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Integración Grupal

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INTEGRACIÓN GRUPAL.

Conducción de grupos.

A. Características.

El trabajo con grupos es realmente apasionante, dado que existe un intercambio de experiencias, se
propician discusiones enriquecedoras y se retroalimenta la información que cada uno posee.

Un grupo es un conjunto de personas que se reúnen con un objetivo común. En el caso de la capacitación en
las empresas, se trabaja con grupos cuyo número de participantes varía según las necesidades que se
detectan.

Cada participante tiene especiales características, por lo que el manejo de grupos resulta una compleja tarea
para el instructor, quien ha de ser el responsable de la conducción del aprendizaje, el cual no se logrará sin
una integración grupal. La integración grupal puede lograrse mediante la utilización de técnicas o dinámicas
grupales.

B. Técnicas de integración.

Las Técnicas de integración grupal son estructuras prácticas, esquemas de organización, normas útiles y
funcionales para el manejo de grupos. Son también procedimientos o medios concretos para organizar y
desarrollar la actividad del grupo (Ardueza, 1996). Representan a su vez medios para la consecución de
objetivos, educan para la convivencia, enseñan a pensar activamente y a escuchar comprensivamente,
desarrollan la cooperación y fomentan el intercambio de experiencias para que los individuos maduren y
organicen el aprendizaje. Lo que enriquece el trabajo con técnicas es la reflexión que se hace una vez
concluido el ejercicio. Esto es muy importante, nunca deje una técnica abierta; es decir, sin llegar a la
reflexión y el análisis de lo que se vivió, ya que de otra forma difícilmente alcanzará el aprendizaje que
persigue.

TIPOS DE GRUPO.

1. Ruidoso: murmuraciones y conversaciones en voz baja, provocan que el instructor y el resto de los
compañeros se distraigan.

Recomendaciones: el instructor debe estar muy atento a este tipo de interrupciones. Dirija la mirada a
los participantes que conversan. Lanzarles alguna pregunta o pararse muy cerca de ellos. Si el ruido
es generalizado quizá lo más conveniente sea cambiar a una técnica mucho más participativa o hacer
un receso.

2. Silencioso: si el grupo muestra un total silencio, investigue las causas. Puede haber fallado el
proceso de ruptura de la tensión, no existe confianza para participar o bien no les interesa
suficientemente el tema. Es recurrente también que la presencia de algún directivo inhiba al resto de
los participantes.

Recomendaciones: el uso de técnicas más participativas reforzará la integración. Investigar las


causas; actúe.

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3. Indiferente: no les interesa el seminario ni sus contenidos. Los temas tratados fueron simples y son
conocidos por el grupo. No hubo nada nuevo. Se tiene la certeza de estar perdiendo el tiempo.

Recomendaciones: Previo al curso, investigue el nivel y experiencia de los participantes. Manifieste su


disposición por incorporar temas de interés de los participantes con el contenido del curso. Cambie de
técnica para motivar la participación. Maneje ejemplos adecuados a las necesidades de la empresa y
puestos.

4. Agresivo: la actitud autoritaria y prepotente del instructor, provoca una reacción agresiva y hostil
del grupo hacia el mismo instructor y la sesión se convierte en una lucha de fuerzas que no conducen
sino al fracaso del curso. Algunas veces se combina la agresión con la ironía y provoca la deserción
de participantes.

Recomendaciones: Actuar con sencillez, modestia y humildad, pues habrá que recordar que no es el
poseedor total de la verdad y que también está aprendiendo con el grupo.

5. Participativo: este es el grupo ideal que desearía el instructor para desarrollar un curso. Si se señala
lo que realmente interesa al grupo, si se conocen sus motivaciones, si se utilizan las técnicas
adecuadas y se evalúan constantemente, se garantiza el interés y participación de cada uno de los
componentes del grupo.

Recomendaciones: Aproveche al máximo la participación, manteniendo el interés de los asistentes.

MANEJO DE GRUPOS DIFÍCILES; ¿ QUE HACER ?

Cuando un instructor se encuentra frente a un grupo y tiene que captar la atención y despertar al
aprendizaje, no solamente tiene que ser motivador y conocer las características que cada participante
adopta y como tratarlos individual y gradualmente, también debe adquirir las habilidades para sobreponer
las distintas situaciones que se presentan en la conducción de un evento.

Las situaciones que se experimentan en el proceso de capacitación son múltiples; ya que la gama de
experiencias, expectativas, resistencias, prejuicios y de conocimientos en un grupo de adultos es muy diversa.

A) ¿Qué hacer cuando se pierde el control de la sesión?

Si el control se pierde cuando el instructor es quien está en uso de la palabra puede hacer una
pausa prolongada para que con el silencio que se hace queden en evidencia los causantes de
esta situación para inmediatamente poder continuar la sesión.

También puede dirigir la mirada en forma directa y prolongada a los mismos desatentos,
procurando hacerlo con cordialidad y en cierta forma que los haga volver a la temática tratada.

Dirigir una pregunta al participante más influyente; Esto puede traer al orden nuevamente.
Hacer una pregunta directa al causante del desvío o control grupal.

Introducir una variante en la metodología; cambiando de técnica, empleando el rotafolio, hacer


un resumen o utilizar la ayuda visual que capte nuevamente la atención.

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Llamar al orden con certeza, pero con tacto.

Si el desorden es muy grande, hacer un receso.

B) Cuando los asistentes se salen del tema.

Emplear las preguntas directas, cuestionando de que manera lo discutido se relaciona con el
tema a tratar y dirigir nuevamente la conversación sobre la temática central.

Realizar un resumen y volver a centrar el tema principal, procurando destacar algún punto en
particular.

