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Temas de Premilitar

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La descomposiciòn social es la resultante de varios factores que influyen en la misma

poblaciòn a travès del tiempo; es decir comparando actualmente con hace


aproximadamente 20 años los niveles de contaminaciòn, desempleo, poder adquisitivo,
violencia, inflaciòn, corrupciòn, degradaciòn de los valores humanos, consumismo,
drogadicciòn, etc son mayores. Esto permite que ya no nos asombremos porque se dio
tal o cual delito, ya que no nos asombramos si solo fue uno, pero no cuando son 10
asesinatos en un dìa, es decir ya lo vemos hasta normal que ocurra esa gran cantidad de
delitos, no nos asombramos pasar a la par de un necesitado, herido, etc. Es una frialdad
social falta de humanidad

Descomposición social y familiar incrementa los hechos delictivos


La descomposición social y del núcleo familiar constituye, a juicio de la fiscal superior
del Ministerio Público del estado Lara, Lucila Sirit, la principal causa del incremento de
los hechos delictivos en Lara y el resto del país.

Solucion:
Hay una falta de valores, tema en el que estamos trabajando de manera regular con la
aplicación del programa ‘Sembrando Valores', como una iniciativa de la fiscal general
de la República, Luisa Ortega Díaz

Causas:
Los casos de violencia de género -referidos al maltrato- constituyen la principal causa
de denuncias en la Fiscalía. Los delitos comunes, relacionados con agresiones contra las
personas y la propiedad, son atendidos por 10 despachos fiscales y también han
aumentado considerablemente. Los delitos cometidos por adolescentes, de drogas,
corrupción, -entre otros- constituyen delitos especializados y son investigados por 15
despachos fiscales. "Si debe haber represión también debe trabajarse arduamente en la
prevención del delito", informó la representante del Poder Público, quien rechazó las
denuncias de algunos abogados referidas a la ineficiencia e incapacidad operativa de los
despachos fiscales.
Sirit advierte que como toda institución del estado, el Ministerio Público registra sus
deficiencias por la cantidad de causas que debe atender, que en el caso de Lara supera
las cinco mil. "Hay muchísimas causas pendientes que están investigadas. Cuando llega
la denuncia a la Fiscalía o a los cuerpos de seguridad, se ordena el inicio de la
investigación y se comisiona al organismo que considere pertinente", explicó.
La fiscal superior de Lara no aportó cifras señalando por qué no han adelantado las
comparaciones con relación a años anteriores. "Simplemente nos abocamos a ofrecer
respuestas a la ciudadanía, trabajando las causas por igual en todas las competencias".
Manifestó que la Fiscalía General adelanta un análisis de los índices delictivos del
estado Lara, incluyendo los municipios, para crear el próximo año nuevos despachos
fiscales

La corrupción y el hampa desangran a la sociedad


La inseguridad personal es uno de los temas que más preocupa a la colectividad
actualmente en Venezuela. Los altos índices de robos, hurtos y homicidios, que llenan
todos los días las páginas rojas de los diarios de circulación nacional, han generado que
la población cada día tome medidas extremas para defenderse de este flagelo

Sin embargo, estas medidas no son, en todos los casos, ciento por ciento efectivas para
detener a los delincuentes. Por el contrario, estas acciones suelen generar más violencia.
Expertos en materia criminal señalan como responsable del aumento de las agresiones
en las calles a la descomposición social que se vive en Venezuela actualmente.

La pérdida de la familia como institución, el incremento en el consumo de drogas y


alcohol, el aumento de la densidad poblacional en algunos estados del país, la ineficacia
de los organismos de seguridad del Estado para impartir justicia, son los elementos más
resaltantes de lo que algunos especialistas llaman "descomposición social".

Según cifras extraoficiales, el número de homicidios en todo el territorio nacional


aumentó en un 128 % desde 1998 a 2005. En el mismo período, los asesinatos con
armas de fuego se incrementaron en un 36 %; las muertes por enfrentamiento se
acrecentaron en un 253 %; las muertes violentas indefinidas aumentaron un 74 % ; en
tanto, el número de secuestros en el mismo lapso, se incrementó en 426%.

De igual manera, estos datos señalan que durante el año 2004 murieron 1,60
venezolanos por hora. Pero, fuentes ligadas al medio policial, aseguran que para 2005
las estadísticas de fallecidos en hechos violentos era más de 2 por hora.

A pesar de la crudeza y el obvio incremento del delito, en los últimos ocho años, las
fuentes oficiales insisten en asegurar que el delito en el país ha mantenido un constante
descenso.

En tanto, el consultar las fuentes oficiales resulta sumamente difícil y sólo es posible
obtener las cifras en Internet. Los datos recogidos en la web, de organismos como el
Cicpc, señalan que para el 2004 se registraron 9.719 homicidios. Por su parte, el
Ministerio de Salud y Desarrollo Social, en cifras encontradas en la gran red, asegura
que en el mismo año ocurrieron 8.382 asesinatos.

QUIEBRE DE LA CONVIVENCIA

Juan Carlos era una persona amable, servicial respetuoso de sus semejantes. Un día
llegando de su trabajo a su residencia, en La Candelaria, se le acercaron dos hombres
abordo de un carro negro a solicitarle una dirección.

De manera afable Juan Carlos se acerco al vehículo a atender la pregunta; en ese


momento el copiloto le mostró un arma y bajo amenaza de muerte lo hizo subir al
vehículo. En la parte posterior del auto se encontraban dos hombres más, quienes
arremetieron a golpes y cachazos contra su víctima.

Juanca (como lo llaman sus amigos) fue "ruleteado" por más de tres horas por toda la
ciudad. Este espacio de tiempo fue utilizado por los delincuentes para despojarlo de sus
pertenencias, claves de sus tarjetas de débito y crédito y golpearlo de manera brutal por
"pendejo". Después de este episodio, el protagonista de la historia cambió sus hábitos de
vida. Se convirtió en un personaje huraño, sombrío, siempre serio y poco dispuesto a
prestarle ayuda a cualquier persona, como lo hacía antes.

Este tipo de historias se repiten a diario en todo el país donde, hasta el ser un "buen
samaritano" puede representar un riesgo para la integridad física de la persona.
A juicio de Porfirio Tamayo, director de la Comisión de Seguridad y Defensa de
Fedecámaras, estas acciones violentas sobre el ciudadano común han desencadenado
que los venezolanos se hayan convertido en seres "socialmente agresivos" e
intolerantes.

Destacó igualmente, que los altos niveles de violencias y la pérdida de respeto por la
autoridad han permitido que el ciudadano común se convierta en "seres restringidos",
con poco contacto social. Situación que aseguró tendrá graves consecuencias
socioculturales en el mediano y largo plazo.

De igual modo, Porfirio Tamayo, apuntó que los altos niveles de pobreza y el elevado
consumo de drogas han tenido alta incidencia en el incremento de los delitos en el país.
También, resaltó que la relación "costo-beneficio" para los delincuentes, que cometen
un delito, es sumamente baja; por lo que se genera un clima de impunidad negativo para
la sociedad. "El delincuente se pone a calcular las probabilidades de ser atrapado por
cualquier fechoría y el beneficio que puede obtener de ella y se da cuenta que el
beneficio es mayor. En Venezuela los niveles de castigo para las infracciones son muy
bajos". destacó Tamayo.

Por otra parte, el director de seguridad y defensa de la máxima cúpula empresarial del
país, manifestó que la "mala imagen" de los policías y las deficiencias en la formación
de los funcionarios, también ha tenido alta incidencia en el incremento de la violencia
en la ciudad.

Destacó que la formación de gendarmes bajo las doctrinas de la Fuerza Armada sería
negativo para las instituciones. Ya que, estos cuerpos de seguridad deben estar
preparados para interactuar en un entorno social cambiante y no bajo un régimen
"siempre represivo". Otro elemento que destacó como preponderante en el aumento de
los delitos, es el incremento de la densidad poblacional y el déficit de funcionarios que
existen en el país.

