1 Corintios
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1 Corintios
Su
condición de puerto cosmopolita y su prosperidad económica la habían convertido en un lugar
proverbial por la inmoralidad de sus costumbres. Durante su segundo viaje misionero, Pablo
permaneció allí más de un año y medio, y logró establecer una comunidad entusiasta y
fervorosa (Hech. 18. 1-18). Pero fue precisamente en Corinto donde alcanzó su punto más
crítico la confrontación del Cristianismo naciente con el pensamiento y las costumbres
paganas, y apenas Pablo se alejó comenzaron a surgir graves conflictos.
La llegada de Apolo (Hech. 18. 24) y de otros predicadores cristianos que se presentaban como
emisarios de Pedro, dividió profundamente a la comunidad, provocando la formación de bandos
rivales (1. 11-13). Muchos cristianos no se habían despojado suficientemente de las
costumbres paganas, y caían en el libertinaje moral (5. 1). Las asambleas litúrgicas estaban
perturbadas por una escandalosa división entre ricos y pobres (11. 18-22), o por formas de
exaltación teñidas de paganismo (14. 1-5). Algunos confundían el Evangelio con una sabiduría
puramente humana (1. 22) y otros negaban la resurrección de los muertos (15. 12).
Advertido de estos abusos, Pablo envió la PRIMERA CARTA A LOS CORINTIOS para
restablecer el orden y responder a las consultas que se le habían hecho. Con su mirada
penetrante, él va exponiendo grandes temas doctrinales a propósito de varios asuntos de orden
práctico, algunos de ellos aparentemente insignificantes. Ningún otro escrito del Nuevo
Testamento nos muestra de una manera tan concreta la vida de una comunidad y su situación
ante el paganismo.
Saludo inicial
1 1 Pablo, llamado a ser Apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, y el hermano Sóstenes,
2 saludan a la Iglesia de Dios que reside en Corinto, a los que han sido santificados en Cristo
Jesús y llamados a ser santos, junto con todos aquellos que en cualquier parte invocan el
nombre de Jesucristo, nuestro Señor, Señor de ellos y nuestro. 3 Llegue a ustedes la gracia y
la paz que proceden de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo.
Acción de gracias
4 No dejo de dar gracias a Dios por ustedes, por la gracia que él les ha concedido en Cristo
Jesús. 5 En efecto, ustedes han sido colmados en él con toda clase de riquezas, las de la
palabra y las del conocimiento, 6 en la medida que el testimonio de Cristo se arraigó en
ustedes. 7 Por eso, mientras esperan la Revelación de nuestro Señor Jesucristo, no les falta
ningún don de la gracia. 8 ´El los mantendrá firmes hasta el fin, para que sean irreprochables
en el día de la Venida de nuestro Señor Jesucristo. 9 Porque Dios es fiel, y él los llamó a vivir
en comunión con su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.
En "la Iglesia de Dios que residía en Corinto" habían surgido profundas divisiones. Los
bandos o partidos que se habían formado, no propugnaban herejías o cismas
propiamente dichos, ya que todos asistían a las mismas asambleas litúrgicas y
participaban de la misma Cena del Señor (11. 18-20). Se trataba más bien de grupos
antagónicos, que se declaraban partidarios de Pedro, Pablo o Apolo, de la misma
manera que los griegos adherían a su maestro de sabiduría o a su filósofo preferido.
A primera vista, estas rivalidades podían parecer normales o inevitables, como lo son
en cualquier grupo social. Pero, dentro de la Iglesia, las divisiones revisten una
especial gravedad. La lucha partidista entre aquellos que han sido bautizados en el
nombre de Jesucristo, el único Señor de todos, es un verdadero contrasentido (1. 13).
Pedro, Pablo y Apolo –como los demás predicadores de la Buena Noticia– son
"simples servidores" de un mensaje que no les pertenece. Una vez cumplida su misión,
ellos tienen que desaparecer para dar lugar a Jesucristo (3. 5-9).
Esta reflexión podría haber bastado para poner punto final a los "celos y discordias" (3.
3). Pero Pablo va al fondo de la cuestión. Al comportarse de esa manera, los diversos
grupos, incluidos sus propios adeptos, habían abandonado de hecho el mensaje de
Cristo crucificado y lo habían sustituido por una sabiduría puramente humana. Por eso
no se pone a discutir sus puntos de vista o sus tendencias, ni da la razón a unos contra
otros, sino que contrapone vigorosamente el mensaje de la Cruz a la sabiduría de este
mundo. La fe no puede estar fundada "en la sabiduría de los hombres, sino en el poder
de Dios" (2. 5).
18 El mensaje de la cruz es una locura para los que se pierden, pero para los que se salvan –
para nosotros– es fuerza de Dios. 19 Porque está escrito: Destruiré la sabiduría de los sabios y
rechazaré la ciencia de los inteligentes. 20 ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde el hombre culto?
¿Dónde el razonador sutil de este mundo? ¿Acaso Dios no ha demostrado que la sabiduría del
mundo es una necedad? 21 En efecto, ya que el mundo, con su sabiduría, no reconoció a Dios
en las obras que manifiestan su sabiduría, Dios quiso salvar a los que creen por la locura de la
predicación. 22 Mientras los judíos piden milagros y los griegos van en busca de sabiduría, 23
nosotros, en cambio, predicamos a un Cristo crucificado, escándalo para los judíos y locura
para los paganos, 24 pero fuerza y sabiduría de Dios para los que han sido llamados, tanto
judíos como griegos. 25 Porque la locura de Dios es más sabia que la sabiduría de los
hombres, y la debilidad de Dios es más fuerte que la fortaleza de los hombres.
26 Hermanos, tengan en cuenta quiénes son los que han sido llamados: no hay entre ustedes
muchos sabios, hablando humanamente, ni son muchos los poderosos ni los nobles. 27 Al
contrario, Dios eligió lo que el mundo tiene por necio, para confundir a los sabios; lo que el
mundo tiene por débil, para confundir a los fuertes; 28 lo que es vil y despreciable y lo que no
vale nada, para aniquilar a lo que vale. 29 Así, nadie podrá gloriarse delante de Dios. 30 Por él,
ustedes están unidos a Cristo Jesús, que por disposición de Dios, se convirtió para nosotros en
sabiduría y justicia, en santificación y redención, 31 a fin de que, como está escrito: El que se
gloría, que se gloríe en el Señor.
La predicación de Pablo
2 1 Por mi parte, hermanos, cuando los visité para anunciarles el misterio de Dios, no llegué
con el prestigio de la elocuencia o de la sabiduría. 2 Al contrario, no quise saber nada, fuera de
Jesucristo, y Jesucristo crucificado. 3 Por eso, me presenté ante ustedes débil, temeroso y
vacilante. 4 Mi palabra y mi predicación no tenían nada de la argumentación persuasiva de la
sabiduría humana, sino que eran demostración del poder del Espíritu, 5 para que ustedes no
basaran su fe en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios.
