Este documento resume el caso de una paciente de Freud conocida como "Frau Elfriede Hirschfeld" que significó mucho para él. Creció en una familia disfuncional en Frankfurt, Alemania y desarrolló un apego extremo a su padre. Se casó joven con un pariente rico para poder ayudar económicamente a su familia, pero el matrimonio resultó insatisfactorio. Eventualmente buscó tratamiento con Freud, convirtiéndose en una de sus pacientes más difíciles. El caso tuvo consecuencias importantes para la te
0 calificaciones0% encontró este documento útil (0 votos)
68 vistas25 páginas
Este documento resume el caso de una paciente de Freud conocida como "Frau Elfriede Hirschfeld" que significó mucho para él. Creció en una familia disfuncional en Frankfurt, Alemania y desarrolló un apego extremo a su padre. Se casó joven con un pariente rico para poder ayudar económicamente a su familia, pero el matrimonio resultó insatisfactorio. Eventualmente buscó tratamiento con Freud, convirtiéndose en una de sus pacientes más difíciles. El caso tuvo consecuencias importantes para la te
Este documento resume el caso de una paciente de Freud conocida como "Frau Elfriede Hirschfeld" que significó mucho para él. Creció en una familia disfuncional en Frankfurt, Alemania y desarrolló un apego extremo a su padre. Se casó joven con un pariente rico para poder ayudar económicamente a su familia, pero el matrimonio resultó insatisfactorio. Eventualmente buscó tratamiento con Freud, convirtiéndose en una de sus pacientes más difíciles. El caso tuvo consecuencias importantes para la te
Este documento resume el caso de una paciente de Freud conocida como "Frau Elfriede Hirschfeld" que significó mucho para él. Creció en una familia disfuncional en Frankfurt, Alemania y desarrolló un apego extremo a su padre. Se casó joven con un pariente rico para poder ayudar económicamente a su familia, pero el matrimonio resultó insatisfactorio. Eventualmente buscó tratamiento con Freud, convirtiéndose en una de sus pacientes más difíciles. El caso tuvo consecuencias importantes para la te
Descargue como PDF, TXT o lea en línea desde Scribd
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 25
1
1994.- Mi gran paciente: mi principal
tormento # : un caso de Freud hasta ahora desconocido y sus consecuencias. 1
Ernst Falzeder, Ph.D. 2
Resumen
Supongan que durante muchos aos Freud trat una paciente difcil y recin ahora conocida, que signific mucho para l y para cuyo tratamiento hizo los ms extraordinarios sacrificios; supongan que escribi la historia del caso, supongan que describi el caso por lo menos en seis artculos y supongan que esta mujer jug un papel mayor en el conflicto entre Freud y J ung, no merecera este caso nuestra atencin? Pero si existiera realmente, por qu no despert el inters de los psicoanalistas y de los estudiosos de Freud?
Hoy debera decidirme a publicar este ensayo, y no debera retroceder ante el escndalo que indudablemente provocara. Pero existe el insalvable obstculo de la limitacin que impone la discresin mdica, [...] las modificaciones de los hechos no son permitidas, ni servira de nada atenuar los hechos de algn modo. Si el destino trajera la muerte de las dos personas, [...] antes de morir yo, el obstculo desaparecera. 3
Bueno, este caso s existe. A pesar de que algunas veces ha sido mencionado al pasar por algunos autores (por ejemplo por Petres, 1977); (Krutzenbichler y Esser, 1991); (Grubrich-Simitis, 1993), la identidad de la paciente no ha sido revelada, ni el caso fue sujeto a un estudio aplicado. Y a pesar de que Freud lo mencion no slo en varios textos, sino en muchas cartas, publicadas y sin publicar, hasta ahora no se ha hecho el intento de poner juntas las piezas del rompecabezas.
# E. Falzeder tradujo meine Hauptplage como my chief tormentor. Esta expresin la toma de la carta de Freud a Jung del 27 de abril de 1911 donde dice: Meine Hauptplage - die C-- ist auf Urlaub, ich bin gerade so faul und behaglich. Hauptplage se compone de Haupt, principal, y Plage: molestia, plaga, calamidad, tormento. La frase de Freud se traduce: Mi principal tormento la C est de vacaciones, y yo ando de flojo, muy a gusto. Por lo tanto, en lugar de usar chief tormentor (principal atormentador), se usar: principal tormento. [N.T] 1 Traduccin Estela Maldonado, revisin y traduccin de algunas citas en alemn, Pola Meja Reiss 2 La investigacin para este trabajo fue financiada por la Fundacin Louis Jeantet (Ginebra, Suiza). Mis agradecimientos para Jhon Forrester, Andr Haynal, Owen Renik, y Robert Roger por sus consejos y comentarios. Las citas de las cartas no publicadas de Freud son reproducidas con la autorizacin de A.W. Freud y otros y .A.W. Freud y otros y con el acuerdo de Mark Paterson &Asociados. 3 Jones, E.: Vida y Obra de Sigmund Freud, Vol. III, Paidos, Bs.As., p. 412. Cita de una carta de Freud al comit secreto. 2 Dos hechos contribuyeron a ello: 1) Los editores de las variadas correspondencias de Freud no usaron el mismo seudnimo para los mismos pacientes; as, la mujer en cuestin es llamada, en la correspondencia de Freud con Abraham, Frau A., en aquella con Pfister, Frau H., en la de J ung, Frau C., y en las cartas de Freud a Binswanger, Frau Gi.. Respecto a las cartas no publicadas de Freud (este caso juega un rol central en lo no publicado de la correspondencia Freud-Pfister), la poltica de los Archivos Freud (Biblioteca del Congreso, Divisin Manuscritos, Washington, DC [LOC]), ha sido obliterar los nombres de los pacientes en las copias accesibles de las cartas originales. El punto de partida de mi bsqueda fue la idea de que esos diferentes pseudnimos y algunos de los nombres borrados en las cartas no publicadas podan referirse a la misma persona y, en efecto, una compilacin de los prrafos en cuestin volvi claro que tal era el caso.
En lo que sigue, tratar de esbozar la historia del caso de esta mujer extraordinaria, mostrar la afeccin de Freud por ella, presentar su interpretacin de la neurosis de ella y sobre todo trazar las importantes consecuencias que tuvo su tratamiento para la teora y la tcnica del psicoanlisis. Este es, en efecto, uno de los casos clsicos en la historia del psicoanlisis junto al de Anna O., Ccilie M., Dora, el Hombre de las Ratas, el Hombre de los Lobos y R.N. 4
Como estos casos, contribuye significativamente a una mejor comprensin de elementos que son pivote de una historia psicoanaltica de las ideas y el desarrollo de conceptos tericos y tcnicos centrales. Y como ellos, muestra la capacidad de Freud para avanzar en la teora a pesar de sus fracasos teraputicos. Aparte de ser una fascinante historia del pasado, ella puede estimular tambin al pensamiento psicoanaltico contemporneo. No es cierto, acaso que nosotros aprendemos ms de nuestros fracasos y errores que de nuestros xitos? No intento presentar un relato biogrfico completo; espero que la investigacin por venir complete esta parte del cuadro.
Etapas en una vida de sufrimiento
Frau Elfriede Hirschfeld naci alrededor de 1873 y creci en Frankfurt, Alemania 5 , siendo la mayor de cinco hermanas. Su madre se haba casado tarde no hasta ser mayor de treinta aos; 6 era mayor que su padre y no era una persona agradable. Su padre y esto no fue slo durante sus aos de juventud vea muy seguido a las pequeas y las impresionaba con sus muchas destrezas 7 ,
4 Dupont, J.: The ClinicalDiary of Sndor Ferenczi, traduccin de M. Balint y N.Z. Jackson, Cambridge: Harvard Univ. Press, 1985 5 Carta de Freud a Pfister, no publicada, del 28 de mayo de 1911, Biblioteca del Congreso (en adelante, LOC); Cfr. tambin: Freud, S.: Psicoanlisis y telepata, 1921 [1941] en Obras Completas (en adelante O.C.), Amorrortu edit., Vol. XVIII, Bs As., 1979, p.177. Los pasajes citados de la correspondencia de Freud escrita por l no tienen otra indicacin (para esta traduccin utilic las correspondencias publicadas en espaol y francs. N. de T.) Los volmenes de la correspondencia estn en la lista de Referencias y citados en mi texto bajo los nombres de varios editores. La traduccin de la correspondencia no publicada de Freud/Binswanger no publicadas todava en ingls es ma [Falzeder]. N. de T.: Utilic las traducciones al espaol de Jos L. Etcheverry, en Amorrortu, edit., Bs.As., 1979-1980 6 Freud, S.: Conferencia 30: Sueo y ocultismo, 1933, enO.C. op.cit. Vol. XXII, p. 39 7 Freud, S.: Psicoanlisis y telepata, 1941 [1921] enO. C., op. cit., Vol. XVIII, p.177 3 por ejemplo, era un excelente dibujante y a menudo entusiasmaba y deleitaba a sus hijas por las exhibicin de sus habilidades 8 . Desgraciadamente no impresionaba en otros campos, era incompetente en los negocios y le fue difcil sostener a su familia sin la ayuda de parientes. Su hija mayor comenz a una edad temprana a convertirse en el depsito de todas las preocupaciones alrededor de esa carencia paterna para ganar poder. 9 Sin embargo o por lo tanto ella creci con un apego extremadamente fuerte hacia su padre 10 , un excesivo afecto por l. 11 Este amor, sin embargo, estuvo destinado, cuando ella creci, a arruinar su felicidad en la vida 12 . En los primeros aos de su vida fue una nia tozuda y descontenta 13 , pero una vez que abandon el rgido y apasionado carcter de la infancia, creci en un espejo regular de todas las virtudes 14 y devino una joven particularmente capaz, amante de la verdad, seria y virtuosa [...] excesivamente buena y escrupulosa. 15 No es sorprendente, sin embargo, que esas virtudes fueran el contrapeso a ciertos sucesos de sus das escolares que, cuando se senta enferma, le acarreaban intensos autorreproches que eran considerados por ella como prueba de una depravacin fundamental. Su memoria le deca que en aquellos das ella haba sido a menudo mentirosa y presumida. 16 Cuando tena alrededor de once aos, dej caer a su hermana menor de sus brazos cuando era beb, y ms tarde la llamaba su nia. 17
Sus elevados sentimientos morales se acompaaban de una inteligencia estrechamente limitada. Se convirti en maestra de una escuela elemental y fue muy respetada. El tmido homenaje que le brind un maestro de msica, fue una relacin de juventud que la dej inconmovible. Ningn otro hombre hasta entonces atrajo su atencin.
