Livro - Charles Beitz - La Idea de Derechos Humanos
Livro - Charles Beitz - La Idea de Derechos Humanos
Livro - Charles Beitz - La Idea de Derechos Humanos
Filosofa y Derecho
CHARLES R. BEITZ
LA IDEA DE LOS
DERECHOS HUMANOS
Traduccin de
Hugo Omar Seleme
Cristin A. Fatauros
Marcial Pons
madrid
barcelona
2012
buenos aires
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Charles R. Beitz
MARCIAL PONS
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( 91 304 33 03
www.marcialpons.es
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c/ Ro Titar, 24 - Algete (Madrid)
MADRID, 2012
NDICE
Pg.
ABREVIATURAS..................................................................................................
PRLOGO.............................................................................................................
CAPTULO I. INTRODUCCIN......................................................................
1.POR QU EXISTE UN PROBLEMA.............................................................
2.FORMAS DE ESCEPTICISMO......................................................................
3.ENFOQUE........................................................................................................
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Pg.
ESTUDIO PRELIMINAR
LA CONCEPCIN DE DERECHOS HUMANOS
DE CHARLES BEITZ
Hugo O. Seleme*
Cristin A. Fatauros**
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derechos humanos se inserta en el marco de las dems posiciones que ha elaborado en otras obras con respecto a otros temas1.
Por esto, para entender cabalmente la posicin defendida por Beitz en esta
obra es necesario, por un lado, tener un panorama claro de las concepciones
alternativas sobre los derechos humanos que se presentan en el debate contemporneo. Slo as ser posible apreciar el aporte novedoso que realiza el
autor en este libro. Por otro lado, es necesario articular lo que aqu se seala
acerca de los derechos humanos, con las dems posiciones tericas que el
propio Beitz ha sostenido en referencia a otros problemas. Especficamente,
debemos determinar cmo se articula esta concepcin de los derechos humanos internacionales con la teora de justicia social internacional que Beitz ha
presentado en su primer libro, Political Theory and International Relations
(Beitz, 1979).
El objetivo de este estudio preliminar es servir de gua al lector para realizar estas dos tareas. En primer lugar, una vez que hayan sido explicados brevemente los principales lineamientos de la concepcin de derechos humanos defendida por Beitz, sealaremos los aspectos que la distinguen de concepciones
alternativas de los derechos humanos. En segundo lugar, una vez analizada la
concepcin de justicia internacional defendida por Beitz, y despus de haberla
ubicado en el debate ms amplio en el que se inserta, sealaremos el modo en
que se relacionan su concepcin de derechos humanos y su concepcin de justicia internacional. Sin embargo, nuestro objetivo no es ofrecer un resumen de
la concepcin de los derechos humanos propuesta por Beitz que lo exima de la
lectura del texto. De lo que se trata es de ofrecer una hoja de ruta que permita
ubicar el texto en el entorno general que lo enmarca. Creemos que hacer esto
redundar en una lectura ms fructfera del mismo y permitir comprender las
razones que articulan su defensa de los derechos humanos y su defensa de una
visin cosmopolita de la justicia.
1.LA CONCEPCIN PRCTICA DE DERECHOS HUMANOS
La caracterstica central de la concepcin de derechos humanos elaborada
por Beitz se aprecia en el modo en que se relaciona con la prctica internacional de los derechos humanos. El objetivo que persigue el libro es reconstruir la
idea de derecho humano que se encuentra implcita en esa prctica. De este
modo, la materia prima sobre la que trabaja el autor es la doctrina y la prctica
internacional de los derechos humanos, tal como las encontramos en la reali1
Los dos libros ms importantes de Beitz, junto con numerosos artculos, son Political Theory and
International Relations (1979-1999) y Political Equality: An Essay in Democratic Theory (1990). Tambin
ha sido editor de Peace and War (1973) junto con Theodore Herman, International Ethics (1985) y Punishment (1994) junto con Marshall Cohen, Thomas Scanlon y John Simmons, y Global Basic Rights (2009)
junto con Robert Goodin.
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es mejor a travs de polticas pblicas, leyes constitucionales u otros mecanismos (Beitz, 2009: 110).
En consecuencia, la principal utilidad del modelo de Beitz reside en que
permite identificar de modo claro cul es la funcin central que los derechos
humanos cumplen dentro del discurso poltico global. Los derechos humanos
son exigencias que pesan sobre los Estados cuya falta de cumplimiento es objeto de preocupacin internacional y da razones para que agentes externos al
propio Estado intervengan ya sea con fines precautorios o correctivos.
Una vez esclarecido el concepto de derecho humano que se encuentra implcito en la prctica, Beitz se avoca al problema normativo. El objetivo aqu
es, en primer lugar, determinar el carcter valioso de los propsitos que persigue la prctica internacional de los derechos humanos. Una vez establecido que
estos propsitos son valiosos, en segundo lugar se busca fijar qu criterios deberan utilizarse para seleccionar aquellas exigencias que de modo justificado
puede considerarse que pertenecen a la prctica, como derechos humanos. Finalmente, es necesario identificar a los agentes externos a quienes los derechos
humanos daran razones para actuar, explicitando por qu tal situacin se encuentra justificada.
Dicho en otras palabras, para justificar la prctica de los derechos humanos,
Beitz sostiene que es necesario a) mostrar que los objetivos que persigue la
prctica son valiosos, b) evaluar si las normas de derechos humanos cumplen
la funcin de promover dichos objetivos, y c) determinar quines son los agentes que deberan actuar para proteger los derechos humanos y cules son las
razones por las que deberan hacerlo. Si tal cosa puede ser llevada adelante con
xito, entonces se habr brindado una justificacin de los derechos humanos
(Beitz, 2009: 122-123).
Con respecto a lo primero, Beitz seala que la prctica de los derechos
humanos es una herramienta diseada para corregir ciertas patologas que posee el sistema de Estados. Estas patologas se traducen en dos tesis empricas.
La tesis del peligro interno sostiene que los habitantes podran verse desprotegidos si los terceros Estados no pudieran intervenir dentro del mbito de soberana estatal. La tesis del peligro externo afirma que los Estados que maltratan
a sus habitantes, tienden a desarrollar una poltica exterior agresiva que amenaza la paz internacional. Es en funcin de estas premisas que los derechos humanos fueron pensados como un remedio a las deficiencias estructurales del sistema que configuraba el orden internacional con Estados, esto es, con unidades
polticas soberanas con base territorial (Beitz, 2009: 124-131).
Ambas patologas se volvieron patentes en el caso de la Alemania nazi. Su
poltica interna de exterminio con respecto a un sector de su poblacin, dej
claro el peligro que para los propios ciudadanos engendraba la existencia de
una entidad dotada de poder soberano. Su poltica externa, expansionista y
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agresiva, puso de manifiesto el peligro que la existencia de estas entidades engendraba sobre aquellos individuos que no eran sus ciudadanos. Los derechos
humanos aparecieron como una manera de corregir estas patologas, y garantizar que no volviese a repetirse la experiencia sufrida con el nazismo. Fueron
una creacin de posguerra tendiente a poner lmites al poder soberano de los
Estados territorialmente organizados.
Para Beitz, entonces, el objetivo valioso que persigue la prctica internacional de los derechos humanos es uno de tipo precautorio. ste consiste en
contrarrestar las amenazas o peligros que son engendrados por el sistema de
Estados. Slo es razonable aceptar tal sistema donde los Estados son soberanos, si se incluyen las exigencias de derechos humanos con el objeto de limitar
y regular el ejercicio de la soberana. De este modo todos los ciudadanos se
encuentran protegidos frente a las amenazas que tanto su propio Estado tesis
del peligro interno como otros Estados tesis del peligro externo pueden
generar con respecto a la satisfaccin de sus intereses ms importantes3. La
prctica de los derechos humanos es una revisin introducida al sistema de
Estados con el objeto de subsanar los problemas estructurales que ste posee
(Beitz, 2009:184).
La respuesta ofrecida por Beitz nos deja con una justificacin de los derechos humanos que depende de circunstancias histricas y sociales contingentes. Si no existiese un sistema de Estados, esto es, si el orden internacional no
tuviese como sujeto central a entidades soberanas de base territorial, la prctica
de los derechos humanos no estara justificada. Esto se debe a que las amenazas
probables contra las cuales los derechos humanos brindan proteccin, no tendran cabida en ese nuevo escenario. Para Beitz, por lo tanto, la justificacin de
los derechos humanos tiene un inevitable componente histrico.
Una vez que se ha establecido el objetivo valioso que podra perseguir una
prctica semejante a la de los derechos humanos, el paso siguiente es establecer
qu extremos debera satisfacer un requerimiento para que est justificado considerar que es un derecho humano. Cmo es obvio, Beitz piensa que estos extremos se corresponden con los tres elementos del modelo. En primer lugar,
debe mostrarse que el requerimiento que pretende incorporarse como un derecho humano protege un inters que reviste importancia. Segundo, es necesario
establecer que sera algo bueno que este inters estuviese protegido por el Estado, ya sea por medio de sus normas o a travs de sus polticas, y que si no se
introdujese un derecho humano que tuviese como contenido ese inters sera
probable que las instituciones estatales no brindasen dicha proteccin. En au3
No es pacfica la doctrina sobre si la promocin de estos objetivos es compatible. Se afirma que centrarse en la perspectiva de los intereses de los Estados y promover el mantenimiento de la paz, podra exigir
prohibir la injerencia internacional. Incluso Beitz tiene dudas respecto a cmo se solucionara el caso de
conflicto entre estos dos objetivos, pero esto no obstaculiza la conceptualizacion de una prctica con mltiples objetivos (Beitz, 2009: 131-132)
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sencia de un derecho humano que proteja el inters en cuestin, las instituciones estatales probablemente pondran en peligro o representaran una amenaza
para este inters. Tercero, tiene que dejarse en claro que existen cursos de accin internacional que probablemente sirvan para proteger el inters en cuestin, que se trata de cursos de accin moralmente permisible y que no implican
un costo excesivo para aquellos en posicin de seguirlos. En palabras de Beitz,
el hecho que un estado fracase a la hora de brindar proteccin a un inters
protegido por los derechos humanos debe considerarse un objeto adecuado de
preocupacin internacional (Beitz, 2009: 131).
Esto nos conduce al ltimo interrogante, referido a los agentes a quienes la
transgresin de un derecho humano da razones para actuar. Beitz establece que
la fuerza que tengan estas razones se encuentra directamente vinculada con la
importancia que posea el inters que protege el derecho humano. Mientras ms
importante sea el inters protegido ms poderosas sern las razones para actuar
ante su vulneracin. No obstante, ste no es el nico elemento que debe considerarse. Tambin tienen relevancia, por ejemplo, el tipo de amenaza de la que
se trata, cul es su origen, qu relacin existe entre aquellos que pueden intervenir para proteger el inters en cuestin y quienes se veran beneficiados por
esta intervencin. Dado que existen diversos cursos de accin disponibles para
los mltiples agentes externos, no existe una respuesta unvoca frente a la vulneracin de los derechos humanos. Dependiendo de las circunstancias, en algunos casos la respuesta adecuada puede ser la intervencin armada, la presin
econmica, la demanda frente a un organismo internacional, el pedido de informes, la bsqueda de consensos, etc. De manera que tanto los agentes de quienes
se requiere la accin precautoria o restaurativa, como los tipos de acciones
disponibles, son variados y heterogneos.
A modo de sntesis, puede sealarse que la concepcin de los derechos
humanos elaborada por Beitz es deferente con respecto a la prctica a la hora
de determinar en qu consiste un derecho humano, pero no a la hora de ofrecer
respuestas a las preguntas por el contenido adecuado de la doctrina de los derechos humanos o por su justificacin. Estos son problemas diferentes que slo
pueden ser resueltos una vez que se ha dado respuesta a la pregunta sobre qu
puede ser considerado apropiadamente como un derecho humano.
2.EL DEBATE CONTEMPORNEO ACERCA DE LOS DERECHOS
HUMANOS
Como hemos sealado, una de las caractersticas ms novedosas de la concepcin defendida por Beitz es su carcter prctico. No es posible advertir cabalmente por qu Beitz se inclina por una concepcin de esta ndole sin previamente tener claro quines son los interlocutores con los que La idea de derechos
humanos diloga. Para que sea posible entender la fuerza de la propuesta de
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De modo que puede decirse que el xito que ha tenido la empresa de los
derechos humanos a la hora de convertirse en el lenguaje por excelencia de la
poltica global, ha ido acompaado de una creciente ola de escepticismo terico fundado en consideraciones conceptuales y normativas y suspicacia
poltica. Es este marco el que hace que clarificar el concepto de derechos humanos, evaluar su contenido y argumentar por su justificacin, sea una tarea
importante y necesaria. Su importancia deriva del papel preponderante que los
derechos humanos han alcanzado en el discurso poltico global. Tanto los Estados, los organismos no gubernamentales y las organizaciones internacionales y
supranacionales, utilizan a los derechos humanos para justificar sus acciones.
La necesidad de acometer la tarea viene dada por los embates escpticos a los
que se encuentra actualmente sometida la prctica de los derechos humanos. Es
este carcter dual que tiene la prctica de los derechos humanos exitosa y a
la vez bajo sospecha lo que explica la importancia y la necesidad de la tarea
que se propone llevar adelante La idea de derechos humanos.
En consecuencia, los principales interlocutores con los cuales Beitz discute
son aquellos que defienden posiciones escpticas en el debate contemporneo
sobre los derechos humanos. La idea de derechos humanos es un texto de carcter apologtico, que pretende defender la prctica contempornea de los
derechos humanos frente aquellos que la atacan. Es esta finalidad apologtica
lo que explica el carcter prctico de la concepcin de derechos humanos defendida por Beitz. Si el objetivo es defender la prctica de los derechos humanos actualmente existente, el primer paso es interpretar a los derechos humanos
tal como son concebidos en el seno de esta prctica. Esto explica por qu Beitz
a la hora de elaborar el concepto de derechos humanos presta atencin al modo
en que stos son concebidos en el seno de la prctica. Sin este paso previo,
ningn argumento justificatorio que se ofreciese luego servira para respaldar
la prctica actualmente existente.
Al adoptar este enfoque prctico La idea de los derechos humanos se acerca
a la concepcin de los derechos humanos propuesta por John Rawls en The Law
of Peoples (1999). Efectivamente, Rawls ha sido el primero en proponer un
modo semejante de abordar el problema. Lo que Beitz toma de Rawls es la idea
de que los derechos humanos son una doctrina poltica elaborada para alcanzar ciertos fines y cumplir ciertas funciones. La funcin que cumplen los derechos humanos en el discurso poltico pblico global determina cual es el modo
correcto de concebirlos y permite determinar cules son las exigencias aptas para
ser consideradas derechos humanos y cules no lo son. Sin embargo, el carcter
apologtico de la obra de Beitz, hace que su concepcin se aparte de la de Rawls.
Los diferentes objetivos que persiguen Rawls en The Law of Peoples y
Beitz en La idea de derechos humanos permiten explicar la diferencia. El
objetivo de Rawls es elaborar una teora ideal del orden internacional justo.
Los derechos humanos forman parte de su teora ideal de justicia internacional
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problema, es necesario explicar brevemente la concepcin de justicia internacional de Beitz y el debate del que forma parte.
La primera obra de Beitz, Political Theory and International Relations se
encuentra entre el conjunto de trabajos que siguieron la estela trazada por A
Theory of Justice de John Rawls (1971-1999). Luego de la publicacin de A
Theory. of Justice donde Rawls abordaba tangencialmente el problema de la
justicia internacional en su embrionario Law of Nations7 algunos filsofos
que simpatizaban con el liberalismo igualitario pusieron manos a la obra para
completar lo que Rawls haba dejado inconcluso. As, se dedicaron a intentar
extender las ideas presentes en A Theory of Justice al dominio internacional.
Uno de los intentos ms destacados en este sentido fue el de Beitz8. En Political Theory and Internacional Relations Beitz pretenda ofrecer una versin de
lo que el liberalismo igualitario exiga a nivel internacional. Su percepcin de
la cuestin era que en tanto propona principios para distribuir la riqueza a nivel
internacional estaba batallando del mismo lado que Rawls. Se estaba ocupando
de hacer una tarea que Rawls tena pendiente, esto es, ofrecer una concepcin
liberal igualitaria de justicia internacional.
La idea de Beitz desarrollada en Political Theory and International Relations para extender la concepcin rawlsiana de justicia al mbito internacional
era sencilla. De lo que se trataba, en su opinin, era de reformular la justicia
como equidad9 de modo que ahora tuviese en consideracin no slo a los ciudadanos de una sociedad liberal sino a todos los seres humanos con independencia de la sociedad a la que perteneciesen. Lo que se encontraba detrs de
esta extensin era el siguiente argumento. Parta del hecho que de acuerdo con
la justicia como equidad las contingencias naturales y sociales que rodeaban a
los ciudadanos de una sociedad liberal eran arbitrarias y deban ser eliminadas
o neutralizadas a la hora de elaborar principios de justicia. Que un ciudadano
hubiese nacido en una determinada clase social o con un determinado gnero,
raza, era moralmente arbitrario y no tena que tener peso alguno a la hora de
elaborar principios de justicia para configurar las instituciones domsticas.
El segundo paso del argumento consista en constatar que la contingencia
de haber nacido en un pas u otro era tan arbitraria como la contingencia de
habitar determinada clase social o poseer cierto gnero o raza. Si esto era as,
el mismo mecanismo que era apto para garantizar que estas contingencias no
tuviesen incidencia a la hora de elaborar principios de justicia domstica deba
ser apto para garantizar que estas contingencias no tuviesen incidencia a la hora
Este embrionario Law of Nations se encuentra en el pargrafo 58 de A Theory of Justice
El otro fue el de Thomas Pogge en Realizing Rawls (Pogge, 1989).
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Este es el nombre de la concepcin de justicia domstica propuesta por Rawls. Esta concepcin contena dos principios segn los cuales deban organizarse las instituciones: el principio de la igual libertad y el
principio de la diferencia que sostena que las nicas desigualdades de recursos justificadas eran aquellas que
funcionaban en beneficio de quien se encontraba en la posicin menos aventajada.
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escepticismo que busca refutar en La idea de los derechos humanos no se refiere a las exigencias morales en general sino a ciertas exigencias morales corporizadas en una prctica internacional concreta. Dicho de otro modo, mientras la
primera parte de Political Theory and International Relations defiende la
existencia de una tica internacional con independencia de que las prcticas
internacionales se ajusten o no a ella, La idea de los derechos humanos busca
defender que una prctica internacional especfica est moralmente justificada.
El diferente tipo de escptico con el que Beitz discute en ambas obras tiene
que ver con los diversos objetivos que cada una de ellas persigue. Si se pretende determinar cules son las exigencias morales que un orden internacional
debera satisfacer para ser justo, esto es, cul es el modo moralmente correcto
de disear las instituciones internacionales, entonces el enemigo a derrotar es
aquel que seala que tal empresa no tiene sentido debido a que no existe ninguna exigencia moral que se aplique al mbito internacional. ste es el objetivo
que Beitz persigue en su primera obra, de all que el interlocutor con el que
discute es el escptico respecto de la moralidad internacional. Beitz se encuentra elaborando una teora ideal de la justicia internacional, y debe mostrar que
aquellos que sostienen que no existe tal cosa como las exigencias morales de
justicia internacional estn equivocados.
Por el contrario, en La idea de los derechos humanos, como hemos sealado, se encuentra abocado a resolver un problema de teora no ideal. No se trata
de determinar cul sera el mejor modo de organizar las instituciones globales,
sino de establecer que, dado como ellas de hecho estn configuradas especficamente, alrededor de un sistema de Estados dotados de poder con base territorial la prctica actualmente existente de los derechos humanos se encuentra
moralmente justificada. Si ste es el objetivo, es lgico que el enemigo a derrotar sea aquel que sostiene que la prctica de los derechos humanos no tiene
justificacin moral alguna.
De modo que aunque ambas obras tienen, al menos en parte, carcter apologtico, aquello que quieren defender es diverso. Political Theory and International Relations pretende elaborar una teora ideal de justicia internacional y,
por tanto, debe defender a la tica internacional de aquellos escpticos que la
cuestionan. La idea de los derechos humanos pretende elaborar una teora no
ideal que sirva para justificar la prctica actualmente existente de los derechos
humanos y, por tanto, debe defender el carcter justificado de la prctica frente
aquellos escpticos que la cuestionan. No existe, por lo tanto, ninguna incompatibilidad entre lo defendido por Beitz en ambos trabajos. Political Theory
and International Relations es un ejercicio de teora ideal. Al nivel de la teora
ideal Beitz no ha abjurado de sus convicciones igualitarias, el principio de la
diferencia global no ha sido reemplazado por los requerimientos menos demandantes contenidos en los derechos humanos. Mucho menos ha dejado de
lado sus convicciones cosmopolitas, y sigue pensando que an el sistema de
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BIBLIOGRAFA
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ABREVIATURAS
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CEDCM Convencin sobre la Eliminacin de Todas las Formas de Discriminacin Contra la Mujer (1981).
CIEDR Convencin Internacional sobre la Eliminacin de Todas las Formas de Discriminacin Racial (1969).
CDN
PIDCP
PRLOGO
Comenc a escribir un libro sobre los derechos humanos hace aproximadamente treinta aos, en la inocencia de un primer ao sabtico. Sin embargo,
luego de leer y pensar por casi un ao sobre el asunto llegu a la conclusin de
que los derechos humanos no eran un buen tema para la filosofa poltica. Por
un lado, las cuestiones en disputa parecan ser mayormente artificios de la Guerra Fra; a pesar de su importancia poltica, no parecan involucrar problemas
filosficos muy interesantes. Adems, la idea de un derecho humano tal como
era expresada en la doctrina internacional pareca haber sido expandida ms
all de lo que de modo plausible poda ser aceptado como un legado de la idea
filosficamente respetable de derechos fundamentales. Los derechos humanos
parecan ser ms la expresin de una concepcin de justicia social. Pero de ser
as, el tema que en realidad revesta inters sera la idea de justicia social y tal
vez la de justicia global, no los derechos humanos. Al sentirme incapaz de
abordar el tema, decid buscar otros desafos.
El postergar esta tarea pudo no ser un error en ese momento, pero lo sera
hoy. En los aos que siguieron, el lenguaje de los derechos humanos se ha
convertido en el idioma comn de la crtica social en la esfera de la poltica
global. Parte de lo que las personas quieren decir cuando hablan de una revolucin de los derechos humanos en las ltimas dcadas, es que debera haber
una amplia aceptacin de estndares crticos globales para evaluar las instituciones polticas nacionales. Otro punto adicional que pretenden sealar es que
las violaciones o amenazas de violacin de estos estndares en el seno de una
sociedad podran razonablemente ser consideradas como una justificacin para
la accin de agentes externos con el objeto de remediarlas o prevenirlas. Uno
no necesita negar que la accin humanitaria internacional tenga una historia
ms larga para reconocer que estos hechos marcan un hito en la historia del
orden normativo global.
34 PRLOGO
PRLOGO
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algunas partes de este libro estn basadas en dichos artculos, el libro tambin
revisa algunas cosas que en ellos se sealaban. Esto es as especialmente en lo
que respecta al carcter de las prcticas discursivas, los tipos de normatividad
que los derechos humanos son capaces de poseer, la relevancia de la convergencia real y potencial entre los cdigos morales culturales, y la relacin entre
los derechos humanos y las ideas diferentes de justicia social y global. Espero
que la concepcin de derechos humanos presentada en este libro sea ms plausible que la que se encontraba en los artculos anteriores.
La larga y dispersa historia de este proyecto implica que he acumulado inusualmente muchas deudas, de hecho ms de las que puedo recordar y reconocer con agradecimiento. Agradezco por los comentarios, crticas y conversaciones instructivas a Elizabeth Ashford, Brian Barry, Allen Buchanan, Joshua
Cohen, Heather Collister, Ryan Davis, Michael Doyle, Kristen Hessler, James
Griffin, Amy Gutmann, George Kateb, Benedict Kingsbury, Stephen Macedo,
Jamie Mayerfeld, Liam Murphy, Hans Oberdiek, Susan Moller Okin, Thomas
Pogge, John Rawls, Joseph Raz, Nancy Rosenblum, Rahul Sagar, Thomas
Scanlon, Samuel Scheffler, Henry Shue, Lawrence Simon, Marion Smiley,
John Tasioulas, Robert Taylor, Dennis Thompson, Thomas Weiss and Deborah
Yashar. David Miller, Mathias Risse, Leif Wenar y dos lectores annimos de
Oxford University Press, brindaron comentarios excepcionalmente detallados y
tiles de una versin preliminar del manuscrito. Risse y Wenar colaboraron de
nuevo posteriormente. Dominic Byatt ha sido la clase de editor que todo autor
deseara: l captur las aspiraciones de este libro de modo ms claro que yo y
sus gentiles sugerencias con respecto a la edicin han mejorado el manuscrito
en su totalidad. Tambin estoy agradecido por la atencin y los cuestionamientos que me brindaron los miembros de los auditorios acadmicos a quienes
present mis ideas sobre los derechos humanos en distintas etapas de gestacin.
Aunque no podra ser ms consciente de los puntos dbiles del libro, s que es
mucho mejor de lo que hubiese sido sin esta invaluable y generosa ayuda.
El primer perodo de licencia de mis obligaciones acadmicas, cuando comenc a trabajar en este tema, fue posible gracias a la Fundacin Rockefeller y
al Swarthmore College/Universidad de Swarthmore. Ninguna otra inversin
podra haber tomado ms tiempo en dar fruto. Desde el momento en que retom
el tema, he recibido el apoyo de la Fundacin Guggenheim, la Universidad de
Bowdoin y la Universidad de Princeton. Tambin goc la hospitalidad del director y los profesores del Merton College, Oxford; del Departamento de Poltica y
Relaciones Internacionales de la Universidad de Oxford; y del Instituto de Derecho Internacional y Justicia de la Facultad de Derecho de la Universidad de
Nueva York durante un perodo sabtico en el que bosquej gran parte del libro.
Culmin la mayor parte de la revisin final durante una licencia posterior en la
Universidad de Stanford, donde estuve como invitado del Programa de Justicia
Global. Agradezco a todas estas instituciones por su generosidad.
CAPTULO I
INTRODUCCIN
La doctrina de los derechos humanos es la expresin, en la moral pblica
de la poltica mundial, de la idea de que cada persona es un asunto que concierne a todos a nivel global. No importa cul sea la ubicacin espacial que tenga
una persona o a qu grupo social o subdivisin poltica pertenezca. Todas las
personas tienen derechos humanos, y las responsabilidades de respetar y proteger estos derechos pueden, en principio, atravesar las fronteras polticas y sociales. La propagacin y difusin de esta idea se encuentra entre los legados
ms admirables de la Segunda Guerra Mundial. Para adoptar la frase de Richard
Rorty, los derechos humanos se han convertido en un hecho del mundo con
un grado de alcance e influencia que dejara estupefactos a quienes elaboraron
el proyecto de los derechos humanos internacionales (Rorty, 1993: 134). En la
actualidad, si puede decirse que el discurso pblico de la sociedad global en
tiempos de paz tiene un lenguaje moral en comn, ste es el de los derechos
humanos.
1. POR QU EXISTE UN PROBLEMA
Este libro es una contribucin a la teora poltica de los derechos humanos.
El mismo est motivado por dos observaciones. La primera es que los derechos
humanos se han convertido en una elaborada prctica internacional. Desde el
final de la Segunda Guerra Mundial, esta prctica se ha desarrollado en varios
frentes: en el derecho internacional, en instituciones globales y regionales, en
la poltica exterior de los Estados (en su mayora liberales-democrticos), y en
las actividades de un conjunto variado y cada vez ms numeroso de organizaciones no gubernamentales (ONG) y redes de trabajo y comunicacin. Desde
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variedad de propsitos prcticos por los cuales se apela a los derechos humanos, ms difcil es asimilarlos a alguna idea moral familiar. Incluso un defensor
de los derechos humanos podra terminar preguntndose si la prctica representa algo moralmente coherente. En cambio, uno podra verse tentado a considerarla como nada ms que una construccin inestable, explicable slo histricamente.
2. FORMAS DE ESCEPTICISMO
El escepticismo sobre los derechos humanos se presenta de muchas formas.
Algunos filsofos creen que es parte de la idea de un derecho que debe existir
algn mecanismo establecido para su efectivo cumplimiento. Sin embargo, la
prctica internacional de los derechos humanos carece notoriamente de una
competencia internacional firmemente establecida para hacer cumplir muchos
de los derechos enumerados en los principales tratados, y aun en los casos en
que tal competencia existe, usualmente se aplica de manera selectiva y a menudo slo por la tolerancia de aquellos Estados contra los cuales podra ser utilizada. Para empeorar la situacin, ni siquiera est claro cmo deberamos concebir la idea de hacer cumplir un derecho con respecto a algunos de los
requerimientos de la doctrina de los derechos humanos. Por ejemplo, qu
significara hacer cumplir el derecho a un nivel de vida adecuado?1 Es posible, por supuesto, imaginar medidas polticas que aseguraran la satisfaccin de
este derecho, pero no est claro que el goce de este derecho pueda en algn
sentido ser hecho cumplir de la misma manera que lo es el goce de otros
derechos ms corrientes. Si uno piensa que los derechos genuinos tienen que
poder ser hechos cumplir efectivamente, entonces uno podra verse inclinado a
creer, como sugiere Raymond Geuss, que la idea de un derecho humano es un
concepto intrnsecamente vacuo (Geuss, 2001: 144)2.
Otro tipo de escepticismo, tal vez relacionado, surge de la creencia de que,
al menos en lo referido a ciertos derechos humanos, su satisfaccin no es factible bajo las condiciones sociales que existen o que previsiblemente podran
existir. No siempre es claro cmo debera entenderse esta creencia: la idea podra ser que los recursos requeridos para proteger o satisfacer un derecho no
estn disponibles, o que el costo de oportunidad de dedicar recursos para este
propsito es irrazonablemente alto, o que el derecho puede ser satisfecho bajo
condiciones institucionales o culturales que no pueden ser alcanzadas fcilmente. La idea que motiva estos tres casos es que un valor no puede contabilizarse como un derecho si no existe un agente que pueda considerarse que tiene
Pacto Internacional de Derechos Econmicos, Sociales y Culturales (PIDESC), art. 11(1).
Geuss contina: Tal vez si repetimos las afirmaciones referidas a los derechos naturales por el tiempo
suficiente, en un tono suficientemente alto, y aprobamos suficientes resoluciones, las personas cesarn de
hacerse cosas horribles unas a otras. De hecho, quizs puedan hacerlo, quizs no.
1
2
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41
completo escepticismo sobre los derechos humanos sino ms bien un escepticismo sobre la doctrina internacional de los derechos humanos tal como existe
en la actualidad: su alcance parece extenderse mucho ms all de lo que razonablemente podran percibirse como derechos que pertenecen a los seres humanos como tales.
Obtenemos otro tipo de escepticismo a partir de la idea de que los derechos
humanos pueden ser universales, en un sentido moralmente relevante, slo
si ellos son aceptables desde todos los puntos de vista morales y culturales.
sta es una idea diferente de la que afirma que los derechos humanos genuinos
deben pertenecer a los seres humanos como tales: cualquier relacin entre
los catlogos de derechos que satisface este estndar y aquellos que son aceptables alrededor del mundo sera contingente. Uno podra sentirse atrado hacia
esta ltima idea al reconocer que las violaciones a los derechos humanos pueden servir como desencadenante de la interferencia internacional en la sociedad
en donde dichas violaciones suceden, junto con la creencia de que sera inaceptablemente paternalista interferir en defensa de valores que, de hecho, no son
compartidos dentro de la cultura de esa sociedad5. Es comn que algunas de las
normas que se encuentran en los tratados internacionales ms importantes estn
en conflicto con elementos de algunos de los principales cdigos de moral social que encontramos alrededor del mundo (consideremos, por ejemplo, las
disposiciones que prescriben el trato equitativo entre hombres y mujeres o las
que exigen iguales derechos individuales para participar en poltica). Si se supone que los derechos humanos describen una base de acuerdo entre sociedades
o entre culturas, entonces nuevamente parecer que la doctrina internacional es
demasiado ambiciosa. De esta manera arribamos por otro camino a la idea de
que los derechos humanos genuinamente universales son relativamente pocos (Brown, 1999: 119)6.
Una quinta forma de escepticismo surge de la combinacin de esta ltima
idea con una concepcin sobre la influencia que las disparidades de poder que
existen en la poltica global tienen sobre la doctrina y la prctica de los derechos humanos. La doctrina moderna de los derechos humanos se origin en
Europa y Estados Unidos, y aunque a veces se pasa por alto que Estados ms
pequeos, mayormente fuera de Europa, jugaron un papel muy importante en
la gnesis del rgimen de posguerra de los derechos humanos, es poco probable
que hubiese existido una declaracin o tratados sin la participacin activa de
las grandes potencias que intervinieron en la guerra. En el perodo histrico que
5
La expresin cannica de esta idea es el Statement on Human Rights del Comit Ejecutivo de la
American Anthropological Association (American Anthropological Association, Comit Ejecutivo, 1947).
La declaracin ya no representa la posicin de la Asociacin (American Anthropological Association, Comit de Derechos Humanos, 1999).
6
Por supuesto, alguien podra compartir la idea de que los derechos humanos representan valores particularistas sin convertirse en un escptico como se lo caracteriza aqu. La posicin de Richard Rorty es un
ejemplo (Rorty, 1993: 117-119).
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7
Para otras versiones de esta opinin vanse Evans, 2005: cap. 2; Mutua, 2002, y Kennedy, 2004. Estos autores no son todos igualmente escpticos respecto de los derechos humanos.
8
Eg. (Goldsmith et al., 2005: cap 4; y Hafner-Burton y Tsutsui, 2007).
INTRODUCCIN
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3.ENFOQUE
Podemos pensar en principios prcticos para distintas reas de conducta de
dos modos. Podramos pensar en ellos como inferencias de algunas ideas de
nivel superior o principios de mayor alcance, adaptados para tomar en consideracin las particularidades del rea que nos interesa de modo inmediato. O
podemos pensar en ellos como principios construidos para esa rea, tomando
en consideracin un conjunto asistemtico de consideraciones prcticas y ticas, puestas en una relacin cuya razonabilidad es juzgada por su coherencia,
su adecuacin a los propsitos y su capacidad para dar cuenta de aquellos juicios prerreflexivos de los que nos sentimos seguros. Cada modo de pensar trae
aparejadas implicaciones con relacin a diferentes aspectos de los principios en
cuestin: por ejemplo, respecto a su contenido sustantivo, al alcance de su mbito de aplicacin, a la clase y variedad de consideraciones que pueden incluirse de modo apropiado en su justificacin.
Esta distincin se puede encontrar en las corrientes de pensamiento sobre
los derechos humanos9. Algunos filsofos han concebido la idea de los derechos humanos como si ellos tuviesen, en el orden moral, una existencia que
pudiese ser comprendida independientemente de su corporizacin en la doctrina y prctica internacional, por ejemplo como derechos naturales o sus sucesores seculares, como derechos morales fundamentales que todos los seres
humanos poseen como tales o slo en virtud de su humanidad, o como
condiciones para las instituciones sociales sobre las que todos los cdigos de
moral social del mundo estn de acuerdo. Estas posibilidades no son mutuamente excluyentes. La posicin ms comn es que los derechos humanos internacionales, es decir, los objetos a los que se hace referencia como derechos
humanos en la prctica y la doctrina internacional, expresan y derivan su autoridad de un orden semejante de valores ms profundos. Para aquellos que
aceptan alguna variante de este tipo de posicin, la tarea de un terico de los
derechos humanos internacionales es descubrir y describir el orden de valores
ms profundo y juzgar hasta qu punto la doctrina internacional se ajusta a ste.
Argumentar que este modo de pensar en los derechos humanos internacionales es un error. Estas concepciones familiares incurren en una peticin de
principios al presumir que entienden y critican una prctica normativa existente a partir de alguna concepcin dominante que, en s misma, no tiene en cuenta las funciones que la idea de un derecho humano se pretende que cumpla, y
que de hecho cumple, en la prctica existente. Como veremos, estas concepciones se encuentran en conflicto con el desarrollo histrico de la doctrina internacional de los derechos humanos. Los autores de esta doctrina repudiaron la idea
9
Al describir una distincin similar entre enfoques sobre los derechos humanos, James Griffin utiliza
los trminos top down (descendente) y bottom up (ascendente). l caracteriza su propio enfoque sobre los
derechos humanos como bottom up (ascendente) pero, por razones que sugerir (apdo. III.2 infra), me parece que es una aplicacin sofisticada del enfoque descrito en este prrafo (Griffin, 2008: 29).
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Mencionar algo ms sobre los detalles de la prctica de los derechos humanos ms adelante. Aqu slo hago dos precisiones. Primero, al sostener que
la prctica consiste en normas que son ampliamente reconocidas dentro de una
comunidad discursiva, no me refiero a que dentro de la comunidad exista un
acuerdo sobre el alcance y contenido del sistema de normas tomado como un
todo, sobre el peso que debera ser adjudicado a las razones para la accin
provistas por estas normas, o sobre cmo los conflictos entre los derechos humanos, o entre los derechos humanos y otros valores, deberan resolverse. De
hecho, como veremos, no slo es un aspecto inevitable sino tambin un aspecto funcionalmente importante de la prctica de los derechos humanos, que sus
normas sirvan tanto para enmarcar acuerdos como desacuerdos. La prctica
est constituida como tal no porque exista acuerdo sobre el contenido de las
normas o sobre las conclusiones prcticas a las que uno se encuentra comprometido por aceptar dichas normas, sino ms bien por la aceptacin de una
clase especfica de normas como fuentes de razones aunque no necesariamente como razones concluyentes para un conjunto de modos de accin.
Dependemos de la prctica para comprender las funciones discursivas de los
derechos humanos, no (o al menos no directamente) para delinear su alcance o
contenido.
La otra precisin es que la prctica de los derechos humanos es emergente.
Es distinta de prcticas normativas ms establecidas y de larga data como las
que podran encontrarse, digamos, en un sistema jurdico maduro. En las prcticas sociales maduras, existe un acuerdo bastante amplio dentro de la comunidad sobre qu acciones son apropiadas como respuesta a la falta de adhesin a
las normas de las prcticas. Este acuerdo se sostiene en el tiempo por las tradiciones de evaluacin acerca de lo apropiado de estas respuestas (Brandom,
1985: 178). Pero la prctica de los derechos humanos no es una prctica social
madura. Existe desacuerdo sobre todos sus principales elementos por ejemplo, sobre el contenido de sus normas, los medios idneos para su aplicacin y
para hacerlas cumplir, la distribucin de responsabilidades para sostenerlas, y
el peso que debe darse a las consideraciones sobre los derechos humanos cuando entran en conflicto con otros valores. Las instituciones internacionales de
derechos humanos carecen de competencia para decidir autoritativamente las
disputas y para hacer cumplir de modo coactivo las normas de la prctica. La
divisin de tareas entre las instituciones pblicas de derechos humanos y las
organizaciones no gubernamentales que participan en procesos institucionales
internacionales, es inestable. Lo que es ms importante para nuestro propsito,
no hay una base inequvoca para establecer los lmites de la comunidad discursiva dentro de la cual la prctica se desarrolla. He sealado que el significado
de la idea de derecho humano puede ser inferido del papel que estos derechos
cumplen en una prctica discursiva, pero si los lmites de la comunidad discursiva son difusos por ejemplo, si no existen fundamentos dotados de autoridad
para incluir o excluir participantes entonces puede que nuestra comprensin
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CAPTULO II
LA PRCTICA
La idea central de los derechos humanos internacionales es que los Estados
son responsables de satisfacer ciertas condiciones en el tratamiento de sus propios ciudadanos, y que los incumplimientos actuales o probables de esta responsabilidad pueden justificar alguna forma de accin correctiva o preventiva
por parte de la comunidad mundial o de aquellos que actan como sus agentes.
Esta idea est incorporada en las disposiciones de derechos humanos de la
Carta de las Naciones Unidas, la cual, como expres un tribunal estadounidense, deja en claro que en esta poca moderna el modo en que un estado trata a
sus propios ciudadanos es un asunto que concierne a la comunidad
internacional1. Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, la idea ha tomado forma en lo que denominar una prctica emergente de derechos humanos.
En este captulo intento describir los principales elementos de esta prctica.
La descripcin pretende ser selectiva y temtica en vez de comprehensiva.
Comienzo con una sntesis histrica dedicada a los orgenes de la prctica moderna de los derechos humanos. Luego explico los dos elementos principales
de la prctica de los derechos humanos, su contenido doctrinal y los distintos
mecanismos que han evolucionado para propagar y hacer cumplir (o implementar) los derechos humanos. Todo esto parecer elemental para aquellos
que estn familiarizados con el tema, sin embargo no todos los lectores que
provengan del mbito filosfico tendrn este nivel de familiaridad, y es esencial
para lo que sigue, advertir que los derechos humanos como los encontramos
1
Filrtiga v. Pea- Irala, 630 F. 2d 876 (1980), 881. El tribunal sostuvo que la Alien Tort Claims Act
de 1789 (28 U.S.C- S 1350) autoriza a los tribunales federales a juzgar casos interpuestos por extranjeros que
aleguen violaciones atroces a los derechos humanos, dondequiera que se hayan cometido, por agentes que se
encuentren dentro de Estados Unidos.
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presentes en la poltica mundial contempornea constituyen un proyecto poltico pblico con sus propios y caractersticos propsitos, formas de accin y
cultura. El objetivo es describir las caractersticas ms importantes de esta
prctica de manera esquemtica y razonablemente benvola, en lo posible sin
prejuzgar el resultado de algunos problemas interpretativos y normativos que
surgen cuando se piensa de manera crtica sobre ella. Al final del captulo, intentar dar una respuesta por adelantado a estos problemas.
Inevitablemente, tendr que dejar de lado algunos temas que se encontraran presentes en una explicacin ms comprehensiva de los derechos humanos
entendidos como un fenmeno poltico y jurdico. Por ejemplo, no abordar,
sino slo para mencionarlo, el tema del desarrollo de regmenes de derechos
humanos regionales, principalmente en Europa, frica y Amrica. Estos regmenes son cada vez ms importantes: de hecho, no sera sorprendente que la
competencia institucional y jurdica para proteger los derechos humanos se
desarrollase de manera ms efectiva en ciertas regiones (como ha comenzado a
ser el caso en Europa) que a nivel global. As mismo, no podr ocuparme del
desarrollo del derecho de la guerra, conocido convencionalmente como el derecho humanitario aunque tal vez mejor descrito como el derecho de los
derechos humanos en conflictos armados2. La importancia prctica de este
tema es obvia, sin embargo suscita problemas especiales que son caractersticos del contexto de la guerra. Obviar estos temas para concentrarme en el fenmeno de los derechos humanos en su manifestacin ms abarcadora: como
una prctica normativa pblica de alcance global cuya preocupacin central es
proteger a los individuos de las consecuencias provocadas por ciertas acciones
y omisiones de sus gobiernos.