6 Es verdad que anunciamos una sabiduría entre aquellos que son personas espiritualmente
maduras, pero no la sabiduría de este mundo ni la que ostentan los dominadores de este
mundo, condenados a la destrucción. 7 Lo que anunciamos es una sabiduría de Dios,
misteriosa y secreta, que él preparó para nuestra gloria antes que existiera el mundo; 8 aquella
que ninguno de los dominadores de este mundo alcanzó a conocer, porque si la hubieran
conocido no habrían crucificado al Señor de la gloria. 9 Nosotros anunciamos, como dice la
Escritura, lo que nadie vio ni oyó y ni siquiera pudo pensar, aquello que Dios preparó para los
que lo aman.
10 Dios nos reveló todo esto por medio del Espíritu, porque el Espíritu lo penetra todo, hasta lo
más íntimo de Dios. 11 ¿Quién puede conocer lo más íntimo del hombre, sino el espíritu del
mismo hombre? De la misma manera, nadie conoce los secretos de Dios, sino el Espíritu de
Dios. 12 Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que viene de Dios,
para que reconozcamos los dones gratuitos que Dios nos ha dado. 13 Nosotros no hablamos
de estas cosas con palabras aprendidas de la sabiduría humana, sino con el lenguaje que el
Espíritu de Dios nos ha enseñado, expresando en términos espirituales las realidades del
Espíritu. 14 El hombre puramente natural no valora lo que viene del Espíritu de Dios: es una
locura para él y no lo puede entender, porque para juzgarlo necesita del Espíritu. 15 El hombre
espiritual, en cambio, todo lo juzga, y no puede ser juzgado por nadie. 16 Porque ¿quién
penetró en el pensamiento del Señor, para poder enseñarle? Pero nosotros tenemos el
pensamiento de Cristo.
3 1 Por mi parte, no pude hablarles como a hombres espirituales, sino como a hombres
carnales, como a quienes todavía son niños en Cristo. 2 Los alimenté con leche y no con
alimento sólido, porque aún no podían tolerarlo, como tampoco ahora, 3 ya que siguen siendo
carnales. Los celos y discordias que hay entre ustedes, ¿no prueban acaso, que todavía son
carnales y se comportan de una manera puramente humana? 4 Cuando uno dice: "Yo soy de
Pablo", y el otro: "Yo de Apolo", ¿acaso no están procediendo como lo haría cualquier hombre?
El ministerio apostólico
5 Después de todo, ¿quién es Apolo, quién es Pablo? Simples servidores, por medio de los
cuales ustedes han creído, y cada uno de ellos lo es según lo que ha recibido del Señor. 6 Yo
planté y Apolo regó, pero el que ha hecho crecer es Dios. 7 Ni el que planta ni el que riega
valen algo, sino Dios, que hace crecer. 8 No hay ninguna diferencia entre el que planta y el que
riega; sin embargo, cada uno recibirá su salario de acuerdo con el trabajo que haya realizado. 9
Porque nosotros somos cooperadores de Dios, y ustedes son el campo de Dios, el edificio de
Dios.
10 Según la gracia que Dios me ha dado, yo puse los cimientos como lo hace un buen
arquitecto, y otro edifica encima. Que cada cual se fije bien de qué manera construye. 11 El
fundamento ya está puesto y nadie puede poner otro, porque el fundamento es Jesucristo. 12
Sobre él se puede edificar con oro, plata, piedras preciosas, madera, pasto o paja: 13 la obra
de cada uno aparecerá tal como es, porque el día del Juicio, que se revelará por medio del
fuego, la pondrá de manifiesto; y el fuego probará la calidad de la obra de cada uno. 14 Si la
obra construida sobre el fundamento resiste la prueba, el que la hizo recibirá la recompensa; 15
si la obra es consumida, se perderá. Sin embargo, su autor se salvará, como quien se libra del
fuego.
16 ¿No saben que ustedes son templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes? 17
Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él. Porque el templo de Dios es
sagrado, y ustedes son ese templo.
La verdadera sabiduría
18 ¡Que nadie se engañe! Si alguno de ustedes se tiene por sabio en este mundo, que se haga
insensato para ser realmente sabio. 19 Porque la sabiduría de este mundo es locura delante de
Dios. En efecto, dice la Escritura: Él sorprende a los sabios en su propia astucia, 20 y además:
El Señor conoce los razonamientos de los sabios y sabe que son vanos. 21 En consecuencia,
que nadie se gloríe en los hombres, porque todo les pertenece a ustedes: 22 Pablo, Apolo o
Cefas, el mundo, la vida, la muerte, el presente o el futuro. Todo es de ustedes, 23 pero
ustedes son de Cristo y Cristo es de Dios.
6 En todo esto, hermanos, les puse mi ejemplo y el de Apolo, a fin de que aprendan de
nosotros el refrán: "No vayamos más allá de lo que está escrito", y así nadie tome partido
orgullosamente en favor de uno contra otro. 7 En efecto, ¿con qué derecho te distingues de los
demás? ¿Y qué tienes que no hayas recibido? Y si lo has recibido, ¿por qué te glorías como si
no lo hubieras recibido? 8 ¡Será que ustedes ya están satisfechos! ¡Será que se han
enriquecido o que se han convertido en reyes, sin necesidad de nosotros! ¡Ojalá que así fuera,
para que nosotros pudiéramos reinar con ustedes! 9 Pienso que a nosotros, los Apóstoles, Dios
nos ha puesto en el último lugar, como condenados a muerte, ya que hemos llegado a ser un
espectáculo para el mundo, para los ángeles y los hombres. 10 Nosotros somos tenidos por
necios, a causa de Cristo, y en cambio, ustedes son sensatos en Cristo. Nosotros somos
débiles, y ustedes, fuertes. Ustedes gozan de prestigio, y nosotros somos despreciados. 11
Hasta ahora sufrimos hambre, sed y frío. Somos maltratados y vivimos errantes. 12 Nos
agotamos, trabajando con nuestras manos. 13 Nos insultan y deseamos el bien. Padecemos
persecución y la soportamos. Nos calumnian y consolamos a los demás. Hemos llegado a ser
como la basura del mundo, objeto de desprecio para todos hasta el día de hoy.
Amonestación paternal
14 No les escribo estas cosas para avergonzarlos, sino para reprenderlos como a hijos muy
queridos. 15 Porque, aunque tengan diez mil preceptores en Cristo, no tienen muchos padres:
soy yo el que los ha engendrado en Cristo Jesús, mediante la predicación de la Buena Noticia.
16 Les ruego, por lo tanto, que sigan mi ejemplo. 17 Por esta misma razón les envié a Timoteo,
mi hijo muy querido y fiel en el Señor; él les recordará mis normas de conducta, que son las de
Cristo, y que yo enseño siempre en todas las Iglesias.
Un caso de incesto
5 1 Es cosa pública que se cometen entre ustedes actos deshonestos, como no se encuentran
ni siquiera entre los paganos, ¡a tal extremo que uno convive con la mujer de su padre! 2 ¡Y
todavía se enorgullecen, en lugar de estar de duelo para que se expulse al que cometió esa
acción! 3 En lo que a mí respecta, estando ausente con el cuerpo pero presente con el espíritu,
ya lo he juzgado, como si yo mismo estuviera allí. 4 Es necesario que ustedes y yo nos
reunamos espiritualmente, en el nombre y con el poder de nuestro Señor Jesús, 5 para que
este hombre sea entregado a Satanás: así se perderá su carne, pero se salvará su espíritu en
el Día del Señor.