Un da un pariente de su madre apareci en escena, bastante mayor que ella pero todava juvenil (ella tena slo diecinueve aos). Era un extranjero 18
que vivi en Rusia a la cabeza de un gran proyecto comercial y haba sido muy rico. Nada menos que una guerra mundial y el derrocamiento de un gran despotismo, lo empobreci. l se enamor de su joven y severa prima y le pidi que fuera su esposa. Los padres no la presionaron, pero ella entendi sus deseos. Detrs de sus ideales morales sinti atraccin ante la realizacin de una fantasa, el deseo de ayudar a su padre y rescatarlo de su estado de necesidad. Calcul que su primo le dara a su padre un soporte financiero en tanto siguiera con sus negocios, y una pensin cuando stos finalizaran, y que proveera a sus hermanas de dote y de equipo para que pudieran casarse. Se enamor de l, se cas al poco tiempo y lo sigui a Rusia. 19
8 Freud, S.: Dos mentiras infantiles, 1913 en O.C. en op. cit., Vol. XII, p.326 9 Freud, S.: Psicoanlisis y telepata, op. cit., p.177 10 Freud, S.: Sueo y ocultismo, op.cit., p.40 11 Freud, S.: Dos mentiras infantiles, op.cit., p.326 12 Ibid. 13 Freud, S.: Psicoanlisis y telepata, op. cit., p.177 14 Ibid. 15 Ibid. 16 Freud, S.: Dos mentiras infantiles, 1913, op. cit., p.325 17 Freud, S.: Psicoanlisis y telepata, 1921 [1941], op. cit., p. 177 18 En el manuscrito original Freud (LOC) da cuenta de que se trata de un hombre ingls. 19 A Mosc, carta a Pfister, 28 de mayo de 1911 (LOC) 4 Excepto por algunos acontecimientos que no se entendan completamente al comienzo y cuyo significancia se hizo evidente retrospectivamente, todo anduvo muy bien en el matrimonio. Ella se convirti en una esposa afectuosa, sexualmente satisfecha 20 y un sostn providencial para su familia. Slo una cosa le faltaba: no tena hijos. Tena ahora veintisiete aos 21 y ocho aos de matrimonio. Viva en Alemania y despus de superar toda clase de vacilaciones fue a consultar a un gineclogo alemn. Con la ligereza habitual de un especialista, ste le asegur que podra recuperarse si se someta a una pequea operacin. Ella estuvo de acuerdo y en la vspera de la operacin discuti el asunto con su marido. Era la hora del crepsculo, ella estaba a punto de encender la luz, cuando su marido le dijo que no la encendiera, que tena algo que decirle y prefera hacerlo a oscuras. Le dijo que cancelara la operacin, porque la culpa de la falta de hijos era de l. Durante un congreso mdico dos aos antes, l se haba enterado que ciertas enfermedades pueden privar al hombre de su capacidad de procrear. Un examen mdico haba mostrado que tal era su caso, 22
que se haba vuelto estril por una epidimitis. 23
Despus de esta revelacin la operacin fue abandonada. Ella sufri un colapso temporario que vanamente busc disfrazar. Slo haba podido amarlo como padre sustituto y ahora se daba cuenta que l nunca podra ser un padre. Se le abrieron tres caminos, todos igualmente insuperables: la infidelidad, la renuncia a su deseo de un hijo o la separacin de su marido. El ltimo fue excludo por las mejores razones prcticas, el segundo por las fuerzas inconcientes que se pueden adivinar fcilmente: su infancia entera estaba dominada por el deseo, tres veces decepcionado, de tener un nio del padre. 24
Freud no discuti aqu la primera posibilidad la infidelidad pero declar en otro contexto que ella sufra claros temores de estar tentada (a serle infiel a su marido). 25 Y aunque la separacin pareca excluda por las mejores razones prcticas es decir, financieras dud en aquel tiempo si dejar o no a su marido. 26 En realidad, le quedaba solamente una [...] salida [...]. Se senta seriamente enferma de neurosis. 27
20 Una feliz y casi satisfecha esposa (Freud, S.: La predisposicin a la neurosis obsesiva. Contribucin al problema de la eleccin de neurosis, 1913, en O.C., op.cit., Vol. XII, p.340). En otro contexto Freud da cuenta de que ella encontr una entera satisfaccin en su matrimonio (Freud, S.: Sueo y ocultismo, 1933 en O. C., op.cit., Vol. XXII, p. 38). Sin embargo, pareca tener ciertas reservas sobre esto porque despus de haber escrito en 1913: una esposa afectuosa y feliz, abandon y feliz en las subsiguientes ediciones (La predisposicin a la neurosis obsesiva. Contribucin a la eleccin de neurosis, 1913, en O.C., op. cit., Vol. XII, p.340) 21 Pero pareca ms joven, en Algunas notas adicionales a la interpretacin de los sueos en su conjunto, 1925 en O.C. op. cit., Vol. XIX, p.139; y enSueo y ocultismo, 1933 en O.C., op. cit, Vol. XXII, p. 38) 22 Freud, S.: Psicoanlisis y telepata, 1921 [1941], enO.C., op.cit., Vol. XVIII, p. 178 23 Freud/Jung: Correspondencia, edit. Taurus, Madrid, 1979, Carta de Freud del 29 de noviembre de 1908. 24 Freud, S.: Psicoanlisis y telepata, 1941 en O.C., op. cit. Vol. XVIII, p.178 25 Freud, S.: Sueo y ocultismo, 1933, en O.C., op.cit., Vol. XXII, p. 38, entre corchetes en el original (Falzeder). 26 Sigmund Freud / Sndor Ferenczi: Correspondence, 1908-1914, Calman-Levy, 1992: Carta del 3 de enero de 1911 27 Freud, S.: Sueo y ocultismo, 1941, en O.C., op. cit., Vol. XXII, p. 38 5 Desarroll una histeria de ansiedad 28 que corresponda, de acuerdo a Freud, al repudio de fantasas de seduccin en las cuales encontraba expresin su deseo de un hijo, firmemente implantado.. 29 Uno de sus sntomas era un pavor patolgico a las piezas o astillas de vidrio. 30 Haca todo lo posible por evitar que su marido supusiera que haba cado enferma por la frustracin cuya causa era l. 31
A raz de un segundo acontecimiento traumtico, la ansiedad neurtica cambi a una severa neurosis obsesiva.
Su marido comprendi, sin admisin alguna o explicacin de parte de ella, lo que significaba la ansiedad de su mujer; se sinti dolorido sin mostrarlo y reaccion neurticamente por su cuenta fracasando por primera vez en la relacin sexual con ella. Inmediatamente despus de esto, sali de viaje. Su mujer crey que l se haba convertido en un impotente permanente y produjo sus primeros sntomas obsesivos el da antes del esperado retorno de l. El contenido de su neurosis obsesiva fue una compulsin de lavados y limpieza escrupulosos, y medidas de proteccin extremadamente enrgicas contra daos severos que, pensaba, otros podran temer como viniendo de ella. 32
Su sntoma ms sorprendente fue que, cuando estaba en la cama, una con sujetadores las sbanas y las cobijas [anstecken: poner alfileres o seguros y tambin contagiar]. De este modo revelaba el secreto del contagio [Ansteckung] de su esposo, debido a la falta de hijos. 33
A partir de este momento, se inici una interminable secuencia de terapias, todas fracasando al final, aunque muchos de los mejores psiquiatras, psicoterapeutas y psicoanalistas de ese tiempo hicieron lo mejor para ayudarla. Por aos ella fue la persona ms importante en una clnica alemana 34 , fue tratada por Pierre J anet, por Carl Gustav J ung, por Oskar Pfister y por Ludwig Binswanger; Eugen Bleuler tambin fue consultado. 35 Pero, por encima de todo, luego de que su enfermedad durara diez aos, 36 fue a verlo a Freud y estuvo en anlisis con l alrededor de siete aos (aunque con algunas interrupciones). Hasta donde s, muy pocos analizantes de Freud fueron tratados por un perodo semejante todas ellas mujeres por cierto, tales como Dorothy Burlingham, Ruth Mack Brunswick y Marie Bonaparte.
28 Freud slo habla de Verstimmung (humor enfermo, irritacin) y fue traducido engaosamente como depresin (en Ibid. 1941, p. 38, en la traduccin espaola: [] se volvi neurtica, y era evidente que la aquejaban unas angustias de tentacin, [N.de T.]) 29 Freud, S.: La predisposicin a la neurosis obsesiva, 1913, en O.C., op. cit. Vol. XII, p.340 30 Freud, S.: Dos mentiras infantiles, 1913, en Ibid., p. 308 31 Freud, S.: La predisposicin a la neurosis obsesiva, 1913, en Ibid., p. 340 32 Freud, S.: Ibid., p. 340 33 Freud, S.: Psicoanlisis y telepata, 1941, en O.C., op. cit., Vol. XVIII, p.178, corchetes en el original. 34 Sigmund Freud-Ludwig Binswanger: Briefwechsel 1908-1938, Frankfurt, Fichtner G, Editor, 1992, Carta del 24 de abril de 1915, p. 149, en francs: Correspondence 1908-1938, Calman- Lvy, Paris, 1995, p. 207 35 Ibid.,: Carta del 24 de abril de 1915, p. 149, en francs, op.cit., p.208 36 Freud, S.: Psicoanlisis y telepata, 1941, en O.C., op. cit., Vol. XVIII, p.178 6 Cuando escuch la historia de su caso, primero no quise tomarla les dijo Freud a sus ntimos colaboradores 37 en 1921; sin embargo, ms tarde tuve suficiente curiosidad, ignorancia e inters en las ganancias monetarias como para comenzar un anlisis con ella, libre de compulsiones. Frau Hirschfeld comenz su anlisis con Freud en octubre de 1908.
Freud le escribe a J ung el 8 de noviembre: Frau C. vino a verme hace catorce das, es un caso obsesivo terriblemente grave, que tan solo se podr modificar muy lentamente. El motivo de preferirme a m fue que Thomsen la desaconsej de venir a visitarme 38 , dicindole que el tratamiento conmigo slo empeorara su condicin. Pero eso se ajustaba a la necesidad de castigo de ella. 39 En los meses y aos siguientes Freud mantuvo informado a J ung acerca de este anlisis. 40 Pero slo dos aos y medio despus, los efectos del tratamiento se hicieron evidentes: sus sntomas han empeorado mucho. Por supuesto esto es parte del proceso, pero no es seguro que yo pueda llevar las cosas ms adelante. Estoy prximo a su conflicto central, tal como muestran sus reacciones. 41
El 28 de mayo de 1911 Freud le pregunta a Oskar Pfister en Zurich si estara dispuesto a hacerse cargo del caso durante las vacaciones de verano que l tomar. No est bastante claro quin tom la inciativa para este arreglo. Freud, por su parte, se lo atribuy a Frau Hirschfeld misma 42 , que quera as actuar su compulsin de abandonar a su marido por un amigo ms joven. 43 Primero Freud le pidi a Pfister que la tomara por un corto tiempo. Sin embargo, cuando se volvi obvio que los dos haban comenzado un anlisis regular, Freud hubiera querido pasarle esta carga [a Pfister] permanentemente (por ejemplo, un par de aos); sobre todo, Pfister no debera urgirla a volver con Freud (por un par de aos!). Pero esto es lo que hizo exactamente Frau Hirschfeld. Dej a Pfister el 3 de diciembre de 1911, no se supo nada de ella durante algunas semanas y entonces, alrededor de navidad, apareci en Viena nuevamente. A pesar de sus objeciones, Freud la tom en anlisis nuevamente. 44 Desde entonces Freud le
37 En setiembre de 1921, los siete miembros del Comit Secreto estuvieron reunidos en Harz Mountain, en Alemania (Grosskurth, P.: The Secret Ring. Freuds Inner Circle and the Politics of Psicoanlisis Reading, MA: Addison-Wesley 1991, ps., 19-23), para tal ocasin Freud haba preparado hablar sobre psicoanlisis y telepata, basado ampliamente en el caso de Frau Hirschfeld. Este texto fue publicado postumamente en forma abreviada, tanto en las Gesammelte Werke y en la Standart Edition (1941); el manuscrito original que consult en la Biblioteca del Congreso contiene informaciones adicionales sustanciales de ambos casos histricos tratados en el texto. Algunos pasajes pertinentes fueron publicados recientemente por Ilse Grubrich-Simitis (1993, ps. 265-266). Cfr: la versin francesa del texto:de Ilse Grubrich-Simitis; Freud: retour aux manuscrits, PUF, Paris, 1997, p. 261, 262 38 Probablemente Robert Thomsen (1858-1914), director del sanatorio privado Hertz en Bonn. . 39 Freud/Jung: Correspondencia edit., Taurus, Madrid, 1978, carta de Freud del 8 de noviembre de 1908, p. 220.
