Huesos
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Huesos
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Estos apuntes, inevitablemente concisos, aspiran a proporcionar los conocimientos básicos para
comprender una materiatan bella como clásica: la radiología del esqueleto.
Organización de los contenidos:
• Anatomía, histología y fisiología del hueso. Anatomía articular.
• Artropatías:
• Artritis monoarticulares: infecciosas, traumáticas, por depósito de cristales, etc.
• Artritis poliarticulares:
Inflamatorias: tipos reumatoideos y variantes reumatoideas.
Metabólicas: por depósito de cristales (gota, pseudogota, otras.)
Hematológicas.
Neurogénicas.
Idiopáticas.
Artropatía degenerativa:
• Extraespinal.
• Espinal.
Hiperostosis esquelética idiopática difusa (DISH.)
Calcificación y osificación de los ligamentos espinales.
Osteomielitis: piógena, tuberculosis, brucelosis, sífilis ósea.
Osteopatías metabólicas:
• Osteopenia / osteoporosis.
• Raquitismo / osteomalacia.
• Enfermedades de las paratiroides y osteodistrofia renal.
• Escorbuto infantil.
• Osteonecrosis y osteocondrosis.
• Displasia de desarrollo de la cadera.
• Enfermedades constitucionales de los huesos.
• Lesiones óseas tumorales y pseudotumorales.
• Manifestaciones óseas de las hemopatías.
Otras alteraciones óseas:
• Enfermedad de Paget.
• Histiocitosis X.
• Esclerosis tuberosa.
• Sarcoidosis.
• Displasias óseas esclerosantes.
ANATOMÍA, HISTOLOGÍA Y FISIOLOGÍA DEL HUESO:
ANATOMÍA:
Córtex (o cortical): envoltura de hueso compacto.
Hueso esponjoso: trabéculas más laxas.
Cavidades rellenas de médula ósea roja, amarilla o ambas.
Periostio: envuelve al córtex (excepto la porción intrarticular, que está cubierta por sinovial o
cartílago.)
Endostio: superficie interna del córtex. Menos definido que el periostio, puede estar ausente en el
adulto.
Entesis: son los sitios de inserción donde los tendones y ligamentos se fusionan con el periostio.
Configuración de los huesos largos:
Epífisis: Extremos engrosados de un hueso largo. Están formadas casi exclusivamente por tejido
esponjoso, excepto en la periferia, donde existe una delgada capa de hueso compacto. Se
constituyen por puntos de osificación independientes del punto de osificación primario. Quedan
aisladas de la diáfisis por un vestigio de la maqueta cartilaginosa primitiva, el cartílago de
conjunción o fisis. También en los huesos planos existen puntos de osificación secundarios,
separados del punto principal por bandas cartilaginosas que persisten más o menos tiempo. En los
huesos largos el cartílago de conjunción prolifera en sentido diafisario, no hacia la epífisis.
Diáfisis: Parte media o cuerpo del hueso largo. La diáfisis está esencialmente constituida en la
periferia del hueso por tejido compacto. En el centro se encuentra una cavidad longitudinal que se
extiende hasta las epífisis, el conducto medular, con su contenido, la médula ósea. Esta última es
una sustancia gelatinosa que se encuentra en todas las cavidades del tejido óseo (en el conducto
central, y en las aréolas del tejido esponjoso). Su función, además de aligerar las piezas
esqueléticas, es la formación de elementos sanguíneos o hematopoyesis.
Metáfisis: es la parte de la diáfisis adyacente a la fisis.
Fisis: cartílago de crecimiento.
Configuración de los huesos planos:
Se componen de dos láminas de tejido compacto que encierran una capa más o menos gruesa de
tejido esponjoso. A nivel de los bordes del hueso las láminas de tejido compacto se fusionan entre
sí. En los huesos planos del cráneo las láminas se denominan tablas (tabla interna: en relación con el
sistema nervioso; tabla externa: en relación con las partes blandas).
HISTOGÉNESIS DEL HUESO:
Los osteoblastos se diferencian de las células mesenquimáticas.
Depositan matriz ósea que subsecuentemente se mineraliza.
Red trabecular inmadura (esponjosa primaria):
Se rellena para formar el hueso cortical.
Se reabsorbe para formar la cavidad medular.
Osificación intramembranosa y osificación endocondral.
Osificación intramembranosa:
La osificación intramembranosa comienza por la proliferación de células del mesénquima sobre una
redcapilar. Las células primitivas proliferan, se agrandan, y se colocan en gruposque se extienden en
una configuración trenzada en el tejido circundante. Las células se han vuelto osteoblastos ahora y
están envueltas en la formación de una matriz eosinofílica dentro del tejido colágeno. Esta sucesión
representa la fase inicial del procesode osificación que se vuelve más prominente y más extendido
cuando la matriz osteoide sufre calcificación por el depósito de fosfato de calcio. Algunos
osteoblastos en la superficie del osteoide y del tejido óseo quedan atrapados dentro de la sustancia
de la matriz en un espacio llamado laguna. El osteoblasto se vuelve entonces un osteocito, y aunque
se aísla respecto al tejido del mesénquima proliferante vecino, mantiene algún contacto con las
células precursoras mandando procesos largos o proyecciones a través de canalículos que se
extienden por la matriz. Los osteocitos incluidos están consagrados a mantener la integridad de la
matriz circundante y no están involucrados directamente en la formación del hueso. A través de la
transformación continuada de células del mesénquima en osteoblastos, la elaboración de la matriz
osteoide, y el atrapamiento de osteoblastos dentro de la matriz, el mesénquima primitivo se
convierte en tejido óseo. Las características finales del tejido dependen de su situación dentro del
hueso. En las áreas de hueso esponjoso, la red de tejido óseo contiene tejido conectivo vascular que
representa al precursor embrionario de la médula ósea; en las áreas compactas de hueso, el tejido
óseo se vuelve más condensado, formando masas cilíndricas que contienen un canal vascular
central: el sistema haversiano. En las superficies externas e internas del hueso compacto, se
desarrollan capas fibrovasculares (periostio y endostio respectivamente) que contienen células que
siguen siendo osteogénicas.
Osificación endocondral:
La osificación endocondral (intracartilaginosa) se da en los huesos del esqueleto apendicular, el
esqueleto axial, y la base del cráneo. En este proceso el tejido cartilaginoso deriva del mesénquima
como un molde que se reemplaza con hueso. Los sitios iniciales de formación del hueso se llaman
centros de osificación, y su situación precisa dentro del hueso es muy dependiente del hueso
específico que esté analizándose. En los huesos tubulares, el centro primario de osificación se
localiza en la porción central del modelo cartilaginoso, después aparecen centros de osificación
secundarios en los extremos. Un tejido del mesénquima vascular o pericondrio, cuyas capas más
profundas contienen células con potencial osteogénico, rodea al modelo cartilaginoso.
Los cambios iniciales en el centro primario de osificación son hipertrofia de células de cartílago,
acumulación de glucógeno, y reducción de la matriz intermedia. Como consecuencia, estas células
degeneran, mueren y se calcifican. El tejido perióstico se convierte en canales vasculares, y estos
cauces perforan la cáscara de hueso, entrando en el foco cartilaginoso en degeneración. El tejido
vascular rompe las lagunas de células de cartílago, creando espacios que se llenan con la médula
ósea embrionaria. Aparecen osteoblastos, que transforman los sitios de degeneración y células de
cartílago agonizantes en focos de osificación extendiendo el tejido osteoide por la matriz del
cartílago. Los osteoblastos atrapados dentro del hueso en vías de desarrollo se transforman en
osteocitos.
Desde el centro del hueso tubular, la osificación avanza hacia los extremos. A través de un proceso
de resorción de algunas trabéculas formadas, se crea un espacio medular, y a través de un proceso
de deposición de hueso subperióstico, se forma una corteza que se espesa y se convierte en un
sistema de hueso compacto que se dispone longitudinalmente rodeando los canales vasculares: el
sistema haversiano. La fronterade osificación endocondral que crece hacia el extremo del hueso se
convierte en una placa de actividad celular. Esta placa, que finalmente se localiza entre la epífisis y
la diáfisis del hueso tubular, forma el cartílago de crecimiento (placa cartilaginosa o fisis), éste es el
sitio predominante de crecimiento longitudinal del hueso. La fisis contiene zonas claramente
demarcadas: una zona de células en reposo planas e inmaduras en la superficie epifisaria de la
placa, una zona de crecimiento celular e hipertrofia en la cara metafisaria, y una zona de
transformación con calcificación provisional y osificación en la superficie diafisaria.
CONSTITUYENTES CELULARES DEL HUESO:
Linaje osteoblástico:
Forman parte de este linaje los preosteoblastos, los osteoblastos y los osteocitos. Los
preosteoblastos son células de aspecto fibroblástico cercanas a la superficie ósea pero separadas de
ésta por otros tipos celulares (células del endostio, osteoblastos). Los preosteoblastos son difíciles
de identificar en condiciones normales, pero pueden observarse con facilidad si sufren una
hiperplasia como por ejemplo en el hiperparatiroidismo. Los preosteoblastos derivan de una
célulamadre del estroma medular y en condiciones normales constituyen el compartimiento
proliferativo del linaje osteoblástico. Los osteoblastos son células de forma cúbica, citoplasma
basófilo y ricas en una isoenzima específica de la fosfatasa alcalina. Derivan de los preosteoblastos
y suelen considerarse células con diferenciación terminal y por tanto incapaces de dividirse, no
obstante existen datosque sugieren que, al menos en parte, conservan la capacidad de proliferar. Los
osteoblastos se hallan en contacto directo con las superficies óseas formando grupos compactos de
una sola capa de espesor. Sintetizan el componente orgánico de la matriz ósea (colágeno tipo I,
proteoglicanos, proteínas implicadas en la adhesión celular, osteocalcina y factores de crecimiento)
y controlan el depósito de las sales minerales. Tanto in vivo como in vitro los osteoblastos pasan
sucesivamente por tres estadios funcionales: a) proliferación celular y síntesis de los componentes
orgánicos de la matriz ósea, b) maduración de la matriz ósea (cambios en la composición y
organización de la matriz que la hacen competente para ser mineralizada) y c) depósito de mineral.
Los osteoblastos pueden permanecer en las superficies óseas o quedar rodeados por la matriz que
sintetizan. Cuando los osteoblastos que han permanecido en la superficie finalizan la síntesis de
matriz, se aplanan y se convierten en células de revestimiento (células del endostio o "lining cells").
Los osteoblastos que quedan en el espesor de la matriz adquieren aspecto estrellado y pasan a
denominarse osteocitos. Estas células se hallan en contacto entre sí y con las de las células de la
superficie (células de revestimiento, osteoblastos) mediante finas prolongaciones tubulares de su
citoplasma que recorren la matriz ósea en diversas direcciones. La cavidad de la matriz ósea que
contiene el cuerpo celular del osteocito se denomina laguna osteocitaria y los diminutos canalículos
que albergan sus prolongaciones citoplásmicas reciben el nombre de conductos calcóforos. Los
osteocitos son células con una escasa actividad metabólica pero su preservación parece necesaria
para que el tejido óseo mantenga sus propiedades biomecánicas. La situación de los osteocitos es
teóricamente ideal para detectar el estrés mecánico y las microlesiones de la matriz. Estas células
podrían transmitir señales a las células de revestimiento que utilizarían la información recibida para
coordinar el remodelado.
El factor sistémico que de manera más potente induce in vivo la diferenciación y proliferación de
las células del linaje osteoblástico es la hormona paratiroidea (PTH). Los osteoblastos poseen
receptores para la PTH, pero algunos de los efectos de la hormona sobre estas células son
probablemente mediados por factores locales.
Linaje osteoclástico:
Los osteoclastos son células multinucleadas, de citoplasma acidófilo y ricas en anhidrasa carbónica
y fosfatasa ácida resistente al tartrato. Son de mayor tamaño que los osteoblastos y se disponen
sobre las superficies óseas de manera aislada o en grupos poco numerosos. Derivan de la
célulamadre hematopoyética a través de células formadoras de colonias de granulocitos y
macrófagos. Los preosteoclastos son células dotadas de un solo núcleo que se adhieren a las
superficies óseas y al fusionarse entre sí dan lugar a los osteoclastos. Dado que en el hueso cortical
no existe médula ósea es probable que los osteoclastos que intervienen en su remodelación
procedan de precursores circulantes que hayan emigrado del interior de los capilares sanguíneos de
los conductos de Havers. La adhesión de los precursores de los osteoclastos a la matriz ósea tiene
lugar en aquellos puntos donde ésta queda expuesta porque se separan entre sí las células de
revestimiento al modificarse la conformación de su citoesqueleto. Las células de revestimiento son
de origen osteoblástico y poseen receptores para la PTH por lo que se ha sugerido que esta hormona
podría desencadenar el proceso.
Los osteoclastos reabsorben el hueso en dos fases. Primero solubilizan el mineral y luego digieren
la matriz orgánica. El mineral se solubiliza acidificando el microambiente creado entre la matriz
ósea y la membrana fruncida del osteoclasto. La acidificación ( pH = 4) se logra bombeando hacia
el hueso los iones H+. En el citoplasma de los osteoclastos la anhidrasa carbónica cataliza la
reacción entre el CO2 y el H2O dando lugar a CO3H2 que se disocia en CO3H- y H+. El H+ es
bombeado activamente hacia la matriz ósea a través de la membrana plegada mediante una bomba
de protones dotada de una ATPasa específica. El CO3H- es expulsado fuera de la célula a través de
la superficie opuesta donde es intercambiado activamente por CL-. El CL- no se acumula en el
interior del osteoclasto puesto que es vehiculizado hacia la matriz ósea a través de canales
específicos situados en la membrana plegada. Una vez eliminado el mineral la matriz orgánica es
digerida por colagenasas ácidas y otras enzimas proteolíticas de origen lisosómico. Cuando se ha
completado el proceso de reabsorción, los osteoclastos mueren por apoptosis. Los núcleos se hacen
más pequeños e hipercromáticos y se fragmentan hasta desaparecer y el citoplasma aumenta su
acidofilia y se retrae. Estos restos celulares serán fagocitados por células macrofágicas.
La calcitonina es capaz de inhibir funcionalmente a los osteoclastos a través de receptores
específicos pero el papel de esta hormona en condiciones normales parece poco importante. Los
osteoclastos carecen de receptores para la PTH. La actividad reabsortiva de los osteoclastos y la
osteoclastogénesis parecen ser activadas por la IL-6 e IL-11 producidas por células de estirpe
osteoblástica. La producción de IL-6 e IL-11 sería a su vez estimulada por hormonas (PTH, 1-25
dihidroxivitamina D3) y por factores locales (IL-1, factor de necrosis tumoral.) Este modelo ofrece
amplias posibilidades tanto para la regulación sistémica de la actividad reabsortiva como para la
regulación local del acoplamiento entre reabsorción y formación óseas.
CONSTITUYENTES NO CELULARES DEL HUESO:
Matriz orgánica: rodea a las células (90% colágeno). Mucopolisacáridos: condroitín sulfato A,
keratán sulfato. Otras proteínas: ácido gama - carboxiglutámico (producido por los osteoblastos).
Las moléculas de colágeno se disponen dejando entre ellas agujeros de 40 nm que son los sitios
donde se depositan los cristales de hidroxiapatita.
Mineral inorgánico: cristales de hidroxiapatita ubicados a lo largo de las fibras colágenas.
MÉDULA ÓSEA:
Tejido pulposo que se encuentra entre las trabéculas y en los canales haversianos, y que provee
células sanguíneas y plaquetas. Está compuesta de matriz ósea mineralizada, tejido conectivo y
células. La superficie endóstica es muy activa metabólicamente, con osteoblastos y osteoclastos
muy sensibles a los estímulos metabólicos.
Las células consisten en todos los estadíos de desarrollo de leucocitos, eritrocitos, células adiposas y
reticulares (tipos fagocítico y no fagocítico). Las células adiposas son más pequeñas que las
extramedulares. Cuando disminuye la actividad hematopoyética los adipocitos aumentan de tamaño
y de número, cuando aumenta la hematopoyesis se atrofian.
Existen dos tipos de médula ósea:
Médula ósea roja: hematopoyéticamente activa. Contiene pequeños nódulos de tejido linfoide. (40%
agua+ 40% grasa + 20% proteínas).
Médula ósea amarilla: inactiva. (15% agua + 80% grasa + 5% proteínas).
En el nacimiento la médula ósea roja está presente en todo el esqueleto. En el período postnatal
inmediato la conversión empieza en las falanges terminales de manos y pies. Después del 5to año
de vida la médula ósea roja es reemplazada en los huesos largos de distal a proximal. Las epífisis y
apófisis cartilaginosas carecen de médula ósea hasta que se osifican y ésta se vuelve rápidamente
amarilla. A los 20-25 años la conversión está completa. Sólo hay médula roja en porciones de las
vértebras, esternón, costillas, clavículas, escápulas, cráneo y metáfisis del fémur y del húmero.
ANATOMÍA ARTICULAR:
La clasificación de las articulaciones basada en la magnitud del movimiento es la siguiente:
Sinartrosis: articulaciones rígidas o fijas.
• Anfiartrosis: articulaciones ligeramente móviles.
• Diartrosis: articulaciones libremente móviles.
La clasificación de las articulaciones sobre la base de la histología da énfasis al tipo de tejido que
caracteriza al área articular:
• Articulaciones fibrosas: las superficies óseas están conectadas por tejido conectivo fibroso.
• Articulaciones cartilaginosas: las superficies óseas están conectadas inicialmente o en el
futuro por tejido cartilaginoso.
• Articulaciones sinoviales: las superficies óseas están separadas por una cavidad articular que
está recubierta por la membrana sinovial.
• Articulaciones fibrosas:
• Pueden subdividirse en tres tipos: suturas, sindesmosis, y gonfosis.