6 ¡No es como para gloriarse! ¿No saben que "un poco de levadura hace fermentar toda la
masa"? 7 Despójense de la vieja levadura, para ser una nueva masa, ya que ustedes mismos
son como el pan sin levadura. Porque Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado. 8 Celebremos,
entonces, nuestra Pascua, no con la vieja levadura de la malicia y la perversidad, sino con los
panes sin levadura de la pureza y la verdad.
9 En una carta anterior, les advertí que no se mezclaran con los deshonestos. 10 No quiero
decir que se aparten por completo de los deshonestos de este mundo, de los avaros, de los
ladrones y de los idólatras: de ser así, tendrían que abandonar este mundo. 11 Lo que quise
decirles es que no se mezclen con aquellos que, diciéndose hermanos, son deshonestos,
avaros, idólatras, difamadores, bebedores o ladrones: les aconsejo que ni siquiera coman con
ellos. 12 No es asunto mío juzgar a los que están fuera de la Iglesia. Ustedes juzguen a los que
están dentro; 13 porque a los de afuera los juzga Dios.
6 1 ¿Cómo es posible que cuando uno de ustedes tiene algún conflicto con otro, se atreve a
reclamar justicia a los injustos, en lugar de someterse al juicio de los santos? 2 ¿No saben
ustedes que los santos juzgarán al mundo? Y si el mundo va a ser juzgado por ustedes, ¿cómo
no van a ser capaces de juzgar asuntos de mínima importancia? 3 ¿Ignoran que vamos a
juzgar a los mismos ángeles? Con mayor razón entonces, los asuntos de esta vida. 4 ¡Y pensar
que cuando ustedes tienen litigios, buscan como jueces a los que no son nadie para la Iglesia!
5 Lo digo para avergonzarlos: ¡por lo visto, no hay entre ustedes ni siquiera un hombre sensato,
que sea capaz de servir de árbitro entre sus hermanos! 6 ¡Un hermano pleitea con otro, y esto,
delante de los que no creen! 7 Ya está mal que haya litigios entre ustedes: ¿acaso no es
preferible sufrir la injusticia o ser despojado? 8 Pero no, ustedes mismos son los que cometen
injusticias y defraudan a los demás, ¡y esto entre hermanos! 9 ¿Ignoran que los injustos no
heredarán el Reino de Dios? No se hagan ilusiones: ni los inmorales, ni los idólatras, ni los
adúlteros, ni los afeminados, ni los pervertidos, 10 ni los ladrones, ni los avaros, ni los
bebedores, ni los difamadores, ni los usurpadores heredarán el Reino de Dios. 11 Algunos de
ustedes fueron así, pero ahora han sido purificados, santificados y justificados en el nombre de
nuestro Señor Jesucristo y por el Espíritu de nuestro Dios.
La fornicación
12 "Todo me está permitido", pero no todo es conveniente. "Todo me está permitido", pero no
me dejaré dominar por nada. 13 Los alimentos son para el estómago y el estómago para los
alimentos, y Dios destruirá a ambos. Pero el cuerpo no es para la fornicación, sino para el
Señor, y el Señor es para el cuerpo. 14 Y Dios que resucitó al Señor, nos resucitará también a
nosotros con su poder.
15 ¿No saben acaso que sus cuerpos son miembros de Cristo? ¿Cómo voy a tomar los
miembros de Cristo para convertirlos en miembros de una prostituta? De ninguna manera. 16
¿No saben que el que se une a una prostituta, se hace un solo cuerpo con ella? Porque dice la
Escritura: Los dos serán una sola carne. 17 En cambio, el que se une al Señor se hace un solo
espíritu con él.
18 Eviten la fornicación. Cualquier otro pecado cometido por el hombre es exterior a su cuerpo,
pero el que fornica peca contra su propio cuerpo.
19 ¿O no saben que sus cuerpos son templo del Espíritu Santo, que habita en ustedes y que
han recibido de Dios? Por lo tanto, ustedes no se pertenecen, 20 sino que han sido comprados,
¡y a qué precio! Glorifiquen entonces a Dios en sus cuerpos
EL MATRIMONIO Y EL CELIBATO
El mismo Pablo advierte a sus destinatarios que no todas sus directivas tienen el
mismo valor y la misma autoridad. Cuando se trata de un "mandamiento del Señor" (7.
10), la orden es absoluta. Por el contrario, siempre que el Apóstol habla en su propio
nombre, lo hace "como quien, por la misericordia del Señor, es digno de confianza" (7.
25), y aclara que su consejo deja a los cristianos un margen de libertad.
Los deberes conyugales
7 1 Ahora responderé a lo que ustedes me han preguntado por escrito: Es bueno para el
hombre abstenerse de la mujer. 2 Sin embargo, por el peligro de incontinencia, que cada
hombre tenga su propia esposa, y cada mujer, su propio marido. 3 Que el marido cumpla los
deberes conyugales con su esposa; de la misma manera, la esposa con su marido. 4 La mujer
no es dueña de su cuerpo, sino el marido; tampoco el marido es dueño de su cuerpo, sino la
mujer. 5 No se nieguen el uno al otro, a no ser de común acuerdo y por algún tiempo, a fin de
poder dedicarse con más intensidad a la oración; después vuelvan a vivir como antes, para que
Satanás no se aproveche de la incontinencia de ustedes y los tiente. 6 Esto que les digo es una
concesión y no una orden. 7 Mi deseo es que todo el mundo sea como yo, pero cada uno
recibe del Señor su don particular: unos este, otros aquel.
8 A los solteros y a las viudas, les aconsejo que permanezcan como yo. 9 Pero si no pueden
contenerse, que se casen; es preferible casarse que arder en malos deseos.
10 A los casados, en cambio, les ordeno –y esto no es mandamiento mío, sino del Señor– que
la esposa no se separe de su marido. 11 Si se separa, que no vuelva a casarse, o que se
reconcilie con su esposo. Y que tampoco el marido abandone a su mujer.
12 En cuanto a las otras preguntas, les digo yo, no el Señor: Si un hombre creyente tiene una
esposa que no cree, pero ella está dispuesta a convivir con él, que no la abandone. 13 Y si una
mujer se encuentra en la misma condición, que tampoco se separe de su esposo. 14 Porque el
marido que no tiene fe es santificado por su mujer, y la mujer que no tiene fe es santificada por
el marido creyente. Si no fuera así, los hijos de ustedes serían impuros; en cambio, están
santificados. 15 Pero si el cónyuge que no cree desea separarse, que lo haga, y en ese caso,
el cónyuge creyente no permanece ligado al otro, porque Dios nos ha llamado a vivir en paz. 16
Después de todo, ¿qué sabes tú, que eres la esposa, si podrás o no salvar a tu marido, y tú,
marido, si podrás salvar a tu mujer?
17 Fuera de este caso, que cada uno siga viviendo en la condición que el Señor le asignó y en
la que se encontraba cuando fue llamado. Esto es lo que prescribo en todas las Iglesias. 18 Si
un hombre estaba circuncidado antes que Dios lo llamara, que no oculte la señal de la
circuncisión; si el llamado lo encontró incircunciso, que no se circuncide. 19 Lo que vale no es
la circuncisión, sino cumplir los mandamientos de Dios. 20 Que cada uno permanezca en el
estado en que se encontraba cuando Dios lo llamó. 21 ¿Eras esclavo al escuchar el llamado de
Dios? No te preocupes por ello, y aunque puedas llegar a ser un hombre libre, aprovecha más
bien tu condición de esclavo. 22 Porque el que era esclavo cuando el Señor lo llamó, ahora es
un hombre libre en el Señor; de la misma manera, el que era libre cuando el Señor lo llamó,
ahora es un esclavo de Cristo. 23 ¡Ustedes han sido redimidos y a qué precio! No se hagan
esclavos de los hombres. 24 Hermanos, que cada uno permanezca delante de Dios en el
estado en que se encontraba cuando fue llamado.