40 Vase por ejemplo las cartas del 17 de enero de 1909, 22 de abril de 1910, y 27 de abril de 1911en Correspondencia Freud/Jung, op. cit. 41 Correspondencia Freud/Jung, op. cit., carta del 12 de mayo de 1911, p. 486 42 Probablemente una alusin al hecho de que Frau Hirschfeld insista en que las enfermeras no la descuidaran un solo momento: de lo contrario ella podra comenzar a dar vueltas acerca de las acciones que habra hecho mientras no estaba vigilada. (Cfr: Freud, S.: Un sueo como pieza probatoria, 1913, en O.C., op. cit. Vol. XII, p.283). No hay indicaciones de que fuera adicta a drogas. 43 Correspondencia indita, carta de Freud a Pfister, LOC 44 Cfr. la carta de Freud del 17 de diciembre de 1911, en Correspondencia Freud/Jung, op. cit., p.541 7 inform a Pfister sobre el anlisis, as como lo haba hecho antes con J ung. El 15 de junio de 1912, incluso le envi un telegrama a Pfister 45 urgindolo a venir a Viena por una semana para ayudar a Frau Hirschfeld en su intento de estar sin custodia, o como le escribe a Ferenczi: ayudar en un proceso de deshabituacin [Entwhnung]. 46 Despus de la visita de Pfister a Viena, las probabilidades de una mejora en la condicin de Frau Hirschfeld parecan aumentar.
En julio de 1914 Freud le escribe a Karl Abraham a Berln 47 que Frau Hirschfeld podra mudarse de Viena a Berln, en cuyo caso Abraham tendra que continuar el tratamiento. Freud har lo posible para informar a Abraham; no deja de advertirle que con toda probabilidad, no encontrar mucho placer en el trabajo con ella. Frau Hirschfeld hizo una corta visita a Berln, durante la cual Abraham fue a verla a su hotel, pero ella no permaneci all. 48
En cambio va a Zurich despus del estallido de la primera Guerra Mundial. All, de enero de 1915 en adelante, habla por telfono con Binswanger algunas veces, argumentando que le gustara ir [al sanatorio de Binswanger, Bellevue, en Kreuzlingen, sobre el lago de Constanza] o bien que yo [Binswagner] fuera a Zurich algn tiempo para verla, pero ella no quiere considerar un anlisis. 49 Binswagner se interesa por detalles adicionales y Freud le contesta con una larga carta. Hay mucho que decir sobre la paciente, comienza su relato acerca de ella, y termina con: en sntesis uno no puede parar de hablar de ella. 50
A fines de abril de 1915, Binswagner viaja a Zurich a ver a Frau Hirschfeld. Su conversacin est centrada en el conflicto Freud/J ung, Frau Hirschfeld habl con desaprobacin de J ung y quiso saber si Binswagner segua siendo discpulo de Freud. 51 A pesar de sus argumentos de que no poda pagar una estada en el sanatorio de Binswagner, s lleg a ir un tiempo despus. Posiblemente, Freud la incluy en las palabras que dirigi a los amigos del Lago de Constanza en ocasin de su sexagsimo cumpleaos (7 de mayo de 1916). Gerhard Fitchner, editor de la correspondencia en ingls Freud/Binswagner tambin cita una carta de Pfister a Binswanger (8 de noviembre de 1916, Fitchner, p.149) en las que Pfister menciona las observaciones apreciativas de Freud sobre los mritos de Binswanger en este caso.
A partir de esta poca, los rastros de Frau Hirschfeld en los documentos que me son accesibles, devienen escasos. Slo espordicamente ella reemerge en las cartas de Freud a Pfister, por ejemplo, el 9 de mayo de 1920 y el 29 de
45 LOC 46 Sigmund Freud-Sandor Ferenczi: Correspondence 1908-1914, op.cit, p.406, cfr. la carta de Freud del 23 de junio de 1912. 47 Carta no publicada: Museo Freud, Londres 48 Sigmund Freud/Karl Abraham: Correspondencia, Gedisa, Barcelona, 1979, p. 214. Cfr la carta de Abraham del 23 de julio de 1914. 49 Sigmund Freud/Gustav Binswanger: Briefwechsel 1908-1938, op. cit., Cfr. La carta de Binswagner del 19 de abril de 1915. 50 Ibid.: Carta del 24 de abril de 1915 51 Ibid.,: Carta de Binswagner del 18 de mayo de 1915, p.150, en francs: p. 209 8 julio de 1921. 52 En ellas Freud rechaza tomarla de nuevo en anlisis y recomienda un tratamiento como a un paciente hospitalizado, y se defiende a s mismo del reproche de que l podra haber usado una tcnica teraputica inapropiada. En cualquier caso, no ms all de noviembre de 1921, encontramos a Frau Hirschfeld de nuevo en la clnica de Binswagner donde permanece casi hasta el final de 1923 (interrumpida su estancia por una estada en Berln). 53
Durante el verano siguiente, Pfister le pide consejo a Freud acerca de si una vez ms comienza un anlisis con Frau Hirschfeld. En julio de 1924 Freud le responde que no ve razones para que Pfister no lo haga, agregando que no puede hacer ningn comentario sobre el diagnstico de Eugene Bleuler de una esquizofrenia inminente, puesto que, lo que [Freud] haba visto hasta ese momento, era indudablemente un caso de neurosis obsesiva. Yo no encuentro si, en efecto, ella retorn al anlisis con Pfister, pero s que se mantiene en contacto con l, con Binswagner y con Freud. Hasta donde conozco, Freud la menciona por ltima vez en una carta a Pfister del 1 de junio de 1927 54 , aparentemente le haba hecho una visita a Freud y hablado con l del deseo de Pfister de que Freud destruyera ciertas cartas (concernientes a problemas maritales y a un asunto amoroso de Pfister). Finalmente Binswagner relata su visita a Freud el 17 de setiembre de 1927 en la montaa de Semmering, cerca de Viena cuando ellos hablaron otra vez del caso Gi., y acerca de las razones para el fracaso de la cura. 55
Mi gran paciente, mi principal tormento
Ms all de cualquier duda, Freud tuvo una atraccin extraordinaria por esta mujer. Para l, ella fue extremadamente interesante 56 , una mujer particularmente fina, seria y buena, 57 una personalidad imposible de la ms alta posicin. 58 La encontr ms que simptica, de altos principios y refinada; 59
ella y su marido fueron gente seriamente noble; 60 su caso es seguramente ms interesante y su persona ms valorable que otras; 61 ella fue la pobrecita, 62 a quien Freud algunas veces llam por su primer nombre; 63 encontr en ella una personalidad amable, ms que considerada, ingeniosamente refinada; 64 es
52 LOC 53 Sigmund Freud/Gustav Binswanger: Briefwechsel 1908-1938, op. cit., ps. 175,176,178,179, 182,186; en francs: 232, 233, 234, 237 54 Freud/ Pfister: Correspondencia, Fondo de Cultura Econmica, Mxico, 1966, p. 104 55 Sigmund Freud/Gustav Binswanger: Briefwechsel 1908-1938, op. cit. p.267; en francs, p. 270 56 Freud/Jung: Correspondencia, op. cit., Carta del 17 de enero de 1909, p. 242, 243 57 Carta a Pfister, 10 de julio de 1910, LOC 58 Ibid.,: Carta a Pfister. 28 de mayo de 1911, LOC 59 Ibid.,:Carta a Pfister, 15 de junio de 1911, LOC 60 Ibid.: Carta a Pfister, 13 de diciembre de 1911, LOC 61 LOC 62 Freud/Jung: Correspondencia, op.cit., carta del 10 de enero de 1912, p. 547 63 Sigmund Freud/Gustav Binswanger: Briefwechsel 1908-1938, op. cit., carta del 10 de mayo de 1923, p.186; en francs, p.242 64 Ibid.,: carta del 24 de abril de 1915, p. 149, en francs, p. 207 9 tambin una hija que quiere ayudar a su padre como J uana de Arco. 65 Fue por cierto la gran paciente de Freud 66 como la llam al menos dos veces. 67
Pero a pesar de los esfuerzos de Freud la condicin de Frau Hirschfeld no mejor. De este modo no fue slo su gran paciente sino su principal tormento, tal como le escribe a J ung el 27 de abril de 1911. 68 Este caso muy serio 69 fue un pedacito arduamente digerible y aunque para Freud fue fcil de atravesar, 70 ella no pudo o no quiso aceptar sus interpretaciones: Es tan claro que hace que le paren a uno los pelos de punta. Sin embargo la terapia produce magros resultados. Por la noche se abrocha con alfileres para volver inaccesibles sus genitales, puede usted imaginarse cun abordable es intelectualmente. 71 Freud se siente aliviado cuando ella interrumpe su anlisis por un par de meses. Fui salvo justo antes de un punto final de agotamiento, por la partida de mi cliente hacia Frankfurt ayer. 72 Ella es un caso grave, tal vez incurable. 73 No tiene posibilidades de ser curada. 74 Puede ser fascinante hasta el momento que ha alcanzado su objetivo de que uno deje de hacerle demandas. 75 Y hace que Freud lance un suspiro aliviado: Nunca debemos permitir que nuestros pobres neurticos nos vuelvan locos. 76
Freud lucha para conservar su ecuanimidad; encuentra pesado estar una vez ms [...] tolerante y paciente. 77 Le recuerda cruelmente que lo que ella quiere, ms que nada, es un flirt (coqueteo) intelectual, por medio del cual olvidar por un tiempo su enfermedad 78 y determin tratarla muy severamente. 79 Pero entonces, Frau Hirschfeld cambi completamente de conducta y dio lugar a que Freud estuviera en una mucho mejor posicin respecto a ella que antes. De este modo yo gano esperanzas teraputicas nuevamente, a pesar de la seriedad del caso. 80 Ella contina haciendo
65 Ibid., p.150, en francs, p.208 66 Grosspatientin, en bastardillas en el original. 67 Sigmund Freud-Sndor Ferenczi: Correspondence, 1908-1914, op.cit., carta del 23 de junio de 1912, p.406; y carta de Freud a Abrahamdel 10 de julio de 1914, en el Museo Freud, en Londres.
