Este documento resume la novela "El fin de la historia" de Liliana Heker, la cual explora tres historias entrelazadas sobre la violencia política en Argentina en las décadas de 1970 y 1980 a través de voces narrativas que se entrecruzan. La primera historia es la memoria de la autora sobre su juventud y amistades políticamente activas. La segunda es el testimonio de una amiga sobre su secuestro y tortura durante la dictadura. La tercera es la dificultad de la autora para escribir sobre estos eventos complejos.
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Este documento resume la novela "El fin de la historia" de Liliana Heker, la cual explora tres historias entrelazadas sobre la violencia política en Argentina en las décadas de 1970 y 1980 a través de voces narrativas que se entrecruzan. La primera historia es la memoria de la autora sobre su juventud y amistades políticamente activas. La segunda es el testimonio de una amiga sobre su secuestro y tortura durante la dictadura. La tercera es la dificultad de la autora para escribir sobre estos eventos complejos.
Descripción original:
Breve analisis de "El Fin de la historia" a cargo de Silvia G. Kurlat Ares
Este documento resume la novela "El fin de la historia" de Liliana Heker, la cual explora tres historias entrelazadas sobre la violencia política en Argentina en las décadas de 1970 y 1980 a través de voces narrativas que se entrecruzan. La primera historia es la memoria de la autora sobre su juventud y amistades políticamente activas. La segunda es el testimonio de una amiga sobre su secuestro y tortura durante la dictadura. La tercera es la dificultad de la autora para escribir sobre estos eventos complejos.
Este documento resume la novela "El fin de la historia" de Liliana Heker, la cual explora tres historias entrelazadas sobre la violencia política en Argentina en las décadas de 1970 y 1980 a través de voces narrativas que se entrecruzan. La primera historia es la memoria de la autora sobre su juventud y amistades políticamente activas. La segunda es el testimonio de una amiga sobre su secuestro y tortura durante la dictadura. La tercera es la dificultad de la autora para escribir sobre estos eventos complejos.
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Liliana Heker. El fin de la historia; Buenos Aires, Alfaguara 1996.
En Argentina, desde mediados de los aos ochenta y casi inmediatamente
despus de la cada del rgimen militar que domin al pas por casi una dcada (1976-1983), han ido apareciendo numerosos textos que intentaron una reflexin sobre las causas y la naturaleza de la violencia de esos aos desde diversas perspectivas polticas. Desde la investigacin periodstica a la investigacin histrica, pasando por muy diversas formas de ficcin, podra decirse que ha habido un intento colectivo de reconstruir y explicar los eventos que abarcan desde la corta presidencia de Cmpora (1973), al ltimo gobierno de Pern y al golpe militar. Tanto en los textos que han querido definirse como estrictamente literarios como en aquellos que se presentan como documentales, el lenguaje parece resistirse a narrar ese doloroso perodo. Cmo representar esos eventos es problemtico. Los lmites entre Literatura e Historia se vuelven vagos; se esfuman porque toda reflexin conduce, quirase no, a la bsqueda de posibles significados. En palabras de Haydcn White, puesto que se representan eventos, la forma en que sean narrados inscribir en ellos un sistema de significacin histrica. Pero qu significado darles? Cul sera la forma narrativa adecuada para acontecimientos cuyas consecuencias todava no han dejado de sentirse y que afectaron a, por lo menos, dos generaciones de argentinos? En este sentido, podra pensarse en El fin de la historia de Liliana Heker (1943) como un texto paradigmtico. Basado en hechos reales, en el mismo se mezclan la memoria, la biografa, el testimonio y la ficcin histrica. La novela est dividida en catorce captulos a lo largo de los cuales se van desgranando relatos ofrecidos por voces narrativas que se interrumpen y comentan mutuamente, creando una narracin fragmentaria y dispersa que, sin embargo, se sostiene con una slida armazn estructural. La propia narradora seala, desde el inicio, las dificultades que encuentra al enfrentarse con los materiales de que le provee la Historia: La historia continuamente se le modifica, se le vuelve esperanzada, o aventurera, o trgica, por eso ahora mismo, rodeada de fotos algo ajadas
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y conmovida por un impulso arrasador pero carente de derrotero, aora,