La excelencia de la virginidad
25 Acerca de la virginidad, no tengo ningún precepto del Señor. Pero hago una advertencia,
como quien, por la misericordia del Señor, es digno de confianza. 26 Considero que, por las
dificultades del tiempo presente, lo mejor para el hombre es vivir sin casarse. 27 ¿Estás unido a
una mujer? No te separes de ella. ¿No tienes mujer? No la busques. 28 Si te casas, no pecas.
Y si una joven se casa, tampoco peca. Pero los que lo hagan, sufrirán tribulaciones en su carne
que yo quisiera evitarles.
La consagración a Dios
32 Yo quiero que ustedes vivan sin inquietudes. El que no tiene mujer se preocupa de las cosas
del Señor, buscando cómo agradar al Señor. 33 En cambio, el que tiene mujer se preocupa de
las cosas de este mundo, buscando cómo agradar a su mujer, 34 y así su corazón está
dividido. También la mujer soltera, lo mismo que la virgen, se preocupa de las cosas del Señor,
tratando de ser santa en el cuerpo y en el espíritu. La mujer casada, en cambio, se preocupa
de las cosas de este mundo, buscando cómo agradar a su marido. 35 Les he dicho estas cosas
para el bien de ustedes, no para ponerles un obstáculo, sino para que ustedes hagan lo que es
más conveniente y se entreguen totalmente al Señor.
39 La mujer permanece ligada a su marido mientras este vive; en cambio, si muere el marido,
queda en libertad para casarse con el que quiera. Pero en esto, debe ser guiada por el Señor.
40 Sin embargo, será más feliz si no vuelve a casarse, de acuerdo con mi consejo. Ahora bien,
yo creo tener el Espíritu de Dios.
Todos los temas que aborda Pablo en esta Carta tienen una raíz común: ¿cómo
mantener la fidelidad al mensaje evangélico y a las exigencias de la vida cristiana en
medio de un ambiente adverso? Un caso práctico de esto era el de la carne sacrificada
a los ídolos. En la sociedad antigua, no había fiestas ni ceremonias sin sacrificios
ofrecidos a los dioses, y esas fiestas eran frecuentes. Tanto los dioses como los
sacerdotes y los oferentes recibían su parte, y el resto de la carne era consumido en
banquetes sagrados o vendido en el mercado. De allí el problema de conciencia que
se presentaba a los cristianos: ¿se podía comprar la carne inmolada a los ídolos? ¿les
estaba permitido comerla cuando eran invitados por los paganos?
8 1 Con respecto a la carne sacrificada a los ídolos, todos tenemos el conocimiento debido, ya
lo sabemos, pero el conocimiento llena de orgullo, mientras que el amor edifica. 2 Si alguien se
imagina que conoce algo, no ha llegado todavía a conocer como es debido; 3 en cambio, el que
ama a Dios es reconocido por Dios. 4 En cuanto a comer la carne sacrificada a los ídolos,
sabemos bien que los ídolos no son nada y que no hay más que un solo Dios. 5 Es verdad que
algunos son considerados dioses, sea en el cielo o en la tierra: de hecho, hay una cantidad de
dioses y una cantidad de señores. 6 Pero para nosotros, no hay más que un solo Dios, el
Padre, de quien todo procede y a quien nosotros estamos destinados, y un solo Señor,
Jesucristo, por quien todo existe y por quien nosotros existimos.
7 Sin embargo, no todos tienen este conocimiento. Algunos, habituados hasta hace poco a la
idolatría, comen la carne sacrificada a los ídolos como si fuera sagrada, y su conciencia, que es
débil, queda manchada. 8 Ciertamente, no es un alimento lo que nos acerca a Dios: ni por dejar
de comer somos menos, ni por comer somos más. 9 Pero tengan cuidado que el uso de esta
libertad no sea ocasión de caída para el débil. 10 Si alguien te ve a ti, que sabes cómo se debe
obrar, sentado a la mesa en un templo pagano, ¿no se sentirá autorizado, a causa de la
debilidad de su conciencia, a comer lo que ha sido sacrificado a los ídolos? 11 Y así, tú, que
tienes el debido conocimiento, haces perecer al débil, ¡ese hermano por el que murió Cristo! 12
Pecando de esa manera contra sus hermanos e hiriendo su conciencia, que es débil, ustedes
pecan contra Cristo. 13 Por lo tanto, si un alimento es ocasión de caída para mi hermano,
nunca probaré carne, a fin de evitar su caída.
9 1 ¿Acaso yo no soy libre? ¿No soy Apóstol? ¿No he visto a Jesús, nuestro Señor? ¿No son
ustedes mi obra en el Señor? 2 Si para otros yo no soy Apóstol, lo soy al menos para ustedes,
porque ustedes son el sello de mi apostolado en el Señor. 3 ¡Esta es mi defensa contra los que
me acusan! 4 ¿Acaso no tenemos derecho a comer y a beber, 5 a viajar en compañía de una
mujer creyente, como lo hacen los demás Apóstoles, los hermanos del Señor y el mismo
Cefas? 6 ¿O bien, Bernabé y yo somos los únicos que estamos obligados a trabajar para
subsistir? 7 ¿Qué soldado hace una campaña a sus propias expensas? ¿O quién planta una
viña y no come de sus frutos? ¿O quién apacienta un rebaño y no se alimenta con la leche de
las ovejas?
8 Aunque parezca que hablo en términos demasiado humanos, la Ley nos enseña lo mismo. 9
Porque está escrito en la Ley de Moisés: No pondrás bozal al buey que trilla. ¿Será que Dios
se preocupa de los bueyes? 10 ¿No será que él habla de nosotros? Sí, esto se escribió por
nosotros, porque el que ara tiene que arar con esperanza, y el que trilla el grano debe hacerlo
con esperanza de recoger su parte. 11 Si nosotros hemos sembrado en ustedes bienes
espirituales, ¿qué tiene de extraño que recojamos de ustedes bienes temporales?
El desprendimiento de Pablo
12 Si otros tienen este derecho sobre ustedes, ¿no lo tenemos nosotros con más razón? Sin
embargo, nunca hemos hecho uso de él; por el contrario, lo hemos soportado todo para no
poner obstáculo a la Buena Noticia de Cristo. 13 ¿No saben ustedes que los ministros del culto
viven del culto, y que aquellos que sirven al altar participan del altar? 14 De la misma manera,
el Señor ordenó a los que anuncian el Evangelio que vivan del Evangelio.