1.ORGENES
La prctica moderna de los derechos humanos internacionales comienza a
finales de la Segunda Guerra Mundial, con la adopcin de la Declaracin Universal de los Derechos Humanos en 1948 (DUDH). Sin embargo, su idea central posee una extensa historia previa en el sistema internacional de Europa y
el Atlntico. Una idea precursora, aunque difcilmente la misma, estuvo presente en la misma Paz de Westfalia (1648), cuya principal relevancia histrica
radica en haber sentado las bases del sistema moderno de Estados europeos, en
las disposiciones que limitaban los derechos soberanos de los principados alemanes mediante una garanta colectiva de tolerancia religiosa (Gross, 1948:
21-22)3. Una idea similar estuvo presente en el movimiento abolicionista de
fines del siglo xviii y siglo xix, y en la serie de intervenciones de las grandes
potencias en el Imperio Otomano con el objetivo de proteger a las minoras
2
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LA PRCTICA
51
religiosas, durante la ltima parte del siglo xix. El Congreso de Berln de 1878
adopt el principio de libertad religiosa como una condicin previa para el reconocimiento de nuevos estados (Finch, 1941: 662-665)4. El Pacto de la Liga
de las Naciones llamativamente omiti cualquier referencia a los derechos
humanos: se sabe que fracas un intento apoyado por los japoneses de incluir
una garanta de no discriminacin en razn de la raza y la religin, a pesar del
voto mayoritario de la comisin redactora5. No obstante, la idea puede encontrarse en la Constitucin de la Organizacin Internacional del Trabajo, tambin
establecida en la Conferencia de Paz de Pars, la cual se haba comprometido a
establecer estndares internacionales para la eliminacin del trabajo forzado, el
desarrollo de prcticas laborales justas, la disminucin de la pobreza y la proteccin de la libertad de expresin y asociacin (Burgers, 1992: 449; Lauren,
2003: 97-102, III ss.). As mismo la nocin de derecho humano puede encontrarse en los tratados de las minoras de posguerra que brindaron garantas
internacionales para diversos derechos civiles, polticos y sociales de minoras
nacionales en Europa Central y del Este y en los pases balcnicos (Burgers,
1992: 450)6. Todas stas fueron medidas a travs de las cuales los estados limitaron su autoridad soberana y se comprometieron a proteger ciertos intereses
de los individuos, colocando de manera efectiva, aspectos que haban sido
tratados como jurisdiccin de los Estados, bajo alguna forma de supervisin
internacional.
Despus de la guerra, se desarroll un movimiento transnacional de derechos humanos que en parte estuvo estimulado por la no inclusin de protecciones a los derechos humanos en el Pacto de la Liga. Por toda Europa proliferaron
Ligas para los derechos del hombre. En Pars, en 1922, se estableci la Fdration Internationale des Droits de lHomme y comenz una campaa a favor de
elaborar una carta o declaracin internacional de derechos humanos dotada de
autoridad. Tambin en Pars, la Acadmie Diplomatique Internationale, fundada
en 1926 por un grupo internacional de abogados, cre una comisin para redactar una declaracin internacional de derechos humanos cuyo informe se convirti en la base de la Declaracin de los Derechos Internacionales del Hombre
publicada en 1929 por el Institute of International Law en Nueva York. Esta
declaracin tuvo una amplia influencia entre los juristas durante la dcada de
1930 y en la composicin de la declaracin de 1948 (Burgers, 1992: 450-454)7.
Informacin ms general puede encontrarse en Brownlie, 1998: 568-573.
El Reino Unido y los Estados Unidos se opusieron a la propuesta (Miller, D. H., 1928: i. 268-269,
461-465). A excepcin de una disposicin relacionada con el trfico de mujeres y nios, la comisin redactora tambin declin incluir garantas relacionadas con derechos de la mujer recomendadas por representantes de agrupaciones de mujeres (Woodrow Wilson, quien presidi la conferencia, dijo: simplemente fue
porque la Liga no poda comenzar a solucionar todos los problemas de la humanidad, no porque la Comisin
no estuviera de acuerdo con que los reclamos fueran excelentes) (Miller, D. H., 1928: ii. 362).
6
Tambin puede cotejarse el confiable estudio contemporneo de Julius Stone, International Guarantees of Minority Rights (Stone, 1934).
7
Un editor describi la declaracin del Institute of International Law como un documento revolucionario [que] marca una nueva era que est ms interesada en los intereses y derechos de los individuos sobe4
5
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LA PRCTICA
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cin del mismo que ofrece Mary Ann Glendon como una declaracin de interdependencia [] de personas, naciones y derechos (Glendon, 2001: 174)14.
En lneas generales, hay dos motivaciones que se pueden distinguir en la
caracterizacin dada en el prembulo de los objetivos que justificaban la declaracin: que el reconocimiento internacional de los derechos humanos es necesario para proteger la igual dignidad de todas las personas, y que el respeto por
los derechos humanos es una condicin para las relaciones amistosas entre los
Estados. Al final de la guerra, esta ltima preocupacin, aunque raramente registrada en los documentos de la Comisin de Derechos Humanos o en los informes de los participantes, se encontraba de manera indudable en los antecedentes. La perspectiva de los que redactaron la declaracin parece haber sido
que los regmenes que se involucran en graves violaciones de derechos humanos tambin son proclives a ser amenazas para la paz y la seguridad internacional. De hecho, el ejemplo de la Alemania nazi sugiri que ambos tipos de
comportamiento podran surgir de las mismas propiedades generales de un rgimen en el ejemplo alemn, de una ideologa de supremaca racial propagada de manera sistemtica y reforzada por un aparato estatal represivo15. Estas
dos motivaciones representan dos clases distintas de consideraciones y no
existe una razn para creer ex ante que cualquiera de las dos, tomadas por s
mismas, arrojarn el mismo catalogo de protecciones que la otra, o para el caso
la misma clase de prctica normativa. La tensin que a veces se ha observado
en la prctica de los derechos humanos entre la meta de proteger intereses individuales fundamentales y el objetivo de proteger la estabilidad y paz internacional, por ende, tiene una base en la misma declaracin (aunque la posibilidad
de conflicto no parece haber preocupado a los que la redactaron)16.
En relacin con esto, debera observarse que el prembulo no busca asentar
la universalidad o relevancia del valor de la igual dignidad humana sobre otras
consideraciones acerca de la naturaleza humana o la gracia divina; simplemente es reivindicada como un valor fundamental por derecho propio. Esto contrasta con pasajes anlogos de la Declaracin de Independencia de los Estados
14
Todos los cometarios de Glendon sobre el texto son esclarecedores; vase Glendon, 2001: 174-191.
Sobre la aspiracin de los artfices de producir un documento que pudiese ser ledo como un todo integrado,
vase Morsink, 1999: 232-238.
15
Tal como observa Michael Ignatieff, [f]ue Hitler el belicista, no Hitler el arquitecto de la exterminacin europea, quien preocup a los que redactaron la carta (Ignatieff, 2002: 53). Sobre la relevancia que
tuvo la guerra para la declaracin, vase Morsink, 1999: cap. 2.
16
Por ejemplo, en un artculo que describe la redaccin de la declaracin, Eleonor Roosevelt, presidente del comit de redaccin, expresa que muchos de nosotros pensamos que esa falta de estndares de
derechos humanos [] fue una de las principales causas de friccin entre las naciones, y que el reconocimiento de los derechos humanos podra convertirse en uno de los pilares en el cual la paz podra finalmente
basarse. Aun as, sus comentarios sobre los fundamentos de diferentes derechos individuales, y de la declaracin como un todo, se refieren exclusivamente a la necesidad de cierta proteccin que el individuo debe
tener si es que va a adquirir un sentido de seguridad y dignidad en su propia persona. No hay ninguna reflexin acerca de que estas metas, en la doctrina o en la prctica, podran no coincidir (Roosevelt, E., 1948:
471, 477).
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Unidos y la Declaracin Francesa de los Derechos del Hombre, que respectivamente sostienen que las personas fueron dotadas por su Creador con ciertos
derechos y que los derechos humanos son naturales y sagrados (Ignatieff,
2001: 77-78). Por supuesto que, dadas las circunstancias, no podra haber sido
de otra manera. Quienes redactaron la declaracin no slo representaban distintos pases, sino tambin diferentes tradiciones filosficas y religiosas, adems
de diferentes posiciones polticas; y a pesar de que exista un compromiso
compartido con la idea de los derechos humanos, no exista una posicin filosfica en comn sobre las razones de por qu debera considerarse urgente que
se les otorgara a estos derechos alguna forma de reconocimiento y proteccin
internacional. Por ejemplo, no haba ningn acuerdo sobre si los derechos humanos deban ser considerados como la expresin jurdica de un orden ms
fundamental de derechos que poseen los seres humanos por naturaleza o por
la gracia de un creador. Quienes redactaron la declaracin consideraron estas
cuestiones, como tambin lo hizo el Tercer Comit de la Asamblea General que
revis la versin preliminar de la declaracin con gran detalle, y concluyeron
que cualquiera de las dos ideas incorporara a la declaracin una posicin teolgica limitada que sera inapropiada en una declaracin que aspiraba lograr
una amplia aceptacin internacional (ONU, Asamblea General, Tercer Co
mit, 1948: 95-125)17.
El problema fue disear una doctrina pblica que fuese capaz de ser aceptada desde diversos puntos de vista morales y culturales pero que no presupusiera
nada ms que una sencilla justificacin terica aceptada de manera comn, que
pudiera ser extrada de una apelacin abstracta al valor de la dignidad humana.
Jacques Maritain, uno de los miembros del Comit de la UNESCO sobre las
Bases Tericas de los Derechos Humanos, daba cuenta del siguiente comentario
de un colega: estamos de acuerdo sobre los derechos pero con la condicin de
que nadie nos pregunte por qu. Su intencin no era nicamente tomarse una
licencia humorstica: a continuacin, el describa a los derechos humanos como
conclusiones prcticas que, aunque son justificadas de distinto modo por personas diferentes, son principios para actuar con un fundamento comn de similitud para todos18. Esta concepcin de los derechos humanos internacionales
como una doctrina pblica abierta a una variedad de justificaciones es indispensable para llegar a una adecuada apreciacin de su singularidad histrica19.
17
Consultar tambin las memorias de John Humphrey (Humphrey, 1984: 37-49, 63-77). Humphrey fue
un funcionario canadiense que trabaj como parte de la comisin.
18
La cita corresponde a la Introduccin de Jacques Maritain a Human Rights: Comments and Interpretations (UNESCO, 1949 9, 10) (cursiva original). Creo que esto describe la perspectiva de la mayora de
los miembros de la Comisin de Derechos Humanos as tambin como la de los expertos de la UNESCO,
pese a que algunos de los miembros de la comisin consideraron el estudio de la UNESCO como contrapuesto a la perspectiva de la Comisin (ONU, Consejo Econmico y Social, Comisin de Derechos Humanos,
1947a: 11-17).
19
El informe final del comit de la UNESCO seala que [E]l problema filosfico involucrado en la
declaracin de derechos humanos no es alcanzar el consenso doctrinal sino ms bien alcanzar un acuerdo en
lo concerniente a derechos, y tambin en lo concerniente a la accin para la realizacin y defensa de los de-
LA PRCTICA
57
Como he observado anteriormente, una razn por la que los gobiernos consideraron aceptable el principio de que los derechos humanos conciernen a la
comunidad internacional, fue la expectativa de que la ONU respetara la jurisdiccin nacional de los Estados abstenindose de intervenir en sus asuntos internos20. La declaracin, que no posee disposiciones para su implementacin, y
en ningn caso tiene la fuerza jurdica de un tratado, era compatible con esta
expectativa: ella pretende establecer un estndar comn de aspiracin, y no
un conjunto de compromisos que se harn cumplir. Por lo tanto, uno podra
pensar que la declaracin representa una solucin de compromiso entre los
valores en competencia de los derechos humanos globales, por un lado, y los
derechos soberanos de los Estados, por el otro. Debemos retomar la pregunta
acerca de cmo debe considerarse este hecho en la interpretacin de la prctica
de los derechos humanos tal como se ha desarrollado posteriormente. Lo que se
podra decir en relacin con la historia es lo siguiente. La redaccin y promulgacin de la declaracin fue parte de un proyecto ms extenso que haba previsto desde sus inicios la adopcin eventual de un acuerdo internacional vinculante que definira de manera ms precisa las obligaciones de los Estados
relacionadas con los derechos humanos y establecera una competencia internacional para su implementacin. De hecho, la elaboracin de un pacto internacional haba comenzado aun antes de que la declaracin fuera adoptada.
Debera recordarse que la idea de la jurisdiccin nacional de un Estado es, en
s misma, una creacin del derecho internacional: su alcance est limitado por
las obligaciones jurdicas internacionales de un Estado, y la inmunidad de un
Estado frente a la interferencia funciona slo dentro de estos lmites. Si los
derechos humanos se reconocieran en el derecho internacional, entonces ellos
limitaran el alcance de la jurisdiccin nacional de un Estado; no entraran en
conflicto con ella21. Aunque la carta no exige tal desarrollo, tampoco lo descarta: el asunto simplemente se deja para el futuro. En esta perspectiva, la relevancia de la declaracin al momento de su adopcin no fue tanto desafiar el principio de la jurisdiccin nacional, sino ms bien promover un proyecto ms
ambicioso con el fin de redefinirlo.
Finalmente, un comentario sobre la inclusin de los derechos econmicos
y sociales. A menudo se ha pensado que la inclusin fue fruto de un acuerdo
poltico requerido para asegurar el apoyo del bloque sovitico. De esto se infiere que la declaracin incluye una combinacin inestable de concepciones incompatibles de justicia social22. Dejando de lado el interrogante relacionado
con la coherencia de la visin poltica de la declaracin, lo que debe sealarse
rechos, lo que puede justificarse en fundamentos doctrinales altamente divergentes (UNESCO, 1949:
apndice II, 263).
20
Como lo expres Geoffrey Best, pese a que cada estado se comprometi a cumplir con los estndares
internacionales, el compromiso estuvo acompaado de la salvedad de que cmo lo hacemos es nuestro
asunto, no el suyo (Best, 1995: 787).
21
Para un debate, vase Brownlie, 1998: 293-297.
22
Por ejemplo, Cranston, 1973: 54.
58
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es que la inferencia se basa en una premisa histrica falsa. Los derechos econmicos fueron incluidos en la versin de la declaracin desde el comienzo ya
que su importancia fue ampliamente aceptada, por ejemplo en las cuatro libertades de las que habl Franklin Roosevelt en su mensaje del Estado de la
Unin de 1941 (la libertad de verse libre de necesidad [] traducido a trminos mundiales), en la Carta del Atlntico, y en algunas versiones de declaraciones preparadas por organizaciones no gubernamentales antes y durante la
guerra. La defensa de los derechos econmicos por parte de los delegados latinoamericanos en el transcurso de las deliberaciones que condujeron a la adopcin de la declaracin por la Asamblea General fue particularmente importante
(Glendon, 2003: 35-36 y Waltz, 2001: 65). Es cierto que el delegado sovitico
defendi la inclusin de derechos econmicos y sociales, y que el Departamento de Estado de Estados Unidos inicialmente se opuso. Sin embargo, la mayora
de los miembros de la Comisin de Derechos Humanos compartan la visin
sovitica, y eventualmente el mismo Estados Unidos propuso una versin de la
declaracin que inclua derechos econmicos (a un estndar de vida decente;
a trabajar [] a la salud, educacin y seguridad social) (ONU, Consejo Econmico y Social, Comisin de Derechos Humanos, 1947: art. 9)23. Nunca existi la posibilidad de que los derechos sociales o econmicos no estuviesen incluidos en la declaracin (Glendon, 2001: 42-43, 115-117, 185-190; Morsink,
1999: 222-230).
La promulgacin de una declaracin de derechos humanos fue la primera
de las tres tareas que se propuso realizar la Comisin de Derechos Humanos.
Las otras dos fueron: redactar una convencin internacional vinculante e idear
un mecanismo para su implementacin. Mis comentarios sobre estas dos tareas
comienzan por la ltima debido a que la discusin relacionada con la implementacin comenz simultneamente con la redaccin de la declaracin.
La comisin estableci un equipo de trabajo para idear los mecanismos
internacionales para difundir y hacer cumplir los derechos humanos. El equipo
de trabajo asumi que los derechos humanos finalmente seran incorporados en
una convencin internacional que sera vinculante (nicamente) para los Estados signatarios y que incluira disposiciones para su implementacin. Desarroll lo que podra ser descrito como un paradigma jurdico que se conceptualiza mejor si se lo piensa como dotado de dos niveles. El primer nivel era
nacional: los gobiernos de los Estados tendran la responsabilidad primaria de
tratar de lograr la adhesin a los derechos humanos dentro de sus fronteras y se
esperaba que lo hicieran principalmente por medio de la incorporacin de protecciones de derechos humanos en sus constituciones y leyes. La idea era que
los individuos deberan tener la posibilidad de obtener una compensacin por
la violacin de derechos humanos a travs de los sistemas jurdicos nacionales.
23
Sin embargo, no hay un artculo paralelo en la propuesta de Estados Unidos para una convencin de
derechos humanos presentada el mismo da (E/CN.4/37).
LA PRCTICA
59
60
CHARLES R. BEITZ
nios. Como veremos, estos instrumentos, junto con las convenciones, incorporaron de diversas maneras elementos del esquema de implementacin del grupo
de trabajo, tales como los informes y el control. Sin embargo, no hay disposiciones para la investigacin independiente de las quejas por violacin de los
derechos humanos, ni sistema de sanciones para el incumplimiento, y por supuesto, tampoco hay corte de derechos humanos. Los Estados Unidos, el Reino
Unido y la Unin Sovitica se opusieron a estos mecanismos. El fracaso en
lograr un acuerdo sobre los mecanismos efectivos para ejecutar los compromisos de los estados de cumplir con los derechos humanos debe ser considerado
como una de las decepciones ms importantes con respecto a las aspiraciones
que albergaban los artfices de los derechos humanos26.
La ltima de las tareas de la comisin fue preparar una convencin o pacto internacional vinculante. La redaccin comenz aun antes de que la declaracin estuviese finalizada y continu hasta 1954. En contraste con la preparacin de la declaracin, la redaccin del pacto estuvo cargada de conflictos
ideolgicos y fue interrumpida por cambios en las polticas de derechos humanos de los Estados Unidos, la Unin Sovitica y el Reino Unido, quienes
en distintos momentos se opusieron al desarrollo de un tratado comprehensivo
y procuraron evitar el establecimiento de un rgimen efectivo de implementacin internacional. La intervencin de la Asamblea General, a instancia de
una mayora compuesta de pases socialistas y pases menos desarrollados,
fue necesaria para asegurar la inclusin de derechos sociales y econmicos, a
los cuales los Estados Unidos y el Reino Unido se oponan (aunque estos
pases los haban apoyado en la declaracin) (ONU, Asamblea General,
1950). En el medio de la redaccin se decidi dividir el documento en dos
partes, lo que se convertira en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Polticos (PIDCP) y el Pacto Internacional de Derechos Econmicos, Sociales
y Culturales (PIDESC). Esto sucedi en respuesta a la presin ejercida por
Estados Unidos y sus aliados, y es interpretado a veces como la expresin de
una jerarqua de importancia entre derechos. Ciertamente, sta fue la posicin
estadounidense, pero, debido a que la decisin era un compromiso poltico, es
difcil considerarla como el resultado de una nica opinin27. La justificacin,
que no parece presuponer ninguna opinin sobre la importancia intrnseca de
cualquiera de las dos categoras de derechos, fue que los derechos polticos y
civiles podran ser implementados inmediatamente, mientras que los derechos
sociales y econmicos slo podran ser llevados a cabo progresivamente
por cada Estado tanto por separado como mediante la asistencia y la coope26
La propia evaluacin del equipo de trabajo fue proftica: O se busca una adhesin total y eficaz a los
derechos humanos o no. Si se busca esta adhesin, entonces la consecuencia de este principio debe ser admitido y se debe aceptar la idea de decisiones judiciales obligatorias. (ONU, Consejo Econmico y Social,
Comisin de Derechos Humanos, 1947b: 28). Consultar tambin (Lauterpacht, 1950: cap. 17). Sobre el papel de las principales potencias en el bloqueo de medidas de implementacin ms efectivas, vase Norman y
Zaidi, 2008: 235-240.
27
Para la interpretacin jerrquica, vase Norman y Zaidi, 2008: 204-208.
LA PRCTICA
61
racin internacionales, hasta el mximo de sus recursos disponibles (PIDESC, art. 2.1)28. Ambas convenciones incorporan mecanismos para el control internacional del cumplimiento por parte de los Estados. Un protocolo
opcional del PIDCP provee los medios para que los individuos presenten peticiones para que el comit del tratado las examine29. No hay un procedimiento similar para el PIDESC (de hecho, ste no obtuvo su propio comit de
control sino hasta 1986). Se remitieron versiones de ambos pactos a la Asamblea General en 1954, sin embargo stos no fueron aprobados por la Asamblea
hasta 1966 y entraron en vigencia recin 10 aos ms tarde (Pechota, 1981:
39-42; Craven, 1995: 16-22, 42 ss.).
Los dos pactos, junto con la declaracin, forman lo que comnmente se
conoce como La Carta Internacional de Derechos. A estos instrumentos tambin se deben agregar al menos otros cuatro tratados, usualmente considerados
como los principales documentos de la doctrina internacional de derechos
humanos. Estos son la Convencin Internacional sobre la Eliminacin de Todas
las Formas de Discriminacin Racial (CIEDR, que entr en vigencia en 1969),
La Convencin sobre la Eliminacin de Todas las Formas de Discriminacin
Contra de la Mujer (CEDCM, 1981), la Convencin contra la Tortura y Otros
Tratos o Penas Crueles, Inhumanas o Degradantes (CCT 1987), y la Convencin sobre los Derechos del Nio (CDN, 1990).
Esta lista de los principales instrumentos omite otros mltiples documentos que tambin revisten importancia, tales como, la Convencin sobre la
Prevencin y Sancin del Delito de Genocidio (1948), la Convencin Internacional Contra el Apartheid (1973), varios tratados relacionados con las condiciones de trabajo apoyados por la Organizacin Internacional del Trabajo, las
Convenciones OIT para los Pueblos Indgenas y Tribales (nm. 107, 1957, y
nm. 169, 1989), y los tratados regionales de Europa, frica y toda Amrica.
Tambin debe recordarse el Acta Final de Helsinki (1975), la cual fue relevante para establecer el cumplimiento de los derechos humanos como un inters
diplomtico legtimo en la Conferencia sobre la Seguridad y Cooperacin en
Europa y tambin por su papel imprevisto pero histricamente relevante en el
estmulo del activismo sobre los derechos humanos en la Unin Sovitica y
Europa del Este30.
28
El Comit de Derechos Econmicos, Sociales y Culturales posteriormente sostuvo que la frase al
mximo de sus recursos disponibles fue expresada por quienes redactaron el Pacto con la intencin de referirse tanto a los recursos existentes dentro de un Estado como para aquellos recursos disponibles por parte de
la comunidad internacional a travs de la asistencia y cooperacin internacional. (ONU, Comit de Derechos Econmicos, Sociales y Culturales, 1991: 86).
29
Ni Estados Unidos ni el Reino Unido se han adherido al protocolo. La Federacin Rusa adhiri al
mismo en 1991 (ONU, Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos).
30
Se puede encontrar un confiable inventario y compilacin de estos documentos en Brownlie y
Goodwin-Gill, 2006. Para cotejar los pases signatarios, vase ONU, Oficina del Alto Comisionado para los
Derechos Humanos. Para la importancia del Acta Final de Helsinki, consultar Thomas, 2001, especialmente
el captulo 5.
62
CHARLES R. BEITZ
5.DOCTRINA
Los derechos enumerados en la declaracin y en los principales tratados,
comprenden protecciones de un vasto conjunto de intereses humanos, y sus
exigencias se relacionan con muchos aspectos de la estructura social, econmica, jurdica y poltica de una sociedad. Existen diversas maneras de clasificar
estas protecciones. Una clasificacin de los derechos incluidos en la declaracin,
que se debe a Ren Cassin, distingue cuatro categoras (Glendon, 2001: 174):
1)Derechos a la libertad y seguridad personal: tales como, el derecho a la
vida, la libertad, y la seguridad de la persona; prohibicin de la esclavitud, la tortura y el castigo cruel o degradante; derecho al reconocimiento como una persona jurdica; derecho a la igualdad frente a la
ley; al arresto no arbitrario; y a la presuncin de inocencia;
2)Derechos en la sociedad civil: proteccin de la privacidad respecto a la
familia, al hogar, a la correspondencia; a la libertad ambulatoria y de
residencia dentro del estado; derecho de emigracin; derechos igualitarios de hombres y mujeres para contraer matrimonio, dentro del
matrimonio, y para divorciarse; derecho a consentir casarse;
3)Derechos polticos: libertad de pensamiento, conciencia, y religin;
libertad de reunin y asociacin; derecho a ser parte del gobierno del
pas y a elecciones genuinas y peridicas por sufragio igual y
universal; y
4)Derechos econmicos, sociales y culturales: a un estndar de vida
adecuado, incluyendo alimentacin, vestimenta, vivienda y asistencia
mdica adecuada; educacin elemental obligatoria; libre eleccin de
empleo; remuneracin justa y favorable; igual salario por igual trabajo; derecho a asociarse a sindicatos de trabajo; lmite razonable de
horas de trabajo; seguridad social.
Adems de estos derechos encontrados en la declaracin, ambos pactos
incorporan en artculos comunes lo que efectivamente es una quinta categora
de derechos:
5)Derechos de los pueblos (concebidos como entidades colectivas):
entre los que se destacan, el derecho a la auto determinacin y control
comunitario sobre la riqueza y los recursos naturales31.
A veces los pactos son vistos como una reformulacin de los derechos incorporados en la declaracin de un modo ms acorde con un acuerdo internacional, pero de hecho, los pactos expanden la doctrina formulada en la declaracin tanto en su alcance como en sus detalles. As, por ejemplo, mientras que
en la declaracin se habla de un derecho a la asistencia mdica que asegure
la salud y el bienestar, el pasaje correspondiente en el Pacto Internacional de
31
LA PRCTICA
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33
64
CHARLES R. BEITZ
gunas polticas que no pueden fcilmente ser vistas como protegiendo derechos
individuales, tales como, polticas para alentar la produccin y difusin de
libros para nios y la adopcin de medidas polticas que tengan por objetivo
educar a los padres acerca de la la salud y la nutricin de los nios, las ventajas de la lactancia materna, la higiene y la sanidad ambiental [arts. 17 (c), 24
(2) (e)]34.
Formulo a continuacin algunos comentarios sobre diferentes caractersticas generales de la doctrina de los derechos humanos. La primera y ms importante caracterstica es su amplio alcance normativo. Los derechos humanos a
veces se conciben como exigencias mnimas condiciones mnimas para
absolutamente cualquier modo de vida o como protecciones contra las formas
ms inequvocas de abuso de poder (Ignatieff, 2001: 56; Williams, 2006:
19). Quizs existe un sentido en el cual estas frases describen anteriores declaraciones de derechos, pero ninguna se aplica de manera directa a los derechos
humanos de los documentos de posguerra, los cuales difieren significativamente de sus predecesores en el rango de sus disposiciones. Los derechos humanos
internacionales buscan no slo proteger a los individuos de las amenazas contra
la libertad y seguridad personal y garantizar algn recurso frente al uso arbitrario del poder estatal, sino tambin proteger a las personas de diversos peligros
econmicos y sociales, y garantizar cierto grado de participacin en la vida
cultural y poltica.
Una segunda caracterstica, relacionada con la anterior, es la heterogeneidad de estas exigencias. Diferentes derechos estn abiertos a distintas estrategias de implementacin: algunos describen caractersticas estructurales de
instituciones aceptables, mientras que otros son estndares para la accin y la
poltica que pueden ser satisfechos por una variada clases de instituciones.
Entre estos ltimos, algunos prescriben polticas relativamente especficas
mientras que otros enuncian metas polticas ms generales. Esto significa que
para ciertos derechos, y bajo ciertas circunstancias, los derechos humanos pueden no servir como fundamento para que un agente individual que se vea privado del contenido de un derecho est facultado para insistir, frente a otro
agente identificable, en reclamar la satisfaccin del derecho.
Tercero, debido a su variedad y heterogeneidad, no es plausible considerar
a todos los derechos humanos de la doctrina contempornea como perentorios.
En las condiciones sociales y econmicas vigentes en algunas sociedades,
puede no ser posible satisfacer de manera inmediata todos estos derechos, y
aun si es posible satisfacer un derecho, puede que sea nicamente al costo de
no satisfacer otro o de sacrificar algn otro objetivo importante de poltica
34
La posibilidad de ampliaciones posteriores se sugiere por los esfuerzos por promulgar declaraciones
en otras reas, con la esperanza de que prosigan los tratados. Considerar, por ejemplo, la Declaracin sobre
el Derecho al Desarrollo (1986) y el Borrador de la Declaracin sobre los Derechos de los Pueblos Indgenas (1994).
LA PRCTICA
65
pblica35. En este aspecto, los derechos humanos parecen abandonar un paradigma familiar (tal vez ingenuo) de derechos fundamentales.
Una cuarta caracterstica importante es la referencia de los derechos humanos a circunstancias sociales de cierta clase general. A veces los derechos humanos son descritos como atemporales como protecciones que podran razonablemente ser demandadas en todo tiempo y lugar. Pero esta descripcin es
difcil de reconciliar con el contenido de la doctrina internacional. Muchas de
las amenazas contra las que los derechos humanos intentan brindar proteccin
(por ejemplo: remuneracin injusta, falta de oportunidades educativas y acceso
a atencin mdica, prdida de nacionalidad) surgen caractersticamente en las
sociedades modernas o en proceso de modernizacin; no son genricas en la
manera en que la agresin, por ejemplo, fue concebida como una amenaza en
las teoras tradicionales del estado de naturaleza. Adems, algunos derechos
humanos slo son comprensibles si se da por supuesto que ciertas clases de
instituciones existen o pueden existir por ejemplo el estado de derecho, las
elecciones para los cargos pblicos, un poder pblico institucional para imponer tributos y proveer asistencia social, la existencia al menos de una administracin estatal rudimentaria. No es plausible considerar que la doctrina moderna de los derechos humanos intenta articular protecciones de relevancia
atemporal; sta se refiere a las que, en sentido amplio, podran describirse como
las condiciones de la vida moderna36.
Finalmente, la doctrina de los derechos humanos no es esttica. La declaracin de 1948 es fundamental, no obstante ni sta, ni los pactos, establecen lmites para la variedad y el contenido de los derechos humanos. En particular, las
convenciones sobre discriminacin racial, discriminacin contra la mujer, y
derechos del nio, generan un crecimiento sustantivo de las protecciones de
derechos humanos. Las convenciones no presentan simplemente reformulaciones ms especficas de las disposiciones de la declaracin y los pactos. Para
recordar algunos ejemplos, la convencin sobre discriminacin racial exige a
los gobiernos prohibir y sancionar la expresin pblica de ideas basadas en la
superioridad o el odio racial37. La convencin sobre discriminacin contra la
mujer exige a los gobiernos modificar los patrones socioculturales de conducta de hombres y mujeres con el fin de eliminar los prejuicios, costumbres y
las prcticas de cualquier otra ndole, que estn basados en la idea de la inferioridad o superioridad de cualquiera de los sexos38. La convencin sobre los
35
En las disposiciones que rigen la derogabilidad en el PIDCP, art. 4, se reconocen estos hechos aunque
de manera incompleta.
36
Esto es de acuerdo con una observacin de H. G. Wells en sus escritos panfletarios de tiempos de
guerra abogando por una declaracin internacional de derechos: tal declaracin debe ser, debido a la complejidad en aumento de la nueva estructura social, ms generosa, detallada y explcita que cualquiera de sus
otras predecesoras (Wells, 1940: 19).
37
CIEDR, art. 4(a).
38
CEDCM, art. 5.
66
CHARLES R. BEITZ
derechos del nio sostiene que una consideracin primordial que se debe
tener en cuenta en las polticas pblicas que afecten a los nios debe ser el
inters superior del nio39. Estas disposiciones muestran tanto la expansin
sustancial de la doctrina de derechos humanos como la extensin de su alcance,
desde la constitucin y las leyes fundamentales de una sociedad hasta sus costumbres y polticas pblicas. La expansin evolutiva de la doctrina de los derechos humanos a veces se desacredita como un hecho contrario a la efectividad
de los derechos humanos. Si esto es cierto, y en qu sentido podra serlo, son
preguntas complicadas. Lo que debera observarse aqu es que otra perspectiva
es posible. La evolucin de la doctrina de los derechos humanos podra ser
considerada como un rasgo propio de la prctica normativa ms amplia, un
rasgo que podra ser importante para hacernos una idea adecuada de cul es la
finalidad que persigue la prctica misma.
3.IMPLEMENTACIN
Los derechos humanos tienen inters prctico debido a que el incumplimiento de sus exigencias, o la amenaza de incumplimiento por parte de los
gobiernos, proporciona una razn para la accin preventiva o correctiva, en
primer lugar desde dentro de las sociedades individuales y, secundariamente,
desde fuera de ellas. Como expres anteriormente, los derechos humanos son
estndares para los gobiernos de los estados, cuya violacin es un asunto que
concierne o preocupa a la comunidad internacional. Enunciado en estos trminos, el interrogante por la implementacin se refiere al modo en que ser
expresada esa preocupacin internacional.
Los artfices del proyecto de los derechos humanos tenan en mente un
paradigma jurdico de implementacin. Ellos esperaban que los derechos humanos fueran incorporados en el derecho interno y se hicieran cumplir en los
tribunales domsticos o, en el caso de derechos no tan fciles de reclamar ante
un tribunal, que fueran aceptados como prioridades para las polticas estatales40. El rol internacional era supervisar el cumplimiento a nivel domstico a
travs de la verificacin de los informes que los propios Estados elaboraban, y
tomar acciones directas en aquellos casos en que se determinara que el cumplimiento a nivel domstico no se haba logrado. Los ms ambiciosos anhelaban
establecer una autoridad judicial internacional, tal como un tribunal de dere CDN, art. 3(I).
El PIDCP exige a las partes adoptar, con arreglo a sus procedimientos constitucionales y a las disposiciones del presente Pacto, las medidas oportunas para dictar las disposiciones legislativas o de otro carcter que fueren necesarias para hacer efectivos los derechos reconocidos en el presente Pacto (art. 2). La
disposicin paralela en el PIDESC exige a los Estados adoptar medidas, tanto por separado como mediante
la asistencia y la cooperacin internacionales, especialmente econmicas y tcnicas, hasta el mximo de los
recursos de que disponga, para lograr progresivamente, por todos los medios apropiados, inclusive en particular la adopcin de medidas legislativas, la plena efectividad de los derechos aqu reconocidos (art. 2).
39
40
LA PRCTICA
67
chos humanos, que pudiera resolver los desacuerdos entre los Estados y los
supervisores internacionales, y estableciera sanciones cuando no se pudiera
llegar a un arreglo. Sin embargo, tal autoridad no se estableci, y las acciones
disponibles para los organismos de supervisin se limitaron al asesoramiento,
la elaboracin de informes y la censura pblica. Lo que se esperaba era que,
con el correr del tiempo, estos elementos que formaban parte de un sistema de
rendicin de cuentas, estableceran incentivos para el cumplimiento de los derechos humanos a nivel domstico.
Lo que de hecho ha surgido a nivel global es considerablemente ms complejo41. El paradigma jurdico se ha hecho realidad en algunas partes de la
prctica de derechos humanos, tal vez de manera ms completa en los sistemas
de derechos humanos regionales, particularmente los de Europa, en los que se
incluye un tribunal de derechos humanos con competencia para exigir (aunque
no siempre de manera efectiva) el cumplimiento de sus decisiones por parte de
los estados42. Tambin puede encontrarse, aunque de forma atenuada, en el
sistema de derechos humanos de la ONU. Sin embargo, a medida que la prctica de los derechos humanos se ha desarrollado y las limitaciones de este paradigma se han vuelto patentes, las formas de accin para las cuales tiende a
buscarse justificacin en consideraciones sobre los derechos humanos han
proliferado mucho ms all de lo que imaginaron los artfices del proyecto de
los derechos humanos. Esto es particularmente cierto con respecto a la poltica
global de los derechos humanos a partir del Acta Final de Helsinki de 1975.
Una manera de comprender esta complejidad sera distinguir entre las diversas clases de agentes internacionales y transnacionales que participan en la
prctica de los derechos humanos, por ejemplo: los organismos de derechos
humanos de la ONU dedicados a controlar e informar, otras organizaciones
internacionales con capacidad de influir en la conducta de los actores domsticos, los Estados individuales y coaliciones de Estados y un grupo heterogneo
de agentes no gubernamentales (por ejemplo ONG, organizaciones de movimientos sociales, organizaciones comerciales). No obstante, la mayora de estos agentes se enfrentan a una pluralidad de cursos de accin, y creo que ser
ms esclarecedor para nuestros propsitos distinguir estos diversos mecanismos sobre la base de sus caractersticas funcionales. Visto desde esta perspectiva, una tipologa elemental distinguira al menos seis paradigmas de accin a
travs de los cuales diversos agentes podran tratar de prevenir o corregir el
incumplimiento de los gobiernos de los Estados, a la hora de respetar y hacer
cumplir los derechos humanos. Me referir a estos paradigmas como paradigmas de implementacin o ejecucin, a pesar de que estos trminos conven41
Para una descripcin breve, vanse Foot, 2000: captulo 2, y Donnelly, 2003: caps. 8-9, especialmente la explicacin esquemtica y perspicua de la evolucin de la prctica de los derechos humanos en pp.
129-138.
42
Sobre el desarrollo y deficiencias del sistema europeo, que incluye un anlisis de los problemas relacionados con el cumplimiento, vase Greer, 2006.
68
CHARLES R. BEITZ
cionales puedan parecer artificialmente limitados. La tipologa incluye 1) responsabilidad, 2) estmulo, 3) asistencia, 4) compromiso y debate a nivel
domstico, 5) coercin, y 6) adaptacin externa. Comento brevemente sobre
cada uno de estos paradigmas y luego ofrezco algunas observaciones ms generales sobre ellos, considerados en conjunto.
1) Responsabilidad. Los procesos de presentacin de informes y auditora llevados a cabo por los organismos de derechos humanos de la ONU se
aproximan al paradigma jurdico. Estos organismos estn compuestos bsicamente por una serie de rganos establecidos por los tratados ms importantes
de derechos humanos, cada uno de los cuales prev su propia implementacin43.
Dejando de lado algunas diferencias, la principal tarea de estos rganos establecidos por los tratados es examinar y auditar los informes peridicos cuya
presentacin es requerida a los Estados partes en los tratados para probar su
cumplimiento. Las organizaciones no gubernamentales desempean un rol
cuasioficial en estos procesos, como fuentes independientes de informacin.
Adems, cuatro de los tratados admiten de manera opcional un derecho individual de reclamar, y dos establecen un procedimiento independiente de investigacin a iniciativa del rgano establecido por el tratado. La herramienta principal de cada rgano, al descubrirse evidencia de infracciones, es la consulta con
el Estado infractor para identificar los modos de hacer cesar la infraccin.
Tambin puede publicar los resultados de su investigacin. No existen disposiciones para que un proceso judicial resuelva los desacuerdos o determine y
aplique sanciones a los Estados que se resisten a cooperar44.
Por qu describir estos procesos como generadores de responsabilidad?
En general, el agente B es responsable frente al agente A si se cumplen tres
condiciones: i) A puede exigir que B brinde una explicacin acerca de si ha
cumplido con un conjunto de expectativas o estndares; ii) A tiene el poder
para juzgar si B ha cumplido con los estndares; y tpicamente iii) A puede
imponer sanciones a B si no ha cumplido (Grant y Keohane, 2005: 29)45. La
eficacia de la relacin como un modo de influir en la conducta del agente responsable depende de esos tres elementos. En el caso de los rganos establecidos por los tratados de derechos humanos, sin embargo, cada elemento es problemtico. La presentacin de informes por parte de los Estados tiende a ser
43
Adems, la Carta estableci una Comisin de Derechos Humanos, ahora sucedida por un Consejo de
Derechos Humanos. Al momento de escribir este libro los procedimientos de control y revisin del Consejo
estaban cambiando. Para un debate sobre las deficiencias de la antigua comisin y la posibilidad de xito de
su reforma, vase Alston, 2006.
44
El PIDCP es una excepcin parcial del ltimo punto; bajo un protocolo opcional el organismo del
tratado ha desarrollado un procedimiento cuasi judicial para las audiencias y la resolucin de reclamos. Se
pueden encontrar detalles sobre estos procedimientos en Nowak, 2003: cap. 4.3. Sobre el papel de las ONG
vase Clapham, 2000: 183-194.
45
Digo que las relaciones de responsabilidad tpicamente incluyen una amenaza de sanciones
porque no creo que esto sea una parte esencial de la idea de responsabilidad. Para una discusin instructiva,
vase Philp, 2009: 34-36.
LA PRCTICA
69
tarda e incompleta, los rganos establecidos por los tratados no poseen los
recursos suficientes para auditar estos informes, y las sanciones disponibles en
caso de incumplimiento se limitan mayormente a sealar y avergonzar, es
decir, a informar pblicamente de las infracciones, y tal vez, a censurar (Alston, 1996: 10-12 y passim)46. Por lo tanto, uno podra pensar que es engaoso describir estos procesos como modos de generar responsabilidad.
Esto puede ser cierto en el sentido en que estos mecanismos probablemente sean relativamente ineficaces47. Sin embargo, una cosa es juzgar la eficacia
de los mecanismos de informe y supervisin, y otra es clasificarlos como sistemas de responsabilidad. Los mecanismos, de hecho, satisfacen las condiciones
mencionadas anteriormente. Por cierto, esto es especialmente verdad si los
mecanismos son vistos en relacin con los otros paradigmas de aplicacin considerados aqu: nicamente los sistemas de supervisin de tratados procuran
influir en el comportamiento de los Estados mediante la exigencia de que brinden una explicacin pblica de su conducta.
2) Estmulo. Los sistemas de responsabilidad podran ser entendidos
como estructuras de incentivos definidas por procesos reglados cuyo objetivo
es estimular el respeto de las exigencias de derechos humanos a travs de amenazas de sanciones ante el caso de incumplimiento. Pero por supuesto tambin
existen maneras menos estructuradas de estimular el cumplimiento. Las ms
comunes en la prctica de derechos humanos son diversas polticas a disposicin de los gobiernos nacionales y organizaciones internacionales que generaran incentivos y desincentivos para otros gobiernos.