Suturas:
Limitadas al cráneo, las suturas no permiten ningún movimiento activo y existen donde superficies
óseas anchas están separadas sólo por una zona de tejido conectivo. Este tejido conectivo, junto con
las dos capas de periostio de las superficies externa e interna del hueso articular, es denominado
membrana de la sutura o ligamento. La obliteración ósea de las suturas es algo variable por su
tiempo de aparición y distribucióncraneal. Comienza en la superficie interna o profunda de la sutura
entre las edades de 30 y 40 años, y en la superficie externa o superficial aproximadamente 10 años
después. Esta obliteración normalmente ocurre en el bregma y subsecuentemente se extiende a la
sutura sagital, coronal, y lambdoidea, en ese orden. Hay variaciones menores en la manera en que
las dos superficies óseas se acercan y juntan. Las superficies óseas raramente son lisas. Cuando
poseen mínimas irregularidades, la articulación se denomina sutura plana. Las suturas aserradas
contienen proyecciones irregulares de hueso que se interdigitan con excrecencias similares en el
hueso adyacente, mientras que las suturas dentadas contienen excrecencias óseas similares pero más
finas. En una sutura escamosa el margen de un hueso se superpone al de su vecino. Sindesmosis:
Una sindesmosis es una articulación fibrosa en que las superficies óseas adyacentes están unidas por
un ligamento interóseo, como en la articulación tibioperonea distal, o una membrana interósea,
como en la diáfisis del radio, cúbito, tibia, y peroné. Un ejemplo adicional de sindesmosis es el
ligamento interóseo entre la cara superior del sacro y el ilíaco. Una sindesmosis puede mostrar
grados menores de movimiento relacionados con el estiramiento del ligamento o la flexibilidad de
la membrana.
Gonfosis:
Este tipo especial de articulación fibrosa se localiza entre los dientes y el maxilar o la mandíbula.
En estos sitios, la articulación se parece a una clavija que encaja en un enchufe. La membrana
intermedia entre el diente y el hueso se denomina ligamento periodontal. Esta ligamento varía en el
ancho de 0.1 a 0.3 mm y disminuye de espesor con la edad. El ligamento no tiene ninguna fibra
elástica, aunque su estructura permite ligeros movimientos del diente.
Articulaciones cartilaginosas:
Hay dos tipos de articulaciones cartilaginosas: la sínfisis y la sincondrosis.
Sínfisis:
En la sínfisis las superficies óseas adyacentes están conectadas por un disco cartilaginoso que nace
de la condrificación del mesénquima intermedio. La sínfisis (los ejemplos típicos son la del pubis y
el disco intervertebral) permite una pequeña cantidad de movimiento que ocurre a través de la
compresión o deformación del tejido conectivo intermedio.
Algunas sínfisis, como la sínfisis del pubis y la articulación manubrio - esternal, revelan una
pequeña cavidad central que contiene líquido, y que puede agrandarse con la edad y ser
radiográficamente demostrable debido a la presencia de gas (fenómeno del vacío).
Se localizan dentro del plano mediosagital del cuerpo humano y son estructuras permanentes, a
diferencia de las sincondrosis que son articulaciones temporales. Raramente, la anquilosis intra-
articular o sinostosis puede borrar una sínfisis, como ocurre en la articulación manubrio - esternal.
Sincondrosis:
Las sincondrosis son articulaciones temporales que existen durante la fase de crecimiento del
esqueleto y están compuestas de cartílago hialino. Las sincondrosis típicas son la placa de
crecimiento entre la epífisis y la metáfisis de un hueso tubular, las articulaciones vertebrales, y la
sincondrosis esfeno-occipital. Con la maduración del esqueleto, las sincondrosis se vuelven más
delgadas y en el futuro se obliteran por unión ósea o sinostosis. Dos sincondrosis que persisten en la
vida adulta son las primeras articulaciones esternocostales y la articulación petrobasilar.
Articulaciones sinoviales:
Una articulación sinovial es un tipo especializado de articulación que se localiza principalmente en
el esqueleto apendicular. Las articulaciones sinoviales generalmente permiten el movimiento sin
restricción. La estructura de una articulación sinovial difiere fundamentalmente de las de las
articulaciones fibrosas y cartilaginosas; las superficies óseas están limitadas por una cápsula fibrosa
que puede reforzarse por ligamentos adicionales. La porción interna de la superficie articular de los
huesos está separada por un espacio, el espacio articular o cavidad de la articulación. El cartílago
articular cubre los extremos de ambos huesos; el movimiento entre estas superficies cartilaginosas
se caracteriza por un bajo coeficiente de fricción. La cara interna de la cápsula de la articulación
está formada por la membrana sinovial que secreta el líquido sinovial en la cavidad articular. Este
líquido sinovial actúa como un lubricante que facilita el movimiento, y como una sustancia nutritiva
para el cartílago articular adyacente. En algunas articulaciones sinoviales, un disco intra-articular de
fibrocartílago (menisco) divide la cavidad de la articulación parcial o completamente. Pueden
notarse estructuras intrarticulares adicionales, como las almohadillas grasas y el labrum.
Cartílago articular:
Las superficies articulares del hueso están cubiertas por una capa de tejido conectivo, el cartílago
articular. Sus propiedades únicas incluyen la transmisión y distribución de cargas altas; el
mantenimientodel estrés de contacto en niveles aceptablemente bajos; el movimiento con poca
fricción; y la absorción del impacto. En la mayoría de las articulaciones sinoviales el cartílago es de
tipo hialino. Las capas profundas del cartílago articular están envueltas en el crecimiento del hueso
subyacente vía osificación endocondral. Con el cese del crecimiento, una zona estrecha de
calcificación, la zona calcificada del cartílago articular, aparece y se une con la placa de hueso
subcondral subyacente. En su periferia, el cartílago articular se une con la cápsula y el periostio.
Placa ósea subcondral:
Es una capa de tejido óseo de espesor variable que se localiza bajo el cartílago articular.
Cápsula articular:
La cápsula articular es el tejido conectivo que envuelve la cavidad de la articulación. Está
compuesta por una capa exterior espesa, dura, la cápsula fibrosa, y una capa interna delgada más
delicada, la membrana sinovial.
Cápsula fibrosa.
La cápsula fibrosa consiste en tejido fibroso blanco denso. En cada extremo de la articulación, la
cápsula fibrosa está firmemente adherida al periostio. La cápsula fibrosa no es de espesor uniforme.
Ligamentos y tendones pueden insertarse en ella produciendo áreas de engrosamiento focales. De
hecho, en algunos sitios las cápsulas fibrosas están reemplazadas por tendones o expansiones
tendinosas de los músculos vecinos.
Íntima sinovial:
La íntima sinovial consiste en una a cuatro filas de células sinoviales empotradas en una matriz
intercelular granular, libre de fibras.
Subíntima sinovial:
La subíntima sinovial normalmente contiene tejido areolar. Incluye células adiposas, fibroblastos,
macrófagos, y mastocitos. Un componente elástico que consiste en fibras de elastina paralelas a la
superficie de la membrana previene la formación de pliegues redundantes que podrían constituirse
durante el movimiento articular.
La membrana sinovial tiene varias funciones: 1) está envuelta en la secreción de una sustancia
mucoide pegajosa hacia el líquido sinovial, 2) debido a su flexibilidad inherente, pliegues laxos,
vellosidades, y recesos marginales, la sinovial facilita y acomoda la forma cambiante de la cavidad
articular que se requiere para el movimiento normal, 3) la membrana sinovial ayuda en la remoción
de sustancias de la cavidad articular.
Disco intrarticular (menisco), labrum, y almohadilla grasa:
Un disco fibrocartilaginoso o menisco puede encontrarse en algunas articulaciones (rodilla, muñeca,
temporomandibular, acromioclavicular, esternoclavicular, y articulaciones costovertebrales). La
porción periférica del disco se inserta en la cápsula fibrosa. La mayor parte del disco articular es
avascular. El disco puede dividir la cavidad de la articulación parcial o completamente; se
encuentran discos completos en las articulaciones esternoclavicular y de la muñeca, y discos
parciales en las articulaciones de la rodilla y acromioclavicular. En la articulación temporo
mandibular, el disco puede ser parcial o completo.
La función exacta de los discos intrarticulares es desconocida. Las funciones sugeridas incluyen
absorción del impacto, la distribución de peso encima de una superficie grande, la facilitación de
varios movimientos (como la rotación) y limitación de otros (como la translación), y la protección
de la superficie articular.
Algunas articulaciones, como las articulaciones de la cadera y glenohumeral, contienen un pliegue
circunferencial cartilaginoso denominado labrum (plural: labra.) Estos labios de cartílago
normalmente son triangulares en el corte axial y se adhieren a la porción periférica de la superficie
articular, agrandando la cavidad de la articulación. También pueden ayudar a incrementar el
contacto y la congruencia de las superficies articulares adyacentes, particularmente con los
movimientos extremos de la articulación.
Las almohadillas grasas representan estructuras adicionales que pueden estar presentes dentro de
una articulación. Pueden actuar como cojines, absorbiendo las fuerzas generadas por la articulación,
y protegiendo las apófisis óseas adyacentes. También pueden distribuir el lubricante en la cavidad
de la articulación.
Líquido sinovial:
Cantidades diminutas de líquido amarillo claro, descolorido, muy viscoso, de pH ligeramente
alcalino, están presentes en las articulaciones normales. La composición exacta, viscosidad,
volumen, y colorvarían de articulación en articulación. Este líquido representa un dializado del
plasma al que se ha agregado una sustancia mucoide secretada por las células sinoviales.
Las funciones del líquido sinovial son la nutrición del cartílago articular y disco adyacentes y la
lubricación de las superficies de la articulación. Las células dentro del líquido sinovial son
importantes en la fagocitosis, quitando microorganismos y detritos de la articulación.
Vainas y bolsas serosas:
Las vainas del tendón cubren una porción del tendón que atraviesa fascias, túneles osteofibrosos, o
bandas ligamentarias. Promueven el deslizamiento de tendones y contribuyen a su nutrición.
Las bursas representan bolsas chatas que consisten en revestimiento sinovial y, en algunas
situaciones, una película delgada de líquido sinovial que mantiene la lubricación y nutrición de las
células de la membrana sinovial. Las bolsas intermedias facilitan el movimiento de los tejidos
yuxtapuestos. Se encuentran bolsas subcutáneas entre la piely las superficies óseas, como el
olécranon y la rótula; bolsas subfasciales entre las fascias profundas y el hueso; bolsas
subtendinosas donde un tendón se superpone a otro tendón; bolsas submucosas entre el músculo y
el hueso, tendón, o ligamento; bolsas interligamentarias separando ligamentos. Cuando se localizan
cerca de las articulaciones, la membrana de la bolsa puede ser continua con la de la cavidad
articular, produciendo bolsas comunicantes. Esto ocurre normalmente en la cadera (bursa del
iliopsoas) y la rodilla (bursa del gemelo - semimembranoso) y anormalmente en la articulación
glenohumeral (bursa subacromial), debido a defectos del manguito rotador. La distensión de las
bolsas puede servir para bajar la presiónintrarticular en los casos de derrame en la articulación. En
ciertos sitios donde la piel está sujeta a presión y desplazamiento lateral, pueden aparecer bolsas
serosas adventicias, permitiendo mayor libertad de movimiento. Los ejemplos de bolsas adventicias
incluyen las que se pueden desarrollar encima de una deformidad de hallux valgus, las que ocurren
sobre las apófisis espinosas prominentes, y las bolsas adyacentes a exostosis. Pueden aparecer
bolsas adventicias profundamente situadas en las áreas de pseudartrosis y de dispositivos de fijación
internos.
ARTROPATÍAS:
ARTRITIS:
Artritis clínicas: piógena, hemofílica, gota.
Artritis radiológicas: (su diagnóstico es responsabilidad del radiólogo) tuberculosis (TBC),
espondilitis anquilosante, condrocalcinosis, sinovitis velloso nodular pigmentada, ocronosis, artritis
reumatoidea incipiente, enfermedad de Reiter.
Monoarticulares:
• Traumáticas.
• Infecciosas.
• Por depósito de cristales (gota).
• Hemartrosis no traumáticas.
• Presentación monoarticular de enfermedad poliarticular.
Poliarticulares:
• Inflamatorias:
• Tipos reumatoideos (seropositivas):
• Artritis reumatoidea (AR).
• Lupus eritematoso sistémico (LES).
• Esclerosis sistémica progresiva (ESP).
• Enfermedad mixta del colágeno.
• Variantes reumatoideas (seronegativas):
• Enfermedad de Reiter.
• Espondilitis anquilosante.
• Psoriasis.
• Enteropatías.
• Metabólicas: (o microcristalinas)
• Gota.
• Condrocalcinosis (pseudogota).
• Depósito de hidroxiapatita.
• Reticulohistiocitosis.
• Amiloidosis.
• Hematológicas.
• Neurogénicas.
• Idiopáticas.
Artritis tuberculosa:
La infección puede extenderse a partir de un foco pulmonar, pero la evidencia de TBC pulmonar
activa está presente en menos del 30% de los casos.
Signos clínicos: dolor que evoluciona en meses, sin fiebre, tumefacción de partes blandas, fístulas,
cojera, etc. La mayoría de las veces es monoarticular.
Etapas clínicas:
Invasión: sin signos clínicos o radiológicos. Implantación de bacilos en la médula ósea.
Destrucción textural: compromiso del cartílago y de las partes blandas.
Inactividad: sin destrucción o tumefacción adicional.
Curación: calcificación del tejido de granulación.
Localización: columna vertebral, cadera, codo, rodilla, tobillo, sacroilíacas, hombro, muñeca. El
cartílago resulta más afectado donde no hay aposición de superficies (áreas que no soportan peso) a
diferencia de la artritis piógena. Es raro que evolucione a una anquilosis.
Signos radiológicos:
Osteopenia yuxtarticular.
Tumefacción de partes blandas.
Destrucción cartilaginosa periférica (áreas "cistoideas").
Infección del hueso subcondral: secuestros (aumento de la densidad ósea. En superficies óseas
opuestas se denominan secuestros "en beso". En la etapa de curación el secuestro se torna más
transparente).
No hay esclerosis.
Lesiones vertebrales:
Afecta comúnmente a la columna dorso-lumbar, la infección de la columna cervical y del sacro es
poco común. La TBC vertebral empieza en la parte anterior del cuerpo (superior o inferiormente).
Cuando la infección se extiende, se ve afectado el disco intervertebral adyacente, con la
subsiguiente progresión hacia el cuerpo vertebral.
Las características radiológicas son: destrucción de la porción anterior del cuerpo vertebral,
estrechamiento del disco intervertebral adyacente, y destrucción similar del cuerpo vertebral
contiguo. A pesar del margen de destrucción bien definido, el resto de la vértebra no se afecta por
esclerosis reactiva o reacción perióstica. Las placas vertebrales terminales adyacentes al disco
pierden su definición: esta pérdida de la línea blanca del córtex vertebral es característica de todas
las osteomielitis de la columna.
En el paciente no tratado el colapso vertebral progresivo y el acuñamiento anterior dan lugar a una
giba. Puede detectarse subluxación vertebral en el nivel de la infección. Es característica la
tumefacción asociada de partes blandas en la columna dorsal (absceso frío), que presenta una forma
fusiforme en la radiografía AP. Puede pasarse por alto si la radiografía está poco penetrada en la
región retrocardíaca. Debido a la variable demostración de los psoas, el absceso paravertebral
lumbar puede no ser evidente, sin embargo, un arqueamiento lateral de la sombra del psoas logra
indicar su presencia. El diagnóstico de la TBC vertebral a veces se hace después de la identificación
del absceso frío, las lesiones óseas no son aparentes en las placas de rutina. En estos casos, la TC es
de gran valor para la demostración del foco de infección en el hueso.
Diagnóstico diferencial:
Metástasis (MTS): la reducción de altura del disco raramente está asociada a MTS.
Masa de tejidos blandos paravertebral: neoplasia, infección, hemorragia por fractura.
Infección piógena: cambios reactivos con reacción perióstica y endóstica.
Cadera:
Es la articulación que se afecta con más frecuencia en la TBC ocasionando dolor y cojera en niños
entre 3 y 10 años. Hay erosión de la cabeza femoral con pérdida de cartílago y degeneración
articular. Si el hueso se destruye a ambos lados de la articulación puede originar protrusión
acetabular (abombamiento del acetábulo).
Rodilla:
Sigue en frecuencia a la cadera. Hay evidencia de erosión y sinovitis. La erosión marginal no está
bien definida y resulta oscurecida por el compromiso de las partes blandas. La destrucción marginal
afecta a ambas superficies articulares, pero probablemente por razones estructurales, el colapso
epifisario tiene lugar primero en la tibia. Ocasionalmente el proceso se inicia en la rótula.
Sacroilíacas:
La erosión de las superficies adyacentes da lugar al ensanchamiento del espacio articular, el cual
está ocupado por tejido de granulación tuberculoso o cicatrizal. Al contrario que la espondilitis
anquilosante, que generalmente es bilateral, la TBC suele afectar una sola articulación sacroilíaca. A
diferencia de otras articulaciones, aquí la esclerosis marginal es común.
Intercarpianas e intertarsianas:
Frecuente, sobre todo en adultos. Los márgenes articulares se hacen borrosos por la presencia de
sinovitis y de tumefacción de partes blandas.
Artritis piógena:
En un tiempo relativamente corto se destruye la articulación, ya que la presencia de gérmenes
produce inflamación de la sinovial que provoca la llegada de leucocitos, éstos liberan enzimas
lisosomales que van digiriendo las estructuras articulares. La velocidad con que ocurre este proceso
depende de la agresividad del germen.
Los gérmenes pueden llegar por tres vías:
• Hematógena: de un foco a distancia
• Contigüidad.
• Inoculación: es poco frecuente, pero puede ocurrir cuando no se toman las medidas de
prevención necesarias, por ejemplo, al punzar una articulación.