15 A pesar de todo, no he usado de ninguno de estos derechos; y no les digo esto para
aprovecharme ahora de ellos; antes preferiría morir. No, nadie podrá privarme de este motivo
de gloria. 16 Si anuncio el Evangelio, no lo hago para gloriarme: al contrario, es para mí una
necesidad imperiosa. ¡Ay de mí si no predicara el Evangelio! 17 Si yo realizara esta tarea por
iniciativa propia, merecería ser recompensado, pero si lo hago por necesidad, quiere decir que
se me ha confiado una misión. 18 ¿Cuál es entonces mi recompensa? Predicar gratuitamente
la Buena Noticia, renunciando al derecho que esa Buena Noticia me confiere.
24 ¿No saben que en el estadio todos corren, pero uno solo gana el premio? Corran, entonces,
de manera que lo ganen. 25 Los atletas se privan de todo, y lo hacen para obtener una corona
que se marchita; nosotros, en cambio, por una corona incorruptible. 26 Así, yo corro, pero no
sin saber adónde; peleo, no como el que da golpes en el aire. 27 Al contrario, castigo mi cuerpo
y lo tengo sometido, no sea que, después de haber predicado a los demás, yo mismo quede
descalificado.
10 1 Porque no deben ignorar, hermanos, que todos nuestros padres fueron guiados por la
nube y todos atravesaron el mar; 2 y para todos, la marcha bajo la nube y el paso del mar, fue
un bautismo que los unió a Moisés. 3 También todos comieron la misma comida y bebieron la
misma bebida espiritual. 4 En efecto, bebían el agua de una roca espiritual que los
acompañaba, y esa roca era Cristo. 5 A pesar de esto, muy pocos de ellos fueron agradables a
Dios, porque sus cuerpos quedaron tendidos en el desierto.
6 Todo esto aconteció simbólicamente para ejemplo nuestro, a fin de que no nos dejemos
arrastrar por los malos deseos, como lo hicieron nuestros padres. 7 No adoren a falsos dioses,
como hicieron algunos de ellos, según leemos en la Escritura: El pueblo se sentó a comer y a
beber, y luego se levantó para divertirse. 8 No forniquemos, como algunos de ellos, y por eso,
en castigo, murieron veintitrés mil en un solo día. 9 No provoquemos al Señor, como hicieron
algunos de ellos, y perecieron víctimas de las serpientes. 10 No nos rebelemos contra Dios,
como algunos de ellos, por lo cual murieron víctimas del Ángel exterminador.
11 Todo esto les sucedió simbólicamente, y está escrito para que nos sirva de lección a los que
vivimos en el tiempo final. 12 Por eso, el que se cree muy seguro, ¡cuídese de no caer! 13
Hasta ahora, ustedes no tuvieron tentaciones que superen sus fuerzas humanas. Dios es fiel, y
él no permitirá que sean tentados más allá de sus fuerzas. Al contrario, en el momento de la
tentación, les dará el medio de librarse de ella, y los ayudará a soportarla.
14 Por esto, queridos míos, eviten la idolatría. 15 Les hablo como a gente sensata; juzguen
ustedes mismos lo que voy a decirles. 16 La copa de bendición que bendecimos, ¿no es acaso
comunión con la Sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿no es comunión con el Cuerpo de
Cristo? 17 Ya que hay un solo pan, todos nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo
Cuerpo, porque participamos de ese único pan. 18 Pensemos en Israel según la carne:
aquellos que comen las víctimas, ¿no están acaso en comunión con el altar? 19 ¿Quiero decir
con esto que la carne sacrificada a los ídolos tiene algún valor, o que el ídolo es algo? 20 No,
afirmo sencillamente que los paganos ofrecen sus sacrificios a los demonios y no a Dios. Ahora
bien, yo no quiero que ustedes entren en comunión con los demonios. 21 Ustedes no pueden
beber de la copa del Señor y de la copa de los demonios; tampoco pueden sentarse a la mesa
del Señor y a la mesa de los demonios. 22 ¿O es que queremos provocar los celos del Señor?
¿Pretendemos ser más fuertes que él?
La libertad de conciencia
23 "Todo está permitido", pero no todo es conveniente. "Todo está permitido", pero no todo es
edificante. 24 Que nadie busque su propio interés, sino el de los demás. 25 Coman de todo lo
que se vende en el mercado, sin hacer averiguaciones por escrúpulos de conciencia. 26
Porque del Señor es la tierra y todo lo que hay en ella. 27 Si un pagano los invita a comer y
ustedes aceptan, coman de todo aquello que les sirva, sin preguntar nada por motivos de
conciencia. 28 Pero si alguien les dice: "Esto ha sido sacrificado a los ídolos", entonces no lo
coman, en consideración del que los previno y por motivos de conciencia. 29 Me refiero a la
conciencia de ellos, no a la de ustedes: ¿acaso mi libertad va a ser juzgada por la conciencia
de otro? 30 Si yo participo de la comida habiendo dado gracias, ¿seré reprendido por aquello
mismo de lo que he dado gracias?
31 En resumen, sea que ustedes coman, sea que beban, o cualquier cosa que hagan, háganlo
todo para la gloria de Dios. 32 No sean motivo de escándalo ni para los judíos ni para los
paganos ni tampoco para la Iglesia de Dios. 33 Hagan como yo, que me esfuerzo por
complacer a todos en todas las cosas, no buscando mi interés personal, sino el del mayor
número, para que puedan salvarse.
Pablo previene también contra una falsa concepción de los "carismas" o dones
especiales otorgados por Dios a los creyentes, en los que se manifiesta de manera
ostensible la presencia y la acción del Espíritu en la vida de la comunidad. Los dones
más espectaculares –como el "don de lenguas" (12.10)– eran muy valorados en
Corinto, y esto hacía que las asambleas litúrgicas se desarrollaran en un clima de
exaltación religiosa muy similar al de ciertos ritos paganos (14. 23). Por eso el Apóstol
recuerda que los "carismas" no están destinados al mero provecho personal de quien
los recibe. Como todos los dones de Dios, deben contribuir al "bien común" (12.7) y a
la "edificación de la comunidad" (14.5). De allí que el don por excelencia sea el "amor",
al que Pablo presenta como el "camino más perfecto" (12.31), incomparablemente
superior a todos los carismas imaginables (13.1-3). Sin el amor, los otros "dones
espirituales" (12.1) pierden su valor. Lo demás es transitorio, sólo el amor "no pasará
jamás" (13.8).
2 Los felicito porque siempre se acuerdan de mí y guardan las tradiciones tal como yo se las he
transmitido. 3 Sin embargo, quiero que sepan esto: Cristo es la cabeza del hombre; la cabeza
de la mujer es el hombre y la cabeza de Cristo es Dios. 4 En consecuencia, el hombre que ora
o profetiza con la cabeza cubierta deshonra a su cabeza; 5 y la mujer que ora o profetiza con la
cabeza descubierta deshonra a su cabeza, exactamente como si estuviera rapada. 6 Si una
mujer no se cubre con el velo, que se corte el cabello. Pero si es deshonroso para una mujer
cortarse el cabello o raparse, que se ponga el velo.
13 Juzguen por ustedes mismos: ¿Les parece conveniente que la mujer ore con la cabeza
descubierta? 14 ¿Acaso la misma naturaleza no nos enseña que es una vergüenza para el
hombre dejarse el cabello largo, 15 mientras que para la mujer es una gloria llevarlo así?
Porque la cabellera le ha sido dada a manera de velo. 16 Por lo demás, si alguien es amigo de
discusiones, le advertimos que entre nosotros se acostumbra usar el velo y también en las
Iglesias de Dios.