Dejando de lado las amenazas coercitivas, a las que luego volveremos, los
principales medios a disposicin de los gobiernos nacionales son los ofrecimientos de incentivos diplomticos, el manejo del acceso a recursos econmicos, sociales y culturales, el trato preferencial en las relaciones econmicas, y
el establecimiento de condiciones a la asistencia bilateral (Luard, 1981: 2627)48. El uso de incentivos para alentar el respeto por los derechos humanos se
ha vuelto ms comn a partir de la dcada de 1970, cuando Estados Unidos,
seguido por algunos Estados europeos, Japn y finalmente la Unin Europea,
adoptaron la proteccin de los derechos humanos como un objetivo de su poltica exterior. En Estados Unidos, por ejemplo, se impusieron condiciones mnimas de derechos humanos a los programas de asistencia extranjera y de venta
de armas, y se exigi que el Departamento de Estado publicara informes anuales sobre las prcticas de derechos humanos de otros gobiernos49. Los medios
disponibles para las organizaciones internacionales son anlogos aunque ms
46
Para estudios crticos sobre el desempeo del sistema de control del tratado, vanse Bayefsky, 2000,
y Alston y Crawford, 2000.
47
Hay muy poca evidencia sistemtica para citar sobre la eficacia de estos procesos. Para una opinin
escptica que hace referencia a las incertidumbres, vase Hafner-Burton y Tsutsui, 2005.
48
Comprese con Baehr, 1996: 31-47; Foot, 2000: 42-51; Donnelly, 2003: cap. 9.
49
Cdigo USA 22 Sec. 2304. Vase tambin Mower, 1987: cap. 4.
70
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LA PRCTICA
71
asistencia internacional en materia electoral respecto a sociedades con instituciones electorales relativamente subdesarrolladas es otro ejemplo. Tales medidas, aunque no son fcilmente subsumibles bajo los rtulos comunes de coercin y estmulo, claramente pertenecen a cualquier lista de los medios a
disposicin de los agentes externos para mejorar la proteccin por parte de los
Estados de los derechos humanos54.
4) Involucramiento y debate a nivel domstico. Los agentes externos
pueden intentar influir en la conducta de un gobierno involucrndose en diversos aspectos de la vida social y poltica de una sociedad domstica. Usualmente estos esfuerzos tienen alguno de estos dos objetivos: movilizar y apoyar a los
actores domsticos para presionar a los gobiernos para que realicen cambios en
el derecho y en las polticas, o para producir cambios en las creencias y prcticas dentro de la sociedad. El debate busca influir en la conducta de los actores
domsticos, pero no a travs de la modificacin de la matriz de pago de las
opciones que tienen u ofreciendo apoyo para el logro de objetivos que ya aceptan, sino ms bien afectando sus creencias normativas y capacidades para la
accin. Tpicamente los actores externos son agentes de organizaciones internacionales y organizaciones no gubernamentales transnacionales (aunque
tambin pueden representar a otros gobiernos). Entre sus funciones pueden
incluirse las de interpretar y traducir las normas de derechos humanos, recopilar y difundir la informacin sobre las condiciones locales, y organizar y facilitar la realizacin de alianzas polticas locales y transnacionales55. Existen dos
patrones de conducta. El primero es poltico. Los actores externos buscan influir convirtindose en participantes y proveyendo recursos para la actividad
poltica local, por ejemplo formando asociaciones con partidos polticos, organizaciones no gubernamentales y movimientos sociales. Tambin pueden legitimar y aumentar la influencia de los actores domsticos refractando sus reivindicaciones polticas desde el nivel global al local56. El otro patrn de conducta
es social. Aqu las principales funciones desempeadas por los actores transnacionales incluyen la educacin, la persuasin y quizs la organizacin local. El
objetivo inmediato es inducir el cambio en el comportamiento privado en vez
de producir un cambio poltico o jurdico, aunque estos ltimos tambin pueden suceder57.
54
Para un estudio de las opiniones sobre los fines y los medios de la asistencia para el desarrollo de la
capacidad jurdica, vase Carothers, 2006. Sobre la asistencia relacionada con los actos electorales, vase
Bjornlund, 2004.
55
Para una breve discusin, vase Tarrow, 2005, y la sugerente monografa de Hans Peter Schmitz
When Networks Blind: Human Rights and politics in Kenya (Schmitz, 2001: 149-172).
56
ste es el patrn boomerang descrito por Margaret E. Keck y Kathryn Sikkink (Keck y Sikkink,
1998: 12-13). Se puede encontrar una variante de este patrn en el Efecto Helsinki, el proceso por el cual
las disposiciones de derechos humanos del Acta Final de Helsinki (1975) estimularon el desarrollo de redes
transnacionales que alentaron y legitimaron la resistencia local a los regmenes comunistas de Europa del
Este. El estudio ms detallado es el de Thomas, The Helsinki Effect (2001).
57
Ver la discusin de los esfuerzos realizados por ONG para darle fin a las prcticas de vendaje de pies
en China y mutilacin genital femenina en frica, en Talbott, 2005: 107-111. Como seala Talbott, ya que
72
CHARLES R. BEITZ
Por supuesto que los derechos humanos pueden influenciar el debate a nivel domstico aun sin que agentes externos se involucren directamente. Los
propios actores locales pueden estar empoderados, y su actividad poltica puede estar legitimada, por el reconocimiento de que sus reivindicaciones se fundan en la doctrina de los derechos humanos, en especial cuando su gobierno es
parte en los tratados correspondientes. Por ejemplo, las estrategias de litigacin
pueden ejercer presin para que se realicen cambios en la legislacin y la poltica gubernamental, y la protesta social puede hacer que determinados aspectos
relacionados con el cumplimiento de los derechos humanos por parte del gobierno se introduzcan en la agenda poltica pblica. Aunque tal vez no haya un
agente externo activo que pueda decirse que interfiera, existe una clara ruta
causal a travs de la cual las apelaciones a una norma cuya fuerza deriva de su
lugar dentro de la doctrina internacional pblica, influye en los procesos polticos domsticos (Simmons, 2009: cap. 4).
Estos procesos de involucramiento en los asuntos domsticos de cada Estado tienen una importancia creciente y sustancial como mecanismos para implementar los derechos humanos, pero a veces se los pasa por alto porque, al igual
que algunas formas de asistencia, no encajan dentro de las categoras convencionales de coaccin y estmulo. Aunque estos mecanismos pueden incluir un
importante componente transnacional, no son entendidos de modo adecuado
como esfuerzos externos para imponer o intervenir en una cultura local recalcitrante. Como observa Sally Merry, al reflexionar sobre un estudio referido al
activismo por los derechos humanos en Asia, [e]n vez de mirar a los derechos
humanos como una forma de derecho global que impone reglas, es mejor imaginarlos como una prctica cultural, como un modo de producir nuevas acciones y entendimientos culturales (Merry, 2006: 228-229)58. En este sentido el
paradigma del debate es la desviacin ms importante de la concepcin de
implementacin que tuvieron en mente los artfices del proyecto de los derechos humanos modernos.
5) Coercin. La forma ms drstica de implementacin de los derechos
humanos a travs de la accin externa es la interferencia utilizando medios
coercitivos. stos pueden ir desde sanciones econmicas hasta la intervencin
(humanitaria) utilizando la fuerza armada. Las metas pueden ir, desde provocar un cambio en el comportamiento del gobierno establecido, hasta forzar un
cambio de rgimen. Ante la ausencia de una institucin internacional con competencia para actuar, la intervencin ha sido llevada cabo por Estados o coaliciones de Estados, a veces actuando con autorizacin internacional. As, por
ejemplo, las intervenciones en Bosnia, Hait, Somalia, Kosovo y Timor del
Este fueron todas justificadas como esfuerzos por detener las infracciones coestas maneras de influir operan mediante la provisin de informacin en lugar del ejercicio de presin, es
posible evitar la objecin de que la interferencia es paternalista.
58
Para cotejar casos de estudio relacionados con el impacto local de las normas de derechos humanos
internacionales, vase Goodale y Merry, 2007.
LA PRCTICA
73
metidas en contra de algn derecho humano. La permisibilidad de la intervencin humanitaria en el derecho internacional es discutida, pero su aceptacin
como herramienta poltica ha sido reconocida de modo cada vez ms amplio59.
Por supuesto, un tema diferente es la eficacia de la intervencin coercitiva
como medio de proteccin de los derechos humanos. La experiencia recogida
en el perodo que va desde 1990, es despareja y sugiere que las perspectivas de
xito varan segn las particulares metas polticas de una intervencin, las circunstancias de la sociedad que se interviene, y la voluntad poltica y las habilidades militares del agente interviniente. La calidad del planeamiento estratgico por parte del agente interviniente y su habilidad para generar el suficiente
compromiso poltico para llevar a cabo la estrategia, son muy importantes60.
Uno podra verse tentado a sobrestimar las perspectivas de xito, sin embargo
no puede dudarse de la importancia de la intervencin coercitiva como un potencial remedio in extremis para casos de infracciones graves. La cuestin importante para nuestros fines es que ste es el caso lmite, no el caso modelo, de
la accin internacional para proteger los derechos humanos. Es el caso excepcional dentro de la prctica.
6) Adaptacin externa. Los primeros cinco paradigmas consisten en mecanismos que intentan influir en el comportamiento de los agentes domsticos,
ya sea creando incentivos para cumplir con las normas de derechos humanos,
ayudando en el desarrollo de las capacidades o disposiciones necesarias para
hacerlo, u obligando a realizar cambios en las polticas o en los gobiernos. Sin
embargo, podra darse el caso que los obstculos para el cumplimiento por
parte de un gobierno se encontraran en las polticas de otros estados, actores
multinacionales, o regmenes normativos, y no en su propia falta de voluntad,
de capacidad o de recursos. Consideremos por ejemplo, las polticas comerciales que discriminan a los productos agrcolas, o las reglas de propiedad intelectual que se aplican en el derecho internacional aumentando el costo de los
productos farmacuticos. Si fuera cierto que a menos que se adaptasen estas
polticas externas, un gobierno no estara en posicin de asegurar la satisfaccin de los derechos humanos de las personas que habitan su territorio, entonces, aunque parece ser una distorsin lingstica, la reforma de las polticas
podra posiblemente considerarse como un modo de implementacin. (podra parecer menos una distorsin lingstica si uno recuerda que la declaracin
reconoce la necesidad de un orden internacional [] en el que los derechos
59
La cuestin referida al estatus de estas intervenciones en el derecho internacional se complica por la
presin por subsumir la accin humanitaria bajo el encabezado de amenazas a la paz (cfr. Carta de las
Naciones Unidas, art. 7). Para una discusin del tema, vase Chesterman, 2001: cap. 4. Sobre la aceptacin
de la intervencin humanitaria como cuestin de moralidad poltica pblica, la fuente ms importante es el
informe de la Comisin Internacional sobre la Intervencin y Soberana del Estado (Comisin Internacional
sobre la Intervencin y Soberana del Estado, 2001). Sus principales conclusiones fueron respaldadas por
la 60. Sesin de la Asamblea General de la ONU en el 2005. Vase la Resolucin 60/1 [2005 World Summit
Outcome] (ONU, Asamblea General, 2005).
60
Para un estudio comprehensivo, vase Seybolt, 2007.
74
CHARLES R. BEITZ
LA PRCTICA
75
los Estados y son responsables ante los mismos Estados que las establecieron.
Dentro del paradigma jurdico, los derechos humanos proveen razones para la
accin de estos agentes legalmente constituidos de la comunidad internacional.
En la prctica, sin embargo, con el desarrollo de paradigmas de implementacin polticos en vez de jurdicos, las violaciones de derechos humanos tambin
han comenzado a proveer razones para la accin para otros tipos de agentes,
que actan frecuentemente sin poseer ninguna especfica autoridad jurdica.
Los ms importantes de stos agentes son los Estados que actan de manera
individual o en coaliciones, las organizaciones internacionales que no son parte del sistema constituido por los tratados de derechos humanos, y los actores
no gubernamentales locales y transnacionales.
Para terminar, es importante recordar que el paradigma jurdico es jurdico en dos aspectos diferentes. En su aspiracin de que existiesen instituciones jurdicas de derechos humanos a nivel global y en su expectativa de que,
en la medida de lo posible, los Estados individuales cumpliran sus obligaciones contradas dentro de los acuerdos de derechos humanos mediante la incorporacin, en sus leyes y constituciones, de protecciones de los derechos humanos que siguiesen el modelo de una declaracin de derechos. La prctica
se ha separado de las expectativas tanto en el primer aspecto como en el segundo. Los cambios a nivel domstico para los cuales los derechos humanos
son considerados como razones, no se limitan a cambios en el derecho constitucional. Los derechos humanos tambin pesan a la hora de establecer polticas por medio de leyes o acciones ejecutivas y hasta a la hora de dirigir las
instituciones de la vida cultural (por ejemplo, en el caso de los derechos de las
mujeres contra la discriminacin). La expansin de la doctrina internacional
junto con el desarrollo de los procesos transnacionales de debate poltico implica que no es claramente esencial a la idea de derecho humano el que todas
las protecciones de derechos humanos sean provistas por las leyes y constituciones estatales.
Al enfatizar el rol que desempean los derechos humanos como fuentes de
razones para la accin poltica transnacional, no es mi intencin sostener, como
una cuestin descriptiva, que dentro de la prctica las infracciones, aun de los
derechos humanos ms urgentes, den razones para que de modo necesario los
agentes externos interfieran en los asuntos de las sociedades domesticas. En la
doctrina de los derechos humanos no existe una opinin definida sobre las
condiciones en las que puede considerarse que los agentes externos estn obligados a actuar. Tampoco es el caso que las infracciones dentro de una sociedad
sirvan slo para justificar la accin por parte de agentes externos a esa sociedad.
Obviamente las infracciones tambin pueden justificar la accin de agentes
domsticos. Sin embargo, ninguno de los puntos mencionados puede negar el
rol central que, en el discurso de los derechos humanos, tiene la idea de que las
amenazas o infracciones dentro de una sociedad, no slo son asuntos que conciernen a nivel local, sino tambin a nivel global. Cuando estas infracciones o
76
CHARLES R. BEITZ
Sobre la naturaleza de los derechos humanos, vanse Donnelly, 1986, y Nickel, 2002.
LA PRCTICA
77
cionales ms comunes. Por ejemplo, la mayora de estos regmenes (por nombrar algunos, aquellos vinculados con el comercio y las finanzas) poseen instituciones con competencia para la resolucin oficial de disputas con respecto a
la aplicacin de las normas a casos individuales y para la aplicacin de sanciones a aquellos agentes que no cumplen con la interpretacin oficial de dichas
normas. Por el contrario, el sistema de derechos humanos es conocido por la
debilidad e irregularidad de sus competencias para la resolucin de conflictos y
la aplicacin de sanciones. Adems, y vinculado con lo anterior, la mayora de
los regmenes pueden ser descritos de modo apropiado como acuerdos cooperativos en un sentido cuasitcnico: estn organizados con el propsito de conferir beneficios mutuos y sus miembros participan en ellos con ese propsito.
Cada parte considera ventajosa la participacin de acuerdo con las reglas, con
la condicin de que otros participen bajo las mismas condiciones. Sin embargo,
aunque puede haber casos en los que la participacin de un Estado en el sistema
de derechos humanos es ventajosa para el Estado, en general esto no es necesariamente verdad. Al igual que sucede con los regmenes ms comunes, los derechos humanos constituyen un sistema de autorregulacin colectiva, pero los
beneficiarios primarios es decir aquellos cuyos intereses son promovidos por
la cooperacin no son los propios agentes que cooperan, sino ms bien sus
miembros individuales63.
Existe, tambin, otro sentido en el que sera confuso describir a los derechos humanos como a un rgimen. La idea de un rgimen centra la atencin
en reglas explcitas y procedimientos formales para su aplicacin. En cierta
medida estos elementos estn presentes en los derechos humanos, sin embargo
una concentracin exclusiva en ellos no abarcara las maneras en que los derechos humanos funcionan como estndares de aspiracin por ejemplo, como
fundamentos para la crtica poltica, como elementos de un lenguaje moral
compartido, y como ideales que guan los esfuerzos de individuos y organizaciones no gubernamentales para alcanzar el cambio poltico. La idea, en trminos generales, es que los derechos humanos no slo funcionan como estndares
respecto de los cuales la comunidad internacional puede responsabilizar a las
instituciones de cada pas. Los derechos humanos tambin operan como metas
del cambio poltico para actores no gubernamentales y como un equivalente a
nivel global de la concepcin pblica de justicia encontrada en sociedades domsticas bien ordenadas. No es mi intencin afirmar que las exigencias normativas de los derechos humanos describen o constituyen una concepcin completa de justicia. Ms bien, al igual que una concepcin pblica de justicia, los
derechos humanos aspiran a funcionar, y en ocasiones funcionan, como un
criterio moral compartido o un punto de referencia comn en la deliberacin
sobre la accin poltica y la crtica social. Cualquier anlisis de los derechos
humanos que no capturase este aspecto aspiracional no sera fiel a las esperan63
No sera inconsistente creer que los gobiernos tambin pueden tener razones para imponerse restricciones a s mismos, como sostiene Andrew Moravcsik (2000) que ha sido el caso en Europa.
78
CHARLES R. BEITZ
zas que tenan los artfices de la doctrina moderna de los derechos humanos o a
los roles que los derechos humanos han llegado a desempear en el discurso de
la poltica global actual.
5.PROBLEMAS
He descrito a los derechos humanos como una prctica discursiva emergente que consiste en un conjunto de normas para la regulacin de la conducta de
los gobiernos y en una pluralidad de acciones a disposicin de diversos agentes,
para las cuales la falta de acatamiento de estas normas por parte de un gobierno,
proporcionan razones. Los rasgos principales que he enfatizado son la amplitud
normativa de la prctica, la heterogeneidad de las exigencias institucionales de
sus normas constitutivas, la ausencia de una punto de vista oficial sobre los
fundamentos de estas normas, el carcter dinmico del contenido normativo de
la prctica y la variedad de paradigmas de accin poltica que podran entenderse como reacciones justificadas en respuesta a las infracciones.
Estos rasgos, tomados en conjunto, enfatizan la novedad de la prctica de
los derechos humanos. La reflexin sobre ellos hace patente distintos problemas de interpretacin y justificacin.
El primero, se refiere a la naturaleza de los derechos humanos. Cul es el
mejor modo de conceptualizar estos objetos? Uno podra tomar como modelo
alguno extrado de diferentes fuentes por ejemplo, de la historia del pensamiento sobre los derechos naturales o los derechos del hombre o de alguna
concepcin contempornea de derechos morales fundamentales. Sin embargo es difcil reconciliar los modelos histricos y analticos que primero nos
vienen a la mente con la amplitud normativa de los derechos humanos, su carcter dinmico o su distintiva modernidad. Los modelos disponibles tampoco
encajan bien con el carcter de los derechos humanos como una doctrina poltica pblica, que especifican las condiciones que deben satisfacer las instituciones y que pueden recibir apoyo de mltiples visiones fundacionales. Aun as, si
la doctrina de los derechos humanos intenta evitar la acusacin de no ser algo
ms que una coleccin de valores ad hoc, debemos tener alguna concepcin
coherente del tipo de objetos a los cuales se refiere.
Un segundo problema involucra los fundamentos para establecer el alcance
normativo apropiado de la doctrina de los derechos humanos. Aun entre aquellos
que se consideran partidarios de los derechos humanos, la expansin del alcance
de la doctrina de los derechos humanos internacionales puede parecer que devala su aceptacin general64. La preocupacin es razonable, pero, sin una concepcin de la naturaleza y objetivos del proyecto no tenemos las bases para configurar los lmites de su extensin. Como es evidente, el problema del alcance est
64
LA PRCTICA
79
80
CHARLES R. BEITZ
de gran ayuda decir, a modo de respuesta, que los derechos humanos (o al menos algunos de ellos) son derechos en un sentido especial de derecho, independiente de la idea de exigencia. La dificultad inicial surge de la suposicin
plausible de que cualquier derecho genuino debe ser capaz de guiar la accin en
las circunstancias tpicas en las que es posible que su cumplimiento sea exigido.
Si, en tales circunstancias, la reivindicacin del derecho no produce razones
para la accin de ningn agente, entonces el derecho parece carecer de sentido.
Sin embargo, no se supone que los derechos sean carentes de sentido; se supone
que ellos deben proporcionar razones para la accin. El interrogante es si existe
una concepcin de los derechos humanos que sea coherente y atractiva, y que
al mismo tiempo preserve su capacidad para guiar la accin sin forzar una disminucin radical en su alcance sustantivo.
Finalmente, est el problema de la importancia que tiene la diversidad moral intercultural para una prctica internacional de los derechos humanos. El
amplio alcance normativo de la doctrina contempornea junto con su carcter
moderno trae aparejado que no sea probable que los derechos humanos sean
neutrales con relacin a las principales concepciones morales presentes en las
distintas sociedades y culturas del mundo. Como resultado, la defensa de los
derechos puede aparecer como una forma de parcialidad, irrespetuosa de aquellas culturas en las que las normas ampliamente aceptadas estn en conflicto con
sus exigencias. Esto puede parecer inaceptablemente intolerante. Desde otro
punto de vista, sin embargo, una vez que hemos considerado todas las razones
relevantes, sean las que sean, y hemos concluido que existe un fundamento
correcto para cierta exigencia en particular, no est claro por qu las consideraciones de tolerancia en la poltica global deberan contar en contra de dicha
exigencia. Permitir que el desacuerdo que de hecho existe, cuente en contra de
una exigencia normativa, que por otra parte est bien fundada, parece privar al
discurso normativo de su fuerza crtica. Estas perspectivas no son fcilmente
reconciliables. Necesitamos mayor claridad sobre los fundamentos de nuestra
preocupacin por la tolerancia y las maneras en las que esta preocupacin debera influir a la hora de pensar cul debera ser el contenido de una doctrina de los
derechos humanos apropiada para un mundo culturalmente plural.
Aunque sta no es una lista exhaustiva, creo que incluye los problemas
generales ms preocupantes que enfrentamos al pensar sobre la prctica de los
derechos humanos tal como la encontramos en la actualidad. Propongo comenzar con el primer problema, es decir, el de la naturaleza de los derechos humanos considerada como una categora de idea normativa. No sugiero que una
comprensin satisfactoria de esta idea proporcione soluciones para los otros
problemas, pero creo que ayudar a formularlos de manera tal que las soluciones puedan ser alcanzadas ms fcilmente.
CAPTULO III
TEORAS NATURALISTAS
A menudo, las investigaciones filosficas sobre los derechos humanos comienzan con la pregunta qu son los derechos humanos?, sin embargo, no
siempre resulta claro qu podra ser considerado como una respuesta. La pregunta podra leerse como un pedido de anlisis sobre qu clase de objeto son
los derechos humanos, sobre su naturaleza u ontologa, por as decirlo. Tambin podra leerse como un pedido de una lista de derechos humanos, o de los
valores protegidos por ellos. Incluso podra leerse como un pedido sobre qu
implica designar a un valor como un derecho humano, acerca del modo en que
los derechos humanos son o deberan ser una gua para la accin. Adems podra leerse como una solicitud indirecta de una explicacin de la importancia
de los derechos humanos, acerca de las razones por las que deberamos preocuparnos por ellos, o acerca de su normatividad. Estas preguntas estn relacionadas: la respuesta a una de ellas puede implicar o, por el contrario, excluir algunas respuestas a las otras. As, por ejemplo, una posicin sobre la naturaleza de
los derechos humanos puede tener implicaciones para el conjunto de valores
que pueden, de modo plausible, ser considerados como derechos humanos o
como protegidos por los derechos humanos. Una posicin sobre la normatividad de los derechos humanos es probable que tenga implicaciones sobre los
aspectos en los que los derechos humanos pueden ser guas para la accin. Aun
as, las preguntas son distintas, y por lo tanto al preguntar qu son los derechos humanos? deberamos tener claro a cul de estas preguntas nos estamos
refiriendo.
En este captulo y en el siguiente, consideraremos dos posiciones tericas
que se presentan a s mismas como respuestas a la primera pregunta, acerca de
la naturaleza de los derechos humanos. Las denominar como las visiones naturalistas y contractualistas. Ambas posiciones buscan comprender a los
82
CHARLES R. BEITZ
derechos humanos internacionales como expresiones de alguna idea ms abstracta que ya se encuentra disponible. Han sido muchos los que han considerado que cada una de estas visiones expresa el ncleo intuitivo de la idea de derecho humano, sin embargo argumentar que ambas posiciones distorsionan
nuestra percepcin de los derechos humanos de la doctrina internacional. Es
mejor abordar el tema de los derechos humanos de manera prctica, no como
la aplicacin de una idea filosfica independiente a la esfera internacional, sino
como una doctrina poltica construida para desempear un papel determinado
en la vida poltica global.
1. NATURALISMO SOBRE LOS DERECHOS HUMANOS
Las posiciones naturalistas conciben los derechos humanos como objetos
que heredan sus principales caractersticas de los derechos naturales que podemos encontrar en el pensamiento jurdico y poltico europeo del perodo moderno temprano. As es como John Simmons describe esta posicin:
Los derechos naturales [] son aquellos derechos que pueden ser posedos
por las personas en un estado de naturaleza (i. e., independiente de cualquier
institucin poltica o legal, reconocimiento, o ejecucin) [] Los derechos humanos son aquellos derechos naturales que son innatos y que no pueden perderse
(i. e., que no pueden ser abandonados, confiscados o quitados). Los derechos
humanos, por ende, tendrn las propiedades de universalidad, independencia (del
reconocimiento legal o social), naturalidad, inalienabilidad, inmunidad a la confiscacin e imprescriptibilidad. Slo entendida de este modo una explicacin de
los derechos humanos capturar la idea central de derechos que siempre pueden
ser reclamados por cualquier ser humano.
En sntesis, los derechos humanos son derechos posedos por todos los
seres humanos (en todo tiempo y en todo lugar), simplemente en virtud de su
humanidad (Simmons, 2001: 185) (cursiva original; el orden de los pasajes ha
sido invertido).
Esta idea est abierta a varias interpretaciones. stas tienen, al menos, dos
elementos en comn. Primero, los derechos humanos son distintos de los derechos positivos esto es, derechos que estn reconocidos de hecho en una sociedad, o de algn modo promulgados jurdicamente. Los derechos humanos
son estndares morales crticos, que pueden ser invocados como base para la
crtica de leyes o prcticas sociales existentes. La nocin de un derecho que
existe en un estado de naturaleza es una manera de concebir tal tipo de derecho,
aunque no es la nica. Segundo, los derechos humanos le pertenecen a los seres
humanos como tales o simplemente en virtud de su humanidad. Esto significa, mnimamente, que todos los seres humanos tienen el derecho a reclamar
derechos humanos. Tambin puede significar que los fundamentos sobre los
TEORAS NATURALISTAS
83
84
CHARLES R. BEITZ
rica2. Ofrecer un argumento con el objetivo de rebatir esta tesis: nuestro entendimiento de los derechos humanos internacionales se ve distorsionado ms que
ayudado por el hecho de concebirlos de acuerdo al modelo de los derechos
naturales. Adems, la distorsin no es simplemente una falla en el anlisis.
Adoptar una concepcin de los derechos humanos modelada sobre los derechos
naturales trae aparejadas consecuencias que producen confusin con respecto a
todas las preguntas importantes sobre las que una teora de los derechos humanos debera arrojar luz, sobre sus fundamentos, su alcance y la manera en que
las reivindicaciones vlidas de derechos humanos deberan guiar la accin.
Existe una extraordinaria dificultad inicial que uno debe sortear para formular el argumento que tiene por objeto rebatir la tesis. Hablar de un modelo
de los derechos naturales podra sugerir ms precisin de la que podemos esperar alcanzar. La idea de un derecho natural tiene una larga historia. Sus orgenes son un tema de controversia, aunque los detalles de esta controversia no
interesan para nuestros propsitos3. Lo que es claro, de todos modos, es que las
concepciones sobre los derechos naturales han cambiado con el tiempo, por lo
que ninguna explicacin filosfica de los derechos humanos como derechos
naturales sera instructiva sin una indicacin de con cul de las versiones que
existen dentro de la familia de las concepciones de derechos naturales encontradas en la historia del pensamiento, los derechos humanos son comparados.
La dificultad inicial yace en el hecho de que el argumento parece no contar con
un blanco inequvoco.
Ni siquiera est claro en qu sentido puede decirse que los derechos naturales sean naturales4. Existen al menos dos concepciones histricamente influyentes. Un derecho podra ser natural en el sentido de que lo poseemos
independientemente de nuestros compromisos y relaciones sociales, y de manera ms general, de cualquier estatus o posicin establecida convencionalmente. Este sentido de natural una interpretacin de la idea de un derecho
que pertenece por naturaleza a todos los seres humanos es comn en el
pensamiento moderno a partir de Grocio, Pufendorf y Locke. Pero tambin
existe otra concepcin de lo natural como aquello que sera exigido o permitido por el derecho idealmente considerado como el mejor para la situacin en
que uno se encuentra esto es, el derecho que uno descubrira a travs del uso
de la razn natural si uno fuera perfectamente razonable y tuviera conocimiento de todos los hechos relevantes, incluyendo posiblemente hechos sobre los
fines inmutables que comparten todos los seres humanos. Esta concepcin
data de la tradicin premoderna del derecho natural. Aunque stas podran
2
Existen discusiones instructivas sobre la relacin entre los derechos naturales y los derechos humanos
en Nickel, 2007: 12-14, y Jones, 1994: cap. 4.
3
Para cotejar tres posiciones distintas, vanse Tuck, 1978: cap. 1; Tierney, 1997: cap. 1, y Brett, 1997:
cap. 4.
4
Como observa Tierney (1997: 133), la ambigedad puede percibirse en reflexiones sobre los derechos
naturales tan tempranas como las realizadas por los glosadores.
TEORAS NATURALISTAS
85
coincidir en algunas posiciones5, los sentidos son distintos. En el primer sentido de natural, lo que distingue a los derechos naturales de otros derechos es
una limitacin en el conjunto de consideraciones que pueden tenerse en cuenta
a la hora de justificar un derecho: un derecho es natural si las razones por las
cuales estamos facultados a reclamarlo no hacen una referencia esencial a caractersticas contingentes de nuestras situaciones, tales como nuestras transacciones voluntarias y nuestras relaciones sociales. Es un derecho que coherentemente podramos creer que existe en un estado de naturaleza en donde no hay
convenciones sociales establecidas o patrones de reciprocidad institucionalizados. Esto no necesariamente es verdad de los derechos que son naturales en el
segundo sentido. Los fundamentos del derecho idealmente considerado como
el mejor para nuestra situacin podran si nuestra situacin es socializada
tomar en cuenta las caractersticas destacables del entorno social, tales como la
amplitud y caractersticas de nuestras relaciones con los otros. Incluso es posible que algunos derechos que son naturales en el segundo sentido sean inconcebibles como naturales en el primer sentido por ejemplo derechos constituidos por relaciones sociales o instituciones (v. g., tal vez, el derecho a participar
en el gobierno del propio pas) (McDonald, 1946-1947: 228-232)6.
En su mayora, las posiciones que examinamos aqu entienden la naturalidad de los derechos naturales de acuerdo al primer sentido en vez del segundo.
Esta concepcin ha sido ms influyente en el pensamiento poltico moderno y
ha contribuido en gran parte a la distorsin de la comprensin filosfica de los
derechos humanos7. Sin embargo, aun con esta restriccin, todava no contamos con un objetivo inequvoco: frente a la rica historia de la idea, la ambigedad es inevitable. No creo que sea provechoso discutir si una teora es ms fiel
a la historia del pensamiento sobre los derechos naturales que otras. En su lugar
procedo de manera menos sistemtica. Examino cuatro caractersticas de lo
que en trminos generales denominar el espacio conceptual de los derechos
naturales, y luego considero cada caracterstica, de manera separada, en relacin con los derechos humanos. En forma breve en los tres primeros casos y
con mayor detenimiento en el cuarto. Espero que el efecto acumulativo sea
motivar la exploracin de una concepcin prctica sobre los derechos humanos
al mostrar cmo el modelo de los derechos naturales genera distorsiones.
Las cuatro caractersticas son las siguientes. Primero, los derechos naturales son requerimientos cuya fuerza no depende de las convenciones morales ni
de las leyes positivas de su sociedad. stos son estndares crticos para las reglas jurdicas y convencionales de una sociedad. Segundo, los derechos naturales son preinstitucionales en un sentido lgico (ms que histrico): su contenido
Como tal vez lo hacen en Locke (Simmons, 1992: 95-102).
Vase tambin Pagden, 2003: 176-181.
7
No quiero decir que la segunda concepcin est totalmente ausente. Puede encontrarse, por ejemplo,
en Jacques Maritain, 1951: cap. 4, y John Finnis, 1980.
5
6
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CHARLES R. BEITZ
TEORAS NATURALISTAS
87
ne que el contenido de los derechos naturales no est determinado por las reglas
morales y jurdicas que de hecho prevalecen en alguna sociedad particular actualmente existente. Los derechos naturales tienen una fundamentacin que no
es la creencia convencional o la promulgacin legal. Esto es esencial si se espera que los derechos naturales funcionen como estndares crticos: debe ser
posible decir, por ejemplo, que una sociedad en la que se ejerce la esclavitud
viola los derechos naturales de aquellos a quienes sus leyes clasifican como
esclavos, y adems que la violacin ocurre aun cuando las leyes de la sociedad
estn en sintona con el contenido de sus convenciones morales. Los derechos
humanos contemporneos claramente comparten esta caracterstica de los derechos naturales.
Dentro de la tradicin de los derechos naturales, a veces, el rasgo de ser
independiente del derecho positivo y de las convenciones ha sido combinado
con otro rasgo de los derechos naturales. Esto es usualmente formulado como
una propiedad ontolgica, como cuando se dice, por ejemplo, que los derechos
naturales existen independientemente del derecho positivo. Esta ltima idea,
que los derechos naturales tienen cierto tipo de existencia permanente en un
orden normativo separado, es difcil de representar de manera clara. Tal vez es
una manera elptica de expresar una postura sobre la justificacin de los derechos naturales por ejemplo, que ellos se basan o derivan del derecho natural
concebido como la ley de Dios, cognoscible por los seres humanos a travs del
uso correcto de la razn8. Si consideramos a esta idea como parte del modelo
de los derechos naturales, entonces hemos arribado a un punto en el cual el
modelo difiere de la prctica contempornea de los derechos humanos, porque
se hizo explcito en los orgenes de esta prctica que la doctrina de los derechos
humanos no incorpora ninguna idea acerca de la justificacin de los derechos
humanos en un orden independiente de derechos naturales, en el derecho natural, o en los mandamientos de Dios. Para reiterar la caracterizacin de Maritain
sobre los derechos humanos internacionales, ellos son conclusiones prcticas
que, aunque son justificadas de distinto modo por personas diferentes, son principios para actuar con un fundamento comn de similitud para todos9. Los
derechos humanos se asemejan a los derechos naturales en que ambos son estndares crticos cuyo contenido no est determinado por las convenciones
morales y las reglas jurdicas de una sociedad en particular; no obstante se diferencian en que los derechos humanos no presuponen ninguna posicin particular sobre sus fundamentos o su justificacin. En ese sentido no se puede decir
y en cualquier caso no es parte de la doctrina internacional que los derechos
humanos estn ah afuera, existiendo en cierto orden normativo separado10.
Vase, por ejemplo, Maritain, 1951: 99-102.
Vase la Introduccin de Jacques Maritain en UNESCO, 1949: 9, 10 (cursiva original). Vase
apdo. II.1 supra
10
La cuestin no es que los tratados de derechos humanos simplemente no incorporan ningn aparato
justificador. Pocos tratados lo hacen (aunque no se puede decir lo mismo de las declaraciones histricas de
8
9
88
CHARLES R. BEITZ
Ahora considere la idea de que los derechos humanos son preinstitucionales que ellos son derechos que uno tendra en un estado de naturaleza prepoltico. Los tericos de los derechos naturales que ms influencia han tenido
sobre el pensamiento moderno, imaginaron que la sociedad poltica se desarrollaba por medio de un contrato social que tena lugar en un estado natural
prepoltico (aunque socializado) o una situacin en la cual las personas tenan
ciertos derechos cuyo respeto era responsabilidad de todos11. Locke, por ejemplo, sostiene que la ley natural fundamental reconoce el derecho a la vida,
a la salud, a la libertad [y] a las posesiones (Locke, 1690: ii. 6)12. Estos derechos expresan protecciones morales que constituyen el fundamento para que
las personas puedan formular reivindicaciones con independencia de su pertenencia institucional y que, por consiguiente, ninguna institucin poltica puede
infringir. La idea de un estado de naturaleza modela este hecho: imagina que
los individuos establecen instituciones en una situacin preinstitucional en la
que ya estn constreidos por ciertas exigencias morales. Debido a que las
personas no tienen el poder de derogar estas exigencias, cualquier institucin
que ellos establezcan debe respetarlas.
Si los derechos naturales son preinstitucionales entonces debera ser posible conceptualizarlos como si existieran en una situacin en la que no hay instituciones. No es difcil concebir los derechos lockeanos de esta manera. Sin
embargo, no sucede lo mismo con algunos de los derechos presentes en los
documentos contemporneos de derechos humanos. Consideremos, por ejemplo, los derechos humanos al asilo poltico, a participar del gobierno del pas, o
a la educacin elemental gratuita. Debido a que la caracterstica central de estos
derechos es que describen rasgos de un entorno institucional aceptable, no hay
ningn sentido claro en el que ellos pudiesen existir en un estado de naturaleza.
Aunque las teoras de derechos naturales del perodo formativo interpretaron estos derechos como preinstitucionales, no es difcil imaginar una posicin
que se pueda describir razonablemente como una teora de derechos naturales
que expanda esta idea de manera tal que pueda incluir derechos institucionales.
Uno podra sostener, por ejemplo, que mientras los derechos naturales de primer orden deberan ser concebibles en un estado de naturaleza (porque deberamos ser capaces de entender sus fundamentos con independencia de las
contingencias institucionales y sociales), tambin existen derechos de segundo
orden, concebibles slo dentro de un contexto institucional, que puede ser dederechos). Maritain, en este sentido estaba hablando por los artfices de los derechos humanos (pese a que l
no era un miembro de la comisin redactora): ellos deseaban articular una doctrina pblica cuya aceptacin
no exigiera tambin aceptar alguna visin en particular acerca de su justificacin.
11
Como seala Quentin Skinner, en estas teoras la idea de un estado de naturaleza est presente porque
debe estarlo, aun si el trmino no lo est (Skinner, 1978: ii. 155). Cfr. pp. 155-166 para una discusin sobre
las funciones que cumple la idea de un estado de naturaleza en el pensamiento de tomistas como Vitoria,
Surez y Molina.
12
Locke raramente utiliza la frase derecho natural y, como seala Simmons (1992: 90 ss.), cuando lo
hace no est claro cmo la interpreta.
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humanos del mismo modo. Las teoras de los derechos naturales, al menos en
las variantes modernas como la de Locke, constituyeron los primeros intentos
de formular restricciones al poder coercitivo de un gobierno en circunstancias
de diversidad moral y religiosa. Ellas fueron herramientas tericas por medio
de las que se podan distinguir los usos legtimos e ilegtimos del poder poltico
para limitar la libertad, y la gran importancia atribuida a los derechos identificados como naturales tiene sentido slo si se presupone que la proteccin de
la libertad y seguridad personal, ante las amenazas predecibles por parte de un
gobierno opresivo o tirnico, es un problema central de la vida poltica. Pero el
inters que motiva a los derechos humanos internacionales es evidentemente
ms amplio que (aunque ciertamente incluye) la proteccin de la libertad personal frente a la violacin por parte del Estado: los derechos humanos de la
doctrina internacional, tomados como un conjunto, constituyen, en sus propios
trminos, un esfuerzo por identificar las condiciones sociales necesarias para
vivir una vida humana digna. Como dijo Charles Malik, uno de los que elabor el proyecto de los derechos humanos contemporneos, en referencia a algunos de los derechos econmicos, stos son derechos del individuo como
miembro de la sociedad ms que derechos del individuo como tal14. stos
representan la asuncin por parte de la esfera pblica de una responsabilidad
ms exigente de la que era requerida por las preocupaciones que motivaron a
las teoras clsicas de los derechos naturales. Uno tiene derecho a creer que
esto es un error, pero tal pensamiento sera una posicin sustantiva de teora
poltica, y no una deduccin a partir de una comprensin apropiada del concepto de derecho humano.
La tercera caracterstica de los derechos naturales es que sus exigencias son
invariables a lo largo del tiempo y el espacio. Los derechos naturales de la
tradicin se supona que eran atemporales en este sentido, sin embargo como
mencion anteriormente (apdo. II.2 supra), es difcil ver cmo algunos de los
derechos de la declaracin podran calificar como tales: consideremos, por
ejemplo, los derechos a la seguridad social o, nuevamente, a la educacin elemental gratuita (arts. 22, 26). Frente a ejemplos como stos, queda razonablemente claro que quienes elaboraron estos derechos no pudieron haber tenido la
intencin de que la doctrina de los derechos humanos se aplicara, por ejemplo,
a los griegos antiguos o a la China de la dinasta Chin o a las sociedades europeas de la Edad Media. Los derechos humanos internacionales, a juzgar por los
contenidos de la doctrina, son adecuados para desempear un rol en un conjunto especfico de sociedades. En general, stas son sociedades que tienen al
menos algunos de los rasgos definitorios de la modernizacin: por ejemplo, un
sistema jurdico mnimo (que incluye la capacidad para hacerlo cumplir), una
economa que incluya alguna forma de trabajo remunerado para al menos algunos trabajadores, algn tipo de participacin en la vida econmica y cultural
Citado en Morsink, 1999: 225.
14
TEORAS NATURALISTAS
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global, y una competencia institucional pblica para recaudar ingresos y proveer bienes colectivos esenciales. Es difcil imaginar algn sentido interesante
en el que una doctrina de los derechos humanos que se aplica principalmente a
sociedades que satisfacen estas condiciones podra decirse que es atemporal15.
Quizs a modo de respuesta, un filsofo adopte una formulacin ms cauta
y sostenga que los derechos humanos deberan tener peso y relevancia para
futuros seres humanos en sociedades que an no existen (Martin, 1993: 74,
75). Sin embargo, esto tampoco parece correcto. Los derechos humanos internacionales no son siquiera atemporales prospectivamente. Ellos son apropiados
para las instituciones de sociedades modernas o en vas de modernizarse, que
estn organizadas como estados polticos que coexisten en una economa poltica global en la que los seres humanos enfrentan una serie de amenazas predecibles. La lista de derechos humanos se explica por la naturaleza de estas
amenazas16. A medida que el entorno social, econmico y tecnolgico evoluciona, el espectro de amenazas puede cambiar. Del mismo modo, tal vez, puede
hacerlo la lista de derechos humanos; de hecho, parte de la expansin de la
doctrina de derechos humanos desde 1948 posiblemente podra explicarse de
esta manera. Si uno impone desde el principio la restriccin de que los derechos
humanos deben ser atemporales, cualquier expansin de este tipo sera sospechosa. Sin embargo, una vez ms, es difcil pensar por qu alguien, por otras
razones que no sean la sujecin a la tradicin de los derechos naturales, es decir, a la interpretacin moderna identificada anteriormente17, deseara imponer
tal restriccin sobre el contenido de los derechos humanos internacionales.
