Tomas Segovia 132
Tomas Segovia 132
Tomas Segovia 132
Seleccin y nota de
FABIO MORBITO
JAIME MORENO VILLARREAL
NDICE
NOTA INTRODUCTORIA
BIBLIOGRAFA POTICA
FIGURA Y SECUENCIA
PARTICIN
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NOTA INTRODUCTORIA
Ante esta coleccin de sonetos de Toms Segovia,
uno puede preguntarse qu es lo que hace decidirse
a un poeta por una forma potica en lugar de otra,
esto es, por qu elige una determinada angulacin
para mirar lo que mira y de qu manera esta angulacin influye en la cosa mirada, o dicho de otro modo,
en qu grado la cosa sera otra si la angulacin fuese
tambin otra.
Un poeta aprende con el tiempo que el mundo mirado a travs de un cierto tipo de mtrica no es el
mismo mundo contemplado con otra. Escribir con
versos de siete slabas puede llevar a consecuencias
formales e incluso ticas y ontolgicas muy diferentes a las de escribir con versos de once o de ocho, o
con versos libres. La responsabilidad, el riesgo y la
fortuna comienzan con la forma; por lo menos, quien
se equivoca en la forma se equivoca en todo.
Pero a esta verdad acompaa otra que es casi su
contraria: no hay forma infalible, y uno, en mayor o
menor medida, se equivoca siempre, pues lo que importa a la hora de la hora no es el mtodo sino el terreno, que es siempre novedoso e irrepetible, y si se
quiere permanecer de pie hay que reorientar mnimamente las propias armas, dndole a cada momento
un nuevo giro y un nuevo brillo, sin traicionarlas.
Todo esto viene a cuento porque en esta coleccin
de poemas de Toms Segovia asistimos y no es la
emocin menor que otorga su lectura a una continua tensin entre el erotismo que constituye el tema
de todos ellos y la malla en que ese erotismo se despliega o, si se quiere, queda atrapado: el soneto.
Toda poesa, independientemente de la forma que
adopte, consigue siempre darnos el efecto doble de
un despliegue y de una captura, de una distensin
exitosa aunada a un sabio ceimiento. Bajo esta luz,
BIBLIOGRAFA POTICA
FIGURA Y SECUENCIA
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X
Tu carne ola ricamente a otoo,
a hmedas hojas muertas, a resinas,
a ctricos aceites y a glicinas
y a la etrea fragancia del madroo.
Hbil como una boca era tu coo.
Siempre haba, despus de tus felinas
agonas de gozo, en las divinas
frondas de tu deseo, otro retoo.
Te aflojabas de pronto, exange y yerta,
suicidada del xtasis, balda,
y casta y virginal como una muerta.
Y poco a poco, dulcemente, luego,
absuelto por la muerte renaca
tu amor salvaje y puro como el fuego
XI
Algo debe morir cuando algo nace;
debe ser sofocado, y su sustancia
chupada para ser riego o lactancia
en que otro ser su urgencia satisface.
No habr otra hora pues en que te abrace
mientras muerdo en la cndida abundancia
de tus dos pechos; no habr ya otra instancia
en que tu cuerpo con mi cuerpo enlace;
no penetrar ms en la garganta
anfractuosa de tu sexo alpino.
T a otra luz amaneces; yo declino.
Mi degollado ardor tu altar levanta,
mi reprimida hambre te alimenta,
y el yermo de mi lecho te cimenta.
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XII
Y sin embargo, a veces, todava,
as, de pronto, cuando te estoy viendo,
vuelvo a verte como antes, y me enciendo
del mismo fuego intil que sola.
Y me pongo a soar en pleno da,
y reprocho al destino, corrigiendo,
como los locos, lo que fue; y no entiendo
cmo no pude nunca hacerte ma.
E imagino que anoche me colmaste
de placeres sin nombre, y que esa chispa
perversa y de ternura en tu mirada
prueba que lo otro es nada que gozaste,
que a ti tambin este limbo te crispa,
que al fin te di el orgasmo! y lo otro es nada.
XIII
Otra vez en tu fondo empez eso
Abre sus ojos ciegos el gemido,
se agita en ti, exigente y sumergido,
emprende su agona sin regreso.
Yo te siento luchar bajo mi peso
contra un dios gutural y sordo, y mido
la hondura en que tu cuerpo sacudido
se convulsiona ajeno hasta en su hueso.
Me derrumbo cruzando tu derrumbe,
torrente en un torrente y agona
de otra agona; y doblemente loco,
me derramo en un golfo que sucumbe,
y entregando a otra prdida la ma,
el fondo humano en las tinieblas toco.
