La Regulación Emocional
La Regulación Emocional
La Regulación Emocional
OCTUBRE 2008
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN 4
Definiciones 5
Neuroanatomía de las Emociones y Circuitos Centrales 5
La Amígdala 6
La Corteza Orbitofrontal 6
Formas de Regulación Emocional 7
Clasificación Esquemática de las Emociones (Esquema) 7
Estilos de Regulación Emocional a partir de la Supresión y la Reevaluación 8
Regulación Emocional y Psicopatología 8
Estilo Afectivo y Regulación Emocional 8
Investigaciones 9
Hallazgos Científicos de la Lateralización de los Hemisferios 9
Investigación en Desarrollo 11
El Modelo de Vulnerabilidad/Resiliencia para la Regulación Emocional 11
Otras Investigaciones 14
La Neurona Espejo:
Intersubjetividad Neurobiológica 14
El Estilo Emocional 16
El Significado 18
Mismidad e Ipseidad:
Dimensiones del Sí Mismo 19
Inward y Outward:
Estilos de Construcción de la Identidad Personal 20
Dependencia Independencia del Ambiente:
Función Intersubjetiva del Sí Mismo 22
La Identidad Narrativa 24
Desregulación Emocional:
Aparición de Sintomatología Psicopatológica 24
DISCUSIÓN 26
CONCLUSIONES 32
BIBLIOGRAFÍA 34
INTRODUCCIÓN
Muchos son los caminos posibles a seguir cuando se plantea una investigación. Con el
tiempo, aprendemos a discriminar lo que buscamos y dejamos afuera la información que
nos parece menos relevante. Así, luego de un proceso de decantación, las preguntas que
finalmente guían este trabajo son: ¿qué permite que los seres humanos se regulen? ¿Es
posible enseñar, entrenar o guiar en ese proceso como terapeutas, o es más bien un
trabajo personal que no puede ser influenciado externamente?; ¿Existe algún punto
intermedio, entre lo que podemos ayudar a cambiar, y aquellas condicionantes
estructurales que no son susceptibles de variación en una persona?; ¿Qué fundamentos
científicos tenemos para respaldar nuestros hallazgos, o sólo nos movemos entre las
sombras de las especulaciones?
Considerando también la cita de Borges, queremos saber si la única forma de curación y
regulación personal de los hechos que pudieron habernos dañado son el tiempo y el
olvido, o si es posible encontrar otras formas de sanarse de los acontecimientos
dolorosos del pasado y de la vida.
La desregulación emocional se debería a eventos en la vida que son imprevistos y que
“ponen en jaque” la autorregulación; o bien, en determinado momento, las personas se
ven incapacitadas para restablecer su estilo personal de ser, dada las exigencias propias
del ciclo vital que atraviesan. Por otro lado, existirían predisposiciones biológicas que
nos permitirían regularnos individualmente de mejor manera y que estarían a la base de
los procesos psicológicos.
Para el estudio en los seres humanos, la regulación emocional puede ser abordada desde
distintos puntos de vista: en sus predisposiciones biológicas, en sus características
psicológicas relevantes, en sus aspectos relacionales y en los sistemas y subsistemas en
los cuales un organismo se desenvuelve. En esta revisión bibliográfica nos centraremos
en los aspectos neurobiológicos y en las características psicológicas individuales que
pueden predisponer hacia determinados estilos individuales de regulación emocional.
La Terapia Posracionalista se torna un contexto de exploración de la experiencia del
paciente, en la cual puede reordenar flexiblemente su experiencia de vivir, de manera
que le permita recuperar su regulación emocional (Zagmutt, 2006, pág. 1).
Posteriormente realizaremos una integración considerando los aspectos más relevantes
del desarrollo neurobiológico actual y de la Psicoterapia Posracionalista en el estudio de
la regulación emocional, para entregar algunos posibles caminos y pautas de
intervención para el trabajo psicoterapéutico, a la luz de las Neurociencias. Tal vez con
el tiempo pueda significar un posible camino de investigación, que lleve hacia pautas de
intervención más eficaces y con mayor validación científica para el trabajo
psicoterapéutico.
Definiciones
Las áreas más altas del cerebro, como la corteza cerebral, son indispensables para
regular las emociones, pero éstas no surgirían de ellas sino de las estructuras más
profundas y arcaicas del encéfalo, del sistema límbico. Las expresiones afectivas
primordiales las compartiría el hombre con los animales. De las regiones
periacueductales del tronco cerebral y desde el diencéfalo, emergerían impulsos
neuroquímicos que en el ser humano se han de convertir en sofisticados sentimientos
que regulan su vida social (Ferrer Ducaud, 2008, pág. 106 – 107).
Sin embargo, la tendencia actual es a no admitir que la emoción radica como un todo en
el sistema límbico, sino que en estructuras parciales de él, como módulos que se
integran en nuevas actividades que representan subsistemas; de tal manera que no habría
un solo sistema emocional, sino que muchos. Los principales circuitos son los que
involucran a la amígdala y a la corteza orbitofrontal (Ferrer Ducaud, 2008, pág. 112).