Por otra parte, Tamayo destacó que su seccional en conjunto con Fedecámaras se
encuentran preparando un documento con cifras, diagnósticos, propuestas para mejorar
la seguridad ciudadana y las estructuras policiales con el fin de garantizar más
protección a los venezolanos.

Según destacó, dicho informe será presentado ante la Asamblea Nacional y el


Ministerio de Interior y Justicia para que ambos organismos estatales los estudien y
tomen en consideración las propuestas para poder elaborar proyectos de seguridad
coherentes y enfocadas en mejorar la seguridad ciudadana.

SOCIEDAD DETERIORADA

De igual manera, Pablo Elisio Guzmán, antiguo director del Cuerpo Técnico de Policía
Judicial (actual Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas)
coincide con Porfirio Tamayo en la teoría de que el deterioro de la sociedad es el
principal causante del incremento de los índices delictivos.

"La cantidad de armas que hay en la calle, el desequilibrio económico que existe, los
efectos de leyes copiadas y no bien estudiadas, hacen que la impunidad se incremente"
aseguró Guzmán.

Adicionalmente a esta situación hay que agregarle la insuficiencias de fiscales y jueces


para decir en materia judicial sobre los diferentes casos que se presenten. Otro agravante
a esta situación es la gran cantidad de personas recluidas en penales que actuan como
"universidades generadoras de conocimiento perverso" que no reeduca a los
delincuentes; quienes cuando obtienen la libertad, llevan a la sociedad toda esa
violencia intracarcelaria.

POSIBLES MEDIDAS

Para el antiguo director de la PTJ es necesario que se tomen medidas estructurales como
la prevención, educación, represión primaria. Sin embargo recalcó que para que estas
medidas sean eficaces es necesario que exista "voluntad política" para aplicar acciones
contra crimen que sean coherentes y vayan más allá y busquen la manera de reeducar al
delincuente.

"La solución no es crear más policías se traduce en más pistolas en las calles; más
violencia; más tiroteos; más muertos y entonces volvemos a los casos de
ajusticiamientos, grupos de exterminio, linchamientos y la creación de un caldo de
cultivo para que en la sociedad se genere una especie de sálvese quien pueda", aseguró
Pablo Elisio Guzmán.

También señaló que de continuar estas cifras de muertos "la ONU tendrá que intervenir"
porque, a juicio de Pablo Elisio Guzmán, estas cifras rojas revelan la existencia de una
guerra interna entre venezolanos. Comparó la cantidad de víctimas de cada fin de
semana en Venezuela con los de la guerra en el Líbano y aseguró que las estadísticas
coinciden de manera asombrosa.

El Secuestro

¿Qué es el Secuestro?

Etimológicamente hablando, la palabra secuestro tiene su origen en el vocablo latino


sequestrare, que significa “apoderarse de una persona para exigir rescate, o encerrar a
una persona ilegalmente.”

Hoy en día, el secuestro es lo que se conoce como el acto por el cual se priva de libertad
de forma ilegal a una persona o grupo de personas, normalmente durante un tiempo
determinado, y con el objetivo de conseguir un rescate u obtener cualquier tipo de rédito
político o mediático.

Tipos de Secuestros
En la actualidad mundial conocemos 2 clases de secuestros, que a su vez se subdividen
en otros tipos, entre ellos se encuentran:

1. El Secuestro Extorsivo: Es aquel que arrebate, sustraiga, retenga u oculte a una


persona, con el propósito de exigir por su libertad algún provecho, o cualquier utilidad,
o para que se haga u omita algo, o con fines publicitarios o de carácter político, es decir,
que en esta modalidad del secuestro el sujeto activo tiene el propósito de exigir algo por
la libertad de la víctima.

A SU VEZ, DENTRO DEL SECUESTRO EXTORSIVO SE ENCUENTRAN:

1.1 El Secuestro Económico: Esto es responsivo de los resentimientos sociales o


producto del secuestro y la extorsión. Esta modalidad es la más usual y presenta las
siguientes. Generalmente, los criminales realizan este tipo de secuestro a personas
dedicadas a negocios o que se desenvuelven en el ambiente de las finanzas, la industria,
el sector agrícola e incluso la política. Estas actividades los ubican como potenciales
víctimas y oportunidades para que los plagiarios obtengan valiosas cuantías. Tiene
como características: No requiere ni conviene publicidad. Los autores permanecen en el
anonimato o se identifican con otras organizaciones, generalmente como Delincuencia
Común. El dinero recolectado se emplea para el desarrollo de planes terroristas,
planeamiento de otros secuestros, adquisición de material de guerra y para usufructo
personal.

DENTRO DEL SECUESTRO EXTORSIVO ECONÓMICO, SE UBICAN DOS


MODALIDADES DE SECUESTRO:

1.1.1 El Secuestro Express: Esta modalidad delictiva originaria de Colombia y México


lentamente se ha ido consolidando en las ciudades venezolanas. Éste plagio se
caracteriza por su rapidez, ya que las organizaciones delictivas que lo realizan no tienen
la logística necesaria para mantener cautivo más de 48 horas a las víctimas.

Otra modalidad de extorsión que frecuentemente se confunde con Secuestro Express es


aquella en la que los delincuentes retienen a la víctima y la someten a sacar su dinero de
los telecajeros o cajeros electrónicos. También le roban el vehículo y sus pertenencias
de valor como las joyas y el teléfono celular y luego la dejan abandonada en algún sitio.
Además se han presentado casos en que obligan a la víctima a ir no sólo a los
telecajeros sino también a cobrar cheques, o a ir a tiendas a comprar joyas o artículos de
valor.

Vale la pena aclarar que para que exista la utilización apropiada de la palabra secuestro
extorsivo, es necesario que los delincuentes exijan una suma de dinero por su liberación
y exista negociación en ese proceso. La segunda modalidad mencionada anteriormente
no podría llamarse secuestro, ya que es literalmente un rapto con robo.

1.1.2 El Secuestro Virtual: Es un secuestro que no existe, en donde los


“secuestradores” se aprovechan la ausencia de una persona para extorsionar a su familia
y obtener montos de cifras fáciles de reunir en un par de horas.

El fenómeno de los secuestros “virtuales” empezó a presentarse aproximadamente en el


año 2003. La base de esta estafa está en que quien pide el rescate no tiene a nadie
secuestrado. Busca, en general al azar, alguien a quien llamar y lo hace entrar en el
engaño. Lo apura para que pague antes de que pueda confirmar, por algún lado, que
ninguno de sus familiares está cautivo. Y cobra el rescate también en forma virtual:
obliga a la víctima a comprar tarjetas prepagas con pulsos telefónicos. Ya que el falso
secuestrador, se determinó, suele estar encerrado en una cárcel, donde las tarjetas
equivalen a efectivo en la mano.

1.2 El Secuestro Político: el plagio de funcionarios y ex funcionarios públicos, y


aspirantes a corporaciones públicas o de ciudadanos o figuras conocidas por la opinión
pública, quienes tienen incidencia en las representaciones de posiciones partidistas o de
grupos.

Un aspecto fundamental del secuestro político es el impacto que causa sobre la opinión
pública, considerando que su finalidad es la de atemorizar a líderes y organizaciones
políticas que se contraponen a la influencia de los grupos armados al margen de la ley

2. El Secuestro Simple: Es aquel que con propósitos distintos a los mencionados


anteriormente arrebate, sustraiga, retenga u oculte a una persona. Bajo esta modalidad
se clasificaron todos aquellos casos que no reunieron las características para ser
calificados como secuestro extorsivo, es decir, en los que no hay exigencia manifiesta
de dinero o pretensiones políticas.

Se considera como secuestro simple los propiciados generalmente por conflictos


familiares internos y violaciones de custodia de menores.