Con respecto a la segunda y tercera de estas caractersticas, los derechos
humanos de la doctrina internacional parecen ocupar un espacio conceptual
distinto al definido por el modelo de los derechos naturales. Ellos tienen distintos objetivos y mantienen una relacin diferente con las razones por las que
deberamos aceptarlos como fuentes de razones para la accin. No es extrao
que la combinacin de las dos ideas generase escepticismo sobre los derechos
humanos de hecho, el escepticismo aparece como profundamente tentador. Sin embargo, si estoy en lo cierto acerca de que la idea de derecho humano puede distinguirse de la idea de derecho natural, entonces podemos evitar
la tentacin. Esta clase de escepticismo est enraizado en la creencia de que la
15
Algunas sociedades contemporneas, aquellas con instituciones polticas y legales precarias o defectuosas, por ejemplo, pueden tener un parecido ms cercano a sociedades feudales que a sociedades modernas.
Cualquier explicacin sobre la normatividad de la doctrina contempornea de los derechos humanos debe
considerar este hecho, tal vez como un caso excepcional.
16
En relacin con la idea de amenazas normales, vase Shue, 1996: 29 ss., y las fuentes citadas infra
en el apdo. V.3. Con respecto a la conexin con las condiciones sociales distintivamente modernas, vase
Donnelly, 2003: cap. 4.
17
Introduzco la salvedad porque alguien que comprende los derechos humanos como una expresin de
los requerimientos del derecho natural no est comprometido a pensar que una doctrina pblica de derechos
humanos debera representarlos como atemporales. Vanse Maritain, 1951: 101-105, y Tierney, 1997:
133-134.
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chos humanos pueden ser reclamados por las personas simplemente en virtud
de su humanidad, podra inferirse que los destinatarios de la reclamacin deberan tener una razn natural para respetar el derecho esto es, una que
exista independientemente de cualquier rasgo contingente de la relacin que
tengan con quien reclama. Estos dos puntos de vista requieren ser considerados por separado.
Comencemos con el lado de la demanda. La idea es que los derechos
humanos son protecciones de intereses o bienes que son valiosos para todos los
seres humanos, independientemente de su cultura, el nivel de desarrollo de su
sociedad, o de sus vnculos sociales particulares. Cmo podra entenderse esta
idea?
Describir dos modos posibles de entenderla y luego har un comentario
sobre la conveniencia de utilizarla como fundamento para comprender el concepto de derecho humano que se encuentra en la prctica internacional. Podramos tomar a la teora de los derechos humanos propuesta por James
Griffin como ejemplo del primer modo posible de interpretacin. Al mirar
retrospectivamente la historia del pensamiento occidental sobre los derechos,
Griffin percibe el surgimiento de la idea de un carcter humano a fines de
la Edad Media. Este es el estatus de un ser con capacidad para representarse
una imagen de lo que sera una buena vida y para tratar de volver realidad
esa imagen. Griffin cree que la idea se encuentra en el comentario de Pico
sobre que al hombre les es dado tener lo que l elija y ser lo que l desea. La
sugerencia de Griffin es que los derechos humanos, aquellos que los seres
humanos poseen como tales, deberan ser vistos como protecciones de
nuestro carcter humano o, como lo dira yo, de nuestra personalidad (Griffin,
2008: 31-33)18.
La personalidad, tal como lo presenta Griffin, es una interpretacin de
la idea de dignidad humana. l identifica a esa idea con la agencia normativa, a la que a su vez describe como poseyendo tres componentes. stos son:
autonoma (la capacidad de elegir el propio camino en la vida, es decir, no
ser dominado o controlado), provisin mnima (uno debe tener la educacin, informacin, capacidades y recursos para elegir y actuar eficazmente), y
libertad (uno no debera verse impedido de actuar debido a la intervencin
violenta de otros). La idea intuitiva es que debido a que consideramos que el
ejercicio de nuestra personalidad tiene un valor especialmente alto, vemos
su mbito como privilegiado y protegido. La importancia y el contenido de
los derechos humanos tienen que ser entendidos en trminos de su papel estratgico en la proteccin de estos valores. Griffin describe esta perspectiva como
a un naturalismo expansivo, expansivo porque incluye tanto los intereses
18
ste es el esfuerzo ms reciente y abarcador de crear una teora de los derechos humanos a partir de
fundamentos naturalistas. Con relacin a Pico, vase Pico della Mirandola, 1486: 5.
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dades o establecer un orden de prioridades entre ellas. Sin embargo, podra ser
posible identificar un subgrupo de capacidades, cuya posesin las personas
generalmente tienen alguna razn para considerar altamente valiosa. Si tal idea
pudiese ser elaborada, tendra una afinidad con la concepcin naturalista de
derecho humano, ya que los derechos que protegen esas capacidades podran
ser vistos como pertenecientes a los seres humanos como tales.
Nussbaum ha propuesto una lista semejante de capacidades humanas fundamentales, las cuales son segn argumenta ella de central importancia
en cualquier vida humana, ms all de lo que la persona busque o elija. Estas
capacidades, sostiene, son los fundamentos de los derechos humanos
(Nussbaum, 1997: 286)25. Esta idea sigue una sugerencia de Bernard Williams:
La nocin de un derecho humano bsico me parece bastante oscura, y preferira, en cambio, abordarla desde la perspectiva de las capacidades humanas
bsicas. Preferira que las capacidades hiciesen el trabajo, y si vamos a tener un
lenguaje o una retrica de los derechos, que stos provengan de ellas, en vez de
que sea a la inversa (Williams, 1987: 100).
De acuerdo con la explicacin de Nussbaum, podra decirse que los derechos humanos son obtenidos a partir de las capacidades en al menos tres
modos diferentes. El trmino capacidad se utiliza como un recurso analtico
para especificar los bienes y oportunidades protegidos por los derechos humanos, como un fundamento para definir el alcance apropiado de los derechos
humanos, y como una explicacin de las razones para la accin a las cuales dan
surgimiento las reivindicaciones vlidas de derechos humanos26. En lo que
concierne a nuestro propsito, la segunda y tercera clase de dependencia es de
especial inters. Nussbaum describe a un derecho humano como una reivindicacin especialmente urgente y moralmente justificada que una persona posee
simplemente en virtud de ser un humano adulto, e independientemente de su
pertenencia a una nacin en particular, o de su clase, de su sexo, o de su grupo
tnico, religioso o sexual (Nussbaum, 1997: 292). La lista de capacidades
humanas fundamentales sirve para identificar los tipos de reivindicaciones que
satisfacen esta condicin. El carcter central de estas capacidades como componentes de un amplio conjunto de formas de vida, junto con (lo que Nussbaum
sostiene que es) su valor intrnseco, tambin explica por qu nos debera importar que las personas disfruten de los derechos humanos que las protegen.
Por lo tanto, es importante preguntarse por el modo en que se justifica la
composicin de la lista. Nussbaum describe la posicin de las capacidades
como a una forma de aristotelismo que tiene en su centro un ideal particular
25
Para una versin ms reciente de la lista, vase Nussbaum, 2003: 41-42; comparar con Nussbaum,
2000: 78-80.
26
Nussbaum escribe que la justificacin para alegar que las personas poseen ciertos derechos humanos
usualmente sigue sealando a algunos rasgos parecidos a las capacidades de las personas [] Sin tal justificacin la apelacin a los derechos es bastante misteriosa (Nussbaum, 1997: 295).
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evaluacin crtica de la doctrina internacional (por ejemplo, buscando discrepancias de contenido). El hecho de que los derechos humanos deban funcionar
como estndares internacionales pblicos es, desde la perspectiva de una teora
como sta, simplemente una contingencia histrica; no desempea ningn papel a la hora de elaborar una concepcin de derecho humano o a la hora de
determinar qu protecciones debera incluir una doctrina de los derechos humanos.
Las teoras que comparten estos rasgos enfrentan diferentes objeciones
cuando se las adopta como explicaciones de la naturaleza de los derechos humanos internacionales. Primero, como recin he sealado, estas teoras no incorporan o hacen uso de las consideraciones referidas a las funciones discursivas de los derechos humanos dentro de la prctica existente. Griffin enfatiza
que se supone que un derecho humano es una reivindicacin dirigida a otros,
eficaz y posible de realizar socialmente. Esto es cierto, pero slo es una parte
de la historia. Los derechos humanos internacionales son primeramente reivindicaciones formuladas a instituciones y a otros agentes sociales al gobierno
propio, en primera instancia, y a otros Estados y actores internacionales cuando
el gobierno propio los desatiende. Los derechos humanos internacionales
son potenciales disparadores de la accin transnacional protectora y correctiva,
y deberan ser adecuados para funcionar como justificaciones de dicha accin.
Esto es parte de la naturaleza de los derechos humanos tal como ellos operan
en el discurso poltico global, y su influencia sobre la posicin que uno adopta
acerca de los fundamentos y los contenidos de la doctrina internacional parece
casi una certeza.
Segundo, estas posiciones naturalistas no son lo suficientemente robustas
para echar luz sobre lo que podramos denominar el problema de la contribucin. Estas teoras expresan de manera filosfica el carcter central que tiene el
beneficiario para gran parte del pensamiento popular sobre los derechos humanos. Al configurar el problema central como uno referido a cules son los intereses de los beneficiarios que los derechos humanos deberan proteger, estas
teoras desvan la atencin de lo que a menudo son las preguntas ms difciles.
Estas preguntas seran obvias si la funcin discursiva de los derechos humanos
como disparadores de la preocupacin internacional fuera tomada seriamente.
Las ms importantes de estas preguntas son las referidas al grado de incumplimiento o falta de atencin que debe existir a nivel domstico para disparar la
accin protectora o correctiva de los agentes externos, la seleccin entre los
agentes que se encuentran en posicin de actuar de aquellos que tienen la
responsabilidad de hacerlo, y principalmente, la naturaleza y nivel de exigencia
de las razones para la accin que se aplican a estos agentes.
No es que las posturas naturalistas no tengan recursos para responder a
estas preguntas. No obstante, el carcter central que ocupa el beneficiario en
esta posicin limita lo que puede ser dicho. De este modo Griffin, quien aborda
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razonables. Sera acorde con esta aspiracin pensar que una idea de estatus
humano o funciones humanas proveen el fundamento para al menos algunas de
las protecciones incorporadas en la doctrina internacional. Sin embargo, apelar
a estas concepciones para interpretar la idea de derecho humano que se encuentra en el ncleo de la doctrina internacional, de un modo que restringe el alcance normativo de la doctrina, es hacer ms que eso. Es esta fuerza crtica adicional el uso de una concepcin filosfica de los derechos humanos para
argumentar a favor de las limitaciones de contenido y la reforma de la doctrina
internacional lo que exige una justificacin. Por qu deberamos insistir en
que los derechos humanos internacionales se adecuen a una concepcin filosfica dada en vez de interpretarlos tal y como ellos mismos se presentan, esto es,
como un sistema normativo distinto construido para desempear cierto papel
especial en la vida poltica global?
3. PERSONAS COMO TALES (2): EL LADO DEL SUMINISTRO
Mencion antes que la idea de que los derechos humanos pertenecen a las
personas como tales puede ser entendida desde dos perspectivas. Ya hemos
considerado la perspectiva del beneficiario. Me dedicar ahora a examinar, ms
brevemente, la perspectiva del agente o de los agentes para quienes los derechos humanos se supone que proveen razones para la accin, es decir, los
contribuyentes o suministradores de los derechos humanos.
sta es la perspectiva desde la que se realiza la influyente distincin de H.
L. A. Hart entre derechos generales y especiales. Segn Hart, los derechos especiales son aqullos asociados con las promesas y contratos o con la
membresa a sociedades polticas: stos surgen de transacciones especiales
[o] algn tipo de relacin especial. Los derechos generales, por otro lado,
No surgen de ninguna relacin o transaccin especial entre hombres [] No
son derechos distintivos de aquellos que los poseen sino derechos que todos los
hombres capaces de elegir poseen en ausencia de aquellas condiciones especiales
que dan origen a derechos especiales [] [y que] tienen como correlato obligaciones de no interferencia, a las cuales cualquiera est sujeto y no meramente las
partes de alguna relacin o transaccin especial (Hart, 1955: 183, 188)33.
Hart sugiere que los derechos descritos por los tericos clsicos de los
derechos naturales tenan estas propiedades, pero l mismo slo identifica un
nico derecho general el igual derecho de todos los hombres a ser libres.
Su posicin, para ser precisos, es que al menos existe este derecho natural.
Aunque no hace ninguna mencin de los derechos humanos, muchos tericos
han pensado que es obvio que los derechos humanos deben ser tambin dere Hart (1983: 17) posteriormente rechaz gran parte del argumento de este artculo.
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identificacin. Sugerir dos razones en contra de esta idea, aunque en un sentido estricto, slo la segunda es una razn para abandonarla por completo. Primero, la posicin subyacente acerca de los fundamentos de los derechos generales podra parecer que descarta sin argumentos la posibilidad de que podamos
tener derechos generales basados en otras consideraciones diferentes al valor
de la libertad. Pero eso parece implausible. Consideremos, por ejemplo, la
afirmacin de Locke sealando que aquellos con necesidades apremiantes y
sin otros medios para satisfacerlas tienen un derecho a los excedentes de los
bienes de otros. Aunque Locke podra haber sostenido que tal derecho est
fundado en consideraciones vinculadas con la libertad del demandante, no lo
hizo. En cambio, apela directamente a la urgencia de las necesidades de subsistencia para explicar el fundamento del derecho que una persona empobrecida
tiene sobre los bienes que otro tiene en abundancia hasta el monto requerido
para que sus necesidades estuviesen satisfechas (Locke, 1690: i.42)36. Quizs
existen razones para oponerse a la conclusin de Locke, pero la apelacin a
consideraciones de necesidad para justificar un derecho general no parece inapropiada de un modo obvio. Si esto es correcto, entonces Hart fue sensato al
sostener que existe al menos un derecho general, porque puede que existan
ms. Sin embargo, aquellos que identifican a los derechos humanos con derechos generales, a menudo no consideran esta posibilidad.
La segunda razn para dudar es la siguiente. Aquellos cuya concepcin
sobre los derechos humanos ha sido influenciada por la distincin de Hart han
supuesto, casi siempre sin argumentos, que cualquier derecho del que pueda
decirse, de modo apropiado, que pertenece a los seres humanos como tales
debe ser natural en el sentido de Hart. Las razones para contribuir a su satisfaccin derivan de consideraciones humanitarias independientes de las relaciones sociales de las personas. Sin embargo no es para nada obvio que estemos
obligados a realizar tal suposicin. Lo que est claro es que se supone que los
derechos humanos son universales en el sentido de que son reivindicables
por casi cualquier persona. Un derecho podra ser universal en este sentido y
aun as la obligacin de contribuir a su satisfaccin podra no estar fundada en
consideraciones humanitarias independientes de las relaciones sociales de las
personas. Como he sugerido, algunos derechos humanos (en particular, algunos derechos econmicos) podran, en cambio, ser considerados como una
categora de derechos especiales, por ejemplo, derechos que surgen del hecho de ser miembro de una sociedad domstica o de las relaciones de las personas en tanto participantes en una economa poltica global. O tambin podran
ser interpretados como conclusiones polticas, que surgen en el nivel intermedio de un razonamiento prctico y que derivan de un conjunto de consideraciones ticas, incluyendo consideraciones de humanidad, de reciprocidad y tal vez
36
La idea de que aquellos que se encuentran en estado de necesidad extrema tienen derecho a los excedentes de los bienes de otros es familiar dentro de la tradicin del derecho natural y se remonta al menos
hasta los glosadores. Vase Tierney, 1997: 69-76.
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CAPTULO IV
TEORAS CONTRACTUALISTAS
Mientras que las teoras naturalistas surgen, tpicamente, de la reflexin
acerca de lo que es comn en la naturaleza y en las circunstancias de la vida
humana, las teoras que ahora examinaremos surgen, ms a menudo, de la reflexin acerca de la diversidad social y jurdica. Estas teoras conceptualizan
los derechos humanos como estndares que son o podran ser objeto de un
acuerdo entre los miembros de culturas cuyos valores morales y polticos son
diferentes en diversos aspectos. Segn una cierta formulacin, los derechos
humanos son la expresin de un conjunto de importantes expectativas morales superpuestas de cuya satisfaccin las diferentes culturas se responsabilizan
y responsabilizan a las otras (Twiss, 1998: 31). Segn otra formulacin, son
aspectos comunes [a] los ideales de todas las culturas (Renteln, 1990: 139)1.
Las concepciones contractualistas tienden a encontrarse ms a menudo en
las discusiones de ciencias sociales que en las discusiones filosficas sobre los
derechos humanos (aunque la idea bsica es bien conocida en filosofa poltica). Sin embargo, su influencia es ms amplia porque estas concepciones representan una interpretacin natural de la idea de que los derechos humanos son
cuestiones por las que todos tenemos una comn preocupacin.
Al igual que las ideas tradicionales de ius gentium y de ius naturale, la idea
de los derechos humanos como objetos de un acuerdo intercultural puede parecer que tiene un parentesco cercano con las concepciones naturalistas. Si, por
ejemplo, pensramos en los derechos humanos como protecciones de intereses
compartidos por todos los seres humanos en virtud de aspectos comunes de sus
naturalezas, entonces difcilmente debera sorprendernos que la importancia de
1
Previamente, Renteln (1990: 71) describe a los derechos humanos como universales transculturales que se puede demostrar que son compartidos por todas las culturas en el mundo.
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estos valores fuera reconocida y afirmada por todos los cdigos de moralidad
social, o al menos por aquellos que cuentan con un nmero significativo de
adherentes. No obstante, la idea de tratar las concepciones naturalistas y contractualistas como si fuesen idnticas debe evitarse: las mismas expresan posiciones diametralmente opuestas sobre la autoridad normativa de los derechos
humanos. Las teoras naturalistas apelan a lo que consideran un orden de valores morales cuyas exigencias se aplican con total independencia de que sean
aceptados por alguna sociedad o cultura en particular, o a fortiori, por la sociedad internacional. Los derechos humanos de la doctrina internacional son interpretados como un intento de incorporar en la prctica poltica y legal internacional los valores de este orden normativo independiente, que es la fuente de su
autoridad (moral). Por el contrario, segn las concepciones contractualistas, el
hecho de que los derechos humanos sean en cierta forma comunes a los cdigos
morales de las sociedades del mundo es en s mismo la fuente de su autoridad.
Es posible, por supuesto, que las exigencias normativas de la teora naturalista
mejor justificada y las exigencias normativas de la teora contractualista mejor
justificada pudiesen coincidir. Sin embargo, una coincidencia de este tipo sera
una cuestin contingente que exigira alguna explicacin.
Al igual que las posiciones naturalistas, las concepciones contractualistas
pueden conducir al escepticismo sobre los derechos humanos internacionales.
Nadie que tome seriamente el contenido de los principales instrumentos de
derechos humanos internacionales podra considerar que stos enuncian una
doctrina que es compatible con todos los principales cdigos morales del mundo tal como ellos son comprendidos y practicados por muchos de sus adherentes. A menudo esto se sostiene en relacin con los derechos humanos de la
mujer y los derechos del nio, pero lo sealado no se limita a estas protecciones. Menos an podemos considerar a la doctrina internacional como de algn
modo efectivamente incluida en las morales sociales actualmente existentes.
La doctrina de los derechos humanos tal como est formulada en los ms importantes instrumentos internacionales no representa una posicin poltica o
culturalmente sincretista o ecumnica. Por esta razn, quienes se adhieren a las
posiciones contractualistas sentirn la necesidad de distinguir entre derechos
humanos genuinos, los cuales caen dentro del rea de superposicin actual o
posible y los valores que quedan fuera de dicha rea. Aqu, como antes, la
cuestin es por qu deberamos adoptar la idea subyacente como base para
concebir a los derechos humanos.
1. NCLEO COMN Y CONSENSO SUPERPUESTO
La idea de que los derechos humanos expresan un acuerdo intercultural
puede entenderse de diversas maneras. Aqu distinguir dos de ellas a las cuales
me refiero como las ideas de ncleo comn y consenso superpuesto. Lue-
TEORAS CONTRACTUALISTAS
109
go analizo una tercera idea, a la que me refiero como convergencia progresiva. Mi objetivo es describir estas ideas y examinar las razones por las cuales
las personas se han sentido atradas a tomarlas como base para concebir a los
derechos humanos.
Una posibilidad es sugerida por la distincin que realiza Michael Walzer
entre morales tenues y densas. Walzer especula que una comparacin de
cdigos de moral social podra generar un conjunto de estndares al que todas
las sociedades pueden estar sujetas preceptos negativos, con total certeza,
reglas contra el asesinato, el engao, la tortura, la opresin y la tirana. Estos estndares constituiran una moral mnima (Walzer, 1994: 9-10). Aunque Walzer no realiza la conexin, esta idea, en s misma, nos conduce a una
concepcin de los derechos humanos. Como seala R. J. Vincent, de acuerdo
con una posicin de este tipo los derechos humanos constituiran un ncleo de
derechos bsicos que es comn a todas las culturas a pesar de sus teoras aparentemente divergentes. stos seran un mnimo comn denominador (Vincent, 1986: 48-49)2.
La metfora del ncleo comn es usualmente presentada como una explicacin de la naturaleza de los derechos humanos, pero tiene implicaciones
obvias en relacin con cuestiones normativas referidas a su contenido y a su
alcance. Por ejemplo, los derechos que requieren formas polticas democrticas, tolerancia religiosa, igualdad jurdica para la mujer y libertad para elegir
con quien casarse seran excluidos ya que, como cuestin emprica, estas protecciones no estn presentes en todos los principales sistemas morales del
mundo3. Otros derechos podran ser excluidos si fuesen entendidos como generadores de ciertos tipos de deberes; si se pensase que, por ejemplo, el derecho
a tener un estndar elevado de salud fsica o mental implica que cada sociedad
tiene la obligacin de asegurar el acceso de todos al cuidado de la salud, entonces la existencia de desacuerdos con respecto a la extensin de las responsabilidades distributivas ms all de las familias o comunidades locales podra
tambin excluir a este derecho4. Adoptar la idea de los derechos humanos como
un ncleo comn tendra la consecuencia normativa de excluir una parte sustancial del contenido de la doctrina de los derechos humanos contempornea.
Por lo tanto, uno podra verse inclinado a pensar que esta interpretacin del
contractualismo depende excesivamente de la metfora de un ncleo de derechos que son comunes a las principales morales convencionales del mundo.
Tal vez esto sea demasiado restrictivo despus de todo la idea de un derecho
Esta es la descripcin que Vincent ofrece de una posicin que l mismo no suscribe.
Por ejemplo, al escribir sobre la mutilacin genital femenina, Renteln (1990: 58) remarca: Que
muchas mujeres en la sociedad perpeten esta costumbre es un hecho que debe enfrentarse directamente. La
presuposicin de universalidad no puede alterar la realidad de que la prctica es aceptada como moral por los
miembros de la cultura.
4
Para este ejemplo, vase Walzer, 1994: 28-29.
2
3
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es, en s misma, culturalmente especfica. Por ende, uno podra optar por una
concepcin ms elaborada, la cual ve a los derechos humanos como si fueran
parte de un consenso superpuesto entre morales polticas. Una posicin semejante tendra dos elementos esenciales. El primero es una distincin entre
los derechos humanos, concebidos como un conjunto de normas globales comunes adoptadas para determinados propsitos polticos, y el diverso espectro
de perspectivas o doctrinas morales, filosficas y religiosas que se encuentran
entre las culturas del mundo. El segundo es la hiptesis de que, dada una cierta
interpretacin de los propsitos de las normas globales, sera razonable para
quienes se adhieren a cualquier cultura aceptar estas normas a partir de sus
propias doctrinas religiosas, filosficas y morales. En esta posicin, no es necesario concebir a los derechos humanos universales como parte de un ncleo
comn en el sentido de que son de hecho reconocidos por todas las morales
convencionales, o que estn contenidos en ellas. En cambio, pensamos en ellos
como normas para la vida poltica global a las cuales se puede llegar partiendo
desde diversas posiciones fundacionales que es posible que sean incompatibles
entre s5.
Para evitar malentendidos, debemos sealar que, aunque la fuente de la
nocin de consenso superpuesto es John Rawls, l no la utiliza para describir
los derechos humanos; la idea de que los derechos humanos existen dentro de
un consenso superpuesto es una contribucin al debate realizada por otros
escritores6 (volveremos a la posicin de Rawls sobre la naturaleza de los derechos humanos en el prximo captulo). Ms an, como es a menudo sealado,
esta idea utiliza la nocin de consenso superpuesto de una manera que difiere de la que encontramos en la concepcin de la justicia en las sociedades domsticas elaborada por Rawls. Existen al menos dos diferencias importantes.
Primero, Rawls describe una concepcin poltica de justicia como aquella que
concita el apoyo de doctrinas comprehensivas razonables, no necesariamente de todas las doctrinas comprehensivas que existen en una sociedad. La idea
acerca de los derechos humanos que nos concierne aqu, sin embargo, no est
limitada en ese sentido. La idea es que debera verse a los derechos humanos
como sustentados en un consenso superpuesto de todas las doctrinas comprehensivas existentes, o bien por todas aquellas que poseen un nmero significativo de adherentes y persisten a travs del tiempo. Una segunda diferencia,
ms fundamental, es que en la concepcin de Rawls, el consenso superpuesto
no desempea directamente un papel justificador. El hecho de que los principios de justicia se encuentren dentro de un consenso superpuesto no es, por s
mismo, una razn para aceptarlos. De igual modo, los contornos de un posible
5
Por ejemplo, Rex Martin (1993: 75) describe a los derechos humanos como principios que seran
considerados razonables por personas en distintos tiempos o en diferentes culturas. Y tales principios, tambin transculturalmente, se pensara que estn conectados [] con un amplio espectro de distintas morales
convencionales.
6
E. g., Nussbaum, 1997: 286, y Taylor, 1999: 124.
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por la fuerza9. Sabemos por la experiencia histrica que muchos tipos distintos
de regmenes pueden ser legtimos en este sentido. Aun as, pueden existir
ciertas condiciones que cualquier rgimen debe satisfacer para que su propio
pueblo lo considere lo suficientemente legtimo como para motivar la obediencia voluntaria de sus leyes. Williams brinda diversos ejemplos: el rgimen no
debe torturar o ejecutar a su poblacin, debe abstenerse de una vigilancia generalizada, debe respetar la libertad religiosa. Ahora digamos que las normas
pblicas que exigen a los regmenes abstenerse de estas formas de conducta
son derechos humanos: ellos estipulan condiciones mnimas para la legitimacin de un rgimen poltico, esto es, sirven para distinguir entre esquemas de
cooperacin social y sistemas de coordinacin sostenidos coercitivamente. El
consenso entre un conjunto de sociedades relativamente estables sirve para
confirmar que los derechos que identificamos como humanos son, de hecho,
condiciones para la legitimacin, y que nuestra confianza en que poseen este
estatus no se ve distorsionada por nuestra experiencia de vivir en una clase de
sociedad en lugar de otra, con una clase de instituciones en lugar de otras10.
A primera vista, las posiciones de esta clase general poseen algunos rasgos
atractivos. Ellas son tolerantes respecto de las variaciones en las creencias sobre la legitimidad poltica relacionadas con las diferencias culturales, y tal vez
religiosas, e incluyen una atractiva modestia sobre la capacidad de las personas
ajenas a una cultura para captar y entender las creencias normativas de los
miembros de las culturas con las cuales no estn familiarizadas. Aun as, esta
clase de posicin no suministra demasiado respaldo a una teora contractualista
de los derechos humanos. Recordemos que las teoras contractualistas tratan al
hecho de que exista o pueda existir acuerdo intercultural como un criterio para
identificar los autnticos derechos humanos y tambin como el fundamento
para explicar su normatividad. Ahora, de acuerdo con la posicin que sostiene
que los derechos humanos son condiciones para la legitimacin, una cosa es
cierta con respecto a la naturaleza de estas condiciones. La importancia del
acuerdo reside en que ayuda a identificar las condiciones o a confirmar las hiptesis, derivadas de otro modo, acerca de cules son estas condiciones. El
acuerdo no da cuenta, por s mismo, ni de la autoridad de los derechos humanos
ni de cul es su contenido adecuado: las preguntas sobre estos temas deben
remitirse a la premisa de la posicin en cuestin, la cual identifica a los derechos humanos con condiciones de legitimacin.
Tal vez, sin embargo, la importancia del acuerdo reside, no al nivel de la
identificacin de cada derecho humano en particular, sino, en cambio, a un ni Para la distincin entre coordinacin y cooperacin social, vase Rawls, 2001: 6.
Con respecto a los derechos humanos ms bsicos, Williams cita con aprobacin el Canon Vicentino, quod ubique, quod semper, quod ab omnibus creditum est (aquello que ha sido credo en cualquier
lugar, siempre, por todas las personas) (Williams, 2006: 63) (l invierte la primera y segunda frase). En la
aplicacin de este principio dentro de la doctrina de la Iglesia catlica romana, la extensin de ab omnibus
ha sido problemtica. Esto no es menos problemtico en relacin con los derechos humanos.
9
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vel ms bsico, esto es, al nivel de la descripcin de su carcter general. Williams (2006: 62) escribe que [n]osotros tenemos una buena idea de lo que
son los derechos humanos. Existe acuerdo en que los derechos humanos son
condiciones mnimas para la legitimacin? La respuesta depende de cmo entendamos el alcance de tal acuerdo. Quin es el nosotros que acuerda sobre
la naturaleza de los derechos humanos? La referencia podra ser a los filsofos
interesados en los derechos humanos, a los participantes en la empresa de los
derechos humanos internacionales o, tal vez, a aquellos que apoyan alguna
posicin popular ampliamente sostenida de los derechos humanos. Pero parece
evidente que ninguna de estas interpretaciones sobre el alcance del acuerdo
sirve para ratificar la posicin de las condiciones para la legitimacin. La posicin es incompatible con otras posiciones filosficas disponibles (consideremos, por ejemplo, las posiciones descritas en el ltimo captulo); sta descartara gran parte de la doctrina internacional contempornea por ser demasiado
ambiciosa (como ilustra la crtica de Williams a los llamados derechos positivos); y si, de hecho, la posicin se asemeja a una concepcin popular de los
derechos humanos, se trata slo de una entre diversas concepciones en conflicto. No parece que pueda decirse de manera plausible que la premisa de la posicin sea el objeto de un acuerdo lo suficientemente extendido como para tener
un estatus normativo. Por supuesto que esto no excluye la posibilidad de que
existan consideraciones morales sustantivas que cuenten a favor de la posicin
de las condiciones para la legitimacin. Todo lo que pretendo decir aqu es que,
sean cuales sean estas consideraciones, stas no consisten en una apelacin al
hecho de que exista o pueda existir acuerdo, ya sea sobre los contenidos de los
derechos humanos o sobre sus objetivos y su carcter general11.
Una explicacin diferente del atractivo de una concepcin contractualista
hunde sus races en consideraciones pragmticas. Como sostiene Abdullahi AnNaim, la doctrina internacional de los derechos humanos debe ser ampliamente
considerada como aceptable si pretende suscitar el apoyo voluntario de gobiernos y otros agentes. [A] menos que las personas acepten estos derechos como
vinculantes a partir de sus propios puntos de vista culturales, religiosos y/o filosficos, ellos de hecho no cumplirn voluntariamente, ni exigirn que sus gobiernos respeten y promuevan los derechos humanos en el funcionamiento oficial del Estado (An-Naim, 1999: 315). Si los derechos humanos son objetos
de acuerdo intercultural, entonces la mayora de las personas los aceptarn, de
hecho, como vinculantes a partir de sus propios [] puntos de vista. Este
hecho contribuye a la estabilidad de la prctica. Por otro lado, si los derechos
humanos no pueden considerarse como protectores de valores que caen dentro
del alcance de un posible acuerdo, es improbable, entonces, que la prctica logre el compromiso y el apoyo que necesita para ser prcticamente efectiva12.
11
Dejo de lado la cuestin de si los ejemplos de Williams enuncian condiciones que puede plausiblemente decirse poseen la universalidad que requiere esta explicacin de la legitimacin.
12
Para cotejar posiciones similares, vanse Ignatieff, 2001: 55-56, y Jones, 2001: 30.
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tura de creencias. Tal vez no haya un nico ncleo comn o un slo consenso superpuesto de las morales sociales del mundo. Como un asunto emprico,
esto es un problema ya que parece claro que la imagen del mundo compuesto
por culturas morales integradas es altamente idealizada; cualquiera que sea la
integracin que se descubra en las morales sociales es mucho ms probable que
haya sido impuesta por un observador imparcial propio de las ciencias sociales
o de la filosofa, y no que se haya manifestado realmente en las creencias de los
miembros individuales de la cultura. Al imaginar que las culturas son moralmente unvocas esta descripcin tambin idealiza. Sin embargo, parece obvio
que los individuos probablemente tendrn desacuerdos, de detalle y/o de principios, sobre distintos elementos de los sistemas morales que comparten por
ejemplo sobre los tipos de acciones que son permitidas o prohibidas, sobre la
importancia de diversos tipos de valores que podra buscarse realizar en la accin, o sobre los tipos de consideraciones que cuentan como excusas y su respectiva importancia17. (Tal vez sera ms realista descomponer la idea de una
cultura moral en las cosmovisiones filosficas, morales o espirituales de los
grupos que constituyen una sociedad. Sin embargo, esto no evitara el problema ya que estas cosmovisiones tienden a exhibir formas anlogas de desacuerdo interno.)
Estas observaciones muestran que la idea de un acuerdo intercultural es
ms compleja de lo que a menudo se reconoce. Bajo algunas suposiciones empricas sta puede ser indeterminada. En la prctica, es probable que las aseveraciones sobre el contenido de un acuerdo como ste hagan referencia a algo
como la comprensin predominante, dentro de cada cultura, de su moral convencional, o tal vez a la comprensin aceptada por la mayora de sus miembros
escrupulosos y bien informados. Es posible que una construccin como sta
pueda rescatar la idea de un acuerdo intercultural sobre los derechos humanos
de la amenaza de la indeterminacin, pero esto tiene un coste. Una vez que se
reconoce que la misma estructura de creencias puede no ser compartida de
cabo a rabo por una cultura y que la estructura (idealizada) atribuida a la mayora puede exhibir una mayor integracin que la que de hecho existe, ya no es
para nada claro que el supuesto acuerdo pueda soportar el peso del argumento.
Lo primero que haca atractiva a la idea era pensar que si los propsitos de la
interferencia en defensa de los derechos humanos estuviesen restringidos a
aquellos que promoviesen o protegiesen valores que todos comparten, entonces
el peligro de que las personas afectadas por la interferencia fuesen limitadas
injustificadamente sera minimizado: sera razonable esperar que los pretendidos beneficiarios aprobaran la interferencia si ellos estuvieran en posicin de
elegir. Pero si es improbable que las culturas individuales sean unvocas con
respecto a sus propios sistemas de creencias morales entonces esta expectativa
ya no sera razonable.
Para una discusin del tema, vase Moody-Adams, 1997: 43-56.
17
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Este punto ha sido a menudo puesto de manifiesto, e. g., Scanlon, 2003: 119.
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consenso puede desarrollarse. stas incluyen un proceso de evolucin o reforma que reemplazara, dentro de las culturas morales, aquellos elementos que
funcionan como obstculos para el acuerdo sobre las normas de derechos humanos, por interpretaciones revisadas de estos elementos, que daran sustento
a los derechos humanos. Taylor brinda el ejemplo de la reforma del budismo
theravada en Tailandia y su compromiso con normas de ahimsa (no violencia)
y control local (Taylor, 1999: 124, 133-137)19. De manera similar, en un anlisis de las reas de conflicto entre el derecho islmico tradicional y los derechos humanos, An Naim describe un mtodo de interpretacin evolutiva de
las fuentes religiosas que, argumenta, podra generar principios polticos compatibles con gran parte de la doctrina internacional de los derechos humanos.
Un rasgo distintivo de este mtodo es el papel que le asigna a las exigencias
histricas a la hora de explicar por qu los textos religiosos que una vez fueron
interpretados de manera tal que expresaban ciertas exigencias y prohibiciones
podran, ahora, ser interpretados de manera diferente (An-Naim, 1990: 179)20.
Finalmente, en una explicacin de lo que l llama minimalismo justificativo,
Joshua Cohen sostiene que sera deseable que las normas de derechos humanos
sean justificables desde el interior de las principales tradiciones ticas del mundo, pero observa que para que esto sea cierto estas tradiciones podran exigir
una nueva elaboracin [] por parte de sus defensores en donde se entiende
que el propsito de una nueva elaboracin no es simplemente adaptar la tradicin a las demandas del mundo, sino suministrarle a esa tradicin su expresin
ms convincente (Cohen, 2004: 201, 202)21. Cohen muestra como ejemplo
la reinterpretacin de la doctrina de la Iglesia catlica romana en el momento
del Concilio Vaticano II (1962-1965) que produjo una aceptacin de la tolerancia religiosa como una forma de respetar la dignidad humana. Como observa
Cohen, esta reinterpretacin no fue vista como una adecuacin a las necesidades prcticas de la Iglesia; sino que ms bien fue presentada como necesaria
para que las enseanzas morales de la Iglesia estuvieran en conformidad con
las verdades fundamentales sobre la persona humana que la moderna experiencia poltica y cultural haban puesto de manifiesto (Cohen, 2004: 202)22.
Con estas posiciones en mente, aunque sin pretender fidelidad a sus detalles, podramos decir que los derechos humanos se encuentran dentro de una
convergencia progresiva de algn conjunto de cosmovisiones espirituales y
19
Sobre el budismo theravada y los derechos humanos, puede cotejarse lo que seala Simon Caney,
2001: 64-70.
20
Vase tambin la discusin referida al islam y los derechos humanos en An-Naim, 2008: 110-125.
21
Cohen sostiene que los derechos humanos deberan ser justificables desde el interior de diversas tradiciones morales, pero no dice que el contenido de los derechos humanos sea establecido por considerar el
contenido de estas tradiciones. En su opinin, la formulacin de una doctrina de los derechos humanos es
una empresa normativa independiente (Cohen, 2004: 200). La exigencia de que el contenido de la doctrina
sea asequible desde la mejor elaboracin de cada tradicin debera entenderse como interna a esta empresa.
22
Cohen tambin discute lo que podra ser una elaboracin nueva de algunas ideas confucianas e islmicas, si es que estas ideas van a prestar apoyo a ciertos aspectos de una doctrina de los derechos humanos
(Cohen, 2004: 203-210).
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general es que una comprensin revisionista es asequible desde otra comprensin de una cosmovisin si alguien que aceptara los elementos de la cosmovisin, razonablemente considerados como bsicos por la mayora de las
personas que comparten la cosmovisin, pudiera alcanzar la comprensin revisionista por medio de una secuencia de pasos interpretativos consistentes con
estos elementos (incluyendo cualquiera que defina cnones aceptables de interpretacin). Por supuesto, aun esto puede ser demasiado simple: se presume una
distincin entre elementos bsicos y no bsicos que puede, en s misma, ser
controvertida entre los adherentes a la cosmovisin. En cualquier caso, esto
parece ser intolerablemente vago. Aun as, una idea como sta debe ser presupuesta por aquellos que postulan que los adherentes de cualquier cultura moral
del mundo pueden llegar a apoyar los derechos humanos que parecen estar en
conflicto con principios de estas culturas tal como son ampliamente comprendidas en la actualidad por un proceso de interpretacin nueva o evolutiva.
Suponiendo por el momento que podamos encontrarle sentido a esta idea,
por qu deberamos interesarnos en la posibilidad de que los derechos humanos puedan ser asequibles desde algn conjunto de cosmovisiones? Una
respuesta podra ser que la aplicacin reiterada de un proceso de interpretacin
progresiva sobre una serie de cosmovisiones podra ayudar a clarificar el contenido de los derechos humanos internacionales. Esto, en efecto, nos dara una
variante progresiva de la idea de consenso superpuesto. Pero esto no puede ser
correcto. La respuesta depende de la idea de que existe una mejor interpretacin de cada cosmovisin que puede erigirse como base para inferir los derechos humanos. Esto es implausible a menos que se suponga que la interpretacin se realiza con la intencin de justificar una doctrina de los derechos
humanos, de modo que la mejor interpretacin puede ser singularmente individualizada como aquella que presta el mejor apoyo a los derechos humanos.
Pero, por supuesto, esto slo presume la verdad de la conclusin para la cual se
supone que el mtodo provee un argumento a favor.
Otra respuesta a nuestro interrogante podra invocar la posicin sobre la
justificacin de la interferencia paternalista que consideramos anteriormente.
sta postula que si los derechos humanos son asequibles desde una cosmovisin, entonces la accin para hacer cumplir los derechos humanos en una
sociedad en donde esta cosmovisin es ampliamente aceptada no sera objetable como una forma de paternalismo injustificable. Los miembros de la sociedad no podran quejarse de que la interferencia impone valores que ellos no
tienen razn para aceptar debido a que, por hiptesis, esos valores estaran
potencialmente disponibles para ellos en tanto adherentes a la cosmovisin de
su propia sociedad: los miembros de la sociedad tienen, de hecho, razn para
aceptar los valores impuestos, aun si la razn no es evidente para ellos. El
problema es que los valores sobre los cuales se justifica la interferencia no estaran, en realidad, ampliamente establecidos en la sociedad. Si la teora de
convergencia progresiva fuera aceptada, se podra decir que estos valores
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estaran potencialmente disponibles para sus miembros, pero de esto no se seguira que los valores fueran de hecho aceptados por los miembros razonables
de la cultura en el momento de la interferencia. La objecin antipaternalista es
esencialmente una queja por una afrenta a la autonoma, por la sustitucin del
juicio de la propia persona sobre qu es bueno para ella por el juicio de otro.
Una doctrina de los derechos humanos que es asequible desde la cosmovisin de una persona, pero que es incompatible con la cosmovisin tal como es
aceptada de hecho por esa persona, no suministra una defensa contra esta ob
jecin.