La Amígdala
La Corteza Orbitofrontal
La corteza prefrontal recibe las proyecciones del núcleo medio dorsal del tálamo y está
situado frente a las cortezas motora y promotora (Ferrer Ducaud, 2008, pág. 120).
La amígdala y la región orbitofrontal le imprimirían un valor emocional subliminal
soterráneo a la conciencia, que evalúa la recompensa o el castigo de un modo en que tal
vez la conciencia no percibe en la programación y desarrollo de un acto (Ferrer Ducaud,
2008, pág. 123).
Además, las neuronas orbitales participan en contingencias de la vida social, donde es
necesario evaluar permanentemente expresiones emocionales cambiantes. En personas
con daño orbitofrontal existiría una notable incapacidad para reconocer expresiones
emocionales faciales (Ferrer Ducaud, 2008, pág. 121 – 122).
Gross (1999; en Silva, 2005, pág. 202) plantea que la regulación emocional podría
definirse como toda estrategia dirigida a mantener, aumentar o suprimir un estado
afectivo en curso. Por lo general en las investigaciones, la atención se habría centrado
en el momento de la ocurrencia de las distintas formas de regulación a lo largo del
proceso emocional. En este contexto se diferencian: a) estrategias de aparición temprana
(enfocadas en los antecedentes), por ejemplo, aquellas que versan sobre el contexto,
situación y significado atribuido a la fuente de activación; y b) estrategias de aparición
más tardía (focalizadas en la respuesta), por ejemplo, sobre los cambios somáticos
experimentados una vez que la emoción se inició completamente. Aunque se reconoce
la existencia de variadas formas de estrategias de regulación, dos han sido estudiadas
más ampliamente: la Reevaluación (asignar un significado “no emocional” a un evento)
y la Supresión (controlar la respuesta somática de una emoción) (Gross, 1998; en Silva,
2005, pág. 202).
De acuerdo con Bradley (2000; en Silva, 2005, pág. 202 – 203), la Psicopatología
surgiría en parte debido a “un proceso de regulación deficiente”, ya sea por el tipo de
estrategia de regulación utilizada o como el producto de una diferenciación afectiva
poco desarrollada.
Habrían aportes recientes que muestran que la regulación emocional como proceso
dependería de un grado de diferenciación emocional previo, es decir, la habilidad para
manejar experiencias afectivas estaría estrechamente relacionada con la capacidad para
distinguir estados internos y diferenciarlos unos de otros. De este modo, en la medida en
que las personas delimitaran más detalladamente su experiencia podrían conocer con
mayor precisión sus estados afectivos (Feldman et al., 2001; en Silva, 2005, pág 203).
Investigaciones
Hallazgos Científicos de la Lateralización de los Hemisferios
La separación de la madre del niño pequeño producía una activación mayor en el lóbulo
frontal derecho. En niños mayores, la activación del lóbulo frontal derecho se observaba
con mayor intensidad si el niño era retraído y pendenciero. En adultos, esas medidas
permitían predecir la disposición hacia un determinado humor y se correlacionaba con
resultados conductuales de activación o inhibición por self – report, de represión
defensiva, de reactividad a “estímulos” emocionales positivos o negativos (Ferrer
Ducaud, 2008, pág. 126 – 127).
Buss et al. (2003; en Silva, 2005, pág. 204) también plantearon que en infantes la
actividad cerebral en respuesta a estímulos positivos (figura de la madre) y negativos
(alejamiento de la madre) parecía seguir los mismos principios que en los adultos. La
actividad frontal derecha estaría asociada con respuestas y expresiones frente a
estímulos negativos, mientras que la corteza frontal izquierda a los positivos.
A través de estudios de laboratorio se ha develado que la regulación emocional toma
lugar al mismo tiempo que la corteza prefrontal “controla” la activación de la amígdala.
Específicamente, la disminución voluntaria de las emociones negativas se relaciona con
cambios en la actividad neuronal en la amígdala. Oschner et al. (2002; en Silva, 2005,
pág. 204), estudiando la actividad cerebral durante la Reevaluación, encontraron que la
activación de ciertas zonas de la corteza prefrontal izquierda modularían la amígdala y
la corteza orbitofrontal medial izquierda durante dicha estrategia de regulación
emocional.
S. L. Rauch, usando la técnica de PET y de IRNMf ha descrito el circuito de neuronas
de la ansiedad. Se destaca la hiperactividad de la amígdala y la deficiente activación de
la corteza dorsal del lóbulo prefrontal, preferentemente del lado derecho. En suma,
lesiones pequeñas del lóbulo frontal derecho aumentarían los aspectos negativos y
pacientes con ansiedad, activarían igualmente el lóbulo prefrontal derecho (Ferrer
Ducaud, 2008, pág. 125).
Por otro lado, los sujetos con activación tónica frontal asimétrica derecha presentarían
dificultades para regular emociones negativas, en comparación con su contraparte
asimétrica izquierda (Silva, 2005, pág. 205).
