Carta A...

Yo quera ser tu pareja.
Quera estar cerca de ti y pensaba que eras la razn de mi ex

istencia. Yo era joven e inexperto con las chicas. Y t solo queras que furamos amig
os. Yo era el chico bueno, ese chico que toda chica dice que quiere.
Te esper mientras salas con los chicos malos. Esa clase de chicos irresponsables e
n los que no es muy aconsejable confiar. Yo estaba all cuando llorabas porque te
dejaban. En cierto momento me pediste que fuera tu novio, pero tan pronto como t
e di el s, diste marcha atrs y dijiste que "quizs ms adelante, cuando haya superado
esta ruptura".
Y te esper. Te esper porque pensaba que la gente es consecuente con lo que dice. E
sper hasta que lleg el momento en que me fui de ese barrio. Luego, casi me olvid de
ti.
De vez en cuando pensaba en ti y recordaba tu belleza, una imagen que me ayudaba
a recuperar el aliento en los malos momentos. En esos momentos me acordaba de l
o mucho que pensaba que te amaba. Hice todo lo que me pediste, todo lo que pude
por ti. Cada vez que me diste la espalda, me mantuve lo suficientemente cerca co
mo para acudir a ti por si me necesitabas.
Ms tarde, me fui haciendo mayor y conoc a otras mujeres. Gan experiencia, adquir rec
ursos y me volv lo suficientemente atractivo como para atraerlas y tener relacion
es con ellas. Muchas intentaron tratarme igual que lo habias hecho t, pero las de
scartaba rpidamente porque saba que no mereca la pena malgastar mi tiempo con ellas
. Aunque si te digo la verdad, nunca pude olvidarte del todo.
Muchos aos despus apareciste por mi puerta. Todava no s muy bien cmo me encontraste,
pero enseguida me di cuenta de que la vida no te haba tratado precisamente bien.
A pesar de todo, todava me parecas muy atractiva. Hablamos de la infancia y de lo
pillado que estaba por ti. Tu me hablaste de tu vida y de los dos hijos que esta
bas criando. Me contaste como sus padres se haban desentendido de ellos. Me conta
ste tus problemas, tus los, tus das de escarceos con el alcohol. Me di cuenta de q
ue cuanto ms me contabas de tu vida, menos me ibas importando.
Me acord de esa tierna e inocente adolescente por la que lo hubiese dado todo. Me
acord de lo que senta por ti y que incluso el ms mnimo indicio de saber que te preo
cupabas por m, hubiese significado mi devocin eterna. Saba que en ese momento eras
una piedra preciosa por la que hubiese vendido todo para obtenerte.
Desafortunadamente para ti, yo ya haba pasado por un divorcio que me haba arrebata
do mis ltimas esperanzas en el sexo femenino. Me di cuenta de que te tomaste todo
ese tiempo y esa molestia en encontrarme slamente porque yo era tu ltimo recurso.
Todava me queras no por lo que yo era, sino por tu propio inters.
Cuando te dije que tena que regresar a mis cosas, me preguntaste cuando volveramos
a vernos. Yo te dije "no lo s" y pareciste sorprendida. Incluso dijiste, "pero p
ensaba que me queras". Se me escap una triste mueca y mencion que te haba querido "h
ace tiempo". Tu te lo tomaste un poco tensa, me diste un beso en la mejilla y de
spus de un par de comentarios por cumplir, te marchaste.
No slo me habis utilizado, sino que t y otras como t me habis agotado. Un hombre no p
uede alimentar esas emociones y sentirlas por tiempo indefinido sin recibir nada
a cambio. Con el tiempo, la realidad y la verdad se acaban imponiendo, y esa ca
pacidad se acaba agotando. No siento ninguna lstima por ti y tampoco siento amor.
Lo siento por esa joven que tir su vida a la basura, pero t no eres ella. Hace ti
empo que dejaste de serlo.
Lo ms sorprendente es cmo me sent cuando te marchaste. No sent ni amor ni odio. Ni s
iquiera una leve incomodidad. Lo nico que sent fue indiferencia. Indiferencia haci
a t y tu futuro. Puede incluso que te sorprendiese saber que ni siquiera este tex
to est escrito para ti. Est escrito como advertencia para otros hombres, y como re
spuesta a ese lamento tantas veces pronunciado "Dnde estn los hombres buenos? ". La
respuesta es que estamos aqu, siempre lo hemos estado, pero para cuando os habis
decidido a venir a buscarnos, lo bueno se ha agotado y lo nico que nos queda es i
ndiferencia. Una total y absoluta indiferencia.

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