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Cuento El Algarrobo y El Buho Real

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0130313 Impreso en papel recliclado. La C CAM contribuye a la defensa del medio ambiente.

Colección de cuentos ecológicos

CEMACAM VENTA MINA

El Algarrobo y el Búho Real


Colección de cuentos ecológicos
CEMACAM VENTA MINA

Autores: Equipo CEMACAM VENTA MINA

Edición: Obras Sociales


Caja de Ahorros del Mediterráneo

Ilustraciones: Antonio Aragüez

Fotografías: Alfredo Benlloch

Maquetación: Puntual comunicación y marketing


Este árbol muy especial sería un árbol común de no ser
protagonista de una historia muy bonita de amistad y de aprecio.

El árbol es un algarrobo, una especie mediterránea que se


encuentra en el secano, un espacio para cultivar plantas que no
necesitan mucho agua para poder vivir.
Si te fijas bien, en esta imagen podrás encontrar al otro
protagonista de la historia. ¿Puedes verlo?
¿Puedes verlo mejor ahora? …
Si nos acercamos un poco más …
… Ahora sí. ¡Es un búho real!
Y ¿qué es un búho real? Hace muchos años, donde se
encuentra este algarrobo había un bosque, un gran bosque
donde vivían otros tipos de árboles llamados carrascas que,
acompañadas de otras especies de plantas, servían de casa y
daban alimento a muchos animales, grandes y pequeños.
Y entre esos animales estaba el búho real, un ave muy grande
que descansa en su nido durante el día y vuela por la noche
saliendo a cazar para comer y dar de comer a sus crías.

Este búho real que vivía en el bosque de carrascas, tenía


casi dos metros de anchura entre las puntas de sus alas, y
cuidaba muy bien el equilibrio ecológico del carrascal, como
buen cazador y amante de la naturaleza que es.
Si los ratones o los conejos eran demasiado abundantes, el
búho real los vigilaba y cazaba unos cuantos para controlarlos
y para comer. De esa manera, el medio ambiente del bosque
estaba bien conservado y había espacio y comida para todos
los seres vivos que viven en él.
Pero un día esa vida en el bosque sufrió un cambio. Ese día
todos los habitantes del bosque escucharon el sonido que hacía
algún animal que ellos no conocían. Parecía muy enfadado
porque gruñía sin parar.
Todos los días, desde el primer susto, los animales del bosque
escuchaban el ruido y cada vez estaba más cerca de ellos.

Un día estaban todos los animales vigilando y, de repente, se


les apareció el extraño animal.

Qué sorpresa, era un animal de color amarillo formado por


dos animales. Era algo muy extraño ya que había otro ser vivo
dentro de la cabeza del animal amarillo.
En realidad ellos no sabían que eso era una excavadora y
que dentro de su cabeza estaba la persona que la conducía.

La excavadora venía del pueblo más cercano, que estaba a 3


kilómetros del bosque, y los trabajadores estaban arrancando
los árboles para utilizar el espacio para la agricultura.
Todos los animales huyeron hacia el interior del bosque, de un
bosque cada vez más pequeño. Las crías del búho real, que
ya volaban, dejaron el nido un poco antes de que el árbol en
el quevivían cayera al suelo empujado por la excavadora. Su
padre, el búho real, habiendo visto salvadas a sus crías, hizo lo
que él creía que debía hacer, volar en dirección contraria para
atraer la atención de ese animal que él creía que les perseguía
y, de este modo, alejar a sus hijos del peligro.
La excavadora, sin hacer caso de los animales que huían,
continuaba deshaciendo el bosque. Mientras, el búho real de
nuestra historia, huyendo, llegó a un mundo desconocido para
él, un espacio casi sin árboles y donde había pocos animales.
Mientras observaba ese mundo nuevo, con sorpresa, tropezó
con algoque estaba en el cielo, por donde él volaba. De
repente, y por culpa del golpe, el búho real cayó al suelo.
Mirando al cielo vio algo parecido a las serpientes del bosque,
alargadas y delgadas, pero había muchas y estaban enrolladas
en unos árboles muy extrañosque no parecían de madera.
Eran hilos de luz enganchados a torres de metal.
Y aquí comenzó la relación entre los dos protagonistas. Lo que
más familiar le era al búho real a su alrededor era un árbol,
un árbol de verdad, de madera, con ramas y hojas. Era grande
y muy frondoso y el búho real pensó “si vuelo un poco, aunque
estoy herido en las alas, podré subir al árbol y protegerme".
El árbol elegido era el algarrobo que ya conocemos. Había
más algarrobos a su alrededor, aunque no muchos ya que
estaban bastante separados unos de otros. Pero el búho real
había escogido éste, sin saber muy bien por qué.
El tronco del algarrobo era ancho, pero su interior estaba casi
hueco.