Henríquez y Davidson (1990; en Silva, 2005, pág. 204) reportaron que personas
depresivas tienen una hipoactivación tónica de la corteza frontal izquierda, denotando
una hipofuncionalidad del sistema de activación. Además, este patrón de actividad
cerebral no tendría una relación exclusiva con los períodos en que una persona
presentaría síntomas depresivos (Ferrer Ducaud, 2008, pág. 122 – 123). Además, J. B.
Henríquez y R. Davidson encontraron que individuos deprimidos o con historia de
episodios depresivos mostraban menos activación eléctrica prefrontal derecha que los
individuos que nunca habían tenido depresión (Ferrer Ducaud, 2008, pág. 126 – 127).
Silva et al. (2002; en Silva, 2005, pág. 204) reportaron que las personas que siguen una
dieta en forma crónica y que además se sobrealimentan en situaciones de ansiedad,
presentarían una asimetría tónica derecha de la corteza prefrontal.
Otro aspecto importante se refiere al papel del lóbulo frontal izquierdo en regular el
tiempo de respuesta a una emoción. El predominio izquierdo determina una
recuperación más rápida de los estímulos negativos (Ferrer Ducaud, 2008, pág. 127).
Respecto a la motivación y la lateralización de las respuestas de los hemisferios,
Davidson et al. (2000; en Silva, 2005, pág. 204) encontraron que los fóbicos sociales
presentaban una actividad de fase de mayor magnitud en zonas corticales derechas
cuando se inducía ansiedad de anticipación.
Una investigación realizada por Rubino et al. (2007, pág. 1), en la cual participa
Giampiero Arciero, tuvo como objetivo evaluar cómo diferentes estilos de personalidad
se asocian con distintas modulaciones cerebrales de la actividad cerebral, durante un
reconocimiento explícito de expresiones de rostros temerosos y de enojo. Los sujetos
fueron sometidos a IRNMf y, basados en un modelo cognitivo, fueron categorizados de
acuerdo a la respuesta que le atribuían a un estímulo emocional y cómo regulaban su
activación emocional. Se compararon 14 sujetos con tendencia fóbica, cuya identidad
personal estaba más centrada en la experiencia interior (“inward”) y en el control de las
amenazas ambientales, y a 14 sujetos con tendencia a los desórdenes alimentarios, cuya
identidad estaba más orientada al contexto referencial externo (“outward”) y en mucho
menor grado al control de los estímulos amenazantes (Rubino et al., 2007, pág. 1).
Los resultados del IRNMf indicaron que los sujetos con tendencia fóbica tuvieron una
mayor activación de la corteza prefrontal cuando fueron comparados con sujetos con
tendencia a los desórdenes alimentarios, durante la clasificación cognitiva de los
estímulos amenazantes. La actividad que presentaba la corteza prefrontal también
correlacionaba con los estilos de personalidad. Estos resultados demostrarían que los
sujetos con tendencia a un estilo de personalidad fóbico utilizarían mayores áreas
neuronales de la corteza prefrontal, cuya actividad está asociada con aspectos cognitivos
que están estrechamente relacionados con el procesamiento emocional. Estos hallazgos
serían consistentes con la afirmación de que la evaluación cognitiva y la respuesta a los
estímulos emocionales se asocian con los distintos estilos de personalidad (Rubino et
al., 2007, pág. 2).
Investigación en Desarrollo
El Modelo de Vulnerabilidad / Resiliencia para la Regulación Emocional
Dentro de las líneas de investigación planteadas, cabe destacar la de Jaime Silva (2005),
quien a través de la combinación de variables psicobiológicas (asimetrías cerebrales
tónicas) y conductuales (habilidades de mentalización) propone un modelo aún en
desarrollo, llamado “Modelo de Vulnerabilidad / Resiliencia” (Silva, 2005, pág. 202).
Este modelo considera estilos de regulación emocional y los caminos que puede tomar
la psicopatología de existir una regulación deficiente. Al ser de gran interés respecto a
los aportes concretos de la Neurobiología al desarrollo del trabajo clínico en general y
de la psicoterapia en particular, lo revisaremos con mayor profundidad.
Silva (2005, pág. 205) ha integrado las investigaciones de la neurociencia afectiva
respecto a la lateralización funcional de los hemisferios con los de la Función Reflexiva
o Mentalización, para el desarrollo de un modelo predictivo de la psicopatología.
Respecto a la Función Reflexiva, según Silva (2005) es un concepto de innegable
heurística y con gran desarrollo empírico. “Técnicamente, la mentalización corresponde
a un mecanismo que nos permite inferir o hipotetizar sobre los posibles estados
mentales de los otros y de uno mismo. Esta habilidad permitiría comprender, predecir,
anticipar (y muchas veces controlar) nuestra conducta y la de los demás. Además, existe
una importante relación entre los niveles de función reflexiva que un individuo posee y
el grado de psicopatología que éste padece” (Silva, 2005, pág. 205).
Silva (2005) afirma que una parte importante de los trastornos psicopatológicos habrían
surgido debido a dos fenómenos relacionados entre sí: por un lado, una “reactividad
emocional exacerbada” y, en segundo término, un “proceso de regulación deficiente”.