SE PUEDE CONCLUIR QUE:

Ambas modalidades de secuestro tienen en común el elemento interno, que consiste en


la privación de la libertad de una o varias personas. Sin embargo, difieren en el
elemento subjetivo, es decir, la finalidad que ellos persiguen. En el secuestro extorsivo,
el sujeto activo tiene el propósito de exigir algo por la libertad de la víctima. En el
secuestro simple, basta que se prive de la libertad a una persona para que se configure el
delito.
¿Desde Cuándo existe el Secuestro en Venezuela?

Los secuestradores en Venezuela surgieron en la frontera con Colombia: Debido a que


los delincuentes comunes vieron el éxito obtenido por la industria del secuestro y la
extorsión en el vecino país y copiaron la modalidad de venta de sus víctimas.

En 1976, ocurrieron los dos primeros secuestros en Venezuela, el primero fue el del
industrial William Niehouse, Alfredo Pardi Dávila y Ricardo López Sánchez.

Hasta finales de la década de los años 70 ocurre el primer secuestro en nuestra


frontera, en la población de La Victoria, del Distrito Alto Apure, cuya víctima fue el
productor y ganadero venezolano Nemesio Escalona.

Luego de estos sucesos, los delitos de la extorsión y el secuestro se generalizan y


ganan espacio en Venezuela, incrementándose cada vez más.

Entre 1976 y 1989, se estima que ocurrieron 42 secuestros en Venezuela: 9 en el Zulia,


10 en el Táchira y 23 en Apure. Siendo los sectores más afectados los ganaderos y los
productores.

Entre 1990 y 1995, se denunciaron 118 secuestros, 14 han sido en áreas urbanas, es
decir, el 11.8% y los 104 plagios restantes (88.2%) tuvieron lugar en los campos. Con
esto se observar que a partir de 1976 tuvo un gran auge en zonas apartadas y con poca
población.

El delito del secuestro ha ido invadiendo cada vez más a la población y ha ido
dirigiéndose incluso hacia las grandes ciudades, ya que como anteriormente se
mencionó Inicialmente los plagios se realizaban muy cerca de las haciendas, luego se
comenzaron a efectuar en los lugares de trabajo y ahora se realizan secuestros en las
propias casas, con estrategias muy bien planificadas.

A partir de 1999, en Venezuela los índices del denominado “Secuestro Express” se


incrementa y comienza a ser efectuado principalmente por la delincuencia común que lo
adopta este delito propio de otras regiones de Latinoamérica.

Por esto comienza a cambiarse la idea que se tenia de el concepto de secuestro en


Venezuela, el cual solía identificarse precisamente con ganaderos y comerciantes
millonarios, residentes de las zonas llaneras y andinas del país, incluso con el área del
estado Bolívar, pero muy poco con el la región central, aún con crímenes cruentos,
cercanos a estados de barbarie, así como tampoco con la mira puesta en una industria,
sin embargo, de aquella parte a la actualidad es mucho lo que ha acontecido, y la
transformación de los valores sociales está más cercana a la miseria humana cuando nos
topamos con hechos como los más recientemente ocurridos.

Actualmente, En Venezuela no existe un marco jurídico definido para el secuestro,


tampoco un grupo de autoridades gubernamentales dedicadas exclusivamente a las
operaciones antisecuestro. Hoy Venezuela tiene un promedio de un secuestro cada
dos días, con la preocupante tendencia a incrementarse 100 por ciento anual, dada la
rentabilidad, facilidad y poco riesgo que este delito acarrea, pues hasta la actualidad no
existe mecanismo jurídico alguno suficientemente severo que lo contrarreste.

El Secuestro y los Derechos Humanos

Según la ONU, los derechos humanos “son los derechos esenciales que las personas
deben gozar para poder vivir como seres humanos de pleno derecho. Todos los seres
humanos merecen la oportunidad de lograr el crecimiento y desarrollo de sus
capacidades, más allá de sus necesidades básicas y de su supervivencia”

El secuestro constituye una violación a los derechos humanos, que atenta contra la
LIBERTAD, INTEGRIDAD y TRANQUILIDAD de la victima y de las familias
víctimas del delito. Por lo tanto, el secuestro no solo afecta a la víctima sino a la familia
en general; ya que éstos son sometidos a lo que los psicólogos, que trabajan el duelo,
conocen como el proceso de la “muerte suspendida”, que es la angustia que caracteriza
al secuestro, y que se suma a lo que los juristas llaman la pérdida de libertad.

Contrabando
La reforma experimentada por la Ley Orgánica de Aduanas en 1998 afectó en forma
sensible -lo que no significa que de manera conveniente- las normas atinentes al delito
de contrabando (Por cierto, esa reforma se encuentra todavía vigente, ya que la única
modificación ulterior de esa Ley se produjo en 1999 y solamente afectó su artículo 156,
que obligaba a promulgar un Reglamento único). La Ley modificada, la de 1978, era a
nuestro entender más coherente desde el punto de vista técnico-penal -lo que tampoco
significa, ni mucho menos, que no era perfectible- sobre todo en lo relativo a la
estructuración del articulado y a la precisión terminológica. En efecto, la Ley original
fijaba los tipos delictivos en tres disposiciones: el artículo 102 (que consagraba el tipo
básico o fundamental), el artículo 103 (que desglosaba diferentes conductas específicas
a fin de dejar claro que también constituían contrabando) y el artículo 103 (que recogía
el caso muy particular de la participación de algún funcionario aduanero en el delito).
Por su parte, el artículo 105 establecía en forma precisa y adecuada cuáles eran las
circunstancias agravantes del contrabando.

¿Qué hizo la reforma de 1998? En primer lugar, englobó en una sola disposición (el
actual artículo 104) los tipos delictivos que antes separados en tres normas, con las
siguientes modalidades: se mantuvo el tipo básico o fundamental del viejo artículo 102;
se incluyeron algunas conductas contenidas en varios literales del viejo artículo 103,
descartándose otras que pasaron a erigirse en circunstancias agravantes; y, finalmente,
se suprimió como tipo penal la participación irregular del funcionario aduanero, que
pasó también a configurar una circunstancia agravante.

En segundo lugar, eliminó el viejo artículo 105 sobre circunstancias agravantes para,
entre otras cosas, incluir como tales nuevas conductas y algunas de las que, como
dijimos, antes se encontraban señaladas en el artículo 103 como constitutivas del delito.

La norma anterior era precisa al indicar que las diversas variantes de los artículos 103 y
104 también constituían contrabando. La Ley vigente, en cambio, no lo expresa así y
simplemente se limita a decir que las conductas desglosadas en los diferentes literales
del artículo 104 merecerán “igual pena” que la del contrabando básico o fundamental.
De otro lado, la norma anterior aludía textualmente a “circunstancias agravantes”,
mientras que la disposición hoy en vigor se limita a indicar: “con la misma pena,
aumentada de un tercio a la mitad, se castigará…”

Las modificaciones antes anotadas han conducido a enormes confusiones, a


interpretaciones erróneas de las normas comentadas y, fundamentalmente, a su
aplicación indebida para casos concretos, generándose así la violación continuada de
derechos y garantías constitucionales por parte de organismos e instituciones de los
cuales cabía esperarse un comportamiento diferente, dada su especialidad en la materia,
como son, entre otros, la Guardia Nacional, el Servicio Aduanero Nacional y hasta el
mismísimo Ministerio Público.

Decimos esto porque para nosotros, sin ninguna clase de duda, las diversas conductas
que hoy especifica la Ley en los distintos literales de su artículo 104, configuran
variantes del delito de contrabando, aunque la Ley no lo haya expresado así en forma
textual. Y también sin ninguna clase de duda y aunque la Ley tampoco lo haya
expresado así de manera literal, el actual artículo 105 tan solo contiene en sus diferentes
literales las circunstancias agravantes del delito, y no otros tipos individuales de éste.
Pensamos al respecto que aunque algunas de esas circunstancias agravantes merecían
ser tildadas como tipos de contrabando, EL LEGISLADOR NO LO DECIDIÓ ASÍ, lo
que impone el deber de respetar su voluntad, acogiéndonos de paso al principio
elemental de interpretar la norma penal en sentido estricto y siempre a favor del
investigado.