Existe una tercera razn para interesarse en la idea que concibe a los derechos humanos como objetos de una convergencia progresiva. Como seal
anteriormente, uno podra creer que una doctrina pblica de los derechos humanos debe expresar una forma de tolerancia apropiada para el mbito de las
relaciones entre sociedades. De acuerdo a una interpretacin de esta condicin,
la doctrina de los derechos humanos debera ser aceptable para las personas
que se adhieren a una amplia variedad de cosmovisiones religiosas y morales
que encontramos en el mundo sin exigirles abandonar o prescindir de elementos esenciales de estas cosmovisiones. sta no es la misma idea recin discutida
de que los derechos humanos deberan ser concebidos de modo que la accin
poltica en respuesta a violaciones sea inmune a las objeciones antipaternalistas. sta es, ms bien, una consecuencia de la aspiracin de los derechos humanos a constituir una doctrina pblica ampliamente compartible tal vez como
un elemento de una razn pblica24 global.
Considero el significado de la tolerancia internacional y el sentido en el
cual sta podra ser una virtud ms adelante (apdos. VI.4 y VI.5). Por ahora,
simplemente dejo constancia de mi duda acerca de que la idea de ser asequible
desde una variedad de cosmovisiones sea una respuesta a las razones por las
que uno podra creer que la tolerancia de la diversidad moral y religiosa es una
virtud. Sera una forma extraa de tolerancia que acepta como justificada una
interferencia en la libertad de la persona cuando un tercero concluye que la
persona tiene una interpretacin inadecuada o poco desarrollada de sus propias
normas culturales y religiosas25. Pero asumamos por el momento que esta duda
est fuera de lugar. Aun as, persiste el caso que una doctrina de los derechos
humanos que es objeto de una convergencia progresiva pueda contener valores
que no tengan, con algunas cosmovisiones, el tipo de relacin interna que sera
necesaria para suministrar razones para la accin para los seguidores de estas
cosmovisiones. Como hemos visto, aunque puede ser defendible la idea de que
quien acepta la mejor interpretacin de una cosmovisin, o la ms adecuada,
24
Como lo expresa Cohen, [n]o se deberan poner obstculos innecesarios en el camino de los adherentes de tradiciones diferentes que desean aceptar las ideas [de los derechos humanos] (Cohen, 2004: 199).
25
No quiero decir que alguno de los escritores mencionados anteriormente adopten esta posicin sobre
la justificacin de la interferencia.
TEORAS CONTRACTUALISTAS
127
Es decir, esto respondera la pregunta de Cohen que proviene de Kant: Qu puedo esperar? (Co2004: 191).
26
hen,
CAPTULO V
UN NUEVO COMIENZO
La concepcin naturalista y la contractualista son esfuerzos por hacer inteligibles los derechos humanos, y para ello los tratan como expresiones de alguna idea filosfica ms general y conocida. He intentado mostrar que concebir a
los derechos humanos segn cualquiera de estos enfoques conduce a entenderlos de modo inadecuado. Lo que he dicho difcilmente sea concluyente y no
sera sorprendente si ambas concepciones pudieran recibir interpretaciones
ms persuasivas que aquellas que yo he considerado. Aun as, los resultados de
estos enfoques son lo suficientemente desalentadores como para que valga la
pena preguntarnos si una manera diferente de concebir la idea de los derechos
humanos producira resultados ms constructivos.
1 LOS DERECHOS HUMANOS EN THE LAW OF PEOPLES*
El enfoque alternativo que sugerir est implcito en la posicin sobre los
derechos humanos adoptada por John Rawls en The Law of Peoples (1999)1.
Aunque no defender esta posicin tal como la presenta Rawls, creo que son
instructivas las divergencias entre su manera de entender los derechos humanos
* N. de T.: Hemos optado por mantener el ttulo original de la obra de Rawls en ingls reservando la
expresin el derecho de los pueblos para referirnos a las normas que regulan a la Sociedad de Pueblos.
Usualmente el ttulo de la obra de Rawls es traducido al castellano como El derecho de gentes, pero esto hace
perder la simetra que existe entre las expresiones Sociedad de Pueblos (Society of Peoples) y El Derecho
de los Pueblos (The Law of Peoples). Por este motivo hemos mantenido el ttulo en ingls de la obra de
Rawls y hemos optado por la expresin el derecho de los pueblos.
1
Los comentarios de Rawls sobre los derechos humanos y su importancia poltica se encuentran
diseminados a lo largo del trabajo. Vase en particular, 36-38, 65-66, 68, 78-81, 80 n. 23, 81 nn. 25-26, 93,
93 n. 6.
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y el modo en que son entendidos por las posiciones ms familiares que hemos
considerado.
Rawls presenta la posicin acerca de los derechos humanos como un elemento de la concepcin ms amplia de razn pblica, elaborada para una sociedad internacional de pueblos democrticos y liberales y pueblos decentes,
organizados polticamente como Estados. Los pueblos decentes se distinguen,
en parte, por tener una concepcin de justicia que, aunque no es liberal, incluye
una idea de bien comn y un proceso de consulta para elaborar la legislacin
que, aunque no es democrtico, brinda oportunidades para que todos los miembros adultos de la sociedad hagan escuchar sus voces. Los pueblos decentes y
liberales constituyen en conjunto una Sociedad de Pueblos cuyos asuntos
son regulados por un Derecho de los Pueblos que define el contenido de la
razn pblica de esta sociedad y que sirve de base comn para la justificacin
de la accin poltica internacional.
En esta concepcin es indispensable el elemento de la razn pblica. La
Sociedad de Pueblos no es simplemente una lista de Estados polticos cuyas
relaciones mutuas consisten en negociaciones basadas en el inters propio.
Rawls sostiene que los pueblos decentes y liberales tienen un deber de civilidad que exige ofrecer a otros pueblos razones pblicas para sus acciones, que
sean apropiadas para la Sociedad de Pueblos (Rawls, 1999: 59). Estas razones pblicas hacen referencia a normas y principios compartidos, de los cuales
los derechos humanos son una clase. La disponibilidad de principios y normas
compartidas por todos los miembros de la Sociedad de Pueblos hace posible
que cumplan con sus deberes de civilidad y as promueve la estabilidad de una
paz mutuamente respetuosa.
Los aspectos esenciales de la posicin de Rawls sobre los derechos humanos pueden resumirse en cuatro puntos principales:
1) Los derechos humanos son una clase especial de derechos urgentes
cuya violacin es condenable igualmente por los pueblos liberales razonables
y por los pueblos jerrquicos decentes. Estos derechos incluyen el derecho a
la vida (incluyendo de manera destacable los medios de subsistencia), a la
libertad personal (incluyendo la libertad de conciencia, aunque no la igual libertad), a la propiedad personal, y al trato igualitario bajo la ley. Estos derechos
(los derechos humanos propiamente dichos) son indispensables para cualquier idea de justicia de bien comn y por lo tanto no son tpicamente liberales o especficos de la tradicin occidental (Rawls, 1999: 79-80, n. 23)2.
2)Los derechos humanos propiamente dichos no incluyen todos los
derechos que encontramos en el derecho internacional de los derechos humanos. Por ejemplo, la lista de Rawls no incluye el derecho a la libertad de expresin y a la libertad de asociacin (aunque s incluye la libertad de pensamien2
UN NUEVO COMIENZO
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acuerdo intercultural o social no juega ningn papel en la definicin o justificacin de los derechos humanos. Es cierto que Rawls describe a los derechos
humanos como si fueran el objeto de un acuerdo entre sociedades liberales y
decentes, pero uno no debe confundirse por ello. Es parte de la definicin de
sociedades decentes (y liberales) que sus instituciones respeten los derechos
humanos; aunque en este sentido existe un acuerdo sobre los derechos humanos, una apelacin a este acuerdo para explicar la autoridad de los derechos
humanos o para determinar su alcance correcto sera circular, y Rawls no realiza tal apelacin. El punto de la referencia a un acuerdo entre pueblos liberales
y decentes es caracterizar el alcance apropiado de la tolerancia internacional7.
La idea de que los derechos humanos son elementos de la razn pblica de
la Sociedad de Pueblos es diferente tanto de las concepciones naturalistas como
de las contractualistas. Los derechos humanos constituyen una doctrina poltica construida para ciertos propsitos polticos8. La funcin discursiva de los
derechos humanos (su rol especial) en la razn pblica de la Sociedad de
Pueblos es bsica: define su naturaleza y explica, o ayuda a explicar, por qu
los derechos humanos tienen el contenido particular que tienen. No existe una
apelacin a una concepcin filosfica independiente de derecho humano en la
explicacin de Rawls del contenido o la autoridad de la doctrina. De hecho, no
podra existir esta apelacin, dado que los derechos humanos son valores sobre
los que las sociedades decentes y liberales se supone estn de acuerdo, cada
una por sus propias razones.
Cmo podra uno llegar a concebir a los derechos humanos de esta manera para nada ortodoxa? Puede ser esclarecedor considerar una analoga especulativa con el enfoque adoptado en A Theory of Justice para definir el concepto
de justicia social (Rawls, 1971-1999: 1-2, pp. 5, 9)9. Rawls sugiere all que
aunque las personas no estn de acuerdo sobre el contenido de los principios de
justicia es decir, pueden aceptar concepciones de justicia que difieren en sus
exigencias pueden sin embargo estar de acuerdo con el rol que estos principios desempean en la reflexin poltica y moral. El concepto de justicia est
definido por el rol que tienen en comn las diversas concepciones. As, l argumenta que el objeto de la justicia es el modo en que las instituciones bsicas de
la sociedad determinan la divisin de las ventajas que provienen de la cooperacin social. Distintas concepciones de justicia, que presentan diferentes principios para evaluar y regular esta divisin, representan interpretaciones diferentes
del concepto. Razonando de manera anloga, uno podra pensar que aunque las
personas discrepen con el contenido de los derechos humanos, pueden estar de
Sobre el modo en que Rawls entiende la tolerancia internacional, vase infra apdo. VI.5.
Especficamente los propsitos enumerados supra en el punto 4. Sobre la idea de que los derechos
humanos son una doctrina poltica, vase la discusin en Jones, 1996. Las reservas de Rawls sobre la interpretacin de Jones de la posicin no parecen alcanzar a esta caracterizacin (Rawls, 1999: 81, n. 25).
9
Los comentarios de Rawls, como l observa, estn influenciados por la distincin de H. L. A. Hart
entre un concepto y sus concepciones en The Concept of Law (Hart, 1961: 155-159).
7
8
UN NUEVO COMIENZO
133
acuerdo con el rol que los derechos humanos cumplen en el razonamiento prctico acerca del modo de conducirse en la vida poltica global. Este rol define el
concepto de derecho humano. Segn entiende Rawls, los derechos humanos
son estndares cuya satisfaccin asegura a una sociedad contra la intervencin
externa y es necesaria para que esta sociedad sea aceptada como un miembro
cooperativo de la Sociedad de Pueblos. Uno podra decir que las concepciones
sustantivamente diferentes de los derechos humanos son reconocibles como
interpretaciones del mismo concepto en virtud de su aspiracin comn de desempear este rol.
La analoga sugiere dos observaciones, una exegtica y la otra crtica. Primero, aunque Rawls seala, en A Theory of Justice, que la distincin entre el
concepto de justicia y sus concepciones no resuelve ninguna disputa sustancial,
diferentes aspectos del rol de la justicia, de hecho, son introducidos en los argumentos acerca de los mritos de las concepciones rivales a la suya. Un ejemplo claro es la apelacin a la exigencia de publicidad en el argumento en contra
del utilitarismo (Rawls, 1971-1999: 1, 29, pp. 5, 154-155). Lo mismo parece ser cierto respecto de su posicin sobre el contenido y el fundamento de los
derechos humanos. Se supone que los derechos humanos son parte de la razn
pblica de una sociedad internacional compuesta por pueblos decentes y liberales. El objetivo de esta Sociedad de Pueblos es alcanzar condiciones en las
que diferentes pueblos puedan interactuar entre s de manera pacfica mientras
determinan sus propios futuros individuales libres de la interferencia de otros.
Con el objetivo de asegurar la estabilidad de la Sociedad de Pueblos, el Derecho de los Pueblos intenta suministrar una base compartida de justificacin
poltica, una base a partir de la cual cada una de las sociedades participantes
pueda esperar la cooperacin voluntaria de las otras. Este objetivo ejerce presin para limitar los principios del Derecho de los Pueblos de modo que las
apelaciones a ellos puedan proveer razones para la accin tanto a los miembros
de pueblos decentes como a los miembros de pueblos liberales. Observamos la
influencia de esto en el alcance limitado de la concepcin de los derechos humanos genuinos de Rawls. Por el momento dejo de lado la cuestin referida al
carcter persuasivo de esta posicin acerca de los contenidos apropiados de la
doctrina. El punto importante es que, de acuerdo al enfoque sobre los derechos
humanos que se encuentra en The Law of Peoples, las consideraciones sobre su
rol discursivo en la razn pblica de la sociedad internacional podra influir lo
que pensamos acerca de su contenido y su naturaleza.
La otra observacin est relacionada con la caracterizacin que Rawls hace
de este rol. l sostiene que los derechos humanos trazan los lmites del pluralismo aceptable en los asuntos internacionales: la adhesin a los derechos humanos es necesaria para que una sociedad sea miembro de la Sociedad de
Pueblos y es suficiente para asegurar a una sociedad contra una intervencin
dirigida a reformarla. En estos sentidos podramos decir que los derechos humanos funcionan como un estndar de legitimidad internacional (James, 2005:
134
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311). Pero uno seguramente se preguntar por qu se les debera asignar a los
derechos humanos estos (y slo estos) roles. En la analoga con la justicia social, tenemos una tradicin de pensamiento bien establecida y un conjunto de
posiciones contemporneas a partir de las cuales puede inferirse el rol del concepto. En el caso de los derechos humanos, sin embargo, Rawls no hace referencia a la historia del pensamiento sobre los derechos humanos internacionales, a otras posiciones contemporneas sobre ellos, o a la naturaleza y
desarrollo de la prctica internacional. El rol de los derechos humanos en la
Sociedad de Pueblos es simplemente estipulado.
El problema es que esta posicin sobre el rol prctico de los derechos humanos es mucho ms limitada que lo que observamos en la prctica presente
(apdo. II.2 supra). Rawls, por ejemplo, no describe a los derechos humanos
como prerrogativas cuyo cumplimiento puede exigirse en las constituciones
nacionales, tal como a veces se los considera en los tribunales de derechos
humanos regionales y como fueron imaginados por algunos de los redactores
de la declaracin. No existe ninguna estipulacin que contemple las prcticas
de monitoreo, informe o censura internacional (aunque tal vez podra existir).
Reconoce, pero no incorpora, el amplio conjunto de medidas econmicas y
polticas no coercitivas utilizadas por los Estados y organizaciones internacionales para influir en los asuntos internos de sociedades en dnde los derechos
humanos se encuentran amenazados. No presenta a los derechos humanos
como justificaciones para que los individuos y organizaciones no gubernamentales se involucren con la accin poltica orientada a la reforma. Incluso describir a los derechos humanos como imperativos de poltica exterior para sociedades liberales y decentes (Kelly, 2004: 180-181) podra exagerar su rol
poltico, tal como lo concibe Rawls: aunque en su opinin, las violaciones
atroces pueden justificar la intervencin coercitiva de otros Estados, no es claro
si las violaciones de derechos humanos de menor grado justificaran otros tipos
de acciones (por ejemplo, sanciones econmicas o diplomticas, presin comercial, suspensin de relaciones diplomticas o suministro de ayuda para generar un mayor respeto por los derechos humanos)10.
En este sentido el modo en que Rawls entiende las funciones de los derechos humanos es ms limitado que el que se encuentra en la prctica internacional actual. Las diferencias no son solamente de inters exegtico. Sealamos
anteriormente que las consideraciones sobre las funciones discursivas de los
derechos humanos podran ser relevantes a la hora de juzgar el contenido de la
doctrina. En la medida que los juicios sobre los contenidos de la doctrina de10
Rawls sugiere que los pueblos bien ordenados pueden tener que utilizar varios tipos de presin para
inducir a que los regmenes fuera de la ley cambien sus maneras (1999: 93). Tal vez esto autorice a la accin poltica en respuesta a violaciones de derechos humanos. l tambin argumenta que los pueblos bien
ordenados tienen una responsabilidad de asistir a sociedades constreidas para desarrollar la capacidad de
sostener instituciones justas o decentes las que, a su vez, respetaran los derechos humanos de sus habitantes
(Rawls, 1999: 105-13).
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comunes que pueden ser inferidos a partir de estos cdigos. En cambio, nosotros tomamos el rol funcional de los derechos humanos en la prctica y el discurso internacional como fundamental: ste limita nuestra concepcin de derecho humano desde el principio.
No deberamos confundir la distincin entre concepciones naturalistas o
contractualistas y una concepcin prctica con una distincin diferente, sugerida por Richard Rorty (1993: 115-117), entre concepciones fundacionalistas y
no fundacionalistas (o sentimentalistas). Es cierto que las posiciones naturalistas, al menos, son fundacionalistas de manera obvia: ellas interpretan a los
derechos humanos internacionales como la expresin pblica y doctrinaria de
un orden subyacente distintivo de valores morales concebidos como derechos.
Las concepciones contractualistas tambin podran ser vistas como fundacionalistas, aunque tal vez no de manera tan obvia: stas sostienen que la fuerza
moral de los derechos humanos, considerados como normas de accin internacional, deriva del hecho del acuerdo intercultural, bajo alguna interpretacin de
este hecho. No es necesario decir, sin embargo, que las concepciones prcticas
son no fundacionalistas, si con esto se pretende sostener que tales posiciones
niegan que existan razones para adherir y dar apoyo a los derechos humanos
internacionales. Tal vez esta negacin es parte de la concepcin (sentimentalista) de Rorty de los derechos humanos, pero esa concepcin no es la nica
alternativa frente a las concepciones familiares que he descrito.
El contraste que nos interesa es el siguiente. Las teoras naturalistas y contractualistas tratan el problema de la autoridad de los derechos humanos como
interno al problema de su naturaleza: una vez que comprendemos qu son los
derechos humanos, comprendemos la variedad de consideraciones que determinan el contenido de la doctrina de los derechos humanos internacionales y
que explican por qu deberamos preocuparnos por que se cumpla con ella.
Esto se debe a que estas posiciones interpretan la doctrina internacional como
un intento de incorporar dentro de la prctica y del derecho internacional una
idea moral que es inteligible de manera independiente. Por el contrario, debido
a que una concepcin prctica no adopta ninguna posicin filosfica sobre la
naturaleza o el fundamento de los derechos humanos, sta puede distinguir
entre el problema de conceptualizar los derechos humanos y el de entender su
autoridad. sta responde al primer problema tomando como bsicas las funciones de los derechos humanos en la prctica internacional. De acuerdo con esta
posicin, derechos humanos internacionales es el nombre de una empresa
poltica colectiva una prctica que posee propsitos y modos de accin
distintivos. Entender estos propsitos y modos de accin es esencial para capturar la naturaleza de los derechos humanos. Sin embargo, esto no resuelve los
problemas referidos a su contenido o a sus fundamentos. Tal posicin permite
que las personas puedan estar de acuerdo sobre la naturaleza de los derechos
humanos internacionales, pero disentir sobre su contenido o los tipos de consideraciones que los fundamentan. Esto no significa que no necesitemos razones
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derechos humanos proveen razones para la accin? entonces el anlisis podra estar sujeto a la objecin que recin he descrito. Sin embargo esa no es la
pregunta que nos interesa. Examinamos la prctica de los derechos humanos
porque nos interesa el modo en que los participantes en esta prctica entienden
las inferencias prcticas que se derivan a partir de afirmaciones sobre los derechos humanos. Queremos comprender cmo estos objetos llamados derechos
humanos operan en el discurso normativo de la vida poltica global. La pregunta referida a si deberamos aceptar las reivindicaciones fundadas en los
derechos humanos como fuentes de razones para la accin es para nosotros
una pregunta ulterior. Pero no podemos pensar con claridad sobre esta otra
pregunta sin primero comprender la prctica dentro de la cual se realizan y se
responden estas reivindicaciones.
Hay, sin embargo, una objecin similar que parece no ser desarticulada por
la respuesta que recin he brindado. Esta objecin sostiene que una concepcin
prctica, al tomar una prctica existente como dada, le otorga demasiada autoridad al status quo. Una razn por la que necesitamos una teora de los derechos
humanos es que existe desacuerdo sobre diversos aspectos de la prctica, incluyendo la composicin y el alcance de sus exigencias normativas. Otra razn es
que algunos aspectos de la prctica en particular el permiso para interferir en
la vida interna de una sociedad pueden parecer, desde algunas perspectivas,
censurables a simple vista. Pero si una teora comienza con la prctica tal como
la encontramos, es difcil ver cmo la teora puede ser crtica.
Como respuesta a esta objecin puede sealarse que una concepcin prctica no necesita tomar los detalles de la prctica actual como si estuvieran ms
all de toda crtica. Una prctica social es un patrn de conducta gobernado por
normas cuyos participantes entienden que sirve a ciertos propsitos. Una teora
de la prctica no slo intenta comprender sus objetivos sino tambin evaluar la
importancia de estos objetivos y reconstruir la prctica a la luz de esta evaluacin. Por ejemplo, uno podra determinar que algunas de las normas de la
prctica son inadecuadas para promover sus objetivos, o que la conducta exigida por las normas en circunstancias usuales probablemente ser inaceptable.
En el caso de los derechos humanos, seguramente la consideracin ms importante es que una doctrina de los derechos humanos internacionales debera ser
adecuada para cumplir el rol poltico pblico que se espera que desempee.
Una comprensin de este rol pblico limita el contenido de la doctrina. Ms
all de cualquier otra cosa que sea verdad de los derechos humanos, se supone
que ellos son un asunto de preocupacin internacional en el sentido que la falta
de respeto por parte de una sociedad de los derechos humanos de sus ciudadanos en una proporcin suficientemente grande puede suministrar una razn
para que agentes externos hagan algo al respecto. Por lo tanto, anticipando lo
que luego desarrollar, nosotros deberamos interpretar la doctrina de manera
tal que las apelaciones a los derechos humanos, en condiciones que necesitarn
ser especificadas, puedan proveer razones para que la comunidad mundial o sus
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tes maneras. Las ocasiones para que exista ambigedad y desacuerdo sobre la
estructura y los propsitos de una prctica son claramente mayores cuando la
prctica es emergente. Esto significa que un modelo no puede elaborarse simplemente leyndolo en los registros de los materiales empricos. Necesitamos alguna manera de pasar de los hechos observables a un modelo que identifique los elementos relevantes de la prctica y los ensamble en una estructura
inteligible.
No conozco ningn buen mtodo sistemtico de interpretacin para las
prcticas sociales, por lo que tendremos que proceder de manera informal13. El
objetivo es construir una concepcin razonablemente clara y realista de la prctica tal como sta se presenta a s misma en el conjunto de materiales primarios
disponibles. stos incluyen a los principales textos internacionales y a los mecanismos de informe y auditora establecidos por ellos; las observaciones del
discurso crtico pblico, particularmente cuando ste se da en contextos prcticos que involucran la justificacin y la evaluacin; la evidencia de la cultura
pblica de los derechos humanos internacionales que encontramos en su historia y en su expresin pblica contempornea; y los ejemplos destacados de
accin poltica como los que son objetos de estudios histricos y etnogrficos que pueden ser considerados de modo razonable y justificado como esfuerzos por defender o proteger los derechos humanos. Analizamos algunos de
estos materiales con anterioridad ( 4-6).
Hay diversos tipos de consideraciones que podran ser relevantes a la hora
de abstraer el modelo a partir de estos materiales. Menciono aqu cuatro. Primero, al identificar los elementos centrales de la prctica, el modelo debera buscar
representar un consenso entre los participantes competentes, permitiendo que el
significado relevante de consenso no necesite exigir unanimidad sobre los
contenidos normativos de la prctica; un consenso en la forma de patrones comunes de uso y de una continuidad de la experiencia discursiva puede existir a
pesar de la presencia de desacuerdo sustancial sobre los contenidos de los estndares y las reglas de una prctica (Postema, 1987: 315-317). Segundo, el modelo debera contar con una concepcin del objetivo o propsito de la prctica a los
fines de optar entre creencias contradictorias sobre la relevancia prctica de sus
trminos centrales o para resolver ambigedades sobre sus significados. Sin
embargo no es necesario, para nuestro propsito, entender a esta concepcin
como una justificacin general provista desde el punto de vista de un nico
participante interesado en decidir cul sera el mejor modo de construir una regla o un estndar14. Lo que se necesita es una concepcin superficialmente razonable del objetivo de la prctica, formulada de tal modo que le d sentido a la
13
La idea de interpretacin en el derecho es en algunos aspectos una analoga instructiva. Vase Dwor1986: cap. 2, y su aplicacin a la teora poltica de Rawls en James, 2005: 298-308. Sin embargo, no creo
que el mtodo de interpretacin constructiva sea completamente adecuado para la tarea en cuestin. No
puedo discutir las razones aqu. Vase la discusin esclarecedora en Postema, 1987: 283-319.
14
Como sugiere Dworkin, 1986: 66.
kin,
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mayor cantidad posible de elementos normativos centrales, dentro de las conocidas limitaciones interpretativas de consistencia, coherencia y simplicidad
(James, 2005: 302-303). Tercero, el modelo debera mantener una distincin
entre el desacuerdo sobre la prctica y el desacuerdo dentro de la prctica, y, en
la medida de lo posible, debera evitar presentar a la prctica de una manera que
presuponga alguna resolucin de los desacuerdos del segundo tipo. Esto se debe
a que una de las funciones de un modelo es clarificar lo que est en juego en el
desacuerdo sobre el contenido y la aplicacin de las normas de la prctica. Finalmente y relacionado con lo anterior, el modelo debera tener en cuenta la
posibilidad de que los desacuerdos de cierto tipo pueden ser inherentes a la
prctica en lugar de ser un indicio de que el modelo es incompleto o defectuoso.
No quiero decir solamente que un buen modelo debera esclarecer qu est en
juego en el desacuerdo sobre los contenidos de las normas de una prctica o
sobre las inferencias prcticas a extraerse de ellas en algunas circunstancias
particulares (aunque esto seguramente es as). El punto ulterior es que en algunas prcticas es comn encontrar participantes que estn involucrados en desacuerdos reflexivos crticos sobre la estructura y el valor de la misma prctica.
No sera una crtica a un modelo que aspira a presentar una interpretacin abstracta pero realista de una prctica de este tipo, que el modelo clarifique la cuestin que es objeto de este tipo de desacuerdo en vez de que busque resolverlo.
Propondr un modelo de derechos humanos de dos niveles. Los dos niveles
del modelo expresan una divisin del trabajo entre los Estados como portadores de las responsabilidades primarias de respetar y proteger los derechos humanos y, por el otro lado, la comunidad internacional y aquellos que actan
como sus agentes, como garantes de estas responsabilidades. Presento el modelo de manera breve y luego ofrezco algunos comentarios para desarrollarlo. En
los apartados posteriores me ocupo de algunas objeciones que podran presentarse en contra del modelo, considerado como una interpretacin de la idea de
derecho humano que se encuentra en la prctica internacional contempornea:
que no captura el sentido en que los derechos humanos son derechos, que pone
en un lugar demasiado destacado al Estado, y que exagera el rol que los derechos humanos tienen en la justificacin de las interferencias.
El modelo posee tres elementos15:
1) Los derechos humanos son exigencias cuyo objeto es proteger intereses
individuales urgentes frente a ciertos peligros predecibles (amenazas comunes) a los cuales son vulnerables bajo las circunstancias tpicas de la vida
dentro de un orden mundial moderno compuesto de estados.
15
Debo las ideas principales a Shue, 1996: cap. 1 y eplogo, y a Nickel, 2007: caps. 1-4. Para una caracterizacin de los derechos humanos similar a la que se encuentra en el texto, vase Sen, 2004: 315-356.
Este modelo es compatible con el modo en que la Comisin sobre Intervencin y Soberana Estatal entiende
la responsabilidad internacional respecto de los derechos humanos. Vase International Commission on Intervention and State Sovereignty, 2001.
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otros pueden ser alcanzados por medio de diferentes medidas polticas que no
exigen su promulgacin como un derecho legal (un estndar de vida adecuado). La concesin de la declaracin con respecto a que los derechos econmicos, sociales y culturales sern llevados a cabo habida cuenta de la organizacin y los recursos de cada Estado (art. 22), parece reconocer este hecho.
Segundo, la idea de proteccin efectiva brinda una mejor interpretacin de
la prctica poltica de los derechos humanos si se toma como base a la declaracin. Como hemos visto, tanto dentro como fuera del sistema de derechos
humanos basado en los tratados, el objetivo de la accin internacional ha sido
asegurar el goce sustantivo de los derechos humanos en vez de (solamente) la
promulgacin de protecciones en el derecho local. Finalmente, esta idea permite una distincin ms ntida entre medios y fines, por lo que el tema de la
deseabilidad e importancia de la proteccin constitucional puede ser visto
como un asunto de resolucin contingente y no como uno de necesidad conceptual.
Algunas personas han adoptado una posicin que parece contrastar con la
concepcin de los derechos humanos como estndares que se aplican, en primera instancia, a los Estados. De acuerdo con lo que Thomas Pogge llama una
comprensin interaccional, los derechos humanos son fundamentos para que
las personas individuales puedan hacer reclamos a otras personas: todas las
personas tienen derechos humanos y todos tienen la responsabilidad de respetar
los derechos humanos. El propio Pogge rechaza esta posicin. En lugar de ella
propone una comprensin institucional segn la cual los derechos humanos
justifican reclamos dirigidos de modo directo a aquellas instituciones y prcticas compartidas de las que es parte la persona que reclama, y de modo indirecto a aquellos que apoyan estas instituciones (Pogge, 2002: 44-48, 64-67)24.
Creo que Pogge tiene razn al considerar a los derechos humanos como
estndares que se aplican, en primera instancia, a las instituciones, y al distinguir a esta postura de las concepciones individualistas. El error de no percibir
esta distincin es tal vez otro resultado de tratar a los derechos humanos internacionales como si fuesen idnticos a la tradicin de los derechos naturales. La
concepcin de Pogge de una comprensin institucional, sin embargo, dice
ms que esto. Esta concepcin combina una posicin acerca de cules son los
agentes primarios de los derechos humanos con otra tesis sustantiva acerca de
cules son los fundamentos en que se funda la preocupacin o el inters por los
derechos humanos. Pogge sostiene que apoyar un esquema institucional que,
24
Al describir una comprensin institucional escribe: Los derechos humanos son, entonces, reclamos morales referidos a la organizacin de la propia sociedad. Sin embargo, ya que los ciudadanos son responsables colectivamente por la organizacin de su sociedad y como sta incide en la satisfaccin de los
derechos humanos, los derechos humanos en ltima instancia formulan exigencias a los ciudadanos (especialmente a los ms influyentes). Las personas comparten la responsabilidad por la falta de respeto de los
derechos humanos por parte de los funcionarios dentro de cualquier orden institucional coercitivo en cuyo
sostenimiento ellos estn involucrados (Pogge, 2002: 64).
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pudiendo evitarlo, permite que las personas sufran los tipos de privaciones
frente a las cuales los derechos humanos son una proteccin, es una forma incorrecta de actuar. Hacer eso es violar un deber negativo una especie del
deber ms general de no daar (Pogge, 2002: 66). Esto significa que las
responsabilidades de respetar y proteger los derechos humanos de una poblacin, slo pesan sobre quienes participan junto con esa poblacin en el mismo
sistema social (ibid.). Ahora, una cuestin importante es si una posicin de
este tipo brinda una explicacin adecuada de los fundamentos sobre los que se
apoyan los deberes de respetar los derechos humanos. Ms adelante, expreso
ciertas dudas al respecto, pero por el momento dejo de lado esta cuestin25. Lo
relevante aqu es que una interpretacin de la doctrina contempornea de los
derechos humanos que considere que est compuesta de estndares para instituciones no necesita comprometerse con una posicin adicional con respecto a
la naturaleza o el fundamento de los deberes que los derechos humanos imponen a los agentes individuales.
Cuarto, el modelo de dos niveles no limita la responsabilidad de proteccin
de los derechos humanos de las personas, a los Estados en los cuales estas
personas residen. El modelo representa a los derechos humanos como asuntos
de preocupacin internacional al sostener que los agentes externos capaces y
apropiadamente situados pueden tener razones pro tanto para la accin cuando
los Estados fracasan en cumplir sus responsabilidades de primer nivel. Como
he recalcado, sta es una caracterstica distintiva, tal vez la caracterstica ms
distintiva, de la prctica contempornea de los derechos humanos. Aun si nos
limitamos a las expectativas de quienes disearon la prctica tal como stas se
ven representadas en la declaracin y en los pactos, es claro que algn rol internacional fue tenido en mente; de otro modo las referencias hechas a la cooperacin internacional y las disposiciones acerca de la auditora internacional,
seran inexplicables. Adems, como hemos visto, en la poltica contempornea
global las violaciones son usualmente tratadas como razones para la accin por
parte de otros agentes diferentes a las organizaciones internacionales, incluyendo a otros Estados y organizaciones no gubernamentales, y son consideradas
como capaces de justificar un conjunto de acciones ms amplio que el que est
a disposicin de las instituciones internacionales de derechos humanos. Ciertamente, estos modos de accin poltica no estn reconocidos o autorizados por
los tratados de derechos humanos, pero son claramente visibles en la prctica
de los Estados, las organizaciones internacionales y las organizaciones no gubernamentales. El modelo busca dar cuenta de estas caractersticas de la prctica de los derechos humanos al distinguir el rol primario de los Estados de las
razones pro tanto para la accin generada para agentes externos cuando los
derechos humanos son amenazados debido al fracaso de los Estados a la hora
de cumplir este rol.
25
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149
Dir algo ms sobre las razones pro tanto en un momento, pero primero
realizar una observacin adicional sobre los tipos de accin internacional para
las que los derechos humanos podran proveer razones. He dicho que el rol de
los derechos humanos como justificadores de la interferencia es central para
comprender sus funciones discursivas. Sin embargo vale la pena recordar que
la idea de interferencia por los derechos humanos, aun en su interpretacin ms
generosa, no agota el espectro de medidas para las que las violaciones de derechos humanos podran proveer razones. Las estructuras y prcticas de gobernanza global se han tornado ms complejas e importantes desde el tiempo en
que la declaracin fue dictada y stas pueden entorpecer o aumentar las capacidades de los Estados individuales para proteger los derechos humanos de sus
residentes. Consideremos, por ejemplo, las reglas del comercio internacional
que permiten a los Estados limitar el comercio de bienes con pases pobres, las
reglas de propiedad intelectual que aumentan el costo de medicamentos esenciales, y las normas relacionadas con prcticas laborales establecidas por rganos transnacionales no gubernamentales cuya funcin es establecer estndares.
Para ser realista, una comprensin de los derechos humanos que los entiende
como imponiendo responsabilidades sobre terceros Estados y organizaciones
internacionales debera reconocer que el remedio ms eficaz para ciertas violaciones de derechos humanos dentro de los Estados, puede ser la reforma de
reglas y estructuras a nivel global antes que la interferencia en el Estado, en
cualquiera de sus formas conocidas. La idea de la asistencia externa en la tercera parte del modelo debera interpretarse de modo que incluyese el paradigma
de adaptacin externa junto con a aquellos paradigmas que involucran formas ms conocidas de interferencia poltica (apdo. II.3 infra).
Finalmente, un comentario sobre las razones pro tanto para la accin. El
contraste usual se hace con las razones concluyentes. Las razones concluyentes
nos exigen que actuemos, sin importar las dems consideraciones que estn en
juego. Estas razones superan a otras consideraciones, cualquiera que sea su
contenido. Las razones pro tanto son genuinas razones para la accin, pero no
necesariamente superan a las razones contrapuestas que tambin pueden estar
en juego. Segn el modelo, cuando las instituciones de un Estado no respetan
los derechos humanos, los agentes externos que se encuentran ubicados apropiadamente cuentan con razones pro tanto, pero no necesariamente con razones
concluyentes, para actuar. Esto significa que, en general, el incumplimiento de
los derechos humanos en una sociedad no exigir la accin por parte de agentes
externos. Aunque puede tener algn sentido decir que tales agentes tendran
deberes prima facie para actuar, no sera necesariamente cierto que ellos tienen
estos deberes, todas las cosas consideradas.
Es cierto que las violaciones de ciertos tipos podran proveer razones concluyentes para actuar, o tal vez razones pro tanto muy poderosas (unas que
superen a la mayora de las otras razones en las circunstancias en las cuales
ellas tpicamente aparecen). Alguien podra creer que esto es cierto, por ejem-
150
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plo con respecto al genocidio y la tortura26. El modelo no descarta esta posibilidad. Sin embargo, nosotros debemos considerar que casos como estos son
especiales si es que buscamos un modelo capaz de representar la amplitud
normativa de la doctrina contempornea de los derechos humanos. Las amenazas contra las que protegen los derechos humanos de la actual doctrina internacional poseen diferentes niveles de urgencia y deberamos esperar, y el modelo
permite, que estas amenazas dieran lugar a razones para la accin que posean
diferente fuerza.
4. DERECHOS DECLARATIVOS*
El modelo de dos niveles es una interpretacin de la idea de derecho humano que se encuentra presente en la prctica contempornea de los derechos
humanos. Desde esta perspectiva, el modelo puede recibir distintas objeciones.
Entre las objeciones ms problemticas se puede encontrar la que sostiene que
al caracterizar a los derechos humanos como generadores de razones pro tanto
en lugar de caracterizarlos como exigencias que superan a todas las dems
consideraciones, el modelo no da cuenta de un elemento esencial de la idea de
derecho.
Los derechos morales ms comunes son fundamentos para formular reclamos frente a otros agentes especficos para que realicen o se abstengan de realizar tipos relativamente especficos de acciones. Ms an, aunque de manera
general, no es cierto que un derecho no pueda jams ser superado por otras
consideraciones, las razones para la accin que un derecho suministra tienen un
estatus especial para los agentes a quienes se aplican. Ellas no son simplemente razones a ser sopesadas frente a otras razones que pudieran estar presentes;
los derechos excluyen como irrelevantes a algunas razones contrapuestas e
imponen condiciones especiales que deben ser satisfechas si queremos considerar otras razones. La objecin sostiene que cualquier concepcin plausible de
los derechos humanos debera heredar estas caractersticas. Puede parecer que
el modelo de dos niveles no supera esta prueba ya que sostiene que el fracaso
de un gobierno a la hora de satisfacer las exigencias de los derechos humanos
no hace ms que generar razones pro tanto para la accin correctiva o protec26
El art. 4 del PIDCP permite que en situaciones excepcionales de emergencia pblica los Estados
puedan adoptar disposiciones derogatorias de las obligaciones contradas pero designa ciertos requerimientos como no derogables (por ejemplo, el derecho a la vida, el derecho a no ser torturado, el derecho a ser
reconocido por el sistema jurdico, y el derecho a la libertad de conciencia y de religin). Podra decirse que
la distincin entre estos derechos y otros derechos es paralela a la distincin entre razones pro tanto y razones
concluyentes. Para una discusin, vase Joseph et al., 2004: Ap. 25, 49-66.
* N. de T.: La expresin utilizada en el original en ingls es manifesto rights. La traduccin usual al
castellano de esta expresin es derechos retricos. Hemos preferido, no obstante, traducirla como
derechos declarativos debido a que la expresin derechos retricos transmite la impresin de que se
trata de derechos que no producen ninguna consecuencia prctica, tesis que es discutida en el texto ms
adelante.
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151
tora por parte de agentes externos. Los derechos humanos tal como los reconstruye el modelo pueden parecer que son derechos mutilados.
La objecin se aprovecha de una simplificacin excesiva. El modelo establece una diferencia entre las interferencias prcticas que se siguen de los reclamos de derechos humanos con relacin a las situaciones denticas de los gobiernos de los Estados en los que surgen tales reclamos, y las que se siguen con
respecto a la situacin dentica de los agentes externos que estn en posicin
de actuar. No existe una indeterminacin seria sobre la ubicacin de las responsabilidades de primer nivel: stas recaen sobre los gobiernos de los Estados. No
obstante que el modelo caracteriza a las acciones exigidas de modo relativamente abstracto, su nivel de abstraccin no es mayor que el que encontramos
en otras clases diferentes de derechos que usualmente no son considerados
igualmente problemticos (por ejemplo, derechos constitucionales tales como
el derecho a la libertad de expresin). Es cierto que el modelo da cabida a la
posibilidad de conflictos entre derechos, o de manera ms precisa, entre las
obligaciones asociadas con ellos, pero una vez ms esto no debera ser ms
problemtico para los derechos humanos que para otros derechos de categora
constitucional. Por supuesto, la analoga no debera llevarse demasiado lejos:
como he observado, la prctica de los derechos humanos no se adhiere consistentemente a un paradigma jurdico de implementacin, ni siquiera a nivel domstico. No es plausible interpretar cada derecho humano como una exigencia
de que la correspondiente disposicin constitucional sea promulgada en cada
Estado. Sin embargo, esto en ningn modo invalida al hecho de que es fcil
identificar quin tiene la responsabilidad primaria de actuar y que no es extraordinariamente difcil de identificar cul es el contenido de la responsabilidad.
Alguien que objete podra aceptar este punto pero replicara que lo que se
ha hecho es eludir la objecin en vez de responderla. Se supone que los derechos humanos son universales no slo en su alcance sino tambin en el carcter de las obligaciones asociadas a ellos. Como seala Onora ONeill, no
deberamos decir que existen algunos derechos universales a menos que
podamos especificar las obligaciones [universales] con las que se corresponden (ONeill, 2005: 433). En su opinin, esta restriccin es violada por cualquier concepcin en la cual las obligaciones de respetar los derechos humanos
(universales) de una persona recaen slo sobre los miembros de la propia
sociedad de esa persona o sobre su gobierno. El modelo de dos niveles parece
ser este tipo de concepcin; aunque permite sostener que un gobierno nacional
tiene la obligacin de respetar los derechos humanos, lo ms que puede decir,
en general, sobre otros agentes, es que ellos pueden tener razones pro tanto
para actuar, las cuales carecen de la fuerza y la especificidad de las obligaciones. Una vez ms, el fantasma del derecho mutilado parece haber retornado.
Lo primero que puede decirse a modo de respuesta, es que el modelo busca
describir una prctica discursiva existente, y los aspectos en los que el modelo
152
CHARLES R. BEITZ
caracteriza a los derechos humanos como menos demandantes que los derechos
ordinarios son aspectos en los que los derechos humanos tpicamente son tratados de manera diferente que los derechos ordinarios dentro de la prctica. La
doctrina de los derechos humanos no presenta un conjunto de estndares que se
puede esperar que sean satisfechos de manera simultnea en todos los casos, ni
tampoco incluye reglas de prioridad para resolver los conflictos cuando stos
surgen. No contiene principios claros ni procesos para asignar obligaciones especficas a agentes externos especficos cuando los derechos humanos son violados.