Las variables que debieran ser consideradas como determinantes de aquellos fenómenos
serían:
a) Las Disposiciones Anímicas Temperamentales, que involucran una reactividad
emocional dada y, además, una habilidad para diferenciar y regular emociones.
b) Las Habilidades de Mentalización alcanzadas en los vínculos tempranos, que
permitirían desarrollar disposiciones emocionales dependientes de la experiencia, junto
con estrategias de diferenciación emocional.
La interacción de estas variables resultaría en cuatro formas o patrones de
vulnerabilidad / resiliencia identificables. El objetivo sería la comprensión de la
regulación emocional en el contexto de una formulación más abarcadora, no sujeta a un
modelo teórico específico (Silva, 2005, pág. 205).
Estas personas tendrían una disposición emocional temperamental resiliente con niveles
bajos de mentalización de sí mismos y de los demás. Presentarían una reactividad
emocional moderada frente a estímulos negativos y con dificultades para regular dicha
reactividad. El modelo explicita que estos sujetos tendrían mejores habilidades en
modular sus emociones básicas y que tendrán una dificultad particular en regular sus
emociones no básicas. Los niveles de diferenciación emocional de estos sujetos serán
altos para las emociones básicas, pero bajos para las emociones no básicas. Así, este
tipo de patrón resultará en personas resilientes en relación a emociones básicas, pero
vulnerables en el manejo de sus emociones no básicas. En este caso la psicoterapia
debiera ser más efectiva que el tratamiento farmacológico (Silva, 2005, pág. 206 – 207).
Este grupo serían personas con una vulnerabilidad emocional temperamental que han
desarrollado mecanismos de organización mental que les permiten tener un alto grado
de mentalización de sí mismos y de los demás. De este modo, tendrían una alta
reactividad emocional frente a estímulos negativos, pero una serie de estrategias para
regular y superar dicha reactividad. Si bien estas personas tendrían una dificultad
disposicional a experimentar emociones negativas de alta intensidad, ello será cierto en
particular respecto a las emociones básicas (aquellas con una alta determinación
genética), como la tristeza, miedo, rabia, etc. Sin embargo, aquellas emociones
determinadas culturalmente (emociones no básicas) podrían ser moduladas con una
mayor facilidad por dichos sujetos (vergüenza, culpa, etc.)
Los niveles de diferenciación emocional de estos sujetos serían altos para las emociones
no básicas en comparación a las básicas. Así, este tipo de patrón resultaría en personas
vulnerables en la administración de sus emociones básicas, pero resilientes en relación a
las emociones no básicas. En este grupo se esperaría que el tratamiento farmacológico
fuera mucho más efectivo que el psicoterapéutico (Silva, 2005, págs. 205 – 206 ).
Otras Investigaciones
La Neurona Espejo: Intersubjetividad Neurobiológica
Arciero (2005) plantea que a partir de los significados que da el sujeto, más su Estilo
Emocional, permitirían determinar su regulación interna. El Significado de la
experiencia propia sería el resultado de un esfuerzo de interpretación, mediatizado por
un lenguaje común y la praxis de vivir con otros seres humanos, ordenada a través de la
narración. Los significados y el estilo emocional se organizarían en lo que Paul Ricouer
denominó Identidad Narrativa, la cual buscaría la inteligibilidad de la experiencia, la
permanencia en la multiplicidad, la continuidad en la variabilidad (Arciero, 2005, pág.
14).
Con fines didácticos y explicativos, analizaremos por separado los conceptos
fundamentales propuestos por el Posracionalismo que permiten la regulación de la
Identidad Personal aunque, como veremos, conforman una unidad interrelacionada.
El Estilo Emocional
Uno de los respaldos más importantes al modelo de Guidano es la Teoría del Vínculo de
Bowlby. Esta le da las bases para desarrollar el concepto de Organización de
Significado Personal (OSP) que permite describir cómo una persona construye en forma
gradual un sentido coherente de Self o Sí Mismo a través de la interacción con los
demás. Las OSP son categorías recurrentes de organización que dan un significado
personal a la experiencia de vivir (Guidano, 1994, pág. 85; Zagmutt, 2005, Pág. 5).
Toda posible construcción personal estaría constreñida en sus posibilidades por las
restricciones al conocimiento que se ha generado en el vínculo temprano en la búsqueda
de la reciprocidad con la figura de apego (Zagmutt, 2006, pág. 5). En este interjuego de
la reciprocidad, el niño construiría un dominio emotivo que le dará el sentido de sí
mismo y de la realidad (Zagmutt, 2005, pág. 1).
La noción de un mundo y de uno mismo surgiría en la praxis del vivir, sustentado en los
esquemas emotivos adquiridos en el fluir de la dinámica y mantención de los lazos
primarios del proceso vincular más elemental: el proceso de predecir las oscilaciones
entre proximidad y alejamiento de la figura de apego (Zagmutt y Ferrer, 2003, pág. 2).
