpo ylo que ste busca, yla rama de rbol
slo viene a intercalarse en este trayecto en cuanto que
10 facilita, no conserva todas sus propiedades de rama
de rbol. Los. ji3l muestran ... que un.iaja. ....para
el chimpanc un medio de sentarse o un medio de en-
caramarse, pero nunca las dos cosas a. la vez. Basta
que un congnere est sentado sobre la caja para que
el chimpanc deje de tratarla como medio parescalar.
Esto quiere decir que la significacin que habita estas
conductas es como vicosa, se adhiere a la distribucin
fortuita de los objetos, no es significacin ms que para
un cuerpo empeado en tal momento en tal faena. La
significacin del lenguaje, en cambio, cuando la asimos,
parece liberarse de cualquier atadura. Cuando, para en-
contrar la superficie del paralelogramo lo trato como un
posible rectngulo yenuncio aquellas de sus propieddes
que autorizan por principio la transformacin, no me
j-
estoylimitando a cambiarle, sino que establezco- que
este cambio le deja intacto yque en el mismo paralelo-
gramo, en cuanto -posible rectngulo, la superficie es igual
al producto de la base por la altura. No nos hallamos
- slo ante una sustitucin de sentidos equivalentes, la
nueva estructura se nos aparece como presente - ya en la
antigua, o la antigua como presente todava en la nueva,
el pasado no estsimplemente sobrepasado, sino, com-
prendido, lo que se expresa diciendo que hayverdad,
yque aqu emerge el espritu. Antes, como en un calei-
doscopio, un nuevo paisaje se ofreca de sbito a la
accin del animal, en virtud de ciertas condiciones- de
hecho de las que l se beneficiaba, ahora es el mismo
objeto quien nos revela una propiedad suya, que tena
antes de nosotros, que seguirconservando luego. Hemos
pasado del orden de las causas al orden de las razones,
yde un tiempo que acumula los cambios a un tiempo
que los comprende. - - - - - -
Pero sin embargo hemos de advertir que seguimos sin
salir del tiempo, ni de un cierto campo de pensamientos,
que inclus el que comprende la geometra no es tampoco
spfrifu
....
.sin - -sitiiin...ii l iindo natural yen. la
cultura, que es el heredero yen el mejor - de los casos
el fundador, de un determinado- lenguaje, que la signifi-
cacin no trasciende la presencia de hecho de los signos,
sino al modo como la institucin se halla ms - allde
las contingencias que le han dado origen. Ciertamente,
Cuando Galileo logra reunir bajo una significacin comn
los movimientos uniformemente acelerados, los movi-
mientos uniformemente retardados como el de una pie-
dra que se lanza hacia el cielo, yel movimiento rec-
tilneo uniforme de un cuerpo que no se halla sometido
a la accin de ninguna fuerza, los tres rdenes de hechos
se convierten indudablemente en las variantes de - una sola
dinmica, -ynos parece que se ha fijado una esenci a
158 - 159
:...........................n+ l
n(n+l)
de ella, como por. ejemplo
2
(n) o o
. n2 +n
2
, no tiene valor expresivo mas que en virtud
de su intermediaria, porque slo ella hace ver la rela-
cin entre el objeto considerado ysu "verdad". Por
supuesto que un pensamiento ciego. puede usar estas l-
timas frmulas e indudablemente los -resultados que ob-
tenga sern verdaderos tambin, pero lo sern en la
medida en que hayamos podido construirlos -partir de
aquella, reiterando la operacin que nos, haba permi-
tido construirla partir de la serie de los nmeros. Nada
limita pues nuestro poder de formalizar, o sea de cons-
truir expresiones cada vez ms generales de un mismo
hecho, pero, por lejos quo. vaya la formalizacin, su
significacin queda como en suspenso, no quiere decir de
momento nadyno encierra ninguna verdad mientras no
apoyemos sus superestructuras sobre una cosa vista.