68 Freud/Jung: Correspondencia, op.cit., p. 480 69 Ibid.: Carta del 8 de noviembre de 1908, p. 220 70 Mi traduccin de ein schwerer Bissen y leicht zu durchschauen. (Nota del autor) En espaol se dira: un hueso duro de roer, y ser transparente (N de T.) 71 Freud/Jung: Correspondencia, op. cit., carta del 29 de noviembre de 1908, p. 228 (Hay diferencias en la traduccin en espaol, N.del T.) 72 Sigmund Freud-Sndor Ferenczi: Correspondence, op.cit., p. 146, bastardillas agregadas. Cfr. Tambin la traduccin inglesa de la correspondencia Freud/Jung, McGuire, p.310 La traduccin del francs es ma (N.de T.) 73 Freud/Jung: Correspondencia, op. cit. Carta del 12 de mayo de 1911. La traduccin inglesa difiere. 74 Carta Pfister, 2 de enero de 1912 LOC 75 9 de octubre de 1911, LOC 76 Freud/Jung: Correspondencia, op. cit., carta del 31 de diciembre de 1911, p. 543, 544. Esa carta no figura en la edicin espaola. (N.de T.) 77 Ibidem., Carta del 28 de diciembre de 1911, p.542 78 Ibidem., Carta del 10 de enero de 1912, p. 547 79 Carta a Pfister del 9 de febrero de 1912, LOC 80 Carta a Pfister del 9 de febrero de 1912, LOC. Un pasaje similar en la carta de Freud a Fliess del 16 de mayo de 1900 en la que escribe acerca de sus dificultades en su entonces caso ms difcil, referido tambin a una paciente. El punto de giro en la cura lleg despus de cuatro aos, cuando Freud se puso 10 esfuerzos y con entusiasmo se atiene a m; adems, casi ha revelado la estructura completa de su caso. Pero es todava obvio que prefiere trasponer las piedras en su camino con las alas de la transferencia, que con en el laborioso paso del trabajo. Veremos! 81
La esperanza de Freud result engaosa. Podemos deducir el fracaso de la terapia por una carta a Binswagner, escrita alrededor de tres aos despus: Es el caso ms severo de neurosis obsesiva, analizado casi [cursivas en el original] hasta el final, que gir hacia un estado incurable. Ella resisti todos los esfuerzos debido a circunstancias particularmente desfavorables. Supuestamente, ella es todava dependiente de m; realmente, se aleja de m desde que pude decirle la ltima palabra del secreto de su enfermedad. Analticamente no le sirve a nadie [cursivas agregadas, no figuran en la versin francesa]. A Pfister lo est haciendo tonto. 82 La nica medida que podra usarse en este caso severo de neurosis obsesiva, sera la compulsin misma, 83 combinada con un tratamiento dentro de una clnica. 84 La conclusin final de Freud se encuentra en una carta a Binswagner del 27 de abril de 1922: Me gustara expresar mi juicio en el caso de Frau Gi diciendo que se podra llegar a algo con ella slo a travs de una combinacin de anlisis y prohibicin (contra-compulsin). Lamento profundamente que slo pude usar en su tiempo la primera de ellas, la otra slo puede ser cumplida en una clnica. 85
Existe un postfacio de la terapia de Frau Hirschfeld con Freud. En el otoo de 1921 ella quera analizarse con l otra vez, pero Freud declin su pedido dando no menos de cuatro argumentos, todos ellos de una supuesta racionalidad y no de naturaleza personal. 86 Pero su argumento completo, para citar al mismo Freud, le recuerda a uno vvidamente la defensa de aquel hombre que fue acusado por su vecino de haberle devuelto averiado un caldero que le prest. Dijo que en primer lugar, se lo haba devuelto intacto; en segundo lugar, que el caldero ya estaba agujereado cuando se lo pidi, y que en tercer lugar nunca le haba pedido prestado un caldero. Mientras ms, mejor: con que uno solo de esos alegatos se admitiera por valedero, quedara disculpado nuestro hombre. 87 Ms an, su principal argumento que no tena tiempo para atenderla, porque tena ocupada su agenda con otros pacientes parece infundado, particularmente en este caso. Haba usado el mismo argumento en 1911, aunque de todas formas la atendi a pesar de que ya consideraba que ella estaba ms all de cualquier posibilidad de terapia. 88 No se puede evitar recordar el hecho de que en una ocasin previa, Freud haba rechazado tomar en anlisis una segunda vez a una importante paciente; esta paciente tambin se haba alejado cuando l estaba a punto de decirle la ltima palabra acerca del
en buenos trminos con ella. (Sigmund Freud: Cartas a Wilhelm Fliess 19887-1904, Amorrortu edit., BsAs, 1994, p.453) 81 Ibid., 4 de julio de 1912, LOC 82 Sigmund Freud/Gustav Binswanger: Briefwechsel 1908-1938, op. cit., carta del 24 de abril de 1915, p. 148, en francs, p. 207 83 Ibid., Carta del 8 de noviembre de 1916, p.149. Esta carta no est en la edicin francesa (N.de T.) 84 Carta a Pfister, 29 de julio de 1921, LOC 85 Sigmund Freud/Gustav Binswanger: Briefwechsel 1908-1938, op. cit., ps. 178, 179, itlicas agregadas. En francs, p.234 86 Carta a Pfister del 29 de julio de 1921, LOC 87 Freud, S.: La interpretacin de los sueos (primera parte), 1900, en O.C., op.cit., Vol. IV, p.140 88 Freud/Jung: Correspondencia, op.cit., carta del 11 de diciembre de 1911, p. 541 11 secreto de su enfermedad, y a ella tambin le haba reprochado Freud ser la responsable del fracaso de la cura. 89
Aprendiendo muchsimo sin perder un pedazo de piel
Una vez, Freud le dijo a Max Eitingon que el secreto de la terapia es la cura a travs del amor, y [...] con gran esfuerzo personal uno puede a veces superar ms dificultades en el tratamiento, pero uno perdera su piel haciendo eso. 90 Freud, sin embargo, en lugar de perder su piel prefiri, finalmente, desarrollar la piel gruesa que necesitamos para dominar la contratransferencia que es, despus de todo, un problema permanente para nosotros. 91
No slo al analista no le gusta perder su piel; algunos meses despus de su carta a J ung, Freud usa la misma metfora de la piel 92 para describir la situacin emocional del paciente:
Me parece que influenciando las pulsiones sexuales, no podemos aportar ms que intercambios, desplazamientos; nunca una renuncia, desistiendo de la resolucin de un complejo. (Secreto estricto!) Cuando alguien entrega sus complejos infantiles rescata, en su lugar, una parte de ellos (el afecto) y la pone en una configuracin presente (transferencia). Ha mudado la piel dejando la anterior al analista; Dios lo preserve de andar ahora desnudo, sin piel! Nuestra ganancia teraputica es una ganancia sustitutiva similar a la de Hans im Glck. El ltimo pedazo no cae en la fuente sino con la muerte. 93
Pocas veces, Freud describi de manera tan sorprendente el compromiso afectivo de la pareja analtica, una situacin que va realmente debajo de la propia piel. Bien pudo haber estado inspirado en esta afirmacin por su gran
89 El quiebre del tratamiento de Dora justo cuando mis esperanzas de terminacin exitosa estaban en el punto ms alto... fue un inconfundible acto de venganza de su parte. Cfr. Fragmento de anlisis de un caso de histeria, [Dora], 1905, enO.C., op.cit., Vol. VII; Decker, H.S.: Freud, Dora and Viena 1900, 1991, New Cork: Free Press. Freud rechaz tambin tratar al Hombre de los Lobos una tercera vez. 90 Grotjahn, M.: Sigmund Freud and the art of letter writing, 1967, en Freud as We Knew Him, ed. H.M. Ruitenbeek, Detroit, Wayne State Univ., 1973, p. 433-447 91 Freud/Jung: Correspondencia, op.cit., carta del 7 de junio de 1909, p. 280 92 Vese tambin la carta de Freud a su novia, Martha Bernays: El pobre, la gente comn no puede existir sin su gruesa piel y sus modos tratables (Jones, E.: Vida y Obra de Sigmund Freud, Vol.I, Horme Ediciones, BsAs, 1976, p.201). Qu gruesa piel prevendra el despertar sexual puede ser inferido tambin de la opinin de Freud de que la piel [...] es [...] la zona ertica por excelencia (Freud, S.: Tres ensayos de teora sexual,1905, en O.C., op.cit., p.154) 93 Sigmund Freud-Sndor Ferenczi: Correspondence, op.cit., carta del 10 de enero de 1910, p. 134 En el cuento de hadas de los hermanos Grimm, Hans como una recompensa por su trabajo, recibe una pieza de oro que deviene una carga para l. La intercambia por un caballo, el caballo por una vaca, etc., hasta que finalmente queda en posesin de dos piedras. Porque ellas lo apresuran, las pone en el borde de una fuente, las empuja y caen. Hans agradece a Dios y libre de toda carga corre al hogar de su madre. Por cierto, cuando Freud estaba prximo a emigrar, mir sus valijas y exclam: Ahora soy Hans im Glck! (Puner, H.W.: Sigmund Freud hisLife and Mind New Brunswick/London, Transaction Publ., 1947, 1992 p.257) 12 paciente y mayor tormento, la que fue sobre todo, su principal cliente de esa poca.
La conclusin de Freud fue que, en todo caso, uno tiene que permanecer siendo consecuente, y es bajo estas circunstancias como se puede aprender muchsimo, 94 considerando que uno despliegue la dureza necesaria. 95
Esta conclusin derivada de la experiencia de Freud con su gran paciente, puede ser tambin reconocida en el fondo de otro episodio muy cargado emocionalmente el asunto amoroso entre Carl Gustav J ung y su paciente, Sabina Spielrein. 96 Ambos episodios se traslapan hasta cierto punto, y ambos contribuyen de manera importante en el conflicto entre Freud y J ung. Sin entrar en detalles, recordemos que mientras estaba aludiendo a J ung y Spielrein, Freud habl de la gruesa piel que necesitamos y que por primera vez us el trmino contratransferencia. 97 Dada la afeccin de Freud por Frau Hirschfeld, se vuelve evidente que no slo estaba advirtiendo a J ung, sino a s mismo contra los peligros inherentes a una excesiva implicacin emocional. El error que le reproch a Pfister en una carta del 2 de enero de 1912, fue el mismo que l haba cometido o estado a punto de cometer: Qu si cometi errores en el anlisis? En mi opinin, dos. Primero, que usted embroll mucho las cosas para ella, que le dio demasiada importancia al hecho de que permaneciera [en anlisis] (seguramente usted quiso ser muy generoso) de lo contrario, probablemente ella habra permanecido ms tiempo con usted; en segundo lugar, que usted, con su amabilidad y su ambicin, cedi demasiado de usted mismo. Por mi parte, he renunciado completamente a eso; en mi opinin, la tcnica de la contratransferencia aconseja contra ello. 98
En teora, esta fue la posicin en la que Freud permaneci; en la prctica, sin embargo, parece vacilar entre una sensibilidad y una empata simptica por un lado, y por otro, una distancia y a veces una conducta cruda y severa.