En el quehacer cotidiano del ejercicio profesional, como decíamos, hemos notado que
los organismos e instituciones antes nombrados han pretendido convertir tales
circunstancias agravantes en tipos delictivos autónomos de contrabando, ignorando de
manera grosera e injustificable que las circunstancias agravantes, dado su carácter
accesorio, sólo se activan cuando el delito se ha previamente configurado por cumplirse
en la realidad el tipo penal hipotético que lo consagra.

Con algunos ejemplos aclararemos lo antes dicho: una circunstancia agravante consiste
en que las mercancías de contrabando sean de operación aduanera prohibida o
reservada, según la letra o) del artículo 105 vigente. La activación de esta circunstancia,
como se ve, exige como condición sine qua non el que se haya cometido un delito de
contrabando según lo prevenido por el artículo 104 de la actual Ley, ya que es posible
que la mercancía prohibida o reservada haya sido sometida a control e intervención
aduanera (lo que excluiría la comisión de ese delito), en cuyo caso lo pertinente sería
aplicar la sanción de comiso establecida en el artículo 114 de la Ley, es decir, calificar
la conducta ilícita como simple Infracción Aduanera y no como un acto delictivo. En
otras palabras, según nuestra legislación el simple hecho de ser una mercancía prohibida
o reservada NO SIGNIFICA QUE AUTOMÁTICAMENTE ESA MERCANCÍA
DEBA SER TENIDA COMO DE CONTRABANDO, puesto que la cualidad de la
mercancía sólo constituye una circunstancia agravante del delito.

Otro tanto podemos decir en cuanto a la presentación a la aduana de facturas


comerciales o de certificados de origen falsos, adulterados, forjados o irregulares en
general. Este supuesto, según la Ley vigente, no configura un tipo o causal de
contrabando previsto en el artículo 104 (que fue, como explicamos, donde quedaron
agrupadas todas las categorías del delito), sino una circunstancia agravante consagrada
en el 105, letra g). Mal podría, en consecuencia, ser considerada esta circunstancia
agravante como el delito en sí, ni ser accionada como tal circunstancia cuando no se
haya incurrido en ninguno de los supuestos contemplados en el mencionado artículo
104 y, específicamente, cuando no se haya eludido ni intentado eludir la intervención
aduanera con ocasión de la movilización de las mercancías. Si se examina con cuidado
la vigente Ley Orgánica de Aduanas, se notará que los casos de subfacturaciones,
subvaloraciones, sobrefacturaciones y sobrevaloraciones (que por lo general suelen
acompañarse de facturas comerciales irregulares) fueron considerados como
Infracciones Aduaneras (no como Contrabandos) en la letra b) del artículo 120, y que
las declaraciones falsas o incorrectas de origen (que generalmente también suelen
acompañarse de certificados igualmente incorrectos o falsos) también fueron tenidas
como infracciones y no como contrabandos en la letra e) del mismo artículo 120. Una
lógica jurídico-aduanera elemental que recomiendo a quienes incursionan en este tema
indica que cuando un caso ilícito ha sido calificado por el legislador como infracción,
mal puede configurar contrabando, y viceversa. ¿Cómo interpretar, entonces, las normas
incidentes? Sencillamente, cuando un caso deba ser tenido como contrabando por
haberse eludido o intentado eludir la intervención aduanera o por haberse incurrido en
alguna de las causales previstas en los diferentes literales del artículo 104, la
presentación de la factura comercial o del certificado de origen irregulares constituirá
una circunstancia agravante; pero cuando un caso no debe ser precalificado como
contrabando por no haberse eludido ni intentado eludir la intervención aduanera ni
haberse incurrido en ninguna de las causales del artículo 104, esa presentación de
documentos irregulares en apoyo a una declaración incorrecta de valor o de origen sólo
podrá ser considerada como infracción y castigada con las multas previstas en los
aludidos literales b) y e) del artículo 120.

Podríamos preguntarnos: ¿Para qué presentar una factura comercial o un certificado de


origen anómalos en una situación donde se ha eludido o intentado eludir la intervención
de la Aduana, incurriéndose así en la comentada circunstancia agravante? Una respuesta
que nos luce muy lógica podría ser: se puede incurrir en tal proceder con el fin de
minimizar la incidencia de la multa prevista para los casos de contrabando en el artículo
108 de la Ley, multa que depende del valor en aduana de las mercancías y de la
liberación de impuestos acordada en el marco de tratados, acuerdos o convenios
internacionales.

En suma, podemos o no estar de acuerdo con el legislador cuando excluyó de los tipos
de contrabando algunas determinadas conductas que podrían merecer consideración de
delito, o cuando convirtió esas conductas en meras circunstancias agravantes, o cuando
dejó de prever la institución del fraude aduanero como paralela al contrabando y
merecedora de las mismas consecuencias jurídicas de éste. Lo que definitivamente no
podemos hacer es torcer el espíritu y la letra de la Ley bajo el muy demeritado -y en
muchos casos vergonzoso- pretexto de que se está luchando contra el delito de
contrabando. El contrabando se combate, primero que nada, con un estricto apego a la
Ley. Lo contrario equivale, en el fondo, a emplear las mismas tácticas de los
contrabandistas.

Delincuencia juvenil

La delincuencia juvenil es un fenómeno problemático social mundial que se presenta en


todas las sociedades sin importar su carácter. (Morant, 2003)
Lograr una definición de delincuencia juvenil resulta complejo, por lo que llegar a
construirla obliga a esclarecer los conceptos de los que se deriva: delito, delincuente y
delincuencia.
Son varias las definiciones que se le han atribuido al delito. Para objeto de la presente
investigación se tomará el presentado por Ossorio que entiende el delito como un acto
típicamente antijurídico, culpable, a veces sometido a condiciones objetivas de
penalidad, imputable a una persona a la que se convierte en sujeto de sanción penal.
(1981)
Por su parte, Sutherland sostiene que es importante la definición de delito como medio
para determinar si una conducta debe ser incluida en los límites de la conducta delictiva.
Así, los criterios abstractos considerados como elementos necesarios para definir el
delito son: "la descripción legal de un acto como socialmente dañino y la provisión legal
de una pena". (1969, p.30)
Por lo establecido anteriormente, el delincuente sería aquel sujeto que ha cometido un
acto sancionado como delito por la ley penal.
Visto el concepto de delito y delincuente es necesario establecer la tercera definición
propuesta. La delincuencia es toda conducta reprimida por la ley penal. Se trata de un
fenómeno social manifestado por la comisión de actos sancionados por la ley que,
además, implican transgresiones a los valores reinantes en la sociedad. Son conductas
antijurídicas a la vez que antisociales. (Ossorio, 1981)
A pesar de que la Escuela Clásica del Derecho Penal y del Positivismo Criminológico
consideraron el fenómeno de la delincuencia como una realidad estrictamente
individual, actualmente los criminólogos sostienen que es un hecho vinculado
estrechamente a cada tipo de sociedad y es reflejo de las principales características de la
misma. Entonces, si se pretende comprender la delincuencia es imprescindible conocer
los fundamentos básicos de dicha sociedad.
En este sentido, Herrero Herrero define la delincuencia como el fenómeno social
constituido por el conjunto de infracciones contra las normas fundamentales de
convivencia, producidas en un tiempo y lugar determinados. (1997)
De esta forma, el término delincuencia juvenil se convierte en un concepto socio-
histórico. Siguiendo estas ideas, Garrido define la delincuencia juvenil como una figura
cultural debido a que su definición y tratamiento legal responde a distintos factores en
diferentes naciones, reflejando una mezcla de concepciones. El delincuente juvenil es
aquella persona que no cuenta con la mayoría de edad penal y que comete un hecho
castigado por las leyes. (1986)
Los delitos cometidos por los jóvenes generalmente difieren en género y motivo de los
crímenes de los adultos. La gran importancia de la edad para la culpabilidad y los
métodos de represión es reconocida por cualquier sistema legal moderno. (West, 1970)
En Venezuela, el Sistema de Responsabilidad Penal del Adolescente fija que sus
disposiciones –expuestas detalladamente en otro apartado de la investigación- sólo
pueden ser aplicadas a los sujetos definidos como adolescentes, es decir, a toda persona
entre los doce y los dieciocho años de edad.
En definitiva, y tomando en cuenta todo lo expuesto, se puede definir la delincuencia
juvenil en Venezuela como el fenómeno social constituido por el conjunto de las
infracciones penales cometidas por los sujetos mayores de catorce años y menores de
dieciocho. Esta definición, junto a la premisa que los delitos cometidos se relacionan
íntimamente con la situación social en la que se desarrollan, son los elementos que
establecen las bases del fenómeno a estudiar.
CAUSAS DE LA DELINCUENCIA JUVENIL
· Impulsivo.
· Con afán de protagonismo.
· Fracaso escolar.
· Consumidor de drogas.
· Baja autoestima.
· Familia desestructurada.
· Clase baja.
· Falto de afectividad.
· Agresivo.
· Sin habilidades sociales.
· Poco equilibrio emocional.
· Inadaptado.
· Frustrado.
CONSECUENCIAS DE LA DELINCUENCIA JUVENIL
- El desequilibrio mental es una de las mayores consecuencias que afecta a
los jóvenes que ingresan en la delincuencia.
- La desintegración familiar o el deterioro del núcleo familiar.
- La promiscuidad sexual y la falta de valores morales, arriesgan al contagio
de enfermedades de transmisión sexual, incluyendo el VIH.
- La destrucción de los valores.
- Las muertes prematuras por causas de las llamadas broncas callejeras.
Una tipología de los delincuentes juveniles
En este apartado se expondrá una división clasificatoria de los jóvenes delincuentes
propuesta por Don Gibbons en su obra Delincuentes juveniles y criminales editada por
primera vez en 1969. Esta clasificación se presenta conforme al papel social que
representan los delincuentes juveniles, el patrón de comportamiento delictivo se analiza
como trayectorias de actuación delictiva que se nutren de cuatro factores:
• La configuración del delito
• Un escenario ambiental de interacción
• La imagen que de si mismo tiene el delincuente
• Sus actitudes concomitantes