“El modo específico de organizar de una manera idiosincrásica y apriorística las
experiencias emotivas que surgen en el interjuego aproximación – evitación en
referencia al cuidador es lo que Guidano define como una OSP”. Las OSP, entonces,
podríamos entenderlas como sistemas de ordenamiento de la experiencia inmediata en
un proceso idiosincrásico de organizar, agrupar y combinar las diferentes tonalidades
emotivas básicas que se entrelazan con el sistema explicativo, haciendo consistente esta
experiencia con una imagen explícita positiva de sí mismo, de modo de dar coherencia
al sistema total y permitir su viabilidad. Esto permitiría un proceso continuo de
autorregulación, basado en la comprensión de la experiencia y su reordenamiento
interno en significados, que de por sí son intersubjetivos (Zagmutt y Ferrer, 2003, pág.
2).
Las OSP serían una forma de conocimiento proactivo, un feedforward, que les darían a
las personas un modo de sentirse en el mundo y apercibir cualquier situación desafiante,
las que además constituirían un modo de restricción del conocimiento, al conocer
siempre de un modo autodeterminado (Ferrer y Zagmutt, 2003, pág. 2).
Según la calidad de la predicción de la disponibilidad de los padres ante las necesidades
de los infantes, se pueden plantear dos tipos de enfrentamiento a sus desafíos:
- Guiarse predominantemente por patrones externos, cuando la predictibilidad del
cuidado paterno es baja. Las personas externamente guiadas tienden a privilegiar la
conexión con los otros para operar con la realidad.
- Guiarse mayoritariamente por patrones internos, cuando la predictibilidad de la figura
de apego es alta. Los sujetos que se guían por patrones internos tienden a privilegiar la
individualidad (Ferrer y Zagmutt, 2003, pág. 2).
Por otro lado, se han planteado cuatro grandes estilos de OSP, las cuales definen a la
persona más por los conflictos que intentan evitar, que por procurar mantener una
imagen positiva de sí mismo:
La OSP Depresiva se construiría alrededor de estrategias de evitación de las
experiencias de desamparo e incontrolabilidad del mundo vividas ante la percepción de
una pérdida. La OSP Fóbica construiría un significado personal a través de estrategias
evitatorias de toda percepción de sentimientos de constricción y desprotección. La OSP
de Desórdenes Alimentarios Psicógenos (DAP) lo haría respecto a sentirse
desconfirmado o invadido, evitando los sentimientos de ineficacia personal y vacío.
Finalmente, en la OSP Obsesiva se desplegarían estrategias evitatorias de toda
experiencia emotiva que pueda gatillar sentimientos de ambivalencia e incontrolabilidad
(Guidano, 1994, pág. 55; Zagmutt y Ferrer, 2003, pág. 3).
Arciero (2005) también plantea que el sentido de continuidad personal estaría
fuertemente influido por la Figura de Apego (Arciero, 2005, pág. 96). Sin embargo,
respecto a las OSP considera que éstas, más que personales son impersonales, ya que
tienden a encasillar a las personas y a dejar fuera muchos otros aspectos importantes,
desarrollando un trabajo teórico que apunta a flexibilizar las categorías diagnósticas
(Zagmutt, 2006, pág. 11).
Lecannelier (2006) agrega que la principal función de la figura de apego sería permitir
la “autorregulación” de los ciclos fisiológicos del infante, lo cual posteriormente
permitiría estabilizar y dar continuidad a los estados emotivos del niño.
El Significado
El significado podríamos definirlo como la búsqueda por una comprensión de la
experiencia, siendo un proceso proactivo y apriorístico para interpretar la realidad, a
partir de las emociones relevantes adquiridas en los vínculos tempranos de apego. La
persona iría construyendo un significado personal coherente durante todo su ciclo vital,
en un permanente esfuerzo por producir un mundo consistente con este significado
emotivo, en un proceso continuo de construcción de un autoreconocimiento explícito
positivo (Zagmutt y Ferrer, 2003, págs. 2-3).
Para el Posracionalismo el significado, lejos de habitar en el lenguaje como sostiene el
Constructivismo, existiría en una dimensión prelinguística, que pone al ser humano en
una condición inescapable de ser el intérprete de sí mismo. A su vez, la persona humana
estaría constreñida en esta tarea por la necesidad invariante de mantener una
continuidad del sentido de sí mismo y de su historia personal en una identidad narrativa
inescapable (Zagmutt, 2006, págs. 5-6)
La conciencia reflexiva emergería con la aparición del lenguaje. El lenguaje nos
permitiría ingresar a un mundo compartido con los otros. De esta manera nos podemos
apropiar del sentido común implicado en el mundo compartido. Junto con esta
apropiación, aparecería la facultad de apropiarnos de nuestra propia experiencia
prerreflexiva. Y esta experiencia prerreflexiva tiene un sentido a partir del cual se
constituiría una identidad personal. Este proceso sin fin lo denominamos Identidad
Narrativa (Zagmutt, 2006, pág. 11).
Guidano (1991), en su libro “El Sí Mismo en Proceso” se empieza a alejar de la noción
primera de los procesos del Self centrados en los procesos de la experiencia inmediata
(Yo) y los procesos de explicación (Mi) e introduce la noción de Comprensión. La
comprensión será vista como un proceso de interpretación de la vivencia, con un fuerte
componente narrativo y hermenéutico, proponiendo una estructura narrativa de la
experiencia (Zagmutt, 2006, pág. 10). Este aspecto de la experiencia humana, de
reformular su experiencia en un relato, en una historia unitaria y coherente, permitiría
asimilar el sentido de continuidad y permanencia con la diversidad de Selves (Self en
plural) en la discontinuidad de las experiencias de la vida, integrando la variabilidad y la
continuidad en el relato (Guidano, 1994, págs. 87-88; Zagmutt, 2005, Pág. 6).