Después de un gran esfuerzo, y moviendo las alas, saltó y subió


a una rama gruesa que salía del tronco principal.
En ese momento, el búho real escuchó una voz que le decía:
“Hola amigo, estás herido y necesitas ayuda. Yo te cuidaré.”
El búho real, mirando al fondo del agujero del hueco del tronco
contestó: “Gracias, pero ¿quién eres que te escondes dentro
de ese agujero?”

Y el árbol contestó: “No me escondo. Soy el algarrobo, el


árbol al que has subido. Estás encima de mí.”
El algarrobo continuó hablando: “Tienes las alas mal y es difícil
que puedas volar. Aquí podrás recuperarte y, con el tiempo,
volver a volar.” El búho real no sabía muy bien cómo.

El tiempo pasaba y el algarrobo le daba el alimento que


necesitaba, ya que dentro del tronco vivían muchos ratones.
Con poco esfuerzo, el búho real cazaba los suficientes para
alimentarse. Además, en el tronco se hacía un pequeño charco
de agua de lluvia que le daba de beber.
Con el tiempo, surgió una gran amistad entre ellos. Todos los
días hablaban de los problemas de los bosques y de la
desaparición de los espacios dónde los animales hacen sus
casas, ya que las personas no respetaban mucho la naturaleza
e iban ocupando cada vez más terreno para sus actividades.
“Aquí donde yo vivo, antes de estar yo, también había un
bosque de carrascas, que desapareció para plantarnos a
nosotras”, le decía el algarrobo al búho real.
El algarrobo cuidaba del búho real para que pudiera curarse
y volver a su bosque, cada día más lejano, más pequeño y con
menos animales y plantas, que iban desapareciendo porque
no podían escapar a los grandes animales amarillos que eran
las excavadoras.
Un día en que el búho real se encontraba bien y ya curado de
sus heridas en las alas, le dijo al algarrobo: “Ya me encuentro
bien y creo que voy a probar a volar para comprobarlo” El
algarrobo le advirtió: “Ve con cuidado con los hilos de luz,
esos cables que tú pensabas que eran serpientes voladoras y
que matan muchas aves, especialmente aves grandes como tú.
Has tenido mucha suerte.”
El búho real, con una sonrisa en el pico, voló durante un tiempo
y pudo comprobar que estaba ya curado. Después aterrizó en
su rama favorita y le dijo al algarrobo: “La gran suerte ha sido
encontrarte a ti. Gracias, amigo, por ayudarme. Ahora tengo
que ir a buscar mi bosque y espero encontrarlo aunque tenga
que ir muy lejos.”
El algarrobo, aunque satisfecho por poder ayudar al búho
real, quedó muy triste. Para recordar a su amigo, el tronco del
algarrobo creció con la forma del búho real y de esa manera
lo recordaría todos los días de su vida.
Como las personas necesitamos cada vez más espacio,
alrededor del algarrobo se construyeron viviendas y escuelas.
Justo, el algarrobo estaba junto a un colegio y los niños iban,
sorprendidos, a visitar el búho real que, como recuerdo de una
gran amistad, quedó formado en su tronco.

Y la historia que esos niños y niñas no conocían, ahora ya la


sabes tú.

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