El autor llama la atención acerca de las limitaciones de su tipología, admite que gran
parte de los estudios empíricos realizados no encajan perfectamente en el cuadro
clasificatorio. Sin embargo, se cuenta con una base empírica suficiente para atribuir
características a ciertos tipos de transgresores.
El proceso que utilizó Gibbons para clasificar en tipos fue el resultado de una
exhaustiva revisión de anales criminológicos y notas diferenciadoras ya existentes y,
por medio de deducciones lógicas, estableció los rasgos fundamentales que distinguían
un tipo de otro. Así llegó a una clasificación de jóvenes delincuentes según nueve
modalidades de su actuación en la sociedad:
I. El pandillero ladrón
II. El pandillero pendenciero
III. El pandillero casual
IV. El delincuente casual no pandillero
V. El ladrón de automóviles
VI. El drogadicto
VII. El agresivo de peligrosidad extrema
VIII. La joven delincuente
IX. El delincuente psicópata

Los tipos I, II, III y VI representan diversas modalidades de delincuencia pandilleril de


la clase baja, en referencia a ello es que pueden ser agrupados.
Los adictos a las drogas se han diferenciado de los pandilleros porque tales jóvenes no
pueden ser clasificados como los que no son adictos. Esta categoría sólo incluye a los
consumidores habituales, esto debido a que existen razones sólidas para creer que ellos
forman un grupo separado con problemas de personalidad más serios que lo de
criminales no consumidores.
En las categorías IV y V están tipificadas dos formas delictivas que predominan en los
jóvenes de clase media. Lo que no quiere significar que los muchachos de clase baja no
roben autos o no cometan delitos leves estando solos, pero la tendencia es a
concentrarse en las categorías I, II, III y VI.
Los tres tipos restantes (el comportamiento brutalmente agresivo, el psicopático y la
delincuencia femenina) parecen no vincularse con alguna clase social en particular.
El delincuente pandillero ladrón
Incurre en delitos contra la propiedad ajena y suele hallarse comprometido en actos de
vandalismo. Este tipo de delincuente es muy versátil en sus delitos pero le atraen más
los delitos que le dejan beneficios monetarios.
Estos jóvenes poseen vínculos frecuentes de asociación con otros compañeros también
delincuentes. El grado de afiliación pandilleril es muy diverso, pero el patrón común es
que el sujeto comete sus violaciones respaldado por un grupo de compañeros con los
que comparte actitudes antisociales.
La imagen de si mismos que tienen estos jóvenes es la de delincuentes, se enorgullecen
de su fama de rebeldes y de su sangre fría. Además manifiestas marcadas actitudes
antisociales como: hostilidad hacia los agentes de policía, los tribunales, las
instituciones y los ciudadanos de ley. Normalmente, estos delincuentes se consideran
como víctimas de una sociedad que les niegan cualquier clase de oportunidades, por eso
las normas de cooperación social les parezca un sin sentido.
Lo más común es que estos jóvenes tengan una iniciación a temprana edad en las
actividades delictivas, el patrón a lo largo del tiempo es evolutivo hacia transgresiones
cada vez más graves y frecuentes. Sus experiencias de vida en su carrera delictiva lo
llevan a encarar los conceptos negativos que la sociedad le atribuye y por ello
autojustifica su comportamiento.
Los jóvenes de esta categoría provienen de clases bajas de los sectores urbanos. Su
historial familiar se caracteriza por una falta de orientación y cuidado parental en lo
referente a los malos ejemplos de la delincuencia.
En el ambiente de la pandilla es donde el joven siente respaldadas sus actitudes
agresivas y donde encuentra el estímulo y la gratificación para cometer los delitos.
En cuento a su experiencia con organismos consignatarios, los trasgresores clasificados
en este tipo tienen asuntos pendientes con la policía desde edades tempranas.
Usualmente, los tribunales de menores ya están acostumbrados a tratar con ellos y los
consideran como incorregibles después de muchas entradas a entidades correccionales.
El delincuente pandillero pendenciero
Este tipo está conformado por adolescentes que son miembros de pandillas de vagos que
se dedican a merodear las calles y a buscar peleas con otras pandillas donde ventilan sus
rivalidades y diferencias. Estos pandilleros pertenecen a organizaciones delictivas bien
definidas que poseen emblemas y distintivos incluso en su vestimenta. El sentimiento de
pertenencia es muy fuerte por lo que los amigos se consiguen dentro del mismo clan.
Estos individuos se ven a si mismos como miembros de una pandilla de rebeldes, no
como delincuentes propiamente dichos., de hecho, la mayoría no se consideran como
aprendices de la carrera del crimen.
Sus actitudes se condensan en la idea que el mundo les niega las oportunidades, por
ejemplo, dudan que por medio del trabajo puedan salir adelante. Una de sus actitudes
más marcadas en contra de los organismos policiales a los que acusa de no comprender
sus sentimientos como miembros de una pandilla.
La trayectoria de actuación se inicia en la adolescencia temprana y de la afiliación
resultan actos repetitivos de índole delictuosa. Parece ser que gran parte de estos
jóvenes vagos tienden a reajustarse a la vida social después de cierto tiempo en las
pandillas.
Los trasgresores de este tipo también provienen de clases bajas, lo que caracteriza su
medio ambiente es una gran cantidad de población flotante sin importantes niveles de
articulación social. Su ambiente familiar se construye con unos padres que a duras
penas logran mantenerse, portadores de actitudes sociales positivas y que reprueban las
actividades delictuosas de sus hijos pero no son capaces de meterlos en cintura.
Los pendencieros crean una matriz de opinión que comparten con todos sus compañeros
de vagabundeo. La afiliación al grupo implica que los miembros se rijan por principios
de audacia y que repugnen la cobardía al enfrentarse a riñas callejeras.
Las instituciones sociales van fichando a estos sujetos como no convenientes ya que
siempre que se requiere su participación resulta expulsado por su disposición a la
agresividad constante. A lo largo de sus experiencias en pandillas, los trasgresores de
esta categoría se encuentran muy a menudo con la policía pero, en la mayoría de los
casos, no se procede al arresto oficial. Los policías tratan de dispersarlos para que no se
den nuevas peleas sin arrestar a nadie, a menos que se sobrepasen límites de destrucción
y se cometan severos daños a la propiedad e integridad de los individuos.
El delincuente pandillero ocasional
Los pandilleros ocasionales participan en riñas y cometen robos y vejaciones. Los actos
delictivos se llevan a cabo en compañía de compañeros y es muy común que cometan
sus fechorías tan sólo por buscar diversión. Si se afilia a un grupo de delincuentes sólo
lo hace de manera ocasional no asidua y, el resto de los miembros del grupo lo ven
como una especie de agregado con el que no guardan una relación personal.
Estos trasgresores ocasionales no se consideran a si mismos como delincuentes. Aunque
están conscientes de la índole delictuosa de sus actividades, se diferencian del resto de
los pandilleros que realmente son delincuentes.
Estos pandilleros muestran cierta hostilidad hacia la policía y los representantes de la
ley. Sien embargo, sus actividades rutinarias no resaltan significativamente del resto de
los individuos que lo rodean. Alientan actitudes positivan hacia al trabajo lícito y
cuentan con tener este tipo de trabajo al llegar a la edad adulta.
Estos delincuentes se inician a edades tempranas pero cuentan con grandes
posibilidades de poner fin a sus actividades delictivas en cortos períodos de tiempo. De
hecho, tienen mayor probabilidad de reajustarse en su vida adulta y convertirse en
ciudadanos honrados.
Al igual que las categorías anteriores, los delincuentes ocasionales provienen de barrios
de clase baja de las metrópolis. También comparten rasgos en cuanto al historial
familiar, aunque estos trasgresores cuentan con familias en las que es más cuidadosa el
control y supervisión sobre los hijos, de forma que sus padres les han enseñado defensas
contra los principios ilegales.
El pandillero ocasional se asocia con otros jóvenes pero no su relación no llega a ser tan
profunda como para que el trasgresor llegue a separarse de sus amigos no delincuentes.
Así, divide su tiempo entre ambas compañías y, por querer mantenerse en buenos
términos con ambos sectores, no resiente fuertemente el influjo de los ejemplos