17 Y ya que les hago esta advertencia, no puedo felicitarlos por sus reuniones, que en lugar de
beneficiarlos, los perjudican. 18 Ante todo, porque he oído decir que cuando celebran sus
asambleas, hay divisiones entre ustedes, y en parte lo creo. 19 Sin embargo, es preciso que se
formen partidos entre ustedes, para que se pongan de manifiesto los que tienen verdadera
virtud. 20 Cuando se reúnen, lo que menos hacen es comer la Cena del Señor, 21 porque
apenas se sientan a la mesa, cada uno se apresura a comer su propia comida, y mientras uno
pasa hambre, el otro se pone ebrio. 22 ¿Acaso no tienen sus casas para comer y beber? ¿O
tan poco aprecio tienen a la Iglesia de Dios, que quieren hacer pasar vergüenza a los que no
tienen nada? ¿Qué les diré? ¿Los voy a alabar? En esto, no puedo alabarlos.
23 Lo que yo recibí del Señor, y a mi vez les he transmitido, es lo siguiente: El Señor Jesús, la
noche en que fue entregado, tomó el pan, 24 dio gracias, lo partió y dijo: "Esto es mi Cuerpo,
que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía". 25 De la misma manera, después
de cenar, tomó la copa, diciendo: "Esta copa es la Nueva Alianza que se sella con mi Sangre.
Siempre que la beban, háganlo en memoria mía". 26 Y así, siempre que coman este pan y
beban esta copa, proclamarán la muerte del Señor hasta que él vuelva. 27 Por eso, el que
coma el pan o beba la copa del Señor indignamente tendrá que dar cuenta del Cuerpo y de la
Sangre del Señor.
28 Que cada uno se examine a sí mismo antes de comer este pan y beber esta copa; 29
porque si come y bebe sin discernir el Cuerpo del Señor, come y bebe su propia condenación.
30 Por eso, entre ustedes hay muchos enfermos y débiles, y son muchos los que han muerto.
31 Si nos examináramos a nosotros mismos, no seríamos condenados. 32 Pero el Señor nos
juzga y nos corrige para que no seamos condenados con el mundo. 33 Así, hermanos, cuando
se reúnan para participar de la Cena, espérense unos a otros. 34 Y si alguien tiene hambre,
que coma en su casa, para que sus asambleas no sean motivo de condenación. Lo demás lo
arreglaré cuando vaya.
12 1 Con relación a los dones espirituales, no quiero, hermanos, que ustedes vivan en la
ignorancia. 2 Ustedes saben que cuando todavía eran paganos, se dejaban arrastrar
ciegamente al culto de dioses inanimados. 3 Por eso les aseguro que nadie, movido por el
Espíritu de Dios, puede decir: "Maldito sea Jesús". Y nadie puede decir: "Jesús es el Señor", si
no está impulsado por el Espíritu Santo. 4 Ciertamente, hay diversidad de dones, pero todos
proceden del mismo Espíritu. 5 Hay diversidad de ministerios, pero un solo Señor. 6 Hay
diversidad de actividades, pero es el mismo Dios el que realiza todo en todos. 7 En cada uno,
el Espíritu se manifiesta para el bien común.
8 El Espíritu da a uno la sabiduría para hablar; a otro, la ciencia para enseñar, según el mismo
Espíritu; 9 a otro, la fe, también en el mismo Espíritu. A este se le da el don de curar, siempre
en ese único Espíritu; 10 a aquel, el don de hacer milagros; a uno, el don de profecía; a otro, el
don de juzgar sobre el valor de los dones del Espíritu; a este, el don de lenguas; a aquel, el don
de interpretarlas. 11 Pero en todo esto, es el mismo y único Espíritu el que actúa, distribuyendo
sus dones a cada uno en particular como él quiere.
El Cuerpo de Cristo
12 Así como el cuerpo tiene muchos miembros, y sin embargo, es uno, y estos miembros, a
pesar de ser muchos, no forman sino un solo cuerpo, así también sucede con Cristo. 13 Porque
todos hemos sido bautizados en un solo Espíritu para formar un solo Cuerpo –judíos y griegos,
esclavos y hombres libres– y todos hemos bebido de un mismo Espíritu.
18 Pero Dios ha dispuesto a cada uno de los miembros en el cuerpo, según un plan
establecido. 19 Porque si todos fueran un solo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo? 20 De
hecho, hay muchos miembros, pero el cuerpo es uno solo. 21 El ojo no puede decir a la mano:
"No te necesito", ni la cabeza, a los pies: "No tengo necesidad de ustedes". 22 Más aún, los
miembros del cuerpo que consideramos más débiles también son necesarios, 23 y los que
consideramos menos decorosos son los que tratamos más decorosamente. Así nuestros
miembros menos dignos son tratados con mayor respeto, 24 ya que los otros no necesitan ser
tratados de esa manera. Pero Dios dispuso el cuerpo, dando mayor honor a los miembros que
más lo necesitan, 25 a fin de que no haya divisiones en el cuerpo, sino que todos los miembros
sean mutuamente solidarios. 26 ¿Un miembro sufre? Todos los demás sufren con él. ¿Un
miembro es enaltecido? Todos los demás participan de su alegría.
27 Ustedes son el Cuerpo de Cristo, y cada uno en particular, miembros de ese Cuerpo. 28 En
la Iglesia, hay algunos que han sido establecidos por Dios, en primer lugar, como apóstoles; en
segundo lugar, como profetas; en tercer lugar, como doctores. Después vienen los que han
recibido el don de hacer milagros, el don de curar, el don de socorrer a los necesitados, el don
de gobernar y el don de lenguas. 29 ¿Acaso todos son apóstoles? ¿Todos profetas? ¿Todos
doctores? ¿Todos hacen milagros? 30 ¿Todos tienen el don de curar? ¿Todos tienen el don de
lenguas o el don de interpretarlas?
31 Ustedes, por su parte, aspiren a los dones más perfectos. Y ahora voy a mostrarles un
camino más perfecto todavía.
13 1 Aunque yo hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor,
soy como una campana que resuena o un platillo que retiñe. 2 Aunque tuviera el don de la
profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, aunque tuviera toda la fe, una fe
capaz de trasladar montañas, si no tengo amor, no soy nada. 3 Aunque repartiera todos mis
bienes para alimentar a los pobres y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, no me
sirve para nada.
14 1 Procuren alcanzar ese amor, y aspiren también a los dones espirituales, sobre todo al de
profecía. 2 Porque aquel que habla un lenguaje incomprensible no se dirige a los hombres sino
a Dios, y nadie le entiende: dice en éxtasis cosas misteriosas. 3 En cambio, el que profetiza
habla a los hombres para edificarlos, exhortarlos y reconfortarlos. 4 El que habla un lenguaje
incomprensible se edifica a sí mismo, pero el que profetiza edifica a la comunidad. 5 Mi deseo
es que todos ustedes tengan el don de lenguas, pero prefiero que profeticen, porque el que
profetiza aventaja al que habla un lenguaje incomprensible. A no ser que este último también
interprete ese lenguaje, para edificación de la comunidad.