entre otras cosas que aora, ese estado de gracia o de fe de la tarde en el caf Tiziano, cuando por segunda? vez se le ocurri contar una historia. Que todava no era del todo la que fue armando despus. Y mucho menos sta (p. 36) Tres historias, entonces. La primera de ellas es la memoria y la autobiografa de la infancia y adolescencia de Liliana Heker (en la novela, Diana Glass) y de dos de sus amigas (Leonora Ordaz y Celina Belch). La historia que "se le ocurri contar"; la biografa que intenta explorar las causas de las diferentes evoluciones ideolgicas e intelectuales de tres amigas de infancia que participan activamente en poltica, que se afilian al Partido Comunista, que cantan canciones de la Guerra Civil Espaola. Tres adolescentes que leen vorazmente, y con idntico entusiasmo y pasin, a Emilio Salgari, a Romain Rolland, a Chejov, a Makarenko y a Marx, entre otros. La narradora se pregunta: en cul de esos libros aprendimos la rebelda? Cul nos dijo en el odo, slo a nosotros, que hay hombres que oprimen a otros hombres y que eso no est bien, eso no est bien? Qu fue? las acciones nocturnas del Len de Francia, la libertad que riela La cancin del Pirata?, qu pgina escrita nos condujo a captar la msica -porque primero fue una msica, todo siempre primero es una msica, la vaga percepcin de algo alto y bello acechando en las palabras, la violenta msica que alienta en la frase "un fantasma recorre Europa? (p. 128; en itlica en el original)
Y tambin, el relato de cmo, saliendo de una escuela de clase media en el
barrio de Almagro, y tras un secundario signado por la creciente politizacin del sector educativo, las tres se convierten en unas jvenes universitarias cada vez ms radicalizadas y comprometidas en la actividad partidaria. En especial, Leonora, que, en los cariosos recuerdos de Diana, es la figura arquetpica de su generacin: la bellsima hija rebelde de un intelectual del liberalismo, que pasa del comunismo a la Fraccin (un grupo de jvenes que se separ del PC a mediados de los sesenta) y de ah a Montoneros, donde se convierte en una importante dirigente hasta que, finalmente, es secuestrada y dada por muerta. Y del otro lado, las bsquedas intelectuales de Diana, sus experiencias como escritora y en un taller literario. Desde esta perspectiva, se narra la angustia de no poder definir la actividad intelectual sino en trminos puramente polticos. Esto, a su vez, da toda una nueva dimensin a su solidaridad con Leonora, que se apoya mucho ms en la lealtad a su persona y a su familia, que en seguir causa poltica alguna. Y otro ingrediente en la memoria. El relato de los amores emblemticos de Leonora y su condiscpulo en Ciencias Exactas, un apuesto joven judo que ser su marido, Fernando Kosac. Y en este sentido, y hasta all, la narracin, en
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efecto, refleja el derrotero poltico e intelectual de la generacin del '70 en
todo su romanticismo, vitalidad y herosmo. Si se quiere, la biografa poltico - ideolgica de esa generacin. Sin embargo, esa es la historia que la narradora no puede contar, el relato incompleto, sin datos ciertos o comprobables, la historia que se niega a ser narrada y que Diana discute con sus compaeros de taller literario. La segunda historia es la copia del testimonio de la desaparicin de Leonora en 1976, recogido por la narradora en diversos encuentros con ella catorce aos despus de ese hecho. Ese relato ser hccho por la propia Leonora a una Diana todava sorprendida de verla viva, tras un encuentro casual. Instaladas en los cmodos sillones de cuero rojo de la confitera Richmond de la calle Florida, Leonora da inicio a un relato que la narradora transcribe desde la aparente objetividad de la tercera persona del singular. La historia de Leonora es la nica parte de la novela en que la voz de la narradora parece distanciarse del texto y en el cual, la memoria y la biografa ccden lugar a una minuciosa narracin de los hechos. Ese segundo relato, intercalado con los otros, opera como el negativo del primero: es su exacto opuesto y lo desdice. En su lenguaje desapasionado, corrodo de vocabulario militar, lo que orgullosamente cuenta Leonora viene a llenar los espacios ciegos del relato inicial de Diana. Es la historia que, durante aos, se le escapaba y ocultaba, la incgnita que, una vez despejada, vendra a llenar los interrogantes abiertos en el primer relato: qu haba sucedido realmente con Leonora despus de su secuestro. Esa historia no es desconocida para un lector que sepa algo de la poltica argentina de esos aos o para quienes tengan un cierto conocimiento de los relatos testimoniales y de los trabajos documentales publicados al terminar la dictadura. En esos textos la figura de Leonora aparece bajo su nombre real y con una perspectiva nada nostlgica de los hechos. No dudamos que, desde una perspectiva crtica, es siempre riesgoso pensar que las series literaria e histrica pueden cruzarse sin generar serios cuestionamicntos a la capacidad de esas operaciones. Sin embargo, una lectura en este sentido es casi insoslayable, no