Si uno fuese a pensar que los reclamos de derechos transmiten informacin, entonces uno podra decir que, generalmente, un reclamo vlido de un derecho
transmite abundante informacin. Un reclamo vlido transmite informacin sobre la naturaleza e importancia del beneficio que ser suministrado o del dao
que ser evitado si se cumple con las exigencias del derecho, la identidad de los
agentes cuya conducta est regulada por el derecho, la conducta que se exige de
ellos, la clase de circunstancias y la amplitud de las mismas en las que
puede ser permisible el incumplimiento del derecho. En contraste, dentro de la
prctica de los derechos humanos, un reclamo vlido con relacin a un derecho
transmite menos informacin. El reclamo vlido transmite informacin sobre la
naturaleza e importancia del beneficio o del dao, la probabilidad de que los
agentes elegibles tengan razones para actuar, y los objetivos hacia los cuales su
accin debera estar orientada, pero en general dice menos acerca de la identidad
de los agentes cuya conducta est regulada y acerca de las circunstancias en las
que sera permisible el incumplimiento. En comparacin con los derechos ordinarios, los derechos humanos dejan ms extremos para ser resueltos en el momento de la aplicacin. Uno puede imaginar un modelo de derechos humanos
que los aproxime a la idea de un derecho-reclamo, pero un modelo as no sera
fiel a una parte sustancial de la doctrina contempornea de los derechos humanos.
El objetor puede no sentirse satisfecho con esta rplica. Los derechos humanos tal como son entendidos en la prctica internacional contempornea, se
supone que guan la accin. Pero si un derecho humano es uno en relacin con
el cual no existe un criterio o proceso por el cual se pueda identificar a los
agentes especficos cuya accin ser guiada, entonces el derecho no puede
desempear este rol. Su pretensin de guiar la accin puede parecer poco ms
que una exageracin sin ningn sustento. El objetor puede pensar que no podemos satisfacer dos extremos al mismo tiempo: no podemos considerar que los
derechos humanos tienen el tipo de autoridad normativa usualmente reclamada
para ellos y aun as sostener que su violacin no es ms que una fuente de razones pro tanto para que agentes que no estn especificados acten. Si debemos
retener la segunda de estas condiciones para ser fieles a la prctica tal como la
observamos, entonces deberamos abandonar la primera y defender una visin
aspiracional de los derechos humanos (ONeill, 2005: 432-433)27.
27
UN NUEVO COMIENZO
153
Joel Feinberg adopta lo que a veces ha sido entendido como una posicin
similar cuando describe los derechos econmicos por ejemplo, el derecho
a un estndar de vida adecuado como derechos declarativos (Feinberg,
1973: 67, 95)28. Debido a que esta caracterizacin ha sido influyente (y porque
creo que ha sido errneamente entendida), vale la pena considerar el modo en
que Feinberg entiende estos derechos. Los derechos declarativos, segn el
punto de vista de Feinberg, no estn necesariamente correlacionados con los
deberes de ninguna persona a quien puedan ser asignados porque bajo condiciones ampliamente frecuentes de escasez y conflicto, [ellos pueden] ser imposibles de cumplir para cualquiera (Feinberg, 1973: 94)29. Feinberg parece
suponer que no hay una posible asignacin de deberes tal que su cumplimiento
resultara en la satisfaccin de ciertos derechos econmicos. Cualquiera que
haya sido el caso cuando Feinberg escribi, en la actualidad esto no es cierto de
modo obvio. Para nuestros propsitos, sin embargo, el punto ms importante es
que, aun si es imposible o impracticable satisfacer un derecho declarativo en
el presente, este derecho podra sin embargo, ser una gua para la accin. Feinberg tiene una posicin inequvoca frente a esto. l escribe que deberamos
entender a los derechos declarativos como
reclamos reales, aunque slo sean reclamos sobre futuros seres hipotticos que
an no existen. Acepto el principio de que tener una necesidad insatisfecha es
tener una especie de reclamo frente al mundo [] Tales reclamos, basados solamente en la necesidad, son posibilidades permanentes de derechos, la semilla
natural de donde nacen los derechos. Quienes escriben declaraciones son fcilmente disculpados por hablar de ellos como si ya fueran derechos reales, ya que
esto no es ms que una poderosa forma de expresar la conviccin de que ellos
deberan ser reconocidos por los Estados como potenciales derechos y por consiguiente como factores determinantes de las aspiraciones actuales y como guas
para las polticas actuales (Feinberg, 1973: 67).
28
29
154
CHARLES R. BEITZ
tas son razones para actuar de una manera tal que el xito producira el disfrute sustancial del derecho para aquellos que han sido privados de l. Las razones
de este tipo pueden exigir diversas clases de accin. stas podran incluir, por
ejemplo, el cese de actividades que provocan o contribuyen a la privacin, el
ofrecimiento de proteccin frente a las amenazas de privacin provenientes de
otros agentes o de fuerzas naturales, y la provisin de ayuda que contrarrestara
o compensara los efectos de la privacin (Shue, 1996: 51-60). (Debera observarse un punto que Feinberg omite que las circunstancias pueden ser tales
que uno tenga razones directas con respecto a algunas personas amenazadas
pero no con respecto a otras, tal vez porque los recursos son tan escasos que
slo algunos pueden ser ayudados). Las razones indirectas son aquellas que
cuentan a favor de acciones por las que un agente puede ayudar a establecer
condiciones en las cuales aqullos privados de un derecho, o sus sucesores,
pudiesen gozar sustantivamente del derecho en el futuro. Un tipo especialmente importante de razn indirecta es la razn que uno puede tener para contribuir
al establecimiento y operacin de esquemas cooperativos diseados para llevar
a cabo tales acciones. La situacin de un agente sera anloga a la situacin que
podra presentarse en una sociedad injusta: aunque no habra ninguna obligacin de cumplir con las reglas que se aplicaran si las instituciones de la sociedad fueran justas, aun as uno podra tener el deber de ayudar a establecer
arreglos justos con los que uno tendra el deber de cumplir una vez establecidos,
al menos cuando esto se pudiera llevar a cabo sin un sacrificio excesivo30.
La idea de un derecho declarativo muestra que un derecho puede guiar la
accin aun cuando ningn agente se encuentre en posicin de realizar una secuencia de acciones que resultara en el disfrute sustantivo del derecho por
parte de aquellos que estn privados de l. Aunque no usar la frase de Feinberg, este hecho cobrar importancia cuando pasemos a las cuestiones referidas
al lado del suministro de los derechos humanos ( 25).
5. EL ROL DE LOS ESTADOS
El modelo tambin puede parecer objetable por el rol prominente que asigna a los Estados. Existen dos dimensiones. En primer lugar, segn el modelo,
los derechos humanos se aplican en primera instancia a los Estados, en el sentido de que se supone que las protecciones garantizadas por los derechos humanos deben ser alcanzadas por los residentes de un Estado, por medio de las leyes
y polticas del Estado. En segundo lugar, en este modelo, los Estados son los
primeros garantes del desempeo de otros Estados respecto de los derechos
humanos, tanto a travs de sus actividades de colaboracin con las organizaciones internacionales como a travs de la accin unilateral.
30
Adapto la formulacin del deber natural de justicia que realiza Rawls, 1971-1999: 19, 99.
UN NUEVO COMIENZO
155
Estas caractersticas suscitan la cuestin de si el modelo est excesivamente centrado en el estado31. Existen razones empricas para pensar que podra
ser as. Las principales formas que ha adoptado la vida global econmica y
poltica son diferentes de lo que eran en los aos de posguerra. Por ejemplo, a
medida que las empresas transnacionales se han desarrollado a partir de la
Segunda Guerra Mundial, sus actividades se han vuelto ms difciles de ser
reguladas de modo efectivo por parte de sus Estados nacionales y por parte de
los Estados anfitriones en donde operan. Ha habido una proliferacin de organizaciones no gubernamentales con la habilidad de ejercer influencia de modo
independiente y con la capacidad de organizar la accin poltica horizontalmente, al coordinar actividades ms all de las fronteras. Las organizaciones
internacionales y los regmenes basados en tratados han crecido en nmero y
complejidad funcional, y ahora se podra pensar que poseen en s mismos una
importancia poltica suficientemente grande para ser tratados como directamente sometidos a las exigencias de los derechos humanos. Se han elaborado
sistemas de reglamentacin regional y global, por ejemplo, por medio del derecho administrativo globalizado y dentro de redes transnacionales de funcionarios estatales que se adhieren a normas que no pueden ser analizadas como
expresiones del poder soberano de los Estados. Al mismo tiempo, algunos
Estados han sufrido el deterioro de sus capacidades para gobernar, a menudo
debido a los desafos provenientes de fuerzas polticas separatistas y facciones.
Estos distintos acontecimientos ponen en tela de juicio algunas de las suposiciones bsicas que hicieron que pareciese posible la asignacin a los Estados
de la responsabilidad primaria por los derechos humanos. No siempre est
claro que se pueda confiar en los gobiernos para que stos protejan a sus residentes frente a la amenaza de incumplimiento por parte de agentes que no son
Estados. Tampoco est claro que los Estados, actuando solos o de manera colaborativa, tpicamente estn mejor posicionados para actuar eficazmente con
el fin de lograr el cumplimiento de los derechos humanos en otros Estados.
Alguien que objetase podra, por lo tanto, sostener que el modelo de dos niveles es deficiente al no tomar en cuenta el hecho de que el grupo de actores cuyo
comportamiento es o debera ser regulado por las normas de derechos humanos incluye diversos tipos de actores que no son Estados (tales como las empresas o las redes polticas)32.
Realizar un breve comentario sobre esta objecin, pero permtanme primero sealar que nuestra pregunta sobre el rol de los Estados en el modelo
31
Si la centralidad de los Estados en la organizacin contempornea del orden mundial es de alguna
manera indeseable es una cuestin distinta. Para una teora integral de la justicia global esta cuestin sera
esencial, sin embargo para la concepcin de los derechos humanos expuesta aqu dicha cuestin no necesita
ser planteada (apdo. VI.1 infra).
32
La literatura pertinente es extensa. Sobre las empresas, vanse Ratner, 2001: 443-545; Weissbrodt y
Kruger, 2003: 901-922. Sobre el derecho administrativo y redes de gobernanza global, vanse Kingsbury,
Krisch y Stewart, 2005: 15-61; y Slaughter, 2004. Sobre redes transnacionales dedicadas a enfrentar ciertos problemas, vase Keck y Sikkink, 1998, especialmente el cap. 1.
156
CHARLES R. BEITZ
UN NUEVO COMIENZO
157
bles directamente a las empresas35, pero hasta ahora estos esfuerzos han carecido de la estructura independiente y de la regularidad necesaria para justificar
considerarlos elementos de una prctica global en curso. Por supuesto, una
caracterstica importante de la prctica global de los derechos humanos es su
carcter emergente y evolutivo, por lo tanto, lo que hoy nos parecen esfuerzos
polticos aislados e irregulares en el futuro podran convertirse en elementos
ms estructurados de la prctica. Si eso ocurriera, esto abogara por una revisin del modelo. Sin embargo, no ha sucedido todava.
La respuesta a la segunda objecin es similar aunque histricamente ms
compleja. Como hemos visto, la cuestin del alcance y los lmites de la accin
internacional permisible para proteger a los derechos humanos, ha sido controvertida desde el comienzo. La Carta compromete a la ONU y a sus miembros a
proteger y promover los derechos humanos a la vez que niega autoridad para
interferir en asuntos que se encuentran dentro de la jurisdiccin nacional de los
Estados, y los pactos incluyen afirmaciones acerca de los derechos de todos
los pueblos a la autodeterminacin (apdo. II.1 supra). Sin embargo, ambos
pactos y cada instrumento de derechos humanos posterior ha incluido algn
tipo de mecanismo de implementacin, por lo general consistentes en un procedimiento de auditora internacional de las prcticas de derechos humanos de
las partes. Una importante corriente de opinin internacional sostiene que la
intervencin coercitiva utilizada para proteger a las personas frente a los peores
abusos de derechos humanos por parte de los gobiernos puede ser justificable36.
(aun el gobierno de China, a la vez que sostiene como un principio general que
los derechos humanos son esencialmente temas que se encuentran dentro de
la jurisdiccin nacional de un pas, tambin sostiene que para llevar a cabo
la proteccin internacional de los derechos humanos, la comunidad internacional debera interferir y detener actos que pusieran en peligro la paz y seguridad
mundial, tales como las graves violaciones de derechos humanos causadas por
el colonialismo, el racismo, la agresin y la ocupacin extranjera, as como
tambin el apartheid, la discriminacin racial, el genocidio, la trata de esclavos
y las violaciones serias de derechos humanos por parte de organizaciones terroristas internacionales37). Existe un amplio registro de accin poltica transnacional que no llega al uso de la fuerza para proteger los derechos humanos
(apdo. II.3 supra). La idea de que el inters o la preocupacin internacional por
los derechos humanos se agota con el dictado autoritativo de estndares de
derechos humanos, dejando la responsabilidad del cumplimiento exclusivamente en manos de los Estados individuales, no es consistente con estos he35
Por ejemplo, ONU, Comisin de Derechos Humanos, Subcomisin de Promocin y Proteccin de los
Derechos Humanos, 2003.
36
Esto est reflejado en el documento elaborado por la Comisin Internacional sobre Intervencin y
Soberana Estatal (2001) y esta afirmada sustancialmente en la Resolucin 60/1 de la Sesin 60 de la Asamblea General de la ONU, 2005. Ninguna, por supuesto, posee la fuerza del derecho internacional.
37
China, Information Office of the State Council, 1991: pt. X..
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CHARLES R. BEITZ
CAPTULO VI
NORMATIVIDAD
Un enfoque prctico busca distinguir el problema de conceptualizar los
derechos humanos, el problema de comprender su fundamento y el problema
de determinar su contenido. El modelo de dos niveles es una respuesta para el
primer problema, pero no para al segundo ni para el tercero. Estos problemas
necesitan ser examinados de forma separada.
Las preguntas normativas que interesan surgen a diferentes niveles de
generalidad. En el nivel ms general, la cuestin es la siguiente. Frente a nosotros tenemos una prctica normativa existente y debemos decidir qu actitud
tomar con respecto a ella. Considerada en general y como un elemento de un
orden normativo global ms extenso, queremos saber si la prctica es la clase
de prctica que tenemos razn para aprobar y apoyar. Qu propsitos deseables podra buscar alcanzar una prctica semejante y por qu, en ltima instancia, deberamos considerar su logro como un objetivo de la vida poltica
global suficientemente importante como para justificar la imposicin de costos
sobre aquellos agentes cuyas contribuciones la prctica pretende conseguir?
Al descender un nivel, queremos saber si las normas de la prctica tal como
existe, constituyen un ejemplo concreto legtimo de la clase general de prctica. Por ende debemos preguntar, segn qu criterios deberamos seleccionar
entre las diversas exigencias que podran componer una prctica que busca
alcanzar estos propsitos justificadores, y hasta qu punto las normas de hecho incorporadas en la doctrina internacional actualmente existente satisfacen
estos criterios? En un tercer nivel, los problemas estn vinculados con un
grupo de preguntas interconectadas referidas a cules son los tipos de agentes
a quienes podra exigrseles defender y promover las normas que de modo
apropiado se consideran como pertenecientes a la prctica y cules son las
clases de razones por las cuales estos agentes deberan hacerlo. Quin debe-
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NORMATIVIDAD
161
La explicacin de la normatividad que voy a sugerir posee dos caractersticas que merecen ser destacadas por adelantado, y ambas son consecuencias de
adoptar un enfoque prctico. En primer lugar, en esta explicacin, los derechos
humanos no aparecen como una categora moral fundamental. Con relacin a
cualquier derecho humano en particular, siempre es posible preguntar por qu
este derecho debera ser parte de una doctrina normativa global y esperar una
respuesta que presente consideraciones morales (y de otro tipo) adicionales.
Los derechos humanos operan a un nivel medio del razonamiento prctico, al
servir para organizar estas consideraciones adicionales y al hacer que estas
consideraciones cuenten a la hora de adoptar un conjunto de elecciones. Ms
an, estas consideraciones adicionales son diversas. De acuerdo a la posicin
que sugerir, no es necesario interpretar que los derechos humanos derivan su
autoridad de un valor o inters nico y ms bsico, tal como el de la dignidad
humana, la personalidad o la pertenencia a un grupo. Las razones que tenemos
para preocuparnos por ellos varan segn el contenido del derecho en cuestin
y la naturaleza de nuestra relacin, si existe, con las distintas clases de potenciales vctimas de la violacin del derecho. Los derechos humanos protegen
una pluralidad de intereses y exigen diferentes clases y grados de compromiso
por parte de diferentes agentes. Estos derechos poseen una identidad distintiva
como estndares normativos, pero esta identidad no se encontrar en sus fundamentos o en la naturaleza de sus exigencias para la accin. Encontramos su
identidad, en cambio, en su rol especial como normas de la vida poltica global.
1. PARA QU SIRVEN LOS DERECHOS HUMANOS
Los derechos humanos son estndares para las instituciones domsticas
cuya satisfaccin es un asunto de preocupacin internacional. Como he observado, una prctica de los derechos humanos, concebida de esta forma, podra
ser descrita como estatistas al menos en dos sentidos: sus estndares se aplican en primera instancia a los Estados, y estos estndares tienen a los Estados,
actuando individualmente o en conjunto, como sus principales garantes. Esto
no significa que los derechos humanos no impongan restricciones a otros agentes, o que slo los Estados tengan responsabilidades como garantes. Sin embargo, el carcter central de los Estados para la prctica de los derechos humanos
es innegable. Tal vez, en un mundo que estuviera organizado de manera diferente habra estndares institucionales anlogos, pero si fuera as, probablemente el rol poltico y el contenido sustantivo de estos estndares seran distintos. La prctica de los derechos humanos como se ha desarrollado hasta ahora
slo puede comprenderse como un agregado revisionista de un orden mundial
de Estados territoriales independientes.
La importancia de esto no es solamente descriptiva; significa que cualquier
posicin plausible sobre los propsitos que justifiquen una prctica de los dere-
162
CHARLES R. BEITZ
chos humanos debe ser compatible con el hecho que el Estado constituya la
unidad bsica de la organizacin poltica del mundo. Una teora de los derechos
humanos no es una teora de la justicia global ideal. A nivel ms general, la
pregunta relevante no es si una prctica de los derechos humanos tendra un
lugar dentro de la constitucin poltica ideal del mundo. En cambio tomamos
ciertos hechos bsicos sobre la estructura poltica del mundo como dados y
analizamos los propsitos de una prctica de derechos humanos dentro de esa
estructura. Al hacerlo, no necesitamos comprometernos con un juicio ms
abarcativo, en un sentido u otro, acerca de la aceptabilidad o legitimidad del
sistema de Estados en s mismo, considerada como una pregunta de teora
ideal; para nuestros propsitos, esta pregunta no se presenta.
Los hechos bsicos son claros. La estructura poltica del mundo est compuesta por un sistema de unidades polticas definidas territorialmente, cada una
de las cuales pretende ejercer autoridad poltica legtima dentro de sus fronteras. Estos Estados componen un orden poltico, una sociedad de Estados1.
Aunque no est organizado siguiendo el modelo de las sociedades domsticas,
el orden global est constituido por un sistema de normas que facilita las interacciones entre los Estados y organiza la cooperacin para el suministro de
bienes colectivos. Entre otras cosas, estas normas definen una esfera de autoridad domstica autnoma dentro de la cual cada Estado se ve protegido contra
la interferencia coercitiva externa. Pese a que esta estructura no se sustenta
generalmente en la adhesin de las voluntades de los individuos que son miembros de los Estados, pretende una clase de aceptabilidad: sus normas se presentan a s mismas como regulativas de los Estados y en algunos supuestos de los
individuos y de los actores que no son Estados, y su incumplimiento, generalmente se considera como una razn para la crtica y, tal vez, la aplicacin de
sanciones.
Histricamente, el argumento para una prctica global con las caractersticas funcionales de los derechos humanos gira en torno a una tesis emprica
acerca de las patologas de una estructura poltica global que concentra poder
en puntos dispersos no sujetos a un control superior. Una tesis semejante era
comn entre aquellos que disearon la doctrina moderna de los derechos humanos y entre sus primeros defensores (apdo. II.1 supra). Consideraban que la
Segunda Guerra Mundial y sus hechos desencadenantes eran prueba de la
existencia de una deficiencia estructural en el sistema de Estados tal como
exista entonces. Al adoptar una amplia esfera de autoridad domstica autnoma, las normas del sistema provean un refugio seguro para los gobiernos que
maltrataban o incumplan su tarea de proteger a sus poblaciones en formas que
tuvieron consecuencias devastadoras para los afectados. Adems, crean que
las probabilidades de que se diesen comportamientos indebidos por parte de los
Estados podran reducirse por medio de la cooperacin internacional para esta1
La frase le pertenece a Hedley Bull. Vase, por ejemplo, Bull, 1966: 35-50.
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ocupar brevemente ms adelante. Suponiendo, por el momento, su plausibilidad, el razonamiento para obtener la conclusin deseada es claro. Se podra
pensar que la segunda tesis es ms problemtica. Volviendo a nuestro experimento mental, supongamos que consideramos la eleccin de principios para un
orden global de Estados independientes desde la perspectiva de individuos que
reconocen la posibilidad histrica de que las acciones y omisiones de los gobiernos, quienes son resguardados de la interferencia externa por normas que
protegen una amplia esfera de autonoma domstica, pueden tener consecuencias desastrosas para los intereses ms urgentes de sus habitantes. Luego nos
preguntamos, tomando las caractersticas estructurales de este orden poltico
como ms o menos fijas, en qu circunstancias sera razonable esperar que las
personas lo acepten y apoyen3. Si asumimos que es razonable preocuparnos por
proteger nuestros intereses ms importantes frente a formas predecibles de inobservancia y abuso oficial, entonces, al reconocer que el orden global dispone
de una capacidad de autorregulacin, parece, prima facie, que una condicin de
su aceptabilidad sera el establecimiento de un mecanismo por el cual pudiese
ser limitada la jurisdiccin domstica de los Estados y pudiese regularse su
ejercicio con el fin de brindar proteccin frente a tal amenaza. Una prctica
global de los derechos humanos podra ser entendida como tal mecanismo
precautorio4.
Esta posicin prima facie es pasible de algunos cuestionamientos. Antes de
referirnos a ellos, realizar dos comentarios con la finalidad de explicarla con
ms detalle. En primer lugar, la descripcin que he ensayado, coloca la importancia de una prctica de los derechos humanos en dos objetivos distintos:
proteger intereses individuales importantes frente a amenazas predecibles y
disuadir a las sociedades de que desarrollen ciertas caractersticas que pudieran
provocar que sus gobiernos lleven adelante polticas que amenacen el orden
internacional. Asumiendo, incluso, que la premisa del segundo objetivo es
verdadera, se debe destacar que no existe una razn a priori para creer que estos
dos propsitos justifican el mismo catlogo de protecciones. Por ejemplo, aunque la idea de que los regmenes genocidas probablemente tambin sean externamente agresivos puede tener cierta plausibilidad a primera vista, es mucho
menos plausible que la misma asociacin se sostenga para otros casos de incumplimiento (por ejemplo, en satisfacer los estndares mnimos de bienestar).
Tampoco existe razn para suponer que estos dos fundamentos permitiran la
misma variedad de respuestas preventivas y correctivas frente a las violaciones. De hecho, parece ms probable que el inters en satisfacer estos propsitos
producira divergencias de los dos tipos. Por lo tanto, ambos propsitos se
combinan de modo inestable. La cuestin es si esto podra implicar algn problema y en qu sentidos lo hara.
3
En general, la expresin de aceptacin y de apoyo debe ser indirecta; sta tiene lugar a travs de las
polticas del gobierno bajo el que uno se encuentra. Pero este hecho no debilita la fuerza de la pregunta.
4
Comparar con la discusin de la soberana condicional en Shue, 1996: 174-175 y eplogo.
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(apdo.VIII.2). Por el momento, el punto importante es que uno puede reconocer las reservas que tiene la posicin antiimperial sobre los usos a los que se
podran ver expuestos los derechos humanos por parte de las potencias hegemnicas sin que este reconocimiento implique rechazar una explicacin de los
propsitos justificadores de la prctica que les atribuya un carcter precautorio,
siempre que se deje abierto para determinar en una etapa posterior, qu formas
de accin internacional, y por qu agentes, son aceptables como respuesta a las
violaciones de las diversas normas de la prctica.
El otro cuestionamiento surge de la posibilidad de conflicto entre un rgimen precautorio de los derechos humanos y el ejercicio de la autodeterminacin colectiva en sociedades individuales. Parece claro que un conflicto semejante podra tener lugar. Por ejemplo, nada excluye la posibilidad de que el
gobierno de una democracia constitucional, digamos, o para el caso, las leyes o
la constitucin de la sociedad, pudieran violar derechos humanos reconocidos
internacionalmente7. En tal caso podra parecer que la accin por parte de agentes externos que buscan provocar un cambio en la ley o la poltica que vulnera
los derechos humanos sera una interferencia objetable en el ejercicio de la
autodeterminacin colectiva de una sociedad. Por lo tanto, una concepcin de
los propsitos justificadores de los derechos humanos que autorice la interferencia en tales casos podra por lo tanto parecer cuestionablemente permisiva.
Este cuestionamiento suscita problemas difciles de enfrentar, aunque tal
vez no tan difciles como puede parecer. Aqu, al igual que antes, la fuerza del
cuestionamiento depende de cmo son especificados los detalles de la prctica,
en particular los referidos al grado de exigencia y el alcance de sus normas y
las formas de accin internacional que se consideran como justificadas por la
violacin de esas normas. Tambin depende de cmo se entiende la idea de
autodeterminacin colectiva: aunque no hay dudas de que esta idea tiene un
contenido que limita su aplicacin como sugiere el caso paradigmtico de la
autoridad colonial, no puede considerarse que cualquier clase de rgimen sea la
expresin de la autodeterminacin de su pueblo no poseemos una concepcin preterica unvoca de las condiciones que un gobierno o una constitucin
deberan satisfacer para ser considerados de ese modo. Podemos imaginar diferentes posiciones sobre cada uno de estos tres temas el contenido de las
normas de la prctica, las formas de accin que la prctica considera justificables en respuesta a las violaciones, y las condiciones para la autodeterminacin
colectiva de modo tal que, cuando estas posiciones se sostienen de manera
conjunta, la interferencia objetable de agentes externos con el fin de evitar las
violaciones de las normas de derechos humanos, parecera probable que suceda
7
A menos, por supuesto, que uno adopte la idea de que ninguna sociedad poltica debera ser considerada democrtica si su constitucin no protege los derechos humanos de sus ciudadanos. En ese caso la posibilidad de conflicto an surgira, pero en una etapa anterior de razonamiento sobre las exigencias de legitimidad poltica (Benhabib, 2006).
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veles explica este rol funcional al mostrar cules seran los compromisos que
uno tendra si aceptara la afirmacin de que existe un derecho humano a P. Un
argumento para sustentar la afirmacin debera ser sensible a los tres elementos
del modelo.
Podramos, por lo tanto, imaginar un esquema para justificar las afirmaciones sobre el contenido de la doctrina de derechos humanos que tenga tres partes8. Un argumento para sustentar cualquier afirmacin de este tipo debera
mostrar que tres tesis son verdaderas:
1)Que el inters que sera protegido por el derecho es lo suficientemente
importante cuando se lo analiza razonablemente desde la perspectiva
de aquellos a quienes protege como para que sea razonable considerar
su proteccin como una prioridad poltica.
2)Que sera ventajoso proteger el inters subyacente por medio de instrumentos polticos o legales disponibles para el Estado.
3)Que en la mayora de los casos en los que un Estado tal vez pudiese
fracasar en proporcionar la proteccin, tal fracaso sera un objeto adecuado de preocupacin internacional.
Cada uno de estas tesis necesita explicacin. Comenzando con la primera:
para dar cuenta de la importancia de un inters, uno debe explicar por qu sera
razonable que el agente de cuyo inters se trata considerara una cosa especialmente mala que el inters sea amenazado o que se impida su satisfaccin. La
nocin exigida de que un impedimento sea algo malo es objetiva. No es suficiente y podra no ser necesario establecer que las preferencias del agente se
veran frustradas si se impidiese la satisfaccin del inters. El juicio en cuestin
involucra la urgencia del inters, y sta se explica mejor al pensar por qu un
agente podra razonablemente considerar la satisfaccin del inters como un
asunto importante. Al mismo tiempo, para explicar por qu el inters debera
ser hecho una prioridad para otros a la hora de realizar acciones polticas, uno
debe dar cuenta de la importancia del inters de manera tal que aquellos de
quienes podra exigirse que brindasen proteccin pudiesen razonablemente
reconocer dicha importancia. Ya que los derechos humanos se supone que proveen razones para la accin a agentes externos a las sociedades en las cuales los
derechos humanos podran ser violados, la explicacin no debera depender
exclusivamente de las creencias y normas que son especficas a una nica cultura o forma de vida. Este requerimiento puede satisfacerse de diferentes maneras. Por ejemplo, algunos intereses son lo suficientemente genricos como
para que sea razonable esperar que cualquiera reconozca su importancia (por
ejemplo, los intereses relacionados con la seguridad fsica y una alimentacin
adecuada). En algunos casos, aunque el inters podra no ser ampliamente
8
La forma general de este esquema me fue sugerida por los comentarios de T. M. Scanlon, acerca de
la justificacin de los reclamos de derechos, formulados en Rights, Goals, and Fairness, en Scanlon, 2003:
35. El contenido del esquema brindado aqu es distinto.
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compartido cuando se lo describe de manera especfica, al formular una descripcin ms abstracta del mismo su importancia podra ser reconocida an por
parte de aquellos que no lo comparten (por ejemplo, ser capaz de profesar la
propia religin)9. En otros casos, la importancia del inters puede ser derivativa; por ejemplo, puede ser que bajo circunstancias histricas contingentes
pero que prevalecen actualmente, la satisfaccin del inters fuese instrumental
a la satisfaccin de otros intereses ya identificados como importantes (un ejemplo, tal vez, pueden ser los intereses relacionados con la participacin poltica
o con la aplicacin no discriminatoria de la ley). Quizs existen algunos otros
casos. Lo que es esencial es que la importancia del inters, vista desde la perspectiva de un beneficiario razonable, debera ser inteligible para las personas
razonables a quienes podra exigirse que lo protegieran (esto no equivale a
mostrar que cualquier posible agente tiene una razn suficiente para llevar a
cabo una accin protectora. sa es otra cuestin, que se trata en la tercera parte
del esquema).
Algunas personas creen que los derechos humanos se comprenden mejor
como si se los entiende como si protegiesen o derivasen de un nico inters
o valor subyacente. Por las razones que he mencionado anteriormente
(apdo.III.2), no creo que sea plausible pensar de este modo en los derechos
humanos de la prctica internacional. Los intereses que podran ser adecuados
para este rol (por ejemplo los relacionados con la dignidad humana, la personalidad, o la pertenencia a un grupo) probablemente, o bien parecen demasiado
abstractos para resolver el desacuerdo sobre los contenidos de la doctrina de los
derechos humanos o bien parecen limitar de modo arbitrario el alcance sustantivo de la doctrina. Adems, no existe una razn clara para sostener que los
derechos humanos deberan ser explicables en trminos de un nico valor dominante. Tal vez la presin que existe para considerarlos de esta manera deriva
de un deseo de verlos a todos como estndares del mismo tipo genrico. Pero
si tomamos las funciones discursivas de los derechos humanos como primarias,
entonces una explicacin de su normatividad no necesita avergonzarse por
apelar a una variedad de consideraciones justificantes diferentes10.
Por extensin, tampoco parece necesario identificar una lista de intereses o
valores relativamente especficos que sirvan de fundamento o contenido de los
derechos humanos. El objetivo del esquema es caracterizar el argumento exigido para sustentar afirmaciones sobre la sustancia de los derechos humanos. El
esquema hace esto, en parte, al exigir que los intereses que seran protegidos
9
Este es el ejemplo de T. M. Scanlon, Value, Desire, and Quality of Life (2003: 184). Vase tambin
Preference and Urgency (2003: 74-77).
10
No pretendo sugerir que los valores que a veces son tomados como aquellos que desempean un rol
fundacional nico no tienen lugar en una explicacin de los fundamentos de los derechos humanos individuales. Si, como algunos filsofos piensan, fuera razonable considerar a cualquiera de estos valores como
suficientemente importante para razonablemente hacer que su proteccin fuera una prioridad de la accin
poltica, entonces ese valor podra tener un lugar dentro del esquema.
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adoptado tal posicin podra decir, por ejemplo, que existe un derecho humano
a los medios de subsistencia pero no a un salario equitativo; a la proteccin
contra el arresto arbitrario pero no a la libertad de ocupacin; a la autodeterminacin colectiva pero no a instituciones democrticas; a una educacin primaria cuyo nivel sea suficiente para ser un miembro productivo de la sociedad
pero no a una educacin de nivel superior.
Una posicin as debera ser desconcertante para cualquiera que tome en
serio la prctica contempornea (apdo. II.2 supra). Aun si nos limitamos a los
derechos enumerados en la declaracin, los derechos humanos no son minimalistas de esta manera directa. Ellos incluyen estndares que se aplican a las
dimensiones ms significativas de la estructura bsica de una sociedad, los
cuales van desde protecciones contra el mal uso del poder estatal hasta exigencias referidas al proceso poltico y al sistema legal, la organizacin de la economa, y el nivel de asistencia pblica. Es obvio que estos estndares no parecen significativamente ms minimalistas que las exigencias de muchas teoras
de justicia social. De hecho, uno podra verse tentado a sostener que los derechos humanos simplemente son los derechos de justicia social15.
Esto, sin embargo, no puede ser correcto. La mejor rplica a la objecin
minimalista es explicar el porqu. Los derechos humanos son un asunto de
preocupacin internacional y no es plausible sostener que la comunidad internacional debera asumir la responsabilidad por la justicia de las sociedades que
la componen16. En primer lugar, las exigencias de justicia estn basadas en intereses de distintos grados de urgencia y por lo tanto formulan reclamos que
poseen diferente peso. Existe una diferencia, por ejemplo, entre el inters de
tener un estndar de vida adecuado para llevar una vida decente y el inters de
no sentirse avergonzado o humillado por la situacin material de uno comparada con la situacin de los dems. Ambos intereses son urgentes en el sentido de
que su satisfaccin sera importante en un amplio espectro de vidas. Pero si
suponemos que los recursos internacionales disponibles para promover los
derechos humanos son escasos, entonces, si el primer inters de todas las personas pudiera de alguna manera ser satisfecho gracias a la ayuda internacional,
la exigencia de realizar una inversin internacional adicional con el objeto de
satisfacer el segundo inters sera menos apremiante. En segundo lugar, algunas exigencias de justicia pueden no ser alcanzables por medio de las formas de
accin permisibles que estn disponibles para los agentes externos. Considrese, por ejemplo, la diferencia entre brindar asistencia a una sociedad para que
desarrolle su economa lo suficiente como para eliminar las peores formas de
pobreza y provocar que esta sociedad alcance una distribucin del ingreso que
15
Existe cierta resonancia de esta idea en la prctica contempornea. Un observador sostiene que El
movimiento de derechos humanos ahora est interesado en la justicia social global (Clapham, 2007: 162).
En el pasado he expresado alguna simpata por esta idea (Beitz, 2003: 39).
16
Alguien plausiblemente podra creer que existe un deber general de no obstruir o socavar el funcionamiento de las instituciones justas, all en donde stas existen. Pero se es un tema distinto.
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sta es la frase de Rawls, 1999: 81. Vase tambin Cohen, 2004: 210-213.
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alcance, una concepcin societal podra exigir abstenerse de interferir en Estados cuyas instituciones domsticas son intolerantes o de alguna otra manera
irrespetuosas con las libertades de sus propios habitantes; una concepcin individualista, por otro lado, permite que diversos actores internacionales tomen
medidas para proteger a los individuos de las violaciones a la libertad cometidas
por su propio gobierno. Una concepcin societal podra por lo tanto abogar por
una doctrina de los derechos humanos menos exigente que una concepcin individualista.
Una estrategia para elegir entre estas concepciones sera investigar las razones para la tolerancia a nivel domstico y luego preguntarse de qu modo
estas razones se aplican a la conducta internacional. La estrategia es complicada ya que las personas discrepan sobre los fundamentos de la tolerancia en el
caso domstico. Ya que nuestro objetivo no es resolver el desacuerdo, tratar de
evitarlo trayendo a colacin dos posiciones diferentes (aunque no necesariamente incompatibles) y al preguntar qu se deduce plausiblemente de cada una
de ellas para el caso internacional. No sostengo que estas posiciones agoten las
posibilidades.
Ambas posiciones establecen los fundamentos de la tolerancia en consideraciones referidas a la autonoma de las personas, o, como voy a expresarlo en
algunas ocasiones, en el valor de la autodireccin. Supongamos que decimos
que una persona es autnoma si posee una capacidad lo suficientemente desarrollada de ejercer algn grado significativo de control sobre su destino por
medio de una sucesin de decisiones tomadas a lo largo de su vida. Como lo
expone Joseph Raz, una persona as, posee la capacidad de hacer que su vida le
sea propia (Raz, 1986: 369)19. Existen dos maneras de entender la relacin entre el valor de la autonoma y el de la tolerancia. Las maneras de entender la
relacin varan de acuerdo a si el inters en la autonoma que se toma como
fundamental pertenece a los agentes que son tolerados (un inters propio) o
pertenece a otros que se benefician de vivir en un rgimen tolerante (un inters
de terceros). Estas perspectivas generan distintas explicaciones del valor de la
tolerancia. Ambas generan una posicin con relacin a la tolerancia internacional que est en conflicto con la posicin societal, pero lo hacen de maneras
distintas.
El primer argumento es el legado de Kant pero lo presentar de un modo
sugerido por Rawls en A Theory of Justice. l seala que las personas que eligen principios para sus instituciones estaran interesadas en asegurar la integridad de su libertad moral y religiosa. Ellos entenderan que aquellos que
reconocen la existencia de obligaciones morales y religiosas consideran que las
mismas tienen la ms fundamental importancia y no restringiran estas obligaciones en pro de obtener mayores medios para promover [] otros intereses
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Sin embargo, tal vez el argumento por analoga hace referencia a una concepcin ms compleja de la personalidad moral de los Estados que confirmara
la posicin de que las consideraciones sobre la autonoma individual, traducidas al nivel internacional, brindan sustento a un principio de tolerancia societal.
Mervyn Frost ha propuesto una concepcin semejante desarrollada a partir de
una idea tomada de Hegel (Frost, 1996)23. Segn Frost, de la misma forma en
que los individuos reconocen a los otros como personas libres dentro de la sociedad domstica, as tambin los Estados en el mbito de las relaciones internacionales deberan reconocerse entre s como entidades que legislativamente
se autodeterminan. Esto es as porque los estados polticos son las formas
polticas de las comunidades nacionales: sus instituciones armonizan a los individuos y a los grupos en sus interacciones y proveen espacios compartidos de
identificacin que permiten que las personas se reconozcan unas a otras como
miembros de un todo que se autodetermina. El ser miembro de un Estado semejante, al que otros Estados reconocen como autnomo, es esencial para la
total autorrealizacin de individuos libres (Frost, 1996: 150-151).
Lo que no est claro es cmo el reconocimiento de un Estado por parte de
otros Estados es relevante para la libertad o la autonoma de los miembros individuales del Estado. Tal vez esto pueda esclarecerse parcialmente si se considera la condicin que segn Frost debe satisfacer un sistema de gobierno para
ser considerado un estado poltico: ste debe ser un Estado en el que las
personas se reconozcan entre s como ciudadanos en trminos del derecho, al
que por su parte reconocen como siendo a la vez constituido por ellos y constitutivo de ellos en tanto ciudadanos (Frost, 1996: 150-151)24. Un Estado poltico es una unidad autogobernante cuyos miembros se reconocen entre s como
copartcipes en la determinacin de las leyes. El hecho de que un Estado no
tolere a otro, por ejemplo negndole reconocimiento o interfiriendo en sus
asuntos, sera una afrenta a los miembros del segundo Estado ya que negara su
estatus como personas polticamente libres o que se autodirigen. Esto sera, al
menos, un insulto (en el caso de la falta de reconocimiento) y posiblemente
tambin una violacin a sus libertades polticas (en el caso de la interferencia
coercitiva).
El problema es que esto transforma al principio de tolerancia internacional,
de un principio que se aplica de modo general a uno que se aplica de modo
selectivo. La interferencia de un Estado en otro es una afrenta a los miembros
del segundo Estado slo si la interferencia realmente obstruye o frustra una
capacidad compartida para determinar el contenido del derecho. Pero esto depende de si el segundo Estado se autodetermina de una manera ticamente
significativa. La ltima frase requiere ser interpretada, pero podemos dejar esto
de lado por el momento. Si solamente suponemos que la idea de autodetermi23
24
Especialmente captulo 5. Comparar con Hegel, 1821: prrs. 323, 331, 349.
Comparar con Hegel, 1821: prr. 349.
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cuando las instituciones sociales domsticas toleran ciertas clases de diferencias entre los individuos. Un compromiso con el valor de tolerancia provee
razones para tolerar a los Estados tolerantes, pero no necesariamente a los intolerantes. Una vez ms, el principio de nivel internacional es asimtrico.
Es esta conclusin apresurada? Quien piense esto podra sealar que la
tolerancia puede adoptar una variedad de formas en el seno de una sociedad. La
idea liberal de libertad individual de conciencia y de expresin, comn desde el
final de las guerras de religin, slo es una de stas. Otra forma de tolerancia
que encontramos, por ejemplo, en el sistema millet del imperio Otomano
toma como unidades de anlisis a los grupos y no a los individuos y se expresa
a s misma en instituciones que protegen la capacidad de cada grupo para conducir su vida interna como lo crea adecuado (Kymlicka, 1995: 156-158). El
sistema millet se mantuvo estable por un largo perodo y protegi eficazmente
a una variedad de modos de vida en contra de la interferencia destructiva de los
extranjeros. Esta forma general de tolerancia podra ser vista como especialmente apropiada para imperios multinacionales, de los que la sociedad internacional actual es el producto evolutivo el resultado de la descomposicin de
imperios multinacionales en diferentes Estados nacionales (Walzer, 1997:
19-22).