6 Supongamos, hermanos, que yo fuera a verlos y les hablara en esa forma, ¿de qué les
serviría si mi palabra no les aportara ni revelación, ni ciencia, ni profecía, ni enseñanza? 7
Sucedería lo mismo que con los instrumentos de música, por ejemplo, la flauta o la cítara. Si
las notas no suenan distintamente, nadie reconoce lo que se está ejecutando. 8 Y si la
trompeta emite un sonido confuso, ¿quién se lanzará al combate? 9 Así les pasa a ustedes: si
no hablan de manera inteligible, ¿cómo se comprenderá lo que dicen? Estarían hablando en
vano. 10 No sé cuántos idiomas diversos hay en el mundo, y cada uno tiene sus propias
palabras. 11 Pero si ignoro el sentido de las palabras, seré como un extranjero para el que me
habla y él lo será para mí. 12 Así, ya que ustedes ambicionan tanto los dones espirituales,
procuren abundar en aquellos que sirven para edificación de la comunidad.
13 Por esta razón, el que habla un lenguaje incomprensible debe orar pidiendo el don de
interpretarlo. 14 Porque si oro en un lenguaje incomprensible, mi espíritu ora, pero mi
inteligencia no saca ningún provecho. 15 ¿Qué debo hacer entonces? Orar con el espíritu y
también con la inteligencia, cantar himnos con el espíritu y también con la inteligencia. 16 Si
bendices a Dios solamente con el espíritu, ¿cómo podrá el no iniciado decir "Amén" a tu acción
de gracias, ya que no entiende lo que estás diciendo? 17 Sin duda, tu acción de gracias es
excelente, pero eso no sirve de edificación para el otro. 18 Yo doy gracias a Dios porque tengo
el don de lenguas más que todos ustedes. 19 Sin embargo, cuando estoy en la asamblea
prefiero decir cinco palabras inteligibles, para instruir a los demás, que diez mil en un lenguaje
incomprensible.
20 Hermanos, no sean como niños para juzgar; séanlo para la malicia, pero juzguen como
personas maduras. 21 En la Ley está escrito: Yo hablaré a este pueblo en lenguas extrañas y
por boca de extranjeros; con todo, ni aun así me escucharán, dice el Señor. 22 Esto quiere
decir que el don de lenguas es un signo, no para los que creen, sino para los que se niegan a
creer; la profecía, en cambio, es para los que tienen fe. 23 Por otra parte, si al reunirse la
asamblea, todos se ponen a hablar en un lenguaje incomprensible y entran algunos que no
están iniciados o no son creyentes, seguramente pensarán que ustedes están locos. 24 En
cambio, si todos profetizan y entra alguno de esos hombres, todos podrán convencerlo y
examinarlo. 25 Así quedarán manifiestos los secretos de su corazón, y él, cayendo de rodillas,
adorará a Dios y proclamará que Dios está realmente entre ustedes.
26 Hermanos, ¿qué conclusión sacaremos de todo esto? Cuando se reúnen, uno puede cantar
salmos, otro enseñar, o transmitir una revelación, o pronunciar un discurso en un lenguaje
incomprensible, o bien, interpretarlo. Que todo sirva para la edificación común. 27 ¿Se tiene el
don de lenguas? Que hablen dos, o a lo sumo tres, y por turno, y que alguien interprete. 28 Si
no hay intérprete, que se callen y que cada uno hable consigo mismo y con Dios. 29 Con
respecto a los profetas, que hablen dos o tres y que los demás juzguen lo que ellos dicen. 30 Si
algún otro asistente recibe una revelación, que se calle el que está hablando. 31 Así todos
tendrán oportunidad de profetizar, uno por uno, para que todos sean instruidos y animados. 32
Los que tienen el don de profecía deben ser capaces de controlar su inspiración, 33 porque
Dios quiere la paz y no el desorden.
Como en todas las Iglesias de los santos, 34 que las mujeres permanezcan calladas durante
las asambleas: a ellas no les está permitido hablar. Que se sometan, como lo manda la Ley. 35
Si necesitan alguna aclaración, que le pregunten al marido en su casa, porque no está bien que
la mujer hable en las asambleas.
36 ¿Acaso la Palabra de Dios ha salido de ustedes o ustedes son los únicos que la han
recibido? 37 Si alguien se tiene por profeta o se cree inspirado por el Espíritu, reconozca en
esto que les escribo un mandato del Señor, 38 y si alguien no lo reconoce como tal, es porque
Dios no lo ha reconocido a él.
Pablo se opone con toda energía a este falso "espiritualismo". Negar la resurrección de
los muertos es negar la Resurrección de Cristo y, por lo tanto, privar de todo
fundamento a la predicación apostólica y a la misma fe de la Iglesia. "Así como todos
mueren en Adán, así también todos revivirán en Cristo" (15. 22). La gloria de Cristo
resucitado es la "primicia" de nuestra futura resurrección y el fundamento de nuestra
esperanza.
Pero "¿cómo resucitan los muertos?" (15. 35). Pablo se hace eco de una pregunta que
se planteaban los corintios y se siguen planteando los cristianos de todos los tiempos.
Para explicar que la resurrección no es la "revivificación" de un cadáver ni el retorno a
nuestro estado terrestre, él se vale de una comparación muy simple: la de la semilla
que se convierte en una planta. El cuerpo mortal es como el grano sembrado en la
tierra. El cuerpo glorioso es como la planta, distinta de la semilla y a la vez brotada de
ella. Pero más allá de la comparación, una cosa es cierta: lo mismo que Cristo
resucitado, nosotros seremos revestidos de una Vida nueva, de un cuerpo "espiritual" e
incorruptible. "Él transformará nuestro pobre cuerpo mortal, haciéndolo semejante a su
cuerpo glorioso" (Flp. 3. 21).
El Evangelio de Pablo
15 1 Hermanos, les recuerdo la Buena Noticia que yo les he predicado, que ustedes han
recibido y a la cual permanecen fieles. 2 Por ella son salvados, si la conservan tal como yo se
la anuncié; de lo contrario, habrán creído en vano.
3 Les he transmitido en primer lugar, lo que yo mismo recibí: Cristo murió por nuestros
pecados, conforme a la Escritura. 4 Fue sepultado y resucitó al tercer día, de acuerdo con la
Escritura. 5 Se apareció a Pedro y después a los Doce. 6 Luego se apareció a más de
quinientos hermanos al mismo tiempo, la mayor parte de los cuales vive aún, y algunos han
muerto. 7 Además, se apareció a Santiago y a todos los Apóstoles. 8 Por último, se me
apareció también a mí, que soy como el fruto de un aborto.
9 Porque yo soy el último de los Apóstoles, y ni siquiera merezco ser llamado Apóstol, ya que
he perseguido a la Iglesia de Dios. 10 Pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y su gracia no
fue estéril en mí, sino que yo he trabajado más que todos ellos, aunque no he sido yo, sino la
gracia de Dios que está conmigo. 11 En resumen, tanto ellos como yo, predicamos lo mismo, y
esto es lo que ustedes han creído.
