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Segunda Estrella A La Derecha

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- SEGUNDA ESTRELLA A LA DERECHA –

(Deborah Hautzig)

Segunda estrella a la derecha, es un libro que cuenta como una adolescente de 14


años, que cae enferma de anorexia nervosa. La historia es narrada por Leslie M
. Hiller, quien vive con sus padres y hermano menor, en uno de los suburbios de
Manhattan. Asiste a una escuela de puras niñas, en donde conoce a Cavett, quien
terminará siendo su mejor amiga.
Cavett es una chica de la edad de Leslie, que parece algo retraída y hasta ciert
o punto, desconectada de lo que pasa a su alrededor, aunque a decir verdad, más
bien es como si no le importara mucho lo que la rodea; vive en un continuo confl
icto con Annie, su propia hermana menor, ya que es como si fuera una sombra pesa
da para Cavett. La vive como un ideal y mucho de lo que a ella misma le gustarí
a ser, pero mi ensayo no trata de Cavett, sino de Leslie.
Leslie, al igual que Cavett, vive en un conflicto interno continuo, pero no con
su hermano, sino con su madre, quien aparentemente es la madre perfecta que toda
s las amigas de Leslie quisieran tener. Es amorosa, comprensiva, amiga de todos
los vecinos, y toda una serie de cualidades de una mujer exitosa, pero Leslie n
o parece creelo del todo.
Les se siente asfixiada por su madre hasta cierto punto, ya que cada logro suyo
es como si poco a poco, se convirtiera en un logro de la madre, y nada quedara p
ara ella. Cada buen día o aventura fantástica vivida por Les, parecería gozarla
más la madre que ella misma, aunque fuera ella quien la hubiera vivido de primer
a mano. Y es aquí cuando venía la culpa.
Leslie, vivía con una culpa inmensa, ya que cada vez que se sentía vacía y culpa
ba a la madre, algo dentro de ella l regañaba y castigaba por sentirse de esa ma
nera para con su madre, después e todo, era eso, su madre, y la quería mucho, ad
emás era su obligación de hija quererla, a pesar de todo.
El padre de Leslie era un virtuoso músico, que continuamente estaba de gira, por
lo que en casa estaba presente simbólicamente, pero no tanto física. Parecía s
er un señor agradable, aunque mucho más metido en sus cosas que en las cosas de
la familia; cada vez que intentaba algo con la familia, la madre parecía tenerlo
todo controlado, por lo que n había de que preocuparse. A menos claro, que su
esposa (madre de los niños), pidiera su ayuda como en algunas ocasiones sucedió,
enviándole un telegrama a donde fuera que se encontrara de gira en el momento.
El hermano de Leslie, Sammy, se me figuró un pequeño travieso y suspicaz, propio
de la edad. Muy inteligente a decir verdad, que parecía saber bien que es lo q
ue sucedía en casa; cada vez que Leslie hablaba con él o preguntaba algo, parecí
a saber la respuesta correcta, al menos que es lo que ella quería y esperaba esc
uchar. Eso hasta antes de enfermar, cuando comenzaban los intentos de peleas, q
ue por cualquier razón, jamás llegaban a su cometido, y todo regresaba a la norm
alidad y tranquilidad, como siempre.
Una navidad, Leslie enfermó de gripe, y fue ahí cuando vino la respuesta flagran
te a todos sus problemas; tuvo la idea de que todo su pesar, se debía a la “gord
ura”, algo que obviamente no tenía. Imaginó que si era delgada, sería feliz y e
staría contenta con todo lo que tenía, y lo que no también.
Pronto se puso a dieta, y lo que comenzó como un deseo en búsqueda de la felicid
ad, pronto se convirtió en un martirio y pesadilla de la familia y amigas de Les
lie.
Bajó de peso tanto, que los problemas, no desaparecieron, sino todo lo contrario
. No sólo estaba vacía, sino que se sentía más vacía que nunca, todo a su alred
edor había empeorado, tenía que inventar cualquier sarta de mentiras para no ten
er que comer o cenar en casa y la culpabilidad la estaba matando.
Lo que una vez fue una dieta, ahora era una restricción total y negación a comer
algo, de vez en cuando, solía masticar el alimento y escupirlo en una servillet
a, pero cada vez que no podía escapar del alimento, acudía al vómito para borrar
tan fatal error y liberarse de toda culpa.
Evidentemente, no sólo bajó su nivel de alimentación, sino toda actividad que al
guna vez disfrutó, ya no tenía energía para hacer nada, ya no tenía tantas ganas
de salir con las amigas, sólo por el miedo de ni siquiera poder subir las escal
eras o llegar a la parada del autobús. Las situaciones que alguna vez le causar
on gusto, ahora las había sustituido por el sueño y la reclusión en su propia re
cámara.
Las dos amigas que menciona, Cavett de la nueva escuela, y Robin de su vieja sec
undaria, parecían más aterrorizadas que la propia familia de Leslie, cada una a
su manera, pero eso ya no importaba, porque como mencioné antes, las salidas hab
ían cesado poco a poco.
El encierro, se había convertido en el único testigo de lo que pasaba con las ce
nas que preparaba la madre de Leslie, y como ella se deshacía de tan exquisitos