Significar, significar algo, ese acto decisivo no se lleva
a cabo por tanto ms que cuando las construcciones se
aplican a lo percibido como a algo de lo que haysig-
nificacin o expresin, ylo percibido con sus significa-
ciones viscosas se encuentra en una doble relacin con
lo comprendido: por un lado no es ms que su esbozo
ysu cebo, est pidiendo una continuacin que le fije
yle haga ser por fin, por otro lado es su prototipo y
l solo acaba de hacer . de lo comprendido 'la verdad ac-
tual. Ciertamente lo.' sensible, si por ello se entiende la
cualidad, dista mucho de contener todo lo que pensa-
mos, yapenas haynada en la percepcin humana que
sea enteramente sensible, lo sensible es inencontrabl.
Pero no haynada tampoco que podamos pensar efectiva
yactualmente sin vincularlo a nuestro campo de pre-
sencia, a la existencia actual de algo percibido, yen
este : sentido,. lo. contiene todo. No 'hayverdad que pueda
161
11 .
de la
que
cada uno de: ellos o es ms que un .ejemplo;
Pero esta significacin slo puede, por principi, traspa-
recer a travs de las figuras concretas que une. Que.
se nos presente .a partir d "casos particulares", no es
un accidente de su gnesis,' - que no la afectara a ella
misma, sino algo que se inscribe en su contenido ysi
se quisiera desprenderla de las circunstancias en que
se manifiesta, se anulara ante nuestros ojos. No es tanto
una significacin por encima de los hechos que la sig-
nifican, cuanto el medio que nos permite pasar de uno
a otro, o la huella de la generacin intelectual de los
mismos. La verdad nica ycomn, de la que retros-
pectivamente los vemos emanar, no se halla tras ellos
como la -realidad esttras la apariencia, no puede fundar
ningn movimiento progresivo que permitiera deducirlos
de ella, no es su verdad sino a condicin de que la
suma de los n. primeros nmeros esthecha de - sumas
parciales, por
tanto
que cada una es igual a n + 1, y
----------------------- ------ llega
as
... a- la - -frmula- ...- (n + . 1), cuando: da esta sig-
nificacion a cualquier serie continua de nmeros, lo que
le da la seguridad de haber descubierto su esencia y
su verdad, es que ve como se derivan de la serie de
los numeros las parejas de valor constante que va
a contar en lugar de efectuar la suma La formula
2
(n 1) no contiene la esencia de este -hecho mate-
mtico slo queda demostrada en tanto que nosotros
comprendamos, bajo el mismo signo n . empleado dos
veces, la doble funcin, que desempea.: la del nmero
de cifras que:' sumar (n ordinal) yla del nmero final
de .:la' serie (n cardinal). Y cualquier otra frmula, equi-
valente a:. los . ojos del, algebrista, que pudiramos extraer.
160
ni siquiera concebirse fuera de un campo de presencia,
fuera de los lmites de una situacin cualquiera yde
una estructura, cualquiera que sea. Esten nuestra
mano
sublimar esta situacin hasta hacerla aparecer como un
caso particular de toda una familia de situaciones, pero
...no. .cortar las races que nos implantan en una situacin.
La transparencia formal del algoritmo recubre una ope-
racin de vaivn entre las estructuras sensibles ysu
expresin, ytoda la gnesis de las significaciones medias,
pero hayque reactivarlas para pensar el -algoritmo?.
Aunque lo propio de la sedimentacin en las ciencias
sea apropiarse en una sola evidencia toda una serie d
operaciones, que no necesitan ser explicitadas para que
operen en nosotros, la estructura as definida no alcan-
za su pleno sentido ni se presta a nuevos progresos del
saber ms que si sigue conservando - alguna relacin con
nuestra experiencia, ysi volvemos a comenzar, incluso
por un camino ms corto, a construirla a partir de ella.