delictuosos.
Al ser sus trasgresiones menos graves y frecuentes, tiene menos encuentros con los
organismos policiales. Normalmente los encuentros son informales en los que el
funcionario le advierte al individuo acerca de sus actuaciones pero no emprende contra
él acciones mayores. La consecuencia más probable de estos acercamientos es que los
adolescentes, por miedo a represalias más formales, terminen alejándose del medio
delictivo.
El delincuente casual no pandillero
Son los adolescentes que perpetran delitos sin pertenecer a ninguna pandilla
identificable. Este género comprende delitos de varias especies, estos generalmente
reproducen un patrón individualista de conducta. La interacción dominante en el círculo
de amistades es de orden no delictivo. A pesar de ello, puede darse una interacción
conjunta de copartícipes en los delitos.
Cometen pequeñas trasgresiones desde hurtos de menor cuantía hasta ciertos actos de
vandalismo. En algunos casos las ofensas llegan a causar graves daños, pero parece
suceder como excepción.
Estos trasgresores pueden operar en compañía de otros jóvenes que no asan por
delincuentes ante la sociedad y tampoco se consideran como tales. El grupo se dedica a
actividades lícitas, aunque no falta quien cometa un delito de vez en cuando. Dentro del
grupo no se pierde el prestigio por participar en un delito, pero tampoco se consigue una
mayor reputación.
Estos jóvenes se ven a si mismos como no delincuentes, al ser aprehendidos suelen
reconocer sus faltas y se avergüenzan de ellas. Ellos ven a los delitos cometidos como
diversión no como manifestaciones de verdadera delincuencia. Para con los demás,
muestran actitudes prosociales no agresivas. Los delitos cometidos son ocasionales y
poco numerosos.
El delincuente casual no pandillero suele provenir de la clase media. Sus padres suelen
haber tenido un éxito relativo en sus esfuerzos por educar al joven, infundirle actitudes
de cooperación y aspiraciones de triunfar en la vida. Es el afán de buscar diversión sin
reflexionar es lo que los conduce a ciertas exageraciones delictuosas.
Las experiencias con organismos consignatarios son muy escasas tanto por el carácter
intrascendente de sus infracciones como por el hecho de pertenecer a un medio social
medianamente estable y desahogado.
El ladrón de automóviles
Los llamados paseadores escandalosos roban automóviles sin el propósito de
desmantelarlos o de lucrarse. Dentro de sus comunidades tienen fama de libertinos a los
que les gusta emborracharse y andar con muchachas también consideradas libertinas.
Generalmente, sus actividades ilícitas se limitan a robar autos y rara vez se ven
envueltos en otro tipo de delitos.
Estos roba-vehículos se mueven en un grupo bastante desarticulado de jóvenes, por lo
que no muestran mayores impedimentos al asociarse con cómplices nuevos.
Estos jóvenes se consideran a si mismos como no delincuentes y no dejan de subrayar
las diferencias existentes entre ellos y los verdaderos delincuentes. Ellos miran sus
actividades delictivas como una prueba de su temple, masculinidad y sangre fría. Sus
actitudes mantienen una disposición receptiva frente a la sociedad ya que aceptan y se
adaptan a los estándares convencionales.
La iniciación se da en la adolescencia con el primer robo y puede prolongarse varios
años con paseos ocasionales. Parece existir una tendencia a poner fin a la carrera de
roba autos hacia el final de la adolescencia, comportándose de allí en adelante como
ciudadanos de ley.
Estos trasgresores suelen ser jóvenes de clase media cuya posición económica es
desahogada. En su cuadro familiar puede constatarse un cuidado suficiente y constante
por parte de los padres, pero suele observarse una falta de interrelación íntima con el
padre.
Estos trasgresores se muestran bien adaptados al medio. Aunque se relacionan con
compañeros no delincuentes, parecen preferir asociarse con otros con los que comparta
la fama de rebeldes y descarriados.
Gracias al grado relativo de educación social que poseen, terminan por plegarse a las
normas convencionalmente aceptadas y llegan a comportarse como cualquier ciudadano
honrado.
El delincuente drogadicto
En su mayoría, los jóvenes drogadictos hacen de los enervantes su línea única y
específica de trasgresión. Aunque hay entre ellos quienes cometen otros delitos su
propósito es conseguir dinero para mantener una provisión constante de droga.
El medio de los drogadictos se configura como una subcultura de vividores inmorales,
al asociarse con otros adictos siguen finalidades muy complejas. El tráfico de drogas
requiere una red de ayuda mutua en la que los adictos comparten información sobre las
fuentes de abastecimiento y medios de contacto. Es importante destacar que al
drogadicto "perdido" se le ve en otros ambientes delictivos como un sujeto anormal del
que no conviene fiarse.
El drogadicto ve en si mismo una persona cuyos azares de la visa le justifican el ser
drogodependiente. Algunos poseen una imagen de individuos recios y de sangre fría que
saben ganarse la vida empleando las técnicas para la extorsión. Sus actitudes se
caracterizan por dar vida a protestas en contra de la sociedad que no cesa de perseguirlo
y que tiene muy poco que ofrecerle. Con respecto al trabajo, las actitudes son negativas,
aunque su animadversión es contra cualquier tipo de autoridad establecida.
En su trayectoria de actuación, se trata de jóvenes que empiezan siendo pandilleros pero
luego se alejan del medio para entregarse a la drogadicción. También el joven pude
hacerse drogadicto en ambientes de tipo convencional. El joven drogodependiente
continúa en el vicio hasta convertirse en adulto y luego se le hace muy difícil dejar las
drogas.
Normalmente, los drogadictos provienen de barrios urbanos de clase baja. Este tipo de
delincuente está conformado por personas pertenecientes a las clases más desposeídas
que sufren grandes dosis de frustración social, de falta de oportunidades y de
impotencia para mejorar su vida por medios lícitos.
El medio familiar del que proceden los delincuentes drogadictos se caracteriza por una
falta de lazos parentales íntimos, por lo que la vida familiar suele parecerle
intrascendente y sin sentido. Los viciosos tienden a relacionarse entre ellos, lo más
común es que se inicien en la droga por medio de compañeros adictos y optan por
separarse por completo de los no adictos delimitando sus relaciones de interacción a su
círculo adictivo. Este círculo ejerce una influencia importante para que el individuo
persista en el vicio porque la atmósfera del grupo legitima el uso de las drogas.
En el curso de su carrera delictiva el drogadicto mantiene numerosos contactos con
organismos policiales y judiciales.
El agresivo de peligrosidad extrema
Esta categoría se refiere a los agresores más asociales que perpetran atentados graves y
tortuosos contra víctimas humanas. Los jóvenes de agresividad más peligrosa son los
que cometen ofensas aparentemente inexplicables en contra de sus iguales. Las acciones
vejatorias que cometen se caracterizan por su extrema crueldad, la mayoría de estos
trasgresores se contentan con ensañarse contra sus víctimas de forma física.
Por la índole difusa e impredictible de su agresividad, los trasgresores no mantienen
vínculos cercanos con sus compañeros. Generalmente, no se ven a si mismos como
delincuentes, por el contrario, piensan que son las víctimas de un medio hostil que se ha
empeñado en acosarlos. El joven peligrosamente agresivo se muestra retador y se
convence que nadie es de fiar. Por esta creencia sobre los demás, siempre se lanza
primero al ataque antes de verse herido o castigado por otros.
Estos jóvenes agresivos comienzan su carrera delictiva incluso antes de llegar a la
adolescencia, las posibilidades de reajuste en la edad adulta son muy escasas.
No proceden de ninguna clase social particular. Además, en su núcleo familiar se ven
rechazados por los padres.
Es poco probable que estos jóvenes tengan capacidad de relacionarse con sus iguales. Se
abstienen de hacer amigos por sus actitudes hostiles, sin contar con que los que los
conocen procuran no acercarse por temor a reacciones violentas.
Generalmente, cuentan con un largo historial policial. La actitud que guardan con los
organismos de autoridad es hostil, tan sólo como un sentimiento disperso.
La joven delincuente
Las jóvenes delincuentes cometen delitos muy variados, aunque lo más común es que se
envuelvan en delitos de índole sexual. Normalmente no se involucran en actividades de