platillos; podía masticar algunos pedazos pequeños pa tirarlos por el inodoro, o
sólo arrojarlos por la ventana para que fueran el menú del día de los gatos cal
lejeros de la parte de atrás del edificio.
Una vez que por fin decidieron hacer algo en casa, cuando la enfermedad fue más
que evidente y las discusiones no se pudieron postergar más, acudieron a doctor
es y clínicas, para terminar en un hospital.
Leslie estuvo internada por algunos meses, con dietas especiales y terapia indiv
idual; al cabo de un tiempo, parecía recuperar su entusiasmo por las travesuras
y cosas que cuenta hacía con otras de las tres internas.
Aunque la comida, seguía siendo un martirio para ella, me da la impresión de que
comía para poder salir del hospital algún día, para recaer en lo mismo, dejar d
e comer y llegar a ser my delgada para poder ser feliz.
Las compañeras que tenía en el cuarto, parecían tener historias semejantes, y ta
mbién ideas similares, en cuanto a la comida y delgadez. El libro n nos cuenta
como terminaron ninguna de ellas.
Me gustó mucho el libro, cuando iniciamos el semestre, tenía tanto miedo de la m
ateria, porque vivo en conflicto con personas que se niegan a comer, o vomitan l
a comida; me da mucho coraje eso, sobretodo cuando van haciendo cualquier cosa p
or la vida para bajar de peso, y yo todo lo contrario, peleándome con los alimen
tos para poder subir.
Como sea, en el libro descubrí muchas cosas de las que vimos en clase, y eso me
gustó, porque me di cuenta de que aprendí muchas cosas, pero en realidad, eso tú
ya lo sabes, por lo que me gustaría escribir de lo que me pasó en el interior,
y que fui sintiendo mientras avanzaba la lectura.
Creo que Leslie se convirtió en su propio Juez, y vaya que no hay cosa peor que
eso, nadie nos juzga “mejor” que nosotros mismos. Y con mejor me refiero a la m
anera más severa y punitiva con que a cualquier criminal se pudiera juzgar.
Lo que a Leslie le pasó, es algo que desgraciadamente vivimos con frecuencia en
nuestras propias casas; intentamos que todo sea lindo y bello, que n haya proble
mas y sobre todo, nos sentimos culpables cada vez que estamos en desacuerdo con
los padres, y nos hacemos acreedores de una dotación diaria de culpa.
Nos cuesta mucho trabajo abrirnos a las personas que piensan diferente, pero lo
peor no es creer que ellos están mal, sino pensar que somos malas personas por d
iscrepar de ellos y nos castigamos y flagelamos cada vez que no es posible.
También me gustó mucho, ya que la narración de Leslie, no habla nada de lo que i
nfluye de afuera, nada de medios afectando sus acciones y pensamientos, nada de
personas influyendo en sus decisiones, sino que todo lo vive desde a dentro.
Eso me hizo reflexionar mucho una vez más, en cuantas personas nos vivimos así,
como personas malas o que no mereceos lo que se nos presenta de fuera. Lo que s
e me hace angustiante, ya que algunas personas terminarán con algún trastorno de
alimentación y otros con algún trastorno de la personalidad o ansiedad.
Lo que me lleva a la parte del libro en que visita a la primera terapeuta y le r
eceta pastillas para bajarle la ansiedad y después tratar el trastorno de la ali
mentación, que le fue diagnosticado tras 20 minutos de charla.
Aunque fue un diagnóstico correcto, me pregunto a cuantas personas tratan por or
as cosas, sin saber que es lo que en verdad viene de adentro. El problema de Le
slie comenzó por algo interno, pero fuera de la Dra. Wilcox, nadie lo habló con
ella; ni su propia madre fue capaz de preguntar, sólo pudo escribir una carta y
deslizarla por debajo de la puerta para que su hija la leyera.
¿Que pasa con todas esas chicas y chicos que no pueden decir nada, ni en su prop
ia casa?. De repente miro la sociedad en la que vivimos y me alarma, no estamos
acostumbrados a hablar de sentimientos, los rencores están prohibidos y ni pens
ar en cuestionar a los padres, entonces, ¿en dónde queda nuestro propio ser?.
No me sorprende para nada que cada vez esté aumentando más y más el número de pe
rsonas con éste tipo de trastornos, si a eso sumamos la sociedad esquizofrenizan
te en la que nos encontramos inmersos, los dobles mensajes de los medios, los do
bles mensajes de la familia, etc..
Me deja un gran sabor de boca y sobre todo mucho en que pensar, tengo primas que
están en la “edad difícil” o “edad de la punzada”, y me pregunto cuántas cosas
nos han intentado decir a nosotros sus mayores y hemos dejado de escuchar; tal v
ez por comodidad, tal vez por miedo, pero o debemos olvidar que eso, no borra la
s inquietudes de las personas que negamos a oír.
Al subirle al radio, dejamos de escuchar al otro, eso no significa que se haya c
allado.
Por último, aprendí muchas cosas de la clase y sobre todo, aclare muchas otras.
Aprendí a ser más empática y comprensiva y creo que sí es importante el seguimi
ento del tema, ya que la prevención es mejor que la cura.

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