Somos nosotros quienes decimos que las teoras supera-
das son conservadas por las teoras nuevas: en realidad
lo son slo mediante una trasposicin que convierte en
transparencia lo que, en ellas, era opaco como todo dato
de hecho; los errores no se salvan ms .que como ver-
dades, no se salvan por tanto. Y tal vez con ellos deje
nuestra teora, fuera de ella misma yde sus evidencis,
una franja de saber presentido del cual la ciencia, en
su prximo recodo, volvera ocuparse. La ciencia v-
lida no esthecha solamente de su presente, sino tam-
bin de su historia.
Si esto es cierto del algoritmo, lo es mucho ms del
lenguaje. Hegel es el nico que piensa que su sistema
contiene la verdad de todos los dems, ysi alguien slo
los conociese .a travs del suyo, no los conocera en ab-
soluto. Aunque Hegel sea verdad de un extremo al otro,
no haynada que dispnse de leer a quienes vinieron
antes que l, porque Hegel no puede contenerlos ms que
"en lo que afirman". Conocidos en lo qe niegan, ofre-
cen al lector otra situacin de pensamiento que no se
halla en Hegel eminentemente, que no se halla en l en
absoluto, ydesde .la cual Hegel es visible a ua luz
que l mismo ignora. Hegel es el nico que piensa que
no. tiene un ser para otro yque es ,a los ojos de los
dems exactamente lo que l sabe que es. Aun cuando
represente un progreso con respecto a las otras filoso-
fas, ha podido haber, en tal o cual pasaje de Descartes
o de Platn, -en tal o cual movimiento de las Meditacio-
nes o de los Dilogos, yprecisamente a causa de las
"ingenuidades"que los mantenan todava lejos de. la
"verdad"hegeliana, un contacto con las cosas, una, chis-
pa de significacin que slo eminentemente habrn pa-
sado a la sntesis hegeliana, ya los que habr siempre
que volver, aunque slo sea para comprender a Hegel.
Hegel es el museo, es, si se quiere, todas las filosofas,
pero privadas de su zona de sombra, de 'su finitud, de
su impacto viviente, embalsamadas, transformadas, segn
l cree, en ellas mismas, pero a decir verdad transfor-
madas en Hegel. Basta con ver cmo se va debilitando
una verdad cuando deja de estar sla' yse la integra en
otra verdad ms amplia por ejemplo el cogito, cuando
pasa de Descartes a Malebranche, a Leibniz yhasta a
Spinoza, deja de ser un pensamiento y'se convierte en
un concepto, en un ritual .que se repite de manera
mecnicapara comprender .que la sntesis, 'no pue-
de, so pena de muerte, 'ser' una sntesis objetiva que
contuviera efectivamente todos los pensamientos aca-
bados, ni tampoco una sntesis real que fuera todo
lo que aquells fueron, ni en fin una sntesis en y
para s que, en un mismo tiempo y bajo un mismo
respecto sea yconozca, sea lo que conoce, conozca lo
que ella misma es, conserve ysuprima, realice ydestruya.
162
'163
Hegel nos dice que la sntesis conserva el.pasado "en
su profundidad presente". Pero cmo tiene una pro-
fundidad ycul es esa profundidad? Es la profundidad
de lo que ella ya no es, - la profundidad del pasado r
el
pensamiento verdadero no la engendra, slo se ha visto
iniciada por el hecho del pasado o por el paso del
tiempo. Si Hegel quieie decir que este paso, no es simple
destruccin yque el pasado, a medida que se aleja,
se cambia en su sentido, si quiere decir que a igual dis-
tancia entre un orden de naturalezas inmutables yla
circulacin de los momentos del tiempo que se persi-
guen uno a otro, nosotros podemos reconstruir retros-
pectivamente una marcha de las ideas, una historia in-
teligible, yrecuperar todo el pasado en nuestro presente
viviente, entonces tiene razn. Pero a condicin de que
esta sntesis, como la sntesis que nos da al mundo per-
cibido, siga siendo del orden de lo pre-objetivo yse vea
puesta en cuestin por cada uno de los trminos que
une, o ms bien a condicin de que cada uno de ellos
siga siendo, como lo fue en su presente, el equivalente
deltodo;lwtotalidad "del mundo en ia"- echaconside-...... ...............