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XIV
Desnuda an, te habas levantado
del lecho, y por los muslos te escurra,
viscoso y denso, tibio todava,
mi semen de tu entraa derramado.
Encendida y dichosa, habas quedado
de pie en la media luz, y en tu sombra
silueta, bajo el sexo reluca
un brillo astral de mercurio exudado.
Miraba el tiempo absorto, en el espejo
de aquel instante, una figura suya
definitiva y simple como un nombre:
mi semen en tus muslos, su reflejo
de lava ma en luz de luna tuya,
alba geolgica en mujer y hombre.
XV
Entre los tibios muslos te palpita
un negro corazn febril y hendido
de remoto y sonmbulo latido
que entre oscuras races se suscita;
un corazn velludo que me invita,
ms que el otro cordial y estremecido,
a entrar como en mi casa o en mi nido
hasta tocar el grito que te habita.
Cuando yaces desnuda toda, cuando
te abres de piernas vida y temblando
y hasta tu fondo frente a m te hiendes,
un corazn puedes abrir, y si entro
con la lengua en la entraa que me tiendes,
puedo besar tu corazn por dentro.
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XVI
El breve trecho, pero sorprendente,
que va desde la voz fresca y alada
de tu clara garganta a la callada
monocordia del coo hondo y ferviente
basta para que as me represente
lo que hay en ti de nyade o de hada
que en lo alto vuela y en lo limpio nada,
pero fundada tenebrosamente.
Qu incomparable don que a un tiempo mismo
des a la luz tu risa, y al abismo,
secretamente, valerosa te abras,
y que a la vez te tenga en mi entusiasmo
voltil e infantil en las palabras
y temible y mujer en el orgasmo.
XVI (bis)
El breve trecho, pero sorprendente,
que va desde la voz fresca y alada
de tu clara garganta a la callada
monocordia del coo hondo y ferviente
basta para que as me represente
lo que hay en ti de nyade o de hada
que en lo alto vuela y en lo limpio nada,
pero fundada tenebrosamente.
Imborrable es la grieta hacia el abismo,
de largo trazo recto y decidido,
que tu entrepierna valerosa alberga
y hace que te conozca a un tiempo mismo
voltil e infantil con el odo
y mujer y temible con la verga.
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XVII
Un momento estoy solo: t all abajo
te ajetreas en torno de mi cosa,
delicada y voraz, dulce y fogosa,
embebida en tu trmulo trabajo.
Toda fervor y beso y agasajo,
toda salivas suaves y jugosa
calentura carnal, abres la rosa
de los vientos de vrtigo en que viajo.
Mas la brecha entre el goce y la demencia,
a medida que apuras la cadencia,
intolerablemente me disloca,
y al fin me rompe, y soy ya puro embate,
y un yo sin m ya tuyo a ciegas late
gestndose en la noche de tu boca.
XVIII
No es raro que acordarnos todava
nos ponga melanclicos y graves?
Hacamos muy mal el amor, sabes?
Sin gracia, aprisa, sin sabidura.
Furtivamente, donde se poda:
en tierra, en pie, en las sillas menos suaves,
encaramados como absurdas aves,
tu falda alzaba y mi bragueta abra.
Indagaban tambin manos y labios,
libres ya entonces y a su modo sabios;
e bamos luego, cmplices y amantes,
muy de la mano, entre la triste tropa
de los hombres, llevando, desafiantes,
manchas de semen seco en nuestra ropa.
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XIX
S que no sabes que recuerdo tanto
tu piel untuosa y plida, amasada
con fiebre y luna, y tu boca abrasada,
blanda y jugosa y salada de llanto,
y tu implorante gesto de quebranto,
sobre tu frigidez crucificada
y agradecida y tierna aunque insaciada,
y mi esfuerzo pattico entretanto,
y el amor con que entonces se volva
tu largo cuerpo de impecable diosa
en su halo de luz y denso efluvio,
y ofrecas sensual a mi porfa
la masa de las nalgas prodigiosa,
guiando mi mano hacia tu pubis rubio.
XX
(Soneto a la inglesa)
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XXI
Del da aquel por aos como un quiste
tuve el recuerdo envuelto y asfixiado.
En la hora del adis te has desnudado
pensando que se da quien no resiste.
No entr en ti de verdad. Lo que me abriste,
apartando las piernas con cuidado,
era un sexo en tutela y vigilado
del que eras con horror la duea triste.
Mas si le queda a este deseo un da,
ms que el fracaso duren las hazaas
y ms que el quiste el cuerpo que lo cra.
El hoy viola al ayer, y en tus entraas,
el sexo que abrir como un abismo
y el que tuve sin ti sern el mismo.
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