Conducta abstracta o un poco de simpata: El conflicto entre Freud y Jung
La cuestin de cmo reaccionar ante un paciente que demanda simpata y preocupacin, est tambin en el centro del conflicto personal entre Freud y J ung alrededor de los aos 1911/1912 disparado por Frau Hirschfeld. A pesar de que no es fcil, a la luz del material disponible hasta ahora, reconstruir los hechos y seguir la controversia con detalle, lo que sigue puede ser aseverado.
94 Mi traduccin de: Konsequent bleiben und hat gerade unter solchen Umstnden frchterlich viel zu lernen. (N. del autor). Carta del 12 de mayo de 1911, no figura en la edicin en espaol de la Correspondencia Freud/Jung. 95 Carta a Pfister, 14 de diciembre de 1911, LOC 96 Kerr, J: A Most Dangerous Method. The Story of Jung, Freud and Sabina Spielrein, New York, Knopf, 1993 97 Freud/Jung: Correspondencia, op. cit., carta del 7 de junio de 1909, p. 280 98 LOC, itlicas agregadas 13
Freud y J ung se criticaban uno al otro usando el caso de Frau Hirschfeld como el motivo aparente. Desafortunadamente, una carta crucial de J ung parece estar perdida, de modo que sus crticas slo pueden ser inferidas por las respuestas de Freud. El 14 de diciembre de 1911, Freud declar en una carta a Pfister que en este tiempo, nuestro amigo J ung [...] est ms bien equivocado porque Frau Hirschfeld y su marido son personas seriamente nobles; hasta ahora no he mirado a travs de la apariencia y sin embargo s mucho acerca de ellos. Puedo explicarme fcilmente su conducta si pongo juntas su declaracin de no aceptar ningn dinero, y la excesiva delicadeza de parte de ellos. 99 Dos semanas ms tarde le escribe a J ung: Est todo resuelto con Pfister; su interpretacin (en la carta perdida de J ung) era injustificada; de verdad estaban perdidos, tenan que consultarme. 100 Parece que todo esto se refiere al cambio de terapeuta de Frau Hirschfeld en diciembre de 1911, de Pfister a Freud (vase ms arriba). J ung, y quizs tambin Pfister, aparentemente criticaron las circunstancias en las cuales Freud la haba aceptado nuevamente como paciente.
Frau Hirschfeld, reiniciando su anlisis con Freud, le refiri [] toda clase de cosas acerca de usted [J ung] y Pfister, si es que se puede llamar referir a tales insinuaciones []. 101 Ahora era el turno de Freud de hacerle reproches a Pfister, y sobre todo a J ung; sus pertinentes observaciones han sido citadas muchas veces, pero son ms reveladoras en el presente contexto:
[...] de lo cual deduzco que ninguno de ustedes dos [J ung y Pfister] ha adquirido an la frialdad necesaria para la prctica, que participan an demasiado y ponen mucho de personal a fin de demandar una correspondencia por ello. Permtanme a m, el venerable y viejo maestro, advertir que uno est invariablemente equivocado al aplicar esta tcnica, que ms bien, uno ha de permanecer inaccesible sin comprometer la receptividad. No debemos permitir que nuestros pobres neurticos nos vuelvan locos. El artculo sobre la Contratransferencia, que me parece necesario, no debera, sin embargo, publicarse, sino circular entre nosotros en copias. 102
La controversia entre Freud y J ung gir en torno a una conversacin entre Frau Hirschfeld y J ung ocurrida en algn momento a finales de 1911. Existen principalmente dos fuentes de las cuales se puede deducir el contenido de esta conversacin, la correspondencia Freud/J ung y el relato de Freud hecho diez aos ms tarde. Respecto a la primera fuente, Freud continu en su carta a J ung: Si de veras siente resentimiento contra m, no hay necesidad de usar a la C. como pretexto para desahogarse. Si ella le pide que usted me refiera su conversacin con ella, le pido que no se deje influir o intimidar por ella; slo
99 LOC 100 Freud/Jung: Correspondencia, op.cit., carta del 18 de diciembre de 1911, p. 542 101 Ibid., carta del 31 de diciembre de 1911, p. 543. 102 Ibid., p.543. Freud usa muchas palabras fuertes que vienen en la traduccin oficial. Viejo maestro venerable es una alusin al poema de Goethe Der Zauberlehrling (El aprendiz de brujo). Nota del autor. 14 espere mi prxima equivocacin y hable directamente conmigo. 103 La respuesta de J ung es particularmente interesante y por ello est citada ampliamente:
He esperado mucho tiempo a que Frau C., tal como acordado, hablara con usted acerca de nuestra desagradable situacin. Esto ya vena mortificndome hace tiempo. No s cmo habr hablado ella 104 con usted. La cosa estuvo as: vino a consultarme acerca de su hermana, as fue como lleg conmigo. Luego me plante la cuestin de conciencia (Gewissensfrage). Presintiendo una trampa, la evad lo ms que se pudo. Despus me pareci que no estaba en condiciones de volver a Viena. Para aligerarle las cosas, le dije que para m era muy desagradable verme inmiscuido. Seguido, le hice la observacin de que en lo que ella deca, me pareca que estaba esperando que apareciera, en el encuentro con usted, un cierto matiz de un sacrificio personal de parte suya [de Freud]. Tambin le dije que de ninguna manera pretenda que mi punto de vista fuese exacto, puesto que no conoca el caso. Que hasta donde la entenda, demandaba cierta dosis de simpata de su parte, a la que quizs usted se negaba conciente de sus buenas razones para hacerlo. Que efectivamente, esa simpata s aligera las cosas momentneamente, pero que llevara las cosas hacia el xito final, me pareca, por lo menos, dudoso. Yo personalmente me mantena casi siempre muy malgr moi [en francs en el original], no tan abstracto, ya que muchas veces no poda evitar la simpata, y si ya estaba ah, sacrificaba una parte de ella a los pacientes en tanto me deca a m mismo que el paciente, como ser humano, tiene el derecho de ocupar el lugar que le corresponde en la valoracin y participacin personal del mdico. Tambin le dije que as me pareca a m, a reserva de error, porque mi experiencia no poda medirse de ninguna manera con la de usted. A continuacin me result muy vergonzoso haberme dejado llevar por esta explicacin, hubiera querido evitarla, pero la compasin ante su penoso estado me sedujo a plantearle algo, incluso ante el peligro de estarle soplando algo al odo. Me consol ante la perspectiva de que una vez que estuviera con usted, pronto sera llevada a estar en el lugar correcto. Lo que ms me importaba era que llegara lo antes posible a Viena, lo cual de facto ocurri. Que este fin bendiga los medios. 105
Freud respondi: Lo que escribe acerca del asunto de la Frau C, casi me dio pena. No se haga reproches respecto a m, sino ms bien, modifique la tcnica en el sentido de mantener una mayor reserva respecto a los pacientes. 106
Ahora la segunda fuente. Cuando Freud y los miembros del Comit Secreto se reunieron en junio de 1921, Freud eligi hablar de este caso, y habl acerca de su significado en su relacin con J ung:
103 Ibid., p.543 104 Ich wei nicht wie sie [zu] Ihnen gesprochen hat. Los editores ponen una nota al pie: Original: Sie corregido a sie. En alemn, cuando se escribe una carta, los pronombres se escriben con mayscula cuando se refieren al destinatario. Jung escribi: no s cmo usted..., y corrigi: no s cmo ella. Carta a Freud (2 de enero de 1912), en Sigmund Freud / C.G. Jung, Briefwechsel, WilliamMcguire y Wolfgang Sauerlnder (eds.), Fischer, Frankfurt, 1974, carta 291J, p. 528. (N.de T.) 105 Freud/Jung: Correspondencia, op. cit., carta del 2 de enero de 1912, ps. 544, 545. Traduccin modificada, siguiendo el original en alemn (N deT.). 106 Ibid., carta del 10 de enero de 1912, p. 547 15
Este anlisis fue tambin la primera ocasin en la que J ung revel su carcter ambigo [...] Durante unas vacaciones en Zurich, ella lo hizo venir para conocerlo. En esa ocasin l le mostr su sorpresa de que pudiera soportar un anlisis conmigo, sin calor y simpata y se propuso l mismo para un tratamiento ms clido y dinmico. Cuando ella le advirti que sera necesario darme cuenta de sus propsitos, l se alarm y le rog no hacerlo. El hijo afectuoso haba fracasado en la primera tentativa aun no sublimada, de competir con el padre por el objeto-mujer [...] 107
Evidentemente esta discusin es acerca de la contratransferencia y el poquito de simpata que el terapista no podra o no debera mostrar. La crtica de Freud, sin embargo, tiene que ser reconsiderada a la luz de sus propios sentimientos hacia Frau Hirschfeld, que lo involucraban ms que un poquito de simpata. Por otra parte, las palabras de J ung seguramente le recordaron el affair de J ung con su paciente Sabina Spielrein en el que J ung definitivamente no se condujo de un modo muy abstracto, y en el que su poquito de simpata condujo al escndalo. Finalmente, entre finales de 1911 y principios de 1912 ocurri tambin el punto culminante de la relacin triangular de Sndor Ferenczi, su amante Gizella Plos y su hija Elma, que al mismo tiempo era su paciente. 108
Ferenczi saba sobre la carta de J ung acerca de su ltima conversacin con Frau Hirschfeld y lo coment con Freud. Sospechaba en J ung
una ambicin ilimitada e incontrolada que se manifiesta como odio y envidia respecto a usted, que es tan superior a l. El caso Hirschfeld es prueba de ello. Su ambicin insatisfecha lo vuelve peligroso bajo ciertas condiciones. Tampoco es delicado en la eleccin de sus mtodos; la manera en que le respondi a usted es muy significativa. Aun as, sera un error resentirse demasiado con l a causa de esta gaminerie (maldad, niera, en francs en el original). La mejor solucin, evidentemente sera una explicacin franca (con toda la sinceridad psicoanaltica). Pero para ello sera tambin necesario, sin duda, que usted tomara en anlisis a J ung de ahora en adelante. 109
En lo que a m respecta, no puede ser cuestin de sinceridad psicoanaltica, le respondi Freud, puesto que l guarda silencio y no ha sido franco en sus informaciones, y no estoy inclinado a emprender un tratamiento. [...] Sin embargo, no voy a provocar nada que indique que lo tomo mal, perdono gustosamente, pero mis sentimientos permanecen sin cambio. Es difcil
107 Ilse Grubrich-Simitis: Freud: retour aux manuscrits, PUF, Paris, 1997, p.262. La traduccin es ma. (N.del T.) 108 Haynal, A. y Falzeder, E.: Healing through love? A unique dialogue in the history of psychoanalysis, Free Associations, 1991, 21-20 109 Freud/Ferenczi: Correspondence 1908-1914, Op.Cit., p.351, carta del 20 de enero de 1912 (La traduccin del francs es ma, (N. del T.). 16 tambin, superar el hbito psicoanaltico de extraer conclusiones importantes a partir de pequeos signos. Es verdad que su ambicin me era conocida, pero esperaba que la posicin que le haba reservado y le preparo todava, hubiera conducido esta fuerza a mi servicio. La perspectiva de hacer todo solo, tanto tiempo como vivir, y de no dejar un sucesor plenamente vlido no es consoladora. Tambin le confesar que me siento lejos de estar sereno y que esta trivialidad me pesa enormemente. 110
La trivialidad, como Freud le escribe a Binswagner, fue que Frau Hirschfeld fue uno de los objetos con los que J ung actu su incorreccin. 111
Hasta ahora he resumido lo que sus terapistas dicen de Frau Hirschfeld, usndola en ocasiones para reproches recprocos. Desafortunadamente, conocemos poco de sus sentimientos y motivaciones. Por ejemplo, qu fue la cuestin crucial, la cuestin de conciencia que ella puso en J ung? Cules fueron sus motivos al tomar partido por Freud en el conflicto con J ung?