rada yque el encadenamiento de las filosofas en una
historia intencional siga siendo la confrontacin de sig-
nificaciones abiertas, un intercambio de anticipaciones
yde metamorfosis. Es seguro en un cierto sentido que
el ltimo estudiante de, filosofa hoypiensa con menos
prejuicios que Desartes, en el sentido precisamente de
que se halla ms cerca de la verdad, yesta pretensin
es algo postulado por cualquier hombre que se ocupe
de pensar despus de Descartes. Pero es Descartes quien
sigue pensando a travs de estos sobrinos-nietos suyos,
ylo que podemos decir contra l sigue siendo el eco de
su palabra breve ydecidida. Comprendemos a Hegel gra-
cias a, los otros, precisamente en cuanto los supera, tanto
como comprendemos a los otros gracias. a l. Un presente
que contuviera realmente el pasado en todo su sentido
de pasado y, en particular, el pasado de todos los pasa-
dos, el mundo en todo su sentido de mundo, sera tam-
bin' un presente sin futuro, ya que no quedara ninguna
.
reserva de ser de la que pudiera sobrevenirle algo. El
dolo cruel del en s para s hegeliano' sxataninte la
definicin de la muerte. La sedimentacin no es el fin
de la historia. No hay, historia si no queda nada de lo
que pasa ysi cada presente, justamente en su singu-
laridad, no se inscribe de una vez, por todas en el cuadro
de lo que ha sido ycontina siendo. Pero tampoco hay
historia si este cuadro no se ahonda de acuerdo con
una perspectiva temporal, si el sentido que en l aparece
no es el sentido - de una gnesis, accesible nicamente
a un pensamiento abierto como la gnesis lo fue. Aqu
el colmo de la sabidura yde la astucia es una profunda
ingenuidad.
En cuanto a la literatura, acepta de ordinario con
ms resolucin no ser nunca total, yno darnos ms que
significaciones abiertas. El mismo Mallarm sabe muy
bien que- no caera nada de su pluma si quisiera perma-
necer absolutamente fiel a su deseo de decirlo todo,
que slo ha podido escribir, libros renunciando al Libro
o mejor que el Libro slo se escribe entre varios. Todo
escritor sabe muybien que, si. la lengua no ofrece ms
de lo que hubisemos sido capaces de encontrar por
nosotros mismos, no existe empero una edad de oro
del lenguaje. Cuando el escritor ha recibido la lengua
que va a escribir, todo sigue estando por hacer, tendr
que rehacer su lengua dentro de la lengua; sta slo
le ofrece una sealizacin exterior de las cosas; el pre-
tendido contacto con ellas no se encuentra al principio
de la lengua, sino al cabo de su esfuerzo, yen este
sentido la existencia de una lengua dada, en vez de
mostrmosla, lo que hace es enmascararnos la verdadera
164. 165
funcin de la palabra. Cuando ponemos en contraste
la elocuencia del lenguaje Y . el silencio de la pintura,
de ordinario es porque estamos comparando el lenguaje
clsico yla -pintura moderna. Pero si nos ponemos a
comparar el lenguaje del escritor moderno yla aparente
elocuencia de la pintura clsica, tal vez el ...r.es.ultado
fuera el inverso' o incluso, o ms bien, volveramos a
encontrar bajo la- estrechez de la pintura clsica su t-
cita profundidad yde nuevo pintura ylenguaje volveran
a aparecer como iguales en el prodigio- de la expresin.