La noción de Intersubjetividad amplía el papel central del vínculo de apego en el
modelo de Guidano, abriéndose al tema de la alteridad, esto es, el papel del otro en la
construcción de la identidad personal. Ya no se podría definir el significado como algo
que ocurriría sólo al interior de una mente, sino que sería algo que toma lugar en el
espacio de la intersubjetividad humana. En palabras de Arciero: “...la constitución de la
Identidad es contemporánea al proceso de construcción de significado, en tensión entre
el mundo intersubjetivo y la experiencia de vivir” (Arciero (2005); en Zagmutt, 2005,
Pág. 7).
Respecto al papel del lenguaje en la Autorregulación, Arciero (2005) plantea que se
debe considerar tanto una actitud/relación hacia sí mismo, como una actitud/relación
hacia el mundo y los otros, integrando tanto los aspectos subjetivos como
intersubjetivos para una comprensión más abarcadora del problema. El lenguaje
permitiría integrar las experiencias, la comunicación simbólica posibilitaría la
“regulación afectiva” mediatizada por el sentido. El sí mismo serviría para “pertenecer a
los otros” (comunicación intersubjetiva y preservación de la especie) y para
“diferenciarse de los otros” (función de individualización, de unicidad) (Arciero, 2005,
págs. 81 – 82)
(Relato de Sí Mismo)
Estilo Inward
Estilo Outward
La Identidad Narrativa
A la noción de Estructura Narrativa de la experiencia planteada por Guidano, Arciero
incorpora la noción de Identidad Narrativa de Ricoeur (Zagmutt, 2006, pág. 11).
El fluir de la vida entre la Mismidad y la Ipseidad es lo que Ricoeur define como la
Identidad Narrativa (Zagmutt, 2005, Pág. 6-7).
La Identidad Narrativa, Arciero (2005) la plantea como un proceso que unifica en forma
activa y mediante una Trama Narrativa los aspectos recurrentes del Self (Mismidad o
Sameness) con los aspectos situacionales inmediatos del Self (Ipseidad o Selfhood) a
través del significado. Los eventos impredecibles generarían un quiebre en el sentido de
continuidad personal que es recuperado al reconfigurar la Trama Narrativa en curso,
integrando los aspectos perturbadores, con el sentido de mantener una Identidad
Narrativa estable. El factor crucial para mantener un sentido de continuidad y
coherencia de la Trama Narrativa lo constituye la capacidad de regulación emocional
(Zagmutt, 2005, Pág. 7).
La Identidad Narrativa surge o es el producto de la relación entre la organización de
rasgos emotivos recurrentes y las estructuras intersubjetivas de sentido (Arciero, 2005,
pág. 92).
Se va estructurando en una circularidad constitutiva, entre nuestro sentirnos en vida y,
por otro lado, la recomposición simbólica de la experiencia por el lenguaje, que permite
el ordenamiento estable de la experiencia (Arciero, 2005, pág. 58).
La estructura reguladora central sería la Identidad Narrativa, por medio de la mediación
simbólica (Arciero, 2005, pág. 62).
Para concluir, a partir de la Identidad Narrativa podemos definir la Personalidad como
las maneras idiosincrásicas de pensar, actuar y sentir que expresan el modo en que cada
sujeto hace su personal coherencia interna al organizar su Self (Zagmutt, 2005, Pág. 6).
DISCUSIÓN
Respecto al aporte de las Neurociencias al estudio de la regulación emocional, podemos
afirmar que la Neurociencia Afectiva señala que determinadas estructuras cerebrales
están relacionadas con distintas formas de regulación. Una zona de gran importancia
sería la corteza prefrontal, la que por medio de la regulación, principalmente de la
amígdala, permitiría que las emociones negativas pudieran ser modificadas. La
actividad tónica de aquella área cerebral predispondría el estilo afectivo individual, es
decir, la reactividad emocional y las disposiciones anímicas de una persona. Estas
diferencias individuales se superpondrían a la reactividad emocional particular, donde
se actualizarían mecanismos específicos de regulación (Silva, 2005, pág. 207).
Según Silva (2005, pág. 207), la regulación emocional sería un aspecto del proceso
afectivo que tendría importantes implicancias para la psicopatología. Los estilos de
regulación como la Reevaluación y la Supresión de las emociones, como modos de
afrontamiento de situaciones, tendrían efectos en la experiencia de los afectos, la
expresión facial de las emociones, la fisiología, la memoria y la interacción
interpersonal de los sujetos que las utilizan. “Los estudios de laboratorio han mostrado
que la Reevaluación es una forma de regulación más efectiva que el resto de las
estudiadas y que tiene menos consecuencias adversas para las personas que las emplean.