La resurrección de Cristo
12 Si se anuncia que Cristo resucitó de entre los muertos, ¿cómo algunos de ustedes afirman
que los muertos no resucitan? 13 ¡Si no hay resurrección, Cristo no resucitó! 14 Y si Cristo no
resucitó, es vana nuestra predicación y vana también la fe de ustedes. 15 Incluso, seríamos
falsos testigos de Dios, porque atestiguamos que él resucitó a Jesucristo, lo que es imposible,
si los muertos no resucitan. 16 Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó. 17
Y si Cristo no resucitó, la fe de ustedes es inútil y sus pecados no han sido perdonados. 18 En
consecuencia, los que murieron con la fe en Cristo han perecido para siempre. 19 Si nosotros
hemos puesto nuestra esperanza en Cristo solamente para esta vida, seríamos los hombres
más dignos de lástima. 20 Pero no, Cristo resucitó de entre los muertos, el primero de todos. 21
Porque la muerte vino al mundo por medio de un hombre, y también por medio de un hombre
viene la resurrección. 22 En efecto, así como todos mueren en Adán, así también todos
revivirán en Cristo, 23 cada uno según el orden que le corresponde: Cristo, el primero de todos,
luego, aquellos que estén unidos a él en el momento de su Venida. 24 En seguida vendrá el fin,
cuando Cristo entregue el Reino a Dios, el Padre, después de haber aniquilado todo
Principado, Dominio y Poder. 25 Porque es necesario que Cristo reine hasta que ponga a todos
los enemigos debajo de sus pies. 26 El último enemigo que será vencido es la muerte, 27 ya
que Dios todo lo sometió bajo sus pies. Pero cuando él diga: "Todo está sometido", será
evidentemente a excepción de aquel que le ha sometido todas las cosas. 28 Y cuando el
universo entero le sea sometido, el mismo Hijo se someterá también a aquel que le sometió
todas las cosas, a fin de que Dios sea todo en todos.
La resurrección,fundamento de la esperanza
29 Si no fuera así, ¿de qué sirve bautizarse por los que han muerto? Si los muertos no
resucitan, ¿qué sentido tiene bautizarse por ellos? 30 Y nosotros mismos, ¿por qué nos
exponemos a cada instante al peligro? 31 Cada día yo me enfrento con la muerte, y esto es tan
cierto, hermanos, como que ustedes son mi orgullo en Cristo Jesús, nuestro Señor. 32 ¿Y qué
he ganado, si solamente por motivos humanos, yo tuve que luchar con las fieras en Éfeso? Si
los muertos no resucitan, "comamos y bebamos, porque mañana moriremos". 33 No se dejen
engañar: "Las malas compañías corrompen las buenas costumbres". 34 Vuelvan a comportarse
como es debido y no pequen más, porque hay algunos entre ustedes que todavía no saben
nada de Dios: lo digo para vergüenza de ustedes.
35 Alguien preguntará: ¿Cómo resucitan los muertos? ¿Con qué clase de cuerpo? 36 Tu
pregunta no tiene sentido. Lo que siembras no llega a tener vida, si antes no muere. 37 Y lo
que siembras, no es la planta tal como va a brotar, sino un simple grano, de trigo por ejemplo, o
de cualquier otra planta. 38 Y Dios da a cada semilla la forma que él quiere, a cada clase de
semilla, el cuerpo que le corresponde.
39 No todos los cuerpos son idénticos: una es la carne de los hombres, otra la de los animales,
otra la de las aves y otra la de los peces. 40 Hay cuerpos celestiales y cuerpos terrestres, y
cada uno tiene su propio resplandor: 41 uno es el resplandor del sol, otro el de la luna y otro el
de las estrellas, y aun las estrellas difieren unas de otras por su resplandor.
Porque hay un cuerpo puramente natural y hay también un cuerpo espiritual. 45 Esto es lo que
dice la Escritura: El primer hombre, Adán, fue creado como un ser viviente; el último Adán, en
cambio, es un ser espiritual que da la Vida. 46 Pero no existió primero lo espiritual sino lo
puramente natural; lo espiritual viene después. 47 El primer hombre procede de la tierra y es
terrenal; pero el segundo hombre procede del cielo. 48 Los hombres terrenales serán como el
hombre terrenal, y los celestiales como el celestial. 49 De la misma manera que hemos sido
revestidos de la imagen del hombre terrenal, también lo seremos de la imagen del hombre
celestial.
50 Les aseguro, hermanos, que lo puramente humano no puede tener parte en el Reino de
Dios, ni la corrupción puede heredar lo que es incorruptible. 51 Les voy a revelar un misterio:
No todos vamos a morir, pero todos seremos transformados. 52 En un instante, en un abrir y
cerrar de ojos, cuando suene la trompeta final –porque esto sucederá– los muertos resucitarán
incorruptibles y nosotros seremos transformados. 53 Lo que es corruptible debe revestirse de la
incorruptibilidad y lo que es mortal debe revestirse de la inmortalidad.
CONCLUSIÓN
La colecta en favor de los cristianos de Jerusalén fue siempre una de las grandes
preocupaciones de Pablo. Ese era un signo de unidad entre la Iglesia madre y las
comunidades surgidas del mundo pagano (Gál. 2. 10). Por eso, antes de informar a los
corintios sobre sus proyectos de viaje y de enviarles su saludo final, les da algunas
instrucciones sobre el modo de organizar dicha colecta.
5 Yo iré a verlos, después de atravesar Macedonia donde estaré de paso. 6 Tal vez me quede
con ustedes algún tiempo, a lo mejor durante todo el invierno, a fin de que me ayuden a
proseguir viaje hasta el lugar de mi destino. 7 Porque no quiero verlos sólo de paso, sino que
espero quedarme algún tiempo entre ustedes, si el Señor lo permite. 8 Mientras tanto,
permaneceré en Éfeso hasta Pentecostés, 9 ya que se ha abierto una gran puerta para mi
predicación, aunque los adversarios son numerosos.
10 Si llega antes Timoteo, procuren que permanezca entre ustedes sin ninguna clase de temor,
porque él trabaja en la obra del Señor de la misma manera que yo. 11 Que nadie lo
menosprecie. Ofrézcanle los medios necesarios para que se reúna conmigo, porque yo lo estoy
esperando con los hermanos. 12 En cuanto a nuestro hermano Apolo, le insistí mucho para que
fuera a visitarlos junto con los hermanos, pero él se negó rotundamente a hacerlo por ahora: irá
cuando se le presente la ocasión. 13 Estén atentos, permanezcan firmes en la fe, compórtense
varonilmente, sean fuertes. 14 Todo lo que hagan, háganlo con amor. 15 Una recomendación
más, hermanos. Ustedes saben que Estéfanas y su familia –los primeros que abrazaron la fe
en Acaya– han decidido consagrarse al servicio de los hermanos. 16 Por eso, les ruego que
ustedes, a su vez, sean solícitos con ellos, y no sólo con ellos, sino con todos los que
colaboran en sus trabajos y esfuerzos. 17 Yo me alegré con la visita de Estéfanas, de Fortunato
y de Acaico. Ellos llenaron el vacío que ustedes habían dejado, 18 y han tranquilizado mi
espíritu y el de ustedes. Sepan apreciarlos como corresponde.
Saludos y despedida
19 Las Iglesias de la provincia de Asia les envían saludos. También los saludan en el Señor,
Aquila y Priscila, junto con los hermanos que se congregan en su casa. 20 Todos los hermanos
les envían saludos. Salúdense los unos a los otros con el beso santo. 21 Este es mi saludo, de
puño y letra: Pablo.