Freud, aunque concluy que Frau Hirschfeld no era de uso analtico para nadie, consider, no obstante, su obligacin de sacrificarse a la ciencia 112 Aunque no tena posibilidades de ser curada [...] por lo menos, el psicoanlisis debera aprender de su caso y sacar provecho. 113 Y, en efecto, el psicoanlisis se benefici con ella en gran medida, ya en el campo de la tcnica teraputica y la teora del proceso analtico, o en la teora psicoanaltica del desarrollo libidinal.
Indiferente hacia la Incomparable Fascinacin
El tratamiento de Frau Hirschfeld y su final fallido, marca un punto de giro en la evaluacin de Freud del poder curativo del psicoanlisis. Fue uno de los casos en los cuales hizo un enorme esfuerzo personal para vencer las resistencias e influenciar el resultado. Pero este sustituto de amor 114 este sustituto de afecto anhelado por ella, 115 no ayud; evidentemente para Freud ella perteneca a esa clase de mujeres con quienes el intento de preservar la transferencia ertica, sin satisfacerla, para los propsitos del trabajo analtico, no tiene xito. Son mujeres de pasiones elementales que no toleran sustitutos. Son infantes de una naturaleza que rechaza aceptar lo psquico en lugar de lo material, que, en las palabras del poeta, son accesibles slo a la lgica de la sopa, con bolas de masa por argumentos. 116 En estos casos, no es siempre
110 Ibid.: Carta del 23 de enero de 1912, p. 353. La traducin es ma (N. del T.) 111 Sigmund Freud/Gustav Binswanger: Briefwechsel 1908-1938, op. cit., carta 24 de abril de 1915, p.149, en francs, p.207 112 Freud/Jung: Correspondencia, op. cit., carta del 17 de diciembre de 1911, p. 541 113 Carta a Pfister del 2 de enero de 1912, LOC 114 Breuer y Freud: Estudios sobre la histeria, en O.C., op.cit. Vol. II 115 Freud, S.: Fragmento de anlisis de un caso de histeria, 1905 [1901] en O.C., op.cit., Vol. VII 116 Freud, S.: Observaciones sobre el amor de transferencia, 1915. La cita es una alusin al poema e Heinrich HeineWanderrattenn. Freud us la misma comparacin en una carta a Pfister del 10 de mayo de 1909, durante el tratamiento de Frau Hirsfeld. 17 fcil para el mdico mantenerse dentro de los lmites prescriptos por la tica y la tcnica Cuando una mujer demanda amor para rechazar y negarse, el hombre juega un penoso papel; y a pesar de la neurosis y la resistencia, hay una fascinacin incomparable por una mujer de altos principios que confiesa su pasin. 117 Puesta la nota al pi. Y Frau Hirschfeld fue no slo ms que simptica, sino de principios bastante altos y refinada? 118 En cualquier caso, cuando Freud escribi sus textos sobre tcnica entre 1911 y 1915, en los que introdujo o redefini conceptos cruciales del proceso analtico (contratransferencia, distincin entre transferencia positiva y negativa, similitud entre el cirujano y el espejo, anlisis de las resistencias, compulsin a la repeticin, neurosis de transferencia, trabajo de elaboracin, regla de abstinencia), Frau Hirschfeld fue uno de sus pacientes ms importantes, sino el ms importante.
Para evaluar la posible influencia que el tratamiento de ella tuvo en los conceptos tcnicos de Freud, reconsideremos brevemente algunos aspectos discutidos en esos trabajos. En general, Freud tom las riendas que haba abandonado en la penltima seccin de su captulo La psicoterapia de la histeria en los Estudios sobre la histeria 119 y en su discusin de Dora 120 y del Hombre de las Ratas 121 . Siempre supo que la transferencia esta ltima creacin de la enfermedad es por mucho la parte ms ardua de toda la tarea, pero al mismo tiempo, una necesidad inevitable. 122 Saba que esta transferencia contena no slo sentimientos positivos, sino todas las tendencias del paciente, incluso las hostiles, 123 esto es, la transferencia negativa, cuya vigorosa y consistente interpretacin fue considerada por Freud como el punto de giro 124 en el anlisis del Hombre de las Ratas 125 . l saba que la preocupacin personal por los pacientes y la simpata humana 126 son requeridas por parte del analista, pero ya haba sido advertido respecto al peligro de la contratransferencia amorosa, como la experimentaron algunos de sus ms cercanos colaboradores y amigos: J oseph Breuer, Carl Gustav J ung, y Sndor Ferenczi. 127
Lo que Freud ensay en el perodo 1910-1915, fue, para empezar, un intento de sistematizar sus puntos de vista sobre la tcnica analtica en una Metodologa General del Psicoanlisis. Cuando esto fracasa, plasma sus ideas de un modo holgadamente estructurado en los trabajos mencionados, los que
117 Freud, S.: Observaciones sobre el amor de transferencia, en O.C., op.cit. Vol. XII, ps. 172,173 118 Carta a Pfister del 15 de junio de 1911, LOC 119 Breuer, J. y Freud, S.: Estudios sobre la histeria, 1893-1895, Cfr. el cap. IV, Sobre la psicoterapia de la histeria, en O.C., op.cit., Vol. II, pag. 305,306 120 Freud, S.: Fragmento de anlisis de un caso de histeria, op. cit., Vol. VII, p.96. Hay sorprendentes similitudes en las actitudes de Freud hacia Ida Bauer y Frau Hirschfeld y en las conclusiones que delineo para estos casos; vese en particular el Postfacio al caso Dora. 121 Freud, S.: A propsito de un caso de neurosis obsesiva, 1909, en O.C., en op.cit. Vol. X. 122 Freud, S. : Fragmento de anlisis de un caso de histeria, op.cit., p. 133 123 Ibid., p.134 124 En el original: Hhe der Kure, punto culminante 125 Freud, S.: A propsito de un caso de neurosis obsesiva, op. cit.,p. 164 126 Breuer,J. y Freud, S.: Estudios sobre la histeria, en op.cit., p. 272 127 Para una informacin adicional, vase Haynal, A. y Falzeder, E.: Slaying the dragons of de past or cooking the hare en the present. A historical view on affects in the psychoanalytic encounter en: Psychoanal. Inquiry, 13, p. 357-371 1993 18 ms tarde consider como siendo textos para principiantes, 128 y esencialmente negativos. 129 Acentu el lmite del poder teraputico del psicoanlisis, advirti contra la implicacin afectiva del analista y tuvo en cuenta estrictamente el rol limitado del analista. En otras palabras, seal las fuerzas que complicaban e impedan la cura (resistencia de transferencia, compulsin a la repeticin, acting-out) y resalt aquello en lo que el analista no debera implicarse (amor de contratransferencia, implicacin emocional, ambicin teraputica). La voz de la razn, una cierta confianza en las reglas fundamentales del anlisis, y paciencia, bastaran como herramientas para el analista. Todas estas recomendaciones las he decantado [] de mi experiencia de aos, tras desisitir, por propio escarmiento, de otros caminos. 130
Mientras que en el caso Dora, por ejemplo, todava sostena que habra bastado decirle a Dora que es desde el seor K. que usted hace una transferencia sobre m, 131 para despejar todo y obtener el acceso a nuevos recuerdos. Ms de diez aos despus, declaraba que en el anlisis de la transferencia emerge la ms poderosa resistencia al tratamiento, 132
particularmente en tanto se trata de una transferencia negativa o positiva de impulsos erticos reprimidos. 133 El fenmeno de la transferencia deviene el campo de batalla de una constante lucha entre el mdico y el paciente, entre el intelecto y la vida instintiva, entre comprender y querer actuar. 134 Mientras en los aos previos Freud a menudo haba tenido la ocasin de darse cuenta de que la comunicacin prematura de una solucin conduce al tratamiento a un final prematuro, 135 ahora coloca el nfasis sobre las resistencias que en el pasado haban conducido al estado de ignorancia y que todava estn preparadas para defender ese estado. 136 El analista, que representa intelecto y comprensin se modelara a s mismo como un cirujano, poniendo aparte sus sentimientos, siendo el ms peligroso la ambicin teraputica. 137 La frialdad emocional en el analista tambin crea en l una proteccin deseable de su propia vida emocional. 138
En Recuerdo, Repeticin y Elaboracin Freud trata al menos cinco conceptos importantes: compulsin a la repeticin, neurosis de transferencia, acting-out, reaccin teraputica negativa y trabajo de elaboracin. La compulsin a la repeticin se manifestara particularmente en la situacin de transferencia y ayudara en el establecimiento de una neurosis de transferencia:
128 Blanton, S.: Diary of My Analysis with Sigmund Freud, 1971 New York: Hawthorn Books, p.148 129 Carta a Ferenczi del 4 de enero de 1928, LOC 130 Freud, S.: Consejos al mdico sobre el tratamiento psicoanaltico, 1912, en O.C., op.cit., Vol. XII, p. 111 131 Freud, S.: Fragmento de anlisis de un caso de histeria, 1905, en op.cit., p.103 132 Freud, S.: La dinmica de la transferencia, 1912, en O.C., op.cit. Vol. XII, p. 99 133 Ibid., p.102-103 134 Ibid., p. 105 135 Freud, S.,: Sobre la iniciacin del tratamiento, 1913, en O.C., op.cit., Vol XII, p. 141 136 Ibid., p.142 137 Freud, S.: Consejos al mdico sobre el tratamiento psicoanaltico, 1912, en op.cit., p.114 138 Ibid. 19 Volvemos esa compulsin inocua y, ms an, aprovechable si le concedemos su derecho a ser tolerada en cierto mbito: le abrimos la transferencia como la palestra donde tiene permitido desplegarse con una libertad casi total, y donde se le ordena que escenifique para nosotros todo pulsionar patgeno que permanezca escondido en la vida anmica del analizado. [...] Conseguimos, casi siempre, dar a todos los sntomas de la enfermedad un nuevo significado transferencial, de la que puede ser curado en virtud del trabajo teraputico. La transferencia crea as un reino intermedio entre la enfermedad y la vida, en virtud de la cual se cumple el trnsito de aquella a sta. 139