Por otro lado, existe evidencia de que la psicopatología estaría relacionada con la
habilidad de regular los afectos, y que esta habilidad a su vez dependería de la
capacidad de diferenciar emociones que un individuo posee” (Silva, 2005, pág. 207).
A través de una investigación aún en desarrollo, Silva (2005) indaga acerca de cómo
variables del desarrollo temprano y de fuerte determinación genética (asimetrías
funcionales de la corteza prefrontal) pueden interactuar con fenómenos determinados
por la experiencia personal (función reflexiva o mentalización) en la actualización de
diferencias individuales en la regulación emocional, el estilo afectivo y en el desarrollo
de la psicopatología (Silva, 2005, pág. 9). El objetivo – bastante ambicioso – propuesto
por Silva sería la “... modificación de las categorías diagnósticas ( CIE – 10, DSM – IV,
etc.) a partir del avance de la Neurociencia, es el camino natural a seguir (Silva, 2005,
pág. 2070).
“Tal como predice el modelo, cuando las variables constitucionales son las relevantes
(asimetrías de activación de la corteza prefrontal) en la generación de psicopatología, el
tratamiento farmacológico debiera ser la elección. Asimismo, debido a la participación
de la corteza prefrontal en la generación de psicopatología, la modulación de la
activación de ésta debe ser el objetivo tanto de los tratamientos farmacológicos como
conductuales. Finalmente, la psicoterapia como disciplina requiere de modelos como el
presentado para lograr especificar claramente sus alcances y límites, y desarrollar
procedimientos de intervención confiables, y así verdaderamente transformarse en una
ciencia del comportamiento” (Silva, 2005, pág. 208).
Por otro lado, el hallazgo de las Neuronas Espejo es plenamente consistente con el
concepto Posracionalista de Intersubjetividad, ligado a la conformación del Self y del
lenguaje. Como señalan Zagmutt y Ferrer (2003, pág. 2), vivir en un mundo
intersubjetivo implicaría que todo conocimiento de uno mismo sería inseparable de la
capacidad de simular la conciencia del otro. En un mundo intersubjetivo, percibir una
imagen aceptable de uno mismo ante los demás sería la única viabilidad de un
organismo cuyo mundo real no sería el mundo físico sino el mundo intersubjetivo.
En referencia también a las Neuronas Espejo y en contraste con los postulados básicos
del Posracionalismo acerca del Apego, Gallese (2007, pág. 150) señala que el desarrollo
de un Apego seguro no puede explicar ni garantizar por sí mismo un desarrollo
individual e interpersonal adecuado, al cotejarlo con investigaciones con niños que
padecen Autismo. La mayoría de los niños que presentan algún tipo de desorden en el
espectro autístico, a pesar de sus impedimentos en la interacción social, la comunicación
y la falta de respuestas empáticas hacia los otros, desarrollan un apego seguro y
muestran un comportamiento de apego típico, tales como la búsqueda de proximidad y
la mantención del contacto. Por ende, plantea que no se debe poner un énfasis tan
marcado en el Apego, viéndolo siempre como la mejor respuesta para explicar el
comportamiento empático, abogando por una explicación de mayor carácter biológico
para explicar, al menos, parte del desarrollo social.
En cuanto a la lateralización de los hemisferios y los estilos de personalidad propuestos
por el modelo Posracionalista, podemos plantear que cualquier OSP puede presentar
una predominancia de lateralización derecha o izquierda pero, sin embargo, existen
investigaciones que avalan una mayor activación del hemisferio derecho para aquellas
personas con una desregulación activa de su OSP: los Fóbicos (Rauch, 1997) y para los
DAP (Silva, 2005). En tanto que los depresivos clínicamente diagnosticados,
presentarían una hipoactivación general de la corteza prefrontal (Henríquez y Davidson,
1990).
Considerando las variables psicológicas utilizadas por Silva (2005), también podemos
plantear que los estilos de personalidad Outward tendrían una mayor habilidad para la
Reevaluación, al estar más orientados hacia la interpretación de las claves de contexto,
otorgándole un significado no emocional a los eventos, pero una mayor vulnerabilidad
hacia las emociones no básicas, al no poder autorreferírselas.
El objetivo de las diversas investigaciones en salud mental debiera ser el buscar
desarrollar mejores formas de entendimiento del comportamiento humano, que
permitieran plantear estrategias de intervención más eficientes y efectivas. Al poder
discriminar con mayor claridad las variables individuales que dan lugar al
comportamiento patológico, se podrían elaborar estrategias y procedimientos de mayor
impacto para intervenir en ellas.
Bajo este lema, planteo como aporte la integración de los hallazgos de Davidson (1999)
en cuanto a la asimetría funcional de la corteza cerebral, con los estilos de personalidad
propuestos por la Terapia Posracionalista. Tentativamente se podría plantear un modelo
adaptado al Posracionalismo, sustituyendo el constructo de Función Reflexiva
propuesto por Silva (2005) en su Modelo de Vulnerabilidad/Resiliencia, por las
predisposiciones psicológicas desarrolladas por el Posracionalismo (estilos de
personalidad Inward y Outward), en combinación con las predisposiciones
temperamentales (biológicas). Esto permitiría clasificar el estilo de regulación
emocional en base al manejo de las emociones básicas y no básicas (Adolphs, 2002).