Focos desde donde puede provenir la infección:
S. aureus: se relaciona con focos cutáneos, osteomielitis y neumonía.
N. gonorreae: con uretritis, cervicitis, proctitis y faringitis.
H. influenza: otitis media aguda, neumonía, sinusitis.
S. beta hemolítico grupo A: focos amigdalinos, otitis media aguda, erisipela.
S. pneumoniae: neumonía.
Bacilos Gram (-): en pacientes con patología del tracto digestivo.
Factores predisponentes de artritis séptica :
Infecciones extra-articulares (49%).
Daño previo articular (27%):
A. reumatoidea.
Artritis por cristales.
Trauma.
Cirugía.
Enfermedad severa concomitante (19%):
Cáncer.
Diabetes.
Cirrosis.
Terapia antibiótica (ATB) previa (20%).
Terapia con corticoides o inmunosupresores (50%).
Cuadro clínico: lo habitual es la presencia de una artritis aguda con fiebre, con todas sus
características clínicas: rubor, calor, aumento de volumen, dolor.
Generalmente es monoarticular, excepto en pacientes inmunosuprimidos que pueden tener 2 o 3
articulaciones comprometidas. La otra excepción es la artritis gonocócica, que compromete 2-3
articulaciones y además puede presentar tenosinovitis. Otra característica propia de este tipo de
artritis, que la diferencia del resto de las artritis sépticas, es la presencia de pápulas infecciosas en la
piel (sepsis gonocócica).
En cuanto a la frecuencia con que se comprometen las articulaciones podemos decir que la que más
se compromete es la rodilla (más del 50% de los casos), luego vienen en orden de frecuencia:
tobillo, cadera, muñecas, codos, hombros, metacarpofalángicas, interfalángicas proximales, incluso
puede comprometerse la articulación sacroilíaca (sacroileítis). Esta última ubicación es rara y se
caracteriza por un intenso dolor glúteo y una gran impotencia funcional.
Diagnóstico de la artritis séptica:
Elementos clínicos: mono u oligoartritis aguda en un contexto de infección. Puede o no haber
fiebre.
Estudio del líquido sinovial (siempre): se punza la articulación para Gram, cultivo y examen
citoquímico .
Cultivo: se deben tomar cultivos de sangre y de todos los posibles focos primarios.
Biopsia sinovial: se usa en algunos casos cuando el diagnóstico está poco claro; puede ser útil, pero
no es un método habitual.
Radiología: los cambios radiológicos son tardíos.
Centellograma: se altera precozmente, pero es sumamente inespecífico.
Hemograma y eritrosedimentación: alterados, con parámetros inespecíficos de infección.
Fisiopatología: afectación del cartílago en áreas de aposición, formación de pannus con destrucción
cartilaginosa. La liberación de enzimas proteolíticas causa estrechamiento temprano de la luz
articular. El hueso está osteopénico por atrofia por desuso. El tejido de granulación avanza desde el
hueso subcondral atravesando toda la articulación, subsecuentemente se calcifica y lleva a la
anquilosis.
Radiología: los cambios aparecen 8-10 días después de los síntomas.
Osteopenia local.
Tumefacción de partes blandas (sobre todo en cadera y rodilla).
Estrechamiento precoz de la luz articular (a diferencia de la TBC).
Erosiones cartilaginosas.
Erosiones óseas: marginales, centrales, intraóseas.
Borramiento del contorno cortical.
Esclerosis ósea (a diferencia de la TBC).
Luxaciones (sobre todo en niños).
Curación: se forma hueso que no conserva su contorno liso.
Anquilosis.
Artritis brucelósica:
Indiferenciable de la TBC. Evolución lenta y poca destrucción.
Artritis reumatoidea:
Las principales alteraciones aparecen en la sinovial de las articulaciones del esqueleto apendicular,
particularmente en las pequeñas articulaciones de manos, pies, muñeca, rodilla, codo,
acromioclavicular y glenohumeral, en forma simétrica. El esqueleto axial también puede afectarse
(por ejemplo, articulación atlanto – axoidea). Las articulaciones cartilaginosas y las entesis están
menos afectadas, su compromiso es más frecuente e importante en las artropatías seronegativas.
La sinovitis reumatoidea es el resultado de la respuesta celular a un antígeno presente en la
membrana sinovial, con movilización de linfocitos T y B.
Producción de enzimas proteolíticas por los monocitos.
Proliferación de las células sinoviales con transformación vellosa.
Proliferación de fibroblastos y formación del pannus (tejido de granulación que al avanzar produce
destrucción ósea y cartilaginosa).
Formación de inmunocomplejos.
Injuria de la microcirculación.
Degradación enzimática de las fibras colágenas.
Desmineralización ósea.
Anatomía patológica:
PATOLOGÍA RADIOLOGÍA
Hiperemia. Osteopenia.
Espondilitis anquilosante:
Clínica: hombres jóvenes (30 años). 90% HLA B27 (también en Reiter, enteropatías, uveítis aguda,
etc.). Dolor intermitente en la espalda baja, febrícula. Toma columna cervical y en el 80% de los
casos, caderas y hombros. Puede ser poliarticular o pauciarticular. Iritis intermitente, insuficiencia
aórtica. Crohn y colitis ulcerosa: pueden asociarse a la espondilitis anquilosante.
Articulaciones cartilaginosas (sínfisis del pubis, intervertebrales, esternales): osteítis en los huesos
lindantes al cartílago. Calcificación de ligamentos (por ejemplo, ligamento longitudinal anterior).
Articulaciones sinoviales (cadera, rodilla, manos): semeja AR con formación de pannus, destrucción
del cartílago y anquilosis ósea. Produce una sinovitis con menos necrosis e inflamación.
Signos radiológicos:
Compromiso sacroilíaco: presenta tres etapas: 1) etapa esclerótica: los bordes de la articulación
presentan aumento de la densidad, 2) ensanchamiento del espacio articular: irregularidad,
destrucción del cartílago, 3) puentes óseos a través de la articulación que llevan a la fusión. La
esclerosis puede desaparecer en la etapa final. La sínfisis del pubis puede mostrar la misma
evolución. Cambios bilaterales y simétricos. Ojo: en la AR la afectación sacroilíaca es tardía.
Vértebras lumbares: cuadratura de los cuerpos, osteítis en ángulos anteriores. El borde anterior
puede hacerse convexo por relleno perióstico.
Osificación de tejidos blandos: en columna vertebral (empieza en la lumbar). Sindesmofitos:
osificaciones de las fibras externas del anillo fibroso subsecuentes a una erosión; delgadas,
verticales y simétricas. Por último, columna en "caña de bambú": sindesmofitos extensos,
calcificación de los ligamentos espinales y paraespinales.
Periostitis en las inserciones tendinosas (tuberosidad isquiática, trocánter, calcáneo, etc.): lesión
inflamatoria de la entesis + formación ósea reactiva: "bigotes".
Subluxación de la articulación atlanto – axoidea (>2.5 mm). El sitio de la subluxación tiene
aumento de la densidad ósea (a diferencia de la AR).
Articulación témporo – mandibular: estrechamiento del espacio articular, erosiones, osteofitos,
desmineralización, etc.
Articulaciones periféricas: (hombros, rodillas, manos, muñecas). Tumefacción periarticular,
desmineralización, quistes óseos, periostitis. El contorno de la articulación aparece desflecado por
proliferación perióstica en las erosiones (a diferencia de la AR).
En mujeres: aumenta la incidencia de anormalidades cervicales, sacroileítis, osteítis pubiana severa.
Diagnóstico diferencial:
Reiter.
Hipoparatiroidismo.
Hiperostosis esquelética difusa idiopática (DISH).
Osteítis condensante del ilíaco.
Artritis infecciosas.
Enfermedad de Reiter: Ojo: no duele!!
Complejo patológico idiopático y recidivante precedido por diarrea o contacto sexual:
Artritis.
Uretritis.
Conjuntivitis.
Lesiones mucocutáneas.
Signos radiológicos: pueden ser similares a la AR, espondilitis anquilosante, psoriasis. Tiene valor
la clínica. Hombres, 40 años. Más frecuente en rodillas, tobillos, pie (articulaciones que soportan
peso). Compromiso asimétrico.
Imágenes inespecíficas: tumefacción de partes blandas, desosificación periarticular, ensanchamiento
de los tendones rotuliano y de Aquiles.
Reacción perióstica: cuello de los metatarsianos, falanges, superficie inferior del calcáneo (espolón
algodonoso, a diferencia de los espolones idiopáticos, AR y espondilitis anquilosante).
Articulaciones periféricas: erosiones marginales, desosificación periarticular, pérdida del espacio
articular.
Sacroilíacas: erosiones, ensanchamiento e irregularidad, esclerosis periarticular (a diferencia de la
espondilitis anquilosante y psoriasis).
Columna vertebral: cambios mínimos, calcificación de tejidos paravertebrales. Un espolón solitario,
aislado y grande en el área lumbar, que une dos centros.
En resumen:
Edema del tendón de Aquiles.
Reacción perióstica adyacente a las pequeñas articulaciones del pie, tobillo y calcáneo.
Espolón y periostitis del calcáneo.
"AR" en hombres con afectación predominante en pies.
Sacroileítis sin participación prominente de la columna vertebral.
Artritis psoriásica:
Signos clínicos: tres grupos de artropatía psoriásica: 1) artralgias sin erosiones, 2) artrosis sin
relación con la psoriasis, 3) artritis erosiva por psoriasis o AR concomitante (pueden coexistir). Ojo:
duele!!
Signos radiológicos:
Manos y pies: destrucción asimétrica de las articulaciones interfalángicas distales sin
desosificación.
Sacroilíacas: compromiso simétrico o asimétrico. Puede haber EA concomitante.
Columna vertebral cervical y dorsal: sindesmofitos, calcificación de partes blandas paravertebrales,
no se presenta cuadratura vertebral.
La destrucción ósea es mayor que en otras enfermedades. En casos extremos, la absorción puede
originar mutilaciones y telescopado. En el 28% de los pacientes con artritis psoriásica del pie puede
haber "falange de marfil" sin anormalidades articulares, asociada a enfermedad ungueal del mismo
dedo.
En resumen: Destrucción asimétrica de las articulaciones interfalángicas distales sin
desosificación.
Artritis gotosa:
Antiguamente llamada podagra (pous: pie, agra: ataque). Clínica: hombres, mayores de 40 años,
con hiperuricemia (primaria: error congénito del metabolismo; secundaria: consecuencia de otras
enfermedades). Evoluciona en cuatro estadíos:
1) Hiperuricemia asintomática: la presencia de urolitiasis o de ataques de gota marca el final de este
período.
2) Artritis gotosa aguda: usualmente mono u oligoarticular. Localizaciones: predilección por la
primera articulación metatarso – falángica e intertarsiana (75-90%). Tobillos, rodillas.
Interfalángicas, metacarpofalángicas, rodillas y codos: en pacientes con enfermedad de larga
duración.
3) Intervalo: período asintomático entre ataques. Con el tiempo los ataques son más frecuentes, más
poliarticulares y duran más.
4) Gota tofácea crónica: no tan frecuente en la actualidad. Tiempo de aparición: aproximadamente
12 años. En:
Hueso sinovial y subcondral.
Hélix de la oreja.
Tendones y tejido subcutáneo del codo, mano, pie, rodilla y antebrazo.
Pueden producirse ulceraciones de la piel con extrusión del material del tofo.
Secuencia de alteraciones patológicas:
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Radiología:
1. Ataque agudo: engrosamiento de partes blandas.
2. Gota crónica:
Partes blandas: el depósito de uratos se acompaña de prominencia asimétrica o excéntrica de los
tejidos blandos. Ojo!!: La calcificación del tofo es un hallazgo inusual y puede reflejar una
alteración en el metabolismo del calcio.
Espacio articular: preservado hasta que el curso de la enfermedad es avanzado. Característico:
espacio articular normal en una articulación con erosiones extensas. En estadíos tardíos la
disminución del espacio articular es uniforme, similar a la AR.
Osteopenia: moderada.
Erosiones óseas: pueden ser
Intrarticulares: comienzan en el margen y progresan hacia el centro de la articulación.
Pararticulares: excéntricas, por debajo de los nódulos de partes blandas.
Las erosiones son redondas u ovales, orientadas en el eje longitudinal del hueso. Pueden tener
reborde esclerótico. Las lesiones quísticas subcondrales pueden tener comunicación con la cavidad
articular. Un borde sobre elevado se extiende desde la erosión hacia los tejidos blandos,
aparentemente cubriendo al tofo. No es patognomónico, pero si fuertemente sugestivo de gota.
Cambios proliferativos: ensanchamiento de las diáfisis y de los extremos óseos "en champignon".
La artrosis secundaria produce esclerosis y osteofitos. Puede haber subluxación.
Condrocalcinosis:
Calcificación del cartílago. Puede ser:
Primaria: idiopática.
Secundaria: hemocromatosis, diabetes, hiperparatiroidismo, Paget.
La causa más frecuente de condrocalcinosis es la enfermedad por depósito de cristales de
pirofosfato de calcio.
Formas clínicas:
Pseudogota: síndrome de tipo gotoso caracterizado por la presencia de cristales de pirofosfato de
calcio en el líquido de punción de las articulaciones afectadas. Igual frecuencia en hombres y
mujeres, mayores de 40 años. Dolor, febrícula, crisis parecida a la gota, con o sin factores
desencadenantes. Puede acompañarse de diabetes, hipertensión, etc. Laboratorio: calcio, fósforo,
fosfatasa alcalina y ácido úrico normales.
Pseudoreumatoidea.
Pseudoartrósica.
Radiología:
Calcificaciones cartilaginosas uni o bilaterales con calcificación del menisco interno de la rodilla.
Calcificación del ligamento triangular del carpo.
Calcificación de la sínfisis pubiana.
Calcificación de tendones, bolsas y del pabellón auricular.
Calcificación del anillo fibroso de los discos intervertebrales.
Estrechamiento del espacio articular, eburnación subcondral, quistes subcondrales (similares a la
artrosis). En metacarpofalángicas, radiocarpianas, escafoidea – trapezoidal (sin rizartrosis).
Localizaciones:
Rodillas: 75%.
Meniscos: 73%.
Metacarpo - falángicas: 59%.
Diagnóstico diferencial:
GOTA PSEUDOGOTA
Hemocromatosis:
Depósito de hierro en diversos órganos parenquimatosos que provoca su fallo funcional. Los más
constantes son hígado y páncreas, la piel está hiperpigmentada (diabetes bronceada), hay
hipogonadismo, hipertensión arterial, e insuficiencia cardíaca. Hipersideremia superior a 200
microgramos/100 ml. Más frecuente en hombres, mayores de 40 años, con alcoholismo crónico y
desnutrición, cirrosis, infecciones recurrentes, artralgias, y condrocalcinosis en más del 60% de los
casos.
Radiología:
En cabeza del 3º y 4º metacarpiano, carpo, interfalángicas proximales.
Quistes subcondrales con un fino reborde esclerótico.
Estrechamiento del espacio articular.
Erosiones en las superficies articulares.
Osteofitos.
Osteopenia generalizada.
Puede progresar a rodillas y caderas.
Condrocalcinosis en meniscos, muñeca, codo, cadera, hombro, sínfisis pubiana.
Ocronosis:
Es un trastorno raro del metabolismo de la fenilalanina y tirosina con eliminación urinaria de ácido
homogentisínico, que produce una orina color pardo oscuro (alcaptonuria), y depósito de pigmentos
negros en cartílagos y tejidos blandos (ocronosis).
Radiología: simula artrosis en pacientes jóvenes.
Calcificación de discos intervertebrales.
Osteofitosis de las vértebras adyacentes.
Estrechamiento del espacio intervertebral.
Calcificación punteada de las partes blandas prevertebrales.
Cambios degenerativos en la articulación del hombro.
Calcificación del cartílago articular.
Hemofilia:
Discrasia sanguínea hereditaria. Hemorragias en rodillas, codos y tobillos.
Radiología:
1) Hemorragia intrarticular: complicación común. En primer término se observa prominencia de
partes blandas. La sangre puede reabsorberse o producir hipertrofia vellosa de la sinovial, con
erosión del cartílago, disminución del espacio articular, y quistes subcondrales múltiples.
Finalmente, se produce esclerosis del hueso yuxtarticular.
Osteofitos.
Calcificación de partes blandas.
Ensanchamiento de la escotadura intercondílea femoral.
Fusión epifisaria asimétrica y prematura en varones, con deformidades óseas (radio, fémur y tibia
proximal).
Osteopenia difusa.
Cuadratura de la rótula.
Quistes subcondrales rodeados por un reborde esclerótico.
Desviación de la articulación tibio – astragalina.
Coxa valga bilateral.
Contracturas.
2) Hemorragia intraósea: lesión lítica con esclerosis marginal.
3) Hemorragia subperióstica: estratificación perióstica paralela a un hueso largo, formando un
manguito. En pelvis y fémur.
Artropatía neurotrófica (Articulación de Charcot):
Se asocia a sífilis del sistema nervioso central, diabetes, siringomielia, espina bífida, alcoholismo,
etc. Produce tumefacción, debilidad e inestabilidad. Faltan los reflejos profundos. Evoluciona por
meses y años sin dolor. Los cambios productivos son secundarios a una articulación insensible, que
generalmente soporta peso.
Tabes:
• Rodillas.
• Caderas.
• Tobillos.
• Tarso.
Siringomielia:
Miembros superiores.
Diabetes:
Manos.
Pies.
Anatomía patológica:
Pérdida de la sensibilidad.
Relajación de ligamentos con o sin subluxación.
Destrucción del cartílago.
Esclerosis ósea.
Producción ósea periarticular y paraostal.
Fracturas y atrofia.
Radiología:
Fracturas.
Estrechamiento de la luz articular.
Osteofitos.
Esclerosis subcondral.
Cuerpos sueltos en el interior de la articulación.
Calcificaciones de partes blandas (por fragmentación ósea o formación de hueso nuevo).
Condromatosis sinovial:
Es una metaplasia cartilaginosa del tejido conectivo sinovial.