Si bien Freud reconoci bastante temprano el fenmeno del acting-out (por ej. en el caso Dora, 1905, p.104), slo ahora hizo de l una nocin central de su teora teraputica. Haba sealado tambin el problema del empeoramiento durante la cura, 140 el que ms tarde fue llamado reaccin teraputica negativa. 141 Finalmente Freud introduce la idea de un trabajo de elaboracin de la resistencia inconciente que es la pieza del trabajo que produce el mximo efecto alterador sobre el paciente [...]. 142 Y aunque Freud trata este asunto en algunas pocas frases, es la quintaesencia para aproximarse a la cuestin de los reales efectos de cambio en el analizante, una cuestin a la que Freud se vi confrontado por Frau Hirschfeld. Si bien su primera respuesta en 1895 fue que este cambio era producido por la abreaccin de los montos de afecto estrangulados por la represin, 143 fue de la opinin, en 1914, de que uno puede dar tiempo al paciente para enfrascarse en la resistencia, no consabida para l; para reelaborarla (durcharbeiten), vencerla siguiendo el trabajo en desafo a ella y obedeciendo la regla analtica fundamental. 144 [...] La voz del intelecto es dbil como escribi en otro contexto- mas no descansa hasta ser escuchada. Y al final lo consigue, tras incontables, repetidos rechazos. 145
Pero la voz de la razn que podra ganar un odo en una celda monstica 146 no tuvo xito para ayudar a Frau Hirschfeld. La batalla entre el mdico y el paciente, entre el intelecto y la vida afectiva, entre la comprensin y la bsqueda del acto, se perdi por la fuerza de la educacin. Esto llev a Freud a una perspectiva todava ms pesimista respecto al poder curativo del psicoanlisis en casos severos. En 1914 era de una opinin ms bien optimisma de que el mdico no tiene nada ms que hacer que esperar y dejar que las cosas tomen su curso, un curso que no puede ser evitado ni siempre apresurado. Si sostiene esta conviccin, muchas veces se va a ahorrar la ilusin de haberse equivocado. 147 Pero cuatro aos ms tarde, sacando sus conclusiones de los anlisis fallidos de Frau Hirschfeld y el Hombre de los Lobos, Freud descart
139 Freud, S.: Recuerdo, Repeticin y elaboracin, en O.C., op.cit., Vol. XII, p. 156 140 Ibid., p. 154 141 En este contexto se observa la declaracin de Freud acerca de Frau Hirschfeld cuando ella lo abandona por Pfister, con el acuerdo de Freud ella acta una compulsin. l haba interpretado la exacerbacin de la enfermedad durante el anlisis como un signo de que l haba llegado muy cerca de su conflicto central. 142 Ibid., p. 157 143 Ibid., p. 157 144 Ibid., p. 157 145 Freud, S.: El porvenir de una ilusin, en O.C., op. cit. Vol. XXI, p. 52 146 Carta a Pfister del 2 de enero de 1912, LOC 147 Freud, S.: Recuerdo, Repeticin y Elaboracin, en O.C., Vol. XXI, op. cit., p. 157 20 este mtodo: En los actos severos obsesivos una actitud pasiva de espera parece ser lo indicado [...] Yo pienso que hay una pequea duda que aqu la tcnica correcta slo puede ser esperar hasta que el tratamiento mismo se vuelva una compulsin, y entonces con esta contra-compulsin por la fuerza suprimir la compulsin de la enfermedad. 148 La influencia psquica sola podra no ayudar, tendra que estar combinada con una terapia activa, por ejemplo, prevencin. 149
Preocupacin personal, simpata humana, entonces estrechos escapes, 150 advertencias frente a la implicacin emocional y la ambicin teraputica, esperando y dejando que las cosas sigan su curso, y finalmente, como ltimo recurso, contracompulsin activa: una secuencia con un punto de vista siempre ms pesimista, en paralelo con una secuencia de anlisis con pacientes extraordinarios, entre los cuales Frau Hirschfeld bien podra ser el eslabn perdido en las palabras finales de Freud sobre tcnica analtica en este perodo. Desde 1918 en adelante Freud parece haber preferido dejar esta cuestin a su crculo intelectual, sobre todo a Ferenczi y a Otto Rank.
Las advertencias de Freud sobre los peligros de la contratransferencia amorosa en particular, parecen influenciadas por sus sentimientos hacia Frau Hirschfeld. Freud estuvo confrontado a este fenmeno no slo en los comienzos del psicoanlisis y no slo por las experiencias de tres de sus ms ntimos amigos y colaboradores (Breuer, J ung, Ferenczi), sino tambin en su propia prctica hasta el perodo de 1910-1915. La nocin de contratransferencia de Freud, originada como concepto defensivo, protegera del estar tomado en. 151
Cada vez que Freud utiliza el trmino contratransferencia enfatiza que tiene que ser mantenida bajo control. El analista debe dominarla, 152 superarla, 153
vencerla, 154 incluso vencerla completamente, 155 y conquistarla nos vuelve libres. 156 Freud utiliza la palabra por ltima vez en su Observaciones sobre el amor de transferencia, 157 escrito justo despus que Frau Hirschfeld haba terminado su anlisis con l: En mi opinin, por lo tanto, no se puede desaprobar la indiferencia que se ha desarrollado para mantener bajo control la contratransferencia. 158 Despus de este captulo as mismo el caso Frau Hirschfeld, que analticamente no le serva a nadie el asunto parece estar cerrado para Freud y nunca ms us la palabra contratransferencia.
148 Freud, S.: Nuevos caminos de la terapia analtica, en O.C., op.cit., Vol. XVII, p.161-162 149 Carta a Pfister del 20 de julio de 1921, LOC 150 Freud/Jung: Correspondencia, carta del 17 de junio de 1909 (no figura en la edicin en espaol) 151 Ibid., carta del 7 de junio de 1909, p. 280 152 Ibid. 153 Ibid. 154 Freud, S.: Las perspectivas futuras de la terapia analtica, enO.C., Vol. XI, p.125, 126 155 Les premiers psychanalystes. Minutes de la Socit psychanalytique de Vienne, editadas por Herman Nunberg y Ernst Federn, Gallimard Vol. II, Francia, 1978, p.437 156 Sigmund Freud/Gustav Binswanger: Briefwechsel 1908-1938, op. cit., p.126; en francs, p.183 157 Freud, S.: Observaciones sobre el amor de transferencia, 1915 enO.C., op.cit., Vol. XII, p.168,169 158 Nuevamente la traduccin publicada no hace justicia a las palabras enfticas de Freud. (N. del autor). Lo mismo ocurre en espaol, Cfr: Nuevos caminos de la terapia analtica, en O.C., op. cit., Vol. XVII, p. 163. (N.de T.) 21 Hay varias similitudes entre el caso de Frau Hirschfeld, el del Hombre de las Ratas (1909), y el del Hombre de los Lobos (1918). 159 Es interesante observar que Freud desarrolla sus recomendaciones tcnicas mientras o poco despus sus ms importantes pacientes eran, al menos segn Freud, casos severos de neurosis obsesiva. De este modo ellos tambin estuvieron influenciados por una lucha entre un terapeuta que afirmaba abiertamente que l mismo era de tipo obsesivo 160 , y pacientes que l consideraba del mismo tipo; una lucha por el poder que dej en Freud la conviccin de que en estos casos, el anlisis regular no podra ayudar; slo el mtodo de la espera hasta que el tratamiento mismo devenga una compulsin, y entonces con esta contra- compulsin por la fuerza suprimir la compulsin de la enfermedad. 161
En 1925, encontramos a Freud incluso ms pesimista. Despus de haber afirmado que la neurosis obsesiva es incuestionablemente la ms interesante y la que devuelve temas de investigacin analtica, declar: pero como un problema, todava no ha sido dominado. Atribuye su resistencia teraputica a factores constitucionales una organizacin genital dbil y resistente. 162
Agreg en palabras casi idnticas, aquellas que haba usado para describir a Frau Hirschfeld: Cuando el ego comienza sus esfuerzos defensivos, la primera cosa para tener xito es hacer retroceder la organizacin genital (de la fase flica) en todo o en parte hacia el nivel temprano sdico anal. Este hecho de regresin es decisivo para todo lo que sigue. 163
De un cierto modo, el anlisis de Frau Hirschfeld fue para la teraputica de Freud un canto de cisne, el legado que ha influenciado al psicoanlisis hasta hoy. Sus recomendaciones han sido tomadas por muchos como la ltima palabra de la tcnica psicoanaltica, aunque el problema de la contratransferencia, del rol general del analista, de su neutralidad o de su implicacin emocional, de experiencia o de insight como factores mutativos de la terapia, esten todava en el corazn de las discusiones presentes sobre tcnica analtica.
El psicoanlisis est en deuda con ella: Un nuevo pequeo fragmento de teora
En la literatura, ella ocupa un lugar prominente, escribi Freud a Binswagner el 24 de mayo de 1915 164 y el anlisis est en deuda con ella. 165
Desafortunadamente, es posible que el texto ms interesante haya sido destrudo
159 Como Frau Hirschfel, el Hombre de los Lobos tambin consult varios terapeutas de su tiempo. (Cfr. Mahony, P.J.: Cries of the Wolf Men, New York, Int. Univ. Press, 1984, ps. 17-18) 160 Freud/Jung: Correspondencia, op.cit., carta del 2 de setiembre de 1907, p. 120 161 Freud, S.: Nuevos caminos de la terapia analtica, 1919, en O.C., op.cit., Vol. XVII, p.161, 162 162 Freud, S.: Inhibicin, sntoma y angustia, 1926, enO.C., op.cit., Vol. XX, p.108 163 Ibid., p.108 164 Sigmund Freud/Gustav Binswanger: Briefwechsel 1908-1938, op. cit., p.150. Esta carta no aparece en la versin francesa. 165 Ilse Grubrich-Simitis: Freud: retour aux manuscrits, PUF, Paris, 1997, p.262. La traduccin es ma. (N.del T.)