La cuestin es si la comparacin con el sistema millet ofrece alguna razn
para favorecer la concepcin societal de las relaciones internacionales. Como
destaca Will Kymlicka, la tolerancia de grupos como ocurra en el sistema millet no era una tolerancia liberal (Kymlicka, 1995: 157). ste no respetaba el
inters de terceras personas en la autonoma de los individuos: a pesar de que
se dejaba ms o menos libres a los grupos para que organizaran sus vidas internas como ellos crean apropiado, el Estado no protega a los miembros individuales de estos grupos contra ninguna de las formas de persuasin que los
propios grupos empleaban para provocar la conformidad con sus normas internas. Tampoco tom medidas para asegurar que los individuos dentro de los
grupos tuvieran ante ellos una variedad significativa de posibles vidas alternativas. Un punto anlogo se aplica al caso internacional. Aunque existe un sentido descriptivo en el que podramos decir que un orden mundial de Estados
soberanos representa un rgimen de tolerancia, la forma de tolerancia incorporada en este rgimen no ser de inters desde un punto de vista que concede
gran importancia al valor de la autonoma (personal).
Tal vez un cambio de enfoque sobre el caso de la tolerancia dentro de una
sociedad domstica multicultural dar por resultado una mirada ms favorable
sobre la concepcin societal. Despus de todo, no es necesariamente una inconsistencia el sostener que las instituciones de gobierno de una sociedad deberan
tolerar subculturas minoritarias cuyas prcticas internas en algunos aspectos
son intolerantes o incompatibles con los valores polticos asociados con la autonoma. No existen motivos para negar que tolerar algunas subculturas de este
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tipo podra producir los valores para terceros que motivan el argumento ms
general a favor de la tolerancia que estamos analizando. Si esto es plausible en
el caso domstico, tal vez la analoga internacional tambin sea plausible. Por
qu no deberamos creer que la autonoma personal tendra mejores posibilidades en un mundo cuyas prcticas e instituciones globales toleran un conjunto
variado de culturas locales, incluyendo algunas cuyas prcticas internas son
incompatibles con la tolerancia liberal?
La respuesta es que un argumento plausible que parte de consideraciones
referidas a la autonoma personal y llega como conclusin a la tolerancia de
subculturas minoritarias internamente intolerantes en el caso domstico, debe
dar por sentado como informacin de trasfondo que diversas condiciones estn
satisfechas. Entre ellas, una de las ms prominentes es que la intolerancia dentro de las subculturas no debera manifestarse de modos que causen dao a
personas individuales sin su consentimiento, y que debera haber una posibilidad razonable de salir de la subcultura intolerante para aquellos que deseen
abandonarla. Estas condiciones limitantes son exigidas con el propsito de
asegurar el respeto por la autonoma de las personas (Oberdiek, 2001: 129132). Es posible imaginar sociedades domsticas en las que estas condiciones
estn satisfechas. Sin embargo es irreal creer que condiciones anlogas probablemente van a ser satisfechas a nivel global sin contar con instituciones globales (tales como una prctica de los derechos humanos) que las hagan cumplir.
A diferencia de las subculturas minoritarias en el interior de un Estado liberal,
una sociedad intolerante que es ella misma un Estado dispone de un aparato
coercitivo con la capacidad de daar a aquellos que no son tolerados. En la
mayora de los casos no habr oportunidad de salida disponible a un costo razonable de hecho, las restricciones a la salida pueden ser una de las formas
en que se expresa la intolerancia27. Sean cuales sean los beneficios para terceros que el tolerar a un rgimen intolerante genera en quienes no son sus
miembros, estos beneficios son conseguidos a expensas de los miembros de las
minoras internas a quienes el rgimen no tolera o protege. Por ende, el argumento a favor de tolerar subculturas minoritarias intolerantes, cualquiera sea su
atractivo en el caso domstico, no brindar mucho sustento a la concepcin
societal de tolerancia a nivel internacional, a menos que esa concepcin sea
restrinja de una manera que la torne prcticamente equivalente a la posicin
individualista.
La conclusin general de la que hemos ofrecido ejemplos particulares, es
que las consideraciones referidas a la autonoma que podra pensarse que explican el valor de la tolerancia dentro de una sociedad domstica no ascienden del
nivel domstico al internacional para dar sustento a un principio general de
tolerancia entre sociedades. Tanto las consideraciones de primera persona
como de tercera persona producen una posicin asimtrica respecto de la tole Como observa Tan, 2000: 42-44.
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oportunidad de que sus habitantes participen en la vida poltica lo que es consistente con una concepcin ampliamente compartida del bien comn. La participacin en estas instituciones le permite a cada persona identificarse con las
dems como miembros de una cultura comn, afirmar sus normas heredadas, e
influir (aunque tal vez no controlar) en las decisiones pblicas. Podemos apreciar estos valores an en sociedades respecto de las cuales no podemos aceptar
la sustancia de sus normas polticas.
Creo que un argumento de este tipo suministra la razn ms fuerte de las
que disponemos para favorecer una doctrina acerca de la tolerancia internacional como la propuesta por Rawls. Si fuera plausible pensar que los miembros
de una sociedad decente aceptan de manera ms o menos unnime una concepcin de la justicia basada en el bien comn y las instituciones legales y
polticas fundadas en ella, entonces el argumento podra ser decisivo. Quizs
existen, o podran existir, sociedades de este tipo. Sin embargo, para ver los
lmites del argumento uno slo tiene que considerar la posibilidad de la existencia de desacuerdo dentro de una sociedad decente sobre los arreglos constitucionales.
Supongamos que el gobierno de una sociedad decente enfrenta un movimiento indgena opositor que busca la reforma de las instituciones polticas de
la sociedad. Tal vez el movimiento desea abolir la discriminacin basada en la
religin o el gnero que existe en las leyes que regulan el acceso a los cargos
polticos ms altos. Supongamos que el movimiento busca el apoyo de otras
sociedades, de agentes no gubernamentales, o de una agencia de la comunidad
internacional. Cmo deberan responder estos agentes?
Segn la perspectiva de Rawls, los agentes externos, al reconocer a la sociedad decente como un participantes en pie de igualdad y miembro pleno de
la Sociedad de Pueblos, no tienen ms opcin que negar la ayuda. La decisin es simple, ya que los agentes externos estn impedidos de involucrarse con
las fuerzas que buscan la reforma dentro de la sociedad decente debido a su
adhesin al Derecho de los Pueblos: ste les exige respetar al pueblo decente como un ente social que se autodetermina aunque las propias personas que
pretenden reformarlo puedan razonablemente creer que su sistema poltico las
coloca en desventaja33.
Sin embargo, existe otra manera de analizar el caso. Supongamos que uno
acepta una concepcin individualista de la tolerancia internacional a la vez que
reconoce que las consideraciones estratgicas, como las que identificamos anteriormente, deberan ser relevantes. Ahora el razonamiento de los agentes externos debe ser ms complejo. Ellos deben tener la esperanza de que las fuerzas
33
Rawls subraya que una sociedad decente debera permitir la protesta poltica, pero la protesta debera
conservarse dentro del marco bsico de la idea de justicia basada en el bien comn (Rawls, 1999: 72).
Pero qu sucede si el objeto de la protesta es un elemento de esta misma idea?
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Comenzamos con la pregunta de si el hecho de apreciar el valor de la tolerancia internacional da razones a favor de limitar el alcance sustantivo de los
derechos humanos internacionales. Ahora parece que esta pregunta estuvo mal
formulada. El intento de extender al nivel internacional las razones conocidas
a favor de la tolerancia no produce un principio nico, unvoco. Las razones
ms conocidas a favor de la tolerancia en el caso domstico esto es, aquellas
que derivan de consideraciones sobre la autonoma de las personas tienen su
lugar, pero ellas favorecen la tolerancia internacional slo en casos con pocas
probabilidades de tener algn inters prctico. Diversas consideraciones estratgicas e instrumentales propias del mbito internacional dan razones para favorecer la tolerancia en un rango ms amplio de casos, pero probablemente hay
un amplio espacio para la variacin entre los casos. En una clase de casos,
existe una fuerte presuncin a favor de la tolerancia societal especficamente, casos en los cuales una sociedad se auto-gobierna en un sentido moralmente
significativo y en la que los intereses bsicos de sus miembros, en particular
aquellos de minoras vulnerables, se toman en consideracin de manera confiable en la toma de decisiones pblicas, y aquellas personas que son potencialmente desaventajadas creen que esto es as. En una segunda clase de casos, en
el que alguna de estas condiciones no se satisfacen (por ejemplo, cuando los
procesos locales de autogobierno fracasan en la proteccin de intereses importantes de las minoras vulnerables), las razones ms conocidas son ambiguas
a fin de cuentas ellas podran dar razones a favor de la no interferencia o a
favor de la interferencia, dependiendo de los detalles del caso. En una tercera clase de casos, en los que ninguna condicin se satisface, las razones ms
conocidas probablemente favorezcan la interferencia subsanadora, al menos
cuando existen medios disponibles con perspectivas razonables de xito. El
origen de la incoherencia es el hecho de que al nivel internacional estamos
preocupados tanto por los agentes individuales como por los colectivos, y es un
asunto contingente si la tolerancia de agentes colectivos producir o no resultados en los cuales el valor de la tolerancia se alcanza para los individuos que
los componen.
Por lo tanto, es difcil entender cmo el aprecio por el valor de la tolerancia
internacional podra ser considerado relevante de manera sistemtica en la reflexin sobre el alcance y el contenido apropiados de los derechos humanos.
No parece, por ejemplo, que uno pueda inspeccionar el catlogo de los derechos humanos que encontramos en la doctrina internacional e identificar aquellos que son descartados por consideraciones de tolerancia internacional y
aquellos que no. Si la idea de tolerancia es relevante para determinar el alcance
de los derechos humanos, es relevante de manera menos directa de lo que esta
idea sugiere. Considrese, por ejemplo, la primera parte del esquema, la cual
exige una demostracin de que un supuesto derecho humano protegera un inters que es suficientemente importante para justificar la accin poltica internacional cuando se encuentre en peligro. La idea de tolerancia internacional
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llama la atencin sobre las visiones del mundo que son propias de cada cultura
y que podran afectar la reflexin sobre la naturaleza y la urgencia de estos intereses subyacentes. O consideremos el problema de decidir cmo actuar cuando los derechos humanos son transgredidos. De acuerdo a nuestro modelo, las
transgresiones a los derechos humanos proveen razones pro tanto para la accin
poltica. Pero las formas de accin para las cuales las transgresiones proveen
razones y el peso de estas razones frente a otras consideraciones relevantes
dependen del contexto. Las consideraciones asociadas con la tolerancia internacional podran influir sobre nuestros juicios sobre ambos puntos. Por ejemplo, los medios coercitivos podran ser descartados como interferencias inaceptables en los derechos de autodeterminacin colectiva mientras que otros
medios, que no involucran el uso de la coercin (por ejemplo, proveer asistencia poltica a un grupo disidente), podran ser permitidos.
Trajimos a colacin el tema de la tolerancia internacional porque pareca
que el valor de la tolerancia deba limitar el contenido de una doctrina pblica
de los derechos humanos. Pero ahora parece que la tolerancia internacional no
es tanto un valor en s mismo, como nuestra pregunta inicial parece presuponer,
sino ms bien una forma de llamar la atencin sobre consideraciones que son
en gran parte independientes del valor de tolerancia tal como lo entendemos en
el caso que nos es ms conocido, esto es, el caso domstico. La idea de tolerancia internacional importa principalmente como un recurso heurstico.
CAPTULO VII
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En los ltimos dos captulos sostuve que los derechos humanos internacionales constituyen una clase especfica de normas. No son principios para los
individuos del tipo de los que se podra decir que regulan el comportamiento en
ausencia de instituciones ni tampoco son principios para las instituciones polticas domsticas, a los que las instituciones tengan que ajustarse, como condicin suficiente, para ser justificables ante sus propios miembros. De modo caracterstico, los derechos humanos son cuestiones de preocupacin internacional:
ellos son normas elaboradas para una situacin especfica de interaccin humana entre muchas situaciones posibles, que se presenta en un orden mundial en
el cual la autoridad poltica est conferida principalmente a Estados territoriales. Como he sealado, una de las consecuencias de este hecho es que el alcance normativo de los derechos humanos es ms restringido que el de las exigencias de justicia social. Otra, es que los fundamentos de los derechos humanos
pueden ser pluralistas: no tenemos motivos para dar por sentado ex ante que los
derechos humanos protegen un nico valor (del lado de la demanda) o que ellos
cuenten a favor de la accin por una nica razn paradigmtica (del lado del
suministro).
Estas observaciones son abstractas. En este captulo pretendo mostrar su
importancia a travs del anlisis de tres casos difciles el caso de los derechos en contra de la pobreza, el de los derechos a la participacin poltica y el
de los derechos humanos de la mujer. Cada uno representa una innovacin
del siglo xx en la doctrina de los derechos humanos y existe un acuerdo creciente en el discurso de la prctica, aunque de ningn modo unnime, de que
los tres son tomados de manera adecuada como asuntos de preocupacin internacional. Al mismo tiempo, en cada caso encontramos un problema diferente
claramente definido, cuando tratamos de explicar porque esto debera ser as, si
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es que debe serlo. En el caso de los derechos en contra de la pobreza, el problema es decir cmo y por qu estos derechos pueden suministrar razones para la
accin a agentes externos a la sociedad en la cual los derechos son violados,
dada la diversidad de causas que conducen a la extrema pobreza y la variedad
de relaciones que existen entre los Estados y los miembros de sus poblaciones.
En el caso de los derechos polticos, la dificultad reside en la relacin que
existe entre los intereses que sirven de fundamento a los derechos polticos y
las exigencias institucionales relativamente especficas de estos derechos, tal
como muchos en la actualidad los interpretan. Finalmente, en el caso de los
derechos humanos de la mujer, la cuestin central est relacionada con el grado
en que la prctica global debera ser deferente respecto de normas y creencias
convencionales recalcitrantes a nivel local.
Aunque la caracterstica sobresaliente de cada caso vara, estos problemas
son genricos. Al tomar a cada uno de los casos como una ejemplificacin de
un solo problema, no pretendo sugerir que es el nico problema que encontramos al reflexionar sobre el caso o que el mismo problema no podra tambin
surgir con relacin a otros supuestos derechos. Lo que aglutina a los problemas
es su incidencia sobre la plausibilidad de la tesis que sostiene que una doctrina
internacional de los derechos humanos debera abarcar los derechos en cuestin. Tomados en forma conjunta, ellos ilustran los principales aspectos en los
que el hecho de que los derechos humanos son de modo caracterstico asuntos
de preocupacin internacional puede influir sobre los juicios acerca del contenido y el modo de actuar de la doctrina y la prctica de los derechos humanos.
1. DERECHOS EN CONTRA DE LA POBREZA
La doctrina contempornea de los derechos humanos contiene una serie de
protecciones contra las consecuencias ms devastadoras de la pobreza desnutricin, falta de vestimenta y de vivienda, enfermedad, e ignorancia. Podramos llamar a los intereses en estas protecciones intereses de subsistencia.
Las protecciones estn resumidas en la garanta, incluida en la Declaracin
Universal, de un nivel de vida adecuado que asegure [a todas las personas],
as como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentacin, el
vestido, la vivienda, la asistencia mdica y los servicios sociales necesarios y
en la garanta, puesta por separado, de una educacin elemental gratuita [arts.
25 (I), 26]1.
1
La declaracin tambin sostiene que todas las personas tienen derecho a la satisfaccin de estos
derechos mediante el esfuerzo nacional y la cooperacin internacional, habida cuenta de la organizacin y
los recursos de cada Estado (DUDH, art. 22). El Pacto Internacional de Derechos Econmicos, Sociales y
Culturales agrega que los Estados deberan adoptar medidas, tanto por separado como mediante la asistencia y la cooperacin internacionales, especialmente econmicas y tcnicas, hasta el mximo de los recursos
de que disponga, para lograr progresivamente la plena efectividad de los derechos econmicos (PIDESC,
art. 2).
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Tal vez, tambin existe una responsabilidad de contribuir a un sistema de transferencias internacionales, pero sera un error interpretar a los derechos en contra de la pobreza como si tal exigencia estuviera directamente implicada. Los
tipos de accin internacional o transnacional para los cuales el fracaso de un
gobierno suministra razones dependen de las circunstancias contextuales de la
sociedad en cuestin, de las razones del fracaso del gobierno y de la variedad
de medidas polticas disponibles. Para llegar a la conclusin de que las transferencias de recursos son requeridas, necesitaramos una razn para creer que los
recursos podran ser entregados de maneras que probablemente produjeran una
mayor mejora sustentable en el nivel de vida de aquellos que se encuentran por
debajo del umbral de lo adecuado que el que sera producido por las otras
diversas medidas que probablemente estn disponibles para los agentes externos por ejemplo, la inversin en la infraestructura fsica de una sociedad, la
reforma de prcticas comerciales, la flexibilidad de las restricciones inmigratorias en los pases ricos, etc.. La eleccin de los medios sera un complejo
juicio evaluativo de polticas, no una inferencia directa a partir de la afirmacin
de un derecho5.
Por qu deberamos considerar a los derechos en contra de la pobreza
como un caso difcil? Los intereses protegidos por estos derechos se encuentran, indiscutiblemente, dentro de los ms urgentes de todos los intereses humanos y los menos susceptibles a sufrir variaciones debidas a la cultura. Adems,
no hay duda de que, bajo una variedad de circunstancias razonablemente probables, estos intereses pueden ser amenazados por las acciones y omisiones de
los gobiernos. Desde la perspectiva de sus potenciales beneficiarios, el caso a
favor de que las protecciones contra los daos asociados con la extrema pobreza sean consideradas como derechos humanos parece uno sencillo de defender.
Sin embargo, el caso no es tan sencillo cuando se lo considera desde la
perspectiva de los agentes externos a quienes se podra requerir actuar cuando
un gobierno incumple sus responsabilidades de primer nivel. Las dificultades
son de dos tipos. Primero, referido a la naturaleza del caso, no es claro cmo
debera decidirse cules son los agentes externos que tienen razones para actuar.
Segundo, no es claro qu tipo de razones podran surgir para estos agentes o si
estas razones tendran normalmente el peso necesario para exigir la accin.
Como sugiere el esquema, una explicacin de la normatividad de los derechos
humanos necesita mostrar cmo y por qu su violacin podra mover a la accin
a los agentes externos, por lo que cada cuestin debera tener una respuesta.
Para comenzar con la primera dificultad, supongamos que un gobierno, por
alguna razn, no satisface las protecciones de los intereses de su poblacin en
5
El punto no necesitara ser enfatizado si no fuese por la tendencia, tanto de los defensores como de los
crticos de los derechos en contra de la pobreza, a subestimar la distancia que existe entre principios y polticas. Para un anlisis que reconoce esta distancia a la vez que defiende ciertas formas de accin internacional
para reducir la extrema pobreza, vase Collier, 2007: parte 4.
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faccin de los intereses de otra persona, independientemente de consideraciones referidas a la existencia de alguna relacin en el pasado o en el presente que
uno pudiera tener con esa persona. Sin embargo, es controvertido si las razones
de beneficencia son en s mismas lo suficientemente fuertes como para exigir
que alguien asuma sacrificios importantes para beneficiar a personas desconocidas, particularmente cuando los sacrificios toman la forma de compromisos
continuos en vez de transferencias realizadas por una nica vez9. La tentacin
escptica es fcil de percibir.
Lo que hay de cierto en la posicin escptica es la percepcin de que las
consideraciones de beneficencia no bastan, por lo general, para justificar atribuciones de responsabilidad para actuar cuando los costes de la accin seran
significativos para el agente. Pero la posicin es susceptible de ser atacada al
menos de dos maneras. La primera y ms directa consiste en aplicar la percepcin acerca de la beneficencia al caso de la pobreza global. Es un prejuicio
moderno el pensar que las razones de beneficencia son de alguna manera siempre discrecionales o menos importantes que otros tipos de razones para la accin10. Aunque, por lo general, las consideraciones de beneficencia pueden no
bastar para justificar atribuciones de responsabilidades de actuar, ellas pueden
serlo en casos especiales. Me referir a los casos especiales como los casos de
beneficencia fuerte. Estos son casos que satisfacen tres condiciones. Primero, el inters amenazado posee la mxima urgencia, en el sentido de que la
concrecin de la amenaza sera devastadora para la vida de cualquiera expuesto a ella. Segundo, existe un grupo de agentes elegibles que tienen los recursos, la posicin y la capacidad para actuar de manera de disminuir la amenaza
o mitigar sus consecuencias (estipulemos por el momento la existencia de
cualquier infraestructura institucional internacional que sea requerida para llevar adelante una accin efectiva). Tercero, los costes de la accin, si se distribuyen entre estos agentes y son considerados desde sus propias perspectivas,
seran slo leves o moderados, y si se los suma a los costes en que previamente
estos agentes han incurrido debido a la prosecucin de propsitos similares, no
seran irrazonablemente altos11. En los casos en los que estas condiciones se
satisfacen, dir que los agentes elegibles tienen una razn de beneficencia que
es normalmente lo suficientemente fuerte para que ellos acten12. No digo que
9
Algunas dudas pueden encontrarse en Miller, 2004: 357-383. Para cotejar ideas contrarias, vanse
Singer, 1972: 229-243, y Cullity, 2004.
10
Recordemos nuevamente el principio de derecho natural, encontrado en Locke, que aquellos con
deseos urgentes tienen un derecho sobre el excedente de los bienes de otros ( II, cursiva aadida). Y
vanse los agudos comentarios crticos de Allen Buchanan, 1987: 558-75.
11
Peter Singer propone una posicin similar en Famine, Affluence and Morality, aunque con menos
condiciones restrictivas que las dadas arriba. Comparar con los comentarios de T. M. Scanlon acerca del
Principio de Rescate (1998: 224). Elizabeth Ashford propone una interpretacin ms exigente del Principio de Rescate (2003: 287-292).
12
Alguien podra pensar que otra condicin tambin es necesaria, referida a que no hay otros agentes
que tengan una relacin con quienes estn amenazados que genere responsabilidades especiales para actuar. Creo que esto es demasiado fuerte: podemos tener responsabilidades generales para actuar en respues-
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bles para los agentes externos14. Las posibilidades comienzan con dos casos lmites. Uno es la autarqua; por hiptesis, aqu no existen otras razones en juego
ms que aquellas de beneficencia. El otro caso es la interdependencia benigna,
en la cual las sociedades pobres y no pobres cooperan como iguales. En este
caso, las razones ms importantes estn relacionadas con la equidad de las transacciones individuales y de cualquier prctica e institucin cooperativa que
existan. Sin embargo, estos casos extremos son poco probables. Existen diversas posibilidades intermedias que son en general ms probables, cuyas caractersticas espero que puedan ser sugeridas a travs de rtulos descriptivos: por
ejemplo, interaccin daina15, injusticia histrica16, explotacin sin dao17, dependencia poltica18. Cada patrn suscita una clase distinta de razn para la accin: por ejemplo, no causar dao, compensar por los resultados del dao causado con anterioridad, no explotar la ventaja de negociacin que uno posee,
respetar el inters en la autodeterminacin colectiva. Esto no agota las posibilidades pero ilustrar la cuestin. Las relaciones que caracterizan las diferentes
dadas en que interactan las sociedades pobres y las prsperas son diversas, no
slo en los patrones de interaccin de los cuales son instancias particulares, sino
tambin en las razones por las cuales estos patrones son moralmente relevantes.
Parece razonable conjeturar aunque slo puedo presentarlo como una conjetura que la mayora de tales dadas estn caracterizadas por uno o ms de
estos patrones u otros que son igualmente relevantes. Excepto la autarqua, cada
patrn sugiere una razn diferente para actuar que surgira para los ciudadanos
del pas rico debido a la pobreza del pas pobre. Esto significa que los miembros
de las sociedades prsperas probablemente tengan alguna razn para actuar con
el fin de reducir la pobreza o mitigar sus efectos en la mayora de las sociedades
pobres con las cuales ellos de hecho interactan, pero estas razones variarn en
fuerza y tal vez en las formas de accin para las cuales ellas son razones.
Dos consideraciones adicionales refuerzan esta conjetura. La primera est
vinculada con la incertidumbre. Existe desacuerdo sobre cules son las causas
de la pobreza y la riqueza de las sociedades. El desacuerdo se manifiesta a nivel
14
Uno podra pensar a este ejercicio como un intento de ser ms especficos sobre los patrones de interaccin que existen en una economa mundial cuya estructura permite diversas formas de interdependencia
entre las sociedades pero que carece de las propiedades de cierre y totalidad que se aplican a un sistema autrquico, internamente interdependiente. Comparar con Julius, 2006: 189-190.
15
Simplificando de modo excesivo: un pas rico comercializa con un pas pobre e invierte en l. Como
resultado de su participacin en estas relaciones las personas en el pas pobre se encuentran en una posicin
peor que aqulla en la que hubieran estado en ausencia de la relacin (el impacto en el pas rico no importa).
16
Hubo interaccin daina en el pasado. Hoy existe una interdependencia benigna. Pero como resultado
de las interacciones pasadas la posicin del pas pobre en la actualidad es peor de lo que hubiera sido si la
interaccin daina no hubiera tenido lugar.
17
Un pas rico comercializa con un pas pobre e invierte en l. Como resultado, ambos estn en mejor
posicin de lo que hubieran estado en una situacin de autarqua, pero la ganancia del pas pobre es menor
que su parte equitativa del producto social de la relacin. Alan J. Wertheimer denomina a este patrn de interaccin explotacin mutuamente ventajosa (1996: 14).
18
El cese de sus relaciones econmicas sera asimtricamente costosa para el pas pobre. La vulnerabilidad que esto produce hace que el pas pobre sea incapaz de defender sus intereses de manera efectiva.
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tanto con sistemas electorales no competitivos (esto es, de partido nico) como
con sistemas electorales competitivos24. Puede que en algn momento hayan
parecido demasiado ambiguas como para imponer algn lmite significativo25.
Sin embargo, desde el fin de la Guerra Fra la idea de que el derecho internacional incluye un derecho a un gobierno democrtico ha ganado adeptos (Fox,
1992: 539-608; Franck, 1992: 46-91)26. El Comit de los Derechos Humanos
interpreta que el pacto establece un derecho a la democracia y ha presentado
un anlisis detallado de sus exigencias (ONU, Comit de Derechos Humanos,
1996). Actualmente existe un patrn de acciones internacionales que buscan
promover el surgimiento y apoyar el desarrollo de movimientos y regmenes
democrticos, y proteger a los gobiernos democrticos establecidos frente a las
amenazas internas (Rich, 2001: 20-34)27. Aunque no es una opinin unnime,
actualmente, la idea de que existe un derecho humano a instituciones democrticas es un lugar comn en la doctrina y la prctica internacional.
Un derecho humano a instituciones democrticas sera diferente de los derechos en contra de la pobreza de un modo que explica por qu surgen algunas
dificultades distintivas acerca de su justificacin. Los derechos en contra de la
pobreza exigen la proteccin de una serie de intereses urgentes pero dejan sin
especificar el modo en que deberan ser protegidos. Las principales cuestiones
se refieren a las razones por las que diversos agentes deberan contribuir a
afrontar los costos de la proteccin de estos intereses y a la disponibilidad de
estrategias potencialmente efectivas de accin internacional. Por el contrario,
un derecho a la democracia poltica no slo exige la proteccin de ciertos intereses subyacentes sino que tambin prescribe un tipo particular de mecanismo
institucional para dicho propsito. Las dificultades que consideraremos se
ubican en el espacio que existe entre los intereses subyacentes y los principios
institucionales. Estas dificultades muestran que los intereses que un derecho
humano intenta proteger pueden ser adecuadamente generales sin que la forma
de proteccin incorporada en el derecho sea similar en ese aspecto.
Existen dos dificultades principales. Ellas son formas de un problema ms
general que surge al intentar generalizar las posiciones conocidas sobre los
fundamentos morales de las instituciones democrticas para extenderlas a escenarios sociales que difieren de los que estas perspectivas presuponen. En el
primer caso, las diferencias conciernen a las condiciones materiales y a los
grados de desarrollo econmico de las sociedades. En el segundo caso, las diferencias estn relacionadas con las normas de legitimacin poltica imperan24
Toda persona tiene derecho a participar en el gobierno de su pas [] La voluntad del pueblo es la
base de la autoridad del poder pblico; esta voluntad se expresar mediante elecciones autnticas que habrn
de celebrarse peridicamente, por sufragio universal e igual (DUDH, art. 21).
25
[...] es axiomtico, hasta ahora por lo menos, que el derecho internacional no garantiza gobiernos
representativos, y menos an democrticos (Steiner, 1998: 55).
26
Para una perspectiva escptica, vase Roth, 1999: cap. 8.
27
Un estudio ha contado en la dcada de 1990 trece casos de accin internacional para proteger o restaurar regmenes democrticos que enfrentaban amenazas locales (Halperin y Lomasnay, 1998: 134-147).
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tes. La reflexin sobre estas dificultades converge en una duda sobre si una
doctrina pblica de los derechos humanos debera incorporar en sus exigencias
institucionales, protecciones tan especficas como un derecho a instituciones
democrticas.
La justificacin ms conocida de las instituciones democrticas tiene una
estructura instrumental28. Explica el carcter deseable de las instituciones democrticas en trminos de los resultados que, construidos de modo amplio,
probablemente producirn. Esto es as, por ejemplo, en las posiciones de J. S.
Mill y John Rawls. Mill sostiene que las instituciones populares son deseables
porque tienen mayor probabilidad que otras instituciones de proteger los intereses presentes de las personas y porque la actividad de la participacin poltica
alienta en los ciudadanos el desarrollo de un carcter vigoroso y responsable
(Mill, [1861] 1977: cap. 3, 404)29. La descripcin de Rawls de la justicia poltica como un caso de justicia procedimental imperfecta es formalmente similar, aunque adopta una concepcin diferente de los resultados a los cuales las
instituciones polticas justas deberan apuntar (Rawls, 1971-1999: 36)30.
Quienes consideran a la democracia como un valor universal a menudo se
apoyan en una generalizacin de este tipo de posicin. Amartya Sen, por ejemplo, afirma que las instituciones democrticas son preferidas, en parte, porque
ellas posibilitan que las personas acten eficazmente en la proteccin de sus
intereses ms importantes. Para ilustrar el argumento, se refiere a un estudio
acerca de las causas de las hambrunas que demuestra que ningn pas democrtico independiente con una prensa razonablemente libre jams ha sufrido una
hambruna importante. l cree que la explicacin de esto se encuentra en los
incentivos creados por el mecanismo electoral: La democracia [extiende] las
consecuencias de la hambruna a los grupos dirigentes y a los lderes polticos
[]. Esto les brinda el incentivo poltico para tratar de prevenir cualquier
hambruna de la que exista amenaza, y debido a que la hambruna es de hecho
fcil de prevenir [] las hambrunas que se aproximan se previenen decididamente. No es inconsistente sostener que las instituciones democrticas tienen
tambin otros tipos de valores y, de nuevo al igual que Mill, Sen sostiene que
la prctica de la democracia, al alentar y recompensar la participacin activa y
crtica en la vida pblica, promueve un inters ms amplio en el desarrollo
(Sen, 1999: 146-159, 178-184)31.
28
Existen tambin otras posiciones acerca de los fundamentos morales de las instituciones democrticas incluyendo, de manera importante, posiciones procedimentales que derivan las exigencias democrticas
para las instituciones de una concepcin de equidad poltica. Creo que estas posiciones estn sujetas a dudas
similares sobre su carcter generalizable, pero no puedo discutir el tema aqu.
29
Para una exposicin vase Thompson, 1976: cap. I.
30
Rawls tambin sostiene que el razonamiento instrumental sobre los elementos esenciales de la constitucin debera estar restringido por consideraciones igualitarias (el principio de igual libertad).
31
La cita es de la pagina 180 (cursiva original). Comparar con Drze y Sen, 1999: 7-8. Un argumento
instrumental similar (aunque diseado con relacin a los derechos bsicos) se puede encontrar en Shue,
1996: 75-77.
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de una forma poltica hbrida, menos conocida, que combina algunas caractersticas de las instituciones democrticas con patrones de gobierno personalista que perpetan la influencia de elites arraigadas y que son relativamente
indiferentes a las demandas populares de cambios de polticas. Estos tipos de
regmenes pueden exhibir una variedad de patologas polticas, incluyendo
inestabilidad poltica domstica, una tendencia a violar los derechos personales
y civiles de sus habitantes, y una tendencia a adoptar polticas externas agresivas que conducen a la guerra39.
Qu se sigue con respecto a la pregunta de si existe un derecho humano a
la democracia? Es menos frecuente que regmenes democrticos estables tengan lugar en sociedades pobres, pero es difcil de distinguir el desempeo
econmico de aquellos regmenes democrticos que s existen, del desempeo
econmico de los regmenes autoritarios en sociedades que en otros aspectos
son comparables. Adems, si se consideran todos los regmenes democrticos,
stos tienden a exhibir un nivel ms alto de respeto por las libertades civiles y
polticas. De este modo, una posicin posible consiste en sostener, todas las
cosas consideradas, que las instituciones democrticas probablemente se desempean al menos tan bien como otros tipos de instituciones en la mayora de
las sociedades. Si esto es as, entonces es una razn para generalizar el argumento instrumental a favor de las instituciones democrticas.
Sin embargo, esto puede ser demasiado optimista. Existen dos puntos a
considerar. Primero, las conclusiones sobre el desempeo econmico y poltico
de los regmenes son generalizaciones que se extraen a partir de la suma de
muchos casos. Supongamos que se nos pide elegir, sobre la base de estas conclusiones, si sera mejor vivir en un rgimen democrtico o en uno autoritario,
sabiendo solamente que la sociedad de uno es pobre segn los estndares globales. Sin saber ms sobre la distribucin de los casos de acuerdo con alguna
medida agregada de expectativas y sobre la distribucin de las expectativas
dentro de los casos, uno no sabra cmo elegir. El peor resultado de una eleccin por la democracia podra ser significativamente peor que el resultado del
peor de los casos de una eleccin por el autoritarismo. O la mediana estadstica
de las expectativas en el caso de la democracia podra ser ms baja que en el
caso del autoritarismo. No sabemos si estas posibilidades son reales o solamente hipotticas. Pero el hecho de que no puedan ser descartadas significa que las
conclusiones presentadas arriba no resuelven la cuestin del fundamento emprico de la tesis de la generalizacin. Las incertidumbres empricas son demasiado grandes40.
39
Hasta el momento ha habido poco estudio sistemtico del desempeo de regmenes democrticos
hbridos pero no totalmente consolidados. El trabajo reciente ms importante es el de Edward D. Mansfield
y Jack Snyder (2005: cap. 3 passim). Comparar con Carothers, 2007: 12-27. Sobre el desempeo de las
polticas de regmenes democrticos recientemente establecidos, vase Rodrik y Wacziarg, 2005: 50-55.
Sobre el respeto de los derechos humanos, vase Davenport y Armstrong, 2004: 551-552.
40
Agradezco a Robert Taylor por ayudarme a ver esta cuestin.
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El segundo punto es una consecuencia de la mayor inestabilidad de los regmenes transicionales en las sociedades pobres. Aunque parece que los regmenes democrticos, una vez que se han establecido de manera segura, probablemente produzcan mejores resultados econmicos y respeten los derechos
civiles de manera ms consistente que los regmenes no democrticos, tambin
parece que los procesos de transicin democrtica en niveles bajos de desarrollo econmico tienen mayor probabilidad de terminar abruptamente. Si nuestra
pregunta fuera si sera mejor para una sociedad tener instituciones autoritarias
o instituciones democrticas estables, la respuesta ms plausible sera probablemente la ltima. Sin embargo, si la pregunta es si sera bueno para los agentes externos apoyar o intentar alentar un movimiento para la reforma democrtica en una sociedad no democrtica, la respuesta tendra que ser ms cautelosa.
Los esfuerzos por la reforma podran producir un rgimen incompletamente
democrtico o (hbrido), y segn lo que se sabe hasta el presente no contamos con evidencia confiable de que un rgimen de ese tipo respetar los derechos de sus habitantes o satisfar sus intereses de manera ms eficaz que un
autoritarismo tradicional. Por lo tanto, aunque tal vez exista un sentido ideal
en el cual se podra decir que las instituciones democrticas estn mejor justificadas que otras, en funcin de consideraciones sobre su probable desempeo,
si tomamos a las sociedades relativamente pobres como un grupo, es incierto
que cualquier estrategia de accin poltica prcticamente disponible producira
una transicin exitosa.
Ambos puntos muestran que los fundamentos empricos para generalizar
los argumentos conocidos a favor de la democracia y extenderlos a los casos
menos conocidos, es ms controvertido de lo que uno podra haber credo. Es
difcil estar seguro de que los esfuerzos por promover la reforma democrtica
de las instituciones polticas en las sociedades pobres, tienen una probabilidad
razonable de producir una mejora sostenida en la satisfaccin de los intereses
bsicos de las personas en cuanto a seguridad personal y material. Esto es as al
menos en el caso general; tal vez existen casos sobre los que se sabe lo suficiente como para garantizar predicciones ms seguras. Pero en lo que respecta a los
derechos humanos lo que importa es el caso general.
Permtanme referirme ahora a la segunda dificultad. Las sociedades difieren no slo en sus caractersticas econmicas sino tambin en sus culturas polticas. Las culturas polticas pblicas de las sociedades democrticas son especiales en diversos aspectos y podemos dudar, como hizo Mill, si los
argumentos conocidos a favor de la democracia se aplicaran con igual fuerza
a las sociedades que no posean esa cultura.
Las consideraciones sobre la cultura poltica podran ser relevantes en la
justificacin de un derecho humano a la democracia de diversas maneras. Por
ejemplo, podran existir precondiciones culturales que, de estar ausentes, haran
improbable que las instituciones democrticas funcionaran de la forma en que la
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posicin instrumental prev. Sin embargo, la evidencia muestra que el desarrollo de una cultura distintivamente democrtica es producto de un proceso ms
amplio de cambio social e institucional en el que el establecimiento de formas
democrticas constitucionales usualmente sucede primero. Debido a que el
cambio en la cultura poltica es al menos parcialmente endgeno, la ausencia de
condiciones culturales previas no necesita contabilizarse como un obstculo
para generalizar las razones a favor de la democracia (Karl, 1999: 4-5)41.
Sin embargo, existe otra manera en que la diversidad cultural podra ser
significativa: podra ser relevante para determinar el carcter justificable de las
acciones para promover la reforma democrtica en sociedades cuyas historias
y culturas polticas favorecen algn otro tipo de rgimen. La cuestin es si
existe un sentido culturalmente neutral en el cual pueda decirse que el establecimiento de instituciones democrticas es el medio ms razonable de proteger
los intereses de los cuales depende la justificacin de estas instituciones.
Recurdese la posicin de Rawls en el sentido de que aunque podamos
considerar a los regmenes jerrquicos decentes como injustos, stos son lo
suficientemente razonables para, en palabras de Joshua Cohen, estar exentos
de reproche (Rawls, 1999: 64-72; Cohen, 2006: 228). Cmo deberamos
entender la condicin de ser injusto pero exentos de reproche? Una respuesta parte de una distincin entre la norma de justicia poltica democrtica y
aquella de auto-determinacin colectiva. Digamos, siguiendo a Cohen, que una
sociedad se auto-determina en un sentido moralmente significativo si sus arreglos polticos satisfacen tres condiciones: las decisiones polticas son el resultado y responden a un proceso en el cual los intereses de todos estn representados, cualquier individuo tiene derecho a disentir, y los funcionarios pblicos
explican sus decisiones en trminos de una concepcin del bien comn ampliamente sostenida42. Estas condiciones dejan claro que la autodeterminacin es
una idea normativa diferente de la idea de una sociedad polticamente independiente: se podra plausiblemente decir que los miembros de una sociedad cuyas
instituciones satisfacen las condiciones se autogobiernan. Pero un rgimen no
necesita ser democrtico para satisfacer las condiciones; las instituciones de
una sociedad jerrquica decente tambin lo haran.
Es importante ver que, aunque tanto los regmenes democrticos como los
regmenes jerrquicos decentes podran satisfacer las exigencias de autodeterminacin colectiva, no es necesariamente el caso que estas exigencias seran
satisfechas de igual manera por cualquiera de estos tipos de regmenes en cualquier sociedad. Esto depende del contenido de la cultura poltica de la sociedad.
Una condicin de la autodeterminacin es que las personas sean gobernadas de
acuerdo a una concepcin del bien comn que de hecho sea ampliamente compartida en su sociedad. El contenido de esta concepcin debe corresponderse
Para una resea de las conclusiones empricas ms recientes, vase Diamond, 1999: 174 ff.
Simplifico la formulacin ms compleja de Cohen, 2006: 233.
41
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las decisiones podran volverse corruptos o negligentes o que su atencin podra focalizarse slo en una parte de la poblacin. Estas posibilidades constituyen peligros predecibles en la mayora de las sociedades independientemente
de los detalles de sus culturas polticas45. El argumento instrumental tendra
esta gran fuerza aun en sociedades con culturas en las cuales las ideas democrticas carecen de resonancia.
El peso que tiene que otorgarse al argumento es, sin embargo, una cuestin
diferente. El argumento depende de asignarle importancia a posibilidades contrafcticas, asignacin que no sera compartida por los miembros de la sociedad en cuestin. Asumimos que la sociedad tiene una concepcin de justicia
basada en el bien comn ampliamente compartida y procedimientos consultivos bien establecidos a travs de los cuales los intereses de los habitantes son
comunicados efectivamente a las autoridades polticas, quienes los toman en
cuenta seriamente y a quienes se les puede exigir que den cuenta de sus decisiones. En una sociedad as, es probable que exista un alto grado de confianza
en los procedimientos legislativos y administrativos establecidos. Ms an,
sera razonable esperar que la introduccin de procedimientos democrticos,
con sus caractersticas individualistas y su dependencia de la competencia poltica, destruyera esta confianza. Por ende, aun si uno est de acuerdo con que
puede haber circunstancias en las cuales ciertos intereses individuales estaran
peligrosamente inseguros sin la cobertura protectora provista por las instituciones democrticas, uno no puede inferir que sera razonable, todas las cosas
consideradas, intentar promover su desarrollo en sociedades que no son democrticas pero que se autodeterminan.
Ninguna de estas dificultades representa una amenaza para las justificaciones conocidas de la democracia para los casos estndares, o para la idea de que
los agentes externos podran tener razones para apoyar o proteger instituciones
democrticas en tales casos. La que es amenazada es la idea de que la justificacin comn se extiende a todas las sociedades contemporneas. Dado que los
derechos humanos deben ser universales y a la vez deben tener la capacidad de
guiar la accin, la inferencia apropiada a extraer del hecho de que existen circunstancias en las cuales la ausencia de instituciones democrticas no generara
razones (ni siquiera pro tanto) para que los agentes externos acten, es que la
doctrina de los derechos humanos no debera incorporar un derecho de este
tipo. Si la preocupacin subyacente es brindar proteccin contra la amenaza
planteada por la opresin poltica o por un gobierno indiferente a la satisfaccin
de intereses urgentes como aquellos referidos a la seguridad fsica y material,
como sostiene el argumento instrumental, entonces, un derecho a la autodeterminacin colectiva sera un mejor candidato a derecho humano para regular las
constituciones polticas de las sociedades.