No todos los hombres pintan, verdad es, _mientras que
todos los pintores hablan, yhablan mucho ms all de
lo que exigen las necesidades de la vida, yaun su pin-
tura. EL hombre se siente - ensu casa en el lenguaje de
un modo como no se sentirnunca en la pintura. El len-
guaje ordinario o los dats de la lengua le procuran la
ilusin de una expresin absolutamente transparente y
que ha alcanzado su propsito. Pero, despus de todo,
tambin el arte pasa a las costumbres, es capaz de la
misma vidncia menor, se generaliza con el tiempo, y
lo que puede - quedar del surrealismo en los escaparates
de nuestros almacenes vale ms o menos lo mismo que
lo que puede quedar de verdadera filosofa o de verdadera
ciencia en el lenguaje del sentido comn, yaun que lo que
puede quedar de Platn en Aristteles o de Descartes en
Hegel. Si es . legtimo adjudicar al activo del lenguaje
no slo las lenguas, sino tambin el habla, sera preciso,
para ser equitativo, contar en l activo de la pintura,
no slo los actos de expresin registrados, o sea los
cuadros, sino tambin la vida continuada de su pasado en
el pintor . cuando esttrabajando. La inferioridad de la
pintura radicara entonces en el hecho de que slo queda
registrada en obras yno puede servir para fundar las
relaciones cotidinas .de los hombres, mientras que la
vida del lenguaje, como .usa de palabras ya hechas yde
una materia... sonora en la que cada uno de nosotros
abunda, se ofrece a s misma el comentario [perpetuo?]
de la lengua hablada. No tratamos de negar lo propio
de la sedimentacin del lenguaje: . el poder que, tienen
las formas crticas de lenguaje; si no de separar las
significciones de los signos, el concepto del gesto lings-
tico, por lo menos de encontrar, para una misma signi-
ficacin, varios cuerpos expresivos, de imbricar sus ope-
raciones sucesivas o simultneas yreunirlas as a todas -
en una sola configiracin, en una sola verdad. Decimos
nicamente que est sistema; ' si desplaza el centro de
gravedad de nuestra vida, si instituye, para todo lo que
podemos leer, una instancia de verdad cuyo resorte no
puede limitarse, yhace aparecer as a la pintura como
un modo de expresin "mudo"ysubordinado, no por.
ello ha franqueado los lmites propios de la expresin
sensible, no hace ms que trasladarlos ms lejos, yla
"luz. natural"que nos lo descubre es la misma que hace
visible el sentido del cuadro yno es ms capaz que 1
de recuperar el mundo sin residuo; de suerte que, cuan-
do el lenguaje se ha hecho lo suficientemente consciente
de s mismo como para advertirlo, cuando ... quiere ... para - .........................
djicamente designar ynombrar la significacin sin signo
alguno, lo que cree que es el colmo de la claridad yes
en realidad su desvanecimiento, en definitiva lo que
Claudel llama "Sig l'abime", entonces tiene que renun-
ciar a ser la esfera de Parmnides o la transparencia de
un cristal cuyos lados son todos - visibles a la vez, y
volver a ser un mundo cultural, con sus facetas identi-
ficables, pero tambin con sus fisuras ysus lagunas.
Hemos de decir por tanto del lenguaje con respecto
al sentido lo que Simone de Beauvoir dice del cuerpo
con respecto al espritu: que no es primero ni segundo.
No se ama por principio, por lo menos no han pretendi-
do definir el amor por el matrimonio. Nadie en realidad
166 1
167
seha.atrevido nunca a poner el alma en el cuerpo como
al piloto en su navo ni a hacer del cuerpo un instru-
mento. Y como tampoco .es el cuerpo solo el que ama
(el cerpo es capaz de - arrancar a quienes no quisieran
vivir ms que de 61 gestos de ternura que van ms all
de 61), es nosotros y-no es nosotros, lo hace todo yno
hace nada. Ni fin ni medio, se halla siempre metido en
faenas que le sobrepasan, siempre celoso d su autono-
ma, lo suficientemente poderoso como para oponerse a
cualquier propsito que slo fuera deliberado, no tiene
ninguno que proponernos si en definitiva nos volvemos
hacia l
y
le consultamos. Algunas veces, yes entonces
cuando experimentamos la sensacin de ser nosotros
mismos, se presta verdaderamente a lo que queremos, se
deja animar, se hace cargo de una vida que no es sola-.