Clínica: más frecuente en hombres, entre la tercera y quinta década de la vida.
Localización: rodilla, cadera, codo, tobillo y hombro.
Radiología: calcificaciones amorfas múltiples que rodean la cápsula articular. Pueden presentarse
cuerpos cartilaginosos sueltos.
Sinovitis velloso nodular pigmentada:
Se caracteriza por hiperplasia vellosa nodular de la sinovial con invasión del hueso subcondral y
producción de quistes. Su etiología es desconocida.
Clínica: más frecuente en hombres. Monoarticular, prevalece en miembros inferiores. Dolor,
tumefacción intermitente. Articulación rígida con derrame, sin antecedentes de traumatismo.
Radiología:
Tumefacción de partes blandas.
Invasión ósea o atrofia por compresión.
Erosión del hueso subcondral: áreas quísticas (únicas o múltiples, grandes o pequeñas) con reborde
esclerótico.
Aumenta la densidad ósea de la articulación por depósito de hemosiderina.
Osteítis condensante ilíaca:
Mujeres en edad reproductiva, asintomática. Densidad aumentada en la porción ilíaca de la
articulación, especialmente en la región inferior. Habitualmente es bilateral y puede resolver en 3 a
20 años.
ARTROPATÍA DEGENERATIVA EXTRAESPINAL:
No existe terminología o sistema de clasificación para la artropatía degenerativa que se acepte
universalmente. Originalmente, el término "artritis deformante" describía tanto a la artritis
degenerativa como a la artritis reumatoidea, pero como la deformidad articular puede acompañar a
muchos procesos diferentes, esta designación no es apropiada. El término artrosis deformante que
se introdujo más recientemente y todavía usan algunos escritores europeos, padece las mismas
limitaciones. En la actualidad, las designaciones más comunes son artritis degenerativa, artrosis
degenerativa, enfermedad articular degenerativa, osteoartritis, y osteoartrosis.
"Enfermedad articular degenerativa" es la mejor forma de describir las alteraciones degenerativas
en cualquier tipo de articulación. Estas alteraciones pueden aparecer en articulaciones sinoviales
fibrosas o cartilaginosas. Los términos osteoartrosis y osteoartritis se reservan para la enfermedad
degenerativa de las articulaciones sinoviales. Aunque en la mayoría de estas articulaciones, los
cambios inflamatorios no son pronunciados (y por consiguiente el sufijo "osis" parece más
apropiado que "itis"), en los Estados Unidos el término osteoartritis se usa en lugar de osteoartrosis.
Además, osteoartritis es la descripción más exacta en esas situaciones en que anormalidades
inflamatorias sinoviales significativas acompañan a la enfermedad articular degenerativa.
Tradicionalmente, la enfermedad articular degenerativa ha sido clasificada en primaria (idiopática)
y secundaria. La enfermedad articular degenerativa primaria se ha considerado como un proceso en
que la degeneración articular ocurre en ausencia de cualquier anormalidad subyacente obvia,
mientras que la enfermedad articular degenerativa secundaria se ha considerado como degeneración
articular que se produce por las alteraciones de una patología preexistente.
Esta división en primaria y secundaria es poco acertada. La evaluación cuidadosa de muchos
ejemplos de enfermedad articular degenerativa primaria descubrirá un poco de desviación mecánica
en la articulación afectada, que ha llevado a la degeneración articular secundaria. Como ejemplos
podemos mencionar a ciertas enfermedades infantiles como la displasia del desarrollo de la cadera y
la epifisiolisis femoral que, cuando leves, pasan desapercibidas fácilmente y pueden llevar a
osteoartritis de la cadera. Por consiguiente, parece que la enfermedad articular degenerativa
primaria no existe de verdad, y el uso de semejante designación sólo subraya nuestras capacidades
de diagnóstico limitadas.
Mitchell y Cruess han sugerido un sistema de clasificación interesante para la enfermedad articular
degenerativa. Estos autores reconocen que la degeneración articular puede ser el resultado de: 1)
una concentración anormal de fuerzas sobre una articulación con matriz cartilaginosa articular
normal, o 2) una concentración normal de fuerzas sobre una articulación anormal (con alteraciones
cartilaginosas u óseas subcondrales). Eventualmente, claro, las anormalidades de fuerzas y de la
estructura articular aparecerán juntas. Esta clasificación es útil porque pone énfasis en que hay
muchas causas potenciales de enfermedad articular degenerativa secundaria y que estas causas
pueden llevar a la degeneración articular aumentando la cantidad de tensión en las estructuras
cartilaginosas y óseas, o afectando al cartílago o al hueso subcondral directamente.
Correlación radiográfica - patológica:
Articulaciones sinoviales
Existe gran similitud entre los cambios articulares del proceso de envejecimiento que no están
asociados con manifestaciones clínicas, y aquellos de la enfermedad articular degenerativa que
pueden producir síntomas y signos significativos. De hecho, las lesiones articulares avanzadas de
envejecimiento se unen imperceptiblemente con las alteraciones de la enfermedad articular
degenerativa. En el envejecimiento predominan las anormalidades cartilaginosas, aunque pueden
verse cambios discretos en el hueso subcondral, membrana sinovial, meniscos, ligamentos y
tendones; en la enfermedad articular degenerativa las anormalidades cartilaginosas y óseas son
prominentes, y en otras estructuras intra-articulares y periarticulares pueden hacerse evidentes
alteraciones considerables.
A pesar del concepto de que el desgaste excesivo inicia la degeneración articular en las áreas que
soportan presión, también es importante reconocer que los cambios son comunes en los segmentos
de la articulación que no están sometidos a presión. Tanto el exceso como la disminución de la
presión son perjudiciales para el cartílago. En circunstancias normales, el cartílago deriva su
nutrición de dos fuentes: la intrusión y extrusión intermitente de líquido sinovial que ocurre durante
los períodos alternos de presión y descanso; y los vasos en el hueso subcondral que permiten al
material pasar a la capa basal de cartílago, un proceso que aumenta con la función normal de la
articulación. Ambas fuentes se vuelven insuficientes en presencia de exceso o disminución de la
tensión, llevando a cambios degenerativos en la articulación.
En general, el tipo y la severidad de las anormalidades cartilaginosas y óseas son diferentes en los
segmentos con presión y sin presión de la articulación. De hecho, la naturaleza segmentaria de las
alteraciones es una característica importante de la enfermedad articular degenerativa, permitiendo
su diferenciación patológica y radiológica de otros desórdenes. Patológicamente, en el segmento
bajo presión se hacen evidentes el adelgazamiento progresivo y la denudación de la superficie
cartilaginosa. La invasión vascular, infracción, y necrosis de las trabéculas subcondrales producen
pérdida del espacio articular, esclerosis ósea, y formación de quistes, que se hacen aparentes en las
radiografías. Patológicamente, en el segmento no sometido a presión, la hipervascularidad evidente
de la médula ósea y del cartílago lleva a osteofitosis evidenciable en las radiografías. Estos
hallazgos enfatizan la ocurrencia simultánea de procesos destructivos y reparadores en esta
enfermedad. De hecho, el esfuerzo vigoroso y persistente de reparación, que no sólo se evidencia
por la formación de osteofitos sino también por la hipervascularidad, parece agravar la función ya
alterada de la articulación y debilitar al hueso subcondral.
Anormalidades cartilaginosas:
Cambios característicos en el cartílago articular acompañan a la enfermedad articular degenerativa.
En el examen patológico el cartílago afectado parece desteñido y adelgazado. Inicialmente, puede
permanecer liso, pero pronto se pone áspero o tosco. Se evidencian hendiduras irregulares y áreas
más grandes de erosión. Se ven úlceras de profundidad variable, algunas de las cuales tienen
suficiente profundidad para exponer el hueso subcondral. En el examen microscópico, la hinchazón
focal y fibrilación de la superficie cartilaginosa progresan al agrietamiento extenso de las capas
superficiales y profundas del cartílago. Aparecen áreas denudadas, destapando el hueso subcondral.
Eventualmente puede ser evidente la pérdida de segmentos enteros de la cubierta cartilaginosa.
La pérdida progresiva de cartílago, evidente en el examen patológico, produce un signo radiográfico
fundamental de enfermedad articular degenerativa: la disminución del espacio articular.
Característicamente, la pérdida del espacio de la articulación se localiza predominantemente en el
área de la articulación que ha estado sujeta a presión. En ciertos sitios, la disminución del espacio
articular puede ser más difusa; en la osteoartritis de las articulaciones interfalángicas o
metacarpofalángicas de la mano y del tobillo, la pérdida del espacio articular puede involucrar la
articulación entera. Un patrón similar es evidente en la articulación sacroilíaca. Con estas pocas
excepciones, sin embargo, la naturaleza focal de la destrucción cartilaginosa y la pérdida resultante
del espacio interóseo es lo que permite la diferenciación de la osteoartritis de los procesos como la
artritis reumatoidea, que lleva a alteraciones condrales difusas.
Anormalidades óseas subcondrales:
Una variedad de anormalidades óseas subcondrales acompañan a la enfermedad articular
degenerativa. Según Trueta y otros, pueden ser divididas en una fase destructiva (remodelado
regresivo) y una fase productiva (remodelado progresivo). Ambas fases ocurren simultáneamente,
aunque pueden ser evidentes en segmentos diferentes de la articulación. Las características de la
fase destructiva son la condensación ósea, formación de quistes, aplanamiento y deformidad, que
predominan en el segmento que soporta presión de la articulación; las características de la fase
productiva son osteofitos que predominan en el segmento que no soporta presión de la articulación.
Esclerosis:
Después de la pérdida del cartílago, el hueso subcondral revela grados variables de celularidad e
hipervascularidad. El desgaste continuo del hueso vascular lleva a su derrumbamiento. La esclerosis
ósea se hace evidente en las superficies estrechamente yuxtapuestas, aparentemente en relación con
la deposición de hueso nuevo en las trabéculas existentes y a la compresión trabecular y fractura
con formación de callo.
En el examen radiográfico, la esclerosis y la disminución del espacio articular están estrechamente
relacionadas. Generalmente, la pérdida del espacio articular está presente antes de que la esclerosis
sea significativa. Con la pérdida progresiva del espacio, la esclerosis se hace más prominente,
extendiéndose verticalmente hacia regiones más profundas del hueso subcondral y horizontalmente
a los segmentos óseos adyacentes. Aunque el área radiodensa resultante puede ser inicialmente
uniforme, eventualmente aparecen lesiones radiolucentes de tamaño variable, reflejando la
formación de quistes subcondrales.
Formación de quistes:
Los quistes son un hallazgo importante y prominente en la osteoartritis (así como en otras
enfermedades articulares).
Dentro del segmento bajo presión del hueso subcondral los espacios quísticos aparecen entre las
trabéculas engrosadas. Estos quistes normalmente son múltiples, de tamaño variable
(aproximadamente 2 a 20 mm de diámetro), y piriformes. Los quistes únicos o mayores de 20 mm
de diámetro son raros, aunque es posible la unión de varios quistes vecinos pequeños para formar
una lesión más grande, multiloculada.
En el examen radiográfico, los quistes aparecen en asociación con la pérdida del espacio articular y
la esclerosis ósea. La comunicación con el espacio articular puede o no ser identificable; cuando la
comunicación está presente, puede permitir al gas pasar de la articulación al quiste, creando un
pneumatoquiste, un hallazgo que es especialmente común en la articulación sacroilíaca. De vez en
cuando, pueden demostrarse lesiones radiolucentes lejos de la superficie articular, reflejando áreas
focales de osteoporosis en las que las trabéculas dispersas crean lesiones sin márgenes definidos.
La patogénesis de las lesiones quísticas en la enfermedad articular degenerativa ha recibido una
gran atención. Aunque todos los informes dan énfasis a la importancia de la presión concentrada o
estrés en el cartílago articular y en el hueso subcondral, se han propuesto dos teorías fundamentales
de patogénesis: la intrusión de líquido sinovial y la contusión ósea.
Resnick y colaboradores encontraron evidencia de que ambos mecanismos operaban juntos en la
patogénesis de las lesiones quísticas. Para apoyar la teoría de la intrusión de líquido sinovial, estos
investigadores notaron la presencia de comunicación frecuente entre la cavidad articular y las
lesiones quísticas subcondrales así como pedazos de cartílago articular en el interior del quiste; y,
para apoyar la teoría de la contusión ósea, observaron quistes ocasionales que estaban encerrados
por hueso, impidiendo la comunicación con la cavidad articular, y cartílago metaplásico dentro de
las paredes quísticas.
Aunque la patogénesis de los quistes subcondrales es controvertida, su ocurrencia en la enfermedad
articular degenerativa no lo es. En esta enfermedad, las lesiones quísticas crean áreas de
radiolucencia múltiples, de tamaño variable, en las superficies yuxtapuestas del hueso en los
segmentos de la articulación bajo presión, que deben diferenciarse de las lesiones radiolucentes
subcondrales que pueden acompañar a otros desórdenes. En la artritis reumatoidea, los quistes
ocurren inicialmente en las uniones condro-óseas como resultado de la erosión del hueso libre de
cartílago por el tejido sinovial inflamatorio o pannus, y se acompañan por la pérdida temprana del
espacio articular. Son frecuentemente múltiples, sin márgenes escleróticos, y se extienden
abarcando grandes segmentos de la superficie articular. En la pseudogota son características las
lesiones quísticas múltiples, grandes, y extendidas. Se parecen a los quistes de la enfermedad
articular degenerativa, ya que poseen márgenes escleróticos y se acompañan de pérdida del espacio
articular y de esclerosis ósea. En la pseudogota, sin embargo, los quistes son más grandes, más
numerosos, y frecuentemente asociados con la ruptura, derrumbamiento, y fragmentación de la
placa de hueso subcondral. En la osteonecrosis, los quistes aparecen dentro del segmento bajo
presión de la articulación en relación con la resorción osteoclástica de las trabéculas necróticas, con
reemplazo fibroso del hueso. El derrumbamiento de la placa de hueso subcondral con preservación
del espacio de la articulación es característico de la osteonecrosis.
La formación de quistes subcondrales de vez en cuando es una secuela de lesión ósea traumática,
aunque su mecanismo preciso no se conoce. Una lesión radiolucente de tamaño variable se hace
evidente algunos meses después del episodio traumático. La lesión, que normalmente se observa en
el tobillo, rodilla, o cadera, está bien delimitada por un margen de esclerosis ósea y puede
comunicar con la cavidad articular. Se parece a un quiste degenerativo, aunque su tamaño más
grande y la apariencia relativamente normal de la propia articulación son rasgos útiles para el
diagnóstico.
El ganglión intraóseo es otra lesión radiolucente subcondral que puede simular un quiste
degenerativo. Aunque hay debate con respecto a la existencia de esta lesión como una entidad que
pueda separarse de los quistes postraumáticos y degenerativos, muchos investigadores consideran
sus características radiográficas y patológicas como distintivas. Esta lesión, que normalmente se
encuentra en adultos de mediana edad, se caracteriza por el dolor discreto, localizado, y la ausencia
de una historia significativa de trauma. El ganglión generalmente es solitario, mide 0.6 a 6
centímetros, y se localiza en la epífisis de un hueso largo (particularmente el maléolo interno y la
cabeza femoral), un hueso carpiano, o en la región subarticular de un hueso plano (particularmente
el acetábulo). Un ganglión intraóseo normalmente es una lesión bien delimitada, lítica, circunscrita,
con un margen esclerótico que puede ser aparente en los segmentos que no soportan peso de una
articulación, y que puede o no mostrar comunicación con la articulación en el examen radiográfico
y patológico. Puede observarse una masa de tejido blando adyacente que representa un ganglión del
tejido blando. El gas puede estar presente dentro del componente de tejido óseo o blando del
ganglión, o en ambos.
Está claro que las características radiográficas y patológicas de los gangliones intraóseos y los
quistes degenerativos son similares, aunque pueden señalarse algunas diferencias. Las
características de un ganglión intraóseo que pueden ser distintivas incluyen su ocurrencia en las
áreas sin presión de la articulación, su asociación con una articulación adyacente relativamente
normal, su falta de comunicación con la articulación cercana, y su tamaño relativamente grande.
También deben distinguirse los quistes subcondrales de la enfermedad articular degenerativa de una
variedad de neoplasias primarias y secundarias del hueso. Éstas incluyen el condroblastoma (10 a
30 años, lesión solitaria), el tumor de células gigantes (20 a 40 años, lesión trabeculada excéntrica,
solitaria), y las metástasis esqueléticas (pacientes más viejos, únicas o múltiples, de apariencia
variable). En general, esta diferenciación no es difícil. Los rasgos típicos de los quistes
degenerativos como la multiplicidad, la distribución segmentaria, la esclerosis circundante, y una
articulación adyacente anormal son de gran ayuda diagnóstica.
Osteofitosis:
Los osteofitos son considerados por muchos médicos como la anormalidad más característica de la
enfermedad articular degenerativa. La designación de estas excrecencias como "marginales" es una
simplificación. Los osteofitos se desarrollan en las áreas de la articulación que están sometidas a
poca tensión; pueden ser marginales (periféricos), aunque pueden evidenciarse en lugares
adicionales que dependen del sitio articular específico de afectación y de las características
particulares de la degeneración en desarrollo. Típicamente, los osteofitos aparecen como una
respuesta reparadora del cartílago articular remanente por hipervascularización del hueso
subcondral, aunque también pueden desarrollarse del tejido perióstico o sinovial. Los rasgos de
conversión de cartílago a hueso en la osteoartritis se parecen a aquellos de la osificación
endocondral normal.
Osteofitos marginales:
En las porciones periféricas de las articulaciones afectadas por la enfermedad articular degenerativa,
en los sitios donde el cartílago articular es continuo con la membrana sinovial y con el periostio, se
desarrollan excrecencias. La vascularización de la médula ósea subcondral en esta región produce
calcificación del cartílago adyacente y estimula la osificación endocondral. La excrecencia en
desarrollo se extiende en el espacio articular libre, a través del camino de menor resistencia.