pandillaje con cómplices de su mismo sexo, si forman grupos lo hacen porque sus
compañeras adolescentes las etiquetan de locas o descarriadas.
Estas jóvenes no se ven como delincuentes, se justifican con la idea de ser luchadoras,
fuertes, rudas, etc. Sus actitudes son hostiles hacia los representantes de la ley e,
incluso, hacia sus padres.
Las muchachas que delinquen comienzan a hacerlo luego de haber pasado la pubertad,
es frecuente que su carrera delictiva se interrumpa en la edad adulta por casarse o tener
hijos.
El cuadro familiar de estas adolescentes es atípico en comparación con las que no son
delincuentes. En el es posible descubrir algún grado de tensión familiar que la pone en
conflicto con sus padres o familiares cercanos que le reclaman actitudes.
En cuanto a la influencia del grupo de compañeras, estas jóvenes prefieren relacionarse
con otras muchachas y muchachos delincuentes. Sin embargo, estas relaciones de
camaradería no representan sino un papel secundario a la hora de cometer un delito, no
llegan a conformar una subcultura criminal.
El delincuente psicópata
Son trasgresores que perpetran delitos extravagantes de carácter individualista y de
orden grave. En esta categoría entran los ataques aislados y esporádicos, y la perversión
sexual. Los jóvenes de esta categoría suelen ser diagnosticados como neuróticos o
prepsicópatas.
Los jóvenes que cometen estos delitos tienden a mostrarse esquivos, reservados y ajenos
al medio de interacción de sus iguales. Los trasgresores de este tipo no se consideran
delincuentes, la imagen de si mismos difiere tanto de los delincuentes como de los no
delincuentes. Son personas bastante introvertidas y dan muestras de sufrir grandes
preocupaciones acerca de su persona.
Normalmente exhiben actitudes similares a las del resto de la gente, cuando muestran
algunas actitudes no usuales es muy probable que se encuentren bajo el influjo de
alguna fijación obsesiva.
En la trayectoria de su actuación cometen pocos delitos pero de orden grave, es por esto
que mantienen contactos frecuentes con los organismos policiales y tribunales de
menores. Al llegar a la edad adulta suelen comprometerse en problemas incluso más
serios. Algunos de estos individuos terminan encerrados en sanatorios para enfermos
mentales.
No encuentra ningún tipo de concentración especial en una clase social, por lo que
parece ser que los factores causales de este tipo de delitos están desligados del estilo de
vida típico de la clase socioeconómica.
El cuadro familiar de procedencia de estos individuos muestra una variedad de rasgos
atípicos. Suelen criarse en un ambiente bastante represivo con la marcada existencia de
una interacción parental-filial anormal.
Estos jóvenes son solitarios y retraídos, no sólo en la perpetración de delitos sino sino
en todos sus actividades en general. Los problemas personales que sufren son lo que los
llevan a cometer actos delictivos, por esta razón sus problemas pesan más sobre ellos
que cualquier resentimiento por verse en manos de la ley.
Conclusiones
La delincuencia juvenil en Venezuela es un fenómeno social constituido por el conjunto
de las infracciones penales cometidas por los sujetos mayores de catorce años y
menores de dieciocho. Junto a esta definición se encuentra el hecho que los delitos
cometidos se relacionan íntimamente con la situación social en la que se desarrollan,
ambos elementos establecen las bases del estudio de la delincuencia juvenil.
Para el año 2001 la población total de Venezuela fue de 23.054.210 habitantes,
distribuidos a lo largo de los diferentes grupos de edad. La población menor de 18 años
registrada fue de 9.505.1898, lo que representa el 41,2% del total de habitantes del país.
Así, poco menos de la mitad de la población total de Venezuela está compuesta por
niños y adolescentes. Este un indicador elocuente que refleja la importancia de este
sector poblacional en la dinámica del país en su conjunto, en especial en el desarrollo
socio-económico. De allí lo esencial de tomar en cuenta los problemas que afectan a los
menores de edad, entre ellos la delincuencia juvenil tal como fue definida.
Otro aspecto importante de este grupo de edad es la pobreza, de acuerdo con
estimaciones de UNICEF, ésta afecta de forma más intensa a los menores de 18 años.
Mientras la población total de Venezuela sufre un nivel de pobreza de 56,6%, la pobreza
entre menores de 18 años alcanza la alarmante cifra de 71,8%.
El Sistema Penal de Responsabilidad del Adolescente está conformado por un conjunto
de órganos y entidades que se encargan de establecer la responsabilidad del adolescente
por los hechos punibles en los que incurra, así como aplicar y controlar las sanciones
correspondientes. El adolescente que incurra en hechos punibles responde en la medida
de su culpabilidad, de forma diferenciada del adulto. La diferencia está en la sanción y
la jurisdicción especializada. En cuanto a las sanciones su finalidad es primordialmente
educativa, se complementa con la participación de la familia y el apoyo de especialistas;
los principios orientadores de las medidas son el respeto a los derechos humanos, la
formación integral del adolescente y la búsqueda de su adecuada convivencia familiar y
social, estas sanciones son: amonestación, imposición de reglas de conducta, servicio a
la comunidad, libertad asistida, semi-libertad y privación de libertad.
Diversas teorías direccionan sus planteamientos hacia la exposición de respuestas
diversas para el fenómeno de la delincuencia juvenil, unas bajo la perspectiva bio-
anatómica y otras con una visión más sociológica. Las primeras, relacionan ciertos
rasgos corporales innatos con características propias de los delincuentes. Las segundas,
foco de especial interés para este estudio, intentan explicar el fenómeno de la
delincuencia juvenil valiéndose de elementos sociales.
Para la teoría de la asociación diferencial, la vida delictiva se aprende de la experiencia,
la causa de que el joven sea delincuente se le atribuye al ambiente en el que se haya
criado. En la teoría de la anomia, el comportamiento delictivo se muestra como un
síntoma de frustración que puede acentuarse entre grupos que sufren una presión social
especial, la discrepancia entre medios y metas empuja al joven a conseguir sus metas
por el medio delictivo. Esta teoría se relaciona con la llamada strain theory que afirma
que la estructura de la sociedad contribuye a que algunos de sus miembros no puedan
alcanzar sus metas. Esta situación crea una presión que conduce al individuo a rechacer
las metas aprobadas culturalmente y acercarse al comportamiento criminal.
La teoría de las subculturas criminales afirma que existen grupos que dentro de la
sociedad se apartan de las normas y valores de la mayoría, en estas subculturas los
jóvenes afectados se juntan para conformar una solución colectiva para su descontento y
cada miembro del grupo recibe apoyo de otros cuya situación es parecida.
Por su parte, los teóricos de la elección racional sostienen que la desviación resulta de
un cálculo altamente racional de riesgos y recompensas. Los jóvenes, si bien se les
atribuye el hecho de no pensar antes de actuar, sopesan las posibilidades de obtener un
beneficio y los riesgos de ser atrapado, de esta forma deciden su curso de acción
delictiva.
Los teóricos del conflicto argumentan que la delincuencia juvenil es el resultado de un
conflicto societal entre dos o más grupos, conflicto con base en la constante lucha de
poder.
Recomendaciones y propuestas
Las diversas teorías ya expuestas sugieren cualquier cantidad de medios distintos para
prevenir o tratar la delincuencia juvenil. Por ejemplo, si se habla de la teoría de anomia,
la respuesta a la delincuencia juvenil vendría de la mano con reformas que permitan una
distribución más igualitaria de oportunidades y un incremento de los medios legítimos
para alcanzar las metas de éxito, de forma tal que el modo de vida delictivo pierda por
completo su atractivo. Es más, si se concibe la delincuencia como propia de individuos
que actúan sin racionalidad y que no controlan emociones primitivas, la solución se
encontraría en la salud mental de la comunidad. Y así, se podría continuar con
soluciones totalmente distintas provenientes de estas distintas teorías. No es el caso
exponerlas pues no tendría sentido alguno, se trata entonces de entender que,
generalmente, se buscan líneas de acción que se anticipan al conocimiento científico
pues los problemas no aguardan a la resolución de discusiones académicas por tal o cual
solución de ésta o aquella teoría.