slo porque el texto est cargado de guios que sealan la voluntad de ficcionalizar los hechos (por ejemplo, la narradora decide que su ex amiga es un personaje interesante para una novela y que la llamar Leonora) sino porque, adems, la voz de la narradora tiende a sealizar los momentos en los cuales ingresan al texto materiales extradicgticos que se incorporan a todos los niveles de la novela (como por ejemplo, mantener los alias reales de los torturadores, una clara sealizacin de eventos histricos a travs de referencias a eventos clave, la cita de consignas polticas, etc.). Las definiciones de qu es ficcin y qu literatura se borran en la medida en que la memoria de Diana se enfrenta a lo que "realmente" sucedi y opera de catalizador en el relato. Al principio, las versiones de Leonora y Diana son coincidentes: es la narracin de la desaparicin y la tortura. Pero a medida que el relato avanza, Diana se
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enfrenta a una mujer que desconoce y que no cuadra con el personaje
Leonora que viva en su imaginacin y que es presentada en las biografas. Lo que sigue es el entramado oculto, no slo de la traicin sino de la filiacin de Leonora al proyecto masserista, del cual se convierte en artfice ideolgico. Contndole el encuentro a otro personaje, Diana dice: Cuid esa historia por aos, entiende lo que le quiero decir, la proteg de todo mal para que nada por debajo de nuestro sueo pudiera daarla. Y un buen da me top cara a cara con la protagonista. Se imagina bien la escena? De pronto estaba ah con su sonrisa inalterable hasta la repugnancia, sentada ante mis ojos en una mesa en la Richmond y hablndome del proyecto popular de un Almirante y de sus arrullos de torcaza con un torturador (p. 230) Cuando, finalmente, Diana tenga que discutir ese fin de la historia, le dir que "hizo pedazos mi propia historia, se da cuenta, mi propia primavera sagrada. La destruy para siempre" (p. 234). Ese doble juego entre realidad y memoria y entre historia y ficcin, permite la articulacin de la tercera historia que se relata: la historia de cmo se concibi esa novela sobre el herosmo revolucionario y las bsquedas intelectuales de los setenta, y de las dificultades en escribirla, dada la imposibilidad de "develar el significado de estos actos mnimos, aparentemente ahistricos, que sin embargo interceptan la Historia y la desvan hacia un curso imprevisible" (p. 77). Por eso, la narradora abre y cierra la novela sobre las mismas preguntas Cmo narrar la infamia y la traicin? Cmo narrar los sueos y el herosmo de una generacin? Pero sobre todo es posible hacer literatura con los materiales dispersos de la memoria y con la contundencia de los hechos de la Historia? Ya en el inicio, la narradora seala: El disparate se mete en la historia. Nada ms cierto. Se le meta en la Historia, perversamente impeda que afrontase lo puramente histrico pese a su decisin de que slo lo histrico tena sentido (p. 13; las itlicas aparecen en el original) Puesto que lo absurdo y el sin sentido invaden la Historia, para hacer posible la narracin y, por ende, la existencia de la novela, los gneros narrativos se permean mutuamente y las voces del relato se interrumpen unas a otras. Esa ordenada cacofona del discurso es la que, finalmente, dar significacin al relato. Por cierto el relato no intenta de ningn modo develar la "verdadera historia" o la "verdadera naturaleza" de los hechos. Sin embargo, en ese doble relato de idealismos absolutos y traiciones abyectas, se abre un espacio donde es posible reconstruir, si no los eventos mismos, las series internas de significados que a travs de ellos puede formularse.
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Durante toda la novela Diana se pregunta por qu, si ella es miope, no
usa anteojos. Si ella no puede ver bien y lo sabe, por qu insistir en la distorsin: aduca que lo poco que vale la pena de ser visto en detalle acaba acercndose a uno (o uno a la cosa) y que, por otra parte, la visin del miope no slo tiene el privilegio de ser polismica: adems resulta incomparablemente ms bella que la del humano normal [...] Y agreg que las formas difusas permiten un imaginario casi sin lmites; como si el mundo estuviese hecho por algn impresionista exacerbado (p. 13) Esa visin signa todo el relato. Porque, en el fondo, la novela no pretende establecer parmetros de absoluto, de bien o mal, de revolucionarios o traidores, sino salirse de las explicaciones sencillas del "mundo con signos" para el que ella y otros estaban formados. La imposibilidad de dar un signo cualquiera a esos hechos, sobre todo, apunta a la incertidumbre de los aos noventa. "La historia nunca es lo que uno quiere, hija" le dicen a Diana. Y es posible que este texto sea, precisamente, eso: no la historia que debi suceder, sino la que fue.