45
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siciones que garantizan la libre eleccin de la pareja matrimonial, iguales derechos dentro del matrimonio, y asistencia especial por maternidad (DUDH,
arts. 2, 16, 25)46. En comparacin, la Convencin sobre la Eliminacin de
Todas las Formas de Discriminacin Contra de la Mujer (CEDCM) es significativamente ms ambiciosa. Su disposicin en contra de la discriminacin es la
ms radical de las que se encuentran en los principales instrumentos internacionales de derechos humanos: excluye toda distincin basada en el sexo que
tenga por efecto o por resultado menoscabar o anular el reconocimiento, goce
o ejercicio por la mujer de los derechos humanos en las esferas poltica, econmica, social, cultural, civil o en cualquier otra esfera (art. 1)47. Esta prohibicin se extiende ms all de la accin del Estado: se exige que los Estados tomen
todas las medidas para eliminar la discriminacin contra la mujer practicada
por cualesquiera personas, organizaciones o empresas y para modificar o
derogar leyes, reglamentos, usos y prcticas que dan sustento a la discriminacin contra la mujer en cualquier parte de la sociedad [art. 2 (e)-(f)]. La convencin estipula especficamente que las mujeres deben tener los mismos derechos
que los hombres a votar y a participar en el gobierno, e igual acceso a la educacin (incluyendo su participacin en los deportes y educacin fsica), a la capacitacin profesional, al empleo, al cuidado de la salud y a los tribunales. Incluye
una serie de estipulaciones que tienen el objetivo de eliminar la discriminacin
en contra de la mujer en las leyes que regulan el matrimonio y las relaciones
familiares y proteger a las mujeres de las consecuencias de las prcticas sociales
discriminatorias en funcin del gnero (incluyendo los esponsales y el casamiento de nios). Lo que es ms destacable, exige que los Estados tomen medidas para modificar los patrones socioculturales de conducta de hombres y
mujeres, con miras a alcanzar la eliminacin de los prejuicios y las prcticas
consuetudinarias y de cualquier otra ndole que estn basados en la idea de la
inferioridad o superioridad de cualquiera de los sexos [art. 5(a)].
La doctrina de los derechos humanos antes de la CEDCM podra plausiblemente haber sido criticada por no poner la atencin suficiente en la situacin de
las mujeres. Esa crtica ha sido formulada desde entonces, tambin particularmente con respecto a la omisin de protecciones explcitas en contra de la
violencia y las formas conexas de maltrato domstico48. Sin duda, la doctrina
internacional es incompleta a la hora de reconocer los intereses bsicos de las
46
Adems, quienes redactaron la declaracin hicieron considerables esfuerzos para evitar la terminologa de derechos del hombre y para redactar los derechos humanos como pertenecientes a cada uno y a
todos en lugar de a todos los hombres, un esfuerzo inusual en esa poca. El delegado indio, Hansa
Mehta, Eleonor Roossvelt y los representantes de la Unin Sovitica fueron quienes insistieron ms vigorosamente sobre el asunto (Glendon, 2001: 90, 111-112).
47
La disposicin paralela que se encuentra en la Convencin Internacional sobre la Eliminacin de
Todas las Formas de Discriminacin Racial a partir de la cual se dio forma a la CEDCM culmina con la
frase o cualquier otra esfera de la vida pblica (CIEDR, art. 1, cursiva aadida).
48
Vase, por ejemplo, Bunch, 1990: 487-492. Existe un intento por remediar la omisin en ONU,
Asamblea General, 1994, la cual por supuesto no tiene la fuerza de derecho internacional.
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mujeres, y sus exigencias ciertamente son mucho menos aceptadas en la prctica que lo que podra parecer dado el nmero de ratificaciones de la convencin de la mujer (185 al momento de escribir este libro)49. Lo que todava es
ms sorprendente con respecto a la expresin de los derechos de la mujer en la
doctrina de los derechos humanos contempornea es el carcter radical de sus
aspiraciones, si se las considera en relacin con las normas sociales que de
hecho existan y continan existiendo en gran parte del mundo. Esto por supuesto no es una crtica. Su importancia radica en mostrar el problema ms
general que surge al reflexionar sobre los fundamentos y contenidos de los
derechos humanos de la mujer: tiene que ver con el grado de deferencia que
una doctrina pblica de los derechos humanos debera mostrar hacia las creencias morales y las prcticas que se encuentran incorporadas en las culturas
existentes.
Antes de abordar este problema, permtanme realizar un breve comentario
sobre la cuestin introductoria de por qu deberamos pensar que los derechos
humanos de la mujer son un objeto especial en algn sentido. Existe una respuesta obvia. De acuerdo a lo que podramos denominar la posicin antidiscriminatoria una posicin alentada por el enfoque adoptado en la declaracin y en el propio prembulo de la convencin de la mujer los derechos
humanos de la mujer son simplemente los derechos humanos de todas las personas, aplicados sin discriminacin tanto a las mujeres como a los hombres.
Segn esta posicin, no existen derechos humanos de las mujeres per se. La
razn para considerar que los derechos de la mujer son el objeto apropiado de
un tratado especfico con su propio proceso de implementacin, es el hecho
histrico de que la discriminacin en contra de la mujer ha sido una caracterstica tan dominante de la mayora de las sociedades humanas que se necesitan
medidas especiales para eliminarla.
Pero la posicin antidiscriminatoria no puede ser todo lo que hay para decir. Una manera de ver por qu esto es as, es interpretar la crtica a la doctrina
internacional de los derechos humanos como si afirmase que esta doctrina
adopta una distincin entre las esferas pblicas y privadas que opera en
detrimento de las mujeres50. Esta distincin est vinculada con los derechos
humanos de la mujer en varios sentidos, pero de manera ms importante al
distinguir ciertos tipos de amenazas a intereses bsicos hacia los cuales las
mujeres son ms vulnerables, o lo son de manera distinta que los hombres.
Estas amenazas incluyen las amenazas de abuso que tpicamente ocurren dentro del hogar, tales como la violencia domstica, la explotacin del trabajo domstico, la privacin arbitraria de la propiedad y la subordinacin de la volun49
ONU, Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos, Ratifications and Reservations
(http://www2.ohchr.org/english/bodies/ratification/index.htm) (consultado el 2 de noviembre de 2008).
50
Por ejemplo Charlesworth y Chinkin, 2000: 232; Okin, 1998: 36. Agradezco a Susan Okin las conversaciones esclarecedoras sobre este tema.
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cuales se brinda proteccin, no tienen que ver con los intereses subyacentes en
s mismos).
Quizs, sin embargo, la probabilidad de conflicto con las normas tradicionales justifica brindar una garanta limitada a los derechos humanos de la
mujer. Alguien podra creer, por ejemplo, que aunque la proteccin igualitaria
de intereses centrales como los relacionados con la seguridad fsica, la subsistencia material y la elemental direccin de uno mismo es un objetivo legtimo de la prctica de los derechos humanos, no sera legtimo buscar promover una igualdad de estatus ms amplia para las mujeres. Esto se podra
considerar como una aspiracin especficamente liberal53. Pero aun en esta
forma modificada es difcil defender esta posicin. La fuerza del argumento
que tiene su origen en la igual importancia de los intereses subyacentes se
extiende considerablemente ms all de estas protecciones centrales. Considrese, por ejemplo, el trato que reciben las mujeres en las leyes que regulan
el matrimonio, el divorcio y la herencia. Los intereses en la libertad, que estn
involucrados en las leyes de matrimonio y de divorcio y los intereses en la
seguridad y la subsistencia, que estn involucrados en las leyes que regulan la
propiedad y la herencia no difieren en naturaleza o urgencia segn el gnero.
Lo mismo se puede decir de los intereses protegidos por los derechos a la
participacin poltica, al acceso a la educacin y al empleo. En cada caso, el
peso del argumento est dado por las razones que explican por qu los intereses protegidos deberan ser considerados importantes junto con juicios pragmticos sobre los tipos de amenazas ante las cuales estos intereses son normalmente vulnerables. El nico rol desempeado por el valor de la igualdad
es enfatizar que los casos que no son relevantemente diferentes deberan ser
tratados como iguales.
Se podra decir que la urgencia de los intereses protegidos no es la caracterstica cuya variacin permite que las polticas pblicas traten a las mujeres de
manera diferente que a los hombres en (al menos algunos de) los aspectos en
los cuales la doctrina de los derechos humanos exige igual tratamiento. Tal vez
la caracterstica relevante es la deseabilidad de las formas particulares de proteccin que podran ser suministradas para brindar proteccin frente a las amenazas a estos intereses. Esta, podra decirse, est influida por caractersticas
contingentes de una sociedad y su cultura. As, por ejemplo, aunque se podra
admitir que no existen diferencias de gnero en la importancia que posee el
inters en dirigirse a uno mismo, las convenciones de una sociedad pueden ser
tales que no sea necesario, digamos, asegurar el igual acceso a hombres y mujeres a (todos los tipos de) empleo con el fin de proteger este inters: tal vez
53
[L]os derechos humanos de la mujer y la igualdad de la mujer son temas distintos, si bien es cierto
que a veces se superponen, y [] necesitamos considerarlos por separado si queremos evitar transformar a
los derechos humanos en un sinnimo de todos los valores polticos que nosotros los liberales occidentales
atesoramos (Miller, 2005: 82).
224
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des estn relacionadas: sin los correspondientes cambios en las creencias y las
prcticas sociales es improbable que los cambios en el derecho y en la administracin sean exitosos (Thomas y Levi, 1999: 139-176).
La cuestin sobre la cual estos ejemplos llaman la atencin es si, en los
casos de incumplimientos a nivel domstico, existen estrategias de accin disponibles para los agentes externos que tengan perspectivas razonables de xito,
y que no sean objetablemente invasivas. Sera fcil suponer que no. Los cambios en los patrones de creencias que estn arraigados en una cultura, o para el
caso, en conductas habituales dentro de la prctica legal y administrativa que
se encuentran culturalmente aprobadas, es un proceso lento y complejo. Este
proceso no est bien comprendido, y las barreras epistmicas que enfrentan los
agentes externos que buscan influenciarlo son importantes. Adems, los medios de influencia que estn disponibles pueden parecer rudimentarios e inadecuados para la tarea. La inferencia es que el incumplimiento por parte de un
gobierno con los elementos de la doctrina de los derechos humanos de las
mujeres que exigen esfuerzos para generar un cambio cultural sustancial, no
provee una razn para que los agentes externos acten porque no existe una
estrategia de accin plausiblemente eficaz para la cual el incumplimiento podra ser una razn. Pero si esto es correcto, entonces estos elementos no satisfacen una de las condiciones para justificar los derechos humanos establecidas
en nuestro esquema: ellos no son, de manera apropiada, asuntos de preocupacin internacional.
Es correcta la inferencia? No creo que pueda ser descartada. Es difcil
concebir una plausible estrategia eficaz de accin internacional o transnacional
que pudiera inducir a un gobierno recalcitrante a asumir polticas con una razonable posibilidad de modificar los patrones socioculturales de conducta de
hombres y mujeres [] que estn basados en la idea de la inferioridad o superioridad de cualquiera de los sexos o en roles estereotipados de hombres y
mujeres [CEDCM, art. 5(a)]. De hecho, ni siquiera es evidente qu podra
considerarse como una accin de ese tipo. Esto, por supuesto, no equivale a
decir que los cambios sociales y culturales en cuestin no son importantes.
Pero se supone que los derechos humanos son asuntos de preocupacin internacional, y si no existen medios factibles para expresar esta preocupacin en la
accin poltica, entonces tal vez en este sentido la doctrina de los derechos
humanos de las mujeres se ha extralimitado.
Por otro lado, es importante tomar en consideracin los aspectos en los
cuales la prctica de los derechos humanos se ha desarrollado ms all del paradigma jurdico que tenan en mente quienes la disearon. Como seal con
anterioridad, los derechos humanos han llegado a funcionar no slo como estndares legales y como objetivos para la poltica exterior, sino tambin como
valores polticos que dan forma y motivan la accin por parte de grupos no
gubernamentales que cuentan con participantes del propio Estado y tambin
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cional. Estos problemas se refieren a los fundamentos y la fuerza de las responsabilidades de actuar de los agentes externos, cuando el propio gobierno de una
sociedad omite la proteccin de un derecho humano, a la medida en que una
prctica internacional puede plausiblemente aspirar a tener protecciones institucionales especficas de intereses genricos importantes, y tambin a la naturaleza y al grado de adaptacin a la diversidad moral que debera mostrar una
prctica que pretende tener alcance universal. Como hice notar al comienzo,
estos problemas no se presentan slo en los casos que hemos discutido; ellos
representan diferentes maneras en que la idea de que los derechos humanos son
asunto de preocupacin internacional podra influirnos y limitarnos a la hora de
pensar sobre el contenido y la conducta de la prctica pblica. Advertimos la
complejidad normativa de la prctica al examinar las implicaciones de esta
idea.
CAPTULO VIII
CONCLUSIN
Junto con la prohibicin jurdica de la guerra de agresin y el establecimiento de un marco institucional para la seguridad colectiva, la articulacin de
una doctrina internacional de los derechos humanos est entre los elementos
ms ambiciosos del acuerdo que puso fin a la Segunda Guerra Mundial. Esta
doctrina, elaborada progresivamente a travs de una serie de acuerdos y convenciones internacionales, suministra las normas de una prctica global cada
vez ms compleja. He intentado presentar una descripcin analtica razonablemente favorable de la idea de los derechos humanos tal como existe dentro de
esa prctica, junto con una descripcin del tipo de justificacin que los derechos
humanos, concebidos de este modo, deberan ser capaces de suministrar.
El principal argumento constructivo es el siguiente. Comprendemos mejor
qu son los derechos humanos internacionales si los consideramos como derechos sui gneris en vez de alguna otra idea recibida de antemano. Los derechos
humanos son las normas constitutivas de una prctica global cuyo objetivo es
proteger a los individuos de las amenazas a sus intereses ms importantes generadas por los actos y omisiones de sus gobiernos (incluyendo la omisin de
regular la conducta de otros agentes). La prctica pretende alcanzar este objetivo mediante la incorporacin de estos aspectos de la conducta domstica de
los gobiernos al conjunto de asuntos que de modo legtimo pueden concitar la
preocupacin internacional. Los derechos humanos son, en este sentido, un
agregado revisionista de un orden poltico global compuesto de Estados independientes. He resumido estas caractersticas de los derechos humanos en un
modelo de dos niveles. La prctica es emergente. En ausencia de instituciones
globales dotadas de autoridad capaces de supervisar el desempeo de los gobiernos, de resolver los conflictos entre las normas, de determinar y de aplicar
sanciones, y de coordinar la provisin de asistencia, la preocupacin interna-
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CHARLES R. BEITZ
CONCLUSIN
231
derechos humanos que invitan al escepticismo con una concepcin que tenga
una actitud ms favorable hacia los objetivos y el comportamiento de la prctica existente sin sacrificar la capacidad de criticarla. Ahora que contamos con
una concepcin como sa, las principales lneas de respuesta a los escpticos
deberan ser evidentes.
Algunos tipos de escepticismo son bsicamente conceptuales. Parten de lo
que consideran que es una idea independientemente plausible de los derechos
humanos universales y sostienen que por una u otra razn, algunos o todos los
derechos humanos de la doctrina internacional no pueden adecuarse a ella. Un
ejemplo es la posicin escptica que se asienta en la creencia de que es inherente al concepto de un derecho que deba existir una institucin con competencia
para resolver las disputas y garantizar su cumplimiento efectivo. Otro ejemplo,
es el que surge de suponer que los derechos humanos, al igual que los derechos
naturales, deben ser justificables con relacin a las caractersticas que poseen
los seres humanos como tales. En ambos casos nuestra rplica consiste en
mostrar que la prctica existente contiene una concepcin diferente que la
adoptada por el escptico y se encarga de problemas diferentes.
Otros tipos de escepticismo son bsicamente normativos. Se expresan a s
mismos por medio de dudas sobre si los derechos humanos deberan guiar la
accin poltica, ya sea porque (algunas) violaciones son tales que no pueden ser
evitadas o corregidas por alguna estrategia que de manera realista est a disposicin de los agentes internacionales o transnacionales, o porque ninguno de
estos agentes tendra una razn suficiente para llevar a cabo ninguna estrategia
que tenga una probabilidad razonable de xito. Hasta cierto punto estos tipos de
escepticismo pueden ser refutados mostrando que ellos tambin dependen de
ideas de los derechos humanos recibidas de antemano, que estn enfrentadas
con la idea que est implcita en la prctica. Esto es verdad, por ejemplo, con
relacin a las posiciones que tratan a los derechos humanos como fundamentos
de reclamos para lograr el disfrute inmediato de la sustancia de un derecho. Es
tambin verdad en relacin con posiciones que sostienen que los derechos humanos deben ser lo suficientemente urgentes como para que sus violaciones
puedan justificar una intervencin coercitiva como medida preventiva o correctiva. Concebidos segn el modelo de dos niveles, los derechos humanos son ms
elsticos en ambas dimensiones. Aqu, al igual que antes, el efecto de mostrar
una concepcin de los derechos humanos que est ms en armona con la prctica existente es que se plantee la pregunta de por qu deberamos aceptar la
posicin recibida de antemano como base para criticar el contenido y el alcance
de la prctica. Por qu no considerar dogmtica a una crtica de este tipo?
Las formas de escepticismo normativo ms desafiantes discuten si los
agentes externos tpicamente tienen una razn suficiente para actuar cuando los
derechos humanos son violados por los gobiernos. En algunos casos, por ejemplo, puede parecer que las consideraciones acerca de los intereses de los poten-
232
CHARLES R. BEITZ
CONCLUSIN
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que funciona principalmente como un mecanismo por el cual los actores poderosos promueven sus intereses estratgicos es decir, como un instrumento de
dominacin en vez de liberacin. Incluso se podra sostener que los derechos
humanos legitiman una estructura poltico-econmica global que genera fuerzas hostiles a los valores que supuestamente son protegidos por los derechos
humanos1.
Es tentador responder que lo que provoca la crtica es el mal uso pblico de
un lenguaje normativo en vez de los principios expresados en ese lenguaje o el
lenguaje en s mismo. Si esto es as, como frecuentemente lo es, entonces como
un asunto de teora poltica la crtica podra parecer tener poco inters. Pero
responder de este modo pasara por alto el ncleo de la crtica. Los derechos
humanos son debido a su diseo una doctrina pblica y el hecho, si es que resultase ser un hecho, de que esta doctrina induzca al mal uso sistemtico de
manera tal que se obstruyan los propsitos que la prctica intenta promover,
sera algo que no deberamos ignorar2.
La crtica poltica recuerda lo que a veces se dice sobre las consecuencias
contraintuitivas de la aplicacin de doctrinas de derecho internacional progresistas propuestas en la ltima era imperial. A fines del siglo xix, por supuesto,
existan diversos imperios de hecho existentes o que pretendan serlo, mientras
que hoy existe, por el momento, a lo sumo uno slo. Adems, la forma y la
sustancia del imperio eran diferentes; de hecho, la idea de imperio puede que
ya no sea muy esclarecedora como una caracterizacin de la estructura del
poder global. Pero sin embargo la analoga puede ser sugerente. En el perodo
anterior, de manera general se consideraba que el derecho internacional era una
fuerza progresista dentro de una estructura poltica global en la cual el poder
estaba distribuido de manera desigual. Las normas jurdicas eran, entre otras
cosas, mecanismos por los cuales se poda regular las consecuencias de esta
desigualdad. Muchos de los juristas internacionales de la poca eran crticos de
las polticas coloniales de los gobiernos europeos. Ellos sostenan, por ejemplo,
que bajo el principio de soberana las potencias coloniales tenan que ocupar el
territorio, como cuestin de hecho, para disponer legtimamente de la autoridad
poltica, y que estaban obligados a hacerlo por el inters de sus habitantes.
Entendan la doctrina del estndar de la civilizacin como un medio a travs
del cual estas potencias podran cumplir con la responsabilidad de promover el
desarrollo del Estado de derecho y de una administracin basada en el derecho,
lo que crean era esencial para cualquier sociedad progresista y moderna. Sin
embargo, retrospectivamente, como observa Martti Koskenniemi, los juristas
internacionales progresistas encontraron que sus ideas a menudo resultaban
1
Vase, por ejemplo, Evans, 2005: cap. 2. Agradezco a Leif Wenar por ayudarme a ver la fuerza de
este tipo de escepticismo.
2
Para una posicin similar y un estudio ms exhaustivo de las patologas de los derechos humanos,
vase Kennedy, 2004: 3-36.
CONCLUSIN
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236
CHARLES R. BEITZ
normativa de las diferencias que existen entre los puntos de vista morales que
predominan en las diversas culturas, estas diferencias no son tan grandes como
para impugnar toda la empresa de los derechos humanos. La segunda, consiste
en sealar que no es objetablemente arrogante tener el objetivo de proteger
intereses que los supuestos beneficiarios tienen razones para considerar urgentes, incluso si ellos de hecho no lo hacen. Por supuesto, podra ser razonable
poner objeciones a los medios elegidos para proteger los intereses amenazados;
como observ anteriormente, el uso de medios coercitivos debe satisfacer un
umbral particularmente alto de justificacin. Pero en estos casos la objecin se
dirigira a los medios, no a los objetivos, de la accin protectora.
Mientras que, por las razones presentadas con anterioridad, la primera de
estas respuestas me parece correcta, la segunda guarda un paralelo con el estndar de civilizacin del siglo xix que no deberamos ignorar. En ese momento, los juristas internacionales crean que era obvio que las capacidades de
cualquier sociedad seran aumentadas, y que las vidas individuales tendran
mejores perspectivas, con la introduccin de lo que eran formas institucionales
histricamente especficas cdigos legales escritos, derechos individuales de
peticin, sistemas de administracin pblica mecanizados y basados en la ley,
etctera. Pero el intento de introducir estas formas no produjo de manera
segura los resultados que fueron previstos; a menudo, por ejemplo, generaron
corrupcin y crearon oportunidades para la opresin por parte de gobernantes
coloniales y sus clientes locales. Podra decirse que la equivocacin no ha sido
filosfica sino prctica: como lo expresa Koskenniemi, fue un fracaso al ver que
las instituciones no traen adosadas a ellas la buena sociedad. Los mismos tipos de gobiernos crean distintas consecuencias en diferentes contextos (Koskenniemi, 2001: 176-177).
El valor de la analoga histrica es sugerir una interpretacin ms perspicua
de la idea de imperialismo moral que la que usualmente se da por sentada, y
para la cual la segunda respuesta presentada anteriormente no es adecuada.
Parte de la crtica de los usos del derecho internacional en el siglo xix fue que
las sociedades coloniales en las cuales se impusieron ciertas formas institucionales no eran apropiadas para ellas, en parte porque estas formas institucionales
carecan de una base en la cultura local, en la cual por ende se comportaban de
maneras impredecibles y a veces indeseables. En este sentido, el imperialismo
moral de ese siglo podra ser caracterizado como una forma de extralimitacin. Actualmente, la objecin es que esto tambin es cierto de los derechos
humanos. O si no lo es de los derechos humanos en general, entonces lo es de
algunas partes de la prctica de los derechos humanos.
Es implausible aplicar esta crtica a la doctrina de los derechos humanos
como un todo pero no es implausible pensar que podra aplicarse a derechos
que prescriben protecciones institucionales especficas en contra de amenazas
predecibles a intereses importantes. Para sustentar una crtica como sta, uno
CONCLUSIN
237
no necesita negar que los intereses que seran protegidos o promovidos por
estas medidas, si fueran exitosas, sean intereses por los que los supuestos beneficiarios tienen razones para preocuparse por ellos. El peso de la crtica yace en
otras consideraciones: por un lado, en la compatibilidad del remedio institucional con los valores morales y polticos ampliamente aceptados en la cultura
junto con las dificultades epistmicas que enfrentan los agentes externos al
hacer juicios sobre esto y, por otro lado, en la disponibilidad de estrategias que
sea probable que tengan xito en la proteccin del derecho sin ocasionar daos
incidentales inaceptables. All donde estas clases de consideraciones precautorias son acertadas, podemos de hecho tener razn para considerar que la doctrina de los derechos humanos se ha extralimitado.
Una segunda preocupacin tiene que ver con el peligro de una subversin
poltica de la empresa de los derechos humanos, en un sentido ms convencional. Las apelaciones pblicas a los derechos humanos pueden ser usadas para
justificar medidas que en realidad pretenden alcanzar algn objetivo de poltica
exterior nacional5. Por supuesto, existe un sentido en el que esto podra ser
tautolgicamente cierto: si una de las principales potencias incluyese a la proteccin de los derechos humanos entre sus objetivos de poltica exterior, entonces la accin poltica justificada sobre la base de los derechos humanos tambin
promovera los intereses de la potencia actuante. Sin embargo, lo que preocupa
a las personas no es este tipo de caso, sino ms bien uno en el cual se invocan
consideraciones de derechos humanos con el fin de lograr apoyo para polticas
exteriores que persiguen un objetivo de seguridad nacional distinto al de la
proteccin de los derechos humanos.
Aqu, nuevamente, podramos estar tentados a buscar analogas en el sigloxix. Posiblemente la comparacin ms repugnante es la formacin del Estado Libre del Congo por el Rey Belga Leopoldo, justificada meticulosamente
en trminos humanitarios pero que, de hecho, fue la ocasin para instalar un
sistema destructivo de extraccin de riqueza que puede haber producido
aproximadamente diez millones de muertes (Anstey, 1966: cap. 1)6. La dificultad que existe con la analoga es que ninguna instancia reciente de accin para
proteger a los derechos humanos se asemeja a este caso en la hipocresa de la
apelacin a consideraciones humanitarias o en el carcter inmisericordioso de
la persecucin de lo que era de inters para la potencia. Los casos recientes ms
prominentes por ejemplo, las intervenciones humanitarias en los Balcanes
son vistos con mayor precisin si se los percibe como motivados por una mezcla de objetivos, que incluyen intereses vinculados con la seguridad y tambin
un deseo de proteger a los derechos humanos. Parece claro que el ltimo deseo
era genuino en al menos algunos de los que participaron y apoyaron las deci5
Chris Brown sostiene, por ejemplo, que el cumplimiento de los derechos humanos est determinado,
en la prctica, por los objetivos de poltica exterior de las principales potencias (Brown, 1999: 115).
6
El nmero de muertos es especulativo; vase Hochschild, 1998: 225-233.
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1999: 255-256). Nuevamente aqu, las inconsistencias a la hora de hacer cumplir las normas pueden parecer repugnantes.
En un sistema en donde no existen instituciones internacionales consensuadas para hacer cumplir los derechos humanos o para regular los esfuerzos de
otros agentes para hacerlo cumplir, inconsistencias como stas pueden ser inevitables. La cuestin es si existe algo objetable respecto de ellas. Uno podra pensar
que no. Sobre el contraste entre Bosnia y Ruanda, por ejemplo, uno podra decir
que por supuesto hubiera sido mejor intervenir en Ruanda que abstenerse. Sin
embargo el hecho de que debera haber habido una intervencin en Ruanda pero
no la hubo, no es una razn para sostener que no debera haber habido una intervencin en Kosovo, o en otro lado donde est justificada. Es irracional permitir
que la preocupacin por la inconsistencia impida la accin para proteger a los
derechos humanos en donde existe tanto la capacidad como la voluntad de hacerlo; uno podra decir que hacer eso sacrificara los intereses de los seres humanos
en aras de una abstraccin (Walzer, 2007: 239). Existe una respuesta paralela a
la objecin de la persecucin judicial a funcionarios de Estados dbiles.
En el pasado me he inclinado a aceptar esta respuesta como adecuada, sin
embargo ahora me parece demasiado apresurada. Los derechos humanos son
una prctica pblica. La he descrito como emergente en el sentido que la
prctica tiene una maquinaria para exigir el cumplimiento que es primitiva y
efectiva slo de manera espordica. No obstante, el sistema de los derechos
humanos ha acumulado un grado de autoridad moral y, aunque puede ser inadecuada, una competencia internacional para actuar. El problema con el cumplimiento selectivo es que puede tender a debilitar la autoridad de los principios
de derechos humanos en s mismos y tambin la autoridad de medios internacionales que poseemos para hacerlos cumplir.
Por supuesto, sta es una conjetura emprica que podra resultar ser falsa.
Pero supongamos que resulta ser verdadera. Es importante comprender lo que
esto implica. La inconsistencia no es inherente a la idea y a la prctica de los
derechos humanos; es un producto de la distribucin global del poder poltico
y de la debilidad de las instituciones globales capaces de regular sus efectos.
Despus de la intervencin en Kosovo, el Secretario General de la ONU pidi
a la comunidad internacional alcanzar un consenso sobre el principio de que las
violaciones masivas a los derechos humanos deberan ser controladas y sobre
un proceso multilateral para decidir cmo y cundo actuar (Annan, 1999: 49).
Aqu, como antes, las preocupaciones sobre la tendencia patolgica de la prctica de los derechos humanos son razones para favorecer el desarrollo de tal
proceso, el cual podra reconciliar lo que parece ser una incompatibilidad entre
la efectividad y la legitimidad de la accin humanitaria12.
12
Sera limitante de una manera artificial pensar que tal respuesta sera mejor que tuviese lugar a nivel
de las instituciones globales. Las probabilidades de desarrollar mecanismos legtimos y efectivos para la intervencin humanitaria pueden ser mayores en el interior de las regiones. Vase Kurth, 2006: 87-101.
CONCLUSIN
241
Las patologas que he descrito son posibilidades polticas genuinas. Cuando ellas se consuman, la prctica de los derechos humanos es corrompida y su
efectividad muy probablemente se vea disminuida. Pero la existencia de estas
posibilidades no es una razn para rechazar el proyecto de los derechos humanos en s: uno las puede reconocer sin menospreciar el potencial emancipador
de una prctica de los derechos humanos. Desarrollar ese potencial es una tarea
que necesita de la colaboracin internacional a nivel global y regional. Existe
espacio para el disenso sobre las posibilidades de xito de un esfuerzo de este
tipo, pero uno debera resistir la tentacin de caer en el escepticismo debido a
que cualquier esfuerzo de este tipo est condenado a fracasar. Me parece que
esa tentacin en la mayora de los casos, refleja un rechazo a tomar seriamente
las posibilidades de la accin poltica y no un juicio realista sobre las alternativas realmente abiertas a nosotros.
3.LOS DERECHOS HUMANOS Y EL ORDEN NORMATIVO
GLOBAL
He descrito la prctica de los derechos humanos como parte del orden normativo global. Concluyo con un comentario sobre la naturaleza de un orden de
este tipo y lo que significa decir que los derechos humanos son parte de l.
El orden normativo global es el conjunto de normas que, en mayor o
menor medida, son ampliamente aceptadas como estndares reguladores de la
conducta en diversas partes del espacio poltico global. Algunas de las normas
son semejantes a leyes por ejemplo, aquellas establecidas por tratados y las
incorporadas en patrones muy antiguos de prcticas internacionales consuetudinarias. A otras normas se las concibe mejor como principios o normas de
trasfondo ellas son ampliamente aceptadas, aunque no unnimemente, como
estndares prcticos crticos disponibles pblicamente, a los que los agentes
pueden recurrir para justificar y criticar las acciones y las polticas propuestas
o llevadas a cabo (o no llevadas a cabo) por los gobiernos. Los derechos
humanos, tal como los he caracterizado, son un tipo de norma trasfondo.
Por supuesto, los derechos humanos tambin estn incorporados en el derecho internacional de los tratados. Segn algunos especialistas, algunos derechos humanos tal vez aquellos articulados en la declaracin de 1948 tambin se han convertido en parte del derecho internacional consuetudinario en
virtud de su aceptacin en la prctica jurdica internacional de los Estados
(Meron, 1989: cap. 2)13. Entonces por qu describirlos como normas de trasfondo en vez de simplemente como reglas jurdicas (o protojurdicas)? Existen
varias razones. Primero, el contenido de las normas es decir, las exigencias
13
Jack L. Goldsmith y Eric A. Posner adoptan una posicin escptica en Goldsmith y Posner, 2005:
132-133.
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CHARLES R. BEITZ
que fijan para los agentes a los cuales se aplican no es establecido por referencia a las denominadas fuentes del derecho internacional. En la medida en
que estas normas pueden ser vistas como jurdicamente vinculantes, su carcter
jurdico puede influir los juicios sobre su contenido, pero no ser dispositivo.
Dada una interpretacin de las funciones discursivas de los derechos humanos,
todava podemos preguntar si existe una justificacin para considerar que ste
o aquel valor tiene la fuerza normativa de un derecho humano en el razonamiento prctico acerca de la conducta en la poltica global. De manera similar,
la naturaleza y el peso de nuestras razones para cumplir con una norma en
particular no se establecen al determinar si esta norma se considera apropiadamente una regla de derecho. Por supuesto, esto mismo sucede con las reglas
jurdicas en los sistemas jurdicos locales, pero el carcter menos desarrollado
del derecho internacional tiene como consecuencia que la cuestin de la obligacin de cumplir deba ser decidida de manera ms sustancial sobre la base de
consideraciones de trasfondo del tipo discutido anteriormente. Tercero, cualquier cosa que se piense sobre el derecho en general o el derecho internacional
en particular, no es plausible, ni siquiera en apariencia, que los principios de un
orden normativo pblico deberan de algn modo estar disponibles (por ejemplo, en un cdigo o ley dotada de autoridad) en una forma lo suficientemente
explcita para permitir que sean aplicados indiscutiblemente a otros casos que
no sean los ms simples. Uno debera esperar que existiera espacio para un
desacuerdo razonable entre los miembros de una comunidad discursiva con
relacin a los fundamentos y los contenidos detallados de sus normas y con
relacin a su aplicacin a los casos particulares. De hecho, como he enfatizado,
una de las funciones de estas normas es organizar el desacuerdo. Es una tentacin comn pensar en los principios pblicos como si fueran reglas privadas de
toma de decisin sobre las que hemos llegado a un acuerdo; esto es una equivocacin a nivel nacional y lo es an ms a nivel global. Estos principios son
componentes de la vida pblica, elementos de un sistema de discurso crtico en
el cual los agentes esperan que el razonamiento prctico de los dems sea influido por las consideraciones que ellos formulan y justifican apelando a las
normas, pero en el cual normalmente no esperan que las inferencias extradas
sean netamente claras o indiscutibles.
Como sealamos en el ltimo apartado, un tipo de escepticismo sobre los
derechos humanos deriva de reconocer que su doctrina y su prctica tienen lugar dentro de un orden global caracterizado por amplias disparidades de poder.
Lo que se podra agregar aqu es que, incluso si el escepticismo puede ser evitado, el modo en que uno entiende la naturaleza y los roles de las normas pblicas de la prctica puede ser afectado por este reconocimiento. Al escribir sobre
el derecho internacional en general, Martti Koskenniemi seala que, cuando
combinamos una conciencia de la apertura de las reglas jurdicas a recibir interpretaciones opuestas con una comprensin de las diferencias imperantes en
el poder poltico entre los Estados, vemos que el participar en la discusin sobre
CONCLUSIN
243
las exigencias del derecho internacional puede ser una tcnica hegemnica
un proceso que busca articular las preferencias polticas en forma de reclamos jurdicos que no pueden ser separados de las condiciones de disputa poltica en las cuales se realizan (Koskenniemi, 2004: 198). La idea es que los
actores buscan promover sus intereses proponiendo, para la resolucin de
conflictos, interpretaciones ventajosas de las reglas jurdicas y de los principios. En presencia de desigualdades de poder polticamente significativas, los
Estados que tienen una influencia sustancialmente mayor en las instituciones
internacionales y en las prcticas en las cuales tiene lugar el conflicto normativo, tendern a prevalecer, y al hacer esto darn forma a las interpretaciones
prevalecientes del derecho. De ese modo, el derecho es usado para hacer aquello que beneficia a las potencias ms fuertes.
Sin embargo, no se sigue que no exista ningn fundamento para considerar
a algunas interpretaciones de las reglas jurdicas como ms razonables que
otras. Al aprovecharse de los recursos que les brinda el derecho, los Estados se
reconocen entre s como miembros de una comunidad jurdica y se someten a
cierta disciplina normativa. Como seala Koskenniemi, [a]l participar en el
discurso jurdico, las personas se reconocen entre s como portadores de derechos y deberes, que tienen derecho a recibir beneficios por parte de otros o que
tienen obligaciones con respecto a otros, no por caridad o por inters sino porque tales derechos u obligaciones pertenecen a cada miembro de la comunidad
en esa posicin (Koskenniemi, 2004: 214)14. Observaciones similares se aplican a las normas del orden global en sentido amplio, y particularmente a los
derechos humanos. Lo que es diferente en el caso de las normas globales de
trasfondo es que los escenarios en los que se discute son ms diversos. El orden
normativo global encuentra su expresin en muchos contextos distintos con
grados de estructura y formalidad que varan. Los agentes que participan en
estos escenarios tambin son ms diversos, consisten no slo en representantes
de los Estados y las organizaciones internacionales sino adems en individuos,
grupos no gubernamentales y otros actores corporativos. Por lo tanto, la controversia sobre el contenido y la aplicacin de las normas, puede parecer incluso
ms probable y las perspectivas de alcanzar un acuerdo sobre cul es el modo
adecuado de resolverla en cualquier caso individual, ms remotas. No obstante,
al igual que en el caso del derecho, los agentes aceptan una cierta disciplina
normativa al aprovecharse de los recursos que les ofrece la prctica de los derechos humanos. Advertimos esta disciplina al observar las funciones que la
idea de los derechos humanos cumple dentro de la prctica y los compromisos
que uno asume al participar en ella.
Estas observaciones ayudan a explicar por qu no es adecuado interpretar a
la idea de derecho humano como una idea moral fundamental en el sentido en
que algunas personas conciben a los derechos naturales o fundamentales.
Cursiva original.
14
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CHARLES R. BEITZ
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NDICE ANALTICO
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Acadmie Diplomatique Internationale, 15
Alien Tort Claims Act, 13 n
Alston, Philip, 33 n, 34 n, 45 n
Alvarez, Michael E., 178 n
American Anthropological Association, 5 n
cambio en la posicin sobre los derechos
humanos, 83 n
Declaracin de los Derechos Humanos
(1947), 83
American Law Institute, 16
Angle, Stephen C., 9 n
An Naim, Abdullahi,
sobre el cambio cultural y los derechos humanos, 82
y la convergencia progresiva, 89
importancia del acuerdo para la aceptacin
de los derechos humanos, 801
sobre la interpretacin de las escrituras, 92
Annan, Kofi, 209 n
Anstey, Roger, 205 n
Armstrong, David A., 178 n, 179 n
Ashford, Elizabeth, 167 n
autodeterminacin (colectiva),
en contraste con la democracia 1814
en la doctrina internacional 28, 11213, 124
ms fundamental que la democracia 1856
restriccin a la interferencia, 123, 1356,
196
y la tolerancia internacional 148, 151, 1529
Baderin, Mashood A. 192 n
Baehr, Peter R. 35 n
Balcanes, intervencin en los 206
258
NDICE ANALTICO
NDICE ANALTICO
259
260
NDICE ANALTICO
NDICE ANALTICO
261
262
Locke, John
derechos naturales preinstitucionales 556
derecho al excedente 71, 167 n
Lomasnay, Kristen 174 n
Luard, Evan 35 n
MacBride, Sean 14 n
Manin, Bernard 177 n
Mansfield, Edward D. 179 n
Maritain, Jacques 21 n, 52 n, 58 n
derechos humanos como conclusiones prcticas 54
Martin, Rex 58 n, 76 n
Marx, Karl 112 n
Mayer, Ann Elizabeth 190 n
McDonald, Margaret 52 n
McFaul, Michael 178 n
Mehta, Hansa 186 n
Meron, Theodor 210 n
Merry, Sally Engle 38 n, 195 n
Mesquita, Bruce Bueno de 178 n
Mill, John Stuart 64, 84 n
sobre la condicin de la mujer 193 n
democracia, justificacin de la 175
gobierno desptico 176 n
importancia de la diversidad cultural 181
sujeto de derechos jurdicos 139 n
sobre la tolerancia 149
Miller, David 113 n, 173 n, 191 n
Miller, David Hunter 15 n
Miller, Richard 167 n
tratados de las minoras, posteriores a la Primera Guerra Mundial 15
Mir Hosseini, Ziba 193 n
Moody Adams, Michele M. 86 n
Moravcsik, Andrew 43 n
Morsink, Johannes 18 n, 19 n, 20 n, 23 n, 57 n
Mower, Glenn 35 n
Mulligan, Casey B. 178 n
Muther, Jeannette E. 18 n
Mutua, Makau 6 n, 203 n
Nelson, John O. 4 n
Nickel, James W. 43 n, 50 n, 109 n, 111 n
posicin minimalista 141 n
Nolde, O. Frederick 24 n
Normand, Roger 25 n
normatividad, 12659
esquema para 13641
tres preguntas diferenciadas 1267
vase tambin derechos humanos, fundamentos para los
Nowak, Manfred 34 n
NDICE ANALTICO
NDICE ANALTICO
263
264
Sohn, Louis B. 16 n
Declaracin de Derechos Humanos Esenciales (American Law Institute) 16
Estados, su rol en
el modelo de dos niveles 11315, 1225
la posicin precautoria sobre los fundamentos de los derechos humanos, 12831
Steiner, Henry J. 174 n
Stewart, Richard B. 123 n
Stokes, Susan C. 177 n
Stone, Julius 15 n
Sunstein, Cass R. 104 n
Talbott, William J. 177 n, 190 n
paradigma del compromiso domstico 38 n,
195 n
Tan, Kok Chor, sobre la tolerancia internacional 146 n, 151 n, 155 n
Tarrow, Sidney 37 n
Tasioulas, John 67 n
Taylor, Charles
consenso superpuesto y derechos humanos
76 n
y convergencia progresiva 88
teoras contractualistas 7395
contrastadas con las teoras naturalistas
734
idea del consenso superpuesto757
idea del ncleo comn 75
objecin prima facie 78
y la posicin de Rawls 989
vase tambin teoras contractualistas, atractivo de las
teoras contractualistas, atractivo de las
y la objecin antipaternalista 837
condiciones para la legitimacin 7880
y la diversidad moral 87
el valor pragmtico 803
teoras naturalistas 4872
aisladas de la funcin discursiva de los derechos humanos 65
carcter central del beneficiario 656
contrastadas con las teoras contractualistas
74
descritas 4950
y la doctrina de los derechos humanos 668
y la posicin de Rawls 989
tendencia al escepticismo 50, 589
Thomas, Daniel C. 27 n, 37 n, 82 n
Thomas, Dorothy Q. 188 n
Thompson, Dennis F. 175 n
Tierney, Brian 51 n, 58 n, 71 n
tolerancia internacional.
NDICE ANALTICO
NDICE ANALTICO
265