CONCLUSIONES
· El diálogo en las familias se esta perdiendo cada día mas debido a la falta de
atención de los padres hacia sus hijos.
· En los colegios no existe la debida orientación de temas como drogadicción,
pandillaje y delincuencia.
· Las Autoridades no están aportando con la debida vigilancia.

Narcotrafico en Venezuela
El narcotráfico se ha convertido, en las últimas décadas, un mal mundial. Igual que el
terrorismo. De allí que todos los gobiernos, y el de Venezuela no es la excepción,
despliegan sus mejores esfuerzos por combatir esas plagas que atentan contra el futuro
de la humanidad y la paz de las naciones.

Estudios recientes de las Naciones Unidas señalan que el narcotráfico ha crecido en los
últimos años, especialmente en Latinoamérica y el Lejano Oriente. En Colombia, su
gobierno y el de Estados Unidos llevan a cabo el Plan Colombia, ahora Plan Patriota,
contra la siembra, procesamiento y tráfico de drogas. Las acciones policíaco-militares
de la nación vecina han desplazado hacia Venezuela el narcotráfico, convirtiéndonos en
puente para la exportación de drogas, especialmente cocaína y marihuana, hacia
Estados Unidos, el Caribe y Europa.
De ello han demostrado estar conscientes las autoridades nacionales, si juzgamos por
los resultados que en los últimos tiempos ha dado la lucha contra el narcotráfico. El
mismo informe de la ONU señala que Venezuela es el cuarto país en decomiso de
drogas, lo que da idea de dos cosas: de la cantidad de estupefacientes que circulan por
nuestro país y del empeño de sus autoridades para evitarlo.

Entendemos que los planes que los planes que el ministro para las Relaciones Interiores
y Justicia, Pedro Carreño, ha desplegado para combatir el narcotráfico han dado sus
frutos. La prueba está en que apenas en las últimas dos semanas se capturaron, en tres
procedimientos, más de cinco toneladas de cocaína, destinada a la exportación,
utilizando nuestro territorio como paso desde Colombia hasta su destino final.

En detalle, la Guardia Nacional incautó en la carretera Lara-Zulia un cargamento de


1.500 kilogramos de cocaína camuflada en un camión cargado de lencería. Pocos días
antes, ese mismo cuerpo había capturado, muy cerca en la misma vía, otros 1.071
kilogramos en una camioneta cuyos ocupantes trataron de evadir un puesto de control.
En Puerto Cabello, cuando era embarcada hacia México, cayeron 2.641 kilogramos de
cocaína oculta en un cargamento de botellas.

A lo anterior, que sólo son los cargamentos notables, deben agregarse otras capturas
recientes de menor cuantía en diferentes puntos del país, pero que revisten la misma
importancia desde el punto de vista de la lucha que emprendió el ministro Carreño
contra el narcotráfico. Igual con el combate que se mantiene en las calles y barrios de
las principales ciudades, donde los traficantes del detal son acosados y capturados en el
marco de esa política antidroga.

Estos decomisos señalan que ha crecido la cantidad de drogas que pasa por nuestro
país, a lo que deben estar alertas las autoridades del MIJ. Y aunque los resultados
enumerados sean despreciados y desconocidos por las autoridades norteamericanas y
los opositores al gobierno del presidente Chávez, los venezolanos palpamos esa
realidad.

Guerrilla

La guerra de guerrillas es una táctica militar de conflictos armados consistente en


hostigar al enemigo en su propio terreno con destacamentos irregulares y mediante
ataques rápidos y sorpresivos, voladuras de instalaciones, puentes y caminos o
secuestros de armas y provisiones. Se utiliza con frecuencia en situaciones de guerra
asimétrica. Que gracias a su movilidad, a su fácil dispersión en pequeños grupos y a su
habilidad para desaparecer entre la población civil, resultan muy difíciles de neutralizar.
caracteristicas
De por sí tanto la FARC como el ELN se definen como marxistas y se supone que
ambas tienen un programa social.
Tienen en su poder a apróximadamente 600 o 700 prisioneros militares, policiales y
civiles.
La principales fuentes de financiación provienen del ¨impuesto revolucionario¨ (la
vacuna, la cual incluye a los cultivadores de coca) y la extorsión a quienes tienen para
pagar.
Una bien cierta es que en 60 años no pudieron derrotarla ni con uno de los ejércitos mas
grandes, mas armados, mejor armados mejor financiados y con apoyo paramilitar.
¡NIEGUENMELO CARAJO!
O sea que la solución no es, no ha sido, ni será militar. ¿Será forestal? ¿Tendrán que
quemar o desfoliar y destruír todas sus selvas los colombianos?
No lo creo.
Yo creo que es un tema de voluntad de paz de ambos bandos pero si no se hablan......

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