Hacer un planteamiento de la sesión destacando el plan a seguir en el tiempo que resta para
concluir el tema buscando la adhesión del grupo, volviendo nuevamente al camino.

C) Cuando el grupo no habla.

Centrar el tema, estimular el intercambio de puntos de vista y dirigir una pregunta directa a un
miembro del grupo que conozca la respuesta o haya tenido experiencia en el tema cuestionado.

Separarse ligeramente del tópico principal y sutilmente introducir otro de interés actual con el
cual están relacionados los asistentes y paulatinamente volverlos al tema.

Dirigir una pregunta abierta de carácter general, preferentemente alguna que despierte al
grupo. Demostrar verdadero interés cuando surja alguna inquietud o sugerencia por parte de
algún participante.

D) Cuando no aceptan conclusiones del instructor.

Guiar de nuevo la discusión proponiendo el mismo planteamiento pero con diferentes palabras.

E) Cuando alguien se opone.

Utilizar preguntas directas que comprometan al participante oponente a que fundamente su


punto de vista y proponga alternativas de solución.

Invitar al experto a que cuestione los puntos de vista de quien se opone y que son fundamente
las propuestas dadas por el instructor (cuando el experto es además aliado).

F) Cuando alguien objeta habitualmente.

Buscar cuales son las posibles razones que lo hacen actuar de esa manera. Esto puede hacerse
con preguntas de sondeo en forma abierta frente al grupo, o bien en forma personal
aprovechando los recesos. Si sus objeciones son dirigidas al grupo, rebotar su inconformidad al
mismo grupo, dejando que este lo presione.

Usar preguntas de rebote, solicitándole que nos diga sus soluciones concretas a la problemática
analizada.

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Hacer más evidente sus argumentos, resaltándolos con otras palabras y luego seguir adelante
(no engancharse).

G) Cuando la presencia de un supervisor jerárquico se impone al grupo.

Atenderlo de manera cordial, pero tratarlo al mismo tiempo como un miembro más del grupo.

Procurar no poner a los participantes en alguna situación embarazosa frente a su supervisor.

Recordarle que no tome notas frente al grupo, pues los asistentes pueden interpretarlo como
que está registrando y evaluando sus intervenciones y esto puede provocar que traten de lucirse
o que guarden silencio.

TIPOLOGIAS DE LOS PARTICIPANTES Y COMO TRATARLOS

El instructor debe adoptar un papel diferente al maestro, quien se desenvuelve en situaciones más formales y
frente a auditorios distintos. En el caso del instructor las motivaciones de este auditorio obedecen a la
obtención de conocimientos generales para aplicaciones a largo plazo. El instructor por lo tanto debe centrar
sus actividades al logro del aprendizaje grupal, si el instructor sabe como descubrir, enfrentar y aprovechar
esas tipologías que son entre otras las siguientes:

El que participa demasiado: esta conducta en un participante se considera positiva, pues generalmente
aporta información productiva y útil para el desarrollo del tema y bien canalizada puede enriquecer el
aprendizaje del grupo.

El contreras abierto: es aquella persona que desde el inicio de la sesión se manifiesta en desacuerdo con el
instructor y/o con los miembros del grupo.

Cerrado o silencioso: esa conducta es mas delicada que la del contreras abierto, pues no externaliza la causa
de su desacuerdo. Es más problemático, usa la comunicación no verbal para manifestar su inconformidad.

El contreras silencioso: puede también contagiar al grupo con sus actitudes o causarles malestar. Y muchas
veces contagiar al grupo con más facilidad que el abierto. Se manifiesta en la forma de sentarse y sobre
todo con los movimientos de desacuerdo.

El experto: es el personaje que sabe tanto o más que el instructor sobre la materia objeto de estudio. Puede
ser muy valioso para el desarrollo del curso si el instructor lo pone de su lado y lo sabe aprovechar.

El platicador: es la persona que constantemente interrumpe ya sea charlando con sus vecinos o por medio
de expresiones o ruidos que distraen la atención del grupo.

El distraído: para ubicar al distraído hay que estar muy atento en todos los detalles, ya que esta conducta se
puede esconder cuando aparentemente una persona está atenta tomando notas, pero su atención está en
otro asunto distinto al tema tratado.

El dormido: este es un caso grave pues es indicio de que el participante está agotado o que como instructor
no estamos haciendo lo correcto.

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El ignorante: esta tipología se refiere al participante que no reúne los requisitos en cuanto a conocimientos
y experiencia para asistir al curso, fue mal seleccionado o muchas veces se encuentra presente porque no
tiene otra cosa que hacer o está en sustitución del titular quien por estar ocupado no pudo asistir al evento.
Este personaje interviene torpemente o contesta inadecuadamente cuando se le pregunta y en general se
encuentra desubicado, puede ser pasivo o activo.

El ignorante pasivo: generalmente es el novato quien no conoce el tema o el trabajador de nuevo ingreso
que no tiene experiencia en el puesto. Puede ser también que no se sienta parte del grupo o que el grupo lo
rechace por lo que su participación es muy limitada.

El ignorante activo: se encuentra con más peligro de caer en el ridículo pues interviene torpemente.

El sabanitas: es aquel participante que siempre llega tarde o que en los recesos se incorpora al grupo
después de que la sesión se ha iniciado.

El palero: es aquel participante que es afín con nuestra manera de pensar y que desde el inicio se manifiesta
de forma directa o indirecta de acuerdo con el instructor.

El zorro: este es el personaje más peligroso pues es una combinación de experto y contreras.

Sugerencias para su manejo: Identificarlo lo antes posible y estar prevenido sobre como actuar con él.
Ubicarlo cerca de nosotros y procurar seguir con la exposición y procurar colocarnos frecuentemente detrás
de él. Asignarle alguna tarea específica como observador o como vocero del grupo en algún ejercicio.

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