Generalmente contiene trabéculas esponjosas y médula grasa y está cubierta con cartílago articular.
A medida que crece, deja atrás remanentes del cartílago original calcificado como un indicador de la
ubicación de la superficie articular original. Estos remanentes no sólo pueden identificarse
histológicamente sino también radiográficamente como una zona de densidad aumentada.
Eventualmente, el hueso esponjoso dentro del osteofito puede hacerse continuo con el hueso
esponjoso subcondral adyacente.
Radiográficamente, los osteofitos marginales aparecen como labios de hueso nuevo alrededor de los
bordes de la articulación. Pueden ser lisos, porosos, u ondulados y su tamaño es variable. Las
excrecencias frecuentemente predominan en un lado de la articulación. Los osteofitos marginales se
desarrollan inicialmente en áreas de la articulación relativamente normales y no se asocian con
esclerosis adyacente significativa o formación de quistes; la pérdida del espacio articular, esclerosis,
y quistes subcondrales son características de los segmentos que soportan presión de la articulación.
Diagnóstico diferencial: osteocondromas (típicamente se ven en la metáfisis de pacientes jóvenes).
Osteofitos centrales:
La aparición de excrecencias óseas en las porciones centrales o internas del espacio articular es una
manifestación bien reconocida de osteoartritis. Su patogénesis es similar a la de la osteofitosis
marginal. En las áreas centrales en las que todavía existen remanentes de cartílago articular, la
hipervascularidad del hueso subcondral estimula la osificación endocondral. Las excrecencias
resultantes (que son muy prominentes en la cadera y la rodilla) son como botones o planas, y a
menudo sus bases se demarcan por los remanentes del cartílago calcificado original .
Los osteofitos centrales frecuentemente llevan a un contorno articular abollado en el examen
radiográfico. Las excrecencias pequeñas pueden interpretarse mal como cuerpos óseos intra-
articulares (sueltos) o calcificación del cartílago (condrocalcinosis). La presencia de continuidad
entre el osteofito y el hueso subyacente, y de osificación en lugar de calcificación debe permitir el
análisis correcto de las radiografías.
Osteofitos periósticos y sinoviales:
En ciertas articulaciones, el hueso puede desarrollarse del periostio o de la membrana sinovial. Este
fenómeno es muy característico en el cuello femoral donde es denominado "contrafuerte". En la
osteoartrosis de la articulación de la cadera, el contrafuerte predomina en la cara interna del cuello
femoral, quizás relacionado con los cambios en la tensión mecánica de la articulación. Estos
cambios pueden llevar a microfracturas, estimulando al tejido sinovial con la aposición subsecuente
de hueso. En las radiografías, una línea radiodensa de espesor variable se extiende a lo largo de una
parte o del cuello femoral entero. Las excrecencias asociadas pueden proyectarse
circunferencialmente, produciendo una línea radiodensa a través del cuello que simula una fractura.
El contrafuerte normalmente se observa en la osteoartritis, aunque también puede verse en la
osteonecrosis, displasia de desarrollo de la cadera, artritis reumatoidea, y espondilitis anquilosante,
e incluso con un osteoma osteoide adyacente.
Osteofitos capsulares:
Los osteofitos que acompañan a la enfermedad articular degenerativa pueden desarrollarse en el
sitio de inserción ósea de la cápsula articular (y de los ligamentos articulares). Este fenómeno es
particularmente característico en las articulaciones interfalángicas en las que la tracción capsular
puede llevar a excrecencias de tamaño considerable. En estos sitios, las excrecencias resultantes se
extienden proximalmente, pareciéndose a las alas de una gaviota (signo de la gaviota). Los
osteofitos también pueden desarrollarse donde los ligamentos intra-articulares se unen al hueso (por
ejemplo, ligamentos cruzados de la rodilla.)
Osteonecrosis:
La osteonecrosis que complica la osteoartritis normalmente no puede descubrirse en el examen
radiográfico. La esclerosis ósea y la formación de quistes relacionadas con el proceso degenerativo
disimulan las anormalidades de la necrosis ósea. Además, el aplanamiento y el colapso pueden estar
presentes en la osteoartritis sin indicar la presencia de osteonecrosis significativa.
Anomalías de la membrana sinovial:
En la osteoartritis, pueden encontrarse derrames sinoviales en el examen clínico y radiológico.
Generalmente son de pequeño volumen a menos que ocurran después de un episodio traumático o
colapso óseo rápido. Los grandes derrames que ocurren en ausencia de trauma o de colapso óseo
deben estimular una investigación para excluir un proceso articular sobrepuesto, como infección o
enfermedad de por depósito de cristales. El análisis del líquido articular en los casos de osteoartritis
simple no indica ninguna anormalidad característica. La membrana sinovial está relativamente
respetada en la osteoartritis. Los cambios inflamatorios severos que generalmente están presente en
la membrana sinovial en la artritis reumatoidea y los desórdenes relacionados, no son evidentes en
la enfermedad articular degenerativa no complicada. La osteoporosis que se relaciona con la
hiperemia sinovial en los desórdenes inflamatorios de la membrana sinovial no es característica de
la osteoartritis. Al contrario, la osteosclerosis es la manifestación más común de esta última
enfermedad.
Anormalidades de otras estructuras articulares:
En ciertas articulaciones (rodilla, muñeca, esternoclavicular, acromioclavicular, y
temporomandibular), los discos fibrocartilaginosos o meniscos pueden mostrar considerable
degeneración, particularmente en las personas más viejas o después de un trauma significativo. La
hiperplasia, hipertrofia, y la degeneración celular dentro del fibrocartílago están asociadas a
desgarros microscópicos o macroscópicos. Los discos intra-articulares pueden revelar
fragmentación extensa e incluso desaparecer.
La degeneración y calcificación también pueden aparecer en el labrum fibrocartilaginoso de la
cadera y de la articulación glenohumeral. En algunos casos estos cambios ocurren en ausencia de
cualquier otra anormalidad articular, mientras que en otros casos, los hallazgos de la osteoartritis
son evidentes. Además, la calcificación de estas estructuras puede ser una manifestación de
pseudogota.
ARTROPATÍA DEGENERATIVA ESPINAL:
Por debajo del nivel de la segunda vértebra cervical, las vértebras están unidas por los discos
intervertebrales y una serie de articulaciones sinoviales (las articulaciones interapofisarias) entre los
arcos vertebrales. Además, existen conexiones ligamentosas anteriormente (el ligamento
longitudinal anterior, el ligamento longitudinal posterior) y posteriormente (el ligamento amarillo y
los ligamentos interespinosos, supraespinosos, e intertransversos.)
La porción central del disco intervertebral, el núcleo pulposo, es suave y gelatinosa en el
nacimiento, consistiendo principalmente en material mucoide. Gradualmente, la sustancia mucoide
es reemplazada por fibrocartílago. El anillo fibroso rodea al núcleo pulposo y contiene una zona
exterior de fibras de colágeno y una zona interna de fibrocartílago. Anteriormente, el anillo fibroso
se fija al platillo cartilaginoso, margen vertebral, y periostio del cuerpo vertebral, el último sitio de
inserción consiste en fibras fuertes, denominadas fibras de Sharpey. Los platillos cartilaginosos
están estrechamente aplicados a las depresiones centrales que están presente en las superficies
superiores e inferiores del cuerpo vertebral.
Las articulaciones interapofisarias existen entre las apófisis articulares de vértebras adyacentes.
Poseen una membrana sinovial, estructuras tipo menisco, y cápsulas articulares delgadas y sueltas.
El ligamento longitudinal anterior se extiende a lo largo de la superficie anterior de la columna
vertebral, adherido al borde del cuerpo vertebral; el ligamento longitudinal posterior se extiende a lo
largo del interior de la columna vertebral y es íntimo con las superficies posteriores de los cuerpos
vertebrales y discos intervertebrales. Los ligamentos adicionales son el ligamento amarillo
(conectando las láminas de vértebras adyacentes), el ligamento supraespinoso (conectando los
ápices de las apófisis espinosas), ligamentos interespinosos (conectando las apófisis espinosas
inmediatas), ligamentos intertransversos (conectando las apófisis transversas), y el ligamento de la
nuca (conectando la protuberancia occipital y la cresta occipital externa a la espina de la séptima
vértebra cervical.)
Cada una de estas articulaciones puede ser el sitio de enfermedad degenerativa espinal.
Articulaciones cartilaginosas:
Los componentes principales de las articulaciones cartilaginosas consisten en el núcleo pulposo, el
anillo fibroso, y el platillo cartilaginoso, íntimamente relacionados anatómicamente y
fisiológicamente. El metabolismo del disco intervertebral es principalmente anaerobio y depende de
la difusión de líquido de la médula de los cuerpos vertebrales o de los vasos circundantes a través
del anillo fibroso. Los cambios morfológicos en el hueso vertebral y platillo cartilaginoso que
ocurren con la edad pueden interferir con la nutrición del disco y producir uno o más procesos
degenerativos.
La edad produce deshidratación y pérdida de la elasticidad del disco intervertebral, particularmente
del núcleo pulposo. Este proceso ha sido denominado condrosis intervertebral, y cuando afecta a los
cuerpos vertebrales adyacentes, osteocondrosis intervertebral. Hasta cierto punto estos cambios son
fisiológicos y pueden ser identificados en la segunda década de la vida. Las causas no están
claramente definidas: el estrés de la postura erguida, factores congénitos, patologías concomitantes,
etc.
En un estadío precoz la alteración del núcleo pulposo se puede traducir radiológicamente por el
fenómeno del vacío, es decir, gas (nitrógeno) en el interior del núcleo, que puede extenderse al
anillo fibroso. El gas puede aumentar en extensión (por difusión desde el líquido extracelular) y
disminuir en flexión.
Al progresar se afecta más profundamente el anillo fibroso, con pérdida de la altura del espacio
discal y esclerosis ósea vecina, que puede acompañarse de herniación intraósea del material discal,
los llamados nódulos de Schmörl.
La enfermedad degenerativa espinal más obvia está asociada con la producción de hueso
(osteofitos), particularmente a lo largo de las caras anteriores y laterales de la columna vertebral.
Esta condición se ha descrito con una variedad de nombres, aunque espondilosis deformante es
actualmente la designación más popular y exacta.
Los osteofitos se desarrollan a varios milímetros del borde real de la vértebra, donde se unen el
cuerpo vertebral y el anillo cartilaginoso. El crecimiento óseo continuo lleva a colecciones óseas
irregulares que se extienden primero en una dirección horizontal y luego en una dirección vertical, y
que finalmente pueden puentear el espacio intervertebral. Los osteofitos pueden acompañarse por
excrecencias irregulares que cursan de la cara anterior del cuerpo vertebral (correspondiendo a
fibras ligamentosas que se extienden de la vértebra al ligamento longitudinal anterior suprayacente),
depósito óseo perióstico en la superficie vertebral anterior, y, en algunos casos, atrofia de la parte
anterior del cuerpo vertebral, creando espacios quísticos o excavaciones.
El tipo y severidad de las manifestaciones clínicas asociadas a la osteofitosis son difíciles de
delinear. Estas manifestaciones dependen del tamaño y situación de las exostosis y de su relación al
tejido blando y estructuras neurológicas adyacentes. Probablemente pueden atribuirse a la
osteofitosis espinal disfagia, rigidez, restricción del movimiento, e incluso dolor en algunos
pacientes. Son raros los déficit neurológicos producidos por la intrusión ósea en la médula espinal,
un hecho que incluso puede explicarse por la poca frecuencia de formación de osteofitos en la cara
posterior del cuerpo vertebral, aún en presencia de exostosis anteriores macizas. Posteriormente, el
ligamento longitudinal posterior posee inserciones fibrosas mayores con los discos intervertebrales
y sólo conexiones fibrosas menores con los cuerpos vertebrales. El desplazamiento discal posterior
que ciertamente puede asociarse con anormalidades neurológicas significativas no lleva a
estiramiento severo y tracción del ligamento longitudinal posterior y, por lo tanto, no está asociado
a osteofitosis prominente.
Artrosis uncovertebral:
Los cinco cuerpos vertebrales cervicales más bajos (C3 a C7) tienen crestas óseas que se extienden
a cada lado: las apófisis unciformes. Existe una articulación entre la apófisis superior del cuerpo
vertebral más bajo y la apófisis inferior del cuerpo vertebral superior, denominada articulación
uncovertebral o neurocentral. Luschka describió estas articulaciones con gran detalle, y por eso a
menudo se las llama articulaciones de Luschka. Son difíciles de clasificar según el tipo, ya que
tienen rasgos anatómicos de articulaciones cartilaginosas y sinoviales.
Con la degeneración creciente del tejido del disco intervertebral, hay pérdida progresiva de altura
del espacio del disco, y las protuberancias óseas de las articulaciones uncovertebrales se acercan
una a otra. Con el deterioro más extenso del disco, los procesos articulares se aprietan firmemente,
y la articulación degenera. Los osteofitos producen exostosis puntiagudas que agrandan la
superficie articular. Se proyectan desde el borde posterior del cuerpo vertebral en el espacio del
disco y en los neuroforámenes, donde comprimen las raíces nerviosas; en el foramen transverso
pueden comprimir la arteria vertebral. La disminución extensa de la altura del disco puede ocurrir
sólo anteriormente, produciendo un cambio en la alineación vertebral, con pérdida de la lordosis
normal. Como la columna media es el sitio más común de degeneración del disco, la flexión ocurre
a este nivel, con hiperextensión compensatoria en los niveles más altos.
El diagnóstico radiográfico de artrosis en las articulaciones de Luschka no es difícil. En las
proyecciones frontales son aparentes la apófisis unciforme redondeada y el espacio articular
estrechado. Pueden verse resultados similares en las radiografías oblicuas y laterales.
Articulaciones sinoviales:
Las apófisis articulares de la columna vertebral son un sitio frecuente de enfermedad articular
degenerativa. De hecho, después de los 50 o 60 años, las columnas de todas las personas
demostrarán por lo menos evidencias patológicas de tal enfermedad. Aunque puede afectarse
cualquier nivel, los cambios normalmente predominan en la columna cervical media y baja, torácica
superior y media, y lumbar baja. Los cambios degenerativos son inducidos por la tensión anormal
de la articulación, una situación que puede relacionarse con una variedad de procesos primarios,
incluso el trauma, cifosis y escoliosis.
Las características radiológicas y patológicas de la osteoartrosis de las apófisis articulares son
similares a aquéllas de la enfermedad degenerativa de otras articulaciones sinoviales. La fibrilación
y erosión del cartílago articular que progresa a la irregularidad y denudación parcial o completa de
la superficie cartilaginosa se acompaña por un estrechamiento del espacio articular perceptible
radiológicamente. Son frecuentes los osteofitos y la esclerosis ósea, y puede asociarse con cuerpos
óseos y cartilaginosos intrarticulares. Pueden encontrarse irritación e hiperplasia sinovial. La laxitud
capsular predispone a la mala alineación y subluxación de una vértebra sobre otra, un proceso que
ha sido denominado espondilolistesis degenerativa o pseudospondilolistesis. De vez en cuando,
sobre todo en la columna cervical, la anquilosis ósea intrarticular puede simular la apariencia de una
espondilitis anquilosante o de la artritis crónica juvenil. Los hallazgos concomitantes, como la
esclerosis ósea y los osteofitos, permiten el diagnóstico exacto.
La TC y la RM son ideales para delinear las alteraciones del tejido óseo y blando de la enfermedad
degenerativa de las apófisis articulares. Se muestran bien el estrechamiento del espacio interóseo, la
osteofitosis, la fragmentación del hueso, y la relación de la proliferación ósea con el canal espinal
central, los recesos laterales, y los forámenes nerviosos. La aparición de un fenómeno del vacío en
la articulación lleva a una colección radiolúcida arciforme entre las apófisis articulares. De vez en
cuando se observan prominencia del tejido blando adyacente y formación de una masa, que, en
algunos casos, se relaciona con un quiste sinovial. Tales quistes se han reportado en su mayoría
sobre las articulaciones interapofisarias entre la cuarta y quinta vértebra lumbar, donde pueden
producir una estructura quística bien definida con calcificación en la pared. Probablemente se
relacionan con la herniación de la sinovial a través de desgarros capsulares.
HIPEROSTOSIS ESQUELÉTICA DIFUSA IDIOPÁTICA (DISH):
Sinónimo: enfermedad de Forestier y Rotes Querol..
Se conoce con este nombre a una hiperostosis anquilosante de la columna, que debe cumplir tres
criterios radiográficos:
Presencia de calcificaciones ondulantes y osificación a lo largo de por lo menos cuatro vértebras
contiguas, con o sin osteofitos asociados.
Relativa conservación de la altura de los discos intervertebrales en las áreas afectadas y ausencia de
degeneración discal, incluyendo el fenómeno de vacío y la esclerosis marginal de los cuerpos
vertebrales.
Ausencia de anquilosis ósea en las articulaciones interapofisarias y de alteración de las sacroilíacas.
Clínica: es más frecuente en hombres, entre 45 y 85 años, con una media de 66 años. Presentan
rigidez y dolor de la columna en la región tóraco - lumbar, sobre todo por la mañana, con
agravamiento al sentarse o por el frío. Algunos pacientes pueden presentar disfagia cervical debido
a la existencia de osteofitos prominentes a ese nivel.
Radiología: los hallazgos radiográficos son típicos y están siempre presentes en la región dorsal (7º
a 11º).
Calcificación y osificación a lo largo de la cara ántero - lateral de los cuerpos vertebrales, que se
continúa a través de los espacios discales.
Contorno de la columna irregular y ondulado.
A nivel cervical bajo, lo más frecuente es la hiperostosis de la cortical en la cara anterior de los
cuerpos vertebrales. Puede asociarse osteofitosis posterior y calcificación del ligamento longitudinal
posterior.
Aumento de la densidad ósea y anquilosis.
En la pelvis, excrecencias óseas en los lugares de inserción ligamentosa y tendinosa.