mente suya; entonces, se siente dichoso yespontneo,
ylo somos efectivamente nosotros. El lenguaje, por su
parte, no est al servicio del sentido, yno lo gobierna
tampoco; de uno a otro no haysubordinacin ni dis-
tincin sino de segundo orden. Aqu nadie manda ynadie
obedece; al hablar o al escribir no -nos.-referimos-a..algo- .............
por decir que se halle ante nosotros, distinto de cual-
quier, palabra, lo . que vamos a decir no es ms que el
exceso de lo que' estamos viviendo sobre lo ya dicho.
Nos instalamos,...con nuestro aparato d lenguaje, en una
cierta . situacin del saber yde la historia a la que. es
sensible, y. nuestros enunciados no son sino el balance
final de esos intercambios. El pensamiento poltico, en
-
contra de las apariecias, es del mismo orden: es siem-
pre la dilucidacin de una percepcin histrica en la
que juegan todos nuestros conocimientos, todas nues-
tras experiencias, todos nuestros valores ycuya formu-
lacin esquemtic son nuestras tesis. Toda accin y
todo conocimiento. .que no pasen por esta elaboracin, o
que quieran, plantear ex nihilo valores que no hayan
168
extrado nada de. nuestra historia individual yolectiva,
lo cual :convertirfa el clcul de. los medios en un pro-
cedimiento de pensamiento totalmente tcnico, lo que
- hacen es reducir el conocimiento yla prctica ms ac
de los problemas que pretendan resolver. La vida- per- - -
sonal, el conocimiento yla. Historia slo avanzan obli-
cuamente, yno de manera derecha e inmediata hacia los -
fines o los conceptos. Lo que se busca de moda dema-
siado deliberado, no se logra obtenerlo, ylas ideas, los
valores se le dan por el contrario por aadidura a aquel
que ha sabido liberar su fuente, o sea comprender lo que
est viviendo. Al principio, slo se ofrecen a nuestra
vida significante yhablante como ncleos resistentes en
un medio difuso, slo se definen yse circunscriben al
igual que las cosas percibidas, gracias a la complicidad
de un fondo, ysuponen tanta sombra como luz. No nece-
sitamos decir que en este caso los fines prescriben los
medios; los fines no son otra cosa que su estilo comn,
son el sentido total de los medios de cada da, ylos
medios son la figura momentnea de ese sentido. Y aun
ias..nis ... puras ... verdades -.suponen...v-isiones.-marginalesno
se hallan por entero en el centro de una visin clara,
ydeben su sentido al horizonte que les deparan la sedi-
mentacin yel lenguaje.
Es posible que el lector diga al llegar aqu que le
hemos dejado como estaba ynos hemos limitado a un -
"esto es as"que no explica nada. Pero es que la expli-
cacin consiste en aclarar lo que estaba oscuro, en yuxta-
poner lo que estaba imbricado: tiene por tanto su lugar
propio en el conocimiento de la naturaleza en sus co-
mienzos, precisamente cuando cree tener ante s una
Naturaleza pura. Pero cuando se trata de la palabra o del
cuerpo o de la historia, so pena de destruir lo mismo
que intenta comprender, yde aplastar por ejemplo el
lenguaje sobre el pensamiento o el pensamiento sobre el
169
lenguaje, no puede, hacerse otra cosa que hacer ver la
paradja de la expresin. La filosofa es el inventario d
esta dimensin, a decir verdad, universal, en la que prin-
cipios yconsecuencias, medios yfines forman un crculo.
Lo,nico que puede hacer, por lo que al lenguaje se
refiere, es mostrar con el dedo de qu manera, msiante
la "deformacin coherente"de gestos ysonidos, llega
el hombre a hablar una lengua annima y, mediante la