Con el propósito de definir las variables a utilizar, plantearemos que de acuerdo a las
investigaciones de Davidson (1999), la lateralización de los hemisferios cerebrales, en
las respuestas del sistema emocional, estaría presente en la activación de la corteza
prefrontal. Mientras que la corteza prefrontal derecha estaría implicada en el sistema de
inhibición, la corteza prefrontal izquierda lo estaría en el sistema de aproximación,
siendo la actividad tónica de esas estructuras el sustrato biológico del estilo afectivo.
También hemos visto que los sujetos con asimetría derecha de la activación tónica de la
corteza prefrontal tendrían una tendencia a experimentar mayor intensidad de afecto
negativo en comparación con los sujetos con asimetría izquierda. Además, los
individuos con la corteza prefrontal derecha más activa estarían predispuestos a ser más
sensitivos a los estímulos amenazantes, inhibiendo su conducta y experimentando más
afecto negativo. Por otro lado, el circuito que envuelve la corteza prefrontal del lado
izquierdo sería la más relevante, ya que elaboraría las experiencias afectivas positivas.
Sin embargo, debemos considerar que una mayor o menor activación tónica cerebral es
una predisposición a reaccionar con determinados estados emocionales, siendo también
de gran importancia el contexto ambiental y las predisposiciones psicológicas
(Davidson, 2003).
Respecto a las predisposiciones psicológicas, se consideran los distintos estilos de
construcción de la Identidad Personal. El estilo Inward se plantea como un tipo de
identidad con mejor manejo y regulación de las emociones básicas, en base a la
construcción sobre la Permanencia del Sí Mismo, tendiendo a excluir selectivamente las
situaciones externas no asimilables a su experiencia que pongan en riesgo el sentido de
estabilidad personal (Zagmutt, 2005, Pág. 8).
El estilo Outward tendrá un mejor manejo y regulación de las emociones no básicas,
basados en la construcción de la identidad sobre la Constancia del Sí Mismo, es decir,
sobre la variabilidad de los acontecimientos, tendiendo a dejar de lado sus estados
internos para construir sus experiencias, y privilegiando las emociones cognitivas y
autoconcientes para autorreferírselas (Zagmutt, 2005, Pág. 7).
Las Emociones Básicas serán definidas como un reacción subjetiva al ambiente, que
viene acompañada de cambios orgánicos (fisiológicos y endocrinos) de origen innato e
influidos por la experiencia. Tendrán una función adaptativa para nuestro organismo al
ambiente, siendo un estado que sobreviene súbita y bruscamente.
Las Emociones No Básicas, también conocidas como secundarias, derivadas o
complejas, surgirán de las emociones básicas. Serán más complejas, porque requerirán
del desarrollo previo de ciertas habilidades cognitivas, del desarrollo de cierta noción
del Yo como algo distinto y separado de los demás y de una cierta autoconciencia,
siendo ejemplos de ellas la culpa, la vergüenza y el orgullo (Rosenzweig y Leiman,
1993, págs. 614-615).
CONCLUSIONES
En el caso de las identidades Inward, es posible postular que será más fácil efectuar una
psicoterapia centrada en la emoción. Serán terapias con un fuerte componente
experiencial. Las identidades Outward, en cambio, se postula que son más propensas a
ser modificadas a través de terapias centradas en la cognición, de mayor carácter
lingüístico (Zagmutt, 2005, Pág. 9).
Es así como se proponen cambios en la psicoterapia, planteando que esté menos
centrada en la corporalidad y en la emoción para los Outward y más centrada en la
interpretación, dada la preponderancia de las emociones cognitivas en la constitución y
regulación de su identidad. Guidano habría advertido esta dificultad cuando creó para
los DAP la estrategia heterorreferencial (Zagmutt, 2006, pág. 12).
En tanto que para los Inward, se propone una intervención más centrada en la
experiencia emocional, dada la relevancia para éstos de las emociones básicas en la
constitución y regulación de su identidad.
En cuanto a la relación con el ambiente, los pacientes dependientes del ambiente son
más proclives a delegar en el terapeuta la reconstrucción de los contextos y de las
situaciones de examen. En tanto que los Pacientes independientes del ambiente tienen
un rol más protagónico en la reconstrucción de sus experiencias personales (Arciero,
2005, pág. 90).
Respecto a la interacción con los otros, los dependientes del ambiente son más
eficientes en la mediación de conflictos interpersonales. Mientras que los
Independientes del ambiente tienden a centrarse menos en las informaciones sociales y
más en las ideas e hipótesis (Arciero, 2005, pág. 91).
De este modo, el éxito de la regulación emocional dependerá de ciertas variables
biológicas a considerar, aportando el temperamento, en interacción con el estilo de
personalidad que presente la persona. La psicoterapia no podrá ser de modo alguno un
tratamiento prescrito y uniformizado, sino que ha de considerar las variables
individuales aportadas por la teoría, en un diálogo permanente con la historia personal
de la persona.
BIBLIOGRAFÍA