Espolón del calcáneo, excrecencias óseas en la cara dorsal del cuboides, escafoides y astrágalo.
CALCIFICACIÓN Y OSIFICACIÓN DE LOS LIGAMENTOS ESPINALES
POSTERIORES:
La osificación del ligamento longitudinal posterior afecta más a hombres, entre la 5º y la 7º
décadas, puede ser asintomática o estar asociada a déficit neurológico y/o dolor. El aspecto
radiográfico es característico: una banda osificada de 1 a 5 mm en el margen posterior de los
cuerpos vertebrales a nivel de la columna cervical (columna torácica y lumbar, raro). Puede estar
separada de los cuerpos vertebrales por una delgada línea radiolúcida. El espacio discal está
preservado, aunque generalmente hay osteofitos anteriores.
DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL DE LA ARTICULACIÓN DOLOROSA:
Condición
Densidad Ósea
Erosiones
Quistes
Distribución
Producción Ósea
Artrosis
Normal
Sí, subcondrales.
No uniforme
Artritis Reumatoidea
Disminuida
Sí
Sí, sinoviales.
Uniforme
Bilateral; simétrica.
No
Artritis Psoriásica
Normal
Sí
No
Sí
Bilateral; asimétrica.
Sí
CPPD
Normal
No
Sí
Uniforme
Bilateral.
Espondilitis Anquilosante
Temprana: normal
Tardía: disminuida
Sí
No
Sí
Bilateral; simétrica.
Sí
DISH
Normal
No
No
No
Esporádica
OSTEOMIELITIS:
Los microorganismos llegan a los huesos por contigüidad desde los tejidos blandos infectados, a
través de heridas penetrantes y fracturas expuestas, o con el torrente sanguíneo. La osteomielitis
hematógena constituye una enfermedad que afecta de preferencia a lactantes y niños, sólo un
pequeño porcentaje se da en adultos. El agente infectante más común es el estafilococo aureus, pero
también ocupan un lugar importante los bacilos tuberculosos, los estreptococos, y las espiroquetas
de la sífilis. La osteomielitis puede ser:
• Piógena.
• Tuberculosa.
• Sifilítica.
• Micótica.
• Viral.
Osteomielitis piógena:
La más común es la de origen hematógeno, por estafilococo, secundaria a una infección cutánea. Su
apariencia está relacionada con la anatomía vascular que es distinta en los recién nacidos, en los
infantes y en los adultos:
año: depende de la aparición y desarrollo del centro epifisario de osificación. Durante la vida fetal
los vasos van de un extremo a otro del molde cartilaginoso. En esta etapa algunos vasos
metafisarios todavía pueden alcanzar la epífisis.
1- 16 años: depende del cierre del cartílago de crecimiento. Este actúa como barrera.
> 16 años: se restablecen las conexiones vasculares entre la metáfisis y la epífisis.
Signos clínicos: dolor y fiebre, 24 - 48 horas después de un traumatismo, o 10 días después de una
infección cutánea o del tracto respiratorio. En adultos los síntomas son más insidiosos y la
progresión más gradual.
Anatomía patológica: la infección en el hueso produce las mismas alteraciones que en otros tejidos,
es decir, hiperemia, edema, infiltración leucocitaria, necrosis y pus. La infección puede propagarse
por la médula ósea pero también puede permanecer localizada, según la virulencia del patógeno y la
resistencia del huésped. La infección puede abrirse paso hasta el periostio, irrumpiendo a través de
la corteza y propagándose por la diáfisis, o franquear el periostio e invadir los tejidos blandos.
Eventualmente el hueso se necrosa y el periostio estimulado forma capas sucesivas de hueso nuevo.
Esta reacción es más importante en recién nacidos y niños, porque el periostio se despega más
fácilmente del hueso. La artritis piógena aguda es una complicación usual de la osteomielitis en
lactantes y adultos, por propagación directa hasta el extremo distal del hueso y después al espacio
articular. Cuando el foco está lejos de la articulación también puede ocurrir artritis piógena por
siembra hematógena.
Las modificaciones reparadoras de la osteomielitis se inician 10 días después del comienzo del
cuadro:
1) Alteraciones en el hueso necrótico: el hueso muerto se resorbe por acción del tejido de
granulación formado en su superficie, formándose una cavidad. El hueso esponjoso suele resorberse
por completo; la corteza muerta, cuando es muy extensa, se desprende poco a poco del hueso vivo y
constituye un secuestro.
2) Neoformación ósea: en las porciones del periostio, del endostio y de la cortical que continúan
con vida se forma hueso nuevo. El periostio vivo que rodea al hueso muerto forma un involucro,
que poco a poco cobra densidad y espesor. La recurrencia de la infección provoca el depósito de
capas de hueso superpuestas, y en los sitios de periostio muerto se abren cloacas.
3) Alteraciones en el hueso vivo preexistente: el hueso en una región enferma de osteomielitis
activa desarrolla osteopenia, debido a la atrofia por desuso y a la reacción inflamatoria. Una vez que
la infección cede, la densidad vuelve a aumentar.
4) Absceso óseo localizado (Brodie): la formación de un absceso localizado en vez de una
osteomielitis difusa, comprende un proceso limitado que obedecería a la baja virulencia del agente
causal o a la elevada resistencia del huésped. Sólo se destruye un pequeño foco de hueso esponjoso
o cortical, que queda circunscrito por el hueso esclerótico circundante. El área destruida puede ser
reemplazada totalmente por tejido fibroso.
Signos radiológicos: el centellograma óseo acusa resultado positivo a las pocas horas de iniciados
los síntomas, y sus imágenes son más precoces que las alteraciones radiográficas.
La manifestación radiológica ósea inicial ocurre 5 a 14 días después del comienzo de los síntomas,
por lo general se requieren 10 días. La tumefacción de partes blandas aparece mucho antes (3 días)
que la destrucción ósea (Ojo: puede deberse a una celulitis primaria).
Tejidos blandos: 1) desplazamiento de los planos grasos; 2) tumefacción a nivel de la metáfisis; 3)
densificación de las partes blandas.
En la metáfisis la primera alteración consiste en una o varias lesiones osteolíticas (patrón moteado)
confluentes, que representan la resorción del hueso necrótico. (DD: Ewing, granuloma eosinófilo,
osteosarcoma atípico).
La propagación de la infección eleva el periostio, que deposita capas de hueso nuevo paralelas a la
diáfisis: en catáfila de cebolla, con montículos óseos. Involucro (3-6 semanas): el hueso nuevo se
extiende alrededor de la diáfisis.
Los contornos del involucro se tornan irregulares y ondulados, hasta que el hueso enfermo queda
rodeado por un denso manguito óseo, que se fusiona con el hueso sano.
Las soluciones de continuidad en el involucro (cloacas) se deben a necrosis perióstica focal y
permiten el drenaje de pus y pequeños secuestros.
Secuestros: porciones aisladas de hueso muerto (3-6 semanas).
A medida que ocurre la curación el hueso vivo va recuperando su densidad normal.
Las cavidades rellenas con tejido fibroso se ven como áreas de rarefacción ósea.
El sitio de infección muestra esclerosis, irregularidad y engrosamiento por mucho tiempo.
Osteomielitis crónica: clásicamente se distinguían tres etapas clínicas en la osteomielitis: aguda,
subaguda y crónica (más de tres meses). No existe separación clara entre ellas, ni se dan siempre en
todos los pacientes.
Formas radiológicas:
Forma hiperostosante y necrotizante: (rara) importante hiperostosis que puede obliterar la cavidad
medular. Engrosamiento cortical y reacción perióstica profusa acompañadas de lagunas que
contienen pus.
Absceso de Brodie: (raro) cavidad bien delimitada rodeada de condensación. La mitad de los casos
contiene múltiples secuestros. Puede haber reacción perióstica.
Osteomielitis esclerosante de Garré: condensación pura. Ensanchamiento fusiforme del hueso, sin
necrosis ni supuración, ni compromiso de partes blandas. Igual que el Brodie, se originaría por un
germen poco virulento.
Osteomielitis brucelósica:
La lesión no es muy dolorosa, y tampoco se destacan el calor local o la tumefacción. No hay
supuración.
Signos radiológicos: lesión osteolítica bien delimitada del hueso circundante, que presenta discreta
esclerosis. A veces tiene aspecto quístico y puede simular tumor benigno o displasia fibrosa.
Tuberculosis ósea:
Afecta casi siempre a las articulaciones, pero puede atacar en forma directa al hueso.
Signos clínicos: los síntomas no son significativos, si bien en ocasiones puede simular una infección
piógena. Las lesiones pueden existir durante muchos años, la intradermo - reacción en general es
positiva.
Signos radiográficos: puede afectar epífisis, metáfisis o diáfisis. Las localizaciones epifisarias y
metafisarias son más comunes en las infecciones secundarias a artritis tuberculosa. No respeta el
cartílago de crecimiento. Se pueden diferenciar dos formas:
Forma cavitaria: metafisaria. Laguna redondeada con variable reacción esclerótica periférica. Puede
insuflar. (DD: quiste simple, Brodie).
Espina ventosa: diafisaria. En los huesos tubulares cortos de manos y pies puede existir un
agrandamiento fusiforme de toda la diáfisis con ensanchamiento del conducto medular. En los
huesos largos afecta el tercio superior o inferior de la diáfisis. (DD: osteomielitis piógena, sífilis,
encondromas).
Los secuestros son menos frecuentes.
Hay reacción perióstica estratificada o compacta, pero discreta.
Los abscesos fríos de las partes blandas adyacentes pueden simular tumor óseo.
En resumen:
Las lesiones destructivas de la osteomielitis tuberculosa se asemejan a las de la osteomielitis
piógena pero con menor destrucción y menor esclerosis ósea.
Sífilis ósea:
Existen tres tipos:
• Sífilis congénita precoz: declarada en el momento de nacer o iniciada en los primeros meses
de vida, muchas veces con signos de sífilis secundaria.
• Sífilis congénita de aparición tardía: durante la niñez, la adolescencia o juventud, con
características de terciarismo.
• Sífilis adquirida, propia del adulto, sin lesiones esqueléticas hasta varios años después de la
infección primaria.
Una característica notable de la sífilis infantil es que toma muchos huesos en forma simétrica; en
casos graves casi todos los huesos están afectados.
Signos radiográficos de la sífilis infantil:
Las alteraciones ocurren en la diáfisis y la metáfisis, son raras en las epífisis.
Primer signo: banda ancha transversal densa e irregular en la metáfisis (hallazgo no específico).
Puede acompañarse de una banda radiolúcida por reabsorción ósea. La metáfisis se deforma en
medialuna.
A veces, metáfisis desflecadas como en el raquitismo.
Lagunas: en la cortical (signo de Wimberger) o en el centro de la diáfisis.
Reacción perióstica compacta o estratificada: a partir del tercer mes, especialmente en las caras
internas de las tibias. Se extiende a toda la diáfisis y se puede palpar.
Signos radiográficos de la sífilis tardía:
El hueso que enferma con mayor frecuencia es la tibia.
Engrosamiento cortical y reacción perióstica.
Proliferación del hueso endóstico que puede ocupar la cavidad medular.
Los gomas aparecen como pequeñas lagunas dentro de la diáfisis densa y engrosada.
Tibia en sable: engrosamiento de la mitad superior de la tibia.
Signos radiográficos de la sífilis adquirida:
Localización: huesos largos y cráneo.
Primer signo: reacción perióstica.
Neoformación y densa esclerosis ósea.
El depósito de hueso endóstico oblitera la cavidad medular.
Los gomas asientan en la corteza o en la esponjosa.
Cráneo: en regiones anteriores y laterales, afecta más la tabla externa. Al principio confluyen
múltiples áreas de destrucción y después se registra abundante proliferación del hueso circundante.
(Diagnóstico diferencial: leontiasis ósea, por ejemplo, en la displasia fibrosa).
La sífilis congénita tardía y la sífilis adquirida pueden ser indistinguibles.
OSTEOPATÍAS METABÓLICAS:
OSTEOPENIA:
Uno de los hallazgos más comunes de la radiología esquelética es la osteopenia es decir, el aumento
de la radiotransparencia del hueso. La causa más común de osteopenia es la osteoporosis. Pero hay
muchas enfermedades que causan osteopenia: la radiotransparencia no hace un diagnóstico
automático, se necesita una búsqueda de signos más específicos para identificar la patología
subyacente. Por ejemplo:
Osteomalacia: zonas de Looser.
Hiperparatiroidismo: reabsorción subperióstica.
Mieloma múltiple: lesiones líticas focales.
Es bastante difícil diagnosticar osteopenia en las radiografías simples. Debe haber una pérdida de
30-50 % de masa ósea antes de que se detecte en la radiografía. Otro problema con las placas
simples es que no hay un estándar con el que comparar el área sospechosa. Finalmente, las
diferencias en la técnica radiológica pueden alterar la percepción del radiólogo.
Diagnóstico diferencial de la osteopenia:
Osteoporosis idiopática.
Congénitas:
Osteogénesis imperfecta.
Tóxicas:
Alcoholismo.
Enfermedad hepática crónica.
Drogas:
Esteroides.
Heparina.
Deficiencias dietarias:
Escorbuto.
Malnutrición.
Deficiencia de calcio.
Endócrinas / metabólicas:
Seniles.
Posmenopáusica.
Embarazo.
Diabetes mellitus.
Hiperparatiroidismo.
Enfermedad de Cushing.
Acromegalia.
Hipogonadismo.
Osteoporosis senil y posmenopáusica:
Estas dos entidades son las causas más comunes de osteoporosis generalizada. La pérdida de masa
esquelética comienza en la cuarta década en las mujeres y en la quinta o sexta década en el hombre.
Se acelera en las mujeres después de la menopausia.
La pérdida del hueso se produce en la cortical y en la esponjosa. En la cortical el hueso puede
perderse en las superficies endóstica o subperióstica, o en la superficie de los canales haversianos.
La pérdida del hueso esponjoso ocurre preferencialmente en las trabéculas que soportan menos
estrés, mientras que las trabéculas primarias (verticales, que soportan peso) están respetadas.
La pérdida de masa ósea puede acompañarse por fracturas y dolor óseo. En la columna, estas
fracturas pueden tener distintas configuraciones: acuñamiento, vértebra plana, vértebra bicóncava.
La compresión significativa produce cifosis torácica. Las fracturas también pueden ocurrir en fémur
y húmero proximales, radio distal y costillas.
Osteoporosis regional:
Causas:
• Inmovilización, desuso.
• Síndrome de distrofia simpática refleja (atrofia de Sudeck).
• Osteoporosis regional transitoria:
• De la cadera.
• Migratoria.
Luego de un traumatismo, la región afectada puede pasar varias semanas con un yeso. La falta del
estrés normal sobre el hueso lleva a osteoporosis en el área de la injuria y distal a ella. La
osteoporosis es difusa, pero a veces se observa como una radiolucencia subcondral (pie, tobillo): es
un signo de buen pronóstico, ya que para desarrollar osteopenia el flujo sanguíneo debe estar intacto
(signo de Hunter – Hawkins).
La etiología del síndrome de distrofia simpática refleja no está clara. Se caracteriza por dolor,
alteraciones vasomotoras y cambios tróficos en la piel. Radiológicamente, la zona afectada tiene
osteoporosis regional y engrosamiento de partes blandas. La osteoporosis puede ser bastante
agresiva y severa, y se localiza en el hueso trabecular, cortical, subperióstico, endóstico o
subcondral. Algunos pacientes pueden presentar una significativa osteoporosis yuxtarticular. El
diagnóstico es clínico.
Osteoporosis transitoria de la cadera: es un proceso unilateral caracterizado por dolor articular,
cojera antiálgica, y limitación del movimiento de la cadera. El dolor comienza espontáneamente, sin
antecedentes de trauma o infección, dura algunas semanas y retrograda espontáneamente en 2 a 6
meses sin secuelas. Los pacientes son adultos jóvenes, es más común en hombres o mujeres
embarazadas en el tercer trimestre. Los hallazgos radiológicos incluyen osteoporosis periarticular, el
espacio articular es normal, y pueden ocurrir fracturas.
Osteoporosis regional migratoria: es una alteración idiopática caracterizada por dolor e hinchazón
de la articulación afectada, que puede ser la rodilla, el tobillo, el pie o la cadera. Se ve más
frecuentemente en hombres, en la 4º o 5º décadas. Los síntomas se desarrollan rápidamente, se
prolongan hasta 9 meses, y luego desaparecen. Entonces se afecta otra articulación. La naturaleza
migratoria de este desorden es lo que lo diferencia de la osteoporosis transitoria de la cadera.
Signos radiográficos de la osteoporosis:
La osteoporosis generalizada es muy prominente en el esqueleto axial, particularmente en la
columna vertebral, la pelvis, las costillas, y el esternón. Eventualmente, cambios menos extensos
pueden hacerse evidentes en los huesos tubulares largos y cortos del esqueleto apendicular. Las
alteraciones de la bóveda craneal normalmente son leves, aunque en algunos desórdenes, como el
hipertiroidismo y la enfermedad de Cushing, pueden ser impresionantes.
La osteoporosis se manifiesta radiográficamente como incremento de la radiolucidez del hueso,
anormalidades en la estructura trabecular, y adelgazamiento de la cortical; patológicamente la
osteoporosis lleva al adelgazamiento y dispersión de las trabéculas en la esponjosa y porosidad y
disminución del espesor de la corteza.
La columna:
El diagnóstico de osteoporosis de la columna se basa en los cambios en la radiolucidez, en el patrón
trabecular y en la forma de los cuerpos vertebrales.
Cambios en la radiolucidez:
La osteoporosis produce radiolucidez aumentada del hueso vertebral. Debe perderse
aproximadamente 30 a 80 por ciento del tejido del hueso antes de que una anormalidad reconocible
pueda descubrirse con la radiografía, por lo tanto, el diagnóstico radiográfico de la osteoporosis leve
o moderada es difícil. Con el incremento de la severidad, aparecen los cambios radiográficos
típicos: una radiolucidez relativa de la porción central de los cuerpos vertebrales, con una
radiodensidad del hueso subcondral de los márgenes superiores e inferiores de las vértebras.