22 o est perdido: Freud haba escrito su historia secreta para ella, 166 un ensayo sobre su enfermedad. 167 Y discuti su caso al menos en seis textos: Un sueo como pieza probatoria, 168 Dos mentiras infantiles, 169 La predisposicin a la neurosis obsesiva, 170 Psicoanlisis y telepata, 171 Algunas notas adicionales a la interpretacin de los sueos, 172 y en la 30 de las Nuevas Conferencias de Introduccin al Psicoanlisis. 173
Un sueo como pieza probatoria aparece al comienzo de 1913. Este trabajo fue el primero de un grupo de varios autores includos bajo el ttulo general de Beitrge zur Traumdeutung (Contribuciones a la interpretacin de los sueos). Presenta la peculiaridad de ser un anlisis de sueo de segunda mano. Aparte de esto, es notable por contener una descripcin notablemente clara del modo en que juegan los pensamientos latentes en la formacin de los sueos y por su insistencia en acordar seriamente en la distincin entre pensamientos del sueo y el sueo mismo. 174 Si bien puede no ser un texto importante, es interesante observar que Frau Hirschfeld es su co-autora innominada. Ella cuenta y analiza un sueo de ella que le prueba a ella - y a Freud que su enfermera, pese a negarlo, se qued dormida mientras la cuidaba. Freud da unos pocos agregados y deja claro que repetidamente habl con Frau Hirschfeld sobre el texto 175 y que l hizo [el] borrador con ella. 176
En Dos mentiras infantiles, 177 Freud abord el amor incestuoso oculto de Frau Hirschfeld por su padre cuando era una nia en edad escolar 178
que desemboca en un conflicto con el descubrimiento de que el padre amado no posea toda la grandeza que ella estaba presta a atribuirle. [...] Pero no pudo admitir esa deficiencia de su ideal. Ya que, a la manera de la mujer, pona toda su ambicin en el hombre amado, lleg a estar muy fuertemente dominada por el motivo de apoyar a su padre contra el mundo Para no despreciar al padre, produjo dos pequeas mentiras que revelaban su deseo de vanagloriarse: Mira lo que puede mi padre! 179 No se puede dejar de presumir que esta constelacin pueda haber sido conjurada en la situacin de transferencia y de contratransferencia de sus anlisis posteriores, agregando a ello la controversia
166 Carta a Pfister del 3 de julio de 1911, LOC 167 Carta del 9 de febrero de 1912, LOC 168 Freud, S.: en: Obras Completas, op. cit. Vol. XII, p. 285-292 169 Ibid., ps., 323-328 170 Ibid. Ps. 337-346. Cfr. ademas: la carta de Abrahama Freud del 23 de julio de 1914: Estoy sorprendido de darme cuenta que ella es el sujeto de La predisposicin a la neurosis obsesiva; y en la carta de Binswanger a Freud del 19 de abril de 1915: Yo tambin reconozco que ella es el sujeto de Un sueo como pieza probatoria. Binswagner public este hecho en 1956 (Erinnerungen an Sigmund Freud, Bern, Francke); tambin mencion el caso en: Freud und die Verfassung der klinischen Psychiatrie, 1936 171 Ibid. 172 Freud, S.: Algunas notas adicionales a la interpretacin de los sueos en su conjunto, en O.C., op.cit., Vol. XIX, 123,128 173 Freud, S.: Sueo y ocultismo, enO.C., op. cit., Vol. XXII, ps. 29-52 174 Strachey, J.: en O.C., op. cit., Vol. XII, Introduccin a Un sueo como pieza probatoria, p. 281 175 Freud, S.: Un sueo como pieza probatoria, 1913, en op.cit., Vol. XII, ps.288-289 176 Ibid., p. 285, nota 1, la traduccin en espaol, difiere. 177 Freud, S.: Dos mentiras infantiles, en O.C., en op.cit., Vol. XII, ps. 323-327 178 Ibid., p.326 179 Ibid. p.326 23 entre el padre Freud, su tierno hijo J ung 180 y su joven amigo Oskar Pfister. 181 Cada uno de ellos fue llevado a identificarse, en una actitud complementaria en la contratransferencia, 182 con ciertas figuraciones transferenciales que se unan en un acting out de la estructura nuclear neurtica de ella. Sucumbiendo a su incomparable fascinacin Freud prefiri aceptarla ms que analizarla sostenindolo contra el mundo y basndose en toda la ambicin por el hombre que amaba. En tres trabajos que abordan la cuestin del psicoanlisis y la telepata 1925, 1933, 1941 Freud us una experiencia de Frau Hirschfeld con un adivinador de fortunas para demostrar que un fuerte deseo inconciente puede ser transmitido directamente al inconciente de otra persona. La prediccin del adivinador de que ella tendra dos hijos antes de sus treinta dos aos 183 expres el ms fuerte deseo inconciente, en efecto, de toda su vida emocional, y la fuerza de la motivacin de su inminente neurosis. 184
No es sin una profunda significancia que Frau Hirschfeld jug un papel central en los escritos de Freud sobre estos inestables y entrelazados fenmenos que siempre lo inquietaron: contratransferencia y pensamientos transferenciales. Sus declaraciones contradictorias y ambivalentes acerca de estos fenmenos, son espejo de su humor fluctuante en la relacin con Frau Hirschfeld, oscilando entre una mutua comprensin y una enftica devocin una situacin en la cual el dilogo entre los inconcientes 185 puede ocurrir, en el cual el Inc. de un ser humano puede reaccionar al de otro 186 y perodos en los que Freud lucha por mantener bajo control la contratransferencia y determina tratar a esta paciente con dureza. Como con otros pacientes en los que invirti un fuerte inters personal, 187 uno puede ver a Freud experimentando alternativamente un deseo de ligarse a A.B. y un deseo de retirarse o de ser retirado de l. 188 Se puede observar tambin una interdependencia entre mejoras y deterioros en las condiciones de los pacientes y la actitud de Freud hacia ellos. Aunque Freud fue conciente de esto, no fue l, sino Sndor Ferenczi quien investig sistemticamente esa coneccin entre la actitud emocional del analista y el estado del paciente como un factor importante en la terapia analtica.
El ms importante de los textos supervivientes de Freud acerca de Frau Hirschfeld, es posiblemente ste: La disposicin a la neurosis obsesiva (Una contribucin al problema de la eleccin de neurosis). 189 Este trabajo fue ledo por Freud en el 4 Congreso Psicoanaltico Internacional, que se realiz en Munich los das 7 y 8 de setiembre de 1913; se lo public a fines de ese ao. Se
180 Ilse Grubricht-Simitis: Op.Cit., p. 266 181 Carta a Pfister del 28 de mayo de 1911, LOC 182 Deutsch, H.: Occult processes ocurring during psychoanalysis, en Psychoanalysis and the Occult, edit. G. Devereaux, New York, Int.Univ.Press 1953, p.137 183 Freud, S.: Algunas notas adicionales a la interpretacin de los sueos en su conjunto, 1925 en O.C., op.cit., Vol. XIX, p.139 184 Ibid., p. 140 185 Ferenczi, S.,: Anomalies Psychognes de la Phonation, en Ouvres Compltes, T.II: 1913-1919, Payot, Paris, 1970, p.170 186 Freud, S.: Observaciones sobre el amor de transferencia, en op.cit., p.190, 191 187 Cfr, por ejemplo el caso de A.B., un hombre psictico tratado por Freud desde 1925 hasta 1930, recientemente trado a nuestra atencin por David Lynn en: Freuds analysis of A.B., a psychotic men, 1925-1930. J. Amer. Acad. Psychoanal. 21, ps 63-78[1993] 188 Lynn, D.: Op.Cit., p. 72 189 Freud, S.: La disposicin a la neurosis obsesiva, en O.C., op.cit., op.cit., Vol. XII 24 tratan aqu dos temas de especial importancia. En primer lugar, el problema de la eleccin de neurosis que le da al texto el subttulo. [...] (El) segundo tema [es] el de las organizaciones pregenitales de la libido. 190 El editor de la Standart Edition agrega que nos sorprende que este concepto, que nos es tan familiar hoy, apareciera en este lugar por primera vez. 191 Este texto y Frau Hirschfeld en cuyo tratamiento se basa efectivamente abri la puerta al reino de los estadios de desarrollo de la libido antes del complejo de Edipo. De hecho, Freud introdujo aqu la idea de una fase anal-sdica; slo ms tarde propuso la existencia de una fase oral, 192 y en 1923, de una fase flica.
En este texto La disposicin a la neurosis obsesiva Freud discute el cambio de Frau Hirschfeld de una neurosis de ansiedad a una neurosis obsesiva severa. A partir del contenido de su neurosis obsesiva (lavado y limpieza escrupulosos y medidas contraprotectoras); saca la conclusin de que estos fenmenos son formaciones reactivas contra sus propios impulsos erticos anales y sdicos. Su necesidad sexual fue obligada a expresarse en esta forma luego de que su vida genital hubiera perdido todo su valor debido a la impotencia del nico hombre que pudo ser una cuestin para ella.
A este punto se ha anudado mi pequeo fragmento de teora, de reciente creacin, que desde luego slo en apariencia descansa sobre esta sola observacin; en realidad es la sntesis de una gran suma de impresiones anteriores, que, empero, nicamente despus de esta ltima experiencia fueron capaces de producir una inteleccin. Me dije que mi esquema del desarrollo de la funcin libidinosa necesitaba de una nueva interpolacin. [...] Y ahora inteligimos la necesidad de estatuir un estadio previo a la plasmacin final: en l las pulsiones parciales ya se han reunido en la eleccin de objeto; adems el objeto ya se contrapone a la persona propia como un objeto ajeno, pero todava no est instituido el primado de las zonas genitales. Las pulsiones parciales que gobiernan esta organizacin pregenital de la vida sexual son, ms bien, las anal- erticas y las sdicas. 193
Freud, habiendo discutido algunas dificultades y complicaciones surgidas del nuevo concepto, pone el punto en que se puede escapar de esta tesis, pero que sera desmentir la existencia de una organizacin pregenital de la vida sexual y hacer coincidir esta ltima, y tambin hacerla principiar, con la funcin genital y reproductora. [...] El psicoanlisis requiere absolutamente admitir las pulsiones sexuales parciales, las zonas ergenas y la extensin as ganada del concepto de funcin sexual por oposicin a la funcin genital ms estrecha. 194
190 Strachey, J.: Nota introductoria, en Ibid., ps. 331 y 334 191 Ibid., p. 334 192 En la edicin de 1915, de Tres ensayos para una teora sexual. 193 Freud, S.: La disposicin a la neurosis obsesiva en: O.C., op.cit., Vol. XII, ps. 340-341
194 Ibid., ps. 342-343. Cfr. tambin la Correspondencia Freud/Pfister, Op. cit. la carta a Pfister del 9 de octubre de 1918: Pero cmo se le ocurre impugnar la separacin del instinto sexual en instintos parciales, a lo cual nos obliga el anlisis diariamente?, p. 59 25 Es menester tomar en consideracin que esta era la poca, en la que Freud discuta con las teoras de Alfred Adler y con Carl Gustav J ung, respecto a la teora de la libido. Freud elige hablar, con las palabras de la cita anterior, en el ltimo congreso psicoanaltico al que J ung asiste; elige hablar sobre una paciente cuyo tratamiento ha sido fuente de conflicto personales serios entre l y J ung y usa su caso como una ocasin para dibujar una lnea entre sus propios puntos de vista y aquellos de Adler y J ung. Freud rechaz el concepto de libido extendida de J ung, el acento puesto por ste en el aqu y ahora en la teora y en la prctica, y, oponindose a Adler, Freud asign la agresin a una fase del desarrollo libidinal.
La introduccin de un estadio pregenital del desarrollo fue un pivote para el desarrollo posterior de la teora psicoanaltica. Represent un paso decisivo en la comprensin de disturbios severos y profundos, abriendo la perspectiva de las relaciones tempranas de objeto y en la discusin del papel de la agresin en el desarrollo psicoanaltico terico. Una mujer desafortunada, capturada dentro de los lmites de su neurosis y la sociedad, sin ninguna posibilidad de cura, contribuy grandemente a esto. Tal vez nosotros tambin debemos sentir parte del afecto que Freud mostr hacia su gran paciente y principal tormento.