Cambios en el patrón trabecular:
En la osteoporosis, se adelgazan las trabéculas individuales y algunas se pierden. Los cambios son
más prominentes en las trabéculas horizontales que en las trabéculas verticales. De hecho, la
acentuación relativa de las trabéculas verticales lleva a una estriación vertical radiodensa (barras)
que simula la apariencia de un hemangioma. Estos cambios típicos de la estructura trabecular en la
osteoporosis son diferentes de aquellos de la osteomalacia. En la osteomalacia, las trabéculas
individuales aparecen mal definidas o rugosas, produciendo un patrón esponjoso tosco. En algunos
casos de osteomalacia, la densidad del hueso aumenta. La esclerosis de los platillos vertebrales, que
se ve también en la osteodistrofia renal (columna en "jersey raído"), no es un rasgo de la
osteoporosis.
Cambios en la forma de los cuerpos vertebrales:
Los bordes posteriores y anteriores de un cuerpo vertebral individual no son idénticos. Esta
diferencia normal en la altura no debe malinterpretarse como una compresión o deformidad en
forma de cuña. Los bordes posteriores de las vértebras torácicas miden a menudo 1 a 3 mm más que
los bordes anteriores, una diferencia causada por una prominencia anterior a la faceta de la costilla
superior. Si la prominencia normal de la superficie posterior del cuerpo vertebral se tiene en cuenta,
una diferencia en la altura vertical de 4 mm o más entre las superficies anterior y posterior puede ser
considerada una verdadera compresión vertebral; si esta prominencia normal no se usa en la
medida, una diferencia de 2 mm o más en la altura vertical es indicativa de anormalidad.
Se han identificado diferentes alteraciones de la forma vertebral: vértebras en forma de cuña, con un
borde anterior reducido pero el borde posterior normal; y compresión en la porción central del
cuerpo vertebral, en las porciones anterior y central del cuerpo vertebral, o en las porciones anterior,
central y posterior del cuerpo vertebral. Si el grado de condensación es severo y uniforme, se
produce la vértebra plana. En la osteoporosis, cualquiera o todas estas deformidades pueden ser
evidentes.
1. Acuñamiento y vértebra plana:
El acuñamiento y la compresión en la osteoporosis indican una fractura del cuerpo vertebral. El
modelo particular de alteración de la forma es influenciado por el segmento espinal específico
afectado, el tipo y la cantidad de tensión puestos en la columna, y el grado de osteoporosis. Por
ejemplo, los cuerpos vertebrales en forma de cuña son particularmente comunes en la región
torácica, aunque los cuerpos vertebrales aplanados también son evidentes en esta región.
2. Vértebras de pescado:
La concavidad aumentada de los cuerpos vertebrales en la osteoporosis produce la vértebra de
pescado típica.
Las deformidades bicóncavas de los cuerpos vertebrales son características de los desórdenes en los
que hay debilitamiento difuso del hueso. Uno de estos desórdenes es la osteoporosis, aunque pueden
verse anormalidades similares en la osteomalacia, la enfermedad de Paget, el hiperparatiroidismo, y
las neoplasias. En todas estas enfermedades, la deformidad ósea es el resultado de la presión
expansiva de los discos intervertebrales adyacentes. Esta presión produce indentaciones arciformes
en el contorno óseo. Normalmente, estas indentaciones ocurren en los márgenes superior e inferior
de los cuerpos vertebrales, aunque la magnitud de la afectación puede no ser idéntica en los dos
márgenes. Las vértebras de pescado son particularmente comunes en la columna torácica baja y
lumbar superior.
El "arco de Cupido" es un nombre aplicado a una concavidad normal en la superficie inferior del
tercer, cuarto, y quinto cuerpos vertebrales lumbares que puede parecerse a las vértebras de
pescado. En las placas de frente, las concavidades parasagitales en la superficie inferior de las
vértebras se parecen a un arco apuntando hacia arriba, con las apófisis espinosas representando las
flechas. En las vistas laterales, estas depresiones vertebrales se localizan posteriormente. Con la TC,
las imágenes revelan dos áreas redondas de radiolucidez, denominadas "los ojos del búho" en las
regiones posteriores del cuerpo vertebral, encima de la unión discovertebral. El arco de Cupido se
observa también con la RMN. Su causa no se conoce, aunque puede relacionarse con la expansión
producida por la turgencia del núcleo pulposo. Este contorno es más frecuente en los hombres que
en las mujeres y en las personas altas.
3. Nódulos cartilaginosos de Schmörl:
Además del acuñamiento, la compresión y las vértebras de pescado, otro defecto del contorno puede
verse en muchos desórdenes metabólicos, incluida la osteoporosis, que puede atribuirse al
desplazamiento de una porción del disco intervertebral dentro del cuerpo vertebral: los nódulos de
Schmörl, que ocurren luego de la rotura del platillo cartilaginoso. Esta rotura puede producirse por
una anormalidad intrínseca del propio platillo o por las alteraciones en el hueso subcondral del
cuerpo vertebral. El hueso subcondral puede alterarse por numerosos procesos locales y sistémicos.
Cualquiera sea la causa del daño al platillo cartilaginoso o al hueso subcondral, o a ambas
estructuras, se crea un área debilitada que ya no puede resistir la presión expansiva del núcleo
pulposo adyacente. Como esta presión es superior en los jóvenes debido a la mayor turgencia del
núcleo, la formación de nódulos cartilaginosos en ellos puede ser rápida. En las personas más
viejas, esta turgencia disminuye debido a la pérdida de líquido del núcleo pulposo, y el
desplazamiento ocurre más gradualmente.
Este esquema patogénico explica la aparición de nódulos cartilaginosos en diversos procesos óseos
como la osteoporosis, osteomalacia, la enfermedad de Paget, el hiperparatiroidismo, la infección, y
las neoplasias; y procesos cartilaginosos como la enfermedad degenerativa del disco, la infección, y
la cifosis juvenil (enfermedad de Scheuermann). La habilidad de descubrir los nódulos
cartilaginosos en las radiografías depende de varios factores, incluido el tamaño del paciente, la
calidad de las radiografías, la situación y el tamaño de los nódulos cartilaginosos, y el grado de
esclerosis periférica del hueso.
Porción proximal del fémur:
En esta región, pueden identificarse cinco grupos anatómicos de trabéculas:
1. Grupo de compresión principal: Este grupo comprende las trabéculas de compresión más
importantes que se extiende de la corteza medial del cuello femoral a la porción superior de la
cabeza femoral en líneas radiales ligeramente curvas. Contiene las trabéculas más gruesas y más
condensadas de la región.
2. Grupo de compresión secundario: Estas trabéculas nacen del córtex medial de la diáfisis debajo
del grupo de compresión principal. Se curvan hacia arriba y lateralmente hacia el trocánter mayor y
la porción superior del cuello femoral. Son delgadas y están ampliamente espaciadas.
3. Grupo del trocánter mayor: compuesto por trabéculas delgadas y mal definidas que nacen
lateralmente por debajo del trocánter mayor y terminan en su superficie superior.
4. Grupo de tensión principal: trabéculas gruesas que van desde la corteza lateral debajo del
trocánter mayor hasta la porción inferior del cuello femoral.
5. Grupo de tensión secundario: desde la cara lateral del córtex por debajo del grupo principal hasta
la mitad del cuello femoral.
Triángulo de Ward: es un área de trabéculas más laxas, delimitada por los demás grupos
trabeculares.
El índice acetabular o de Kleinberg y Lieberman se determina por el ángulo formado por la línea Y
y una línea que pase por la parte más profunda de la cavidad acetabular a nivel de la línea Y (borde
del componente ilíaco de la superficie articular), hasta el borde lateral del techo del acetábulo
(Figura 3 y 4). El ángulo acetabular es un parámetro útil para medir el desarrollo del techo óseo del
acetábulo, siendo el promedio normal en neonatos 27.5 grados (límite superior normal de 30
grados) y disminuyendo rápidamente en los tres primeros años de vida, aceptándose hasta 25 grados
en el menor entre uno y tres años de edad, e igual o menor a 20 grados desde los tres años en
adelante. Desde los tres años hasta la edad adulta, la inclinación acetabular media disminuye solo 5
grados aproximadamente. No es posible hacer el diagnóstico de displasia en base exclusivamente a
este índice y en una medición aislada, debido a una variación considerable en sus límites.
Posteriormente se traza una línea vertical descendente desde el borde osificado más lateral del techo
del acetábulo, en sentido perpendicular a la línea Y; esta línea es la de Perkins-Ombredanne (Figura
5 ). La intersección de las dos líneas descritas forma 4 cuadrantes (Putti), permitiendo inferir la
posición de la cadera: el borde medial de la metáfisis proximal osificada del fémur esta
normalmente en el cuadrante infero - interno, y si está por fuera de la línea de Perkins, la cabeza
femoral está desplazada en sentido lateral y se considera que está subluxada o luxada (Figura 5 ).
El desplazamiento superior de la porción proximal del fémur se mide por la línea de Shenton -
Menard o cervico-obturatriz, que se traza entre el borde interno del cuello del fémur y el borde
superior del agujero obturador. En una cadera normal, la línea es un arco continuo de contorno
uniforme; en la cadera luxada con desplazamiento proximal de la cabeza del fémur, está
interrumpida (Figura 8). Al distorsionarse la línea de Shenton igualmente se interrumpe la curva
conformada entre el aspecto externo del iliaco con el borde externo de la metáfisis proximal del
fémur (Figura 9). El ascenso femoral también se puede cuantificar midiendo la distancia entre la
línea Y y el pico metafisiario femoral (distancia H), siendo menor en la cadera luxada, en
comparación con la cadera normal contralateral.
Otros signos radiológicos que se evidencian con el crecimiento progresivo del menor son retraso en
la osificación de la epífisis proximal femoral (normalmente entre los cuatro a seis meses), techo del
acetábulo con forma bilabiada, retraso en la maduración de la sincondrosis isquiopúbica y falta de
desarrollo de la imagen en lágrima.
ENFERMEDADES CONSTITUCIONALES DE LOS HUESOS:
CLASIFICACIÓN:
CON PATOGENIA DESCONOCIDA
A) OSTEOCONDRODISPLASIAS:
1. Defectos en el crecimiento de los huesos tubulares, de la columna o de ambos:
Presentes en el momento del nacimiento:
• Acondrogénesis.
• Enanismo tanatofórico.
• Síndrome de polidactilia – costillas cortas.
• Acondroplasia.
• Enanismo diastrófico.
• Enanismo metatrófico.
• Enfermedad de Kniest.
• Displasia condroectodérmica (Ellis van Creveld).
• Displasia tóraco – asfixiante (Jeune).
• Displasia espondiloepifisaria congénita.
• Displasia mesomiélica.
• Displasia cleidocraneal.
De aparición tardía:
• Condrodisplasia metafisaria (tipos Jansen, Schmid y McKusick).
• Síndrome de Swachman Diamond (malabsorción y neutropenia).
• Displasia espondilometafisaria (tipo Kozlowski).
• Displasia espondiloepifisaria tardía ligada al sexo.
• Displasia epifisaria múltiple.
• Pseudoacondroplasia.
• Acrodisplasia.
• Discondrosteosis.
• Hipocondroplasia.
2. Desarrollo desorganizado de los componentes cartilaginosos y fibrosos del esqueleto:
Osteocondromatosis.
Encondromatosis (enfermedad de Ollier).
Encondromatosis y hemangiomas (enfermedad de Maffucci).
Displasia fibrosa.
3. Anomalías de la densidad, del modelamiento metafisario o de ambos:
Enfermedades con excesiva transparencia ósea:
• Osteogénesis imperfecta.
• Osteoporosis juvenil idiopática.
Enfermedades óseas condensantes:
• Osteopetrosis.
• Picnodisostosis.
• Hipercalcemia idiopática.
• Melorreostosis.
• Osteopatía estriada.
• Osteopatía estriada con esclerosis craneal.
• Osteopoiquilia.
Anomalías de la cortical diafisaria de los huesos largos:
Aspecto fusiforme de la diáfisis:
• Displasia diafisaria progresiva (Camurati - Engelman).
• Displasia cráneo – diafisaria.
• Hiperostosis cortical infantil (Caffey).
Espesor irregular de la cortical:
• Osteoectasia con hiperfosfatasia.
• Osteodisplasia.
Espesor regular de la cortical:
• Hiperostosis endóstica (Van Buchem).
• Estenosis tubular con hipercalcemia periódica (Keny Caffey).
Anomalías del modelado metafisario:
• Osteodisplasia metafisaria (Pyle).
• Displasia cráneo – metafisaria.
• Displasia fronto – metafisaria.
• Disostoesclerosis.
B) DISOSTOSIS:
1. Disostosis con participación craneal y facial:
Craneosinostosis.
Disostosis cráneo – facial (Crouzon).
Acrocéfalo – sindactilia (Apert).
Síndrome de Gorrini y Costat.
2. Disostosis a predominio axial:
Defecto de la segmentación vertebral (Klippel – Feil).
Anomalía de Sprengel.
Disostosis espondilo – costal.
3. Disostosis a predominio apendicular:
Amelia, hemimelia, aqueria, apodia, focomelia, sindactilia, polidactilia, etc.
C) OSTEÓLISIS IDIOPÁTICA (Gorham).
D) PERTURBACIONES PRIMARIAS DEL CRECIMIENTO:
Marfan.
Progeria.
Neurofibromatosis.
CON PATOGENIA CONOCIDA
A) ABERRACIONES CROMOSÓMICAS:
Síndrome de Turner.
Síndrome de Klinefelter.
Trisomías 21, 13, 8, 9.
Síndrome de Gorlen.
B) ANOMALÍAS PRIMARIAS DEL METABOLISMO:
Raquitismo.
Mucopolisacaridosis:
Tipo 1: Hurler (gargolismo).
Tipo 2: Hunter.
Tipo 3: Sanfilipo.
Tipo 4: Morquio.
Tipo 5: Ullrich – Scheie.
Tipo 6: Maroteaux – Lamy (enanismo polidistrófico).
Lípidos:
Enfermedad de Gaucher.
Enfermedad de Nieman – Pick.
C) ANOMALÍAS ÓSEAS SECUNDARIAS A TRASTORNOS DE LOS SISTEMAS
EXTRAESQUELÉTICOS.
Acondrogénesis: recién nacido muerto. Cabeza grande, micromelia, hidrops, abdomen prominente y
tronco corto. Radiología. Retraso de la osificación esquelética, falta de mineralización de cuerpos
vertebrales, pelvis, calcáneo. Huesos ilíacos cortos.
Enanismo tanatofórico: nacen muertos o mueren en las primeras horas después del nacimiento.
Huesos largos acortados e incurvados, con irregularidad y ensanchamiento de las metáfisis. Cuerpos
vertebrales planos, con defectos de osificación de los platillos vertebrales y mineralización
conservada de los arcos posteriores. Disminución de la distancia interpedicular. Tórax disminuido
en su diámetro ántero – posterior. Pelvis: huesos cortos, techo acetabular horizontalizado. Aumento
de la bóveda craneana, con huesos faciales pequeños. La sinostosis prematura de las suturas del
cráneo ocasiona una deformidad "en hoja de trébol".
Acondroplasia: miembros cortos, cabeza grande, manos gruesas, inteligencia normal. Nalgas
prominentes por hiperlordosis lumbar y angulación posterior del sacro. Rizomelia, a veces con
huesos tubulares ligeramente incurvados. Metáfisis irregulares y transparentes, de extremos
redondeados. Disminución progresiva del espacio interpedicular que produce un canal medular
estrecho. El cráneo presenta disminución del agujero occipital, depresión del puente nasal y
prominencia de la región frontal.
Enanismo diastrófico: extremidades cortas, múltiples contracturas articulares. Pie equino varo, con
huesos tarsales y carpianos deformados. Pulgares hipermóviles (en "autostop"). Cifoescoliosis
progresiva.
Enanismo metatrófico: tórax estrecho, cifoescoliosis con acortamiento del tronco. Talla adulta
menor a 120 cm. Inteligencia normal. Apéndice cutáneo similar a una cola. Platispondilia, costillas
cortas de extremos ensanchados, alas iliacas pequeñas.
Enfermedad de Kniest: cara redonda y aplanada con ojos prominentes. Los cambios óseos son
progresivos. Paladar hendido (50%), pérdida de la visión y de la audición. Tronco corto,
cifoescoliosis, y lordosis lumbar acentuada que van aumentando con el tiempo. Platispondilia. Las
extremidades son cortas, con articulaciones prominentes y dolorosas, y dificultad en los
movimientos. Huesos largos cortos y toscos con ensanchamiento y deformidad de las metáfisis y
epífisis (en "pesas de gimnasia").
Displasia condroectodérmica (Ellis van Creveld): alteraciones de los dientes, pelos y uñas.
Anomalías cardíacas (50%). Polidactilia. Fusión de los huesos del carpo, epífisis en cono en las
falanges medias. Pelvis en tridente: protrusión acetabular, escotadura ciática pequeña.
Displasia tóraco- asfixiante (Jeune): distrés respiratorio de severidad variable y enfermedad renal
progresiva. Costillas cortas, diámetro ántero – posterior del tórax disminuido. Pelvis pequeña "en
tridente". Puede haber polidactilia.
Displasia espondiloepifisaria congénita: tronco corto, cifosis dorsal, hiperlordosis lumbar, columna
corta. Tórax en tonel, cuello corto, cara aplanada con hipertelorismo. Hipoplasia de la odontoides e
hipotonía muscular: luxación atlanto – axoidea con compresión medular. Cuerpos vertebrales
ovoides o aplanados. Retraso en la osificación del esqueleto, coxa vara, deformidad variable de las
epífisis.
Displasia mesomiélica:
Tipo Nievergelt: hipoplasia del radio y cúbito, con displasia del codo y subluxación de la cabeza
radial. Hipoplasia de la tibia y peroné con aspecto triangular.
Tipo Langer: hipoplasia cubital, peronea y mandibular.
Tipo Rovinow: con alteraciones de la segmentación vertebral.
Tipo Reinardt: peroné y cúbito de aspecto triangular.
Displasia cleidocraneal: talla corta, cara triangular con frente prominente, suturas amplias con
retraso en el cierre. Retraso en la erupción de los dientes. Hipoplasia clavicular con hipermovilidad
de los hombros. Pelvis estrecha, uñas hipoplásicas. Radiología: braquicefalia con suturas amplias,
múltiples huesos wormianos. Prognatismo con alteraciones dentales. Aplasia parcial (tercio medio y
distal) o total (10%) de la clavícula. Iliacos hipoplásicos, ausencia o retraso en la osificación del
pubis. Falanges medias cortas y falanges distales hipoplásicas en manos y pies.
Condrodisplasias metafisarias:
Jansen: enanismo marcado, contractura y abultamiento de las articulaciones. Desmineralización
generalizada, acopamiento, irregularidad y desflecamiento de las metáfisis, muy separadas de los
centros de osificación, reabsorción subperióstica con erosión cortical. Hiperostosis de la base del
cráneo.
Schmid: es la más frecuente. Incurvación de las piernas, estatura pequeña. Huesos tubulares cortos
con metáfisis ensanchadas e irregulares, coxa vara.
McKusick: (hipoplasia cartílago – pelo). Pelo claro, fino y ralo, extremidades cortas. Neutropenia,
malabsorción, alteración de la inmunidad celular, Hirschprung. Huesos cortos, metáfisis
ensanchadas e irregulares, a predominio de las rodillas. Marcada cortedad de los metacarpianos,
metatarsianos y falanges, puede haber epífisis en cono. Cráneo normal. Cuerpos vertebrales altos en
relación con el diámetro ántero - posterior.
Displasia espondilometafisaria: se manifiesta después del segundo año de vida. Enanismo
moderado, tronco corto, marcha bamboleante, limitación del movimiento articular. Platispondilia
generalizada con cifoescoliosis. Metáfisis anchas, irregulares y escleróticas, con mayor afectación
del fémur proximal (coxa vara). Retraso en la maduración ósea. Techo acetabular horizontalizado.
Displasia espondiloepifisaria tardía ligada al sexo: afecta solo a varones en la adolescencia tardía.
Aplanamiento vertebral con "giba" en los platillos vertebrales superior o inferior de la región
lumbar. Artrosis prematura en caderas y hombros.
Displasia epifisaria múltiple: herencia dominante. Irregularidad y aplanamiento de las epífisis de los
huesos tubulares que pueden ser moderadamente cortos.
Discondrosteosis (Leri Weill): enanismo mesomiélico. Radio y tibia cortos. Deformidad de
Madelung: luxación dorsal del cúbito, articulación radio – cubital de forma triangular en donde se
meten los huesos del carpo con el semilunar en el ápice.
Hipocondroplasia: cráneo grande, ensanchamiento del agujero magno. Distancia interpedicular
disminuida. Pelvis pequeña, hiperlordosis lumbar, sacro basculado hacia atrás. Retraso mental
moderado.
Osteocondromatosis (exostosis múltiple): suele ser asintomática, excepto cuando comprime
estructuras vecinas. Se observan excrecencias o exostosis que se originan en la metáfisis y se alejan
de ella, siguiendo el eje mayor del hueso. Pueden tener pequeñas calcificaciones punteadas. Afecta
fundamentalmente a los huesos largos. Existe un 5% de probabilidad de malignización.
Encondromatosis (enfermedad de Ollier): se producen masas de cartílago en la metáfisis y la
diáfisis de los huesos tubulares. Hay acortamiento asimétrico de la extremidad afectada, con
fracturas patológicas ocasionales y tumefacción de partes blandas. Radiología: áreas radiolúcidas
expansivas en los huesos de manos y pies, con calcificaciones de tipo cartilaginoso en su interior.
Puede malignizar. Cuando la encondromatosis se acompaña de hemangiomas múltiples se llama
enfermedad de Maffucci.
Displasia fibrosa: durante muchos años se utilizó el término "osteítis fibrosa" para designar un
grupo heterogéneo de lesiones óseas entre las que se incluían la enfermedad de von
Recklinghausen, el hiperparatiroidismo, la osteodistrofia fibrosa, etc. El primer paso para clarificar
esta situación se produjo cuando los radiólogos pudieron diferenciar los cambios óseos que
acompañan al hiperparatiroidismo de los otros tipos de osteítis fibrosa. Albright y asociados
describieron en 1937 un síndrome caracterizado por alteración fibrosa de la estructura ósea,
pigmentación de la piel y disfunción endócrina. Ellos reconocieron que esta enfermedad no tenía
relación con el hiperparatiroidismo y el síndrome se conoció desde entonces como "síndrome de
Albright". En 1938, Lichtenstein describió la displasia fibrosa poliostótica: los cambios óseos eran
idénticos a los del síndrome de Albright pero no se asociaba con manifestaciones extraesqueléticas
y en algunos casos afectaba a un solo hueso. Lichtenstein y Jaffe llamaron a estas lesiones
"displasia fibrosa" agregando la palabra "poliostótica" cuando más de un hueso estaba afectado.
La displasia fibrosa es una enfermedad de etiología desconocida que afecta a ambos sexos, con
predominio en mujeres, y comienza en la infancia. Consiste en la sustitución fibrosa de la cavidad
medular de uno o varios huesos, que puede estar acompañada por manchas "café con leche", de
contorno irregular en la piel, y por disfunción endócrina. La alteración física más común es la
diferencia de longitud de ambas extremidades inferiores, por la deformidad en "cayado de pastor"
del cuello femoral. Hay precocidad sexual en el 20% de las niñas afectadas con adelanto de la
maduración ósea y somática, y cierre epifisario precoz. Las hipófisis suelen ser anormales. Los
ovarios pueden tener quistes funcionales no acordes con la edad cronológica y puede haber
sangrado vaginal en infantes.
Cuando hay más de un hueso afectado las lesiones tienden a ser unilaterales, con las manchas "café
con leche" del mismo lado, pero en muchos casos el compromiso es extenso y bilateral.
Habitualmente hay dolor, inestabilidad en la marcha y deformidades debidas a fracturas patológicas.
Las lesiones óseas se reactivan con el embarazo, con aumento de tamaño de los quistes
preexistentes o aparición de quistes nuevos. Cuando se alcanza la madurez, el progreso de las
lesiones se hace más lento. Las concentraciones de calcio y fósforo en el suero son normales, pero
la fosfatasa alcalina está elevada.
Los sitios más comunes de afectación de la displasia fibrosa monostótica son el fémur proximal, la
tibia, las costillas y la cara. El 50% de los pacientes con displasia fibrosa poliostótica tiene
afectación craneana. Raramente involucra la columna vertebral, a diferencia de la enfermedad de
von Recklinghausen.
Las lesiones de los huesos largos son diafiso – metafisarias y se ubican dentro de la cavidad
medular. La radiolucidez, radiopacidad, o apariencia en vidrio esmerilado de las lesiones en la
radiografía está determinada por la cantidad de tejido fibroso versus tejido óseo presentes en la
lesión.
La intensa captación de radioisótopos refleja la hiperemia y la activa remodelación del hueso. La
degeneración maligna ocurre en 0,4 a 1% de los casos.
La biopsia revela que la cavidad medular del hueso está llena de tejido fibroso, con trabéculas óseas
más o menos maduras. El hueso se expande total o parcialmente, y la cortical es delgada. El hueso
afectado puede verse anormalmente acortado. Aunque hay objeciones al término "displasia fibrosa
ósea" éste describe adecuadamente el proceso patológico e indica que las lesiones son el resultado
de un defecto del desarrollo del mesénquima. Cuando hay manifestaciones extraesqueléticas se usa
el término "síndrome de Albright" (o Mc Cune – Albright).
DISPLASIA FIBROSA DEL MACIZO FACIAL: LA LEONTIASIS ÓSEA
Las lesiones óseas de la calota, del occipital y de la mandíbula se asemejan estrechamente a las que
se ven en los huesos largos. Hay expansión del hueso y aunque en algunas áreas puede haber
esclerosis el aspecto general es el de formaciones quísticas compuestas por tejido fibroso, de
tamaño variable. Las lesiones de gran tamaño adelgazan la corteza, pero no suelen perforarla y no
producen reacción perióstica.
Las lesiones en el frontal, esfenoides, etmoides y maxilar superior son muy diferentes. El hueso es
intensamente esclerótico y anormalmente denso, formando una masa ósea hipertrófica que puede
ocultar total o parcialmente los senos paranasales. Afecta predominantemente un lado de la cara,
pero siempre hay algo de compromiso bilateral. La órbita puede estar parcialmente ocupada por el
sobrecrecimiento óseo anormal y el paciente presentar exoftalmos con pérdida de la visión.
Los síntomas son tumefacción, asimetría facial, oclusión defectuosa de las arcadas dentarias, y
ocasionalmente, dolor. Si la enfermedad comenzó en la infancia, puede destruir el rudimento
dentario.
Las lesiones se hacen más densas con el tiempo. A diferencia de las lesiones quísticas que son bien
circunscriptas, las masas densas tienden a ser difusas y de contornos mal definidos.
Cuando la hipertrofia ósea asimétrica es muy importante adquiere el aspecto que Virchow ha
denominado "leontiasis ósea". Es una saliencia generalizada de la cara, frente, arcos superciliares y
mejillas, cuyo aspecto recuerda la cara de un león, y que con los años puede ser muy desfigurante.
La leontiasis ósea no es una enfermedad específica, el término meramente describe un tipo de
deformidad de la cara sin establecer la etiología. En el adulto, la leontiasis obedece a una causa
esencial: la enfermedad de Paget. Esta debuta alrededor de los 40 años, con predominio en la calota,
y frontal abombado y saliente. Existen formas localizadas en la cara y en el maxilar. En el adulto
joven, la leontiasis es producida por la displasia fibrosa. Debuta alrededor de los 10 años, es
asimétrica y tiene predilección por la región fronto – orbitaria. Se acompaña de otras localizaciones
óseas y de signos cutáneos y endócrinos. Las formas infantiles aparecen entre los 5 y los 10 años,
son simétricas y tienen un pronóstico sombrío. Pueden distinguirse:
La osteopetrosis: la condensación ósea predomina a nivel de la base del cráneo y del macizo facial.
Se reducen los agujeros craneales y la silla turca, hay falta de neumatización de los senos
paranasales. El maxilar inferior está respetado. La tumefacción de la cara es moderada, predomina
el aumento de la densidad ósea.
La hiperfosfatasia: no es densificante. Hay un espesamiento enorme del diploe que puede
sobrepasar los 2 cm. Los huesos largos están incurvados y son frágiles.
La enfermedad de Pyle: entraña una hipertrofia difusa de los huesos de la cara, de la calota y de la
base del cráneo, con reducción o desaparición de los senos paranasales. Los huesos largos tienen
deformidad en "matraz de Erlenmeyer".
La enfermedad de Van Buchem: presenta una hiperostosis importante de la cara y del cráneo, con
signos de hipertensión endocraneana. Los maxilares se hacen enormes. El resto del esqueleto está
aumentado de densidad, con epífisis respetadas.
La leontiasis es discutible en otras enfermedades:
La hiperostosis cortical infantil es causa de una hiperostosis mandibular selectiva y aislada.
Ciertas formas de la enfermedad de Hand Schüller Christian tienen importantes tumefacciones
faciales.
Tumores primitivos o secundarios de la cara.
Síndrome de Gardner: osteomas y poliposis intestinal.
Osteogénesis imperfecta:
Congénita (Vrolik): escleróticas azules con un anillo blanco (anillo de Saturno) rodeando la córnea.
Cabeza grande y blanda (caput membranaceum). Osteopenia generalizada, con fracturas múltiples y
formación de callos (Ojo: se pueden diagnosticar en la ecografía obstétrica). Diáfisis cortas y
gruesas. Tórax en campana, fontanelas amplias, huesos wormianos. Fallecen precozmente, a veces
intra - útero.
Tardía (Lobstein): cráneo blando y deforme, escleróticas azules, alteraciones de la dentición,
otosclerosis que lleva a la sordera. Osteopenia generalizada, fracturas múltiples con callos
hipertróficos, menos comunes en miembros superiores. Arqueamiento de los huesos largos, cortical
fina. Peroné filiforme. Vértebras bicóncavas. Diagnóstico diferencial: osteomalacia, osteoporosis
juvenil idiopática, hiperpirofosfatemia.
Osteoporosis juvenil idiopática: osteoporosis generalizada progresiva de comienzo brusco.
Fracturas y colapsos vertebrales. Remite espontáneamente sin secuelas en 1 a 4 años.
Osteopetrosis: dos formas 1) Infantil: autosómica recesiva, talla corta, anemia o pancitopenia con
infecciones repetidas, hepato-esplenomegalia, macrocefalia, dentición retardada, sordera y ceguera
progresivas. Radiología: aumento difuso de la densidad ósea sin diferenciación córtico-medular.
Metáfisis ensanchada (en forma de matraz), con bandas alternantes de mayor y menor densidad.
Vértebras en "sándwich" (o en "camiseta de rugby") por alternancia de zonas densas y radiolúcidas.
El aspecto general del esqueleto es de "hueso dentro del hueso". En el cráneo, esclerosis de la
bóveda y de la base, escasa neumatización de los senos paranasales y de la mastoides. 2) Del adulto
(enfermedad de Albers Schönberg): menos severa, autosómica dominante. Puede ser asintomática
(hallazgo radiológico casual) o presentar fracturas. Aumento de la densidad ósea con bandas densas
transversales, el esqueleto apendicular está relativamente respetado. Diagnóstico diferencial:
intoxicación por metales pesados, hipervitaminosis, sífilis congénita, displasias cráneo – tubulares,
picnodisostosis, hipercalcemia idiopática, mieloesclerosis, Paget.
Picnodisostosis (enfermedad de Tolouse – Lautrec): enanismo de extremidades cortas con cabeza
grande y fontanelas abiertas aún en la edad adulta. La fragilidad ósea produce fracturas. Radiología:
esclerosis ósea generalizada, cráneo denso con huesos wormianos, cara pequeña. Hipoplasia de la
mandíbula, del acromion, de la clavícula, y aplasia total o parcial de las falanges distales.
Hipercalcemia idiopática: facies "de duende", retraso mental, estenosis aórtica supravalvular y/o de
la arteria pulmonar. Aumento generalizado de la densidad ósea con bandas escleróticas metafisarias.
Melorreostosis: dolor, edema, asimetría de los miembros, contracturas. Radiología: bandas
irregulares densas que siguen el eje mayor del hueso, en "vela derretida". Monostótica o
poliostótica, una onda de hueso esclerótico puede afectar todo un lado de los huesos tubulares del
brazo o de la pierna, llegando hasta las falanges.
Osteopatía estriada: es un hallazgo radiológico. Estriaciones lineales densas, finas y uniformes en
las zonas de crecimiento de los huesos largos. Distribución radiada en las alas iliacas.
Osteopatía estriada con esclerosis craneal: lesiones de osteopatía estriada en la metáfisis de los
huesos largos con esclerosis del cráneo y de los huesos faciales.
Osteopoiquilia: La osteopoiquilosis es en la mayoría de los casos una curiosidad radiológica que se
clasifica dentro de las displasias óseas esclerosantes. Clínicamente el trastorno es asintomático y
suele diagnosticarse en una radiografía tomada por un motivo circunstancial. Puede evidenciarse a
cualquier edad y no muestra preferencia sexual. La frecuencia reportada es de menos de 0.1 casos
por millón, aunque algunos autores sostienen que el hallazgo es más común que lo que
generalmente se cree.
Las primeras descripciones de la osteopoiquilosis se deben a Albers Schönberg y Ledoux-Lebard a
principios del siglo XX. Se han reportado casos esporádicos y hereditarios, en estos últimos el
patrón de transmisión genética es autosómico dominante.
En las radiografías se observan múltiples áreas densas y bien definidas de morfología variable y
distribución bastante simétrica, que muestran preferencia por los huesos del carpo y del tarso,
falanges, epífisis y metáfisis de los huesos largos, y por la pelvis. Es más raro el compromiso de
clavículas, costillas, columna vertebral y cráneo. Las lesiones pueden aumentar o disminuir de
tamaño, y hasta desaparecer: estos cambios son más frecuentes en niños y adolescentes.
Patológicamente las áreas de condensación consisten en focos de hueso compacto dentro de la
esponjosa. En el examen histológico se observa tejido óseo laminar, con canales haversianos,
osteocitos, osteoblastos y osteoclastos: las lesiones de la osteopoiquilia son idénticas a los islotes
óseos.
Generalmente esta displasia es asintomática, pero puede asociarse a lesiones cutáneas en un 25 %
de los casos: pápulas fibrosas blanquecinas ubicadas muy próximas entre sí (síndrome de Buschke-
Ollendorff o dermatofibrosis lenticular diseminada). No se conoce la etiología exacta de la
osteopoiquilia aunque puede representar un fallo hereditario para formar trabéculas óseas a lo largo
de las líneas de estrés. Existe cierta relación entre esta alteración y otras displasias osteoescleróticas
como la osteopatía estriada y la melorreostosis: las opacidades redondeadas pueden aparecer junto
con reacciones periósticas ondulantes, hiperostosis frontal interna, etc. La combinación de estas
anomalías ha recibido el nombre de distrofia ósea esclerosante mixta.
Resumen de las características clínicas:
HERENCIA PIEL ESQUELETO MUSCULOS ARTICULACIONES VOZ RADIOLOGÍA
esclerodermia.
Diagnóstico diferencial:
METASTASIS MASTOCITOSIS ESCLEROSIS Condromatosis
OSTEOBLASTICAS TUBEROSA SINOVIAL